Financiero y Tributario (Propios PDF
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Los entes públicos necesitan obtener ingresos para poder realizar las actividades que tienen
encomendadas. En el estudio de este tipo de recursos públicos se establecen diversas clasificaciones
y una de las más clásicas es la que los distingue en función de su triple origen (ingresos
patrimoniales, deuda pública y los ingresos tributarios). Las prestaciones patrimoniales de carácter
público constituyen prestaciones de contenido económico. En concreto, suponen la entrega de una
suma de dinero. Su nota más característica es la coactividad; el legislador, en el ejercicio de sus
competencias, de forma unilateral y sin el concurso de la voluntad del sujeto llamado a satisfacerla,
establece una obligación de pago a cargo de los particulares. Estos últimos tendrán que pagar la
prestación siempre que realicen el supuesto de hecho previsto en la norma que la crea. De la
coactividad deriva la reserva de Ley que exige el art. 31.3 CE.
II. El Tributo
Concepto y características
La Ley 58/2003 de 17 de Diciembre, General Tributaria, ofrece la primera definición legal del
tributo y reza así: “Los tributos son los ingresos públicos que consisten en prestaciones pecuniarias
exigidas por una Administración pública como consecuencia de la realización del supuesto de hecho
al que la ley vincula el deber de contribuir, con el fin primordial de obtener los ingresos necesarios
para el sostenimiento de los gastos públicos. Los tributos, además de ser medios para obtener los
recursos necesarios para el sostenimiento de los gastos públicos, podrán servir como instrumentos
de la política económica general y atender a la realización de los principios y fines contenidos en la
Constitución”. De ésta definición, debemos reseñar ciertas notas características:
- El tributo es un instituto jurídico, un conjunto de normas, del que se derivan diversas
relaciones, fundamentalmente, una relación obligacional entre un acreedor (la
Administración) y un deudor (el particular) por la que se generan ingresos. De este modo
debe distinguirse entre las normas reguladoras de cada tributo, las obligaciones que surgen
cuando se realizan los presupuestos de hecho previstos en tales normas y la
correspondiente recaudación.
- Los tributos generan ingresos públicos que consisten en prestaciones pecuniarias. El ente
público lo que busca es dinero en efectivo (liquidez) como la forma de pago más adecuada
para financiar el gasto público; no obstante, existe la posibilidad de pagarlo entregando
bienes del patrimonio histórico, cuando así se prevea expresamente por la Ley del
respectivo tributo.
- Los tributos son creados y exigidos por una Administración pública en régimen de derecho
público. Los tributos son creados por los entes públicos territoriales que integran el Estado;
los tributos, como prestaciones coactivas, están sometidos al principio de legalidad, lo que
implica que deben establecerse por una norma con rango de ley. En todo caso, la reserva de
ley no es absoluta, por lo que cabe el desarrollo reglamentario. Los tributos solo pueden ser
exigidos por la respectiva Administración. La exigencia del tributo en régimen de derecho
público permite a la Administración disfrutar, en relación con la determinación de la deuda
y su cobro, de una de las prerrogativas superiores a las de un acreedor de derecho privado
Clases de tributos
El art. 2 LGT clasifica los tributos en: impuestos, tasas y contribuciones especiales. El legislador
tributario debería abstenerse de utilizar cualquier otra denominación.
La principal diferencia entre estas modalidades tributarias reside en su correspondiente hecho
imponible. Ninguna norma impone al legislador con que clase de tributo debe financiar un gasto
público concreto, por tanto, puede elegir libremente cuál implementar en cada momento. En la
práctica, se opta por una fórmula mixta por la que en algunos servicios se exigirán tasas o
contribuciones y las demás actividades públicas se financiarán con impuestos junto con el resto de
ingresos presupuestarios.
Concepto y características
Según el art. 2.2c LGTJ: “Los impuestos son los tributos exigidos sin contraprestación cuyo hecho
imponible está constituido por negocios, actos o hechos que ponen de manifiesto la capacidad
económica del contribuyente”.
El impuesto es la figura más característica y común en nuestro ordenamiento tributario; además, es
el tributo que más recaudación proporciona, con diferencia, a las arcas públicas. En las tasas y
contribuciones especiales existe una actividad administrativa, mientras que en el impuesto no hay
referencia a actividad pública alguna.
Apuntes Financiero y Tributario 1.1 2 de 60
En sentido técnico, en el tributo no existe nunca una “contraprestación”, puesto que la obligación de
pagar nace de la ley, y no de un acuerdo de voluntades. El tributo es una obligación ex lege,
unilateralmente impuesta y exigida coactivamente si no se paga; no obstante, en algunas sentencias,
el propio TC ha utilizado el término “contraprestación” en sentido amplio para referirse a las tasas.
La ausencia de actividad administrativa hace que el impuesto sea el tributo adecuado para financiar
servicios públicos indivisibles.
Clases de impuestos
Los criterios más utilizados para clasificar los impuestos son:
- Según el índice de capacidad económica gravado: Los directos gravan la renta y el
patrimonio, y los indirectos, el consumo. Esta clasificación también se utiliza otro criterio
diferenciador: según esté prevista o no la repercusión. En los directos no se contempla, por
lo que el contribuyente asume plenamente la carga tributaria; en los indirectos, el
contribuyente recupera lo pagado al tener que repercutir el impuesto sobre el consumidor,
quien soportará finalmente la carga económica al ser el titular de la capacidad económica
(IVA o impuesto sobre el tabaco); la repercusión no constituye un criterio definitivo.
- Según su hecho imponible se configure en torno a una persona o a una cosa: Los impuestos
personales gravan la totalidad de la renta, el patrimonio o las adquisiciones lucrativas de
una persona (IRPF); en cambio, las reales (o sobre una cosa) se definen atendiendo a
bienes concretos (IBI o impuesto de circulación).
- Si tienen en cuenta o no las circunstancias personales o familiares: Los subjetivos las
tienen en consideración a la hora de cuantificar la deuda (IRPF); los objetivos se calculan
sin contar con estas circunstancias (IVA). Aquellos impuestos personales que recaen sobre
personas físicas son los que mejor se prestan a considerar las circunstancias personales y
familiares del contribuyente.
- Dependiendo del aspecto temporal del hecho imponible: En los periódicos, el hecho
imponible sed prolonga en el tiempo, ante esta reiteración de hechos imponibles y para
facilitar la gestión tributaria, la Ley los agrupa en un período impositivo y en cada uno de
ellos surge la obligación tributaria de forma autónoma. En los instantáneos, el hecho
imponible no es duradero, sino que se realiza en un solo momento.
- Según la finalidad que persiguen: Los fiscales buscan obtener ingresos para pagar los
gastos públicos; los extrafiscales persiguen otros objetivos además de una cierta finalidad
recaudatoria.
- Según el ente que los crea o quién es su titular pueden ser estatales, autonómicos o locales.
Concepto y características
Según el art. 2.2a LGTJ: “Las tasas son los tributos cuyo hecho imponible consiste en la utilización
privativa o el aprovechamiento especial del dominio público, la prestación de servicios o la
realización de actividades en régimen de derecho público que se refieran, afecten o beneficien de
modo particular al obligado tributario, cuando los servicios o actividades no sean de solicitud o
recepción voluntaria para los obligados tributarios, o no se presten o realicen por el sector privado”.
La diferencia con el impuesto es clara, por la presencia en el hecho imponible de las tasas de ciertas
actividades administrativas; estas actividades nos permiten distinguir dos tipos de tasas:
Las actividades o servicios públicos solo pueden generar una tasa cuando se produzca, al menos,
una de las siguientes circunstancias:
- Los contribuyentes están obligados a solicitar los servicios y/o a recibir las actividades
públicas. Esta obligatoriedad puede tener un doble origen:
• Que la solicitud del servicio o la realización de la actividad sea impuesta por una
norma legal o reglamentaria (obtención del DNI).
• Que los servicios sean esenciales, imprescindibles o irrenunciables para la vida
privada o social del particular.
- También deben considerarse coactivamente impuestas las prestaciones pecuniarias que
derivan de un servicio o actividad que solo es prestado por la Administración. En
definitiva, cuando exista un monopolio público en la realización de esos servicios o
actividades.
Si se cumple alguno de los dos requisitos anteriores, la cantidad que se pague por usar el servicio
tendrá naturaleza de tasa. Si no se cumple ninguno de los dos requisitos, la cantidad que se pague
por usar el servicio tendrá la naturaleza de precio público.
Concepto y características
Las contribuciones especiales “son los tributos cuyo hecho imponible consiste en la obtención por
el obligado tributario de un beneficio o de un aumento de valor de sus bienes como consecuencia
de la realización de obras públicas o del establecimiento o ampliación de servicios públicos” (art.
2.2.b) LGT).
Las contribuciones especiales se derivan de la realización de obras públicas y el establecimiento o
ampliación de servicios públicos. Estos dos tipos de actividades administrativas no pueden ser
gravados mediante tasas aunque, en ocasiones, puede existir cierta compatibilidad. Las
contribuciones también se caracterizan por su afectación presupuestaria (art. 29.3 TRLHL). Esto no
ocurre en los impuestos y tasas, salvo que por Ley estén expresamente afectados a fines
determinados. Sin embargo, las contribuciones casi no se utilizan por las dificultades que implica su
gestión y, en especial, su cuantificación y recaudación.
Concepto y características
Los precios públicos no son tributos; pero su estudio en este capítulo se justifica porque es
necesario diferenciarlos de las tasas dada su similitud, ya que ambos se exigen por la prestación de
servicios o la realización de actividades administrativas.
El art. 24 LTPP los define como “las contraprestaciones pecuniarias que se satisfagan por la
prestación de servicios o la realización de actividades efectuadas en régimen de Derecho público
cuando, prestándose también tales servicios o actividades por el sector privado, sean de solicitud
voluntaria por parte de los administrados”.
Con esta figura se pretende financiar servicios no esenciales que presta la Administración.
El precio público se ha configurado, tanto en su concepto como en su regulación, en contraposición
a la tasa: lo que genera uno impide la otra y lo que se puede en uno está prohibido en la otra. Para
que se pueda establecer un precio público deben concurrir dos circunstancias simultáneamente:
- Que la demanda del servicio sea voluntaria (en el sentido opuesto a la coactividad de las
tasas).
- Que el servicio también se preste por el sector privado, es decir, que no exista un
monopolio de hecho o derecho en favor del sector público (a diferencia de las tasas).
Para que pueda exigirse un precio público es preciso que el servicio no coactivo lo preste
directamente la Administración o uno de sus organismos autónomos.
Régimen jurídico de las tarifas como prestaciones patrimoniales de carácter público no tributarias
La calificación legal de las tarifas como prestaciones patrimoniales de carácter público no
tributarias implica dos consecuencias evidentes: que son prestaciones públicas coactivas y que no se
aplican las normas previstas para los tributos.
La coactividad supone fundamentalmente que las tarifas están sometidas al principio de reserva de
Ley. Como las tarifas no son tributos, no se aplica su régimen. Esta afirmación nos lleva a realizar
dos consideraciones.
La primera es que no están sometidas al límite del coste del servicio que se exige en las tasas.
La segunda es que, en la medida en que las tarifas sean un ingreso que obtiene un ente regido por el
Derecho privado, reiteramos, no son un tributo ni un ingreso de Derecho público. Por tanto, la
regulación de este cobro debería estar sometida al Derecho privado, y no a lo previsto en la LGT
para los tributos. No obstante, en caso de impago se permite cierta intervención administrativa.
El fundamento del deber de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos y los principios
constitucionales de justicia
El deber de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos (art. 31.1 CE) tiene su fundamento
último en el principio de solidaridad, reflejado, entre otros, en el art.156.1 CE. En concreto, el art.
31.1 CE establece, con una fórmula algo recargada, que “Todos contribuirán al sostenimiento de los
gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo
inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance
confiscatorio”. Siguiendo una interpretación literal, podrían distinguirse en el citado precepto siete
principios:
- Generalidad: La legislación española establece, en ocasiones, un trato más severo para los
nacionales españoles que para los extranjeros (art. 8,2 LIRPF relativo a la llamada
“cuarentena fiscal”) sin que hasta ahora se haya planteado ante el Tribunal Constitucional
la posible lesión del principio de generalidad. En todo caso, el control constitucional de
estas situaciones podría fundarse directamente en los principios de igualdad y capacidad
económica, sin necesidad de acudir a un específico “principio de generalidad”. Así, lo hace,
por ejemplo, la STC 60/2015, de 18 de marzo.
- Capacidad económica: La capacidad económica puede definirse como la riqueza de una
persona, que puede medirse a través de diversas manifestaciones: la renta (los ingresos
menos los gastos necesarios para subsistir y para obtener dichos ingresos), el patrimonio (el
valor de los bienes y derechos del contribuyente disminuido en el import de las deudas) y
el consumo de bienes y servicios.
- Exigencia de que las normas tributarias constituyan un sistema: Si las leyes tributarias son
confusas y fragmentarias será imposible que consigan un justo reparto de la carga
tributaria. Por desgracia, este principio se ha con- templado más como una recomendación
que como una exigencia susceptible de control constitucional. Al menos hasta la fecha,
ninguna norma tributaria ha sido declarada inconstitucional por su mera falta de
sistemática. el Tribunal Constitucional concluye que no es necesario eliminar la doble
imposición, sino que es suficiente con que no se produzcan “dobles imposiciones no
coordinadas” de modo que el ejercicio de poder tributario por los distintos niveles
territoriales sea compatible con la existencia de “un sistema” tributario en los términos
exigidos por el art. 31.1 CE y el art. 6 LOFCA. En otras ocasiones, el Tribunal
Constitucional invoca la expresión “sistema tributario” para sostener que determinados
principios constitucionales de carácter material, como el reparto de la carga tributaria con
arreglo a la capacidad económica solo se aplican al “sistema en su conjunto”, y no a cada
impuesto en particular.
- Justicia: La justicia se define como la exigencia de dar a cada uno lo suyo. En el ámbito
tributario, esto supone que cada contribuyente pague la parte que le corresponde. La
referencia a la justicia en el art. 31.1 CE se ha utilizado por el Tribunal Constitucional para
afirmar que, en materia tributaria, la justicia no se reduce al principio de capacidad
económica, sino que exige atender a las circunstancias económicas y sociales de cada caso
concreto.
El principio de igualdad ante la ley exige que la norma trate de modo igual a los iguales y de modo
desigual a los desiguales. La igualdad en la aplicación de la ley no solo implica una actuación
honesta y diligente por parte de la Administración y los tribunales de justicia. Requiere, además,
que la propia ley establezca los adecuados mecanismos de control. Así, según el Tribunal
Constitucional, las amplias potestades de la Administración tributaria son necesarias para evitar que
lo defraudado tengan que pagarlo otros con más espíritu cívico o con menos posibilidades de
defraudar. Existen dos concepciones sobre el principio general de igualdad ante la ley, que tienen
relevancia en materia tributaria: la teoría clásica y la tesis de la interdicción (prohibición) de la
arbitrariedad. En nuestra jurisprudencia constitucional se encuentran elementos de ambas teorías; si
bien, desde el punto de vista práctico, predomina la tesis de la prohibición de la arbitrariedad.
- Teoría clásica: Según la teoría clásica, la capacidad económica constituye la medida general
de la igualdad en materia tributaria. Este planteamiento se acepta explícitamente en la STC
209/1988, de 10 de noviembre. El principio de igualdad obliga a tratar de modo igual a los
iguales y de modo desigual a los desiguales, pero para aplicarlo en un ámbito concreto es
necesaria una medida que permita la comparación. Pues bien, para repartir la carga tributaria
el legislador debe basarse, como criterio general, en la capacidad económica (la riqueza
disponible) de cada contribuyente.
Esto no quiere decir que los impuestos no puedan separarse del principio de capacidad
económica. Pueden hacerlo cuando el legislador se funde en otro principio constitucional,
siempre que se supere un triple control de proporcionalidad: la medida que se aparta de la
capacidad económica debe ser idónea para conseguir el fin constitucional perseguido, debe ser
La distinción entre la igualdad ante la ley y la igualdad tributaria y su diferente nivel de protección
constitucional
En una primera etapa, el Tribunal consideró que la desigualdad de trato en materia tributaria
derivada de la lesión del principio de capacidad económica era susceptible de amparo constitucional
a través del art. 14. CE. Sin embargo, con posterioridad, el Tribunal ha distinguido entre ambos
tipos de igualdad:
- La igualdad ante la ley del art. 14 es negativa (se prohíbe la discriminación) y subjetiva
(rechaza el trato desigual basado en circunstancias personales del contribuyente, como la raza
o el sexo).
- En cambio, la igualdad en la ley tributaria del art. 31 es positiva (obliga a que cada uno tribute
según su capacidad económica) y objetiva (atiende al nivel de riqueza).
La conclusión es que si la desigualdad se produce por una lesión del principio de capacidad
económica, no cabe invocar la igualdad del art. 14.
Por consiguiente (según el Tribunal) no es posible acudir al recurso de amparo cuando se genere
desigualdad porque dos personas con idéntica capacidad económica tributen de modo distinto. En
estos casos, la única vía de que dispondrán los obligados tributarios para acceder al Tribunal
Constitucional será la cuestión de inconstitucionalidad.
2 Sinónimo de inseparable
Apuntes Financiero y Tributario 1.1 11 de 60
hijos menores dependientes era posible que un conviviente tributara de modo conjunto con
sus hijos y el otro de modo individual, reduciéndose así la cuota tributaria. El Tribunal
entiende que el principio de igualdad no resulta vulnerado cuando en situaciones puntuales,
al margen de la normalidad de los casos, determinados sujetos pasivos, con un determinado
nivel de renta, puedan verse ocasionalmente beneficiados en su declaración del IRPF por el
hecho de no mantener una relación matrimonial.
- Fines extrafiscales: No cabe duda de que el legislador puede apartarse del principio de
capacidad económica para perseguir otros fines protegidos por la Constitución. La
introducción de fines extrafiscales puede realizarse mediante beneficios fiscales o mediante
gravámenes específicos. En estos casos en que la ley se separa del principio de capacidad
económica debería analizarse si la medida es idónea, necesaria y proporcionada para
conseguir su fin; sin embargo, el Tribunal no suele hacerlo. La concepción del Tribunal
Constitucional sobre los fines extrafiscales admisibles es criticable tanto por exceso como
por defecto. Por exceso, porque considera como un “fin extrafiscal” legítimo algo que no
tiene nada que ver: la supresión de los impuestos propios de las Comunidades Autónomas
sobre depósitos bancarios mediante la creación de un impuesto estatal con un tipo de
gravamen cero. Así, confunde los fines extrafiscales con el propio principio de capacidad
económica (es decir, niega la existencia de fines extrafiscales en casos en que dichos fines
si están presentes). Así ha llegado a afirmar que la capacidad de contaminar es una
manifestación de capacidad económica. El Tribunal parece haber rectificado en sentencias
más recientes que sí distinguen claramente los fines extrafiscales de carácter ambiental del
principio de capacidad económica (STC87/2019, de 20 de junio).
- Normas de simplificación: La jurisprudencia constitucional admite las normas de
simplificación. Es decir, aquellas que se apartan en cierta medida de la capacidad
económica real para hacer más sencilla la aplicación del impuesto por parte del
contribuyente y facilitar su control por la Administración.
- Medidas contra el fraude o el incumplimiento tributario: En ocasiones, las normas
tributarias se separan del principio de capacidad económica para facilitar la lucha contra el
fraude. En estos casos, el Tribunal Constitucional debería realizar un control de
proporcionalidad entre la desviación del principio de capacidad económica derivada de tal
norma y las ventajas que se producirán al reducirse las posibilidades contra el fraude o
incumplimiento tributario.
- Doble imposición: La doble imposición se produce cuando al menos dos impuestos gravan
la misma manifestación de riqueza, bien en la persona del mismo contribuyente, bien a
través de dos contribuyentes distintos. En el primer caso suele hablarse de doble
imposición jurídica y en el segundo de doble imposición económica. Dado que el
ordenamiento español prevé impuestos estatales, autonómicos y locales, la doble
imposición puede producirse entre tributos del mismo orden territorial o por la confluencia
de varios niveles; además de estos supuestos de doble imposición interna, la doble
imposición puede tener carácter internacional. En ocasiones, el ordenamiento prevé
mecanismos para paliar o eliminar la doble imposición, mientras que en otros casos no
contempla instrumentos para evitarla. Desde el punto de vista de la capacidad económica,
la doble imposición supone intensificar la carga tributaria sobre determinada manifestación
de riqueza. En algunos casos, la doble imposición puede venir justificada por un fin
extrafiscal. En otras ocasiones, la doble imposición deriva principalmente de la
concurrencia del poder tributario de dos niveles territoriales, en este caso, se aplican sus
reglas específicas. Por último, es posible que el fin principal de la doble imposición sea
meramente recaudatorio: el legislador grava dos veces la misma manifestación de
Apuntes Financiero y Tributario 1.1 12 de 60
capacidad económica (a través de dos fórmulas distintas) para obtener mayores ingresos de
un modo sencillo. En definitiva, la manifestación de riqueza se grava en unos casos una
sola vez y en otras dos o más, simplemente porque resulta fácil y así se obtienen más
ingresos.
Capacidad económica y ejercicio del poder financiero por los Entes Territoriales
El Tribunal admite que la misma capacidad económica sea gravada de modo distinto en diversas
Comunidades Autónomas. Así lo justifica el principio de autonomía financiera previsto en el art.
156 CE. En algún caso excepcional, el Tribunal ha considerado que las diferencias de trato fiscal
entre Comunidades Autónomas no se justifican. El Tribunal añade otra argumentación (no del todo
clara) para concluir que la norma es discriminatoria: la diferencia de trato no deriva de una
pluralidad de normas fruto de la propia diversidad territorial en que se configura la nación española,
sino de una única norma basada en la residencia.
Amnistías fiscales
Las llamadas amnistías fiscales (la ley no suele darles esta denominación) constituyen normas por
las que se extinguen las obligaciones tributarias pasadas derivadas de hechos no declarados y se
exonera de responsabilidad sancionadora (o incluso penal) a los sujetos que incumplieron sus
obligaciones fiscales, a cambio de regularizar su situación tributaria declarando la riqueza oculta y,
en su caso, pagando una cantidad muy inferior a la defraudada. Ahora bien, en la medida en que los
obligados tributarios tengan la esperanza de poderse acoger a futuras amnistías fiscales, se está
generando un incentivo perverso a defraudar.
Quizá por este motivo, la Ley 11/2021, de 9 de julio, de medidas de prevención y lucha contra el
fraude fiscal ha introducido un nuevo inciso en el art. 3.1 LGT que “prohíbe el establecimiento de
cualquier instrumento extraordinario de regularización fiscal que pueda suponer una minoración de
la deuda tributaria devengada de acuerdo con la normativa vigente”.
Tal prohibición es ineficaz, pues se dirige al legislador (el único que pue- de crear dichos
“instrumentos extraordinarios”). Dado que la Ley General Tributaria tiene carácter ordinario, el
legislador futuro puede separarse de ella en cualquier momento.
El Tribunal Constitucional considera que no es posible aprobar amnistías fiscales mediante Decreto-
Ley, pues se afecta al deber de contribuir. Sin embargo, el Tribunal se negó expresamente a analizar
si la amnistía fiscal era contraria a los principios de capacidad económica igualdad y progresividad,
de modo que la cuestión sigue abierta.
La Constitución exige que el sistema fiscal sea progresivo: es decir, que según se incrementa la
capacidad económica crezca la carga tributaria en una proporción mayor. El TC vincula el principio
de progresividad con “la aspiración a la redistribución de la renta”. En definitiva, que quienes más
tienen deben contribuir en proporción superior a los que menos tienen para lograr una distribución
más equitativa de la renta. De este modo, el principio de progresividad se encuentra ligado con la
redistribución de la renta y las exigencias de la solidaridad.
El Tribunal entiende que es suficiente para cumplir este principio que el conjunto del sistema sea
progresivo y no que lo sean todos y cada uno de los tributos. No obstante, incluso dentro de este
impuesto, el TC admite, sin una justificación detallada, que las rentas del ahorro no se sometan a un
tipo progresivo (STC 19/2012, de 15 de febrero). Suele considerarse que los impuestos sobre el
consumo producen efectos regresivos aunque sus tipos de gravamen sean proporcionales.
V. La prohibición de confiscatoriedad
El Tribunal Constitucional afirma que el sistema fiscal resultaría confiscatorio cuando mediante la
aplicación de las diversas figuras tributarias vigentes, se llegara a privar al sujeto pasivo de sus
rentas y propiedades (STC 150/1990, de 4 de octubre).
Ahora bien, si la acumulación de varios tributos sobre el mismo contribuyente (la “carga tributaria
global”) puede ser confiscatoria, con mayor razón puede serlo un impuesto aislado.
Concepto
Cuando hablamos de poder financiero o de poder tributario como manifestaciones del poder
político, a lo que nos estamos refiriendo es a las competencias financieras y tributarias que la
Constitución otorga a determinados entes de naturaleza política.
Dentro del poder tributario cabe distinguir dos facetas o planos claramente diferenciados:
- Establecimiento o aprobación de los tributos: Nos encontramos ante actos normativos
derivados del ejercicio de competencias constitucionales.
- Exigencia o aplicación de los tributos previamente establecidos: Nos encontramos ante actos
administrativos de aplicación de los tributos, de imposición de sanciones por incumplimiento
de las normas tributarias, y de resolución en vía administrativa de reclamaciones y recursos.
Se suele reservar la expresión “poder tributario” para referirse específicamente al establecimiento
del tributo (competencias normativas). La exigencia y aplicación de los tributos previamente
establecidos mediante el ejercicio del poder tributario (competencias ejecutivas de aplicación)
quedarían englobadas dentro de las “potestades tributarias” que el ordenamiento jurídico atribuye a
la Administración tributaria.
Poder tributario y potestad tributaria quedarían configuradas de este modo como dos instituciones
jurídicas distintas, a pesar de que su significado etimológico sea el mismo.
Fundamento
El fundamento jurídico del poder tributario reside en la Constitución y en la Ley.
Características
Las notas que caracterizan el poder tributario son:
- Poder jurídico cuya fuente o fundamento reside en la Constitución y la Ley.
- Es abstracto, en el sentido de que no con- templa una situación concreta. Para su operatividad
en la práctica es necesario un proceso de concreción a través del cual se dota de contenido a
las previsiones de poder y deber genéricamente contenidas en la Constitución.
- Es principalmente un poder normativo o de normación.
- Es limitado.
- Está sometido en todas sus manifestaciones al control jurisdiccional.
- Se trata de un poder territorial.
- Es permanente, intransmisible e irrenunciable.
Por lo que se refiere a las competencias normativas, los apartados 1 y 2 del art. 133 CE confieren el
poder de establecer tributos a cada uno de los entes públicos territoriales que integran el Estado de
acuerdo con la organización político-territorial que la propia Constitución diseña.
La titularidad de las competencias tributarias ejecutivas corresponde al Gobierno, a través del
correspondiente Ministerio, Conserjería-Departamento o Concejalía, que las ejerce por medio de la
Administración. El conjunto de entidades y órganos de derecho público que desarrollan las
funciones de aplicación de los tributos, potestad sancionadora y revisión en vía administrativa
integran la Administración tributaria (art. 5.1 LGT).
Límites constitucionales
El ejercicio del poder tributario por parte de los entes públicos territoriales que integran el Estado
está limitado, en primer término, por la propia Constitución que lo crea y confiere.
Puesto que el campo del establecimiento de tributos es finito y limitado, la actuación en él de tres
operadores supone en sí mismo un límite, ya que el poder de establecer tributos de cada uno de ellos
queda limitado por el poder que ostentan los otros dos.
La concurrencia de entes públicos en el ejercicio del poder tributario genera, por tanto, relaciones y
limitaciones recíprocas entre esos entes, de tal modo que ninguno de ellos puede invadir el ámbito
competencial propio de los demás entes. En consecuencia, el primer límite al ejercicio del poder
tributario que se deriva de la Constitución para cada uno delos entes territoriales que lo tienen
atribuido es, precisamente, el del respeto al orden constitucional de reparto o distribución del poder
tributario. El segundo límite impuesto por la Constitución deriva de la aplicación de los principios
materiales y formales de justicia tributaria.
IV. Criterios de sujeción a los diferentes poderes tributarios: Los puntos de conexión
El art. 133.1 CE establece que “la potestad originaria para establecer los tributos corresponde
exclusivamente al Estado, mediante ley”. Por poder originario se entiende un poder autónomo que
tiene en su misma existencia la razón última de su actuación.
Tampoco el poder tributario del Estado puede calificarse como exclusivo, puesto que no ostenta el
monopolio sobre él. La exclusividad de la que hablan el art.133.1 CE y 4.1 LGT no es posible desde
el momento en que nos encontramos ante un poder compartido por los entes públicos territoriales
que integran el Estado. Si el poder tributario del Estado fuera exclusivo, como el art. 133.1 CE
afirma literalmente, dicho precepto estaría en contradicción:
- Con lo dispuesto en los arts. 142 y 157.1.b) de la propia CE, en los que se establece,
respectivamente, que las haciendas locales y las Comunidades Autónomas se nutrirán de
tributos propios.
- Con lo dispuesto en la DA 1ª CE, que ampara y respeta los derechos históricos de los
territorios forales y, por tanto, los regímenes de Convenio y Concierto económico, que
suponen lisa y llanamente que el poder tributario en esos territorios está compartido entre el
Estado y las instituciones forales, por lo que no es exclusivo del Estado.
El carácter originario y exclusivo del poder tributario del Estado debe ser entendido, no en el
significado literal de estos términos, sino en el sentido de que mientras que las competencias
tributarias del Estado son siempre de origen constitucional directo e inmediato, las de las
Comunidades Autónomas derivan de forma inmediata de sus Estatutos de autonomía y, por tanto,
solo indirectamente de la Constitución (STC 31/2010, de 28 de junio).
Este plus de poder tributario del Estado se concreta o manifiesta en que:
- Mientras que el poder tributario del Estado solo está condicionado y limitado por la
Constitución, el de las Comunidades Autónomas y Entes Locales está limitado no solo por la
Constitución, sino también por las leyes del Estado dictadas para encauzar jurídicamente el
poder tributario de estas entidades territoriales (art. 133.1 y 2 CE).
- El art. 149.1 14º CE establece la competencia exclusiva del Estado sobre la hacienda general.
- El art. 157.3 CE remite a una Ley Orgánica (estatal) la regulación de las competencias
financieras de las Comunidades Autónomas, entre ellas, además de los impuestos cedidos por
el Estado, “sus propios impuestos, tasas y contribuciones especiales”.
- El art. 31.3 CE reserva a la Ley el establecimiento de prestaciones patrimoniales de carácter
público.
En definitiva, pues, el poder tributario del Estado tiene un contenido más amplio, o un alcance
sustancialmente mayor, que el que ostentan las Comunidades Autónomas y los Entes Locales. En el
ejercicio de sus competencias tributarias, el Estado está limitado, además de por los principios
materiales y formales de justicia tributaria recogidos en los arts. 31.1 y 3 CE, por el respeto a los
principios constitucionales de autonomía y suficiencia de la CCAA.
El poder tributario de los territorios forales presenta algunas singularidades importantes respecto del
que ostentan el resto de las CCAA.
El fundamento jurídico del poder tributario de los territorios forales reside en la DA 1ª de la
Constitución, a cuyo tenor “La Constitución ampara y respeta los derechos históricos de los
territorios forales. La actualización general de dicho régimen foral se llevará a cabo, en su caso, en
el marco de la Constitución y de los Estatutos de Autonomía”.
Estas leyes tienen una particularidad que las diferencia de otras: el procedimiento para su
aprobación requiere la intervención de las instituciones representativas del País Vasco o de Navarra.
El Convenio y el Concierto tienen una estructura idéntica, ya que el contenido de ambos se puede
sistematizar en tres grandes bloques de normas: en primer lugar, las normas tributarias; en segundo
lugar, las normas financieras; y, por último, las normas de carácter institucional.
Al igual que en el caso del Estado, el poder tributario de los territorios forales está atribuido
directamente por la Constitución, que lo ampara y respeta con el contenido que tenía cuando fue
aprobada.
En segundo lugar, existe la obligación de ajustar el sistema tributario foral a la estructura del
sistema estatal.
El poder que los territorios forales tienen para mantener, establecer y regular su propio régimen
tributario está limitado, en primer término, por el propio Convenio y Concierto económico. El
primero de dichos límites afecta al Estado y está implícito en la propia esencia del sistema de
Convenio y Concierto. Otras limitaciones del poder tributario de los territorios forales son:
- Los criterios de armonización del régimen tributario foral con el régimen general del Estado
establecidos en el Convenio y Concierto.
- Los Tratados o Convenios internacionales suscritos por el Estado.
- El principio de solidaridad.
- Atención o respeto a la estructura impositiva del Estado. Se trata de un criterio de
armonización que limita el poder tributario foral.
Además de estos límites, tanto el Convenio como el Concierto establecen unos criterios de
armonización que limitan el poder tributario de los territorios forales, éstos son:
- Adecuación a la LGT en cuanto a terminología y conceptos.
Apuntes Financiero y Tributario 1.1 18 de 60
- Mantenimiento de una presión fiscal efectiva global equivalente a la existente en el resto del
Estado.
- Respeto a la libertad de circulación y establecimiento en todo el territorio español sin que se
produzcan efectos discriminatorios.
- Utilización de la misma clasificación de actividades que en territorio común sin perjuicio del
mayor desglose que de las mismas puedan llevar a cabo los territorios forales.
Finalmente, en lo que atañe a las potestades administrativas de exigencia o aplicación de los
tributos, las Haciendas Forales ostentan las mismas facultades y prerrogativas que tiene reconocidas
la Hacienda Pública del Estado para la exacción, gestión, liquidación, recaudación, inspección, y
revisión de los tributos.
En nuestro ordenamiento jurídico existen también entes públicos corporativos de base no territorial,
que pueden definirse como asociaciones forzosas de particulares, creadas por el Estado, que les
atribuye personalidad jurídica pública para, sin perjuicio de defender y gestionar intereses
sectoriales privativos de sus miembros, desempeñar funciones de interés general con carácter
monopolístico. Se trata, básicamente, de los Colegios profesionales y de las Cámaras oficiales.
Estas entidades públicas no son titulares del poder tributario, por lo que no pueden establecer
tributos, pero sí pueden exigirlos cuando una ley así lo determine (art.4.3 LGT).
Este precepto de la LGT deja claro que la potestad de exigir tributos solo se puede encomendar a
entidades de derecho público distintas de las de base territorial mediante ley.
No obstante, el art. 22.2 de la LTPP deslegaliza la atribución de la potestad de exigir tributos (en
este caso, tasas), al permitir que por vía reglamentaria pueda atribuirse la gestión y cobro de las
tasas a entes u organismos distintos del Ministerio de Economía y Hacienda, y es precisamente en el
caso de las tasas en el que se atribuye normalmente la potestad tributaria a entidades públicas de
base sectorial.
El concepto de “fuente del derecho” tiene una doble vertiente: se puede en- tender en sentido
material, en cuyo caso nos estaríamos refiriendo a los distintos poderes públicos con potestad de
dictar normas jurídicas, o en sentido formal, y en este caso nos referimos a los distintos tipos de
normas jurídicas. Lógicamente, ambos sentidos están relacionados, pues cada fuente formal debe
ser aprobada por un determinado poder público. No existe ninguna singularidad esencial en las
fuentes del derecho tributario. En el ámbito tributario, es una ley ordinaria, la LGT, la que aclara
que los tributos se regirán por:
- La CE.
- Los Tratados o Convenios Internacionales.
- Las normas que dicte la Unión Europea y otros organismos internacionales o supranacionales
a los que se atribuya el ejercicio de competencias en materia tributaria.
- La propia LGT, las leyes reguladoras de cada tributo y las demás leyes que contengan
disposiciones en materia tributaria
- Las disposiciones reglamentarias dictadas en desarrollo de las normas anteriores.
- Tendrán carácter supletorio las disposiciones generales del derecho administrativo y los
preceptos del derecho común.
Nuestro sistema vigente de fuentes no siempre se articula sobre el principio de jerarquía normativa.
El principio de legalidad o de reserva de ley es una regla formal para el establecimiento de los
tributos y constituye uno de los pilares básicos del sistema de fuentes del Derecho tributario.
Significa que ningún tributo puede ser establecido, suprimido, o regulado en sus elementos
esenciales sino es mediante una ley.
III. El Derecho de la UE
Normativa española
Debemos considerar que un tratado de carácter fiscales, ante todo, un tratado internacional. Esto
implica que su escala en la jerarquía normativa es la que corresponde a los Tratados como categoría
general. Desde esta perspectiva del ordenamiento interno español, podemos clasificar los tratados
en dos tipos: los que requieren previa autorización de las Cortes Generales mediante Ley Orgánica
(art. 93 CE) y los que requieren de previa autorización de las Cortes por afectar a cualquiera de los
supuestos del artículo 94.1 CE. Dentro del primer supuesto, encontramos el Tratado de la Unión
Europea y el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea. Dentro del art. 94 CE encontramos
la mayoría de supuestos.
Leyes ordinarias, con especial referencia a las peculiaridades de las leyes de presupuestos
La ley ordinaria es la fuente propia del Derecho Financiero. La ley puede regular cualquier
elemento de los tributos y de las relaciones jurídico-tributarias. En el caso de las CCAA, estas
pueden regular por ley sus propios tributos y regular los tributos cedidos en aquellos aspectos en
que el Estado les ha atribuido tal potestad.
Una especialidad de las leyes tributarias es la que recoge el art. 87.3 CE, al disponer la exclusión de
la iniciativa popular para estas materias.
- Concepto: Los presupuestos generales de Estado se definen como “la expresión cifrada y
conjunta de la totalidad de los ingresos y de los gastos a liquidar durante el ejercicio, por todos
los órganos del sector público estatal”.
- Naturaleza: La doctrina entiende unánimemente que la LPGE es una ley ordinaria con carácter
normativo, como cualquier otra ley. Sin embargo, el carácter de ley plena n es óbice para
considerarla también una ley peculiar, que ofrece especial interés como fuente de normas
tributarias.
- Contenido: Dos cuestiones:
• Determinar si las leyes de presupuestos pueden contener normas de contenido jurídico
tributario.
• Aclarar algunas cuestiones que suscita la redacción del art. 134.7 CE.
Ha sido el TC el que, a través de numerosas sentencias ha ido estableciendo qué otras materias se
pueden regular a través de las leyes de presupuestos. El art. 134.7 CE ¨la Ley de Presupuestos no
puede crear tributos. Podrá modificarlos cuando una ley tributaria sustantiva así lo prevea”.
Apuntes Financiero y Tributario 1.1 23 de 60
Está claro, pues, que las leyes de presupuestos no pueden crear tributos “ex novo”, pero no queda
tan claro ni a qué tipo de modificaciones del tributo se refiere el precepto constitucional, ni qué
debemos entender por ley tributaria sustantiva. El TC sostiene que estas modificaciones pueden
ser alteraciones en la regulación de los tributos, incluso sustanciales y profundas, siempre que
exista una norma adecuada que lo prevea.
Leyes orgánicas
La diferencia entre las leyes orgánicas y las ordinarias viene establecida por el ámbito de
regulación. Según el art. 81.1 CE, se limita la reserva de ley orgánica a las materias siguientes:
derechos fundamenta- les y libertades públicas, Estatutos de Autonomía y régimen electoral general,
junto con las demás materias previstas por la Constitución a lo largo de su articulado. Sin embargo,
hay normas con relevancia tributaria que pueden encontrarse en las siguientes leyes orgánicas:
- Las leyes orgánicas que aprueban los EEAA.
- La LOFCA, reguladora del ejercicio de las competencias financieras.
- Leyes orgánicas penales, al regular materias relativas a la protección del crédito tributario.
Decretos-leyes
La regulación del decreto-ley viene establecida en el art. 86.1 CE.
- Concepto y fundamento: El Decreto-ley es un acto normativo emanado del poder ejecutivo,
pero con fuerza y rango de ley. Es una figura normativa excepcional y provisional que, solo se
puede dictar en casos de necesidad urgente y extraordinaria y, por eso, su uso está sujeto a
importantes límites y garantías. El fundamento es de orden político y responde a la
conveniencia de que el Gobierno, en caso de extraordinaria y urgente necesidad, pueda tener
algún instrumento normativo con rango de ley en defensa de los intereses generales. Las
garantías que rodean a esta figura son:
• La necesidad de que el decreto-ley sea convalidado por el Congreso, en un plazo de 30 días
y procedimiento sumario.
• La exigencia de que concurra una circunstancia extraordinaria y urgente necesidad.
• La exclusión de ciertas materias, que en ningún caso podrán ser reguladas por esta vía.
• La posible posterior declaración de inconstitucionalidad de un Decreto-ley por el TC.
- Contenido y límites: Un aspecto decisivo es la centralidad que tenga el tributo modificado por
Decreto-ley en el sistema tributario y su relevancia para hacer efectivos los principios del art.
31.1 CE. Las declaraciones de inconstitucionalidad por infracción del límite sustantivo del art.
86.1 CE se han circunscrito por ahora a las modificaciones introducidas por Decreto-Ley en
los impuestos sobre la renta.
Decretos legislativos
Las disposiciones del Gobierno que contengan una legislación delegada recibirán el título de
Decretos Legislativos (art. 85 CE). La regulación de este instrumento normativo se encuentra en los
arts. 82 a 85 de la Constitución. Se trata de “disposiciones con rango de ley dictadas por el
Gobierno en virtud de una delegación concedida por las Cortes Generales”. Se excluye de la
posibilidad de regulación por Decreto Legislativo a las leyes orgánicas. En el ámbito territorial, hay
que señalar que las CCAA pueden también aprobar decretos legislativos.Los motivos por los que se
recurre a este recurso normativo son de tipo técnico. En cuanto a las técnicas o modalidades que se
utilizan, podemos distinguir dos tipos:
- Por una Ley de Bases que da lugar a un texto articulado.
- Por una Ley de Autorización que da lugar a un texto refundido.
En ninguno de los casos se plantean problemas que afecten al principio de legalidad.
Apuntes Financiero y Tributario 1.1 24 de 60
El control sobre la legalidad de los decretos legislativos puede ser de dos tipos:
- Político: Ejercido por las Cortes Generales al confirmarlos o no.
- Judicial: En el art. 86.6 CE se establece que “sin perjuicio de la competencia propia de los
Tribunales, las leyes de delegación podrán establecer en cada caso formulas adicionales de
control”.
A este respecto, el TS, ha declarado que “estos Decretos Legislativos tienen la naturaleza de
disposiciones de rango legal solo en la medida que hayan respetado la delegación legislativa o
recepticia, de modo que, en cuanto se extralimiten de la misma, no la respeten, la vulneren, o
incumplan el plazo establecido, tendrán la naturaleza de simples disposiciones reglamentarias,
impugnables en vía contencioso-administrativa”.
VI. El reglamento
VII.Fuentes impropias
Por fuentes impropias hacemos referencia a un conjunto de recursos dispersos que no pueden
considerarse fuentes en sentido estricto. Son, sin embargo, recursos que permiten tanto predecir la
resolución a un supuesto como la posible evolución de la norma; por ello, la doctrina también las
denomina fuentes indirectas.
Jurisprudencia
El CC en su art. 1.1 excluye la jurisprudencia como fuente del derecho. La jurisprudencia del TC
constituye una fuente evidente del conocimiento del Derecho y resulta esencial.
Además, debemos contar con la denominada “jurisprudencia menor”, con la que se hace referencia
a las sentencias de tribunales de rango inferior . También debemos tener en cuenta la jurisprudencia
del TJUE, tanto en materia de imposición indirecta, como en lo referente a medidas de
armonización fiscal.
Soft-Law
Esta tipología de fuente impropia del Derecho en general y del tributario en particular está
fuertemente vinculada con categorías propias del Derecho Internacional público, donde encuentra
su nacimiento y su origen habitual.
Con el extranjerismo soft law, identificamos un conjunto de instrumentos en los que constan
principios operativos aplicables a través de la interpretación judicial y, por tanto, con un valor
esencialmente hermenéutico. Entre los caracteres que presenta este “derecho suave” está que
habitualmente no proviene de órganos parlamentarios, con lo que carece de forma absoluta de
legitimidad democrática directa. Otra característica es su carácter no vinculante. Su
utilidad.quedaría limitada al uso por parte del legislador a la hora de adoptar futuras normas O, muy
limitadamente, a la interpretación de las vigentes. Esta característica genera un problema al
trasladarlo a la configuración del sistema de fuentes continental.
Así, mientras unos Estados tienden a asumirlo como norma interpretativa tendencialmente
vinculante, llegando a serlo como precedente jurisprudencial, otros, entre los que se encuentra
España, limita notablemente su eficacia en el ámbito interno, postergándolo como ultima ratio
interpretativa y priorizando la norma interna.
Una parte de la doctrina, en España mayoritaria, le niega su carácter de fuente del derecho; otros lo
incorporan como fuente del derecho, aunque de carácter impropio, y, finalmente están los que lo
asumen como criterio interpretativo tendencialmente vinculante y como fuente del derecho.
Doctrina científica
Resulta extraordinariamente raro encontrarla en los ordenamientos jurídicos internos como fuente
formal del derecho, dado que su contenido carece de carácter vinculante. Sin embargo, el carácter
como fuente de conocimiento del Derecho resulta evidente.
En caso de ausencia de norma aplicable a los hechos, la LGT establece una regla específica sobre la
posibilidad de aplicación analógica de otra norma.
Simulación tributaria
- Requisitos sustantivos; elementos constitutivos de la simulación: La simulación tributaria
consiste en la creación de una realidad jurídica aparente que oculta una realidad jurídica
distinta o que oculta la inexistencia de acto o de negocio jurídico.
• Hablamos de simulación absoluta, cuando tras la apariencia creada no hay negocio jurídico
alguno.
• Hablamos de simulación relativa, cuando tras la apariencia hay un negocio, pero distinto al
declarado.
En la práctica, es difícil distinguir entre negocios simulados y negocios calificables como conflicto
en la aplicación de la norma. En un plano teórico, las diferencias serían:
• En la simulación existe una apariencia jurídica que encubre una realidad distinta: hay
ocultación frente a terceros. En el conflicto en la aplicación de la norma, no existe dicha
ocultación.
• La simulación es un problema fundamentalmente fáctico, mientras que el conflicto en la
aplicación de la norma es una cuestión sobre todo jurídica.
• Las partes no desean todos los efectos del negocio simulado, pero sí los de los negocios
calificados como conflicto en la aplicación de la norma.
- Requisitos procedimentales: Para la declaración de la simulación no se prevé requisito
procedimental alguno.
- Consecuencias de la declaración de simulación: Pueden resumirse en:
• Según el art. 16.1 LGT, “el hecho imponible gravado será el efectivamente realizado por las
partes”. Esta afirmación debe ampliarse para concluir que la deuda se liquidará en función
de los hechos realmente producidos.
• Liquidación de intereses de demora.
• Se impondrá la sanción pertinente (art. 16.3 LGT).
El art. 16.2 LGT señala que la declaración de simulación solo tendrá efectos tributarios. En el
ámbito del Derecho privado, el negocio continuará siendo válido mientras el juez competente en la
materia no falle lo contrario.
Suele definirse como un vínculo jurídico entre dos personas, dotado de cierta unidad. Este concepto
se adopta por el Derecho Tributario con una doble finalidad:
- Por un lado, el tributo da lugar a un vínculo sujeto al ordenamiento que implica obligaciones
y derechos tanto para los particulares como para laAdministración.
- Por otro, se intenta sistematizar los derechos y obligaciones derivadas de la aplicación de
cada tributo considerando que se integran en una relación en lugar de constituir una mera
acumulación de obligaciones y derechos dispersos.
El concepto de relación jurídico-tributaria no pasa de ser una construcción teórica sin verdadera
relevancia jurídica. La LGT también intenta destacar que los particulares no solo tienen
obligaciones frente a la Administración tributaria: “De la relación jurídico-tributaria pueden
derivarse obligaciones materiales y formales para el obligado tributario y para la Administración.
Las sanciones no forman parte de la deuda tributaria y no se rigen por los principios del Derecho
tributario, sino por los principios del Derecho sancionador.
Dentro de la relación jurídica tributaria se distingue entre:
- Obligaciones materiales (que es como llama la ley a las obligaciones de pago).
- Obligaciones formales: Desde el punto de vista de los obligados, pueden mencionarse el deber
de presentación de autoliquidaciones, los deberes de información o la colaboración con la
Administración tributaria. En sentido amplio, las obligaciones formales están al servicio del
correcto cumplimiento de las obligaciones materiales, pero no tienen carácter accesorio.
También la Administración tiene obligaciones formales como el deber de información y
asistencia a los obligados tributarios o todos los deberes derivados de la correcta tramitación
de los procedimientos.
- Sanciones tributarias: La sanción principal siempre tendrá carácter pecuniario. En
determinados casos pueden aplicarse. Además, sanciones accesorias de carácter no pecuniario.
En los dos artículos que la LGT dedica a la relación jurídica tributaria se incluyen sendas
referencias a la indisponibilidad de la deuda tributaria. Puede entenderse que ambos son
consecuencia del principio de legalidad en esta materia.
- Indisponibilidad por parte del deudor: Los elementos de la obligación tributaria no podrán ser
alterados por actos o convenios de los particulares, que no producirán efectos ante la
Administración, sin perjuicio de sus consecuencias jurídico-privadas (art. 17.5 LGT).
- Indisponibilidad por parte del acreedor: El crédito tributario es indisponible salvo que la ley
establezca otra cosa (art.18LGT).
En algunos casos, la ley sí otorga efectos a ciertos acuerdos entre particulares. Cabe mencionar la
posibilidad de que el obligado y la Administración lleguen a un acuerdo en el seno del
procedimiento de Inspección. No puede negociarse el importe de la deuda, sino tan solo acordarse
el sentido de conceptos jurídicos determinados, determinar hechos cuya prueba no resulta clara o
resolver problemas de valoración (art. 155 LGT).
La obligación tributaria principal se trata de una obligación pecuniaria, creada por la ley y exigida
por una Administración pública en régimen de derecho público
Apuntes Financiero y Tributario 1.1 34 de 60
El hecho imponible
- El hecho imponible como presupuesto de hecho de la obligación tributaria principal: De
acuerdo con el art. 20.1 LGT, “El hecho imponible es el presupuesto fijado por la ley para
configurar cada tributo y cuya realización origina el nacimiento de la obligación tributaria
principal”. La estructura básica de una norma jurídica es la de un presupuesto de he- cho cuya
realización genera una consecuencia. La delimitación del hecho imponible puede
complementarse o esclarecerse mediante la regulación de supuestos de no sujeción.
- El hecho imponible como manifestación de capacidad económica: La Constitución afirma que
“todos contribuirán” al sostenimiento de los gastos comunes según su capacidad económica.
Por tanto, el presupuesto de tal exigencia debe constituir una manifestación de dicha aptitud
para contribuir a las arcas públicas. El Tribunal Constitucional define la materia imponible
como “toda fuente de riqueza, renta o cualquier otro elemento de la actividad económica que
el legislador decida someter a imposición”. En última instancia, hay solo tres índices de
capacidad económica a los que se deben circunscribir todos los tributos y que son la renta, el
patrimonio y el consumo. La materia imponible es un concepto genérico, más económico que
jurídico, que pertenece al plano de lo fáctico y es previa a la creación del hecho imponible por
parte del legislador tributario. Por el contrario, el hecho imponible es un concepto
estrictamente jurídico, construido a partir de dicha materia imponible. Esta delimitación entre
materia y hecho imponible es muy relevante en la práctica, esencialmente por la prohibición
de doble imposición que recoge la LOFCA. Por tanto, para evitar incurrir en doble
imposición, el legislador debe seleccionar distintas circunstancias, que den lugar a otros tantos
hechos imponibles. Los normal es que la materia imponible esté directamente recogida en el
hecho imponible. Por último, al definir el hecho imponible, la ley tributaria goza de lo que se
ha llamado autonomía calificadora. Esto significa que no está vinculada por la definición o
regulación que otros sectores del Derecho hayan realizado del mismo elemento.
- El hecho imponible como elemento identificador del tributo: El hecho imponible nos permite
identificar y clasificar a cada tributo. Cada norma que aprueba un tributo contiene un art. que
define su correspondiente hecho imponible. La doctrina ha diferenciado tradicionalmente
diversos elementos y aspectos del hecho imponible, que nos pueden ayudar en esta
clasificación. La doctrina distingue entre el elemento objetivo y el elemento subjetivo del
hecho imponible. Se trata de una construcción teórica y no de la terminología que
encontramos en las leyes habitualmente. El elemento objetivo es la circunstancia o situación
descrita por el legislador en la definición del hecho imponible. A su vez , este elemento se
define a partir de 4 aspectos, que son:
• El aspecto material: Es el hecho acto, negocio o situación sobre los que se estructura el
hecho imponible. Normalmente describe una acción o un estado.
• El aspecto espacial: Es el lugar en que se produce la acción o se desarrolla el estado.
• El aspecto temporal: Es el momento en que se realiza dicha acción o se desarrolla el estado.
Se relaciona con el devengo, que es el momento en que se entiende realizado el hecho
imponible.
• El aspecto cuantitativo: Expresa la medida o grado en que se realiza el hecho imponible.
Por su parte, el elemento subjetivo nos indica quién es la persona obligada al pago. Esta
definición merece algunas consideraciones: Por una parte, el elemento subjetivo se explica
como un vínculo del sujeto con el elemento objetivo, que podemos entender como un rol
jurídico desempeñado por dicha persona. Las características del sujeto también pueden ser
relevantes en la configuración del hecho imponible.
Devengo y exigibilidad
El devengo, de acuerdo con el art. 21 LGT, se define como “el momento en el que se entiende
realizado el hecho imponible”. La determinación del de- vengo queda bajo el ámbito del principio
de legalidad (art. 8 a) LGT). El devengo es también el momento en que nace la obligación tributaria
principal. Salvo que la ley establezca otra cosa, la fecha del devengo determina las circunstancias
relevantes para la configuración de la obligación tributaria según recoge el art. 21.1 LGT. Es
importante tener en cuenta que el nacimiento de la obligación tributaria no equivale a la
exigibilidad. El art. 21.2 LGT afirma que “la ley propia de cada tributo podrá establecer la
exigibilidad de la cuota o cantidad a ingresar, o de parte de la misma, en un momento distinto al del
devengo del tributo”.
El art. 58 LGT define la deuda tributaria a partir de sus componentes. La deuda tributaria es la
suma, en su caso, de una prestación principal y de una serie de prestaciones accesorias.
La Ley define la cuota como la “cantidad a ingresar que resulte de la obligación tributaria principal
o de las obligaciones de realizar pagos a cuenta”. Las prestaciones accesorias son el interés de
demora, los recargos por declaración extemporánea, los recargos del período ejecutivo y los
recargos exigibles legalmente sobre las bases o las cuotas, a favor del Tesoro o de otros entes
públicos. Finalmente, y atendiendo a su distinta naturaleza, el art. 58.3 LGT señala que las
sanciones tributarias no formarán parte de la deuda tributaria.
- El interés de demora es una prestación accesoria que se exigirá a los obligados tributarios en
una serie de casos en que el obligado causa o incurre en un retraso en el ingreso de la cuota.
- Los recargos por declaración extemporánea son prestaciones accesorias que deben satisfacer
los obligados tributarios como consecuencia de la presentación de autoliquidaciones o
declaraciones fuera de plazo sin requerimiento previo de la Administración tributaria.
- Los recargos del período ejecutivo son prestaciones accesorias que deben satisfacer los
obligados tributarios cuando, como consecuencia de la falta de pago en plazo de una deuda ya
liquidada se abra dicho período ejecutivo.
Respecto de los recargos exigibles legalmente sobre las bases o las cuotas, se trata de prestaciones
accesorias establecidas por ley que consisten en aplicar un porcentaje adicional de gravamen sobre
un tributo ya existente, tomándolo como base y acumulándolos a efectos de su gestión.
La realización del hecho imponible da lugar al nacimiento de la obligación tributaria principal, que
será necesario cuantificar para poder satisfacer. Existen dos formas de fijar esa cantidad dineraria,
que se denomina cuota tributaria:
• Directamente por la ley del tributo: Junto al hecho imponible, los sujetos y, en su caso, las
exenciones, se señala la cuota tributaria.
• Aplicando los elementos de cuantificación, que son la base imponible y el tipo de
gravamen.
La base imponible
El art. 50 LGT ofrece esta definición de base imponible: “es la magnitud dineraria o de otra
naturaleza que resulta de la medición o valoración del hecho imponible”,si bien la Ley de cada
tributo contiene la suya propia. En otras palabras, la base imponible es la cuantificación del hecho
imponible y, en consecuencia, permite medir la capacidad económica gravada en cada tributo. La
base, como forma de medir la capacidad económica, tiene que estar conectada de una manera lógica
con el hecho imponible. Si el hecho imponible es la obtención de renta, resulta congruente que la
base se calcule teniendo en cuenta los ingresos y gastos. La base imponible no solo mide la
capacidad económica de cada contribuyente, sino que también permite calcular lo que tiene que
pagar. Existen diversas calificaciones doctrinales, pero las que permiten una mejor comprensión de
esta figura son las que distinguen entre:
El tipo de gravamen
Se define como “la cifra, coeficiente o porcentaje que se aplica a la base liquidable para obtener
como resultado la cuota íntegra” (art.55LGT).
Es preciso retomar la distinción más característica entre bases imponibles: monetarias y no
monetarias. En las primeras, el tipo de gravamen es un porcentaje que se multiplica sobre la
cantidad de dinero que supone la base imponible o, cuando existe, sobre la liquidable. Cuando la
base imponible se expresa en otras magnitudes, el tipo es la cantidad de dinero que corresponde a
cada unidad de base. La base imponible pueda estar dividida en distintos tramos y a cada uno de
ellos se le aplicará un tipo de gravamen, denominándose tarifa al conjunto de tipos. A su vez, estas
dos clases de tipos admiten otras subdivisiones. Podemos así distinguir entre:
- Clases de tipos porcentuales en función de si varían o no al hacerlo la base imponible:
• Proporcionales: Los tipos permanecen inalterables a pesar de la variación de la base.
• Regresivos: El tipo disminuye a medida que aumenta la base. En la actualidad no existen en
nuestro ordenamiento, pero se pueden usar para favorecer las importaciones o exportaciones
de determinados productos.
• Progresivos: Los tipos aumentan a medida que lo hace la base imponible hasta llegar a un
tipo máximo que evita la confiscatoriedad. La progresividad de un tributo puede ser
continua (la base imponible está dividida en tramos y al pasar de uno a otro, se aplica una
alícuota 3 superior a toda la base), o por escalones ( la base imponible también está dividida
en tramos, pero a cada uno de ellos se le aplica un tipo diferente y superior al del escalón o
tramo anterior. La cuota es la suma del resultado de aplicar el porcentaje correspondiente a
cada escalón.
- Clases de tipos en sentido estricto:
• Específicos: Cantidad de dinero que corresponde a cada unidad de base. El tipo es una
cantidad monetaria que, a su vez, se corresponde con la cuota a ingresar.
• Graduales: Cuando la base imponible está dividida en tramos y a cada uno de ellos le
corresponde una cantidad de dinero distinta, siempre superior a la del tramo anterior.
Por último, se puede establecer un tipo cero, así como tipos reducidos o bonificados.
En sentido estricto, se entiende por Administración tributaria o sujeto activo de la función tributaria
el ente público que desarrolla los procedimientos de aplicación del tributo, esto es, el titular de la
potestad administrativa para la gestión y exigencia del tributo. Los apartados 2 y siguientes del art.
5 LGT hacen una referencia general al reparto de todas estas potestades, con numerosas remisiones
a lo previsto en otras normas. De acuerdo con el apartado 1, la aplicación de los tributos, la potestad
sancionadora y la función revisora corresponde al Ministerio de Hacienda, «en tanto no haya sido
expresamente encomendada por Ley a otro órgano o entidad de derecho público». El apartado 3
atribuye esas potestades a las Comunidades Autónomas y las Entidades Locales “con el alcance y
en los términos previstos en la normativa que resulte aplicable y su sistema de fuentes”. Los
apartados 4 y 5 mencionan la posibilidad de suscribir acuerdos de colaboración para la aplicación
de los tributos y para la revisión de actos en vía administrativa entre el Estado y las Comunidades
Autónomas y la posibilidad de establecer fórmulas de colaboración para la aplicación de los tributos
entre las Entidades Locales, así como entre éstas y el Estado o las CCAA.
Debe distinguirse entre el ente público que se establece el tributo, el ente destinatario de sus
rendimientos y la Administración tributaria o sujeto activo del tributo. Estas categorías no siempre
confluyen en el mismo ente. En lo que se refiere al ámbito estatal, debemos precisar que, como
señala el art. 5.2 LGT, las competencias atribuidas al Ministerio de Hacienda son ejercidas por la
AEAT, salvo la declaración de nulidad de pleno derecho regulada en el art. 217 LGT y las
reclamaciones económico-administrativas reguladas en el capítulo IV del título V de la LGT.
Delimitación y clasificación
El art. 35 LGT señala que son obligados tributarios “las personas físicas o jurídicas y las entidades a
las que la normativa tributaria impone el cumplimiento de obligaciones tributarias”. El art. 35 LGT
distingue las categorías de obligados tributarios que pueden existir:
- Obligados al pago de deudas a favor de la Administración tributaria en cumplimiento de la
obligación tributaria principal o de obligaciones a realizar pagos a cuenta, y de las
obligaciones accesorias que puedan surgir.
- Obligados al cumplimiento de obligaciones puramente formales. Por lo general se tratará de
obligaciones relacionadas con la obligación de pago, pero no siempre será así.
- Obligados en las relaciones entre particulares, esto es, entre los retenedores y los obligados a
soportar la retención, entre los obligados a realizar ingresos a cuenta y los obligados a soportar
los ingresos a cuenta, y entre los obligados a repercutir y los obligados a soportar la
repercusión.
A los obligados señalados deben añadirse los sucesores, los beneficiarios de supuestos de exención,
devolución o bonificaciones tributarias, cuando no tengan la condición de sujetos pasivos, y
aquellos a los que se puedan imponer obligaciones tributarias conforme a la normativa sobre
asistencia mutua.
Ideas generales
De acuerdo con el art. 36.1 LGT, es sujeto pasivo “el obligado tributario que, según la ley, debe
cumplir la obligación tributaria principal, así como las obligaciones formales inherentes a la misma,
sea como contribuyente o como sustituto del mismo”. Del art. 36.1 LGT se deduce claramente que
no todo obligado al cumplimiento de la obligación tributaria principal será sujeto pasivo del
impuesto. Solo lo será el que esté obligado a cumplir esa obligación principal y las obligaciones
formales inherentes en condición de contribuyente o sustituto.
Apuntes Financiero y Tributario 1.1 42 de 60
En consecuencia, no será el sujeto pasivo el responsable del tributo. La necesaria determinación por
ley de la condición de sujeto pasivo tiene dos consecuencias:
- El segundo inciso del art. 36.1 LGT establece que “no perderá la condición de sujeto pasivo
quien deba repercutir la cuota tributaria a otros obligados, salvo que la ley de cada tributo
disponga otra cosa”. Es posible que el sujeto que soporta la carga económica derivada del
tributo no sea sujeto pasivo de este, como consecuencia de la repercusión o traslación
económica del tributo.
- La condición de sujeto pasivo no se ve afectada por los pactos entre particulares. El crédito
tributario es indisponible y los elementos de la obligación tributaria “no podrán ser alterados
por actos o convenios de los particulares, que no producirán efectos ante la Administración,
sin perjuicio de sus consecuencias jurídico-privadas”.
Contribuyente
Es contribuyente “el sujeto pasivo que realiza el hecho imponible”, según el art. 36.2 LGT.
Sustituto
Según el art. 36 LGT, es sustituto “el sujeto pasivo que, por imposición de la ley y en lugar del
contribuyente, está obligado a cumplir la obligación tributaria principal, así como las obligaciones
formales inherentes a la misma”. El sustituto, en caso de existir, desplaza al contribuyente de la
relación tributaria derivada de la obligación tributaria principal.
Para que se produzca la sustitución será necesario, en primer lugar, que el contribuyente realice el
hecho imponible y dé así lugar al nacimiento de la obligación tributaria principal y, en segundo
lugar, que se produzca el presupuesto fáctico de la sustitución.
La razón de ser de la sustitución es sencillamente de orden técnico o de comodidad recaudatoria.
Son obligaciones entre particulares resultantes del tributo “las que tienen por objeto una prestación
de naturaleza tributaria exigible entre obligados tributarios” y no frente a la Administración. Entre
otras, son obligaciones de este tipo las que se generan como consecuencia de actos de repercusión,
de retención o de ingresos a cuenta (art. 24 LGT).
VII.Sucesión en el tributo
VIII.Domicilio fiscal
El domicilio fiscal es, según el art. 48.1 LGT, “el lugar de localización del obligado tributario en sus
relaciones con laAdministración tributaria”. Esta significación del domicilio se pone de manifiesto
en los procedimientos de aplicación de los tributos:
- La competencia territorial en la aplicación de los tributos se atribuye al “órgano funcional
inferior en cuyo ámbito territorial radique el domicilio fiscal del obligado tributario”.
- El domicilio fiscal es un lugar prioritario a efectos de las notificaciones que se practiquen en
los procedimientos de aplicación de los tributos. En los procedimientos iniciados a solicitud
del interesado, la notificación se practicará en el domicilio del obligado o de su representante,
salvo que hayan indicado otro distinto.
Para la determinación del lugar que se considera domicilio deben tenerse en cuenta los criterios
sentados por el art. 48.2 LGT:
- En el caso de personas físicas residentes en España, el domicilio será, por regla general, el
lugar donde tengan su residencia habitual. No obstante, en el caso de personas físicas que
desarrollen principalmente actividades económicas, la Administración tributaria podrá
considerar como domicilio fiscal el lugar “donde esté efectivamente centralizada la gestión
administrativa y la dirección de las actividades desarrolladas”.
- En el caso de personas jurídicas y de entidades sin personalidad jurídica del art. 35,4 LGT,
residentes en territorio español, el domicilio fiscal será el lugar en que esté centralizada su
gestión administrativa y la dirección de sus negocios.
- En el caso de personas o entidades no residentes en España, el domicilio fiscal será el
determinado con arreglo a lo establecido por la norma reguladora de cada tributo. En defecto
de regulación, el domicilio fiscal será el domicilio del representante.
Es obligado comunicar el domicilio y el cambio de domicilio del representante a la Administración
tributaria que corresponda.
El cambio de domicilio surte efectos frente a la Administración cuando se cumpla con dicho deber
de comunicación. Esta comunicación del cambio de domicilio no impedirá que los procedimientos
que se hayan iniciado de oficio antes de la comunicación se continúen tramitando por el órgano
correspondiente al domicilio inicial. Cada Administración podrá comprobar y rectificar el domicilio
fiscal declarado por los obligados tributarios en relación con los tributos cuya gestión le competa
con arreglo al procedimiento establecido en los arts. 148 a 152 RGGLI.
Concepto y fundamento
La Ley General Tributaria configura la prescripción como una causa de extinción de las
obligaciones tributarias por el transcurso del tiempo unida a la inactividad de las partes. La
prescripción ha de aplicarse de oficio por la Administración tributaria, “incluso en los casos en que
se haya pagado la deuda tributaria, sin necesidad de que la invoque o excepcione el obligado
tributario” (art. 69.2 LGT). También puede prescribir el derecho de crédito del contribuyente a
obtener devoluciones de la Administración tributaria ,tanto aquellas que derivan de la normativa del
correspondiente tributo como las correspondientes a ingresos indebidos.
El fundamento de la prescripción se encuentra en el principio de seguridad jurídica. La prescripción
se produce cuando concurren dos circunstancias:
- El paso del tiempo.
- La inactividad de ambas partes, de modo que el acreedor no exige la obligación ni el deudor la
reconoce.
Por tanto, si han transcurrido cuatro años sin que la Administración se haya dirigido formalmente al
obligado tributario para hacer valer su derecho de crédito y sin que dicho obligado lo haya
reconocido ante la Administración tributaria, el principio de seguridad jurídica aconseja que ya no
pueda exigirse (ni reconocerse) tal obligación, por lo que se considera extinguida por prescripción
(art. 69.3 LGT). Aunque el legislador ha configurado el tributo como una “obligación” que nace
cuando se realiza el hecho imponible, la exigencia de tal obligación en caso de incumplimiento no
requiere que la Administración acuda a los tribunales, sino que descansa en el ejercicio de
potestades administrativas.
Dicho de otro modo, el importe de la deuda puede comprobarse por la propia Administración y
exige por vía de apremio si el obligado no paga dentro del plazo. Existen dos tipos de actividades
administrativas dirigidas a hacer eficaz la obligación tributaria: la liquidación de la deuda y la
recaudación.
La inactividad de la Administración puede darse porque no intenta determinar (liquidar) la deuda
tributaria, o bien porque no intenta cobrar una deuda tributaria ya determinada. La prescripción del
delito fiscal se rige por el CP, que establece unos plazos más amplios: 5 años con carácter general y
10 años en los supuestos agravados previstos en el art. 305 bis CP.
Posibilidad de comprobar, sin un específico límite temporal, hechos pasados con relevancia sobre
obligaciones no prescritas
La prescripción de derechos no afectará al derecho de laAdministración para realizar
comprobaciones e investigaciones, salvo lo dispuesto en el apartado siguiente.
Efectos de la prescripción
La prescripción de la deuda tributaria favorece al obligado y perjudica a la Administración, mientras
que la prescripción del derecho a devoluciones tributarias favorecen a la Hacienda Pública y
perjudican al particular. La prescripción ganada aprovecha por igual a todos los obligados al pago
de la deuda tributaria.
II. Compensación
III. Condonación
En un sentido amplio, pueden considerarse garantías del crédito tributario todos aquellos recursos,
medios o normas previstos en el ordenamiento jurídico que tienen como finalidad asegurar su
efectividad, es decir, su cobro. En sentido estricto, se consideran garantías del crédito tributario
aquellos derechos específicamente regulados en los arts. 77 a 80 LGT, en el marco del
procedimiento de recaudación, cuya característica principal es conceder a la Administración una
preferencia en el cobro. En términos generales, puede afirmarse que la regulación de las garantías
por la LGT ha quedado obsoleta.
Derecho de prelación
Estamos ante una garantía establecida ante la necesidad de determinar el orden de preferencia para
el cobro cuando varios acreedores concurren en su reclamación de pago frente a un mismo deudor.
Ello ha obligado a establecer reglas de preferencia de los distintos acreedores, entre los que
tradicionalmente la Hacienda Pública ha tenido reconocida una posición preferente en atención al
interés público en obtener la satisfacción del crédito tributario. Dado que estas reglas de preferencia
se aplican respecto a todo tipo de acreedores concurrentes, las mismas deben tener presente a su vez
las reglas que se contienen en el CC.
La Hacienda Pública tendrá preferencia para el cobro de los créditos tributarios vencidos y no
satisfechos en cuanto concurra con otros acreedores, excepto que se trate de acreedores de dominio,
prenda, hipoteca u otro derecho real debidamente inscrito en el registro correspondiente con
anterioridad a la fecha en que se haga constar en el mismo el derecho de la Hacienda Pública. El
derecho de prelación del crédito tributario se configura de modo general y con una gran amplitud.
En primer lugar, la preferencia se concede para el cobro de cualquier crédito tributario, sea cual sea
la Administración titular del mismo, con el único requisito de que el crédito se encuentre vencido y
no haya sido satisfecho por el deudor. En segundo lugar, la preferencia se concede sobre la totalidad
del crédito tributario. Esto significa que la preferencia de cobro se establece también sobre otros
posibles elementos de la deuda tributaria como pudieran ser los recargos, los intereses de demora e
incluso las sanciones, si las hubiera. En tercer lugar, este derecho no recae sobre bienes
determinados del deudor, sino que se concede respecto de todos los bienes y derechos con los que el
deudor debe responder de sus deudas. A pesar de esta amplitud y generalidad, el derecho de
prelación no es absoluto, pues existen algunos derechos que tienen preferencia respecto del crédito
tributario. Esto significa que el acreedor hipotecario o pignoraticio cuyos derechos reales de
hipoteca o prenda sobre bienes del deudor figurasen inscritos en el registro correspondiente con
antelación a la anotación del derecho de la Hacienda Pública tendrá preferencia sobre ésta para
hacer efectivo su derecho sobre los bienes gravados. Este criterio es lógica consecuencia del
principio de prioridad temporal en el ámbito registral.
Por una parte, establece que en aquellos casos en que, anotado un embargo a instancia de la
Hacienda Pública sobre bienes del deudor, éstos tuviesen anotaciones de embargo practicadas con
anterioridad al embargo de la Hacienda Pública, ésta podrá, en su caso, ejercitar las acciones de
tercería de mejor derecho que pudieran existir para la defensa del crédito tributario. Por otra parte,
se establece que cuando puedan existir indicios de que dichas anotaciones de embargo realizadas
previamente a la del derecho de la Hacienda Pública pudieran haberse realizado en perjuicio de la
Hacienda Pública, se trasladará el asunto al órgano con funciones de asesoramiento jurídico para el
estudio de las acciones legales procedentes.
Si se ha producido la declaración de concurso, la preferencia del crédito tributario se va a ver
mermada por la aplicación de las reglas establecidas en la legislación especial concursal.
Derecho de afección
En virtud del art. 79 LGT, los adquirentes de bienes afectos por ley al pago de la deuda tributaria
que grava dicha transmisión responderán subsidiariamente con ellos previa derivación de la acción
tributaria, si la deuda no se paga. Según una interpretación muy extendida, el citado artículo no
precisa qué bienes están afectos por ley al pago del tributo que grava una transmisión, sino que se
Derecho de retención
Se trata de una garantía del crédito tributario regulada en el art. 80 LGT, que atribuye a la
Administración tributaria el derecho de conservar la posesión de las mercancías declaradas en las
aduanas hasta que se garantice el pago de la pertinente deuda aduanera y fiscal. Este es un derecho
de retención expresamente configurado con carácter real erga omnes. Para el obligado, el efecto de
este derecho de retención es la imposibilidad de obtener la entrega de las mercancías en tanto no
acredite de manera suficiente la prestación de una garantía bastante para el pago de la deuda
procedente de los respectivos derechos e impuestos debidamente liquidados.
Sin embargo, este derecho de retención no atribuye a la Administración tributaria la potestad de
proceder a la enajenación de los bienes para atender con el importe de su venta al pago del crédito.