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Munilibro 28 Ricardo Palma

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28 MUNILIBRO

Ricardo Palma
Paisaje social de Lima

WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO


Ricardo Palma
Paisaje social de Lima
RICARDO PALMA. Paisaje social de Lima.
© Wilfredo Kapsoli Escudero
© Municipalidad Metropolitana de Lima

Rafael López Aliaga Cazorla


Alcalde de Lima

Gerencia de Cultura

Bryan Mario Lee Gutiérrez González


Subgerente de Patrimonio Cultural, Artes Escénicas, Museos y Bibliotecas

Richard Chuhue Huamán


Responsable del Fondo Editorial

Sandro Covarrubias Llerena


Jefe de Biblioteca y Archivo Histórico

Primera edición, julio de 2023


Tiraje: 2 000 ejemplares

Diseño de portada, diagramación y edición de fotografía: Rocío Castillo García


Corrección ortográfica y de estilo: Anderson Álvarez Rosales
Imagen de portada: Ricardo Palma. Ilustración de Bruno Portuguez Nolasco, 2020.
Imagen de la presentación: Ricardo Palma por José María Cao. Revista Variedades, 1909, N.° 93.
Agradecimientos: Bruno Portuguez Nolasco, Andrea Buenaño, Mary Takahashi, Jessica
Clemente, Guillermo Guedes, Rosario Shinki, Liliane Cheverier, Luis Ordinola, Casa Museo
Ricardo Palma de la Municipalidad de Miraflores.

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N.° 2023-05759


ISBN N.° 978-9972-726-54-5

Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta
publicación, por cualquier medio o procedimiento, extractada o modificada, en castellano o
cualquier otro idioma, sin autorización expresa del autor y de la Municipalidad de Lima.

Editado por:
Municipalidad Metropolitana de Lima
Jirón de la Unión 300. Lima, Perú.
www.munlima.gob.pe

Impreso en:
Tarea Asociación Gráfica Educativa
Pasaje María Auxiliadora 156. Breña, Lima, Perú.
Lima, julio de 2023
» ÍNDICE

Presentación 7
Prólogo 8

» CAPÍTULO I
BIOGRAFÍA DE RICARDO PALMA
Primeros años 11
Juventud, primeros trabajos y vida política 14
Exilio en Chile, retorno al Perú y viaje a Europa 18
Participación en el combate del 2 de Mayo y en la guerra 19
contra Chile
Reconstrucción de la Biblioteca Nacional: el ‘Bibliotecario 24
Mendigo’
Polémica con González Prada y fallecimiento 26
Familia y descendencia 30

» CAPÍTULO II
LA OBRA DE RICARDO PALMA
Anales de la Inquisición de Lima 33
Tradiciones peruanas 34
Tradiciones en salsa verde 38
Opinión de los académicos sobre la obra de Palma
Raúl Porras Barrenechea: Palma, la tradición y el tiempo 38
Luis Alberto Sánchez: Ricardo Palma y Lima 44

» CAPÍTULO III
PAISAJE SOCIAL DE LIMA EN LAS TRADICIONES DE PALMA
Visión general de Lima y sus actores sociales 55
Análisis y descripción de tradiciones seleccionadas 58

Bibliografía 89
» PRESENTACIÓN

Hablar de Ricardo Palma es abordar a una de las grandes


personalidades de la historia peruana. Ejemplo de virtudes
cívicas, es recordado por haber reconstruido de sus escombros
la Biblioteca Nacional luego de la infausta guerra con Chile.
En el cumplimiento de dicho encargo del Estado, demostró su
amor a la patria que lo vio nacer.
Pero la imagen de este intelectual es fundamentalmente
distinguida por ser una de nuestras más destacadas plumas.
Escritor incansable, a través de sus célebres Tradiciones peruanas
supo captar el espíritu y el sentir de la nación, así como darle
vida y voz a personajes que los textos históricos hacían ver
como distantes. En sus relatos, el genio y la particularidad de los
protagonistas son retratados magistralmente y, de ese modo, se
los acerca a los lectores, quienes logran identificarse fácilmente
con ellos y terminan por reconocerse, ambos, como partes
integrantes de un todo: surge, así, la peruanidad. He ahí el valor
principal de su obra, lo que la hace perdurable hasta hoy.
Nunca serán suficientes los homenajes que se le puedan
hacer a este ilustre literato. Aunque nació en Lima, sus padres
fueron provincianos, lo que representa en su propia figura el
perfil de la mayor parte de la población de la urbe. La capital
peruana siempre ha sido una ciudad de migrantes, quienes,
con su aporte, han reconfigurado y enriquecido a nuestra
colectividad.

Rafael López Aliaga


Alcalde de Lima

7
RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

» PRÓLOGO

Lima, capital peruana y añeja ciudad virreinal y republicana,


ha sido motivo de diversas creaciones poéticas, literarias,
teatrales, pictóricas y musicales, así como también se constituye
como fuente de inspiración y a la vez personaje central en las
Tradiciones peruanas de nuestro consagrado escritor Ricardo
Palma Soriano.
En este libro, que ahora edita el Fondo Editorial de la Munici-
palidad Metropolitana de Lima, se resalta la vida intelectual del
tradicionista y aspectos saltantes de su ciudad natal. Pero tam-
bién, a través del análisis de la obra del destacado intelectual,
el libro que ahora prologamos nos muestra las figuras de per-
sonajes como santa Rosa de Lima, san Martín de Porres, José
de San Martín, Ramón Castilla, entre otros, calibrándolos en su
contexto y en torno a la pluma excelsa de Palma.
El paisaje social de Lima se puede observar en la composi-
ción, ocurrencias y cotidianidad de las tradiciones de Ricardo
Palma que se analizan y presentan, con la brevedad del caso,
en la parte final de la obra, pero también apreciamos esta des-
cripción en el resto del libro, como por ejemplo cuando se nos
exhiben las diversas publicaciones y trabajos que en vida hizo
el autor, destacando la mención de los Anales de la Inquisición
de Lima, institución temida que en tiempos de la colonia se
imponía con el objetivo de mantener la pureza de la fe católica.
Todos los avatares en torno a ella son trabajados y expuestos
por primera vez en el siglo XIX por Palma, logrando una cabal
caracterización de las circunstancias de su tiempo y las conse-
cuencias de su accionar, teniendo como trasfondo una ciudad
que iba cambiando en cuanto a población y pensamiento, en el
transcurrir del virreinato.

8
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

Al lado de los comentarios del autor de este Munilibro, él ha


querido también considerar algunos trabajos críticos a la obra
de Ricardo Palma. Esto enriquece la visión que sobre el tradicio-
nista obtendrá el lector y será un estímulo para nuevas investi-
gaciones que a futuro se quieran hacer sobre su figura y la ciudad
que amó tanto, nuestra querida Lima.
El recorrido vital de Ricardo Palma es también paradigmático.
A través de su breve biografía, inserta en estas páginas, podre-
mos apreciar al joven curioso, al estudiante aplicado, al enamo-
rado empedernido, el trabajador incansable, el funcionario ca-
paz y finalmente al recordado escritor. Pero también nos mues-
tra su carácter, identificando al intrépido aventurero, al hábil
político, el crítico sarcástico, etc. Todo eso, escritor y ciudadano,
era nuestro preclaro tradicionista.
Wilfredo Kapsoli es un reconocido historiador, profesor
fundador de la Universidad que lleva como nombre y patrono
institucional al autor de las Tradiciones peruanas. También es
miembro del Instituto que dentro del claustro y con proyección
a la ciudadanía, le rinde homenaje. Su objetividad y sapiencia es
comprobada y esta obra es muestra de ello.
Por todo lo expuesto, estamos seguros que el libro Ricardo
Palma. Paisaje social de Lima será acogido con beneplácito por
los lectores de esta época y las generaciones posteriores que es-
tén interesadas en asociar creativamente el pensamiento y la
obra de nuestro consagrado escritor, así como será una ayuda y
respaldo para recrear el pasado, entender el presente y proyec-
tarnos al futuro de la tradicional Ciudad de los Reyes.

Iván Rodríguez Chávez


Rector de la Universidad Ricardo Palma

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RICARDO PALMA Paisaje social de Lima
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

CAPÍTULO I |
BIOGRAFÍA DE RICARDO PALMA

La importancia de la pluma de Manuel Ricardo Palma Soriano


(1833-1919), y en especial de su célebre Tradiciones peruanas,
se debe fundamentalmente a que, a través de su obra, es posible
reflexionar sobre y representar a nuestra nación, otorgándole
un significado legítimo tanto a nivel espiritual como emocional
(Chiri, 2012: 4). Es ahí donde radica la trascendencia del
tradicionista, cuyos escritos son considerados clásicos, pues
no solamente configuran la idiosincrasia de un país, sino
que sirven como un espejo en el cual nos vemos reflejados
colectivamente (Oviedo, 1985: IX).

PRIMEROS AÑOS
Nuestro escritor nació en Lima el día jueves 7 de febrero de
1833, en una vivienda que no ostentaba mayores lujos, ya que
su familia era de modestos ingresos. Su hogar estaba ubicado
en el jirón que antiguamente se denominaba Puno y que hoy
conocemos como Ayacucho, con los números 354, 358 y 364,
a escasos pasos del local que había servido como sede del
Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, institución a la que
luego también dedicaría una de sus más famosas obras.
Aunque su casa era de economía humilde, sus padres eran
personas que gozaban del aprecio de sus vecinos. Habían
contraído matrimonio en 1837, cuando ya habían traído al
mundo al pequeño Manuel Ricardo; sin embargo, se separaron

» Fachada de la casa natal de Ricardo Palma en Lima en el año 1976.


Se aprecia la placa conmemorativa otorgada por la Municipalidad
de Lima.

11
RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

“en algún momento entre 1840 y 1847” (Holguín, 1994: 46),


por lo que el futuro escritor se estableció en la residencia
paterna. Este predio conserva aún la placa conmemorativa que
la Municipalidad de Lima colocó el 7 de febrero de 1920.
Hay una singularidad en la imagen de Ricardo Palma que merece
ser resaltada: cuando nosotros contemporáneamente pensamos
en lo limeño, la figura de nuestro escritor se nos viene a la mente
como el más preclaro representante de aquella “limeñidad”,
y esto es innegable debido a la ya señalada importancia de su
aporte a las letras y al carácter nacional. Luis Alberto Sánchez lo
llamará “limeño neto, limeño inconfundible”, o luego, citando a
Rubén Darío, “el primer limeño de Lima” (Sánchez, 2015 [1926]:
19 y 37). Sin embargo, es necesario precisar que Palma fue hijo
de migrantes provincianos: Pedro Palma era un mestizo de
Cajabamba, situado al norte del Perú, y Dominga Soriano era una
“parda” nacida en Cañete, localizada al sur de la capital.
La acotación anterior no tiene la intención de menospreciar
al escritor, todo lo contrario y valga la aclaración, pues en
Palma podemos decir que se refleja certeramente ese crisol de
etnicidades diversas que constituye la peruanidad (y por ende
lo limeño) y por ello hasta se le adjudicó aquel célebre adagio
que indica que, en nuestro país, “el que no tiene de inga, tiene
de mandinga”, lo cual, lejos de ser motivo de baldón, hoy nos
llena de orgullo, pues forma parte de nuestra singularidad
como nación. En aquella diversidad encontramos nuestra
riqueza y la proyección que nos orienta hacia el futuro.
La infancia del escritor corresponde a un tiempo convulso
en el cual la capital y el país iban abandonando sus resabios
virreinales y era común la disputa por el poder en la naciente
república. Tiempo de golpes de Estado, caudillos militares
y refriegas diversas por el control político. Cuando Palma
nació, Agustín Gamarra culminaba su primer mandato
como presidente peruano y se acercaban los momentos de la

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WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

posterior Confederación Perú-Boliviana, de la cual su padre era


partidario. Con relación a ello, un recuerdo del tradicionista
describe lo siguiente: cuando residía con su familia en una
casa de la calle del Rastro de San Francisco, a pocos pasos
del Palacio de Gobierno y casi frente al río Rímac, al escuchar
una noche de enero de 1839 un recio galopar de caballos, se
asomó al balcón y, al ver pasar a los jinetes, pensando en haber

» Imagen actual de la antigua calle del Rastro de San Francisco,


donde Palma también pasó su niñez.

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RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

reconocido a aquel caudillo, alcanzó a gritar un “¡Viva Santa


Cruz!”. El propio general Santa Cruz le confirmaría a Palma en
1864, en Europa, que, efectivamente, luego de su derrota en
Yungay y antes de irse al exilio, había pasado por dicha zona.
Era habitual también, en esos años, que las montoneras de
bandoleros amenazaran la ciudad y sus caminos. Precisamente,
en esta época se da el ingreso a Lima del famoso afroperuano
León Escobar, quien estaba al mando de una cuadrilla de 30
salteadores. Este aprovechó la convulsión política y la falta
de autoridades para tomar el Palacio de Gobierno y ocupar el
sillón presidencial por un día, hecho que luego fue recogido en
un célebre texto.
El padre del futuro escritor se preocupó de que tuviera
acceso a la educación. Se ha mencionado que en 1839 asistía
ya a la escuelita para párvulos que regentaba Pascual Guerrero.
Sánchez mencionará también los colegios de Orengo y
Clemente Noel. Palma destaca por su espíritu curioso y vivaz,
tanto así que se le podía considerar un buen alumno, aunque,
como todo chico de su edad, también era un niño travieso e
inquieto que acostumbraba “mataperrear” por los huertos que
rodeaban a Lima en ese entonces.

JUVENTUD, PRIMEROS TRABAJOS Y VIDA POLÍTICA


Durante su adolescencia, Palma fue testigo de las guerras civiles
entre los generales, la muerte de Agustín Gamarra en Ingavi, el
desgobierno o anarquía militar, la época del “Directorio” de aire
aristocratizante de Manuel Ignacio de Vivanco y, finalmente,
la llegada al poder de Ramón Castilla, considerado por muchos
como el mejor gobernante peruano.
Ingresó al Convictorio de San Carlos, destacado centro de
enseñanza que, en ese entonces, estaba bajo la dirección del
sacerdote conservador Bartolomé Herrera. Estudió allí entre

14
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

1849 y 1851, como recordaría más tarde en su tradición


“Los escrúpulos de Halicarnaso”, aunque sus estímulos como
alumno carolino para enrumbarse a la carrera de Derecho se
vieron contrapuestos por el interés que empezaba a mostrar
por el periodismo.
Ya en 1848, firmaba como director de un medio satírico
llamado El Diablo, denominado también “periódico infernal”,
en donde trataba temas políticos. A través de estas páginas, el
joven escritor daba rienda suelta a aquella característica que
exhibió ampliamente después: la chanza, la crítica constante
a las costumbres y la burla propia de su carácter criollo. En
este tránsito, lo acompañaron amigos generacionales que fue
haciendo en estos menesteres, algunos de ellos incluso habían
sido sus condiscípulos en las aulas.
Hacia 1852 lo encontramos escribiendo y desarrollando
su vena punzante en otra publicación llamada El Burro.
Para ese tiempo ya había dejado de ser estudiante. Sobre
el tema, declarará posteriormente lo siguiente: “Amorcillos
de estudiantes me obligaron a dejar la universidad”. Según
su hija Angélica Palma, estos trances afectivos estuvieron
a punto de llevarlo al altar a temprana edad, situación de
la cual pudo librarse al conseguir, gracias a un amigo, su
nombramiento como parte del personal administrativo de
la Armada peruana. En esa nueva posición, fue contratado
como contador de la goleta Libertad y laboró después en las
islas guaneras de Chincha.
Tras un breve paso por el servicio en el Ministerio de
Justicia, por circunstancias del destino, Palma se empleó en
el transporte de guerra Rímac. Aquí precisamente se salvó
de morir, pues esta embarcación, con toda su tripulación,
encalló en los arrecifes de Punta San Juan el 1 de marzo de
1855, luego de haber zarpado del Callao con dirección a
Islay. Algunos de los marineros murieron ahogados y otros

15
16
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

fallecieron en los días posteriores, ya que muchos de los


sobrevivientes emprendieron una caminata para encontrar un
poblado cercano, lo que lograron luego de tres días de fatigoso
andar y penurias, situación que nuestro escritor recordó en su
tradición titulada “Orgullo de cacique”.
El futuro tradicionista no mostraba un rumbo fijo en cuanto
a su postura política en estos años, pues había trabajado con
diversas administraciones, decantándose temporalmente bajo
el influjo liberal o conservador que se iba imprimiendo en el
carácter de la sociedad peruana. No obstante, sabemos que en
1858 escribió en las páginas de El Liberal. Un año después ya
estaba colaborando en la Revista de Lima. Laboraba, a su vez,
a bordo del Loa. Algunos de sus biógrafos señalan que pudo
haber participado en el desembarco realizado en Guayaquil,
durante el conflicto con el Ecuador, en 1859.
A fines de 1860, por circunstancias políticas y debido a las
duras críticas periodísticas que lanzaba contra el régimen de
Castilla, fue relevado de la posición en la Marina que había
ejercido por siete años. Por eso no es de extrañar que, pocos
días después, haya participado en una asonada, impulsada por
el liberal José Gálvez, que buscaba derrocar al presidente. Al
fracasar la misma, se vio en la obligación de exiliarse en Chile.

» Ricardo Palma con su uniforme de la Marina de Guerra del Perú,


durante la época en que ejerció como contador de la Armada
Nacional.

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RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

EXILIO EN CHILE, RETORNO AL PERÚ Y VIAJE A EUROPA

En el país del sur, Palma estuvo casi tres años, y es allí donde
desarrolló a cabalidad su personalidad literaria. Residió
en Valparaíso y frecuentó el círculo literario de Santiago,
haciendo amistad con pensadores locales. A la vez, colaboró
en diversos medios extranjeros, delineando avances de lo que
luego vendría a ser su obra Anales de la Inquisición de Lima y
alguna que otra tradición. También en el año de 1861 publicó
un texto breve titulado Dos poetas, apuntes de mi cartera.
Como vemos, Palma se inclina al Romanticismo en estos
primeros trabajos. Ya como alumno del Convictorio San
Carlos, había hecho su estreno como autor teatral con
La hermana del verdugo (1851), en la que incluía como
personajes a Gonzalo Pizarro y Francisco Carbajal, lo cual
marcaba el derrotero de lo que sería su vocación por retratar
temas históricos de su patria.
También demostró su patriotismo en diversas oportunidades
y no solo con la pluma. Sánchez, por ejemplo, refiere que,
estando presente el escritor en un mitin político en Chile,
alguno de los oradores hizo alusión a “los tiranos de América”,
entre los que incluyó a Ramón Castilla, presidente peruano
y —como ya hemos indicado— adversario político del futuro
tradicionista. Nuestro autor, que se encontraba acompañado
por un exministro del régimen castillista, de apellido Ureta, le
reclamó a este por no hacer el respectivo desagravio. Ante su
inacción, tomó la palabra y calificó de injustas las críticas que
se hacían al Perú en la figura de su mandatario. Esta defensa
llegó a oídos de Castilla, quien expresó: “Ese muchacho tiene
talento y patriotismo… Yo lo quiero mucho… pero él no me
quiere, no me quiere” (Sánchez, 2015 [1926]: 30). Palma, por
su parte, retrataría con buen talante a Castilla en algunos de
sus textos, como el célebre “Historia de un cañoncito”.

18
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

Retornó al Perú luego de que consiguiera ser amnistiado


por el nuevo régimen de Pezet, en 1863. Publicó entonces su
trabajo sobre la Inquisición limeña y en 1854 fue nombrado
cónsul general en el Pará (Brasil), cargo que no llegó a ejercer
porque, antes de asumirlo, pidió licencia para realizar un
periplo europeo, en el cual se codeó con diversos intelectuales
de la época. Es en el transcurso de dicho viaje que estalló el
problema con España.

PARTICIPACIÓN EN EL COMBATE DEL 2 DE MAYO Y EN LA


GUERRA CONTRA CHILE

Por lo señalado, Ricardo Palma decide regresar al Perú en el


año de 1865. No llega al Callao, pues la escuadra española
ya tenía bloqueado el puerto; lo más probable es que haya
ingresado por Paita. Cuando arribó en el país, se puso bajo
las órdenes del caudillo José Balta y de su viejo amigo José
Gálvez, quienes, a la par de Mariano Ignacio Prado, exprefecto
de Arequipa, se habían levantado, tanto desde el norte como
el sur, contra el gobernante Pezet, acusándolo de traicionar al
país por la firma del ignominioso tratado Vivanco-Pareja que
reconocía la posición y reclamos imperialistas españoles.
Una vez depuesto Pezet, el coronel Prado colocó a José Gálvez
al frente del premierato y del célebre “gabinete de los talentos”,
encargándole a su vez el Ministerio de Guerra y Marina. Eran
circunstancias difíciles, puesto que se le había declarado la guerra
a España y se preparaba la defensa del Callao. Hábilmente, se
contó con la política de alianza para la defensa continental
ante la amenaza hispana. Palma colaboró eficazmente en las
labores para fortificar el principal puerto nacional. La escuadra
española contaba con los buques más modernos de la época y
desplazó 300 cañones en conjunto, mientras que la peruana
estaba compuesta por barcos de madera, por lo que todas las

19
RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

esperanzas estaban en las fortificaciones y baterías que se


instalaron en la costa chalaca.
La principal de todas estas defensas era la torre de la Merced,
donde el propio José Gálvez estaba emplazado dirigiendo
el combate del 2 de Mayo de 1866. Allí, mezclado con los
artilleros, se encontraba también el valiente Ricardo Palma,
demostrando nuevamente su patriotismo. Desencadenado
el enfrentamiento, se apresuró a cumplir las órdenes que le
dieron. Aproximadamente al mediodía, Gálvez le encargó
obedecer una de ellas: “A usted le toca transmitir noticias a
Lima. Vaya al telégrafo; también ahora está allí su puesto”.
El escritor se vio obligado a abandonar su posición en
la torre, pero, mientras se dirigía al local del telégrafo a
cumplir su misión, escuchó el resonar de un ensordecedor
estallido. Toma razón de lo sucedido y queda impresionado
y conmovido. El lugar en el que estaba apenas unos minutos
antes había explosionado completamente por efectos de una
bomba enemiga, lo que provocó la desaparición de sus bravos
defensores, entre ellos su querido amigo y líder político José
Gálvez. Palma recordó las circunstancias en las que la fortuna
lo había salvado de morir antes, en el naufragio del Rímac, y
ahora nuevamente un giro inesperado del destino le permitía
seguir con vida.
El combate cesó en la tarde. Los barcos españoles,
imposibilitados de seguir con sus ataques, procedieron a
retirarse. Había sido una victoria no solamente peruana, sino
del continente. España no volvió a reclamar nada de los países
que ya eran independientes y soberanos. La guerra había
culminado, pero el descontento continuaría. El autor pronto
se decepcionará de Prado y añorará la habilidad política y
ordenadora del fenecido Gálvez.

» Palma se salvó de morir en el estallido de la torre de La Merced.

20
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RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

Ante esto, Palma decide apoyar la revuelta del coronel José


Balta para derrocar a Prado. Logrado el objetivo, será nombrado
secretario particular del presidente. En ese tiempo, conoce y
entabla amistad con Nicolás de Piérola, ministro de Hacienda
de dicho régimen y luego también mandatario peruano.
Entre los años 1868 y 1873, también alcanzó una de sus
máximas ambiciones personales como personaje político: fue
elegido senador por el departamento de Loreto. Su labor ha
sido calificada como correcta y acertada debido a su carácter
democrático y sus ideas liberales (Pérez, 2015: 215).
Estos quehaceres en la administración pública no provocaron
que descuide su labor como escritor. A esta época corresponde la
producción literaria que más se le reconoce: Tradiciones peruanas,
obra que empezó a publicarse en 1872. Ese mismo año se da la
cruenta asonada de los hermanos Gutiérrez, que terminará con
la mayor parte de ellos muertos, pero que también acabará con
la vida de Balta. Palma, a pesar de las penosas circunstancias
históricas, decide continuar con su actividad literaria y entrega
otras ediciones de las Tradiciones en los años 1874, 1875 y 1877.
Cuando Chile le declara la guerra al Perú, en abril de 1879,
él está cerca de cumplir 50 años. Ya era un autor reconocido
y no solo en el ámbito local. Las malas decisiones políticas
derivaron en el fracaso de las campañas marítimas y del sur,
por lo que, hacia inicios de 1881, Lima se aprestaba a ser
invadida. Ricardo Palma y su familia vivían en ese entonces
en Miraflores. En el gobierno estaba Piérola, de quien, como
mencionamos, era muy amigo. La mala estrategia hizo
que perdiéramos el 13 de enero las batallas de San Juan y
Chorrillos. Los reductos de Miraflores eran la única defensa
que quedaba antes de que Lima sea tomada. Allí morirían,
el 15 de enero, valientemente limeños y chalacos, así como
personas de provincias y los restos del ejército, al tratar de
evitar la invasión.

22
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

Los soldados chilenos, al igual que hicieron en los


balnearios de Barranco y Chorrillos, se dedicaron al saqueo,
pillaje y la destrucción. La casa de Palma fue incendiada.
Allí se perdió su biblioteca personal y algunos manuscritos
que se encontraba elaborando, como su novela histórica Los
Marañones, así como otro texto titulado Reminiscencias de
la administración Balta. El autor mudó temporalmente al
centro de Lima, a una vivienda alquilada en la calle Veracruz,
muy cerca a la plaza de Armas. Durante la ocupación chilena,
Palma ejercía como subjefe de la Biblioteca Nacional. Tanto él
como el director Manuel de Odriozola denunciaron el saqueo

» Ruinas de la ciudad de Chorrillos, con el monumento a Cristóbal


Colón decapitado, Batalla de Chorrillos, guerra del Pacífico.
Hermanos Courret, 1881. Biblioteca Nacional de Chile.

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RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

al que se veía expuesto este centro de la cultura, por lo que se


los arrestó temporalmente.
Una vez que los chilenos abandonaron el país y habiéndose
establecido ya el régimen del general Miguel Iglesias, que
inicia lo que Basadre llamó la “Reconstrucción Nacional”, se
proceden a analizar los daños que dejó la presencia del invasor
del sur. La Biblioteca Nacional había terminado prácticamente
sin libros, ya que desaparecieron los casi 50 000 ejemplares que
poseía. De aquella obra que el general San Martín inauguró,
para la cual donó incluso su colección particular, no quedaba
prácticamente nada.

RECONSTRUCCIÓN DE LA BIBLIOTECA NACIONAL: EL


‘BIBLIOTECARIO MENDIGO’

Durante la guerra y la ocupación, Palma había sobrevivido


mediante sus colaboraciones como corresponsal para medios
extranjeros; al finalizar el conflicto, recibió noticias sobre
una oportunidad laboral en Buenos Aires. Pero el gobierno
de Iglesias lo convenció para que, utilizando su prestigio
y relaciones personales, ejecutara una labor patriótica: la
reconstrucción de la Biblioteca Nacional.
De esta manera, se convirtió en el ‘Bibliotecario Mendigo’,
llegando incluso a autodefinirse de esta forma en su misiva
al español Marcelino Menéndez Pelayo, el 20 de noviembre
de 1883:
“Un bibliotecario mendigo se dirige, pues, al ilustre lite-
rato para pedirle la limosna de sus obras, y que avance su
caridad hasta solicitar a sus esclarecidos compañeros, en las
Academias de la Historia y de la Lengua, que contribuyan a
la civilizadora fundación encomendada, más que a mis mo-
destas aptitudes, a mi entusiasmo y perseverancia” (Palma,
2005: 255).

24
» Ricardo Palma en su despacho en la Biblioteca Nacional, año 1912.
Casa Museo Ricardo Palma de la Municipalidad de Miraflores.

Cumple cabalmente el encargo depositado en él: redacta


numerosas peticiones a sus amigos en el exterior, muchos
de ellos también de pluma ilustre, y emprende una campaña
por la recuperación del material bibliográfico para nuestro
principal centro de cultura de aquellos años. Sus buenas
relaciones se lo permitían. Incluso llega a escribir al presidente
chileno Domingo de Santa María, solicitándole la devolución
de parte de los libros que se habían llevado. Recibió la siguiente
respuesta el 14 de marzo de 1884:
“Mi estimado amigo: No se ha equivocado usted al creer,
como me lo dice su carta del 20 de febrero, que tendría bue-
RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

na voluntad para devolver a la Biblioteca de Lima los libros


que de allí pudieron sacarse en un momento de ardor bélico,
siempre que esos libros pudiera haberlos y reunirlos sin des-
armar la biblioteca en que pudieran encontrarse cataloga-
dos” (Paz Soldán, 1884: 746).
La devolución de más de 600 libros se hará efectiva algunos
días después. Era una cantidad pequeña considerando todo el
robo ejecutado durante la invasión. Sin embargo, el esfuerzo
incansable de Palma dio sus frutos: los libros siguieron llegando,
desde distintas partes del mundo, enviados por personas
que veían con aprecio la cruzada que se emprendió. De esta
manera, se logró inaugurar la nueva Biblioteca Nacional el 28
de julio de 1884 con la cantidad de 20 000 volúmenes. El lema
post nubila, phoebus (“después de las nubes, el sol”) retrata
cabalmente dicha realidad.
El tradicionista continuó en la dirección de dicha institución,
que él reconocía como su “hija predilecta”, durante los años
siguientes, y se mantuvo en el puesto cerca de 28 años.

POLÉMICA CON GONZÁLEZ PRADA Y FALLECIMIENTO

Manuel González Prada, reconocido intelectual peruano, era


contrario a Piérola, político que sí gozaba de las simpatías
de Palma. El enfrentamiento entre los dos pensadores se
evidenciaría en 1912, pues en dicho Clemente, hijo del
segundo, fue separado de su puesto como conservador de la
biblioteca, y en su reemplazo fue colocado por el gobierno de
Augusto B. Leguía el poeta arequipeño Percy Gibson, cuando
dicha decisión le correspondía al director de la institución.
Hechos como este motivaron la renuncia de Palma a su cargo
hasta en tres ocasiones, decisión que las autoridades no querían
aceptar, pues manifestaban estar ampliamente satisfechas
con su trabajo. Finalmente, y ante la insistencia, el Gobierno

26
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

aceptó su decisión y puso al frente a Manuel González Prada,


lo que dio inicio a la enemistad entre ambas figuras literarias.
Los desagravios para el tradicionista no se hicieron esperar
luego de que sus amistades ofrecieron un acto de homenaje y
reconocimiento, con gran concurrencia, en el Teatro Municipal
de Lima, el 11 de marzo de 1912. González Prada, en respuesta
a ello, firmó la Nota informativa sobre la Biblioteca Nacional
de Lima, escrito en el que critica fuertemente a la gestión
anterior. Entre las acusaciones se encontraban las siguientes:
haber tenido descuidados los ambientes (aparentemente
desaseados y con aspecto de mal gusto), no haber llevado una
adecuada contabilidad, haber abusado del uso de los sellos en
los libros (todos con el nombre del anterior director) y haber
realizado anotaciones en sus márgenes, como si fueran de
propiedad personal del exfuncionario. También señala que
se podría aprovechar mejor la disposición de los salones y
la estantería para poder recibir más textos. Además, ofrece
observaciones sobre la forma de catalogación por materias que
se había empleado. En fin, enumera varios detalles y envía el
documento al director general de Instrucción.
Palma responderá a todo esto con su folleto Apuntes para la
historia de la Biblioteca de Lima, publicado en octubre de 1912.
El escritor frisaba los 80 años y vivía su etapa final retirado en
su casa de Miraflores. Se dejaba ver alrededor de su “rancho”,
acompañado por niños que se acercaban a él para escuchar
aquellas tradiciones que lo hicieron famoso.
En 1914, al instalarse el nuevo gobierno de Óscar R. Benavides,
González Prada renunció a su cargo, y el mandatario, como una
forma de congraciarse con Palma, lo nombró director honorario
de la biblioteca, una especie de asesor del nuevo director Luis
Ulloa. Poco después, el 1 de enero de 1915, en el diario La Prensa
de Buenos Aires, aparece la última tradición publicada que se le
conoce: “Una visita a Santa Cruz. Reminiscencias históricas”.

27
» Casa ubicada en Miraflores, donde residió el escritor. Vista antigua
(1920) y actual, convertida en la Casa Museo Ricardo Palma de la
Municipalidad de Miraflores.
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

El autor aclarará luego que por sus dolencias físicas no había


empuñado la pluma en un espacio de tres años, pero no había
podido negarse a colaborar con dicho diario, pues, en los tiempos
de la ocupación del país, realizó labores de corresponsal para este.
También por este tiempo, la Academia Peruana de la Lengua lo
designó como su presidente. De esta manera, empezó a promover
la incorporación de nuevos miembros, como José de la Riva
Agüero, Víctor Andrés Belaúnde, Óscar Miró Quesada, José
Gálvez, entre otros.
En el año 1916, José Pardo asume el gobierno del país y decide
volver a encargar a González Prada la dirección de la Biblioteca
Nacional. Por ello, el escritor renunció al cargo honorífico que
tenía, en el último capítulo de esta enconada rivalidad.
Don Ricardo Palma falleció el 6 de octubre de 1919, a los
86 años, de manera apacible y tranquila. Su hija Angélica
recordaría que, al irse a dormir, le preguntó sobre unos versos
que ella se comprometió a buscar la mañana siguiente. No
despertó más de ese sueño, pero su recuerdo y obra hoy lo
hacen inmortal. La consternación y pena que ocasionó su
partida física dio pie a un duelo y cortejo fúnebre masivo, que
lo acompañó a su última morada en el cementerio Presbítero
Maestro. No se cumplió con la elaboración del epitafio que el
tradicionista había proyectado para su tumba:
“Aquí yace un peruano escribidor,
que ni fue coronel ni fue doctor…”
En la actualidad, y en reconocimiento a su importancia,
existen varias plazas públicas erigidas en su honor en
distintos distritos de Lima y provincias, así como esculturas
dedicadas a su memoria, centros culturales, museos, placas
conmemorativas, calles, un distrito en Huarochirí y colegios.
Incluso un puente y una reconocida universidad de la capital
llevan su nombre en homenaje a su destacada trayectoria.

29
RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

FAMILIA Y DESCENDENCIA

El joven Ricardo Palma fue un hombre que se enamoró de


diversas jovencitas, a las cuales dedicaba sus primeros versos y
escritos. Una de ellas fue Carela, quien recibió muchos de sus
elogios por su belleza. También tenemos noticias de Teresa,
quien se robó el corazón de nuestro escritor en ciernes. Sobre
esta relación frustrada, su hija Angélica Palma afirmó que su
padre no llegó a casarse con la mujer por ser aún un estudiante
con pocos recursos económicos.
Años después, el autor contraería matrimonio con Cristina
Román Olivier, con quien logró formar una extensa familia de
ocho hijos, incluido su primer vástago, nacido de un romance
anterior con la ecuatoriana Clemencia Ramírez: el también
escritor y periodista Clemente Palma (autor de cuentos
célebres como “Los ojos de Lina”). Clemente se graduó en la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos con una tesis que
hoy genera polémica, pero que va en línea con el darwinismo
social imperante en aquellos años: El porvenir de las razas en el
Perú. En dicho escrito planteó una serie de críticas al carácter
y las peculiaridades de los habitantes del país, argumentando
que para alcanzar el progreso deseado se debería de fomentar
la inmigración de población blanca europea, lo cual imprimiría
nuevos bríos al conglomerado nacional.
Otra de las descendientes de Palma fue Angélica, quien,
además de buscar preservar la memoria de su padre y sus textos,
se desarrolló como periodista y escritora, siendo, además,
considerada como una de las fundadoras del movimiento
feminista en el Perú. Ella publicó la novela histórica Tiempos
de la patria vieja en el año 1924, con la cual ganó el premio que
conmemoraba el centenario de la batalla de Ayacucho.

30
» Ricardo Palma rodeado de sus hijos y nietos en su residencia
familiar, año 1912.
RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

32
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

CAPÍTULO II |
LA OBRA DE RICARDO PALMA

ANALES DE LA INQUISICIÓN DE LIMA


Ricardo Palma escribió este libro de referencias históricas
básicamente entre 1860 y 1863, durante su exilio. Al redactar
los Anales, ya era periodista profesional y poeta, y por esos
años también inició la publicación de Tradiciones peruanas,
texto que provocó en los lectores la impresión de estar frente a
hechos históricos reales por la contextualización que hacía de
sus personajes.
Los temas que trata giran en torno a figuras que fueron
condenadas al ser calificadas de idólatras o herejes, como fue el
caso de Francisco de la Cruz, Ángela Carranza y Ana de Castro.
También hace referencia a hechos como los sortilegios, las
supersticiones y los castigos que ejecutaba la Santa Inquisición.
Por ejemplo, a Francisco de la Cruz lo describe como
predicador de mucha aceptación que fue declarado por la
Inquisición como hereje pertinaz, dogmatizador e inventor de
sectas nuevas, por lo cual fue condenado a ser quemado vivo.
El Santo Oficio también sancionó a los judíos que comerciaban
con esclavos negros, perlas, joyas y ropas traídas de España
y China. Este fue el caso de Manuel Bautista Pérez, quien
marchó al cadalso junto con Sebastián Duarte y ambos fueron
quemados vivos sin aceptar su culpa. Otra condenada famosa
fue la iluminada Ángela Carranza, quien había escrito un
diario místico de más de 7 000 folios en letras cursivas muy
pequeñas y apretadas. La acusada se libró de la hoguera por

» Busto a Ricardo Palma en avenida que lleva su nombre, Miraflores.


Obra del escultor Luis Agurto.

33
RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

muy poco y fue condenada a cuatro años de reclusión y 10 años


de destierro, con la prohibición, además, de hablar o escribir
sobre sus revelaciones.
Como vemos, el tema abordado en los Anales es atractivo
y ello ha propiciado la aparición de libros y estudios sobre
dicha institución. Thomás Ward, un prestigiado intelectual y
peruanista, por ejemplo, ha realizado una lectura puntual de la
obra que comentamos. Este autor indica que la Inquisición de
Lima está considerada como una burocracia moderna y que se
ensañó particularmente contra los portugueses, quienes fueron
expulsados de España en 1492 sin renunciar a su religión judía y
fueron tratados como las ovejas negras de la sociedad.

TRADICIONES PERUANAS
La tradición es un género literario que creó Ricardo Palma y
que se caracteriza por ser un relato corto. En general, vemos
que presenta, casi siempre, la siguiente estructura:
• El contexto histórico social, es decir, la época en la que se
suscitan los hechos y las realidades descritas.
• Los personajes principales y secundarios que interactúan
con una trama y un lenguaje creado por el autor.
• La ironía o el sarcasmo, rasgo que constituye una
característica esencial.
• Una conseja o moraleja que es presentada para encomiar la
práctica de los valores y la construcción de la ciudadanía.
En suma, la tradición puede ser comparada con los exempla
medieval, que representaban los dones del Espíritu Santo
y que se contaban como pequeñas historias relatadas por
los predicadores en sus sermones para edificar a los fieles y

» Penitenciado por la Inquisición con sambenito y coroza. Francisco


‘Pancho’ Fierro. Pinacoteca Municipal de Lima.

34
35
RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

encaminarlos en la vía de la salvación. Algunos eran tomados


de la Biblia o de los relatos orales, como sucedió con la figura
del Santo Lebrel.
Clemente Palma, hijo de don Ricardo, nos ha dejado algunos
comentarios específicos sobre el tema, como el siguiente:
“La Tradición de Palma constituye la memoria de la
humanidad y de la historia que encierra los secretos
del pasado de los pueblos. Fue elaborado por las manos
privilegiadas de un alquimista del arte que le ha dado una
piedra filosofal y pepitas de oro de alto kilaje ganando
brillos y ductilidades maravillosas producto de un ingenio
sutil, travieso y de ágil frescor de la tierra para la felicidad
del lector”.
Ya Alberto Escobar ha llamado la atención sobre el
carácter de las antinomias que se aprecian en muchas
de las tradiciones de Palma. Así, aparecen contrapuestos
“tradición” y “renovación”; el “paradigma de oralidad” y la
“versión literaria” plasmada en escritos; el “factor hispánico”
y la “impronta nacional y americanista”; etc. En estas
características se reflejan también el espíritu del tiempo y la
sensibilidad de la época vivida por el autor.
Cuando nos dedicamos a la lectura de las tradiciones, se
puede caer en la percepción errada de nombrar a Palma como
un “pasadista” que se regocija en la narración de unos hechos
que, en su mayoría, él tampoco vivió. Pero también debemos
tener presente que su revisión, enfocada en lo peruano, es lo
que nos sirve como base para identificarnos, reconocernos y
proyectarnos hacia el futuro.
No es un historiador propiamente dicho, pero utiliza el
recurso histórico en sus textos y apela al dato encontrado en
algún libro o documento, como los que tenía a primera vista
en la Biblioteca Nacional, su lugar de trabajo durante tantos
años. De la revisión de ese material se nutría para hacer un

36
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

relato novelado con base histórica, lo cual seducía al lector,


pues humanizaba unos datos o referencias que, para el público
no especializado, pueden parecer lejanos y fríos.
Al contrario de lo que pensaba José de la Riva Agüero,
quien suponía que Tradiciones no se entendería o perdería
en calidad al salir del país, y que su aceptación decaería con
el transcurrir del tiempo, hoy, Ricardo Palma es uno de los
peruanos más universales, sus obras han sido traducidas a
varios idiomas y para las nuevas generaciones se constituye
como referente ineludible, no por su exactitud histórica, sino
por el arte fino de su pluma, por la poética de una prosa que
habla estéticamente sobre nosotros.

» Colección de las Tradiciones peruanas en la Biblioteca Metropolitana


de Lima, año 2023.

37
RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

TRADICIONES EN SALSA VERDE


Este texto fue elaborado para que circule entre los amigos más
cercanos de Ricardo Palma, es decir, no estaba considerado
para su edición final en forma de libro. Los manuscritos
fueron destruidos casi en su totalidad en el incendio de la
Biblioteca Nacional de 1945.
Tradiciones en salsa verde fue publicado en 1973 con los
comentarios y la presentación de Francisco Carrillo y Carlos
Garayar para las ediciones de la Biblioteca Universitaria,
aunque antes se conocía una pequeña impresión realizada en
la ciudad de Huaraz (Áncash) con un prólogo Celso Torres
Figueroa. Está conformado por 24 relatos en los que destaca
la caracterización de personajes que participaron en la
independencia del Perú, como Simón Bolívar, José Antonio
de Sucre y Jacinto Lara, cada uno con sus respectivas
ocurrencias o anécdotas.
La Biblioteca Nacional conserva algunos fragmentos de
los originales, que fueron declarados Patrimonio Cultural de
la Nación y han sido incorporados a los registros Memoria
del Mundo del Perú y Memoria del Mundo Latinoamérica
en el año 2018.

OPINIÓN DE LOS ACADÉMICOS SOBRE LA OBRA DE PALMA

RAÚL PORRAS BARRENECHEA: PALMA, LA TRADICIÓN


Y EL TIEMPO

Raúl Porras Barrenechea, el preclaro historiador peruano,


publicó una serie de ensayos en torno a Ricardo Palma y
Tradiciones peruanas. Dichos trabajos fueron compilados
posteriormente por Jesús Cabel con el título Palma, la tradición
y el tiempo, editado por la Universidad Ricardo Palma en el
año 2008. De esta selección, queremos destacar tres estudios:

38
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

“Palma satírico”, “Palma romántico” y “Palma y los criollos”.


Respecto al primero, Porras sostiene que en los libros Verbos
y gerundios y Juicio de trigamia aparece un Palma risueño y
burlón, con una singularidad que arrancó sonrisas a los lectores
de su época y continúa haciéndolo entre las generaciones
posteriores. Esta vena satírica se inspiró en los escritos de
José de Espronceda, Víctor Hugo y Francisco de Quevedo. Fue
en El Diablo, periodiquillo travieso, donde el tradicionista hizo
gala de sus primeras notas sarcásticas; posteriormente, hizo
lo propio en El Murciélago. Sus obras poéticas también hacen
referencias a anécdotas y epigramas festivos, como ocurre en
“Heroicidad”, “La última copita”, “Indirectas directas” y “Hasta
los gatos quieren zapatos”.
A mediados del siglo pasado, Ricardo Palma (que compite
con Manuel Atanasio Fuentes en ironía y humorismo) da
cuenta de una graciosísima sentencia judicial:
Y como el capitán ha revelado
inteligencia escasa,
le condenamos a vivir con ellas
en una misma casa.
Pero donde Ricardo Palma revela más originalmente su
humorismo es en Tradiciones peruanas, obra que trasluce
su astucia socarrona y gracia picaresca. En dicha creación
literaria, se revela como un auténtico criollo con temperamento
ocurrente y saleroso. Cada virrey presenta un sobrenombre, al
igual que los herejes, los santos o los vecinos notables. Cabe
añadir que él siempre mostró su simpatía por los rebeldes,
como fue el caso de Gonzalo Pizarro y Francisco Carvajal, el
irreductible y sarcástico ‘Demonio de los Andes’.
En las tradiciones, hasta los santos se ocupan de la política,
como santa Rosa de Lima y santa Teresa de España. Palma se

39
» Raúl Porras Barrenechea en su residencia de la calle Colina,
Miraflores, hoy instituto que lleva su nombre, perteneciente a la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

burló también gallardamente de las supersticiones y las creencias


populares, como lo podemos ver en sus escritos “Traslado de
Judas”, “Contra pereza diligencia” y “La misa negra”.
El estilo de las Tradiciones es la mejor prueba del humorismo
del propio escritor, pues tuvo también esta característica en
su vida, mostrándose siempre con un carácter alegre y jovial.
Porras señalará que, en suma, “por su picardía, por su fina
espiritualidad, por su lisura limeña, la obra de Palma quedará
como la más genuina muestra de la travesura criolla”.
Por otra parte, en “Palma romántico”, el historiador
manifiesta que en las páginas del libro mencionado
encontraremos palabras de elogio para la belleza de las mujeres
limeñas, de quienes alaba su vivacidad, gracia y lucidez. Esta
galantería también incluirá reflexiones y anécdotas de su
propia experiencia personal, información con las que salpica
de recuerdos sus escritos.
Palma es considerado un limeño nato, pues abrió los
ojos en el corazón mismo de una Lima que aún conservaba
el espíritu virreinal, a pocos pasos de la plaza Bolívar que,
en tiempos de la colonia, era conocida como la plaza de las
Tres Virtudes. Habría que precisar que esta denominación
se debía a la ubicación de tres locales: el de la Universidad
de San Marcos (que alberga hoy a la sede del Congreso del
Perú), que representaba a la esperanza; la iglesia y el hospital
de la Caridad, que simbolizaba precisamente aquella virtud;
y, por último, el malhadado Tribunal del Santo Oficio de
la Inquisición, lugar que, a pesar de todas sus acciones,
representaba la fe en la religión cristiana y el cumplimiento
estricto de sus postulados.
Fue en ese entorno tradicional que, poco a poco, se daba
paso a los nuevos aires de la modernidad republicana en la que
iba creciendo Palma. Todavía pudo apreciar el andar garboso
de las tapadas, quienes con su donaire y misterio engalanaban

41
RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

las calles de la antigua Ciudad de los Reyes, motivando que


poetas y cantores les dedicaran consagradas composiciones
para poder ganar su atención. Sin embargo, también se
apreciaba ya la instalación de tiendas europeas, sobre todo en
la vieja calle de Mercaderes (actualmente, jirón de la Unión),
donde se podían adquirir o apreciar los influjos de la moda
francesa, con la gran cantidad de encajes, blondas, plumas y el
acompañamiento de flores. Todo esto exacerbaba el ingenio de
los varones, una muestra es una copla con letrillas románticas
de Palma que estaba dedicada al amor:

¡Qué ojos¡ ¡Cielos! ¡Qué brazos!


Pañuelón
¡Ay! Se me sale a pedazos
de su caja el corazón
Mira esa frente divina
Sin mazamorra.
Cual se eleva, cual se inclina
Sin el cepo de la gorra
Dilín, dolón.
Decid a compás:
gorrita descansa en paz
duerme, duerme, pañuelón.

Porras señala que “la política fue el gran deber de los


románticos”; sin embargo, lo que realmente ilusionaba a dicha
generación eran los triunfos en las composiciones dramáticas,
puesto que eran la única gran diversión existente. El público
gozaba, especialmente cuando se representaban obras como
Rodil u otras alusivas a la batalla de Ayacucho, las cuales

42
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

motivaban ovaciones masivas del espectador. Debe precisarse


que no se podría hablar del Romanticismo sin decir palabra
alguna sobre el papel que las limeñas representaban para los
escritores como inspiración poética.
Ricardo Palma luchó entre dos tendencias en su vida como
romántico: por un lado, la traviesa y jocosa tradición del
criollismo y, por otro lado, la soledad del Romanticismo literario.
De esta fusión nacen obras como Tradiciones peruanas, en cuyos
relatos están presentes la inquietud romántica y la desenvoltura
criolla, por lo que muestran un aire filosófico-sentimental,
acompañado de una jovialidad e hilaridad constantes.
Respecto al “Palma criollo”, se señaló que en las Tradiciones
peruanas este se ha refugiado y que aparece oculto un estupendo
escritor de costumbres. Para Porras, “la obsesión historicista
alejó a Palma —criollo nato, al que le retozaba la sangre y se le
quedó coleando la gana del jaleo y la bullanga— de la espontánea
desenvoltura de los escritores propiamente satíricos” o de
aquellos que recreaban su ambiente vital en las obras noveladas
o en la comedia.
Su desarrollo del criollismo lo podemos apreciar cuando, en
esa conexión literaria de su espíritu con el tiempo, representa
a conspicuos personajes del mundo limeño, a partir de lo cual
retrata a los tipos populares de antaño o pone en boca de los
actores los dichos y refranes de antigua data. Esto se manifiesta
con una afabilidad amical que nos lleva a sentirnos emparentados
con la propuesta del autor. Ese uso desenfadado del idioma, la
espontánea sutileza de sus términos, además de su habilidad
para reproducir las formas expresivas del elemento popular de
la ciudad, lo configuran como un representante o seguidor de
los usos de la de la picaresca española y la cundería criolla.
En Palma podemos valorar también el hecho de que fue
el responsable de animar o devolver a la vida, mediante su
profusa imaginación, a aquellos personajes históricos que

43
RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

“dormían” empolvándose dentro de los viejos documentos


notariales o las páginas de las crónicas, captando hábilmente
su psicología y sus peculiaridades y haciéndolos cercanos,
reconocibles, añorados o queridos.
El escritor José Antonio Bravo sostiene que Palma fue un
“novelista sin novelas” y que Tradiciones peruanas constituye la
materialización magistral de esa idea. Porras agrega que, si él lo
hubiera querido así, podría haber desarrollado la gran novela de
la vida peruana, plagada de personajes secos y deshumanizados,
pero prefirió darles forma nutriéndolos de la savia popular y
realizando la epopeya histórico-festiva del Perú.

LUIS ALBERTO SÁNCHEZ: RICARDO PALMA Y LIMA

El destacado intelectual Luis Alberto Sánchez redactó este texto


en 1926 para presentarlo a un concurso literario organizado
por la Municipalidad de Lima. El certamen tenía como jurado,
entre otros personajes, a José Gálvez. Al resultar ganadora de
la competencia, su obra se publicó un año después.
Este es, podemos decir, un trabajo de juventud “escrito a los 25
años”, según el propio Sánchez. Sin embargo, para esas fechas ya
el autor tenía una cierta experiencia como escritor y contaba con
algunos libros publicados. Paradójicamente, su tesis en Letras,
en San Marcos, años atrás, había sido dedicada al oponente de
Palma y llevaba por título Elogio a D. Manuel González Prada.
Sánchez confiesa que el interés por estudiar a Palma nació
también a raíz de esta investigación, pues consideraba que eran
los “dos escritores representativos de nuestro siglo XIX”, así
como también “las dos columnas de un edificio en el que me
hubiera gustado residir permanentemente”.
Parafraseando a Víctor Raúl Haya de la Torre, Sánchez
expondrá la similitud que encuentra entre los autores, ya que

44
» Colocación de placa recordatoria y homenaje de la Municipalidad
de Lima a Manuel González Prada en su casa de la Puerta Falsa del
Teatro, año 1935.

—según él— ambos atacaban al virreinato y sus costumbres


a su manera: mientras González Prada era lapidario e
implacable, Palma era sarcástico y socarrón. De acuerdo con
este entendimiento, los escritores coincidían en su actitud
ante el tiempo pasado y mostraban signos de un nacionalismo
intenso en ciernes.
El trabajo de Sánchez ha vuelto a publicarse en reiteradas
oportunidades, pero nunca se ha modificado ni se han
agregado datos nuevos (salvo el prólogo), pues el autor
consideraba que, al ser objeto de una premiación que había
RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

tenido en cuenta la calidad de lo escrito, no sería honesto


reformarlo ni introducir correcciones que alteren el original.
El libro está dividido en cinco partes. La primera contiene
una biografía de Palma. En ella aún no van insertas la partida
de nacimiento de Palma ni la del matrimonio de sus padres, que
Raúl Porras ubicaría años después en sus pesquisas de archivo
y que ayudarían a esclarecer los orígenes del tradicionista que
Sánchez definirá así: “Genio mestizo, con zumba de zambo y
cierta melancolía romántica de indígena, es decir, un complejo
cabal del mestizaje peruano”.
Sánchez confiesa que para armar la parte biográfica utilizó
también algunas de las propias tradiciones de Palma en las que
él intercala recuerdos personales, además de las confesiones
particulares que revela en su texto La bohemia de mi tiempo.
Continúa luego con un capítulo en el que analiza el valor de
la tradición, poniendo en relieve su labor poética e histórica,
su lírica y su concepto de la vida y de la literatura. Sánchez
citó también una frase del propio Palma al abrir el libro: “El
tradicionista tiene que ser poeta y soñador, el historiador es
el hombre del raciocinio y de las prosaicas realidades”. El error
sería tomarlo como historiador y no como evocador: él no busca
relatar el dato exacto, sino que ello le sirva como sustento para
urdir las fantasías de leyenda que escribió. Sánchez remata:
“Debió ser nuestro historiador, pero el ensueño y la ironía
pudieron más”.
Pese a que tenía una personalidad jocosa, Sánchez lo
recuerda como el “viejito un poco hosco de la Biblioteca
Nacional”, experimentado consejero y de semblante patriarcal,
poseedor de un espíritu criollo (entendiendo por tal término
el “cruzamiento de tres razas fundamentales: india, española y
negra”), un sentimental cargado de un amor romántico por la
época colonial, pero no un cariño fútil, pues en el apego ante
lo añejo hay también un símbolo de burla constante como de

46
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

quien se mira ante el espejo y se burla de sus propios defectos.


En las Tradiciones hay que buscar también un valor humano.
Si concentró su atención en la colonia fue porque allí encontró
abundante material para trabajar sus elucubraciones e ir
moldeando con su pluma el carácter de sus personajes históricos.
El tercer capítulo se llama “La Lima que evocó Palma”, y en
él analiza toda la historia de Lima que registra el tradicionista
desde su fundación hispana hasta los días de la república.
De esta manera, se constata por qué Ramón Castilla está tan
presente en sus relatos, así como también los incas y el propio
Francisco Pizarro. Lima, pues, es presentada en todos sus
aspectos: económicos, sociales, políticos y religiosos.
Después de la fundación de la Ciudad de los Reyes y la
repartición de los primeros solares, el recorrido pasa por
el sitio o cerco de la ciudad ordenado por Manco Inca, el
posterior asesinato de Francisco Pizarro, el establecimiento del
virreinato y la revuelta de los encomenderos encabezada por
Gonzalo Pizarro, a quien Lima recibe con vítores y aplausos.
Posteriormente, se aborda el sometimiento de los rebeldes a
manos del pacificador Pedro de la Gasca y cómo la capital respira
aliviada al sentir lejanas las anteriores amenazas.
En aquellos tiempos, las cabezas de los vencidos iban a parar
a jaulas en la plaza Mayor como escarmiento y advertencia. La
complejidad de estos tiempos se ve endulzada por la llegada
de las primeras mujeres de España, quienes eran esposas de
las autoridades. Por esos primeros años también se fundó el
barrio de Abajo el Puente, hoy distrito del Rímac, al otro lado
del río.
La Ciudad de los Reyes experimentó renovados aires con
el arribo del virrey Francisco de Toledo, con quien vinieron
los primeros inquisidores; asimismo, la Universidad de
San Marcos alcanzó carácter laico y nuevas constituciones.
Apareció también la primera imprenta en 1583, lo que

47
RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

permitió la difusión de catecismos religiosos y vocabularios de


la lengua hispana. Los limeños de aquellos tiempos se reunían
en las esquinas o en las pulperías para comentar los principales
sucesos de la vida cotidiana.
La vida en general era tranquila y solo se alborotaba cuando
llegaba el galeón con productos de España o se anunciaban en
las plazas las órdenes que debían cumplir todos los vecinos.
Lima también era amenazada por piratas, quienes infundían
terror y merodearon el Callao para apoderarse de las riquezas,
aunque nunca lo lograron.
Años más tarde, la capital tendría a su primera santa: la
Ciudad Jardín verá nacer a su más preclara Rosa. La criolla
Isabel Flores de Oliva rivalizará en santidad con el santo
moreno Martín de Porres, hijo mulato de panameña y español.
En el año 1615, el pirata Spilbergen asoló las costas peruanas.
Luego de enfrentarse en Cerro Azul a los buques españoles,
era inminente su arribo al Callao. Se rumoreaba el saqueo de la
ciudad, la defensa que se podía hacer era desesperada. Cundió
el miedo, por lo que “era Rosa la única esperanza de Lima”. Ella
misma se presentó en el altar de la iglesia de Santo Domingo
para protegerla y pedir por el territorio. Spilbergen no llegó a
atacar, solo tomó algunas provisiones y decidió no arriesgarse.
La leyenda de la santa creció. Sus rezos habían salvado a todos.
Posteriormente, Lima decidiría levantar murallas que la
protegieran de estas amenazas. Así, nació el Cercado, con
sus clásicas portadas que duraron hasta mediados del siglo
XIX (Palma también las conoció). Las entradas de Callao,
Cocharcas o Barbones eran las puertas de ingreso para los
viajeros. No obstante, la gente solía refugiarse del ajetreo
interno escapando a los paseos por las pampas de Amancaes,
realizados cada 24 de junio en la fiesta de San Juan Bautista.
Allí florecía esta flor típica de las lomas limeñas y que las
mujeres lucían en sus cabelleras al regresar a la ciudad.

48
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

» Luis Alberto Sánchez, destacado intelectual peruano, estudió


también la obra de Palma.

49
RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

Otras diversiones eran las corridas de toros en la plaza de


Acho, recinto que el enamoradizo virrey Amat mandó construir
para evitar las aglomeraciones que se daban antes por estos
eventos. Los días de espectáculo se vivían verdaderas fiestas en
los alrededores, con gran cantidad de concurrencia y viandantes.
Otros lugares de solaz eran el Paseo de Aguas, construido —
según los cotilleos— para que el virrey lograra agradar a la
cómica Micaela Villegas, “una cholita simpática” que lo había
encandilado; y la Alameda de los Descalzos, donde las calesas
paseaban sin cesar, conduciendo a la flor y nata de la aristocracia.
Los terremotos también fueron cosa común en aquella
Lima virreinal. Los dos más recordados e intensos se dieron
en 1687 y 1746, cuyos efectos reformularon urbanísticamente
la ciudad, pues destruyeron las construcciones de la capital.

» Ricardo Palma en su oficina en la Biblioteca Nacional, año 1908.

50
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

Entonces, cuando acontecían estos hechos, los pobladores


reunidos elevaban sus plegarias, se organizaban procesiones y
las iglesias se llenaban de fieles que buscaban librarse de la furia
de la naturaleza. Nacieron los cultos al Señor de los Milagros, o
Cristo de Pachacamilla, y al Señor de los Temblores.
Ya en la etapa final del siglo XVIII aparecieron en la ciudad
el Diario de Lima, de Bausate y Meza, y también el reconocido
Mercurio Peruano, importante medio que renueva el
pensamiento de la población. Los años que vinieron después,
de pleno influjo por el cambio y la independencia, vieron caer
a Lima en el descuido, pues los gastos se derivaron hacia el
asunto militar. A pesar de los esfuerzos del virrey fidelista
Abascal, sus sucesores no tuvieron éxito al tratar de contener
lo ineludible. San Martín y luego Bolívar hicieron cambios
y la población tuvo que adecuarse a estos. Palma, que nació
en 1833, seis años después de que la dictadura del caudillo
norteño culminase, guardó en su memoria los relatos que
escuchó de estos tiempos.
En la cuarta parte de su texto, Sánchez se ocupa de “la ciudad
en que vivió” el escritor, señalando que su devenir transcurrió
en una Lima “singular”. Si somos estrictos, podemos decir que
todos los tiempos son singulares. En este caso, correspondió a
los primeros años de la independencia, el tiempo de la anarquía
militar. En esta época de revuelo, que no estuvo exenta de la
influencia foránea, cultivó el sentir romántico de las letras, tan
de boga en el sentimiento nacionalista de Europa.
Lima era aún una ciudad que conservaba rasgos pueblerinos.
Las acequias corrían por entre sus calles y los ramales de los
ríos también; el más célebre de estos, quizá, el de Huatica.
Las casas eran amplias; las calles, luego de caer el sol, eran
escasamente concurridas. Corrían balas continuamente debido
a las revoluciones caudillescas. Las disputas ideológicas se
hacían notar entre los seguidores conservadores de Bartolomé

51
RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

Herrera, rector del colegio de San Carlos, y los liberales del


colegio Guadalupe, bajo la dirección de Sebastián Lorente,
primero, y José Gálvez y sus hermanos, después.
Con Castilla llegaron aires de progreso; por ejemplo, se
colocaron desagües y faroles a gas. Palma fue actor y testigo
luego de la guerra contra España y, posteriormente, sufrió en
carne propia las acciones del invasor chileno durante la guerra
del Pacífico. Más adelante, pudo ser testigo del ingreso de las
montoneras pierolistas a la ciudad y la cruenta guerra civil
contra Cáceres que deja 2 000 cadáveres regados por las calles.
Piérola, triunfante, dio un nuevo giro modernizador a la urbe,
construyó el paseo Colón, comenzó la avenida La Colmena y
renovó los servicios en general. La ciudad se fue renovando y
Palma buscó refugio en el apacible Miraflores, lugar que lo verá
en sus últimos días.

» Monumento a Ricardo Palma en el parque Las Tradiciones en el


distrito de Miraflores.

52
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

El último capítulo del libro de Sánchez se titula “El


imaginero o la Lima que evocó Palma”, y en este manifiesta
que el tradicionista vio algo que otros no habían captado: el
gran potencial que existía para poder reconstruir la colonia,
valiéndose del uso de anécdotas y el imaginario popular que
quedó plasmado con su febril inventiva en sus escritos.
Palma muestra en el desarrollo de sus Tradiciones peruanas
una evidente predilección y preferencia por la capital. Se puede
tomar como algo lógico debido a que, para tratar sobre la época
colonial en el país, necesariamente se tiene que hacer alusión
al centro del poder político, económico y social, y eso fue Lima.
“La historia colonial fue limeña también”, sentencia Sánchez.
El pensador nos mostrará una ciudad embellecida de forma
poética, una “arcadia” colonial donde los defectos que describió
Humboldt en su viaje (polvo, acequias, suciedad, desorden, etc.)
se ocultan para hacernos notar solo el señorío de la que fue la
capital más importante del Imperio español en Sudamérica, una
urbe brillante y que deslumbraba. Sánchez hará una extensa
relación con las calles mencionadas en diversas tradiciones.
Nombres antiguos de las vías que se han ido perdiendo en
el tiempo, como también pudieron haberlo hecho aquellos
personajes a los que rescató del olvido: Ño Veintemil, Juana la
Marimacho, el Ciego de la Merced, la Castellanos, la Perricholi,
Tadeo López, etc.
Cierra su libro Sánchez haciendo una comparación entre
Palma y Terralla y Landa, autor del conocido texto Lima por
dentro y por fuera, que es una crítica despiadada a la ciudad a
través de la descripción de sus taras y costumbres perniciosas.
El primero, a su manera, y haciendo gala de su espíritu liberal,
también hará reproche de estos defectos, pero siempre de forma
sarcástica y buscando la sonrisa cómplice del lector. Por último,
no podía faltar la mención a la mujer limeña en las Tradiciones,
a las cuales se rinde pleitesía y elogio constantemente.

53
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

CAPÍTULO III |
PAISAJE SOCIAL DE LIMA EN
LAS TRADICIONES PERUANAS
VISIÓN GENERAL DE LIMA Y SUS ACTORES SOCIALES
La tradición posee la característica de mostrarnos, en forma
sencilla y con suma naturalidad, las diversas fisonomías de
los personajes retratados, así como la multiplicidad de las
situaciones acontecidas o de los lugares y parajes donde se
representan aquellos relatos. De esa manera, nos podemos
hacer una cabal idea de la ciudad y de los diversos individuos
que la habitaban.
Si la comparamos con lo que es actualmente, la Lima que
recuerda y en la que vivió el tradicionista era todavía una
urbe de escasas dimensiones y población. No obstante, se la
consideraba, al mismo tiempo, la más importante de la época.
Fue fundada por Francisco Pizarro como Ciudad de los Reyes
el 18 de enero de 1535, con una estructura arquitectónica y
administrativa similar a Madrid, Salamanca o Sevilla. Sin
embargo, la costumbre impuso el término prehispánico
derivado del oráculo Rímac (“hablador”), por lo que acabó
asentándose la denominación Lima, sobre todo a partir de la
época republicana.
La composición social de sus habitantes fue creciendo
con el correr del tiempo; así, convivieron en la capital los
ocupantes españoles, la población africana esclavizada, los
criollos, los mestizos y la base de la población andina de
origen prehispánico. Cada uno de estos grupos étnicos dejó
la impronta de su idiosincrasia y de su vida cotidiana como

» Busto de Ricardo Palma en la Biblioteca Histórica del Palacio


Municipal de Lima.

55
RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

parte de la historia y el recuerdo de la ciudad. Del siglo XVIII


en adelante, se vinculó más estrechamente con las ciudades
europeas y norteamericanas, por lo que recibió de ellas sus
influencias y herencias culturales en la arquitectura y en el
paisaje social de los habitantes de aquellos años.
Ricardo Palma vivió aquí entre 1833 y 1919, aunque con
cortos períodos de ausencia debido a que estuvo exiliado en
Chile y luego viajó a España y Europa. Luis Alberto Sánchez,
como ya hemos señalado al referirnos a su libro sobre el
tradicionista, nos comenta lo siguiente: “Lima se presenta
a los ojos de Palma en todos sus aspectos. Recorre su
imaginación la ciudad silenciosa de la conquista. Pasa también
por una existencia azarosa con la muerte de Pizarro”. Luego,
Sánchez hace un recuento histórico de los acontecimientos
más significativos de entonces hasta los inicios de la república.
Durante este lapso, el paisaje social estuvo matizado por la
aristocracia y la nobleza colonial, los conquistadores españoles
y sus descendientes, la población esclava y los indígenas
reducidos a servidumbre. Los sucesos que se registraron
también fueron motivo de anotaciones en el diario del escritor
José Antonio Suardo.
En Lima abundaban, además, las tapadas, los frailes, las
monjas, las esclavas y las libertas, así como los comerciantes
ambulatorios de diferente origen étnico (blancos, indígenas
y afroperuanos) y diversas castas, como zambos y mulatos.
Asimismo, con frecuencia se realizaban procesiones en honor
a las vírgenes y los santos, así como las fiestas en Amancaes en
la fecha de san Juan Bautista (24 de junio). Además, se llevaban
a cabo paseos por las alamedas de Acho, de las Aguas y de los
Descalzos. También las corridas de toros y las peleas de gallos
que convocaban a muchos y variados participantes.
Por otro lado, en la capital predominaba la actividad
periodística y universitaria (por ejemplo, los paseos de

56
» En Lima siempre han confluido distintos sectores sociales en festejos
diversos. Acuarela de Francisco ‘Pancho’ Fierro. Pinacoteca Municipal
Ignacio Merino de la Municipalidad Metropolitana de Lima.

57
RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

los graduandos de la Universidad de San Marcos), y, ya en


tiempos de la república, las celebraciones de las Fiestas
Patrias en conmemoración de la independencia del Perú.
Antes ya se había hecho famosa la procesión del Señor de los
Milagros, que continúa realizándose anualmente en el mes
de octubre y que convoca a una multitud de personas devotas
y peregrinas de diversos países, lo que representa ese crisol
de peruanidad que fue retratado por nuestro tradicionista.

ANÁLISIS Y DESCRIPCIÓN DE TRADICIONES


SELECCIONADAS

Tal vez la más popular de las tradiciones sea “Don Dimas de


la Tijereta”, subtitulada en su versión original de 1872 como
“Cuento de viejas que trata de cómo un escribano de Lima le
ganó un pleito al diablo”. El motivo por el cual este relato ha
llamado tanto la atención puede entenderse si tomamos en
cuenta diversos aspectos. En primer lugar, el autor recurre
a un “motivo fáustico” propio de la literatura europea, muy
de moda en el siglo XIX (Huarag, 2016), en el que el diablo
trata de encandilar al ser humano haciéndole ofrecimientos
a cambio de su alma, un tema del folclore popular occidental
que, como todos los asuntos resaltantes y particulares de su
idiosincrasia, ha sido recogido y valorado en la obra de los
escritores románticos.
Palma ubica la narración en Lima, en inicios del siglo
XVIII, tiempo en el que se conservaba la mentalidad barroca
en los vecinos y aún no se respiraban los vientos ilustrados
de cambio. Observamos en el relato la inclusión de una serie
de términos jurídicos asociados a la labor del personaje, un
escribano o notario (Rodríguez, 2003). Este es descrito como
un hombre sin fe ni escrúpulos, lo cual dista de la realidad de
los escribanos coloniales, quienes se caracterizaron por ser

58
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

piadosos, ya que tuvieron a su cargo el Hospicio de Huérfanos


de Lima (Chuhue, 2021).
Al tratarlo como un “cuento de viejas”, el autor manifiesta el
deseo de hacer perdurar una antigua tradición oral que él oyó
en algún momento (como cuando en su vejez, en Miraflores,
los niños se arremolinaban en torno a él para escucharlo) y que
ahora nos transmite para que esa historia se preserve. El lector,
por tanto, experimenta una sensación de pertenencia cultural
al advertir la continuidad en la transmisión de dicha narración.
Por otro lado, el tema del pacto con el diablo es llamativo
no solo por la curiosidad que implica el asunto en la población
limeña (como referencia a ello pueden verse la multitud de
procesos sobre supersticiones de la Inquisición), sino por ser
una cuestión que la picaresca española también recogió en sus
obras. La pluma criolla de Palma es heredera, por tanto, de este
subgénero literario hispano.
A Dimas, que no teme encararse con el diablo y con su
emisario Lilit para reclamar por lo que él consideraba injusto de
acuerdo con lo que se había firmado, se le configura como “un
hombre que, a fuerza de dar fe, se había quedado sin pizca de
fe”. La primera mención en la cita se refiere a la fe notarial, al
hecho de que por los escribanos pasaban toda la documentación
que las autoridades validaban. La segunda alusión a la fe va
ligada a la supuesta falta de creencia religiosa del personaje. Esto
último resulta ciertamente contradictorio, pues el tradicionista
describe a Dimas como un ser muy astuto, “con más camándulas
que el rosario de Jerusalén que cargaba al cuello”.
Dimas se desenvuelve espacialmente por lugares que se
pueden identificar con facilidad, aunque con el tiempo hayan
cambiado su apariencia; por ejemplo, su oficina en el portal
de Escribanos, primer piso de lo que actualmente es el palacio
municipal limeño y lugar elegido por los notarios para su
trabajo, pues quedaba cerca de las principales instituciones

59
» En la imagen, un grupo de mujeres tapadas limeñas rodeadas por
galantes varones en la hoy desaparecida Alameda de Acho.

60
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

públicas y de justicia de la ciudad. Posteriormente, Palma evoca


también al cerrito de las Ramas (espacio hoy prácticamente
olvidado, aunque lleno de viviendas, que está ubicado al
costado de la Alameda de los Descalzos), donde el enamorado
sexagenario ofrece su “almilla” a cambio del amor de la
veinteañera Visitación.
Por último, este escribano limeño, reconocido porque le supo
ganar un pleito al mismísimo diablo, no podía estar exento de
caer en los encantos de las bellas limeñas. Palma describe así a
Visitación: “Una cintura pulida y remonona de esas de mírame
y no me toques, labios colorados como guindas, dientes como
almendrucos, ojos como dos luceros y más matadores que
espada y basto”.
Debido a que era un empedernido admirador de la hermosura
de nuestras paisanas, no pierde el tiempo en halagarlas en
múltiples tradiciones, como lo hace de manera excelsa con
María Moreno, protagonista de “Predestinación”: “Imagínese el
lector un rostro ligeramente ovalado entre un marco de negros
y sedosos cabellos; una frente tersa, (…) unos labios purpúreos,
pequeños e incitantes, hombros mórbidos y seno voluptuoso”.
Incluso manifestará que el mismo virrey Abascal le prestaba
atenciones luego de ver sus actuaciones.
Esta última tradición trata sobre un crimen famoso que el
autor sitúa en Lima, y que aborda la trunca relación amorosa
entre dos artistas, Rafael Cebada y la mencionada María,
quien muere asesinada. Todo esto matizado con comentarios
sobre las ideas que la población tenía sobre las personas
que se dedicaban al oficio del teatro. Cabe señalar que el
escritor aprovecha para hacer un recuento de la disposición
arquitectónica de nuestro antiguo teatro principal, notable
por una condición acústica que Palma también parece haber
apreciado, pues nos dice lo siguiente: “En el telón del teatro de
Lima veíase pintado el Parnaso”.

61
RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

La crónica roja con incidentes trágicos siempre existió,


aunque estas situaciones se presentaban, sobre todo, entre la
población que era considerada de posición social baja, a la que
pertenecían los actores. Una de las más famosas fue la célebre
Miquita Villegas, la ‘Perricholi’.
Acerca de esta grácil actriz se ha escrito bastante, por lo
que se ha convertido en un personaje paradigmático limeño
a pesar de haber nacido en Huánuco. En “Genialidades
de la Perricholi”, Palma indica que ella no era una beldad
sobresaliente, pero “si la gracia es la belleza, indudablemente
que ‘Miquita’ era digna de cautivar a todo hombre de buen
gusto”. Basándose en el relato de “un imparcial y prosaico
anciano que alcanzó a conocerla en sus tiempos de esplendor”,
cuenta que ella era baja de estatura y morena clara. Asimismo,
tenía el cuerpo algo grueso, rostro ovalado, cabellera profusa y
los ojos pequeños pero muy animados. Su nariz era de las que
se llaman “ñatas” y en la cara tenía los rastros de una viruela
juvenil que el maquillaje disimulaba muy bien. No obstante,
esta mujer calzaba en el concepto de “bien laminada o buena
moza”, pues ostentaba manos pequeñas, dientes muy bien
cuidados, “cuello bien contorneado, hombros incitantes y seno
turgente”, además de un pequeño lunar en el labio superior
que “hacía irresistible su boca”.
A todo esto, debe de añadirse que desde los 20 años
trabajaba en el teatro y que era la preferida del público, una
actriz que derramaba salero, vestía de forma elegante y con
buen gusto y que “sin ser limeña tenía toda la genial travesura
y salpimentado chiste de la limeña”. Por ello, no es de extrañar
que tuviera muchos pretendientes, pero el que logró acceder
a su cariño fue el mismísimo virrey Manuel de Amat. Fruto
de esta larga y tumultuosa relación fue el vástago que
concibieron, quien años después sería uno de los firmantes del
acta de independencia nacional, documento que conserva hoy
el Archivo Municipal de Lima.

62
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

Palma dice que el virrey en mención no fue muy querido,


y pinta de él un perfil de corrupto, razón por la cual podía
solventar algunas extravagancias y pedidos de su amada. Al
respecto, un ejemplo famoso fue la construcción del Paseo de
Aguas cercano a la vivienda de la cómica, en el actual distrito
del Rímac. Hay que añadir que el virrey le llevaba varios años
a su joven pareja, lo cual hizo que las críticas y cuchicheos
sean mucho más intensos en aquella pequeña ciudad que aún
era Lima.
Uno de los sectores sociales más murmuradores era el de
la aristocracia, compuesta por personajes con “títulos de
Castilla” que ostentaban privilegios y que veían cómo una
plebeya, durante casi 14 años, estuvo considerada como la
preferida del virrey, quien, por ejemplo, no se hacía problemas
en permitir que ella vaya a la Alameda de los Descalzos en
una lujosa calesa de doble tiro de mulas, privilegio que solo
debería tener la nobleza. Palma refiere que, al volver ‘Miquita’
Villegas de la fiesta de la Porciúncula dominica y al pasar por
la iglesia de San Lázaro, se compadeció de uno de los padres
que por ahí pasaba y decidió regalar la lujosa carroza, con
todos sus ornamentos de plata y demás accesorios, a dicha
institución. El pueblo, al enterarse, valoró mucho tal acto de
desprendimiento, lo que permitió que sea recordada como
una mujer bondadosa. El escritor afirma haber sido testigo,
años después, de la existencia del envejecido carruaje en el
referido templo.
Cuando el virrey Amat terminó su servicio y volvió a
España, dejó en Lima a la Perricholi, quien se convirtió en una
empresaria de éxito no solo dentro del ámbito teatral, sino
también en lo referido a la administración de propiedades, y
siempre fue bien ponderada por sus vecinos.
No obstante, ella tuvo también rivalidades. Palma
menciona a una actriz, conocida como la Inesilla, que le
disputaba el cariño de los aficionados al teatro, situación de
63
RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

la que ‘Miquita’ salió triunfante. Y luego, en otra tradición


titulada “¡Pues bonita soy yo, la Castellanos!”, la aludida será
Maruja Castellanos, guapa dama limeña que es retratada así:
“Era todo lo que se llama una real moza, bocado de arzobispo
y golosina de oidor”.
Este relato, que es complementario del anterior que hemos
citado, añade que, mientras Villegas era una mujer de belleza
física escasa, Maruja era “la más linda morenita limeña que
ha calzado zapaticos de cuatro puntos y medio”, razón por la
que arrancaba suspiros y levantaba halagos cuando decidía
salir a pasear por los portales de la plaza Mayor limeña. Y si la
Perricholi tenía a su virrey totalmente encandilado, esta joven
de 25 años había puesto a sus pies a un conde limeño, uno de
los más ricos de la ciudad.
Por eso, cuando se corrió la noticia de la buena obra de
‘Miquita’ con el hospital de San Lázaro, Maruja no toleró ser
considerada menos que la ‘Perricholi’. Montada en enojo al
ver que su rival se ganaba el aprecio popular, la amonestó por
el hecho de gastar lo que malamente había ganado el virrey.
Afirmó que, por su parte, no tenía nada que envidiarle, pues
su conde no era menos ni tenía que explicar al rey de dónde
había obtenido el peculio para sus gastos personales. Palma
pone en boca de Maruja la siguiente sentencia: “Venirme a mí
con orgullitos y fantasías, como si no fuera mejor que ella, ¡la
muy cómica!”.
Planeó entonces su respuesta y, un fin de semana, asistió
a misa humildemente vestida y acompañada de una criada
ataviada también con recato y decoro. El detalle era que esta
tenía en brazos a la mascota de la Castellanos, un perrito
faldero, el cual llevaba en el cuello un ostentoso “collarín de
oro macizo con brillantes como garbanzos”. Esto desató las
habladurías de los que observaron semejante extravagancia,
pero todo se acalló cuando se supo que Maruja, luego

64
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

de acabada la ceremonia, se había dirigido a uno de los


hospitales de la ciudad, que estaba a punto de cerrar por
estar sin rentas, y obsequió a su querida mascota con el
pomposo adorno incluido.
De más está decir que esta acción le granjeó a la donante
el cariño y simpatías no solo del pueblo, también de la
aristocracia, algo que, como ya dijimos, la ‘Perricholi’ no pudo
conseguir. Por ello, el refrán “¡Pues no faltaba más! ¡Bonita
soy yo, la Castellanos!” llegó hasta el siglo XIX limeño, época
en la que Palma lo recogió, y era empleado cuando había
disputa de féminas y una se quería imponer a otra.
Pero no siempre eran rencillas las que tenían entre sí las
nacidas a las orillas del río Rímac. En “Motín de limeñas”, el
autor relata cómo, en el año de 1601, se formó un alboroto
general en la ciudad cuando las mujeres se unieron para
evitar que se les impidiera vestir como usualmente lo habían
venido haciendo.
El tradicionista relata que en las gradas de la recién
edificada catedral, así como también en los portales
adyacentes a la plaza Mayor, una gran cantidad de damas
se había reunido para hacer saber su disconformidad sobre
una real cédula emitida por el rey Felipe III, que ya estaba
siendo aplicada en España, y cuya noticia había llegado a
través de las gacetas que traían los galeones que arribaban
al Callao.
Las disposiciones reales llamaban al recato en el vestir de
las hijas de Eva, prohibiendo que se usaran faldellines con
aro o “guardainfantes” por “ser traje costoso y superfluo, feo
y desproporcionado, lascivo y ocasionado a pecar”. También
vedaban los escotes en los vestidos, aspecto que, según el
tradicionista, era muy común en el atuendo de las limeñas
y que, “por mucho que los frailes sermonearan contra ellos,
mis paisanitas erre que erre”.

65
RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

Por último, también se legislaba en torno a no poderse


usar zapatos que estuvieran adornados con piedras preciosas,
lo cual terminó de enfurecer a las féminas, pues, a decir
de Palma:
Con una rica media
y un buen zapato,
siempre harán las limeñas
pecar a un beato.
Fue tal el revuelo que esto causó que ni las reconvenciones
de las autoridades a guardar el orden público ni las palabras
de los religiosos bastaron para contener esta rebelión, en la
cual ya se escuchaban palabras de condena ante el monarca,
lo cual el virrey Luis de Velasco se apresuró a rechazar.
Finalmente, se hizo con la orden lo mismo que con “hostia
sin consagrar”, esto quiere decir, no se promulgó con bando
en Lima. Las limeñas se salieron con la suya y todos pudieron,
por fin, descansar tranquilos.
Pero si de ciudadanas notables tenemos que hablar, entonces
no se puede dejar de hacer referencia a nuestra connotada
santa y patrona de la ciudad: Isabel Flores de Oliva, criolla y
terciaria dominica, conocida desde muy pequeña como Rosa por
la tersura de su rostro, que aparentaba ser esta flor, y a quien
Palma le dedicó varias tradiciones.
Tal vez la más conocida de estas sea “Los mosquitos de
santa Rosa”, en la que el autor nos describe a nuestra paisana
al referirnos que en su casa familiar (hoy templo de santa
Rosa en la avenida Tacna), debido al huerto que existía en ella,
solían reunirse gran cantidad de mosquitos que atacaban sin
cesar a los visitantes y los mortificaban tanto por el ruido que
hacían como por sus picaduras, por lo cual ella conversó con
estos e hicieron un trato: “Yo, de que no los molestaría, y ellos,
de que no me picarían ni harían ruido”.

66
» Palma siempre destacó en sus escritos la belleza, elegancia y
vivacidad de la mujer limeña.
68
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

Y así se cumplió. Rosa se encargaba de indicarles las horas


en las que podían hacer tumulto y no molestar al resto, así
como los momentos en los cuales debían de cesar el bullicio
(es decir, en la noche), además de señalarles el huerto donde
podían obtener comida. Los pequeños insectos obedecían lo
dispuesto, lo que demuestra qué tan bien educados estaban
por ella.
Esto se complementaba con las palabras de descargo que
daba Rosa para defender a sus protegidos de las críticas de
los visitantes; así, manifestaba que el zumbido y el ruido
consecuente que hacían ellos eran, en realidad, alabanzas a
Dios, y que, de esa manera, la acompañaban en su continuo
rezo y loa al divino.
Hubo también, en cierta ocasión, alguna religiosa que atacó
a los mosquitos, tras lo cual Rosa le reprendió el accionar. A
otra de sus amistades, que también le refirió su descontento
por la cantidad de mosquitos en su recinto, la hizo picar por
estos en tres ocasiones: “Uno en nombre del Padre, otro en
nombre del Hijo y otro en nombre del Espíritu Santo”.
Palma, al final, nos cuenta que incluso salvó a uno de sus
animales preferidos, un gallo que, al caer enfermo, recibió la
advertencia de la madre de Rosa de ser convertido en guiso.
Isabel tomó al emplumado en sus brazos y le dijo cariñosamente
que, si no cantaba rápido, terminaría en caldo, ante lo cual el
gallo de inmediato se recompuso y pudo conservar su vida.

» Santa Rosa de Lima. Francisco Laso, año 1859. Pinacoteca Municipal


Ignacio Merino de la Municipalidad Metropolitana de Lima.

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RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

Esta buena relación con los animales la podemos encontrar


también en la historia de otro santo peruano, retratada en el
texto “Los ratones de fray Martín”, en el cual se presenta esta
célebre frase:
Y comieron en un plato
perro, pericote y gato.

El tradicionista no dudará en llamar santo a este personaje,


a pesar de que esta condición la consiguió formalmente recién
en 1962, mientras que en el siglo XIX era considerado todavía
como beato. Sin embargo, Palma refiere que nadie dudaba de que
el mulato limeño había muerto “en 1639 en olor de santidad”.
Fray Martín fue contemporáneo de santa Rosa, motivo por el
cual el escritor dirá sarcásticamente que nuestro personaje, en
su mayoría de edad, optó por la “carrera de santo, que en esos
tiempos era una profesión como otra cualquiera”.
Destaca su gran habilidad para hacer milagros, rasgo por
el que se hizo muy conocido en la ciudad. Así, relata como
introducción que el santo obtenía pan con azúcar blanca en
polvo solo con el acto de lavar la azúcar rubia; o que también,
habiendo estado prohibido por el padre superior del convento
de Santo Domingo (donde Martín era hermano donado) que
siguiera “milagreando”, tuvo que dejar suspendido en el aire a
un albañil que se había caído de un andamio, hasta que regresó
con la dispensa superior y pudo continuar con el milagro de
salvarle la vida.
San Martín de Porres, el santo de la escoba, considerado por
ello también como el santo de los trabajadores municipales, tuvo
también un gran cariño por los animales, a los cuales recogía y
cuidaba en sus ratos libres. En la tradición aludida se menciona
la existencia de pericotes dentro del convento, razón por la cual
los hermanos pusieron trampas en todo el recinto. Tras atrapar

70
WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

a un roedor, este lo liberó y le pidió que llevará el mensaje a sus


compañeros de no incomodar a los padres en sus celdas y de
apropiarse, en cambio, de la huerta, lugar donde él se encargaría
de llevarles alimento todas las mañanas, compromiso que
cumplieron ambas partes.
En la cocina tenía a un perro y un gato, a los cuales
había enseñado a convivir en amistad, por lo que comían
habitualmente ambos de una sola escudilla o plato. En una
oportunidad, apareció, atraído por el olor de la comida, un
pericote. Al estar a punto de ser atacado, el santo reprendió
a los otros dos animales, indicándoles que debían hacerle un
lugar al recién llegado porque “Dios da para los tres”. Este es
uno de sus milagros más conocidos, tanto así que es retratado
con los tres animales que comen pacíficamente a sus pies.
Pero, si bien Palma ha abordado a nuestros santos más
reconocidos, también tienen lugar dentro de sus tradiciones
las historias antiguas de personajes que recrean esa imagen del
espíritu de virtud que rodeaba a nuestra “tres veces coronada
villa” y a sus habitantes, y que prácticamente hoy serían
desconocidos sin la pluma del tradicionista. Esto lo podemos
notar en “El alacrán de fray Gómez”.
En este relato, el escritor aludirá nuevamente a un refrán que
escuchó cuando era niño: “¡Esto vale tanto como el alacrán de
fray Gómez!”. A continuación, nos hablará de este personaje,
fraile franciscano, contemporáneo de san Francisco Solano a
fines del siglo XVI limeño.
Como habitualmente suele hacer, nos relata algunos
milagros anteriores del protagonista, como cuando vio caer a
un desdichado jinete de un caballo desbocado en pleno puente
de la ciudad (actualmente, puente Trujillo), por lo que terminó
el infeliz con la cabeza rota y se suscitó gran susto en el gentío
que se arremolinó alrededor. Fray Gómez, con total serenidad,
le echó tres bendiciones y le hizo besar el cordón de su hábito,

71
RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

luego de lo cual el agraviado se incorporó de inmediato. La


muchedumbre trató de llevar en hombros al fraile y aclamar
el milagro, pero este logró escapar de ellos, según algunas
referencias, al volar hasta su convento.
Luego lo señala como enfermero personal de san Francisco
Solano, y nos refiere que, en sus tiempos, aún existía en el
convento franciscano de Lima una imagen pintada de este
venerable personaje, fallecido en Lima en 1631 y enterrado en
las criptas de este monasterio, hoy conocidas como las famosas
“catacumbas” limeñas.
El caso que Palma nos relata en su tradición es el de un pobre
buhonero que, al conocer la fama de bienhechor de fray Gómez,
fue a visitarlo a su celda, refiriéndole que estaba sumergido en
deudas y que necesitaba un capital monetario para hacer que
su negocio prospere. El cura le consultó cuál era la razón de que
acudiera a él, un hombre humilde; el mercader le respondió
que intuía que tal vez no podría proporcionarle el monto, pero
sabía que, por su bondad, no lo dejaría ir desconsolado. Al ver
su fe, decidió ayudarlo. Al mirar en su pobre celda un alacrán
que paseaba por la pared, lo cogió en un papel y se lo entregó
al suplicante, diciéndole que empeñara ello para obtener el
caudal necesitado.
Ya fuera del convento, al abrir el papel, se encontró con una
fina artesanía en forma de alacrán hecha de oro y cubierta de
diversas piedras preciosas. Al mostrarla al usurero prestamista,
este quiso habilitarle más dinero del que necesitaba, pues sabía
que una joya de esa calidad bien lo valía. Sin embargo, el mercader
solo aceptó los 500 pesos que requería. Pagó en seis meses lo
adeudado y, finalmente, devolvió la alhaja a fray Gómez, quien,
una vez retirado su protegido, soltó al alacrán en la ventana de
su celda diciéndole: “Animalito de Dios, sigue tu camino”.
Con todas estas alusiones, Palma pinta a la ciudad como una
urbe piadosa en la que florecían santos y milagros. Tal vez algunos

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WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

de estos prodigios sean exagerados por el sentir popular, pero


hay otros que por su naturaleza sí fueron patentes, como el
que atañe a la tradición “No hay mal que por bien no venga”. En
esta se nos habla del Hospicio de Niños Huérfanos de Nuestra
Señora de Atocha, que existió en nuestra ciudad al costado de
lo que hoy es la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús o Iglesia
de los Huérfanos.
El milagro relatado es el establecimiento del recinto gracias
a las acciones de otro piadoso individuo que las calles limeñas
vieron transitar: Luis de Ojeda o Luis, el ‘Pecador’, quien,
conmovido por los niños que no tenían refugio y que morían
abandonados por la falta de alimento y por el frío, decidió
fundar una obra de bien.
El problema de los hijos ilegítimos, esto es, los hijos nacidos
fuera del matrimonio, fue muy extenso en la Lima virreinal.
Muchos de ellos eran producto de relaciones vedadas, por
ejemplo, de amos con sus esclavas, o de jóvenes que no se podían
casar, etc. Esto provocaba que los infantes fueran abandonados
en las calles o plazas, situación que terminó cuando se constituyó
la Casa de Expósitos, lugar donde se recibía a los desdichados
infantes mediante un torno o puerta giratoria.
Algunos eran colocados con sumas de dinero para su sustento
y con boletas de bautismo para identificarlos en el futuro,
cuando los padres tuvieran la oportunidad de recogerlos. De
este contexto se vale Palma para retratarnos la historia de un
zapatero que, al tener ya 10 hijos que mantener, decidió dejar
al undécimo y recién nacido de sus retoños en el torno del
hospicio. En tal acción fue sorprendido por la abadesa a cargo
del lugar, quien había sido alertada, pues todas las noches eran
abandonados al menos dos niños y se sospechaba que era una
misma persona la que los traía.
Al infeliz hombre se le amenazó, entonces, con recurrir a la
Inquisición para averiguar qué pacto diabólico había realizado

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RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

para tener tantos hijos que todos los días colocaba alguno de
ellos en su institución. Asimismo, se le reconvino malamente
para que se lleve no solo al que había pensado abandonar, sino
también a otro pequeño que había sido dejado allí previamente,
orden que el asustado zapatero obedeció, ya que no quería ser
juzgado por hereje.
Al verlo llegar a su hogar cargando no uno, sino dos bultos,
la acongojada madre los recibió con gusto, pues ella no había
querido desprenderse de su hijo: fue una decisión a la que su
pobreza la había empujado. También aceptó de buen talante al
otro menor, pues así lo disponía Dios, y le dijo a su esposo que,
por ello, bien tendría la fuerza para poder, ahora, sustentar no a
10, sino a 12 hijos.
Grande fue su sorpresa cuando, al arropar al niño recién
llegado, halló una misiva de la madre en donde explicaba los
motivos de su abandono y el deseo de recoger al infante en
algunos años. El bebé tenía, además, atado a él, 100 onzas
de oro, dinero con el que el zapatero pudo habilitar una
tienda. Finalmente, en unos años entregó al pequeño a sus
verdaderos padres.
Esta historia con final feliz es parte también de la crítica
social velada que hace Palma a la sociedad colonial: así, denuncia
la existencia de relaciones ilícitas, la incidencia de mortalidad
infantil, la presencia de un entorno social piadoso pero hipócrita,
etc. Este reproche entre líneas es característico de su narrativa.
Una tradición que nos sirve para entender esta sociedad tan
disparatada y contradictoria es “Santiago ‘Volador’”. Cuenta
el autor que, en su trabajo como bibliotecario, encontró un
manuscrito titulado “Nuevo sistema de navegación por los

» Escultura de Ricardo Palma en Bogotá, Colombia. Inaugurada en


1963. Archivo Histórico Fotográfico de la Municipalidad de Lima.

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RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

aires, por Santiago de Cárdenas, natural de Lima en el Perú”, el


cual describía un proyecto que fue presentado ante el mismo
virrey Amat para su realización debido a que el recurrente
carecía de recursos para poder construir esta invención.
Santiago el ‘Volador’ fue uno de los personajes más
representados por los titiriteros en años posteriores. Alcanzó
fama por prometer la realización de uno de los sueños del ser
humano: poder volar. Había desarrollado sus ideas mediante
la observación minuciosa de la forma en la que lo hacen las
aves. El virrey, sorprendido por esta iniciativa, la admitió a
recurso, aunque encargó a uno de los sabios existentes en ese
tiempo, el doctor Cosme Bueno, la revisión del tratado.
Sin embargo, para cuando ello sucedió, ya la población se
había enterado de lo propuesto por Santiago, y tanto fue el
barullo y el crecimiento del rumor que se hizo figurar que el
susodicho había ofrecido realizar una prueba de su proyecto
en un vuelo que supuestamente emprendería desde el cerro
San Cristóbal hasta la plaza Mayor.
Todos se prepararon para ver la ejecución de tal proeza.
Nobles y plebeyos concurrieron para no perderse el espectáculo,
pero luego comprobaron que este no se iba a realizar, por lo que
rodearon a Santiago en el atrio de la catedral y lo conminaron a
realizar el acto con amenazas que se expresaban de la siguiente
forma: “O vuelas o te matamos a pedradas”. De este trance
tuvo que ser salvado por la guardia del virrey.
Así de levantisca e injusta era la población limeña en
aquellos años, y nuevamente aparece aquí la crítica social de
Palma. Habría que agregar que el escritor señala que no sabe si
Cárdenas, cuya propuesta fue desestimada formalmente por el
virrey poco después, estaba loco o no, pero que, al analizar sus
papeles y compararlos con las ideas de un contemporáneo suyo,
el no menos célebre Pedro Ruiz Gallo, connotado inventor, cayó
en cuenta de que ambos coincidían en sus planteamientos.

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WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

Una tradición que muy llamativa es “¡A la cárcel todo Cristo!”,


subtitulada “Crónica de la época del virrey inglés”. Aquí, Palma
se refiere a Ambrosio de O’Higgins, joven irlandés que llegó
a Lima cuando comenzaba la segunda mitad del siglo XVIII
decidido a labrarse un futuro en América. Empezó a trabajar
como mercachifle ambulante por las calles de la ciudad,
pero pronto enrumbó hacia la Capitanía General de Chile.
Ahí se haría de un nombre destacado gracias al apoyo de un
coterráneo suyo, quien lo ayudó a emplearse como constructor
de albergues diversos. Cuando se dieron los ataques de los
araucanos, Ambrosio sobresalió al organizar una compañía de
voluntarios extranjeros.
Este primer encargo le permitió ir ascendiendo de rango:
capitán, teniente coronel, coronel y brigadier, y mariscal.
Finalmente, se le invistió como presidente de la Audiencia,
gobernador y capitán general de Chile. Luego de ello, y en vista
de su buena labor, regresó a Lima, designado por el rey como su
representante en el principal virreinato americano: el Perú.
Las calles de Lima lo vieron volver como virrey. Pero él,
como viejo conocedor de la ciudad, sabía de los desórdenes
que constantemente ocurrían en ella; además, advertía que los
desmanes se daban principalmente de noche y eran ocasionados,
en muchos casos, por jóvenes de la nobleza que, amparándose en
sus privilegios, escapaban del brazo de la justicia. Proliferaban
los bandos de los anteriores gobernantes que legislaban al
respecto, pero se les hacía caso omiso.
Decidido a reparar ello, O’Higgins citó a sus capitanes de
encapados encargados de hacer las rondas nocturnas y les
advirtió sobre esta situación, por lo que los conminó a cumplir
estrictamente las órdenes y no dejarse impresionar por ningún
“marquesito o condesito” y no llevar solo a la cárcel “a los pobres
diablos que no tienen padrino que los valga”. Por ello, después
de las 10 de la noche, todo aquel que fuera encontrado haciendo

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WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

serenatas, escalamientos, riñas o jolgorios sería conducido a


la prisión y debía rematarse la captura con la frase “¡A la cárcel
todo Cristo!”.
Ese mismo día, el voluntarioso virrey quiso confirmar si sus
disposiciones estaban siendo cumplidas y se aventuró, a bordo
de un caballo, a pasear por las oscuras calles de la capital. Poco
después, fue sorprendido por la primera compañía de encapados
que se dedicaba a rondar la ciudad. Luego de ser llamado a
detenerse e identificarse, el capitán lo dejó pasar y les comentó
a sus subalternos que el virrey debía de tener algún entripado
amoroso que no quería que se supiera. Lo mismo hicieron las
tres compañías siguientes, cuyos miembros, al descubrirlo, se
deshicieron en halagos y venias; incluso se ofrecían a escoltarlo
en su aventura nocturna.
Cerca de las dos de la madrugada, el virrey, algo ya cansado
y decepcionado, iba de regreso a su residencia cuando fue
encontrado por la quinta y última compañía de encapados al
mando de Juan Pedro Lostaunau, quien le dio el clásico “¡Alto!
¿Quién vive?”. O’Higgins se identificó con la preeminencia de
su cargo y el buen capitán le respondió: “No conozco al virrey en
la calle después de las 10 de la noche. ¡Al centro el vagabundo!”,
ante lo cual de nada valieron los argumentos de la autoridad,
pues “el bando es bando y ¡a la cárcel todo Cristo!”. Fue llevado
entonces a la cárcel de la ciudad. Luego de pasar varias horas allí,
reconoció las aptitudes del capitán para el cumplimiento de la
ley y despidió en el acto a los otros cuatro.
Es de resaltar que, en esta tradición, Palma utiliza a un
personaje histórico, pues Lostanau figura efectivamente en
los documentos oficiales con el cargo de capitán de encapados,
información a la que él accedió durante su estancia en la

» Ricardo Palma retrató a la sociedad colonial con sus hábitos y


costumbres en diversas tradiciones.

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RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

Biblioteca Nacional. Aunque, en última instancia, el escritor


utiliza su imaginación para narrar esta historia.
Esta sociedad dieciochesca cambiará ya a fines del siglo XVIII
con el arribo de las ideas ilustradas. Llegarán los tiempos de la
independencia, a los que Palma dedica también buen número de
sus tradiciones. Una de ellas es “Con días y ollas venceremos”,
que hace referencia a un santo y seña o clave que tenían los
patriotas para comunicarse en los días previos a la entrada a
Lima, mientras se encontraban acantonados en Huaura.
En este texto, Palma explica que el libertador don José de
San Martín dio la consigna señalada en el título inspirado en las
labores de espionaje y el envío de cartas que utilizaban utensilios
de cocina en barro cocido. Estas ollas tenían doble fondo, lo que
permitía acondicionar y ocultar los mensajes. El indígena que
las confeccionaba era un consumado patriota que, una vez a la
semana, iba a Lima a ofrecer sus productos.
Daba la casualidad de que, una vez en la ciudad, este personaje
siempre se acercaba a vender sus ollas a la casa de Francisco de
Luna Pizarro, cuyo siervo se apresuraba en recibir las vasijas
y semanalmente pedía que se las repongan, puesto que las
vendidas anteriormente eran de mala calidad y se habían roto.
Lo hizo tantas veces que llamó la atención de un español barbero
que amenazó con denunciar el extraño hecho, situación que no
llegó a consumarse, pues en los primeros días de julio de 1821
San Martín entró a Lima.
Sabido es que el libertador no quería ser visto como un
tirano ni tampoco ingresar con un derramamiento de
sangre; por ello, la intriga política desatada entre los propios
limeños debía de servirle para lograr su cometido. Así, dejó
pasar varios días mientras el germen de los ideales patriotas
prendía en la población, azuzado por sus dirigentes políticos.
Ese fue el contexto del origen del lema que le da nombre a la
tradición mencionada.

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WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

Este relato es también muy llamativo porque, con base en


sus remembranzas, Palma relaciona las frases que cada servicio
ambulante tenía, de tal forma que, al hacer un recuento de ellas,
concluye que cada hora del día tenía su pregón correspondiente,
lo cual le daba un sentido poético a la ciudad.
Comenzaba el día a las seis de la mañana, cuando era el
tiempo de la lechera; continuaban, una hora más tarde, la
tisanera (vendedora de tisana) y la chichera. El bizcochero y
la vendedora de leche-vinagre hacían su aparición a las ocho
de la mañana y luego aparecían la vendedora de zanguito, la
tamalera, la melonera y “la mulata de convento vendiendo
ranfañote, cocada, bocado de rey, chancaquitas de cancha y de
maní, y frejoles colados”. En la tarde salían otros vendedores de
dulces o frutas, y se cerraba el día a las siete de la noche con
las figuras del caramelero, la mazamorrera y la champucera.
Una hora después se presentaban el heladero y el barquillero,
y a las nueve, el sacristán, que pedía limosnas para “las ánimas
benditas del purgatorio o para la cera de Nuestro Amo”, situación
que marcaba la hora de acostarse. El sereno era el encargado
de avisar que todo estaba tranquilo al dar su consabido grito
de “¡Ave María Purísima! ¡Las diez han dado! ¡Viva el Perú, y
sereno!», y, posteriormente, se repetía el estribillo para señalar
el cambio de cada hora.
Si de recuerdos del escritor se trata, hay uno que se refiere
específicamente a los tiempos republicanos, esas tumultuosas
épocas de las que fue testigo y que quedarán reflejadas en su
tradición “Un negro en el sillón presidencial”, la cual trata del
famoso montonero afroperuano León Escobar.
Palma explica que, al comenzar el año de 1835, época en la
que era presidente Luis José de Orbegoso, se sublevó contra
el gobernante su lugarteniente, el general Felipe Santiago
Salaverry, quien se encaminó a combatirlo al sur peruano, en
donde se hallaba el mandatario en busca del apoyo boliviano.

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DIVERSOS TIPOS POPULARES LIMEÑOS
Acuarelas de Francisco ‘Pancho’ Fierro de la colección Ricardo Palma
perteneciente a la Pinacoteca Municipal Ignacio Merino de la Municipalidad
Metropolitana de Lima.

La lechera (1860). La tisanera (1850).

Dos tipos de fruteras (1850). El vendedor de uvas y el humitero (1850).


Ña Goyita la tamalera (1850). La buñuelera (1850).

Bizcochero y heladero (1860). Vendedora de manjar blanco (1850).


RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

Al partir a Arequipa con el grueso de su ejército, Salaverry dejó a


cargo de la capital, al mando de tan solo 40 soldados, al coronel
José Ángel Bujanda.
Con tan diminuta tropa, era de preverse que Lima podía
estar a merced de los bandoleros que la acechaban en los
caminos y las haciendas cercanas. Sucedió que, noticiado
de unos desmanes hechos por facinerosos al grito de “¡Viva
Orbegoso!”, en las inmediaciones de Surco y Miraflores,
salió el coronel a buscar a los culpables de tales actos y dejó
desguarnecido el antiguo palacio de los virreyes.
Aprovechó esta circunstancia para entrar a la ciudad desde
Malambo (el Rímac) el bandido León Escobar, quien, al
mando de 30 de sus seguidores, se apostó en la plaza Mayor
y, dando consignas orbegosinas, tomó posesión de la Casa
de Pizarro, lo que causó zozobra y temor entre los vecinos
y dueños de los negocios circundantes, quienes temían que
pudiera ocurrir un saqueo.
Ante esta situación, tres trabajadores ediles tuvieron la misión
de ir a parlamentar con el usurpador y pedirle encarecidamente
que no atacase a los indefensos ni permita extorsiones o abusos
a la población. Escobar, “arrellanado en el sillón presidencial”,
trató con cortesía a la comitiva y les prometió no hacer daño
a los ciudadanos si es que, al cabo de un par de horas, se le
pagaba un cupo de 5 000 pesos, tras lo cual abandonaría Lima.
Las negociaciones permitieron establecer el pago de la mitad de
dicha cifra y este se retiró.

» El bandolero León Escobar en el sillón presidencial. Dibujo de


Fernando Marco, inicios del siglo XX.

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RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

Cuando Bujanda regresó de su excursión en la tarde, ya


el bandolero se encontraba muy lejos de su alcance. Palma
comenta que conoció a uno de los trabajadores ediles que se
había entrevistado con él y le refirió que “el retinto negro, en
el sillón presidencial, se había comportado con igual o mayor
cultura que los presidentes de piel blanca”.
Para finalizar este recuento, no podíamos dejar de mencionar
“El cañoncito de Ramón Castilla”, relato que trata sobre el
carácter de este presidente peruano, bien considerado por
la historia, pero al cual el autor no era afín, como ya hemos
expuesto en las páginas anteriores. A pesar de esta circunstancia,
aborda en diversas tradiciones al personaje y lo caracteriza de
manera positiva, destacando su comportamiento dicharachero
y campechano, rasgo que compaginaba muy bien con el sentir
popular de sus gobernados.
Por otro lado, Palma también alabó el hecho de que Castilla,
en una época en que la Academia Española de la Lengua todavía
no había determinado el uso de la tilde para las palabras
terminadas en “-ón”, ya solía utilizarla y sin falta al escribir su
nombre, lo cual era una muestra de su sapiencia. Esto adquiere
más valor al ser un reconocimiento expresado por un miembro
de dicha institución, como lo fue nuestro escritor.
Palma dirá también que la persona que se anime a recopilar y
publicar los dichos y actuaciones de Castilla tendría por obra un
libro “sabrosísimo”, pues precisamente su forma de actuar iba
en sintonía con los “hombres de su tierra”, a los que conocía muy
bien. De inmediato nos introduce en la escena de un besamanos
presidencial, en el cual se presenta ante el gobernante una gran
cantidad de invitados para felicitarlo por su cumpleaños. Uno
de ellos le entregará un fino y pequeño cañoncito de oro, obra
de gran detalle y perfección. Este agradece el gesto y ordena
a uno de sus edecanes que coloquen la joya en la consola de
su gabinete, lugar al que, en los días siguientes, se acercarán

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WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

» El autor en la Universidad Ricardo Palma, de donde es fundador y


profesor principal. Lima, 1990.

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RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

muchos curiosos para observar la fineza de ese trabajo. A estos


les pedía tener cuidado, pues el cañoncito “está cargado..., no
juguemos con armas peligrosas”.
Todos pensaban que, debido a la experiencia militar de
Castilla, lo que decía el presidente era cierto y que el cañoncito,
en algún momento, podría disparar y causaría algún destrozo.
Al cabo de pocos días, se ordenó que el objeto fuera colocado
con el resto de sus pertenencias en su escritorio, pues ya había
disparado y tenía poca pólvora. Lo que en realidad ocurrió era
que la persona que se lo regaló ya había obtenido el puesto al
que aspiraba en el gobierno, una modesta posición de empleado
en la aduana del Callao. Ya no existía peligro.
Esto nos muestra el fino tamiz de reflexión que hace Palma
no solo de las características del gobernante, un conocedor del
hábito de la empleomanía de sus compatriotas, sino también —
apelando al sarcasmo y a una situación ficticia— de las taras de
la sociedad y de nuestra propia idiosincrasia nacional.
Como palabras finales quiero decir que Ricardo Palma.
Paisaje social de Lima como hemos leído, es un trabajo en el
que podemos encontrar la historia de Lima y sus habitantes de
la misma forma que en las Tradiciones peruanas y otras obras
de nuestro reconocido escritor. Nuestro objetivo esencial
es incentivar la lectura y comprensión de la vida cotidiana
de la ciudad diacrónicamente, es decir, desde los tiempos
más antiguos hasta la época contemporánea. Esto permitirá
acercarnos más al conocimiento de la realidad actual para
una mirada prospectiva que es una misión para las futuras
generaciones, razón por la cual dedico este libro a mis queridos
nietos: Lucía, Giácomo y Joaquina, limeños de pura cepa.

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WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

BIBLIOGRAFÍA

» CHIRI-JAIME, Alberto Sandro


2012 El imaginario nacional en las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma,
ambientadas entre 1820 y 1885. Tesis para optar al grado de doctor of
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» CHUHUE, Richard
2021 “Don Dimas de la Tijereta y el oficio de escribano en Lima. Preci-
siones históricas en base a una tradición limeña”, en Pluriversidad, N.º
7. Lima: Vicerrectorado Académico de la Universidad Ricardo Palma, pp.
108-138.
» HOLGUÍN, Oswaldo
1994 Tiempos de infancia y bohemia. Ricardo Palma (1833-1860). Lima:
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» HUÁRAG, Eduardo
2016 “El motivo fáustico en ‘Don Dimas de la Tijereta’”, en Aula Palma,
N.º 12. Lima: Universidad Ricardo Palma, pp. 179-191.
» KAPSOLI, Wilfredo
2018 “Paisaje social de Lima”, en Aula Palma, N.º 16. Lima: Universidad
Ricardo Palma, pp. 53-73.
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1998 Ricardo Palma, escritor continental. Lima: Banco Central de Reserva
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» OVIEDO, José Miguel
1985 “Palma entre ayer y hoy”, en Ricardo Palma, Tradiciones peruanas.
Prólogo, selección y notas de José Miguel Oviedo. Caracas: Biblioteca
Ayacucho.
» PALMA, Angélica
1938 Pancho Fierro, un acuarelista limeño. Lima: Codex.

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RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

» PALMA, Ricardo
1962 Las Tradiciones peruanas. Lima: Océano.
1997 [1897] Anales de la Inquisición de Lima. Lima: Congreso de la
República del Perú.
» PAZ SOLDÁN, Mariano Felipe
1884 Narración histórica de la guerra de Chile contra el Perú y Bolivia.
Buenos Aires: Imprenta y Librería de Mayo.
» PÉREZ GARAY, Carlos Alberto
2015 Liberalismo criollo. Ricardo Palma, ideología y política (1833-1919).
Lima: Universidad Ricardo Palma.
» PORRAS BARRENECHEA, Raúl
2008 Palma, la tradición y el tiempo. Lima: Universidad Ricardo Palma.
» RODRÍGUEZ CHÁVEZ, Iván
2003 Literatura y derecho. Lima: Editorial Universidad Ricardo Palma.
» SÁNCHEZ, Luis Alberto
2015 [1926] Don Ricardo Palma y Lima. Lima: Universidad Ricardo
Palma
» TANNER, Roy
2005 El humor de la ironía y la sátira en las Tradiciones peruanas. Lima:
Universidad Ricardo Palma.

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WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

ÍNDICE Y PROCEDENCIA DE LAS IMÁGENES

1. Fachada de la casa natal de Ricardo Palma en Lima


en el año 1976.
Archivo Histórico Fotográfico de la Municipalidad de Lima 10
2. Imagen actual de la antigua calle del Rastro de San
Francisco. Fotografía: Richard Chuhue 13
3. Ricardo Palma con su uniforme de la Marina de Guerra
del Perú.
Casa Museo Ricardo Palma de la Municipalidad de Miraflores. 16
4. Ricardo Palma en combate del 2 de mayo de 1866.
Ilustración de Josué Maguiña, 2023. 21
5. Ruinas de la ciudad de Chorrillos, con el monumento
a Cristóbal Colón decapitado, Batalla de Chorrillos,
Guerra del Pacífico. Hermanos Courret. [1881]. Fotografía:
monocolor, albúmina sobre papel fibra; 25,2 x 19 cm. Biblioteca
Nacional de Chile. En http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/
bnd/632/w3-article-315713.html. Consultado el 07/07/2023. 23
6. Ricardo Palma en su despacho en la Biblioteca
Nacional, año 1912. Casa Museo Ricardo Palma de la
Municipalidad de Miraflores. 25
7. Casa ubicada en Miraflores donde residió el escritor.
Fotografía: Casa Museo Ricardo Palma de la Municipalidad de
Miraflores y Richard Chuhue, 2023. 28
8. Ricardo Palma rodeado de sus hijos y nietos en su
residencia familiar, año 1912. Casa Museo Ricardo Palma
de la Municipalidad de Miraflores. 31
9. Busto a Ricardo Palma en avenida que lleva su nombre,
Miraflores. Fotografía: Richard Chuhue. 32
10. Penitenciado por la Inquisición con sambenito y coroza.
Francisco ‘Pancho’ Fierro. Acuarela sobre papel. Colección Ricardo
Palma. Pinacoteca Municipal Ignacio Merino de la Municipalidad
Metropolitana de Lima. 35

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RICARDO PALMA Paisaje social de Lima

11. Colección de las Tradiciones peruanas en la Biblioteca


Metropolitana de Lima, año 2023.
Fotografía: Liliane Cheverier. 37
12. Raúl Porras Barrenechea en su residencia de la calle
Colina, Miraflores. Instituto Raúl Porras Barrenechea –
UNMSM. 40
13. Colocación de placa recordatoria y homenaje de la
Municipalidad de Lima a Manuel González Prada en su
casa de la Puerta Falsa del Teatro, año 1935.
Archivo Histórico Fotográfico de la Municipalidad de Lima. 45
14. Luis Alberto Sánchez. En https://blog.derrama.org.pe/y-quien-
fue-luis-alberto-sanchez/. Consultado el 07/07/2023. 49
15. Ricardo Palma en su oficina en la Biblioteca Nacional,
año 1908.Casa Museo Ricardo Palma de la Municipalidad
de Miraflores. 50
16. Monumento a Ricardo Palma en el parque Las
Tradiciones en Miraflores. Fotografía: Richard Chuhue. 52
17. Busto de Ricardo Palma en la Biblioteca histórica del
palacio municipal de Lima. Fotografía: Liliane Cheverier. 54
18. “Cuadrilla de negros festejando el 28 de julio de 1821”.
Francisco ‘Pancho’ Fierro. Acuarela sobre papel. Colección Ricardo
Palma. Pinacoteca Municipal Ignacio Merino de la Municipalidad
Metropolitana de Lima. 57
19. “Una tarde en la Alameda (1840)”. Francisco ‘Pancho’ Fierro.
Acuarela sobre papel. Colección Ricardo Palma. Pinacoteca Municipal
Ignacio Merino de la Municipalidad Metropolitana de Lima. 60
20. “Tapada de pie”, “Tapada sentada”, “Tapadas” y “Mujer
a caballo”. Francisco ‘Pancho’ Fierro. Acuarelas sobre papel.
Colección Ricardo Palma. Pinacoteca Municipal Ignacio Merino
de la Municipalidad Metropolitana de Lima. 67
21. Santa Rosa de Lima. Francisco Laso, año 1859. Fotografía: Yutaka
Yoshii. Pinacoteca Municipal Ignacio Merino de la Municipalidad
Metropolitana de Lima. 68
22. Escultura de Ricardo Palma en Bogotá, Colombia.
Archivo Histórico Fotográfico de la Municipalidad de Lima. 75
23. Teófilo Castillo. Misa de la Virreina (La llegada de la
Madrina). Fotografía: Yutaka Yoshii. Pinacoteca Municipal Ignacio
Merino de la Municipalidad Metropolitana de Lima. 78

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WILFREDO KAPSOLI ESCUDERO

24. “La lechera (1860)”, “La tisanera (1850)”, “Dos tipos de


fruteras (1850)”, “El vendedor de uvas y el Humitero
(1850)”, “Ña Goyita la Tamalera (1850)”, “La buñuelera
(1850)”, “Bizcochero y Heladero (1860)” y “Vendedora
de manjar blanco (1850)”. Francisco ‘Pancho’ Fierro. Acuarelas
sobre papel. Colección Ricardo Palma. Pinacoteca Municipal Ignacio
Merino de la Municipalidad Metropolitana de Lima. 82-83
25. El bandolero León Escobar en el sillón presidencial.
Dibujo de Fernando Marco, ca. 1923, en Tradiciones peruanas,
Madrid: Calpe. Tomo VI. 85
26. El autor en la Universidad Ricardo Palma, año 1990.
Fotografía: Carlos ‘Chino’ Domínguez. Archivo personal Wilfredo
Kapsoli. 87

93
Se terminó de imprimir en los talleres gráficos de
T area A sociación G ráfica E ducativa
Pasaje María Auxiliadora 156 - Breña
Correo e.: tareagrafica@tareagrafica.com
Página web: www.tareagrafica.com
Teléfs.: 424-8104 / 424-3411
Julio 2023
Lima - Perú
Ricardo Palma. Paisaje social de Lima, resalta la vida
intelectual del tradicionista, así como también aspectos
sobresalientes de la urbe en la que nació. Además, a
través del análisis de su obra, nos muestra detalles de
personalidades como santa Rosa de Lima, san Martín de
Porres, José de San Martín, Ramón Castilla, entre otros, a
cada uno de los cuales la pluma excelsa del literato pudo
calibrar adecuadamente en su contexto particular. El
recorrido vital de Ricardo Palma que se lleva a cabo aquí es
también paradigmático. Nos muestra su carácter peculiar,
en el que podemos identificar al intrépido aventurero, al
hábil político, al crítico sarcástico, etc. Todo eso, escritor y
ciudadano, era nuestro preclaro intelectual.

Estamos seguros de que la publicación del Munilibro


N.° 28 será acogida con beneplácito por los lectores de
esta época y de las generaciones posteriores que estén
interesados en asociar creativamente el pensamiento y la
obra del intelectual, así como servirá de ayuda y respaldo
para recrear el pasado, entender el presente y proyectar
el futuro de nuestra tradicional Ciudad de los Reyes.

Iván Rodríguez Chávez


Rector de la Universidad Ricardo Palma

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