Diócesis Bodas de Caná Tema Zonal Enero
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“BODAS DE CANÁ”
Evangelización Matrimonial Carismática
COORDINACIÒN NACIONAL
MINISTERIO DE ENSEÑANZA
TEMA ZONAL ENERO
ARTÍCULO 1
«CREO EN DIOS, PADRE TODOPODEROSO, CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA»
Párrafo 5
EL CIELO Y LA TIERRA
325 El Símbolo de los Apóstoles profesa que Dios es "el Creador del cielo y de la tierra", y el Símbolo Niceno-
Constantinopolitano explicita: "...de todo lo visible y lo invisible".
326 En la sagrada Escritura, la expresión "cielo y tierra" significa: todo lo que existe, la creación entera. Indica también el
vínculo que, en el interior de la creación, a la vez une y distingue cielo y tierra: "La tierra", es el mundo de los hombres
(cf Sal 115, 16). "El cielo" o "los cielos" puede designar el firmamento (cf Sal 19, 2), pero también el "lugar" propio de Dios:
"nuestro Padre que está en los cielos" (Mt 5, 16; cf Sal 115, 16), y por consiguiente también el "cielo", que es la gloria
escatológica. Finalmente, la palabra "cielo" indica el "lugar" de las criaturas espirituales —los ángeles— que rodean a Dios.
327 La profesión de fe del IV Concilio de Letrán afirma que Dios, "al comienzo del tiempo, creó a la vez de la nada una y otra
criatura, la espiritual y la corporal, es decir, la angélica y la mundana; luego, la criatura humana, que participa de las dos
realidades, pues está compuesta de espíritu y de cuerpo" (Concilio de Letrán IV: DS, 800; cf Concilio Vaticano I: ibíd., 3002
y Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 8).
I Los ángeles
328 La existencia de seres espirituales, no corporales, que la sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de
fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición.
329 San Agustín dice respecto a ellos: Angelus officii nomen est, non naturae. Quaeris nomen huius naturae, spiritus est;
quaeris officium, angelus est: ex eo quod est, spiritus est, ex eo quod agit, angelus ("El nombre de ángel indica su oficio, no
su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel")
(Enarratio in Psalmum, 103, 1, 15). Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan
"constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos" (Mt 18, 10), son "agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su
palabra" (Sal 103, 20).
330 En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales (cf Pío XII,
enc. Humani generis: DS 3891) e inmortales (cf Lc 20, 36). Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor
de su gloria da testimonio de ello (cf Dn 10, 9-12).
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331 Cristo es el centro del mundo de los ángeles. Los ángeles le pertenecen: "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria
acompañado de todos sus ángeles..." (Mt 25, 31). Le pertenecen porque fueron creados por y para Él: "Porque en él fueron
creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados,
las Potestades: todo fue creado por Él y para Él" (Col 1, 16). Le pertenecen más aún porque los ha hecho mensajeros de su
designio de salvación: "¿Es que no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la
salvación?" (Hb 1, 14).
332 Desde la creación (cf Jb 38, 7, donde los ángeles son llamados "hijos de Dios") y a lo largo de toda la historia de la
salvación, los encontramos, anunciando de lejos o de cerca, esa salvación y sirviendo al designio divino de su realización:
cierran el paraíso terrenal (cf Gn 3, 24), protegen a Lot (cf Gn 19), salvan a Agar y a su hijo (cf Gn 21, 17), detienen la mano
de Abraham (cf Gn 22, 11), la ley es comunicada por su ministerio (cf Hch 7,53), conducen el pueblo de Dios (cf Ex 23, 20-
23), anuncian nacimientos (cf Jc 13) y vocaciones (cf Jc 6, 11-24; Is 6, 6), asisten a los profetas (cf 1 R 19, 5), por no citar
más que algunos ejemplos. Finalmente, el ángel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor y el del mismo Jesús (cf Lc 1,
11.26).
333 De la Encarnación a la Ascensión, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración y del servicio de los ángeles.
Cuando Dios introduce «a su Primogénito en el mundo, dice: "adórenle todos los ángeles de Dios"» ( Hb 1, 6). Su cántico de
alabanza en el nacimiento de Cristo no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: "Gloria a Dios..." (Lc 2, 14).
Protegen la infancia de Jesús (cf Mt 1, 20; 2, 13.19), le sirven en el desierto (cf Mc 1, 12; Mt 4, 11), lo reconfortan en la
agonía (cf Lc 22, 43), cuando Él habría podido ser salvado por ellos de la mano de sus enemigos (cf Mt 26, 53) como en otro
tiempo Israel (cf 2 M 10, 29-30; 11,8). Son también los ángeles quienes "evangelizan" (Lc 2, 10) anunciando la Buena Nueva
de la Encarnación (cf Lc 2, 8-14), y de la Resurrección (cf Mc 16, 5-7) de Cristo. Con ocasión de la segunda venida de Cristo,
anunciada por los ángeles (cf Hb 1, 10-11), éstos estarán presentes al servicio del juicio del Señor (cf Mt 13, 41; 25,
31 ; Lc 12, 8-9).
334 De aquí que toda la vida de la Iglesia se beneficie de la ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles (cf Hch 5, 18-20; 8,
26-29; 10, 3-8; 12, 6-11; 27, 23-25).
335 En su liturgia, la Iglesia se une a los ángeles para adorar al Dios tres veces santo (cf Misal Romano, "Sanctus"); invoca su
asistencia (así en el «Supplices te rogamus...» [«Te pedimos humildemente...»] del Canon romano o el «In Paradisum
deducant te angeli...» [«Al Paraíso te lleven los ángeles...»] de la liturgia de difuntos, o también en el "himno querúbico" de la
liturgia bizantina) y celebra más particularmente la memoria de ciertos ángeles (san Miguel, san Gabriel, san Rafael, los
ángeles custodios).
336 Desde su comienzo (cf Mt 18, 10) hasta la muerte (cf Lc 16, 22), la vida humana está rodeada de su custodia (cf Sal 34, 8;
91, 10-13) y de su intercesión (cf Jb 33, 23-24; Za 1,12; Tb 12, 12). "Nadie podrá negar que cada fiel tiene a su lado un ángel
como protector y pastor para conducir su vida" (San Basilio Magno, Adversus Eunomium, 3, 1: PG 29, 656B). Desde esta
tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios.
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II El mundo visible
337 Dios mismo es quien ha creado el mundo visible en toda su riqueza, su diversidad y su orden. La Escritura presenta la
obra del Creador simbólicamente como una secuencia de seis días "de trabajo" divino que terminan en el "reposo" del día
séptimo (Gn 1, 1-2,4). El texto sagrado enseña, a propósito de la creación, verdades reveladas por Dios para nuestra salvación
(cf DV 11) que permiten "conocer la naturaleza íntima de todas las criaturas, su valor y su ordenación a la alabanza divina"
(LG 36).
338 Nada existe que no deba su existencia a Dios creador. El mundo comenzó cuando fue sacado de la nada por la Palabra de
Dios; todos los seres existentes, toda la naturaleza, toda la historia humana están enraizados en este acontecimiento
primordial: es el origen gracias al cual el mundo es constituido, y el tiempo ha comenzado (cf San Agustín, De Genesi contra
Manichaeos, 1, 2, 4: PL 35, 175).
339 Toda criatura posee su bondad y su perfección propias. Para cada una de las obras de los "seis días" se dice: "Y vio Dios
que era bueno". "Por la condición misma de la creación, todas las cosas están dotadas de firmeza, verdad y bondad propias y
de un orden y leyes propias" (GS 36, 2). Las distintas criaturas, queridas en su ser propio, reflejan, cada una a su manera, un
rayo de la sabiduría y de la bondad infinitas de Dios. Por esto, el hombre debe respetar la bondad propia de cada criatura para
evitar un uso desordenado de las cosas, que desprecie al Creador y acarree consecuencias nefastas para los hombres y para su
ambiente.
340 La interdependencia de las criaturas es querida por Dios. El sol y la luna, el cedro y la florecilla, el águila y el gorrión:
las innumerables diversidades y desigualdades significan que ninguna criatura se basta a sí misma, que no existen sino en
dependencia unas de otras, para complementarse y servirse mutuamente.
341 La belleza del universo: el orden y la armonía del mundo creado derivan de la diversidad de los seres y de las relaciones
que entre ellos existen. El hombre las descubre progresivamente como leyes de la naturaleza y causan la admiración de los
sabios. La belleza de la creación refleja la infinita belleza del Creador. Debe inspirar el respeto y la sumisión de la inteligencia
del hombre y de su voluntad.
342 La jerarquía de las criaturas está expresada por el orden de los "seis días", que va de lo menos perfecto a lo más
perfecto. Dios ama todas sus criaturas (cf Sal 145, 9), cuida de cada una, incluso de los pajarillos. Sin embargo Jesús dice:
"Vosotros valéis más que muchos pajarillos" (Lc 12, 6-7), o también: "¡Cuánto más vale un hombre que una oveja!" (Mt 12,
12).
343 El hombre es la cumbre de la obra de la creación. El relato inspirado lo expresa distinguiendo netamente la creación del
hombre y la de las otras criaturas (cf Gn 1, 26).
344 Existe una solidaridad entre todas las criaturas por el hecho de que todas tienen el mismo Creador, y que todas están
ordenadas a su gloria:
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345 El Sabbat, culminación de la obra de los "seis días". El texto sagrado dice que "Dios concluyó en el séptimo día la obra
que había hecho" y que así "el cielo y la tierra fueron acabados"; Dios, en el séptimo día, "descansó", santificó y bendijo este
día (Gn 2, 1-3). Estas palabras inspiradas son ricas en enseñanzas salvíficas:
346 En la creación Dios puso un fundamento y unas leyes que permanecen estables (cf Hb 4, 3-4), en los cuales el creyente
podrá apoyarse con confianza, y que son para él el signo y garantía de la fidelidad inquebrantable de la Alianza de Dios
(cf Jr 31, 35-37, 33, 19-26). Por su parte, el hombre deberá permanecer fiel a este fundamento y respetar las leyes que el
Creador ha inscrito en la creación.
347 La creación está hecha con miras al Sabbat y, por tanto, al culto y a la adoración de Dios. El culto está inscrito en el orden
de la creación (cf Gn 1, 14). Operi Dei nihil praeponatur ("Nada se anteponga a la dedicación a Dios"), dice la regla de san
Benito, indicando así el recto orden de las preocupaciones humanas.
348 El Sabbat pertenece al corazón de la ley de Israel. Guardar los mandamientos es corresponder a la sabiduría y a la
voluntad de Dios, expresadas en su obra de creación.
349 El octavo día. Pero para nosotros ha surgido un nuevo día: el día de la Resurrección de Cristo. El séptimo día acaba la
primera creación. Y el octavo día comienza la nueva creación. Así, la obra de la creación culmina en una obra todavía más
grande: la Redención. La primera creación encuentra su sentido y su cumbre en la nueva creación en Cristo, cuyo esplendor
sobrepasa el de la primera (cf Misal Romano, Vigilia Pascual, oración después de la primera lectura).
Resumen
350 Los ángeles son criaturas espirituales que glorifican a Dios sin cesar y que sirven sus designios salvíficos con las otras
criaturas: Ad omnia bona nostra cooperantur angel ("Los ángeles cooperan en toda obra buena que hacemos") (Santo
Tomás de Aquino, S. Th., 1, 114, 3, ad 3).
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351 Los ángeles rodean a Cristo, su Señor. Le sirven particularmente en el cumplimiento de su misión salvífica para con los
hombres.
352 La Iglesia venera a los ángeles que la ayudan en su peregrinar terrestre y protegen a todo ser humano.
353 Dios quiso la diversidad de sus criaturas y la bondad peculiar de cada una, su interdependencia y su orden. Destinó
todas las criaturas materiales al bien del género humano. El hombre, y toda la creación a través de él, está destinado a la
gloria de Dios.
354 Respetar las leyes inscritas en la creación y las relaciones que derivan de la naturaleza de las cosas es un principio de
sabiduría y un fundamento de la moral.