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Clase 1

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Neuropsicología Infantil

Introducción a la neuropsicología

La Neuropsicología se inscribe en el ámbito de la Neurociencia, que es un abordaje


multidisciplinar del estudio del sistema nervioso cuyo objetivo es unificar el conocimiento de
los procesos neurobiológicos y psicobiológicos, después de que durante mucho tiempo el
estudio de la mente y el cerebro se hayan mantenido como dos realidades diferentes.

En buena medida este hecho se ha debido al predominio de los planteamientos dualistas,


que impusieron la creencia de que ambas eran dos entidades cuantitativa y cualitativamente
diferentes. Por este motivo, el estudio del sistema nervioso y el de la mente humana fueron
el objeto de estudio por parte de la biología y la filosofía de un modo separado.

Los prejuicios ya existentes en civilizaciones precristianas, asumiendo los planteamientos


dualistas como verdad axiomática han prevalecido hasta fechas muy recientes, frenando el
conocimiento de las relaciones mente-cerebro. Por fortuna, el rápido avance en el
conocimiento del sistema nervioso experimentado a partir de la segunda mitad del siglo XX
ha propiciado el definitivo acercamiento entre las diferentes disciplinas preocupadas por el
estudio de la actividad del sistema nervioso.

La Neurociencia estudia el sistema nervioso desde un punto de vista multidisciplinario,


mediante el aporte de diversas disciplinas como Biología, Neurología, Psicología, Química,
Física, Farmacología, Genética o Informática. Dentro de esta nueva concepción de la mente
humana, estas ciencias son necesarias para comprender las funciones nerviosas,
especialmente las que son inherentes a la especie humana, es decir, las funciones mentales
superiores.

Como afirma Kandel (1996), la Neurociencia surge con el objetivo de entrelazar los distintos
estratos que conforman la realidad humana, desde la neurobiología molecular hasta la
cognición, permitiendo que podamos entender qué nos hace ser lo que somos.
Se puede definir la Neurociencia como el ámbito interdisciplinar que estudia diversos
aspectos del sistema nervioso: anatomía, funcionamiento, patología, desarrollo, genética,
farmacología y química, con el objetivo último de comprender en profundidad los procesos
cognitivos y el comportamiento del ser humano (Mora y Sanguinetti, 1996)

1. Historia y conceptos

1.1 Neuropsicología de orientación neurológica

Durante la primera mitad del siglo XX la Neuropsicología tuvo una orientación mecanicista y
estática, prestando mayor interés a la localización de la lesión cerebral mediante pruebas
neuropsicológicas. Es comprensible que la práctica de la Neuropsicología en sus inicios
tuviera este sentido, ya que su nacimiento se gestó a partir de la Neurología, por lo que se
resultaba prioritaria la evaluación del daño cerebral, postergando el estudio la conducta. Se
prestaba poca atención al estudio de los procesos cognitivos alterados como consecuencia
del daño en el sistema nervioso, y aún menos a la preparación de programas de
rehabilitación cognitiva de las funciones cerebrales que habían resultado dañadas.

Las primeras funciones que realizaba el neuropsicólogo consistían en la localización del daño
cerebral, determinando el grado de “organicidad cerebral” mediante pruebas psicológicas.
El objetivo de la Neuropsicología inicialmente era profundizar en el estudio del cerebro,
adscribiendo a la conducta un papel secundario ya que a lo sumo se interesaba en la
búsqueda de una posible relación entre una lesión cerebral en un Área circunscrita y el
deterioro que pudiera producirse en una prueba psicológica concreta.

En definitiva, la concepción de la Neuropsicología de los inicios ponía mayor énfasis en la


localización del daño cerebral a través de pruebas neuropsicológicas demasiado genéricas e
inespecíficas.

A pesar de las limitaciones de este enfoque excesivamente “neurologicista” de la


Neuropsicología en sus comienzos, se produjeron algunos frutos muy interesantes,
especialmente la creación de las primeras pruebas de evaluación neuropsicológica, como la
Escala de Halstead-Reitan. También, una de las pruebas de evaluación clínica con más solera,
el test gestáltico visomotor de Lauretta Bender, que apareció en 1937 y continúa teniendo
una amplia difusión.

1.2 Neuropsicología de orientación psicológica

Esta nueva concepción de la Neuropsicología empieza a desarrollarse desde finales de la


década de los años sesenta como consecuencia del desarrollo de la Psicología cognitiva. Si la
orientación neurológica tenía un sesgo localizacionista, esta nueva orientación tiene un
abordaje de signo más holístico, haciendo hincapié en el análisis y la comprensión de la
naturaleza de pruebas psicológicas para llegar a comprender su relación con la función
cerebral.

La Neuropsicología de orientación psicológica investiga los procesos psicológicos básicos,


especialmente los procesos cognitivos que subyacen en diversos cuadros clínicos
relacionados con el daño cerebral. La Neurociencia Cognitiva y la Neuropsicología Cognitiva
son un producto de esta nueva orientación de la Neuropsicología. Aunque resulta loable el
énfasis que presta la Neuropsicología de orientación psicológica sobre la conducta como
producto final del funcionamiento cerebral, sin embargo, en casos extremos puede tener un
sesgo excesivamente “psicologicista”, que atiende de manera casi exclusiva el estudio de las
funciones cognitivas, minimizando o ignorando las bases neurobiológicas de la conducta, por
lo que corre el riesgo de convertirse en una especie de Neuropsicología “descerebrada”
(Manga y Ramos, 1999). 8. Neuropsicología dinámica Como afirma Rourke (1983), las dos
concepciones anteriores de la Neuropsicología son estáticas y en ocasiones irreconciliables,
ya que no profundizan en el estudio conjunto de las relaciones conducta-cerebro. Por esta
razón, desde hace algo más de dos décadas se ha empezado a desarrollar una nueva
concepción de la Neuropsicología con un signo más dinámico e interactivo. Sus orígenes se
sitúan en los postulados de Alexander Luria y su objetivo es la profundización en el estudio
de las relaciones entre el cerebro y la conducta, intentando en todo momento entrelazar los
procesos psicológicos con los sistemas cerebrales subyacentes.

Es una modalidad de Neuropsicología interaccionista e interdisciplinar que investiga no sólo


los efectos de la lesión cerebral sobre la función mental, sino la naturaleza de los procesos
cognitivos que subyacen en las pruebas utilizadas para realizar la evaluación. De esta manera,
los sesgos neurologicistas o psicologicistas carecen de sentido dentro de este esquema, ya
que se pone énfasis en la interacción cerebro-conducta, estudiando dinámicamente las
relaciones entre los factores neurológicos y la estructura de los procesos cognitivos. Las tres
orientaciones de la Neuropsicología persisten en la actualidad en mayor o menor medida,
aunque cada vez están siendo más postergadas las concepciones estáticas que dan una visión
fragmentada de las relaciones entre el cerebro y la conducta. Se hace imprescindible la
integración real de las aportaciones teóricas, metodológicas y prácticas de las corrientes de
orientación neurológica más clínicas y las de orientación psicológica de signo más cognitivo

1.3 Neuropsicología Cognitiva

La Neuropsicología Cognitiva surge como una alternativa frente a la visión clásica de la


Neuropsicología, demasiado vinculada al modelo médico de la enfermedad, que excluía
laimportancia de los procesos alterados, centrándose únicamente en los aspectos
semiológicos y sindrómicos del daño cerebral. Se define como la ciencia que trata de
comprender los distintos tipos de procesamiento a que se somete la información en el
cerebro, así como las distintas modalidades y grados de relación que cada uno de ellos tiene
con las diferentes estructuras y funciones cerebrales subyacentes. La Neuropsicología
Cognitiva trata de proporcionar una explicación de los procesos mentales a partir de las
relaciones entre la conducta y los sistemas de procesamiento, y no en base a la relación entre
anatomía cerebral y conducta tal y como hacía la Neuropsicología tradicional (Ellis & Young,
1988).

Está inspirada en la idea de que los procesos psicológicos pueden investigarse observando
cómo se descomponen los distintos elementos de las capacidades mentales tras un daño
cerebral.

Para lograr sus objetivos, se basa en las observaciones cuidadosas del comportamiento que
exhiben las personas con lesiones cerebrales, pero también se guía por el marco teórico que
proporciona la Neurociencia cognitiva.
Para la Neuropsicología Cognitiva la actividad mental es un sistema representacional que
funciona mediante un sistema computacional capaz de manipular y procesar la información
por lo que el estudio de los procesos es el elemento más importante.

Se interesa más por la lógica de los procesos mentales que por el estudio de las correlaciones
neuronales de dichos procesos.

Los neuropsicólogos cognitivos centran su atención en el estudio de la naturaleza de las


representaciones internas, mediante el análisis pormenorizado de los procesos que medían
en la resolución de problemas, tratando de construir un software del funcionamiento
psicológico humano (Benedet, 1997).

El objetivo de la Neuropsicología Cognitiva es el estudio del procesamiento de la información


en el sistema nervioso, mediante una serie de operaciones que son capaces de convertir los
estímulos en respuestas. En primer término trata de comprender los tipos de procesamiento
a que se somete la información en el cerebro y las modalidades y la relación de cada uno de
estos procesamientos con las diferentes estructuras y funciones cerebrales.

En segundo lugar se interesa por todos los cambios que acompañan a la lesión cerebral en la
esfera conativa, atendiendo a los cambios en la personalidad y en la motivación, ya que la
Neuropsicología Cognitiva no sólo se preocupa por las alteraciones cognitivas derivadas del
daño cerebral, sino también por las distintas alteraciones psicopatológicas que son
consecuencia sobreañadida del daño cerebral.

La Neuropsicología Cognitiva se inspira en el modelo de Modularidad de la Mente propuesto


por Fodor (1983), posteriormente reforzado por las aportaciones de Moscovitch y Winocur
durante la década de los noventa. Según la Teoría de la Modularidad, el cerebro es un
Sistema de Procesamiento de la Información (SPI) constituido por una serie de subsistemas
de naturaleza modular más o menos diferenciada, pero interdependientes entre sí.

En todo proceso cognitivo existen tres etapas de procesamiento:

1ª) Procesamiento de entrada de la información que accede al encéfalo, o análisis


perceptivo.
2 ª)Procesamiento serial o paralelo que facilita el almacenamiento de la información para
que pueda ser evocado con posterioridad o que permita realizar representaciones mediante
imágenes de la información para el reconocimiento, lo que se llama análisis semántico o
procesamiento para el significado. La denominación más frecuente de este tipo de
procesamiento es la de Sistema de Procesamiento de la Información (SPI).

3ª) Procesamiento de salida, encargado de transformarse en algún tipo de conducta,


pensamiento o acción. Para que los estímulos ambientales puedan ser tratados por el SPI es
necesario que previamente sean transformados en representaciones mentales procesables,
que reciben la denominación de Representaciones de Entrada y tienen lugar en las áreas
primarias del córtex cerebral. Posteriormente, la transformación tiene lugar en el SPI,
haciendo que las representaciones puedan ser captadas de manera secuencial o en paralelo
por procesadores más o menos especializados. Para que se realice el procesamiento de la
información en el SPI son necesarios módulos o subsistemas que no están necesariamente
relacionados con áreas neuroanatómicas específicas, ya que cuanto más compleja es una
función mental, más tiende a estar representada en varias áreas del cerebro. Finalmente
serán transformadas en otras representaciones, que pueden ser utilizadas por el propio SPI
o bien archivadas en el almacén de memoria, si no se exige una respuesta. Por el contrario,
si se exige respuesta, ésta se elaborará a partir de las representaciones correspondientes,
siendo preparada para ser comunicada, es decir, para salir del SPI mediante la producción de
una Representación de Salida que contiene el programa motor que ha de ser ejecutado por
los sistemas efectores correspondientes (aparato fonador, extremidades...).

Los órganos receptores, las áreas sensoriales y las vía nerviosas que salen del SPI se
denominan componentes periféricos, mientras que el SPI es el componente central, que
media entre la representación de entrada y la de salida. La Neuropsicología Cognitiva se
ocupa únicamente del estudio de los componentes centrales (SPI), la naturaleza de las
representaciones que entran en ellos y el devenir de estas representaciones a lo largo de su
recorrido por los componentes pertinentes hasta que, en su caso, se genera la
representación de salida, que contiene el programa motor. También se interesa por las
posibles alteraciones que pueden sufrir los procesadores como consecuencia del daño
cerebral, así como de las consecuencias que estas alteraciones ejercen sobre las
representaciones procesadas por ellos. Por tanto, la Neuropsicología Cognitiva únicamente
se ocupa por el estudio de las alteraciones de conducta de naturaleza central, mientras que
las alteraciones de conducta de naturaleza periférica son el objeto de estudio de otras
disciplinas. La Neuropsicología Cognitiva excluye de su objeto de estudio aquellas funciones
psíquicas que no forman parte del SPI, como la regulación de la ingesta alimentaria o la
sexualidad.

Las alteraciones cognitivas que presenta una persona con daño cerebral se explican por la
Neuropsicología Cognitiva en términos de alteración en el procesamiento de la información,
considerando que un lesionado cerebral puede tener el problema en la entrada, durante el
procesamiento o en la salida.

2. RAMAS DE LA NEUROPSICOLOGÍA

La Neuropsicología clínica es parte de la ciencia. Por tanto, como en todas las especialidades
científicas se pretende generar estudios que mejoren las técnicas, intervenciones y
mecanismos de diagnóstico, a fin de desarrollar este campo de estudio a través del método
científico.

Dentro de las áreas de investigación se distinguen tres ramas: Neuropsicología experimental,


Neuropsicología conductual y Neuropsicología clínica.

2.1 LA NEUROPSICOLOGÍA CLÍNICA

Es la "aplicación de nuestro conocimiento sobre las relaciones cerebro-conducta en


humanos a problemas clínicos" (Horton, Wedding & Phay, 1981, pág. 59).

De forma similar al desarrollo del psicólogo clínico como un profesional con especial
experiencia psicométrica y psicoterapéutica en diversas áreas de la psicopatología, el
neuropsicólogo clínico es un profesional con una experiencia psicométrica y capacidad
diagnóstico que es aplicable a las disfunciones comportamentales asociados a los
disfunciones del sistema nervioso central.

Así como los instrumentos psicométricos, cuidadosamente validados y rigurosamente


estandarizados, como los Escalas de Inteligencia de Wechsler (WAIS, WAIS-R, etc.) o el
inventario de Personalidad Multifásico de Minnesota (MMPI) están fuertemente asociados a
la psicología clínica, la Batería Neuropsicológica Haistead-Reitan y la Batería
Neuropsicológica Luria-Nebraska están identificadas con la neuropsicología clínica.

El énfasis en los aspectos psicométricos es, en gran medida, el resultado de la contribución


de Ralph M. Reitan a este campo.

2.2 LA NEUROPSICOLOGÍA EXPERIMENTAL

Es el estudio de las relaciones básicas cerebro-conducta. Al igual que la psicología


experimental, la neuropsicología experimental se centra fundamentalmente en los aspectos
o cuestiones teóricos más que en las aplicaciones prácticas. Debido a la naturaleza de las
cuestiones que se abordan con mayor frecuencia, los neuropsicólogos experimentales suelen
utilizar sujetos no-humanos para su investigación.

El grado de generalización de las relaciones neurocomportamentales básicas depende de las


especies y el área de la psicología que se estudie. Por ejemplo, desde el momento en que las
funciones corticales superiores del lenguaje sólo pueden ser llevados a cabo en todo su
extensión por seres humanos, sería difícil concebir un modelo explicativo apropiado y fiable
basado en experiencias no-humanas (para una mayor comprensión de este aspecto, véase
Terrace, Pettito, Sanders & Bever, 1979).

2.3 LA NEUROLOGÍA COMPORTAMENTAL

Es el tercer subcampo de la neuropsicología. Como la neuropsicología clínica, la neurología


comportamental está interesado en las aplicaciones clínicas del conocimiento científico. Sin
embargo, a diferencia de la primera, la neurología comportamental se sirve de un enfoque
cualitativo e intuitivo. Por contra, la neuropsicología clínica tiene una fundamentación más
cuantitativo y psicométrica.0

Es más, la neurología comportamental utiliza un enfoque más médico tradicional de estudio


de casos en la conceptualización de fenómenos neurocomportamentales, como ha sido
expuesto por A. R. Luria (1973). Este enfoque, por descontado, supone que el practicante
tiene una experiencia clínica considerable así como una buena comprensión de la estructura
y función neuronal.

3. ÁMBITOS DE ACTUACIÓN DE LA NEUROPSICOLOGÍA

El ámbito de actuación de los neuropsicólogos es muy amplio, y se relaciona con diferentes


contextos sanitarios, educativos, sociales o relacionados con la investigación, básica o clínica
del cerebro.

Se pueden resumir en cinco las competencias que realizan los neuropsicólogos: evaluación,
intervención, prevención, investigación y orientación de las relaciones conducta-cerebro,
tanto en sujetos sanos como en los que han sufrido algún tipo de daño cerebral

3.1. Evaluación neuropsicológica

El diagnóstico del daño cerebral fue la primera función realizada por los neuropsicólogos,
cuando se les pedía que valorasen el grado de organicidad cerebral.

Según la Asociación Americana de Psicología Clínica (APA), la evaluación neuropsicológica es


el proceso que utiliza tests y procedimientos estandarizados para valorar sistemáticamente
varias áreas:

• Inteligencia.

• Resolución de problemas y capacidad de conceptualización.


• Planificación y organización.

• Atención, memoria y aprendizaje.

• Habilidades académicas.

• Habilidades perceptivas y motoras.

La evaluación neuropsicológica se recomienda en aquellas situaciones en las que se sospeche


la existencia de algún déficit cognitivo o de conducta relacionado con el cerebro,
especialmente en los siguientes casos:

• Daño cerebral traumático.

• Accidentes vasculares.

• Dificultades de aprendizaje.

• Trastornos por déficit de atención.

• Trastornos neuropsiquiátricos.

• Cuadros epilépticos.

• Enfermedades y tratamientos médicos.

• Efectos de sustancias tóxicas y abuso de drogas.

• Demencia.

Para realizar la evaluación neuropsicológica fundamentalmente se utiliza el repertorio


disponible de pruebas específicas de la Neuropsicología, de tipo clínico o mediante pruebas
estandarizadas. También es frecuente la utilización de pruebas psicofísicas como la escucha
dicótica o la presentación taquitoscópica.

La progresiva y creciente utilización de pruebas de neuroimagen anatómica y funcional es un


campo complementario que puede enriquecer los hallazgos obtenidos a través de los tests
neuropsicológicos, sustentando o refutando las hipótesis obtenidas.
Es imprescindible que la evaluación neuropsicológica se acompañe de suficiente
documentación sobre la neurobiología del sistema nervioso, e igualmente es aconsejable
que los neuropsicólogos estén suficientemente formados en psicofarmacología, dada la
frecuente necesidad que tienen las personas con daño cerebral de seguir este tipo de
tratamiento, así como para conocer los efectos de los psicofármacos sobre las funciones
cognitivas.

Por otra parte, resulta imprescindible la consideración de los factores personales de cada
paciente, ya que habitualmente las personas que han sufrido daño cerebral tienen un
rendimiento diferente en la vida real que en los exámenes neuropsicológicos (Marcos, 1994).
Este hecho sucede porque las escalas neuropsicológicas no dejan de ser, en última instancia,
artificios que permiten definir niveles de rendimiento de una forma más o menos
estandarizada, pero la idiosincrasia de cada persona con daño cerebral es diferente. La
evaluación neuropsicológica del daño cerebral adquiere una especial importancia en
aquellos casos en donde a pesar de existir un deterioro neurocognitivo, éste no puede ser
diagnosticado mediante técnicas neurológicas, neurofisiológicas o de neuroimagen
anatómica.

Numerosos ejemplos avalan la presencia de “falsos negativos” que a pesar de que ofrecen
una exploración neurológica normal, presentan déficit significativos en las pruebas de
evaluación neuropsicológica. Ciertas demencias en fase incipiente, determinadas lesiones
cerebrales sin repercusión neuroanatómica, trastornos del lenguaje, episodios de isquemia
transitoria o dificultades de aprendizaje son algunos ejemplos de cómo la exploración
neuropsicológica puede identificar alteraciones cognitivas con mayor precisión que otras
formas de evaluación médica.

3.2. Rehabilitación cognitiva

La Neuropsicología se preocupa por el desarrollo de programas de intervención y


rehabilitación de las funciones cognitivas, tanto en sujetos sanos como en lesionados
cerebrales. También entra dentro del ámbito de la rehabilitación cognitiva el tratamiento
psicológico de los problemas emocionales derivados del daño cerebral. La neuropsicoterapia
es la denominación genérica que recibe la aplicación de las técnicas de tratamiento
psicológico al ámbito de la rehabilitación del daño cerebral. Una prueba del interés creciente
de la rehabilitación neuropsicológica es la existencia de una publicación especializada
Neuropsychological Rehabilitation.

Desde hace pocos años las aplicaciones informáticas son un recurso cada vez más utilizado
en el ámbito de la rehabilitación cognitiva, dadas sus numerosas ventajas. Es necesario
aplicar el principio de la validez ecológica a los programas de recuperación de daño cerebral,
desarrollando programas de rehabilitación cognitiva adaptados a cada sujeto. Hay que tener
en cuenta que existe una gran variabilidad interpersonal entre los sujetos que han sufrido
daño cerebral como consecuencia de distintas variables: personalidad previa, entorno
familiar, profesión, edad, estilo cognitivo, nivel socioprofesional, etc. Por esta razón, la
Neuropsicología debe desarrollar metodologías de intervención encaminadas a lograr la
restauración de las funciones psíquicas superiores deterioradas por la lesión cerebral del
modo más personalizado posible.

El neuropsicólogo se debe centrar cada vez más en el aprovechamiento de la plasticidad


cerebral junto a las variables personales específicas a la hora de desarrollar los programas de
rehabilitación.

3.3. Prevención del daño cerebral

En nuestra sociedad psicocivilizada se da la paradoja de que se produce un aumento en el


número de casos de discapacidad cerebral, a pesar de que año tras año aumenta la
longevidad de la población, lo que se ha dado en llamar “el fracaso del éxito” de la medicina.
Por otra parte, cuanto mayor es el número de personas que sobreviven después de haber
tenido algún daño cerebral, lógicamente se produce un incremento del porcentaje de
personas con secuelas sensitivas, motoras, cognitivas y comportamentales. Desde la
perspectiva de la Psicología de la salud, la prevención del daño cerebral puede realizarse en
tres niveles: primario, secundario y terciario.

En el ámbito de la prevención primaria del daño cerebral las acciones en las que puede

implicarse la Neuropsicología son muy variadas:

a) Participación en los programas de prevención de accidentes de tráfico.

b) Campañas de promoción de la salud evitando el riesgo de enfermedades vasculares


Prevención del fracaso escolar, especialmente en los niños de riesgo biológico con mayores
probabilidades de presentar disfunción cerebral y dificultades de aprendizaje.

d) Programas de prevención del consumo de drogas adictivas en la población, alertando


sobre el riesgo elevado de que provoquen daño cerebral.

La prevención secundaria del daño cerebral se ve favorecida por la mayor plasticidad


cerebral, especialmente en los casos en los que el tratamiento se inicia de modo precoz.

La atención al daño cerebral, especialmente en el plano cognitivo sigue siendo una


asignatura pendiente, ya que además del desconocimiento que existe de la Neuropsicología
en muchos sectores, todavía hay una insuficiente dotación de neuropsicólogos y, lo que es
peor, sobran los prejuicios en muchos profesionales que atienden a pacientes con daño
cerebral. Muchas veces se retrasa excesivamente el tiempo de espera hasta recomendar un
programa de rehabilitación cognitiva o, lo que es más grave, se priva al paciente de esta
posibilidad. Resulta inadecuado el planteamiento de “esperar y observar” que todavía se
utiliza en ciertos ámbitos asistenciales: cuando una persona ha sufrido daño cerebral, el
tratamiento cognitivo se debe realizar con la mayor precocidad posible, no sólo por el efecto
positivo sobre su plasticidad cerebral, sino porque además la intervención tiene un valor
intrínseco que refuerza al paciente y disminuye el riesgo de reacciones psicopatológicas
desadaptativas.

La prevención terciaria es el ámbito de la rehabilitación cognitiva que menos ha sido


estudiado, aunque en los últimos años está cobrando cada vez más interés la posibilidad de
realizar intervención cognitiva incluso varios años después de que se haya producido el daño
cerebral.

La estimulación intensiva de la actividad motora en personas que habían experimentado


parálisis, pasados más de veinte años desde el momento en el que habían sufrido lesión, ha
demostrado que se produce un incremento del flujo metabólico cerebral en las áreas
cerebrales dañadas. De igual modo, cabe pensar que la estimulación y el entrenamiento
neurocognitivo al cabo de varios años tras una lesión puede mejorar el estado general del
paciente, produciendo algún tipo de reorganización en su sistema nervioso.

3.4. Investigación de las relaciones conducta-cerebro

Son varias las competencias que la Neuropsicología puede desarrollar en este apartado:

a) Traducción y adaptación de pruebas neuropsicológicas ya existentes para disponer de


suficientes herramientas diagnósticas. Un claro ejemplo es la difusión mundial de las escalas
neuropsicológicas inspiradas por Luria.

b) Creación de nuevas herramientas para la evaluación neuropsicológica, ya que el repertorio


existente sigue siendo insuficiente.

c) Creación y desarrollo de nuevos programas de rehabilitación cognitiva, haciendo uso


creciente de programas de software específicamente diseñados con tal finalidad.

d) Investigación sobre perfiles neuropsicológicos de diversas patologías relacionadas con el


daño cerebral, pues se dispone de insuficiente información de los aspectos
neuropsicológicos diferenciales de muchas patologías relacionadas con el Sistema Nervioso:
endocrinopatías, cromosomopatías, trastornos neurológicos, dificultades de aprendizaje,
etc. cerebrales.
3.5. Orientación

El progresivo incremento en el número de personas con daño o disfunción cerebral exige la


necesidad de realizar una adecuada orientación personal y familiar del daño cerebral. Aquí
se incluyen varias competencias, en colaboración con otros profesionales que intervienen en
el tratamiento del daño cerebral:

a) Orientación profesional al paciente que ha sufrido daño cerebral, identificando las áreas
cognitivas preservadas y no preservadas, lo que puede permitir la realización más efectiva
de una determinada actividad laboral.

b) Orientación familiar, buscando solución a los problemas derivados de la lesión cerebral en


los miembros de la familia.

c) Determinación del grado de incapacidad producido por lesiones del sistema nervioso.

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