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Paladin Brujo

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Aldarion Enethril.

En el corazón de Nocturia, donde las torres de mármol y cuarzo reflejan el fulgor del
crepúsculo y las hojas del bosque de Evershade susurran secretos antiguos, Aldaron
Aelarion vino al mundo. Hijo de Lysandra Alderfall, la Guardiana del Otoño cuya
sabiduría era tan profunda como las raíces del roble milenario, y de Thalion Enethril, el
Escudo de Evershade, cuya valentía era cantada por los bardos en cada rincón del reino.
La nobleza de su cuna no solo le otorgó un nombre, sino también un destino entrelazado
con los ideales de la Orden del Roble Carmesí, cuyos estandartes, teñidos con la pasión
de los colores otoñales, ondeaban como llamas en el viento, un recordatorio constante
del fuego de justicia que ardía en su linaje.

Aldarion, heredero de un legado tan antiguo como las estrellas que vigilan Nocturia,
nunca buscó distinguirse en las salas del conocimiento ni en los campos de
entrenamiento. No obstante, su presencia era como una luz en la penumbra, su sonrisa,
un faro inextinguible que iluminaba los corazones de aquellos a su alrededor. Su risa
resonaba en los pasillos de mármol, y su buen humor se contagiaba rápidamente con
cualquiera que se cruzaba en su camino, era más conocido por sus amables palabras,
sonrisa y trato cercano, que por su noble linaje. Aunque no destacaba por hazañas de
fuerza o intelecto, su bondad tejía lazos de amistad y lealtad más fuertes que el acero.
Aldarion era la encarnación de la esperanza, un joven cuya sonrisa desafiaba la
adversidad y cuyo espíritu indomable presagiaba la grandeza de las gestas que estaban
por venir.

Aldarion creció bajo la tutela de Kassadin sombrahoja, considerado como un hermano


para Thalion, fue quien lo educo en las artes de combate, quien lo acompañaba a las
bibliotecas y le mostraba la importancia del saber, historia,geografía, religión e incluso
las deidades primigenias, por las que el propio Kassadin tenía especial predilección.
Aldarion siempre respeto a su mentor, tratándolo con respeto, pero con la cercanía de un
miembro de su propia familia. Sus padres lo adoraban no siendo un simple compañero
de orden, sino uno más en su casa, compartiendo noches de taberna, misiones y
confidencias.

La noche en que la traición se desató sobre Nocturia, el aire se llenó de un presagio


oscuro. Los gritos de batalla y el choque del acero resonaron a través de los pasillos del
cuartel de la Orden del Roble Carmesí. Aldarion, armado con la determinación de su
linaje, se unió a sus padres en la defensa de las reliquias sagradas de la orden. La lucha
fue brutal y despiadada, y la traición de Kassadin, no solo golpeo con fiereza a la orden,
sino que dejo a sus progenitores casi indefensos.

Mientras los traidores avanzaban, Aldarion se encontró en el corazón de la batalla, su


espada chocando contra la de aquellos que una vez llamó hermanos. Fue en ese
momento cuando en su mente resonaron las palabras de su madre, debía escoltar a Nilah
(su aprendiz) a la sala de las reliquias. En un acto de valentía desesperada, se abrieron
paso hacia las reliquias, fortificándola contra el asedio. Los golpes contra las puertas
retumbaban como truenos, pero Aldarion se mantuvo firme, decidido a ser el último
escudo entre los profanadores y los artefactos divinos. Mientras tanto Nilah creaba
puertas mágicas a rincones misteriosos donde depositaba las reliquias, que se cerraban y
desaparecían una tras otra, en un intento de salvarlas de expolio.

Cuando las puertas finalmente cedieron, la visión de la traición consumada golpeó a


Aldarion con la fuerza de un huracán. Sus padres yacían inertes en las escalinatas, sus
cuerpos rodeados por los de sus camaradas caídos. La ira y el dolor inundaron su ser, y
con un grito desgarrador, se lanzó contra Kassadin. Pero la experiencia y la malicia del
traidor prevalecieron, y Aldarion fue derribado, y su sangre lentamente teñía el suelo de
rojo carmesí.

Desde el suelo, mientras entia que su aliento se escapaba lentamente, pudo ver a Nilah
con lagrimas en los ojos desaparecer tras la ultima puerta que había creado. Kassadin
desesperado buscar entre los restos de los artefactos que quedaban en la sala. La imagen
del que había sido su mentor, lo hacia arder de odio, ese hombre afable, justo y
comprensivo, ahora lleno de odio, desesperación, se veía sombrío y portaba una
armadura con un ser lleno de tentáculos. Sabía que lo había visto antes, pero ¿dónde?

Con la muerte acechando, fue Faelar, su amigo y hermano de armas, quien se acercó a
él en medio del caos. " Aldarion," dijo Faelar, su voz apenas audible sobre el clamor de
la batalla, "no es tu hora de partir." Con manos temblorosas, Faelar sacó una daga y
gritando a Kassadin “Puedo terminar con este desgraciado”, a lo que se escuchó “Mata
ya a ese inútil” Faelar clavo su daga profunda, en un golpe que todos vieron, y que
parecía mortal de necesidad, pero al dejar el cuerpo de Aldarion en el suelo, noto en sus
labios esas bayas, que de tantas heridas lo habían recuperado, con cuidado y sutileza
Faelar, le había llenado la boca, de lo que podía ser su salvación. Y posteriormente
amontono cuerpos despejando el camino ocultando así a su amigo.

Mientras la luna roja observaba desde lo alto, Aldarion inmovil se levantó entre los
cuerpos de sus seres queridos. La sala de las reliquias estaba saqueada, pero una luz
singular atrajo su atención. El altar de roble rojo, símbolo de la Orden, brillaba
intensamente. Al acercarse, las puertas del altar se abrieron, revelando la espada
hexblade conocida como Otoño Carmesí. Al empuñarla, sintió cómo su destino se
entrelazaba con el de la espada, y un juramento de venganza nació en su corazón.

Ahora, Aldarion camina por un sendero marcado por la tragedia y la esperanza. Con
Otoño Carmesí en mano, su viaje es una odisea de redención y venganza.
Aldarion Enethril.
Aldarion fue criado y educado como un noble, Su linaje le brindo educación, comodidades y
una juventud sin preocupaciones. Pero Eldarion tuvo que descubrir un mundo muy diferente
de forma rápida y trágica, huérfano, con su orden destruida, traicionado por las personas que
admiraba y quería, se vio forzado a huir. Teniendo que redescubrir el mundo, ahora en una
versión más sombría. Aldarión es un elfo con un porte que destaca aun entre los de su especie,
su cabello rojizo y su piel otoñal hacen destacar a sus ojos de un verde profundo, que
desprenden confianza, siempre esboza una leve sonrisa, que dejo de ser su sello de identidad,
puesto que ahora de alguna forma parece más oscura y menos sincera que en antaño

La sonrisa que una vez fue su sello ahora aparece con menos frecuencia, reservada para
momentos de verdadera conexión o victoria. Su risa, cuando se escucha, tiene un matiz más
oscuro, como si cada carcajada llevara consigo el peso de las memorias perdidas. Aunque su
corazón sigue siendo noble, la cautela ha reemplazado la confianza ciega, y su amabilidad se
ha vuelto selectiva, otorgada solo a aquellos que demuestran ser dignos.

Busca un equilibrio entre la justicia y la libertad, creyendo que cada individuo debe tomar las
riendas de su destino. Su idealismo se ha teñido con el realismo de la supervivencia, y aunque
su objetivo sigue siendo la erradicación del mal, sus métodos ahora son más flexibles,
adaptándose a las circunstancias cambiantes del mundo que lo rodea.

El amor por su familia y su Orden permanece inquebrantable, pero ahora se manifiesta en una
búsqueda implacable de venganza contra aquellos que traicionaron todo lo que Aldarion
valoraba. Su vínculo con Otoño Carmesí es más fuerte que nunca, la espada hexblade es tanto
su arma como su compañera en la solitaria senda que ha elegido.

La tragedia ha dejado su marca en Eldric, y su deseo de venganza a menudo lo lleva al borde


de la oscuridad. Su desconfianza hacia las instituciones y las leyes puede hacer que actúe de
manera impulsiva, y su rechazo a la autoridad a veces lo pone en conflicto con potenciales
aliados. La línea entre la justicia y la venganza personal es una que Aldarion camina con
cuidado, sabiendo que un paso en falso podría llevarlo a convertirse en aquello que más
desprecia.

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