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Investigación Ecología Política

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ECUADOR

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS


ESCUELA DE SOCIOLOGÍA

ECOLOGÍA POLÍTICA

Política de reubicación poblacional y el ordenamiento socioeconómico en el proyecto


habitacional “La Mena”, Alcaldía Metropolitana de Quito 2011-2012

Mateo Reascos

8 de MAYO DEL 2013

1
INTRODUCCIÓN

Para el presente trabajo se realizará un análisis del Proyecto Habitacional “La Mena” de Quito,
ubicado al sur de la ciudad. Utilizaremos el enfoque que ve a la ciudad como un espacio urbano
en movimiento; el cual es a fin de cuentas un fenómeno mundial caracterizado por entablar
relaciones urbano-rurales estableciendo predominancia al eje urbano. Respondiendo a procesos
de modernización típicamente acompañado por estallidos económicos pertenecientes al sistema
mundial; es decir se gesta en un marco de globalización y capitalismo interconectados entre sí.

El proceso urbano modifica la noción de espacio y ubicación en relación con la escala mundial.
Accesos para la tecnología de comunicación y de trabajo. Traducidos en enlaces de diversas
realidades a nivel mundial, configurando las magnitudes de cercanía y alejamiento de los
segmentos del territorio. Teniendo en cuenta que la ecología recae directamente sobre dichos
procesos dado que ella nos da cuenta de la relación de los seres humanos con el medio ambiente.
Y con mayor precisión aun, sabemos que la ciudad y el Proyecto Habitacional “La Mena” son
temas de importancia ecológica en la medida que representan la construcción dialéctica entre
espacio “artificial” o medio social con el medio ambiente o espacio “natural objetivo” .

La ciudad se construye en la medida que los procesos urbanos van siendo efectivos. Estos
procesos no son de ninguna manera autónomos ni impersonales; se construye en base a las
personas que la habitan y llenan de vida. Hay que tener presente en todo momento la noción de
dinámica para entender cómo la configuración del territorio es un proceso que funciona como
núcleo movilizador de la ciudad.

Las personas que habitan los procesos urbanos, producen las interacciones que hacen que la
ciudad sea un fenómeno en movimiento. En este punto podemos mencionar el debate que existe
sobre dos grandes corrientes que se dedican a entender a la ciudad: en primer lugar tenemos
aquellos estudios que forman una explosión, una constelación de temáticas específicas. Desde
este enfoque se comprende el funcionamiento de sectores cuya razón de existencia se encuentra
relacionada o hasta justificada por la ciudad. Y en segundo lugar tenemos a la reflexión de
procesos urbanos centrales; los cuales realizan una comprensión de la lógica de la ciudad como
fenómeno entero. Su principal referente de estudio es el movimiento de la ciudad.

Diremos entonces que el Proyecto Habitacional “La Mena” constituye un fenómeno urbano
entero que si bien no se enfoca en la ciudad en el nivel más macro; necesariamente da cuenta de
este. Partimos por determinar que no podríamos entender el proceso urbano de la Mena sin antes
comprender el proceso general que lleva a Quito junto con aquellas dimensiones que son
correlacionadas con los fenómenos de globalización y de modernización.

No veremos al Proyecto habitacional como una temática específica y autónoma sino como una
muestra o un extracto de aquel movimiento total de la ciudad. Pensemos pues que dentro de una
ciudad con diversas realidades territoriales, los barrios son como la unidad más pequeña que

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puede mostrarnos o que puede implicar en ella los diferentes fenómenos nucleares que
constituyen la ciudad. Para aclararnos en este asunto podemos citar a Sassen:

“Lo que se debe aclarar es que ahora no se puede concebir a las ciudades como
unidades cerradas, sino como estructuras complejas en donde se articulan varios
procesos transfronterizos y participan tendencias importantes” (Sassen, 2007, pág. 126).

Articularemos al capitalismo como dimensión trascendental de cada proceso urbano incluyendo


al Proyecto Habitacional “La Mena”. El capital funciona como un núcleo reactivo, como un
energizante que diseña, promueve, transforma y sostiene la ciudad en la modernidad. Dicho esto,
podemos afinar este punto de análisis sobre los procesos urbanos: hablamos de capitalismo como
influenciador primario de muchas de las lógicas urbanas; entonces podemos decir que nos
referimos a los diversos flujos de capitales que se asientan. Así, responderemos a las preguntas
de ¿cómo los flujos del capital estructuran el proceso urbano? y ¿cómo los flujos del capital
determinan las características geográficas de las zonas urbanas?

“Una cuidadosa revisión sobre los trabajos de Marx revela que él reconocía que el
procesos de acumulación del capital tenía lugar en un contexto geográfico y que
mientras ese proceso de acumulación estuviese allí, podría volcarse a favor de crear
tipos específicos de estructuras geográficas.” (Harvey, 2001, pág. 237)

La acumulación del capital tiene una dimensión territorial y tienen un impacto territorial
relacionado con una determinada organización socio-económica del territorio. Hablamos de la
acumulación del capital: son puntos de circulación de capitales que poco a poco modelan la
geografía siempre pensando en la acumulación del capital.

3
CAPÍTULO I
CONSTRUCCIÓN SOCIAL DEL ESPACIO: DISCUSIÓN ECOLÓGICA POLÍTICA

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LA TÉCNICA Y LA NATURALEZA

La ecología es un área de entendimiento que da cuenta y examina la relación entre ser humano y
su entorno. Así, cuando decimos ser humano no cubrimos solamente su biología o su rol en un
ecosistema; en realidad, lo más importante a lo que nos referimos es el ser humano como ensayo
de vida, como sentido simbólico o capacidad de producir representaciones. Recordando siempre
que resulta imposible separar la dimensión simbólica de la empírica. Al mencionar el ensayo de
vida acentuado en la producción de representaciones (ideología) incluimos la materialización de
dicha esfera. Como resultado tenemos una ecología entendida desde el intercambio de
movimientos y trasformaciones humanas con su entorno ideológicamente percibido por igual.

Si nuestro interés es una relación de intercambio, lo siguiente es establecer los límites y


condiciones de dicha relación. En el caso del ejercicio de vida del ser humano frente a su entorno
tenemos un vínculo basado en el conflicto. Nos situamos en la dialéctica entre sociedad o
civilización junto con la naturaleza cuyas existencias representan negaciones estructurales
respectivamente. Son más que opuestos, son anti-existenciales entre sí. No obstante la clave de
esta relación aparece cuando reconocemos que al mismo tiempo una parte no se entiende sin la
otra. Es la tensión entre civilización y naturaleza lo que hace posible que podamos definirlas,
reconocerlas y sobre todo habilita un espacio desde donde los seres humanos pueden llevar a
cabo su vida.

El conflicto se evidenciará en primer lugar en el cuerpo humano, siendo este la materialización


más certera de una relación dialéctica entre sociedad y naturaleza. El cuerpo es al mismo tiempo
un producto simbólico socialmente construido con sus respectivas objetivaciones, y también
pertenece a las lógicas de la naturaleza, de flujo causal continuo lleno de estructuras biológicas
bien diferenciadas de las estructuras sociales. El cuerpo es humano siempre y cuando éste
represente un espacio de disputa u colisión de fuerzas.

Sobre el núcleo duro de la dialéctica del cuerpo encontramos todas las ramificaciones de la
relación del ser humano con su entorno (en parte porque el primer entorno sobre el cual debe
desenvolverse un ser humano es su propio cuerpo). Sin embargo, por muy diversas que estas
ramificaciones puedan ser, las podemos agrupar bajo un término común: la técnica, entendida
como la acción de manipular el medio ambiente según las necesidades-intereses que existan en el
proyecto de vida.

La manipulación del medio ambiente supone la capacidad de intervenir y transformar el hábitat


de forma “consciente”; es decir fundiendo el sentido simbólico-ideológico con las
manifestaciones del flujo natural. ¿Cómo fundirlo? En sentido estricto la estrategia es la misma
de la categoría praxis desarrollada por Marx que consiste en la dialéctica del crear o transformar
con el entender o explicar. La forma cómo logramos situarnos en el mundo pasa por un
comprensión-acción de los acontecimientos; la única forma de lograr dar cuenta de una
existencia es al modificarla de alguna manera su “naturaleza” y volverla operante dentro de

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nuestro hábitat. El resultado a abreves rasgos es la detención, el frenar varias de las expresiones
del flujo natural (no el flujo en su totalidad ya que el movimiento es necesario para seguir
cubriendo necesidades-intereses) o mejor dicho sería el lograr controlar las causas y los efectos.

“El uso exosomático de la energía y materiales por parte de los humanos depende de la
tecnología la economía, la cultura y la política. La demografía también está relacionada con las
estructuras y percepciones sociales cambiantes, y es un sistema reflexivo, en tanto que los
patrones de migración humana dependen de la economía, la política, las leyes y la policía de
fronteras, más que de imperativos naturales.” (Martínez, 2004, pág. 51)

¿Dónde podemos evidenciar los mecanismos o las técnicas para la intervención o trasformación
del entorno? No hace falta imaginarnos máquinas sofisticadas o poderosas, la repuesta es mucho
más simple: el lenguaje (haciendo hincapié en su dimensión de representación y simbolización).
La técnica más efectiva es el nombrar la realidad y luego establecer un sistema de concordancia
para dichos nombramientos. Cuando se nombra y luego se “rellena” o se defina aquel nombre se
está realizando activamente una técnica para manipular el medio ambiente y sobre todo nos
indica el proceso más básico que nos permite entender la fundición dialéctica entre la ideología y
la percepción y uso ideológico de la naturaleza.

Por otro lado, resulta muy importante el puntualizar el hecho de que el conjunto de técnicas,
mecanismos y procedimientos utilizados para manipular el medio ambiente así como las
necesidades e intereses varían según la sociedad y según el ensayo civilizatorio al cual
pertenezcan. En otras palabras diremos que la relación entre entorno y ser humano es muy
diversa a lo largo y ancho del mundo en términos de formato y de sentido. Con lo cual podemos
concluir que no existe una sola forma universal dada sobre qué tipo de medioambiente producir,
sobre qué necesidades o intereses hay que satisfacer y sobre todo de qué medios utilizar para
conseguir dichos fines.

Volviendo al tema del lenguaje, sabemos que es un rasgo constitutivo de la humanidad. No


obstante, al ser una técnica varía mucho de acuerdo a las sociedades que existen, un lenguaje está
vivo y logra construir el medio ambiente en la medida que este último construye al lenguaje. Las
palabras funcionan como organismos vivos en todo el sentido de flujo y de adaptabilidad.
Algunas palabras se extinguen en razón de que su sentido y su lugar en el mundo son perdidos,
otras palabras nuevas aparecen cuando hay un lugar en el mundo que requiere un sentido y una
aproximación. Así como continuamente la tecnología va innovando y trasformando la realidad
inmediata y a largo plazo del ser humano, el lenguaje hace exactamente la misma cosa (al menos
en su dimensión de técnica social).

Por esta razón existe un gran número de idiomas, dialectos y lenguas; cada una nos da cuenta de
una relación en particular con el medio ambiente que está diferenciada de la otra. El espacio
mismo se construye siguiendo el mismo parámetro: el lenguaje emplea todo lo que esté a su
alcance para desarrollarse a sí mismo y para abordar dicha área que está a su alcance. Y lo
evidenciamos al constatar que de un idioma a otro encontramos palabras que son “intraducibles”

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o aquellas que “faltan” o “sobran”. Este es un gran punto de enclave que nos ayuda a vislumbrar
las condiciones de la relación entre una sociedad y la naturaleza, dado que con el lenguaje
logramos hacer un doble movimiento de aproximación: la percepción (sensibilidad) y la
cognición (entendimiento).

Podemos tomar como ejemplo el caso de la modernidad en la cual tenemos una retórica muy
particular sobre la naturaleza que está absolutamente ligada a las lógicas de procesos de
acumulación y explotación para el capital. Esto significa que la forma cómo percibimos y
entendemos a la naturaleza pasa por un ordenamiento previo que responde a intereses concretos,
a una ideología y a un ensayo civilizatorio definido (para efectos de este análisis entenderemos
por ensayo civilizatorio al acumulado histórico de necesidades y disputa política de intereses).

Un ordenamiento que incluye valoraciones y experiencias que no son propias de la naturaleza


sino de nuestro sistema de representaciones que aterriza sobre la naturaleza. En otras palabras,
hablamos de la producción social de la realidad y sobre la existencia permanente de un sesgo a la
hora de relacionarnos con la naturaleza que de ninguna manera se expresa pura frente a nosotros
por el simple hecho de que nuestras estructuras de percepción y cognición requieren de una
fuerte huella ideológica.

“La naturaleza, también el marxismo, es predominantemente un objeto, el adversario del hombre


en su “lucha con la naturaleza”, el campo para el desarrollo cada vez más racional de las
fuerzas productivas. Pero, en esta forma, la naturaleza aparece como aquello que el capitalismo
ha hecho de ella: materia, materias primas para la administración creciente y explotadora de los
hombres y las cosas.” (Marcuse, pág. 73)

La frase más importante que podemos rescatar de la teoría de Marcuse es la clasificación de la


expresión de la naturaleza como aquello que capitalistamente es creado. El hecho que la
naturaleza aparezca ya con ciertos condicionantes como lo son las “fuerzas productivas”,
“materias primas”, “explotación” y “cosa”; nos indica la existencia de un largo proceso de
intercambio entre el ejercicio de la vida social y el flujo natural que esta sobre todo materializado
en los cuerpos de los seres humanos que pertenecen a él. Estando nuestro lenguaje cotidiano
absolutamente ajustado como demostramos anteriormente al enlistar términos (nombres) que
aluden a un sentido específico de relación con la naturaleza.

“La naturaleza comercializada, la naturaleza contaminada y la naturaleza militarizada, todo ello


interfiere en el modo de vida del hombre, no sólo en sentido ecológico, sino asimismo en un
sentido existencial; impide la cathexis (y la transformación) erótica de su alrededor: priva al
hombre de encontrarse a sí mismo en la naturaleza, más allá y de este lado de la enajenación;
también le impide reconocer a la naturaleza como un sujeto por su propio derecho, un sujeto con
el cual vivir en común universo humano.” (Marcuse, pág. 71)

Ahora bien, no podemos pasar por alto el hecho de que cada configuración en la ecología de los
seres humanos causa consecuencias en los mismos. La idea de que la sociedad moderna se
construya en función del andamiaje de producción y acumulación de capital que podríamos

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simplificar en la lógica de la mercantilización absoluta (entendidos como procesos ideológicos)
produce sujetos específicos que justamente definen de la misma manera su condición existencial
(más aún si recordamos que el cuerpo es el primer “espacio del orden natural” que es disputado y
lanzado al conflicto). El modo de vida del hombre estará reflejado en los términos con los cuales
se aproxima a la naturaleza, cuando hablamos de asuntos ecológicos, en el fondo hablamos de
nuestro modelo de vida propio.

LA DIMENSIÓN POLÍTICA, LA ESCENA DEL DESASTRE

Además de la ecología, tenemos muy ligado al campo de la política al cual lo vamos a definir
como el espacio de la praxis o de la evocación al conflicto. La política nos habla sobre las
objetivaciones de las disputas generadas sobre el sentido y el cúmulo de representaciones; es otro
elemento constitutivo del ser humano que aterriza sobre las relaciones humanas que habilitan la
producción de mundo (material y simbólico en dialéctica con el medio ambiente). Si nos
preguntásemos ¿Cómo se explica la diversidad de relaciones con la naturaleza que las diferentes
sociedades generan? La respuesta sería la política en la medida que da cuenta de la tensión entre
seres humanos y la lucha por definir tanto los intereses como las necesidades (en definitiva el
proyecto de vida). Según el conflicto avance, las necesidades interés cambiarán junto con las
formas de hacer praxis en el mundo.

En este punto llegamos al correlato en la dimensión de la política de aquello que definimos antes
como la técnica o la capacidad de intervenir en el entorno. Lo cierto es que no podemos esquivar
el hecho de que una técnica tiene como núcleo existencial el trabajo colectivo de los seres
humanos. Y por lo tanto la ecología tiene como base fundamental las relaciones sociales que se
tejen entre los humanos para garantizar la aplicación de la técnica. Tenemos dos movimientos
posibles que acompañan el trabajo colectivo y desde los cuales se construye la ecología: son la
cooperación y la competencia. Ambas alternativas están presentes simultáneamente en cada
técnica colectiva y su función principal es la de garantizar la supervivencia (entendida tanto en
sentido universal de humanidad así como también en sentido particular de ensayo civilizatorio).

La cooperación y la competencia son la materia política de la ecología puesto que están


construidas por lo que desde Marx llamaríamos las relaciones sociales de producción. Las cuales
sabemos que a nivel de formato son en gran medida una arbitrariedad que responde a lógicas de
estructuración jerárquica de la sociedad o de su ordenamiento en rasgos amplios. Si nos
referimos a trabajo colectivo, en otras palabras nos referimos a ordenamiento, normatividad e
integración social; es una acción que exige un mínimo común de acuerdo lo que incluye un
mínimo común de disputa. Teniendo en cuenta que este ordenamiento tiene como producto
principal no la técnica o los medios materiales o simbólicos de supervivencia sino a un ser
humano “ordenado” (estructuras de percepción y de cognición). La política entra a debatir este
ordenamiento sobre la técnica colectiva y la construcción de la sociedad, siendo el espacio donde
se puede disputar aquel orden o donde se lo puede reafirmar.

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Utilizando estas consideraciones podemos ampliar más la noción de ecología para vincularla
directamente con la política: Tenemos pues la relación del ser humano con otro ser humano, la
relación de ser humano con naturaleza, la relación de ser humano con sociedad y la relación de
saciedad con naturaleza. Una forma rápida y certera de sintetizar esta vinculación entre ecología
y política es analizar el tema de los recursos que entra en la lógica de los conflictos distributivos.
La política determina en gran medida la forma en cómo se trata a los recursos, desde cómo y
dóndes se los obtiene hasta quienes reciben cuánto. La ecología está entremezclada en la
construcción de la relación del ser humano y la naturaleza anclada en la dinámica de los recursos
que define la experiencia sensorial y cognitiva.

“La confrontación de los problemas ecológicos exige elegir y tomar decisiones –qué producir,
qué consumir, de qué tipo de energía depender–, lo que en última instancia tiene que ver con la
forma de vida misma de la gente; en tanto tales, no sólo no son problemas técnicos, sino que son
eminentemente políticos en el sentido radical de que demandan decisiones sociales
fundamentales.” (Zizeck, 2011, pág. 52)

Con esto podemos realizar la siguiente afirmación: la forma cómo el ser humano desenvuelve su
lugar en la ecología está políticamente determinada. La noción de decisiones sociales
fundamentales representa aquel campo de disputa en el cual se juegan las decisiones que afectan
la realidad social misma. Gira en torno a una especie de responsabilidad sobre nuestro propio
lugar en la ecología; en otras palabras, pensamos al ser humano como a-localizado con respecto a
la naturaleza pero al mismo tiempo dependiente de ella.

Ahora bien, el momento actual de la modernidad abre con fuerza las discusiones ecológicas en
los últimos tiempos debido a que se ha colocado gran parte de la responsabilidad sobre el
ambiente natural en las actividades humanas y más aún sobre la producción o prevención de
catástrofes naturales. La tecnología es vista como un factor de modificación extrema (muy
acelerada en relación a los procesos vitales) del medio ambiente lo que supone una continua
pelea de los seres humanos para mantenerlo adecuado para su supervivencia. Podría decirse que
la configuración de la distribución de recursos en los últimos tiempos vuelve autodestructivas a
las relaciones sociales de producción.

¿Cuáles son las respuestas o corrientes? El ecologismo ha tomado 3 formas según su papel en el
escenario del conflicto político sobre la ecología humana en la actualidad nos dice Martínez: 1)
Silvestre, 2) Eco-eficiencia, 3) De los pobres. Cabe resaltar que cada uno de estos maneja una
fuerte influencia teológica, son casi movimientos religiosos pero secularizados a nivel de los
usos y costumbres. El ecologismo silvestre se basa en la pureza de la naturaleza, la mínima
interferencia humana, la incorporación de “santuarios” naturales, etc… conteniendo a fin de
cuentas la intención de reducir la población humana de forma arbitraria. La Eco-eficiencia coloca
a la producción de riqueza más veloz y con menos repercusiones como la cumbre ideal a
alcanzar, es el control absoluto de la naturaleza en términos de la aplicación científica; esta
corriente puede ser explicada a través de Zizeck:

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“La ciencia y la tecnología de hoy ya no buscan tan sólo entender y reproducir los procesos
naturales, sino además generar nuevas formas de vida que nos sorprendan; la meta ya no es
dominar la naturaleza (tal como es), sino generar algo nuevo, mayor, más fuerte que la
naturaleza corriente, incluidos nosotros mismos: todos esos monstruos creados artificialmente,
esas vacas y árboles deformes, o –un sueño más positivo– esos organismos manipulados
genéticamente, “mejorados”. (Zizeck, 2011, pág. 55)

Tanto el ecologismo silvestre como la eco-eficiencia supondría el fin de la naturaleza o esta


“naturaleza 2.0” que justamente se presenta como impactante porque quiebra con la
relacionalidad conflictiva entre ser humano y naturaleza creando algo más que no es ni lo uno ni
lo otro. “Esto es lo que “el fin de la naturaleza” quiere decir: la vida sintética no solamente
complementa la vida natural, sino que convierte la vida natural misma en una especie de
(confusa, imperfecta) vida sintética.” (Zizeck, 2011, pág. 56)

Y finalmente tenemos el ecologismo de los Pobres que una hace evocación a la relación ser
humano y entorno dialécticamente construido en la cual el territorio o el ambiente responde al
mundo simbólico y de representaciones. En otras palabras, hablamos de poblaciones que
defienden la soberanía sobre su territorio para que este sea usado en los términos culturales y
sociales que corresponden a sus habitantes:

“El eje principal de esta tercera corriente no es una reverencia sagrada a la naturaleza sino un
interés material por el medio ambiente como fuete y condición para el sustento; no tanto una
preocupación por los derechos de las demás especies y generaciones futuras humanas sino por
los humanos pobres de hoy.” (Martínez, 2004, pág. 27)

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CAPÍTULO II
VIVIENDA Y POLÍTICA ECOLÓGICA: “LA MENA”

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Desde 1900 hasta 1988 en el Distrito Metropolitano se presentaron 163 inundaciones, 36
hundimientos de calzadas, 114 deslizamientos y 70 aluviones con graves impactos en pérdidas
humanas y materiales (Moreno, 1996, pág. 106). Según EMAAP-Q en el periodo entre 1990 y
mayo de 1995 se registraron 60 daños en el sistema de alcantarillado de Quito, que ocasionaron
diversos tipos de pérdidas y afectaciones a los ciudadanos, a la empresa y a la ciudad en general
Entre estos se produjeron 4 taponamientos de las captaciones con represamientos y desbordes a
la ciudad, 16 roturas de colectores, 4 hundimientos de calzadas y 39 inundaciones de los barrios
de la ciudad (Zevallos, 1995). Este pequeño recuento histórico del contexto topológico de la
ciudad nos da una idea clara sobre la frecuencia y proliferación de zonas de riesgo que el
espectro urbano constantemente enfrenta.

Como variable de intersección a los desastres naturales tenemos a la ocupación desordenada de


laderas. Históricamente, a partir de la década de los años 70 la ciudad de Quito inicia un proceso
de ocupación irregular y disperso. Un proceso urbano directamente relacionada con el impulso
económico que reciben las grandes ciudades por la inauguración de la explotación petrolera que
incide directamente en el sector de la construcción. Sin olvidar el precedente de la Ley de
Reforma Agraria de 1964 que provoca la acelerada lotización de las antiguas haciendas que
rodeaban la ciudad. Ambos, crecimiento económico exponencial y Ley de Reforma Agraria,
producen un proceso de expansión demográfica e infraestructural tan acelerada que logra saltar
las regulaciones de la ciudad. Originando que el Municipio pierda el control sobre la expansión
urbana (Barreto, 1994).

Cabe mencionar también que el escenario de la crisis de la deuda externa que tuvo lugar en los
años 80 fue un potenciador de la ocupación ilegal y desordenada de las laderas. Los casos de
invasiones eran muy comunes y típicamente se ligaban a movilizaciones políticas operadas por
partidos políticos o hasta por los propios concejales de la ciudad. Durante esta década, las
ocupaciones irregulares recaían en su mayoría en los bosques de propiedad estatal de carácter
protegido que bordeaban el espectro urbano.

Pero no será hasta los años noventa que la problemática la problemática tome su forma más
crítica. Se registraba en las laderas de la ciudad un crecimiento urbano de 17.5% anual; lo cual
iba acompañada por una serie de obras de infraestructura complementaria a las viviendas:
caminos, rellenos, desbroces, entre otros. La característica más importante de esta etapa de la
creación de asentamientos en las laderas, es que la gran mayoría de la construcción era de tipo
auto-gestionado. Aquel afán de enganchar áreas de vivienda a la ciudad en conjunto a sus
habitantes era implacable. Sin dejar de lado que durante esta década y la que vendría después
cohabitaban procesos de ocupación de laderas tanto legales como ilegales es decir, reconocidos e
ignorados por la administración pública.

Frente a las condiciones de un acelerado crecimiento urbano en las laderas que se articula a un
emprendimiento y una voluntad muy fuerte de ejecutar ocupaciones auto-gestionadas; sólo queda
una conclusión posible: El uso del suelo de las laderas así como la apropiación de su

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territorialidad deja de ser un mero acto demográfico o infraestructural. Es imposible hablar sobre
una ampliación o reproducción del espectro urbano en términos exclusivamente topológicos,
geográficos, ambientales o de ingeniería; es vital resaltar el componente social y político marca
el sentido de una ocupación, de la edificación de un asentamiento poblacional. Las laderas
constituyen uno de los espacios en disputa y en proceso de conquista más críticos de la ciudad
(Zevallos, 1995). Entiéndase conquista en su más amplio sentido de la palabra, como un acto de
tomar o ganar algo vía intervención, mucho esfuerzo. Lo cual se complejiza al introducir el
componente de la dominación y de la acción de arrebatar que en este caso envuelven a la acción
de conquista.

Notablemente, ya en los años 2000 la tendencia de crear asentamientos en las laderas empezó a
decrecer paralelamente a una mayor preocupación sobre esta área por parte de la administración
pública la cual empezó a ejecutar proyectos de protección del uso de las laderas, al mismo
tiempo que iniciaron programas de prevención de las ocupaciones irregulares. Sin embargo, en
este punto de inicio la acción municipal era poco contundente y requería de una incorporación de
mayores y más diversas esferas de acción como por ejemplo la gestión de riesgo en las laderas o
la práctica ingenieril, sin mencionar el despliegue político y social requerido para este tipo de
emprendimiento.

A finales de los años 2000 la Alcaldía Metropolitana de Quito, representada por el actual alcalde
de la ciudad Augusto Barrera iniciaría una aproximación radical a la problemática de los
asentamientos en laderas y demás zonas de riesgo. El contexto general es la aprobación de la
nueva Constitución 2008 desde la cual se empiezan a elaborar ordenanzas municipales que
tengan por objetivo establecer la exclusividad del uso suelo del Distrito Metropolitano de Quito
para el desarrollo de viviendo de interés social; la reubicación emergente de asentamientos
ubicados en áreas de riesgo no mitigable y primera vivienda, infraestructura educativa y
equipamiento comunitario.

Respondiendo a todo este cordón de circunstancias, entra en cuestión el fenómeno concreto que
se investigará: El programa habitacional La Mena ubicada al Sur del Distrito Metropolitano de
Quito que se consolida como el más grande proyecto de reubicación poblacional como respuesta
a la gran cantidad de personas ubicadas en laderas de alto riesgo; quienes fueron afectadas o
estaban en peligro de serlo por las lluvias. En total, el programa habitacional habilitó 408
unidades familiares con lo cual cientos de personas fueron reubicadas desde diferentes barrios
del Distrito Metropolitano de Quito hacia La Mena.

Los trabajos de urbanización y construcción tuvieron una duración de 10 meses, lo cual lo vuelve
una de las respuestas más rápitas frente a una emergencia de vivienda en Quito. La inversión
total del proyecto es de 7´387.309 dólares que se aplican para la construcción de viviendas, obras
comunales y de infraestructura. Sin olvidar que el programa no solamente incluye la apertura de
hábitat y vivienda sino que también incluye planes para desarrollar iniciativas económicas
solidarias que potencien la capacidad financiera de los nuevos ocupantes de las viviendas. La

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concepción de la reubicación fue diseñada con una visión integral y corresponsable en la que se
busca fundir la actividad del Municipio de Quito, el gobierno central y de la comunidad de
desplazados o damnificados.

Las unidades familiares son entregadas a los nuevos ocupantes mediante la facilitación de crédito
para la vivienda; mismo que debe ser pagado en forma complementaria entre el aporte particular
de los usuarios, la Secretaría Nacional de Riesgos junto con el MIDUVI (Bono de
reasentamiento 9.200 dólares), la Secretaría de Seguridad y Gobernabilidad del Municipio (Bono
de vulnerabilidad 1.450 dólares). Todo articulado con el siguiente esquema de financiación:

 Crédito de entidades del Sistema de Finanzas Populares


 Recursos propios
 Recursos provenientes de indemnización recibida por expropiación de predio anterior por
parte del Municipio.

Las familias cancelan el crédito de acuerdo a su capacidad de pago, que puede ser un plazo de
hasta 8 años con un pago de 60 mensuales para los departamentos y 108 dólares en el caso de las
casas. Al momento, se registra que más de la mitad de familias ubicadas en La Mena han
registrado su pago a un plazo de 3 a 4 años.

 Los barrios de donde provienen las familias beneficiadas son:


 Administración Zonal Eloy Alfaro: Barrio La Forestal, San Bartolo, Quiteño Libre,
Chahuarquingo y Chilibulo.
 Administración Zonal Quitumbe: Cumbres de Chillogallo y San Francisco de la Chorrera.
 Administración Zonal Manuela Sáenz: San Luis de Monjas, San José de Monjas, Línea
Férrea, Auqui de Monjas, Arellano Portilla, Vista Alegre, Guápulo, La Colmena, San
Diego, Paluco, Yacu, La Libertad, El Placer, San Roque, San Francisco de Miravalle,
Vicentina Baja, San Juan, San Blas, La Ronda.

LA MENA COMO PROCESO

La mecánica básica que llevó a cabo el programa habitacional está hecha enteramente por la
administración pública; representa los engranes y correas de transmisión de fondo que abren en
el escenario la posibilidad de generar un desplazamiento poblacional, una reubicación y la
creación de una ciudadela urbana cas completamente artificial en el sentido de ser diseñada en su
totalidad mediante la institucionalidad estatal. Así, desde finales de septiembre de 2011 hasta
julio del 2012 se realizó el trabajo de sondeo y ubicación de todas las viviendas en riesgo no
mitigable. Inmediatamente después el desplazamiento fue iniciado, en un primer momento con la
relocalización temporal de las familias damnificadas en viviendas de arriendo cuya renta sería
parcialmente cubierta por el Municipio.

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Para el proceso de asignación de las viviendas se definió una metodología y se conformó un
comité con la participación de la Secretaría de Seguridad y Gobernabilidad, las Administraciones
Zonales Manuela Espejo, Quitumbe y Eloy Alfaro, y la Empresa Pública Metropolitana de
Hábitat y Vivienda (EPMHV). Dicha metodología consistía en un proceso de calificación y de
eliminación que buscaba seleccionar a las familias más adecuadas y que empaten con el proyecto
de La Mena. Paralelamente se realizaban todos los trabajos de diseño y de tramitación de los
bonos que incluía gestión de financiamiento y accesibilidad a créditos. Se dieron lugar las obras
de construcción tanto del complejo como tal y de los barrios aledaños que fueron equipados con
nueva infraestructura urbanística y también comunitaria. Al cual también se le suma la ejecución
de 10 mingas para recuperar la quebrada contigua al conjunto habitacional La Mena.

Culminó el proceso de diseño de la propuesta urbanística de la siguiente manera: priorización del


área verde de uso comunitario y la accesibilidad peatonal a todo el conjunto (55% del espacio);
habilitación de las proyecciones hacia arriba de las viviendas (hasta 3 pisos); la priorización del
desplazamiento peatonal a lo largo y ancho de todo el conjunto; y el reconocimiento de la
construcción de la parte intangible que abarcan las relaciones interpersonales características de
un vecindario.

Finalmente se estructuró las alternativas de reproducción económica para el conjunto


habitacionales, en una suerte de motor financiero a baja escala organizado por la administración
pública. Como preámbulo, la economía es solidaria y se ha esquematizado en cuatro áreas
estratégicas: textiles, servicios de construcción, servicios comunitarios y comedor comunitario.
Paralelamente se contó con la organización de comisiones encargadas de gestionar las mingas y
el trabajo comunitario.

POBLACIÓN EN RIESGO NO MITIGABLE

En el barrio de la Vicentina Baja, en la zona de San

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CAPÍTULO III
ANÁLISIS: MOVILIDAD AMBIENTAL Y CONSTRUCCIÓN DEL ESPACIO SOCIAL

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El proyecto de la mena opera como si el riesgo fundamental que se posiciona como justificativo
de la relocalización hubiese ocurrido. El desastre natural los estuviese desplazando y fueran
refugiados ambientales. El municipio se encargaría de canalizar ese desplazamiento en lo que a
primera vista sería una política de vivienda como lo estipula tanto las ordenanzas municipales
como la constitución 2008. No obstante, existe un pequeño punto ciego: la “emergencia” lo que
nos sugiere que estamos frente a un contingente, a una intervención nacida desde la contingencia.
Por su puesto esta clase de requieren muchísima labor burocrática, científica, política,
comunitaria además de representar gastos económicos; por lo cual no son procesos demasiado
violentos.

Tampoco hablamos de limpieza social en el sentido estricto de la palabra puesto que tenemos.
Ahora bien, si consideramos que esta es una medida de prevención y no de emergencia: Es de
emergencia desde el punto de vista ambiental y de salvaguardar la vida. No obstante, es de
prevención socio-económica; a propósito de un desplazamiento ambiental, se crea un re
asentamiento desde la política, desde la administración pública, lo cual es una forma de
intervenir en el territorio y el proceso urbano marcando una determinada forma de concebir la
urbanidad de aquellos sectores que representan una población desarraigada con un previo
territorio irregular y de alto riesgo o sin ningún espacio propio. Para transformar a un espacio
fijo.

La construcción en mediana altura, en formato de conjunto habitacional modifica las relaciones


socio-económicas implicadas en la construcción. Nos referimos pues a que la elaboración de los
departamentos densificados requiere necesariamente una fuerte inversión de capital de
construcción; simultáneamente a la participación de los capitales financieros bancarios como
facilitadores de la actividad constructora. No obstante, cabe abrir la pregunta sobre si en el caso
de los Casales Gabriela se evidencia una fusión del capital de construcción con el financiero o un
trabajo homogéneo y coordinado expresado como capital inmobiliario de aquellos sectores.
Tentativamente estableceríamos que ambos capitales participaron pero no como un solo sector
sino manteniendo las fronteras de su acción independiente.

“Empezaremos por la proposición de que la circulación del capital realiza su valor mientras el
labor vivo cree valor. La circulación tiene dos aspecto, el momento concreto y físico del
desplazamiento entre el punto de producción y el punto de consumo y el momento que implica
los costos adheridos a tiempo que tarda este desplazamiento a través de todos los
intermediadores sociales” (Harvey, 2001, pág. 222)

“Cualquier reducción en el tiempo de circulación incrementa la producción de plusvalor y


mejora al proceso de acumulación. Acelerando la velocidad de la circulación de capital, se
contribuiría al proceso de acumulación. Bajo estas condiciones “aun las distancias espaciales se
reducen así mismas frente al tiempo: lo más importante no es las distancias que maneja el
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mercado en el espacio, sino es la velocidad. . . con la cual el mercado es alcanzado.” (Harvey,
2001, pág. 244)

“En cada uno de estos requisitos [1) la existencia del plusvalor del trabajo, 2) la existencia en el
mercado de obtener medios de producción, 3) la existencia de un mercado que absorba las
crecientes cantidades de comodidades producidas] el proceso de acumulación podría encontrar
una barrera definitiva la cual, una vez alcanzada, fácilmente podría precipitar una crisis de
alguna clase. Dado que, en las economías capitalistas plenamente desarrolladas, el sustento de la
fuerza laboral, el sustento de los medios de producción y de la infraestructura necesaria, y
finalmente la estructura de la demanda son todos producidos bajo el modelo de producción
capitalista, Marx concluye que el capitalismo tiende activamente a producir varias de las barreras
para su propio desarrollo. Lo que significa que las crisis son endémicas para el proceso de
acumulación de capital.” (Harvey, 2001, pág. 239)

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CONCLUSIONES

BIBLIOGRAPHY
Barreto, R. (1994). Manejo Ambiental y Prevensión de Desastres Naturales con participación
Comunitaria: el caso de los barrios populares del noroccidente de Quito. Costa Rica: LA
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Harvey, D. (2001). Spaces of Capital, towards a Critical Geography. New York: Routledge.

Marcuse, H. (n.d.). Contrarrevolución y revuelta.

Martínez, J. (2004). El ecologismo de los pobres, conflictos ambientales y lenguajes de


valoración. Barcelona: Icaria Antrazyt FLACSO.

Moreno, O. Z. (1996). Ocupación de Laderas e incremento del riesgo de desastres en el Distrito


Metropolitano de Quito. Lima: Naciones Unidas Estrategia Internacional para la
reducción de desastres.

Sassen, S. (2007). Una Sociología de la Globalización. Buenos Aires: Editorial Katz.

Zevallos, O. (1995). Estudios hidrológicos complementarios y áreas de afectaciónn por flujos de


lodo y escombros. Proyecto protección de las laderas de pichincha BID/EMAAP-Q.

Zizeck, S. (2011). Bienvenidos a tiempos interesantes. La paz.

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