Francisco Jarauta
Francisco Jarauta
Francisco Jarauta
Edicin 2009
Almudena Snchez Moya Emmanuel Rodrguez Francisco Jarauta Ana Gaitero Nicols Astirraga Jos Manuel Bujn
Este libro contiene las cinco conferencias y sus respectivas presentaciones que constituyeron el ciclo PENSAR LA CIUDAD, en su edicin del ao 2009, organizado por el Ateneo Cultural Jess Pereda de Comisiones Obreras de Castilla y Len en los das y lugares que guran en el interior. Asimismo, a modo de eplogo, se ha aadido el artculo de opinin que el responsable y el coordinador del ciclo publicaron en El Mundo de Len en Julio de 2009.
Conferencias: Almudena Snchez Moya, Emmanuel Rodrguez, Francisco Jarauta, Ana Gaitero, Nicols Astirraga, Jos Manuel Bujn. Presentaciones: Ignacio Fernndez Herrero, David Lpez Valdueza, Carlos PrezAlfaro Calvo, Dionisio Domnguez, Graciliano Palomo, Mara Vallejo. Coordinacin y compilacin de textos: Carlos PrezAlfaro Calvo Direccin y correccin de textos: Ignacio Fernndez Herrero Publica: Obra Social de Caja Espaa en Len Disea y maqueta: XL internet Portada: Antonio Martnez Mengual D.L.
NDICE
PRESENTACIN Presentacin del ciclo y de los ponentes Almudena Snchez Moya y Emmanuel Rodrguez Lpez, a cargo del responsable del Ateneo y Secretario General de la Unin Sindical de Comisiones Obreras de Len, Ignacio Fernndez Herrero. GLOBALIZACIN, DESIGUALDAD Y NUEVO MODELO TERRITORIAL Introduccin, Almudena Snchez Moya, arquitecta, miembro del Observatorio Metropolitano de Madrid. Globalizacin, desigualdad y nuevo modelo territorial, Emmanuel Rodrguez Lpez, gegrafo, miembro del Observatorio Metropolitano de Madrid. Eplogo, Almudena Snchez Moya. EL FUTURO DE LAS CIUDADES Presentacin de Francisco Jarauta, a cargo de David Lpez Valdueza, patrono de la Fundacin SierraPambley de Len. El futuro de las ciudades, Francisco Jarauta Marion, lsofo. OTRA CIUDAD DE LEN ES POSIBLE (I) Presentacin de Ana Gaitero, a cargo de Carlos PrezAlfaro Calvo, coordinador del ciclo. Otra ciudad de Len es posible (I). La ciudad de las personas, Ana Gaitero Alonso, periodista. OTRA CIUDAD DE LEN ES POSIBLE (II) Presentacin de Nicols Astirraga, a cargo de Dionisio Domnguez, Gerente de la Obra Social de Caja Espaa en Len. Otra ciudad de Len es posible (II). El foro de la ciudad, Nicols Astirraga Sirgado, abogado, urbanista y arquitecto. LEYES Y TICA EN LA VIDA PBLICA Presentacin de la Conferencia, a cargo de Graciliano Palomo, Patrono de la Fundacin SierraPambley. Presentacin de Jos Manuel Bujn, a cargo de Mara Vallejo, Presidenta del Ateneo Cultural Jess Pereda de Comisiones Obreras de Castilla y Len. Leyes y tica en la vida pblica, Jos Manuel Bujn lvarez, magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Asturias. A MODO DE EPLOGO. PENSAR LA CIUDAD Ignacio Fernndez Herrero y Carlos PrezAlfaro Calvo.
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PRESENTACIN
Presentacin del ciclo Pensar la ciudad y de la conferencia Globalizacin, desigualdad y nuevo modelo territorial, de Almudena Snchez Moya y Emmanuel Rodrguez Lpez
Por Ignacio Fernndez Herrero, responsable del Ateneo Cultural Jess Pereda de Comisiones Obreras de Castilla y Len y Secretario General de la Unin Sindical de Comisiones Obreras de Len
Buenas tardes a todos y a todas. Esta de hoy es una actividad que organiza el Ateneo Cultural Jess Pereda de Comisiones Obreras de Castilla y Len, un ateneo todava joven que pronto llegar a tener un ao de vida, aunque aqu en Len todava es ms adolescente, ya que lo presentamos el pasado mes de noviembre, con una Mesa de Debate sobre las relaciones difciles entre la cultura y la ideologa; luego, hemos ido teniendo alguna otra presencia, porque tambin el Ateneo tiene una forma variada, polidrica, y no slo hacemos actividades de este tipo, sino tambin de crear opinin y, en tal sentido, el mes pasado publicamos un artculo sobre la difcil vida del Teatro Emperador de Len, y estamos preparando alguna cosa ms junto con este ciclo, como un Taller sobre Danza, en colaboracin con el MUSAC. En resumen, que no nos hemos quedado en la presentacin y estamos dotando de alma al Ateneo en la provincia de Len. En cualquier caso, el Ateneo es un proyecto regional que no slo realiza actividades en esta provincia, sino en toda la Comunidad Autnoma, de forma que inter-
cambiamos experiencias de un lado a otro y seguramente lo que aqu consigamos con el ciclo que hoy arranca, es posible que tenga eco en otras provincias y a la inversa, iremos nutrindonos a lo largo y ancho de la geografa de Castilla y de Len. Respecto a este ciclo, hay al menos dos hechos incuestionables, como que el 75% de la poblacin del planeta reside en grandes ncleos urbanos y que en los ltimos 20 aos de historia mundial se han producido cambios importantes en el comportamiento de esos desarrollos urbanos, de tal manera que las ciudades cada vez se diluyen ms, se expanden, y eso signica ingentes gastos en materiales, en energa, en suelo, que acaba convirtiendo las ciudades en algo insostenible y va provocando la prdida de la calidad de vida de cuantos vivimos en ellas. Len, posiblemente, aunque sea una parte pequea en el conjunto de lo global, es un ejemplo de lo que digo, si atendemos en particular a la ciudad y su alfoz, el rea metropolitana, que ha ido creciendo en estos 20 o 30 ltimos aos sin modelo, sin proyecto, sin coordinacin, al libre albedro de los constructores. No ha habido poltica urbanstica, sino constructores que han ido haciendo y deshaciendo. Pues bien, nosotros pensamos que es un legtimo ejercicio de responsabilidad ciudadana asumir la defensa de un desarrollo urbano racional si es que todava podemos y por eso este ciclo en denitiva es precisamente una expresin de esa responsabilidad. Tenemos que agradecer de entrada la colaboracin de instituciones importantes de la ciudad de Len, lo cual quiere decir que tambin estn sensibili-
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PRESENTACIN
zadas con el tema: Caja Espaa, el Ayuntamiento de Len, la Fundacin SierraPambley. Y yo creo que la mxima sobre la que se apoya este PENSAR LA CIUDAD es algo que, en su momento, ya hace mucho tiempo, escribi Platn en su Carta Sptima, que vena a decir que la funcin del pensamiento es salvar la polis. Por eso titulamos el ciclo Pensar la ciudad. Los ponentes a los que ahora presento han visto ya comentado hoy su currculum en algunos medios de comunicacin. Ambos son miembros del colectivo Tracantes de Sueos, cuyos libros son copyleft, lo contrario de copyright, por tanto se pueden reproducir tranquilamente. Emmanuel Rodrguez es gegrafo y Almudena Snchez es arquitecta. Son autores de diversos trabajos crticos relativos a la mutacin de las sociedades urbanas contemporneas y ambos son impulsores del proyecto llamado Observatorio Metropolitano de Madrid. Participaron no ha mucho en el Foro de la Mundializacin, organizado por quien ser nuestro prximo ponente, el lsofo Francisco Jarauta, y en dicho Foro demostraron que la generalizacin de la propiedad inmobiliaria y el sobredimensionamiento de la construccin es el resultado de una poltica intencionada cuyo origen data de tiempos pretritos y cuyas consecuencias se traducen en nuevas formas de polarizacin social, destruccin del territorio y un modelo urbano alejado de lo deseable en salud pblica, sostenibilidad e igualdad de oportunidades. Hoy les hemos pedido un trabajo ms amplio que tiene que ver con ello y tambin con la globalizacin y con el entorno local. Les hemos pedido que nos muestren la relacin de esas polticas que pueden haber subyacido inamovibles en gobiernos de distintos signos, con las tendencias planetarias y quizs con los desarrollos que percibimos en nuestro entorno ms inmediato. Ante esta, tal vez, abusiva tarea les dejamos a ellos y a ustedes, no sin antes agradecer de nuevo a las instituciones y entidades que he citado el hecho de que con su apoyo hagan posible este debate y los sucesivos que vendrn, un debate crtico pero ante todo constructivo, en el buen sentido de la palabra.
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INTRODUCCIN
Almudena Snchez Moya
Pertenecemos al Observatorio Metropolitano de Madrid, una iniciativa de quienes nos agrupamos en los llamados Colectivos de Base ante las transformaciones que se estaban produciendo en nuestro entorno y que no entendamos, como el ingente crecimiento de la ciudad y la incursin de nuevos agentes. Por ello decidimos unirnos y afrontar juntos un proceso de investigacin que nos permitiera vislumbrar cmo intervenir en el territorio que habitamos. El resultado de ese encuentro es el libro Madrid, la suma de todos? que resume las hiptesis con que hemos ido trabajando durante este tiempo. Nuestra intervencin en el ciclo Pensar la Ciudad, organizado por el Ateneo Cultural de Comisiones Obreras de Len, tiene que ver con los modelos a los que intentamos adscribir lo que est sucediendo en Madrid, como forma de entender lo que sucede en otras ciudades. Desde el Observatorio Metropolitano de Madrid, queramos conrmar la dudosa vigencia de las teoras asociadas a la forma clsica de ver la ciudad que habitualmente se estudian en los foros universitarios, como por ejemplo si la ciudad fordista con su centro y sus periferias, responda o no a las sinergias de ahora, al dinamismo y a las tensiones sociales que se estn produciendo. Intentamos entonces aplicar a esa realidad lo que son las reexiones actuales en torno a las ciudades globales. Queramos ver cmo actuaba la intensicacin de ujos nancieros que supone la globalizacin y las caractersticas propias de ese modelo en cuanto a su insercin en el territorio, es decir, en cuanto a las nuevas especicidades que se estaban generando dentro de lo que es el circuito llamado de Redes Globales. Reitero que pretendamos ver cules eran las que correspondan a la ciudad de Madrid, por su localizacin poltica y geogrca; y por otro lado tambin aspirbamos a obtener una segunda interpretacin asociada a
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lo que son los regionalismos como una forma de entender lo que ahora se llama Ciudad Mundo. Es decir, queramos pasar de lo que son las redes globales a la cuestin de la Ciudad Mundo y estudiar los nuevos regionalismos que empiezan a dejar de lado al Estado Nacin. Esto qu quiere decir? Que algunas regiones empiezan a cobrar una importancia especial a la hora de congurar las acciones polticas y econmicas. Ese nuevo regionalismo lo enfocamos hoy como ligado a otro concepto, el de growth machine, y a todas las concepciones acerca de cmo el capital pblico y privado contribuyen a congurar el proceso de la ciudad. Y, nalmente, dentro de ese amplio marco, tratamos la especicidad de lo que es el mercado inmobiliario y el de la construccin a la hora de componer esa geolocalizacin de la que hablaba, y cmo ello ha desarrollado unos procesos de vinculacin con determinados sectores que llamaremos la Sociedad de los Propietarios y los procesos de nanciarizacin de la economa, es decir, todo un anclaje facilitado por el marco legislativo, que ha permitido a algunos sectores de la poblacin de las clases medias para arriba acercarse en gran medida a los crculos nancieros. Y este nuevo modelo ha producido unos costes: la polarizacin social, la fragmentacin del espacio y consecuencias territoriales y ambientales nada deseables.
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Respecto a lo que llamamos la globalizacin, con esa palabra hacemos referencia tanto a la aldea global como a los ujos migratorios, a los ujos nancieros y a la creacin de los grandes mercados nancieros globales donde se negocian todos los activos del planeta. La globalizacin se podra resumir en una frase del gegrafo Milton Almeida Dos Santos, que dice: hemos pasado de un escenario de lucha de clases a otro de guerra de los lugares. As es, la globalizacin produce un stress cada vez mayor dentro de lo que seran las ciudades y los espacios concretos, en una competencia cada vez ms internacionalizada por capturar recursos y ujos que se consideran globales. En el contexto de nuestro pas, la guerra de los lugares se maniesta, por ejemplo, en la competencia que existe a la hora de redenir los Estatutos de las Comunidades Autnomas, la cual se traduce en una pugna por las infraestructuras de transporte, por recursos como el agua, por una autonoma scal que permita agregar ujos de inversin superiores a los de otros territorios, etc. Debido al impacto de la globalizacin, Espaa ha pasado de ser un pas en el que durante la dcada de los 80 poda verse el cartel de se vende en buena parte de las industrias nacionales, a ser un pas que ha generado un enorme caudal de capitales, estando esta circunstancia ligada al proceso de privatizacin de buena parte de los bienes pblicos (algunos de los cuales estn volviendo hoy a titularidad pblica, como Repsol y Endesa). Podramos hablar de que ese proceso de privatizacin de empresas pblicas y de liberalizacin de mercados, como el de telecomunicaciones, ha precedido en Espaa a la creacin de grandes holdings globales: multinacionales espaolas que tienen presencia en medio mundo y algunas de ellas tan importantes que se recogen en los mayores ndices de las empresas por su sector, algunas entre las 10 primeros, como Telefnica, que es la sexta a nivel mundial segn el Global 500, un ndice de medicin de estas cuestiones. Asimismo, cabra hablar de dos grandes bancos que son producto de un proceso de fusin bancaria auspiciada y propiciada por el propio Gobierno, como son el Banco de Santander o el BBVA. Podramos hablar tambin de las compaas elctricas, todas ellas muy importantes a nivel europeo, como Iberdrola. Reero estos ejemplos para mostrar cul ha sido el impacto de la globalizacin en nuestro pas. El ujo de inversin que desde 1993 a 2005 ha salido de Espaa ha ido a adquirir empresas de origen pblico y luego privatizadas en otros pases, en especial de Amrica Latina. Y esto no es precisamente una casualidad: al tiempo que en Espaa el proceso de privatizacin de las empresas pblicas y de liberalizacin de determinados sectores permita la constitucin de lo que seran las
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plataformas de las nuevas multinacionales a que hemos aludido, el proceso de privatizacin que se produca en Latinoamrica permita a muchas de estas empresas entrar en los mercados de aquella regin. Si consideramos el ejemplo de las dos principales entidades nancieras espaolas, Santander y BBVA, resultan ser los dos principales bancos de Latinoamrica: tienen el 25% de los depsitos y el 40% de los fondos de pensiones privados. Tambin hay presencia en Latinoamrica del sector elctrico espaol, de Repsol IPF, de Endesa, del sector de la construccin, que negocia contratos como el Canal de Panam (el consorcio de ACS y Sacyr). Incluso el proceso de expansin de estas empresas ha llegado a desbordar el mbito latinoamericano y ha producido ingentes inversiones en la Unin Europea y en Estados Unidos. Algunas de las constructoras son tambin parte de las principales proveedoras de servicios aeroportuarios. Y en pases como Chile, Argentina, Mjico, Brasil, Marruecos y Portugal, entre otros, un porcentaje del PIB pertenece a empresas multinacionales espaolas. Qu resultados ha tenido esto? Uno es que Espaa ha salido beneciada, ya que como se ha dicho todo ello ha pasado por un proceso de nanciarizacin. Nuestro pas ha ganado posiciones, a nivel de renta per capita y tambin en lo que se reere a las multinacionales espaolas. Y centrndonos de nuevo en la ciudad que habitamos, Madrid se ha convertido en una ciudad global porque concentra una parte de los sectores que podamos llamar las funciones de mando de la nueva divisin internacional de trabajo. Qu quiere decir esto? Que buena parte de las grandes multinacionales espaolas estn ubicadas en Madrid, hasta el punto de hacer de ella la octava ciudad del planeta en sedes sociales de grandes empresas. Eso ha permitido que tenga una expansin y proyeccin internacional que antes no tena. A partir de esta constatacin, lo que intentamos ver en el Observatorio Metropolitano era lo que eso representaba a nivel geogrco. Y constatamos en primer lugar que lo que se expanda por el rea metropolitana madrilea eran las sedes sociales de las grandes empresas y con ellas todo el cuerpo de ejecutivos, tcnicos y administradores que se dedican a gestionar los ncleos de decisin de estas empresas. Es decir, que en Madrid no se produce electricidad, no hay reneras y gran parte de los servicios bancarios no se dan en la ciudad. En Madrid lo que se realiza es fundamentalmente los servicios centrales de coordinacin, gestin, elaboracin estratgica, toma de decisiones, etc. El resto est subdelegado all donde se produce. Y al tiempo que se implantaban las sedes de las grandes multinacionales, lo cual tena un fuerte impacto en el territorio que se vea reejado en la construc-
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cin de grandes rascacielos (Repsol, Sacyr, ACS, etc.), desde el Observatorio quisimos reejar geogrcamente que eso no solamente inclua las sedes centrales sino una serie de servicios aadidos a las mismas, servicios importantes porque son lo que verdaderamente determina la economa de un lugar. Hablamos de servicios de alta especializacin y de alta gama en trminos salariales: agencias de publicidad, asesoras jurdicas, consultoras tcnicas, estudios de arquitectura y de ingeniera, gabinetes de investigacin y desarrollo, que se ubican tambin en la ciudad. Al identicar tales servicios, desde el Observatorio Metropolitano trasladamos a mapas los lugares geogrcos en que estaban situados. Aun a riesgo de simplicar en exceso podemos decir que la ciudad de Madrid puede describirse
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como una almendra central circundada por la M30 y un rea metropolitana que se expande en una lnea de unos 40 kilmetros. Pues bien, vimos que buena parte de estos servicios centrales y sus aadidos se encontraban establecidos en la parte norte de la ciudad y en los grandes ejes simblicos de la misma, constituidos por las autopistas A6, A1 y A2. De la mano de estos servicios, nos encontramos con otros que tienen que ver con la conexin de Madrid con todos los ujos globales, y que estaban situados en un cuadrante de la zona noreste: la ciudad aeroportuaria, recientemente ampliada con la T4 (que ha costado 6.000 millones de euros y que representa en supercie lo mismo que la almendra central de Madrid, ms o menos una veintena de supercies del actual permetro de la ciudad de Len juntas); alrededor del mismo tambin nos encontramos con toda una serie de servicios que tienen que ver con la negociacin de los ujos globales, que son por ejemplo los hoteles de cuatro y cinco estrellas y los palacios de congresos y convenciones. El turismo de negocios en las ciudades es importante y Madrid es la segunda ciudad del mundo, despus de Londres, en este captulo.
SEDES SOCIALES
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Esto es hoy Madrid. Qu deducimos que ha sucedido en ciudades de tamao medio, segn el modelo al que se ha aludido en la introduccin, el modelo de la growth machine o mquina del crecimiento? Pues lo que suponemos es que las ciudades de rango medio tambin han tenido que competir para hacerse un hueco en lo que sera la nueva divisin internacional del trabajo. Y han tenido que hacerlo en un registro muy distinto al de hace aos. Hace cuatro dcadas, por ejemplo, a una ciudad en la que se implantara una gran empresa de automviles se le aseguraba el futuro (pongamos por caso la Ford en Almusafes, al lado de Valencia; la General Motors en Zaragoza; la SEAT y la Volkswagen en Pamplona; o la Renault en Palencia, prxima a Valladolid). Al da de hoy eso cada vez asegura menos, sin embargo. Aunque Espaa siga siendo una enorme potencia en la industria automovilstica, tiene los das contados al respecto: en una o dos dcadas la mayor parte de las plantas se trasladarn a lugares donde ahora las ventajas son precisamente las que tuvo Espaa en su momento, al Extremo Oriente y tambin a Europa del Este. Lo que al da de hoy es importante en el mundo desarrollado es la capacidad de atraer ujos de inversin globales, estatales o regionales, que quiz no slo se maniesten en sedes sociales de grandes empresas sino tambin en ujos tursticos y de inversin (del mercado inmobiliario, por ejemplo). Lo hemos visto en Bilbao: la gran operacin Guggenheim fue una operacin para situar a Bilbao en el mapa, primero como una marca urbana importante y segundo como la operacin urbana, un museo lo es tambin, que va a atraer tres millones de turistas anuales a la ciudad. En ciudades pequeas como Len, suponemos que eso ha tenido un impacto relativo, un impacto en ciernes. Pero todas las operaciones que ha habido en la mayora de las ciudades por generar centros de arte y centros culturales de importancia han sido para animar ujos tursticos. Barcelona sera un modelo perfecto, ya que ha hecho una apuesta muy sosticada en este terreno. Es decir, que el impacto de la globalizacin afecta tanto a las ciudades grandes como a las ciudades pequeas, en distinto nivel. Cmo se ha resuelto esto a nivel de lo que seran los espacios urbanos espaoles? Pues desde el punto de vista del Observatorio Metropolitano, en un terreno que tiene bastante coincidencia con lo que es el ciclo inmobiliario reciente. Lo que hemos visto en estos ltimos aos coincide en gran parte con la teorizacin hecha hace ya tres dcadas por Logan y Molotch en Estados Unidos, sealando que en buena medida toda la historia del urbanismo en aquel pas se podra entender a partir de la concepcin de las ciudades como pequeas mquinas de crecimiento. Esto qu quiere decir? Que las ciudades han intentado fomentar a toda costa
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la expansin y el crecimiento demogrco y urbano de sus propios espacios con el n de atraer un primer ujo de inversin y tambin un ujo demogrco, ya que ste da importancia y recursos a la ciudad. Este concepto se adapta bastante bien a lo que ha sucedido en el ltimo ciclo inmobiliario espaol, e incluso tambin en el anterior, que podra circunscribirse a los aos 1985 a 1991. Algunas caractersticas que Logan y Molotch indicaron que se daban en las ciudades norteamericanas se dan tambin aqu, por ejemplo un alto nivel de descentralizacin administrativa sobre todo lo que se reere a la materia urbanstica (gestin del territorio y del medio ambiente, que en Espaa es hoy competencia casi exclusiva de las comunidades autnomas y de los ayuntamientos). Otra cuestin importante es que buena parte de las economas urbanas dependen precisamente de estos captulos. El 60% de la nanciacin de los ayuntamientos depende de un solo impuesto, el de bienes inmuebles (IBI), as como de otros impuestos y tasas relacionadas, como las reformas y las actuaciones que se obtienen a travs del terreno municipal. Todo ello se ha desarrollado de manera brutal en todas las regiones espaolas, incluso en zonas no tursticas. Es decir, que la actividad inmobiliaria se ha extendido a todos los lugares, incluso a comarcas alejadas de las marcas metropolitanas y tursticas ms evidentes, como las costas. Todas las poblaciones espaolas han vivido su pequea explosin urbanstica. Cmo se ha producido este fenmeno? Nosotros pensamos que se ha producido a travs de lo que llamamos la nanciarizacin, que es lo que estamos viendo ahora mismo como un modelo en crisis a nivel internacional, sobre todo en la crisis de los bancos de inversiones de Estados Unidos, del colapso de las hipotecas y de los mercados inmobiliarios y nancieros. En Espaa ha tenido su traduccin hasta el punto de que el ciclo del mercado inmobiliario espaol es el ms agudo del planeta, ms importante en trminos relativos que el producido en Estados Unidos, Australia y otros pases. El ciclo inmobiliario incluye tambin un proceso nanciero, ya que supone convertir el mercado de la vivienda en un mercado de valores, un mercado que no concibe la vivienda como un bien de uso sino como un bien de inversin. Y eso se ha transmitido capilarmente a toda la sociedad. Las rentas medias, medias-altas y altas de este pas han centrado su inversin de estos ltimos aos en la vivienda. Lo han hecho de tal manera que han esperado que las rentas de su propiedad aumentasen en muchos casos hasta el 15 20%. Y de hecho esa inversin en vivienda ha sido tan rentable que se ha sostenido desde 1997 hasta 2006 sin interrupcin. Pero el proceso de nanciarizacin ha tenido sin embargo efectos sociales desiguales. Ha beneciado a buena parte de la poblacin y sin embargo ha generado una gran deuda.
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Empleando una encuesta del Banco de Espaa entre 2000 y 2005, desde el Observatorio Metropolitano constatamos lo que haba sucedido con todos los grupos de renta (el Instituto Nacional de Estadstica dene renta como el nivel medio de los ingresos disponibles de los habitantes): la prctica totalidad de los niveles de renta han visto cmo su patrimonio creca en estos aos, siendo un patrimonio constituido fundamentalmente por la vivienda en propiedad (el 80% de las familias espaolas sigue teniendo su vivienda en propiedad). Creca en ndices de hasta el 60% incluso en aquellos que tenan menos renta. Pero paradjicamente, todos ellos han visto disminuir su renta. Por qu ha sucedido esto? Porque en cierta medida todo este proceso de inversin inmobiliaria, que como hemos dicho lo es tambin de nanciarizacin, es decir, de convertir la vivienda en un bien de inversin antes que en un bien de uso, ha producido que buena parte de las familias adquieran niveles de endeudamiento muy altos. Por ello, a la vez que el valor del patrimonio aumentaba entre 2002 y 2005, los aos centrales del ciclo, la renta disminua (hasta un 25% menos en el caso de los menos ricos) por los altos niveles de endeudamiento. En este punto, nos preguntamos qu es lo que sucede cuando el ciclo inmobiliario comienza a caer, es decir, cuando el efecto de riqueza que se ha generado a travs de un crecimiento constante de los precios de la vivienda y por tanto de los valores que nominalmente tengo, deja de suceder porque ya no hay posibilidad de inyectar ms dinero al ciclo inmobiliario, es decir, no hay ms posibilidad de que la gente siga endeudndose. De hecho Espaa es con Estados Unidos el pas donde los niveles de endeudamiento familiar son ms altos, un 1,3 ms alto que la renta disponible anual. Por tanto, qu es lo que sucede cuando la crisis inmobiliaria nos acecha? Entre 2002 y 2005, los sectores ms sensibles al proceso de endeudamiento eran las familias jvenes, menores de 35 aos, que se han metido en la compra de una vivienda y han visto cmo el valor de su deuda creca exponencialmente en solo tres aos, as como las familias que tenan una vivienda de un valor escaso y salarios bajos y por lo tanto su deuda pesaba mucho sobre su propia renta, los inactivos y los parados, los titulares de rentas medias, etc. Desde el Observatorio Metropolitano elaboramos un mapa de los riesgos que han llevado a esos sectores ms vulnerables al proceso de endeudamiento. As que lo que ha sucedido en estos aos es resultado de un modelo de poltica demoliberal, que nosotros llamamos el de la constitucin de una sociedad de propietarios. Eso es algo que ha sido repetido por Tatcher y Reagan y ms tarde por Bush, Aznar e incluso por gobiernos socialistas.
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Constituir una sociedad de propietarios es considerar que lo que va a ser la principal renta de las familias no va a depender cada vez ms de su salario sino del valor de sus activos patrimoniales, que en el caso espaol son los activos que tienen en propiedades inmobiliarias. La cuestin es que en la sociedad de propietarios de la que estamos hablando todos los lazos de cohesin social se rompen por lo que constituira la relacin de propiedad. Dicho en trminos muy sucintos, sera como en el liberalismo plebiscitario del siglo XIX, en el cual solamente podan votar quienes tuviesen propiedades. El riesgo social de ello es alto. En este sentido, vemos que todas las polticas pblicas de los ltimos 10 12 aos han ido dirigidas a conservar a toda costa el crecimiento exponencial de los valores de la vivienda, aun cuando lo que se defenda era el acceso a la misma. Despus, cuando la ilusin se desvanece, cuando el valor de los activos de la vivienda (el precio de la vivienda) se maniesta como mucho ms voltil de
EL MADRID DUAL
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lo que en principio pareca, vemos que el efecto riqueza (la suposicin de que yo dispona de un valor patrimonial alto y eso me permita un cierto optimismo a la hora de endeudarme o de consumir) se esfuma. Es decir, que la relevancia del crecimiento del precio de la vivienda y de los sectores de la construccin, aun habiendo permitido un enorme desarrollo econmico (un constante incremento del consumo y de la demanda), es relativa, porque lo que de verdad va a conservar la gente no es el valor de lo que era el precio de mercado de su vivienda, sino el valor de la deuda que ha adquirido. As se produce una situacin similar a la que se da en Estado Unidos, donde hay 8 millones de familias endeudadas por encima del valor de su vivienda. Podamos aadir cmo, en el caso de Madrid, todo este proceso de globalizacin y de expansin del sector inmobiliaria se ha reejado a nivel geogrco con un proceso de aumento de las desigualdades tradicionales entre el norte y el sur de la regin. Todo lo que son las funciones sociales de mando de este proceso de globalizacin en Madrid, como hemos sealado antes, se han situado en el norte de
PRODUCCIN Y DESECHOS
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la ciudad, y luego adems todo el proceso de nanciarizacin de las economas domsticas y de crecimiento del valor patrimonial de la vivienda de las familias de renta media y mediaalta, ha estado mucho ms concentrado en las zonas con ms capacidad de endeudarse y de invertir, coincidiendo asimismo con los barrios del norte y el oeste de la regin. El resultado de ese proceso combinado es que hay ms familias con mayor renta en el norte que hace 10 aos. Simultneamente, todas las reas industriales tradicionales de la ciudad (Legans, Getafe, Fuenlabrada, Parla, Vallecas y Villaverde), que son precisamente el sur industrial de Madrid, son ahora ms pobres que el norte, con el agravante de que la composicin de la poblacin de esos barrios es cada vez ms compleja, por el asentamiento en ellas de la poblacin inmigrante (que muchas veces han posibilitado a sus antiguos propietarios el salto hacia otros municipios). Adems, ha sucedido que los servicios que consideraramos de elite o exclusivos (los campos de golf, las clnicas y universidades privadas, las urbanizaciones de acceso restringido) se han situado en el norte; y en el sur nos encontraramos con los vertederos, la incineradora, las plataformas logsticas, las plantas de reciclaje y tambin los viejos polgonos industriales. Esa es la realidad a que ha dado lugar en Madrid el proceso de globalizacin.
EPLOGO
Almudena Snchez Moya
Hay una cuestin que no se nos puede olvidar y es que, asociada a esa clase de servicios especializados, aparece toda una nueva clase de servicios (en trminos de trabajo menos cualicado, tal como el trabajo de reproduccin, limpieza, mantenimiento, etc.) que sostienen ese sistema, siendo la diferencia entre ambos servicios cada vez mayor. El trabajo de menor cualicacin es ms precarizado y ms feminizado y en muchos casos realizado por poblacin inmigrante, con unas polticas de control muy fuertes, ya que esos servicios de bajo rango son imprescindibles para el funcionamiento de la mquina de crecimiento: se sigue necesitando que estos sectores se inserten dentro del ciclo de produccin y son quienes han de ocupar la nueva zona sur de la que hemos hablado. As que todo este proceso est muy vinculado al territorio. El papel que jue-
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gan tanto las constructoras como el mercado inmobiliario es central a la hora de entender lo que ha pasado, unido al holding de empresas que al nal son las que han decidido cmo se iba a intervenir sobre el territorio. La consecuencia de ello es que dentro del Estado espaol ha crecido en general un 29% la supercie urbanizada (en el caso de Madrid y la franja de Levante han crecido un 50%), es decir, que en 10 aos se ha duplicado la supercie urbanizada a lo largo de su historia. Y este proceso ha tenido constante respaldo legislativo: toda la normativa promulgada tanto a nivel estatal como autonmico tiene directamente que ver con este ciclo de produccin. En el mbito del mercado hipotecario, las bajadas de tipos de inters han tenido una gran importancia. Constatamos, pues, que la gestin de la vivienda pblica ha operado como un sostn de las grandes inmobiliarias. El resultado ha sido la precarizacin del suelo. Las distintas lneas que se han ido desarrollando a lo largo de este tiempo, en concreto la ley de 1998 o ley del todo urbanizable, han ido desgraciadamente eliminando restricciones y haciendo que todo el suelo rstico pueda ser urbanizado. Esto unido a cuestiones como el tema del aprovechamiento de suelo con la supuesta intencin de que la vivienda sea ms accesible (con la falsa idea de que si el suelo baja por un lado o si el aprovechamiento de los distintos planes es mayor, la gran oferta de viviendas permitirn un mayor acceso a la vivienda). Lo que sin embargo hemos visto es que los precios no han bajado sino que se han incrementado.
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Buenas tardes, amigos y amigas. Tengo el gusto de presentar la segunda conferencia del ciclo Pensar la ciudad, organizado por el Ateneo Cultural Jess Pereda de Comisiones Obreras, con la colaboracin de la Obra Social de Caja Espaa, el Ayuntamiento de Len y la Fundacin SierraPambley, a la que represento. A nosotros nos parece que hoy ms que nunca es necesario pensar la ciudad, reexionar como ciudadanos acerca del modelo de ciudad. La ciudad es un hecho social. En ella, distintas funciones han de ser realizadas por los distintos colectivos y grupos sociales que la habitan: los arquitectos y los artistas que la recrean, los promotores y agentes econmicos que la desarrollan y los ciudadanos que la usan y la viven. Y las Administraciones Pblicas, gestionadas por polticos, han de cuidar de que ese proceso complejo en que consiste el crecimiento y la renovacin de la ciudad sea equilibrado y armnico. Nosotros hoy, como ciudadanos y como instituciones, queremos participar en su estudio, comprensin y redenicin. Queremos hacerlo localmente y sabemos que muchos otros ciudadanos encaran una tarea similar en el mundo. Consideramos inaplazable esta tarea por dos motivos: el primero, porque
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el 75% de la poblacin del planeta vive en grandes espacios urbanos. Y tambin porque, como ha escrito el lsofo Francisco Jarauta, la ciudad es hoy un laboratorio de anlisis y discusin con relacin al debate contemporneo sobre los grandes cambios civilizatorios que la humanidad est en proceso de realizar. Parece que, como dice Edgar Morin, hay una segunda mundializacin en marcha, la de la civilizacin, la cultura y la ciudadana. Se est desarrollando una conciencia de ciudadana planetaria para encarar los problemas demogrcos, econmicos, sociales y ecolgicos que estn mundializados de hecho y que slo pueden encararse a nivel planetario. Me reero a la contaminacin, el calentamiento del planeta, el agujero de la capa de ozono, la deforestacin, la desaparicin de especies terrestres y marinas, la escasez de agua. Est, pues, surgiendo una nueva ciudadana que quiere elaborar propuestas civilizatorias. Y nuestra ciudad y quienes la habitamos no queremos estar al margen. Por ese motivo, hemos pedido hoy al profesor Jarauta que est con nosotros para ayudarnos a pensar la ciudad. Francisco Jarauta estudi Historia, Historia del Arte y Filosofa en las Universidades de Valencia, Roma, MnsterWestfalen, Berln y Pars. Hoy es Catedrtico de Filosofa en la Universidad de Murcia. Ha sido comisario de varias exposiciones internacionales. Ha sido vicepresidente del Patronato del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofa, miembro del Patronato del Centro Andaluz de Arte Contemporneo, del Consejo Rector
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del IVAM, del College International de Philosophie de Paris, director cientco del Istituto Europeo di Design en Madrid, autor y editor de numerosas publicaciones y organizador de foros y eventos sobre los problemas que ms preocupan a los ciudadanos de hoy. Y, segn s, es un orador espectacular. Le damos, pues, la palabra para que nos hable del futuro de las ciudades. Profesor...
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acostumbrados a hablar en estos trminos, migraciones. A nales del siglo XVIII y principios del XIX, por ejemplo, cuando en Inglaterra comienza a tomar fuerza la Revolucin Industrial, la necesidad de mano de obra en ciudades como Manchester o Liverpool, en el oeste ingls, arrastran como si fuese una ventosa a toda la poblacin campesina que se haba mantenido en un status social parecido al que ms o menos tuvo origen en la poca medieval, en los siglos XIII, XIV e incluso XV. Comienza a desplazarse el campesinado y forma unos crculos, unos banlieues o suburbios, que constituyen el alrededor de las viejas ciudades, las cuales se transforman inmediatamente. Las que eran
ciudades medievales destruyen sus murallas y comienza a crecer una poblacin que se va acumulando con densidades altas en torno a este eje. La migracin no es un hecho nuevo, es un hecho prcticamente desde que existe humanidad. Las personas se desplazan, buscando los lugares en los que mejor sobrevivir.
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MIGRACIONES MUNDIALES
Respecto a los 6.800 millones de habitantes del planeta a los que antes aludamos, hay fenmenos muy particulares. Si ustedes van al consulado de China o se bajan de Google un mapa de geografa humana de este pas, uno de 1970 a 1980 y otro de 2009, se darn cuenta de que en la cornisa este de China, en cuestin de 25 aos han aparecido entre 30 y 40 ciudades. Y todas ellas tienen de 8 a 10 millones de habitantes. Esas ciudades no existan hace 30 aos y han sido el elemento que estructura una inmensa tensin demogrca en China, ya que el campesinado chino ha abandonado sus territorios naturales, sus aldeas, y caminado hacia las zonas de atraccin comercial e industrial, produciendo una migracin impresionante (en dichas ciudades, por cierto, se trabaja de 14 a 16 horas diarias por 1,5 dlares). ltimamente se observa, sin embargo, el proceso contrario: slo en los tres ltimos meses unos 20 millones de trabajadores de China oriental han hecho sus maletas y regresan a sus tierras de origen. Hay en Shanghai bocas de metro que acaban de ser cerradas porque no entra ni sale nadie de ellas. La poblacin del planeta se mueve y lo hace por el hecho de que han surgido ciudades complejsimas que no existan hace 40 aos. Vean otro ejemplo: posiblemente la ciudad ms compleja del mundo se llame Lagos y es la capital de Nigeria. Nigeria tiene 120 millones de habitantes, un crecimiento aproximado
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de 3,4% de poblacin y all, como en China, tambin la poblacin que podemos llamar campesina se moviliza. La periferia de la ciudad de Lagos es un mapa humano que sobrevive en condiciones absolutamente precarias. El hecho emprico de las migraciones en la importancia que hoy se da a las ciudades es algo que no podemos pasar por alto. Aunque nosotros, los europeos, nos encontremos en la categora de las poblaciones protegidas (con expectativas de vida longeva y en condiciones saludables) que no necesitan migrar. Entonces, por qu la ciudad? Una segunda razn, la ms importante, es de tipo poltico. Hemos asistido a un proceso que se llama de desterritorializacin de la poltica. Antes pertenecamos a una nacin, desde hace poco tiempo (aunque culturalmente desde siempre) pertenecemos a una federacin de naciones que se llama Europa y por ello cada vez que nos plantebamos nuestros marcos polticos y culturales de referencia lo hacamos a travs de estos dos modelos: el nacional y el transnacional o el contexto geopoltico que era Europa. Pero el referente nacional se ha ido debilitando cada vez ms y en los prximos aos, sean cuales sean nuestras posiciones polticas ideolgicamente hablando, el referente nacional ser cada vez ms dbil. Mientras tanto ha aparecido un proceso modernsimo de regionalizacin de la nacin. Muchas de las disposiciones legales, scales, de programacin sanitaria y educativa, polticas en general, dependen de la estructura regional. Y hay como zonas borrosas que se van superponiendo. El ciudadano tiene cada vez ms borroso todo ese horizonte. El ltimo, el nico marco de referencia claro, aquel con el que puedo dialogar no es otro que, fundamentalmente, la ciudad. La ciudad es, polticamente hablando, el espacio ms real de todos los espacios polticos. Es en ella donde nos decimos buenos das, donde nos conocemos y reconocemos, donde podemos proyectar, es el espacio que permite establecer un cierto control de las condiciones de vida, lo que fuera de la ciudad es muy difcil. As pues, hoy uno de los cargos polticos con ms inters sera el de Alcalde, en el sentido de que se administra, de que se sitan las ideas de un proyecto. El tema es proyectar, pero proyectar, cmo? Hay que proyectar la ciudad, pero la pregunta es: qu es la ciudad? Podemos responder observando de qu manera se habla hoy de la ciudad. Hace apenas 50 aos, quines hablaban de la ciudad? Los historiadores de la ciudad, que por cierto siguen siendo voces autorizadas. Por ejemplo, esta ciudad
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medieval1 : qu es una ciudad medieval? Si ustedes leen a las mximas autoridades del estudio del medievo (Georges Duby, Jacques Le Goff), obtendrn toda una descripcin morfolgica de la ciudad medieval. Si damos un paseo por Pars, atravesamos el Pont des Arts, por ejemplo, y giramos a la derecha, vemos la torres de Notre - Dame, la aguja de la Sainte Chapelle y las cornisas gticas de lHtel de Ville, el ayuntamiento. All estaba la ciudad medieval, en torno a las instituciones principales, que era las civiles y religiosas. En torno a unas y a otras creca la traza urbana, se conguraba el tejido urbano. El mundo de las catedrales es un mundo vertical, est dominado por la lnea de trascendencia y establece una especie de relacin simblica con ese espacio, que el gtico estableci de una manera prodigiosa. Seguimos en Pars, si miramos a la izquierda, vemos al fondo, como si se tratara de una gran ballena varada a orillas del Sena, la inmensa panza de hierro y vidrio del Gran Palais, construido en 1780 para la Exposicin Universal. Pars vive entre la tensin de su historia, que nace como ciudad medieval, y su modernidad, que tambin es su historia y que nace como una muestra de desafo del futuro. La ciudad rene, por decirlo as, todos los tiempos. Los historiadores han contado esta historia de muchas formas. Unas veces de manera morfolgica, es decir, detallando mediante un anlisis tipolgico las formas, y otras veces lo han hecho relatando su crnica, recreando las situaciones que ocurrieron en esa ciudad. Hubo tambin otras voces autorizadas para hablar de la ciudad, las de los urbanistas. La identidad profesional del urbanista es ms ambigua: en su origen estos tericos de la ciudad fueron arquitectos. Evocamos a Vitrubio en el mundo romano, a Andrea Palladio en el siglo XVI y sobre todo a Leon Battista Alberti en el Renacimiento, y tambin a Adolf Loos, a Haussmann y a los tericos de la metrpoli en el siglo XIX o a los grandes arquitectos que han diseado las ciudades del siglo XX. Hoy, ni los urbanistas ni los arquitectos poseen en exclusiva el argumento de la ciudad. Han aparecido (y no s si como corsarios) muchos otros que comienzan a hablar del tema. Por ejemplo, han aparecido quienes pueden ser llamados cientcos sociales, los socilogos, que han aportado un elemento fundamental. Hasta ahora la ciudad era ante todo un hecho fsico. Toda la atencin y mucha literatura sobre el asunto ha planteado que el hecho era un hecho fsico, arqui-
1. Len, Espaa.
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tectnico (trazas urbanas, desarrollos urbanos, judera, todo ello estableca un poco esa relacin). Y se traza la planta, una fotografa area nos da inmediatamente los restos de la ciudad histrica. Pero los historiadores, que son socilogos en este caso, observan un hecho clave. Lo que importa es que la ciudad no es slo un hecho fsico, arquitectnico, sino que ante todo es un hecho social. La ciudad es un hecho social. Hay que entender la ciudad como la creacin nmero uno de la civilizacin. A nosotros nos han contado una historia del Gnesis. Nos han contado la historia de dos hermanos, Abel y Can. Can mat a Abel. La historia termina diciendo que Abel se muri. Y Can? Ha pasado a la historia como alguien a quien siempre acompaar la sombra. Pero, quin era Abel? Por qu en la Biblia aparece esa historia? Para que se la podamos contar a nuestros nios antes de dormirse? Pues simplemente porque es una metfora para contar la historia del origen de la ciudad. Quin es Abel? De Abel se dice que era pastor. Y de quin se habla al decir que era pastor? Se habla de todas las civilizaciones nmadas, ligadas al pastoreo, que con sus rebaos recorren los pastos. Y las civilizaciones nmadas no desarrollan un derecho sobre la propiedad de las tierras y tienen un corpus jurdico ligersimo, unas buenas costumbres para entenderse entre los grupos nmadas y pastos abiertos para la trashumancia y el nomadeo. Y quin es Can? Can representa la otra civilizacin, la del Neoltico, aquellos que en un momento determinado dejan de ser pastores, nmadas y deciden ser agricultores y sedentarios. Y el conicto entre Abel y Can no es otro que el conicto entre la civilizacin nmada, pastoril, ligera de cargas jurdicas y sin idea de la propiedad, y aquella que Can inaugura, la primera expresin de la sociedad sedentaria y agraria. La primera accin de Can es la fundacin de la ciudad. Comienza pues la ciudad a agrupar todo aquello que conlleva una comunidad de poblacin creciente y que progresivamente tendr que defenderse de otras poblaciones y por ello comienza a trazar sus lmites, sus fronteras, sus sistemas de proteccin, hasta el punto de que del extramuros se dice: nulla salus, fuera de los muros no hay salvacin. Esta mxima se la aplica primero la teora de la ciudad y despus tambin la Iglesia, a travs de la Patrstica (extra Ecclesiam nulla salus est, no hay salvacin fuera de la Iglesia), elaborando la teora de la intemperie, del afuera. Recordemos en este punto que no existe ciudadano hasta el siglo XVIII, segn Le sacre du citoyen, de Pierre Rosanvallon. Hasta entonces los habitantes de la ciudad son siervos. A nales del siglo XIX aparecen los grandes socilogos que ven crecer algo
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nuevo, ven crecer la gran ciudad, la ciudad que se va a llamar a partir de 1860, en el Segundo Imperio Francs, metropol. Aparece la metrpoli, es decir, las ciudades de 2 a 3 millones de habitantes. En 1900 no haba posibilidad ninguna de imaginarse ciudades as y es cuando empieza a verse eso que hoy se llama la masa, la multitud, ros de gente. Los socilogos se tienen que preguntar, justamente, qu pasa, y otra vez se vuelve a aplicar la dimensin social como dimensin prioritaria de la ciudad. Un gran socilogo, Emile Durkheim, se da cuenta de que en la ciudad, al ser cada vez ms compleja, la ley que impere debe ser la ley de la normalizacin, y es cuando, por ejemplo, se inventa la polica, porque es necesario mantener el orden, y lo que no se integra en el orden es patolgico, el otro concepto pareja del concepto de normal. El punto de partida es justamente ste: la ciudad es un hecho social. Y sobre la ciudad hablan tambin los gegrafos: es la ciencia social que ms ha evolucionado en los ltimos 30 aos. Los gegrafos han cambiado sus mtodos de observacin. Quin ms habla de la ciudad? Vern: si ustedes van a Rotterdam, una de las dos ciudades ms avanzadas de Europa, junto con msterdam, y ven la Gerencia de Urbanismo, comprenla con la Gerencia de Urbanismo de Len: vean qu profesiones componen la Gerencia. Si en Rtterdam trabajan 100 personas, arquitectos hay solamente 12 o 15, ingenieros otros tantos, juristas puede haber 20, 10 gegrafos, 5 paisajistas, 12 trabajadores sociales, y hay socilogos e incluso lsofos, y qu pinta un lsofo? Recordar aqu el testamento intelectual de Platn, la Carta Sptima, cuando dice el objeto de la losofa no es otro que salvar la ciudad. Qu signica salvar? No lo s. Cada poca interpreta este concepto de una manera distinta. Hoy nos encontramos ante un hecho complejo. Y es un poco el compromiso nuestro de ciudadanos a la hora de afrontar este hecho que nos tiene que articular, que unir. Miren, no existe la ciudad ideal. Entre 1486 y 1500, en el contexto de la ciudad de Urbino, en un mbito y en una atmsfera intelectual muy cercana a Alberti, se pintan tres cuadros que llevan como ttulo Citt ideal, ciudad ideal. Todos son arquitecturas perfectamente formalizadas, como sacadas de las pginas maravillosas del Alberti, pero ninguno de los tres cuadros es rmado, el artista no se atrevi a rmar esa idea. Uno est en Berln, otro en Urbino y el otro est en Filadela, despus de pasar mucho tiempo en Baltimore. Es curioso que 60 aos despus, a partir de 1550, en el taller de Pieter Brueghel el Viejo y sus hijos, comienza a pintarse una imagen que tambin viene del Testamento bblico, la Torre de Babel. En 50 aos, en la cultura europea nace al mismo tiempo una y otra idea.
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Nosotros podemos ser o ciudad ideal, y sabemos que nunca llegaremos a serlo, o podemos ser, por ejemplo, Torre de Babel. La Torre de Babel fue castigada: no conseguir ser terminada y en ella se confundirn las lenguas, por el desafo de un rey que quiere fundar una ciudad que llegue a tocar el cielo. Ese desafo, simblico, es castigado con la confusin de las lenguas, con la interrupcin del trabajo y con el abandono de la ciudad. Nosotros no estamos, a mi juicio, ni de la parte de la ciudad ideal ni de la parte de la Torre de Babel. Estamos en un experimento cada vez ms complejo. Un gran arquitecto contemporneo, el holands Rem Koolhaas, ha sugerido y con un gran acierto, que la ciudad, en el fondo, podra interpretarse no como ciudad ideal ni como ciudad de Babel, sino como ciudad genrica. Hoy, en un largo recorrido por la ciudad de Len, que en una lectura rpida me parece una ciudad dimensionada, con poblacin y traza urbana adecuada, y una relacin adecuada entre historia, es decir, tradicin o memoria, y actualidad, es decir, modernidad y futuro, aunque posiblemente ste no sea el problema porque si retomamos el hecho de que la ciudad es un hecho social, entonces la observacin de Koolhaas es de un gran inters para nosotros. Una ciudad genrica, dice Koolhaas, en la que nosotros pertenecemos a colectivos que ya no son identitarios. Imaginemos la ciudad en el siglo XIII, incluso en el XVI y en el XVII, qu pasa en los alrededores y en los patios de monipodio que describe Cervantes, qu pasa con esa poblacin que est permanentemente caminando. En Len hay an un indicador de poblacin inmigrante mucho ms bajo que en otras ciudades, las cuales tienen por ello problemas a la hora de organizar sus reconocimientos de los otros. El concepto de genrico hace referencia precisamente a esta complejidad, que crece del propio desarrollo demogrco, de la propia poblacin. En algunas ciudades espaolas hay ya poblacin inmigrante de tercera generacin (abuelos extranjeros con hijos y nietos nacidos en la ciudad). Qu se hace en esos casos? Situmonos en la escala que tenemos aqu, en Len, que de alguna forma no tiene tanta complejidad como la que aparece en otras ciudades. Es importante que identiquemos esa poblacin y esa complejidad social y en ese sentido se ha de apostar por los elementos que ayuden a identicarse con la sociedad en trminos de futuro: las polticas ms correctas sern aquellas que establezcan una relacin entre memoria histrica e innovacin, o lo que podemos llamar mirada hacia el futuro, polticas que aun siendo proteccionistas en el sentido de que restauran y protegen la memoria (el carcter monumental), plantean justamente ese futuro. Y aqu nos encontramos con que, por ejemplo, la ciudad debe hacer posible lo
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que hoy se llama la utopa de la educacin. Una inversin fuerte en educacin es una de las garantas de futuro ms importantes. Nosotros hemos perdido en parte este tren, ya que a principios de los 80 se decidi que Espaa fuese una economa de servicios y por ello no tena sentido invertir en I+D2 . As que hemos tenido una economa de servicios que apoy rotundamente los dos segmentos prioritarios del modelo, el turismo y la construccin. Y aun cuando en ms de veinte aos de crecimiento econmico sostenido bien se pudiera haber podido afrontar la reforma del modelo productivo espaol, no se ha hecho y ahora nos encontramos frente al fracaso del modelo. Pero si a nivel macro esto no es posible hoy, a nivel micro o local es absolutamente necesario elaborar pequeos proyectos, que pueden ser de barrio, a travs de los cuales la ciudad cambie de gesto, cambie de miras, y lo haga contando con todas las generaciones. El proceso de educacin, de desarrollo creativo de todas las capas demogrcas y sociales, es fundamental. La ciudad puede asumir desafos culturales y educativos muy importantes. El lsofo y urbanista Paul Virilio ha abandonado recientemente Pars, la ciudad donde siempre residi, y se ha ido a vivir a La Rochelle, una ciudad pequea, en la que todo el mundo se saluda y en la que la estructura social comienza a crecer cuando la fermentacin del tejido social produce iniciativas en una direccin y en otra, y garantiza cada vez ms, justamente ese espacio al que nosotros podamos llegar. Permtanme que les cuente dos ancdotas. En un curso que dirijo sobre las metrpolis a nales del siglo XIX, en la ctedra de Filosofa de la Universidad de Murcia, propongo a mis alumnos un ejercicio tcnico. Les pido que en grupos reducidos, vayamos juntos entre las 9 y las 11 de la noche a la estacin de autobuses, y all nos planteemos preguntas como: quin baja de los autobuses procedentes de Algeciras o de Bucarest? Adnde se dirigen? Les seguimos y de ese modo descubrimos redes inditas de la ciudad. Lo hacemos para saber cmo es la ciudad, porque la ciudad no es como la imaginamos. Otro ejercicio, ste realizado por m algunos domingos sobre las 4 de la tarde. Una tarde, en lugar de ir al cine, me siento en un banco de la plaza de Santo Domingo, para observar. El 80% de las personas que me rodean son ecuatorianos que vienen de la provincia y que pasan el domingo en la ciudad. Pasan el tiempo sentados en las plazas de la ciudad. Y me pregunto: cul es mi relacin con esta poblacin?
2. Investigacin + Desarrollo
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Igual le sucede a mi amigo Marc Aug, gran antroplogo francs, un africanista que ha trabajado toda la historia del animismo de aquel continente, residiendo en l durante largas y fatigosas temporadas. Un da, en Pars, la ciudad en la que vive, toma la lnea 5 del metro y se baja en una estacin que se llama Barbs. Sale del metro y comienza a oler, los olores africanos son caractersticos y l los conoce. Dice: esto es aceite de coco frito; sube las escaleras e identica otros olores y comienza a or palabras que no son francesas, que son de Senegal, de Burkina Fasso, de Mal. Sube y ve todo el mercadillo como si estuviese en frica, y escribe un maravilloso texto titulado El etngrafo en el metro. Como ya comenzaba a estar cansado de viajar a frica decidi trabajar con las comunidades africanas de Pars. Richard Sennett, uno de los grandes socilogos actuales, ancado en Londres, escribi un texto precioso sobre cmo funcionaba la comunidad que habitaba el ghetto de Venecia, en la orilla izquierda del Gran Canal, cuando vio tapiadas sus puertas y mantenidas bajo vigilancia por la guardia de la Repblica Serensima3. No se poda salir del ghetto: esta particularidad daba lugar a comportamientos sociales diferentes. Ahora no hay ghettos, todo est abierto, y sin embargo la pregunta que nos hacemos es justamente cmo construir la ciudad. A mis alumnos a veces tambin les propongo otra tarea. Antes, les cuento una ancdota: todos los viernes del ao 1857, dos amigos se daban cita en un pub de la Victoria Station, en Londres, para tomar unas pintas de cerveza. Diris: pero qu amigos son sos? Son dos grandes amigos, uno se llama Charles Dickens y acaba de publicar Oliver Twist. Quin es el otro? Karl Marx, que acaba de escribir un texto titulado Introduccin a la crtica de la Economa Poltica. De qu hablan? De lo mismo que hablaba Oliver Twist, el pcaro que recorre los bajos fondos de la sociedad de Londres, que tiene su centro en la Victoria Station. Pido a mis alumnos que hagan un diario de las conversaciones de esos dos amigos. Sabis lo que sucede cuando llegan los trenes a la ciudad? Coged por un minuto el mapa de Pars y su periferia y marcad todas las direcciones posibles. La Gare Austerlitz, la Gare de lEst, la estacin del Este que va a Suiza, la Gare Saint Lazare la ciudad eran sus estaciones. Londres, que tiene el mejor metro
3. En 1516, unos 700 judos fueron forzados a mudarse a la esquina noroeste de Venecia que entonces era una zona remota de la ciudad. El ghetto estaba totalmente rodeado por agua y tena solo dos entradas que tenan grandes puertas controladas por las noches por guardias cristianos, pagados por los mismos judos, cuyas funciones eran las de proteger y segregar a los habitantes judos en el ghetto. Un siglo despus, la comunidad dentro del ghetto haba crecido a ms de 5.000 habitantes, que provenan de culturas distintas y que hablaban distintos idiomas. Lo anterior oblig a que el rea del ghetto se expandiera peridicamente, tanto horizontal, como verticalmente (con los altos edicios que se construan). Cuando Napolen lleg en 1797, los judos que habitaban en el ghetto fueron liberados, aunque su libertad total no fue alcanzada sino hasta el siglo XIX cuando se fund el estado italiano.
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del siglo XIX, tiene esa estacin central que se llama Victoria. Y es ah donde comienza el discurso acerca de cmo ha surgido la ciudad y cul ser su futuro. No podemos evitar estas preguntas. Formamos parte de una ciudad. Somos ciudadanos de una ciudad. Acaba de cumplir 100 aos, el 28 de noviembre, el posiblemente mejor antroplogo del siglo, Claude LviStrauss, del que recuerdo un seminario sobre la identidad, y les cuento una pequea ancdota. l pone el ejemplo de las milhojas, supongamos dos personas a las que les gustan realmente las milhojas y estn realmente deseando comerse una. Van a la repostera y piden una milhojas. Y el que slo es hambriento la devora, y como comentario dice: qu crema tan rica. Es goloso. El otro, ms educado, tambin tiene hambre pero se la come lentamente. Qu comentario hara el segundo? Dira: el hojaldre es perfecto. Hay identidades que son crema y otras que son hojaldre. La identidad funcional es aquella que tiene una estructura ligera como la del hojaldre. Pero que es capaz de soportar intensidades como la de la crema. Y t tomas eso, como dice Lvi Strauss, y te sitas precisamente en un mapa de pertenencias a tu ciudad. Si recorris vuestra catedral, que ja la historia de la ciudad sobre la ciudad romana, la Legio Septima, y observis San Isidoro, un espacio tan particular, y los paos de la muralla, sals extramuros y todava os acercis a San Marcos, y visitis el MUSAC, os dais cuenta de que la ciudad vive de sus estrategias, de sus desafos, de sus construcciones. La arquitectura es slo una parte de la ciudad. Ha ocurrido algo en Espaa. En instituciones tan importantes como La Caixa, durante los aos 80 sus inversiones ms importantes eran para polticas culturales, y, dentro de ellas, el segmento ms atendido era el artstico. Pero si hoy estudiis el presupuesto de la Obra Social de la Caixa, la partida dedicada a cultura y arte ha bajado un 40% y las inversiones en obra social han crecido de forma exponencial. Hoy, dicen ellos, es mucho ms rentable invertir en obra social que en obra cultural. Y las instituciones nancieras obviamente tienen que tener un clculo de ello. Pero, y cmo nos preparamos para el futuro? En 1970 comenz a hablarse del ao 2000, y comenz a preocuparse la gente: cmo ser el ao 2000?. Aparecieron en el mundo institutos de prospectiva social, uno muy famoso en Hanver (Alemania), nanciado por la Volkswagen, otro en Houston (Texas, Estados Unidos) y otro en Osaka (Japn), nanciado por la asociacin de empresarios japoneses. Todos tenan por objeto hacer el dibujo del ao 2000. Se hicieron toda clase de informes, incluso se elabor un modelo virtual. Curiosamente, cuando lleg el ao 2000 ninguno de aquellos informes se reedit: no tenan nada que ver con la realidad, que haba superado a la ccin. En 1970 no haba ni idea
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de los ordenadores personales, ni de los telfonos mviles, no exista la palabra internet y nadie poda imaginarse la clonacin. As que, cmo ser el mundo en 2025? Ni idea. Pero es un deber nuestro anticipar el futuro. Un amigo, Jorge Wagensberg, director del Museo de la Ciencia CosmoCaixa de Barcelona, lo resuelve con un ejemplo, mostrando la diferencia de comportamiento del calamar y el pulpo. El primero, ante una severa dieta de hambre y la puesta a su disposicin de un tarro de cristal con dos pequeos cangrejos en su interior, se precipita ansioso una y otra vez contra el vidrio hasta morir estrellado. Sin embargo el pulpo, un calamar que sabe anticipar el futuro, es tmido, en primer lugar no come si hay alguien presente. En condiciones de hambre se pone tan nervioso como el calamar, pero aun as no come si ve a alguien. Pero cuando se queda solo tantea el bote hasta conseguir abrirlo y se come lo que contiene. El pulpo no se estampa contra su poca. El problema es anticipar el futuro. Y lo primero es esa utopa de la educacin. No elaboremos espacios de espera, tomemos la iniciativa y hagamos de la ciudad un laboratorio donde el futuro quede ya anticipado, donde se creen polos: en cada calle un pequeo centro, de forma que la calle termine siendo ese laboratorio, una pequea utopa.
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Buenas tardes, muchas gracias por haber sacado unas horas para estar aqu con nosotros, escuchando a nuestra conferenciante de hoy y reexionando acerca del tema del futuro previsible o deseable de la ciudad en la que vivimos. Gracias tambin a las instituciones que nos ayudan a poder llevar a cabo esta tarea que nos proponemos desde el Ateneo Cultural Jess Pereda de Comisiones Obreras. Estas instituciones son Caja Espaa, el Ayuntamiento de Len y la Fundacin Sierra - Pambley. Haca tiempo que no nos veamos, desde la conferencia del profesor Jarauta, el pasado 11 de marzo, en la Fundacin Sierra - Pambley. Tendramos que habernos visto de nuevo el da 24 de abril, pero al conferenciante que habamos anunciado, el scal jefe de Murcia, le fue imposible venir en esa fecha, pese a que se trataba de un puente. Manuel Lpez Bernal, buen amigo, est en el punto de mira de algunos medios y no quiere ausentarse de su trabajo para dar charlas, no quiere que le pase lo que a un conocido juez al que se le reprocha que imparta conferencias. Nosotros entendemos que
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el hecho de que los jueces o los scales acudan a actos pblicos como ste es importante, porque de ese modo forman a los ciudadanos de a pie como nosotros, vecinos y vecinas de las ciudades que algn da hemos de tomar algunas riendas del devenir de los lugares que habitamos. La participacin ciudadana que todo el mundo aplaude (muchas instituciones pblicas ms en el papel y en los discursos que en su gestin) exige un cierto grado de formacin especializada en quienes deseamos ejercerla, y para ello ha de haber expertos que puedan divulgar libremente su conocimiento. Parece que ltimamente est mal visto (no quiero pensar que sea por los interesados en burlar legalidades) que los hombres de leyes nos desvelen las posibilidades que los ciudadanos y las ciudadanas tendramos de modicar o detener algunos planes urbanos que a veces se llevan a cabo en contra de nuestros intereses colectivos. Por ese motivo, porque queremos la palabra de una persona de ley, hemos sustituido al scal Lpez Bernal por un juez, no cualquier juez, sino uno muy cercano a nosotros, un leons y un hombre de talante progresista. Vendr en septiembre a hablarnos del mismo tema que tenamos previsto: leyes, tica y desarrollo urbano. El juez es Jos Manuel Bujn, del Tribunal Superior de Justicia de Asturias. Con su conferencia cerraremos la primera edicin del ciclo.
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Hoy tenemos con nosotros a alguien que no necesita presentacin. Porque la periodista Ana Gaitero es muy conocida en Len, no slo por sus incisivos y documentados artculos en Diario de Len, sino tambin porque es llamada por muchas instituciones y organizaciones para preparar pregones, maniestos y similares. Para muchos leoneses, Ana Gaitero es la voz de esta ciudad. Tambin la pluma. Ana es bastante ms que una cronista, es una persona respetada en esta ciudad, su visin se tiene en cuenta, quienes le pedimos que nos hable hacemos nuestro su discurso antes de orselo. En esta ocasin le hemos pedido que nos hable del futuro de esta ciudad, del futuro que muchos ciudadanos y ciudadanas queremos. Poco ms le hemos dicho, pero yo s que ella, hoy, nos va a sugerir un camino posible, el de una ciudad sostenible, participativa, viva. Y no retraso ms el comienzo de lo que s que va a ser una escucha interesante. Muchas gracias por estar aqu, Ana.
LA CIUDAD HEREDADA
La ciudad de Len avist el pretrito siglo XX con poco ms de 15.000 habitantes, mirando hacia su lado oeste, con el Ensanche cubriendo los terrenos baldos entre la urbe amurallada y la estacin de ferrocarril como baluarte del progreso. Era una pequea ciudad que se abasteca de leche y viandas por los rurales municipios del alfoz y las vegas del Bernesga y del Esla. Era Len una ciudad vieja, deseosa de romper el cerco del trazado romano medieval para dar paso al incipiente automvil, como lo prueba el hecho de que se derribaran las murallas, en Puerta Obispo y en la carretera de Los Cubos, sin la menor contemplacin. Pero era tambin una ciudad joven, o un poblachn que empezaba a apuntar
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maneras de ciudad. La capitalidad, con su centralidad administrativa, poltica y de servicios, la convertira la centuria siguiente, hasta hoy, en la urbe ms importante de la provincia y la segunda de Castilla y Len. Mientras la provincia emigraba en los primeros aos del siglo hacia las Amricas y a partir de los aos 60 70 de manera sangrante hacia los cinturones industriales de Barcelona y Bilbao y a la Villa y Corte, la capital leonesa fue capaz de recoger una parte de esa emigracin y crecer. La Guerra Civil y sobre todo la posguerra, los pantanos que inundaban pueblos y la escasa industria que surgi en torno al ferrocarril (qumicas, jabonera y papelera sobre todo), junto con el desarrollo de nuevos servicios, atrajo a Len a una nueva vecindad de raz rural. Insisto en la ruralidad que subyace a la construccin de la ciudad de Len en el ltimo siglo por cuanto signica el trnsito de una sociedad tradicional a la contempornea: en la primera, la economa de subsistencia obligaba a tomar partido sobre los asuntos comunes o comunitarios, la solidaridad era un dogma escrito en las costumbres y en las ordenanzas. Lo global y lo local se encuentran conectados de manera inimaginable en las sociedades tradicionales, ha escrito Jos Mara Ezquiaga. En la actual sociedad urbana, sin embargo, el inters comn o pblico es decidido por la clase poltica, por comits de expertos y fundamentalmente, aunque de manera opaca, por grupos econmicos a travs del pulcro procedimiento democrtico de delegacin del poder civil mediante el voto. Y la construccin fsica y material de la ciudad est condicionada por el nivel de desarrollo democrtico de cada momento. Despus del Ensanche, burgus y modernista, los barrios obreros de Len dejaron su impronta en la trama urbana de la nueva ciudad con las cooperativas promovidas por el instituto de la vivienda franquista: El Ejido, Pinilla y San Lorenzo trazaron el sueo de la ciudad jardn en una poca en la que las gentes eran arrancadas literalmente del campo para emigrar a la ciudad. Las casonas de volmenes desproporcionados tambin llegaron con los 70 de la mano de un planeamiento urbanstico que cambi equipamientos histricos, como el colegio de los Agustinos, por viviendas de alto standing en el corazn de la ciudad. Los laboratorios Abell dejaron de producir principios activos para crear una colmena de lujo con vistas al ro Bernesga; el matadero y el mercado de ganados se convirtieron en una industria insalubre y el ladrillo vino a poner remedio; cay el Rollo de Santa Ana cuando dej de ser extrarradio y el solar del mercado de los melones acab manando agua en aquella poca no tan lejana en que las fuentes adormecan el poco espritu combativo y participativo de la poblacin, como amansa el rumor del ro las vidas estresadas.
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ERAS DE RENUEVA
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requiere una ocupacin del espacio, suelo frtil en su mayora, superior a la habida en los dos mil aos anteriores. Lo que antao fueron pueblos y pagos del alfoz leons alojan el boom urbanstico de chals adosados y pareados, pisos ms asequibles. La ciudad se ensancha por encima de sus lmites municipales. Este nuevo modelo imperante -las conurbaciones difusas, que dijo Geddestiene tres consecuencias cruciales: en primer lugar necesita un mayor consumo de recursos para subsistir porque requiere un uso masivo del vehculo y por tanto grandes vas de comunicacin que cuartean el territorio; adems, produce una separacin de funciones (espacios residenciales, de ocio, de trabajo); y por ltimo, la fragmentacin espacial de las nuevas urbanizaciones segn niveles de renta trae como consecuencia una prdida de la cohesin social. En suma, con este nuevo modelo de edicacin dispersa: 1. La ciudad se diluye, se dispersa en asentamientos urbanos y la ciudadana pierde el control de la organizacin y el desarrollo de la ciudad: crece fsicamente sin que las personas que la habitan conozcan ni se interesen por su funcionamiento global. La ciudad se transforma en un engendro colectivo sin rganos sociales responsables capaces de controlarlo. 2. Como los asentamientos dispersos se constituyen por niveles de renta, se segrega la poblacin y se constituye un puzzle territorial de piezas homogneas, en cada una de las cuales hay muy pocos individuos portadores de informacin de conjunto. Se pierde la cohesin social. 3. Esta divisin de funciones que tiene que simultanear cotidianamente la poblacin, y sobre todo las ciudadanas, implica un enorme gasto de tiempo y energa para desplazarse de una parte a otra de la ciudad. 4. El coche se convierte en medio indispensable y los privilegios de que disfruta hacen que la ciudad se muestre hostil a todas las personas frgiles o sobrecargadas: a quienes tengan alguna discapacidad o enfermedad, a las personas mayores, a los nios y a las nias y a las mujeres. Es decir, a la gran mayora de la poblacin. 5. La segregacin social por niveles de rentas y a veces tambin por criterios raciales y religiosos tiene otras consecuencias, como un aumento de la
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inestabilidad social: inseguridad, delincuencia y marginacin cuya expresin grca ms reciente son los banlieue franceses. 6. La salud de las personas est menos protegida, ya que hay ms estrs, ms aislamiento, ms contaminacin. 7. Se pierde la esencia de la ciudad tradicional: el contacto, el intercambio y la comunicacin proyectados en el aspecto pblico son sustituidos por la casa y los espacios privados de ocio, compra, transporte, etc.
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Ciudad, dice Salvador Rueda, es sobre todo contacto, regulacin, intercambio y comunicacin. Len est ms cerca del modelo de ciudad compacta que de las conurbaciones difusas que nos trasladan las pelculas norteamericanas, con urbanizaciones en las que lujosas mansiones o chals de clase media acogen la barbarie del individualismo: desde la abulia vital al crimen. Len cuenta con un centro histrico que mantiene su identidad medieval en un rico y bello patrimonio, una poblacin heterognea que se ha ido amalgamando en los barrios a lo largo de la ltima centuria y una tradicin milenaria como es la organizacin concejil. Nada de esto -smbolos de tradicin, presente y futuro- sobra en la ciudad que queremos. Es una ciudad mediana, tirando a pequea, y conserva o ha ideado nuevos espacios pblicos que facilitan ese intercambio necesario entre la poblacin. Pero necesita nuevas herramientas para profundizar en la idea de civitas, mejorar su habitabilidad, y con ella la calidad de vida, as como conservar la diversidad que garantice una cohesin social. La modernizacin de Len no puede reducirse a la creacin de nuevos iconos arquitectnicos (antes el Musac, ahora el Palacio de Congresos) o al relanzamiento de las comunicaciones ferroviarias con la alta velocidad y nuevas autovas para competir con otras ciudades. Las personas, los colectivos, los nios y las nias, la juventud, los inmigrantes, la gente mayor, los trabajadores y las trabajadoras, las mujeres y los hombres tienen que sentir que forman parte de ese proceso de cambio y para ello han de intervenir de manera efectiva: actuar, ser partcipes. Las herramientas para el cambio son tanto fsicas como intangibles, y ambas son bsicas en la democratizacin de la ciudad. Entre las herramientas fsicas para el cambio que deseamos para la ciudad, enumeramos: a. Una movilidad y accesibilidad sostenibles para ahorrar energa y favorecer el contacto, el intercambio y la comunicacin, as como la inclusin. Una movilidad que no debe ser ajena a nios y nias, personas mayores, mujeres, jvenes, inmigrantes, personas con discapacidad y que requiere algo ms que aparcamientos y carriles especiales para bicis, autobuses o taxis. Exige una mirada hacia las necesidades. b. Un uso adecuado de los espacios pblicos, facilitando el intercambio in-
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tergeneracional e intercultural en los centros cvicos, casas de cultura, centros sociales, escuelas municipales y colegios, y regulando el acceso a los espacios pblicos para el asociacionismo ciudadano y las iniciativas culturales. Una sociedad en la que la participacin ciudadana mendiga espacios no dice mucho de su calidad democrtica. c. La posibilidad de utilizar la calle como lugar de encuentro y no slo de paso: los mercados tradicionales, el Rastro, el mercadillo de Coln son ejemplos vivos de esa ciudad de los intercambios y han sido capaces de convivir con el pequeo comercio local que es uno de los ejes de la economa de la ciudad. Ahora la calle se ha convertido en un lugar de peligro y fuente de inseguridades, un obstculo permanente para la ciudadana ms joven, pero debera ser un espacio de socializacin. Para ello hay que fortalecer la vida de barrio, acercar los servicios, dar oportunidades. d. Ha de evitarse que el centro histrico se convierta en la ciudad de los y las turistas, ajena a la ciudadana local. Debe ser un escaparate vivo de la ciudad, no un parque temtico especializado: los mercados, el pequeo comercio, las artesanas, las tradiciones s, pero tambin la escuela, la salud, la participacin ciudadana deben vivir y desarrollarse en todos los barrios. e. Se ha de recuperar la memoria de la ciudad ms all de los grandes monumentos y generar apego al barrio, al entorno, para cuidarlo, mejorarlo y disfrutarlo. Entre los instrumentos sociales para el cambio democratizador de la ciudad, apuntamos: a. Contemplar la ciudad como el espacio social donde se ha de manifestar la libertad individual y colectiva. b. Entender la ciudad como proyecto de quienes la habitan: a travs de una democracia participativa, solidaria y tolerante. c. La democratizacin de la ciudad necesita un gobierno municipal exible y participativo, que simplique los procesos administrativos, establezca cauces efectivos de participacin para las comunidades locales, polticas urbanas consensuadas y promueva la cogestin de servicios pblicos.
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d. Los escenarios de futuro deseables para la ciudad han de proyectarse a travs de un proceso de debate ciudadano, no por mandato de estudios de empresas. e. El sector de la construccin no puede ser el autor de la ciudad: hay que poner n a la lgica de la ganancia como metodologa de la participacin. Se trata de reconducir los antiguos afanes de competencia entre ciudades hacia la calidad, la creatividad y el disfrute interno, ms compatibles con el reforzamiento de la cooperacin entre ciudades que exigen las nuevas preocupaciones por la sostenibilidad global. Y segn las nuevas tendencias de desarrollo urbano, se debe profundizar en mecanismos para que los y las habitantes de las ciudades puedan considerar los desarrollos urbanos como un proyecto sobre el que pueden incidir y no como algo ajeno que escapa a su control. Es aqu donde nuestra sociedad puede entroncar con algunos valores tradicionales el sistema concejil del Reino de Len-- que se han perdido en los procesos de urbanizacin del siglo XX, como es la recuperacin de la vida comunitaria.
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all de la aprobacin plenaria de la normativa, la implicacin de los ciudadanos y ciudadanas en las polticas locales. Recogemos algunas experiencias signicativas: 1. Los presupuestos participativos
El Foro Participativo de Albacete fue aprobado en un Pleno del Ayuntamiento de dicha ciudad en el ao 2004, durante el mandato del socialista Manuel Prez Castell en coalicin con Izquierda Unida. El reglamento del Foro establece la creacin de tres mbitos de participacin: el Reglamento de Participacin Ciudadana, la instauracin de tres sesiones plenarias de participacin y la realizacin del Foro para la elaboracin de los Presupuestos Participativos, que es el aspecto ms novedoso. Getafe, Sevilla, Algeciras, Jerez y Puerto Real en Cdiz, Diputacin de Mlaga y los municipios de esta provincia (Sayalonga, Casa Bermeja, Campillos y otros), Crdoba y Puente Genil, Jan, Xirivella (Valencia), Novelda, Elche y Sant Joan en Alicante, Paret del Valls y Calls en Barcelona, Santa Cristina de Arn y Figar en Girona, Tudela en Navarra, San Sebastin y Logroo son, entre otros, los municipios que han realizado experiencias de presupuestos participativos. En todas ellas, excepto en Albacete y Logroo, se realiza proceso asambleario. A travs de nuestras propuestas e iniciativas, en las asambleas vecinales, en los foros sectoriales o de forma particular, habis participado en un proceso que ha culminado con vuestra decisin sobre una parte del presupuesto municipal que supone 45 actuaciones de 10 reas municipales con un coste de 367.560 euros, seala el alcalde de Puerto Real en la pgina web de este municipio gaditano tras aprobar el presupuesto del ao 2008. Desde la red de municipios con presupuesto participativo se apunta que este sistema redunda en: a. Mayor transparencia y eciencia en la gestin municipal, al compartir entre todos el debate acerca de en qu se van a gastar los impuestos. b. Mejora de la comunicacin entre Administracin y ciudadana, generando espacios de interlocucin entre clase poltica, vecindario, colectivos y personal tcnico y experto.
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c. Al ser un proceso abierto a todo el mundo, posibilita la participacin directa de todas las personas, superando as la participacin representativa, que se limita al voto cada cuatro aos. d. Al ser un proceso autorregulado, son los propios participantes los que deciden cmo deben ser las reglas del juego que deben regir el proceso. e. Fomenta la reexin activa y la solidaridad, por cuanto vecinos y vecinas tienen la oportunidad de conocer y dialogar sobre los problemas y demandas del resto. Los Presupuestos Participativos hablan de dinero, pero tambin de nuestros espacios de participacin, de profundizacin democrtica en la vida local, de participar para decidir. Hablan en denitiva de apropiacin de los asuntos pblicos por parte de la ciudadana, lo que en el fondo constituye la esencia de la democracia. Desde 2008 funciona una red que sirve para compartir las experiencias y como mecanismo de autocontrol. En la pgina web www.presupuestosparticipativos.com se pueden encontrar todos los detalles. 2. Asambleas ciudadanas
Si los presupuestos participativos tienen su origen en Porto Alegre (Brasil), ciudad que realiza la primera experiencia en 1989, las asambleas de ciudadanos y ciudadanas son otra modalidad de participacin trada desde Amrica Latina y cuyas races hay que buscarlas en las asambleas participativas del Gobierno chileno de Salvador Allende. La asamblea de la Iniciativa Urbana de Mlaga es uno de los ejemplos que se estn desarrollando en Espaa. A partir del Consejo Territorial de Participacin del Distrito Centro de esta ciudad, se articula un proceso de participacin de cara a la transformacin del barrio Arrabales y Carretera. Los objetivos de esta asamblea ciudadana son: a. El fortalecimiento del gobierno local y de la democracia participativa. b. La dinamizacin de los procesos de participacin ciudadana en la gestin de los asuntos y desafos de inters comn del proyecto.
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c. El encuentro y la coordinacin entre la Administracin local con el resto de interlocutores sociales de la zona de actuacin del proyecto. 3. Otras experiencias de participacin ciudadana
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a. Experiencia de cogestin de servicios sociales del ayuntamiento de Murcia. En el periodo de 1982 a 1998, los servicios sociales de la capital murciana se gestionaban desde un organismo autnomo en cuyo plenario tenan voz y voto, adems de los concejales de los distintos grupos polticos, un representante de la federacin de asociaciones de vecinos, otro del sindicato Comisiones Obreras y otro del sindicato UGT. En los programas dirigidos a personas mayores y mujeres se opt por promover asociaciones sectoriales con autonoma total, con las que el Consejo Municipal de Servicios Sociales rmaba convenios para la prestacin de servicios a los respectivos colectivos, siendo tales servicios gestionados y evaluados por las asociaciones de usuarios, con supervisin municipal. Estas redes de asociaciones se han mantenido, habiendo en la actualidad 75 centros de mayores y un nmero similar de centros de la mujer. b. Talleres de participacin ciudadana del ayuntamiento de Pamplona. Con el objetivo de incorporar la visin especca de las mujeres al diseo de la ciudad, se realizaron dos talleres: Pamplona con mirada de mujer y Las mujeres seguimos el Plan. De este proceso se concluy que las mujeres quieren una ciudad segura, donde sea fcil la convivencia, igualitaria, en la que los barrios se vayan equilibrando, con dotaciones y comercios prximos a la vivienda, estaciones cntricas, buen transporte pblico y con el Casco Viejo revitalizado. Algunas de las propuestas concretas en transporte pblico se incorporaron al Plan Comarcal de Transportes, en una experiencia valorada como Mejor Prctica en el concurso de Naciones Unidas sobre Buenas Prcticas Urbanas (El tiempo de las cerezas, Isabel Velsquez Valoria). La creacin del Consejo Municipal de las Mujeres fue un primer paso para canalizar las aportaciones del movimiento asociativo de mujeres. De esta forma gran parte de las decisiones que tienen que ver con el rea de la mujer se toman en este organismo participativo. Se ha logrado llevar a la ciudad, al deporte y al comercio, campaas de sensibilizacin contra la violencia de gnero. Falta ahora lograr que esa participacin sea transversal y llegue a todas las reas de gobierno municipal: un ejemplo cercano y transparente es el plan de movilidad. Se ha tenido en cuenta la perspectiva de gnero en el estudio previo? Se van a tener en cuenta en las medidas a adoptar? La movilidad como aspecto que incide decisivamente en la accesibilidad, la participacin ciudadana, la igualdad de oportunidades como individuos y el disfrute social de las personas ms vulnerables es un parmetro de excepcin para medir el grado de habitabilidad de una ciudad con independencia
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de su tamao. El modelo de movilidad desvela tambin qu tipo de democracia funciona en el municipio. c. El Proyecto La ciudad de los nios (y las nias) de Fano (Italia). Surgi en 1991 y ha tomado como parmetros de la nueva losofa del gobierno de la ciudad a los nios y las nias. Bajo la mxima de que lo que vale para la infancia es vlido para toda la ciudadana, se pretende construir un tipo de ciudad ms diversa en la que nios y nias puedan vivir una experiencia como ciudadanos y ciudadanas con autonoma y participacin. No se trata, o no slo, de aumentar los recursos y servicios para la infancia. Las motivaciones principales de este proyecto parten de una idea muy clara: las ciudades han decidido privilegiar a las personas adultas en su diseo y, dadas las prioridades econmicas y administrativas, se ha ido haciendo a la medida de los hombres trabajadores. El resultado: el coche ha adquirido un protagonismo en la ciudad que no se corresponde con el nmero real de personas que lo utilizan. El precio que pagan los nios y las nias es muy grande: se les priva de experiencias como jugar en la calle con sus amigos y amigas si no estn bajo el control adulto, se aumenta el uso del coche para traslados a colegios y acti-
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vidades complementarias, y priman las soluciones particulares a las sociales. El resultado: el aislamiento de los nios, no disfrutar de experiencias de descubrimiento y exploracin en la vida cotidiana, la renuncia de la ciudad a los espacios pblicos y la anulacin de la ciudad como espacio de intercambio. La experiencia de Fano entr a formar parte en 1996 del Instituto de Ciencias y Tecnologa de la Cognicin del Consejo Nacional de Investigaciones de Roma. El Ayuntamiento de Roma se adhiri al proyecto en 2001 y ahora es el lder de la iniciativa en la que participan algunos ayuntamientos espaoles a travs de diferentes medidas, adems de otros municipios italianos y argentinos. En Espaa se est organizando un laboratorio nacional de la ciudad de los nios, que estar formado por los representantes de las zonas en las cuales estn presentes ciudades y regiones que se han adherido a la red: Madrid, Barcelona, Valencia, Salamanca, Granada y Extremadura. Algunos de los proyectos que se llevan a cabo son: el Consejo de los Nios (Carbajosa de la Sabrada, Prat de Llobregat, Reus, Picanya, Galapagar, Villanueva de la Serena y otros). Es un rgano de participacin con alumnado de 5 y 6 curso de Primaria, que se elige por sorteo y en el que tienen que estar representados por igual nios y nias, inmigrantes, minoras y discapacitados. Vamos solos a la escuela (Granollers, Galapagar). Es uno de los proyectos estrella del Laboratorio Ciudad de los nios. Ir solos a la escuela era una actividad normal hace 20 o 30 aos. Se trata de devolver autonoma a la infancia y ganar espacios para peatones y ciclistas en la ciudad. Existe un proyecto similar a ste del anterior Ministerio de Medio Ambiente (En bici al cole) que se desarrolla con la participacin de algunos colegios. A las ciudades que se unen al proyecto se les aconseja abrir un Laboratorio La ciudad de los nios para desarrollar los proyectos. Existe una red internacional que coordina Antonella Prisco (www.lacittadeibambini.org). A modo de resumen del proyecto, estas palabras del alcalde de Roma, Veltroni, en el acto de apertura del 20 de noviembre de 2001, durante el primer Consejo de Nios: Necesito vuestros consejos y vuestra ayuda. Muchas veces los adultos se olvidan que tambin han sido nios. No recuerdan las cosas importantes y necesarias para vivir bien este periodo de la vida y no recuerdan tampoco cules son los sueos, los deseos y las esperanzas que se tienen cuando uno tiene toda la vida por delante. Desde hoy empezamos a trabajar juntos, porque queremos cambiar la ciudad
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El Reglamento recoge como rganos de Participacin Ciudadana: Consejos territoriales, Consejos sectoriales, Consejo Social de la Ciudad. Y prev los siguientes mecanismos de participacin: derecho de peticin, derecho de participacin en los rganos del Ayuntamiento de Len, iniciativa popular ciudadana, consulta popular, audiencia pblica. En la prctica se ha desarrollado el Reglamento de la Comisin especial de Sugerencias y Quejas, cuyo primer informe anual fue debatido en el Pleno del 19 de abril de 2009. El balance han sido 62 expedientes, 57 de ellos iniciados por ciudadanos a travs de asociaciones vecinales: 45 reclamaciones y 12 sugerencias. Las reas de Medio Ambiente, Polica Local y Trco, seguido de Obras, Transportes y Deportes son las que ms expedientes han generado. Con anterioridad al Reglamento exista el Consejo Social de Barrio n 1 (Mariano Andrs), que ahora celebra su 20 aniversario y que durante muchos aos ha sido el nico rgano de participacin directa de las asociaciones vecinales, aunque no toma decisiones sobre las polticas municipales en el barrio. Tambin funcionan el Consejo de la Juventud, la Mesa de integracin gitana
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y el Consejo de las Mujeres (14 de noviembre de 2003) y a lo largo de estos dos ltimos aos se han creado el Consejo Municipal de Inmigracin, de Cooperacin, de Mayores y del Plan Municipal de Drogas. El Consejo Social de Barrio nmero 2 (El Crucero) fue impulsado, al igual que el Reglamento de Participacin Ciudadana, durante la primera etapa del gobierno PSOE UPL (2003-2004) y constituido por el gobierno del PP en vsperas de las elecciones municipales de 2007. Son consejos consultivos que estn a expensas de la voluntad poltica a la hora de que sus peticiones sean aceptadas. Mi opinin particular es que se ha dado un importante impulso a la participacin sectorial a travs de la concejala de Bienestar Social y se han hecho esfuerzos por contactar con el vecindario a travs de las asociaciones. Pero la Participacin Ciudadana no est articulada y la poltica municipal se desarrolla, en sus grandes captulos, a la manera tradicional.
HUERTO DE LA PALOMERA
A ttulo anecdtico baste decir que en la web del Ayuntamiento de Len ninguno de los desplegables del men de inicio est dedicado a la Participacin Ciudadana: la atencin ciudadana se deriva al 010 (que no ha funcionado durante meses por falta de personal) o a un correo electrnico que da respuesta
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automtica, pero raramente responde la concejala afectada; y el Reglamento de Participacin Ciudadana colgado en la web es la versin anterior a su aprobacin denitiva. La Participacin Ciudadana no puede ser slo un nombre: tiene que estar dotada de contenidos, presupuesto para su fomento y articularse en todas las reas municipales. Hay que desarrollar el derecho a la informacin y a la intervencin en las actividades del gobierno municipal. En el municipio de Len, la Participacin Ciudadana es an muy incipiente. El Consejo Social de la Ciudad, aparte de tener una reducida presencia de organizaciones sociales, patronales y sindicales, est pendiente de crear, como lo estn otros consejos sectoriales reclamados desde las organizaciones cvicas, como es el caso del Consejo Escolar Municipal. Hay que hacer por tanto un gran esfuerzo. La apata ciudadana no puede convertirse en excusa para no crear cauces reales de participacin. Len, que tiene en su tradicin histrica haber sido la sede de las primeras Cortes llamadas democrticas en esa ciudad de la Edad Media en la que tanto se mira, debe aspirar a procesos de participacin de ms hondo calado. Para ello es necesario que se involucren todas las asociaciones y colectivos leoneses que trabajan con y desde la ciudadana. Y que sean capaces de conuir en un Foro Participativo cuya creacin corresponde al Ayuntamiento de Len. A partir de este Foro Participativo pueden desarrollarse medidas de participacin globales en aspectos que ahora estn cerrados a la ciudadana, como son: a. b. La iniciativa urbana que engloba urbanismo, movilidad y medio ambiente. El presupuesto municipal, dando pasos hacia el presupuesto participativo.
A mi juicio, el modelo de participacin establecido en el Reglamento est demasiado jerarquizado y es muy dependiente de la iniciativa poltica de cada momento. Sera bueno extender la creacin de los consejos de barrio a toda la ciudad como un instrumento para potenciar la democracia local. Es necesario que los distintos colectivos que trabajan en cada barrio tomen contacto entre s y compartan sus intereses e inquietudes, y tengan la posibilidad de intervenir en la poltica municipal y en el diseo de la vida de su barrio. La participacin nos da ms libertad pero tambin ms responsabilidad. Nos da autonoma pero tambin ms vida en comn.
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Y para terminar he trado la foto de un huerto que se ha puesto en marcha este ao en el Colegio de La Palomera y que traigo como metfora de las cosas que se siembran y que luego se pueden recoger: el huertito est ya para cosechar, y vemos que tiene incluso su espantapjaros, porque a veces los ciudadanos tambin tenemos que hacer un poco de espantapjaros en la ciudad para que no nos hurten nuestras riquezas. Por ltimo quiero hacer mencin de que la participacin ha de tener en cuenta asimismo la perspectiva de gnero, un trabajo desde la infancia para educar en la igualdad.
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Para preparar esta presentacin he buscado una denicin de desarrollo urbano sostenible y con la que ms me he identicado deca que dicho desarrollo es aqul que tiene como objetivo generar un entorno urbano que no atente contra el medio ambiente y que proporcione recursos urbansticos sucientes, no slo en cuanto a las formas, la eciencia energtica y el agua, sino en cuanto a su funcionalidad, como un lugar en el que se pueda vivir. Visto as, he buscado otra denicin, ahora de urbanismo y he encontrado una denicin muy sencilla que me gust y que dice que es un acto asociado habitualmente a la arquitectura, es decir un conjunto de saberes prcticos que proporcionan las bases fundamentales para resolver los problemas de las ciudades. Y tambin est el concepto de sostenible, que ha entrado recientemente en nuestras vidas y que parece que muchas de las cosas que hacemos a lo largo del da son sostenibles. Y cul es la denicin de sostenible? Satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades.
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PRESENTACIN DE LA CONFERENCIA
En esta cuarta conferencia, tenemos con nosotros a un profesional leons que desarrolla dos profesiones, ambas vinculadas entre s: es abogado, urbanista y arquitecto en ejercicio. Sin duda es un profesional que hoy nos contar muchas cosas. Hay ms aspectos llamativos de nuestro conferenciante de esta tarde, aunque no estn relacionados directamente con la arquitectura. En concreto, en el pasado tuvo una dedicacin al mundo del cine, como productor (en la emblemtica pelcula Arrebato) y como director (en Corre, gitano, con Tony Gatlif, entre otras). Volviendo al tema de esta conferencia, de lo que hemos ido conociendo en este ciclo podemos destacar los efectos muy controvertidos de un modelo que ya se est abandonando, el de las urbanizaciones dispersas, al que se critica su insostenibilidad y la prdida de calidad de vida y cohesin social que produce para los habitantes de las ciudades. Frente a esta idea de ciudad, hemos escuchado en las conferencias anteriores expresiones como generar apego al barrio, que coment Ana Gaitero, e ideas similares, como una reivindicacin de la ciudad tradicional para recuperar las calles por parte de los ciudadanos, como un espacio para la socializacin, as como la necesidad de articular nuevos cauces de participacin ciudadana como han hecho algunos ayuntamientos punteros en este pas. Todas estas ideas son interesantes y querramos ahondar ms en ellas, querramos ver
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cmo pueden convivir todos estos aspectos en la transformacin de nuestra ciudad. De todo ello esperamos que hoy nos hable un profesional tan completo como nuestro conferenciante, al que sin ms prembulos doy la palabra.
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banismo, y veo gente muy preparada, gente que estudia la ciudad, que conoce la ley y los mecanismos para resolver los problemas. Los tcnicos son en denitiva quienes redactan los proyectos, que son unos documentos en los que se determina lo que hay que hacer. Esos tcnicos ahora mismo no slo son arquitectos, son ingenieros, gegrafos, bilogos, y estudian la ciudad desde muchos puntos de vista, no solamente la estructura urbana sino tambin los aspectos medioambientales, como el sustrato, el suelo donde se mantiene y que tiene que soportar todas las actividades de la ciudad, y tambin lo que hay debajo de l, por dnde ha de ir la infraestructura, las zonas inundables, cmo se evitan las catstrofes naturales, los ros. En n, que hoy los diversos tcnicos que intervienen en el desarrollo urbano tienen un estudio y conocimiento tcnico adecuado y muy elevado. As que he llegado a la conclusin de que si la ciudad es un problema y no se desarrolla como debiera, no es por los tcnicos. Los tcnicos cumplen, desde mi modesto punto de vista. Si no fallan los tcnicos, fallarn los tericos? Veamos, hoy en da hay mucha gente que estudia la ciudad: cientcos e intelectuales. En los ambientes acadmicos el tema de la ciudad se estudia en profundidad y a un nivel alto. Ahora mismo disponemos de estudios profundos sobre los asentamientos primitivos, sobre cmo era la ciudad romana, cmo se ha desarrollado, incluso la propia teora de la ciudad, cundo empieza nuestra ciudad a serlo, cmo se situaron los asentamientos, cmo buscaron el lugar adecuado para su desarrollo, cmo se dotaron de agua y de defensas naturales. As que concluyo que toda la ciencia y la historia de esta ciudad est perfectamente estudiada y adems con interesantes estudios arqueolgicos y paleontolgicos en los que podemos determinar por qu la ciudad es como es y est dnde est, los precedentes histricos de la ciudad, cmo se ha ido desarrollando, cmo la ciudad romana dio paso a la ciudad medieval, cmo son las estructuras de la ciudad medieval (en Len disponemos de un libro maravilloso de Claudio Snchez Albornoz sobre la ciudad hace un milenio en donde se ve cmo eran las casas, cmo eran las calles, cmo era la vida de la ciudad). Tenemos conocimientos muy amplios sobre la ciudad mercantil, la ciudad amurallada no quiero ahora hacer un catlogo de todos los conocimientos que tenemos, pero s quiero insistir porque vengo a decir que el conocimiento terico de la ciudad es tambin muy amplio. Tenemos adems en Len una Universidad con una ctedra de Geografa que ha estudiado la ciudad desde muchos y muy diversos puntos de vista, hay historias de la ciudad y de su alfoz, de cmo se desarrollan las zonas perifricas de la ciudad todos estos conocimientos existen y son desde mi punto de vista
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de enorme inters y nos ensean que sobre esta ciudad se sabe mucho. Tampoco el fallo me parece que est ah. Hagamos balance: tcnicos competentes, disciplinas que estudian la ciudad, intelectuales de altura, desarrollos futuros de la ciudad, pensar la ciudad ms all, pensar en el desarrollo de las ciudades todo eso est hecho. Y desde mi punto de vista muy bien hecho. Adems, Europa se ha preocupado mucho de estudiar la ciudad y hay informes de la UE que se reeren a las redes de ciudades, hay muchos trabajos en relacin con esos temas que podemos ver en Internet. Y no slo en la UE sino tambin en la ONU, los programas Hbitat I y II41estudian el desarrollo de las ciudades a todos los niveles, desde las grandes conurbaciones hasta las ciudades medias y su desarrollo y prospecciones en el contexto econmico de las naciones. Entonces yo, en esta conversacin de ahora, desde mis 30 aos de ejercicio profesional, veo que verdaderamente no est ah el fallo. Y se me ocurre que es posible que lo que falla sea el hecho de que todos los profesionales, que con todo su bagaje cultural y tecnolgico deberan estar a disposicin de un cliente (si no hay cliente, los profesionales de nada sirven, se convierten en utpicos o visionarios) estn al servicio de un intermediario, no de un cliente nal. El cliente intermediario que tenemos los profesionales del desarrollo de la ciudad es el responsable inmediato pero no nal del urbanismo: estoy hablando de los polticos de la ciudad, el Concejal de Urbanismo o el Alcalde. Ah nos encontramos el primer escollo y aunque veo que los polticos son necesarios, creo que para el crecimiento de la ciudad no lo son, ya que su intervencin es la que nos est produciendo unas distorsiones importantes. Por qu? Porque ese cliente no nal es un poltico mediatizado, porque aunque vive en nuestro entorno y le conocemos, desgraciadamente forma parte de la estructura de un partido poltico (aunque tambin los partidos polticos sean indispensables y se haya luchado mucho porque existieran) y porque sucede que a veces los objetivos de los partidos polticos y los de los ciudadanos divergen, por lo menos en materia urbanstica. El partido poltico es una estructura que tiene unas necesidades, unas maneras de actuar y un aparato que hace que funcione. Y ese aparato necesita que dentro del partido haya cohesin, lo cual exige una disciplina que normalmente
4. En 1996, dada la gravedad del problema de la explosin urbana, la comunidad internacional celebr en Estambul la segunda Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Asentamientos Humanos (Hbitat II). En esta Conferencia, conocida como la Cumbre Urbana, 171 gobiernos convinieron en adoptar dos objetivos: la vivienda adecuada para todos y el desarrollo de asentamientos humanos sostenibles..
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viene dirigida desde un puesto muy alejado de los ciudadanos. Y adems los partidos polticos necesitan una nanciacin, que al nivel municipal proviene fundamentalmente del urbanismo, del suelo. Es decir, que la ciudad de los polticos en el fondo no sera tan mala si no fuera porque los polticos necesitan a la ciudad para la nanciacin de sus partidos. Es verdad que esta situacin est en vas de correccin porque el ln se acaba, porque ya no hay de donde sacar, pero la desconanza que se ha creado en los polticos est basada en casos de corrupcin que a veces son de pequea intensidad, que no se percibe como muy importante entre otras cosas porque estamos acostumbrados, pero que sin embargo existe (aunque en nuestro entorno no se perciba como en otros lugares, como Marbella antes y Valencia ahora, donde la corrupcin ha sido bestial). Si observamos minuciosamente, en nuestro entorno tambin hay una corrupcin que no est en el mbito de lo penal pero s en el de las malas prcticas. Un ejemplo cercano lo tenemos, por ejemplo, en el Alcalde de Villaquilambre, que adems de este cargo tiene el de Presidente de la Junta Vecinal de Navatejera, el de presidente de una junta de compensacin en el propio Navatejera y adems es hijo de uno de los propietarios del suelo. Esto no es ilegal, no se puede denunciar que tiene tres patrones a los que servir: el municipio, la junta vecinal y su padre. Y que por alguno tiene que optar. Sin ser ilegal, es una prctica poco tica. Y esa falta de tica de comportamientos no es visible de inmediato, pero a la larga va creando un ambiente poco favorable para la credibilidad de los polticos. En situaciones como sta podemos identicar gran parte de las dicultades que tenemos en que el cliente de los urbanistas sea un intermediario: y es que el poltico no slo trabaja para los ciudadanos sino tambin para otros, para su partido y para quienes nancian a sus partidos. Eso sin contar las corruptelas menores en que algunos caen para su benecio particular. Es decir, que un problema est en que nuestros polticos locales estn ms obligados por la disciplina de partido que por la lealtad a sus votantes. Si ustedes van a los plenos municipales vern que hay una parte que dice una cosa, otros la contraria y que no se escuchan, tienen sus discursos preparados de antemano y no dialogan de verdad, no tienen en cuenta al ciudadano, al que ni esperan, ni dan la palabra, ni tienen el menor inters en escuchar: las suyas son dialcticas en las que el ciudadano est marginado. Nuestros partidos polticos mayoritarios son dos empresas con la mentalidad de que ambas tienen que subsistir y ocupar los mayores espacios de poder posibles, como el ejemplo de la Coca Cola y la Pepsi Cola: los sabores son parecidos pero cuanta ms Pepsi Cola se venda
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menos Coca Cola se vende. Lo importante para sus comerciales es conseguir las mayores ventas, los mayores benecios para las grandes marcas. Esta situacin debera controlarse mediante la legislacin, que por cierto la hay en estos temas y es bastante completa. Esa legislacin empieza por la Constitucin Espaola, que tiene al menos tres artculos que se reeren al urbanismo. En los derechos fundamentales, principios rectores de la poltica social y econmica, por ejemplo en el artculo 45 dice que todos tienen derecho a un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, as como el deber de conservarlo. Los poderes pblicos velarn por la utilizacin racional de todos los recursos naturales con el n de proteger la calidad de la vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyndose en la indispensable solidaridad colectiva. Y hay una norma para quien viole lo dispuesto aqu. Despus el artculo 46 dice que los poderes pblicos garantizarn la conservacin y promovern el enriquecimiento del patrimonio histrico, cultural y artstico de los pueblos de Espaa y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su rgimen jurdico y su titularidad. Mi perplejidad es que ves lo que hay en la calle y no tiene nada que ver con lo que dice la Constitucin Espaola. Todos los espaoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes pblicos promovern las condiciones necesarias y establecern las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilizacin del suelo de acuerdo con el inters general para impedir la especulacin, dice la Constitucin de 1978. Es decir, que la ciudadana ha de participar de las plusvalas que genere la accin urbanstica de los entes pblicos: la legislacin apoya lo que todos queremos. Adems, hay una legislacin estatal, la Ley 8/2007 o Ley del Suelo, que viene a decir lo mismo, que todos tenemos derecho a participar, que se jarn plazos de contestacin de consultas, que el propietario estar siempre informado. Es una ley que habla del derecho de iniciativa de los particulares, sean o no propietarios de los terrenos Hay en ella un captulo concreto que establece por primera vez los derechos del ciudadano con relacin al territorio (las legislaciones anteriores hablaban de los derechos de los propietarios, ahora la ley habla del derecho del ciudadano a su ciudad y a disfrutar de una vivienda digna, adecuada, accesible, concebida de acuerdo a los principios del diseo para toda las personas, que constituyan su domicilio libre de ruido y de otras emisiones contaminantes, vivienda a la que acceder en condiciones no discriminatorias). Es decir que disponemos de una legislacin nacional que propicia la participacin ciudadana en el tema de la ciudad.
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Pero hay ms: segn la Constitucin, las competencias en materia urbanstica las tienen las comunidades autnomas y hay tambin una normativa de la Comunidad de Castilla y Len con artculos especcos que exigen la participacin ciudadana. Y es curioso que en la propia Exposicin de Motivos de la ley de Urbanismo de Castilla y Len se queje (que yo sepa por primera vez en una normativa de este tipo) de que los ciudadanos no participan. La legislacin, a todos los niveles, constitucional, nacional y autonmico, est a favor de que la ciudad la hagan los ciudadanos. Pero la realidad es que cuando cualquier actuacin urbanstica que nos afecta a todos va a informacin pblica y se abre un periodo de alegaciones slo acuden los directamente interesados, los propietarios afectados (en 2004 el 99% de las alegaciones al Plan General de Len fueron de propietarios, slo interesados por qu hay de lo mo: cmo ha quedado mi solar, cuntas viviendas puedo hacer en lo mo) pero lo que constituye la concepcin de la ciudad queda sin alegacin ninguna. As que reconstruyendo mis dudas, incertidumbres y preocupaciones sobre todo esto, y observando nuevamente lo que veo, cmo corregimos el fracaso de que el cliente no sea el adecuado? Porque hemos visto que todos los dems factores que intervienen son positivos. Qu posibilidades tenemos los vecinos de inuir en el desarrollo del conjunto de la ciudad? Ah es donde entra la opinin cada vez ms extendida y que comparto, de que es necesario crear organismos de participacin que no estn tutelados por las Administraciones, porque cuando stas crean u otorgan la capacidad de reunirse y opinar mediatizan la intervencin. Pero como para inuir en el desarrollo urbano las dicultades de organizarse al margen de la Administracin son grandes, cabe optar por un equilibrio entre la participacin otorgada y la participacin exigida por los ciudadanos. Y en ese equilibrio se han dado algunos pasos, como algunas reuniones de los ltimos Hbitats o las reuniones de Vistalegre, que hablan de una participacin ciudadana y de una intervencin tutelada hasta que el individuo sea mayor de edad (es decir, hasta que tenga la formacin suciente en los complejos temas del Urbanismo). En nuestro entorno ms inmediato tenemos algunos ejemplos cercanos en el tiempo que nos ilustran acerca de cmo la falta de participacin ciudadana propicia desastres urbansticos de largo alcance y de cmo la intervencin ciudadana puede evitarlos. He comentados antes que los ciudadanos estamos acostumbrados a que los polticos nos lo den todo hecho en el aspecto urbanstico: hemos dado el voto a unos alcaldes y concejales con la conanza de que van a arreglar los problemas
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de la ciudad y no nos damos cuenta de que la responsabilidad que deberan sentir por contar con nuestros votos est muy mediatizada por otras circunstancias tan ajenas como las necesidades de los partidos a los que pertenecen, los intereses de los promotores y los propietarios del suelo, etc. Adems, he comentado antes que aunque para nosotros la ciudad es nuestra vida, los polticos tienen el tiempo muy contado, en sus cuatro aos de mandato
tienen que sembrar y recoger, y una ciudad no se siembra y se recoge en 4 aos, sino a mucho ms largo plazo. As que muchas de las cosas que se hacen con una simple decisin son irreversibles, los destrozos que se pueden hacer en una ciudad duran muchos aos, las intervenciones fallidas a veces perduran siempre. En nuestra ciudad tenemos ejemplo de actuaciones que desde mi punto de vista se han hecho mal, por ejemplo algunos edicios con una altura desproporcionada. Todos conocemos la Plaza Circular, la ms cntrica de la ciudad, y en ella vemos un edicio enorme de unas doce plantas al lado de casas ms normales. Por qu se consinti eso? Pues porque en aquel momento haba una ordenanza municipal que permita las edicaciones muy altas en los cruces y los concejales de entonces no percibieron que eso podra permitir grandes disfuncio-
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nes ambientales. Pues bien, ese edicio es un punto negro de la ciudad y ya no tiene solucin porque no se puede tirar. Y lo peor es que cre su impronta. En la glorieta de Quevedo, en el cruce de El Crucero, haba un nivel de edicacin de tres o cuatro plantas, pero como era una conuencia de calles de repente se hizo una casa desproporcionadamente alta que desequilibra la zona. En el cruce de Michaisa tambin hay otra edicacin hecha por conuencia de calles que afea la zona de entrada a la ciudad. Los concejales de Urbanismo son renovados cada cuatro aos, pero algunas de sus decisiones producen desastres urbansticos que son para siempre. Aun as Len no es an una ciudad perdida para siempre, an tiene una calidad de vida media. Es una ciudad que todava se puede salvar, pero para ello tenemos que empezar a reaccionar no contra los polticos sino actuando en paralelo a ellos, no permitiendo que algunas de sus decisiones puedan afectar para toda la vida de la ciudad. Y en eso hay algunos ejemplos de cmo la intervencin de los ciudadanos, an muy incipiente en materia urbanstica, ha dado algunos resultados positivos. Un ejemplo es lo sucedido con los aparcamientos que el anterior gobierno municipal pretendi hacer en la Plaza Circular, lo que supona una comodidad para quienes residieran en los alrededores y un desastre para todos los dems habitantes del la ciudad. Se hizo un anlisis en el que se vio que atraer el trco al centro de la ciudad produce unos problemas medioambientales de largo alcance. Esos aparcamientos habran supuesto una polucin, un arrastre de mercancas, una situacin de trco insostenible. Hubo una pequea reaccin ciudadana y fue suciente para que los polticos que tienen que sembrar y recoger en cuatro aos pararan ese aparcamiento. Desde mi punto de vista, se hubiera necesitado mucho ms debate, porque verdaderamente haba quien era partidario de esos aparcamientos y entiendo que el debate tiene que tender a concienciar, a explicar la ciudad a todos, pero al menos se consigui que se interrumpiera el proyecto. Otro ejemplo fue el intento, creo que no premeditado, de ADIF52de eliminar el Paseo de La Condesa. ADIF tiene intencin de construir un grupo de 400 viviendas al otro lado del ro, entre la calle Astorga y Gmez de Salazar y lo haban diseado como una prolongacin del Ensache de Len. Para dar imagen de Ensanche, se proyect una calle que alargaba Lucas de Tuy y llegaba hasta el edicio Abell, al otro lado del ro. Esa calle supona partir el Paseo de La Condesa en dos, con lo que desapareca uno de los paseos ms emblemticos de la ciudad. La ciudad no es slo la Catedral y los grandes monumentos, sino que tambin la
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SECTOR J11/P01 DEL PGOU DE LEN, LAS LNEAS ROJAS SEALAN EL PUENTE PROYECTADO POR ADIF
conforman todos los espacios por los que se la reconoce: el Paseo de La Condesa es uno de los ms importantes. Esa idea de ADIF poda ser muy interesante en el papel y econmicamente muy rentable, pero en cuanto se public en el peridico una parte de la sociedad civil de Len como es Colegio de Arquitectos llam la atencin sobre el tema, concit una reunin con ADIF en la que explic su malestar y consigui que se eliminara la idea. Estos pueden ser dos ejemplos reales de cmo la ciudadana cuenta, aun cuando sea en casos puntuales. Con una estructura mejor, con posibilidades de aglutinarnos a travs de alguna clase de organizacin sera lgico que los ciudadanos interviniramos: tenemos tcnicos, intelectuales, Universidad, leyes adecuadas si lo nico que falla son los polticos (porque son muy contingentes e inuenciables, ya que necesitan la ciudad para nanciarse), deberamos luchar por una ciudad para los ciudadanos hasta que nuestros representantes reconduzcan sus ideales y vuelvan a contar con nosotros. Si hacemos un ciclo de conferencias que titulamos Pensar la ciudad, estamos pensando en cmo intervenir, y cuando planteamos la cuestin de si otra ciudad de Len es posible, es posible si queremos que lo sea, y queremos que lo
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sea si somos capaces de crear un espacio para el debate, un foro para la ciudad. Foros similares han sido ensayados en muchas ciudades, y en la nuestra permitira que de un modo asambleario, pero tambin informado y formado, se profundizara en la democracia representativa. Este es un momento oportuno para constituir un foro ciudadano ya que la corporacin municipal est elaborando el Plan de Movilidad para la ciudad de espaldas a los vecinos. Dentro de ese plan, est en juego si ha de implantarse un tranva. Al parecer, una poderosa empresa necesita realizar inversiones y se ha decantado por implantar el tranva en todas las ciudades espaolas. El tranva va a resolver los problemas de movilidad de los ciudadanos o va a crear ms problemas de los que ya hay? Debera existir un debate entre los ciudadanos al respecto. El Plan de Movilidad de Len ha sido elaborado por una empresa de consulting de Madrid y an no lo conocen ni siquiera todos los concejales. A los ciudadanos, la informacin llegar mucho ms tarde. Por qu no se ha informado al principio y no a posteriori? Por qu no se ha propiciado un debate en una cuestin de tanta trascendencia como la movilidad? Actuaciones as desaniman a quienes creen en la Participacin Ciudadana. Saben ustedes por qu en Len hay problemas de movilidad? Porque unas Administraciones ajenas a la ciudad decidieron en su da hacer una carretera que une Benavente con Asturias y con Galicia, trazndola por el cuadrante suroeste, lo que ha producido que todas las infraestructuras viarias de Len estn situadas en ese cuadrante, a una cierta lejana de la ciudad. As que alrededor de esas zonas se han creado los polgonos industriales, los lugares de trabajo de un sector importante de poblacin que reside en la ciudad, lo que genera unos trnsitos muy fuertes. Se podra haber organizado de otra manera. No ha habido estudios ni previsiones para disear las ubicaciones idneas. No ha habido debate ni se han articulado cauces para que los ciudadanos pudieran juzgar en un tema que tanto repercute en la vida de todos. Tambin se ha elaborado recientemente un Plano de Ruidos sin la comparecencia ciudadana. Asimismo se nos hurta opinar sobre la ubicacin de los grandes centros comerciales dentro de la red urbana. En temas de mucha transcendencia se abren plazos de alegaciones al nal del proceso (que son un poco como los buzones de reclamaciones de los centros comerciales, a los que nadie acude), pero slo podremos inuir en el modelo de ciudad si se nos consulta al principio, si se produce un debate previo a la realizacin y aprobacin de los grandes planes de desarrollo urbano. Se ha hablado aqu del modelo de ciudad, de los dos modelos de urbanizacin de las ciudades, el de edicacin compacta y el de urbanizacin dispersa.
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La publicidad y el cine nos bombardean con el modelo de ciudad americana: la casita unifamiliar con su barbacoa y su juego de dardos. En Espaa procedemos de ambientes rurales y habitualmente no miticamos la vida en el campo, pero nos llega toda esa publicidad de los promotores y nos dejamos llevar, sin tener en cuenta lo costoso de ese modo de vida, para nuestra economa particular y para el medio ambiente. Y si quisiramos informarnos con mayor detalle, no encontraramos cauces apropiados, ni de debate ni de discusin. Es necesario crear espacios en los que la informacin discurra en dos direcciones, en los que haya dilogo, en suma.
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Les doy la bienvenida en nombre de la Fundacin SierraPambley de Len. La conferencia de hoy es muy interesante, en primer lugar porque forma parte de un ciclo, Pensar la ciudad, que hemos de agradecer a sus organizadores, al Ateneo Cultural Jess Pereda de CCOO, porque sta es una tarea pendiente: las ciudades deben planicarse, construirse, vivirse, de tal manera que no se puede delegar exclusivamente la planicacin y mucho menos la convivencia cotidiana en responsables pblicos en exclusiva o en instancias tcnicas como habitualmente se ha venido haciendo. En ese sentido, creo que el ciclo tambin tiene que tratar los temas del factor humano del urbanismo. Tambin es especialmente interesante, adems, el tema que nos trae, Leyes y tica en la vida pblica, es ms amplio que el inicial referido al desarrollo urbano, parte que atae al ciclo, porque se ha demostrado una vez ms que la dinmica exclusiva del benecio a corto plazo produce, especialmente en sectores urbansticos, burbujas como las que hemos estado viviendo. Y por ltimo tambin tengo que agradecer al conferenciante, Jos Manuel Bujn, al que no voy a presentar porque lo har la presidenta del Ateneo Jess Pereda de Comisiones Obreras.
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PRESENTACIN DE LA CONFERENCIA
As que no voy a presentar yo a este hombre de Toreno, especialmente conocido desde hace mucho tiempo porque tiene un pasado del que debe sentirse orgulloso, siendo un motivo de agradecimiento para todos tenerlo aqu con nosotros, por lo que reiterando la bienvenida a esta casa, a la Fundacin SierraPambley, les dejo con Mara Vallejo, que har la presentacin del conferenciante.
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rraPambley, que nos acoge hoy, y que ha tenido el privilegio de compartir estudios con el ponente que nos acompaa hoy en esta jornada. Jos Manuel Bujn es Magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, es una gura emblemtica para el sindicato Comisiones Obreras. Fue un hombre del sindicato y aun cuando hoy el hecho de ser magistrado le impide portar carnets polticos o sindicales, su mente y su corazn siguen siendo compaeros de los nuestros, estoy segura. Jos Manuel Bujn es tan nuestro que un premio que CCOO de Asturias, junto con la Universidad de Oviedo, otorga al mejor estudiante de Derecho Laboral de Asturias, lleva su nombre; hasta tal punto es grande an hoy la vinculacin del nombre de Jos Manuel Bujn con Comisiones. El compaero Bujn naci en Len, concretamente en Toreno del Sil, de padre minero que muri de silicosis en los aos 90. Su madre haba estado antes casada con otro minero que fue paseado por una partida falangista. Desde su infancia fue oyente de La Pirenaica, la emisora antifranquista contra la dictadura, y su casa era frecuentada por opositores al rgimen. l mismo ha declarado que con 18 aos ya haba adquirido clara conciencia poltica y entre sus habituales de aquellos aos se encontraban guras emblemticas de las nuevas generaciones de antifranquistas, como el dirigente minero Benjamn Rubio, el cura de Matarrosa Javier Sotuela y otros curas obreros. Con esa edad march a Madrid a estudiar Ciencias Polticas primero y Derecho despus. Sabemos que en aquellos aos estuvo comprometido en la lucha poltica por la libertad. En 1968, fue detenido en Toreno por dar una conferencia sobre Derechos Humanos. En esos aos termin Polticas y en 1974 Derecho. Enseguida se puso a colaborar con CCOO y con el PCE, hasta que en 1976 Benjamn Rubio le pidi que ejerciera como abogado laboralista para CCOO en el Bierzo. En 1978 se traslad a Len para trabajar como abogado del sindicato a nivel provincial. De esa poca viene su amistad con personas muy conocidas en nuestra ciudad, como ngel Villa, Casimiro Gonzlez, Justino Salas, David Lpez, Emeterio Morn, Vctor Bayn o Gerardo Pertejo. En 1979 hubo de trasladarse a Asturias, donde ya le consideran de la tierra, completamente arraigado, muy popular y muy querido. Pero aunque hoy casi asturiano, Jos Manuel Bujn no es un desconocido en esta ciudad. Por eso en este Ateneo hemos querido que fuera l quien cerrara este ciclo y que lo hiciera con un tema que, aunque no forma parte de su especialidad, sabemos que ha preparado a conciencia. El tema se titula Leyes y tica en la vida pblica. En l nosotros queramos
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aadir un trazo ms, importante, al bosquejo que en este primer ciclo hemos tratado de hacer en torno a la Ciudad. Porque este momento primero, el del ciclo de 2009, era de aproximacin, de preparacin para pensar. Era tiempo de suscitar dudas, de provocar interrogantes. Si continuamos, como es nuestra voluntad, trataremos de sectorializar, de fragmentar, de analizar con mayor profundidad. Pero, reitero, en este primer encuentro queramos obtener trazos en distintas dimensiones acerca de lo que podemos entender por Ciudad, de modo genrico y tambin de modo particular acerca de la ciudad en la que se desarrolla el ciclo, Len. Hemos tratado de las ciudades del mundo globalizado, de cmo tienden a parecerse cada vez ms, de forma que parece que van a llegar a ser ciudades genricas, despersonalizadas, en el trmino acuado por el arquitecto holands Rem Koolhaas, a quien alguna vez nos gustara tener entre nosotros. Hemos visto cmo algunas ciudades espaolas, no la nuestra an, tienden a esa prdida de identidad, a la anomia de que habla el arquitecto y terico urbanista que hemos citado. Hemos reexionado, guiados por un lsofo, acerca del futuro de las ciudades, con lo que ya trazamos los dos ejes que nos parecan bsicos, el espacial y el temporal. Y despus, para no perdernos, hemos retornado a lo particular, a lo ms concreto, al lugar en el que vivimos. Hemos demandado a dos profesionales, un urbanista y una periodista, para que nos dieran alternativas, para que nos dijeran, grosso modo, si era posible otra ciudad, distinta a la que los tiempos parecen querer imponernos. Si era posible un cambio en el que los ciudadanos decidieran de acuerdo con sus necesidades colectivas. Y ambos nos han dado una pauta: la del compromiso y la participacin. En este punto estamos: sabemos de una determinada evolucin de las ciudades y sabemos de nuestras posibilidades como ciudadanos y ciudadanas para imprimir cambios sensatos en la anatoma de nuestro entorno urbano. Sabemos, pues, de un modo general, quiz an intuitivo, lo que deberamos hacer Y no queremos cerrar el ciclo sin puntualizar lo que podemos hacer, lo que podemos exigir que hagan o no hagan los otros (en especial los poderes pblicos), de acuerdo a las normas por las que las personas civilizadas nos regimos: las leyes y las normas que el sentido de la tica nos dictan. Por eso hemos querido tener hoy a nuestro lado a este jurista excepcional, ejemplar, que es Jos Manuel Bujn. Por eso, agradeciendo el compromiso de la Obra Social de Caja Espaa y tambin la entraable presentacin que de l ha hecho Graciliano Palomo, el patrono de esta Fundacin SierraPambley que nos acoge y que nos ha acogido
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ya en alguna otra charla y como presidenta del Ateneo Cultural Jess Pereda de CCOO de Castilla y Len doy la palabra a nuestro compaero y amigo Jos Manuel Bujn.
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poltico corrupto propicia obras y servicios pero de forma mucho ms cara para los ciudadanos (puesto que a su valor real hay que aadirle el importe de sus comisiones) que si la gestin fuera hecha por polticos honrados. Por otra parte, los empresarios corrompidos o corruptores multiplican sus benecios exponencialmente a las comisiones que satisfacen. El empresario corrupto o corruptor no se limita a aadir al valor real de la obra o del servicio el importe de las comisiones, aqu no se trata de repercutir el IVA: el empresario de esta catadura aumenta su benecio con precios superiores a los de mercado o depreciando la calidad de la obra que realiza o del servicio que presta. El empresario corrupto o corruptor puede imponer sus condiciones. Las plusvalas se reparten entre el poltico o funcionario corrupto y el empresario, y los ciudadanos reciben las migajas. En los convenios urbansticos este fenmeno se observa en su forma mas descarnada. Cuanto mas benecio exige el funcionario o el poltico, mas plusvala obtiene el promotor y menos el pueblo7.2 Como segunda hiptesis, sabemos que el poltico corrupto genera en su entorno una importante clientela. Se dice que el poder slo es tal cuando es arbitrario. Al poltico honesto que cumple estrictamente la legalidad nadie le debe nada, pero el ejercicio arbitrario del poder genera agradecimientos en las personas irregularmente beneciadas, expectativas en las personas que aspiran a obtener ese trato privilegiado y una suerte de fascinacin en los ciudadanos mas dbiles o menos formados, que fantasean con que el poder ilimitado del lder les hace mas fuertes. Muchas gentes sienten en nuestro pas una verncula hostilidad hacia el Estado, al que vivencian como opresor de sus libertades y una mal oculta simpata hacia el que viola sus normas. El defraudador de Hacienda o el malversador de caudales pblicos no son tenidos, en una cierta conciencia pblica, por delincuentes. El comn de los ciudadanos, que reacciona contundentemente ante el ataque a sus bienes o derechos y pide mayores penas para los delincuentes contra la propiedad, no contempla los bienes del Estado como propios y consecuentemente no se siente directamente atacado cuando se expropia al erario pblico. Por ltimo, el comportamiento electoral de los ciudadanos ante polticos corruptos, podra explicarse con el doble sentimiento que habita en el corazn de
7. En un supuesto real, un promotor que pretenda construir en espacio protegido entregaba como contrapartida al Ayuntamiento (tericamente a los vecinos) 1,5 millones de euros, obteniendo el promotor por la venta de los terrenos, una vez recalicados, un benecio de 105 millones de euros. De haberse llevado a cabo, los vecinos del pueblo habran visto la urbanizacin pero no el coste que para ellos habra tenido en trminos ecolgicos y en trminos econmicos. Qu duda cabe que, de no tratarse de terrenos protegidos y con una gestin correcta por parte del Ayuntamiento, ste podra haber obtenido una participacin en las plusvalas generadas de, al menos, un 10%, frente a menos de un 1,5% que acord con el promotor.
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las gentes sencillas: una inclinacin natural a proteger al dbil, entendiendo por tal al que es atacado por las despiadadas instituciones, junto con una evidente desconanza hacia la justicia como brazo ejecutor del Estado. Ambos sentimientos son explotados por el poder corrupto para atraer la simpata, presentando al presunto delincuente como vctima de un aparato judicial al servicio de intereses inconfesables. A menudo se dice que no hay polticos corruptos sin la colaboracin de funcionarios corruptos. Un poltico dirige, es el poder, la autoridad, pero esa autoridad est sometida, porque la Administracin Pblica est maniatada por una serie de normas que tanto el poltico como el funcionario tienen que conocer. Por qu un funcionario, una vez que supera las pruebas de su oposicin y jura o promete acatamiento a la Constitucin, al Estatuto de Autonoma de cada Regin y al ordenamiento jurdico, subvierte los valores de las normas y presta coartada legal al poltico para tejer la maraa de corrupcin? Porque el sistema, aunque bien concebido tericamente, presenta muchas quiebras a travs de las que se abre paso en la personalidad del funcionario vulnerable un concepto utilitarista de la Funcin Pblica, que de pblica pasa a privada. Cmo se entremezclan el poltico y el funcionario para lograr ese objetivo final corrupto? Es sencillo: el que paga, manda. El poltico tiene a su disposicin un arsenal de recursos incentivadores de la permisividad del funcionario: la potestad de designar a funcionarios para cargos polticos, para promocionarles para puestos de trabajo de libre designacin o asimilar su retribucin a la de un grupo sensiblemente superior a aquel al que el funcionario pertenece. Todos estos incentivos reportan pinges beneficios econmicos. El complemento de alto cargo o la consolidacin de los complementos de destino, previstos para los funcionarios, son dos formas de pagar favores polticos. Es lo que la rutina denomina rentas polticas. En el conjunto de personas o factor humano de la organizacin pblica cabe distinguir en primer lugar a los elegidos directamente por los ciudadanos y otros designados por los electos o por los partidos polticos ganadores. La otra parte de la Funcin Pblica est integrada por rganos administrativos colegiados o consultivos representativos de intereses sociales, econmicos, sindicales, profesionales, etc. Y la mayor parte del personal que trabaja al servicio de las instituciones lo hace en el ejercicio de una profesin u oficio como trabajadores que perciben la consiguiente retribucin. Este
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colectivo, mucho ms numeroso, es lo que se denomina Empleo Pblico o empleados pblicos. El primer sector, los electos y los designados por ellos, se denomina la parte democrtica de la Funcin Pblica y el segundo sector conforma la vertiente burocrtica de la Funcin Pblica. Esta condicin del funcionario pblico, que accede a su empleo por mrito y capacidad de acuerdo a como establece la Constitucin Espaola en el artculo 103, est ya presente en la Declaracin de Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789, en la que se establece que todos los ciudadanos al ser iguales ante la Ley son igualmente admisibles a todas las dignidades, puestos y empleos pblicos, segn su capacidad y sin otra distincin que la de sus virtudes y sus talentos. Democracia por una parte y Burocracia profesionalizada conviviendo en la Administracin Pblica. Ambas deben convivir y en ambas el elemento humano goza de idntica legitimidad. El principio de mrito y capacidad es un principio de justificacin democrtica tan slido como el principio electivo, porque los espacios a ocupar requieren en un caso el mayor apoyo popular y en otro el mayor nivel profesional. Como Max Weber puso de manifiesto, las burocracias han existido siempre que ha habido una organizacin poltica medianamente extensa y compleja; as pas en la poca de la Polis griega, en los primeros balbuceos de la civilizacin. La instauracin de los regmenes constitucionales, que se produce en Europa y Amrica desde finales del siglo XVIII, altera los fundamentos de la Funcin Pblica. El empleado pblico deja de ser un servidor de la Corona para convertirse en un funcionario del Estado. La supresin de privilegios y la proclamacin del principio de igualdad permiten que cualquier ciudadano pueda acceder a los cargos pblicos. El nacimiento de la Burocracia Pblica moderna surge en Francia a iniciativa de Napolen, y pivota en torno a la figura del funcionario pblico inamovible. Napolen, en un discurso pronunciado ante el Consejo de Estado con motivo de la creacin de un nuevo modelo de Universidad, puso las bases de lo que hoy se conoce como Cuerpo de Funcionarios, sistema de carrera8.3
8. Yo deseo constituir en Francia un nuevo orden civil. Hasta el momento no existen en el mundo ms que dos poderes, el militar y el eclesistico Es necesario imitar en el cuerpo de profesores la clasicacin de los grados militares, yo quiero sobre todo una corporacin que no tenga otra ambicin que ser til ni otro inters que el inters pblico. Es necesario que este cuerpo tenga privilegios y que no sea demasiado dependiente de los ministros ni del Emperador.
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Y en el polo opuesto al sistema francs se encuentra el sistema de Funcin Pblica de los EE.UU., donde al da de hoy sigue funcionando, aunque ms limitado que en su origen, el spoils system o sistema de botn9,4 en el que cada poltico que ganaba las elecciones a nivel local, de Estado de la Federacin o a nivel federal, sustitua a todos los empleados de la Administracin anterior por los suyos. Aun cuando los polticos norteamericanos se dieron cuenta pronto de que la Administracin Pblica no puede funcionar as y tena que haber tcnicos preparados que fueran permanentes, las ltimas modificaciones para entrar en un sistema de mritos datan de los presidentes Carter y Clinton. La profesionalizacin de los funcionarios, es decir, la estabilidad en el empleo, es la base fundamental de la organizacin burocrtica en Espaa. El modelo profesional permite blindar a la Administracin Pblica frente al riesgo de apropiacin por los partidos polticos a que conduce el modelo de spoils system. Sin embargo, el sistema adolece de una serie de quiebras que comprometen esa profesionalizacin y que ponen en riesgo la neutralidad de la Administracin Pblica. Esas quiebras se dan ms del lado de lo que hemos llamado Burocracia, esto es, de los funcionarios, que del lado de la Democracia, es decir, de los polticos. Aunque inexorablemente, al proyectarse sobre el mismo mbito de actuacin, la Administracin como un todo, se entrelazan una y otra. Cules son algunas de las quiebras? Se han enumerado antes: el sistema favorece el trasvase de funcionarios a la poltica, los nombramientos a dedo de directores generales, secretarios generales tcnicos y jefes de servicio; y el hecho de que la ntida separacin que debe existir entre funcionarios y polticos en Burocracia y Democracia, clave de todo el sistema, quiebra desde el momento en que al funcionario que da el salto a la poltica se le reservan plaza y puesto de trabajo, declarndolo en la situacin de servicios especiales en la que sigue devengando antigedad como si continuara como funcionario en servicio activo. Esta crtica no pretende discriminar a un funcionario para que no pueda ocupar un cargo poltico. El problema est a la vuelta, porque cuando regresa a su puesto de trabajo consolida el complemento de alto cargo,
9. Para el ganador todo el botn. El sistema de botn, o de los despojos, designa al sistema tradicional de considerar a los cargos administrativos del gobierno como botn de guerra, a disposicin de las autoridades elegidas para apartar a sus ocupantes anteriores y nombrar en ellos a sus seguidores y ayudantes en la campaa, para premiarlos por su colaboracin y tambin para asegurarse un cuerpo de administradores leal que no boicotee sus polticas desde la burocracia.
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lo que no debera suceder. En el sistema ingls no se da esta situacin10.5 Hemos hablado de leyes y Funcin Pblica, pasemos a la tica. Cul es el signicado de la palabra tica? En su acepcin vulgar, se identica con lo bueno, con lo moralmente aceptable. Etimolgicamente, la palabra procede del griego ethos, que signica modo de ser o carcter. El n de la tica es elegir lo mejor de lo posible. La tica es en suma el conjunto de intuiciones y concepciones de las que se valen los distintos grupos humanos e individuos para identicar lo que est bien y lo que est mal, lo que se debe hacer y lo que se debe evitar. La tica se nos aparece hoy da como el nico remedio contra la corrupcin. Es la reivindicacin de la tica una moda? En los ltimos aos estamos asistiendo a una generalizacin cada da mayor de la corrupcin y por eso se vuelve a la tica en la gestin pblica, a lo que hay que hacer, que no es otra cosa que el servicio a los ciudadanos. A nuestro juicio, la preocupacin por la tica ha sido una constante a lo largo de la historia de la Humanidad. Muchos episodios nos dan testimonio de esta preocupacin, algunos recordarn los denominados espejos de prncipes, que eran libros que tenan mximas y consejos dirigidos a los futuros monarcas o los frescos alegricos del buen o mal gobierno de la Sala de la Paz del palacio comunal de Siena. Aunque la tica sea una ocupacin histrica vericable a lo largo de los tiempos, en los ltimos aos ha adquirido una gran actualidad, hasta el punto de que motiva reuniones de carcter incluso internacional, en las que a veces prima el inters mercantilista en la lucha contra la corrupcin. La tica pblica trata de denir lo que est bien y mal para la colectividad, estableciendo un patrn moral bsico y exigible y vlido para todos los miembros de la sociedad. La tica pblica es una tica de mnimos y compendia el conjunto de valores del rgimen democrtico, como son los expresados en los artculos 1.1 y 10.1 de la Constitucin Espaola. La tica administrativa es diferente a la tica pblica y puede concebirse como una tica profesional propia de quienes han hecho de la Funcin Pblica su actividad profesional. La tica administrativa de los servido-
10. El manual del funcionario en Inglaterra expresa la siguiente doctrina: Vosotros los funcionarios no podis ser miembros del Parlamento y al mismo tiempo permanecer como servidores desinteresados e imparciales de ese Parlamento. El miembro del Parlamento debe tener la libertad de decir lo que piensa del gobierno y vericar sus acciones cuando y como l quiera, el funcionario no puede tener esa libertad Esto no signica que no debis tener opiniones polticas o que no debis votar en las elecciones, sino simplemente que debis absteneros de hacer cualquier cosa que pudiera hacer dudar a la opinin pblica de vuestra imparcialidad en el ejercicio de vuestras funciones. Poco importa el partido poltico al que pertenezcis, el partido que tiene ahora la mayora puede pasar a la oposicin al ao siguiente o la semana prxima y si vuestra delidad al gobierno no es puesta ahora en duda podr ser puesta entonces.
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res pblicos queda claramente plasmada una vez que el ciudadano se convierte en funcionario tras la superacin de procesos selectivos a los que me refera al principio. A travs de su juramento o promesa, asume el conjunto de principios del rgimen democrtico y se inserta en una organizacin profesional comprometida con esos valores proclamados en el artculo 5.3 de la Constitucin11.6 Estas obligaciones se completan con el Estatuto Bsico del Empleado Pblico, la Ley 7/2007, en cuyo artculo 52 se habla de las caractersticas que deben reunir los funcionarios en el desempeo de su funcin: objetividad, integridad, neutralidad, responsabilidad, imparcialidad, condencialidad y dedicacin al servicio pblico. Esto es llamado por la doctrina Soft Law (Derecho Blando), ya que no deja de ser una declaracin de buenas intenciones al no quedar esos principios deontolgicos marcados con normas imperativas que obliguen a todos a cumplirlas, al contrario de como se hizo en Inglaterra a travs del Informe Nolan12.7 Otro tanto aparece con respecto al Gobierno. En el BOE de 7 de marzo de 2005, el Gobierno public un Acuerdo de Consejo de Ministros que aprobaba el cdigo de buen gobierno de los miembros del Gobierno y de los altos cargos de la Administracin General del Estado. Y anteayer publicaba un medio de comunicacin que los sindicatos Comisiones Obreras y UGT queran sentarse a negociar un cdigo tico para el personal de la Administracin Pblica. En el cdigo tico del Gobierno de 2005, se dice que se rechazar cualquier regalo, o favor, o servicio en condiciones ventajosas que vaya ms all de los usos habituales, sociales y de cortesa, o prstamos u otras prestaciones econmicas que puedan condicionar el desempeo de sus funciones sin perjuicio de lo establecido en el Cdigo Penal, as como que en el desempeo de sus funciones (los ministros y altos cargos) sern accesibles a todos los ciudadanos y extremarn la diligencia en contestar todos los escritos, solicitudes y reclamaciones que stos realicen y El tratamiento ocial de carcter protocolario de los miembros del gobierno y de los altos cargos ser el de seor o seora, seguido de la denominacin del cargo, empleo o rango correspondiente. Hoy, deca, se habla mucho de corrupcin y se apuntan medidas contra ella, pero es difcil encontrar una doctrina o concepto de corrupcin que no sea cues11. la Administracin sirve con objetividad los intereses generales y acta de acuerdo con los principios de ecacia, eciencia, jerarqua, descentraliza, desconcentracin y coordinacin con sometimiento pleno a la Ley y al Derecho. 12. En Inglaterra, ante lo que se perciba como una decadencia de valores, el primer ministro John Mayor cre un comit para la creacin de estndares de la vida pblica, presidido por Lord Nolan. En 1995, el comit prepar unas normas de conducta para la vida pblica que se considera an un referente no slo para la vida pblica inglesa, con un cdigo tico de 7 principios (capacidad de asumir el inters publico, integridad, objetividad, responsabilidad, transparencia, honestidad y capacidad de decisin) y un cdigo de conducta constituido por normas de obligado cumplimiento.
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tionable. Qu se entiende por corrupcin? Esta dicultad a la hora de denir el trmino es perfectamente explicable si se tiene en cuenta que el trmino no es ms que la transposicin a la vida social y poltica de un fenmeno que slo existe en la naturaleza13.8 Los cuerpos naturales se corrompen cuando, perdida la vida, el cuerpo animal o vegetal sufre un proceso de corrupcin y termina disgregado en gases y minera-
les. Algo similar sucede con los cuerpos sociales. Si las razones que justican la existencia del Estado, de las Comunidades Autnomas y de los municipios, esto es, la consecucin del bien comn, el inters pblico, el bien de la colectividad, la conanza de los ciudadanos, desaparece o se deteriora, se inicia un proceso de descomposicin y de incompatibilidad con la democracia. La corrupcin se nos aparece as como la anttesis del buen gobierno, de la tica que debe impregnar la actuacin en lo pblico. La corrupcin genera una crisis de legitimidad en el Estado, por lo que la tica pblica constituye el mejor antdoto para prevenir y combatirla. Para luchar contra la corrupcin los Estados han puesto en marcha diversas medidas, que aparte de las tipicaciones penales de determinadas conductas (como los delitos de prevaricacin, cohecho, malversacin de fondos, etc.), consisten en cdigos ticos, de conducta o de buen gobierno. A pesar de que en teora los regmenes polticos democrticos deberan fun-
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cionar con responsabilidad y dirigir sus acciones a la consecucin del inters pblico y del bien comn, lo cierto es que en la prctica se producen supuestos de mal gobierno y de mala administracin y para evitarlos o paliarlos, el ordenamiento jurdico ha previsto una serie de controles internos y externos. Los controles internos los hay en todas los niveles de las Administraciones. A nivel autonmico, por ejemplo, lo son los consejos consultivos, la Intervencin General y la Inspeccin General de Servicios. La propia Administracin cuenta con una serie de mecanismos para desde dentro hacer que la Administracin sirva a los nes para los que ha sido diseada. Tambin hay controles externos, como el Procurador del Comn, el Tribunal de Cuentas, la Sindicatura de Cuentas y las Cortes de Castilla y Len, en nuestra regin, as como controles generales del tipo de los Tribunales de Justicia y
los medios de comunicacin social. Respecto a estos ltimos, podemos decir que el periodismo naci como contrapoder, al igual que los sindicatos (que nacieron como contrapoder al sistema capitalista y a la organizacin empresarial), pero como con el tiempo todo se va moderando, ahora nos encontramos con que los medios estn en manos del gobierno correspondiente, local, autonmico o central. Dado que en nuestro tiempo todo lo que no es noticia no existe, es peligroso que los medios no tengan libertad para dar las noticias al estar en manos de grupos de presin porque de ese modo al ciudadano se le est hurtando una parte importante de su ciudadana que es el derecho a saber, a la transparencia. Pero no quiero acabar esta charla sin hacer una referencia a los delitos que hay en el Cdigo Penal contra la corrupcin.
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La corrupcin en el mbito de la Administracin es un grave problema en nuestro pas, adems de por los motivos antes citados, por la falta de respuestas penales adecuadas, lo cual produce en los ciudadanos la agobiante sensacin de que existen mbitos de impunidad para este tipo de delincuentes, acrecentndose as la desmotivacin y la falta de concienciacin social en relacin con el fraude a la Administracin Pblica. Las tipologas delictivas habituales que conforman el fenmeno que conocemos como corrupcin son la prevaricacin, el cohecho, el trco de inuencias y de negociaciones prohibidas a funcionarios pblicos y la malversacin de caudales pblicos. Si analizamos el delito de PREVARICACIN, vemos que tiene en nuestro Cdigo Penal un distinto tratamiento segn que sea judicial o administrativa. As, se castiga como autor de delito de prevaricacin a la autoridad o funcionario pblico que, a sabiendas de su injusticia, dictare una resolucin arbitraria en un asunto administrativo (art. 404 CP). Pero se sanciona al Juez o Magistrado que a sabiendas dictare sentencia o resolucin injusta (art. 446) y tambin al que por imprudencia grave o ignorancia inexcusable dictara sentencia o resolucin maniestamente injusta (art. 447). Como vemos, el Cdigo Penal da un distinto tratamiento a los delitos de prevaricacin judicial, castigando a los Jueces y Magistrados no slo cuando a sabiendas dictaren sentencia o resolucin injusta, sino tambin cuando dicha sentencia o resolucin sea dictada por imprudencia grave o ignorancia inexcusable. Sin embargo, en la prevaricacin de funcionario pblico en asunto administrativo slo se castiga al funcionario que acta dolosamente, a sabiendas, pero no cuando la injusticia de su resolucin tiene causa en su ignorancia inexcusable o en un actuar gravemente imprudente. Teniendo en consideracin la interpretacin tan restrictiva con que nuestra Jurisprudencia contempla el delito de prevaricacin, entendemos que excluir el tipo de prevaricacin culposo o imprudente en el caso de las autoridades y funcionarios genera un cierto mbito de impunidad. Desde luego, debe protegerse el mbito propio de actuacin de las autoridades y funcionarios pblicos para evitar que el miedo a adoptar resoluciones ante la amenaza penal pueda colapsar el funcionamiento de la Administracin, pero lo mismo podra ocurrir en el campo de la Administracin de Justicia. En cuanto a las penas previstas para ambos tipos de prevaricacin son evidentemente desiguales: en el caso del Juez prevaricador que dicte a sabiendas resolucin injusta en causa penal, la pena a imponer podra ser de 1 a 4 aos de
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crcel, multa e inhabilitacin especial por tiempo de 10 a 20 aos. Para cualquier otra sentencia o resolucin injusta dictada en causa no penal, la pena sera de multa de 6 a 12 meses e inhabilitacin especial por tiempo de 10 a 20 aos. En el supuesto de prevaricacin administrativa, sin embargo, la pena mxima a imponer al infractor ser de inhabilitacin especial para empleo o cargo pblico por tiempo de 7 a 10 aos. Para determinar la existencia o no de justicia comparativa entre ambos tipos de prevaricacin habra que analizar las conductas concretas que se sancionan, pero en una primera aproximacin parecen ms disuasorias las penas previstas
para Jueces y Magistrados que las establecidas para autoridades o funcionarios prevaricadores. La prctica forense nos demuestra que en la mayora de los casos de prevaricacin, detrs de las sentencias o resoluciones injustas se esconden delitos de cohecho. Esta realidad, que a ningn profesional del Derecho se le escapa, nos hace plantearnos, sobre todo en los supuestos de prevaricacin de autoridad o funcionario pblico, si la pena de inhabilitacin de 7 a 10 aos es ecazmente preventiva o si, por el contrario, dada la dicultad de demostrar la existencia de una contrapartida econmica en el origen de la prevaricacin y las cantidades que se barajan en la delincuencia urbanstica y medioambiental, no convierten al delito en algo rentable.
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El Juez o Magistrado, desde el momento de su imputacin formal, es suspendido en el ejercicio de su funcin, mientras que las autoridades administrativas y los funcionarios pblicos continan hasta que se dicta sentencia rme en el ejercicio de la funcin en cuyo desempeo presuntamente ha delinquido: todos conocemos secretarios e interventores de ayuntamientos, as como secretarios y directores generales de las administraciones central y autonmicas que han continuado desempeando los cargos en cuyo ejercicio han presuntamente delinquido. La Administracin tiene desde luego la facultad de suspenderlos de forma cautelar, pero en la prctica carece de toda ecacia en orden a su nalidad de mantener al funcionario presuntamente corrupto fuera del cargo en cuya funcin se sospecha ha delinquido. El artculo 98.3149del Estatuto Bsico del Empleado Pblico establece la forma que adopta dicha suspensin. Que durante el tiempo de prisin provisional el funcionario pblico no puede desempear su cargo es algo que se deriva de la propia naturaleza de las cosas, no de la suspensin decretada por las autoridades administrativas. Pero, a qu se reere la Ley cuando arma que la suspensin decretada durante la tramitacin de un procedimiento judicial durar el tiempo a que se extiendan otras medidas decretadas por el Juez que determinan la imposibilidad de desempear el puesto de trabajo? Las nicas medidas cautelares previstas por el Cdigo Penal son la detencin y la prisin provisional. Sera imprescindible que la suspensin de estos funcionarios fuera inmediata al acto de imputacin, como lo es para los miembros de la carrera judicial. Respecto de los cargos electos, los partidos polticos deberan hacer una seria reexin sobre las medidas a adoptar para evitar el bochornoso y desmoralizante espectculo de alcaldes y altos cargos que siguen representando los intereses de los ciudadanos a pesar de estar imputados o procesados por delitos cometidos en el ejercicio de las funciones para las que han sido elegidos por los ciudadanos damnicados. Por ltimo, respecto del delito de prevaricacin, si su autor fuera autoridad no judicial o funcionario pblico, al no tener sealada pena de prisin, no se le puede decretar prisin provisional.
14. Artculo 98. 3 Ley 7/07 de 12 de4 diciembre. Cuando as est previsto en las normas que regulen los procedimientos sancionadores, se podr adoptar mediante resolucin motivada medidas de carcter provisional que aseguren la ecacia de la resolucin nal que pudiera recaer. La suspensin provisional como medida cautelar en la tramitacin de un expediente disciplinario no podr exceder de 6 meses, salvo en caso de paralizacin del procedimiento imputable al interesado. La suspensin provisional podr acordarse tambin durante la tramitacin de un procedimiento judicial, y se mantendr por el tiempo a que se extienda la prisin provisional u otras medidas decretadas por el juez que determinen la imposibilidad de desempear el puesto de trabajo. En este caso, si la suspensin provisional excediera de seis meses no supondr prdida del puesto de trabajo.
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Lo mismo puede predicarse respecto de los delitos de TRFICO DE INFLUENCIAS Y DE NEGOCIACIONES PROHIBIDAS A FUNCIONARIOS PBLICOS. En estos supuestos la reaccin penal que debiera disuadir a las autoridades y funcionarios pblicos de la tentacin de tales actividades delictivas se limita a una inhabilitacin especial para el desempeo de la funcin o cargo que se determine en la sentencia y, en su caso, el pago de una multa que en la mayora de los casos deviene ilusoria. Recordemos que los delitos de Negociaciones Prohibidas a Funcionarios Pblicos y de Trco de Inuencias conllevan para su autor, en la casi totalidad de los casos, benecios millonarios, de tal forma que la pena de inhabilitacin, se convierte, con independencia de la censura social, cada vez mas benvola, en la mera anticipacin de una privilegiada jubilacin. No obstante, si el castigo a este tipo de delincuentes no parece excesivo, el artculo 68.2 de la Ley 7/2.007 de 12 de diciembre1510por la que se establece el Estatuto Bsico del Empleado Pblico, establece la concesin de la rehabilitacin. En otro pas menos benco que el nuestro podra pensarse que esta facultad concedida a las Administraciones Pblicas, al margen del control judicial, pudiera servir en algn caso para resolver agravios. Por otra parte, la posibilidad de obtener sentencias condenatorias en estos tipos delictivos es muy remota dada la dicultad, a veces diablica, de la prueba. Basta una simple lectura del artculo 428 del Cdigo Penal que sanciona el delito de trco de inuencias para darse cuenta de esta realidad, ya que comete este delito: el funcionario pblico o autoridad que inuyere en otro funcionario pblico o autoridad prevalindose del ejercicio de las facultades de su cargo o de cualquier otra situacin derivada de su relacin personal o jerrquica con ste o con otro funcionario o autoridad para conseguir una resolucin que le pueda generar directa o indirectamente un benecio econmico para s o para un tercero. Cmo puede demostrase que un funcionario pblico obra inuido por otro funcionario pblico o autoridad que a tal n se prevale de su relacin personal o jerrquica? Ese elemento subjetivo en la actuacin del funcionario que dicta la resolucin habra de probarse por la propia confesin de dicho funcionario16.11La jurisprudencia del Tribunal Supremo declara de forma reiterada que los requisi15. Artculo 68. Rehabilitacin de la condicin de funcionario. 1. En caso de extincin de la relacin de servicios como consecuencia de prdida de la nacionalidad o jubilacin por incapacidad permanente para el servicio, el interesado, una vez desaparecida la causa objetiva que la motiv, podr solicitar la rehabilitacin de su condicin de funcionario, que le ser concedida. 2. Los rganos de gobierno de las Administraciones Pblicas podrn conceder, con carcter excepcional, la rehabilitacin, a peticin del interesado, de quien hubiera perdido la condicin de funcionario por haber sido condenado a la pena principal o accesoria de inhabilitacin, atendiendo a las circunstancias y entidad del delito cometido. Si transcurrido el plazo para dictar la resolucin, no se hubiera producido de forma expresa, se entender desestimada la solicitud. 16. Que estara entonces reconocindose autor de un delito de prevaricacin.
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tos del tipo delictivo que se imputa al acusado adems de la condicin de funcionario pblico del autor y del destinatario de las inuencias y de la nalidad de obtencin de un benecio econmico, propio o de tercero, es la concurrencia de un acto concluyente, esto es, que se ejerza predominio o fuerza moral sobre el sujeto pasivo de manera que la resolucin o actuacin sea debida a la presin ejercida. Otro tipo delictivo es el de NEGOCIACIONES PROHIBIDAS A FUNCIONARIOS PBLICOS del artculo 439 del Cdigo Penal. Comete este delito la autoridad o funcionario pblico que, debiendo informar, por razn de su cargo, en cualquier clase de contrato, asunto, operacin o actividad, se aproveche de tal circunstancia para forzar o facilitarse cualquier forma de participacin, directa o por persona interpuesta, en tales negocios o actuaciones. La pena ser de multa de doce a veinticuatro meses e inhabilitacin especial para empleo o cargo pblico por tiempo de uno a cuatro aos. Esta tipo de actividad delictual es, sin duda, la preferida por los funcionarios dispuestos a corromperse por tres razones: 1) La prctica forense demuestra que los benecios a obtener pueden ser multimillonarios atendido el dinero que se mueve en la actividad inmobiliaria, campo en el que mayoritariamente incide; 2) La pena es ridcula atendido el benecio a conseguir; y 3) La facilidad de eludir la responsabilidad penal al requerir el tipo delictivo que se trate de un contrato, asunto, operacin o actividad en que deba informar por razn de su cargo. Lamentablemente, la prctica demuestra que son muy numerosos los casos en que los funcionarios corruptos, para evitar la sancin penal, se conciertan con funcionarios de otras administraciones para informar favorablemente los asuntos en los que respectivamente tienen intereses econmicos, salvando la incompatibilidad que les afectara en caso de informar personalmente en asuntos de sus propios municipios: t informas favorablemente en mis asuntos y yo lo hago en los tuyos. Respecto de los arquitectos municipales, la incompatibilidad para realizar proyectos en el territorio municipal en que desempean su funcin se ha solventado, en algunos casos, acudiendo a la rma de otros arquitectos y, en no pocos supuestos, de otros arquitectos municipales a los que se les devuelve el favor. Creemos que sera necesario extender la incompatibilidad del mbito municipal al provincial, lo que si bien no solucionara el problema, s dicultara la creacin de bolsas de favores. La MALVERSACIN DE CAUDALES PBLICOS es, en una primera aproximacin, el delito que comete la autoridad o funcionario pblico que, con nimo de lucro, sustrajere o consintiere que un tercero, con igual nimo, sustraiga los caudales o efectos pblicos que tenga a su cargo por razn de sus funciones o destinare estos a usos ajenos a la funcin pblica (Art. 432 y 433 CP). Estos
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artculos que tipican y castigan con importantes penas a los malversadores contemplan supuestos de salida de las arcas del erario pblico de bienes o derechos. Pero en la actualidad las formas mas graves de malversacin no se realizan mediante la sustraccin, sino mediante la evitacin de que bienes o derechos que deban entrar en el erario pblico no lleguen a hacerlo, desvindose hacia la autoridad o el funcionario pblico o hacia un tercero. Los procedimientos utilizados son diversos. Las permutas de bienes de dominio pblico por otros bienes de dominio privado son legales y estn reguladas por la Ley de Contratos del Estado, que les da carcter de excepcionalidad frente al sistema general de enajenacin de los bienes de las Administraciones en pblica subasta y mediante un procedimiento minuciosamente reglamentado. Sin embargo se detecta en la actualidad un aumento considerable de supuestos de permutas de bienes inmuebles, que no responden en muchos casos a razones de necesidad justicada, sino a espurias intenciones malversadoras. El modo de malversar es el siguiente: la Administracin permuta un inmueble de su propiedad con un valor determinado por otro del particular cuyo valor es muy inferior y la plusvala que obtiene el particular se reparte. Para este tipo de malversacin es necesario el concierto de los tcnicos encargados de valorar los bienes a permutar con las autoridades o funcionarios que tienen capacidad para llevar a cabo las permutas. La mayor dicultad para luchar contra este tipo de malversaciones radica en la reticencia de los tribunales a basar condenas sobre la base de diferencias de valoracin en las peritaciones. No olvidemos que en nuestro vigente Cdigo Penal no cabe la malversacin por imprudencia o negligencia grave y que la actual delincuencia tiene en ello un buen aliado. En el caso de que se estimara delito por entender que en las peritaciones se han alterado maliciosamente la realidad de los valores permutados, el condenado sera siempre el perito, amparndose la autoridad u funcionario pblico que autoriza la permuta en la existencia de una peritacin previa, que le exime de responsabilidad, salvo que milagrosamente se pruebe su participacin dolosa, es decir, consciente, en la operacin malversatoria. En denitiva, cabe opinar que la ausencia en nuestro Cdigo Penal de un tipo penal equiparable al Delito Societario est detrs de la apariencia de impunidad que producen las carencias comentadas. Aun as, y a pesar de ser jurista, para m el tema bsico est en la Educacin ms que en las leyes. Hay muchas leyes, hasta el punto de que ya no se sabe a veces sobre qu legislar, y muchas leyes cuando salen ya estn sobrepasadas. Ms que esforzarnos en endurecer las penas, es posible que tengamos que ir pensando en crear ambientes propicios de cambio.
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a serlo del poltico acomodaticio: los supuestos pares hacen frente comn. El hecho urbano necesita, pues, de la implicacin de los ciudadanos y ciudadanas que sientan como posible un mundo ms justo, humano, solidario, tolerante y sostenible, frente a quienes sitan su particular benecio econmico por encima del bienestar de la mayora y frente a los dciles que regalan a terceros algo que les fue conado a ellos: el voto para que hicieran de nuestras ciudades un lugar ms habitable. Pensar la ciudad es un proyecto suscrito por el Ateneo Cultural Jess Pereda de Comisiones Obreras y en el que colaboran la Obra Social de Caja Espaa, el Ayuntamiento de Len y la Fundacin SierraPambley. Con l, tratamos de sentar las bases para abordar la tarea de denir el modelo de ciudad que queremos los y las habitantes de Len. Antes de que sea tarde, porque en esta ciudad an estamos a tiempo de pensar y redenir el modelo urbano. Durante 2009 estamos desarrollando un ciclo de conferencias desde dos ejes imaginarios: el global, con el lsofo Francisco Jarauta, el gegrafo Emmanuel Rodrguez y la arquitecta Almudena Snchez Moya, ambos del Observatorio Metropolitano de Madrid y el juez Jos Manuel Bujn; y el local, con la periodista Ana Gaitero y el abogado, urbanista y arquitecto Nicols Astirraga. De lo escuchado resumimos que el debate del futuro de la ciudad se plantea en tres aspectos, relativos a su forma, funcin y cohesin social, cada uno de los cuales plantea un dilema para la ciudad: el primero si ha de ser compacta o dispersa; el segundo si compleja o especializada; y el tercero si ha de integrar o segregar a los grupos sociales urbanos. La eleccin de un polo u otro lleva a uno de dos modelos, ciudad compacta o dispersa. Aludiendo a las charlas, los representantes del OMM nos anticiparon su intervencin con un titular de prensa esperanzador: Len puede ser sostenible si hay intencin poltica y demanda ciudadana y expusieron despus, con profusin de detalles, el cmulo de inconvenientes que acarrea el sobredimensionamiento de la ciudad dispersa, con el ejemplo de lo que est sucediendo actualmente en la capital espaola. Entre tales efectos de la dispersin urbana, expuso despus la periodista Ana Gaitero rerindose a la primaca del coche en la ciudad, sta se muestra hostil a todas las personas frgiles o sobrecargadas; a quienes tienen alguna discapacidad o enfermedad, a las personas mayores, a los nios y a las nias y a las mujeres; es decir a la gran mayora de la poblacin. Y aadi que se pierde la esencia de la ciudad tradicional: el contacto, el intercambio y la comunicacin proyectados en el espacio pblico son sustituidos por la casa y los espacios priva-
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dos de ocio, compra, transporte, etc., y propuso herramientas para el cambio, tales como evitar que el centro histrico se convierta en ciudad de turistas ajena a la ciudadana local, utilizar la calle como lugar de encuentro y no slo de paso... un espacio de socializacin positivo o recuperar la memoria de la ciudad... y generar apego al barrio. El profesor Jarauta incidi en que el tiempo de los proyectos aislados y grandiosos, los llamados edicios marca, ha pasado. Y en su lugar propuso proyectos a la medida de las necesidades de la ciudad, lo que supona hacer polticas favorables a la gente joven, los inmigrantes, las personas mayores, las mujeres... para construir una ciudad solidaria y que produzca efectos de vida. En ese contexto es tan importante una escuela como un gran museo, aadi, reivindicando la utopa del barrio. El juez Bujn se centr en el respeto a la legalidad y la tica de los responsables pblicos, mostrndonos sin embargo los vacos legales que por decirlo de algn modo no permiten a scales y jueces atajar la corrupcin con ecacia. De sus intervenciones nos queda la idea de que la ciudad no tiene por qu convertirse en un parque temtico exnime cuyo n es el turismo y el negocio sino en un espacio vivo y facilitador de vnculos, intercambios e interdependencias entre sus habitantes, la ciudad de las personas (A. Gaitero). Pero ha habido otra idea relevante. Ante el reto de si otra ciudad de Len es posible, tanto Gaitero como Astirraga, dos profesionales reconocidos, ajenos al quehacer poltico, subrayaron lo determinante de la implicacin ciudadana para lograrlo. La primera hizo un repaso de las numerosas experiencias municipales de participacin ciudadana (promovidas o mantenidas por gobiernos locales de distintas formaciones polticas) y el segundo incidi en la misma necesidad y lleg a proponer la constitucin en Len de un foro de la ciudad. Tenemos intencin de continuar el ciclo Pensar la ciudad y ultimamos el diseo de su edicin de 2010, pero ya podemos adelantar nuestro apoyo a la propuesta de creacin de una plataforma ciudadana que se plantee el reto de pensar el modelo urbano de la ciudad que habitamos: un foro abierto, ms proactivo que reactivo, multitemtico, respetuoso de normas e instituciones... y no partidista pero s poltico, porque de salvar la polis se trata.
Ignacio Fernndez Herrero, responsable del Ateneo Cultural Jess Pereda en Len. Carlos PrezAlfaro Calvo, coordinador del ciclo Pensar la ciudad.
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