Más Que Un Carpintero
Más Que Un Carpintero
Más Que Un Carpintero
CARPINTERO
DEDICADO A:
Prefacio
CAPITULO I ¿Qué hace a Jesús tan diferente?
CITAS BIBLIOGRÁFICAS
CAPITULO II ¿Señor, mentiroso o lunático?
¿FUE ÉL UN MENTIROSO?
¿FUE JESÚS ACASO UN DEMENTE?
¿FUE JESÚS EL SEÑOR?
CITAS BIBLIOGRÁFICAS
CAPITULO III ¿Qué dice la ciencia?
CITAS BIBLIOGRÁFICAS
CAPITULO IV ¿Son confiables los documentos bíblicos?
LA PRUEBA BIBLIOGRÁFICA
LA PRUEBA DE LAS EVIDENCIAS INTERNAS
CITAS BIBLIOGRÁFICAS
CAPITULO V ¿Quién moriría por una mentira?
CITAS BIBLIOGRÁFICAS
CAPITULO VI ¿Para qué sirve un Mesías muerto?
CITAS BIBLIOGRÁFICAS
CAPITULO VII ¿Se enteró de lo que le ocurrió a Saulo?
CITAS BIBLIOGRÁFICAS
CAPITULO VIII ¿Se puede aplastar a un hombre bueno?
LA SEPULTURA DE JESÚS
LA TUMBA VACÍA
LA TEORÍA DE LA TUMBA EQUIVOCADA
LA TEORÍA DEL DESVANECIMIENTO
LA TEORÍA DEL CADÁVER ROBADO
EVIDENCIAS DE LA RESURRECIÓN
CITAS BIBLIOGRÁFICAS
CAPITULO IX Que se identifique el verdadero Mesías
UNDA DIRECCIÓN EN LA HISTORIA
TREINTA PIEZAS DE PLATA
OJECIÓN: TALES PROFECÍAS SE CUMPLIERON POR COINCIDENCIA
OTRA OBJECIÓN
CITAS BIBLIOGRÁFICAS
CAPITULO X ¿Es que no hay otro camino?
CAPITULO XI Él cambió mi vida
¿Ha oído usted las Cuatro Leyes Espirituales?
PRIMERA LEY
SEGUNDA LEY
TERCELA LEY
CUARTA LEY
NOTA DEL EDITOR
A petición del autor, publicaciones importantes y de origen español, han
sido adaptadas al material bibliográfico que aparece al final de algunos
capítulos. Segunda Edición en castellano 1997. Versión corregida y
editada por el Ministerio Hispano de Cruzada Estudiantil y Profesional
Para Cristo. Guillermo Luna, editor.
DEDICADO A:
Dick y Charlotte Day, cuyas vidas siempre han sido reflejo de que Jesús
fue más que un carpintero.
Prefacio
Hace aproximadamente unos 2.000 años, Jesús entró a la raza humana, en
una pequeña comunidad judía. Fue miembro de una familia pobre, de un
grupo minoritario, residiendo en una de las naciones más pequeñas del
mundo. Vivió aproximadamente 33 años, de los cuales sólo los últimos
tres los dedicó al ministerio público.
Usted podría decir: Mire, Josh, yo puedo decir: «Mi padre hasta
ahora trabaja, y yo trabajo. ¿Y qué? Eso no prueba nada». Cuando
estudiamos un documento, hemos de tener en cuenta el lenguaje, la
cultura y especialmente la persona o las personas a quienes se dirigió. En
este caso, la cultura era la judía, y las personas a quienes se dirigió eran
los dirigentes religiosos. Veamos cómo entendieron los judíos lo que
les dijo Jesús hace 2.000 años en su contexto cultural: «Por esto, los judíos
aún más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo,
sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a
Dios» (San Juan 5:18). ¿Por qué esa reacción tan drástica?
Para responderle abrí dicho Evangelio. Allí se nos dice que Jesús
afirmó tener la potestad para perdonar pecados: «Al ver Jesús la fe de
ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados» (San Marcos
2:5; véase también San Lucas 7:48-50). Según la ley judía, esto era algo
que sólo Dios podía hacer. En Isaías 43:25 se limita esta prerrogativa
únicamente a Dios. Los escribas preguntaron: «¿Por qué habla éste así?
Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?» (San
Marcos 2:7). De inmediato Jesús preguntó qué sería más fácil: «¿decir al
paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: ¿Levántate, toma
tu lecho y anda?»
CAPÍTULO I
Las claras afirmaciones que hizo Jesús en cuanto a que Él era Dios
eliminan el complot muy generalizado de los escépticos que consideran a
Jesús solamente un buen moralista o un profeta que habló muchas
cosas profundas. A menudo esa suele ser la única conclusión aceptada por
los eruditos, o el resultado obvio del proceso intelectual. El problema
radica en que muchas personas mueven su cabeza en señal de
asentimiento, y jamás se percatan de la falsedad de tal razonamiento.
Jesús afirmó que era Dios. No dejó abierta ninguna otra opción.
Su afirmación tiene que ser cierta o falsa. De modo que es algo que
debemos considerar seriamente. La pregunta de Jesús a sus discípulos:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (San Mateo 16:15) tiene varias
alternativas.
En primer lugar, consideremos la posibilidad de que esta
afirmación, de que Él era Dios, sea falsa. Si fue falsa, entonces no nos
quedan sino dos alternativas: O Él sabía que era falsa tal afirmación o no
lo sabía. Consideraremos cada alternativa por separado y examinaremos
las evidencias.
¿FUE ÉL UN MENTIROSO?
Alguien que viva como Jesús vivió, que enseñe como Jesús
enseñó, y muera como Jesús murió no puede ser un mentiroso. ¿Cuáles
son las otras alternativas?
CAPÍTULO II
CAPÍTULO III
Hoy los críticos de «la forma» dicen que el material fue divulgado
oralmente hasta que fue escrito en la forma de Evangelios. Aunque el
período fue mucho más corto de lo que antes se creía, concluyen que los
relatos del Evangelio tomaron la forma de la literatura popular (leyendas,
cuentos, mitos y parábolas).
LA PRUEBA BIBLIOGRÁFICA
I Juan 1:3: «... lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para
que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión
verdaderamente es con el Padre y con su Hijo Jesucristo».
CAPÍTULO IV
12. Sir Frederic Kenyon, The Bible and Archaeology (La Biblia y la
arqueología), Nueva York, Harper and Row, 1940, pp. 288,289.
18. Will Durant, Caesar and Christ, en The Story ofCiviliza-tion Vol 3,
(César y Cristo, en La historia de la civilización), Nueva York, Simón &
Schuster, 1944, p, 557.
CAPÍTULO V
5. Paul Little, Know Why You Believe (Entiende por qué crees),
Wheaton, Illinois, Scripture Press Publications, Inc., 1971, p. 63.
El problema que ocurrió con los apóstoles fue que su buena causa
murió en la cruz. Ellos creyeron que Jesús era el Mesías. Jamás pensaron
que Él podía morir. Estaban convencidos de que el reino de Dios sería
establecido por Él, y que reinaría sobre el pueblo de Israel.
Sí, muchas personas han muerto por una causa buena, pero la
causa noble de los apóstoles murió en la cruz. Sólo la resurrección y el
posterior contacto con Cristo convenció a sus seguidores de que Él era
el Mesías. De esto dieron ellos testimonio, no sólo con sus labios y sus
vidas, sino con su propia muerte.
CITAS BIBLIOGRÁFICAS:
CAPÍTULO VI
6. Millar Burrows, More Light on the Dead Sea Scrolls (Más luz sobre
los rollos del mar Muerto), Londres, Secker & Warburg, 1958 p. 68.
CAPÍTULO VII
LA SEPULTURA DE JESÚS
LA TUMBA VACÍA
Juan llegó primero pero no entró en ella. Miró hacia adentro, y allí
estaban los lienzos funerarios, un poco ahuecados, pero la vio vacía. El
cuerpo de Cristo había pasado a través de los lienzos hacia una nueva
existencia. Reconocemos que esto haría que creyeras, al menos por el
momento.
«... Por otra parte, es muy fácil de presumir que esta aparente
resurrección, aun cuando de momento hubiese llenado de algarabía el
círculo de los discípulos, estaba condenada al fracaso. Ninguno de sus
discípulos habría estado dispuesto a dar la vida por un Cristo extenuado
que necesitó de sus auxilios para volver a su natural vigor. Aquella visión
de dolor y flaqueza de un Cristo postrado sobre un lecho, habría sido de
poca ayuda para su fe. Sólo la visión del Hijo de Dios con poder podía
llenar de un heroísmo hasta la muerte el corazón atribulado de los
desalentados apóstoles».12
EVIDENCIAS DE LA RESURRECCIÓN
El profesor Thomas Arnold, quien durante catorce años fue rector
de la Universidad de Rugby, fue autor de los tres volúmenes de la famosa
obra Historia de Roma, y era presidente del Departamento de Historia
Moderna en la Universidad de Oxford, estaba bien familiarizado con
el valor de las evidencias para determinar los hechos históricos. Él dijo:
«He estado acostumbrado durante muchos años a estudiar la historia de
otras épocas, y a examinar y pesar las evidencias de los que han escrito
acerca de esos tiempos, y no conozco ningún acontecimiento de la historia
de la humanidad que esté probado por las mejores y más completas
evidencias de todo tipo, para la comprensión de un investigador imparcial,
que la gran señal que Dios nos ha dado de que Cristo murió y resucitó de
los muertos».16
CAPÍTULO VIII
6. Hechos 1:3.
7. 1 Corintios 15:3-8.
8. Arthur Michael Ramsey, God, Christ and the World (Dios, Cristo y el
mundo), Londres, SCM Press, 1969 pp. 78 -80.
16. Thomas Amold, Christian Lifedts Hopes, Its Fears, and Its Cióse (La
vida cristiana: sus esperanzas, sus temores y su fin), Londres, T. Fellowes,
1859, sexta edición, p. 324.
17. Paul E. Little, Know Why You Relieve, (Comprende por qué crees),
Wheaton, Scripture Press Publications, Inc., 1967, p. 70.
19. Frank Morison, Who Moved the Stone (¿Quién quitó la piedra?),
Londres, Faber and Faber, 1930.
24. Michael Green, Man Alive (Hombre vivo), Downers Grove, Illinois,
InterVarsity Press,1968, p. 54.
CAPÍTULO IX
Una vez tras otra, Jesús apeló a las profecías del Antiguo
Testamento para validar sus afirmaciones como el Mesías. En Gálatas 4:4
leemos: «pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su
Hijo nacido de mujer y nacido bajo la ley». Aquí tenemos una referencia a
las profecías cumplidas en Jesucristo. «Y comenzando desde Moisés, y
siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo
que de él decían» (San Lucas 24:27). «Y les dijo: Estas son las palabras
que Os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se
cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los
profetas y en los salmos» (San Lucas 24:44). Él les dijo: «Porque
si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él» (San
Juan 5:46). También dijo: «Abraham vuestro padre se gozó de que había
de ver mi día» (San Juan 8:56). Los apóstoles, los escritores del
Nuevo Testamento, etc, constantemente se referían a la profecía cumplida
para demostrar sus afirmaciones de que Jesús era el Hijo de Dios, el
Salvador, el Mesías. «Pero Dios ha cumplido así lo que había antes
anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer»
(Hechos 3:18). «Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días
de reposo discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las
Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los
muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo (Hechos
17:2, 3). «Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí:
Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que
fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras» (1
Corintios 15:3, 4).
Una profecía que data del año 1012 A.C., también predice que las
manos y los pies de este Hombre serían horadados (es decir, Él sería
crucificado). Esta descripción fue escrita unos 800 años antes que los
romanos emplearan este castigo.
Sí, uno podría posiblemente hallar que una o dos de estas profecías
se cumplen en otros hombres, pero no todas las 60 profecías principales ni
las 270 que se derivan de ellas. En efecto, si usted puede encontrar
a alguien que no sea Jesús, sea que esté vivo o muerto, en quien se
cumplan sólo la mitad de las predicciones concernientes al Mesías, las
cuales pueden estudiarse en la obra «El Mesías en ambos Testamentos”»,
(Messiah in Both Testaments) por Fred John Meldau, la organización
Christian Victory Publishing Company, de Denver, Colorado, Estados
Unidos de Norteamérica, está dispuesta a darle una recompensa de mil
dólares.
OTRA OBJECIÓN
¿Por qué Dios se tomó todas estas molestias? Creo que Él quería
que Jesucristo tuviera todas las credenciales necesarias cuando vino al
mundo. No obstante, lo más fascinante con respecto a Jesucristo es que
Él vino para transformar vidas. Sólo Él probó que eran exactas las
centenas de profecías del Antiguo Testamento le anunciaban su venida.
Sólo Él puede cumplir la mayor de todas las profecías para los que
le aceptan: la promesa de una vida nueva: «Os daré corazón nuevo, y
pondré espíritu nuevo dentro de vosotros.... De modo que, si alguno está
en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son
hechas nuevas».10
CITAS BIBLIOGRÁFICAS:
CAPÍTULO IX
1. Génesis 12:17,22.
4. Isaías 11:1-5.
6. Isaías 8:14; 28:16; 49:6; 50:6; 52:53; 60:3; Salmo 22: 7, 8; 118:22.
Jesús fue el Dios Hombre. Fue tan hombre como si nunca hubiera
sido Dios, y tan Dios como si nunca hubiera sido hombre. Por decisión
propia, vivió una vida sin pecado, en completa obediencia al Padre. La
declaración bíblica de: «La paga del pecado es muerte» no se le imputa a
Él, porque El no sólo fue un hombre finito, sino también un Dios infinito;
tenía la infinita capacidad de tomar sobre Sí los pecados del mundo.
Cuando Jesucristo fue crucificado hace casi dos mil años, el santo, justo y
recto Dios derramó Su ira sobre Su Hijo. Cuando Jesús dijo: «Consumado
es», el requerimiento de la justicia de Dios quedó totalmente satisfecho.
Usted podría decir que en ese momento Dios quedó «libre» para tratar a la
humanidad con amor, sin tener que destruir al pecador, ya que, por
medio de la muerte de Jesús en la cruz, la justa naturaleza de Dios quedó
satisfecha.
Esta ilustración nos da una idea de lo que Dios hizo por nosotros a
través de Cristo. Nosotros pecamos. La Biblia dice: «La paga del pecado
es muerte». No importaba cuánto nos hubiera amado Dios, Él tenía que
dar el golpe con el mazo y decir muerte, porque Él es un Dios justo
y recto. Sin embargo, como Él es amor, nos amó tanto que estuvo
dispuesto a descender de su trono en forma del hombre Cristo Jesús, y
pagar el precio por nosotros, que fue la muerte de Cristo en la cruz.
Él cambió mi vida
Jesucristo vive. El hecho de que yo estoy vivo y esté haciendo las cosas
que hago, es una evidencia de que Jesús resucitó de entre los muertos.
Aún más que eso, quería ser libre. Quería ser uno de los hombres
más libres en todo el mundo. La libertad no significa para mí salir y hacer
lo que me venga en gana. Cualquiera puede hacer eso, y mucha gente
lo está haciendo. La libertad es «la capacidad de hacer lo que uno sabe que
debe hacer». La mayoría de las personas saben lo que deben hacer, pero
no tienen el poder para hacerlo: están esclavizados.
Así que empecé a buscar respuestas. Tal parece que casi iodos
practican alguna clase de religión, de modo que, imitando esta actitud, me
marché a una iglesia. Sin embargo, pensé que había encontrado la iglesia
equivocada. Algunos de ustedes saben de qué estoy hablando: Me sentí
por dentro peor de lo que me sentía por fuera. Iba a la iglesia por la
mañana, por la tarde y por la noche.
Sospecho que son muy pocas las personas que hay en las
universidades y colegios de este país, que sean más sinceras en su
búsqueda por encontrar significado, verdad y propósito para la vida de lo
que fui yo. Todavía no había hallado lo que buscaba, pero en primera
instancia no lo comprendí. En la universidad y sus alrededores, noté que
había un pequeño grupo de personas: ocho estudiantes y dos miembros de
la facultad. Noté que había algo diferente en sus vidas. Parecían saber por
qué creían lo que creían. A mí me gusta estar cerca de esa clase de gente.
No me importa si ellos están o no de acuerdo conmigo. Algunos de
mis amigos más íntimos se oponen a algunas cosas de las que yo creo,
pero admiro a los hombres y a las mujeres que tienen convicción.
(No son muchos los que encuentro, pero los admiro cuando los
hallo.) Por eso es que algunas veces me siento mucho más cómodo
con algunos líderes radicales, que con muchos creyentes. Algunos
creyentes que conozco son tan sosos que me pregunto si 50% de ellos
están disfrazados de cristianos. Sin embargo, las personas de aquel
pequeño grupo parecían saber a dónde iban, aunque esto es muy raro entre
estudiantes universitarios.
Había algo que me molestaba, de modo que finalmente busqué a una de las
estudiantes, una mujer muy bella (yo solía pensar que todas las cristianas
eran feas); me recosté en la silla, porque no quería que los demás pensaran
que yo estaba interesado, y le dije:
—Dime, ¿qué cambió sus vidas? ¿Por qué la vida de ustedes es tan
diferente de las de los demás estudiantes, de los otros líderes estudiantiles
de la universidad y de los profesores? ¿Por qué?
Ella dijo:
—Cristo Jesús.
—¡Ah! por Dios —le dije—, no me vengas con esa basura. Estoy
harto de religión; estoy harto de la iglesia; estoy harto de la Biblia. No me
vengas ahora con basura religiosa.
Yo pensé que eso era una farsa. Es más, creía que la mayoría de
los cristianos se estaban volviendo idiotas. Conocía a algunos cristianos y
esperaba que alguno de ellos hablara en el salón de clase, para poderlo
desarmar por un lado y aniquilarlo por el otro, y así adelantarme al golpe
del inseguro profesor. Me imaginaba que, si algún cristiano tenía, aunque
fuera una célula cerebral, ésa moriría de soledad. No sabía nada mejor.
Sin embargo, esta gente me desafió vez tras vez. Finalmente
acepté el desafío, pero lo hice por orgullo, para refutarles. Sin embargo, no
sabía que había hechos; no sabía que había evidencias que una
persona pudiera evaluar.
Otra de las áreas que empezó a cambiar fue mi mal carácter. Solía
perder los estribos por el solo hecho de que alguno me mirara mal.
Todavía tengo las cicatrices de una riña en la cual casi maté a un hombre
durante mi primer año en la universidad. Mi mal genio era una parte tan
vital de mí que yo no trataba conscientemente de cambiarlo. ¡Llegué al
extremo de perder mi compostura sólo para descubrir que ya no había
enojo en mí! Sólo una vez en 14 años perdí los estribos; ¡y esta vez lo
compensé con unos seis años de dominio propio!
Hay otra área de la cual no me siento orgulloso. Sin embargo, lo
menciono, por la sencilla razón de que muchas personas necesitan ese
cambio en sus vidas, y yo hallé la fuente de cambio: una comunión viva
con el Cristo resucitado y viviente. Esa área es el odio. Yo sentía mucho
odio. No era algo que se manifestaba externamente, pero había una forma
de fastidio interno en mi vida. Me sentía disgustado con la gente, con
las cosas, con los asuntos. Como muchas otras personas, me sentía
inseguro. Cada vez que conocía a alguien que fuera diferente de mí, esa
persona se convertía en una amenaza para mí.
«Señor Jesús, te necesito. Gracias por haber muerto en la cruz por mí.
Perdóname y límpiame. En este mismo instante confío en Ti como
Salvador y Señor. Hazme la clase de persona que Tú quieres que yo sea.
En el nombre de Cristo. Amén
¿Ha oído usted las
Cuatro Leyes Espirituales?
Así como hay leyes naturales que rigen el universo, también hay leyes
espirituales que rigen nuestra relación con Dios.
PRIMERA LEY
El amor de Dios
El plan de Dios
(Cristo afirma): «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan
en abundancia.» (Una vida completa y con propósito.)
San Juan 10:10
SEGUNDA LEY
El hombre es pecador y está separado de Dios, por lo tanto, no puede
conocer ni experimentar el amor y plan de Dios para su vida.
El hombre es pecador
El hombre fue creado para tener compañerismo con Dios, pero debido a su
voluntad terca y egoísta, escogió su propio camino y su relación con Dios
se interrumpió. Esta voluntad egoísta, caracterizada por una actitud de
rebelión activa o indiferencia pasiva, es una evidencia de lo que la
Biblia llama pecado.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros.
Romanos 5:8
Cristo murió por nuestros pecados ...fue sepultado, y ... resucitó al tercer
día conforme a las escrituras ... apareció a Pedro, y después a los doce.
Después apareció a más de quinientos.
1 Corintios 15:3-6
CUARTA LEY
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio
potestad de ser hechos hijos de Dios.
San Juan 1:12
Recibimos a Cristo por Fe
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros
pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.
Efesios 2:8,9
Señor Jesús, te necesito. Gracias por morir en la cruz por mis pecados. Te
abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Salvador y Señor. Gracias
por perdonar mis pecados y por darme vida eterna. Toma control del trono
de mi vida y hazme la clase de persona que Tú quieres que yo sea.
Cristo dijo que entrará en su vida. ¿Le engañaría Él? ¿En qué basa su
seguridad de que Dios contestó su oración? (En la fidelidad de Dios
mismo y Su Palabra.)
La Biblia promete vida eterna a todos los que reciben a Cristo
Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está
en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de
Dios no tiene la vida. Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el
nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para
que creáis en el nombre del Hijo de Dios.
1 Juan 5:11-13
La máquina correrá con o sin los vagones. Sin embargo, sería inútil jalar
el tren mediante los vagones. De la misma forma, nosotros no dependemos
de sentimientos o emociones, sino que ponemos nuestra fe (confianza) en
la fidelidad de Dios y en las promesas de Su Palabra.