Manual de Derecho Penal - Bacigalupo Enrique-83-89
Manual de Derecho Penal - Bacigalupo Enrique-83-89
Manual de Derecho Penal - Bacigalupo Enrique-83-89
A. Introducción
orificios son más estrechos en cada nivel. Sólo tiene sentido preguntarse por
la adecuación típica de un hecho que reúna los requisitos de una acción. De
igual modo sólo cabe preguntarse por la culpabilidad si previamente se ha
comprobado la existencia de una acción típica y antijurídica.
La teoría del delito se estructura, además, en un sistema de conceptos,
es decir, que las relaciones entre unos y otros conceptos responden a unas
ideas generales ordenadoras. La importancia del sistema de la teoría del delito,
en su concepción clásica, consiste en que este permite inferir consecuencias
lógicas que no estarían expresas en la ley y posibilita un tratamiento igual
de cuestiones iguales, y desigual de las desiguales. En este sentido, la teoría
del delito presupone que el legislador ha adoptado sus decisiones de una manera
razonable a partir de un punto de partida conocido y cognoscible. La lógica
del sistema derivado de este punto de partida del legislador garantizaría, en
consecuencia, una aplicación de la ley según el principio de legalidad. Implícita-
mente esta justificación del sistema admite que el texto de la ley es tan claro
que, por lo menos, el punto básico del que ha partido el legislador puede
conocerse indubitablemente a través de los pensamientos expresados en la
misma ley.
Sin embargo, la historia dogmática demuestra que esta última explicación
no es realista. En efecto, el pensamiento del legislador se expresa en su lenguaje
y este, como todo lenguaje natural, no es unívoco, sino todo lo contrario.
Ello explica que sobre un mismo Código Penal hayan podido elaborarse diver-
sos sistemas (por ejemplo "causalistas", "finalistas", etc.) y, a la vez, que
dichos sistemas hayan podido trasladarse a otros derechos positivos diversos
del que les sirvió de origen e, inclusive, permanecer una vez derogado el Código
sobre el cual se elaboraron.
En realidad, un sistema "dogmático" del delito no es otra cosa que una
hipótesis posible de la voluntad del legislador expresada en la ley y, sobre
todo, un orden de problemas y soluciones referidos a los casos en los que
la ley debe aplicarse.
Consecuentemente, el sistema de la teoría del delito no adquiere su legiti-
midad por que se lo "deduce" de la ley, sino del hecho de que permite una
aplicación racional de la misma (Confr. NAUCKE, Einführung, p. 89).
NO EXIG1BILIDAD
En la actualidad las teorías del delito tienden al modelo finalista (en la opinión
dominante) aunque las diferencias de fundamentación del sistema sean a veces
muy diversas de las que dieron origen a la teoría finalista. Es probable que gran
parte de las consecuencias prácticas de la teoría finalista hubieran podido alcanzar-
se con modificaciones y ajustes marginales de la teoría causal.
Tal vez la propia reformulación del sistema de la teoría finalista sea precisa-
mente eso. Por ese motivo, la discusión en torno a la oposición de ambas teorías
ha perdido gran parte de su significado. Sobre todo porque los presupuestos
de la pena son los mismos en ambas teorías (aunque puedan ser definidos a
veces en distinta forma) y la diferencia radica en el lugar donde se da relevancia
al dolo, a la conciencia de la antijuricidad o a la infracción del deber objetivo
de diligencia. El conocido argumento contra la teoría finalista de la acción y
LA TEORÍA DEL DELITO 73
su teoría del delito, que se refiere precisamente a estas modificaciones, suele
expresarse en la afirmación de que esta teoría "deja vacía la culpabilidad"
(confr. NOVOA MONREAL, "Causalismo y finalismo en el derecho penal",
1980, 2a ed., 1982), y puede responderse con la afirmación contraria: que
la teoría "causal" deja, por su parte, vacía la tipicidad. Así como nada impide
que una teoría del delito opere con una tipicidad vacía (sin dolo), tampoco
hay obstáculo en que lo haga con una culpabilidad sin dolo, si el dolo sigue
siendo, de todos modos, elemento del delito.
En la bibliografía española e iberoamericana se pronuncian por una siste-
mática que responde a la idea de lo ilícito personal y, en consecuencia, similar
a la finalista (prescindiendo de las considerables diferencias de matiz en las
fundamentaciones respectivas): BACIGALUPO, BUSTOS, CEREZO MIR, CURY,
FRAGOSO, GIMBERNAT ORDEIG, LUZÓN PEÑA, QUINTERO OLIVARES, ZAFFA-
RONI. Por el contrario, siguen el sistema tradicional: COBO DEL ROSAL-VIVES
ANTÓN, NOVOA MONREAL, RODRÍGUEZ DEVESA, RODRÍGUEZ MOURULLO, RO-
DRÍGUEZ RAMOS, SAINZ CANTERO.