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Las Máscaras de Eros Ante El Rostrode Tánatos

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TESIS DOCTORAL

DR VÍCTOR MANUEL KURI ORTEGA.

“LAS MASCARASDE EROS


ANTE EL ROSTRO DE TÁNATOS”.

CAPITULO III

TRAUMA PSÍQUICO Y PULSIÓN DE MUERTE

“Dirèis quizàs, encogiéndoos de hombros: esto no es ciencia natural,

es filosofìa shopenhaueriana. ¿Y por què un osado pensador no po-

drìa haber descubierto lo que luego confirmarìa la investigación

laboriosa y detallada?

Nosotros no afirmaremos que el ùnico fin de la vida sea la muerte;

no dejamos de ver junto a la muerte, la vida. Reconocemos dos pul-

siones fundamentales y dejamos a cada una su fin propio.

Sigmund Freud.

“Nuevas aportaciones al psicoanálisis”.O.,T.II,P.905.


“La posibilidad de la muerte... ¿Acaso no nos hace recordar

el carácter efímero de nuestra existencia y esclarecer la

importancia que reviste cada cosa...?

“108 Rostros de la Impermanencia”.(2002).

“…estos datos de la observación del destino de los hombres y

de sus conductas en la transferencia, que hemos hallado, nos

hacen suponer que en la vida anìmica existe realmente una

obsesión de repetición que va màs allà del principio del placer

y a lo cual nos inclinamos a ahora a atribuir los sueños de los

enfermos de neurosis traumàtica y los juegos de los niños”.

Sigmund Freud.

“Màs allà del principio del placer, O.C.t.I.P.1099.

La pulsiòn de muerte parece guardar una estrecha relaciòn con lo traumàtico.

Antiguamente se utilizaba la palabra trauma, desde la medicina, para designar una herida,ó,
lesión, haciendo referencia a una irrupción, coerción o, manifestación de un estímulo

externo que ejerce una presión extrema sobre la superficie de alguna parte del cuerpo.

Sín número de psicoanalistas postfreudianos, se han dedicado a estudiar y a

correlacionar éste concepto con otros elementos metapsicológicos tán relevantes para la

clínica como para la técnica.analítica.

Para dar lugar a la comprensión de las heridas que quedan almacenadas en la mente,

así, como de sus repercusiones, es necesario partir de la prerrogativa de que aquí, el aparato

anímico-mental se concibe como una especie de “universo representacional pulsionalmente

investido”, un manto en el que se re-inscriben huellas mnémicas, que como signos,

símbolos, representaciones, significantes, aparecen en el estatuto de escrituras sujetas a

transcripción, mismas que son susceptibles de un constante trabajo de recontextualización y

resignificación, de restos mnémicos. También, se considera al aparato mental cómo

mencioné anteriormente, como una especie de sistema de metabolización de dichas

escrituras a la manera de Bion u Auglanier.

El aparato mental re-escriturante busca constantemente tramitar series de restos

mnémicos (como inscripciones) que han quedado desarticulados, por el aflujo de

exitaciones internas de una magnitud tal, que el sujeto haya sido incapaz de domeñar por

diversas vías.
El trauma en su acepción más ámplia, implicaría un choque afectivo, un golpe

disruptivo, que trastorna la organización psíquica del sujeto y que además, es capaz de

producir efectos patógenos de larga duración.

Freud (1896), enfatizó el hecho de que los síntomas sólo pueden ser comprendidos

si se busca su origen en experiencias que hayan tenido efecto “traumático”, y que hagan

referencia a la vida sexual del paciente. Estos traumas sexuales deben de haber ocurrido

enlas primeras etapas de la niñez (antes de la pubertad) y su contenido debe consistir en una

significativa irritación de los genitales.

En el esquema teórico del trauma psíquico infantil está implícito el “proyecto para

psicólogos”; sin embargo, éste edificio, cuenta con varias estapas de construcción, que a

continuación trataré de presentar.

El esquema teórico del trauma como otros conceptos freudianos, se van

resignificando en un ejercicio de metabolización de representaciones “aposteriori”.Tal si al

mismo tiempo en que Freud, construye sus teorías, (en éste caso la del trauma), se

encontrara rescribiendo y elaborando sus entramados traumáticos anudados en el arcón de

su inconciente.

La teoría del trauma de (1937), remite a la de (1895), y a la metapsicología de

(1915), y se refiere en (1937) al concepto de trauma ampliado en (1926) en Inhibición,

Síntoma y Angustia.
Cómo mencioné con anterioridad, trauma y traumatismo son términos utilizados ya

antiguamente en medicina y en cirugía. Trauma implica una perforación, que designa por lo

tanto una herida con efracción. Traumatismo se referiría más bien,a las consecuencias sobre

el conjunto del organismo, producto de dicha lesión.

Es el genio de Freud, quién establece puentes conceptuales entre el concepto de

trauma en medicina, para dar cuenta de cómo se traspola, éste concepto a la elucidación del

funcionamiento mental.

En las comunicaciones preliminares sostenidas entre Breuer y Freud en (1900), éstos se

ocuparon de las relaciones entre el trauma y la etiología de las neurosis de transferencia

(principalmente en base a la comprensión de las histérias).

“El trauma psíquico se ve equiparado en ésta época al trauma psíquico infantil. El

abandono de la “teoría de la seducción”, daq paso a un predominio creciente de la vida

fantasmática en la producción de los traumas y sus efectos pstógenos”. M,W.Baranger

(1987).

En la teoría de la seducción elaborada en 1895 y 1897, Freud sostenía que el

recuerdo de escenas reales de seducción, estaban dadas en base a que el individuo había

sufrido pasivamente de insinuaciones o manipulaciones de tipo sexual.

Laplanche y Pontalis (1986), nos dicen que la seducción fue un descubrimiento

clínico; los pacientes en el cuerso del tratamiento, recordaban experiencias de seducción


sexual; se trataba de escenas vividas, en las que la iniciativa correspondía aotra persona

(generalmente a un adulto), y que podían abarcar desde simples insinuaciones en forma d

palabras o gestos, hasta un atentado sexual más o menos definido, que el sujeto sufrió

pasivamente y con susto.Teoría que supone que el trauma se instaura en dos tiempos

separados entre sí por la latencia.El primer momento del trauma sería el de la seducción

propiamente dicha, y que Freud, define como un acontecimiento sexual (presexual); el

acontecimiento sexual es producido desde el exterior a un sujeto incapaz de emoción sexual

(ausencia de condiciones somáticas de la exitación, imposibilidad de integrar la

experiencia), la escena, en el momento de producirse, no es objeto de represeión, sólo en un

segundo tiempo, un nuevo acontecimiento que no comparta necesariamente una

significación sexual en sí mismo, evocará por algunos rasgos asociativos, la reminiscencia

del primero.

<<Se nos ofrece aquí, señala Freud, como “un recuerdo produce un efecto mayor

que el acontecimiento mismo”.

Laplanche y Pontalis (1968).

“En dichas situaciones, el afecto permanece <<estrangulado>> y el recuerdo de la

vivencia a lo que está adherido, es suprimido de la conciencia. A partir de esntonces el

recuerdo afectivo se exterioriza en síntomas histéricos que pueden considerarse <<símbolos

mnémicos>>, o sea símbolos del recuerdo sofocado.” Breuer y Freud (1893-5).


“No puede hablarse de acontecimientos traumáticos de un modo absoluto, sin tener

en cuenta la <<susceptibilidad>> própia de cada sujeto. Para que exista trauma, en estado

estricto, es decir: ((falta de abreacción de lq experiencia)), la cuál persiste en el psiquismo,

a modo de un cuerpo extraño, deberám darse determinadas condiciones objetivas. El

acontecimientopor su propia naturaleza, puede excluir la posibilidad de una <abreacción>

completa. Condiciones psicológicas en las que se encuentra el sujeto en el momento del

acontecimeinto <<estado hipnóide>> de Breuer, situación afectiva (circunstancias sociales,

exigencia de la tarea que se está efectuando), que dificulta o impide la reacción adecuada

(retención), y finalmente, sobretodo que el conflicto psíquico, impida al sujeto integrar en

su personalidad conciente la experiencia que le ha sobrevenido “defensa”. 1

Hablando de defensas que surgen sobre otras defensas, para tratar de evitar una

desligadura mayor en la conformación del aparato mental, Freud, en forma metafórica

describe, que: “ por obra de un suceso traumático, que conmueve los cimientos en que hasta

entonces se sustentaba la vida, caen en un estado de suspensión que les hace resignar todo

interes por el presente y el futuro, y su alma queda atrapada en el pasado, ocupándose de él

como petrificada”. Freud, (1916) “La fijación al trauma y lo inconciente”.

En Marzo y Abril de 1915, seis meses despues del comienzo de la Primera Guerra

Mundial, Freud elabora el siguiente análisis: “La esencia más profunda del hombre consiste

en emociones pulsionales de naturaleza elemental, ellas son del mismo tipo en todos los

hombres, y tienen por meta la satisfacción de ciertas necesidades originarias”. También

sostiene que: el ser humano busca hacer a un lado la muerte, eliminarla de la vida,
1
Laplanche y Pontalis (1968).
intentando matarla con el silencio; más sin embargo, en lo más profundo de nosotros, existe

una convicción de inmortalidad”.

¿No es acaso la lucha entre los dos instintos, (o sus derivados representacionales

expresados en fantasías de destrucción y/o unión, que se elijan como: conflicto entre partes

del self, entre objetos internalizados buenos y/o malos en pugna, ó, los significantes del

deseo del Otro), una dialéctica originaria, constitutiva e intrínseca a la forma operativa del

sistema inconsciente del ser humano?

Ergimos una serie de mecanismos de defensa (arma-duras caractereológicas, en

términos de W.Reich), necesarios para la “sobrevivencia psíquica” (“la exploración

analítica del desarrollo de esta “coraza” caractereológica muestra que también sirve a una

finalidad económica definida: por una parte es protección contra los estímulos provenientes

del mundo exterior; por otra defiende de los impulsos libidinales internos”. 2 que se

encuentran en función de una lucha por satisfacer nuestras necesidades ulteriores, para

intentar bular la desligadura que fomenta desde su inercia, Tánatos, y entonces gracias a

Eros, (que tramita, difiere, equaliza, simboliza, metaboliza, articula, organiza lo desligado

por lo traumático, y en este hacer, realiza el trabajo de ligar funciones y organizaciones de

mayor complejidad), para mantenernos en una cierta constancia energética y equilibrio que

aunque relativo, genera estabilidad mental.

2
W.Reich. 1949, “Análisis del carácter”, pp67)
Aunque para W. Reich, “el instinto de muerte” aparecía como una especulación

vana, creía que en dado caso, éste instinto podía aparecer como resultado de una inhibición

biopsíquica, o como una stasis energética.

Mencionaba allí, en su análisis del carácter, “el hecho peculiar de que la angustia

de orgasmo aparezca tan a menudo bajo la máscara del temor a la muerte, y que en muchos

individuos neuróticos al idea de la plena gratificación sexual, va asociada a la idea de

morir. Además, si se considera la angustia como expresión de un “instinto de muerte

liberado, debería explicarse cómo pueden llegar a liberarse las “estructuras sólidas. La

misma Benedek dice que la estructura que se ha solidificado puede considerarse enemigo

de la vida sólo cuando adquiere predominancia y obstaculiza los procesos vitales. Además,

si los procesos formadores de estructuras son sinónimos del instinto de muerte, si como lo

supone Benedek la angustia corresponde a la percepción interna de esta creciente

solidificación, es decir, a la muerte, deberíamos especular que los niños y los adolescentes

no sufran angustia alguna, y en cambio los ancianos tengan sólo angustias. También

encontramos temor a la muerte en el individuo sexualmente satisfecho, aunque mas bien, he

descubierto que la angustia es una manifestación de la misma exitación del sistema

vasovegetativo que en el sistema sensorial se experimenta como placer sexual”. 3

Continuando con la revisión teórica sobre “El trauma” definiríamos, a éste,

entonces por su acción violenta que traspasa las barreras protectoras de la psique . Altera la

organización psíquica conformada hasta ese entonces en que se produce el golpe. En

sentido psicológico, sería una invasión o irrupción de una gran cantidad de energía

psíquica, que no puede ser tramitada, “ligada” por vias normales y que por lo mismo,
3Reich (1927), “La función del orgasmo”. Pp63
desorganiza la estructura del aparato mental. Desestructura las series de escrituras previas.

Desorganiza conjuntos de representaciones, desarticula las relaciones de objeto

internalizadas. Fragmenta al self. Cuando no se descarga la energía coagulada por lo

traumático, surge una angustia traumática.

El trauma produce fijaciones y regresiones. La fijación es que el aparato psíquico

tiende a quedarse como pegado a la experiencia de lo traumpatico y tiende tamboien a

regresionar al sujeto a estados anteriores que sirven de refugio psicológico. Mientras más

inmaduro sea el sujeto, más frágil será la constitución de su aparato y por lo tanto más

efectos patógenos darán lugar.

El yo y sus mecanismos defensivos se verán confrontados a entrar en acción, para

tratar de solventar la desestructuración y las desligaduras que provocaron dicha experiencia

traumática. El yo trata por todos sus medios de contarrestar un desbordamiento mayor, un

derrumbe de los sistemas defensivos.

La capacidad del yo para reescriturar, transcribir, resignificar, reacomodar, y tolerar

la angustia que genera un posible derrumbe de los sistemas defensivos determinará, su

fortaleza, como una de las variables de mayor peso que influyen en el proceso de

elaboración psíquica. Elaboración que implica la capacidad de metabolizar los contenidos

representacionales que subyacen sin ligadura.

Los traumas pueden elaborarse produciendo una alteración transitoria; sin embargo ,

esto depende en gran medida de la conformación estructural, como del funcionamiento dea
psíquico del sujeto Sin embargo, si los sistemas defensivos fallan y no logran una adecuada

y suficiente tramitacion de los afectos que suscitan como de las representaciones que se

desorganizan, entonces se generan y refuerzan otras defensas que se estructuran de forma

contínua, para fines de evitar un derrumbe mayor. Es ahí en donde se observan distintas

formaciones de compromiso sustitutivas y compensatorias que dan lugar a transacciones

psicopatológicas alternas.

La frustración es una de las fuentes principales de los traumas, algunas frustraciones

o privaciones severas dejan huellas y otras no. Esto dependerá en gran medida de la

respuesta de articulación defensiva y de los tipos de mecanismos defensivos que

constituyan la estructura de ese sujeto en cuestión. En términos abstractos, el trauma se

puede producir por dos vías:por déficit en la satisfacción de necesidades Por exceso en la

estimulación. Sín embargo, en ambas lo que subyace, estriba en qué alternativas de manejo

defensivo implementará el sujeto, y en cualquier camino, intervendrán nuevamente, una

serie de entramados representacionales, como de intrincamientos y desintrincamientos

pulsionales.

Si se combinan la posibilidad de que se acrecente el efecto traumático, es mayor. El

trauma que no logra ser descargado y resignificado para una adecuada tramitación, provoca

como se mencionó, el síntoma, que es una formación de compromiso sustitutiva entre un

derivado del trauma y las defensas que se han erguido contra dicho trauma, por lo tanto está

compuesto por dos elementos: derivado del trauma y defensa del trauma. (Al parecer el

dualismo pulsional, Eros-Tanatos, siempre resulta estar presente).


“La compulsión repetitiva, re presenta una excepción al principio del placer, en la

medida en que la labor de ligar las impresiones traumáticas resulta ser a su vez anterior a la

labor de procurarse placer y evitar displacer”, (si existe un más allá del principio del placer,

será lógico admitir también un tiempo anterior (Vorzeit) a la tendencia del sueño a realizar

deseos, Freud. G.W.XIII,p33; S.E.XVIII,p33,esp;trp,110). Alguien, podría objetar que tal

prioridad de las medidas defensivas destinadas a “ligar” la energía libre sobre el principio

del placer (y sobre esa modificación suya que es el principio de realidad) nada tiene que ver

con una eventual pulsión de muerte.Y es aquí donde el hábil manipulador descubre de

repente su juego: eso que permanece inexplicado en la compulsión repetitiva es su carácter

“pulsional” (triebhaft), incluso “demoniaco” (demonisch).” 4 *(Nota: en el capítulo sobre el

tiempo, lo diabólico se desarrolla a mayor profundidad éste tema).

Cuando sobreviene un trauma, se crea una defensa y se desencadena un mecanismo

denominado por Freud, como “compulsión a la repetición”, concepto central en

psicopatología, pues quiere decir a grandes rasgos que el aparato psíquico repite el trauma

y/o sus derivados, para intentar derivar, elaborar , digerir, resignificar, metabolizar, integrar

ó, curar de forma diferente, esos contenidos inexplicados que funcionan a manera de

cuerpos extraños para la mente, y que operan de forma diferida y generalmente mudada y

muda, es por eso que la incompletud y lo indecidible, se juega en un futiro anterior, y como

reencuentro con una ausencia presente. El aparato trata de sobrepasar la inconciliabilidad

(desligadura), que genera lo traumático, ya que lo inconciliable queda como separación ó

conflicto intrapsíquico. Es ahí en donde opera la pulsión desobjetalizante, en términos de

Green.

4
P.Ricoeur (1970). “Freud una Interpretación de la cultura”,p 249.
Lo traumático, hace que se rompan las organizaciones previamente articuladas y

elaboradas, construidas, escrituradas (tejidas) por Eros, (quién se ha encargado de ser el

reresentante de que se mantengan las investiduras significativas de los objetos, como partes

del self y sus respectivas imágenes. Green, (1993), en : “El trabajo de lo negativo”, que:

“Lo objetalizado, es la investidura misma y, que el designio de la pulsión de muerte es el

de desempeñar de la manera más extrema posible una función desobjetalizante, por

medio de la desligazón. Asunto que permite comprender, que , no sólo es atacada la

relación con el objeto sino son atacados también todos los sustitutos de éste: el yo, por

ejemplo, y el hecho mismo de la investidura en tanto que ha sufrido el proceso de

objetalización. En la mayoría de las veces asistimos al mero funcionamiento

concurrente de actividades vinculadas a los dos grupos de pulsiones. Pero la

manifestación propia de la destructividad es la desinvestidura.”

La fuerza de la pulsión de muerte, como desinvestidura, o mejor dicho y en

términos de Green, cómo desinvestidura desobjetalizante, provocará que se desencadenen

una puesta en escena de los mecanismos defensivos, para tratar de contrarrestar, la amenaza

de una devastación mayor, de la misma pulsión de muerte. (Es decir, que para que se siga

cumpliendo el principio de constancia y no el de Inercia, que terminaría por desalojar al

sujeto en lo absoluto, de sú cuerpo, de sí).

Simultáneamente, entre los efectos de lo traumático, también, la libido narcisista, se

vería comprometida. “La libido del yo, en relación con la experiencia traumática. En el

caso en que el yo no invista suficientemente su libido en los objetos, el ego se siente


amenazado de ser inundado por esta.Teme una economía caótica de la libido.esto es

sentido como angustia hipocondríaca (<<Hay algo malo en mí>>). El trabajo psíquico

consiste en transformar la libido del yo no ligada, flotante, invistiéndola en fantasmas

megalomaniacos sin objeto que imprimen un desarrollo a la angustia hipocondríaca.

Una experiencia imprevista y repentina que amenaza la existencia produce un caos

en la economía libidinal del yo de una manera diferente. Ella despoja a la libido del yo, es

decir de la libido narcisista, de sus objetos narcisistas, una función regular, integrada, de

preservación vital de sí, y una experiencia de inetegridad.La libido del yo sin objeto

movilizada de este modo flotará, por así decir, libre, no ligada. Ello mantendrá la

exitación, una suerte de angustia hipocondríaca, y la necesidad de una religazón con

contenidos psíquicos que deben ser transformados y apaciguados por medios psíquicos. A

esto tiende la repetición”. 5

El yo, del sujeto,desde su libido, más narcisista, desde las investiduras, de imágenes

para sí, mas atesoradas, realizará una obra de reconstrucción titánica, por reentramar, la

desarticulación de representaciones, y el caos pulsional, producto de la experiencia

traumática.

Realizará por repeticiones sucesivas (Fort-Da), intentos por reestructurar, todos los

daños causados a su organización. (reconstruir y reparar la madeja de sus entramados

libidinalmente cargados (investidos), como sus objetos y partes despedazadas.Ya que como

5
Eero Rechardt (1989) “La pulsión de muerte”, (Los destinos de la pulsión de muerte).p 55-56.
decía M.Safoaun, citado por Poissonnier (1998), 6“la entrada inaugural de la muerte en la

vida es la significación misma del Fort-da). Y en esa búsqueda sometida a la regulación

del principio de placer donde gravitan todas las Vorstellungen: cada objeto, a partir de las

investiduras de estas, aparece por lo tanto como una epifanía de Das ding”. Es decir, que

el yo intentará a toda costa resarcir los daños ocasionados sucesivamente, para no sentir la

angustia del vacío que ocasiona un reencuentro (a nivel de sensaciones), con la cosa en sí.

En palabras de E.Galende (1992)7 el acontecimiento traumático, y esto es esencial,

ha de ser repetido por el sujeto, no p orque produzca placer o displacer, sino a causa del

displacer que provoca y de la no ligadura. (Correspondería entonces a las capas superiores

del aparato anímico la labor de ligar (Bindung) la exitación de las pulsiones que

caracterizan los procesos primarios.el fracaso de esta ligadura haría surgir (en el sujeto) una

perturbación análoga a las neurosis traumáticas.Sólo después de efectuada con éxito la

ligadura podría imponerse sin obstáculos al reinado del principio del placer o de su

modificación el principio de realidad).Retengamos entonces dos aspectos del trauma en

relación con la compulsión de repetir: a) idea de una rup´tura del aparato psíquico por el

proceso traumático, e inutilización de la regulación por los principios del placer y realidad;

y b) la repetición compulsiva, ligada al fracaso de las defensas y dela función de ligadura,

compromete a todo el aparato psíquico, y es un acto que reqliza el sujeto.

Ya no se trata sólo del fracaso de la ligadura, respecto de la pulsión sexual, que

ocasiona displacer en el yo, o angustia. En esta nueva concepción de lo traumático en

relación con el fracaso de las funciones del yo, se hace evidente que hay algo más que la

sexualidad y el placer, algo que en lo psíquico mismo funciona contra lo psíquico, una
6
M. Poissonnier “La pulsión de muerte” B.Aires, Argentina. p63
7
E.Galende (1992) “Historia y repetición”, p87
fuerza (pulsión) que tiende a la muerte del seseo sexual . Y esto es llevado a un principio de

des-ligamiento (Entbindung), que se nos muestra en el dominio de los procesos

traumáticos. Freud, señala a los sueños delas neurosis traumáticas, ejemplos de esta

repetición compulsiva, como fracasos de significar, y destinados a producir una ligadura

psíquica con el acontecimiento traumático, que permitiera recobrar el dominio del principio

del placer, para que el sueño recupere su función guardiana del dormir. El narcisismo

primario es en cierto modo pulsión de muerte, como intento máximo del yo (yo ideal) de

desinvestimiento de todo objeto.eros en tanto unión al otro, puede regularse por mediación

del ideal del yo, de la espera, la humildad, la sobreestimación del objeto.Pero la pasión

mortífera del yo ideal, puede pasarse a los hechos. Y en el deseo de fusión que anima al yo

suprime al otro, liberación de la pulsión de muerte como destructividad cuyos ejemplos lo

aportan ciertas formas de psicosis llamadas justamente pasionales. Curiosa paradoja: la

inmortalidad del yo ideal, que está enla base de todo narcisismo, se expresa como pulsión

de muerte, supresión de toda tensión por el objeto.

Igualmente en la base de toda compulsión de repetición está el trauma fundante del primer

encuentro con el Otro terrorífico en tanto ha de construir el núcleo primario de nuestro

ser.La salida a este narcisismo absoluto del yo ideal es el sustituto del narcisismo perdido

de la infancia (yo ideal) en el cual era él mismo su propio ideal”.

“El fin último del narcisismo, es borrar la huella del Otro en el deseo de Uno.Es

entonces la abolición de la diferencia primera, la de Uno y el Otro. Pero ¿qué significa esta

abolición en el retorno al regazo materno? . Lo que el narcisismo primario busca alcanzar

por la abolición de las tensiones a nivel cero es la Muerte, o la Inmortalidad que equivale a

lo mismo. De ahí el sentimiento frente a esos enfermos: que su vida es un suicidio a fuego
lento, cuando parecen haber renunciado a un suicidio violento. Pero esa forma de suicidio

es reveladora de que la inanición objetal, la consumición, son sacrificios que se hacen por

el amor de un Dios terrible. Con la supresión de la diferencia primera se opera al mismo

tiempo la abolición de todas las demás diferencias, incluida, desde luego, la diferencia

sexual. Porque es lo mismo decir que es preciso reducir el deseo a su nivel cero, que decir

que hay que prescindir del objeto, que es objeto de la falta: objeto signo de que uno es a la

vez finito, inacabado e incompleto. Por algo aFreud, en Más allá del Principio del Placer,

se refiere al mito platónico del andrógino. Para el narcisista moral esto es letra muerta,

puesto que los inconvenientes de la diferenciación sexual deben ser suprimidos por la

autosuficiencia. La completud narcisista no es signo de salud, sino espejamiento de muerte.

Nadie sin es objeto. Nadie es lo que es sin objeto.

La castración se afirmará como la dueña del juego porque esa falta será desplazada hacía la

perfecciónmoral a que el narcisista aspira, que de continuo lo sitúa más acá de las

exigencias que se ha impuesto. Y en esto, la vergüenza descubrirá su rostro, que será

preciso cubrir con un velo.

No se borra la huella del Otro, ni siquiera en el Deseo de lo Uno.

En efecto el Otro habrá cobrado el rostro de lo Uno en el doble que le procede y que

sin cesar le repetirá: “Sólo me debes amar a mí. Nada salvo Yo, merece ser amado”. Pero

¿quién se oculta tras la máscara, el doble, la imagen en el espejo?. Los dobles vienen a

habitar el cuadro de la alucinación negativa de la madre.

La idealización del yo es siempre corolario de un sentimiento en extremo amenazador tanto

respecto del objeto como del yo, lo que coincide con nuestras observaciones acerca de la
importancia de la agresividad destructiva en los narcisistas morales.La idealización se alía

con la omnipotencia para contener, neutralizar, aniquilar a las pulsiones de destrucción que

amenazan al objeto y al yo, según la ley del talión.

Aquí se perciben mejor las relaciones con el masoquismo, que ofrecen dificultades a la

interpretación del narcisismoo moral. Nos parece que el masoquismo representa el fracaso

de la neutralización de las pulsiones de destrucción, orientadas hacía el yo; fracaso,

entonces, del narcisismo moral y su carga idealizante.Por consiguiente, tenemos que

comprender el narcisismo moral como el triunfo de la defensa y, por eso mismo, el triunfo

en la búsqueda de un placer (megalomaniaco), más allá del masoquismo, en el cual la

megalomania brota de la emancipación de las tensiones conflictivas.El narcisismo moral,

no es la única salida frente al masoquismo que amenaza al yo, sino uno de los

procedimientos que apartan esta amenaza. ¿Inferiremos de esto, que el narcisismo moral es

una cobertura frente al masoquismo? Parece haber una dicotomía entre idealización y

persecución.La escisión produce las dos posiciones al mismo tiempo.La idealización no es

menos mutiladora que la persecución, puesto que retira al sujeto de un circuito de

relaciones objetales. En todos los casos advertimos que la regresión obedece a la

desintrincación de las pulsiones, y a la destrucción, no dominadas por la escisión, así como

la acentuación en la idealización. Como quiera que fuere, recordemos que las dos

posiciones, idealización y persecución, se dan juntas.Más acá tennemos un estado caótico

que no conoce a la primera división simbolizante: la de lo bueno y lo malo.” 8

8
A.Green (1983), “Narcisismo de vida, narcisismo de muerte”. pp189.
El aparato hace un esfuerzo por tratar de ligar la energía coagulada o secuestrada en

series de cadenas asociativas. Así, como de descargar simultáneamente el exceso o

excedente, que opera como lastre. Carga y descarga sucesiva, deasde un automatismo de la

inercia, en donde el aparato, apunta, mientras se cumpla su término (cronología), a un des-

enlace final. (retorno a cero).

En palabras de P.Ricoeur (1970), que cita a Freud, “Una pulsión sería, pues, una

exigencia (Drang), inherente al organismo vivo que le impulsa a reestablecer un estado de

cosas anterior, estado que el viviente ha tenido que abandonar bajo la presión de fuerzas

exteriores perturbadoras; dicho de otro modo, una especie de elasticidad orgánica o, si se

quiere, la manifestación de la inercia (trágheit) inherente a la vida orgánica.”. Es decir que

todos aquellos preparativos fueron montados para aislar el carácter pulsional de la

compulsión repetitiva, previamente tratada como una peripecia defensiva y sustraída al

reino del principio del placer mediante rodeo Y ese carácter pulsional e s lo que autoriza, de

modo definitivo a ergir la inercia en pie de igualdad con la pulsión de vida. Toda la

continuación del ensayo consiste, de una parte, en llevar la hipótesis al extremo, hasta sus

últimas consecuencias, como un gas con todo el lugar libre para expandirse, hacíendolo

plausible mediante un método de convergencia de indicios.”

Un aspecto fundamental es el esfuerzo que realiza el aparato por ligar lo dañado, a

través del trabajo del pensar, mismo que implica simbolizar la experiencia.

El trabajo de ligadura, representado por Eros implicaría una energía ligadora, una fuerza de

atracción, una generación de nuevas y diferentes investiduras, una asociación de


representaciones, articular el proceso secundario sobre el primario y sobre el principio de

inercia que sino, tendería a la descarga sin freno.

Eros también intenta unificar al yo, y genera relaciones de objeto, constituye parte

de su incipiente narcisismo y desarrolla las estructuras psíquicas. La pulsión de muerte sería

todo lo contrario a lo anterior.Sin embargo: “el amor objetal, es pulsión de vida y también

de muerte, como el amor narcisista es Eros que se ignora y cultivo clandestino de la

muerte.La sexualidad estpá operando allí donde también lo está la muerte” 9

“Tanto en (1916-17), en “Conferencias de introducción al psicoanálisis”, como en

“Más allá del principio del placer” (1920-22), Freud, utiliza la definición económica del

traumatismo, misma que establece la hipótesis de que un aflujo excesivo de exitación, anula

inmediatamente el “principio del placer”, obligando al aparato psíquico a realizar una tarea

más urgente, <<más allá del princiío del placer>>, tarea que consiste en “ligar” las

exitaciones en tal forma en que se posibilite su descarga ulterior”. 10

En relación a la situación traumática y a las situacciones de riesgo, “hay diversos

peligros específicos, capaces de precipitar una situación tán impactante, que resulte

apremiante en distintas épocas del a vida:

“El nacimiento, la pérdida de la madre como objeto, la pérdida del pene, la pérdida

del amor del objeto y la pérdida del amor del supéryó, son algunas de las principales
9
P.Ricoeur (1970). Freud una interpretación de la cultura, p 253.

10
Laplanche y pontalis (1968).
experiencias que sumen o pueden derrumbar, los cimientos sobre los que se sostiene, la

estructura psíquica del sujeto”. Freud, citado por: Baranger y colab, (1987).

“La imagen del objeto perdido, su sombra cae sobre el yo y recubre una parte de él.”

S. Freud.

“En lo inconsciente

no hay nada que pueda dar contenido a nuestro concepto de la aniquilación de la vida. La

castración se vuelve por así decirlo representable por medio de la experiencia cotidiana de

la separación respecto del contenido de los intestinos y la pérdida del pecho materno

vivenciada a raíz del destete; empero, nunca se ha experimentado nada semejante a la

muerte. Por eso me atengo a la conjetura de que la angustia de muerte debe de concebirse

como un análogo de la angustia de castración, y que la situación frente a la cual el yo

reacciona, es la de ser abandonado por el superyo protector. Los ppoderes del destino con

lo que expresaría ese su seguro para todos los peligros. Freud (1914).

El núcleo inconciente del yo no cuenta con representaciones acerca de su posible

aniquilación. Se necesita que exista por lo menos un yo incipiente, para que puede haber

un cierto registro de huellas que den noticia al yo sobre la representación del peligro El yo

se pondría sobre aviso de la posibilidad de estar en falta, a través de series de experiencias

que signifiquen pérdidas, ya sea de objetos, o de sus representaciones.


El trauma parece siempre hacer referencia a la época infantil que no pone en riesgo

tán sólo al sujeto, producto de una efracción, en sus barreras de protección antiestímulos;

sino una situación vital de <desvalimiento>, <derrumbe>, ó, desitegración.

Las experiencias traumáticas que han dado lugar en nuestro pasado ignorado (antes de la

adquisiciónd el lenguaje), como posterior, darán cuenta de la construcción de redes

representacionales, como de objetos y partes que en síntesis, determinan nuestra realidad

psíquica. Realidad, que se puede entender, como una serie de huellas mnémicas, o restos de

imágenes sepultadas bajo la coraza, y la lápida de un mecanismo denominado represión,

(mecanismo que implica, un constante trabajo de sepultamiento de inscripciones.

El efecto de experiencias que han implicado explicita o implícitamente castración

(como lugar de falta), darán lugar a la inscripción de dichas huellas de memoria.

La perdida fundamental del narcisismo primordial, que desde una base autoerótica, nos

constituía, (y como defensa frente a a una sensación de desvalimiento), ha dejado marcas en

nuestro amor propio, como en nuestra psique y nuestro soma. Es la marca constitutiva de la

perdida y el duelo por haber dejado atrás a su majestad el infante adorado de mamá.

“el psicoanalista debe perpetrar indefinidamente el asesinato del niño, reconocer que no

puede efectuarlo, contar con la omnipotencia del Infans. La práctica psicoanalítica se funda

en la revelación del trabajo constante de una fuerza de muerte: la que consiste en matar al

niño maravilloso (o terrorífico) que de generación en generación atestigua los sueños y

deseos de los padres; no hay vida sin pagar el precio del asesinato de la imagen primera,

extraña, en la que se inscribe el nacimiento de todos. Asesinato irrealizable, aunque

necesario, ya que ninguna vida es posible, ninguna vida de deseo, de creación, si se

suspende el asesinato del <<niño maravilloso, siempre renaciente.


El niño maravillosos es ante todo la nostalgia de una mirada materna que lo ha convertido

en un esplendor extremo, majestuoso como el niño Jesús, luz y joya que brilla con poder

absoluto; pero ya es también el abandonado, perdido en un desamparo total, solo frente al

terror y a la muerte.Representa ese teatro secreto, en el que se juega el destino,la primera (o

tercera) persona a partir de la cual eso habla. Renunciar a la representación priomordial del

niño maravilloso es morir. Para cada uno hay siempre un niño al que se debe matar, el

duelo que se debe hacer y rehacer continuamente de una representación de plenitud, de

goce inmóvil, una luz que se debe enceguecer para que pueda brillar y extinguirse sobre un

fondeo de noche.Aquél que nohace y rehace el duelo del niño maravilloso que habría sido,

permanece en los limbos y la claridad lechosa de una espera sin sombra ni ilusiones;pero

aquél que cree haber saldado de una vez para siempre su cuenta con la figura del tirano, se

exilia de las fuentes de su genio y cree en un espriritu versado frente al reino del goce.

Todo <orden> familiar y, con mayor razón aún social, asume como objetivo hacerse cargo

de esta figura, imposible de encontrar o perdida, de felicidad, de caida, de gloria y de

omnipotencia, pero en realidad no hace más que alejarnos de ella. Ya que ningún orden

puede eximirnos de nuestra prpopia muerte: noaquella que él organiza y administra

mediante sus pompas guerreras o religiosas sino la primera muerte, la que debemos

atravesar desde el momento en que nacemos, la que conocemos y de la que constantemente

hablamos, ya que debemos vivirla cotidianamente, la muerte del niño maravilloso o

terrorífico que hemos sido en los sueños de los que nos han hecho nacer, o visto nacer. (De

lo que debemos separarnos absolutamente para existir es del falo; pero tampoco podemos

borrar en nosotros la cifra de ese mismo falo: circuncisiones, bautismos iniciaciones no son

más que su sello repetido, sea que se le considere redentor, propicio o conjuratório. Se

aferra ciegamente a nosotros y debemos deshacernos de él para reconocerlo. La rabia de


vivir, nos anima xomo un esfuerzo siempre impotente/victorioso para liberarnos, pese a

todo, de lo que está engarzado, en cada una de nuestras palabras, adherido a cada una de

nuestras fibras: ese falo diabólico del que debemos separarnos, <<desexuarnos>>,

(dissexer), a fin de tener alguna razón para vivir y alguna esperanza de goce.Tales son el

objeto impensable, el trabajo a realizar permanentemente, la meta siempre buscada de la

pulsión de muerte”.11

En análisis anterior muestra cómo la experiencia de muerte simbólica e imaginaria

del niño ideal ante los ojos de la madre, tiene que sufrir una castración simbólica e

imaginaria, que de lugar a la representación simbólica, como un residuo en la mente, de un

asesinato necesario para la sobrevivencia psíquica. Toda experiencia traumática, recaerá y

remitirá, a la falta o al exceso, sobre los engramas12 entramados en la mente inconciente, de

dichas huellas de ese asesinato necesario, que ha quedado en forma de una representación:

re-presentación narcisística primaria).

Todo automatismo de repetición, en la pizarra del aparato ficcionante figurativo

almacenador de huellas de memoria como restos acumulados, y en constante proceso de

acomodación-asimilación, se encontra en función de un mencionado principio de Inercia

pulsional, en contraste con el principio de constancia regulador. “Esa fuerza de repetición

que nos incita a vivir cada instante de nuestra historia es más poderosa que el <<amor al

prójimo>>. Freud,la llamó Pulsión de Muerte. Lo que se debe matar, son las

construcciones y fantasías, que pretenden dar cuenta de modo unívoco de nuestra filiación,

11
S.Leclaire, (1977), “Matan a un niño: Ensayo sobre el narcisismo primario y la pulsión de muerte”. p.12
12
Ver: (Godel, Esher, Bach) Un Eterno y Grácil Bucle- Por: H.Douglas R. Hofstadter (1987) Barcelona. Ed. Tusquets..
o para ser más precisos, que focalizan en un punto de origen la fuenta de las fuerzas que

nos animan”. S.Leclaire (1977) , “Matan a un niño”.

Hay en Freud, un interes por las neurosis de guerra, como en las neurosis

traumáticas. Esto estimulado por las reflexiones que el padre del psicoanálisis elaboraba

ante acontecimientos actuales, y que en gran medida padeció. También aquí, aparece el

factor metapsicológico (económico) de lo traumático.

Las neurosis traumáticas dan claros indicios de que tienen en su base fijación al

momento del accidente traumático. Estos enfermos repiten regularmente en sueños la

situación traumática; cuando se presentan atques histeriformes, que admiten un análisis, se

averigua que el ataque corresponda a un traslado total del paciente a esa situación. Es como

si estos enfermos no hubieran podido acabar con la situación traumática. Como si ella se les

enfrentara todavía a modo de una tarea actual insoslayable, y si nosotros tomamos esta

concepción al pie de la letra, nos enseña el camino hacía una consideración, llmémosla

económica de losprocesos anímicos.Más la expresión traumática, no tiene otro sentido que

ese, el económico.” Freud (1916-17), Citado por W.Baranger y Col (1987).

Las reflexiones de Freud acerca de la Neurosis de Guerra lo llevan a profundizar en

el enfoque económico y a la vez a desenterrar una de las piedras angulares en el

psicoanálisis: la de la pulsión de muerte.

Las impresiones de naturaleza sexual agresiva y los daños tempranos del yo

(mortificaciones narcisistas), cuando los niños no distinguen de manera más clara, son
algunos de los aspectos que marcarán la psique con representaciones de daño y en el fondo

de desvalimiento.

A un trauma de la temprana infancia, puede seguirle por encadenamiento y sumación, otra

serie de experiencias dolorosas, en donde el yo por artuculación del deseo inconciente,

tiende, a relacionar con la experiencia originaria de desvalimiento y abandono.

Puede causar perturbaciones llamativas o pasar como algo <latente> e inadvertido, pero es

probable que en un segundo tiempo aposteriori se manifiesten eclosiones de

representaciones reprimidas bajo la sepultura del mecanismo de represión, prevaleciendo

así la defensa y quedando como secuelas alteraciones indirectas que se manifiestan por

vías alternas a manera de coneciones sintomáticas sustitutivas y denominadas por Freud,

falsos enlaces. Alteraciones que muestran como lo traumático adquiere una cualidad

metafórica de una especie de <cicatriz>. Cicatrices que el la psique tiene la facultad de

volverse a convertir en heridas sangrantes, y que en ocasiones la hemorragia simbólica,

llega a desencadenar, grandes destrozos o deterioros a la estructura mental del sujeto.

Las pulsiones reforzadas por la maduración física, pueden retomar la lucha que

inicialmente sucumbió ante la defensa; y en un segundo tiempo manifestarse como reacción

al contenido encapsulado en estado latente. Es como si estallara una bomba, y ahí se

liberara la pulsión de muerte con toda su fuerza. En ocasiones produciendo alteraciones en

las esferas que constituyen al yo. O, en otras ocasiones manifestándose a manera de

síntomas somatoformes.

Si, no aparece el auxilio analítico y contenedor, frecuentemente el yo del paciente puede

terminar en un desenlace de total o parcial devastamiento, o con angustias de

despedazamiento; siendo estos sólo algunos ejemplos del poder de la fuerza desatada de la

pulsión de muerte.
El nivel de afectación generada en el sujeto por la cicatriz que ha dejado una pérdida

significativa, como vieja herida incambiable e irrevocable, y de la cual habla el sujeto a

través de la angustia, u otros síntomas, por no haber podido controlar, mediatizar,

neutralizar, tramitar, o redirigir los efectos de una experiencia dolorosa que ha golpeado su

estructura, son un ejemplo del poder arrasador, que se desencadena de la fuerza de la

inercia de la pulsión de muerte en el aparato animico del sujeto en cuestión.

Phyllis Greenacre, citado por A.Freud (1967), menciona en forma directa, la gran

relación que guarda un evento traumpatico y un “breackdown” ,(derrumbe), estableciendo

que: “Ningún evento traumático verdadero es enteramente digerido y, que éste a su vez

incrementa y deja un aumento de vulnerabilidad, en forma inevitable, en donde el individuo

quedará propenso a un breackdown posterior, esto, aún si el riesgo se restringe sólo a

ciertas ocasiones, en las que el sujeto se enfrenta no sólo a una repetición cuantitativa, sino

cualitativa ante una herida original.

Psicopatológicamente, si el daño efectuado a dicha construcción del aparato anímico

mental ha sido efectuado en etapas muy tempranas y previas a a la adquisición de una

estructura más sólida, afectará entre otras formas, a la capacidad de simbolización de la

experiencia dolorosa, es decir a la capacidad para resignificar repetidamente una serie de

experiencias de vida en donde se ponga en riesgo la integridad física y mental Es en éste

lugar en donde la fuerza de desligadura Tánatos, entra en jaque con las fuerzas y

armamentos defensivos del Yo-Eros, para tratar de mantener un cierto equilibrio

homeostático, en función de un principio de constancia ya mencionado en el capítulo


primero.Sin embargo, el asunto se complica cuando podemos observar que la mezcla-

desmezcla pulsional, implica tanto en los enjambres de entramados representacionales,

como en las distintas batallas internas pulsionales, una serie de combinaciones complicadas

en las que se las ve constantemente enredado y de forma generalmente sintomatica, el

sujeto, es por ello, que me permitiré, hablar de una combinación, no sólo de un Yo-Eros;

sino de un Yo-Tanatos. O, en su caso, de un Yo-Eróticus-heróico-simbólicus vs un Yo-

Tanaticus-Diabólicus-mortí-feruz, produciendo series combinatorias alternas, tanto a

niveles de entramados en escenarios representacionales que producen teatros en el aparato

ficcionante-figurativo, como, sus correlativas batallas pulsionales. (Poteriormente

desarrollaremos éste tema).

<<Ante situaciones de máximo sufrimiento también se ponen en función

determinados mecanismos psíquicos de protección>>,

S. Freud (1930).

Cómo no habría de defenderse el sujeto, ante situaciones que en última, como

primera instancia le han remitido en el fondo de su subconsciente, a experiencias de

desvalimiento, en donde lo que corre riesgo, ( y de ahí, la sensación oculta de una angustia

de muerte como afrenta de desligadura desobjetalizante), sería precisamente, el, de caer

ante la fuerza de inericia que arrazaría con todo de no haber diques suficientes y

mecanismor de sostén, que contengan esa fuerza de la pulsíón que termina por llevarse todo

a su paso.
El yo se la pasa defendiéndose constantemente (conciente y preconcientemente).

“Cómo no habría de defenderse el yo enfrentado con angustia e inerme a la espera de un

advenir que sólo le promete la impensable aniquilación?. Las defensas que se instalan

apuntan tanto al afecto como a la representación. Es de capitál importancia la oscilación

delos movimientos defensivos en relación a las vicisitudes de toda enfermedad. En una

primera etapa cuando la esperanza de recuperar la salud no ha sido abandonada y cuando el

principio del placer rige la lectura de los síntomas, se observan alternativamente, según el

caso, diversos mecanismos: denegación (por ejemplo, diagnóstico equivocado), renegación

(Grinberg de ekboir, 1983), disociación, proyección, idealización (cura mágica), entre

otros. Mecanismos como el de silenciación o el aislamiento, para no escuchar o escucharse

pronunciando lo que “ya sabe”, evitando evocar huellas mnémicas profundamente

dolorosas. Esto, nos lleva los componentes narcisistas de la regresión en donde se

manifiesta una retracción linidinal, con el desinteres de lo que sucede en el mundo

circundante e incluso la indiferencia hacía los seres queridos. Puede inclusive surgir la

sensación y sentimientos de una especie de deuda que el mundo tenga con ese sujeto.

Piera Auglanier (1980) hace hincapié en que <<resguardar la catectización por el yo de su

estado de ser viviente>>constituye unproyecto identificatorio vital. La pregunta que se

plantea es saber como habrá de catectizar el yo un cambio que pueda implicar su

destrucción.Para ello es <<necesario que el yo pueda preservar la catexia de ciertas

referencias simbólicas al abrigo de todo peligro>>”.13

13
A.M.Alizade (1995), “Clínica con la muerte”, pp130.

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