Tema 21
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EL REGLAMENTO
A) CONCEPTO
1No obstante, hay que hacer la salvedad de que el nombre de Reglamento también se emplea para
designar dos tipos de normas:
a) Por una parte, los llamados Reglamentos comunitarios, que tienen rango de ley, siendo su
eficacia superior incluso a la de las leyes de cada uno de los Estados miembros de la Unión
Europea.
b) Por otra, los denominados Reglamentos parlamentarios, cuyo rango se sitúa también por encima
del de las leyes estatales.
En diversas partes del articulado de la LPACAP se enuncian los principios generales
de legalidad, jerarquía, publicidad e inderogabilidad singular del Reglamento, al decir
que:
2 Esta es la llamada inderogabilidad singular de los Reglamentos. La cuestión que aquí se plantea es la de
si un acto administrativo puede oponerse o no a lo establecido en una norma general; o lo que es igual,
si la autoridad que ha dictado un Reglamento -y que, por tanto, está facultada para derogarlo-puede en
un caso concreto actuar en contra de lo dispuesto en él. La LPACAP solventa el problema prohibiendo, no
sólo a la autoridad que dictó la norma sino a cualquier otra, aun cuando fuese jerárquicamente superior,
a actuar en contra de lo reglamentado. Así, por ejemplo, una subvención otorgada a una empresa por el
Consejo de Ministros no puede ir nunca en contra de lo establecido en un Reglamento dictado por un
Ministro. Este proceder se basa en el principio de legalidad, que implica que la Administración está
sometida en todo momento a lo que la Ley establezca, tomando la palabra «Ley» en su sentido amplio:
la Ley está por encima de la propia Administración y ésta ha de someter su actuación a lo que aquélla
establezca.
B) CLASES
- Los Reglamentos estatales pueden serlo por Real Decreto, si son dictados por el
Consejo de Ministros; por Órdenes Ministeriales, cuando proceden
individualmente de un Ministro; o por Instrucciones, Circulares y Resoluciones,
si son dictados por órganos inferiores al Ministro-Secretarios de Estado,
Subsecretarios, Directores generales, etc.-.
Una de las cuestiones más debatidas por la doctrina en torno a los Reglamentos
consiste en dilucidar si son o no verdaderos actos administrativos.
La concepción doctrinal dominante-García de Enterría, García Trevijano, Entrena
Cuesta, Boquera y Martín Retortillo, entre otros-afirma que el Reglamento es un acto
de la Administración, pero no un acto administrativo propiamente dicho, ya que no es
expresión de la función ejecutiva sino de la función normativa de la Administración.
- Por regla general, los Reglamentos están sujetos a vacatio; los actos
administrativos, no.
Por ello volvemos a señalar que, junto a los referidos Decretos y Ordenes
ministeriales, hay otras vías de aparición de las disposiciones reglamentarias, entre
ellas las Instrucciones y Circulares (e incluso también las Resoluciones) emanadas de
autoridades inferiores a los Ministros, como son los Secretarios de Estado,
Subsecretarios y Directores Generales, en la esfera estatal, y a los Consejeros, en las
Comunidades Autónomas.
a) Por una parte, las de carácter interno, las cuales, por ser una manifestación de
la jerarquía administrativa, no afectan directamente a terceras personas ajenas
a la Administración, por lo que no constituyen en ningún caso fuentes del
Derecho Administrativo, ya que no son manifestaciones de la potestad
reglamentaria sino lógica consecuencia de la jerarquía. Por tanto, sus efectos
jurídicos se reducen al deber de obediencia de los órganos inferiores a las
directrices emanadas de sus superiores y, además, sin necesidad de que éstas
hayan sido publicadas, pues basta con que sean conocidas por los inferiores a
quienes se dirigen.
A) IMPORTANCIA
Para averiguar las razones por las que se atribuye este poder a la Administración la
doctrina suele distinguir entre justificación y fundamento de la potestad reglamentaria
de la Administración. La primera estriba en la razón técnico-político-social que está en
su base, mientras que el fundamento, en el principio de Derecho que legitima dicha
potestad.
B) JUSTIFICACIÓN
C) FUNDAMENTO
El título jurídico en virtud del cual Administración dicta Reglamentos se basa en uno
de estos dos principios: en el de la delegación del Poder legislativo y en el de los
poderes propios de la Administración.
Sin embargo, la potestad reglamentaria de los demás Entes públicos hay que
entenderla como derivada y sólo posible cuando la Ley se la conceda y en los términos
en ella previstos.
EL PROCEDIMIENTO DE ELABORACIÓN
1. Reglamentos estatales
El procedimiento de elaboración de los Reglamentos por parte de la Administración
del Estado está contenido fundamentalmente en la LRJSP y en la Ley 50/1997, del
Gobierno, según las cuales:
4. Se sustanciará una consulta pública, a través del portal web del departamento
competente, con carácter previo a la elaboración del texto, en la que se
recabará opinión de los sujetos potencialmente afectados por la futura norma y
de las organizaciones más representativas acerca de:
a) Los problemas que se pretenden solucionar con la nueva norma.
b) La necesidad y oportunidad de su aprobación.
c) Los objetivos de la norma.
d) Las posibles soluciones alternativas regulatorias y no regulatorias.
Salvo autorización expresa de una ley, los Reglamentos no podrán regular aquellas
materias que sean de competencia exclusiva de las Cortes Generales.
Como se sabe, a lo largo de la Constitución hay muchas materias reservadas por ésta
a leyes orgánicas u ordinarias, en las cuales el Reglamento no puede entrar si no es con
una habilitación expresa por parte de la propia ley que las regule.
Por tanto, para que la Administración pueda dictar Reglamentos será preciso que la
materia de que tratan no esté reservada constitucionalmente a una ley orgánica u
ordinaria y, además, aunque no tenga reserva de ley, que no haya sido regulada
previamente por una ley o disposición con fuerza de ley. Esto es así a consecuencia del
carácter subordinado que el Reglamento tiene con respecto a la ley, si ésta existe.
En este sentido, García de Enterría y Baena del Alcázar son partidarios de un criterio
muy extensivo de la reserva de ley, estimando que deberían ser leyes formales todas
las normas que afectaran a las relaciones jurídicas de los ciudadanos, o de éstos y la
Administración, admitiéndose únicamente los Reglamentos independientes en el
campo organizativo y procedimental.
Lo anterior se halla refrendado por el art. 128.2 de la LPACAP, al establecer que los
reglamentos y disposiciones administrativas no podrán vulnerar la Constitución o las
leyes ni regular aquellas materias que la Constitución o los Estatutos de Autonomía
reconocen de la competencia de las Cortes Generales o de las Asambleas Legislativas
de las Comunidades Autónomas. Sin perjuicio de su función de desarrollo o
colaboración con respecto a la ley, no podrán tipificar delitos, faltas o infracciones
administrativas, establecer penas o sanciones, así como tributos, exacciones
parafiscales u otras cargas o prestaciones personales o patrimoniales de carácter
público.
3.Límites formales
1. La vía administrativa
2. La vía contencioso-administrativa
El particular que sea parte en un proceso del que entienda cualquier Tribunal de los
integrados en el Poder Judicial podrá, por vía de excepción, evitar que su caso sea
resuelto de acuerdo con las prescripciones de Reglamentos ilegales. Bastará para ello
que invoque el art. 6 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, en el que se establece que
los Jueces y Tribunales no aplicarán los reglamentos o cualquier otra disposición
contrarios a la Constitución, a la ley y al principio de jerarquía normativa.
4. La revisión de oficio
5. La vía penal
B) EFECTOS DE SU ANULACIÓN