Vida Ambiente Tojolbal
Vida Ambiente Tojolbal
Vida Ambiente Tojolbal
Imagen de portada: fotografías de Rosemberg Blanco Álvarez Luna y Fernando Guerrero Martínez
ISBN: 978-607-30-6494-1
Esta obra fue dictaminada positivamente por pares ciegos externos a solicitud del Comité Editorial del Centro de
Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur. Queda prohibida su reproducción total o parcial
por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.
Yaltsil
Vida, ambiente y persona
en la cosmovisión tojol-ab’al
CIMSUR
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
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8 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207
A la memoria de
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14 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
este resulta también ser una persona. Se imponían entonces las siguientes
inquietudes: ¿qué es la ‘naturaleza’ para los tojolabales?, ¿cómo perciben
los componentes del ambiente y cómo se relacionan con ellos? Dichas
interrogantes me impulsaron a una indagación que dio contenido, en un
primer momento, a mi tesis doctoral (Guerrero 2018), y posteriormente
me di a la tarea de hacer una cuidadosa revisión de los resultados de ese
estudio y un reforzamiento tanto de aspectos teóricos como metodológi-
cos para conformar este libro. Además, el plan contempló el alcance de
ciertas concepciones en otros poblados tojolabales y con otras personas,
lo cual permitió atar algunos cabos que habían quedado sueltos, al igual
que analizar términos claves tojolabales con el recurso de la comparación
con otras lenguas mayas.
El estudio se centró entonces en la manera como se perciben la vida y el
ambiente en este grupo humano, así como en las interacciones que ocurren
en el entorno que comparten sus integrantes. Las propias condiciones expe-
rimentadas durante el trabajo de campo, el surgimiento de nuevos temas,
la reconsideración de otros y el replanteamiento de nuevas inquietudes
en atención a los escenarios etnográficos que se presentaban dieron pie a
que se priorizaran algunas cuestiones antes de atender aquellas que en un
principio había pensado averiguar. Por tal motivo, la investigación sobre
la noción de «vida» devino fundamental. Esta pauta dio un panorama más
amplio para comprender la vida de los fenómenos climáticos y de otros
seres con los que la población comparte el mundo. A su vez, el constante
ir y venir entre decir que un organismo o elemento del paisaje es gente
sugirió que debía ser relevante estudiar también la noción de «persona»,
vinculada a aquellos sujetos que, de acuerdo con las experiencias de los
habitantes locales, han nacido con un «don». Las interacciones de los seres
humanos, hayan recibido o no un regalo divino, y una diversidad de seres
de la cosmología tojol-ab’al, dieron la pauta para analizar las maneras
en las que puede existir comunicación entre diferentes entes del mundo
y tratar de conocer las bases o dinámicas mediante las cuales ocurren y
cobran sentido.
A partir de lo anterior, y habiendo conocido una fracción de las con-
cepciones y los saberes tojolabales al respecto, considero que no hay otra
expresión mejor para titular este libro que la de yaltsil, un término que
puede entenderse como ‘su alma’, ‘su corazón’ o ‘su espíritu’, pero cuya
introducción • 15
de ese año a 2020 muestra una drástica disminución hasta llegar a 0.1 %
(INEGI 2020). Cabría agregar un dato relacionado con lo anterior: la plata-
forma Ethnologue informa que el número de monolingües en tojol-ab’al
es de 7 700 individuos y que al idioma le corresponde el estatus número
5 «En desarrollo», de acuerdo con su escala de vitalidad lingüística, lo
cual significa que la lengua se usa vigorosamente y que algunos hablantes
emplean la literatura en una forma estandarizada, aunque no generalizada
ni sostenible (Eberhard et al. 2022).
Filogenéticamente, el tojol-ab’al es un idioma que pertenece a la fami-
lia lingüística maya. Los resultados de algunas investigaciones recientes
han demostrado que se trata de la primera lengua de la familia maya que
es de naturaleza mixta o mezclada, originada mediante el contacto entre
hablantes de chuj y tseltal (Law 2017; Gómez 2017). Esta sugerente afir-
mación movió la forma en la que se había considerado la clasificación del
tojol-ab’al dentro de la familia maya, pues desde hace varias décadas era
común que la ubicaran junto al chuj, formando un grupo con este idioma
en el interior de la rama q’anjob’alana, aunque anteriormente otros autores
ya habían colocado el tojol-ab’al emparentado con el tseltal, en la rama
tseltalana (figura 2).
introducción • 17
Figura 2. Posición hipotética del tojol-ab’al en la familia lingüística maya, considerando su naturaleza
mixta. Tomado de Law (2017:45).
El estudio del caso del tojol-ab’al como idioma mixto le permitió a Law
(2017) proponer tres escenarios hipotéticos distintos mediante los cuales
pudo haberse dado el contacto entre los hablantes de chuj y de tseltal, que
a la postre dieran origen a lo que hoy conocemos como tojol-ab’al. En el
primer escenario hipotético, una comunidad de hablantes del tseltal se hizo
bilingüe en chuj; en el segundo escenario, la situación inversa, una comu-
nidad de hablantes de chuj se volvió bilingüe en tseltal, y en el tercero,
los hablantes de ambos idiomas se concentraron en una sola localidad de
origen mezclado (Law 2017:66). La relevancia de esta propuesta brinda la
posibilidad de repensar la historia del pueblo tojol-ab’al, pero tomando en
cuenta las relaciones que los hablantes de este idioma mantuvieron con
hablantes de chuj y tseltal, con el apoyo de los fundamentos teóricos del
contacto lingüístico, en el que el bilingüismo jugó un papel trascendental.
18 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
que fue en el siglo XVIII cuando el régimen finquero se amplió hacia Las
Margaritas, de manera que la población indígena asentada en Comitán y
sus alrededores fue llevada a las nuevas propiedades como mano de obra,
no sin una lucha por las tierras que habían logrado mantener y que el régi-
men republicano finalmente terminó por arrebatarles, a partir de leyes que
ordenaron dividir las propiedades colectivas o impedir su formación, de
manera que fueron vendidas por las autoridades chiapanecas a familiares
y funcionarios hacia 1893. Así, ya a finales del siglo XIX y a principios del
xx estaba instaurada la dinámica del baldío,2 «época de servidumbre en
que los antiguos señores de la tierra se vieron definitivamente desposeídos
no solo del señorío sino de la tierra misma» (Ruz 1999:35), sin que eso
signifique que mucho tiempo antes ya se hubiera presentado el despojo y
sometimiento de la población. El tiempo de la vida en las fincas, como lo
documentan varios autores, es un hito en la historia tojol-ab’al (Ruz 1992;
Van der Haar 1998), incluso porque las dinámicas vividas distinguen esa
región de otras, como los Altos de Chiapas. En ese sentido, en palabras de
Van der Haar (1998:111-112), «a diferencia de la zona tzeltal o tzotzil, no
existían comunidades tojolabales independientes. La comunidad tojolabal
era la finca», de ahí que se hable de la gran relevancia de la finca en la
configuración de la cultura tojol-ab’al (Ruz 1992), y de su abandono como
un punto de referencia que marca un «mito fundacional o del origen con-
temporáneo tojolabal» (Ávalos 2008:20), en correspondencia con la creación
de los ejidos contemporáneos (Van der Haar 2001). Así, para la década de
1930 inicia, con el reparto agrario, el proceso de desarticulación del sis-
tema de fincas y su suplantación por la figura del ejido, el cual «desplazó,
entonces, a la hacienda como la forma de organización social, económica y
política de la población rural habitante de esta parte de Chiapas» (Estrada
2007:27), conformando el paisaje ejidal tojolabal que existe hasta nuestros
días. En palabras de este último autor:
Aunque la lucha por la dotación ejidal fue colectiva, rara vez hubo cooperación
entre los campesinos de las diferentes colonias agrícolas para organizarse en
contra de los finqueros y la burocracia de la reforma agraria. En realidad cada
núcleo de solicitantes de tierras actuaba por su cuenta y consideraba a los demás
2
Nombre que recibió esa época en la que se trabajaba «de balde», es decir, sin recibir
pago o recompensa alguna. Puede verse un estudio sobre este momento histórico y numerosos
testimonios tojolabales en Gómez y Ruz (1992).
introducción • 23
Aspectos metodológicos
Área de estudio
Los datos que se emplearon para este trabajo provienen de cinco comunidades
tojolabales, de las cuales tres se ubican en el municipio de Las Margaritas:
3
Véanse, entre ellos, Guerrero et al. (2010), Serrano et al. (2011), Guerrero (2013 y 2017).
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Trabajo de campo
Documentación lingüística
Como se dijo líneas arriba, el análisis de las palabras tojolabales parte de los
textos recopilados en campo, transcritos y traducidos al español. En correspon-
dencia con los objetivos de la investigación, se optó por manejar traducciones
del tojol-ab’al al español con un grado elevado de literalidad, debido a que se
buscó comprender el uso de ciertos conceptos en los propios términos en que
son utilizados por los hablantes. Sin embargo, no siempre fue posible estable-
cer criterios traductológicos totalmente uniformes e inequívocos, ya que en
ocasiones el español quedaba sumamente violentado, en especial respecto al
orden de las palabras, que en tojol-ab’al es generalmente Verbo Objeto Sujeto
(VOS), y en español Sujeto Verbo Objeto (SVO). Se evitó traducir las palabras que
fueron el objeto de estudio con el fin de facilitar la discusión de los términos.
Esto permitió acercarse a los diferentes conceptos analizados de una forma
más apropiada, en lugar de escoger alguna de las traducciones propuestas con
anterioridad en otros trabajos. Las palabras que no se tradujeron tienen que ver
con las entidades anímicas, entes no humanos, fenómenos atmosféricos, pode-
res especiales y nombres de organismos. Entre ellas destacan: altsil, k’ujol,
wayjelal, jakel, chawuk, k’intum, icham, ik’, chakaxib’, b’itus, tsantsewal o
sansewal. Otras palabras que se decidió traducir con mayor literalidad fueron
el diminutivo yal (para el que se escogió la equivalencia -ito/-ita del español)
y la forma reverencial ala (que se tradujo como «querida» o «querido»). En el
caso del enclítico reportativo b’i, el cual aparece en numerosas ocasiones en
los textos, se optó por usar «que» o «dizque» para dar cuenta de su presen-
cia en la traducción al español, debido a que el reportativo no existe en esta
última lengua; sin embargo, es sumamente importante aclarar que el término
«dizque» de ninguna manera implica para los tojolabales nociones de duda,
mentira o falsedad con las que puede ser asociado entre los hablantes de espa-
ñol, sino que el reportativo b’i es usado en tojol-ab’al para indicar estrictamente
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6
Otra alternativa de traducción al español de las construcciones en las que aparece el en-
clítico reportativo b’i del tojol-ab’al es ‘se dice’ (Curiel 2018).
introducción • 33
[35]
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La naturaleza de la vida
2
Es fundamental señalar aquí que, evidentemente, este no es ni el primero ni el único tra-
bajo sobre aspectos de la cosmovisión tojol-ab’al. Es solo un aporte más que se suma a la rica
bibliografía que existe sobre el tema, a la que es pertinente remitir al lector interesado. Entre di-
chas obras resulta primordial referir los estudios de Ruz (1983b; 1983c), Gómez (1996; 2000),
Gómez et al. (1999), Lenkersdorf (2004; 2006), La Chica (2015) y Nolasco et al. (2015), por
mencionar algunos. También Escalona (2009) aborda etnográficamente aspectos importantes
de la «visión del mundo» tojol-ab’al, aunque desde una perspectiva que articula los lenguajes
cotidianos del poder con la participación política.
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Lo que conviene resaltar con esto son las ideas subyacentes a que la
vida, desde algunos enfoques de las ciencias biológicas, se ha considerado
que comprende una cierta materia que reúne en sí misma multiplicidad de
otros tipos de materia diferentes; que se reproduce originando algo similar
a ella, y que siempre está sujeta al cambio, es decir, que se transforma.
También es importante recalcar que en la actualidad se sabe que existen
organismos o asociaciones celulares que no mantienen estrictamente todos
estos supuestos, sino solo algunos, como las mencionadas algas y cierto
tipo de hongos microscópicos; o como el caso de los virus, que son estruc-
turas no celulares conformadas y englobadas por proteínas, pero que sí
contienen material genético y que sí pueden reproducirse, aunque no por
sí solos, sino mediante una célula hospedera. Es decir que, en toda la gama
de posibilidades en que se da la vida, el asunto no se da hacia un extremo
entre dos polos opuestos, sino que pueden existir situaciones medias o, si
se quiere ver así, matices. Una definición reciente y concisa de ‘vida’ es,
por ejemplo, la que ofrecen Purves et al. (2004:2), quienes señalan que la
vida es «una unidad genética organizada capaz del metabolismo, la repro-
ducción y la evolución», definición que inevitablemente recuerda a la de
la célula. Por su parte, Agutter y Wheatley (2007:102) dirían que, «aunque
una célula puede estar viva, ninguna parte de la célula puede estarlo por sí
misma. Priva a una célula de cualquier parte significativa y el remanente
está muerto o muriendo. En otras palabras, la célula es la unidad más
pequeña posible de la vida». Con esto creo demostrar la importancia que
ha tenido y tiene hasta nuestros días el concepto de célula para la ciencia.
Por otro lado, y tomando en cuenta lo anterior, es interesante pregun-
tarse si las nociones de vida según los puntos de vista de los pueblos de
tradición mesoamericana, como lo es el que nos atañe en este libro, tienen
que ver con que un ente u objeto determinado tenga una composición
estructural particular, lleve a cabo ciertas funciones, tenga la capacidad
de reproducirse y esté sujeto al cambio, entre otras cosas, con la suposición
de que también todo esto pueda darse de forma transitoria o a diferen-
tes niveles o escalas, jerárquicas o no. Cabe señalar que contemplar los
supuestos de la teoría biológica para esto no es, ni cercanamente, con el
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3
Los iconos son signos que transmiten ideas de las cosas que representan a partir de su
imitación; los índices son signos que muestran algo acerca de las cosas debido a que están
conectados físicamente con ellas, y los símbolos son signos que se asocian con sus significados
de manera convencional por el uso que se les da (Peirce 1998:5).
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porque posean las mismas características que los animales, sino porque su pre-
sencia es necesaria para que se produzcan fenómenos vitales tales como el cre-
cimiento. Lo que se tiene en cuenta, pues, no es tanto la experiencia directa de su
vitalidad sino los efectos globales que su actividad produce en un mundo some-
tido a ritmos de generación y crecimiento. El pensamiento indígena se apoya en
experimentos más o menos objetivados que prueban su capacidad para elaborar
una concepción de la vida que va más allá de la simple localización de caracte-
rísticas —o propiedades—, puesto que parece remitir igualmente a una teoría de
la actividad organizada a un nivel global (Pitrou 2011b:143-144).
4
Eduardo Kohn (2017:279) se refiere al Umwelt como la interacción de los mundos feno-
menológicos «que son particulares a las disposiciones, motivaciones e intenciones perceptuales
y corporales de diferentes tipos de seres».
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biológico está constituido por las formas en las que miles de seres —huma-
nos y no humanos— perciben y representan sus entornos. El significado,
entonces, no es un terreno exclusivo de los humanos». Como se señaló
antes, esos seres no humanos son considerados por Kohn como sí mismos,
en concordancia con Uexküll, lo que los faculta para representar, además
de ser representados. Uno de los puntos más importantes en todo esto es
que la representación excede lo simbólico y el habla humana, de manera
que:
Aunque nosotros los humanos sin duda representamos a los animales no humanos
en una variedad de maneras distintivamente culturales, históricas y lingüísticas, y
esto sin duda tiene sus efectos, tanto para nosotros como para aquellos animales
que representamos, también vivimos en mundos en los que la forma en que otros
seres nos representan puede llegar a ser de importancia vital (Kohn 2017:280).
Los huastecos creen distinguir en el rugido de las aguas subterráneas los ecos
ahogados de una música que suena familiar: son los dioses del rayo entregán-
dose apasionadamente a las danzas tradicionales que practicaban ya durante su
existencia humana previa. Se escucha el retumbar de los antiguos tambores y la
añeja melodía de las flautas, aunados al sonido de las arpas, los violines y las
guitarras de tiempos más recientes. El borboteo de las aguas pluviales simboliza
el raudal de bebidas embriagantes que corre en abundancia en toda fiesta digna
de ese nombre (Stresser-Péan 2008:78).
pluvial, determinados por los «dueños» del entorno. Para los huastecos, las
deidades del rayo son llamadas maamlaab y sus acciones repercuten en la
percepción del paisaje que viven los teenek:
Mientras circulan por el cielo, los pequeños dioses Mâmlâb gozan de plena juven-
tud, y gustan de fanfarronear para demostrar de manera estridente su virilidad.
Hacen retumbar el mundo con su voz y blanden en todo momento su arma fla-
mígera. A veces pelean furiosamente entre sí, como se puede ver cuando una
serie de relámpagos se entrecruzan de una nube a la otra. La descarga eléctrica
es vista como una especie de golpe asestado por estos dioses. Los nubarrones de
tormenta, empujados por los vientos alisios provenientes del noreste y por la brisa
marina, parecen verse irresistiblemente arrastrados hacia las montañas. Se dice
que eso se debe a que los jóvenes dioses masculinos del rayo corren al encuentro
del amor. Se apresuran entonces a alcanzar las cimas, donde se halla su morada
y donde los esperan sus esposas. Cuando se arremolinan prestamente a la entrada
de las cuevas es posible ver el incesante relumbrar del relámpago, símbolo del
acto sexual, fuego celeste que penetra las laderas frías y fértiles de la tierra […]
«Cuando llega la tormenta, la gran hembra cocodrilo se tumba boca arriba». Las
enamoradas a cuyo encuentro corren arrojadamente los pequeños dioses a través
de los orificios en las rocas son mujeres sapo; su croar o sus aflautadas notas
constituyen un llamado para las lluvias del tiempo de calor. Se supone que las
oscuras profundidades de las montañas se convierten entonces en el escenario
de grandes orgías: música, danza, embriaguez… todo lo que despierta el amor y
hace de esas fiestas nocturnas una suma de los mejores goces del mundo, según
la perspectiva indígena […] Habiendo pasado el apogeo de su vida, los dioses
del rayo se ven obligados a regresar vertiente abajo. Acompañan así las aguas
que siguen estando a su cargo; salen a la superficie por las fuentes vauclusianas
que brotan al pie de las montañas y retornan lentamente al océano oriental. Para
entonces han cambiado tanto que reciben otro nombre; los Otsel, «los degenera-
dos», viejos dioses borrachos y decrépitos que avanzan con la cabeza agachada
sobre la superficie de los ríos y los riachuelos. Se dice que les gusta descansar
sobre ciertas plantas de su predilección, sobre todo las epífitas, cuyas hojas ate-
soran a menudo pequeñas cantidades de agua de lluvia. Junto con la virilidad
juvenil perdieron el fulgor de sus armas, ya solo les queda un brillo trémulo. Su
voz se ha tornado aguda y quejumbrosa «como los gritos de los niños». Cuando
el perezoso fluir de los ríos de la planicie los haya llevado hasta el océano de
los orígenes, habrán alcanzado su punto máximo de decrepitud: el sueño de la
embriaguez se apoderará entonces de ellos, cual muerte momentánea, permi-
tiéndoles renacer, recobrar la juventud y la fuerza necesarias para emprender un
nuevo ciclo (Stresser-Péan 2008:77-79).
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De esta forma comenzó la plática entre el señor y los chamacos. Pero el señor
como que presentía algo que ni él mismo se explicaba qué era, por qué ese temor
hacia los chamacos, pues en sus pensamientos se decía él solo: «Yo soy pescador,
pues he matado diferentes mojarras en grandes cantidades, y he ido a matar en
varios lugares, con atarrayas, anzuelos y hasta con dinamita. Comimos con mi
familia las frescas mojarras que yo obtenía, pero ellos no sabían en qué forma
lo hacía. He cazado de noche animales como el venado, mazate, tepescuintle,
armadillo y jabalí, y lo he hecho por la necesidad de comer carne». A él le vino
esa forma de acusarse en el pensamiento porque le desconcertaban los vestidos
que los chamacos traían puestos. Los vestidos eran como los que llevan los niños
al bautizo, y los dos estaban vestidos en esa forma. Como si le hubieran adivinado
el pensamiento, los chamacos le dijeron: —A usted buscamos, señor. Perdónenos
que le causemos molestias, pues lo vamos a regresar. El señor les preguntó a
dónde lo iban a llevar, y entonces le entró más miedo. Pensaba las cosas que
capítulo 1. miradas sobre la vida, el ambiente y la persona • 55
le podían suceder o que esos chamacos fueran diablos. Les pidió entonces que
fueran más claros, que le dijeran qué es lo que querían. Contestó uno de ellos,
alzando una ensarta de mojarras: —Mira estas mojarras, ¿cómo las ves? Pues
había sardinas y mojarras secas, y unas que otras estaban frescas. En la boca
unas mojarras tenían anzuelos, y otras señales de heridas punzantes que algunos
pescadores les habían hecho al estar pescando. El chamaco siguió diciéndole:
—Tú bien sabes qué traigo en la mano, y has matado a estos pobres peces pero
en grandes cantidades. No eres el único, pero precisamente a ti te daremos el
mensaje. Avisa en el pueblo donde vives que ya no deben seguir matando a las
mojarras. Después te irás a otros pueblos con la noticia. El dios del agua está muy
enojado porque han acabado a sus hijos con esa dinamita. Y tienen que cumplir,
porque si no obedecen se secarán los ríos y los manantiales, y todos los peces
morirán. Para que esto no suceda tendrán que sacrificar además gallos colorados
en todos los ríos, pozos y manantiales. Principalmente tú tienes que hacer una
misa, para que así el dios del agua te perdone lo que has hecho (De la Cruz y
Rodríguez 1985:29).
La persona
análisis ulteriores que, incluso en nuestros días, continúan usando los datos
etnográficos vertidos en obras como las de Guiteras (1961), Holland (1961;
1963) y Gossen (1975) entre tsotsiles, Villa (1963) y Hermitte (1970) entre
tseltales, o Ruz (1983b) entre tojolabales, por señalar algunos.
Además, es importante advertir que algunos de los autores que se
han adentrado en el tema con mayor profundidad, como es el caso de
Figuerola (2010) entre los tseltales cancuqueros, se basan en la noción de
persona propuesta por Durkheim (1968) y desarrollada por Mauss (1971).
Conviene apuntar que la idea básica de Durkheim (1968) al respecto es
que la noción de persona proviene de dos factores distintos: a) el principio
espiritual, que es fundamentalmente impersonal y constituye la sustancia
de las almas individuales, pero que, a su vez, dota de alma a la colecti-
vidad, y b) el cuerpo, que es el factor de individuación sobre el cual las
representaciones colectivas son dispuestas, por lo que «si todas las con-
ciencias penetradas en esos cuerpos tienen una visión del mismo mundo,
a saber, el mundo de ideas y de sentimientos que hace la unidad moral
del grupo, no lo ven todos desde el mismo ángulo; cada una lo expresa
a su manera» (Durkheim 1968:275). Por su parte, Mauss (1971:333) revisa
la noción de persona entre varios pueblos y sociedades de manera histó-
rica, y concluye que esta se desarrolla de forma tal que «de una simple
mascarada se pasa a la máscara, del personaje a la persona, al nombre, al
individuo: de este se pasa a la consideración del ser con un valor meta-
físico y moral, de una conciencia moral al ser sagrado, y de este a una
forma fundamental del pensamiento y de la acción». Estos señalamien-
tos fueron retomados por Figuerola (2010), de manera que generó una
reflexión que se considera muy relevante para este trabajo. A la letra dice:
«la interpretación ontológica del cancuquero, habitado por una gran diver-
sidad de entes que coexisten en planos cósmicos diferentes, nos obliga
a aproximarnos a la noción de persona sin poder prescindir del cosmos
del cual hacen parte, lugar en el que coexisten» (Figuerola 2010:266). En
otras palabras, se demuestra la importancia de estudiar la cosmovisión de
un grupo humano para comprender su propia noción de lo que significa
ser persona, a lo que yo agregaría que es fundamental tomar en cuenta el
análisis de las interacciones de los diversos seres del universo, incluido el
humano, para generar una comprensión de este y su lugar en el cosmos,
capítulo 1. miradas sobre la vida, el ambiente y la persona • 59
Debemos antes tratar de precisar mejor cuáles son las relaciones entre cuerpo
y alma y, todavía antes, qué es un «cuerpo» y qué es un «alma». De estos dos
aspectos, el menos comprendido es, sin duda, el cuerpo. Hablando de modo
general, en la etnografía mesoamericana el cuerpo ha tendido a ser visto como
un objeto más bien natural y por tanto no necesariamente problemático en
términos de su descripción cultural (Pitarch 2011:152).
[65]
66 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
De la tierra
La concepción de que la tierra está viva es común entre los tojolabales. Luego
de haber sostenido conversaciones con varias personas de ese origen se puede
colegir que existen múltiples factores que intervienen en esta creencia genera-
lizada. Obviamente, el dato más importante es que consideran a la tierra como
la gran benefactora, la proveedora del sustento de todo lo existente. Como para
muchos otros pueblos del mundo, para los tojolabales la tierra es la gran madre,
jnantik lu’um, jnantik lu’umk’inal «nuestra madre tierra». Como tal, la tierra
cumple con la función primordial de generar vida, a la vez que de suministrar
alimento. En el ejemplo (1) se observa la forma en que lo expresó doña Matilde:
(1) S ak’an ja lu’umk’inali’, ye’n wa La tierra está viva, ella procrea [da
x-alini. Tuktukil te’ wa xcha el jani. fruto]. También [en ella] crecen diferen-
tes árboles.
(Texto 4: 2)
El término sak’an es usado para enunciar que algo vive.1 Por su parte,
el verbo alini tiene el sentido de «dar a luz», de «producir» y, aplicado a
la tierra, da cuenta de que es por ella que crecen varios seres, entre los que
destacan las plantas, por supuesto. La relación que el humano establece
con la tierra es la misma que aquella entre una madre y su hijo, en la que
los cultivos de la milpa, principalmente el maíz y el frijol, figuran como
la leche materna, el alimento más importante. Por eso no es extraña la
manera en la que doña Matilde habló acerca de la madre tierra, como se
ve en (2):
(2) Jnantik lu’umk’inal, yuj wa Nuestra madre tierra, es porque sembra-
xts’unutik ixim, chenek’. A’a mos maíz y frijol. Hazte la cuenta que de
kwenta ke ja lu’umi’ ti’ wantik la tierra nos estamos amamantando,
chu’nel sb’aja, porke si ta mik’a el porque si no salen sus frutos [germinan
k’en ja sb’a’al ja ye’n ta, pes yuj mi sus pertenencias], pues es que no vamos
oj wa’kotik. Ja’ yuj wa x-alxi, a comer. Por eso se dice que cuando se
yajni xch’ak ts’unxuk ja sb’a’ali’ termina de sembrar su fruto [sus perte-
wa x-och ja chenek’i’ wa x-och nencias], se siembra el frijol, se le ponen
snichmal. sus velas.
(Texto 4: 15)
1
A partir de su trabajo etnográfico, Escalona (2009) atribuye a sak’an significados relacio-
nados con lo vivo, lo sagrado y poderes o fuerzas especiales.
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K’u’anel, una romería, semejante a aquellas que los tojolabales hacen a diferentes pue-
3
blos para visitar a los santos a los que es necesario pedir, principalmente, buenas lluvias, entre
las que destacan la romería a San Mateo Ixtatán, en Guatemala, Santo Tomás en Oxchuc, el
Padre Eterno en La Trinitaria, San Bartolo en Venustiano Carranza, y a la cabecera municipal
en Las Margaritas, entre otras.
4
Véase el trabajo de Nolasco et al. (2015:159-184) sobre las complejas relaciones entre los
rezadores de La Trinitaria, los tojolabales, los chujes, los santos y las romerías.
capítulo 2. nociones sobre lo vivo • 71
(6) Ja ta wajyak’a ja b’a najchawuki’ Si te vas a la casa del chawuk, y te traes
i awi’a jan jun ala mixton, juts’in un querido mixton, desapareces de inme-
wa lach’ay ele, yuj mi sk’ana oj diato, porque no le gusta que juegues con
awixtala’an yi’ ja jas sb’aji. Es ke lo que es de él. Es que si ya te lo trajiste,
ta awi’a jani, ja’ wa xcha awa’ kan es que también ya dejas tu altsil, en vano
ja wawaltsili’ lomxta wa lajom ele, te vas acabando, se acaban tus fuerzas, se
wa xch’ak awip, wa xjom ja wawo- pierde tu cabeza, en vano se te va tu aire.
lomi’ lomxta wa x-och tupuk ja Sufren [tardan] para recuperarse.
wawik’i’. Wokol wa xya’awe’ (Texto 5: 50)
kulan.
con el humano.6 De esta manera, resulta comprensible que la gente que llega
a sustraer parte del cuerpo de la cueva —por considerarlo poderoso— ter-
mine sufriendo un castigo mandado por el dueño de esta. Es fundamental
el hecho de que la persona que se lleva el mixton pierda su altsil, mientras
que la forma de recuperar la salud es justamente devolver lo hurtado. Por
eso es mejor prevenirse adecuadamente para entrar, por algún motivo, a
una cueva con dueño: es preciso llevar un manojo de velas y esparcir agua
bendita antes de ingresar, de lo contrario, se dice que la cueva «te traga».
En (7) se observan las palabras de doña Zoraida al respecto:
(7) Ja’ yuj mini t’un lekuk ja trabye- Por eso, para nada es bueno que seamos
so’otik-a, yujni ala yalik ton-a, traviesos, porque las queridas piedreci-
sak’an ay spetsanil. tas, todas están vivas.
(Texto 5: 52)
que estos rasgos tienen que ver con la presencia del dueño de la cueva,
quien a su vez se relaciona con diferentes organismos, entre los que des-
tacan los animales, como sus protectores. Por ejemplo, se sabe de anima-
les asociados con los rayos que protegen las cuevas porque son la casa
del rayo, lugar donde se resguardan las almas de las plantas comestibles.
Además, son bien conocidos los relatos que cuentan cómo el dueño del
monte y de los animales, asociado frecuentemente con el Sombrerón, san-
ciona a los que cazan en exceso. Tomar animales de más, así como llevarse
las rocas del interior de la cueva, son actividades similares debido a la
infracción que ocasionan estas acciones, las cuales molestan a los dueños
de dichos referentes.
(8) Yajni ti’xa ay ko’ b’a yojoli’ Cuando ya estaba hasta adentro, que se
ch’ayb’i el ja ala yal cheji’, pena- perdió el querido venadito, que apenas
xab’i el k’en ja ala Pablo. Slutub’i logró salir el querido Pablo. Que se tapó
sbaj ja k’e’eni. Ja’xa ja Pablo’ la cueva. Y el cuerpo del Pablo salió bien
pats’elxta el k’en ja skwerpo’i. raspado [lastimado].
(Texto 5: 59)
8
Las opciones de significado que da Lenkersdorf (2010:207) para una de las entradas de
esta palabra son «tarea, autoridad, deber, obligación, cargo, obra, carga, papel».
74 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
De plantas y animales
(12) Spetsanil ja chante’ jumasa’i, Todos los animales, todos tienen su altsil,
najka ay yaltsile’ ja’ yuj sak’ane’ por eso están vivos, pues. Y así nosotros,
ta. I ja’chuk ja ke’ntiki’ ay kaltsil- tenemos nuestro altsil.
tik. (Texto 8: 16)
Los árboles son el ropaje de la tierra y, sin ellos, ella estaría «de balde»,
en vano, como lo está una persona sin su vestimenta. Así, los árboles per-
miten la llegada de las lluvias, y estas, a su vez, alimentarán a los árboles
y dejarán que crezcan. Algunos tipos de árboles pueden retoñar y otros no,
pues si ya se cortaron, ya se talaron, «ahí termina su vida».
Esto último se relaciona con una posible clasificación local de las plan-
tas, que radica en saber si tienen k’ujol o no. Una situación relevante en
cuanto a esta palabra es que, dependiendo de la variante local específica,
puede aparecer como k’ujol, k’ujul o k’ojol. Se dice que las plantas que
tienen k’ujol duran más y parece ser que corresponden con las plantas
leñosas que presentan duramen, que sería el k’ujol de la planta. Doña
Matilde, por ejemplo, dijo en (15) que:
(15) Ja sk’ujoli’ wa xyamxi b’a te’ Se usa k’ujol para los árboles como el
jastal yaxte’. Ay sk’ujol ja b’a yaxte’. El [árbol] que está grueso tiene su
tolanxa leki’ paj-ulul. Ti’ wa x-ilxi k’ujol, [como el] paj-ulul. Ahí se ve en el
ke ayxa sk’ujol b’a stolanil. grosor del tronco que ya tiene su k’ujol.
(Texto 4: 35)
Además, se dice que esto les permite a los árboles aguantar más tiempo
vivos y sin llegar a pudrirse rápido. No obstante, por otros testimonios
sabemos que el hecho de que una planta se conceptualice como viva no
depende absolutamente de si tiene k’ujol o no, pues simplemente carece
de un rasgo que otros árboles tienen. Como la misma doña Zoraida asentó
en (18):
(18) Ja’xa ala yalik te’ ja me’y sk’ujuli’ Y los queridos arbolitos que no tienen su
ja’ jastal ala yal yojyom. Jastal k’ujul son como el querido yojyomito. Así
min yal jakaranda, me’y sk’ujul. como la jacarandita, no tiene su k’ujul.
A’unke niwan te’xa, pe mi x-ajyi Aunque ya sean árboles grandes no le
sk’ujul. viene su k’ujul.
(Texto 5: 32-33)
9
Escalona (2009:177) reporta que le comunicaron que el altsil se ubica en el vientre o
k’ujol, y que «por eso la gente puede usar estas palabras como equivalentes en las conversa-
ciones».
80 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
[81]
82 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
Altsil
2
Los k’iche’, por ejemplo, mencionan más de 50 entidades que lo tienen (Médicos
Descalzos 2007:25-27).
84 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
Traducción/es Fuente
Espíritu Ruz (1983b:54)
Estómago INEA (1992:80)
Aliento vital, entidad anímica, espíritu Gómez et al. (1999:137, 466)
Corazón, alma, principio de vida, estómago; Lenkersdorf (2010:94)
Pensamiento, carácter, sentimientos, entrañas,
interior, genio, espíritu
Corazón Sánchez et al. (2011:88)
Figura 4. Yaltsil ja iximi’, el altsil del maíz. Corte longitudinal de un grano de maíz. Obsérvese el
embrión (altsil) en medio. Foto: Mauricio Rizo.
Figura 5. Esquema donde se muestra el embrión del pino ubicado en la semilla. Tomado de Cuerda
(2012), redibujado por Ana Pulido Zabludovsky.
86 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
tulo anterior, son muy usadas en esta lengua. La raíz b’ak’ se encuentra
igualmente en palabras como b’ak’et, que se refiere a la carne que se come,
o b’ak’tel, que significa ‘carne (del cuerpo humano o de animales vivos)’,
como lo señala Lenkersdorf (2010:161). Estas analogías no son nada trivia-
les, ya que, como se mostrará a continuación, existen vínculos directos
entre la especie humana y, en este caso, la semilla del maíz, lo cual da
mucha luz para entender las concepciones de lo vivo y lo humano entre
los tojolabales.
Un partero tojol-ab’al contó el sueño iniciático que tuvo, en el que se le
ordenó, entre otras cosas: «la mazorca de maíz deberá cuidarla y estimarla
porque representa la vida de toda persona; los granos de maíz son como el
cuerpo» (Gómez 1996:60). A continuación se muestra parte de una narra-
ción de otro especialista al respecto de su iniciación.
Dios vino en sueño, lo soñé. Este, tengo todavía 15 años que entro a soñar, vine
a entregar una manoja de flor, de la flor de la tierra, flor de la tierra que es natu-
ral, que voy a usar y viene a entregar un señor que voy a ayudar su cuerpo las
mujeres que está enfermo, como todavía no lo sé qué forma, pero que va a dejar
una mazorca de maíz, una mazorca de maíz blanco. Cuando están enfermas
las mujeres lo debes prender un cuatro velas y las mujeres que están enfermas,
cuando enciendo ese vela se vuelve pura criatura ese maíz, se vuelve pura cria-
tura el puro grano de esa mazorca de maíz blanco. Antonces yo 15 años todavía
cuando entro a soñar. Y viene otra mujer, viene a entregar, casi igual, antonces
yo soy María de Guadalupe y te voy a dar otra chamba, dice, entregó a mí una
mazorca de maíz amarilla, antonces este mazorca de amarilla nacen puros hom-
brecitos, así dejó claro que cada criatura lo voy a pedir a Dios que nazcan bien,
que crecen bien, porque es su parte de Dios. Antonces así se me encargó ayudar
a estas mujeres, si va a nacer cada criatura, cada criatura y solo un granito de
maíz. Cada criatura solo un granito de maíz, esa mazorca de maíz cuántas cria-
turas tiene, y vas a atender ese encargo, cuánto viven y pide la oración conmigo.
Por eso es otro mi trabajo que yo soy partero. Cada granito de maíz está vivo. Se
siembra ese maíz, está bien cultivado en la tierra. Antonces si pasa más tiempo
ese mazorca de maíz, antonces si pasa el tiempo, porque es que está vivo cada
granito de maíz, si pasa más tiempo, ya viene el gorgojo, ya acaba con el maíz,
y ahí sale una palomita, antonces aunque se siembre, ese granito de maíz ya no
se da, antonces ya no hay su cuerpo, ya no hay vida, así también nosotros. Dios
se volvió con Dios nuestra vida y tiene el cuerpo. Antonces esa es la misma maíz
como nosotros (José Gómez, Saltillo, Las Margaritas, 2009).
capítulo 3. la humanidad imbricada • 87
(22) Ja yaltsil ja chenek’i, ja’ yaltsil ja El altsil del frijol, el altsil del maíz, todo,
iximi’, spetsanil, ja yaltsil ja pixi’, el altsil del tomate, tiene un su querido
ay jun yala yal xux. Ja ye’nle’i pezoncito [partecita dura].3 Ellos son
chenek’e, mi kristyano’uk, che- frijoles, no son personas, son frijoles,
nek’e, ja jnantik iximi. Ixim b’a oj son nuestra madre maíz. El maíz es para
smak’layotik, pe ay yaltsil. que nos alimente, pero tiene su altsil.
Antonse, pe ja yaltsil ja chenek’i Entonces, pero el altsil del frijol tiene un
ay jun yala yal xux, ja’ yaltsil ja su querido pezoncito, ese es su altsil.
ye’na jawi’. Otro ja ala iximi’, te’y Luego [otro] es el querido maíz, está su
ja yaltsil b’a yala xux. Ja pixi, altsil en su querido pezón. El tomate,
spetsanil te’y b’a yala xux. todo lo tienen en su querido pezón.
Antonse, pero ja ye’nle’i, ch’ak- Entonces, pero ellos, si acaban, mueren,
ye’k’a, chami, ti’ ch’aka yala alt- ahí acaban sus queridos altsil. Pero
sile’i. Pero ja ke’ntiki’, mi xch’aki’, nosotros no acabamos, si queda el cuerpo
kank’a mukan b’a yoj lu’um ja bajo la tierra, la carne, el hueso. Pero él
kwerpo, ja b’ak’eti’, b’aki’. Pe ja (el altsil) sale quedando afuera, sale que-
ye’ni wa x-el kan jwera, wa x-el dando.
kani. (Texto 1: 255-262)
(23) Ja wa xts’unxi ja iximi’ ja’ita wa Cuando se siembra el maíz, crece única-
xk’i’ ja yaltsili’; ja sbak’teli’ wa mente su altsil; su carne se pudre. Y su
xk’a’i. Ja’xa ja yaltsili’ ye’n wa altsil es el que retoña, por eso crece el
xolini jani, ja’ yuj wa xki’ ja ixim maíz, pues. Y por eso nosotros nos ali-
tak. I ja’ yuj wa lawa’tik ja ke’ntiki’ mentamos, por esa misma razón nosotros
ja’chuk, ja’ yuj sak’anotik. Ja’ch estamos vivos. Lo mismo sucede con un
mismo jun yal chenek’ ka’x frijolito, ve a partirlo, ahí está pegado su
t’ajawil, te’y nok’an ja yal yaltsil altsilito, pues. En su interior, es eso lo
tak. [Ja] b’a snalan ja jaw, ja’xa oj que crecerá. Todos los animales, todos
k’i’uk. Spetsanil ja chante’ juma- tienen su altsil, por eso están vivos, pues.
sa’i, najka ay yaltsile’ ja’ yuj Y así, nosotros tenemos nuestro altsil,
sak’ane’ ta. I ja’chuk ja ke’ntiki’ ay aparte es nuestro estómago. Nuestro altsil
kaltsiltik, parte ja jlukumtiki’. Ja es nuestro k’ujul.
kaltsiltiki’ ja’ni ja jk’ujultik-a. (Texto 8: 12-17)
De nuevo, el altsil aparece como aquello que crece, pero esta vez a
pesar de que la carne del grano de maíz no subsiste, sino que, más bien, el
altsil generará un nuevo cuerpo. Esto es interesante pues del altsil de un
grano de maíz se formará un nuevo cuerpo, que a la postre generará otros
cuerpos con su altsil, por lo que no se pueden entender de manera aislada
la carne, el grano de maíz, y su altsil —como se dijo respecto al pez y el
agua— ya que a partir de este ejemplo resulta transparente el constante
juego entre ellos, su transformación en uno y otro. Aunado a esto, doña
Juliana mencionó otra cuestión relevante, que es la diferenciación entre el
altsil y el estómago, lukum, y aunque en ocasiones se dice que el altsil se
ubica justamente en la boca de este último, para nada se piensan iguales.
Los términos que sí se equiparan son altsil y k’ujol, si bien se mostrarán
más adelante sus diferencias.
Hay un par de datos más que resultan significativos. Uno es el hecho
de que se menciona que cuando el maíz ha pasado mucho tiempo en el
granero de la casa, llamado ts’ulub’, y se empieza a echar a perder, se dice
que su altsil sale en forma de palomilla (Antonio Gómez, comunicación
personal). El otro dato es que el iris del ojo puede recibir los nombres de
yaltsil sat ‘su altsil del ojo’, o xinanil sat, de xinanil ‘ladina’ y sat ‘ojo’,
aunque ignoramos el porqué de esta situación (Antonio Gómez, comuni-
cación personal).
Si hacemos una breve recapitulación de lo expuesto, es posible decir
que la entidad anímica conocida como altsil entre los tojolabales es un
elemento imprescindible del ser humano y de otros seres; está contenida
capítulo 3. la humanidad imbricada • 93
en el centro del ser humano, en el interior de la zona del pecho y boca del
estómago; de su estado depende la salud de las personas; en las plantas
está ubicado en el embrión de la semilla; puede antropomorfizarse, en el
caso de las plantas, o zoomorfizarse en el caso del rayo, como se verá más
adelante; es lo que le proporciona la vida a las plantas; los humanos-rayo
lo poseen y son las únicas personas capaces de percibirlo, en el amplio
sentido del verbo ab’i.
Por otro lado, es relevante mencionar que en ninguna otra lengua maya
se encontró la presencia de la voz altsil, con excepción de un dato pro-
veniente del Vocabulario de la lengua mame, escrito por fray Diego de
Reynoso e impreso por Francisco Robledo en 1644, en el que se traduce
altzil como ‘alma’ y ‘espíritu’ (Carreño 1916:51, 88). Esto es interesante
debido a que en ningún diccionario contemporáneo de la lengua mam se
encuentra este término, aparentemente ya en desuso, por lo que esta situa-
ción nos habla de voces y conceptos compartidos entre diferentes grupos
en épocas antiguas. Sin embargo, no es posible afirmar algo más sobre
esta situación. De cualquier forma, en la actualidad, los habitantes de las
diversas comunidades tojolabales piensan y hablan de manera diferente
sobre el concepto altsil y su relación con el k’ujol.
K’ujol
Traducción/es Fuente
Corazón Ruz (1983c:165)
Corazón, interior del cuerpo INEA (1992:39)
Sentimiento, bondad, corazón Gómez et al. (1999:477)
Corazón Lenkersdorf (2010:355)
Alma, corazón Sánchez et al. (2011:93)
Figura 6. El k’ujol del ocote, taj (Pinus sp.), es la zona oscura en el interior del tronco. Foto: Fernando
Guerrero Martínez.
Figura 7. Mazorca (b’ak’ane) de maíz (ixim [Zea mays]). Foto: Mauricio Rizo.
Figura 8. Corte transversal de una mazorca (b’ak’ane) de maíz (ixim [Zea mays]). La parte del olote o
carozo es el k’ujol del maíz. Foto: Mauricio Rizo.
y del pino. Por su parte, en las aves el k’ujol es identificado con el pecho o
la pechuga del animal. Las piedras, en cambio, se dice que tienen k’ujol y
no altsil, pero en estas es posible entender la referencia de su k’ujol como
el ‘meollo’ de la roca, la parte más dura y que le da resistencia.
Como se dijo líneas arriba, algo que destaca en el k’ujol es su presencia
como referencia de estados de ánimo, procesos mentales y sentimientos.
A continuación se enuncian algunos de los términos antes mencionados,
recalcando que el inventario al respecto es mucho más amplio (cuadro 6).
(25) Ja’ k’ujol ja yajni jel lasik’si k’ujo- El k’ujol es cuando suspiramos mucho
lanitiki’ ay ja’chuka. Wa xcha con nuestro k’ujol, de esa manera. Y tam-
yamxi ja cha ta ma ayxa sk’ujoli’ bién se usa cuando ya hay quien tiene su
cha ma’ byejoxa. Ti’xa wa x-alxi k’ujol o los que ya son viejos. Entonces,
yab’ ja ma’ ch’into’i, «awik yi’ ahí se les dice a los que son pequeños,
dyos ja ma’ ayxa sk’ujoli’ jun «saluden a los que ya tienen su k’ujol, a tu
amejun, jun atatjun». Ja’ ayxa señora abuela, a tu señor abuelo». Al que
sk’ujol wa xkalatikon ja ma’ sakxa ya tiene canas le decimos que ya tiene su
ja yolomi’. Ti’ wa sje’a b’a k’ujol. Ahí se refleja en su cuerpo, o ya
skwerpo, ma jelxa wa xk’ochk’oni andan muy jorobados. Se dice que esos
ek’e’. Ja’ ayxa sk’ujol wa x-alxi ja son los que ya tienen su k’ujol.
jawi’. (Texto 4: 30-34)
4
Habría que analizar con mayor profundidad las implicaciones del uso del verbo jul ‘llegar
o venir’, con respecto al k’ujol en las personas, ya que, si se toma de manera literal, indicaría
que el k’ujol es algo externo al humano.
capítulo 3. la humanidad imbricada • 101
2006), porque los han asemejado (Ruz 1983b); o bien con elementos pecu-
liares de la configuración de la persona en pueblos de tradición mesoame-
ricana y más allá de ella.
Desde el punto de vista tojol-ab’al, todos los seres humanos poseen altsil y
k’ujol. También es sabido que la salud de las personas depende básicamente de
la condición de su altsil, el cual puede desprenderse en forma parcial o total de
alguien y provocar, en el primer caso, enfermedad, y en el segundo, la muerte.
Sin embargo, existen seres humanos que tienen otras entidades, además de las
dos antes mencionadas. Son conocidos localmente como «vivos». Ellos son los
especialistas médicos y rituales que en el área tojol-ab’al se desempeñan en
actividades como la curandería, pulsación, partería, brujería y adivinación, o
bien como personas que tienen el poder del rayo, del viento y de otros fenóme-
nos atmosféricos. Son mujeres y hombres que cuentan con un don especial. No
obstante, cada persona posee, según algunos testimonios, una suerte particular,
aunque no se refleje en uno de los «oficios» antes señalados. Como se observa
en (26), doña Zoraida mencionó que:
(26) Ayni ma’ ay jel x-el ja yixim-a ma Hay algunos que sí cosechan mucho
jel slu’um, xchante’ jumasa’. maíz, o tienen mucho terreno o sus ani-
Tuktukil ja swerte ja b’a males. Tenemos distinta suerte en la
lu’umk’inali’. tierra.
(Texto 5: 11-12)
Sin embargo, las personas que gozan de una suerte particular, que es
mejor entendida como un don especial, tienen cargos y poderes muy fuer-
tes y de suma relevancia dentro de las comunidades.
102 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
Jakel, el don
tante este poder. Aquel que le reveló a don Marcelino varios de sus rasgos
dijo que ese poder lo obtuvo de Dios, pero ese don es también un mandato
para proteger los cultivos y el altsil de las plantas, para que no los hurten
otros chawuk o ik’. En (30) se expresa esta idea:
(30) Ja’i, jitsan lame’ aytik ja b’a Sí, muchas clases estamos en este mundo,
mundo iti’, jitsan lame’, pero muchas clases, pero no sé por qué ahí me
saber jas yuj ja ti’ wajyon lado tiw fui de ese lado. No sé por qué así me dio
ja ke’ni. Saber jas yuj lom ja’ch’ nuestro padre Dios. Como bien así es mi
ya’ ki’ ja jtatik Dyosi. Jastal lek suerte, no es así mi papá, no es así mi
ja’ch’ jswerte’an, mi ja’chukuk ja mamá. Pero tengo que obedecer un man-
jtati’, mi ja’chukuk ja jnani’. dato, que este es mi don. Pero no me he
Pero tyene ke oj jk’u’uk jun ido para otro lado, no iré para otro lado,
mandar, ke ja jdoni ja iti’. Pero mi no es mi deber para otro lado, sino que es
wajelukon b’a otro lado, mi oj mi deber coordinar esto.
wajkon b’a otro lado, mi jcholuk (Texto 1: 138-142)
b’a otro lado, sino ke ja’ jchol ja
oj jk’ul kordinar ja iti’.
Es el mismo Dios, él mismo hace que sueñe esa persona, hace que sueñe. Un
ejemplo, el que es de maíz amanece con el puño lleno de maíz, o frijol, depen-
diendo, Dios mismo viene o manda ángeles para decirte qué don están dando
y ahí en eso te vas a dedicar. Esto no es bueno decir, el que tiene don no debe
decirle a la gente porque le pueden quitar, y aparte de quitarle el don la persona
ya no queda normal, queda como loca, sin sentido, porque si tienes una suerte
estás propenso a estar enfermo o hasta morir, entonces para que no pase esto hay
106 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
que recibir las nueve promesa para pedir que no te pase nada y que esté bien,
ahí se compra bastante velas y esta promesa se lleva a cabo con el Padre Eterno
en La Trinitaria, acompañado con un ajnanum (Catalina Gómez, Saltillo, Las
Margaritas, 2015).
Quienes tienen este don deben cuidar mucho que nadie lo sepa, y es por
ello que en el interior de las mismas comunidades no es un tema del que
la gente hable fácilmente, debido a los peligros que supone que se conozca
si alguien tiene un poder especial. El halo de misterio y ocultamiento que
envuelve este y otros temas de las antiguas creencias tojolabales representa
la forma en la que los habitantes de las comunidades han podido conservar
conocimientos y prácticas «costumbristas» ante presiones fuertes de parte
de la Iglesia católica y de otras religiones que han entrado con ímpetu en
tiempos relativamente recientes a la zona tojol-ab’al.
Considero pertinente mencionar que entre los tseltales de Yajalón,
Chiapas, existe un concepto muy relacionado con el jakel tojol-ab’al. Este
es el talel, el cual es descrito por Óscar Sánchez, a partir de un relato que
le dio a conocer don Severino, de la siguiente manera:
los poxtawanej [curaderos] tienen don (stalel), pueden hablar, escuchar y ver las
cosas que creó Kajwal (Dios) en el Balumilal, él me ha mostrado en los sueños
el conocimiento de las cosas del mundo, las plantas que pueden curar las enfer-
medades, todas las plantas: bejucos, raíces y los árboles que hay en el Balumilal
son pues medicina y obra de Kajwal (Dios) (Sánchez 2013:69).
Dicen que no todos los niños traen regalos [majtanil]; ello depende de la familia,
el stalel se puede heredar. Si el papá no lo trae o no lo posee, por el lado de la
madre lo hereda. Mayormente los dones o herencias del poder de las mujeres
se revelan a la partera […] La partera sabe que todos los niños nacen con dones
(stalel), los traen envueltos, los pueden ver en la placenta y en el cordón umbilical
y/o tienen forma de collar enrollado en el cuello del neonato (Sánchez 2013:169).
Estos apuntes sobre el don entre los tseltales podrían investigarse más
en el caso tojol-ab’al, lo cual sería esclarecedor para ver de qué forma se
relacionan ambos conceptos. Por otro lado, si el jakel es indispensable para
que un ser humano pueda considerarse «vivo», existe otro elemento que
es propio solo de estos personajes, el cual ha sido relacionado por algunos
autores con el nahual. Se ha dicho que para los tojolabales todas las perso-
nas poseen wayjelal y que solo algunas de ellas, los llamados «vivos», son
conscientes de él y capaces de utilizarlo mediante su transformación (Ruz
1983b:56-61; Gómez et al. 1999:259). En cambio, según nuestros datos, no
108 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
Wayjelal
pañeras de camino de los chawuk, aunque estas más bien se perciben como
su altsil. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que de ninguna parte del
cuerpo humano se puede decir que es smoj ‘su compañero’. Esta figura
también está presente entre los chujes de manera importante, ya que entre
ellos el concepto de nahual está ligado a lo que se conoce como smoj
spixan, que literalmente podría traducirse como ‘su compañero de espíritu/
corazón’, ya que pixan en chuj se refiere tanto al corazón como al espíritu
(Hopkins 2012:241), por lo que Ruth Piedrasanta (2009:60, n. 21) traduce la
expresión como «juntos en su corazón», de manera que «designa una forma
de gemelidad sobrenatural compartida entre hombre y animal […] Se trata
de un concepto próximo al nagualismo».
Tomar al wayjelal como compañero abre la posibilidad de responder
si el primero puede considerarse un alter ego o no. En primer lugar, hay
que decir que en latín, el término alter no debe ser conceptualizado senci-
llamente como ‘otro’; alter, más bien, es un pronombre «formado a partir
del sustantivo alius —otro, distinto, diferente—, al que se añade el sufijo
-ter, que diferencia a un elemento de otro dentro de un par» (Fernández
2015:423). Es importante la idea de alter como un par que establece siempre
una relación entre los componentes de la pareja. Así, cuando se dice en
latín alter quiere decir «el otro cuando se trata de una pareja», además de
que un alter ego es inalienable. Si comprendemos el wayjelal tojol-ab’al
desde este punto de vista, no existe alguna incompatibilidad de este alter
ego con el sufijo -al del tojol-ab’al. Por lo tanto, aunque alter se contra-
pone a ego —como lo otro a lo mismo—, «ambas categorías se definen de
modo relacional, remiten la una a la otra hasta el punto de que la identidad
individual no se concibe sin incluir en esa definición, la dimensión de
alteridad, otredad o diferencia con la que cada individualidad se relaciona»
(Fernández 2015:423-424). Una persona tojol-ab’al que posee wayjelal no
puede concebirse sin él y viceversa, lo que explica la codependencia de
uno con el otro, como en una pareja.
Por otro lado, el wayjelal que poseen los «vivos» tojolabales es siempre
un animal, el cual depende de la fuerza y las condiciones de la persona.
Me han contado que antes se decía que también se relacionaba con el día
en que nacía el individuo y si provenía de una familia con poderes simi-
lares. Además, el origen del wayjelal es divino, pues se le adjudica a Dios
110 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
Entre los tojolabales abundan las historias en las que se relata que
alguna persona hiere o mata a un animal y al otro día algún miembro
de la comunidad aparece muerto o exactamente con las mismas heridas
infligidas en su organismo. Dentro de los wayjelal existe una jerarquía de
acuerdo con el poder que se le atribuye a cada animal, la cual se relaciona
con el poder de la persona que lo posee y su estatus en el seno de la comu-
nidad. Entre los tojolabales los wayjelal animales más poderosos son los
felinos, las serpientes, las aves rapaces y otros mamíferos carnívoros.6
Parece ser que otro tipo de animales pueden ser considerados wayjelal,
como algunas mariposas nocturnas, reptiles y, en ocasiones, animales
domésticos. Las personas que los poseen se dice que pueden transformarse
en ellos para ejercer alguna actividad, principalmente los brujos, quienes
pueden provocar enfermedades o la muerte a través de ellos. No obstante,
hay algunos wayjelal que anuncian también este tipo de desgracias. El
cuervo joj es uno de los que se dice pertenece a los brujos más fuertes, ya
que puede curar a otros brujos heridos y también a su dueño, por lo que
cuando la gente asesina a un brujo se le echa sal para que otros que tengan
por alter ego animal al cuervo no puedan unir las partes de su cuerpo que
han sido mutiladas.
Por lo general el wayjel muere con la persona, pero en algunos casos
puede ser transferido a los hijos o a la pareja. Uno de estos es la culebra,
que puede alojarse en el cuerpo y en el momento que muere la persona en
la que habita, esta sale por el ano y se mete en el cuerpo más cercano. La
Ik’axib’ chan o mazacuata es también un wayjel poderoso. Está relacio-
nado con los remolinos que devastan las milpas (Pinto y López 2004:99).
6
El jaguar b’ajlam (Panthera onca) y el puma choj (Puma concolor) son considerados
los más fuertes, pero también se dice que el tlacuache ujchum (Didelphis sp.) ocupa un lugar
importante al ser más ágil y audaz (Pinto y López 2004).
capítulo 3. la humanidad imbricada • 111
Los brujos o «vivos» atrapan su altzil y se lo llevan, a veces auxiliados por otros
brujos, para cocinarlo. Mientras tanto, la persona se enferma […] Con frecuencia
el altzil de las personas puede ser «cazado» por envidia. Si alguien tiene más
posesiones que el resto de los vecinos, sea una mejor milpa, mayor número de
ganado, mejor casa u ostenta algún tipo de riqueza; los brujos pueden hacerle
enfermar o causarle desgracias, bien porque ellos mismos sienten envidia o
porque alguien puede pagarle para que «cace» el altzil de la persona envidiada
(Pinto y López 2004:100).
Sin embargo, como se dijo líneas arriba, el hecho de que una persona
tenga wayjelal no depende de su propia voluntad. En ese sentido, doña
Zoraida brindó información fundamental para entender este concepto,
como se ilustra en (35):
(35) Ja winik jumasa’ jawi’ mini sga- Todas esas personas para nada son sus
na’uke’ ja ye’nle’a, swerte’e’. Man culpas, son sus suertes. Les fue dado
pojki ja a’ji yi’ile’ yuj ja Dyosi’. Ila por Dios desde que nacieron. Mira un
awil jun ala yal alats, ayni ma’ ay querido bebecito, hay quienes tienen su
yala spojtsil yolom-a, crusado ay, querida bolsa [cubierta] en su cabeza,
ja jastal jawi’ yujni ay yi’oj jan-a. está cruzada, así como ese, sí que lo trae.
Ja’ ke’n wa xka’ el kan yi’ i wa xka’ Yo termino de quitársela, y la pongo a ver
yil k’a’uj. Potsan juntiro wa el sol [a secar]. Vienen bien cubiertos,
xjakye’ ja’ch jastal como pot- así como se cubre [algo] con un costal.
sub’ale’ sok jun koxtal. Wa’ni Sí que da miedo cuando lo miras. Si no
xya’a xiwel oj awila. Ja ta mik’a se le hace el llamado al querido bebe-
payxi ja ala yal alats’i’ wa xwaj el cito, se les van sus fortunas, se quedan
ja sportuna’e’i, wa xkanye’ mudos. La bolsita esa, la lavo bien, le
mudo’il. Ja yal spojtsil jawi’ wa pongo su pimienta y su ruda. Y viene con
xchuk’u lek, wa xka’ och yi’ spi- un su querido diosito el querido bebe-
mienta’il sok ruda. I ja ala yal cito, y ya él cuida esa bolsa.
alatsi’ wa xjak jun ala yal sdyosil, (Texto 5: 37-44)
i ye’nxa wa stalna ja bolsa jaw-a.
significativa, ya que tanto el recién nacido como el altsil del maíz nacen
«cubiertos» y cambian de posición momentos después de estar «adentro»
a estar «afuera», es decir, que se presenta, si se me permite la expresión,
un cambio de perspectiva. Tal vez sea mejor entender esta inversión justa-
mente a partir de la noción tojol-ab’al de «voltearse», como se verá a conti-
nuación. El bebé que nace con la marca de posesión de wayjelal ‘envoltura’
y el maíz son excepcionales porque desde su origen tienen «dos caras»
o «dos lados», y se «voltean» cambiando de lugar, lo que conlleva una
modificación de estado. Esta característica es extraordinaria porque no
se presenta en todas las personas, pero determina a la que la posee como
alguien «muy vivo», que es justamente la forma en que se concibe el maíz,
lo cual no es fortuito ni trivial. De esta manera, si se piensa el ser humano
como una moneda, el wayjelal sería una de sus caras; la persona que tiene
wayjelal puede, conscientemente y a voluntad, darle vuelta a la moneda
según su conveniencia. Este sería el poder de transformación del brujo en
su contraparte animal.
En (35) también se dice que es necesario llevar a cabo acciones espe-
ciales para que lo que se le ha otorgado al niño —wayjelal— permanezca,
para que no se vaya su «fortuna» y quede «mudo». Este último término
se utiliza casi siempre en contraposición al de «vivo», de forma que el
«mudo» es aquella persona que no tiene ningún don, que no ostenta gracia
alguna y, por lo menos de manera aparente, carece de habilidades que le
sirvan para dedicarse a alguna cosa.8 Esto es muy similar a lo que explicó
doña Catalina acerca del jakel, en el sentido de que se debe realizar un
ritual para que la persona que lo ha recibido no sea víctima de un hurto y,
por ende, enferme.
Al final de (35) se mencionó que doña Zoraida le da un tratamiento a
la «bolsita» con la que viene cubierto un niño que será «vivo»; la limpia
con ruda y pimienta, la pone a «ver el sol». También es claro que se dice
que el bebé viene acompañado, y es de sumo interés el préstamo del espa-
ñol «dios» que usa para decir que esa entidad «cuida» la bolsita en la
que viene envuelto el recién nacido. Puede pensarse en que dicha entidad
corresponde con un compañero animal o de otro tipo, aunque es necesario
profundizar en el tema.
8
Recuérdese lo que dijo doña Luciana en referencia a que todas las personas tienen un don,
aunque sea para comer tortilla seca.
114 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
Voltear y transformar
1
Es interesante que se ubique la guerra de la Revolución mexicana en un tiempo mítico en
el que no había «patrón, comunidad ni gente», lo que habla de la reapropiación que las personas
hacen de su historia, adaptándola a sus marcos de referencia.
capítulo 3. la humanidad imbricada • 115
bora otro relato, en el que se utilizan tanto la raíz verbal muk como pax y
sut para expresar la transformación de los antepasados en los animales del
monte, como se ve en (38):
(38) Komo smukub’i sb’aj k’e’en ja Si, cuando llovió la ceniza caliente, los
yajni ko’ ja k’ak’al ta’ani —sluwar viejos antiguos pensaron que entrando en
sb’a mi oj ch’akuk ja wax yala’—, la cueva no se acabarían. Y claro que no
klaro, mini ch’aka, mini chama, se acabaron, aunque el antepasado se
pe pax kan chante’il, chante’xa volteó: como animales salieron. Ya no
sutxi kani. Mixa kristyano’uk son cristianos como siempre.
komo syempre. (Gómez et al. 1999:136 y 139)
Una vez que el nuevo mundo se hubo secado, los antiguos que se habían refu-
giado en las cuevas salieron de ellas, pero ya no como humanos sino convertidos
en animales. Así nacieron el jalaw (tepescuintle), el iboy (armadillo), la chu’u
(ardilla), el wet (zorra), el machin (mono araña), el batz (mono saraguato) y el
chich (conejo). Una viejecita de pelo entrecano salió convertida en mapache.
Todos estos animales, como recuerdo de su antigua condición humana, guardaron
la forma de sus manos (Gómez et al. 1999:133).
(Álvarez 2017), de forma que se tendría que imaginar que el mundo es,
entonces, un objeto de, por lo menos, tres caras. El lu’um k’inal sería la
cara del objeto que el ser humano conoce y en la que vive.
Por su parte, existe otro ejemplo interesante para ilustrar la relación
muku-sutu-paxi que se ha analizado, y proviene de un relato que recopiló
Bayles (2001) acerca de los humanos-rayo. Ahí se narra cómo dos hombres
se van a trabajar la milpa y encuentran un gallo negro. Entonces, uno de
ellos —el hombre-rayo, chawuk— le dice a su compañero —que no sabía
que su amigo era chawuk— que le enseñará una señal, pero que tiene que
estar solo para verla. Le advierte que cuando esté solo se le aparecerá
el gallo. Le dice que lo mate, que cave un hoyo y que lo entierre (muku)
en el lado de la milpa que esté trabajando; que regrese al otro día y que
lo desentierre para ver qué es lo que encuentra. El hombre que no era
rayo hizo exactamente lo que le dijo su amigo, y más tarde fueron a ver
el lugar donde se había enterrado el gallo. Para sorpresa del hombre, no
encontraron más que lazos, lazos de muchos colores; los desenterraron y
el hombre-rayo hizo que su compañero escogiera uno de ellos; este eligió
el de color verde y, a petición del hombre-rayo, lanzó al cielo el lazo y se
fue volando (Bayles 2001:28-30). De nuevo, es transparente la idea acerca
de cómo algo que se entierra cambia de naturaleza. En este caso, el gallo
negro se transforma en una serie de lazos de colores. Ambos seres, tanto
el gallo como los lazos, son «objetos» íntimamente relacionados con el
chawuk, el rayo, como se verá en el siguiente capítulo.
Si ya se había mencionado que el altsil es un elemento imprescindible
del ser humano (aunque no único de él), se han dado pruebas para conside-
rar que el jakel y el wayjelal son también entidades inherentes a los seres
humanos «vivos», a aquellos que ostentan poderes y capacidades sobre-
humanas, pero es necesario recalcar que son personas que viven en las
mismas comunidades, aunque en secreto. De esta forma, se puede hablar
de una triada de entidades que componen a estas personas, la cual está
conformada de la siguiente manera: jakel-altsil-wayjelal. Es bueno recor-
dar que una de las capacidades que tienen todos los «vivos» en común, sin
importar su encargo u oficio, es la de transformación o conversión en otros
entes o fenómenos, como se mostró al analizar los términos que emplean
las raíces pax y sut.
118 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
[119]
120 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
Chawuk
Los rayos viven en las comunidades tojolabales. Son personas que tienen un
don, hombres y mujeres. Sus encargos más reconocidos, y tal vez los más
importantes, son regular las lluvias, cuidar el altsil de las plantas comestibles
y protegerlas de otros humanos-rayo para que no las hurten, tema del que
existen varias narraciones. Por supuesto, tienen la capacidad de manejar el
rayo o, mejor dicho, lo son.
Muchas personas conocen varios aspectos acerca de los humanos-rayo,
pero el caso de don Marcelino es especial, ya que él mismo tuvo la opor-
tunidad de platicar con uno de ellos, por lo que su conversación es funda-
mental para entender no pocos aspectos asociados con estos personajes.
Por su parte, doña Catalina también posee muchos conocimientos acerca
de estas personas debido a que el padre de su suegra era rayo. Resulta que
Catalina cuidó mucho tiempo a su suegra antes de que falleciera —a los
114 años—; mantuvo una relación muy cercana con ella y asimiló mucho
de lo que la viejita, doña Ricarda, sabía, practicaba y había aprendido ella
misma a lo largo de su vida. No obstante, doña Matilde, doña Zoraida
y doña Juliana también mencionaron cosas muy interesantes en torno al
chawuk y otros humanos-atmosféricos.
El chawuk, se insiste, es persona; es, en términos tojolabales, kristyano.
Al igual que cualquier persona, el chawuk tiene un trabajo, solo que él lo
desempeña en las nubes. En (39) se observa la forma en que lo refirió doña
Matilde:
(39) Ja chawuki’ yuj kristyano, pe Sí es una persona el chawuk, pero solo
yujxta ja ye’ni, a’jub’al (ak’ub’al) que a él le tienen dado su querido don,
jan yi’ yala don, yuj ye’n oj a’tijuk porque él va a trabajar desde la nube.
ja b’a asoni’. (Texto 4: 39)
capítulo 4. los humanos-rayo y otros seres atmosférico-pluviales • 121
Cada comunidad tiene humanos-rayo que se organizan para cuidar del bien-
estar de sus cultivos y de su pueblo en general, además de que se reúnen con
otros rayos de otras comunidades. Así se lo dijo el chawuk a don Marcelino, a
124 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
uso oportuno del poder. Estas cualidades perjudiciales, como se verá más
adelante, son asociadas con un tipo de rayo en particular, el rojo, chakal
chawuk. Por el momento, cabe preguntarse si en una misma familia, entre
hermanos, pueden existir diferentes tipos de rayos, como sí ocurre en las
narrativas míticas. Si observamos ese fragmento de la charla, podríamos
suponer que sí.
Posteriormente, como se ve en (44), el chawuk le expresó a don
Marcelino su preocupación por cumplir el mandato divino y devela su
naturaleza de yaxal chawuk, aunque no lo haya dicho literalmente; no
obstante, esto se puede afirmar por el hecho de que le importa aclarar que
él cuida lo que hay en la milpa.
Es reveladora su palabra cuando afirma que él está en «tercer lugar», y
aunque lo más probable es que esto se establezca de acuerdo con el criterio
de edad,1 no se puede desechar la posibilidad de que tenga que ver, más
bien, con el poder mayor que uno de ellos tenga, por mandato de Dios.
También se desprende de este fragmento que hay un rayo, el mayor, que es
el que ordena a los demás.
Algo sobresaliente es que, al parecer, el ser chawuk implica un cargo
a desempeñar en una localidad, un cargo que es preciso que se cumpla
en todo momento, ya que en el texto el hombre-rayo dice que «no solo es
como con el que pasó primero», o sea que él mismo recibió un cargo que
antes desempeñaba otra persona. Sin embargo, dicha persona, se deduce,
no cumplía de buena manera con el mandato, sino solo utilizaba su don
en beneficio personal. Por eso es importante cuando el chawuk aclara que
«también tiene que crecer parejo», es decir, en las milpas de todos los
pobladores de la comunidad, porque «así ha dicho nuestro padre Dios».
Además, podemos inferir que el rayo anterior era un chakal chawuk, rayo
rojo, debido a que actuaba solo en su favor, es decir, era «envidioso», atri-
buto innegable de ese tipo de rayo, como se verá en la siguiente sección.
Lo que es un hecho es que dentro de la «sociedad» de los rayos hay
jerarquías también. En (45) se ve lo que le dijo el chawuk a don Marcelino
sobre eso.
1
Al respecto, podemos citar las palabras de Mario Ruz (1983b:275), quien menciona que
«esta diferenciación entre mayores y menores está patentizando, por tanto, la supremacía de-
terminada por el criterio de edad, misma que se refleja en la conducta humilde y respetuosa
que se debe guardar ante los mayores, y que se pierde al interaccionar con los iguales en edad e
incluso con generaciones alternas con las que se da una relación de tipo jocoso».
126 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
(44) J a’i, jitsan lame’ aytik ja b’a mundo Sí, muchas clases2 estamos en este
iti’, jitsan lame’, pero saber jas yuj mundo, muchas clases, pero no sé por
ja ti’ wajyon lado tiw ja ke’ni. Saber qué ahí me fui de ese lado. No sé por qué
jas yuj lom ja’ch’ ya’ ki’ ja jtatik así me dio nuestro padre Dios. Como bien
Dyosi. Jastal lek ja’ch’ jswerte’an, así es mi suerte, no es así mi papá, no es
mi ja’chukuk ja jtati’, mi ja’chukuk así mi mamá. Pero tengo que obedecer
ja jnani’. Pero tyene ke oj jk’u’uk un mandato, que este es mi don. Pero
jun mandar, ke ja jdoni ja iti’. Pero no me he ido para otro lado, no iré para
mi wajelukon b’a otro lado, mi oj otro lado, no es mi deber para otro lado,
wajkon b’a otro lado, mi jcholuk sino que es mi deber coordinar esto. Me
b’a otro lado, sino ke ja’ jchol ja oj he quedado en tercero, pero mi mayor,
jk’ul kordinar ja iti’. Kanelon b’a hay dos mayores míos, nuestro mero
yoxil, pero ja jb’ankilali’, ay chab’e’ mayor, digamos, él mero da el man-
ja jb’ankilal, ja’ mero jb’ankiltikon dato. Entonces esto, yo veo cómo están
luwar, ye’n mero wa xya’a mandar. las cosas dentro de la milpa, tiene que
Antose iti’, ja’ ke’n wa xkila jastal crecer donde esté, para que crezca parejo.
ay ja kosa jumasa’ b’a yoj alaji’, No solo es como con el que pasó pri-
tiene ke oj ajyuk b’a wa xkana b’a oj mero, no solo va a crecer lo que es mío,
ajyuk parejo. Mi kechanuk ja’ también tiene que crecer parejo. Así es
komo jastal ja ma’ ek’ta b’ajtani, lo bueno, así es el mandato, y así nos dan
mi kechanuk ja’ oj ajyuk ja jb’aj el mandato. Y sí, que así ha dicho nues-
ke’ni, tiene ke oj cho ajyuk parejo. tro padre Dios para que nosotros ayu-
Ja’chuk ja leki’, ja’chuk ja man- demos.
dari’, i’ ja’ch’ wa x-a’ji ki’tikon (Texto 1: 138-147)
mandar. I’ yujni ja’ch’ yalunej ja
jtatik Dyos-a para ke oj jkoltani-
kotikon.
2
El morfema lam es un clasificador numeral para estratos, más el formativo e’. Lenkersdorf
indica para lame la noción de «capas», «rebanadas» o «estratos» que componen algo, ge-
neralmente de forma horizontal, aunque también se puede entender como «generación»
(Lenkersdorf 2010:374). La explicación que da el autor es interesante: «lame no es la parte de
un todo sino el aspecto de un todo vivo o en movimiento […] Los lame son las olas del agua
que, seguramente, no son partes. Ninguna ola se puede separar del todo del agua. Es una com-
ponente del todo del agua en movimiento […] De una manera u otra los conjuntos vivos y/o
en movimiento contienen aspectos parecidos a olas» (Lenkersdorf 2010:374). Hay que tomar
en cuenta lo anterior para entender de mejor manera el uso de «clase» para traducir lame’ en
este contexto específico.
capítulo 4. los humanos-rayo y otros seres atmosférico-pluviales • 127
tenemos así que mientras Jesucristo es el ijtz’in del Padre Eterno, los ch’in pukuj
son los menores del Pukuj, el relámpago es hermano menor del rayo, y también
los elementos usados en actividades rituales participan de tal criterio: hay tam-
bores y banderas ‘mayores y menores’, y los antiguos cargos de mayordomos se
dividían de idéntica manera (Ruz 1983b:275).
ciertas plantas, y un chawuk tojol-ab’al que fue a pedir el favor a los kurik
para que lo curaran. Otro ejemplo de ello es cuando solicitan el favor a
los rezadores de La Trinitaria, antiguos hablantes de tseltal, para hacer
diferentes ceremonias.
Debido a que el municipio de Chanal colinda al este con una comunidad
tojol-ab’al, Veinte de Noviembre, podemos suponer que existen acuerdos
entre los rayos de ambas partes para no caer en conflicto. Sin embargo, no
disponemos de información etnográfica acerca de las concepciones sobre
los rayos y otros fenómenos atmosféricos en Chanal, que sea diferente a
lo que escribió Calixta Guiteras (2011) en su diario de campo de 1959. Se
trae a colación esto debido a que, si observamos la información tojol-ab’al
acerca de los rayos en comparación con aquella proveniente de los tseltales,
encontramos muchas diferencias en la manera de percibir y describir a
estos personajes, aunque también algunas similitudes, lo que resulta algo
muy interesante, etnológicamente hablando. Guiteras apuntó lo siguiente
respecto a los rayos en Chanal:
final dijo que lo habían venido a buscar pero que aquel chawuk «no salió
con la suya porque le respondí bien y se fue». Al final a ese señor lo lle-
varon a Comitán para curarlo porque al parecer se quedó con quemaduras
(Catalina Gómez, Saltillo, Las Margaritas, 2015).
Las disputas de los rayos muestran algo más respecto a su naturaleza,
ya que en muchas ocasiones quienes se pelean son rayos de diferente tipo.
Aquí encontramos que, entre los tojolabales, básicamente hay dos: el rayo
verde, yaxal chawuk, y el rayo rojo, chakal chawuk. A continuación revi-
saremos sus características y relaciones.
Clases de rayos
De manera concisa, se puede decir que el rayo verde, yaxal chawuk, se rela-
ciona con los aspectos positivos de varias cosas; se le estima porque a él se le
imputan las actividades de resguardo y cuidado del altsil de las plantas. Por
otro lado, a diferencia del rayo verde, el rayo rojo, chakal chawuk, puede matar
seres vivos y en general se le atribuyen efectos negativos para la vida y para las
personas de las comunidades, como se observa en el fragmento (47):
(47) Ja chakal chawuki’ es mero El chawuk rojo es mero diablo, mero
Dyablo, mero demonyo. Yujni yuj demonio. Es que esa gente solo está para
kechan b’a wa xch’akawotik ja acabarnos, está con el satanás. Platica-
kristyano jaw-a, ja’ ay sok ja sata- mos, o también es tu hermano, no lo vas
nasi’. Wa xta’a jb’ajtik lo’il ma cho a saber, pero tiene su altsil del satanás.
awermano’a, mi oj ana’e’, pero ja’ Sí que solo nos chingan, las gentes esas
yi’oj ja yaltsil ja satanasi’. Yujni son muy envidiosas. Ya una clase que es
kechani wa sk’ulanotik chingar-a, verde, el chawuk verde ese, es el que nos
imbidyoso masan ja kristyano ayuda.
jumasa’ jawi’. Ja’xa b’a jun lame’ (Texto 1: 114-118)
b’a ya’axi’, ja yaxal chawuk jawi’,
ja’ ma’ wa skoltayotik ke’ntiki’.
la lluvia y enfría la tierra, a diferencia del chakal chawuk, que más bien
seca la tierra y además puede destruir las casas. Estos datos son contra-
dictorios si se comparan con aquellos que provienen de la tradición oral
tojol-ab’al, en los que básicamente se muestra al rayo rojo como el perdedor
de una prueba de fuerza en la que lo ponen a partir un árbol, y que, debido
a su debilidad, no lo logra satisfactoriamente. Es decir que, en los mitos,
el rayo rojo es débil, pero la información etnográfica apunta exactamente
lo opuesto. Esto fue notado por La Chica (2015:208, 217), quien atribuye
parcialmente la confusión a las extrapolaciones y ambigüedades con las
que otros autores trataron el tema. De manera más objetiva y ateniéndose
únicamente a los relatos de tradición oral que ella misma recopiló, La
Chica (2015:208) argumenta que «los hermanos Rayo se diferencian entre
sí únicamente porque el mayor logra tirar los árboles contra los que golpea
su camisa verde y el menor, que utiliza una camisa roja, no lo consigue.
Por lo tanto, no se podría demostrar que uno de ellos fuera un rayo y el
otro un trueno o relámpago». Sin embargo, se verán más adelante algunas
distinciones que pueden ayudar a esclarecer este aspecto.
Las diferencias entre el rayo verde y el rojo siempre son muy notorias
en la opinión de los tojolabales. Es interesante señalar que el rayo rojo se
considera siempre muy envidioso, lo cual se enlaza directamente con el
color rojo, que los tojolabales asocian en muchas ocasiones con la envidia.
En cambio, al rayo verde se le ubica como un gran protector y muy bon-
dadoso, como se muestra en lo dicho por doña Catalina en el ejemplo (49):
(49) Ja’b’i ja chakal chawuki’ luwar Dizque el chawuk rojo, digamos es más
lakaltik mas malo, mas wa sk’ulan malo, hace un poco de maldad. El verde
t’un malo. Ja ya’axi’ luwar ke mas digamos que es muy bueno. Más abierto
jel lek. Mas jaman ja yaltsili’, mi tiene su altsil, no es envidioso. Dizque el
ilk’ujuluk. Ja’b’i ja chakal chawuk rojo, dizque es muy envidioso.
chawuki’, yujb’i jel ilk’ujul. Jata Si dizque le tienes coraje, o te ha pasado
yujb’i yuj ay akoraja soki’ ma ay algo con él, seguro te lo hará pagar.
jas ek’ela sok, taregani oj ya’ (Texto 2: 206-208)
tup-a.
decir que la envidia es «ver el k’ujol», lo cual tiene una fuerte asociación
con el mal de ojo. Como se ha dicho, el campo semántico de la envidia,
ilk’ujol, se relaciona con el color rojo, el cual está vinculado, a su vez, con
la bravura, lo poderoso, lo travieso, inquieto, rebelde, intranquilo, movido,
e incluso, de manera muy importante, con lo caliente y lo seco, adjetivos
que son aplicados al chakal chawuk. El color verde es, a la inversa, afín
a lo húmedo, a lo fresco y a la vida, pero también a la tranquilidad, la
pasividad y la debilidad. Esta serie de características que crean un juego
de opuestos ha sido una de las principales razones que ha originado la
confusión y aparente contradicción entre los datos etnográficos sobre los
dos tipos de rayos y la mitología tojol-ab’al correspondiente. Una de las
propuestas será que el chakal chawuk no corresponde inequívocamente al
tsantselaw.
En este sentido, es preciso decir que ambos, el verde y el rojo, son
chawuk, pero es justamente la noción tojol-ab’al en torno al color rojo
—que se acaba de mencionar— lo que identifica al chakal chawuk como
«más poderoso» o «fuerte» que el yaxal chawuk, lo cual es independiente
de que en la tradición oral tojol-ab’al quien no haya podido partir el árbol
sea el tsantselaw. Realmente, en los mitos se dice que el hermano menor,
el que escoge la ropa roja, se convierte en tsantselaw, pero en ninguna de
ellas se dice que se convierte en chakal chawuk. De cualquier forma, si se
verificara dicha identificación seguiría habiendo inconsistencias, ya que
se puede argumentar que el fallo del hermano menor responde más bien a
su naturaleza «precipitada», «imprudente» o «desbocada». Esta forma de
ser, en efecto, está ligada a aquella de los niños y, en el caso concreto tojol-
ab’al, sí corresponde con el imaginario relacionado con el hermano menor.
Sin embargo, la terminología que diferentes autores han usado respecto a
ambos tipos de rayo y la forma de pensarlos desde los propios marcos de
comprensión generaron cajones clasificatorios que no están amoldados a
la forma en que se perciben localmente esos referentes. Uno de esos tér-
minos que ha originado dicha confusión es el de «relámpago» junto con
el verbo «relampaguear», ya que se ha asociado solo con uno de los tipos
de rayo, el rojo. No obstante, en el ejemplo (48) don Marcelino da cuenta
de que ambos «relampaguean», traducción de la palabra afectiva o verbo
expresivo lijpi, que Lenkersdorf (2010:386) propone como «dar luz, brillar,
parpadear, relampaguear». Ese término se relaciona por lo menos con otros
134 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
En esta versión no se dice nada acerca del color de las ropas que esco-
gieron cada uno de ellos, tampoco se dice si los personajes son hermanos o
no, simplemente que uno «quería» ser chawuk. En (51) se incluye la versión
de doña Juliana, de Puerto Rico, Altamirano.
Otra de las variantes con que se conoce al tsantselaw o sansewal, es
k’ansewal, nombre que utilizó doña Zoraida, de la comunidad Veinte de
Noviembre, Las Margaritas. Ella dijo, mediante su cariñosa forma de
hablar, que «el querido k’ansewalito brilla en la noche; si lo ves que ya está
brillando, ya te pones a gusto porque ya pronto va a bajar la querida llu-
viecita, él ya está enseñando la señal, es el cargo del k’ansewal». A partir
de estos ejemplos, y acotándonos únicamente a ellos, no se puede afirmar
que el chakal chawuk sea el tsantselaw o sansewal. Incluso, cuando don
capítulo 4. los humanos-rayo y otros seres atmosférico-pluviales • 135
Don Marcelino ya se había referido antes a los rayos rojos como «demo-
nios» y «diablos», pero en este caso, habla de los que se quedan atrapados
de una manera, justamente, bondadosa, en el sentido de que, si alguno se
prensa en el árbol, el otro lo ayuda. Además, pone un ejemplo interesante,
136 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
lluvia a sus cultivos, pero que también puede castigarlos por sus pecados
asestándoles un golpe de rayo a ellos o a sus casas; el arma con la que
dispara es un rifle que se considera el «hermano mayor» del rayo (Nash
1970:141). Cabe aquí observar las relaciones de parentesco que se inscriben
entre los fenómenos atmosféricos, según el punto de vista de diferentes
comunidades.
Tal vez uno de los estudios que más influencia tuvo en posteriores tra-
bajos etnográficos de la zona maya, y que mejor se enfocó en comparar
los diversos papeles del rayo entre varios pueblos de esta región, es el de
Esther Hermitte (1970), principalmente en lo que toca al nahualismo. Esta
autora, que trabajó en el antiguo poblado tseltal de Pinola, hoy Las Rosas,
sostuvo que el nahual más importante por su jerarquía era el rayo, seguido
de otros fenómenos atmosféricos, aunque aclaró que su objetivo no era
«implicar que el papel del rayo en Pinola sea exactamente comparable con
el que tenga en cualquier otro pueblo maya» (Hermitte 1970:381). Entre
los numerosos datos que presenta esta autora, destacan los que la hacen
afirmar que la importancia del rayo en Pinola se debe a «los derechos ina-
lienables que este tiene para controlar las lluvias, para proteger y regular
los actos de los nahuales de menor rango que habitan en las cuevas sagra-
das, y para preservar las milpas, a la gente y al pueblo mismo del peligro»
(Hermitte 1970:384). Vemos que dos de sus funciones se empalman con las
que los tojolabales le atribuyen al rayo, que son la de controlar las lluvias
y la de preservar las milpas, no tanto así la de regular los actos de otros
nahuales.
Otro de los aspectos diferentes acerca del rayo entre las ideas tojolabales
y las de los tseltales de Pinola, según Hermitte, son las clases de rayos, ya
que ella manifiesta que existen tres colores: el negro —más alto y pode-
roso—, el rojo —considerado maligno y relacionado con los brujos— y
el blanco, del que solo dice que es víctima de los dos anteriores (Hermitte
1970:385). Si bien hay un traslape en la noción tojol-ab’al y tseltal en cuanto
al rayo rojo, los demás son totalmente diferentes. Tal vez una de las infor-
maciones que sobresalen en el análisis de Hermitte es su postura acerca
de que «el rayo no es simplemente un fenómeno atmosférico. Según la
creencia local, es un niño joven y muy pequeño, vestido con ropas negras,
rojas o blancas y que lleva zapatos y sombrero […] El ruido del rayo se
explicó en un caso diciendo que lo producía el niñito pateando el suelo»
138 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
como nahual más poderoso de los jefes locales más importantes, y el rayo como
poder impersonal. Sin embargo, tal cosa sugiere muchas veces sus propias afir-
maciones […] el rayo que vive en los intersticios más profundos de las cuevas
sagradas y que es el ser sobrenatural principal a cuyo cargo están todos los
demás, es un poder impersonal (Hermitte 1970:386).
que con los tojolabales, los rayos tseltales, según los sanjuaneros, están
organizados y jerarquizados, además de que, en cierto momento del año y
bajo circunstancias especiales, los nuevos rayos rojos reciben su ropaje e
instrumentos de trabajo de la sme’ chauk (‘madre de los rayos’), quien es la
máxima autoridad entre ellos, a la par de ser el lab de una mujer. Cuando
se hable del icham tojol-ab’al se dirá que puede relacionarse con la sme’
chauk tseltal.
Helios Figuerola (2010:105) introduce muchos más datos acerca de la
naturaleza de los lab meteorológicos, siguiendo la propuesta terminoló-
gica de Pitarch (1996) en este caso particular. Cabe resaltar que, a pesar
de que ambos autores trabajaron en la misma comunidad tseltal —San
Juan Cancuc— y en años cercanos, la información y su interpretación
son, en no pocas ocasiones, radicalmente diferentes. Respecto a los datos
que Figuerola presenta sobre los lab atmosféricos (rayos, truenos, vientos,
arcoíris y los llamados «bola de fuego»), una primera diferencia con las
identificaciones que hace Pitarch es que para el primero los rayos verdes
sí son lab, mientras que para el segundo no. Figuerola llama rayo al tsant-
sewal y trueno al chauk, y aclara que en Cancuc casi no se diferencia entre
el trueno (chauk) y el relámpago (tsatsehwal), sino que la gente llama tanto
al rayo como al relámpago chauk. La distinción que se plantea entre rayos
y truenos es que, de acuerdo con una cancuquera, el rayo es el «lazo» del
trueno. Según Figuerola (2010:106), hay diferentes tipos de chauk y de ik’,
en ambos casos los tipos se distinguen por los mismos colores, siendo estos
el rojo, el verde o azul, el amarillo y el blanco.
Este autor plantea la existencia de asociaciones entre estos seres, y un
verdadero antagonismo entre los truenos y vientos rojos, calificados siem-
pre como «buenos», y los verdes, que son los «malos». Esto es radical-
mente diferente a las concepciones tojolabales. Datos interesantes sobre
estos seres es que ninguno de ellos se alimenta del ch’ulel humano; el
trueno rojo no muere y pasa de una generación a otra, asociándose con
un nuevo ch’ulel en su etapa fetal, mientras que los otros sí desaparecen;
estos lab no se encuentran en el interior del cuerpo del hombre, sino que residen
dentro de un cierto tipo de montañas especiales llamadas ajaw y su quehacer se
sitúa en las cimas de las montañas, en las capas más alejadas del cielo y no muy
lejos de Dios y los santos, por donde circulan libremente (Figuerola 2010:105).
140 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
Hay una marcada enemistad entre los vientos verdes y los rayos y vientos
rojos, quienes evitan coincidir. Hay que recordar que entre los tojolabales
se considera que el rayo verde y el rayo rojo son «enemigos». Por su parte,
según los cancuqueros, existen varios parajes en donde se les puede encon-
trar, «y algunos bosques frondosos tienen también la reputación de prote-
gerlos soliendo esconderse bajo la corteza de los árboles. Ello explicaría por
qué los rayos, en su persecución, enfurecidos, en plena tempestad destruyen
los ocotes buscándolos» (Figuerola 2010:112). Esto es sumamente interesante
si consideramos las reiteradas ocasiones en las que los tojolabales hablan de
cómo se quedan atrapados los rayos en los árboles. Llama más la atención
si conjuntamos estas nociones con las que registró Anath Ariel de Vidas
(2003) entre los teenek veracruzanos. Ella reprodujo el testimonio de un
hombre llamado Apolinar, quien se refirió a cómo debe tratarse al Trueno:
Estas son tres exégesis locales diferentes que tienen que ver con un
mismo fenómeno, que es el golpe del rayo a un árbol. Cada pueblo maya
tiene, empero, su forma de entenderlo y relacionarlo con sus marcos cul-
turales propios. No obstante, es destacable que existan similitudes en la
manera de percibir hechos ambientales que responden, más bien, a rela-
ciones sociales entre personas con poder.
capítulo 4. los humanos-rayo y otros seres atmosférico-pluviales • 141
Por su parte, una noción que es prácticamente idéntica entre los testi-
monios de los tojolabales y lo que reporta Figuerola (2010:114), es que se
concibe la actividad de los rayos y vientos como un «juego»; en palabras
del autor, «para estos lab, el enfrentamiento es como un ‘juego’ en donde
se reparten las funciones. En el fondo se sospechaba que son amigos y
que se visitan, van a fiestas juntos, bailan y salen a divertirse». En este
sentido, dicha actividad puede verse como una lucha cósmica entre dife-
rentes potencias del universo, como una muestra de las relaciones sociales
humanas, y como interacciones ambientales específicas. En general, para
los tseltales de Cancuc, la ubicación específica de los labetik meteoroló-
gicos es incierta; sin embargo, por un lado, se sospecha que se organizan
por clanes, aunque «se habla también que todos se encontrarían reunidos
en un único cerro ubicado fuera de Cancuc, en la comunidad tzotzil de San
Juan Chamula; al interior del cual cada grupo tendría su propio espacio
reservado» (Figuerola 2010:120).
Una última comparación que se quiere destacar es acerca de las perso-
nalidades atribuidas a los tipos de rayos tseltales, las cuales se asemejan
a las que los tojolabales imputan a sus propios rayos. De esta manera,
Figuerola (2010:124) apunta que «se asegura que quienes poseen lab-rayo
verde, son suaves, reposados y físicamente débiles. Congenian, como sus
lab, con aquellas que tienen viento del mismo color; en tanto que los que
cuentan con uno de viento rojo, son inquietos y movedizos». Prácticamente
son las mismas características las que se aplican a ambos tipos de rayos
entre los dos pueblos mayas.
De cualquier manera, es preciso aclarar que la información que se ha
recopilado en este trabajo no apunta a considerar al rayo como un nahual
o, en términos tseltales, como un lab, lo cual es innegable entre este último
pueblo. No obstante, los presentes datos también incluyen algunos otros
aspectos que relacionan al chawuk con diferentes seres del entorno.
Cuando se habló del don, jakel, se mostró el vínculo esencial que este tiene con
diferentes plantas cultivadas, en específico con el embrión de dichos organis-
mos vegetales, en el sentido del altsil. En el caso del wayjelal, se vio más bien
que este tiene que ver directamente con varios animales, en muchas ocasiones
142 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
Figura 9. Tsuj, tecomate o pumpo. Lagenaria siceraria. Foto: Fernando Guerrero Martínez.
144 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
Del rayo verde, yaxal chawuk, también se dice que su altsil es un ave de
color verde que tiene tonos muy brillantes. Cuando se le preguntó a doña
Catalina si sabía algo acerca de esto, gracias a que antes ya lo había infor-
mado su difunta hermana, ella afirmó que la pajarita roja —que al princi-
pio se confundió con el carpintero, chojate’— «es su altsil del chawuk».
Entonces su hijo, Jesús Gómez, afirmó: «sí que es una pajarita roja esa. Sí
dicen que es su altsil del chawuk. De por sí no tiene nombre, de por sí es
pájara roja. Pero sí que es su altsil del chawuk». Si consideramos al altsil
conforme a la propuesta de «principio vital», en este caso un ave lo es
del rayo. Si también se vio que el altsil es lo que da sentido a un cuerpo,
lo que hace crecer al organismo y le da movimiento y sentimientos, es
impresionante pensar que un ave confiera esas características al rayo. Esto
se mostró en toda su complejidad cuando María Bertha Sántiz le preguntó
a doña Catalina (C) «¿y por qué se le dice que es su altsil del chawuk,
pues?», a lo que esta última contestó —mientras Jesús (J) aclaró— lo que
se observa en (54):
(54) C: Yujni yuj espesi’al ke yujni ja’a, C: Es porque es especial, que de por sí es
yujni yuj ja’a. Yujni yuj ja’ch’ para eso, de por sí es. Es que de por sí así
sb’i’il-a, yujni yuj yaltsil es su nombre, de por sí es su altsil del
chawuk-a. Pe yuj toj chak. Mini chawuk. Pero es auténtico rojo. Claro que
yuj wa xcho milji’a. Yujni yuj yalt- tampoco lo matan. Es de por sí su altsil
sil chawuk wa x-alxi’a. Yujni… del chawuk que se dice. Así…
J: Mi sk’ana ja jcham me’xep oj J: No quería mi difunta abuela que se le
tujk’axuki’, ma ja oj amili’ mi disparara, o si quieres matarlo, no
sk’ana. quiere.
C: Es ke yaltsil chawuk, ojb’i ja C: Es que es su altsil del chawuk, dizque
wa xyala ye’ni’, yujb’ita amila, así lo dice ella, dizque si es que lo matas,
yujb’i yuj oj smil-a ja chawuki’. dizque sí te podría matar el chawuk. Sí.
Yuj. Yuj ja’ smoj wa xb’ejyi. Es su compañero de camino. Pájaro rojo,
Chakal chan, pes me’y sb’i’il. pues no tiene nombre. Chawuk rojo.
Chakal chawuk. (Texto 2: 199-204)
Según la información obtenida por Mario Ruz (1983b), la estructura del cosmos
tojol-ab’al está conformada por tres niveles, el sat k’inal, el cielo o cara del
mundo, el lu’um k’inal o espacio terrestre y el k’ik’ k’inal o mundo oscuro.
De acuerdo con este autor, la tierra es «concebida como una gran estructura
cuadrada sostenida por los cuatro tanuman chikin sat k’inal o esquineros,
cuatro relámpagos (Tzantzewales) que soportan con sus mecapales el peso del
mundo. Cuando estos se cansan y mueven su carga, la tierra se estremece con
los terremotos» (Ruz 1983b:55). El término para relámpago puede variar de
comunidad a comunidad, por lo que lo podemos encontrar actualmente como
tsantsewal, tsantselaw, sanselaw o sansewal. En la literatura, el relámpago
es considerado el hermano del rayo, chawuk. Se volverá a esta consideración
más adelante a través de un importante mito narrado por Ramiro Hernández
Rodríguez, publicado en la obra de Gómez et al. (1999). Antes, es relevante
mencionar que se encontró en el trabajo de campo que los sostenedores del
mundo o esquineros no son relámpagos, sino los mismos rayos. Esto puede
deberse a la confusión expuesta líneas arriba con respecto al relámpago y al
rayo. Además, se dice que no son solamente cuatro, sino que en cada esquinero
está una pareja, formada por un hombre-rayo y por su mujer, que es identifi-
cada como el arcoíris, k’intum, de la que se hablará a continuación.
Antes, conviene decir que cada chawuk que se encuentra en una de las
esquinas del mundo carga en su espalda un pumpo lleno de agua, que al
vaciarlo provoca la lluvia en la tierra. Es interesante mencionar que uno de
los elementos por los que los tojolabales pueden darse cuenta o sospechar
sobre quién es un hombre-rayo en una comunidad es cuando en el campo
logran ver a un señor, en ocasiones de edad avanzada, adentrarse en el
monte cargando justamente un pumpo, por lo que la persona que lo ve
considera que «ya se va a echar agua el rayo», como se puede ver en las
palabras de doña Catalina expresadas en (55).
De este fragmento se pueden extraer cuestiones muy interesantes.
Una de ellas es, evidentemente, la forma en que se describe el trabajo del
chawuk, su encargo de hacer llover. Pero es más interesante el juego de
146 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
K’intum
el hombre rayo, es el que provoca la lluvia, el que hace que caiga el agua
—en muchas ocasiones de manera desenfrenada—, la k’intum, la mujer
arcoíris, se encarga más bien de impedirla, en el sentido de regularla. El
carácter iracundo del hombre, pues, solo puede calmarse o armonizarse
mediante la acción apaciguadora de la mujer, y esto es lo que se observa en
el entorno, desde la perspectiva tojol-ab’al. En (58) se muestran las palabras
de doña Zoraida al respecto:
(58) Ja’xa ala k’intumi’ tuktukil ja Y la querido k’intum tiene diferentes
yelawi’ ja ye’ni xchol maku ja’. Ja colores, su cargo de ella es impedir la
ta awilak’a ti’xa jisan ek’ ja niwan lluvia. Si ves que la gran k’intum ya está
k’intumi’ es ke jakta smak ja ja’i’. rayando [atravesado], es que ya vino a
Wa xlemxi ele, slugaril oj kaltik ke tapar la lluvia. Se despeja en su totalidad,
yuj ay swinkil, ja’ yuj wa xlemxi digamos que es porque tiene su dueño,
el yuj ja satk’inal tak. por eso puede despejar el cielo, pues.
(Texto 5: 63-64)
(59) Ja k’intumi’ ja’to kujlaji kan ja La k’intum, se asentó desde hace mucho
najate’ili’. Ja ajyi dilubyo’ manto tiempo. Cuando hubo el diluvio, justo en
styempo’il No’e, kechan yuj b’ajxa el tiempo de Noé, solo que ya es de Dios
Dyos oj kal awab’yex. Yajni jak ja lo que les voy a contar. Cuando vino el
dilubyo’i’ jun gran tsatsal ja’ jaki, diluvio, vino una inmensa lluvia, y mató
i ch’ak smil kan spets’anil ja a todos los que no escucharon la invita-
ma’tik mi yab’ k’inal oj ochuk ja ción para entrar en el arca. Y cuando ter-
b’a yoj arka’i. Ja yajni ch’ak ja minó la lluvia, ya no había agua sobre la
ja’i, mixa ay ja’ ja b’a sat lu’umi’, tierra, dizque ahí vino nuestro señor
ti’xab’i jak ja kajwaltik Dyosa, Dios, dizque hizo su pacto con Noé,
ya’ab’i spakto sok ja No’eji’ ke dizque ya no destruirá la tierra con otro
mixab’i oj xch’ak ja lu’umk’inal diluvio. Y la señal de ese pacto fue la pre-
sok otro but’ ja’. I ja senya ja sencia de una gran k’intum, es por eso
spakto jawi’ ti’ jak jun niwan k’in- que así quedó asentada la k’intum. Ahora,
tum-a, ja’ yuj ja’ch kan kulan ja pues, la k’intum, sí que tapa [controla] la
k’intumi’. Ja wewo tak, ja k’in- lluvia. Si ves que ya oscureció el cerro, y
tumi’ yujni wa smaka ja ja’a. Ja ta de ahí vino una k’intum, es porque ya
awila k’ikxa k’en ja witsi’ i ti’ jak llegó a tapar [controlar] la lluvia. A veces
jun k’intuma, es ke yuj jakta smak logra tapar [controlar], y a veces no, este
ja ja’i’. Ayni wa xmakxi yuj-a, i es el cargo de la k’intum.
ayni cha miyuk-a, ja’ it ja xchol ja (Texto 8: 19-26)
k’intumi’.
Icham
Hay un mito tojol-ab’al que cuenta la historia de dos hermanos; el mayor era
chawuk, y cuando trabajaba en el campo con su hermano menor desaparecía
y volvía con muchas frutas y verduras que sacaba de un lugar especial que le
ocultaba a su hermano menor. Un día el hermano menor, al ganarle la curio-
sidad, siguió a su hermano para ver de dónde obtenía los alimentos, y se dio
cuenta de que su hermano se metía en una cueva. Al descubrirlo el hermano
mayor, decidió revelarse ante él como chawuk y convino en explicarle a su
capítulo 4. los humanos-rayo y otros seres atmosférico-pluviales • 153
hermano que él tenía un encargo de Dios, así que lo llevó con el dueño de la
montaña donde se metía, quien era el que le proporcionaba los alimentos. Este
dueño era el icham. Antes de llevar al hermano menor frente al icham, el her-
mano mayor le advirtió que el retumbo (como se le dice al icham) le ofrecería
ropa y otros objetos, que escogiera siempre los verdes, pero el hermano menor,
por dudar y no creerle a su hermano, escogió la ropa roja, la cuerda roja, el
gallo rojo y el pumpo rojo. Cuando el icham les pidió que fueran a probar sus
fuerzas en un árbol para partirlo, el hermano menor no pudo hacerlo y quedó
atrapado en el árbol. Entonces su hermano lo rescató. Pero al ver esto, el icham
se dio cuenta de que aquel no era el oficio del hermano menor y le encargó otra
tarea, así que lo mandó a una de las esquinas del mundo y le dio una mujer
de esposa, pero la mujer en ese momento se transformó en sapo y se metió en
una caja. La labor del hermano menor quedó establecida: cada vez que viera
que comenzaba un aguacero, tenía que lanzar su cuerda para relampaguear.
En este relato hay varias cuestiones importantes por analizar y com-
parar. Queda claro que esta narración sugiere que en los esquineros del
mundo se encuentran los relámpagos, como Ruz lo reporta. Sin embargo,
hay que recordar la discusión que se hizo líneas arriba con respecto a este
tema. Además, se explican los datos obtenidos en campo con relación a la
che’um chawuk, la esposa del rayo, identificada como un sapo y ubicada
junto con el rayo rojo en las esquinas del mundo, siendo a la vez el arcoíris.
Otra nota importante es con relación al dador de los poderes del rayo,
el icham, que ha sido traducido en algunos trabajos como ‘retumbo’. Los
datos de campo apuntan a que el icham también es un kristyano, concebido
como un señor muy viejo que vive dentro de ciertas montañas especiales.
Se dice que es un retumbo por el sonido que produce. Este sonido es des-
crito como un zumbido potente que se escucha antes de la temporada de
lluvias, pero que cada vez es más raro oírlo. Doña Catalina, de Saltillo,
afirmó que antes se escuchaba en la comunidad, pero que desde hace
varios años se ha dejado de percibir. Ahora, dicen, se encuentra y se escu-
cha en una comunidad llamada Vicente Guerrero. Cabe decir que el sus-
tantivo icham en la lengua chuj es un término de parentesco que significa
‘tío’, ‘sobrino’, ‘anciano’ y también es un título que se usa para referirse de
manera respetuosa a un hombre de edad avanzada (Hopkins 2012:21). En
las lenguas q’anjob’al y popti’ significa ‘viejo’ o ‘anciano’ (ALMG 2003:60;
Montejo 2008:50), mientras que en tseltal existe la palabra ichan con sig-
154 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
(61) K’un ja’xa wa xya’a. Mixa oj ya’ Entonces, comienza una lluvia suave. Ya
yi’ awasero, jastal wa xkalatik jel no habrá aguacero, así como cuando
chawuk, slugar k’un ja’xa. Ja wa decimos que hay mucho chawuk, diga-
x-alali ja icham jawi’ jelxa mos una lluvia suave. Cuando grita
seguido wa xya’a och k’intum. [jadea] aquel icham, ya es muy seguido
la presencia de la k’intum.
(Texto 4: 46-47)
(63) Ja ta och ok’uk ja ichami’ yuj Si comienza a llorar el icham es porque
mojanxa oj ya’ ja ja’i’. Komo ay ya está a punto de llover. Sucede muchas
b’a mi xko’ wewo ja ja’ tak, ja’ yuj veces que llega a tardar la lluvia, es por
ja ta och awanuk ja ichami’ es ke eso que si comienza a gritar el icham es
yuj ojxta ya’ ja’. que porque ya pronto lloverá.
(Texto 8: 27-28)
el trueno rojo, por concebirse más poderoso, no perderá su pelea contra el rayo y
trueno verdes. Algunos expertos, conocedores de las costumbres de estos seres,
aseguran que cada madre-trueno (me’-chauk), solicita con sus hijos, cuando sabe
que alguno va a salir a pasear, se preocupa de ayudarlo a vestir: lo ‘adorna’ (con
la luz) y lo dota de un ‘fusil’ (el estampido, el trueno) (Figuerola 2010:114).
diferente entre ambos pueblos, pues para uno quien ‘cuida’ y ‘protege’ al
rayo es la ‘madre’, mientras que para los otros es el ‘hermano mayor’.
Como se ha mostrado, hay una fuerte relación entre el icham, el chawuk
y el ik’, por lo que a continuación se hablará del papel específico que toman
los vientos entre los tojolabales.
Ik’
El viento, ik’, es también una persona con un don especial que le permite
utilizar este fenómeno a su favor. Destaca el hecho de que, en las expe-
riencias narradas por personas tojolabales, en muchas ocasiones el viento
acompaña al rayo para lograr un objetivo particular, ya sea para ayudar a
robar el altsil de las plantas comestibles de una comunidad o para proteger
las propias. Las personas que tienen el don del viento lo pueden utilizar
para desplazarse rápidamente entre diferentes lugares, además de que los
mismos rayos pueden tener ese poder para pelear con otros.
Un rasgo muy común en las entrevistas es que se dice que el ik’ daña
mucho las milpas. Cuando don Marcelino le contaba al chawuk cómo fue
que el viento se llevó todas las plantas de maíz que cultivó, el hombre rayo
le preguntó «¿pero de dónde viene el ik’? ¿No ven de dónde viene?», a lo
que don Marcelino le contestó: «pues viene de entre el monte, de entre
el monte viene, entonces acaba la milpa». Esto tiene que ver con saber si
ese viento, ik’, es persona o no; si es kristyano. Más adelante, el chawuk
le dice a don Marcelino, incluso un poco en forma de regaño, que tenía
que fijarse en esos detalles: «lo ves, lo vas a pensar, por eso igual no es
muy bueno que seas muy zonzo, hermano, es por eso que vas a pensar si
es persona ese, o es un envidioso». Este es un muy buen ejemplo para
mostrar la importancia de cómo la gente analiza el entorno y los cambios
ambientales que suceden a través del tiempo en una región determinada,
pues la percepción de la ocurrencia de los fenómenos atmosféricos deviene
fundamental para saber qué hacer en determinadas situaciones. En este
sentido, analizar los acontecimientos climáticos que se dan en momentos
particulares implica, en este caso concreto, descubrir la naturaleza de los
entes que participan en ello. Así, el chawuk le enseña a don Marcelino
que el ik’ que ha tirado sus plantas de maíz es una ‘persona envidiosa’, y
le insistió: «es persona, no digas que no es persona, no es Dios. Es envi-
158 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
(64) Kwando k’oti, xnilili k’e’ ja ik’ ja b’a Cuando llegó, el ik’ empezó a zumbar
sti’ alaji’, yochel ja yoj alaji’. Yajni en la orilla de la milpa, entonces entró
ojxa el k’ot ja b’a’aya tan ch’ajtul te’ en la milpa. Cuando ya iba llegando a
jawta, ¡oj cho i’juk ja ye’ne’taki! donde estaba el engaño ese, pues ¡tam-
Yelel ja bala ya’ni’, ya’we’ yi’ b’a wa bién a ellos los puede llevar, pues!
sta’a, ja b’a mero wa sb’ech’a sb’aja Entonces empezó la bala, le dieron
ja tan ik’i’, ti’ ya’we’ yi’ ja bala donde se encontraban, donde mero se
kada wa xsb’ech’a ek’ sb’aj. Wa curvó el ik’, ahí le dieron bala cada que
xch’ak yixtaluk ja iximi’, ti’ ya’we’ se curveaba. Jugó mucho con el maíz,
yi’ ja bala’. Wajto yil-e’, ahí le dieron bala. Cuando vieron,
xch’ab’ab’i’itab’i waji. Tose ch’aki, dizque se calmó. Entonces terminó, el
ch’aka ik’i’, ch’aki. Ocha k’a’uj, ik’ terminó, terminó. Entró la tarde,
ko’a, ch’ak waj snaje’. Tose cho jak bajó, se fueron a sus casas. Entonces,
yil ja yalaje’ ja el ja k’a’uji’, pes vinieron a ver sus milpas cuando salió el
kanxta laman yuj ja ik’i’, wajto waj sol, pues quedó tirado todo por el ik’,
yab’ye’, jun cham winik ja b’a cuando escucharon, hubo un muerto en
B’ajkub’i, xchij. Ayb’i jun cham Bajucú, dice. Dizque hay un muerto en
winik ja b’ajkub’i’, jun ixuk ja ma’ Bajucú, una mujer fue la que murió.
chami’. Pero mi yilawe’ jastal Pero no vieron cómo murió, cuando lo
chami, wajto yil-e’ elel b’a k’a’uj, vieron al amanecer, ya había muerto la
chamta ja ixuki’. Pero ay yi’oj mujer. Pero tenía marca, marca de bala
senya, senya de bala b’a skwerpo’, en su cuerpo, dice. Entonces, ahí dijeron
xchij. Tose, ti’ yalawe’a ke ye’na que ella estaba haciendo daño, dice. Pero
wa’n malo’, xchij. Pe kada jab’il, cada año, cada año. Y cuando murió la
kada jab’il. I’ kwando cham ja mujer esa, ahí creció el maíz. Al otro
ixuk jawi’, ti’ k’i’ ja iximi’. Otro año creció ya bien el maíz.
jab’il tojxa ajyi ja ixima. (Texto 1: 30-52)
sonas empleen con un fin u otro sus poderes. Las experiencias mostradas
a lo largo de este capítulo y el anterior dan muestra de la cotidianidad con
que se vive en las comunidades respecto a estos temas, la interpretación
que se les da a ciertos sucesos y las reacciones de la gente.
Por otra parte, no es extraño ver en los testimonios recopilados la pre-
sencia conjunta del ik’ y del chawuk. En muchas ocasiones, cuando se da
una pelea entre rayos, también se dice que «se agarraron con viento», o
que «hubo mucho viento». Por ejemplo, después de que el señor chawuk
le dijo a don Marcelino que no se preocupara ya por su milpa, pues él iba
a estar ahí para defenderla, don Marcelino reafirmó sus sospechas sobre
la existencia del chawuk en el momento en que acaecieron tormentas en
Rosario Bawitz, como se ve en (65):
(65) Merani’a, ek’ma jun jab’il, b’a Es verdad, pasó como un año, al otro año,
otro jab’il, ¡jo’!, jel ajyi ja ¡ups!, hubo mucho chawuk, ¡ay padre!,
chawuki’, ¡ay pagre!, pe lajan sok pero igual ya escóndete, resplandecía,
nak’axa ab’aj, lipilji, b’otolji. Wa tronaba. Sale el del uno, también, pero
x-el ja b’a juni’, wa xcho, pero se agarraban puros chawuk, brillaban
puru chawuk syama sb’aje’, xlipi- muchas luces en el potrero, muchas luces
lji ja it jul b’a tan potrero’, xlipilji alrededor de la hacienda, ¡ay! tronaba el
sutanal ja b’a sti’ asyenda, ¡ay! chawuk. Solo le hablé a Dios, vine a
xnilili ja chawuki’. Kechan hacer oración aquí en el altar, ¡solo Dios
jk’uman ja Dyos ja ke’ni, jak jk’ul sabe cómo está! Pero tardó mucho la
orar il b’a altar, ¡kechan sna’a guerra, así. Llegó un silencio, ya no
Dyos jastal ay! Pe jel alb’el ya’we’ hubo ni un ik’, pasó. Pasó, pasaron los
yi’ gerra’i, ja’chuk. Xch’ab’ab’ixta días, pasó su tiempo, no hay ik’, se
waji, mixani jun ik’ waji, ek’i. acabó. Entonces, se prepararon, se jun-
Ek’i, ek’ ja k’a’uj jumasa’, ek’ ja taron, dos o tres comunidades, y de ahí,
styempo, me’y ik’, ch’aki’. Anto, lo corrieron, pues.
xchapa sb’aje’, stsomo sb’aje’, (Texto 1: 154-160)
chab’oxe’ komon, i’ ja’ jaw-a,
snutsuwe’tak.
La tormenta es vista como una guerra. La pelea fue entre rayos, pero
también utilizaron viento. Don Marcelino explicó que, cuando los rayos se
quedan atrapados en los árboles, sus poderes tienen que ver con el viento,
«porque es chawuk, porque es ik’, pero no se quedan tirados». Doña
Zoraida, por su parte, explicando la importancia del chawuk y la forma
como evitan el hurto del altsil de las plantas por otros «vivos», mencionó
la asociación que este tiene con el ik’ y con la lluvia en el fragmento (66):
capítulo 4. los humanos-rayo y otros seres atmosférico-pluviales • 161
(66) Ja’ch jun bwelta’il. Jun ala yal bye- Así sucedió una vez. Un querido viejito
jito, och elk’anuk b’a yoj alaji’ empezó a robar dentro de la milpa, robó
yelk’an ixim sok chenek’, pe b’a maíz y frijol, pero en medio del camino,
nalan b’ej, jak yamjuk yuj jun lo vinieron a agarrar por un fuerte ik’ y
tsatsal ik’ sok ja’. Ja’ skronta’an con una lluvia fuerte. Fue su enemigo por
yuj ja yelk’an yi’ ja smoj-aljeli’ haberle robado a su hermano, el querido
kuchan skarga ko’ lu’um ja ala tat viejo cayó al suelo cargando su costal.
winiki’. (Texto 5: 48-49)
Cuando venía el viento ella ponía los machetes en cruz, para correr el viento y
que no pase en frente de la casa. El viento es gente y si pasa en la milpa es que
es una persona envidiosa, y es hombre. El viento se representa con ik’axib’ chan,
forma de culebra, pero es viento. Y esto no hay que matar porque se enoja, pasa
a tirar todo el techo de la casa todo lo que encuentre en el camino y aunque se le
dispare no se muere, es como si fuera compañero del chawuk porque él lo viene
a levantar, por eso se dice que es la esposa del chawuk (Catalina Gómez, Saltillo,
Las Margaritas, 2015).
puede relacionarse tanto con mujeres que poseen el don del viento, como
con aquellas que tienen el poder de arcoíris. Por otra parte, es significativa
la asociación directa que se establece entre el viento y el animal llamado
ik’axib’ chan, que es una serpiente muy grande que aparece cuando hay
mucho viento, pues se dice que es el mismo viento. En otro momento, doña
Catalina contó lo que se observa en (67).
(67) Pe ja’ch’ wa xyalawe’ ja ek’ ja ik’ Pero dizque así lo dijeron cuando pasó el
ja ajk’achto ja ilta, aj… Jel tajni. ik’ aquí hace apenas… Jugó mucho.
Ti’ stulu k’en yi’ b’a ili’. Pe chi- Aquí empezó, desde aquí. Pero se vio que
kani ke chana ja ya’onej k’e’ yi’ era un animal con lo que le había dado,
ja ili’, ya’onej k’e’ yi’ ja tantik con lo que le había dado a los ocotales.
taji’. Ti’b’i mero waj ko’ wolan ti’ Dizque ahí mero, allá arriba fue a tirarse.
k’e’e. Men chanb’i, men Dizque era una culebra, dizque era una
ik’axib’chanb’i. Pe ja’ch’b’i lek ja ik’axib’chan. Pero dizque era bien así
s-olomi’. Ti’b’i waj ko’ ti’ k’e’e. su cabeza. Dizque fue a tirarse allá
Sok chawuk cha jak tuljukta. Ajyi arriba. Con chawuk lo vinieron a levan-
ma chab’ k’a’uj. Sok chawuk cha tar, pues. Tal vez estuvo como dos días.
tulji. Ti’ jak ili’. Ti’ waj ya’ yi’ ti’ También lo tiró el chawuk, o es decir que
k’e’ ja chawuki’. CHa chawuk’ se le acabó su fuerza, quién sabe, pero
sjipa, luwar, ma yuj ch’ak ja yipi’ según la gente lo vio muy bien, pues,
saber, pe ab’ta yila lek ja kristya- como había mucho trabajador. Allá arriba
nota, komo jel ja a’tijumi’. Ti’ kan quedó tirado. Estuvo dos días, dos días
k’e’ wolan ti’ k’e’e. Ajyi chab’ estuvo. También vino otra vez, ¡eh!,
k’a’uj, chab’ k’a’uj ajyi. CHa jak auténticamente… Sí, como ik’. Como ik’,
otra welta, ej tojol… Ja’i, ik’ ay. estaba dando así, pues, así estaba
Ik’ ay, wa’n ya’jel ja’ch’ta, wa’n jugando. Cuando a lo mejor se le fue aca-
tajnel ja’chuk. Yajni waj ch’akma bando su fuerza, dizque quedó tirada allá
yipi’, ti’b’i kan wolan k’e’ il k’e’e. arriba. Mucha gente la vio. Lo fueron a
Jel yila ja kristyano. Waj sk’el-e’, ver, pero dizque es una culebra. Pero
pe men chanb’i. Pe kechanb’i jel dizque solo era muy grande su cabeza.
niwan ja s-olomi’. Pe luwar cha Pero digamos que también es persona,
kristyano, luwarb’i ja’ yajnib’i dizque cuando se formó otra vez.
waj sk’ul sb’aj otra welta. (Texto 2: 136-155)
El ik’ tiene forma de serpiente y el rayo lo ayuda. Esto puede ser con-
tradictorio si consideramos que ya se dijo que el ik’ y el chawuk son ene-
migos. Pero hay que tomar en cuenta que también se ha mostrado que se
dice que el ik’ es la esposa del rayo, por lo que no debiera ser extraño este
dato. Aunque la información recabada no permite afirmarlo, es posible que
esto se deba a que, así como hay por lo menos dos tipos de rayos según los
tojolabales, igualmente existan dos tipos de vientos o ik’, como sí sucede
capítulo 4. los humanos-rayo y otros seres atmosférico-pluviales • 163
Chakaxib’ y B’itus
Como con los demás «vivos», el chakaxib’ recibió su jakel por parte
de Dios, y le confirió su chol ‘encargo’ en el mundo. En este fragmento
también se encuentra la asociación de este tipo de ik’ con el conocido con
el nombre de b’itus. Este último es también una clase de viento, como lo
explicó doña Matilde en (70):
(70) Ja b’itusi’ ja’ yi’oj ja ik’i’. Jastal El b’itus es controlado por el ik’. Como
abril, mayo, wa xya’ yi’ ja b’itusi’. en abril o mayo cae el b’itus. O porque ya
Ma ojxa ya’ ja’ ye’nxa b’ajtan ja va a llover, el primero que se presenta es
b’itusi’. Ye’n b’ajtan wa x-ek’ ja el b’itus. Lo primero que sucede es el
yijk’al ja b’itusi’ ja it wa xya’ yi’ dolor del b’itus, aquel que da sobre el
ja takin satk’inali’ ma ojxa ya’ ja’ espacio seco, o porque ya va a llover, él
ye’nto b’ajtan. es el primero.
(Texto 4: 9-10)
El b’itus es, junto con otros fenómenos atmosféricos y una serie de ani-
males, un indicador de la llegada de la temporada de lluvias. En términos
tojolabales, ese es un encargo. Cuando se le preguntó a doña Zoraida al
capítulo 4. los humanos-rayo y otros seres atmosférico-pluviales • 165
respecto, ella comentó el peligro que puede causar el b’itus; sin embargo,
también declaró su aspecto positivo, como se expresa en (71):
(71) Cha parte ja b’itusi’. Ja jawi’ jel Y aparte es el b’itus. Aquel logra cruzar
niwan cha x-ek’i. Baya ta atujk’a enormemente. Vaya que si le disparas a
ja jawi’ toj ek’el wa xwaji. Baya ta ese, desaparece de inmediato. Vaya que
slikawak’a ja b’itusi’ sa b’a’ man si el b’itus te levanta, quién sabe dónde
oj waj sjip-a k’an-a. Pe minib’i irá a tirarte. Pero dizque no es bueno que
t’un lekuk oj atujk’a, yujb’i me’y le dispares, dizque porque el b’itus no
smul ja b’itusi’ yuj wa xya’ awi’ tiene ninguna culpa, porque él te da el
ik’. aire.
(Texto 5: 68)
De manera concisa, doña Juliana dijo que «el b’itus es ik’, él se encarga
de pedir la lluvia». El nombre de b’itus tiene que ver con el verbo xb’ititi
‘romper’, palabra afectiva que se relaciona con el sonido y movimiento de
los remolinos de viento. La característica principal que influye en la per-
cepción de los tipos de viento para los tojolabales se vincula a las clases
de movimiento que pueden observarse, sin dejar de pertenecer a un mismo
campo semántico. No obstante, entre los seres viento existen una serie
de asociaciones muy productivas con otros personajes atmosféricos que
concurren en tiempos y espacios determinados. Esto resulta interesante si
se mira bajo el lente de la información etnográfica perteneciente a otros
pueblos mayas como los tseltales.
De acuerdo con Pitarch (1996:60), una primera distinción importante es
que los vientos que proceden del este son un tipo de lab iracundo, mientras
que los vientos que llegan del oeste no son labetik y, por lo tanto, no son
«gente» (Pitarch 1996:60). De esta forma, solo los labetik viento, organiza-
dos en correspondencia con el pueblo, realizan actividades —fiestas— en
el interior de montañas especiales de las que salen a recorrer distancias
considerables para después retornar a su hogar.
Por su parte, Figuerola (2010:106) menciona la existencia de un quinto
tipo de viento que es el remolino (suto ik’), y que es el jefe de los otros
vientos, lo cual se podría relacionar con el b’itus tojol-ab’al. Además,
resulta interesante la cita que Figuerola hace de un fragmento de una plega-
ria utilizada para protegerse contra la devastación de los vientos, en la que
«el locutor, humanizándolos, se referirá al sonido que provoca el viento,
como una plática, como un canto» (Figuerola 2010:106). En las entrevistas
166 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
tojolabales también se expresan de esta manera sobre los vientos que llegan
a destruir las milpas.
Sin llegar a una conclusión demasiado profunda, se puede ver que hay
muchos elementos compartidos entre las percepciones acerca de varios de
los fenómenos atmosféricos entre los tojolabales y los tseltales —aunque
hay que recordar que mucha de la información proviene de pueblos espe-
cíficos, por lo que hay que cuidar no hacer extrapolaciones sin funda-
mento—, si bien hay otros tantos que son diferentes, a veces totalmente.
Esto, más bien, sugiere que un estudio con un enfoque comparativo deter-
minado dará luz a muchas de las cuestiones que aquí solo se esbozan.
Jnantik ja’
Al bañarse eso era lo que platicaba mucho mi suegra hace tiempo. Nuestra madre
agua está viva. No estoy segura, pero creo que sí es mujer, ella llegaba a decir
cuando íbamos al río, así como cuando nos íbamos a bañar. Empezaba hacer así
[la mano en forma de cruz]: Madre Santa Verónica, te venimos a molestar para
poder bañarnos, háganos el favor danos tu milagro para que nos podamos lim-
piar, ahí nos orinamos, defecamos, haga su favor para perdonarnos y ojalá que
nos hagas el favor de quitarnos toda enfermedad cuando venimos a bañarnos,
dentro de ti, estás viva, madre mía, ojalá que no les pase nada a mis hijos, a
mis nietos en este lugar. Te pido perdón, por eso aquí vengo con mis nietos. Así
dice, eso es lo que dice siempre ella, pero según es porque vive. Pues cuando
estaba más joven eso era lo que decía: ahí me perdonas madre santa Verónica,
dame mi comida, un pescado, dos pescados, es lo que te vengo a pedir, ahí me
perdonas, no importa que sean unos dos. A veces pescaba tres, cuatro, cuando
estaba más joven sí pescaba. Pero no podía pescar mucho, no le gustaba, porque
según es el corazón (altsil) del maíz. No le gustaba agarrar el corazón del maíz,
no quería traer bastantes peces, porque es el corazón del maíz (Catalina Gómez,
Saltillo, Las Margaritas, 2015).
fue dicho que por favor saliéramos de este lugar, que vayamos a dormir al río que
se encuentra más abajo». Los tres estuvieron de acuerdo, y se fueron a dormir;
por la noche, oyeron el ruido de la fiesta, los truenos que causaban los cohetes al
reventar, y escucharon también el ruido de muchos pájaros, y el de muchas aves
que salían volando. Al día siguiente, al despertarse, fueron a ver qué había suce-
dido en el lago y encontraron mucho pellejo de pescado, parecía que estuviera
aún con vida; recordaron que la señora les había prometido que ella les daría una
paloma y mucho caracol; y mi abuelo se dio cuenta de que ella es el corazón del
agua, ella es el espíritu del agua, para ella, los pájaros y las aves son los mismos
peces, a los que en ocasiones les permite salir a volar, y fue por eso que encon-
traron muchas plumas sobre el agua, plumas que botan al convertirse de nuevo en
peces, por eso habían dejado sus pellejos, para recuperarlos al volver a su forma
de peces. De esta manera decía ya la gente que esto sucedía, pero solamente así
fue que mi abuelo llegó a creer en la existencia del corazón del agua, pero esto
solo sucedía con los antiguos, pero ella ya se ha escondido ahora, por eso hasta
aquí dejo de contar lo que le sucedió a mi abuelo en esa ocasión.3
Para los kanjobales y los acatecos, la madre del agua es el mar mismo, y ella
cuida de todos los animales relacionados con el agua; y es en el mes de octubre
cuando permite a los peces convertirse en aves para volar y subir volando a las
grandes alturas de la sierra, para proveer a los humanos con sus obsequios. «Así,
nos provee de carne, pero también nosotros debemos cuidar de tomar solo lo
necesario y no abusar» (Schumann 1994:247).
3
Esta narración fue brindada en la variante chuj de San Mateo Ixtatán a Otto Schumann
por Sebastián Mateo en el pueblo de Tziscao, municipio de La Trinitaria, estado de Chiapas,
México, en 1990. Véase Schumann, 1994, «La madre del agua».
capítulo 4. los humanos-rayo y otros seres atmosférico-pluviales • 171
De ninguna manera debe hacerse extensa esta creencia para toda el área maya y
mucho menos para toda el área mesoamericana. En otros grupos mayas, como
los chortí, el agua está relacionada con las grandes serpientes que viven bajo la
tierra, aunque quienes anuncian su llegada son ancianos que recorren los pue-
blos con anterioridad a un desastre que vaya a suceder, relacionado con el agua.
En otros pueblos, como los chinantecos de Oaxaca, los animales acuáticos son
controlados por el dueño del cerro, al igual que todos los animales silvestres
(Schumann 1994:250).
H emos visto en los capítulos anteriores cómo son percibidos desde la pers-
pectiva tojol-ab’al algunos de los seres que existen en el entorno y cómo
estos mantienen relaciones entre sí y con el ser humano. También se ha mos-
trado la complejidad de la noción y configuración de la persona en tanto que
se encuentra íntimamente relacionada con elementos del paisaje, más allá del
mero cuerpo humano, o, mejor dicho, de manera imbricada con el ambiente.
Tomando en cuenta lo anterior, en este capítulo se analizarán algunas bases
conceptuales que permitan explicar las interacciones planteadas en los capí-
tulos anteriores, a partir de la idea de «comunicación», es decir, se abordará
cómo el humano puede compartir información con los seres del mundo.
En un título reciente, Julio Amador (2015) analiza algunos de los con-
ceptos que considera básicos para hablar de una antropología de la comuni-
cación. No duda en afirmar que el ser humano se distingue por el carácter
cualitativo con que recibe la comunicación, e incluso que:
[173]
174 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
El autor mira a través del lente hermenéutico los aspectos que presiden
la comunicación humana, siempre en relación con el enfoque de los siste-
mas simbólicos como soporte de la cultura. Uno de los contextos comu-
nicativos que aborda es precisamente el de la relación del humano con
el ambiente, la cual afirma que está «asociada a una vasta profusión de
imágenes y simbolismos que dotan al paisaje y al cosmos de incontables
significados que van de lo mítico, lo poético y lo religioso a la imaginación
sistemática y metódicamente rigurosa de las ciencias naturales» (Amador
2015:14), considerando el paisaje como una construcción cultural mediada
por los símbolos.
Las sugerentes ideas presentadas por el autor motivan algunas pregun-
tas, que se basan en las nociones estudiadas en los capítulos anteriores
acerca de las concepciones tojolabales sobre la conceptualización de la
persona y su relación con los elementos constitutivos del ambiente. Si la
condición del ser humano, y en especial del ser humano vivo (aquel que
ha recibido un don), está mediada por su imbricación con otros seres,
¿cómo podríamos diferenciar el hecho comunicativo como un proceso
específicamente humano? En otras palabras, si consideramos que fenó-
menos atmosféricos, plantas y animales comparten características que se
encuentran también en el humano, ¿es posible dotarlos, igualmente, de la
capacidad de comunicación a través de procesos simbólicos? Pensemos,
aunque sea hipotéticamente, que esto es posible, ¿cómo, entonces, enten-
deríamos y definiríamos la comunicación como la condición ontológica
del ser humano?
Una de las posturas teóricas recientes que tratan el tema de la comu-
nicación entre diversos seres es la de Eduardo Kohn (2007; 2017) que se
abordó en el capítulo 1. Recordando algunas de sus ideas, según este autor
—que trabaja desde los postulados del multinaturalismo y perspectivismo
de Viveiros de Castro (2004), entre los runa ecuatorianos—, «debido a que
todas las criaturas poseen una subjetividad humana, la comunicación tran-
sespecífica es posible a pesar de la existencia de discontinuidades físicas
que separan a todos los tipos de seres» (Kohn 2007:7). Lo que subyace a
este enunciado, y la apuesta teórica del autor, es que el acto conjunto de
percibir y representar el entorno, y por lo tanto asignar significados, no es
una propiedad exclusiva de los humanos, por lo que es pertinente conside-
rar que «lo que se necesita es un sistema de representación que ubique a la
capítulo 5. comunicación, compatibilidad y conexión entre seres • 175
Las palabras
Tienes que ponerle una seña, compra velas, tienes que marcarlo, esa gente desde
lejos ven si hay algo que cuida, es gente no pienses que no, no es Dios, son los
envidiosos. En la mitad pon un par de velas y un par en cada esquina y verás
qué va a pasar. Así le vas a hacer en cada tablón, de ahí ya no va entrar porque
ahí está el milagro de nuestro Dios, porque él ha dado nuestro poder. Él mismo
ha dado el don milagro, entonces somos muy diferentes nosotros que las otras
personas (Marcelino Sántiz. Rosario Bawitz, Las Margaritas, 2014).
Por un lado, a partir del texto es evidente que el hombre-rayo sabe que
la seña será vista por el hombre-viento, incluso a una distancia considera-
ble. Esta marca es captada, entendida, y se constituye como un signo. Por
otro lado, la seña, compuesta por cinco pares de velas, ubicados cuatro en
las esquinas y uno en el centro de cada unidad de cultivo (tablón), con-
fiere al terreno en cuestión la protección necesaria. En palabras del hom-
bre-rayo, esto se debe a que la configuración de las candelas hace que Dios
resguarde el lugar. La interpretación propuesta es que esta acción funciona
a la vez como una invocación. Las velas y su disposición espacial crean
un doble mensaje: uno dirigido al mal viento y otro a Dios. Además, no
capítulo 5. comunicación, compatibilidad y conexión entre seres • 179
Cuando crecí, todavía vi cómo hacían antes el rito de la casa, antes cuando ter-
minaban de construir las casas hacían el ritual con gallina, entonces ponen el
caldo de la gallina en el mero centro de la casa, lo hacen con una gallina, con un
gallo, flores y velas, se dice que es la comida de la casa para que esté protegida
(Matilde Hernández. Saltillo, Las Margaritas, 2016).
la magia era asunto tanto de especialistas como de legos […] pero eran los pro-
fesionales quienes poseían las más valiosas técnicas mágicas […] Quienes se
ocupaban de curar los problemas de lo invisible podían curar almas y expulsar
invasores […] Eran sin duda los profesionales quienes podían arriesgarse al con-
tacto más directo con las fuerzas ocultas (López 1996:498).
un vivo, en este caso el que tiene el don del rayo, le enseñe a un hombre
común el procedimiento especial para contrarrestar a un enemigo, pues
se trata de la construcción y difusión de conocimientos. Así, vemos que
el hombre-rayo es un intermediario, pues su condición particular de ser
persona y a la vez de tener un poder divino (pues recordemos que su don
le fue dado por Dios) lo sitúa en un estado liminar, de forma que tiene la
posibilidad de ejercer su influencia entre seres distintos. Él puede mantener
contacto con otros sujetos poseedores de dones, similares al suyo, y con
seres netamente divinos como el mismo Dios, pero también con el humano
común. Como se mencionó anteriormente, esto no significa que la gente
que no posee jakel esté impedida para usar cierto tipo de técnicas mágicas.
La interpretación de señales
Cuando el sol tenía señas, los pasados sabían de seguro que iba a llover; si la
luna estaba muy negra presagiaban que iba a caer lluvia; si salía la estrella en la
madrugada, ellos sabían que iba a hacer mal tiempo o que habría frío, y cuando
esa estrella diera la vuelta a la punta del cerro, el cielo cambiaba y empezaba el
184 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
tiempo de las lluvias […] Por eso ellos, aunque no sabían leer, tenían sus señas
en las que creían; por eso no perdían sus milpas pues conocían el tiempo (Lomelí
1988:42-43).
Traducir el mundo
Así son percibidas por alguien que no sabe leer. En el momento en que se
logran asociar de manera sistemática sonidos con dibujos, podemos decir que
estamos ante una primera traducción. Se pueden pronunciar los sonidos de
forma correcta y leer, pero se insiste en que esto no equivale a comprender el
texto. Es solo cuando se asimilan y asocian significados al conjunto de pala-
bras y enunciados, que adquiere sentido para el lector lo que está escrito en el
libro. Esta es sin duda una segunda traducción, un proceso en el que además
participan los conocimientos previos del sujeto y su experiencia de vida. De
manera análoga, una persona, dadas sus facultades cognitivas, percibe una
gran cantidad de estímulos solo por habitar el mundo, pero eso por sí mismo
no le bastaría para entender lo que pasa en su entorno. Consideremos ahora
el hecho de escuchar un tecolote. El canto del ave solo es un sonido, así como
una letra es solo un trazo. La primera traducción es asociar dicho sonido con
el sujeto que lo emite, y reconocer que se trata de un canto, lo que equivale a
ver un trazo en forma de círculo y saber que corresponde al sonido de la letra
‘o’. La segunda traducción es comprender lo que significa el canto del tecolote,
lo cual depende del contexto cultural en el que se encuentre la persona que lo
escucha.
La importancia del tema no es menor si consideramos que cualquier
tipo de traducción es selectiva, lo que conlleva la pérdida de características
del estímulo original, a la par de que se agregan nuevos elementos en el
camino; pero también supone el método por el cual construimos nuestros
objetos de estudio (Hanks y Severi 2014:2). En este sentido, William Hanks
y Carlo Severi han señalado que la traducción es un proceso que se lleva a
cabo diariamente, en la vida cotidiana de las personas, y no solo como un
ejercicio académico, lo que permite considerar que la comprensión es en sí
misma un asunto de la traducción, de tal manera que «el objeto entendido
se traduce en alguna variedad de representación […] se puede decir que el
interpretante traduce su objeto en una comprensión de ese objeto» (Hanks
y Severi 2014:2-3).
El punto a destacar del análisis de los autores mencionados tiene que
ver con que la traducción excede al lenguaje y que el proceso de traducción
permite pasar de un contexto de comunicación a otro, lo que resulta en
que objetos, artefactos y seres vivos puedan entonces cambiar primordial-
mente su naturaleza: «en estos casos, la interpretación de tales contextos
formales de representación cultural transforma la traducción en una forma
capítulo 5. comunicación, compatibilidad y conexión entre seres • 187
Lo compartido
De forma similar, chawuk, el rayo, está enlazado con otros seres que
influyen en él y pueden afectarlo. El don del humano-rayo radica en obte-
ner el altsil de las plantas comestibles, pero su existencia está ligada a la
de otros seres. Así, como parte del complejo del rayo se encuentran aves,
anfibios y reptiles que guardan un estrecho vínculo con el meteoro. Sobre
este tema existen varias creencias que son manejadas en mayor o menor
medida por el grueso de la población. Por ejemplo, se sabe que es peligroso
matar una ojkots ‘lagartija’ porque es parte del rayo, y en consecuencia se
corre el riesgo de ser alcanzado por este. Matar al reptil es una agresión
directa al chawuk. Lo mismo se piensa de las aves que son yaltsil chawuk,
aunque matar a una de estas es mucho más grave porque se puede eliminar
al mismo rayo, no sin antes ser castigado por este último. Además, chawuk
está conectado con los sapos wo’, y con las aves b’ujlich, purpurwich y el
gallo. A partir de estas identificaciones, lo que se quiere mostrar es que un
ente existe simultáneamente en cuerpos distintos que están conectados, lo
que desencadena que compartan venturas similares. Estos principios de
simultaneidad y correspondencia también se presentan con relación a la
persona que tiene wayjelal.
Aunque se podría decir que estos fenómenos ocurren debido a que se
comparten entidades anímicas entre diferentes cuerpos, existen otras situa-
ciones en las que se muestran vínculos estrechos que producen resultados
particulares, sin la asociación anímica entre dos sujetos. Más bien, el pro-
ceso tiene que ver con características similares que se pueden transmitir de
un ser a otro. No obstante, lo que subyace en esta acción es una suerte de
compatibilidad que admite la transferencia de rasgos, los cuales pueden ser
morfológicos, fisiológicos o etológicos. Se trata, pues, de operaciones ana-
lógicas, utilizadas con una variedad considerable de fines. Se mencionarán
a continuación solo algunos ejemplos, ya que en verdad existen muchos
datos al respecto; sin embargo, en el trabajo de Álvarez (2017) se pueden
consultar numerosos casos similares.
En cuestión de la analogía morfológica, el hecho fundamental es que las
características físicas de un objeto pueden reproducirse en otro bajo ciertas
circunstancias especiales. Por tal motivo, dice la gente que no es bueno que
alguien huela los hongos conocidos como chikin taj y pasko, porque se le
puede resecar la nariz. La conexión no se debe a un efecto químico, sino
a que estos hongos tienen la característica de ser muy rugosos y ásperos,
capítulo 5. comunicación, compatibilidad y conexión entre seres • 189
pues son organismos lignícolas, es decir, que crecen en los troncos de los
árboles. De hecho, el nombre chikin taj significa literalmente ‘oreja del
ocote’, en referencia específica al sustrato en el que crece. Entonces, la
morfología de dichos hongos es traspasada al humano mediante el acto de
oler, produciendo en él la misma característica.
Hay una especie de anfibio llamado en tojol-ab’al chakal ch’in wo’, que
es usado para quitar los mezquinos que le hayan salido a un niño. Este
pequeño sapo rojo se frota sobre el mezquino para que este desaparezca.
De nueva cuenta, es la rugosidad de la piel del sapito la que se muestra
compatible con una enfermedad cutánea como el mezquino, y de ahí que se
diga que este último pasa entonces al anfibio. Es interesante que los sapos
wo’ también sean aprovechados por los adultos para eliminar los mez-
quinos de su piel, por lo que vemos otra correspondencia entre el tipo de
animal y la persona que lo usa, ya que para los niños el remedio eficaz es
un sapo pequeño, y para los adultos uno grande. Además, el chakal ch’in
wo’ es utilizado para aliviar el dolor de rodillas, de manera que se frota
el animal en dicha parte del cuerpo y después se deja en el suelo. Lo que
se aduce es que la habilidad característica de las patas del batracio puede
pasar al humano y curarlo. Esto último es una analogía etológica.
El color de ciertos animales también es importante con relación a la
compatibilidad con el humano. Por ejemplo, tanto el zanate menor macho
(b’onkolin) como un perro negro (k’ik’il ts’i) pueden ser usados para que
una persona restablezca el color oscuro de su cabello, en el sentido de
modificar las canas que posea. Sin embargo, en el caso del zanate, es su
sangre la que se tiene que consumir para lograr el objetivo buscado, mien-
tras que con el perro negro lo que se tiene que hacer es frotar una tortilla
en el cabello de la persona y después dársela de comer al perro. En esta
última situación, la tortilla funciona como intermediaria entre el sujeto y
el animal.
La conducta de ciertos animales también puede ser traspasada al
humano, como se dice cuando les dan de comer grillos (chulchul) a los
niños para que hablen bien. El cantar de estos animales se reproduce en
la persona, de forma que los niños adquieren una mayor habilidad para
hablar. Por su parte, agarrar chapulines (ts’itil) a menudo hará que los
granos de maíz salten mucho al momento de desgranar la mazorca, debido
a la conducta de estos artrópodos. También se dice que, para recolectar
190 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
caracol de río (xoch) de forma correcta, hay que tomar mucho pozol antes
de ir a buscar al molusco, ya que ir lleno hace que el caracol salga rico y
carnoso. La condición del recolector se reproduce en el objeto deseado.
Igualmente, si alguna persona come con mucha frecuencia rana (ch’uch’),
se hará muy llorona, ya que este anfibio se distingue por emitir sonidos
repetidamente.
No obstante, en ocasiones la conexión entre seres ocurre de forma
inversa al caso anterior, es decir, que el estado del animal se traspasa
al humano. Dos claros ejemplos son el del cuervo y el del zopilote. Del
primero, llamado joj en tojol-ab’al, se asienta que la persona que imita su
sonido adquiere el mal aliento que se le adjudica a esta ave; en tanto que
del zopilote (usej), la gente menciona que si se le ataca lanzándole piedras
o algún otro objeto, en el momento en que esa persona prepare el pozol,
este le saldrá agrio y maloliente debido a que el olor fétido característico de
esta ave carroñera se transfiere al alimento citado. En ambas situaciones,
los rasgos fisiológicos de los animales permean a la persona en cuestión.
Es interesante que, en algunos casos, el objeto intermediario que permite
la conexión humano-fauna es el maíz o alguno de sus derivados, posi-
blemente porque este alimento se concibe de manera muy cercana con el
cuerpo humano, como se mostró en el capítulo 3.
La locomoción de una oruga, llamada en tojol-ab’al ch’ilwanum
—nombre que debe al sustantivo ch’ile, que se refiere a la medida conocida
como ‘cuarta’ o ‘palmo’, de donde se desprende el verbo ch’ila, ‘medir con
cuartas o con palmos’— ejerce una influencia relevante en el ser humano,
ya que se dice que no es bueno que el gusano se desplace sobre el cuerpo
de alguna persona porque impedirá su crecimiento, lo que se piensa porque
el animal mide la figura del sujeto.
Si bien se ha mostrado hasta el momento la existencia de una prolífica
conexión entre el ser humano y una variedad de animales, de igual forma
ocurren situaciones en que la compatibilidad se da entre dos especies fau-
nísticas. En este sentido, se dice que colocar una lagartija sobre el cuerpo
de una serpiente muerta hará que el ofidio reviva. De manera parecida,
poner el cascabel de ajwuchan en el gallinero propiciará que los pollitos
sean más abundantes, además de que el mismo crótalo puede llamar a
otras serpientes. Este tipo de conexiones pueden ser la base explicativa
por la cual se aduce que ciertos animales se transforman en otros, como
capítulo 5. comunicación, compatibilidad y conexión entre seres • 191
Me parece haber mostrado, a lo largo del libro, que el mundo tojol-ab’al —pero
no solo el de los humanos—, a partir de sus propios testimonios, está lleno
de intencionalidades y poderes de agencia, en el sentido en que lo propone
Ingold (2000:14). Con esto se hace referencia justamente al hecho de que los
tojolabales consideren personas no únicamente a los humanos, sino también
a otros varios entes no humanos. Hemos visto que estos seres son fenómenos
atmosféricos, animales y plantas. Entonces, la posibilidad de ‘ser persona’ no
es exclusiva de la humanidad y se encuentra abierta a otros existentes (Ingold
2000:48), lo cual puede entenderse, pues, como un continuum entre ellos.1
Como se adelantó líneas arriba, esta es la base para que se den las interre-
laciones de unos y otros, idea fundamentada en que humanos y no humanos
comparten un estatus existencial común (Ingold 2000:50): estar vivos. Esta
posición en el mundo genera, debido a la relación con los otros, jerarquías o
grados de asociación que involucran diferentes escalas y procesos. La clave
son justamente las relaciones. Si pensamos en aquellas que se dan, por ejemplo,
entre fenómenos atmosféricos como el chawuk (rayo), la k’intum (arcoíris), el
icham y el ik’ (viento), y a la vez con sus respectivas formas animales y su
carácter de personas de la comunidad, es válido decir, entonces, que no exis-
ten diferencias esenciales en las formas en que se relacionan los componentes
humanos y no humanos del ambiente. En los dos casos hallaremos que los tojo-
labales establecen los mismos vínculos, b’ankilal (mayor) / ijts’inal (menor);
encontraremos a jnantik, nuestra madre, y a diversas che’um, esposas, en el
marco de amplias relaciones ambientales y sociales. Estas son las cuestiones
que llevaron a Ingold (2000:75) a plantear que en realidad no hay una distancia
1
En palabras de Escalona (2009:215-216), es poco clara la demarcación entre la persona
y su entorno de interacción, de manera que «la persona no es una entidad por completo delimi-
tada, puesto que sus límites están peligrosamente abiertos y expuestos, y se van descubriendo
a lo largo de la vida».
capítulo 5. comunicación, compatibilidad y conexión entre seres • 193
punto de vista, con «una concepción del ser humano no como una entidad
compuesta por partes separadas pero complementarias, como el cuerpo,
la mente y la cultura, sino como un locus singular de crecimiento crea-
tivo en un campo de relaciones desplegado de manera continua» (Ingold
2000:4-5). Si la relacionalidad del organismo-en-su-ambiente y la de la
persona-en-su-sociedad son expresiones de un mismo campo de existencia,
es válido pensar en las correspondencias que se dan en la «sociabilidad del
ambiente» (véase figura 11).
Icham
b’ankilal
ijts’inal
Chakaxib’
che’um smoj
K’intum Chawuk Ik’
b’ankilal
ijts’inal
skronta
B’itus
b’ankilal
yaxal chawuk chakal chawuk
ijts’inal
Figura 11. Jerarquías y relaciones de los humanos atmosféricos tojolabales. B’ankilal, ‘hermano
mayor’; ijts’inal, ‘hermano menor’; che’um, ‘esposa’; smoj, ‘su compañero’; skronta, ‘su enemigo’. Fuente:
elaboración propia.
[195]
196 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
Uno de los puntos en donde más se hicieron presentes los aprietos para enten-
der los conceptos locales fue precisamente el que respecta a la noción del
ambiente o del entorno. Desde mi propia formación académica —sin men-
cionar la familiar en un contexto mexicano capitalino de finales del milenio
pasado—, la percepción personal acerca de la naturaleza como un ente total-
mente diferenciado, alejado de la vida cotidiana de la gente, con leyes pro-
pias en espera de ser descubiertas, causó en muchas ocasiones impedimentos
cognoscitivos para pretender asir mentalmente conceptos que indicaban ser,
por decir lo menos, extraños a los míos. Desde mi adiestramiento escolar en
biología ¿cómo podía pensar que los componentes abióticos del medio son per-
sonas (si ni siquiera están vivos)? Hablar de lo humano en contraposición a la
naturaleza es una limitante que impide llegar a un nivel de comprensión poco
o tanto más profundo del que ya se tiene. Si se amasa esta idea en conjunto
con la noción de correspondencia entre el microcosmos y el macrocosmos
se producen ventanas explicativas para muchos de los datos que se pueden
encontrar en los estudios mesoamericanos. En particular, pensar así nos dota
de herramientas para dejar de ver las taxonomías locales referidas al mundo
con el lente binario de exclusión —lo que tiene que ver con las fronteras que
solemos marcar, creando compartimentos, como se dijo líneas arriba—, y
priorizar una visión de continuos que establezca diferencias a lo largo de tona-
lidades y no de líneas de contorno.
Esto se puede ejemplificar de buena manera con el problema acerca
de la noción de vida. Las fronteras de lo vivo no se pueden explicar en
forma unilateral, pensando en la presencia o ausencia de uno o varios
componentes que modifiquen el estatus de cualquier cosa. La vida, más
198 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
bien, debe entenderse como proceso, como una historia determinada por
relaciones constitutivas de diferente orden en la cual se generan jerarquías,
no de importancia, sino de nivel de organización. En otras palabras, es
factible pensar los confines de la vida no de manera digital, sino analó-
gicamente. Además, una serie de actividades fundamentales que existen
en los seres vivos, como el crecimiento, el movimiento, la alimentación y
la reproducción, por mencionar algunos, son condiciones que existen en
múltiples referentes por estar en el mundo relacionalmente. Los vínculos
que establecen son justamente su posibilidad de vivir, en términos también
de un gradiente.
No obstante, el ser humano común no es capaz de ver todas las conexio-
nes que se dan en el mundo. Aunque sí hay algunas personas que, dotadas
de algo más, siempre divino, pueden percibir patrones que enlazan seres y
procesos a distancia. Estos personajes, llamados por la antropología espe-
cialistas rituales o chamanes, según la corriente que se elija, pueden ver
y saber más allá. Así, la revisión de las características que ostentan estos
permitió reconocer la primacía de la actividad onírica en su iniciación y
desempeño. El sueño resulta ser el punto de contacto entre una de las caras
del mundo y la otra o, si se quiere, entre dos mundos. Por tal motivo, de él
se desprenden conocimientos que de otra manera no pueden ser aprehen-
didos por el soñador. Los ricos datos etnográficos revisados apuntan en esa
dirección. Además, como el sueño es producto divino, refleja el orden del
universo, por lo que quien sabe incidir en sus sueños —o en los de otros—
tiene la capacidad de coincidir con el ‘ritmo’ del mundo para modificarlo.
Esta sincronización es clave en los procesos de adivinación y, seguramente,
en varios procesos rituales. Por eso se puede concluir al respecto que inter-
pretar las señales del entorno como una forma de adivinación es establecer
pautas de conexión —siguiendo a Bateson— entre lo que sucede en un
escenario, como el cuerpo o un tablero, y lo que ocurre en el ambiente y
en un tiempo determinado. Eso es el isomorfismo cuerpo-cosmos del que
hablan varios autores.
féricos se consideraban vivos. Para entender qué era lo que las personas con-
cebían como el ‘rayo’ o el ‘viento’, cómo estos ‘vivían’ en sus casas y cómo se
relacionaban con personas en el interior mismo de las comunidades, había que
preguntarse primero qué se estaba entendiendo entonces por ‘vida’, y cómo se
expresaba esta en diferentes tipos de seres. Esto cobró mayor importancia aún
cuando se decidió explorar profundamente por qué se les decía —prácticamente
en todos lados— a muchos de estos personajes «vivos». De esta manera, lo
que se pudo comprender es que para los tojolabales la vida está implicada en
muchos procesos y relaciones que se viven a diferentes escalas en el mundo del
día a día. Al preguntar por los que tienen vida, por los que están vivos, las res-
puestas tornaron la problemática en un asunto en el que convergían más de una
posibilidad. La noción tojol-ab’al de vida traspasa dicotomías como animado/
inanimado, orgánico/inorgánico, sésil/móvil, por mencionar las principales. No
es que estas no brinden sentido a la noción, pues sí lo hacen, pero no pueden
ser tomadas como determinantes únicas de lo que se considera que está vivo o
que no (Pitrou 2014). En cambio, lo que se captó es que lo más relevante en esto
radica en una conjunción de aspectos que se encuentran entretejidos. Estos son
por lo menos cuatro: 1) esencialistas o sustancialistas, por tener o no altsil o
k’ujol; 2) de acción o actividad, como el hecho de crecer, alimentar y cuidar; 3)
de contagio o contigüidad, como el caso en que algo vivo transmite esta caracte-
rística a otro objeto por estar en un mismo espacio, y 4) de comunicabilidad, en
la que se ponen en juego vías semióticas para compartir significados e informa-
ción. Por estas razones, no se puede tener una única característica determinante
de lo vivo, un criterio uniforme. Esto también se debe a lo cambiante con que se
percibe el mundo y las relaciones de sus componentes. Así, es posible estable-
cer ciertas pautas para dirigir posteriores análisis que investiguen esa afamada
‘antropología de la vida’, la cual «reconoce que la vida es más que la biología
tal como se concibe actualmente. No solo porque la biología está en todas partes
impregnada de semiótica, sino también porque las capacidades, propensiones,
técnicas, prácticas e historias distintivamente humanas reconfiguran la vida de
nuevas maneras» (Kohn 2017:284).
Aunque ambas son «gracias» que una persona obtiene desde el naci-
miento, son de naturaleza totalmente distinta: el jakel es un don-semilla,
y el wayjelal es un don-animal. Si bien los dos están relacionados con los
sueños —el jakel por obtenerse en el estado onírico y el wayjelal por su
raíz lingüística—, no se tiene información acerca de que este último deba
ser poseído o apropiado a través de un sueño. Si acaso, una persona que
tiene wayjelal habría de manipularlo dormido. Tampoco tenemos ejemplos
en los que se mencione al jakel como «compañero», moj, de la persona,
lo cual sí es muy común cuando se trata del wayjelal. No obstante, hay
aspectos que son similares entre ellos, por ejemplo, el que tiene que ver
con la afectación que puede sufrir una persona si su jakel es hurtado o
si su wayjelal es atacado, ya que en ambos casos su poseedor padece un
malestar; en el primer caso la persona se ve afectada psicológicamente,
mientras que en el segundo la persona se enferma y, en ocasiones, muere.
Las actividades relacionadas con el wayjelal tojol-ab’al revelan una
serie de hechos trascendentales sobre lo que se puede denominar como un
juego de perspectivas, de ‘cambios de lado’, que se dan a diferentes esca-
las en el universo, desde una persona hasta las mismas caras del mundo.
Las acciones de ‘voltear’, ‘transformar’ y ‘enterrar’ están integradas en
un mismo campo que da cuenta de la ‘dividualidad’ de diferentes seres
y de su capacidad para adquirir un cierto poder al enfrentar posiciones
distintas, que pasan de estar ‘dentro’ o ‘fuera’ de un referente de acuerdo
con su medio. Estas reflexiones dan la pauta para entenderlas como parte
del ‘organismo-persona-en-su-medio’. No hay, pues, ambiente sin agente
que lo perciba.
que son asignadas por Dios a personas que deberán cumplirlas para que la vida
siga reproduciéndose. Desde esta perspectiva, no habría ambiente sin personas,
ni estas podrían vivir sin ambiente. De esta reflexión parte la propuesta de
estudiar la unidad persona-ambiente.
En este trabajo se pudo analizar detalladamente cómo percibe la gente
fenómenos como el rayo, el viento y el arcoíris, y las concepciones asocia-
das con cada uno de ellos y con sus relaciones. Los resultados son extraor-
dinarios en el sentido de que existe realmente una ecología que aglutina y
ordena los diferentes tipos de existentes. En esta sistematización, una con-
clusión importante es que la agrupación de elementos tiene que ver con la
esencia de sus relaciones, tomadas estas específicamente como relaciones
de parentesco. Tres de ellas son muy productivas para los tojolabales: a) el
vínculo b’ankilal / ijts’inal —hermano mayor y hermano menor, respecti-
vamente—; b) el nexo matrimonial, en el que figura la esposa, che’um, y
c) la maternidad, a partir de la noción de ‘nuestra madre’, jnantik. Muchos
de los componentes del ambiente, ya sean animales, plantas, fenómenos
atmosféricos o personas, adquieren su lugar en el mundo por medio de
estos conceptos, a la vez que determinan su papel. Tomando en cuenta
los ejemplos que se han dado a lo largo del cuarto capítulo, no es absurdo
hablar, entonces, del parentesco del ambiente. Lo que se demostró al ana-
lizar las funciones y relaciones de los entes del paisaje fue que su propia
existencia hace que se generen dependencias de unos con otros y que estas
no difieran en mayor medida de las que, por ejemplo, se dan entre una
madre y su hijo. De aquí la importancia de estudiar la ‘antropología más
allá del humano’ (Kohn 2013).
No obstante, esto es también un saber relativamente oculto, porque no
es bueno para las personas que ostentan un don el hecho de que se conozca
su identidad. No es un hecho homogéneo. La actividad de los humanos
atmosféricos es secreta debido a una multitud de factores, entre los que
destacan las presiones religiosas y la posibilidad de linchamientos que aca-
rrean las acusaciones por brujería. Aunque cabe aclarar que las actividades
de los chawuk y los pukuj son muy distintas, pues son personajes diferentes,
también están ligadas, ya que al chakal chawuk, rayo rojo, se le considera
«malo», «envidioso», calificativos que se asocian también con los brujos.
Las personas, pues, dudan de la existencia de estos personajes, algunos sim-
plemente por ignorancia, otros por cuestiones religiosas, pero es mediante
204 • yaltsil . vida, ambiente y persona en la cosmovisión tojol-ab’al • fernando guerrero martínez
encuentros como el que tuvo don Marcelino con el chawuk que se refrenda
la creencia en «los cuentos de los abuelos»; o con la interacción de familia-
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