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Abd Agudo

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Gastro lab.

Abdomen agudo
Todo dolor abdominal de instauración reciente, con sensación de gravedad (irritación peritoneal), que
implique un diagnóstico con celeridad porque con frecuencia necesita tratamiento quirúrgico urgente.

El término «abdomen agudo» se aplica a cualquier cuadro clínico cuyo síntoma primordial es un dolor
abdominal de presentación aguda, con o sin otra sintomatología acompañante.

Causas
Causas más frecuentes de abdomen agudo según la edad:

- Recién nacido.

Peritonitis meconial. Enteritis necrotizante. Anomalías congénitas intestinales.

- Lactante.

Invaginación intestinal. Estrangulación herniaria.

- Infancia y adolescencia.

Apendicitis aguda. Linfadenitis mesentérica. Divertículo de Meckel. Oclusión por cuerpos extraños.

- Mayores de 40 años y ancianos.

Causas anteriores del adulto. Obstrucción por cáncer digestivo. Enfermedad diverticular complicada
(sobre todo después de los 60 años). Isquemia intestinal aguda.

- Mujeres fértiles.

Síndrome de la fosa ilíaca por folículo hemorrágico. Anexitis. Embarazo extrauterino. Quiste ovárico.
Infección urinaria.

Las causas extraabdominales, que suponen menos del 10% de los casos.

Desde el punto de vista patogénico, el abdomen agudo intraabdominal se clasifica en: inflamatorio, por
obstrucción mecánica, isquémico, traumático y por distensión de superficies viscerales.

Abdomen agudo de índole inflamatoria

Provoca un dolor de tipo somático, por irritación del peritoneo. Es un dolor continuo, bien localizado y
que aumenta con los movimientos y con los incrementos de presión abdominal (tos, esfuerzos, etc.), por
lo que el paciente suele estar quieto.

Esta irritación peritoneal puede producirse por diversos agentes:

Contenido gastroduodenal, intestinal o biliar. Ocurre por perforación o rotura de alguna de estas
vísceras. Se produce una peritonitis, inicialmente química, que cursa con dolor muy intenso y gran
contractura abdominal, aunque el estado general puede mantenerse aceptable durante algún tiempo.

Pus o contenido colónico. Aparece por perforación apendicular o diverticular, perforaciones de colon,
etc. En estos casos, la peritonitis es inicialmente bacteriana. La contractura abdominal es menos intensa
que en el caso anterior, pero el estado general se afecta más precozmente, con riesgo de shock séptico.
Sangre u orina. Se da en el hemoperitoneo y en la rotura vesical intraperitoneal. La irritación peritoneal
es menor que en los casos anteriores; puede faltar la contractura abdominal.

Abdomen agudo por obstrucción mecánica de víscera hueca

En este caso, el dolor es de tipo visceral, mal localizado, no se modifica con los movimientos ni con los
incrementos de presión abdominal y con frecuencia se acompaña de una reacción vagal (náuseas,
vómitos, sudación profusa, hipotensión). Caben tres posibilidades:

Obstrucción intestinal. El dolor suele localizarse en la región periumbilical o ser difuso. Al principio es
intenso y se presenta en crisis, pero a medida que progresa la obstrucción, el intestino se dilata, pierde
el tono muscular y el dolor se hace menos intenso y más continuo. Cuando existe estrangulación por
compromiso vascular, se irrita el peritoneo y el dolor es continuo y bien localizado. Las causas más
frecuentes son: adherencias postoperatorias, hernias abdominales y neoplasias estenosantes de colon.

Obstrucción biliar. El dolor es cólico, se localiza en hipocondrio derecho y epigastrio e irradia en


hemicinturón hacia la espalda y la punta de la escápula derecha aunque, en ocasiones, el paciente lo
refiere únicamente en el epigastrio. La causa más frecuente es la litiasis biliar, aunque en el caso del
colédoco puede deberse a la presencia de coágulos (hemobilia) o parásitos (hidatidosis, fasciolas, etc.).
La obstrucción biliar neoplásica no suele provocar dolor, ya que su instauración es lenta.

Obstrucción urinaria. Cuando se obstruye el uréter, el dolor es cólico e intenso, se localiza a lo largo del
trayecto ureteral (fosa lumbar, flanco y fosa ilíaca), se irradia hacia los genitales (testículo o labio mayor)
y se acompaña con frecuencia de un gran componente vegetativo y reflejo que puede producir un íleo
paralítico. La causa más frecuente es la litiasis renal. En cambio, la retención aguda de orina por
obstrucción vesical produce un dolor sordo, localizado en hipogastrio y acompañado de globo vesical.

Abdomen agudo de tipo isquémico

Puede producirse en tres situaciones:

Oclusión vascular mesentérica. Provoca un dolor abdominal, inicialmente de tipo visceral, localizado de
forma poco precisa en la región periumbilical. En estadios iniciales se conserva el peristaltismo (puede
haber melenas) y no existe contractura abdominal. En estadios avanzados, con necrosis de la pared
intestinal, el dolor es de tipo somático y se acompaña de íleo paralítico, contractura abdominal y
afección del estado general con tendencia al shock. Sus causas más frecuentes son las cardiopatías
embolígenas, la arteriosclerosis (trombosis) y las situaciones de bajo gasto cardíaco. En el caso de la
trombosis puede existir historia previa de angor abdominal. Mucho menos frecuente es la trombosis
venosa mesentérica, que se ha relacionado con estados de hipercoagulabilidad y toma de
anticonceptivos orales.

Obstrucción intestinal con estrangulación. Ocurre generalmente por un mecanismo de volvulación


relacionado con bridas o adherencias y en las hernias. En la obstrucción de colon con válvula ileocecal
competente puede existir necrosis isquémica del ciego por sobredistensión.

Torsión de cualquier órgano intraabdominal. Las más habituales son: estómago, ovario, trompa y
epiplón.
Abdomen agudo de tipo traumático

Es cada vez más frecuente y puede ser cerrado y abierto (por arma blanca o de fuego). Las posibilidades
lesionales son múltiples. Por su frecuencia destacan las lesiones de víscera maciza (hígado y bazo), que
producen un cuadro de hemoperitoneo con tendencia al shock precoz, y las de víscera hueca (tubo
digestivo), que causan un cuadro de peritonitis, con gran dolor y contractura abdominal.

Abdomen agudo por distensión de superficies viscerales

La distensión de la cápsula hepática (hepatitis aguda, síndrome de Budd-Chiari, hematoma subcapsular)


o renal (litiasis, tumores) puede provocar un cuadro de abdomen agudo.

Diagnóstico
Lo más importante es la historia clínica y la exploración física (sobre todo las constantes vitales y la
palpación). Una vez estabilizado el enfermo se inicia el proceso diagnóstico, durante el cual es
aconsejable no administrar analgésicos ni sedantes, para no enmascarar el cuadro. El primer paso, y el
más importante, es realizar una anamnesis y una exploración física meticulosas.

Es importante tener en cuenta que el diagnóstico de la causa del cuadro no es lo más importante. Lo
fundamental es decidir si el paciente necesita una cirugía urgente. Si es así, no es necesario realizar
ninguna prueba complementaria dado que el diagnóstico se hace durante la intervención. Sólo se puede
retrasar la cirugía para estabilizar hemodinámicamente al paciente antes de la misma.

Anamnesis
Dolor abdominal

Es importante valorar la forma de comienzo del dolor, brusca o gradual, su localización e irradiaciones,
su carácter somático o visceral, etc. Un dolor de carácter lancinante localizado en el trayecto de un
nervio y acompañado de lesiones cutáneas vesiculosas es característico del herpes zóster. Si sólo
aparece con determinadas posiciones o movimientos y aumenta al presionar la zona dolorosa, sugiere
un origen muscular inflamatorio o traumático, especialmente si se presentó tras realizar ejercicios físicos
no habituales. El dolor de origen psicógeno se caracteriza por no ajustarse a ningún patrón doloroso
conocido. Suele darse en adolescentes que acuden repetidas veces a los servicios de urgencia con el
resultado de alguna apendicectomía innecesaria y que presentan una gran ansiedad.

Síntomas y signos acompañantes

Náuseas y vómitos. Unas veces, como ocurre en la apendicitis aguda, el cólico biliar o el cólico ureteral,
los síntomas y signos acompañantes son de carácter reflejo y se presentan al poco tiempo de comenzar
el dolor, aunque siempre después de este. Son de contenido alimenticio, gástrico o biliar y suelen cesar
en cuanto se vacía el estómago.

Alteraciones del hábito intestinal. El abdomen agudo inflamatorio suele cursar con estreñimiento por
íleo paralítico, aunque en algunos casos de apendicitis aguda puede haber diarrea. El cierre intestinal
completo es característico de la obstrucción intestinal, si bien existen obstrucciones subintrantes en las
que el paciente puede ventosear e incluso defecar, como ocurre con el íleo biliar y otras obturaciones.
La diarrea es característica de las enterocolitis y si se acompaña de sangre y moco en las heces, puede
sugerir una colitis ulcerosa.

Fiebre. La fiebre alta desde el inicio del cuadro, que precede incluso al dolor, debe hacer pensar en
gastroenteritis aguda, linfadenitis mesentérica o procesos extraabdominales (neumonía). Aunque
posterior al dolor, es un dato clínico precoz en el abdomen agudo infeccioso (apendicitis, diverticulitis,
colecistitis, etc.), donde su intensidad se relaciona con el estadio evolutivo del proceso. En cambio, en
otras formas de abdomen agudo inflamatorio (perforaciones gastroduodenales, pancreatitis aguda,
hemoperitoneo, etc.), así como en el abdomen agudo por obstrucción visceral o por isquemia, la fiebre
falta en los estadios iniciales y puede aparecer tardíamente relacionada con complicaciones evolutivas.
Si se asocia a escalofríos importantes debe hacer pensar en fiebre de origen biliar (colangitis) o urinario
(pielonefritis).

Shock. Si se presenta precozmente, tiene gran interés diagnóstico, ya que anuncia un cuadro grave
(hemoperitoneo importante, rotura de aneurisma de aorta abdominal, pancreatitis necrohemorrágica
grave o infarto mesentérico masivo, además del infarto de miocardio). En cambio, si aparece
tardíamente su utilidad diagnóstica es escasa.

Síntomas ginecológicos. La amenorrea con o sin metrorragia debe hacer pensar en la rotura de un
embarazo extrauterino. La leucorrea debe orientar hacia la enfermedad inflamatoria pélvica. Si el dolor
ocurre en la mitad del ciclo menstrual hay que descartar una ovulación dolorosa que puede producir un
pequeño hemoperitoneo.

Síntomas urológicos. El síndrome miccional es muy frecuente en el cólico ureteral, aunque también se
presenta en algunas apendicitis agudas.

Exploración física
- Contractura abdominal (vientre en tabla) por irritación peritoneal.

- Signo de Murphy. Dolor a la presión en punto biliar al inspirar.

- Signo de Blumberg. Dolor al rebote producido por víscera inflamada (o líquido o aire) que irrita el
peritoneo.

- Maniobra anoparietal de Sanmartino. La dilatación anal circunscribe la contractura parietal abdominal


al área lesionada.

- Signo de Rovsing. La hiperpresión del colon izquierdo provoca dolor en FID si la zona cecal es
patológica.

Exploraciones complementarias
- Radiografía simple. Permite visualizar gas en el abdomen, en vasos abdominales y en retroperitoneo.
Fundamentalmente útil en el diagnóstico de obstruccion intestinal y de neumoperitoneo. Poco sensible
en otras patologías.

- Ecografía abdominal. Permite ver la vía biliar e hígado, los vasos abdominales y el retroperitoneo (este
último con dificultad); es la técnica de imagen inicial en mujeres jóvenes con dolor abdominal en fosa
ilíaca derecha y fiebre y en el abdomen agudo en la infancia. La ecografía es más rentable cuando se
sospecha la presencia de quistes ováricos, embarazo ectópico o absceso tuboovárico. También puede
sugerir la presencia de apendicitis aguda en algunos casos, sobre todo en los niños, mediante la
visualización de un apéndice alargado y con pared engrosada.

- TC (con o sin contraste). Ha demostrado su superioridad en el diagnóstico del abdomen agudo, sobre
todo de apendicitis, en comparación con la ecografía. Los hallazgos en la TC en una apendicitis son: un
apéndice engrosado, con realce y con frecuencia se ve un apendicolito. La eficacia global en la
apendicitis es del 90-98%. Es algo menor en el abdomen agudo en general, pero sigue siendo la prueba
de referencia. La TC también es mejor en la visualización del retroperitoneo. La TC ha mejorado la
localización de las causas de abdomen agudo con respecto a la exploración física y a la ecografía, es útil
en el diagnóstico de patologías como la apendicitis aguda o la diverticulitis aguda, así como para evaluar
las pancreatitis agudas y sus complicaciones.

- Punción-lavado peritoneal (se irriga cavidad peritoneal con 500 cc de suero salino, aspirando
posteriormente). Especialmente indicado en un politraumatizado.
• Más de 100.000 hematíes/mm3 . Hemoperitoneo.

• Más de 500 leucocitos/mm3 . Peritonitis.

• Más de 100 U Somogy Amilasa/100 cc. Lesión pancreática o fuga de contenido intestinal.

- Laparotomía. Realizarla ante un paciente grave en el que no se llega al diagnóstico. Un 10% son blancas
(no se llega al diagnóstico).

Diagnóstico diferencial según la localización del dolor


- Hemiabdomen superior.

• Epigastrio.

Ulcus perforado, infarto de miocardio.

• Hipocondrios.

Izquierdo: pancreatitis aguda. Derecho: colecistitis aguda (Murphy positivo).

• Dolor cólico.

Obstrucción del intestino delgado.

• Respiratorios.

Neumonía.

- Hemiabdomen inferior.

• Mujer.

Salpingitis (dolor posmenstrual, leucorrea). Embarazo ectópico (dolor súbito, masa en anexos).

• Dolor cólico.

Cólico nefrítico (dolor lumbar, irradiado a genitales, puñopercusión positiva). Obstrucción (dolor difuso,
distensión abdominal, timpanismo, signos de lucha).

• Dolor no cólico.

FID: apendicitis. FII: diverticulitis


Tareas

Divertículo de Zenker
El divertículo esofagofaríngeo o de Zenker se localiza típicamente en la línea media de la pared posterior
de la hipofaringe.

La fisiopatología es desconocida, aunque depende fundamentalmente de los cambios estructurales que


se producen en la pared muscular de la hipofaringe (degeneración de las fibras musculares, sustitución
por tejido adiposo, fibrosis y necrosis), facilitados por la incoordinación faríngeo-esofágica y las
condiciones propias de cada individuo.
El síntoma más frecuente es la disfagia y cuando el saco faríngeo se hace lo bastante grande para
retener contenido aparecen episodios de aspiración pulmonar, una masa en el cuello, halitosis,
regurgitación de alimentos hacia la boca, vómitos alimentarios, cambios en la voz y pérdida de peso

Un gran divertículo se puede diagnosticar por una placa simple de cuello, donde se identifica un nivel
hidroaéreo, pero lo más habitual es el diagnóstico tras un estudio baritado.

El tratamiento de elección es el quirúrgico (exéresis del divertículo o la miotomía del cricofaríngeo).


Recientemente se están aplicando nuevos tratamientos mínimamente invasivos con resultados
excelentes que disminuyen de forma significativa la morbimortalidad. Entre ellos destacan las técnicas
endoscópicas como es la separación mediante una grapadora del tabique entre el divertículo y la boca
del esófago que exige un alto grado de destreza endoscópica.

Disfagia lusoria
es causada por compresión esofágica secundaria a cualquiera de varias anomalías vasculares congénitas.

es una causa infrecuente de disfagia mecánica por compresión extrínseca. Es una alteración congénita
que consiste en la localización anómala de la arteria subclavia derecha, que nace en el lado izquierdo del
cayado aórtico; desde este origen, la subclavia cruza el mediastino posterior por detrás del esófago
produciendo su compresión.

Por lo general, la anormalidad vascular es una arteria subclavia derecha aberrante que nace del lado
izquierdo del cayado aórtico, un doble cayado aórtico o un cayado aórtico derecho con ligamento
arterioso izquierdo. La disfagia puede aparecer en la infancia o en etapas más tardías de la vida como
resultado de los cambios arterioescleróticos del vaso aberrante.

El estudio de deglución con bario muestra la compresión extrínseca, pero se requiere arteriografía para
el diagnóstico definitivo.

La mayoría de los pacientes no requieren tratamiento, pero la reparación quirúrgica a veces se realiza
después de considerar cuidadosamente los riesgos y los beneficios.

Anillo de Schatzki
El anillo esofágico inferior es una estenosis mucosa de 2 a 4 mm responsable de un estrechamiento
anular del segmento distal del esófago en la unión escamocilíndrica que suele causar disfagia.

El anillo de Schatzki es una estructura membranosa formada por mucosa y submucosa localizada en la
unión escamo-columnar del esófago distal y que se asocia a hernia de hiato1. Se cree que es secundario
al RGE, en respuesta a la exposición ácida.

La etiología de los anillos esofágicos inferiores es objeto de controversia; las teorías principales son que
son congénitos o causados por el reflujo de ácido o esofagitis inducidapor píldoras.

Estos anillos causan disfagia intermitente para sólidos. Los síntomas pueden comenzar a cualquier edad,
pero en general no aparecen hasta después de los 25 años. La dificultad deglutoria aparece y
desaparece, y se agrava especialmente con la carne y el pan seco. Por lo general, los síntomas aparecen
sólo cuando la luz esofágica es < 12 mm de diámetro y nunca cuando es > 20 mm.
síndrome de Plummer-Vinson
El síndrome de Plummer-Vinson o de Paterson-Kelly se presenta mediante la clásica triada de disfagia,
anemia por deficiencia de hierro y membranas esofágicas. No se dispone de datos exactos sobre la
epidemiología del síndrome, siendo extremadamente infrecuente. La mayoría de los pacientes son
mujeres de mediana edad, entre la cuarta y la séptima década de vida aunque el síndrome se ha
descrito también en niños y adolescentes. La disfagia suele ser indolora e intermitente o progresiva a lo
largo de los años, limitada a los sólidos y asociada algunas veces con la pérdida de peso. Los síntomas
consecuencia de la anemia pueden ser predominantes (debilidad, palidez, fatiga, taquicardia). Otros
síntomas adicionales serían la glositis, queilitis angular y coiloniquia. También puede observarse un
agrandamiento del bazo y de la tiroides. Uno de los aspectos clínicos más importantes del síndrome de
Plummer-Vinson es la asociación con los cánceres del tracto digestivo superior. La etiopatogenia del
síndrome de Plummer-Vinson es desconocida. El factor etiológico potencial más importante es la
deficiencia de hierro. Otros posibles factores incluyen la malnutrición, la predisposición genética o
procesos autoinmunes. El síndrome de Plummer-Vinson puede ser tratado de forma efectiva con
suplementos de hierro y dilatación mecánica. En caso de que haya una obstrucción significativa del
lumen esofaríngeo por la presencia de membranas y disfagia persistente a pesar de suplementar con
hierro, resulta necesario proceder a la dilatación y a la ruptura de estas membranas. Ya que el síndrome
de Plummer-Vinson se asocia con un aumento del riesgo de carcinoma de las células escamosas de la
faringe y el esófago, se debe hacer un seguimiento cercano de los pacientes.

Para el diagnóstico se requiere la historia de disfagia, anemia por deficiencia de hierro y membranas en
esófago proximal.

Se pueden documentar las membranas con métodos radiológicos y/o endoscopia digestiva alta; se
sugiere iniciar el estudio con apoyo de imágenes, ir directo a la endoscopia puede no evidenciar
membranas porque éstas pueden romperse accidentalmente durante el examen y concluir que no hay
lesión. La radiología esofágica o esofagograma con bario y la videofluoroscopia son los métodos de
elección.

La reposición de hierro es fundamental y mejorar el régimen higiénico dietético es suficiente en


sintomatología leve. Generalmente mejora la disfagia con hierro por vía oral y parenteral.5,6 Tratar la
causa de la anemia si es identificable. La dilatación mecánica endoscópica es útil en pacientes con
disfagia crónica y severa y/o si no mejoran solo con hierro.4 La membrana usualmente ocluye gran
porcentaje del diámetro esofágico y no es distensible; se debe colocar una guía y se pueden hacer
dilataciones progresivas de hasta 17 mm.1 Varias sesiones pueden ser necesarias, dado que es un
procedimiento seguro y efectivo en el manejo de la membrana.

Salpingitis
La enfermeda pelviana inflamatoria (EPI) puede afectar el cuello uterino, el útero, las trompas uterinas o
de Falopio y/o los ovarios. La infección del cuello (cervicitis) produce una secreción mucopurulenta. La
infección de las trompas uterinas (salpingitis) y el útero (endometritis) tienden a producirse juntas.
Cuando es grave, la infección puede diseminarse a los ovarios (ooforitis) y al peritoneo (peritonitis). La
salpingitis con endometritis y ooforitis, con o sin peritonitis, a menudo se llama sólo salpingitis aunque
haya otras estructuras comprometidas.
La EPI se produce por la contaminación de microorganismos de la vagina a través del cuello uterino que
pasan al endometrio y las trompas uterinas. La Neisseria gonorrhoeae y la Chlamydia trachomatis son
causas comunes de EPI; son transmitidas sexualmente. Mycoplasma genitalium, que también se
transmite por vía sexual, también puede causar o contribuir a la EPI. La incidencia de EPI transmitida
sexualmente está disminuyendo; < 50% de los pacientes con EPI aguda presentan resultados positivos
para gonorrea o infección por Chamydia.

Factores de riesgo

Por lo general, la enfermedad inflamatoria pélvica aparece en mujeres < 35 años. Es rara antes de la
menarca, después de la menopausia y durante el embarazo.

Los factores de riesgo incluyen

• EPI previa
• Presencia de vaginosis bacteriana o cualquier enfermedad de transmisión sexual

Otros factores de riesgo, particularmente en las EPI por gonorrea o clamidias, incluyen

• Edad más joven


• Raza no blanca
• Bajo estado socioeconómico
• Múltiples o nuevos compañeros sexuales o una pareja que no usa preservativo
• Duchas vaginales

La enfermedad inflamatoria pélvica causa dolor hipogástrico, fiebre, flujo cervical y sangrado uterino
anormal, especialmente durante o después de la menstruación.

El dolor abdominal bajo en general es bilateral, pero puede ser unilateral aunque estén comprometidas
ambas trompas. El dolor también puede aparecer en el abdomen superior. Las náuseas y los vómitos son
comunes cuando el dolor es intenso. El sangrado irregular (causado por la endometritis) y la fiebre
aparecen en hasta un tercio de las pacientes.

En las etapas tempranas, los signos pueden ser leves o no encontrarse. Luego es común encontrar dolor
a la movilización del cuello uterino, defensa abdominal y rebote peritoneal.

Ocasionalmente hay dispareunia o disuria.

Muchas mujeres con inflamación lo suficientemente grave para dejar secuelas fibrosas presentan pocos
o ningún síntoma.

La EPI por N. gonorrhoeae es en general más aguda y produce síntomas más graves que la debida a C.
trachomatis, la cual puede ser silenciosa. La EPI debida a M. genitalium, al igual que la causada por C.
trachomatis, también es leve y se debe considerar en mujeres que no responden al tratamiento de
primera línea para la EPI.
Complicaciones
El síndrome de Fitz-Hugh-Curtis (perihepatitis que causa dolor en el cuadrante superior derecho del
abdomen) puede deberse a una salpingitis aguda por gonococo o Chlamydia. La infección puede
cronificarse, con exacerbaciones y remisiones intermitentes.

El 15% de las mujeres con salpingitis presentan un absceso tuboovárico (la colección de pus en los
anexos). Puede acompañar a una infección aguda o crónica y es más probable si el tratamiento es tardío
o incompleto. En general hay dolor, fiebre y signos peritoneales y puede ser grave. Una masa anexial
puede ser palpable, aunque la sensibilidad extrema puede limitar el examen. El absceso puede
romperse, lo que lleva a síntomas cada vez más graves e incluso al shock séptico.

El hidrosálpinx es la obstrucción de las fimbrias tubarias y distensión de las trompas con líquido no
purulento; en general es asintomático, pero puede causar una presión pelviana, dolor pelviano crónico,
dispareunia, y/o infertilidad.

La salpingitis puede causar cicatrices y bridas tubarias, que en general llevan a dolor pelviano crónico,
infertilidad y aumento del riesgo de embarazo ectópico.
Diagnóstico
Alto índice de sospecha

Reacción en cadena de la polimerasa (PCR)

Prueba de embarazo

La enfermedad pelviana inflamatoria se sospecha cuando una mujer en edad reproductiva,


especialmente si tiene factores de riesgo, presenta un dolor abdominal bajo o un flujo cervical o vaginal
inexplicable. La EPI debe tenerse en cuenta cuando se encuentra un sangrado vaginal irregular, una
dispareunia o una disuria inexplicables. La EPI es más probable si se encuentran dolor abdominal bajo y
dolor a la movilización anexial unilateral o bilateral o cervical. Una masa anexial palpable sugiere un
absceso tuboovárico. Como hasta la infección mínimamente sintomática puede dejar secuelas graves, el
índice de sospecha debe ser alto.

Si se sospecha una EPI, deben realizarse una PCR de las muestras cervicales en busca de N.
gonorrhoeae y C. trachomatis (que tiene una sensibilidad y una especificidad cercanas al 99%) y una
prueba de embarazo. Si el estudio de PCR no está disponible, debe realizarse cultivo. Sin embargo, la
infección del tracto superior es posible incluso si las muestras cervicales son negativas. En el consultorio,
debe examinarse el flujo cervical para confirmar si es purulento; también en el consultorio se usan una
tinción de Gram o un preparado fresco, pero aquí estos estudios no son sensibles ni específicos.

Si una paciente no puede ser adecuadamente examinada debido al dolor, debe realizarse una ecografía
lo más rápido posible.

Los leucocitos en sangre pueden estar elevados, pero este estudio no es útil para el diagnóstico.

Si la prueba de embarazo es positiva, debe considerarse la posibilidad de un embarazo ectópico, que


puede producir hallazgos similares.
Otras causas comunes de dolor pelviano son la endometriosis, la torsión anexial, la rotura de un quiste
de ovario y la apendicitis. En otro sitio, se describen los signos que diferencian estos trastornos.

El síndrome de Fitz-Hugh-Curtis puede imitar una colecistitis aguda pero en general puede diferenciarse
por la evidencia de una salpingitis en el examen pelviano o, si es necesario, con una ecografía.

Si se sospecha clínicamente una masa anexial o pelviana o si la paciente no responde a los antibióticos
dentro de las 48 a 72 horas, debe realizarse una ecografía lo más rápidamente posible para excluir un
absceso tuboovárico, un piosálpinx y trastornos no relacionados con una EPI (p. ej., un embarazo
ectópico, una torsión anexial).

Si el diagnóstico no está claro después de la ecografía, debe realizarse una laparoscopia; el material
peritoneal purulento observado durante la laparoscopia es el patrón de referencia para el diagnóstico
para esta enfermedad.

Tratamiento
Antibióticos que cubran N. gonorrhoeae, C. trachomatis, y a veces otros microorganismos

Los antibióticos se administran empíricamente para cubrir N. gonorrhoeae y C. trachomatis y se


modifican según los resultados de las pruebas de laboratorio.

Las parejas sexuales de las pacientes con infecciones por N. gonorrhoeae o C. trachomatis deben
tratarse.

Si las pacientes no mejoran después del tratamiento que cubre los patógenos habituales, se debería
considerar una EPI debida a M. genitalium. Las pacientes pueden ser tratadas empíricamente con
moxifloxacina 400 mg por vía oral 1 vez al día durante 7 a 14 días (p. ej., durante 10 días).

+++
El dolor abdominal se clasifica en visceral, somático y referido.

Dolor visceral:

 Mediado por sistema nervioso autónomo (simpático) // a través de los nervios esplácnicos
mayor, menor y mínimo provenientes del simpático torácico //
 Nevio vago // hasta la mitad derecha del colon transverso, el plexo hipogástrico superior e
inferior y los esplácnicos pelvianos (parasimpáticos)
 No tiene localización especifica
 Sensación de molestia profunda que el paciente no puede precisar (generalmente percibido
hacia la línea media)
 Dolor tipo cólico

Somático, parietal o epicrítico:

 El paciente lo percibe con más intensidad


 Localizado (donde se produce el proceso patológico)
 Transmitido por el sistema nervioso raquídeo // en la pared abdominal por los nervios
intercostales del 7mo al 12mo y L1 del plexo lumbar (n. iliohipogástrico e ilioinguinal).
Referido:

 Se origina en un sitio y se percibe en otro distante.


 Ej. Un proceso patológico a nivel renal se puede percibir en la bolsa testicular o en el labio
mayor.
 Participa el sistema autónomo y el somático.

El dolor referido se debe a la percepción por inervación dermatómicas de origen similar.

El signo Kehr es un ejemplo clásico en el que la irritación diafragmática, por lo general a partir de sangre
libre intraperitoneal, causa dolor en el hombro. Cualquier otro proceso inflamatorio a un órgano
contiguo al diafragma también pueden causar dolor referido al hombro. Dolor en el hombro izquierdo
en decúbito supino al comprimir el cuadrante superior izquierdo del abdomen, que indica
hemoperitoneo.

Irritación peritoneal: resultado de cualquiera de las situaciones anteriores, cuando ha evolucionado en


el tiempo y se manifiesta como dolor de forma espontánea o al toque de la pared o un estímulo que lo
provoque. Produce dolor y rigidez del abdomen (abdomen en tabla).

Para evidenciarla:

1. Se le solicita al paciente que tosa enérgicamente y se manifestara dolor en una zona específica o
generalizada del abdomen.

2. Se le solicita al paciente que se pare en puntillas y luego se deje caer sobre sus talones.

3. Realizando movimientos bruscos que contraigan los músculos de la pared anterolateral.

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