Las Causas de Justificación
Las Causas de Justificación
Las Causas de Justificación
1) LEGITIMA DEFENSA:
Se reconoce la naturaleza justificante de la legítima defensa. Su fundamento es único, porque se basa
en el principio de que nadie puede ser obligado a soportar lo injusto. Se trata de una situación
conflictiva en la cual el sujeto puede actuar legítimamente porque el derecho no tiene otra forma de
garantizarle el ejercicio de sus derechos o, mejor dicho, la protección de sus bienes jurídicos.
Se dice que posee una naturaleza subsidiaria, es decir, que en la medida en que haya otro medio
jurídico de proveer a la defensa de los bienes jurídicos no es aplicable el tipo permisivo.
Así, la legítima defensa tiene lugar cuando media una situación de necesidad, lo que la vincula a otra
causa de justificación: el estado de necesidad. Ambas se mantienen separadas: en el estado de
necesidad, se hace necesaria un medio lesivo para evitar un mal mayor, en tanto que, en la legitima
defensa, el medio lesivo se hace necesario para repeler una agresión, antijuridica.
La legítima defensa no puede contrariar el objetivo general del orden jurídico: la posibilitación de la
coexistencia, en forma tal que cuando entre el mal que evita (quien se defiende) y el que le quiere causar
(quien le agrede) media una desproporción, porque el primero es ínfimo comparado con el segundo, la
defensa deja de ser legítima. Por ejemplo: un paralitico usa una escopeta para evitar que un niño se
apodere de una manzana. Si bien, la conducta de disparar, es necesaria para defender el bien jurídico
agredido injustamente, pero contraría el objetivo de seguridad jurídica. Esta característica se encuentra
consagrada en nuestra ley cuando exige que haya una “necesidad racional” de la conducta; en el caso
del paralítico, la conducta es necesaria, pero no es "racional".
La defensa puede ser propia (inc. 6°, art. 34) o de terceros (inc. 7°, art. 34).
Ilegitima significa antijuridica, y no puede ser antijurídico algo que no es conducta. Contra esos ataques
que no son conductas sólo cabe el estado de necesidad. La agresión debe ser una conducta, pero
también debe ser antijuridica, sin que interese que sea típica. Además, se requiere que la agresión sea
intencional.
La autoría de la agresión antijurídica es lo que da el carácter de sujeto pasivo de la acción de defensa,
porque la misma no puede dirigirse contra otro que no sea el propio agresor.
Quien en la defensa alcanza a un tercero, actuará respecto de este tercero, en estado de necesidad o
simplemente en forma inculpable, pero no lo cubrirá el tipo permisivo de legítima defensa. Así, quien
para salvar su vida arroja una granada que mata al agresor y a un tercero, cometerá una conducta típica
de homicidio, antijuridica, aunque inculpable.
La agresión antijurídica no es necesario que se haya iniciado. La ley dice que la defensa puede ser "para
impedirla o repelerla. Se la repele cuando ya se ha iniciado, pero se la impide cuando aún no ha tenido
comienzo. Se exige que la agresión sea inminente. Es decir, que el agresor puede llevarla a cabo
cuando quiera. Así, quien le apunta con una pistola y lo mantiene contra un muro, no se sabe en qué
momento va a disparar. No se cambia la situación por el hecho de que vaya a demorar cinco segundos o
cinco horas.
2) La provocación suficiente. La ley niega el permiso para defenderse legítimamente a quien ha
provocado suficientemente la agresión.
Se trata de un elemento negativo del tipo permisivo que se halla en el apartado c), del inc. 6º, art. 34:
"Falta de provocación suficiente por parte del que se defiende". La provocación suficiente por parte del
titular del bien agredido es una conducta anterior a la agresión, desvalorada por el derecho en forma tal
que hace cesar el principio fundamentador de la legítima defensa.
La conducta suficientemente provocadora es una conducta jurídicamente desvalorada por mostrarse
contraria a los principios de coexistencia que el derecho procura.
La provocación es la conducta anterior, que da motivo a la agresión (si el agresor ha ignorado la
conducta del agredido, no puede hablarse de provocación, pues no ha sido ella la que ha provocado" la
agresión) y que se desvalora como suficiente cuando se hace previsible una agresión (carácter positivo).
Así, quien en medio de una violenta disputa se burla de uno de los participantes, puede prever que el
burlado le injuriará o le agredirá de hecho. En este caso el provocador no podrá ampararse en la legítima
defensa.
3) Necesidad y racionalidad del medio empleado en la defensa . La defensa, para ser legítima,
debe ser necesaria, es decir, que el sujeto no haya estado obligado a realizar otra conducta
menos lesiva o inocua en lugar de la conducta típica. No actúa justificadamente quien para
defenderse de una agresión a golpes responde con una ametralladora. En este caso queda
excluida de la defensa legítima, porque la conducta realizada no era necesaria para neutralizar la
agresión.
La necesidad debe siempre valorarse ex-ante, es decir, desde el punto de vista del sujeto en el que se
defiende. Así, quien dispara sobre el que le apunta se defiende legítimamente, aunque después se
descubra que el agresor le apuntaba con un arma descargada.
No es suficiente que la defensa sea necesaria, porque en el caso del paralitico el disparo era la conducta
necesaria para evitar la afectación de su bien jurídico (propiedad), pero su medio era irracional. Por ende,
se requiere también de la “racionalidad": la defensa no puede afectar la coexistencia más que la agresión
misma. No puede haber una desproporción tan enorme entre la conducta defensiva y la del agresor,
en forma que la primera cause un mal inmensamente superior al que hubiese producido la agresión.
ASPECTO SUBJETIVO: En el tipo permisivo de la legitima defensa se requiere el conocimiento de la
situación de defensa, es decir, el reconocimiento de la agresión, y la finalidad de defenderse. Esta
última, no tiene porqué ser alcanzada, es decir, la legitimidad de la defensa no depende del éxito de la
misma. Aunque se fracase y no se evite la agresión, igualmente habrá defensa legítima.
Casos especiales de legítima defensa presunta: En el inc. 6º, art. 34, se incluyen hipótesis especiales
de legítima defensa presunta. En estos supuestos, probados los extremos que la ley menciona, se
presume que hay legítima defensa iuris tantum, es decir, mientras no se pruebe lo contrario.
“Se entenderá que concurren estas circunstancias respecto de aquel que durante la noche
rechazare el escalamiento o fractura de los cercados, paredes o entradas de su casa, o
departamento habitado o de sus dependencias, cualquiera que sea el daño ocasionado al
agresor” (párr. 2°).
“Igualmente, respecto de aquél que encontrare a un extraño dentro de su hogar, siempre que
haya resistencia” (párr. 3°).
3) EJERCICIO DE UN DERECHO:
El inc. 4º del art. 34 CP dice: “El que obrare en cumplimiento de un deber o en el legítimo ejercicio de su
derecho, autoridad o cargo”. Para algunos tiene el carácter de una causa de justificación.
En principio, ejercen sus derechos todos los que realizan conductas que no están prohibidas. Esto
surge del principio constitucional de reserva: “Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que
no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe”. Si la ley penal menciona el ejercicio de un derecho,
es porque se refiere al caso en que haya un precepto permisivo especial para autorizar en una
circunstancia determinada la realización de una conducta típica, es decir, prohibida.
En este sentido, no puede considerarse esa mención como una causa de justificación o precepto
permisivo, sino como el enunciado genérico que remite para su solución a cualquier parte del
ordenamiento jurídico, donde se halle el respectivo precepto permisivo. Así, quien retiene una cosa
mueble ajena, incurre en la conducta que prohíbe el inc. 2º del art. 173 CP: “El que con perjuicio de otro
se negare a restituir o no restituyere a su debido tiempo, dinero, efectos o cualquier otra cosa mueble que
se le haya dado en depósito, comisión, administración u otro título que produzca obligación de entregar o
devolver”.
En determinadas circunstancias, los códigos procesales autorizan a particulares a detener delincuentes.
Dentro de ciertos límites, el padre ejerce un derecho de corrección sobre los hijos que, si bien no autoriza
los maltratos físicos, realizados respecto de un extraño serian típicos de injurias o de ciertas privaciones
de libertad ambulatoria. Estos ejemplos son suficientes para demostrar que no es una causa de
justificación, sino el enunciado genérico que remite a cualquiera de las restantes ramas jurídicas.
En términos dogmáticos –y considerando que el art. 35 de la ley penal, consagra una causa de
disminución de culpabilidad, basada en la situación de error de prohibición indirecto vencible en que se
encuentra el autor–, la regla del exceso comprende a los excesos “intensivo” y “extensivo”. En razón
de que: si el beneficio de disminución de pena se debe a la situación de error en que se encuentra el
sujeto, la misma comprende tanto a quien se equivoca sobre la racionalidad o proporcionalidad cualitativa
de su acto (exceso intensivo), como a quien se equivoca sobre la existencia de la agresión que ha cesado
y sigue desplegando una acción que al momento de la agresión que ha cesado era necesaria y racional
(exceso extensivo).