Dignidad de La Persona Humana. 1° y 2°
Dignidad de La Persona Humana. 1° y 2°
Dignidad de La Persona Humana. 1° y 2°
LA PALABRA DE DIOS NOS DICE: (Génesis 1,26-27) Hagamos al hombre a nuestra imagen y
semejanza. Que mande a los peces del mar y a las aves del cielo, a las bestias a las fieras salvajes y a
los reptiles que se arrastran en el suelo. Y Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó
hombre y mujer los creó.
Todas las personas llevan la imagen de Dios, en cuanto poseen el amor que Dios les ha dado la libertad
para elegir y actuar.
- Esta es la descendencia de Adán. En el día en que Dios creó al hombre, a semejanza de Dios los creó.
Génesis 5,1
La imagen de Dios es la base de la dignidad de todos los seres humanos.
Cualquiera que derrame sangre humana, su sangre será derramada, porque Dios creó al hombre a
imagen suya. Génesis 9,6
La persona humana, tal como es descrita en la Biblia, aparece como un ser de relaciones. La primera de
esas relaciones es con Dios, su creador. Esta relación se expresa con la afirmación sorprendente:
IMAGEN DE DIOS.
La expresión “hagamos” es un plural de deliberación de Dios consigo mismo. No se trata un de
politeísmo sino de la comunión de amor de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
La palabra “SEMEJANZA”. Traduce la palabra hebrea “demut” equivalente al griego “elton”. Es la
mayor prerrogativa de todo ser humano: el hecho de ser personas un bien permanente. Por eso ninguno
podrá disponer de la vida de los demás. Génesis 9,6.
El mensaje de que el ser humano lleva la imagen de Dios en el sentido de que recibe de Dios su propio
ser como hijo(a) por ser El su Creador y su Señor.
Muchos siglos después para el libro de la Sabiduría, ser imagen de Dios es participar de su
incorruptibilidad, de su inmortalidad. Dice así el texto sagrado: “Dios creó al hombre para que no
pereciera y lo hizo inmortal, igual como es él. Sabiduría 2,23
-Para el Nuevo Testamento ser imagen de Dios es participar de Cristo, imagen viva de Cristo. Para los
seguidores de Jesús, Cristo es “la imagen de Dios que no se puede ver, el primogénito de la creación”.
(Colosenses; 1,15; 2 Corintios 4,4)
Es importante ahondar el bellísimo himno que Pablo nos comunica en su carta a los Filipenses.
La carta de los Filipenses fue escrita en el año 59 por Pablo que se encontraba en la cárcel. Este himno
describe la conducta de Adán del Génesis y de Cristo el verdadero Adán.
Pues bien: el primer Adán era imagen de Dios que se levanta, olvida su relación con Dios, rompe su
imagen y se pierde en la miseria.
En cambio Jesucristo es el segundo Adán. En lugar de sentirse orgulloso por sentirse imagen de Dios,
se humilla, se hace servidor hasta morir en la cruz. Su entrega nos trae la salvación y nos devuelve la
DIGNIDAD de ser imagen de Dios, por eso decimos que “somos hijos en el Hijo”.
Cristo, siendo de condición divina, no reivindicó, en los hechos, la igualdad con Dios, si no que se
despojó; tomando la condición de servidor y llegó a ser semejante a los hombres. Más aún: al verlo, se
comprobó que era hombre. Se humilló y se hizo obediente hasta la muerte en una cruz. Por eso Dios lo
engrandeció y le concedió al hombre, para que ante el nombre de Jesús; todos se arrodillen, en los
cielos, en la tierra, entre los muertos. Y toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para la gloria
de Dios Padre. Filipinses : 2,5- 11.
No sólo Cristo, nuevo Adán, es la imagen perfecta de Dios, sino que también tiene por misión
transformarnos en imagen de ese mismo Dios.
Esta gran verdad, Pablo lo subraya en muchas oportunidades: “Ustedes se han despojado del hombre
viejo y su manera de vivir para revestirse del hombre nuevo, que es el creador; va renaciendo conforme
a su imagen para llevarlo al conocimiento verdadero”. Colosenses 3,9 –10
Nuestra vocación y dignidad es de ser imagen y semejanza de Dios. Ahora bien esta maravilla no se da
por nuestro esfuerzo. Es regalo de Dios Padre y Creador. El Señor es espíritu y donde está el espíritu
del Señor, allí está la libertad. Por eso todos nosotros andamos con el rostro descubierto, reflejando
como un espejo la gloria del Señor, y nos vamos transformando en imagen suya más y más
resplandeciente, por la acción del Señor que es espíritu.
ACTIVIDAD