Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Fallo Pabellón

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 24

Poder Judicial de la Nación

JUZGADO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO


FEDERAL 3

Causa nro. 13338/2017 “MENTA, EFRAIN EDGARDO c/ EN-M


JUSTICIA DDHH-SPF s/DAÑOS Y PERJUICIOS”

Y VISTOS:
Estos autos caratulados de la forma en que se indica en
el epígrafe, en trámite ante este Juzgado Federal en lo Contencioso
Administrativo nro. 3 - Secretaría nro. 6 que se encuentran en
condiciones de dictar la sentencia definitiva, y
RESULTA:
1. El Sr. Efraín Edgardo Menta entabla demanda
contenciosa contra el Estado Nacional – Servicio Penitenciario
Federal. Procura obtener el resarcimiento de los daños y perjuicios
padecidos como consecuencia de la muerte de su hijo Pablo Daniel
Menta durante el incendio acaecido en el pabellón séptimo de la
Unidad nro. 2 del SPF de Villa Devoto, el día 14-3-1978.
Expone que su hijo fue víctima de la masacre del
pabellón séptimo que fuera declarada como delito de lesa humanidad
en agosto de 2014 por la Sala I de la Cámara en lo Criminal y
Correccional Federal, en el marco de la causa “C., H. y otros s/
denuncia sobre hechos ocurridos el 14 de marzo de 1978 en la
Unidad n°2 del SPF de Villa Devoto”.
Refiere que al momento del incendio su hijo tenía 24
años y le restaban sólo 3 días para salir en libertad.
Pone de resalto que el motivo que llevó a Pablo al
deceso fue “congestión y edema de pulmones” en una persona
“quemada”; circunstancia que demuestra que padeció sufrimiento y
dolor extremo durante días hasta que falleció. Afirma que a partir de
la muerte de su hijo atravesó momentos de crisis, depresión y llanto,
consolándose en su familia, quienes eran los únicos que podían
comprender semejante daño.
Adjudica responsabilidad al Estado Nacional por la
actuación irregular por parte de los agentes del Servicio Penitenciario

#29517968#411016975#20240613090839347
Federal que, en el ejercicio ordinario de sus funciones, y en el
despliegue de una medida de uso corriente, como es la requisa sobre
los detenidos, dieron origen a lo que hoy se conoce como masacre en
el pabellón séptimo.
Sobre esta base y con sujeción a la prueba ofrecida,
solicita el resarcimiento por los daños sufridos, los que estima en la
suma de $800.000 en concepto de valor vida y $600.000 en concepto
de daño moral.
Finalmente, plantea el caso federal.
2. A fs. 148/159 se presenta, mediante apoderado, el
Estado Nacional y contesta demanda, solicitando su rechazo, con
costas.
En primer término, plantea la prescripción de la acción
con fundamento en que tratándose en la especie de responsabilidad
extracontractual sujeta al plazo bienal contemplado en el art. 4037,
CC la prescripción, por el hecho relatado por el actor que habría
ocurrido el 14-3-1978, operó a más tardar en fecha 15-3-1980. De tal
modo, considera que, habiéndose promovido esta demanda en el año
2016, la acción está prescripta.
Asimismo, aclara que la acción también está prescripta
si se toman las modificaciones y sanción del Código Civil y
Comercial de la Nación.
En punto a lo manifestado por la actora, en cuanto a la
configuración de los hechos ocurridos como delitos de lesa
humanidad, en función de lo cual el accionante considera que la
acción resultarían imprescriptible, entiende que dicha
imprescriptibilidad es con respecto a la acción penal, no así respecto
de la acción civil, atento que el actor no se vio impedido de efectuar
su reclamo dentro de los plazos legales.
Entiende que, tratándose de hechos estrictamente
personales no puede haber responsabilidad de la administración, sino
simplemente, responsabilidad individual de los agentes. Y en este
sentido, estima que la parte actora tendría que haber demandado sólo

#29517968#411016975#20240613090839347
Poder Judicial de la Nación

JUZGADO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO


FEDERAL 3
a aquellas hipotéticas personas que resultaron presuntamente
responsables del lamentable hecho que motiva los presentes actuados.
Desconoce por tanto la existencia de una falta de
servicio y, por consiguiente, rechaza la atribución de responsabilidad,
concluyendo que el sistema de responsabilidad previsto en el art.
1112 del Código Civil no resulta aplicable.
Finalmente, impugna el importe de los daños solicitados
por considerarlos improcedentes y excesivos. Además, solicita que,
en caso de admitirse la acción, se apliquen las previsiones
presupuestarias normadas por el art. 132 de la Ley Complementaria
Permanente de Presupuesto nro. 11.672 (t.o. 2005).
Ofrece prueba y plantea cuestión federal.
3. A fs. 173, el Sr. Fiscal Federal dictaminó en relación
con el planteo de prescripción articulado por la demandada,
considerando que sea objeto de examen en oportunidad de dirimirse
la cuestión de fondo. En consecuencia, a fs. 174 el Tribunal decidió
diferir el tratamiento de la excepción de prescripción para el dictado
de la sentencia definitiva.
4. A fs. 176 se dispuso la apertura a prueba de la causa,
produciéndose aquellas que obran de fs. 180 a fs. 217.
Luego de que la parte actora hiciera uso de su derecho
de alegar sobre el mérito de la prueba, a fs. 396/417 se presentó la
representante de Dirección Nacional del Servicio Penitenciario
Federal y, conforme la instrucción recibida por la Secretaría de
Derechos Humanos de la Nación, desistió de la excepción de
prescripción.
5. A fs. 423 se advirtió el fallecimiento del Sr. Efraín
Edgardo Menta, ocurrido el 26-10-2023 y se citó a los herederos a
comparecer en autos.
Finalmente, a fs. 424/425 se presentó la Sra. Patricia
Rosa Menta, acreditando ser hija del actor; y pasaron los autos a
dictar sentencia definitiva.

#29517968#411016975#20240613090839347
CONSIDERANDO:
I. Así planteada la cuestión, cabe recordar que en autos
se persigue el resarcimiento de los daños y perjuicios sufridos como
consecuencia de la muerte del hijo del accionante, el señor Pablo
Daniel Menta, ocurrida el 14-3-1978 en la Unidad nro. 2 del SPF de
Villa Devoto, como consecuencia del accionar que se adjudica al
Servicio Penitenciario Federal.
De su lado, la autoridad pública demandada niega que
exista responsabilidad de su parte pues considera que, en el caso de
autos, se está ante una falta personal y directa de los funcionarios,
que excede el marco generador de responsabilidad en cabeza del
Estado Nacional y, por ende, su obligación de resarcir.
II. En primer término, corresponde analizar la incidencia
que, en términos de prejudicialidad penal (conf. art. 1775, CCCN)
pudiere tener la causa nro. 14216/2003 “C., H. y otros s/ denuncia
sobre hechos ocurridos el 14 de marzo de 1978 en la Unidad n°2 del
SPF de Villa Devoto”, actualmente en trámite ante el Tribunal Oral
Federal en lo Criminal nro. 5. Pues en ese proceso penal se investiga
la comisión de diversos delitos referidos a los hechos que dan lugar a
la reparación pecuniaria que aquí se reclama.
II.1. El citado artículo establece que “Si la acción penal
precede a la acción civil, o es intentada durante su curso, el dictado
de la sentencia definitiva debe suspenderse en el proceso civil hasta
la conclusión del proceso penal, con excepción de los siguientes
casos: a) si median causas de extinción de la acción penal; b) Si la
dilación del procedimiento penal provoca, en los hechos, una
frustración efectiva del derecho a ser indemnizado; c) Si la acción
civil por reparación del daño está fundada en un factor objetivo de
responsabilidad”.
II.2. Sobre el particular, la Corte Suprema de Justicia de
la Nación ha dicho que, si bien la dualidad de procesos originados en
el mismo hecho, puede imponer la postergación de la sentencia civil
hasta tanto sea dictado el fallo penal, ésta no es una prohibición

#29517968#411016975#20240613090839347
Poder Judicial de la Nación

JUZGADO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO


FEDERAL 3
absoluta, y tal óbice debe ceder cuando la suspensión implica una
dilación indefinida en el trámite y decisión del juicio en el cual se
reivindican los daños y perjuicios, que irroga agravio a la garantía
constitucional del derecho de defensa, produciendo denegación de
justicia (Fallos 321:1124).
También debe considerarse que la Corte Interamericana
de Derechos Humanos ha expresado que es responsabilidad del
Estado consagrar normativamente y asegurar la debida aplicación de
recursos efectivos ante las autoridades competentes a fin de amparar
a todas las personas bajo su jurisdicción contra actos que violaran sus
derechos fundamentales. Asimismo, dijo que el Estado debe respetar
la garantía del plazo razonable de duración de los procesos en los
términos del artículo 8.1 en relación con los artículos 19 y 1.1 de la
Convención Americana. En similar orden de ideas, sostuvo que el
Estado es responsable por la demora excesiva en resolver una acción
de daños si no existen razones concretas que justifiquen por qué un
proceso que no debe durar más de dos años duró más de doce, sin que
fuera desvirtuada la falta de diligencia que las autoridades judiciales
tuvieron en relación con los términos o plazos establecidos (caso
“Furlán y Familiares vs. Argentina”, del 31-8-2012, párrafos 186,
204 y 209).
II.3.i. En tales condiciones, encontrándose la causa
penal en que se investigan hechos acaecidos en el año 1978 sin
sentencia definitiva, luego de haber transcurrido un extenso plazo
desde la reapertura de la investigación en el año 2014 y registrando
actualmente fecha designada para la primera audiencia del juicio oral
el día 9-10-2024, postergar el resultado de este proceso constituiría
una dilación que lesionaría el derecho de defensa y provocaría una
efectiva privación de justicia (arg. art. 18, CN).
II.3.ii. A su vez, debe tenerse en cuenta que en dicha
causa se investiga la responsabilidad penal personal de agentes
estatales involucrados en el incendio y hechos posteriores ocurridos
en el pabellón séptimo de la cárcel de Villa Devoto el día 14-3-1978;
aspecto que no abarca la totalidad de los tópicos aquí debatidos, pues

#29517968#411016975#20240613090839347
en paralelo a ello, aquí la parte actora reclama una indemnización
fundada en la responsabilidad directa y objetiva del Servicio
Penitenciario Federal por la muerte del Sr. Pablo Daniel Menta.
Ello sin perjuicio del concreto análisis y tratamiento que
se dará en la presente a la defensa opuesta por el demandada, en
punto a la configuración de una falta personal de los agentes
implicados.
En consecuencia, en atención a las particularidades que
exhibe este proceso, corresponde apartarse del principio general
establecido en el art. 1775, CCCN y adentrarse en el tratamiento de la
cuestión de fondo.
III. En función del modo en que los planteos de las
partes han sido formulados, se debe precisar que la responsabilidad
del Estado por el hecho de sus dependientes se basa, según ha
sostenido el Alto Tribunal, en que ningún deber es más primario y
sustancial para el Estado que el de cuidar de la vida y de la seguridad
de los ciudadanos; y si para llenar esas funciones se ha valido de
agentes o elementos que resultan de una peligrosidad o ineptitud
manifiesta, las consecuencias de la mala elección, sea o no excusable,
deben recaer sobre la entidad pública que la ha realizado (CSJN,
Fallos 190:312; 317:728; 318:1715; 327:5295, entre otros).
Con todo, por regla, tanto en el ámbito del art. 1113 CC
(que establece la responsabilidad del principal por los hechos de sus
dependientes) como en el del art. 1112 CC (que consagra la noción
de falta de servicio) se requiere la prueba de que se ha cometido el
ilícito en ejecución de las tareas a su cargo, dentro de los límites y
objeto aparentes de las mismas (CSJN, Fallos 194:170; 196:101);
pues, aunque se encuentre establecida la culpa del dependiente del
Estado o su responsabilidad directa y objetiva, resulta preciso
establecer conexión entre el hecho y la función.
Ello es así porque a los fines de fundar una sentencia
condenatoria contra el Estado, el acto imputado debe derivar
—cuanto menos— de las exigencias propias del cargo, situación que

#29517968#411016975#20240613090839347
Poder Judicial de la Nación

JUZGADO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO


FEDERAL 3
se configura cuando las circunstancias fácticas permiten establecer
una vinculación concreta —no meramente genérica— entre ambos
(doc. CSJN, Fallos 300:639; 322:2002).
IV. Circunscripto de tal modo el análisis, en primer
término resulta necesario reseñar los elementos probatorios
incorporados al proceso.
IV.1.i. En marco de la causa conexa nro. 13491/2017
“Menta, Efraín Edgardo c/ EN-Mº Justicia DDHH-SPF s/ diligencia
preliminar” se produjo el informe pericial psicológico.
IV.1.ii. De la prueba documental acompañada por la
parte actora surge copia certificada de la partida de nacimiento del Sr.
Pablo Daniel Menta, el 9-12-1953, hijo de Efraín Edgardo Menta y
María Angélica Lahargue.
A su vez, surge copia certificada de la partida de
defunción perteneciente al Sr. Pablo Daniel Menta, DNI 11.076.151,
ocurrida en la Capital de la República Argentina, en el interior del
pabellón 7 de la U.2 el 14-3-1978 a las 8:20 horas, siendo la causa de
la defunción congestión y edema de pulmones en un quemado.
IV.2.i. Los antecedentes penales arrimados a la causa,
revisten trascendental importancia para la resolución de la
controversia aquí planteada. Ello en virtud de que el 14-8-2014 la
Sala I de la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal
decidió declarar que los hechos ocurridos el 14-3-1978 en el pabellón
séptimo de la Unidad nro. 2 de Devoto del Servicio Penitenciario
Federal, configuraron crímenes de lesa humanidad.
El Tribunal sostuvo que “aún ante las pocas certezas
que existen a esta altura sobre cómo se inició el fuego -reinando dos
versiones según quien efectúe el relato: o fue el Servicio con los
lanza gases o los internos de propia mano-, poco explicable resulta
que, en lugar de combatirlo e iniciar una rápida evacuación, los
sucesos estuvieron rodeados de dos características destacadas: (a) el
Servicio Penitenciario ejerció una fuerza brutal y desmedida contra
los internos; (b) rápidamente apareció la intervención de fuerzas de

#29517968#411016975#20240613090839347
seguridad ajenas al Servicio Penitenciario Federal... A lo dicho
hasta aquí se le suman dos nuevas cuestiones: (c) la falta de agua e
inexplicable ausencia de los bomberos dentro del penal y, (d) la
actitud hostil, vejatoria y de extrema crueldad asumida por las
autoridades -que tenían a su cargo personas cautivas, y debían velar
por su seguridad-, cuando se les permitió salir del pabellón a los
sobrevivientes”.
Añadieron los jueces que “Los testimonios que han sido
citados, tomados por resultar reveladores de lo acontecido, pero no
por ello menos importantes de otros muchos que obran en la causa
que tramitó a poco de producirse el evento, y en las actuaciones
complementarias que llevó adelante la Fiscalía recientemente, a fin
de evaluar la petición de las víctimas, permiten reconstruir en este
caso en particular, la dimensión y el contexto de los sucesos,
afirmando que los hechos bajo estudios integran la categoría de
delito de lesa humanidad, puesto que, ninguna duda cabe de que se
trató de un ataque generalizado contra una población carcelaria que
fue brutalmente agredida con deliberada intención -que derivó en
decenas de muertos y heridos-, al que se pretendió hacer pasar por
victimaria”.
Asimismo, se tuvo en cuenta que “Tal y como ha
sucedido en otras ocasiones, la complicidad de innumerables
personas ha impedido que, a pesar del tiempo transcurrido desde los
sucesos, se cuente con las pruebas que permitirían reconstruir todos
los aspectos penalmente relevantes del aparato de poder represivo,
circunstancias que no impiden categorizar la pretensión de los
denunciantes como delitos de lesa humanidad”.
IV.2.ii. A su vez, del auto dictado el 28-12-2018,
obrante a fs. 2174/2324 de la causa penal (cuerpos 11 y 12) surge el
procesamiento de distintos funcionarios del SPF por considerarlos
responsables del delito de imposición de tormentos agravados por
muerte de 65 internos, entre ellos Pablo Daniel Menta.
IV.2.iii. Por otro lado, de las constancias de dicho
proceso, también acompañadas en autos, se desprenden las siguientes

#29517968#411016975#20240613090839347
Poder Judicial de la Nación

JUZGADO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO


FEDERAL 3
declaraciones testimoniales, cuya incorporación a este juicio no ha
sido objetada por la parte demandada:
i) El testigo Luis Roberto Montiel expuso: “Ocho y
cuarto de la mañana sonó el silbato estridente, entró el cuerpo de
requisa con una cantidad mucho mayor de personal de la habitual, y
directamente a palos y garrotazos contra nosotros. La reacción fue
espontánea, no fue organizada ni mucho menos. Cada uno comenzó a
defenderse con lo que teníamos, con los bancos de madera que había.
Le obstruimos el paso con las camas... se armó una refriega entre
guardias, internos y los celadores que estaban arriba, en la pasarela,
que acompañaban a la requisa. Los de arriba, estando el mismo
personal adentro del pabellón, comenzaron a disparar gases...en el
momento que los guardias despejaron el pabellón, cerraron la puerta
y comenzaron a disparar balazos... Nosotros los internos agarramos
los colchones para tapar la entrada del pabellón para que no
disparasen más ni tirasen más gases, hasta que se hizo una pila
tremenda de colchones que llegaba hasta casi el techo... no puedo
precisar, no lo vi yo, pero alguien prendió fuego o se prendió fuego
por los gases o los cartuchos, pero estalló el fuego”. Luego,
continuó: “Recibimos la orden de los guardias de que fuéramos
saliendo, pero quién iba a salir si la mayoría estaba muerto, y el
resto estábamos asustadísimos. Yo salí. Nos recibieron a palos a
nosotros. Tuvimos que bajar una escalera, dos pisos, hasta un
corredor de la cárcel que es conocida como la `T´, porque hay un
cruce de corredores. En el camino había guardias con palos y
fierros, e incluso con los picos de las mangueras de incendio de
bronce que son grandes y pesadas. Fui golpeado, arrastrado y
pisoteado, pero llegué vivo a unos calabozos chiquititos, angostos,
que son de denominación `de urgencia´, que quedan en el subsuelo
del mismo corredor. Ahí nos iban metiendo en los calabozos, cuatro
o cinco internos amontonados por celda... más o menos a los diez o
quince minutos hubo un control para sacar de las celdas a los que
estaban moribundos, a los que estaban malheridos, y esos casos
fueron derivados al hospital del penal y otro al Hospital del Quemado

#29517968#411016975#20240613090839347
”. Al preguntarle si la requisa del 14-3-1978 tuvo características en
particular que la diferenciaron de las habituales, contestó: “Sí.
Aumento del personal, y la agresividad con la que entraron. Lo
hicieron directamente golpeando. Porque generalmente ellos tocan el
silbato para que uno se pegara a la pared con las manos en la nuca,
pero esta vez ni siquiera eso pidieron. Era habitual que durante las
requisas los internos fueran golpeados, pero no como en esa
oportunidad, que fue acompañado de gases y balazos”.
ii) El testigo Ángel Oscar Méndez relató: “...empezaron
a gritar que `los vamos a matar´, eso fue lo primero que sentí y
cuando me doy vuelta veo una mano ahí que prende los colchones
que están contra la reja, en la puerta”. Preguntado para que diga
quiénes decían “los vamos a matar”, dijo: “Eso lo decían los
penitenciarios desde la pasarela de arriba”. Continuando su relato,
expuso que: “Como era la primera vez que estaba detenido,
infantilmente pensaba que con todos los muertos que estaban ahí creí
que abajo iba a ver ambulancias, médicos, enfermeros y cuando
salgo en la segunda tanda -serían 6, 8, 10 internos, que se yo-, al
salir de la reja del pabellón, había unos 5 o 7 centímetros de agua en
el piso, un tanto de agua.. .uno hierros para verificar los barrotes de
los pabellones. Con eso me golpearon en la nuca, caí al piso y fui
resbalando por el pasillo hasta la reja de acceso a las escaleras. Ahí
me agarró un penitenciario de los pelos, me esposaron con las manos
atrás y me bajaron por la escalera”. Luego agregó: “Cerraron la
puerta de la celda y desde adentro de la celda se escuchaban gritos
`abran la puerta´, `quiero tomar agua´, `necesito agua´... no sé a los
cuantos minutos abren las celdas, las puertas de los buzones y en la
celda en la que estaba yo, ya había dos chicos que estaban fallecidos”
.
iii) El testigo Ascencio Olivera, al preguntarle si se les
negó el auxilio, manifestó: “La asistencia, como todo ahí, mucha no
hubo. De hecho, cuando nos sacaron es que no nos sacaron bien,
sino íbamos cobrando, es decir nos pegaban. No es que nos trataban
con cuidado. Nos trataban como si no nos hubiéramos quemado. Es

#29517968#411016975#20240613090839347
Poder Judicial de la Nación

JUZGADO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO


FEDERAL 3
más, las quemaduras al principio no se notan, pero después si.
Cuando me sacan del instituto del quemado yo no estaba en
condiciones de ser dado de alta. Volví a Devoto, y los remedios que
yo pedí para que mi familia me alcanzara, no nos lo pasaban ”.
Respecto de si vio personal de bomberos ingresar al pabellón o a
alguna otra dependencia de la Unidad Penitenciaria, dijo: “No.
Bomberos no vi ninguno. Creo que en la puerta del penal había, y tal
vez los vi en cuanto me trasladaron al instituto del quemado. Primero
nos llevaron al calabozo y después a un patio para el traslado”.
iv) El testigo Germán Jorge Jascalevich narró: “Al
incendiarse, les decíamos que apaguen el fuego ya que ellos tienen
mangueras y desde atrás de las llamas nos decían `muéranse como
ratas´. No me acuerdo cuánto tiempo habrá durado el fuego, calculo
que una media hora y cuando empezó a bajar de intensidad, con otro
compañero sacamos las camas para poder salir del pabellón porque
por la cantidad de humo ya no había oxígeno y no se podía respirar.
Yo saqué las camas con una frazada y por eso me quemé el 35% del
cuerpo... Yo fui uno de los primeros que salí. Al salir del pabellón,
los guardias cárceles formaron un corredor doble, con palos y
cadenas, y nos llevaron desde el pabellón 7 hasta el pabellón de
emergencias que es un pabellón de castigo... A pesar de tener el 35,
40% del cuerpo quemado y una bala en el pie, fui muy golpeado, me
caí tres veces en ese corredor, tenía muy golpeadas las manos y las
costillas... Allí nos pusieron en celdas, entre 5 y 6 personas en cada
celda de castigo, habremos estado un tiempo que no recuerdo, y los
empleados de penales estaban buscando en esa celda, iban gritando
dos nombres: uno era Tolosa y otro era `Bariloche´, que era un
apodo, pero yo a este último no lo conocía. Tolosa estaba en mi
celda, estaba entero, tenía mucha tos, consciente. Lo sacaron a
Tolosa, el que lo reconoció, porque teníamos la cara muy negra por
el humo fue Zerda, y él mismo lo mató a palazos. Yo vi como le
rompían el cráneo. Sé que a `Bariloche´ lo encontraron y también lo
golpearon y mataron”. Preguntado sobre cuáles fueron las primeras
maniobras adoptadas por el personal penitenciario al momento de

#29517968#411016975#20240613090839347
iniciarse el fuego, expresó: “Ninguna, continuaron con los tiros atrás
de las llamas pero no hubo ningún intento de socorro por parte de
las autoridades”. Luego, se le preguntó si le consta que el personal
del Servicio Penitenciario haya intentado abrir las puertas, a lo que
continuó: “No intentaron abrir, porque el que abrió la puerta fui yo y
el otro chico, el uruguayo, y cuando lo hicimos no había nadie
inmediatamente, la guardia estaba a unos 15 metros de la puerta.”
Por último, preguntado sobre cómo se extinguió el fuego, dijo: “Se
extinguió solo, es decir, por consumirse el material inflamable, sin
intervención alguna del personal”.
IV.2.iv. Por último, se agrega también en estas
actuaciones la pericia elaborada el 8-5-1978 por la División
Siniestros de la Superintendencia de Bomberos de la Policía Federal
Argentina, que tampoco ha sido impugnada por la parte demandada.
Allí, el Comisario Inspector Francisco Ángel Bisceglia
refirió que el Subdirector de la Unidad 2 no permitió al personal de
bomberos ingresar al penal. Particularmente, expone que “Siendo las
09:15 horas, me hice presente juntamente con ambas Dotaciones,
permaneciendo en el exterior del mismo, por cuanto un Oficial del
Penal, informó que por orden del Subdirector del mismo no se podía
ingresar al edificio, y que el fuego ya había sido extinguido por
personal de la citada unidad carcelaria. Momentos después se
autorizó mi ingreso, no así el del personal... el señor Subdirector de
la U-2, informó que se había producido un amotinamiento dentro del
cuadro nº 7 y la situación estaba dominada, relacionado con el fuego
producido, aseveró que ya había sido extinguido por personal del
establecimiento, por lo cual no era necesaria nuestra presencia,
agregando que no se permitía el acceso al lugar por razones de
seguridad”.
Asimismo, surge que “[e]l proceso combustivo adquiere
en este hecho características sumamente particulares, en cuanto a la
violencia y rapidez. La asociación de tales variantes se establece en
función de un factor determinante, la índole de los materiales
combustionados, existiendo además otros, que operan

#29517968#411016975#20240613090839347
Poder Judicial de la Nación

JUZGADO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO


FEDERAL 3
aleatoriamente, entre estos últimos podemos mencionar, el
confinamiento creado por las características constructivas de los
recintos y la escasa ventilación.”
La pericia determina que la participación del poliuretano
(material del que estaban hechos los colchones), fue determinante
para la evolución del incendio. Allí se indica que “[e]l génesis
químico de este producto debe rastrearse en los derivados de
petróleo e hidrocarburos...además de estar formado por estos
elementos lo que le otorga, excelentes propiedades combustivas, es
de resaltar las características isomórficas de la espuma, que permite
la existencia de burbujas conteniendo aire en su interior. El oxígeno,
componente en proporción de este aire, se halla así ligado al
combustible, que forma las paredes de la burbuja, en toda la masa
del poliuretano, confiriéndole una extraordinaria velocidad de
combustión, en la que todo el material forma parte.”
V. En materia de responsabilidad extracontractual del
Estado por actividad ilícita se requiere la concurrencia de los
siguientes requisitos o presupuestos: a) el Estado debe haber
incurrido en una falta de servicio, por la prestación irregular de los
servicios a su cargo, de modo que le resulte imputable jurídicamente;
b) el accionante debe haber sufrido un daño cierto y resarcible y c)
debe existir una relación de causalidad adecuada entre la conducta
estatal impugnada y el daño cuya reparación se persigue (CSJN,
Fallos 318:1531; 328:2546, entre muchos otros).
En este contexto, la Corte Suprema ha señalado en
numerosos precedentes que quien contrae la obligación de prestar un
servicio lo debe hacer en condiciones adecuadas para llenar el fin
para el que ha sido establecido y es responsable de los perjuicios que
causare su incumplimiento o ejecución irregular (CSJN, Fallos 321
:1776 y sus citas; 325:1277).
V.1.i. En el particular ámbito de actuación estatal que
aquí se analiza, el Máximo Tribunal ha sostenido que el principio
constitucional que impone que las cárceles tengan como propósito la
seguridad y no el castigo de los internos, impone al Estado, por

#29517968#411016975#20240613090839347
intermedio de los servicios penitenciarios respectivos, la obligación y
responsabilidad de dar a quienes están cumpliendo una condena o una
detención preventiva, la adecuada custodia que se manifiesta también
en el respeto de sus vidas, salud e integridad física y moral (CSJN,
Fallos 318:2002; 326:1269; 329:3065); deber cuyo quebrantamiento
puede generar la obligación de resarcir a cargo de la autoridad
pública.
Un postulado semejante, asentado en el art. 18 de la CN,
proscribe toda medida que, a pretexto de precaución, conduzca a
mortificar innecesariamente a las personas privadas de libertad. Es
que, tal como ha remarcado el Máximo Tribunal, “[s]i el Estado no
puede garantizar la vida de los internos ni evitar las irregularidades
que surgen de la causa, de nada sirven las políticas preventivas del
delito ni menos aún las que persiguen la reinserción social de los
detenidos. Es más, indican una degradación funcional de sus
obligaciones primarias que se constituye en el camino más seguro
para su desintegración y para la malversación de los valores
institucionales que dan soporte a una sociedad justa” (CSJN, Fallos
318:2002, consid. 9º).
V.1.ii. Destacó también la CSJN que el derecho a la
integridad personal no sólo implica que el Estado debe respetarlo
(obligación negativa) sino que, además, requiere que el Estado adopte
todas las medidas apropiadas para garantizarlo (obligación positiva),
en cumplimiento de su deber general establecido en el art. 1.1 de la
Convención Americana (Fallos 328:1146, consid. 44 y 45).
Siguiendo esa línea de razonamiento, ha señalado que “
[q]uien sea detenido tiene derecho a vivir en condiciones de
detención compatibles con su dignidad personal y el Estado debe
garantizarle el derecho a la vida y a la integridad personal, y es que
es el Estado el que se encuentra en una posición de control o dominio
sobre las personas que se encuentran sujetas a su custodia. De este
modo, se produce una relación e interacción especial de sujeción
entre la persona privada de la libertad y el Estado, caracterizada por
la particular intensidad con que el Estado puede regular sus

#29517968#411016975#20240613090839347
Poder Judicial de la Nación

JUZGADO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO


FEDERAL 3
derechos y obligaciones y por las circunstancias propias del
encierro, en donde al recluso se le impide satisfacer por cuenta
propia una serie de necesidades básicas, que son esenciales para el
desarrollo de una vida digna” (CSJN, Fallos 332:2842, consid. 8º).
De tal modo reconoció, sin hesitación, el deber del
Estado de reparar los perjuicios producidos durante la detención o
alojamiento de personas en unidades carcelarias o dependencias
policiales, con sustento en la falta de cumplimiento de los fines
constitucionales y de las obligaciones que ellos generan, así como en
la irregular prestación del servicio a cargo de la autoridad
penitenciaria o policial en su caso (CSJN, Fallos 332:2842).
V.1.iii. Asimismo y en punto al reconocimiento del
derecho a un trato digno y humano reconocido a las personas
privadas de su libertad, por imperio de la reforma constitucional de
1994, la Nación está obligada por tratados internacionales de vigencia
interna y operativos, que fortalecen la línea siempre seguida por la
legislación nacional en la materia: la Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre, establece en el art. XXV que “todo
individuo tiene también un tratamiento humano durante la privación
de su libertad”; el art. 10 del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos indica que “toda persona privada de la libertad será
tratada humanamente y con el respeto debido a la dignidad inherente
al ser humano”; fórmula ésta que recepta de modo similar el art. 5
inc. 2° de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Y en procura de la efectividad de las obligaciones
legales enunciadas en el parágrafo anterior, la Corte Suprema ha
reconocido que las Reglas mínimas para el tratamiento de reclusos de
la Naciones Unidas, constituyen documentos orientadores en la
materia; y aun cuando no ostentan la misma jerarquía que los tratados
incorporados al bloque de constitucionalidad con posterioridad a la
reforma de 1994, por aplicación del art. 18 de la CN, se han erigido
en el estándar internacional respecto de personas privadas de libertad
(CSJN, Fallos 328:1146, cons. 39°).

#29517968#411016975#20240613090839347
Tales preceptos de linaje convencional, e
indudablemente apuntalados en el principio de respecto a la dignidad
de la persona humano, resultan aplicables y exigibles en las
circunstancias de esta controversia que refiere, como se apuntó
precedentemente, a crímenes de lesa humanidad (cfr. decisión de la
Sala I de la Cámara en lo Criminal y Correccional Federal, del
14-8-2014).
V.2. Finalmente, la legislación interna aplicable también
establece parámetros protectorios a los que debe ajustarse el régimen
carcelario nacional.
En cuanto aquí interesa, el art. 1 de la ley 20.416
establece que “[e]l Servicio Penitenciario Federal es una fuerza de
seguridad de la Nación destinada a la custodia y guarda de los
procesados y a la ejecución de las sanciones penales privativas de la
libertad, de acuerdo con las disposiciones legales y reglamentarias
en vigor”.
Por otro lado, el art. 5 dispone que “[s]on funciones de
la Dirección Nacional del Servicio Penitenciario Federal: a) Velar
por la seguridad y custodia de las personas sometidas a proceso
procurando que el régimen carcelario contribuya a preservar o
mejorar sus condiciones morales, su educación y su salud física y
mental...”.
A su vez, el art. 35, inc. d) fija que “[s]on obligaciones
de los agentes penitenciarios, sin perjuicio de los que impongan las
leyes y reglamentos particulares de los distintos establecimientos y
servicios: d) Observar para con las personas confiadas a su custodia
y cuidado un trato firme, pero digno y respetuoso de los derechos
humanos”.
VI. Conforme los fundamentos que seguidamente
se desarrollan, la pretensión resarcitoria deducida en autos
prosperará con el alcance que se fija en este pronunciamiento.
VI.1. Inicialmente se debe determinar si se configura el
factor de atribución que justifica la responsabilidad que se pretende

#29517968#411016975#20240613090839347
Poder Judicial de la Nación

JUZGADO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO


FEDERAL 3
imputar al Estado Nacional; es decir, una falta de servicio que le
resulte imputable.
Para ello habrá de considerarse el material probatorio
incorporado a la causa con el marco del art. 386, CPCCN que estipula
el método de la sana crítica; expresión que comprende la necesidad
de valorar los distintos medios, explicando las razones que ha tenido
el juez para formar su convicción al ponderar con un sentido crítico la
variedad de pruebas.
VI.2. Pues bien, teniendo en consideración las pruebas
rendidas en la causa y las normas y principios que rigen las
obligaciones del Estado en punto a la custodia y preservación de
personas privadas de libertad en el sistema carcelario, se advierten
una serie de acciones y omisiones concretas llevadas a cabo por
agentes del Servicio Penitenciario Federal que configuran un
desempeño irregular de sus funciones y que resultan generadoras de
responsabilidad en los términos del art. 1112, CC (entonces vigente).
VI.2.i. Así, ha quedado demostrado que, una vez
iniciado el incendio, los agentes del Servicio Penitenciario Federal
destinados a la atención de la situación configurada en el pabellón
séptimo no brindaron el debido auxilio a los internos a los fines de
evacuar inmediatamente las instalaciones. De igual modo, se
encuentra probado que las autoridades del penal no permitieron el
ingreso del personal de bomberos para la atención del siniestro.
A ello se adiciona que, en el marco de tales dramáticas
circunstancias, algunos internos sufrieron graves agresiones físicas y
vejámenes por parte de los agentes que debían custodiarlos,
exponiéndolos además a la falta de atención médica y de agua
potable, circunstancia que constituye una clara violación al deber de
garante que posee el Estado respecto de la salud de las personas bajo
su custodia (Corte IDH, caso “Mendoza vs. Argentina”, del
14-5-2023).
VI.2.ii. Por lo demás, sin resultar necesario adentrarse
en la disyuntiva sobre quién o cómo se inició el incendio, pues eso se

#29517968#411016975#20240613090839347
encuentra dentro del marco de análisis del proceso penal, cabe
resaltar que, para cumplir con los objetivos fijados en la normativa
reseñada precedentemente, el Servicio Penitenciario Federal tiene la
obligación de evitar que los internos tengan a su alcance elementos de
evidente peligrosidad, tal como resultan ser los colchones de
poliuretano. E incluso en el supuesto en que los internos hubieran
iniciado el incendio, ello no eximiría por sí solo y linealmente la
responsabilidad estatal, habida cuenta que trasunta un obrar
disfuncional del servicio, incompatible con la obligación de seguridad
que pesa sobre la autoridad pública (SCBA, causa C. 87.463,
“Zárate”, del 27-VI-2012).
VI.3. De acuerdo con esta línea de razonamiento,
el juicio de imputación que comprende la valoración judicial de
las circunstancias fácticas a fin de establecer la concurrencia del
recaudo legal de la adecuada relación de causalidad, en la especie,
determina que la incidencia causal adecuada para la producción del
daño que se invoca —muerte del señor Menta— derivó de aquel
accionar irregular de los agentes del SPF.
VI.3.i. El punto es dirimente pues la responsabilidad
civil—en el caso del Estado— es un concepto consustancial al de
causalidad, puesto que la primera requiere y presupone
necesariamente la segunda, ya que no puede existir sin un vínculo
comprobado de causalidad.
De modo tal que la procedencia del reclamo
indemnizatorio exige inexcusablemente la acreditación de la
existencia de una vinculación material, externa o física, de naturaleza
causal, entre el daño causado y el evento o la intervención del
pretenso responsable. Ello así, si dicha vinculación o relación causal
no queda debidamente acreditada en juicio, no cabe acoger la
pretensión resarcitoria, dado que la prueba del nexo causal es uno de
los requisitos inexorables de la responsabilidad (conf. López Mesa,
Marcelo J., “La relación de causalidad en el Código Civil y
Comercial”, elDial.com, Suplemento de Derecho Económico, del
30-11-2021).

#29517968#411016975#20240613090839347
Poder Judicial de la Nación

JUZGADO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO


FEDERAL 3
VI.4. Conforme los antecedentes reseñados y siguiendo
la línea de razonamiento expuesta en los parágrafos anteriores, el
argumento del Estado Nacional vinculado a la ruptura del nexo causal
producto del actuar a título personal de los agentes del servicio
penitenciario, que lo eximiría de responsabilidad, no puede ser
aceptado.
VI.4.i. La Corte Suprema ha afirmado que la idea
objetiva de la falta de servicio —por acción o por omisión—
encuentra su fundamento en la aplicación del art. 1112, CC (vigente
al momento de los hechos que originaron el presente pleito) que
establecía un régimen de responsabilidad por los hechos y omisiones
de los funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones, por no
cumplir sino de una manera irregular las obligaciones legales que les
están impuestas.
Y con ese marco, ha sostenido que se trata de un sistema
de responsabilidad directa por el servicio público que se presta a la
comunidad, aunque la falta sea derivada de hechos cometidos por sus
agentes. Así, pacíficamente ha resuelto que la actividad de los
órganos, funcionarios o agentes del Estado, realizada para el
desenvolvimiento de los fines de las entidades de las que dependen,
ha de ser considerada propia de éste, el que debe responder de modo
principal y directo por sus consecuencias dañosas (doc. Fallos 306
:2030; 307:1942; 312:1656; 315:1892; 315:2865; 316:2136; 317
:1921; 318:193; 320:266; 321:1124 y 2310; 325:1277; 328:4175; 329
:3065; 330:2748 y 3447; 331:1690; 332:2842; 333:1404, 1623 y
2426; 334:376, 1821 y 1848).
Ello con base en la teoría del órgano, conforme la cual,
para que se configure la responsabilidad del Estado resulta suficiente
que las conductas dañosas hayan sido cometidas en ejercicio de las
funciones (CNCAF, Sala II, causa nro. 24.355/2008 “M., G. E. c
/Estado Nacional - Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y
otros s/daños y perjuicios”, del 20-9-2017); o cuando la función
pública ha sido el antecedente necesario o la condición de dicho
perjuicio, de modo tal que sin función no hubiera habido daño

#29517968#411016975#20240613090839347
(CNCAF, Sala IV, "Cozza, Héctor Rubén c/ M° de Justicia y de
Derechos Humanos de la Nación y/o EN s/ daños y perjuicios", causa
nro. 6.945/2000, del 6-12-2005).
VI.4.ii. En la especie, se encuentra suficientemente
probado que la función desempeñada brindó la ocasión para la
comisión de las conductas dañosos de las que surge la
responsabilidad del Estado; pues no se habría producido el desenlace
luctuoso de su muerte, de no haber estado sujeto el señor Menta a la
custodia del SFP. Ello sin perjuicio, en caso de resultar procedente,
de las acciones de regreso que pudiere intentar el Estado Nacional en
caso de determinarse la acción dolosa de los sujetos implicados.
VII. Arribados a este punto, con respecto al daño como
presupuesto de la responsabilidad, debe partirse de la premisa
insoslayable en esta materia, que la indemnización de los perjuicios
requiere su acreditación y su determinación demanda la
comprobación judicial de tal extremo, excluyendo de las
consecuencias resarcibles a los daños meramente eventuales o
conjeturales en la medida en que la indemnización no puede
representar un enriquecimiento sin causa para quien invoca ser
damnificado (CSJN, Fallos 330:2748 y sus citas).
VII.1.i. Ello así, en lo que respecta al reclamo por el
rubro “valor vida”, la Corte Suprema ha entendido que “la supresión
de una vida, aparte del desgarramiento del mundo afectivo en que se
produce, ocasiona indudables efectos de orden patrimonial como
proyección secundaria de aquel hecho trascendental, y lo que se
mide en signos económicos no es la vida misma que ha cesado, sino
las consecuencias que sobre otros patrimonios acarrea la brusca
interrupción de una actividad creadora, productora de bienes. En ese
orden de ideas, lo que se llama elípticamente la valoración de la vida
humana no es otra cosa que la medición de la cuantía del perjuicio
que sufren aquellos que eran destinatarios de todos o parte de los
bienes económicos que el extinto producía, desde el instante en que
esta fuente de ingresos se extingue” (CSJN, Fallos 316:912; 317:1006
y 1921; 325:1277).

#29517968#411016975#20240613090839347
Poder Judicial de la Nación

JUZGADO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO


FEDERAL 3
Ahora bien, el valor de la vida humana no resulta
apreciable sólo sobre la base de criterios exclusivamente materiales,
ya que no se trata de mesurar en términos monetarios la exclusiva
capacidad económica de las víctimas, lo que vendría a instaurar una
suerte de justicia compensatoria de las indemnizaciones según el
capital de aquéllas o según su capacidad de producir bienes
económicos con el trabajo, puesto que las manifestaciones del
espíritu también integran el valor vital de los hombres (CSJN, Fallos
331:570; 329:4944; entre otros).
Sobre esta base, para fijar la indemnización por el valor
vida no han de aplicarse fórmulas matemáticas, sino que es menester
computar las circunstancias particulares de la víctima y de los
damnificados: edad, grado de parentesco, educación, profesión,
posición económica y social, expectativa de vida, vida útil, aptitudes
para el trabajo, etc. (CSJN, Fallos: 305:953; 317:1006; 325:1277; 329
:3403; entre otros).
VII.1.ii. En tales condiciones, cabe señalar que el actor
no ha acreditado que su hijo Pablo percibiera ingresos ni que
contribuyera al sostenimiento del hogar familiar, lo cual impide
admitir este aspecto del rubro solicitado (doc. CSJN, Fallos 332
:2842; 326:1299; 338:652).
Al respecto, cabe recordar que la finalidad de la prueba
consiste en dar fundamento a la sentencia judicial; acto en el que el
juez declara el derecho dando por acreditada —o no— determinada
situación jurídica, o un estado de cosas protegido por la legislación.
El objeto de ese conocimiento son las “narrativas”, construidas por
las partes con enunciados judiciales sobre los hechos, presentados
mediante componentes lingüísticos, semánticos y lógicos; que deben
ser sometidos a un juicio de verdad-falsedad por parte del juez
(Taruffo, Michele, “Narrativas judiciales”, Revista de Derecho, Vol.
XX, 2007, Chile, p. 231-270). Pues el juzgador necesita formar
convicción, no sólo de que el derecho existe en abstracto y
objetivamente, sino también de que corresponde al caso particular
que le ha sido planteado.

#29517968#411016975#20240613090839347
Por su parte, el art. 377, CPCCN establece que cada
parte soporta la prueba de los hechos a los que atribuye la producción
del efecto jurídico que pretende. La actividad probatoria constituye,
como toda carga procesal, un imperativo del propio interés. Esa
actividad procesal es la encargada de producir el convencimiento o
certeza sobre los hechos controvertidos; de modo que la
configuración de una actitud defectuosa u omisiva a su respecto
acarrea una decisión desfavorable (CSJN, Fallos 318:2555, 321:1117;
331:881).
VII.2.i. En punto a la indemnización que se peticiona
para resarcir el daño moral, se debe tener presente que no
necesariamente debe guardar relación alguna con el daño material,
por no ser accesorio de aquel (CSJN, Fallos 316:2894; 321:1117; 325
:1156; 326:820 y 847; 330:563 y 332:2159). Asimismo, se debe
señalar que configura una prueba in re ipsa, que surge de los hechos
mismos, y consiste en el desmedro o desconsideración que la afrenta
pueda causar en la persona agraviada, o los padecimientos morales,
las inquietudes o cualquier otra molestia de entidad suficiente que
pueda ser consecuencia del hecho perjudicial, sin que ello pueda
significar que se constituya en una fuente de beneficios o
enriquecimiento injusto. Por otra parte, aunque la valoración no está
sujeta a cánones estrictos, corresponde al juez de la causa establecer
su procedencia y el quantum indemnizatorio, tomando en
consideración para ello la gravedad de la circunstancia vivida, y el
hecho generador de la responsabilidad.
VII.2.ii. En el sub lite se debe ponderar en concreto que
difícilmente pueda concebirse un hecho de mayor repercusión
espiritual para los padres que la muerte de un hijo, puesto que ello es
contrario al curso natural de la existencia humana, y a la vez, implica
la privación por siempre de las legítimas expectativas vitales y
afectivas recíprocas que se suceden en el transcurso de la relación
filial (CNCAF, Sala II, causa nro. 26574/2004 “Rodríguez, María
Irene c/ EN - M Justicia, Seguridad y DDHH - SPF s/ daños y
perjuicios” del 13-11-2014).

#29517968#411016975#20240613090839347
Poder Judicial de la Nación

JUZGADO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO


FEDERAL 3
Consecuentemente, en razón del carácter resarcitorio del
daño y de la índole del hecho generador del mismo, resulta ajustado a
derecho y a las concretas circunstancias reconocer al accionante un
resarcimiento por daño moral que se fija de acuerdo con las pautas
establecidas en el art. 165, CPCCN, en la suma de pesos dos millones
($2.000.000).
VIII. En atención a las especiales circunstancias de esta
causa y al evidente carácter alimentario que reviste la indemnización
otorgada cabe enmarcar la situación en la excepción prevista en el art.
18, ley 25.344, por lo que corresponde excluir la obligación del
régimen de pago en bonos de consolidación de la deuda pública
(CSJN, Fallos 326:1733); con lo cual la suma establecida para
atender el resarcimiento otorgado en este pronunciamiento deberá ser
abonada en efectivo y conforme las previsiones del art. 22, ley 23.982.
El aludido monto indemnizatorio devengará intereses a
partir de la fecha de promoción de la demanda (14-3-2017) y hasta su
efectivo pago; los que se calcularán a la tasa pasiva promedio que
publica el BCRA (art. 10, dec. 941/91).
IX. No encontrando razones para la dispensa, las costas
del proceso se imponen a cargo de la demandada que resulta vencida
(conf. art. 68, primera parte, del Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación), incluso la pericial practicada, en atención a que no se
configura el supuesto de excepción al que alude el art. 478, inc. 2º,
CPCCN (conf. art. 68, primera parte, CPCCN).
Por los argumentos desarrollados,
FALLO:
1. Admitiendo parcialmente la acción entablada por
Efraín Edgardo Menta (fallecido), con costas (art. 68, CPCCN).
Condenando, en consecuencia, al Estado Nacional al pago de la suma
de pesos dos millones ($2.000.000) en concepto de daño moral.
2. Difiérase la regulación de los honorarios de los
profesionales intervinientes para el momento en que se apruebe la
liquidación que se manda practicar.

#29517968#411016975#20240613090839347
Regístrese, notifíquese, devuélvase la documental
reservada y, oportunamente, archívese.

Firmado en Ciudad de Buenos Aires en la fecha que indica la


constancia de firma electrónica. CMP

SANTIAGO R. CARRILLO
JUEZ FEDERAL

Signature Not Verified


Digitally signed by SANTIAGO
RICARDO CARRILLO
Date: 2024.06.13 09:09:40 ART

#29517968#411016975#20240613090839347

También podría gustarte