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Astronomía Maya

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La Astronomía Maya

En América, durante la época precolombina, se desarrolló un estudio astronómico


bastante extenso. Algunas observaciones mayas son bien conocidas, como el eclipse lunar
del 15 de febrero del 3379 a.C.
Los Mayas tenían su propio calendario solar y conocían la periodicidad de los eclipses.
Inscribieron en monumentos de piedra fórmulas para predecir eclipses solares y la salida
heliaca de Venus.

La civilización maya se desarrolló en la región conocida como Mesoamérica, desde los


actuales territorios del sur de México hasta El Salvador. Si los distintos pueblos del México
antiguo llegaron hasta la fase jeroglífica, los mayas lograron la fase silábico-alfabética en
su escritura. La numeración iniciada por los olmecas con base vigesimal, la perfeccionan
los mayas, en los siglos III y IV a. C.

Los mayas conocieron desde el tercer milenio a. C. como mínimo un desarrollo


astronómico muy polifacético. Muchas de sus observaciones han llegado hasta nuestros
días. Conocían con gran exactitud las revoluciones sinódicas de los planetas Mercurio,
Venus, Marte Júpiter y Saturno. Calcularon los períodos de la Luna, del Sol y de estrellas
como las Pléyades, que señalaban los inicios de algunas festividades religiosas.

Su Cosmología se basaba en La Vía Láctea, a la que llamaban Wakah Chan y relacionaban


con Xibalbá, el camino al inframundo. Tenían un Zodiaco, basado en la Eclíptica. Sólo los
sacerdotes tenían acceso al conocimiento astronómico, pero la gente los respetaba y
organizaba su vida de acuerdo a sus predicciones.

Los estudios sobre los astros que realizaron los mayas siguen sorprendiendo a los
científicos. Su obsesión por el movimiento de los cuerpos celestes se basaba en la
concepción cíclica de la historia, y la astronomía fue la herramienta que utilizaron para
conocer la influencia de los astros sobre el mundo.

El calendario comienza en una fecha cero que posiblemente sea el 8 de junio de 8498 a. C.
en nuestro cómputo del tiempo, aunque no es del todo seguro. Los mayas tenían además
un año de 365 días (con 18 meses de 20 días y un mes intercalado de 5 días). El Tzol'kin de
260 días es uno de los calendarios más enigmáticos en cuanto su origen, algunos postulan
que se basa en una aproximación a la gestación humana.

El calendario solar maya era tan preciso como el que hoy utilizamos. Además, todas las
ciudades del periodo clásico están orientadas respecto al movimiento de la bóveda
celeste.
Muchos edificios fueron construidos con el propósito de escenificar fenómenos celestes
en la Tierra, como el Castillo de Chichén Itzá, donde se observa el descenso de Kukulkán,
serpiente formada por las sombras que se crean en los vértices del edificio durante los
solsticios.
Las cuatro escaleras del edificio suman 365 peldaños, los días del año. En el Códice Dresde
y en numerosas estelas se encuentran los cálculos de los ciclos lunar, solar, venusiano y las
tablas de periodicidad de los eclipses.
Una buena parte del conocimiento que tenían los mayas perduró incluso después de la
conquista. Al principio se practicaba de forma clandestina; después se mezcló con las
costumbres de la vida diaria, muchas de las cuales todavía siguen vigentes en la
actualidad.

Los principales cuerpos celestes en la astronomía maya.


Los mayas no gozaban de instrumentos complejos para observar las posiciones de los
cuerpos celestes, sus observaciones se hacían a simple vista. Principalmente la astronomía
maya se interesó en contemplar y estudiar los movimientos del Sol, la Luna y Venus, como
podemos ver a continuación:

Sol.
Fue el astro más importante en la cultura maya, reconocida como el dador de la fuente de
vida en la tierra, que era representado por el dios Kinihc Ahau o Señor del Ojo Solar. Los
mayas llegaron a calcular con mucha precisión tanto la puesta del Sol como su ocaso, e
incluso determinaron la duración del año solar en 365 días.

Luna.
Siendo otro objeto celeste de gran interés para los mayas, fue representado con la imagen
de una deidad llamada Ixchel, quien tenía una poderosa influencia sobre los sucesos de la
naturaleza. En este sentido, llevaron un registro de las lunas llenas consecutivas,
obteniendo que habían 149 lunas en un lapso de 4.400 días, dando un promedio lunar de
29,53 días, que representa la media real.

Venus.
Este planeta fue de gran atracción para los mayas, existiendo la creencia que
estaba conectado con el dios Quetzalcóatl. Detectaron que Venus aparecía en la mañana y
en la tarde durante todo el año, y que su órbita duraba 584 días, una cifra muy cercana a
la real que es de 583,92.

Las constelaciones y los eclipses en la astronomía maya.


La astronomía maya también calculó el período orbital de planetas como Mercurio, Marte,
Júpiter y Saturno, así como una serie de constelaciones y eclipses. Por ejemplo, las
Pléyades aparecen en el cielo diurno a finales de abril, en ese momento, los mayas
iniciaban la temporada de sembradío. Otras constelaciones significativas para esta
cultura eran el Cinturón de Orión, Casiopea y Crux.

En cuantos a los eclipses solares conocidos como chi’ ibal kin, representaban una fuente
de angustia. Pero realmente lo más asombroso fue la determinación de estos fenómenos
en base a los movimientos del Sol y la Luna.

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