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Galli Fiant. Alimentos Hijo Mayor de Edad

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DEBER DE ALIMENTOS HACIA LOS HIJOS MAYORES DE EDAD

Por María Magdalena Galli Fiant


Publicado en: Revista de Familia y Sucesiones. Tomo I ALIMENTOS.
Delta Editora. Paraná, 2010. Pág. 47 y siguientes.

I- Introducción

Dentro del amplio capítulo del derecho alimentario entre


parientes, uno de los temas de mayor actualidad y riqueza es, sin
dudas, el de los alimentos a los hijos mayores de edad. Basta una
simple mirada para observar las diferencias entre la organización
socioeconómica y familiar decimonómica y la realidad de comienzos
del siglo XXI, Entre ellas hay algunas que particularmente
impactan en el tema que nos ocupa: la extensión de las etapas de
educación formal obligatoria de los jóvenes, la necesidad de
capacitación laboral/profesional terciaria o universitaria para el
mejor acceso al mercado de trabajo, la postergación de la
dependencia económica respecto de la familia paterna/materna, y
las dificultades para la acceso y la conservación del trabajo, sin
olvidar los casos de jóvenes que a temprana edad conforman nuevas
familias pero continúan siendo económicamente dependientes de sus
padres, o hasta conviven con ellos.
Sobre la misma plataforma normativa del Código Civil en su
redacción originaria, con la única modificación del artículo 265
t.o. ley 26.579, juristas, magistrados y abogados litigantes han
adaptado la interpretación del deber alimentario de los padres
hacia los hijos mayores conforme a esta nueva realidad.
Nuestra propuesta consiste en abordar en forma integral el deber
alimentario de los padres hacia sus hijos mayores, atendiendo a
las diversas situaciones posibles, y considerando tanto los
aspectos de fondo como procesales.

II- El deber alimentario de padre y madre hacia sus hijos

a- El deber alimentario hacia los hijos mayores de edad: una


especie del derecho/deber alimentario entre parientes

El derecho y deber alimentario entre parientes constituye un


derecho/deber subjetivo familiar de contenido patrimonial. Si bien
por su fundamento y finalidad última atiende a la satisfacción de
un interés moral no patrimonial –la subsistencia digna del
pariente-, se concreta a través de una prestación material
económicamente apreciable, cuyo cumplimiento puede ser obtenido en
forma compulsiva.
Reconoce su fuente en la ley. Tiene un fundamento ético, cual es
la solidaridad entre los sujetos unidos por un vínculo de
parentesco estrecho.1 Al respecto señala Fanzolato que “cada
1
Este fundamento se destaca en numerosas especies jurisprudenciales. Así se ha sostenido que la obligación alimentaria
de los padres se funda en la procreación, como uno de los deberes inherentes a la patria potestad, mientras que la de los
1
integrante de un grupo familiar es deudor de todos sus miembros
por los beneficios que ha recibido del grupo (cuidados,
alimentación, educación, formación integral, herencia cultural,
social, pecuniaria, desvelos, etc) y al mismo tiempo es acreedor
por las consecuencias perjudiciales que pueda sufrir a causa de su
pertenencia al conjunto… La obligación alimentaria es una manera
de pagar y de cobrar los servicios intercambiados, es una forma de
equilibrar los provechos y las pérdidas”2
El derecho y deber alimentario entre parientes está consagrado por
el Derecho objetivo como parte del entramado mínimo de relaciones
solidarias que se espera entre los miembros de una familia. La
definición de los sujetos entre los cuales se extiende este efecto
del parentesco marca los límites elegidos por el legislador para
exigir el mutuo auxilio que, en la mayor parte de los casos, se
cumple en forma voluntaria. Como dice Méndez Costa, los alimentos
constituyen la mínima expresión de esa solidaridad familiar, que
el Derecho escrito exige convirtiéndola en obligación legal cuando
no es satisfecha espontáneamente.3

b- Comparación entre la obligación hacia los hijos menores y los


hijos mayores de edad.4

El deber alimentario de los padres hacia sus hijos se extiende


durante toda la vida de éstos, a partir de su concepción, pero la
mayoría de edad de los hijos importa una modificación esencial en
la fisonomía de ese deber:
En cuanto a la extensión: El deber alimentario hacia los hijos
menores reconoce como parámetro la condición y fortuna de los
padres, que debe ser compartida con sus hijos proveyéndolos de
alimentos acorde con el nivel de vida que están en posición de
brindarles, aunque exceda la mera satisfacción de sus necesidades
(art. 265 del Código Civil). El deber de alimentos hacia los hijos
mayores, en cambio, se extiende hasta la satisfacción de las
necesidades básicas de los beneficiarios y conforme a su
condición, y siempre que el padre tenga capacidad económica para
prestarlos (arts. 371 y 372 del Código Civil)
En cuanto al carácter del deber: El deber de cada uno de los
padres hacia sus hijos mayores se caracteriza por la reciprocidad;
se trata de derechos yuxtapuestos entre los estos parientes en
primer grado: cada uno es titular de un derecho frente al otro,
que está a su vez investido de idéntica prerrogativa frente al
primero; la reciprocidad está consagrada expresamente el art. 367
in fine del Código Civil. El deber hacia los hijos menores es
unidireccional, no reconoce un deber alimentario de los hijos a la
demás parientes se basa en la solidaridad familiar (Cám. Concepción del Uruguay, Sala Civ. y Com. 18-12-92. S, A.I. c.
H, R.H y otra s/Alimentos. Zeus 62, J-168, en un caso de demanda alimentaria contra los abuelos); La asunción de
prestaciones asistenciales por parte del Estado o instituciones de bien público no puede reemplazar la solidaridad
familiar que es fundamento de la obligación alimentaria entre parientes (C.Primera C y Com. De Córdoba, 20-3-90. M
de H, L c. H de F, C.D. LLCórdoba 1990-710, dentro de un reclamo del padre anciano contra su hija y su yerno); entre
otros.
2
Fanzolatto, Eduardo Ignacio. Derecho de Familia, Tomo I, Ed. Advocatus, 2007, pág.246.
3
Méndez Costa, María Josefa. Visión jurisprudencial de los Alimentos. Rubinzal-Culzoni Editores. 2000. Pág. 10
4
Deliberadamente excluimos aquí el tratamiento del deber de los padres hacia los hijos entre 18 y 21 años, que será
abordado en el apartado siguiente.
2
recíproca, sin perjuicio del deber de asistencia y cuidado que
deben a sus padres en la ancianidad, enfermedad o necesidad (art.
266 del Código Civil)
En cuanto a los requisitos de procedencia: con relación a los
hijos menores de edad se presume la necesidad y la imposibilidad
de satisfacer ésta con su propio esfuerzo; inclusive la
circunstancia de que las necesidades del hijo se encuentren
satisfechas por uno de los progenitores no exime al otro de su
deber alimentario. Respecto de los hijos mayores de edad, son
éstos quienes deben acreditar la falta de medios para alimentarse
y que no les es posible adquirirlos con su trabajo (art. 370 del
Código Civil)
En cuanto al ejercicio de la acción por alimentos: El hijo menor
demanda a sus padres por intermedio de su representante legal –el
otro progenitor o el tutor-, excepcionalmente lo hará por sí mismo
con asistencia de un tutor especial, o accionará cualquier
pariente o el Ministerio Público (art. 272 del Código Civil). El
hijo mayor de edad, dada su plena capacidad, debe demandar por sí
mismo, salvo el caso del hijo mayor interdicto que lo hará por
intermedio de su curador.

c- Deber alimentario de los padres y la edad de sus hijos:


impacto de la ley 26.579

El cese del deber alimentario amplio de los padres hacia los hijos
que arriban a la mayoría de edad o se emancipan es una regla
admitida pacíficamente5, consecuencia de la extinción de la patria
potestad que prevén expresamente los incisos 3° y 4° del artículo
306 del Código Civil.
Durante la vigencia del Código Civil y hasta la sanción de la ley
26.5796, la mayoría de edad de los hijos provocaba el cese de pleno
derecho del deber de los padres de asistir a sus hijos conforme a
su condición y fortuna. A partir de allí, padres e hijos en un pie
de igualdad se encontraban recíprocamente obligados a asistirse en
la necesidad, siempre que se diesen los requisitos del art. 370
del Código Civil.
La ley 26.579, entre las modificaciones que acompañan la
disminución de la mayoría de edad de los 21 a los 18 años, ha
incorporado un segundo párrafo al artículo 265 del Código Civil.
La redacción actual de la norma es la siguiente: “Los hijos
menores de edad están bajo la autoridad y cuidado de sus padres.
Tienen éstos la obligación y el derecho de criar a sus hijos,
alimentarlos y educarlos conforme a su condición y fortuna, no
sólo con los bienes de los hijos, sino con los suyos propios. La
obligación de los padres de prestar alimentos a sus hijos, con el
alcance establecido en artículo 267, se extiende hasta la edad de
veintiún años, salvo que el hijo mayor de edad o el padre, en su

5
Bossert, Gustavo A. Régimen jurídico de los alimentos. Ed. Astrea. Año 2000, pág. 230. Ver Trib.Colegiado de
Familia n°3 de Santa Fe, 3-12-04. V, J.L. c. V, J.M s/ Incidente de cesación de cuota alimentaria. La Ley Litoral 2005,
411
6
La ley 26.579 fue sancionada el 2 de diciembre de 2009, promulgada el día 21, y publicada en el Boletín Oficial del 22
del mismo mes y año.
3
caso, acrediten que cuenta con recursos suficientes para
proveérselos por sí mismo.”
El texto reformado reconoce su antecedente en el Proyecto de
reformas al Código Civil elaborado por la Comisión Federal en
1993, que obtuvo media sanción en la Cámara de Diputados. Éste
proponía, con palabras casi idénticas, que “La obligación de los
padres de prestar alimentos a sus hijos, con el alcance
establecido en el artículo 267, se extiende hasta la edad de 21
años, salvo que el obligado, siendo el hijo mayor de edad,
acredite que éste cuenta con recursos suficientes para
proveérselos por sí mismo”7.
Como antecedente más inmediato –aunque con otra extensión-
señalamos el Proyecto suscripto por García Méndez, Bisutti,
González, Belous, Ibarra, Massei, Benas, Comelli y Donda Pérez.
Entre los Fundamentos de la reforma en materia alimentaria –
artículo 265 del Código Civil- los legisladores remiten a otro
proyecto anterior que en 2006 logró sanción en la Cámara de
Senadores (Proyecto 3293-S-2006, presentado por el Senador Rubén
Giustiniani, de la Provincia de Santa Fe) y señalan: “Asimismo, el
proyecto presentado por el Senador Giustiniani extiende la
obligación alimentaria de los padres hasta los 25 años, cuando
habiéndose iniciado los estudios a los veintiún años la
prosecución de los mismos les impida a sus hijos proveerse de los
medios necesarios para sostenerse independientemente. Tal
extensión de la protección tiene por finalidad incentivar el
derecho constitucional que todo ciudadano tiene de estudiar y
perfeccionarse profesionalmente, según surge de la fundamentación
del proyecto”. El texto propuesto como segundo párrafo del
artículo 265 era el siguiente: “La obligación de los padres de
prestar alimentos a sus hijos, con el alcance establecido en
artículo 267, se extiende hasta la edad de veintiún años, salvo
que el hijo mayor de edad acredite que cuenta con recursos
suficientes para proveérselos por sí mismo. Esta obligación se
prolonga hasta que los hijos alcancen la edad de veinticinco años
en el caso que la prosecución de los estudios o preparación
profesional les impida a los mismos proveerse de los medios
necesarios para sostenerse independientemente.”8 La propuesta
contenía una suerte de cese progresivo del deber alimentario
amplio de los padres hacia sus hijos, en la que podemos reconocer
el siguiente escalonamiento: hijos hasta 18 años: deber
alimentario amplio de los padres conforme a su condición y
fortuna; hijos entre 18 y 21 años: subsistencia del deber amplio
de los padres, salvo que el propio beneficiario demuestre que
cuenta con medios para subvenir a sus propias necesidades; hijos
entre 21 y 25 años: prolongación del deber amplio de los padres
sólo si los hijos están impedidos de procurarse su propio sostén
en razón de la continuidad de sus estudios o preparación
profesional; finalmente, hijos mayores de 25 años: deber de los
padres en las condiciones del artículo 370 del Código Civil.

7
Téngase en cuenta que el Proyecto de referencia establecía la mayoría de edad a partir de los 18 años
8
Fuente: Sitio oficial de la Diputada Victoria Donda, www.victoriadonda.org.ar
4
En su análisis de la ley 26.579, D’Antonio destaca el legislador
de 2009 ha omitido en el texto reformado del artículo 265 del
Código Civil las particularidades admitidas por la doctrina y la
jurisprudencia para la extensión de la obligación paterna más allá
de la mayoría de edad –padecimiento de enfermedades físicas o
psíquicas del hijo, que se hallara imposibilitado, que estuviera
cursando estudios superiores, entre otras-. En efecto, la norma no
impone requisito alguno para que proceda la extensión del deber
alimentario paterno hasta los 21 años. Más allá de esa edad se
abre para el hijo la posibilidad de reclamar alimentos conforme lo
establecido por el artículo 367 inciso 1° del Código Civil.9
Ante el nuevo texto legal corresponde formularnos esta pregunta:
¿Es posible sostener la misma regla del cese de pleno derecho al
arribo a la mayoría de edad? A nuestro criterio el nuevo artículo
265 incorpora una etapa de transición en la obligación alimentaria
paterna/materna, que modera los efectos extintivos del deber
asistencial amplio ante la mayoría de edad. En esa inteligencia,
la solución que proponemos es la siguiente: la obligación
alimentaria amplia de padres a hijos cesa de pleno derecho al
cumplir los éstos 21 años; cumplidos los 18 años, los padres
pueden solicitar el cese demostrando que el hijo cuenta con
recursos suficientes para atender a sus propias necesidades, es
decir que la extinción del deber amplio no será automática sino
condicionada a la acreditación de tal extremo. Esta respuesta abre
un nuevo debate: ¿qué se entiende por “recursos”? ¿que cuente con
bienes? ¿que tenga ingresos? ¿que tenga aptitud para generar
ingresos, aunque de hecho no trabaje? 10 Los principios de equidad
e intolerancia del abuso del derecho deberán ponerse en juego a la
hora de interpretar en cada caso concreto si la condición legal
para el cese del deber de los padres se cumple o no.
Finalmente, en cuanto a la legitimación para el reclamo de
alimentos, tanto la promoción de la acción principal como la
pretensión de ejecución de cuotas atrasadas11, aumento, sanciones
por incumplimiento, etc, a partir de los 18 años corresponde al
hijo por el cese indefectible de la representación legal que
pesaba sobre él en virtud de su minoridad. Esto significa,
asimismo, que el hijo a partir de esa edad es quien debe recibir
el pago de la cuota, salvo que en ejercicio de su plena capacidad
acuerde con el obligado otra solución.12
9
D’Antonio, Daniel Hugo. La ley 26.579 –Mayoría de edad- y la capacidad de los menores. Rubinzal- Culzoni
Editores, 2010, págs.. 185 y siguientes.
10
El Diccionario de la Real Academia Española, entre las acepciones del término Recurso incluye éstas: “ Medio de
cualquier clase que, en caso de necesidad, sirve para conseguir lo que se pretende… Bienes, medios de subsistencia…
Conjunto de elementos disponibles para resolver una necesidad…”

11
Sin perjuicio de los supuestos de cobro por subrogación que consideramos en el apartado “Legitimación para el
reclamo de cuotas alimentarias atrasadas devengadas durante la menor edad, luego de la mayoría de edad del
beneficiario”

12
Sobre el cobro de la cuota alimentaria abonada para el hijo mayor de 18 años y menor de 21 puede verse las opiniones
de varios Especialistas consultados por el periódico Página 12 ante la sanción de la ley 26.579: “A partir de los 18, la
cuota de alimentos debe recibirla el hijo, ya que es mayor de edad y tiene derecho a administrar sus ingresos –sostuvo
Nelly Minyersky–. Eso incluso puede fortalecer la relación entre el hijo y el progenitor no conviviente, que en la
5
III- Alimentos para el hijo mayor de edad: diversos supuestos

a- Alimentos para el hijo mayor necesitado

El derecho alimentario del hijo mayor de edad, como supuesto


particular del derecho alimentario entre parientes, está sujeto a
las condiciones legales establecidas por el artículo 370 del
Código Civil, que establece que “el pariente que pida alimentos,
debe probar que le faltan los medios para alimentarse, y que no le
es posible adquirirlos con su trabajo, sea cual fuese la causa que
lo hubiere reducido a tal estado”. En la norma se distinguen
requisitos en cuanto al pariente alimentista y al pariente
alimentado:

El hijo alimentista debe acreditar su necesidad, sumada a su


imposibilidad de hacer frente a ella. Se trata de invocar y
demostrar la falta de medios para satisfacer sus requerimientos de
subsistencia digna. La necesidad del hijo mayor de 21 años y
capaz no se presume y será objeto de prueba a su cargo. No es
preciso que el hijo se encuentre en un estado total de indigencia
para que se haga lugar al reclamo, ya que puede suceder que
carezca de medios suficientes para atender sus necesidades
ordinarias fundamentales o no pueda hacer frente a alguna
necesidad de carácter extraordinario. En cuanto a la imposibilidad
de adquirir los medios con el propio trabajo, no debe ser
absoluta; será igualmente viable el reclamo si se demuestra que a
pesar de su posibilidad de desarrollar tareas, ellas no le
significan suficientes ingresos para atender a sus necesidades
actuales, o que por razones ajenas a su voluntad y a pesar de sus
esfuerzos, no logra acceder a un trabajo que le aporte una renta
adecuada.13 Es decir que no basta con acreditar la falta de trabajo
al tiempo del reclamo alimentario para que éste proceda, sino que
es preciso invocar y demostrar en concreto los motivos de la
inactividad y las conductas positivas asumidas por el hijo en
procura de ese objetivo. Si el alimentista es titular de bienes,
ello no obsta a la procedencia de una cuota alimentaria en su
favor, si se trata de bienes indispensables para su subsistencia
(vivienda, herramientas de trabajo, etc) 14

mayoría de los casos es el padre: si el hijo quiere estudiar y esto lo inclina a postergar su inicio en el trabajo
remunerado, es bueno que lo hable directamente con el padre…. Leonardo Glikin –abogado, titular del Consejo de
Planificación Patrimonial y Sucesoria– también afirmó que “de acuerdo con la nueva ley, los alimentos debieran
pagarse directamente a los jóvenes de entre 18 y 21; si viven con la madre, deberán darle a ella dinero para solventar los
gastos de la casa, pero no tendría sentido que los alimentos se depositen en la cuenta de la madre cuando ya no tiene la
patria potestad sobre ese hijo”. Sin embargo, observó Glikin, “hubiera sido mejor si la ley especificara que, salvo
acuerdo entre las partes, el pago de alimentos se haga al padre que se hizo cargo de la tenencia y con quien el joven
sigue conviviendo: porque muchas veces la cuota tiene mucho peso en la economía de ese grupo: si el hijo no está
preparado para entender esto, pueden presentarse problemas”. Fuente: Notife.com, 7-12-2009.
13
Es el caso del hijo que inicia sus primeros contactos con el mundo laboral, y sufre la precariedad de los primeros
empleos o percibe ingresos que sólo alcanzan para hacer frente a algunos gastos personales pero no para establecerse
con forma autónoma.
14
Confr. Fanzolato, Eduardo Ignacio. Código Civil Comentado. Rubinzal-Culzoni Editores. 2004. Comentario al
artículo 370 del Código Civil. pág. 310
6
La necesidad del hijo constituye el límite de su reclamo. La
fijación de la cuota alimentaria no depende del caudal económico
del padre accionado sino que sólo deben tenerse en cuenta las
necesidades del reclamante, por lo que el monto debe limitarse a
lo indispensable para hacer frente a sus requerimientos
ineludibles.

El padre o madre alimentante debe contar con aptitud económica


para colaborar con su manutención. La apreciación de dicha
capacidad se hará en cada caso, teniendo en cuenta el patrimonio
del accionado -dentro de él fundamentalmente los ingresos o
recursos periódicos-, los medios que requiere para la satisfacción
de sus propias necesidades y las de su grupo familiar más
estrecho, y sus demás cargas alimentarias asumidas voluntariamente
o impuestas por vía judicial. El punto crítico dentro del proceso
suele ser la acreditación en concreto de la capacidad económica
del demandado, sobre todo en aquellos casos en que se trata de
personas con ingresos variables, cuentapropistas o trabajadores
ocasionales. Reiteradamente los jueces consagran en sus fallos
que, a falta de elementos para acreditar los ingresos del
alimentante en forma precisa, es suficiente acreditar su nivel
socioeconómico.15

El derecho alimentario del hijo mayor necesitado, como el de todo


pariente, se caracteriza por la intermitencia: el derecho
alimentario existe en cabeza del pariente titular en estado de
latencia, y se actualiza contra determinado pariente cada vez que
se cumplen los requisitos legales de procedencia: su necesidad, su
imposibilidad de subvenir a ellas con sus propios medios y la
posibilidad económica del pariente reclamado. Desaparecidas estas
circunstancias, el derecho se retrae, con posibilidad de
reactualizarse contra el mismo u otro pariente tantas veces como
se verifiquen los requisitos mencionados. Esto conlleva que, a lo
largo de la vida de relación de un hijo con su padre y madre
puedan plantearse alternativamente reclamos alimentarios del
primero contra los segundos, y a la inversa.

El caso del “Hijo pródigo”: En una de las más hermosas parábolas


del Evangelio, Jesús relata a sus discípulos la historia del amor
incondicional de un padre que, a pesar de la ingratitud del hijo
menor que pidió “su parte de la herencia” y la derrochó
descontroladamente, lo recibe con los brazos abiertos en su casa y
celebra su regreso sin reproches16. El Código Civil acoge la misma
pauta moral cuando en la última parte del artículo 370 aclara con
relación a la necesidad del alimentista “sea cual fuese la causa
que lo hubiere reducido a tal estado”. En consecuencia, se deja a
salvo el derecho alimentario aún de aquel hijo que quedó reducido
a ese estado en razón de su propia imprudencia, impericia,
prodigalidad, etc.
15
Esta argumentación se ha desarrollado reiteradamente en los reclamos de los hijos menores a sus padres, que resultan
los más frecuentes en materia alimentaria.
16
Evangelio de San Lucas 15, 11-32
7
b- Alimentos para el hijo mayor de edad que continúa estudios
superiores o formación profesional

b.1- Breves consideraciones acerca de la realidad económica y


familiar actual

Como indicamos en la Introducción, profundos son los cambios


socio-económico- culturales que impactan sobre la dificultad o
postergación de la independencia económica de los hijos. Entre
ellos, las mayores exigencias de capacitación para la
incorporación al mundo laboral y la facilitación del acceso a
estudios universitarios y terciarios, son variables que el
Codificador decimonónico no pudo tener en cuenta. Junto al
artículo 267 del Código Civil, que incluye la educación dentro de
los rubros alimentarios, el artículo 270 pone un límite a esa
carga asistencial cuando prevé que “los padres no están obligados
a dar a sus hijos los medios para formar un establecimiento....”
En efecto, la obligación hacia sus hijos menores abarca el deber
de educarlos conforme a su condición y fortuna, pero no exige la
donación de bienes de capital o sumas de dinero para que puedan
desarrollar la actividad para la que fueron capacitados.17
En la actualidad, la mayoría de edad a los 18 años coincide con la
culminación de la educación secundaria obligatoria. Aún con la
extensión del deber alimentario de los padres hasta los 21 años
que establece el nuevo texto del artículo 265 CCivil, difícilmente
el joven que inició una carrera universitaria o terciaria se habrá
graduado al llegar a esa edad.
El Código Civil recientemente reformado nos ubica frente al tema
en el mismo punto en que estábamos con la redacción original de
Vélez: no hay ninguna norma que prevea solución específica ante la
necesidad de asistencia alimentaria del hijo que, superados los 21
años, continúa estudios superiores o formación profesional. Es por
ello que resultan tan actuales los debates doctrinarios y
jurisprudenciales definidos fundamentalmente en estas dos últimas
décadas, y el repaso de los proyectos de reforma que el legislador
de 2009 tuvo a la vista, pero no adoptó.

b.2- Propuestas de reforma legislativa

La preocupación por establecer legalmente la asistencia


alimentaria paterna y materna a favor del hijo mayor que continúa
estudios superiores o su formación profesional ha sido evidente.
El criterio se abrió paso –aunque como pauta de interpretación de
lege lata y no como propuesta de reforma legal- en las XIV
Jornadas Nacionales de Derecho Civil celebradas en Tucumán en 1993
recomendaron que “Mediante una interpretación armónica y amplia de
los artículos 3790, 370 y 372 del Código Civil puede entenderse
que el deber alimentario de los padres para con los hijos menores

17
Confr. Llambías, Jorge, citado en Código Civil comentado, dirigido por Bueres, Alberto. Editorial Hammurabi, Tomo
1B, pág. 490, comentario al art. 270.
8
de edad continúa después de la mayoría de edad si la asistencia
económica es necesaria para su formación laboral y profesional y
siempre que no exceda las posibilidades de los obligados”
En los proyectos de reformas al Código Civil durante la década de
1990 esta preocupación se vio reflejada en sendas normas. Ya hemos
hecho referencia al Proyecto elaborado por la Comisión Federal en
1993, que obtuvo media sanción en la Cámara de Diputados, y
proponía una extensión de la asistencia paterna aunque sin
referencia específica a la capacitación del hijo. Por su parte, la
comisión designada por el Poder Ejecutivo mediante el Decreto
468/92, en su Proyecto incluyó una solución expresa a la cuestión
en los siguientes términos: “La obligación de los padres de
proveer recursos a los hijos subsiste hasta que éstos alcancen la
edad de 25 años y en tanto la prosecución de sus estudios les
impida proveerse de los medios necesarios para sostenerse
independientemente”
El Proyecto de Código Civil unificado con el Código de Comercio de
1998, en su artículo 583 dentro de la regulación de los alimentos
derivados de la patria potestad y bajo el título “Extensión de la
obligación de los padres” propuso el siguiente texto: “La
obligación de los padres de proveer de recursos a los hijos
menores de edad subsiste hasta que éstos alcancen la edad de
veinticinco (25) años en tanto la prosecución de sus estudios o
preparación profesional les impida proveerse de los medios
necesarios para sostenerse independientemente”
Siguiendo una línea similar, señalamos ya el Proyecto del Senador
Giustinianni, y la propuesta idéntica del Proyecto de García
Méndez y otros para reformar el artículo 265 del Código Civil con
el siguiente texto: “La obligación de los padres de prestar
alimentos a sus hijos, con el alcance establecido en artículo 267,
se extiende hasta la edad de veintiún años, salvo que el hijo
mayor de edad acredite que cuenta con recursos suficientes para
proveérselos por sí mismo. Esta obligación se prolonga hasta que
los hijos alcancen la edad de veinticinco años en el caso que la
prosecución de los estudios o preparación profesional les impida a
los mismos proveerse de los medios necesarios para sostenerse
independientemente.”

b.3- La extensión de la asistencia alimentaria en la


Jurisprudencia

Dos han sido las sentencia señeras en la materia, que presentaban


plataformas fácticas similares18: jóvenes mayores de edad, hijas de
padres divorciados que habiendo iniciado sus carreras
universitarias durante la minoridad contando con el aporte
alimentario de sus padres, sufrían el cese de esta prestación por
haber arribado a los 21 años. Demandan a sus progenitores y
obtienen sentencias favorables. Se trata del fallo dictado por el
Tribunal de Familia de Formosa –por mayoría-, del 2-10-96, en

18
Las síntesis jurisprudenciales y resúmenes de la doctrina de cada fallo, elaboradas por la autora de este Artículo, han
sido publicadas en “Visión Jurisprudencial de los Alimentos”, de María Josefa Méndez Costa. Rubinzal-Culzoni
editores, 2000, pág. 233 y siguientes.
9
autos M, S,M c. M, J.R.19 y de la sentencia del Juzgado Nacional de
Primera Instancia en lo Civil n°81 de Capital Federal, del 25-9-98
20

De la doctrina emergente de estos fallos han abrevado muchas


sentencias posteriores, por lo que nos permitimos transcribir
algunos de sus argumentos:
Del fallo del Tribunal de Familia de Formosa –mayoría-:
 La obligación alimentaria de los padres persiste hasta el fin
de la educación de los hijos, es decir, hasta el fin de su
formación que les permita subvenir a sus necesidades, a
condición de que los estudios continúen normalmente, sin
retrasos imputables al hijo de acuerdo con las normas
educativas y escolares usuales en la sociedad actual.
 El derecho-deber de educar del progenitor corresponde al
derecho del menor a ser educado, de modo tal que la facultad
de los padres tendrá un contenido y una extensión
condicionada por el respeto a las inclinaciones, aptitudes y
tendencias del menor. En caso de continuar sus estudios en el
nivel universitario es usual que se prolongue la permanencia
del hijo en el hogar y a cargo de los progenitores, aún
alcanzada por aquel la mayoría de edad.
 En nuestro país la norma por la cual cese el derecho
alimentario del hijo a los 21 años no tiene frecuentemente
vigencia en la realidad ya que la presunción de la ley de que
el hijo en dicho momento está en condiciones de bastarse a sí
mismo no se compadece con el tiempo que demandan los estudios
superiores y el ingreso al mercado de trabajo.
 Cuando existe una ruptura familiar y los hijos viven con la
madre y reciben una cuota alimentaria del padre, la cesación
de la prestación llegada la mayoría de edad conlleva un doble
riesgo: el hijo interrumpe sus estudios o la madre sobrecarga
su apoyo creándose una desigualdad entre los progenitores
contraria a la equidad.
 Si el progenitor, conforme a sus derechos consagrados en
normas de raigambre constitucional, a la hora de elegir la
educación adecuada para su hijo propició la formación
universitaria en institución privada, no puede por el hecho
de haber arribado a la mayoría de edad negarle la asistencia
que le prestaba e imponer así un cambio en su educación.
 En casos como éste corresponde aplicar una solución de
equidad que repare lo que puede convertirse en una verdadera
injusticia en el caso concreto, de aplicarse directamente la
norma. La solución justa es permitir que la accionante pueda
concluir sus estudios universitarios con el aporte de ambos
progenitores.
 El derecho de asistencia al hijo, que tienen su basamento en
el derecho constitucional a la educación, sólo continuará
siendo exigible en la medida en que el beneficiario prosiga
19
La Ley Litoral 1997, 414, con nota de Novellino, Norberto José. ¿Debe un padre divorciado continuar solventando los
estudios de sus hijos llegados a la mayoría de edad?
20
Derecho de Familia, Revista Interdisciplinaria de doctrina y jurisprudencia, n°14, pág. 263, con nota de Oscar
Requeijo.
10
sus estudios en forma regular y en el tiempo previsto para el
desarrollo normal de la carrera elegida.

Del fallo del Juzgado Nacional en lo Civil n°81:


 La imposibilidad de adquirir los medios con el propio
trabajo, que requiere el artículo 370 del Código Civil, no
debe ser absoluta; será igualmente viable el reclamo si se
demuestra que a pesar de su posibilidad de desarrollar
tareas, ellas no le significan ingresos para atender a sus
necesidades actuales.
 El desarrollo de estudios universitarios con un alto nivel de
rendimiento académico y dedicación colocan al hijo mayor de
edad en la situación de imposibilidad que requiere el
artículo 370 del Código Civil, máxime cuando inició dichos
estudios en su menor edad y con el apoyo económico del
progenitor accionado.
 El derecho alimentario del hijo mayor de edad no encuentra su
fundamento en la patria potestad sino en la solidaridad, por
lo que el monto que se fije en concepto de cuota debe
limitarse a la satisfacción de los rubros de toda necesidad.
Méndez Costa, en su análisis de ambas sentencias, considera que la
Sentencia del Juzgado n°81 logra satisfacer la justicia en el caso
concreto “sin rozar el derecho escrito, más bien, haciendo que
diera todos sus frutos”21

Otra sentencia relevante ha sido la del Superior Tribunal de Entre


Ríos22, del 6 de julio de 2007, que por mayoría hizo lugar al
recurso de inaplicabilidad de ley y casó la sentencia de la Sala
Civil y Comercial de la Cámara de Apelaciones de Concepción del
Uruguay. La resolución estableció una cuota alimentaria a favor de
las hijas mayores de edad estudiantes, por un plazo de cuatro años
–teniendo en cuenta el plan de estudios de las carreras elegidas-
y con la obligación de las beneficiarias de acreditar año a año la
continuidad de sus estudios. De la doctrina del fallo –mayoría-
destacamos:
El art. 370 del Código Civil admite la obligación alimentaria
entre parientes, con causa y justificación en los vínculos
familiares y en los de solidaridad que debiera enlazarlos. El
estado de necesidad pasa aquí por no poder contar con tiempo
suficiente para cumplir con sus obligaciones académicas de
cursado y práctica y también, porque el alimentante no
acredita -en base a aquel mismo principio de solidaridad- que
su hija lo colocaría a él en la indigencia…. No debe buscarse
aquí la necesidad de subsistencia mínima indispensable, que
exige la ley de asistencia familiar por ejemplo, y ya que el
art. 370 no lo requiere.
Los padres, en la medida de sus posibilidades deben
contribuir, siempre, al desarrollo de ese destino, de ese

21
Méndez Costa, María Josefa. “Visión jurisprudencial de los alimentos” ya citado, pág. 243.
22
Sentencia dictada en autos “G, M.A y otra c/ G, O.R. s/ Alimentos”, con voto en disidencia del Dr. Emilio A.E.
Castrillón.
11
proyecto de vida de sus hijos, para que puedan desenvolverse
con posibilidades en el complejo mundo que nos toca vivir.
Reconociendo la estrechez del vínculo paterno filial que es
fuente de las obligaciones alimentarias que se procuran, se
impone dar a la norma aplicable, en su correcta hermenéutica,
una interpretación amplia e inversamente proporcional a la
proximidad del vínculo, respecto a la exigencia de demostrar
la imposibilidad de adquirir los medios necesarios para la
subsistencia con su trabajo, en tanto que cuanto más cercano
es el vínculo invocado, menor es la carga procesal, al
sustentarse el contenido obligacional, primordialmente, en
profundas raíces morales.

b.4- Algunas soluciones en el Derecho Comparado

Derecho Español
El artículo 39.3 de la Constitución Española consagra que: “Los
padres deben prestar asistencia de todo orden a los hijos habidos
dentro o fuera del matrimonio, durante su minoría de edad y en los
demás casos en que legalmente proceda”. Dentro de la regulación de
los alimentos entre parientes, el artículo 142 del Código civil
español, según texto ordenado por la ley 11/1981 de modificación
en materia de filiación, patria potestad y régimen económico del
matrimonio, establece que “Se entiende por alimentos todo lo que
es indispensable para el sustento, habitación, vestido y
asistencia médica. Los alimentos comprenden también la educación e
instrucción del alimentista mientras sea menor de edad y aún
después cuando no haya terminado su formación por causa que no le
sea imputable. Entre los alimentos se incluirán los gastos de
embarazo y parto, en cuanto no estén cubiertos de otro modo” La
aplicación de la norma debe armonizarse con lo dispuesto por el
artículo 93 del mismo Código, con relación a los efectos comunes a
las nulidades, separación y divorcio, en los siguientes términos:
“El Juez, en todo caso, determinará la contribución de cada
progenitor para satisfacer los alimentos y adoptará las medidas
convenientes para asegurar la efectividad y acomodación de las
prestaciones a las circunstancias económicas y necesidades de los
hijos en cada momento. Si convivieran en el domicilio familiar
hijos mayores de edad o emancipados que carecieran de ingresos
propios, el Juez, en la misma resolución, fijará los alimentos que
sean debidos conforme a los artículos 142 y siguientes de este
Código”.
La norma establece la extensión de la obligación alimentaria para
el hijo mayor que no ha terminado su formación, pero no prevé un
límite temporal, lo cual constituye un evidente problema a
resolver en cada caso. La prestación a cargo de los progenitores
continuará mientras el hijo no pueda proveer a un adecuado
sustento y afrontar los gastos por estudios o por formación
profesional de cualquier tipo, siempre que la terminación de esos
estudios o formación no se hayan demorado por causas que le sean
imputables. El hijo mayor gozará de la asistencia de sus padres

12
hasta que adquiera independencia económica, siempre que haga lo
necesario por conseguirla.23

Derecho Peruano
El código civil reconoce el derecho alimentario de los hijos
mayores de edad en supuestos particulares. El artículo 483, al
tratar la exoneración de la obligación alimentaria de los padres
por la mayoría de edad, establece que “...si subsiste el estado de
necesidad por causas de incapacidad física o mental debidamente
comprobadas o el alimentista está siguiendo una profesión u oficio
exitosamente, puede pedir que la obligación continúe vigente”. En
este segundo supuesto el artículo 424 del Código Civil prevé que
“...subsiste la obligación de proveer el sostenimiento a los hijos
e hijas solteros mayores de dieciocho años que estén siguiendo con
éxito estudios de una profesión u oficio hasta los 28 años de
edad...”
Esta solución legal establece un requisito que quedará librado a
la apreciación judicial en cada caso: el desempeño “exitoso” del
hijo en su carrera u oficio. Puede entenderse que la extensión de
la carga alimentaria sólo se justifica si el hijo muestra un
rendimiento por encima del promedio.

b.5- Soluciones ante el Código Civil reformado por la ley 26.579

Tal como hemos señalado ya, la reciente reforma del Código Civil
no ha arrojado ninguna solución al tema que nos ocupa, de modo que
conviene repasar algunas de las opiniones doctrinarias más
relevantes, la mayoría de las cuales son anteriores a la reforma
de 2009.
Méndez Costa sostiene que el artículo 370 del Código Civil ofrece
una pauta segura y un instrumento adecuado. En efecto, dice la
norma que el solicitante debe acreditar la falta de medios y su
imposibilidad de adquirirlos con su trabajo, cualquiera sea la
causa que lo haya reducido a ese estado. Entonces –se pregunta la
jurista- ¿no son acaso justificables la mentada carencia e
imposibilidad por la exigencia de una carrera profesional iniciada
y absorbente de tiempo y esfuerzo del estudiante?24

23
Tomamos como ejemplo el caso expuesto en un Foro de Derecho de Familia sobre el tema: “Voy a exponer mi caso,
que da idea del funcionamiento del sistema. Estoy divorciado desde hace catorce años. En la sentencia de separación se
me condenaba a pasar a mi hija, que entonces contaba catorce años, una pensión de 70.000 pesetas (420 euros). Esta
pensión se debe actualizar anualmente con el IPC.
Mi hija, una vez terminado el bachillerato comenzó la carrera de Derecho, que tarda nueve años en terminar.
Ahora, desde hace un año, se está preparando la oposición a Judicatura. Tiene 28 años ahora.
La pensión actualizada es ahora de 620 euros al mes. Se supone que su madre ha de contribuir con la misma cantidad,
con lo que los ingresos de la niña son de 1,240 euros al mes (muchas familias viven con menos).
Ha solicitado judicialmente la modificación de medidas y el juez la ha denegado en base a que se encuentra en periodo
de formación y necesita la pensión. No dice el plazo que he de seguir pagando, solo, textualmente "mientras le sea
necesaria para su formación, con vistas a su ingreso en el mercado laboral".
Se puede tirar hasta los 40 y yo seguirla pagando con mi jubilación. La sentencia se encuentra recurrida en la Audiencia
Provincial, pero me temo que no va a servir para nada. .. Publicado en Pórtico legal.com/Foros Legales/Derecho de
Familia/Pensión de alimentos a hijos mayores de edad
24
Méndez Costa, María Josefa. “Visión jurisprudencial de los alimentos” ya citado, pág. 241.
13
Grosman considera que está fuera de discusión que el derecho-deber
de educación comprende la preparación para una profesión o
actividad laboral, de modo que implica la provisión de los medios
para que el hijo pueda cursar los estudios correspondientes a esa
actividad o profesión, conforme a las posibilidades económicas de
la familia. En caso de hijo mayor y con relación al cumplimiento
de los requisitos del artículo 370 CCivil entiende que la falta de
aptitud para procurarse recursos no necesariamente ha de ser
física, sino que debe ser entendida con flexibilidad y puede nacer
de una inhabilidad específica para ejecutar tareas que requieran
una preparación en vías de realización.25
Gómez propone una suerte de “sistema” –en sus propias palabras-
para la solución del los reclamos alimentarios de los hijos
mayores de edad para su formación profesional o laboral, con el
fin de evitar la inseguridad jurídica: a) el hijo o hija mayor de
edad podrán reclamar ser alimentados por su padre y madre para su
formación laboral y profesional. b) para ello deberán invocar su
derecho a la educación, dimanado de su dignidad de ser persona
humana, reconocido en nuestro ordenamiento jurídico argentino
vigente en el bloque de constitucionalidad federal, haciendo jugar
su función invalidatoria e interpretadora respecto de los
artículos 126, 128, 265, 306 inc. 3° y 370 del Código Civil. c) Su
derecho sólo será procedente si su padre y madre están capacitados
para satisfacerlo. d) Deben tenerse en cuenta los deberes
alimentarios de los obligados a favor de los hijos aún menores y
otros parientes imposibilitados. e) sólo continuará vigente si el
alimentado observa el cumplimiento regular de la currícula.26
Mazzinghi, por su parte, destaca como loable la actitud de los
progenitores que prolongan voluntariamente su contribución para
que sus hijos culminen sus carreras universitarias, pero critica
que una sentencia pueda imponer esta prolongación como deber, pues
la ley no expresa el ideal de la relación paterno-filial sino que
establece las obligaciones esenciales que ella comporta.27 No pocas
voces se han escuchado en contra de la extensión de la obligación
alimentaria de los padres más allá de la mayoría de edad, por
considerar disvalioso que se le otorgue la plena capacidad a la
vez que se lo considera incapaz de ganarse la vida.28

Nuestra opinión: mientras no se introduzca una reforma legal que


prevea expresamente la extensión de la obligación alimentaria de
los padres hacia sus hijos que continúan estudios superiores o
capacitación profesional, adherimos al criterio de exigir los
requisitos del art. 370 del Código Civil con los alcances que
enseña Méndez Costa. En cuanto a la implementación práctica del
criterio, nos permitimos aportar algunas pautas concretas a tener
en cuenta:
Que el hijo mayor haya comenzado sus estudios en tiempo oportuno29

25
Grosman, Cecilia P. “El derecho alimentario del hijo mayor en relación a su formación profesional”. ED 97, 883.
26
Gómez, Julio Luis. Alimentos a favor del hijo mayor de edad para su formación laboral y profesional. ED 211, 822.
27
Mazzinghi, Jorge. Derecho de Familia. Tomo 4, pág. 373.
28
En sentido similar se han expresado Bossert y Graham, Mizrahi y Borda, citados por D’Antonio, Daniel H. “La ley
26.579…” citado, pág. 187.
14
Que demuestre un desempeño adecuado al plan de estudio de la
carrera o capacitación profesional en cuestión
Que no desarrolle paralelamente alguna actividad rentada, o que lo
que percibe por ella sea insuficiente para cubrir sus necesidades30
Que los padres se encuentren en condiciones económicas para
atender a tal requerimiento, sin resentir la atención de sus
necesidades y sus demás cargas de familia
Finalmente, creemos oportuno que la sentencia que acoja la
pretensión alimentaria del hijo mayor debe establecer las
condiciones de subsistencia del aporte económico (por ej. la
obligación de acreditar periódicamente el avance en los estudios)
y un límite temporal acorde a las circunstancias de edad y
duración de la carrera o capacitación en curso. En cualquier caso,
este último no debería superar los 25 años de edad del hijo.

c- Alimentos para el hijo mayor de edad física o psíquicamente


imposibilitado

Padre y madre son obligados de primera línea en la atención de las


necesidades alimentarias de sus hijos mayores física o
psíquicamente imposibilitados.
Tratándose de hijos capaces, ante la falta o insuficiencia de
asistencia voluntaria paterna, son ellos los legitimados para
reclamar alimentos a sus padres –a ambos o a quien se encuentre en
mejores condiciones, art. 367inc. 1° CCivil- Deberán demostrar la
imposibilidad o restricción de la capacidad laboral que los
afecta, y la insuficiencia de recursos provenientes de otra fuente
para la atención de sus necesidades. El hecho de ser propietarios
del inmueble en el que viven no es suficiente para acreditar
solvencia económica que invalide el reclamo alimentario, mientras
que la titularidad de otros bienes deberá ser apreciada según las
circunstancias del caso31 Asimismo, tendrá que demostrarse la
capacidad económica del demandado. La cuota alimentaria tendrá que
ser determinada teniendo en cuenta las pautas del artículo 372 del
Código Civil: cubrir la subsistencia, habitación y vestuario
correspondiente a la condición del alimentista, y lo necesario
para la asistencia en las enfermedades.
El hijo mayor interdicto estará sujeto a curatela. Tratándose de
hijos solteros, divorciados o viudos sin hijos mayores de edad, la
curatela será ejercida preferentemente por el padre o la madre
(art. 478 del C.Civil). Pero independientemente de que ejerzan o
no la función de curador, padre y madre se encuentran obligados a
satisfacer las necesidades alimentarias de sus hijos interdictos
que no cuenten con recursos suficientes para cubrirlas. Frente al
hijo incapaz, dado que son considerados como los menores de edad
en cuanto a su persona y a sus bienes (art. 475 C.Civil), los

29
Entre los argumentos del fallo en disidencia del Dr. Castrillón en la sentencia del Superior Tribunal de Entre Ríos –
cita 22-.
30
El hecho de realizar alguna tarea rentada ocasional o de pocas horas –y baja retribución- no obsta por sí sola a la
procedencia del reclamo alimentario
31
Es posible que el hijo haya devenido copropietario de uno o más bienes inmuebles u otros bienes de relativo valor,
como heredero de uno de sus progenitores o de otros parientes, pero que estos bienes no estén disponibles para la venta
ni produzcan renta –ej, por el derecho de habitación viudal ejercido por su progenitor supérstite-
15
progenitores mantienen una obligación alimentaria amplia, que
apunta a la cobertura de las necesidades básicas y también lo que
requiera su recuperación (art. 481 C.Civil). A falta de
cumplimiento voluntario, el curador deberá promover juicio de
alimentos contra los padres obligados, con autorización judicial
(art. 428 CCivil, por remisión del art. 475)
Cuando el imposibilitado –interdicto o no- tenga a su vez hijos
mayores de edad, la cobertura de sus necesidades alimentarias
corresponderá al que se encuentre en mejores condiciones, o podrá
imponerse proporcionalmente entre su padre, madre e hijos,
conforme a la capacidad económica y otras cargas alimentarias que
pesen sobre cada uno.
La cuota alimentaria establecida durante la minoridad no debe
cesar ipso jure para el hijo que alcanza la mayoría de edad, si en
el juicio de alimentos se encuentra acreditado el estado de salud
físico o mental que determina la imposibilidad del hijo de atender
sus propias necesidades. Si el obligado al pago pretende su
cesación, debe requerirlo a través de un incidente. Esta solución,
respaldada por importante Doctrina32 y reflejada en algunas
sentencias33, representa una adecuada atención a las necesidades
especiales del hijo mayor impedido en razón de su condición, pues
permite mantener la prestación alimentaria sin solución de
continuidad.
Toda vez que la asistencia alimentaria del hijo imposibilitado sea
asumida voluntariamente o por decisión judicial por sólo uno de
los progenitores, cabe requerir la contribución el otro, aplicando
las normas y pautas que señalamos en el apartado IV-b.
En cuanto al reproche penal por la falta de asistencia alimentaria
para el hijo mayor impedido, la ley 13.944, promulgada el 9 de
octubre de 1950, según texto ordenado por la ley 24.286 de 1993,
condena con pena de prisión o multa –entre otros sujetos- a los
padres biológicos o adoptivos que, aún sin mediar sentencia civil,
se sustrajeren a prestar los medios indispensables para la
subsistencia a su hijo menor de dieciocho años o de más si
estuviere impedido (art. 1). El delito es de acción pública. El
art. 2 bis incorporado por ley 24.029 reprime con pena de prisión
al que con la finalidad de eludir el cumplimiento de sus
obligaciones alimentarias, maliciosamente destruyere, inutilizare,
dañare, ocultare o hiciere desaparecer bienes de su patrimonio o
fraudulentamente disminuyere su valor, y de esta manera frustrare
en todo o en parte el cumplimiento de dichas obligaciones. La
responsabilidad de los sujetos punibles no queda excluida porque
existan otras personas obligadas a prestar los medios
indispensables para la subsistencia (art. 3). Como surge de los
textos indicados, los delitos previstos en esta ley complementaria
32
Bossert, Gustavo A. Régimen jurídico de los alimentos. pág.231
33
Así lo resolvió la CNCiv. Sala I, 15-8-00. S.L, W.H. c. S.L. M.A. DJ 2001-1-993. En la causa se trataba de una hija
enferma de leucemia, con un retraso mental de moderado a severo –circunstancias éstas acreditadas en el juicio de
divorcio entre sus padres y en el juicio de alimentos-, y estaba en trámite el juicio de insania.
En otro caso, el padre alimentante pretendía la reducción de la cuota alimentaria asumida a favor de sus hijos mayores
insanos, y que sus demás hijos –hermanos de los alimentistas- colaboraran en la manutención. El tribunal rechazó la
primera pretensión por falta de pruebas acerca de la disminución de la capacidad económica del padre, y la segunda por
exceder el marco del incidente promovido por reducción de cuota (CNCiv. Sala K, 15-9-05. P, A.A. c. P, R.F y otros.
DJ 2006-1-489 (Sumario)
16
del Código Penal son independientes de la institución civil de la
prestación de alimentos. No es necesario que exista una condena a
pagar alimentos en sede civil contra el padre o la madre del
imposibilitado, sino acreditar la falta de prestación de los
medios indispensables para la subsistencia, en virtud de una
sustracción dolosa34.

d- Asistencia alimentaria al hijo casado, al yerno o nuera, y a


los nietos

Enseña Fanzolato que la demanda de alimentos de una persona casada


contra sus consanguíneos o afines obligados procederá sólo cuando
no puede obtenerlos de su cónyuge. Sólo si el cónyuge requerido no
puede prestarlos o no está en condiciones de cubrir todas las
necesidades esenciales del cónyuge en penuria se actualiza la
obligación de los parientes para satisfacer o completar las
urgencias del accionado.35 En efecto, el hijo casado no podrá
exigir la asistencia alimentaria de sus padres si no acredita la
falta o insuficiencia de capacidad económica en su propio cónyuge.
Esta solución subsiste a pesar de la separación personal o
divorcio, cuando el necesitado goza de un beneficio alimentario
amplio basado en su inocencia o enfermedad, pero cede para el
necesitado declarado culpable o equiparado a culpable, pues éste
sólo puede reclamar alimentos a su cónyuge separado o ex cónyuge
en las condiciones del art. 209 del Código Civil.36
Sentada esta regla en cuanto a la concurrencia de obligados de
diversa fuente, la realidad nos enfrenta a diario a situaciones de
hijos que establecen su hogar conyugal en casa de sus padres, o
que aún sin convivir con ellos mantienen una dependencia económica
total o parcial. En estos casos, es frecuente que los padres
asuman voluntariamente la asistencia del hijo e incluso de su
cónyuge, ante quien se encuentran también obligados por imperio
del art. 368 del Código Civil como parientes afines en primer
grado. En caso de que esa asistencia deba ser exigida
judicialmente contra el suegro y suegra, sean padres
matrimoniales, extramatrimoniales o adoptivos del cónyuge,
consideramos justo sostener la subsidiariedad de la obligación de
los respecto de la de los consanguíneos del reclamante, de modo
que aquellos pueden excepcionarse invocando la existencia y
aptitud económica de tales parientes.
Finalmente, la asistencia alimentaria de los padres a sus hijos
puede concretarse mediante la atención de las necesidades de
subsistencia de sus nietos. En tal caso, frente a la imposibilidad
o insuficiencia de recursos del obligado en primer término,
34
Confr. Fanzolato, op.cit, comentario al art. 374 del Código Civil. Para el análisis de la ley y su interpretación
remitimos a la bibliografía especializada: Caimmi, Luis A. y Desimone, Guillermo Pablo. Los delitos de
incumplimiento de los deberes de asistencia familiar e insolvencia alimentaria fraudulenta. 2da. dición actualizada.
Depalma. 1997. Basile, Carlos Alberto. El incumplimiento de la obligación alimentaria frente a la tutela del derecho
penal. DJ 2003-3-723
35
Fanzolatto, Eduardo Ignacio. Derecho de Familia. Tomo I. Editorial Advocatus. 2007. Pág. 284.
36
Fanzolato, cuya solución no coincide totalmente con lo que hemos señalado en este último párrafo, considera que la
condición del art. 209 CC “…no tiene posibilidad razonable de procurárselos…” se cumple sólo si el reclamante no
tiene parientes obligados o éstos no cuentan con recursos para asistirlo (ob. cit, pág. 285)
17
concurren los abuelos a dar cobertura a los requerimientos
alimentarios de los hijos de sus hijos. Respecto de la
subsidiariedad de la obligación alimentaria de los abuelos cuando
los nietos beneficiarios son niños, se perfilan diversas
respuestas desde la doctrina y la jurisprudencia a partir del
impacto de la Convención sobre los Derechos del Niño. En una
postura estricta o rigurosa, la subsidiariedad constituye una nota
tipificante de la obligación alimentaria de estos consanguíneos en
segundo grado que no puede soslayarse, de modo que la
actualización del reclamo requiere siempre de la acreditación de
los extremos que hemos reseñado en nuestras consideraciones
precedentes –inexistencia, incapacidad económica o imposibilidad
de demandar a los progenitores, y posibilidad económica del abuelo
demandado-. Un criterio intermedio se inclina por la
subsidiariedad relativa, que flexibiliza la acreditación de la
imposibilidad de asistencia por parte de los primeros obligados en
aras de la satisfacción de las necesidades ineludibles de los
niños reclamantes37 Finalmente, una tesis superadora considera que
la incorporación de la Convención sobre los Derechos del Niño con
jerarquía constitucional ha tornado inaplicable la nota de
subsidiariedad definida por el art. 367 del Código Civil por su
contradicción con los artículos 3 y 27 CDdelN.; ante el
incumplimiento total o parcial de los obligados principales los
nietos tienen expedita la acción directa contra sus abuelos.38
Personalmente, nos inclinamos por una posición intermedia.

e- Acuerdos celebrados entre hijos mayores de edad y sus padres

Tratándose de personas plenamente capaces, el padre y/o la madre


pueden celebrar con su hijo mayor un acuerdo alimentario, que aún
cuando sea privado, siempre podrá ser homologado judicialmente. Su
validez requiere el respecto de normas de orden público en la
materia. En efecto, no puede incluir cláusulas que impliquen la
renuncia o transacción sobre el derecho alimentario, la
trasferencia del derecho o el deber alimentario, ni la
compensación con otras obligaciones del alimentista hacia el
alimentante.
Habiendo desaparecido la prohibición de contratar entre padres e
hijos a partir de la mayoría de edad de éstos (artículo 279 CCivil
a contrario sensu): ¿puede el hijo recibir un préstamo dinerario
de su padre o madre para atender a sus necesidades? No parece
existir obstáculo legal, aunque en el caso no se aplicará el
régimen de los alimentos entre parientes por existir una relación

37
Es el criterio expresado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, 15/11/2005 en autos F., L. c/ L., V. LaLey on
line, entre otras publicaciones
38
Un análisis detallado puede verse en Raganato, Claudia Graciela y Bruno, Federico Miguel ¿Es subsidiaria la
obligación alimentaria de los abuelos a favor de loa nietos menores de edad? Un fallo novedoso en la materia, en
Revista Derecho de Familia nº 38, 2007. Editorial Lexis Nexis, pág. 230. Se trata del comentario a un fallo del Tribunal
Colegiado de Familia de Quilmes –publicado en la misma Revista- que, enrolado en la última tesis expuesta, declaró de
oficio la inaplicabilidad para el caso concreto de la primera parte del párrafo 2º, inc. 1º, art. 367 CCiv. en cuanto implica
la subsidiariedad de la obligación alimentaria de los parientes de grado más lejano, por contravenir la Constitución
Nacional (arts. 3 inc. 1º y 27 CDdelN, 75 inc. 22 CN)
18
de fuente contractual. En tal supuesto padre o madre tendrán
derecho a la devolución de la suma en las condiciones pactadas,
sin perjuicio del beneficio de competencia que puede alegar el
hijo deudor al serle exigido el pago (art. 799 y 800 inc. 1° del
Código Civil)

IV- Relaciones entre los progenitores frente a su deber


alimentario hacia los hijos

a- Acuerdos de extensión de la prestación alimentaria celebrados


entre los padres durante la menor edad de los hijos

Si los padres han celebrado acuerdos relativos a la asistencia


alimentaria de sus hijos menores, y dentro de ellos han incluido
cláusula de subsistencia de la obligación más allá de la mayoría
de edad, estos pactos son plenamente exigibles. Generalmente
cláusulas de esta naturaleza sujetan la continuidad de la
prestación alimentaria al cumplimiento de determinada condición,
que suele ser la prosecución de estudios o preparación
39
profesional a un ritmo adecuado.
Si el convenio fue homologado judicialmente tienen la ejecutividad
de toda sentencia; y si fue un acuerdo privado cualquiera de las
partes puede solicitar su homologación. El cumplimiento de la
obligación asumida por el progenitor será exigido por el propio
hijo beneficiario a partir de los 18 años, o por el otro
progenitor co-obligado alimentario en el contexto de la acción de
contribución, como consideramos en el apartado siguiente.

b- Asistencia alimentaria hacia el hijo mayor de edad asumida


por uno de los progenitores. Contribución

Enseña Méndez Costa que la obligación de pasar alimentos no es


excluyente, sino concurrente porque cabe la contribución de varios
co-obligados. Los obligados de la misma categoría y grado no son
solidarios entre sí y su obligación es divisible.40
El alimentista no está obligado a demandar a todos los parientes
de grado más próximo que estén en condiciones de asistirlo en sus
necesidades; entre ellos puede optar por el que considere más
conveniente, o accionar contra todos simultáneamente. Asimismo,
puede recibir una prestación alimentaria por la espontánea
decisión de uno de sus parientes, aún cuando existan otros igual o
prioritariamente obligados conforme al orden establecido por los
arts. 367 y 368 del Código Civil41

39
En la práctica, teniendo presente los precedentes jurisprudenciales y en particular lo previsto en el Proyecto de
Código Civil Unificado de 1998, fue habitual la inclusión de cláusulas de extensión de la prestación alimentaria en los
acuerdos celebrados por los padres en el marco de un divorcio, con términos como éstos: “Ambos progenitores declaran
que las prestaciones alimentarias a favor de los hijos se harán extensivas hasta la edad de 25 años, siempre que los
mismos continúen estudios terciarios o universitarios en un ritmo normal”
40
Méndez Costa, en Méndez Costa y D’Antonio. Derecho de Familia, Tomo III. Rubinzal-Culzoni Editores. 2001. Pág.
461
41
Para un análisis de la Contribución entre parientes co-obligados en general remitimos al capítulo de nuestra autoría
“Parentesco. Alimentos. Visitas”, en Méndez Costa-D’ Antonio- Ferrer. Derecho de Familia. Tomo I. Rubinzal Culzoni
Editores, año 2008, págs. 143 y siguientes.
19
Quien asume la obligación alimentaria, en forma voluntaria o por
imposición de una sentencia judicial, tiene vedada la posibilidad
de requerir contribución por lo que ya hubiese pagado a los demás
parientes, aunque estén en igual grado y condición que él. Esta
prohibición emana expresamente del art. 371 del Código Civil. A
nuestro criterio, se trata de una solución prudente, pues quien ha
asumido la obligación alimentaria dentro de determinados límites
en cuanto al modo, monto, etc., lo ha hecho luego de ejercer su
derecho de defensa –si la cuota se estableció judicialmente- o de
analizar sus posibilidades económicas de cumplimiento –si la cuota
se estableció convencionalmente en el ámbito extrajudicial- y no
puede imponer a los potenciales co-obligados una contribución sin
haber tenido las mismas posibilidades. Sin embargo, la prohibición
de exigir contribución por cuotas pasadas no obsta sus facultades
de solicitarla para el futuro. En efecto, interpretando el art.
371 a contrario sensu, el alimentante tienen derecho a requerir a
sus co-obligados, en el mismo grado de parentesco y en condiciones
de prestar alimentos, que compartan el peso de la asistencia al
pariente necesitado, en proporción a la capacidad económica de
cada uno. Sin dudas, esta pretensión podrá resolverse en el
ámbito extrajudicial, mediante convenio celebrado entre los
alimentantes y el alimentista, siempre susceptible de homologación
judicial. Respecto del planteo judicial, las soluciones varían
según el caso: a) el pariente demandado por alimentos puede
indicar la existencia de co-obligados en igual grado y condiciones
que él, y solicitar su citación al contestar la demanda; 42 la
sentencia determinará los alcances de la obligación de cada uno.
b) el pariente condenado a pagar alimentos puede solicitar la
coparticipación de los co-obligados, deduciendo contra ellos una
acción de contribución; c) el pariente que asumió voluntariamente
la carga alimentaria puede solicitar la contribución de los co-
obligados mediante el ejercicio de la respectiva acción.43 En los
dos últimos casos, si la acción se deduce también contra el
alimentista, la resolución le será oponible.

En nuestro caso de análisis nos encontramos ante dos sujetos


unidos al necesitado por el grado de parentesco más próximo
posible, el primero, sea que se trate de padre y madre
consanguíneos o adoptivos, simples o plenos sin distinción en este
punto. Ambos con idéntico deber de alimentos hacia sus hijos
mayores, que será objeto de determinación según las condiciones en
que se encuentren para proporcionarlos (argumento inciso 1° del
art. 367).
La demanda de contribución ejercida por el progenitor que asiste
económicamente al hijo mayor necesitado es una solución valiosa,
que permite corregir la desigualdad que se configura cuando sólo
uno –generalmente aquel con quien el hijo todavía convive-
sacrifica sus ingresos e incluso compromete el bienestar económico
de otros hijos menores, sin que el otro haga su aporte para
42
Confr. Méndez Costa, en Méndez Costa – D’Antonio. Derecho de Familia. Tomo III, Rubinzal Culzoni Editores,
2001. Pág.466, con cita coincidente de Mazzinghi
43
Confr. Zannoni, Eduardo. Derecho de Familia. T. I, Astrea. 1989. pág. 93. El autor opina que puede deducirse la
pretensión según las normas del proceso de alimentos; cita a Borda, para quien la vía adecuada es la ordinaria.
20
atender a las necesidades del mayor. Cierto es que vía de solución
más directa sería la demanda que el mismo hijo mayor careciente
interponga contra ese progenitor que no colabora, pero no podemos
desconocer la realidad: los jóvenes que no han logrado su
independencia económica son reticentes a demandar a sus padres, y
la atención de sus necesidades sigue pesando de hecho sobre uno de
ellos.

Con respecto a la contribución entre co-obligados alimentarios, el


Proyecto de Código Civil unificado de 1998 abandona la formulación
prohibitiva de la norma actual. Su artículo 623, bajo el título
“Existencia de otros obligados” propone: “Al demandado por
alimentos le corresponde probar que existe otro pariente de grado
más próximo o de igual grado, en condiciones de prestarlos, a fin
de ser desplazado o concurrir con él en la prestación. Si el actor
demanda a varios de los obligados, el demandado puede citar a
juicio a todos o parte de los restantes, a fin de que les alcance
la condena”. En el art. 626 se introduce la posibilidad de
repetición: “Repetición. En caso de haber más de un obligado al
pago de los alimentos, quien los haya prestado puede repetir de
los otros en proporción a lo que a cada uno le corresponde.”

c- Legitimación para el reclamo de cuotas alimentarias atrasadas


devengadas durante la menor edad, luego de la mayoría de edad
del beneficiario

Desde el texto originario del Código Civil, que contiene normas


como el artículo 375 y sus pautas procesales tendientes a la
rápida satisfacción de las pretensiones alimentarias, pasando por
la incorporación de tipos penales específicos, y las recientes
leyes locales de creación de Registros de Deudores alimentarios
morosos, han sido incesantes los esfuerzos legales en pos de
disuadir a los incumplidores alimentarios. Sin embargo, la
práctica cotidiana nos enrostra la triste realidad de lentos y
engorrosos procesos judiciales, con incidentes de aumentos,
disminución o ceses de cuotas que se prolongan en el tiempo y
frustran las legítimas expectativas de los alimentistas. En este
contexto, y más aún ahora con la anticipación de la mayoría de
edad, es habitual que los procesos de alimentos para hijos menores
se encuentren sin sentencia o todavía en etapa de ejecución cuando
los beneficiarios cumplen 18 años. Por ello, cobra renovada
actualidad el debate sobre la legitimación para el cobro de cuotas
alimentarias devengadas durante la menor edad una vez que los
beneficiarios han adquirido plena capacidad. Proponemos el
análisis de diversos supuestos:

Reclamo al alimentante incumplidor efectuado por el otro


progenitor, por vía subrogatoria
Cuando estamos en presencia de cuotas alimentarias establecidas en
una sentencia o acuerdo debidamente homologado, que se encuentran
devengadas y no saldadas, existe un derecho y un deber alimentario
determinados en concreto entre dos sujetos, debidamente
21
cuantificado, cuyo cumplimiento se encuentra total o parcialmente
pendiente. Por ello es admisible la subrogación de los acreedores
por créditos surgidos de la satisfacción de necesidades
alimentarias, para perseguir el cobro de cuotas atrasadas En
particular, resulta procedente el reclamo de un progenitor –
generalmente la madre- por derecho propio, cuando ante el
incumplimiento del otro progenitor ha debido asumir la totalidad
de los gastos de manutención de los hijos menores.44 Si los
alimentos atrasados cuyo pago se reclama han sido abonados por uno
de los progenitores del menor, el acreedor no es otro que ese
progenitor; aún cuando haya demandado en representación del menor,
cuando se logre el pago de lo reclamado el dinero ingresará al
patrimonio de aquel en calidad de reembolso de lo que ha afrontado
con su propio peculio para atender a las necesidades del menor
ante el incumplimiento de otro obligado.45 Este criterio, que
cuenta con numerosos antecedentes jurisprudenciales, es aplicable
tanto durante la menor edad de los beneficiarios como luego de su
mayoría de edad o emancipación.
Para que le progenitor del beneficiario resulte legitimado por
derecho propio para el reclamo de cuotas alimentarias atrasadas
deben cumplirse los siguientes requisitos:
Que haya existido una cuota alimentaria determinada mediante
sentencia o acuerdo homologado. El reclamo de pago de cuotas
atrasadas subrogándose en los derechos del alimentado requiere
que haya una condena.
Que el pago se encuentre pendiente: al igual que sucede con el
acreedor principal, no está disponible la vía ejecutiva hasta
tanto las cuotas se hayan devengado. Pero no obsta el reclamo por
vía subrogatoria la circunstancia de que la suma total por cuotas
atrasadas no se haya liquidado en aún en autos.
Que quien pretende el cobro acredite haber pagado: es requisito
para la subrogación haber efectuado el pago; es en virtud de ese
pago que el sujeto adquiere todos los derechos, acciones y
garantías del antiguo acreedor, hasta la concurrencia de la suma
que ha desembolsado realmente para la liberación del deudor46 Si el
que persigue el cobro, subrogándose en los derechos del hijo
beneficiario, es el progenitor que convive o ha convivido con él
cuando se devengaron las cuotas, su cumplimiento de la carga
alimentaria insatisfecha debe presumirse47 En efecto, quien se
encontraba a cargo de la tenencia de los hijos cumple con su deber
de asistencia en el más amplio sentido, no sólo con su aporte
44
Confr. CNCiv Sala C, 12-12-06, en autos V.S., E.B. c. L, M.J., que hace referencia al “inveterado criterio según el
cual el progenitor que detenta la tenencia de los menores se encuentra legitimado por sí a reclamar los alimentos
devengados y no percibidos, subrogándose en el derecho de sus hijos”. Doctrina Judicial 2007-2, 465, con nota de
nuestra autoría bajo el título “Legitimación para reclamar el pago de alimentos atrasados”. En el mismo sentido
Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos. 27 de mayo de 2003, en autos S.N.A. y otra. La Ley Litoral 2004-408
45
De los argumentos del fallo de SCBA, 9/2/99 “C.M. c. C.R s/ cobro de alimentos”Lex Doctor texto 46, citado en la
sentencia del STEntre Ríos citado anteriormente. Coincide con el criterio de la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
Fallos, 323:227, citado por Bossert, Gustavo A. Régimen jurídico de los alimentos. 2da. Edición. 2004. Editorial Astrea,
pág. 254.
46
Es la solución que surge de aplicar las normas del Código Civil en la materia, artículos 767 y siguientes.
47
Confr. Cámara Nacional Civil, Sala C, 12 de diciembre de 2006. B, H.E c. P, F. Publicado en La Ley Online. En el
caso, tras el fallecimiento de la hija menor, se reconoció a su madre legitimación para reclamar por si el pago de
alimentos atrasados contra el padre de la niña y su abuela paterna.
22
económico, sino con el cuidado y atención cotidianos, propios de
la convivencia.48
Si se reúnen los requisitos mencionados, el progenitor subrogado
en los derechos de su hijo beneficiario de cuotas alimentarias
impagas, aún cuando éste haya llegado ya a la mayoría de edad, se
encuentra legitimado por sí para el reclamo y eventual ejecución
del crédito, con las mismas “garantías del antiguo acreedor” –como
consagra el art. 771 del Código Civil-. Lo percibido ingresa a su
patrimonio y no al del hijo, cuyo derecho ya ha sido satisfecho
con el sacrificio económico del progenitor con quien convive.

Alegación del pago con subrogación por parte de otro sujeto


distinto del progenitor
No es nada infrecuente que, ante la falta de pago de la cuota
alimentaria y la insuficiencia de recursos del progenitor que
convive con el hijo, sea otra persona quien atienda total o
parcialmente sus necesidades: su abuelo, su padre afín, su tío, la
pareja de su progenitor. Claro está que no todos los mencionados
(que son los más habituales) se encuentran jurídicamente en la
misma situación; en efecto, los dos primeros tienen un deber
alimentario hacia su pariente –nieto o hijo afín, respectivamente-
mientras que los últimos no se encuentran incluidos en el acotado
elenco de obligados según los artículos 367 y 368 del Código
Civil.
Si alguno de estos sujetos atendió las necesidades del menor,
queda subrogado en los derechos del alimentado frente al deudor
alimentario. Pero aquí debemos marcar una diferencia con lo dicho
en el apartado anterior en orden a la procedencia de la vía
subrogatoria: el que pretende cobrar debe acreditar el pago de
alimentos en beneficio del menor; ya no juega la misma presunción
que facilita la prueba para el progenitor que ejerció la tenencia.
Sin embargo, la situación de convivencia con el niño o adolescente
sumada al reconocimiento del pago que manifieste la madre serán
indicios importantes para este tercero, a la hora de acreditar el
pago.

Reclamo efectuado por el beneficiario luego de adquirir la mayoría


de edad o emancipación
La mayoría de edad o emancipación del hijo extinguen de pleno
derecho de la patria potestad y consiguiente representación legal
ejercida por el padre o madre que detentaba su guarda. En
consecuencia, los progenitores quedan inhibidos de toda actuación
judicial o extrajudicial en nombre y representación del hijo
alimentista, al igual que el abogado que hubiera recibido mandato
del progenitor durante la minoridad del hijo.
Llegado a la mayoría de edad o emancipación, el alimentista por
derecho propio está legitimado para el cobro de cuotas
alimentarias devengadas durante la minoridad, que se mantienen
48
Este es otro de los arraigados criterios en nuestra jurisprudencia –Cciv. Com.Sala IV. 6-8-02. S, J.H. c. V, D. La Ley
Litoral 2003-256; CNCiv. Sala K, 30-5-05. S, A c. M, S, CNCiv. Sala C, 23-3-05. G, L.C y otros c. R, G.M., estos
últimos publicados en Doctrina Judicial 2005-3-754, entre otros- generalmente aplicado a los fines de la determinación
cuantitativa del aporte alimentario a cargo del progenitor no conviviente, que bien puede seguirse para la justificar la
presunción de pago a favor del progenitor conviviente.
23
pendientes de pago. Lo está por ser el titular del crédito y
beneficiario de las prestaciones incumplidas; y también lo está
aquel a quien el alimentista hubiese transmitido su crédito en
forma convencional –su cesionario- o mortis causa –sus herederos-.
El beneficiario no tiene más que invocar el crédito y la falta de
pago; resulta irrelevante que el alimentante acredite que el
beneficiario no sufrió privaciones o que sus necesidades
estuvieron cubiertas por otros medios; sólo lo libera la prueba
del pago.
Pero, ¿cómo compatibilizar la legitimación del hijo capaz de
actuar por sí mismo con la legitimación que hemos reconocido al
progenitor que estaba a cargo de su tenencia durante la menor
edad? Será la pregunta a responder cuando tanto el hijo como su
progenitor pretendan judicialmente la ejecución de las cuotas
atrasadas, o la que deberá formularse el alimentante que busca
“pagar bien”, es decir saldar su deuda mediante un pago que sea
efectivamente cancelatorio49. Creemos que la respuesta dependerá de
las circunstancias y de la prueba que se produzca en orden a
demostrar si quien ejercía la tenencia comprometió o no su
patrimonio en la satisfacción de las necesidades del menor más
allá de los límites de su propia obligación alimentaria. 50 Sólo en
caso afirmativo, el progenitor será considerado titular del
crédito proveniente de cuotas impagas, cuya ejecución puede
perseguir con todas las acciones y garantías que correspondían al
acreedor que satisfizo –su hijo-.

V- Los alimentos y demás aportes para la capacitación de los


hijos no constituyen donaciones colacionables

La colación es la imputación de las donaciones recibidas del


causante por el heredero forzoso, en la porción hereditaria que
corresponde al donatario. Mediante este procedimiento, cuyo
fundamento es mantener la igualdad de los herederos forzosos, se
computan estas transmisiones de bienes a título gratuito como un
anticipo de la herencia efectuado en vida por el causante. Los
hijos, en su calidad de legitimarios, tienen obligación de
colacionar en la sucesión de su padre y madre.
Dentro de las normas del Código Civil que regulan la colación, el
artículo 3479 prevé que “las otras liberalidades enumeradas en el
artículo 1791, que el difunto hubiese hecho en vida a los que
tengan una parte legítima en la sucesión, no están sujetas a ser
colacionadas”. Es decir, todas aquellas que el Código Civil no
considera donaciones, quedan por ende excluidas de la colación. La
solución es obvia y la norma resulta redundante, teniendo en
cuenta justamente que lo que deben colacionarse son las
“donaciones”. El artículo siguiente es más específico respecto de
la exclusión de ciertas liberalidades que resultan habituales
entre familiares tan estrechamente vinculados, algunas de las
49
Aplicamos lo dispuesto en el artículo 731 y siguientes del Código Civil.
50
Señala Bossert, con relación al derecho del progenitor que vivía con el menor y su derecho al cobro de las cuotas
atrasadas, que “Esta solución variará si las circunstancias indican que no ha sido el progenitor que tiene la guarda quien
afrontó los gastos del hijo, sino un tercero, o si ellos se sufragaron con bienes del propio hijo” Ob cit, 2da. edición 2004,
pág. 254 y siguiente.
24
cuales constituyen -más que una pura liberalidad- el cumplimiento
de un deber legal. Así dice el artículo 3480 que “no están sujetos
a ser colacionados los gastos de alimentos, curación, por
extraordinarios que sean, y educación; los que los padres hagan en
dar estudios a sus hijos, o para prepararlos a ejercer una
profesión o al ejercicio de algún arte, ni los regalos de
costumbre, ni el pago de deudas de los ascendientes y
descendientes, ni los objetos muebles que sean regalo de uso o de
amistad”. Con relación al tema objeto del presente trabajo,
puntualizamos la exclusión de estas liberalidades que los padres
puedan haber efectuado a favor de sus hijos:
Alimentos: La primera parte del artículo puntualiza algunos de los
rubros incluidos en el amplio concepto de “alimentos” conforme lo
dispuesto por el art. 372 CC –para los parientes en general- y el
art. 267 CC –para los hijos menores en particular-. En
consecuencia, no serán computables como adelanto de la porción
hereditaria del beneficiario los gastos efectuados para atender a
su subsistencia, habitación, vestimenta, atención de la salud –por
extraordinarios que ellos sean – y educación. En todos los casos,
y más allá de la diversa amplitud del deber según se trate de
beneficiarios hijos menores no emancipados o hijos mayores, quien
hace uso de sus bienes para la satisfacción de las necesidades
alimentarias de estos potenciales herederos forzosos, lo hace en
cumplimiento de un deber legal y de un imperativo fundado en la
solidaridad familiar. Puede generar dudas el caso en que el
causante ha efectuado la donación de un bien con la finalidad de
permitir al hijo donatario la percepción de una renta o su
utilización como medio o herramienta de trabajo, para la
satisfacción de sus necesidades de subsistencia: ¿se trata de una
donación colacionable? Nos inclinamos por una respuesta
afirmativa; en efecto, sólo quedan excluidos aquellos gastos que
no constituyen técnicamente donaciones, pues en general no hay
transferencia de bienes al patrimonio del beneficiario sino
aplicación de los bienes del causante en favor de la atención de
las necesidades de aquel. Lo dicho no nos impide reconocer que en
circunstancias particulares la solución puede resultar injusta
para el hijo mayor que ha aceptado una donación como forma de
cumplimiento del deber alimentario del padre o madre, frente a
otros hijos que se vieron beneficiados por una prestación
alimentaria periódica –y no colacionable- a cargo del mismo
causante.
Gastos realizados para la capacitación de los hijos: El artículo
3480 se refiere específicamente a liberalidades a favor de los
hijos –y no de otros legitimarios- relacionadas con su formación
profesional o laboral. No serán colacionable, en consecuencia,
todas las prestaciones realizadas por los padres con la finalidad
directa de capacitación de sus hijos, pero no las liberalidades
que impliquen verdadera transferencia en propiedad de bienes para
utilizarlos en la actividad profesional –salvo los que puedan
considerarse como regalos de costumbre-

25
VI- Cesación de las cuotas alimentaria para el hijo mayor
Según el artículo 373 del Código Civil “Cesa la obligación de
prestar alimentos si los descendientes en relación a sus
ascendientes, o los ascendientes en relación a sus descendientes
cometieren algún acto por el que puedan ser desheredados”. La
formulación de la norma sólo comprende una de las posibles
causales de cesación de la obligación alimentaria; es conveniente
analizar las demás, que nacen de los caracteres esenciales del
derecho y deber, y de las circunstancias legalmente relevantes
para la fijación de una prestación determinada.51 Analizamos las
causales a continuación.

a- Muerte del hijo alimentista o del progenitor alimentante


El cese por esta causal es consecuencia de la inherencia personal
del derecho y deber alimentario entre parientes (art. 374 del
Cciv) y opera de pleno derecho. Las cuotas devengadas hasta el
fallecimiento del deudor o del acreedor alimentario constituyen,
respectivamente, débitos o créditos en su patrimonio, que deben
ser respetados por sus sucesores.

b- Conducta injuriosa del hijo hacia su progenitor


En concordancia con lo previsto para la exclusión testamentaria de
herederos legitimarios, el art. 373 prevé la caducidad del derecho
alimentario del descendiente que ha incurrido respecto del
alimentante en una de las conductas que describen el artículo 3747
del Código Civil. Es una sanción civil al pariente ofensor, que lo
priva de su derecho alimentario por decisión del obligado. La
cesación no opera de pleno derecho sino que requiere una sentencia
de condena, cuyo efecto será la pérdida del derecho alimentario
respecto del progenitor ofendido, sin perjuicio de la permanencia
latente del derecho alimentario de éste contra el hijo ofensor.
Por aplicación del art. 3750, los alimentos pueden volver a
exigirse en caso de reconciliación entre el progenitor y el hijo

c- Modificación de las circunstancias de derecho


Cesa el derecho alimentario por la impugnación del estado de
familia paterno o materno filial. Por efecto de la sentencia
respectiva desaparece la fuente de la obligación alimentaria y, en
consecuencia, su exigibilidad. También cesa la obligación cuando
se producen otras modificaciones en el estado de familia que
determinan la aparición de otro sujeto obligado en orden
preferente: el matrimonio del hijo alimentista que coloca a su
cónyuge en la posición de primer obligado alimentario.

d- Modificación de las circunstancias de hecho


En estos casos la cesación será provisional, es decir, con efectos
en la medida en que no confluyan nuevamente las condiciones que
habilitan el reclamo alimentario. Se trata de las modificaciones
51
Fanzolato distingue dos tipos de causales de cesación: las que implican la pérdida del derecho con efecto extintivo,
sin posibilidad de que renazca con posterioridad, y las que suspenden la exigibilidad de la cuota y dejan el derecho en
una especie de vida latente que se reactiva cuando vuelven a concurrir los presupuestos legales. Fanzolato, Eduardo
Ignacio en Código Civil Comentado ya citado, Comentario al artículo 373 del Código Civil, pág. 333.
26
que afectan los extremos fácticos para la procedencia de la
fijación de una cuota a cargo del padre o madre: la necesidad
económica del hijo reclamante, su imposibilidad de hacer frente a
las mismas con sus recursos, la aptitud económica del progenitor
accionado. Cuando alguno de estos requisitos desaparece, cesa la
obligación del padre o madre, sin perjuicio de que una carga
idéntica se traslade al otro progenitor obligado –o a otro
pariente de grado más remoto, si el cese fue por la insuficiencia
económica del alimentante-; en consecuencia, habrá cesación de la
obligación pero no necesariamente cesación del derecho del
alimentista.

La sentencia de cesación tiene, en principio, efectos hacia el


futuro, pues sólo opera la retroactividad respecto de las cuotas
no percibidas al momento de quedar firme. Las cuotas pagadas con
irrepetibles.

VII- Palabras finales

El vínculo entre cada padre o madre y cada hijo es una


construcción permanente; está sujeto a los altibajos propios de
toda relación humana. Pasa por múltiples etapas, definidas por
variables diversas entre las cuales la convivencia, la formación
de una nueva familia por parte de los hijos –o de los padres-, la
salud o la enfermedad son fundamentales. El Derecho aprehende
imperfectamente esas etapas de cada relación particular –no podría
hacerlo de otro modo- y toma la mayoría de edad o emancipación de
los hijos como el momento “visagra” en la definición de los
efectos jurídicos emanados de dicho vínculo.
En materia alimentaria esto resulta evidente: el padre y la madre
que desde la concepción de su hijo se encontraban obligados a
brindarle asistencia conforme a su condición y fortuna, a partir
de la adquisición de la plena capacidad de su descendiente se
posicionan frente a él en un pie de igualdad y se transforman en
merecedores de los mismos beneficios alimentarios, si se dan las
condiciones que la ley exige. El legislador de 2009 ha querido
prorrogar por tres años más la prerrogativa asistencial del hijo
ante sus padres, aunque le da a éstos la posibilidad de liberarse
demostrando que el joven puede valerse por sí mismo.
Cuando los lazos familiares son sólidos y fundados en el afecto
mutuo, los padres continúan realizando el máximo de sus esfuerzos
para asistir a sus hijos sin mirar el calendario, y los hijos no
reclaman más de lo que sus padres están en condiciones de
brindarles, aunque eso signifique postergar o descartar legítimas
aspiraciones de superación profesional. El Derecho nos abre
caminos para intervenir cuando esa solidez y ese afecto no están
presentes.

27
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alimentaria frente a la tutela del derecho penal. DJ 2003-3-723
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Zannoni, Eduardo. Derecho de Familia. T. I, Astrea. 1989.

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María Magdalena Galli Fiant

Abogada. Especialista en Derecho de Familia –UNL-


Protitular de la Cátedra de Derecho de Familia de la Facultad de
Derecho de la Universidad Católica Argentina, Sede Paraná
Docente adjunta dedicación semiexclusiva a cargo de la Cátedra de
Derecho de Familia de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
de la UNL
Coordinadora Académica y docente en la Carrera de Especialización
en Derecho de Familia –Fac. de Ciencias Jurídicas y Sociales, UNL-
y Docente de cursos de Posgrado en otras Universidades
Categorizada como Docente Investigador, participante de Proyectos
de investigación en la UNL en el área de Derecho de Familia e
Infancia
Directora de Proyectos de Extensión Universitaria relacionados con
Asesoramiento Jurídico Familiar gratuito, información y
capacitación en Derecho de Familia en instituciones de Santa Fe y
zona. Desde 2001
Autora del libro “Medidas Cautelares en Procesos de Familia”, Ed.
Panamericana, año 2005
Autora de Capítulos correspondientes a la obra “Derecho de
Familia” de Méndez Costa, D’Antonio, Ferrer, Ed. Rubinzal-Culzoni,
año 2008
Colaboradora habitual de publicaciones de Editorial La Ley, El
Derecho y Abeledo Perrot, entre otras
Abogada en ejercicio de la Profesión en el Fuero santafesino

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