Illidan
Illidan
Illidan
NO ESTS PREPARADO
Illidan Stormrage es uno de los seres ms poderosos de la historia de Azeroth.
Tambin es uno de los ms incomprendidos. Ms all de su leyenda y de su enigmtica
misin, se oculta una mente brillante, cuyas maquinaciones pocos comprenden, y en
las que casi nadie confa. El ecunime reinado de justicia y venganza de Illidan acaba
de comenzar, y elevar las impresionantes aventuras, intriga y herosmo de World of
Warcraft, el videojuego ms popular de todos los tiempos, a un nuevo nivel.
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William King
Illidan
Traduccin y Edicin:
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Para mi hijo Dan.
Que me ha acompaado
En el viaje de ida y vuelta.
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PRELUDIO
SEIS AOS ANTES DE LA CADA
En su da, haba sido un hechicero, uno muy poderoso. Gracias a su visin espectral,
poda percibir cada centmetro de su celda con ms claridad de la que jams habra
podido tener con unos globos oculares.
No obstante, habra podido moverse por esa prisin incluso sin ella, pues
conoca cada una de las losas del suelo y cada uno de los encantamientos que lo
retenan. Los perciba mediante la vista y el tacto. Saba de qu manera reverberaran
sus pisadas con cada uno de los nueve pasos que tardaba en recorrer la cmara. Notaba
el fluir de la magia a su alrededor. Y toda aquella acumulacin de hechizos y
encantamientos de inmenso poder perseguan un nico objetivo: asegurarse de que
permaneciera enterrado all, olvidado, sin perdn.
Haban transcurrido largos siglos en los que no haba odo la voz de ningn otro
ser vivo. Tan solo sus carceleras, los Celadores, a los que haba terminado odiando,
hablaban con l de vez en cuando. Sobre todo, haba llegado a aborrecer a su lder, la
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celadora Maiev Shadowsong, quien le visitaba ms que nadie, pues tema que pudiera
escapar, a pesar de todas las precauciones que haban tomado sus captores. En su da,
ella quiso verlo muerto. Sin embargo, ahora su misin en la vida consista en asegurarse
de que permaneciese encerrado, cuando ya nadie se acordaba de l.
Pero eso era imposible. No haba escapatoria posible de aquel lugar; ni siquiera
la muerte. Los hechizos le sanaban cualquier herida que pudiera infligirse. La magia lo
mantena con vida sin necesidad de agua ni de alimento. Aquellas ataduras haban sido
confeccionadas por maestros, que las haban apretado y entrelazado de tal forma que tan
solo aquellos que lo haban enterrado vivo seran capaces de deshacerlas. Y eso es algo
que nunca haran. Lo teman demasiado como para soltarlo. Y tenan razones de sobra
para pensar as.
Llevaba siglos meditando en lo que hara con los que lo haban encarcelado.
Tiempo era lo nico que tena. La inmensa duracin de su cautiverio eclipsaba por
completo los aos en que haba disfrutado de libertad. Si no hubiera sido quien era, se
habra vuelto loco.
Lo haban sentenciado a sufrir ese castigo cuando lo nico que haba hecho era
intentar derrotar a un enemigo comn. Se haba infiltrado en la Legin Ardiente, en las
filas del enemigo jurado de su pueblo..., no, ms bien de su mundo. Haba intentado
reparar el dao que esos invasores demonacos haban causado.
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Apart el pensamiento de su mente. Se negaba a que la esperanza anidara en su
corazn. No haba nadie ah fuera que quisiera liberarlo. Su familia y sus amigos le
dieron la espalda cuando intent crear de nuevo el Pozo de la Eternidad, la antigua
fuente de magia de los elfos de la noche, en el Monte Hyjal. Los nicos que podran
querer que escapase eran los demonios. Pero sus carceleros optaran por matarlo antes
de permitir su huida. Y mientras los resguardos permanecieran activos, l no podra
detenerlos.
Una vez ms, sus grilletes mgicos centellearon. El fragor del combate se oa
ms cerca. Algunos de los hechizos que lo retenan se disiparon; tal vez a causa de la
corrupcin de la sangre derramada o de los conjuros que perciba que se estaban
utilizando en la batalla. La energa lo inundaba mientras sus ataduras flaqueaban. El
corazn se le sala del pecho. Se estremeci. Se sinti capaz de exhalar fuego. Tras un
periodo tan largo de abstinencia, la avalancha de poder le resultaba abrumadora.
Not una presencia al otro lado de la puerta de su celda y se prepar para atacar.
Entonces, oy hablar a alguien, a quien menos esperaba escuchar.
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Tras haber pasado dcadas sin hablar, le cost contestar:
Se maldijo por ser tan dbil. Esas no eran las palabras que imagin que dira
cuando soaba con su huida y su liberacin. Aun as, brotaron libremente de sus labios,
mientras las llamas de la esperanza se avivaban en su corazn. Tal vez haba
comprendido que lo que hizo fue un error. Era posible que viniera a liberarlo, a
perdonarlo.
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Porque hubo un tiempo en que me importaste, dar caza a esos demonios y
derrotar a la Legin, Tyrande. Lanz un rugido que dej al descubierto sus
dientes. Pero nunca deber nada a nuestro pueblo!
Tyrande le dijo:
Y eso fue todo. Tras haber pasado tantos milenios cautivo, tanto tiempo
malgastado, eso era lo nico que tena que decirle. Ni una disculpa. Ni rastro de
remordimiento. La misma que haba ayudado a confeccionar los hechizos que lo haban
mantenido encerrado en ese lugar espantoso necesitaba ahora su ayuda. Y lo peor de
todo es que se la concedera.
***
Fuera de la celda, los cadveres yacan desperdigados. Estaba claro que se haba
librado una gran batalla en ese lugar y que Tyrande haba tenido que abrirse camino
violentamente hasta l para liberarlo. Deba de estar realmente desesperada para llevar a
cabo algo as. Al contemplar el cadver descomunal del vigilante de la arboleda,
comprendi que si la Legin Ardiente haba regresado, haba motivos de sobra para la
desesperacin. La Legin destrua mundos del mismo modo que los ejrcitos destruan
ciudades.
Illidan se rio.
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Maiev se enfurecer. Era uno de sus favoritos.
Tyrande se sonroj.
He tenido muy pocas razones para rerme en los miles de aos que he pasado
encerrado. Perdname si mi sentido del humor te resulta un tanto retorcido.
Qu?
Tanto tiempo susurr con voz muy tenue. Acto seguido, contempl la
antigua cmara que haba sido su prisin y escrut el entramado de hechizos que lo
haban mantenido preso. Entonces, aceler el paso con la intencin de abandonar ese
lugar para siempre. Cul es la verdadera razn por la que me has liberado?
inquiri, pues an albergaba la esperanza de que ella mostrar un mnimo
remordimiento por lo que le haba hecho.
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S respondi, con una mueca de desdn. Pero, por suerte para ustedes,
odio an ms a los demonios.
Tyrande asinti como si este acabara de confirmar algo que ella quera escuchar.
Una sospecha cobr forma en la mente del elfo: no lo haban encerrado por una cuestin
de piedad hipcrita, sino porque ella saba que algn da volveran a necesitarlo. Lo
haban tenido ah encerrado, como un arma guardada en una armera.
Tyrande exclam:
Malfurion!
Illidan hizo todo lo posible por mantener su ira bajo control. Ah estaba su
hermano, el que lo haba condenado. Cuando fue capaz de articular palabra, habl con
amargura:
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Y quin eras t para juzgarme? Espero que recuerdes que luchamos contra
los demonios codo con codo!
Te has planteado siquiera el precio que habr que pagar por esto, Tyrande?
La ayuda de este traidor tal vez nos condene a todos antes de que llegue el fin. No
quiero tener nada que ver con todo esto.
Illidan solt una descarga de energa gracias al poder que haba estado
recuperando de un modo constante y con ella lanz a los que lo rodeaban contra los
muros de piedra. Dej atrs a esos seres aturdidos y sali de su prisin, siendo
consciente de que, antes de que terminara esta guerra, volveran a llamarlo Traidor, y
con razn. Nunca volveran a encerrarlo en una prisin.
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CAPTULO UNO
CUATRO AOS ANTES DE LA
CADA
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Magtheridon se ha hecho ms y ms fuerte con el paso de los aos, pero ha
tenido muy pocos enemigos de verdad a los que enfrentarse, por lo cual se ha vuelto
decadente y complaciente. Ese perro ladrador, pero poco mordedor, no puede rivalizar
con nuestro ingenio o nuestra fuerza de voluntad.
El alto y rubio prncipe elfo de sangre alz la vista hacia l. El feroz jbilo del
combate brillaba en sus ojos.
Illidan esperaba que eso no fuera necesario. Tena que tomar el Templo Oscuro
y dominar Outland rpidamente si quera hallarse a salvo de la venganza del seor
demonaco Kiljaeden.
Un hechicero elfo alz una mano y lanz un rayo de energa Arcana hacia las
murallas. Las defensas, por muy deterioradas que estuvieran, bastaron para evitar que el
ataque alcanzase la mquina de asedio. Una bola de fuego traz un arco descendente
hacia el mago, perforando la tierra de color rojo sangre mientras los defensores
apuntaban para su prximo disparo. Una compaa de soldados de Kaelthas pas
corriendo de camino al refugio que les brindaban las murallas.
Illidan apret los puos al percibir a los demonios que se hallaban dentro del
templo. All, en el extrao mundo de Outland, senta la tentacin de emplear la magia
demonaca an con ms intensidad de lo habitual; sobre todo, despus de haber
consumido el poder de la Calavera de Guldan. La malvola energa que emanaba de
esa reliquia lo haba transformado, haba modificado tanto su aspecto fsico como la
profundidad de su poder; pero tambin lo haba desequilibrado durante meses. Flexion
las alas demonacas que haba obtenido recientemente, lo cual suscit que el prncipe
Kaelthas lo mirara con cierta preocupacin. Illidan respir hondo e hizo todo lo posible
por mantener la calma.
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Un largo y extrao camino le haba llevado hasta ese lugar. Desde que Tyrande
lo liber, haba sido testigo de la cada de la Legin Ardiente en Azeroth, su mundo
natal; haba hecho un pacto con un seor demonaco, y haba huido a Outland para
escapar de sus enemigos, tanto elfos de la noche como demonios. Su antigua nmesis,
Maiev, lo haba vuelto a capturar, pero haba recobrado la libertad gracias a sus aliados:
el joven prncipe Kaelthas, cuyo apoyo se haba granjeado prometindole ayudar a los
elfos de sangre a superar su adiccin a la magia, y lady Vashj, una lder de los nagas.
Ahora se hallaba planeando el modo de derrocar al seor del foso que gobernaba ese
mundo destrozado en nombre de la Legin Ardiente.
Me agrada el fervor de tu pueblo, joven Kael. Estas duras tierras salvajes han
marcado su espritu y pulido sus poderes. Quiz baste con su coraje para...
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Llevamos generaciones enfrentndonos a los orcos y a sus maestros
demonacos afirm la criatura. Su voz era ronca y pareca que hablar le resultaba
doloroso. Ahora, por fin, acabaremos con su maldicin para siempre. Estamos a tus
rdenes, lord Illidan.
Han llegado justo a tiempo afirm Illidan. Esas mquinas de las murallas
deben ser silenciadas y la puerta debe ser abierta.
Akama asinti e hizo una seal. Los casi invisibles Tbidos avanzaron en tropel
a travs del campo abierto y treparon por las murallas del Templo Oscuro. Un pequeo
destacamento de elfos de sangre y nagas se haban refugiado junto a las tremendas
fortificaciones, bajo los arcos que trazaban los proyectiles de las mquinas de asedio
demonacas. Illidan, Kaelthas y lady Vashj fueron a sumarse a ellos, junto a Akama y
sus escoltas.
De repente, el fragor del combate brot del interior de las murallas y las grandes
puertas del Templo Oscuro se abrieron de par en par. Akama y sus escoltas corrieron a
sumarse a la refriega. Las explosiones retumbaron cuando los Tbidos destruyeron los
generadores, entonces, las mquinas de asedio de las murallas se silenciaron. La parte
principal del destacamento naga y elfo de sangre avanz hacia la puerta una vez ms.
Akama regres, con su espantoso rostro jubiloso. Haba esperado a que llegara
ese da durante mucho tiempo. Illidan sonri y dijo:
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A travs de esas puertas abiertas, Illidan pudo ver un vasto patio repleto de pilas
muy altas de huesos. Orcos viles de piel roja iban de aqu para all en medio de la
confusin, mientras sus lderes bramaban rdenes e intentaban que sus tropas asumieran
un cierto orden para poder repeler a los invasores.
Dentro del Templo Oscuro, haba probablemente unos diez orcos viles por cada
soldado de Illidan. Todos ellos se haban transformado mediante una magia
nauseabunda en algo mucho ms fuerte y fiero que un orco normal; sin embargo, eso no
sirvi de nada en esos instantes. Las fuerzas de Illidan irrumpieron en el patio y
atravesaron las desorganizadas filas enemigas con la misma facilidad con la que sus
filos rebanaban carne orea.
Illidan le clav las garras a un orco vil en el pecho. Al cerrar la mano, le aplast
los huesos y abri una cavidad por la que le arranc el corazn. El orco vil rugi y se
abalanz sobre l; mientras mora, la criatura hendi al aire con sus mordiscos al
intentar desgarrarle al elfo de la noche la garganta.
Una parte de l gozaba con el entrechocar de las armas. No haba nada como
derramar la sangre del enemigo con las propias manos. En lo ms hondo de su ser, la
parte demonaca de su naturaleza que mantena bajo control disfrutaba de esa carnicera
y se alimentaba de ella.
A pesar de que los orcos viles lucharon bien, no eran rivales para Illidan y sus
camaradas. Los nagas eran mucho ms grandes y potentes fsicamente. Envolvan a sus
enemigos con sus anillos serpentinos y los aplastaban hasta arrebatarles la vida.
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adems, eran tan leales que estaban dispuestos a defender a su prncipe aun a riesgo de
perder la vida. Los Tbidos luchaban con la determinacin de un pueblo decidido a
liberar su tierra natal del yugo de los demonios. Los aullidos de los orcos viles
moribundos se elevaban hacia el cielo a modo de protesta mientras caan ante las hojas
hambrientas de sus enemigos. En cuestin de minutos, el patio qued despejado; los
orcos viles, derrotados, y el camino hacia la ciudadela interior del Templo Oscuro y
hacia los aposentos de Magtheridon, despejado.
Akama lo mir con ojos llorosos. Entrelaz sus dedos rechonchos y asinti con
la cabeza; tena la necesidad de creer grabada a fuego en su rostro. El Templo de
Karabor haba sido el lugar ms sagrado de su pueblo antes de que Magtheridon lo
profanara y lo transformara en el Templo Oscuro. Illidan percibi que tena una gran
importancia para el Tbido a nivel personal. Sera una buena baja que jugar para
forzarlo a bailar al son que l quisiera, si llegaba la ocasin. No importaba lo que
Akama deseara, ya que las metas de Illidan estaban muy por encima de los deseos de
cualquier Tbido. Llevaba demasiado tiempo planeado todo esto como para que los
escrpulos se interpusieran en su camino.
Cuando venzamos al seor del foso, la mayora de sus tenientes orcos viles
nos apoyarn asever Illidan. Siguen a los ms fuertes y, para entonces, les
habremos demostrado que se equivocaron al depositar su fe en Magtheridon. Los
demonios invocados que permanezcan en el interior del templo me jurarn lealtad; si
no, sufrirn una muerte definitiva.
Vashj asinti.
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Haremos algo mucho peor contest.
***
La puerta que llevaba a la sala del trono estaba abierta. El hedor a demonio
invadi las fosas nasales de Illidan. Las llamas ardan alrededor del trono de huesos de
Magtheridon. El seor del foso era cinco veces ms alto que un elfo de sangre; esa
criatura similar a un centauro con dos brazos y una parte inferior cuadrpeda era tan
colosal como un dragn. Las piernas de Magtheridon eran como las columnas que
sostienen el techo de un templo antiguo; esto haca que tuviera el vientre a tal altura que
un elfo podra pasar por debajo de l, entre sus piernas, sin tener que agacharse. En una
de sus descomunales manos, sostena una guja tan larga como el mstil de un barco
capaz de navegar por el ocano y tan pesada como un ariete. Lo flanqueaban dos
gigantescos guardias apocalpticos, provistos de unas alas de murcilago, que eran casi
tan altos como su amo, as como un destacamento de demonios menores. Illidan
percibi su poder y su hostilidad.
El seor del foso pos su ardiente mirada sobre Illidan. Entonces, habl con una
voz grave y gutural:
Illidan se rio.
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He venido a reemplazarte. Eres una reliquia, Magtheridon, un fantasma de
una poca pasada. El futuro me pertenece. Desde este mismo momento, Outland y todos
sus moradores me rendirn pleitesa.
Te voy a aplastar como el insecto que eres. Me dar un festn con tu carne
reducida a pulpa y, de paso, te devorar el alma.
Hablaba con una gran arrogancia y una tremenda confianza en s mismo, propias
de quien piensa que nadie est a la altura de su poder. Sus escoltas demonacos
avanzaron. Illidan dio un salto, al tiempo que sus gujas de guerra rasgaban el aire en
busca de carne de demonio. Con un movimiento, le cercen un brazo a un guardia vil,
obligando as a la criatura a soltar su hacha. Un instante despus, Illidan, con la guja de
guerra que sostena en la mano izquierda, abri en canal a su oponente.
Acto seguido, las fuerzas de Illidan se sumaron al combate. Si bien los guardias
apocalpticos eran muy poderosos, tambin eran muy pocos. Hostigados por los
hechizos de Kaelthas y Vashj, y rodeados por multitud de asaltantes, los guardias
apocalpticos cayeron como osos ante el embate de una jaura de perros.
Desde su posicin elevada, Illidan pudo ver que sus fuerzas haban acabado con
los escoltas del seor del foso. Los demonios estaban acabados. El elfo de la noche alz
los brazos y enton un hechizo de vinculacin; una oleada de energa mgica desatada
sacudi al seor del foso. Magtheridon se estremeci de dolor al recibir los efectos del
sortilegio.
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A Illidan se le desboc el corazn al imponer su voluntad. Sinti como si se
enfrentara codo a codo contra un gigante. El avance de Magtheridon decay y se le
contrajo el rostro, como si l tambin sintiera la tremenda tensin.
El sudor perlaba la frente de Illidan. Jadeaba con fuerza. Despleg sus alas y se
elev en el aire por encima de Magtheridon, a la vez que haca una sea a los dems.
Haba llegado el momento. Lady Vashj asinti, alz las manos e inici un cntico. Unas
lneas de fuego ardieron ante los ojos de Illidan, formando unos intrincados patrones
alrededor del seor del foso. Magtheridon rugi al comprender qu estaba ocurriendo.
Illidan aadi poder al hechizo. El seor del foso se hallaba paralizado, incapaz
de reaccionar. Sus colmillos, grandes como lpidas, refulgieron al reflejar la luz de la
energa mgica. Se encabrit. Se resista a la magia tanto con su fuerza descomunal
como con su propio poder mgico.
Kaelthas espet Illidan con voz ronca. Sus palabras llegaron a odos del
elfo. Kaelthas extendi los brazos y aadi su voz al sortilegio. Unas energas mgicas
colosales entrechocaron. Todos los elementos del hechizo encajaron. El seor del foso
grit iracundo y desafiante, pero fue en vano. Lo sujetaban unas ligaduras tan fuertes
que ni siquiera l sera capaz de romperlas. Illidan sonri. Haba triunfado. La primera
fase de ese plan con el que tanto haba soado se acababa de completar.
***
Akama escuch cmo lord Illidan vociferaba las palabras finales del
encantamiento de retencin. Magtheridon se encontraba paralizado, impotente y
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dominado por la rabia y el desconcierto. Intent flexionar todo su poderoso cuerpo, pero
estaba atrapado.
Lo haban logrado. El seor del foso haba sido vencido. La derrota del pueblo
de Akama haba sido vengada. El Templo de Karabor dejara de hallarse bajo la
influencia siniestra del demonio.
Akama sabore por un momento ese triunfo. Su poder, combinado con el de los
hechiceros de otros mundos, haba bastado para reducir a un demonio tan fuerte como
Magtheridon.
Illidan descendi al suelo. Sus alas crujieron al plegarse y recogerse sobre sus
hombros. Sus tatuajes mgicos dejaron de brillar y baj los brazos. Akama corri hacia
l.
Empezar qu?
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Despus, lord Illidan?
Despus de que cumpla mis objetivos. An hay mucho que hacer para que
Outland sea libre.
S, no cabe duda de que las cosas son como sealas, lord Illidan. Puedo
retirarme para compartir las alegres noticias con mi pueblo?
El prncipe haba sabido desde un principio lo que iba a ocurrir. Al igual que
lady Vashj. Por fortuna, los Tbidos no haban confiado por entero en la benevolencia
de Illidan. Akama haba sido lo bastante sensato como para preparar varios planes de
contingencia, pues no se le escapaba que estaba pactando con alguien al que apodaban
el Traidor.
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***
En la lejana, el cielo era tan rojo como la sangre. Unas nubes carmeses se
acercaban a gran velocidad hacia el Templo Oscuro.
Unos vientos muy potentes azotaban las alas de Illidan. Unos ros de polvo
rojizo fluan por el aire. Illidan notaba un cosquilleo; se trataba de unas motas de magia
vil que flotaban por doquier.
Las motas mgicas brillaron con ms intensidad. Un aura reluciente cobr forma
en el aire, cerca del tejado. Las motas se fusionaron en una figura gigantesca y
deslumbrante, la cual flot por encima de ellos; era tan grande como la torre de una
fortaleza. Haba algo en su silueta que le recordaba a Illidan a los Tbidos, a los draenei.
Tena cuernos. Su piel arda y las llamas danzaban alrededor de sus pezuas,
iluminando desde abajo su cuerpo entero. Irradiaba tal poder que incluso el del seor
del foso palideca en comparacin con l. Illidan fue consciente de que se hallaba una
vez ms en presencia de Kiljaeden, el seor demonaco que haba comandado a gran
parte de la Legin Ardiente.
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Era imposible evitar la mirada de Kiljaeden. Los ojos del Falsario eran como
imanes y exigan adoracin y pleitesa; portaban una infinidad de promesas y una
eternidad de horrores.
Al fin haba llegado el momento que Illidan tanto haba temido y para el que
llevaba tanto tiempo preparndose. No poda permitir que el Falsario leyera sus
verdaderos pensamientos. Haba cosas que no quera que Kiljaeden viera,
maquinaciones que el seor demonaco no deba descubrir hasta que fuera demasiado
tarde.
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Sin embargo, dicha indagacin no buscaba sus secretos ms ocultos, sino que se
diriga hacia sus recuerdos de los acontecimientos ms recientes. Las imgenes
danzaron en la mente de Illidan, forzadas a emerger por la curiosidad de Kiljaeden.
Una vez ms, Illidan se adentr en el bosque corrupto de Fronda- vil, dispuesto
a demostrar a su hermano que no era ningn ttere de los demonios. Oy el estrpito
metlico del choque entre una guja de guerra y una espada ancestral encantada mientras
se enfrentaba al prncipe Arthas, el humano traidor al servicio del Rey Lich, el ser que
lideraba ese ejrcito de no-muertos conocido como la Plaga. Lucharon sin que hubiera
un ganador. Entonces, Arthas le tent con revelarle dnde se encontraba la Calavera de
Guldan. Illidan saba que tena que hallarla...
Not una vez ms esa oleada de poder exttico que lo invadi al romper los
sellos de la calavera y transformarse en un demonio. Se vali del poder desatado de esa
reliquia para derrotar al Seor del Terror Tichondrius (quien haba asumido el mando de
la Plaga) y su anfitrin, pero incluso en ese momento de triunfo, Illidan haba conocido
la derrota, ya que su hermano y Tyrande fueron testigos de su transformacin y le
dieron la espalda. Una vez ms, comprendi que la nica salida que le quedaba era el
exilio.
Revivi su huida a Outland, donde volvi a caer en manos de Maiev. Por suerte,
recibi la ayuda de Kaelthas y Vashj. Incluso su victoria de ese mismo da, en que
haba derrocado a Magtheridon, fue examinada a conciencia. Esta vez fue consciente de
que Kiljaeden estaba con l, observando la derrota del seor del foso. Al Falsario no le
importaba quin gobernara Outland, siempre que lo hiciera en el nombre de la Legin.
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Illidan tena la sensacin de que el corazn se le iba a salir del pecho, pues saba
que su aniquilacin era inminente. En ese momento, ni siquiera l podra hacer frente al
poder de Kiljaeden. Si caa, todas sus maquinaciones, todos sus sacrificios habran sido
en vano.
Intent dar con las palabras adecuadas, puesto que eran las nicas armas que
podran salvarlo en ese instante. Confiri un tono suplicante a su voz, pues saba que el
vanidoso demonio se sentira alagado si creyese que Illidan se estaba humillando ante
l.
Apret los puos con rabia al pensar en el modo en que Kiljaeden lo haba
tratado. Como una marioneta. Intent aplacar su furia. Se acercaba el momento en que
les hara pagar muy caro a sus enemigos lo que le haban hecho, incluso a Kiljaeden.
Tan solo deba mantener su mascarada de obediencia un poco ms. Para ganar tiempo,
Illidan tena que cumplir lo que el Falsario le haba ordenado.
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Entonces, Illidan dijo:
Tal vez esconderse aqu no haya sido una decisin muy prudente. Aun as,
tenemos una misin que llevar a cabo. Me seguirn hasta el glido corazn de la
misma muerte?
Los nagas estn dispuestos a seguir tus rdenes, lord Illidan. All donde
vayas, te seguiremos.
El prncipe Kaelthas pareca hallarse aturdido, lo cual era normal tras haber
sido objeto de la atencin total de un seor demonaco. Tras recobrar la compostura,
afirm:
An nos sobra algo de tiempo seal Illidan. Hay ciertas cosas que debo
hacer antes de que nos vayamos. Debemos estar preparados.
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CAPTULO DOS
CUATRO AOS ANTES DE LA
CADA
protegi los ojos del fulgor del colosal sol de Outland con una mano enguantada. Su
mirada se desplaz del camino polvoriento hacia la ladera. Ah capt el rpido
movimiento de uno de sus extraos perseguidores, que se agachaba para no ser visto
tras un peasco situado en la pendiente que se encontraba por encima de ellos.
Maiev mir a su segunda al mando. Como todos los elfos de la noche, Anyndra
era alta y esbelta, vesta el tabardo propio de los Celadores, que tena pegado al cuerpo
por culpa del sudor. Un pauelo rojo impeda que su pelo verde le tapara los ojos. En
otras circunstancias, Anyndra tal vez no hubiera sido su primera opcin a la hora de
ascender a alguien a teniente, pero tena que arreglrselas con lo que haba. Las treinta
tropas que iban en fila a lo largo del camino situado detrs de ella eran las nicas que
haban sobrevivido a la emboscada en la que les haban arrebatado a Illidan unas pocas
semanas antes. Lady Vashj y el prncipe Kaelthas responderan por las muertes que
haban causado al liberar al Traidor.
Tengo entendido que alimentan a sus cras con las presas a las que dan caza
seal Anyndra.
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Lo cual no sorprendi a Maiev. Outland era un lugar espantoso habitado por
unas criaturas monstruosas. Incluso su armadura confeccionada con encantamientos no
era capaz de neutralizar del todo aquel calor. Ojal hubiera podido secarse el sudor que
le perlaba la frente, pero el yelmo que le cubra el rostro por entero le impeda hacer
eso, as que entorn los ojos para escrutar de nuevo la cresta de la montaa. Haba ms
de esos hundidores all arriba, muchos ms, que al moverse se asemejaban a unas
terribles araas gigantescas.
Las tropas la seguan en fila, escrutando el entorno con suma atencin. Maiev
saba que iba a tener que vigilarlos de cerca. En Azeroth, nunca habra dudado de su
compromiso con la misin, pero en este lugar las cosas eran muy distintas. Unos
cuantos de sus soldados tenan una extraa mirada desde que haban atravesado el portal
mgico para perseguir a Illidan.
Volvi a inspirar ese aire seco. Aunque haba estado en sitios de Azeroth que
eran tan ridos como este, haba algo en la Pennsula del Fuego Infernal que le haca
sentirse ms sedienta que lo que se haba sentido incluso en el desierto de Tanaris. Ah,
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al menos, saba que el ocano se encontraba cerca, mientras que, por el momento, en
este lugar no haban dado con ninguna evidencia de que tuviera un mar. Por lo que ella
saba, Outland era un mundo que flotaba en un gran vaco y donde el agua escaseaba.
Claro que no. No he cruzado ese espacio que hay entre los mundos para
permitir que el Traidor eluda a la justicia.
Anyndra hablaba con tono de voz suave y un tanto dubitativo. Los dems
miembros del destacamento se haban sumido en el silencio. Escuchaban lo que Maiev
tena que decir.
Maiev replic:
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Maiev no estaba del todo segura sobre cmo iba a poder hacer realidad esa
amenaza; no obstante, decidi considerar esta cuestin como una mera distraccin y
dej de pensar en ello. El prncipe elfo de sangre y la matrona naga no eran importantes.
Illidan s lo era. Tras haber pasado diez mil aos vigilando a aquel ser malvolo en
prisin, no estaba dispuesta a permitirle ahora que obrara el mal.
Acaso crees que ese sabio Tbido ser capaz de ayudarnos a combatirlo?
Ese tal Akama? pregunt Anyndra.
No lo s, Anyndra contest. Tal vez nos sea til. O tal vez no. A la larga,
eso no importa. Triunfaremos. Como siempre hemos vencido. Como siempre
venceremos.
***
Aunque aquello haba acaecido haca ms de diez mil aos, Maiev lo recordaba
como si hubiera sucedido ayer. No, ms bien, como si hubiera ocurrido haca solo unas
horas... S, as de bien recordaba el da que haba visto por primera vez a la Legin
Ardiente. Sus recuerdos sobre esa poca terrible eran tan vividos como cuando se le
haban grabado a fuego por primera vez en la memoria.
Esa solo haba sido la primera de un millar de escaramuzas. Haba visto a esas
abominaciones durante la Guerra de los Ancestros, en la que haban ardido muchos
bosques y perecido muchas naciones. Eso le haba enseado que no se poda dar jams
ningn cuartel a aquellos que pretendan obtener ms poder mediante el uso de una
magia perversa. Haba que aplastarlos, destrozarlos y matarlos antes de que pudieran
desatar la destruccin y acabar con tanta gente inocente, antes de que pudieran
corromper todo lo que era bueno y natural.
Maiev lo haba visto con claridad desde el principio. Era una pena que los
dems no hubieran tenido las cosas tan difanas. Si le hubieran hecho caso entonces,
ahora no tendran que estar buscando a Illidan. Si lo hubieran matado cuando haba
mostrado por primera vez su malignidad, se podran haber salvado infinidad de vidas
inocentes.
Desde entonces, Tyrande haba ido an ms lejos, puesto que haba matado a los
Celadores que custodiaban la prisin de Illidan. Ella afirmaba que lo haba liberado para
que la ayudara a combatir a la Legin Ardiente. Al principio, dio la impresin de que
haba estado en lo cierto. Illidan los haba ayudado, pero entonces mostr cul era su
verdadera naturaleza. Haba absorbido el poder de la Calavera de Guldan y se haba
transformado en un demonio; su cuerpo haba mutado para reflejar la monstruosidad de
su alma. Incluso entonces, su hermano se haba limitado a desterrarlo de los bosques en
vez de matarlo.
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Furiosa, Maiev apret los dientes con fuerza. Tyrande debera haber pasado
todos esos siglos tan largos encerrada junto a Illidan, lo haba demostrado cuando haba
cometido el disparate de liberarlo; solo su arrogancia estaba por encima de su necedad.
Se haba burlado de todos los juramentos que haba hecho Maiev. Haba convertido diez
mil aos de vigilancia en una broma cruel. Aunque ahora ella fuera la dirigente de los
elfos de la noche, no tena derecho a hacer algo as.
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Piltrafas! Todos ellos no eran ms que unas piltrafas. No estaban preparados
para enfrentarse a esa maldad que haba arraigado con tanta fuerza entre ellos. Teman a
aquellos que eran lo bastante fuertes como para hacer lo que haba que hacer. Hacan
concesiones a esos demonios que los destruiran y se engaaban a s mismos al pensar
que esa era una decisin sabia. Bueno, ella tena muy clara la verdad. Nunca cedera ni
un milmetro. No descansara hasta que Illidan estuviera muerto o encerrado de nuevo
en esa prisin. Saba cul era su deber. Cumplira sus juramentos. No le importaba lo
que los dems pensaran de ella. Nada la distraera de su misin.
Qu ocurre?
Ah!
Maiev mir hacia el lugar al que sealaba Anyndra con el dedo. Una hueste de
devastadores cubra por entero las laderas que se alzaban sobre ellos. Los Celadores
alcanzaron una elevacin a lomos de sus monturas y contemplaron el valle por el que
serpenteaba el camino. Por delante de ellos, haba ms monstruos cuadrpedos que les
bloqueaban el paso. Maiev no se haba percatado de esa trampa con la prontitud
necesaria, ya que haba estado sumida en sus pensamientos al reflexionar sobre Illidan.
Maldijo al Traidor una vez ms.
***
Maiev y sus Celadores avanzaron formando una lnea muy amplia. La celadora
observ con detenimiento a los suyos y se fij en quines miraban para todos lados
presas del pnico y quines miraban fijamente al enemigo con una calma fra y asesina.
Se sinti orgullosa al comprobar que la mayora de esos ojos reflejaban esa ltima
emocin. Los elfos de la noche estaban rodeados y se vean superados en nmero; sin
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embargo, a pesar de que se enfrentaban a centenares de monstruos extraos, no tenan
miedo.
Mir hacia atrs, al camino por el que haba venido. Ese sendero largo y
polvoriento se encontraba vaco. Podran batirse en retirada por l sin hallar mucha
resistencia, pero as volveran al punto de partida. Tena que avanzar, tena que
adentrarse en esa tierra que los nativos llamaban la Marisma de Zangar, si quera
contactar con Akama.
Por delante de ella, el cielo se estaba oscureciendo, era como si las bajas colinas
o tal vez unos rboles gigantescos contemplaran el horizonte con el ceo fruncido. El
aire estaba impregnado de un olor muy fuerte y extrao. El viento arrastraba cierto leve
olor a podredumbre y putrefaccin, as como algo ms que no era capaz de identificar.
Tambin haba una levsima sensacin de humedad en la brisa que soplaba en direccin
hacia ellos.
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Formen una cua a mis espaldas. Nos abriremos paso violentamente entre
estos animales.
Los Celadores asintieron, para indicar as que haban entendido las rdenes.
Anyndra alz su cuerno y toc una nica y larga nota argenta. Los elfos de la noche
cargaron pendiente abajo.
Una sonrisa cobr forma en los labios de Maiev al empuar su media luna
umbra. Por un instante, poda perderse en la furia del combate y dejar de pensar. El
sable de la noche rugi. Los elfos se abalanzaron sobre los devastadores, conformando
una avalancha de pelaje, garras, msculo y hojas afiladas.
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CAPTULO TRES
CUATRO AOS ANTES DE LA
CADA
M aiev cabalgaba hacia la aldea Tbida del Puerto Orebor. Se relami los
labios. Le picaba la lengua all donde esta haba rozado las esporas, que estaban en
todas partes; en su pelo, en su ropa. Las esporas se acumulaban detrs de las orejas y en
las mangas de las camisas empapadas de sudor; adems, provocaban que un hongo le
creciera a sus seguidores en la piel, el cual solo poda quitarse limpindose
cuidadosamente y utilizando magia sanadora.
Aunque siempre haba pensado que la Pennsula del Fuego Infernal era un lugar
terrible, esto era mucho peor de lo que haba imaginado. La entrada a Outland era un
desierto infernal repleto de orcos viles y monstruos espantosos, pero la Marisma de
Zangar era algo mucho ms siniestra y extraa. Era un lugar caluroso, hmedo y oscuro.
Unas setas colosales, ms grandes que los imponentes robles de Vallefresno, tapaban el
sol. Unos seres voladores, que recordaban a unas mantarrayas, revoloteaban entre las
sombras, y unas cosas que parecan en parte medusas y en parte unos bichos muy raros
flotaban en el aire.
Si bien era cierto que ah haba pocos orcos, tambin lo era que haba otras
amenazas. Tras abrirse paso de manera violenta entre esa hueste de devastadores, los
Celadores haban sido atacados por una seta gigante ambulante. Luego, haban cado en
la emboscada de unos ogros y los haba asaltado un enjambre compuesto de unos
insectos enormes. Despus de haber sido picada, Kolea haba muerto cuando unas
diminutas larvas le haban brotado de la piel; esas alimaas le haban devorado los ojos
y el cerebro. Otra muerte ms de la que, en ltima instancia, era responsable Illidan.
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Maiev deseaba contemplar una vez ms la belleza de Darnassus. Habra dado
diez siglos de su vida solo por respirar su aire puro y pasear por sus plazas espaciosas,
por escuchar a sus bardos y cantantes. Reprimi ese deseo y se maldijo por ser tan
dbil. Era absurdo desear lo que no poda tener.
No obstante, no todos eran as. Algunos portaban armas y las observaban con
atencin. A lomos de su montura, se acerc a uno de ellos, al que mir y dijo:
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bien la flora y la fauna podan ser muy extraas, eran comestibles. Al menos, por ahora,
no se haban intoxicado con nada. Aunque siempre caba la posibilidad de que esos
alimentos contuvieran ciertas toxinas que actuaban lentamente y cuyos efectos an no
hubieran notado, los hechizos de Maiev no haban descubierto ningn veneno en
ellos. Adems, hay peces en esos lagos que hemos visto de camino aqu, as como
otras cosas.
El soldado seal con un gesto hacia una pequea choza situada en el borde de
la plaza. Un grupo de guardias ataviados con una ropa de color gris ceniza se hallaban
ah, mirando en direccin hacia ella. Aunque no parecan hostiles, tampoco parecan
muy amistosos.
Busco a Akama.
Solo t puedes entrar le espet el que tena una insignia, que pareca indicar
que era una especie de oficial. Si eres la que llaman Maiev Shadowsong.
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Esperen aqu les orden a los Celadores.
Sarius la mir directamente a la cara y ella asinti. El druida se separ del grupo
y se adentr entre las sombras de un montn de escombros, de las que no sali con su
propia forma, sino como un gran pjaro, que se subi a saltitos a la cima del montn
para contemplar lo que haba a su alrededor con unos ojitos redondos y brillantes.
El Tbido se enderez y se volvi hacia ella. Le costaba hablar, pero eso no era
solo cosa de la edad. Daba la impresin de que tena que hacer un gran esfuerzo para
que las palabras brotaran de sus labios, como si el mero hecho de hablar le resultara
doloroso:
l lo mencion.
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l?
Acto seguido, seal hacia la entrada posterior de la choza. Tal vez fuera solo
un ardid para separarla del resto de sus tropas. Si fuera as, Sarius estara vigilando tras
haber asumido otra forma; adems, era ms que capaz de defenderse ella sola.
Salieron por la parte posterior del edificio. Unas casas derruidas los rodeaban.
Haba basura desparramada por esa estructura medio en ruinas, la cual estaba cubierta
de moho, ya que en aquel lugar creca en todas partes. Unos insectos relucientes
zumbaban a su alrededor, mientras coman de manera voraz. Maiev arrug la nariz.
Akama dijo:
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Deberas haber visto este sitio cuando decenas de miles de mis congneres
caminaban por aqu, admirando las estatuas, contemplando sus elegantes casas.
Dejaron atrs los mojones que marcaban los lindes del pueblo y llegaron a la
orilla de un lago vasto y sereno. En esas aguas, haba islotes aqu y all. Unos
descomunales insectos revoloteaban y zumbaban por encima de su superficie. Akama se
detuvo junto a un pequeo y tranquilo estanque, donde el agua se hallaba ms clara; no
obstante, unas tenues motas de esporas flotaban en su superficie y unas siluetas
envueltas en sombras se movan en sus profundidades.
Tal vez Akama quisiera mostrar una sonrisa, pero al hacer ese gesto, mostr sus
amenazadores colmillos.
Aqu nadie pretende hacerte dao, pero haz lo que estimes oportuno.
Hablemos sobre el Traidor.
Maiev haba estado esperando a que le diera pie para hablar al respecto.
Es un ser de una gran maldad, de una perversidad infinita. Hace mucho, hace
ms de diez mil aos, tal y como medimos el tiempo en Azeroth, nos traicion y vendi
a la Legin Ardiente. Durante diez mil aos, lo vigil para asegurarme de que pagara
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por sus crmenes. Al final, gracias a la traicin de una asesina que no saba realmente lo
que estaba haciendo, escap de mi vigilancia y huy de mi ira hasta llegar a este lugar.
Es un hechicero aterrador, ducho en maldades que no puedes ni...
Maiev mir a su alrededor, pues casi esperaba que, en cualquier momento, unos
nagas emergieran del agua o unos elfos de sangre surgieran del sotobosque. Pero no
sucedi nada.
Por qu sirves al Traidor? inquiri Maiev, sin poder evitar que la ira tiera
su tono de voz. A pesar de que ante su clera haba demonios que se haban echado a
temblar, Akama se limit a encogerse de hombros.
Akama asinti.
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T lo aprisionaste. Te odia y, a menos que est muy equivocado, te teme.
Posees un gran poder. Eso puedo percibirlo yo mismo.
Maiev esboz fugazmente una sonrisa muy tenue y tan fra como una luna
menguante.
El Tbido volvi la cabeza y contempl esas aguas como si esperara que fueran
a revelarles alguna gran verdad. Entonces, habl con un tono montono y carente de
emocin.
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Illidan es demasiado fuerte. Lo apoyan tanto el prncipe Kaelthas y lady
Vashj. Creo que ya te has topado con ellos y lo has pagado muy caro.
No les temo.
Akama hizo un leve gesto con la mano izquierda para disculparse por lo que
haba dicho.
Ya lo veo.
Los elfos son... Cmo es posible que vivan tanto y sean incapaces de
aprender a ser pacientes? Hay un momento y un lugar para todo. La venganza es un
plato que se sirve en fro.
S, veo que eso es lo que crees. Esta vez estuvo segura de que hablaba con
un tono burln. Akama se volvi una vez ms, con la mirada perdida en la lejana. En
ese instante, algo enorme emergi a la superficie y volvi a sumergirse chapoteando en
el agua de nuevo. Uno de esos grandes insectos se desvaneci al mismo tiempo. Esos
pargos pueden esperar das enteros. Sin moverse.
Aletargados. Uno nunca los considerara una amenaza. Pero en cuanto una presa
se halla cerca, atacan. Son capaces de arrancarle un brazo con sus fauces.
A una anguila.
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Cmo voy a ayudarte si t no me vas a ayudar?
Maiev dej de aferrar su arma. Dej caer muertos los brazos y abri y cerr las
manos. Respir muy hondo e intent hallar una cierta paz interior. Poco a poco, su furia
mengu.
Por qu?
No me lo cuenta todo.
El Tbido rebusc algo dentro de una bolsa que llevaba colgando de la cintura.
Sac de ah una pequea piedra de aspecto basto que tena inscritas unas extraas runas.
Le tendi la mano a Maiev y se la ofreci. Ella la mir pero no hizo ningn ademn de
cogerla.
A travs de esto, contactar contigo cuando tenga algo que merezca la pena
contarte. Yo llevo su gemela. La piedra segua en la palma de su mano. Claro que
si te da miedo cogerla, podremos buscar otro modo...
Como desees.
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Puedo ver por qu te teme. Se parecen demasiado.
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CAPTULO CUATRO
CUATRO AOS ANTES DE LA
CADA
piedras calientes. El sol abrasador de la Pennsula del Fuego Infernal proyectaba unas
largas sombras que brotaban de unos grandes peascos. El camino de vuelta desde la
Marisma de Zangar haba sido muy largo, aunque lo haban recorrido a gran velocidad
con sus monturas; no obstante, el dolor en las posaderas habra merecido la pena si
lograba sorprender a Illidan con la guardia baja. No necesitaba a Akama. Lo nico que
necesitaba era tener la oportunidad de atacar al Traidor cuando menos se lo esperase.
Anyndra hizo un gesto con la mano derecha y levant tres dedos. Maiev se
arrastr con el cuerpo pegado al suelo, hasta que lleg a la posicin de la teniente; a
continuacin, alz la cabeza por encima de la lnea que conformaban las crestas de las
montaas y comprob que su segunda al mando tena razn: ah haba tres orcos viles;
tres de esas criaturas enormes y musculosas de piel roja y ojos brillantes, tres de esos
pesados seres que iban encorvados, pues esa era la postura habitual de los orcos. Todos
sus msculos estaban en tensin y, con esa actitud y esa postura, mostraban su furia.
Todos sus movimientos eran rpidos, bruscos y hoscos, como si los orcos viles
estuvieran buscando una excusa para atacar a alguien.
Maiev les iba a conceder su deseo, pues su intencin era hallarse en una
posicin que diera al camino que llevaba a la Ciudadela del Fuego Infernal cuando
Illidan pasara cabalgando por ah.
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Hizo uso de sus poderes y, en un parpadeo, cruz el espacio que lo separaba de
ellos. El aire se desplaz, acompaado de una casi silenciosa rfaga de viento, en cuanto
reapareci detrs del ms grande de los orcos viles. Con un solo golpe, le arranc la
cabeza. Al instante, se abalanz sobre el segundo orco vil al que clav en el pecho su
media luna umbra y, acto seguido, rod por el suelo. El tercer orco vil intent
defenderse con su hacha, pero le dio una patada en la parte posterior de la rodilla que lo
hizo caer al suelo. De inmediato, le seccion la yugular con su arma.
Capt el olor a un gran felino, lo cual le indic que Sarius se haba unido a ella
sigilosamente. El druida portaba la forma de una pantera enorme que tena unas
cicatrices extraas. Se desplazaba a travs de ese paisaje yermo en total silencio,
siguiendo las curvas que trazaba esa tierra marrn, fuera de la vista de todo el mundo,
salvo de los ms vigilantes. Gru a modo de saludo y se acerc sigilosamente hacia el
borde de la cumbre de la montaa. De manera igualmente silenciosa, ella lo sigui hasta
la cima del risco y, desde ah, contempl la Ciudadela del Fuego Infernal.
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uagrietas. Esas gigantescas criaturas llevaban bozal y los ojos tapados para impedir
que el pnico se apoderara de ellas.
Al ver la jaula que transportaba ese gigantesco carro, Maiev comprendi por
qu. En ella llevaban al seor del foso Magtheridon, el cual era varias veces ms alto
que un elfo y sacuda los barrotes de acero vil con unos brazos del tamao del tronco de
un rbol. Incluso desde la cima del risco, Maiev poda percibir su poder, que asaltaba
sus sentidos con gran intensidad, como si pudiera oler el hedor de diez mil cuerpos que
se estuvieran quemando. Unas cadenas, con las que se podran haber anclado los ms
grandes buques de guerra, lo mantenan atado al carro. Maiev poda notar que estaban
encantadas, con unos conjuros lo bastante fuertes como para ralentizar la deriva
continental.
Encima del carro, con las alas extendidas y los brazos en jarra, con una postura
triunfal que dejaba bien a las claras que no tema a nada, se hallaba Illidan. A pesar de
que la diferencia de tamao era tan enorme que debera haber dado la sensacin de ser
una ardilla que estuviera desafiando a un jabinferno, eso no era as. La fulgurante aura
de poder mgico vil que lo envolva haca que diera la sensacin de estar a la altura del
seor del foso.
Sin embargo, no era el nico que observaba esa escena. En esa cadena
montaosa se haban congregado varios clanes orcos, as como otros observadores.
Todos ellos estaban ah para ser testigos de cmo el antiguo Seor de Outland era
llevado encadenado a la Ciudadela del Fuego Infernal. Las llamas del odio ardieron con
intensidad en el fuero interno de la celadora.
Disfruta de este momento de triunfo, Traidor, pens Maiev, pues ser el ltimo.
Maiev sopes las diferentes opciones que tena. Seguramente, los orcos viles no
esperaban un ataque; adems, el sol pronto se pondra. Resultaba obvio que Illidan tena
previsto llegar a las puertas de la Ciudadela del Fuego Infernal antes de la puesta de sol,
pero no haba llegado a tiempo, lo cual no era de extraar, teniendo en cuenta su
arrogancia y torpeza. Poda ordenar a sus fuerzas que se desplegaran cerca de la jaula,
de tal modo que pudieran cubrirla mientras corra hacia el Traidor. Con un solo golpe
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muy rpido, podra decapitarlo. El muy soberbio se estara regodeando tanto en su
victoria que no se dara cuenta de que ella se aproximaba hasta que la media luna
umbra le hubiera cortado el cuello.
Con gran deleite, se imagin de manera fugaz sosteniendo su cabeza en alto para
lanzrsela despus a esa hueste congregada ah de orcos viles. Aunque despus de eso
no caba duda de que su propia muerte sera rpida, habra merecido la pena, ya que
habra puesto punto y final a la existencia del maldito Illidan. S, podra morir
satisfecha, sabiendo que haba enviado al olvido a su antiguo enemigo antes de que ella
se sumiera en l. Una sonrisa cobr forma en sus labios. Casi poda sentir el pelo sedoso
de Illidan entre los dedos mientras alzaba su cabeza, casi poda sentir el goteo de la
sangre de su cuello cortado.
Qu?
Poco a poco, Maiev dej que las llamas de su odio menguaran hasta arder con
menos intensidad. Se apart del borde del precipicio en el que se hallaba. Haba estado
a punto de ordenar un ataque. La idea de morir de un modo glorioso, matando a su
enemigo, casi la haba llevado a cometer un error. Y si algo hubiera ido mal? Y si el
Traidor hubiese logrado escapar, de tal modo que ella habra tenido que enfrentarse a
sus legiones con solo esa pequea fuerza de la que dispona?
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un ser con el poder de Magtheridon no se le poda esclavizar como a un demonio
menor. Ni siquiera Illidan estaba tan loco como para creerse tan fuerte.
Maiev mascull:
Sarius le ara levemente el brazo derecho con una zarpa y la celadora se dio
cuenta de lo que le intentaba decir el druida. Illidan haba girado la cabeza para mirar
hacia el lugar donde ellos se hallaban. Las miradas de todas sus tropas miraron tambin
hacia all. Era imposible que l pudiera verla desde esa distancia. Era imposible que
pudiera verla.
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visto y no los haba considerado una amenaza digna de consideracin. Esa posibilidad
la mortific.
Rod pendiente abajo y se puso en pie de un salto, fuera de la vista del enemigo.
Anyndra flexion los dedos de la mano con la que manejaba su arma, tal y como
sola hacer siempre que intentaba disimular que se hallaba extremadamente nerviosa.
Sarius haba revertido a su forma de elfo de la noche. Si bien la serenidad reinaba en
esas facciones que recordaban a un halcn, su boca era una lnea totalmente recta
situada en la parte inferior de su semblante; adems, tena los ojos entornados y
clavados en ella. Al fruncir el ceo, unas arrugas le surcaron esa frente inmaculada.
Maiev observ con detenimiento al resto de sus tropas. Algunos estaban plidos
y supuso que el sudor que les perlaba la frente no era nicamente debido al calor. Otros
miraban a todas partes, como ratones a la espera de que un bho cayera sobre ellos
desde un cielo iluminado por la luna.
Estaban asustados.
Poco a poco, fue asimilando la posibilidad de que quiz tuvieran razn. Cerr
los ojos e hizo una plegaria a Elune. Cuando volvi a abrirlos, se dio cuenta de que no
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estaba mirando a un destacamento de Celadores. Esas tropas orgullosas y disciplinadas
que haban partido de las entraas de las Cavernas del Tmulo haban desaparecido.
Haban sido sustituidas por un pequeo grupo de elfos cubiertos de polvo, de forasteros
perdidos en una tierra salvaje, lejos de su hogar, que se enfrentaban a un enemigo con
infinidad de guerreros a su disposicin. Illidan ya haba derrotado al demonio ms
poderoso de Outland y haba convertido a las legiones de este en leales seguidores
suyos. Tal vez los suyos tuvieran razn cuando dudaban de si seran capaces de
vencerlo.
Aqu no podemos ganar. Ahora no. Pero eso no quiere decir que el Traidor
vaya a estar a salvo de nosotros siempre. Un par de ellos asintieron, como si lo que
estuviera diciendo fuese lo que esperaban or, como si ella estuviera expresando en voz
alta lo que pensaban. No podr escapar de nosotros. Pagar por sus crmenes. Somos
el instrumento de la venganza de los kaldorei. Seremos su perdicin. En su momento,
fue nuestro prisionero, pero escap, ayudado por sus traicioneros aliados. Pero el
Traidor no se nos volver a escapar. Tenemos derecho a hacer lo que hacemos. La
justicia est de nuestro lado. Los espritus de nuestros muertos claman venganza,
insisten en que le hagamos pagar sus crmenes. Hemos ido demasiado lejos, hemos
sacrificado demasiado, como para desperdiciar nuestras oportunidades. Si queremos
regresar a Darnassus con la cabeza bien alta, debemos volver con el Traidor o su
cadver. Si no es as, nuestro pueblo considerar que hemos traicionado su confianza.
Ya han visto lo que est ocurriendo aqu. Ya saben que el Traidor est reuniendo a un
ejrcito. Debemos cercioramos de que todo Azeroth lo sepa y comprenda que hemos
cumplido con nuestro deber.
Una elfa trag saliva y se sec unos ojos al borde de las lgrimas. Maiev
gesticul lentamente con las manos, con unos movimientos tan controlados como los de
una bailarina, y cerr los puos.
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Hay un tiempo para cada cosa, y el momento en que Illidan ser castigado se
acerca. Me han seguido hasta aqu sabindolo, y les juro que han hecho bien al
depositar su fe en m, pues no permitir que Illidan no sufra las consecuencias de sus
fechoras.
Y lo har aunque tenga que seguir adelante yo sola. Call un instante para
que asimilaran esas palabras. Todos ustedes han jurado seguirme. Cada uno de
ustedes sabe cunto vale su palabra. La cuestin que deben plantearse es si van a
cumplir sus juramentos o van a ser iguales que l. Acaso carecen de fe como el Traidor
o son en verdad las hijas y los hijos de Elune? Solo ustedes pueden responder a esa
pregunta en lo ms hondo de su corazn. Quiero que hagan examen de conciencia y den
con la respuesta a esa pregunta. No quiero a nadie conmigo que se eche atrs cuando
llegue el momento de la verdad. nicamente ustedes pueden decidir si desean estar a mi
lado cuando castigue como es debido a Illidan el Traidor.
Uno a uno, los dems Celadores volvieron a ofrecerle su lealtad, incluso los
pocos que, claramente, se mostraban un tanto reticentes; estos juraron y se postraron
porque sus amigos y camaradas lo hacan y porque no deseaban quedarse solos en ese
lugar tan extrao. Maiev asinti satisfecha. Ese da haba obtenido una pequea victoria,
al menos.
Maiev respondi:
Debemos hallar aliados. En estas tierras son un elemento clave. Debemos dar
con alguien ms valiente que Akama y ver si quiere ayudarnos.
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CAPTULO CINCO
CUATRO AOS ANTES DE LA
CADA
Illidan mir fijamente al seor del foso. A pesar de hallarse encadenado en las
profundidades de las grandes cmaras situadas bajo la Ciudadela del Fuego Infernal,
Magtheridon segua siendo imponente. Las cadenas mgicas que lo ataban estaban
tensadas al mximo. Los hechizos de vinculacin, de los cubos Manticron se vean
deformados constantemente bajo la presin de la fuerza de voluntad del demonio.
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Illidan mascull una palabra mgica. Los generadores de magia resplandecieron
y se produjo una sobrecarga de energa vil, Magtheridon chill. El olor a carne quemada
de demonio impregn el are.
El seor del foso agit su cola enorme, lo que le caus ms dolor al entrar en
contacto con los hechizos de vinculacin.
Crees que me has derrotado? replic Magtheridon con una voz spera. Su
respiracin sonaba como un trueno ahogado incluso dentro de esa vasta estancia.
Segn parece, eres demasiado estpido como para darte cuenta de que has
sido derrotado. Por lo visto, crees que hallarte encarcelado es una seal de victoria.
Vamos, pequeo Illidan. No hace falta que uno sea tan listo como t para
saber tales cosas. Puedo ver ese araazo tan feo que tienes en el costado. No hace falta
poseer una gran inteligencia para deducir lo que ha pasado desde que marchaste. Ests
impregnado del hedor de los muertos andantes y de la peste de esa gran espada llamada
Frostmourne. Te has topado con Arthas, verdad? Y te ha derrotado.
Era cierto. Illidan haba ido a Azeroth, haba luchado contra ese caballero de la
Muerte renegado y haba perdido. Con esa derrota, Illidan haba perdido su ltima
oportunidad de destruir al Rey Lich y aplacar la ira de Kiljaeden. Sin embargo, eso, en
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ltima instancia, poco importaba. Tarde o temprano, habra acabado enfrentado con el
seor demonaco.
Con suma indiferencia esta vez, Illidan lanz otra descarga muy dolorosa contra
el seor del foso. Magtheridon logr permanecer erguido, y un gesto desafiante cobr
forma en sus labios. En realidad, Illidan no quera matarlo, ya que Magtheridon todava
le era muy til. Observ detenidamente la brillante aura del demonio. Ya casi estaba lo
bastante dbil. Casi. Illidan necesitaba arrebatarle un poco ms de poder a Magtheridon,
necesitaba aplastar un poco ms su fuerza de voluntad.
Magtheridon se rio.
Illidan envi otra descarga de energa vil a travs de las ataduras. Presa de una
tremenda agona, Magtheridon chill. Illidan dej que la energa siguiera fluyendo hasta
que los alaridos del demonio amenazaron con hacer aicos la bveda de piedra que se
alzaba sobre l. Dej que fluyera hasta que consider que haba llegado el momento
adecuado. S, el seor del foso ya se encontraba lo bastante dbil. Haba llegado el
momento.
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La puerta de la cmara se abri y Akama entr, con los hombros hundidos y la
cabeza gacha. Unos tentculos largos y hmedos emergan de la capucha de su tnica.
Arrastrando los pies, se acerc al estrado sobre el que se hallaba Illidan. Akama no dej
de mirar en ningn momento al seor del foso encadenado. Sin duda alguna, tema a
Magtheridon tanto como lo odiaba por haber profanado el Templo de Karabor. En sus
ojos haba malicia adems de miedo. Magtheridon habl con voz entrecortada:
Veo a Magtheridon encadenado. Veo que hay unos grandes hechizos activos
para poder retenerlo. Veo que te alzas triunfal sobre tu enemigo cado.
Illidan sonri.
S, milord.
Bsicamente, tiene razn. Aunque su sangre se puede usar para diversos fines,
tambin contiene el elemento secreto que permite crear orcos viles. Puede ser destilada
para obtener un elixir que confiere a los orcos poder y ferocidad.
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Porque necesito un ejrcito, leal Akama. La Legin Ardiente viene a por
nosotros y hay que enfrentarse a esos demonios. Se dio un fuerte puetazo en la
palma de su otra mano. Deben ser derrotados. Da igual lo que cueste. Da igual el
precio a pagar.
Has herido la sensibilidad de tu mascota, pequeo Illidan dijo con una voz
estentrea Magtheridon. Y he de sealarte que no es la primera vez. Es una criatura
muy sensible. Y tambin muy traicionera. S, su corazn es como un libro abierto para
m, aunque t ests demasiado ciego como para poder verlo.
Akama junt ambas manos e hizo una reverencia, de tal modo que los tentculos
de su rostro rozaron el suelo. Illidan extendi los brazos y las alas an ms y blandi
una Guja de guerra de Azzinoth en cada mano. Enton un cntico, y las fuerzas mgicas
se doblegaron ante su voluntad. Magtheridon se revolvi bajo esas ligaduras, de tal
manera que flexion esos enormes msculos para intentar probar la resistencia de esas
cadenas. Daba la impresin de que al seor del foso no le haca tanta gracia que le
drenaran la sangre como dejaba traslucir.
Illidan dio un paso al frente y se elev de un salto en el aire, con las alas
flexionadas para que lo mantuvieran ah un instante. A continuacin, se retorci,
siguiendo los movimientos de una tremenda danza ritual, trazando crculos cada vez
ms cerca de Magtheridon, a la vez que esas hojas giraban en sus manos. Entre tanto,
canturreaba unas palabras malignas en el antiguo idioma de los demonios. Unas estelas
de fuego aparecieron bajo sus hojas mientras las giraba, tejiendo as una intricada red de
energa.
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Alcanz a Magtheridon y lo raj. Las hojas arrancaron varios trozos de carne al
demonio. Una sangre verde man de las heridas, gote por las piernas enormes como
columnas del seor del foso hasta formar un charco a sus pies. Illidan se gir y volvi a
abrirle varias heridas, de las que brot an ms sangre; no obstante, esas hojas nunca se
hundan ms que unos cuantos centmetros y cada corte no era ms que un rasguo en la
gruesa piel del demonio. La sangre manaba a borbotones. Unas gotitas salpicaron la
cara de Illidan, quien se relami; el fuerte sabor hizo que notara un cosquilleo en la
lengua.
Senta que la energa flua a travs de l. Pero como la sangre de aquel demonio
era como una droga, tuvo que refrenarse, pues sinti la tentacin de meter las manos en
ese charco para bebrsela; era consciente de que las fuerzas que obtendra gracias a ella
no merecan pagar el altsimo precio que eso conllevara.
Por el rabillo del ojo, pudo ver el gesto de horror dibujado en la cara de Akama,
lo cual le record que haba otro propsito en todo aquello aparte de la mera diversin.
Necesitaba esa sangre para otros fines. La necesitaba para formar un ejrcito, para
otorgar a los clanes orcos que lo rodeaban el poder que ansiaban para poder derrotar
tanto a sus propios enemigos como a los de Illidan.
Ahora, Akama! exclam. Encauza la sangre. Haz que fluya por los
canales.
63
***
Illidan recorri esa galera tan larga a grandes zancadas, mientras contemplaba a
los orcos que yacan ah en camillas. Unas pipetas conectaban a cada uno de ellos a un
tanque donde burbujeaba un fluido verduzco, que les era introducido en las venas. Unas
runas grabadas en su piel guiaban a la magia. Unos encorvados sirvientes moarg iban a
gran velocidad de un orco a otro, para comprobar cmo iba el proceso. Cuando sus
garras metlicas chocaban contra los tubos, se oa un tintineo. Sus ojos demonacos
centelleaban con un jbilo impo. Akama observaba todo con un gesto de repugnancia
que no pretenda disimular para nada.
La sangre de Magtheridon segua afectando a Illidan, ya que una ira muy sutil
estaba distorsionando sus pensamientos; ese era uno de los peligros que conlleva lo que
haba estado intentando hacer.
Un orco dormido se revolvi, apret los dientes y movi los dedos, como si se
retorciera entre las garras de alguna pesadilla tenebrosa. Sin ningn gnero de dudas,
esa criatura tambin sufra las secuelas de que la sangre del seor del foso circulara por
su organismo, la cual estaba recibiendo de manera destilada y reforzada mgicamente.
Se le haba enrojecido sumamente la piel. Su epidermis pareca ms gruesa y con un
aspecto ms basto. Sus msculos haban aumentado de tamao y sus uas se haban
convertido en garras. En sus ojos poda atisbarse un leve fulgor a pesar de que tena los
prpados cerrados.
64
Tambin lograr que se curen con ms celeridad.
Akama seal de manera muy elocuente al orco acostado, cuya frente era ms
pronunciada y cuyos colmillos eran ms largos. De repente, la criatura abri los ojos y
agarr a Illidan, rompiendo la correa que lo mantena tumbado en la camilla. Le apret
con fuerza y sus uas que parecan garras se le clavaron profundamente. El elfo se solt
violentamente y le propin un golpe tan fuerte en la trquea que se la rompi. Mientras
la criatura se retorca, Illidan le agarr la cabeza con ambas manos y le parti el cuello
con un solo giro violento. A continuacin, mir a Akama y sonri; la sangre vil todava
le afectaba y haba gozado asesinando a ese orco.
65
Me caes bien, Akama, pero no pongas a prueba mi paciencia. No estoy aqu
para hacer juegos de palabras, sino para ganar una guerra.
Igual que todos, seor. Solo espero que todos estemos luchando la misma.
Akama contempl desde las almenas cmo las primeras tropas del nuevo
ejrcito salan por las puertas de la Ciudadela del Fuego Infernal. Haba transcurrido
una semana desde que Illidan haba iniciado la creacin de una nueva hornada de orcos
viles. Decenas de miles de guerreros mutados avanzaban a zancadas al unsono,
maldiciendo, aullando y gruendo. Blandan esas armas para saludar de un modo tosco
a Illidan. l les agradeci ese gesto agitando la mano perezosamente. Pareca satisfecho,
puesto que su podero militar haba aumentado y ya no necesitaba depender del apoyo
de Kaelthas y Vashj. Ahora contaba con unos ejrcitos a la altura de sus poderes
mgicos; en verdad, era el Seor de Outland.
Se harn con el control de todas las tierras de la Pennsula del Fuego Infernal
dijo Illidan. Despus, cerraremos las puertas de la Legin y demoraremos el
avance de los demonios.
Sin embargo, Akama tena muchas dudas. Acarici la piedra con runas talladas
que llevaba en la bolsa y percibi la magia que anidaba en su interior, mientras pensaba
en la celadora, en la elfa de la noche que tena su gemela.
***
66
Illidan entr en la Cmara de Mando; la sala de reunin de su consejo en el
Templo Oscuro. Akama lo segua renqueando. Varios Tbidos iban de aqu para all,
colocando los ltimos accesorios en su sitio. Unos grandes tapices con el smbolo de
Illidan bordado pendan de la pared. Una mesa enorme, que mostraba un mapa tallado
en tres dimensiones de Outland, ocupaba casi todo el espacio. Un grupo de elfos de
sangre estaba arremolinado alrededor de l. Se volvieron e hicieron una reverencia en
cuanto vieron a Illidan. No caba duda de que su repentina irrupcin les haba pillado
por sorpresa.
Las defensas mgicas del templo han sido reparadas, lord Illidan. Se hallaban
en un estado lamentable, pero...
Gathios el Devastador, que era muy ancho para ser un elfo de sangre e iba
embutido en una armadura pesada propia de un paladn, le interrumpi a su vez:
Veras Darkshadow apoy la espalda contra la mesa y cruz los brazos; unos
brazos cubiertos de cicatrices. Era el nico que no pareca sentir la necesidad de pelear
por la atencin de Illidan con el resto de sus camaradas. El Traidor hizo un gesto de
negacin con la cabeza. Estos elfos de sangre parecan no tener nada mejor que hacer
que conspirar unos contra otros para ganarse su favor. No era de extraar que Kaelthas
los hubiera dejado ah. Aun as, eran muy eficientes como organizadores y brillantes en
sus respectivos campos. Eran la flor y nata de las fuerzas sindorei en Outland. Haban
decidido llamarse el Consejo Illidari, lo cual tal vez fuera una buena muestra de su
soberbia.
Illidan levant una mano y los mir fijamente hasta que todos se callaron.
67
Estamos en guerra con la Legin le dijo a Gathios. Acaso tengo que
recordarte que el seor demonaco Kiljaeden est muy disgustado conmigo? Pronto lo
dejar bien claro.
Ests seguro de que los hechizos ya estn preparados? Tal vez pronto sean
sometidos a prueba.
Este respir hondo y medit con mucho cuidado lo que iba a decir:
Eso est bien replic Illidan. Porque eso es justo lo que estn haciendo.
Todos se estn jugando el cuello. Entonces, se gir hacia Malande. Enva un
mensaje al prncipe Kaelthas para informarle de la situacin. No quiero que corra
ningn riesgo innecesario. Despus de m, es el objetivo principal de Kiljaeden.
Por supuesto, lord Illidan. Nuestros mejores rastreadores han peinado las rutas
que llevan hasta la Ciudadela del Fuego Infernal y han interrogado a los lderes de los
clanes de los orcos viles. Unos cuantos elfos montados a lomos de sables de la noche
fueron divisados en las colinas que rodean el camino el da de tu desfile triunfal.
Mataron a un grupo de orcos viles y lograron escapar. Uno de ellos portaba una
armadura bruida como la de la celadora Shadowsong.
Illidan les mostr los colmillos y sus subalternos se encogieron de miedo. Haba
estado en lo cierto. Ese da, haba visto a Maiev. Debera haber ordenado peinar las
colinas de inmediato, pero en esos instantes estaba usando todo su poder para contener a
Magtheridon; adems, tampoco estaba seguro del todo de que fuera ella. La necesidad
de epatar a los clanes haciendo gala de su gran poder se haba impuesto sobre sus
suspicacias. Habra dado seales de debilidad si hubiera interrumpido la marcha triunfal
de todo su ejrcito para ir en busca de un puado de elfos de la noche. No obstante,
pensar que ella haba estado tan cerca de l lo enfureca.
68
Vas a dar con Maiev Shadowsong, Veras. Vas a asignar a varios agentes la
misin de investigar exhaustivamente todos los rumores que surjan sobre ella. Ansio
brindarle la misma hospitalidad que me brind a m.
Por supuesto. Todos han obrado bien. Esperemos que sea suficiente.
69
CAPTULO SEIS
CINCO MESES ANTES DE LA
CADA
Detrs de l, el colosal volcn conocido como la Mano de Guldan grua. Las estelas
llameantes de los enormes meteros verdes araaban la faz del cielo mientras caan. La
tierra temblaba como una bestia asustada al recibir su impacto. En la lejana, las
gigantescas murallas del Templo Oscuro se alzaban imponentes.
Debera haber estado con ellos; sin embargo, se haba encontrado en el bosque
cazando cuando los cuernos dieron la voz de alarma.
70
Al instante, haba atravesado el bosque corriendo y haba sorteado saltando los
rboles cados, mientras perciba un intenso olor a quemado.
Reprimi ese recuerdo, ya que era demasiado fcil dejarse llevar por l. Lo
haba hecho tantas veces en el pasado, tantas veces haba estado a punto de empujarlo al
abismo de la locura... En sus momentos ms lcidos era capaz de admitirlo: ningn elfo
cuerdo habra invertido tantos aos en buscar al Traidor, desentraando los secretos de
aquellos que lo haban seguido; ningn elfo cuerdo habra atravesado ese portal mgico
para llegar a esa tierra infernal.
Vandel escrut esas zonas repletas de sombras y, solo por un instante, sinti la
terrible tentacin de soltarse. La larga cada le habra partido el cuello y puesto punto
final a su agona. As podra unirse a su familia en la muerte y acabar con aquel
tormento. Pero se resisti a esa tentacin. No podra descansar mientras la muerte de su
71
hijo no fuera vengada. Su odio era ms fuerte que su deseo de descansar para siempre
en paz.
Se encaram a una almena y cay rodando hasta el balcn situado debajo, donde
yaci en las sombras mientras recuperaba el aliento. Por ahora no se haba topado con
ningn centinela. Por un breve instante, se sinti victorioso. Haba triunfado all donde
todo un ejrcito habra fracasado. Haba logrado entrar en los impos recintos del
Templo Oscuro.
Una sombra con unas alas de murcilago pas por delante de la luna. Daba la
sensacin de que todos sus deseos se iban a cumplir esa noche. Illidan, el mismo
Traidor, surcaba el cielo arrastrado por el viento nocturno. Daba la impresin de que
tambin estaba inquieto esa noche. Tal vez tuviera pesadillas por culpa de los
tenebrosos actos que haba cometido y eso le impeda conciliar el sueo.
Cunto tiempo haba pasado desde la ltima vez que Vandel haba dormido sin
tener pesadillas? No lo poda recordar. Solo se poda acordar de que eran unas
pesadillas terribles. Acarici el amuleto de Khariel una vez ms. Ya falta poco, hijo
mo, ya falta poco.
72
sombras. Quiz incluso en esos mismos momentos, algn centinela letal lo estaba
observando sin ser visto mientras se preparaba para clavarle una daga por la espalda.
Una vez ms se detuvo para cavilar acerca del hecho de que tal vez ya no
estuviera cuerdo. Su mente se haba hecho aicos en una ocasin; en el momento en que
haba hallado el cadver de su hijo, que estaba siendo mordisqueado por un can
manfago. Por un momento, casi pudo oler el aroma a madera quemada y a sangre de
elfo de la noche. Casi pudo or el crujido de esos pequeos huesos. Lanz un gemido y,
a continuacin, maldijo en silencio. Cualquiera que se hallara a cierta distancia poda
haberlo odo, de tal modo que su necedad podra acabar provocando que un guardia lo
despachara sin miramientos. No iba a cometer ms errores. A partir de ahora, se iba a
concentrar en la misin que tena por delante.
Alcanz la parte superior. Aquel al que haba estado buscando durante tantas
leguas por fin se hallaba ante l.
Illidan estaba de espaldas. Tena esas colosales alas pegadas al cuerpo, como si
as intentara protegerse del fro nocturno. Mantena la cabeza, coronada por unos
enormes cuernos, gacha, mientras contemplaba las distantes luces del gran volcn. Qu
era lo que estaba buscando? Qu era lo que vea con esas cuencas desprovistas de
ojos?
Illidan se volvi como si hubiera sabido que Vandel haba estado ah todo el
rato.
Vandel desenvain las dagas, ech un vistazo a las runas msticas que estaban
grabadas en ellas y avanz con sumo sigilo. Se arrodill y coloc las hojas a los pies de
Illidan.
Illidan contest:
73
Quiero asesinar a aquellos que asesinaron a mi familia. Quiero masacrar a tus
enemigos.
Vandel aadi:
Me ensears?
***
Como no saba a ciencia cierta qu se supona que deba hacer, Vandel baj
hasta la base de la torre. Ah dos figuras tatuadas lo esperaban. Daba la impresin de
que haban estado ah todo el tiempo. No se sorprendieron al verlo ni desenvainaron
ningn arma.
Una de ellas era una mujer alta con la cara marcada. Pareca ser una elfa de la
noche, aunque tena unos rasgos demonacos. Unas llamas verdes centelleaban en sus
cuencas vacas. En la frente tena unos pequeos cuernos curvados. Su escasa ropa
dejaba a la vista los tatuajes brillantes que le cubran el cuerpo. Haba cierta magia en
ellos, lo cual atrajo la atencin de Vandel, quien se sinti empujado a intentar descifrar
esos smbolos como si fueran un rompecabezas muy complejo.
Ella se percat de cmo la miraba y curv los labios para mostrarle unos
pequeos colmillos. Vandel respondi a esa fra sonrisa sonriendo a su vez y tuvo la
sensacin de que, de alguna manera, le estaban poniendo a prueba, como si sus espadas
estuvieran entrechocando en una lucha silenciosa.
74
La segunda figura, que tambin posea una forma que recordaba a un elfo de la
noche, no le prest ninguna atencin, lo cual no sorprendi a Vandel. Tena los
prpados cosidos, al igual que los labios. Estaba encorvado, tena la cabeza gacha y los
hombros echados hacia delante. Llevaba el torso desnudo, con lo cual mostraba ms
tatuajes incluso que su compaera. En un cinturn ancho de cuero portaba una serie de
agujas afiladas y largas, de cuyos extremos pendan unas tiras de cuero, cuyas puntas
estaban manchadas; bastaba con mirar al varn para darse cuenta de que haca poco se
haba azotado con algo que le haba rasgado la piel. La sustancia seca que se encontraba
en la punta de esas agujas era sangre seca; con casi toda seguridad, era suya.
Has hablado con lord Illidan dijo la mujer, con cierto tono de envidia en
esa voz ronca; daba la sensacin de que tena mal la laringe, como si en algn momento
del pasado hubiera gritado tan fuerte y durante tanto tiempo que se hubiera daado
permanentemente las cuerdas vocales.
Lo soy?
Cmo te llamas?
Yo soy Elarisiel, y l, Needle. Si tuvo antao otro nombre, hace mucho que
cay en el olvido, incluso l ya no lo recuerda.
75
Vandel hizo una reverencia dirigida a ambos. Elarisiel se ech a rer, con unas
carcajadas malvolas. Needle alz y baj la cabeza; un gesto donde no haba ni el ms
leve rastro de burla. Vandel clav su mirada en l. Era obvio que el varn vea tan bien
como vea lord Illidan. A qu vena todo aquello?
Y cmo se lo ha dicho?
Ms meteoros verdes rasgaron la faz del cielo mientras Vandel y sus guas
cruzaban una serie de bancales. Unos pabellones de seda se alzaban a lo largo de ellos;
de su interior brotaban unas carcajadas demenciales. Atravesaron aquel campamento y,
al final, llegaron a la entrada de un tnel que se abra en una pared en ruinas. Notaron
un aire glido mientras descendan por unas escaleras antiguas erosionadas por el paso
del tiempo y fueron a parar a una enorme estancia.
76
Aquello pareca un manicomio o un hospital de campaa. Haba elfos tumbados
por doquier. Algunos yacan bajo una luz verduzca proyectada por unos faroles viles
titilantes, que haca que diera la impresin de que se encontraban enfermos. Algunos de
los varones tenan barba y el pelo verde, como era habitual en los elfos de la noche,
aunque algunos estaban totalmente afeitados, como los sindorei. Algunos murmuraban
entre ellos. Otros se acurrucaban en las zonas de sombras que haba entre los faroles,
como si intentaran esconderse. La mayora dorman inquietos y hablaban en sueos. Se
oy un chillido demencial y, al instante, una mujer se puso en pie y corri por la cmara
gritando:
Cmo puedes ver, no eres el nico que ha llegado hasta aqu. Muchos han
venido en busca de lord Illidan, pero solo unos pocos sobrevivirn para servirle.
Qu quieres decir?
No le hagas mucho caso a Elarisiel dijo alguien que se hallaba cerca con un
tono amistoso. Le encanta asustar a los nuevos reclutas. Supongo que alguien le hizo
lo mismo cuando lleg aqu y le gusta que todos nos sintamos tan miserables como se
sinti ella.
Me llamo Vandel.
Yo soy Ravael.
Ests pensando en lo que todo recin llegado que ha sido trado jams hasta
esta estancia ha pensado: que los guas eran muy extraos. Tambin te ests
preguntando por qu ninguno de nosotros est tatuado y todos conservamos los ojos.
Oh, s, amigo mo. Muchos ms. Lord Illidan est formando un ejrcito de
invidentes.
No.
S.
Tendra que estar ciego para no fijarme en esas cosas seal Vandel,
aunque enseguida se dio cuenta de que lo que acababa de decir era ridculo.
Crees que aqu los ciegos ven peor que t? inquiri Ravael, y solo por un
instante hubo un leve atisbo de histeria en su voz, lo cual alegr en cierto modo a
78
Vandel, puesto que, hasta ese momento, Ravael haba actuado de un modo tan normal
que pareca fuera de lugar en aquel manicomio.
Creo que, probablemente, ven ms que yo. No han tenido ningn problema
para guiarme hasta aqu o para evitar a cualquiera que se hallara en su camino. Aunque
es posible memorizar el camino, me imagino que todo el mundo que se encuentra en
esta estancia no se halla en el mismo sitio en todo momento.
Tal vez Elarisiel tuviera razn. Tal vez no sea tan especial.
Vandel respir hondo y volvi a mirar a su alrededor. A pesar de que haba dado
por sentado que ah todo el mundo estaba loco o era un invlido, ahora poda ver que
muchos de ellos tenan cicatrices y todos ellos tenan sus armas a mano. Ah haba
guerreros, magos y cazadores.
Vandel pens en lo que l mismo haba perdido y decidi que no deba insistir.
79
CAPTULO SIETE
CINCO MESES ANTES DE LA
CADA
Tanto ella como sus seguidores haban dado caza a esas bestias durante ese largo da
soleado, que les haba ofrecido unas hermosas piezas de caza, lo cual no era muy
habitual. Ah haba piel ms que suficiente como para confeccionar armaduras a una
veintena de soldados draenei. Unas cuantas de sus tropas estaban despellejando a esos
animales en esos instantes. Eso le record a su juventud, que haba quedado hace
mucho tiempo atrs, cuando cazaba por los bosques con su madre. En aquella poca,
ellas mismas se confeccionaban su propia ropa, hecha de cuero, cosida con agujas de
hueso e hilos de tendones. Esos recuerdos provocaron que esbozara una leve sonrisa y,
al instante, el horror la invadi: su madre haba muerto a manos de la Legin Ardiente,
y ese pensamiento hizo que su mente trazara un crculo que la llev a pensar de nuevo
en Illidan.
80
haba arrasado ese mundo. Unas islas colosales flotaban en el aire, pendiendo en el
viento. A pesar de que daba la impresin de que, en cualquier momento, podran
estrellarse contra el suelo, no lo hacan. Segn los lugareos, llevaban estables ah
arriba varios aos. Por otro lado, los rumores de que Illidan se hallaba en guerra con sus
amos demonacos haban llegado hasta ah; al parecer, la Legin Ardiente haba
establecido varias bases en el extremo oeste de Nagrand, y los demonios estaban
preparando un nuevo ataque.
Anyndra se encontraba tumbada boca abajo cerca del fuego, jugando una partida
improvisada de nexo con Sarius, valindose de un tablero hexagonal que haban tallado
en el suelo y de piedras de diferentes colores. La teniente vio que Maiev la miraba y
alz una mano para saludarla. Su pelo haba adquirido una tonalidad verde lima bajo el
sol de Outland y tena la piel deshidratada. Su tnica tena una docena de remiendos; al
igual que el resto de Celadores que haban sobrevivido, se haba negado a deshacerse de
ella, pues era un vnculo con su hogar y quedaban muy pocas.
Sarius segua centrado en la partida, ya que era muy competitivo en todo. Tena
una docena de cicatrices nuevas. Algunas de ellas eran plidas y viejas, pero dos de
ellas eran de contiendas ms recientes. Haban sido unas heridas profundas. Los druidas
normalmente se curaban con rapidez y facilidad de la mayora de las lesiones. Quiz se
las haba dejado como recordatorio o por pura vanidad. Los varones podan ser as a
veces; les gustaba tener cicatrices para alardear y contar historias.
Ambos haban demostrado ser unos soldados buenos y leales en los aos que
haban deambulado por Outland en busca de la clave que les permitiera destruir a
Illidan. Haban logrado mantener con vida a las tropas de Maiev en circunstancias muy
adversas. Se maldijo cuando pens en todos los meses que haba pasado explorando los
terrenos que circundaban la Ciudadela del Fuego Infernal, guerreando con los nagas en
la Marisma de Zangar, vigilando las murallas del Templo Oscuro. Tena la sensacin de
que no haba conseguido nada, puesto que el poder de Illidan se haba multiplicado por
mil durante ese periodo.
81
las filas de ella, un centenar de orcos entraban en la ciudadela de su adversario, de la
que salan transformados en unos combatientes an ms brutales y poderosos. An
quedaban necios que crean que se opona a la Legin y, por eso, se presentaban
voluntarios. No lo conocan tan bien como ella. Saba que estaba invocando a ms y
ms demonios del Vaco Abisal, a los que someta bajo su yugo; seguramente, con
ningn propsito bueno en mente.
Illidan estaba llevando a cabo algn plan muy retorcido. An no poda captar su
lgica, pero saba que deba haber alguna. Tambin haba algunos que afirmaban que
Kiljaeden quera su cabeza. Tal vez el seor demonaco lo deseara, puesto que no sera
la primera vez que unos malhechores se enemistaban; adems, Illidan ya haba
cambiado de bando en ms de una ocasin y lo volvera a hacer cuando le conviniera,
pues su naturaleza malvola siempre se impona y siempre corrompa todo cuanto
tocaba; esta vez no iba a ser distinto.
Maiev se acerc a investigar. Aunque haban divisado ogros en esa zona, dudaba
mucho que se tratara de uno de ellos, puesto que en ese caso ya estaran batallando.
Corri y, cuando estuvo ms cerca, pudo ver a un grupo de Tbidos a los que no
conoca de nada y que iban vestidos como cazadores. Estaban hablando con uno de los
guardias y no parecan hostiles, pero poda ser un ardid.
Maiev los rode hasta situarse detrs de ellos, con intencin de escrutar esa
zona. No haba ninguna seal que indicara que se trataba de una infiltracin enemiga.
No haba ningn Tbido oculto entre las sombras. En la lejana, oy el gruido de un
sable de la noche. Un elemental del viento bram por el cielo nocturno.
Saludos dijo.
82
Maiev haba odo hablar de los Kurenai; eran otra faccin de los Tbidos, una
que no estaba aliada con Akama y su tribu Ashtongue.
Este es nuestro coto de caza y no les hemos dado permiso para cazar.
Maiev cavil al respecto. Con calculada insolencia, recorri con la mirada a los
recin llegados, dejando claro de este modo que estaba contando cuntos eran. Acto
seguido, mir hacia su destacamento; superaba en veinte a uno a esos desconocidos.
Podra clavarte una flecha en el ojo antes de que te lo llevaras a los labios
le advirti Anyndra.
83
Estoy seguro de que tenemos mucho que contamos. Si te parece bien, llevar
a mi gente hasta su ciudad para poder hablar con ese tal Arechron.
Dejar aqu a algunos de los mos para que sean sus guas y yo me adelantar
para informar de su llegada.
***
Maiev abandon el puente con una gran sensacin de alivio. Se detuvo para
echar un vistazo hacia atrs y ver cmo se hallaban sus hombres. Se alegr al
comprobar que seguan ah. Al parecer, Arechron no planeaba traicionarlos. Al menos,
an no.
84
En medio de aquella muchedumbre, rodeado por lanceros, se hallaba un Tbido
enorme de aspecto noble. Iba ataviado con una impresionante armadura naranja y
morada. Cuatro largos tentculos pendan de su rostro. Al moverse, chasqueaba su larga
cola.
Maiev respondi:
Cabalgaron por ese camino repleto de mosaicos y cruzaron los espacios abiertos
de Telaar. A su alrededor, se alzaban esos edificios abovedados tan extraos y tpicos
de la arquitectura draenei.
Como combatiente veterana que era, Maiev observaba todo con gran
detenimiento. Se fij en las zonas donde se podran tender emboscadas o colocar
arqueros. En todo momento, esperaba en cierto modo que los atacaran. Haba pasado
tanto tiempo luchando esos ltimos aos que ahora todas las ciudades le parecan una
trampa y todo ciudadano, un enemigo en potencia. Al percatarse de ello, sinti una
honda tristeza, pero no dej de permanecer alerta.
***
Desde el otro lado de esa mesa baja, Maiev escrut a Arechron. El Tbido
posea un rostro que transmita sinceridad y haca gala de unos modales que hacan que
se sintiera a gusto; sin embargo, haba aprendido haca mucho que tales cosas pueden
ser muy engaosas. Estaba decidida a no bajar la guardia ni un solo instante, aunque
disimul totalmente sus suspicacias.
Las paredes de esa cmara eran curvas y unas alfombras gruesas cubran el
suelo. Un muchacho Tbido apart una cortina de cuentas para echar un vistazo;
indudablemente, la recin llegada le fascinaba. Maiev le mir a los ojos.
85
S, padre replic Corki, pero no hizo ademn alguno de marcharse.
Corki!
S, padre?
S, padre.
Las pezuas del cro repiquetearon sobre el suelo de piedra mientras se alejaba a
saltitos.
A pesar de que Maiev estaba de acuerdo con eso, no le pareci correcto decirlo
en voz alta.
Eres su padre.
Arechron asinti.
Maiev se dio cuenta de que la conversacin poda irse por unos derroteros que
no quera si caa en el cenagal del debate teolgico.
86
Oh, estoy segura de que la Luz vela por nosotros, aunque no estoy tan segura
de que pueda protegemos por mucho ms tiempo. El Traidor pretende dominar Outland.
Ya ha reclutado a decenas de miles de orcos viles y otros seres monstruosos. He visto a
los nagas trabajando con grandes mquinas mgicas en las aguas de la Reserva Colmillo
Torcido. Y, seguramente, no traman nada bueno. Conozco a su lder, a lady Vashj.
Creme, es malvola asever Maiev con un tono de cierta premura. Haba dado este
mismo discurso muchas veces; gracias a l, haba convencido a los jvenes draenei que
haban pasado a engrosar las filas de su destacamento. Pero Arechron no era un
jovencito, sino un lder curtido, con una cierta debilidad por su hijo; y ese era el punto
flaco que ella quera explotar; Si deseas que tu hijo est a salvo en el futuro, debes
hacer algo antes de que Illidan el Traidor cuente con un ejrcito invencible a su
disposicin.
Arechron alz ambas manos, con las palmas hacia fuera. Le ofreci una sonrisa
franca y replic:
No es tan sencillo.
He odo hablar de ti, celadora Maiev. He odo que vas de ciudad en ciudad, de
pueblo en pueblo, reclutando soldados que se unan a tu cruzada contra aquel al que
llamas el Traidor. He odo que algunos de los draenei ms jvenes e impetuosos han
decidido seguirte; sin embargo, yo no soy ni joven ni impetuoso.
87
Creme, me gustara ayudarte, Maiev. Creo que tienes razn al afirmar que
Illidan es muy poderoso, por lo cual no quiero atraer la atencin de tal ser sobre mi
pequea ciudad.
El miedo es lo que es. Si permites que te domine, no importa cul sea la causa
de tu temor.
Para ti todo esto es muy fcil, verdad? Vas cabalgando de un sitio a otro,
tejiendo una telaraa de palabras en la que caen los jvenes guerreros que te siguen. No
tienes que pensar en las consecuencias de tus actos. No te paras a pensar en que son
nuestros jvenes los que mueren.
Muchos miembros de mi propio pueblo han dado la vida para acabar con el
reinado de terror de Illidan. Los elfos de la noche que ves ah fuera, mis oficiales, son lo
nico que queda de la poderosa fuerza que una vez me sigui hasta aqu para perseguir
al Traidor.
Eres una elfa de la noche cnica y llena de ira, pero creo que tambin eres
honrada y honesta. Por eso te prestar toda la ayuda que sea posible. Te proporcionar
suministros y armas. Te permitir que reclutes a cualquiera de nuestros jvenes que
desee seguirte, siempre que no intentes persuadir a los guardias de la ciudad, pues los
necesitamos aqu para protegemos de nuestros enemigos.
88
Maiev reflexion sobre lo que acababa de escuchar. Era obvio que Arechron no
deseaba ser arrastrado a un conflicto abierto con Illidan; no obstante, era igualmente
obvio que tampoco era amigo del Traidor. Teniendo en cuenta las circunstancias, se
tendra que conformar con lo que haba.
Cogi una jarra y llen un par de copas con agua clara. Le ofreci una a ella y la
otra se la qued para l. Como si hubiera podido adivinar lo que la celadora estaba
pensando, se llev la suya a los labios antes que Maiev pudiera beberse la suya. Esta la
olisque y palade un poco con la punta de la lengua. Como no detect ninguna droga,
le dio un sorbo. Arechron sonri.
Dime, ya que conoces a Illidan tan bien, qu crees que est haciendo en
Outland?
Eso no hace falta decirlo. Me refiero a qu crees que planea en concreto. Por
qu est creando un ejrcito tan poderoso? Acaso piensas que pretende invadir tu
mundo natal, tal y como hicieron los orcos no hace tanto?
A Maiev le molest tener que pronunciar esas palabras, puesto que despreciaba
el tipo de poder mgico que empleaba Illidan.
89
Eso es alarmante. Ya has podido ver las secuelas que ha dejado la magia en
nuestro mundo; ha arrasado Draenor, ha costado la vida a millones.
S, eso parece, pero quin sabe qu est pasando realmente? Tal vez,
simplemente, se trate de un conflicto en el seno de la Legin Ardiente. Tal vez el
intento del Traidor de suplantar a Magtheridon le haya hecho ganar ms enemigos de lo
que esperaba. Tal vez sus superiores hayan decidido castigarlo. En cualquier caso, esta
lucha interna es una oportunidad que pueden aprovechar todos aquellos que desean
derrocarlo.
S, es posible.
No ests de acuerdo?
No pretendo ofenderte, pero sospecho que seras capaz de hallar una excusa
para atacar a tu enemigo en cualquier circunstancia. Permaneci callado un
momento. Aunque hay algunos que quiz podran ayudarte en tu misin, quienes
tambin poseen un gran poder mgico.
Los naaru?
No es mi Illidan.
90
No pretenda ofender. A veces me expreso de un modo torpe.
Son unos seres de luz enormemente poderosos. Llegaron a Shattrath hace solo
unos meses, atrados por los ritos de alabanza que los sacerdotes Aldor llevaban a cabo
ah, dentro de un templo en ruinas. Los naaru protegen la ciudad de los demonios.
Hblame de Shattrath.
A pesar de que esa no era la respuesta que la celadora haba estado buscando,
domin su impaciencia.
Cmo podra dar con ella y con quin debera hablar ah?
91
Arechron sonri, como si acabara de lograr algn objetivo.
Hablaron sobre diversos asuntos relacionados con esa ciudad hasta bien entrada
la noche.
***
Maiev contemplaba el amanecer. Era una buena hora para partir e iba a hacer
otro da claro y clido. Sus fuerzas haban disfrutado de unas semanas de descanso en
Telaar. Haba reclutado a otro centenar de jvenes combatientes entre los Tbidos y los
draenei, y estos se encontraban en la retaguardia de su destacamento, montados sobre
sus elekks. Las monturas felinas de su gente parecieran enanas en comparacin con esos
colosales cuadrpedos, los cuales se mostraban muy poco nerviosos ante la presencia de
esos grandes carnvoros.
Una multitud ms grande que la que los haba recibido cuando llegaron se haba
congregado para verlos marchar. Gran parte de esa gente pareca estar ah para
despedirse de los nuevos reclutas.
92
Lo har respondi Maiev. Prefiero depositar mi fe en la fuerza de los
draenei que en la astucia traicionera de los elfos de sangre.
Aunque haba optado por dar una respuesta muy diplomtica, esas palabras eran
la mera verdad.
Maiev dudaba de que eso fuera as. Haba vuelto a encontrarse con Akama en
muchas ocasiones desde la primera vez que se haban visto y conoca bien su poder.
Aunque no confiaba en el Tbido, este todava no le haba mentido, al menos que ella
supiera.
Anyndra cabalgaba a su lado. Por su mirada, estaba claro que estaba aguardando
a recibir la orden de partir. Maiev asinti. Anyndra sopl el cuerno. Los sables de la
noche rugieron. Los elekks bramaron. Esa larga hilera de soldados abandon Telaar,
dejando atrs a una muchedumbre que los vitoreaba, los despeda y lloraba.
93
CAPTULO OCHO
CUATRO MESES ANTES DE LA
CADA
V andel se hallaba en el gran patio de las ruinas de Karabor junto a todos los
dems. Cientos de candidatos llenaban los bancales. Llevaban semanas esperando a que
Illidan regresase. Nadie saba dnde estaba. Ni siquiera sus seguidores ms cercanos
comprendan el porqu de las continuas idas y venidas del Traidor. La impaciencia se
iba adueando de Vandel cada vez ms. Durante muchos das haba sido adiestrado por
una serie de combatientes tatuados del mismo modo que Elarisiel y Needle.
El rubio Varedis, tan arrogante y confiado como un dios, les haba enseado la
verdadera naturaleza de los demonios. Sobre l se rumoreaba que se haba infiltrado en
el Consejo de la Sombra y le haba robado El libro de nombres viles.
Netharel, el elfo de la noche de ms edad de todos ellos, haba sido el que les
haba enseado todo lo que haba que saber sobre armas.
Haban entrenado con armas, peleado con sus colegas reclutas y se haban
llegado a conocer mutuamente un poco mejor, pero Vandel segua sin hacer ningn
progreso que lo acercara a su meta.
94
A veces le daba la sensacin de que habra llegado ms lejos a la hora de
satisfacer su sed de venganza si simplemente hubiera salido por la puerta y hubiera
atacado a cualquiera de las decenas de miles de sirvientes de la Legin Ardiente que
pululaban en gran nmero por Outland; a pesar de que con eso solo habra logrado
morir rpidamente y no habra conseguido nada en ningn sentido, ya que la Legin
contaba con una infinidad de tales soldados.
Entre los elfos de la noche se encontraba Seladan, que haba venido desde muy
lejos, desde el Bosque Cancin Eterna. Tena quemaduras por todo el cuerpo, por culpa
de la decena de puetazos que le haba propinado un infernal. Toda la parte derecha de
su rostro se hallaba hundida en la zona de la mandbula. Un elfo de la noche tan
quemado no debera ser capaz de moverse sin sentir un gran dolor, pero de algn de
modo lo haca, con la misma agilidad que cuando haba sido el guardia de una aldea.
La hermosa Isteth haba perdido a sus tres hijos cuando la Legin Ardiente
haba atacado. Llevaba el cadver calcinado de su beb en una bolsa que llevaba pegada
al pecho. Vandel haba logrado recomponer su pasado a partir del rompecabezas de sus
desvaros. Haba noches en las que la pobre no poda parar de gritar acerca del fuego y
las llamas. Aunque uno de los elfos de sangre haba intentado callarla por la fuerza, ella
lo haba matado de una certera cuchillada.
Luego estaba Cyana, quien pareca prcticamente normal salvo por su ansia por
querer enfrentarse a la Legin. Nunca hablaba de lo que los demonios le haban hecho,
pero daba la impresin de que ella tambin deseaba vengarse con toda su alma.
Ravael le haba aconsejado que no se fiara de los elfos de sangre, puesto que su
adiccin a la magia arcana los haba corrompido. A Vandel eso no le importaba. No
prestaba ninguna atencin a los prejuicios que su propio pueblo haba adquirido desde
95
la invasin de la Legin Ardiente, ya que haba estado demasiado sumido en su propia
cruzada alimentada por el odio como para preocuparse por ello.
No obstante, s saba una cosa: que todos los elfos que estaban ah tenan
razones para odiar a la Legin Ardiente que superaban con mucho a las que tena la
mayora que haba sufrido por culpa de los demonios. Eran como l y senta una extraa
sensacin de camaradera con todos ellos.
No caba duda de que tanto sus camaradas como l no eran los primeros en
recorrer ese camino. Haba otros que se mostraban muy reservados o a los que a veces
se vea entrenando. Estos eran un caso aparte; estaban marcados por sus tatuajes,
cicatrices y extraas mutaciones.
Si bien no todos parecan ser ciegos, todos haban sufrido alteraciones en los
ojos, lo cual indicaba que eran miembros de un grupo aparte, de la lite. Los sirvientes y
soldados que pululaban alrededor del Templo Oscuro los trataban con miedo y un
exagerado respeto. Los aspirantes los miraban con una mezcla de admiracin y envidia,
puesto que posean algo que todos los candidatos deseaban: aplomo, poder y confianza.
Estaban envueltos en un aura de misterio, que dejaba entrever que podran tener otros
poderes invisibles. Se rumoreaba que esos soldados tatuados ya haban asesinado a
demonios.
96
cmo los bramidos de esos monstruos retumbaban por todo el Templo Oscuro. Entre los
aspirantes circulaban muchas historias acerca de scubos y stiros.
Y ahora, empecemos.
Empezar qu?, se pregunt Vandel. Hasta aquel momento, lo nico que haba
hecho era entrenarse en el manejo de las armas y escuchar a sus perturbados
compaeros. Acaso eso significaba que Illidan por fin estaba dispuesto a compartir sus
tenebrosos conocimientos? Iban a aprender por fin a matar demonios, en vez de luchar
entre ellos en los entrenamientos y escuchar las interminables lecciones de Varedis y los
de su calaa?
97
Illidan asinti. Vandel pens que eso era justo lo que el Traidor esperaba de l, o
tal vez, simplemente, era cosa de su imaginacin.
Sinti un cosquilleo por todo el cuerpo. Not que tena la boca pastosa. Unas
motas de luz de un color amarillento y verduzco giraron en tomo a l.
Illidan pronunci una palabra mgica y se produjo una descarga de energa vil.
La temperatura descendi. El aire brill y se congel, y un can manfago se materializ.
Tal vez fuera cosa de su imaginacin, pero se pareca sorprendentemente mucho al que
haba matado a su hijo Khariel.
Not unas quemaduras all donde las mandbulas del can manfago entraron en
contacto con su brazo, donde unos dientes afilados como cuchillas le atravesaron la
carne. Su sed de venganza no le haba permitido darse cuenta de que esa criatura posea
una velocidad sorprendente. Al instante, retrocedi de un salto para apartarse de ella.
Sinti un cosquilleo en la espalda y, entonces, descubri que no poda salir del crculo.
La magia lo mantena aprisionado dentro de l, era como si el mismo aire se hubiera
solidificado. Dio una voltereta y las fauces del demonio se cerraron a solo unos
centmetros de su cara. Oli su aliento a azufre al mismo tiempo que le clavaba la daga
98
en el cielo del paladar, con la intencin de llegar hasta ese lugar donde debera tener el
cerebro.
Si bien el can manfago intent cerrar la boca, no pudo hacerlo, ya que la daga
colocada entre sus mandbulas haca las veces de cua. Con ese esfuerzo, lo nico que
logr fue que la punta hechizada de esa arma se le clavara an ms profundamente en el
crneo. Un jadeo brot de los labios de la criatura. Se desplom y se qued quieto,
agitando la cola mientras sufra estertores.
Illidan se agach y con una de sus garras le arranc al can manfago el corazn,
que todava lata, del pecho y se lo ofreci a Vandel.
Cmetelo le orden.
Eso no era lo que Vandel esperaba. Contempl ese repugnante montn de carne
nauseabunda y se plante la posibilidad de negarse a hacerlo. Pero solo por un
momento. Haba algo en la actitud del Traidor que le indicaba que mostrarse desafiante
no era una opcin, as que cogi el corazn con ambas manos. Palp esa carne de
demonio hmeda y pegajosa. Un icor verduzco y cido goteaba de lo que tal vez fueran
unas venas. Not un cosquilleo en las palmas de las manos y tuvo la sensacin de que
se le estaban a punto de quemar.
Ech un vistazo a su alrededor e, incluso a travs del aire reluciente del crculo,
pudo ver que todo el mundo tena la mirada clavada en l. Todo el mundo estaba
expectante, esperando a ver lo que haca. Vandel se llev la carne a los labios y sac la
lengua, en la que sinti un cosquilleo y como si se quemara, al igual que en las manos.
Sospechaba que esa carne estaba impregnada de magia vil. Mordi esa carne hmeda y
se oblig a masticar. Era dura y le dio la impresin de que, en cuanto entr en contacto
con sus labios, se retorci. Se la trag y pareci expandrsele en la garganta, como si el
demonio, a pesar de estar muerto, estuviera decidido a ahogarlo. Not que se
atragantaba, as que trag de nuevo, intentando as que ese trozo de carne le bajara al
estmago. Fue como si una babosa descendiera por su garganta.
Entonces, Illidan seal al charco de sangre que se haba formado alrededor del
cadver.
99
Bbela.
Illidan enton un cntico mgico una vez ms. Unas grandes esferas de color
verduzco orbitaron a su alrededor, brillando con la intensidad de unos soles esmeraldas
que desprendan calor y poder mgico. Vandel tuvo la sensacin de que se le iba a
desgarrar la piel. Unos relmpagos saltaron de un orbe a otro, conformando una jaula de
energa crepitante; a rengln seguido, en cuanto el Traidor pronunci una palabra, los
rayos atravesaron a Vandel, que grit de agona al sentir cmo la magia invada su
organismo.
Le flaquearon las piernas y se desplom. Luego, rod por el suelo una y otra
vez, como alguien cuya ropa est ardiendo e intenta apagar as las llamas, mientras se
agarraba la cabeza. El dolor era muy intenso y, en ese preciso instante, supo que el
Traidor lo iba a matar. Alz la vista y vio a un Illidan transformado. Ya no pareca un
elfo de ningn modo. Un aura tenebrosa y crepitante lo envolva. Su cuerpo se haba
deformado y brillaba. Una maldad pura reluca en las cuencas de sus ojos, que era
visible a pesar de la venda que se las tapaba. Vandel se sinti como si estuviera cayendo
hacia esos estanques de luz malvola, precipitndose hacia un vaco infinito.
100
CAPTULO NUEVE
CUATRO MESES ANTES DE LA
CADA
Las casas de madera con tejados a dos aguas crepitaban y se quemaban. El olor a pino
chamuscado impregnaba el ambiente. La savia herva dentro de la madera, bullendo por
el calor.
Corri por las calles llenas de humo, llamando a gritos a su mujer e hijo. En una
mano sostena su largo cuchillo de caza. Los demonios se divertan entre las ruinas. Los
diablillos lanzaban descargas de fuego contra los edificios en llamas. Unos infernales
descomunales recorran las calles con cierta pesadez. Unos moarg enmascarados y
ataviados con armaduras, que andaban como los patos, rociaban todo lo que vean con
el fuego mgico de sus armas. En la viga del techo de la gran casa central de la aldea, la
imponente figura alada de un Seor del Terror se alzaba amenazante.
Todo pareca tan real como si los cincos aos llenos de miserias que haba
pasado deambulando de aqu para all se hubieran esfumado y se le hubiera dado una
segunda oportunidad de poder salvar a su hijo; no obstante, saba que ese no era el caso.
Al igual que en una pesadilla, saba qu iba a suceder a continuacin, y as fue.
101
El cro volvi a meterse en casa; su diminuto puo fue lo ltimo en desaparecer
de la vista. Vandel atraves el umbral de un salto. Khariel yaca ah, con los ojos
abiertos, con la mirada clavada en el techo. Un can manfago, que estaba agachado
sobre su pecho, se lo estaba comiendo. La diminuta hoja de plata de la que el nio se
haba sentido tan orgulloso todava reluca en su cuello.
Oh, qu dolor tan, tan dulce, oy decir a una voz que proceda de lo ms
profundo de su fuero interno.
Pero lo hars, muchas, muchas veces. Y yo me dar un festn con ello mientras
te devoro el alma.
Haba una presencia extraa en su mente. Se trataba de una voz que sonaba
como la suya, pero que no lo era. Perteneca a algo que contemplaba todo ese horror, se
nutra de l y disfrutaba de cada instante del mismo.
Qu deliciosa agona.
A pesar de que el dolor estuvo a punto de paralizarlo, empuj con todas sus
fuerzas hacia delante. El can manfago cay de espaldas. Vandel se coloc de un salto a
horcajadas sobre su pecho, de tal modo que lo inmoviliz en el suelo. Agarr la
empuadura de su daga con ambas manos y apual una y otra vez al demonio hasta
que dej de revolverse y yaci quieto.
El humo lo invada todo. Debilitado por las heridas sufridas, Vandel yaca en el
suelo. Tena la cabeza al lado de la de Khariel. Estir el brazo y, con unos largos dedos,
le cerr los ojos al cro. Unas lgrimas le recorrieron las mejillas. No poda moverse.
No quera moverse. Se quedara tumbado ah hasta que las llamas convirtieran su hogar
en su pira funeraria.
Por un momento, Vandel not que la carne del demonio intentaba salir hacia
fuera a travs de la suya, al mismo tiempo que senta cmo el espritu del demonio se
funda con el suyo. La realidad que conformaba esa aldea en llamas se desdibuj. Alz
la vista y vio a Illidan en el exterior del Templo Oscuro, quien le devolva la mirada.
Pese a que intent liberarse de esa pesadilla, esta regres, invadiendo por entero su
mente, hacindole sentir que nicamente se hallaba en las ruinas de su hogar,
reviviendo ese recuerdo como si fuera el presente.
Una colosal figura alada ocupaba la puerta de entrada por entero, tapando la luz
que desprenda la aldea en llamas. Era un demonio. Vandel se puso en pie como pudo,
pues una cosa era dejar que el fuego lo matara, y otra dejar que un enemigo lo asesinara.
Su asaltante se gir y Vandel se dio cuenta de que era distinto. Pareca ser un
elfo de la noche, aunque era ms alto que la mayora de ellos y posea unos rasgos
demonacos. Tena el cuerpo cubierto de unos tatuajes brillantes. Aquel ser que miraba
a Vandel posea el rostro de un dios cado, que, de algn modo, era capaz de ver a pesar
de la venda de pao rnico que llevaba ah donde deberan haber estado sus ojos. Un
horrorizado Vandel reconoci a esa figura. Se trataba de un ser sobre el que se contaban
infinidad de leyendas tenebrosas.
Eres Illidan dijo. El Traidor! T eres quien est detrs de todo esto.
Vandel aferr con ms fuerza si cabe su daga, reuni todas las fuerzas que le
quedaban y arremeti contra l. Fue un golpe perfecto, dirigido con suma pericia. Jams
en toda su vida haba lanzado un golpe tan puro. El peso del mismo destino lo
impulsaba. Iba a ser quien iba a acabar con la vida del Traidor.
La punta de la hoja roz esa piel tatuada a la altura del corazn de Illidan. Con
suma fuerza y rapidez, agarr a Vandel de la mueca, de tal modo que su daga se
detuvo ah mismo.
104
A pesar de que Vandel empuj con todas sus fuerzas, la hoja no se movi de su
sitio. Tena la frente perlada de sudor debido al gran esfuerzo que estaba haciendo.
Illidan, sin embargo, no daba ninguna muestra de estar en absoluto en tensin.
Fue la tristeza la que hizo brotar esas palabras de los labios de Vandel.
Mentiroso.
He llegado tarde para salvar este lugar, lo cual me enfurece, pues tengo
buenos recuerdos de l. Hace diez mil aos, fui feliz aqu, brevemente.
Mentiroso!
Vandel mir al Traidor directamente a la cara, pero el pao rnico que le tapaba
las cuencas de los ojos le impeda interpretar su expresin.
A partir de aqu, solo tienes dos caminos a escoger. Uno lleva a la locura y la
muerte; el otro, al interior de mis tinieblas.
Jams.
Como sumo desdn, Illidan propin un golpe del revs a Vandel que alej a este
de l.
El fin de todo lo que existe se acerca y no tengo tiempo que perder con
ningn necio. S deseas vengarte, bscame.
105
La oscuridad titil en el campo de visin de Vandel. Las corrientes de aire
ascendente que surcaban la aldea en llamas empujaban el humo y las chispas en
direccin hacia su rostro. En cuanto pudo volver a ver, comprob que Illidan haba
desaparecido, dejndolo solo en medio de las ruinas de una vida que se haba hecho
aicos de repente.
La criatura avanz con sigilo. Se mova con la confianza de un cazador que sabe
que su presa no puede escapar y se va a tomar su tiempo para jugar con ella. Vandel
abri y cerr las manos; las tena vacas. Ech un vistazo a todo cuanto le rodeaba, en
busca de una piedra afilada, una roca, cualquier cosa que pudiera utilizar como arma,
pero no haba nada. Unas garras araaron la piedra que se hallaba delante de l. El can
manfago haba aprovechado la oportunidad para recortar la distancia que los separaba.
Se puso en pie sobre los cuartos traseros y abri la boca de par en par.
Vandel consigui agarrarle de las fauces justo antes de que le mordiera el cuello
con ellas. Las puntas de sus colmillos le desgarraron la carne de los dedos. Busc a
tientas un asidero que no estuviera tan afilado como una cuchilla e introdujo los dedos
en la parte carnosa que haba entre las encas y el labio. Sin embargo, no tuvo tanta
suerte con la mano derecha. Unos dientes afilados se clavaron en ella. El dolor fue
agnico. El cosquilleo que sinti en la piel all donde la saliva del demonio la haba
tocado no hizo nada para calmar el dolor, sino que, al parecer, lo amplific.
106
Es muy real, y si mueres aqu, en este sueo tejido con hechizos, morirs para
siempre, y yo me quedar con tu alma y tu cuerpo. Ya te he infectado. Ya puedo
valerme de tus habilidades, tus pensamientos. Ya soy mucho ms de lo que fui antao.
Con todas sus fuerzas, intent obligarlo a abrir ms las fauces, pero lo nico que
logr fue evitar que las cerrara. Esos dientes le perforaron los dedos. Saba que era una
mera cuestin de tiempo que perdiera esa lucha.
Si bien esa carne le hizo sentir una serie de cosquilleos al bajar por su esfago,
esta vez tuvo la sensacin de que le estaba haciendo ganar fuerzas. El mundo brill y se
oscureci. Le invadieron las nuseas. Cay hacia delante, sobre el cuerpo de su
enemigo. Sinti que se le desgarraban las tripas y que algo se retorca violentamente en
ellas.
107
Se centr en uno de ellos y vio una tierra dorada, donde el sol brillaba con
fuerza, donde una gente despreocupada cosechaba bajo el sol. Entonces vio un portal
que haba rasgado el entramado de la realidad. A travs de esa grieta, las fuerzas
imparables de la Legin Ardiente entraban a raudales; unos ejrcitos invencibles de
demonios, cuyo nico propsito era destruir y masacrar.
Todo aquello haba acaecido haca muchos aos. Mucho antes de que la Legin
hubiera llegado a Azeroth, ya haba arrasado infinidad de mundos a su paso,
destruyendo todo cuanto hallaba en su camino. Su nico y firme propsito era matar.
Haba pocas y lugares en los que se haba logrado detener a la Legin, pero
est siempre volva ms fuerte que antes. A veces, los mundos no acababan siendo
destruidos, sino que eran conquistados e incorporados a la estructura de la Legin, con
el fin de que les proporcionaran ms soldados con los que alimentar esa incesante
mquina de guerrear.
l no era el nico padre que haba perdido un hijo por culpa de la Legin. En
todo momento, en algn lugar, diez mil nios eran asesinados con un salvajismo
extremo.
Era testigo de una locura que superaba todo lo inimaginable. La Legin solo
exista para destruir y no parara hasta que todo en todas partes hubiera muerto. Luego
se volvera contra s misma con gran ferocidad hasta que no quedara nada. Se trataba de
una visin de un horror indescriptible. Lo peor de todo era que ahora saba lo poderosa
que era realmente la Legin. En ningn lugar de todos los mundos de la existencia
entera, haba una fuerza capaz de derrotarla.
Ahora que conoces la verdad. nete a nosotros. La voz haba vuelto. Esta vez
hablaba con un tono suplicante y meloso, pero segua percibiendo la misma ansia, la
misma hambre tras ella.
108
Jams.
Por todas partes, la Legin Ardiente avanzaba, destruyendo un mundo tras otro.
Cada muerte estrechaba el margen de mundos posibles, hasta que, al final, toda esa
multitud de posibilidades qued reducida a solo unas pocas. En cada una de ellas, la
Legin marchaba triunfal, impidiendo el nacimiento de los futuros y dejando los
presentes desprovistos de toda vida. Vio infinidad de Azeroths, infinidad de Vandels e
infinidad de Khariels, y todos ellos acababan en las garras de la muerte. Vio a su hijo
morir de una infinidad de maneras distintas y en todos y cada uno de esos mundos
posibles no pudo hacer nada para evitarlo.
Una y otra vez esas visiones rugieron, arrasndole el cerebro, empujndolo hasta
el abismo de la locura. Cada vez que vea una, una parte de l mora, y el demonio que
haba dentro de l se alimentaba de su agona y se regodeaba en ella. Aunque se tap los
ojos con las manos, eso no impidi que siguiera teniendo esas espantosas visiones. A
pesar de que cerr los ojos con fuerza, segua viendo y viendo y viendo, hasta que no
pudo soportarlo ms. Presa del horror, se introdujo los dedos en la cuenca de los ojos y
not cmo la sangre flua bajo sus uas, mientras se las clavaba en los gelatinosos
globos oculares. Tir y tir y tir del msculo y el nervio ptico, hasta que se arranc
los globos oculares con un espeluznante ruido seco.
109
En el ltimo momento, antes de que el terror lo abrumara del todo, se dio cuenta
de que eso era precisamente lo que Illidan haba visto en su da, eso era lo que lo haba
convertido en lo que era. El Traidor haba recorrido ese sendero antes que l. El
objetivo de todo ese ritual era recrear esa experiencia.
La oscuridad rein.
Y el silencio tambin.
***
110
La desesperanza se adue de su mente. En algn lugar, en lo ms hondo de su
ser, un demonio se estaba alimentado. Se nutra de su tenebroso estado de nimo y
paladeaba cada bocado de su desdicha. Habra llorado si an hubiera podido.
Desesperado, se tap con las manos las cuencas vacas de sus ojos.
111
CAPTULO DIEZ
CUATRO MESES ANTES DE LA
CADA
U nos guardias, ataviados con unos petos relucientes y montados sobre unos
Pero descart esa idea. Si ella poda ser capaz de conseguir tales monturas, sus
adversarios tambin. Simplemente, la batalla se trasladara a un nuevo campo: el aire.
En tierra, al menos, sus tropas podan esconderse bajo la espesura del bosque. Era algo
a lo que estaban acostumbrados los elfos de la noche y que los draenei y los Tbidos
estaban aprendiendo.
112
Sin embargo, esos bosques no se parecan en mucho a los de su hogar. Al igual
que gran parte de Outland resultaban muy extraos (por ejemplo: unas polillas
gigantescas aleteaban de manera repugnante entre los rboles) y muchos de ellos haban
sido corrompidos por la magia vil. Cuanto ms vea de ese mundo, ms se daba cuenta
de que estaba impregnado de unas energas msticas malvolas. Tal vez eso tuviera algo
que ver con la presencia ah de la Legin Ardiente. No obstante, s estaba segura de una
cosa: Outland era un lugar perfecto para Illidan, puesto que posea todo lo que l
ansiaba; aqu se senta como en casa, de un modo que un elfo normal nunca podra
sentirse.
Tu comitiva tambin?
S.
Dio por sentado que el hecho de que gran parte de sus tropas fueran draenei era
un punto a su favor. O tal vez los guardias se haban acostumbrado a ver a refugiados
continuamente por ah. Sus guerreros estaban agotados tras tanto cabalgar y luchar; no
obstante, quiz los centinelas se alegraban de que ms tropas entraran en la ciudad.
Los guardias apartaron las lanzas. Los estandartes aletearon una vez ms bajo el
viento. Maiev cruz el enorme arco de piedra. En cuanto atraves el umbral de la
entrada a la ciudad, profiri un grito ahogado. Ah haba un poder muy antiguo y
benevolente. Se encontraba imbuido en las mismas piedras, a las que haba
transformado en algo ms que una mera barrera fsica que impeda entrar a los esbirros
de la Legin Ardiente. Not el fluir de esas vastas energas desde el interior de la
colosal torre que se alzaba imponente sobre la ciudad.
113
Nos hallamos en presencia de la Luz asever Anyndra, ya que, fuera lo que
fuese, ella tambin lo perciba.
Esperemos que as sea replic Maiev. Recemos para que no sea un gran
engao.
Decidi que no importaba que esos naaru fueran menos benevolentes de lo que
parecan. Si la ayudaban a combatir al Traidor, estaba dispuesta a pactar con ellos.
***
Los labios del elfo de sangre se curvaron para dar forma a una sonrisilla
arrogante; aun as, fue incapaz de mirarles a la cara.
En su da, pertenecieron a nuestra raza. Tal vez puedan volver a ser como
eran. Tal vez puedan redimirse.
Maiev lo observ detenidamente. Deberla haber esperado algo as, ya que Sarius
era un druida y tena unas ideas muy raras.
No creo que quieran redimirse afirm Anyndra. Creo que les encanta ser
lo que son.
Y eso cmo lo sabes? pregunt Sarius. Acaso has hablado con alguno
de ellos?
115
Sarius tambin sonrea. Ambos se entendan a la perfeccin y se tenan cario,
pero mientras eso no supusiera un obstculo a la hora de cumplir sus obligaciones, a
Maiev no le importaba.
***
Un Tbido descomunal sali del edificio y abri los ojos como platos al ver a tal
cantidad de jinetes. La celadora se lo poda imaginar calculando mentalmente los
beneficios.
Que la Luz los bendiga a todos dijo, agachando una cabeza coronada por
una cornamenta. Los largos tentculos que tena alrededor de la boca pendieron con
laxitud. Junt ambas manos, con los dedos entrelazados. Bienvenidos a La Copa de
Cristal.
Has hablado con mi primo, por lo cual te recibo an ms con los brazos
abiertos. Quieres que provea de alojamiento a tu comitiva?
116
No, nicamente a m, a mis oficiales y a una decena, ms o menos, de
escoltas. El resto de mi destacamento acampar al otro lado de las murallas de la
ciudad.
Maiev crey percibir cierto tono de premura en su voz. Tal vez Arechron ya
haba contactado con l. Los mensajeros volaban de Telaar y Shattrath y viceversa
continuamente.
***
Los aposentos de Alexius eran muy lujosos, contaban con varias alfombras y
diversos espejos, as como con bastantes botelleros. Con sumo cuidado, escogi una
botella, a la que le quit el polvo soplando, y se la ense a Maiev, como si eso sirviera
para algo; la celadora no saba distinguir entre un vino aejo draenei y otro, no tena ni
idea al respecto y le preocupaba bastante poco.
117
A veces, en las comidas, pero me refiero, en general, al aroma. Me hace
pensar en mis padres, cuando se sentaban a comer con el resto de la familia.
Debi de ser una poca terrible coment Maiev, quien haba descubierto
que cuanto ms les recordaba a los draenei y los Tbidos lo mucho que haban sufrido,
ms estaban dispuestos a ayudarla a luchar contra aquellos a los que consideraban
responsables de sus desgracias.
El Tbido asinti.
Hablaba en voz baja en todo momento, como si temiera que alguien pudiera
estar espindolos incluso en su propiedad. Si Alexius crea que era lo que haba que
hacer, Maiev decidi que ms le vala hacer lo mismo:
118
S.
Pues cuentas con un ejrcito muy pequeo para llevar a cabo una empresa tan
grande.
Lo he derrotado en el pasado.
Aun as, ahora est libre y se ha vuelto muy poderoso. Sus agentes merodean
por doquier, sin ser detectados. Adems, siempre hay gente dispuesta a hablar a cambio
de oro. Yo que t tendra mucho cuidado con quin hablo y an ms con de qu hablo.
Tendr eso en cuenta. Se me coment que aqu podra hallar gente que tal vez
pudiera ayudarme. Los naaru, por ejemplo.
Tal vez ellos s pudieran, aunque me temo que tienen sus propias
preocupaciones, Aun as, no perdemos nada por preguntar.
Los Shatar. Eso es lo que significa su nombre. Son los naaru que se vieron
atrados hasta las ruinas de Shattrath cuando percibieron que los sacerdotes Aldor
realizaban ritos dentro de uno de esos templos que haba quedado reducido a
escombros.
119
No albergo ninguna duda de que su objetivo es digno de elogio, pero creo que
har un mejor servicio a la Luz si derroto a Illidan. Es el campen ms poderoso que la
Legin Ardiente tiene en Outland.
Quiz sea un engao. O quiz una mera disputa pasajera. En otras ocasiones,
tambin se ha enemistado con sus seores supremos demonacos, pero al final, siempre
se las ha ingeniado para ganarse de nuevo su favor.
Debe de odiarte.
Si vas al Bancal de la Luz, podrs hablar con ellos. A estas alturas, ya sabrn
que ests aqu. Sern capaces de detectar el poder que anida en ti y te concedern una
audiencia.
As de sencillo?
Los Arspices desprecian a los que ayudan al Traidor, a quien ellos mismos
traicionaron.
Ah, s?
120
El prncipe Kaelthas los envi a arrasar nuestra ciudad. Eran un poderoso
destacamento, compuesto por los mejores y ms inteligentes del ejrcito de Kaelthas,
unos magi poderosos y unos grandes eruditos. Los Aldor se prepararon para defenderse,
pero los elfos de sangre depusieron sus armas y solicitaron una audiencia con los naaru.
Al parecer, su lder, Vorenthal, haba tenido una misin: nicamente si serva a los
naaru, sus hombres sobreviviran.
Eso pensaron muchos; sin embargo, los naaru hablaron con el tal Vorenthal y
lo aceptaron como leal vasallo. Desde entonces, tanto l como sus hombres han servido
bien a la ciudad.
Es una estratagema.
Los naaru pueden ver los recovecos ms hondos de la mente de aquellos con
los que conversan; engaarlos no es fcil.
Maiev se sonroj.
El enemigo de mi enemigo...
No eres el primero que me sugiere tal cosa. Pero aliarse con los sindorei es ir
demasiado lejos.
Pues es una pena, ya que los Arspices son unos hechiceros muy poderosos...
Maiev cerr los puos. El Tbido se dio cuenta de que haba cometido un error y
aadi:
121
No hablar ms sobre el tema.
Tal vez eso sea lo ms inteligente. Maiev se sinti arrepentida por un breve
instante. No tena nada que ganar enemistndose con el posadero. Aprecio la ayuda
que me has brindado. Aqu soy una forastera que se siente fuera de lugar y toda ayuda y
consejo amistoso es bienvenido, pues es de un valor incalculable.
Hblame sobre l.
Soy posadero. Nosotros nos enteramos de muchas cosas, sobre todo cuando
prestamos suma atencin a todo cuanto sucede a nuestro alrededor.
122
Mi primo te ha enviado. Si hiciera algo as, estara quebrantando todas las
normas que rigen las relaciones de parentesco y la hospitalidad.
An quedaba un rato para que se hallara cara a cara con el naaru, por lo que se
senta agradecida, ya que eso daba la oportunidad de poder acostumbrarse a su
sobrecogedora presencia. Adal brillaba como un sol encadenado. Si el poder del naaru
se desataba, este podra destruir ciudades y arrasar montaas enteras. Cuando la
celadora se acerc para saludarlo, el naaru tena toda su atencin y su luz centrada en
ella. No se arrodill ante l, sino que mantuvo la cabeza alta y mir directamente hacia
la luz. Maiev se sinti como si el naaru fuera capaz de leer sus pensamientos, tal y como
ella podra haber ledo un pergamino desenrollado. Haba algo en ese ser que la haca
sentirse como poco ms que una nia.
Adal pregunt:
123
En qu puedo ayudarte?
S.
Sabes a qu me dedico?
S.
Nosotros vemos las cosas desde una perspectiva distinta. No poseemos unos
cuerpos que envejezcan. Somos seres de Luz.
Eso puedo verlo y, por esa razn, lamento an ms que no podamos ayudarte
en estos momentos.
Qu?
124
Esa palabra brot de sus labios sin que pudiera impedirlo.
Ay, nosotros tambin tenemos una misin que cumplir en este lugar. Nos
oponemos a la Legin Ardiente. Y esa es una tarea que consume todos nuestros
recursos.
Tu odio te ciega.
No es odio. Busco que se haga justicia con aquellos a los que ha matado, a
aquellos a los que ha traicionado, a aquellos a los que asesinar. No puedes decirme que
de verdad crees que Illidan es mejor que la Legin Ardiente.
Y ustedes s?
Necesito algo ms que unas palabras corteses si quiero que Illidan sea
castigado de un modo justo.
Debes hallar tu propio camino. Incluso aqu, cuentas con aliados, aunque no
seas capaz de verlo. Podrs averiguar ms al respecto si haces un esfuerzo. El gran
magister de los Arspices te espera, pues quiere hablar contigo.
Un elfo de sangre?
125
Un miembro de tu pueblo.
Maiev refren su furia. Hizo una reverencia y se gir, sin esperar a que Adal
diera por concluida la audiencia. Oy cmo los elfos de sangre cercanos proferan gritos
ahogados de asombro, lo cual le proporcion cierta satisfaccin. Un elfo de sangre alto,
que vesta el tabardo de los Arspices, se acerc hacia ella. Con casi toda seguridad, se
trataba del que le haba mencionado Adal. Pas junto a l sin darle la oportunidad de
hablar.
126
CAPTULO ONCE
CUATRO MESES ANTES DE LA
CADA
brazos, con la intencin de mantener el equilibrio, pero solo logr empeorar las cosas.
Volvi a estamparse contra el duro suelo, golpendose la cabeza. Se llev la mano a la
frente y not algo hmedo. Se haba hecho una herida de nuevo. Tena el pelo
manchado de sangre seca por culpa de las heridas que se haba hecho en sus anteriores
intentos de levantarse.
Con una cadencia regular, las pezuas de los siervos Tbidos repiqueteaban
sobre el suelo de piedra mientras limpiaban las estancias y aseaban a los enfermos. En
dos ocasiones le haban intentado limpiar con unas esponjas y l haba intentado
quitrselos de encima. Lo nico que quera era que lo dejaran en paz.
127
pero ahora pensaba que su mente le estaba jugando una mala pasada, hacindole creer
que poda ver cosas siempre que oa a otros cerca.
Era la primera vez que Vandel oa la voz del Traidor desde el ritual. Al instante,
curv los labios para esbozar una sonrisa burlona y replic:
Yo pens lo mismo en su momento. Pero ahora puedo ver hasta el fin del
universo, que est ms cerca de lo que cree la mayora.
Lo s.
Haba una certeza arrogante en las palabras de Illidan que molest a Vandel, as
como un cierto tono desafiante.
128
Oy el crujido de las alas de Illidan cuando este se movi. El Traidor ignor lo
que acababa de decir, como si fuera capaz de intuir con quin estaba hablando Vandel.
Desobedecer a esa voz era imposible. Incluso esa cosa que moraba en la mente
de Vandel se acobard. Tambalendose, se levant y permaneci en pie
bambolendose. Se le revolvi el estmago. El mundo volvi a dar vueltas a su
alrededor. Alguien con una mano provista de garras le agarr del hombro y lo mantuvo
de pie. Unos puntitos de luz brillaban junto a l y se alejaban reptando del punto de
contacto.
129
Su ira era una hoguera tan brillante como el aura de Illidan y le insuflaba
fuerzas. En la boca, paladeaba la bilis del odio. Quera destrozarle la cara a golpes al
Traidor y sacudirle hasta romperle los huesos. Quera beberle la sangre y comerle el
corazn, para sentirse lleno de ese poder que arda ante l.
El resplandor del aura de Illidan se desplaz. Vandel gir la cabeza para seguirlo
y se dio cuenta de que as tambin estaba siguiendo la fuente de esa voz. Esto no aplac
su furia, sino que se sinti an ms frustrado. Quera rasgar y desgarrar. Se mordi el
labio, y de l man sangre. Iba a matar al Traidor. Lo iba a reemplazar.
Illidan dijo:
Ya basta. Debes aprender a controlar a eso que anida en tu interior; si no, eso
te controlar a ti.
Empujado por la ira, Vandel lanz un codazo hacia atrs. Una vez ms, acab
volando de un lado de la habitacin a otro. Not la veloz caricia del aire. Percibi la fra
presencia de la pared antes de estrellarse contra ella y quedarse inmvil adrede. Sinti
dolor por culpa del impacto, pero no tanto como debera. Tras rodar de nuevo, se puso
de pie.
130
El Traidor le impeda alcanzar a su presa. Vandel flexion los msculos para
saltar. El aura de Illidan se volvi ms definida y esa luz amarillenta y verduzca brill
con ms intensidad. Algunas motas de esa luz flotaban en el aire a su alrededor,
adquiriendo nuevas formas mientras el Traidor mova los dedos y los brazos. Un
instante despus, una descarga de esa energa emergi de uno de los dedos de Illidan e
impacto contra el pecho de Vandel. Las fuerzas lo abandonaron como el vino cuando se
derrama de una copa boca abajo. Volvi a sentirse mareado, pero esta vez la sensacin
fue mil veces ms intensa. Se estamp contra la piedra que se hallaba cerca de los pies
de Illidan, y la ira lo abandon en la misma proporcin que lo abandonaban las fuerzas.
Acompame.
Por qu?
Vandel, que todava se hallaba mareado y dbil, se puso en pie haciendo un gran
esfuerzo. Su verdadero enemigo era la Legin Ardiente, las innumerables huestes que
componan ese ejrcito, que en esos momentos se estaba preparando para atacar su
mundo natal.
131
quera decir nada. No albergaba ninguna duda de que ese demonio segua ah dentro,
aguardando a la oportunidad de recuperar una vez ms su libertad.
Ahora era consciente del fluir de las energas que lo rodeaban. Las luces eran las
auras de los seres vivos, algunas de las cuales eran muy brillantes y estaban repletas de
energa. La ms brillante de todas perteneca al que se hallaba a su lado.
Me ests diciendo que eres capaz de pasar de percibir el mundo con esta
visin a verlo como si volvieras a tener ojos?
Intent imaginarse a Illidan como lo vea antes y, poco a poco, vio una imagen
muy poco definida del Traidor ante l, como si se tratara de un dibujo hecho por un cro
en el barro, cuya boca se movi cuando Illidan habl:
Percibes los flujos de energa. Notas las almas de los vivos y los no vivos.
Illidan lo empuj hacia delante y choc con algo a la altura de la cintura; algo
que pareca el borde de una mesa.
132
Vandel palp a tientas la mesa y not la dura textura de la madera. En ese
instante, se dio cuenta de que nunca haba prestado demasiada atencin a su sentido del
tacto ni se haba percatado de lo impreciso que haba sido hasta entonces; sin embargo,
ahora era capaz de percibir cada grano de madera, cada nudo, cada astilla. Not que
haba reas un poco ms bastas que otras, como si el carpintero hubiera estado un poco
torpe a la hora de cepillar la madera. Tena la sensacin de que la agudeza de sus
diversos sentidos haba aumentado sobremanera.
Algn da aprenders a hacer esto t solo, pero por ahora tendrs que aceptar
que te lo hagan otros. No te muevas le advirti Illidan. Esto te doler.
El tatuador se inclin hacia Vandel y este not algo que era tan caliente que
resultaba glido o que tal vez era tan fro que quemaba. Tuvo que hacer un terrible
esfuerzo para no chillar. Cuando le extrajeron la aguja, se sinti como si le estuvieran
sacando una daga de una herida al mismo tiempo que la retorcan para hacerle ms
dao.
No. No. No. Esa voz que oa en su mente farfull algo presa del pnico. Percibi
su miedo.
Not que la aguja se hunda en su cuerpo una vez ms. El dolor se adue de l
por entero; era peor que todo lo que haba sentido desde que se haba arrancado los ojos.
Se revolvi e intent soltarse. Pero las correas aguantaron y unas manos lo sujetaron
con fuerza.
La aguja volvi a horadarle la carne una y otra vez, y cada roce de esa punta
provocaba que una terrible agona lo recorriera. Con cada puntada, las fuerzas lo
abandonaban y la voz que oa en su mente se volva ms y ms dbil.
133
Entones, por fin, le quitaron las correas. A duras penas fue capaz de levantarse
de la mesa. La ira y el miedo que senta haban menguado. Por primera vez en varios
das, volva a sentirse de verdad como l mismo. Apenas era capaz de ver al fulgor de
las auras que lo rodeaban. Sus sentidos aumentados haban recuperado un nivel normal.
Era como si lo hubieran drogado y ahora la droga hubiera dejado de hacerle efecto.
***
Vandel se hallaba entre las cuatro paredes de una celda. Pudo escuchar el ruido
de los entrenamientos y la lucha que proceda de all abajo, de los patios. Se pregunt si
esos a los que estaban adiestrando eran una nueva remesa de necios a los que Illidan
haba seducido con promesas de poder.
Se senta aliviado por poder estar lejos de la enfermera, por poder tener su
propio aposento. Lo haban trado aqu en cuanto le haban hecho los primeros tatuajes.
Haba tardado todo el da en recuperarse de ese calvario. No hallarse rodeado de auras
de seres vivos era una sensacin muy agradable. Esa calma resultaba muy relajante.
Mientras yaca en la cama, se llev las manos a las cuencas vacas de sus ojos.
Era muy fcil tener esos delirios cuando uno se encontraba rodeado de tropas en
una fortaleza como el Templo Oscuro; no obstante, lo cierto era que nadie estaba a
salvo. No haba ningn lugar seguro. En cuanto la Legin Ardiente hiciera uso de su
poder, el Templo Oscuro caera como un castillo de arena hecho por un cro al que un
gigante diera una patada. Todos esos guerreros que estaban entrenando y aprendiendo a
134
manejar esas armas moriran en cuanto los Seores del Terror se presentaran ah para
reclamar ese lugar que era una posesin de la Legin. El Magno Sargeras, el titn que
iba a destruir el universo, triunfara al final. l haba sido el primero en darse cuenta de
la verdad.
Tal vez esto fuera nicamente el inicio del proceso. Estaba seguro de que,
cuando haba estado en el hospital, an tena la piel normal. Quiz esta solo fuera la
primera etapa de la transformacin. Quiz se estaba transformando en un demonio.
Se frot los dedos con las palmas de las manos. Luego, palp las yemas de los
dedos de su mano izquierda con las de la derecha y se percat de que posea unas uas
largas, afiladas y robustas, como las garras de un depredador felino.
Como le dolan las encas, se palp la boca. S. Le sobresalan los caninos, que
eran largos y afilados. Le haban salido colmillos.
135
Se hundi en una terrible depresin. Haba buscado poseer el poder necesario
para luchar contra los demonios, pero haba acabado transformado en uno de ellos. Se
estaba convirtiendo en lo que ms odiaba. Cunto tiempo faltara para que acabara
suelto en el mundo exterior matando a los hijos de otros elfos? Haba sentido esa ira
preternatural que le haba infundido el demonio. Comprenda lo fuerte que era. Cmo
iba a poder l contener algo as?
Tal vez lo mejor que podra hacer era suicidarse antes de que todo eso sucediera.
Se incorpor y estir el brazo hacia la mesilla situada junto a su cama. Ah se
encontraba su cuchillo grabado con runas, junto al amuleto que haba hecho para
Khariel. Cogi ese objeto y pens en su hijo muerto. Cmo se habra sentido Khariel si
hubiera podido ver a su padre ahora? nicamente habra visto a un monstruo, a una
criatura que se estaba transformando en lo mismo que lo haba asesinado a l.
Se dijo a si mismo que no estaba pensando con claridad, que algo estaba
afectando a su mente. Tal vez se tratara de las secuelas de los tatuajes mgicos.
No. Por primera vez en mucho tiempo ests viendo las cosas con claridad. Te
ests viendo tal y como eres. Un cascarn vaco que ha permitido que lo transformen
en lo que ms odia al intentar llevar a cabo una venganza imposible. Illidan est loco.
T ests loco.
Con ese pensamiento en mente, se volvi a cortar una y otra vez, hasta que
acab cubierto de su propia sangre y varios trozos de su piel acabaron tirados en el
suelo. Se senta dbil y mareado. Se le pas por la cabeza de que, como estaba
perdiendo sangre, podra morir en esa celda.
Algo se ech a rer en su mente ante esa idea, y se dio cuenta de que el demonio
no estaba tan atrapado como haba credo y, ciertamente, no tan dbil. Simplemente,
136
haba optado por una nueva estrategia de ataque: retorcer sus pensamientos, jugar con
sus emociones. Se estaba aprovechando de sus pensamientos ms sombros, de su odio
a s mismo. Tema acceso a todos sus sentimientos y todas sus vergenzas. En cierto
modo, era l.
***
Eres un sanador?
Lo soy. Hago lo que puedo para ayudar a los enfermos y los heridos.
Y qu soy yo?
Yo dira que un poco de ambas cosas, as como algo ms. Hay algo corrupto
dentro de ti que no me gusta nada.
137
Sea lo que sea, te doy las gracias por tu ayuda.
De nada. Has tenido mucha suerte de que los guardias dieran contigo a
tiempo. Eres el quinto de los nuevos reclutas que ha intentado suicidarse en los dos
ltimos das. Y t eres el nico que ha sobrevivido.
No he intentado suicidarme.
No lo sabes?
Lo nico que s es que lord Illidan lleva a muchos de ustedes a ese patio y
solo unos pocos salen de ah, y esos pocos emergen alterados e irreconocibles. Si
pretende crear un ejrcito, ha escogido una manera muy extraa de hacerlo. Rara vez se
consigue crear una fuerza armada numerosa si se mata a los reclutas.
Si ignoras lo que est ocurriendo, tal vez sera mejor que no hicieras
preguntas al respecto. Lord Illidan tiene sus razones para obrar as; si hubiera querido
que las conocieras, ya te las habra revelado.
Como quieras. Hay muchas cosas que suceden aqu, en este templo, por las
que es mejor no mostrar curiosidad alguna.
Como si fuera el eco de esas palabras, un bramido muy potente surgi de las
entraas de la tierra. Las piedras parecieron vibrar al comps de ese rugido.
Se acord de las palabras de Illidan: era ms que posible que menos de uno de
cada cinco de los reclutas sobreviviera a la transformacin. Vandel haba pensado en su
138
momento que el Traidor solo se haba referido al ritual, pero ahora se daba cuenta de
que tambin se haba podido referir a las secuelas de este.
139
CAPTULO DOCE
CUATRO MESES ANTES DE LA
CADA
fuera su perrito faldero. El Tbido pareca estar haciendo todo lo posible por dar la
impresin de ser un siervo leal. Tal vez sospechaba que los agentes de Veras
Darkshadow lo estaba vigilando, como lo haban estado haciendo desde que las
misteriosas desapariciones de Akama se haban vuelto tan numerosas como para llamar
la atencin de Veras; no obstante, tambin era posible que Sombra Oscura simplemente
quisiera desacreditar a un rival pero lo cierto era que sus afirmaciones haban
despertado la curiosidad de Illidan.
Todos volvieron su mirada hacia l. En todos esos ojos, haba miedo. La Legin
Ardiente haba atacado con fuerza. El prncipe Kaelthas llevaba semanas desaparecido,
desde que haba partido al mando de la fuerza expedicionaria que se diriga a Tormenta
Abisal. Todos los presentes eran conscientes de que la guerra no iba bien y, en
consecuencia, esperaban ser objeto de la ira de Illidan. Sin embargo, eso no importaba,
pues todo ira segn el plan mientras siguiera creando cazadores de demonios.
Illidan se acerc a la gran mesa del mapa. Unas gemas colosales talladas para
representar los teletransportadores demonacos se hallaban esparcidas en una docena de
ubicaciones. Refulgan como unos fornculos de la peste sobre la faz del mundo.
Plagaban Nagrand y la Pennsula del Fuego Infernal, Tormenta Abisal y las montaas
de Filospada. Daba la sensacin de que casi todas las provincias de Outland contaban
con una de esas gemas, a veces incluso ms.
140
Cada una de estas gemas seala la ubicacin de un nuevo campamento Forja,
lord Illidan seal Gathios el Devastador tal vez con demasiada rapidez. Se haba
levantado de su trono tallado en cuanto Illidan haba entrado y permaneca ah en pie
como si un oficial al mando le hubiera mandado ponerse firme. La Legin Ardiente
ha montado bases ah y las ha fortificado. He estado preparando planes de contingencia
para asaltarlos y obligar a los demonios a retroceder.
Cada vez que cerramos un portal, surge otro. Kiljaeden puede contar con
infinidad de refuerzos. Est jugando con nosotros.
Lady Malande se rio de manera nerviosa. Era obvio que eso no era lo que
esperaba que dijera Illidan.
Nos guiars hasta la victoria, seor. Tengo fe en ti. Estos nuevos soldados que
has estado creando, si todos ellos son tan fuertes como Varedis, Netharel y Alandien,
seguramente sern capaces de masacrar a los demonios.
Illidan clav su mirada en ella. Pareca estar muy bien informada sobre los
cazadores de demonios en particular. Acaso haba estado espiando? Seguro que s.
Todo su consejo lo haba hecho. Senta curiosidad por conocer cualquier cosa capaz de
desequilibrar la balanza del poder dentro del Templo Oscuro, pues eso podra afectar a
sus propias posiciones de poder. Qu era lo que haba averiguado Malande? Los
cazadores de demonios eran la pieza clave de su plan para lanzar un contraataque contra
la Legin Ardiente. Era muy importante mantener en secreto su existencia. No poda
correr el riesgo de que los Nathrezim descubrieran qu tramaba antes de que pudiera
estar preparado para lanzar su ataque. A pesar de que no le haba contado a nadie cul
era el plan definitivo, quiz se le hubiera escapado algo, tal vez hubiera dejado alguna
pista que habra permitido a alguien con una mente tan aguda y suspicaz como la de
Malande deducir cules eran sus intenciones.
141
A Illidan le habra encantado que lady Vashj estuviera ah en esos momentos. Al
menos, ella iba al grano y era fcil comprenderla; adems, le era totalmente leal. Pero,
ay, se hallaba en la Marisma de Zangar, supervisando el drenaje de las marismas, pues
eso formaba parte de la primera fase de su plan para hacerse con el control de las aguas
de Outland y, a travs de ellas, de todos sus habitantes, puesto que la sed y la sequa
eran unas armas muy poderosas.
Tus agentes han descubierto algo sobre cul ha sido el destino de Kaelthas?
Nada?
Nada importante, seor. Solo han hallado restos de hogueras, de basuras, nada
ms.
142
Acto seguido, se le qued mirando como si quisiera contarle algo ms en
privado y sus ojos se desplazaron fugazmente hacia Akama. Entonces, Illidan dijo:
***
Maiev subi la ladera del Alto Aldor en ascensor. Se trataba de una plataforma
plana, que no estaba sustentada por nada visible mientras se elevaba hacia el cielo. Una
magia muy poderosa la haca funcionar. Su sable de la noche gru y permaneci en
todo momento alejado del borde. Si bien el gran felino posea un excelente sentido del
equilibrio, no quera correr ningn riesgo de caer desde tal altura.
Se dice que a veces los Tbidos se suben a este ascensor para poder arrojarse
al vaco desde la cima. Aunque cabra pensar que los centinelas intentaran evitar algo
as.
Tal vez piensen que al no actuar estn realizando un acto piadoso replic
Maiev.
143
La celadora se preguntaba si debera haber trado ms guardias. Aunque en la
cima del Alto Aldor habran seguido siendo superados en nmero, al menos su mera
presencia les habra dejado bien claro que Maiev era una personalidad muy importante.
No obstante, al final crey que haba acertado al haber decidido presentarse como una
mera peticionaria.
Por encima de ellos, dos islotes flotaban en el cielo. Les haban hecho diversas
modificaciones para dotarlos de las curvas propias de la arquitectura draenei y unas
luces brillaban en sus laterales para dejar bien claro a quien los viera que tenan un
origen mgico. Sin lugar a dudas, con esta exhibicin de magia pretendan que los
visitantes se quedaran sobrecogidos.
Unos guardias Aldor, ataviados con unas armaduras pesadas y vestidos con el
tabardo morado de su faccin, la saludaron. Aunque no se mostraron hostiles, dejaron
muy claro que se hallaba bajo vigilancia. La celadora les explic a qu vena y la
llevaron hasta ese lugar conocido como el Santuario de Luz Inagotable.
Una hermosa y alta draenei, vestida con un atuendo azul y blanco, se acerc a
saludarla. Maiev agach la cabeza para aceptar su bendicin.
144
Pretendes matar a aquel al que llaman el Traidor?
Por qu?
Porque es malvado.
Puedo verlo.
A veces hay que ensuciarse las manos para combatir el mal. Y, a veces,
uno se vuelve malvado al ensuciarse las manos. Ishanah esboz una sonrisa tal vez
burlona. Para poder colaborar con la Luz, uno debe tener un corazn puro.
No me vas a ayudar?
No puedes o no quieres?
145
No hay nada ms importante que la derrota de Illidan.
Quiz para ti sea as. Nosotros, los Aldor, tenemos unas prioridades distintas
y unos recursos limitados. Necesitamos tiempo para reunir a nuestras fuerzas.
Necesita dar con un lugar tranquilo para poder comunicarse con Akama.
Esperaba que l no acabara siendo tan intil como los Aldor.
***
Las calles del bancal inferior de Shattrath parecan ms atestadas a cada da que
pasaba. Ms y ms refugiados entraban en tropel en la ciudad, huyendo de las guerras
de conquista de Illidan y de las consecuencias de las batallas que haba perdido con la
Legin. Parecan decididos a buscar el amparo de los Shatar, puesto que eran la nica
faccin que haba logrado resistir los envites tanto del Traidor como de sus enemigos.
Maiev mir hacia atrs. Una elfa de sangre, con la cara cubierta por una capucha
y la parte de la boca tapada con un pauelo, estaba atravesando la calle rauda y veloz.
Haba algo en su forma de moverse que le resultaba familiar. Tal vez estuviera
espindola, pero eso no importaba, ya que Sarius se hallaba entre la muchedumbre,
vigilndole las espaldas. Quiz alguna noche le dara la orden de capturar a alguno de
esos que tanto la seguan, pero de momento tena otros asuntos que requeran su
atencin.
146
Se adentr en el patio del Refugio de los Tbidos. Esos desdichados alzaron la
vista de ese vino aguado y avinagrado o, presas de un terrible sopor, siguieron con la
mirada clavada en el techo. El aire apestaba a ese tabaco tan basto que fumaban. Heda
a gente sin asear. Se abri paso hasta esa cmara en la que ya se haba reunido con
Akama previamente, por lo cual no se sorprendi al verlo ah.
Una estupenda contest Akama, con un tono lleno de emocin, que no pas
inadvertido a la celadora. El prncipe Kaelthas ha desaparecido, junto a una parte de
su ejrcito. Lo ms probable es que haya dejado en la estacada al Traidor.
Si eso es cierto, entonces Illidan ha perdido uno de los grandes puntales que
apoya su poder.
Aunque tal vez Illidan haya dado con una nueva fuente de poder. Un
escalofro recorri a Maiev, pues eso le dio muy mala espina. Tal vez el Traidor an se
guardara un as en la manga. No sera la primera vez.
De qu se trata?
No estoy seguro de ello, por eso quera hablarlo contigo. Los reclutas son
todos miembros de tu pueblo...
147
Mi pueblo?
Qu?
Los imbuye de magia vil. La mayora muere durante el proceso y los que
sobreviven son transformados, pero no para bien.
Qu quieres decir?
Cautela, cautela... Contigo siempre hay que andar con mucha cautela.
Para ti, es muy fcil decirlo. Yo soy el que se enfrentar a la ira del Traidor si
las cosas salen mal; adems, ya tengo la sensacin de que me estn vigilando. Akama
se call e inspir aire de un modo ruidoso. No sabes cmo es esto. Cada vez que dejo
148
el Templo de Karabor, debo mentir a Illidan. Debo darle razones que justifiquen mi
marcha. Y cada vez me hace ms y ms preguntas. Creo que sospecha algo...
No es la primera vez que unos combatientes tatuados como estos aparecen por
los alrededores del templo. Ha habido muchos otros como ellos con anterioridad, pero
solo los veamos de uno en uno o de dos en dos y siempre proseguan su camino en
breve. Sin embargo, esta vez se estn quedando ah; adems, el Traidor parece decidido
a crear muchos ms.
Los primeros podran haber sido unos meros experimentos, para hacer
pruebas con la magia a emplear en la creacin de esos elfos demonacos.
Eso es lo que he pensado yo. Ahora da la impresin de que hay muchos ms.
Illidan malgasta vidas para crearlos como un mercenario borracho dilapida la plata que
obtiene de manera perversa. Por cada diez que entran en esos patios ocultos, tal vez uno
logra salir de ah.
Parece decidido a crear cientos de esas criaturas, sino miles. Si todas son tan
poderosas como las que he visto, podran decantar la balanza del poder en Outland. Lo
nico que s es que el Traidor est desesperado por reclutar a tantos como sea posible.
Intuyo que tiene un propsito en mente y, sea cual sea, el tiempo se agota.
149
Ciertamente, el tiempo se agota para l apostill Maiev, intentando
recuperar el buen humor del que haba hecho gala antes. Sin el apoyo de Kaelthas,
quiz sea posible derrocarlo.
***
Hablar con Maiev siempre le pona muy nervioso. Estaba tan llena de ira y odio
y tan decidida a hacerle pagar a Illidan todo el nial que haba hecho que realmente no
pareca ser capaz de darse cuenta de que se haba convertido en un reflejo del Traidor.
150
Cuando el Tbido entr, no se gir a mirarlo, sino que se limit a decir:
Hubo un tiempo en que ese truco tan sencillo habra desconcertado a Akama,
pero ya se haba acostumbrado a l.
Eso es algo que has estado haciendo mucho a lo largo de los ltimos aos.
Illidan se le acerc y le rode el hombro con un brazo. Acto seguido, clav las
puntas de sus garras con suma delicadeza en la tela de la tnica del Tbido.
Con una fuerza irresistible, gui a Akama hasta la salida que llevaba al interior
del Santuario de las Sombras del templo. Los demonios se colocaron en posicin a su
alrededor. El Tbido ech un vistazo a las cadenas que pendan de esas columnas
envueltas en penumbra que se alzaban tan, tan alto, y no parecan presagiar nada bueno.
151
CAPTULO TRECE
TRES MESES ANTES DE LA
CADA
esquiv otra hoja, que no le acert por un pelo. Se irgui y salt sobre el foso en llamas.
Volva a ser el primero. Haba sorteado todos los obstculos sin un rasguo.
Cyana lleg justo detrs de l, sin ni siquiera jadear. Aunque ella le sonri, tuvo
la sensacin de que estaba enfadada con l, ya que la haba ganado de nuevo. Era muy
competitiva. El gil y veloz Ravael fue el siguiente. Los dems llegaron uno tras otro
poco a poco.
152
incapaces de soportar esas visiones o de vivir con esas cosas que moraban dentro de
ellos.
Vandel no albergaba ninguna duda de que sus demonios los haban empujado
hasta el abismo. Esa cosa que habitaba dentro de l se cercioraba de que notara su
presencia un da tras otro y no tena nada claro que fuera a ganar su lucha contra ella a
largo plazo. Haba das en que la depresin y el odio que senta hacia s mismo hacan
que vivir le resultara insoportable. Haba momentos en que estaba tan lleno de ira que
apenas era capaz de refrenar las ganas que tena de correr por el templo matando elfos a
diestro y siniestro con sus hojas hasta que los guardias lo redujeran.
Eso era precisamente lo que haba hecho Selenis, as como Balambor y Turanis.
Y se haban llevado a muchos otros con ellos. Todos los supervivientes del ritual
comprendan cmo se sentan. Vandel haba estado a punto de hacerlo. A veces se
preguntaba si lo que lo distingua de esos seres rabiosos y dementes era nicamente que
an no haba llegado al lmite de su aguante. Aferr el amuleto que haba hecho para
Khariel en su da, un talismn que lo protega de acabar como esos compaeros, un
recordatorio de por qu luchaba contra su demonio todos los das.
Las cosas haban empeorado desde que haba comenzado la parte sobrenatural
del adiestramiento. Sus instructores, Varedis, Alandien y Netharel, les estaban
enseando a aprovechar los poderes viles de los demonios que se hallaban dentro de
ellos, a canalizar las energas ms tenebrosas de toda la Creacin.
En cierto modo, era muy emocionante. Vandel saba ahora cmo lograr que su
fuerza y velocidad se multiplicaran. Era capaz de clavar la hoja de su daga en una roca y
luego sacarla. Haba lanzado rayos de energa vil capaz de quemar la armadura ms
robusta. Era capaz de curarse absorbiendo las almas de sus vctimas cadas.
153
ese demonio. El hacha del guardia vil le haba desgarrado la carne y atravesado algunos
de sus tatuajes, desdibujndolos, lo que haca que le resultara ms difcil aprovechar la
energa vil cuando intentaba lanzar ciertos conjuros.
Mata a los dbiles. Mata a los dbiles. Mata a los dbiles, le susurraba la voz
demonaca, a la vez que unos recuerdos en los que vea el cuerpo medio devorado de
Khariel pasaban fugaz y burlonamente por su mente. Mtalos a todos. Todos son
dbiles.
Incluso haba veces en las que Vandel se senta como si se hallara encerrado en
una jaula con unas bestias asesinas, en la que l no era ms que otra bestia no menos
asesina.
154
Pero eso daba igual. Quera ser ms fuerte y se alegraba de poder ver. Se
alegraba de poder or mejor que cualquier elfo. Se alegraba de ser tan fuerte como un
ogro y ms rpido que un sable de la noche. Su aspecto reflejaba esos cambios: era
capaz de extender unas garras que le brotaban de las yemas de los dedos, lo cual haca
en momentos de peligro; unas cicatrices colosales sealaban el lugar donde se haba
lesionado con su propia daga; el espejo le mostraba que, donde antes tena los ojos,
ahora haba un fulgor verde de energa vil, el cual se intensificaba cuando usaba ese
poder.
En cada crculo haba dos combatientes que luchaban bajo la supervisin de uno
de los entrenadores. Unas auras generadas mediante encantamientos envolvan sus
armas para amortiguar la violencia de los ataques, logrando as que esos golpes letales
solo provocaran unas meras magulladuras dolorosas.
155
Varedis asinti y alz una mano. El combate acab y el crculo se vaci. A
continuacin, el entrenador indic con un gesto tanto a Ravael como Vandel que
empezaran.
Ravael hizo un gesto obsceno con el arma que llevaba en la mano derecha.
Las llamas de la ira ardieron con fuerza en el fuero interno de Vandel. Eso no
haba sido justo. Pero descart ese pensamiento, pues en un combate de verdad ningn
demonio luchara de un modo justo.
Aunque su intencin haba sido que esas palabras sonaran de un modo burln,
las pronunci con un tono muy serio y supo, en el mismo momento en que abandonaron
sus labios, que las deca muy en serio. Ravael lanz una serie de golpes frenticos, pero
esta vez Vandel estaba preparado. La daga rechin al chocar contra la guadaa. El
fragor del metal reson por todo el patio. Todos los golpes que Ravael lanzaba, Vandel
los paraba.
156
Ha sido solo un rasguo afirm Ravael.
La chispa de una ira rabiosa y demencial salt en el pecho de Vandel. Nadie iba
a burlarse de l. No alguien tan dbil y pattico como su contendiente. Ravael percibi
de algn modo que el estado de nimo de su rival haba cambiado y reaccion en
consecuencia. Una gran tensin reinaba en el ambiente. Vandel se abalanz sobre
Ravael, apuntando a la cabeza de este. Ravael alz ambas guadaas, atrap con ellas la
hoja de Vandel e hizo un movimiento de torsin, pero mientras haca eso, su oponente
le alcanz con su otra arma el estmago.
No me has derrotado replic Ravael, cuya voz era ronca y gutural y estaba
teida de odio.
El aire que lo rodeaba se carg de odio. Una sombra plane sobre su cuerpo,
haciendo que su piel adquiriera primero un tono gris y despus un tono ms negro que
la noche. Ravael alz unas grandes alas hechas de sombra. Vandel not cmo esos
aleteos desplazaban el aire. Poda oler el azufre y el aura del demonio, que asaltaron su
olfato con tanta fuerza como cuando haba luchado contra moradores autnticos de los
reinos abisales.
Ravael salt hacia delante, con ambas hojas apuntando hacia abajo. Vandel
sinti ambos impactos en los brazos, as como un gran dolor. Esta vez no caba ninguna
duda de que habra acabado o mutilado o muerto si hubieran estado luchando de verdad.
Pero eso no le bast a su oponente. Ravael lanz una lluvia de golpes que causaron a su
adversario una gran agona. Vandel alz sus armas y logr detener la primera guadaa;
la segunda, sin embargo, le alcanz en la sien. Not un terrible dolor en la cabeza. El
olor metlico de la sangre le invadi las fosas nasales.
La sombra haba engullido las guadaas que sostena Ravael, anulando los
hechizos de proteccin. Su poder se estaba imponiendo a los sortilegios que atenuaban
los golpes de esas armas. Esas guadaas ahora eran letales y Ravael tena toda la
intencin de usarlas.
157
Nadie hizo ningn ademn de intervenir. Los espectadores se relamieron los
labios. Varedis hizo un gesto con desgana, para indicar que el combate deba continuar.
Pareca ms interesado que preocupado por los ltimos acontecimientos. Las guadaas
giraron rpidamente. Ms sangre man. Esta vez, Ravael sonri. Unos colmillos
blancos fueron visibles dentro de esa silueta envuelta en sombras.
Vandel saba que debera sentirse culpable, pero no era as. Se senta exultante.
Lo nico que lamentaba es que tuviera que contener su hambre. El olor a carne
quemada de demonio todava impregnaba el aire y se le haca la boca agua.
Varedis se limit a mover la cabeza de lado a lado, como si hubiera visto cosas
como esta anteriormente y no le inquietaran.
158
Ha intentado matarte, dijo la voz de su cabeza. Y si no hubieras aprovechado mi
poder, lo habra logrado. Me debes la vida.
Vandel se dio cuenta de que eso era cierto. Sali del crculo y afirm:
La victoria es ma.
159
CAPTULO CATORCE
TRES MESES ANTES DE LA
CADA
E n su aposento, Illidan dio nueve pasos, se gir y dio otros nueve pasos en
160
esta informacin, saqueando bibliotecas y colecciones privadas de magos por todo
Outland. Haba visitado todos los lugares sealados en el mapa y haba empleado
hechicera geomntica para cartografiar los flujos de poder que se adentraban en el
Vaco Abisal.
Haba interrogado a miles de demonios, haba estado atento a las pistas que
haba podido dejar al respecto Magtheridon cuando hablaba, as como las que haban
podido dejar una docena de Nathrezim, a los que llamaban los Seores del Terror.
Haba utilizado conjuros para seguir el rastro de las energas de un millar de
invocaciones. Haba torturado y devorado a diablillos y subyugado a scubos. Haba
pasado muchos aos reuniendo pistas y, por fin, estaba listo.
Los recuerdos difusos de Guldan que haba adquirido cuando haba absorbido
el poder de la calavera del brujo orco le haba espoleado a llevar a cabo esas
investigaciones. Las visiones de Guldan le haban dado pistas sobre el camino a seguir
para hacer realidad sus sueos ms disparatados. Haba visto cosas que ningn otro
mortal haba visto, y esos recuerdos obsesionaban a Illidan.
La emocin lo embargaba. Por fin, tras tanto tiempo, vea un patrn. El viejo
brujo haba estado en lo cierto: exista un complejo entramado de energas. Una red que
se alimentaba de sus propias fuerzas, as como de las de la tierra y el aire que la
rodeaba; una red que mantena los portales abiertos, a pesar de que la realidad tena una
tendencia natural a cerrarlos; una red que mantena unos senderos abiertos que unan
decenas de mundos. No obstante, algunos de esos puentes estaban incompletos, pero
saba que deban llevar a alguna parte. Como saba qu clase de fuerzas participaban en
ese entramado, poda deducir sus puntos de destino final gracias a unos complejos
clculos astronmicos.
Por fin podra crear el sortilegio de adivinacin que podra hallar a travs de
esos portales lo que estaba buscando.
Pero tena que actuar pronto, antes de que se corriera la voz y alguno de los
Nathrezim dedujera qu era lo que estaba haciendo. Los Seores del Terror eran
terriblemente inteligentes, y si decidieran frustrar sus planes todos esos aos de
sacrificios y esfuerzos, todas esas dcadas de planes y maquinaciones habran sido en
vano.
Fatigado, pero cada vez ms emocionado, inscribi las slabas de ese gran
encantamiento. Cuando acab, dej la pluma sobre el pergamino, sintiendo una
tremenda satisfaccin. Nunca iba a estar ms preparado que ahora. Era hora de actuar.
161
***
En el centro exacto de la cmara despleg sus alas, alete una sola vez y flot en
el aire. Dobl las piernas para adoptar la posicin del loto e invoc esa magia que le
permitira permanecer flotando por encima del suelo. Pronunci otra palabra mgica y
los braseros colocados en cada punto cardinal se encendieron, desprendiendo as unas
sustancias aromticas. Unas nubes de humo alucingeno fluyeron por el aire. Unos
tentculos de incienso quemado reptaron por aquel conjunto de smbolos hasta llegar a
su nariz.
Inspir hondo tres veces y, con cada una de ellas, logr que esos vapores se le
adentraran an ms en los pulmones. Cerr la boca para mantener ese humo encerrado
ah, hasta que tuvo la sensacin de que ya haba absorbido hasta la ltima fraccin de
poder que posea.
162
destilada de hierba vil y un millar de elementos distintos ms; todos ellos escogidos
para activar ciertas zonas claves de la mente del hechicero y liberar su alma.
Desde que Sargeras le haba arrancado los ojos, cuando Illidan se haba unido
por primera vez a la Legin, haba sido capaz de ver el Vaco Abisal. Le haba llevado
siglos darse cuenta de que lo podra hacer con tal poder. Durante dcadas, unas
pesadillas espantosas haban quebrado su cordura y lo haban empujado a despertarse
gritando; ese haba sido uno de los peores tormentos que haba sufrido durante su largo
encarcelamiento.
Dudaba mucho que nadie ms hubiera sido capaz de soportar lo que l haba
tenido que soportar a la hora de dominar este poder y doblegarlo a su voluntad.
Cualquiera que no hubiera conseguido dominar el arte de la hechicera como lo haba
logrado l habra sido incapaz de realizar tal hazaa.
163
Pero todo eso haba sido necesario, pues, de esta manera, haba obtenido la
capacidad de enviar su alma al Vaco Abisal y a la Gran Oscuridad del Ms All, para
ver otros mundos, otros universos; haba podido conocer cules eran los aterradores
planes y metas de la Legin Ardiente. Ahora necesitaba expandir su conciencia ms all
de lo que haba hecho nunca, adentrarse an ms en ese abismo infinito en busca de su
objetivo definitivo.
Molde lentamente esos flujos de energa mgica, sin hallarse constreido por
los lmites fsicos habituales. El aire no tiraba de sus extremidades. Las palabras no
provocaban que le vibrara el diafragma. El poder se desplazaba perezosamente en
respuesta a su voluntad. Le daba forma, lo canalizaba a travs de los smbolos,
dirigindolo hacia la diminuta grieta que haba dejado en los conjuros de proteccin que
haba levantado. Como el agua cuando fluye por un barranco, el sortilegio atraves la
diminuta abertura, creando un agujero en el tejido de la realidad que daba a otro lugar.
Illidan centr la atencin en ese espacio. Si algo aguardaba al otro lado, podra
atacar en cuanto la fisura fuera lo bastante grande como para poder cruzarla. En ese
momento, el Traidor era muy vulnerable. No posea las mismas fuerzas que tena
cuando se hallaba anclado a su forma corprea. Esper, albergando la esperanza de que
no hubiera nada al otro lado. No poda permitirse el lujo de distraerse o de perder
tiempo y energas en caso de que tuviera que defenderse.
Pero no sucedi nada. Permiti que su espritu se dejara llevar por el flujo de
energa y atravesara esa abertura entre mundos para acabar en el Vaco Abisal, que
cobr forma violentamente a su alrededor.
Haba un millar de formas distintas de percibir aquel lugar. Cada viajero lo vea
de forma distinta, segn las circunstancias, su forma y su estado mental. Para l, era un
vaco negro sin aire en el que miles de millones de estrellas centelleaban. A su espalda y
debajo de l, brillaba el mundo del que haba venido. A travs del vaco serpenteaba la
energa que haba invocado, que lo guiaba hacia el infinito y representaba los flujos de
energa de los portales que la Legin Ardiente utilizaba para llegar a Outland.
164
desierto donde antao haba habido campos, ciudades cementerio donde unos cuerpos
sin enterrar atestaban las calles. Una espeluznante energa verde centelleaba en unos
portales desvencijados. Entre las ruinas, los diablillos jugueteaban y proferan
obscenidades a gritos. Un par de ellos percibieron su presencia y echaron un vistazo a
su alrededor como si fueran miopes. En la lejana, un infernal se desplazaba
pesadamente, cuya piel estaba compuesta de llamas y cuyos miembros estaban hechos
de roca ardiente.
Fue de un lugar a otro a gran velocidad y no hall ni rastro de vida; lo nico que
alcanz a ver fue una inmensa destruccin. Pas junto a bnkeres donde los esqueletos
de unas criaturas ms pequeas que los elfos yacan junto a unas armas extraas que no
haban podido salvarlos. Rpido como una centella dej atrs unas corrodas armaduras
especulares y los restos quemados de unas mquinas de guerra.
La guerra haba arrasado aquel paisaje; haba arrancado las cimas a las colinas y
haba transformado unas llanuras frtiles en unas grandes extensiones de cristal. Los
fantasmas dementes de una gente pesarosa y vencida entonaban canciones de derrota y
desesperacin. No haba ningn ser vivo ah, salvo unos pocos demonios que haban
quedado varados cuando la Legin Ardiente haba decidido marchar a otros mundos
para proseguir su conquista, o que se haban quedado para vigilar las estaciones de
trnsito de la Legin.
En esas montaas se haban tallado unas figuras que recordaban a los Seores
del Terror. Un foso de huesos rodeaba el cadver de una ciudad del tamao de una
nacin. Un gigantesco esqueleto se alz de un osario marino y se abri camino con sus
garras por una montaa de costillas, crneos y fmures, hasta que la chispa de la energa
nigromntica que lo impulsaba a moverse se desvaneci y cay de nuevo sobre esa
masa de la que haba emergido.
165
Se trataba de un mundo repleto de desiertos y fuego. Aqu y all se top con los
huesos de los miembros de unas tribus nmadas y sus bestias de carga. Los pozos de
todos los oasis estaban emponzoados. El sol brillaba con intensidad sobre un paisaje
vaco de dunas cambiantes, que nicamente cobraba vida gracias al viento. A veces las
dunas se desmoronaban y dejaban a la vista los esqueletos de unos grandes gusanos
provistos con armaduras o las ruinas de unos rascacielos de metal destrozados por la
lluvia cida.
Aqu y all daba con encrucijadas donde los caminos divergan y los senderos
de conquista avanzaban siguiendo mltiples rutas que llevaban a mltiples mundos. En
todo momento, el conjuro lo guiaba y su espritu recorra una infinidad de mundos,
buscando, buscando, buscando...
Haba perdido la nocin del tiempo. No tena ni idea de si haban pasado solo
cien segundos o cien aos en el mundo donde lo aguardaba su cuerpo. Tal vez ya
estuviera muerto y su espritu se hallara condenado a vagar por esos pramos infinitos,
como un testigo espectral del funesto destino que haban sufrido innumerables mundos.
166
pero eso no era lo nico que haba ah; en la lejana, entre las rocas, percibi la
presencia de unos demonios muy peculiares: los Nathrezim.
Acaso era posible que, al fin, hubiera dado con lo que buscaba? Con Nathreza,
el hogar de los Seores del Terror?
***
Sin lugar a dudas, ah haba centenares de Seores del Terror y miles de sus
siervos. Avanz con suma cautela; Los Nathrezim eran unas criaturas muy poderosas,
con una capacidad sin parangn para utilizar la magia. No tendran ninguna dificultad
para detectar su forma espiritual, por lo cual tena que ser muy, pero que muy
cuidadoso. Incluso ahora, Illidan crey que algo lo estaba observando. Se qued
paralizado. Pero no ocurri nada. Los Seores del Terror no reaccionaron ante su
presencia. Tal vez no fuera nada; simplemente, se estaba imaginando cosas por el
tremendo cansancio.
Como careca de cuerpo, no poda sentir ninguna de las reacciones fsicas que
llevaba aparejada la emocin. No se le aceler el corazn. No not la boca pastosa. Sin
embargo, s sinti una glida sensacin de triunfo. Lo haba hallado. Se encontraba en
ese lugar que siempre haba sospechado que exista.
Busc cualquier clase de conjuro que pudiera alertar a los habitantes de ese
mundo de su presencia. Una ciudad de torres de basalto, iluminada por el resplandor
verde de unos faroles viles se hallaba ante l. En los laterales de los edificios se
elevaban unos discos de basalto. Unos descomunales Seores del Terror aleteaban por
el cielo. Resultaba extrao ver a todos esos seres conscientes tras haber atravesado
tantos mundos muertos.
167
Vio los palacios en los que los Nathrezim planeaban destruir mundos y
esclavizar civilizaciones enteras, en los que el fin de toda la existencia era urdido por
unos seres que haban jurado servir a Sargeras. Esos siervos manejaban unas extraas
mquinas que llevaban a cabo unas tareas inescrutables. En la parte central de todo
aquello se alzaba una gigantesca torre sin ventanas, en medio de una red de flujos de
energa. Unas torvas runas verdes iluminaban sus laterales. Legiones de siervos iban y
venan de ella. No caba duda de que haba dado con lo que buscaba. Las visiones de
Guldan no haban mentido.
Con sumo cuidado, realiz una serie clculos sobre la posicin y la disposicin
de los portales que lo haban trado hasta ese lugar y estudi la relevancia astrolgica de
las estrellas que brillaban en aquel cielo. Despus, cuando estuvo seguro de que haba
memorizado toda la informacin que haba venido a buscar, dio por concluido el
sortilegio que le permita caminar con su forma astral. El hilo plateado se tens y lo
llev de vuelta a su cuerpo a una velocidad inimaginable.
Una vez ms, se vio aprisionado en una forma de carne y hueso. El aire volva a
retumbar atronadoramente en sus pulmones. Se estir y goz de nuevo de la sensacin
de que los msculos cumplieran sus rdenes. Respir hondo e identific los diversos
aromas que flotaban en el aire. Una sonrisa cobr forma fugazmente en su rostro.
Ahora iba a llevar la guerra a la Legin Ardiente. Ahora iba a ajustar cuentas
con sus enemigos. Con todos ellos.
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CAPTULO QUINCE
TRES MESES ANTES DE LA
CADA
canal con el arco de vuelta que traz con su arma. La criatura se rio entre dientes de un
modo muy idiota mientras se aferraba los intestinos con una mano colosal, para intentar
mantenerlos en su sitio. Con la mano libre, volvi a arremeter con su descomunal
garrote. La celadora evit de un salto esa arma del tamao del tronco de un rbol. En
ciertas ocasiones llegaba a pensar que era cierto eso que se comentaba sobre los ogros:
que esas criaturas no sentan dolor.
Anyndra se apart de la trayectoria del garrote, pero se tropez con una raz y
cay a esas turbias aguas. Sarius gru. Emergi de entre las sombras con su forma
felina y se abalanz sobre la espalda del ogro. Lo ara con las garras y de las heridas
brot sangre. Maiev concentr todo su poder y se teletransport. Dirigi su golpe a la
yugular y la sangre man a raudales. Esta vez, el ogro cay. Anyndra se apart rodando,
para evitar que el cadver le cayera encima, y se puso en pie. Tena el pelo empapado y
lleno de algas descoloridas y su tnica era ahora del color marrn del barro.
Maiev recorri con la mirada todo cuanto la rodeaba. Sus tropas estaban
acabando con los ogros. Era incapaz de imaginarse por qu razn estpida esos enormes
brutos los haban emboscado. A lo largo de los ltimos meses, los ogros se haban ido
mostrando cada vez ms agresivos con los viajeros que recorran los caminos que
cruzaban la Marisma de Zangar. Daba la impresin de que haban forjado una alianza
con los nagas de Vashj. Fueran cuales fuesen las mquinas de hechizos que la gente
169
serpiente estaba construyendo, lo cierto era que casi las haban terminado. A pesar de
que Maiev haba intentado sabotearlas, haba fracasado en el empeo. Lo nico que
haba conseguido era liberar a algunos de los esclavos Tbidos, a quienes no podra
utilizar como reclutas para su destacamento por falta de aptitudes.
Cont las bajas. Los cadveres de dos draenei yacan en el agua, con la cabeza
sumergida de tal modo que saba que nunca iban a salir de ah. Sarius ya estaba curando
a los heridos. Not una oleada de poder drudico cuando este san el hueso de un brazo
que el ogro haba fracturado con su garrote.
Anyndra neg con la cabeza, de tal manera que unas gotitas le cayeron del pelo
y fueron a aterrizar sobre esas aguas tan sucias. Maiev se sec el sudor de la frente y, a
continuacin, aplast con suma rapidez a uno de los enormes insectos que haba
aterrizado en el dorso de una de sus manos. Su cuerpo repleto de sangre revent,
dejndole una mancha carmes en la mano. Por Elune, haba veces en que odiaba ms a
esos monstruitos que a aquellos que utilizaban la magia de un modo tan indigno.
Deba de pesar como diez elfos, a pesar de que solo era cinco veces ms alto.
Era tan ancho que casi daba la sensacin de ser un tanto chaparro, y una gruesa capa de
grasa cubra esos msculos tan desarrollados. El rojo y el marrn se entremezclaban en
el agua a su alrededor. Un insecto capaz de caminar sobre el agua se haba manchado
las patas con esa sustancia roja. De repente, un pez grande emergi a la superficie y lo
engull de un solo trago.
170
Anyndra mir hacia otro lado, como si esa respuesta la hubiera decepcionado.
Ojal Maiev hubiera tenido una mejor. Ojal pudiera dar con la manera de llevar la
guerra a Illidan, pero el Traidor no se haba movido de su fortaleza en las semanas que
haban transcurrido desde que Akama la haba informado de la desaparicin de
Kaelthas. Sin ningn gnero de dudas, Illidan se senta muy vulnerable ahora que no
contaba con la ayuda del prncipe elfo de sangre para combatir a la Legin Ardiente; no
obstante, la ausencia de Kaelthas tampoco haba ayudado a que la celadora lograra sus
objetivos.
Akama pareca cansado y lnguido. Haba una cierta fragilidad en su voz que no
recordaba haber odo jams. Tal vez algo est dificultando que el hechizo opere como
debe, se dijo a s misma. Tal vez todo fuera cosa de su imaginacin.
Qu? Cmo?
Renete conmigo donde quedamos la primera vez. Tengo mucho que contarte
y es mejor que estemos preparados para actuar de inmediato. Cercirate de que tu gente
est lista para luchar.
Qu est pasando?
171
No tengo tiempo para explicrtelo. Debo irme ya. Renete conmigo y estate
preparada.
Maiev caminaba de un lado a otro dentro de la choza donde sola reunirse con
Akama en el Puerto Orebor. Sus tropas la observaban atentamente, ya que haban
aprendido a proceder con cautela cuando la celadora se hallaba de tan mal humor.
Dnde se haba metido ese maldito Tbido? Le haba dicho que deban verse
urgentemente, pero ni siquiera se haba molestado en aparecer.
Dej los brazos muertos y alis la costura de su tabardo. Con esa actitud se
estaba mostrando muy impaciente delante de las tropas, las cuales la consideraban su
lder. Aminor el paso, se mostr ms mesurada y se sumi en sus pensamientos.
Llegar tarde no era algo propio de Akama. El Tbido nunca haba faltado a una
reunin. Normalmente, sola llegar pronto. Esperaba que no le hubiera ocurrido nada,
puesto que eso significara que si el Traidor lo hubiera matado por haberlo traicionado,
habra perdido a un espa muy bien posicionado.
Pero eso nunca sucedera. Akama haba eludido la vigilancia de Illidan durante
aos, y eso quera decir que tena una gran capacidad para ocultar cosas. Haba
conseguido engaar incluso a Illidan. Lo nico que tena que hacer era seguir
hacindolo un poco ms.
172
Cavil sobre lo extrao que era todo aquello. Su aliado ms valioso de Outland
era una aberracin mutante que serva a su mayor enemigo. No obstante, haba
demostrado ser ms fiable que cualquiera de los supuestos lderes de las fuerzas de la
Luz. Aunque se dijo a s misma que debera tener ms fe en l, era incapaz de hacer
algo as, puesto que no le resultaba nada fcil mantenerse al margen, dejar el control de
la situacin a otro.
El aire brill y un portal se abri. Se not una corriente repentina de aire fro
que se impuso sobre el aire caliente y hmedo de la Marisma de Zangar. Akama lo
atraves. Tena los hombros encorvados y estaba cabizbajo. Arrastraba los pies ms de
lo habitual.
El Tbido alz la vista y la celadora pudo ver que pareca tener los ojos
hundidos; adems, el fulgor de estos haba menguado.
Akama se acerc trastabillando a una mesa y se sirvi una copa de vino. Daba la
impresin de que haba envejecido tremendamente desde la ltima vez que se haban
visto. Al dejar la jarra sobre la mesa, le temblaba la mano.
Cuntamelo!
173
Maiev entorn los ojos de manera suspicaz. Nunca lo haba visto as. Nunca
hubiera sospechado que necesitaba tomar estimulantes antinaturales para conservar las
fuerzas.
Ests bien?
Akama movi la cabeza hacia abajo y arriba lentamente. A pesar de que daba la
sensacin de que quera tranquilizarla, pareca incapaz de hacerlo. Segua movindose
con lentitud, como si sintiera dolor al hacerlo. Por su aspecto, caba deducir que estaba
muy enfermo. Tal vez la tensin que conllevaba llevar tanto tiempo haciendo de espa le
haba pasado factura a su salud.
El Traidor por fin ha revelado cul va a ser su jugada. Planea abrir un nuevo
portal.
Solo he odo rumores que circulan alrededor del templo. Me las he ingeniado
para poder echar un vistazo a su sanctasanctrum en una ocasin y he hallado pistas que
indican que planea llevar a cabo un ritual muy poderoso.
En ese instante, Akama sonri. Era como ver una fra luna emerger tras unas
nubes oscuras. Sus ojos centellearon de un modo extrao.
Qu quieres decir?
Pude echar una ojeada a los pergaminos que tena. Algunos de ellos eran
mapas.
174
Eso era realmente posible?, se pregunt Maiev. Al fin estaba a punto de tener
esa oportunidad que tanto haba estado esperando?
Mapas de dnde?
De la Mano de Guldan.
Guldan rompi ah el vnculo del pueblo orco con los espritus elementales.
Una vez ms, Akama sonri de un modo extrao y glido. El tbido neg con la
cabeza.
Todos los indicios apuntan a que planea viajar hasta ah en secreto. Est
reuniendo suministros solo para unas pocas tropas.
Una de las ventajas de ser un Tbido es que casi todos los esclavos y siervos
del templo hablan mi idioma, pues son miembros de mi Pueblo. Pocos se fijan en los
humildes Tbidos, pero vemos muchas cosas. Pasan muy pocas cosas ah dentro sobre
las que no sepa algo.
Me ha comentado que tiene que hacer un viaje en los prximos das del que
nadie debe saber nada.
175
Entonces se marcha, de eso no hay duda asever Maiev.
Lo van a acompaar?
Se les ha dicho a sus lderes que estn preparados para entrar en accin de
inmediato. Creo que recibirn la orden de actuar si el ritual se completa con xito. Si
eso no sucede, no creo que quiera que salgan del templo, puesto que eso supondra
correr un gran riesgo.
Son la nia de sus ojos. Pasa ms tiempo con ellos que haciendo planes para
defender su imperio. Es desconcertante. Son muy importantes para l, pero no s an
por qu. Aunque creo que ese misterio se revelar a lo largo de los prximos das.
He examinado las listas de tumos. Casi todos los das abandonan el templo
pequeos grupos de hechiceros. Todos ellos son magos de un poder considerable y
todos ellos estn muy versados en magia ritual.
176
Habr trece grupos de trece miembros reunidos en las laderas del volcn. Ese
nmero tiene una importancia mstica. Est relacionado con el nmero de nodos que
tiene el patrn mstico que intentar configurar.
Un silencio sepulcral rein tras esas palabras de Akama. Al fin haba llegado el
momento. Era ahora o nunca. Nunca iba a tener una oportunidad mejor de atacar al
Traidor, si lo que estaba contando el Tbido era cierto.
Tan seguro como puedo estarlo, dadas las circunstancias. Creo que el Traidor
estar en las laderas de la Mano de Guldan y que esos hechiceros se hallarn con l en
ese lugar, donde pretende llevar a cabo un poderoso ritual y abrir un portal a otro sitio.
Tal vez piense que podr escapar a la venganza de la Legin Ardiente si abre un camino
a otro mundo donde los demonios todava no hayan establecido una cabeza de puente.
No.
Esa palabra se le escap a Maiev sin que pudiera hacer nada por evitarlo. No
poda permitir que el Traidor se le escapara de nuevo; adems, era muy propio de l
dejar a los defensores de la fortaleza abandonados a su suerte, para que sufrieran las
consecuencias cuando los sirvientes de Sargeras llegaran; no obstante, eso segua sin
explicar qu era lo que pretenda hacer con los elfos a los que haba adiestrado.
177
Maiev se call por un solo latido.
Akama...
S?
178
CAPTULO DIECISIS
TRES MESES ANTES DE LA
CADA
Maiev pens que esos temblores previos que anunciaban una erupcin volcnica
estaban relacionados con el sortilegio que se estaba confeccionando. No albergaba en
absoluto ninguna duda de que Akama estaba en lo cierto: un ritual de inmenso poder se
estaba realizando en ese lugar. No se poda dudar de que la hechicera que se llevaba a
cabo era de una magnitud sobrecogedora.
Una lluvia de relucientes meteoros verdes dej una estela en el cielo. Era un
presagio ominoso, pero no saba qu profetizaba.
Su gente, los elfos de la noche al menos, eran unas sombras entre esas sombras.
Se desplazaban de una roca a otra, tan silenciosos como unos asesinos se acercaran al
dormitorio de un rey de noche. Los draenei y los Tbidos no se movan con el mismo
sigilo, pues eran demasiado grandes, torpes y fuertes.
Akama pareca estar alerta e intranquilo, lo cual era normal. Para alguien tan
sensible al estado emocional de ese mundo, los estremecimientos de esa montaa
deban de resultar muy perturbadores. Ella misma se senta terriblemente perturbada por
179
la magia que se estaba utilizando en ese lugar. Decenas y decenas de soldados
Ashtongue se encontraban escondidos en la ladera de una montaa cercana. Akama
haba venido acompaado de una numerosa escolta.
Todo era tal y como Akama haba predicho. Haba grupos de trece hechiceros
organizados en crculos que estaban confeccionando ese gran encantamiento. Algunos
de ellos eran elfos de sangre. Otros eran nagas. Todos eran unos magi muy poderosos.
Unas lneas de poder mgico danzaban entre ellos, unindolos a todos. Entonaban
cnticos y hacan gestos, y algo responda a su invocacin. Unos cuantos Illidari
ataviados con tnicas los rodeaban. Tal vez fueran escoltas o sirvientes, pero eran
menos en nmero que los hechiceros.
Despus de eso, se hara justicia con todas las vctimas del Traidor. Y Maiev la
impartira con su propia hoja afilada. Recorri el filo del arma con un dedo y se
estremeci al imaginrselo.
Mir a Akama una vez ms. El Tbido se relami los labios y asinti. l saba
tan bien como ella que haba llegado el momento. La celadora alz una mano
enguantada con una armadura y dio la seal de atacar.
180
***
Lograron sorprender con la guardia baja a unos cuantos Illidari que rodeaban a
los grupos de hechiceros. Algunos consiguieron desenvainar sus armas y agruparse en
pequeas unidades, espalda contra espalda. Maiev respetaba esa muestra de valor, a
pesar de que despreciara la causa por la que luchaban.
Pero su coraje no iba a marcar ninguna diferencia, pues las tropas de Maiev los
superaban en nmero. Ni siquiera necesitaba contar con los seguidores de Akama; los
Ashtongue carecan de las habilidades para el combate de la gente de la celadora, puesto
que no llevaban aos librando una guerra de guerrillas en los pranlos de Outland como
esas tropas.
181
talento para ser capaz de sobrevivir a cualquier cosa solo era comparable a su habilidad
para obrar traicioneramente.
Tena que asegurarse de que no escapaba. Solo si lo mataba con su arma estara
totalmente segura de que haba logrado su objetivo.
Illidan gir la cabeza y mir directamente hacia ella. Alz las gujas de guerra al
mismo tiempo que invocaba una poderosa magia. El hechizo que confeccion no tena
nada que ver con el ritual que se estaba realizando en aquel lugar.
La celadora se dio cuenta de que tenan que obligar a las fuerzas de Illidan a
retroceder hasta el interior de esos portales antes de que los superaran en nmero. Como
las entradas no eran enormes, bastara con un pequeo nmero de tropas para taponar
las salidas.
Maiev vocifer la orden a sus soldados de que deban atacar a los Illidari que
emergan de esos agujeros. Pero eso solo era un parche, puesto que, tarde o temprano, el
enemigo se impondra por mera superioridad numrica. No obstante, eso no era lo que
buscaba. Lo nico que tenan que hacer era ganar tiempo para que ella pudiera alcanzar
a Illidan y poner punto y final a su malvola trayectoria para siempre.
182
Mientras sus tropas reaccionaban, se dio cuenta de que el Traidor haba tenido
en cuenta esa estrategia. Haba demasiados portales como para que el pequeo
destacamento de la celadora pudiera cerrarlos todos. Grupos de Illidari emergan por los
flancos esa turbamulta.
Una falange de guerreros orcos viles cargaron contra ella. Se tens para saltar,
pero entonces una descarga de puro fro la recorri por entero, obligndola a detenerse.
Lady Vashj le haba lanzado un encantamiento que la haba alcanzado de pleno. Los
orcos viles se acercaron corriendo y aullando de un modo demencial. Aunque Maiev
intent moverse, sus msculos congelados se negaron a responder. Iba a morir e Illidan
iba a seguir campando a sus anchas.
Los orcos viles cubrieron esa distancia con una velocidad aterradora. A una de
esas colosales criaturas de piel roja se le cay la baba mientras alzaba un hacha con
intencin de decapitarla. Maiev se neg a cerrar los ojos. De repente, una flecha surgi
de la nada y, silbando por el aire, fue a clavarse en la garganta de la criatura. Otra lo
alcanz en el hombro, de tal modo que acab retorcindose en el suelo. Llovieron ms y
ms flechas, matando a ms y ms orcos viles. Todas ellas tenan las plumas verdes y
rojas de Anyndra. Un orco vil se tropez k con los cadveres de sus camaradas. Un
rabioso super de un salto esa montonera cada vez mayor y se aproxim. Maiev logr
mover un brazo e intent defenderse, pero lo haca muy, pero que muy lentamente.
Ese gran gato cazador que en realidad era Sarius irrumpi de un salto por un
flanco, agarrando al orco vil rabioso del brazo, con el fin de aprovechar su propio peso
183
para desequilibrarlo, a la vez que lo destrozaba con las garras. Unos desgarros de color
rojizo y negruzco aparecieron en el cuello del orco vil. La sangre man de ellos. Ms y
ms orcos viles se amontonaron sobre el druida, decididos a acabar con l. Sarius se
levant, esta vez portando la forma de un oso, a pesar del enorme peso de los guerreros
orcos viles que intentaban aplastarlo. Aunque con sus hojas afiladas abrieron tajos en su
pelaje de los que brot la sangre, un aura mgica rodeaba al druida, que le cerraba las
heridas.
Maiev not que alguien la agarraba del hombro. Gir la cabeza y vio el espanto
dibujado en el rostro de Anyndra.
Una sombra monstruosa plane sobre ella. Al alzar la mirada vio al Traidor
lanzndose en picado desde all arriba, con sus grandes alas extendidas. Su risa
espeluznante retumb por todo el campo de batalla, perfectamente audible por encima
del entrechocar de una hoja contra otra, del clamor de los gritos de guerra de los
Tbidos y los aullidos de los orcos viles.
Una energa mgica la rode en cuanto los hechiceros elfos de sangre y nagas
reanudaron el ritual interrumpido. Unas esferas negras dieron vueltas por encima del
campo de batalla. Unos largos y tenebrosos tentculos descendieron de ellas hacia los
heridos y los moribundos. All donde las tocaban, las vctimas chillaban y envejecan
aos en cuestin de unos meros latidos, como si les estuvieran absorbiendo toda la
energa vital. Unas chispas negras emergieron de esos cuerpos y fueron succionadas
hacia arriba, hacia el interior de esas brillantes esferas impas. Maiev se dio cuenta de
que les estaban devorando el alma.
184
Ni siquiera las almas de los muertos estaban a salvo. Cuando los tentculos
tocaban un cadver, las armaduras de cuero se hacan jirones, las cotas de mallas y las
relucientes hojas se oxidaban y deslustraban y un espritu reluciente brotaba del cuerpo
en forma de chispas negras para sufrir el mismo destino que todos los dems.
Con cada alma que absorban, las esferas se volvan ms grandes y oscuras.
Unos rayos de luz negra danzaron entre ellos, formando as unas grandes cadenas de
energa. Un agujero reluciente, que se alimentaba con las almas de los cados apareci
en el aire justo encima del altar.
Esta masacre no formaba parte del plan! Me dijiste que se supona que
debamos capturar a Maiev!
As que todo aquello haba sido un ardid urdido por Illidan y ese Tbido
traicionero. Al pensar en ello, la furia domin a la celadora.
Ah, capturaremos a Maiev, Akama. Pero tambin hay otras cosas que hay que
hacer en este da.
185
Dirjanse a ese alto! grit Maiev. Ah les plantaremos cara.
Anyndra asinti, pero acto seguido, los ojos se le desorbitaron. Una afilada hoja
orea le atraves el pecho. La sangre le man de la boca.
El rugido de pena e ira de Sarius reverber por el aire. Retumb por los abismos
que los rodeaban y, solo por un instante, tap el estruendo del volcn. Se quit de
encima a esos orcos viles que se aferraban a l y avanz a gran velocidad, hasta dar
alcance al asesino de Anyndra. Lo agarr entre sus fauces, se puso en pie sobre los
cuartos traseros y zarande a ese verdugo como un terrier zarandeara a una rata,
rompindole as el cuello a su vez.
Varios conjuros estallaron alrededor del enorme oso, que pas a moverse con
lentitud. Un orco vil tras otro lo golpearon, derramando sangre. Ms y ms cargaron
contra l. Como incluso sus fuerzas tenan lmites, acab cayendo y siendo
despedazado.
Una furia rabiosa se apoder de Maiev, la cual de un salto aterriz entre esos
orcos viles y se abri paso lanzando golpes a diestro y siniestro con su arma. Decapit a
uno, le cort el brazo a otro y destrip a un tercero. Todo pareca envuelto en un rojizo
velo de ira a su alrededor. Incluso los orcos viles se acobardaron ante su ira, mientras se
iba acumulando una montaa de cadveres alrededor de la celadora. Entonces uno de
ellos, que era ms valiente que el resto, se volvi a sumar a la refriega, lo cual anim al
resto del ejrcito a arremeter contra ella. Cort y raj una y otra vez, hasta que se le
cans el brazo. Sangraba por un millar de cortes. Saba que iba a morir y, si no poda
acabar con el Traidor, se iba a llevar consigo a tantos de sus esbirros como fuera capaz.
Cegada por el cansancio, la sangre y el sudor que le caa por la cara, sigui
atacando. Era como si sus extremidades se hubieran transformado en gelatina. Las
fuerzas la haban abandonado. Se percat de que se encontraba sola en medio del
crculo de muertos. Los orcos viles la contemplaban sobrecogidos. Aunque haba
matado a decenas y decenas de ellos, no era suficiente. Nunca sera suficiente.
186
utilizaba la energa desatada para abrir un agujero en el entramado de la realidad. Cada
vez haca ms fro y un viento procedente de los confines del infinito ululaba. Illidan
planeaba sobre aquella carnicera, contemplando su triunfo, con las alas extendidas y
envuelto en un aura de poder maligno. Su mirada se cruz con la de la celadora. Hizo
un gesto y, al instante, un rayo negro emergi de su puo para descender como la lanza
de un dios iracundo.
Gir la cabeza y vocifer una orden a sus orcos viles. La celadora intent
levantarse para atacarlo. Sin embargo, el Traidor le propin un violento puetazo, que
la empuj de nuevo al suelo.
Tengo asuntos que atender en otras partes dijo Illidan. Pero ya tenemos
algo muy apropiado preparado para que sea tu futuro hogar. Se trata de una jaula capaz
de impedir que incluso t escapes, celadora.
187
CAPTULO DIECISIETE
TRES MESES ANTES DE LA
CADA
A kama observ cmo el portal se abra all en lo alto, entre las rocas de las
pendientes de la Mano de Guldan. Haba visto muchos portales pero ninguno como
aquel. No solo era sobrecogedor en cuanto a tamao, sino en poder. Haba devorado las
almas de centenares, haba absorbido toda la energa mgica en leguas a la redonda.
Poda notar su fuerza impa incluso desde ese risco, desde el cual tena una vista
privilegiada. Qu tramaba Illidan? Le haba contado a su consejo que esto era
nicamente una trampa para su enemiga. Conociendo lo mucho que el Traidor odiaba a
Maiev, todo el mundo se haba fiado de su palabra. Sin embargo, ahora todo era ms
complicado de lo que pareca, puesto que esas maquinaciones encerraban en su seno
otras maquinaciones. Daba la impresin de que la captura de Maiev haba sido un mero
ardid, bajo el cual se ocultaba otro plan an ms amplio. Akama casi admiraba a Illidan
por ello, pues era capaz de utilizar su tremendo odio como un elemento para llevar a
cabo sus planes.
Akama se pregunt si ese hechizo impo que haba abierto el portal podra
afectarle. Como castigo por haber conspirado con Maiev, Illidan haba arrebatado a
Akama parte de su esencia. En la penumbra de la sala del refectorio, haba sometido al
188
alma de Akama a unos conjuros indescriptibles hasta transformar una parte de ella en
una sombra. Su espritu, su posesin ms sagrada, haba sido convertida en un arma que
se utilizaba en su contra, el instrumento mediante el cual Illidan haba doblegado su
voluntad y, a travs de l, a su pueblo. Siempre que lo deseara, el Traidor podra desatar
esa sombra, que devorara a Akama desde dentro y corrompera al resto de los
seguidores de Akama a travs de los lazos espirituales que los unan a l. Su vida no
haba sido lo nico en juego, sino las vidas y almas de todo su pueblo.
Akama sinti el dolor y el horror que experimentaron las almas de los Tbidos y
los draenei mientras el conjuro del portal las devoraba. La fractura en la realidad
refulgi como la superficie de un lago en el que se hubiera derramado aceite. La esencia
del portal traz una espiral sobre s misma y se abri. Akama lleg a atisbar un paisaje
extrao, donde unas rocas flotaban en el cielo y unos glbulos verdes de energa
solidificada se desplazaban por el aire.
Haba visto muchos portales, pero nunca uno como aquel. Tena la sensacin de
que ese paisaje que estaba contemplando se hallaba inimaginablemente lejos. A juzgar
por la gran cantidad de poder que se haba empleado para abrir el portal, deba de llevar
a un mundo mucho ms remoto que cualquier otro con el que Guldan jams hubiera
contactado.
189
Intent deducir qu tramaba Illidan. El ejrcito que haba emboscado al
destacamento de Maiev se estaba aproximando al portal para colocarse en tomo a l y
protegerlo. Por qu? Por si acaso algo lo atraviesa, esa era la respuesta ms obvia.
Justo cuando se le acababa de ocurrir esa idea, una nueva fuerza emergi de los
portales que llevaban al templo. Estaba compuesta de decenas y decenas de
combatientes elfos tatuados. El ejrcito que Illidan haba estado adiestrando por fin iba
a entrar en accin.
***
En el rea circundante al portal pareca que haba tenido lugar una batalla haca
mucho tiempo. Haba esqueletos y cadveres resecos tendidos por doquier y embutidos
en armaduras corrodas, cuyas armas oxidadas yacan cerca de sus manos. De no haber
sabido que eso no era as, habra credo que en aquel lugar se haba librado una guerra
haca mucho, mucho tiempo.
Su visin espectral le permiti comprobar que eso era mentira. Aqu y all, los
heridos y los moribundos yacan y gruan. Unos tentculos de energa oscura brotaban
del portal y extraan de esos cuerpos unas almas relucientes, que volaban por el aire,
190
con los ojos abiertos como platos y boquiabiertas, presas del terror, y se desintegraban
cuando alcanzaban esas esferas que flotaban all arriba. Saba, sin necesidad de que
nadie se lo contara, que estaban siendo devoradas ah por la magia y que su energa
estaba siendo utilizada para alimentar el sortilegio.
Mir hacia atrs, hacia los portales que llevaban de vuelta al Templo Oscuro.
Casi pareca imposible que apenas una hora antes se acabara de levantar del jergn de
su celda, dispuesto a afrontar un da ms de adiestramiento. Se haba dado cuenta de
que suceda algo, ya que durante das los soldados haban estado formando en los
campos de entrenamiento del templo y se haba estado preparando a un ejrcito para la
guerra, aunque le haba parecido que todo eso no tena nada que ver con l; haba tenido
la impresin de que se trataba de otro de esos grandiosos ejercicios militares que se
haban llevado a cabo habitualmente desde que se haba unido a las filas de los Illidari.
No obstante, haba sospechado que tal vez tanto ajetreo podra estar relacionado
con esos grupos de hechiceros que haban abandonado el templo das antes. Los
rumores haban corrido de aqu para all como la plvora, pero todo haba parecido tan
lejano y ajeno, ya que para los cazadores de demonios su existencia se haba visto
reducida a una mera infinidad de sesiones de entrenamiento, hasta el momento en que
los cuernos haban sonado y Varedis les haba ordenado que se congregaran en el patio
central con sus armas en ristre.
Cuando haban emergido de los portales, se haba sorprendido al ver que apenas
haba nada que indicara que el combate prosegua. El ejrcito que haban visto reunir
los das anteriores se encontraba ah y haba estado luchando; obviamente, haba sufrido
unas cuantas bajas.
191
preparando ah dentro. Un intenso hedor a demonio le asalt el olfato. En cuanto se
relami los labios, se sinti como si acabara de paladear un leve residuo de magia vil.
El portal era el sortilegio ms poderoso que jams haba visto. Sus nuevos sentidos le
permitan apreciarlo como jams haba podido hacerlo.
Esa parte de l que haba vagado por los bosques de Vallefresno lo odiaba y
saba que su familia y sus vecinos tambin lo habran odiado. Esa parte de l que haba
devorado demonios y haba seguido a Illidan era capaz de apreciarlo en toda su
magnitud.
Acarici el amuleto que haba hecho para Khariel y ech un vistazo a sus armas
repletas de runas. Estaba preparado, ms de lo que nunca haba estado para cualquier
otra cosa.
Pronto, pronto, susurr esa voz que oa en su mente, pero que no era la suya.
***
Con la punta de la pezua, Illidan dio la vuelta a Maiev, quien yaca en el suelo
embutida en su armadura. No caba duda de que hbil y poderosa. Al ver la carnicera
que haba desatado entre sus fuerzas, se haba sentido tentado a participar
personalmente en la lucha, pues haba temido que pudiera fugarse una vez ms y
perderse en el desolado paisaje del Valle Sombraluna.
192
cuales fuesen los grandes poderes que todava velaban por esos mundos tan antiguos
parecan apoyar sus actos.
El portal brillaba y palpitaba. Alz las manos, extendi los brazos y pronunci
las ltimas palabras de ese gran encantamiento. Los nudos de energa se ataron ellos
solos. La estructura se estabiliz. El velo reluciente cay y el camino a Nathreza, el
mundo natal de los Seores del Terror, qued despejado. Una daga de pura energa raj
la realidad alrededor del portal. A travs de l entr un torrente de energa vil. Sus
tatuajes lo canalizaron y absorbieron, llenndolo de un poder an mayor.
La satisfaccin que sinti ante ese logro excedi incluso la que haba sentido al
capturar a Maiev. Haba creado una puerta a un mundo mucho ms lejano que cualquier
otro que se hubiera alcanzado jams desde Outland. El mismo Guldan habra tenido
problemas para invocarla y contener sus energas. Ese portal era la mayor proeza de
hechicera que se haba llevado a cabo en Outland desde su catastrfica creacin.
Una espeluznante luz verde baaba los rostros de sus seguidores, lo cual les
confera un aspecto ms monstruoso de lo habitual. Eran un arma que haba estado
forjando durante mucho, mucho tiempo. Se pregunt si sobreviviran a la primera
batalla o se haran aicos como una hoja defectuosa fabricada por un forjador de
espadas nefito. Se les haba concedido poder, haban sido adiestrados por verdaderos
maestros. Haban sido seleccionados entre los individuos ms resueltos y decididos que
ms deseaban vengarse de la Legin Ardiente. Haban sobrevivido a diversas
vicisitudes que habran acabado prcticamente con cualquiera.
Eso deba de querer decir algo. No obstante, podran perecer en las prximas
horas. l podra morir. Toda su vida podra acabar siendo una vacua broma csmica
pergeada por los caprichos del azar.
193
Pero ya era demasiado tarde para preocuparse por tales cosas. Tendra que
confiar en que sus clculos eran correctos y en que sus planes funcionaran tal y como
haba previsto.
Elev una mano en el aire, flexion las alas y sobrevol sus tropas. Todas las
miradas se desplazaron del portal hacia l, tal y como haba pretendido. Descendi
sobre el portal abierto, not el cosquilleo de la magia y capt el aroma de ese aire
extrao.
194
CAPTULO DIECIOCHO
TRES MESES ANTES DE LA
CADA
cima de la colina, se acuclill e hizo todo lo posible para que no lo vieran. En la lejana,
perciba demonios, millares y millares de ellos.
195
era consciente de que no podra contenerla mucho tiempo; adems, iba a tener que
emplear las fuerzas de esa parte de l en la inminente batalla.
En las prximas horas comprobaran si los dones que les haba concedido el
Traidor eran suficientes como para que sobrevivieran a aquello. Comprobaran si todos
esos meses de duro entrenamiento y terribles sacrificios haban merecido la pena.
Aun as, algo dentro de Vandel todava ansiaba servir a las fuerzas del Titn
Oscuro, de Sargeras, y tema que no fuera nicamente la parte de l que haba sido
corrompida por el demonio. Un fragmento de su alma lfica reaccionaba ante la gloria
nihilista de la Legin Ardiente con la misma intensidad que lo hara cualquier infernal.
Illidan ensanch las fosas nasales, como si fuera capaz de oler la debilidad de
Vandel. Un gruido reson en el fondo de su garganta.
El corazn le lata tan desbocado que crea que le iba a salir del pecho. Intent
centrar su atencin en el enemigo que se acercaba y se dijo a s mismo que estaba listo
para aquello.
196
***
Illidan escrut a los lejanos demonios. Por el momento, eran unas meras
sombras remotas que poda percibir mentalmente gracias a sus auras de poder; no
obstante, superaban en gran nmero a sus propias fuerzas; pero eso no importaba, pues
la magia era lo que iba a decidir esa batalla.
Illidan notaba que el nerviosismo se haba adueado de sus tropas, notaba que se
libraba una batalla en el fuero interno de cada una de ellas. Su sonrisa se convirti en un
gruido. Sus seguidores eran como unos sabuesos que acabaran de detectar una presa.
Los haba moldeado para que fueran as. Haba llegado el momento de realizar la
prueba definitiva. Ahora descubrira si todos esos siglos que haba pasado urdiendo
planes haban servido de algo o no. Si este ejrcito le fallaba, morira y todas las
maquinaciones que haba preparado durante milenios quedaran en agua de borrajas.
Pero eso no iba a ocurrir. No iban a fracasar a las primeras de cambio. Haba
preparado esta estrategia durante demasiado tiempo como para permitir que eso
sucediera.
Ese pensamiento lo reconcomi por dentro. Movi de lado a lado esa cabeza
coronada por una cornamenta. Flexion las alas y capt la corriente de aire ascendente
que barra la ladera del risco.
197
No has hecho bien los clculos. Y no es la primera vez.
Esos eran los soldados de la Legin Ardiente, el ejrcito que haba devorado
incontables mundos, que estaba decidido a reducir el cosmos entero a cenizas ardientes
en nombre de su amo, de Sargeras.
198
Illidan cruz los brazos y despleg las alas hasta que estas alcanzaron su
mxima extensin. Contempl con odio a sus enemigos, con el mismo desprecio que lo
miraban ellos. Las carcajadas de los Seores del Terror fueron apagndose y dejaron de
reverberar entre las rocas. El silencio se extendi entre las filas de ese ejrcito colosal.
nicamente poda orse el chisporroteo de las pieles fundidas de los infernales. El lder
de los Seores del Terror baj el puo. La estela de un meteoro gigantesco surc el
cielo. Estall un trueno ensordecedor. Ese ruido retumb por toda aquella zona donde
iba a tener lugar la inminente batalla e hizo vibrar el aire.
***
Vandel not que la tentacin era cada vez ms fuerte. Si asesinaba a Illidan,
sera recibido con los brazos abiertos por sus parientes demonacos. Podra dejar atrs
su mortalidad para siempre y vivir sin sentir ni miedo ni arrepentimiento. Podra
199
enterrar todo vestigio de la culpa que senta por haberle fallado a su familia, todo
remordimiento, todo vnculo con esas frgiles y dbiles criaturas de carne y hueso.
Podra transcender lo que ahora era, unirse a la Legin Ardiente y vivir para
siempre como un conquistador, que curaba al universo de esa nauseabunda enfermedad
llamada vida. Podra contribuir a que la Creacin se derrumbara, para que un nuevo
universo pudiera nacer, uno moldeado a su imagen y semejanza, segn sus deseos.
Por un momento titube. Escuch la voz del demonio que moraba en su fuero
interno y se dio cuenta de que era su propia voz. Su alma haba sido corrompida cuando
devor al can manfago. Haba absorbido la maldad de ese demonio y se haba
envilecido. En realidad, ya no haba ningn demonio dentro de l.
Rendirse ante esa voz supondra renegar del juramento de venganza que haba
prestado y decepcionar a sus parientes difuntos, a su esposa e hijo.
Sin embargo, no quera matar a Illidan, sino que quera matar a esas cosas que
haban convertido a Illidan en lo que ahora era. Por fin comprenda, como nunca antes
lo haba hecho, qu defenda el Traidor y qu combata. A pesar de todos sus grandes
defectos, el Seor de Outland era el nico ser que realmente entenda a que se
enfrentaban y estaba dispuesto a hacer lo que hiciera falta para acabar con esa amenaza.
Tal vez estuviera loco, tal vez sus planes se hallaran destinados a fracasar, pero la
alternativa era mucho peor.
200
ms pequea compuesta de seres mucho ms pequeos. Un par de Seores del Terror
estallaron de nuevo en carcajadas.
Con un rugido similar al estruendo del ocano al estrellarse contra las rocas, los
dos ejrcitos colisionaron. Los demonios queran alcanzar el portal y cerrarlo. Los
cazadores de demonios nicamente queran matar y matar y matar.
Un can manfago se abalanz sobre Vandel, con esas fauces, repletas de dientes
similares a las de un tiburn, abiertas. Invoc su poder y envi un rayo de energa
amarillenta y verduzca a la boca del animal. La cabeza del demonio explot. Restos de
carne cayeron al suelo, carbonizados y humeantes. Vandel se resisti a la tentacin de
darse un festn y avanz, a la vez que desenvainaba las dagas. Rodando, se coloc entre
dos monstruosos servidores moarg y les cort los tendones de las piernas antes de que
pudieran atacarlo con sus armas. Rpidamente, se puso en pie y le clav una daga en la
cuenca del ojo al primero y luego al segundo.
El Seor del Terror se volvi con una velocidad sorprendente para ser una
criatura tan voluminosa y se acerc pesadamente hacia l. Vandel alz una mano y
lanz un rayo de energa vil en direccin al demonio. El demonio se protegi el cuerpo
con una de sus alas. El rayo atraves ese apndice, que qued pendiendo como una capa
hecha jirones del costado del Seor del Terror. Ni siquiera pareca que haba logrado
ralentizar el avance del monstruo.
201
estela de fuego y, sbitamente, se encontr mirando a la gigantesca y lustrosa pezua
del Seor del Terror al que haba herido.
Ese golpe lo habra matado cuando era mortal, pues le habra roto las costillas,
que se le habran clavado en el corazn y el pulmn. La fuerza del impacto hizo que
acabara rodando por el suelo, lo cual aprovech para vengarse del diablillo que haba
intentado quemarlo, pues le lanz una rayo de energa vil que transform a ese
monstruito que se desternillaba de risa en un charco de babas burbujeantes.
202
del Terror, pero en esos instantes eso ya no le importaba, pues los deseos del demonio
coincidan con los suyos. Daba igual que eso lo volviera ms fuerte, ya que, ahora
mismo, poda aprovechar su poder; asimismo, era consciente de que el demonio gozaba
tanto de esa masacre como l.
Cuando por fin redujo a pulpa al Seor del Terror se dio cuenta de que haba
perdido un tiempo muy valioso, puesto que haba ms presas que cazar y unas cuantas
deban ser suyas.
Illidan aterriz sobre la roca situada detrs de los Seores del Terror que an
quedaban en pie. Vandel se pregunt si el Seor de Outland pretenda participar en la
destruccin de esos seres; sin embargo, este se limit a quedarse ah mirando.
***
203
Illidan observ cmo sus fuerzas se llevaban por delante a los ltimos
Nathrezim. Ya no tena dudas. Los cazadores de demonios haban superado sus
expectativas. Aunque, claro, haban contado con la ventaja del factor sorpresa. Los
Seores del Terror no esperaban toparse con un poder tan salvaje tan cerca de su hogar,
por lo que haban marchado a su encuentro de manera arrogante. Las cosas no siempre
seran tan fciles.
Entonces cont las bajas que haban sufrido sus tropas: menos de una veintena.
En esos momentos, a duras penas poda permitirse el lujo de sufrir alguna baja; no
obstante, pronto habra ms cazadores de demonios. La Legin haba sembrado vientos
entre la gente de Illidan y ahora recoga tempestades. Siempre iba a contar con
voluntarios que pretendieran vengarse de los demonios. Sin embargo, ese era un
problema que afrontara otro da, pues ahora tena un objetivo que cumplir, que era la
razn por la que estaba ah.
No poda perder el tiempo. La fuerza a la que se haban enfrentado era una mera
fraccin diminuta de la fraccin ms diminuta que poda desplegar la Legin Ardiente.
En cuanto se dieran cuenta de lo que haba acaecido, los seores de la ciudad pediran
ayuda, as que tendra que marcharse de ah antes de que eso sucediera; daba igual lo
poderosos que fueran sus combatientes uno por uno, el enemigo podra acabar con ellos
si era lo bastante numeroso.
204
sabuesos que dieran caza a un conejo. Ni siquiera el ms poderoso de los Seores del
Terror era rival para tantos cazadores.
Sin ningn gnero de dudas, deba de haber una manera ms fcil de abrirse
camino, pero no tema tiempo para descubrir cul era la llave mgica que abra esa
defensa. Los cazadores de demonios alzaron las manos y lanzaron llamas de energa vil
contra esa barrera. A pesar de que centenares de descargas golpearon, machacaron y
martillearon la piedra, esta resisti el asalto.
Illidan lo sorte de un salto y atisbo una larga rampa que llevaba hasta las
entraas de la tierra, hasta las galeras subterrneas situadas bajo la torre. Por el
momento, todo era tal y como lo recordaba, segn las visiones de Guldan. Sonri para
s en cuanto un par de decenas de Illidari saltaron por encima de los escombros y se
desplegaron por el interior del edificio, con el fin de explorar lo que haba por delante.
205
encendido. La hechicera vibr en el aire; se trataba de unas corrientes de energa
mgica que haban sido manipuladas para conformar unos sortilegios muy potentes
gracias a los conocimientos taumatrgicos de los Nathrezim. El poder de la magia hizo
que el aire brillara y que el suelo vibrara bajo sus pies. A su alrededor, unas complejas
mquinas mgicas aprovechaban esa energa que lo impregnaba todo en ese mundo
extrao.
206
CAPTULO DIECINUEVE
TRES MESES ANTES DE LA
CADA
que saltaba para atacar. El demonio alz el can de su extraa arma y de l brot una
llama mgica.
Mientras entraba en el archivo central de los Seores del Terror, Illidan decapit
a esa criatura achaparrada ataviada con una armadura con un golpe del revs propinado
de manera desdeosa con su guja de guerra. Por encima de todo, se alzaban unas torres
relucientes, compuestas de infinidad de discos de obsidiana puestos unos encima de
otros como unos montones de monedas. Cada uno de esos discos era un archivo, y
buscaba uno en concreto.
Asintieron con aquiescencia e Illidan se gir una vez ms para contemplar esas
pilas. Cruz los brazos y confeccion un sortilegio. Unos tentculos mgicos le
brotaron de las manos y se dirigieron hacia esas torres de discos amontonados. En
cuanto entraron en contacto con ellos, capt unas imgenes fugaces, y obtuvo cierta
informacin fragmentada.
207
Este era el gran monumento de los Seores del Terror, el corazn de su mundo,
en el que haban dejado registrado todo triunfo, toda conquista, toda conspiracin. Los
Nathrezim urdan planes para que sus nombres acabaran grabados ah, pues esa era la
memoria de su raza.
208
importaban muy poco. Simplemente, necesitaba dar con un archivo en concreto que
estaba buscando y, acto seguido, se marchara. Deshizo el conjuro violentamente y not
una reaccin inmediata, puesto que unas runas defensivas centellearon y cobraron vida.
Percibi que unos portales se abran alrededor de l.
Vio un fogonazo y un enorme guardia vil se materializ entre las pilas de discos.
Un estallido de energa mgica reson de un modo tan estruendoso como el trueno y tan
claro como el agua para cualquiera capaz de percibirlo. Al instante, se produjeron
mltiples reacciones en la lejana.
Apunt con una de sus gujas de guerra al ms cercano y la lanz. Su arma dio
vueltas por el aire y destroz la piedra, anulando en parte el hechizo. La hoja rebot en
la columna y regres a su mano. La avalancha de guardias viles mengu, ya que los
portales conectados a la runa que acababa de destruir se colapsaron.
Los guardias viles que todava quedaban en pie se agruparon en tomo al tercer
sello reluciente. Illidan se elev en el aire de un salto, hasta alcanzar cierta altura, y
descendi en picado sobre ellos. Sus gujas cantaron mientras se abra paso entre los
demonios, cortando, rajando y triturando, al mismo tiempo que esquivaba sus hachazos
y evitaba que lo agarraran.
Clav una de sus armas justo en el centro del patrn rnico, anulndolo de este
modo. Una oleada masiva de energa lo elev en el aire. Presas de la frustracin, los
demonios aullaron. Los portales por los que haban venido se derrumbaron. Ahora solo
209
tena que enfrentarse a aquellos que ya los haban cruzado, pues no recibiran ms
refuerzos.
Una vez ms, cay en picado sobre los demonios, justo en medio del grupo,
obligndolos as a separarse ante la violencia de su ataque areo. Con sus gujas decapit
a algunos y mutil a otros. Al final se apoy en la columna central para descansar. Tras
tantos siglos tan largos, se hallaba muy cerca de su meta.
Su hedor psquico era tan intenso que amenazaba con destrozarlo mentalmente,
a pesar de que su cerebro estaba preparado para defenderse de tales ataques. Percibi la
brutal furia de Archimonde y la sutil e intricada mente de Kiljaeden. Aunque saba que
no estaban realmente presentes, tuvo que hacer un gran esfuerzo para evitar lanzarse a
atacar a diestro y siniestro como si se hallara rodeado de unos enemigos letales.
Tras tirar con una fuerza terrible consigui arrancar ese disco de la torre. La pila
se tambale, pero no cay. Pronunci unas palabras para lanzar otro conjuro y, al
instante, el disco flot en el aire y empez a orbitar lentamente alrededor de l, al
mismo tiempo que las runas de su superficie refulgan con una siniestra luz verduzca y
amarillenta.
Una sonrisa sombra cobr forma en los labios de Illidan. Iba a hacerles algo a
los Nathrezim por lo que lo iban a recordar para siempre. Empleando todas sus fuerzas,
ray esa torre de archivos con una de las Gujas de guerra de Azzinoth. El olor a ozono y
azufre impregn el aire, al mismo tiempo que saltaban unas chispas de energa mgica.
210
Oy unos ruidos de lucha que procedan de la entrada. Sus cazadores demonios
seguan intentando mantener a raya a los refuerzos enemigos. Se lanz en picado para
sumarse al combate y aterriz sobre la espalda de un Seor del Terror, al que arranc la
cabeza de los hombros con un solo golpe.
***
Varedis, ve con una compaa y despeja las cimas de esas colinas le orden
Illidan.
Por delante se cerna sobre ellos una manada de abisarios, que flotaban sobre el
campo de batalla y carecan de piernas, que iban ataviados con armaduras y eran de un
color negro reluciente. Aunque eran muy duros de pelar, tambin eran muy lentos.
211
Se detuvo para echar un vistazo a su alrededor. Sus tropas haban sufrido bajas
durante la batalla en el archivo y, en esos momentos, se hallaban totalmente extenuadas.
Al ver que Elarisiel se caa al suelo, se abri paso con sus gujas para llegar hasta ella.
Para cuando lleg, Vandel ya estaba ah, ayudndola a ponerse en pie.
Por delante de ellos, el portal que llevaba a Outland brillaba con fuerza. Ah
tambin haba seales de lucha, ya que las fuerzas de la Legin se haban dirigido hacia
all para hacerse con el control de esa puerta, con la intencin de cortarles la retirada.
Siguiendo las rdenes que les haba dado, su propio ejrcito en Outland no haba
atravesado el portal, sino que permaneca al otro lado con el fin de protegerlo.
Los cazadores demonios expresaron a gritos que estaban de acuerdo con esa
orden y cargaron. En plena batalla, parecan unos seres tan demonacos como sus
adversarios; unos seres con cicatrices y mutaciones, giles y repletos de tatuajes,
algunos de los cuales estaban envueltos en integumentos hechos de sombra, mientras
que otros utilizaban la magia vil con la misma facilidad que cualquier engendro del
Vaco Abisal.
Por un momento, los demonios aguantaron el asalto. Sin embargo, poco despus
cayeron. El portal se hallaba delante de las fuerzas de Illidan. Este les orden cruzar y,
acto seguido, se gir. En la lejana, el resplandor de unos portales gigantescos que se
estaban abriendo rasg la oscuridad. Las crestas de las colinas se estaban llenando de
una infinidad de combatientes demonacos. Los contempl y se ech a rer.
Que vengan. Haba dado con lo que estaba buscando y llegaban demasiado
tarde, ya no podran detenerlo.
212
su ltimo regalo para ellos: una descarga explosiva de energa capaz de arrasar un
continente. Rez para implorar que al otro lado del portal se hallaran reunidos los
comandantes de los Seores del Terror.
Illidan contempl cmo los ltimos vestigios de las energas del portal se
desvanecan a sus espaldas. Luego mir a su ejrcito y se pregunt si habra algn espa
en l. Con casi toda seguridad, lo habra. Reflexion acerca de lo acontecido aquel da y
una amplia sonrisa se dibuj en su semblante.
Hoy haba logrado el nico triunfo sin paliativos que haba obtenido en muchos
siglos. Haba capturado a Maiev. Haba invadido el reino de los Seores del Terror y se
haba hecho con el mayor secreto de estos. Haba destruido a los ejrcitos que haban
enviado a proteger su mundo natal. Si sus clculos eran correctos, haba devastado
Nathreza del mismo modo que la magia de Nerzhul haba arrasado en su da Draenor.
Agit el disco que se haba llevado del archivo en el aire y ah, lo sostuvo con
ambas manos, para que reflejara la luz y centelleara, para que todos los cazadores de
demonios y los hechiceros ah presentes pudieran contemplarla y apreciar su poder. Los
213
ms sensibles a la magia pudieron captar levemente las auras que lo impregnaban, a
pesar de hallarse a cierta distancia.
Tal vez haya algn espa presente, se dijo a s mismo, pero el jbilo lo anim a
seguir hablando.
Hemos dado con la llave que abre la puerta al mundo natal de Kiljaden y
Archimonde, un lugar donde los comandantes de la Legin pueden morir
definitivamente. Hemos descubierto la ubicacin de Argus. La Legin ha destruido un
mundo tras otro, ha esclavizado y masacrado una nacin tras otra. Ahora van a recoger
lo que han sembrado. Hoy hemos aniquilado a los Nathrezim, pero eso es solo el primer
paso. Hoy hollamos el sendero que nos llevar hasta la victoria final. Hoy hemos dado
con los medios que nos permitirn cortar la cabeza que gua a nuestro enemigo. Vamos
a llevar la guerra a Kiljaeden. Vamos a ensearle el significado de la palabra derrota.
Me da igual que haya espas presentes, pens Illidan. Que informen a la Legin
Ardiente. Que piensen en lo que he logrado este da y tiemblen.
214
CAPTULO VIENTE
TRES MESES ANTES DE LA
CADA
M aiev se despert. Le dola todo, como le haba dolido todos y cada uno de
los das que llevaba en ese lugar. Se hallaba en algn sitio bajo tierra. Poda or cmo el
agua goteaba muy cerca. El aire estaba impregnado del olor a azufre de los demonios y
del hedor a mugre de los Tbidos.
Se puso en pie y comprob la solidez de los barrotes de su jaula una vez ms.
Desde el da anterior no se haban vuelto ms frgiles. Haban sido forjadas para
contener algo que poseyera el poder de un seor del foso y luego las haban reforzado
con capas y capas de runas y conjuros.
215
Al principio, esperaba que el Traidor apareciera en cualquier momento y la
torturara, pero eso no haba sucedido. Quiz estaba demasiado ocupado como para
vengarse de ella o, ms bien, quera que el horror la dominara mientras esperaba
expectante su llegada. Ciertamente, era ms que capaz de llevar a cabo ese tipo de
torturas psicolgicas.
Pero tambin sufra otros tormentos. Como esos das calurosos que pasaba sin
beber agua. Como esos das en que no le haban dado de comer y el estmago le haba
rugido como un sable de la noche furioso. Si bien los sortilegios la mantenan viva y no
le permitan morir, no la libraban de tener hambre o sed.
216
Tal vez eso fuera lo que ms le dola: el hecho de haber fracasado. Illidan no
solo segua libre, sino que era ms fuerte que nunca. Eso la enfureca an ms que los
venenos, an ms que el hambre, an ms que las torturas. Illidan segua libre y no
poda hacer nada al respecto. Estaba condenada a permanecer en esa jaula, indefensa
hasta que l decidiera arrebatarle la vida. Se le haba dejado muy claro que su vida
estaba en manos del Traidor, quien decidira a su antojo si deba morir o seguir viva.
Ahora la estaba ignorando, pues quera que supiera lo insignificante que era en
el gran esquema de las cosas.
Maldijo a Akama una vez ms. Haba confiado en el desleal lder de la faccin
de los Ashtongue. l la haba convencido de que odiaba a Illidan tanto como ella y que
tena tantas razones como ella como para desear su ruina. Cmo se deba de estar riendo
ahora por cmo la haba engaado, por cmo se haba credo esas mentiras. Maldijo los
recuerdos de todos sus encuentros.
Echando la vista hacia atrs, fue capaz de darse cuenta de que hubo un momento
en que todo cambi. Despus de su ltima reunin en Shattrath, lo haba visto ms
viejo, ms dbil, ms lnguido. Tal vez lo haban descubierto al fin y lo haban
capturado y torturado. Quiz Illidan lo haba hechizado con algn hechizo muy
poderoso.
O tal vez Illidan, simplemente, le haba hecho una oferta mejor, le haba
prometido algo a lo que no pudo decir no el muy sobornable. El Traidor poda llegar a
217
ser muy persuasivo y ocultar su malicia con palabras melosas. Qu poda haberle
ofrecido al Tbido?
Tard un rato en darse cuenta de que los guardias estaban callados. Al elevar la
vista se percat de cul era la razn. Con un aspecto ms avejentado y cansado que
nunca, un renqueante Akama se diriga hacia ella.
As que has logrado volver a ganarte el favor del Traidor de manera artera.
Sigo vivo.
Ni de la tuya.
Maiev hizo todo lo posible para evitar que en su rostro se reflejara la culpa que
senta.
Murieron por la causa, por intentar hacer justicia con Illidan. Como yo lo
har.
Akama seal a la jaula. Con su magia, hizo que los hechizos y conjuros
brillaran en el aire y se tomaran visibles.
218
Mira adonde te ha llevado tu pasin, tu odio, tu ira. Disfrutas de las vistas?
Akama medit por un momento cul iba a ser su respuesta, y entonces dijo:
En ese instante, fue Maiev la que se estremeci. Era incapaz de controlar del
todo sus movimientos, sus reacciones... El hecho de estar encarcelada estaba haciendo
mella en ella.
Dieron sus vidas por aquello en que crean. Acaso algn da habr alguien
que pueda decir lo mismo de ti?
Tuve que tomar una decisin muy difcil, con la que tendr que vivir. T ms
que nadie deberas saber a qu me refiero.
No tienes ni idea de lo que me hizo. Illidan me arranc una parte del alma y la
corrompi con su magia. Si quisiera, podra desatarla y me devorara.
Maiev se pregunt si eso sera cierto. Si lo era, eso explicara muchas cosas.
Aunque tal vez fuera, simplemente, otra mentira.
Akama permaneci callado durante varios latidos. Cuando habl, lo hizo con un
tono amable:
No era solo mi vida la que estaba en juego, sino tambin las vidas de todo mi
pueblo. El Traidor es tan cruel como poderoso.
219
Akama permaneci callado. De repente, abri la boca. Pareca estar a punto de
decir algo, pero entonces se relami los labios y neg con la cabeza de un modo casi
imperceptible.
Y t le crees?
Creo que Illidan odia con toda su alma a los Nathrezim y que detesta a toda la
Legin Ardiente.
Acaso perciba un atisbo de duda en su voz? Acaso Akama era un mero actor
que recitaba las lneas de dilogo de un guin para evitar que las sospechas recayeran en
l?
He venido a cerciorarme de que ests bien. Lord Illidan quiere estar seguro de
ello, ya que tiene planes para ti.
220
Tambin te est poniendo a prueba afirm la celadora, quien esta vez dej
que cierto tono burln se reflejara en su voz. No confa en ti.
Sigues estando fuerte. Eso es bueno. Vas a necesitar todas tus fuerzas en los
prximos das.
Acaso crees que eso ha sido una amenaza? Reflexiona sobre esto, Maiev
Shadowsong: lord Illidan no es el nico que tiene planes para ti.
Una vez ms, haba una cierta ambigedad en el tono con que hablaba Akama.
Acaso se trataba de una amenaza velada o pretenda transmitirle otro tipo de mensaje?
221
No quiero formar parte de ninguna de tus maquinaciones, traidor respondi
Maiev, con la esperanza de poder sonsacarle algo.
Se pregunt si eso era lo que supuestamente deba pensar, si todo eso formaba
parte de algn plan sutil urdido por el Traidor para destrozarla poco a poco. Si lo era, no
poda hacer nada al respecto en esos momentos. Lo nico que poda hacer era resistir,
ser paciente y recuperar fuerzas.
Ahora lo nico que tena era tiempo. Jur que hallara la forma de lograr que el
Traidor fuera castigado por todas las muertes que haba causado. Y, llegado el
momento, Akama tambin. Haba empezado a confeccionar un sortilegio que la
ayudara a atrapar a Illidan, cuya eficacia comprobara si alguna vez volva a ser libre.
222
CAPTULO VIENTIUNO
DOS MESES ANTES DE LA CADA
Haba cadveres de demonios por doquier, a los que los Illidari haban
masacrado. A pesar de que el hambriento demonio de Vandel le susurr algo en su
mente, no cedi a la tentacin de engullir carne de demonios, sino que se encaram a un
enorme peasco y escrut el campo de batalla. Hizo un gesto de asentimiento a uno de
los miembros de la nueva hornada de cazadores de demonios que se haba incorporado
a sus filas desde la batalla contra los Nathrezim. En el mes que haba transcurrido desde
aquello, ya casi haban logrado reemplazar las bajas que haban sufrido en esa gran
batalla en el archivo de los Seores del Terror.
223
los nuevos reclutas. Entonces, el Traidor se haba presentado con un nuevo plan y, a
partir de ah, haban pasado casi todo su tiempo llevando a cabo ataques relmpagos
contra la Legin Ardiente.
Algunos de los combates haban tenido lugar cerca de los portales que la Legin
haba abierto en Outland. La lgica de esa estrategia era evidente. Sin duda alguna, los
amos de la Legin Ardiente ansiaban vengarse de Illidan. Por tanto, sus incursiones se
haban vuelto ms numerosas y sus destacamentos eran cada vez ms poderosos.
Pero eso no haba sido todo. Tambin se haban abierto algunos portales nuevos
en ciertos lugares de Azeroth que Vandel reconoci: Cuna del Invierno y Azshara.
Illidan haba insistido en que deban cerrar esas puertas y hacerse con ciertos cristales
mgicos que se haban empleado para cerrarlas. Les haba dicho que la Legin haba
estado intentando invadir Azeroth desde Outland y que eso deba parar.
No caba duda de que los demonios estaban planeando otro gran asalto; adems,
no podan cerrar todas las puertas. El enemigo haba establecido unas cabezas de puente
inmensas en las Montaas Filospada y en las mismas fronteras de Nagrand. Por lo que
Vandel haba podido escuchar por casualidad, haba ms Campamentos Forja que las
fuerzas Illidan nunca haban visto y que, tal vez, nunca veran.
Tambin estaba claro que lord Illidan estaba buscando algunos materiales para
crear algo. Si hubiera tenido que aventurar una hiptesis, Vandel habra afirmado que
estaba reuniendo componentes para crear otro portal como el que lo haba llevado a
Nathreza. Haba odo formular esa teora a algunos de los dems, a aquellos que saban
sobre tales cosas, y pareca tan vlida como cualquier otra.
Desde el memorable discurso que haba dado tras la gran batalla, lord Illidan no
haba considerado adecuado darles ms informacin sobre cul era su nuevo plan. Se
haba limitado a enviarlos aqu y all para atacar a la Legin; en algunas ocasiones, l
mismo haba liderado el asalto; otras veces, haba dejado que Elarisiel o Vandel
224
asumieran el mando. No haba ninguna razn que justificara que Midan los
acompaara. A veces, las batallas en las que lideraba el ataque consistan, simplemente,
en masacrar a unos cuantos orcos viles que todava eran leales a la Legin Ardiente;
otras veces, no los acompaaba cuando se enfrentaban a un adversario mucho ms duro.
Corra el rumor de que llevaba a cabo unos rituales muy extraos cuando las estrellas se
alineaban del modo adecuado, de que estaba confeccionando un hechizo que los llevara
inevitablemente a la victoria.
All abajo, Illidan estaba examinando los restos de los palanquines que haban
cado en la emboscada. Media docena de sirvientes demonacos haban portado cada
uno de aquellos atades, los cuales yacan ahora entre el polvo del suelo, con sus
laterales metlicos perdiendo el lustre.
Ante Illidan, un orco vil flotaba en el aire; se trataba de uno de los soldados de
la Legin, que se encontraba atrapado por la magia del Traidor.
Seor?
Quiz cuenten con espas entre nuestras filas. Solo he encontrado las piedras
infernales que busco en uno de estos contenedores. El resto estn llenos de rocas.
225
Y eso cmo lo sabes?
Como si quisiera demostrar que tena razn, Illidan se agach y abri uno de
ellos. Unas gemas relucientes cayeron rodando, as como unas cuantas esquirlas de
cristal. Con esa treta, podran haber engaado a alguien que no poseyera la visin
espectral de un cazador de demonios, pero no a alguien capaz de detectar las
emanaciones mgicas.
Es posible, o tal vez un mero ardid para atraemos a un lugar distinto mientras
el cargamento de verdad sigue otra ruta. Creo que ese tal Alto Seor Kruul del que tanto
he odo hablar es ms inteligente que los anteriores comandantes de operaciones de la
Legin.
Si me hubieran dado una pieza de cobre cada vez que he odo eso, podra
haber levantado una torre de monedas que llegara hasta la luna ms cercana replic
Illidan. Ojal a mis enemigos se les ocurrieran unos sarcasmos ms originales.
226
No pienso contarte nada contest el orco vil. No temo de las torturas a
las que puedas someterme.
Como desees.
Illidan hizo un gesto. De sus manos extendidas surgi una energa mgica que se
dirigi a la cabeza del orco vil. Las cadenas brillaron con ms intensidad. El orco vil
chill y su espritu parti dejando solo un cascarn vaco detrs. Vandel fue capaz de
percibirlo.
La energa mgica palpit dentro de los cilindros metlicos, tan visible como la
luz ante la visin espectral de Vandel. Se elev en el aire en espiral, conformando un
vrtice resplandeciente. Un instante despus, un portal cobr forma all donde la
energa se haba fusionado. Una oleada de calor como la que desprende un alto homo
atraves el aire, empujando a los Illidari a retroceder e incinerando el cadver del orco
vil.
227
Deca mucho sobre la tremenda confianza que tena en s mismo Kruul el hecho
de que estuviera dispuesto a enfrentarse a un ejrcito de cazadores de demonios
nicamente acompaado de sus escoltas infernales. Al contemplarlo, Vandel concluy
que esa confianza estaba ms que justificada, ya que irradiaba poder y unas corrientes
de una magia muy potente giraban en tomo a l.
Eso estuvo muy bien. Desataste la destruccin contra los destructores. Pero
no he venido en busca de venganza, sino que he venido a matarte.
Vandel percibi que los Illidari se estaban colocando en posicin en las colinas
que los rodeaban. Estaban preparados para atacar.
He hecho un mapa con los portales que han estado abriendo asever
Illidan. Han estado muy ocupados. Ironforge, la ciudad de Stormwind, Orgrimmar,
Silithus, las Tierras de la Peste. Pretenden invadir Azeroth una vez ms, verdad?
228
Tal vez deberamos hablar al respecto en cuanto te halles prisionero en la
Ciudadela del Fuego Infernal.
Mientras hablaba Kruul, un colosal can del Ncleo emergi del portal. Su piel
roja estaba envuelta en llamas y dos cabezas sobresalan de sus gigantescos hombros.
Las mandbulas de un can manfago palidecan en comparacin con esas monstruosas
fauces. Sus amplios hombros y extremidades delanteras estaban protegidos con una
armadura metlica.
Salt para atacar al mismo tiempo que Kruul lanzaba un rayo de energa oscura
a Illidan. El Seor de Outland dio un brinco y esquiv la descarga, que impact contra
las piedras situadas detrs de donde haba estado, las cuales se deshicieron, como si
acabaran de sufrir un milln de aos de erosin en solo un instante.
Vandel se encontr cara a cara con la demonaca mascota de Kruul. Tena las
fauces abiertas y la lava burbujeaba dentro de ellas.
Los infernales avanzaron pesadamente hacia l. Vandel salt por encima del can
del Ncleo. Aunque roz fugazmente con los pies esa caliente armadura metlica, logr
elevarse lo suficiente en el aire antes de que se pudiera quemar. Simultneamente, lanz
una descarga de energa vil contra el demonio y le acert a una de sus dos cabezas, que
profiri un breve grito. La piel de esa cosa se oscureci en el punto del impacto y se fue
pudriendo.
Kruul hendi el aire con su espada e invoc todo su poder, desatando una salva
de energa sombra. Una tormenta de rayos cay sobre los cazadores demonacos.
Algunos cayeron heridos. Otros se desplomaron fulminados. Daba la impresin de que
Kruul se hinchaba de una manera bastante visible mientras se daba un festn con sus
muertes. Tras l, el gigantesco portal todava reluca.
229
escamas. Un icor fundido man a raudales, abrasndole la piel al cazador de demonios,
quien se alej de esa bestia de un brinco y rod hacia un lado, evitando as por muy
poco que un gigantesco infernal lo aplastara de un pisotn.
Se coloc entre las piernas del demonio, ignorando ese calor abrasador, y se fue
acercando a Kruul. El guardia apocalptico no le hizo ningn caso, pues toda su
atencin se hallaba centrada en Illidan.
Vandel oy un gruido grave a sus espaldas que le indic que el can del Ncleo
haba regresado en busca de ms presas. Se gir para encararse con l. La mitad de una
de sus cabezas se encontraba desgarrada. Un icor fundido manaba de la media docena
de heridas que tena en un costado.
230
mantenerse fuera de su vista. El monstruo parcialmente ciego se gir. Olisque el aire y
se le dilataron las fosas nasales mientras intentaba dar con l.
Furioso, Kruul se abri paso violentamente entre los cazadores de demonios, los
cuales hicieron todo lo posible por esquivar esa espada; sin embargo, dos ms cayeron
bajo esa hoja. Adems, sus ataques no parecan hacer ninguna mella en l, eran como
meras picaduras de mosquito.
La atronadora voz del Alto Seor reverber por todo el campo de batalla. Sus
palabras estaban teidas de dolor. Tena un agujero colosal en la coraza de la armadura
all donde la descarga la haba alcanzado. Un humo txico emerga de ese agujero y la
carne de la herida palpitaba ah dentro.
Kruul se levant y salt hacia el luminoso portal, que se cerr tras l. Vandel
apual al can demonaco en el pecho y le enterr su arma en el corazn. Los escoltas
infernales se derrumbaron y quedaron reducidos a un mero montn de rocas.
***
Illidan examin los restos de aquella carnicera. No caba duda de que Kruul era
muy fuerte y haba sido muy astuto. Esa trampa haba sido preparada con sumo cuidado
y haban podido escapar de ella nicamente gracias a que Kruul haba subestimado el
poder de Illidan.
231
Que la nueva invasin de Azeroth se iniciara era una mera cuestin de tiempo.
Tal vez eso fuera para bien, ya que as la Legin estara distrada mientras el Seor de
Outland remataba sus planes. Le inquietaba que Kruul hubiera mencionado que saba
que planeaba dar con Argus. No debera haber alardeado de ello antes de haber estado
preparado para atacar. En ese aspecto, haba cometido un error. Se haba dejado llevar
por el jbilo del triunfo y no haba pensado con claridad.
232
CAPTULO VIENTIDS
DOS MESES ANTES DE LA CADA
V andel se encontraba agachado detrs de los arbustos del jardn del placer,
para que no lo vieran los elfos de sangre, quienes se rean y beban a tragos etermiel en
vasos de precipitados de cristal. Uno de esos jvenes tena a una cortesana bajo cada
brazo, a las que besaba sucesivamente. Otra flexionaba un pequeo ltigo imitando a los
scubos del Cubil de las Delicias Mortales. Una hermosa y alta muchacha sindorei
tocaba un lad de siete cuerdas e improvisaba unos versos acerca de un orco vil jefe y
un guardia apocalptico que no los dejaban en muy buen lugar.
El Gran Paseo pareca hallarse a un mundo de distancia de esa guerra sin fin que
tena lugar ms all del Templo Oscuro. Esa era una de las razones por las que Vandel
haba decidido entrar a hurtadillas ah esa noche. Los recintos de la parte interior del
templo eran totalmente distintos al resto de la gran fortaleza, que tena un aspecto
severamente marcial. Estas estancias haban sido diseadas Para que los seguidores
elfos de sangre de Illidan pudieran relajarse. El paseo era tanto un refugio como una
recompensa para esos elfos de sangre que haban seguido siendo leales a Illidan despus
de la desaparicin de Kaelthas.
233
draenei y los demonios. Nadie iba a visitarlos a las ruinas de Karabor si poda evitarlo y
ellos no se relacionaban con nadie.
Sin embargo, haba momentos en que Vandel quera alejarse de sus colegas
cazadores de demonios. Le gustaba perfeccionar sus habilidades realizando el ejercicio
de esquivar la vigilancia de los centinelas del templo y entrar sigilosamente en los
recintos impos de aquel lugar.
Haba recorrido raudo y veloz los recintos envueltos de penumbra por los que
pululaban los orcos de la Vigilia de Sanguino y haba eludido la mirada de incluso los
ms alerta del clan Sombraluna.
Haba inspeccionado esas forjas mgicas y sido testigo de cmo esos hechiceros
dotaban de vida a los huesos de los muertos. Haba escrutado la vasta zona de
entrenamientos donde los demonios se reunan y formaban y los orcos Dragonmaw
adiestraban a sus dragones entre gigantescas mquinas de guerra. Haba trepado por las
almenas y haba contemplado las llanuras que llevaban a la Jaula de la Celadora; el
lugar donde Maiev Shadowsong se encontraba prisionera. Pero el Gran Paseo era el
sitio que ms le gustaba.
Las fuentes tintineaban. El ruido del discurrir del agua fue lo primero que lo
atrajo, as como el aroma de las plantas, algunas de las cuales le resultaban familiares,
pues procedan de los bosques de Vallefresno. Todo aquello le recordaba a su hogar, al
elfo de la noche que haba sido antao. Era un dulce tormento, pues le traa recuerdos de
su familia. Haba momentos en que eso le calmaba, poda coger una flor, olera y
recordar esos tiempos en que volva Con ramos para su esposa cuando estaba
embarazada de Khariel.
234
su presencia. La descorch y le dio un sorbo. Not un cosquilleo en la lengua y, por un
instante, se sinti muy relajado.
Vandel alz la botella hacia el elfo de sangre a modo de brindis burln. Estaba
tan sumido en las sombras que nadie poda verlo.
Eh, viejo monstruo, acaso nos consideras indignos y no quieres que te vean
bebiendo con nosotros? insisti Luzen, en cuya voz haba cierta ira. Daba la
impresin de que estaba dispuesto a reaccionar de un modo violento.
235
Akama se detuvo. Gir la cabeza y contempl a aquel grupo de elfos de sangre.
No dijo nada. Todos los presentes fueron capaces de percibir el gran poder que bulla
dentro de l. Dej de ser un viejo y fatigado Tbido y se transform en algo enorme,
poderoso y terrible, en algo de lo que no poda burlarse un grupo de estetas sindorei.
***
Akama tom el sendero del jardn que llevaba al Santuario de las Sombras y,
cuando pas por el refectorio, tuvo que contener las ganas de apresurar el paso dando
zancadas. Como le ocurra siempre que pasaba por aquel lugar espantoso una terrible
sensacin de terror lo domin por entero. No quera ni mirar a esa cosa que saba de
Ceniza. Se trataba de una parte de l; era toda la oscuridad de su alma, as como una
gran parte de su orgullo, ambicin y fuerza de voluntad. La estaban alimentando con
unas perversas energas mgicas y, si la liberaban, lo devorara por completo y
caminara por el mundo portando su cuerpo.
Esa cosa del refectorio se lo comera por dentro y utilizara su voz para arrastrar
a sus seguidores a las tinieblas. Muchos de ellos ya estaban recorriendo ese camino,
pues eran ms leales a Illidan que a los ideales de su propio pueblo.
Akama contempl a los stiros y dems demonios que profanaban lo que antao
haba sido el lugar ms sagrado de su pueblo, lo cual provoc que le entraran ganas de
llorar, al igual que cuando haba visto a esos arrogantes elfos de sangre retozando en lo
que en su da haba sido el hermoso jardn del templo, haba querido gritar de furia.
Lo que le haba ocurrido al Templo de Karabor era un reflejo de lo que les haba
pasado a los draenei. Todo lo malo que les haba sucedido jams tena su origen ah, as
como en todo ese squito tenebroso que segua a Illidan.
Al menos, eso era lo que se deca a s mismo. Haba veces en que se preguntaba
si tambin lo haba engaado con ese conjuro con el que lo haba dominado. Tal vez el
hechizo le permita tener esos espejismos de libertad para lograr que se sometiera de un
modo ms sereno. Tal vez Akama se pareca ms a su gente de lo que crea. Tal vez
fuera, despus de todo, el lder perfecto para un pueblo corrupto y extenuado.
237
Akama se detuvo y dej de apretar los puos. Abri la boca. Se cercior de que
una vez ms pareciera un humilde y sumiso Tbido.
El vaco que haba en su alma se burl de l. Tal vez le estaban permitiendo que
hiciera todas esas cosas. Tal vez l fuera el cebo que utilizaban para que picaran todos
aquellos en los que Illidan no poda confiar. El seuelo que arrastrara a los enemigos
de Illidan a una trampa, como ya haba sucedido con Maiev.
Inspir hondo a travs de esas fosas nasales tan planas y exhal, tal y como le
haban enseado a hacer cuando solo era un novicio en el Templo de Karabor. Se
acord de cuando aquel lugar haba sido un refugio de paz y pureza, un santuario para
los enfermos y los dbiles. Ese pensamiento lo seren por un momento, pero entonces
vio su propia sombra deforme proyectada sobre la pared. Ahora estaba tan destrozado
como el templo y se pregunt si alguno de los dos algn da podra volver a ser lo que
haba sido antao.
***
Entiendo por qu has buscado esto durante tanto tiempo, seor. Debera
permitirte hallar lo que ests buscando, ya que es una brjula que te permitir dar con
Argus.
Illidan abri sbitamente las alas, y acto seguido volvieron a reposar sobre sus
hombros. A continuacin, replic con una cierta irona que dej translucir:
238
Tan seguro como lo puede estar siempre cualquiera cuando se trata de la
magia de la Legin Ardiente.
Las carcajadas de lady Malande tintinearon por toda la cmara del consejo.
Podramos utilizarlo para que nos gue a travs de la red de portales y puertas
de la Legin Ardiente. Podra llevamos hasta Kiljaeden y la legendaria Argus.
Podramos utilizar sus propios portales para llegar a Argus. No hace falta
construir una nueva puerta, seor. S, es una obra digna de un genio, pero para qu
reinventar la rueda? Bastara con hacerle una modificacin muy sencilla a tu hechizo
para que pudieras valerte del sistema de portales de la Legin.
239
por sorpresa. Nos permitir establecer unas lneas de comunicacin cortas que se podrn
mantener con suma facilidad.
Los otros tres consejeros asintieron como si estuvieran de acuerdo con todas y
cada una de esas palabras. Sin embargo, Zerevor sigui insistiendo:
Pero intentar abrir este portal podra suponer que este mundo acabara
devastado de nuevo, al igual que Nerzhul devast Draenor. Si el conjuro no se lanza de
un modo perfecto, si se comete algn error en los clculos...
Y si te equivocas, seor?
Yo no me equivoco.
Zerevor mir para otro lado, se le hundieron los hombros y levant ambas
manos con las palmas hacia fuera.
240
Qu ocurre? inquiri Illidan.
Alguien ha abierto una puerta tan grande entre Outland y Azeroth que un
ejrcito entero podra cruzarla. Y al parecer, eso es precisamente lo que est ocurriendo.
241
CAPTULO VIENTITRS
DOS MESES ANTES DE LA CADA
D esde la cresta de la montaa, tenan una vista perfecta del Portal Oscuro
que les permita contemplar un panorama desolador, o eso pens Vandel. El portal a
Azeroth refulga de un modo siniestro dentro de ese gran arco, al que se llegaba por las
titnicas escaleras de los Peldaos del Destino. No obstante, el portal en s no era lo ms
desesperanzados sino el ejrcito que lo rodeaba.
Eran tantos y a la vez tan pocos. Todos esos soldados y demonios y mquinas de
guerra de all abajo resultaban muy imponentes, pero como poda recordar la visin que
haba tenido durante el ritual de transformacin, Vandel era consciente de que solo era
una diminuta fraccin del gran ejrcito de la Legin Ardiente.
242
Cada da llegaban ms y ms. Intent imaginarse la inconcebible distancia que
deban de haber recorrido para llegar hasta ese lugar, los vastos abismos entre mundos
que deban de haber cruzado, pero le resultaba imposible.
Esa bravuconada que Illidan haba lanzado en la que afirmaba que llevara la
guerra a Kiljaeden pareca ahora muy absurda, no sonaba ms amenazadora que lo que
le parecera a un soldado veterano un cro ataviado con la armadura de su padre que
blanda la espada de su progenitor.
Vandel contempl los rostros de la gente que haba a su alrededor, Illidan tena
una mueca burlona dibujada en la cara, como si todo ese vasto ejrcito no se mereciera
siquiera su desdn. Jace Darkweaver arque una ceja de un modo burln, pero en
cuanto la baj, un gesto ceudo de preocupacin se qued grabado en su rostro.
Una amplia y demencial sonrisa, que obligaba a estirarse al mximo los hilos
con los que tena cosidos los labios, dominaba el semblante de Aguja. Elarisiel pareca
hallarse francamente asustada y Vandel se pregunt si el demonio de su compaera se
estaba haciendo con el control de su mente y manipulndola.
243
Por qu estamos aqu?, se pregunt Vandel. Acaso Illidan los haba trado
hasta ah simplemente para que se deprimieran? No, eso no era propio de l. Deba de
tener un propsito en mente. Pareca hallarse muy absorto, como si estuviera
esperando a que ocurriera algo. Al mirar a la puerta, Vandel crey entender qu
suceda, puesto que nunca la haba visto con el aspecto que tena hoy.
Por qu quieres oponerte a ella?, le susurr ese demonio que se hallaba dentro
de l. Por qu lo intentas siquiera? Perteneces a ella. Siempre lo has hecho.
Resultaba increble ver a toda esa gente tan dispar luchando unida. Sin lugar a
dudas, la amenaza que suponan las fuerzas de Kruul haba contribuido decisivamente a
que decidieran colaborar. Daba la sensacin de que la Alianza y la Horda estaban
invadiendo juntas Outland.
244
Un colosal guardia de clera enfundado en una reluciente armadura atraves una
de las lneas humanas, con un hacha descomunal en cada mano. Pero una compaa de
orcos corri a interceptarlo. Un relmpago crepit y el guardia de clera se detuvo por
un momento. Los orcos acabaron con l.
Debe de haber un ejrcito enorme reunido al otro lado del Portal Oscuro, pens
Vandel, quien en ese momento record el tamao del ejrcito de la Legin que haba
llegado hasta ah. Todos los reinos de la Alianza y todos los dominios de la Horda
deban de haberse quedado sin un solo combatiente. Las fuerzas de un mundo entero se
haban unido para enfrentarse a la Legin Ardiente. Lo nico que poda hacer Vandel
era rezar para que eso fuera suficiente.
Illidan se acuclill por un instante, con las alas extendidas al mximo, y lade la
cabeza. Una expresin de desconcierto apareci fugazmente en su semblante.
Hizo esa pregunta en voz baja, como si estuviera hablando consigo mismo.
Tal vez para que Azeroth quedara desprotegida. Para alejarlos de su hogar,
del terreno que mejor conocen, para llevarlos a un lugar donde puedan ser ms
fcilmente destruidos.
Tiene toda la pinta de serlo. La cuestin es quin es la presa. Hay algo aqu
que me escama.
245
Vandel comprenda esa sensacin perfectamente. La satisfaccin que senta su
propio demonio lo inquietaba. Acaso estaba reaccionando de algn modo a algo que
perciba en esa situacin? Si Vandel se hallaba muy intranquilo, Illidan deba de
sentirse mucho ms desasosegado, puesto que era mucho ms poderoso y estaba an
ms curtido en estas lides.
Por un momento, Vandel sinti algo muy parecido a la culpa. Al ver cmo ese
contingente de combatientes elfos de la noche arremeta violentamente contra esa lnea
de la Legin Ardiente pens que debera estar ah abajo, luchando con ellos. Al fin y al
cabo, era un cazador de demonios y all abajo se encontraba el mayor ejrcito de
demonios jams reunido.
Pero qu diran los kaldorei cuando lo vieran tatuado con las marcas de Illidan,
su antiguo enemigo? No lo recibiran con los brazos abiertos como un amigo y
compaero, sino que, probablemente, lo confundiran con uno de esos demonios contra
los que luchaban.
Se pregunt si habra algn conocido con ese destacamento y si iba a tener que
bajar ah a matarlo. No estaba seguro de qu hara si Illidan diera esa orden.
A pesar de que era un cazador de demonios leal al Traidor, esta guerra era
contra la Legin Ardiente, no contra esa gente que antao haban sido sus hermanos. l
no era su enemigo, aunque ellos pudieran creer que s.
Qu hara entonces?
Paso a paso, los ejrcitos de Azeroth se vieron obligados a retroceder por las
escaleras. La mel era brutal y letal. No haba espacio para agacharse o confeccionar
hechizos, solo para intercambiar salvaje y rpidamente conjuros o golpes en medio de
esa muchedumbre tan compacta.
246
Paso a paso, la Legin fue empujando a las fuerzas enemigas y subiendo por las
escaleras. Al final, ambos ejrcitos alcanzaron un punto de equilibrio, en el que ninguno
era capaz de avanzar o retroceder ni un solo paso mientras el combate prosegua con la
misma furia que antes.
Vandel no estaba seguro de cmo iban a hacer eso las fuerzas de Kruul. Tal vez
los guardas apocalpticos pretendan volar hasta uno de los laterales de los Peldaos del
Destino. Tambin podran usar sus alas algunos de sus otros esbirros, aunque quiz as
perdieran el factor sorpresa. Lo ms probable es que pretendieran mantenerse ocultos
cerca de ese flanco empinado hasta que lanzaran el ataque. Podan usar portales
mgicos para traer al resto del destacamento.
Si esos demonios logran que caiga el flanco orco, entonces la batalla estar
perdida y los invasores sern enviados de vuelta a Azeroth; adems, gran parte de su
ejrcito se quedar aislado y ser destruido.
Illidan volvi la cabeza hacia l. Ahora tena toda la atencin del Traidor, cuyas
alas le envolvan rgidamente, como si intentaran esconderlo. Lade la cabeza y le dijo:
Por supuesto, tienes razn, Vandel. Ve con una compaa a interceptar a esos
demonios antes de que lleguen a las escaleras. Detenlos.
247
Vandel no estaba seguro de si le estaba recompensando o castigando por haber
hablado. Aunque, en realidad, le daba igual. Hizo una sea a Elarisiel y un grupo de
cazadores de demonios lo sigui. Aguja tambin lo acompa. Bajaron por la montaa
con la mayor celeridad posible para interceptar al destacamento de Kruul mientras
seguan mantenindose ocultos a la vista de los combatientes que peleaban all arriba,
en los Peldaos del Destino.
***
El Alto Seor Kruul mir directamente a Vandel y lo atac con una de sus
mortferas descargas de las sombras. Vandel la evit de un salto y se acerc al
gigantesco demonio.
248
hoja en el lugar adecuado. Tras sacarla, rod hacia delante, con la esperanza de
colocarse detrs del guardia apocalptico y fuera de su campo de visin.
Una batalla campal se haba desatado a la sombra de esas vastas escaleras, sin
que los combatientes de la parte superior se percataran de ello. Al rodar por el suelo,
Vandel acab justo en medio de aquella turbamulta. Volvi la cabeza y comprob que
Kruul ya se estaba peleando con otros cazadores de demonios. Uno de ellos cay,
partido por la mitad por esa hoja del tamao de un ariete. A continuacin, el guardia
apocalptico lanz una salva de rayos mgicos que alcanz al resto de atacantes. Los
enormes canes del Ncleo que se hallaban junto a l grueron. Vandel se prepar para
abalanzarse sobre la espalda de Kruul, pero antes de que pudiera saltar, los demonios se
le echaron encima en tropel.
Tuvo que hacer uso de toda su concentracin para lograr mantenerse con vida.
Aunque despach al primer guardia vil y luego a otro, por cada uno que eliminaba, otro
ocupaba su puesto.
Se estaba quedando sin fuerzas e incluso sus dagas mgicas fueron tomndose
romas. Luchaba en medio de una montonera de cadveres, tanto de elfos como de
demonios. Mat y mat hasta que se qued sin energas, hasta que incluso dej de or la
voz de ese agobiante demonio que se hallaba en el interior de su mente.
Vandel se agach para esquivar la descomunal espada del Alto Seor, y acto
seguido tropez. La gigantesca anua del demonio atraves el lugar donde hasta haca
unos instantes haba estado su cabeza.
A pesar de que intent ponerse en pie, saba que no podra hacerlo. Kruul se
alzaba sobre l, con la espada levantada, y supo que le haba llegado la hora. En la hoja
se reflej la luz sangrienta del sol de Outland, y acto seguido el arma traz un arco
descendente.
249
guardia apocalptico se desplom. Vandel se apart rodando hacia un lado mientras el
colosal demonio caa violentamente hacia el suelo.
Tal vez.
Como los haban pillado con la guardia baja y adems carecan ahora de un lder
y se enfrentaban a un nmero desconocido de adversarios, los demonios se fueron
disgregando en pequeos grupos y, poco a poco, los hicieron picadillo.
***
Vandel se puso en pie. Todos los demonios estaban muertos. Aun as, el hambre
lo azuzaba. Podra matar a un millar de esbirros de la Legin y nunca sera suficiente.
Podra quemar un mundo lleno de ellos y se sentira como si apenas acabara de
empezar.
Pese a que se dio cuenta de que ese mismo impulso era el que empujaba a la
Legin, en ese momento no le import. Solo quera seguir matando y matando.
Curv los labios para lanzar un gruido y se prepar para buscar una presa una
vez ms.
250
Por un instante, Vandel se plante la posibilidad de atacar al Seor de Outland,
pero se contuvo y, poco a poco, su sed de venganza mengu hasta ser controlable.
Exhal y tuvo la sensacin de que parte de su ira se iba con esa exhalacin.
Hoy aqu hemos salvado a la Alianza y la Horda, pero nunca lo sabrn dijo
Vandel al fin.
No hace falta que lo sepan. Nos basta con que estn aqu. Illidan sonri de
tal modo que dej traslucir una inmensa satisfaccin. Mantendr entretenida a la
Legin Ardiente mientras nosotros preparamos su derrota. El enemigo de mi enemigo...
251
CAPTULO VIENTICUATRO
DOS MESES ANTES DE LA CADA
U nos arroyos de lava verde fluan por esos riscos de basalto desmenuzado.
magia vil, lo cual haca sentir un cierto cosquilleo a Illidan y le llenaba los
pulmones cada vez que respiraba. Recorri con la mirada todo cuanto lo rodeaba y se
fij en que en cada peasco, cada saliente, cada fragmento de roca que se elevaba hacia
el cielo, haba un cazador de demonios vigilando.
Aunque haban ahuyentado a los guardias de la Legin, era ms que posible que
el ritual que iban a llevar a cabo atrajera la atencin de los comandantes enemigos.
Mientras se hallara en estado de trance, sera incapaz de luchar o huir. Estaba corriendo
un riesgo terrible, pero tena que asumirlo. Si uno solo de sus seguidores resultaba ser
un traidor, o incluso excesivamente ambicioso, su existencia llegara a su fin.
252
Camin por el borde de ese gran conjunto de smbolos en los que haba inscrito
unas letras de fuego sobre esa roca negra. Enton las palabras que conformaban el
encantamiento; se trataba de un cntico repetitivo, que invocaba unas fuerzas que podra
controlar valindose de una mera fraccin de su mente. A su alrededor, unas
monstruosas energas se arremolinaban, a la espera de ser desatadas. Confeccionar ese
sortilegio le haba llevado semanas. nicamente poda ser lanzado en esa localizacin
exacta, en ese momento exacto, cuando todas las seales lo indicaran.
Contempl detenidamente las oscuras nubes que cubran ese cielo abrasador. Un
colosal chorro de lava brot de las atormentadas entraas de la tierra, como si fuera
sangre de demonio que manara de una herida titnica.
Cogi el disco que se haba llevado de Nathreza y centr todas sus percepciones
en ese objeto que segua impregnado del hedor psquico de los seores demonacos de
la Legin Ardiente. En cuanto lo escrut detenidamente con su extraa visin, se los
pudo imaginar: al siniestro e intransigente Sargeras, un titn cado que irradiaba miseria
y desesperacin; a Archimonde, un demente seor de la guerra consumido por la furia y
la ira, el puo de Sargeras; a Kiljaeden, el maquinador, un experto a la hora de tentar y
manipular que haba corrompido a tantos.
Quin se crea que era Illidan para enfrentarse a ese espantoso tro? Acarici el
Sello de Argus y roz con sus garras las hendiduras de las runas hasta que el glido
metal chirri. Resultaba muy extrao que pudiera permanecer tan fro incluso ah, entre
tanto fuego y tanta furia.
Borde los lmites del crculo mgico que haba trazado, para comprobar que los
hechizos de proteccin que haba colocado ah funcionaban, para cerciorarse de que la
energa flua correctamente a travs de l, de que no haba cometido ningn error.
253
haba pagado con creces su traicin. Haba veces en que Illidan se preguntaba si iba a
acabar igual, si todo eso era nicamente un juego para los seores demonacos, en que
lo tenan todo a su favor y se divertan con esos insectos que se oponan a ellos e
intentaban derrotarlos.
Tom aire y percibi el olor a azufre de esa lava verde. Era como si estuviera
respirando el humo de un gran infierno que haca que le ardieran los pulmones y sintiera
un cosquilleo en ellos. Se le estaba agotando el tiempo.
***
Se lanz en picado hacia la superficie de ese mundo. Antao deba de haber sido
muy hermoso, un lugar de montaas cristalinas y mares relucientes, pero ahora era fro
y cruel. Las tinieblas dominaban aquel lugar, as como una sensacin de prdida y
corrupcin.
El sello palpit en sus garras. Ya no era un disco real, sino una representacin
del mismo, creada con las energas mgicas del propio conjuro, que lo arrastraba hacia
abajo, hacia lo que buscaba. A pesar de que el tirn era casi irresistible, luchaba contra
l, mientras escrutaba el cielo, se fijaba en la posicin de las estrellas y las
constelaciones y las grababa en su memoria. Busc desesperadamente algn astro
familiar en el firmamento, pues saba que as podra deducir en qu lugar del cosmos se
254
encontraba. Tambin intent dar con mareas de energa mgica, con las corrientes
aurorales que discurran por el Vaco Abisal.
Era este realmente el lugar que buscaba? Traz una rbita a su alrededor
rpidamente, fijndose en el paisaje, buscando alguna seal, todava resistindose en
todo momento al tirn del sortilegio que haba confeccionado. Una vez ms not la fra
distancia carente de toda emocin que lo separaba de su cuerpo. Una leve sensacin de
paranoia plane sobre esa mente que posea unos sentidos mgicos. Por un momento
crey percibir una presencia que lo observaba. Ech un vistazo a su alrededor pero no
detect nada.
Era absurdo preocuparse por eso a esas alturas. Ya no haba ninguna posibilidad
de dar marcha atrs. Dej que su espritu descendiera en picado hacia esas escarpadas y
cristalinas montaas y pudo comprobar que se haban desmoronado por culpa de la
infeccin que las haba corrompido por dentro. Vio cmo unos diablos de polvo nacidos
de los restos de gemas pulverizadas se elevaban en el aire y se alejaban chillando por
caones de rocas dentadas de bordes afilados. La luz brillaba y danzaba al refractarse en
todas partes.
Delante de l haba una ciudad que se alzaba imponente sobre unos caones
hechos de cristales fracturados. En su interior haba muchas presencias; todas ellas
capaces de destruir su alma.
***
255
con esas fantsticas edificaciones que iba dejando atrs. Ah tambin haba unas
gigantescas mquinas cuya funcin era concentrar magia. Antao, segn lo que haba
podido averiguar, haban sido unos instrumentos que haban proporcionado paz,
armona y salud al mundo entero; ahora, sin embargo, generaban una nube de miedo y
desesperacin que era visible para Illidan gracias a su visin espectral.
Percibi otra presencia. Algo acechaba por ah cerca y lo estaba observando con
detenimiento. Expandi todos sus sentidos al mximo. S, haba algo ah, pero era
incapaz de precisar con exactitud de qu se trataba. Ese ser estaba tan escudado como
l. Era un centinela? O algo totalmente distinto? Esper y observ durante un rato,
pero no ocurri nada. Haba llegado el momento de proseguir.
Recorri esos pasillos de cristal, dej atrs unas runas que refulgan de un modo
malvolo. Era como si el ncleo de esos conjuros que en el pasado haban propagado la
luz y la armona a lo ancho y largo de la ciudad y ese mundo hubieran sido reescritos
para provocar justo lo contrario. En cuanto examin con detenimiento esas runas, la ira
y la desesperacin anegaron su mente. A pesar de hallarse muy protegido, esos
sortilegios le afectaban, lo cual provocaba que tuviera unas visiones de conquista y
sintiera un ansia abrumadora de dominacin y destruccin, una ira que lo llevaba a
desear el exterminio de toda la existencia. Eso que se hallaba escrito ah con runas de
fuego, era el credo de la Legin Ardiente.
Se fij en el smbolo del sello. S, ese sera el ancla del portal entre Outland y
Argus. Invoc la fase final del encantamiento. El disco palpit en su mano, mientras
absorba las energas que lo rodeaban, fortaleciendo el vnculo que ya tena con aquel
lugar. En cuanto concluyera esa tarea ya no necesitara abrir un portal desde el Trono de
Kiljaeden sino que podra usar el vnculo establecido ah con ese sello.
256
ms intensidad el aura del Falsario. Sus movimientos se volvieron ms lentos. Su forma
astral descendi ms y ms. A pesar de todas las precauciones que haba tomado, haba
acabado atrapado en una red hecha de una energa terrible. El laberinto de conjuros que
lo rodeaba estaba haciendo que sus energas malvolas se fusionaran con su espritu.
No caba duda de que Illidan haba dado con el camino que llevaba hasta el
palacio de Kiljaeden en el mundo perdido de Argus. Por desgracia, el demonio pos su
mirada ardiente en el lugar donde se hallaba el Traidor. Una sonrisa perversa se dibuj
en esa cara monstruosa. Sus descomunales fosas nasales se ensancharon, como si
estuviera captando el aroma psquico de una presa.
Illidan not de nuevo esa otra presencia que lo vigilaba, la cual lo envolvi por
entero. Aunque se resisti, no pudo quitrsela de encima; entre tanto, en todo momento
Kiljaeden mantuvo clavada su mirada en l.
El Falsario lo mir fijamente, con unos ojos que amenazaban con destruirlo, y
sbitamente dej de mirarle. Algo haba hecho que apartara la vista de Illidan, al que le
cost un momento darse cuenta de qu era ese algo. La presencia que lo haba cubierto
por entero lo empujaba ahora fuera de la sala del trono. Por un instante pudo percibirla
con claridad. Se trataba de un ente de la Luz tan brillante que contemplarlo resultaba
casi doloroso. Mientras asimilaba esa revelacin oy un rugido de rabia titnico que
provena de la sala del trono de Kiljaeden, era como si el seor eredar pudiera
percibirlo tambin.
257
Las cadenas de ectoplasma que lo ataban se desvanecieron.
Vete de este lugar. Aqu no podrs sobrevivir. Ahora no, oy decir a una voz en
su cabeza que desapareci de inmediato. El conjuro de translocacin lo llev
rpidamente al Trono de Kiljaeden.
Lo haba conseguido.
Haba sobrevivido y haba dado con lo que necesitaba. Haba confirmado que
Kiljaeden se encontraba en Argus. Haba localizado al corazn palpitante de la Legin
Ardiente. Y haba dado con otra cosa ms, con un ser que lo haba ayudado a escapar
cuando todo pareca perdido. Pens en la Luz que haba sentido dentro de l y se
percat de que no poda confiar en esa cosa.
Kiljaeden no era conocido como el Falsario por nada. Tal vez todo formara
parte de una trampa mucho ms amplia y elaborada.
258
CAPTULO VIENTICINCO
EL MES ANTERIOR A LA CADA
la cmara del consejo del Templo Oscuro. Sus consejeros iban y venan, junto a
mensajeros que traan las ltimas noticias. Los elfos de sangre del consejo discutan con
Akama y Vandel, as como con los dems lderes de los cazadores de demonios.
El Seor de Outland se frot las sienes justo por debajo de los cuernos. Casi
haba recuperado todas las fuerzas que haba perdido durante el viaje espiritual a Argus,
pero no poda aflojar. Tena que seguir presionando, aprovechando la ventaja que le
conceda todo lo que haba descubierto. Tena que enfrentarse a Kiljaeden, y pronto,
antes de que el Falsario se enterara de sus planes y se preparara en consecuencia. Se
hallaba tan sumido en sus pensamientos que le llev un rato darse cuenta de que lady
Malande le estaba hablando.
Haba un cierto tono de premura en su voz que requera que le prestara atencin.
El Traidor la mir con esas cuencas sin ojos, de un modo que saba que resultaba
perturbador a aquellos que carecan de visin espectral.
Sobre Reserva Colmillo Torcido. Las noticias al respecto no son nada buenas.
Lady Vashj ha sido derrocada y las grandes bombas se han cerrado.
259
Reserva Colmillo Torcido. Las imgenes de una vasta estacin de bombeo
repleta de mquinas mgicas irrumpieron en su mente. Se imagin los kilmetros y
kilmetros de tuberas que recorran esas gigantescas cuevas subterrneas. Pens en el
plan de Vashj de hacerse con el control de todas las reservas de agua de Outland.
Aunque ese objetivo haba parecido muy importante en su momento, ahora que los
acontecimientos se estaban precipitando con tanta rapidez no daba la sensacin de que
fuera algo a lo que mereciera la pena prestar atencin, pues tena cosas mucho ms
importantes de las que preocuparse.
260
Al parecer, Illidan se haba equivocado al confiar en que las fuerzas de Azeroth
se fueran a centrar nicamente en la Legin Ardiente. Como lo odiaban tanto, estaban
dispuestos a ignorar la amenaza ms importante con tal de darle caza. Kruul deba de
haber sabido que estaban tan sedientos de venganza como Maiev Shadowsong cuando
les hizo caer en la trampa de invadir Outland. Bueno, Illidan haba logrado que el
guardia apocalptico pagara con creces aquello. Algn da, muy pronto, tendra que
hacerle una visita a Maiev para demostrarle tambin lo enfadado que estaba con ella.
Pero ahora no tena tiempo para nada de eso. El destino de todo cuanto exista
estaba en sus manos.
Hagan lo que sea necesario contest Illidan. A rengln seguido golpe con
una garra las fichas, que acabaron desperdigadas sobre el mapa. Otros asuntos
requieren mi atencin.
Estamos luchando una guerra para proteger a todo cuanto existe de la furia de
la Legin Ardiente afirm. Da igual que logremos mantener a salvo Outland unos
cuantos aos ms. En cuanto la Legin se reagrupe podr atacamos con un ejrcito
descomunal que nos avasallar. Lo que suceda aqu y ahora ya no es relevante, salvo en
la medida que afecte al resultado de la verdadera lucha.
261
No era culpa suya que, nicamente fueran capaces de centrarse en los detalles
ms nimios y fueran incapaces de tener una visin general de lo que realmente estaba en
juego. No obstante, lo cierto era que nunca se haba tomado la molestia de convencerlos
de que su perspectiva deba cambiar. Se haba valido de sus ambiciones, de su codicia,
de las cosas con las que poda tentarles para lograr que le fueran leales. Haba llegado la
hora de hacerles saber a los dems cul era realmente la situacin.
Illidan neg con la cabeza y, en ese instante, supo que tena toda su atencin.
Tendremos que defender nuestras bases hasta que podamos abrir el camino
hacia Argus.
Akama lo mir con un gesto que se hallaba en un punto medio entre el espanto y
el pasmo.
Lo estoy. Deseo ver a aquellos que lo han profanado muertos de una manera
definitiva, para siempre contest Illidan. Y s cmo hacerlo.
Mi pueblo huy de all hace milenios. Cay ante aquellos que se aliaron con
Sargeras, ante los seguidores de Archimonde y Kiljaeden. Debe de hallarse a un millar
de mundos de distancia, habra que atravesar un millar de portales.
Planeas abrir un portal a travs del Vaco Abisal que lleve directamente a
Argus? Perdname por ser tan rudo, seor, pero eso es imposible.
262
No es imposible, Akama, sino extremadamente difcil. Puedo abrir un camino
hasta ah. Todo es posible gracias a la magia, siempre que uno posea el poder y los
conocimientos necesarios.
Dio la impresin de que el Tbido estaba haciendo unos clculos muy rpidos
mentalmente.
No existe tal poder, salvo que se trate del que utilizaste para llegar a Nathreza.
Illidan recorri con la mirada esos rostros. Lo cierto era que no lo saba.
Simplemente, estaba dando un salto a ciegas. Tal vez la Legin fuera invencible. Tal
vez matar a Kiljaeden no sirviera de nada. Aunque una cosa s era cierta.
He reflexionado sobre esa cuestin durante diez mil aos o ms, Vandel
respondi. Desde la primera vez que entr en contacto con Sargeras, desde la primera
vez que comprend de verdad qu era la Legin Ardiente.
Estuve encarcelado diez mil aos. En esos diez milenios no permanec ocioso,
sino que medit sobre todo lo que haba aprendido acerca de la Legin. Consider todas
las posibles formas de oponerme a ella. Todas las maneras en que cualquiera poda
oponerse a ella. Por eso me un a la Legin. Porque pretenda aprender todo lo posible
sobre ella. Renunci a todo por obtener ese conocimiento. S ms sobre la Legin
263
Ardiente que cualquier criatura viva salvo quiz sus dirigentes, si quieren considerarlos
unos seres vivos. He aprendido muchas cosas, pero todo se reduce a una terrible y
siniestra verdad. Descubr que no hay ninguna manera de derrotar a la Legin si uno se
limita a esperar a que venga a por l. La Legin es demasiado poderosa. Aunque uno
consiga repelerla, acabar regresando. Si logras hacerlo un millar de veces, regresar
una y otra vez. Y cada vez ser ms fuerte; adems, sus comandantes habrn aprendido
de sus errores, sus generales estarn preparados para enfrentarse a sus estrategias. Son
inmortales. Sus almas no pueden ser destruidas en la mayora de los lugares. Solo
pueden ser arrojadas de nuevo al Vaco Abisal, donde al final renacern, con todo el
conocimiento acumulado en sus vidas anteriores. Imagnense que tienen que luchar
contra un guerrero que cada vez que lo matas regresa. Si este guerrero recuerda el ardid
que empicaste para derrotarlo previamente, regresar preparado para no caer de nuevo
en l. Al final, te quedars sin argucias. Se te agotar la suerte. Por eso, la Legin no
puede ser derrotada en Azeroth. Los espritus de esos demonios nicamente pueden ser
destruidos en el Vaco Abisal, en esos sitios donde ese plano se une tangencialmente
con el mundo de los mortales o en esos lugares totalmente impregnados de las energas
demonacas de la Legin Ardiente. Nathreza era uno de esos lugares. Argus es otro. Ha
habido algunos que creyeron que haban derrotado a la Legin Ardiente. Ahora, los
Seores del Terror caminan sobre las cenizas de esos mundos, los infernales profanan
las tumbas de sus hijos. No se puede vencer a la Legin luchando segn las condiciones
que ella misma impone, ya que al final lo nico que puedes hacer es perder. Solo hay
una manera de ganar: atacando a la Legin Ardiente donde puede ser destruida. S que
es una posibilidad muy remota, pero es la nica que tenemos. No nos queda otra. Lo
nico que podemos hacer es resistir y aguardar a la muerte o podemos llevar la guerra a
Sargeras y sus esbirros. Destruiremos a los tenientes que comandan y espolean a las
fuerzas de la Legin. Mataremos a Kiljaeden y a Archimonde tambin si es que ha
renacido. Sargeras necesita comandantes que controlen a sus soldados. Sin ellos, los
eredar acabarn luchando entre ellos y podrn ser destruidos poco a poco.
264
Dej que asimilaran esas palabras. No les estaba pidiendo que lo siguieran, sino
que les estaba diciendo que eran dignos de seguirle, lo cual era cierto. Los mir a la cara
uno a uno y estos asintieron.
Adnde vas? pregunt Akama, cuya voz era poco ms que un susurro
ronco. El Tbido se mesaba los tentculos de la barbilla, horrorizado.
S, seor.
***
265
Mientras segua a los dems hacia la salida de la cmara del consejo, pens en lo
que haba dicho Illidan y en la visin que haba tenido cuando haba comido la carne del
demonio.
Ni por un momento dud de que lo que Illidan haba dicho no fuera cierto. La
Legin Ardiente era invencible cuando uno se enfrentaba a ella valindose de medios
normales. No haba ninguna estrategia defensiva que pudiera derrotar a un ejrcito que
contaba con unos recursos ilimitados y unos soldados inmortales. No obstante, la
verdadera cuestin era saber si el plan de Illidan marcara alguna diferencia o no.
Durante los ltimos meses haba dado la sensacin de que el Traidor estaba menos
cuerdo que nunca. Pero ahora, Vandel comprenda por qu: porque todas sus
maquinaciones se acercaban a su punto lgido.
Vandel era capaz de ver lo que muchos otros consejeros eran incapaces de ver:
que Illidan no tena ya ningn plan para ms adelante. Se hallaba al borde de un gran
abismo y estaba decidido a dar un gran salto para adentrarse en esas tinieblas. Todo lo
que estaba ocurriendo, que las ciudades estuvieran cayendo, que la Alianza y la Horda
hubieran llegado, eran unas meras distracciones. Vandel saba que pasara lo que pasase
todo iba a estallar por los aires en los prximos meses. Ninguno de ellos iba a vivir
mucho ms. Daba igual que siguieran a Illidan a Argus o se quedaran ah a pelear contra
la Legin o la Alianza y la Horda, pues todos iban a morir.
266
Vandel saba que sucediera lo que sucediese seguira a Illidan. Mir hacia atrs
y contempl la cmara del consejo. El Traidor segua ah, con los hombros hundidos y
las alas plegadas, lo cual le confera un aspecto melanclico. Dio nueve pasos, y a
continuacin gir. Entonces, como si intuyera que lo estaba observando, Illidan se
enderez cuan largo era, flexion las alas y cruz los brazos. Mientras las puertas se
cerraban silenciosamente, Vandel fue consciente de que las dudas tambin reconcoman
a su lder.
***
Illidan contempl la sala de mandos vaca. Ese vaco haca que esa gigantesca
cmara pareciera ms grande. La falta de bullicio provocaba que reinara un silencio
sepulcral. Se acerc al mapa de la mesa y observ las fortalezas de su imperio de
Outland que ya haban cado. Cada una de esas fichas y piezas talladas representaban
millares de muertos, lagos enteros de sangre derramada. En ese instante, repar en que
tales cosas haca mucho que haban dejado de preocuparle. En la partida que estaba
jugando, el hecho de que se perdieran decenas de miles de vidas era un precio a pagar
muy nimio.
Haca mucho, mucho tiempo, esas muertes le habran afectado. Aunque era
consciente de que de lo que suponan de una manera racional, eso ya no suscitaba
ninguna emocin en l, ni siquiera era capaz de recordar cmo se haba sentido antao
al respecto, y eso le inquietaba. Haba pasado tanto tiempo crendose una coraza contra
las dudas, obligndose a plantearse cuestiones que nicamente eran relevantes para su
lucha que, ahora, en esa cmara vaca, solo poda escuchar los ecos de unas voces que
ya no hablaban.
Las dudas tanto de Vandel como Akama estaban justificadas. Tal vez estuviera
equivocado. Tal vez estuviera realmente loco, de lo cual le haban acusado muchas
veces. Cogi una de las fichas (un guerrero orco tallado con marfil de uagrieta) y le
dio vueltas y ms vueltas entre los dedos. Cuntos orcos viles haba enviado a morir
sin habrselo pensado dos veces? Si hubiera querido, habra sido capaz de calcular el
nmero. Su mente de hechicero era capaz de recordar todos los planes de batalla, todas
las listas de suministros. Pero eso sera absurdo.
267
Pens en los cazadores de demonios, que pertenecan a su propio pueblo. Senta
una afinidad con los elfos que no senta con nadie ms, pero incluso ese sentimiento
pareca algo remoto y difuso, ya que haba recorrido caminos que lo haban separado
incluso de ellos. Haba pasado diez mil aos totalmente aislado del resto del mundo,
con solo Maiev y sus Celadores como compaa, quienes apenas se haban relacionado
con l. Diez mil aos solo, acompaado nicamente por sus pensamientos y sus planes
y sus visiones. Diez mil aos de pesadillas tenebrosas, poniendo a prueba esas cadenas
que no se pudieron romper hasta que, finalmente, Tyrande lo liber. Se plante la
posibilidad de visitar a Maiev para infligirle un castigo, aunque solo supusiera una mera
fraccin del sufrimiento que se mereca. La ficha se deshizo entonces en su mano, pues
la haba apretado demasiado.
Arroj los fragmentos sobre el mapa. Ahora no haba tiempo para distracciones.
Tena una guerra que ganar. Las dudas lo atormentaban. Y si se equivocaba? Y si
haba hecho mal los clculos?
Sus visiones no eran infalibles. Tal vez hubiera otra manera de ganar y no haba
sido capaz de verla. Tal vez estuviera tan ciego que no era capaz de ver esa solucin que
le llevara a vencer en esa guerra sin llevar a cabo tantos sacrificios. Una y otra vez,
haba intentado dar con ella, pero no la haba encontrado; sin embargo, eso no quera
decir que no existiera.
Se cuadr de hombros, flexion las alas y sali de la cmara sin mirar atrs.
Haba llegado la hora de ir a Auchindoun y enfrentarse a los espritus de los muertos sin
descanso.
***
Akama se hallaba solo junto a la jaula de Maiev, puesto que haba dicho a los
guardias que se podan marchar. La celadora, que acababa de escuchar cmo haba sido
el ltimo encuentro del Tbido con Illidan, estaba ms plida que nunca. Aunque
268
Akama estaba corriendo un gran riesgo al venir a verla en esos momentos, necesitaba
hablar con alguien que compartiera el terrible odio que senta hacia Illidan.
Tal vez pretenda emplear ese portal para escapar replic Maiev, cuya voz
se ti de cierta preocupacin, como si seriamente estuviera considerando la posibilidad
de intentar dar caza a esa presa sin ayuda de nadie. Tal vez espera abrir un camino
que lleve a un refugio situado lejos de aqu. Eso deberas comprenderlo, ya que tu
propia gente hizo lo mismo en su momento.
Illidan no es de los que huye. Sinceramente, creo que de verdad planea dar
con Kiljaeden y luchar a muerte con l.
Perder. Y todos sus esfuerzos habrn sido en vano. Y todos los tuyos
tambin. Tu querido templo caer en manos de la Alianza o la Horda. Librame. As, al
269
menos, si el Templo acaba en manos de la Alianza, podr interceder a tu favor y
cerciorarme de que se lo devuelven a tu pueblo.
Por eso me has visitado tan a menudo, Tbido? Porque an piensas que
podrs utilizarme como una pieza ms en tus maquinaciones?
Akama se march, gozando del silencio meditabundo que dejaba atrs, mientras
Maiev reflexionaba sobre las palabras de este. En la lejana, la tierra tembl mientras la
Mano de Guldan entraba en erupcin. ltimamente, eso era muy habitual. Se trataba
de un mal presagio.
270
CAPTULO VIENTISIS
EL MES ANTERIOR A LA CADA
L as cenizas crujieron bajo los pies de Illidan cuando este aterriz delante de
Daba la impresin de que aquella ciudad haba sido antao una gigantesca
cpula, similar al casco de algn titn, a la que haban hecho aicos; cuyos fragmentos
se haban esparcido luego por toda esa tierra rida situada tras l.
Percibi el pulso distante de la magia palpitando entre las torres del espritu que
se elevaban sobre el Vertedero de Huesos. Cul era el propsito de esas
construcciones? No lo tena muy claro y eso le inquietaba, pues a pesar de que haba
estado toda la vida estudiando magia para poder dominarla, todava haba algunas
lagunas en sus conocimientos.
Incluso los orcos viles del clan Sombraluna, quienes normalmente eran unas
criaturas extremadamente valientes y agresivas, se encontraban intranquilos. Haba algo
en ese lugar muerto que incluso era capaz de penetrar en esas mentes repletas de ira y
despertar algo parecido al espanto en ellas. Eso en s mismo resultaba bastante
perturbador, ya que, de todos los clanes orcos que se hallaban a su servicio, el
Sombraluna era el que ms acostumbrado estaba a la nigromancia y la hechicera
271
oscura. Su capitn, Grimbak Shadowrage, quien les arengaba y animaba entre gruidos,
logr calmar a sus tropas, que aguardaron sus rdenes.
Esa ciudad haba sufrido algn desastre espantoso. Eso estaba claro, cuando
menos. Unas descomunales rejas de metal retorcido emergan de la mampostera rota,
como unas costillas que asomaran entre la carne putrefacta de un cadver.
Segn Akama, ese era el lugar sagrado donde se haban enterrado los huesos de
los draenei muertos. No obstante, ah haba sucedido algo horrible. Circulaban muchos
rumores contradictorios al respecto: uno de ellos era que se haba despertado a los
muertos con un ritual tenebroso, otro deca que los orcos haban manipulado algo que
ms les valdra no haber perturbado y que haban desatado unas fuerzas terriblemente
malvolas, otro distinto afirmaba que la Legin Ardiente haba probado en ese
emplazamiento un arma horrible y que las malvolas energas resultantes lo haban
envuelto todo.
Illidan saba la verdad, pues esta se la haban revelado los recuerdos de Guldan,
que haba obtenido al absorber el poder de la calavera de este. El viejo maquinador
haba enviado a un grupo de brujos a la ciudad en busca de algunas reliquias enterradas
ah. Los supervivientes le haban contado que las cosas se haban torcido y haban
invocado a una entidad muy extraa, la cual haba devastado Auchindoun, destrozando
la gran cpula y esparciendo los restos de infinidad de muertos por una zona enorme del
desierto.
Illidan dio la seal de avanzar. Los orcos viles rugieron desafiantes y marcharon
bajo la sombra de las puertas de la ciudad muerta. Sus pisadas pesadas y fuertes
parecan profanar ese vetusto silencio. En las sombras, ciertas cosas antiguas y
hambrientas aguardaban y esperaban. Daba la sensacin de que un millar de ojos los
observaban sin ser vistos.
Cuando pasaron bajo un gran arco, el polvo cruji bajo sus botas, ya que se
haba acumulado de tal modo que haca que a los orcos viles les costara caminar,
aunque el Traidor poda desplazarse por encima, simplemente, batiendo las alas.
272
La ciudad haba sido construida siguiendo un diseo de anillos concntricos. En
cuanto las fuerzas de Illidan cruzaron el arco se hallaron ante los restos destrozados de
otra muralla. Unas escaleras los aguardaban ah delante. Tanto a la derecha como a la
izquierda, lo que en el pasado deba de haber sido una calle muy grande se curvaba y
perda en la distancia. En las murallas exteriores haba muchas aberturas que indicaban
que haba caminos por los que entrar a las tumbas y mausoleos que se encontraban ah
dentro.
Subi por las escaleras desvencijadas, seguido por los orcos viles, y pas por
debajo de lo que quedaba de un arco de triunfo. En cuanto lo atravesaron, se
encontraron mirando desde la parte superior de una muralla tan ancha como una
carretera a otro anillo de ruinas.
Como los anillos de un rbol, pens Illidan. Desde donde se hallaba poda
contemplar con claridad el centro de esa metrpolis muerta. En su da, esa ciudad se
deba de haber construido siguiendo un esquema de crculos concntricos y este haba
sido uno de ellos. Aunque todo podra haber sido un edificio colosal con muchas
cmaras y pasillos. Sin embargo, ahora, suelos enteros se haban desmoronado y yacan
all abajo, en la tierra. Era desconcertante. Este lugar haba sido construido por razones
inescrutables para satisfacer las extraas sensibilidades de los draenei. Quera alcanzar
el mismo corazn de la ciudad, pero saba que no iba a ser una tarea fcil.
En ese instante, regres uno de los exploradores, con una sonrisa triunfal de
oreja a oreja.
***
273
Unos extraos braseros flanqueaban un pasaje abovedado, iluminando unos
estandartes ornamentados con unas runas raras. Un esqueleto descompuesto yaca cerca.
El aire ola a incienso antiguo y huesos viejos. El hedor nauseabundo de la putrefaccin
reinaba por doquier. Illidan not en la garganta el picor del polvo de cadver que le
entraba por las fosas nasales.
Aqu y all, entre los adoquines destrozados, se vislumbraba que haba unas
minas bajo las criptas. En algunas, relucan pepitas de adamantita en bruto. No obstante,
los nicos seres vivos visibles eran unas araas del tamao de un puo que iban
correteando de una sombra a otra.
274
Illidan y sus tropas dejaron atrs unos puentes muy extraos y unos enormes
atades de piedra. En cuanto entraron en una cmara gigantesca, repleta de sarcfagos
colosales, Illidan detect una presencia realmente escalofriante.
Donde hasta haca solo unos instantes nicamente haba habido un pasaje
abovedado vaco, se hallaba ahora una silueta brillante que recordaba a un draenei, la
cual irradiaba una energa glida que absorba vida. Illidan lanz un rayo y esa cosa se
desintegr ante tal avalancha de poder.
Como si eso hubiera sido una seal, unas figuras relucientes emergieron de las
sombras, irrumpiendo sbitamente. Arremetieron contra los orcos viles y acabaron
siendo despedazados en fragmentos resplandecientes de ectoplasma gracias a ciertas
armas rnicas y algunos conjuros muy potentes.
Una pila descomunal de huesos cobr vida en cuanto pasaron junto a ella; los
fragmentos seos se reordenaron ellos mismos hasta formar esqueletos capaces de
moverse por s solos, en cuyas manos desprovistas de carne aferraban armas que tal vez
hubieran blandido en vida.
En los salientes de los muros que rodeaban la cripta, unos draenei vestidos con
tnica confeccionaban unos tenebrosos hechizos. Aunque extraan energas de la no-
vida, los que se aprovechaban de ella eran seres vivos, que con sus artes nigromnticas
insuflaban vida a los muertos. Illidan orden a los orcos viles que acabaran con ellos.
Las fuerzas del Seor de Outland avanzaron sin miramientos hasta llegar al
centro de esa ciudad hechizada, mientras una oleada tras otra de extraos espritus
bramaban por encima de ellos y ms y ms orcos viles caan.
Illidan pens que era una pena, ya que no haba tenido tiempo de preparar la
succin de alma y, por tanto, sus muertes no tendran una gran importancia dentro del
gran esquema csmico.
275
No obstante, ah se hallaba ese lugar al que tanto haba ansiado llegar, en las
entraas de la ciudad, bajo esos pasillos y estancias donde haba infinidad de cadveres
enterrados.
Los orcos viles avanzaban en filas que rodeaban el palanqun sobre el que se
hallaba la succin de alma, dentro de un sarcfago de latn, hierro vil y veraplata del
tamao de un elfo. Illidan se elev de un salto en el aire y not una oleada de aire fro
bajo sus alas. Acto seguido, aterriz encima del contenedor. Pronunci una palabra
mgica y el fretro se abri violentamente, mostrando la succin de alma.
El poder palpitaba a travs de esas tuberas de hierro vil, canalizado por las
runas inscritas en el lateral de esa reliquia. Estaba orgulloso de esa obra de hechicera,
ya que cuando haba abierto el portal a Nathreza haba logrado reproducir algunos de
los efectos mgicos del ritual que se sola utilizar para absorber las almas de los muertos
y los moribundos. En cuanto lo activara, la succin absorbera al interior de su vrtice
los espritus inquietos que deambulaban por la hechizada Auchindoun, los
desmenuzara y almacenara su poder. Tres gemas con forma de lgrima yacan en el
centro de aquel artilugio. Ahora mismo, esas gemas eran de un color negro muy
apagado, pero en cuanto la succin se llenara, refulgiran con el poder absorbido.
Cuando todas ellas brillaran intensamente, tendra el poder necesario como para abrir el
portal a Argus.
276
Los orcos viles cerraron filas y alzaron sus armas. Los muertos andantes se
abalanzaron sobre ellos en oleadas. Aunque si los hubieran atacado de uno en uno, no
habran sido rivales para los orcos viles, como se les echaban encima en tropel y esas
tropas no parecan tener fin, eran un enemigo muy a tener en cuenta. Mientras estos
distraan a los orcos viles, los nigromantes lanzaban unas descargas de magia de las
sombras.
Lo peor de todo eran los espritus. Iban deslizndose de aqu para all sin ser
vistos, y con sus fras manos espectrales agarraban a los orcos viles y les arrebataban la
fuerza vital, dejando solo un cadver glido que caa al suelo.
277
batalla. Las almas chillaron dentro de la succin. El mero hecho de mantener el
sortilegio en pie le haca sentir un dolor agnico.
Esto no lo haba previsto. Jams se hubiera imaginado que podra caer en ese
lugar tan tenebroso. Iba a morir ah y todas sus maquinaciones habran sido en vano. Lo
mejor que poda hacer era, simplemente, dejar de controlar el sortilegio que mantena a
raya a la succin de alma, con el fin de que sus energas provocaran una explosin que
matara todo cuanto rodeaba al Traidor. Al menos de este modo se vengara de sus
asesinos.
278
No. No iba a morir ah. An tena mucho que hacer. Deba cumplir su destino.
Deba oponerse a la Legin Ardiente. Sac tuerzas de flaqueza y mantuvo el artilugio
en funcionamiento. Cay de rodillas mientras le arrancaba la vida. Lentamente, la
ltima gema se estaba llenando de energa.
279
CAPTULO VIENTISIETE
EL DIA ANTES DE LA CADA
transcurrido semanas desde que haba regresado de Auchindoun, todava segua dbil.
No haba recuperado el nivel de poder que haba posedo antes de utilizar la succin de
alma.
280
Si sigues repitindotelo, pens, tal vez llegues a crertelo de verdad. Esa
reflexin amarga irrumpi en su mente, a pesar de lo mucho que intentaba evitarla. La
duda era un demonio ante el cual no tena defensa alguna.
Uno a uno, sus consejeros elfos de sangre entraron en la cmara. Por sus
expresiones pudo deducir que no le traan buenas noticias. Aunque se levant del trono
y disimul lo mejor que pudo el dolor que le impeda moverse con soltura, todos tenan
la mirada clavada en l, mientras lo evaluaban y hacan sus clculos. Los ah presentes
eran unos seres despiadados y ambiciosos que no se regan por una moralidad
convencional.
Pero eso no importaba. Illidan se senta molesto por tener que estar ah, se senta
molesto por tener que participar en esa charada. Cada minuto que inverta en aplacar a
sus consejeros era un minuto que no inverta en concretar esos planes con los que
pretenda poner punto y final a la amenaza de la Legin Ardiente. Haciendo un gran
esfuerzo, recorri con la mirada la estancia, ya que todos los presentes deban
enfrentarse a la poderosa ira de esas cuencas desprovistas de ojos.
Con suma impaciencia, Illidan hizo un gesto para ordenarle que se callara.
Kaelthas se haba aliado con Kiljaeden, as que se mereca el funesto destino que
haba sufrido, fuera cual fuese. No era digno de que el Seor de Outland perdiera ms
tiempo con l. Se volvi hacia lady Malande.
281
Malande se equivocaba. En esas montaas no hallara ningn aliado. No
obstante, el Traidor asinti como si la creyera. Esa era una cuestin irrelevante. Deba
centrarse de nuevo en construir el portal hacia Argus. Tena que llevar a cabo el ritual
final que establecera el punto de destino.
Con todo respeto, lord Illidan dijo Gathios. El tiempo es uno de los
muchos recursos que se nos estn agotando. Debemos lanzar contraataques tanto contra
la Alianza como la Horda, hay que ensearles a tememos, tenemos que recuperar los
territorios perdidos.
Gathios llevaba semanas insistiendo en eso, desde que haba quedado claro cul
era el alcance de las conquistas de los invasores. Desde un punto de vista puramente
militar, tena razn. Si la nica preocupacin de Illidan fuera defender Outland, debera
contraatacar; aunque quiz las cosas haban ido demasiado lejos como para que eso
fuera factible, puesto que no contaban ya con fuerzas suficientes como para luchar una
guerra en tres frentes.
Una discusin se inici entre los elfos de sangre. Entre tanto, Illidan repasaba
mentalmente los planes del portal que lo llevara a Argus. Todava haba mucho que
hacer. Necesitaba ms veraplata para las incrustaciones. Tena que reforzar los hechizos
de atenuacin que transportaran la energa de la succin de alma hacia el portal.
Tendra que cerciorarse de que el flujo de energa era constante y rpido, de que la
puerta se abriera con suavidad. Tena que lograr que la visualizacin fuera
absolutamente clara. Nada podra ir mal, pues solo habra una nica oportunidad. Por el
momento, tal y como estaba la situacin, tal vez pudiera abrir el portal, pero era
imposible que pudiera permanecer abierto sin una fuerza de voluntad que lo mantuviera
estable. Tena que dar con la manera de asegurarse de que permanecera estable despus
de haberlo cruzado. Tena mucho trabajo pendiente por delante.
282
De repente, se sinti muy harto de todo aquello. Estaba harto de or esas
patticas y absurdas rias sobre asuntos que ya no le incumban. Estaba harto de esa
sensacin de debilidad y lasitud que lo invada.
El tiempo se agotaba y tena mucho que hacer; adems, todo esto era una
distraccin innecesaria.
Illidan agit una mano en el aire para indicarles que deban marcharse.
***
Illidan recorri con la mirada la gran cmara de transferencia. Da tras da, hora
tras hora, minuto tras minuto, haba ido confeccionando el ltimo y mayor sortilegio
con el que generara un portal. Haba grabado cada lnea en el suelo con su puo y letra.
l mismo haba fundido la veraplata en los alambiques y haba llenado con esa
sustancia una lnea tras otra. Haba inscrito las runas por los bordes con icor de demonio
que haba mezclado con su propia sangre. Cada una de las paredes estaba repleta de
unos smbolos de proteccin muy intrincados basados en sus propios tatuajes. En las
zonas donde se unan los conjuntos de smbolos, haba colocado unas calaveras de
demonios y hechiceros, cada una de ellas tena grabadas versiones en miniatura de esa
seccin del patrn para ayudar a canalizar el flujo de energa. Ciertos elementos extra
simbolizaban los cuerpos celestes del firmamento de Argus que servan como puntos de
referencia. En el centro de ese entramado se encontraba el Sello de Argus, que ahora
palpitaba repleto de energa; un enlace directo con el mundo de Kiljaeden que guiara
las energas desatadas del portal.
283
encantamiento tan vasto c intrincado; adems, poda notar que las arenas del tiempo del
reloj de su vida caan con demasiada rapidez.
Tena que completar el enlace entre Outland y Argus. Deba de inscribir las
runas que lijaran el punto de destino. Haba colocado el incienso y entonado el conjuro.
Una a una, las mquinas mgicas cobraron vida, llenando el aire con el hedor del ozono
y el azufre. Unos hilillos de energa, una leve brisa de poder comparada con la enorme y
rugiente galerna que sealara que el portal se abra, brotaron de esos artilugios. Las
lneas de veraplata brillaron. Por encima de ellas, una imagen especular del patrn,
proyectada por el Sello de Argus, cobr forma en el aire. En ese instante, su espritu
abandon ese cuerpo exhausto.
La separacin fue ms fcil esta vez, era como si al haber usado la succin de
alma en Auchindoun hubiera, de algn modo, debilitado el vnculo entre su alma y su
cuerpo. Expandi su conciencia y molde los flujos de energa del patrn hasta
transformarlos en unos hilos muy finos que uni despus a su espritu.
Sigui las runas del intrincado patrn hasta el Vaco Abisal. Su alma cruz ese
vaco a una gran velocidad y, una vez ms, Argus apareci debajo de l. Contempl ese
mundo, que antao haba sido reluciente y hermoso, y acto seguido su espritu
descendi en picado hacia esos caones de cristal y esas montaas de bordes
diamantinos. Avanz con la mayor cautela posible.
En esta ocasin quera establecer el punto de destino del portal. Una telaraa de
energa mgica lo mantena unido a Outland, y aunque haba hecho todo lo posible para
ocultarla, un hechicero lo suficientemente diestro (ese mundo estaba repleto de ellos)
podra ser capaz de detectar al Traidor a menos que este procediera con extremada
cautela.
Entonces, pens en ese ser con el que se haba topado la vez anterior y la
inquietud lo domin. Al parecer, lo haba ayudado, pero saba que los demonios de la
Legin Ardiente podan llegar a ser muy sutiles y arteros. A Kiljaeden lo llamaban el
Falsario por una buena razn.
284
Illidan se acerc volando a la ciudad palacio donde moraban los gobernantes
demonacos de la Legin Ardiente. Tema que las estelas de magia que dejaba a su paso
cual cometa y que lo unan a Outland pudieran ser divisadas, a pesar de lo finas que
eran, a pesar de lo bien que las haba ocultado. Ralentiz su avance hasta progresar a
paso de tortuga.
Esa cosa podra atacarlo por sorpresa cuando era ms vulnerable, cuando
estuviera colocando los puntos de resonancia del portal. Esper durante unos largos
instantes a que sucediera algo, pero no ocurri nada. Tal vez se encontrara atrapado en
la red de algn conjuro defensivo diseado para provocar paranoia y dudas. Kiljaeden
era ms que capaz de utilizar una magia tan sutil. Todo momento que Illidan pasaba ah
era un momento perdido, pues aumentaba las posibilidades de que fuera descubierto.
Tena que proseguir con el plan o retirarse a la espera de que llegara un momento ms
propicio.
Mientras eso suceda, Illidan crey que estaba siendo observado una vez ms.
Not de nuevo la presencia de esa entidad que lo vigilaba y la sensacin se intensific.
Se sinti como si algo estuviera observando lo que haca con una curiosidad inmensa,
pero cuando intent localizarlo fue incapaz de hacerlo.
Espera. Qu es eso? Una tenue aura de una luz brillante. Aunque se centr en
ella, aquello desapareci de sus percepciones, como si se hubiera ocultado, de alguna
manera, bajo la piel del universo.
285
Tena que concentrarse en la labor que deba desempear. Se estaba distrayendo
cuando menos se poda permitir ese lujo. Revolote velozmente a travs del palacio
cristalino hasta llegar a un nuevo destino, una vasta cmara en la que unos scubos
danzaban para entretener a unos generales demonacos. Una vez ms, invoc el
sortilegio que anclaba el portal y coloc ese anclaje ah lo ms rpido posible. Como
ahora se hallaba ms cerca de la sala del trono de Kiljaeden, el peligro de ser detectado
se incrementaba.
Intuy que algo enorme y muy poderoso se cerna sobre l por detrs, con
intencin de observar qu estaba haciendo, de estudiar la forma en que invocaba el
conjuro, de contemplar cmo el ancla se colocaba en su sitio. No se atrevi a
interrumpir la confeccin del hechizo para intentar capturar a esa presencia, puesto que
si lo hubiera hecho, todo el ritual habra quedado anulado.
Lo nico que poda hacer era centrarse en la tarea que tena entre manos, puesto
que, en cualquier momento, una descarga de energa podra acabar con l y enviarlo a
las simas del olvido. Hizo un gran esfuerzo para concentrarse y finalizar el sortilegio de
anclaje. A continuacin, intent obligar a ese observador a mostrarse, pero una vez ms
lo eludi.
Pudo colocar los dos puntos de anclaje siguientes con gran facilidad. Aunque en
todo momento se sinti vigilado y not que ese observador oculto contemplaba lo que
estaba haciendo con una curiosidad enorme, por mucho que lo intent, no dio con la
manera de lograr que esa criatura se mostrara.
Acto seguido, con suma cautela, se acerc an ms a la gran sala del trono,
donde haba una enorme concentracin de poder demonaco. Kiljaeden se encontraba
ah, as como muchos de sus generales. Ahora, Illidan tena que ser extremadamente
cauteloso, puesto que esos demonios ah reunidos podran aplastar como un mero
286
insecto a su forma astral. No caba duda de que todos esos hechiceros seran capaces de
detectarlo a menos que se ocultara de una manera tremendamente habilidosa y lanzara
el hechizo de anclaje con sumo cuidado.
Era como un nadador atrapado por una resaca ocenica. Daba igual cunto se
esforzara, no poda luchar contra la corriente. Dej de resistirse, dispuesto a guardar
fuerzas para cuando llegara lo peor.
287
visto a un ser parecido en el Bancal de la Luz en Shattrath; no obstante, esta criatura
posea incluso ms poder que Adal y sus seguidores.
Soy un naaru muy antiguo. Tal vez sea el ms vetusto de todos los que
quedan en estos universos.
Un dulce regocijo eman del naaru. Unas chispas de luz rodearon su forma,
como si fueran la manifestacin visible de las notas de una risa.
No.
Una leve sensacin de alivio recorri a Illidan por entero, a pesar de que podra
tratarse de un truco para sorprenderlo ms adelante con la guardia baja.
Te estaba esperando.
No lo creo. Eres lo que eres. La forja de los das vividos te ha moldeado tal y
como eres. Como un arma que apunta al corazn de un gran demonio.
Me gustara pensar que soy un ser ms consciente que mis Gujas de guerra.
288
Ese remolino de luces dio una respuesta negativa.
No. Tu enemigo est muy por encima de Kiljaeden. Est muy por encima de,
incluso, Sargeras y la Legin Ardiente.
Una vez ms, la sospecha de que todo eso podra ser una trampa sutil y burlona
tendida por Kiljaeden cobr forma en su mente. Intent mantener a raya ese
pensamiento tan amargo, pues si estaba en lo cierto, daba la sensacin de que todos su
sacrificios haban sido en vano; si se trataba de una trampa, la lucha ya haba acabado;
si no lo era, entonces las cosas estaban an mucho peor de lo que crea.
Antes de que Illidan pudiera defenderse de algn modo, una descarga de Luz
pura surgi del naaru. La energa alcanz las cuencas vacas de sus ojos y las llen de
un fulgor dorado. El Seor de Outland se prepar para sentir una oleada de agona que
no lleg. En el pasado, un ataque realizado con esa clase de magia siempre le haba
hecho sufrir un dolor espantoso, como sola ser habitual en cualquiera que empleara la
magia vil. Un brillo deslumbrante se adue de todo su campo de visin y, acto
seguido, se desvaneci. De repente, se encontr contemplando un terrible campo de
batalla.
289
sol y de sus brazos extendidos brotaron unos rayos de Luz dirigidos contra sus
enemigos.
Todo eso pareca tan justo y correcto, era como si estuviera teniendo una visin
de un futuro an no nacido. Por un momento, fue capaz de creer que era posible, pero
entonces las dudas volvieron a atenazarlo. Eso no poda ser cierto, puesto que era un
camino que nunca haba emprendido. l no era as. l era un luchador y un asesino, que
se dejaba llevar tanto por la oscuridad y sus propios deseos como por la necesidad de
hacer el bien.
El naaru hablaba con tal seguridad que disip la incertidumbre de Illidan. Por un
momento not que la Luz lo abrazaba y una sensacin de paz le invadi el corazn.
Acababa de tener una visin de su propia redencin, que superaba con creces todas sus
esperanzas. Mientras entraba en comunin en silencio con el naaru, una sensacin de
paz lo domin por entero. Si bien ese momento solo dur un instante, cuando acab
Illidan tuvo la sensacin de que haba transcurrido una vida entera.
Sers un hroe le asegur el naaru. Pero pagars un alto precio por ello.
Como siempre.
***
De repente, not una punzada de miedo. Tal vez lo hubieran detectado. Los
esbirros de la Legin Ardiente podran estar aproximndose en esos instantes. Daba
igual que el naaru fuera amigo o enemigo, lo nico de lo que caba duda era de que los
estaba poniendo a ambos en peligro.
290
Adis dijo el naaru.
Illidan observ los puntos de anclaje del portal con detenimiento. Poda
percibirlos, saba que estaban ah. Con suerte, ningn demonio los descubrira, aunque
estuviera buscndolos. Era hora de marcharse, ya que llevaba ah demasiado tiempo.
Se concentr e intent recordar ese encuentro, empleando para ello todos los
trucos memorsticos que haba aprendido como hechicero. Estaba seguro de que haba
ocurrido realmente y de que la visin que le haba revelado el naaru era verdad. No
obstante, eso no quera decir nada, puesto que esa criatura podra haber estado jugando
con su mente, por supuesto. Pero si era tan poderosa como para hacer algo as...
291
Lord Illidan dijo el Sumo Abislico Zerevor, debes venir a ver lo que
est sucediendo con tus propios ojos. El Templo Oscuro est siendo atacado.
292
CAPTULO VIENTIOCHO
EL DA ANTES DE LA CADA
M aiev alz la mirada y vio a Akama junto a la puerta que llevaba a su jaula
Maiev llevaba meses reservando fuerzas. A pesar de que estaba segura de que
nunca se haba hallado tan fuerte, los conjuros que la retenan ah todava resistan.
Maiev sinti la tentacin de lanzarle una rplica desdeosa, pero vio algo en su
actitud que se lo impidi.
293
Porque la Horda y la Alianza estn asediando el Templo de Karabor. Se han
aliado con los Aldor y los Arspices. Incluso cuentan con la ayuda de algunos naaru.
Acaso el Traidor te ha enviado aqu para que me mates? Acaso carece del
coraje necesario para hacerlo l mismo?
294
Esta vez, de un modo u otro, el final ser muy distinto.
No te creo.
Los conjuros que la mantenan encerrada cayeron. Como era incapaz de creerse
lo que estaba viendo, Maiev empuj la puerta de la celda, que se abri al instante.
***
295
volvieran a encerrar en una prisin. Esta vez, si se trataba de una trampa, ms les
valdra matarla.
Sin mediar ms palabra, Akama le lanz el arma para que la cogiera. El Tbido
permaneci alerta. Maiev sopes la media luna. Le dio vueltas en la mano una y otra
296
vez. Si haba algn conjuro capaz de convertirla en una trampa, era incapaz de
detectarlo. Por un instante, sinti la tentacin de clavarle esa hoja en el corazn al
traidor de Akama, pero se contuvo.
***
Illidan examin la situacin desde las almenas. Una avalancha de seres de carne
y hueso embutidos en armaduras se estrellaba contra las murallas del Templo Oscuro.
Una lluvia de conjuros caa sobre los hechizos de proteccin. Millares de soldados
avanzaban para batallar contra sus demonios.
All abajo percibi la presencia de ciertos seres que no eran mortales. Discerni
la luz palpitante de los naaru. Ya poda ir despidindose de esas promesas que le haba
hecho en Argus aquel vetusto naaru. Al parecer, solo uno de ellos tena fe en su futuro.
Sin duda alguna, esos seres de all abajo estaban en su contra.
Da igual.
Pareca que los atacantes iban a imponerse, pero entonces una lluvia de
meteoros impact contra el suelo alrededor de la zona donde se estaba combatiendo, los
cuales resultaron ser unos infernales al abrirse. Todo esto era obra de unos brujos que se
hallaba en el interior del templo.
298
presencia frente a sus murallas era una perfecta muestra de lo fuertes que se haban
vuelto.
Cualquier atacante que fuera capaz de sortear a Supremus tendra que entrar en
el Santuario de las Sombras, donde se enfrentara a ms demonios y hechiceros. Y
despus de estos, los aguardaban ms y ms barreras defensivas.
A Kiljaeden lo apodaban el Falsario por una buena razn: al parecer, los haba
vuelto a engaar a todos una vez ms. No haba trado a sus propias fuerzas hasta ese
lugar porque saba que no le hara falta, puesto que la nica manera de debilitar a sus
enemigos era enfrentndolos unos contra otros. En cuanto esta batalla concluyera, la
Legin intervendra y los destruira. Al defender el templo con tanto empeo, Illidan lo
nico que estaba logrando era hacerle el trabajo sucio a Kiljaeden.
Pero qu otra cosa poda hacer? Si se renda, no conseguira nada, ya que sus
enemigos haban jurado matarlo. Lo nico que poda hacer era resistir hasta que el
portal estuviera acabado, y entonces...
Esto era una mera distraccin. El Templo Oscuro era la mayor fortaleza de
Outland. Tena tiempo suficiente para abrir el portal hacia Argus, pero deba ponerse
manos a la obra ya.
299
***
Observ el patrn a medio acabar, que habra podido llegar a ser su obra
maestra. Cogi la Calavera de Guldan y le dio vueltas y ms vueltas en las manos. Te
sentiste as al final, viejo orco? Derrotado incluso antes de empezar?
Se acerc al borde de ese patrn, contempl los smbolos escritos con su propia
sangre y ley esos mensajes de poder que, prcticamente, estaban a punto de cobrar
vida y abrir un pasaje que cruzara toda la faz del universo.
Haba credo que haba tenido en cuenta todos los posibles factores a la hora de
concebir su plan. Haba pensado que contara con el tiempo suficiente. Entonces gir el
crneo, de tal modo que pudo clavar su mirada en esas cuencas vacas. Esa calavera
pareca burlarse de l con esa amplia sonrisa.
300
301
CAPTULO VIENTINUEVE
EL DA DE LA CADA
Maiev, sin embargo, no poda ignorar el hecho de que se estaba librando una
guerra a su alrededor. Las fuerzas combinadas de los Aldor y los Arspices haban
iniciado el asalto que servira de maniobra de distraccin para que Akama pudiera
intentar infiltrarse en el Templo Oscuro.
302
como sus agentes para llevar a cabo misiones que l no poda realizar. Ahora se estaban
preparando para atacar al mismsimo Illidan. Se sentan muy emocionados y asustados a
la vez, pues iban a infiltrarse en el Templo Oscuro. La propia Maiev se mora de ganas
de que el naaru terminara de confeccionar esos hechizos. La hora de su venganza haba
llegado. Y esta vez el Traidor no escapara.
Not que cerca de ah se hallaban unos demonios terribles, cuyo hedor a azufre
impregnaba el aire, junto a la peste a carne quemada y a entraas desparramadas. Haba
algo en ese olor que la estremeci hasta lo ms hondo de su ser. Ese era el aroma de una
batalla por la que mereca la pena luchar, una guerra en la que se decida el destino de
mundos enteros.
Se protegi los ojos ante tanta luz y observ cmo una compaa Aldor pasaba
corriendo junto a la forma reluciente de un naaru mientras se diriga a enfrentarse contra
un destacamento de demonios con alas de murcilago. Los sortilegios ardan en el aire,
las armas encantadas alcanzaban sus objetivos. Los Illidari estaban retrocediendo y los
espectadores los abucheaban desde las murallas del Templo Oscuro.
Maiev sonri mientras echaba a correr. Tras ella, avanzaban a gran velocidad
Akama y sus aliados de Azeroth, as como un potente destacamento compuesto por
tropas Aldor y Arspices. Delante de ella poda ver esa turbamulta de demonios que
ocupaba esos campos de la muerte que se encontraban ante las puertas del templo.
Stiros, guardias viles y cosas peores cargaron contra ella, quien grit exultante:
303
Llevo aos esperando a que llegue este momento. Illidan y sus perritos
falderos sern destruidos!
El aire crepit lleno de energa mgica al mismo tiempo que Akama y sus dems
aliados lanzaban un torrente de conjuros. Los Seores del Terror y sus demonios
inferiores cayeron ante ese ataque salvaje, pero se fueron sumando ms y ms a la
contienda. La magia vil vibr en el aire al abrirse un portal cerca. Un nathrezim
descomunal emergi de l. La celadora reconoci ese gigantesco ser carmes: se trataba
de Vagath, uno de los peores carceleros a los que Illidan haba encomendado la tarea de
vigilarla cuando se hallaba en prisin. Se acord de todas las veces que aquel monstruo
le haba prometido que la sometera a tormentos sin fin. De algn modo, haba logrado
escapar de la masacre de la prisin. Pero esta vez se iba a cerciorar de que no escapaba
con vida.
Akama exclam:
Mata a todos los que nos vean! Illidan no debe enterarse de que estamos
aqu.
304
Has sellado tu destino, Akama. El amo se enterar de que nos has
traicionado!
Al mismo tiempo que esas palabras salan de su boca, el portal palpit una vez
ms y una avalancha de demonios brot de l. Al verlo, una ira terrible domin a
Maiev, la cual arremeti contra ellos, golpeando a diestro y siniestro, abrindose paso
de manera violenta entre ellos, como la proa de un barco a travs de las olas de un mar
sangriento.
El enemigo la rode por todas partes, con la intencin de que quedara atrapada
en medio de ellos. Unas hachas de acero vil rebotaron contra su armadura. Unas garras
demonacas se clavaron en su coraza. La celadora contraatac furiosamente con su
media luna, puesto que era consciente de que tena que cerrar el portal del que salan
esos demonios en tropel, ya que si no, su misin habra acabado antes siquiera de
empezar.
Vandel mir a travs de una buhedera de las murallas del Templo Oscuro. Dio
un sorbo a la etermiel que le haba sustrado a esos elfos de sangre parranderos en el
Gran Paseo y sinti un agradable cosquilleo en la lengua.
Otra batalla masiva haba estallado al otro lado de las puertas. Mir hacia abajo
y vio cmo un destacamento de tropas Arspices y Aldor cargaban contra los
guardianes demonacos.
305
Se rumoreaba que Akama se haba esfumado, que se haba sumado al bando
enemigo y que, en esos mismos instantes, estaba conspirando para provocar la cada del
Templo Oscuro con los lderes de los Aldor y los Arspices. Por lo visto, el rumor era
cierto.
Un leve estallido de rabia surgi del demonio que anidaba dentro de Vandel.
Unos recuerdos fugaces de batallas y muertes cruzaron su mente; no obstante, pudo
mantenerlos a raya con suma facilidad.
De todos modos, parte de esa furia sigui dominndolo al ver cmo esas fuerzas
atacantes se congregaban. Qu necios eran. Acaso eran incapaces de darse cuenta de
qu era lo que estaba ocurriendo? Crean que haban venido a atacar al demonio que
gobernaba Outland. Oh, qu equivocados estaban!
Pero era un error muy fcil de cometer. Al ver a esos demonios esclavizados que
estaban defendiendo el templo, Vandel poda entender por qu los invasores pensaban
de esa manera, ya que Illidan nunca se haba tomado la molestia de explicar cul era su
propsito a cualquiera que no formara parte de su crculo ms cercano.
Aunque tampoco eso importaba demasiado, puesto que, con casi toda seguridad,
nadie lo habra credo. Simplemente, habran pensado que eso formaba parte de algn
astuto ardid. Tal vez fuera as. Incluso ahora, despus de todo lo que haba visto, de
todo lo que haba hecho y haba vivido, Vandel no lo tena nada claro.
***
306
A su alrededor, los demonios guerreaban contra los siervos de la Luz. Detrs de
l, not la presencia de los naaru, lo cual le parti el alma, puesto que eso le record a
todos aquellos a los que haba dado la espalda al pasar a servir al Traidor, a todos
aquellos que haban dejado de fiarse de l y cuya confianza esperaba volver a ganarse.
Lo cual era bueno, ya que eso era precisamente lo que iba a suceder si las cosas
se torcan. De hecho, era lo mejor que podra pasarle.
Tena delante la red de cloacas del Templo Oscuro. El camino ascenda por un
desfiladero largo y rocoso hasta llegar a una cmara repleta de elementales y nagas. En
la lejana, oy rugir al campen naga, al Gran Seor de la Guerra Najentus.
Esperaba que sus tropas estuvieran listas para llevar a cabo esa misin.
***
307
Mientras su espritu flotaba sobre ese conjunto de smbolos, Illidan se percat de
que alguien estaba llamando a golpes a la puerta del sanctasanctrum y gritaba para
llamar su atencin. Poda or todo eso a travs de los odos de su cuerpo, que yaca
debajo de l. Introdujo su espritu de nuevo en su forma fsica y escrut su entorno. Oy
una voz de mujer, que se hallaba fuera de la estancia. Al instante, pronunci unas
palabras mgicas y el sello de la entrada desapareci.
Lady Malande se hallaba ante l y contemplaba aquel enorme patrn con una
mirada que reflejaba algo similar al asombro.
308
CAPTULO TREINTA
EL DA DE LA CADA
No! Saba lo que eso significaba. Haba notado algo similar anteriormente, en
las laderas de la Mano de Guldan. En algn lugar del interior de esa fortaleza, Illidan
estaba abriendo otro portal, uno mucho mayor que aquel que haba atravesado Vagath.
Una energa ominosa impregn el aire al mismo tiempo que esa fisura en el tejido de la
realidad se ensanchaba. Tal vez el Traidor estuviera invocando a algn nuevo demonio
de las profundidades del Vaco Abisal, aunque lo ms probable era que estuviera
intentando escapar. No poda permitir que eso volviera a ocurrir. Tena que entrar ya en
el Templo Oscuro. Hoy tena que poner punto y final a todo aquello.
309
***
Vandel observ cmo esa figura ataviada con una armadura plateada acababa de
masacrar a un ejrcito de demonios. La reconoci por las historias que haba odo contar
sobre la batalla de la Mano de Guldan. Maiev Shadowsong se haba fugado, pero eso
debera ser imposible, puesto que la haba encarcelado en la Jaula de la Celadora,
vigilada por demonios, rodeada por varios crculos de unos terribles conjuros que
impedan que huyera. Akama deba de haberla liberado.
Una voz reverber dentro de la cabeza de Vandel. Era una invocacin de nivel
primordial, que vibr por todos sus tatuajes y penetr en su cerebro con una fuerza
irresistible. La llamada trajo consigo la revelacin de adonde tena que ir: a un lugar
situado en lo ms profundo de la fortaleza, cerca de la cmara del consejo.
Se alej del puesto de observacin de esa muralla y corri hacia esa distante
escalera.
Una vez ms, esa orden reson con fuerza. Esta vez not cmo esa vibracin le
estremeca los mismos huesos. As era como se senta un demonio cuando lo
invocaban desde el Vaco Abisal? Arrastrado por fuerzas que no poda comprender
pero a las que intentaba resistirse?
310
Acaso Illidan pretenda escapar? O acaso esa abertura la haban creado sus
enemigos? Tal vez los traidores que se encontraban dentro de la fortaleza estaban
trayendo ayuda de algn otro lugar. Tal vez el mismo Illidan haba abierto ese portal, ya
que las energas de esa puerta eran muy parecidas a las que los haban llevado a
Nathreza. Acaso Illidan haba abierto al fin el camino hacia Argus? Solo haba una
manera de que Vandel supiera la respuesta.
Unos dragones surcaron el cielo por encima de l a la velocidad del rayo. Unos
conjuros estallaron. Los demonios se aproximaron al Santuario de las Sombras; daba la
impresin de que se estaban preparando para bloquear el paso a unos intrusos de gran
poder. La confusin reinaba por doquier.
***
311
Maiev sali de las alcantarillas y se top con las secuelas de una batalla terrible.
La celadora an poda sentir el pulso de energa que desprenda ese gran portal
que se estaba abriendo en las profundidades de la fortaleza. Furiosa, ech un vistazo a
su alrededor y se percat de algo sorprendentemente extrao. Una figura demonaca
apareci de repente en un pasaje abovedado de la muralla situada a su izquierda.
***
Maiev clav su mirada en l y alz esa arma como si estuviera lista para atacar.
312
De repente, Maiev ya no se encontraba donde haba estado. Vandel percibi una
perturbacin en el aire, a sus espaldas, y se lanz hacia delante, rodando por el suelo al
mismo tiempo que una hoja henda el aire all donde haca solo unos instantes se haba
hallado su cabeza. Se puso en pie dando una voltereta y se encar con la celadora.
***
Maiev lanz una maldicin. Haba pasado mucho tiempo desde la ltima vez
que alguien haba logrado esquivar uno de sus letales ataques. Aunque no debera ser
posible, ese nauseabundo monstruo lo haba logrado, lo cual indicaba bien a las claras
lo poderoso que era.
La celadora detect cierta ira en ese tono de voz spero. No estaba dispuesta a
caer en una trampa tan burda. Avanz hacia l, con su arma en ristre.
***
313
Una vez ms, esa arma horrenda se acerc a gran velocidad hacia l. Salt para
esquivar esa hoja, gir en el aire por encima de Maiev y aterriz a su espalda. Tena un
blanco muy fcil. Poda atacarla por detrs con un conjuro. Pero titube mientras la
celadora se giraba para encararse con l.
Estoy aqu para luchar contra la Legin Ardiente, no contra otros elfos de la
noche.
La Legin Ardiente pretende destruir a todos los seres vivos. Debemos luchar
unidos contra ella afirm Vandel.
314
El golpe de Maiev fue tan potente como un trueno. A pesar de que el cazador de
demonios se ech hacia atrs, le alcanz en la mejilla, en la que le abri una herida, de
la cual man sangre que descendi hasta llegarle a los labios y la lengua, donde not un
cosquilleo.
Vandel se haba hartado. Haba intentado razonar con Maiev. Aunque poda
intentar huir, dudaba de que pudiera llegar muy lejos si le daba la espada, ya que era
muy fuerte y rpida. No, tena que enfrentarse a ella.
***
Maiev entorn los ojos. Por fin el demonio revelaba sus verdaderas intenciones,
puesto que haba intentado acabar con ella usando magia vil. Por un momento, casi se
haba credo lo que deca ese monstruo, ya que haba sonado muy sincero y no haba
intentado hacerle dao, sino que se haba limitado a defenderse.
***
315
Vandel danz a travs de un torbellino afilado como una cuchilla. Era lo nico
que poda hacer para evitar los ataques de Maiev. Era imposible que pudiera
contraatacar, ya que, simplemente, ella era demasiado rpida y fuerte.
Le dolan todos los msculos del cuerpo porque deba protegerse continuamente
de esos furiosos asaltos. Tena la sensacin de que, por culpa del esfuerzo que
conllevaba bloquear esos ataques, se le iban a salir los brazos de su sitio. Apenas era
capaz de seguir empuando sus dagas.
Atac una y otra vez, obligando a la celadora a retroceder paso a paso hasta que
recuper todo el terreno que haba perdido al verse empujado por el ataque inicial de su
rival. Maiev arremeti contra l, pero esquiv de un salto esa afilada hoja. Acto
seguido, desequilibr a su enemiga al golpearle el yelmo con una de sus dagas.
Mientras caa, el cazador de demonios le lanz una descarga de energa vil que la
alcanz en el pecho. El demonio le espole a seguir. Mtala. Mtala.
***
Maiev cay al suelo. Ms que hacerle dao, el impacto del rayo del Illidari la
haba sorprendido; no obstante, haba sentido cierto dolor por culpa de esa descarga de
energa vil a pesar de llevar armadura. El cazador de demonios envuelto en sombra se
cerni sobre ella de un modo amenazador y un aura de energa le rodeaba las manos.
316
La celadora extrajo energas de la luz de Elune y se teletransport.
***
***
317
a su manera, un milagro de la magia oscura, una muestra ms del genio perverso de
Illidan, su creador.
Los aventureros procedentes de Azeroth haban hecho todo lo que Akama les
haba pedido: se haban abierto camino hasta el refectorio, haban asesinado a los
Ashtongue renegados que vigilaban aquel lugar y, a continuacin, haban matado, uno a
uno, a los canalizadores que lanzaban el hechizo que garantizaba que ese fragmento
tenebroso de su alma no escapara. Sin embargo, ahora esa cosa estaba libre e iba a por
l. Pretenda matarlo si era posible, para poseer su cuerpo y, gracias a l, controlar a
todos los Ashtongue.
Para cualquiera que no fuera l, eso era simplemente su sombra malvola, pero
Akama poda ver que estaba hecha con cada fragmento de maldad que alguna vez haba
formado parte de l, con todos los actos malvados y mezquinos, desde los ms
importantes a los ms nimios. Al contemplarla, poda verse a s mismo cuando solo era
un cro y deseaba los juguetes de su hermano. Se vio a s mismo regocijndose con la
muerte prematura de alguien que rivalizaba con l por el liderazgo de su pueblo. Vio la
sombra que acechaba tras todos sus alardes de piedad y bondad. Vio toda su vanidad y
egosmo, toda su ansia y sed de gloria. Al contemplar esa cosa, vea todos sus
demonios, todo lo que le haba empujado a ser quien era.
318
humildad solo haba sido una mscara con la que haba engaado a aquellos que lo
haban seguido.
Lo haba logrado. Respir hondo y not que las fuerzas recorran de nuevo su
cuerpo. Una multitud de Tbidos Ashtongue entr en el refectorio y clav su mirada en
l.
***
Maiev sorte de un salto a su adversario cado. No tena tiempo que perder. Tal
vez incluso ya llegara tarde. Tena que dar con Illidan antes de que huyera para siempre.
Pas corriendo junto al enorme cuerpo de piedra an ardiente de un gigantesco infernal
muerto.
319
Entr velozmente en esa enorme estructura. Por toda esa colosal sala yacan
muertos stiros y otros demonios. Los Ashtongue que avanzaban en grupos se quedaron
mirndola fijamente. Aunque no se trataba de unas miradas amenazadoras, tampoco
haba ni afecto ni compasin en esos ojos. Era indudable que saban quin era. Se
pregunt si se atreveran a atacarla. Solo haba una manera de averiguarlo.
Se aproxim al ms cercano.
320
CAPTULO TREINTA Y UNO
LA CADA
demonios se haban marchado. Haba hecho todo lo posible. Ojal hubiera podido ir con
ellos, pero se haba tenido que quedar para hacer las veces de polo mstico del portal,
para mantener el camino abierto.
Ya solo era cuestin de esperar. Mantener abierto ese portal haba agotado casi
por entero sus fuerzas, as como todo el poder que contena la succin de alma.
Los Ashtongue nos han traicionado. Nuestros siervos se han vuelto en nuestra
contra. Las puertas estn abiertas.
321
Haba percibido que se haba abierto un portal seal el Sumo Abislico
Zerevor. Crea que habas escapado, milord.
Tal vez sus cazadores de demonios fracasaran. Tal vez, simplemente, los haba
enviado a encontrarse con un funesto destino. Se resign, pues nunca sabra qu haba
sido de ellos. Ahora lo nico que poda hacer era mantenerse firme. No iba a rendirse,
no iba a dar esa satisfaccin a sus enemigos. Nunca volvera a encerrarlo en una prisin.
Pos su mirada en sus consejeros, quienes todava esperaban que los liderara.
Defiendan este lugar orden. Protejan el camino que lleva hasta la cima
del templo. He de lanzar un hechizo que tal vez logre que la batalla se decante a nuestro
favor. An podemos vencer a nuestros enemigos. An no nos han derrotado.
***
Akama pas por encima del cadver del Sumo Abislico Zerevor. Ah delante se
alzaba la puerta sellada que llevaba a la cima del templo. Para llegar hasta ese lugar,
haban tenido que librar una dura y rpida batalla. Haban dejado un reguero de cuerpos
destrozados y centinelas machacados a lo largo de los jardines perfumados y los
aposentos palaciegos donde moraban los elfos de sangre. Ahora, delante de l, se
hallaba la gran puerta negra, tras la cual Illidan realizaba su malvola magia. Qu
prfido conjuro estara confeccionando en esos instantes?
322
Akama dijo:
Estas palabras brotaron de los labios de Akama empujadas por la frustracin que
senta.
No ests solo, Akama dijo uno de los espritus, que portaba la forma de su
antiguo compaero, el vidente Udalo.
No esperaba verte tan pronto, viejo amigo. El vidente haba sido uno de los
aliados ms estrechos de Akama, hasta que los nagas de Vashj descubrieron que Olum
estaba conspirando para deponer al Traidor. Olum le haba pedido a Akama que lo
matara, para poder conservar las apariencias, para que diera la impresin de que los
Ashtongue seguan siendo leales a Illidan. Akama haba cumplido su deseo muy a su
pesar.
323
Esos espritus aadieron sus energas a las del lder Tbido. Lentamente en un
primer momento, el hechizo de vinculacin fue desmoronndose, puesto que el torrente
de poder que caa sobre l lo estaba haciendo aicos; un poder respaldado por la fuerza
de voluntad de todo un pueblo que acababa de librarse de sus cadenas.
***
Illidan not que el sello que bloqueaba el acceso a la cima del Templo Oscuro
haba cado. Akama se haba vuelto realmente muy poderoso, puesto que lo haba
derribado en muy poco tiempo. El Tbido haba aprendido mucho durante el tiempo que
haba estado al servicio del Seor de Outland, incluso haba aprendido a confeccionar
contrahechizos para combatir la magia de su maestro.
***
324
Akama entr sumamente inquieto en la cima. Incluso ahora la victoria no estaba
de ningn modo clara. El Traidor podra hallar la manera de volver las tomas mientras
la gente de Akama abra las puertas del templo para dar la bienvenida a los Aldor y los
Arspices y sus aliados.
Tampoco haba ni rastro del gran portal cuya apertura el lder Tbido haba
percibido. Haba esperado que Illidan huyera a travs de l. En verdad, si eso hubiera
ocurrido, se habra alegrado en parte, puesto que as se habra evitado esta
confrontacin definitiva que, probablemente, sera fatdica.
El hecho de que el Traidor hubiera dado tiempo a los intrusos para prepararse
dejaba bien a las claras la confianza que tena en sus posibilidades de triunfar. Akama
descart esos pensamientos y se dispuso a acumular energas.
***
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Illidan observ con detenimiento a las fuerzas que se haban congregado ah
para batallar con l. Ver a tantos enemigos en el mismo corazn del Templo Oscuro
resultaba muy extrao. Y era an ms extrao ver a Akama entre ellos. Segua sin poder
creer que el viejo Tbido tuviera el valor de hacer algo as; no obstante, haba logrado
esquivar todas las trampas que el Seor de Outland le haba tendido y se haba librado
de su yugo. Y ahora aqu estaba, rodeado de esos forasteros, dispuesto a luchar contra
l.
Las llamas de la ira ardieron con fuerza en el corazn de Illidan. Lanz una
mirada iracunda al lder Tbido, con un gesto de sumo desprecio.
El Tbido se estremeci ante el veneno que destilaban las palabras del Seor de
Outland. Tard un momento en recobrar la compostura, pero entonces replic:
No estn preparados!
El Traidor dio un salto hacia delante y lanz un golpe muy potente con su guja
de guerra. El guerrero alz un escudo para bloquearlo.
Illidan se aprovech de que al hacer eso haba dejado otra zona desprotegida
para abrirle un tajo en la garganta con la hoja que sostena en la mano izquierda. Si bien
la sangre man de esa garganta desgarrada, una poderosa magia sanadora entr en
accin de inmediato; la sangre volvi a su cuerpo y tanto la carne desgarrada como las
venas cortadas se recompusieron.
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Illidan invoc a un Maligno de las Sombras parasitario. La criatura emergi del
Vaco Abisal y se adentr en la realidad. Acto seguido corri hacia el taumaturgo que
haba sanado a su adversario. A menos que el Maligno de las Sombras fuera detenido al
instante, pronto engendrara a otros como l.
Aunque una lluvia de hechizos arreci sobre las defensas de Illidan, estas no
cedieron. Para unos meros mortales, esos taumaturgos eran muy poderosos, pero el
Seor de Outland les iba a ensear que no eran rivales para l.
Illidan extendi los brazos a los lados e invoc al fuego. Unas grandes
llamaradas ardieron alrededor de l, abrasando a sus atacantes. Uno de ellos chill y
cay, con la piel ennegrecida y los globos oculares fuera de su sitio por culpa del calor.
El Traidor estall en carcajadas. Esos taumaturgos que formaban parte de esa hueste
enemiga tuvieron que redirigir sus hechizos a la desesperada para poder protegerse.
Una flecha vol veloz como un rayo hacia la cabeza de Illidan. Este se gir, de
tal modo que rebot en uno de sus cuernos. Sbitamente, una gigantesca bestia
depredadora se abalanz sobre l. Al instante invoc una muralla de sombras que fue
absorbiendo la fuerza vital tanto de la bestia como de los atacantes ms prximos. Esa
vitalidad se adue de su ser por entero, proporcionando an ms energa a sus
sortilegios. A rengln seguido tuvo que bloquear otro ataque y acab con su asaltante.
Un jbilo salvaje le recorra las venas. Cada muerte que provocaba era motivo
de regocijo, ya que se alimentaba de las energas liberadas. Cada enemigo cado era una
causa ms de gozo, de un alborozo que lo empujaba a clamar victorioso hacia el cielo.
Haban venido a matarlo, verdad? Bueno, pues iban a descubrir que no iba a morir tan
fcilmente.
327
***
Se alej de ese combate para ocuparse de los centinelas que se acercaban raudos
y veloces, dejando a sus aliados abandonados a su suerte.
***
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veneno en las manos. Los miembros cercenados y las cabezas decapitadas de los
hechiceros sindorei yacan junto a ellas. Akama y sus aliados haban dejado un rastro
de destruccin que resultaba muy fcil de seguir.
Subi las escaleras corriendo. Perciba que se haban desatado unas energas
titnicas en algn lugar situado por encima de ella. Supo enseguida que quien las
manipulaba era el Traidor. Tena la impresin de que la batalla final haba empezado sin
ella. Apret el paso dispuesta a sumarse al combate, mientras imploraba a Elune que no
llegara tarde para impartir justicia.
***
Unos relmpagos brotaron del suelo e impactaron sobre Illidan. El aire se tom
muy glido, gracias a un mago especialmente audaz que intentaba neutralizar el poder
del Traidor con el poder del hielo. Illidan lanz una andanada de descargas de las
Sombras que cayeron sobre el taumaturgo como una lluvia que le desgarr la carne
mientras aullaba de dolor.
Arroj sus gujas de guerra al suelo y, acto seguido, invoc el poder que anidaba
dentro de ellas.
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No voy a permitir que una chusma como ustedes me toque! Contemplen las
llamas de Azzinoth!
Lanz una oleada tras otra de fuego infernal contra ellos. Cada vez le resultaba
ms difcil matar a sus enemigos, quiz porque se hallaba ms dbil que al comienzo
del combate o quiz porque ya haba acabado con los enemigos ms fciles de eliminar.
Ese bombardeo constante de descargas de energa mgica estaba agotando sus fuerzas.
La intensidad de los ataques del enemigo fue creciendo, ya que sus adversarios
intentaban abatirlo desesperadamente.
Eso es todo, mortales? Esa es toda la furia que pueden desatar contra m?
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Entonces una voz glida que le resultaba muy familiar reverber a travs de toda
la cima.
El Traidor volvi la cabeza. Una figura que conoca demasiado bien se hallaba
ah, con un arma en ristre. Al principio se pregunt si poda ser un espejismo, un
espectro que haba sido invocado desde las simas de su imaginacin por medio de algn
encantamiento; sin embargo, su visin espectral le indicaba que eso no era as. Esa
figura tena peso, masa y presencia. Conoca esa armadura perfectamente. Y esa media
luna. Reconoca la arrogante superioridad de esa voz y esa actitud. No haba ninguna
duda. La celadora Maiev se encontraba ah.
La ira bulla en su interior. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para poder hablar.
Durante mucho tiempo la haba tenido a su merced y no la haba matado. Y ahora
estaba ah.
Maiev...
Los ejrcitos del Tbido se aproximaron formando una nueva lnea de batalla.
Al parecer, haban ganado confianza y fuerzas gracias a la presencia de Maiev y al
desconcierto del Seor de Outland.
Illidan casi pudo ver esa sonrisa cruel que se dibuj en los labios de la celadora
bajo ese yelmo.
Ah, mi larga cacera por fin ha llegado a su fin afirm Maiev. Hoy se
har justicia.
***
Sbitamente lanz el hechizo que haba estado preparando durante los meses
que haba estado en prisin. El encantamiento brill en el suelo, justo delante de ella, y
la celadora dio un paso atrs para apartarse. El Traidor activ el conjuro al abalanzarse
sobre ella. Unas cadenas hechas de pura energa surgieron de la trampa e iniciaron el
proceso de absorcin del poder de Illidan. Este esboz una mueca de contrariedad al
darse cuenta de lo que estaba sucediendo.
La celadora solo tena ojos para su antiguo enemigo. Saba, al igual que l, que
esta sera la ltima vez que batallaran. Uno de los dos no iba a salir vivo de ese
combate. Pens en Anyndra, Sarius y todos los dems que haban muerto por el camino
que la haba llevado hasta ese momento. Pens en su estancia en prisin, que haba
avivado su sed de justicia. Su vida entera encontraba sentido en ese momento.
Las armas de Maiev e Illidan centellearon a tal velocidad que ningn ojo era
capaz de seguir sus movimientos. Cada una de esas hojas detena a la otra. Los hechizos
de proteccin contrarrestaban los conjuros de destruccin. Daba igual con qu lo atacara
Illidan, ella lo neutralizaba. Cada uno de los golpes de la celadora anunciaba su
inminente victoria. Maiev iba a ganar y poda ver en la expresin de Illidan que l
tambin comprenda esa verdad.
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buscando ese corazn que todava lata en esa masa de carne transformada de un modo
demonaco.
Por un momento intent contraatacar. Curv los labios para mostrar una sonrisa
desdeosa y arrogante. Dio la sensacin de que estaba a punto de pronunciar otro
sortilegio, pero entonces se dio cuenta de qu acababa de suceder al mismo tiempo que
el dolor lo invada. Al instante, cay de rodillas.
***
Al notar esa terrible explosin de dolor en el pecho, al fin asimil la verdad que
encerraban esas palabras. Su existencia haba llegado a su fin. Todos esos largos aos
de estudio, de lucha, de encarcelamiento haban concluido. La mir y, por un instante se
compadeci de Maiev, puesto que no era consciente de que todo haba acabado para ella
tambin. Haciendo un gran esfuerzo logr que estas palabras brotaran de sus labios:
Has ganado..., Maiev. Pero la cazadora no es nada... sin su presa. No... eres
nada... sin m.
La oscuridad lo envolvi. Por un momento, vio un sello, que era el mismo que el
naaru le haba dejado en su momento en la frente, cuyas lneas brillaron con una luz
dorada por un instante. Acto seguido, el universo se sumi en la oscuridad.
***
Reflexion sobre las ltimas palabras del Traidor. Acaso el derrocado Seor de
Outland haba lanzado un hechizo al pronunciarlas, una ltima maldicin? Escrut el
entramado de conjuros defensivos que la envolva y comprob que se hallaba intacto. Si
Illidan la haba maldecido, lo haba hecho con ms sutileza que ningn otro mago en
toda la historia.
No. Esas palabras no haban encerrado ninguna magia, solo la verdad. Haba
consagrado gran parte de su vida a dar caza al Traidor y ahora se senta perdida. Se
senta vaca.
Pos su mirada sobre los aliados de Akama. Acaso eran ellos los responsables
de que se sintiera as? Acaso le haban privado de su triunfo por el mero hecho de
hallarse presentes ah? Por un instante, se encontr al borde del abismo de la locura y se
plante la posibilidad de atacarlos, pero enseguida desech esa idea.
***
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la noche. Aunque le habra gustado darle las gracias, tambin se alegraba de que se
hubiera ido, pues era imposible saber lo que alguien tan violento, impulsivo y poderoso
hara en tales circunstancias. Adems, ella tena razones de sobra para odiarlo, as que
se alegraba de que no hubiera intentado vengarse de l tambin.
Daba la impresin de que los demonios haban librado una guerra en esa cima,
donde la piedra se haba derretido y haba fluido como la lava, donde unas sombras
pendan en lugares donde no debera haber ninguna.
Hay que purificar este lugar, pens. Habra que levantar altares, habra que
celebrar unos funerales en nombre de los cados. Haba mucho trabajo que hacer. Pero
su gente podra hacerlo. Ahora que volvan a hallarse completos, ahora que volvan a
estar unidos, no haba nada que no pudieran conseguir.
***
Vandel se despert, si es que a eso se poda llamar despertar. Tena una cicatriz
ah donde la media luna de Maiev lo haba herido. Aunque las heridas se le haban
cerrado solas, se senta dbil; adems, le dola la cabeza por culpa de un enorme tajo
que tena en el crneo.
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que beban a tragos de las cantimploras que compartan unos con otros y se daban
golpecitos en la espalda. Al parecer, toda rivalidad entre ambas facciones haba quedado
olvidada.
Ese anuncio fue recibido con vtores. Pudo or cmo retumbaba por todo ese
vasto patio por el que anteriormente haban caminado los demonios que haban jurado
servir a Illidan y donde los Dragonmaw haban reunido a sus potentes corceles.
Acaso eso era verdad? A su alrededor poda contemplar cules haban sido las
secuelas de esa masacre, as que concluy que eso era perfectamente posible. Pens en
la amenaza que supona la Legin Ardiente. Qu ocurrira ahora que el nico lder que
haba comprendido jams la magnitud de ese peligro haba perecido? Y dnde estaban
sus compaeros?
Expandi sus sentidos y los llev al lmite, para intentar localizar a algn otro
cazador de demonios. Sin embargo, se haban esfumado, como si nunca hubieran
existido. Acaso haban muerto todos? Era l el ltimo? Acaso la gran guerra de
Illidan haba acabado antes de empezar siquiera?
Todo estaba perdido. Ah ya no haba nada que hacer. Podra arremeter contra
ellos, atacarlos a diestro y siniestro, hasta que acabaran con l para siempre esta vez.
Contempl el amuleto que haba confeccionado para Khariel mucho tiempo atrs. Ya no
podra consumar su venganza. Se prepar para atacar e invoc una gran cantidad de
energa vil que le permitira matar sin parar.
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Entonces oy una voz muy familiar; era la voz de Illidan, pero apenas era un
susurro que poda proceder de los confines del universo, o del reino de la muerte o de
los rincones ms recnditos de su memoria.
Ya habra tiempo para pensar en tales cosas ms adelante. Ahora haba mucho
que hacer. Haba muchos demonios que matar. Haba que vengarse. Tal vez pudiera
transmitir ese mensaje a otros, a los que y entrenara con el fin de estar preparados para
cuando llegara el da en que la Legin Ardiente reapareciera en busca de la victoria
definitiva.
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NOTAS
La historia que acaba de leer est basada en parte en personajes, situaciones y
escenarios del juego de ordenador World of Warcraft, un juego de rol online basado en
el universo de Warcraft, galardonado con mltiples premios. En World of Warcraft los
jugadores pueden crear sus propios hroes y explorar, aventurarse y adentrarse en un
vasto mundo que comparten con otros miles de jugadores. Este juego, en constante
expansin, permite a los jugadores interactuar y luchar contra (o junto a) muchos de los
poderosos y fascinantes personajes que aparecen en esta novela.
SOBRE EL AUTOR
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