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474-Texto Del Artículo-2211-1-10-20231213

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RUPTURAS Y

CONTINUIDADES EN EL
PODER JUDICIAL:
TRAYECTORIAS
JUDICIALES, LÓGICAS
BUROCRÁTICAS Y
POSICIONAMIENTOS
———————

Artículo por
MARÍA JOSÉ SARRABAYROUSE OLIVEIRA
Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas,
Universidad de Buenos Aires,
Buenos Aires, Argentina

Rupturas y continuidades en el poder judicial: trayectorias judiciales, lógicas burocráticas y


posicionamientos
María José SARRANBAYROUSE OLIVEIRA
PolHis, Año 16, N°32, pp. 156-186
Julio -Diciembre de 2023
ISSN 1853-7723
Artículo
Rupturas y continuidades en el poder
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
burocráticas y posicionamientos
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira

MARÍA JOSÉ SARRABAYROUSE OLIVEIRA

Licenciada y Doctora en Antropología Social por la Universidad de Buenos


Aires, docente de la UBA, investigadora del CONICET y co-coordinadora del
El contenido de este artículo se encuentra bajo la licencia de Creative Commons 4.0.

Programa de Antropología Política y Jurídica (ICA, FFyL, UBA) donde dirige el


Grupo de Trabajo “Juicios, tribunales y derechos humanos”. Coordinadora
del Eje “Memoria, Verdad y Justicia” de la Red de Investigadores en DDHH
del CONICET. Profesora Adjunta en la carrera de Ciencias Antropológicas
(FFyL, UBA). Profesora en las Maestrías de Antropología Social (FFyL, UBA) y
Derecho Internacional de los DDHH (Facultad de Derecho, UBA). Docente de
la Escuela Judicial del Consejo de la Magistratura del Poder Judicial de la
Nación.
Fecha envío: 30 de junio de 2023- Fecha aprobada: 3 de noviembre de 2023

PolHis 157
Año 16 - número 32
Julio- Diciembre de 2023
ISSN 1853-7723
Artículo
Rupturas y continuidades en el poder
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
burocráticas y posicionamientos
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira

RUPTURAS Y CONTINUIDADES EN EL PODER JUDICIAL:


TRAYECTORIAS JUDICIALES, LÓGICAS BUROCRÁTICAS Y
POSICIONAMIENTOS

El 11 de noviembre de 1982, los familiares de cuatro personas detenidas y


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desaparecidas entre noviembre de 1976 y marzo de 1977 formularon una


presentación ante la justicia, asistidos por abogados reconocidos de diversos
organismos de derechos humanos. En esta presentación se denunciaba que,
en el período 1976-1980, la Morgue Judicial de la Capital Federal había
realizado autopsias, solicitado certificados de defunción al Registro Civil y
realizado inhumaciones de cadáveres N.N. a demanda de las Fuerzas
Armadas y sin dar intervención al Juez competente. Este escrito dio
comienzo al expediente conocido como “Causa de la Morgue Judicial”, en la
cual se denunciaba la complicidad de funcionarios judiciales con los
crímenes cometidos durante el Terrorismo de Estado. A partir del análisis de
este caso emblemático, en este artículo propongo trabajar distintos fallos,
discusiones y resoluciones judiciales que se presentaron en la causa en los
primeros años de la transición democrática (aplicación de la ley de
autoamnistía, recusaciones, excusaciones, exhumaciones) las cuales, según
el momento, llevaron a una aceleración o a una ralentización de la
investigación judicial. Estos “documentos judiciales” hablan de las prácticas
y características propias de las burocracias judiciales, pero también de las
vinculaciones (cambiantes) que estas burocracias sostenían con el “afuera
institucional”. En esta línea de análisis, la hipótesis puesta en práctica parte
de las decisiones de los actores, sus lógicas y posicionamientos que ayudan
a entender las tensiones que la transición democrática generó al interior de
la justicia al tiempo que nos permiten indagar y problematizar tanto las
rupturas como las continuidades que se dieron al interior del poder judicial
nacional.
Palabras claves
poder judicial, morgue judicial, transición democrática, expedientes,
activismo de los DD.HH.

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Año 16 - número 32
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ISSN 1853-7723
Artículo
Rupturas y continuidades en el poder
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
burocráticas y posicionamientos
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira RUPTURES AND CONTINUITIES IN THE JUDICIARY:
JUDICIAL TRAJECTORIES, BUREAUCRATIC LOGICS AND
POLITICAL POSITIONS

Summary
On November 11th, 1982, relatives of four persons /people detained and
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disappeared between November 1976 and March 1977, assisted by well-


known lawyers from various human rights organizations, filed a presentation
before the court. They denounced that, in the period 1976-1980, the Judicial
Morgue of the Federal Capital had performed autopsies, requested death
certificates from the Civil Registry and conducted burials of John and Jane
Doe corpses at the request of the Armed Forces and without giving
intervention to the competent Judge. This document began the file known
as the "Cause of the Judicial Morgue", in which the complicity of judicial
officials with the crimes committed during State Terrorism was denounced.
Based on the analysis of this emblematic case, in this article, I propose to
examine different rulings, discussions and judicial resolutions that were
presented in the case in the first years of the democratic transition
(application of the self-amnesty law, challenges, excuses, exhumations)
which, depending on the moment, led to an acceleration or a slowdown of
the judicial investigation. These “judicial documents” tell about the practices
and characteristics of judicial bureaucracies, but also about the (changing)
links that these bureaucracies have maintained with the “institutional
outside”. In this line of analysis, my starting hypothesis is that the decisions
of the actors, their logics and positions help to understand the tensions that
the democratic transition generated within justice while allowing us to
investigate and problematize both the ruptures and the continuities that
occurred within the national judiciary.
Key words
Judiciary, judicial morgue, democratic transition, courts records, human
rights activism

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ISSN 1853-7723
Artículo
Rupturas y continuidades en el poder
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
burocráticas y posicionamientos
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira

RUPTURAS Y CONTINUIDADES EN EL PODER JUDICIAL:


TRAYECTORIAS JUDICIALES, LÓGICAS BUROCRÁTICAS Y
POSICIONAMIENTOS
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Introducción
En la Argentina post-dictatorial, la democratización de las instituciones
constituyó uno de los ejes centrales del gobierno de Raúl Alfonsín (1983-
1989). En ese contexto, y en lo que refiere a la justicia penal, la propuesta de
reforma del Código de Procedimientos Penal de la Nación fue presentada
como una respuesta necesaria del poder político a una demanda de la
sociedad. Sin embargo, el gobierno constitucional debía también brindar
una respuesta política e institucional ante la existencia de un poder judicial
que había actuado de un modo cómplice, o por lo menos tolerante, con los
crímenes cometidos por la dictadura militar de 1976-1983.1
Así relata este proceso Carlos Nino, uno de los gestores de la política de
derechos humanos del gobierno alfonsinista:

dado que las posiciones judiciales existentes no serían a priori respetadas, dado que
los jueces habían jurado el estatuto de los militares, Jaime Malamud comenzó la
reforma de la justicia federal. Propuso nuevos ministros de la Corte Suprema; y
[Genaro] Carrió fue inmediatamente aceptado como presidente de la Corte. Los
jueces en tribunales políticamente sensibles, principalmente la Cámara Federal de
Apelaciones en lo Criminal de Buenos Aires, que jugaría un rol integral en la
respuesta a las violaciones de derechos humanos, fueron reemplazados (2006,
p.119).

En relación a los magistrados y funcionarios de los tribunales ordinarios que


habían jurado por los Estatutos del Proceso de Reorganización Nacional

---------------------------------------------------------

1 En 1973, el gobierno del Héctor J. Cámpora también enfrentó un problema similar en torno al
traspaso de funcionarios judiciales de un régimen dictatorial a uno democrático (cfr. Sarrabayrouse
Oliveira, 2016; D’Antonio y Eidelman, 2018).

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Artículo durante el régimen dictatorial -perdiendo en ese acto su estabilidad en el
Rupturas y continuidades en el poder
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
cargo y convirtiéndose en funcionarios y magistrados de facto- se resolvió
burocráticas y posicionamientos que debían recibir nuevamente, o por vez primera, el acuerdo del Senado
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira para convertirse en jueces constitucionales.
A través de estas decisiones políticas, que buscaban tener un fuerte impacto
simbólico pero que no implicaban una investigación sobre el rol
desempeñado por los funcionarios judiciales durante el terrorismo de
Estado, el gobierno alfonsinista consideró “reconstituido” (Nino, 2006,
p.125) el aparato de justicia. De esta manera, la transición democrática en la
justicia nacional se llevó a cabo con la mayoría de los operadores judiciales
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en los mismos puestos jerárquicos que habían ocupado durante el régimen


dictatorial.
Ahora bien, para poder hablar de las características que adoptó la transición
democrática en el poder judicial y entender las relaciones trazadas entre
funcionarios judiciales y familiares y organismos de DD.HH., es necesario dar
cuenta de las acciones llevadas a cabo por estos últimos durante el régimen
dictatorial. Ya desde los primeros años de la dictadura, la presentación de
habeas corpus, tanto en casos de detenidos-desaparecidos (Memoria
Abierta, 2010; Sarrabayrouse, 2011; Castro Feijóo y Lanzillota, 2015; Bacci y
otros, 2015) como en los casos de presos a disposición del Poder Ejecutivo
Nacional (Guglielmucci, 2007; Merenson, 2014; Garaño, 2020) y las
denuncias internacionales (Basualdo, 2019; Águila, 2023) constituyeron
parte de las estrategias desarrolladas en forma conjunta con diversas
manifestaciones públicas (Da Silva Catela, 2001; Barros, 2008). En forma
paralela, los familiares apelaron al despliegue de toda una red de relaciones
personales y prácticas informales que interpelaron a los agentes de diversos
ámbitos sociales, fundamentalmente en el campo burocrático
(Sarrabayrouse, 2011 y 2017; Villalta, 2012; Regueiro, 2013).
Ya durante la transición democrática, el activismo de los derechos humanos
tuvo un fuerte impacto en la creación de comisiones investigadoras
(Crenzel, 2008; Balardini, 2015) y en la celebración de juicios penales. El
juicio a las Juntas constituyó un hito institucional que concentró gran parte
de la reflexión académica tanto a nivel local (Kauffman, 1991; Acuña et alt.,
1995; Nino, 1997; Feld, 2002; Galante, 2019) como a nivel regional e
internacional (Cohen, 1997; Sikkink, 2013). Sin embargo, durante el mismo
período -aunque menos visibilizados y analizados- también tuvieron lugar
otros procesos judiciales tales como el caso de los enterramientos NN en el
cementerio de Grand Bourg (Gandulfo, 2014), la causa sobre el Centro
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Artículo Clandestino de Detención El Vesubio (González Tizón, 2018), los expedientes
Rupturas y continuidades en el poder
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
tramitados entre 1984 y 1986 en Bahía Blanca y Viedma (Rama, 2020) así
burocráticas y posicionamientos como las causas que tuvieron como procesados a Camps y a Astiz (Rama,
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira 2022).
Dentro de este último conjunto de procesos judiciales poco visibilizados, se
encuentra también la causa de la Morgue Judicial (Sarrabayrouse Oliveira,
2011). El inicio de la misma tuvo lugar a partir de una denuncia presentada
el 11 de noviembre de 1982 por familiares de cuatro personas que habían
sido secuestradas entre noviembre de 1976 y marzo de 1977. Con la
representación legal del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y el
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acompañamiento de la firma de reconocidos abogados de diversos


organismos de derechos humanos, los denunciantes afirmaban que en el
período 1976-1980 la Morgue Judicial de la Capital Federal

habría desempeñado funciones no previstas en la regulación legal de su


funcionamiento, contraviniendo las mismas al haber realizado autopsias, solicitado
certificados de defunción al Registro Civil y realizado inhumaciones de cadáveres
N.N. sin dar intervención al Juez competente, siguiendo instrucciones emanadas de
la Fuerzas Armada (fs.1/penal)

Mediante este escrito no sólo se buscaba conocer el destino de los


desaparecidos cuyos cuerpos habían pasado por la Morgue, sino que se
ponía en cuestión el rol desempeñado por el poder judicial durante el
terrorismo de Estado señalando la complicidad de funcionarios judiciales
con los crímenes dictatoriales.
Esta causa resulta paradigmática para reflexionar sobre el período
transicional, en la medida en que su tramitación (se inició en 1982 y se cerró
con un sobreseimiento en 1987) se ve acompañada por distintos hitos
históricos e institucionales que caracterizaron el final de la dictadura y el
comienzo de la etapa democrática, tales como el trabajo de la CONADEP, el
Juicio a las Juntas, la ley de Punto Final, el primer levantamiento de los
“carapintadas” y la ley de Obediencia Debida, entre tantos. Así, el objetivo
de este artículo es indagar sobre las particularidades que adquirió el proceso
de transición democrática en el poder judicial partiendo de una perspectiva
etnográfica que analice los distintos fallos, apelaciones y resoluciones
judiciales que tuvieron lugar a lo largo de la tramitación de la causa de la
Morgue Judicial.

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Artículo En este sentido, cabe explicar que para la antropología política y jurídica, los
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judicial: trayectorias judiciales, lógicas
documentos producidos por las burocracias penales funcionan como huellas
burocráticas y posicionamientos materiales de las relaciones de poder configuradas en sus tramas
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira burocráticas. Desde esta definición, el trabajo antropológico con
expedientes no supone la realización de un análisis normativo y doctrinario
de los hechos, ni la “traducción” de causas judiciales, ni la presentación de la
perspectiva nativa en términos “más comprensibles” para aquellos que no
pertenecen al mundo judicial. Por el contrario, el desafío metodológico del
abordaje etnográfico de expedientes judiciales consiste en lograr “rebasar
los límites de lo escrito para develar la trama de relaciones burocráticas,
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fuertemente jerarquizadas, que motorizan el trámite de los mismos”


(Martínez, 2010: 3), así como las lógicas que subyacen y los estructuran.
Para desarrollar esta tarea, el/la antropólogo/a debe entrenarse en el
manejo del argot judicial, no sólo para la lectura de estos documentos
particulares sino para ser reconocido como un interlocutor válido capaz de
la comunicarse con los operadores judiciales. Y esto es así porque para la
antropología “la lectura de expedientes no reemplaza ni hace prescindible la
voz de los protagonistas [del mundo judicial], la cual nos muestra el
conocimiento que tienen tanto sobre los hechos, como sobre sus propias
prácticas y procedimientos cotidianos” (Sarrabayrouse Oliveira, 2022: 141).
El trabajo de campo en burocracias judiciales requiere necesariamente de la
articulación de los registros escritos con la palabra de los actores para, de
esta manera, “(…) contar con informantes especializados que oficien como
guías en los expedientes; conocer las impresiones e interpretaciones que
tienen los sujetos sobre lo que aparece en las causas judiciales o sobre
hechos que no forman parte de las mismas pero que sí están vinculados” e
inclusive “organizar a partir de sus dichos una suerte de nueva agenda de
temas y problemas que permita ampliar el universo que se había imaginado
originalmente” (Op.cit., 2022: 141) .2
De esta manera, entiendo que el análisis de los fallos, resoluciones y
presentaciones que conforman la causa de la Morgue Judicial permite
acceder tanto a las prácticas y características propias del poder judicial
nacional en ese período histórico particular, como a las vinculaciones
cambiantes que dicha burocracia sostenía con el “afuera institucional” y a

---------------------------------------------------------

2 Sobre la perspectiva etnográfica en el análisis de expedientes judiciales ver también Goody (1990);
Bossa (2010); Muzzopappa y Villalta (2011; 2022); Villalta (2012); entre otros.

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Artículo las estrategias, disputas y enfrentamientos que abogados vinculados a los
Rupturas y continuidades en el poder
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
organismos de DD.HH. desarrollaban y sostenían con el aparato de justicia.
burocráticas y posicionamientos Asimismo, estos documentos dan cuenta de la aceleración o ralentización de
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira la investigación judicial convirtiéndose en “pistas” que permiten indagar y
problematizar las rupturas y continuidades que se dieron al interior del
poder judicial nacional en el período bajo análisis.
Cabe aclarar que, a los fines de los objetivos planteados y por cuestiones de
extensión, no presentaré un desarrollo exhaustivo de los distintos
momentos del expediente, sino que me detendré en ciertos eventos que
permiten visualizar las decisiones de los actores judiciales, sus lógicas y
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posicionamientos y los enfrentamientos con los familiares de las víctimas y


sus representantes legales. Los eventos trabajados en el artículo funcionan
como fotografías del expediente que, en sus detalles y articulaciones
subyacentes, ayudan a entender las tensiones que la transición democrática
generó al interior de la justicia.3

Medidas de prueba, secreto de sumario y listados

En la presentación judicial que dio origen a la causa, los abogados del CELS
solicitaron distintas medidas de prueba que abarcaban declaraciones
testimoniales de funcionarios de la Morgue Judicial, del Cuerpo Médico
Forense y de la Cámara del Crimen;4 pasando por documentación solicitada
a diversos organismos públicos (partidas de defunción, autopsias, libros de
cadáveres, libros copiadores, registros de inhumaciones); hasta el envío de
fotocopias -por encontrarse en trámite- de una causa por privación ilegítima
de la libertad iniciada en 1979.5

---------------------------------------------------------

3 Es importante aclarar que en este artículo y con el análisis de esta causa me estoy refiriendo a la
justicia penal nacional. Dar cuenta de las características que presentó la transición democrática en los
poderes judiciales del resto del país ameritaría una investigación de más largo alcance que atienda al
carácter local de este proceso. Sin embargo, creo que las reflexiones aquí planteadas permiten
entender elementos generales que hacen al funcionamiento de los tribunales en ese período
histórico.
4 En la hipótesis de investigación del CELS, la Cámara del Crimen no podía ignorar los hechos ocurridos
en la Morgue ya que tenía la superintendencia sobre dicho organismo.
5 La importancia de esta causa (35.769) radicaba en el hecho de que en la misma se acreditaba el paso
de cadáveres de detenidos-desaparecidos por la Morgue Judicial. Este caso es el que abrió el camino
para denunciar a esta institución en el último tramo de la dictadura.

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Artículo A pocos días de haberse iniciado esta causa, calificada como “violación a los
Rupturas y continuidades en el poder
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
deberes de funcionario público”, el juez a cargo del juzgado de instrucción
burocráticas y posicionamientos nº10 resolvió “en atención a la gravedad y magnitud de los hechos
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira denunciados” (fs. 5/penal), hacer lugar a las medidas de prueba solicitadas
por los denunciantes pero implantando, en la misma resolución, el “secreto
de sumario”.
En aquellos años, el establecimiento del secreto de sumario era una práctica
judicial habitual y extendida, propia del procedimiento inquisitivo que
caracterizaba al Código Procesal Penal vigente en ese momento en la justicia
nacional.6 En los hechos, esta resolución implicaba la imposibilidad de que
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las partes involucradas -ya sea como víctimas, ya se como imputados-


pudiesen acceder al expediente. En este escenario, donde el secreto de
sumario era una regla antes que una excepción, las relaciones tejidas con
distintos agentes judiciales resultaban fundamentales para realizar esta
suerte de trabajo a ciegas: “(…) si tenías algún conocido en el juzgado te
podía pasar algún “chisme” sobre la causa, algún dato. Por eso era
importante conocer a los empleados del juzgado…”7.
Durante esta primera etapa y a poco más de un mes de haberse iniciado el
expediente, el juez a cargo de la investigación publicó dos comunicados en
los que daba a conocer la lista de cadáveres identificados que habían pasado
por la Morgue en los que habían intervenido fuerzas militares.8 En estos
comunicados, el magistrado afirmaba que la publicación respondía

a un primer relevamiento efectuado durante el curso de la investigación y que a


medida que se logren extraer nuevas listas de personas fallecidas de las que se
pueda considerar que no ha llegado a conocimiento de sus familiares, se proseguirán
comunicando por los medios de comunicación correspondientes, sin que ello
signifique que se hayan registrado necesariamente en todos los casos anormalidades
pasibles de ser investigadas como constitutivas de delitos.9

---------------------------------------------------------

6 En 1992, se llevó a cabo una reforma en el Código Procesal Penal mediante la cual se estableció un
modelo de enjuiciamiento mixto para los tribunales criminales de la Capital Federal, el cual suponía la
implementación de los juicios orales como parte del proceso penal. Con algunas modificaciones, éste
es el modelo que sigue vigente al día de hoy.
7 Abogada de la causa de la Morgue, Buenos Aires, 24 de noviembre de 2007. Todas las entrevistas
citadas en el trabajo han sido realizadas por la autora y se ha conservado el anonimato a pedido de
los entrevistados.
8 Algunos de estos cuerpos habían sido identificados y entregados, en su momento, a sus familiares.
9 “Difundió la Justicia la nómina de 76 cadáveres NN inhumados en Chacarita”, en Clarín, 21 de
diciembre de 1982

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Artículo Agregaba, a su vez, que la lista aludía a personas fallecidas en
Rupturas y continuidades en el poder
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
enfrentamientos con fuerzas militares o conjuntas, información que surgía
burocráticas y posicionamientos de los respectivos expedientes de la morgue.
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira Sin lugar a dudas, la aceptación de las medidas de prueba solicitadas y la
publicación de los listados dan cuenta del avance de una causa altamente
comprometedora para los funcionarios judiciales; avance que también
puede ser leído como un intento de reposicionamiento de estos actores
ante un nuevo -aunque todavía confuso- escenario político. Prueba de ello
es que, en un mismo acto, el juez a cargo dio a conocer el listado de los
cuerpos identificados que habían pasado por la Morgue Judicial pero
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negando cualquier tipo de irregularidad que comprometiese al poder


judicial y reproduciendo el discurso de las fuerzas armadas que afirmaba
que las muertes eran producto de enfrentamientos.
Este hecho dio lugar al comienzo de una disputa en la que participaron, por
un lado, los familiares de las víctimas y los abogados del CELS y, por el otro,
el juez a cargo de la causa. Dicha disputa se ve reflejada no sólo en la
tramitación del expediente sino en las publicaciones y conferencias de
prensa que hicieron que esta discusión, que podría haber quedado en el
interior de las paredes del Palacio de Justicia, adquiriese estado público. Lo
discutido en los estrechos marcos del expediente salió a publicidad
mediante una conferencia de prensa en la que participaron abogados y
familiares del CELS, familiares de otros organismos de DD.HH., la Unión de
Empleados Judiciales de la Nación (UEJN) y la Asociación de Abogados de
Buenos Aires (AABA).10 Ante la publicación de los comunicados, los abogados
del organismo de DD.HH. solicitaron al magistrado que rectificara
inmediatamente la información brindada, en tanto a través de la misma, se
había llevado a la opinión pública la falsa idea de que las muertes eran
producto de enfrentamientos. En su presentación, el CELS aclaraba que, por
datos brindados por los familiares de las víctimas, se sabía que muchas de
estas últimas habían sido asesinadas al momento de su detención y otras se
encontraban desaparecidas, como lo demostraban los múltiples habeas
corpus rechazados. Sin embargo, de acuerdo a lo plasmado en el expediente
y a lo recordado por distintas personas entrevistadas, el juzgado nunca se
expidió sobre este pedido. A pesar de esta ausencia de respuesta, los

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10 “Revelan que hubo inhumaciones irregulares en la Chacarita” en Clarín, 12 de noviembre de 1982

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Artículo abogados de los organismos lograron “activar” el expediente, así como
Rupturas y continuidades en el poder
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
denunciar y enfrentar a distintos funcionarios judiciales.
burocráticas y posicionamientos
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira La Corte Suprema y la causa administrativa
En forma paralela a la tramitación de la causa penal por “violación de los
deberes de funcionario público”, la Corte Suprema de Justicia de la Nación
(CSJN) había iniciado una causa administrativa para investigar los hechos
denunciados en los organismos que se encontraban bajo su órbita: la
Morgue Judicial, el Cuerpo Médico Forense y la Cámara del Crimen.
Lentamente, en el transcurso de nueve meses, la CSJN -todavía integrada
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por los ministros nombrados durante el terrorismo de Estado- recopiló


información sobre 106 casos en los cuales intervino la Morgue Judicial a
solicitud de la justicia militar, sin intervención de los jueces competentes, en
el período investigado. Una vez sistematizado ese listado, el 18 de agosto de
1983, la CSJN clausuró el sumario administrativo, entendiendo que no se
revelaba irregularidad alguna en el funcionamiento de la Morgue en el
transcurso de los años investigados.11
Ante esta decisión, los abogados pidieron la reapertura del expediente,
argumentando en contrario la existencia de múltiples irregularidades que la
Corte no había evaluado como tales. Asimismo, plantearon la recusación a
los ministros de la Corte ya que, de acuerdo a las pruebas recolectadas,
quedaba en evidencia que los cortesanos habían tenido conocimiento de los
hechos que eran materia de investigación y, por lo tanto, no estaban en
condiciones de juzgarlos (fs.276/administrativa).12
Sin embargo, la CSJN resolvió no hacer lugar a la reapertura del sumario
administrativo sosteniendo

que la reapertura y ampliación de este sumario, que ahora se pretende, y que se


relaciona con hechos y conductas distintas a las del ámbito reiteradamente señalado
supra y que son objeto de investigación y futura calificación por la vía jurisdiccional
de la justicia en lo criminal, escapa a la actual intervención de esta Corte por la vía
administrativa de superintendencia, la que, por lo demás, no podría interferir por
este medio en la función jurisdiccional específica que sobre tales hechos y conductas
ejerce la justicia ordinaria; ni correspondía tampoco emitir juicio alguno por
anticipado en estas actuaciones sobre cuestiones judiciales en las que

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11 Resolución n°759/83. Expte. N°1306/82 - Superintendencia


12 Resolución n°759/83. Expte. N°1306/82 - Superintendencia

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Artículo eventualmente podría corresponderle conocer por recursos jurisdiccionales
Rupturas y continuidades en el poder (fs.279/administrativa)
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
burocráticas y posicionamientos
(pp.156-186) por María José Deberá pasar un año para que, con una nueva composición y con un
Sarrabayrouse Oliveira
gobierno elegido democráticamente, la CSJN reabriera el sumario
administrativo, reasumiera las facultades de superintendencia sobre el
Cuerpo Médico Forense13 y designara a José Severo Caballero para instruir el
sumario. Como se verá en próximos apartados, este nuevo impulso en el
expediente administrativo tendrá importantes consecuencias sobre las
decisiones y posiciones adoptadas por distintos funcionarios judiciales en el
avance de la causa penal.
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La ley de autoamnistía llega a la causa de la Morgue

La “Ley de Pacificación Nacional”, mejor conocida como “Ley de


Autoamnistía”, fue promulgada por la Junta Militar el 22 de septiembre de
1983. En ella se declaraban extinguidas las acciones penales contra quienes
hubiesen promovidos actos “terroristas o subversivos” desde el 25 de mayo
de 1973 hasta el 17 de junio de 1982, extendiendo los beneficios a “todos
los hechos de naturaleza penal realizados en ocasión o con motivo del
desarrollo de acciones dirigidas a prevenir, conjurar o poner fin a las
referidas actividades terroristas o subversivas, cualquiera hubiera sido su
naturaleza o el bien jurídico lesionado”. En su art. 8 establecía también que
los tribunales en los que se estuviesen tramitando causas en las que
correspondiese aplicar esta ley debían elevarlas, en el plazo máximo de
cuarenta y ocho horas, al tribunal de alzada propio, sea la Cámara de
Apelaciones o el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. Asimismo, se
especificaba que las causas comprendidas por la normativa incluían causas
en

trámite o sobreseídas provisionalmente, en las cuales se investigue hechos cuyos


autores aún no hayan sido individualizados y se les atribuya el carácter de

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13 Mediante una acordada del año 1961, la CSJN había delegado sus facultades de superintendencia
sobre el Cuerpo Médico Forense a la Cámara del Crimen. Es por este motivo que el CELS decide
imputar a los camaristas y no sólo a los médicos, pero las pruebas acumuladas en el expediente
fueron demostrando también el conocimiento que los ministros dictatoriales del CSJN tenían sobre
los hechos.

PolHis 168
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Artículo integrantes de las Fuerzas Armadas, de Seguridad o Policiales, o se exprese que los
Rupturas y continuidades en el poder mismos invocaron alguno de estos caracteres.14
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
burocráticas y posicionamientos
(pp.156-186) por María José En función de lo sostenido por la ley de facto, los hechos investigados en la
Sarrabayrouse Oliveira
causa de la Morgue debían ser remitidos a la Cámara de Apelaciones, en la
medida en que dicha investigación implicaba a integrantes de las Fuerzas
Armadas.
Un día después de haberse promulgado la ley y a pocos días de las
elecciones presidenciales, el juez de instrucción nº10 resolvió no elevar las
actuaciones, planteando la inconstitucionalidad de la misma. Esta
resolución, que a primera vista aparece como una heroica decisión judicial,
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contrasta, sin embargo, con los tibios argumentos que la sustentan. En ellos
el magistrado le reconoce legitimidad al gobierno de facto utilizando, como
marco normativo, la acordada firmada en 1930 por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación respaldando el golpe de estado llevado a cabo por
Uriburu:

no discutido que el gobierno “de facto” está facultado para realizar actos legislativos
derivados de su posesión de la fuerza como resorte de orden y seguridad social para
asegurar el ejercicio del poder sin interrupciones y la continuidad del Estado, la
necesidad de tener un gobierno obliga a reconocer la validez de aquellos actos
legislativos del Poder Ejecutivo de hecho (...) Aceptada la capacidad legislativa del
gobierno “de facto” debe ser motivo de análisis el alcance de la misma, como
primigeniamente sostuviera entre otras cosas, la Corte Suprema de Justicia de la
Nación en su acordada del 10/9/30, sólo se reconoce competencia legislativa en el
gobierno o poder ejecutivo “de facto” para atender casos de necesidad vital y de
urgencia política. Es decir, que los actos legislativos deben responder a estas pautas
(fs. 816/penal)

En otros términos, luego de legitimar la capacidad de los gobiernos de facto


de dictar leyes en situaciones de necesidad y urgencia, aduce que -ante la
inminencia del acto electoral que marcaría el traspaso de poder a
autoridades constitucionales- ya no existía tal urgencia y, por lo tanto, no
cabía aplicar la mencionada ley a la que, finalmente, declara
inconstitucional.
Acto seguido, los abogados del CELS –en una clara muestra de fuerza-
incorporaron a la causa una presentación de la Asociación de Abogados de
Buenos Aires en la que se alegaba la inconstitucionalidad de la ley de

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14 Ley 22.924: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/70000-74999/73271/norma.htm

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Artículo autoamnistía. Por su parte, el fiscal de la causa, sin argumentar razones,
Rupturas y continuidades en el poder
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
apeló la medida tomada por el juez. Trabada la discusión entre el juez y el
burocráticas y posicionamientos fiscal, el expediente de la Morgue “fue elevado” a la Cámara del Crimen
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira para que resuelva esta contienda en relación a la Ley de Autoamnistía como
así también el pedido de los familiares de ser tomados como querellantes en
la causa.

Recusaciones

Los integrantes de la Cámara del Crimen que debían resolver los conflictos
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referidos, en su amplia mayoría, habían desempeñado funciones en dicho


organismo entre el 24 de marzo de 1976 y diciembre de 1980 (período
correspondiente a los hechos investigados). Esta situación llevó a los
abogados denunciantes a plantear, tal como lo habían hecho con los
miembros de la CSJN, la recusación de los camaristas. En su presentación,
sostenían la existencia de

pruebas concretas de comunicaciones cursadas entre el cuerpo Médico Forense y la


Cámara del fuero donde fueron planteadas consultas relacionadas con la utilización
del servicio de la Morgue que se venía efectuando en ese entonces por las Fuerzas
Armadas (...) Con la documentación que oportunamente acompañáramos con
nuestra denuncia, acreditamos que la Cámara tenía conocimiento de estos hechos
irregulares (…) Este conocimiento de ilícitos y la participación de miembros y
funcionarios de la Cámara lleva a la fundada sospecha sobre el conocimiento que de
los mismos tenían todos los integrantes del cuerpo durante el período comprendido
entre el 24 de marzo de 1976 y diciembre de 1980, quienes por acción u omisión, al
no haberse opuesto a los hechos denunciados pueden tener interés en la causa
(fs.26/penal)

Todos los miembros recusados de la Cámara del Crimen se inhibieron de


intervenir en la causa. Algunos aceptaron la presentación aduciendo que se
encontraban comprendidos dentro de los términos de la recusación por
haber sido designados como camaristas en aquella época; otros, también
aceptaron la recusación pero haciendo manifiesta su disconformidad y
alegando tener “un total desconocimiento” -en aquel momento- sobre los
hechos que se denunciaban.
Pero también, entre los camaristas, hubo dos que no fueron recusados en
tanto no habían desempeñado funciones en aquella época. Sin embargo, y
haciendo gala de un fuerte espíritu de cuerpo, resolvieron excusarse. Para
ello, apelaron a la “amistad íntima” así como a la “frecuencia en el trato”
PolHis 170
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Artículo que los ligaba con distintos integrantes de la Cámara, argumentando que la
Rupturas y continuidades en el poder
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
relación profesional que los unía con los otros magistrados, encuadraba en
burocráticas y posicionamientos “los graves motivos de decoro y delicadeza constitutivas de violencia moral”
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira que menciona el art. 30 del Código Procesal Civil y Comercial.
Pasado un tiempo, y luego de varias instancias de apelación y de algunos
nuevos nombramientos en la Cámara, estas excusaciones fueron aceptadas
por la CSJN y se conformó una sala con camaristas no recusados, ni
excusados, la cual sería la encargada de resolver las controversias
planteadas en la primera instancia.
Es necesario, entonces, volver al planteo de inconstitucionalidad de la Ley
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de autoamnistía presentado por el titular del juzgado n°10 a cargo de la


causa de la Morgue, para recoger parte de la discusión establecida entre los
operadores judiciales. Dicha controversia nos muestra la velocidad con que
avanzaban los tiempos históricos y políticos y cómo este avance afectaba las
decisiones y los tiempos judiciales.
Cuando la causa fue elevada a la Cámara, el fiscal de Cámara decidió
sostener la apelación de su inferior –el fiscal de primera instancia-
arguyendo que un juez no podía declarar de oficio la inconstitucionalidad de
la ley de autoamnistía, sino que debía hacerse a pedido de parte. En otras
palabras, el fiscal no afirmaba que la ley no fuese inconstitucional sino que
no era ése el modo de plantearlo. Se trataba de un problema que hacía a la
forma, no al fondo de la cuestión (Tiscornia, 2008; Eilbaum, 2012).
Los tiempos judiciales eran lentos pero los tiempos políticos eran
implacables, razón por la cual cuando la sala de los camaristas “no
recusados” tuvo que resolver el pedido de inconstitucionalidad, ya corría el
mes de noviembre de 1984, había pasado un año de la presentación inicial y
la ley de autoamnistía había sido anulada por el Congreso de la Nación.
“La cuestión en autos se tornó abstracta” sostuvieron los camaristas, razón
por la cual no correspondía hacer lugar al recurso de apelación presentado
por el fiscal. En otras palabras, la anulación de la ley de autoamnistía hacía
innecesaria la discusión acerca de la legitimidad o no de la normativa creada
por el gobierno de facto, en la medida en que ya no era aplicable. Por otra
parte, el pedido de los familiares de ser tomados como querellantes fue
aceptado.
Junto con estas decisiones judiciales y políticas se sucedieron varios hechos
que configuraban un escenario claramente más favorable para los
denunciantes. Así, unos pocos días antes -el 31 de octubre de 1984- la nueva
CSJN realizó un dictamen preliminar en relación al expediente
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Artículo administrativo. En el mismo se afirmaba -en expresa oposición con lo
Rupturas y continuidades en el poder
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
planteado por la CSJN del gobierno dictatorial- que el trámite de las
burocráticas y posicionamientos autopsias realizadas a pedido de fuerzas militares había sido anómalo e
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira irregular; que los miembros de la Cámara del Crimen estaban al tanto de
estas autopsias y que presidente, secretario y prosecretaria de la Cámara
habían realizado “una autorización tácita [a los médicos de la Morgue] del
anómalo procedimiento aludido” (fs. 488/administrativa). En función de
estos argumentos, se resolvió seguir investigando y suspender al secretario
y a la prosecretaria de la Cámara del Crimen.15
En ese mismo contexto y en forma paralela, el 1° de noviembre de 1984, el
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fiscal ante la Cámara Federal -Julio C. Strassera- realizaba una presentación


ante la CSJN solicitando en préstamo la Causa de la Morgue así como
áquella que le había dado origen. Este pedido se enmarcaba en los
prolegómenos de la realización del Juicio a las Juntas que comenzaría cinco
meses después. Ante la resistencia de la justicia militar de avanzar con la
investigación, la Cámara Federal ya se había avocado atrayendo hacia su
órbita la causa en la que se investigaban los delitos cometidos por las
fuerzas armadas durante el terrorismo de Estado.16 Así explicaba el ex
camarista León Carlos Arslanian, el camino que habilitó el avocamiento,

Era evidente que el esquema de Alfonsín no podía andar, pero fue corregido
hábilmente en el Congreso. Fue el Senador del Movimiento Popular Neuquino [Elías]
Sapag el que tuvo la idea de que hubiese un recurso de avocamiento por parte de la
Cámara Federal en la hipótesis de que hubiese un desvío, un retardo, una resistencia
por parte del poder militar en la investigación de los hechos criminales cometidos
por las distintas fuerzas. Y eso fue decisivo porque a través de la reforma de la ley
23.049 se aceptó y se incluyó en el Código Militar la norma a partir de la cual el
Consejo Supremo de las FF.AA. ya no se planteaba como instancia última, sino que
quedada sujeto a una revisión de la justicia civil, incluso al avocamiento (es decir, a
que se hiciera cargo de las causas si el tribunal militar no llegaba a resolverlas)17

A su vez, el 7 de noviembre de 1984, la Secretaria Académica de la Facultad


de Derecho de la Universidad de Buenos Aires había enviado una nota
solicitando una copia autenticada del dictamen de la CSJN porque se había

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15 Por tratarse de un expediente administrativo, la CSJN no pudo tomar ninguna decisión en relación
al presidente de la Cámara del Crimen quien había renunciado a su cargo tiempo atrás.
16 La Cámara se había avocado el 4 de octubre de 1984.
17 Vannucchi, E. y Komarovsky, B., “Nos propusimos no consentir que el juicio fuera una farsa”.
Entrevista con León Arslanian a 34 años del juicio a las Juntas, en Revista Haroldo, 23 de abril de 2019.

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Artículo presentado un pedido de juicio académico a uno de los profesores
Rupturas y continuidades en el poder
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
ordinarios de la misma. El profesor referido era Mario Pena, presidente de la
burocráticas y posicionamientos Cámara del Crimen entre 1976 y 1979 (fs. 767/administrativa).
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira En estas condiciones, completamente diferentes a las de septiembre de
1983 cuando la causa había sido elevada a la Cámara, el expediente volvió al
juzgado de primera instancia en el que se había iniciado. Sin embargo,
después de un año, el juez que había comenzado a tramitar la causa en el
juzgado de instrucción n°10 ya no se encontraba en su cargo y, en su lugar,
había sido designado un nuevo juez.
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Excusaciones

Como dije al comienzo del artículo, la causa de la Morgue constituyó una


causa incómoda para el Poder Judicial desde sus inicios, en tanto ponía en
cuestión el rol desempeñado por magistrados y funcionarios judiciales
durante la última dictadura militar. Pero a esta altura, la incomodidad había
crecido considerablemente: por un lado, varios camaristas habían sido
recusados en función de las pruebas que los comprometían con los delitos
investigados; por el otro, un dictamen preliminar elaborado por los nuevos
integrantes de la CSJN reconocía las irregularidades denunciadas e implicaba
gravemente a quienes habían ocupado los cargos de presidente, secretario y
prosecretaria de la Cámara del Crimen, así como al entonces decano del
Cuerpo Médico Forense.
Antes este contexto, el nuevo magistrado que debía llevar a cabo la
investigación no encontró otro mejor camino que el de la excusación,
utilizando para ello argumentos que aludían no sólo a la existencia de una
relación funcional sino vínculos mucho más amplios que atravesaban
diversos ámbitos sociales, deportivos, académicos y familiares, y constituían
verdaderos espacios de sociabilidad compartida (Sarrabayrouse Oliveira,
2011, p.212). Para ello, realizó un extenso recorrido por su carrera judicial:

El ingreso del suscripto en la Justicia del Crimen como meritorio se produjo el 2 de


octubre de 1969 en el Juzgado de Sentencia letra “C”, Secretaría Nº 6, entonces a
cargo del Dr. Néstor G. quien, más tarde, lo promueve en el escalafón administrativo
en la Fiscalía nº 16 de la que fue titular; finalmente, en noviembre de 1982, el
proveyente es designado Secretario de la Sala III del Excma. Cámara, integrada
también por el Dr. G. (…) Así, además de la amistad ya existente entre el Dr. G. y
familiares del declarante –desempeñábase desde tiempo atrás en la Secretaría Nº 6
el hermano de mi padre–, se forjó a través de esa dilatada relación funcional una
amistad que puedo calificar como íntima, en los términos del art. 75, inc. 12º, del
PolHis 173
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Artículo Código de Procedimientos en materia penal, además de lo cual existe de parte de
Rupturas y continuidades en el poder quien ahora debe decidir el natural agradecimiento hacia quien posibilitó en gran
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
medida su progreso en la carrera judicial (…) Respecto del Dr. Mario H. Pena existe,
burocráticas y posicionamientos
(pp.156-186) por María José además, concreta imputación en el dictamen producido por el Dr. Severo Caballero
Sarrabayrouse Oliveira ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, recogida en la resolución del Alto
Tribunal que en su consecuencia se dictó (…) En cuanto a dicho magistrado, la
relación amistosa y cordial que me une proviene, trascendiendo el marco de lo
estrictamente funcional, de la conformación de un grupo de camaradería por ambos
integrado, que semanalmente se reúne con fines sociales y deportivos, además de la
íntima existente y su hijo Héctor, con quien compartiera en su oportunidad el honor
de desempeñarse como Secretarios del Juzgado de Instrucción nº14, del Dr. Oscar
Mario O., y aún hoy pertenecen ambos a la cátedra de Derecho Penal parte especial
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del Dr. S., en la Universidad de Belgrano” (fs. 937/penal)

Con argumentos de similares características se excusaron los otros tres


jueces sobre los que podía “caer” la causa de la Morgue Judicial. Lo
interesante de las excusaciones es que no sólo permiten dar cuenta de la
actitud de los operadores judiciales frente a los hechos investigados y
rastrear sus posiciones en los primeros años de la post dictadura, sino que
ayudan a visibilizar la argamasa que une los vínculos sostenidos entre los
actores, los cuales trascienden los pasillos de tribunales. En este sentido,
analizar las excusaciones desde una perspectiva etnográfica supone ir más
allá de la reglamentación normativa para poner en foco las obligaciones que
suponen las relaciones existentes entre los agentes judiciales. Así,

al analizar los comportamientos a la luz del marco más amplio de relaciones sociales
en el que están insertos los actores, es posible observar que determinadas
conductas sólo se explican por la existencia previa de relaciones que atrapan a los
individuos en un circuito de deudas y favores. En este sentido, valores como la
gratitud y la lealtad dan cuenta de las obligaciones que se deben cumplir so pena de
romper la relación (Sarrabayrouse Oliveira, 2011, p.216).

Luego de esta sucesión de excusaciones -y en un acto que a los ojos de los


judiciales pero también de los abogados de los organismos de DD.HH.
implicaba “romper la relación”- el juez qua había tenido bajo su órbita la
investigación de la causa 35.769 (ver nota al pie 4) rechaza los argumentos
en las excusaciones de sus pares. Transcurridas varias presentaciones y
apelaciones, será él quien quede a cargo de la causa de la Morgue.

PolHis 174
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Artículo 1985
Rupturas y continuidades en el poder
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
burocráticas y posicionamientos Todos los cambios hasta aquí planteados, junto con la celebración del Juicio
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira a las Juntas en 1985, marcaron el comienzo de una nueva etapa en la
tramitación de la causa en la que la presión ejercida por los abogados del
CELS comenzaba a rendir frutos. Pero además, es importante destacar que
la Causa de la Morgue tuvo un lugar fundamental en el juicio a los ex
comandantes, en tanto mucha de la información acumulada a lo largo de los
años en los distintos expedientes fue utilizada en dicho debate. Sobre estos
hechos, el entonces secretario del juzgado nº3 recordaba en una entrevista:
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“estas pequeñas cosas que en definitiva dieron resultado (…) durante tres
jornadas del Juicio a las Juntas (…) toda la gente que acudió citada, ¡había
pasado por nuestro juzgado y secretaría! Y allí ya habían encontrado cursos
procesales y demás.”18
Frente a esta nueva agilidad judicial, los abogados del CELS -reconocidos ya
como querellantes- propusieron varias medidas de prueba. Entre éstas me
interesa destacar una en particular: el pedido de citación en calidad de
testigo de quien había sido jefe del Cuerpo I de Ejército durante el gobierno
militar, el coronel Roberto Roualdés, a fin de que informase de qué manera
se había implementado la cooperación entre la Morgue Judicial y el Cuerpo I
de Ejército.19 Solicitud aceptada por el nuevo juez a cargo.
Cuando Roualdés recibió la citación como testigo, su abogado -un ex juez
federal de la dictadura a quien se le había denegado el acuerdo del Senado-
solicitó que se lo exceptuara de acudir a los tribunales para realizar su
declaración testimonial en función del cargo público que desempeñaba. El
juzgado no aceptó la excepción argumentando que era de público
conocimiento que “el señor coronel Roberto Leopoldo Roualdés revista en
situación de retiro efectivo (…), razón por la cual tal protección a la función
pública merecedora del tratamiento especial no aparece verificada”

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18 Secretario del juzgado de instrucción n°3, Buenos Aires, 29 de octubre de 2002.


19 Según declaraciones testimoniales y pruebas documentales, el ex jefe del Cuerpo I de Ejército y el
presidente de la Cámara del Crimen habían mantenido una reunión en esa dependencia el 20 de
diciembre de 1976 luego de un episodio en el cual miembros no identificados de las FF.AA. y la policía
dejaron “seis cadáveres para depósito” en el patio de la Morgue Judicial. Esta reunión marcó un punto
de inflexión a partir del cual el ingreso de cadáveres remitidos por las “Fuerzas Conjuntas” se
acomodaría a la rutina burocrática (Sarrabayrouse Oliveira, 2011, pp.59-60).

PolHis 175
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Artículo (fs.1177/penal). Razón por la cual, el militar retirado debió presentarse a
Rupturas y continuidades en el poder
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
declarar en el juzgado.
burocráticas y posicionamientos Un elemento a destacar, que diferencia esta declaración testimonial de
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira todas las otras que ya se habían tomado, es que los abogados querellantes
se encontraban presentes en la misma, con lo cual podían preguntar y
repreguntar, adquiriendo una mayor incidencia en la dirección que se le
podía dar a la causa.
Durante la declaración testimonial, el militar retirado admitió que durante la
“lucha antisubversiva” las instalaciones de la Morgue Judicial habían sido
utilizadas en forma habitual por fuerzas militares y de seguridad. Al mismo
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tiempo, negó haberse reunido con el presidente de la Cámara del Crimen,


“desconociendo así la “visita” realizada a ese tribunal de segunda instancia
en diciembre de 1976, visita que había sido relatada en variadas
declaraciones por diferentes testigos y también mencionada en una nota
firmada por el militar en cuestión” (Sarrabayrouse Oliveira, 2011, p.231).
En este momento, los querellantes pidieron el procesamiento del entonces
presidente de la Cámara del Crimen, del secretario y de la prosecretaria
administrativa entendiéndolos partícipes del delito de “homicidio calificado”
y también solicitaron se iniciase una causa por el delito de “privación de
justicia” contra el primer juez que tuvo a cargo la causa de la Morgue
Judicial, en virtud de la lentitud en el avance de la misma en los primeros
tiempos.
A los pocos días de efectuado el pedido, se inició la causa por “privación de
justicia” solicitado por el CELS y se comenzó a citar a médicos y empleados
de la Morgue y el Cuerpo Médico Forense para que ampliasen las
declaraciones testimoniales que habían realizado al comienzo de la causa
durante el gobierno dictatorial. Al mes, el ex presidente de la Cámara del
Crimen fue procesado.

Defendiendo el “buen nombre y honor”: Procesamiento y prescripción del


delito

El 10 de octubre de 1985, cuando todavía continuaban los alegatos de las


defensas en el Juicio a las Juntas, el juez a cargo de la causa de la Morgue
resolvió llamar a declaración indagatoria al ex presidente de la Cámara del

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Artículo Crimen. Los abogados de Mario Pena fueron su hijo y tres ex funcionarios de
Rupturas y continuidades en el poder
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
la dictadura.20
burocráticas y posicionamientos En su declaración indagatoria, Pena ratificó lo que había declarado años
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira atrás como testigo al sostener la ausencia de irregularidades en el
funcionamiento de la Morgue cuando se encontraba bajo su órbita, al
tiempo que reforzaba sus dichos amparándose en la normativa vigente
durante la dictadura y en el uso previo de dicha institución por parte de las
fuerzas militares.21
Un mes más tarde, el secretario y la prosecretaria administrativos de la
Cámara del Crimen también fueron indagados y procesados en la causa
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judicial y sancionados en la causa administrativa seguida en la CSJN,


mediante una suspensión por el término de 30 días. Posteriormente, a
través de una nueva resolución, no se los ratificó en sus cargos (fs.
1203/1210/administrativa).
Transcurridos siete meses desde la declaración indagatoria y procesamiento
de Pena, el 27 de mayo de 1986 el fiscal de la causa solicitó el
sobreseimiento definitivo del ex camarista y una expresa declaración de que
la formación de esa causa no afectaba el “buen nombre y honor del ex
funcionario judicial”. Aunque extensa, vale la pena reproducir parte de la
argumentación aducida por el fiscal:

la memoria debe servir a modo de lente retrospectiva para que el observador se


sitúe en la época de los hechos imputados, absteniéndose de la realidad que
actualmente conoce y que entonces permanecía ignorada para todos (…) Cabría
preguntarse si han sido culpables de encubrimiento los señores jueces que, durante
1976 y 1977, ante la interposición de acciones de “hábeas corpus”, dieron crédito a
las respuestas negativas acerca de privaciones de la libertad formuladas por el Poder
Ejecutivo Nacional y los Comandos de las Fuerzas Armadas, cuando ahora es posible
afirmar que muchas de ellas fueron falsas (...) No podía saber el Dr. Mario H. Pena –
en 1976 y 1977- que varios de los denominados enfrentamientos con bandas
subversivas ocultaban homicidios dolosos, ni podía sospechar que los hechos no iban
a ser investigados imparcialmente por los tribunales militares, cuya competencia,
respecto del juzgamiento de los llamados delitos de carácter subversivo, se le
imponía en virtud del régimen de las leyes 21.264, 21.268, 21.272, 21.460, 21.461 y

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20 Alejandro Caride (miembro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación entre 1976 y 1977), Lucas
Jaime Lennon (secretario de justicia entre 1981 y 1983 y rector de la Universidad de Buenos Aires
entre 1978 y 1981) y Mario Rassó (subsecretario de justicia).
21 Cabe aclarar que el 28 de octubre de 1985, día en que se llevó a cabo la declaración indagatoria de
Pena, el juzgado efectivizó su procesamiento por el delito de violación a los deberes de funcionario
público (fs. 1298)

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Artículo 21.463 (...) Bien era verosímil, por consiguiente, que el encausado reconociera
Rupturas y continuidades en el poder jerarquía nacional o federal a la jurisdicción castrense (...) El rigor objetivo del
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
comienzo cede ante la ubicación del sujeto en el tiempo de los hechos y el contexto
burocráticas y posicionamientos
(pp.156-186) por María José en que se encadenaron sus actos. Porque si el Dr. Mario H. Pena creyó, como debe
Sarrabayrouse Oliveira suponerse, en la licitud de los procedimientos de la autoridad militar que ejercía un
mandato conforme a derecho, el archivo de las copias de los informes de autopsias
no significaba sino una sucesión de diligencias de mero trámite, sin contenido alguno
que importara el entorpecimiento intencional de la acción de la justicia según los
requisitos del art. 277 del CP (fs.1391vta./penal)

Si bien en ese momento el juez no respondió al pedido del fiscal y continuó


investigando, meses más tarde plantearía el sobreseimiento, pero
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argumentando razones diferentes a las de la fiscalía: no estaba en cuestión


la existencia del delito sino el tiempo transcurrido. El delito de violación de
los deberes de funcionario público se había cometido pero había pasado
demasiado tiempo sin que el sumario tuviese una resolución, razón por la
cual se debía plantear el “sobreseimiento por prescripción de la causa”.
En un primer momento, según lo relatado por el nuevo juez a cargo del
juzgado n°3, los defensores de Pena sostuvieron, en charlas sostenidas en su
despacho, que se negarían a aceptar el sobreseimiento por prescripción. Sin
embargo, habiendo pasado ya un año del procesamiento del ex camarista, y
faltando poco menos de dos meses para la promulgación de la ley de Punto
Final, el 31 de octubre de 1986, los abogados terminaron solicitando la
prescripción de la causa en función del tiempo transcurrido:

Desde principios de mayo de 1986 obra en la causa el dictamen del señor fiscal de
primera instancia en el que pide el sobreseimiento definitivo con la declaración de
que el proceso no afecta el buen nombre y honor de que gozare por inexistencia de
delito alguno (...) Como tal petición no ha tenido respuesta por parte de V.S. me veo
obligado a postular la prescripción y a requerir el sobreseimiento definitivo
correspondiente (fs.1546/penal)

El 26 de diciembre de 1986, el fiscal reitera el pedido de sobreseimiento


pero ahora incorporando la prescripción de la acción penal en función del
tiempo transcurrido. Cuando el 30 de diciembre de 1986, el juzgado notificó
a los denunciantes sobre los distintos pedidos y resoluciones, no recibió
respuesta.22 Esta ausencia de respuesta puede ser entendida a partir de la
antigua disputa en torno a la calificación del delito: mientras que los

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22 Sólo pude encontrar un pedido de prórroga por parte de las querellas para ver el expediente pero
luego no hay ningún otro tipo de respuesta.

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Artículo abogados querellantes sostenían la complicidad en la “participación criminal
Rupturas y continuidades en el poder
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
en homicidios reiterados”, el juzgado sostenía la violación de los deberes de
burocráticas y posicionamientos funcionario público, un delito mucho menos grave. Así lo explicaba una de
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira las abogadas del CELS:

Ya habíamos presentado todos los elementos de prueba necesarios para sostener la


participación en el delito de homicidio. No había más que presentar, se aceptaba o
no. La violación de los deberes de funcionario público –a esa altura- no nos
interesaba. Estábamos tapados de trabajo en el CELS… Por otra parte, la causa de la
Morgue ya había servido en el Juicio a las Juntas para juzgar a Videla por varios
homicidios. No había nada más que hacer.23
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Sobre la explicación planteada por esta abogada cabría agregar que la


notificación llegó cuatro días después de la promulgación de la ley de Punto
Final. Como es de conocimiento, esta ley establecía la extinción de la acción
penal contra todas aquellas personas sobre las que se presumiese su
participación en detenciones ilegales, violaciones, torturas y homicidios
agravados o asesinatos cometidos durante el régimen dictatorial o “en
delitos vinculados a la instauración de formas violentas de acción política,
que no hubieran sido llamados a declarar antes de los sesenta días corridos
a partir de la fecha de promulgación de dicha ley.24
Habiéndose sancionado un 24 de diciembre, los sesenta días corridos
incluían la feria judicial, lo cual hace sospechar que la frase “estábamos
tapados de trabajo en el CELS” refiera a la premura con la que debían
trabajar los abogados del organismo para lograr la mayor cantidad de
procesamientos antes de que finalice el plazo establecido por la ley de
Punto Final.25 En este escenario, apelar el sobreseimiento por prescripción
planteado por la fiscalía, cuando la figura penal que estaba en juego era
violación de los deberes de funcionario público, pasaba a un segundo lugar.
La causa de la Morgue había permitido no sólo conocer el destino de varias
personas detenidas-desaparecidas sino denunciar e instalar en la agenda
pública el rol cómplice que había desempeñado el poder judicial durante el
régimen dictatorial. Y en este sentido es posible pensar que esta aparente

---------------------------------------------------------

23 Abogada en la causa de la Morgue, Buenos Aires, 24 de noviembre de 2007.


24 Ley 23.492/86: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/20000-
24999/21864/norma.htm
25 Cabe señalar que como una suerte de “efecto boomerang”, antes de que se extinguiese el plazo
establecido y gracias al accionar de los organismos de DD.HH. en trabajo conjunto con la fiscalía federal,
la justicia federal había dictado alrededor de 500 nuevos procesamientos a militares.

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Artículo falta de interés por parte de la querella está develando el hecho de que no
Rupturas y continuidades en el poder
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
todos los casos que se presentan en la justicia, se presentan para “ganar”;
burocráticas y posicionamientos en algunas oportunidades el interés de los denunciantes es instalar un tema
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira públicamente a fin de visibilizarlo.26
Finalmente, el 2 de marzo de 1987, se resolvió el sobreseimiento definitivo
de Pena. En una entrevista, el titular del juzgado explicó el carácter de la
resolución presentada, a partir de la reconstrucción de la situación vivida en
ese momento y de los posicionamientos de los distintos actores:

El fiscal me está pidiendo el sobreseimiento definitivo y yo tengo la violación de los


deberes de funcionario público plasmada, pero no me dan realmente los elementos
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para llegar más allá. La querella no contesta… Entonces -como suele sucederles a los
jueces- me quedo solo con la decisión. Y entonces hice una resolución en la cual dije:
no se me escapó la posibilidad de un encuadre distinto y más gravoso, pero
realmente los elementos que tengo enfrente no me dan para ello. Creo sí que acá
hubo delito -porque finalmente me piden la prescripción, el abogado de Pena me
pide la prescripción-, no es, como dice la defensa del procesado, que no hubo delito
y, como me pide el fiscal, que tengo que hacer una resolución sobre el fondo del
asunto. Hubo (…) violación de los deberes de funcionario público [y] entiendo
también que con esa calificación está prescripta la causa, pero el buen nombre y
honor de esta persona se queda en esta causa. Porque había una declaración del
buen nombre y honor que no se daba cuando se sobreseía definitivamente por
prescripción y en cambio sí se daba cuando no había delito o porque esa persona
efectivamente no había hecho nada27.

Habiendo transcurridos cuatro años y medio y múltiples avatares que


marcaron la aceleración o ralentización de la tramitación del expediente, el
2 de marzo de 1987, el principal imputado en la causa de la Morgue Judicial
es sobreseído definitivamente por prescripción del delito. Faltaba poco más
de un mes para el primer alzamiento de “los carapintadas” y la posterior
sanción de la ley de Obediencia Debida.

A modo de conclusión
La invitación a realizar un artículo que reflexione sobre la transición
democrática en el poder judicial, sobre sus rupturas y continuidades
constituyó una propuesta tan atractiva como titánica. Ante semejante

---------------------------------------------------------

26 Agradezco a Josefina Martínez los comentarios y sugerencias en relación a este tema y la propuesta
de distinción entre los distintos casos que llegan a convertirse en una causa judicial.
27 Titular del juzgado de instrucción n°3, Buenos Aires, 29 de octubre de 2002.

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Artículo desafío, decidí trabajar con la causa de la Morgue Judicial, una causa
Rupturas y continuidades en el poder
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
paradigmática para el poder judicial y para los organismos de DD.HH., que
burocráticas y posicionamientos comenzó en 1982 y finalizó en 1987 y sobre la que ya había trabajado. Las
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira nuevas preguntas me permitieron releer fallos y resoluciones desde un
ángulo diferente: en esta nueva lectura, los documentos judiciales operaron
como pistas que permitieron reconstruir algunas características que
presentó la transición democrática en el aparato de justicia, así como
también analizar la causa de la Morgue como una “causa de la transición”.
En un trabajo publicado en 1989, Guillermo O´Donnell reflexiona sobre lo
público y lo privado, refiriendo a pequeñas situaciones de la vida cotidiana
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que muestran distintas formas de interacción entre sujetos. Estas


situaciones, a las que el autor denomina microescenas, operan como
fotografías que permiten ver en detalle, y en acto, aquellos grandes ejes
problemáticos -los macrodramas- que atraviesan la vida social. Es en esta
línea de análisis que entiendo que los distintos eventos abordados a lo largo
del artículo pueden ser pensados como microescenas que nos remiten y nos
hablan del macrodrama de la transición democrática en la Argentina de la
década del 80.
Ahora bien, pensar los cambios en el poder judicial desde estas distintas
microescenas, implica dar cuenta, necesariamente, de las características que
hacen a las burocracias judiciales. Reglas cortesanas, lógicas jerárquicas,
prácticas conservadoras (Sarrabayrouse Oliveira, 2011) hacen del poder
judicial una institución en la que las modificaciones han sido -y son- lentas,
con muchas más continuidades que rupturas y en un escenario donde la
renovación de los actores es escasa y donde las formas de relacionarse de
esos actores -con sus deudas y obligaciones- perviven mucho más allá de los
regímenes políticos.
Sin embargo, el caso analizado nos muestra también un período atravesado
por múltiples tensiones que desencadenaron cambios institucionales y,
sobre todo, readaptaciones de varios de los actores implicados. Estos
reacomodamientos, que podemos identificar a través de las decisiones y
discusiones judiciales, interesan para pensar el rol del poder judicial en los
distintos momentos históricos y políticos, su carácter heterogéneo pero
también para visibilizar el modo en que el activismo hizo uso de estos
movimientos y los aprovechó estratégicamente.
Pensar las acciones de las burocracias del Estado -judiciales en este caso- a
partir de las relaciones establecidas con el activismo -ya sean negociaciones,
alianzas o enfrentamientos- permite dar cuenta de las fronteras lábiles y
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Artículo porosas del Estado en su conformación y transformación. A su vez,
Rupturas y continuidades en el poder
judicial: trayectorias judiciales, lógicas
circunscribiéndonos al caso del poder judicial, el rol desplegado por el
burocráticas y posicionamientos activismo de los DD.HH. -tanto durante la dictadura como durante el
(pp.156-186) por María José
Sarrabayrouse Oliveira gobierno democrático- nos muestra que el poder judicial funcionó también
como una arena de disputas para denunciar y discutir los crímenes del
terrorismo de Estado.

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Artículo
Rupturas y continuidades en el poder
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(pp.156-186) por María José Causa penal: 40.357/82. Gómez, Salvador María Elena/Gard de Antokoletz,
Sarrabayrouse Oliveira
María Adela s/denuncia por inf. Art. 248 CP. Juzgado Nacional de
Primera Instancia en lo Criminal de Instrucción Nº 10.

Causa administrativa: S 1306 Corte Suprema de Justicia de la Nación -


Superintendencia Judicial. Abogados de la Capital s/solicitan
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