Conferencia Mendoza Quindio
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Conferencia Mendoza Quindio
sociales en la región.
Mariela Mendoza1
1. Introducción
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Magister en Ciencias Sociales y Salud, Docente-Investigadora del Departamento de Ciencias Sociales de la
Universidad Nacional de Luján, Argentina.
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de trabajadores durante la conformación del modelo de Estado de
Bienestar Social.
Posteriormente, se discuten los cambios originados en las
políticas sociales en la región teniendo en cuenta los rasgos de
continuidad pero también de ruptura de los principios y valoraciones
neoliberales y el reposicionamiento del Estado como así también el
protagonismo que vienen teniendo los movimientos sociales y las
organizaciones políticas nacidas en el transcurso del despliegue
neoliberal en la región.
Finalmente, se exponen algunas reflexiones teniendo en cuenta
que en el escenario actual se augura y promueven la emergencia de
acontecimientos políticos de signos emancipatorios.
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educación y de los sistemas de seguridad social han puesto de manifiesto lo
contrario.
La situación socio-política latinoamericana viene siendo estudiada y
debatida desde diferentes ámbitos académicos como un modo de visibilizar las
consecuencias que se ha generado en las condiciones de vida de vastos sectores
sociales al mismo tiempo que se discuten y/o problematizan las formas de
enfrentamiento a las demandas sociales, la emergencia de conflictos sociales o
las posibles insurgencias de organizaciones colectivas que exigen el
reconocimiento de sus derechos.
Es indudable que el neoliberalismo ha dejado marcas muy profundas en los
distintos países latinoamericanos, ha conmovido las bases institucionales de los
Estados con características de bienestar social como así también ha puesto en
cuestión el significado y el significante de categorías socio-políticas como
derechos sociales, ciudadanía, universalidad, participación, igualdad y libertad, por
mencionar sólo algunas.
Con ello se quiere distinguir que las transformaciones generadas por el
neoliberalismo no se circunscriben a los componentes de la dimensión material ya
que al mismo tiempo se fueron gestando modificaciones en la dimensión socio-
cultural e ideológica.
José Paulo Netto entiende que el neoliberalismo es un instrumento
ideológico del gran capital que le permitió alcanzar legitimidad en el orden socio-
político. El autor considera que el desarrollo actual del capitalismo ha necesitado
destruir las regulaciones que fueron impuestas como resultado de las luchas del
movimiento obrero, generando el desmontaje (total o parcial) de los diferentes
tipos de Estado de Bienestar.
El capitalismo contemporáneo atentó seriamente contra los derechos
laborales adquiridos, redujo drásticamente el número de trabajadores industriales
y favoreció el debilitamiento de las organizaciones sindicales de los trabajadores.
Como lo señala Netto (2006), la precarización y la “informalización” de las
relaciones laborales re-editaron formas de explotación que parecían propias del
siglo XIX con el aumento del trabajo infantil, aumento de las jornadas de trabajo,
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trabajo semi-esclavo o esclavo; lo que expresa una agudización de las
condiciones de desigualdad social y económica.
Para lograr la desarticulación socio-institucional propia del modelo de
Estado regulador, el gran capital promovió una determinada concepción de
hombre, -entendido en términos individualistas como posesivo y competitivo-; una
concepción de sociedad, -basada en la idea de la natural y necesaria desigualdad
entre los hombres-, y una noción de libertad -en función de la libertad de
mercado-.
Es decir, debemos entender el neoliberalismo como parte del proyecto
estratégico del capitalismo, que ha generado profundas alteraciones en el modo
de producción y reproducción social a partir de las últimas décadas del siglo XX,
como una forma de afrontar la crisis cíclica de acumulación del sistema económico
mundial.
Se produce un cambio sustancial en relación al principio fundamental que
orientó la intervención del Estado para garantizar el funcionamiento de los
mecanismos socio-institucionales y que permitiera a la población acceder a bienes
y servicios en términos colectivos. Ahora se promueve que el individuo/ciudadano
(ya no los trabajadores o la población) tenga la “libertad” de elegir -de acuerdo a
sus capacidades- en el mercado, los bienes y servicios que requiera sin la
necesidad de mediaciones socio-políticas estatales. Esto significa una inversión de
los valores sociales y políticos del contenido/significado de la libertad y del
derecho por un lado, pero al mismo tiempo se sustentan las bases para entender a
los trabajadores/población como individuos (libres) que deben responsabilizarse
por su propia condición.
El objetivo real del capital monopolista no ha sido la “disminución” del
Estado sino que propugna la reducción de las funciones estatales dirigidas a la
cohesión, principalmente de aquellas ligadas a asegurar los derechos sociales. Es
decir, el capital monopolista necesita de la continuidad de un Estado que facilite y
viabilice las medidas indispensables para ampliar su acumulación, la ofensiva está
dirigida a destruir la institucionalidad gestada para resguardar los derechos de la
clase trabajadora.
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Entonces, la ofensiva neoliberal orientó su accionar en la modificación de
las reglamentaciones de las relaciones laborales (flexibilización laboral), en la
privatización de la seguridad social (el sistema previsional, la salud, etc.) y en la
privatización de los sectores más rentables (empresas y servicios) que dependían
del Estado nacional, favoreciendo la desnacionalización de la economía.
Con relación a las medidas de privatización, varios autores señalan que el
eje articulador de la estrategia neoliberal es la privatización, al orientar su
objetivo a facilitar la apertura de todas las actividades rentables a la inversión del
sector privado ampliando de ese modo los ámbitos de acumulación, al mismo
tiempo que coloca a los componentes del bienestar social como bienes/productos
de mercado.
Se puede afirmar que las privatizaciones de las áreas estratégicas y
rentables de las economías nacionales significaron el saqueo legal del patrimonio
público para su traspaso a grandes monopolios transnacionales, perdiendo de
esta manera el control de la explotación de los recursos naturales como el
otorgamiento de servicios esenciales a la población (Borón, 2003).
Las consecuencias del neoliberalismo adquirieron particularidades de
acuerdo a las trayectorias socio-históricas de cada país como así las diferentes
formas que adquirió la “cuestión social” contemporánea. Vinculado a ello, la
inserción y participación de los diferentes países en el capitalismo internacional ha
signado sustancialmente el desarrollo de las economías nacionales,
consolidándose, entonces, particulares relaciones entre Estado/Sociedad.
Alvarez Leguizamón (2005) señala en su análisis sobre la tensión entre la
lógica del capital y el bienestar en América Latina y el Caribe, que es débil
asalarización en la región –comparándola con los países centrales del capitalismo-
al considerar que participan de las relaciones asalariadas centralmente la
población blanca, persistiendo aún relaciones serviles y semi-serviles como así
también relaciones de tutela entre el Estado y las poblaciones nativas. Esta
situación condiciona el acceso al ejercicio de derechos de ciudadanía a vastos
sectores sociales por haber sido más limitada la mercantilización colocando a los
trabajadores en desventaja: con salarios insuficientes, contratos precarios, etc.; lo
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cual ha significado que la reproducción social de grupos sociales se viene
sosteniendo vía vínculos de tutela, redes de solidaridad no mercantiles y trabajos
de la economía informal. Asimismo considera que “La accesibilidad a los medios
de subsistencia que garantizan la reproducción de la vida en América Latina
también estuvo limitada desde los inicios de las relaciones capitalistas, por las
condiciones de superexplotación del trabajo y los métodos coactivos de
expropiación de la tierra y el agua”.(2005:250)
El avance de proyecto neoliberal se inició en muchos países
latinoamericanos de la mano de gobiernos dictatoriales y anti-democráticos (como
Chile y Argentina), la represión, la violencia y el ataque extremo a los movimientos
sociales y organizaciones políticas caracterizó la posición política de los sectores
hegemónicos para eliminar los intentos protesta y evitar la construcción de
proyectos contra-hegemónicos.
En términos generales, el neoliberalismo como estrategia de re-
estructuración del capital a nivel internacional, promovió la consolidación del
capital financiero, la flexibilización laboral, la apertura y desregulación económica y
el ajuste en el sector público. En varios países latinoamericanos la
neoliberalización se impuso con mayor claridad en un período histórico donde
comenzaron procesos de democratización social.
Es muy interesante el análisis que realiza Harvey (2007) al respecto,
señala que fue necesaria la utilización de medios democráticos para alcanzar el
éxito y la legitimación popular y lograr el consentimiento social hacia el giro
neoliberal.
Las influencias ideológicas circularon a través de los medios de
comunicación, las corporaciones y las instituciones de la sociedad civil
(universidades, escuelas, partidos políticos), logrando el consenso de intelectuales
que funcionaron como orgánicos tanto en la elaboración como en la difusión de la
ideología y los principios neoliberales, lo cual fue posible por la captura de los
partidos políticos y del poder estatal. (Harvey, 2007)
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A su vez, en el mismo proceso histórico, se fueron generando movimientos
de resistencia social que visibilizaron, de diferentes maneras, el significado socio-
político del avance del neoliberal en la región.
Féliz y López (2012) sostienen que el proyecto neoliberal logró desarrollar
transformaciones económicas y sociales que también generaron procesos de
resistencia y oposición política que evidenciaban las contradicciones estructurales
del orden social.
El desencadenamiento de procesos de empobrecimiento masivo como
parte de la agudización de la desigualdad social, el crecimiento exponencial del
desempleo, el aumento de la sobre-explotación de la fuerza de trabajo, el
crecimiento de deuda pública externa, el ingreso del capital especulativo fueron
“los indicadores” que la llamada teoría del derrame no era sostenible.
Féliz (2011) además sostiene que luego de varios años de instauración
neoliberal, la emergencia de una nueva crisis económica y política – crisis
orgánica- ponía barreras que operaron como límites para la continuidad del
proyecto en la región. De esta manera, el autor considera que en América del Sur
la dimensión política de la crisis alcanzó niveles excepcionales, señalando que, si
bien el proceso de expansión neoliberal significó el avance sobre las conquistas e
interpuso frenos a los movimientos sociales, utilizando mecanismos de represión
estatal y/o paraestatal y la implementación de políticas de ajustes, al mismo
tiempo, las organizaciones populares encontraron formas de resistencia y de
enfrentamiento. Así, en América del Sur se desarrollaron nuevas formas
organizativas sindicales, urbanas y rurales que luchan por el reconocimiento de
derechos políticos y sociales como el Movimiento de los sin tierra en Brasil, de
campesinos e indígenas en Ecuador y Bolivia, las organizaciones de desocupados
en Argentina y las organizaciones populares que se gestaron en Venezuela.
Diversos autores2 sostienen que en la última década se han generado
cambios relevantes en la región y que en la actualidad se desarrolla un nuevo
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Féliz (2011, 2012), Vilas (2011), Ansaldi (2012), Borón (2012).
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proceso dentro del movimiento del gran capital que reconfigura las relaciones
Estado-Sociedad.
La crisis económica y social significó el desmoronamiento del
neoliberalismo como proyecto en la región y la reconfiguración del desarrollo
capitalista con la incorporación protagónica del Estado, esta vez más orientado a
la inclusión de las demandas de los sectores y grupos sociales que en el período
precedente no fueron incorporadas o simplemente reprimidas por mecanismos de
coerción estatal o paraestatal.
En este nuevo momento capitalista, el Estado –además- se torna un agente
fundamental al ocupar la función de proveedor de condiciones para la
competitividad del capital a nivel internacional como parte asociada al gran capital
en el impulso de áreas de producción estratégicas.
Como parte de los debates vigentes, Féliz (2011) denomina a este nuevo
proceso de desarrollo capitalista como “neodesarrollista” e identifica que se
reconoce el poder del pueblo trabajador como sujeto dentro del capital.
Uno de los aspectos centrales que evidencian cambios en la relación
Estado/Sociedad es que las organizaciones y movimientos sociales –conformados
muchos de ellos como tal en el auge neoliberal- disputan el contenido y el sentido
de las políticas sociales, estableciéndose negociaciones, luchas,
resquebrajamientos y otorgamiento de reconocimientos socio-políticos entre los
distintos sectores sociales que representan (o no) los intereses de la clase social a
la que pertenecen, lo que expresa que el Estado se encuentra atravesado por la
lucha de intereses contradictorios y antagónicos.
Desde esta perspectiva, el Estado asume la función de canalizar
institucionalmente y contener las demandas políticas de los sectores mayoritarios
en pos de garantizar la reproducción social de su legitimidad. Por otro lado,
modifica su forma de intervención en el ciclo del capital buscando sostener la
reproducción de la sociedad pero en una modalidad que repolitiza las relaciones
sociales y reconoce la batalla de actores enfrentados. (Féliz, 2011)
El Estado aparece no tanto como espacio en disputa, sino como punto de
condensación de las exigencias populares, como canalizador de las demandas
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sociales históricas. Estableciendo un franco contrapunto con la época neoliberal
más clásica de los años 1990, donde el Estado actuaba sin tapujos a favor de los
sectores dominantes. A partir del 2003, en particular en nuestro país (pero también
pensado como un fuerte movimiento para toda Latinoamérica) Féliz menciona que:
“El Estado debió abrirse a las demandas de la población organizada y crear
espacios formales y políticas para canalizar – y en extremo desactivar – la
agitación social.” (2011:256)
Estos cambios socio-políticos desarrollados en los últimos quince años en
la región señalan que no se puede continuar afirmando que el proyecto neoliberal
continua intacto y sin resquebrajamientos; lo que se sostiene aún es el sistema de
producción capitalista a gran escala, lo que se está evidenciando en la región es
una persistencia de la desigualdad social, la continuidad de una economía basada
en la explotación y exportación –saqueo- de los recursos naturales, el
sostenimiento de una “nueva” crisis socio-económica (por la disminución de la
valorización internacional de los productos agro-ganaderos, por la disminución de
la exportación de productos de industria nacional, por la emergencia de nuevas
barreras proteccionistas que limitan la comercialización, etc.) como consecuencia
de la crisis en los países centrales del capitalismo, que recae en la disminución de
la valorización de la fuerza de trabajo.
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cuanto a su estructura, su inscripción en los sistemas de protección varía en los
diferentes países latinoamericanos.
Ahora bien, la difusión y socialización de estudios y de debates académicos
y políticos señalan que en los últimos años el Estado ha comenzado a tener otras
funcionalidades en el proceso de desarrollo actual del capitalismo en la región,
período que -no casualmente- Midaglia lo identifica como el momento del
despliegue de prestaciones sociales.
Como un aspecto relevante, se puede inferir que los PTCI mantienen
rasgos de estrategias liberales y al mismo tiempo determinan una mayor
intervención estatal. En relación a la persistencia de ideales liberales se pueden
mencionar sintéticamente:
ˉ la continuidad de la selectividad de la población que debe ser
evaluada como indigente o pobre,
ˉ el cumplimiento de las condicionalidades en términos de obligación
debilitando la categoría de derechos sociales,
ˉ la disociación de los beneficios propios de la dinámica del mercado de
empleo,
- la perspectiva de pobreza que asocia su persistencia a la falta de
capital humano, desvinculándolo de la problemática de la distribución
de la riqueza
- el bajo costo que implica su puesta en práctica.
Con respecto a la intervención estatal se identifica:
ˉ la obligación del Estado en brindar los servicios sociales como salud y
educación
ˉ la disposición de un mínimo de calidad de las prestaciones
ˉ la mejora de las ofertas regulatorias en torno a la oferta social
(Midaglia, 2012)
Estas tensiones socio-políticas que se expresan en el despliegue
actual de los programas sociales en la región son el resultado de los
procesos de transformaciones en clave neoliberal que resquebrajó el
significante de las categorías de libertad e igualdad modernas que se
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habían constituido en las bases de la ciudadanía social sostenida desde
el modelo de Estado de Bienestar Social.
Siguiendo el análisis de Harvey (2005), quién define al proceso
de acumulación capitalista actual como un proceso de acumulación por
desposesión, considera que la perspectiva de derechos que se sostiene
desde el neoliberalismo parte de colocar al individuo como el elemento
fundacional de la vida político-económica, abriendo la puerta al
activismo por los derechos individuales.
En el marco del neoliberalismo los derechos se localizan en torno
a dos lógicas de poder que pueden ser dominantes, la del Estado
territorial y la del capital; lo que significa que la universalidad de los
derechos estará dada si el poder político del Estado determina su
vigencia, de lo contrario se constituirá en una noción vacía. De allí que
el autor sostiene que los derechos de ciudadanía son derivados y
condicionales; quiénes son considerados ciudadanos en un territorio se
torna en una cuestión política: “Vivir bajo el neoliberalismo también
significa aceptar o someterse a ese haz de derechos que resulta
necesario para la acumulación de capital” (2005:187)
Claramente en el neoliberalismo el derecho inalienable a la
propiedad privada y a la obtención de beneficios será instaurado como
universal. La idea de libertad está profundamente relacionada a la de
los derechos, la libertad neoliberal es entendida en términos negativos,
como la ausencia de impedimentos impuestos en forma voluntaria o
consciente y será entendida como la individual.
Colocar como parte del debate estas consideraciones sobre la
programática neoliberal: sus valoraciones y principios, posibilita
identificar con mayor claridad las tensiones socio-políticas que forman
parte del proceso de reconfiguraciones actuales de las políticas sociales
en la región.
En varios países latinoamericanos el Estado ha desarrollado
mayores mecanismos de intervención para el enfrentamiento de las
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manifestaciones de la “cuestión social” para frenar el avance de la
conflictividad social y ello ha sido una parte –importantísima- de los
logros alcanzados por las organizaciones políticas y movimientos
sociales que sostienen (y han sostenido) diversas demandas.
Como se viene fundamentando, estos cambios también expresan
líneas de continuidad y de ruptura de la programática neoliberal en la
región.
Por un lado la continuidad de la lógica neoliberal subyace en las
concepciones ideo-políticas que alimentan a los programas sociales
que se han desplegado en la región. Midaglia (2012), Pautassi ( ), Pilar
Arcidiácono (2011) han señalado con claridad cómo los aspectos
técnicos y administrativos que estructuran los PTCI indican la existencia
tensiones socio-políticas: universalidad/focalización, derechos
sociales/derechos asistenciales, sujeción de la mujer/aumento de la
autonomía de la mujer.
Por otro lado -como ya se mencionó- en este último periodo, los
Estados en la región comenzaron a incorporar demandas sociales, se
evidenciaron avances en los procesos de democratización social, el
reconocimiento de ciertos derechos, mayor presencia e intervención en
la regulación del conflicto entre capital y trabajo, marcando un cambio
sustancial en la relación Estado/Sociedad.
4. Reflexiones preliminares.
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BIBLIOGRAFÍA
- ALVAREZ LEGUIZAMÓN, Sonia (2005). Los discursos minimistas sobre las necesidades
básicas y los umbrales de la ciudadanía como reproductores de la pobreza, en Trabajo y
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Entre el liberalismo y el retorno del Estado. Nueva Sociedad 239:79-89
- Pautassi, Laura; Arcidiácono, Pilar y Straschnoy Mora. (2013) Asignación Universal por
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