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Resumen Cristología Sesboué

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La divinidad del Hijo y del Espíritu Santo (Siglo IV)

El sigo IV marcó un giro importante en la reflexión cristiana. Hasta ese momento, la


teología estaba centrada en la “economía de la salvación”, pero en adelante la mirada
se concentraría cada vez más en el misterio trinitario. Como ha señalado Sesboué, ésta
opción teológica helénica se funda en una convicción soteriológica arraigada:

de la naturaleza de Dios, de la naturaleza de su Hijo hecho Cristo, de la


naturaleza del Espíritu Santo derramado por Jesús, depende la realidad misma de
la salvación ofrecida a los hombres.1

I. LA DIVINIDAD DEL HIJO Y EL DEBATE EN TORNO AL CONCILIO DE NICEA (325)

1. LA HEREJÍA DE ARRIO Y EL CONCILIO DE NICEA

Los comienzos del conflicto, Arrio y Alejandro de Alejandría

Arrio, discípulo de Luciano de Antioquía, mentor los obispos “colucianistas”. Entre


318-320 se desata el conflicto sobre la divinidad del Hijo. Al principio se trató de un
problema parroquial debido a sus prédicas, pero pronto su doctrina se extendió a
Egipto, Libia, Oriente y Asia Menor. En 320 Alejandro celebra un sínodo local con 320
obispos de Egipto y Libia, Arrio es expulsado de Alejandría por su doctrina y halla
refugio en Nicomedia, junto a su amigo Eusebio de Nicomedia.

La doctrina de Arrio, una “convicción monarquiana”

El arrianismo es, en el fondo, una teología de convicción subordinacionista


“impregnado por dos convicciones fundamentales” (190).

1. La unidad de Dios. Dios es único, inengendrado y eterno. Asumir la eternidad


del verbo implica romper con la unidad de Dios. Por ello Arrio dice que el Verbo es
creado (“hubo un tiempo en que Dios no fue Padre”). Esto no significa que el Hijo halla
sido creado en el tiempo cósmico, sino “antes de los siglos… en la duración de los seres
ininteligibles”. Arrio se fundamenta en Prov 8.22 “el Señor me creó al principio de sus
tareas”. El verbo es una criatura maravillosa, podríamos Dios, pero sólo “Dios hecho”.

La doctrina de Arrio, una convicción cristológica.

2. los testimonios evangélicos. Jesús nació “en la carne”, creció, sintió fatiga,
hambre y sed. Los antiguos hablaban de esto como “pasiones” del verbo, lo cual es
impropio de Dios sino sólo aplicable a las creaturas. “El verbo del Padre, inferíor a él,
preexistente a nuestro mundo y a los ángeles, pero capaz de cambio, se unió a la carne
humana, a título de instrumento, de tal manera que desempeña en esa carne el papel
de alma, a la que sustituye. Pero se conduce en forma tan meritoria que se hizo
perfecto y fue asociado a la divinidad.”

1
Bernard Sesboué: Historia de los Dogmas Tomo I. Madrid, Secretariado Trinitario, 2004- 179-180
La “definición” de Nicea: los añadidos al símbolo.

Los padres conciliares deciden agregar las siguientes fórmulas al símbolo de fe que ya
era recitado por la Iglesia:

1. de la sustancia del Padre: si bien sustancia no es un término bíblico, tiene


connotaciones joánicas. lo introdujo el concilio para aclarar de que modo es
engendrado el Hijo. Se trata de una verdadera generación “según la sustancia
del que lo engendra” (195).
2. Engendrado, no hecho (gennèthenta, ou poièthenta): se precisa que el hijo no
es producido por creación (como las creaturas) sino por generación. Si viene s
una cláusula un tanto ambigua que no se entiende en profundidad, el propósito
de la cláusula es silenciar a Arrio, quien coloca al Hijo entre los seres creados.
3. Consustancial al Padre: éste concepto se convertirá en el “símbolo de Nicea”,
ya que establece que la sustancia de Dios y la del Hijo son la misma, por lo cual
se llega claramente a la divinidad del segundo.

Nicea cierra con un canon que anatematiza a quienes dicen, “hubo un tiempo en que
no fue y que antes de ser engendrado no fue, y que fue hecho de la nada, o… que dese
otra hipóstasis (hypóstasis) o de otra sustancia (ousía)”.

El “giro” de Nicea, acontecimiento dogmático

Nicea constituye el acta de nacimiento del lenguaje dogmático de la iglesia. Lo cual


significa para muchos que “en el santuario de la confesión de la fe se había introducido
el caballo de Troya de la filosofía” (197). Lo que unos ven como malo, Sesboüé lo mira
desde dos paradojas positivas:

 el ingreso de nuevo lenguaje muestra que la Palabra viva no se queda


estancada.
 La “helenización” del lenguaje de la iglesia sirve, más que nada, para la “des
helenización” del mismo. {Espezel habla de uso kerygmático}.

2. LA CRISIS POSTERIOR AL CONCILIO DE NICEA

a. Nacimiento y desarrollo de la controversia

Primera fase: aún durante la vida de Constantino, gran defensor del concilio, varios
Padres quitan su firma de la declaración (Eusebio de Nicomedia, Teognis de Nicea, etc).
Desde el 328, comenzaron a convencer a Constantino que la fe de Arrio representaba
la mayoría de la iglesia. El concilio de Tiro (338) reintegró a Arrio a la comunión y
desterró a Atanasio de Alejandría. Segunda fase, bajo Constancio y Constante (337-
261): el arrianismo crece en Oriente y la ortodoxia en Occidente. Cuando muere
Constante (350) Constancio se dedica a reunificar el imperio, y utiliza la causa arriana
como factor de unificación. En 360 la victoria arriana parece total. Tercera fase, la
escisión arriana (357-380): en 361 Juliano devuelve a todas las iglesias la libertad
religiosa, por lo que todos los obispos ortodoxos vuelven del destierro. Pero una
segunda generación arriana, presidida por Eunomio y Aecio se dedican a darle
fundamento racional al arrianismo, son llamados “eunomeos” a causa del primer líder.
En 358, el Concilio de Ancira declara que el Hijo es “homoiusios” (semejante) al Padre y
no homousios (de la misma sustancia).

b. Atanasio, el defensor de Nicea

Atanasio era apenas un diácono de Alejandro de Alejandría cuando participó del


concilio de Nicea. En 335 es desterrado a Tréveris y ahí escribe sus “tratados contra los
Arrianos” (338-350). Atanasio se atreve a decir “Arrio me ha robado a mi salvador”, ya
que:

“El hombre no habría sido divinizado si el Hijo no hubiera sido Dios verdadero… y
lo mismo nosotros no habríamos sido liberados del pecado y de la maldición, si la
carne revestida por el Verbo no hubiera sido una carne humana por naturaleza”

Éstos es lo que acontece en la salvación operada por el Hijo: su humanidad nos libera y
su divinidad nos eleva al Padre. para Atanasio, negar esto es rechazar la salvación.

Sobre el lenguaje de la Biblia, muestra que ella reserva para el Hijo el términos
“engendrar” (Sal 2.7, Pr 8.25) mientras que deja “hacer” para las creaturas (Gn 1.1, Jn
1.3). Con respecto a la palabra homousios ésta no es ajena a la Palabra, ya que es
sugerida por ella: sal 109.3 “de mi seno te engendré”, Jn 8.42 “ha salido de Dios”. dice
Atanasio “aunque éstas palabras no estén así en la Escritura, sí que se encuentra
realmente en ella la doctrina que expresan” (202).

Capítulo VII
Cristología y soteriología. Éfeso y Calcedonia
(Siglos IV y V)
B. Sesboüé

Si Jesucristo es a la vez verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, se plantea la


cuestión de la unidad de su ser y de cómo entender su encarnación y humanización.
Conceptualmente en éste tiempo empieza a distinguirse la Cristología (estudio de
Cristo en su ser) de la Soteriología (estudio de cómo Cristo salva).
I. Cristología y soteriología en el siglo IV

1. los grandes temas soteriológicos: mediación de Cristo y divinización del


hombre.

La necesidad de que Jesucristo sea enteramente Dios y hombre fue y seguía siendo
en ese momento dato fundamental de la soteriología: “para que el hombre,
mezclándose con el verbo y recibiendo así la filiación adoptiva, se hiciera hijo de Dios”
(Ireneo, s. II). “Cristo se hizo hombre para que el hombre se pueda hacer Dios”
(Clemente, s. III). “Con Jesús la naturaleza divina y la naturaleza humana comenzaron a
entrelazarse” (Orígenes, s. III) “El Verbo se hizo hombre para que lleguemos a ser Dios”
(Atanasio, s. IV) “somos semejantes a Él si confesamos que Él se hizo semejante a
nosotros” (Gregorio de Niza, s. IV) “se hizo hombre para llegar a hacer hijos de Dios a
los hijos de los hombres” (Juan Crisóstomo, fines del s. IV). “Hecho partícipe de nuestra
mortal flaqueza, nos hizo particioneros de su divinidad” (Agustín, s. V).

Como se ve, el intercambio salvífico supone una doble solidaridad. La humanidad de


Cristo puesta en duda por los gnósticos, vuelve en el siglo IV a ser defendida; ésta vez
por la afirmación de Apolinar, de que Cristo no tenía un alma humana, sino cuerpo
humano y alma divina.

2. Cristo salvador en Atanasio de Alejandría

Heredero de Clemente y Orígenes, pero critico con ellos a la vez, atanasio


representa a la escuela alejandrína. Mientras Orígenes hablaba de Cristo como un
Cuerpo animado por el Verbo divino, Atanasio no menciona jamás el alma de Cristo,
identificándose con al teología lógos-sarx. Esto no significa que Atanasio crea lo mismo
que Apolinar, simplemente no reflexiona sobre el alma de Cristo, porque se apoya en
Jn 1.14, “el verbo se hizo carne” y nada más. Éste Verbo, “incorporal e incorruptible”
vino a nuestra tierra en un cuerpo, para realizar “la destrucción de la muerte y la
resurrección de la vida”. La encarnación restaura la imagen de Dios en el hombre,
porque Cristo es imagen de Dios por excelencia. La soteriología se concibe así como
una “renovación”.

Pero ¿qué tipo de hombre asumió Jesús? Para Atanasio “el alma humana, es la
copia más perfecta del lógos en el seno de ésta creación terrena, corporal”. Por ello el
Lógos se encarno para suplir la deficiencia del alma caída.

¿Qué papel tiene la Cruz en éste esquema? “tomando un cuerpo semejante al


nuestro, lo entregó a la muerte… para que muriendo todos en Él, se aboliera la ley
humana que hace referencia a la corrupción”. Con su muerte pudo librarnos de la
currupción porque su cuerpo era un templo “libre de toda impureza”.

3. Apolinar de Laodicea y el “apolinarismo”.


Apolinar nació en Siria en 315, de formación alejandrina, defensor del
consustancial. El problema de Apolinar es la “ontología de Cristo”. Para él, comenta
Sesboué, “es inconcebible que la presencia del Verbo divino, santo y santificador, sea
compatible en Cristo con la de un Espíritu Humano verdaderamente responsable y
libre.”2

En el plano religioso, Apolinar considera que si Cristo tuviera un espíritu humano,


sería sujeto a pasiones como todo el resto del género. En el plano ontológico, no
entiende como en Cristo pueden existir dos unidades completas, humana y divina.
Apolinar es tricótomo, y se apoya en 1 Tes 5.23, para decir que Cristo tomó Cuerpo y
Alma humanos, pero conservó su Espíritu (o alma racional) divino. Así, el “principio
hegemónico” que es el Espíritu, al conservarse divino en Cristo le mantiene libre del
pecado. Ésta teología se mantiene en el esquema lógos-sarx,3 pero cae en el
“monoficismo” porque afirma la divinidad a costa de la humanidad del alma de Cristo.

Apolinar es Condenado por el Colcilio de Constantinopla I, quien condena a quienes


no creen en el alma humana de Jescucristo.

5. La cristología de los Capadocios.

Gregorio de Nacianzo, contra Apolinar, defiende la existencia en Cristo de un alma


espiritual y racional, ya que “lo no asumido no ha sido curado”. Adopta el esquema
lógos-anthropos: Dios y el hombre son una sóla cosa en Cristo, él no es un dios que
ocupa un cuerpo sin vida. Supera a Teodoro dinstinguiendo bien lo que en Cristo es
dos: sus naturalezas divina y humana, de lo que es uno: el sujeto concreto. Expresa la
unidad de naturalezas en la declaración “María teotokos”.

Gregorio de Nisa siguie el mismo camino contra Apolinar, y afirmando la unidad.


“Debido a la conjunción y a la unión de las naturalezas, le son comunes los atributos de
cada una a las dos; así el Señor recibe sobre sí los golpes del siervo y el siervo es
gloroficado con el honor señorial”.

6. A fines del siglo, dos escuelas en tensión:

La cristología alejandrina del lógos-sarx y la antioquena del lógos antrhopos. La


primera es descendente, arraigada en Flp 2, ve al Verbo haciéndose carne. La segunda
es ascendente, considerando al hombre Jesús siendo asumido por Dios. Ambas tiene
puntos fuertes y débiles:

 Esquema Alejandrino: explica bien la unidad de Cristo, pero le cuesta encontrar


el lenguaje para expicar la doble naturaleza de Cristo después de la unión. Su
peligro es el Monoficismo (Ej. Apolinarismo).

2
282
3
Apolinar abandona completamente el sentido bíblico de sarx como persona completa, afirmado por los
Padres, y lo entiende en sentido griego como meramente el cuerpo como vaso receptor del alma.
 Esquema Antioqueno: mantiene la distinción entre lo humano y lo divino, pero
le cuesta expresar la unidad concreta de Cristo sin caer en uan duplicación de
personas. Su peligro es el Nestorianismo (a punto de explicarse).

II. Los grandes debates cristológicos del siglo V

1. La unidad de Cristo en cuestión: Nestorio, Cirilo y el concilio de Éfeso (431)

Nestorio es nombrado patriarca de Constantinopla en 428, preocupado por la


influencia del monoficismo, elabora una cristología que busca no confundir lo humano
y lo divino en Cristo.. Pero separa tanto la humanidad de Cristo del Verbo
inengendrado, que su lenguaje lleva a pensar en dos sujetos conviviendo en una misma
persona. Cuando se niega a confesar a María como “theotokos”, declarándola sólo
“christotokos”, es decir madre del humano, estalla en un debate con Cirilo.

Cirilo le escribe una primer carta, donde le explica que “el verbo salido de Dios se
encarnó y se hizo hombre”. Le explica que la unidad de Cristo se lleva a cabo en la
hipóstasis del Verbo, “de manera que no hay más que un solo sujeto subsistente… la
humanidad no pertecece para él al terreno del tener, sino al terreno del ser.” 4 María es
la Madre de Dios, porque el eterno innengendrado fue engendrado según la carne.

Nestorio responde con una carta basada en el himno de Flp 2.6-11, moetrando que la
kénosis, la humillación y el sufrimiento no son aplicados por Pablo al Verbo eterno,
sino a Cristo. Nestirio evita cuidadosamente citar Jn 1.14 “el berbo se hizo carne”
porque es jústamente lo que no cree.

Cirilo escribe una tercera carta a Nestorio, donde le exhorta a arrepentirse,


dedicándole 12 anatematismos. Diciendole que “hay que atribuir todas las palabras de
los Evangelios a la única hipóstasis encarnada del Verbo”. Nestorio no acepta esto, y
denuncia a Cirilo de monoficista.5

El concilio de Éfeso, lleno de fraudes políticos protagonizados por Cirilo, termina


condenando a Nestorio. Sólo el “acta de unión” del 433, permitió validar la condena de
Nestorio.

2. Una persona y dos naturaezas distintas: Eutiques y el Concilio de Calcedonia (451)

Eutiques, “ultraciriliano”, llevó al extremo sus puntos oscuros. Cristo era de dos
naturalezas antes de la unión, pero luego de la encarnación hay sólo una, fusión de las
dos (lo divino en Cristo absorve casi por completo a lo humano, como una gota es
absorvida por el mar). El resultado: Cristo es consustancial con el Padre, pero no
consustancial al hombre. Esto es monoficismo “grosero”, rompe la solidaridad entre
Cristo y los hombres, socabando la salvación. Gozando de infuencia política, el
4
Sesboué, 296
5
El lenguaje de Cirilo es similar al de Apolinar, pero de todos modos Cirilo cree fírmemente en la
existencia de un alma humana y racional en Cristo.
emperador Teodocio lo concede un Concilio en Éfeso, en 449, que confirma su
doctrina y condena a sus rivales Eusebio y Flaviano. Logró introducir como artículo de
fe “si alguien dice dos naturalezas, sea anatema”.

El papa León Magno se horrorizó de esto, y escribe una carta a Flaviano, el patriarca
depuesto de Constantinopla. Donde escribe “uniendose ambas en una sóla persona, la
humanidad fue recibida por la majestad… la naturaleza inviolable se unió a la
naturaleza pasible”.

Tras la muerte de Teodocio, el sucesor Marciano convocó un concilio a pedido de León


Magno, que se desarrolló en Calcedonia.

El Concilio de Calcedonia (451) aclamó por igual textos de Cirilo y de León. En resumen,
loq ue se cerró en Calcedonia fue lo siguiente:

 Se afirmó la unidad de Cristo, “un solo y mismo hijo” (Cirilo).


 Se declaró el “verdaderamente divino” y “verdaderamente humano”, contra
Apolinar se declaró que Cristo tiene “alma racional”, es decir: humana. Esto se
ha llamado el doble consustancial de Calcedonia, que viene a completar el
consustancial simple de Nicea.
 Contra Eutiques, se confiesa la doble naturaleza de Cristo, “sin confusión y sin
cambio”, “conservando más bien cada naturaleza su propiedad” (Frase que
León tomó de Tertuliano).
 Cierra el símbolo con la unidad: una sóla persona, una sóla hipóstasis.

Calcedonia es por excelencia el “gran” concilio cristológico, donde se cierran todos los
debates y la ortodoxia queda completa.

Las dos voluntades de Cristo, Concilio de Constantinopla III.

El monotelismo, preocupado por que no se vean a dos personas en Cristo, asirma que
Cristo posee una sóla voluntad como principio de acción: la divina. Cristo no tiene una
voluntad humana.

Máximo Confesor ataca con fuerza ésta tesis a partir de los relatos evangélicos, sobre
todo la oración de Jesús en Getsemaní (Mc 14.36). Muestra ahí como la voluntad
humana actúa en consonancia con la divina (hágase tu voluntad y no la mía).

Se afirma que el monotelismo confunde alteridad de voluntades con una contradicción


entre voluntades.

El Concilio de Letrán de 649

Afirma la doble naturaleza y las dos voluntades de Cristo, para confirmar su perfecta
divinidad y humanidad.
El Concilio de Constantinopla III

Afirma dos voluntades o quereres y dos operaciones naturales, sin división, cambio ni
seperación. Dos voluntades, sin oponerse ni combatirse.

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