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Illidan

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1

NO ESTS PREPARADO
Illidan Stormrage es uno de los seres ms poderosos de la historia de Azeroth.
Tambin es uno de los ms incomprendidos. Ms all de su leyenda y de su enigmtica
misin, se oculta una mente brillante, cuyas maquinaciones pocos comprenden, y en
las que casi nadie confa. El ecunime reinado de justicia y venganza de Illidan acaba
de comenzar, y elevar las impresionantes aventuras, intriga y herosmo de World of
Warcraft, el videojuego ms popular de todos los tiempos, a un nuevo nivel.

Hace mucho tiempo, el hechicero elfo de la noche Illidan se infiltr en la demonaca


Legin Ardiente para evitar que esta invadiera Azeroth. Pero en lugar de considerarlo
un hroe, su propia raza lo tild de traidor y cuestion sus intenciones al ayudar
aparentemente a los seores demonacos. Durante diez mil aos, languideci en su
cautiverio, vilipendiado, aislado, pero sin olvidar jams su misin.

Ahora que la Legin ha regresado, solo existe un campen realmente capaz de


enfrentarse a ella. Liberado de sus ataduras, Illidan se prepara para el enfrentamiento
final en el reino de Outland, para lo que rene a un ejrcito de grotescos orcos viles,
serpentinos nagas, astutos elfos de sangre y retorcidos cazadores de demonios. Solo l
sabe qu profundos y ocultos motivos guan su mano; solo l comprende el precio que
debe pagarse para derrotar a los enemigos de la creacin. Pero, como ya ocurriera en el
pasado, sufrir los ataques de aquellos que ven en sus maquinaciones la cnica bsqueda
del poder, como los de la elfa de la noche Maiev Shadowsong, su antigua carcelera.
Shadowsong y sus Celadores perseguirn al Traidor hasta Outland para exigir que
pague por sus crmenes, y no descansarn hasta que Illidan acabe bajo su custodia... o
bajo tierra.

2
William King

Illidan

Traduccin y Edicin:

3
Para mi hijo Dan.
Que me ha acompaado
En el viaje de ida y vuelta.

4
5
PRELUDIO
SEIS AOS ANTES DE LA CADA

L a antigua oscuridad que lo rodeaba no le impeda ver, pues careca de ojos.

En su da, haba sido un hechicero, uno muy poderoso. Gracias a su visin espectral,
poda percibir cada centmetro de su celda con ms claridad de la que jams habra
podido tener con unos globos oculares.

No obstante, habra podido moverse por esa prisin incluso sin ella, pues
conoca cada una de las losas del suelo y cada uno de los encantamientos que lo
retenan. Los perciba mediante la vista y el tacto. Saba de qu manera reverberaran
sus pisadas con cada uno de los nueve pasos que tardaba en recorrer la cmara. Notaba
el fluir de la magia a su alrededor. Y toda aquella acumulacin de hechizos y
encantamientos de inmenso poder perseguan un nico objetivo: asegurarse de que
permaneciera enterrado all, olvidado, sin perdn.

Quienes lo haban encarcelado pretendan que aquel lugar se convirtiera en su


tumba, pero con el paso de los milenios, se haban olvidado de l. Deberan haberlo
matado, pues hubieran demostrado ms clemencia. Sin embargo, consideraron ms
piadoso dejarlo vivir. De ese modo, sus captores (entre los que se encontraban su
hermano, Malfurion Stormrage, y Tyrande Whisperwind, la mujer que amaba) tenan la
conciencia ms tranquila.

Haban transcurrido largos siglos en los que no haba odo la voz de ningn otro
ser vivo. Tan solo sus carceleras, los Celadores, a los que haba terminado odiando,
hablaban con l de vez en cuando. Sobre todo, haba llegado a aborrecer a su lder, la

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celadora Maiev Shadowsong, quien le visitaba ms que nadie, pues tema que pudiera
escapar, a pesar de todas las precauciones que haban tomado sus captores. En su da,
ella quiso verlo muerto. Sin embargo, ahora su misin en la vida consista en asegurarse
de que permaneciese encerrado, cuando ya nadie se acordaba de l.

Qu ha sido eso? Un leve temblor en el crculo de los hechizos de


vinculacin?

Pero eso era imposible. No haba escapatoria posible de aquel lugar; ni siquiera
la muerte. Los hechizos le sanaban cualquier herida que pudiera infligirse. La magia lo
mantena con vida sin necesidad de agua ni de alimento. Aquellas ataduras haban sido
confeccionadas por maestros, que las haban apretado y entrelazado de tal forma que tan
solo aquellos que lo haban enterrado vivo seran capaces de deshacerlas. Y eso es algo
que nunca haran. Lo teman demasiado como para soltarlo. Y tenan razones de sobra
para pensar as.

Llevaba siglos meditando en lo que hara con los que lo haban encarcelado.
Tiempo era lo nico que tena. La inmensa duracin de su cautiverio eclipsaba por
completo los aos en que haba disfrutado de libertad. Si no hubiera sido quien era, se
habra vuelto loco.

Aunque tal vez s haba enloquecido. Cuntos miles de aos llevaba ya


encerrado? Haba perdido la cuenta. Y eso era lo peor: los milenios vividos en esa
oscuridad, atrapado en esa jaula, incapaz de dar ms de nueve pasos en cualquier
direccin. l que antao haba cazado demonios por las impenetrables tierras salvajes
de Azeroth se encontraba confinado en un lugar en el que l no habra abandonado ni a
una bestia.

Lo haban sentenciado a sufrir ese castigo cuando lo nico que haba hecho era
intentar derrotar a un enemigo comn. Se haba infiltrado en la Legin Ardiente, en las
filas del enemigo jurado de su pueblo..., no, ms bien de su mundo. Haba intentado
reparar el dao que esos invasores demonacos haban causado.

Y acaso le haban recompensado por ello? No! Lo haban enterrado vivo. Su


pueblo haba dado por sentado que era un traidor, un conspirador. En su da, lo haban
considerado un hroe, pero ahora nadie pensaba as. Si alguien lo recordaba de algn
modo, era para proferir su nombre como una maldicin.

Acaso lo que escucho es el entrechocar de unas armas?

7
Apart el pensamiento de su mente. Se negaba a que la esperanza anidara en su
corazn. No haba nadie ah fuera que quisiera liberarlo. Su familia y sus amigos le
dieron la espalda cuando intent crear de nuevo el Pozo de la Eternidad, la antigua
fuente de magia de los elfos de la noche, en el Monte Hyjal. Los nicos que podran
querer que escapase eran los demonios. Pero sus carceleros optaran por matarlo antes
de permitir su huida. Y mientras los resguardos permanecieran activos, l no podra
detenerlos.

Pero volvi a sentirlo: otra turbacin en el flujo de la magia que lo rodeaba. El


entramado de poderosos hechizos que lo haba retenido todo este tiempo se estaba
debilitando. Alz las manos a la altura de su rostro, arque los dedos y extendi los
brazos para extraer energa de la magia. Por primera vez en milenios, hubo una
reaccin, un flujo tan tenue de magia que dud si se lo estara imaginado. Invoc a sus
hojas gemelas, las Gujas de guerra de Azzinoth, que se exhiban triunfalmente en uno
expositor de armas situado justo al lado de su celda, a modo de provocacin; y en esta
ocasin, el vnculo que una su alma con esas gujas logr que las poderosas armas se
materializaran en sus manos. El poder flua a travs de ellas e iluminaba las runas de sus
hojas.

Se le aceler el pulso. Not que se le resecaba la boca. Despus de todo, caba la


posibilidad de volver a ser libre. Aferr con fuerza las gujas de guerra con las que en
otro tiempo mat demonios y ahora matara a elfos. La idea no lo perturb como lo
hubiera hecho antao, sino que incluso le agrad.

Una vez ms, sus grilletes mgicos centellearon. El fragor del combate se oa
ms cerca. Algunos de los hechizos que lo retenan se disiparon; tal vez a causa de la
corrupcin de la sangre derramada o de los conjuros que perciba que se estaban
utilizando en la batalla. La energa lo inundaba mientras sus ataduras flaqueaban. El
corazn se le sala del pecho. Se estremeci. Se sinti capaz de exhalar fuego. Tras un
periodo tan largo de abstinencia, la avalancha de poder le resultaba abrumadora.

Not una presencia al otro lado de la puerta de su celda y se prepar para atacar.
Entonces, oy hablar a alguien, a quien menos esperaba escuchar.

Illidan, eres t? pregunt Tyrande Whisperwind.

Todos sus sueos de venganza, todos sus planes de revancha se desvanecieron,


como si no hubiera sufrido largos aos de cautiverio. Estaba desconcertado ante sus
sentimientos, puesto que se crea lo bastante curtido como para que nada ni nadie, sobre
todo ella, pudiera afectarle de esa manera.

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Tras haber pasado dcadas sin hablar, le cost contestar:

Tyrande..., eres t! Despus de tanto tiempo sumido en la oscuridad, tu voz


es como la luz pura de la luna en mi mente.

Se maldijo por ser tan dbil. Esas no eran las palabras que imagin que dira
cuando soaba con su huida y su liberacin. Aun as, brotaron libremente de sus labios,
mientras las llamas de la esperanza se avivaban en su corazn. Tal vez haba
comprendido que lo que hizo fue un error. Era posible que viniera a liberarlo, a
perdonarlo.

La Legin ha regresado, Illidan. Tu pueblo te necesita una vez ms.

El elfo agarr con ms fuerza sus armas.

Que mi pueblo me necesita? Mi pueblo me dej aqu para que me pudriera!

La ira le apret la garganta e impidi que pronunciara ms palabras. Los


demonios haban regresado, como l siempre supo que sucedera, y su pueblo solicitaba
su ayuda. El fuego de la ira lo atraves y dej a su paso un gran vaco que se fue
colmando con un creciente poder.

Sin lugar a dudas, los sortilegios que lo mantenan encerrado se estaban


debilitando. Con sus actos y por voluntad propia, Tyrande haba contribuido a
deshacerlos.

Concentr toda su furia y su frustracin acumulada en un nico hechizo muy


poderoso que deshara los dems. Por un momento, las debilitadas cadenas mgicas
resistieron, pero solo por un momento. Las riadas de energa erosionaron las barreras
que lo rodeaban. Lentamente al principio, pero cada vez ms rpido, los hechizos que lo
aprisionaban se desmoronaron. Ech abajo los barrotes de su celda e hizo aicos la
roca.

Tyrande permaneci ah, tan hermosa como siempre, mirando fijamente a


Illidan. El paso de los aos no la haba afectado. Segua siendo esbelta, de piel plida,
casi violeta, y cabello azul. Grcil como una bailarina del templo y encantadora como la
luna sobre Nordrassil. Heda a sangre y a magia desatada. Debi de percatarse de su ira,
pues apart la mirada y era incapaz de mirarlo a los ojos. Eso fue lo que ms le doli:
verla encogerse ante l despus de todos los aos que haban pasado desde su ltimo
encuentro.

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Porque hubo un tiempo en que me importaste, dar caza a esos demonios y
derrotar a la Legin, Tyrande. Lanz un rugido que dej al descubierto sus
dientes. Pero nunca deber nada a nuestro pueblo!

En esta ocasin lo mir a los ojos. Diversas emociones se reflejaron en su


rostro: esperanza, miedo. Acaso era piedad o arrepentimiento? No estaba seguro; no
obstante, se maldijo por dar tanta importancia a lo que ella pensara. Lo que ella sintiera
no significaba nada para l! Nada!

Tyrande le dijo:

Entonces, volvamos deprisa a la superficie! A cada segundo la corrupcin


que propagan los demonios se extiende ms y ms.

Y eso fue todo. Tras haber pasado tantos milenios cautivo, tanto tiempo
malgastado, eso era lo nico que tena que decirle. Ni una disculpa. Ni rastro de
remordimiento. La misma que haba ayudado a confeccionar los hechizos que lo haban
mantenido encerrado en ese lugar espantoso necesitaba ahora su ayuda. Y lo peor de
todo es que se la concedera.

***

Fuera de la celda, los cadveres yacan desperdigados. Estaba claro que se haba
librado una gran batalla en ese lugar y que Tyrande haba tenido que abrirse camino
violentamente hasta l para liberarlo. Deba de estar realmente desesperada para llevar a
cabo algo as. Al contemplar el cadver descomunal del vigilante de la arboleda,
comprendi que si la Legin Ardiente haba regresado, haba motivos de sobra para la
desesperacin. La Legin destrua mundos del mismo modo que los ejrcitos destruan
ciudades.

Lo has matado t? pregunt Illidan, mientras sealaba el cadver de


Califax.

S contest Tyrande. El vigilante de la arboleda no quera liberarte.

Illidan se rio.

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Maiev se enfurecer. Era uno de sus favoritos.

Tyrande se sonroj.

Eso no tiene nada de gracioso replic.

He tenido muy pocas razones para rerme en los miles de aos que he pasado
encerrado. Perdname si mi sentido del humor te resulta un tanto retorcido.

Diez mil apostill la elfa.

Qu?

Has estado encerrado ms de diez mil aos.

A Illidan se le borr la sonrisa de la cara. El peso de esas palabras lo aplast


como si se tratara del peso de la tierra que se encontraba encima de ellos.

Tanto tiempo susurr con voz muy tenue. Acto seguido, contempl la
antigua cmara que haba sido su prisin y escrut el entramado de hechizos que lo
haban mantenido preso. Entonces, aceler el paso con la intencin de abandonar ese
lugar para siempre. Cul es la verdadera razn por la que me has liberado?
inquiri, pues an albergaba la esperanza de que ella mostrar un mnimo
remordimiento por lo que le haba hecho.

Como ya te he dicho, la Legin Ardiente ha regresado, y nadie sabe ms


sobre ella que t, nadie ha asesinado a ms demonios.

Entonces, no temes que los traicione? Recuerda que me llaman el Traidor.

Fuiste un traidor, pero al final escogiste el bando correcto.

Illidan seal todo cuanto lo rodeaba con su mano cubierta de tatuajes.

Y mira cmo acab.

Podras haber muerto, como muchos de los nuestros.

Los nuestros. Sigues insistiendo en hablar de nuestro pueblo, cuando eso no


es as. Son tu pueblo, pero no el mo.

Tanto nos odias?

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S respondi, con una mueca de desdn. Pero, por suerte para ustedes,
odio an ms a los demonios.

Tyrande asinti como si este acabara de confirmar algo que ella quera escuchar.
Una sospecha cobr forma en la mente del elfo: no lo haban encerrado por una cuestin
de piedad hipcrita, sino porque ella saba que algn da volveran a necesitarlo. Lo
haban tenido ah encerrado, como un arma guardada en una armera.

Por delante de l, percibi a una presencia de inmenso poder que le resultaba


muy familiar, era su hermano. Deba haberse imaginado que all donde fuera Tyrande,
Malfurion, su amante, andara cerca, Illidan se tens por entero y se prepar para
batallar.

La elfa tambin lo percibi. Corri hacia delante y, entonces, se detuvo, pues se


hallaba ante la imponente figura del archidruida Malfurion Stormrage. El hermano de
Illidan era un ser descomunal. Unos cuernos le sobresalan de la cabeza, y la
consternacin se haba adueado de su apuesto rostro al ver libre a Illidan. No caba
duda de que el archidruida no haba venido a ayudar a Tyrande.

Cuatro druidas de la Zarpa flanqueaban a Malfurion; todos ellos haban


adoptado forma de oso. Flexionaron las zarpas y grueron a Illidan. Los haban enviado
a ese lugar para impedir que escapara y todava parecan decididos a evitar su fuga.

Tyrande exclam:

Malfurion!

Illidan hizo todo lo posible por mantener su ira bajo control. Ah estaba su
hermano, el que lo haba condenado. Cuando fue capaz de articular palabra, habl con
amargura:

Ha pasado toda una eternidad, hermano. Una eternidad sumido en la


oscuridad!

Malfurion lo mir a los ojos con serenidad.

Illidan! Fuiste condenado a pagar por tus pecados, nada ms.

La hipocresa que encerraban esas palabras era pasmosa. Qu clase de hermano


era capaz de condenar a la sangre de su sangre a pasar enterrado diez mil aos?

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Y quin eras t para juzgarme? Espero que recuerdes que luchamos contra
los demonios codo con codo!

La tensin reinaba en el ambiente. En ese momento, ambos estaban dispuestos a


luchar, a matar.

Entonces, Tyrande exclam:

Ya basta, los dos! Lo hecho, hecho est.

A rengln seguido, centr toda su atencin en Malfurion.

Mi amor, con ayuda de Illidan, obligaremos una vez ms a retroceder a los


demonios y salvaremos lo que queda de nuestra amada tierra!

Malfurion neg con la cabeza.

Te has planteado siquiera el precio que habr que pagar por esto, Tyrande?
La ayuda de este traidor tal vez nos condene a todos antes de que llegue el fin. No
quiero tener nada que ver con todo esto.

Illidan adopt un semblante imperturbable; un talento que dominaba a la


perfeccin. Resultaba obvio que su propio hermano segua considerndolo un monstruo,
un ttere de la Legin. Pero le iba a demostrar que estaba muy equivocado. Les iba a
demostrar a todos que esos demonios no tenan ningn poder sobre l.

Escdate en tu cobarda e indecisin, si quieres, hermano, pero hazlo en otro


sitio le espet Illidan. Tengo mucho que hacer y muy poco tiempo para hacerlo.

Illidan solt una descarga de energa gracias al poder que haba estado
recuperando de un modo constante y con ella lanz a los que lo rodeaban contra los
muros de piedra. Dej atrs a esos seres aturdidos y sali de su prisin, siendo
consciente de que, antes de que terminara esta guerra, volveran a llamarlo Traidor, y
con razn. Nunca volveran a encerrarlo en una prisin.

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CAPTULO UNO
CUATRO AOS ANTES DE LA
CADA

U nos meteoros verdes rasgaron las oscuras nubes que cubran

perpetuamente el cielo del Valle Sombraluna. La tierra se estremeci cuando las


demonacas mquinas de asedio ornamentadas de un modo monstruoso de las murallas
del Templo Oscuro lanzaron una lluvia de muerte sobre las fuerzas de los elfos de
sangre del prncipe Kaelthas Sunstrider, cubriendo la tierra roja de Outland de
cadveres. A pesar de las bajas, los elfos siguieron avanzando, decididos a tomar la
ciudadela de Magtheridon, Seor de Outland, el gobernador de la Legin Ardiente en
ese mundo destrozado.

Illidan se detuvo un momento y estudi el Templo Oscuro. Para unos ojos


inexpertos, las defensas podran parecer inconmensurablemente fuertes, pero l vio sus
carencias. Haba muy pocos centinelas para vigilar toda la extensin de las enormes
murallas; adems, los hechizos de proteccin comenzaban a disiparse y los soportes
metlicos de las puertas estaban cubiertos de xido y moho. Los defensores
reaccionaron con cierta lentitud, como si les costase creer que los asaltase un ejrcito
tan inferior en nmero. Tal vez estuvieran esperando a que unos aliados demonacos los
relevaran. Si era as, se llevaran una decepcin. Illidan y sus compaeros se haban
pasado todo ese largo y caluroso da en Outland sellando las puertas por las que se
invocaba a los demonios. No iban a recibir ninguna ayuda por esa va.

Illidan dirigi su mirada hacia el prncipe Kaelthas.

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Magtheridon se ha hecho ms y ms fuerte con el paso de los aos, pero ha
tenido muy pocos enemigos de verdad a los que enfrentarse, por lo cual se ha vuelto
decadente y complaciente. Ese perro ladrador, pero poco mordedor, no puede rivalizar
con nuestro ingenio o nuestra fuerza de voluntad.

El alto y rubio prncipe elfo de sangre alz la vista hacia l. El feroz jbilo del
combate brillaba en sus ojos.

Esta batalla va a ser gloriosa, maestro. Aunque las fuerzas de Magtheridon


superan ampliamente en nmero a las nuestras, tus soldados estn dispuestos a luchar
hasta el fin.

Illidan esperaba que eso no fuera necesario. Tena que tomar el Templo Oscuro
y dominar Outland rpidamente si quera hallarse a salvo de la venganza del seor
demonaco Kiljaeden.

Kiljaeden le haba encomendado una tarea a Illidan despus de que este se


sumara de nuevo a la Legin Ardiente: destruir el Trono Helado y, de este modo,
eliminar a un sirviente que se haba rebelado; pero l no haba completado dicha misin.
El Falsario no recompensaba el fracaso. Illidan confiaba en que el bloqueo de los
portales demonacos evitara que Kiljaeden diera con l. Si se haca con esta fortaleza,
tendra una slida base de operaciones desde la que poder mantener los portales
cerrados.

Un hechicero elfo alz una mano y lanz un rayo de energa Arcana hacia las
murallas. Las defensas, por muy deterioradas que estuvieran, bastaron para evitar que el
ataque alcanzase la mquina de asedio. Una bola de fuego traz un arco descendente
hacia el mago, perforando la tierra de color rojo sangre mientras los defensores
apuntaban para su prximo disparo. Una compaa de soldados de Kaelthas pas
corriendo de camino al refugio que les brindaban las murallas.

Illidan apret los puos al percibir a los demonios que se hallaban dentro del
templo. All, en el extrao mundo de Outland, senta la tentacin de emplear la magia
demonaca an con ms intensidad de lo habitual; sobre todo, despus de haber
consumido el poder de la Calavera de Guldan. La malvola energa que emanaba de
esa reliquia lo haba transformado, haba modificado tanto su aspecto fsico como la
profundidad de su poder; pero tambin lo haba desequilibrado durante meses. Flexion
las alas demonacas que haba obtenido recientemente, lo cual suscit que el prncipe
Kaelthas lo mirara con cierta preocupacin. Illidan respir hondo e hizo todo lo posible
por mantener la calma.

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Un largo y extrao camino le haba llevado hasta ese lugar. Desde que Tyrande
lo liber, haba sido testigo de la cada de la Legin Ardiente en Azeroth, su mundo
natal; haba hecho un pacto con un seor demonaco, y haba huido a Outland para
escapar de sus enemigos, tanto elfos de la noche como demonios. Su antigua nmesis,
Maiev, lo haba vuelto a capturar, pero haba recobrado la libertad gracias a sus aliados:
el joven prncipe Kaelthas, cuyo apoyo se haba granjeado prometindole ayudar a los
elfos de sangre a superar su adiccin a la magia, y lady Vashj, una lder de los nagas.
Ahora se hallaba planeando el modo de derrocar al seor del foso que gobernaba ese
mundo destrozado en nombre de la Legin Ardiente.

Kaelthas lo mir fijamente, a la espera de una respuesta que fuera consecuente


con el pacto que haban sellado. Illidan dijo:

Me agrada el fervor de tu pueblo, joven Kael. Estas duras tierras salvajes han
marcado su espritu y pulido sus poderes. Quiz baste con su coraje para...

Lord Illidan, unos recin llegados vienen a saludarte le interrumpi lady


Vashj, que se acerc reptando hasta aparecer ante l. Grandes fibras de msculo se
tensaban y destensaban cuando se mova, lo que provocaba que los anillos de la parte
inferior de su cuerpo se retorcieran. Su rostro, extraamente hermoso y semejante al de
una elfa de la noche, contrastaba radicalmente con la monstruosidad de su cuerpo
serpentino.

Illidan se volvi para mirar en la direccin que le estaba sealando y divis un


conjunto de figuras monstruosas que avanzaban pesadamente. El elfo de la noche los
reconoci al instante. Eran Tbidos, unos seres corruptos e involucionados que antao
formaron parte de la raza draenei, la cual haba habitado en Draenor antes de que esas
tierras acabaran destrozadas y se transformaran en Outland. Ellos tambin formaban
parte de la coalicin de Illidan, a la que se haban sumado con la promesa de prestar
ayuda para combatir a su enemigo comn: Magtheridon.

Los Tbidos eran unos monstruos descomunales y desgarbados que portaban


armas primitivas en sus enormes manos. Gracias a sus sentidos msticos, Illidan detect
que haba muchos ms cerca y que una magia poderosa los ocultaba de aquellos que
carecan de visin espectral.

Uno de los Tbidos, an ms colosal y deforme que el resto, se acerc dando


muestras de cojera en una de sus pezuas.

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Llevamos generaciones enfrentndonos a los orcos y a sus maestros
demonacos afirm la criatura. Su voz era ronca y pareca que hablar le resultaba
doloroso. Ahora, por fin, acabaremos con su maldicin para siempre. Estamos a tus
rdenes, lord Illidan.

Se trataba de Akama, el lder de los Tbidos, y no era una visin precisamente


reconfortante. De la mandbula inferior le brotaban colmillos y en la mitad inferior de
su rostro se agitaban varios tentculos.

Han llegado justo a tiempo afirm Illidan. Esas mquinas de las murallas
deben ser silenciadas y la puerta debe ser abierta.

Akama asinti e hizo una seal. Los casi invisibles Tbidos avanzaron en tropel
a travs del campo abierto y treparon por las murallas del Templo Oscuro. Un pequeo
destacamento de elfos de sangre y nagas se haban refugiado junto a las tremendas
fortificaciones, bajo los arcos que trazaban los proyectiles de las mquinas de asedio
demonacas. Illidan, Kaelthas y lady Vashj fueron a sumarse a ellos, junto a Akama y
sus escoltas.

Una vez ms, el exceso de confianza de aquel al que llamaban el Seor de


Outland se hizo evidente. Una fortaleza con defensas adecuadas habra contado con
cubas de aceite hirviendo o de fuego alqumico listas para arrojarlas sobre los atacantes.
Los defensores no hicieron nada. Los minutos avanzaron lentamente. A tan poca
distancia de las murallas, Illidan era capaz de or el zumbido de los generadores
mgicos que suministraban energa a las demonacas mquinas de asedio.

De repente, el fragor del combate brot del interior de las murallas y las grandes
puertas del Templo Oscuro se abrieron de par en par. Akama y sus escoltas corrieron a
sumarse a la refriega. Las explosiones retumbaron cuando los Tbidos destruyeron los
generadores, entonces, las mquinas de asedio de las murallas se silenciaron. La parte
principal del destacamento naga y elfo de sangre avanz hacia la puerta una vez ms.

Akama regres, con su espantoso rostro jubiloso. Haba esperado a que llegara
ese da durante mucho tiempo. Illidan sonri y dijo:

Tal y como promet, tu gente podr disfrutar de su venganza, Akama. Al


acabar esta noche, todos estaremos embriagados con el nctar de la revancha. Vashj,
Kael, den la orden final de atacar. La hora de la ira ha llegado!

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A travs de esas puertas abiertas, Illidan pudo ver un vasto patio repleto de pilas
muy altas de huesos. Orcos viles de piel roja iban de aqu para all en medio de la
confusin, mientras sus lderes bramaban rdenes e intentaban que sus tropas asumieran
un cierto orden para poder repeler a los invasores.

Dentro del Templo Oscuro, haba probablemente unos diez orcos viles por cada
soldado de Illidan. Todos ellos se haban transformado mediante una magia
nauseabunda en algo mucho ms fuerte y fiero que un orco normal; sin embargo, eso no
sirvi de nada en esos instantes. Las fuerzas de Illidan irrumpieron en el patio y
atravesaron las desorganizadas filas enemigas con la misma facilidad con la que sus
filos rebanaban carne orea.

Illidan le clav las garras a un orco vil en el pecho. Al cerrar la mano, le aplast
los huesos y abri una cavidad por la que le arranc el corazn. El orco vil rugi y se
abalanz sobre l; mientras mora, la criatura hendi al aire con sus mordiscos al
intentar desgarrarle al elfo de la noche la garganta.

Illidan alz el cadver por encima de su cabeza y lo lanz contra un pelotn de


defensores de piel roja que se acercaban corriendo. El impacto los derrib y los
desperdig por el suelo. El elfo de la noche se coloc de un salto entre ellos, al mismo
tiempo que desenvainaba sus gujas de guerra. Blandi sus armas a diestro y siniestro,
con una fuerza irresistible. Sus enemigos cayeron, decapitados, amputados, mutilados.
Acab cubierto de sangre, que se relami de los labios, mientras segua avanzando y
abriendo tajos y heridas por doquier.

A su alrededor, los moribundos gritaban. La magia atronaba mientras el prncipe


Kaelthas y lady Vashj lanzaban sus conjuros. Aunque Illidan se sinti tentado a hacer
lo mismo, quera guardar fuerzas para la batalla final con Magtheridon.

Una parte de l gozaba con el entrechocar de las armas. No haba nada como
derramar la sangre del enemigo con las propias manos. En lo ms hondo de su ser, la
parte demonaca de su naturaleza que mantena bajo control disfrutaba de esa carnicera
y se alimentaba de ella.

A pesar de que los orcos viles lucharon bien, no eran rivales para Illidan y sus
camaradas. Los nagas eran mucho ms grandes y potentes fsicamente. Envolvan a sus
enemigos con sus anillos serpentinos y los aplastaban hasta arrebatarles la vida.

Los elfos de sangre eran unos maestros en el arte de la hechicera y la espada.


Tal vez no fueran tan fuertes como los orcos viles, pero eran ms rpidos y giles;

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adems, eran tan leales que estaban dispuestos a defender a su prncipe aun a riesgo de
perder la vida. Los Tbidos luchaban con la determinacin de un pueblo decidido a
liberar su tierra natal del yugo de los demonios. Los aullidos de los orcos viles
moribundos se elevaban hacia el cielo a modo de protesta mientras caan ante las hojas
hambrientas de sus enemigos. En cuestin de minutos, el patio qued despejado; los
orcos viles, derrotados, y el camino hacia la ciudadela interior del Templo Oscuro y
hacia los aposentos de Magtheridon, despejado.

La victoria es nuestra dijo Akama. El Templo de Karabor volver a estar


en manos de mi pueblo una vez ms.

S, el templo ser devuelto a tu pueblo apostill Illidan, que envain sus


gujas de guerra. En breve.

Era cierto. Tena toda la intencin de devolverle el Templo Oscuro a los


Tbidos. En cuanto hubiera alcanzado sus objetivos.

Akama lo mir con ojos llorosos. Entrelaz sus dedos rechonchos y asinti con
la cabeza; tena la necesidad de creer grabada a fuego en su rostro. El Templo de
Karabor haba sido el lugar ms sagrado de su pueblo antes de que Magtheridon lo
profanara y lo transformara en el Templo Oscuro. Illidan percibi que tena una gran
importancia para el Tbido a nivel personal. Sera una buena baja que jugar para
forzarlo a bailar al son que l quisiera, si llegaba la ocasin. No importaba lo que
Akama deseara, ya que las metas de Illidan estaban muy por encima de los deseos de
cualquier Tbido. Llevaba demasiado tiempo planeado todo esto como para que los
escrpulos se interpusieran en su camino.

Cuando venzamos al seor del foso, la mayora de sus tenientes orcos viles
nos apoyarn asever Illidan. Siguen a los ms fuertes y, para entonces, les
habremos demostrado que se equivocaron al depositar su fe en Magtheridon. Los
demonios invocados que permanezcan en el interior del templo me jurarn lealtad; si
no, sufrirn una muerte definitiva.

Vashj asinti.

Si se le corta la cabeza, el resto del cuerpo caer seal.

Vas a matar a Magtheridon, milord? pregunt Akama.

Illidan se permiti el lujo de esbozar una sonrisa cruel.

19
Haremos algo mucho peor contest.

Y qu ser lo que hagamos? replic Akama.

El Tbido hablaba lentamente. Illidan percibi la duda en su tono de voz. Estaba


claro que Akama no estaba del todo de acuerdo con lo que estaban haciendo.

Tendrs que esperar, pero ya lo vers respondi Illidan.

Como desees, milord contest Akama. As ser.

Entonces, centrmonos en la tarea que nos ocupa dijo Illidan. Tenemos


un mundo que conquistar.

***

La puerta que llevaba a la sala del trono estaba abierta. El hedor a demonio
invadi las fosas nasales de Illidan. Las llamas ardan alrededor del trono de huesos de
Magtheridon. El seor del foso era cinco veces ms alto que un elfo de sangre; esa
criatura similar a un centauro con dos brazos y una parte inferior cuadrpeda era tan
colosal como un dragn. Las piernas de Magtheridon eran como las columnas que
sostienen el techo de un templo antiguo; esto haca que tuviera el vientre a tal altura que
un elfo podra pasar por debajo de l, entre sus piernas, sin tener que agacharse. En una
de sus descomunales manos, sostena una guja tan larga como el mstil de un barco
capaz de navegar por el ocano y tan pesada como un ariete. Lo flanqueaban dos
gigantescos guardias apocalpticos, provistos de unas alas de murcilago, que eran casi
tan altos como su amo, as como un destacamento de demonios menores. Illidan
percibi su poder y su hostilidad.

El seor del foso pos su ardiente mirada sobre Illidan. Entonces, habl con una
voz grave y gutural:

No s quin eres, desconocido, pero s s que posees un poder muy vasto.


Acaso eres un agente de la Legin? Te envan para ponerme a prueba?

Illidan se rio.

20
He venido a reemplazarte. Eres una reliquia, Magtheridon, un fantasma de
una poca pasada. El futuro me pertenece. Desde este mismo momento, Outland y todos
sus moradores me rendirn pleitesa.

El seor del foso avanz pesadamente y alz su guja gigantesca. La tierra


temblaba a cada paso que daba.

Te voy a aplastar como el insecto que eres. Me dar un festn con tu carne
reducida a pulpa y, de paso, te devorar el alma.

Hablaba con una gran arrogancia y una tremenda confianza en s mismo, propias
de quien piensa que nadie est a la altura de su poder. Sus escoltas demonacos
avanzaron. Illidan dio un salto, al tiempo que sus gujas de guerra rasgaban el aire en
busca de carne de demonio. Con un movimiento, le cercen un brazo a un guardia vil,
obligando as a la criatura a soltar su hacha. Un instante despus, Illidan, con la guja de
guerra que sostena en la mano izquierda, abri en canal a su oponente.

Acto seguido, las fuerzas de Illidan se sumaron al combate. Si bien los guardias
apocalpticos eran muy poderosos, tambin eran muy pocos. Hostigados por los
hechizos de Kaelthas y Vashj, y rodeados por multitud de asaltantes, los guardias
apocalpticos cayeron como osos ante el embate de una jaura de perros.

Illidan dio un brinco hacia delante para enfrentarse al propio Magtheridon. Al


instante, la enorme guja del seor del foso impact sobre la misma piedra en la que
Illidan se haba hallado solo un momento antes. Pero el elfo ya no estaba ah, sino que
se encontraba rodando entre las piernas altas como columnas del Seor de Outland; le
inutiliz las patas delanteras con sendos golpes de sus armas. El seor del foso rugi
con furia y volvi a atacar. Illidan dio una voltereta hacia delante para colocarse justo
bajo el vientre de su adversario y el icor man gracias a sus estocadas. De un salto,
aterriz sobre la gigantesca cola de Magtheridon, subi corriendo por su columna y le
clav las gujas al demonio en su grueso cuello.

Desde su posicin elevada, Illidan pudo ver que sus fuerzas haban acabado con
los escoltas del seor del foso. Los demonios estaban acabados. El elfo de la noche alz
los brazos y enton un hechizo de vinculacin; una oleada de energa mgica desatada
sacudi al seor del foso. Magtheridon se estremeci de dolor al recibir los efectos del
sortilegio.

21
A Illidan se le desboc el corazn al imponer su voluntad. Sinti como si se
enfrentara codo a codo contra un gigante. El avance de Magtheridon decay y se le
contrajo el rostro, como si l tambin sintiera la tremenda tensin.

Eres fuerte... para ser un mortal afirm el seor del foso.

No soy un mortal replic Illidan.

Todo lo que se puede matar es mortal.

El sudor perlaba la frente de Illidan. Jadeaba con fuerza. Despleg sus alas y se
elev en el aire por encima de Magtheridon, a la vez que haca una sea a los dems.
Haba llegado el momento. Lady Vashj asinti, alz las manos e inici un cntico. Unas
lneas de fuego ardieron ante los ojos de Illidan, formando unos intrincados patrones
alrededor del seor del foso. Magtheridon rugi al comprender qu estaba ocurriendo.

Illidan aadi poder al hechizo. El seor del foso se hallaba paralizado, incapaz
de reaccionar. Sus colmillos, grandes como lpidas, refulgieron al reflejar la luz de la
energa mgica. Se encabrit. Se resista a la magia tanto con su fuerza descomunal
como con su propio poder mgico.

Illidan sigui presionndolo y lanz una mirada al prncipe Kaelthas. El elfo de


sangre se relami los labios, como un epicreo que acabara de ver un festn. Sin lugar a
dudas, tanta magia desatada haba despertado algo en l.

Kaelthas espet Illidan con voz ronca. Sus palabras llegaron a odos del
elfo. Kaelthas extendi los brazos y aadi su voz al sortilegio. Unas energas mgicas
colosales entrechocaron. Todos los elementos del hechizo encajaron. El seor del foso
grit iracundo y desafiante, pero fue en vano. Lo sujetaban unas ligaduras tan fuertes
que ni siquiera l sera capaz de romperlas. Illidan sonri. Haba triunfado. La primera
fase de ese plan con el que tanto haba soado se acababa de completar.

***

Akama escuch cmo lord Illidan vociferaba las palabras finales del
encantamiento de retencin. Magtheridon se encontraba paralizado, impotente y

22
dominado por la rabia y el desconcierto. Intent flexionar todo su poderoso cuerpo, pero
estaba atrapado.

Lo haban logrado. El seor del foso haba sido vencido. La derrota del pueblo
de Akama haba sido vengada. El Templo de Karabor dejara de hallarse bajo la
influencia siniestra del demonio.

Akama sabore por un momento ese triunfo. Su poder, combinado con el de los
hechiceros de otros mundos, haba bastado para reducir a un demonio tan fuerte como
Magtheridon.

Illidan descendi al suelo. Sus alas crujieron al plegarse y recogerse sobre sus
hombros. Sus tatuajes mgicos dejaron de brillar y baj los brazos. Akama corri hacia
l.

La victoria es nuestra, oh, milord dijo Akama.

S, leal Akama, lo es contest Illidan. Acaso con cierto tono burln en el


modo de enfatizar la palabra leal? Pero eso no importaba.

Has liberado el Templo de Karabor.

Hemos liberado el Templo de Karabor.

Puedo preguntar cundo puedo empezar, seor?

Empezar qu?

A Akama se le encogi el corazn. Aunque alz la vista hacia Illidan, no pudo


descifrar su rostro. Las facciones del cazador de demonios eran una mscara. Y una
venda de pao rnico le tapaba las cuencas vacas. Tal vez fuese a suceder lo que
Akama tanto haba temido.

Debemos purificar el templo, seor, y prepararlo para que recupere su


carcter sagrado. Mis hermanos y yo trabajaremos da y noche para completar los
rituales necesarios. Ser como si la vil influencia de Magtheridon nunca hubiera
profanado este lugar.

Illidan asinti con lentitud.

Ya habr tiempo para eso despus.

23
Despus, lord Illidan?

Despus de que cumpla mis objetivos. An hay mucho que hacer para que
Outland sea libre.

Pero ya hemos liberado el templo, no, milord?

Ningn lugar ser libre mientras la Legin Ardiente prosiga su conquista.


Debemos fortificar este lugar, debe convertirse en un faro para todos aquellos que se
oponen a los demonios.

Un decepcionado Akama trag saliva. En cierto modo, haba esperado que


ocurriera algo as; pero no permiti que se reflejara en su semblante, sino que clav la
mirada en el suelo y dijo:

S, no cabe duda de que las cosas son como sealas, lord Illidan. Puedo
retirarme para compartir las alegres noticias con mi pueblo?

Puedes irte respondi Illidan, quien, tras permanecer callado un momento,


aadi: El templo volver a manos de los Tbidos, Akama. Simplemente, no ser
hoy.

Por supuesto, seor. No lo dudo.

Akama sali rpidamente de la sala del trono de Magtheridon, pues deba


prepararse para viajar: tena que reunirse con alguien que tal vez podra ayudarle.
Mientras se marchaba, se fij en que el prncipe Kaelthas lo segua con la mirada, con
una mirada burlona.

El prncipe haba sabido desde un principio lo que iba a ocurrir. Al igual que
lady Vashj. Por fortuna, los Tbidos no haban confiado por entero en la benevolencia
de Illidan. Akama haba sido lo bastante sensato como para preparar varios planes de
contingencia, pues no se le escapaba que estaba pactando con alguien al que apodaban
el Traidor.

Si el cazador de demonios no lo ayudaba a recuperar el Templo de Karabor,


haba otros que s lo haran. Haba llegado el momento de buscar nuevos aliados. El
lugar sagrado del pueblo de Akama sera purificado, daba igual lo que quisiera Illidan.

24
***

Illidan se encontraba con Kaelthas y Vashj en el tejado ms alto del Templo


Oscuro, contemplando el paisaje desolado del Valle Sombraluna. El cazador de
demonios haba proclamado su victoria al mundo de Outland desde las almenas, pero
ahora la inquietud lo dominaba. No se senta tan triunfal como esperaba, sino que le
invada un desasosiego cada vez mayor.

En la lejana, el cielo era tan rojo como la sangre. Unas nubes carmeses se
acercaban a gran velocidad hacia el Templo Oscuro.

Unos vientos muy potentes azotaban las alas de Illidan. Unos ros de polvo
rojizo fluan por el aire. Illidan notaba un cosquilleo; se trataba de unas motas de magia
vil que flotaban por doquier.

El prncipe Kaelthas grit:

Qu sucede, Vashj? De dnde ha salido esta tormenta?

La matrona naga respondi:

Agacha la cabeza, tonto! Algo terrible se aproxima!

Las motas mgicas brillaron con ms intensidad. Un aura reluciente cobr forma
en el aire, cerca del tejado. Las motas se fusionaron en una figura gigantesca y
deslumbrante, la cual flot por encima de ellos; era tan grande como la torre de una
fortaleza. Haba algo en su silueta que le recordaba a Illidan a los Tbidos, a los draenei.
Tena cuernos. Su piel arda y las llamas danzaban alrededor de sus pezuas,
iluminando desde abajo su cuerpo entero. Irradiaba tal poder que incluso el del seor
del foso palideca en comparacin con l. Illidan fue consciente de que se hallaba una
vez ms en presencia de Kiljaeden, el seor demonaco que haba comandado a gran
parte de la Legin Ardiente.

Kiljaeden baj la vista y contempl iracundo a Illidan.

Maldito mestizo estpido. Fracasaste en tu misin de destruir el Trono Helado


como te orden. Y se te ocurre esconderte de m en este pramo abandonado! Crea que
eras ms inteligente, Illidan.

25
Era imposible evitar la mirada de Kiljaeden. Los ojos del Falsario eran como
imanes y exigan adoracin y pleitesa; portaban una infinidad de promesas y una
eternidad de horrores.

Se estableci un vnculo entre ellos. La entrada en contacto fue como una


sacudida elctrica. Illidan not cmo la cruel mente de Kiljaeden escrutaba la suya.
Capt imgenes fugaces de los pensamientos ms superficiales de su adversario. Vio
mundos arrasados, imperios convertidos en tteres, un poder absoluto que responda a la
voluntad de este poderoso ser y sus siervos. Todo eso forma parte de las armas de
seduccin del Falsario. Esto tambin podr ser tuyo, prometan esos ojos, que no
dejaban ninguna duda sobre la veracidad de esa promesa. Si obedeces a Kiljaeden, tus
enemigos sern destruidos; tus sueos de dominacin, cumplidos. Cualquier cosa que
deseases podra ser tuya. Pero si desobedeces a Kiljaeden...

Al fin haba llegado el momento que Illidan tanto haba temido y para el que
llevaba tanto tiempo preparndose. No poda permitir que el Falsario leyera sus
verdaderos pensamientos. Haba cosas que no quera que Kiljaeden viera,
maquinaciones que el seor demonaco no deba descubrir hasta que fuera demasiado
tarde.

Not cmo la voluntad de Kiljaeden trataba de avasallarlo con su inmensa


fortaleza. El poder del seor demonaco cay sobre l como una avalancha. Se arm de
valor para resistirlo, para mantenerlo a raya y, acto seguido, permiti que las murallas
exteriores de sus defensas mentales se derrumbaran. Illidan reforz la segunda lnea de
proteccin y, lenta y cuidadosamente, dej que se desmoronara, como si no tuviera
fuerzas para impedirlo. Mientras haca esto, invoc los hechizos que haba preparado
para ese momento. De manera sutil y prcticamente imperceptible, sus secretos se
desvanecieron, enterrados en los recovecos ms profundos de su mente. Y al mismo
tiempo, permita que el sondeo mental de Kiljaeden derribara la barrera final e
invadiera lo que parecan ser sus pensamientos ms profundos.

Sinti la colosal e intrusiva presencia del seor demonaco, el cual rebuscaba


entre sus recuerdos e inspeccionaba la telaraa de su memoria, en una bsqueda
incesante...

Illidan mantena selladas ciertas partes de su mente, como lo hara cualquier


hechicero. Todo el mundo tena secretos oscuros y deseos que no quera que nadie
conociera. Kiljaeden comprenda tal cosa, como comprenda las debilidades de todos
los seres vivos. Illidan le haba dejado algunos datos muy tentadores a la vista mientras
escudaba secciones enteras de su mente tras unos conjuros de desorientacin.

26
Sin embargo, dicha indagacin no buscaba sus secretos ms ocultos, sino que se
diriga hacia sus recuerdos de los acontecimientos ms recientes. Las imgenes
danzaron en la mente de Illidan, forzadas a emerger por la curiosidad de Kiljaeden.

Una vez ms, Illidan se adentr en el bosque corrupto de Fronda- vil, dispuesto
a demostrar a su hermano que no era ningn ttere de los demonios. Oy el estrpito
metlico del choque entre una guja de guerra y una espada ancestral encantada mientras
se enfrentaba al prncipe Arthas, el humano traidor al servicio del Rey Lich, el ser que
lideraba ese ejrcito de no-muertos conocido como la Plaga. Lucharon sin que hubiera
un ganador. Entonces, Arthas le tent con revelarle dnde se encontraba la Calavera de
Guldan. Illidan saba que tena que hallarla...

Not una vez ms esa oleada de poder exttico que lo invadi al romper los
sellos de la calavera y transformarse en un demonio. Se vali del poder desatado de esa
reliquia para derrotar al Seor del Terror Tichondrius (quien haba asumido el mando de
la Plaga) y su anfitrin, pero incluso en ese momento de triunfo, Illidan haba conocido
la derrota, ya que su hermano y Tyrande fueron testigos de su transformacin y le
dieron la espalda. Una vez ms, comprendi que la nica salida que le quedaba era el
exilio.

Percibi la malvola diversin que le proporcion al Falsario obligarlo a revivir


su encuentro ms reciente con l. Kiljaeden le haba ofrecido la posibilidad de unirse
de nuevo a la Legin si destrua el Trono Helado y acababa as con la fuente de poder
del rebelde Rey Lich. Malfurion haba frustrado los planes de Illidan y, de ese modo, lo
haba condenado a huir de la ira de Kiljaeden. Not que el seor demonaco se detena
un momento a evaluar si realmente Illidan se haba esforzado a la hora de cumplir con
su misin.

Revivi su huida a Outland, donde volvi a caer en manos de Maiev. Por suerte,
recibi la ayuda de Kaelthas y Vashj. Incluso su victoria de ese mismo da, en que
haba derrocado a Magtheridon, fue examinada a conciencia. Esta vez fue consciente de
que Kiljaeden estaba con l, observando la derrota del seor del foso. Al Falsario no le
importaba quin gobernara Outland, siempre que lo hiciera en el nombre de la Legin.

Entonces, de manera tan sbita como se haba establecido, el contacto se


rompi. El seor demonaco se retir de la mente de Illidan, quien se percat de que lo
que a l le haban parecido horas, en realidad solo haba sido un instante: el espacio de
tiempo que separa a un latido del siguiente.

27
Illidan tena la sensacin de que el corazn se le iba a salir del pecho, pues saba
que su aniquilacin era inminente. En ese momento, ni siquiera l podra hacer frente al
poder de Kiljaeden. Si caa, todas sus maquinaciones, todos sus sacrificios habran sido
en vano.

Intent dar con las palabras adecuadas, puesto que eran las nicas armas que
podran salvarlo en ese instante. Confiri un tono suplicante a su voz, pues saba que el
vanidoso demonio se sentira alagado si creyese que Illidan se estaba humillando ante
l.

Kiljaeden! Simplemente, me he visto obligado a demorar el cumplimiento


de mi misin. He venido aqu para intentar aumentar mis fuerzas. El Rey Lich ser
destruido, te lo prometo!

La mirada del demonio se desplaz de Illidan a Vashj y, por ltimo, se detuvo


en el prncipe Kaelthas. Illidan saba que las vidas de todos pendan de un hilo. El
silencio rein por un momento que pareci prolongarse una eternidad antes de que el
demonio volviera a hablar.

De veras? No obstante, estos sirvientes que te estn prestando ayuda parecen


muy prometedores. Te voy a dar una ltima oportunidad, Illidan. Destruye el Trono
Helado o te enfrentars a mi ira eterna!

La intensidad de la energa vil aument. El fulgor que envolva a Kiljaeden


aument hasta el punto de ser insoportable y, en cuanto se desvaneci, comprobaron
que el seor demonaco se haba marchado. Illidan lanz un hondo suspiro. Lo haba
logrado? Haba conseguido ocultar sus verdaderas intenciones a Kiljaeden? Haba
engaado al Falsario? Supona que pronto lo descubrira.

Apret los puos con rabia al pensar en el modo en que Kiljaeden lo haba
tratado. Como una marioneta. Intent aplacar su furia. Se acercaba el momento en que
les hara pagar muy caro a sus enemigos lo que le haban hecho, incluso a Kiljaeden.
Tan solo deba mantener su mascarada de obediencia un poco ms. Para ganar tiempo,
Illidan tena que cumplir lo que el Falsario le haba ordenado.

Mir a sus compaeros. Ellos le devolvieron la mirada, dubitativos. Por un


momento fugaz, se plante contarles sus planes, pero enseguida descart la idea. Ellos
tambin haban sufrido el escrutinio del seor demonaco, y haban sentido sus
amenazas y sus lisonjas. Era imposible saber cmo habran reaccionado ante ellas en lo
ms hondo de su ser.

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Entonces, Illidan dijo:

Tal vez esconderse aqu no haya sido una decisin muy prudente. Aun as,
tenemos una misin que llevar a cabo. Me seguirn hasta el glido corazn de la
misma muerte?

Lady Vashj enroll la parte serpentina de su cuerpo y la parte del torso la


enderez cuan larga era.

Los nagas estn dispuestos a seguir tus rdenes, lord Illidan. All donde
vayas, te seguiremos.

El prncipe Kaelthas pareca hallarse aturdido, lo cual era normal tras haber
sido objeto de la atencin total de un seor demonaco. Tras recobrar la compostura,
afirm:

Los elfos de sangre tambin estn a tu disposicin, maestro. Nos llevaremos


por delante al Azote y haremos aicos al Trono Helado, tal y como ordenas.

An nos sobra algo de tiempo seal Illidan. Hay ciertas cosas que debo
hacer antes de que nos vayamos. Debemos estar preparados.

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CAPTULO DOS
CUATRO AOS ANTES DE LA
CADA

M aiev Shadowsong observ con detenimiento esa tierra reseca y se

protegi los ojos del fulgor del colosal sol de Outland con una mano enguantada. Su
mirada se desplaz del camino polvoriento hacia la ladera. Ah capt el rpido
movimiento de uno de sus extraos perseguidores, que se agachaba para no ser visto
tras un peasco situado en la pendiente que se encontraba por encima de ellos.

Por lo que veo, nuestros amigos insectoides an nos siguen coment


Anyndra.

Maiev mir a su segunda al mando. Como todos los elfos de la noche, Anyndra
era alta y esbelta, vesta el tabardo propio de los Celadores, que tena pegado al cuerpo
por culpa del sudor. Un pauelo rojo impeda que su pelo verde le tapara los ojos. En
otras circunstancias, Anyndra tal vez no hubiera sido su primera opcin a la hora de
ascender a alguien a teniente, pero tena que arreglrselas con lo que haba. Las treinta
tropas que iban en fila a lo largo del camino situado detrs de ella eran las nicas que
haban sobrevivido a la emboscada en la que les haban arrebatado a Illidan unas pocas
semanas antes. Lady Vashj y el prncipe Kaelthas responderan por las muertes que
haban causado al liberar al Traidor.

Esos devastadores no se van a rendir asever Maiev. Tienen hambre.

Tengo entendido que alimentan a sus cras con las presas a las que dan caza
seal Anyndra.

30
Lo cual no sorprendi a Maiev. Outland era un lugar espantoso habitado por
unas criaturas monstruosas. Incluso su armadura confeccionada con encantamientos no
era capaz de neutralizar del todo aquel calor. Ojal hubiera podido secarse el sudor que
le perlaba la frente, pero el yelmo que le cubra el rostro por entero le impeda hacer
eso, as que entorn los ojos para escrutar de nuevo la cresta de la montaa. Haba ms
de esos hundidores all arriba, muchos ms, que al moverse se asemejaban a unas
terribles araas gigantescas.

En la lejana, oy el rugido potente y atronador de un atracador vil, una de esas


titnicas mquinas de guerra que avanzaban estruendosamente por esos pramos ridos
haciendo que se estremeciera la tierra a cada paso enorme que daban. Dos das antes,
los Celadores haban logrado escapar a duras penas de uno de ellos, que haba estado a
punto de hacerlos picadillo bajo sus enormes pies hechos de metal demonaco.

El sable de la noche de Maiev profiri un feroz rugido, como si as pretendiera


responder a ese desafo. Las dems monturas felinas lo imitaron. Ladera arriba, un
devastador apareci de repente para investigar rpidamente de dnde proceda aquel
ruido.

Podra clavarle una flecha en el ojo a ese devastador asever Anyndra, a la


vez que coga una flecha con sus peculiares plumas verdes y rojas. Estaba muy
orgullosa de su destreza con el arco y le gustaba demostrar su pericia siempre que tena
la oportunidad.

Maiev le brind una sonrisa muy leve.

Para qu molestarse? Hay miles ms de esas criaturas. Espole a su sable


de la noche para que caminara dando pasos largos. Djenlos que nos sigan si quieren.
Si atacan, les ensearemos que han cometido una necedad; si no, no desperdiciemos
unas flechas muy valiosas.

Las tropas la seguan en fila, escrutando el entorno con suma atencin. Maiev
saba que iba a tener que vigilarlos de cerca. En Azeroth, nunca habra dudado de su
compromiso con la misin, pero en este lugar las cosas eran muy distintas. Unos
cuantos de sus soldados tenan una extraa mirada desde que haban atravesado el portal
mgico para perseguir a Illidan.

Volvi a inspirar ese aire seco. Aunque haba estado en sitios de Azeroth que
eran tan ridos como este, haba algo en la Pennsula del Fuego Infernal que le haca
sentirse ms sedienta que lo que se haba sentido incluso en el desierto de Tanaris. Ah,

31
al menos, saba que el ocano se encontraba cerca, mientras que, por el momento, en
este lugar no haban dado con ninguna evidencia de que tuviera un mar. Por lo que ella
saba, Outland era un mundo que flotaba en un gran vaco y donde el agua escaseaba.

No se nos escapar, celadora le asegur Anyndra.

Maiev sacudi la cabeza, como si as quisiera despejar su mente de todo


pensamiento. De esta manera, volvi a centrarse en la teniente y la tarea que tenan
entre manos.

Claro que no. No he cruzado ese espacio que hay entre los mundos para
permitir que el Traidor eluda a la justicia.

Aqu cuenta con aliados poderosos.

Anyndra hablaba con tono de voz suave y un tanto dubitativo. Los dems
miembros del destacamento se haban sumido en el silencio. Escuchaban lo que Maiev
tena que decir.

No importa lo poderosos que sean sus aliados, no escapar asever Maiev


y, a continuacin, decidi responder sin rodeos las preguntas que sus tropas no se
atrevan a formular. Si logramos capturar a Illidan una vez, podremos capturarlo otra
vez.

Anyndra adopt un semblante imperturbable. Mir hacia la cima de la montaa


como si as pretendiera ocultar a su lder cualquier tipo de dudas que pudiera albergar.
Los devastadores continuaban correteando y escondindose mientras los seguan. Maiev
mir a la derecha. Decenas y decenas de bestias que recordaban a insectos cubran la
otra pendiente, flanqueando el camino. Si hubiera ms devastadores delante, Maiev y
los suyos estaran cabalgando hacia una trampa, y no sera la primera en que caan en
este lugar.

La primera vez que lo capturamos no contaba con la ayuda ni de Kaelthas ni


de lady Vashj seal Anyndra. No caba duda de que tenan muy presente la manera
en que los dos poderosos hechiceros haban rescatado a Illidan y masacrado a sus
compaeros Celadores.

Maiev replic:

El prncipe Kaelthas es un renegado y un traidor. Lady Vashj es una


abominacin deforme. Si se interponen en nuestro camino, los mataremos.

32
Maiev no estaba del todo segura sobre cmo iba a poder hacer realidad esa
amenaza; no obstante, decidi considerar esta cuestin como una mera distraccin y
dej de pensar en ello. El prncipe elfo de sangre y la matrona naga no eran importantes.
Illidan s lo era. Tras haber pasado diez mil aos vigilando a aquel ser malvolo en
prisin, no estaba dispuesta a permitirle ahora que obrara el mal.

Acaso crees que ese sabio Tbido ser capaz de ayudarnos a combatirlo?
Ese tal Akama? pregunt Anyndra.

No lo s, Anyndra contest. Tal vez nos sea til. O tal vez no. A la larga,
eso no importa. Triunfaremos. Como siempre hemos vencido. Como siempre
venceremos.

Anyndra apart la mirada. Maiev dej que reinara el silencio y centr su


atencin una vez ms en el entorno. La magia haba arrasado el paisaje de Outland, lo
cual era una terrible advertencia acerca de lo que eran capaces de hacer estas fuerzas
cuando uno las manipulaba. Haba visto ejemplos similares con anterioridad.

***

Aunque aquello haba acaecido haca ms de diez mil aos, Maiev lo recordaba
como si hubiera sucedido ayer. No, ms bien, como si hubiera ocurrido haca solo unas
horas... S, as de bien recordaba el da que haba visto por primera vez a la Legin
Ardiente. Sus recuerdos sobre esa poca terrible eran tan vividos como cuando se le
haban grabado a fuego por primera vez en la memoria.

Por aquel entonces, nadie haba llegado a comprender realmente a qu se


enfrentaban. Haban credo que la Legin era una amenaza momentnea engendrada por
una magia descontrolada. Haban pensado que Illidan solo era un hechicero con una
visin equivocada de las cosas. Al menos, los dems as lo haban credo, aunque ella
siempre haba sabido que eso no era as.

El aroma a ozono que impregnaba el aire de Outland despert sus recuerdos


sobre la primera vez que se top con un infernal. Se acord del hedor de esa cosa que
prcticamente careca de mente con la misma intensidad que recordaba cmo las flores
nocturnas se abran entre los pabellones de Darnassus. Le haba parecido que era
demasiado grande, que posea demasiada magia como para poder enfrentarse a l. Las
33
hojas se marchitaban a su paso, se quedaban resecas como en otoo bajo la estela que
dejaba su cuerpo llameante. Haba invocado al poder de Elune, y la diosa lunar haba
destruido al demonio, despedazndolo en fragmentos ardientes, permitiendo as que
Maiev pudiera curarles las quemaduras a sus vctimas.

Esa solo haba sido la primera de un millar de escaramuzas. Haba visto a esas
abominaciones durante la Guerra de los Ancestros, en la que haban ardido muchos
bosques y perecido muchas naciones. Eso le haba enseado que no se poda dar jams
ningn cuartel a aquellos que pretendan obtener ms poder mediante el uso de una
magia perversa. Haba que aplastarlos, destrozarlos y matarlos antes de que pudieran
desatar la destruccin y acabar con tanta gente inocente, antes de que pudieran
corromper todo lo que era bueno y natural.

Maiev lo haba visto con claridad desde el principio. Era una pena que los
dems no hubieran tenido las cosas tan difanas. Si le hubieran hecho caso entonces,
ahora no tendran que estar buscando a Illidan. Si lo hubieran matado cuando haba
mostrado por primera vez su malignidad, se podran haber salvado infinidad de vidas
inocentes.

Sin embargo, haban seguido los consejos de Malfurion, el gemelo de Illidan, y


Tyrande Whisperwind. Una y otra vez, ambos le haban perdonado la vida, a pesar de
que todo el mundo poda ver con claridad que era malvado. Acaso al final de la Guerra
de los Ancestros, cuando Maiev estaba decidida a acabar con la vida del Traidor, no se
haban apiadado ellos de l y haban defendido que fuera encarcelado en vez de
ejecutado?

Desde entonces, Tyrande haba ido an ms lejos, puesto que haba matado a los
Celadores que custodiaban la prisin de Illidan. Ella afirmaba que lo haba liberado para
que la ayudara a combatir a la Legin Ardiente. Al principio, dio la impresin de que
haba estado en lo cierto. Illidan los haba ayudado, pero entonces mostr cul era su
verdadera naturaleza. Haba absorbido el poder de la Calavera de Guldan y se haba
transformado en un demonio; su cuerpo haba mutado para reflejar la monstruosidad de
su alma. Incluso entonces, su hermano se haba limitado a desterrarlo de los bosques en
vez de matarlo.

Maiev resopl. Illidan no era ms que una marioneta de la Legin Ardiente.


Siempre lo haba sido y siempre lo sera. Por culpa de esos necios, Maiev se haba
pasado diez mil aos vigilando a ese miserable hechicero.

Y todo para qu?

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Furiosa, Maiev apret los dientes con fuerza. Tyrande debera haber pasado
todos esos siglos tan largos encerrada junto a Illidan, lo haba demostrado cuando haba
cometido el disparate de liberarlo; solo su arrogancia estaba por encima de su necedad.
Se haba burlado de todos los juramentos que haba hecho Maiev. Haba convertido diez
mil aos de vigilancia en una broma cruel. Aunque ahora ella fuera la dirigente de los
elfos de la noche, no tena derecho a hacer algo as.

De repente, Maiev oy un ruido a su derecha que atrajo su atencin. Los


devastadores estaban recortando distancias. Mantenan el cuerpo pegado al suelo
mientras se desplazaban a cuatro patas, aprovechando las ondulaciones del terreno para
mantenerse fuera de la lnea de fuego de las armas de largo alcance y la magia. Tal vez
fueran ms inteligentes de lo que Maiev pensaba.

Aunque como eran tantos, eso realmente no importaba. Si se acercaban lo


suficiente, seran capaces de acabar con lo que quedaba de sus fuerzas. No se poda
permitir el lujo de perder ni a una sola de sus tropas. Alz una mano y dio la seal de
redoblar el ritmo al que cabalgaban. Con una disciplina impecable, los Celadores
incrementaron el ritmo. Sus grandes monturas felinas corrieron estirando al mximo sus
largas extremidades.

Anyndra cabalgaba junto a Maiev, con un gesto inquisitivo dibujado en su


rostro. Se preguntaba si Maiev dara la orden de dar la vuelta y luchar. No era el
momento adecuado para desperdiciar vidas de un modo absurdo, no cuando el rastro del
Traidor se hallaba ante ellos y el olor de su presa asaltaba su olfato.

Pens en Illidan, quien ya no era un elfo. Se estremeci al pensar en lo que se


haba convertido; en un ser con cuernos y alas de murcilago, en un demonio, como los
eredar a los que haba idolatrado y luego traicionado.

Aunque a saber si realmente los haba traicionado...

Ese era el problema eterno al que uno se enfrentaba cuando intentaba


comprender cmo pensaba Illidan. Ningn individuo cuerdo poda hacerlo. Quin
poda saber qu pensaba en realidad ese demente? Las fuerzas oscuras de la magia que
tanto ansiaban le haban destrozado tanto la mente que era imposible seguir sus
razonamientos. Y eso era un problema, puesto que un cazador necesita entender a su
presa. Es la nica manera segura de atraparla. Eso inquietaba a veces a Maiev. Le
haban llegado algunos rumores. Saba lo que se comentaba a sus espaldas. Algunos
afirmaban que se haba vuelto tan demente como el enemigo al que haba pasado tanto
tiempo vigilando. Se rea ante la amarga irona que encerraba esa afirmacin.

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Piltrafas! Todos ellos no eran ms que unas piltrafas. No estaban preparados
para enfrentarse a esa maldad que haba arraigado con tanta fuerza entre ellos. Teman a
aquellos que eran lo bastante fuertes como para hacer lo que haba que hacer. Hacan
concesiones a esos demonios que los destruiran y se engaaban a s mismos al pensar
que esa era una decisin sabia. Bueno, ella tena muy clara la verdad. Nunca cedera ni
un milmetro. No descansara hasta que Illidan estuviera muerto o encerrado de nuevo
en esa prisin. Saba cul era su deber. Cumplira sus juramentos. No le importaba lo
que los dems pensaran de ella. Nada la distraera de su misin.

Celadora Shadowsong! exclam Anyndra, quien la sac as de su


ensimismamiento.

Qu ocurre?

Su segunda al mando se estremeci ante el glido tono de voz que haba


empleado Maiev.

Ah!

Maiev mir hacia el lugar al que sealaba Anyndra con el dedo. Una hueste de
devastadores cubra por entero las laderas que se alzaban sobre ellos. Los Celadores
alcanzaron una elevacin a lomos de sus monturas y contemplaron el valle por el que
serpenteaba el camino. Por delante de ellos, haba ms monstruos cuadrpedos que les
bloqueaban el paso. Maiev no se haba percatado de esa trampa con la prontitud
necesaria, ya que haba estado sumida en sus pensamientos al reflexionar sobre Illidan.
Maldijo al Traidor una vez ms.

Preprense para batallar! vocifer Maiev.

***

Maiev y sus Celadores avanzaron formando una lnea muy amplia. La celadora
observ con detenimiento a los suyos y se fij en quines miraban para todos lados
presas del pnico y quines miraban fijamente al enemigo con una calma fra y asesina.
Se sinti orgullosa al comprobar que la mayora de esos ojos reflejaban esa ltima
emocin. Los elfos de la noche estaban rodeados y se vean superados en nmero; sin

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embargo, a pesar de que se enfrentaban a centenares de monstruos extraos, no tenan
miedo.

Algunos de ellos empuaron sus arcos y gujas. Los sables de la noche


reaccionaron ante el estado emocional de sus jinetes y rugieron de manera desafiante. El
druida Sarius se desmont y transform en un oso monstruoso, cuyo pelaje estaba
marcado con unos smbolos mgicos. Maiev evalu sus opciones.

Si se quedaban ah a luchar, se veran superados por ese gran nmero de


devastadores. Sin duda alguna, algo haba alterado a esas criaturas.

Mir hacia atrs, al camino por el que haba venido. Ese sendero largo y
polvoriento se encontraba vaco. Podran batirse en retirada por l sin hallar mucha
resistencia, pero as volveran al punto de partida. Tena que avanzar, tena que
adentrarse en esa tierra que los nativos llamaban la Marisma de Zangar, si quera
contactar con Akama.

Deba admitir que le picaba la curiosidad. El mensaje del Tbido daba a


entender que conoca en parte cules eran los planes de Illidan; adems, lo nico que
haba logrado averiguar gracias a los draenei del Templo de Telhamat era que se trataba
de un lder de una faccin conocida como la tribu Ashtongue. Tena tropas bajo su
mando y conoca bien estas tierras. Era el nico que haba decidido contactar con ella.
Cmo haban sabido sus agentes dnde podran encontrarla? Por qu haba optado
por contactar con ella? Se trataba de una trampa?

Por delante de ella, el cielo se estaba oscureciendo, era como si las bajas colinas
o tal vez unos rboles gigantescos contemplaran el horizonte con el ceo fruncido. El
aire estaba impregnado de un olor muy fuerte y extrao. El viento arrastraba cierto leve
olor a podredumbre y putrefaccin, as como algo ms que no era capaz de identificar.
Tambin haba una levsima sensacin de humedad en la brisa que soplaba en direccin
hacia ellos.

La Marisma de Zangar era un lugar monstruoso, un terreno pantanoso repleto de


horrores muy extraos. Maiev respir hondo y contempl a sus adversarios. Si bien esas
bestias eran muchas, carecan de disciplina. Haba puntos dbiles en esa muchedumbre.
Si concentraba ah sus fuerzas, podran romper la lnea enemiga y descender por el
camino como almas que lleva el diablo. Dudaba que esos monstruos que tanto
correteaban de aqu para all fueran a seguirlos hasta esos terrenos cenagosos, ya que
esas colinas resecas parecan ser su hogar.

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Formen una cua a mis espaldas. Nos abriremos paso violentamente entre
estos animales.

Los Celadores asintieron, para indicar as que haban entendido las rdenes.
Anyndra alz su cuerno y toc una nica y larga nota argenta. Los elfos de la noche
cargaron pendiente abajo.

Una sonrisa cobr forma en los labios de Maiev al empuar su media luna
umbra. Por un instante, poda perderse en la furia del combate y dejar de pensar. El
sable de la noche rugi. Los elfos se abalanzaron sobre los devastadores, conformando
una avalancha de pelaje, garras, msculo y hojas afiladas.

Raj al hundidor ms cercano con su arma, deseando que fuera Illidan. Qu


estar tramando ahora mismo el Traidor?, se pregunt.

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CAPTULO TRES
CUATRO AOS ANTES DE LA
CADA

M aiev cabalgaba hacia la aldea Tbida del Puerto Orebor. Se relami los

labios. Le picaba la lengua all donde esta haba rozado las esporas, que estaban en
todas partes; en su pelo, en su ropa. Las esporas se acumulaban detrs de las orejas y en
las mangas de las camisas empapadas de sudor; adems, provocaban que un hongo le
creciera a sus seguidores en la piel, el cual solo poda quitarse limpindose
cuidadosamente y utilizando magia sanadora.

Aunque siempre haba pensado que la Pennsula del Fuego Infernal era un lugar
terrible, esto era mucho peor de lo que haba imaginado. La entrada a Outland era un
desierto infernal repleto de orcos viles y monstruos espantosos, pero la Marisma de
Zangar era algo mucho ms siniestra y extraa. Era un lugar caluroso, hmedo y oscuro.
Unas setas colosales, ms grandes que los imponentes robles de Vallefresno, tapaban el
sol. Unos seres voladores, que recordaban a unas mantarrayas, revoloteaban entre las
sombras, y unas cosas que parecan en parte medusas y en parte unos bichos muy raros
flotaban en el aire.

Si bien era cierto que ah haba pocos orcos, tambin lo era que haba otras
amenazas. Tras abrirse paso de manera violenta entre esa hueste de devastadores, los
Celadores haban sido atacados por una seta gigante ambulante. Luego, haban cado en
la emboscada de unos ogros y los haba asaltado un enjambre compuesto de unos
insectos enormes. Despus de haber sido picada, Kolea haba muerto cuando unas
diminutas larvas le haban brotado de la piel; esas alimaas le haban devorado los ojos
y el cerebro. Otra muerte ms de la que, en ltima instancia, era responsable Illidan.
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Maiev deseaba contemplar una vez ms la belleza de Darnassus. Habra dado
diez siglos de su vida solo por respirar su aire puro y pasear por sus plazas espaciosas,
por escuchar a sus bardos y cantantes. Reprimi ese deseo y se maldijo por ser tan
dbil. Era absurdo desear lo que no poda tener.

Daba la impresin de que el Puerto Orebor eran las ruinas de lo que en su da


podra haber pasado por ser una civilizacin por esos pagos. Ahora, nicamente haba
chozas desvencijadas construidas sobre lo que antao haba sido la base de mrmol de
una gran plaza. Un agua estancada y apestosa rodeaba el enorme plinto. Las cimas
escarpadas de unas altas montaas se alzaban imponentes sobre l. Por doquier, los
Tbidos renqueaban. Miraban fijamente a los elfos de la noche, como si nunca hubieran
visto a algn ser de esa raza. Un par de ellos extendieron los brazos y les mostraron
unas manos vacas, mientras pedan limosna, pero la mayora evitaba mirarlos a la cara,
con unos ojos cansados y teidos de derrota. Maiev tena la sensacin de que esos seres
ni siquiera alzaran las manos para protegerse a s mismos. No tenan madera para ser
unos buenos aliados.

No obstante, no todos eran as. Algunos portaban armas y las observaban con
atencin. A lomos de su montura, se acerc a uno de ellos, al que mir y dijo:

Dime dnde est Akama!

El Tbido los escrut; primero a ella y luego a sus seguidores. Al principio,


pens que no le iba a responder, pero entonces seal con el pulgar en direccin al
centro del pueblo.

De algunas de esas chozas surgan lloros. En cuanto capt el olor a carne


podrida, se le dilataron las fosas nasales. En este entorno, las heridas se agravaban con
suma facilidad. A veces, las esporas se metan en los cortes y se aferraban a la carne
infectada como el moho al pan viejo. Una vieja Tbida pas cojeando a su lado, cuyas
pezuas chapotearon en los profundos charcos de esa mampostera destrozada, con la
mirada clavada en el suelo, sin prestar ninguna atencin a esos desconocidos ni a su
entorno; pareca demasiado sumida en su propia miseria como para poder ver ms all
de ella.

De qu se alimenta esta gente? pregunt Anyndra con cierto tono de


contrariedad. Sin lugar a dudas, los Tbidos haban despertado su compasin.

De moho y de los insectos que son capaces de capturar, seguramente


respondi Maiev. Eso era precisamente lo que haban comido los suyos durante das. Si

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bien la flora y la fauna podan ser muy extraas, eran comestibles. Al menos, por ahora,
no se haban intoxicado con nada. Aunque siempre caba la posibilidad de que esos
alimentos contuvieran ciertas toxinas que actuaban lentamente y cuyos efectos an no
hubieran notado, los hechizos de Maiev no haban descubierto ningn veneno en
ellos. Adems, hay peces en esos lagos que hemos visto de camino aqu, as como
otras cosas.

S replic Anyndra, mientras, sin duda alguna, recordaba las descomunales


hidras con forma de reptil que los haban atacado . Supongo que s. De verdad crees
que ese tal Akama ser capaz de ayudarnos? Entonces, seal todo cuanto les
rodeaba. No da la impresin de que sea capaz de ayudar siquiera a su propio pueblo.

A pesar de que Maiev estaba de acuerdo, no quera expresarlo en voz alta. Su


gente no necesitaba otro duro golpe que hiciera decaer an ms la moral. Por delante,
otro centinela Tbido se cerna amenazador.

Akama dijo la celadora.

El soldado seal con un gesto hacia una pequea choza situada en el borde de
la plaza. Un grupo de guardias ataviados con una ropa de color gris ceniza se hallaban
ah, mirando en direccin hacia ella. Aunque no parecan hostiles, tampoco parecan
muy amistosos.

Maiev se acerc cabalgando hacia ellos y les dijo:

Busco a Akama.

Por un instante, los Tbidos no reaccionaron, fue como si no la hubieran odo;


entonces, como si alguien hubiera hecho una silenciosa sea, se apartaron a un lado y le
dejaron va libre para entrar en el interior de la choza.

Anyndra y los dems la siguieron de cerca. Mientras se aproximaban, los


guardias bajaron sus picas, bloquendoles el paso.

Solo t puedes entrar le espet el que tena una insignia, que pareca indicar
que era una especie de oficial. Si eres la que llaman Maiev Shadowsong.

La tensin se palpaba en el ambiente. Los Celadores no queran dejarla sola,


puesto que poda estar adentrndose en una trampa. Por otro lado, si esta gente poda
llegar a ser su aliada, la celadora no quera que surgieran problemas; adems, era capaz
de cuidar de s misma, tal y como descubrira cualquiera que intentara asaltarla.

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Esperen aqu les orden a los Celadores.

Sarius la mir directamente a la cara y ella asinti. El druida se separ del grupo
y se adentr entre las sombras de un montn de escombros, de las que no sali con su
propia forma, sino como un gran pjaro, que se subi a saltitos a la cima del montn
para contemplar lo que haba a su alrededor con unos ojitos redondos y brillantes.

Las guardias permanecieron impasibles. Maiev entr en la choza y, de


inmediato, se percat de que una nia Tbida lloriqueaba. En el centro de esa estancia,
junto a un fuego, un Tbido extraamente deforme se inclin hacia delante y le acarici
a la nia la frente. Mascull algo y, acto seguido, Maiev not un flujo de energa; no
obstante, no se trataba del fluir retorcido de la magia arcana, sino de algo distinto. La
celadora no baj la guardia, pues haba muchas formas de ocultar la maldad en la
magia.

La nia se calm y el Tbido se inclin an ms y le susurr algo al odo.


Entonces, fluy an ms energa. El lloriqueo ces y fue reemplazado por una
respiracin regular y unos leves ronquidos en ningn modo elegantes.

El Tbido se enderez y se volvi hacia ella. Le costaba hablar, pero eso no era
solo cosa de la edad. Daba la impresin de que tena que hacer un gran esfuerzo para
que las palabras brotaran de sus labios, como si el mero hecho de hablar le resultara
doloroso:

Pensaba que podra hacer un poco el bien mientras te esperaba.

Se call como si necesitara descansar. Respiraba fatigosamente. Rosara


tena fiebre por culpa de un enfisema pulmonar, pero creo que ya se lo he curado. Si
reposa en un lugar seco donde haga calor, debera recuperarse del todo.

T eres Akama afirm Maiev.

S, soy Akama, el lder de los Ashtongue.

En tu mensaje decas que queras hablar conmigo replic la celadora.

Eres Maiev Shadowsong?

Siento curiosidad por saber cmo has llegado a saber mi nombre.

l lo mencion.

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l?

Aquel al que llaman el Traidor.

Maiev hizo ademn de coger su media luna umbra. Akama no reaccion de


ningn modo. Simplemente, le mostr las manos, para indicarle que no iba armado; sin
embargo, eso daba igual, puesto que ya le haba demostrado que dominaba el arte de la
magia.

Qu sabes acerca del Traidor? pregunt Maiev.

Ay, demasiado, para mi pesar. Acompame. T y yo tenemos mucho de qu


hablar.

Acto seguido, seal hacia la entrada posterior de la choza. Tal vez fuera solo
un ardid para separarla del resto de sus tropas. Si fuera as, Sarius estara vigilando tras
haber asumido otra forma; adems, era ms que capaz de defenderse ella sola.

Despus de ti le dijo, a la vez que sealaba de manera corts hacia la


puerta.

Akama asinti y avanz renqueando, dndole as la espalda, como si de esta


manera quisiera demostrarle que no tema que ella lo atacara a traicin.

Salieron por la parte posterior del edificio. Unas casas derruidas los rodeaban.
Haba basura desparramada por esa estructura medio en ruinas, la cual estaba cubierta
de moho, ya que en aquel lugar creca en todas partes. Unos insectos relucientes
zumbaban a su alrededor, mientras coman de manera voraz. Maiev arrug la nariz.

Akama dijo:

No siempre fue as. Antao, el Puerto Orebor fue un lugar hermoso.

Tendr que fiarme de tu palabra.

Deberas hacerlo. El mundo ha cambiado desde que Nerzhul provoc tanta


destruccin. En su da, esto fue el corazn de una civilizacin, un lugar donde aprender,
un eje comercial.

Resulta difcil de creer.

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Deberas haber visto este sitio cuando decenas de miles de mis congneres
caminaban por aqu, admirando las estatuas, contemplando sus elegantes casas.

No he venido aqu a comprar una morada, sino en busca de un aliado.

Akama alz la vista hacia ella.

No eres el primero de tu raza que me dice eso.

Illidan no pertenece a mi raza. Renunci a todo derecho a ser considerado un


elfo de la noche hace mucho tiempo, cuando sell un pacto por primera vez con la
Legin Ardiente.

Aun as, en su momento, fue un gran hroe para tu pueblo, segn l.

S, segn l. Yo podra contarte algo muy distinto.

Dejaron atrs los mojones que marcaban los lindes del pueblo y llegaron a la
orilla de un lago vasto y sereno. En esas aguas, haba islotes aqu y all. Unos
descomunales insectos revoloteaban y zumbaban por encima de su superficie. Akama se
detuvo junto a un pequeo y tranquilo estanque, donde el agua se hallaba ms clara; no
obstante, unas tenues motas de esporas flotaban en su superficie y unas siluetas
envueltas en sombras se movan en sus profundidades.

Probablemente, debera creerte apostill Akama, quien, a rengln seguido,


seal a un banco de piedra un tanto desconchado que daba al lago. Por favor,
sintate.

Maiev permaneci de pie. Sin ningn disimulo, acerc la mano hacia la


empuadura de su arma.

Tal vez Akama quisiera mostrar una sonrisa, pero al hacer ese gesto, mostr sus
amenazadores colmillos.

Aqu nadie pretende hacerte dao, pero haz lo que estimes oportuno.
Hablemos sobre el Traidor.

Maiev haba estado esperando a que le diera pie para hablar al respecto.

Es un ser de una gran maldad, de una perversidad infinita. Hace mucho, hace
ms de diez mil aos, tal y como medimos el tiempo en Azeroth, nos traicion y vendi
a la Legin Ardiente. Durante diez mil aos, lo vigil para asegurarme de que pagara
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por sus crmenes. Al final, gracias a la traicin de una asesina que no saba realmente lo
que estaba haciendo, escap de mi vigilancia y huy de mi ira hasta llegar a este lugar.
Es un hechicero aterrador, ducho en maldades que no puedes ni...

Akama alz una mano, con la palma hacia fuera.

Todo eso ya lo s. He hablado con l, he luchado junto a l...

Maiev mir a su alrededor, pues casi esperaba que, en cualquier momento, unos
nagas emergieran del agua o unos elfos de sangre surgieran del sotobosque. Pero no
sucedi nada.

Akama lade la cabeza y la observ, como si ese comportamiento le resultara


curioso. La celadora habra llegado a pensar que su actitud le haca cierta gracia, si no
supiera que eso era imposible.

Por qu sirves al Traidor? inquiri Maiev, sin poder evitar que la ira tiera
su tono de voz. A pesar de que ante su clera haba demonios que se haban echado a
temblar, Akama se limit a encogerse de hombros.

Porque se ofreci a ayudar a mi pueblo a recuperar el Templo de Karabor. Era


el enemigo de mi enemigo.

Maiev clav su mirada iracunda en los extraos ojos de su interlocutor. Akama


baj la vista hasta posarla sobre sus propios dedos entrelazados y lanz un largo
suspiro.

Y ya no es ese el caso? pregunt Maiev.

No ha hecho ademn alguno de devolverle el templo a mi gente, y eso que lo


tomamos hace ms de un mes. Dudo mucho que alguna vez vaya a hacerlo. Me temo
que hemos derrocado a nuestro anterior conquistador, a Magtheridon, nicamente para
colocar en lugar del seor del foso a alguien peor. Illidan ha sellado un nuevo pacto con
el seor demonaco Kiljaeden. Ha aceptado la misin de destruir el Trono Helado en su
nombre. Segn parece, nuestro lugar sagrado sigue en manos de la Legin Ardiente;
simplemente, ahora tiene un nuevo lder.

Y crees que yo puedo ser el enemigo de tu enemigo.

Akama asinti.

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T lo aprisionaste. Te odia y, a menos que est muy equivocado, te teme.
Posees un gran poder. Eso puedo percibirlo yo mismo.

Maiev esboz fugazmente una sonrisa muy tenue y tan fra como una luna
menguante.

Tiene razn al temerme, pues me asegurar de que vuelva a prisin o muera.

S, supuse que esas seran tus intenciones.

El Tbido volvi la cabeza y contempl esas aguas como si esperara que fueran
a revelarles alguna gran verdad. Entonces, habl con un tono montono y carente de
emocin.

Y tal giro en los acontecimientos te resultara aceptable tambin a ti?


pregunt Maiev, quien ya saba la respuesta. Por mucho que aquel Tbido se presentara
como un santo sabio, era un ser traicionero; el mero hecho de que hubiera servido al
Traidor y que ahora se hallara aqu lo demostraba; no obstante, podra serle til, puesto
que, segn sus mismas palabras, l era el enemigo de su enemigo.

Si no hay alguna otra manera de recuperar ese terreno sagrado...

Akama respir hondo de manera estruendosa, separ las manos y volvi a


mirarla. Pas mi juventud en ese templo. Era... es un lugar sagrado. No permitir que
sea profanado de nuevo.

Maiev cavil al respecto. Daba la sensacin de que esas palabras de Akama no


iban dirigidas solo a ella, sino que tambin estaba hablando consigo mismo. Su voz
estaba plagada de dolor y de un tremendo sentimiento de prdida.

Bueno, y qu planeas hacer?

Por el momento, no hay nada que podamos hacer.

Qu? Maiev no pudo evitar que la consternacin se reflejara en su tono de


voz. Sus nudillos palidecieron al apretar con fuerza la empuadura de su arma. Haba
venido hasta este lugar para sufrir una emboscada o dar con un posible aliado. Su alma
le peda a gritos que entrara en accin. Cmo poda ese detestable anciano quedarse
ah cruzado de brazos mientras Illidan campaba a sus anchas?

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Illidan es demasiado fuerte. Lo apoyan tanto el prncipe Kaelthas y lady
Vashj. Creo que ya te has topado con ellos y lo has pagado muy caro.

No les temo.

Tal vez deberas hacerlo.

T no eres nadie para decirme a quin debo temer o no.

Akama hizo un leve gesto con la mano izquierda para disculparse por lo que
haba dicho.

Ya lo veo.

Has venido aqu para implorarme ayuda y luego ocultarte de un modo


cobarde entre estas ruinas? Quiz no le haba impresionado el tamao del
destacamento que haba trado hasta ese lugar. Quiz no creyera que ella fuera capaz de
dar caza a Illidan. Quiz haba concluido que no estaba a la altura del desafo. Pides
mi ayuda, pero no me ofreces nada a cambio.

Los elfos son... Cmo es posible que vivan tanto y sean incapaces de
aprender a ser pacientes? Hay un momento y un lugar para todo. La venganza es un
plato que se sirve en fro.

No busco venganza, sino justicia.

S, veo que eso es lo que crees. Esta vez estuvo segura de que hablaba con
un tono burln. Akama se volvi una vez ms, con la mirada perdida en la lejana. En
ese instante, algo enorme emergi a la superficie y volvi a sumergirse chapoteando en
el agua de nuevo. Uno de esos grandes insectos se desvaneci al mismo tiempo. Esos
pargos pueden esperar das enteros. Sin moverse.

Aletargados. Uno nunca los considerara una amenaza. Pero en cuanto una presa
se halla cerca, atacan. Son capaces de arrancarle un brazo con sus fauces.

Tu plan consiste en imitar a un pez?

A una anguila.

No he venido aqu para recibir una leccin de taxonoma marina.

Pero has venido para algo.

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Cmo voy a ayudarte si t no me vas a ayudar?

Cuando llegue el momento adecuado, te dar toda la ayuda que necesites.


Pero no pienso permitir que mi pueblo sea masacrado innecesariamente por culpa de tu
insensatez.

Maiev dej de aferrar su arma. Dej caer muertos los brazos y abri y cerr las
manos. Respir muy hondo e intent hallar una cierta paz interior. Poco a poco, su furia
mengu.

Muy bien. Al menos, cuntame lo que est haciendo ahora mismo.

Va a llevar a Magtheridon a la Ciudadela del Fuego Infernal.

Por qu?

Akama se encogi de hombros.

No me lo cuenta todo.

Tal vez porque no confa en ti.

Tal vez tenga alguna razn para ello.

El Tbido rebusc algo dentro de una bolsa que llevaba colgando de la cintura.
Sac de ah una pequea piedra de aspecto basto que tena inscritas unas extraas runas.
Le tendi la mano a Maiev y se la ofreci. Ella la mir pero no hizo ningn ademn de
cogerla.

Poda percibir que haba magia en su interior, aunque no posea la maldad de la


brujera vil ni la perversidad de la magia arcana; al menos, por lo que poda intuir.

A travs de esto, contactar contigo cuando tenga algo que merezca la pena
contarte. Yo llevo su gemela. La piedra segua en la palma de su mano. Claro que
si te da miedo cogerla, podremos buscar otro modo...

Maiev le arrebat la piedra de la mano. A pesar de que not el cosquilleo de la


magia a travs de su guantelete, no sucedi nada terrible.

Como desees.

Akama hizo una leve reverencia.

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Puedo ver por qu te teme. Se parecen demasiado.

Akama se march, dejando a Maiev contemplando su propio reflejo en el oscuro


espejo que conformaba el lago. Ese rostro le devolvi la mirada, con un gesto donde se
mezclaban frustracin y furia. Se agach, cogi un guijarro y lo tir al agua, lo que
provoc que las ondas distorsionaran su reflejo.

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CAPTULO CUATRO
CUATRO AOS ANTES DE LA
CADA

L entamente Maiev y sus Celadores avanzaron arrastrndose sobre esas

piedras calientes. El sol abrasador de la Pennsula del Fuego Infernal proyectaba unas
largas sombras que brotaban de unos grandes peascos. El camino de vuelta desde la
Marisma de Zangar haba sido muy largo, aunque lo haban recorrido a gran velocidad
con sus monturas; no obstante, el dolor en las posaderas habra merecido la pena si
lograba sorprender a Illidan con la guardia baja. No necesitaba a Akama. Lo nico que
necesitaba era tener la oportunidad de atacar al Traidor cuando menos se lo esperase.

Anyndra hizo un gesto con la mano derecha y levant tres dedos. Maiev se
arrastr con el cuerpo pegado al suelo, hasta que lleg a la posicin de la teniente; a
continuacin, alz la cabeza por encima de la lnea que conformaban las crestas de las
montaas y comprob que su segunda al mando tena razn: ah haba tres orcos viles;
tres de esas criaturas enormes y musculosas de piel roja y ojos brillantes, tres de esos
pesados seres que iban encorvados, pues esa era la postura habitual de los orcos. Todos
sus msculos estaban en tensin y, con esa actitud y esa postura, mostraban su furia.
Todos sus movimientos eran rpidos, bruscos y hoscos, como si los orcos viles
estuvieran buscando una excusa para atacar a alguien.

Maiev les iba a conceder su deseo, pues su intencin era hallarse en una
posicin que diera al camino que llevaba a la Ciudadela del Fuego Infernal cuando
Illidan pasara cabalgando por ah.

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Hizo uso de sus poderes y, en un parpadeo, cruz el espacio que lo separaba de
ellos. El aire se desplaz, acompaado de una casi silenciosa rfaga de viento, en cuanto
reapareci detrs del ms grande de los orcos viles. Con un solo golpe, le arranc la
cabeza. Al instante, se abalanz sobre el segundo orco vil al que clav en el pecho su
media luna umbra y, acto seguido, rod por el suelo. El tercer orco vil intent
defenderse con su hacha, pero le dio una patada en la parte posterior de la rodilla que lo
hizo caer al suelo. De inmediato, le seccion la yugular con su arma.

Apenas haban pasado tres latidos. Anyndra acababa de tensar la cuerda de su


arco. Maiev indic con un gesto al resto de las tropas que cruzaran ese terreno hasta la
posicin donde se encontraba ahora ella y, sin ms dilacin, arrastr los cadveres hasta
la sombra de un peasco, para que no pudiera verlos ningn jinete del viento que
sobrevolara la zona.

Capt el olor a un gran felino, lo cual le indic que Sarius se haba unido a ella
sigilosamente. El druida portaba la forma de una pantera enorme que tena unas
cicatrices extraas. Se desplazaba a travs de ese paisaje yermo en total silencio,
siguiendo las curvas que trazaba esa tierra marrn, fuera de la vista de todo el mundo,
salvo de los ms vigilantes. Gru a modo de saludo y se acerc sigilosamente hacia el
borde de la cumbre de la montaa. De manera igualmente silenciosa, ella lo sigui hasta
la cima del risco y, desde ah, contempl la Ciudadela del Fuego Infernal.

Tena el aspecto colosal y brutal propio de todas las fortificaciones oreas,


aunque, en este caso, esta sensacin se vea magnificada por el tremendo tamao del
lugar. Daba la impresin de que la ciudadela haba sido construida para dar cobijo a un
ejrcito de gigantes. Se alzaba imponente sobre las tierras de alrededor; cada torre era
un dedo de una mano gigantesca que se elevaba para alcanzar el cielo. Era vasta e
inmensa, haba sido levantada con rocas rojas y los huesos de unas criaturas que deban
de haber sido ms grandes que unas montaas. Esas piedras estaban impregnadas de
magia en grado sumo. Incluso a esa distancia, era capaz de percibir su maldad. Sin
embargo, no era la fortaleza lo que captaba su atencin, sino el desfile que recorra el
camino que llevaba hacia la ciudadela.

Decenas de miles de orcos viles marchaban en una formacin tremendamente


compacta, expandindose por el paisaje en una columna de miles de leguas. Entre ellos,
marchaban tambin varias compaas de demonios, que portaban el estandarte de
Illidan. En la vanguardia, cabalgaba una gran multitud de elfos de sangre, cuyas
monturas eran similares a unos pjaros. El prncipe Kaelthas encabezaba aquel grupo.
Tena la mirada clavada en un enorme carro del que tiraba un grupo de veinte

51
uagrietas. Esas gigantescas criaturas llevaban bozal y los ojos tapados para impedir
que el pnico se apoderara de ellas.

Al ver la jaula que transportaba ese gigantesco carro, Maiev comprendi por
qu. En ella llevaban al seor del foso Magtheridon, el cual era varias veces ms alto
que un elfo y sacuda los barrotes de acero vil con unos brazos del tamao del tronco de
un rbol. Incluso desde la cima del risco, Maiev poda percibir su poder, que asaltaba
sus sentidos con gran intensidad, como si pudiera oler el hedor de diez mil cuerpos que
se estuvieran quemando. Unas cadenas, con las que se podran haber anclado los ms
grandes buques de guerra, lo mantenan atado al carro. Maiev poda notar que estaban
encantadas, con unos conjuros lo bastante fuertes como para ralentizar la deriva
continental.

Encima del carro, con las alas extendidas y los brazos en jarra, con una postura
triunfal que dejaba bien a las claras que no tema a nada, se hallaba Illidan. A pesar de
que la diferencia de tamao era tan enorme que debera haber dado la sensacin de ser
una ardilla que estuviera desafiando a un jabinferno, eso no era as. La fulgurante aura
de poder mgico vil que lo envolva haca que diera la sensacin de estar a la altura del
seor del foso.

Sin embargo, no era el nico que observaba esa escena. En esa cadena
montaosa se haban congregado varios clanes orcos, as como otros observadores.
Todos ellos estaban ah para ser testigos de cmo el antiguo Seor de Outland era
llevado encadenado a la Ciudadela del Fuego Infernal. Las llamas del odio ardieron con
intensidad en el fuero interno de la celadora.

Disfruta de este momento de triunfo, Traidor, pens Maiev, pues ser el ltimo.

Anyndra se coloc junto a ella. A la teniente se le desorbitaron los ojos al ver


ese desfile victorioso y dej de sostener con firmeza la cuerda de su arco. Sarius gru
tan suavemente que pareci ms bien un quejido. Por encima de sus cabezas, unos
desgarradores trazaban crculos en el aire, con sus alas sarnosas totalmente desplegadas,
como si estuvieran crucificados en esas corrientes termales calientes.

Maiev sopes las diferentes opciones que tena. Seguramente, los orcos viles no
esperaban un ataque; adems, el sol pronto se pondra. Resultaba obvio que Illidan tena
previsto llegar a las puertas de la Ciudadela del Fuego Infernal antes de la puesta de sol,
pero no haba llegado a tiempo, lo cual no era de extraar, teniendo en cuenta su
arrogancia y torpeza. Poda ordenar a sus fuerzas que se desplegaran cerca de la jaula,
de tal modo que pudieran cubrirla mientras corra hacia el Traidor. Con un solo golpe

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muy rpido, podra decapitarlo. El muy soberbio se estara regodeando tanto en su
victoria que no se dara cuenta de que ella se aproximaba hasta que la media luna
umbra le hubiera cortado el cuello.

Con gran deleite, se imagin de manera fugaz sosteniendo su cabeza en alto para
lanzrsela despus a esa hueste congregada ah de orcos viles. Aunque despus de eso
no caba duda de que su propia muerte sera rpida, habra merecido la pena, ya que
habra puesto punto y final a la existencia del maldito Illidan. S, podra morir
satisfecha, sabiendo que haba enviado al olvido a su antiguo enemigo antes de que ella
se sumiera en l. Una sonrisa cobr forma en sus labios. Casi poda sentir el pelo sedoso
de Illidan entre los dedos mientras alzaba su cabeza, casi poda sentir el goteo de la
sangre de su cuello cortado.

No era una gesta imposible. Podra valerse de su habilidad para atravesar en un


abrir y cerrar de ojos la distancia que los separaba para abalanzarse sobre l antes de
que esa turbamulta indisciplinada tuviera tiempo de reaccionar; adems, con sus
sortilegios de distraccin y ocultacin podra evitar que la detectaran mientras se
aproximaba. En ese sentido, no haba nadie ah abajo que pudiera rivalizar con su
habilidad para llevar a cabo esa proeza. Ni Kaelthas, ni Vashj. Ni siquiera el propio
Illidan.

Entonces, se percat de que Anyndra la estaba agarrando del brazo y se solt


bruscamente.

Qu?

Celadora Shadowsong, te he preguntado qu crees que quiere hacer el Traidor


con ese seor del foso que ha capturado. Crea que lo llamaban el cazador de demonios.
Para qu quiere uno vivo?

Poco a poco, Maiev dej que las llamas de su odio menguaran hasta arder con
menos intensidad. Se apart del borde del precipicio en el que se hallaba. Haba estado
a punto de ordenar un ataque. La idea de morir de un modo glorioso, matando a su
enemigo, casi la haba llevado a cometer un error. Y si algo hubiera ido mal? Y si el
Traidor hubiese logrado escapar, de tal modo que ella habra tenido que enfrentarse a
sus legiones con solo esa pequea fuerza de la que dispona?

Nada ira mal. Se mir la mano. Tena un pulso firme. No haba ni el ms


mnimo atisbo de temblor. Se centr en la pregunta que le haba hecho la teniente. Era
muy buena. Qu planeaba hacer Illidan con ese seor del foso que haba capturado? A

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un ser con el poder de Magtheridon no se le poda esclavizar como a un demonio
menor. Ni siquiera Illidan estaba tan loco como para creerse tan fuerte.

Para qu quiere a tal criatura? Anyndra repiti la pregunta, como si


pensara que Maiev no la hubiera escuchado. Pareca decidida a obtener una respuesta. O
tal vez pretenda distraer a la celadora de su objetivo.

Maiev mascull:

Para hacer un sacrificio, una advertencia... Quin puede comprender cmo


piensa ese demente?

Pero para qu iba a querer sacrificar a Magtheridon? Qu beneficio podra


obtener de algo as?

Maiev hizo un gesto de negacin con la cabeza y frunci el ceo.

Cmo voy a saberlo?

Su segundo al mando la mir a los ojos de manera impasible.

Siempre me has dicho que un cazador debe comprender a su presa.

Sarius gru a su otro lado. Al parecer, l tambin senta curiosidad al respecto.


Maiev dio otro paso atrs para alejarse del borde del precipicio. El corazn se le haba
desbocado. Respiraba agitadamente. Se atrevi a mirar otra vez a Illidan. Ah estaba,
creyndose invencible. Quera borrarle esa sonrisilla del rostro, reventarle la cara contra
el suelo para destrozar esas facciones henchidas de orgullo.

Sarius le ara levemente el brazo derecho con una zarpa y la celadora se dio
cuenta de lo que le intentaba decir el druida. Illidan haba girado la cabeza para mirar
hacia el lugar donde ellos se hallaban. Las miradas de todas sus tropas miraron tambin
hacia all. Era imposible que l pudiera verla desde esa distancia. Era imposible que
pudiera verla.

Se alej rodando de ese borde escarpado. Anyndra y Sarius la siguieron. Tena


la boca seca. Se tens, pues esperaba or el bramido furioso de las legiones de orcos
viles que se disponan a perseguirla.

Maiev permaneci tumbada boca arriba por un momento, contemplando el cielo.


No oy ningn ruido. No se haba dado ninguna voz de alarma. Tal vez Illidan los haba

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visto y no los haba considerado una amenaza digna de consideracin. Esa posibilidad
la mortific.

Rod pendiente abajo y se puso en pie de un salto, fuera de la vista del enemigo.

Con gesto adusto y sombro, el resto de sus tropas volvieron arrastrndose de la


lnea que conformaban esas montaas para acercarse lentamente a la posicin de la
celadora. Eso era una muestra de indisciplina y mala tctica. Algunos de ellos deberan
estar vigilando para evitar que un asaltante los atacara como ella haba atacado a esos
orcos viles. Quiso decir algo, pero entonces se percat de que todos esos ojos estaban
clavados en ella.

Anyndra flexion los dedos de la mano con la que manejaba su arma, tal y como
sola hacer siempre que intentaba disimular que se hallaba extremadamente nerviosa.
Sarius haba revertido a su forma de elfo de la noche. Si bien la serenidad reinaba en
esas facciones que recordaban a un halcn, su boca era una lnea totalmente recta
situada en la parte inferior de su semblante; adems, tena los ojos entornados y
clavados en ella. Al fruncir el ceo, unas arrugas le surcaron esa frente inmaculada.

Maiev observ con detenimiento al resto de sus tropas. Algunos estaban plidos
y supuso que el sudor que les perlaba la frente no era nicamente debido al calor. Otros
miraban a todas partes, como ratones a la espera de que un bho cayera sobre ellos
desde un cielo iluminado por la luna.

Estaban asustados.

Y eso era prcticamente inconcebible. Eran Celadores, haban sido escogidos


por su valor y templanza a la hora de afrontar el peligro. La haban seguido a travs de
infinidad de peligros sin inmutarse, pero ahora parecan estar a punto de venirse abajo y
salir corriendo. Los elfos de la noche formaron un semicrculo, de tal manera que
quedaron de cara hacia ella. Entonces, uno de ellos dijo:

Aqu no podemos vencer.

Maiev intentaba dominar su clera. Quera gritarles, reprenderles por su necedad


y cobarda, pero no poda hacerlo, ya que el enemigo podra orla; esa perturbacin
podra llamar la atencin de ese poderoso ejrcito que recorra estruendosamente esa
carretera de abajo.

Poco a poco, fue asimilando la posibilidad de que quiz tuvieran razn. Cerr
los ojos e hizo una plegaria a Elune. Cuando volvi a abrirlos, se dio cuenta de que no
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estaba mirando a un destacamento de Celadores. Esas tropas orgullosas y disciplinadas
que haban partido de las entraas de las Cavernas del Tmulo haban desaparecido.
Haban sido sustituidas por un pequeo grupo de elfos cubiertos de polvo, de forasteros
perdidos en una tierra salvaje, lejos de su hogar, que se enfrentaban a un enemigo con
infinidad de guerreros a su disposicin. Illidan ya haba derrotado al demonio ms
poderoso de Outland y haba convertido a las legiones de este en leales seguidores
suyos. Tal vez los suyos tuvieran razn cuando dudaban de si seran capaces de
vencerlo.

La miraban fijamente, a la espera de or lo que tuviera que decir. Incluso en esos


momentos, seguan conservando el hbito de considerarla su lder y seguir sus rdenes.
No poda decepcionarles. Respir hondo y dijo:

No. Aqu no podemos ganar.

Algunos parecieron sentirse satisfechos al ver que lo admita. Unos cuantos


parecieron hallarse estupefactos, como si no pudieran creerse esas palabras que
acababan de brotar de la boca de la celadora. A pesar de que Maiev entenda cmo se
sentan, sigui hablando, con un tono de voz ronco:

Aqu no podemos ganar. Ahora no. Pero eso no quiere decir que el Traidor
vaya a estar a salvo de nosotros siempre. Un par de ellos asintieron, como si lo que
estuviera diciendo fuese lo que esperaban or, como si ella estuviera expresando en voz
alta lo que pensaban. No podr escapar de nosotros. Pagar por sus crmenes. Somos
el instrumento de la venganza de los kaldorei. Seremos su perdicin. En su momento,
fue nuestro prisionero, pero escap, ayudado por sus traicioneros aliados. Pero el
Traidor no se nos volver a escapar. Tenemos derecho a hacer lo que hacemos. La
justicia est de nuestro lado. Los espritus de nuestros muertos claman venganza,
insisten en que le hagamos pagar sus crmenes. Hemos ido demasiado lejos, hemos
sacrificado demasiado, como para desperdiciar nuestras oportunidades. Si queremos
regresar a Darnassus con la cabeza bien alta, debemos volver con el Traidor o su
cadver. Si no es as, nuestro pueblo considerar que hemos traicionado su confianza.
Ya han visto lo que est ocurriendo aqu. Ya saben que el Traidor est reuniendo a un
ejrcito. Debemos cercioramos de que todo Azeroth lo sepa y comprenda que hemos
cumplido con nuestro deber.

Una elfa trag saliva y se sec unos ojos al borde de las lgrimas. Maiev
gesticul lentamente con las manos, con unos movimientos tan controlados como los de
una bailarina, y cerr los puos.

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Hay un tiempo para cada cosa, y el momento en que Illidan ser castigado se
acerca. Me han seguido hasta aqu sabindolo, y les juro que han hecho bien al
depositar su fe en m, pues no permitir que Illidan no sufra las consecuencias de sus
fechoras.

Permaneci en silencio un momento para dar ms nfasis a sus palabras y


prosigui:

Y lo har aunque tenga que seguir adelante yo sola. Call un instante para
que asimilaran esas palabras. Todos ustedes han jurado seguirme. Cada uno de
ustedes sabe cunto vale su palabra. La cuestin que deben plantearse es si van a
cumplir sus juramentos o van a ser iguales que l. Acaso carecen de fe como el Traidor
o son en verdad las hijas y los hijos de Elune? Solo ustedes pueden responder a esa
pregunta en lo ms hondo de su corazn. Quiero que hagan examen de conciencia y den
con la respuesta a esa pregunta. No quiero a nadie conmigo que se eche atrs cuando
llegue el momento de la verdad. nicamente ustedes pueden decidir si desean estar a mi
lado cuando castigue como es debido a Illidan el Traidor.

Algunos de los elfos no se atrevan a mirarla a la cara, e incluso unos pocos


miraban para otro lado, pero la mayora la contemplaban con una expresin de
determinacin renovada dibujada en sus semblantes, de lo que se sinti muy orgullosa,
ya que su fe alimentaba la suya propia, lo cual hizo que se sintiera de nuevo tan segura
como siempre.

Estoy contigo dijo Anyndra, quien se arrodill y le ofreci su arma.

Y yo aadi Sarius, quien hizo lo mismo.

Uno a uno, los dems Celadores volvieron a ofrecerle su lealtad, incluso los
pocos que, claramente, se mostraban un tanto reticentes; estos juraron y se postraron
porque sus amigos y camaradas lo hacan y porque no deseaban quedarse solos en ese
lugar tan extrao. Maiev asinti satisfecha. Ese da haba obtenido una pequea victoria,
al menos.

Y ahora qu, celadora Shadowsong? pregunt Anyndra.

Maiev respondi:

Debemos hallar aliados. En estas tierras son un elemento clave. Debemos dar
con alguien ms valiente que Akama y ver si quiere ayudarnos.

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CAPTULO CINCO
CUATRO AOS ANTES DE LA
CADA

I llidan entr a grandes zancadas en la vasta cmara en la que se hallaba

confinado Magtheridon. El cazador de demonios estaba furioso y muy frustrado. Su


derrota a manos de Arthas haba sido un duro golpe para su orgullo. Tambin haba
recibido informes, procedentes de todos los rincones de Outland, de que Maiev se
encontraba en esas tierras, pero por el momento se haba mostrado tan elusiva como un
fantasma. An pretenda encadenarlo y enterrarlo. Los hechizos que retenan al seor
del foso le recordaron a Illidan a su propio encarcelamiento, as como a aquellos que los
haban mantenido aprisionado ah. La ira bulla en su interior. Tras dar ocho pasos, se
oblig a parar antes de dar el noveno.

As que has fracasado a la hora de completar la misin que el gran Kiljaeden


te haba encomendado, pequeo Illidan coment con una voz atronadora
Magtheridon, cuyas palabras retumbaron por los colosales bloques de piedra de las
paredes y se amplificaron por el enorme foso que haba en el centro de la estancia.
No me extraa que hayas fracasado al intentar destruir al Rey Lich. Tu destino siempre
ser fracasar.

Illidan mir fijamente al seor del foso. A pesar de hallarse encadenado en las
profundidades de las grandes cmaras situadas bajo la Ciudadela del Fuego Infernal,
Magtheridon segua siendo imponente. Las cadenas mgicas que lo ataban estaban
tensadas al mximo. Los hechizos de vinculacin, de los cubos Manticron se vean
deformados constantemente bajo la presin de la fuerza de voluntad del demonio.

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Illidan mascull una palabra mgica. Los generadores de magia resplandecieron
y se produjo una sobrecarga de energa vil, Magtheridon chill. El olor a carne quemada
de demonio impregn el are.

Qu se siente al haber sido derrotado por un fracasado como yo? inquiri


Illidan.

El seor del foso agit su cola enorme, lo que le caus ms dolor al entrar en
contacto con los hechizos de vinculacin.

Crees que me has derrotado? replic Magtheridon con una voz spera. Su
respiracin sonaba como un trueno ahogado incluso dentro de esa vasta estancia.

Segn parece, eres demasiado estpido como para darte cuenta de que has
sido derrotado. Por lo visto, crees que hallarte encarcelado es una seal de victoria.

Illidan envi otra descarga de energa a travs de esas cadenas. El bramido


agnico de Magtheridon estuvo a punto de dejarle sordo. El seor del foso se derrumb
como un toro al que un carnicero acabara de sacrificar. Por un momento, yaci en el
suelo jadeando. Acto seguido, se puso de rodillas.

No soy el nico que ha sido derrotado afirm Magtheridon, con un cierto


tono sardnico en su voz. Me pregunto qu dir lord Kiljaeden cuando se entere de
tu ltimo fracaso. Creo que esta era tu ltima oportunidad.

Cmo sabes que he fracasado? inquiri un Illidan picado por la


curiosidad. En las semanas que haban transcurrido desde que haba regresado de
Azeroth, se haba estado recuperando de sus heridas y reuniendo fuerzas para este
momento. Acaso algunos de los carceleros haban cometido el error de hablar con el
seor del foso? Si era as, se asegurara de que no volvieran a cometer ese fallo.

Vamos, pequeo Illidan. No hace falta que uno sea tan listo como t para
saber tales cosas. Puedo ver ese araazo tan feo que tienes en el costado. No hace falta
poseer una gran inteligencia para deducir lo que ha pasado desde que marchaste. Ests
impregnado del hedor de los muertos andantes y de la peste de esa gran espada llamada
Frostmourne. Te has topado con Arthas, verdad? Y te ha derrotado.

Era cierto. Illidan haba ido a Azeroth, haba luchado contra ese caballero de la
Muerte renegado y haba perdido. Con esa derrota, Illidan haba perdido su ltima
oportunidad de destruir al Rey Lich y aplacar la ira de Kiljaeden. Sin embargo, eso, en

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ltima instancia, poco importaba. Tarde o temprano, habra acabado enfrentado con el
seor demonaco.

S, s, pequeo Illidan. Percibo el olor a telaraas y muertos andantes, as


como el sutil hedor de extraas pestes; adems, s que todava sigues cerrando las
puertas que la Legin ha abierto en Outland. A pesar de tus hechizos de vinculacin,
soy capaz de percibir tales hechiceras. As no logrars escapar de la ira de Kiljaeden ni
salvar Azeroth. Tal vez logres demorar un par de aos la invasin de tu querido mundo
natal, pero no podrs impedirla.

Con suma indiferencia esta vez, Illidan lanz otra descarga muy dolorosa contra
el seor del foso. Magtheridon logr permanecer erguido, y un gesto desafiante cobr
forma en sus labios. En realidad, Illidan no quera matarlo, ya que Magtheridon todava
le era muy til. Observ detenidamente la brillante aura del demonio. Ya casi estaba lo
bastante dbil. Casi. Illidan necesitaba arrebatarle un poco ms de poder a Magtheridon,
necesitaba aplastar un poco ms su fuerza de voluntad.

Te molesta saber que no vas a estar ah, seor del foso?

Magtheridon se rio.

S, pequeo Illidan, as es. Gozara mucho participando en la destruccin de


tu pattico mundo. Gozara quemando tus adorados bosques. Los chillidos de un milln
de seres al ser sacrificados me proporcionaran un gran placer. S, me fastidiar no
poder participar en la conquista de tu mundo, pero habr otros. Todava quedan unos
pocos ms que arrasar antes de que llegue el triunfo definitivo de la Legin. Es una
pena que me hayas privado de toda posibilidad de gozar de esos placeres, pequeo
Illidan. S que hay una parte de ti que tambin disfruta con estas cosas. Ambos lo
sabemos. El gran Kiljaeden no ser para nada considerado cuando se vengue de ti. No
es conocido por su piedad, precisamente. Y a ti no te mostrar ninguna misericordia.
Has cambiado de bando por ltima vez, Traidor.

Illidan envi otra descarga de energa vil a travs de las ataduras. Presa de una
tremenda agona, Magtheridon chill. Illidan dej que la energa siguiera fluyendo hasta
que los alaridos del demonio amenazaron con hacer aicos la bveda de piedra que se
alzaba sobre l. Dej que fluyera hasta que consider que haba llegado el momento
adecuado. S, el seor del foso ya se encontraba lo bastante dbil. Haba llegado el
momento.

Akama, entra orden Illidan.

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La puerta de la cmara se abri y Akama entr, con los hombros hundidos y la
cabeza gacha. Unos tentculos largos y hmedos emergan de la capucha de su tnica.
Arrastrando los pies, se acerc al estrado sobre el que se hallaba Illidan. Akama no dej
de mirar en ningn momento al seor del foso encadenado. Sin duda alguna, tema a
Magtheridon tanto como lo odiaba por haber profanado el Templo de Karabor. En sus
ojos haba malicia adems de miedo. Magtheridon habl con voz entrecortada:

Dime, Tbido, el Traidor ya les ha devuelto su querido templo?

Qu deseas de m, maestro? pregunt Akama, quien lade la cabeza para


mirar a Illidan, aunque estaba claro que pretenda mantener al seor del foso dentro de
su campo de visin perifrica.

Dime, Akama, qu ves? inquiri Illidan.

Veo a Magtheridon encadenado. Veo que hay unos grandes hechizos activos
para poder retenerlo. Veo que te alzas triunfal sobre tu enemigo cado.

Illidan sonri.

No tienes curiosidad por saber por qu lo he mantenido con vida?

S, milord.

El gorgoteo de las risotadas de Magtheridon retumb por toda la sala. Aunque


esas carcajadas estaban teidas de dolor tambin haba un perverso jbilo en ellas.

Quiere mi sangre, Tbido. Pero no del mismo modo que t.

Akama frunci el ceo. Si bien la sombra de su capucha habra ocultado su


semblante a un individuo dotado de una vista normal, Illidan no tuvo ningn problema
para verlo.

Qu quiere decir esta criatura, seor?

Bsicamente, tiene razn. Aunque su sangre se puede usar para diversos fines,
tambin contiene el elemento secreto que permite crear orcos viles. Puede ser destilada
para obtener un elixir que confiere a los orcos poder y ferocidad.

Por qu deseas hacer algo as, maestro? pregunt Akama.

61
Porque necesito un ejrcito, leal Akama. La Legin Ardiente viene a por
nosotros y hay que enfrentarse a esos demonios. Se dio un fuerte puetazo en la
palma de su otra mano. Deben ser derrotados. Da igual lo que cueste. Da igual el
precio a pagar.

Pero crear ms de esas criaturas nauseabundas es... una abominacin, lord


Illidan. Perdneme por ser tan franco, pero es cierto.

Has herido la sensibilidad de tu mascota, pequeo Illidan dijo con una voz
estentrea Magtheridon. Y he de sealarte que no es la primera vez. Es una criatura
muy sensible. Y tambin muy traicionera. S, su corazn es como un libro abierto para
m, aunque t ests demasiado ciego como para poder verlo.

Illidan pronunci una palabra mgica y, al instante, Magtheridon cerr


violentamente la boca. Sus palabras quedaron reducidas a unos gruidos ahogados y
jadeos que no tenan ningn sentido, Illidan albergaba ciertas dudas sobre Akama, al
igual que dudaba de cualquiera de sus seguidores, pero era algo que no dejaba que se
notara; adems, era absurdo dejar que Magtheridon abriera alguna fisura en la lealtad de
Akama al hacerle creer que se hallaba bajo sospecha.

Necesitamos un poderoso ejrcito, Akama, y lo necesitamos ya; si no, las


innumerables fuerzas invasoras de la Legin nos derrotarn muy fcilmente. Y ahora
haz lo que te diga cuando te diga que lo hagas.

Akama junt ambas manos e hizo una reverencia, de tal modo que los tentculos
de su rostro rozaron el suelo. Illidan extendi los brazos y las alas an ms y blandi
una Guja de guerra de Azzinoth en cada mano. Enton un cntico, y las fuerzas mgicas
se doblegaron ante su voluntad. Magtheridon se revolvi bajo esas ligaduras, de tal
manera que flexion esos enormes msculos para intentar probar la resistencia de esas
cadenas. Daba la impresin de que al seor del foso no le haca tanta gracia que le
drenaran la sangre como dejaba traslucir.

Illidan dio un paso al frente y se elev de un salto en el aire, con las alas
flexionadas para que lo mantuvieran ah un instante. A continuacin, se retorci,
siguiendo los movimientos de una tremenda danza ritual, trazando crculos cada vez
ms cerca de Magtheridon, a la vez que esas hojas giraban en sus manos. Entre tanto,
canturreaba unas palabras malignas en el antiguo idioma de los demonios. Unas estelas
de fuego aparecieron bajo sus hojas mientras las giraba, tejiendo as una intricada red de
energa.

62
Alcanz a Magtheridon y lo raj. Las hojas arrancaron varios trozos de carne al
demonio. Una sangre verde man de las heridas, gote por las piernas enormes como
columnas del seor del foso hasta formar un charco a sus pies. Illidan se gir y volvi a
abrirle varias heridas, de las que brot an ms sangre; no obstante, esas hojas nunca se
hundan ms que unos cuantos centmetros y cada corte no era ms que un rasguo en la
gruesa piel del demonio. La sangre manaba a borbotones. Unas gotitas salpicaron la
cara de Illidan, quien se relami; el fuerte sabor hizo que notara un cosquilleo en la
lengua.

Senta que la energa flua a travs de l. Pero como la sangre de aquel demonio
era como una droga, tuvo que refrenarse, pues sinti la tentacin de meter las manos en
ese charco para bebrsela; era consciente de que las fuerzas que obtendra gracias a ella
no merecan pagar el altsimo precio que eso conllevara.

Pero qu ms dara?, se pregunt una parte de l. No haba mayor placer que


beber la sangre de sus enemigos demonacos e imbuirse de su poder. Lo necesitaba,
puesto que le permitira matar a ms demonios y absorber su energa hasta que llegara
el momento en que fuera tan fuerte como para poder enfrentarse al propio Kiljaeden.

Por el rabillo del ojo, pudo ver el gesto de horror dibujado en la cara de Akama,
lo cual le record que haba otro propsito en todo aquello aparte de la mera diversin.
Necesitaba esa sangre para otros fines. La necesitaba para formar un ejrcito, para
otorgar a los clanes orcos que lo rodeaban el poder que ansiaban para poder derrotar
tanto a sus propios enemigos como a los de Illidan.

Ahora, Akama! exclam. Encauza la sangre. Haz que fluya por los
canales.

Akama lanz el hechizo. La sangre reaccion ante l lentamente. La corrupcin


demonaca que anidaba en su interior se resista a plegarse ante la magia de Akama. Ese
plasma se arremolin y dividi, para fluir por los canales tallados en el suelo. La magia
de Akama se tom ms intensa mientras extraa ms y ms poder. Los chorros se
retorcieron y dieron vueltas sobre s mismos en el aire y luego fluyeron hacia los
conductos. El lquido atraves un sistema de tuberas que conduca hasta unos tanques
alqumicos donde era recogido. Illidan sonri. Haba conseguido el primer elemento que
necesitaba. El hechizo se mantendra activo por s solo durante horas.

Era hora de ponerse manos a la obra.

63
***

Illidan recorri esa galera tan larga a grandes zancadas, mientras contemplaba a
los orcos que yacan ah en camillas. Unas pipetas conectaban a cada uno de ellos a un
tanque donde burbujeaba un fluido verduzco, que les era introducido en las venas. Unas
runas grabadas en su piel guiaban a la magia. Unos encorvados sirvientes moarg iban a
gran velocidad de un orco a otro, para comprobar cmo iba el proceso. Cuando sus
garras metlicas chocaban contra los tubos, se oa un tintineo. Sus ojos demonacos
centelleaban con un jbilo impo. Akama observaba todo con un gesto de repugnancia
que no pretenda disimular para nada.

Esto es una abominacin, lord Illidan asever.

Eso ya lo has dicho. Pero es necesario.

Ests totalmente seguro de ello, milord?

Estoy totalmente seguro de que no deseas afrontar las consecuencias que


acarrea cuestionarme, verdad?

La sangre de Magtheridon segua afectando a Illidan, ya que una ira muy sutil
estaba distorsionando sus pensamientos; ese era uno de los peligros que conlleva lo que
haba estado intentando hacer.

No pretenda faltarle al respeto, milord.

Un orco dormido se revolvi, apret los dientes y movi los dedos, como si se
retorciera entre las garras de alguna pesadilla tenebrosa. Sin ningn gnero de dudas,
esa criatura tambin sufra las secuelas de que la sangre del seor del foso circulara por
su organismo, la cual estaba recibiendo de manera destilada y reforzada mgicamente.
Se le haba enrojecido sumamente la piel. Su epidermis pareca ms gruesa y con un
aspecto ms basto. Sus msculos haban aumentado de tamao y sus uas se haban
convertido en garras. En sus ojos poda atisbarse un leve fulgor a pesar de que tena los
prpados cerrados.

A medida que se perfeccione el proceso, sern ms grandes y pesados


coment Akama.

Son los efectos del suero. Los volver ms fuertes y rpidos.

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Tambin lograr que se curen con ms celeridad.

Pero a qu precio, maestro?

Sern repugnantes y fieros, se enojarn con rapidez y matarn con rapidez. La


ira, el odio y el ansia de batallar los dominarn por entero.

No hay manera de mitigar esos efectos secundarios a la vez que preservamos


los cambios que necesitamos?

Necesitaremos que sean as. Ya sabes cmo es la Legin Ardiente. Has


sentido su ira. Si queremos tener alguna oportunidad, necesitamos que sean as de
feroces y letales.

De verdad crees que la Legin podr ser derrotada aqu, milord?

Creo que podr ser contenida aqu.

Entonces, nicamente pretendes proteger tu mundo natal de Azeroth y, para


conseguirlo, transformars este mundo en un campo de batalla.

Este mundo ya es un campo de batalla, Akama. Y no, no pretendo defender


nicamente Azeroth. Pretendo salvamos a todos.

Y cmo pretendes hacer eso, seor? Transformndonos en aquello a lo que


nos enfrentamos?

Akama seal de manera muy elocuente al orco acostado, cuya frente era ms
pronunciada y cuyos colmillos eran ms largos. De repente, la criatura abri los ojos y
agarr a Illidan, rompiendo la correa que lo mantena tumbado en la camilla. Le apret
con fuerza y sus uas que parecan garras se le clavaron profundamente. El elfo se solt
violentamente y le propin un golpe tan fuerte en la trquea que se la rompi. Mientras
la criatura se retorca, Illidan le agarr la cabeza con ambas manos y le parti el cuello
con un solo giro violento. A continuacin, mir a Akama y sonri; la sangre vil todava
le afectaba y haba gozado asesinando a ese orco.

Creo que ese era demasiado fiero.

Crea que no haba nadie ms fiero que nuestros enemigos.

Illidan estall en carcajadas.

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Me caes bien, Akama, pero no pongas a prueba mi paciencia. No estoy aqu
para hacer juegos de palabras, sino para ganar una guerra.

Igual que todos, seor. Solo espero que todos estemos luchando la misma.

Akama contempl desde las almenas cmo las primeras tropas del nuevo
ejrcito salan por las puertas de la Ciudadela del Fuego Infernal. Haba transcurrido
una semana desde que Illidan haba iniciado la creacin de una nueva hornada de orcos
viles. Decenas de miles de guerreros mutados avanzaban a zancadas al unsono,
maldiciendo, aullando y gruendo. Blandan esas armas para saludar de un modo tosco
a Illidan. l les agradeci ese gesto agitando la mano perezosamente. Pareca satisfecho,
puesto que su podero militar haba aumentado y ya no necesitaba depender del apoyo
de Kaelthas y Vashj. Ahora contaba con unos ejrcitos a la altura de sus poderes
mgicos; en verdad, era el Seor de Outland.

Se harn con el control de todas las tierras de la Pennsula del Fuego Infernal
dijo Illidan. Despus, cerraremos las puertas de la Legin y demoraremos el
avance de los demonios.

Sinceramente, eso espero replic Akama, quien, ahora ms que nunca,


estaba convencido de que haba hecho un pacto con el demonio. Transformar a los
orcos era un plan demencial. Bsicamente, Illidan se estaba convirtiendo en un nuevo
Magtheridon. En realidad, tal vez incluso en algo mucho peor. Una vez conseguidos
esos objetivos, devolvers el Templo de Karabor a mi pueblo, seor?

Por supuesto, Akama. Jams lo dudes.

Sin embargo, Akama tena muchas dudas. Acarici la piedra con runas talladas
que llevaba en la bolsa y percibi la magia que anidaba en su interior, mientras pensaba
en la celadora, en la elfa de la noche que tena su gemela.

Preprate para partir le orden Illidan. Maana regresaremos al Templo


Oscuro.

***

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Illidan entr en la Cmara de Mando; la sala de reunin de su consejo en el
Templo Oscuro. Akama lo segua renqueando. Varios Tbidos iban de aqu para all,
colocando los ltimos accesorios en su sitio. Unos grandes tapices con el smbolo de
Illidan bordado pendan de la pared. Una mesa enorme, que mostraba un mapa tallado
en tres dimensiones de Outland, ocupaba casi todo el espacio. Un grupo de elfos de
sangre estaba arremolinado alrededor de l. Se volvieron e hicieron una reverencia en
cuanto vieron a Illidan. No caba duda de que su repentina irrupcin les haba pillado
por sorpresa.

La hermosa lady Malande alz una mano a modo de lnguido saludo.

Lord Illidan, el prncipe Kaelthas lamenta no poder estar aqu presente. Ha


partido con un ejrcito a cerrar la puerta de la Legin en Tormenta Abisal y...

Antes de que pudiera concluir la explicacin, el sumo abislico Zerevor la


interrumpi:

Las defensas mgicas del templo han sido reparadas, lord Illidan. Se hallaban
en un estado lamentable, pero...

Gathios el Devastador, que era muy ancho para ser un elfo de sangre e iba
embutido en una armadura pesada propia de un paladn, le interrumpi a su vez:

No hay el ms mnimo rastro de actividad de la Legin en el Valle


Sombraluna, lord Illidan. Las puertas siguen tan cerradas como el da que las sellamos;
asimismo, no hay ningn indicio de que haya habido ninguna manifestacin demonaca.

Veras Darkshadow apoy la espalda contra la mesa y cruz los brazos; unos
brazos cubiertos de cicatrices. Era el nico que no pareca sentir la necesidad de pelear
por la atencin de Illidan con el resto de sus camaradas. El Traidor hizo un gesto de
negacin con la cabeza. Estos elfos de sangre parecan no tener nada mejor que hacer
que conspirar unos contra otros para ganarse su favor. No era de extraar que Kaelthas
los hubiera dejado ah. Aun as, eran muy eficientes como organizadores y brillantes en
sus respectivos campos. Eran la flor y nata de las fuerzas sindorei en Outland. Haban
decidido llamarse el Consejo Illidari, lo cual tal vez fuera una buena muestra de su
soberbia.

Illidan levant una mano y los mir fijamente hasta que todos se callaron.

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Estamos en guerra con la Legin le dijo a Gathios. Acaso tengo que
recordarte que el seor demonaco Kiljaeden est muy disgustado conmigo? Pronto lo
dejar bien claro.

Un silencio sepulcral rein en la cmara. Lo nico que se oa era la ruidosa


respiracin de Akama. Los sindorei parecan asustados. Eso es bueno, pens Illidan. El
miedo tal vez lograra mantenerlos con vida. Lade la cabeza para que Zerevor fuera
consciente de que tena toda su atencin y le pregunt:

Ests seguro de que los hechizos ya estn preparados? Tal vez pronto sean
sometidos a prueba.

Este respir hondo y medit con mucho cuidado lo que iba a decir:

Lo estn, lord Illidan. Me jugara el cuello.

Eso est bien replic Illidan. Porque eso es justo lo que estn haciendo.
Todos se estn jugando el cuello. Entonces, se gir hacia Malande. Enva un
mensaje al prncipe Kaelthas para informarle de la situacin. No quiero que corra
ningn riesgo innecesario. Despus de m, es el objetivo principal de Kiljaeden.

As se har, lord Illidan. Me ocupar inmediatamente de ello.

Veras..., has hecho lo que te ped?

Por supuesto, lord Illidan. Nuestros mejores rastreadores han peinado las rutas
que llevan hasta la Ciudadela del Fuego Infernal y han interrogado a los lderes de los
clanes de los orcos viles. Unos cuantos elfos montados a lomos de sables de la noche
fueron divisados en las colinas que rodean el camino el da de tu desfile triunfal.
Mataron a un grupo de orcos viles y lograron escapar. Uno de ellos portaba una
armadura bruida como la de la celadora Shadowsong.

Illidan les mostr los colmillos y sus subalternos se encogieron de miedo. Haba
estado en lo cierto. Ese da, haba visto a Maiev. Debera haber ordenado peinar las
colinas de inmediato, pero en esos instantes estaba usando todo su poder para contener a
Magtheridon; adems, tampoco estaba seguro del todo de que fuera ella. La necesidad
de epatar a los clanes haciendo gala de su gran poder se haba impuesto sobre sus
suspicacias. Habra dado seales de debilidad si hubiera interrumpido la marcha triunfal
de todo su ejrcito para ir en busca de un puado de elfos de la noche. No obstante,
pensar que ella haba estado tan cerca de l lo enfureca.

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Vas a dar con Maiev Shadowsong, Veras. Vas a asignar a varios agentes la
misin de investigar exhaustivamente todos los rumores que surjan sobre ella. Ansio
brindarle la misma hospitalidad que me brind a m.

A la orden, lord Illidan respondi Veras, quien abandon la cmara sin


hacer ningn ruido.

Y t, Gathios. Quiero que te cerciores de que los centinelas permanecen


alerta, y de que un destacamento est preparado para responder ante cualquier amenaza.

Eso ya est hecho, lord Illidan. Gathios estuvo callado un instante y


prosigui: Me he tomado la libertad de inspeccionar las defensas del Templo Oscuro
en busca de puntos dbiles. El sistema de alcantarillado es un punto especialmente
flaco. Mientras te hallabas ausente, he consultado el tema con lady Vashj, quien me
sugiri que uno de sus campeones, el gran seor de la guerra Najentus, debera vigilar
las cloacas, apoyado por un grupo selecto de otros de sus hombres.

Es un deber desagradable, pero muy necesario asever Illidan.

Entonces, aprueba esa medida, lord Illidan?

Por supuesto. Todos han obrado bien. Esperemos que sea suficiente.

Akama, Gathios, Malande y Zerevor abandonaron la cmara para ocuparse de


sus obligaciones, dejando a Illidan ah, contemplando el mapa de Outland. Pronto los
ejrcitos se desplazaran por este terreno y la guerra arrasara esas tierras, as que sera
mejor que se fuera preparando, pues tena mucho que hacer y muy poco tiempo para
hacerlo. Haba llegado el momento de pasar a la siguiente fase de su plan. Deba
reclutar a otros como l: a gente dispuesta a combatir a la Legin convirtindose en
aquello que ms odiaba.

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CAPTULO SEIS
CINCO MESES ANTES DE LA
CADA

V andel avanzaba sigilosamente por el oscuro paisaje del Valle Sombraluna.

Detrs de l, el colosal volcn conocido como la Mano de Guldan grua. Las estelas
llameantes de los enormes meteros verdes araaban la faz del cielo mientras caan. La
tierra temblaba como una bestia asustada al recibir su impacto. En la lejana, las
gigantescas murallas del Templo Oscuro se alzaban imponentes.

Vandel acarici las empuaduras de sus dagas envainadas y, acto seguido, se


frot cansado los ojos para quitarse las cenizas y el polvo. Haba recorrido un largo
camino para poder dar con el nuevo hogar Illidan. Haba recorrido un largo camino en
busca de venganza.

El recuerdo de su hijo muerto pas fugazmente por su memoria. Haba quedado


muy poco del cuerpo de Khariel despus de que el can manfago hubiera acabado con
l. Acarici la hoja de plata que le haba regalado al nio por su tercer y ltimo
cumpleaos solo para asegurarse de que todava le penda del cuello.

A pesar de que haban transcurrido cinco aos, su recuerdo segua grabado a


fuego en su memoria. Apret los dientes y dej que una oleada de odio los atravesara.
Si hubiera muerto aquel da junto a su familia y el resto de la aldea habra sido mejor
para l.

Debera haber estado con ellos; sin embargo, se haba encontrado en el bosque
cazando cuando los cuernos dieron la voz de alarma.

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Al instante, haba atravesado el bosque corriendo y haba sorteado saltando los
rboles cados, mientras perciba un intenso olor a quemado.

Reprimi ese recuerdo, ya que era demasiado fcil dejarse llevar por l. Lo
haba hecho tantas veces en el pasado, tantas veces haba estado a punto de empujarlo al
abismo de la locura... En sus momentos ms lcidos era capaz de admitirlo: ningn elfo
cuerdo habra invertido tantos aos en buscar al Traidor, desentraando los secretos de
aquellos que lo haban seguido; ningn elfo cuerdo habra atravesado ese portal mgico
para llegar a esa tierra infernal.

La muralla se alzaba amenazadora ante l. Sigui avanzando con sigilo,


aprovechando todas las zonas envueltas en sombras. Ah haba muchos centinelas y
muchos hechizos de proteccin. El Templo Oscuro era una fortaleza preparada para la
guerra y no quera que sus guardias acabaran con l antes de que pudiera haber puesto
punto y final a ese asunto que tena pendiente con su amo.

Unas piedras gigantescas amontonadas hasta alcanzar una gran altura


conformaban las murallas exteriores. Aqu y all haba zonas cubiertas de moho. En
algunos lugares, el viento, la lluvia y el impacto de los meteoros haban erosionado esos
bloques tan antiguos, dejando grietas que podan ser aprovechadas por alguien que
hubiera aprendido a trepar entre los grandes rboles de Vallefresno. Salt lo mximo
posible y, a continuacin, introdujo los dedos en el primer hueco que divis, para poder
impulsarse hacia arriba.

Se qued ah colgado por un momento, con la sensacin de que se le iba a salir


el brazo de su sitio. All abajo, una patrulla de orcos viles marchaba a corta distancia.
Habra rezado una plegaria a Elune si hubiera tenido alguna fe en que la benevolencia
de esa diosa pudiera llegar a ese lugar infecto. En vez de eso, puso la mente en blanco y
continu escalando por la muralla, con la esperanza de que ningn centinela pudiera
orlo desde ah arriba. No obstante, eso pareca bastante improbable. En el Valle
Sombraluna reinaba el bullicio. Crea que era casi imposible que algn guardia pudiera
orle por encima del bramido del volcn y el rugido del viento. Sin embargo, decidi
permanecer quieto y en silencio, a la vez que aguzaba el odo por si detectaba alguna
pista que indicara que tal vez estuviera siendo observado. All abajo, la patrulla sigui
haciendo la ronda.

Vandel escrut esas zonas repletas de sombras y, solo por un instante, sinti la
terrible tentacin de soltarse. La larga cada le habra partido el cuello y puesto punto
final a su agona. As podra unirse a su familia en la muerte y acabar con aquel
tormento. Pero se resisti a esa tentacin. No podra descansar mientras la muerte de su

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hijo no fuera vengada. Su odio era ms fuerte que su deseo de descansar para siempre
en paz.

Se encaram a una almena y cay rodando hasta el balcn situado debajo, donde
yaci en las sombras mientras recuperaba el aliento. Por ahora no se haba topado con
ningn centinela. Por un breve instante, se sinti victorioso. Haba triunfado all donde
todo un ejrcito habra fracasado. Haba logrado entrar en los impos recintos del
Templo Oscuro.

Una sombra con unas alas de murcilago pas por delante de la luna. Daba la
sensacin de que todos sus deseos se iban a cumplir esa noche. Illidan, el mismo
Traidor, surcaba el cielo arrastrado por el viento nocturno. Daba la impresin de que
tambin estaba inquieto esa noche. Tal vez tuviera pesadillas por culpa de los
tenebrosos actos que haba cometido y eso le impeda conciliar el sueo.

Cunto tiempo haba pasado desde la ltima vez que Vandel haba dormido sin
tener pesadillas? No lo poda recordar. Solo se poda acordar de que eran unas
pesadillas terribles. Acarici el amuleto de Khariel una vez ms. Ya falta poco, hijo
mo, ya falta poco.

Illidan se pos sobre un balcn situado en la cima de la torre ms alta del


Templo Oscuro. Dio nueve pasos, se volvi y, a rengln seguido, neg con la cabeza.
Se apoy en la barandilla y escrut todo cuanto haba hasta llegar al horizonte. Vandel
se pregunt si el Traidor sera capaz de verlo, puesto que todo el mundo saba que poda
percibir cosas que otros no podan ver, a pesar de no tener ojos en esas cuencas vacas.
Cmo reaccionara Illidan si se enterara de que Vandel se hallaba ah?

No le resultara muy difcil alcanzar la torre sobre la que se encontraba Illidan.


Los pocos centinelas que estaban repartidos por las almenas no parecan estar despiertos
del todo, ya que se sentan muy seguros tras esos robustos muros que los protegan. No
caba duda de que no esperaban a alguien como l. Estaban ah para vigilar si aparecan
ejrcitos y demonios, no si irrumpa un solitario elfo de la noche al que la pena haba
enloquecido y al que dominaba la sed de venganza.

Sigui avanzando sigilosamente, al mismo tiempo que se deca a s mismo que


no deba pecar de exceso de confianza. Tal vez hubiera ah otros centinelas a los que
todava no haba visto. A pesar de que los largos aos que haba pasado dando caza a
los enemigos de su pueblo le haban enseado a ser sigiloso, mucho ms que la mayora
de los mortales, no era con mucho el nico que era capaz de esconderse entre las

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sombras. Quiz incluso en esos mismos momentos, algn centinela letal lo estaba
observando sin ser visto mientras se preparaba para clavarle una daga por la espalda.

Una vez ms se detuvo para cavilar acerca del hecho de que tal vez ya no
estuviera cuerdo. Su mente se haba hecho aicos en una ocasin; en el momento en que
haba hallado el cadver de su hijo, que estaba siendo mordisqueado por un can
manfago. Por un momento, casi pudo oler el aroma a madera quemada y a sangre de
elfo de la noche. Casi pudo or el crujido de esos pequeos huesos. Lanz un gemido y,
a continuacin, maldijo en silencio. Cualquiera que se hallara a cierta distancia poda
haberlo odo, de tal modo que su necedad podra acabar provocando que un guardia lo
despachara sin miramientos. No iba a cometer ms errores. A partir de ahora, se iba a
concentrar en la misin que tena por delante.

Lleg al pie de la torre sobre la que se encontraba Illidan. Delante de l, una


rampa se curvaba hasta perderse de vista al doblar una esquina de la torre. Rez para
que la suerte lo siguiera acompaando y corri, pues prefera confiar en la velocidad, el
sigilo y en su inesperada buena fortuna.

Alcanz la parte superior. Aquel al que haba estado buscando durante tantas
leguas por fin se hallaba ante l.

Illidan estaba de espaldas. Tena esas colosales alas pegadas al cuerpo, como si
as intentara protegerse del fro nocturno. Mantena la cabeza, coronada por unos
enormes cuernos, gacha, mientras contemplaba las distantes luces del gran volcn. Qu
era lo que estaba buscando? Qu era lo que vea con esas cuencas desprovistas de
ojos?

Illidan se volvi como si hubiera sabido que Vandel haba estado ah todo el
rato.

Vandel desenvain las dagas, ech un vistazo a las runas msticas que estaban
grabadas en ellas y avanz con sumo sigilo. Se arrodill y coloc las hojas a los pies de
Illidan.

Perdona la intrusin, lord Illidan. No quera arriesgarme a que tus centinelas


me despacharan antes de haber hablado contigo.

Illidan contest:

Qu quieres de m, acechador nocturno?

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Quiero asesinar a aquellos que asesinaron a mi familia. Quiero masacrar a tus
enemigos.

Entonces, no te preocupes por eso, pues tenemos de sobra.

Vandel aadi:

Deseo aprender lo que t has aprendido. Quiero cazar demonios.

Entonces, tienes mucho que aprender, pero ahora es ya muy de noche.

Me ensears?

S, a ti y a un millar como t. Ve abajo. Descansa. Encontrars lo que buscas


o morirs en el intento.

Illidan volvi a darle la espalda y contempl de nuevo el horizonte.

A Vandel le qued claro que ya poda irse.

***

Como no saba a ciencia cierta qu se supona que deba hacer, Vandel baj
hasta la base de la torre. Ah dos figuras tatuadas lo esperaban. Daba la impresin de
que haban estado ah todo el tiempo. No se sorprendieron al verlo ni desenvainaron
ningn arma.

Una de ellas era una mujer alta con la cara marcada. Pareca ser una elfa de la
noche, aunque tena unos rasgos demonacos. Unas llamas verdes centelleaban en sus
cuencas vacas. En la frente tena unos pequeos cuernos curvados. Su escasa ropa
dejaba a la vista los tatuajes brillantes que le cubran el cuerpo. Haba cierta magia en
ellos, lo cual atrajo la atencin de Vandel, quien se sinti empujado a intentar descifrar
esos smbolos como si fueran un rompecabezas muy complejo.

Ella se percat de cmo la miraba y curv los labios para mostrarle unos
pequeos colmillos. Vandel respondi a esa fra sonrisa sonriendo a su vez y tuvo la
sensacin de que, de alguna manera, le estaban poniendo a prueba, como si sus espadas
estuvieran entrechocando en una lucha silenciosa.

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La segunda figura, que tambin posea una forma que recordaba a un elfo de la
noche, no le prest ninguna atencin, lo cual no sorprendi a Vandel. Tena los
prpados cosidos, al igual que los labios. Estaba encorvado, tena la cabeza gacha y los
hombros echados hacia delante. Llevaba el torso desnudo, con lo cual mostraba ms
tatuajes incluso que su compaera. En un cinturn ancho de cuero portaba una serie de
agujas afiladas y largas, de cuyos extremos pendan unas tiras de cuero, cuyas puntas
estaban manchadas; bastaba con mirar al varn para darse cuenta de que haca poco se
haba azotado con algo que le haba rasgado la piel. La sustancia seca que se encontraba
en la punta de esas agujas era sangre seca; con casi toda seguridad, era suya.

Has hablado con lord Illidan dijo la mujer, con cierto tono de envidia en
esa voz ronca; daba la sensacin de que tena mal la laringe, como si en algn momento
del pasado hubiera gritado tan fuerte y durante tanto tiempo que se hubiera daado
permanentemente las cuerdas vocales.

S contest Vandel, quien hizo caso omiso de la sonrisa cmplice de su


interlocutora, pues no estaba dispuesto a dejarse intimidar.

Ciertamente, eres un privilegiado.

Lo soy?

No recibe personalmente a todos aquellos que vienen a suplicarle. Parece que


te recuerda de algo. Tal vez te tenga reservado algo muy especial en mente.

El elfo se llev un dedo a los labios, como si quisiera as indicarle a su


compaera que haba hablado de ms. Una larga garra brot de la punta de aquel dedo;
un gesto que no era amenazador, pero tampoco muy reconfortante. El varn ciego se
ara la barbilla, de tal modo que una gota de sangre le empap la garra. A
continuacin, se la llev a la boca a travs de una diminuta abertura que haba en el hilo
que le cosa los labios.

Yo no me atrevera a afirmar que soy capaz de leerle la mente a lord Illidan


asever Vandel.

Eres ms sabio de lo que esperaba.

Cmo te llamas?

Yo soy Elarisiel, y l, Needle. Si tuvo antao otro nombre, hace mucho que
cay en el olvido, incluso l ya no lo recuerda.

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Vandel hizo una reverencia dirigida a ambos. Elarisiel se ech a rer, con unas
carcajadas malvolas. Needle alz y baj la cabeza; un gesto donde no haba ni el ms
leve rastro de burla. Vandel clav su mirada en l. Era obvio que el varn vea tan bien
como vea lord Illidan. A qu vena todo aquello?

Lord Illidan nos ha dicho que te llevemos abajo.

Los nervios dominaron a Vandel, el cual se tens.

Y cmo se lo ha dicho?

Los acabars descubriendo si sobrevives.

Needle cogi uno de sus largos y afilados pinchos y se lo clav en su propio


antebrazo. Durante un minuto estuvo hurgando en la herida hasta que man otra gota de
sangre. Luego, meti la punta del pincho a travs del pequeo agujero que se abra entre
sus labios y se oy cmo lo chupaba. Un gesto de felicidad total se dibuj en su cara.
Vandel haba llegado a ese lugar albergando serias dudas sobre su propia cordura.
Ahora dudaba de la salud mental de todos los que le rodeaban.

Ambos lo guiaron a travs de un laberinto de pasillos. Atravesaron un pequeo


portn de seguridad, situado en una muralla del Templo Oscuro y fueron a parar a una
zona repleta de ruinas.

Antao, esto formaba parte del Templo de Karabor le explic Elarisiel.


Los orcos y los demonios no dejaron casi nada en pie de la estructura original. Lo poco
que qued en pie se lo han llevado lord Illidan y sus campeones. Ahora, moramos aqu
bajo la atenta mirada de Varedis y sus compaeros.

Varedis? pregunt Vandel.

El tutor maestro respondi Elarisiel, quien no pareci tener muchas ganas


de querer explayarse ms.

Ms meteoros verdes rasgaron la faz del cielo mientras Vandel y sus guas
cruzaban una serie de bancales. Unos pabellones de seda se alzaban a lo largo de ellos;
de su interior brotaban unas carcajadas demenciales. Atravesaron aquel campamento y,
al final, llegaron a la entrada de un tnel que se abra en una pared en ruinas. Notaron
un aire glido mientras descendan por unas escaleras antiguas erosionadas por el paso
del tiempo y fueron a parar a una enorme estancia.

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Aquello pareca un manicomio o un hospital de campaa. Haba elfos tumbados
por doquier. Algunos yacan bajo una luz verduzca proyectada por unos faroles viles
titilantes, que haca que diera la impresin de que se encontraban enfermos. Algunos de
los varones tenan barba y el pelo verde, como era habitual en los elfos de la noche,
aunque algunos estaban totalmente afeitados, como los sindorei. Algunos murmuraban
entre ellos. Otros se acurrucaban en las zonas de sombras que haba entre los faroles,
como si intentaran esconderse. La mayora dorman inquietos y hablaban en sueos. Se
oy un chillido demencial y, al instante, una mujer se puso en pie y corri por la cmara
gritando:

Gusanos, gusanos, gusanos!

Aunque esos gritos provocaron que muchos se despertaran, no parecieron


perturbarlos demasiado. Solo un elfo de sangre alto se levant y se quit la sucia capa
con la que se haba abrigado mientras yaca, para perseguir a esa demente por toda la
estancia. Ambos desaparecieron de la vista.

Cmo puedes ver, no eres el nico que ha llegado hasta aqu. Muchos han
venido en busca de lord Illidan, pero solo unos pocos sobrevivirn para servirle.

Qu quieres decir?

Elarisiel respondi con unas risas argnteas.

Eso pronto lo descubrirs, kaldorei. Escoge un lugar para descansar. Vas a


necesitar todas tus fuerzas para afrontar las pruebas que tienes por delante.

Acto seguido, se dio la vuelta y se march. Needle se llev un dedo a la frente y


con la mano traz un semicrculo; a continuacin, retrocedi hasta sumirse en las
sombras y, simplemente, se desvaneci.

No le hagas mucho caso a Elarisiel dijo alguien que se hallaba cerca con un
tono amistoso. Le encanta asustar a los nuevos reclutas. Supongo que alguien le hizo
lo mismo cuando lleg aqu y le gusta que todos nos sintamos tan miserables como se
sinti ella.

Vandel escrut a su interlocutor. Como era un elfo de la noche adulto, resultaba


muy difcil precisar cul era su edad exacta, lo cual significaba que poda tener entre
veinte aos y quince mil. Por lo que Vandel poda ver, no tena ninguna cicatriz ni
ningn tatuaje. Al percatarse de ello, ech un vistazo a su alrededor y se dio cuenta de
que el resto de la gente que se hallaba en esa estancia tampoco tena nada de eso.
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Su interlocutor sigui hablando:

Pareces hallarte muy meditabundo. Y s lo que ests pensando...

Esa pregunta no formulada pendi en el aire.

Me llamo Vandel.

Elune ilumina este momento en el que nos conocemos, Vandel.

Yo soy Ravael.

Encantado de conocerte. Estabas a punto de decirme qu era lo que estaba


pensando. Siento curiosidad por saberlo, ya que ni siquiera yo lo tengo claro.

Ests pensando en lo que todo recin llegado que ha sido trado jams hasta
esta estancia ha pensado: que los guas eran muy extraos. Tambin te ests
preguntando por qu ninguno de nosotros est tatuado y todos conservamos los ojos.

Entonces, hay ms como esos dos.

Oh, s, amigo mo. Muchos ms. Lord Illidan est formando un ejrcito de
invidentes.

Pero no estn ciegos, verdad?

No.

Y tienen tatuajes parecidos a los de Illidan, pero menos intrincados.

S.

Y han sido transformados de la misma manera que l fue transformado.

Eres muy observador.

Tendra que estar ciego para no fijarme en esas cosas seal Vandel,
aunque enseguida se dio cuenta de que lo que acababa de decir era ridculo.

Crees que aqu los ciegos ven peor que t? inquiri Ravael, y solo por un
instante hubo un leve atisbo de histeria en su voz, lo cual alegr en cierto modo a

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Vandel, puesto que, hasta ese momento, Ravael haba actuado de un modo tan normal
que pareca fuera de lugar en aquel manicomio.

Creo que, probablemente, ven ms que yo. No han tenido ningn problema
para guiarme hasta aqu o para evitar a cualquiera que se hallara en su camino. Aunque
es posible memorizar el camino, me imagino que todo el mundo que se encuentra en
esta estancia no se halla en el mismo sitio en todo momento.

Al parecer, has cavilado mucho al respecto.

Por qu has venido t aqu?

He venido a vengarme, a aprender a luchar contra los demonios. Supongo que


esa es la misma razn por la que ests t aqu.

Vandel reflexion un instante.

Tal vez Elarisiel tuviera razn. Tal vez no sea tan especial.

Seguro que lo eres. Al fin y al cabo, has llegado aqu vivo.

Acaso crees que eso es algo normal?

Vandel respir hondo y volvi a mirar a su alrededor. A pesar de que haba dado
por sentado que ah todo el mundo estaba loco o era un invlido, ahora poda ver que
muchos de ellos tenan cicatrices y todos ellos tenan sus armas a mano. Ah haba
guerreros, magos y cazadores.

Perdiste a alguien? pregunt Vandel.

Lo perd todo contest Ravael, quien no hizo ademn alguno de explayarse


ms.

Vandel pens en lo que l mismo haba perdido y decidi que no deba insistir.

S lo que se siente asever.

Ravael ech un vistazo a todo cuanto lo rodeaba.

No obstante, tengo la sensacin de que, de algn modo, tenemos mucho ms


que perder en este lugar.

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CAPTULO SIETE
CINCO MESES ANTES DE LA
CADA

M aiev casi se senta relajada. Se haba atiborrado de carne de uagrieta.

Tanto ella como sus seguidores haban dado caza a esas bestias durante ese largo da
soleado, que les haba ofrecido unas hermosas piezas de caza, lo cual no era muy
habitual. Ah haba piel ms que suficiente como para confeccionar armaduras a una
veintena de soldados draenei. Unas cuantas de sus tropas estaban despellejando a esos
animales en esos instantes. Eso le record a su juventud, que haba quedado hace
mucho tiempo atrs, cuando cazaba por los bosques con su madre. En aquella poca,
ellas mismas se confeccionaban su propia ropa, hecha de cuero, cosida con agujas de
hueso e hilos de tendones. Esos recuerdos provocaron que esbozara una leve sonrisa y,
al instante, el horror la invadi: su madre haba muerto a manos de la Legin Ardiente,
y ese pensamiento hizo que su mente trazara un crculo que la llev a pensar de nuevo
en Illidan.

El Traidor segua suelto y su poder estaba creciendo. La fuerza de sus legiones


dejaba en ridculo a las suyas por comparacin. Intent no pensar en nada, en recuperar
el buen humor que haba sentido haca nada, puesto que haba pasado mucho tiempo
desde la ltima vez que haba vivido un momento de pura felicidad.

Le gustaba Nagrand. El aire era limpio; el cielo, azul; y el viento, fresco.


Aunque aquello no era lo mismo que los bosques de su tierra natal, si uno no se fijaba
demasiado, pareca un entorno bastante natural. No obstante, no caba duda de que uno
todava poda ver las secuelas que haba sufrido Draenor por culpa de esa magia que

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haba arrasado ese mundo. Unas islas colosales flotaban en el aire, pendiendo en el
viento. A pesar de que daba la impresin de que, en cualquier momento, podran
estrellarse contra el suelo, no lo hacan. Segn los lugareos, llevaban estables ah
arriba varios aos. Por otro lado, los rumores de que Illidan se hallaba en guerra con sus
amos demonacos haban llegado hasta ah; al parecer, la Legin Ardiente haba
establecido varias bases en el extremo oeste de Nagrand, y los demonios estaban
preparando un nuevo ataque.

Anyndra se encontraba tumbada boca abajo cerca del fuego, jugando una partida
improvisada de nexo con Sarius, valindose de un tablero hexagonal que haban tallado
en el suelo y de piedras de diferentes colores. La teniente vio que Maiev la miraba y
alz una mano para saludarla. Su pelo haba adquirido una tonalidad verde lima bajo el
sol de Outland y tena la piel deshidratada. Su tnica tena una docena de remiendos; al
igual que el resto de Celadores que haban sobrevivido, se haba negado a deshacerse de
ella, pues era un vnculo con su hogar y quedaban muy pocas.

Sarius segua centrado en la partida, ya que era muy competitivo en todo. Tena
una docena de cicatrices nuevas. Algunas de ellas eran plidas y viejas, pero dos de
ellas eran de contiendas ms recientes. Haban sido unas heridas profundas. Los druidas
normalmente se curaban con rapidez y facilidad de la mayora de las lesiones. Quiz se
las haba dejado como recordatorio o por pura vanidad. Los varones podan ser as a
veces; les gustaba tener cicatrices para alardear y contar historias.

Ambos haban demostrado ser unos soldados buenos y leales en los aos que
haban deambulado por Outland en busca de la clave que les permitiera destruir a
Illidan. Haban logrado mantener con vida a las tropas de Maiev en circunstancias muy
adversas. Se maldijo cuando pens en todos los meses que haba pasado explorando los
terrenos que circundaban la Ciudadela del Fuego Infernal, guerreando con los nagas en
la Marisma de Zangar, vigilando las murallas del Templo Oscuro. Tena la sensacin de
que no haba conseguido nada, puesto que el poder de Illidan se haba multiplicado por
mil durante ese periodo.

Recorri el campamento con la mirada. Si bien su destacamento haba crecido,


an no se poda considerar un ejrcito. Contaba con centenares de miembros y estaba
compuesto, principalmente, por jvenes draenei desencantados, a los que haba
reclutado a lo largo de sus viajes. Siempre haba gente que consideraba necesario
oponerse a la amenaza que representaba el malvolo Illidan, pero no la suficiente.

Qu haba logrado realmente ah hasta ahora? Nada. A lo largo de los ltimos


cuatro aos, Illidan se haba vuelto an ms poderoso. Por cada draenei que se sumaba a

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las filas de ella, un centenar de orcos entraban en la ciudadela de su adversario, de la
que salan transformados en unos combatientes an ms brutales y poderosos. An
quedaban necios que crean que se opona a la Legin y, por eso, se presentaban
voluntarios. No lo conocan tan bien como ella. Saba que estaba invocando a ms y
ms demonios del Vaco Abisal, a los que someta bajo su yugo; seguramente, con
ningn propsito bueno en mente.

Illidan estaba llevando a cabo algn plan muy retorcido. An no poda captar su
lgica, pero saba que deba haber alguna. Tambin haba algunos que afirmaban que
Kiljaeden quera su cabeza. Tal vez el seor demonaco lo deseara, puesto que no sera
la primera vez que unos malhechores se enemistaban; adems, Illidan ya haba
cambiado de bando en ms de una ocasin y lo volvera a hacer cuando le conviniera,
pues su naturaleza malvola siempre se impona y siempre corrompa todo cuanto
tocaba; esta vez no iba a ser distinto.

De repente, estall un alboroto en los lmites del campamento. Los centinelas le


haban dado el alto a alguien. Sus tropas agarraron sus armas. Todos los Celadores
estaban preparados para combatir.

Maiev se acerc a investigar. Aunque haban divisado ogros en esa zona, dudaba
mucho que se tratara de uno de ellos, puesto que en ese caso ya estaran batallando.
Corri y, cuando estuvo ms cerca, pudo ver a un grupo de Tbidos a los que no
conoca de nada y que iban vestidos como cazadores. Estaban hablando con uno de los
guardias y no parecan hostiles, pero poda ser un ardid.

Maiev los rode hasta situarse detrs de ellos, con intencin de escrutar esa
zona. No haba ninguna seal que indicara que se trataba de una infiltracin enemiga.
No haba ningn Tbido oculto entre las sombras. En la lejana, oy el gruido de un
sable de la noche. Un elemental del viento bram por el cielo nocturno.

En cuanto abandon el cobijo de las sombras, el lder de esos desconocidos se


estremeci ante su repentina irrupcin, pero enseguida recuper la compostura.

Saludos dijo.

Qu ocurre aqu? pregunt Maiev.

Podramos preguntarles lo mismo. Estn en tierra Kurenai, comiendo bestias


Kurenai. Me da la impresin de que deberamos ser nosotros los que tendramos que
estar interrogndolos.

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Maiev haba odo hablar de los Kurenai; eran otra faccin de los Tbidos, una
que no estaba aliada con Akama y su tribu Ashtongue.

No he visto ninguna marca en el uagrieta ni tampoco a ningn pastor.

Este es nuestro coto de caza y no les hemos dado permiso para cazar.

Maiev cavil al respecto. Con calculada insolencia, recorri con la mirada a los
recin llegados, dejando claro de este modo que estaba contando cuntos eran. Acto
seguido, mir hacia su destacamento; superaba en veinte a uno a esos desconocidos.

El Tbido se ech a rer.

Cuentas con un ejrcito, pero el pueblo de Telaar tambin podr recurrir al


suyo si las cosas se tuercen. Y el nuestro es ms grande que el tuyo.

Pero no est aqu replic Maiev.

Anyndra abandon el abrigo de la penumbra y se oy un graznido que indic a


la celadora que Sarius estaba observndolo todo desde las alturas bajo la forma de un
pjaro.

Podra estarlo si hiciera sonar este cuerno.

Podra clavarte una flecha en el ojo antes de que te lo llevaras a los labios
le advirti Anyndra.

Maiev la fulmin con la mirada. No era el momento de hacer demostraciones de


destreza con el arco. No tenan nada que ganar si se enfrentaban a esos Tbidos.

No pretendamos ofenderlos se disculp Maiev. Somos unos forasteros


que estn cruzando estas tierras y solo buscan comida y cobijo.

Deberan haber venido a Telaar. Nuestra gente les habra proporcionado


ambas cosas e incluso tal vez ms cosas, El Tbido mir hacia el campamento de
nuevo. Tantos jvenes draenei liderados por unos pocos extraos. Seguro que aqu
hay una historia que contar que a Arechron le gustara or.

Al escuchar esas palabras, Maiev sinti su nimo renovado. Tal vez se le


acabara de presentar la oportunidad de sumar nuevos aliados a su causa; tal vez incluso
de contar con un ejrcito entero.

83
Estoy seguro de que tenemos mucho que contamos. Si te parece bien, llevar
a mi gente hasta su ciudad para poder hablar con ese tal Arechron.

Dejar aqu a algunos de los mos para que sean sus guas y yo me adelantar
para informar de su llegada.

Maiev esperaba que no fuera a adelantarse nicamente para preparar una


trampa.

***

Telaar era un lugar fortificado realmente impresionante. Como estaba ubicado


en la cima del pico plano de una montaa que se alzaba sobre un profundo valle, no
necesitaba murallas. La nica forma de aproximarse a l era cruzando unos puentes de
cuerda o por el aire. A menos que empleara magia o contara con seres voladores,
cualquier enemigo tendra muchas dificultades para asediarlo.

El puente de cuerda se balanceaba bajo las zarpas del sable de la noche de


Maiev. Si bien el gran felino segua avanzando con cautela, la celadora pudo percibir
que el pulso del animal se aceleraba cuando miraba hacia abajo. A travs de los listones
del puente, Maiev poda ver el suelo, que se encontraba a mucha distancia. Si los
Tbidos queran matar a sus hombres, lo nico que tendran que hacer era cortar las
cuerdas que sujetaban el puente. No obstante, eso habra supuesto matar tambin a los
Tbidos y draenei que iban con ellos, sin lugar a dudas. Como Maiev haba conocido a
bastantes lderes dispuestos a sacrificar a sus propias tropas para conseguir sus
objetivos, no descartaba que pudiera darse esa posibilidad.

Una multitud se haba congregado en los lmites de la ciudad, en un intento de


echar un vistazo a esa fuerza que se aproximaba. Aunque no se empujaban unos a otros,
tampoco hacan gala de esa lasitud que ella haba llegado a asociar con los Tbidos.
Parecan estar armados y no caba duda de que lucharan si tenan que hacerlo.

Maiev abandon el puente con una gran sensacin de alivio. Se detuvo para
echar un vistazo hacia atrs y ver cmo se hallaban sus hombres. Se alegr al
comprobar que seguan ah. Al parecer, Arechron no planeaba traicionarlos. Al menos,
an no.

84
En medio de aquella muchedumbre, rodeado por lanceros, se hallaba un Tbido
enorme de aspecto noble. Iba ataviado con una impresionante armadura naranja y
morada. Cuatro largos tentculos pendan de su rostro. Al moverse, chasqueaba su larga
cola.

Achal hecta, y bienvenidos a Telaar dijo. Soy Arechron y les doy la


bienvenida a mi casa.

Maiev respondi:

Te agradezco la hospitalidad que nos brindan y anso hablar contigo.

Cabalgaron por ese camino repleto de mosaicos y cruzaron los espacios abiertos
de Telaar. A su alrededor, se alzaban esos edificios abovedados tan extraos y tpicos
de la arquitectura draenei.

Como combatiente veterana que era, Maiev observaba todo con gran
detenimiento. Se fij en las zonas donde se podran tender emboscadas o colocar
arqueros. En todo momento, esperaba en cierto modo que los atacaran. Haba pasado
tanto tiempo luchando esos ltimos aos que ahora todas las ciudades le parecan una
trampa y todo ciudadano, un enemigo en potencia. Al percatarse de ello, sinti una
honda tristeza, pero no dej de permanecer alerta.

***

Desde el otro lado de esa mesa baja, Maiev escrut a Arechron. El Tbido
posea un rostro que transmita sinceridad y haca gala de unos modales que hacan que
se sintiera a gusto; sin embargo, haba aprendido haca mucho que tales cosas pueden
ser muy engaosas. Estaba decidida a no bajar la guardia ni un solo instante, aunque
disimul totalmente sus suspicacias.

Las paredes de esa cmara eran curvas y unas alfombras gruesas cubran el
suelo. Un muchacho Tbido apart una cortina de cuentas para echar un vistazo;
indudablemente, la recin llegada le fascinaba. Maiev le mir a los ojos.

Corki dijo Arechron, ve a dormir. Ya es hora de que te acuestes; adems,


tengo asuntos que tratar con nuestra nueva amiga.

85
S, padre replic Corki, pero no hizo ademn alguno de marcharse.

Corki!

S, padre?

Haz lo que te digo o sufrirs las consecuencias.

S, padre.

Las pezuas del cro repiquetearon sobre el suelo de piedra mientras se alejaba a
saltitos.

Es un buen muchacho, pero le consiento demasiado coment Arechron.

A pesar de que Maiev estaba de acuerdo con eso, no le pareci correcto decirlo
en voz alta.

Eres su padre.

A veces me preocupa afirm Arechron.

Maiev vio la oportunidad de llevar la conversacin hacia donde le interesaba.

Como padre, tienes mucho de qu preocuparte. Vivimos en unos tiempos


tenebrosos que se estn volviendo an ms oscuros.

Arechron asinti.

Dices la verdad, pero la Luz nos proteger. Siempre ha sido as y siempre lo


ser.

Ojal compartiera tu fe replic Maiev.

Antes de que pudiera decir nada ms, el Tbido la interrumpi:

La fe en la Luz est al alcance de todos. Lo nico que tienes que hacer es


creer.

Maiev se dio cuenta de que la conversacin poda irse por unos derroteros que
no quera si caa en el cenagal del debate teolgico.

86
Oh, estoy segura de que la Luz vela por nosotros, aunque no estoy tan segura
de que pueda protegemos por mucho ms tiempo. El Traidor pretende dominar Outland.
Ya ha reclutado a decenas de miles de orcos viles y otros seres monstruosos. He visto a
los nagas trabajando con grandes mquinas mgicas en las aguas de la Reserva Colmillo
Torcido. Y, seguramente, no traman nada bueno. Conozco a su lder, a lady Vashj.
Creme, es malvola asever Maiev con un tono de cierta premura. Haba dado este
mismo discurso muchas veces; gracias a l, haba convencido a los jvenes draenei que
haban pasado a engrosar las filas de su destacamento. Pero Arechron no era un
jovencito, sino un lder curtido, con una cierta debilidad por su hijo; y ese era el punto
flaco que ella quera explotar; Si deseas que tu hijo est a salvo en el futuro, debes
hacer algo antes de que Illidan el Traidor cuente con un ejrcito invencible a su
disposicin.

Arechron alz ambas manos, con las palmas hacia fuera. Le ofreci una sonrisa
franca y replic:

No hace falta que me convenzas de que Illidan representa una amenaza.

Entonces, podr contar con tu ayuda en la inminente lucha.

Arechron se encogi levemente de hombros.

No es tan sencillo.

Maiev esboz una sonrisa forzada.

Por lo que parece, casi todo el mundo opina lo mismo en Outland.

He odo hablar de ti, celadora Maiev. He odo que vas de ciudad en ciudad, de
pueblo en pueblo, reclutando soldados que se unan a tu cruzada contra aquel al que
llamas el Traidor. He odo que algunos de los draenei ms jvenes e impetuosos han
decidido seguirte; sin embargo, yo no soy ni joven ni impetuoso.

A pesar de que Maiev sinti la tentacin de aadir ni un guerrero tampoco,


mantuvo la boca cerrada y sigui sonriendo. Ahora no estaba en Azeroth. No poda
presentarse sin ms y esperar que la ayudaran, como podra suceder en su propio
mundo, con su propio pueblo. Necesitaba convencer a los Tbidos de que hicieran lo
correcto. Estaba acostumbrada a que los ancianos draenei reaccionaran de esa forma, ya
que eran gente conservadora y muy cauta. Los jvenes eran ms valientes. Daba la
impresin de que siempre ocurra lo mismo all donde fuera.

87
Creme, me gustara ayudarte, Maiev. Creo que tienes razn al afirmar que
Illidan es muy poderoso, por lo cual no quiero atraer la atencin de tal ser sobre mi
pequea ciudad.

Tienes miedo le espet Maiev.

No me avergenza admitirlo, pero no lo temo de la manera que t crees.

El miedo es lo que es. Si permites que te domine, no importa cul sea la causa
de tu temor.

Para ti todo esto es muy fcil, verdad? Vas cabalgando de un sitio a otro,
tejiendo una telaraa de palabras en la que caen los jvenes guerreros que te siguen. No
tienes que pensar en las consecuencias de tus actos. No te paras a pensar en que son
nuestros jvenes los que mueren.

Maiev lo mir muy fijamente.

Muchos miembros de mi propio pueblo han dado la vida para acabar con el
reinado de terror de Illidan. Los elfos de la noche que ves ah fuera, mis oficiales, son lo
nico que queda de la poderosa fuerza que una vez me sigui hasta aqu para perseguir
al Traidor.

Arechron uni las yemas de los dedos de ambas manos y asinti.

T puedes librar una guerra de guerrillas y desaparecer en los pramos para


escapar de la ira de tu enemigo. Yo no puedo. Mi pueblo no puede. Nuestro hogar est
aqu, en Telaar; adems, tenemos hijos.

Y yo que me preguntaba por qu habas mencionado al tuyo tan pronto en


esta conversacin.

Arechron hizo un gesto brusco con la mano derecha y, a continuacin, se


encogi de hombros.

Eres una elfa de la noche cnica y llena de ira, pero creo que tambin eres
honrada y honesta. Por eso te prestar toda la ayuda que sea posible. Te proporcionar
suministros y armas. Te permitir que reclutes a cualquiera de nuestros jvenes que
desee seguirte, siempre que no intentes persuadir a los guardias de la ciudad, pues los
necesitamos aqu para protegemos de nuestros enemigos.

88
Maiev reflexion sobre lo que acababa de escuchar. Era obvio que Arechron no
deseaba ser arrastrado a un conflicto abierto con Illidan; no obstante, era igualmente
obvio que tampoco era amigo del Traidor. Teniendo en cuenta las circunstancias, se
tendra que conformar con lo que haba.

Entonces, cierta cordialidad de verdad se reflej en su sonrisa.

S apreciar el riesgo que ests tomando. Y te estar agradecida por cualquier


tipo de ayuda que puedas prestarme.

No nos malinterpretemos. Se avecina una guerra. Se acerca el da en que


Illidan centrar su atencin en Telaar. Pero ese da no ha llegado an y pienso
demorarlo lo mximo posible. Lo que vayas a hacer, tendrs que hacerlo t sola.

Cogi una jarra y llen un par de copas con agua clara. Le ofreci una a ella y la
otra se la qued para l. Como si hubiera podido adivinar lo que la celadora estaba
pensando, se llev la suya a los labios antes que Maiev pudiera beberse la suya. Esta la
olisque y palade un poco con la punta de la lengua. Como no detect ninguna droga,
le dio un sorbo. Arechron sonri.

Dime, ya que conoces a Illidan tan bien, qu crees que est haciendo en
Outland?

Huye de la justicia que lo persigue desde Azeroth.

Eso no hace falta decirlo. Me refiero a qu crees que planea en concreto. Por
qu est creando un ejrcito tan poderoso? Acaso piensas que pretende invadir tu
mundo natal, tal y como hicieron los orcos no hace tanto?

Opino que esa es la explicacin ms plausible. Illidan siempre ha querido


gozar de la gloria de la conquista. Codicia tales cosas casi tanto como codicia el
conocimiento prohibido.

Se dice que es un hechicero formidable.

Uno de los ms grandes que jams han surgido de mi pueblo.

A Maiev le molest tener que pronunciar esas palabras, puesto que despreciaba
el tipo de poder mgico que empleaba Illidan.

89
Eso es alarmante. Ya has podido ver las secuelas que ha dejado la magia en
nuestro mundo; ha arrasado Draenor, ha costado la vida a millones.

Arechron tema el peligro que representaba el poder de la magia de Illidan. Era


una actitud sensata, aunque tambin cobarde.

Otra razn ms por la que hay que combatir a Illidan.

Haba pactado con la Legin Ardiente anteriormente?

Siempre que le ha convenido.

Sin embargo, ahora parece estar en guerra con la Legin.

S, eso parece, pero quin sabe qu est pasando realmente? Tal vez,
simplemente, se trate de un conflicto en el seno de la Legin Ardiente. Tal vez el
intento del Traidor de suplantar a Magtheridon le haya hecho ganar ms enemigos de lo
que esperaba. Tal vez sus superiores hayan decidido castigarlo. En cualquier caso, esta
lucha interna es una oportunidad que pueden aprovechar todos aquellos que desean
derrocarlo.

S, es posible.

No ests de acuerdo?

No pretendo ofenderte, pero sospecho que seras capaz de hallar una excusa
para atacar a tu enemigo en cualquier circunstancia. Permaneci callado un
momento. Aunque hay algunos que quiz podran ayudarte en tu misin, quienes
tambin poseen un gran poder mgico.

Maiev lo observ con suma atencin.

No pretendo aliarme con aquellos que emplean hechiceras blasfemas.

Los naaru sirven a la Luz. Extraen su poder de ella.

Los naaru?

Hace poco estuvieron en la Ciudad de Shattrath. En mi opinin, creo que


podran aunar esfuerzos, pues no son amigos precisamente de tu Illidan.

No es mi Illidan.

90
No pretenda ofender. A veces me expreso de un modo torpe.

Hblame ms de esos naaru.

Son unos seres de luz enormemente poderosos. Llegaron a Shattrath hace solo
unos meses, atrados por los ritos de alabanza que los sacerdotes Aldor llevaban a cabo
ah, dentro de un templo en ruinas. Los naaru protegen la ciudad de los demonios.

Y dices que mantienen a la Legin a raya?

En efecto. Han convertido a Shattrath en un santuario para aquellos que se


oponen a los demonios. Estn reclutando a todo aquel dispuesto a luchar contra los
siervos de Kiljaeden. Ah sers bien recibida y podras alcanzar tus objetivos. No me
cabe duda de que podras llegar a ser una general en su ejrcito.

Ciertamente, eso sonaba prometedor. No obstante, Maiev sospechaba que esas


palabras podan ocultar otras intenciones. Acaso, simplemente, intentaba librarse de
ella al enviarla a la tal Shattrath? Arechron mantuvo su habitual semblante benevolente.
Era difcil saber lo que pensaba.

No pretendo obtener un cargo ni alcanzar el poder asever Maiev. Solo


pretendo que el Traidor reciba su merecido castigo.

Por supuesto, por supuesto. Una vez ms, he malinterpretado la situacin. No


obstante, te aconsejo que busques la ayuda de los naaru. De todas las fuerzas que se
oponen a la Legin Ardiente en Outland, ellos son los ms fuertes y de un modo
inconmensurable.

Tal vez el Tbido tuviera razn. Haba estado perdiendo el tiempo,


deambulando por esos pramos y reclutando a pequeos grupos de guerreros. Si
contactaba con esos nuevos gobernantes de Shattrath, no tena nada que perder y quiz
s mucho que ganar.

Hblame de Shattrath.

En su da, fue un hermoso lugar y quiz vuelva a serlo de nuevo.

A pesar de que esa no era la respuesta que la celadora haba estado buscando,
domin su impaciencia.

Cmo podra dar con ella y con quin debera hablar ah?

91
Arechron sonri, como si acabara de lograr algn objetivo.

Se encuentra al nordeste, a bastante distancia de aqu. Debes buscar el Bancal


de la Luz y hablar con Adal. Si buscas un lugar donde hospedarte, puedo recomendarte
una posada; el dueo es primo mo y ser tu gua si le dices que vas de mi parte.

Hablaron sobre diversos asuntos relacionados con esa ciudad hasta bien entrada
la noche.

***

Maiev contemplaba el amanecer. Era una buena hora para partir e iba a hacer
otro da claro y clido. Sus fuerzas haban disfrutado de unas semanas de descanso en
Telaar. Haba reclutado a otro centenar de jvenes combatientes entre los Tbidos y los
draenei, y estos se encontraban en la retaguardia de su destacamento, montados sobre
sus elekks. Las monturas felinas de su gente parecieran enanas en comparacin con esos
colosales cuadrpedos, los cuales se mostraban muy poco nerviosos ante la presencia de
esos grandes carnvoros.

Una multitud ms grande que la que los haba recibido cuando llegaron se haba
congregado para verlos marchar. Gran parte de esa gente pareca estar ah para
despedirse de los nuevos reclutas.

Unos pocos parecan estar intentando convencerles de que no deban partir.


Maiev pensaba que tratar de impedir que obraran as sera absurdo, puesto que no quera
a nadie en sus filas al que las lgrimas de su familia pudieran incitarle a desertar; sus
tropas tenan que estar hechas de una pasta mucho ms dura.

El mismo Arechron apareci montado sobre un enorme elekk cubierto de joyas.

Hizo una reverencia ante ella y dijo:

Recuerda, debes buscar a los Aldor. Son la faccin ms poderosa de


Shattrath, si exceptuamos a los naaru, y, con casi toda seguridad, estarn dispuestos a
ayudarte.

92
Lo har respondi Maiev. Prefiero depositar mi fe en la fuerza de los
draenei que en la astucia traicionera de los elfos de sangre.

Aunque haba optado por dar una respuesta muy diplomtica, esas palabras eran
la mera verdad.

Arechron asinti y aadi:

Yo que t no volvera a entrar en contacto con los Ashtongue y su lder, pues


son bastante irrelevantes.

Maiev dudaba de que eso fuera as. Haba vuelto a encontrarse con Akama en
muchas ocasiones desde la primera vez que se haban visto y conoca bien su poder.
Aunque no confiaba en el Tbido, este todava no le haba mentido, al menos que ella
supiera.

Anyndra cabalgaba a su lado. Por su mirada, estaba claro que estaba aguardando
a recibir la orden de partir. Maiev asinti. Anyndra sopl el cuerno. Los sables de la
noche rugieron. Los elekks bramaron. Esa larga hilera de soldados abandon Telaar,
dejando atrs a una muchedumbre que los vitoreaba, los despeda y lloraba.

Maiev se preguntaba qu se encontrara realmente en Shattrath.

93
CAPTULO OCHO
CUATRO MESES ANTES DE LA
CADA

V andel se hallaba en el gran patio de las ruinas de Karabor junto a todos los

dems. Cientos de candidatos llenaban los bancales. Llevaban semanas esperando a que
Illidan regresase. Nadie saba dnde estaba. Ni siquiera sus seguidores ms cercanos
comprendan el porqu de las continuas idas y venidas del Traidor. La impaciencia se
iba adueando de Vandel cada vez ms. Durante muchos das haba sido adiestrado por
una serie de combatientes tatuados del mismo modo que Elarisiel y Needle.

El rubio Varedis, tan arrogante y confiado como un dios, les haba enseado la
verdadera naturaleza de los demonios. Sobre l se rumoreaba que se haba infiltrado en
el Consejo de la Sombra y le haba robado El libro de nombres viles.

La reservada y serena Alandien les haba explicado las tcticas de infiltracin y


afirmaba que el mismo Illidan la haba adiestrado.

Netharel, el elfo de la noche de ms edad de todos ellos, haba sido el que les
haba enseado todo lo que haba que saber sobre armas.

A pesar de que se hallaba encorvado por el peso de la edad, cuando coga un


arma blanca se mova con la agilidad de un joven.

Haban entrenado con armas, peleado con sus colegas reclutas y se haban
llegado a conocer mutuamente un poco mejor, pero Vandel segua sin hacer ningn
progreso que lo acercara a su meta.

94
A veces le daba la sensacin de que habra llegado ms lejos a la hora de
satisfacer su sed de venganza si simplemente hubiera salido por la puerta y hubiera
atacado a cualquiera de las decenas de miles de sirvientes de la Legin Ardiente que
pululaban en gran nmero por Outland; a pesar de que con eso solo habra logrado
morir rpidamente y no habra conseguido nada en ningn sentido, ya que la Legin
contaba con una infinidad de tales soldados.

Ravael se hallaba junto a l. Haban permanecido juntos desde la noche en que


haba llegado Vandel. Comparado con algunos de los ah presentes. Ravael pareca
normal. A lo largo de las ltimas semanas. Vandel haba ido conociendo a la mayora de
los aspirantes. Todos ellos tenan su propia historia que contar y eran unos relatos
terrorficos, sin excepcin. La mayora de los reclutas eran elfos de sangre a los que el
prncipe Kaelthas haba enviado a aprender cmo luchar contra los demonios. Tambin
haba kaldorei, pero eran muchos menos.

Entre los elfos de la noche se encontraba Seladan, que haba venido desde muy
lejos, desde el Bosque Cancin Eterna. Tena quemaduras por todo el cuerpo, por culpa
de la decena de puetazos que le haba propinado un infernal. Toda la parte derecha de
su rostro se hallaba hundida en la zona de la mandbula. Un elfo de la noche tan
quemado no debera ser capaz de moverse sin sentir un gran dolor, pero de algn de
modo lo haca, con la misma agilidad que cuando haba sido el guardia de una aldea.

La hermosa Isteth haba perdido a sus tres hijos cuando la Legin Ardiente
haba atacado. Llevaba el cadver calcinado de su beb en una bolsa que llevaba pegada
al pecho. Vandel haba logrado recomponer su pasado a partir del rompecabezas de sus
desvaros. Haba noches en las que la pobre no poda parar de gritar acerca del fuego y
las llamas. Aunque uno de los elfos de sangre haba intentado callarla por la fuerza, ella
lo haba matado de una certera cuchillada.

Mavelith sonrea, sonrea y sonrea. Todo le pareca divertido. Cuando se rea


por nada o de la angustia que senta algn compaero resultaba desconcertante. Haba
algo en sus ojos que pareca indicar que gozaba con el dolor de los dems.

Luego estaba Cyana, quien pareca prcticamente normal salvo por su ansia por
querer enfrentarse a la Legin. Nunca hablaba de lo que los demonios le haban hecho,
pero daba la impresin de que ella tambin deseaba vengarse con toda su alma.

Ravael le haba aconsejado que no se fiara de los elfos de sangre, puesto que su
adiccin a la magia arcana los haba corrompido. A Vandel eso no le importaba. No
prestaba ninguna atencin a los prejuicios que su propio pueblo haba adquirido desde

95
la invasin de la Legin Ardiente, ya que haba estado demasiado sumido en su propia
cruzada alimentada por el odio como para preocuparse por ello.

No obstante, s saba una cosa: que todos los elfos que estaban ah tenan
razones para odiar a la Legin Ardiente que superaban con mucho a las que tena la
mayora que haba sufrido por culpa de los demonios. Eran como l y senta una extraa
sensacin de camaradera con todos ellos.

No caba duda de que tanto sus camaradas como l no eran los primeros en
recorrer ese camino. Haba otros que se mostraban muy reservados o a los que a veces
se vea entrenando. Estos eran un caso aparte; estaban marcados por sus tatuajes,
cicatrices y extraas mutaciones.

Si bien no todos parecan ser ciegos, todos haban sufrido alteraciones en los
ojos, lo cual indicaba que eran miembros de un grupo aparte, de la lite. Los sirvientes y
soldados que pululaban alrededor del Templo Oscuro los trataban con miedo y un
exagerado respeto. Los aspirantes los miraban con una mezcla de admiracin y envidia,
puesto que posean algo que todos los candidatos deseaban: aplomo, poder y confianza.
Estaban envueltos en un aura de misterio, que dejaba entrever que podran tener otros
poderes invisibles. Se rumoreaba que esos soldados tatuados ya haban asesinado a
demonios.

Haba habido momentos en los que Vandel haba intuido la presencia de la


Legin Ardiente. Se deca a s mismo que eso se deba a que el Templo Oscuro
albergaba a los sirvientes esclavos de Illidan, pero a veces haba tenido la escalofriante
sensacin de que los demonios lo observaban y, entonces, se volva y vea que Needle o
Elarisiel lo estaban mirando. Esos combatientes tatuados que posean una vista tan
extraa le inquietaban sobremanera. Haba pasado mucho, mucho tiempo desde la
ltima vez que algo le haba hecho sentir tal desasosiego. Tambin corran otros
rumores entre los aspirantes: que el propio Illidan se haba convertido en parte en un
demonio; que sus tutores lo imitaban en todo y que, para poder matar demonios, tenas
que convertirte en uno de ellos.

El mismo Templo Oscuro era un lugar tremendamente perturbador. Por culpa de


la presencia de Magtheridon, haba pasado de ser un santuario a ser otra cosa, y la gente
de Illidan, los llamados Illidari, no haban hecho nada para que esa atmsfera cambiara.
Para ser alguien que afirmaba ser un cazador de demonios, Illidan contaba con un
enorme nmero de demonios entre sus seguidores. Incluso entre las ruinas de Karabor
merodeaban esos gigantes de alas de murcilago llamados guardias apocalpticos,
contaminando esas piedras al entrar en contacto con sus pezuas. Vandel haba odo

96
cmo los bramidos de esos monstruos retumbaban por todo el Templo Oscuro. Entre los
aspirantes circulaban muchas historias acerca de scubos y stiros.

Vandel estaba tan sumido en sus pensamientos que no se percat en un principio


que Ravael le estaba agarrando el hombro. En cuanto fue consciente del zarandeo, mir
hacia el lugar que su compaero estaba sealando con el dedo. Encorvado como un
halcn, Illidan estaba descendiendo desde ese cielo que se oscureca al patio, como si
ellos fueran sus presas.

Vandel se mantuvo firme en su sitio mientras el Traidor aterrizaba delante de l,


el cual fren su descenso con un aleteo de sus enormes alas coriceas. Aunque esas
cuencas sin ojos parecan clavadas en algo lejano, esos dedos coronados por garras
sealaban directamente a la multitud ah reunida.

Al Traidor se le curvaron los labios en forma de sonrisa burlona.

Y ahora, empecemos.

Empezar qu?, se pregunt Vandel. Hasta aquel momento, lo nico que haba
hecho era entrenarse en el manejo de las armas y escuchar a sus perturbados
compaeros. Acaso eso significaba que Illidan por fin estaba dispuesto a compartir sus
tenebrosos conocimientos? Iban a aprender por fin a matar demonios, en vez de luchar
entre ellos en los entrenamientos y escuchar las interminables lecciones de Varedis y los
de su calaa?

Esa glida sonrisa se esfum del semblante de Illidan.

Echen un vistazo a su alrededor. Aqu hay ms de quinientos de ustedes. Para


cuando esto acabe, habr menos de un centenar. Se call para permitirles que
asimilaran lo que acababa de decir y, acto seguido, se ech a rer. Todos han jurado
que estaban dispuestos a sacrificar sus vidas para acabar con la Legin Ardiente. Ahora
tienen la oportunidad de demostrarlo. Quin va a ser el primero?

En un principio, nadie respondi. Todo el mundo estaba esperando a ver qu


haran los dems. Ahora que haba llegado el momento, nadie quera romper filas para
ver qu era lo que les aguardaba. El suspenso y el miedo planeaban sobre los candidatos
y los paralizaban.

Vandel respir hondo y dio un paso al frente.

Me vengar o morir. Har todo cuanto sea necesario.

97
Illidan asinti. Vandel pens que eso era justo lo que el Traidor esperaba de l, o
tal vez, simplemente, era cosa de su imaginacin.

Muy bien dijo Illidan. Entra en el crculo de invocacin.

El Traidor hizo un gesto y unas lneas de fuego grabaron un complejo patrn


geomtrico en la piedra.

Vandel se adentr en un vasto pentculo rodeado de unas runas relucientes.


Latan con un significado que crea que podra entender si nicamente se le permita
contemplarlas solo otro latido ms; sin embargo, nunca lograba comprenderlas.
Mientras contemplaba esos smbolos, estos se fueron difuminando de un modo
hipntico.

Sinti un cosquilleo por todo el cuerpo. Not que tena la boca pastosa. Unas
motas de luz de un color amarillento y verduzco giraron en tomo a l.

Illidan pronunci una palabra mgica y se produjo una descarga de energa vil.
La temperatura descendi. El aire brill y se congel, y un can manfago se materializ.
Tal vez fuera cosa de su imaginacin, pero se pareca sorprendentemente mucho al que
haba matado a su hijo Khariel.

El can manfago chill y se abalanz sobre l, con sus largos tentculos


bambolendose. Abri las fauces de par en par, mostrando as unos dientes similares a
los de un tiburn. Vandel desenvain sus dagas rnicas y fue a por l de un salto; el
parecido de esa bestia con la que haba asesinado a su hijo aviv an ms las llamas de
su odio. Lanz un ataque frontal con intencin de acertarle en los tentculos. A
continuacin, se gir hacia un lado para evitar que lo mordiera. Sus cuchillos entraron
en contacto con la bestia y le cortaron esos apndices sensoriales. El can manfago se
retorci mientas todava intentaba clavarle los colmillos.

Not unas quemaduras all donde las mandbulas del can manfago entraron en
contacto con su brazo, donde unos dientes afilados como cuchillas le atravesaron la
carne. Su sed de venganza no le haba permitido darse cuenta de que esa criatura posea
una velocidad sorprendente. Al instante, retrocedi de un salto para apartarse de ella.
Sinti un cosquilleo en la espalda y, entonces, descubri que no poda salir del crculo.
La magia lo mantena aprisionado dentro de l, era como si el mismo aire se hubiera
solidificado. Dio una voltereta y las fauces del demonio se cerraron a solo unos
centmetros de su cara. Oli su aliento a azufre al mismo tiempo que le clavaba la daga

98
en el cielo del paladar, con la intencin de llegar hasta ese lugar donde debera tener el
cerebro.

Si bien el can manfago intent cerrar la boca, no pudo hacerlo, ya que la daga
colocada entre sus mandbulas haca las veces de cua. Con ese esfuerzo, lo nico que
logr fue que la punta hechizada de esa arma se le clavara an ms profundamente en el
crneo. Un jadeo brot de los labios de la criatura. Se desplom y se qued quieto,
agitando la cola mientras sufra estertores.

Embargado por la emocin de la victoria, Vandel mir a Illidan.

Y ahora qu?, se pregunt. El Traidor se adentr en el crculo, sin que ningn


conjuro le impidiera hacerlo.

Illidan se agach y con una de sus garras le arranc al can manfago el corazn,
que todava lata, del pecho y se lo ofreci a Vandel.

Cmetelo le orden.

Eso no era lo que Vandel esperaba. Contempl ese repugnante montn de carne
nauseabunda y se plante la posibilidad de negarse a hacerlo. Pero solo por un
momento. Haba algo en la actitud del Traidor que le indicaba que mostrarse desafiante
no era una opcin, as que cogi el corazn con ambas manos. Palp esa carne de
demonio hmeda y pegajosa. Un icor verduzco y cido goteaba de lo que tal vez fueran
unas venas. Not un cosquilleo en las palmas de las manos y tuvo la sensacin de que
se le estaban a punto de quemar.

Ech un vistazo a su alrededor e, incluso a travs del aire reluciente del crculo,
pudo ver que todo el mundo tena la mirada clavada en l. Todo el mundo estaba
expectante, esperando a ver lo que haca. Vandel se llev la carne a los labios y sac la
lengua, en la que sinti un cosquilleo y como si se quemara, al igual que en las manos.
Sospechaba que esa carne estaba impregnada de magia vil. Mordi esa carne hmeda y
se oblig a masticar. Era dura y le dio la impresin de que, en cuanto entr en contacto
con sus labios, se retorci. Se la trag y pareci expandrsele en la garganta, como si el
demonio, a pesar de estar muerto, estuviera decidido a ahogarlo. Not que se
atragantaba, as que trag de nuevo, intentando as que ese trozo de carne le bajara al
estmago. Fue como si una babosa descendiera por su garganta.

Entonces, Illidan seal al charco de sangre que se haba formado alrededor del
cadver.

99
Bbela.

Vandel se agach y, con ambas manos, cogi un poco de sangre. El cosquilleo


que notaba en los dedos se increment. Las nuseas y el mareo provocaron que le diera
vueltas la cabeza; no obstante, logr engullir ese lquido nauseabundo, que quemaba
como el alcohol de garrafn que fabrican los goblins con sus alambiques. Vandel se
pregunt si se estaba envenenando. El estmago se le rebel. Quena vomitar.
Horrorizado, tuvo la sensacin de que algo le daba patadas dentro del vientre. Se
imagin a esa carne de demonio enroscndose en sus tripas, intentando liberarse,
abrindose camino a mordiscos.

Illidan enton un cntico mgico una vez ms. Unas grandes esferas de color
verduzco orbitaron a su alrededor, brillando con la intensidad de unos soles esmeraldas
que desprendan calor y poder mgico. Vandel tuvo la sensacin de que se le iba a
desgarrar la piel. Unos relmpagos saltaron de un orbe a otro, conformando una jaula de
energa crepitante; a rengln seguido, en cuanto el Traidor pronunci una palabra, los
rayos atravesaron a Vandel, que grit de agona al sentir cmo la magia invada su
organismo.

Le flaquearon las piernas y se desplom. Luego, rod por el suelo una y otra
vez, como alguien cuya ropa est ardiendo e intenta apagar as las llamas, mientras se
agarraba la cabeza. El dolor era muy intenso y, en ese preciso instante, supo que el
Traidor lo iba a matar. Alz la vista y vio a un Illidan transformado. Ya no pareca un
elfo de ningn modo. Un aura tenebrosa y crepitante lo envolva. Su cuerpo se haba
deformado y brillaba. Una maldad pura reluca en las cuencas de sus ojos, que era
visible a pesar de la venda que se las tapaba. Vandel se sinti como si estuviera cayendo
hacia esos estanques de luz malvola, precipitndose hacia un vaco infinito.

Una serie de emociones muy extraas lo embargaron. La ira ardi en su


corazn. Quiso alzar los brazos hacia Illidan, pues quera estrangularlo hasta matarlo,
pero el cuerpo no le responda. El caos reinaba en sus sentidos, los cuales parecieron
fusionarse. Oy el chisporroteo de esa luz verde, vio las palabras que Illidan entonaba
como unas runas perfectamente formadas. Debajo de l pudo notar el pulso de la magia
que flua por las piedras del Templo Oscuro y fue consciente de que algo surga del
vaco que haba en su interior, algo vasto, poderoso y maligno que haba venido para
devorarle el alma.

El mundo brill y se desvaneci.

100
CAPTULO NUEVE
CUATRO MESES ANTES DE LA
CADA

L a aldea arda a su alrededor. Las hojas de los vetustos rboles se arrugaban.

Las casas de madera con tejados a dos aguas crepitaban y se quemaban. El olor a pino
chamuscado impregnaba el ambiente. La savia herva dentro de la madera, bullendo por
el calor.

Corri por las calles llenas de humo, llamando a gritos a su mujer e hijo. En una
mano sostena su largo cuchillo de caza. Los demonios se divertan entre las ruinas. Los
diablillos lanzaban descargas de fuego contra los edificios en llamas. Unos infernales
descomunales recorran las calles con cierta pesadez. Unos moarg enmascarados y
ataviados con armaduras, que andaban como los patos, rociaban todo lo que vean con
el fuego mgico de sus armas. En la viga del techo de la gran casa central de la aldea, la
imponente figura alada de un Seor del Terror se alzaba amenazante.

Vandel vio su casa ah delante y, por un breve instante, la esperanza se adue


de su corazn. Khariel asom la cabeza por la puerta. Pareca que le estaba indicando a
su padre que se acercara.

Todo pareca tan real como si los cincos aos llenos de miserias que haba
pasado deambulando de aqu para all se hubieran esfumado y se le hubiera dado una
segunda oportunidad de poder salvar a su hijo; no obstante, saba que ese no era el caso.
Al igual que en una pesadilla, saba qu iba a suceder a continuacin, y as fue.

101
El cro volvi a meterse en casa; su diminuto puo fue lo ltimo en desaparecer
de la vista. Vandel atraves el umbral de un salto. Khariel yaca ah, con los ojos
abiertos, con la mirada clavada en el techo. Un can manfago, que estaba agachado
sobre su pecho, se lo estaba comiendo. La diminuta hoja de plata de la que el nio se
haba sentido tan orgulloso todava reluca en su cuello.

El can manfago alz la mirada hacia l. Sus apndices sensoriales se agitaron


como las antenas de una cucaracha gigante. Tena esos dientes semejantes a los de un
tiburn manchados con la sangre de Khariel. Al ver a ese nio, que esa misma maana
haba estado tan lleno de vida y tan alegre, fro e inmvil en el suelo, una punzada de
agona le atraves el corazn a Vandel.

Oh, qu dolor tan, tan dulce, oy decir a una voz que proceda de lo ms
profundo de su fuero interno.

Tena la sensacin de que se le iba a partir el corazn, de que la cabeza le iba a


explotar. No podra soportar esto otra vez.

Pero lo hars, muchas, muchas veces. Y yo me dar un festn con ello mientras
te devoro el alma.

Haba una presencia extraa en su mente. Se trataba de una voz que sonaba
como la suya, pero que no lo era. Perteneca a algo que contemplaba todo ese horror, se
nutra de l y disfrutaba de cada instante del mismo.

Tu horror me alimenta. Me hace ms fuerte.

El can manfago se acerc a l, agitando la cola, distrayndolo de esa voz. A


pesar de tener unas patas muy cortas, se mova a una velocidad sorprendente. Abri la
boca de par en par y mostr as unos dientes muy afilados. Vandel salt hacia un lado,
para evitar el ataque, se gir y golpe con su arma, provocando as que un sangriento
verdugn verde le brotara en un costado a la criatura. Ese golpe estaba repleto de ira y
odio. El ver esa carne desgarrada satisfizo a ambos.

S. Consume tu venganza. Alimntame.

Vandel se detuvo, conmocionado, y el can manfago estuvo a punto de


alcanzarlo. Se abalanz sobre su enemigo, pero se tropez con el cadver de su esposa.
Rod por el suelo y se puso en pie, de espaldas a la pared, mientras el demonio se
acercaba dando brincos. Entonces, la criatura salt. Como no haba manera de
esquivarla, Vandel opt por saltar tambin. Aunque sus pechos entrechocaron, logr
102
agarrarle con una mano del cuello al can manfago, a pesar de que esa bestia lo tena
protegido con una placa de armadura, y le clav su hoja en el lugar donde debera tener
el corazn. Al instante, percibi en las fosas nasales el hedor del aliento sulfreo de la
criatura, la cual le araaba el pecho con sus garras, abriendo unas heridas profundas, a
la vez que le haca jirones el chaleco de cuero.

Qu deliciosa agona.

A pesar de que el dolor estuvo a punto de paralizarlo, empuj con todas sus
fuerzas hacia delante. El can manfago cay de espaldas. Vandel se coloc de un salto a
horcajadas sobre su pecho, de tal modo que lo inmoviliz en el suelo. Agarr la
empuadura de su daga con ambas manos y apual una y otra vez al demonio hasta
que dej de revolverse y yaci quieto.

El humo lo invada todo. Debilitado por las heridas sufridas, Vandel yaca en el
suelo. Tena la cabeza al lado de la de Khariel. Estir el brazo y, con unos largos dedos,
le cerr los ojos al cro. Unas lgrimas le recorrieron las mejillas. No poda moverse.
No quera moverse. Se quedara tumbado ah hasta que las llamas convirtieran su hogar
en su pira funeraria.

Qu dolor tan nutritivo.

Qu eres?, pens Vandel. En ese instante, se vio fugazmente a s mismo


devorando el corazn an palpitante de un demonio.

Creas que me estabas engullendo, pero soy yo quien te est devorando.

Por un momento, Vandel not que la carne del demonio intentaba salir hacia
fuera a travs de la suya, al mismo tiempo que senta cmo el espritu del demonio se
funda con el suyo. La realidad que conformaba esa aldea en llamas se desdibuj. Alz
la vista y vio a Illidan en el exterior del Templo Oscuro, quien le devolva la mirada.
Pese a que intent liberarse de esa pesadilla, esta regres, invadiendo por entero su
mente, hacindole sentir que nicamente se hallaba en las ruinas de su hogar,
reviviendo ese recuerdo como si fuera el presente.

Una colosal figura alada ocupaba la puerta de entrada por entero, tapando la luz
que desprenda la aldea en llamas. Era un demonio. Vandel se puso en pie como pudo,
pues una cosa era dejar que el fuego lo matara, y otra dejar que un enemigo lo asesinara.

Avanz tambalendose, trazando un arco descendente con su arma. Sin apenas


hacer esfuerzo alguno, el intruso le agarr de la mueca y arroj a Vandel fuera de la
103
casa, hacia la calle. Este aterriz en el suelo rodando y se levant. Ech un vistazo a su
alrededor y comprob que todos los dems demonios estaban muertos. En el suelo, solo
haba cadveres.

Su asaltante se gir y Vandel se dio cuenta de que era distinto. Pareca ser un
elfo de la noche, aunque era ms alto que la mayora de ellos y posea unos rasgos
demonacos. Tena el cuerpo cubierto de unos tatuajes brillantes. Aquel ser que miraba
a Vandel posea el rostro de un dios cado, que, de algn modo, era capaz de ver a pesar
de la venda de pao rnico que llevaba ah donde deberan haber estado sus ojos. Un
horrorizado Vandel reconoci a esa figura. Se trataba de un ser sobre el que se contaban
infinidad de leyendas tenebrosas.

Eres Illidan dijo. El Traidor! T eres quien est detrs de todo esto.

Vandel aferr con ms fuerza si cabe su daga, reuni todas las fuerzas que le
quedaban y arremeti contra l. Fue un golpe perfecto, dirigido con suma pericia. Jams
en toda su vida haba lanzado un golpe tan puro. El peso del mismo destino lo
impulsaba. Iba a ser quien iba a acabar con la vida del Traidor.

La punta de la hoja roz esa piel tatuada a la altura del corazn de Illidan. Con
suma fuerza y rapidez, agarr a Vandel de la mueca, de tal modo que su daga se
detuvo ah mismo.

Yo no soy el enemigo afirm Illidan.

Voy a matarte por lo que has hecho.

Unas carcajadas amargas brotaron de los labios del Traidor.

No seras el primero en intentarlo. Pero estaras desperdiciando tu odio. La


Legin Ardiente es la responsable de todo esto.

Pero t sirves a la Legin.

Yo no soy el sirviente de nadie.

Mientes. Siempre mientes.

Eso es lo que mis enemigos quieren que creas.

104
A pesar de que Vandel empuj con todas sus fuerzas, la hoja no se movi de su
sitio. Tena la frente perlada de sudor debido al gran esfuerzo que estaba haciendo.
Illidan, sin embargo, no daba ninguna muestra de estar en absoluto en tensin.

Por tu culpa, mi familia est muerta.

Fue la tristeza la que hizo brotar esas palabras de los labios de Vandel.

Mira a tu alrededor. Ves a algn demonio? Estn muertos. Yo los he matado.

Mentiroso.

He llegado tarde para salvar este lugar, lo cual me enfurece, pues tengo
buenos recuerdos de l. Hace diez mil aos, fui feliz aqu, brevemente.

Vandel cerr el puo derecho e intent golpear a Illidan.

Mentiroso!

Illidan detuvo el puetazo con suma facilidad.

Me he hartado de tu mal humor. Crea que eras fuerte. No todo el mundo es


capaz de derrotar a un demonio, armado nicamente con un cuchillo de caza. Vas a
quedarte lloriqueando ah o vas a vengarte de aquellos que han hecho esto? nete a m
y podrs ajustar cuentas.

Vandel mir al Traidor directamente a la cara, pero el pao rnico que le tapaba
las cuencas de los ojos le impeda interpretar su expresin.

Nunca ser tu siervo.

A partir de aqu, solo tienes dos caminos a escoger. Uno lleva a la locura y la
muerte; el otro, al interior de mis tinieblas.

Jams.

Como sumo desdn, Illidan propin un golpe del revs a Vandel que alej a este
de l.

El fin de todo lo que existe se acerca y no tengo tiempo que perder con
ningn necio. S deseas vengarte, bscame.

105
La oscuridad titil en el campo de visin de Vandel. Las corrientes de aire
ascendente que surcaban la aldea en llamas empujaban el humo y las chispas en
direccin hacia su rostro. En cuanto pudo volver a ver, comprob que Illidan haba
desaparecido, dejndolo solo en medio de las ruinas de una vida que se haba hecho
aicos de repente.

La voz que oa en la cabeza adopt un tono burln.

Ha dicho la verdad. Y lo sabes. Fuiste consciente de ello en cuanto pudiste


asimilar tu pesar pasado un tiempo. Todos esos aos que has estado deambulando lo
has estado buscando. Y ya lo has encontrado. Aunque ya es demasiado tarde como
para que te sirva de algo. Eres mo y te engullir.

La luz inund la aldea y esta se desvaneci. Vandel se hallaba

desnudo y solo en un paisaje desolado. Careca de armas. Delante de l, se


encontraba el can manfago al que crea que haba matado, pero que segua vivito y
coleando. Aunque esta vez haba un detalle distinto. Posea los ojos de un elfo de la
noche. Solo le llev un momento darse cuenta de que eran idnticos a los suyos.

La criatura avanz con sigilo. Se mova con la confianza de un cazador que sabe
que su presa no puede escapar y se va a tomar su tiempo para jugar con ella. Vandel
abri y cerr las manos; las tena vacas. Ech un vistazo a todo cuanto le rodeaba, en
busca de una piedra afilada, una roca, cualquier cosa que pudiera utilizar como arma,
pero no haba nada. Unas garras araaron la piedra que se hallaba delante de l. El can
manfago haba aprovechado la oportunidad para recortar la distancia que los separaba.
Se puso en pie sobre los cuartos traseros y abri la boca de par en par.

Vandel consigui agarrarle de las fauces justo antes de que le mordiera el cuello
con ellas. Las puntas de sus colmillos le desgarraron la carne de los dedos. Busc a
tientas un asidero que no estuviera tan afilado como una cuchilla e introdujo los dedos
en la parte carnosa que haba entre las encas y el labio. Sin embargo, no tuvo tanta
suerte con la mano derecha. Unos dientes afilados se clavaron en ella. El dolor fue
agnico. El cosquilleo que sinti en la piel all donde la saliva del demonio la haba
tocado no hizo nada para calmar el dolor, sino que, al parecer, lo amplific.

Esto no es real, se dijo a s mismo.

106
Es muy real, y si mueres aqu, en este sueo tejido con hechizos, morirs para
siempre, y yo me quedar con tu alma y tu cuerpo. Ya te he infectado. Ya puedo
valerme de tus habilidades, tus pensamientos. Ya soy mucho ms de lo que fui antao.

Con todas sus fuerzas, intent obligarlo a abrir ms las fauces, pero lo nico que
logr fue evitar que las cerrara. Esos dientes le perforaron los dedos. Saba que era una
mera cuestin de tiempo que perdiera esa lucha.

Agach la cabeza, intentando as alejarla de esas mandbulas que intentaban


morderlo, y la coloc sobre el corto cuello del can demonaco. La criatura le estaba
destrozando el pecho desprotegido con sus garras, arrancndole jirones de carne,
desgarrndole el msculo de las costillas. Saba que solo iba a tener una oportunidad.
Dej de agarrarle las mandbulas a esa bestia, se coloc debajo de ella y la alz. La
criatura se resisti frenticamente e intent desequilibrarlo; sin embargo, logr
mantenerla por encima de su cabeza un momento y, acto seguido, le rompi la columna
vertebral al hacerla caer sobre su rodilla.

El can manfago se revolvi, pues haba perdido el control de sus extremidades


por completo. Vandel le pis la garganta y le aplast la trquea hasta que dej de
moverse.

Despus, impulsado por un instinto que no alcanzaba a comprender, le abri de


una patada ese estmago viscoso, meti la mano en la cavidad torcica y le arranc el
corazn. Lo sostuvo en alto y lo apret, de modo que una sangre verde man de los
ventrculos hasta caerle en la boca; acto seguido, lo devor.

Si bien esa carne le hizo sentir una serie de cosquilleos al bajar por su esfago,
esta vez tuvo la sensacin de que le estaba haciendo ganar fuerzas. El mundo brill y se
oscureci. Le invadieron las nuseas. Cay hacia delante, sobre el cuerpo de su
enemigo. Sinti que se le desgarraban las tripas y que algo se retorca violentamente en
ellas.

De improviso, se encontr por encima de su propio cadver, que segua tirado


encima del can manfago muerto. Lentamente, empujado por alguna fuerza externa, su
espritu se elev y se adentr a la deriva en la oscuridad. Vio que Outland era una
motita en la infinidad de la Gran Oscuridad del Ms All. Un diminuto mundo que
flotaba en un vaco tan vasto que ninguna mente era capaz de abarcarlo. Fue consciente
de que a su alrededor, en ese vaco, haba millones y millones de mundos rebosantes de
vida y tremendamente prometedores.

107
Se centr en uno de ellos y vio una tierra dorada, donde el sol brillaba con
fuerza, donde una gente despreocupada cosechaba bajo el sol. Entonces vio un portal
que haba rasgado el entramado de la realidad. A travs de esa grieta, las fuerzas
imparables de la Legin Ardiente entraban a raudales; unos ejrcitos invencibles de
demonios, cuyo nico propsito era destruir y masacrar.

Todo aquello haba acaecido haca muchos aos. Mucho antes de que la Legin
hubiera llegado a Azeroth, ya haba arrasado infinidad de mundos a su paso,
destruyendo todo cuanto hallaba en su camino. Su nico y firme propsito era matar.

Haba pocas y lugares en los que se haba logrado detener a la Legin, pero
est siempre volva ms fuerte que antes. A veces, los mundos no acababan siendo
destruidos, sino que eran conquistados e incorporados a la estructura de la Legin, con
el fin de que les proporcionaran ms soldados con los que alimentar esa incesante
mquina de guerrear.

l no era el nico padre que haba perdido un hijo por culpa de la Legin. En
todo momento, en algn lugar, diez mil nios eran asesinados con un salvajismo
extremo.

Por su mente pasaron fugazmente imgenes de innumerables mundos muertos.


Vio las ruinas de ciudades gigantescas, edificios cados que antao haban alcanzado el
cielo, lagos de cristal donde antes se haban alzado ciudades orgullosas, llanuras
infinitas de escombros. Vio cmo las luces de la vida en el universo se iban apagando
lentamente hasta que solo quedaron unas pocas.

En ningn momento dud de la veracidad de lo que estaba viendo. La Legin


Ardiente haba dejado a su paso un rastro de mundos en llamas.

Era testigo de una locura que superaba todo lo inimaginable. La Legin solo
exista para destruir y no parara hasta que todo en todas partes hubiera muerto. Luego
se volvera contra s misma con gran ferocidad hasta que no quedara nada. Se trataba de
una visin de un horror indescriptible. Lo peor de todo era que ahora saba lo poderosa
que era realmente la Legin. En ningn lugar de todos los mundos de la existencia
entera, haba una fuerza capaz de derrotarla.

Ahora que conoces la verdad. nete a nosotros. La voz haba vuelto. Esta vez
hablaba con un tono suplicante y meloso, pero segua percibiendo la misma ansia, la
misma hambre tras ella.

108
Jams.

La realidad dio un vuelco. Ahora se hallaba en la parte central de una torre


destrozada que, en su da, haba alcanzado el cielo. Una alfombra de huesos
ennegrecidos cruja bajo sus pies. Un can man-fago arremeti contra l, dispuesto a
matarlo. Se agach, cogi una costilla rota y se la clav al demonio en el corazn. Esta
vez le result ms fcil y se sinti ms fuerte, era como si cada vez que mataba a esa
bestia, obtuviera una parte de sus fuerzas. Una vez ms, le abri la cavidad torcica, se
bebi su sangre y le devor el corazn.

Sbitamente, una visin de proporciones titnicas se abri paso en su cerebro.


En esta ocasin, no vio solo un universo, sino, prcticamente, una infinidad de ellos;
una compleja estructura fractal en la que nacan nuevos mundos a cada minuto a partir
de las decisiones tomadas solo un latido antes.

Por todas partes, la Legin Ardiente avanzaba, destruyendo un mundo tras otro.
Cada muerte estrechaba el margen de mundos posibles, hasta que, al final, toda esa
multitud de posibilidades qued reducida a solo unas pocas. En cada una de ellas, la
Legin marchaba triunfal, impidiendo el nacimiento de los futuros y dejando los
presentes desprovistos de toda vida. Vio infinidad de Azeroths, infinidad de Vandels e
infinidad de Khariels, y todos ellos acababan en las garras de la muerte. Vio a su hijo
morir de una infinidad de maneras distintas y en todos y cada uno de esos mundos
posibles no pudo hacer nada para evitarlo.

En todos los mundos, en todos los futuros, la eterna, invencible e imparable


Legin Ardiente avanzaba, condenando al universo a unas tinieblas eternas a su paso.
Tras ella, vio a las aterradoras figuras demonacas de sus lderes: Archimonde (quien
muchos crean que estaba muerto), Kiljaeden y, por encima de todos los dems,
Sargeras, el titn cado, que antao haba jurado proteger el universo y ahora estaba
decidido a destruirlo.

Una y otra vez esas visiones rugieron, arrasndole el cerebro, empujndolo hasta
el abismo de la locura. Cada vez que vea una, una parte de l mora, y el demonio que
haba dentro de l se alimentaba de su agona y se regodeaba en ella. Aunque se tap los
ojos con las manos, eso no impidi que siguiera teniendo esas espantosas visiones. A
pesar de que cerr los ojos con fuerza, segua viendo y viendo y viendo, hasta que no
pudo soportarlo ms. Presa del horror, se introdujo los dedos en la cuenca de los ojos y
not cmo la sangre flua bajo sus uas, mientras se las clavaba en los gelatinosos
globos oculares. Tir y tir y tir del msculo y el nervio ptico, hasta que se arranc
los globos oculares con un espeluznante ruido seco.

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En el ltimo momento, antes de que el terror lo abrumara del todo, se dio cuenta
de que eso era precisamente lo que Illidan haba visto en su da, eso era lo que lo haba
convertido en lo que era. El Traidor haba recorrido ese sendero antes que l. El
objetivo de todo ese ritual era recrear esa experiencia.

Una punzada de dolor le atraves el crneo.

La oscuridad rein.

Y el silencio tambin.

***

Vandel se despert sumido en una agona. No poda ver nada a su alrededor;


nicamente, los titileos de una luz muy intensa. Alz una mano, se palp la cara
destrozada a tientas y descubri, tal y como tema, que tena las cuencas vacas.
Ciertamente, se haba arrancado los ojos.

Un miedo terrible se apoder de l sbitamente. Estaba vivo? No poda ver


nada. Tal vez haba muerto como consecuencia de ese terrible ritual. Tal vez ahora su
alma vagaba por ese fro pramo por el que haba ido a la deriva durante ese viaje astral.
Algunos recuerdos fragmentados volvieron a su mente para atormentarlo; esquirlas de
la terrible visin que haba sufrido tras comerse el corazn de aquel demonio. Solo
poda recordar una pequea fraccin de lo que haba visto, por lo cual se senta
agradecido. Ninguna mente poda soportar tal avalancha de espanto.

Aunque intent enderezarse, se tambale y cay. Se golpe la cabeza contra la


fra piedra, lo que caus que unos leves destellos quebraran la oscuridad que lo
envolva. Aun as, alberg la esperanza de que eso tal vez fuera una seal de que estaba
recuperando la vista, pero saba que no era as. Estaba ciego y era un intil.

Unas carcajadas demenciales salieron a borbotones de sus labios. Haba deseado


ser poderoso para poder matar a los demonios; sin embargo, ahora ni siquiera poda ver.
Su deseo de oponerse a la Legin Ardiente era lo que haba dado sentido a su vida, pero
ahora era consciente que se trataba de una fuerza invencible.

110
La desesperanza se adue de su mente. En algn lugar, en lo ms hondo de su
ser, un demonio se estaba alimentado. Se nutra de su tenebroso estado de nimo y
paladeaba cada bocado de su desdicha. Habra llorado si an hubiera podido.
Desesperado, se tap con las manos las cuencas vacas de sus ojos.

111
CAPTULO DIEZ
CUATRO MESES ANTES DE LA
CADA

U nos guardias, ataviados con unos petos relucientes y montados sobre unos

elekks provistos de armaduras, observaron de manera impasible cmo Maiev se


aproximaba. En sus tabardos poda verse el emblema de los naaru. La celadora supuso
que haban visto ejrcitos mucho ms imponentes que el suyo. Shattrath era, con
mucho, la ciudad ms grande que haba visto en Outland e incluso era capaz de rivalizar
en tamao con algunas de las grandes metrpolis de Azeroth. Sus murallas eran tan
enormes y gruesas que una caravana entera de carros tirados por uagrietas podra haber
desfilado por detrs de las almenas y Maiev no se habra enterado. Una torre colosal se
elevaba hacia el cielo y era visible incluso por encima de esas murallas tan
monumentales. Por encima de la ciudad haba una cadena de montaas que la protega
de los ataques por el norte.

Una descomunal bestia alada sobrevol las fortificaciones y descendi ms all


de ellas. Ojal pudiera contar con algunas de esas gigantescas mantarrayas que surcaban
el cielo, ya que, con esas monturas, sus tropas podran atacar con celeridad y largarse
antes de que el enemigo pudiera reaccionar.

Pero descart esa idea. Si ella poda ser capaz de conseguir tales monturas, sus
adversarios tambin. Simplemente, la batalla se trasladara a un nuevo campo: el aire.
En tierra, al menos, sus tropas podan esconderse bajo la espesura del bosque. Era algo
a lo que estaban acostumbrados los elfos de la noche y que los draenei y los Tbidos
estaban aprendiendo.

112
Sin embargo, esos bosques no se parecan en mucho a los de su hogar. Al igual
que gran parte de Outland resultaban muy extraos (por ejemplo: unas polillas
gigantescas aleteaban de manera repugnante entre los rboles) y muchos de ellos haban
sido corrompidos por la magia vil. Cuanto ms vea de ese mundo, ms se daba cuenta
de que estaba impregnado de unas energas msticas malvolas. Tal vez eso tuviera algo
que ver con la presencia ah de la Legin Ardiente. No obstante, s estaba segura de una
cosa: Outland era un lugar perfecto para Illidan, puesto que posea todo lo que l
ansiaba; aqu se senta como en casa, de un modo que un elfo normal nunca podra
sentirse.

Dej de apretar los dientes en cuanto se percat de que Anyndra la estaba


mirando. Frunci menos el ceo y dio la seal de avanzar hasta la puerta. Si los
centinelas draenei se sentan intimidados por su aproximacin, no lo mostraban en
modo alguno. Aguardaron hasta el ltimo instante para bloquear la entrada con sus
lanzas, lo cual conformaba una barrera muy frgil; la celadora podra hacer superado
ese obstculo de un salto con su sable de la noche, pero eso no era lo que pretenda.

Explica qu razn te ha trado hasta la ciudad de Shattrath dijo el centinela


de la derecha, que era el mayor de los dos.

He venido para que Adal me reciba en audiencia.

El draenei mantuvo un semblante impasible.

Tu comitiva tambin?

S.

Dio por sentado que el hecho de que gran parte de sus tropas fueran draenei era
un punto a su favor. O tal vez los guardias se haban acostumbrado a ver a refugiados
continuamente por ah. Sus guerreros estaban agotados tras tanto cabalgar y luchar; no
obstante, quiz los centinelas se alegraban de que ms tropas entraran en la ciudad.

Los guardias apartaron las lanzas. Los estandartes aletearon una vez ms bajo el
viento. Maiev cruz el enorme arco de piedra. En cuanto atraves el umbral de la
entrada a la ciudad, profiri un grito ahogado. Ah haba un poder muy antiguo y
benevolente. Se encontraba imbuido en las mismas piedras, a las que haba
transformado en algo ms que una mera barrera fsica que impeda entrar a los esbirros
de la Legin Ardiente. Not el fluir de esas vastas energas desde el interior de la
colosal torre que se alzaba imponente sobre la ciudad.

113
Nos hallamos en presencia de la Luz asever Anyndra, ya que, fuera lo que
fuese, ella tambin lo perciba.

Esperemos que as sea replic Maiev. Recemos para que no sea un gran
engao.

Demasiado a menudo, la maldad portaba la mscara de la benevolencia. La


maldad se esconda bajo la santidad. De esa manera era muy fcil manipular a los
crdulos. Cavil acerca de esa posibilidad largo y tendido. ltimamente haba habido
momentos en que haba llegado a pensar que habra aceptado la ayuda del mismo
Kiljaeden para acabar con Illidan.

Decidi que no importaba que esos naaru fueran menos benevolentes de lo que
parecan. Si la ayudaban a combatir al Traidor, estaba dispuesta a pactar con ellos.

***

Atravesaron las amplias calles de Shattrath a lomos de sus monturas. Sus


reclutas draenei sealaban los lugares ms emblemticos y hacan comentarios al
respecto entre ellos, as como a sus lderes elfos de la noche. Todos ellos haban odo
hablar mucho sobre esa ciudad, a pesar de que nunca haban estado ah. Maiev supona
que para los draenei de Outland representaba lo mismo que Damas-sus para su propio
pueblo.

A su manera, era bastante impresionante, aunque ese lugar estaba hecho ms


bien de piedra y no de madera viva. Al igual que muchos de los refugiados draenei que
albergaba, la ciudad pareca hallarse destrozada. Tena la impresin de que estaba
contemplando un montn de ruinas reconstruidas de lo que antao haba sido una
importante metrpolis. La gente que pululaba por ella encajaba a la perfeccin en ella.
Muchos vestan andrajos y parecan hambrientos. Varios se le aproximaron con las
manos tendidas pidiendo limosna. Unos pocos eran nios. Aunque hubiese querido, no
tena nada que darles a tales mendigos. Bastante le costaba mantener a sus tropas
alimentadas y vestidas; adems, cada moneda que tenan era necesaria para financiar la
guerra.

Ah haba gente procedente de toda Outland. Los Tbidos se apiaban en


cobertizos a lo largo de un lado del camino. Ah tambin haba orcos, lo cual la
114
sorprendi, aunque no estaba segura por qu. Como estaba tan acostumbrada a luchar
contra ellos, se sinti tentada a desenvainar su arma. Esa ansia no era nada comparada
con la ira que sinti cuando vio que un elfo de sangre la miraba fijamente; y no fue la
nica que se percat de ello.

Elfos de sangre dijo Anyndra con un gesto de desaprobacin. Esos elfos


corruptos le repugnaban tanto como a Maiev. Esas criaturas haban perdido la fuente de
su magia arcana cuando Arthas haba profanado la Fuente del Sol y haba utilizado esas
energas para resucitar al lich KelThuzad, por lo cual ahora les dominaba un ansia
insaciable de obtener poder arcano.

Los labios del elfo de sangre se curvaron para dar forma a una sonrisilla
arrogante; aun as, fue incapaz de mirarles a la cara.

Deberamos apiadamos de ellos coment Sarius, quien caminaba junto a


ellos con su forma de elfo de la noche. Esa ansia antinatural que les empuja a obtener
poder mgico corrompe sus vidas.

No creo que pudiera seguir viviendo si me convirtiera en uno de ellos


replic Anyndra.

Sarius esboz una sonrisa enigmtica.

En su da, pertenecieron a nuestra raza. Tal vez puedan volver a ser como
eran. Tal vez puedan redimirse.

Maiev lo observ detenidamente. Deberla haber esperado algo as, ya que Sarius
era un druida y tena unas ideas muy raras.

No creo que quieran redimirse afirm Anyndra. Creo que les encanta ser
lo que son.

Y eso cmo lo sabes? pregunt Sarius. Acaso has hablado con alguno
de ellos?

No, porque estaba demasiado ocupada intentando que no me mataran


contest Anyndra, con un tono de voz suave. Entonces sonri al druida y aadi:
Como deberas recordar.

Lo recuerdo, pues yo cur esas heridas.

115
Sarius tambin sonrea. Ambos se entendan a la perfeccin y se tenan cario,
pero mientras eso no supusiera un obstculo a la hora de cumplir sus obligaciones, a
Maiev no le importaba.

Mientras cabalgaba, se dio cuenta de que ms de un sindorei no le quitaba los


ojos de encima. Y no haba nada de cario en esas miradas. Se pregunt si esos elfos de
sangre no seran espas de Kaelthas y, por tanto, de Illidan.

***

En esa calle, poda verse el letrero de La Copa de Cristal. De ah dentro brotaba


msica y ruido del jolgorio. Maiev llev a sus tropas hasta el patio y los Tbidos
encargados de los establos se apresuraron a saludarlos; aunque parecan muy seguros a
la hora de ocuparse de los elekks, ninguno de ellos quera saber nada de los sables de la
noche.

Un Tbido descomunal sali del edificio y abri los ojos como platos al ver a tal
cantidad de jinetes. La celadora se lo poda imaginar calculando mentalmente los
beneficios.

Que la Luz los bendiga a todos dijo, agachando una cabeza coronada por
una cornamenta. Los largos tentculos que tena alrededor de la boca pendieron con
laxitud. Junt ambas manos, con los dedos entrelazados. Bienvenidos a La Copa de
Cristal.

Aqu todos se sentirn muy a gusto.

Eso espero replic Maiev. Arechron me habl de un modo excelente


sobre Alexius y su hospitalidad.

El Tbido le mostr una sonrisa an ms amplia.

Has hablado con mi primo, por lo cual te recibo an ms con los brazos
abiertos. Quieres que provea de alojamiento a tu comitiva?

116
No, nicamente a m, a mis oficiales y a una decena, ms o menos, de
escoltas. El resto de mi destacamento acampar al otro lado de las murallas de la
ciudad.

Alexius esboz un leve gesto de decepcin y, a rengln seguido, vocifer unas


rdenes en idioma draenei. Un pequeo ejrcito de sirvientes march corriendo a
preparar las mejores habitaciones de la casa.

Sera un honor para m que te reunieras conmigo en mis aposentos privados


afirm Alexius. Estoy seguro de que tenemos mucho de qu hablar.

Maiev crey percibir cierto tono de premura en su voz. Tal vez Arechron ya
haba contactado con l. Los mensajeros volaban de Telaar y Shattrath y viceversa
continuamente.

En verdad, te agradezco tu hospitalidad.

***

Los aposentos de Alexius eran muy lujosos, contaban con varias alfombras y
diversos espejos, as como con bastantes botelleros. Con sumo cuidado, escogi una
botella, a la que le quit el polvo soplando, y se la ense a Maiev, como si eso sirviera
para algo; la celadora no saba distinguir entre un vino aejo draenei y otro, no tena ni
idea al respecto y le preocupaba bastante poco.

Este fue un ao excelente asever Alexius. Esta botella es de un siglo


antes de que nuestro mundo fuera arrasado. Cuando saborees este vino, paladears la
antigua Draenor.

Maiev esboz una sonrisa forzada, como si realmente le interesara el tema, y


esper a que descorchara la botella y sirviera el lquido elemento. El Tbido permaneci
sentado un largo instante con la copa llena cerca de los labios, mientras la ola con los
ojos cerrados y un gesto de gran satisfaccin dibujado en la cara.

Este aroma siempre me recuerda a mi infancia.

Bebas vino cuando eras nio?

117
A veces, en las comidas, pero me refiero, en general, al aroma. Me hace
pensar en mis padres, cuando se sentaban a comer con el resto de la familia.

Te refieres a la poca que precedi a la devastacin de este mundo?

Asinti y, de repente, abri sus relucientes ojos.

S. Soy ms viejo de lo que parece contest, sonriendo para mostrar as que


saba lo viejo que realmente pareca.

Debi de ser una poca terrible coment Maiev, quien haba descubierto
que cuanto ms les recordaba a los draenei y los Tbidos lo mucho que haban sufrido,
ms estaban dispuestos a ayudarla a luchar contra aquellos a los que consideraban
responsables de sus desgracias.

La poca en que este mundo fue devastado? Por su tono de voz, la


celadora pudo deducir que Alexius pensaba que las palabras que ella haba utilizado no
reflejaban en modo alguno el alcance de aquel desastre. Fue una era terrible, como
poco. Creamos que era el fin del mundo. El cielo ardi. Los continentes se separaron y
desgarraron. La lava fluy. Una magia descontrolada danz de una cima a otra de las
montaas. A veces, los picos de las montaas se elevaban en el aire y se alejaban
flotando. A veces, se estrellaban contra el suelo y mataban a millares.

He visto cosas parecidas en Nagrand.

Me temo que eso es como comparar un guijarro con un peasco.

Has estado en Nagrand?

El Tbido asinti.

Por cuestiones de negocios y por asuntos familiares, a veces tengo que ir a


Telaar. Sonri an ms abiertamente y coloc ambas manos con las palmas hacia
arriba sobre la mesa. Pero no has venido hasta aqu a escuchar las divagaciones de un
viejo posadero. En sus cartas, Arechron me ha contado algo acerca de tu misin:
pretendes derrocar al nuevo seor de Outland, a ese tal Illidan.

Hablaba en voz baja en todo momento, como si temiera que alguien pudiera
estar espindolos incluso en su propiedad. Si Alexius crea que era lo que haba que
hacer, Maiev decidi que ms le vala hacer lo mismo:

118
S.

Pues cuentas con un ejrcito muy pequeo para llevar a cabo una empresa tan
grande.

Acaso eres un experto en tales asuntos?

No siempre fui un posadero gordo y viejo. Antao fui un combatiente. Pero


nunca me enfrent a un enemigo tan poderoso como al que t te enfrentas.

Lo he derrotado en el pasado.

Aun as, ahora est libre y se ha vuelto muy poderoso. Sus agentes merodean
por doquier, sin ser detectados. Adems, siempre hay gente dispuesta a hablar a cambio
de oro. Yo que t tendra mucho cuidado con quin hablo y an ms con de qu hablo.

Tendr eso en cuenta. Se me coment que aqu podra hallar gente que tal vez
pudiera ayudarme. Los naaru, por ejemplo.

Tal vez ellos s pudieran, aunque me temo que tienen sus propias
preocupaciones, Aun as, no perdemos nada por preguntar.

Cierto. Como se suele decir: Quien no llora, no mama. El Tbido no


pareca albergar muchas esperanzas acerca del xito de la misin de la celadora, aunque
quiz, simplemente, l fuera as . Los Nacidos de la Luz tal vez ayuden a alguien al
que consideren digno.

Los Nacidos de la Luz?

Los Shatar. Eso es lo que significa su nombre. Son los naaru que se vieron
atrados hasta las ruinas de Shattrath cuando percibieron que los sacerdotes Aldor
realizaban ritos dentro de uno de esos templos que haba quedado reducido a
escombros.

Arechron mencion a los Aldor.

Es ms que posible. Son los servidores de los naaru y la Luz.

Estn reclutando a todo el que pueden para combatir a la Legin Ardiente. Te


agradecern cualquier ayuda que les puedas prestar.

119
No albergo ninguna duda de que su objetivo es digno de elogio, pero creo que
har un mejor servicio a la Luz si derroto a Illidan. Es el campen ms poderoso que la
Legin Ardiente tiene en Outland.

Entonces, no es muy extrao que est en guerra con ella?

Quiz sea un engao. O quiz una mera disputa pasajera. En otras ocasiones,
tambin se ha enemistado con sus seores supremos demonacos, pero al final, siempre
se las ha ingeniado para ganarse de nuevo su favor.

Sabes mucho sobre l.

Fui su carcelera durante diez mil aos.

Debe de odiarte.

Y tambin temerme, o eso espero.

No lo dudo afirm Alexius.

Puedes concertarme una cita con los naaru?

Si vas al Bancal de la Luz, podrs hablar con ellos. A estas alturas, ya sabrn
que ests aqu. Sern capaces de detectar el poder que anida en ti y te concedern una
audiencia.

As de sencillo?

Para ti s lo ser, de eso no tengo ninguna duda. Tu guerra contra el nuevo


Seor de Outland no ha pasado desapercibida, palias dicho que cuenta con algunos
agentes aqu. Podran ser elfos de sangre?

Tal vez, pero yo que t procurara no prejuzgar tan rpidamente.

Los sindorei que se encuentran aqu han jurado proteger la ciudad.

Los Arspices desprecian a los que ayudan al Traidor, a quien ellos mismos
traicionaron.

Ah, s?

120
El prncipe Kaelthas los envi a arrasar nuestra ciudad. Eran un poderoso
destacamento, compuesto por los mejores y ms inteligentes del ejrcito de Kaelthas,
unos magi poderosos y unos grandes eruditos. Los Aldor se prepararon para defenderse,
pero los elfos de sangre depusieron sus armas y solicitaron una audiencia con los naaru.
Al parecer, su lder, Vorenthal, haba tenido una misin: nicamente si serva a los
naaru, sus hombres sobreviviran.

Podra haber sido un ardid.

Eso pensaron muchos; sin embargo, los naaru hablaron con el tal Vorenthal y
lo aceptaron como leal vasallo. Desde entonces, tanto l como sus hombres han servido
bien a la ciudad.

Es una estratagema.

Los naaru pueden ver los recovecos ms hondos de la mente de aquellos con
los que conversan; engaarlos no es fcil.

Si hay alguien capaz de lograrlo, ese es Kaelthas.

Hablas con cierta amargura.

Yo tambin lo consider un aliado antao.

Lo cual es inquietante. No obstante, te sugerira que la siguiente faccin a la


que deberas pedir ayuda fuera los elfos de sangre de la Grada del Arspice.

Maiev se sonroj.

Antes preferira pedir ayudar a los orcos viles.

El Tbido se llev una mano a la boca y se acarici esos tentculos lnguidos.

El enemigo de mi enemigo...

No eres el primero que me sugiere tal cosa. Pero aliarse con los sindorei es ir
demasiado lejos.

Pues es una pena, ya que los Arspices son unos hechiceros muy poderosos...

Maiev cerr los puos. El Tbido se dio cuenta de que haba cometido un error y
aadi:

121
No hablar ms sobre el tema.

Tal vez eso sea lo ms inteligente. Maiev se sinti arrepentida por un breve
instante. No tena nada que ganar enemistndose con el posadero. Aprecio la ayuda
que me has brindado. Aqu soy una forastera que se siente fuera de lugar y toda ayuda y
consejo amistoso es bienvenido, pues es de un valor incalculable.

En este mundo, todos nos sentimos fuera de lugar, Maiev Shadowsong.


Debemos ayudarnos unos a otros.

Hay alguien ms que pudiera ayudarme?

El archimago Khadgar, un aliado de los naaru en el que se puede confiar.


Creo que procede de tu mundo natal.

Hblame sobre l.

Corren muchos rumores acerca de l, por lo que es difcil saber la verdad. Es


humano. Unos pocos miembros de esa raza han dado con el camino que lleva a
Shattrath de una manera u otra. Algunos dicen que es un hroe que se sacrific para
poder cerrar el Portal Oscuro que conectaba Azeroth y Draenor. Otros afirman que era
un aprendiz de Medivh, el Guardin que fue posedo por Sargeras.

Pues eso, precisamente, no parece animar a que se confe en l.

Los Shatar se fan de l.

Me temo que yo no puedo hacerlo.

Entonces es probable que d igual, puesto que ya no se halla en la ciudad. Los


naaru lo han enviado a Tormenta Abisal, o eso tengo entendido, para investigar algunas
extraas apariciones que se han producido ah.

Ests muy bien informado, Alexius. De una manera fuera de lo normal.

Soy posadero. Nosotros nos enteramos de muchas cosas, sobre todo cuando
prestamos suma atencin a todo cuanto sucede a nuestro alrededor.

Me alegro de que hayas obrado as. No obstante, me desagradara


enormemente descubrir que has estado hablando de mis asuntos con cualquier otro.

Alexius pareci sentirse dolido ante ese comentario.

122
Mi primo te ha enviado. Si hiciera algo as, estara quebrantando todas las
normas que rigen las relaciones de parentesco y la hospitalidad.

Por supuesto. Solo quera cerciorarme de que nos entendemos.

Ahora s que hablas como mi primo. Ya entiendo por qu le has cado en


gracia.

As que este es el Bancal de la Luz, pens Maiev. Era impresionante de un modo


un tanto extrao. El aire brillaba. Se oan unas peculiares notas cristalinas. Unos
colosales y relucientes cristales azules descendan del techo de esa vasta cmara
circular. El aroma a incienso le hizo sentir un cosquilleo en la nariz. En el centro encima
de un colosal estrado de piedra, flotaba una entidad radiante de enorme poder. El naaru.
Si bien su forma cambiaba constantemente, pasando de una forma geomtrica a otra,
adoptaba muy a menudo una silueta que recordaba a una estrella.

Centenares de peticionarios iban y venan, junto a siervos que deban de ser


sacerdotes Aldor. Unos elfos de sangre ataviados con el tabardo de los Arspices la
miraron fijamente; no parecan mostrar una actitud hostil, pero tampoco una muy
amistosa, y daba la impresin de que se preguntaban qu iba a hacer la celadora.

Maiev se abri paso a travs de la multitud y escrut el entorno. Por encima de


ella, en la gigantesca bveda del bancal, reverberaban las oraciones y las peticiones.

An quedaba un rato para que se hallara cara a cara con el naaru, por lo que se
senta agradecida, ya que eso daba la oportunidad de poder acostumbrarse a su
sobrecogedora presencia. Adal brillaba como un sol encadenado. Si el poder del naaru
se desataba, este podra destruir ciudades y arrasar montaas enteras. Cuando la
celadora se acerc para saludarlo, el naaru tena toda su atencin y su luz centrada en
ella. No se arrodill ante l, sino que mantuvo la cabeza alta y mir directamente hacia
la luz. Maiev se sinti como si el naaru fuera capaz de leer sus pensamientos, tal y como
ella podra haber ledo un pergamino desenrollado. Haba algo en ese ser que la haca
sentirse como poco ms que una nia.

Saludos, celadora Shadowsong dijo Adal. El naaru irradiaba paz. Su voz


agradable y serena pareca provenir de todas partes y de ninguna al mismo tiempo; tal
vez incluso se estuviera comunicando mentalmente con ella. Soy Adal.

Elune ilumina este momento en que nos encontramos replic Maiev.

Adal pregunt:
123
En qu puedo ayudarte?

Sabes quin soy?

S.

Sabes a qu me dedico?

S.

He venido a Outland en busca de Illidan. Pretendo llevarlo de vuelta al lugar


donde estuvo confinado.

Un objetivo muy ambicioso. Illidan se ha autoproclamado el Seor de


Outland. Y posee el poder necesario para corroborar esa afirmacin. Quin eres t para
oponerte a l?

Alguien que lo mantuvo prisionero diez mil aos.

Un mero parpadeo para la eternidad.

Maiev sonri de un modo triste.

A m se me hizo bastante largo.

Tal y como los mortales meds el tiempo, no lo dudo.

Acaso los naaru lo miden de forma distinta?

Nosotros vemos las cosas desde una perspectiva distinta. No poseemos unos
cuerpos que envejezcan. Somos seres de Luz.

Entonces, saben que hay que combatir a Illidan.

Esa es una tarea para la que pareces admirablemente dotada.

He consagrado mi vida a ella.

Eso puedo verlo y, por esa razn, lamento an ms que no podamos ayudarte
en estos momentos.

Qu?

124
Esa palabra brot de sus labios sin que pudiera impedirlo.

Ay, nosotros tambin tenemos una misin que cumplir en este lugar. Nos
oponemos a la Legin Ardiente. Y esa es una tarea que consume todos nuestros
recursos.

Pero Illidan sirve a la Legin. Si se enfrentan a l, eso les ayudar a lograr su


objetivo definitivo.

En estos momentos, Illidan est en guerra con la Legin, Es su enemigo.


Estamos aprovechndonos de esa circunstancia para reponer fuerzas.

En estos momentos se opone a los demonios porque le conviene.

Cuando ya no le convenga, volver arrastrndose ante sus maestros, como ha


hecho siempre.

Tu odio te ciega.

No es odio. Busco que se haga justicia con aquellos a los que ha matado, a
aquellos a los que ha traicionado, a aquellos a los que asesinar. No puedes decirme que
de verdad crees que Illidan es mejor que la Legin Ardiente.

No alcanzas a comprender cul es la verdadera naturaleza de la Legin


Ardiente, celadora Shadowsong.

Y ustedes s?

Nosotros nos hemos enfrentado a ella durante el equivalente a un millar de


veces tu vida. Y seguiremos combatindola hasta el final de todo cuanto existe.

Necesito algo ms que unas palabras corteses si quiero que Illidan sea
castigado de un modo justo.

Por desgracia, eso es lo nico que podemos ofrecerles por ahora.

Debes hallar tu propio camino. Incluso aqu, cuentas con aliados, aunque no
seas capaz de verlo. Podrs averiguar ms al respecto si haces un esfuerzo. El gran
magister de los Arspices te espera, pues quiere hablar contigo.

Un elfo de sangre?

125
Un miembro de tu pueblo.

Los elfos de sangre no pertenecen a mi pueblo. Dieron la espalda a mi gente


hace mucho. No tenemos nada en comn.

Salvo tal vez un enemigo.

No quiero tener nada que ver con esos herejes.

Eso queda en tus manos.

Maiev refren su furia. Hizo una reverencia y se gir, sin esperar a que Adal
diera por concluida la audiencia. Oy cmo los elfos de sangre cercanos proferan gritos
ahogados de asombro, lo cual le proporcion cierta satisfaccin. Un elfo de sangre alto,
que vesta el tabardo de los Arspices, se acerc hacia ella. Con casi toda seguridad, se
trataba del que le haba mencionado Adal. Pas junto a l sin darle la oportunidad de
hablar.

Por lo visto, an tena principios. Jams iba a plantearse la posibilidad de pactar


con tales seres. Ni siquiera para derrotar al Traidor.

126
CAPTULO ONCE
CUATRO MESES ANTES DE LA
CADA

V andel gimi e intent incorporarse. Le daba vueltas la cabeza. Extendi los

brazos, con la intencin de mantener el equilibrio, pero solo logr empeorar las cosas.
Volvi a estamparse contra el duro suelo, golpendose la cabeza. Se llev la mano a la
frente y not algo hmedo. Se haba hecho una herida de nuevo. Tena el pelo
manchado de sangre seca por culpa de las heridas que se haba hecho en sus anteriores
intentos de levantarse.

Sufri arcadas. La carne de demonio que se hallaba en su estmago intentaba


hallar el camino hacia la libertad. El mero hecho de pensar en ello hizo que se le
revolvieran las tripas, aunque tambin provoc que se le hiciera la boca agua.

A su alrededor, podra or gritos, gruidos y balbuceos. A veces reconoci las


voces de sus compaeros, de los dems aspirantes. Otras veces lleg a pensar que todo
era cosa de su imaginacin, que se hallaba atrapado en un infierno privado que se haba
inventado. El aire heda a carne putrefacta, gangrena, pus y excrementos.

Con una cadencia regular, las pezuas de los siervos Tbidos repiqueteaban
sobre el suelo de piedra mientras limpiaban las estancias y aseaban a los enfermos. En
dos ocasiones le haban intentado limpiar con unas esponjas y l haba intentado
quitrselos de encima. Lo nico que quera era que lo dejaran en paz.

Unos puntitos relucientes de colores se retorcan delante de su vista. Al


principio, eso hizo que albergara la esperanza de que estuviera recuperando la vista,

127
pero ahora pensaba que su mente le estaba jugando una mala pasada, hacindole creer
que poda ver cosas siempre que oa a otros cerca.

Luna Tbida, luna demonaca, luna de sangre! Conoca de algo al que


gritaba, pues su voz le sonaba, pero no era capaz de precisar de quin se trataba. Los
demonios se aproximan. Un demonio se aproxima.

Unas alas coriceas chasquearon y not cmo se desplazaba el aire alrededor de


su semblante.

Ponte en pie oy ordenarle a Illidan. Ya has descansado bastante.

Era la primera vez que Vandel oa la voz del Traidor desde el ritual. Al instante,
curv los labios para esbozar una sonrisa burlona y replic:

Para qu voy a hacerlo si no puedo ver?

Yo pens lo mismo en su momento. Pero ahora puedo ver hasta el fin del
universo, que est ms cerca de lo que cree la mayora.

En ese instante. Vandel se acord del avance de la Legin Ardiente a travs de


infinidad de mundos devastados y comprendi la irona amarga que encerraban las
palabras del Traidor.

Lo s.

Entonces ya sabes contra qu hay que luchar. Y porqu.

Haba una certeza arrogante en las palabras de Illidan que molest a Vandel, as
como un cierto tono desafiante.

Esa cosa demonaca que se encontraba dentro de l se estremeci, reaccionando


ante la presencia de Illidan como si tuviera hambre, lo cual dio fuerzas a Vandel y le
incit a hablan Cmo se puede luchar contra lo que he visto? Es imposible.
Imposible, imposible, imposible, susurraba esa voz que oa en lo ms remoto de su
mente. Segua sonando igual que la suya, aunque teida de odio. El can manfago se
haba injertado en su alma y, al parecer, su espritu era capaz de usar su mente y acceder
a sus recuerdos.

Cllate le espet Vandel.

128
Oy el crujido de las alas de Illidan cuando este se movi. El Traidor ignor lo
que acababa de decir, como si fuera capaz de intuir con quin estaba hablando Vandel.

Debemos luchar. Infinidad de mundos han cado ante la Legin y el nuestro


ser el prximo a menos que la detengamos.

Unas visiones fragmentadas y apocalpticas cruzaron la mente de Vandel. Vio


mundos ardiendo y naciones muriendo y, en todo momento, vio a la Legin avanzando
victoriosa, pues su triunfo era tan inevitable como la muerte. Esa cosa que se
encontraba en lo ms hondo de su mente solt una risita.

Cllate le repiti, pero no le hizo caso.

Levntate le orden Illidan.

Desobedecer a esa voz era imposible. Incluso esa cosa que moraba en la mente
de Vandel se acobard. Tambalendose, se levant y permaneci en pie
bambolendose. Se le revolvi el estmago. El mundo volvi a dar vueltas a su
alrededor. Alguien con una mano provista de garras le agarr del hombro y lo mantuvo
de pie. Unos puntitos de luz brillaban junto a l y se alejaban reptando del punto de
contacto.

No puedo ver afirm Vandel.

Puedes verlo todo.

A Vandel le dio vueltas la cabeza an ms rpido. Unas luces centellearon en


tomo a l.

De improviso, estir un brazo, intentando golpear esas luces, que se apartaron.


La ira se apoder de l. Ahora haba puntitos de luz por doquier, cubrindolo todo.
Llenaban todo el espacio que lo rodeaba. Oy un gimoteo que proceda de una masa de
un verde plido y supo que se trataba de un elfo con fiebre.

Se gir hacia donde se hallaba Illidan y vio un resplandor. Si lo miraba ms


detenidamente, pareca ser una figura alada.

Me has engaado, Traidor. Me dijiste que me daras el poder para luchar


contra los demonios, para vengar a mi familia.

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Su ira era una hoguera tan brillante como el aura de Illidan y le insuflaba
fuerzas. En la boca, paladeaba la bilis del odio. Quera destrozarle la cara a golpes al
Traidor y sacudirle hasta romperle los huesos. Quera beberle la sangre y comerle el
corazn, para sentirse lleno de ese poder que arda ante l.

Ya no estaba mareado. Ya no tena problemas para moverse. Pero ech de


menos su arma.

Te he dado todo eso y mucho ms.

El resplandor del aura de Illidan se desplaz. Vandel gir la cabeza para seguirlo
y se dio cuenta de que as tambin estaba siguiendo la fuente de esa voz. Esto no aplac
su furia, sino que se sinti an ms frustrado. Quera rasgar y desgarrar. Se mordi el
labio, y de l man sangre. Iba a matar al Traidor. Lo iba a reemplazar.

Dio un salto hacia delante. Oy un crujido. Dio un puetazo a algo hecho de


cuero pero que posea una estructura sea. Un ala. Una de las alas de Illidan. Un
instante despus, esta lo golpe con tal fuerza que acab volando por los aires. Se
estamp contra el suelo y rod hasta otro torbellino de luz. En cuanto lo alcanz, not el
contacto con algo hecho de carne y oy un gruido febril.

No caba ninguna duda de que, de algn modo, estaba percibiendo dnde


estaban las cosas.

Olfate el aire y detect el olor a vendas mugrientas, a cuerpos sucios y, debajo


de todo esto, el hedor a demonio, que lo repugnaba y le despertaba el hambre al mismo
tiempo. Quera darse un festn con eso. Se abalanz sobre el elfo enfermo, al que
mordi en el brazo. De repente, alguien le agarr del cuello con mucha fuerza y lo alz
como un elfo podra alzar a un cachorro de sable de la noche.

Illidan dijo:

Ya basta. Debes aprender a controlar a eso que anida en tu interior; si no, eso
te controlar a ti.

Empujado por la ira, Vandel lanz un codazo hacia atrs. Una vez ms, acab
volando de un lado de la habitacin a otro. Not la veloz caricia del aire. Percibi la fra
presencia de la pared antes de estrellarse contra ella y quedarse inmvil adrede. Sinti
dolor por culpa del impacto, pero no tanto como debera. Tras rodar de nuevo, se puso
de pie.

130
El Traidor le impeda alcanzar a su presa. Vandel flexion los msculos para
saltar. El aura de Illidan se volvi ms definida y esa luz amarillenta y verduzca brill
con ms intensidad. Algunas motas de esa luz flotaban en el aire a su alrededor,
adquiriendo nuevas formas mientras el Traidor mova los dedos y los brazos. Un
instante despus, una descarga de esa energa emergi de uno de los dedos de Illidan e
impacto contra el pecho de Vandel. Las fuerzas lo abandonaron como el vino cuando se
derrama de una copa boca abajo. Volvi a sentirse mareado, pero esta vez la sensacin
fue mil veces ms intensa. Se estamp contra la piedra que se hallaba cerca de los pies
de Illidan, y la ira lo abandon en la misma proporcin que lo abandonaban las fuerzas.

Volvi a sentirse l mismo una vez ms y, adems, comprendi al fin lo que


estaba viendo y lo que le haba ocurrido.

El demonio que devor... sigue dentro de m, verdad?

S contest Illidan, y quiere recuperar su libertad.

Cmo voy a poder controlarlo?

Hoy acabas de dar el primer paso de ese largo camino.

Acompame.

Por qu?

Por qu, qu?

Por qu ests aqu? Por qu me ayudas?

Porque ya sabes quin es el verdadero enemigo y posees un gran potencial:


podras llegar a ser un gran cazador de demonios. Eso lo vi el da que ardi tu aldea. Y
lo veo ahora. Necesitar a combatientes como t antes de que llegue el fin.

Vandel, que todava se hallaba mareado y dbil, se puso en pie haciendo un gran
esfuerzo. Su verdadero enemigo era la Legin Ardiente, las innumerables huestes que
componan ese ejrcito, que en esos momentos se estaba preparando para atacar su
mundo natal.

Permaneci quieto un instante, serenndose, intentando escuchar alguna voz en


su mente que no fuera la suya; sin embargo, no oy nada, aunque saba que eso no

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quera decir nada. No albergaba ninguna duda de que ese demonio segua ah dentro,
aguardando a la oportunidad de recuperar una vez ms su libertad.

Ahora era consciente del fluir de las energas que lo rodeaban. Las luces eran las
auras de los seres vivos, algunas de las cuales eran muy brillantes y estaban repletas de
energa. La ms brillante de todas perteneca al que se hallaba a su lado.

As es como t ves el mundo? pregunt Vandel.

Es una forma de verlo. Tu mente se acabar acostumbrando a ello. Lograr


que esta nueva forma de ver las cosas encaje con la manera en que antes comprendas la
realidad. Llegar el momento en que sers capaz de percibir el mundo tal y como lo
percibas anteriormente, a pesar de que conlleva una visin mucho ms estrecha de la
realidad, pero nuestras mentes siempre ansan hallarse en un terreno conocido.

Me ests diciendo que eres capaz de pasar de percibir el mundo con esta
visin a verlo como si volvieras a tener ojos?

En efecto, y de muchas formas intermedias.

Intent imaginarse a Illidan como lo vea antes y, poco a poco, vio una imagen
muy poco definida del Traidor ante l, como si se tratara de un dibujo hecho por un cro
en el barro, cuya boca se movi cuando Illidan habl:

En cierto modo, es como cuando uno manipula la magia.

Percibes los flujos de energa. Notas las almas de los vivos y los no vivos.

Caminaron hacia la entrada. Vandel percibi su falta de densidad en el aire y la


materia slida que la rodeaba, aunque no estaba seguro de cmo era capaz de hacerlo.
Tambin intuy que haba seres vivos al otro lado. Unos seres que posean cierto poder
interior y que estaban esperando que ocurriera algo.

Illidan lo empuj hacia delante y choc con algo a la altura de la cintura; algo
que pareca el borde de una mesa.

Tmbate sobre ella.

Por qu? inquiri Vandel.

Porque te vamos a hacer tus primeros tatuajes.

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Vandel palp a tientas la mesa y not la dura textura de la madera. En ese
instante, se dio cuenta de que nunca haba prestado demasiada atencin a su sentido del
tacto ni se haba percatado de lo impreciso que haba sido hasta entonces; sin embargo,
ahora era capaz de percibir cada grano de madera, cada nudo, cada astilla. Not que
haba reas un poco ms bastas que otras, como si el carpintero hubiera estado un poco
torpe a la hora de cepillar la madera. Tena la sensacin de que la agudeza de sus
diversos sentidos haba aumentado sobremanera.

Se tumb sobre la mesa. Lo ataron con unas correas de cuero. Mientras lo


ataban, lo domin el pnico de manera momentnea, el cual se increment cuando una
de esas figuras cercanas bull de energa.

Algn da aprenders a hacer esto t solo, pero por ahora tendrs que aceptar
que te lo hagan otros. No te muevas le advirti Illidan. Esto te doler.

El tatuador se inclin hacia Vandel y este not algo que era tan caliente que
resultaba glido o que tal vez era tan fro que quemaba. Tuvo que hacer un terrible
esfuerzo para no chillar. Cuando le extrajeron la aguja, se sinti como si le estuvieran
sacando una daga de una herida al mismo tiempo que la retorcan para hacerle ms
dao.

No. No. No. Esa voz que oa en su mente farfull algo presa del pnico. Percibi
su miedo.

Era una trampa. Aqu se estaba utilizando una magia malvola.

Not que la aguja se hunda en su cuerpo una vez ms. El dolor se adue de l
por entero; era peor que todo lo que haba sentido desde que se haba arrancado los ojos.
Se revolvi e intent soltarse. Pero las correas aguantaron y unas manos lo sujetaron
con fuerza.

La aguja volvi a horadarle la carne una y otra vez, y cada roce de esa punta
provocaba que una terrible agona lo recorriera. Con cada puntada, las fuerzas lo
abandonaban y la voz que oa en su mente se volva ms y ms dbil.

Se estaba muriendo. Esa magia lo iba a matar.

A pesar de que gru de manera amenazadora y gimote de un modo suplicante,


sigui notando ese dolor sin cesar, hasta que ya no pudo ms y se limit a permanecer
ah tumbado mientras el tatuador segua llevando a cabo su labor.

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Entones, por fin, le quitaron las correas. A duras penas fue capaz de levantarse
de la mesa. La ira y el miedo que senta haban menguado. Por primera vez en varios
das, volva a sentirse de verdad como l mismo. Apenas era capaz de ver al fulgor de
las auras que lo rodeaban. Sus sentidos aumentados haban recuperado un nivel normal.
Era como si lo hubieran drogado y ahora la droga hubiera dejado de hacerle efecto.

Me alegro de que esto haya acabado afirm Vandel.

Lo peor acaba de empezar replic Illidan.

***

Vandel se hallaba entre las cuatro paredes de una celda. Pudo escuchar el ruido
de los entrenamientos y la lucha que proceda de all abajo, de los patios. Se pregunt si
esos a los que estaban adiestrando eran una nueva remesa de necios a los que Illidan
haba seducido con promesas de poder.

Se senta aliviado por poder estar lejos de la enfermera, por poder tener su
propio aposento. Lo haban trado aqu en cuanto le haban hecho los primeros tatuajes.
Haba tardado todo el da en recuperarse de ese calvario. No hallarse rodeado de auras
de seres vivos era una sensacin muy agradable. Esa calma resultaba muy relajante.
Mientras yaca en la cama, se llev las manos a las cuencas vacas de sus ojos.

Los haba perdido para siempre. Al no encontrarse rodeado de seres vivos, le


result muy fcil convencerse de que, cuando haba visto auras, haba estado
alucinando. Tal vez todo haba sido un sueo. Sin embargo, al notar esas sbanas tan
bastas bajo los dedos supo que eso no era as. Estaba ciego. Se haba arrancado los ojos
para no tener que ver la terrible verdad: que el universo entero estaba condenado, como
lo haban estado su esposa y su hijo. No haba nada que ni l ni nadie pudieran hacer
para detener a la Legin Ardiente. Cualquiera que creyera que pudiera hacer algo se
engaaba tanto a s mismo como lo haca el Traidor.

Era muy fcil tener esos delirios cuando uno se encontraba rodeado de tropas en
una fortaleza como el Templo Oscuro; no obstante, lo cierto era que nadie estaba a
salvo. No haba ningn lugar seguro. En cuanto la Legin Ardiente hiciera uso de su
poder, el Templo Oscuro caera como un castillo de arena hecho por un cro al que un
gigante diera una patada. Todos esos guerreros que estaban entrenando y aprendiendo a
134
manejar esas armas moriran en cuanto los Seores del Terror se presentaran ah para
reclamar ese lugar que era una posesin de la Legin. El Magno Sargeras, el titn que
iba a destruir el universo, triunfara al final. l haba sido el primero en darse cuenta de
la verdad.

Vandel se qued anonadado. De dnde haban surgido esos pensamientos?


Haba visto al titn cado en su visin. S, eso deba de ser. Parte de la visin que haba
tenido en su da Illidan haba sido transferida a l durante el ritual. S, eso lo saba. No
obstante, Vandel a veces tena la sensacin de que no controlaba sus propios
pensamientos.

Los tatuajes contenan al demonio que se encontraba dentro de l. Ya no poda


escapar. Recorri la tinta con los dedos, notando esas lneas de energa que marcaban
ahora su cuerpo. Entonces toc algo ms, algo fro y duro.

Al principio, pens que se trataba de un trozo de metal, pero entonces se dio


cuenta de que esa cosa estaba injertada en su piel. Se palp la cara y se dio cuenta de
que tambin tena eso ah. Se qued estupefacto y sinti un escalofro al darse cuenta de
que su piel haba cambiado. Se toc una mano y, lentamente, fue consciente de lo que
haba sucedido. Todas las zonas de su piel que haban sido afectadas por la sangre del
demonio haban sido alteradas. Ahora posea cierto tipo de escamas.

Tal vez esto fuera nicamente el inicio del proceso. Estaba seguro de que,
cuando haba estado en el hospital, an tena la piel normal. Quiz esta solo fuera la
primera etapa de la transformacin. Quiz se estaba transformando en un demonio.

Eso pareca perfectamente posible. Despus de todo, en realidad, no tena ni


idea de qu era lo que le haban hecho. Illidan podra haberle mentido perfectamente.
Sin lugar a dudas, era ms que capaz de hacerlo si eso convena a sus intereses. El
cambio se haba iniciado despus de que el demonio hubiera sido encadenado con unos
tatuajes msticos. S, tena que haber sido as. Cuando se haba levantado esa maana,
no haba cambiado. De eso estaba muy seguro. Tal vez, como el demonio no haba sido
capaz de transformar su mente, haba optado por intentar transformar su cuerpo.

Se frot los dedos con las palmas de las manos. Luego, palp las yemas de los
dedos de su mano izquierda con las de la derecha y se percat de que posea unas uas
largas, afiladas y robustas, como las garras de un depredador felino.

Como le dolan las encas, se palp la boca. S. Le sobresalan los caninos, que
eran largos y afilados. Le haban salido colmillos.

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Se hundi en una terrible depresin. Haba buscado poseer el poder necesario
para luchar contra los demonios, pero haba acabado transformado en uno de ellos. Se
estaba convirtiendo en lo que ms odiaba. Cunto tiempo faltara para que acabara
suelto en el mundo exterior matando a los hijos de otros elfos? Haba sentido esa ira
preternatural que le haba infundido el demonio. Comprenda lo fuerte que era. Cmo
iba a poder l contener algo as?

Tal vez lo mejor que podra hacer era suicidarse antes de que todo eso sucediera.
Se incorpor y estir el brazo hacia la mesilla situada junto a su cama. Ah se
encontraba su cuchillo grabado con runas, junto al amuleto que haba hecho para
Khariel. Cogi ese objeto y pens en su hijo muerto. Cmo se habra sentido Khariel si
hubiera podido ver a su padre ahora? nicamente habra visto a un monstruo, a una
criatura que se estaba transformando en lo mismo que lo haba asesinado a l.

Se dijo a si mismo que no estaba pensando con claridad, que algo estaba
afectando a su mente. Tal vez se tratara de las secuelas de los tatuajes mgicos.

No. Por primera vez en mucho tiempo ests viendo las cosas con claridad. Te
ests viendo tal y como eres. Un cascarn vaco que ha permitido que lo transformen
en lo que ms odia al intentar llevar a cabo una venganza imposible. Illidan est loco.
T ests loco.

Ese razonamiento encerraba una verdad incontestable. Estaba demente y llevaba


mucho tiempo as. Siempre lo haba sospechado y ahora sus sospechas se vean
confirmadas.

El odio lo dominaba, aunque esta vez su objetivo era l mismo. Cogi el


cuchillo y prob su filo con el pulgar; segua estando afilado mgicamente. Insert la
punta, la meti bajo el borde de una de las escamas y se la arranc. Aunque le doli, esa
agona le hizo sentirse ms fuerte. Si era capaz de quitarse todas esas escamas, podra
detener la transformacin, como cuando un cirujano extirpa la zona afectada por la
gangrena.

Con ese pensamiento en mente, se volvi a cortar una y otra vez, hasta que
acab cubierto de su propia sangre y varios trozos de su piel acabaron tirados en el
suelo. Se senta dbil y mareado. Se le pas por la cabeza de que, como estaba
perdiendo sangre, podra morir en esa celda.

Algo se ech a rer en su mente ante esa idea, y se dio cuenta de que el demonio
no estaba tan atrapado como haba credo y, ciertamente, no tan dbil. Simplemente,

136
haba optado por una nueva estrategia de ataque: retorcer sus pensamientos, jugar con
sus emociones. Se estaba aprovechando de sus pensamientos ms sombros, de su odio
a s mismo. Tema acceso a todos sus sentimientos y todas sus vergenzas. En cierto
modo, era l.

Se enderez y el demonio se call al percatarse de que haba cometido un error.


Se arrastr hasta la puerta. La sangre se le pegaba a los pies descalzos, que se le
quedaron pegajosos. Rez para que la puerta de la celda no estuviera cerrada con llave y
la empuj con todas sus fuerzas. La puerta se abri y recorri el pasillo a tientas, yendo
de un lado a otro, para rozarse con las paredes.

Entonces oy a alguien gritar:

Otro ms. Traigan a Akama!

Acto seguido, se desmay.

***

Vandel se despert y fue consciente de la energa que lo rodeaba, la cual lo


reconfort. Apenas senta las zonas donde se haba hecho esos cortes. Si bien notaba un
cosquilleo, la sensacin casi resultaba hasta agradable. Alguien se alzaba sobre l. Ola
a Tbido y su aura refulga con energa mgica.

Eres Akama? pregunt Vandel con un hilo de voz, ya que tena la


garganta reseca.

S. Y t eres Vandel. No era una pregunta. Resulta obvio que has


impresionado a lord Illidan, ya que me ha pedido que cuide de ti personalmente.

Eres un sanador?

Lo soy. Hago lo que puedo para ayudar a los enfermos y los heridos.

Y qu soy yo?

Yo dira que un poco de ambas cosas, as como algo ms. Hay algo corrupto
dentro de ti que no me gusta nada.

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Sea lo que sea, te doy las gracias por tu ayuda.

De nada. Has tenido mucha suerte de que los guardias dieran contigo a
tiempo. Eres el quinto de los nuevos reclutas que ha intentado suicidarse en los dos
ltimos das. Y t eres el nico que ha sobrevivido.

No he intentado suicidarme.

Y cmo lo llamaras t entonces? Te has abierto heridas hasta estar a punto


de desangrarte y morir. Y lo habras hecho si hubieras acertado alguna arteria. Qu te
han hecho? Haba algo extrao en la voz de Akama, haba algo bajo ese tono de
curiosidad normal que hizo que Vandel extremara la cautela.

No lo sabes?

Lo nico que s es que lord Illidan lleva a muchos de ustedes a ese patio y
solo unos pocos salen de ah, y esos pocos emergen alterados e irreconocibles. Si
pretende crear un ejrcito, ha escogido una manera muy extraa de hacerlo. Rara vez se
consigue crear una fuerza armada numerosa si se mata a los reclutas.

Si ignoras lo que est ocurriendo, tal vez sera mejor que no hicieras
preguntas al respecto. Lord Illidan tiene sus razones para obrar as; si hubiera querido
que las conocieras, ya te las habra revelado.

Akama chasque la lengua.

Como quieras. Hay muchas cosas que suceden aqu, en este templo, por las
que es mejor no mostrar curiosidad alguna.

Como si fuera el eco de esas palabras, un bramido muy potente surgi de las
entraas de la tierra. Las piedras parecieron vibrar al comps de ese rugido.

He ah otro monstruo que ha sido esclavizado para formar parte de las


defensas del templo.

Vandel ignor al Tbido. De repente, lo asalt una oleada de recuerdos. Otros


cuatro como l se haban suicidado tras el ritual.

Se acord de las palabras de Illidan: era ms que posible que menos de uno de
cada cinco de los reclutas sobreviviera a la transformacin. Vandel haba pensado en su

138
momento que el Traidor solo se haba referido al ritual, pero ahora se daba cuenta de
que tambin se haba podido referir a las secuelas de este.

Sbitamente, tuvo la certeza de que eso no haba hecho ms que comenzar y de


que lo peor an estaba por llegar.

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CAPTULO DOCE
CUATRO MESES ANTES DE LA
CADA

I llidan entr en la cmara del consejo. Akama lo segua de cerca, como si

fuera su perrito faldero. El Tbido pareca estar haciendo todo lo posible por dar la
impresin de ser un siervo leal. Tal vez sospechaba que los agentes de Veras
Darkshadow lo estaba vigilando, como lo haban estado haciendo desde que las
misteriosas desapariciones de Akama se haban vuelto tan numerosas como para llamar
la atencin de Veras; no obstante, tambin era posible que Sombra Oscura simplemente
quisiera desacreditar a un rival pero lo cierto era que sus afirmaciones haban
despertado la curiosidad de Illidan.

Todos volvieron su mirada hacia l. En todos esos ojos, haba miedo. La Legin
Ardiente haba atacado con fuerza. El prncipe Kaelthas llevaba semanas desaparecido,
desde que haba partido al mando de la fuerza expedicionaria que se diriga a Tormenta
Abisal. Todos los presentes eran conscientes de que la guerra no iba bien y, en
consecuencia, esperaban ser objeto de la ira de Illidan. Sin embargo, eso no importaba,
pues todo ira segn el plan mientras siguiera creando cazadores de demonios.

Illidan se acerc a la gran mesa del mapa. Unas gemas colosales talladas para
representar los teletransportadores demonacos se hallaban esparcidas en una docena de
ubicaciones. Refulgan como unos fornculos de la peste sobre la faz del mundo.
Plagaban Nagrand y la Pennsula del Fuego Infernal, Tormenta Abisal y las montaas
de Filospada. Daba la sensacin de que casi todas las provincias de Outland contaban
con una de esas gemas, a veces incluso ms.

140
Cada una de estas gemas seala la ubicacin de un nuevo campamento Forja,
lord Illidan seal Gathios el Devastador tal vez con demasiada rapidez. Se haba
levantado de su trono tallado en cuanto Illidan haba entrado y permaneca ah en pie
como si un oficial al mando le hubiera mandado ponerse firme. La Legin Ardiente
ha montado bases ah y las ha fortificado. He estado preparando planes de contingencia
para asaltarlos y obligar a los demonios a retroceder.

Ah, s, Gathios? replic Illidan, quien mantuvo un tono de voz


engaosamente amable. Y cmo pretendes hacer eso exactamente? Cada uno de
esos campamentos Forja posee un teletransportador. En un abrir y cerrar de ojos,
podran recibir unos refuerzos demonacos.

Lord Illidan, cerramos los portales de Magtheridon con tu ayuda.


Seguramente, tambin podamos cerrar estos.

Illidan examin el mapa.

Cada vez que cerramos un portal, surge otro. Kiljaeden puede contar con
infinidad de refuerzos. Est jugando con nosotros.

Lady Malande se rio de manera nerviosa. Era obvio que eso no era lo que
esperaba que dijera Illidan.

Nos guiars hasta la victoria, seor. Tengo fe en ti. Estos nuevos soldados que
has estado creando, si todos ellos son tan fuertes como Varedis, Netharel y Alandien,
seguramente sern capaces de masacrar a los demonios.

Illidan clav su mirada en ella. Pareca estar muy bien informada sobre los
cazadores de demonios en particular. Acaso haba estado espiando? Seguro que s.
Todo su consejo lo haba hecho. Senta curiosidad por conocer cualquier cosa capaz de
desequilibrar la balanza del poder dentro del Templo Oscuro, pues eso podra afectar a
sus propias posiciones de poder. Qu era lo que haba averiguado Malande? Los
cazadores de demonios eran la pieza clave de su plan para lanzar un contraataque contra
la Legin Ardiente. Era muy importante mantener en secreto su existencia. No poda
correr el riesgo de que los Nathrezim descubrieran qu tramaba antes de que pudiera
estar preparado para lanzar su ataque. A pesar de que no le haba contado a nadie cul
era el plan definitivo, quiz se le hubiera escapado algo, tal vez hubiera dejado alguna
pista que habra permitido a alguien con una mente tan aguda y suspicaz como la de
Malande deducir cules eran sus intenciones.

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A Illidan le habra encantado que lady Vashj estuviera ah en esos momentos. Al
menos, ella iba al grano y era fcil comprenderla; adems, le era totalmente leal. Pero,
ay, se hallaba en la Marisma de Zangar, supervisando el drenaje de las marismas, pues
eso formaba parte de la primera fase de su plan para hacerse con el control de las aguas
de Outland y, a travs de ellas, de todos sus habitantes, puesto que la sed y la sequa
eran unas armas muy poderosas.

Illidan mir fijamente a Veras Darkshadow.

Tus agentes han descubierto algo sobre cul ha sido el destino de Kaelthas?

Veras neg con la cabeza.

Dieron con el ltimo campamento de su ejrcito, pero despus no se ha vuelto


a saber nada.

Nada?

Nada importante, seor. Solo han hallado restos de hogueras, de basuras, nada
ms.

Ni la ms leve seal de lucha?

Ninguna, seor. Es como si el prncipe, simple y llanamente, hubiera abierto


un portal y se hubiera desvanecido. Segn parece, no quiere que nadie d con l.

Veras estaba sugiriendo que Kaelthas planeaba traicionarlos. Illidan no haba


descartado esa posibilidad. Kiljaeden haba mostrado mucho inters en el prncipe elfo
de sangre el da en que el Templo Oscuro cay. Tras cavilar al respecto, Illidan haba
concluido que el Falsario haba intentado sembrar la semilla de la discordia entre el
Traidor y sus aliados. Tal vez el seor demonaco haba hecho algo ms, pero ahora no
era el momento de expresar esas preocupaciones en voz alta, ya que si Kaelthas se
haba vuelto en su contra, quiz hubiera dejado algunos espas ah y ahora no era el
momento ms adecuado para despertar sus suspicacias.

No saquemos conclusiones precipitadas, Veras. Limtense a dar con


Kaelthas.

Como desees, seor replic Veras. As se har.

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Acto seguido, se le qued mirando como si quisiera contarle algo ms en
privado y sus ojos se desplazaron fugazmente hacia Akama. Entonces, Illidan dijo:

Pueden marcharse todos. Salvo t, Darkshadow. Quiero hablar contigo sobre


el paradero de Maiev Shadowsong.

Los dems miembros del consejo salieron de ah en fila. Akama se detuvo en la


salida, como si estuviera a punto de decir algo, pero se lo pens mejor y march.

***

Maiev subi la ladera del Alto Aldor en ascensor. Se trataba de una plataforma
plana, que no estaba sustentada por nada visible mientras se elevaba hacia el cielo. Una
magia muy poderosa la haca funcionar. Su sable de la noche gru y permaneci en
todo momento alejado del borde. Si bien el gran felino posea un excelente sentido del
equilibrio, no quera correr ningn riesgo de caer desde tal altura.

La celadora pudo disfrutar de una impresionante vista de los tejados de la ciudad


y de la gran torre que albergaba el Bancal de la Luz. La torre era tan alta que pareca
que iba a alcanzar el cielo. Dentro de ella, haba podido percibir el poder de los naaru.
Estaba enfadada porque no haban accedido a ayudarla. Con su ayuda, habra tenido
muchas ms posibilidades de castigar a Illidan de un modo justo.

Sarius, portando la forma de un cuervo de tormenta volaba cerca del ascensor.


Maiev lo reconoci por su peculiar plumaje. Estaba ah para vigilar y observar. No
esperaba que los Aldor mostraran una actitud traicionera, pero nunca descartaba esa
posibilidad con nadie. En los lugares ms sorprendentes, uno poda hallar traidores.
Entonces, Anyndra habl:

Se dice que a veces los Tbidos se suben a este ascensor para poder arrojarse
al vaco desde la cima. Aunque cabra pensar que los centinelas intentaran evitar algo
as.

Tal vez piensen que al no actuar estn realizando un acto piadoso replic
Maiev.

143
La celadora se preguntaba si debera haber trado ms guardias. Aunque en la
cima del Alto Aldor habran seguido siendo superados en nmero, al menos su mera
presencia les habra dejado bien claro que Maiev era una personalidad muy importante.
No obstante, al final crey que haba acertado al haber decidido presentarse como una
mera peticionaria.

La plataforma se detuvo. Ech un ltimo vistazo hacia abajo, hacia la ciudad, y


pens en esos tristes Tbidos que se precipitaban en una larga cada hasta las piedras de
all abajo.

Por encima de ellos, dos islotes flotaban en el cielo. Les haban hecho diversas
modificaciones para dotarlos de las curvas propias de la arquitectura draenei y unas
luces brillaban en sus laterales para dejar bien claro a quien los viera que tenan un
origen mgico. Sin lugar a dudas, con esta exhibicin de magia pretendan que los
visitantes se quedaran sobrecogidos.

Unos grandes cristales adornaban los laterales de los edificios ubicados en la


cima del alto. Por las noches, desde la ciudad, su fulgor poda verse reflejado en el
cielo, lo cual recordaba a todo el mundo la pureza de los Aldor y de la Luz a la que
servan. Maiev frunci la nariz al pensar en ello.

Unos guardias Aldor, ataviados con unas armaduras pesadas y vestidos con el
tabardo morado de su faccin, la saludaron. Aunque no se mostraron hostiles, dejaron
muy claro que se hallaba bajo vigilancia. La celadora les explic a qu vena y la
llevaron hasta ese lugar conocido como el Santuario de Luz Inagotable.

Una hermosa y alta draenei, vestida con un atuendo azul y blanco, se acerc a
saludarla. Maiev agach la cabeza para aceptar su bendicin.

Que la Luz te bendiga, celadora Shadowsong dijo la draenei. Soy


Ishanah, la suma sacerdotisa de los Aldor. Se me ha comunicado que quieres hablar
conmigo.

Maiev detect una leve hostilidad en el tono de voz de la suma sacerdotisa.

He venido a pedir ayuda a aquellos que siguen la Luz.

Tengo entendido que muchos de ellos ya te siguen.

Me refera a los Aldor.

144
Pretendes matar a aquel al que llaman el Traidor?

O encerrarlo en prisin una vez ms.

Por qu?

Maiev se qued boquiabierta.

Porque es malvado.

No somos lo bastante fuertes como para asaltar el Templo Oscuro y


expulsarlo de ah. Lo nico que podemos hacer es defender nuestras posiciones.
Adems, cumplimos otras funciones.

Maiev se fij en la suntuosa ropa de Ishanah y, a continuacin, desplaz la


mirada hacia el bello entorno.

Puedo verlo.

No todos tenemos que adentramos en la oscuridad para luchar contra ella.

A veces hay que ensuciarse las manos para combatir el mal. Y, a veces,
uno se vuelve malvado al ensuciarse las manos. Ishanah esboz una sonrisa tal vez
burlona. Para poder colaborar con la Luz, uno debe tener un corazn puro.

Y crees que yo no lo tengo? replic Maiev, cuya ira ti su voz.

Creo que haces lo que crees correcto.

Maiev frunci el ceo ante ese sofisma.

Lo que hago es lo correcto.

Sin duda alguna. Sin duda.

No me vas a ayudar?

En este momento, no puedo.

No puedes o no quieres?

Se estn librando otras luchas distintas a la tuya, celadora Shadowsong.


Algunas de ellas son incluso ms importantes.

145
No hay nada ms importante que la derrota de Illidan.

Quiz para ti sea as. Nosotros, los Aldor, tenemos unas prioridades distintas
y unos recursos limitados. Necesitamos tiempo para reunir a nuestras fuerzas.

La frustracin se adue de la celadora. Por qu le costaba tanto que la gente


de Outland comprendiera la importancia de su misin? Not un cosquilleo a la altura
del pecho. Se trataba de la piedra que Akama le haba dado. No era el momento habitual
en que solan celebrar sus reuniones, as que tena que haber ocurrido algo importante.
Tal vez llegara en el momento oportuno, puesto que, de todos modos, no quera seguir
discutiendo infructuosamente con Ishanah, dando vueltas continuamente sobre lo
mismo.

Muchas gracias por haberme concedido tu tiempo dijo Maiev. Te pido


permiso para marchar.

Sin esperar a que le respondiera, se dio la vuelta y volvi al ascensor, dando


grandes zancadas, seguida por Anyndra.

Necesita dar con un lugar tranquilo para poder comunicarse con Akama.
Esperaba que l no acabara siendo tan intil como los Aldor.

***

Las calles del bancal inferior de Shattrath parecan ms atestadas a cada da que
pasaba. Ms y ms refugiados entraban en tropel en la ciudad, huyendo de las guerras
de conquista de Illidan y de las consecuencias de las batallas que haba perdido con la
Legin. Parecan decididos a buscar el amparo de los Shatar, puesto que eran la nica
faccin que haba logrado resistir los envites tanto del Traidor como de sus enemigos.

Maiev mir hacia atrs. Una elfa de sangre, con la cara cubierta por una capucha
y la parte de la boca tapada con un pauelo, estaba atravesando la calle rauda y veloz.
Haba algo en su forma de moverse que le resultaba familiar. Tal vez estuviera
espindola, pero eso no importaba, ya que Sarius se hallaba entre la muchedumbre,
vigilndole las espaldas. Quiz alguna noche le dara la orden de capturar a alguno de
esos que tanto la seguan, pero de momento tena otros asuntos que requeran su
atencin.

146
Se adentr en el patio del Refugio de los Tbidos. Esos desdichados alzaron la
vista de ese vino aguado y avinagrado o, presas de un terrible sopor, siguieron con la
mirada clavada en el techo. El aire apestaba a ese tabaco tan basto que fumaban. Heda
a gente sin asear. Se abri paso hasta esa cmara en la que ya se haba reunido con
Akama previamente, por lo cual no se sorprendi al verlo ah.

Dos de los guardias Ashtongue que lo haban escoltado en otras ocasiones se


encontraban vigilando la puerta. Ambos la dejaron pasar sin hacer comentario alguno.

El Tbido se puso en pie y le hizo una reverencia. Al menos l le mostraba algo


de respeto. A lo largo de los ltimos aos, haban llegado a un cierto grado de
entendimiento. Ella agach la cabeza de un modo regio a modo de respuesta.

Qu noticias me traes? pregunt Maiev, quien esperaba que fueran


mejores que las que le haba dado en la reunin anterior, en la que nicamente le haba
informado sobre una pequea victoria que haba obtenido Illidan en su guerra contra la
Legin.

Una estupenda contest Akama, con un tono lleno de emocin, que no pas
inadvertido a la celadora. El prncipe Kaelthas ha desaparecido, junto a una parte de
su ejrcito. Lo ms probable es que haya dejado en la estacada al Traidor.

Maiev no pudo evitar que una sonrisa triunfal se dibujara en su semblante.

Si eso es cierto, entonces Illidan ha perdido uno de los grandes puntales que
apoya su poder.

Al instante, rein un silencio sepulcral. En el pasado, Akama se haba negado a


que su pueblo prestara la ayuda a la celadora porque Illidan contaba con el apoyo de
Kaelthas y lady Vashj.

La sonrisa de Akama rivaliz con la suya solo por un instante.

Aunque tal vez Illidan haya dado con una nueva fuente de poder. Un
escalofro recorri a Maiev, pues eso le dio muy mala espina. Tal vez el Traidor an se
guardara un as en la manga. No sera la primera vez.

De qu se trata?

No estoy seguro de ello, por eso quera hablarlo contigo. Los reclutas son
todos miembros de tu pueblo...

147
Mi pueblo?

Son elfos. Se trata de unos elfos desesperados y despiadados, de unos


guerreros curtidos, todos los cuales tienen algo en contra de la Legin Ardiente, por lo
que yo s. Los recluta y los mata.

Qu?

Los imbuye de magia vil. La mayora muere durante el proceso y los que
sobreviven son transformados, pero no para bien.

Qu quieres decir?

Sus cuerpos acaban impregnados de un poder maligno y algo en ellos que


hiede a demonio.

Maiev lo mir espantada.

Est transformando a elfos en demonios.

A menos que me equivoque con mis conjeturas, los est rehaciendo a su


imagen y semejanza. Realiza rituales con ellos. Supervisa los tatuajes que les hacen, los
cuales son como los suyos. Les ensea algn tipo de magia, o al menos eso he
concluido a partir de los rumores que han recogido mis agentes. Todo esto tiene lugar
en unos patios sellados, situados lejos de las zonas donde se realizan los quehaceres
diarios del templo.

Qu nueva monstruosidad est planeando Illidan?, se pregunt Maiev.


Conocindole, no poda ser nada bueno.

Debes averiguar ms al respecto.

Hago lo que puedo, pero es difcil y peligroso. El Traidor se ha tomado


muchas molestias para ocultar la creacin de este nuevo ejrcito. Si hago demasiadas
preguntas, tal vez me descubra. Si Illidan se entera de que estamos aliados, sufrir un
destino peor que la muerte. Debo obrar con cautela.

Cautela, cautela... Contigo siempre hay que andar con mucha cautela.

Para ti, es muy fcil decirlo. Yo soy el que se enfrentar a la ira del Traidor si
las cosas salen mal; adems, ya tengo la sensacin de que me estn vigilando. Akama
se call e inspir aire de un modo ruidoso. No sabes cmo es esto. Cada vez que dejo
148
el Templo de Karabor, debo mentir a Illidan. Debo darle razones que justifiquen mi
marcha. Y cada vez me hace ms y ms preguntas. Creo que sospecha algo...

Maiev se percat de que si se dejaba llevar por la impaciencia poda tomar el


camino equivocado. Sin duda alguna, el Tbido estaba asustado, y tena buenas razones
para ello.

Akama respir hondo y habl con un tono ms comedido:

No es la primera vez que unos combatientes tatuados como estos aparecen por
los alrededores del templo. Ha habido muchos otros como ellos con anterioridad, pero
solo los veamos de uno en uno o de dos en dos y siempre proseguan su camino en
breve. Sin embargo, esta vez se estn quedando ah; adems, el Traidor parece decidido
a crear muchos ms.

Los primeros podran haber sido unos meros experimentos, para hacer
pruebas con la magia a emplear en la creacin de esos elfos demonacos.

Eso es lo que he pensado yo. Ahora da la impresin de que hay muchos ms.
Illidan malgasta vidas para crearlos como un mercenario borracho dilapida la plata que
obtiene de manera perversa. Por cada diez que entran en esos patios ocultos, tal vez uno
logra salir de ah.

Esa informacin afect sobremanera al estado de nimo a Maiev. La alegra que


haba sentido al enterarse de la desaparicin de Kaelthas se haba esfumado. Saba en
lo ms hondo de su corazn que Illidan planeaba una nueva fechora.

Esto no me gusta lo ms mnimo asever Maiev.

Akama se encogi de hombros.

Estas nuevas criaturas son muy poderosas. Me han llamado en varias


ocasiones para curarlas y he percibido una magia muy potente y tenebrosa en ellas. Tal
vez Illidan crea que podrn desequilibrar la balanza de poder de nuevo en su favor.

Crees que eso es posible?

Parece decidido a crear cientos de esas criaturas, sino miles. Si todas son tan
poderosas como las que he visto, podran decantar la balanza del poder en Outland. Lo
nico que s es que el Traidor est desesperado por reclutar a tantos como sea posible.
Intuyo que tiene un propsito en mente y, sea cual sea, el tiempo se agota.

149
Ciertamente, el tiempo se agota para l apostill Maiev, intentando
recuperar el buen humor del que haba hecho gala antes. Sin el apoyo de Kaelthas,
quiz sea posible derrocarlo.

En efecto replic Akama. Regresar al Templo de Karabor y dar inicio


a los preparativos. Si vamos a actuar, habr que hacerlo con rapidez, antes de que su
nuevo ejrcito est listo.

Maiev se sinti tremendamente satisfecha. Era la primera vez que el Tbido


haba expresado su voluntad inequvoca de entrar en accin. Daba la impresin de que
l, al igual que el Traidor, crea que el tiempo se agotaba.

***

Akama cruz el portal y entr en el Templo de Karabor. A pesar de toda la


corrupcin que lo rodeaba, an se senta como si volviera a casa. Se frot las manos,
respir hondo e intent apartar toda preocupacin de su mente.

Hablar con Maiev siempre le pona muy nervioso. Estaba tan llena de ira y odio
y tan decidida a hacerle pagar a Illidan todo el nial que haba hecho que realmente no
pareca ser capaz de darse cuenta de que se haba convertido en un reflejo del Traidor.

El Tbido recorri presuroso esos pasillos para dirigirse a sus aposentos.


Cuando pas junto a uno de esos abominables soldados sin ojos, este lo mir. Resultaba
espeluznante cmo esos seres aparentemente ciegos giraban la cabeza para seguirle con
la mirada cuando pasaba a su lado.

El templo bulla de actividad a su alrededor. Los soldados marchaban de aqu


para all, los magos confeccionaban hechizos. Da y noche, las defensas iban siendo
reforzadas.

Lleg al santuario de su pueblo. Su escolta le hizo una sea de advertencia y, en


cuanto cruz la entrada, comprendi por qu: Illidan lo esperaba en esa cmara. En su
mano sostena una hermosa estatua de cristal que Akama haba salvado de la
destruccin del templo. La sostena en alto, hacia la luz, girndola de aqu para all,
como si pudiera ver los reflejos que desprendan sus diversas facetas especulares.

150
Cuando el Tbido entr, no se gir a mirarlo, sino que se limit a decir:

Ah, Akama, qu difcil ha sido localizarte hoy.

Hubo un tiempo en que ese truco tan sencillo habra desconcertado a Akama,
pero ya se haba acostumbrado a l.

He ido al Puerto Orebor. Tena mucho en qu pensar y eso me ayuda a


despejar la cabeza.

Eso es algo que has estado haciendo mucho a lo largo de los ltimos aos.

A Akama se le revolvi el estmago. Acaso el Traidor sospechaba lo que


estaba ocurriendo? Haba sido capaz de ver a travs del velo de sus engaos?

Illidan se le acerc y le rode el hombro con un brazo. Acto seguido, clav las
puntas de sus garras con suma delicadeza en la tela de la tnica del Tbido.

Acompame al refectorio. Ha pasado mucho tiempo desde la ltima vez que


hablamos. Me gustara saber ms sobre esas excursiones tuyas.

Con una fuerza irresistible, gui a Akama hasta la salida que llevaba al interior
del Santuario de las Sombras del templo. Los demonios se colocaron en posicin a su
alrededor. El Tbido ech un vistazo a las cadenas que pendan de esas columnas
envueltas en penumbra que se alzaban tan, tan alto, y no parecan presagiar nada bueno.

Pronto, unos chillidos retumbaron, parecan brotar de la garganta de alguien al


que le estaban arrancando el alma del cuerpo.

151
CAPTULO TRECE
TRES MESES ANTES DE LA
CADA

V andel atraves de un brinco ese anillo de fuego, cay al suelo rodando y

esquiv otra hoja, que no le acert por un pelo. Se irgui y salt sobre el foso en llamas.
Volva a ser el primero. Haba sorteado todos los obstculos sin un rasguo.

Cyana lleg justo detrs de l, sin ni siquiera jadear. Aunque ella le sonri, tuvo
la sensacin de que estaba enfadada con l, ya que la haba ganado de nuevo. Era muy
competitiva. El gil y veloz Ravael fue el siguiente. Los dems llegaron uno tras otro
poco a poco.

Durante las semanas posteriores al ritual, hubo muchas bajas. Mavelith y


Seladan e Isteth se haban arrojado al vaco desde las almenas, pues no haban podido
asimilar su transformacin. Mavelith y Seladan se haban vuelto ms monstruosos de
una manera Progresiva a medida que los das pasaban a ser semanas; Isteth, sin
embargo, haba seguido poseyendo la misma belleza en la que Vandel se haba fijado
durante esos primeros das, pero su mente no haba podido soportarlo; esperaba que se
hallara en paz, tras haberse reunido al fin con sus retoos muertos.

Cualquier esperanza de que el ritual hubiera separado el grano de la paja, de que


hubiera escogido solo a los capaces de afrontar las consecuencias, se haba disipado.
Ms de la mitad de los transformados haban muerto durante el proceso de cambio. Se
les haba parado el corazn o haban sufrido un colapso mental que haba obligado a
sacrificarlos. Muchos ms se haban vuelto locos despus, puesto que haban sido

152
incapaces de soportar esas visiones o de vivir con esas cosas que moraban dentro de
ellos.

Vandel no albergaba ninguna duda de que sus demonios los haban empujado
hasta el abismo. Esa cosa que habitaba dentro de l se cercioraba de que notara su
presencia un da tras otro y no tena nada claro que fuera a ganar su lucha contra ella a
largo plazo. Haba das en que la depresin y el odio que senta hacia s mismo hacan
que vivir le resultara insoportable. Haba momentos en que estaba tan lleno de ira que
apenas era capaz de refrenar las ganas que tena de correr por el templo matando elfos a
diestro y siniestro con sus hojas hasta que los guardias lo redujeran.

Eso era precisamente lo que haba hecho Selenis, as como Balambor y Turanis.
Y se haban llevado a muchos otros con ellos. Todos los supervivientes del ritual
comprendan cmo se sentan. Vandel haba estado a punto de hacerlo. A veces se
preguntaba si lo que lo distingua de esos seres rabiosos y dementes era nicamente que
an no haba llegado al lmite de su aguante. Aferr el amuleto que haba hecho para
Khariel en su da, un talismn que lo protega de acabar como esos compaeros, un
recordatorio de por qu luchaba contra su demonio todos los das.

Te vengar, hijo mo. Algn da vengar tu muerte.

A pesar de que algo se burl de l en lo ms recndito de su mente, hoy al


menos era capaz de ignorarlo.

Las cosas haban empeorado desde que haba comenzado la parte sobrenatural
del adiestramiento. Sus instructores, Varedis, Alandien y Netharel, les estaban
enseando a aprovechar los poderes viles de los demonios que se hallaban dentro de
ellos, a canalizar las energas ms tenebrosas de toda la Creacin.

En cierto modo, era muy emocionante. Vandel saba ahora cmo lograr que su
fuerza y velocidad se multiplicaran. Era capaz de clavar la hoja de su daga en una roca y
luego sacarla. Haba lanzado rayos de energa vil capaz de quemar la armadura ms
robusta. Era capaz de curarse absorbiendo las almas de sus vctimas cadas.

Haba batallado contra demonios invocados y haba aprendido a matarlos. Al


principio, los aspirantes haban luchado en grupos, pero a medida que transcurran las
semanas haban sido entrenados para ganar en un combate individual. Decenas y
decenas haban muerto en ese periodo. Una noche, un guardia vil se liber y desat el
caos a travs de los pasillos de las ruinas de Karabor hasta que Varedis lo abati.
Vandel recorri con un dedo la larga cicatriz que le haba dejado en el costado derecho

153
ese demonio. El hacha del guardia vil le haba desgarrado la carne y atravesado algunos
de sus tatuajes, desdibujndolos, lo que haca que le resultara ms difcil aprovechar la
energa vil cuando intentaba lanzar ciertos conjuros.

A pesar de que haba aprendido muchsimo en muy poco tiempo, daba la


impresin de que daba igual lo mucho que aprendiera, sus instructores siempre queran
que lo intentara con ms ahnco, que dominara an ms tcnicas y habilidades. Estaban
tan decididos a alcanzar sus objetivos como Illidan, y no poda tener la sensacin de
que, detrs de todo aquello, haba un gran propsito, de que se acercaba el da en que
todo lo que haba aprendido lo utilizara para servir al Traidor. Este proceso se estaba
llevando a cabo con premura y desesperacin. Todos los das se realizaba el gran ritual.
Todos los das, ms y ms candidatos pasaban a alimentar las hambrientas fauces del
proceso de adiestramiento. Unos pocos de ellos sobrevivan para ser sometidos a un
proceso que separaba el grano de la paja, que a menudo pareca que pretenda tanto
matar a los dbiles como ensear a los fuertes.

Mata a los dbiles. Mata a los dbiles. Mata a los dbiles, le susurraba la voz
demonaca, a la vez que unos recuerdos en los que vea el cuerpo medio devorado de
Khariel pasaban fugaz y burlonamente por su mente. Mtalos a todos. Todos son
dbiles.

Sus pesadillas eran espantosas. Una noche se despert y se sorprendi al verse


de pie, aferrando su daga. Entonces se pregunt si esa cosa que habitaba dentro de l lo
controlaba en cierto modo mientras soaba esas pesadillas. Tabelius haba entrado a
hurtadillas en las celdas, para degollar a sus ocupantes, hasta que Aguja puso punto
final para siempre a su aventura nocturna al clavarle sendas estacas en las cuencas
vacas de sus ojos.

Incluso haba veces en las que Vandel se senta como si se hallara encerrado en
una jaula con unas bestias asesinas, en la que l no era ms que otra bestia no menos
asesina.

Volvi a echar un vistazo a su alrededor. Illidan haba estado en lo cierto. Ahora


poda ver las cosas tan bien como las haba podido ver cuando posea unos ojos de
carne. No, las vea mejor, pues la oscuridad ya no le esconda nada. Asimismo, su
mente se iba acostumbrando a sus nuevas percepciones. Sospechaba que el demonio lo
estaba ayudando en ese aspecto, puesto que quera que dominara esos poderes; era
como si este creyera que cuanto ms los controlara, ms vulnerable se volvera a las
tentaciones que le ofreciera.

154
Pero eso daba igual. Quera ser ms fuerte y se alegraba de poder ver. Se
alegraba de poder or mejor que cualquier elfo. Se alegraba de ser tan fuerte como un
ogro y ms rpido que un sable de la noche. Su aspecto reflejaba esos cambios: era
capaz de extender unas garras que le brotaban de las yemas de los dedos, lo cual haca
en momentos de peligro; unas cicatrices colosales sealaban el lugar donde se haba
lesionado con su propia daga; el espejo le mostraba que, donde antes tena los ojos,
ahora haba un fulgor verde de energa vil, el cual se intensificaba cuando usaba ese
poder.

Alguien lo agarr del hombro.

Ests exhausto, viejo? pregunt Cyana.

Vandel neg con la cabeza.

Esto no es ms que el calentamiento.

Eso espero replic Ravael. En esta sesin de combate, te voy a vencer.


No te rindas muy fcilmente. Cuando te resistes, la victoria es ms dulce.

S, la victoria es dulce, dijo la voz de su cabeza, que cada da sonaba ms


parecida a la suya. Pero la carne an lo es ms.

Entraron en el patio. Las altas murallas desmoronadas de las ruinas de Karabor


se alzaban sobre los aspirantes de una manera descomunal y opresiva. Los elfos
tatuados se apiaban en los espacios libres que se hallaban entre los crculos de
entrenamiento, a la espera de tener una oportunidad de luchar. Unas runas relucientes de
color verduzco y amarillento, cinceladas en las losas, conformaban la circunferencia de
esos crculos msticos. Las formas de esas runas eran muy parecidas a las de los tatuajes
de los aspirantes.

En cada crculo haba dos combatientes que luchaban bajo la supervisin de uno
de los entrenadores. Unas auras generadas mediante encantamientos envolvan sus
armas para amortiguar la violencia de los ataques, logrando as que esos golpes letales
solo provocaran unas meras magulladuras dolorosas.

Vandel observ cmo un par de luchadores trazaban crculos uno en tomo al


otro y se atacaban mutuamente, hasta que uno de ellos noque a su adversario.

Ma es la victoria! exclam el ganador, mientras el perdedor yaca en el


suelo.

155
Varedis asinti y alz una mano. El combate acab y el crculo se vaci. A
continuacin, el entrenador indic con un gesto tanto a Ravael como Vandel que
empezaran.

Ravael se adentr en el crculo con una guadaa en cada mano.

Unas auras protectoras brillaban alrededor de sus hojas. Varedis lanz un


hechizo sobre la daga rnica de Vandel y la otra arma blanca que haba cogido de la
armera del templo. Acto seguido, Vandel entr en el crculo.

Ravael hizo un gesto obsceno con el arma que llevaba en la mano derecha.

Hoy aprenders el significado de la derrota.

Dio un salto, rpido como un relmpago, con unos movimientos imposiblemente


precisos. El ritual le haba concedido a Ravael incluso ms fuerza y velocidad que a
Vandel. Le haba otorgado unas garras enormes y unos cuernos circulares y retorcidos.
Ahora, en la arena, mientras se vala de sus poderes demonacos, esos atributos parecan
incluso ms exagerados. Una de las guadaas impact contra el bceps de Vandel con
una violencia terrible.

Si esto hubiera sido un combate real, habras perdido el brazo coment


jocosamente Ravael para provocarlo.

Las llamas de la ira ardieron con fuerza en el fuero interno de Vandel. Eso no
haba sido justo. Pero descart ese pensamiento, pues en un combate de verdad ningn
demonio luchara de un modo justo.

En un combate real te arrancara el corazn.

Aunque su intencin haba sido que esas palabras sonaran de un modo burln,
las pronunci con un tono muy serio y supo, en el mismo momento en que abandonaron
sus labios, que las deca muy en serio. Ravael lanz una serie de golpes frenticos, pero
esta vez Vandel estaba preparado. La daga rechin al chocar contra la guadaa. El
fragor del metal reson por todo el patio. Todos los golpes que Ravael lanzaba, Vandel
los paraba.

En cuanto esa avalancha de ataques ces, extendi un brazo y alcanz a Ravael


con su daga justo por encima del corazn. Si hubiera atacado una fraccin de segundo
antes, le habra propinado el equivalente a un golpe mortal, pero tal y como lo haba
dado, solo haba herido a su adversario.

156
Ha sido solo un rasguo afirm Ravael.

La chispa de una ira rabiosa y demencial salt en el pecho de Vandel. Nadie iba
a burlarse de l. No alguien tan dbil y pattico como su contendiente. Ravael percibi
de algn modo que el estado de nimo de su rival haba cambiado y reaccion en
consecuencia. Una gran tensin reinaba en el ambiente. Vandel se abalanz sobre
Ravael, apuntando a la cabeza de este. Ravael alz ambas guadaas, atrap con ellas la
hoja de Vandel e hizo un movimiento de torsin, pero mientras haca eso, su oponente
le alcanz con su otra arma el estmago.

Ahora estaras muerto asever Vandel, y algo en su interior dese que su


enemigo realmente lo estuviera. Vuelvo a ganar.

Estaba a punto de darse la vuelta cuando oy gruir a Ravael. Un rugido grave y


bestial emergi de lo ms profundo del pecho del otro elfo. La baba se le caa por la
comisura de los labios. Sus ojos eran unos charcos de sangre en los que danzaban unas
llamas. Unas esferas de luz rojiza bailaron alrededor de las puntas de sus cuernos.

No me has derrotado replic Ravael, cuya voz era ronca y gutural y estaba
teida de odio.

El aire que lo rodeaba se carg de odio. Una sombra plane sobre su cuerpo,
haciendo que su piel adquiriera primero un tono gris y despus un tono ms negro que
la noche. Ravael alz unas grandes alas hechas de sombra. Vandel not cmo esos
aleteos desplazaban el aire. Poda oler el azufre y el aura del demonio, que asaltaron su
olfato con tanta fuerza como cuando haba luchado contra moradores autnticos de los
reinos abisales.

Ravael salt hacia delante, con ambas hojas apuntando hacia abajo. Vandel
sinti ambos impactos en los brazos, as como un gran dolor. Esta vez no caba ninguna
duda de que habra acabado o mutilado o muerto si hubieran estado luchando de verdad.
Pero eso no le bast a su oponente. Ravael lanz una lluvia de golpes que causaron a su
adversario una gran agona. Vandel alz sus armas y logr detener la primera guadaa;
la segunda, sin embargo, le alcanz en la sien. Not un terrible dolor en la cabeza. El
olor metlico de la sangre le invadi las fosas nasales.

La sombra haba engullido las guadaas que sostena Ravael, anulando los
hechizos de proteccin. Su poder se estaba imponiendo a los sortilegios que atenuaban
los golpes de esas armas. Esas guadaas ahora eran letales y Ravael tena toda la
intencin de usarlas.

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Nadie hizo ningn ademn de intervenir. Los espectadores se relamieron los
labios. Varedis hizo un gesto con desgana, para indicar que el combate deba continuar.
Pareca ms interesado que preocupado por los ltimos acontecimientos. Las guadaas
giraron rpidamente. Ms sangre man. Esta vez, Ravael sonri. Unos colmillos
blancos fueron visibles dentro de esa silueta envuelta en sombras.

Esta vez ganar.

Nadie iba a intervenir mientras Ravael no abandonara el crculo. No obstante,


Vandel poda salir de l por s solo y poner fin a la lucha admitiendo la derrota. Se
sinti tentado a hacerlo, pero algo dentro de l reaccion ante el olor de su propia
sangre y la sensacin de dolor. La ira hizo que el mundo se tomara rojo ante sus ojos y
vino acompaada de una oleada de poder. Alz ambas manos y gener un rayo de
energa vil, que brot del dedo con el que sealaba a Ravael, al que impact de lleno.
Esa voraz energa verde desgarr el integumento compuesto de sombras, reducindolo a
unos meros jirones negros.

Entonces reforz el conjuro. Ravael chill mientras se abrasaba. Aunque Vandel


era consciente de que debera parar, una parte de l no quera hacerlo, y no se trataba
nicamente de su parte demonaca. Quera que Ravael sufriera el mismo dolor que
haba sufrido l. Verti ms y ms energa en el rayo. El corazn le lata tan fuerte
como un tambor. Respiraba de manera irregular, entre jadeos. En cuanto supo que
Ravael haba muerto, cambi el objetivo del encantamiento: extrajo unos glbulos
sombros del alma corrupta del elfo derrotado, los cuales absorbi en la suya,
canalizando ese poder robado para sanar sus propias heridas.

Vandel saba que debera sentirse culpable, pero no era as. Se senta exultante.
Lo nico que lamentaba es que tuviera que contener su hambre. El olor a carne
quemada de demonio todava impregnaba el aire y se le haca la boca agua.

Mir a su alrededor y contempl esos rostros que se apiaban alrededor del


borde del crculo. Sinti la tentacin de desatar su poder contra ellos, de atacarlos,
masacrarlos y matarlos, de saciar esa sed de destruccin que haba despertado en l el
combate; sin embargo, eso poda tener consecuencias fatales y an no estaba preparado
para morir. Contuvo esa ansia. Pudo or cmo sus atronadores latidos menguaban de
intensidad. Su respiracin se volvi ms regular. Aguard a ver qu haca su instructor.

Varedis se limit a mover la cabeza de lado a lado, como si hubiera visto cosas
como esta anteriormente y no le inquietaran.

158
Ha intentado matarte, dijo la voz de su cabeza. Y si no hubieras aprovechado mi
poder, lo habra logrado. Me debes la vida.

Vandel se dio cuenta de que eso era cierto. Sali del crculo y afirm:

La victoria es ma.

S, la victoria es tuya replic Varedis.

159
CAPTULO CATORCE
TRES MESES ANTES DE LA
CADA

E n su aposento, Illidan dio nueve pasos, se gir y dio otros nueve pasos en

direccin contraria. Ahora se senta ms calmado. Su encuentro con Akama haba


serenado su ira anterior en parte. El hecho de que el Tbido hubiera conspirado con
Maiev Shadowsong haba estado a punto de costarle la vida al lder de los Ashtongue.
De todos los elfos, tena que haberse aliado con Maiev! Aunque Illidan tendra que
haber castigado esa traicin con la muerte, todava necesitaba a Akama y su pueblo, por
lo que haba ideado otro castigo an mejor. Ese pensamiento le proporcion una
satisfaccin considerable. Se haba asegurado de que el Tbido nunca volviera a
traicionarlo. Y no solo eso, sino que tambin haba dado con la manera de lograr que
Akama le entregara a Maiev en bandeja de plata. Adems, todo encajaba en su plan para
lanzar un contraataque contra la Legin Ardiente. Ya nicamente le quedaba un
problema por resolver y estaba muy cerca de conseguirlo.

Illidan contempl el descomunal escritorio de roble. Sobre l yacan una serie de


mapas y cartas nuticas, sobre las que se hallaba la Calavera de Guldan. Los smbolos
inscritos en ellos con sangre de demonio estaban escritos con una notacin que l
mismo haba inventado y que solo l entenda por entero. Esas runas geomtricas
cartografiaban los flujos de energa entre los portales de Outland y sus puntos de
destino en ciertas zonas del Vaco Abisal.

Se frot la frente y se concentr. Estaba a punto de hacer un gran logro. Estaba


tan cerca que casi paladeaba el sabor del triunfo. Haba estado aos acumulando toda

160
esta informacin, saqueando bibliotecas y colecciones privadas de magos por todo
Outland. Haba visitado todos los lugares sealados en el mapa y haba empleado
hechicera geomntica para cartografiar los flujos de poder que se adentraban en el
Vaco Abisal.

Haba interrogado a miles de demonios, haba estado atento a las pistas que
haba podido dejar al respecto Magtheridon cuando hablaba, as como las que haban
podido dejar una docena de Nathrezim, a los que llamaban los Seores del Terror.
Haba utilizado conjuros para seguir el rastro de las energas de un millar de
invocaciones. Haba torturado y devorado a diablillos y subyugado a scubos. Haba
pasado muchos aos reuniendo pistas y, por fin, estaba listo.

Los recuerdos difusos de Guldan que haba adquirido cuando haba absorbido
el poder de la calavera del brujo orco le haba espoleado a llevar a cabo esas
investigaciones. Las visiones de Guldan le haban dado pistas sobre el camino a seguir
para hacer realidad sus sueos ms disparatados. Haba visto cosas que ningn otro
mortal haba visto, y esos recuerdos obsesionaban a Illidan.

La emocin lo embargaba. Por fin, tras tanto tiempo, vea un patrn. El viejo
brujo haba estado en lo cierto: exista un complejo entramado de energas. Una red que
se alimentaba de sus propias fuerzas, as como de las de la tierra y el aire que la
rodeaba; una red que mantena los portales abiertos, a pesar de que la realidad tena una
tendencia natural a cerrarlos; una red que mantena unos senderos abiertos que unan
decenas de mundos. No obstante, algunos de esos puentes estaban incompletos, pero
saba que deban llevar a alguna parte. Como saba qu clase de fuerzas participaban en
ese entramado, poda deducir sus puntos de destino final gracias a unos complejos
clculos astronmicos.

Por fin podra crear el sortilegio de adivinacin que podra hallar a travs de
esos portales lo que estaba buscando.

Pero tena que actuar pronto, antes de que se corriera la voz y alguno de los
Nathrezim dedujera qu era lo que estaba haciendo. Los Seores del Terror eran
terriblemente inteligentes, y si decidieran frustrar sus planes todos esos aos de
sacrificios y esfuerzos, todas esas dcadas de planes y maquinaciones habran sido en
vano.

Fatigado, pero cada vez ms emocionado, inscribi las slabas de ese gran
encantamiento. Cuando acab, dej la pluma sobre el pergamino, sintiendo una
tremenda satisfaccin. Nunca iba a estar ms preparado que ahora. Era hora de actuar.

161
***

Illidan se adentr an ms en esa gran cmara circular. En el suelo, inscrito con


sangre de demonios, elfos y draenei, centelleaba un duplicado de los smbolos que
podan verse en sus mapas, pero escritos a un tamao cien veces superior. Unas runas
brillantes se apiaban en el borde, dando forma a las cataratas de energa vil que fluan
hacia el interior de la estancia.

Camin por el borde, mascullando hechizos de defensa y proteccin. No quera


que ningn curioso fuera testigo de lo que estaba haciendo ah, ni que ninguna irrupcin
inesperada perturbara su concentracin. Pronunci una palabra mgica y, al instante,
todas las puertas se cerraron. La cmara qued tan sellada que, pasado un tiempo, el aire
se volvera venenoso por culpa de los elementos txicos que l mismo exhalaba al
respirar. Si permaneca sumido mentalmente durante demasiado tiempo en ese ritual,
ese lugar podra acabar siendo su tumba.

Cruz un espacio abierto que se abra en ese enorme conjunto de smbolos y lo


sigui hasta llegar a la parte central de la cmara. Lo hizo con sumo cuidado, para no
pisar ninguna de esas lneas, ya que eso podra tener consecuencias fatales.

En el centro exacto de la cmara despleg sus alas, alete una sola vez y flot en
el aire. Dobl las piernas para adoptar la posicin del loto e invoc esa magia que le
permitira permanecer flotando por encima del suelo. Pronunci otra palabra mgica y
los braseros colocados en cada punto cardinal se encendieron, desprendiendo as unas
sustancias aromticas. Unas nubes de humo alucingeno fluyeron por el aire. Unos
tentculos de incienso quemado reptaron por aquel conjunto de smbolos hasta llegar a
su nariz.

Inspir hondo tres veces y, con cada una de ellas, logr que esos vapores se le
adentraran an ms en los pulmones. Cerr la boca para mantener ese humo encerrado
ah, hasta que tuvo la sensacin de que ya haba absorbido hasta la ltima fraccin de
poder que posea.

Como era un experto en alquimia, pudo identificar los componentes individuales


de esos vapores. Huesos de guardia apocalptico machacados en un mortero
confeccionado con el esqueleto de un dragn, sangre en polvo de can manfago, esencia

162
destilada de hierba vil y un millar de elementos distintos ms; todos ellos escogidos
para activar ciertas zonas claves de la mente del hechicero y liberar su alma.

Se sinti arrastrado por unas ansias inmemoriales, que lo tentaron a baarse en


esas energas malignas. Sinti un cosquilleo. Se le pusieron los pelos de punta en la
cabeza. Not que se le hinchaba la lengua. El poder fluy hacia su interior. Era tanto,
tanto poder. Se senta como un dios, como si le bastara con desear que algo sucediera
para que ocurriera.

Retuvo esa energa por un momento; simplemente, dej que permaneciera en l,


mientras disfrutaba de la sensacin de hallarse al borde del cambio, de este ltimo
momento de calma, pues todo cambiara despus de esto.

Lenta y delicadamente, como si fuera a cortarle un ala a una mariposa con un


escalpelo, invoc las ltimas fases del sortilegio. Se sinti invadido por una sensacin
de levedad cuando su espritu se separ de su cuerpo. Contempl ese cascarn vaco,
que flotaba en el aire debajo de l. Por un instante, sinti vrtigo y una tremenda
punzada de miedo.

En esos momentos, su espritu era muy vulnerable. Si le suceda cualquier cosa


ah, morira. Un hilo plateado, tan fino que era casi invisible, lo una al caparazn que
se hallaba ah abajo. Si el hilo se rompa, su espritu vagara para siempre, sin poder
regresar a su cuerpo.

Not la ausencia de muchas cosas. No tena pulso. La sangre ya no le flua por


las venas. El aire ya no penetraba en sus pulmones. No senta el tirn de la gravedad,
como lo notaba en su forma de carne y hueso.

Desde que Sargeras le haba arrancado los ojos, cuando Illidan se haba unido
por primera vez a la Legin, haba sido capaz de ver el Vaco Abisal. Le haba llevado
siglos darse cuenta de que lo podra hacer con tal poder. Durante dcadas, unas
pesadillas espantosas haban quebrado su cordura y lo haban empujado a despertarse
gritando; ese haba sido uno de los peores tormentos que haba sufrido durante su largo
encarcelamiento.

Dudaba mucho que nadie ms hubiera sido capaz de soportar lo que l haba
tenido que soportar a la hora de dominar este poder y doblegarlo a su voluntad.
Cualquiera que no hubiera conseguido dominar el arte de la hechicera como lo haba
logrado l habra sido incapaz de realizar tal hazaa.

163
Pero todo eso haba sido necesario, pues, de esta manera, haba obtenido la
capacidad de enviar su alma al Vaco Abisal y a la Gran Oscuridad del Ms All, para
ver otros mundos, otros universos; haba podido conocer cules eran los aterradores
planes y metas de la Legin Ardiente. Ahora necesitaba expandir su conciencia ms all
de lo que haba hecho nunca, adentrarse an ms en ese abismo infinito en busca de su
objetivo definitivo.

El poder vil que canalizaba el gran conjunto de smbolos ruga a su alrededor.


Lo observ detenidamente, pues saba que era tanto un mapa como una llave que abrira
el camino que lo llevara adonde tena que ir.

Molde lentamente esos flujos de energa mgica, sin hallarse constreido por
los lmites fsicos habituales. El aire no tiraba de sus extremidades. Las palabras no
provocaban que le vibrara el diafragma. El poder se desplazaba perezosamente en
respuesta a su voluntad. Le daba forma, lo canalizaba a travs de los smbolos,
dirigindolo hacia la diminuta grieta que haba dejado en los conjuros de proteccin que
haba levantado. Como el agua cuando fluye por un barranco, el sortilegio atraves la
diminuta abertura, creando un agujero en el tejido de la realidad que daba a otro lugar.

Illidan centr la atencin en ese espacio. Si algo aguardaba al otro lado, podra
atacar en cuanto la fisura fuera lo bastante grande como para poder cruzarla. En ese
momento, el Traidor era muy vulnerable. No posea las mismas fuerzas que tena
cuando se hallaba anclado a su forma corprea. Esper, albergando la esperanza de que
no hubiera nada al otro lado. No poda permitirse el lujo de distraerse o de perder
tiempo y energas en caso de que tuviera que defenderse.

Pero no sucedi nada. Permiti que su espritu se dejara llevar por el flujo de
energa y atravesara esa abertura entre mundos para acabar en el Vaco Abisal, que
cobr forma violentamente a su alrededor.

Haba un millar de formas distintas de percibir aquel lugar. Cada viajero lo vea
de forma distinta, segn las circunstancias, su forma y su estado mental. Para l, era un
vaco negro sin aire en el que miles de millones de estrellas centelleaban. A su espalda y
debajo de l, brillaba el mundo del que haba venido. A travs del vaco serpenteaba la
energa que haba invocado, que lo guiaba hacia el infinito y representaba los flujos de
energa de los portales que la Legin Ardiente utilizaba para llegar a Outland.

Haciendo un gran ejercicio de voluntad, se dirigi sbitamente hacia ese rastro,


ms rpido que la luz, ms veloz que el pensamiento hasta que dio con el primer portal
puente. Descendi del Vaco Abisal y vol raudo y veloz sobre un mundo. Vio un

164
desierto donde antao haba habido campos, ciudades cementerio donde unos cuerpos
sin enterrar atestaban las calles. Una espeluznante energa verde centelleaba en unos
portales desvencijados. Entre las ruinas, los diablillos jugueteaban y proferan
obscenidades a gritos. Un par de ellos percibieron su presencia y echaron un vistazo a
su alrededor como si fueran miopes. En la lejana, un infernal se desplazaba
pesadamente, cuya piel estaba compuesta de llamas y cuyos miembros estaban hechos
de roca ardiente.

Fue de un lugar a otro a gran velocidad y no hall ni rastro de vida; lo nico que
alcanz a ver fue una inmensa destruccin. Pas junto a bnkeres donde los esqueletos
de unas criaturas ms pequeas que los elfos yacan junto a unas armas extraas que no
haban podido salvarlos. Rpido como una centella dej atrs unas corrodas armaduras
especulares y los restos quemados de unas mquinas de guerra.

La guerra haba arrasado aquel paisaje; haba arrancado las cimas a las colinas y
haba transformado unas llanuras frtiles en unas grandes extensiones de cristal. Los
fantasmas dementes de una gente pesarosa y vencida entonaban canciones de derrota y
desesperacin. No haba ningn ser vivo ah, salvo unos pocos demonios que haban
quedado varados cuando la Legin Ardiente haba decidido marchar a otros mundos
para proseguir su conquista, o que se haban quedado para vigilar las estaciones de
trnsito de la Legin.

En esas montaas se haban tallado unas figuras que recordaban a los Seores
del Terror. Un foso de huesos rodeaba el cadver de una ciudad del tamao de una
nacin. Un gigantesco esqueleto se alz de un osario marino y se abri camino con sus
garras por una montaa de costillas, crneos y fmures, hasta que la chispa de la energa
nigromntica que lo impulsaba a moverse se desvaneci y cay de nuevo sobre esa
masa de la que haba emergido.

Sigui el rastro de su hechizo, atraves otro portal y emergi en un mundo


distinto. En su da, el mar haba cubierto su superficie, pero ahora ese ocano era tan
rojo como la sangre y estaba repleto de unos venenos que haban matado a sus
habitantes, los cuales eran del tamao de las ballenas. Unas balsas colosales hechas con
algas muertas se pudran en la superficie. Enredados entre ellas, haba cadveres de
sirenas y tritones. Los cadveres de unas criaturas del tamao de una ciudad se
descomponan en el lecho ocenico rodeados de los esqueletos de unos ejrcitos
acuticos que en su da los haban protegido. Ah no quedaba nada vivo, ni siquiera la
partcula de plancton ms pequea. El mismo aire se estaba volviendo venenoso, pues
no haba plantas que pudieran purificarlo y mantenerlo vivo. Cruz otro portal.

165
Se trataba de un mundo repleto de desiertos y fuego. Aqu y all se top con los
huesos de los miembros de unas tribus nmadas y sus bestias de carga. Los pozos de
todos los oasis estaban emponzoados. El sol brillaba con intensidad sobre un paisaje
vaco de dunas cambiantes, que nicamente cobraba vida gracias al viento. A veces las
dunas se desmoronaban y dejaban a la vista los esqueletos de unos grandes gusanos
provistos con armaduras o las ruinas de unos rascacielos de metal destrozados por la
lluvia cida.

Su espritu continu viajando a gran velocidad, dejando atrs un mundo muerto


tras otro; unos monumentos que representaban la malicia eterna de la Legin Ardiente.
Haba ruinas por doquier. Ese sera el destino de Azeroth y Outland y de los escasos
mundos que todava conservaban la vida en cuanto la Legin Ardiente atacara. Aunque
busc algn rastro de vida, no hall ninguno; ni siquiera una cucaracha ni una rata. El
ejrcito de Sargeras haba tenido como meta erradicar toda vida de aquellos lugares y
haba logrado su objetivo.

A pesar de que a Illidan no le sorprenda lo que estaba viendo, segua


sintindose espantado ante esa violencia monstruosa sin sentido, ante ese odio a todo lo
vivo, ante esas ansias de asesinar un mundo tras otro. A lo largo de toda su existencia,
siempre haba sido un luchador y, aunque haba peleado y matado y odiado, todava era
incapaz de imaginar qu era lo que impulsaba a la Legin Ardiente a hacer algo as.

Aqu y all daba con encrucijadas donde los caminos divergan y los senderos
de conquista avanzaban siguiendo mltiples rutas que llevaban a mltiples mundos. En
todo momento, el conjuro lo guiaba y su espritu recorra una infinidad de mundos,
buscando, buscando, buscando...

Haba perdido la nocin del tiempo. No tena ni idea de si haban pasado solo
cien segundos o cien aos en el mundo donde lo aguardaba su cuerpo. Tal vez ya
estuviera muerto y su espritu se hallara condenado a vagar por esos pramos infinitos,
como un testigo espectral del funesto destino que haban sufrido innumerables mundos.

Atraves otro portal, desesperado, desesperanzado, seguro de que se haba


equivocado al hacer los clculos. Este lugar era extrao; un conjunto de rocas imbuidas
de una poderosa magia que flotaban en el vacuo infinito del Vaco Abisal. Un sol
diminuto trazaba una rbita completa alrededor de l cada pocos minutos. Decenas de
relucientes lunas en miniatura seguan al astro rey. Unos fragmentos de rocas flotaban
en el aire; el poder de la magia las mantena en el aire. Unas energas muy potentes
impregnaban ese lugar y se encontraban enterradas en la misma esencia de ese mundo,

166
pero eso no era lo nico que haba ah; en la lejana, entre las rocas, percibi la
presencia de unos demonios muy peculiares: los Nathrezim.

Acaso era posible que, al fin, hubiera dado con lo que buscaba? Con Nathreza,
el hogar de los Seores del Terror?

***

Sin lugar a dudas, ah haba centenares de Seores del Terror y miles de sus
siervos. Avanz con suma cautela; Los Nathrezim eran unas criaturas muy poderosas,
con una capacidad sin parangn para utilizar la magia. No tendran ninguna dificultad
para detectar su forma espiritual, por lo cual tena que ser muy, pero que muy
cuidadoso. Incluso ahora, Illidan crey que algo lo estaba observando. Se qued
paralizado. Pero no ocurri nada. Los Seores del Terror no reaccionaron ante su
presencia. Tal vez no fuera nada; simplemente, se estaba imaginando cosas por el
tremendo cansancio.

Como careca de cuerpo, no poda sentir ninguna de las reacciones fsicas que
llevaba aparejada la emocin. No se le aceler el corazn. No not la boca pastosa. Sin
embargo, s sinti una glida sensacin de triunfo. Lo haba hallado. Se encontraba en
ese lugar que siempre haba sospechado que exista.

No lances las campanas al vuelo, se aconsej a s mismo. Eso an no lo sabes a


ciencia cierta. Debes confirmarlo. Se acerc ms a los Seores del Terror, dejndose
guiar por la configuracin del terreno y los patrones que conformaban las rocas, a la vez
que confeccionaba hechizos de ocultamiento y distraccin que lo envolvan. Si bien su
espritu era fuerte, no lo era tanto como cuando ocupaba su cuerpo, y ah haba seres
que podran poner punto y final a su existencia si lo divisaban.

Busc cualquier clase de conjuro que pudiera alertar a los habitantes de ese
mundo de su presencia. Una ciudad de torres de basalto, iluminada por el resplandor
verde de unos faroles viles se hallaba ante l. En los laterales de los edificios se
elevaban unos discos de basalto. Unos descomunales Seores del Terror aleteaban por
el cielo. Resultaba extrao ver a todos esos seres conscientes tras haber atravesado
tantos mundos muertos.

167
Vio los palacios en los que los Nathrezim planeaban destruir mundos y
esclavizar civilizaciones enteras, en los que el fin de toda la existencia era urdido por
unos seres que haban jurado servir a Sargeras. Esos siervos manejaban unas extraas
mquinas que llevaban a cabo unas tareas inescrutables. En la parte central de todo
aquello se alzaba una gigantesca torre sin ventanas, en medio de una red de flujos de
energa. Unas torvas runas verdes iluminaban sus laterales. Legiones de siervos iban y
venan de ella. No caba duda de que haba dado con lo que buscaba. Las visiones de
Guldan no haban mentido.

Con sumo cuidado, realiz una serie clculos sobre la posicin y la disposicin
de los portales que lo haban trado hasta ese lugar y estudi la relevancia astrolgica de
las estrellas que brillaban en aquel cielo. Despus, cuando estuvo seguro de que haba
memorizado toda la informacin que haba venido a buscar, dio por concluido el
sortilegio que le permita caminar con su forma astral. El hilo plateado se tens y lo
llev de vuelta a su cuerpo a una velocidad inimaginable.

Una vez ms, se vio aprisionado en una forma de carne y hueso. El aire volva a
retumbar atronadoramente en sus pulmones. Se estir y goz de nuevo de la sensacin
de que los msculos cumplieran sus rdenes. Respir hondo e identific los diversos
aromas que flotaban en el aire. Una sonrisa cobr forma fugazmente en su rostro.

Ahora iba a llevar la guerra a la Legin Ardiente. Ahora iba a ajustar cuentas
con sus enemigos. Con todos ellos.

168
CAPTULO QUINCE
TRES MESES ANTES DE LA
CADA

M aiev se agach y esquiv el golpe del ogro; acto seguido, lo abri en

canal con el arco de vuelta que traz con su arma. La criatura se rio entre dientes de un
modo muy idiota mientras se aferraba los intestinos con una mano colosal, para intentar
mantenerlos en su sitio. Con la mano libre, volvi a arremeter con su descomunal
garrote. La celadora evit de un salto esa arma del tamao del tronco de un rbol. En
ciertas ocasiones llegaba a pensar que era cierto eso que se comentaba sobre los ogros:
que esas criaturas no sentan dolor.

Anyndra se apart de la trayectoria del garrote, pero se tropez con una raz y
cay a esas turbias aguas. Sarius gru. Emergi de entre las sombras con su forma
felina y se abalanz sobre la espalda del ogro. Lo ara con las garras y de las heridas
brot sangre. Maiev concentr todo su poder y se teletransport. Dirigi su golpe a la
yugular y la sangre man a raudales. Esta vez, el ogro cay. Anyndra se apart rodando,
para evitar que el cadver le cayera encima, y se puso en pie. Tena el pelo empapado y
lleno de algas descoloridas y su tnica era ahora del color marrn del barro.

Maiev recorri con la mirada todo cuanto la rodeaba. Sus tropas estaban
acabando con los ogros. Era incapaz de imaginarse por qu razn estpida esos enormes
brutos los haban emboscado. A lo largo de los ltimos meses, los ogros se haban ido
mostrando cada vez ms agresivos con los viajeros que recorran los caminos que
cruzaban la Marisma de Zangar. Daba la impresin de que haban forjado una alianza
con los nagas de Vashj. Fueran cuales fuesen las mquinas de hechizos que la gente

169
serpiente estaba construyendo, lo cierto era que casi las haban terminado. A pesar de
que Maiev haba intentado sabotearlas, haba fracasado en el empeo. Lo nico que
haba conseguido era liberar a algunos de los esclavos Tbidos, a quienes no podra
utilizar como reclutas para su destacamento por falta de aptitudes.

Cont las bajas. Los cadveres de dos draenei yacan en el agua, con la cabeza
sumergida de tal modo que saba que nunca iban a salir de ah. Sarius ya estaba curando
a los heridos. Not una oleada de poder drudico cuando este san el hueso de un brazo
que el ogro haba fracturado con su garrote.

Anyndra neg con la cabeza, de tal manera que unas gotitas le cayeron del pelo
y fueron a aterrizar sobre esas aguas tan sucias. Maiev se sec el sudor de la frente y, a
continuacin, aplast con suma rapidez a uno de los enormes insectos que haba
aterrizado en el dorso de una de sus manos. Su cuerpo repleto de sangre revent,
dejndole una mancha carmes en la mano. Por Elune, haba veces en que odiaba ms a
esos monstruitos que a aquellos que utilizaban la magia de un modo tan indigno.

Creo que ya han aprendido la leccin de que no deben volver a atacamos


asever Anyndra, quien observ con detenimiento el cuerpo del ogro cado.

Deba de pesar como diez elfos, a pesar de que solo era cinco veces ms alto.
Era tan ancho que casi daba la sensacin de ser un tanto chaparro, y una gruesa capa de
grasa cubra esos msculos tan desarrollados. El rojo y el marrn se entremezclaban en
el agua a su alrededor. Un insecto capaz de caminar sobre el agua se haba manchado
las patas con esa sustancia roja. De repente, un pez grande emergi a la superficie y lo
engull de un solo trago.

Son lo suficientemente estpidos como para aprender esa leccin replic


Maiev, la cual se agach y se lav las manos en el agua. Aunque no se las pudo limpiar
del todo, al menos logr quitarse la sangre de encima. Da igual a cuntos matemos,
seguirn insistiendo en luchar.

Qu crees que traman los nagas? pregunt Anyndra.

Maiev hizo un gesto de negacin con la cabeza. Su teniente insista en


interrogarla, como si creyera que la celadora tena respuestas para todo.

No lo s. Pero si Illidan quiere que hagan algo, debemos aseguramos de que


no lo hagan.

170
Anyndra mir hacia otro lado, como si esa respuesta la hubiera decepcionado.
Ojal Maiev hubiera tenido una mejor. Ojal pudiera dar con la manera de llevar la
guerra a Illidan, pero el Traidor no se haba movido de su fortaleza en las semanas que
haban transcurrido desde que Akama la haba informado de la desaparicin de
Kaelthas. Sin ningn gnero de dudas, Illidan se senta muy vulnerable ahora que no
contaba con la ayuda del prncipe elfo de sangre para combatir a la Legin Ardiente; no
obstante, la ausencia de Kaelthas tampoco haba ayudado a que la celadora lograra sus
objetivos.

Apart ese pensamiento de su mente, pues dejarse llevar por la desesperacin


era muy fcil. Hallara la manera de que todo el peso de la justicia cayera sobre Illidan.
Solo tena que seguir intentndolo y la solucin se presentara por s sola. Como era una
elfa de la noche, estaba acostumbrada a pensar que tena todo el tiempo del mundo a su
disposicin. Aunque, claro, desde que Nordrassil, el rbol del Mundo, haba sido
arrasado y, por tanto, los elfos de la noche ya no eran inmortales, eso ya no era cierto,
pero resulta difcil abandonar los viejos hbitos.

Not un cosquilleo en el costado derecho y, a rengln seguido, se intern en una


zona envuelta en sombras. Sac de la bolsa la piedra que le haba dado Akama y
concentr sus pensamientos en ella. La imagen del lder de los Ashtongue cobr forma
en su mente. El Tbido pareca estar ms viejo y arrugado que nunca. Sus ojos eran dos
diminutos agujeros. Unos surcos muy profundos le recorran la cara, unos que no haban
estado ah antes.

Qu ocurre? inquiri Maiev, ya que saba que nadie podra orla.

Debemos reunimos en el Puerto Orebor. Los acontecimientos se han


precipitado. Ha llegado el momento de llevar a cabo nuestra venganza.

Akama pareca cansado y lnguido. Haba una cierta fragilidad en su voz que no
recordaba haber odo jams. Tal vez algo est dificultando que el hechizo opere como
debe, se dijo a s misma. Tal vez todo fuera cosa de su imaginacin.

Qu? Cmo?

Renete conmigo donde quedamos la primera vez. Tengo mucho que contarte
y es mejor que estemos preparados para actuar de inmediato. Cercirate de que tu gente
est lista para luchar.

Qu est pasando?

171
No tengo tiempo para explicrtelo. Debo irme ya. Renete conmigo y estate
preparada.

El contacto se rompi de un modo abrupto. Maiev se pregunt qu poda estar


sucediendo. Acaso el momento que tanto haba estado esperando haba llegado?

Guard la piedra y volvi a una zona iluminada.

Monten orden. Nos vamos al Puerto Orebor.

Algunas tropas grueron quejosamente, ya que esperaban poder descansar tras


la batalla. Pero la premura con que Akama deseaba reunirse con su lder les iba a privar
de ese descanso. Tener la oportunidad de capturar al Traidor por fin era mucho ms
importante que cualquier bien que pudieran obrar al destruir las mquinas de hechizos
de los nagas, por mucho que lo desearan.

Cabalguemos dijo Maiev.

Sus seguidores montaron en sus sillas de un salto. Abandonaron ah tos


cadveres de sus enemigos, para que los moradores de la gran marisma pudieran darse
un banquete con ellos.

Maiev caminaba de un lado a otro dentro de la choza donde sola reunirse con
Akama en el Puerto Orebor. Sus tropas la observaban atentamente, ya que haban
aprendido a proceder con cautela cuando la celadora se hallaba de tan mal humor.
Dnde se haba metido ese maldito Tbido? Le haba dicho que deban verse
urgentemente, pero ni siquiera se haba molestado en aparecer.

Dej los brazos muertos y alis la costura de su tabardo. Con esa actitud se
estaba mostrando muy impaciente delante de las tropas, las cuales la consideraban su
lder. Aminor el paso, se mostr ms mesurada y se sumi en sus pensamientos.

Llegar tarde no era algo propio de Akama. El Tbido nunca haba faltado a una
reunin. Normalmente, sola llegar pronto. Esperaba que no le hubiera ocurrido nada,
puesto que eso significara que si el Traidor lo hubiera matado por haberlo traicionado,
habra perdido a un espa muy bien posicionado.

Pero eso nunca sucedera. Akama haba eludido la vigilancia de Illidan durante
aos, y eso quera decir que tena una gran capacidad para ocultar cosas. Haba
conseguido engaar incluso a Illidan. Lo nico que tena que hacer era seguir
hacindolo un poco ms.

172
Cavil sobre lo extrao que era todo aquello. Su aliado ms valioso de Outland
era una aberracin mutante que serva a su mayor enemigo. No obstante, haba
demostrado ser ms fiable que cualquiera de los supuestos lderes de las fuerzas de la
Luz. Aunque se dijo a s misma que debera tener ms fe en l, era incapaz de hacer
algo as, puesto que no le resultaba nada fcil mantenerse al margen, dejar el control de
la situacin a otro.

El aire brill y un portal se abri. Se not una corriente repentina de aire fro
que se impuso sobre el aire caliente y hmedo de la Marisma de Zangar. Akama lo
atraves. Tena los hombros encorvados y estaba cabizbajo. Arrastraba los pies ms de
lo habitual.

Saludos dijo. Traigo una noticia importante.

El Tbido alz la vista y la celadora pudo ver que pareca tener los ojos
hundidos; adems, el fulgor de estos haba menguado.

Esperemos que esta nos acerque ms a la victoria que tus anteriores


informaciones. El prncipe Kaelthas quiz sea un desertor, pero eso no nos ha servido
de nada.

Akama se acerc trastabillando a una mesa y se sirvi una copa de vino. Daba la
impresin de que haba envejecido tremendamente desde la ltima vez que se haban
visto. Al dejar la jarra sobre la mesa, le temblaba la mano.

Por tu aspecto, uno dira que has tenido das mejores.

Akama se encogi de hombros y extendi ambos brazos.

El Traidor me ha obligado a hacer magia da y noche desde la ltima vez que


hablamos. Eso me ha dejado agotado. Sus maquinaciones se acercan a su punto
culminante. Y creo que ya s qu es lo que trama.

Cuntamelo!

Dame un momento replic el Tbido, el cual sac un pequeo frasco que


contena un elixir mgico que verti en el vino. Se acerc esa mezcla a los labios y la
engull de un solo trago. Unos latidos despus, se encontraba ms erguido y el
cansancio lo haba abandonado.

173
Maiev entorn los ojos de manera suspicaz. Nunca lo haba visto as. Nunca
hubiera sospechado que necesitaba tomar estimulantes antinaturales para conservar las
fuerzas.

Ests bien?

Akama movi la cabeza hacia abajo y arriba lentamente. A pesar de que daba la
sensacin de que quera tranquilizarla, pareca incapaz de hacerlo. Segua movindose
con lentitud, como si sintiera dolor al hacerlo. Por su aspecto, caba deducir que estaba
muy enfermo. Tal vez la tensin que conllevaba llevar tanto tiempo haciendo de espa le
haba pasado factura a su salud.

El Traidor por fin ha revelado cul va a ser su jugada. Planea abrir un nuevo
portal.

No puedes ser ms concreto?

Solo he odo rumores que circulan alrededor del templo. Me las he ingeniado
para poder echar un vistazo a su sanctasanctrum en una ocasin y he hallado pistas que
indican que planea llevar a cabo un ritual muy poderoso.

La decepcin ti el tono de voz de Maiev.

Nada de eso nos sirve de mucho. Mientras permanezca en el Templo Oscuro,


no podremos hacer nada. Est muy bien protegido.

En ese instante, Akama sonri. Era como ver una fra luna emerger tras unas
nubes oscuras. Sus ojos centellearon de un modo extrao.

Para realizar este ritual, va a tener que salir del templo.

Qu quieres decir?

Lo nico que s es que ese portal solo puede abrirse en un momento y un


lugar muy concretos. Y ese lugar no se halla en el interior del Templo de Karabor.

Cmo puedes estar tan seguro de eso?

Pude echar una ojeada a los pergaminos que tena. Algunos de ellos eran
mapas.

174
Eso era realmente posible?, se pregunt Maiev. Al fin estaba a punto de tener
esa oportunidad que tanto haba estado esperando?

Mapas de dnde?

De la Mano de Guldan.

El volcn del Valle Sombraluna? Por qu quiere ir ah?

Porque es una ubicacin donde se concentra un enorme poder.

Guldan rompi ah el vnculo del pueblo orco con los espritus elementales.

Illidan estar muy bien protegido seal Maiev.

Una vez ms, Akama sonri de un modo extrao y glido. El tbido neg con la
cabeza.

Todos los indicios apuntan a que planea viajar hasta ah en secreto. Est
reuniendo suministros solo para unas pocas tropas.

Y eso cmo lo sabes?

Una de las ventajas de ser un Tbido es que casi todos los esclavos y siervos
del templo hablan mi idioma, pues son miembros de mi Pueblo. Pocos se fijan en los
humildes Tbidos, pero vemos muchas cosas. Pasan muy pocas cosas ah dentro sobre
las que no sepa algo.

As que crees que planea realizar ese ritual en secreto.

Me ha comentado que tiene que hacer un viaje en los prximos das del que
nadie debe saber nada.

Y por qu te ha comentado algo al respecto? inquiri una sbitamente


suspicaz Maiev.

Desde que el prncipe de los elfos de sangre se esfum, Illidan ha ido


depositando su confianza cada vez ms en m. Necesita que alguien se encargue del
templo mientras est fuera, y como los miembros del Consejo Illidari son todos elfos de
sangre y cree que yo carezco de ambicin como para conspirar a sus espaldas...

Las palabras de Akama dejaban traslucir cierta amargura.

175
Entonces se marcha, de eso no hay duda asever Maiev.

Nunca lo he visto as. Lo embarga la emocin. Es como si el plan que lleva


urdiendo tanto tiempo fuera a fructificar al fin. Albergo serias sospechas de que eso
tiene algo que ver con todos esos elfos a los que ha estado adiestrando.

A Maiev le pic la curiosidad. Haca tiempo que se preguntaba para qu haba


creado a esos guerreros demonacos tatuados.

Lo van a acompaar?

Akama hizo un gesto de negacin con la cabeza.

Se les ha dicho a sus lderes que estn preparados para entrar en accin de
inmediato. Creo que recibirn la orden de actuar si el ritual se completa con xito. Si
eso no sucede, no creo que quiera que salgan del templo, puesto que eso supondra
correr un gran riesgo.

Tanta estima les tiene?

Son la nia de sus ojos. Pasa ms tiempo con ellos que haciendo planes para
defender su imperio. Es desconcertante. Son muy importantes para l, pero no s an
por qu. Aunque creo que ese misterio se revelar a lo largo de los prximos das.

Quin lo acompaar en el ritual?

He examinado las listas de tumos. Casi todos los das abandonan el templo
pequeos grupos de hechiceros. Todos ellos son magos de un poder considerable y
todos ellos estn muy versados en magia ritual.

Pretende congregarlos a todos en la Mano de Guldan?

Es la nica posibilidad que tiene sentido.

Y crees que est haciendo todo esto en secreto porque...?

Porque le preocupan los espas, y tiene razones para ello.

Akama sonri abierta y amargamente.

Cuntos hechiceros han enviado ya para all y cuntos ms van a enviar?

176
Habr trece grupos de trece miembros reunidos en las laderas del volcn. Ese
nmero tiene una importancia mstica. Est relacionado con el nmero de nodos que
tiene el patrn mstico que intentar configurar.

Aunque se trate de un destacamento pequeo, tal nmero de magos podra


constituir una amenaza a tener en cuenta.

No si estn muy concentrados en un complejo ritual mgico cuando se lance


el ataque.

Un silencio sepulcral rein tras esas palabras de Akama. Al fin haba llegado el
momento. Era ahora o nunca. Nunca iba a tener una oportunidad mejor de atacar al
Traidor, si lo que estaba contando el Tbido era cierto.

Ests seguro de todo esto? pregunt Maiev.

Tan seguro como puedo estarlo, dadas las circunstancias. Creo que el Traidor
estar en las laderas de la Mano de Guldan y que esos hechiceros se hallarn con l en
ese lugar, donde pretende llevar a cabo un poderoso ritual y abrir un portal a otro sitio.
Tal vez piense que podr escapar a la venganza de la Legin Ardiente si abre un camino
a otro mundo donde los demonios todava no hayan establecido una cabeza de puente.

No.

Esa palabra se le escap a Maiev sin que pudiera hacer nada por evitarlo. No
poda permitir que el Traidor se le escapara de nuevo; adems, era muy propio de l
dejar a los defensores de la fortaleza abandonados a su suerte, para que sufrieran las
consecuencias cuando los sirvientes de Sargeras llegaran; no obstante, eso segua sin
explicar qu era lo que pretenda hacer con los elfos a los que haba adiestrado.

Si me permites el atrevimiento dijo Akama, yo te aconsejara llevar a tu


destacamento hasta las laderas del volcn para investigar. Si me equivoco, no habrs
perdido nada. Si estoy en lo cierto, tendrs la mejor oportunidad que jams has tenido
de capturar a tu gran enemigo.

Y t qu? Dnde estars?

Estar contigo. Quiero estar ah cuando derrotes al Traidor.

Llevar a los mos. Te ayudaremos.

177
Maiev se call por un solo latido.

Akama...

S?

He sido muy crtica contigo y tu pueblo en el pasado y tambin he albergado


ciertas sospechas sobre cules son tus verdaderas motivaciones, pero en este da has
demostrado que no terna ninguna razn para pensar as. Juntos venceremos a Illidan.

Akama inspir aire ruidosamente y no apart la mirada de los ojos de la


celadora.

Rezo para que ests en lo cierto.

Le dir a mi gente que se prepare dijo Maiev. Debemos ir muy lejos y


tenemos muy poco tiempo para llegar hasta ah.

Les abrir un camino y luego regresar al templo para preparar a mi pueblo.


Ha llegado el momento de vengamos.

Maiev neg con la cabeza.

Ha llegado el momento de que el peso de la justicia caiga sobre el Traidor.

Puedes verlo como quieras, pero lo cierto es que se nos ha presentado la


oportunidad de lograr nuestro objetivo. Derroquemos a Illidan. Liberemos a Outland de
su maldad. Que el Templo de Karabor sea devuelto a mi gente.

As ser replic Maiev.

178
CAPTULO DIECISIS
TRES MESES ANTES DE LA
CADA

E l resplandor espeluznante de la Mano de Guldan lo envolva todo. La

montaa se estremeca como un perro azotado mientras los temblores de un terremoto


an no nacido le revolvan las entraas. La lava verde escupa gigantescas columnas de
humo en esos lagos de piedra fundida, que resultaban visibles en las laderas inferiores.
Alrededor de todo aquello se extenda un enorme entramado de poder mgico.

Maiev pens que esos temblores previos que anunciaban una erupcin volcnica
estaban relacionados con el sortilegio que se estaba confeccionando. No albergaba en
absoluto ninguna duda de que Akama estaba en lo cierto: un ritual de inmenso poder se
estaba realizando en ese lugar. No se poda dudar de que la hechicera que se llevaba a
cabo era de una magnitud sobrecogedora.

Una lluvia de relucientes meteoros verdes dej una estela en el cielo. Era un
presagio ominoso, pero no saba qu profetizaba.

Su gente, los elfos de la noche al menos, eran unas sombras entre esas sombras.
Se desplazaban de una roca a otra, tan silenciosos como unos asesinos se acercaran al
dormitorio de un rey de noche. Los draenei y los Tbidos no se movan con el mismo
sigilo, pues eran demasiado grandes, torpes y fuertes.

Akama pareca estar alerta e intranquilo, lo cual era normal. Para alguien tan
sensible al estado emocional de ese mundo, los estremecimientos de esa montaa
deban de resultar muy perturbadores. Ella misma se senta terriblemente perturbada por

179
la magia que se estaba utilizando en ese lugar. Decenas y decenas de soldados
Ashtongue se encontraban escondidos en la ladera de una montaa cercana. Akama
haba venido acompaado de una numerosa escolta.

Todo era tal y como Akama haba predicho. Haba grupos de trece hechiceros
organizados en crculos que estaban confeccionando ese gran encantamiento. Algunos
de ellos eran elfos de sangre. Otros eran nagas. Todos eran unos magi muy poderosos.
Unas lneas de poder mgico danzaban entre ellos, unindolos a todos. Entonaban
cnticos y hacan gestos, y algo responda a su invocacin. Unos cuantos Illidari
ataviados con tnicas los rodeaban. Tal vez fueran escoltas o sirvientes, pero eran
menos en nmero que los hechiceros.

Los diversos grupos se hallaban desperdigados por la montaa. Cada uno de


ellos representaba una punta de ese gran patrn, un foco de esa energa que se diriga
directamente hacia el altar central. Al contemplar todo aquello, una sonrisa triunfal
cobr forma fugazmente en los labios de Maiev. El mismo Traidor se encontraba ah,
dirigiendo las operaciones, de pie de un modo arrogante en el foco central.
Confeccionaba ese gran conjuro como el maestro de la magia que era, moldendolo
hasta conformar un turbulento vrtice de poder.

La celadora cavil acerca de la magnitud del portal que se estaba abriendo.


Tanta energa y toda ella centrada en un solo lugar. O bien Illidan pretenda invocar a
un poder realmente abrumador o bien con ese portal intentaba tender un puente para
salvar una distancia inimaginable.

Pero eso no importaba, pues no iba a tener la oportunidad de completar el


hechizo. A esas alturas, el resto de los pelotones de la celadora ya deberan estar en
posicin. Sarius y su grupo estaban en su sitio, preparados para matar a los hechiceros
situados ms cerca de Illidan.

Despus de eso, se hara justicia con todas las vctimas del Traidor. Y Maiev la
impartira con su propia hoja afilada. Recorri el filo del arma con un dedo y se
estremeci al imaginrselo.

Mir a Akama una vez ms. El Tbido se relami los labios y asinti. l saba
tan bien como ella que haba llegado el momento. La celadora alz una mano
enguantada con una armadura y dio la seal de atacar.

180
***

Se oy un grito en la lejana. Una figura que se asemejaba a una pantera emergi


de las sombras y se abalanz sobre la garganta de un mago elfo de sangre. El sindorei
chill y cay. Los dems hechiceros apenas se percataron de este hecho, ya que se
hallaban demasiado centrados en los conjuros que estaban confeccionando.

Maiev haba escogido el momento de atacar de un modo perfecto. Incluso dio la


impresin de que el Traidor no repar en su presencia por un instante. Los seguidores
draenei y Tbidos de la celadora emergieron de entre las rocas y cargaron pendiente
abajo, blandiendo sus armas, invocando unos hechizos muy poderosos de defensa y
ataque.

Lograron sorprender con la guardia baja a unos cuantos Illidari que rodeaban a
los grupos de hechiceros. Algunos consiguieron desenvainar sus armas y agruparse en
pequeas unidades, espalda contra espalda. Maiev respetaba esa muestra de valor, a
pesar de que despreciara la causa por la que luchaban.

Pero su coraje no iba a marcar ninguna diferencia, pues las tropas de Maiev los
superaban en nmero. Ni siquiera necesitaba contar con los seguidores de Akama; los
Ashtongue carecan de las habilidades para el combate de la gente de la celadora, puesto
que no llevaban aos librando una guerra de guerrillas en los pranlos de Outland como
esas tropas.

Maiev us su poder para desaparecer de donde se encontraba y reaparecer detrs


de una hechicera naga. Degoll a la criatura con el afilado filo de su arma antes de que
pudiera reaccionar. Tras dar un rpido paso, tuvo al alcance a otro mago. Le cercen el
brazo a ese elfo de sangre con un veloz golpe.

El aire se estremeci. El pulso de la magia se detuvo de un modo fugaz. Los


dems magi redoblaron sus esfuerzos. Si mataban a muchos de ellos, era posible que el
conjuro se descontrolara y que las consecuencias fueran catastrficas al desatarse tanta
energa mgica.

Pero eso a Maiev no le importaba. No consideraba que perder la vida fuera un


precio demasiado alto a pagar si el encantamiento destrua a Illidan. Aunque, claro,
caba la posibilidad de que pudiera escapar. Era una serpiente muy escurridiza y su

181
talento para ser capaz de sobrevivir a cualquier cosa solo era comparable a su habilidad
para obrar traicioneramente.

Tena que asegurarse de que no escapaba. Solo si lo mataba con su arma estara
totalmente segura de que haba logrado su objetivo.

El altar se encontraba ah delante y daba la sensacin de que, al fin, el Traidor


estaba prestando atencin al ataque, al mismo tiempo que giraba sin parar las gujas de
guerra que empuaba y miraba a su alrededor para comprobar por dnde haba sido
lanzado el asalto.

Maiev corri hacia l, con la esperanza de acercarse lo suficiente como para


poder teletransportarse a su espalda para atacarlo por detrs.

Illidan gir la cabeza y mir directamente hacia ella. Alz las gujas de guerra al
mismo tiempo que invocaba una poderosa magia. El hechizo que confeccion no tena
nada que ver con el ritual que se estaba realizando en aquel lugar.

Una seal mgica brill.

Maiev not que, sbitamente, se abran varios portales a su alrededor. Unos


agujeros se abrieron en el entramado de la realidad. Al instante, unas nubes de niebla
emergieron de ellos en varias oleadas, por culpa de las diferencias de temperatura y de
presin atmosfrica entre el lugar de origen y el lugar de destino.

Cientos y cientos de nagas salieron reptando de ellos, junto a varias compaas


de orcos viles. Esos portales aparecieron entre los diversos grupos de magos. En
algunos lugares, los combatientes que salan de ellos chocaron con los soldados de
Maiev.

La celadora se dio cuenta de que tenan que obligar a las fuerzas de Illidan a
retroceder hasta el interior de esos portales antes de que los superaran en nmero. Como
las entradas no eran enormes, bastara con un pequeo nmero de tropas para taponar
las salidas.

Maiev vocifer la orden a sus soldados de que deban atacar a los Illidari que
emergan de esos agujeros. Pero eso solo era un parche, puesto que, tarde o temprano, el
enemigo se impondra por mera superioridad numrica. No obstante, eso no era lo que
buscaba. Lo nico que tenan que hacer era ganar tiempo para que ella pudiera alcanzar
a Illidan y poner punto y final a su malvola trayectoria para siempre.

182
Mientras sus tropas reaccionaban, se dio cuenta de que el Traidor haba tenido
en cuenta esa estrategia. Haba demasiados portales como para que el pequeo
destacamento de la celadora pudiera cerrarlos todos. Grupos de Illidari emergan por los
flancos esa turbamulta.

Intent dar alcance al Traidor a base de grandes zancadas, decidida, cuando


menos, a vengarse. Como si supiera qu estaba pensando y quisiera burlarse de ella,
Illidan extendi las alas y se elev hacia el cielo de un salto.

Maiev percibi que se estaban confeccionando ms hechizos y ech un vistazo a


su alrededor. En medio de un grupo de poderosos hechiceros nagas, se hallaba lady
Vashj. La lder de la gente serpiente de los Illidari la atac violentamente con unos
conjuros muy potentes. Las tropas de la celadora cayeron como si les hubieran dado la
puntilla.

Maiev palade el amargo dolor de la derrota.

Un descomunal orco vil se plant de un salto delante de ella y traz un arco


descendente con su monstruosa hacha. La celadora se agach para evitar el golpe, rod
hacia delante y le cort los tendones de las piernas con su media luna umbra.

Una falange de guerreros orcos viles cargaron contra ella. Se tens para saltar,
pero entonces una descarga de puro fro la recorri por entero, obligndola a detenerse.
Lady Vashj le haba lanzado un encantamiento que la haba alcanzado de pleno. Los
orcos viles se acercaron corriendo y aullando de un modo demencial. Aunque Maiev
intent moverse, sus msculos congelados se negaron a responder. Iba a morir e Illidan
iba a seguir campando a sus anchas.

Los orcos viles cubrieron esa distancia con una velocidad aterradora. A una de
esas colosales criaturas de piel roja se le cay la baba mientras alzaba un hacha con
intencin de decapitarla. Maiev se neg a cerrar los ojos. De repente, una flecha surgi
de la nada y, silbando por el aire, fue a clavarse en la garganta de la criatura. Otra lo
alcanz en el hombro, de tal modo que acab retorcindose en el suelo. Llovieron ms y
ms flechas, matando a ms y ms orcos viles. Todas ellas tenan las plumas verdes y
rojas de Anyndra. Un orco vil se tropez k con los cadveres de sus camaradas. Un
rabioso super de un salto esa montonera cada vez mayor y se aproxim. Maiev logr
mover un brazo e intent defenderse, pero lo haca muy, pero que muy lentamente.

Ese gran gato cazador que en realidad era Sarius irrumpi de un salto por un
flanco, agarrando al orco vil rabioso del brazo, con el fin de aprovechar su propio peso

183
para desequilibrarlo, a la vez que lo destrozaba con las garras. Unos desgarros de color
rojizo y negruzco aparecieron en el cuello del orco vil. La sangre man de ellos. Ms y
ms orcos viles se amontonaron sobre el druida, decididos a acabar con l. Sarius se
levant, esta vez portando la forma de un oso, a pesar del enorme peso de los guerreros
orcos viles que intentaban aplastarlo. Aunque con sus hojas afiladas abrieron tajos en su
pelaje de los que brot la sangre, un aura mgica rodeaba al druida, que le cerraba las
heridas.

Maiev not que alguien la agarraba del hombro. Gir la cabeza y vio el espanto
dibujado en el rostro de Anyndra.

Tenemos que salir de aqu! exclam su segunda al mando, la cual tena la


voz ronca de vociferar rdenes por encima del fragor de la batalla.

Pocas tropas de Maiev permanecan an en pie: un puado de sus draenei y


algunos combatientes Tbidos, as como Anyndra y Sarius. Ahora, los portales se
hallaban totalmente abiertos. Un orco vil tras otro, un naga tras otro, surgan a raudales
por ellos. Eso no era un mero grupo de escolta, sino un ejrcito.

Por un momento se plante la posibilidad de huir. Poda ordenar a sus tropas


que se retiraran para luchar otro da, pero tal vez nunca volviera a tener otra oportunidad
como esa. Deba matar al Traidor ah y ahora. Aunque eso supusiera sacrificar su vida y
las vidas de todos sus soldados, sera un precio que estaba dispuesta a pagar.

Una sombra monstruosa plane sobre ella. Al alzar la mirada vio al Traidor
lanzndose en picado desde all arriba, con sus grandes alas extendidas. Su risa
espeluznante retumb por todo el campo de batalla, perfectamente audible por encima
del entrechocar de una hoja contra otra, del clamor de los gritos de guerra de los
Tbidos y los aullidos de los orcos viles.

Una energa mgica la rode en cuanto los hechiceros elfos de sangre y nagas
reanudaron el ritual interrumpido. Unas esferas negras dieron vueltas por encima del
campo de batalla. Unos largos y tenebrosos tentculos descendieron de ellas hacia los
heridos y los moribundos. All donde las tocaban, las vctimas chillaban y envejecan
aos en cuestin de unos meros latidos, como si les estuvieran absorbiendo toda la
energa vital. Unas chispas negras emergieron de esos cuerpos y fueron succionadas
hacia arriba, hacia el interior de esas brillantes esferas impas. Maiev se dio cuenta de
que les estaban devorando el alma.

184
Ni siquiera las almas de los muertos estaban a salvo. Cuando los tentculos
tocaban un cadver, las armaduras de cuero se hacan jirones, las cotas de mallas y las
relucientes hojas se oxidaban y deslustraban y un espritu reluciente brotaba del cuerpo
en forma de chispas negras para sufrir el mismo destino que todos los dems.

Con cada alma que absorban, las esferas se volvan ms grandes y oscuras.
Unos rayos de luz negra danzaron entre ellos, formando as unas grandes cadenas de
energa. Un agujero reluciente, que se alimentaba con las almas de los cados apareci
en el aire justo encima del altar.

Maiev busc con la mirada a Akama y lo divis en una pendiente lejana,


observando horrorizado las consecuencias de ese colosal conjuro. Se abri paso con su
arma hasta l. Acaso los haba conducido hasta una trampa? Anyndra luchaba con
serenidad junto a ella. El mastodntico oso que era Sarius las segua pesadamente,
arrastrando a media docena de chillones orcos viles consigo. El druida sangraba por una
veintena de heridas, puesto que su magia no era capaz de cerrar todas las heridas.

Maiev contempl esos centenares de cadveres. La mayora eran draenei;


algunos de ellos eran elfos de la noche o Tbidos. Muy pocos era orcos, nagas o elfos
de sangre. La celadora se percat de que muchos de los muertos eran Ashtongue.
Akama se hallaba sobre un peasco, gritando:

Esta masacre no formaba parte del plan! Me dijiste que se supona que
debamos capturar a Maiev!

As que todo aquello haba sido un ardid urdido por Illidan y ese Tbido
traicionero. Al pensar en ello, la furia domin a la celadora.

La voz demencial de Illidan, amplificada mgicamente, reson atronadoramente


por todo el campo de batalla.

Ah, capturaremos a Maiev, Akama. Pero tambin hay otras cosas que hay que
hacer en este da.

Esas palabras sonaron de un modo realmente demonaco.

Akama chill y alz un puo. Un relmpago cobr forma en su mano y, por un


instante, dio la impresin de que se estaba planteando la posibilidad de lanzrselo a
Illidan. Entonces se dio cuenta de lo cerca que se hallaba Maiev. Hizo un gesto. Al
instante, el aire brill a su alrededor y desapareci.

185
Dirjanse a ese alto! grit Maiev. Ah les plantaremos cara.

Anyndra asinti, pero acto seguido, los ojos se le desorbitaron. Una afilada hoja
orea le atraves el pecho. La sangre le man de la boca.

Alguien con un brazo rojo y musculoso la agarr del cuello. Se oy un crujido y


le rompi el cuello. A continuacin, cay de bruces.

El rugido de pena e ira de Sarius reverber por el aire. Retumb por los abismos
que los rodeaban y, solo por un instante, tap el estruendo del volcn. Se quit de
encima a esos orcos viles que se aferraban a l y avanz a gran velocidad, hasta dar
alcance al asesino de Anyndra. Lo agarr entre sus fauces, se puso en pie sobre los
cuartos traseros y zarande a ese verdugo como un terrier zarandeara a una rata,
rompindole as el cuello a su vez.

Varios conjuros estallaron alrededor del enorme oso, que pas a moverse con
lentitud. Un orco vil tras otro lo golpearon, derramando sangre. Ms y ms cargaron
contra l. Como incluso sus fuerzas tenan lmites, acab cayendo y siendo
despedazado.

Una furia rabiosa se apoder de Maiev, la cual de un salto aterriz entre esos
orcos viles y se abri paso lanzando golpes a diestro y siniestro con su arma. Decapit a
uno, le cort el brazo a otro y destrip a un tercero. Todo pareca envuelto en un rojizo
velo de ira a su alrededor. Incluso los orcos viles se acobardaron ante su ira, mientras se
iba acumulando una montaa de cadveres alrededor de la celadora. Entonces uno de
ellos, que era ms valiente que el resto, se volvi a sumar a la refriega, lo cual anim al
resto del ejrcito a arremeter contra ella. Cort y raj una y otra vez, hasta que se le
cans el brazo. Sangraba por un millar de cortes. Saba que iba a morir y, si no poda
acabar con el Traidor, se iba a llevar consigo a tantos de sus esbirros como fuera capaz.

Cegada por el cansancio, la sangre y el sudor que le caa por la cara, sigui
atacando. Era como si sus extremidades se hubieran transformado en gelatina. Las
fuerzas la haban abandonado. Se percat de que se encontraba sola en medio del
crculo de muertos. Los orcos viles la contemplaban sobrecogidos. Aunque haba
matado a decenas y decenas de ellos, no era suficiente. Nunca sera suficiente.

Por encima de ella, centelleaban unos relmpagos negros, que se desplazaban de


una esfera a otra a medida que estas devoraban ms y ms almas de los muertos y
moribundos. Horrorizada, Maiev se dio cuenta de que lo nico que haba logrado era
ayudar a confeccionar su sortilegio, que se alimentaba de las almas de sus tropas y

186
utilizaba la energa desatada para abrir un agujero en el entramado de la realidad. Cada
vez haca ms fro y un viento procedente de los confines del infinito ululaba. Illidan
planeaba sobre aquella carnicera, contemplando su triunfo, con las alas extendidas y
envuelto en un aura de poder maligno. Su mirada se cruz con la de la celadora. Hizo
un gesto y, al instante, un rayo negro emergi de su puo para descender como la lanza
de un dios iracundo.

La agona la recorri por entero. Se trastabill y cay.

Los orcos viles se acercaron a la yacente Maiev, la cual intent incorporarse,


pero le fallaron las fuerzas. Oy el batir de unas poderosas alas y alz la vista para ver
que Illidan le devolva la mirada. Una sonrisa repleta de odio y malicia se dibuj en sus
estrechas facciones.

Bueno, Maiev, ahora eres mi prisionera. Me ocupar de que tu estancia en


prisin sea tan gozosa como lo fue la ma.

Gir la cabeza y vocifer una orden a sus orcos viles. La celadora intent
levantarse para atacarlo. Sin embargo, el Traidor le propin un violento puetazo, que
la empuj de nuevo al suelo.

Tengo asuntos que atender en otras partes dijo Illidan. Pero ya tenemos
algo muy apropiado preparado para que sea tu futuro hogar. Se trata de una jaula capaz
de impedir que incluso t escapes, celadora.

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CAPTULO DIECISIETE
TRES MESES ANTES DE LA
CADA

A kama observ cmo el portal se abra all en lo alto, entre las rocas de las

pendientes de la Mano de Guldan. Haba visto muchos portales pero ninguno como
aquel. No solo era sobrecogedor en cuanto a tamao, sino en poder. Haba devorado las
almas de centenares, haba absorbido toda la energa mgica en leguas a la redonda.
Poda notar su fuerza impa incluso desde ese risco, desde el cual tena una vista
privilegiada. Qu tramaba Illidan? Le haba contado a su consejo que esto era
nicamente una trampa para su enemiga. Conociendo lo mucho que el Traidor odiaba a
Maiev, todo el mundo se haba fiado de su palabra. Sin embargo, ahora todo era ms
complicado de lo que pareca, puesto que esas maquinaciones encerraban en su seno
otras maquinaciones. Daba la impresin de que la captura de Maiev haba sido un mero
ardid, bajo el cual se ocultaba otro plan an ms amplio. Akama casi admiraba a Illidan
por ello, pues era capaz de utilizar su tremendo odio como un elemento para llevar a
cabo sus planes.

La ira lo domin. El Traidor haba roto su promesa de perdonarle la vida a la


gente de Akama. Y no se haba conformado solo con eso, sino que se haba hecho con
sus almas. Aplac su furia. No se poda permitir el lujo de tener esos sentimientos, no
despus de lo que se le haba hecho a su espritu.

Akama se pregunt si ese hechizo impo que haba abierto el portal podra
afectarle. Como castigo por haber conspirado con Maiev, Illidan haba arrebatado a
Akama parte de su esencia. En la penumbra de la sala del refectorio, haba sometido al

188
alma de Akama a unos conjuros indescriptibles hasta transformar una parte de ella en
una sombra. Su espritu, su posesin ms sagrada, haba sido convertida en un arma que
se utilizaba en su contra, el instrumento mediante el cual Illidan haba doblegado su
voluntad y, a travs de l, a su pueblo. Siempre que lo deseara, el Traidor podra desatar
esa sombra, que devorara a Akama desde dentro y corrompera al resto de los
seguidores de Akama a travs de los lazos espirituales que los unan a l. Su vida no
haba sido lo nico en juego, sino las vidas y almas de todo su pueblo.

Akama profiri un largo suspiro. El Traidor no le haba credo cuando haba


afirmado que solo se haba reunido con Maiev para atraerla hacia una trampa, que su
intencin haba sido entregarle a Illidan a su antigua enemiga a modo de obsequio, a
pesar de que era una coartada que haba estado preparando desde el mismo momento en
que haba entrado en contacto con la celadora. Se la haba repetido a s mismo tantas
veces y durante tanto tiempo que se la haba llegado a creer; aun as, no haba
convencido al Traidor. Akama se haba visto obligado a entregar a Maiev a Illidan, lo
cual lamentaba enormemente, pues ella haba confiado en l y el Tbido haba
respondido a esa confianza arrojando a la celadora a las garras de su archienemigo.

Ahora mismo, Illidan se alzaba triunfante sobre su antigua captora; no obstante,


no daba la sensacin de que pretendiera matarla. No. Deba de tener algo ms en mente,
puesto que haba sufrido mucho a manos de Maiev Shadowsong. La celadora se haba
convertido en el blanco de su ira y su odio y su deseo de venganza, por lo que no le iba
a conceder una muerte rpida.

El gran sortilegio de Illidan reson estruendosamente al alcanzar su punto


lgido.

Akama sinti el dolor y el horror que experimentaron las almas de los Tbidos y
los draenei mientras el conjuro del portal las devoraba. La fractura en la realidad
refulgi como la superficie de un lago en el que se hubiera derramado aceite. La esencia
del portal traz una espiral sobre s misma y se abri. Akama lleg a atisbar un paisaje
extrao, donde unas rocas flotaban en el cielo y unos glbulos verdes de energa
solidificada se desplazaban por el aire.

Haba visto muchos portales, pero nunca uno como aquel. Tena la sensacin de
que ese paisaje que estaba contemplando se hallaba inimaginablemente lejos. A juzgar
por la gran cantidad de poder que se haba empleado para abrir el portal, deba de llevar
a un mundo mucho ms remoto que cualquier otro con el que Guldan jams hubiera
contactado.

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Intent deducir qu tramaba Illidan. El ejrcito que haba emboscado al
destacamento de Maiev se estaba aproximando al portal para colocarse en tomo a l y
protegerlo. Por qu? Por si acaso algo lo atraviesa, esa era la respuesta ms obvia.

Justo cuando se le acababa de ocurrir esa idea, una nueva fuerza emergi de los
portales que llevaban al templo. Estaba compuesta de decenas y decenas de
combatientes elfos tatuados. El ejrcito que Illidan haba estado adiestrando por fin iba
a entrar en accin.

Akama observ todo aquello fascinado y horrorizado. Intuy el poder que


posean esos seres de all abajo. Eran muy poderosos y el mal anidaba en ellos. Bajo la
luz verde del portal, eso resultaba an ms obvio, era como si, en cierto modo, ese
portal alimentara lo que se hallaba dentro de ellos, fuera lo que fuese, y le proporcionara
fuerzas.

Mientras contemplaba cmo se movan en masa bajo la atenta mirada del


Traidor, el parecido entre esos combatientes y su maestro fue ms evidente que nunca
para Akama. Todos eran como Illidan. Podran haber sido sus hijos. Sin duda alguna, l
los haba creado. A partir de la carne y hueso, los haba moldeado hasta convertirlos en
algo nuevo. La cuestin era saber por qu.

***

El aire en tomo a Vandel bulla de energa, lo que provocaba que sintiera un


cosquilleo y le diera vueltas la cabeza. El enorme portal que tena delante lo tentaba
como la comida en una mesa de un banquete podra tentar a un elfo hambriento y poda
ver que sus compaeros se sentan como l.

En el rea circundante al portal pareca que haba tenido lugar una batalla haca
mucho tiempo. Haba esqueletos y cadveres resecos tendidos por doquier y embutidos
en armaduras corrodas, cuyas armas oxidadas yacan cerca de sus manos. De no haber
sabido que eso no era as, habra credo que en aquel lugar se haba librado una guerra
haca mucho, mucho tiempo.

Su visin espectral le permiti comprobar que eso era mentira. Aqu y all, los
heridos y los moribundos yacan y gruan. Unos tentculos de energa oscura brotaban
del portal y extraan de esos cuerpos unas almas relucientes, que volaban por el aire,
190
con los ojos abiertos como platos y boquiabiertas, presas del terror, y se desintegraban
cuando alcanzaban esas esferas que flotaban all arriba. Saba, sin necesidad de que
nadie se lo contara, que estaban siendo devoradas ah por la magia y que su energa
estaba siendo utilizada para alimentar el sortilegio.

Mir hacia atrs, hacia los portales que llevaban de vuelta al Templo Oscuro.
Casi pareca imposible que apenas una hora antes se acabara de levantar del jergn de
su celda, dispuesto a afrontar un da ms de adiestramiento. Se haba dado cuenta de
que suceda algo, ya que durante das los soldados haban estado formando en los
campos de entrenamiento del templo y se haba estado preparando a un ejrcito para la
guerra, aunque le haba parecido que todo eso no tena nada que ver con l; haba tenido
la impresin de que se trataba de otro de esos grandiosos ejercicios militares que se
haban llevado a cabo habitualmente desde que se haba unido a las filas de los Illidari.

No obstante, haba sospechado que tal vez tanto ajetreo podra estar relacionado
con esos grupos de hechiceros que haban abandonado el templo das antes. Los
rumores haban corrido de aqu para all como la plvora, pero todo haba parecido tan
lejano y ajeno, ya que para los cazadores de demonios su existencia se haba visto
reducida a una mera infinidad de sesiones de entrenamiento, hasta el momento en que
los cuernos haban sonado y Varedis les haba ordenado que se congregaran en el patio
central con sus armas en ristre.

Cuando haban emergido de los portales, se haba sorprendido al ver que apenas
haba nada que indicara que el combate prosegua. El ejrcito que haban visto reunir
los das anteriores se encontraba ah y haba estado luchando; obviamente, haba sufrido
unas cuantas bajas.

El encantamiento que haba abierto el portal no haba hecho distinciones entre


aquellos que haban luchado para Illidan y aquellos que haban luchado para sus
enemigos. Les haba absorbido el alma con independencia de a qu bando hubieran
apoyado. Tal vez le habra arrebatado toda su esencia vital a l tambin si hubiera
resultado herido, y esa quiz fuera la razn por la que tanto l como sus camaradas
haban sido los ltimos en llegar. Estaba claro que fuera cual fuese el propsito por el
que haban sido creados no tena nada que ver con la batalla que haba ocurrido ah.
Haban preservado sus vidas por alguna otra causa.

Al contemplar ese colosal portal, centelleando y brillando delante de l, supo


cul era ese propsito. A travs de l, mientras giraba en espiral sobre s mismo, capt
ciertos rastros psquicos de energa vil y demonios. Era como hallarse a cierta distancia
de una cocina en un da ventoso y captar el aroma de la comida que se estaba

191
preparando ah dentro. Un intenso hedor a demonio le asalt el olfato. En cuanto se
relami los labios, se sinti como si acabara de paladear un leve residuo de magia vil.
El portal era el sortilegio ms poderoso que jams haba visto. Sus nuevos sentidos le
permitan apreciarlo como jams haba podido hacerlo.

Esa parte de l que haba vagado por los bosques de Vallefresno lo odiaba y
saba que su familia y sus vecinos tambin lo habran odiado. Esa parte de l que haba
devorado demonios y haba seguido a Illidan era capaz de apreciarlo en toda su
magnitud.

Acarici el amuleto que haba hecho para Khariel y ech un vistazo a sus armas
repletas de runas. Estaba preparado, ms de lo que nunca haba estado para cualquier
otra cosa.

Pronto, pronto, susurr esa voz que oa en su mente, pero que no era la suya.

***

Con la punta de la pezua, Illidan dio la vuelta a Maiev, quien yaca en el suelo
embutida en su armadura. No caba duda de que hbil y poderosa. Al ver la carnicera
que haba desatado entre sus fuerzas, se haba sentido tentado a participar
personalmente en la lucha, pues haba temido que pudiera fugarse una vez ms y
perderse en el desolado paisaje del Valle Sombraluna.

Ahora se alegraba de haber tomado la decisin de desplegar todo un ejrcito


para vigilar el portal, ya que haba demostrado ser necesario incluso antes de que el
puente entre mundos se abriese.

La celadora haba estado a punto de distraerlo en el momento crucial del ritual,


cuando haba necesitado toda su concentracin para completar ese entramado de
energas que permitira que el patrn mstico cumpliera su cometido.

Pero solo a punto.

No obstante, eso no importaba. Ahora Maiev era su prisionera y nunca volvera


a ser un problema para l. Se permiti el lujo de esbozar una sonrisilla de satisfaccin.
Es un buen presagio, pens. Un augurio sobre lo que iba a suceder aquel da. Fueran

192
cuales fuesen los grandes poderes que todava velaban por esos mundos tan antiguos
parecan apoyar sus actos.

No peques de exceso de confianza, se dijo a s mismo. Imponemos el orden en el


caos gracias a la fuerza de nuestra voluntad. Es de necios intentar interpretar los
patrones que nos ofrece la mera casualidad. Mir detenidamente a Maiev una vez ms
y se prometi que la celadora iba a sufrir tanto como haba sufrido l. Diez mil aos de
agona no seran demasiados para ella. Pero como Maiev no iba a vivir diez mil aos
ms, tendra que dar con alguna manera de concentrar tanto sufrimiento en un espacio
de tiempo mucho ms corto; no obstante, ya habra tiempo de reflexionar sobre tales
cuestiones ms adelante.

El portal brillaba y palpitaba. Alz las manos, extendi los brazos y pronunci
las ltimas palabras de ese gran encantamiento. Los nudos de energa se ataron ellos
solos. La estructura se estabiliz. El velo reluciente cay y el camino a Nathreza, el
mundo natal de los Seores del Terror, qued despejado. Una daga de pura energa raj
la realidad alrededor del portal. A travs de l entr un torrente de energa vil. Sus
tatuajes lo canalizaron y absorbieron, llenndolo de un poder an mayor.

La satisfaccin que sinti ante ese logro excedi incluso la que haba sentido al
capturar a Maiev. Haba creado una puerta a un mundo mucho ms lejano que cualquier
otro que se hubiera alcanzado jams desde Outland. El mismo Guldan habra tenido
problemas para invocarla y contener sus energas. Ese portal era la mayor proeza de
hechicera que se haba llevado a cabo en Outland desde su catastrfica creacin.

Una espeluznante luz verde baaba los rostros de sus seguidores, lo cual les
confera un aspecto ms monstruoso de lo habitual. Eran un arma que haba estado
forjando durante mucho, mucho tiempo. Se pregunt si sobreviviran a la primera
batalla o se haran aicos como una hoja defectuosa fabricada por un forjador de
espadas nefito. Se les haba concedido poder, haban sido adiestrados por verdaderos
maestros. Haban sido seleccionados entre los individuos ms resueltos y decididos que
ms deseaban vengarse de la Legin Ardiente. Haban sobrevivido a diversas
vicisitudes que habran acabado prcticamente con cualquiera.

Eso deba de querer decir algo. No obstante, podran perecer en las prximas
horas. l podra morir. Toda su vida podra acabar siendo una vacua broma csmica
pergeada por los caprichos del azar.

193
Pero ya era demasiado tarde para preocuparse por tales cosas. Tendra que
confiar en que sus clculos eran correctos y en que sus planes funcionaran tal y como
haba previsto.

Elev una mano en el aire, flexion las alas y sobrevol sus tropas. Todas las
miradas se desplazaron del portal hacia l, tal y como haba pretendido. Descendi
sobre el portal abierto, not el cosquilleo de la magia y capt el aroma de ese aire
extrao.

Hizo un gesto a sus cazadores de demonios para indicarles que lo siguieran y,


acto seguido, atraves el portal para enfrentarse a su inminente destino.

194
CAPTULO DIECIOCHO
TRES MESES ANTES DE LA
CADA

V andel atraves de un salto el portal, siguiendo a Illidan. Corri hasta la

cima de la colina, se acuclill e hizo todo lo posible para que no lo vieran. En la lejana,
perciba demonios, millares y millares de ellos.

En este mundo extrao, unas gigantescas islas de roca se desplazaban por el


cielo como si fueran nubes. Una luz verde arda en cada peasco y brillaba en ese
minsculo sol en rbita. Por debajo de l, la colina llegaba hasta una llanura repleta de
crteres sobre la que flotaban unos obeliscos de obsidiana lustrosa. El portal que llevaba
de vuelta a Outland era un enorme agujero en el tejido de la realidad que una dos
mundos.

La sombra de Illidan cay sobre l. El Traidor se hallaba en la cumbre de la


colina, con las garras extendidas, con todos los msculos de ese cuerpo cubierto de
tatuajes en tensin. Unas colosales alas de murcilago le tapaban los hombros a modo
de capa. Unos cuernos bestiales curvados le brotaban de las sienes. Una venda de Pao
rnico ocultaba las cuencas vacas de sus ojos. Tena curvados esos finos labios en una
sonrisa salvaje de anticipacin, con la que mostraba sus brillantes colmillos. l tambin
notaba que esos demonios se aproximaban.

Una parte de Vandel se rio nerviosamente con un jbilo demencial. Mantuvo a


raya como pudo a esa presencia demonaca que anidaba en su interior, a pesar de que

195
era consciente de que no podra contenerla mucho tiempo; adems, iba a tener que
emplear las fuerzas de esa parte de l en la inminente batalla.

Cerca de ah, decenas y decenas de cazadores de demonios Illidari aguardaban


en las sombras, ocultos por una magia muy poderosa. Vandel rez a los dioses que
pudieran estar escuchndolo para implorarles que esos conjuros fueran lo bastante
potentes. Ah, en la oscuridad, unos enemigos con un terrible poder los esperaban.

En las prximas horas comprobaran si los dones que les haba concedido el
Traidor eran suficientes como para que sobrevivieran a aquello. Comprobaran si todos
esos meses de duro entrenamiento y terribles sacrificios haban merecido la pena.

Aun as, algo dentro de Vandel todava ansiaba servir a las fuerzas del Titn
Oscuro, de Sargeras, y tema que no fuera nicamente la parte de l que haba sido
corrompida por el demonio. Un fragmento de su alma lfica reaccionaba ante la gloria
nihilista de la Legin Ardiente con la misma intensidad que lo hara cualquier infernal.

Illidan ensanch las fosas nasales, como si fuera capaz de oler la debilidad de
Vandel. Un gruido reson en el fondo de su garganta.

Fracasar, le susurr a Vandel su demonio interior. Siempre ha fracasado. Es


incapaz de no someterse a la voluntad de Sargeras. Nada ni nadie puede hacerlo.

Vandel respir hond e intent no pensar en nada. Pero no sirvi de nada. Lo


nico que logr fue ser ms consciente de la gran cantidad de energa mgica que lo
rodeaba. Quera acumularla y usarla. Quera desatar una oleada masiva de destruccin
sobre esas presencias demonacas distantes. Quera matarlas y absorber su esencia.
Quera alimentarse con ellas.

S, susurr el demonio. Eso te volver lo bastante fuerte como para poder


desafiar incluso a Illidan.

Se concentr en su entorno para intentar ignorar esos susurros tan demenciales.


Ese planetoide estaba hecho de pura energa mgica solidificada en una piedra
cromtica y palpitante. Siempre que tocaba las rocas que lo rodeaban, senta un
cosquilleo.

El corazn le lata tan desbocado que crea que le iba a salir del pecho. Intent
centrar su atencin en el enemigo que se acercaba y se dijo a s mismo que estaba listo
para aquello.

196
***

Illidan escrut a los lejanos demonios. Por el momento, eran unas meras
sombras remotas que poda percibir mentalmente gracias a sus auras de poder; no
obstante, superaban en gran nmero a sus propias fuerzas; pero eso no importaba, pues
la magia era lo que iba a decidir esa batalla.

La energa vil giraba en tomo a l. Se resisti a la tentacin de extraer poder de


ella. Se pas la mano por la herida que Arthas le haba infligido y sinti un hormigueo
ah, era como si un pequeo fragmento de Frostmourne, la malvola espada del Rey
Lich, todava se hallara dentro de ella. Apart los dedos de ah para evitar recordar
anteriores derrotas, puesto que no era el momento adecuado para obsesionarse con tales
cosas.

Illidan notaba que el nerviosismo se haba adueado de sus tropas, notaba que se
libraba una batalla en el fuero interno de cada una de ellas. Su sonrisa se convirti en un
gruido. Sus seguidores eran como unos sabuesos que acabaran de detectar una presa.
Los haba moldeado para que fueran as. Haba llegado el momento de realizar la
prueba definitiva. Ahora descubrira si todos esos siglos que haba pasado urdiendo
planes haban servido de algo o no. Si este ejrcito le fallaba, morira y todas las
maquinaciones que haba preparado durante milenios quedaran en agua de borrajas.

Pero eso no iba a ocurrir. No iban a fracasar a las primeras de cambio. Haba
preparado esta estrategia durante demasiado tiempo como para permitir que eso
sucediera.

Expandi su conciencia. Con sus sentidos agudizados mgicamente, examin al


enemigo que se aproximaba. En un mero latido, haba contado cuntos eran. Haba
decenas y decenas de Seores del Terror, todos ellos acompaados de su propio squito
de centenares de canes manfagos e infernales y toda clase de criaturas demonacas.

Son fuertes. Tal vez demasiado fuertes.

Ese pensamiento lo reconcomi por dentro. Movi de lado a lado esa cabeza
coronada por una cornamenta. Flexion las alas y capt la corriente de aire ascendente
que barra la ladera del risco.

197
No has hecho bien los clculos. Y no es la primera vez.

No. No poda haberse equivocado. Estaba listo. Su ejrcito estaba listo.

El enemigo prcticamente se les haba echado encima. El ejrcito demonaco


avanzaba en tropel por ese paisaje tan extrao, como una marea imparable que pretenda
inundar la colina en la que Illidan los esperaba. Los colosales Seores del Terror
caminaban entre esas compaas de demonios menores. Sus enormes alas de murcilago
se agitaban, a pesar de que no soplaba el viento. Giraban esas cabezas cornudas para
escrutar el entorno es busca del enemigo. Las runas relucientes de sus armaduras
indicaban cul era su posicin dentro de la jerarqua al igual que el tamao de sus
squitos.

Unos scubos malvolamente hermosos restallaron unos ltigos, flexionaron sus


colas y danzaron de manera lasciva. Unos canes manfagos olisquearon el aire como si
buscaran a unas presas, mientras sus apndices sensoriales se retorcan y sus dientes de
tiburn refulgan. Unos guardias viles provistos de armaduras blandan unas hachas
enormes mientras aguardaban las rdenes de sus comandantes. Unas altsimas shivarras
de seis brazos brillaban trmulamente en el umbral de las percepciones de Illidan, a
pesar de que eran prcticamente invisibles incluso para sus agudos sentidos.

Esos eran los soldados de la Legin Ardiente, el ejrcito que haba devorado
incontables mundos, que estaba decidido a reducir el cosmos entero a cenizas ardientes
en nombre de su amo, de Sargeras.

Daba la impresin de que Illidan se hallaba solo. Sus fuerzas permanecan


escondidas. Su presencia sera revelada cuando l estuviera listo, pero no antes. El
portal que haba abierto en la superficie de ese mundo desolado atraa a sus enemigos,
que haban venido a castigar a quienquiera que se hubiera atrevido a entrar sin permiso
en su reino. Rara vez alguien llevaba la lucha a las fronteras del dominio de la Legin
Ardiente. En toda su larga vida, Illidan no recordaba ms que un puado de
acontecimientos similares.

El ejrcito se detuvo en la llanura. El ms grande de los Seores del Terror alz


un puo, seal a Illidan y se ech a rer. Sus carcajadas malvolas retumbaron por todo
el paisaje y el resto de los Seores del Terror, los centenares que haba, repitieron esas
palabras estruendosamente. Era obvio que se estaban burlando de l. Algunos de ellos
quiz hasta creyeran que les haban tomado el pelo, puesto que haban movilizado un
ejrcito entero para enfrentarse a esa solitaria figura.

198
Illidan cruz los brazos y despleg las alas hasta que estas alcanzaron su
mxima extensin. Contempl con odio a sus enemigos, con el mismo desprecio que lo
miraban ellos. Las carcajadas de los Seores del Terror fueron apagndose y dejaron de
reverberar entre las rocas. El silencio se extendi entre las filas de ese ejrcito colosal.
nicamente poda orse el chisporroteo de las pieles fundidas de los infernales. El lder
de los Seores del Terror baj el puo. La estela de un meteoro gigantesco surc el
cielo. Estall un trueno ensordecedor. Ese ruido retumb por toda aquella zona donde
iba a tener lugar la inminente batalla e hizo vibrar el aire.

***

Vandel se alegr de contar con el parapeto de esas rocas. Por el momento,


ninguno de esos demonios haba reparado en su presencia. Not cmo la malicia de
estos avanzaba implacable hacia l, cual niebla de odio y maldad desatada que, de algn
modo, brotaba de la magia del aire.

nete a ellos, le susurr el demonio que anidaba en su interior. nete a ellos y


sers recompensado como ningn alma ha sido recompensada en toda la historia del
cosmos.

Se sinti tentado a hacerlo, ya que el demonio le estaba contando la verdad


desde su propia perspectiva. Acarici las empuaduras de sus armas grabadas con
runas. Sera tan fcil clavrselas a Illidan por la espalda. Acaso no era el Traidor?
Acaso no haba habido un elfo en toda la historia que se mereciera ms morir?

Mtalo, le susurr su demonio. Si matas a Illidan, alcanzars la gloria eterna.


Si matas al Traidor, te convertirs en un dios oscuro.

El bramido del trueno se desvaneci mientras el ejrcito de los Nathrezim


avanzaba. El gran meteoro se estrell contra el suelo, haciendo temblar la tierra y
alumbrando a un gigantesco infernal ardiente, el cual sali por s mismo del crter del
impacto y avanz pesadamente junto al resto del ejrcito de los Seores del Terror.

Vandel not que la tentacin era cada vez ms fuerte. Si asesinaba a Illidan,
sera recibido con los brazos abiertos por sus parientes demonacos. Podra dejar atrs
su mortalidad para siempre y vivir sin sentir ni miedo ni arrepentimiento. Podra

199
enterrar todo vestigio de la culpa que senta por haberle fallado a su familia, todo
remordimiento, todo vnculo con esas frgiles y dbiles criaturas de carne y hueso.

Podra transcender lo que ahora era, unirse a la Legin Ardiente y vivir para
siempre como un conquistador, que curaba al universo de esa nauseabunda enfermedad
llamada vida. Podra contribuir a que la Creacin se derrumbara, para que un nuevo
universo pudiera nacer, uno moldeado a su imagen y semejanza, segn sus deseos.

Por un momento titube. Escuch la voz del demonio que moraba en su fuero
interno y se dio cuenta de que era su propia voz. Su alma haba sido corrompida cuando
devor al can manfago. Haba absorbido la maldad de ese demonio y se haba
envilecido. En realidad, ya no haba ningn demonio dentro de l.

Rendirse ante esa voz supondra renegar del juramento de venganza que haba
prestado y decepcionar a sus parientes difuntos, a su esposa e hijo.

Sin embargo, no quera matar a Illidan, sino que quera matar a esas cosas que
haban convertido a Illidan en lo que ahora era. Por fin comprenda, como nunca antes
lo haba hecho, qu defenda el Traidor y qu combata. A pesar de todos sus grandes
defectos, el Seor de Outland era el nico ser que realmente entenda a que se
enfrentaban y estaba dispuesto a hacer lo que hiciera falta para acabar con esa amenaza.
Tal vez estuviera loco, tal vez sus planes se hallaran destinados a fracasar, pero la
alternativa era mucho peor.

Los demonios de la Legin avanzaron hacia la colina. Haba llegado el


momento de batallar con el verdadero enemigo.

El ejrcito de los Nathrezim ascendi por la pendiente. El terrible esfuerzo


habra aminorado la marcha de un ejrcito mortal, pero este pareca incapaz de agotarse.
Los canes manfagos iban por delante, avanzando a grandes pasos, y los infernales los
seguan con cierta pesadez en sus movimientos, mientras decenas y decenas de
gigantescos Seores del Terror alados vociferaban rdenes a sus seguidores.

Ahora. Una atronadora voz reson en la mente de Vandel, y era la de Illidan. Al


unsono, los cazadores de demonios abandonaron sus escondites y corrieron hacia sus
presas.

Por un momento, el ejrcito de la Legin ralentiz su avance, como si fuera


incapaz de comprender el hecho de que estuviera siendo atacado por una fuerza mucho

200
ms pequea compuesta de seres mucho ms pequeos. Un par de Seores del Terror
estallaron de nuevo en carcajadas.

Con un rugido similar al estruendo del ocano al estrellarse contra las rocas, los
dos ejrcitos colisionaron. Los demonios queran alcanzar el portal y cerrarlo. Los
cazadores de demonios nicamente queran matar y matar y matar.

Un can manfago se abalanz sobre Vandel, con esas fauces, repletas de dientes
similares a las de un tiburn, abiertas. Invoc su poder y envi un rayo de energa
amarillenta y verduzca a la boca del animal. La cabeza del demonio explot. Restos de
carne cayeron al suelo, carbonizados y humeantes. Vandel se resisti a la tentacin de
darse un festn y avanz, a la vez que desenvainaba las dagas. Rodando, se coloc entre
dos monstruosos servidores moarg y les cort los tendones de las piernas antes de que
pudieran atacarlo con sus armas. Rpidamente, se puso en pie y le clav una daga en la
cuenca del ojo al primero y luego al segundo.

Un momento despus, se enfrent al Seor del Terror. La criatura se cerni


sobre l; le doblaba en altura y era ms ancha que un ogro e incluso ms fuerte. Aquel
ser alz una descomunal maza con pinchos y la estamp contra el suelo, pero Vandel
salt a un lado justo a tiempo. La piedra se hizo aicos y unas relucientes nubes verdes
se alzaron en el aire.

Vandel se levant, y la criatura lo golpe con un ala parecida a la de un


murcilago. La fuerza del impacto fue tal que sufri una conmocin cerebral y sali
despedido hacia un peasco colosal. Gir en el aire para que sus pies fueran lo primero
que entrara en contacto con la roca. Entonces, flexion las piernas y aprovech el
impacto para rebotar. Cay rodando y volvi a ponerse en pie.

El Seor del Terror se volvi con una velocidad sorprendente para ser una
criatura tan voluminosa y se acerc pesadamente hacia l. Vandel alz una mano y
lanz un rayo de energa vil en direccin al demonio. El demonio se protegi el cuerpo
con una de sus alas. El rayo atraves ese apndice, que qued pendiendo como una capa
hecha jirones del costado del Seor del Terror. Ni siquiera pareca que haba logrado
ralentizar el avance del monstruo.

En la periferia de su campo de visin, Vandel vio cmo Cyana despachaba a


otro servidor moarg y, acto seguido, saltaba por encima del cadver para combatir
contra un guardia vil. De repente, percibi un destello de luz a su derecha que le
advirti de que un peligro se acercaba. Al instante, salt, y una descarga de fuego de un
diablillo pas por debajo de sus piernas. Se retorci en el aire para no caer sobre esa

201
estela de fuego y, sbitamente, se encontr mirando a la gigantesca y lustrosa pezua
del Seor del Terror al que haba herido.

El monstruo intent aplastarlo, pero fall. Vandel contraatac con su daga,


acertando a su oponente en la parte posterior de la rodilla y profiri lo que tal vez fuera
un gruido de dolor o desprecio. La criatura traz un arco descendente con su maza y
alcanz a Vandel en el hombro.

Ese golpe lo habra matado cuando era mortal, pues le habra roto las costillas,
que se le habran clavado en el corazn y el pulmn. La fuerza del impacto hizo que
acabara rodando por el suelo, lo cual aprovech para vengarse del diablillo que haba
intentado quemarlo, pues le lanz una rayo de energa vil que transform a ese
monstruito que se desternillaba de risa en un charco de babas burbujeantes.

Vandel dio un brinco y clav la daga que sostena en la mano izquierda en la


coraza del Seor del Terror. Acto seguido, se vali de su arma como punto de apoyo
para impulsarse hacia arriba y clavarle su otra daga en el ojo al demonio. La criatura se
llev la mano a la cuenca del ojo herido e intent quitarse de encima al cazador de
demonios de un golpe, pero este ya haba arrancado la hoja de ese globo ocular y se la
haba clavado en el otro.

A continuacin aterriz en el suelo y lanz una lluvia de ataques sobre el


monstruo cegado. Sin lugar a dudas, si le daba tiempo a recuperarse, el demonio podra
percibir a Vandel tal y como este lo perciba a l, empleando la magia; sin embargo,
durante esos instantes cruciales, era como si la criatura estuviese realmente ciega.
Vandel aprovech esa ventaja para herir al Seor del Terror con sus hojas una y otra
vez. Esas dagas mgicas le horadaron la carne, dejando unas heridas infectadas que no
se curaran.

Las hojas le rallaron los huesos, le cortaron tendones y le seccionaron los


msculos, con un ruido que recordaba a cuando un carnicero clava su cuchillo en el
cadver de un novillo.

El demonio dej de intentar atacarlo e intent alejarse pesadamente, batiendo


esas enormes alas. Pero como tena una de ellas muy daada, no pudo despegar y
Vandel se concentr en despedazarlo.

La crueldad impulsaba al cazador de demonios a obrar as. Cada golpe que


acertaba en su objetivo lo llenaba de una satisfaccin perversa. Adems, era consciente
de que esa cosa que anidaba en su interior se estaba alimentando de la muerte del Seor

202
del Terror, pero en esos instantes eso ya no le importaba, pues los deseos del demonio
coincidan con los suyos. Daba igual que eso lo volviera ms fuerte, ya que, ahora
mismo, poda aprovechar su poder; asimismo, era consciente de que el demonio gozaba
tanto de esa masacre como l.

Cuando por fin redujo a pulpa al Seor del Terror se dio cuenta de que haba
perdido un tiempo muy valioso, puesto que haba ms presas que cazar y unas cuantas
deban ser suyas.

Cerca de l, Aguja estaba sentado a horcajadas sobre el pecho de un guardia vil


cado, al que golpeaba, de un modo un tanto indolente, con esas agujas tan grandes
como un pie una y otra vez en su peto roto, como si as quisiera coserlo. Elarisiel
persegua a un can manfago alrededor de una roca, pero enseguida acab con su
miserable existencia.

Encima de un gigantesco peasco, un grupo de Seores del Terror resistan


como podan. No obstante, parecan ms perplejos que asustados, como si no fueran
capaces de asimilar del todo lo que suceda a su alrededor. No caba duda de que la
batalla no estaba desarrollndose como haban esperado.

Los cazadores de demonios haban atravesado su ejrcito como una guadaa


afilada cortara el trigo. Haba cadveres de demonios tirados en el suelo por doquier.
Aunque tambin haba unos cuantos cuerpos de elfos, eran muchos menos de los que
Vandel haba esperado, teniendo en cuenta el tamao de sus respectivas fuerzas.

Illidan aterriz sobre la roca situada detrs de los Seores del Terror que an
quedaban en pie. Vandel se pregunt si el Seor de Outland pretenda participar en la
destruccin de esos seres; sin embargo, este se limit a quedarse ah mirando.

Los cazadores de demonios fueron lentamente dejando lo que tenan entre


manos y miraron fijamente a su Seor Supremo y, a rengln seguido, a los Seores del
Terror. Los demonios se prepararon para enfrentarse a esa avalancha de adversarios,
que se les ech encima y los cubri por entero.

***

203
Illidan observ cmo sus fuerzas se llevaban por delante a los ltimos
Nathrezim. Ya no tena dudas. Los cazadores de demonios haban superado sus
expectativas. Aunque, claro, haban contado con la ventaja del factor sorpresa. Los
Seores del Terror no esperaban toparse con un poder tan salvaje tan cerca de su hogar,
por lo que haban marchado a su encuentro de manera arrogante. Las cosas no siempre
seran tan fciles.

No obstante, nada poda empaar esa dulce sensacin de triunfo que lo


embargaba. Todos los Seores del Terror que haban cado ah ya no seran una
amenaza para el universo. En este lugar, en este momento, moriran de un modo
permanente. Cunto tiempo le haba llevado a Illidan descubrir ese secreto? Cuntas
veces haba credo que haba matado a sus enemigos cuando no era as? Las visiones le
haban mostrado la respuesta. Durante ese encarcelamiento que haba durado milenios,
no haba podido hacer nada al respecto, pero ahora las cosas haban cambiado
definitivamente. Iba a hacer sufrir a los Seores de la Legin Ardiente tanto como
haban hecho sufrir a los dems.

Entonces cont las bajas que haban sufrido sus tropas: menos de una veintena.
En esos momentos, a duras penas poda permitirse el lujo de sufrir alguna baja; no
obstante, pronto habra ms cazadores de demonios. La Legin haba sembrado vientos
entre la gente de Illidan y ahora recoga tempestades. Siempre iba a contar con
voluntarios que pretendieran vengarse de los demonios. Sin embargo, ese era un
problema que afrontara otro da, pues ahora tena un objetivo que cumplir, que era la
razn por la que estaba ah.

No poda perder el tiempo. La fuerza a la que se haban enfrentado era una mera
fraccin diminuta de la fraccin ms diminuta que poda desplegar la Legin Ardiente.
En cuanto se dieran cuenta de lo que haba acaecido, los seores de la ciudad pediran
ayuda, as que tendra que marcharse de ah antes de que eso sucediera; daba igual lo
poderosos que fueran sus combatientes uno por uno, el enemigo podra acabar con ellos
si era lo bastante numeroso.

Dio la seal de avanzar.

Los cazadores de demonios atravesaron rpidamente la ciudad de los Nathrezim.


A su alrededor, unas grandes torres de obsidiana reflejaban la luz verde de la magia vil.
Unas calles de un negro brillante titilaban bajo ese fulgor. Cada vez ms demonios los
rodeaban; eran rezagados o unidades que el ejrcito haba dejado atrs para defender
algunos puestos claves. Los Illidari aplastaron a todos los que encontraron, como unos

204
sabuesos que dieran caza a un conejo. Ni siquiera el ms poderoso de los Seores del
Terror era rival para tantos cazadores.

Illidan no cedi a la tentacin de unirse al combate. Haba invertido muchas


energas en abrir el portal y estaba reservando la magia que an le quedaba por si acaso
surga alguna amenaza inesperada.

Por delante de l se alzaba imponente la torre ms alta; el gran archivo de los


Seores del Terror. Dentro de ese edificio se hallaban los secretos incontables que los
Nathrezim haban descubierto mientras servan a Sargeras.

Unos mastodnticos guardias viles flanqueaban una entrada que brill y se


desvaneci, quedando, de esta manera, la torre sellada. Los combatientes tatuados se
deshicieron de los demonios y, a continuacin, se quedaron contemplando la puerta,
desconcertados. Donde solo unos latidos antes haba habido una entrada abovedada,
ahora haba un reluciente muro de piedra.

Derrbenlo orden Illidan.

Sin ningn gnero de dudas, deba de haber una manera ms fcil de abrirse
camino, pero no tema tiempo para descubrir cul era la llave mgica que abra esa
defensa. Los cazadores de demonios alzaron las manos y lanzaron llamas de energa vil
contra esa barrera. A pesar de que centenares de descargas golpearon, machacaron y
martillearon la piedra, esta resisti el asalto.

Concentren el ataque en una sola zona! exclam Illidan.

Al instante, todas las descargas convergieron en el centro de ese muro de piedra,


taladrndolo, hasta que la roca al fin se hizo aicos y se desmoron. Solo qued un
montn de escombros.

Illidan lo sorte de un salto y atisbo una larga rampa que llevaba hasta las
entraas de la tierra, hasta las galeras subterrneas situadas bajo la torre. Por el
momento, todo era tal y como lo recordaba, segn las visiones de Guldan. Sonri para
s en cuanto un par de decenas de Illidari saltaron por encima de los escombros y se
desplegaron por el interior del edificio, con el fin de explorar lo que haba por delante.

Bajen les orden Illidan.

De inmediato, los cazadores de demonios descendieron por esa rampa. Unas


extraas luces se movieron en el suelo, bajo sus pies, como si sus pasos las hubieran

205
encendido. La hechicera vibr en el aire; se trataba de unas corrientes de energa
mgica que haban sido manipuladas para conformar unos sortilegios muy potentes
gracias a los conocimientos taumatrgicos de los Nathrezim. El poder de la magia hizo
que el aire brillara y que el suelo vibrara bajo sus pies. A su alrededor, unas complejas
mquinas mgicas aprovechaban esa energa que lo impregnaba todo en ese mundo
extrao.

Ya estaba cerca. Muy cerca.

206
CAPTULO DIECINUEVE
TRES MESES ANTES DE LA
CADA

M uere, profanador! grit el sirviente moarg al mismo tiempo

que saltaba para atacar. El demonio alz el can de su extraa arma y de l brot una
llama mgica.

Mientras entraba en el archivo central de los Seores del Terror, Illidan decapit
a esa criatura achaparrada ataviada con una armadura con un golpe del revs propinado
de manera desdeosa con su guja de guerra. Por encima de todo, se alzaban unas torres
relucientes, compuestas de infinidad de discos de obsidiana puestos unos encima de
otros como unos montones de monedas. Cada uno de esos discos era un archivo, y
buscaba uno en concreto.

Se volvi hacia el resto de los cazadores demonios que se hallaban en la entrada


de esa cmara colosal a la espera de sus rdenes.

No entren. Pase lo que pase en los prximos cinco minutos, defiendan la


entrada.

Asintieron con aquiescencia e Illidan se gir una vez ms para contemplar esas
pilas. Cruz los brazos y confeccion un sortilegio. Unos tentculos mgicos le
brotaron de las manos y se dirigieron hacia esas torres de discos amontonados. En
cuanto entraron en contacto con ellos, capt unas imgenes fugaces, y obtuvo cierta
informacin fragmentada.

207
Este era el gran monumento de los Seores del Terror, el corazn de su mundo,
en el que haban dejado registrado todo triunfo, toda conquista, toda conspiracin. Los
Nathrezim urdan planes para que sus nombres acabaran grabados ah, pues esa era la
memoria de su raza.

Ah se encontraban los registros de innumerables campaas luchadas en


incontables mundos. Ah se hallaban los nombres de traidores olvidados haca mucho
tiempo que haban traicionado sus hogares en nombre de la Legin y que a su vez
haban sido traicionados por los demonios. Ah se haba recopilado toda la informacin
sobre todos los portales que la Legin haba cruzado jams, as como los nombres y
ubicaciones de todos los mundos que haban quemado jams.

Todo estaba ordenado de una manera sistemtica. Estaba organizado de un


modo prcticamente cronolgico, por lo cual los discos ms antiguos de cada pila se
hallaban en la parte de debajo de esta y los montones ms cercanos al centro eran los
ms viejos de todos.

Envi unos tentculos de energa a la parte central a gran velocidad. Lo que


quera debera hallarse muy cerca del centro. Las imgenes que vio fugazmente en su
mente eran terriblemente antiguas. Estaba viendo cosas que eran antiguas incluso
siguiendo los haremos con que los demonios medan el tiempo.

La premura lo empujaba a esforzarse ms y ms. En algn lugar distante, unas


puertas se estaban abriendo. Los Nathrezim estaban reaccionando ante la invasin de su
mundo natal.

Oy el fragor de la batalla. Aunque ese clamor pareca proceder de muy lejos,


era consciente de que eso era una consecuencia del conjuro que lo una al archivo. Sus
fuerzas estaban combatiendo contra los refuerzos del enemigo, que estaban entrando en
tropel en la ciudad, en la superficie. Rez para que fueran capaces de contenerlos hasta
que hubiera acabado. Tena que acabar la bsqueda rpidamente si no quera que la
biblioteca se convirtiera en una trampa y su ejrcito se viera superado por las
incontables tropas de los Nathrezim.

Respir hondo y se le ralentiz el pulso. Ms le vala no cometer un error ahora


que se hallaba tan cerca de culminar sus planes. No se poda permitir el lujo de fracasar.

De repente, hall el primer hechizo de proteccin; un conjuro complejo, casi


indetectable, que se haba colocado ah a modo de advertencia para todo aquel que
pretendiera manipular esos registros y quisiera reescribir la historia. Tales sutilezas le

208
importaban muy poco. Simplemente, necesitaba dar con un archivo en concreto que
estaba buscando y, acto seguido, se marchara. Deshizo el conjuro violentamente y not
una reaccin inmediata, puesto que unas runas defensivas centellearon y cobraron vida.
Percibi que unos portales se abran alrededor de l.

Vio un fogonazo y un enorme guardia vil se materializ entre las pilas de discos.
Un estallido de energa mgica reson de un modo tan estruendoso como el trueno y tan
claro como el agua para cualquiera capaz de percibirlo. Al instante, se produjeron
mltiples reacciones en la lejana.

Los Nathrezim ya deberan saber dnde se encontraba exactamente. Avanz a la


vez que el guardia vil intentaba golpearlo. Parti al demonio por la mitad con su guja de
guerra. Ms y ms guardias viles se fueron materializando a su alrededor. A pesar de
que Illidan los iba despachando uno tras otro; a cada latido, aparecan ms y ms.

Ech un vistazo a todo cuanto lo rodeaba con su visin espectral, buscando el


conjunto de smbolos que conjuraba esas defensas, los cuales hall inscritos en la base
de cada columna de discos. Cada una de esas bases estaba unida a uno de los tres sellos
maestros de la columna central.

Apunt con una de sus gujas de guerra al ms cercano y la lanz. Su arma dio
vueltas por el aire y destroz la piedra, anulando en parte el hechizo. La hoja rebot en
la columna y regres a su mano. La avalancha de guardias viles mengu, ya que los
portales conectados a la runa que acababa de destruir se colapsaron.

Illidan dio un salto hacia delante y traz un crculo alrededor de la columna


mientras los demonios lo perseguan. Delante de l, en el suelo, haba otro sello
brillante. Despach a dos guardias viles, avanz resbalando y se impuls con las alas,
hasta llegar a la runa que destroz con sus hojas. A continuacin, se dirigi hacia el
ltimo de los encantamientos maestros.

Los guardias viles que todava quedaban en pie se agruparon en tomo al tercer
sello reluciente. Illidan se elev en el aire de un salto, hasta alcanzar cierta altura, y
descendi en picado sobre ellos. Sus gujas cantaron mientras se abra paso entre los
demonios, cortando, rajando y triturando, al mismo tiempo que esquivaba sus hachazos
y evitaba que lo agarraran.

Clav una de sus armas justo en el centro del patrn rnico, anulndolo de este
modo. Una oleada masiva de energa lo elev en el aire. Presas de la frustracin, los
demonios aullaron. Los portales por los que haban venido se derrumbaron. Ahora solo

209
tena que enfrentarse a aquellos que ya los haban cruzado, pues no recibiran ms
refuerzos.

Una vez ms, cay en picado sobre los demonios, justo en medio del grupo,
obligndolos as a separarse ante la violencia de su ataque areo. Con sus gujas decapit
a algunos y mutil a otros. Al final se apoy en la columna central para descansar. Tras
tantos siglos tan largos, se hallaba muy cerca de su meta.

Extendi un brazo e invoc su hechizo de bsqueda una vez ms. Unas


imgenes inundaron su mente en cuanto los tentculos de energa tocaron los discos.
Uno en particular, el Sello de Argus, capt su atencin. Unas energas muy impactantes
lo envolvan; el aura de unos seres con los que se haba encontrado en el pasado y a los
que nunca olvidara: Archimonde y Kiljaeden, los dos tenientes ms poderosos de
Sargeras, el verdadero amo de la Legin Ardiente.

Su hedor psquico era tan intenso que amenazaba con destrozarlo mentalmente,
a pesar de que su cerebro estaba preparado para defenderse de tales ataques. Percibi la
brutal furia de Archimonde y la sutil e intricada mente de Kiljaeden. Aunque saba que
no estaban realmente presentes, tuvo que hacer un gran esfuerzo para evitar lanzarse a
atacar a diestro y siniestro como si se hallara rodeado de unos enemigos letales.

Tras tirar con una fuerza terrible consigui arrancar ese disco de la torre. La pila
se tambale, pero no cay. Pronunci unas palabras para lanzar otro conjuro y, al
instante, el disco flot en el aire y empez a orbitar lentamente alrededor de l, al
mismo tiempo que las runas de su superficie refulgan con una siniestra luz verduzca y
amarillenta.

Una sonrisa sombra cobr forma en los labios de Illidan. Iba a hacerles algo a
los Nathrezim por lo que lo iban a recordar para siempre. Empleando todas sus fuerzas,
ray esa torre de archivos con una de las Gujas de guerra de Azzinoth. El olor a ozono y
azufre impregn el aire, al mismo tiempo que saltaban unas chispas de energa mgica.

Se elev en el aire y ray las columnas, daando as el entramado de hechizos y


destrozando esos registros de los que tan orgullosos se sentan los Seores del Terror.
Al pensar en la furia que eso iba a desatar en ellos, un regocijo demonaco se adue de
su mente. Si bien una parte de l se apen de que fueran a perderse tantos
conocimientos, otra parte de l crea que ningn archivo de los Seores del Terror deba
conservarse. No se merecan ningn monumento que los recordara.

210
Oy unos ruidos de lucha que procedan de la entrada. Sus cazadores demonios
seguan intentando mantener a raya a los refuerzos enemigos. Se lanz en picado para
sumarse al combate y aterriz sobre la espalda de un Seor del Terror, al que arranc la
cabeza de los hombros con un solo golpe.

A m, mis soldados! vocifer. Es hora de abandonar este nauseabundo


lugar. Ya tenemos lo que hemos venido a buscar.

***

Se abrieron paso violentamente hasta el portal. A su alrededor, Illidan not que


se abran ms portales, por los que las huestes de la Legin Ardiente enviaban refuerzos
en tropel. Daba la impresin de que todava no eran conscientes de lo que estaba
ocurriendo y, por eso, respondan poco a poco y cada uno haciendo la guerra por su
cuenta. No obstante, en breve, algn lder tomara el control de la situacin y todo se
complicara bastante. Tenan que abandonar ese mundo antes de que eso sucediera.

Vandel mat a un sirviente demonaco moarg justo cuando esa criatura lo


apuntaba con una mquina que llevaba en la espalda con la intencin de lanzarle una
descarga de fuego. Compaas enteras de diablillos los atacaron con llamaradas desde lo
alto mientras ascendan hacia las colinas.

Varedis, ve con una compaa y despeja las cimas de esas colinas le orden
Illidan.

El cazador de demonios asinti e hizo una sea. Al instante, tanto l como su


destacamento subieron por la ladera, haciendo piruetas y verdaderas acrobacias para
poder esquivar las llamaradas. Los demonios chillaron y farfullaron unos insultos
repugnantes en su idioma y, a continuacin, se dieron la vuelta para huir.

Por delante se cerna sobre ellos una manada de abisarios, que flotaban sobre el
campo de batalla y carecan de piernas, que iban ataviados con armaduras y eran de un
color negro reluciente. Aunque eran muy duros de pelar, tambin eran muy lentos.

Rodenlos orden Illidan. branse paso hasta el portal.

211
Se detuvo para echar un vistazo a su alrededor. Sus tropas haban sufrido bajas
durante la batalla en el archivo y, en esos momentos, se hallaban totalmente extenuadas.
Al ver que Elarisiel se caa al suelo, se abri paso con sus gujas para llegar hasta ella.
Para cuando lleg, Vandel ya estaba ah, ayudndola a ponerse en pie.

Illidan asinti para mostrar su aprobacin. No quera dejar a nadie abandonado a


su suerte, siempre que fuera posible, pues podran curar a los heridos; no obstante, l
mismo acabara con la miseria de aquellos que se encontraban muy malheridos y eran
incapaces de moverse.

Por delante de ellos, el portal que llevaba a Outland brillaba con fuerza. Ah
tambin haba seales de lucha, ya que las fuerzas de la Legin se haban dirigido hacia
all para hacerse con el control de esa puerta, con la intencin de cortarles la retirada.
Siguiendo las rdenes que les haba dado, su propio ejrcito en Outland no haba
atravesado el portal, sino que permaneca al otro lado con el fin de protegerlo.

Adopten una formacin en cua orden. Vamos a abrirnos paso de un


modo violento.

Los cazadores demonios expresaron a gritos que estaban de acuerdo con esa
orden y cargaron. En plena batalla, parecan unos seres tan demonacos como sus
adversarios; unos seres con cicatrices y mutaciones, giles y repletos de tatuajes,
algunos de los cuales estaban envueltos en integumentos hechos de sombra, mientras
que otros utilizaban la magia vil con la misma facilidad que cualquier engendro del
Vaco Abisal.

Por un momento, los demonios aguantaron el asalto. Sin embargo, poco despus
cayeron. El portal se hallaba delante de las fuerzas de Illidan. Este les orden cruzar y,
acto seguido, se gir. En la lejana, el resplandor de unos portales gigantescos que se
estaban abriendo rasg la oscuridad. Las crestas de las colinas se estaban llenando de
una infinidad de combatientes demonacos. Los contempl y se ech a rer.

Que vengan. Haba dado con lo que estaba buscando y llegaban demasiado
tarde, ya no podran detenerlo.

Atraves el portal. Los cazadores de demonios se estaban alejando a todo correr


de la abertura para sumarse al resto de su ejrcito en Outland. Illidan ech un ltimo
vistazo, percibi que ninguna de sus tropas segua viva al otro lado y pronunci unas
palabras que deshicieron el sortilegio. El portal se vino abajo con una terrible descarga
de energa, la onda expansiva alcanz de lleno el mundo natal de los Nathrezim. Ese era

212
su ltimo regalo para ellos: una descarga explosiva de energa capaz de arrasar un
continente. Rez para implorar que al otro lado del portal se hallaran reunidos los
comandantes de los Seores del Terror.

Haba infligido a la Legin Ardiente la mayor derrota que haba sufrido en


muchos milenios, y se senta muy satisfecho.

Illidan contempl cmo los ltimos vestigios de las energas del portal se
desvanecan a sus espaldas. Luego mir a su ejrcito y se pregunt si habra algn espa
en l. Con casi toda seguridad, lo habra. Reflexion acerca de lo acontecido aquel da y
una amplia sonrisa se dibuj en su semblante.

Hoy haba logrado el nico triunfo sin paliativos que haba obtenido en muchos
siglos. Haba capturado a Maiev. Haba invadido el reino de los Seores del Terror y se
haba hecho con el mayor secreto de estos. Haba destruido a los ejrcitos que haban
enviado a proteger su mundo natal. Si sus clculos eran correctos, haba devastado
Nathreza del mismo modo que la magia de Nerzhul haba arrasado en su da Draenor.

Observ los rostros atentos y expectantes de sus tropas. Al instante, su voz


mgicamente amplificada reson entre las filas de los combatientes ah congregados.

Hoy hemos propinado un duro golpe a la Legin Ardiente, uno como no


haban recibido en diez mil aos. Hemos masacrado a los Seores del Terror y hemos
devastado su mundo. Les hemos enseado que no son inmunes a nuestros deseos de
venganza. Que se har justicia con ellos y debern pagar por sus actos.

En cuanto asimilaron la transcendencia de lo que acababan de hacer, una oleada


de aprobacin se expandi por las filas de los cazadores de demonios. Hasta entonces,
se haban centrado nicamente en luchar y sobrevivir. Ahora empezaban a ser realmente
conscientes de que haban triunfado. Unas sonrisas iluminaron esos rostros que nunca
haban esperado sonrer de nuevo. Por un momento, la ira demonaca se vio
reemplazada por algo muy similar a la calma.

Hemos asesinado a millares y atrado a su ejrcito a una trampa con la que


hemos matado a cientos de miles y, adems, tenemos esto!

Agit el disco que se haba llevado del archivo en el aire y ah, lo sostuvo con
ambas manos, para que reflejara la luz y centelleara, para que todos los cazadores de
demonios y los hechiceros ah presentes pudieran contemplarla y apreciar su poder. Los

213
ms sensibles a la magia pudieron captar levemente las auras que lo impregnaban, a
pesar de hallarse a cierta distancia.

Tal vez haya algn espa presente, se dijo a s mismo, pero el jbilo lo anim a
seguir hablando.

Hemos dado con la llave que abre la puerta al mundo natal de Kiljaden y
Archimonde, un lugar donde los comandantes de la Legin pueden morir
definitivamente. Hemos descubierto la ubicacin de Argus. La Legin ha destruido un
mundo tras otro, ha esclavizado y masacrado una nacin tras otra. Ahora van a recoger
lo que han sembrado. Hoy hemos aniquilado a los Nathrezim, pero eso es solo el primer
paso. Hoy hollamos el sendero que nos llevar hasta la victoria final. Hoy hemos dado
con los medios que nos permitirn cortar la cabeza que gua a nuestro enemigo. Vamos
a llevar la guerra a Kiljaeden. Vamos a ensearle el significado de la palabra derrota.

Me da igual que haya espas presentes, pens Illidan. Que informen a la Legin
Ardiente. Que piensen en lo que he logrado este da y tiemblen.

214
CAPTULO VIENTE
TRES MESES ANTES DE LA
CADA

M aiev se despert. Le dola todo, como le haba dolido todos y cada uno de

los das que llevaba en ese lugar. Se hallaba en algn sitio bajo tierra. Poda or cmo el
agua goteaba muy cerca. El aire estaba impregnado del olor a azufre de los demonios y
del hedor a mugre de los Tbidos.

Se puso en pie y comprob la solidez de los barrotes de su jaula una vez ms.
Desde el da anterior no se haban vuelto ms frgiles. Haban sido forjadas para
contener algo que poseyera el poder de un seor del foso y luego las haban reforzado
con capas y capas de runas y conjuros.

Examin esas runas que la rodeaban. Ah haba encantamientos de nutricin y


curacin. No se podra morir de hambre y cualquier herida que se infligiera se curara
con la misma rapidez que se la hiciera. Conoca bien este tipo de sortilegios. Eran
similares a los que haba usado para aprisionar a Illidan. Se haba dado cuenta de ello
cuando haba intentado salir de ah a puetazo limpio. Haba propinado esos golpes con
impaciencia y furia, y el dolor la haba incitado a golpear con ms fuerza si cabe
mientras los huesos de su mano se curaban, se soldaban solos, en cuanto se le
desgarraba la piel y la carne.

Sospechaba que esos conjuros seran capaces de traerla de vuelta de la muerte si


hallaba alguna manera de suicidarse. Su espritu se encontraba encadenado a ese lugar.
No habra manera de liberarlo a menos que su captores lo desearan.

215
Al principio, esperaba que el Traidor apareciera en cualquier momento y la
torturara, pero eso no haba sucedido. Quiz estaba demasiado ocupado como para
vengarse de ella o, ms bien, quera que el horror la dominara mientras esperaba
expectante su llegada. Ciertamente, era ms que capaz de llevar a cabo ese tipo de
torturas psicolgicas.

No obstante, los guardias se haban dedicado a atormentarla de diversas


maneras. Le haban escupido, le haban pinchado con palos afilados y le haban dado
comida sobre la que haban orinado los Ashtongue. Los demonios se haban burlado de
ella, empleando unas palabras afiladas como cuchillos. Un tremendamente arrogante
Seor del Terror llamado Vagath le haba explicado con todo detalle y exactitud a qu
clase de torturas la iba a someter en cuanto le dieran la orden. Haba soportado todos
esos menosprecios con serenidad, pues no quera darle ninguna satisfaccin a ninguno
de sus torturadores. Por el momento, pareca que el mismo Illidan les haba dado la
orden de que no deban torturarla de ningn modo peor. No quera que nadie se vengara
antes que l.

Pero tambin sufra otros tormentos. Como esos das calurosos que pasaba sin
beber agua. Como esos das en que no le haban dado de comer y el estmago le haba
rugido como un sable de la noche furioso. Si bien los sortilegios la mantenan viva y no
le permitan morir, no la libraban de tener hambre o sed.

Adems, se torturaba a s misma de formas mucho peores. Haba llevado a


aquellos que haban confiado en ella a la perdicin. Al pretender vengarse de Illidan,
haba provocado que Anyndra y Sarius murieran, as como todos los dems que haban
depositado su fe en su liderazgo.

Aunque se haba dicho a s misma que la haban seguido voluntariamente, eso


no era de gran ayuda. Cuando yaca despierta, poda ver todos sus rostros y la miraban
con reproche. En sus pesadillas, los vea morir una y otra vez. Maldijo a todos los que
se haban negado a ayudarlos: a los naaru, a los Aldor, a Arechron de Telaar. Si la
hubieran hecho caso, nada de eso habra ocurrido, y el Traidor estara ahora mismo
donde mereca estar, en prisin o en una tumba.

Pero eso no era ningn consuelo.

Saba quin haba sido la responsable de lanzar la cruzada contra el Traidor.


Saba en quin haban depositado los dems su fe. Los haba decepcionado. Poda
intentar echarle la culpa a quien quisiera, pero al final tena que asumir la
responsabilidad de su fracaso.

216
Tal vez eso fuera lo que ms le dola: el hecho de haber fracasado. Illidan no
solo segua libre, sino que era ms fuerte que nunca. Eso la enfureca an ms que los
venenos, an ms que el hambre, an ms que las torturas. Illidan segua libre y no
poda hacer nada al respecto. Estaba condenada a permanecer en esa jaula, indefensa
hasta que l decidiera arrebatarle la vida. Se le haba dejado muy claro que su vida
estaba en manos del Traidor, quien decidira a su antojo si deba morir o seguir viva.

Ahora la estaba ignorando, pues quera que supiera lo insignificante que era en
el gran esquema de las cosas.

En ciertas ocasiones albergaba la esperanza de que una parte de su destacamento


hubiera escapado y viniera a rescatarla y, en otras, la desesperanza se adueaba de ella.
Aunque algunos hubieran logrado escapar de la emboscada, por qu iban a volver para
liberar esa lder que haba guiado a sus camaradas a la muerte? Les haba llenado la
cabeza de historias de triunfo y gloria, y su recompensa haba sido morir. Adems, saba
que nadie iba a venir. Todas sus tropas haban muerto. Las haba visto caer.

Maldijo a Akama una vez ms. Haba confiado en el desleal lder de la faccin
de los Ashtongue. l la haba convencido de que odiaba a Illidan tanto como ella y que
tena tantas razones como ella como para desear su ruina. Cmo se deba de estar riendo
ahora por cmo la haba engaado, por cmo se haba credo esas mentiras. Maldijo los
recuerdos de todos sus encuentros.

Cundo haba empezado a traicionarla y por qu no haba sido capaz de darse


cuenta? Lo haba planeado todo desde el principio, cuando se vieron por primera vez
en el Puerto Orebor? Por aquel entonces, tanto Illidan como l ya se estaban riendo de
ella por cmo la estaban llevando al matadero? Se negaba a creer que hubiera podido
engaarla tan fcilmente. En todo lo que Akama haba dicho deba de haber algo de
verdad. Albergaba un gran resentimiento contra el Traidor por lo que este le haba
hecho al Templo de Karabor, eso era cierto, sin duda.

Echando la vista hacia atrs, fue capaz de darse cuenta de que hubo un momento
en que todo cambi. Despus de su ltima reunin en Shattrath, lo haba visto ms
viejo, ms dbil, ms lnguido. Tal vez lo haban descubierto al fin y lo haban
capturado y torturado. Quiz Illidan lo haba hechizado con algn hechizo muy
poderoso.

O tal vez Illidan, simplemente, le haba hecho una oferta mejor, le haba
prometido algo a lo que no pudo decir no el muy sobornable. El Traidor poda llegar a

217
ser muy persuasivo y ocultar su malicia con palabras melosas. Qu poda haberle
ofrecido al Tbido?

No. A menos que estuviera muy equivocada, al final Akama se haba


sorprendido tanto como ella ante lo que haba sucedido durante la apertura de la puerta.
Se haba mostrado abiertamente en contra de ese ritual que haba destruido todas esas
almas Tbidas, a pesar de que estaba arriesgando la vida al actuar as. Las cosas no eran
tan sencillas como ella tema en las simas de su desesperacin.

Tard un rato en darse cuenta de que los guardias estaban callados. Al elevar la
vista se percat de cul era la razn. Con un aspecto ms avejentado y cansado que
nunca, un renqueante Akama se diriga hacia ella.

Maldito perro traidor y perjuro le espet la celadora en cuanto el Tbido se


hall lo bastante cerca como para poder escucharla.

Yo no te prest ningn juramento, Maiev Shadowsong replic con una voz


fatigada. Ni t a m.

Los guardias escuchaban con suma atencin. Mientras se aproximaba, Akama


les indic con un gesto que se mantuvieran alejados. Y eso hicieron, pues era obvio que
su mera presencia los intimidaba.

As que has logrado volver a ganarte el favor del Traidor de manera artera.

Sigo vivo.

Mucha de tu gente no puede decir lo mismo.

Akama esboz un gesto de contrariedad y contest:

Ni de la tuya.

Maiev hizo todo lo posible para evitar que en su rostro se reflejara la culpa que
senta.

Murieron por la causa, por intentar hacer justicia con Illidan. Como yo lo
har.

Akama seal a la jaula. Con su magia, hizo que los hechizos y conjuros
brillaran en el aire y se tomaran visibles.

218
Mira adonde te ha llevado tu pasin, tu odio, tu ira. Disfrutas de las vistas?

Al menos, yo no me mantengo al margen y me quedo mirando cmo


masacran a mi propia gente.

Akama medit por un momento cul iba a ser su respuesta, y entonces dijo:

Aun as, los masacraron, porque t los llevaste a ese lugar.

En ese instante, fue Maiev la que se estremeci. Era incapaz de controlar del
todo sus movimientos, sus reacciones... El hecho de estar encarcelada estaba haciendo
mella en ella.

Dieron sus vidas por aquello en que crean. Acaso algn da habr alguien
que pueda decir lo mismo de ti?

Tuve que tomar una decisin muy difcil, con la que tendr que vivir. T ms
que nadie deberas saber a qu me refiero.

Escogiste salvar tu pellejo a cambio de sacrificar las vidas de aquellos que


confiaban en ti replic Maiev, quien no pudo evitar que su voz se tiera de amargura.

No tienes ni idea de lo que me hizo. Illidan me arranc una parte del alma y la
corrompi con su magia. Si quisiera, podra desatarla y me devorara.

Maiev se pregunt si eso sera cierto. Si lo era, eso explicara muchas cosas.
Aunque tal vez fuera, simplemente, otra mentira.

No necesito escuchar tus lamentos autocompasivos.

Akama permaneci callado durante varios latidos. Cuando habl, lo hizo con un
tono amable:

No era solo mi vida la que estaba en juego, sino tambin las vidas de todo mi
pueblo. El Traidor es tan cruel como poderoso.

Por eso decidiste desperdiciar la oportunidad de derrocarlo, no es verdad?

Nunca tuvimos una oportunidad. Entonces era imposible.

As que crees que ahora s la tendramos, eh?

219
Akama permaneci callado. De repente, abri la boca. Pareca estar a punto de
decir algo, pero entonces se relami los labios y neg con la cabeza de un modo casi
imperceptible.

Eres incapaz de concebir lo poderoso que se ha vuelto Illidan. Le he visto


realizar hechiceras que nunca habra credo que pudiera llevar a cabo un ser inferior a
un dios. Fue capaz de abrir un portal que llevaba a la otra punta del cosmos.

Maiev crey percibir cierto nerviosismo en la voz de Akama. Tema que


pudieran orle. Acaso los estaban vigilando? Debera dar por sentado que as era.
Acaso el Tbido segua conspirando contra el Traidor y crea que, de algn modo, ella
poda cumplir un papel en tales maquinaciones?

Y por qu crees que hizo esa proeza?

Ya ha vuelto tras haber masacrado a un ejrcito de demonios, incluso tal vez


haya arrasado un mundo plagado de ellos. O, al menos, eso es lo que ha afirmado al
volver del portal.

Y t le crees?

Creo que Illidan odia con toda su alma a los Nathrezim y que detesta a toda la
Legin Ardiente.

Acaso perciba un atisbo de duda en su voz? Acaso Akama era un mero actor
que recitaba las lneas de dilogo de un guin para evitar que las sospechas recayeran en
l?

Por qu ests aqu? Has venido a regodearte?

He venido a cerciorarme de que ests bien. Lord Illidan quiere estar seguro de
ello, ya que tiene planes para ti.

A Maiev se le desboc el corazn y la boca se le volvi pastosa. Poda


imaginarse con mucha precisin qu clase de planes le tena reservados el Traidor. La
estaban manteniendo con vida y en un buen estado de salud por una razn, que no poda
ser nada buena. Illidan pretenda castigarla por el largo tiempo que l haba
permanecido encerrado en prisin. Intent no pensar en ello, pues ya se enfrentara a las
torturas cuando tocase. No iba a darles a sus captores la satisfaccin de verla asustada.

220
Tambin te est poniendo a prueba afirm la celadora, quien esta vez dej
que cierto tono burln se reflejara en su voz. No confa en ti.

Dudo mucho que confe en alguien replic Akama. Acaso lo haras si


fueras l?

Nunca sera como l.

Eres ms parecida a l de lo que eres capaz de concebir. Eres tan despiadada y


obsesiva como l. Sacrificaste a tus amigos sin pensrtelo dos veces con tal de alcanzar
tu objetivo. Sacrificaste las vidas de todos tus seguidores.

Maiev quiso agredirle, pero los barrotes se lo impidieron.

Contempl con odio esa cara arrugada y dijo:

No acepto tus juicios de valor, Akama, ya que he aprendido a no confiar en


nada de lo que digas.

Puedes justificarte con esa excusa si quieres, pero si rebuscas en lo ms hondo


de tu corazn, vers que lo que he dicho es cierto.

La celadora se aferr a los barrotes como si fuera capaz de doblarlos en


cualquier momento y abrirse paso a travs de ellos.

Akama se ech a rer.

Sigues estando fuerte. Eso es bueno. Vas a necesitar todas tus fuerzas en los
prximos das.

No me atemorizas con esas amenazas, viejo.

Acaso crees que eso ha sido una amenaza? Reflexiona sobre esto, Maiev
Shadowsong: lord Illidan no es el nico que tiene planes para ti.

Qu quieres decir con eso?

Que yo tambin tengo los mos.

Una vez ms, haba una cierta ambigedad en el tono con que hablaba Akama.
Acaso se trataba de una amenaza velada o pretenda transmitirle otro tipo de mensaje?

221
No quiero formar parte de ninguna de tus maquinaciones, traidor respondi
Maiev, con la esperanza de poder sonsacarle algo.

Quiz no te quede ms remedio antes de que todo esto haya acabado.

Akama se volvi y se alej renqueando. Muy a su pesar, Maiev lament verlo


marchar, puesto que aquello era lo ms parecido a una conversacin que haba tenido
desde que se haba despertado encerrada ah; adems, el Tbido, al menos, era alguien
conocido.

Se pregunt si eso era lo que supuestamente deba pensar, si todo eso formaba
parte de algn plan sutil urdido por el Traidor para destrozarla poco a poco. Si lo era, no
poda hacer nada al respecto en esos momentos. Lo nico que poda hacer era resistir,
ser paciente y recuperar fuerzas.

Ahora lo nico que tena era tiempo. Jur que hallara la forma de lograr que el
Traidor fuera castigado por todas las muertes que haba causado. Y, llegado el
momento, Akama tambin. Haba empezado a confeccionar un sortilegio que la
ayudara a atrapar a Illidan, cuya eficacia comprobara si alguna vez volva a ser libre.

222
CAPTULO VIENTIUNO
DOS MESES ANTES DE LA CADA

U n sol inmisericorde resplandeca sobre la tierra reseca de la Pennsula del

Fuego Infernal, evaporando la sangre casi en el mismo momento en que se derramaba.


Vandel acab con el ltimo de los demonios y, acto seguido, se acerc a uno de ellos
para arrancarle del ojo la daga con la que lo haba matado tras lanzarla de un modo
certero.

Al echar un vistazo a su alrededor pudo comprobar que haban logrado su


objetivo. Lord Illidan se hallaba junto a los palanquines que los demonios haban
defendido con suma dureza, con los brazos cruzados y las alas desplegadas al mximo
en un gesto triunfal.

Haba cadveres de demonios por doquier, a los que los Illidari haban
masacrado. A pesar de que el hambriento demonio de Vandel le susurr algo en su
mente, no cedi a la tentacin de engullir carne de demonios, sino que se encaram a un
enorme peasco y escrut el campo de batalla. Hizo un gesto de asentimiento a uno de
los miembros de la nueva hornada de cazadores de demonios que se haba incorporado
a sus filas desde la batalla contra los Nathrezim. En el mes que haba transcurrido desde
aquello, ya casi haban logrado reemplazar las bajas que haban sufrido en esa gran
batalla en el archivo de los Seores del Terror.

No obstante, haban perdido ms soldados despus de aquel combate. A veces,


daba la sensacin de que en las semanas posteriores nunca haban dejado de luchar, lo
cual no era del todo cierto. Haba habido un periodo de tiempo en que Illidan se haba
retirado a su sanctasanctrum para meditar sobre cul iba a ser su prximo movimiento.
Durante das, lo nico que haban hecho haba sido entrenar y supervisar los avances de

223
los nuevos reclutas. Entonces, el Traidor se haba presentado con un nuevo plan y, a
partir de ah, haban pasado casi todo su tiempo llevando a cabo ataques relmpagos
contra la Legin Ardiente.

Deban de haber luchado en una veintena de batallas. Haban atacado


Campamentos Forja en Nagrand y haban tendido emboscadas a convoyes que cruzaban
Tormenta Abisal. Una y otra vez haban interceptado a algunas fuerzas que atravesaban
la Pennsula del Fuego Infernal.

Algunos de los combates haban tenido lugar cerca de los portales que la Legin
haba abierto en Outland. La lgica de esa estrategia era evidente. Sin duda alguna, los
amos de la Legin Ardiente ansiaban vengarse de Illidan. Por tanto, sus incursiones se
haban vuelto ms numerosas y sus destacamentos eran cada vez ms poderosos.

Pero eso no haba sido todo. Tambin se haban abierto algunos portales nuevos
en ciertos lugares de Azeroth que Vandel reconoci: Cuna del Invierno y Azshara.
Illidan haba insistido en que deban cerrar esas puertas y hacerse con ciertos cristales
mgicos que se haban empleado para cerrarlas. Les haba dicho que la Legin haba
estado intentando invadir Azeroth desde Outland y que eso deba parar.

No caba duda de que los demonios estaban planeando otro gran asalto; adems,
no podan cerrar todas las puertas. El enemigo haba establecido unas cabezas de puente
inmensas en las Montaas Filospada y en las mismas fronteras de Nagrand. Por lo que
Vandel haba podido escuchar por casualidad, haba ms Campamentos Forja que las
fuerzas Illidan nunca haban visto y que, tal vez, nunca veran.

Tambin estaba claro que lord Illidan estaba buscando algunos materiales para
crear algo. Si hubiera tenido que aventurar una hiptesis, Vandel habra afirmado que
estaba reuniendo componentes para crear otro portal como el que lo haba llevado a
Nathreza. Haba odo formular esa teora a algunos de los dems, a aquellos que saban
sobre tales cosas, y pareca tan vlida como cualquier otra.

A Vandel no le habra sorprendido que hubieran hallado ms de esos cristales en


los atades metlicos que este destacamento haba estado escoltando, as como otros
objetos mgicos.

Desde el memorable discurso que haba dado tras la gran batalla, lord Illidan no
haba considerado adecuado darles ms informacin sobre cul era su nuevo plan. Se
haba limitado a enviarlos aqu y all para atacar a la Legin; en algunas ocasiones, l
mismo haba liderado el asalto; otras veces, haba dejado que Elarisiel o Vandel

224
asumieran el mando. No haba ninguna razn que justificara que Midan los
acompaara. A veces, las batallas en las que lideraba el ataque consistan, simplemente,
en masacrar a unos cuantos orcos viles que todava eran leales a la Legin Ardiente;
otras veces, no los acompaaba cuando se enfrentaban a un adversario mucho ms duro.
Corra el rumor de que llevaba a cabo unos rituales muy extraos cuando las estrellas se
alineaban del modo adecuado, de que estaba confeccionando un hechizo que los llevara
inevitablemente a la victoria.

All abajo, Illidan estaba examinando los restos de los palanquines que haban
cado en la emboscada. Media docena de sirvientes demonacos haban portado cada
uno de aquellos atades, los cuales yacan ahora entre el polvo del suelo, con sus
laterales metlicos perdiendo el lustre.

Ante Illidan, un orco vil flotaba en el aire; se trataba de uno de los soldados de
la Legin, que se encontraba atrapado por la magia del Traidor.

Vandel descendi de esas rocas brincando, saltando de peasco en peasco,


sorteando precipicios, en los que si hubiera dado el menor paso en falso, habra acabado
cayendo al vaco. Aterriz en el suelo rodando, se puso en pie de un salto y se dirigi
hacia lord Midan dando grandes zancadas, hasta colocarse a su lado.

Tienes algo de qu informar, acechador nocturno? pregunt d Traidor,


quien, como siempre, pareca saber que Vandel se hallaba ah sin tener que mirar, lo
cual resultaba ahora menos desconcertante, ya que el cazador de demonios saba cmo
se haca ese truco y era capaz de hacerlo l mismo.

El permetro est asegurado, seor, y no parece que tengamos que


enfrentamos a ninguna amenaza inmediata.

Yo que t no estara tan seguro de eso replic Illidan.

Seor?

Creo que la Legin Ardiente por fin ha deducido qu es lo que estoy


haciendo.

Cmo es posible que lo hayan averiguado, seor?

Quiz cuenten con espas entre nuestras filas. Solo he encontrado las piedras
infernales que busco en uno de estos contenedores. El resto estn llenos de rocas.

225
Y eso cmo lo sabes?

Usa la vista que obtuviste en el ritual.

Vandel se concentr en los cilindros metlicos y, de inmediato, supo a qu se


refera su Seor Supremo. Uno de ellos brillaba con la energa que albergaba dentro,
como si se hallara repleto de cristales centelleantes. Los dems no brillaban tanto ni por
asomo. En su interior, no se hallaba encerrada la energa que Illidan podra utilizar para
lo que fuera que tuviera planeado.

Como si quisiera demostrar que tena razn, Illidan se agach y abri uno de
ellos. Unas gemas relucientes cayeron rodando, as como unas cuantas esquirlas de
cristal. Con esa treta, podran haber engaado a alguien que no poseyera la visin
espectral de un cazador de demonios, pero no a alguien capaz de detectar las
emanaciones mgicas.

Entonces, crees que se trata de una trampa?

Es posible, o tal vez un mero ardid para atraemos a un lugar distinto mientras
el cargamento de verdad sigue otra ruta. Creo que ese tal Alto Seor Kruul del que tanto
he odo hablar es ms inteligente que los anteriores comandantes de operaciones de la
Legin.

Quin es? inquiri Vandel.

Descubrmoslo respondi Illidan, quien se volvi hacia el orco vil, el cual


flotaba en el aire, envuelto en unas cadenas de energa y con un desafiante gesto de
desprecio dibujado en el rostro.

S quin eres. Traidor. Tienes un apodo muy apropiado.

Si me hubieran dado una pieza de cobre cada vez que he odo eso, podra
haber levantado una torre de monedas que llegara hasta la luna ms cercana replic
Illidan. Ojal a mis enemigos se les ocurrieran unos sarcasmos ms originales.

Aunque el orco vil intent escupir a Illidan, su saliva hirvi y se evapor en


cuanto toc la cadena de energa.

Hblame sobre el Alto Seor Kruul le orden Illidan. Quiero saber ms


sobre su nuevo general.

226
No pienso contarte nada contest el orco vil. No temo de las torturas a
las que puedas someterme.

Como desees.

Illidan hizo un gesto. De sus manos extendidas surgi una energa mgica que se
dirigi a la cabeza del orco vil. Las cadenas brillaron con ms intensidad. El orco vil
chill y su espritu parti dejando solo un cascarn vaco detrs. Vandel fue capaz de
percibirlo.

Entonces, Illidan dijo:

Hblame sobre el Alto Seor Kruul.

El cadver abri la boca y se ro.

No hace falta que lo haga. Traidor. No hace falta, ya que se aproxima.


Pregntaselo t mismo.

La energa mgica palpit dentro de los cilindros metlicos, tan visible como la
luz ante la visin espectral de Vandel. Se elev en el aire en espiral, conformando un
vrtice resplandeciente. Un instante despus, un portal cobr forma all donde la
energa se haba fusionado. Una oleada de calor como la que desprende un alto homo
atraves el aire, empujando a los Illidari a retroceder e incinerando el cadver del orco
vil.

Una figura enorme emergi de l, flanqueada por dos infernales ardientes.

Vandel pens que le recordaba a un guardia apocalptico, aunque ms grande.


Posea unos cuernos como los tauren y eran tan descomunales como los de un bisonte.
Unas alas enormes le tapaban la espalda como una capa. Unas runas amarillas y
demonacas refulgan en los brazales que llevaba. En la mano derecha aferraba una
gigantesca espada negra en la que centelleaban unas runas de un color azul pastel. Esa
espada era tan grande como para talar un roble de Vallefresno de un solo tajo.

As que t eres el que derrot a Magtheridon dijo el demonio. Pues no


pareces gran cosa.

Su voz reson atronadora y rudamente por todo el campo de batalla. Dejaba un


rastro de llamas cuando caminaba, era como si el mismo suelo no pudiera soportar el
roce de esas colosales pezuas sin entrar en combustin espontnea presa del miedo.

227
Deca mucho sobre la tremenda confianza que tena en s mismo Kruul el hecho
de que estuviera dispuesto a enfrentarse a un ejrcito de cazadores de demonios
nicamente acompaado de sus escoltas infernales. Al contemplarlo, Vandel concluy
que esa confianza estaba ms que justificada, ya que irradiaba poder y unas corrientes
de una magia muy potente giraban en tomo a l.

Y t, por lo que parece, no eres ms que otro guardia apocalptico replic


Illidan. Has venido a ver si puedes vengarte por la devastacin que ha sufrido el
mundo natal de tus hermanos?

Kruul estall en unas carcajadas estentreas.

Eso estuvo muy bien. Desataste la destruccin contra los destructores. Pero
no he venido en busca de venganza, sino que he venido a matarte.

Illidan desenvain sus gujas de guerra.

Otros lo han intentado antes. Te encarcelar junto a Magtheridon y usar tu


sangre para hacer mi ejrcito an ms grande.

Mi sangre quemara a tus patticas mascotas. Solo conseguiras tener unos


caparazones calcinados como siervos.

Mientras el gigantesco guardia apocalptico hablaba, ms y ms infernales


surgan en tropel del portal, cuya piel arda y desprenda un calor abrasador. Daba la
impresin de que en presencia de Kruul se volvan ms fuertes.

Vandel percibi que los Illidari se estaban colocando en posicin en las colinas
que los rodeaban. Estaban preparados para atacar.

He hecho un mapa con los portales que han estado abriendo asever
Illidan. Han estado muy ocupados. Ironforge, la ciudad de Stormwind, Orgrimmar,
Silithus, las Tierras de la Peste. Pretenden invadir Azeroth una vez ms, verdad?

El Alto Seor Kruul le mostr levemente sus descomunales dientes.

Y yo he estudiado cmo has atacado a nuestras fuerzas y he visto un patrn


claro: pretendes construir otro portal, verdad? Ah, pero la cuestin es saber adnde
llevar. Me he enterado de las bravuconadas que has soltado. Es posible que de verdad
ests tan loco como para ir en busca de Argus?

228
Tal vez deberamos hablar al respecto en cuanto te halles prisionero en la
Ciudadela del Fuego Infernal.

Me temo que el tiempo de hablar ya se ha agotado.

Mientras hablaba Kruul, un colosal can del Ncleo emergi del portal. Su piel
roja estaba envuelta en llamas y dos cabezas sobresalan de sus gigantescos hombros.
Las mandbulas de un can manfago palidecan en comparacin con esas monstruosas
fauces. Sus amplios hombros y extremidades delanteras estaban protegidos con una
armadura metlica.

Salt para atacar al mismo tiempo que Kruul lanzaba un rayo de energa oscura
a Illidan. El Seor de Outland dio un brinco y esquiv la descarga, que impact contra
las piedras situadas detrs de donde haba estado, las cuales se deshicieron, como si
acabaran de sufrir un milln de aos de erosin en solo un instante.

Vandel se encontr cara a cara con la demonaca mascota de Kruul. Tena las
fauces abiertas y la lava burbujeaba dentro de ellas.

Los infernales avanzaron pesadamente hacia l. Vandel salt por encima del can
del Ncleo. Aunque roz fugazmente con los pies esa caliente armadura metlica, logr
elevarse lo suficiente en el aire antes de que se pudiera quemar. Simultneamente, lanz
una descarga de energa vil contra el demonio y le acert a una de sus dos cabezas, que
profiri un breve grito. La piel de esa cosa se oscureci en el punto del impacto y se fue
pudriendo.

Desde las laderas, una docena de cazadores demonacos se sumaron a la


refriega, lanzando una lluvia de energa vil que cay sobre la piel del can del Ncleo y
sobre los infernales, a los cuales extrajeron toda su fuerza vital.

Kruul hendi el aire con su espada e invoc todo su poder, desatando una salva
de energa sombra. Una tormenta de rayos cay sobre los cazadores demonacos.
Algunos cayeron heridos. Otros se desplomaron fulminados. Daba la impresin de que
Kruul se hinchaba de una manera bastante visible mientras se daba un festn con sus
muertes. Tras l, el gigantesco portal todava reluca.

Vandel salt lo mximo posible, desenvain sus dagas y aterriz sobre la


espalda del can demonaco. Sinti una punzada de dolor all donde su piel entr en
contacto con la carne ardiente de la criatura. Apunt a un punto flaco de la armadura y
clav sus hojas ah. Oy un satisfactorio crujido en cuanto las puntas atravesaron esas

229
escamas. Un icor fundido man a raudales, abrasndole la piel al cazador de demonios,
quien se alej de esa bestia de un brinco y rod hacia un lado, evitando as por muy
poco que un gigantesco infernal lo aplastara de un pisotn.

Se coloc entre las piernas del demonio, ignorando ese calor abrasador, y se fue
acercando a Kruul. El guardia apocalptico no le hizo ningn caso, pues toda su
atencin se hallaba centrada en Illidan.

Unas energas mgicas orbitaban alrededor del Seor de Outland y se


fusionaban en un estallido de poder cuando las invocaba. Ms y ms cazadores de
demonios surgieron de la ladera de la colina y se acercaron dispuestos a enfrentarse a
los infernales y al can del Ncleo. Algunos de ellos incluso se atrevieron a correr hacia
el mismo Kruul y desafiarlo.

El Alto Seor flexion las alas y, al instante, se oy un estruendo similar al del


trueno. Los que se hallaban ms cerca del demonio fueron zarandeados hacia atrs y sus
movimientos se ralentizaron, lo cual era fatal para unos combatientes que dependan
tanto de su movilidad, pues as eran vulnerables. Kruul parti en dos a un atacante con
su monstruosa espada. La sangre del cazador de demonios se esfum como si las runas
de la hoja la hubieran absorbido; de inmediato, Kruul se hizo visiblemente ms fuerte y
creci.

El demonio que se hallaba dentro de Vandel se estremeci al contemplar tanta


muerte. Ansiaba alimentarse del mismo modo que se alimentaba Kruul. Vandel volc
toda su ira en otra salva de energa vil que lanz contra el Alto Seor. Esas energas
mgicas astillaron el aura que protega al seor demonaco, fuera cual fuese esta. Kruul
alz su espada, seal a Illidan y lanz otra descarga titnica de energa sombra contra
su oponente. El Seor de Outland lo desvi con un contrahechizo.

Vandel oy un gruido grave a sus espaldas que le indic que el can del Ncleo
haba regresado en busca de ms presas. Se gir para encararse con l. La mitad de una
de sus cabezas se encontraba desgarrada. Un icor fundido manaba de la media docena
de heridas que tena en un costado.

No obstante, la antinatural fuerza vital de esa criatura haca que siguiera


movindose. Se abalanz sobre l, con la boca muy abierta, con unas llamas danzando
alrededor de sus dientes. El cazador de demonios salt hacia el can. Sus armas
alcanzaron su objetivo, atravesando un ojo de cada cabeza. Despus, se alej de la
criatura y se coloc en su lado ciego. Tras lo cual, se movi con rapidez para

230
mantenerse fuera de su vista. El monstruo parcialmente ciego se gir. Olisque el aire y
se le dilataron las fosas nasales mientras intentaba dar con l.

Furioso, Kruul se abri paso violentamente entre los cazadores de demonios, los
cuales hicieron todo lo posible por esquivar esa espada; sin embargo, dos ms cayeron
bajo esa hoja. Adems, sus ataques no parecan hacer ninguna mella en l, eran como
meras picaduras de mosquito.

El can del Ncleo enterr el hocico en el suelo y sigui olfateando. Entonces, se


movi en direccin hacia Vandel, quien lo atac con una descarga de energa vil y
mantuvo ese rayo enfocado sobre la criatura, extrayndole toda su fuerza vital.
Sbitamente, se produjo en el aire una titnica explosin de energa, ya que Illidan por
fin haba lanzado el encantamiento que haba estado confeccionando. La enorme salva
de fuego infernal alcanz de lleno a Kruul y este acab en el suelo.

No! Esto es imposible!

La atronadora voz del Alto Seor reverber por todo el campo de batalla. Sus
palabras estaban teidas de dolor. Tena un agujero colosal en la coraza de la armadura
all donde la descarga la haba alcanzado. Un humo txico emerga de ese agujero y la
carne de la herida palpitaba ah dentro.

Kruul se levant y salt hacia el luminoso portal, que se cerr tras l. Vandel
apual al can demonaco en el pecho y le enterr su arma en el corazn. Los escoltas
infernales se derrumbaron y quedaron reducidos a un mero montn de rocas.

***

Los Illidari recogieron a los heridos y a los muertos y se prepararon para


abandonar el campo de batalla.

Illidan examin los restos de aquella carnicera. No caba duda de que Kruul era
muy fuerte y haba sido muy astuto. Esa trampa haba sido preparada con sumo cuidado
y haban podido escapar de ella nicamente gracias a que Kruul haba subestimado el
poder de Illidan.

231
Que la nueva invasin de Azeroth se iniciara era una mera cuestin de tiempo.
Tal vez eso fuera para bien, ya que as la Legin estara distrada mientras el Seor de
Outland remataba sus planes. Le inquietaba que Kruul hubiera mencionado que saba
que planeaba dar con Argus. No debera haber alardeado de ello antes de haber estado
preparado para atacar. En ese aspecto, haba cometido un error. Se haba dejado llevar
por el jbilo del triunfo y no haba pensado con claridad.

Asimismo, tena la impresin de que ah haba ms de lo que pareca a simple


vista. Algo se le estaba pasando por alto y esa sensacin lo reconcoma por dentro.

Haba llegado el momento de volver al Templo Oscuro y completar los


preparativos lo ms rpido posible. El tiempo se agotaba y no poda permitirse el lujo
de que ahora las cosas se torcieran.

232
CAPTULO VIENTIDS
DOS MESES ANTES DE LA CADA

V andel se encontraba agachado detrs de los arbustos del jardn del placer,

para que no lo vieran los elfos de sangre, quienes se rean y beban a tragos etermiel en
vasos de precipitados de cristal. Uno de esos jvenes tena a una cortesana bajo cada
brazo, a las que besaba sucesivamente. Otra flexionaba un pequeo ltigo imitando a los
scubos del Cubil de las Delicias Mortales. Una hermosa y alta muchacha sindorei
tocaba un lad de siete cuerdas e improvisaba unos versos acerca de un orco vil jefe y
un guardia apocalptico que no los dejaban en muy buen lugar.

El Gran Paseo pareca hallarse a un mundo de distancia de esa guerra sin fin que
tena lugar ms all del Templo Oscuro. Esa era una de las razones por las que Vandel
haba decidido entrar a hurtadillas ah esa noche. Los recintos de la parte interior del
templo eran totalmente distintos al resto de la gran fortaleza, que tena un aspecto
severamente marcial. Estas estancias haban sido diseadas Para que los seguidores
elfos de sangre de Illidan pudieran relajarse. El paseo era tanto un refugio como una
recompensa para esos elfos de sangre que haban seguido siendo leales a Illidan despus
de la desaparicin de Kaelthas.

Ese grupo de parranderos se hallaba tendido sobre el cuidado csped, donde


unas muchachas ataviadas con unos vestidos de seda sostenan unos bocaditos de
mantarraya a unos dedos de distancia de los labios de los varones.

Si bien a los cazadores de demonios nunca se les haba prohibido entrar en el


Templo Oscuro, tampoco se les haba invitado a hacerlo. Estos se mantenan apartados
del resto de las fuerzas Illidari, as como de sus parientes elfos de sangre, los orcos y los

233
draenei y los demonios. Nadie iba a visitarlos a las ruinas de Karabor si poda evitarlo y
ellos no se relacionaban con nadie.

Sin embargo, haba momentos en que Vandel quera alejarse de sus colegas
cazadores de demonios. Le gustaba perfeccionar sus habilidades realizando el ejercicio
de esquivar la vigilancia de los centinelas del templo y entrar sigilosamente en los
recintos impos de aquel lugar.

Se haba encaramado a las grandes cadenas del Santuario de las Sombras y


haba contemplado asombrado esas enormes estatuas que destacaban en aquel lugar.
Los guardianes stiros haban huido acobardados al verlo, como si hubieran percibido
que ansiaba su carne.

Haba recorrido raudo y veloz los recintos envueltos de penumbra por los que
pululaban los orcos de la Vigilia de Sanguino y haba eludido la mirada de incluso los
ms alerta del clan Sombraluna.

Haba inspeccionado esas forjas mgicas y sido testigo de cmo esos hechiceros
dotaban de vida a los huesos de los muertos. Haba escrutado la vasta zona de
entrenamientos donde los demonios se reunan y formaban y los orcos Dragonmaw
adiestraban a sus dragones entre gigantescas mquinas de guerra. Haba trepado por las
almenas y haba contemplado las llanuras que llevaban a la Jaula de la Celadora; el
lugar donde Maiev Shadowsong se encontraba prisionera. Pero el Gran Paseo era el
sitio que ms le gustaba.

Las fuentes tintineaban. El ruido del discurrir del agua fue lo primero que lo
atrajo, as como el aroma de las plantas, algunas de las cuales le resultaban familiares,
pues procedan de los bosques de Vallefresno. Todo aquello le recordaba a su hogar, al
elfo de la noche que haba sido antao. Era un dulce tormento, pues le traa recuerdos de
su familia. Haba momentos en que eso le calmaba, poda coger una flor, olera y
recordar esos tiempos en que volva Con ramos para su esposa cuando estaba
embarazada de Khariel.

En otras ocasiones, eso haca estremecerse al demonio que anidaba en l y


alimentaba su furia vengativa. Esta noche, le haca envidiar las risas pecaminosas de
esos retozones elfos de sangre.

Extendi un brazo entre los matorrales y cogi una botella de etermiel de un


cesto. Los parranderos estaban demasiado centrados unos en otros como para reparar en

234
su presencia. La descorch y le dio un sorbo. Not un cosquilleo en la lengua y, por un
instante, se sinti muy relajado.

Durante un breve instante, se pregunt si el demonio le haba animado a obrar


as, pero esta noche eso le daba igual. Esta noche quera recordar cosas que no tuvieran
nada que ver con las batallas de las ltimas semanas ni con los rumores de que la
Legin Ardiente estaba reuniendo a sus fuerzas para lanzar una nueva ofensiva.

Capt el aroma a almizcle de los scubos que el caluroso viento nocturno


arrastraba desde los bancales inferiores. Se le hizo la boca agua. El ansia de matar iba
creciendo en su fuero interno. Por mucho que esos demonios estuvieran sometidos, por
mucho que hubieran jurado servir a Illidan y aunque pudieran ser unos aliados, para l
seguan siendo unos enemigos, seguan siendo unas presas.

Por el sendero que discurra cerca de esos parranderos, se acercaba Akama


caminando fatigosamente. El Tbido, que vena de la cmara del consejo, cruz el
jardn en direccin a las profundidades del templo. Sin lugar a dudas, volva de alguna
reunin celebrada a altas horas de la noche con el propio Illidan. Llevaba la cabeza
gacha, tena la mirada perdida e iba encorvado, como si soportara un gran peso sobre
los hombros.

Uno de los elfos de sangre alz la cabeza y grit:

Acrcate, viejo Tbido, toma una copa con nosotros!

Una de las muchachas se rio de manera nerviosa.

Oh, Luzen. Es tan feo.

Cualquiera es feo si se compara contigo, Alesha. Eh, viejo Tbido, deja de


cojear por un momento y bebe con nosotros! Maldita sea, Alesha! Dnde est la
botella de etermiel? Te la has metido entre pecho y espalda mientras no miraba?

Vandel alz la botella hacia el elfo de sangre a modo de brindis burln. Estaba
tan sumido en las sombras que nadie poda verlo.

El renqueante Akama sigui caminando.

Eh, viejo monstruo, acaso nos consideras indignos y no quieres que te vean
bebiendo con nosotros? insisti Luzen, en cuya voz haba cierta ira. Daba la
impresin de que estaba dispuesto a reaccionar de un modo violento.

235
Akama se detuvo. Gir la cabeza y contempl a aquel grupo de elfos de sangre.
No dijo nada. Todos los presentes fueron capaces de percibir el gran poder que bulla
dentro de l. Dej de ser un viejo y fatigado Tbido y se transform en algo enorme,
poderoso y terrible, en algo de lo que no poda burlarse un grupo de estetas sindorei.

El velo de la amenaza cubri la noche y los elfos de sangre se quedaron


paralizados como unos conejos cuando ven la sombra de un bho. Por un momento,
rein el silencio y una gran tensin, que presagiaba un estallido de violencia, domin el
ambiente. Entonces, Akama se encogi de hombros, sonri y los bendijo con una mano,
como un viejo sacerdote senil bendecira a un grupo de nios.

Despus de eso, los elfos de sangre permanecieron en silencio durante un largo


rato. Vandel se escabull mientras reflexionaba acerca de Akama y sus tristezas
secretas.

***

Akama tom el sendero del jardn que llevaba al Santuario de las Sombras y,
cuando pas por el refectorio, tuvo que contener las ganas de apresurar el paso dando
zancadas. Como le ocurra siempre que pasaba por aquel lugar espantoso una terrible
sensacin de terror lo domin por entero. No quera ni mirar a esa cosa que saba de
Ceniza. Se trataba de una parte de l; era toda la oscuridad de su alma, as como una
gran parte de su orgullo, ambicin y fuerza de voluntad. La estaban alimentando con
unas perversas energas mgicas y, si la liberaban, lo devorara por completo y
caminara por el mundo portando su cuerpo.

Esa cosa del refectorio se lo comera por dentro y utilizara su voz para arrastrar
a sus seguidores a las tinieblas. Muchos de ellos ya estaban recorriendo ese camino,
pues eran ms leales a Illidan que a los ideales de su propio pueblo.

El pueblo de los Tbidos; qu acertados haban estado al darles ese nombre en


su da. Los demonios haban quebrado el espritu de todos ellos hasta tal punto que,
prcticamente, ya no haba vuelta atrs. Se haban acostumbrado tanto a dejarse llevar
que seguiran a cualquier lder fuerte, y no haba nadie ms fuerte que el Traidor.

Algunos miembros de su pueblo reaccionaban ante su amo como unos esclavos


reaccionaban ante el ltigo. Obedecan rpidamente, sin cuestionar nada, con total
236
obediencia. Haban perdido completamente la capacidad de pensar por s mismos y eran
capaces de realizar cualquier acto siniestro que se les ordenara, trasladando toda culpa y
responsabilidad a aquel que haba dado las rdenes.

Akama contempl a los stiros y dems demonios que profanaban lo que antao
haba sido el lugar ms sagrado de su pueblo, lo cual provoc que le entraran ganas de
llorar, al igual que cuando haba visto a esos arrogantes elfos de sangre retozando en lo
que en su da haba sido el hermoso jardn del templo, haba querido gritar de furia.

Lo que le haba ocurrido al Templo de Karabor era un reflejo de lo que les haba
pasado a los draenei. Todo lo malo que les haba sucedido jams tena su origen ah, as
como en todo ese squito tenebroso que segua a Illidan.

Los demonios triunfales que se pavoneaban por el santuario se mofaban de l al


pasar. Saban lo que le haban hecho. Lo miraban y nicamente vean a un Tbido
decrpito sometido a la misma voluntad monstruosa que los haba subyugado a ellos.

Vean lo que l quera que vieran.

No podan ver el interior de las cmaras secretas de su mente, donde sus


pensamientos seguan siendo del todo suyos. Los mantena escudados incluso cuando
dorma. Ni siquiera Illidan era capaz de ver lo que haba en esas zonas tan protegidas.

Al menos, eso era lo que se deca a s mismo. Haba veces en que se preguntaba
si tambin lo haba engaado con ese conjuro con el que lo haba dominado. Tal vez el
hechizo le permita tener esos espejismos de libertad para lograr que se sometiera de un
modo ms sereno. Tal vez Akama se pareca ms a su gente de lo que crea. Tal vez
fuera, despus de todo, el lder perfecto para un pueblo corrupto y extenuado.

No. Se acercaba el da en que se volvera en contra de Illidan; eso era tan


inevitable como que el sol se alzara cada da sobre Outland. Tena que creerlo. Se
valdra de esa red secreta de agentes que haba ido tejiendo delante de las narices del
propio Traidor. Hallara nuevos aliados a los que utilizara para oponerse a la voluntad
de Illidan. El Traidor se arrepentira de haber estado demasiado sumido en sus
demenciales maquinaciones como para prestar atencin a su humilde siervo Tbido.
Akama apret los dientes. Iba a hacer que Illidan pagara con creces por lo que le haba
hecho a las almas de los Tbidos en la Mano de Guldan. El Seor de Outland iba a
tener razones ms que de sobra para lamentar que le hubiera perdonado la vida a Maiev
Shadowsong.

237
Akama se detuvo y dej de apretar los puos. Abri la boca. Se cercior de que
una vez ms pareciera un humilde y sumiso Tbido.

El vaco que haba en su alma se burl de l. Tal vez le estaban permitiendo que
hiciera todas esas cosas. Tal vez l fuera el cebo que utilizaban para que picaran todos
aquellos en los que Illidan no poda confiar. El seuelo que arrastrara a los enemigos
de Illidan a una trampa, como ya haba sucedido con Maiev.

Inspir hondo a travs de esas fosas nasales tan planas y exhal, tal y como le
haban enseado a hacer cuando solo era un novicio en el Templo de Karabor. Se
acord de cuando aquel lugar haba sido un refugio de paz y pureza, un santuario para
los enfermos y los dbiles. Ese pensamiento lo seren por un momento, pero entonces
vio su propia sombra deforme proyectada sobre la pared. Ahora estaba tan destrozado
como el templo y se pregunt si alguno de los dos algn da podra volver a ser lo que
haba sido antao.

Yo te maldigo, Illidan. Te maldigo a ti y a todas tus maquinaciones. Qu es lo


que tramas ahora?

***

El Sumo Abislico Zerevor sostena el Sello de Argus. Le daba vueltas una y


otra vez en esas manos enfundadas en unos guanteletes de plata. La corona de plata del
elfo de sangre reluca mientras ladeaba la cabeza. En unos ojos que parecan unos
charcos de luz verde vil, brill la chispa de la curiosidad.

Entiendo por qu has buscado esto durante tanto tiempo, seor. Debera
permitirte hallar lo que ests buscando, ya que es una brjula que te permitir dar con
Argus.

Illidan abri sbitamente las alas, y acto seguido volvieron a reposar sobre sus
hombros. A continuacin, replic con una cierta irona que dej translucir:

De veras? Ests seguro?

Zerevor se estremeci al captar el tono burln de esa pregunta.

238
Tan seguro como lo puede estar siempre cualquiera cuando se trata de la
magia de la Legin Ardiente.

Las carcajadas de lady Malande tintinearon por toda la cmara del consejo.

Y, como siempre, intentas curarte en salud por si cometes un error, Zerevor.

Gathios el Devastador, que resplandeca con esa reluciente armadura de paladn,


abri la boca como si fuera a decir algo, pero la acab cerrando. Rara vez hablaba
cuando no se trataban asuntos blicos. Pero s que intercambi una mirada de
complicidad con Veras Darkshadow. El esbelto asesino sonri a su vez. Acaso haban
estado conspirando contra sus compaeros de nuevo?

Presa de la impaciencia, Illidan cerr el puo.

Deja que acabe, Malande.

La hermosa sacerdotisa lo mir, dolida. Gracias a su belleza haba logrado


manipular a muchos elfos, por lo cual pareca considerar que la indiferencia con la que
la trataba el Seor de Outland era todo un desafo.

Una sonrisa glida cobr forma de manera fugaz en el semblante de Zerevor.

Podramos utilizarlo para que nos gue a travs de la red de portales y puertas
de la Legin Ardiente. Podra llevamos hasta Kiljaeden y la legendaria Argus.

Eso ya lo s replic Illidan. Eso es algo que siempre se ha sabido. Por


qu has sacado ahora este tema a colacin? Qu pretendes?

El Sumo Abislico contempl el esquema extendido sobre la mesa de caballete.


Representaba la obra maestra de Illidan, pero sin duda alguna haba algo en l que
preocupaba a Zerevor.

Podramos utilizar sus propios portales para llegar a Argus. No hace falta
construir una nueva puerta, seor. S, es una obra digna de un genio, pero para qu
reinventar la rueda? Bastara con hacerle una modificacin muy sencilla a tu hechizo
para que pudieras valerte del sistema de portales de la Legin.

Porque si utilizamos la red de la Legin, tendremos que cruzar mltiples


portales, dando as la oportunidad a los demonios de bloquear nuestro avance en cada
paso del camino. Este portal nos llevar a Argus de un solo salto. Nos permitir atacar

239
por sorpresa. Nos permitir establecer unas lneas de comunicacin cortas que se podrn
mantener con suma facilidad.

Los otros tres consejeros asintieron como si estuvieran de acuerdo con todas y
cada una de esas palabras. Sin embargo, Zerevor sigui insistiendo:

Siempre que el plan funcione, seor. Ests corriendo un riesgo tremendo.


Necesitaremos una cantidad de energa necesaria inconcebible, como nunca antes
hemos empleado. No sera ms sencillo aprovechar lo que ya existe?

Sera ms sencillo, pero mucho ms peligroso. La Legin nos supera en


nmero varias miles de veces. Aunque sus fuerzas estn dispersas, si les damos tiempo
para reagruparse nos aplastarn.

Zerevor sostuvo el sello a la altura de sus ojos, como si as pudiera ocultar su


expresin ante las percepciones de Illidan.

Pero intentar abrir este portal podra suponer que este mundo acabara
devastado de nuevo, al igual que Nerzhul devast Draenor. Si el conjuro no se lanza de
un modo perfecto, si se comete algn error en los clculos...

Illidan extendi un brazo y le arrebat el sello.

No hay ningn error en los clculos y el hechizo se lanzar de una manera


perfecta, porque lo har yo mismo.

Y si te equivocas, seor?

Yo no me equivoco.

Illidan centr su atencin por entero en el consejero. Se cerni sobre l


amenazadoramente, hacindole sentir la brisa que desprend da al batir las alas
lentamente.

Zerevor mir para otro lado, se le hundieron los hombros y levant ambas
manos con las palmas hacia fuera.

No lo dudo, seor. No lo dudo.

Entonces, el Sumo Abislico palideci y unas gotas de sudor le perlaron la


frente. Cerr los ojos y frunci el ceo mientras se concentraba.

240
Qu ocurre? inquiri Illidan.

Los hechizos de proteccin que coloqu sobre el Portal Oscuro se acaban de


activar. El portal se encuentra totalmente operativo.

Alguien ha abierto una puerta tan grande entre Outland y Azeroth que un
ejrcito entero podra cruzarla. Y al parecer, eso es precisamente lo que est ocurriendo.

241
CAPTULO VIENTITRS
DOS MESES ANTES DE LA CADA

D esde la cresta de la montaa, tenan una vista perfecta del Portal Oscuro

que les permita contemplar un panorama desolador, o eso pens Vandel. El portal a
Azeroth refulga de un modo siniestro dentro de ese gran arco, al que se llegaba por las
titnicas escaleras de los Peldaos del Destino. No obstante, el portal en s no era lo ms
desesperanzados sino el ejrcito que lo rodeaba.

Desde la confrontacin con el Alto Seor Kruul, la Legin Ardiente haba


enviado sus fuerzas a Outland a tal velocidad que era imposible contenerlas. La mayora
de ellas parecan hallarse ah abajo en esos momentos, tanto en el valle como a lo largo
del camino que llevaba hasta el Portal Oscuro. Miles de demonios y decenas de miles
de sus adoradores se encontraban acampados en ese lugar. Haba venido desde decenas
y decenas de portales, que se haban abierto simultneamente en tal cantidad que no
todos haban podido cerrarse. Daba la impresin de que intentaba demostrar a lord
Illidan que sus planes de oponerse a ellos eran totalmente ftiles.

Ms y ms tropas de la Legin marchaban por el camino que llevaba de la


Marisma de Zangar a la Pennsula del Fuego Infernal. Las fuerzas de la Legin
avanzaban con un terrible objetivo en mente, que solo poda ser invadir de nuevo
Azeroth. La puerta que llevaba a su mundo natal volva a estar abierta y los
destacamentos de la Legin llevaban das cruzndola.

Eran tantos y a la vez tan pocos. Todos esos soldados y demonios y mquinas de
guerra de all abajo resultaban muy imponentes, pero como poda recordar la visin que
haba tenido durante el ritual de transformacin, Vandel era consciente de que solo era
una diminuta fraccin del gran ejrcito de la Legin Ardiente.

242
Cada da llegaban ms y ms. Intent imaginarse la inconcebible distancia que
deban de haber recorrido para llegar hasta ese lugar, los vastos abismos entre mundos
que deban de haber cruzado, pero le resultaba imposible.

El Portal Oscuro era ya bastante sobrecogedor de por s. Los dos gigantes de


piedra vestidos con tnicas situados a ambos lados de ese arco titnico le recordaron a
unas esculturas similares que haba en el interior del Templo Oscuro; adems, se
apoyaban en unas espadas lo bastante grandes como para derribar las murallas de la
ciudad de Stormwind. Unas luces refulgan dentro del portal, brillando como unas
estrellas atrapadas.

Otro convoy avanzaba por el camino para entregar su cargamento de soldados y


municiones al vasto campamento que se hallaba bajo la sombra del portal. Los Illidari
haban intentado impedir que llegaran ms convoyes. A pesar de que les haban tendido
emboscadas y los haban atacado de formas mucho ms directas, todo haba sido en
vano. Sus enemigos eran demasiado numerosos y demasiado poderosos; adems,
estaban desperdiciando recursos que necesitaran para defender el Templo Oscuro
cuando se produjera el ataque final.

Esa bravuconada que Illidan haba lanzado en la que afirmaba que llevara la
guerra a Kiljaeden pareca ahora muy absurda, no sonaba ms amenazadora que lo que
le parecera a un soldado veterano un cro ataviado con la armadura de su padre que
blanda la espada de su progenitor.

Vandel contempl los rostros de la gente que haba a su alrededor, Illidan tena
una mueca burlona dibujada en la cara, como si todo ese vasto ejrcito no se mereciera
siquiera su desdn. Jace Darkweaver arque una ceja de un modo burln, pero en
cuanto la baj, un gesto ceudo de preocupacin se qued grabado en su rostro.

Una amplia y demencial sonrisa, que obligaba a estirarse al mximo los hilos
con los que tena cosidos los labios, dominaba el semblante de Aguja. Elarisiel pareca
hallarse francamente asustada y Vandel se pregunt si el demonio de su compaera se
estaba haciendo con el control de su mente y manipulndola.

Su propio demonio se senta tremendamente satisfecho. Esa demostracin de


fuerza de la Legin Ardiente le agradaba. Ese poderoso ejrcito de all le dara la
bienvenida. Podra sumarse a sus invencibles filas en cualquier momento y podra jugar
con mundos enteros hasta que el universo quedara reducido a ruinas y renaciera.

243
Por qu estamos aqu?, se pregunt Vandel. Acaso Illidan los haba trado
hasta ah simplemente para que se deprimieran? No, eso no era propio de l. Deba de
tener un propsito en mente. Pareca hallarse muy absorto, como si estuviera
esperando a que ocurriera algo. Al mirar a la puerta, Vandel crey entender qu
suceda, puesto que nunca la haba visto con el aspecto que tena hoy.

Vandel se acord de lo que el Traidor le haba hecho al portal de Nathreza. Tal


vez planeaba hacer lo mismo ah; lanzar un ataque suicida contra la puerta y un hechizo
de destruccin para hacer que explotara, de tal manera que todo ese ejrcito de all
abajo desaparecera.

Pero tambin pereceran los cazadores de demonios; adems, la Legin Ardiente


siempre podra reunir ms tropas. Quin quedara para oponerse a ella si las fuerzas de
Illidan yacan en unas tumbas?

Por qu quieres oponerte a ella?, le susurr ese demonio que se hallaba dentro
de l. Por qu lo intentas siquiera? Perteneces a ella. Siempre lo has hecho.

Mientras ese pensamiento cobraba forma en su mente, el flujo de poder


alrededor de la puerta se increment por mil. Unas tropas procedentes de Azeroth
surgieron del portal, en las que se mezclaban orcos y humanos, elfos de la noche y elfos
de sangre. Unos grifos surcaron el cielo por encima de la puerta, acompaados de unos
dracoleones.

Los conjuros brillaron en el aire. Las armas mgicas horadaron la piel


demonaca. A pesar de que un pelotn de guardias viles intent bloquear los Peldaos
del Destino, un orco enorme armado con un gigantesco martillo se abri paso entre ellos
de un modo muy violento. Detrs de l avanzaba un humano que portaba un escudo y le
cubra las espaldas.

Resultaba increble ver a toda esa gente tan dispar luchando unida. Sin lugar a
dudas, la amenaza que suponan las fuerzas de Kruul haba contribuido decisivamente a
que decidieran colaborar. Daba la sensacin de que la Alianza y la Horda estaban
invadiendo juntas Outland.

En cuanto la avanzadilla de los hroes cruz el portal, siguieron emergiendo


ms y ms tropas, que marchaban en grupos muy compactos con intencin de asegurar
el permetro.

244
Un colosal guardia de clera enfundado en una reluciente armadura atraves una
de las lneas humanas, con un hacha descomunal en cada mano. Pero una compaa de
orcos corri a interceptarlo. Un relmpago crepit y el guardia de clera se detuvo por
un momento. Los orcos acabaron con l.

Ms y ms tropas de Azeroth cruzaron la puerta. A pesar de que sufran muchas


bajas, seguan luchando. Por cada humano u orco o trol que caa, otro ocupaba su lugar.

Debe de haber un ejrcito enorme reunido al otro lado del Portal Oscuro, pens
Vandel, quien en ese momento record el tamao del ejrcito de la Legin que haba
llegado hasta ah. Todos los reinos de la Alianza y todos los dominios de la Horda
deban de haberse quedado sin un solo combatiente. Las fuerzas de un mundo entero se
haban unido para enfrentarse a la Legin Ardiente. Lo nico que poda hacer Vandel
era rezar para que eso fuera suficiente.

En el centro del campamento de la Legin pudo distinguir al Alto Seor Kruul


vociferando rdenes a sus tropas. El combate lo deleitaba o se arrepenta de haber
alborotado ese avispero?

Illidan se acuclill por un instante, con las alas extendidas al mximo, y lade la
cabeza. Una expresin de desconcierto apareci fugazmente en su semblante.

Kruul esperaba esto? Lo deseaba?

Hizo esa pregunta en voz baja, como si estuviera hablando consigo mismo.

Para qu querra provocar un ataque simultneo de la Horda y la Alianza?


inquiri Vandel.

Illidan, que segua con la mirada clavada en la batalla, respondi:

Tal vez para que Azeroth quedara desprotegida. Para alejarlos de su hogar,
del terreno que mejor conocen, para llevarlos a un lugar donde puedan ser ms
fcilmente destruidos.

Acaso crees que se trata de una trampa, lord Illidan?

Tiene toda la pinta de serlo. La cuestin es quin es la presa. Hay algo aqu
que me escama.

245
Vandel comprenda esa sensacin perfectamente. La satisfaccin que senta su
propio demonio lo inquietaba. Acaso estaba reaccionando de algn modo a algo que
perciba en esa situacin? Si Vandel se hallaba muy intranquilo, Illidan deba de
sentirse mucho ms desasosegado, puesto que era mucho ms poderoso y estaba an
ms curtido en estas lides.

Por un momento, Vandel sinti algo muy parecido a la culpa. Al ver cmo ese
contingente de combatientes elfos de la noche arremeta violentamente contra esa lnea
de la Legin Ardiente pens que debera estar ah abajo, luchando con ellos. Al fin y al
cabo, era un cazador de demonios y all abajo se encontraba el mayor ejrcito de
demonios jams reunido.

Pero qu diran los kaldorei cuando lo vieran tatuado con las marcas de Illidan,
su antiguo enemigo? No lo recibiran con los brazos abiertos como un amigo y
compaero, sino que, probablemente, lo confundiran con uno de esos demonios contra
los que luchaban.

Se pregunt si habra algn conocido con ese destacamento y si iba a tener que
bajar ah a matarlo. No estaba seguro de qu hara si Illidan diera esa orden.

A pesar de que era un cazador de demonios leal al Traidor, esta guerra era
contra la Legin Ardiente, no contra esa gente que antao haban sido sus hermanos. l
no era su enemigo, aunque ellos pudieran creer que s.

Qu hara entonces?

La respuesta era muy sencilla. Si se lo ordenaban, luchara. Si los kaldorei lo


atacaban, lo mataran. En cualquier otro caso, intentara evitarlos.

Ms y ms soldados descendieron por los Peldaos del Destino, cual avalancha


de carne protegida por el metal de las armaduras. Un maremoto de violencia que se lo
llevaba todo por delante. Por un instante dio la impresin de que el campamento de la
Legin Ardiente podra ser arrasado. Entonces, el Alto Seor Kruul se sum a la batalla
y la ofensiva se detuvo.

Paso a paso, los ejrcitos de Azeroth se vieron obligados a retroceder por las
escaleras. La mel era brutal y letal. No haba espacio para agacharse o confeccionar
hechizos, solo para intercambiar salvaje y rpidamente conjuros o golpes en medio de
esa muchedumbre tan compacta.

246
Paso a paso, la Legin fue empujando a las fuerzas enemigas y subiendo por las
escaleras. Al final, ambos ejrcitos alcanzaron un punto de equilibrio, en el que ninguno
era capaz de avanzar o retroceder ni un solo paso mientras el combate prosegua con la
misma furia que antes.

Cuando la batalla se hallaba en un equilibrio precario, surgi una nueva


amenaza para las fuerzas de Azeroth. Un destacamento formado por guardias viles,
Seores del Terror, guardias apocalpticos y guardias de clera se haban reunido en el
extremo ms alejado del campamento de la Legin y desplazndose luego por las
colinas de all abajo, sin que los que participaban en la batalla principal pudieran verlos
en ningn momento. El mismo Alto Seor Kruul lo lideraba, flanqueado por sus canes
del Ncleo. Su intencin era clara, romper las lneas de las tropas de Azeroth al
sorprenderlas por el flanco.

Vandel no estaba seguro de cmo iban a hacer eso las fuerzas de Kruul. Tal vez
los guardas apocalpticos pretendan volar hasta uno de los laterales de los Peldaos del
Destino. Tambin podran usar sus alas algunos de sus otros esbirros, aunque quiz as
perdieran el factor sorpresa. Lo ms probable es que pretendieran mantenerse ocultos
cerca de ese flanco empinado hasta que lanzaran el ataque. Podan usar portales
mgicos para traer al resto del destacamento.

Illidan tambin se haba percatado de ello.

Si esos demonios logran que caiga el flanco orco, entonces la batalla estar
perdida y los invasores sern enviados de vuelta a Azeroth; adems, gran parte de su
ejrcito se quedar aislado y ser destruido.

Hablaba con un tono meditabundo, como si estuviera sopesando las diversas


posibilidades una y otra vez, examinndolas con sumo detenimiento para ver cul era la
que ms le convena.

No podemos permitir que eso ocurra.

El propio Vandel se sorprendi al orse decir esas palabras.

Illidan volvi la cabeza hacia l. Ahora tena toda la atencin del Traidor, cuyas
alas le envolvan rgidamente, como si intentaran esconderlo. Lade la cabeza y le dijo:

Por supuesto, tienes razn, Vandel. Ve con una compaa a interceptar a esos
demonios antes de que lleguen a las escaleras. Detenlos.

247
Vandel no estaba seguro de si le estaba recompensando o castigando por haber
hablado. Aunque, en realidad, le daba igual. Hizo una sea a Elarisiel y un grupo de
cazadores de demonios lo sigui. Aguja tambin lo acompa. Bajaron por la montaa
con la mayor celeridad posible para interceptar al destacamento de Kruul mientras
seguan mantenindose ocultos a la vista de los combatientes que peleaban all arriba,
en los Peldaos del Destino.

***

Los cazadores de demonios cubrieron esa distancia con la agilidad de unas


panteras. Las tropas de Kruul, tal y como Vandel haba sospechado que haran, se
haban posicionado bajo la sombra de las escaleras. Los miembros alados de ese
destacamento se estaban acercando volando a uno de los laterales de las mismas. Esos
demonios eran un grupo pequeo pero poderoso, capaz de cambiar el signo de la batalla
si llegaban a tiempo.

Vandel profiri un grito de batalla. Los demonios se giraron para mirar en su


direccin. Clavaron sus ojos ardientes directamente en l. El cazador de demonios lanz
un rayo de energa vil al ms cercano, que atraves el monstruoso cuerpo de la criatura
a pesar de que llevaba armadura. Instantes despus, se hallaba entre esos demonios,
cortando y rajando, agachndose y rodando, esquivando las descargas que los guardias
de clera le lanzaban con esas extraas armas que llevaban montadas en el pecho.

El Alto Seor Kruul mir directamente a Vandel y lo atac con una de sus
mortferas descargas de las sombras. Vandel la evit de un salto y se acerc al
gigantesco demonio.

Ah, pequeo, acaso tu amo teme enfrentarse a m en persona? pregunt


Kruul con una voz atronadora.

No. Simplemente cree que soy rival para ti contest Vandel.

De inmediato se apart a un lado para evitar la gigantesca espada de Kruul, que


destroz el suelo. Unas esquirlas de roca hecha aicos se le clavaron al cazador de
demonios en el costado, hacindole sangrar. Apual a Kruul en una de esas piernas del
tamao de un tronco, apuntando a cierto punto situado tras la greba, y acert con su

248
hoja en el lugar adecuado. Tras sacarla, rod hacia delante, con la esperanza de
colocarse detrs del guardia apocalptico y fuera de su campo de visin.

Una batalla campal se haba desatado a la sombra de esas vastas escaleras, sin
que los combatientes de la parte superior se percataran de ello. Al rodar por el suelo,
Vandel acab justo en medio de aquella turbamulta. Volvi la cabeza y comprob que
Kruul ya se estaba peleando con otros cazadores de demonios. Uno de ellos cay,
partido por la mitad por esa hoja del tamao de un ariete. A continuacin, el guardia
apocalptico lanz una salva de rayos mgicos que alcanz al resto de atacantes. Los
enormes canes del Ncleo que se hallaban junto a l grueron. Vandel se prepar para
abalanzarse sobre la espalda de Kruul, pero antes de que pudiera saltar, los demonios se
le echaron encima en tropel.

Tuvo que hacer uso de toda su concentracin para lograr mantenerse con vida.
Aunque despach al primer guardia vil y luego a otro, por cada uno que eliminaba, otro
ocupaba su puesto.

Se estaba quedando sin fuerzas e incluso sus dagas mgicas fueron tomndose
romas. Luchaba en medio de una montonera de cadveres, tanto de elfos como de
demonios. Mat y mat hasta que se qued sin energas, hasta que incluso dej de or la
voz de ese agobiante demonio que se hallaba en el interior de su mente.

Era consciente de que iba a morir y, realmente, no le importaba. Dara la vida


feliz tras haber dado muerte a tantos demonios como pudiera. Por primera vez en
muchos meses, se sinti como un elfo mortal, cansado y lento. Los demonios seguan
acercndose de manera imparable e implacable. El curso de la batalla lo llev de vuelta
hacia el guardia apocalptico. Una vez ms, se hall cara a cara con Kruul.

Vandel se agach para esquivar la descomunal espada del Alto Seor, y acto
seguido tropez. La gigantesca anua del demonio atraves el lugar donde hasta haca
unos instantes haba estado su cabeza.

A pesar de que intent ponerse en pie, saba que no podra hacerlo. Kruul se
alzaba sobre l, con la espada levantada, y supo que le haba llegado la hora. En la hoja
se reflej la luz sangrienta del sol de Outland, y acto seguido el arma traz un arco
descendente.

Vandel se neg a apartar la mirada. Alz ambas dagas en un ltimo intento


desesperado de defenderse. De repente, a Kruul le explot el pecho. Ah solo qued un
tremendo agujero por el que poda ver a Illidan sosteniendo sus gujas de guerra. Id

249
guardia apocalptico se desplom. Vandel se apart rodando hacia un lado mientras el
colosal demonio caa violentamente hacia el suelo.

Lo has matado dijo Vandel.

Illidan sonri de un modo enigmtico.

Tal vez.

A su alrededor poda or el fragor de la batalla. El resto de los cazadores de


demonios haba abandonado su escondite para enfrentarse a los demonios,
sorprendindolos por el flanco, tal y como ellos haban intentado sorprender a las
fuerzas de Azeroth.

Como los haban pillado con la guardia baja y adems carecan ahora de un lder
y se enfrentaban a un nmero desconocido de adversarios, los demonios se fueron
disgregando en pequeos grupos y, poco a poco, los hicieron picadillo.

***

Vandel se puso en pie. Todos los demonios estaban muertos. Aun as, el hambre
lo azuzaba. Podra matar a un millar de esbirros de la Legin y nunca sera suficiente.
Podra quemar un mundo lleno de ellos y se sentira como si apenas acabara de
empezar.

Pese a que se dio cuenta de que ese mismo impulso era el que empujaba a la
Legin, en ese momento no le import. Solo quera seguir matando y matando.

Curv los labios para lanzar un gruido y se prepar para buscar una presa una
vez ms.

Illidan lo agarr del hombro.

Basta ya. No es el momento adecuado. Tenemos mucho que hacer en otra


parte.

250
Por un instante, Vandel se plante la posibilidad de atacar al Seor de Outland,
pero se contuvo y, poco a poco, su sed de venganza mengu hasta ser controlable.
Exhal y tuvo la sensacin de que parte de su ira se iba con esa exhalacin.

Hoy aqu hemos salvado a la Alianza y la Horda, pero nunca lo sabrn dijo
Vandel al fin.

No hace falta que lo sepan. Nos basta con que estn aqu. Illidan sonri de
tal modo que dej traslucir una inmensa satisfaccin. Mantendr entretenida a la
Legin Ardiente mientras nosotros preparamos su derrota. El enemigo de mi enemigo...

Los cazadores de demonios se alejaron de la batalla y volvieron a ascender por


esas pendientes hasta llegar a esa zona con unas vistas privilegiadas de la que antes
haban bajado. Vandel se volvi para contemplar el combate. Ms tropas del bando
Azeroth se desplegaron para proteger los flancos de su ejrcito, conformando una
avalancha colosal de combatientes y hechiceros que se dispuso a barrer a todo enemigo
de esas escaleras. El signo de la batalla haba vuelto a cambiar a su favor. Daba la
impresin de que las fuerzas de Azeroth haban consolidado su posicin en Outland.

Illidan flexion las alas de un modo triunfal.

Con suerte, la Alianza y la Horda mantendrn distrados a los demonios


mientras nosotros hacemos lo que hay que hacer. Ahora debemos dar con el Trono de
Kiljaeden.

251
CAPTULO VIENTICUATRO
DOS MESES ANTES DE LA CADA

U nos arroyos de lava verde fluan por esos riscos de basalto desmenuzado.

El aire resplandeca por las llamas, el calor y la

magia vil, lo cual haca sentir un cierto cosquilleo a Illidan y le llenaba los
pulmones cada vez que respiraba. Recorri con la mirada todo cuanto lo rodeaba y se
fij en que en cada peasco, cada saliente, cada fragmento de roca que se elevaba hacia
el cielo, haba un cazador de demonios vigilando.

Aunque haban ahuyentado a los guardias de la Legin, era ms que posible que
el ritual que iban a llevar a cabo atrajera la atencin de los comandantes enemigos.
Mientras se hallara en estado de trance, sera incapaz de luchar o huir. Estaba corriendo
un riesgo terrible, pero tena que asumirlo. Si uno solo de sus seguidores resultaba ser
un traidor, o incluso excesivamente ambicioso, su existencia llegara a su fin.

El Trono de Kiljaeden. El propio nombre ya reflejaba su poder, pues estableca


un vnculo entre ese seor demonaco y esa ubicacin. Unas energas mgicas colosales
fluan a su alrededor. Antes de la Primera Guerra, Guldan haba llevado a cabo en esa
montaa el gran ritual que haba sometido a los clanes orcos al servicio de la Legin
Ardiente. Los recuerdos de Guldan que Illidan haba adquirido en su da le indicaban
que ese era el lugar idneo para lanzar el hechizo, puesto que ah haba una gran falla en
el entramado del universo que llevaba a la guarida del mismo Falsario; adems, esa
noche, el flujo de energas procedentes del Vaco Abisal se hallara en su mximo
apogeo desde haca aos.

252
Camin por el borde de ese gran conjunto de smbolos en los que haba inscrito
unas letras de fuego sobre esa roca negra. Enton las palabras que conformaban el
encantamiento; se trataba de un cntico repetitivo, que invocaba unas fuerzas que podra
controlar valindose de una mera fraccin de su mente. A su alrededor, unas
monstruosas energas se arremolinaban, a la espera de ser desatadas. Confeccionar ese
sortilegio le haba llevado semanas. nicamente poda ser lanzado en esa localizacin
exacta, en ese momento exacto, cuando todas las seales lo indicaran.

Contempl detenidamente las oscuras nubes que cubran ese cielo abrasador. Un
colosal chorro de lava brot de las atormentadas entraas de la tierra, como si fuera
sangre de demonio que manara de una herida titnica.

Cogi el disco que se haba llevado de Nathreza y centr todas sus percepciones
en ese objeto que segua impregnado del hedor psquico de los seores demonacos de
la Legin Ardiente. En cuanto lo escrut detenidamente con su extraa visin, se los
pudo imaginar: al siniestro e intransigente Sargeras, un titn cado que irradiaba miseria
y desesperacin; a Archimonde, un demente seor de la guerra consumido por la furia y
la ira, el puo de Sargeras; a Kiljaeden, el maquinador, un experto a la hora de tentar y
manipular que haba corrompido a tantos.

Quin se crea que era Illidan para enfrentarse a ese espantoso tro? Acarici el
Sello de Argus y roz con sus garras las hendiduras de las runas hasta que el glido
metal chirri. Resultaba muy extrao que pudiera permanecer tan fro incluso ah, entre
tanto fuego y tanta furia.

Borde los lmites del crculo mgico que haba trazado, para comprobar que los
hechizos de proteccin que haba colocado ah funcionaban, para cerciorarse de que la
energa flua correctamente a travs de l, de que no haba cometido ningn error.

Estaba perdiendo el tiempo y eso era de necios. Si esperaba demasiado, el plazo


de tiempo en que poda lanzar el hechizo se agotara. Y no volvera a presentarse otra
oportunidad en muchas lunas. Tendra que actuar ya. Aun as, era incapaz de decidirse a
dar el paso final. Pronto, si todo iba como haba planeado, se hallada mirando a la cara a
aquellos que posean tal poder que seran capaces de destruirlo por completo y se
enfrentara a ellos l solo. A pesar de que no haba tenido una vida muy agradable,
ahora que se acercaba su hora, se mostraba reticente a morir.

Deambul por el borde del crculo, sondendolo con diminutos rastros de


energa mgica. El destino que haba sufrido Nerzhul le adverta de lo que le podra
llegar a pasar. En su da, el chamn se haba vuelto en contra de sus amos demonacos y

253
haba pagado con creces su traicin. Haba veces en que Illidan se preguntaba si iba a
acabar igual, si todo eso era nicamente un juego para los seores demonacos, en que
lo tenan todo a su favor y se divertan con esos insectos que se oponan a ellos e
intentaban derrotarlos.

Tom aire y percibi el olor a azufre de esa lava verde. Era como si estuviera
respirando el humo de un gran infierno que haca que le ardieran los pulmones y sintiera
un cosquilleo en ellos. Se le estaba agotando el tiempo.

En un instante, antes de que pudiera detenerse o lamentarse de la decisin,


pronunci las ltimas palabras del encantamiento, desatando un diluvio de energa, el
cual le separ el espritu del cuerpo y lo arroj directamente al Vaco Abisal.

***

El camino se abri ante l. A pesar de que se sinti como si cayera hacia el


interior de ese disco cubierto de runas, era consciente de que era una mera ilusin, un
espejismo creado por su mente para que pudiera entender en cierto modo lo que estaba
sucediendo. Aunque para un cerebro nacido en la realidad natural, eso era del todo
imposible, su mente hara todo cuanto se hallara en su mano para proporcionarle un
marco mental que pudiera dar sentido a aquello.

Su espritu emergi en el Vaco Abisal y contempl a Argus. Ese mundo flotaba


en la frontera entre el Vaco Abisal y el universo fsico y se hallaba impregnado de las
energas viles de la Legin Ardiente.

Se lanz en picado hacia la superficie de ese mundo. Antao deba de haber sido
muy hermoso, un lugar de montaas cristalinas y mares relucientes, pero ahora era fro
y cruel. Las tinieblas dominaban aquel lugar, as como una sensacin de prdida y
corrupcin.

El sello palpit en sus garras. Ya no era un disco real, sino una representacin
del mismo, creada con las energas mgicas del propio conjuro, que lo arrastraba hacia
abajo, hacia lo que buscaba. A pesar de que el tirn era casi irresistible, luchaba contra
l, mientras escrutaba el cielo, se fijaba en la posicin de las estrellas y las
constelaciones y las grababa en su memoria. Busc desesperadamente algn astro
familiar en el firmamento, pues saba que as podra deducir en qu lugar del cosmos se
254
encontraba. Tambin intent dar con mareas de energa mgica, con las corrientes
aurorales que discurran por el Vaco Abisal.

Era este realmente el lugar que buscaba? Traz una rbita a su alrededor
rpidamente, fijndose en el paisaje, buscando alguna seal, todava resistindose en
todo momento al tirn del sortilegio que haba confeccionado. Una vez ms not la fra
distancia carente de toda emocin que lo separaba de su cuerpo. Una leve sensacin de
paranoia plane sobre esa mente que posea unos sentidos mgicos. Por un momento
crey percibir una presencia que lo observaba. Ech un vistazo a su alrededor pero no
detect nada.

De repente, le vino una idea a la cabeza. Si l era capaz de percibir a Kiljaeden


a travs de ese vnculo, acaso no era posible que el seor demonaco tambin pudiera
intuir su presencia? Aunque haba creado ese encantamiento de tal modo que a
cualquier hechicero le resultara imposible detectarlo, qu saba realmente sobre las
habilidades del Falsario?

Era absurdo preocuparse por eso a esas alturas. Ya no haba ninguna posibilidad
de dar marcha atrs. Dej que su espritu descendiera en picado hacia esas escarpadas y
cristalinas montaas y pudo comprobar que se haban desmoronado por culpa de la
infeccin que las haba corrompido por dentro. Vio cmo unos diablos de polvo nacidos
de los restos de gemas pulverizadas se elevaban en el aire y se alejaban chillando por
caones de rocas dentadas de bordes afilados. La luz brillaba y danzaba al refractarse en
todas partes.

Delante de l haba una ciudad que se alzaba imponente sobre unos caones
hechos de cristales fracturados. En su interior haba muchas presencias; todas ellas
capaces de destruir su alma.

***

Illidan percibi un incremento de energa en cuanto su alma cruz los lmites de


la ciudad, la cual tambin deba de haber sido muy hermosa en el pasado, puesto que
haba sido diseada siguiendo unas complejas reglas geomnticas. Sus estructuras
curvas le recordaban a los edificios de los draenei de Outland; no obstante, estas eran
ms intricadas y bellas. Las ciudades de Outland eran unos meros antros comparados

255
con esas fantsticas edificaciones que iba dejando atrs. Ah tambin haba unas
gigantescas mquinas cuya funcin era concentrar magia. Antao, segn lo que haba
podido averiguar, haban sido unos instrumentos que haban proporcionado paz,
armona y salud al mundo entero; ahora, sin embargo, generaban una nube de miedo y
desesperacin que era visible para Illidan gracias a su visin espectral.

En el centro de esa gran ciudad se alzaba un palacio imponente. Dentro de l


merodeaban esas presencias colosales y ominosas, rodeadas de otras que eran levemente
menos monstruosas. Era ah adonde lo arrastraba el disco a Illidan.

Su espritu recorri esas calles a la velocidad del pensamiento. En ese instante


intent frenarse, asumir el control de la situacin, pues no quera avanzar tan rpido, y
logr detenerse junto a las murallas del palacio.

Percibi otra presencia. Algo acechaba por ah cerca y lo estaba observando con
detenimiento. Expandi todos sus sentidos al mximo. S, haba algo ah, pero era
incapaz de precisar con exactitud de qu se trataba. Ese ser estaba tan escudado como
l. Era un centinela? O algo totalmente distinto? Esper y observ durante un rato,
pero no ocurri nada. Haba llegado el momento de proseguir.

Recorri esos pasillos de cristal, dej atrs unas runas que refulgan de un modo
malvolo. Era como si el ncleo de esos conjuros que en el pasado haban propagado la
luz y la armona a lo ancho y largo de la ciudad y ese mundo hubieran sido reescritos
para provocar justo lo contrario. En cuanto examin con detenimiento esas runas, la ira
y la desesperacin anegaron su mente. A pesar de hallarse muy protegido, esos
sortilegios le afectaban, lo cual provocaba que tuviera unas visiones de conquista y
sintiera un ansia abrumadora de dominacin y destruccin, una ira que lo llevaba a
desear el exterminio de toda la existencia. Eso que se hallaba escrito ah con runas de
fuego, era el credo de la Legin Ardiente.

Se fij en el smbolo del sello. S, ese sera el ancla del portal entre Outland y
Argus. Invoc la fase final del encantamiento. El disco palpit en su mano, mientras
absorba las energas que lo rodeaban, fortaleciendo el vnculo que ya tena con aquel
lugar. En cuanto concluyera esa tarea ya no necesitara abrir un portal desde el Trono de
Kiljaeden sino que podra usar el vnculo establecido ah con ese sello.

Unas energas tenebrosas penetraron en su forma astral. Not una sensacin de


pesadez. Su espritu se solidific, adopt una cierta corporeidad, como si se tratara de
una sustancia glutinosa, lo cual no era ms que una consecuencia del poder que lo
rodeaba. Se acerc an ms al corazn de ese laberinto oscuro y percibi cada vez con

256
ms intensidad el aura del Falsario. Sus movimientos se volvieron ms lentos. Su forma
astral descendi ms y ms. A pesar de todas las precauciones que haba tomado, haba
acabado atrapado en una red hecha de una energa terrible. El laberinto de conjuros que
lo rodeaba estaba haciendo que sus energas malvolas se fusionaran con su espritu.

La presencia que haba detectado antes apareci de nuevo. Se gir e intent


localizarla, pero no lo consigui. Lanz una maldicin. Fuera quien fuese lo haba
capturado y pareca que ahora solo era una mera cuestin de tiempo que su espritu, ya
totalmente desconectado de su cuerpo, flotara hasta hallarse en presencia del Falsario,
quien lo esclavizara o destruira.

Luch desesperadamente contra ese hechizo. Aunque logr desprenderse de


algo de ese plasma mgico y recuper en parte la sensacin de liviandad, segua
dirigindose a la vasta sala del trono donde Kiljaeden se encontraba sentado y rodeado
de su corte de demonios. El rojo, gigantesco y ardiente seor eredar se alzaba ah
imponente. Posea unas alas similares a las de un murcilago, las cuales le brotaban de
la espalda y parecan llegar hasta el techo del palacio. Unas colosales llamas ambarinas
ardan en esas hombreras coronadas por unos pinchos. Unos ojos llameantes destacaban
en el rostro de ese draenei mutado, que estaba envuelto en un aura que irradiaba un
sobrecogedor y tremendo poder.

No caba duda de que Illidan haba dado con el camino que llevaba hasta el
palacio de Kiljaeden en el mundo perdido de Argus. Por desgracia, el demonio pos su
mirada ardiente en el lugar donde se hallaba el Traidor. Una sonrisa perversa se dibuj
en esa cara monstruosa. Sus descomunales fosas nasales se ensancharon, como si
estuviera captando el aroma psquico de una presa.

Illidan not de nuevo esa otra presencia que lo vigilaba, la cual lo envolvi por
entero. Aunque se resisti, no pudo quitrsela de encima; entre tanto, en todo momento
Kiljaeden mantuvo clavada su mirada en l.

El Falsario lo mir fijamente, con unos ojos que amenazaban con destruirlo, y
sbitamente dej de mirarle. Algo haba hecho que apartara la vista de Illidan, al que le
cost un momento darse cuenta de qu era ese algo. La presencia que lo haba cubierto
por entero lo empujaba ahora fuera de la sala del trono. Por un instante pudo percibirla
con claridad. Se trataba de un ente de la Luz tan brillante que contemplarlo resultaba
casi doloroso. Mientras asimilaba esa revelacin oy un rugido de rabia titnico que
provena de la sala del trono de Kiljaeden, era como si el seor eredar pudiera
percibirlo tambin.

257
Las cadenas de ectoplasma que lo ataban se desvanecieron.

Vete de este lugar. Aqu no podrs sobrevivir. Ahora no, oy decir a una voz en
su cabeza que desapareci de inmediato. El conjuro de translocacin lo llev
rpidamente al Trono de Kiljaeden.

El espritu de Illidan entr violentamente en su forma fsica y el impacto fue tal


que result casi doloroso. Logr recuperar el control de s mismo antes de caerse al
suelo y se dio cuenta de que nicamente haba estado ausente en ese mundo durante un
latido, a pesar de que le haba parecido una eternidad en el Vaco Abisal. El Sello de
Argus brillaba con un fulgor carmes en sus manos.

Lo haba conseguido.

Haba sobrevivido y haba dado con lo que necesitaba. Haba confirmado que
Kiljaeden se encontraba en Argus. Haba localizado al corazn palpitante de la Legin
Ardiente. Y haba dado con otra cosa ms, con un ser que lo haba ayudado a escapar
cuando todo pareca perdido. Pens en la Luz que haba sentido dentro de l y se
percat de que no poda confiar en esa cosa.

Kiljaeden no era conocido como el Falsario por nada. Tal vez todo formara
parte de una trampa mucho ms amplia y elaborada.

258
CAPTULO VIENTICINCO
EL MES ANTERIOR A LA CADA

I llidan se encontraba de pie, junto a la cabecera de la gran mesa del mapa, en

la cmara del consejo del Templo Oscuro. Sus consejeros iban y venan, junto a
mensajeros que traan las ltimas noticias. Los elfos de sangre del consejo discutan con
Akama y Vandel, as como con los dems lderes de los cazadores de demonios.

El Seor de Outland se frot las sienes justo por debajo de los cuernos. Casi
haba recuperado todas las fuerzas que haba perdido durante el viaje espiritual a Argus,
pero no poda aflojar. Tena que seguir presionando, aprovechando la ventaja que le
conceda todo lo que haba descubierto. Tena que enfrentarse a Kiljaeden, y pronto,
antes de que el Falsario se enterara de sus planes y se preparara en consecuencia. Se
hallaba tan sumido en sus pensamientos que le llev un rato darse cuenta de que lady
Malande le estaba hablando.

Cules son tus rdenes, lord Illidan? insisti Malande.

Haba un cierto tono de premura en su voz que requera que le prestara atencin.
El Traidor la mir con esas cuencas sin ojos, de un modo que saba que resultaba
perturbador a aquellos que carecan de visin espectral.

Sobre qu? inquiri Illidan, que dej que su irritacin se reflejara en su


tono de voz.

Sobre Reserva Colmillo Torcido. Las noticias al respecto no son nada buenas.
Lady Vashj ha sido derrocada y las grandes bombas se han cerrado.

259
Reserva Colmillo Torcido. Las imgenes de una vasta estacin de bombeo
repleta de mquinas mgicas irrumpieron en su mente. Se imagin los kilmetros y
kilmetros de tuberas que recorran esas gigantescas cuevas subterrneas. Pens en el
plan de Vashj de hacerse con el control de todas las reservas de agua de Outland.
Aunque ese objetivo haba parecido muy importante en su momento, ahora que los
acontecimientos se estaban precipitando con tanta rapidez no daba la sensacin de que
fuera algo a lo que mereciera la pena prestar atencin, pues tena cosas mucho ms
importantes de las que preocuparse.

Qu quieres que hagamos, lord Illidan? pregunt Gathios el Devastador,


quien se acarici la barba con una mano enfundada en un guantelete. La Alianza y la
Horda han establecido varias cabezas de puente en la Pennsula del Fuego Infernal. Han
saqueado la Ciudadela del Fuego Infernal y han destruido a Magtheridon. Deberamos
contraatacar?

Illidan medit la repuesta a esa pregunta: Qu haba que hacer?

Las fuerzas procedentes de Azeroth no solo se haban enfrentado a la Legin


Ardiente, sino que haban tomado una de las fortalezas ms importantes de los Illidari.
Pero eso solo era el ltimo revs de una larga serie de contratiempos. Este en concreto
sera un gran quebradero de cabeza a largo plazo, puesto que sin la sangre del seor del
foso no podra crear ms orcos viles para sus legiones.

Sin embargo, las consecuencias a largo plazo ya no importaban. Todo se


decidira muy pronto, y no se decidira en Outland sino en Argus, el mundo natal de
Kiljaeden cuya ubicacin exacta conoca, ya que lo haba hallado con su forma
espiritual. No obstante, ahora tena que ser capaz de transportar todo un ejrcito de
carne y hueso hasta ese lugar. Para eso habra que abrir un portal, lo cual requerira
mucha energa, unas cantidades muy vastas de energa, y solo contaba con una fuente
de tanto poder: tendra que utilizar muchas almas, muchsimas ms que las que se
haban utilizado para abrir el camino a Nathreza.

Gathios se irgui cun grande era y se dio un fuerte puetazo en el peto.

Lord Illidan, qu deberamos hacer? La Alianza y la Horda estn avanzando


en todos los frentes. Combaten contra la Legin, pero tambin contra nuestras fuerzas.
Deberamos retiramos al Templo Oscuro? Ah es donde podramos plantarles cara y
obligarlos a retroceder.

260
Al parecer, Illidan se haba equivocado al confiar en que las fuerzas de Azeroth
se fueran a centrar nicamente en la Legin Ardiente. Como lo odiaban tanto, estaban
dispuestos a ignorar la amenaza ms importante con tal de darle caza. Kruul deba de
haber sabido que estaban tan sedientos de venganza como Maiev Shadowsong cuando
les hizo caer en la trampa de invadir Outland. Bueno, Illidan haba logrado que el
guardia apocalptico pagara con creces aquello. Algn da, muy pronto, tendra que
hacerle una visita a Maiev para demostrarle tambin lo enfadado que estaba con ella.

Pero ahora no tena tiempo para nada de eso. El destino de todo cuanto exista
estaba en sus manos.

Hagan lo que sea necesario contest Illidan. A rengln seguido golpe con
una garra las fichas, que acabaron desperdigadas sobre el mapa. Otros asuntos
requieren mi atencin.

Un silencio sepulcral rein en la cmara del consejo. Todos volvieron la mirada


hacia l, pues queran que ejerciera el liderazgo. Haba cometido un error. Todava
necesitaba que su gente tuviera fe en l, que lo siguiera hasta la batalla final. Illidan se
inclin sobre la mesa del mapa y los mir uno a uno: a los lderes de los cazadores de
demonios, a Akama, a Gathios, al resto del consejo, a todos los dems.

Estamos luchando una guerra para proteger a todo cuanto existe de la furia de
la Legin Ardiente afirm. Da igual que logremos mantener a salvo Outland unos
cuantos aos ms. En cuanto la Legin se reagrupe podr atacamos con un ejrcito
descomunal que nos avasallar. Lo que suceda aqu y ahora ya no es relevante, salvo en
la medida que afecte al resultado de la verdadera lucha.

El silencio se ahond. Los cazadores de demonios asintieron con la cabeza, ya


que haban compartido la visin del Traidor y saban qu era realmente la Legin
Ardiente, comprendan la magnitud de la amenaza que representaba. Los dems
parecan vacilar, y eso inflam las llamas de la furia en el corazn de Illidan. Quera
sacudirles, golpearles en esas caras repletas de incomprensin.

Sin embargo, recuper la compostura e intent ver las cosas desde su


perspectiva. Ellos solo eran capaces de ver que estaban perdiendo el control de los
feudos que gobernaban, el poder que ostentaban. Teman por sus vidas, como si esas
vidas tuvieran alguna relevancia comparadas con la amenaza csmica que supona la
Legin. No entendan que la victoria ah, en Outland, solo servira para que vivieran
unos cuantos meses o aos ms. Pero todos acabaran pereciendo, a menos que
Kiljaeden fuera derrotado, a menos que la Legin Ardiente fuera destruida.

261
No era culpa suya que, nicamente fueran capaces de centrarse en los detalles
ms nimios y fueran incapaces de tener una visin general de lo que realmente estaba en
juego. No obstante, lo cierto era que nunca se haba tomado la molestia de convencerlos
de que su perspectiva deba cambiar. Se haba valido de sus ambiciones, de su codicia,
de las cosas con las que poda tentarles para lograr que le fueran leales. Haba llegado la
hora de hacerles saber a los dems cul era realmente la situacin.

Tenemos que llevar la guerra a Kiljaeden asever.

Eso mismo ya lo has dicho en otra ocasiones, seor replic Akama. Y,


por supuesto, todo estamos de acuerdo. Por el tono que haba empleado y por las
caras de los consejeros que se hallaban desperdigados por la estancia, no caba ninguna
duda de que, en realidad no estaban de acuerdo para nada. Pero seguramente
tendremos que defender nuestras bases para poder lanzar despus nuestro gran ataque.

Illidan neg con la cabeza y, en ese instante, supo que tena toda su atencin.

Tendremos que defender nuestras bases hasta que podamos abrir el camino
hacia Argus.

Akama lo mir con un gesto que se hallaba en un punto medio entre el espanto y
el pasmo.

Ests dispuesto a reconquistar el hogar original de mi pueblo?

Lo estoy. Deseo ver a aquellos que lo han profanado muertos de una manera
definitiva, para siempre contest Illidan. Y s cmo hacerlo.

Mi pueblo huy de all hace milenios. Cay ante aquellos que se aliaron con
Sargeras, ante los seguidores de Archimonde y Kiljaeden. Debe de hallarse a un millar
de mundos de distancia, habra que atravesar un millar de portales.

El Sumo Abislico Zerevor sonri con suficiencia, como si ya supiera la


respuesta. Veras Darkshadow escuchaba muy callado. Illidan not que la emocin
embargaba a sus cazadores de demonios.

Si siguiramos los senderos a travs de los cuales huyeron los draenei,


estaras en lo cierto seal Illidan. Pero yo propongo seguir una ruta ms directa.

Planeas abrir un portal a travs del Vaco Abisal que lleve directamente a
Argus? Perdname por ser tan rudo, seor, pero eso es imposible.

262
No es imposible, Akama, sino extremadamente difcil. Puedo abrir un camino
hasta ah. Todo es posible gracias a la magia, siempre que uno posea el poder y los
conocimientos necesarios.

Dio la impresin de que el Tbido estaba haciendo unos clculos muy rpidos
mentalmente.

No existe tal poder, salvo que se trate del que utilizaste para llegar a Nathreza.

Illidan asinti, lo que anim a Akama a proseguir con su razonamiento.

Sin embargo, Vandel decidi hablar, lo cual sorprendi al Seor de Outland.

De verdad merece la pena, seor? Realmente podremos acabar con la


amenaza de la Legin Ardiente?

Illidan recorri con la mirada esos rostros. Lo cierto era que no lo saba.
Simplemente, estaba dando un salto a ciegas. Tal vez la Legin fuera invencible. Tal
vez matar a Kiljaeden no sirviera de nada. Aunque una cosa s era cierta.

He reflexionado sobre esa cuestin durante diez mil aos o ms, Vandel
respondi. Desde la primera vez que entr en contacto con Sargeras, desde la primera
vez que comprend de verdad qu era la Legin Ardiente.

Se call por un momento, rememorando todo aquello. l haba tenido la misma


visin que haba compartido con los cazadores de demonios, solo que la haba
experimentado de un modo cien veces ms intenso. El fin de la misma haba sido
convencerle de que la Legin era invencible, que era absurdo oponerse a la voluntad de
Sargeras, que lo mejor y lo nico que poda hacer era unirse a la Legin para poder
tener algo que decir cuando se fuera a recrear el universo.

No obstante, no se haba desmoronado mentalmente. Haba seguido siendo


quien era. Haba utilizado lo que haba visto como motivacin para afrontar todos esos
largos siglos de lucha. He tenido tiempo de sobra para meditar sobre tales cosas, pens
con amargura.

Estuve encarcelado diez mil aos. En esos diez milenios no permanec ocioso,
sino que medit sobre todo lo que haba aprendido acerca de la Legin. Consider todas
las posibles formas de oponerme a ella. Todas las maneras en que cualquiera poda
oponerse a ella. Por eso me un a la Legin. Porque pretenda aprender todo lo posible
sobre ella. Renunci a todo por obtener ese conocimiento. S ms sobre la Legin

263
Ardiente que cualquier criatura viva salvo quiz sus dirigentes, si quieren considerarlos
unos seres vivos. He aprendido muchas cosas, pero todo se reduce a una terrible y
siniestra verdad. Descubr que no hay ninguna manera de derrotar a la Legin si uno se
limita a esperar a que venga a por l. La Legin es demasiado poderosa. Aunque uno
consiga repelerla, acabar regresando. Si logras hacerlo un millar de veces, regresar
una y otra vez. Y cada vez ser ms fuerte; adems, sus comandantes habrn aprendido
de sus errores, sus generales estarn preparados para enfrentarse a sus estrategias. Son
inmortales. Sus almas no pueden ser destruidas en la mayora de los lugares. Solo
pueden ser arrojadas de nuevo al Vaco Abisal, donde al final renacern, con todo el
conocimiento acumulado en sus vidas anteriores. Imagnense que tienen que luchar
contra un guerrero que cada vez que lo matas regresa. Si este guerrero recuerda el ardid
que empicaste para derrotarlo previamente, regresar preparado para no caer de nuevo
en l. Al final, te quedars sin argucias. Se te agotar la suerte. Por eso, la Legin no
puede ser derrotada en Azeroth. Los espritus de esos demonios nicamente pueden ser
destruidos en el Vaco Abisal, en esos sitios donde ese plano se une tangencialmente
con el mundo de los mortales o en esos lugares totalmente impregnados de las energas
demonacas de la Legin Ardiente. Nathreza era uno de esos lugares. Argus es otro. Ha
habido algunos que creyeron que haban derrotado a la Legin Ardiente. Ahora, los
Seores del Terror caminan sobre las cenizas de esos mundos, los infernales profanan
las tumbas de sus hijos. No se puede vencer a la Legin luchando segn las condiciones
que ella misma impone, ya que al final lo nico que puedes hacer es perder. Solo hay
una manera de ganar: atacando a la Legin Ardiente donde puede ser destruida. S que
es una posibilidad muy remota, pero es la nica que tenemos. No nos queda otra. Lo
nico que podemos hacer es resistir y aguardar a la muerte o podemos llevar la guerra a
Sargeras y sus esbirros. Destruiremos a los tenientes que comandan y espolean a las
fuerzas de la Legin. Mataremos a Kiljaeden y a Archimonde tambin si es que ha
renacido. Sargeras necesita comandantes que controlen a sus soldados. Sin ellos, los
eredar acabarn luchando entre ellos y podrn ser destruidos poco a poco.

Akama y la mayora de los consejeros de Illidan lo miraban fijamente, presas del


horror y el asombro. Los cazadores de demonios se limitaron a asentir.

Voy a llevar esta guerra a Argus, as que iganme, cazadores de demonios!


Illidan agit un brazo para sealar toda la habitacin, as como a los cazadores de
demonios reunidos ah. Todos ustedes afirmaron que queran vengarse de la Legin
Ardiente. Les estoy ofreciendo la mejor oportunidad que nadie ha tenido jams de
saldar cuentas con ella. Segaremos las vidas de esos demonios como el campesino siega
el trigo y mataremos a sus comandantes en un lugar donde no puedan renacer. Pues
todos han demostrado ser dignos de acompaarme.

264
Dej que asimilaran esas palabras. No les estaba pidiendo que lo siguieran, sino
que les estaba diciendo que eran dignos de seguirle, lo cual era cierto. Los mir a la cara
uno a uno y estos asintieron.

Mrchense. Dganselo a los dems. Preprense para cuando se abra el camino


a Argus.

Adnde vas? pregunt Akama, cuya voz era poco ms que un susurro
ronco. El Tbido se mesaba los tentculos de la barbilla, horrorizado.

A un lugar donde hay muchas almas esperando a ser disueltas, a Auchindoun.

Al mausoleo de los draenei, seor? Pero si es un lugar sagrado.

Illidan centr su atencin en Akama. Acaso haba detectado un atisbo de


rebelda en su voz?

Para m no, leal Akama.

El Tbido agach la cabeza lentamente y se encorv. El Seor de Outland era


consciente de que no le gustaba lo que estaba ocurriendo, pero por el bien de su propia
alma y de las almas de su pueblo, tendra que aceptarlo.

S, seor.

Illidan extendi los brazos y las alas lo mximo posible.

Y, ahora, mrchense. Todos tendrn un papel que desempear antes de que


llegue el final.

***

Vandel observ cmo los dems abandonaban la habitacin. Ech un ltimo


vistazo al gran tablero del mapa, con esas fichas que representaban a esos ejrcitos
desperdigados. Ahora pareca un juguete, un rompecabezas infantil que no tena nada
que ver con los problemas que tenan que afrontar.

265
Mientras segua a los dems hacia la salida de la cmara del consejo, pens en lo
que haba dicho Illidan y en la visin que haba tenido cuando haba comido la carne del
demonio.

Ni por un momento dud de que lo que Illidan haba dicho no fuera cierto. La
Legin Ardiente era invencible cuando uno se enfrentaba a ella valindose de medios
normales. No haba ninguna estrategia defensiva que pudiera derrotar a un ejrcito que
contaba con unos recursos ilimitados y unos soldados inmortales. No obstante, la
verdadera cuestin era saber si el plan de Illidan marcara alguna diferencia o no.
Durante los ltimos meses haba dado la sensacin de que el Traidor estaba menos
cuerdo que nunca. Pero ahora, Vandel comprenda por qu: porque todas sus
maquinaciones se acercaban a su punto lgido.

A Illidan no le importaba Outland. Tampoco le importaba la Ciudadela del


Fuego Infernal ni la Reserva Colmillo Torcido. Nada de eso tena relevancia para l. En
realidad, nunca la haba tenido, salvo como un trampoln para alcanzar su destino
definitivo.

Vandel era capaz de ver lo que muchos otros consejeros eran incapaces de ver:
que Illidan no tena ya ningn plan para ms adelante. Se hallaba al borde de un gran
abismo y estaba decidido a dar un gran salto para adentrarse en esas tinieblas. Todo lo
que estaba ocurriendo, que las ciudades estuvieran cayendo, que la Alianza y la Horda
hubieran llegado, eran unas meras distracciones. Vandel saba que pasara lo que pasase
todo iba a estallar por los aires en los prximos meses. Ninguno de ellos iba a vivir
mucho ms. Daba igual que siguieran a Illidan a Argus o se quedaran ah a pelear contra
la Legin o la Alianza y la Horda, pues todos iban a morir.

Entonces la cuestin a plantearse era qu iba a dar ms sentido a sus muertes. Si


lo que haba dicho Illidan era cierto, aunque solo fuera en una mnima parte, nicamente
se poda hacer una cosa. Vandel acarici el amuleto que le haba confeccionado a
Khariel mucho tiempo atrs. Haba llegado hasta ah con un propsito muy claro en
mente: oponerse a la Legin Ardiente y vengarse si era posible, lo cual estaba dispuesto
a hacer hasta el final, por muy amargo que fuera.

Recorri con la mirada a los dems cazadores de demonios y comprob que


haban llegado a una conclusin similar. En el caso de los elfos de sangre, daba la
impresin de que estaban pensando en sacar provecho de esta situacin de algn modo,
como siempre.

266
Vandel saba que sucediera lo que sucediese seguira a Illidan. Mir hacia atrs
y contempl la cmara del consejo. El Traidor segua ah, con los hombros hundidos y
las alas plegadas, lo cual le confera un aspecto melanclico. Dio nueve pasos, y a
continuacin gir. Entonces, como si intuyera que lo estaba observando, Illidan se
enderez cuan largo era, flexion las alas y cruz los brazos. Mientras las puertas se
cerraban silenciosamente, Vandel fue consciente de que las dudas tambin reconcoman
a su lder.

***

Illidan contempl la sala de mandos vaca. Ese vaco haca que esa gigantesca
cmara pareciera ms grande. La falta de bullicio provocaba que reinara un silencio
sepulcral. Se acerc al mapa de la mesa y observ las fortalezas de su imperio de
Outland que ya haban cado. Cada una de esas fichas y piezas talladas representaban
millares de muertos, lagos enteros de sangre derramada. En ese instante, repar en que
tales cosas haca mucho que haban dejado de preocuparle. En la partida que estaba
jugando, el hecho de que se perdieran decenas de miles de vidas era un precio a pagar
muy nimio.

Haca mucho, mucho tiempo, esas muertes le habran afectado. Aunque era
consciente de que de lo que suponan de una manera racional, eso ya no suscitaba
ninguna emocin en l, ni siquiera era capaz de recordar cmo se haba sentido antao
al respecto, y eso le inquietaba. Haba pasado tanto tiempo crendose una coraza contra
las dudas, obligndose a plantearse cuestiones que nicamente eran relevantes para su
lucha que, ahora, en esa cmara vaca, solo poda escuchar los ecos de unas voces que
ya no hablaban.

Las dudas tanto de Vandel como Akama estaban justificadas. Tal vez estuviera
equivocado. Tal vez estuviera realmente loco, de lo cual le haban acusado muchas
veces. Cogi una de las fichas (un guerrero orco tallado con marfil de uagrieta) y le
dio vueltas y ms vueltas entre los dedos. Cuntos orcos viles haba enviado a morir
sin habrselo pensado dos veces? Si hubiera querido, habra sido capaz de calcular el
nmero. Su mente de hechicero era capaz de recordar todos los planes de batalla, todas
las listas de suministros. Pero eso sera absurdo.

267
Pens en los cazadores de demonios, que pertenecan a su propio pueblo. Senta
una afinidad con los elfos que no senta con nadie ms, pero incluso ese sentimiento
pareca algo remoto y difuso, ya que haba recorrido caminos que lo haban separado
incluso de ellos. Haba pasado diez mil aos totalmente aislado del resto del mundo,
con solo Maiev y sus Celadores como compaa, quienes apenas se haban relacionado
con l. Diez mil aos solo, acompaado nicamente por sus pensamientos y sus planes
y sus visiones. Diez mil aos de pesadillas tenebrosas, poniendo a prueba esas cadenas
que no se pudieron romper hasta que, finalmente, Tyrande lo liber. Se plante la
posibilidad de visitar a Maiev para infligirle un castigo, aunque solo supusiera una mera
fraccin del sufrimiento que se mereca. La ficha se deshizo entonces en su mano, pues
la haba apretado demasiado.

Arroj los fragmentos sobre el mapa. Ahora no haba tiempo para distracciones.
Tena una guerra que ganar. Las dudas lo atormentaban. Y si se equivocaba? Y si
haba hecho mal los clculos?

Sus visiones no eran infalibles. Tal vez hubiera otra manera de ganar y no haba
sido capaz de verla. Tal vez estuviera tan ciego que no era capaz de ver esa solucin que
le llevara a vencer en esa guerra sin llevar a cabo tantos sacrificios. Una y otra vez,
haba intentado dar con ella, pero no la haba encontrado; sin embargo, eso no quera
decir que no existiera.

El Traidor. As lo llamaban. As es como lo recordaran. A pesar de que, si


tenan la suerte de sobrevivir y recordarlo todo, sera porque los haba salvado, aunque
nunca lo supieran. Ese pensamiento le hizo sentir una sensacin de satisfaccin amarga
por un momento.

Se cuadr de hombros, flexion las alas y sali de la cmara sin mirar atrs.
Haba llegado la hora de ir a Auchindoun y enfrentarse a los espritus de los muertos sin
descanso.

***

Akama se hallaba solo junto a la jaula de Maiev, puesto que haba dicho a los
guardias que se podan marchar. La celadora, que acababa de escuchar cmo haba sido
el ltimo encuentro del Tbido con Illidan, estaba ms plida que nunca. Aunque

268
Akama estaba corriendo un gran riesgo al venir a verla en esos momentos, necesitaba
hablar con alguien que compartiera el terrible odio que senta hacia Illidan.

Un espanto tremendo se haba adueado del corazn del Tbido. El Traidor


tena planeado profanar otro lugar sagrado para los draenei. No se iba a detener ante
nada. Ni siquiera el cementerio ms importante del pueblo de Akama se hallaba a salvo
de la locura cada vez mayor de Illidan. Pasara lo que pasase, fuera cual fuese el precio a
pagar, haba que detener al Traidor. Akama lo tena muy claro, todas las fibras de su ser
le indicaban que deba hacerlo. Aunque eso supusiera correr el riesgo de perder su alma,
haba llegado el momento de llevar a cabo su plan definitivo, aunque fuera a la
desesperada.

Est loco afirm Maiev. Siempre lo ha estado. Pero esa es la estrategia


ms demencial que he odo nunca. Abrir una puerta a Argus! Ests seguro que no
quera decir que pretende invocar refuerzos procedentes de ese lugar que lo ayuden a
derrotar a la Alianza y la Horda?

Akama neg con la cabeza.

T no has estado presente ah. T no lo has odo hablar. Cree completamente


en lo que dice. Planea seguir adelante con esa estrategia. Ya no le importa nada ms.
Durante las ltimas semanas ha desatendido por entero su reino y ha trabajado
febrilmente en este nico plan. Lo nico que ha hecho es intentar abrir ese portal. Ha
confeccionado un hechizo tras otro, ha creado una carta astromntica tras otra. No ha
hecho nada ms, a pesar de que, mientras tanto, su imperio se desmoronaba.

Tal vez pretenda emplear ese portal para escapar replic Maiev, cuya voz
se ti de cierta preocupacin, como si seriamente estuviera considerando la posibilidad
de intentar dar caza a esa presa sin ayuda de nadie. Tal vez espera abrir un camino
que lleve a un refugio situado lejos de aqu. Eso deberas comprenderlo, ya que tu
propia gente hizo lo mismo en su momento.

Illidan no es de los que huye. Sinceramente, creo que de verdad planea dar
con Kiljaeden y luchar a muerte con l.

Las carcajadas burlonas de Maiev resonaron con fuerza.

Perder. Y todos sus esfuerzos habrn sido en vano. Y todos los tuyos
tambin. Tu querido templo caer en manos de la Alianza o la Horda. Librame. As, al

269
menos, si el Templo acaba en manos de la Alianza, podr interceder a tu favor y
cerciorarme de que se lo devuelven a tu pueblo.

Akama la mir y sonri.

No tienes que preocuparte por eso. He elaborado mis propios planes al


respecto. Lo nico que tienes que hacer es ser paciente.

Por eso me has visitado tan a menudo, Tbido? Porque an piensas que
podrs utilizarme como una pieza ms en tus maquinaciones?

Si fuera as, qu ms dara? Si pudiera liberarte de este sitio y ayudarte a dar


los primeros pasos en el sendero de la venganza, acaso importara?

Has hecho tales promesas con anterioridad.

Ah, pero entonces no era el momento adecuado. Ahora s.

Akama se march, gozando del silencio meditabundo que dejaba atrs, mientras
Maiev reflexionaba sobre las palabras de este. En la lejana, la tierra tembl mientras la
Mano de Guldan entraba en erupcin. ltimamente, eso era muy habitual. Se trataba
de un mal presagio.

270
CAPTULO VIENTISIS
EL MES ANTERIOR A LA CADA

L as cenizas crujieron bajo los pies de Illidan cuando este aterriz delante de

las puertas destrozadas de Auchindoun. Sobre l se alzaban las ciudades de la ciudad


mausoleo, que eran tan grises como los pramos del entorno. En la distancia, un enorme
carroero atizahuesos cruz el cielo batiendo las alas. Un decrpito uagrieta, al que le
haban abandonado del todo sus colosales fuerzas, se tambaleaba por aquel erial. El fro
viento levantaba y agitaba el polvo, lo que generaba unos riachuelos de arena que fluan
en hilillos.

Daba la impresin de que aquella ciudad haba sido antao una gigantesca
cpula, similar al casco de algn titn, a la que haban hecho aicos; cuyos fragmentos
se haban esparcido luego por toda esa tierra rida situada tras l.

Percibi el pulso distante de la magia palpitando entre las torres del espritu que
se elevaban sobre el Vertedero de Huesos. Cul era el propsito de esas
construcciones? No lo tena muy claro y eso le inquietaba, pues a pesar de que haba
estado toda la vida estudiando magia para poder dominarla, todava haba algunas
lagunas en sus conocimientos.

Incluso los orcos viles del clan Sombraluna, quienes normalmente eran unas
criaturas extremadamente valientes y agresivas, se encontraban intranquilos. Haba algo
en ese lugar muerto que incluso era capaz de penetrar en esas mentes repletas de ira y
despertar algo parecido al espanto en ellas. Eso en s mismo resultaba bastante
perturbador, ya que, de todos los clanes orcos que se hallaban a su servicio, el
Sombraluna era el que ms acostumbrado estaba a la nigromancia y la hechicera

271
oscura. Su capitn, Grimbak Shadowrage, quien les arengaba y animaba entre gruidos,
logr calmar a sus tropas, que aguardaron sus rdenes.

Illidan tena la boca pastosa y un nudo en la garganta. Notaba un extrao sabor


en el paladar y un raro olor en las fosas nasales, como si esas diminutas partculas de
hueso que flotaban en el aire se le hubieran metido en la nariz y le hicieran cosquillas en
la lengua. Era como si algunos pequeos fragmentos de todos los esqueletos enterrados
bajo ese polvo hubieran hallado el camino hasta el aire. Decidi ignorar esa sensacin y
examin las ruinas.

Esa ciudad haba sufrido algn desastre espantoso. Eso estaba claro, cuando
menos. Unas descomunales rejas de metal retorcido emergan de la mampostera rota,
como unas costillas que asomaran entre la carne putrefacta de un cadver.

Segn Akama, ese era el lugar sagrado donde se haban enterrado los huesos de
los draenei muertos. No obstante, ah haba sucedido algo horrible. Circulaban muchos
rumores contradictorios al respecto: uno de ellos era que se haba despertado a los
muertos con un ritual tenebroso, otro deca que los orcos haban manipulado algo que
ms les valdra no haber perturbado y que haban desatado unas fuerzas terriblemente
malvolas, otro distinto afirmaba que la Legin Ardiente haba probado en ese
emplazamiento un arma horrible y que las malvolas energas resultantes lo haban
envuelto todo.

Illidan saba la verdad, pues esta se la haban revelado los recuerdos de Guldan,
que haba obtenido al absorber el poder de la calavera de este. El viejo maquinador
haba enviado a un grupo de brujos a la ciudad en busca de algunas reliquias enterradas
ah. Los supervivientes le haban contado que las cosas se haban torcido y haban
invocado a una entidad muy extraa, la cual haba devastado Auchindoun, destrozando
la gran cpula y esparciendo los restos de infinidad de muertos por una zona enorme del
desierto.

Illidan dio la seal de avanzar. Los orcos viles rugieron desafiantes y marcharon
bajo la sombra de las puertas de la ciudad muerta. Sus pisadas pesadas y fuertes
parecan profanar ese vetusto silencio. En las sombras, ciertas cosas antiguas y
hambrientas aguardaban y esperaban. Daba la sensacin de que un millar de ojos los
observaban sin ser vistos.

Cuando pasaron bajo un gran arco, el polvo cruji bajo sus botas, ya que se
haba acumulado de tal modo que haca que a los orcos viles les costara caminar,
aunque el Traidor poda desplazarse por encima, simplemente, batiendo las alas.

272
La ciudad haba sido construida siguiendo un diseo de anillos concntricos. En
cuanto las fuerzas de Illidan cruzaron el arco se hallaron ante los restos destrozados de
otra muralla. Unas escaleras los aguardaban ah delante. Tanto a la derecha como a la
izquierda, lo que en el pasado deba de haber sido una calle muy grande se curvaba y
perda en la distancia. En las murallas exteriores haba muchas aberturas que indicaban
que haba caminos por los que entrar a las tumbas y mausoleos que se encontraban ah
dentro.

Todo tena un aspecto ruinoso y desolado. El viento gema mientras acariciaba


al Traidor y le hencha las alas.

Subi por las escaleras desvencijadas, seguido por los orcos viles, y pas por
debajo de lo que quedaba de un arco de triunfo. En cuanto lo atravesaron, se
encontraron mirando desde la parte superior de una muralla tan ancha como una
carretera a otro anillo de ruinas.

Como los anillos de un rbol, pens Illidan. Desde donde se hallaba poda
contemplar con claridad el centro de esa metrpolis muerta. En su da, esa ciudad se
deba de haber construido siguiendo un esquema de crculos concntricos y este haba
sido uno de ellos. Aunque todo podra haber sido un edificio colosal con muchas
cmaras y pasillos. Sin embargo, ahora, suelos enteros se haban desmoronado y yacan
all abajo, en la tierra. Era desconcertante. Este lugar haba sido construido por razones
inescrutables para satisfacer las extraas sensibilidades de los draenei. Quera alcanzar
el mismo corazn de la ciudad, pero saba que no iba a ser una tarea fcil.

A pesar de que l habra podido descender volando hasta el nivel ms bajo de la


zona central, los orcos viles no habran podido acompaarlo ni tampoco los porteadores
de ese gigantesco fretro que contena la succin de alma. Entonces se abrig con las
alas, como si estas fueran una capa, para protegerse del viento. Al parecer, haba
cometido un error al venir, puesto que esa misin no poda acabar bien.

En ese instante, regres uno de los exploradores, con una sonrisa triunfal de
oreja a oreja.

Hemos hallado un camino que lleva al interior de las criptas, milord!

***

273
Unos extraos braseros flanqueaban un pasaje abovedado, iluminando unos
estandartes ornamentados con unas runas raras. Un esqueleto descompuesto yaca cerca.
El aire ola a incienso antiguo y huesos viejos. El hedor nauseabundo de la putrefaccin
reinaba por doquier. Illidan not en la garganta el picor del polvo de cadver que le
entraba por las fosas nasales.

De inmediato, tras cruzar el umbral de esa cripta subterrnea, las sensaciones


cambiaron; fue como si Illidan hubiera atravesado una barrera que llevaba a otra
dimensin. Los braseros de piedra refulgan con el color verde de la energa vil. Ah
delante caminaba el reluciente y casi traslcido espritu de un draenei, cuyos ojos se
perdan en el olvido; a pesar de que despertaba ms tristeza que miedo, haba algo en l
profundamente perturbador. Los orcos viles grueron de un modo amenazador, pero no
hicieron ademn alguno de atacar.

Como hechicero que era, Illidan se preguntaba qu eran realmente esos


fantasmas. Acaso se trataba de espritus desencarnados que deambulaban por el
mundo? Si era as, por qu no recordaban nada y no actuaban libremente, como haca
su propio espritu cuando se desplazaba por el Vaco Abisal?

El fantasma se mova hacia delante y atrs siguiendo unos patrones muy


predecibles, como un mecanismo que se hubiera roto y vuelto loco. Tal vez se hallara
enfermo o demente o haba perdido algo. O tal vez la magia que haba transformado la
ciudad mausoleo en un lugar para los muertos sin descanso tambin haba causado eso.
Pero tales especulaciones tendran que esperar, pues haba llegado el momento de
avanzar.

El destacamento de Illidan se adentr an ms en ese laberinto de corredores y


criptas. Aunque toda Auchindoun era muy vasta y antigua, la parte subterrnea de la
ciudad era varias veces ms grande que la que se encontraba en la superficie.

Unas telaraas de energa espectral se extendan por los techos. Ms braseros de


energa vil iluminaban montones de huesos, que yacan en grandes pilas, como si un
coleccionista demente los hubiera juntado de un modo desordenado.

Aqu y all, entre los adoquines destrozados, se vislumbraba que haba unas
minas bajo las criptas. En algunas, relucan pepitas de adamantita en bruto. No obstante,
los nicos seres vivos visibles eran unas araas del tamao de un puo que iban
correteando de una sombra a otra.

274
Illidan y sus tropas dejaron atrs unos puentes muy extraos y unos enormes
atades de piedra. En cuanto entraron en una cmara gigantesca, repleta de sarcfagos
colosales, Illidan detect una presencia realmente escalofriante.

Donde hasta haca solo unos instantes nicamente haba habido un pasaje
abovedado vaco, se hallaba ahora una silueta brillante que recordaba a un draenei, la
cual irradiaba una energa glida que absorba vida. Illidan lanz un rayo y esa cosa se
desintegr ante tal avalancha de poder.

Como si eso hubiera sido una seal, unas figuras relucientes emergieron de las
sombras, irrumpiendo sbitamente. Arremetieron contra los orcos viles y acabaron
siendo despedazados en fragmentos resplandecientes de ectoplasma gracias a ciertas
armas rnicas y algunos conjuros muy potentes.

Una pila descomunal de huesos cobr vida en cuanto pasaron junto a ella; los
fragmentos seos se reordenaron ellos mismos hasta formar esqueletos capaces de
moverse por s solos, en cuyas manos desprovistas de carne aferraban armas que tal vez
hubieran blandido en vida.

En los salientes de los muros que rodeaban la cripta, unos draenei vestidos con
tnica confeccionaban unos tenebrosos hechizos. Aunque extraan energas de la no-
vida, los que se aprovechaban de ella eran seres vivos, que con sus artes nigromnticas
insuflaban vida a los muertos. Illidan orden a los orcos viles que acabaran con ellos.

Poco a poco se fueron abriendo paso violentamente hasta el centro de la cripta.


Mientras avanzaban, la llamada cautivadora y argntea de los cuernos reson. Retumb
por infinidad de corredores. Sin lugar dudas, se estaba dando la voz de alarma, se estaba
llamando a los refuerzos.

Bien, pens Illidan. As tendr ms con qu alimentar la succin de alma.

Las fuerzas del Seor de Outland avanzaron sin miramientos hasta llegar al
centro de esa ciudad hechizada, mientras una oleada tras otra de extraos espritus
bramaban por encima de ellos y ms y ms orcos viles caan.

Illidan pens que era una pena, ya que no haba tenido tiempo de preparar la
succin de alma y, por tanto, sus muertes no tendran una gran importancia dentro del
gran esquema csmico.

275
No obstante, ah se hallaba ese lugar al que tanto haba ansiado llegar, en las
entraas de la ciudad, bajo esos pasillos y estancias donde haba infinidad de cadveres
enterrados.

Los orcos viles avanzaban en filas que rodeaban el palanqun sobre el que se
hallaba la succin de alma, dentro de un sarcfago de latn, hierro vil y veraplata del
tamao de un elfo. Illidan se elev de un salto en el aire y not una oleada de aire fro
bajo sus alas. Acto seguido, aterriz encima del contenedor. Pronunci una palabra
mgica y el fretro se abri violentamente, mostrando la succin de alma.

El poder palpitaba a travs de esas tuberas de hierro vil, canalizado por las
runas inscritas en el lateral de esa reliquia. Estaba orgulloso de esa obra de hechicera,
ya que cuando haba abierto el portal a Nathreza haba logrado reproducir algunos de
los efectos mgicos del ritual que se sola utilizar para absorber las almas de los muertos
y los moribundos. En cuanto lo activara, la succin absorbera al interior de su vrtice
los espritus inquietos que deambulaban por la hechizada Auchindoun, los
desmenuzara y almacenara su poder. Tres gemas con forma de lgrima yacan en el
centro de aquel artilugio. Ahora mismo, esas gemas eran de un color negro muy
apagado, pero en cuanto la succin se llenara, refulgiran con el poder absorbido.
Cuando todas ellas brillaran intensamente, tendra el poder necesario como para abrir el
portal a Argus.

Invoc el poder de la reliquia y estableci un vnculo psquico entre el artefacto


y l mismo. Not la presencia de este en su mente. Era como si se hubiera abierto un
abismo colosal en su propio pecho; algo sediento de poder, ansioso por devorar todo
cuanto encontrara. La succin posea una conciencia agresiva y primitiva. En cuanto
Illidan estableci contacto con l, el artilugio le empez a succionar la fuerza vital cual
vampiro.

Primero confeccion unos hechos de proteccin. Despus, otros de dominio,


logrando as que esa entidad se doblegara y se sometiera a su voluntad, como lo habra
hecho con un demonio.

Entonces llegaron ms draenei ataviados con tnicas, encabezando la marcha de


unas compaas formadas por esqueletos andantes. Al instante, ordenaron a sus tropas
atacar. Los orcos viles rodearon a Illidan para protegerlo.

Contnganlos unos minutos y la victoria ser nuestra.

276
Los orcos viles cerraron filas y alzaron sus armas. Los muertos andantes se
abalanzaron sobre ellos en oleadas. Aunque si los hubieran atacado de uno en uno, no
habran sido rivales para los orcos viles, como se les echaban encima en tropel y esas
tropas no parecan tener fin, eran un enemigo muy a tener en cuenta. Mientras estos
distraan a los orcos viles, los nigromantes lanzaban unas descargas de magia de las
sombras.

Lo peor de todo eran los espritus. Iban deslizndose de aqu para all sin ser
vistos, y con sus fras manos espectrales agarraban a los orcos viles y les arrebataban la
fuerza vital, dejando solo un cadver glido que caa al suelo.

Illidan sigui activando la succin de alma para que funcionara a pleno


rendimiento. Se concentr todo lo posible, pues saba que no dispona de mucho
tiempo. Los orcos viles no podran resistir tanta presin durante mucho ms. De hecho,
unos cuantos cadveres orcos ya se hallaban bajo el influjo de una artera hechicera
nigromntica y arremetieron contra sus antiguos compaeros.

Pero la succin se le resista. Haba algo en ese entorno que la ayudaba a


hacerlo, prestndole un poder que le permita luchar contra el Traidor, el cual apret los
dientes y vocifer las palabras de un encantamiento. Los esqueletos se desintegraron y,
de inmediato, unas partculas que parecan hechas de sombra brotaron de ellos y
fluyeron hasta las fauces de la succin. Al principio, los orcos lanzaron unos vtores,
pero enseguida volvieron a estar muy ocupados luchando por salvar el pellejo como
para percatarse de que, cuando moran, sus espritus tambin eran absorbidos por esa
mquina mgica.

La avalancha de fantasmas fue absorbida por la reliquia, como cuando el agua se


cuela borboteando por una alcantarilla. La succin mostr todo su tremendo poder,
atrayendo hacia s esas almas con su tenebrosa energa mgica, como si se tratara de un
imn que atrajera unas limaduras de hierro.

La primera de las gemas de la succin brill con la intensidad de un sol


demonaco. Illidan ech un vistazo rpido y comprob que la mitad de sus escoltas
haban cado. Como no contaban con el apoyo de su magia, estaban perdiendo la
batalla. Quiso ayudarlos, pero no poda; deba concentrarse en la succin de alma si no
quera que se descontrolara, ya que si eso suceda, podra explotar y los matara a todos.

Aument el ritmo de absorcin, con la esperanza de destruir as ms espritus y


reunir ms poder con ms rapidez para poder completar el ritual y cambiar el signo de la

277
batalla. Las almas chillaron dentro de la succin. El mero hecho de mantener el
sortilegio en pie le haca sentir un dolor agnico.

Entonces dio la impresin de que los nigromantes se acababan de dar cuenta de


qu era lo que estaba haciendo. Concentraron sus ataques en l. Una descarga de
energa mgica alcanz a Illidan en un costado. Not un dolor tan intenso que estuvo a
punto de perder el control sobre la succin. Apret los dientes con fuerza e hizo un gran
esfuerzo por mantener activo el hechizo de vinculacin. La succin volvi a plantarle
cara. Illidan sinti que una parte de su propio espritu era arrastrada hasta el interior del
artilugio.

El Traidor se concentr, con el fin de confeccionar un encantamiento de


proteccin que le permitiera resistir el ataque y ralentizar el ritmo al que iba perdiendo
su fuerza vital. Mientras haca esto, not que iba perdiendo el control sobre el hechizo
con el que mantena dominada la succin. De repente, la segunda gema reluci de un
modo deslumbrante. Unas chispas de energa espiritual lo rodearon como una ventisca
de nieve negra. El poder bramaba ah dentro, en estado bruto y con rapidez. Si pudiera
aguantar solo unos instantes ms...

Ya solo quedaban en pie un tercio de los orcos viles. Grimbak Shadowrage


rugi para insuflar nimos a los que todava resistan. Se gir para mirar hacia Illidan y,
solo por un momento, la esperanza, la fe y una mirada suplicante planearon fugazmente
por su rostro antes de transformarse una vez ms en una mscara de guerra que
insuflaba nimos a sus soldados entre gruidos.

A pesar de que el Seor de Outland se plante la posibilidad de lanzar un


contrahechizo a los nigromantes, se dio cuenta de que eso era imposible. No poda
mantener a raya la succin de alma, defenderse y lanzar un ataque al mismo tiempo. Ni
siquiera l era un mago tan poderoso.

A Illidan le flaquearon las piernas y le dio vueltas la cabeza. Las fuerzas lo


abandonaban a una velocidad cada vez mayor y haca todo cuanto estaba en su mano
para mantener bajo control la reliquia, cuyo poder iba en aumento.

Esto no lo haba previsto. Jams se hubiera imaginado que podra caer en ese
lugar tan tenebroso. Iba a morir ah y todas sus maquinaciones habran sido en vano. Lo
mejor que poda hacer era, simplemente, dejar de controlar el sortilegio que mantena a
raya a la succin de alma, con el fin de que sus energas provocaran una explosin que
matara todo cuanto rodeaba al Traidor. Al menos de este modo se vengara de sus
asesinos.

278
No. No iba a morir ah. An tena mucho que hacer. Deba cumplir su destino.
Deba oponerse a la Legin Ardiente. Sac tuerzas de flaqueza y mantuvo el artilugio
en funcionamiento. Cay de rodillas mientras le arrancaba la vida. Lentamente, la
ltima gema se estaba llenando de energa.

Aguanta. Aguanta, Una oleada de agona asalt a Illidan mientras unas


descargas de energa oscura llovan sobre l. Grimback Shadowrage se tambale y cay
al suelo junto a l. Un puado de sus escoltas haban logrado retroceder con el capitn
sin dejar de luchar en ningn momento y ahora lo protegan con sus propios cuerpos, al
mismo tiempo que los muertos andantes y sus amos hechiceros se acercaban.

La ltima gema ya estaba repleta de energa. Illidan pronunci unas palabras


que cortaron el flujo de energa y lo encerraron dentro de la reliquia. Se puso en pie con
lentitud justo cuando caa el ltimo de los orcos viles. Hizo uso de las pocas fuerzas que
le quedaban para abrir un portal que lo llevara al Templo Oscuro. Lo ltimo que oy
fueron los gritos iracundos de los nigromantes mientras tanto la succin de alma como
l se desvanecan.

Jadeando, se apoy sobre la fra piedra de su sanctasanctrum. El sudor le


perlaba la frente. Apenas poda respirar. Pareca que la habitacin daba vueltas a su
alrededor y perdi el conocimiento.

279
CAPTULO VIENTISIETE
EL DIA ANTES DE LA CADA

I llidan estaba sentado en el trono de la cmara del consejo. Aunque haban

transcurrido semanas desde que haba regresado de Auchindoun, todava segua dbil.
No haba recuperado el nivel de poder que haba posedo antes de utilizar la succin de
alma.

Se volvi a plantear la posibilidad de enviar un destacamento a acabar con esos


nigromantes, pero no poda malgastar recursos. Contempl la gran mesa del mapa. Sus
ejrcitos haban sido arrasados. Su imperio se desmoronaba. Entre la Alianza, la Horda
y la Legin Ardiente haban devastado y dividido su reino de Outland. Lo nico que
podan hacer sus seguidores era resistir en los ltimos puestos avanzados que an
seguan en pie en el Valle Sombraluna. Cuando se haba sentido lo bastante bien como
para orlos, haba escuchado los informes de sus capitanes, que no haban sido para
nada alentadores.

La culpa era nica y exclusivamente suya, puesto que haba decidido ir a


Auchindoun acompaado solo por sus orcos viles escoltas, puesto que haba optado por
reservar a los cazadores de demonios para la confrontacin final, porque no haba
entendido que el verdadero peligro lo estaba aguardando en la ciudad de los muertos.
Ese exceso de confianza iba a pagarlo muy caro, y quiz tambin todos los seres vivos.

Intent no pensar en ello. No se poda permitir el lujo de pensar de ese modo.


Deba de haber alguna esperanza, alguna pequea posibilidad de vencer. Si no poda
ganar la batalla l mismo, tal vez sus cazadores de demonios s pudieran, ya que eran
poderosos y haban sido adiestrados para librar esa lucha. Aunque quiz todos perdieran
la vida, la victoria todava poda ser suya.

280
Si sigues repitindotelo, pens, tal vez llegues a crertelo de verdad. Esa
reflexin amarga irrumpi en su mente, a pesar de lo mucho que intentaba evitarla. La
duda era un demonio ante el cual no tena defensa alguna.

Uno a uno, sus consejeros elfos de sangre entraron en la cmara. Por sus
expresiones pudo deducir que no le traan buenas noticias. Aunque se levant del trono
y disimul lo mejor que pudo el dolor que le impeda moverse con soltura, todos tenan
la mirada clavada en l, mientras lo evaluaban y hacan sus clculos. Los ah presentes
eran unos seres despiadados y ambiciosos que no se regan por una moralidad
convencional.

Lo escrutaban como unos lobos podran observar al lder enfermo de su manada.


Si bien su imperio tal vez hubiera menguado, segua siendo un imperio; sin lugar a
dudas, muchos de los ah presentes se consideraban ms que capaces de gobernarlo e
incluso crean que podran reconquistar lo que se haba perdido. Quiz tuvieran razn al
respecto.

Pero eso no importaba. Illidan se senta molesto por tener que estar ah, se senta
molesto por tener que participar en esa charada. Cada minuto que inverta en aplacar a
sus consejeros era un minuto que no inverta en concretar esos planes con los que
pretenda poner punto y final a la amenaza de la Legin Ardiente. Haciendo un gran
esfuerzo, recorri con la mirada la estancia, ya que todos los presentes deban
enfrentarse a la poderosa ira de esas cuencas desprovistas de ojos.

El Sumo Abislico Zerevor fue el primero en hablar:

Nos han llegado unas noticias muy interesantes de Tormenta Abisal. El


Castillo de la Tempestad y nuestro antiguo y traicionero prncipe han cado. Aunque no
s si esto es una buena o mala noticia para nosotros...

Con suma impaciencia, Illidan hizo un gesto para ordenarle que se callara.
Kaelthas se haba aliado con Kiljaeden, as que se mereca el funesto destino que
haba sufrido, fuera cual fuese. No era digno de que el Seor de Outland perdiera ms
tiempo con l. Se volvi hacia lady Malande.

Alguna noticia sobre las Montaas Filospada?

Lord Illidan, Gruul, el Asesino de Dragones, ha sido derrocado. Pero puedo


buscar otros aliados. Solo necesitar un poco ms de tiempo.

281
Malande se equivocaba. En esas montaas no hallara ningn aliado. No
obstante, el Traidor asinti como si la creyera. Esa era una cuestin irrelevante. Deba
centrarse de nuevo en construir el portal hacia Argus. Tena que llevar a cabo el ritual
final que establecera el punto de destino.

Con todo respeto, lord Illidan dijo Gathios. El tiempo es uno de los
muchos recursos que se nos estn agotando. Debemos lanzar contraataques tanto contra
la Alianza como la Horda, hay que ensearles a tememos, tenemos que recuperar los
territorios perdidos.

Gathios llevaba semanas insistiendo en eso, desde que haba quedado claro cul
era el alcance de las conquistas de los invasores. Desde un punto de vista puramente
militar, tena razn. Si la nica preocupacin de Illidan fuera defender Outland, debera
contraatacar; aunque quiz las cosas haban ido demasiado lejos como para que eso
fuera factible, puesto que no contaban ya con fuerzas suficientes como para luchar una
guerra en tres frentes.

Veras Darkshadow coment eso mismo y aadi:

Podramos aliarnos con un bando u otro. Manipularlos para que se enfrenten


unos con otros. Eso podra hacernos ganar algo de tiempo. No caba duda de que Veras
crea saber qu era lo que quera or Illidan. No obstante, tambin era una propuesta con
la que Zerevor y Malande iban a estar en desacuerdo.

Una discusin se inici entre los elfos de sangre. Entre tanto, Illidan repasaba
mentalmente los planes del portal que lo llevara a Argus. Todava haba mucho que
hacer. Necesitaba ms veraplata para las incrustaciones. Tena que reforzar los hechizos
de atenuacin que transportaran la energa de la succin de alma hacia el portal.
Tendra que cerciorarse de que el flujo de energa era constante y rpido, de que la
puerta se abriera con suavidad. Tena que lograr que la visualizacin fuera
absolutamente clara. Nada podra ir mal, pues solo habra una nica oportunidad. Por el
momento, tal y como estaba la situacin, tal vez pudiera abrir el portal, pero era
imposible que pudiera permanecer abierto sin una fuerza de voluntad que lo mantuviera
estable. Tena que dar con la manera de asegurarse de que permanecera estable despus
de haberlo cruzado. Tena mucho trabajo pendiente por delante.

Qu opinas, seor? pregunt Gathios. Qu deberamos hacer?

282
De repente, se sinti muy harto de todo aquello. Estaba harto de or esas
patticas y absurdas rias sobre asuntos que ya no le incumban. Estaba harto de esa
sensacin de debilidad y lasitud que lo invada.

El tiempo se agotaba y tena mucho que hacer; adems, todo esto era una
distraccin innecesaria.

Illidan agit una mano en el aire para indicarles que deban marcharse.

Fuera de mi vista les espet.

***

Illidan recorri con la mirada la gran cmara de transferencia. Da tras da, hora
tras hora, minuto tras minuto, haba ido confeccionando el ltimo y mayor sortilegio
con el que generara un portal. Haba grabado cada lnea en el suelo con su puo y letra.
l mismo haba fundido la veraplata en los alambiques y haba llenado con esa
sustancia una lnea tras otra. Haba inscrito las runas por los bordes con icor de demonio
que haba mezclado con su propia sangre. Cada una de las paredes estaba repleta de
unos smbolos de proteccin muy intrincados basados en sus propios tatuajes. En las
zonas donde se unan los conjuntos de smbolos, haba colocado unas calaveras de
demonios y hechiceros, cada una de ellas tena grabadas versiones en miniatura de esa
seccin del patrn para ayudar a canalizar el flujo de energa. Ciertos elementos extra
simbolizaban los cuerpos celestes del firmamento de Argus que servan como puntos de
referencia. En el centro de ese entramado se encontraba el Sello de Argus, que ahora
palpitaba repleto de energa; un enlace directo con el mundo de Kiljaeden que guiara
las energas desatadas del portal.

Todo ello mostraba an un aspecto incompleto, inacabado. Las grandes


mquinas de conjuros que extraeran energa de la succin de alma para suministrrsela
al patrn no haban sido probadas. Los generadores, unas grandes mquinas de cobre,
latn y hierro vil, tan intrincadas como los artilugios de los gnomos, ya casi estaban
listos. Todo ese vasto patrn iba cobrando forma, pero muy lentamente. Por otro lado,
haba superado su debilidad gracias a la magia, que le haba conferido la energa y la
concentracin de una docena de hechiceros inferiores a l; no obstante, eso segua
siendo insuficiente. Todava iba a necesitar muchas lunas ms para completar un

283
encantamiento tan vasto c intrincado; adems, poda notar que las arenas del tiempo del
reloj de su vida caan con demasiada rapidez.

No era el momento ms adecuado para dejarse llevar por el pnico. La


impaciencia poda arrastrarlo a cometer errores, y en una tarea tan compleja como esa el
menor error podra tener consecuencias catastrficas. Deba centrarse en el asunto que
tena entre manos, deba hacer lo que era necesario ese da, a esa hora, en ese minuto.

Tena que completar el enlace entre Outland y Argus. Deba de inscribir las
runas que lijaran el punto de destino. Haba colocado el incienso y entonado el conjuro.
Una a una, las mquinas mgicas cobraron vida, llenando el aire con el hedor del ozono
y el azufre. Unos hilillos de energa, una leve brisa de poder comparada con la enorme y
rugiente galerna que sealara que el portal se abra, brotaron de esos artilugios. Las
lneas de veraplata brillaron. Por encima de ellas, una imagen especular del patrn,
proyectada por el Sello de Argus, cobr forma en el aire. En ese instante, su espritu
abandon ese cuerpo exhausto.

La separacin fue ms fcil esta vez, era como si al haber usado la succin de
alma en Auchindoun hubiera, de algn modo, debilitado el vnculo entre su alma y su
cuerpo. Expandi su conciencia y molde los flujos de energa del patrn hasta
transformarlos en unos hilos muy finos que uni despus a su espritu.

Sigui las runas del intrincado patrn hasta el Vaco Abisal. Su alma cruz ese
vaco a una gran velocidad y, una vez ms, Argus apareci debajo de l. Contempl ese
mundo, que antao haba sido reluciente y hermoso, y acto seguido su espritu
descendi en picado hacia esos caones de cristal y esas montaas de bordes
diamantinos. Avanz con la mayor cautela posible.

En esta ocasin quera establecer el punto de destino del portal. Una telaraa de
energa mgica lo mantena unido a Outland, y aunque haba hecho todo lo posible para
ocultarla, un hechicero lo suficientemente diestro (ese mundo estaba repleto de ellos)
podra ser capaz de detectar al Traidor a menos que este procediera con extremada
cautela.

Entonces, pens en ese ser con el que se haba topado la vez anterior y la
inquietud lo domin. Al parecer, lo haba ayudado, pero saba que los demonios de la
Legin Ardiente podan llegar a ser muy sutiles y arteros. A Kiljaeden lo llamaban el
Falsario por una buena razn.

284
Illidan se acerc volando a la ciudad palacio donde moraban los gobernantes
demonacos de la Legin Ardiente. Tema que las estelas de magia que dejaba a su paso
cual cometa y que lo unan a Outland pudieran ser divisadas, a pesar de lo finas que
eran, a pesar de lo bien que las haba ocultado. Ralentiz su avance hasta progresar a
paso de tortuga.

Percibi algo en el umbral de sus sentidos espectrales que le advirti de que


estaba siendo observado. Intent localizar a ese ente que lo espiaba, fuera cual fuese,
pero este eludi sus percepciones, Su mente entr en estado de alarma. El hecho de que
fuera capaz de esquivar sus agudas percepciones incluso cuando se hallaba alerta
revelaba que era un hechicero tremendamente habilidoso.

Esa cosa podra atacarlo por sorpresa cuando era ms vulnerable, cuando
estuviera colocando los puntos de resonancia del portal. Esper durante unos largos
instantes a que sucediera algo, pero no ocurri nada. Tal vez se encontrara atrapado en
la red de algn conjuro defensivo diseado para provocar paranoia y dudas. Kiljaeden
era ms que capaz de utilizar una magia tan sutil. Todo momento que Illidan pasaba ah
era un momento perdido, pues aumentaba las posibilidades de que fuera descubierto.
Tena que proseguir con el plan o retirarse a la espera de que llegara un momento ms
propicio.

Era ahora o nunca. Se precipit hacia el enorme y cristalino palacio de


Kiljaeden, dio con la parte que estaba buscando y confeccion unos encantamientos.
De manera fugaz, surgi un torbellino de energas, un diminuto eco del vasto patrn que
se hallaba en el Templo Oscuro. Illidan ech un vistazo a su alrededor, a la espera de
ser asaltado, ya que si lo haban detectado, ahora sera el momento idneo para atacarlo;
sin embargo, no se activ ningn hechizo de proteccin, no se dispar ninguna alarma,
sino que el vrtice se esfum, dejando atrs un rastro de energa prcticamente
indetectable.

Mientras eso suceda, Illidan crey que estaba siendo observado una vez ms.
Not de nuevo la presencia de esa entidad que lo vigilaba y la sensacin se intensific.
Se sinti como si algo estuviera observando lo que haca con una curiosidad inmensa,
pero cuando intent localizarlo fue incapaz de hacerlo.

Espera. Qu es eso? Una tenue aura de una luz brillante. Aunque se centr en
ella, aquello desapareci de sus percepciones, como si se hubiera ocultado, de alguna
manera, bajo la piel del universo.

285
Tena que concentrarse en la labor que deba desempear. Se estaba distrayendo
cuando menos se poda permitir ese lujo. Revolote velozmente a travs del palacio
cristalino hasta llegar a un nuevo destino, una vasta cmara en la que unos scubos
danzaban para entretener a unos generales demonacos. Una vez ms, invoc el
sortilegio que anclaba el portal y coloc ese anclaje ah lo ms rpido posible. Como
ahora se hallaba ms cerca de la sala del trono de Kiljaeden, el peligro de ser detectado
se incrementaba.

Intuy que algo enorme y muy poderoso se cerna sobre l por detrs, con
intencin de observar qu estaba haciendo, de estudiar la forma en que invocaba el
conjuro, de contemplar cmo el ancla se colocaba en su sitio. No se atrevi a
interrumpir la confeccin del hechizo para intentar capturar a esa presencia, puesto que
si lo hubiera hecho, todo el ritual habra quedado anulado.

Lo nico que poda hacer era centrarse en la tarea que tena entre manos, puesto
que, en cualquier momento, una descarga de energa podra acabar con l y enviarlo a
las simas del olvido. Hizo un gran esfuerzo para concentrarse y finalizar el sortilegio de
anclaje. A continuacin, intent obligar a ese observador a mostrarse, pero una vez ms
lo eludi.

A pesar de que cuando se hallaba en su forma espiritual sus emociones eran


menos intensas, la furia lo dominaba. No le gustaba que jugaran con l y tena la
sensacin de que eso era precisamente lo que estaba ocurriendo: Kiljaeden saba que se
encontraba ah y estaba jugando con l; haba dejado que se hallara a punto de
completar el sortilegio para, en el ltimo momento, capturar y aprisionar su espritu.

nicamente le quedaban tres anclas ms que colocar y, de un modo u otro, todo


habra concluido. Una parte de l quera intentar escaparse o provocar que su atacante
se mostrara para batallar con l, a pesar de que las posibilidades de triunfo se decantaran
exageradamente a favor de su rival.

Pudo colocar los dos puntos de anclaje siguientes con gran facilidad. Aunque en
todo momento se sinti vigilado y not que ese observador oculto contemplaba lo que
estaba haciendo con una curiosidad enorme, por mucho que lo intent, no dio con la
manera de lograr que esa criatura se mostrara.

Acto seguido, con suma cautela, se acerc an ms a la gran sala del trono,
donde haba una enorme concentracin de poder demonaco. Kiljaeden se encontraba
ah, as como muchos de sus generales. Ahora, Illidan tena que ser extremadamente
cauteloso, puesto que esos demonios ah reunidos podran aplastar como un mero

286
insecto a su forma astral. No caba duda de que todos esos hechiceros seran capaces de
detectarlo a menos que se ocultara de una manera tremendamente habilidosa y lanzara
el hechizo de anclaje con sumo cuidado.

Se detuvo de nuevo y maldijo en silencio a ese observador oculto, pues saba


que pronto sera atacado, ya que se senta furioso al ser consciente de que lo que estaba
intentando era intil, aunque saba que no tena otra alternativa. Tal vez otro pudiera ser
capaz de completar su gran sortilegio aunque l acabara siendo capturado ah mismo; no
obstante, albergaba muy pocas esperanzas de que eso sucediera, ya que haba muy
pocos hechiceros con el talento necesario tanto en Azeroth como en Outland y era muy
poco probable que pudieran concluir su encantamiento. Pero qu poda hacer si no?
Tras haber llegado tan lejos no le quedaba ms remedio que continuar.

Se arm de valor e invoc el ltimo conjuro de anclaje. Ese era el momento ms


peligroso: porque en vez de cobrar forma y desaparecer sin ms, este vrtice
desprendera un pulso de energa mgica que saltara hasta el ancla ms lejana y luego a
la siguiente, hasta formar un pentculo, hasta completar el complejo entramado de
runas, hasta replicar el patrn de energa mgica que se encontraba en su
sanctasanctrum de Outland.

El principio de resonancia armnica estableca una conexin entre los dos


grandes smbolos. A pesar de sus recelos, lo embarg la emocin del triunfo. El vnculo
entre Argus y Outland haba quedado establecido. El portal podra ser activado en
cuanto el patrn se hubiera completado. No obstante, solo pudo disfrutar de esa victoria
por un latido, ya que, al instante, se produjo un ataque.

Un ataque de un poder asombroso, que se llev por delante su forma espiritual


con la misma facilidad que un orco podra raptar a un nio.

Era como un nadador atrapado por una resaca ocenica. Daba igual cunto se
esforzara, no poda luchar contra la corriente. Dej de resistirse, dispuesto a guardar
fuerzas para cuando llegara lo peor.

Emergi en una llanura de luz. Ante l, reluca un ser de lneas geomtricas


perfectas, que se retorcan de tal manera que parecan desaparecer y reaparecer un
instante despus de un modo totalmente distinto. Su mente se sumi en el desconcierto,
ya que era incapaz de asimilar tanto cambio tan rpido.

Aunque Illidan se prepar para lanzar el hechizo ms destructivo que poda


lanzar en su forma astral, la criatura no atac, En ese momento, se percat de que haba

287
visto a un ser parecido en el Bancal de la Luz en Shattrath; no obstante, esta criatura
posea incluso ms poder que Adal y sus seguidores.

Eres un naaru dijo al fin Illidan, cuando se hart de tanto silencio.

Soy un naaru muy antiguo. Tal vez sea el ms vetusto de todos los que
quedan en estos universos.

Por qu ests aqu? Acaso eres un sirviente de Sargeras o Kiljaeden?

Un dulce regocijo eman del naaru. Unas chispas de luz rodearon su forma,
como si fueran la manifestacin visible de las notas de una risa.

No.

Una leve sensacin de alivio recorri a Illidan por entero, a pesar de que podra
tratarse de un truco para sorprenderlo ms adelante con la guardia baja.

Entonces, qu haces aqu?

Te estaba esperando.

Sabas que iba a venir?

T o alguien como t estaba destinado a aparecer aqu. El universo arroja


siempre campeones a la cara de aquellos que pretenden destruirlo.

Quiz podra haber escogido a uno mejor.

Esas palabras brotaron de sus labios sin que pudiera impedirlo.

No lo creo. Eres lo que eres. La forja de los das vividos te ha moldeado tal y
como eres. Como un arma que apunta al corazn de un gran demonio.

Me gustara pensar que soy un ser ms consciente que mis Gujas de guerra.

Eso es lo que te hace tan peligroso.

As que el universo me ha elegido para que mate a Kiljaeden replic con


un tono sardnico, a pesar de que las llamas de la esperanza centelleaban en el fuero
interno de Illidan. Al fin y al cabo, tal vez, si lo que este naaru deca era cierto, haba
alguna posibilidad de lograr la victoria.

288
Ese remolino de luces dio una respuesta negativa.

No. Tu enemigo est muy por encima de Kiljaeden. Est muy por encima de,
incluso, Sargeras y la Legin Ardiente.

Estupendo contest Illidan. Y yo que crea que ellos ya eran muy


poderosos...

Una vez ms, la sospecha de que todo eso podra ser una trampa sutil y burlona
tendida por Kiljaeden cobr forma en su mente. Intent mantener a raya ese
pensamiento tan amargo, pues si estaba en lo cierto, daba la sensacin de que todos su
sacrificios haban sido en vano; si se trataba de una trampa, la lucha ya haba acabado;
si no lo era, entonces las cosas estaban an mucho peor de lo que crea.

El Vaco es un adversario mucho ms poderoso que la Legin Ardiente. Es el


rival definitivo de la Luz. Ser necesario que todos los pueblos de Azeroth y Outland se
unan para plantarle cara. El naaru dej de centellear. No me crees? Como veo que
has perdido toda fe y esperanza, debes saber esto.

Antes de que Illidan pudiera defenderse de algn modo, una descarga de Luz
pura surgi del naaru. La energa alcanz las cuencas vacas de sus ojos y las llen de
un fulgor dorado. El Seor de Outland se prepar para sentir una oleada de agona que
no lleg. En el pasado, un ataque realizado con esa clase de magia siempre le haba
hecho sufrir un dolor espantoso, como sola ser habitual en cualquiera que empleara la
magia vil. Un brillo deslumbrante se adue de todo su campo de visin y, acto
seguido, se desvaneci. De repente, se encontr contemplando un terrible campo de
batalla.

Entre esas montaas de cadveres, una figura alada batallaba en la vanguardia


de las legiones de la Luz. Un fulgor dorado envolva sus gujas de guerra, con las que
parta en dos a los demonios con unos golpes muy potentes. Los soldados que lo
rodeaban miraban a su lder sobrecogidos y maravillados. A Illidan le llev un rato
darse cuenta de que las facciones de ese ser eran las suyas, ya que haba mutado, pues
sus ojos brillaban con la intensidad del sol. Este avatar de la Luz tan sereno y pacfico
pareca ser muy poderoso. Su semblante reflejaba una gran confianza y estaba
desprovisto de todo sufrimiento.

Mientras Illidan observaba la batalla, esa figura alada se elev en el aire,


desafiando a esas gigantescas entidades de la oscuridad, a esas creaciones del mal del
Vaco. Un halo le rodeaba la cabeza. Su cuerpo brill entonces con ms fuerza que el

289
sol y de sus brazos extendidos brotaron unos rayos de Luz dirigidos contra sus
enemigos.

Todo eso pareca tan justo y correcto, era como si estuviera teniendo una visin
de un futuro an no nacido. Por un momento, fue capaz de creer que era posible, pero
entonces las dudas volvieron a atenazarlo. Eso no poda ser cierto, puesto que era un
camino que nunca haba emprendido. l no era as. l era un luchador y un asesino, que
se dejaba llevar tanto por la oscuridad y sus propios deseos como por la necesidad de
hacer el bien.

Desafiars a la muerte oy decir al naaru, al mismo tiempo que la visin se


desvaneca. Yo lo he visto. Fueras quien fueses antes, seas lo que seas ahora, sers un
campen de la Luz en el futuro.

El naaru hablaba con tal seguridad que disip la incertidumbre de Illidan. Por un
momento not que la Luz lo abrazaba y una sensacin de paz le invadi el corazn.
Acababa de tener una visin de su propia redencin, que superaba con creces todas sus
esperanzas. Mientras entraba en comunin en silencio con el naaru, una sensacin de
paz lo domin por entero. Si bien ese momento solo dur un instante, cuando acab
Illidan tuvo la sensacin de que haba transcurrido una vida entera.

Sers un hroe le asegur el naaru. Pero pagars un alto precio por ello.

Como siempre.

***

El momento termin. Illidan se puso en pie, imbuido de una gran sensacin de


paz. Ese entramado de Luz, esa llanura deslumbrante, se desvaneci y Argus volvi a
cobrar forma alrededor del naaru y l. Se dio cuenta de que siempre haba estado ah. La
realidad en la que se haba hallado inmerso haba sido por entero un espejismo, una
ilusin del poder de ese ente.

De repente, not una punzada de miedo. Tal vez lo hubieran detectado. Los
esbirros de la Legin Ardiente podran estar aproximndose en esos instantes. Daba
igual que el naaru fuera amigo o enemigo, lo nico de lo que caba duda era de que los
estaba poniendo a ambos en peligro.

290
Adis dijo el naaru.

Una extremidad de luz brot centelleando de su cuerpo, con la que acarici a


Illidan en la frente. El Traidor not el contacto y tuvo la sensacin de que acababan de
hacerle otro tatuaje. Le quem de un modo extrao, como si se luchara contra el poder
vil que encerraban el resto de sus tatuajes; acto seguido, se fusion con ellos y
desapareci.

El contacto se rompi y el naaru desapareci de su vista, como si nunca hubiera


estado ah. Una vez ms, esa visin en la que se vea transformado se adue de su
mente. Acaso eso podra llegar a ser verdad? Realmente lo aguardaba el camino de la
redencin? Jams se haba atrevido a imaginar que tal cosa fuera posible; aun as, el
naaru crea que eso ocurrira. Crea en l. Solo por un momento, l tambin se lo crey.
Pero entonces apart ese pensamiento de su mente, aunque reflexionara al respecto ms
adelante, pues todava haba mucho que hacer.

Illidan observ los puntos de anclaje del portal con detenimiento. Poda
percibirlos, saba que estaban ah. Con suerte, ningn demonio los descubrira, aunque
estuviera buscndolos. Era hora de marcharse, ya que llevaba ah demasiado tiempo.

Dio por terminado el conjuro de viaje astral. Al instante, su espritu atraves a


una velocidad inusitada el Vaco Abisal y entr violentamente en su cuerpo. Delante de
su frente flotaba una runa, que solo poda ver gracias a sus sentidos espectrales. Saba
que ese fulgor era un reflejo de la marca que el naaru le haba dejado en la frente.
Mientras lo asimilaba, esa runa se desvaneci y se tom invisible, se esfum como si el
encuentro con aquel ser no hubiera tenido lugar.

Se concentr e intent recordar ese encuentro, empleando para ello todos los
trucos memorsticos que haba aprendido como hechicero. Estaba seguro de que haba
ocurrido realmente y de que la visin que le haba revelado el naaru era verdad. No
obstante, eso no quera decir nada, puesto que esa criatura podra haber estado jugando
con su mente, por supuesto. Pero si era tan poderosa como para hacer algo as...

Cualquier ser podra llegar a volverse loco si pensaba en tales cosas.

Mientras se acostumbraba a tener un cuerpo de nuevo, oy unos golpes; alguien


estaba llamando a la puerta y esos golpes eran audibles a pesar de los conjuros de
proteccin y defensa que haba levantado. Pronunci las palabras mgicas que abran el
sanctasanctrum y la puerta se abri; tras ella, se encontraban sus consejeros.

291
Lord Illidan dijo el Sumo Abislico Zerevor, debes venir a ver lo que
est sucediendo con tus propios ojos. El Templo Oscuro est siendo atacado.

El Seor de Outland no le orden marcharse de inmediato porque detect cierto


tono de premura en su voz. Abandon esa postura de meditacin y se levant, dispuesto
a acompaarlos. Entonces, se dio cuenta de que uno de sus consejeros no se encontraba
ah.

Dnde se haba metido Akama?

292
CAPTULO VIENTIOCHO
EL DA ANTES DE LA CADA

M aiev alz la mirada y vio a Akama junto a la puerta que llevaba a su jaula

una vez ms.

Has venido a hacerme promesas en vano de nuevo? pregunt la celadora,


a quien le result muy difcil que una cierta amargura se reflejara en su voz.

Akama se acerc renqueando, lade la cabeza y la mir directamente a la cara.


La intensidad de su mirada era tal que se sinti muy incmoda, aunque no lo demostr.

No respondi el Tbido, quien no pudo impedir que su tono de voz revelara


cierto agotamiento o miedo. Te sientes con fuerzas?

Djame salir de esta jaula y te lo demostrar.

Maiev llevaba meses reservando fuerzas. A pesar de que estaba segura de que
nunca se haba hallado tan fuerte, los conjuros que la retenan ah todava resistan.

An recuerdas cmo se empuaba un arma blanca? inquiri Akama.

Maiev sinti la tentacin de lanzarle una rplica desdeosa, pero vio algo en su
actitud que se lo impidi.

Eso es algo que jams podra olvidar.

Eso espero apostill Akama.

Por qu has venido?

293
Porque la Horda y la Alianza estn asediando el Templo de Karabor. Se han
aliado con los Aldor y los Arspices. Incluso cuentan con la ayuda de algunos naaru.

Pronunci esas palabras con suma rotundidad.

Acaso el Traidor te ha enviado aqu para que me mates? Acaso carece del
coraje necesario para hacerlo l mismo?

Akama se llev un dedo rechoncho a los labios. El lder de los Ashtongue


medit lo que iba a responder y, nicamente por un breve instante, una levsima sonrisa
se dibuj en su rostro.

No eres tan importante para l. A pesar de que su imperio se desmorona y cae


pasto de las llamas, parece estar ms preocupado por otras cosas. Por suerte para ti y
para m.

Aunque las llamas de la esperanza se avivaron en el corazn de Maiev, mantuvo


un gesto impasible. No quera dar a sus enemigos la satisfaccin de saber que haban
pulsado la tecla adecuada a nivel emocional.

Crees que lo derrocarn?

Quin sabe? Incluso ahora sigue siendo el ser ms poderoso de Outland;


adems, cuenta con unos tenientes de un conocimiento similar al suyo. Por otro lado,
este templo es una fortaleza sin parangn en este mundo; podra resistir aqu dentro
durante aos. Tambin cabe la posibilidad de que sus enemigos se acaben peleando
entre ellos. Le conozco desde hace demasiado tiempo como para saber que no va a caer
fcilmente.

Aun as, crees que podran derrocarlo.

Si un pequeo destacamento con un poder suficiente pudiera infiltrarse en el


templo, si contaran con la ayuda adecuada...

Y, por supuesto, t ests en posicin de prestar tal ayuda. Perdname si me


cuesta creerte. Tengo la impresin de haber odo esta historia antes. La ltima vez, las
cosas no acabaron demasiado bien para aquellos que me acompaaban ni para m. Ni
siquiera para tu gente si la memoria no me falla.

Si bien Akama al menos tuvo la dignidad de parecer avergonzado, sigui


mirndola a los ojos.

294
Esta vez, de un modo u otro, el final ser muy distinto.

No te creo.

Tengo algo que tal vez pueda convencerte.

De qu se trata? pregunt Maiev de la manera ms desdeosa posible, a


pesar de que no pudo evitar que las llamas de la esperanza ardieran an con ms fuerza
en su pecho.

Retrocede le pidi Akama, quien aguard a que la celadora se apartara y, a


continuacin, invoc un poderoso flujo de magia.

Los conjuros que la mantenan encerrada cayeron. Como era incapaz de creerse
lo que estaba viendo, Maiev empuj la puerta de la celda, que se abri al instante.

Aunque sinti la tentacin de abalanzarse sobre Akama para partirle el cuello a


ese traidor, estaba desarmada y el Tbido segua siendo muy poderoso; adems, estaba
segura de que unos escoltas se hallaban cerca, dispuestos a responder de inmediato a su
llamada.

Si me la ests jugando, te matar, anciano.

Esas palabras brotaron de sus labios sin que pudiera evitarlo.

Tal vez te resulte difcil, ya que careces de armas y de una armadura


replic Akama.

Confo en que pongas remedio a eso de manera inmediata.

No te equivocas al depositar tu confianza en m... esta vez.

***

Maiev se puso los guanteletes y, a rengln seguido, cogi el yelmo y se lo


coloc en la cabeza, como si fuera una corona. Un complejo entramado de magia
protectora se activ a su alrededor. Ahora volva a tener poder y no iba a permitir que la

295
volvieran a encerrar en una prisin. Esta vez, si se trataba de una trampa, ms les
valdra matarla.

Akama se encontraba cerca de ella en ese cuarto de la guardia y sostena la


media luna umbra de la celadora. Maiev haba podido comprobar que el camino hasta
esa sala estaba sembrado de cadveres de demonios. Los nicos carceleros que
quedaban en pie eran Ashtongue. Los demonios estaban muertos, lo cual era una pena,
puesto que le habra encantado haber podido matar ella misma a esas abominaciones.

Extendi un brazo de manera autoritaria, exigiendo as que le entregara su arma.


Akama contempl esa arma blanca, como si estuviera intentando adivinar qu iba a
hacer la celadora con ella en cuanto la tuviera en las manos.

Temes que te vaya a matar?

Temo que lo vayas a intentar.

Por qu no debera hacerlo?

Porque no eres estpida. No nos enredemos en jueguecitos propios de necios,


Maiev Shadowsong. Si has recuperado la libertad es porque yo te he liberado. Puedes
satisfacer tu infantil sed de venganza o puedes ayudarme a vencer a tu verdadero
enemigo.

Puedo hacer ambas cosas.

No. No puedes. Solo yo puedo lograr que entres en el Templo de Karabor.


Solo yo puedo guiarte hasta el Traidor. Decide ahora a quin deseas matar. A l o a m.
T eliges.

Por qu debera creerte esta vez?

Porque he arriesgado mucho ms que mi propia vida al haberte liberado. He


puesto en peligro a mi propia alma y a mi propio pueblo. Te he mantenido con vida con
un propsito, Maiev Shadowsong. Te he protegido como si fueras mi mayor tesoro. Si
me sigues hoy, te enfrentars a Illidan y tal vez incluso lo derrotes. Si me matas, podrs
huir, pero quiz nunca vuelvas a tener otra oportunidad de matar al Traidor. Qu
decisin vas a tomar?

Sin mediar ms palabra, Akama le lanz el arma para que la cogiera. El Tbido
permaneci alerta. Maiev sopes la media luna. Le dio vueltas en la mano una y otra

296
vez. Si haba algn conjuro capaz de convertirla en una trampa, era incapaz de
detectarlo. Por un instante, sinti la tentacin de clavarle esa hoja en el corazn al
traidor de Akama, pero se contuvo.

Te perdono la vida. Har justicia con Illidan.

No le corrigi Akama. Te vengars de l. Creo que eso te har sentirte


ms satisfecha.

***

Illidan examin la situacin desde las almenas. Una avalancha de seres de carne
y hueso embutidos en armaduras se estrellaba contra las murallas del Templo Oscuro.
Una lluvia de conjuros caa sobre los hechizos de proteccin. Millares de soldados
avanzaban para batallar contra sus demonios.

All abajo percibi la presencia de ciertos seres que no eran mortales. Discerni
la luz palpitante de los naaru. Ya poda ir despidindose de esas promesas que le haba
hecho en Argus aquel vetusto naaru. Al parecer, solo uno de ellos tena fe en su futuro.
Sin duda alguna, esos seres de all abajo estaban en su contra.

Illidan se encogi de hombros y las alas enfatizaron ese gesto.

Da igual.

Sus consejeros parecan hallarse estupefactos. Un par de ellos sonrieron y


trataron de poner buena cara al mal tiempo, como si creyeran que su lder tena un plan
que podra salvarlos.

Confiamos en su buen juicio, seor asever Gathios el Devastador.

Ms te vale confiar en las murallas del Templo Oscuro replic Illidan,


as como en sus propios conjuros y armas. Bajen y preprense para batallar. No creo
que nuestros invitados vayan a marcharse en breve, as que deberamos recibirles como
es debido.

El Seor de Outland se plante la posibilidad de dar la orden de que Maiev fuera


ejecutada antes de que pudiera ser rescatada. De ese modo, podra saciar su sed de
297
venganza, aunque fuera solo levemente; no obstante, tal vez fuera la nica revancha de
la que gozara ese da. Pero quin sera el verdugo? Akama tal vez. Pero dnde estaba
el Tbido? Illidan invoc el hechizo que haba lanzado en su momento sobre el lder de
los Ashtongue, puesto que segua activo. Esa sombra todava segua en su poder y
podra ser desatada si era necesario. Saber eso le proporcionaba una cierta satisfaccin.
Pero no. An no matara a Maiev, no cuando todava caba la posibilidad de hacerla
sufrir.

Un grupo de paladines draenei, ataviados con tabardos de la Alianza, cargaron


por el camino contra las puertas del Templo Oscuro. Como no poda ser de otra forma,
esos patanes mojigatos lideraban el ataque, ya que crean que deban oponerse siempre
al mal, all donde lo encontraran, y l encajaba en la simplona concepcin que ellos
tenan sobre el mal; desde su punto de vista, encajaba a la perfeccin en ese papel. Los
guardianes demonacos del Traidor corrieron en tropel a enfrentarse con ellos. Unos
martillos mgicos chocaron con unas armas demonacas. En medio de toda esa terrible
confusin resultaba difcil saber quin haba ganado. Entonces pudo verse cmo los
soldados de la Alianza retrocedan.

Una compaa de trolls de aspecto brutal de la Horda entr en accin para


reforzar a los paladines. Entre ellos se movan raudas y veloces unas figuras envueltas
en sombras que atacaban con un poder asombroso y de un modo muy letal en cuanto los
demonios les daban la espalda. Illidan era capaz de ver el brillo de los sortilegios que
las ocultaban cuando se movan; sin embargo, daba la impresin de que sus aliados
demonacos eran incapaces de verlo.

Pareca que los atacantes iban a imponerse, pero entonces una lluvia de
meteoros impact contra el suelo alrededor de la zona donde se estaba combatiendo, los
cuales resultaron ser unos infernales al abrirse. Todo esto era obra de unos brujos que se
hallaba en el interior del templo.

Illidan evalu la situacin. El templo contaba con suministros suficientes y los


hechiceros que estaban en l podan invocar ayuda demonaca casi indefinidamente. No
obstante, entre los atacantes haba algunos magi, as como otros seres que podran
contrarrestar las acciones de sus brujos.

Unas nubes de polvo se elevaban en la lejana, anunciando la llegada de


refuerzos para los atacantes. Contaban con la ventaja de la superioridad numrica y, con
casi toda seguridad, cada vez seran ms. La Alianza y la Horda contaban con todos los
recursos de un mundo entero y con unos ejrcitos curtidos en infinidad de batallas. Su

298
presencia frente a sus murallas era una perfecta muestra de lo fuertes que se haban
vuelto.

Examin sus propias defensas. En las zonas de adiestramiento se haban reunido


los orcos del clan Dragonmaw. Por encima de l, los dragones volaban en formacin.
Sus tropas se haban congregado formando compaas alrededor de las mquinas de
asedio. En la entrada del Santuario de las Sombras, se hallaba Supremus; el abisal se
alzaba imponente sobre los gigantescos extiendemiedos Illidari que pululaban por el
patio, batiendo las alas y con las armas en ristre.

Cualquier atacante que fuera capaz de sortear a Supremus tendra que entrar en
el Santuario de las Sombras, donde se enfrentara a ms demonios y hechiceros. Y
despus de estos, los aguardaban ms y ms barreras defensivas.

Illidan volvi a contemplar aquel ejrcito que asaltaba el templo. Alrededor de


las puertas se estaba produciendo una gran conmocin: unos enormes arietes avanzaban
empujados por la hechicera, mientras una oleada tras otra de tropas Aldor y Arspices
batallaban contra los defensores demonacos.

No importaba lo fuertes que fueran las defensas. El enemigo contaba con


fuerzas suficientes como para conseguir que el templo acabara cayendo.

A Kiljaeden lo apodaban el Falsario por una buena razn: al parecer, los haba
vuelto a engaar a todos una vez ms. No haba trado a sus propias fuerzas hasta ese
lugar porque saba que no le hara falta, puesto que la nica manera de debilitar a sus
enemigos era enfrentndolos unos contra otros. En cuanto esta batalla concluyera, la
Legin intervendra y los destruira. Al defender el templo con tanto empeo, Illidan lo
nico que estaba logrando era hacerle el trabajo sucio a Kiljaeden.

Pero qu otra cosa poda hacer? Si se renda, no conseguira nada, ya que sus
enemigos haban jurado matarlo. Lo nico que poda hacer era resistir hasta que el
portal estuviera acabado, y entonces...

Illidan haba cometido un error al centrar toda su atencin en la Legin Ardiente


y la bsqueda de Argus. Se envolvi con sus alas, las cuales apret con fuerza por un
instante, pero enseguida las relaj, aunque para ello tuvo que hacer un gran esfuerzo.

Esto era una mera distraccin. El Templo Oscuro era la mayor fortaleza de
Outland. Tena tiempo suficiente para abrir el portal hacia Argus, pero deba ponerse
manos a la obra ya.

299
***

Illidan regres a la cmara donde estaba confeccionando el sortilegio. Le dola


la cabeza. Se senta dbil fsicamente. Las dudas lo asolaban a muchos niveles. De
verdad iba a tener el tiempo suficiente como para completar el portal? Y si las fuerzas
que asediaban esa ciudadela daban con un punto dbil en las defensas? Y si haba
errado en sus clculos incluso en ese aspecto?

Tambin podran entrar por el alcantarillado, por lo cual debera enviar ms


nagas y elementales pare reforzar las tropas del Gran Seor de la Guerra Najentus.

Observ el patrn a medio acabar, que habra podido llegar a ser su obra
maestra. Cogi la Calavera de Guldan y le dio vueltas y ms vueltas en las manos. Te
sentiste as al final, viejo orco? Derrotado incluso antes de empezar?

Se acerc al borde de ese patrn, contempl los smbolos escritos con su propia
sangre y ley esos mensajes de poder que, prcticamente, estaban a punto de cobrar
vida y abrir un pasaje que cruzara toda la faz del universo.

Haba credo que haba tenido en cuenta todos los posibles factores a la hora de
concebir su plan. Haba pensado que contara con el tiempo suficiente. Entonces gir el
crneo, de tal modo que pudo clavar su mirada en esas cuencas vacas. Esa calavera
pareca burlarse de l con esa amplia sonrisa.

En ese instante se acord de la visin que el naaru le haba mostrado. Acaso


eso tambin haba sido una burla? Aferr con ms fuerza si cabe el crneo y a punto
estuvo de hacerla aicos.

La lucha no haba acabado. Reorganizara las defensas del Templo Oscuro.


Hara l mismo las veces de ancla para el portal si era necesario. Podra mantener la
puerta abierta haciendo uso de su fuerza de voluntad si tena que hacerlo. No iba a
fracasar ahora que se hallaba ante el ltimo obstculo.

Iba a atacar el corazn de la Legin Ardiente y no importaba cul fuera el precio


a pagar.

300
301
CAPTULO VIENTINUEVE
EL DA DE LA CADA

M aiev observ detenidamente las inmensas murallas del Templo Oscuro.

La fortaleza se alzaba imponente sobre ellos, mostrndose totalmente inexpugnable.


Unos colosales pinchos de piedra emergan de sus muros como espadas hendiendo el
cielo.

Akama contempl la estructura como alguien que se mora de sed en el desierto


podra mirar una fuente de agua espumosa. Su mira estaba teida de esperanza y
desesperacin al mismo tiempo. Permaneca completamente ajeno al fragor y a la
carnicera de la batalla que estaba teniendo lugar ah cerca. Solo tena ojos para ese
lugar sagrado.

Maiev, sin embargo, no poda ignorar el hecho de que se estaba librando una
guerra a su alrededor. Las fuerzas combinadas de los Aldor y los Arspices haban
iniciado el asalto que servira de maniobra de distraccin para que Akama pudiera
intentar infiltrarse en el Templo Oscuro.

La amargura se extenda por el corazn de la celadora mientras el naaru Xiri


confeccionaba unos hechizos para protegerlos tanto a ella como a Akama y a los nuevos
aliados de Azeroth del Tbido. Los Shatar no se haban mostrado dispuestos a ayudarla
cuando haba ido a por Illidan. Si lo hubieran hecho, los acontecimientos podran haber
sufrido un giro muy distinto en la Mano de Guldan y sus compaeros tal vez seguiran
vivos.

Maiev ech un vistazo a esos aventureros procedentes de Azeroth. Percibi su


poder y su nerviosismo. Llevaban semanas ayudando en secreto a Akama, actuando

302
como sus agentes para llevar a cabo misiones que l no poda realizar. Ahora se estaban
preparando para atacar al mismsimo Illidan. Se sentan muy emocionados y asustados a
la vez, pues iban a infiltrarse en el Templo Oscuro. La propia Maiev se mora de ganas
de que el naaru terminara de confeccionar esos hechizos. La hora de su venganza haba
llegado. Y esta vez el Traidor no escapara.

Not que cerca de ah se hallaban unos demonios terribles, cuyo hedor a azufre
impregnaba el aire, junto a la peste a carne quemada y a entraas desparramadas. Haba
algo en ese olor que la estremeci hasta lo ms hondo de su ser. Ese era el aroma de una
batalla por la que mereca la pena luchar, una guerra en la que se decida el destino de
mundos enteros.

Se protegi los ojos ante tanta luz y observ cmo una compaa Aldor pasaba
corriendo junto a la forma reluciente de un naaru mientras se diriga a enfrentarse contra
un destacamento de demonios con alas de murcilago. Los sortilegios ardan en el aire,
las armas encantadas alcanzaban sus objetivos. Los Illidari estaban retrocediendo y los
espectadores los abucheaban desde las murallas del Templo Oscuro.

Entre tanto, unos dracos abisales trazaban unos crculos en el cielo. Un


escuadrn de esas criaturas descendi como un rayo, exhalando nubes de una
devastadora magia arcana. La celadora permaneci en campo abierto y los ret a que
intentaran hacerle dao, ya que gracias a su armadura era totalmente invulnerable a sus
ataques. Not que el naaru completaba los hechizos con los que iba a protegerla y vio
que el aire refulga a su alrededor.

La tierra se estremeci en cuanto otra oleada de meteoritos se estrell contra el


suelo y otra oleada de infernales sali trepando de los crteres que haban provocado.
Unos diablos de polvo se elevaron sobre el lugar de la batalla. Una tropa de jinetes
irrumpi a gran velocidad para sumarse a la contienda.

Akama hizo un gesto dirigido a ella.

Ha llegado el momento, Maiev! Desata tu ira!

Maiev sonri mientras echaba a correr. Tras ella, avanzaban a gran velocidad
Akama y sus aliados de Azeroth, as como un potente destacamento compuesto por
tropas Aldor y Arspices. Delante de ella poda ver esa turbamulta de demonios que
ocupaba esos campos de la muerte que se encontraban ante las puertas del templo.
Stiros, guardias viles y cosas peores cargaron contra ella, quien grit exultante:

303
Llevo aos esperando a que llegue este momento. Illidan y sus perritos
falderos sern destruidos!

De improviso, de entre las tinieblas de la batalla emergieron unos Seores del


Terror alados. Se cernieron sobre ella de un modo muy amenazador, repletos de poder
vil. Apunt con su media luna umbra al ms cercano y le abri un gran tajo, llevndose
por delante primero parte de un ala y despus una pierna. El demonio cay
violentamente al suelo y, al instante, la celadora se subi de un salto a su espalda, para
clavarle esa hoja tan profundamente en la columna vertebral que la punta de esta acab
enterrada en la tierra.

Mientras la vida abandonaba al demonio, extrajo su arma y se teletransport


detrs de otro, a la vez que imploraba ayuda a Elune para aniquilar a esa criatura.

El aire crepit lleno de energa mgica al mismo tiempo que Akama y sus dems
aliados lanzaban un torrente de conjuros. Los Seores del Terror y sus demonios
inferiores cayeron ante ese ataque salvaje, pero se fueron sumando ms y ms a la
contienda. La magia vil vibr en el aire al abrirse un portal cerca. Un nathrezim
descomunal emergi de l. La celadora reconoci ese gigantesco ser carmes: se trataba
de Vagath, uno de los peores carceleros a los que Illidan haba encomendado la tarea de
vigilarla cuando se hallaba en prisin. Se acord de todas las veces que aquel monstruo
le haba prometido que la sometera a tormentos sin fin. De algn modo, haba logrado
escapar de la masacre de la prisin. Pero esta vez se iba a cerciorar de que no escapaba
con vida.

Akama exclam:

Mata a todos los que nos vean! Illidan no debe enterarse de que estamos
aqu.

Maiev se abalanz violentamente sobre el nathrezim. Intercambiaron una serie


de golpes, y aunque Vagath era muy fuerte, la celadora lo era an ms. Al final logr
que la hoja de su media luna atravesara la pesada armadura que protega el pecho del
Seor del Terror.

Ha llegado tu hora, demonio!

Un incrdulo Vagath mir hacia abajo. Akama se acerc renqueando hasta


Maiev. El nathrezim clav sus ojos en el lder Ashtongue y dijo:

304
Has sellado tu destino, Akama. El amo se enterar de que nos has
traicionado!

El Tbido neg con la cabeza.

Akama no tiene ningn amo, ya no.

Al mismo tiempo que esas palabras salan de su boca, el portal palpit una vez
ms y una avalancha de demonios brot de l. Al verlo, una ira terrible domin a
Maiev, la cual arremeti contra ellos, golpeando a diestro y siniestro, abrindose paso
de manera violenta entre ellos, como la proa de un barco a travs de las olas de un mar
sangriento.

El enemigo la rode por todas partes, con la intencin de que quedara atrapada
en medio de ellos. Unas hachas de acero vil rebotaron contra su armadura. Unas garras
demonacas se clavaron en su coraza. La celadora contraatac furiosamente con su
media luna, puesto que era consciente de que tena que cerrar el portal del que salan
esos demonios en tropel, ya que si no, su misin habra acabado antes siquiera de
empezar.

A sus espaldas crey or a Akama dar la orden de entrar en el Templo Oscuro.


Daba la impresin de que iba a tener que cerrar ese portal ella sola.

Vandel mir a travs de una buhedera de las murallas del Templo Oscuro. Dio
un sorbo a la etermiel que le haba sustrado a esos elfos de sangre parranderos en el
Gran Paseo y sinti un agradable cosquilleo en la lengua.

Otra batalla masiva haba estallado al otro lado de las puertas. Mir hacia abajo
y vio cmo un destacamento de tropas Arspices y Aldor cargaban contra los
guardianes demonacos.

Se levantaron unas enormes nubes de polvo, que taparon el combate, aunque


logr entrever parte de la batalla a travs de ellas. Un guerrero elfo de sangre cay ante
un stiro. Un sacerdote Aldor destroz a un guardia vil con el cegador poder de la Luz.
Al contemplar esa lucha, sinti una extraa emocin, pues era como tener un asiento
privilegiado para contemplar el fin del mundo.

Se percat de que, al parecer, los sirvientes de los naaru estaban ayudando a un


grupo de Tbidos; adems, ese no era... Akama?

305
Se rumoreaba que Akama se haba esfumado, que se haba sumado al bando
enemigo y que, en esos mismos instantes, estaba conspirando para provocar la cada del
Templo Oscuro con los lderes de los Aldor y los Arspices. Por lo visto, el rumor era
cierto.

Un leve estallido de rabia surgi del demonio que anidaba dentro de Vandel.
Unos recuerdos fugaces de batallas y muertes cruzaron su mente; no obstante, pudo
mantenerlos a raya con suma facilidad.

De todos modos, parte de esa furia sigui dominndolo al ver cmo esas fuerzas
atacantes se congregaban. Qu necios eran. Acaso eran incapaces de darse cuenta de
qu era lo que estaba ocurriendo? Crean que haban venido a atacar al demonio que
gobernaba Outland. Oh, qu equivocados estaban!

Pero era un error muy fcil de cometer. Al ver a esos demonios esclavizados que
estaban defendiendo el templo, Vandel poda entender por qu los invasores pensaban
de esa manera, ya que Illidan nunca se haba tomado la molestia de explicar cul era su
propsito a cualquiera que no formara parte de su crculo ms cercano.

Aunque tampoco eso importaba demasiado, puesto que, con casi toda seguridad,
nadie lo habra credo. Simplemente, habran pensado que eso formaba parte de algn
astuto ardid. Tal vez fuera as. Incluso ahora, despus de todo lo que haba visto, de
todo lo que haba hecho y haba vivido, Vandel no lo tena nada claro.

Quin saba realmente qu pensaba el Traidor? Dio otro sorbo a la etermiel y


contempl cmo las explosiones pirotcnicas de esos hechizos se abran paso entre los
conjuros de proteccin de las murallas. Cunto tardaran en llamar a los cazadores de
demonios para que se sumaran a la batalla?

***

Akama gui a su pequeo destacamento hasta las murallas del Templo de


Karabor. Mientras tanto, en la lejana, Maiev luchaba para intentar cerrar el portal. Rez
para que tuviera xito, o al menos mantuviera bajo control al enemigo durante el tiempo
que tanto l como sus compaeros necesitaran para entrar al templo.

306
A su alrededor, los demonios guerreaban contra los siervos de la Luz. Detrs de
l, not la presencia de los naaru, lo cual le parti el alma, puesto que eso le record a
todos aquellos a los que haba dado la espalda al pasar a servir al Traidor, a todos
aquellos que haban dejado de fiarse de l y cuya confianza esperaba volver a ganarse.

Contempl los rostros ansiosos de sus aliados de Azeroth y las expresiones


confiadas de sus escoltas Tbidos. Examin esos huecos vacos de su fuero interno
donde antao se haban encontrado algunos fragmentos de su alma. Haca tanto tiempo
que senta que le faltaba una parte de su ser. Prefera morir a seguir as.

Lo cual era bueno, ya que eso era precisamente lo que iba a suceder si las cosas
se torcan. De hecho, era lo mejor que podra pasarle.

No obstante, durante las ltimas lunas el Seor de Outland haba estado


distrado, totalmente absorto en su demencial y grandioso plan. Si se le poda considerar
realmente un plan. Incluso ahora, Akama no estaba seguro de si el Traidor pretenda en
serio abrir un portal hacia Argus o si todo formaba parte de un gran engao. An se
acordaba de cmo Illidan haba utilizado la captura de Maiev como un medio de ocultar
su verdadero objetivo (abrir un portal a Nathreza), as que no estaba dispuesto a fiarse
de nada que le hubiera dicho. Akama se acord de todos los Tbidos que fueron
asesinados cuando se abri el portal, cuyas almas fueron devoradas, as como de todas
las almas draenei que sufrieron el mismo destino en Auchindoun. No poda permitir que
Illidan volviera a cometer tales abominaciones.

Delante de l se encontraba la entrada al alcantarillado, que estaba protegida por


unos barrotes de acero vil y unos hechizos de defensa; no obstante, esas eran las
barreras defensivas menos importantes, puesto que otras mucho peores les aguardaban
ms adelante. Lanz el conjuro que les abrira el camino y entr.

Tena delante la red de cloacas del Templo Oscuro. El camino ascenda por un
desfiladero largo y rocoso hasta llegar a una cmara repleta de elementales y nagas. En
la lejana, oy rugir al campen naga, al Gran Seor de la Guerra Najentus.

Esperaba que sus tropas estuvieran listas para llevar a cabo esa misin.

***

307
Mientras su espritu flotaba sobre ese conjunto de smbolos, Illidan se percat de
que alguien estaba llamando a golpes a la puerta del sanctasanctrum y gritaba para
llamar su atencin. Poda or todo eso a travs de los odos de su cuerpo, que yaca
debajo de l. Introdujo su espritu de nuevo en su forma fsica y escrut su entorno. Oy
una voz de mujer, que se hallaba fuera de la estancia. Al instante, pronunci unas
palabras mgicas y el sello de la entrada desapareci.

Lady Malande se hallaba ante l y contemplaba aquel enorme patrn con una
mirada que reflejaba algo similar al asombro.

Lord Illidan dijo. Un destacamento enemigo ha logrado entrar. El Gran


Seor de la Guerra Najentus ha cado en la entrada del alcantarillado. Nuestros
adversarios avanzan.

El Traidor tard unos instantes en asimilar lo que acababa de escuchar. A


Najentus se le haba encomendado la misin de vigilar la entrada sellada de las
alcantarillas, acompaado de un pequeo ejrcito; adems, Illidan haba enviado
refuerzos, por lo que el campen naga y sus fuerzas deberan haber sido capaces de
mantener a raya a un ejrcito entero. Algo haba ido terriblemente mal. Lo haban
traicionado. Y lo haban hecho desde el interior del templo. Tal vez los responsables
fueran unos elfos de sangre o algunos miembros del pueblo de Akama.

Daba la impresin de que se le haba agotado el tiempo. Illidan cogi la


Calavera de Guldan, cuya sonrisa pareci burlarse de l una vez ms. Solo le quedaba
una cosa por hacer. Tendra que valerse del poder de la succin de alma. An poda
utilizarla con un objetivo muy concreto.

308
CAPTULO TREINTA
EL DA DE LA CADA

M aiev se hallaba en la parte superior de una montaa de cadveres de

demonios. Jadeaba de un modo estruendoso. El jbilo de la victoria arda en su corazn.


Haba logrado cerrar el portal y detener esa aparentemente incesante avalancha de
demonios. Aunque le hubiera gustado que llegaran ms. Habra colocado sus cadveres
uno encima de otro hasta alcanzar lo alto de esas murallas y habra entrado en el templo
por ah en vez de por las alcantarillas, tal y como haba planeado Akama.

Percibi el estallido de una energa muy familiar en el seno del templo.

No! Saba lo que eso significaba. Haba notado algo similar anteriormente, en
las laderas de la Mano de Guldan. En algn lugar del interior de esa fortaleza, Illidan
estaba abriendo otro portal, uno mucho mayor que aquel que haba atravesado Vagath.
Una energa ominosa impregn el aire al mismo tiempo que esa fisura en el tejido de la
realidad se ensanchaba. Tal vez el Traidor estuviera invocando a algn nuevo demonio
de las profundidades del Vaco Abisal, aunque lo ms probable era que estuviera
intentando escapar. No poda permitir que eso volviera a ocurrir. Tena que entrar ya en
el Templo Oscuro. Hoy tena que poner punto y final a todo aquello.

Valindose de su poder, se teletransport rpidamente por todo el campo de


batalla y a travs del corredor que llevaba al interior de las alcantarillas.

Esta vez, Illidan no esquivara a la Justicia.

309
***

Vandel observ cmo esa figura ataviada con una armadura plateada acababa de
masacrar a un ejrcito de demonios. La reconoci por las historias que haba odo contar
sobre la batalla de la Mano de Guldan. Maiev Shadowsong se haba fugado, pero eso
debera ser imposible, puesto que la haba encarcelado en la Jaula de la Celadora,
vigilada por demonios, rodeada por varios crculos de unos terribles conjuros que
impedan que huyera. Akama deba de haberla liberado.

Vengan a m ya, mis cazadores de demonios.

Una voz reverber dentro de la cabeza de Vandel. Era una invocacin de nivel
primordial, que vibr por todos sus tatuajes y penetr en su cerebro con una fuerza
irresistible. La llamada trajo consigo la revelacin de adonde tena que ir: a un lugar
situado en lo ms profundo de la fortaleza, cerca de la cmara del consejo.

Se alej del puesto de observacin de esa muralla y corri hacia esa distante
escalera.

A su alrededor reinaba un gran bullicio. Las tropas se colocaban raudas y


veloces en sus posiciones defensivas. Los cuernos atronaban y los tambores resonaban
en el seno del templo a modo de advertencia: en algn lugar se haba abierto una brecha
en las defensas de la fortaleza.

Oy el fragor del combate en lontananza. El demonio que se hallaba dentro de l


lo conmin a correr hacia la batalla, a tomar parte en esa matanza, a liberar unas cuantas
almas de su envoltorio mortal.

Vengan a m ya, mis cazadores de demonios.

Una vez ms, esa orden reson con fuerza. Esta vez not cmo esa vibracin le
estremeca los mismos huesos. As era como se senta un demonio cuando lo
invocaban desde el Vaco Abisal? Arrastrado por fuerzas que no poda comprender
pero a las que intentaba resistirse?

Por qu se resista siquiera? Se trataba de la voz de Illidan y haba tanta


premura en ella que Vandel estuvo a punto de echarse a llorar. En algn lugar, en lo
ms hondo de ese templo unas energas muy potentes se agitaron. El cazador de
demonios las reconoci: se estaba abriendo un portal, pero no saba adonde llevaba.

310
Acaso Illidan pretenda escapar? O acaso esa abertura la haban creado sus
enemigos? Tal vez los traidores que se encontraban dentro de la fortaleza estaban
trayendo ayuda de algn otro lugar. Tal vez el mismo Illidan haba abierto ese portal, ya
que las energas de esa puerta eran muy parecidas a las que los haban llevado a
Nathreza. Acaso Illidan haba abierto al fin el camino hacia Argus? Solo haba una
manera de que Vandel supiera la respuesta.

En algn lugar de la oscuridad percibi que otros cazadores de demonios se


desplazaban y not la presencia de los demonios que llevaban dentro. Lanz una
maldicin. Al parecer, era el que ms se haba alejado de su maestro, arrastrado por la
curiosidad de saber cmo se estaba desarrollando el ataque. En cuanto alcanz la parte
superior de las escaleras, salt.

Vengan a m ya, mis cazadores de demonios. Esa voz reverber dentro de su


crneo como el taido de una enorme campana, cuyos ecos fueron apagndose,
hacindole sentirse muy solo. La sensacin de que lo estaban llamando desde las
profundidades del templo se intensific. Ese camino hacia algn otro lugar se
encontraba abierto; adems, no albergaba ninguna duda de que pronto se cerrara y que
se quedara sin ninguna posibilidad de alcanzar el portal.

Descendi las escaleras de diez en diez, saltando de un peldao a otro con la


agilidad de una pantera; se lanzaba hacia delante de cabeza, rodaba por el suelo y se
pona en pie, aprovechando as la fuerza de la gravedad para incrementar su velocidad.
Tena grabada a fuego esa sensacin de premura en su mente, que lo obligaba a correr.
No se trataba nicamente de miedo, sino de la sensacin de que el templo estaba a
punto de caer. Tena la abrumadora sensacin de que si no responda a la llamada, lo iba
a lamentar eternamente, de que, de algn modo, no iba a cumplir su destino.

Sigui corriendo hacia la zona de adiestramiento. Al otro lado de la entrada oy


al gigantesco Supremus lanzar un rugido de furia, era como si el abisal estuviera
combatiendo con algn poderoso enemigo.

Unos dragones surcaron el cielo por encima de l a la velocidad del rayo. Unos
conjuros estallaron. Los demonios se aproximaron al Santuario de las Sombras; daba la
impresin de que se estaban preparando para bloquear el paso a unos intrusos de gran
poder. La confusin reinaba por doquier.

***

311
Maiev sali de las alcantarillas y se top con las secuelas de una batalla terrible.

Se encontraba en un patio enorme. El cadver de un draco abisal yaca en el


suelo cerca de ella, cuya cola segua retorcindose, como si ese gran reptil an no se
hubiera dado cuenta de que estaba muerto. Akama y sus aliados se haban abierto
camino a travs de las defensas de Illidan. Cientos de cadveres de orcos Dragonmaw y
demonios yacan desperdigados por todo el suelo. Ah se haba hecho uso de una magia
muy potente. A su derecha, haba unas gigantescas mquinas de asedio. Ms all de
ellas, haba una escalera por la que habra podido subir un titn, la cual llevaba a las
entraas del Templo Oscuro.

La celadora an poda sentir el pulso de energa que desprenda ese gran portal
que se estaba abriendo en las profundidades de la fortaleza. Furiosa, ech un vistazo a
su alrededor y se percat de algo sorprendentemente extrao. Una figura demonaca
apareci de repente en un pasaje abovedado de la muralla situada a su izquierda.

***

Vandel se alej corriendo de la escalera para adentrarse en el patio de la zona de


entrenamiento. Ah el aire heda a muerte y magia desatada. Unos dragones y demonios
yacan muertos por todas partes. Los cadveres de los orcos viles yacan apilados en
pequeas colinas. Lo que en su momento haba dado la impresin de ser una tuerza
invencible haba sido derrotada. Solo un ser vivo segua movindose tras toda esa
violencia inenarrable; una elfa de la noche vestida con una armadura plateada que
empuaba una hoja curva. Todo su cuerpo estaba protegido por esa poderosa armadura
mgica. Se trataba de Maiev Shadowsong. De alguna manera, haba conseguido entrar
en el templo con la misma rapidez que l haba descendido de las murallas. Eso deba
de ser obra de una magia muy potente.

Maiev clav su mirada en l y alz esa arma como si estuviera lista para atacar.

Vandel se qued paralizado. No deseaba luchar contra una congnere, contra


una elfa de la noche. Solo quera dejarla atrs y responder a la llamada de Illidan.

Engendro del demonio, preprate para morir le espet la celadora.

312
De repente, Maiev ya no se encontraba donde haba estado. Vandel percibi una
perturbacin en el aire, a sus espaldas, y se lanz hacia delante, rodando por el suelo al
mismo tiempo que una hoja henda el aire all donde haca solo unos instantes se haba
hallado su cabeza. Se puso en pie dando una voltereta y se encar con la celadora.

No quiero luchar contra ti replic el cazador de demonios.

***

Maiev lanz una maldicin. Haba pasado mucho tiempo desde la ltima vez
que alguien haba logrado esquivar uno de sus letales ataques. Aunque no debera ser
posible, ese nauseabundo monstruo lo haba logrado, lo cual indicaba bien a las claras
lo poderoso que era.

La celadora observ con detenimiento a ese engendro. En ciertos aspectos, se


pareca a Illidan, aunque era menos monstruoso que este. Era alto, una abominacin
nervuda y fibrosa que antao haba sido un kaldorei. Tena tatuajes como su maestro y
la piel cubierta de escamas. Aunque tena las cuencas de los ojos vacas, la luz verde de
la magia vil brillaba en ellas. A pesar de que careca de alas y pezuas, haba algo
innegablemente demonaco en l. No caba duda de que en su da haba sido un elfo,
pero ahora era otra cosa, un espantoso hbrido de elfo y demonio; seguramente, era un
miembro de ese ejrcito de horrores del que le haba hablado Akama.

Maiev arremeti con su arma contra el monstruo. El elfo posedo por un


demonio salt por encima de esa hoja. Mientras se volva para atacarlo de nuevo, este
brinc de nuevo hacia un lado y la eludi una vez ms.

Detente, esto no es necesario le dijo.

La celadora detect cierta ira en ese tono de voz spero. No estaba dispuesta a
caer en una trampa tan burda. Avanz hacia l, con su arma en ristre.

Te dar muerte, monstruo.

***

313
Una vez ms, esa arma horrenda se acerc a gran velocidad hacia l. Salt para
esquivar esa hoja, gir en el aire por encima de Maiev y aterriz a su espalda. Tena un
blanco muy fcil. Poda atacarla por detrs con un conjuro. Pero titube mientras la
celadora se giraba para encararse con l.

No soy tu enemigo le explic. Maiev arremeti de nuevo con su media luna


umbra y las chispas saltaron al detener el cazador de demonios el golpe. T y yo
estamos en el mismo bando.

Por un momento, la celadora se detuvo. Acto seguido, sus glidas carcajadas


resonaron por todo ese patio arrasado por la batalla.

T sirves a Illidan. Y yo pretendo matarlo. Por tanto, no estamos en el mismo


bando, evidentemente.

Estoy aqu para luchar contra la Legin Ardiente, no contra otros elfos de la
noche.

La punta de la media luna umbra se movi de un lado a otro, de un modo


hipntico. Vandel dio un paso atrs para tener ms espacio.

Te has credo esa vieja mentira de Illidan replic Maiev.

No es una mentira. He masacrado a centenares de demonios. Y seguir


matando a ms mientras me quede aliento.

Eso no ser por mucho tiempo.

Maiev se abalanz sobre l, tan rpida como un sable de la noche. Vandel se


apart de un salto y la hoja de la celadora atraves el lugar donde el cazador de
demonios acababa de estar. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para no contraatacar. A
pesar de que su demonio lo empujaba a atacar, logr contenerse haciendo acopio de
toda su fuerza de voluntad.

La Legin Ardiente pretende destruir a todos los seres vivos. Debemos luchar
unidos contra ella afirm Vandel.

Te unirs a tu maestro demonaco en el reino de la muerte.

314
El golpe de Maiev fue tan potente como un trueno. A pesar de que el cazador de
demonios se ech hacia atrs, le alcanz en la mejilla, en la que le abri una herida, de
la cual man sangre que descendi hasta llegarle a los labios y la lengua, donde not un
cosquilleo.

Vandel se haba hartado. Haba intentado razonar con Maiev. Aunque poda
intentar huir, dudaba de que pudiera llegar muy lejos si le daba la espada, ya que era
muy fuerte y rpida. No, tena que enfrentarse a ella.

Tienes que matarla, le orden la voz demonaca que oa en lo ms recndito de


su mente. O t o ella. No te dejar salir con vida de esta.

Aunque a Vandel le habra encantado poder llevarle la contraria, era consciente


de que el demonio deca la verdad y eso le daba an ms la razn. Tras invocar una gran
cantidad de energa vil, lanz una descarga contra la elfa de la noche. Maiev la detuvo y
la disip sin hacer apenas esfuerzo alguno. Hasta ese momento, el cazador de demonios
haba credo que nadie, salvo Illidan o sus tenientes de ms alto rango, era capaz de
llevar a cabo tal proeza. Se dio cuenta de que ahora su objetivo no iba a ser matar a la
celadora, sino lograr seguir con vida ante su terrible furia.

***

Maiev entorn los ojos. Por fin el demonio revelaba sus verdaderas intenciones,
puesto que haba intentado acabar con ella usando magia vil. Por un momento, casi se
haba credo lo que deca ese monstruo, ya que haba sonado muy sincero y no haba
intentado hacerle dao, sino que se haba limitado a defenderse.

En la lejana, la invocacin estaba llegando a su momento culminante. Su presa


se iba a escapar. Haba llegado el momento de poner punto y final a aquello. Lanz un
ataque feroz contra ese elfo mutado. Su arma centelle a tal velocidad que casi era
imposible seguir sus movimientos con la mirada. Su atacante alz sus dagas para
defenderse.

***

315
Vandel danz a travs de un torbellino afilado como una cuchilla. Era lo nico
que poda hacer para evitar los ataques de Maiev. Era imposible que pudiera
contraatacar, ya que, simplemente, ella era demasiado rpida y fuerte.

Le dolan todos los msculos del cuerpo porque deba protegerse continuamente
de esos furiosos asaltos. Tena la sensacin de que, por culpa del esfuerzo que
conllevaba bloquear esos ataques, se le iban a salir los brazos de su sitio. Apenas era
capaz de seguir empuando sus dagas.

Se ech hacia atrs para apartarse de ella lo ms rpido posible. No le


preocupaba que pudiera tropezarse con algo, puesto que sus sentidos espectrales le
permitan percibir todo lo que haba a su alrededor, aunque tambin le indicaban que se
le agotaba el tiempo. El demonio que llevaba dentro aull para protestar, pues no quera
escapar, sino que quera pelear y matar. Dej que el poder de este ente fluyera a travs
de l. De los poros de su piel brot una oscuridad que le envolvi el cuerpo con una
armadura hecha de sombra. Not un mayor vigor en los brazos. Not que sus
movimientos se volvan ms rpidos. Respondi a cada golpe de Maiev con uno suyo,
desviando el arma de la celadora con una daga y atacando con la otra. El metal chirri
cuando una de sus armas se abri paso a travs del avambrazo de la armadura de su
adversaria.

Atac una y otra vez, obligando a la celadora a retroceder paso a paso hasta que
recuper todo el terreno que haba perdido al verse empujado por el ataque inicial de su
rival. Maiev arremeti contra l, pero esquiv de un salto esa afilada hoja. Acto
seguido, desequilibr a su enemiga al golpearle el yelmo con una de sus dagas.
Mientras caa, el cazador de demonios le lanz una descarga de energa vil que la
alcanz en el pecho. El demonio le espole a seguir. Mtala. Mtala.

***

Maiev cay al suelo. Ms que hacerle dao, el impacto del rayo del Illidari la
haba sorprendido; no obstante, haba sentido cierto dolor por culpa de esa descarga de
energa vil a pesar de llevar armadura. El cazador de demonios envuelto en sombra se
cerni sobre ella de un modo amenazador y un aura de energa le rodeaba las manos.

316
La celadora extrajo energas de la luz de Elune y se teletransport.

***

Vandel contempl cmo ese rayo de energa verduzca y amarillenta impactaba


contra el suelo, en el mismo lugar donde Maiev se haba hallado solo un instante antes.
Not un desplazamiento de aire justo detrs de l y se volvi para detener ese ataque,
pero reaccion un instante demasiado tarde.

La media luna umbra de la celadora le abri una herida en el brazo cual


guadaa al sorprenderlo por la derecha. Un gran dolor le recorri la extremidad. La
sangre man a raudales. Se ech hacia atrs, y entonces se dio cuenta de que el anterior
ataque haba sido una mera finta. Maiev le aplast el crneo con esa hoja curva. A pesar
de que se apart rodando en cuanto percibi el contacto, una terrible agona lo domin.
Las tinieblas cayeron sobre sus percepciones.

Lo ltimo que vio fue a Khariel. El muchacho lo miraba decepcionado. Su


muerte ya nunca sera vengada.

Al igual que t, tu maestro tambin caer oy decir a Maiev.

Acto seguido, se sumi en la oscuridad.

***

Akama entr en el refectorio. Unos anaqueles hechos con huesos de monstruos


flanqueaban la entrada. Un altar descomunal se alzaba sobre un pedestal al fondo de esa
estancia. La luz trmula de unas energas sobrenaturales proyectaba unas sombras
fugaces sobre el suelo de ese lugar profanado. Sus aliados ya haban masacrado a la
mayora de los enemigos que se encontraban dentro y ahora se enfrentaban a esa sombra
que Illidan le haba arrancado a Akama de su propio espritu. Era como si hubieran
dotado de una malvola vida y de tres dimensiones a la sombra del Tbido. Era perfecta

317
a su manera, un milagro de la magia oscura, una muestra ms del genio perverso de
Illidan, su creador.

La descomunal silueta de esa parte robada de su alma se alz


amenazadoramente sobre los aventureros de Azeroth. Al percibir la presencia de
Akama, la sombra se movi hacia l y unos tentculos de energa oscura brotaron de
ella para clavarse en l. Sus aliados la atacaron directamente, machacndola con
conjuros, atravesndola con sus espadas. El Tbido aguant como pudo el dolor y se
mantuvo en pie. A pesar de que quera chillar, apret los dientes con fuerza. Examin
ese entramado mgico con el que estaba siendo atacado y comprob que lo llevaba
hasta su enemigo.

Los aventureros procedentes de Azeroth haban hecho todo lo que Akama les
haba pedido: se haban abierto camino hasta el refectorio, haban asesinado a los
Ashtongue renegados que vigilaban aquel lugar y, a continuacin, haban matado, uno a
uno, a los canalizadores que lanzaban el hechizo que garantizaba que ese fragmento
tenebroso de su alma no escapara. Sin embargo, ahora esa cosa estaba libre e iba a por
l. Pretenda matarlo si era posible, para poseer su cuerpo y, gracias a l, controlar a
todos los Ashtongue.

Contempl esa sombra un tanto maravillado. Cunta gente tena el privilegio, a


lo largo de su existencia, de contemplar todo lo malvolo que haba en ellos? Cuntos
se enfrentaban a la oscuridad que se hallaba dentro de ellos?

Para cualquiera que no fuera l, eso era simplemente su sombra malvola, pero
Akama poda ver que estaba hecha con cada fragmento de maldad que alguna vez haba
formado parte de l, con todos los actos malvados y mezquinos, desde los ms
importantes a los ms nimios. Al contemplarla, poda verse a s mismo cuando solo era
un cro y deseaba los juguetes de su hermano. Se vio a s mismo regocijndose con la
muerte prematura de alguien que rivalizaba con l por el liderazgo de su pueblo. Vio la
sombra que acechaba tras todos sus alardes de piedad y bondad. Vio toda su vanidad y
egosmo, toda su ansia y sed de gloria. Al contemplar esa cosa, vea todos sus
demonios, todo lo que le haba empujado a ser quien era.

En cierto modo, Illidan le haba liberado de todo eso; no obstante, tambin le


haba arrebatado parte de sus fuerzas, puesto que en esa oscuridad haba tambin
muchas de las cosas que lo haban empujado a ser un maestro de la magia, que haban
forjado su carcter para que se convirtiera en el lder de su pueblo. Siempre se haba
considerado humilde, pero al contemplar a ese monstruo, se dio cuenta de que esa

318
humildad solo haba sido una mscara con la que haba engaado a aquellos que lo
haban seguido.

Aunque le hubiera gustado poder tener el consuelo de justificarse diciendo que


esas visiones formaban parte del ataque de esa sombra, que con ellas intentaba minarle
la moral, doblegarlo y ponerlo de rodillas, para obligar al resto de su alma a abandonar
su cuerpo y poder alojarse en l, saba que eso no era cierto. Esa sombra formaba parte
de l. Tena que recuperarla, ya que posea gran parte de sus fuerzas; adems,
nicamente cuando la hubiera reintegrado en su ser, tendra el poder necesario para
hacer lo que haba que hacer.

La sombra se estaba debilitando ante el feroz ataque de los aliados de Akama,


que procedan de Azeroth.

Como el Tbido acababa de desentraar el conjuro, lo anul y absorbi esas


energas. El vrtice que cre arrastr a ese espritu oscuro hasta su hogar, el cual entr
en l. Por un momento, Akama se estremeci, presa de un prfido xtasis. Acto seguido,
encaden a su propia maldad, sometindola as a su voluntad, integrndola una vez ms
en su ser. Not que recuperaba las fuerzas. Not que el poder y el orgullo y la ambicin
fluan a travs de l. Volva ser Akama de verdad.

Lo haba logrado. Respir hondo y not que las fuerzas recorran de nuevo su
cuerpo. Una multitud de Tbidos Ashtongue entr en el refectorio y clav su mirada en
l.

Saludos, Akama! gritaron.

***

El firme pulso de energa del portal que se haba abierto se desvaneci.

Maiev sorte de un salto a su adversario cado. No tena tiempo que perder. Tal
vez incluso ya llegara tarde. Tena que dar con Illidan antes de que huyera para siempre.
Pas corriendo junto al enorme cuerpo de piedra an ardiente de un gigantesco infernal
muerto.

319
Entr velozmente en esa enorme estructura. Por toda esa colosal sala yacan
muertos stiros y otros demonios. Los Ashtongue que avanzaban en grupos se quedaron
mirndola fijamente. Aunque no se trataba de unas miradas amenazadoras, tampoco
haba ni afecto ni compasin en esos ojos. Era indudable que saban quin era. Se
pregunt si se atreveran a atacarla. Solo haba una manera de averiguarlo.

Se aproxim al ms cercano.

Dnde est Akama? pregunt con el tono ms autoritario posible.

El Ashtongue la mir. Haba algo distinto en la actitud de este. En el pasado, los


Tbidos normalmente se haban mostrado serviles. Incluso aquellos que la haban
vigilado en prisin nunca haban sido capaces de mirarla a la cara. Sin embargo, este s
lo haca, al igual que todos sus compaeros. No daba la sensacin de que tuvieran
miedo. La miraban como si se consideraran sus iguales.

Se encuentra en las entraas del templo. Pretende acabar con el Traidor.

Bien respondi la celadora. Ir a ayudarlo.

320
CAPTULO TREINTA Y UNO
LA CADA

U n fatigado Illidan entr en la cmara del Consejo. Los cazadores de

demonios se haban marchado. Haba hecho todo lo posible. Ojal hubiera podido ir con
ellos, pero se haba tenido que quedar para hacer las veces de polo mstico del portal,
para mantener el camino abierto.

Ya solo era cuestin de esperar. Mantener abierto ese portal haba agotado casi
por entero sus fuerzas, as como todo el poder que contena la succin de alma.

Lady Malande lo mir.

Los Ashtongue nos han traicionado. Nuestros siervos se han vuelto en nuestra
contra. Las puertas estn abiertas.

Deban de tener planeado esto desde hace mucho asever Gathios el


Devastador.

Illidan expandi sus sentidos de hechicero. El hechizo de vinculacin con el que


haba aprisionado la sombra de Akama haba sido anulado. Este se haba liberado y, al
hacerlo, haba liberado a su pueblo. El viejo Tbido haba sido mucho ms astuto de lo
que crea. Otro error de clculo. El Seor de Outland haba estado tan ocupado con el
portal hacia Argus y sus cazadores de demonios que no haba podido prestar atencin a
Akama. Aun as, hallara la manera de que el lder de los Tbidos pagara lo que haba
hecho.

321
Haba percibido que se haba abierto un portal seal el Sumo Abislico
Zerevor. Crea que habas escapado, milord.

En su rostro se combinaban de manera compleja una serie de emociones: alegra


al ver que su seor supremo segua ah y perplejidad ya que no comprenda por qu; no
obstante, si quera una explicacin, se iba a decepcionar.

Illidan intua que los acontecimientos estaban llegando a su punto culminante a


su alrededor. La madeja del destino se desenredaba. Se senta atrapado por el destino y
sus planes se hallaban a medias. Pens en esa visin que le haba mostrado el naaru.
Ahora mismo, dudaba de que fuera una criatura de la luz. Tal vez todo formara parte de
una trampa que le haba tendido Kiljaeden, que le haba dado una falsa sensacin de
seguridad en un momento crucial. Todos sus esfuerzos haban sido en vano. No haba
logrado lo que pretenda.

Tal vez sus cazadores de demonios fracasaran. Tal vez, simplemente, los haba
enviado a encontrarse con un funesto destino. Se resign, pues nunca sabra qu haba
sido de ellos. Ahora lo nico que poda hacer era mantenerse firme. No iba a rendirse,
no iba a dar esa satisfaccin a sus enemigos. Nunca volvera a encerrarlo en una prisin.

Pos su mirada en sus consejeros, quienes todava esperaban que los liderara.

Defiendan este lugar orden. Protejan el camino que lleva hasta la cima
del templo. He de lanzar un hechizo que tal vez logre que la batalla se decante a nuestro
favor. An podemos vencer a nuestros enemigos. An no nos han derrotado.

***

Akama pas por encima del cadver del Sumo Abislico Zerevor. Ah delante se
alzaba la puerta sellada que llevaba a la cima del templo. Para llegar hasta ese lugar,
haban tenido que librar una dura y rpida batalla. Haban dejado un reguero de cuerpos
destrozados y centinelas machacados a lo largo de los jardines perfumados y los
aposentos palaciegos donde moraban los elfos de sangre. Ahora, delante de l, se
hallaba la gran puerta negra, tras la cual Illidan realizaba su malvola magia. Qu
prfido conjuro estara confeccionando en esos instantes?

Los aventureros de Azeroth aguardaron para ver lo que haca.

322
Akama dijo:

Esta puerta es lo nico que se interpone entre el Traidor y nosotros.


Aprtense, amigos.

El Tbido examin el hechizo que sellaba el camino a la cima; se trataba de un


sortilegio de una complejidad fantstica, compuesto de mltiples capas de fuerza que se
interconectaban. Un hechicero tardara toda una vida en desentraarlo. Por fortuna, no
tena que hacer eso, pues le bastaba con hacerlo aicos.

Valindose de todo su poder mgico, lanz una descarga de energa contra la


puerta. De alguna manera, esa estructura de aspecto tan fcil resisti. Increment la
cantidad de poder y su encantamiento rasg y ara el sello con todas esas energas que
se hallaban bajo su control, pero sigui sin ser suficiente. Se encorv. Despus de haber
llegado tan lejos, de haber arriesgado tanto...

No puedo hacer esto solo...

Estas palabras brotaron de los labios de Akama empujadas por la frustracin que
senta.

Percibi la presencia de otros miembros de su pueblo: espritus poderosos,


animales totmicos y fantasmas de gran poder que recorran el Templo de Karabor tras
ser despertados por lo que estaba acaeciendo en ese lugar ese da.

No ests solo, Akama dijo uno de los espritus, que portaba la forma de su
antiguo compaero, el vidente Udalo.

Tu pueblo siempre estar contigo! exclam otro espritu, que haba


adoptado la forma del vidente Olum.

Akama estaba sobrecogido.

No esperaba verte tan pronto, viejo amigo. El vidente haba sido uno de los
aliados ms estrechos de Akama, hasta que los nagas de Vashj descubrieron que Olum
estaba conspirando para deponer al Traidor. Olum le haba pedido a Akama que lo
matara, para poder conservar las apariencias, para que diera la impresin de que los
Ashtongue seguan siendo leales a Illidan. Akama haba cumplido su deseo muy a su
pesar.

323
Esos espritus aadieron sus energas a las del lder Tbido. Lentamente en un
primer momento, el hechizo de vinculacin fue desmoronndose, puesto que el torrente
de poder que caa sobre l lo estaba haciendo aicos; un poder respaldado por la fuerza
de voluntad de todo un pueblo que acababa de librarse de sus cadenas.

El encantamiento se derrumb por entero, los fantasmas se esfumaron y Akama


dijo:

Gracias por su ayuda, hermanos. Nuestro pueblo se redimir!

Si el Tbido hubiera tenido tiempo para reflexionar, habra llorado de alegra.


Gracias al sacrificio que Olum haba hecho en su da haba podido llegar hasta esa
puerta, y adems ahora su espritu haba regresado para ayudarlo a abrirla. Eso era un
buen presagio. Sin embargo, el espanto y el triunfo guerreaban en el alma de Akama.
Pronto, tanto sus aliados como l tendran que enfrentarse al Traidor. A pesar de todo el
tiempo que haba pasado maquinando y planeando, el lder Tbido no estaba seguro de
si estaba preparado para ello.

***

Illidan not que el sello que bloqueaba el acceso a la cima del Templo Oscuro
haba cado. Akama se haba vuelto realmente muy poderoso, puesto que lo haba
derribado en muy poco tiempo. El Tbido haba aprendido mucho durante el tiempo que
haba estado al servicio del Seor de Outland, incluso haba aprendido a confeccionar
contrahechizos para combatir la magia de su maestro.

Illidan permaneca acuclillado, envuelto en sus alas, mientras aprovechaba esos


ltimos instantes para absorber toda la energa posible antes de tener que afrontar la
ltima batalla de su existencia.

***

324
Akama entr sumamente inquieto en la cima. Incluso ahora la victoria no estaba
de ningn modo clara. El Traidor podra hallar la manera de volver las tomas mientras
la gente de Akama abra las puertas del templo para dar la bienvenida a los Aldor y los
Arspices y sus aliados.

Illidan se encontraba acuclillado en la otra punta de la cima, en cuyo centro


haba un gran enrejado, el cual tapaba un hueco central que descenda hasta el corazn
del Templo de Karabor. El Traidor sostena una calavera en las manos, como si
estuviera contemplando algo que le recordaba su propia mortalidad. Se hallaba
totalmente inmvil, tanto como un muerto, aunque seguramente no se haba suicidado.

Akama observ detenidamente el aura que envolva a su antiguo maestro. No.


Segua vivo. Unas titnicas mareas de energa se agitaban en su interior. Simplemente,
estaba reuniendo fuerzas.

A su alrededor, los aliados Akama comprobaban el estado de sus armas


nerviosamente. Daba la impresin de que Illidan estaba esperando a que todos sus
enemigos entraran. Era como si quisiera que todos estuvieran en un solo sitio y no
temiera que lo superaran ampliamente en nmero. Teniendo en cuenta la clase de
poderes que poda invocar el Seor de Outland, Akama crea que la falta de
preocupacin que mostraba tal vez estuviera justificada.

Dnde estaban sus soldados mutados?, se pregunt el Tbido. A lo largo del


transcurso de la batalla en el templo, Akama haba dado por sentado que los cazadores
de demonios apareceran en cualquier momento, pero hasta ahora no haba ni rastro de
ellos.

Tampoco haba ni rastro del gran portal cuya apertura el lder Tbido haba
percibido. Haba esperado que Illidan huyera a travs de l. En verdad, si eso hubiera
ocurrido, se habra alegrado en parte, puesto que as se habra evitado esta
confrontacin definitiva que, probablemente, sera fatdica.

El hecho de que el Traidor hubiera dado tiempo a los intrusos para prepararse
dejaba bien a las claras la confianza que tena en sus posibilidades de triunfar. Akama
descart esos pensamientos y se dispuso a acumular energas.

***

325
Illidan observ con detenimiento a las fuerzas que se haban congregado ah
para batallar con l. Ver a tantos enemigos en el mismo corazn del Templo Oscuro
resultaba muy extrao. Y era an ms extrao ver a Akama entre ellos. Segua sin poder
creer que el viejo Tbido tuviera el valor de hacer algo as; no obstante, haba logrado
esquivar todas las trampas que el Seor de Outland le haba tendido y se haba librado
de su yugo. Y ahora aqu estaba, rodeado de esos forasteros, dispuesto a luchar contra
l.

Las llamas de la ira ardieron con fuerza en el corazn de Illidan. Lanz una
mirada iracunda al lder Tbido, con un gesto de sumo desprecio.

Akama, tu traicin no me sorprende demasiado. Hace mucho tiempo que


debera haberlos masacrado tanto a ti como a tus deformes hermanos.

El Tbido se estremeci ante el veneno que destilaban las palabras del Seor de
Outland. Tard un momento en recobrar la compostura, pero entonces replic:

Tu reino ha llegado a su fin, Illidan. Mi pueblo y todos los pueblos de


Outland se librarn de tu yugo!

Hablas con audacia, pero... no me convences.

Ha llegado la hora! Es el momento de la verdad!

Illidan contempl con odio al Tbido y sus patticos aliados.

No estn preparados!

De repente, un guerrero descomunal, ataviado con unas placas de armadura muy


pesadas y envuelto en unos conjuros de proteccin, se separ del grupo. Illidan detect
una red de magia defensiva que una a ese ser con los taumaturgos de Azeroth.

El Traidor dio un salto hacia delante y lanz un golpe muy potente con su guja
de guerra. El guerrero alz un escudo para bloquearlo.

Illidan se aprovech de que al hacer eso haba dejado otra zona desprotegida
para abrirle un tajo en la garganta con la hoja que sostena en la mano izquierda. Si bien
la sangre man de esa garganta desgarrada, una poderosa magia sanadora entr en
accin de inmediato; la sangre volvi a su cuerpo y tanto la carne desgarrada como las
venas cortadas se recompusieron.

326
Illidan invoc a un Maligno de las Sombras parasitario. La criatura emergi del
Vaco Abisal y se adentr en la realidad. Acto seguido corri hacia el taumaturgo que
haba sanado a su adversario. A menos que el Maligno de las Sombras fuera detenido al
instante, pronto engendrara a otros como l.

Aunque una lluvia de hechizos arreci sobre las defensas de Illidan, estas no
cedieron. Para unos meros mortales, esos taumaturgos eran muy poderosos, pero el
Seor de Outland les iba a ensear que no eran rivales para l.

Illidan extendi los brazos a los lados e invoc al fuego. Unas grandes
llamaradas ardieron alrededor de l, abrasando a sus atacantes. Uno de ellos chill y
cay, con la piel ennegrecida y los globos oculares fuera de su sitio por culpa del calor.
El Traidor estall en carcajadas. Esos taumaturgos que formaban parte de esa hueste
enemiga tuvieron que redirigir sus hechizos a la desesperada para poder protegerse.

El Seor de Outland percibi una presencia detrs de l, una figura envuelta en


sombras que empuaba un par de espadas. Esas armas estaban impregnadas de un
veneno que hizo que frunciera la nariz. Se volvi justo cuando su asaltante se dispona a
clavrselas

en la espalda. Con una mano, lo agarr de la garganta. A continuacin,


pronunci una palabra mgica y un fuego muy persistente lo cubri por entero. Acto
seguido lo arroj al suelo, donde se quem hasta que solo quedaron unos huesos
ennegrecidos.

Una flecha vol veloz como un rayo hacia la cabeza de Illidan. Este se gir, de
tal modo que rebot en uno de sus cuernos. Sbitamente, una gigantesca bestia
depredadora se abalanz sobre l. Al instante invoc una muralla de sombras que fue
absorbiendo la fuerza vital tanto de la bestia como de los atacantes ms prximos. Esa
vitalidad se adue de su ser por entero, proporcionando an ms energa a sus
sortilegios. A rengln seguido tuvo que bloquear otro ataque y acab con su asaltante.

Un jbilo salvaje le recorra las venas. Cada muerte que provocaba era motivo
de regocijo, ya que se alimentaba de las energas liberadas. Cada enemigo cado era una
causa ms de gozo, de un alborozo que lo empujaba a clamar victorioso hacia el cielo.
Haban venido a matarlo, verdad? Bueno, pues iban a descubrir que no iba a morir tan
fcilmente.

327
***

Akama tena que admitir que el Traidor batallaba de un modo impresionante. A


pesar de que sus aliados eran algunos de los mejores combatientes de Azeroth y de que
los estaba ayudando como mejor poda, estaban cayendo uno tras otro. En esos
momentos, atacar a Midan era como atacar a un lobo rabioso y herido. Sin lugar a
dudas, pretenda llevarse consigo al otro mundo a todos los que pudiera. Y lo que era
an peor su implacable ferocidad podra cambiar el signo de la batalla y lograr que se
alzara victorioso. Si triunfaba, podra abandonar ese lugar y reorganizar a los defensores
del Templo Oscuro. Entonces, el panorama s que se tomara muy oscuro para el pueblo
de Akama.

Vamos, esbirros mos! vocifer Illidan. Ocpense de este traidor como


se merece!

El Tbido percibi que se aproximaban unos refuerzos leales al Traidor. Si


lograban llegar hasta ah y flanqueaban a los atacantes de Illidan, el curso de la batalla
cambiara totalmente.

Entonces Akama exclam:

Yo me ocupar de esos bastardos! Ataquen ahora, amigos mos! Ataquen al


Traidor!

Se alej de ese combate para ocuparse de los centinelas que se acercaban raudos
y veloces, dejando a sus aliados abandonados a su suerte.

***

Un descomunal centinela glem se cerni de un modo amenazador sobre Maiev,


a la que intent atrapar con sus enormes manos metlicas. Maiev despach a esa
creacin de los elfos de sangre con un solo golpe. A continuacin, mir a su alrededor.
Por toda la vasta extensin que ocupaba el jardn del placer, haba claros indicios de que
ah se haba desatado una lucha haca poco. Unas concubinas muertas se encontraban
tendidas sobre el csped cubierto de flores, con unas armas blancas impregnadas de

328
veneno en las manos. Los miembros cercenados y las cabezas decapitadas de los
hechiceros sindorei yacan junto a ellas. Akama y sus aliados haban dejado un rastro
de destruccin que resultaba muy fcil de seguir.

Subi las escaleras corriendo. Perciba que se haban desatado unas energas
titnicas en algn lugar situado por encima de ella. Supo enseguida que quien las
manipulaba era el Traidor. Tena la impresin de que la batalla final haba empezado sin
ella. Apret el paso dispuesta a sumarse al combate, mientras imploraba a Elune que no
llegara tarde para impartir justicia.

***

El paladn traz un arco descendente con un martillo reluciente, que se estrell


contra el suelo justo delante de Illidan, haciendo aicos la mampostera. El Seor de
Outland se elev en el aire de un salto, bati las alas con fuerza y observ
detenidamente a sus atacantes. Entonces extendi los brazos ampliamente e invoc una
vez ms a las poderosas llamas. Una enorme bola de fuego cay violentamente sobre
sus atacantes, justo en medio de ellos. Un guerrero huy corriendo de esas llamas, de tal
manera que su capa ardiendo dej tras ella una estela similar a la de un cometa.

El Traidor clav su mirada en el suelo e invoc a un demonio azul de fuego.


Una combatiente que avanzaba corriendo choc contra l. El monstruo se aferr a ella,
quemndola, a pesar de que la guerrera se tir al suelo y rod por l, para intentar
apagar las llamas.

Unos relmpagos brotaron del suelo e impactaron sobre Illidan. El aire se tom
muy glido, gracias a un mago especialmente audaz que intentaba neutralizar el poder
del Traidor con el poder del hielo. Illidan lanz una andanada de descargas de las
Sombras que cayeron sobre el taumaturgo como una lluvia que le desgarr la carne
mientras aullaba de dolor.

Haba llegado el momento de ensearles a esos necios qu era el poder de


verdad.

Arroj sus gujas de guerra al suelo y, acto seguido, invoc el poder que anidaba
dentro de ellas.

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No voy a permitir que una chusma como ustedes me toque! Contemplen las
llamas de Azzinoth!

Unos elementales del fuego gemelos brotaron de ellas en respuesta a su


invocacin. Estaban unidos por un cordn gneo y arremetieron en tropel contra los
atacantes, quienes se reagruparon en una formacin en crculo para poder defenderse.

Illidan aprovech esta maniobra de distraccin para descansar. Entre tanto,


detrs de l, los invasores se enfrentaban a los seres que haba invocado con unas armas
encantadas y una salva de hechizos. Otro par de adversarios cayeron antes de que
pudieran eliminar a esos elementales ardientes.

El Seor de Outland sac fuerzas de flaqueza, dispuesto a llevarse consigo al


otro mundo a tantos enemigos como fuera posible.

Arremeti contra sus atacantes, empleando de nuevo su poder vil, el cual


envolvi todo su cuerpo, transformndolo en algo gigantesco, demonaco e imparable.
Lanz llamaradas, que incineraron a sus rivales, que quemaron su carne, su sangre y su
espritu.

Una bruja envuelta en una capa de hechizos de proteccin carg contra l,


sosteniendo en alto su bastn. Illidan contraatac, pero los conjuros de defensa que la
protegan neutralizaron en parte la potencia de su acometida. Sinti el impacto de un
hechizo tras otro. Not que en su cuerpo se haba iniciado el proceso de putrefaccin.
Dot a las sombras que lo envolvan de un fragmento de su voluntad y, a continuacin,
se desprendi de l para que atormentara a sus atacantes. Hizo esto una y otra vez
mientras sus oponentes lo hostigaban.

Lanz una oleada tras otra de fuego infernal contra ellos. Cada vez le resultaba
ms difcil matar a sus enemigos, quiz porque se hallaba ms dbil que al comienzo
del combate o quiz porque ya haba acabado con los enemigos ms fciles de eliminar.
Ese bombardeo constante de descargas de energa mgica estaba agotando sus fuerzas.
La intensidad de los ataques del enemigo fue creciendo, ya que sus adversarios
intentaban abatirlo desesperadamente.

De repente rein la calma por un momento. Haba logrado capear el temporal.


Se irgui, contempl con odio a sus oponentes y dijo:

Eso es todo, mortales? Esa es toda la furia que pueden desatar contra m?

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Entonces una voz glida que le resultaba muy familiar reverber a travs de toda
la cima.

Su furia palidece ante la ma, Illidan. T y yo tenemos que saldar cuentas.

El Traidor volvi la cabeza. Una figura que conoca demasiado bien se hallaba
ah, con un arma en ristre. Al principio se pregunt si poda ser un espejismo, un
espectro que haba sido invocado desde las simas de su imaginacin por medio de algn
encantamiento; sin embargo, su visin espectral le indicaba que eso no era as. Esa
figura tena peso, masa y presencia. Conoca esa armadura perfectamente. Y esa media
luna. Reconoca la arrogante superioridad de esa voz y esa actitud. No haba ninguna
duda. La celadora Maiev se encontraba ah.

La ira bulla en su interior. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para poder hablar.
Durante mucho tiempo la haba tenido a su merced y no la haba matado. Y ahora
estaba ah.

Maiev...

Cmo era posible?

Pero ya saba la respuesta: Akama, al que haba encomendado la misin de


vigilar a la prisionera, haba hecho justo lo contrario, la haba liberado.

Los ejrcitos del Tbido se aproximaron formando una nueva lnea de batalla.
Al parecer, haban ganado confianza y fuerzas gracias a la presencia de Maiev y al
desconcierto del Seor de Outland.

Illidan casi pudo ver esa sonrisa cruel que se dibuj en los labios de la celadora
bajo ese yelmo.

Ah, mi larga cacera por fin ha llegado a su fin afirm Maiev. Hoy se
har justicia.

***

La celadora avanz hacia l, mientras giraba su arma en la mano. Illidan intent


detenerla. Unas sombras malvolas la araaron. Unas olas de fuego cayeron sobre ella.
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Sin embargo, su armadura la protega mientras recortaba esa distancia. Entonces
arremeti contra el Traidor. Este par el golpe. Por un momento, permanecieron muy
juntos, pecho contra pecho, como unos amantes. Maiev poda percibir la furia que arda
dentro de l, todo ese odio acumulado, toda esa energa acumulada.

Sbitamente lanz el hechizo que haba estado preparando durante los meses
que haba estado en prisin. El encantamiento brill en el suelo, justo delante de ella, y
la celadora dio un paso atrs para apartarse. El Traidor activ el conjuro al abalanzarse
sobre ella. Unas cadenas hechas de pura energa surgieron de la trampa e iniciaron el
proceso de absorcin del poder de Illidan. Este esboz una mueca de contrariedad al
darse cuenta de lo que estaba sucediendo.

Los aliados de Akama se sumaron a la lucha de inmediato, con sus armas en


ristre y los hechizos reluciendo en el aire. Esas armas alcanzaron su objetivo de manera
violenta y certera. Aunque Illidan contraatac con sus gujas, se gir y retorci para
evitar los golpes y lanz contrahechizos, haba perdido parte de su furia. Se trastabill
hacia delante y cay en otra trampa que le haba tendido Maiev. Los combatientes de
Azeroth no cejaron en su empeo de destrozarlo mientras se tambaleaba bajo el impacto
de ese asalto mgico.

La celadora solo tena ojos para su antiguo enemigo. Saba, al igual que l, que
esta sera la ltima vez que batallaran. Uno de los dos no iba a salir vivo de ese
combate. Pens en Anyndra, Sarius y todos los dems que haban muerto por el camino
que la haba llevado hasta ese momento. Pens en su estancia en prisin, que haba
avivado su sed de justicia. Su vida entera encontraba sentido en ese momento.

Las armas de Maiev e Illidan centellearon a tal velocidad que ningn ojo era
capaz de seguir sus movimientos. Cada una de esas hojas detena a la otra. Los hechizos
de proteccin contrarrestaban los conjuros de destruccin. Daba igual con qu lo atacara
Illidan, ella lo neutralizaba. Cada uno de los golpes de la celadora anunciaba su
inminente victoria. Maiev iba a ganar y poda ver en la expresin de Illidan que l
tambin comprenda esa verdad.

Ms y ms sortilegios arreciaron sobre el Traidor. La celadora quera pedirles a


los dems que pararan, pues deseaba derrotarlo ella sola, para disfrutar de un solitario
triunfo, pero ya era demasiado tarde para eso. Se tendra que conformar con que se
fuera a hacer justicia.

El final lleg de una manera repentina. El acero y los hechizos centellearon en el


aire y su media luna alcanz su objetivo, atravesndole las costillas, horadando la carne,

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buscando ese corazn que todava lata en esa masa de carne transformada de un modo
demonaco.

Por un momento intent contraatacar. Curv los labios para mostrar una sonrisa
desdeosa y arrogante. Dio la sensacin de que estaba a punto de pronunciar otro
sortilegio, pero entonces se dio cuenta de qu acababa de suceder al mismo tiempo que
el dolor lo invada. Al instante, cay de rodillas.

***

Un incrdulo Illidan alz la vista. Su mirada se encontr con la de Maiev, quien


lo contemplaba con fro odio. Esa mirada era como la un depredador que por fin haba
dado caza a su presa. Haba satisfaccin en ella, y locura, y algo ms. Lo haba matado,
pero no era consciente de lo que haba hecho.

Se acab dijo la celadora. Has sido derrotado.

Al notar esa terrible explosin de dolor en el pecho, al fin asimil la verdad que
encerraban esas palabras. Su existencia haba llegado a su fin. Todos esos largos aos
de estudio, de lucha, de encarcelamiento haban concluido. La mir y, por un instante se
compadeci de Maiev, puesto que no era consciente de que todo haba acabado para ella
tambin. Haciendo un gran esfuerzo logr que estas palabras brotaran de sus labios:

Has ganado..., Maiev. Pero la cazadora no es nada... sin su presa. No... eres
nada... sin m.

La oscuridad lo envolvi. Por un momento, vio un sello, que era el mismo que el
naaru le haba dejado en su momento en la frente, cuyas lneas brillaron con una luz
dorada por un instante. Acto seguido, el universo se sumi en la oscuridad.

***

Maiev observ detenidamente el cadver de Illidan. Bajo su yelmo, sus labios se


curvaron para formar una sonrisa. Entorn los ojos mientras examinaba a su presa para
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cerciorarse de que estaba muerta. No estaba segura de qu esperaba que sucediera a
continuacin: que la embargara la emocin del triunfo, el placer de una victoria
largamente postergada, pero no, no sinti nada de eso.

Aquel cadver se hallaba en un estado lamentable. Haba sido despojado de todo


poder, toda magnificencia. Ah yaca otro monstruo que haba acabado saciando la sed
de sangre de su media luna. Al contemplar el cuerpo de Illidan, pens: Por esto he
luchado tanto durante todos estos largos milenios que he vivido? No pareca suficiente
para compensar todos los aos que haba invertido y todas las vidas que se haban
perdido.

Reflexion sobre las ltimas palabras del Traidor. Acaso el derrocado Seor de
Outland haba lanzado un hechizo al pronunciarlas, una ltima maldicin? Escrut el
entramado de conjuros defensivos que la envolva y comprob que se hallaba intacto. Si
Illidan la haba maldecido, lo haba hecho con ms sutileza que ningn otro mago en
toda la historia.

No. Esas palabras no haban encerrado ninguna magia, solo la verdad. Haba
consagrado gran parte de su vida a dar caza al Traidor y ahora se senta perdida. Se
senta vaca.

Tiene razn susurr. No siento nada. No soy nada.

Pos su mirada sobre los aliados de Akama. Acaso eran ellos los responsables
de que se sintiera as? Acaso le haban privado de su triunfo por el mero hecho de
hallarse presentes ah? Por un instante, se encontr al borde del abismo de la locura y se
plante la posibilidad de atacarlos, pero enseguida desech esa idea.

Adis, campeones les dijo.

La celadora apenas mir a Akama mientras abandonaba la cima.

***

Akama observ cmo Maiev se marchaba. El Tbido se haba enfrentado a los


refuerzos del Traidor con el fin de ahuyentarlos y de ganar tiempo para que sus aliados
pudieran acabar con Illidan. Y eso haban hecho, con la ayuda de una poderosa elfa de

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la noche. Aunque le habra gustado darle las gracias, tambin se alegraba de que se
hubiera ido, pues era imposible saber lo que alguien tan violento, impulsivo y poderoso
hara en tales circunstancias. Adems, ella tena razones de sobra para odiarlo, as que
se alegraba de que no hubiera intentado vengarse de l tambin.

Akama contempl el cuerpo de su antiguo maestro. Ahora pareca mucho ms


pequeo, y en cuanto se agach para alzarlo del suelo le pareci ms ligero que el
cadver de un nio, era como si se hubiera vuelto muy liviano tras partir el espritu de
su dueo. No obstante, todava haba un misterio que desentraar. Dnde estaban los
cazadores de demonios? Por qu no haban participado en la batalla? Haba percibido
que Illidan haba abierto un portal. Si lo haban cruzado, adnde los haba llevado?
De verdad haban ido a Argus? Intent no pensar en ello. Ya afrontara ese problema
algn otro da. Ahora deba afrontar las consecuencias de la victoria.

Daba la impresin de que los demonios haban librado una guerra en esa cima,
donde la piedra se haba derretido y haba fluido como la lava, donde unas sombras
pendan en lugares donde no debera haber ninguna.

Hay que purificar este lugar, pens. Habra que levantar altares, habra que
celebrar unos funerales en nombre de los cados. Haba mucho trabajo que hacer. Pero
su gente podra hacerlo. Ahora que volvan a hallarse completos, ahora que volvan a
estar unidos, no haba nada que no pudieran conseguir.

La luz inundar estas lgubres estancias una vez ms afirm. Lo juro.

A continuacin, se dio la vuelta y se alej renqueando de ese lugar donde haba


cado el Seor de Outland.

***

Vandel se despert, si es que a eso se poda llamar despertar. Tena una cicatriz
ah donde la media luna de Maiev lo haba herido. Aunque las heridas se le haban
cerrado solas, se senta dbil; adems, le dola la cabeza por culpa de un enorme tajo
que tena en el crneo.

Tras echar un vistazo a su alrededor se percat de que la zona de adiestramiento


estaba repleta de combatientes Aldor y Arspices, que entonaban canciones de victoria,

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que beban a tragos de las cantimploras que compartan unos con otros y se daban
golpecitos en la espalda. Al parecer, toda rivalidad entre ambas facciones haba quedado
olvidada.

Entre esos soldados se encontraban los Ashtongue. Los Tbidos parecan


imbuidos de una gran confianza. Se movan con decisin, y no con apata.
Contemplaban aquel entorno como alguien que acabara de recibir todo aquello en
herencia.

Vandel comprob si sus miembros y extremidades respondan como era debido.


No pareca haber sufrido lesiones graves. A continuacin, se adentr sigilosamente en
una zona llena de sombras y se volvi invisible.

El Traidor ha muerto! grit de manera triunfal un elfo de sangre.

Ese anuncio fue recibido con vtores. Pudo or cmo retumbaba por todo ese
vasto patio por el que anteriormente haban caminado los demonios que haban jurado
servir a Illidan y donde los Dragonmaw haban reunido a sus potentes corceles.

Acaso eso era verdad? A su alrededor poda contemplar cules haban sido las
secuelas de esa masacre, as que concluy que eso era perfectamente posible. Pens en
la amenaza que supona la Legin Ardiente. Qu ocurrira ahora que el nico lder que
haba comprendido jams la magnitud de ese peligro haba perecido? Y dnde estaban
sus compaeros?

Expandi sus sentidos y los llev al lmite, para intentar localizar a algn otro
cazador de demonios. Sin embargo, se haban esfumado, como si nunca hubieran
existido. Acaso haban muerto todos? Era l el ltimo? Acaso la gran guerra de
Illidan haba acabado antes de empezar siquiera?

Una terrible desesperacin se adue de l. En medio de todos esos cnticos


victoriosos, sinti ganas de llorar. Esos supuestos hroes no comprendan el tremendo
dao que haban hecho.

Todo estaba perdido. Ah ya no haba nada que hacer. Podra arremeter contra
ellos, atacarlos a diestro y siniestro, hasta que acabaran con l para siempre esta vez.
Contempl el amuleto que haba confeccionado para Khariel mucho tiempo atrs. Ya no
podra consumar su venganza. Se prepar para atacar e invoc una gran cantidad de
energa vil que le permitira matar sin parar.

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Entonces oy una voz muy familiar; era la voz de Illidan, pero apenas era un
susurro que poda proceder de los confines del universo, o del reino de la muerte o de
los rincones ms recnditos de su memoria.

Debes estar preparado.

Permaneci quieto un instante, conteniendo esas terribles ganas de ejercer la


violencia. Esa voz sonaba demasiado real como para ser un mero recuerdo. Era como si
el Traidor le estuviera hablando como cuando lo haba llamado por ltima vez. Era
posible que algn vestigio de su espritu hubiera sobrevivido?

Ya habra tiempo para pensar en tales cosas ms adelante. Ahora haba mucho
que hacer. Haba muchos demonios que matar. Haba que vengarse. Tal vez pudiera
transmitir ese mensaje a otros, a los que y entrenara con el fin de estar preparados para
cuando llegara el da en que la Legin Ardiente reapareciera en busca de la victoria
definitiva.

Invoc unas energas demonacas, se adentr en una sombra y se desvaneci en


la noche.

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NOTAS
La historia que acaba de leer est basada en parte en personajes, situaciones y
escenarios del juego de ordenador World of Warcraft, un juego de rol online basado en
el universo de Warcraft, galardonado con mltiples premios. En World of Warcraft los
jugadores pueden crear sus propios hroes y explorar, aventurarse y adentrarse en un
vasto mundo que comparten con otros miles de jugadores. Este juego, en constante
expansin, permite a los jugadores interactuar y luchar contra (o junto a) muchos de los
poderosos y fascinantes personajes que aparecen en esta novela.

Desde su lanzamiento en noviembre de 2004, World of Warcraft se ha


convertido en el juego de rol online multijugador al que se accede por suscripcin ms
popular del mundo. La prxima expansin, Legin, mostrar lo ocurrido a Maiev y a los
cazadores de demonios Illidari mientras luchan contra la Legin Ardiente en la ltima
invasin de Azeroth. Ms informacin sobre Legin y la expansin actual, Warlords of
Draenor, en WorldofWarcraft.com.

SOBRE EL AUTOR

William King ha escrito ms de una veintena de novelas y ha ganado un premio


Origins como diseador de videojuegos. Est casado, tiene dos hijos y juega a
videojuegos de multijugador masivo en lnea. Sus historias cortas se han publicado en
Interzone y Years Best SF. Sus libros de Warhammer han vendido ms de setecientos
cincuenta mil ejemplares en ingls y han sido traducidos a ocho idiomas. Su novela
Blood of Aenarion estuvo seleccionada entre las finalistas del premio David Gemmell
Legend de 2012.

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