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Noticia 9

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Noticia 9

Instituto politécnico nacional


Integrantes del equipo:
 Núñez estrada Camila
 Palacios campos diana Guadalupe palacios meza
aurora Citlalli
 Paz Trinity Selene Carmina
 Pérez reyes Fernanda
 Rangel Romero karol Guadalupe

Datos generales:
 Grupo:10M2
 PROFESOR: Gerardo Licero Ortz
 Equipo 11
Una terapia aparcada durante un siglo se convierte en
alternativa para la obesidad o la diabetes
Los fagos, virus que infectan a bacterias, pueden ser útiles para reparar los
desequilibrios en la microbiota detrás de la depresión o el colon irritable

Se duda si los virus son seres vivos, pero hay certeza sobre su protagonismo en la vida
terrestre. Estos entes diminutos, que hacen parecer descomunal a una bacteria
microscópica, parecen muy simples: un pedazo de material genético encapsulado en
proteína que secuestra las células de otros seres vivos para ponerlas al servicio de su
reproducción. Se calcula que los virus del mar aniquilan el 20% de los microbios del
océano cada día y que renuevan todo el fitoplancton del planeta en una semana. En ese
proceso de destrucción y renovación celular, según un artículo publicado en Science
Advances, se liberan en todos los océanos alrededor de 140 gigatoneladas de carbono al
año, casi cuatro veces más que la quema de combustibles fósiles.

Esos reguladores de la vida también desempeñan un papel similar en el organismo humano.


En cada uno de nosotros hay más de 10.000 especies de bacterias, un ecosistema en
equilibrio que nos mantiene sanos y que los virus conservan. Aunque, hace un siglo, los
bacteriófagos se emplearon para combatir infecciones bacterianas como la peste bubónica
o el cólera, el éxito de los antibióticos a partir de la década de 1930 relegó la solución viral
a las enfermedades contagiosas en casi todo el mundo, manteniendo su prestigio,
principalmente, en la Unión Soviética. En los últimos años, el aumento de las resistencias
bacterianas ha devuelto el interés a los fagos, que ya han salvado a pacientes desahuciados.
El renacimiento de los virus matabacterias ha supuesto que también se valore el potencial
de estos seres como reguladores de la salud humana. En un artículo que publica hoy la
revista Science, un grupo de investigadores del laboratorio de Eran Elinav, en el Instituto
Weizmann (Revohot, Israel), plantean las posibilidades de los fagos para tratar
enfermedades no infecciosas. El cáncer, la obesidad, la diabetes o los trastornos
neurológicos se ven influidos por desequilibrios en la población de bacterias que nos
habitan, y los fagos pueden ser una herramienta para restablecer el orden. Elinav y su
equipo ya realizaron un estudio en el que probaron que una terapia de fagos administrada
oralmente para tratar a ratones con intestino irritable era capaz de controlar en ratones una
cepa de la bacteria Klebsiella pneumoniae y aplacar los síntomas de la enfermedad.

Los trasplantes de heces, como forma de combatir la obesidad o la depresión, consiguen su


efecto llevando a la persona enferma al ecosistema bacteriano equilibrado de una persona
sana. Pilar Domingo-Calap, investigadora del Instituto para la Biología de Sistemas
Integrativa (Universidad de Valencia-CSIC), explica que “hay estudios que muestran que,
en este tipo de trasplantes, es la parte viral lo que modifica las comunidades bacterianas”.
“Ahora, tenemos que estudiar cómo utilizar estos virus como probióticos para mejorar la
población bacteriana del intestino”, añade.
Entre las ventajas de estos tratamientos, el equipo de Elinav destaca que cada tipo de virus
es enemigo específico de un tipo de bacteria. Una vez seleccionados, los fagos solo atacan
a la población de bacterias que está generando el desequilibrio “minimizando el daño a la
microbiota circundante”. Esta forma de funcionar es diferente a la de los tratamientos
antibióticos, que matan a las bacterias dañinas, pero también provocan estragos entre las
buenas, que son mayoría y no solo no hacen daño, sino que son necesarias. Además, una
vez que ha entrado en el organismo y empieza a asaltar bacterias, cada vez que entra en una
de ellas, se reproduce y la hace explotar liberando nuevos fagos que continúan con la tarea.

Los fagos, que perdieron su batalla contra los antibióticos cuando las soluciones médicas
se pensaban para grandes grupos de población, tienen sentido en un mundo que busca
la medicina personalizada. El tratamiento con estos virus se debe diseñar para cada
individuo, cultivando bacterias del paciente junto a fagos potenciales para elegir los que
tengan capacidad antibacteriana específica. “Los perfiles metagenómicos podrían
emplearse como diagnóstico complementario para identificar [las bacterias] que más
contribuyen a la enfermedad en el paciente”, apuntan los autores del artículo de Science.
Después, es necesario aislar del medio ambiente los fagos que pueden ser más útiles. Para
optimizar el proceso, serían útiles los biobancos de fagos, caracterizados para conocer sus
efectos, frente a qué bacterias pueden funcionar o qué efectos adversos pueden presentar.

Como en otros campos de la medicina, cuando no se encuentren en la naturaleza fagos


contra una bacteria determinada, se podría emplear la biología sintética para modificar
virus naturales y poder dirigirlos contra una diana concreta. Esto también haría posible
introducir cambios para adaptarse a las mutaciones de las bacterias provocadas por los
tratamientos. El sistema CRISPR, ahora conocido por su uso en edición genética, es uno
de los métodos empleados por las bacterias para aprender de sus contactos con los virus y
repelerlos. No obstante, Domingo-Calap puntualiza que “el CRISPR solo es uno de los
sistemas que tienen las bacterias para bloquear la entrada de fagos, y los fagos también
tienen sistemas antiCRISPR, evolucionan y se adaptan”.

En esta fase de desarrollo inicial, además de más investigación básica y la puesta en marcha
de más ensayos clínicos en humanos, el grupo de Elinav subraya la necesidad de una
regulación especial. “Como los fagos son agentes biológicos vivos, presentan numerosas
diferencias frente a medicinas tradicionales y, por lo tanto, merecen una consideración
regulatoria particular”, escriben. Por ejemplo, cuando se aprueban combinaciones de
fármacos, como sucede en los tratamientos contra el cáncer, se requieren pruebas de que
cada componente por separado es eficaz. “En el caso de los fagos, un enfoque así,
probablemente, fracasaría en muchos casos, porque las bacterias desarrollarían resistencias
frente alguno o todos los fagos individuales cuando se administrasen de forma individual”,
advierten, y explican que las combinaciones son necesarias para tener éxito. Pensando en
la seguridad, creen que el uso de estos entes como medicina durante más de un siglo y el
hecho de que infecten bacterias, pero no células humanas, implica que estos tratamientos
deberían ser seguros.

Comentario
Esta noticia destaca un avance significativo en el uso de fagos, virus que infectan bacterias,
como una terapia potencial para tratar enfermedades no infecciosas como la obesidad, la
diabetes y trastornos neurológicos. La investigación sugiere que los desequilibrios en la
población de bacterias en el cuerpo humano pueden influir en estas enfermedades, y los fagos
podrían ser herramientas efectivas para restablecer el equilibrio.
Es interesante observar cómo los fagos, que fueron utilizados hace un siglo para combatir
infecciones bacterianas, han resurgido como una alternativa valiosa en un momento en que
las resistencias bacterianas están aumentando. El enfoque específico de los fagos, atacando
solo las bacterias problemáticas, se destaca en comparación con los antibióticos, que a menudo
afectan a las bacterias beneficiosas.
La idea de diseñar terapias con fagos de manera personalizada, teniendo en cuenta la
microbiota única de cada individuo, representa un cambio hacia la medicina personalizada.
Además, la posibilidad de utilizar la biología sintética para modificar los fagos y adaptarlos a
las necesidades específicas de cada paciente es una perspectiva emocionante.
El artículo también destaca la importancia de una regulación especial para los fagos, ya que
son agentes biológicos vivos y presentan diferencias significativas en comparación con las
medicinas tradicionales. La seguridad de estos tratamientos se basa en su uso histórico y en el
hecho de que infectan bacterias pero no células humanas.

En resumen, esta noticia resalta el potencial prometedor de los fagos como una herramienta
terapéutica innovadora en la lucha contra enfermedades no infecciosas, abriendo nuevas
posibilidades en el campo de la medicina personalizada y la biología sintética.

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