Algo A Caso
Algo A Caso
Algo A Caso
Hola Yaroslao,
Te escribo si es que todavía estás ahí. Me pregunto cómo estás, pero ya sé la respuesta. Lo
consideras algo banal porque tú y yo casi somos la misma persona. Eso trato de creer. A veces
me quedo mirando tu reflejo en el espejo, solo veo a un joven tratando de ser normal. Pero más
te miro y más te odio. Siempre tratando de encajar. ¿Cuándo te vas a dar cuenta de que no es
así como funcionas? Entonces, ¿cómo es que funcionas? No lo sé. Quisiera ser yo, pero yo ya
no soy yo, y tú ya no eres tú. Pero sí sé algo: sigues ahi seguro en algún lado de ese ser todo
crispado. Al fin y al cabo, era lo que querías, no, dejar de ver, dejar de ser y dejar de ir. Ir a
donde ya sabes, a donde, por favor, no lo digas. ¿Dónde es aquello que no miro, pero siempre
miro? Basta, cabeza. Te percibo y te veo, y me doy cuenta de que mis sentidos se pierden y
con ellos mi razón de ser. Yo solo sé que yo ya no soy yo y mi mente ya no es mi mente. Por
último, te digo adiós, si es que alguna vez te vi y te escuché.
Entonces pensé, determinado por la realidad que me rodeaba, porque ¿cómo es posible que
haya caído tan bajo? Juzgo a duras penas si acaso podía contemplar mi propio pensamiento.
Veo y no creo, escucho y no veo. ¿Acaso solo para percibir necesito sentir? Basta, desgraciado
sentir. Contemplo el vacío de algo llamado alma, con solo mi sombra. Busco que sea mi
llamada alma o mi pensamiento intentando conseguir la tan anhelada tranquilidad, si es que
acaso existe.