Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Madrid Territorio Medieval

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 168

Madrid, una historia para todos 6

Madrid,
territorio medieval
Madrid, una historia para todos 6

Madrid, territorio medieval


JOSÉ IGNACIO ORTEGA CERVIGÓN
Madrid • 2021
Comunidad de Madrid

Presidenta
Isabel Díaz Ayuso

Consejera de Cultura, Turismo y Deportes


Marta Rivera de la Cruz

Viceconsejero de Cultura y Turismo


Carlos Manuel Martinez Rodriguez

Directora General de Patrimonio Cultural


Elena Hernando Gonzalo

Subdirector General de Protección y Conservación


Lucas García Guirao

Dirección y coordinación editorial


David Rejano Peña
Mariela Beltrán García-Echániz

Con la colaboración de
Miguel Ángel Camón Cisneros
Sara Cuenca Sánchez

Maquetación
Rubén Espada Fernández

Impresión
Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid

© de la edición: Comunidad de Madrid, Dirección


General de Patrimonio Cultural
© de los textos: Comunidad de Madrid, Dirección
General de Patrimonio Cultural

ISBN: 978-84-451-3927-1
D.L.: M-21180-2021
AUTORES DE LOS TEXTOS ILUSTRACIONES

Redacción y elaboración de textos: Recreaciones 3D: Pilar Cienfuegos (Taller de Imagen


José Ignacio Ortega Cervigón (Universidad Complutense Digital S.L.).
de Madrid) Ilustraciones: Carlos Martínez Álvarez
Reconstrucción de la torre y puerta de al-Qalat
Con la colaboración de los siguientes especialistas: y reconstrucción de la ermita visigoda de El Berrueco,
Santa María de la Aldea de Valcamino: Miguel Ángel
Colaboradores de la base documental: López Marcos: páginas 134 y149
José Santiago Palacios Ontalva (Universidad Autónoma José Manuel Castellanos Oñate: páginas: 31, 32, 33, 57,
de Madrid): capítulos 2.1, 2.2, 2.3, 2.4, 8.4 y 8.5. 109, 125, 130, 131, 132, 133
Carlos Manuel Vera Yagüe (Doctor en Historia y Profesor
de Enseñanza Secundaria): capítulos: 3.1, 3.2, 3.6, 6.1
y 6.2. IMÁGENES
José Manuel Castellanos Oñate (Historiador): capítulos 3.3,
3.4, 4.5, 4.6, 6.12, 7.6, 8.2 y 8.3. © Comunidad de Madrid, Dirección General de Patrimonio
Carmen Losa Contreras (Universidad Complutense Cultural. Fotografía: Juan Carlos Martín Lera y Miguel
de Madrid): capítulos 4.1, 4.2 y 4.3. Ángel Camón Cisneros, Miguel Fernández Díaz, David
Eduardo Jiménez Rayado (Universidad Rey Juan Carlos): Rejano Peña
capítulos 5.4 y 6.11. © Museo Arqueológico Nacional. Fotografía: Antonio
Tomás Puñal Fernández (Universidad Rey Juan Carlos): Trigo Arnal
capítulos 5.5, 5.6 y 8.1. © José Manuel Castellanos Oñate
José Antolín Nieto Sánchez (Universidad Autónoma © Archivo Municipal de Ciudad Real
de Madrid): capítulos 5.7, 5.8 y 5.9. © Equipo A de Arqueología
Ángela Muñoz Fernández (Universidad de © Ayuntamiento de Madrid. Museo de San Isidro.
Castilla-La Mancha): capítulos 6.4, 6.5, 6.6, 6.9 y 6.10. Fotografía: Pablo Linés
Consuelo Sanz de Bremond Lloret (Investigadora © Roberto Posada
especialista en indumentaria histórica): capítulo 7.1. © Pablo Cabezos
y 7.2. © Archivo de Villa del Ayuntamiento de Madrid
© Biblioteca Nacional de España
Asesores en las infografías: © José Ignacio Ortega Cervigón
José Santiago Palacios Ontalva, Carmen Losa Contreras, © Purchase, The Horace W. Goldsmith Foundation Gift,
Tomás Puñal Fernández, José Antolín Nieto Sánchez through Joyce and Robert Menschel, 1989
© Museo Arqueológico Regional
© Catedral de la Almudena, Fotografía: Pablo Linés
AGRADECIMIENTOS Viñuales
© Miguel Ángel López Marcos
Alicia Durantez de Irezabal © Purchase, Joseph Pulitzer Bequest, 1917
Cristina Segura Graíño © Salvador Amaya
© Museo Nacional de Artes Decorativas
© Museo Casa de la Moneda
La Comunidad de Madrid presenta Madrid, territorio medieval, sexto número de la serie
Madrid, una historia para todos. Se trata, como los ejemplares anteriores de la colección, de un
libro destinado no solo a difundir el conocimiento científico del pasado de la Comunidad, en
este caso de la Edad Media, sino también y sobre todo concebido con el deseo de hacer de
dicho conocimiento un verdadero ejercicio de disfrute intelectual para todas las edades. Esta
serie, cuyo fin es acercar a los madrileños su pasado, para que disfruten con el patrimonio
cultural, estrena en este volumen un nuevo episodio histórico: la presencia de visigodos, mu-
sulmanes y cristianos en el territorio de nuestra región.

Madrid, territorio medieval ofrece un crisol de cromáticas estampas de un periodo histórico


complejo, largo, cambiante. En él surgen las raíces culturales e institucionales europeas, que co-
nocemos gracias al mayor volumen de fuentes recogidas en la documentación concejil, notarial,
eclesiástica y en las crónicas medievales, en la arqueología y en la cultura material, que logran
avanzar en el conocimiento de las gentes que habitaron el espacio de Madrid.

El dominio visigodo se constata en asentamientos rurales pequeños, con una función defensiva.
Durante la presencia islámica se fundaron Madrid, cuyo origen fue la fortaleza junto a la que
creció una pequeña medina amurallada, y Alcalá. Con la conquista del territorio de Madrid en
el reinado de Alfonso VI, este espacio fronterizo adquirió gran importancia militar y estratégica.

En el periodo bajomedieval la actual Comunidad de Madrid se dividió en varios espacios juris-


diccionales. El central era el de la villa de Madrid y su tierra, un espacio dividido en tres sexmos
con numerosas aldeas. Pertenecía a la jurisdicción del realengo y dependía directamente de la
monarquía. Otros espacios estaban adscritos a la jurisdicción señorial y a la eclesiástica.

Por las páginas del libro el lector conocerá la organización concejil de la villa de Madrid,
compuesto por regidores, alcaldes y oficiales, la célula que organiza los principales aspectos
políticos, económicos y fiscales que atañían a la ciudad. Madrid fue también sede de algunas
reuniones de las Cortes castellanas durante la Baja Edad Media y el Alcázar se convirtió en la
residencia de la corte regia.

Los grupos sociales y sus actividades económicas quedan descritas con minuciosidad y per-
miten observar las transformaciones de los siglos medievales relacionadas con la agricultura,
la ganadería, la artesanía y el comercio. Además, a través de rigurosas recreaciones en 3D e
infografías, conoceremos la indumentaria de hombres y mujeres, la higiene y el aseo diario, el
mobiliario de una vivienda urbana, la educación, las costumbres, las festividades y el patrimonio
documental y artístico.

Unos siglos medievales que conforman una época histórica apasionante, llena de contrastes y
transformaciones, con el caso paradigmático del territorio de Madrid como ejemplo.

Elena Hernando Gonzalo


Directora General de Patrimonio Cultural
Sumario

�I � �I v�


La edad media el poder concejil
en la península ibérica 8 y las ordenanzas 40
La Edad Media en la península Ibérica: El derecho en el Madrid medieval:
evolución política y territorial (siglos V-XII) 10 fuero y ordenanzas 42
La Edad Media en la península Ibérica: El Concejo: centro institucional y político 44
evolución política y territorial (siglos XIII-XV) 12
La justicia en el Madrid medieval 50
Sede de las Cortes castellanas… 52
�i i� … y de la corte itinerante: el alcázar 54
la evolución política
altomedieval 14
Los visigodos en territorio matritense 16
�v �

la economía 56
La fundación de Maŷrīt. 18
Una zona agrícola y ganadera 58
Una fortaleza islámica 20
Las cañadas de la Mesta 60
La conquista de Alfonso VI 22
Bienes comunales y conflictos 64
Las aguas que hicieron posible Madrid 66
�i iI� El mercado 68
la villa y el territorio 24
El abastecimiento de carne y pescado 74
La tierra jurisdiccional de Madrid 26
Los artesanos 76
Los sexmos de Madrid y sus aldeas 28
La organización gremial 82
Las murallas (I) 30
La circulación monetaria 84
Las murallas (II) 32
La fiscalidad y las rentas concejiles 86
La evolución urbana del Madrid cristiano 34
Los territorios de la Transierra madrileña 36
Los caminos y las comunicaciones 38
�vI� �v Iii�
los grupos sociales 88 la cultura y el patrimonio 134
La nobleza 90 El patrimonio documental 136
Los señoríos de la tierra de Madrid 92 El patrimonio artístico 138
El arcedianazgo de Madrid 94 El patrimonio militar islámico 142
Las parroquias (I) 96 El patrimonio militar cristiano 144
Las parroquias (II) 98 Las creencias populares:
de San Isidro a las hechiceras 148
El sistema monástico del Madrid medieval 100
Huellas en la ciudad 150
Los hospitales: la beneficencia 102
Yacimientos arqueológicos 152
Los campesinos 104
Museos y archivos 154
Las mujeres 106
La proyección social de las mujeres 108
Lecturas recomendadas 156
La comunidad mudéjar madrileña 110
Glosario 158
Los judíos 112

�vIi�
la vida cotidiana 114
La indumentaria: estética
e identidad medieval 116
El cuidado del cuerpo.
Higiene personal y baños 118
Una vivienda urbana 120
La educación bajomedieval 122
Las costumbres y festividades populares 128
�I�
la edad media
en la península ibérica
La Edad Media es un periodo histórico caracterizado
en la península ibérica por la fragmentación del poder
político en reinos cristianos, cuyos monarcas van aglu-
tinando mayores resortes de poder en aras de las con-
quistas militares frente al territorio de al-Ándalus. Los
grupos privilegiados atesoran el poder económico y so-
cial frente a una mayoría social de personas dedicadas a
las actividades productivas, en especial vinculadas a la
labor de la tierra. En el contexto del desarrollo urbano
bajomedieval, con el auge de la institución concejil y su
importancia como núcleo de apoyo para los monarcas,
con la proliferación de las actividades artesanales o co-
merciales, con los variados grupos sociales que habita-
ban su territorio, con sus manifestaciones culturales y
patrimoniales, se inserta el interés de esta obra, un palpi-
tante esbozo de la vida cotidiana en el periodo medieval.
La Edad Media en la península Ibérica:
la edad media en la península ibérica

evolución política y territorial (siglos V-XII)


En la Alta Edad Media el reino visigodo de Toledo persistió entre los siglos VI al VIII. La conquista
musulmana de la Península redujo la presencia de territorios cristianos a la zona septentrional. Después,
los reinos peninsulares fueron ganando territorios al califato andalusí en diversas etapas, a través de
conquista militar y del proceso de repoblación.

El reino visigodo y la conquista islámica (siglos v-viii) dos y cristianizados. Uno de estos nobles, Pelayo, se convirtió
En el contexto de las invasiones bárbaras, los visigodos rea- en rey de los astures y derrotó a una expedición del emir de
lizaron incursiones en la Península desde el 418 y lograron al-Ándalus en Covadonga, en el año 722.
expulsar a los alanos y vándalos hacia el norte de África. Es- Los reyes de Asturias, como Alfonso I, utilizaron símbo-
tablecidos como pueblo federado en Tolosa, fueron derrota- los de los monarcas visigodos para reivindicar que eran he-
dos por los francos en Vouillé (507). Los visigodos afianzaron rederos de su reino y protegían a la Iglesia. El reino asturia-
la autoridad monárquica, que era electiva. Bajo Leovigildo se no se extendió hacia el río Duero con Alfonso III y alcanzó
logró la unidad territorial al expulsar a suevos y bizantinos, Galicia. En aquel territorio surgió una devoción en torno a
instalados en enclaves costeros del sureste. La conversión de la supuesta tumba del apóstol Santiago y se creó una ruta de
Recaredo al catolicismo –los visigodos profesaban el arria- peregrinación. La capital del reino se desplazó desde Oviedo
nismo– permitió la integración completa de la población his- a León a comienzos del siglo xi. Los reyes leoneses crearon
panorromana. Los concilios de Toledo eran asambleas for- el condado fronterizo de Castilla para contener las incursio-
madas por obispos y nobles con gran resonancia en el ámbito nes musulmanas en la parte oriental del reino.
normativo eclesiástico y en las tareas de gobierno. El Liber
iudiciorum de Recesvinto recogía bajo un mismo código jurí- Los núcleos pirenaicos
dico a los habitantes del reino visigodo. Los habitantes del área pirenaica conservaban formas de vida
La conquista musulmana de la Península posibilitó su sencillas, basadas en una economía agraria y ganadera. Los
dominio político durante varios siglos, con momentos de gobernantes musulmanes se establecieron en ciudades como
esplendor económico y cultural durante el emirato de Cór- Pamplona o Huesca. Algunos valíes de estos territorios se
doba (755-929) y el califato de Córdoba (929-1031). La dis- rebelaban contra el poder del emirato de Córdoba.
gregación territorial en reinos de taifas y el dominio militar Carlomagno, heredero del reino de los francos, desplazó
efímero de los almorávides y los almohades –procedentes del de la zona oriental de la Península a los musulmanes, dispuso
norte de África– coincidió con un mayor empuje de los rei- una serie de territorios fortificados gobernados por condes y
nos cristianos en su avance meridional. Finalmente, el reino formó un espacio vinculado a su imperio, la Marca Hispá-
nazarí de Granada, que se extendía por Málaga, Granada y nica. En esta zona se fue recuperando la tradición urbana y
Almería, persistió entre 1238 y 1492. comercial debido a la influencia de los francos.
En Navarra y en los condados aragoneses fueron asimi-
El núcleo astur-leonés lando la organización política y social altomedieval. La po-
Los primeros núcleos territoriales cristianos se agruparon en blación urbana creció y se reactivó la actividad económica.
la zona norte de la península Ibérica, tras la conquista musul- A comienzos del siglo ix los núcleos pirenaicos se fueron in-
mana a comienzos del siglo viii. En el área cantábrica grupos dependizando y nombraron condes propios: algunos fueron
de nobles y obispos visigodos se aliaron con astures, cánta- Vifredo el Velloso, en Barcelona, Aznar Galindo en Aragón
bros y vascones, pueblos que apenas habían sido romaniza- o Sancho Garcés en Navarra. Los condes de Barcelona no

[ 10 ]
pudieron avanzar más allá de la línea del Ebro por la presen-
cia musulmana, pero mantuvieron controlada a la nobleza.
A finales del siglo x la expansión cristiana se detuvo porque
los reyes cristianos necesitaban organizar la explotación de
las tierras y construir fortificaciones.

Los grandes reinos:


Castilla, León, Aragón y Navarra
El siglo xi marca el predominio político de los reinos cris-
tianos frente a los musulmanes, que habían fragmentado su
dominio peninsular en taifas gobernadas por un rey. Hasta
el siglo xiii se reanudó la expansión territorial de los reinos
cristianos, al desarrollarse un espíritu de cruzada religiosa
por toda Europa. La aparición de las órdenes militares res-
ponde a este deseo de combatir militarmente contra el islam.
Navarra alcanzó la hegemonía política bajo el mandato  Mapa de la península Ibérica. Siglo XI.
de Sancho III el Mayor, que recibió la herencia de Castilla
por su esposa, ampliando su territorio hacia Álava y Soria, derrotaron a los cristianos en varias batallas y detuvieron su
ocupó los valles aragoneses de Sobrarbe y Ribagorza, e in- avance. Portugal fue un condado del territorio leonés hasta
cluso recibía vasallaje de los condes catalanes y del rey leonés. adquirir su independencia como reino con la figura de Al-
A su muerte, sus tierras se repartieron entre sus hijos, que se fonso Enríquez.
convirtieron en reyes de Navarra, Aragón y Castilla. El valle del Ebro fue dominado por los aragoneses tras la
Fernando I de Castilla aglutinó también el territorio de conquista de Zaragoza por Alfonso I. Poco después, la Co-
León al casarse con su heredera Sancha. A partir de este mo- rona de Aragón se conformaba por los territorios de Aragón
mento, salvo alguna excepción, Castilla y León permanecie- y Cataluña tras un pacto matrimonial por el que Ramón Be-
ron unidos. Alfonso VI llevó la frontera con al-Ándalus has- renguer IV, conde de Barcelona, se convirtió en rey de Ara-
ta el Tajo al tomar Toledo en 1085 y obtuvo el pago de parias gón. En este periodo Castilla y Aragón realizaron acuerdos
de los reinos de taifas. La conquista de Valencia fue llevada a de reparto de las áreas de expansión territorial de cada reino.
cabo por el Cid, vasallo del rey castellano. Los reyes musul- Alfonso VIII de Castilla conquistó Cuenca, pero fue derro-
manes de Sevilla y Zaragoza llamaron a los almorávides, que tado por los almohades en la batalla de Alarcos, en 1195.

LA REPOBLACIÓN (aprisio) e impulsaron la fundación de encargadas de la defensa de las ciudades


monasterios. Muchos campesinos catalanes fronterizas.
El reparto de las tierras benefició a la nobleza estaban sometidos por sus señores, que les
guerrera, que recibió de los monarcas las pedían unas prestaciones en condiciones La conquista de Toledo marcó el comienzo
zonas limítrofes con la frontera musulmana abusivas, los malos usos (usatges). del dominio cristiano del valle del Tajo,
para su defensa. La repoblación en Asturias zona con gran población musulmana. En
y León fue llevada a cabo por colonos En una etapa posterior, durante los siglos el valle del Ebro, tras la toma de Zaragoza,
campesinos que ocuparon tierras para XI y XII, la presencia cristiana aumentó persistieron las cartas de población o
cultivarlas y defenderlas. Es el sistema entre el Duero y el Sistema Central. Los fueros que concedían privilegios a sus
denominado presura, validado por los reyes castellanos concedían fueros a pobladores.
monarcas asturleoneses. las ciudades, normas que regulaban la
convivencia y donde se concedían a sus Las órdenes militares, compuestas de monjes
En los territorios cristianos orientales se pobladores privilegios y exenciones. Las soldados, tuvieron gran importancia en la
concedieron cartas puebla, documentos ciudades recibían de la monarquía un amplio repoblación de Extremadura y La Mancha;
que ofrecían una serie de ventajas a los territorio (alfoz) con aldeas dependientes destacaron las de Alcántara, Santiago
campesinos. En Cataluña los condes de su jurisdicción. Los caballeros villanos y Calatrava, que conformaron extensos
favorecieron la colonización de tierras conformaban las milicias concejiles, señoríos. [ 11 ]
La Edad Media en la península Ibérica:
la edad media en la península ibérica

evolución política y territorial (siglos XIII-XV)


La evolución política bajomedieval de los reinos cristianos se estabilizó con la conquista del valle del
Guadalquivir. En los siglos XIV y XV se consolida el poder político de las monarquías, en un contexto de
amplias transformaciones institucionales, demográficas, económicas y sociales.

La evolución política Pedro III y Pedro IV de Aragón continuaron la obra de Jai-


En la segunda mitad del siglo xiii Alfonso X de Castilla re- me el Conquistador.
cuperó de manos musulmanas el reino de Murcia y ocupó la El reino de Navarra quedó en el siglo xiii sin posibilidad
parte occidental de Andalucía (Huelva y Cádiz). Alfonso XI de expansión territorial y en siglos sucesivos quedó vinculado
logró restablecer la autoridad real frente al protagonismo no- a la órbita de la monarquía francesa.
biliario en momentos de las minorías de edad de los reyes. La Con el avance territorial del siglo xiii los reyes castella-
reconquista se detuvo porque la presencia musulmana quedó nos repoblaron las tierras del valle del Guadalquivir, Anda-
reducida al reino nazarí de Granada. lucía y Murcia haciendo repartimientos entre quienes habían
Por su parte, Jaime I de Aragón, llamado el Conquistador, participado en su conquista. Se entregaba un lote de tierras
con ayuda de las ciudades y la nobleza catalanas, conquistó según su posición social: los donadíos se adjudicaban a la
las islas Baleares e incorporó los reinos de Valencia y Denia. aristocracia y a los obispados; los heredamientos, de menor
tamaño, a la baja nobleza y a los caballeros de las ciudades.
Algunos nobles y eclesiásticos recibieron grandes latifundios,
estructura de la propiedad que ha llegado hasta la actualidad.
La población mudéjar huyó al reino de Granada y al norte
de África. La nobleza aragonesa se benefició del reparto de
tierras. En algunas ciudades del reino de Valencia se hicieron
capitulaciones, que permitieron a los musulmanes conservar
sus propiedades en ellas. Las tierras no ocupadas fueron para
pequeños propietarios aragoneses y catalanes.
La dinastía Trastámara ascendió al trono en Castilla,
Navarra y Aragón y premió con títulos señoriales y cargos
cortesanos a los principales linajes. En los siglos xiv y xv la
nobleza diversificó sus fuentes de ingreso y fue acumulando
poder político en torno a la monarquía, por lo que se creaban
facciones enfrentadas en continuas guerras civiles.

Las instituciones bajomedievales


El reforzamiento de la autoridad monárquica se basaba en
el derecho romano recogido en las Siete Partidas, un código
legislativo promulgado por Alfonso X el Sabio, y en el Or-
denamiento de Alcalá de 1348. Los reyes eran coronados en
ceremonias solemnes con la participación de la Iglesia, lo que
 Mapa de la península Ibérica. Siglo XIII. confería un carácter simbólico y divino al poder.

[ 12 ]
La justicia era regulada por la Audiencia, tribunal que se
denominaría en el siglo xv Chancillería. Los reyes eran la
máxima autoridad judicial, aunque delegaban esta función
en algunos nobles y terratenientes, que desempeñaban car-
gos judiciales como los merinos o adelantados. Los nobles y
eclesiásticos también participaban en las instituciones acon-
sejando al rey, como en el Consejo Real, donde el monarca
castellano les consultaba los principales asuntos de gobierno,
y en las Cortes junto a las ciudades.
La monarquía castellana también extendió su influencia
en los Concejos con el sistema de regimientos, que regula-
rizaba quiénes podían acceder a los gobiernos municipales.
Las principales ciudades del reino contaron con un corregi-
dor, que desempeñaba en ellas la función de delegado regio
en los conflictos y organizaba la vida política.
El funcionamiento político del gobierno aragonés se
caracterizó por un pacto continuo entre la monarquía y la
aristocracia, a través de instituciones como las Cortes
y el Justicia Mayor, un cargo desempeñado por
un noble que defendía a los estamentos privi-
legiados frente al rey. Los reinos de Aragón,  Privilegio rodado de la fundación de Ciudad Real, 1255,
Archivo Municipal de Ciudad Real.
Valencia y Mallorca y el principado de Ca-  Sello real de Enrique IV, Museo Arqueológico Nacional.
taluña tenían instituciones y leyes distintas.
Pedro III juró los privilegios y fueros de rra que en el reino castellano o el Levante. Se calcula que la
aragoneses y catalanes en 1283 a cambio pérdida demográfica osciló entre el 20 y el 40 % de los habi-
del apoyo económico para la expansión tantes. Castilla y Valencia se recuperaron en el transcurso del
mediterránea. siglo xv, pero Cataluña no recuperó su volumen demográfico.
El descenso de la producción agraria se reflejó en las malas
La crisis demográfica y cosechas, el abandono de tierras y la escasez de alimentos. Las
los conflictos sociales condiciones climáticas o las plagas generaban malas cosechas,
A mediados del siglo xiv se las reservas de trigo se agotaban rápidamente y los precios se
produjo una crisis demográ- disparaban. El hambre, como consecuencia final de este proce-
fica causada por la extensión so, fue otro componente habitual de la crisis bajomedieval en
de la peste negra, que diezmó una sociedad con una dieta alimenticia muy limitada.
en un tercio la población euro- Los conflictos sociales afloraron en el siglo xv como
pea. La pérdida de población se consecuencia de la crisis demográfica y económica. Con la
debió a diversas causas: hambrunas peste disminuyó la producción agraria y las ciudades queda-
periódicas, guerras civiles o la di- ron desabastecidas. El proceso de señorialización conllevó el
fusión de la peste negra que ori- incremento de la explotación de los nobles, que recurrieron
ginaba epidemias en la población, a nuevos tributos o al incremento de los arrendamientos en
gracias a la ausencia de medidas hi- condiciones abusivas. Los principales conflictos fueron las
giénicas y sanitarias. guerras de remensa en la corona de Aragón, donde los cam-
El descenso demográfico varió de pesinos debían pagar un canon para abandonar la tierra, y va-
unos territorios a otros, siendo más rios episodios de enfrentamientos antiseñoriales y contra los
acusado en zonas de Cataluña y Nava- Concejos en Castilla como la revuelta irmandiña en Galicia.

[ 13 ]
�II�
la evolución política
altomedieval
El territorio de Madrid durante la Alta Edad Media
estuvo en poder de visigodos, musulmanes y cristianos.
El dominio visigodo se constata en asentamientos ru-
rales de poca entidad demográfica, ubicados en altura
con una función eminentemente defensiva. Durante la
presencia islámica se fundaron en la taifa de Toledo ciu-
dades como Madrid, cuyo origen fue la fortaleza junto a
la que creció una pequeña medina amurallada, o Alcalá,
como atestiguan las fuentes arqueológicas. Con la con-
quista del territorio de Madrid en el reinado de Alfon-
so VI, este espacio fronterizo adquirió una importancia
militar y estratégica. En la villa de Madrid se integraron
nuevos pobladores, sobre todo castellanos. Durante el
siglo XII se inició la construcción de otro recinto amu-
rallado, se definió su alfoz y se organizó un incipiente
gobierno concejil.
Los visigodos en territorio matritense
la evolución política altomedieval

Durante el dominio de los visigodos, en la región de Madrid solo se podría hablar de una ciuitas como tal,
Complutum, aunque hay numerosos asentamientos rurales en distintos espacios de la Comunidad.

Madrid en la tardoantigüedad o en nuevos asentamientos fortificados en altura, evidencias


La quiebra del sistema político imperial estuvo marcada por acumuladas de un mundo que se desmoronaba.
diversas circunstancias. Entre ellas, las consecuencias de una En la zona central de Hispania las consecuencias de la con-
crisis dinástica; la llegada a la Península de suevos, vándalos flictividad que trajo consigo la instalación de alanos y vánda-
y alanos, con la correspondiente inestabilidad bélica; o como los silingos en la meseta, siguiendo la vía 24 de Caesaraugusta a
resultado de las revueltas de los bagaudas de carácter social Emerita Augusta, pudo ser factor esencial en la historia tardoan-
producidas a mediados del siglo V. Los efectos desestabiliza- tigua de la región. La consiguiente crisis de las estructuras po-
dores de aquellos acontecimientos se dejaron sentir en todos líticas y de la legitimidad de los poderes dominantes, así como
los territorios de Hispania. la inmediata sustitución de esas viejas referencias por una nueva
En época bajoimperial el territorio matritense estaba elite dotada de valores sociales y culturales diferentes, supuso
atravesado por diversas calzadas que, desde Mérida o des- una honda transformación del horizonte vital romano.
de la Bética, conducían a las importantes ciudades de Za-
ragoza (Caesaruagusta) o Astorga (Asturica Augusta), y que La organización del espacio visigodo
lo convertían en eje de las comunicaciones romanas de la en la región. Nuevas y viejas evidencias
península. Según el Itinerario de Antonino, esas vías pasa- Poco después del asentamiento definitivo del pueblo visigodo
ban también por las más cercanas urbes de Toledo (Toletum), en la Península, establecieron la capital de su reino en Toledo,
Segovia o Talavera de la Reina (Caesarobriga). Y tenían en a solo dos jornadas de la actual Madrid. En torno a aquel eje
lugares como Alcalá de Henares (Complutum), Titulcia (Ti- orbitaban una serie de enclaves que dependían y estaban bajo
tultia), Villamanta (Mantua), Carranque o Miaccum (Finca la influencia de la urbs regia Toletana. Antiguas villas, mo-
Monesterio, San Lorenzo de El Escorial), mansiones viarias nasterios, palacios e instalaciones vinculadas a la monarquía,
e importantes cruces de caminos, a los que añadir una serie así como iglesias a las que cabe asociar modestos núcleos de
de ramales secundarios, que conectarían con núcleos de po- hábitat, rodeaban la sede del poder de los reyes visigodos.
blación menores o villas rústicas. Pero, además, una serie de granjas y aldeas se disponían a
Como otras muchas realizaciones romanas, el sistema de su alrededor, formando parte, posiblemente, de las propieda-
calzadas fue heredado en buena medida por los visigodos y des de los latifundistas laicos y eclesiásticos que habitaban la
determinó la estructura de su poblamiento. Sin embargo, este corte. Estos pequeños enclaves, así como sus necrópolis y las
se alteró sustancialmente tras la instalación definitiva de los explotaciones asociadas, articularon el poblamiento rural vi-
germanos en torno al año 507, evolucionando hacia una sig- sigodo en la mayor parte de la región madrileña, junto a otros
nificativa ruralización de los hábitats. La decadencia demo- núcleos cuya existencia ya conocíamos previamente.
gráfica, monumental e institucional de las ciudades se hizo El territorio de la actual Comunidad de Madrid formaba
evidente. Al igual que el abandono o precarización de nume- parte de la provincia romana Cartaginense, aunque en al-
rosas villas e instalaciones rurales tardoantiguas, sumidas en gún momento impreciso a principios del siglo VI se creó una
la ruina de parte de sus instalaciones y donde se produjeron nueva provincia metropolitana con sede en Toledo, llamada
ocultamientos de objetos valiosos, ajuares y herramientas, Carpetania. Se extendía al norte y sur del Sistema Central,
que revelan un clima de inseguridad patente. En paralelo, como una escisión de la Cartaginense, cuya zona costera y
los campesinos que las explotaban, desde mitad del siglo V, capital tradicional ocupaban los bizantinos. Tal situación, sin
ganaron autonomía respecto a los poderes latifundistas mer- embargo, no respondía a una duradera reordenación admi-
mados en número y recluidos en las languidecientes ciudades nistrativa del reino, y a principios del siglo VII se habla de una

[ 16 ]
gran provincia Cartaginense restaurada, con Toledo como
capital, urbe regia y sede primada metropolitana.
En la región de Madrid solo se podría hablar de una ciui-
tas como tal en tiempo de los visigodos. Complutum no dejó
por ello de manifestar signos claros de decadencia, aunque
numerosos restos arqueológicos en sus alrededores atesti-
güen la continuidad de un poblamiento más o menos con-
centrado. Alcalá de Henares era, por tanto, la única ciudad y
sede episcopal en la región, lo que revela que era mayoritario
el poblamiento rural en ella.
De fundación aristocrática particular o estatal, surgieron
a comienzos del siglo V castra y castella que, pese a su hetero-
geneidad estructural y cierta indefinición, siempre se ubica-
ron en altura y presentaban elementos defensivos. Se trataba
de lugares centrales administrativos de segundo orden, y a
dicha categoría pudieron pertenecer yacimientos como el
Pontón de la Oliva (Patones) o Cabeza Gorda (Carabaña).
El grueso de la población, por otro lado, ocuparía las
cuencas de los ríos y se distribuía preferentemente a lo largo
de las vías de comunicación, así como en las estribaciones de
la Sierra. Unas pocas villae bajoimperiales seguían activas,
 Mapa de yacimientos visigodos de Madrid.
aunque, abandonadas por sus propietarios, habían perdido
la monumentalidad de su pars urbana y, en algunos casos, se
constata un progresivo colapso de las partes rústicas, como
ocurre en las villas de El Rasillo (Barajas), Valdetorres del
Jarama, La Torrecilla o en la toledana de Carranque. Pervi-
vieron otras, tal y como demuestran los hallazgos de silos y
vertederos cerca de Alcalá de Henares y en Perales del Río.
Desde comienzos del siglo VI, además, fueron surgiendo
cerca de las viejas haciendas otros asentamientos rurales de
nueva planta, dispersos y de carácter familiar, que densifica-
ron el paisaje campesino. Se trata de granjas y aldeas dedica-
das a una economía agropecuaria. Se situaban en llano cerca
de cauces de agua, no presentaban defensas y el área habitada Más incluso que los asentamientos de los vivos, las necrópo-
estaba bien definida y formada por sencillas cabañas, con al- lis han sido los yacimientos privilegiados en el estudio del mun-
gunos enterramientos asociados en ocasiones y una signifi- do visigodo, y en ese sentido la Comunidad de Madrid ofrece
cativa ausencia de edificios que pudieran haber cumplido la también interesantes evidencias, como las siete que se han do-
función de iglesias. Entre los más importantes yacimientos cumentado en torno a Alcalá de Henares, la de Daganzo, el Jar-
de este tipo destacan las granjas de La Vega (Boadilla), Con- dincillo (Getafe), Cacera de las Ranas (Aranjuez), Los Ahijones
gosto (Rivas), La Huelga y el Encadenado (Barajas), Quin- (Vicálvaro), Los Remedios (Colmenar Viejo) o Talamanca.
tano (Mejorada del Campo) y Fuente de la Mora (Leganés). Los restos de una densa ocupación de la región en épo-
Y las aldeas de la Indiana y Tinto Juan de la Cruz (Pinto), ca visigoda, e incluso la continuidad de algunos yacimientos
Gózquez (San Martín de la Vega), el Pelícano (Arroyomo- tras el 711, son incontestables. La mayoría de esos enclaves se
linos), Acedinos (Getafe), Cacera de las Ranas (Aranjuez) o abandonaron a mediados del siglo VIII sin rastro de violencia,
La Cabilda (Hoyo de Manzanares). y solo algunos mantuvieron ocupación altomedieval.

[ 17 ]
La fundación de Maŷrīt.
la evolución política altomedieval

Madrid nació como un establecimiento militar, por voluntad del poder emiral, para hacer frente a una
doble amenaza fronteriza: el control de los pasos del Sistema Central, que constituía la frontera natural
y real entre el mundo islámico meridional y el norte cristiano; y la vigilancia de una suerte de «frontera
interior» orientada hacia la levantisca ciudad de Toledo, cuya población se rebelaba con frecuencia contra
el gobierno cordobés.

Algunas teorías sobre el origen de Madrid de que la antigua Matrice, de donde Oliver Asín hace derivar
Aunque Jerónimo de la Quintana pretendió que Madrid tu- el nombre de Madrid, pudiera ser una aldea visigoda situada
viera un origen mitológico que se remontaba a los tiempos en la orilla meridional del arroyo de San Pedro, actual calle
de la guerra de Troya, leyenda de la que deriva que llamara Segovia.
a la ciudad Mantua Carpetanorum, como se encargó de po- Las noticias textuales y las fuentes arqueológicas se ali-
pularizar Pedro de Teixeira, autor de uno de los planos más nean, en cambio, para convertir a Muh.ammad I (m. 886), go-
famosos de la ciudad. Y a pesar de que también diera pábulo bernante omeya de al-Ándalus durante la segunda mitad del
a otra no menos rocambolesca historia que vinculaba Madrid siglo IX, en responsable de la fundación de una fortaleza en el
con el rey babilonio Nabucodonosor II del siglo VI a.C., lo lugar que actualmente ocupa el Palacio Real, que sería el ger-
cierto es que las evidencias arqueológicas e históricas son to- men de una pequeña medina islámica después convertida en
zudas, y solo podemos retrotraer la fundación de la ciudad al gran ciudad. Veamos cuáles son esos argumentos históricos.
siglo IX (después de Cristo, se entiende).
Pese a rebajar en varios siglos la edad de la villa y, por El origen andalusí de Madrid
tanto, el prestigio de la fundación, Madrid es un caso excep- Muh.ammad I fue responsable, por consiguiente, de la fun-
cional por otros motivos. Se trata de la única capital de una dación, reconstrucción o fortificación de muchas plazas en la
nación europea cuyo origen se puede atribuir a los conquis- frontera (tanto en la «frontera media»/al-T- agr al-Awsat., en la
tadores araboislámicos que dominaron buena parte del sur que se integraba Madrid, como en la superior, con capital en
del continente en la Edad Media. Y, por otro lado, aunque Zaragoza), aunque los poderes feudales estaban todavía muy
no sea comparable a las referencias míticas o bíblicas ante- lejos de constituir un peligro inminente para la integridad
riores, no se puede decir que sus casi mil doscientos años de del emirato.
antigüedad cierta no sean una edad respetable en términos Por el contrario, las consecuencias de la endémica insu-
históricos. bordinación toledana, en cuyo origen estaban seguramente
Descartado que existiera un Madrid griego, tampoco los problemas para acomodar una población todavía muy
se puede atribuir a los romanos la fundación de algún es- apegada a la tradición visigoda dentro del estado fiscal anda-
tablecimiento en la ciudad actual, pese a algunos hallazgos lusí, cada vez fueron más amplias. Reiterados levantamientos
puntuales y a la teoría que identificaba la estación viaria de se dejaron sentir en las tierras colindantes de Madrid, Gua-
Miaccum con el arroyo Meaques, en la Casa de Campo, que dalajara y Ciudad Real, la acción de los toledanos se extendía
en realidad parece ubicarse en las proximidades de San Lo- también por Andalucía, e incluso llegaron a aliarse con el
renzo de El Escorial. Y ni siquiera hay suficientes evidencias monarca astur Ordoño I, todo lo cual provocó preocupacio-
para responsabilizar a los visigodos del origen de Madrid, a nes constantes a los omeyas, que en numerosas ocasiones en-
pesar de noticias como la aparición de una lápida que con- viaron sus ejércitos contra la ciudad. Entre las medidas que
memoraba la muerte de un presbítero en el año 700, epígrafe el poder central desplegó para frenar aquella situación, una
que estaría en el claustro de la desaparecida iglesia de Santa fue el estacionamiento de guarniciones gubernamentales en
María de la Almudena. O la hipótesis, tampoco contrastada, el entorno de Toledo, apostadas en fortalezas que Córdoba

[ 18 ]
construyó. En Calatrava, Talavera y Zorita se establecieron
mercenarios; Madrid, Talamanca y Peñafora (Guadalajara)
fueron erigidas expresamente también para combatir la re-
beldía de la ciudad del Tajo.
Aquel programa de fortificaciones debió emprenderse al
poco de comenzar el reinado de Muh.ammad I en el año 852,
según el cronista del siglo XI Ibn H . ayyān. En el caso de Ma-
drid se concretó en la erección de un alcázar y una ciudad,
cuyos vestigios materiales poco a poco han salido a la luz en
los últimos años, y de los que nos ocuparemos con detalle en
otro capítulo. Digamos ahora que nada sabemos, en cual-
quier caso, del primer castillo (en árabe h.is.n) que se levan-
tó, según la mayoría de los historiadores, en el espacio que
ocupa el Palacio Real, y que después sería transformado en
fortaleza cristiana y residencia de los Austrias. Solo podemos
elucubrar que tendría planta cuadrangular y torres alrededor,
en una forma tentativa que condicionaría la de las sucesivas
ampliaciones o reformas del edificio.
Mucho mejor conocemos, sin embargo, el recinto de
aquella pequeña medina amurallada situada un poco más al
sur, a partir de las excavaciones de la Plaza de la Armería y
de la Cuesta de la Vega. Allí han aparecido los restos de una
de las puertas del primitivo recinto, varios tramos de muralla
aparejada al modo de las obras oficiales omeyas, así como las
evidencias de los primeros pobladores islámicos de Madrid,
en la forma de su inicial urbanismo o de los signos de la
explotación del entorno inmediato a la ciudad (pozos y silos
de almacenamiento). La tipología constructiva de aquellas
construcciones y la secuencia estratigráfica de los restos do-
cumentados confirman que estamos ante las obras encarga-  Maŷrīṭ islámico. Siglo X.
das por el emir de Córdoba y, por tanto, ante la verdadera
fundación de Madrid.

El nombre de Madrid
Conocemos numerosas variantes del topónimo Madrid du- acusado que el actual, como todavía recuerda el profundo va-
rante la Edad Media consignados en diplomas y crónicas, sin lle por el que discurre la Calle Segovia.
embargo, todo parece confirmar que el nombre original de Aunque sugerente, la propuesta de que existiera una al-
la fortaleza-ciudad islámica original fue Maŷrīt. (léase algo dea visigoda con el nombre de Matrice (topónimo referido
aproximado a «Maschrit»), tal y como atestiguan numerosas también a la presencia de un cauce o manantial –«matriz»–),
fuentes árabes. Procedente del término árabe maŷrà, referido que los andalusíes arabizaron en su forma Maŷrīt., en realidad
a «cauce de aguas», al que se añadió el sufijo romance -et, no se ha podido atestiguar, lo que no es óbice para ubicar en
que indicaría «abundancia», el nombre hacía referencia a los la zona de San Pedro, San Andrés y las Vistillas un posi-
numerosos cursos de agua, tanto en superficie como subte- ble arrabal mozárabe que fuera contemporáneo a la ciudad
rráneos (nos referimos a los llamados «viajes de agua»), que islámica, sobre cuyo origen y existencia, como hemos visto,
surcaban la zona, un emplazamiento de relieve mucho más caben muchas menos dudas.

[ 19 ]
Una fortaleza islámica
la evolución política altomedieval

El primitivo Madrid islámico era una fortificación que, en palabras del geógrafo al-Idrīsī (siglo XII),
se encontraba al pie de la Sierra (al-Šārrāt) y era una «pequeña ciudad y fortaleza sólida, bien poblada»,
que además «tenía una mezquita aljama donde se decía siempre la jut.ba (sermón)».

La fortificación de al-Andalus estarían, a su vez, integrados en el ejército, que aportaría un


Los gobernantes omeyas de al-Andalus practicaron con caudal imprescindible de mano de obra no cualificada.
responsabilidad una de sus más altas misiones: la defensa La fundación de Madrid, como ya se ha apuntado, se ex-
y protección de sus súbditos a través de la construcción de plica en el contexto de una campaña constructiva concreta,
innumerables fortalezas, en las que estos pudieran encon- con un doble objetivo: en clave externa, propiciar el control
trar refugio en caso de peligro externo. Del mismo modo, de la frontera septentrional, de los puertos del Sistema Cen-
trataron de someter con determinación los focos de resis- tral y los valles de los ríos afluentes del Tajo a modo de co-
tencia interna a su poder practicando la coerción que podían rredores naturales de tránsito; y, en clave interna, cerrar la
ejercer desde esos mismos castillos. De tal suerte que, desde presión sobre la insurrecta población de Toledo, dentro de
los primeros momentos del emirato, el país se erizó de forti- un circuito de fortalezas estatales fundadas o refortificadas a
ficaciones a lo largo de sus fronteras y caminos, pero también partir de la segunda mitad del siglo IX.
en su interior, siguiendo una política que continuó a lo largo
de toda su historia, dirigida a enfrentar amenazas sucesivas Castillo y ciudad
y cambiantes. La escarpada orografía de la orilla izquierda del río Manza-
Tal actividad exigió del sult.ān (entiéndase el «poder nares ofrecía el lugar adecuado para la construcción de un
central»/«estado», así como quienes lo personificaban), in- castillo (h.is.n, en árabe) que controlara el valle y permitiera la
gentes recursos financieros procedentes de las arcas estatales instalación de un pequeño contingente. Junto a esos soldados
cordobesas, pero también otros derivados para tal fin de los se establecieron sus familias y algunos campesinos del entor-
legados píos, que frecuentemente fueron invertidos en ga- no, de modo que aquel primitivo enclave militar creció has-
rantizar la seguridad de los musulmanes a través de aquellas ta convertirse en ciudad o medina (del árabe madīna). Los
arquitecturas defensivas. Asimismo, algunas evidencias per- diferentes barrancos, entre ellos el del Arenal y San Pedro
miten aventurar que las empresas constructivas de los ome- (actual calle Segovia), que cortaban la ladera donde nació la
yas estaban estandarizadas en sus detalles técnicos, formales ciudad de Madrid, formaban cerros aislados muy adecuados
y organizativos, hasta el punto de que existieron varias ins- para el asiento de aquellas primeras construcciones islámicas:
tancias y cargos de la administración central encargados de un alcázar y una ciudadela.
supervisar las obras; algunos de ellos pudieron ejercer como Del primero solo podemos elucubrar que ocuparía el
arquitectos e ingenieros responsables de sus trazas, dirección extremo más noroccidental del espacio donde actualmente
y ejecución formal; y, por supuesto, se requería del concurso se ubica el Palacio Real, y que algunas fuentes se refieren a
de alarifes y toda una constelación de artesanos especiali- él como almudayna, que en árabe significa «ciudadela». Sin
zados, que incluso podían ser cuadrillas itinerantes usadas embargo, las sucesivas intervenciones en el lugar impiden
allí donde fuera necesario. Muchos de aquellos profesionales saber nada más acerca de aquel castillo; si tenía la planta

[ 20 ]
cuadrangular; si presentaba torres de flanqueo semicircula-
res o rectangulares y, mucho menos, acreditar una cronología
concreta. Parece plausible creer, en cualquier caso, que ese
fuera el primer recinto militar fundado durante el emirato de
Muh.ammad I.
La arqueología ilumina un poco más nuestro conoci-
miento de su materialidad. En torno a la confluencia de las
calles Bailén y Mayor, surgió un núcleo habitado que se for-
tificó con una muralla perimetral, de la que se han conserva-
do varios tramos en la Plaza de la Armería y la Cuesta de la
Vega. Este recinto presentaba torres adosadas distribuidas de
forma regular, cuya función era tanto de contrafuertes como
torres de flanqueo. Y en ese perímetro se abrieron tres puer-
tas: la de la Vega (hacia el río), la de Santa María (en el eje de
la calle Mayor) y la de la Sagra (de ubicación incierta, aunque
orientada posiblemente hacia el alcázar). Junto a alguna de
las puertas, debieron apostarse pequeñas tiendas.
Extramuros de la ciudad, entre ésta y el castillo antes
mencionado, se extendería un amplio espacio diáfano, ocu-
pado por tierras de labor y simples instalaciones agrícolas
como silos o pozos, bien documentados por ejemplo en la
 Recreación de baños árabes.
actual Plaza de Oriente, donde también se ha conservado
una atalaya de cronología taifa (siglo XI), levantada para
vigilar el arroyo del Arenal. Y es probable también que, en
algún momento, parte de esta amplia zona abierta pudiera
haberse amurallado formando un albácar, es decir, un re-
cinto defensivo destinado expresamente a acoger, tempo-
ralmente y en caso de peligro, a personas y animales del
entorno, al igual que serviría para albergar tropas y ser base
para sus operaciones en el terreno, según hizo en alguna
ocasión Almanzor.
Este núcleo suponemos que fue el germen de una pe-
queña medina, tal y como se refieren las fuentes al Madrid
del siglo X y XI, con calles estrechas, pocos espacios abiertos
y existencia de adarves. En su interior contaría con sencillas
viviendas, pero también, como en toda ciudad islámica, con
baños, zocos (en la actual plaza de la Cebada) y, al menos,
una mezquita aljama, después convertida en iglesia de Santa
María de la Almudena. Alrededor pudieron haber surgido
arrabales con sus propias mezquitas de barrio, una de las cua-
les se podría identificar con un primitivo oratorio más tarde
sustituido por la iglesia de San Nicolás, extramuros del pri-
mer recinto amurallado de la ciudad.  Lienzo de la muralla de Madrid.

[ 21 ]
La conquista de Alfonso VI
la evolución política altomedieval

Madrid estaba integrado en el reino de Toledo, en manos de los Banū D ī-l-Nūn, y su suerte quedó
-
unida a la de esta ciudad, que muy pronto fue objeto de atención de los cristianos del norte. La conquista
de Toledo por parte del rey castellano Alfonso VI posibilitó también la entrega pactada de Madrid.

Madrid y el reino taifa de Toledo obtuvo la conquista de la ciudad y de prácticamente todo el


en vísperas de la conquista cristiana reino de al-Qādir, su último titular islámico. Así lo confirma
Tras la fitna que puso fin al califato omeya de Córdoba en las el cronista y arzobispo toledano Rodrigo Jiménez de Rada,
primeras décadas del siglo XI, al-Ándalus quedó fragmentado que atribuye también al monarca la conquista y repoblación
en un mosaico de débiles principados gobernados por diferen- de Talavera, Maqueda, Santa Olalla, Alamín, Canales, Ol-
tes dinastías locales, los conocidos «reyes de taifas». Pese a la mos, Talamanca, Uceda, Guadalajara, Hita, Almoguera y, por
lucrativa política de parias que anualmente cobraban a los re- supuesto, Madrid.
yezuelos andalusíes, los poderes feuda- La totalidad del territorio madrile-
les ambicionaban recuperar unas tierras ño se integraba en dicha taifa, de modo
que consideraban legítimamente suyas que, con la capitulación de la ciudad, el
y de sus antepasados. Para que no que- resto de núcleos y fortalezas –que aún
dase ninguna duda de sus intenciones, no habían sido ocupadas por las tropas
el embajador de Fernando I, el mozára- del monarca castellanoleonés– se entre-
be Sisnando Davídiz, se lo hacía saber garon sin lucha. La campaña que había
a ‘Abd Allāh, último soberano zirí de acabado con la conquista de la primera
Granada: «Al-Ándalus era en principio gran ciudad islámica de al-Ándalus fue
de los cristianos, hasta que los árabes los larga y en ella se combinaron hábilmente
vencieron y arrinconaron en Yilliqiya las presiones diplomáticas, económicas y
(…). Por eso, ahora que pueden, desean militares. No obstante, en la primavera
recobrar lo que les fue arrebatado, cosa de 1085 no parecía necesario asediar Ma-
que no lograrán sino debilitándoos y drid para que Alfonso VI entrara como
con el transcurso del tiempo». su conquistador, aunque un relato legen-
El propio Fernando I se lo manifes- dario nos habla del asalto por la fuerza
taba, en parecidos términos, a los emba- de la medina islámica unos años antes,
jadores del rey de Toledo en 1045: «No- en 1083, historia de la que surge el apela-
sotros hemos dirigido hacia vosotros los tivo de «gatos» dado a los madrileños de
sufrimientos que nos procuraron aque-  Alfonso VI, rey de Castilla,
varias generaciones, puesto que un sol-
llos de los vuestros que vinieron antes en una miniatura del siglo XII. dado cristiano con gran habilidad para
contra nosotros, y solamente pedimos escalar, al que apodaban «el Gato», fue
nuestro país que nos lo arrebatasteis antiguamente (…). Aho- quien supuestamente abrió el camino para la conquista trepan-
ra os hemos vencido por vuestra maldad. ¡Emigrad, pues, a do por la muralla , con la sola ayuda de sus manos y una daga.
vuestra orilla y dejadnos nuestro país!, porque no será bueno
para vosotros habitar en nuestra compañía después de hoy». Una villa de frontera
Fernando I impulsó decisivamente esta empresa política y Es muy probable que la entrega de Madrid fuera pactada y
militar alimentada por la ideología de reconquista e inició el que las generosas condiciones de capitulación dadas a To-
acoso al reino de Toledo, cuyas principales fortalezas atacó en ledo se extendieran también a nuestra ciudad. Según aquel
diversas campañas militares. Su hijo y heredero, Alfonso VI, acuerdo, los musulmanes que quisieran tenían la posibilidad

[ 22 ]
de partir, e incluso de retornar si lo deseaban, con la recupe-
ración de los bienes que hubieran dejado atrás. Aquellos que
optaran por quedarse tenían garantizadas sus vidas, propie-
dades y libertades personales, a cambio de las imposiciones
fiscales acostumbradas. Y el rey tomaría posesión del alcázar,
pero incluso se respetaría el uso de las mezquitas por los mu-
sulmanes, lo que mostraba el inicial talante flexible e integra-
dor de la pactada conquista de Alfonso VI.
Pese a ello, muchos musulmanes abandonarían la ciudad
y muy pronto los acuerdos de rendición no fueron sino papel
mojado, en un contexto en el que las posturas de musulmanes
y cristianos se polarizaron en demasía. Los andalusíes, por
un lado, habían pedido ayuda a los almorávides, que cruza-
ron el Estrecho y derrotaron a Alfonso en Sagrajas (1086);
recuperaron buena parte de lo perdido al sur del Tajo y se
perfilaron como una amenaza permanente para el reino cas-
tellanoleonés. El monarca cristiano, por otro lado, abandonó
su inicial pragmatismo y se alineó con la facción de su clero
que, por su origen franco y la influencia de los cluniacienses,
más firmemente defendía los postulados de una reformada
Iglesia romana, muy comprometida con la idea de cruzada
contra los infieles.  Territorio de Madrid y conquista de Toledo (Alfonso VI).
No extraña en este contexto que, solo 4 años después de
la conquista cristiana, Alfonso VI concediera a la iglesia tole-
dana todas las mezquitas mayores situadas al sur de la Sierra,
incluida por tanto la aljama madrileña, un acto que enterraba partir de entonces, tal y como sanciona el fuero de 1202, que los
definitivamente su política de tolerancia y ponía de manifies- menciona como propiedad directa del rey.
to un progresivo descenso de la población musulmana, que Las autoridades cristianas iniciaron la organización de la
en el pasado solía reunirse a rezar en aquellos oratorios. comunidad bajo parámetros distintos. Se integraron en ella
nuevos pobladores y colonos, sobre todo castellanos. La villa
La organización de Madrid tras la conquista mantuvo su importancia militar y estratégica, de lo que da
En definitiva, Madrid ya no volvería a manos islámicas, aunque cuenta la lista de tenentes y alcaides que fueron nombrados
diferentes expediciones norteafricanas, como la campaña del entre los más importantes nobles del reino: el primero de los
califa almohade al-Mans.ūr, de 1197, amenazara sus murallas. La que conocemos fue Pedro Ansúrez, citado en 1095.
situación propició que la mayoría de los musulmanes emigrara Durante el siglo XII se inició la construcción del segun-
(sobre todo la elite política y religiosa) y otros fueron hechos do recinto amurallado que, con más de veinte hectáreas, casi
prisioneros; entre los habitantes de la villa quedaron algunos quintuplicaba la primitiva ciudad islámica y permitía pro-
libres en calidad de mudéjares (palabra de origen árabe que lite- teger el exponencial crecimiento del lugar. Progresivamente
ralmente significa «domesticados»), quienes formaron un gru- se fue definiendo su alfoz, con las donaciones iniciales de
po social aparte dentro de la incipiente comunidad de mayoría Alfonso VII. Y, del mismo modo, se organizó un incipiente
cristiana. Se trataba de gentes sencillas que no obtenían ninguna gobierno municipal, que tenía en el Concejo reunido a toque
ventaja con su exilio, que se dedicarían mayoritariamente a la- de campana en el atrio de la iglesia del Salvador, así como en
bores agropecuarias, y vivirían en un arrabal extramuros al sur las collaciones sus principales referencias. Los tiempos estaban
de la ciudad (el que antes fue barrio mozárabe, en el cerro de cambiando rápidamente para la ciudad, pero esa historia será
las Vistillas), asumiendo una situación de inferioridad jurídica a contada en otros capítulos de este libro.

[ 23 ]
�III�
la villa y el territorio
Durante la Edad Media el territorio de la actual Co-
munidad de Madrid se dividió en varios espacios juris-
diccionales. El central era el de la villa de Madrid y su
tierra, un espacio dividido en tres sexmos que aglutina-
ban un centenar de aldeas. Pertenecía a la jurisdicción
del realengo y dependía directamente de la monarquía.
Otros espacios estaban adscritos a la jurisdicción seño-
rial, con núcleos vinculados al patrimonio de algún po-
deroso linaje nobiliario, o a la jurisdicción eclesiástica,
como el arzobispado de Toledo o las órdenes militares.
La tierra jurisdiccional de Madrid
la evolución política altomedieval

Castilla se componía de múltiples territorios y señoríos autónomos, gobernados cada uno por una élite en
nombre del rey o por unos señores laicos o eclesiásticos en su propio nombre. Madrid y su término fue un
territorio de realengo, esto es, perteneciente directamente al monarca. Su forma de organización, con una
villa principal y su tierra configurada por decenas de aldeas, fue habitual en buena parte de Castilla desde
mediados del siglo X, sobre todo en la situada al sur del río Duero.

Las comunidades de villa y tierra en Castilla da documentalmente tierra o término, sería similar a lo que
Tras la conquista cristiana del reino musulmán de Toledo por actualmente es un término municipal, pero con mayor au-
Alfonso VI de Castilla en 1085, las nuevas tierras anexadas se tonomía. En la historiografía también se llama a esta tierra
organizan acorde al modelo medieval castellano de villa y tie- alfoz y, a toda la jurisdicción, comunidad de villa y tierra; sin
rra, esto es, un núcleo principal que controla una tierra com- embargo, esta terminología no se encuentra en la documen-
puesta de aldeas, lugares y espacios agropecuarios e incultos. tación medieval.
Todos los territorios del reino son en teoría del monarca, Con la incorporación de estos espacios a Castilla, las
aunque este se queda con algunos de ellos y otros los reparte nuevas villas y ciudades compiten entre sí para configurar
entre sus fieles. Así nos encontramos territorios del rey (rea- su término incipiente, intentando expandirlo lo más posi-
lengos), de nobles (nobiliarios), del clero (eclesiásticos) o de ble, ya que sus límites no habían sido claramente fijados por
órdenes militares (maestrazgos). En cada uno de esos terri- el rey. En esa carrera que se inicia en el siglo XII y finaliza
torios, muchos de los cuales pasan a ser señoríos, sus titula- aproximadamente en el siglo XIII, Madrid va a quedar en-
res mantienen su control e incluso dictan en él sus propias cerrada entre dos rivales potentes y no va a poder –o no va a
normas (que conviven junto con las del reino), por lo que necesitar según otros autores– extender mucho su término.
constituyen su jurisdicción. Esos rivales fueron la ciudad de Segovia y el arzobispado de
Si el territorio es amplio, suele existir al menos una villa Toledo, que se van a hacer con gran parte de los territorios
principal desde donde se gobierna dicha jurisdicción, que se de la Transierra. Segovia sobre todo buscaba territorios, en
compone de aldeas y tierras. La jurisdicción, también llama- ambas vertientes del Sistema Central, donde situar y ali-
Población de la tierra de Madrid a finales de la E.Media mentar a su potente cabaña ganadera ovina. En esa carre-
ra entre jurisdicciones del mismo reino por conseguir más
*Estimación de habitantes.
territorio, el monarca mediará dictando demarcaciones de
5000 límites, que no siempre serán respetadas. Los pactos unas
4420 veces, y otras veces los conflictos, en algunos casos violentos
3750 junto con pleitos por términos entre jurisdicciones, se alar-
3430
gan en el tiempo, incluso durante siglos, como el que hubo
entre Segovia y Madrid por el Real de Manzanares. Luego,
1895 ya siendo este último territorio un señorío nobiliario desde
1366, seguirá la pugna entre dicho dominio y la ciudad y
villa anteriores por derechos de uso de determinadas tierras
y términos limítrofes.
Señoríos Madrid y Sexmo de Sexmo de Sexmo de
nobiliarios su arrabal Aravaca Vallecas Villaverde El territorio de Madrid y su jurisdicción
Madrid y su Tierra se conformaron finalmente como una ju-
 Población de la tierra de Madrid a finales de la Edad Media. risdicción con una extensión de unos 1.200 km2, con una villa

[ 26 ]
Mapa de los territorios de realengo. Madrid y los tres sexmos
 Mapa de los territorios
de realengo. Madrid Señorios eclesiásticos
y los tres sexmos. Señorios nobiliarios

Tierras de realengo

1 MADRID
2 Aravaca
Señorio de
los Mendoza 3 Majadahonda
23
4 Pozuelo
Torrelaguna
22 5 Boadilla del Monte

21 6 Villavicioso
Condado de San Sebastian 7 Alcorcón
Puñonrostro de los Reyes 8 Leganés
20 9 Humanes
Señorio de
19 10 Parla
Señorio de Comunidad de los Zapata
3 2 11 Aranjuez
los Mendoza Villa y Tierra de
4 Comunidad de Villa
SEGOVIA 5 y Tierra de MADRID 12 Valdemoro
1 18
6 7 13 Pinto
8 15 16 17 Señorio del
14 Arzobispado 14 Getafe
de TOLEDO 15 Villaverde
9 13
10 16 Vallecas
12
17 Ribas
Señorio de
Pedro Pacheco Condado de 18 Vicálvaro
Chinchón 19 Alcalá de Henares
11 Señorio de la 20 San Sebastián
Orden de Santiago 21 Colmenar Viejo
22 Real de Manzanares
Sitio Real
23 Torrelaguna

(la de Madrid) y unas cien aldeas. Para entender qué supone la tierra (caminos, puentes, murallas), y sufragar los gastos
esta extensión, podríamos compararla con la de la actual Co- de pleitos y personal del Concejo. Lo hacían a través de im-
munidad de Madrid, que tiene una superficie de 8.021 km2, y puestos, repartimientos y derramas, realizando determinados
la de la ciudad de Madrid, con 604,3 km². En comparación servicios o sometidos a otras fórmulas recaudatorias.
con otras jurisdicciones castellanas medievales más grandes Otra curiosidad son las vecindades –esto es, la acogida de
y cercanas, como Segovia o Ávila, Madrid tendría un tamaño nuevos habitantes en su Tierra– que se otorgaban desde el
medio. Concejo de Madrid para residir en su jurisdicción. Este ór-
En Madrid se encontraba el Concejo de la villa y de su gano de gobierno dio de forma habitual ventajas para atraer
tierra, desde donde sus regidores –que son parte de la clase a personas a que vivieran en la villa o en las aldeas, como
dirigente de Madrid, todos o casi todos nobles– y otros car- exención de impuestos y obligaciones, junto a la entrega de
gos gobernaban y estipulaban las normas que debían obser- casas o de solares y de tierras, a cambio de cumplir una serie
varse en toda la jurisdicción. Desde el Concejo de Madrid se de condiciones, como la de permanecer durante unos años en
toman las principales decisiones en cuanto a propiedad co- el lugar de acogida.
munal, administración de justicia y materia fiscal en toda su De los diversos grupos que componían la población, son
tierra. Aunque también esos mismos regidores van a rivalizar conocidas las minorías de judíos y musulmanes que habita-
entre ellos por aumentar su poder en la jurisdicción madrile- ban en la judería y morería de la villa de Madrid, así como las
ña, lo que va a provocar conflictos internos de carácter local. de otras aldeas y señoríos madrileños.

Contribuciones de los habitantes


Todas las aldeas y sus habitantes debían contribuir junto
con la villa al sostenimiento de las infraestructuras de toda

[ 27 ]
Los sexmos de Madrid
y sus aldeas
La Tierra de Madrid se dividió, para su mejor organización, en cuatro sexmos: el de la villa y su
arrabal, el de Aravaca (o de Pozuelo) al oeste, el de Villaverde (o de Getafe) al sur, y el de Vallecas
(o de Fuencarral) al este. Las aldeas más importantes de cada sexmo poseían también su propio
la villa y el territorio

Concejo con algunas competencias locales, aunque subordinado al de Madrid; al menos, se documentan
treinta y seis aldeas con Concejo propio. Incluso cada sexmo tenía sus propios representantes ante el
Concejo de Madrid, denominados sexmeros.

Los sexmos de la Tierra de Madrid estrategia repobladora nos encontramos fundaciones como
Las aldeas de los sexmos oscilaban desde los muy pequeños las de Fuente el Fresno o San Sebastián de los Reyes (con
(donde podía vivir una sola familia) hasta los más grandes apoyo de los Reyes Católicos, como nos recuerda su nombre)
(como Getafe, con unos 2.000 habitantes en el siglo XV). a finales del siglo XV.
Muchas de estas aldeas son actualmente distritos de Madrid El número de aldeas va fluctuando a lo largo de la Edad
o grandes ciudades del área metropolitana madrileña. Otros Media, ya que en siglos de crisis provocadas por pestes,
lugares ya no existen, incluso eran despoblados ya en época guerras, hambrunas o conflictos locales aumentan los des-
medieval. No obstante, han permanecido a veces sus nom- poblados, como en el siglo XIV, al mermar la población o
bres en forma de topónimo en el lugar que probablemente concentrarse en menos núcleos, y en épocas de expansión
ocupaban antes de su desaparición. Algo curioso es que estos económica y demográfica sucede que se amplía el número
topónimos se recuperan a veces a través de nuevos lugares de aldeas, como en la segunda mitad del siglo XV, o incluso
o proyectos urbanísticos actuales, construidos con el creci- lo contrario, que la población se concentra en las aldeas más
miento de Madrid. grandes abandonando las más pequeñas, como parece que
El origen de algunos lugares se remonta incluso a la sucedió en el siglo XVI.
época romana (aunque en su día fueran más bien villas o
complejos agrícolas), pero sobre todo a la época musulma- Aldeas enajenadas
na (como se puede deducir por sus nombres de etimología Algunas aldeas madrileñas fueron dadas por el monarca a
árabe, Madrid, Getafe, Alcobendas…) y, finalmente, aldeas y sus fieles, como premio a su labor y lealtad. De esta manera,
lugares fundados en época cristiana. En nuestra zona de es- esas aldeas enajenadas pasan a ser villas señoriales, y pasan
tudio la repoblación solía estar fomentada por instituciones de depender del Concejo realengo a depender de un nue-
como el Concejo, y no por personas a título individual, por vo titular, generalmente noble. Durante la alta Edad Media
lo que muchos de los nombres de las aldeas describen algún y hasta el siglo XIV, los lugares enajenados de la Tierra de
lugar o característica geográfica de su territorio y no el nom- Madrid no fueron muchos. Pero tras la victoria en 1369 de la
bre de ningún repoblador (Majadahonda –majada honda–, dinastía Trastámara en la guerra entre Pedro I de Castilla y
Fuenlabrada –fuente labrada–, etc.). Enrique II de Trastámara en lucha por el trono castellano, en
Un caso curioso son las aldeas nacidas gracias al impulso la que Madrid apoyó al perdedor bando petrista, la señoriali-
del propio Concejo de Madrid para ocupar su territorio más zación realizada por los reyes a favor de la nueva nobleza leal
expuesto a ocupaciones, sobre todo frente a otras jurisdiccio- a esta dinastía se aceleró, y muchas aldeas pasaron a ser se-
nes usurpadoras, especialmente las señoriales. Dentro de esta ñoríos (Alcobendas, Barajas, Cobeña, Pinto, Cubas, Griñón,

[ 28 ]
SEXMO DE ARAVACA
Incluía las aldeas de Alcorcón, Aravaca, Bovadilla (Boadilla de
Monte), Butarque, Carabanchel de Suso (Carabanchel de Arriba),
Carabanchel de Yuso (Carabanchel de Abajo), Caraque, Húmera,
Leganés, Majadahonda, Meaques, Overa, El Pardo, Pozuelo
(de Alarcón), Rabudo, Romanillos, Las Rozas, Somosaguas,
Valdelavega y La Zarzuela.

SEXMO DE VALLECAS
Estaba conformado por las aldeas de La Alameda, Alcobendas,
Ambroz, Barajas, Burrillo, Canillas, Canillejas, Cobeña, Corralejos,
Coslada, Chamartín, Daralcalde, Dos Casas, Fuencarral, Fuente
del Fresno, Fuentidueña, Garciruelo, Hortaleza, Hurtamojones,
Mesones, Moraleja, Rejas, Ribas, San Sebastián de los Reyes,
Torrebermeja, Torredelcampo, Torrejoncillo, Vaciamadrid,
Valdebebas, Vallecas, Velilla, Vicálvaro, Villanueva y Viveros.

SEXMO DE VILLAVERDE
Quedaba configurado con las aldeas de Acedinos, Alludén,
Casarrubielos (actual Casarrubuelos), Cubas, Fregacedos,
 Mapa despoblados de Madrid. Fuenlabrada, Getafe, Griñón, Humanejos, Loranca, Palomero,
Parla, Perales, Pinto, Polvoranca, Pozuela, Torre de Avén Crispín,
Torrejón de la Calzada, Torrejón de Velasco, Villaverde y Zorita.

etc.), mermando la jurisdicción madrileña. Sin embargo, sí


quedaron vínculos entre los lugares de realengo y de señorío
de la Tierra de Madrid, contribuyendo de forma común a
gastos de infraestructuras y en otros aspectos, aunque sobre
todo surgieron conflictos entre ellos por términos comparti-
dos y derechos de uso de los mismos.
A finales de la Edad Media, la villa de Madrid tendría
entre 4.000 y 5.000 habitantes y su Tierra unos 10.000. Los
señoríos que antes pertenecieron a la Tierra de Madrid ten-
drían por su parte unos 5.000 habitantes. La densidad de
población sería de unos 17 habs./km2 (España tiene una den-
sidad en el año 2020 de 93 habs./km2, y la Comunidad de
Madrid de 840’5 habs./km2). Esta organización territorial
subsistirá, con variaciones, desde la Edad Media cristiana
hasta el siglo XIX, cuando el sistema liberal planteará otra
organización municipal, provincial y estatal.

[ 29 ]
Las murallas (I)
Los dos recintos amurallados del Madrid medieval se alzaron en un reducido terreno que sobre el
callejero actual quedaría limitado por los Jardines de Sabatini y la plaza de Isabel II al norte, el flanco
occidental de la Plaza Mayor al este, la plaza de la Puerta de Moros al sur, y la Cuesta de la Vega y
cornisa de Palacio sobre el Campo del Moro al oeste. No son pocos los fragmentos de ambas murallas
que se mantienen todavía en pie, aunque en buena medida siguen siendo desconocidos tanto para los
visitantes como para los propios madrileños.
la villa y el territorio

Muralla árabe Es probable que este primer enclave cristiano se cerrara por
La primera muralla de que dispuso Madrid se construyó ha- el norte siguiendo la curva de la antigua calle del Espejo,
cia la década de 880, por iniciativa del emir Mohamed I, para quizá paseo de ronda en origen. Luego, al tiempo que se for-
defender el ribat o puesto fronterizo de la Marca Media de talecía el alcázar a finales del siglo XIV, se habría ampliado el
al-Ándalus que se erigió sobre la colina de la Almudena, y recinto por el norte, llevándolo hasta las inmediaciones del
que habría de servir como lugar de concentración de tropas arroyo del Arenal.
para expediciones de castigo califales al territorio castella-
no y leonés y como plaza estratégica para vigilar tanto las Lienzos
incursiones cristianas desde el norte como los movimientos En ambas murallas estaban formados por dos paramentos
levantiscos frecuentes en la cercana Toledo. paralelos de piedra en los que se mezclaba la caliza y el pe-
Esta muralla árabe cercaba y defendía el denominado re- dernal (mayoritariamente, mampuestos, y en algunas ocasio-
cinto emiral, con una superficie de cuatro hectáreas escasas nes, sillares, predominando el pedernal en los paramentos
y un perímetro amurallado de unos 760 metros de longitud externos y la caliza en los internos), rellenándose el espacio
total que quedaba perforado por la puerta de la Vega, el arco entre ambos con pequeños mampuestos irregulares trabados
de la Almudena y la no confirmada puerta de la Sagra. Hubo con abundante argamasa de cal y arena.
de disponer de un castillo o residencia del gobernador; se El espesor medio de estos lienzos (algo más gruesos los
desconoce su localización, aunque ciertos indicios llevan a árabes que los cristianos) era de 2,50 metros, y su altura total
pensar que pudo ubicarse intramuros, al sudeste del recinto. de 13, incluyendo en éstos 2 metros de cimiento. El muro se
Los hallazgos arqueológicos la muestran como una recia disponía sobre una zanja corrida de fundación, escalonada
muralla de caliza y pedernal con lienzos de 12 metros de al- transversalmente cuando discurría a media ladera.
tura y torreones rectangulares, disponiendo unos y otros de Quedaban coronados por un adarve protegido con mer-
zarpas escalonadas en sus bases. lones de contorno rectangular, y a tenor de los restos con-
servados y de los documentos gráficos conocidos carecían
Muralla cristiana de aspilleras u otro tipo de elementos adicionales; pudieron
Tras la capitulación de la taifa de Toledo hacia el año 1085, disponer de ellos, en todo caso, algunas de las torres, según
Madrid pasó a poder del monarca castellano Alfonso VI, y parece indicar el dibujo de aguada de Wyngaerde.
se emprendió la construcción de un alcázar en la colina fron-
tera a la del antiguo recinto árabe, uniéndolo a éste mediante Torres
nuevos tramos de muralla: uno seguro a lo largo de la cornisa Las del recinto cristiano eran semicilíndricas, y prismáticas
de Palacio y otro hipotético atravesando diagonalmente la las del islámico; éstas se alzaban sobre una zarpa inferior. En
calle actual de Bailén. Además, se levantó un segundo recinto todos los casos, su altura era superior a la de los lienzos de
fortificado mucho más extenso que el anterior, perforado por muro contiguos. Ambos circuitos dispusieron, en total, de
las puertas de Moros, Cerrada, de Guadalajara y de Valnadú. unas 115 torres, cuatro de las cuales, de mayor entidad que el

[ 30 ]
La Puerta de la Vega La Puerta de Guadalajara
(recreación hipotética) (recreación hipotética)
Fue la principal del recinto árabe: acceso Fue la principal del recinto cristiano: cuerpo
recto bajo arco de herradura con matacán o principal entre cubos, con acceso en zigzag
buhedera corrida superior, enmarcado por dos bajo arco de medio punto y matacán superior,
torreones prismáticos con zarpas. flanqueado al norte por una enorme torre fuerte.

resto, gozaron de nombre propio: Narigues, Vinagre, Alza- torre fuerte contigua que alcanzaba los 20 metros de altura.
pierna y Huesos. Sobre el portón exterior de acceso, de 4 metros de vano y arco
No hay ninguna constancia de que estas torres principa- de medio punto, volaba una ladronera o matacán.
les fueran albarranas (separadas del muro y enlazadas con él
mediante un arco), por más que en numerosas ocasiones se Fosos
les haya atribuido tal condición. Sí lo fueron, en cambio, las Todos los flancos del recinto cristiano dispusieron de fosos de-
tres o cuatro que dibujó claramente Wyngaerde en el sector fensivos excavados en el terreno o de elementos naturales que
occidental de los recintos, y probablemente alguna más en el cumplían idéntica misión: por el norte, el arroyo del Arenal y
oriental, mucho más desprotegido por la propia naturaleza barranco de Hontanillas; por el este, el arroyo de los Tintes
del terreno circundante. (hoy calle de la Escalinata), la cava de San Miguel (que se
prolongaba por la calle de Cuchilleros) y la Cava Baja; y, por el
Puertas sur, el foso que discurría por la calle de Don Pedro y que moría
Los accesos al recinto musulmán eran puertas de entrada en el barranco de San Pedro (calle de Segovia).
recta sin recodos, con arcos de herradura, flanqueadas al ex- Estos últimos servían también para evacuar hacia dicho
terior por uno o dos torreones: uno sólo tiene el arco de la barranco las aguas sobrantes de las diversas lagunas o mula-
Almudena en el dibujo de Cristóbal de Villarreal de 1549, y dares que hubo en los alrededores de la Plaza Mayor, arrabal
dos tuvo la de la Vega, aunque la descripción de Quintana de Santa Cruz y primer tramo de la calle de Toledo. La me-
los reduce a una única torre caballero, dentro de la cual había jor documentada de estas bolsas de agua y basuras ocupaba
una buhedera por la que se arrojaban piedras y otros objetos todo el terreno comprendido entre la actual plaza de Segovia
contundentes a los atacantes. Nueva y las calles de Toledo, San Bruno y Grafal, extendién-
Las puertas cristianas, en cambio, eran de entrada en dose por la manzana contigua por el sur hasta cerca del tra-
recodo. La mejor documentada de ellas, la de Guadalajara, mo inicial de la Cava Alta.
quedaba enmarcada por dos cubos semicilíndricos más altos A la salida de cada una de las puertas, un pequeño puente
que los de los lienzos y se protegía mediante una enorme de estabilidad precaria salvaba el foso.

[ 31 ]
la villa y el territorio

[ 32 ]
Las murallas (II)
1. Plaza de la Armería 8. Cava Baja 22 / C. Almendro 3
Tramo de muralla de 70 metros de longitud Bajo la rasante actual se conserva el
y altura estimada de 14, con siete torreones cimiento de un cubo y de los dos lienzos
prismáticos y un portillo, así como las contiguos; en el suelo del solar quedan
viviendas primitivas del sector. Queda en el señalados con un pavimento cerámico los
interior del Museo de Colecciones Reales. trazados de ambos.

2. Parque del Emir Mohamed I 9. Cava Baja 12 y 14-16


Tramo de 120 metros de longitud y 11,5 En las Posadas del León de Oro y
de altura máxima, con seis torreones del Dragón, bajo sendas ventanas
prismáticos. En el extremo noroeste se arqueológicas, se conservan los arranques
conserva el arranque del torreón y jamba de dos cubos consecutivos y de los lienzos
meridionales de la puerta de la Vega. de muralla contiguos.

3. C. Don Pedro 10-12 10. Cava Baja 10


Paño extramuros de 30 metros de longitud Arranque de un cubo ultrasemicircular
y 4,50 de altura media, conservado en el y paramento intramuros del lienzo
interior del antiguo palacio del Marqués de septentrional contiguo, visibles en ventana
Villafranca, sede actual de la Academia de arqueológica en el pasillo de acceso y en el
Ingenieros. interior de la corrala.

4. C. Mancebos 3 11. Pza. Pta Cerrada 4-6 / Cava Baja 4


Lienzo intramuros que ocupa parte de la Dentro de los inmuebles se conserva
fachada del inmueble, visible en el pequeño un cubo con estancia hueca, completo
jardín de entrada. En el solar de hallaron hasta su plataforma, y parte de los lienzos
también fosas de la Edad del Bronce con contiguos, uno de ellos en toda su altura,
un enterramiento y silos islámicos. con adarve, acceso al cubo y parapeto.

5. Plaza de los Carros 3 12. C. Escalinata 13 y C. Espejo 12


Pequeño paño del paramento extramuros Restos de un cubo hueco y de los dos
con 6,40 metros de longitud y 4,70 de lienzos contiguos, visibles al exterior desde
altura máxima, visible en la pared derecha Escalinata; en el local de Espejo está visible
del local, en los niveles de planta baja y el hueco interior del cubo y, bajo ventana
sótano del edificio. arqueológica, la coronación del lienzo.

6. C. Almendro 15-17 13. C. Escalinata 21


Solar sin edificar con un paño intramuros Al fondo del solar, restos muy deteriorados
de 34 metros de longitud y 10 de altura de un paramento extramuros, con vanos
máxima. En su parte central se aprecia la modernos, y a la derecha posible arranque
sección transversal del lienzo, y en la zona de un cubo. El paño intramuros es visible
más alta se conserva el solado del adarve. en el sótano del local de Pza. Isabel II, 3.

7. Cava Baja 30 14. Plaza de Oriente (aparcamiento)


Paño intramuros de 19 metros de longitud y Torreón prismático no anterior a la década
11,5 de altura, ocupando la medianería con de 1080. Suele interpretarse como atalaya
Cava Baja 26 y 28; es el mayor de todos los islámica, pero su forma y ubicación parecen
conservados del recinto cristiano. Queda contradecirlo; pudo haber formado parte
visible en el patio interior del inmueble. del cierre norte de la muralla cristiana.

[ 33 ]
La evolución urbana del Madrid cristiano
Madrid creció urbanísticamente en la Baja Edad Media a partir de los dos recintos amurallados que
hemos descrito. Las parroquias iniciales que aparecían en el Fuero matritense se incrementaron con las
de San Ginés y Santa Cruz, además de hospitales y monasterios extramuros en los siglos xiv y xv. Por su
posición geográfica, la villa fue sede de algunas reuniones de las Cortes castellanas e incluso de la corte
regia itinerante, en especial durante el reinado de Enrique IV, lo que favoreció su crecimiento demográfico
y las actividades financieras.
la villa y el territorio

La evolución urbana en el siglo XIII Madrid en el siglo XIV


Las parroquias mencionadas en el Fuero eran las de Santa La villa del siglo XIV es un núcleo compacto cuya proyección
María, San Andrés, San Pedro, San Justo, San Salvador, San exterior se constata al ser una de las ciudades con voto en
Miguel de los Octoes, San Juan, San Nicolás, San Miguel de Cortes. Se crean dos nuevas parroquias, las de los arrabales
la Sagra y Santiago. Extramuros se encontraba el monasterio de San Ginés y de Santa Cruz.
cluniacense de San Martín, fundado por Alfonso VI y acrecen- La parroquia de San Ginés se situaba en la calle Arenal,
tado en el año 1125 por Alfonso VII con el privilegio de carta pudo edificarse en torno a una ermita a finales del siglo xiii
puebla. Esta fundación monacal constituyó el embrión del pri- y se dedicaba al santo San Ginés de Arlés. El primer do-
mer arrabal. Las parroquias, además de sus funciones religio- cumento que menciona su existencia es una bula del papa
sas, se encargaban de la organización social de su jurisdicción Inocencio VI, al conceder indulgencias a las personas que
y la vida cotidiana de sus habitantes orbitaba en sus espacios. otorgaban limosnas para su construcción.
Durante el siglo xiii se crearon dos nuevos cenobios en las La parroquia de Santa Cruz –hoy desaparecida– se ubi-
cercanías de la villa. El de San Francisco, en 1217, cuyo origen caba en uno de los arrabales de la ciudad. Su origen fue la
atribuye la tradición al propio San Francisco de Asís. El de conmemoración de la batalla de las Navas de Tolosa, en la
Santo Domingo, en 1218, fue edificado por dos frailes domi- que Alfonso VIII obtuvo en triunfo ante las tropas almoha-
nicos sobre un terreno cedido junto a la puerta de Balnadú. des en 1212.
Estos humildes conventos fueron creciendo por la caridad, las
donaciones y los privilegios concedidos por la corona. Madrid en el siglo XV
El arrabal de San Martín se originó en torno al monas- Enrique IV concedió a la villa su primer mercado franco en
terio. 1463, que se desarrollaba en el espacio junto al Alcázar. Dos

El reloj concejil
En la villa de Madrid hay noticias una barra que pivotaba sobre un eje vertical En 1493 se pidió comprar un reloj nuevo
documentales de arreglos en el reloj con unas paletas que interaccionaban con porque el artilugio estaba «desconcertado» y
del concejo a finales del siglo XV, lo que una rueda con dientes con forma de sierra y se solicitó a Toledo que un relojero examinara
demuestra su existencia desde unas décadas permitía que las pesas cayeran en pequeñas el de San Salvador; cobró 3.300 maravedís
antes. Estaba instalado en la torre de la y medidas porciones, dividiendo el tiempo en por su reparación, pero en año y medio los
iglesia de San Salvador, que servía de sede segmentos iguales y a velocidad constante. problemas persistían. El concejo no podía
de las reuniones concejiles, situada en la calle afrontar el gasto de uno nuevo y solicitaron a
Mayor, frente a la plaza de la Villa. Hasta entonces las villas contrataban a una los monarcas que autorizaran un repartimiento
persona que calculaba la hora con medidores a tal efecto. El Consejo Real autorizó la
Su funcionamiento era sencillo: la fuerza no mecánicos y relojes de arena o sol, y recaudación de una sisa de 30.000 maravedís
motriz que producían las pesas transmitía la tañía una campana. El concejo trataba como para gastar en el reloj.
acción de la gravedad a un tren de engranaje paniaguado al relojero «por tener un oficio
[ 34 ]compuesto de ruedas y piñones. El escape era necesario a la dicha Villa».
 Plano de Madrid. Siglos XI-XII.

 Casa medieval junto al convento de las Trinitarias.

mercados más se abrieron: uno en extramuros, en el camino


de Atocha y Toledo, llamada después plaza del Arrabal, y
otro en la plaza de San Salvador, epicentro de la vida urbana,
donde se construyeron soportales porticados para ubicar a
los mercaderes. Las fraguas estaban establecidas a las afueras
de la Puerta Cerrada y los mataderos en los antiguos mula-
dares de la calle Toledo.
En la ciudad se construyeron algunos edificios lujosos
donde vivían los principales linajes nobiliarios de la ciudad,
como los Vargas, ubicado en la plaza de la Paja.
El Alcázar se fue transformando en una residencia pa-
laciega cada vez más frecuentada por los soberanos, a partir
del reinado de Enrique III. Con Enrique IV adquirió mayor
entidad y las obras aumentaron con los Reyes Católicos, ya
parte de sus instalaciones resultaron destruidas en 1476 du-
rante la guerra de sucesión castellana.
En esta centuria se fundaron el convento de Santa Clara
y el hospital de La Latina. San Jerónimo el Real, edificado en
1464 a orillas del río Manzanares, se trasladó a las inmedia-
ciones de la villa en 1503. A finales del siglo xv Madrid tenía
una población en torno a los 12.000 habitantes.

 Plano de Madrid. Siglos XIV-XV.


Los territorios de la Transierra madrileña
La actual provincia de Madrid y sus límites se establecieron en 1833. En la Edad Media los territorios
de Madrid se incluían en el reino de Toledo, que desde su conquista por Alfonso VI pasó a formar
parte de la Corona de Castilla. Históricamente se le llama Transierra, «zona más allá de la sierra»,
en nuestro caso la de Guadarrama.
la villa y el territorio

La Transierra Como vimos en capítulos anteriores, cuando las jurisdic-


Este territorio se componía desde su incorporación a Castilla ciones se componían de territorios amplios, se solían subdi-
de diversas jurisdicciones, fundamentalmente de las realen- vidir en sexmos o en cuartos. Cada uno de ellos se componía
gas de Segovia y Madrid y de las eclesiásticas del Arzobis- de aldeas y lugares, con sus respectivos entornos.
pado de Toledo. En un mundo jerárquico como el medieval,
hasta los lugares recibían títulos, que les suponían un pres- Los territorios de realengo
tigio determinado. Así encontramos ciudades y villas (cuyos Los territorios de realengo principales en la Transierra fue-
títulos les otorgaba el monarca o el señor del sitio), aldeas o ron los de Madrid, Segovia y, en menor medida, el de Bui-
lugares. Las jurisdicciones se componían de núcleos urbanos trago.
y terrenos privados y comunales, tanto agropecuarios como Madrid y su Tierra se dividían en los cuatro sexmos que
bosques u otros tipos de paisajes. ya analizamos. Segovia y su Tierra tuvo en la Edad Media
Los dos núcleos medievales más importantes de la Tran- once sexmos más el de la propia Segovia y sus alrededores,
sierra eran las villas de Madrid y de Alcalá de Henares. Alca- ocho de ellos al norte de la sierra de Guadarrama y tres al sur,
lá obtendría el título de ciudad en el siglo XVII. Madrid sigue esto es, en la Transierra madrileña, que fueron: los sexmos
siendo villa a pesar de su capitalidad y del paso de los siglos. de Valdelozoya (que posee aldeas como Lozoya, Rascafría o

 Plano de Alcalá de Henares.


Siglos XIV-XV.

[ 36 ]
Bustarviejo), de Casarrubios (donde sobresalen los lugares de flictos, tanto internos castellanos como externos con otros
Robledo de Chavela, El Escorial, Batres u Odón) y de Val- reinos cristianos (Aragón, Portugal) o musulmanes. De ellos
demoro (con lugares como Chinchón, Ciempozuelos o San hablaremos en detalle más adelante.
Martín de la Vega). Buitrago y su Tierra se dividían en siete
cuartos, y pasó en la baja Edad Media a ser señorío nobilia-
rio (que poseía aldeas como El Atazar, Horcajo, La Cabrera,
Lozoyuela o Montejo).
Aparte de estas tres comunidades, reseñamos el Real de
Manzanares, un amplio territorio de realengo que fue sex-
mo temporalmente de Segovia, e incluso durante un breve
tiempo de Madrid, y que terminó siendo señorío nobiliario
en la baja Edad Media. Finalmente, existían otros territorios
pequeños, entre los que destaca Móstoles, que pertenecía a la
ciudad de Toledo, también de realengo.

Los territorios eclesiásticos


Los territorios eclesiásticos principales fueron los del Ar-
zobispado de Toledo, con centro en Alcalá de Henares,
que ocupaban buena parte de la zona oriental de la actual
provincia de Madrid, compuestos por: la Tierra de la pro-
pia Alcalá (que contenía aldeas como Arganda, Santorcaz
o Torrejón de Ardoz), la Tierra de Uceda (donde se en-
contraba Torrelaguna, que consiguió ser una villa indepen-  Iglesia de Santa María Magdalena y plaza mayor, Torrelaguna.
diente de Uceda en 1390, aunque siguió siendo su señor el
arzobispo de Toledo) y la Tierra de Talamanca (con aldeas
como El Molar o El Casar). Además, Mejorada y Pozue-
lo de Belmonte (actual Belmonte de Tajo), pertenecían al
Obispado de Segovia. Por último, hay igualmente señoríos
que pertenecen a monasterios, como el de Santa María de
Valdeiglesias.

Los territorios de maestrazgo


Los territorios de maestrazgo de la Transierra pertenecían a
la Orden Militar de Santiago. Se componían de encomien-
das alrededor del río Tajo, al frente de cada cual había un
comendador de la Orden, como las de Aranjuez, Alpagés,
la Encomienda Mayor de Castilla (con Valdaracete, Villa-
rejo de Salvanés y Fuentidueña de Tajo), Estremera y Oreja
(donde se sitúa Colmenar de Oreja), junto a la de Paracuellos
a orillas del río Jarama.

Los territorios nobiliarios


Mientras, los territorios nobiliarios crecieron según avanzó
la Edad Media. Los reyes fueron dando parte de sus terri-  Castillo de los Mendoza, Manzanares el Real.
torios a la nobleza fiel según acontecen sus múltiples con-

[ 37 ]
Los caminos y las comunicaciones
Las comunicaciones del territorio medieval madrileño heredaron la red de caminos de la Hispania
romana. Los tres grandes caminos que confluían en la villa de Madrid eran el de Segovia, el de Toledo
y el de Alcalá, las tres principales vías de la Tierra madrileña. Los caminos durante la Edad Media
eran utilizados, sobre todo, por viajeros dedicados al comercio y al transporte de mercancías, pero los
desplazamientos eran realizados por todos los grupos sociales.
la villa y el territorio

Los caminos por el Madrid medieval Por el valle del Lozoya y el puerto de Somosierra se seguía
La comunicación entre Toledo y Segovia marcaba desde la el camino de la antigua calzada de Complutum a Segovia.
época romana unos caminos a través del territorio madrile- Otros caminos importantes fueron los que unían Madrid
ño que tuvieron continuidad durante la época medieval. La con Alcalá, que marcó la expansión de la ciudad, y el camino
calzada que unía Toledo y Titulcia tenía un ramal hacia Se- de Valencia, que se añadió a finales de la Edad Media a partir
govia. Con la conquista de Madrid por los musulmanes, la del arrabal de Santa Cruz.
inestabilidad militar impidió durante 50 años el reparto del
territorio del antiguo reino de taifas toledano. Las condiciones de los caminos
Alfonso VII concedió al obispo de Segovia una serie de La construcción de caminos debía perfeccionarse anualmen-
propiedades en 1139, entre ellas la ciudad de Calatalifa, mien- te. Las lluvias de invierno y primavera causaban desperfectos
tras en 1161 Alfonso VIII realizó un trueque, por el cual cedía y se convertían en lodazales. El camino de Segovia estaba tan
al cabildo catedralicio de Segovia el derecho a percibir anual- lleno de lodos que las bestias que intentaban acceder a la ciu-
mente la cuarta parte de las rentas reales que se recaudasen dad apenas lo remontaban. El concejo atendía los gastos de
en la ciudad del Acueducto, a cambio de que aquel renuncia- reparación de los caminos que pertenecían a su tierra juris-
se a Calatalifa a favor del Concejo de la ciudad. diccional. El empedrado de las calles que unían las distintas
Posteriormente, en 1208, Alfonso VIII reconocía la deli- puertas comenzaba una vez superado el recinto amurallado
mitación fronteriza efectuada previamente entre Segovia y de la villa. La documentación menciona que la Puerta Cerra-
Madrid. La mayor parte de los límites que se trazaron se- da estaba medio derruida por el agua.
guían antiguos caminos, límites claros y permanentes, por El concejo también debía gestionar la construcción de
donde las piedras liminares se podían trasladar más fácil- puentes en sus caminos para sortear vados o ríos. Los princi-
mente. pales puentes en los caminos que partían de Madrid eran el de
Los caminos son el elemento más utilizado para estable- Toledo y el de Segovia –construidos en época islámica– sobre
cer límites, aún más que montes y ríos, puesto que permiten el río Guadarrama y el de Viveros, en el camino de Alcalá,
mover los mojones que se han de colocar. La línea divisoria sobre el río Jarama. Las constantes quejas sobre su mal estado
entre Segovia y Madrid sigue el Cordel de la Carrera, la an- hacen suponer los barrizales creados sobre sus tableros.
tigua vía romana de Toledo a Segovia, siguiendo el curso del Junto a los caminos existían ventas y mesones para alojar
Guadarrama. El cordel ha sido el límite occidental, desde el a los viandantes, a sus caballerizas y a los objetos que trans-
s. XIII, de los municipios de la Tierra de Madrid: Carranque, portaban. El acondicionamiento de las ventas, en ocasiones,
Serranillos, Cubas, Griñón, Moraleja, Fregacedos, Móstoles era organizado por el concejo madrileño y solían instalarse
y Torrejoncillo. Continuaría el camino por el valle de Odón y en lugares seguros, abrigados e insalubres. También podían
Boadilla hacia Galapagar, Alpedrete, Collado Mediano y la hallarse en los caminos alguna atalaya defensiva, hospitales,
Fuenfría. ermitas o humilladeros.

[ 38 ]
El concejo debía acometer, por tanto, onerosos gastos re-
lativos a la construcción de caminos, puentes y ventas. Podía
sufragarlos, sobre todo, con los bienes de propios o con los
ingresos que obtenía del transporte de mercancías por los
caminos. El concejo cobraba el importe del portazo y del
pontazgo, como sucedía en el puente de Viveros con el paso
de las ovejas de la Mesta. En la Puerta de Guadalajara se
cobraba el impuesto por introducir las mercancías en la ciu-
dad y por esa razón el mercado se desarrollaría a finales de la
Edad Media en la plaza del Arrabal.
Entre los viajeros más habituales encontramos aquellos
que se dedicaban al comercio y al transporte de mercan-
cías. Pero otros grupos sociales también se desplazaban: la
oligarquía concejil por motivos políticos, los caballeros y
los pecheros de las milicias concejiles por razones milita-
res, los propietarios de tierras y los campesinos por motivos
económicos o los habitantes de las aldeas por cuestiones
jurídicas, eclesiásticas o festivas. No todos los viajeros iban
andando, sino que muchos utilizaban caballerías, carros o
carruajes.

 Red viaria medieval


de Madrid.

 Ruinas de la ciudad árabe


de Calatalifa.

[ 39 ]
�iV�
el poder concejil
y las ordenanzas
La organización concejil de la villa de Madrid inicia su
andadura con la concesión del fuero en 1202. El Con-
cejo, compuesto por regidores, alcaldes y oficiales, es la
institución encargada del gobierno de la villa, con auto-
nomía sobre las aldeas dependientes de su jurisdicción.
Las ordenanzas concejiles recogían los principales as-
pectos políticos, económicos y fiscales que atañían a la
ciudad. Madrid fue también sede de algunas reuniones
de las Cortes castellanas durante la Baja Edad Media y
el Alcázar se convirtió en la residencia de la corte regia
durante estancias cada vez más amplias.
El derecho en el Madrid medieval:
fuero y ordenanzas
el poder concejil y las ordenanzas

La organización política y social del Concejo madrileño presupone la vigencia de un orden jurídico, fruto de
la complejidad de sus diferentes elementos que se combinan trazando la fisonomía, en parte peculiar, en parte
común al Reino que configuró un derecho propio del Madrid Medieval que evolucionó con gran dinamismo.

El Fuero de Madrid y privilegiado que debe conectarse con el resurgimiento de


El derecho altomedieval se caracterizaba por su acentuado los centros urbanos y la condición jurídica de sus habitantes.
localismo, que, debido a la fragmentación política, produjo Madrid, entre 1083-1085, pasó a manos cristianas comen-
la carencia de normas de aplicación uniforme, el predominio zó a elaborar un derecho municipal autónomo, cuyos ele-
de la costumbre interpretada libremente por cada comuni- mentos (costumbre, fazañas, privilegios concedidos por los
dad y la divergencia en la aplicación del derecho por el li- monarcas), por iniciativa del propio Concejo, se recogieron
bre albedrío judicial. Así se configuró un derecho singular por escrito en 1202 en el Fuero de Madrid.
El Fuero fue redactado en el reinado de Alfonso VIII
sobre la base de normas preexistentes (privilegios reales de
Alfonso VI y sus sucesores, normas de derecho consuetudi-
nario y judicial, y prescripciones que regulan la vida econó-
mica y social emanadas del Concejo), para que «unde dives et
pauperes vivant in pace». En una primera aproximación, nos
muestra una marcada diferenciación entre vecinos y foraste-
ros, entre herederos de la villa y aldeanos, entre cristianos y
moros. Se aprecia una notable permisión en las actuaciones
privadas, y preferencia por las penas de composición en los
delitos sobre las penas represivas. En el texto, por el contra-
rio, sólo hay menciones circunstanciales a preceptos sobre la
organización político-administrativa del Concejo.
En definitiva, el Fuero era el derecho privilegiado y espe-
cial del Concejo madrileño que daba respuesta a las circuns-
tancias sociales que presidieron la evolución del entonces
pequeño núcleo urbano: así, la ausencia de un poder público
fuerte propicia un régimen de cohesión familiar y vecinal que
regulaba la creciente la vida municipal, pero sin llegar a con-
formar un ordenamiento jurídico completo.
La autonomía jurídica madrileña empezó a declinar des-
de el reinado de Fernando III, por el empeño de la Corona
en asumir el monopolio de la actividad normativa. El rey im-

 Primer folio del Fuero de Madrid concedido y sancionado


en 1202 por Alfonso VIII, Archivo de Villa.

[ 42 ]
ponía nuevas normas que, sin sustituir formalmente al Fuero,
impregnaron el ordenamiento jurídico madrileño de rasgos
propios de un Derecho territorial, si bien dictado en atención
a las necesidades propias de Madrid. Ejemplo de dichos tex-
tos son los «foros honestos e utiles» que Fernando III concedió
en 1222, sobre oficios concejiles, tributos, servicio militar y
vecindad, a la vez que confirmaba la carta foral.
Esta política se agudizó con Alfonso X y sus sucesores,
que con la contestación de las ciudades terminaron impo-
niendo un derecho de carácter territorial que mermaba con-
siderablemente los privilegios concejiles
Aunque durante los siglos XIII y XIV, los reyes confirma-
ron a Madrid sus fueros y privilegios con el compromiso de
no vulnerarlos, la violación de los mismos fue constante a
pesar de la oposición de las ciudades a las «cartas desaforadas»
y a la imparable imposición de los oficiales de la justicia real.
Alfonso XI intensificó, con éxito, la política de territoria-
lización jurídica y de fortalecimiento del poder real y Madrid
sufrió la restricción de su autonomía con la confirmación
condicionada de fueros y privilegios, además de la imposi-
ción, en 1339 del Fuero Real. Hecho que, aunque no supuso
la derogación formal del Fuero, sí afectó a la elección de los
alcaldes locales.

El Ordenamiento de Alcalá
 Ordenamiento de Alcalá o sus Leyes promulgadas por
El avance del Derecho regio es imparable en la Castilla
el Sr. Rey D. Alfonso XI, Biblioteca Nacional de España.
del XIV. Ciertamente, en el transcurso del siglo los sucesores
de Alfonso X no habían promulgado grandes cuerpos legis-
lativos, pero ello no significa el abandono de sus atribuciones
normativas. Así se hizo habitual para los castellanos conectar
la celebración de reuniones de Cortes con la aparición de corporación definitiva al acervo jurídico madrileño del Fuero
ordenamientos provenientes del monarca, con alcance terri- Real, cuya alegación en pleitos era más sencilla, puesto que
torial y menoscabo del derecho privilegiado. al usarse en la Corte se presumía su vigencia sin necesidad
Este estado de cosas se acentuó con la promulgación de prueba.
del Ordenamiento de Alcalá de Henares de 1348, que supuso el Desde 1348 y, a pesar de la oposición de las ciudades cas-
triunfo definitivo del Derecho territorial regio de raíz roma- tellanas, los derechos locales, apresados entre los Ordena-
nista. Este hecho, respecto de la pervivencia y aplicación del mientos y Las Partidas, perdieron su primacía y las ciudades
sistema jurídico foral en Madrid, representó el principio del solo tuvieron potestad, condicionada a la aprobación de la
fin para el derecho local privilegiado. Desde esta fecha, la vi- Corona, para realizar normas administrativas para el gobier-
gencia efectiva del ordenamiento madrileño se hizo precaria, no local: las ordenanzas.
pues su aplicación dependía tanto de su uso efectivo como de Podemos afirmar que a inicios del siglo XV el ordena-
su falta de contradicción con la legislación real, haciéndose miento jurídico aplicable en Madrid se componía, de un
necesario probar en cada pleito la oportunidad de su alega- lado, por la legislación real y, de otro, por los fueros, costum-
ción, hecho que complicaba enormemente la tramitación de bres y privilegios, víctimas de un proceso de degradación que
los pleitos. A dicha precariedad contribuyó también la in- se acentuará en esta centuria.

[ 43 ]
El Concejo: centro institucional y político
el poder concejil y las ordenanzas

El órgano de gobierno y justicia de la villa y tierra de Madrid, como en la mayoría de los municipios
castellanos en la Edad Media, era el Concejo compuesto por distintas instituciones: alcaldes, oficiales
concejiles, y a partir del siglo XIV, por el Regimiento, integrado por los caballeros de la oligarquía
madrileña, que acabarán monopolizando el gobierno de la villa, si bien se verán mediatizados por los
representantes de la Corona en la villa, asistentes y corregidores.

Madrid, Concejo abierto La instauración del Regimiento


En Madrid, como en el resto de Castilla, se identifican varias Una nueva etapa en la evolución de los Concejos se produjo
etapas en la evolución del Concejo. La primera, en los pri- a mediados del siglo XIV, en el reinado de Alfonso XI, con
meros años de vida cristiana, caracterizada por la existencia la aparición de dos hechos relacionados y de singular im-
de un Concejo abierto y, ante todo, por un alto grado de au- portancia: la instauración generalizada del Regimiento, y, el
tonomía municipal; en estos siglos el Concejo madrileño, en envío temporal a las ciudades realengas de representantes del
virtud del intenso impulso repoblador, se correspondía una poder regio, con un afán claramente intervencionista de la
sociedad abierta y flexible donde eran corrientes los privile- Corona. El contexto histórico en el que aparecieron dichas
gios para atraer a pobladores, una escasa división estamental, reformas fueron las transformaciones políticas surgidas del
el auge ganadero, y, el atenuado protagonismo de la nobleza. fortalecimiento del poder regio y de una tendencia a uni-
Pero a finales del siglo XII y principios del XIII, se hizo formar las instituciones de toda la Corona y, por ende, las
patente una fractura social en el seno de los Concejos abier- locales.
tos, en especial en las villas de las Extremaduras, la Transie- Con la instauración de los doce regidores madrileños
rra y, en cierto modo, del reino de Toledo, donde el grupo en 1346 prácticamente se suprimió la antigua asamblea de
de combatientes a caballo que protagonizaba el avance hacia vecinos, quedando sus funciones absorbidas por un órgano
el Sur se destacó del resto de la población y empezó a mo- reducido, el Concejo, como órgano de gobierno colegiado, al
nopolizar la representación política de la comunidad. Fruto que también asistían las «justicias», alcaldes por elección de
de esta creciente diferenciación estamental fue la progresiva la villa.
decadencia de la asamblea vecinal, hasta llegar a un punto en Su funcionamiento interno era el siguiente: los regidores
que el elemento asambleario quedó reducido y prácticamen- junto con los alcaldes, el alguacil y el escribano del Concejo,
te identificado con la organización de las aldeas, supeditadas debían «façer ayuntamiento» los lunes y los viernes, en el lugar
al centro administrativo del alfoz. que se acostumbraba a reunir el Concejo, la cámara claustra
De este modo, Madrid asistió al encumbramiento de los de la iglesia de San Salvador. El escribano tomaba nota de
«boni homines» y caballeros villanos, y, por ende, al usufructo los temas a tratar, las opiniones del regimiento y los votos
de unos oficios municipales que se iban perfilando con inde- emitidos, y archivaba las actas en el baúl de los privilegios.
pendencia de la asamblea vecinal. Este proceso, es el germen Era necesaria una mayoría de 8 a 10 regidores para adoptar
de la paulatina exclusión que sufrirá más adelante el «común» las decisiones de gobierno; se preveía la ausencia justificada
en la gestión política del Concejo y se fue acentuando a me- de alguno, multándose, en caso contrario, al infractor con se-
dida que se impusieron criterios diferenciadores entre los po- tenta maravedís.
bladores del lugar, como la posesión de armas y caballo, o su Las atribuciones de los regidores abarcaban la totalidad
vecindad villana o aldeana. de los aspectos de la vida municipal. Sus prerrogativas se

[ 44 ]
mantuvieron sin grandes alteraciones durante todo el Anti- Por otro lado, los pecheros, con la instauración de los sesme-
guo Régimen, si bien, con el transcurso del tiempo, se hizo ros y la institucionalización de su procurador en 1418, obtu-
perceptible un mayor grado de especialización. Principal- vieron una vía de representación en el Concejo que atenuaba
mente se concretaban en convocar y reunir en ayuntamiento la oposición que debía haber generado el monopolio de los
al Concejo, periódicamente, para tratar todos los asuntos re- caballeros en el Regimiento.
ferentes a la buena gobernación de la villa; debían supervisar En virtud de su preeminencia en el seno del Concejo,
la gestión de la hacienda concejil, tanto en la recaudación de los regidores disfrutaban de una serie de beneficios y prerro-
las rentas, como en la imposición de derramas, que podían gativas especiales. A las preeminencias honoríficas (asientos
autorizar hasta una cuantía de 3.000 maravedís; debían de- preferentes en el consistorio, puestos de honor en celebración
signar los representantes de Concejo ante la Corte u otras de fiestas y exequias, llevar espada en la ciudad, etc.), se unían
villas y ciudades; por, ultimo, se les reconocía potestad para las jurídicas y, las procesales (no podían ser sometidos a tor-
tomar cualquier decisión que afectara al gobierno de la villa. tura ni ser condenados a azotes o galeras, o se les consideraba
En un primer momento, la composición del Regimiento testigos cualificados). Por ser caballeros estaban exentos de
estaba abierta a los dos estamentos en que se estructuraba la pechos y servicios reales. A estas prerrogativas debía añadir-
sociedad madrileña, caballeros y pecheros. En una propor- se los emolumentos que percibían por el desempeño de sus
ción de 1/3, en pocos años los caballeros habían monopoli- funciones. El salario era anual y se costeaba de los bienes de
zado el oficio. En el siglo XV la marginación de los vecinos propios. El incumplimiento de sus obligaciones o la falta de
en los asuntos públicos generó gran descontento y disturbios asistencia a los ayuntamientos suponía la pérdida del mismo,
que se resolvieron jurídicamente por Sentencia de Montalvo, lo que constituía uno de los pocos instrumentos eficaces para
que repartió los oficios públicos entre regidores y caballeros. corregir el absentismo de los capitulares.

 Iglesia de San Salvador, Plano de Madrid de Pedro Texeira, 1656.

[ 45 ]
El concejo
El concejo era el órgano básico de la organización política y judicial de la villa de Madrid y sus aldeas de su
jurisdicción, que reproducían a una escala menor las reuniones. En las reuniones concejiles se trataban distintos
aspectos del funcionamiento de la ciudad. Los principales oficiales eran los regidores, que asumían variadas funciones:
ordenanzas y reglamentos de rentas u oficios, vigilancia de actividades económicas y del término jurisdiccional, obras
públicas, control de los oficios y del orden público, organización de festejos, etc.

6
1

10

4
3 2
7

  
1 Los regidores junto con los alcaldes, el alguacil y el escribano del acudir todos. Era necesaria una mayoría de 8 a 10 regidores para adoptar
Concejo, debían «façer ayuntamiento» los lunes y los viernes, en el lugar las decisiones de gobierno. Se debía avisar la ausencia justificada y, en caso
que se acostumbraba a reunir el Concejo, la cámara claustra de la iglesia de contrario, se multaba al infractor con setenta maravedís.   5 El procurador del
San Salvador. El espacio está iluminado con velas.    2 El corregidor, como concejo, junto a los regidores, se sentaba sin almohadón. Era el representante
representante regio, presidía las reuniones concejiles y se sentaba en el estrado. concejil en los pleitos.   
6 El pendón de Madrid era el estandarte de la villa,
  
3 Uno o dos alcaldes acompañaban al corregidor. Portaban la vara de que al ser de realengo, utilizaba la simbología del de Castilla, un castillo
justicia como la autoridad que la dictaminaba.   
4 Los regidores se sentaban sobre fondo carmesí.    7 El escribano tomaba nota de los temas a tratar, las
con almohadón en los bancos. Podía haber hasta doce, aunque no solían opiniones del regimiento y los votos emitidos, y firmaba los documentos. En
Domingo quince dias del dicho mes de Octubre e del dicho año [1441] en Leganes
Este dia el conçejo e omes buenos de Leganes, estando ayuntados a canpana repicada en el çementerio de la
iglesia de la dicha Leganes, con Juan Gonçalez Texedor e Nuño Gonçalez Quadrado, alcaldes en el dicho lugar,
e con Rodrigo Alonso, fijo de Asensio Martin, alguacil en el dicho lugar, de la una parte, e de la otra parte Sancho
Gonçalez, notario, fijo de Diego Martinez e Pedro Martinez, su fijo, e Juan Alonso, fijo de Juan Alonso de Don
Rodrigo, vecinos de la dicha Leganes, de la otra parte, por quanto entre las dichas partes ha seydo e son e esperan
ser pleitos e contiendas e debates porque dicen ser francos quitos esentos de todos pechos e tributos reales e
conçejiles e de emprestidos e llevas e guias e velas e de otras esençiones, e que non devian pechar ny contribuir
con el conçejo de la dicha Leganes ellos ni los que dellos vinieren.
Rogelio Pérez Bustamante, Los registros notariales de Madrid,
1441-1445, Madrid, 1995.

11

su mesa se mezclan pergaminos y un grueso volumen encuadernado, los la tierra de Madrid.   


10 El mayordomo del concejo se encargaba de los asuntos
privilegios y títulos jurídicos del concejo (censos, cuentas, ordenanzas, antiguos hacendísticos y fiscales.   
11 Los vecinos de Madrid, caballeros y pecheros
pleitos...).   
8 El arca de los privilegios era un armario de estilo «remordimiento» discuten y comentan cómo uno de los regidores tiende un cántaro a uno de los
castellano, con un grueso cerrojo, que custodia los documentos más alcaldes, que lleva una vara de justicia y recoge un papel donde hay un nombre.
importantes. Las actas concejiles se archivaban en este baúl que tenía tres Es el proceso de insaculación empleado para sortear los cargos concejiles.
cerraduras: las llaves eran custodiadas por el alcalde, uno de los regidores
y el escribano.    9 A la izquierda del corregidor, se situaba el banco de los
pecheros, donde destacan el procurador de pecheros y los tres sexmeros de
La justicia en el Madrid medieval
el poder concejil y las ordenanzas

El estudio de la justicia municipal en la villa y tierra de Madrid, no puede sólo ser una enumeración
de la organización, competencias y formas procedimentales que seguían los jueces madrileños, los
alcaldes, porque su conocimiento está estrechamente conectado con la vinculación de los alcaldes
a la configuración social de la villa y el reparto del poder político que se produce con el triunfo del
regimiento y el envío permanente de los representantes regios a Madrid: los corregidores.

Los alcaldes La autonomía judicial en Madrid:


Los alcaldes se consideraban en los Concejos castellanos «la los alcaldes foreros
primera magistratura local», ejercían funciones judiciales y Desde su fundación como villa cristiana, los alcaldes, órgano
de gobierno, pues sus atribuciones no estaban claramente colegiado, era elegido por sus convecinos en asamblea, y juz-
delimitadas. Se denominaron «alcaldes de fuero», porque el gaban las cuestiones que preocupaban a los madrileños, en el
Derecho privilegiado madrileño, el Fuero, regulaba su nom- llamado «corral de alcaldes», que se reunía periódicamente
bramiento y atribuciones y, lo más importante debían juzgar en la villa o cuando las circunstancias, en «Concejo abierto»
conforme a los preceptos del Fuero. En Madrid, al ser un con todos los vecinos.
fuero con pocos preceptos penales y procesales, seguramen- Aunque el Fuero alude a los alcaldes, su cometido apa-
te resolverían las cuestiones no contempladas en el acervo rece muy confuso por la similitud de sus atribuciones con
jurídico propio, usando el albedrío –su propio criterio–, las otras figuras como los adelantados. En cuanto a los fiadores
costumbres inveteradas de la villa y su territorio, o acudiendo el Fuero les da una clara actividad judicial al encargarlos
al Derecho general de Reino, en algunos casos. de los apremios para establecer fianza (ley XXXIV ), tomar
Su jurisdicción se limitaba a los vecinos madrileños, prendas (ley XXXIX) y recoger las caloñas –multas penales–
mientras que musulmanes y judíos tenían sus propios jueces; que han impuesto los alcaldes (leyes XXIX, XXX y LIII).
sin embargo, en el caso en que un pleito atañera a un vecino y En el Fuero, en agregados más tardíos, aparecen también
a un individuo no cristiano (pleitos mixtos) el alcalde forero figuras como los «cuatro jurados del Rey», que juzgaban
podía conocer el litigio. según el derecho regio y debían agregarse al Tribunal de

Los Concejos de villa y tierra castellanos, entre ellos Madrid, recibieron como
parte de su ordenamiento privilegiado, la autonomía jurisdiccional en manos
de sus alcaldes, lo que les permitía juzgar y castigar hasta con la pena capital
determinados delitos que hubieran sido cometidos en el municipio (privilegio de
horca y cuchillo). En esta concesión está el origen de la picota, una columna de
madera o de piedra colocada en un sitio destacado de la villa para escarnio o
ejecución de los reos, así como para servir de advertencia a los forasteros. Esta
columna se ornamenta y termina convirtiéndose en el símbolo de la autonomía
jurisdiccional del municipio. En Madrid se unificaron en esa columna –hoy perdida–
el doble significado de señorío jurisdiccional de Madrid y la de servir de patíbulo o
lugar de condena.

 Picota o rollo, El Berrueco.

[ 50 ]
 Recreación de una cárcel medieval.

Alcaldes para resolver los casos en que éstos no se pusieran El ocaso de los alcaldes foreros en la segunda
de acuerdo (ley XXXVII). mitad del XV
El Fuero también alude a jueces inferiores cuya actuación La instauración de la figura del corregidor tuvo como con-
se circunscribía a una collación en concreto (ley CV). secuencia fundamental que la Justicia quedara en manos del
Subordinado a los alcaldes está el alguacil, que ya aparece enviado regio o de su teniente. Uno u otro, juzgaban en pri-
en el Fuero, tomando las prendas judiciales (ley LXXXV) y mera instancia, y designaban a los alcaldes que debían auxi-
guardando los presos en su casa (ley CX, 14). El desarrollo liarlos; también el corregidor designaba a los alguaciles, cuyo
histórico de este oficio va unido al de la alcaldía, como lo principal cometido era la toma de prendas judiciales y la cus-
están sus funciones judiciales. todia de presos.
El deseo de los reyes castellanos de imponer su poder, En Madrid, las atribuciones del corregidor no acabaron
a través de un derecho territorial que eliminara privilegios con un antiguo privilegio de elección de los alcaldes. Aunque
de las ciudades, produjo numerosos cambios en la Justicia formalmente el Concejo seguía presentando la terna de los
madrileña a lo largo del siglo XIV que generó un clima de alcaldes foreros y los alguaciles, como un vestigio del antiguo
constante revuelta en la villa y su tierra. régimen foral, pero su aplicación era excepcional, pues sólo se
Aunque Alfonso XI impuso la aplicación del Fuero Real ejercitaba cuando, temporalmente, la villa carecía de corregi-
a Madrid, en 1304, donde se ordenaba que el rey tenía la po- dor –fin del mandato, recusación o fallecimiento–, y, hasta el
testad de poner a su voluntad a los alcaldes de las ciudades envío del nuevo delegado regio.
(Libro I. Título VII), ante la protesta del Concejo, se llegó a De hecho, entre 1480-1521, con la salvedad del paréntesis
una transacción: Madrid presentaba una terna de cuatro ca- comunero, los alcaldes foreros solo aparecieron en cinco oca-
balleros madrileños para las alcaldías y dos para los alguaci- siones en las actas del Concejo, hasta que en el siglo XVI cayó
lazgos y el rey escogía a dos alcaldes y un alguacil. En defini- en el olvido esta prerrogativa del Concejo madrileño.
tiva, el refrendo regio imponía indirectamente al Concejo sus
oficiales más destacados. La observancia del sistema fijado
por Alfonso XI se mantenía a mediados del siglo xv.

[ 51 ]
Sede de las Cortes castellanas…
el poder concejil y las ordenanzas

Las Cortes de Castilla fueron una institución que reunía a representantes de la nobleza, el clero y las
ciudades, y se celebraron en la villa de Madrid en diversas ocasiones. Madrid era una de las 17 villas
bajomedievales con derecho a enviar procuradores concejiles a las Cortes.

¿Qué función cumplían las Cortes con presencia de procuradores de las principales villas y ciu-
castellanas medievales? dades del reino.
Las Cortes castellanas reunían a representantes de la noble- Las Cortes ostentaban la función de solicitar dinero a las
za, el clero y las ciudades, como una evolución de la curia ciudades para afrontar gastos militares y refrendar de forma
regia altomedieval en la que los altos magnates y eclesiásti- solemne el juramento de algún sucesor o la coronación mis-
cos aconsejaban en los asuntos de gobierno al monarca, en ma. A cambio, las ciudades podían realizar una serie de peti-
aras del auxilium y consilium que le debían. Se considera la ciones a la corona. Aunque tuvieron un carácter consultivo y
primera reunión de Cortes las convocadas en 1188 en León, no tenían capacidad legislativa, las Cortes fueron convocadas
con cierta frecuencia y en distintos momentos representaban
una influencia política significativa. El rey conocía la situa-
ción de sus súbditos y obtenía las contraprestaciones econó-
micas que necesitaba.
La fórmula jurídica quod omnes tangit ab omnibus debet
aprobari (lo que atañe a todos, debe ser aprobado por todos)
no implica un principio democrático, sino una concepción
teocrática del poder y de la sociedad. Tampoco suponía una
limitación teórica de la prerrogativa legislativa del monarca,
solo un miramiento hacia la presencia de representantes de
todos los estamentos de la sociedad. La presencia de nobles
y prelados eclesiásticos fue muy desigual, mientras el brazo
de los procuradores de las ciudades expresaba sus quejas y
peticiones al monarca, aunque sus representantes en el fondo
pertenecían a los sectores poderosos e influyentes del Con-
cejo, la burguesía y la oligarquía, cuando no la propia nobleza
territorial a través de su red clientelar. Nobles y eclesiásticos
tuvieron una institución más acorde para obtener el favor re-
gio en el Consejo Real castellano, creado en el siglo XIV.

¿Quiénes eran los procuradores


que participaban en las Cortes?
Los caballeros de la baja nobleza, incluso algunos miembros
de altos linajes, se encontraban representados en Cortes tan-
to en el brazo nobiliario como en el popular. Esta fluidez en-

 Ordenamiento de Alcalá. Miniatura de la letra E con la figura


de Alfonso XI, Biblioteca Nacional de España.

[ 52 ]
tre la baja nobleza –dominante en muchas ocasiones de una CORTES CELEBRADAS EN LA VILLA DE MADRID
oligarquía urbana– y la población de los Concejos impidió
Las Cortes celebradas en Madrid no fueron especialmente
que en Castilla se llegase a una representación autónoma de relevantes en los asuntos tratados de forma general para
la baja nobleza. La participación en Cortes era un privilegio el reino. Sí, en cambio, las reunidas en 1348 en Alcalá de
que permitía tratar con el Consejo Real una serie de asuntos Henares, donde el Ordenamiento de Alfonso XI recogía la
implantación de Las Partidas de Alfonso X y la recepción del
particulares que preocupaban exclusivamente a la ciudad, al derecho romano. Las reuniones de Cortes celebradas en la
margen de las decisiones comunes que adoptase el monarca villa de Madrid durante la baja Edad Media fueron ocho:
con los procuradores del reino.
La procuración a Cortes originó disputas y conflic- 1309. Fernando IV solicitó a los representantes del reino
ayuda económica para combatir contra los musulmanes en la
tos entre los miembros de la oligarquía local; la vaguedad frontera. Se le concedieron cinco servicios para aquel año y
normativa por la que cada Concejo elegía libremente a sus teres para los sucesivos
procuradores era violada en la práctica, con la interferencia
1329. Finalizó el 9 de agosto y se trataron temas referidos
de sugerencias reales. El proceso de los nombramientos se a la necesidad de financiación de la lucha en la frontera del
repitió en diferentes reinados. El rey enviaba a la ciudad la reino de Granada. Otros temas recurrentes en numerosas
carta de convocatoria a Cortes, ordenando que se siguieran reuniones fueron los relativos a la administración de justicia
y a los abusos d determinados grupos en el gobierno de los
los procedimientos electorales tradicionales. El Concejo,
Concejos.
cumpliendo la orden real, procedía a sortear los dos cargos
de procuración que tenía la ciudad, uno entre los regidores y 1339. Hubo un ayuntamiento de procuradores para atender
otro entre los caballeros y escuderos. Al cabo de 15 o 20 días los problemas generales del reino, finalizado el 4 de diciembre.
el rey volvía a escribir a la ciudad ordenando el nombramien- 1391. Se reunieron en una cámara en el cementerio de la
to de un personaje concreto, cuya designación correspondía iglesia del Salvador. El 6 de febrero se trasladaron a la iglesia
al del cabildo de los regidores. de Santiago, donde finalizaron las Cortes el 15 de diciembre.
En ellas se eligieron a los miembros del reino que debían
El sistema de elección de los procuradores era la insacu- gobernarlo durante la minoría de Enrique III de Castilla. Hubo
lación, sorteo que se limitaba exclusivamente a los regidores numerosas peticiones de los Concejos y el 24 de abril se dio
y diferenciaba entre estos dos grandes grupos: caballeros, por un importante ordenamiento sobre la moneda.
un lado; no caballeros, por otro. Las disputas internas por ac-
1393. Se reunieron en el Alcázar el 15 de diciembre y en ellas
ceder a las procuradurías tenían su razón de ser en las venta- se ensalza que el rey Enrique III haya alcanzado la edad de 14
jas que suscitaban, por lo que había de comprarse los votos de años y podía gobernar el reino. Los procuradores concedieron
los representantes de la administración municipal. El proce- un cuantioso servicio «con tal que nos prometades e jurades
luego que non echáredes ni demandáredes mas maravedís
dimiento facilitó la intervención regia en las designaciones: nin otra cosa alguna de alcabalas, nin de monedas, nin de
solamente los caballeros poseían la suficiente influencia ante servicio, nin de empréstido por menesteres que digades que
el rey para obtener de éste nombramientos personales. vos recrecen».
La documentación conservada de la elección de procu- 1419 y 1433. Se conservan los cuadernos de Cortes que son
radores a Cortes por la villa de Madrid es numerosa. Estas semejantes a las anteriores.
elecciones generaban conflictos entre la oligarquía del Con-
cejo, ya que la figura del procurador era de gran prestigio 1435. Hay un cuaderno con las peticiones concejiles al
monarca habituales. Se decidió que solo los procuradores que
político y social. Los procuradores eran dos y recibían ins- habían acudido a ellas siguieran haciéndolo en lo sucesivo.
trucciones precisas sobre qué asuntos tratar en las reuniones Madrid estaba entre las 17 ciudades con representación en
de Cortes concernientes a las peticiones que debían realizar. Cortes. Algunos concejos no podían asumir los excesivos
gastos de desplazamiento de los procuradores y declinaban
Además, los procuradores recibían un salario desde el día que acudir.
salían de Madrid hasta que regresaban. En el año de 1521, por
ejemplo, era de un ducado diario.

[ 53 ]
… y de la corte itinerante: el alcázar
el poder concejil y las ordenanzas

El centro de las monarquías medievales radicaba en la propia persona del rey, que acudía allí donde fuera
necesario para resolver por sí mismo todas las cuestiones de gobierno. Por ello, se configuraron como
«cortes itinerantes», permitiendo al monarca estar presente ‒aunque de forma temporal‒ en todos los
territorios que componían su reino. En las escalas en Madrid de la corte itinerante siempre se escogió el
alcázar como alojamiento prioritario de los monarcas, por lo que el viejo castillo de finales del siglo XIII
hubo de ir transformándose poco a poco en una cómoda residencia palaciega. Pero también las casas
de los principales caballeros madrileños y los monasterios de la villa ofrecieron en ocasiones cumplido
aposento a los nobles y oficiales que componían el séquito real.

Los primeros siglos (1462 y 1470) y a Rodrigo de Borja, legado del Papa (1472);
Hasta finales del siglo XIV el paso por Madrid de la corte aquí nació y fue bautizada y jurada su hija la princesa doña
o de personajes relacionados con ella había sido esporádico: Juana (1462); aquí trasladó el monarca sus tesoros (1467); y
Alfonso VIII en 1211; Fernando III en 1217, alojándose en un aquí, años más tarde, falleció él mismo (1474) y su esposa la
viejo palacete en el solar del futuro monasterio de las Des- reina doña Juana (1475).
calzas; Sancho IV en 1294; Fernando IV en 1303; Alfonso XI
en 1339, 1345 y 1346; Enrique II en 1373, para recibir en la villa Reyes Católicos
a Carlos II de Navarra; Enrique III en 1390 y 1398; y Juan II El reinado de los Reyes Católicos fue también pródigo en
en 1422 y 1434. estancias de los monarcas –juntos o por separado– y su corte
Pero con el paso del tiempo el aparato administrativo se itinerante: mil días, repartidos en catorce estancias de dura-
tornó cada vez más complejo y los séquitos más numerosos, ción variable y cinco escalas ocasionales. Pero fueron, en su
hasta hacer casi inviable su traslado y manutención; alcanza- mayor parte, paradas técnicas en sus continuos viajes en las
da la primera mitad del siglo XVI, los reyes decidieron pasar que apenas destacan los recibimientos a doña Margarita de
ya la mayor parte de su tiempo en unos pocos lugares escogi- Austria (1497), al príncipe don Miguel (1499) y a Felipe I y su
dos: Toledo, Valladolid, Segovia y, también, Madrid. La pre- esposa doña Juana (1502), así como la prisión de don Fernan-
sencia de la villa entre estos centros urbanos de poder regio la do de Aragón, duque de Calabria (1502).
convirtió en protagonista de no pocos hechos notables de la
vida política del Reino, consolidándose la tendencia durante Carlos I
el reinado de los sucesivos monarcas. Carlos I, por su parte, se alojó en Madrid más de seiscien-
tos treinta días, siempre en el alcázar excepto alguna estancia
Enrique IV ocasional en el palacete de los Vargas de la Casa de Campo y
Madrid fue el lugar favorito de residencia de Enrique IV, por en el monasterio de San Jerónimo. Son reseñables la prisión
delante de Segovia: en sus veinte años de reinado, se alojó en en el alcázar de Francisco I, rey de Francia (1525-1526), y los
la villa no menos de doscientos cincuenta y seis días, atraído tres nacimientos de infantes ocurridos en la villa: doña María
por su facilidad para el avituallamiento, la comodidad que iba (1528), don Fernando (1529) y doña Juana (1537).
alcanzando el alcázar trastámara, la cercanía del cazadero del En 1561, finalmente, Felipe II decidió terminar con la iti-
monte de El Pardo y la existencia en ella de los monasterios nerancia de la corte y fijarla en Madrid, ahora ya con carácter
de Santo Domingo y San Jerónimo, muy vinculados con la estable, aprovechando la ubicación geográfica central de la
monarquía. Aquí en Madrid recibió Enrique a los embaja- villa y las facilidades que brindaba para todo tipo de abaste-
dores del duque de Bretaña (1460), al conde de Armagnac cimientos.

[ 54 ]
Castillo primitivo
Fue una pequeña fortaleza de planta
trapezoidal y dimensiones medias de
70 x 70 metros, con los lienzos protegidos
por cubos de flanqueo; las dependencias
interiores se adosarían a los flancos
occidental y septentrional. En el centro de
la fachada meridional, un torreón prismático
hacía las veces de torre-puerta. Muy cerca
de esta fachada, extramuros, se situaba la
pequeña iglesia de San Miguel de la Sagra.

Alcázar trastámara
La ampliación y mejora del viejo castillo se
inició a finales del siglo XIV, mejorándose
además sus condiciones residenciales. Se
construyó la Cuadra Rica y la Capilla, y se
fortalecieron los dos torreones prismáticos
de la fachada sur, convirtiéndolos en
las magníficas Torres del Homenaje y
del Bastimento. Al exterior se construyó
un antemuro o barbacana, reforzado a
mediados del siglo XV con un foso exterior.

Alcázar de Carlos I
La transformación de la fortaleza medieval
en cómoda residencia regia se inició en
1536, a instancias de Carlos I y con trazas
de Alonso de Covarrubias. Se amplió y
regularizó su planta, ordenándola en torno
a los patios del Rey y de la Reina; se rellenó
el foso, se eliminó la barbacana y se derribó
en 1548 el viejo templo de San Miguel de la
Sagra. En las fachadas se añadieron galerías
y miradores, y en la esquina NE se construyó
la Torre de la Reina.

a. Arroyo 1. Patio de armas 10. Galería volada


b. Iglesia de San Miguel 2. Torre de acceso 11. P
 aredón del juego
de la Sagra 3. Cuadra Rica / de pelota
c. Puerta de la Sagra Sala Grande 12. C
 orredor del Jardín /
d. Puente 4. Capilla Galería del Cierzo
e. F
 oso artificial y barbacana 5. Torre del Homenaje 13. Escalera exenta
f. Antemuro 6. Torre del Bastimento 14. T
 orre de la Reina /
7. Patio del Rey Bahona
 Evolución del alcázar cristiano. 8. Patio de la Reina
9. Mirador

[ 55 ]
�V�
la economía
Las principales actividades económicas del territorio de
la actual Comunidad de Madrid en los siglos medievales
eran las relacionadas con la agricultura y la ganadería.
En la villa de Madrid se desarrollaron toda clase de acti-
vidades artesanales y comerciales, que estaban reguladas
por el Concejo. Además, la economía apenas estaba mo-
netarizada y se basaba en un sistema de endeudamiento.
Una zona agrícola y ganadera
Las principales actividades económicas del territorio de la actual Comunidad de Madrid en los siglos
medievales eran las relacionadas con la agricultura y la ganadería. La tierra era el principal soporte
productivo y la ocupación de la mayor parte de la población activa, en un contexto de relación feudal
entre el titular de la propiedad y el campesino que la explotaba a través de prestaciones directas o como
arrendatario que cobra una renta en especie o en dinero.

Distribución de la propiedad de la tierra La viña surgía en todo el territorio madrileño, desde Cu-
Las unidades de producción del mundo rural medieval po- bas a Barajas y Manzanares. Las monjas de Santo Domingo,
drían responder a tres tipologías: pequeñas propiedades por ejemplo, realizaban el 35 por ciento de sus transacciones
campesinas, mediana propiedad y gran propiedad o señorío. vinculadas a las viñas entre 1229 y 1348.
Solo la última categoría ha dejado fuentes documentales que Otros productos agrícolas fueron los olivares y los culti-
la economía

describen cómo la propiedad de la tierra y su explotación la vos hortelanos en la propia villa, aprovechando los caudales
realizaba el titular o, en muchas ocasiones, ésta era transferi- de agua y con técnicas heredadas de los musulmanes.
da a los campesinos. En los siglos finales de la Edad Media El documento más antiguo que custodia el Archivo Regio-
hallamos tres modalidades sobre la propiedad de la tierra: nal de la Comunidad de Madrid es un pergamino de 1330, per-
explotación directa, explotación indirecta por medio de con- teneciente al fondo histórico municipal de Torrelaguna, donde
tratos de arrendamiento o aparcería y explotación a través de el arzobispo de Toledo Jimeno de Luna sanciona la venta de
censos perpetuos. vino foráneo en la localidad durante el disfrute de su propia co-
El predominio del arrendamiento se daba en los términos secha, una de las principales fuentes de riqueza de la zona:
de la villa de Madrid y su tierra y en las jurisdicciones seño-
riales aledañas. Los vecinos pecheros de los lugares de estos Sepan quantos esta carta vieren, commo nos don Ximeno, por
territorios vivían en tierras de caballeros, personas ricas y mo- la gracia de Dios, arçobispo de Toledo, primado de las Espan-
nasterios de la villa como arrendatarios y campesinos pobres. nas e chançeller mayor de Castiella, cobdiçiando que los nues-
En las zonas de la Sierra que pertenecían a la provincia tros logares se meioren et los que y son moradores se aprove-
fiscal de Segovia predominaba la propiedad vecinal basada en chen de sus lavores et de sus heredades para rreparamiento de
bienes comunales y ganaderos. En los territorios jurisdicciona- sus fasiendas et para meioramiento de nuestro serviçio, orde-
les pertenecientes al arzobispado de Toledo, al este de la actual namos et estableçemos daquí adelante que en el nuestro logar
Comunidad de Madrid, predominaba la propiedad agrícola de Tordelaguna, aldea de Useda, non meta ninguno vino de
local y la mediana explotación con un nivel económico medio. fuera, dende quier sea del logar o non, mientra y oviere vino de
su cogecha para vender, porque sopiemos que por esto rresçibe
El cereal y la viña grand danno aquel logar. Et si por ventura algunos qualesquier
Madrid, como otros territorios castellanos de la Meseta, fue que sean contra este nuestro ordenamiento vino metieren de
tierra de pan y vino, que eran la base del llamado «compana- fuera en la dicha aldea aviendo y vino de cogecha del logar que
gium», es decir, de todos los demás alimentos que formaban se venda, queremos que el que lo troxiere pierda el vino et las
parte de la dieta medieval. bestias et los odres en que lo troxiere; et esto que sea partido en
El cereal crecía en el barranco de las Hontanillas y la Xa- tres partes: la una que ayamos nos, et la otra el conçeio de Tor-
gra desde el siglo XIII y en el entorno inmediato de la villa delaguna et la otra el que tomare el vino. En testimonio desto
de Madrid: Rejas, Vallecas, Alameda, Torrejón de Velasco y vos mandamos dar esta nuestra carta sellada con nuestro sello.
Torrejón de la Calzada, Getafe suministraban con sus «tie- Dada en Alcalá, nuestro logar, veinte et tres días de ffebrero, era
rras de pan levar» trigo, cebada y panizo. de mill et trescientos et sesenta et ocho annos.

[ 58 ]
La ganadería La actividad ganadera ponderaba el desarrollo económico
La economía ganadera y pastoril se desarrolló en la Transie- de Madrid y su tierra especialmente durante la última cen-
rra madrileña por sus características geográficas y ambienta- turia medieval, por su enorme importancia, que determinaba
les, con numerosos pastos y montes para la cría de ganado. El desde el abastecimiento de carne para la alimentación hasta
fuero de Madrid estipula aspectos referentes a los pastores y la obtención de lana y pieles para la artesanía textil y del
su protección, sobre los espacios propios y exclusivos (prados, cuero. La ganadería estante ovina, caprina y porcina creció
ejidos, sotos y abrevaderos) y la mención a ovejas y corderos y especialmente durante la segunda mitad del siglo xv, con fa-
determinadas prohibiciones relacionadas con el concejo. cilidad de movimientos hacia los pastos en un radio corto de
Los pastos, bosques y carrascales proporcionaban la leña acción. Esta cabaña ovina pastaba en los prados o dehesas de
y el carbón, además de rentas cuantiosas por su arrendamien- Carabanchel, Zorita, Perales, Caraza, Torrejón y Meaques.
to. El Concejo madrileño explotaba sus reservas en Vallecas La documentación concejil arroja datos globales sobre
y Tocha y luchaba por mantener la jurisdicción de territorios años concretos para la ganadería lanar de diversas aldeas. En
hacia el Guadarrama y el Jarama, además de la reserva de época de Juan II, Getafe presentaba un volumen de 140 ove-
Manzanares el Real. jas en 1442 y 350 en 1449. Fuencarral tenía 300 ovejas y Zo-
Mientras con el arzobispado de Toledo, el Concejo de rita 500 en 1444. Rejas y Caraque de Arriba alcanzaron 600
Madrid no tuvo disquisiciones sobre términos, con Sego- ovejas en 1449 y Villaverde 500. Durante el reinado de Enri-
via el conflicto se prolongó durante centurias. La ciudad de que IV, el volumen es aún mayor: Getafe contabiliza 300 en
Segovia, de gran tradición repobladora, inició durante el si- 1464, 350 en 1471 y 1.600 en 1472. Aunque las cifras oscilaban
glo XII un proceso de expansión al estabilizar los sexmos de de unos años a otros, el total del período ascendía a 20.290
Casarrubios y Valdemoro, cuyos lindes fueron amojonados ovejas procedentes de Madrid y las aldeas de su tierra, por lo
durante el reinado de Fernando III. La cuenca central y sep- que la cabaña contabilizada en Getafe representaba el 13,5 %.
tentrional del río Manzanares fue disputada. Madrid obtuvo Entre los grandes rebaños de los vecinos getafenses, las 600
confirmación entre 1152 y 1176 de los terrenos que llegaban ovejas de Alonso Martínez de Pingarrón son el índice mayor
hasta la Sierra, pero Segovia realizaba incursiones repobla- y la documentación señala que habían entrado en el prado
doras sobre los cursos del Lozoya, Guadarrama y Manza- vedado de Ayuden. El rebaño de Catalina Alonso formado
nares. Alfonso X segregó el espacio disputado y lo amparó por 50 ovejas, que habían entrado en la dehesa del Juncar y
bajo su protección, el Real de Manzanares, cuyo disfrute se por lo que se reclamaban las caloñas correspondientes, era
estipuló común. el menor.

 Explotación agrícola y ganadera


de la aldea de Getafe.

[ 59 ]
Las cañadas de la Mesta
El Honrado Concejo de la Mesta fue una institución creada durante el reinado de Alfonso X que trataba
de salvaguardar los privilegios de los pastores y protegerse de ataques violentos a los ganados y a sus
personas durante el paso de las cañadas. Por el territorio de Madrid transcurría la Cañada Real de las
Merinas y se generaron conflictos entre la asociación pastoril y la villa de Madrid.

Las cañadas y el Honrado Concejo de la Mesta Los alcaldes entregadores pertenecían a los linajes no-
El Honrado Concejo de la Mesta pudo fusionar en su ori- biliarios con intereses ganaderos, una minoría aristocrática
gen las mestas locales, asociaciones pastoriles que se reu- que controlaba la institución. La tasación de los impuestos
nían dos o tres veces al año para tratar cuestiones referentes regios y municipales por el tránsito de ganados generaba
a la seguridad de sus ganados. En 1273 los privilegios de la conflictos de forma habitual con los concejos y con labra-
Mesta favorecían a la ganadería trashumante y particular- dores particulares.
la economía

mente a la oveja merina, que posibilitó el desarrollo de una Las principales cañadas que atravesaban Madrid eran la
industria textil lanera. Anteriormente habían sido los fue- Cañada Real Segoviana y la Cañada Real Galiana o de las
ros de las extremaduras de León y Castilla los encargados Merinas: esta descendía por el valle del Jarama, cruzaba el
de regular la trashumancia estacional a los pastos acostum- sexmo de Vallecas por Coslada y Rivas, y llegaba a Getafe
brados.

Volumen cabaña ovina (siglo XV)

501-600
401-500
4
8
5,5
10,9
1-30
301-400
4
11
5,5
15,1
31-60
3
201-300 4,1
16
22 61-100
5
6,8

Nº de ovejas 101-200
Nº de rebaños 22
30,1  Volumen cabaña ovina. Siglo XV.

[ 60 ]
tras pasar por los prados de Salmedina y La Torrecilla, una
vez superado el Manzanares, para continuar hacia Pinto.
La documentación señala los lugares donde se solía coger
el portazgo: Vallecas, Getafe, Vaciamadrid, Rivas, Boadilla,
Majadahonda, Fregacedos, Fuencarral, Villanueva y Viveros.

Conflictos entre la villa de Madrid


y el Honrado Concejo de la Mesta
La villa de Madrid y el Honrado Concejo de la Mesta man-
tuvieron diversos conflictos desde mediados del siglo XIV en
adelante. El acalde entregador Jordán García de Segovia ha-
bía comprobado en 1345 la autenticidad de las cañadas y ve-
redas trazadas por Madrid y su término y cómo los pastores
las utilizaban en las migraciones de las sierras a los extremos.
También denunció la roturación y el cercado de estas vías
pecuarias por algunos vecinos con tierras cercanas, lo que
causaba daños a las manadas sin que fueran castigados por
las justicias locales. Por tanto, dispuso el apeo conforme a los
privilegios cabañiles y se consideró cañada real de noventa
varas castellanas y no vereda o colada.
El Concejo madrileño se opuso y alegó que ya habían
 Mapa de las cañadas de Madrid.
mantenido un pleito en el reinado de Fernando IV, y allí se
había comprobado la ausencia de cañadas; por consiguiente,
no admitían la intervención de los alcaldes de la Mesta para
tratar las cuestiones municipales. Para demostrar sus argu- a los extremos. Si los ganados causaran daños en panes,
mentos, la villa presentó dos cartas de 1303: «porque vos man- viñas, dehesas boyales, prados y huertas se embargarían
do que ninguno de vos juzguedes de aqui adelante querellas ni uno o dos pastores y se tasarían los destrozos.
demandas de pastores con Madrit y en sus términos... E pues • Todas las manadas a su paso por el Puente de Viveros lle-
yo os mando ser alcaldes de las cañadas non vos entremetedes varían cartas de Daganzo, donde se especificaría el núme-
en juzgar en Madrit nin su termino, nin en otro lugar do no ro de cabezas de ganado para cobrar el derecho de paso,
aya cañadas», confirmadas después por Enrique II, Juan I y establecido en 50 maravedís el millar.
Enrique III. Este último monarca otorgó en 1400 un privilegio • Los ganaderos debían informar a los recaudadores con-
por el que se confirmaba la autonomía de la villa con respecto cejiles de Las Rozas cuando estaban en términos de Ma-
a la jurisdicción de la Mesta y la eximía de la intervención de drid y debían utilizar el Puente de Viveros, a través del
sus magistrados en cualquier asunto pecuario. Manzanares.
• Los rebaños destinados al mercado del Arrabal debían
Acuerdos entre la villa de Madrid parar en la denominada «casa del portazgo».
y el Honrado Concejo de la Mesta • La delimitación de un itinerario para los ganados que
Si los concejos vedaban totalmente el paso y pasto a los re- entraban en la villa por el Real de Manzanares: debían
baños por zonas necesarias en la trashumancia, el Honrado dirigirse a Majadahonda para su inclusión en los registros
Concejo planteaba concordias. Con el Concejo de Madrid se de los recaudadores.
adoptaron diversos acuerdos en 1418 y 1432: • El Concejo permitía el paso por el camino viejo hacia
Chamartín y en dirección a Alcalá hasta llegar al Arrabal,
• La villa repararía los puentes de su alfoz y concedería un para no atravesar Alcobendas, lugar de señorío de Iñigo
plazo de cuatro días para el paso de los rebaños que iban López de Mendoza.

[ 61 ]
la economía

[ 62 ]
LA MESTA DE MADRID
La villa de Madrid organizó su mesta el 26 de enero de
1495, cuando varios vecinos, en representación de todos
los dueños de ganados de la villa y su tierra, denunciaron
los perjuicios por la falta de reuniones donde solventar
los conflictos. Suplicaron a los monarcas el permiso para
hacer dos juntas anuales, una después de San Juan y
otra a finales de octubre, especificando la obligación de
acudir con los mostrencos hallados en los rebaños para
devolverlos y designando dos alcaldes, dos fiscales y un
escribano para coordinar las reuniones. Entre los acuerdos
adoptados se estipuló:

• La asignación de los mostrencos a los legítimos dueños, y


su venta en caso de desconocimiento, pasando el importe a
la tesorería concejil.
• El pago de una multa de 600 maravedís si alguien marcaba
res ajena y de 300 maravedís si se hurtaba alguna res.
• La pena de 12 maravedís para quien entrara en el corral sin
permiso de los alcaldes, aunque trajesen ganado perdido.
• El desollamiento de animales ajenos muertos en el hato de
algún pastor, la comprobación de la marca en el pellejo y su
entrega al dueño, junto con la carne y el sebo.
• El pregón de un bando por los alcaldes para que se
presentasen los denunciantes de cabezas desaparecidas.
Aquel que tomase cabezas ajenas se le multaría con 100
mrs., la mitad para el dueño y la otra mitad para la justicia.
• El pago de 40 maravedís para aquel que destruyese un
corral, además de su reconstrucción.
• La prohibición de vender ganado a ningún pastor asalariado
sin conocimiento del señor, bajo pena de 20 maravedís.
• La presentación de los lobos muertos ante los alcaldes del
ayuntamiento y la recompensa de 5 maravedís por cada rebaño.

[ 63 ]
Bienes comunales y conflictos
Los bienes comunales eran propiedades de titularidad concejil e incluían las fuentes, las dehesas, los
montes, los ejidos, los abrevaderos o los arenales de los ríos. Los vecinos de la villa y la tierra podían
disfrutar de sus pastos, leña, caza y pesca, mientras los guardas y caballeros de monte velaban por su
conservación e imponían multas ante las infracciones. La necesidad de tierras de cultivos generó diversos
conflictos en el periodo bajomedieval.

Dehesas y otros bienes comunales e Torrejón de Velasco e Cubas e Griñón e Barajas e Alame-
Las dehesas concejiles, como las creadas en la confluencia de da e Alcobendas e Coveña e diz que non tienen más término
los ríos Henares, Jarama y Manzanares, arrendaban el dere- e jurediçión de las goteras».
cho a percibir caloñas. Durante el siglo XV algunos bienes
comunales sufrieron una explotación intensiva, como los lu- Conflictos en lugares de señorío
la economía

gares de hierbas y pastos. A veces las dehesas eran arrendadas Los Arias Dávila, señores de Alcobendas y Torrejón de Ve-
a los concejos de la tierra, como los de Leganés y Caraban- lasco, establecieron concordias o conveniencias con el concejo
chel de Abajo. de Madrid. A cambio de poder utilizar los términos de la tie-
rra madrileña, los vecinos de Alcobendas se comprometían a
Los conflictos de términos pagar 800 mrs al año. En la dehesa de Valaño, los vecinos de
Los monarcas Fernando de Aragón e Isabel de Castilla pro- Alcobendas tenían derecho a «paçer e roçar e caçar e cortar e
mulgaron la ley de Toledo de 1480 sobre la restitución de faser carvón». En el caso de Torrejón de Velasco, la estrategia
términos públicos para evitar posibles usurpaciones que la de los señoríos nobiliarios era llevar a cabo la conversión de
nobleza señorial, la oligarquía urbana, las instituciones ecle- sus propiedades en terrenos cerrados, como dehesas y pastos
siásticas o algunas personas particulares realizaban en lugares en lugar del cultivo, que con frecuencia eran arrendados a
destinados al uso comunitario de los concejos castellanos. ganaderos trashumantes.
Las relaciones conflictivas por cuestión de términos con Hubo también conflictos provocados por los cerramien-
la villa madrileña corresponden a los señoríos más antiguos, tos ilegales de tierras comunales o zonas de pasto practicados
constituidos por aldeas que habían pertenecido a la Tierra por vecinos de El Real de Manzanares, cuya organización de
madrileña. La oposición mantenida por el concejo a la segre- los usos comunales (pasto, leña, carboneo y caza) creó situa-
gación de sus términos y habitantes tuvo sus frutos en una ciones conflictivas desde el siglo XIV. El concejo de Madrid
situación relativamente infrecuente en las relaciones entre el y los vecinos del señorío trataron de acordar una concordia
realengo y el señorío nobiliario en la Baja Edad Media: el que salvaguardase los derechos y los intereses de ambas par-
reconocimiento de que la jurisdicción señorial en las locali- tes, permitiendo que el ganado utilizara los pastos durante
dades segregadas se limitaba a las «goteras», es decir, al espa- el estiaje.
cio ocupado por las edificaciones de cada localidad, mientras Además, se sumaron los tradicionales debates sobre la
Madrid ejercía la jurisdicción en el resto del territorio. Se delimitación de los términos respectivos. Ante la inoperan-
trataba, por tanto, de aldeas sin términos propios, insertas cia de las negociaciones, la villa de Madrid recurrió a la vía
dentro de la Tierra madrileña. judicial. Primero, mediante la actuación de los jueces de tér-
Está situación quedaba descrita en una cédula de los Re- minos o pesquisidores enviados por los monarcas, a los que
yes Católicos de 1504 que aprobaba las alegaciones del pro- el concejo solicitaba el reconocimiento de sus derechos y la
curador madrileño: «las villas y lugares de señorío que fueron anulación de los impedimentos a su ejercicio. Después, a fi-
tierra e jurediçion desa dicha villa e fueron partadas della, las nales del siglo XV, se busca una sentencia definitiva al remi-
quales dichas villas e lugares son Parla e Pinto e Polvoranca tir el pleito ante instancias judiciales superiores, el Consejo

[ 64 ]
Real y la Chancillería de Valladolid. También se plantearon go de Vargas, y de Pero de Vargas, que tenían a su nombre
la conservación de los montes y los derechos de corta de leña a renta «por quanto tienen fechos barbechos en la heredat».
de encina y carboneo por los madrileños empezaron a ser La documentación recoge que algunos vecinos de Madrid
restringidos por las autoridades del Real. los ocuparon impidiendo que otras personas pudieran apa-
centar allí sus ganados. Se tomó la determinación de que «en
Conflictos entre las aldeas y Madrid tanto Acedinos estuvo como está despoblado», se amojonara y
Durante el siglo xv los vecinos de Getafe acudían a la dehesa se empleara para uso común de los vecinos de Madrid. Varias
boyal del Concejo y otra más pequeña llamada del Juncar. décadas más tarde, los concejos de Getafe y Fuenlabrada di-
Además, gozaba a media legua al sur del pueblo de las de- lucidaron un pleito por el disfrute de sus prados. Los vecinos
hesas de Acedinos y Ayuden, cuyos ejidos, pastos y prados de Getafe acusaron a los de Fuenlabrada porque les habían
pertenecían a la villa de Madrid, pero eran ocupados tanto prendado por la fuerza «sus ganados mayores cerriles e de va-
por habitantes de Getafe y Fuenlabrada como de Pinto, se- lor en el prado de Azedinos, adonde tenían derecho de pacer
ñorío limítrofe. y estando en tal posesión de tiempo inmemorial a esta parte».
Otros aprovechamientos eran el ejido de Covanuebles, a
una legua al sureste, y, además, los del resto de habitantes de
la tierra de Madrid: monte de Vallecas, Congosto, El Porcal
y Biveros. Sobre la conveniencia de alzar el vedamiento que
tenía la hierba del Porcal, paraje situado entre los ríos Man-
zanares y Jarama, los vecinos de Getafe dilucidaron en 1489 si
se arrendaba por dos años para abordar el «reparo» del lugar
y del puente de Biveros.
Otro conflicto por términos, prolongado durante un si-
glo, se dio entre la villa de Madrid y varios vecinos de Ge-
tafe, acusados de haber «tomado e ocupado cierto término
de la dicha villa que se dise Los Tomillares de Perales» y se
solicitaba la restitución «de los dichos términos, e tierras, e
dehesas, e pastos, e abrevaderos, pues lo habían ronpido las
tierras e arado e sembrado los dichos términos sin licencia ni
autoridad». La sentencia recogía que aquel paraje se utilizaba  Prado Acedinos.
como pasto común de la tierra de Madrid.

El prado de Acedinos
Los pastos, prados, ejidos y abrevaderos de Acedinos fueron
lugar de conflicto a mediados del siglo XV. El vecino de Ma-
drid Vasco Mejía demandó a Juan Juárez, hidalgo, vecino de
Getafe, acusándolo de que un par de bueyes suyos o de su
guarda entraron a «paçer e fazer daño en el prado de Asedi-
nos donde es heredero, treinta vezes de día e treinta de noche
de hasta tres meses acá». María Ruiz y su hijo Ferrant Suárez,
vecinos de Fuenlabrada, vendieron a Francisco Martín, hijo
de Antón Suárez, vecino de Getafe, una tierra de pan llevar
en La Cardosa, término de Acedinos, de tres fanegas de tri-
go como capacidad. Otros vecinos de Fuenlabrada, Alonso
Martín y su hijo, dejaron la heredad de tierras de pan levar
que poseían en Acedinos de María Martinez, mujer de Die-  Río Manzanares.

[ 65 ]
Las aguas que hicieron posible Madrid
El área donde surgió Madrid, en pleno centro peninsular, era una especie de oasis. Sus pequeños arroyos,
sus abundantes fuentes y las aguas que corrían por sus entrañas convencieron a un pequeño grupo
humano para asentarse. La concentración hídrica permitió la conversión de la fortaleza en una ciudad en
continuo crecimiento y desarrollo.

Un paisaje dominado por el agua ofrecía fue clave: los manantiales del que surgía el arroyo de-
El paisaje del territorio de Madrid estaba presidido por dos bieron ser bastantes generosos en agua y, algo más al oeste,
colinas, dispuestas en un eje norte-sur con una pendiente sua- otras fuentes naturales aportaban las suyas a ambas márgenes
ve hacia el este y algo más abrupta por sus lados norte, sur y, del pequeño valle que iba dibujando a su paso por la zona
sobre todo, oeste. En la colina septentrional se levantó el cas- conocida posteriormente como Pozacho. Aquí surgieron los
la economía

tillo por orden de Muhammad I y en la meridional, conocida primeros cultivos madrileños y de donde las familias madri-
hoy como Las Vistillas, se alzaría el gran arrabal de Mayrit. leñas asentadas en Las Vistillas obtenían el agua para su con-
Entre ambas colinas, en dirección este-oeste, discurría un sumo en los hogares.
pequeño arroyo, alimentado en su cabecera y a lo largo de El territorio, sin embargo, aún guardaba un secreto: a po-
su recorrido por diferentes manantiales que brotaban de la cos metros de profundidad, debajo de la capa permeable de la
superficie, lo que permitía la acumulación de vegetación a superficie, se extendía una gran cantidad de acuíferos que no
lo largo del pequeño valle que se formaba. De manera pa- tardarían en ser descubiertos. Quizá desde los primeros tiem-
ralela, un segundo arroyo recorría el espacio al norte de la pos comenzaron a abrirse pozos, tanto para el consumo huma-
colina septentrional, también alimentado en varios puntos no como para el riego. Estos pozos tomaban forma alargada
por manantiales. Hoy en día el trazado de ambos arroyos para albergar norias que facilitaran el flujo constante de agua.
es fácilmente imaginable: las calles Segovia y Arenal imitan Del arroyo situado al norte de la colina septentrional
respectivamente su recorrido. se desconocía su nombre en época emiral. Con el dominio
Los dos arroyos vertían sus aguas a un río cercano, que cristiano comenzó a denominarse «arroyo (y fuentes) del
recorría de norte a sur la planicie situada al oeste de ambas arrabal» o «de San Ginés» y ya en los siglos modernos sería
colinas para luego rodearlas por el sur. En el caso del Arenal bautizado como Arenal.
lo hacía habiendo unido antes sus aguas con otro arroyo, más Con toda esta oferta hídrica, la población de Mayrit cu-
al norte: Leganitos. Juntos, posiblemente por la actual cuesta bría sus necesidades y desarrollaba sus actividades económi-
de San Vicente, llevarían sus aguas al río. cas. De pozos y fuentes obtenían el agua para su consumo
Otros dos arroyos, algo más alejados, esta vez hacia el sur- y para el lavado de prendas y alimentos. Con esas mismas
este, completaban el mapa fluvial del área original madrileña: fuentes, norias y arroyos regaban las huertas y cultivos que
uno de ellos recibiría el nombre de Atocha y el otro, el de se multiplicaban por suelo madrileño. Esa agua circulaba a
Valnegral o Abroñigal. través de acequias y canales superficiales, como los tramos
descubiertos en la Plaza de los Carros y en la Cava Baja.
La explotación del agua También de los manantiales posiblemente se obtuviera el
durante el dominio musulmán agua que movería los engranajes de su industria textil.
El primer recurso hídrico explotado por la población madri- El río, algo alejado de la medina y cuyo acceso era un tan-
leña posiblemente fue ese arroyo que discurría entre ambas to abrupto, también sirvió a Mayrit para desarrollar algunas
colinas. Los cristianos lo llamaron «arroyo de la Villa» o «de de sus actividades económicas, como la pesca, el cultivo en
las fuentes de San Pedro». La gran concentración hídrica que sus márgenes y la fuerza para sus molinos. Por tanto, aun-

[ 66 ]
que trascurriera alejado del recinto, también tuvo su prota-
gonismo, lo que llevó a darle un nombre: Guadarrama, «río
de arena», usado también durante el periodo cristiano y que
acabaría siendo sustituido ya en época moderna por su deno-
minación actual, Manzanares.

El abastecimiento en época cristiana


Las autoridades castellanas continuaron con el sistema de
abastecimiento, adaptado al progresivo crecimiento de la po-
blación y de su demanda. Los usos y la explotación del agua
aumentaron y se diversificaron, pero no pusieron en peligro
el suministro. Los cambios fueron puntuales. Por un lado, los
manantiales comenzaron a tomar una mayor relevancia para
el consumo humano, una vez que las autoridades loca-
les facilitaron su acceso a través de la construcción
de fuentes públicas. Por otro lado, el protagonis-
mo fue acaparado por el arroyo Arenal, surgien-
do en sus orillas las tenerías y atrayendo cada vez
más población en torno a sus fuentes. Igualmente
aumentó la explotación de los ríos, motivado
por el crecimiento de la actividad de molienda
y pesca. Ahora no solo llevaban sus granos y
sus redes de pesca al Guadarrama, también
lo hacían al Henares y Jarama.
El sistema de abastecimiento comen-
zaba a dar sus primeros síntomas de ago-
tamiento a finales del siglo XV. El Con-
cejo madrileño reaccionó ampliando la red
de fuentes y manantiales, con la dotación de
canales y cisternas para aprovechar al máximo
posible su agua. Junto a ello desplegó una polí-
tica de saneamiento, especialmente en torno a
las fuentes del arrabal, a esas alturas el principal
punto de abastecimiento de las familias madri-
leñas. Ello conllevó el cierre de toda actividad
económica que pudiera contaminar sus aguas,
especialmente las tenerías, que empleaban buena
parte de esas aguas y provocaban las quejas del
vecindario. Estas tenerías fueron trasladadas a
orillas del arroyo sur, zona ya por entonces casi
abandonada. Por último, se ejerció un mayor
control del acceso y explotación de los recursos
hídricos, endureciendo las condiciones para la
construcción de canales privados en los arroyos
de la villa y regularizando el uso de las fuentes.

[ 67 ]
El mercado
El abastecimiento de las ciudades medievales a través de ferias y mercados permite conocer cómo
se desarrollaron las formas de producción, intercambio y transacción de manufacturas y alimentos.
El mercado medieval es una institución que se organiza y desarrolla en un marco jurídico de reglamentos
y ordenanzas para una actividad económica concreta dentro de una ciudad.

Los orígenes del mercado musulmán (ss. IX-XII) Pan


En el Madrid musulmán podemos señalar la existencia de A finales del siglo XV había dos tipos de alhóndigas; la del
zocos celebrados en el arrabal que se extendía a la sombra de pan, donde se guardaban los cereales de las cosechas de los
la al-Mudayna. Se trata del abastecimiento de una pequeña vecinos para su consumo y también para disponer de grano
población de frontera, que consumía alimentos básicos como para las sementeras, así como los procedentes de las rentas
la economía

pan, carne, pescado, frutas y hortalizas, entre otros. municipales y eclesiásticas. Y las dos alhóndigas de la harina,
De este periodo se documentan el consumo y venta de una en la plaza de san Salvador y otra en el arrabal, ambas
cereales, con los molinos de Ribas, junto al Jarama, dentro pertenecientes a la oligarquía madrileña. En 1490, el Con-
del alfoz madrileño y una «alcoba» (voz de origen árabe) que cejo, después de varias deliberaciones, decide que haya una
designa a una casa de la harina y que debió existir ya en época alhóndiga y un peso municipal, denominados la Casa y el
musulmana, para su venta a las panaderas en la elaboración Peso de la harina, al igual que sucedía en otras ciudades y
del pan cocido, tratándose de un oficio fundamentalmente villas castellanas.
femenino. En época de los Reyes Católicos el oficio se institucionali-
También se mencionan lagares para la elaboración del za, mencionándose a 20 panaderas designadas por el Concejo
vino y bodegas y vinateros para su venta al por menor por que debían hacer el pan guardando unas ordenanzas sobre
taberneros y taberneras en azumbres, medida de algo más su justo peso, buena calidad y precio. El precio de la fanega
de dos litros, en un comercio, a veces, de regatería o reventa. de harina se estipuló no superior a más de 160 maravedís, de
modo que de cada fanega podían elaborarse 58 panes con un
El mercado cristiano (ss. XIII-XV) peso aproximado de 2 libras y media, no pudiendo venderse
En el periodo cristiano se constata la celebración espacial al día más de 2 fanegas, una por la mañana y otra por la tarde.
de dos mercados. Uno en el interior de la al-Mudayna, en Estos panes se vendían desde los propios hornos o en puestos
una explanada frente al alcázar, en el llamado Campo del al aire libre en el mercado. Desde 1489, con la construcción de
Rey que abastecía de alimentos a la Corte y otro en la villa, un mercado municipal de abastos en la plaza del Arrabal, el
en la plaza de San Salvador, centro político y económico. pan era despachado en tiendas junto a otros alimentos.
Ambos estaban protegidos por el rey mediante la paz del
mercado, institución jurídica que garantizaba el desarro- Vino
llo de sus actividades para los vecinos y forasteros que allí El Concejo protegió mucho el comercio del vino, estable-
acudían a comprar, prohibiendo y sancionando conductas ciendo medidas proteccionistas para que nadie pudiese
inadecuadas que surgían en el cotidiano trasiego del tra- meterlo o sacarlo a vender sin previa licencia, priorizando
to comercial. Además, se contratan oficiales encargados de el procedente de las cosechas de los vecinos de la villa y su
velar por esta seguridad, entre los que figura el almotacén, tierra para que el mercado estuviese bien abastecido y evitar
de origen musulmán, que velaba por la correcta utilización la competencia con vinos de otros lugares. Así, cada vecino
de pesos y medidas para evitar fraudes, cobrando las multas debía registrar ante las autoridades municipales la cantidad
pertinentes. de arrobas o tinajas introducidas y el tipo de vino, nuevo o

[ 68 ]
añejo, es decir de cosechas recientes o anteriores, así como su a este, el mercado de la plaza de la Villa para el resto de los
color, blanco, yema o tinto y la aldea madrileña de proceden- vecinos. Sabemos que se consumían carneros, ovejas y cabras,
cia. Sobre esto, sabemos que había lagares en distintos sitios, cuyas carnes eran las más caras, seguida de bueyes y cerdos,
algunos dentro de la villa y sus arrabales y bodegas para su además de conejos, aves de corral, gallinas, pollos y huevos.
almacenamiento.
La venta de vino se regía por una ordenanza municipal Frutas y verduras
que regulaba su calidad y precio, tanto para los particulares Las huertas cercanas a Madrid, así como las de sus aldeas,
que lo vendían al por menor desde sus casas y en azumbres, proporcionaron gran cantidad de productos que se vendían
algo más de dos litros, como para los regatones o revende- en el mercado. Se citan a numerosos hortelanos y hortelanas,
dores que lo hacían a más precio del fijado y en lugares se- algunos de ellos en pleitos con otros vecinos por el aprove-
ñalados. A finales del siglo XV y principios del XVI su precio chamiento o la apropiación del caudal de pozos, arroyos y
osciló entre los 6 y los 9 maravedís el azumbre. Al tiempo se fuentes a través de canales y presas, albercas, norias y regueras
edificaron unas tabernas en el mercado municipal de la plaza para facilitar el regadío de las huertas y plantaciones, siendo
de Arrabal que se sacaron a pública subasta para arrendar- numerosas las referencias a regadíos en las ordenanzas mu-
se al mejor postor. Estas tabernas se convirtieron en lugares nicipales.
donde además se comía y se dormía, y también en espacios Las principales frutas y verduras de la dieta de los ma-
de diversión. drileños eran las berzas, zanahorias, pepinos, nabos y toda
clase de legumbres, mencionándose uvas, higos, brevas, cere-
Carne y pescado zas, peras, manzanas, naranjas, limones y cidras, cultivadas en
En estos mercados se vendía también la carne y el pescado las huertas cercanas de la Sagra, junto al arroyo del Arenal, y
por carniceros y pescaderos del rey que abastecían a la Corte del Pozacho, en el arroyo de San Pedro. Eran propiedad de
que, en ocasiones y en su periplo itinerante, recalaba en el la oligarquía urbana y de algunos monasterios madrileños y
alcázar y a los funcionarios que residían en sus proximidades, estaban arrendadas a hortelanos y hortelanas que abastecían
dentro de la collación de Santa María, en el mercado de la al mercado en puestos ambulantes.
al-Mudayna, donde también se celebraban las ferias. Junto

 Reconstrucción del aholí o alhóndiga de Getafe.

[ 69 ]
El mercado
El mercado semanal se realizaba desde mediados del siglo XV en distintas ubicaciones: Campo del Rey, plaza del
Arrabal y plaza de San Salvador. Se celebraba los jueves y a él acudían aldeanos de las localidades cercanas a Madrid,
a cambiar o vender sus mercancías. También se celebraba un mercado diario. El Concejo controlaba el abastecimiento
de los productos y regulaba los precios, así como el sistema de posturas: un particular obtenía la licencia en el
comercio de una materia (carne, pescado, aceite) y quedaba obligaba a dar una cantidad del producto en un tiempo
determinado.

2
3 7

  
1 La elaboración del pan cocido era un oficio básicamente femenino, siendo pescados de río más frecuentes eran las truchas, camarones, barbos, albures
las mujeres quienes lo amasaban en artesas en las casas, para luego llevarlo a y lampreas.   4 En otro puesto distinto a la carnicería se vendían carnes secas
cocer a los hornos distribuidos por la villa y sus arrabales. Las ordenanzas en o saladas y la chacina obtenida de la matanza porcina.    5 Los alatares vendían
época de los Reyes Católicos regulan el justo peso, la buena calidad y el precio perfumes, ungüentos y especias.    6 Las aves de corral, como las gallinas,
del pan. El precio máximo de la fanega de harina era 160 maravedís, de modo se vendían vivos y también ofrecían huevos y piensos. A veces se producían
que de cada fanega podían elaborarse 58 panes con un peso aproximado de quejas porque delante de las tiendas del mercado se instalaban puestos
2 libras y media, no pudiendo venderse al día más de 2 fanegas, una por la ilegales de vecinos y algunos campesinos.    7 Los funcionarios encargados
mañana y otra por la tarde. Estos panes se vendían desde los propios hornos o de velar por la buena calidad de los productos alimenticios eran los veedores
en las tiendas al aire libre en el mercado.   
2 Una de las actividades artesanales designados por el concejo. El almotacén era la autoridad encargada de cumplir
más importantes era la elaboración y venta de tejidos, paños y telas. Los paños las ordenanzas sobre los pesos y medidas del mercado. Vigilaba los mercados
de textura más fina procedían de los principales centros textiles castellanos. y a los vendedores y tenía la capacidad de poner multas.    8 En la carpintería
Además de la lana, se comercializaba el lino, el cáñamo y el esparto. La seda la madera llegaba a Madrid ya labrada desde la sierra de Guadarrama y el
era importada por mercaderes toledanos y surtía a las familias más ricas de área de Real de Manzanares. Los mercaderes y productores compraban y
la villa.   
3 El pescado marino se importaba y se encontraba fresco o cecial vendían la madera en las ferias y en el mercado semanal, aunque en el diario
(seco o curado), que se conservaba más tiempo. El pescado procedía de podía encontrarse junto a la leña y la paja.   
9 Otros comerciantes vendían
Galicia, Asturias y Vizcaya y era transportado por comerciantes burgaleses. Los legumbres, licores o cerveza.   
10 En el mercado también se vendían utensilios
Es mi merçed que de aqui adelante para syenpre jamas sea franco e libre e quito de alcaualas e otros tributos todas
las mercaderias e cosas que se troxieren a vender e vendieren e se trocaren e canbiaren en el mercado que se fisiere
un dia de cada semana en la dicha villa de Madrid, asy lo que vendieren e conpraren e trocaren e canbiaren los
vesinos e moradores de la dicha villa de Madrid e su tierra como otras quales quier personas de fuera della que
al dicho mercado vinieren a comprar y a vender, los quales nin algunos dellos de la compra nin de la venta es mi
merçed que non paguen la dicha alcauala nin otro tributo alguno e que gosen de todos los preuillejos e libertades
e cosas de que gosan todas las personas que van a los mercados francos de mis regnos donde yo he dado y do la
semejante franquesa e esençion e libertad […]. E es mi merçed y mando que el dicho mercado que asy como dicho
ese ouiere de hacer un dia en la semana se haga el dia del martes e non otro dia por que asy cunple a mi servicio.
Privilegio de Enrique IV de concesión de un mercado semanal a Madrid, 23 octubre 1463,
Archivo de Villa de Madrid, Secretaría 2-306-18

14
10 11 4

12 13

de cocina y para el hogar, elaborados en madera o hierro, o candelas y velas, cubas en Madrid solían ser de madera de pino y enarcadas con ocho arcos
cuya calidad era vigilada porque si se elaboraban con el sebo extraído de cada una. Esta madera permitía una mejor conservación y un mayor asiento
las tripas de los animales se derretían fácilmente.   
11 En otra tienda hallamos del vino, que obtenía un mejor color, sabor y calidad almacenado durante un
la venta de miel, aceite, quesos de oveja y cabra y hierbas medicinales. La año. La capacidad de estos recipientes se media por el número de cántaros de
miel era vendida como edulcorante por apicultores de las aldeas madrileñas vino que podían contener, que a su vez se despachaban en la taberna.    14 La
y de las zonas serranas del Real de Manzanares, y se utilizaba para dulces, carne era despachada por los cortadores en tablas o puestos en el mercado
postres y confituras. El aceite procedía de almazaras de la zona de la Sagra al aire libre y se vendía por arreldes, equivalente a algo menos de dos kilos.
toledana.   12 La venta de hortalizas y frutas se hacía directamente por los Los géneros más apreciados eran el camero (entre 15-16 y 19 maravedíes
propietarios, sin que existiese un sistema de posturas y obligados como para el arrelde), el puerco (14 maravedíes), la vaca (entre 11 y 14 maravedíes y
la carne y el pescado. Esto propició un comercio de regatería muy perseguido medio), el cabrón, el cabrito y la oveja (11 maravedíes). Muchos vecinos solo
por las autoridades municipales, pues estos regatones incrementaban los podían acceder regularmente al consumo de los despojos: a 2 o 3 maravedíes
precios. Las verduras procedían de las huertas de vecinos de Madrid y las las cabezas y a 5 la asadura. La carne, además de alimento, era la base del
aldeas de su tierra. La variedad de productos hortícolas, frutales y frutos suministro de la lana y las pieles para las industrias textil y del cuero.
secos era elevada: zanahorias, pepinos, castañas, avellanas, nueces, cerezas,
peras, guindas, manzanas, naranjas, higos.    13 Para la conservación del vino
se utilizaron cubas de madera y recipientes de barro, básicamente tinajas. Las
El abastecimiento de carne y pescado
La villa ideó durante el periodo de los Reyes Católicos una solución por la que el comercio de carne y
pescado estuviese garantizado, aunque dejando su desarrollo en manos particulares. Es decir, el abasto de
carne y de pescado fue un sistema municipal pero de gestión privada.

El abastecimiento concejil de carne Precios de la carne (el arrelde)


El Concejo sacaba todos los años a pública subasta las car-
Tocino 22-32 maravedís
nicerías y pescaderías, suscribiendo contratos con compañías
que, además, se dedicaban al comercio de otros productos, y Carnero 14-20 maravedís

que estaban fuertemente capitalizadas, es decir, disponían del Vaca 10-13 maravedís
dinero suficiente para hacer frente a su gestión. Se presenta- Cerdo 12-15 maravedís
ban pujas u ofertas, lo que se denominaba sistema de postu-
la economía

Ovejas, cabras y corderos 9-13 maravedís


ras, bien generales, para todo tipo de carnes o pescados, bien
Conejos (pieza) 9 maravedís
específicas, arrendándose a la compañía que más cantidad y
a mejores precios vendiese, pasando a llamarse obligados a
la carne o al pescado. A todos los participantes, el Concejo
ofrecía un «prometido» o cantidad de dinero por el hecho
de intervenir en la subasta y que actuaba como un aliciente
para que las compañías se presentasen. Entre las compañías
de carniceros más importante para el periodo de los Reyes
Católicos debemos citar a los Heredia.
En cualquier caso, la operación era muy arriesgada y hubo
compañías que quebraron y no pudieron seguir con el abas-
to, por lo que el Concejo tuvo que hacerse cargo del mismo
temporalmente, o buscar otras compañías fuera de Madrid,
en lugares y señoríos comarcanos como Guadalajara o Alcalá
de Henares. Lo mismo sucedía si no había quienes pujasen,
bien por no aceptar las condiciones del Concejo o por temor
a no poder cumplir con sus obligaciones.
Los tipos de carne que se consumían fueron los mismos
que en épocas anteriores, utilizándose como medida de peso
el arrelde, algo menos de 2 kilos y la libra, aproximadamente
medio kilo. Destaca el carnero como la más cara y apreciada,
seguida de la vaca y el cerdo, constatándose un incremento
en el consumo de tocino, fresco o salado. También se consu-
mía la carne de oveja, cabra y cordero, sin olvidar la caza, los
conejos y las aves de corral.
En los contratos se establecen las obligaciones de las par-
tes: el Concejo debía proporcionar a los carniceros las dehe-
sas para guardar el ganado de carne hasta su sacrificio, Ar-
ganzuela al sur y Amaniel al norte, lo mismo que el matadero

[ 74 ]
que fue cambiando de ubicación, desde Puerta Cerrada hasta el peso. Estaba junto a la Puerta de Guadalajara y poste-
las cercanías del hospital de La Latina, en la actual plaza riormente se trasladaría a la plaza de san Salvador, junto las
de la Cebada. Por su parte, los carniceros debían comprar el carnicerías.
ganado, traerlo hasta Madrid y sacrificarlo en el matadero, Entre las principales compañías de pescaderos estaban
siguiendo la ordenanza municipal sobre cómo cortar y de- los Franco, participantes en varias posturas desde el último
sollar la carne. cuarto del siglo XV, y junto a ellos la familia Toledo o los
Lo más importante eran los precios y el número de «ta- Torres, que aparecen como obligados, vendiendo todo tipo
blas» o puestos que se comprometían a abastecer, distribui- de pescado.
dos por la villa y sus arrabales, con tipos específicos de carne
y para sectores sociales concretos con fines fiscales, distin-
guiéndose entre tablas de carne para pecheros y otras para
hidalgos y caballeros, a la hora de imponer determinadas
sisas o impuestos indirectos para sufragar los gastos de la
hacienda municipal y que incrementaban los precios de ven-
ta. A fines del siglo XV las carnicerías formaban parte ya del EL OFICIO DE CARNICERO
mercado de abastos de la plaza del Arrabal. Conocemos con detalle algunos datos de la aldea de
Getafe sobre los quehaceres del carnicero, que no era
la persona que despachaba la carne al público, sino el
El abastecimiento del pescado
que gestionaba todo lo relacionado con ella. El lunes
El pescado se despachaba también en los puestos del merca- «postrimero dia del mes de março» de 1449, el alcalde
do, en donde se vendían especies fluviales de los ríos madri- Juan Martín, escogió a Diego Martín, vecino de Getafe,
leños como bogas y barbos, básicamente del Manzanares. El «para que sea su carnicero desde el primer día de la
Pascua de Resurrección hasta el día de Carnestolendas».
Concejo estableció vedas periódicas para proteger su produc- El arrendamiento de la renta de la carnicería por el concejo
ción y reguló las formas de captura. Se documenta en el fuero alcanzaba los 800 maravedís.
una pesquería en Ribas, junto al Jarama, en el mismo lugar
El carnicero debía ofrecer a los vecinos «carnes e corderos
donde estaban los molinos de harina. en el tiempo que se deuen dar», quedando desierto el
También se consumía pescado de mar de los puertos del período penitente de la cuaresma, y vacas y ovejas a los
Cantábrico en forma cecial, es decir, secado o ahumado y re- precios que se vendían en Madrid. El calendario, acorde
a los preceptos religiosos y a las costumbres sobre los
mojado en agua para su mejor conservación, durante su largo
periodos de matanza, era muy minucioso para el carnicero,
transporte por mercaderes de Burgos que lo redistribuían, así como los precios a los que debía venderse. Desde
vendiéndolo a los obligados. También había pescados del sur Pascua hasta san Juan de junio debía ofrecer «carnes
que comercializaban mercaderes sevillanos. cojudos» [no castrados], y si daba «carnes castrados»,
las había de vender a tres maravedis el arrelde de carne.
Generalmente, se vendía por libras: una libra de pescado Y después de san Miguel de septiembre daría diariamente
equivalía a medio kilo. Los precios oscilaron entre los 6-10 carnes castrados, un carnero o dos; y si diera carnes
maravedís del pescado cecial remojado, hasta los 9 maravedís cojudos había de venderlas a tres maravedis el arrelde. En
este tiempo darían carnes abasto en dos tablas, la asadura
de la mielga y los 17-20 del congrio, que era el más caro. Las de carnero a dos blancas y la asadura de la oveja a tres
sardinas se vendieron entre los 6-7 maravedís, siendo el pes- blancas, y si la ofrecían a mayor cuantía pecharía cada vez
cado más barato, pudiéndose consumir frescas o ceciales, es 12 blancas, «e que no dexe figado en los quartos çángaros
so pena que pague en pena 12 blancas». Y la cabeza del
decir, en forma de arenque.
carnero y de la oveja había de venderse a siete blancas
También se vendía pescado fresco como el atún y el sá- para que la saquen por coyuntura, so pena de 12 blancas.
balo, productos perecederos que generaban malos olores. Por
ello se construyó un edificio denominado la red del pescado, Todo el ganado, «así carnes como ouejas e corderos»,
habían de matarlos en la plaza de la carnicería de Getafe y
que se arrendaba al mejor postor, que era quien acordaba con no en su casa, so pena de 12 blancas. También quedaba
los pescaderos las condiciones de venta, entre ellas remojar el estipulado que «en el ynvierno dé cada semana el domingo
pescado con agua corriente varias veces y disponer de artesas una vaca o un buey, so pena de 12 mrs cada día. E çerca
de la carne si no fuera buena que sea acorde de los dichos
horadadas para que escurriese bien el agua y no se falsificase Juan Alonso e Nicolás Martín al precio que ha de vender la
tal carne».
[ 75 ]
Los artesanos
Las actividades relacionadas con la artesanía y sus diversos oficios se ejercían en el Madrid bajomedieval
como en otras ciudades castellanas, ocupando una proporción considerable. Los productos textiles, la
construcción y el trabajo del cuero y el metal alcanzan las principales ocupaciones.

Los artesanos de Madrid Fuero– que evolucionaron entre los siglos XIII y XV al compás
En 1450 Madrid era una villa de unos 5.000 habitantes, de los de toda Castilla, dando lugar a una industria textil que surtía
cuales una parte nada despreciable eran artesanos: 204 en los a los moradores del señorío urbano de paños bastos (sayales,
Registros notariales de 1441-1449. No es una cifra desdeñable picores y sargas). Sin embargo, en el gozne de los siglos XV y
si tenemos en cuenta que esos mismos registros recogen 676 XVI los pañeros madrileños fueron incapaces de engancharse
madrileños con oficio reconocido. Hablamos, en suma, de un a los cambios que estaban teniendo lugar a nivel continental,
artesano por cada tres madrileños. lo que se manifestó en quejas por la baja calidad del tejido y
la economía

A mediados del siglo XV la ciudad tenía tejedores y sas- acabado, el fraude y la proliferación de paños con mezclas de
tres, pero sobre todo curtidores, pellejeros y zapateros. Se ob- varias fibras, que reducían el precio y la calidad del producto
serva un protagonismo indiscutible de los oficios del cuero. final.
Este liderazgo era posible por un suministro puntual de piel En suma, los vecinos de Madrid estaban acostumbrados
por parte de las aldeas cercanas a Madrid. Si entre 1441 y a encargar sus paños a otras ciudades o a vestir prendas de
1445 los curtidores madrileños suscribieron una docena de baja calidad. Existían, con todo, estímulos para los sastres
contratos con los carniceros de la villa y los de Fuenlabra- jubeteros y calceteros, los artesanos de la confección textil,
da, Rejas, Pinto, Fuencarral, Alcobendas, Pozuelo y Leganés, que se beneficiaban de las necesidades del Concejo, siempre
poco después, el crecimiento del sector explica que el área dispuesto a encargar palios, brocados o sayas, y de las cada
de aprovisionamiento se ampliase a zonas del norte de la vez más frecuentes estancias de la Corte en Madrid, así como
actual provincia (Pedrezuela, Colmenar Viejo, San Agustín de las celebraciones de las Cortes en la ciudad. Por las listas
de Guadalix), oeste (Navalagamella, Valdemorillo), y del sur de deudores de comerciantes y regidores es habitual ver pasar
(Valdemoro), así como del límite meridional de Toledo (Es- a sastres o alfayates como Alonso Fernández o Lope Díaz,
quivias, Casarrubios del Monte). o los jubeteros Simón González o Gonzalo Suárez, que en
Desde 1450 la compra de corambres era un negocio bene- la década de 1440 acuden a solicitar préstamos para poder
ficioso que no interesaba sólo a los curtidores sino también a comprar paños con los que poder confeccionar los vestidos
zurradores, pellejeros, agujeteros, guanteros y zapateros. To- que les demanda la clientela madrileña.
dos contrataban las corambres con los carniceros (en marzo Los rasgos de la manufactura madrileña son los propios
y abril) y pagaban fianzas elevadas con las que estos últimos de una producción artesana convencional. El utillaje del que
se aseguraban la venta de las pieles concertadas y podían se valen los artesanos es rudimentario y poco especializado;
comprar más ganado. Vemos, por tanto, que los artesanos del las materias primas son las básicas y proceden del entorno
cuero eran también hábiles negociantes que contaban con cercano; y los productos elaborados se destinan casi en exclu-
un capital nada despreciable. Curtidores como Diego Gon- siva a una demanda local. Solo el cuero, uno de los productos
zález destacan en estos tratos que reportaban sustanciosos estrella de Madrid, cuenta con clientes fuera de las murallas
dividendos. de la ciudad y un radio de abastecimiento de materias primas
que rebasa el del entorno próximo.
La artesanía textil
Los pocos datos que tenemos de los oficios del sector textil
remiten a unos cardadores y tejedores –ya mencionados en el

[ 76 ]
LOS 204 ARTESANOS DE LOS REGISTROS NOTARIALES, 1441-1449
(POR SECTORES OCUPACIONALES Y OFICIOS)

Alimentación Cuero-confección
hornero..................................................................... 1 borceguinero............................................................ 3
molinero................................................................... 6 zapatero................................................................. 42
panadero.................................................................. 6
Metal
Materiales construcción Platero...................................................................... 6
calero....................................................................... 1 Cerrajero.................................................................. 1
ladrillero-tejero.......................................................... 7 Armero..................................................................... 2
yesero...................................................................... 3 Herrador................................................................... 2

Construcción-mobiliario Miscelánea
albañil....................................................................... 1 albardero.................................................................. 3
carpintero............................................................... 11 alcaller...................................................................... 1
maestro de obras..................................................... 2 sellero....................................................................... 1
pintor........................................................................ 3
sillero........................................................................ 2
tapiador.................................................................... 1

Textil-lana
arcador..................................................................... 1
cardador .................................................................. 2
peraile...................................................................... 1
tejedor.................................................................... 19
tundidor.................................................................... 9
tintorero.................................................................... 1

Textil-otras fibras
cabestrero................................................................ 1
espartero.................................................................. 2
linero........................................................................ 1

Textil-confección
alfayate/sastre........................................................ 18
colchero................................................................... 3
jubetero.................................................................. 10
mantero.................................................................... 1
sayalero.................................................................... 2

Cuero
corador/curtidor..................................................... 15
pellejero.................................................................. 10
zurrador.................................................................... 2

[ 77 ]
La tenería
Las tenerías eran instalaciones que albergaban dependencias donde se sucedían estanques y tinas que convertían
los pellejos del ganado en cueros y badanas con aplicación de cal, orines, excrementos y taninos vegetales. El cuero
era un material perdurable. Sus instalaciones se erigían alejadas de la población, extramuros de la villa o junto a la
ribera de los ríos y arroyos por los malos olores que se generaban en la transformación de las materias primas. Las
tenerías desempeñaron un papel fundamental en el desarrollo de la economía urbana bajomedieval y del sector de
las manufacturas durante la Edad Media.

5
4

  
1 El primer paso del proceso del curtido de pieles de los animales es ponerlas que en la boca, donde se quitan los restos de grasa y carne que pudieran
en agua a remojo en la corriente de un arroyo o río o directamente en pequeños quedar en ambos lados de la piel. En estas bañeras se elimina la cal utilizando
estanques o noques, donde se reblandecían. Después se golpean fuertemente: excrementos de paloma, que se mezclan y amasan con las pieles durante dos
es la labor de los zurradores.   2 El proceso de transformación de los cueros días. Posteriormente, las pieles se limpian con harina. El desencalado facilitaba
vacunos requería el descarne y el apelambrado, que consistía en arrancar el la penetración de la materia curtiente.   4 Las pilas eran construidas con una
pelo de las pieles. Para ello se sumergían en una mezcla de agua y cal viva argamasa de pequeñas piedras trabadas con mortero de cal, incrustadas en
durante un mes o mes y medio, lo que sirve también para endurecer la piel. Esta la tierra. Junto a ellas han aparecido en yacimientos arqueológicos pequeños
operación se realiza bajo techado para evitar que los cueros se quemaran por espacios elaborados con cal para colocar las pieles.    5 Una vez transcurridos
efecto del sol. Después se utilizan herramientas de hierro para la preparación, 3 o 4 días, los pellejos se maceraban en alumbre durante un día, si era verano,
el raspado y la limpieza de la piel por el lado de la carne.   
3 A continuación o dos, si era invierno.   6 La piel se raspa y pule de nuevo pasando finalmente
se pasan las pieles a unos noques especiales menos anchos en el fondo al curtido y engrasado, que convierte los cueros brutos en cueros finos. La
Otrosi, platicaron sobre la dicha ordenança de las dichas cuchilladas e navajadas nuevamente fecho e dixeron que
aquello hera util e provechoso a la dicha Villa e bien e pro comun de ella por evitar a los desolladores que no fagan
en los cueros que desollaren ninguna cautela porque les pareçia que la pena hera grande e que la devian moderar
e moderaron, que fuere la mitad de ello en esta manera: que de cada cuchillada e navajada que se diere en el cuero
vacuno aya de pena seis maravedis; e de los terneros e venados tres maravedis en cada cuero; de cabrones e cabras,
carneros e ovejas tres maravedis; e en cada cuero de corderos e corderas un maravedi. E questo sea asentado de
tres navajadas o cuchilladas que se dieren en el cuero vacuno arriba, e de los que se dieren en los otros menores
arriba, e que se ayan de judgar estas penas por dos regidores nonbrados de entre los otros regidores por derecho
e informacion de los dichos veedores a los quales se tomare quien sus conçiençias lo vean.
Madrid, 4 de agosto de 1489.
Archivo de Villa. Secretaría, 2-309-9

10

9
2

3
1

piel se nutre con grasas naturales que la lubrifican y ablandan. Este curtido se sumergidas en el zumaque molido y las piezas obtenidas bien cosidas.    9 Los
realiza en los noques con sustancias vegetales extraídas de la corteza de la pellejeros, curtidores y zurradores intervenían en el proceso dedicándose a las
encina y del castaño y del zumaque, un arbusto con mucho tanino. En Madrid diferentes fases del trabajo del cuero. Las corambres se vendían por docenas
el zumaque se obtenía en Brea de Tajo y Valdarecete.    7 Finalmente, en la o por piezas enteras en el caso del vacuno.    10 El proceso del curtido de pieles
última fase del proceso, el cuero teñido se tiende para ser secado al sol. El provocaba malos olores y por ello las autoridades concejiles alejaron las tenerías
trabajo femenino era realizado especialmente por las tintoreras y las guanteras de los barrios, instalándolas en zonas ribereñas de aguas rápidas y abundantes
de la artesanía textil. Los tipos de cueros más habituales eran los obtenidos del que eliminaran los desechos rápidamente y abastecieran de agua pelambres
ganado lanar y cabrío. La badana y el correjel eran los más habituales porque y noques fácilmente. La primera tenería de Madrid se ubicaba en el barranco
se empleaban en la realización de albardas, colleras, barrigueras y correajes del Pozacho, la actual calle Segovia. La concentración de tenerías junto a
para las caballerías.   8 Los veedores velaban por el correcto proceso de las fuentes creaba un gran problema a la villa al contaminar el agua con los
los curtidos de los cueros, como por ejemplo que las pieles estuvieran bien desechos que pasaba a ser un foco de infecciones.
La organización gremial
Durante la Edad Media, Madrid no se distinguió por tener unos oficios organizados corporativamente, al
menos si consideramos que la formación de gremios llevaba consigo una regulación propia. Los artesanos
organizaban sus trabajos en talleres y protagonizaron conflictos y reivindicaciones frente al Concejo.

El taller-tienda de una moda suntuaria destinada a una élite que se distin-


Madrid, como otras muchas ciudades, era capaz de suminis- gue de las clases subalternas de Madrid y otras ciudades
trar servicios a los campesinos cercanos y generar oficios no por los nuevos tejidos y colores más vivos. A fines del XV
agrarios en una sociedad en la que avanzaba la división del aparecen en Madrid normas contra la profusión de vestidos
trabajo. Los artesanos y artesanas de Madrid organizaban su de seda.
actividad en torno a unidades domésticas, cuyo centro gene-
ralmente tomaba la forma de taller-tienda. La titularidad de La organización gremial
la economía

este último recaía sobre el maestro, que era dueño de los me- En la etapa final del siglo XV se delinean los rasgos que van
dios de producción a pequeña escala y controlaba la fuerza a distinguir a la producción artesana de Madrid durante la
de trabajo. Ésta se componía de los miembros de la unidad Edad Moderna: el predominio de los oficios de la construc-
doméstica –esposa, hijos, criados– y aprendices, que residían ción, el lujo y el acabado de manufacturas, así como la apari-
bajo el mismo techo. ción de las primeras regulaciones de los oficios y la división
Los aprendices constituían una mano de obra barata y del trabajo en varios oficios. El Concejo de Madrid contro-
accesible, que se complementaba con uno o dos oficiales. Co- laba las actividades artesanas, de manera que las ordenanzas
nocemos poco de esta mano de obra auxiliar, pero las escasas promulgadas protagonizaban la vida cotidiana de los menes-
escrituras o contratos que se han conservado y que fueron trales de la ciudad. Las ordenanzas de los zapateros de 1489 y
suscritos entre los maestros artesanos y sus aprendices, reve- 1493 fueron elaboradas por la villa.
lan que los primeros suministraban a los segundos durante el La injerencia municipal en el mundo del trabajo tam-
tiempo del contrato comida, vestuario y calzado, e igualmen- bién se refleja en las disposiciones de policía urbana, como
te al finalizar el período de aprendizaje facilitaban a su discí- la de 1500 que hacía referencia a la producción, precios y
pulo un vestido nuevo y/o una suma de dinero, y en ocasiones salarios de curtidores y zapateros, así como a la obligato-
las herramientas del oficio. Los aprendices se comprometían riedad de aprobar un examen para ejercer el oficio, lo que
a obedecer a sus maestros y a no abandonar el taller. Este se demuestra que el propio consistorio estaba interesado en
constituía como un lugar de enseñanza práctica y total del crear oficios con sus normas de acceso e inspectores o vee-
oficio, donde al tiempo que el aprendiz asumía cómo se de- dores dependientes de aquel. De hecho, las referencias en
bían realizar los productos, interiorizaba las normas básicas las actas concejiles a los curtidores y zapateros no avalan
del comportamiento artesano. la existencia de autoridades propias de estos oficios. Los
La presencia más frecuente de la corte en la ciudad fa- veedores de la corambre y el calzado eran regidores y fieles
voreció la diversificación de la estructura productiva, la apa- –funcionarios del Concejo–, y sólo tras las ordenanzas de
rición de oficios especializados en géneros de lujo y el peso 1493 fueron elegidos entre los miembros de sus respectivos
acentuado de los dedicados a la confección de vestuario. oficios, aunque controlados muy de cerca por el consistorio.
Desde entonces los sayales destinados a las clases populares El resto de las ocupaciones esperaron a 1501 para comenzar
compartieron escena con las confecciones de sastres, calce- a nombrar veedores salidos de las filas artesanas, en concre-
teros, jubeteros y bordadores, sin olvidar los artesanos espe- to, entre pañeros o tejedores, cardadores y tundidores, pero
cializados en las fases más delicadas del proceso productivo, en mayo de ese mismo año los artesanos ya denunciaban la
como los tintoreros. Estos últimos representan la aparición intromisión concejil.

[ 82 ]
Conflictos entre artesanos lo que no impidió que un mes después los peones siguiesen
Los artesanos de Madrid se distinguieron por su conflictivi- reivindicando «jornales demasiados». Las repetidas denun-
dad ante la resistencia a cambiar de emplazamiento sus ne- cias de los regidores a carpinteros, albañiles y peones que in-
gocios, como sucedió con la huelga de los herreros mudéjares cumplían los horarios y pedían salarios altos remiten al alto
de 1482, o la negativa de los curtidores en 1495 a aceptar una grado de conflictividad que se había alcanzado en el sector de
propuesta municipal de higiene urbana que obligaba a reu- la construcción de Madrid. También que había trabajadores
bicar las tenerías en los arrabales, con todo el coste que esto dispuestos a defender sus derechos de forma colectiva ante lo
conllevaba para los menestrales de la ciudad. El problema de que ellos consideraban unas condiciones de trabajo abusivas.
la localización volvió a salir a escena en los años 1510, cuando
el Concejo obligó a los metalúrgicos a dejar las tiendas de la
Plaza Mayor y Santa Cruz, donde habían sido ubicados por
el mismo ayuntamiento en 1500. La idea era trasladarlos a las
nuevas fraguas de la «laguna de Puerta Cerrada».
De otro cariz es el conflicto planteado en 1484 por los Deudas a favor de Pedro de la Puerta
zapateros de Madrid, que pedían abolir la tasa de los precios (N= 39.756 mrs.), años 1441-1445
del calzado, que se fijase un «precio justo» y que los curtido-
res dejasen de darles corambres malas y caras. La forma de Sebo
Mercaderías
27,4%
expresar su protesta fue cerrar sus tiendas, a lo que el consis- 2%
torio respondió ilegalizando la organización que promovía la
protesta. Tras las «grandes quejas» provocadas por la «disolu- Paño
ción y carestía de los calzados», los zapateros expresaban una 22,6%
Corambre
visión social de la economía que enlazaba sus pretensiones
32%
con la defensa de los derechos de los consumidores urbanos. Lana
13,9%
En los años finales del XV los oficios de la construcción
mantuvieron una actividad inusitada. Pese al empeño del
Concejo por establecer la contratación del trabajo de la cons-
trucción en la plaza de San Salvador, lo cierto es que los peo- Plomo
nes se agolpaban al alba en la plaza del Arrabal en busca de 2,1%

un trabajo siempre mal pagado, con jornadas laborales de sol


a sol y muchas veces lejos de sus familias, en virtud de rígi-
das normas de contratación que obligaban a desplazarse allí Deudas a favor de los González Tiempo
donde se les mandase. Las diferencias entre esta población (N= 40.672 mrs.), años 1441-1445
escasamente cualificada y los contratistas eran insalvables.
Los paros laborales, la entrada tarde al tajo y las peticiones de Paño
aumento salarial se sucedieron entre los proletarizados alba- 81,4%
ñiles, maestros de carpintería y peones de los mismos oficios.
Estas resistencias laborales obligaron al Concejo el 3 de
febrero de 1497 a fijar la jornada laboral, las retribuciones y las
penas impuestas a quienes violasen la normativa. Los hora- Otros Mercaderías
rios de los trabajadores de la construcción quedaron fijados: 3% 10,7%

desde mediados de octubre a mediados de febrero la tarea


comenzaba a las ocho de la mañana y el resto del año a las
seis. También los jornales: para los maestros carpinteros y Lana
albañiles no más de real y medio durante todo el año. Una 4,9%
nueva repetición de la normativa fue dada en febrero de 1499,

[ 83 ]
La circulación monetaria
En la economía de la Edad Media predominaba el uso de la moneda en cualquier tipo de transacción.
Los vecinos del Madrid medieval sabían bien que, al comprar pan, encargar unos zapatos, cobrar un
alquiler o recibir su salario, no recibirían a cambio moneda contante y sonante. De hecho, la economía se
basaba más en contar –se denominaba economía de cuentas– que en recibir moneda en efectivo.

Venta al fiado nancieros de la ciudad; y las monedas de vellón o cobre, des-


Los grandes mercaderes se distinguían ya por anotar en sus tinadas al pago de las pequeñas transacciones. Estas últimas
libros de contabilidad largas relaciones de lo que les adeuda- monedas eran los maravedíes, las de mayor uso por parte de
ban sus compradores; mientras, los pequeños negocios es- los madrileños de a pie, aunque también las más afectadas
taban acostumbrados a vender al fiado, de manera que era por las devaluaciones impuestas por los reyes (un real de pla-
la economía

habitual que en una madera procediesen a hacer cortes o ta que en 1400 equivalía a 3 maravedíes, se cambiaba a 30
hendiduras –las denominadas tarjas– que a modo de señal maravedíes en 1475).
equivalían a lo que adeudaba el comprador. La economía medieval no tenía en la moneda el eje de
La adopción de este sistema de transacción tanto por sus transacciones, y esta se reservaba para los personajes que
grandes como por pequeños mercaderes reposaba en la falta protagonizaron grandes negocios entre 1441-1449, como los
de metales preciosos como el oro y plata que distinguió a la corredores Alonso Ruiz, Alonso Suárez y Ferrán Alonso,
economía medieval. En Madrid esta economía se caracte- los prestamistas Martín Suárez, Juan González de Toledo y
rizaba por basarse en la confianza mutua entre vendedor y los judíos Isaac Tasarte y Rabí Salomón (los judíos eran los
comprador, por no estar monetarizada y, por ende, ser una únicos que podían realizar préstamos usuarios, es decir, los
economía diferida en el tiempo: lo comprado no se pagaba que sus intereses superaban el 33 por ciento), o el cambiador
al instante. Martín Alonso, amén de otros quince grandes mercaderes de
ganado, paños, especias y hierro. Es decir, un exiguo 3,5 por
El sistema monetario ciento de todos los vecinos de Madrid de los que conocemos
La Edad Media es un momento en el que escaseaban los sus oficios en la década citada.
metales preciosos, lo que explica a su vez que no abundara
la moneda. Pero esta existía. De hecho, a lo largo y ancho de Las ferias
Castilla había una buena cantidad de fábricas o cecas donde Los grandes mercaderes y los financieros que acabamos de
se acuñaban monedas. Madrid contó desde 1467 a 1473 con el ver esperaban como agua de mayo la celebración de las ferias.
privilegio de acuñar moneda en su propia ceca. El rey Enri- En el fuero de 1202 ya se aludía a dos ferias que duraban unas
que IV así lo ordenó el 2 de diciembre de 1467 cuando al crear dos semanas. Una se celebraba por Cuaresma y otra en el mes
150 cecas en todo el reino decidió que la de Madrid tuviese de julio. Era en ellas donde la presencia de otros mercaderes y
un tesorero mayor en la persona de Fernando Pareja. Acuñar financieros hacía posible que se pagasen deudas atrasadas, se
moneda en estas cecas era una actividad privada consentida cerrasen nuevos negocios y, sobre todo, estos círculos finan-
por privilegio del rey. cieros pudiesen conseguir las ansiadas monedas que permi-
La existencia de cecas y monedas implicaba la adopción tiesen mantener sus empresas. Estas ferias recibían un gran
de un sistema monetario. A grandes rasgos, este sistema estímulo por parte del Concejo de Madrid –las anunciaba en
combinaba en Castilla dos tipos de monedas: los reales de el entorno y garantizaba a los mercaderes la paz del camino,
plata, dirigidos a los grandes pagos y el ahorro, y, por tanto, es decir, resguardaba con hombres de armas el tránsito y el
manejadas en exclusiva por los grandes mercaderes y los fi- alojamiento de los mercaderes–, al tiempo que alentaba las

[ 84 ]
transacciones al dejarlas estaban libres de impuestos y actuar, El endeudamiento
por tanto, como mercados francos. Fueron unas ferias, con Las listas de deudas que pasaron por los registros notariales
todo, muy sometidas a los intereses de la corona, que no dudó de Madrid a mediados del siglo XV ilustran bien el funcio-
en eliminarlas a su antojo. Solo en 1484 ganaron en estabili- namiento de la economía madrileña. Buena parte de las 122
dad, aunque la segunda pasó a celebrarse entre septiembre y referencias a contratos de deudas se acumulan a favor de dos
octubre, en sincronía con las de las aldeas cercanas. comerciantes, Pedro de la Puerta (32), un activo vendedor que
aunaba tráficos con una gran cantidad de productos, y Fran-
Los mercados cisco González Tiempo y su hijo Diego González de Madrid
Los mercados semanales servían a los campesinos de las al- Tiempo (16). Pedro de la Puerta tenía una diversificada cartera
deas del alfoz para vender sus productos y comprar los ela- de clientes: los 32 contratos de empréstito que suscribió entre
borados por los artesanos de la villa. En 1463 Enrique IV 1441 y 1445 se firmaron con zapateros, curtidores, zurradores,
concedió a Madrid la celebración de un mercado franco to- alfayates, jubeteros y también escribanos y notarios. El grueso
dos los martes en el Campo del Rey (junto al Alcázar, en la de sus deudores lo eran por el suministro de corambres (32 %
actual plaza de la Armería). La inestabilidad política obligó o 12.721 mrs), paños (22,6 % o 8.984 mrs) y lana (13,9 % o 5.526
solo dos años después a trasladarlo a la plaza del Arrabal, mrs) y en mucha menor medida por plomo y sebo.
un lugar extramuros que evitaba la entrada de forasteros al En esas mismas fechas, unos clientes –y deudores– si-
interior amurallado. Eliminados los problemas políticos, el milares tenían los González Tiempo. Su negocio era de más
mercado semanal pasó a celebrarse los jueves en la plaza de altos vuelos. Desde su casa de Toledo, Diego enviaba a la
San Salvador. que su padre mantenía en Madrid cantidades de lana y otras
Estos espacios de mercado experimentaban durante mercaderías, pero sobre todo paños –sayales, burieles y blan-
estos momentos profundas labores de acondicionamien- quetas– destinados a tundidores, sastres y mercaderes de la
to –construcción de soportales, delimitación de lugares de talla del mismo Pedro de la Puerta. Madrid comenzaba a
venta– lo que redundaría en la mejora de las condiciones en estimular la industria de su entorno.
que se realizaban las transacciones mercantiles. Tampoco En suma, había una importante relación entre estos mer-
está de más añadir que este medio mercantil y financiero caderes y los artesanos madrileños, de manera que las visitas
recibió un espaldarazo con la cada vez mayor presencia de a sus tiendas se acompañaban de facturas y registros que que-
la corte y las Cortes en Madrid en la segunda mitad del daban escriturados en un ejemplo claro de la no proliferación
siglo XV. de moneda o capital liquido en la economía del momento.

 Alfonso X de Castilla, Medio maravedí, Sevillla, 1252-1284,  Sancho IV de Castilla, Cornado, Coruña, 1284-1295,
Museo Arqueológico Nacional. Museo Arqueológico Nacional. [ 85 ]
La fiscalidad y las rentas concejiles
Las rentas concejiles eran los ingresos procedentes de la contribución fiscal de los vecinos pecheros de la
villa de Madrid y su tierra. Existían rentas territoriales, sobre actividades mercantiles, censos o ingresos
extraordinarios.

La fiscalidad bajomedieval Rentas territoriales


Los impuestos indirectos son propios de los ámbitos ur- Entre las rentas territoriales de la villa se hallaban el paso
banos y de las actividades mercantiles y la economía mo- del ganado, el arrendamiento de dehesas, rentas de bienes
netaria. Su rendimiento era enorme y se presentan sobre propios y de ejidos.
derechos de tránsito del comercio, derechos sobre las com- La renta de los nihares era un ingreso de la hacienda
praventas –como las alcabalas reales– y derechos sobre el madrileña que consistía en el arrendamiento de algunos de-
monopolio de algún producto. La técnica de gestión del rechos en especie que el Concejo recibía por el cultivo de
la economía

cobro era el arrendamiento, que evitaba una burocracia in- determinadas tierras baldías o comunales, cediendo el cobro
eficaz. del canon fijado por las tierras concedidas a las aldeas de la
Las sisas o impuestos sobre el consumo a veces se reali- Tierra.
zaban sobre productos de primera necesidad, como el pan, Fernando de San Pedro, arrendador de la renta de los
el aceite, la carne, el pescado o el vino. La monarquía reguló nihares del Concejo de Madrid los años 1459, 1460 y 1461
desde el reinado de Alfonso X la fiscalidad limitando la ex- compareció el 26 de febrero de 1462 ante el alcalde Alonso
portación de productos (cosas vedadas), cobrar pagos adua- Fernández, bachiller, y demandó a Juan Gomielo, vecino de
neros y el paso de ganados. Alfonso XI impuso el sistema de Leganés, porque había sembrado 40 fanegas de pan terciado
alcabalas como principal ingreso de la fiscalidad regia que se en tierras del Concejo, en término de Leganés, Butarquejo,
recaudaba en los municipios, que, por tanto, no tenían una Perales y Zorita, sin pagar los derechos de nihares. Otros tes-
autonomía fiscal propia. La fiscalidad municipal era defici- timonios similares implicaban a vecinos de Perales, Getafe
taria. En Alcalá de Henares en el siglo XV alcanzó el 19 % y Leganés, cuyas penas ascendían al pago de 8 celemines de
porque era difícil equilibrar unos ingresos y unos gastos im- pan colmado por cada fanega sembrada.
previsibles. Por su parte, en la renta de los ejidos y carrascales se
En la compleja fiscalidad concejil bajomedieval las prin- arrendaba el derecho a recaudar sanciones por el uso abusi-
cipales tipologías que se percibían eran rentas de los bienes vo de estos predios concejiles, además de ciertos aprovecha-
raíces (censos o arriendos de explotaciones agrarias, bienes mientos, pero no todos, ya que los pastos o parte de la leña
inmuebles rurales o urbanos), servicios o explotación de de- mantenían su carácter comunal
terminados derechos (monopolios o instalaciones de merca-
do) e impuestos indirectos (sobre circulación, producción o Rentas sobre actividades comerciales
transacciones comerciales). Entre las rentas sobre las actividades comerciales existían di-
En Madrid predominaron los impuestos indirectos fren- versas tipologías:
te a las sisas o imposiciones.
Para percibir los ingresos las autoridades recurrían al sis- • La renta de peso y cuchares representaba la imposición
tema de arriendo, cuya duración habitual era la anual. Las de derechos por la utilización de los pesos oficiales. El
adjudicaciones se anunciaban por el pregonero en espacios cuchar era un tributo que gravaba los granos de cereal.
públicos con varios días de antelación. El mayordomo jun- Los derechos del peso y cuchares gravaban los alimentos
to al escribano del concejo adjudicaba el arriendo al mejor y productos más necesarios para el mantenimiento de la
postor. villa, que se vendían por vecinos de Madrid o por foras-

[ 86 ]
Iglesia 1465-66 1480-81 1496-97

Ejidos y carrascales 7000 15000 31952

Nihares 9000 8000 16000

Peso y cuchares 11865 21550 11250

Correduría 1075 8000 5300

Mojonería 325 1105 1760

Agua 4025 7750 7000

Paso del ganado 10500 6031 9750

Abastecimiento - 3500 33985

Comercio - 4400 4440

 Recaudación de impuestos en Madrid en maravedís (1465-1497).

teros. También suponía la obligación de pesar todos estos tos, que dio lugar a la aparición del peso real, derecho que
productos en el peso del Concejo, pagando una cantidad se cobra sobre ciertos bienes traídos del exterior y el peso
por ello. El peso concejil debía colocarse en un sitio pú- de la harina, percibido sobre este producto. Por su parte, el
blico y frecuentado, preferentemente en las áreas de in- control de los pesos y medidas utilizadas en las transacciones
tensa actividad mercantil, como la plaza de San Salvador comerciales es atribución de un oficio público de vigilancia e
o la Puerta de Guadalajara. En caso de que el vendedor inspección, el almotacenazgo, el cual deviene renta mediante
no presentara sus mercancías al peso, era sancionado con los aranceles cobrados por la confrontación con el patrón ofi-
una multa de elevada cuantía, hasta seis veces superior al cial que posee el concejo. El mismo proceso tiene lugar con
derecho que le hubiera correspondido al pesar. un oficio comercial, el corredor, intermediario que facilita las
• La renta del agua. ventas de las mercancías.
• La renta de la correduría y de la mojonería consistían en Los obligados eran las personas que suministraban los
los ingresos producidos por el corredor de un producto productos esenciales de mercado, arrendados por el concejo,
concreto, como el vino, renta que desapareció en la se- en las cantidades y precios estipulados. Los obligados proce-
gunda mitad del s. XV. dían de familias pecheras de buena posición económica y a
• La renta del pescado. veces se hacían cargo de más de un producto. Solían gestio-
• Las tiendas comerciales, como la casa de las candelas, nar siete tablas (tiendas) de aceite, tres de ellas en la plaza del
la alhóndiga del cuero o los soportales de la plaza del Arrabal, y varias tablas de cera, para la que utilizaban la casa
Arrabal. de las candelas. El abasto de carne y pescado también se con-
fiaba a la figura del obligado, aunque en ocasiones no resul-
Dentro de este marco normativo determinadas funciones se taba sencillo encontrar a habitantes de la villa y se recurría a
constituyen en rentas al aplicarse un arancel o derecho de personas foráneas del entorno territorial o de otras ciudades.
sus prestaciones. Tal sucede con el peso de los abastecimien-

[ 87 ]
�VI�
los grupos sociales
La sociedad medieval era estamental, y estaba basada en
las desigualdades. Se componía de tres estamentos, que
responderían al orden natural y divino en que se dividen
los grupos sociales, reunidos según su función. Por en-
cima de todos ellos estaría, en teoría, el rey, aunque su
poder era muy débil en esta época y dependía mucho del
apoyo de los dos estamentos privilegiados. Así, los esta-
mentos que recibían un premio por parte del monarca
en forma de privilegios por su fidelidad y labor, eran los
que rezaban y mediaban entre la sociedad y la divinidad
(el clero) y los guerreros que defendían esa sociedad (la
nobleza), mientras que la mayoría no privilegiada o pue-
blo llano (mercaderes, artesanos o campesinos) sostenía
con su trabajo a dicha sociedad. Entre las ventajas de
los privilegiados, destacan las exenciones fiscales, ocupar
cargos de gobierno o detentar buena parte de la tierra.
La nobleza
El estamento nobiliario acumulaba gran parte del poder político y económico. En Madrid tuvo una
importante presencia de la nobleza territorial, sobre todo a partir del triunfo de la dinastía Trastámara
en 1369. Los grandes linajes gobernaban sus propios señoríos y la pequeña nobleza participaba de la vida
concejil de Madrid y los principales núcleos de población.

Los privilegios nobiliarios lengo y ostentaban cargos cortesanos; jurisdiccionales, con


El estado medieval necesitaba fortalecer su entramado insti- cierta inmunidad procesal; económicos, poseían buena parte
los grupos sociales

tucionalmente y el rey establecía mecanismos de control de su de los recursos del reino, sobre todo la propiedad de la tierra;
propio reino a través de sus fieles. A cambio del apoyo político y sociales, eran la cúspide y sus modos de vida eran a la par
y militar, el rey otorgaba a los linajes nobiliarios señoríos, ren- admirados y envidiados.
tas anuales extraídas de los impuestos del reino y otra serie de Las casas nobiliarias se unían con alianzas matrimoniales
privilegios. Los títulos y privilegios otorgados por el monarca y se mezclaban entre ellas dentro de sus estrategias de po-
a los nobles eran, además, hereditarios, con lo que las casas der, por lo que es muy difícil acceder a este estamento desde
nobiliarias y la estructura de poder que generaban se sucedían otros. También los nobles establecían clientelas con miem-
a lo largo de los siglos. La población aceptaba esta estructura bros del pueblo llano de la zona donde tenían presencia, a
jerárquica y desigual, que venía justificada por la Iglesia, por través de pactos, de contratos, implementando la interdepen-
los poderosos y por las corrientes teocráticas de la época. dencia económica entre esas personas llanas con sus señores
Los privilegios de la nobleza eran de diversa naturaleza: y reforzando así sus redes de control.
fiscales, apenas pagaban impuestos; políticos, controlaban el Algunos de los miembros de estas familias se convertían
gobierno de sus señoríos, participaban en los concejos de rea- en eclesiásticos, con lo que en este otro estamento privile-
giado copaban muchos de sus cargos principales. General-
mente el alto clero estaba compuesto por cardenales, obispos
y priores, que pertenecían a una casa nobiliaria, como pode-
mos apreciar físicamente en sus emblemas eclesiásticos con
la presencia de su escudo dinástico.

El poder señorial
Desde el siglo XIV, los nobles pudieron constituir con los se-
ñoríos y bienes más importantes el mayorazgo, que era he-
redado por los sucesores principales de la dinastía, y que im-
pedía enajenar ninguno de los bienes incluidos en él, excepto
si recibía el permiso regio para hacerlo. La mayoría de las
familias nobiliarias madrileñas establecieron sus propios ma-
yorazgos, muchos de los cuales se han conservado documen-
talmente, debido al especial cuidado que se tenía en preservar
estos títulos de cara a la herencia familiar. Los mayorazgos
constituyen así una fuente importante para reconstruir el pa-
trimonio de estos linajes.
Además de señoríos, aunque también hay nobles que no
 Mapa de posesiones de Alfonso Álvarez de Toledo. poseían este tipo de territorios, la nobleza solía poseer nume-

[ 90 ]
rosas casas, tiendas, bodegas, molinos, tierras de cereal, viñe-
dos, huertas o ganado, que solían arrendar a los vecinos de la
zona. Toda una red económica con la que sostener a todos los
miembros de su dinastía, y mantener su influencia y su presti-
gio social entre la población de esa zona. También los nobles
compraban o intercambiaban territorios, rentas, casas y otros
productos entre ellos. De todos modos, casi todas las rentas
nobiliarias provenían de los llamados juros de heredad, que
son cantidades de maravedíes que el rey les otorgaba anual-
mente, y que solían detraerse de los impuestos del reino.

La nobleza en la Transierra
La nobleza en la alta Edad Media no era muy numerosa en
la Transierra madrileña, pero en época Trastámara se asienta
en este territorio la alta nobleza que la
apoyó, como los Mendoza, linaje de
gran importancia en toda Castilla
y aliado de Enrique II. También  Escudo de armas de los Ramírez.
irrumpe la denominada nobleza
de servicio, que ocupaba cargos
en la corte del rey, como los nobleza, numerosa y de poco poder, compuesta por los hidal-
Arias Dávila y los Toledo gos y caballeros, que debían mantener un caballo y sus armas
(contadores mayores) o para servir a un señor.
los Zapata (coperos ma-
yores), lo que les sirvió El prestigio social
para catapultarse en El prestigio social era muy importante para una familia nobi-
busca de cargos locales, liaria, intentando dar la imagen de linaje poderoso que seguía
de tierras y de señoríos la rectitud de los valores cristianos, con lo que solían fundar
en la región de Madrid. y mantener iglesias, capillas, hospitales y monasterios en sus
Casi todos apare- zonas de influencia, donde la población perciba su obra y su
cieron en la Transierra compromiso con las gentes del lugar. Así destacan en la villa
tras el acceso al trono de de Madrid el monasterio de Santa Clara de Madrid, fundado
la dinastía Trastámara en por Catalina Núñez de Toledo; los panteones de los Luján en
Castilla. Junto a ellos, el convento de San Francisco, de los Ludeña en la iglesia de
se sitúan otras San Juan y el panteón y capillas de los Zapata en San Miguel
familias meno- de los Octoes. Los Mendoza tenían algunos de sus palacios
res, como los y fundaciones principales en Guadalajara, cerca de Madrid.
Luján, Lude- Otro símbolo de poder, aparte de su función militar, era la
ña o pequeñas posesión de una fortaleza en sus señoríos, con castillos como
dinastías locales con pre- el de Buitrago, Manzanares el Real, La Alameda o Torre-
sencia desde siglos atrás en jón de Velasco, y torres como las de Pinto o Arroyomolinos.
Madrid, como los Vargas. Por otro lado, los nobles solían tener su residencia en casas
Aparte de la muy poderosa principales en la villa de Madrid, o en otras villas y ciudades
alta nobleza y la media no- importantes, que tenía más prestigio que vivir en sus propios
bleza, existía una pequeña señoríos, generalmente más pequeños y de menor entidad.

[ 91 ]
Los señoríos de la tierra de Madrid
Los reinos medievales se dividían en territorios diversos, los pertenecientes al rey, a los nobles, al clero
o a las órdenes militares. Estos territorios solían conformar señoríos jurisdiccionales, esto es, en los
que su titular o señor ejercía su gobierno y podía impartir justicia y cobrar impuestos. Los principales
señoríos de Madrid pertenecían al linaje de los Mendoza, como los de Buitrago, Manzanares el Real
y San Martín de Valdeiglesias.

La señorialización en Castilla estas últimas, sobre todo existían señoríos pertenecientes al


Hasta finales del siglo XIII muchos de los señoríos concedi- arzobispado de Toledo, al este de la Transierra, con las ex-
los grupos sociales

dos por el monarca provenían de las zonas conquistadas a los tensas tierras de Uceda, Talamanca y Alcalá, junto a otros
musulmanes. Sin embargo, tras la conquista castellana de todo dominios más pequeños también pertenecientes al clero.
al-Ándalus –salvo el reino de los nazaríes de Granada– y su in- A partir del reinado de Enrique II se multiplicaron los
mediato reparto en forma de señoríos, el rey se vio obligado a señoríos gracias a las donaciones del monarca a la nueva no-
compensar a sus fieles donando territorios propios del realengo. bleza fiel. Estas mercedes configuraron extensos dominios
En los siglos xiv y xv la nobleza diversificó sus fuen- nobiliarios, acompañados de la autoridad jurisdiccional sobre
tes de ingreso y fue acumulando poder político en torno a los concejos y sus habitantes. Los nobles ejercían la justicia
la monarquía, por lo que en ocasiones se creaban facciones y cobraban impuestos en sus estados señoriales, aumentando
contrarias. En esta época se crearon algunos de los títulos así sus rentas y patrimonio.
nobiliarios castellanos más importantes, como los ducados
de Alba, de Benavente, del Infantado y de Medinaceli, entre Los señoríos bajomedievales
otros. Las familias nobles repartían sus posesiones entre sus En el territorio de la actual Comunidad de Madrid existían
herederos y se instituyó el mayorazgo para no perder o divi- señoríos nobiliarios en el siglo XIV como los de Buitrago,
dir el patrimonio, heredado por el varón primogénito. Parla, Torrejón de Velasco, Pinto o Arroyomolinos. A partir
En la Transierra madrileña se configuraron unos pocos de 1369, enormes extensiones de la Transierra se enajenaron
señoríos nobiliarios desde su conquista castellana en 1085 del realengo a favor de los nobles. Se crearon grandes seño-
hasta la entronización de la dinastía Trastámara en 1369, pre- ríos pertenecientes a los Mendoza en esta región, como Bui-
dominando las jurisdicciones realengas y las eclesiásticas. De trago, el Real de Manzanares o San Martín de Valdeiglesias,
y también pequeños, como Alcobendas, Barajas o Cobeña,
anteriormente tres aldeas de la Tierra de Madrid.
Además del poderoso linaje Mendoza, en el siglo XV se
sumaron otras familias triunfantes de los conflictos internos
de Castilla, como los Arias Dávila, titulares del señorío de
Alcobendas –antigua posesión de los Mendoza– y Torrejón
de Velasco; los Zapata, que poseían Barajas y La Alameda;
y los Toledo, dueños de Cubas y Griñón. Todos esos lugares
fueron enajenados a Madrid.
Fuera de la Tierra de Madrid, destacan los Cabrera, a los
que les fueron donados por los Reyes Católicos el sexmo de
Valdemoro entero y parte del de Casarrubios, que pertene-

 Restos del castillo de la Alameda.


 Plaza mayor de Chinchón.

[ 92 ]
 Mapa de los señoríos.

cían a la ciudad de Segovia, incluyendo el título de condes de dar lugar a numerosos conflictos entre territorios dentro del
Chinchón. Incluso la propia villa de Madrid y su Tierra fue- mismo reino. También van a competir entre ellos por atraer
ron dadas temporalmente a un curioso personaje, León V de población a sus territorios, lo que beneficiaba al pueblo llano
Armenia, un rey que había perdido su reino en Oriente y al al obtener ventajas y exenciones para que fueran a vivir a los
que Juan I de Castilla le donó este territorio en 1383, aunque dominios que las ofrecían. Algunos señoríos retornan a la ju-
tras su muerte en 1391 volvió a ser territorio realengo. risdicción realenga tras ser enajenados a favor de la nobleza,
Estos señoríos van a competir con las jurisdicciones de su y otros no dejarán de ser señoríos nunca más.
alrededor por la obtención de recursos y terrenos, lo que va a

[ 93 ]
El arcedianazgo de Madrid
Durante la Edad Media el territorio de la actual Comunidad de Madrid se encontraba dividido en varios
espacios eclesiásticos, dentro de la provincia arzobispal de Toledo, principalmente. Así, la villa de Madrid
y sus sexmos pertenecían al arcedianato de Madrid. Otros arcedianatos eran el de Uceda, el de Buitrago y
el de Alcalá de Henares.

La visita del arcediano de Madrid de 1427 A continuación, éste visitaba la iglesia, en especial «el arca
El arzobispo de Toledo enviaba al arcediano a recorrer el del corpus Christi» –el sagrario–, los altares y la capilla del
los grupos sociales

territorio que encabezaban espiritualmente para hacer una cura para inspeccionar si se cumplían las normas canónicas.
serie de averiguaciones y Existe una visita del arcediano de Después visitaba a los clérigos y a los parroquianos de cada
Madrid en 1427 que iba visitando el arcedianazgo de Madrid lugar con el objetivo de informarse sobre sus condiciones
recopilando información sobre la situación de las distintas de vida, y velar por el cumplimiento de obligaciones de los
iglesias. La misión del visitador es describir los bienes mate- primeros y corregir las malas costumbres de los segundos,
riales de cada iglesia: los frutos, las rentas, los beneficios, los la guarda de los preceptos de la iglesia, la situación de las
objetos sagrados y las posesiones. El ritual de convocatoria a cofradías, etc.
campana tañida se repetía en todas las aldeas: los fieles eran En lo tocante a los frutos, el visitador hacía venir al ma-
convocados para recibir al visitador y asistir a su misa. yordomo, que solía ser un clérigo o el propio párroco de la

Iglesia Trigo Cebada Alcance de la venta y otras rentas

Santa María de Getafe 238 fanegas y 2 celemines 218 fanegas, 2 celemines 7.501 reales, 7 dineros y 2 mrs

Trinidad de Leganés 54 fanegas y 4 celemines 59 fanegas y media 1.900 mrs

Alcorcón 178 fanegas y 5 celemines 284 fanegas y 5 celemines 1.300 mrs y 5 meajas

Carabanchel 92 fanegas y 10 celemines 163 fanegas y 4 celemines 2.683 mrs, 8 dineros y 3 meajas

Parla 87 fanegas 127 fanegas y 3 celemines 1.900 mrs, 5 dineros

Humanejos 68 fanegas 62 fanegas 3.337 mrs, 9 dineros y 2 meajas

Pinto 594 fanegas 648 fanegas y 8 celemines 14.030 mrs, 3 dineros y 3 meajas

Valdemoro 315 fanegas 343 fanegas y 4 celemines 12.069 mrs, 4 dineros y 2 meajas

Aravaca 6 fanegas y media y 2 celemines 6 fanegas y media y 2 celemines 651 mrs y 6 dineros

Boadilla 26 fanegas y 3 celemines 147 fanegas y 3 celemines 4.041 mrs, 6 dineros y 4 meajas

Pozuelo 93 fanegas y 3 celemines 161 y 1 celemín 633 mrs y 3 dineros

Polvoranca 27 fanegas 85 fanegas y 9 celemines 1.720 mrs y 2 dineros

Fuenlabrada 131 fanegas y 5 celemines 181 fanegas y 9 celemines 5.616 mrs, 5 dineros y 2 meajas

Griñón 57 fanegas y 8 celemines 127 fanegas 2.959 mrs, 8 dineros y 5 meajas

Vallecas 105 fanegas y 4 celemines 175 fanegas y 4 celemines 1848 mrs, y 4 meajas

Vicálvaro 88 fanegas 120 fanegas y 4 celemines 6490 mrs y dos dineros

Húmera 63 fanegas y medio celemín 95 fanegas y 11 celemines y medio 591 mrs y 2 dineros

Barajas 153 fanegas y 4 celemines 187 fanegas y medio celemín 9.483 mrs, 6 dineros y 2 meajas

Alcobendas 105 fanegas y 9 celemines y medio 90 fanegas y 2 celemines 2.414 mrs y 4 meajas

Fuencarral 36 fanegas y 1 celemín 155 fanegas y 1 celemín 489 mrs

 Cuentas de las ventas de trigo, cebada y otras rentas (1425).

[ 94 ]
 Mapa del arcedianazgo de Madrid.  Catedral de Getafe, Santa María Magdalena.

iglesia, al cual tomaba cuenta, ante el notario y los parro- rigo o capellán. Los beneficios de que gozaba la iglesia eran el
quianos testigos, de las fanegas de trigo y cebada que poseía curado (cura de almas), los servideros (ayuda personal al pá-
la iglesia en aquel momento, según registraba el propio libro rroco) y los prestameros (ayuda en los estudios a un candidato
–que era revisado– del mayordomo, donde constaban las re- eclesiástico o al que militaba en servicio de la iglesia).
cibidas, tanto fanegas de trigo y cebada como de celemines
del mayorazgo anterior, el cual ordinariamente había sido Los objetos litúrgicos
nombrado por el último visitador. Los objetos sagrados eran exponente de la mayor o menor
El mayordomo aportaba la cuenta de los frutos recogidos riqueza de la iglesia. El visitador pasaba revista a los utensi-
de las tierras de la iglesia durante los años de su mayordomía, lios: vasos sagrados, ornamentos para servicios del culto y los
descontando las fanegas de trigo dadas al sacristán por su compara con los inventarios anteriores para cerciorarse de su
salario: 18 al de Getafe en 1425, por ejemplo. A veces, también estado y su existencia, o si habían sido trasladados. Una de
vendían estos frutos para costear obras en la iglesia, como las iglesias más ricas del alfoz era la de Getafe. Todos los ob-
en Perales, donde vendió 25 fanegas de cebada para labrar la jetos eran de plata: cuatro cálices, una cruz mayor, un par de
iglesia como pago del trabajo de maestros y peones. ampollas. Leganés también sobresalía con una cruz grande
Las rentas de la iglesia procedían de la venta de guinda- de plata sobredorada, incensario y sobrecopa para llevar el
das, colmenas, cebada, trigo, olivas, ovejas, corderos, «minu- cuerpo de Dios del mismo metal.
cias» –diezmos que como pie de altar se pagaban de las frutas La ornamentación también iba ligada a la importancia de
y otros productos de menor importancia–, vinos, derechos de la iglesia: vestimentas, casullas, asmáticas, capas de diversos
sepultura, donaciones testamentarias, tiendas, casas en censo materiales (oro, seda, lienzo azul). Por ejemplo, para Getafe
y, algunas parroquias, rentas de huertas. y las iglesias de la villa de Madrid recibían ricos ornamen-
El pan se vendió en 1425 a 20 y 21 reales la fanega de trigo tos desde la sede arzobispal toledana, centro de artes menores
y a 10 y 11 reales la de cebada. Juan II dispuso unos años antes donde los artesanos elaboraban metales, tejidos convertidos en
que la villa de Madrid abasteciera a la corte de cereales al pre- ricos ornamentos de oro y seda. Finalmente, el visitador rea-
cio de 60 mrs. la fanega de trigo y 20 mrs. la fanega de cebada. lizaba inventario de los libros litúrgicos que utilizaba el clero
También era muy habitual la posesión de beneficios, dis- para el culto público y la celebración de los oficios divinos. Es-
tinción otorgada a los bienes que servían para mantener al clé- tos libros eran inspeccionados y reconocidos por el visitador.

[ 95 ]
Las parroquias (I)
La Iglesia y sus instituciones tuvieron un papel determinante en la construcción de la ciudad medieval.
Madrid no fue una excepción. Integrada en la poderosa sede arzobispal de Toledo, en nuestra villa
confluyeron tres niveles de organización eclesiástica superpuestos a otras tantas escalas de organización
política y espacial. El arcedianazgo de Madrid integraba en lo eclesiástico el territorio del alfoz
sometido a la jurisdicción de la villa, que se organizaba como comunidad de villa y tierra. En una
escala más reducida figuraba el arciprestazgo, que coincidía con la villa de Madrid. En tercer lugar, se
encontraba la parroquia, la unidad básica de organización eclesiástica que coincidía con el lugar, la aldea
o la colación urbana.
los grupos sociales

La red parroquial de la villa El crecimiento demográfico y urbano de la villa deter-


A finales del siglo XII estaba plenamente conformada la red minó la ampliación de esta plantilla parroquial medieval.
parroquial de la villa. En un documento fechado en 1194 ya Durante el siglo XIII, el asentamiento de población en los
se enumeran las diez colaciones o distritos, todos ubicados solares dispuestos fuera de la muralla en dirección este, al
dentro de la muralla. Recibían el nombre de sus correspon- sur del arrabal de San Martín, en zonas antes deshabitadas o
dientes templos parroquiales: Santa María, San Andrés, San débilmente ocupadas, tuvo como consecuencia la creación de
Pedro, San Justo, San Salvador, San Miguel de los Octoes, la parroquia de San Ginés. En el listado de clérigos recogido
San Miguel de la Sagra, Santiago, San Juan y San Nicolás, a en una escritura del convento de Santo Domingo, datada en
las que se sumaba el monasterio de San Martín, con funcio- 1261, se mencionan a «Sancho e D. Marcos clérigos de San
nes de parroquia. La parroquia de Santa María, ubicada en Genes». Esta parroquia logró una importante expansión te-
lo que fuera la almudena musulmana, quedó constituida en rritorial, durante los siglos XIV y XV, hecho que suscitó litigios
iglesia mayor y sede del arcediano. jurisdiccionales con el vecino monasterio de San Martín, que
también ejercía funciones parroquiales en la villa.
A comienzos del siglo XV ya estaba en pie Santa Cruz,
la decimotercera parroquia del Madrid medieval. Se situaba
al Este de San Ginés y por la visita eclesiástica realizada en
1427 por el arcediano de Madrid a sus iglesias sabemos de la
modestia de su templo. Por entonces, Santa Cruz no tenía
parte en los diezmos eclesiásticos y contaba con una modes-
ta dotación clerical compuesta por un único cura (beneficio
curado) que atendía el culto en ausencia de su titular, el cape-
llán Alonso Sánchez. A lo largo del siglo XV y durante el XVI
este distrito parroquial dio nombre a un arrabal de la villa
que fue creciendo en torno al eje del camino de Valencia por
cuyo itinerario se accedía a la ermita de Atocha y a la aldea
de Vallecas.

 Mapa de parroquias o collaciones de la villa de Madrid.

[ 96 ]
 Recreación de la ermita de Atocha.

Los vínculos de los individuos con sus parroquias se ma-


nifestaban en momentos cruciales de la vida, como el bautis-
El culto y la liturgia mo, el matrimonio y la muerte. Tomaban sepultura en su ce-
En las parroquias ellas se daban distintas realidades: un edi- menterio y, los más acaudalados, lo hacían dentro del templo.
ficio de culto atendido por el clero, un espacio jurisdiccional Los curas beneficiados se encargaban de oficiar las misas y
delimitado espacialmente y una comunidad de fieles que ha- oficios religiosos que algunos de estos fieles dejaban ordena-
bitaba en esa demarcación y tenían un punto de encuentro dos en sus testamentos por la salvación de sus almas y eterna
en el templo parroquial. La eficacia institucional lograda por memoria. Según recogen las constituciones parroquiales de
las parroquias se basaba en la centralidad del templo como San Martín del año 1499, el prior o su delegado estaba obli-
lugar de encuentro con la divinidad. El templo como espacio gado a decir los domingos el nombre de todos los aniversa-
material estaba dotado de una fuerte presencia visual en el rios de la semana, especificando el nombre de la persona y el
paisaje urbano y su proyección alcanzaba también a modelar día. Debía también ordenar el tañido de las campañas en las
el paisaje sonoro de la villa y sus territorios circundantes con vigilias y misas de los aniversarios.
el tañido de las campanas cuyo lenguaje de tonos y repiques Durante las visitas pastorales, de carácter anual o bianual,
era conocido por todos. las autoridades inspeccionaban, la parroquia, el templo, sus
Su interior era el escenario de ritos litúrgicos y sacramen- rentas, el estado del edificio el clero y sus parroquianos. En
tales, muchos de carácter obligatorio, que las autoridades la visita realizada en 1427 a la parroquia de San Martin fue-
eclesiásticas se esforzaban por arraigar. Las constituciones ron amonestados «çiertos parroquianos». Por otro lado, desde
parroquiales se encargaban de recordarlo a sus clérigos. Todo finales del siglo XV se empezó a exigir al clero de las parro-
feligrés debía asistir a la misa dominical y a los actos litúr- quias la elaboración de libros en los que se anotaban todos
gicos celebrados durante las fiestas mayores de la diócesis y los nacidos en su demarcación parroquial, especificándose el
las fiestas particulares conmemoradas por la parroquia. Ade- nombre de los padrinos y el día en que eran bautizados, así
más, desde el IV Concilio de Letrán (1215) se exigía a todo como todos los difuntos enterrados en la iglesia o cementerio
parroquiano adulto el cumplimiento pascual, que implicaba de la parroquia, indicándose el día de la defunción. Y se quiso
confesarse y comulgar durante la cuaresma. El templo estaba generalizar los libros de matrícula de confesión. Todo ello da
vigilado y cuidado por el clero. El sacristán debía mantenerlo indicio del creciente control ejercido por el clero sobre los
limpio. vecinos de su demarcación.

[ 97 ]
Las parroquias (II)
Las parroquias tuvieron un gran peso en la organización del espacio madrileño, en la conformación
de sus paisajes urbanos y en la articulación de las relaciones políticas, sociales e institucionales.

Las identidades vecinales y la interacción social ron sede en las parroquias, particularmente las dedicadas al
La educación, a través de las escuelas parroquiales, fue otro Corpus Christi, una devoción impulsada por las autoridades
nexo importante entre la parroquia y sus fieles. A finales del eclesiásticas. Estas fraternidades asumían tareas de asistencia
los grupos sociales

siglo XV recibieron un gran impulso por parte del arzobis- entre los cofrades ante la enfermedad o la muerte y en ellas
pado de Toledo. Estas escuelas funcionaban regularmente se integraban por lo común unidades familiares.
con anterioridad a 1480 en parroquias como San Martin y Los habitantes de la villa también tenían con su parro-
San Ginés. Varios testigos en los pleitos por los límites entre quia obligaciones fiscales como el pago del diezmo, primicias
ambas parroquias declaraban en estas fechas que recordaban y todo tipo de derramas ordinarias y extraordinarias exigidas
que «siendo niños e aprendiendo en la dicha iglesia (San Gi- por la Iglesia para el mantenimiento del edificio, su culto y
nés), acudir con otros mozuelos que acudían a aprender a la del clero. Sabemos que en ocasiones se pedía entre los ha-
dicha iglesia». bitantes de la parroquia cera o dinero para la lámpara del
A estas ocasiones e interacción social se sumaban las Santísimo, cuya luz había de lucir perenne; harina para la
propiciadas por las cofradías devocionales. Muchas tuvie- realización de hostias consagradas; o dinero para la renova-

[ 98 ]
ción del templo cuando éste se encontraba en situación de
deterioro o estaba necesitado alguna ampliación.
En torno a las parroquias se generaron identidades ve-
cinales. Y fueron agentes esenciales en la territorialización
urbana, como hoy lo son los barrios o los distritos. También
los poderes públicos de la villa adoptaron la plantilla territo-
rial de las parroquias como plataforma de relaciones sociales,
políticas y administrativas. Las colaciones, fueron un espacio
fiscal sobre el que se repartían los impuestos ordinarios y ex-
traordinarios de la villa.
Y se utilizaban como base para el sorteo de oficios como
los alcaldes, alguaciles, mayordomos o procuradores de las
colaciones, caballeros del monte, guía y sello, entre otros.
Para ello, las colaciones se agruparon en dos cuadrillas que
alternaban en los sorteos de oficios. La cuadrilla de Santa
María se componía de las parroquias de Santa María, San
Nicolás, San Juan, San Miguel de la Sagra, Santiago, Santa
Cruz y San Andrés. Las restantes colaciones se integran en
la segunda cuadrilla.

Las cofradías
Algunos de estos de estos espacios parroquiales adquirieron
una especial relevancia cívica y comunitaria. La iglesia de el
Salvador fue el escenario elegido por los regidores de la villa
para las reuniones del Concejo, como nos muestran reitera-
damente los libros de acuerdos. Las decisiones adoptadas en
el ayuntamiento eran pregonadas a continuación en la plaza
que se abría a este templo.
Con motivo de la pestilencia que azotaba la villa en 1348
la iglesia de San Sebastián, santo protector frente a esta epi-
demia, fue el escenario de un voto colectivo de la villa dedi-
cado a San Sebastián y de la Inmaculada Concepción. En
torno a este patronazgo se generó una cofradía en la que se
integraron «religiosos, clérigos y letrados, caballeros, escude-
ros y otras nobles personas». El voto y sus celebraciones, algo
decaídas, se mantenías a finales del siglo XV.
También la iglesia de San Andrés, lugar en el que esta-
ba depositado el cuerpo de San Isidro, el santo labrador se
convirtió en el centro de una devoción de proyección local,
en torno a la cual se cimentaron importantes elementos de
identidad urbana.

 Iglesias de San Pedro el Viejo y de San Nicolás, Madrid.


 Iglesia de San Ginés, Madrid.
 Iglesia de San Andrés Apóstol, Madrid.

[ 99 ]
El sistema monástico del Madrid medieval
Los conventos y monasterios fueron otros elementos característicos del paisaje religioso de Madrid.
Desde 1086 a 1500 se fundaron cinco monasterios y conventos. Disponían, como las parroquias, de un
templo abierto a los fieles. El conjunto de los edificios monásticos se ajustaba fundamentalmente a las
necesidades de la comunidad religiosa que lo habitada bajo los preceptos de una regla común.

El monasterio de San Martín los siglos XIII, XIV y XV, pero su preocupación fundamental fue
En 1086, apenas conquistada la villa por las huestes cristia- la de regir el destino espiritual de los pobladores de la zona
los grupos sociales

nas, surgió el monasterio benedictino de San Martín, la pri- noreste de la villa de Madrid, así como defender y ampliar su
mera fundación regular madrileña. Nació como un priorato distrito parroquial.
dependiente de Santo Domingo de Silos en un lugar apar-
tado de la villa, en su lado Norte, con la misión de poblar Santo Domingo y San Francisco
un «vicus» o barrio que sirviera de contrapeso cristiano a la En las primeras décadas del siglo XIII las dos grandes órde-
recién incorporada ciudad musulmana. nes mendicantes regulares de la época fundaron en la villa
El paso del tiempo y la modificación de las condiciones los conventos de Santo Domingo y San Francisco. Hubo va-
político-institucionales y socioeconómicas impusieron a San rios puntos en común en los inicios de ambas instituciones.
Martín cambios transcendentales que modificaron sus carac- Surgieron en fecha no precisada en la documentación pero
terísticas iniciales. En el siglo XII en la Carta de Otorgamiento a buen seguro entre 1217 y 1219; en uno y en otro caso se fo-
del fuero madrileño el monasterio benedictino es citado como menta la leyenda y tradición de que fueron respectivamente
una de las diez parroquias madrileñas. Este carácter dual de Domingo de Guzmán y San Francisco de Asís quienes en
parroquia y colación transformaría el «Vicus Sancti Martini» visita por Madrid realizaron las fundaciones; ambos tienen
en arrabal extramuros, pasando de feudo rural regido por el vocación urbana y buscan el contacto con la gente para ejer-
fuero de Sahagún a distrito urbano. Así, el monasterio con el cer su principal misión espiritual, la predicación; finalmente,
prior al frente se mantuvo como instituto regular a lo largo de se sitúan en Madrid, extramuros de la ciudad pero muy cerca
de sus puertas, Santo Domingo al norte con acceso por Bal-
nadú y San Francisco al sur con acceso por Puerta de Moros.
El convento de Santo Domingo estuvo inicialmente ocu-
pado por frailes, pero desde 1225 se tornó comunidad
de monjas sujetas a clausura. Está entre las
cinco primeras fundadas por la Orden
de Predicadores en Europa. Durante si-
glos las monjas y un reducido número de
frailes asentados permanentemente en el
monasterio supieron vincular el futuro de
su institución a la posesión de riquezas
materiales y a las estrechas relaciones que
mantuvieron con la realeza castellana,
pues ya Fernando III lo tomó bajo «su
encomienda y defendimiento». Ello les
llevó a desempeñar un papel político y
económico de primer orden en Madrid.

[ 100 ]
Sus cabezas de ganado superaban el millar, sus casas, reparti- A la mayoría de estas mujeres fundadoras les une la par-
das por todas las colaciones de la villa, superaban el centenar y ticularidad de pertenecer a los grupos oligárquicos de la villa,
sus tierras cifradas en varios miles de fanegas cubrían amplias con vinculación de servicio a la corona y haber emprendido o
extensiones del alfoz madrileño. Su función religiosa alcanzó realizado la fundación de sus conventos con momentos en los
el cenit del prestigio con la priora Constanza de Castilla, nieta que habían adquirido la condición de viudas. Intervinieron en
del rey Pedro I. la gestión de los monasterios dotados con sus recursos econó-
Por su parte, el convento de San Francisco se convirtió, gra- micos garantizándose derechos de entrada para las mujeres de
cias a la acción de sus frailes, en el rector espiritual del pueblo su familia y de los sucesivos patronos; reservándose el uso de
madrileño. El Concejo y sus regidores como expresión de su ciertas dependencias y lugares privilegiados de enterramiento
brazo político recurrieron a los franciscanos en las predicacio- dentro de las iglesias de sus conventos tanto para ellas como
nes institucionalizadas en Semana Santa y fechas señaladas para los sucesivos patronos, sus descendientes.
como las festividades de San Isidro o la presencia de los reyes. El monasterio de San Jerónimo se fundó por iniciativa de
Tuvieron también una escuela de gramática que a finales del si- Enrique IV en 1464. La orden de San Jerónimo,
glo XV era vista como una competencia por los responsables del sancionada por el papa en 1373, era una respuesta
estudio de la villa, dado el carácter gratuito de su formación. Y genuinamente hispana a las inquietudes de refor-
los principales linajes buscaron descanso eterno y perpetuación ma que invaden Europa a fines de la Edad Me-
de su memoria en las capillas del templo. En él reposaron los dia. En sus orígenes este monasterio se conoció
restos mortales de Enrique de Villena, la reina Juana de Portu- como Santa María del Paso, ubicado al norte de
gal, esposa de Enrique IV, Rui Gonzáles de Clavijo, los Luján, la villa de Madrid –hoy Parque del Oeste–, en
Luxón, Zapata, Vargas, Ayala y Ramírez, que contribuyeron la margen izquierda del Manzanares, en cuyas
a engrandecer el convento como panteón de sus linajes más inmediaciones el rey gustaba darse al placer
encumbrados. de la caza.
Enrique IV, con su curia y con-
Los monasterios del siglo XV sejeros más cercanos, residió
Este panorama conventual se mantuvo estable durante más largas temporadas en el alcá-
de dos siglos, hasta que en la década de 1460 se reactivan las zar o en su pabellón de caza
fundaciones en la villa o aldeas de su alfoz próximas. Abre el de El Pardo, reservándose unas
ciclo en 1460 Catalina Núñez de Toledo, mujer de Alfonso dependencias en el nuevo monaste-
Álvarez de Toledo, uno de los ricoshombres más influyentes rio. Pese a lo apartado del lugar, los
de la villa por su estrecha relación con la Corona. El con- jerónimos pusieron pronto sus miras
vento de la orden de Santa Clara y sujeto a la observancia en la vecina villa de Madrid, acercán-
fue ubicado por su fundadora y protectora dentro del recinto dose a su oligarquía para complementar
murado de la villa, al noreste, en las proximidades de la pa- así la base material y social de su estruc-
rroquia de Santiago. tura institucional. Este proceso culminó
Aunque en origen se ubicaron en aldeas de la jurisdicción en 1510 con el traslado de las dependencias
de concejil y eclesiástica madrileña, hemos de mencionar aquí monásticas a la villa, ocupando un espacio
el convento de la Salutación de Rejas fundado entre 1469 y destacado en el camino de Alcalá, eje del
1479 por Pedro Zapata y su esposa Catalina Lando; y Nuestra crecimiento urbano. Menos aperturista en
Señora de la Piedad de Vallecas (1473), levantado por Alvar lo que afecta a la cesión de espacio para ca-
Garci Díez de Ribadeneira, Maestresala de Enrique IV. Este pillas funerarias, el monasterio de San Jeró-
ciclo de fundaciones femeninas que se proyectó en el tiempo nimo mantuvo el patrocinio real como una
con las acometidas por Beatriz Galindo en la primera década de sus señas de identidad, siendo el lugar
del siglo XVI, la Concepción Jerónima, perteneciente a la orden elegido para juras de herederos, anuncio de
de San Jerónimo y la Concepción Francisca, convento sujeto a nacimientos y bautizos reales.
la obediencia de los franciscanos.
Los hospitales: la beneficencia
La fundación de hospitales para enfermos pobres, leprosos, peregrinos o viajeros se extendió en Europa
occidental desde la Baja Edad Media. Eran la base fundamental del sistema asistencial y en ellos
se atendía a enfermos pobres, salvo a los que sufriesen enfermedades contagiosas, atendidos en las
leproserías o en hospitales especialmente dedicados a ello.

La pobreza de extracción popular con algunos conocimientos que les


Los hospitales son los lugares donde se atendía a los enfer- permitían ocuparse de la cura de fracturas de brazos y piernas
los grupos sociales

mos y a los pobres, grupo marginado de la sociedad medie- y de «llagas de mala natura».
val. También actuaban como asilos para atender a quienes A veces estos establecimientos se especializaban en alguna
necesitaban cuidados y daban cobijo temporal a peregrinos enfermedad, como las leproserías, situadas a las afueras de las
y viajeros. La proliferación de ermitas, iglesias, hospitales y ciudades, normalmente junto a un río, aunque no eran pro-
casas de beneficencia para albergar a los pobres y enfermos piamente hospitales. En el Medievo pensaban que la lepra era
supuso un fenómeno de gran calado urbano y social en toda consecuencia de la melancolía, convencidos de que era heredi-
Europa. Todos los hospitales asistían a los marginados como taria y contagiosa, transmitida por vía sexual. La lepra, también
una institución social marcada por las ideas religiosas y los denominada mal de San Lázaro, era la expresión más pura del
principios de caridad y amor al prójimo. pecado y los leprosos eran vistos con horror y desprecio, por lo
Primero apoyados en la ayuda nobiliaria y después en la que eran confinados y aislados en estos edificios. Los leprosos
colaboración de la burguesía enriquecida y de las limosnas de podían salir al exterior a pedir limosna.
los ciudadanos, los hospitales sirvieron de centro de acogida y Otra enfermedad percibida como algo novedoso a finales
asistencia sanitaria para personas desvalidas. de la Edad Media fue la sífilis, conocida como «mal francés»
La pobreza como virtud evangélica fue inspirada por los o «de las bubas», contraída por contagio sexual. Los enfermos
eclesiásticos y llevada a cabo por las órdenes mendicantes, dis- mentales y locos también fueron objeto de rechazo social por
tinta a la pobreza material, que suponía la carencia forzosa de sus conductas impropias sobre la higiene o el decoro y sus re-
las condiciones mínimas para subsistir. La pérdida de trabajo, acciones violentas. Bajo la adscripción de los Santos Inocentes,
la viudedad, las crisis económicas o la enfermedad podían con- estos hospitales o casas de orates acogían a «los pobres de Dios
ducir a los individuos a la condición de pobre. Estos pasaban enfermos y los locos desfallecidos de seso natural», atendidos
hambre, vestían harapos, tenían viviendas miserables, practi- por un físico a diario.
caban la mendicidad. La práctica social de la pobreza queda-
ba encauzada por las limosnas, que desarrollaban la caridad, y Los hospitales madrileños
por los hospitales, que acogían a pobres y gentes miserables sin Los médicos de la villa de Madrid eran denominados físicos,
rumbo. doctores, cirujanos de heridas o cirujanos comadrones. Mu-
chos físicos eran judíos conversos y el oficio muchas veces
La asistencia médica era desempeñado por los hijos. Como remedios terapéuticos
En los hospitales con mayor capacidad trabajaban un cape- practicaban la sangría, los purgantes y los revulsivos. Los ja-
llán, un mayordomo, un boticario, un barbero (que extraía rabes y las pomadas
muelas), y no de forma permanente un físico (médico) y un Pudo existir una medicina monacal con los frailes bene-
cirujano, ambos de condición académica universitaria y cu- dictinos del monasterio de San Martín y el de San Francisco,
yos salarios –entre 2.000 y 5.000 maravedís en Castilla– eran quienes realizaban sencillas curaciones de base botánica a
costeados por el concejo. También acudían de forma esporá- partir de lecturas de San Isidoro, además de atender necesi-
dica al hospital los llamados algebristas, hombres y mujeres dades espirituales y materiales. Se estipulaba el baño en el río

[ 102 ]
Manzanares con fines curativos y se constata una casa de ba-
ños en la calle de Segovia. Las enfermedades más recurrentes
eran la pulmonía, el cólico y la lepra.
Entre los hospitales más antiguos de la villa de Madrid
se encuentran el de Atocha. La hospedería de Atocha es de
origen desconocido, algunos autores apuntan a su existencia
en el propio siglo xi. En época de Carlos V se trasladó a la
calle Arenal y su nombre trocó al de San Ginés hasta la des-
aparición de los hospitales menores por orden de Felipe II.
El hospital de San Lázaro se ocupaba de atender a los
leprosos y curaba la sarna y la tiña. Estaba situado entre la
calle Segovia y la cuesta de la Vega, en un lugar soleado y
ventilado. Un hospital de pestosos se construyó en época de
Juan II, ante un brote de peste.
San Jerónimo recibió algunos patronazgos importantes
como el Hospital de Santa Catalina de los Donados, fundado
en 1460 por Pedro Fernández de Lorca. El prior se reservaba
la facultad de elección de los enfermos, la visita trienal y su-
pervisaba el correcto ejercicio de las funciones de los oficiales
encargados de su gestión.
Otro ejemplo lo constituye el patronazgo del hospital de
la Concepción fundado a finales del siglo XV, por Francisco
Ramírez y su esposa Beatriz Galindo. El guardián del conven-
to de San Francisco de los fue nombrado patrón principal y
visitador del hospital. Compartía este cargo con el prior de San
Jerónimo el Real y el concejo de Madrid. Sin embargo, en las
constituciones del hospital, se subraya el papel especial que se
otorgaba al convento franciscano, representado en la figura de
su guardián. Por encima de los otros dos copatrones, como pa-
trón principal y visitador, al guardián de San Francisco le enco-
mendaron ejecutar visita una o dos veces a la semana. Había de
vigilar que el rector y los otros oficiales del hospital cumplieran
con sus cometidos, disponiendo de facultad para destituirlos.
Fuera de la villa de Madrid conocemos el hospital de San
José de Getafe. Alonso de Mendoza legaba en su testamento,
en 1507, gran parte de sus bienes a la creación de una enfer-
mería para 13 pobres. En ese documento reflejaba cómo debía  Hospital de La Latina. Fachada del hospital a la calle de Toledo
construirse la enfermería, la situación que debía tener junto al poco antes de su derribo y portada actual. Fue Francisco Ramírez
de Madrid «el Artillero», quien estableció su fundación en 1499 por
Camino Real que unía Toledo con Madrid) y cómo debía or- manda testamentaria, con la advocación de Nuestra Señora de
ganizarse. Para llevar a cabo esta obra dejó la mayor parte de la Concepción, quedando concluido hacia 1507 por su esposa
sus bienes de manera que se asegurasen las rentas –en tierras Beatriz Galindo «la Latina», según trazas de maestre Hazán.
Tras la demolición del edificio en 1904-1907, se trasladó su bella
repartidas en Getafe y lugares cercanos– que lo levantaran y se portada, de estilo gótico mudéjar, junto a la entrada de la Escuela
mantuviera el hospital. Superior de Arquitectura.

[ 103 ]
Los campesinos
La mayoría de los campesinos, aunque gozaban de libertad, dependían de los señores y eclesiásticos
propietarios, para quienes cultivaban sus tierras y pagaban una renta por el uso de la misma y de sus
bienes (hornos, lagares, molinos). En el reparto de la propiedad rural se atisban desequilibrios que se
plasman con la existencia de labradores ricos, una élite con gran riqueza económica y poder político
local dentro de la sociedad rural.

La vida campesina nivel tecnológico era escaso, la producción baja y las cargas
los grupos sociales

Los campesinos eran labradores con haciendas o animales fiscales excesivas. Los sistemas de cultivos mejoraron a partir
de labranza con los que cultivaban tierras que pertenecían al del siglo xii con la introducción del arado de ruedas y verte-
señorío de realengo a cambio de un arriendo. Aparte de las dera, que permitía cortar el suelo por debajo de la superficie
tierras pertenecientes a la Corona real existían las tierras de volteaba y extendía la tierra levantada. La fuerza de los ani-
solariego, bajo la jurisdicción de la nobleza, y las tierras de males mejoró con la introducción del yugo frontal para bue-
abadengo, de titularidad eclesiástica. Otros jornaleros cobra- yes, el collar rígido en los caballos y el herraje en las pezuñas.
ban un salario en especie, una parte de la cosecha de la tierra Los molinos hidráulicos y los de viento ahorraron energía de
donde trabajaban, como los quinteros (recibían un quinto de trabajo humano y los progresos en el rastrilleo y el trillo y las
lo cosechado) o los destajeros, cuyo jornal dependía del ren- hoces permitieron al campesino trabajar erguido.
dimiento laboral
La vida de los campesinos era muy dura, sujetos a las in- El trabajo de la tierra
clemencias del tiempo y a las largas jornadas de trabajo. El La actividad esencial del campesinado era la tierra y su pro-
ducción cerealística, que involucraba a jóvenes y viejos, mu-
jeres y hombres. La siembra tenía lugar en otoño, salvo en
el caso de las viñas, que se trabajaban una vez vencido el in-
vierno. La productividad de los cultivos dependía del ciclo
agrario que permitía el barbecho de la tierra. Los labradores
esparcían las semillas y removían la tierra con el arado. Las
mujeres segaban, recogían las gavillas y las transportaban al
granero. Las hierbas se recogían en zona de pasto y se utili-
zaban para que los animales pacieran, para encender el fuego,
espesar el estiércol o con fines medicinales.
El trabajo vitícola necesitaba cuidados especializados y la
propiedad de las viñas era signo de posición social. Los viña-
dores se movilizaban anualmente, ya que calzaban el pie de las
cepas, las abonaba, las podaba, las replantaba; después, prepa-
raban las estacas para los pámpanos y se quitaban las hierbas.
En el momento de la vendimia la comunidad acudía a la viña,
una vez que el dueño hubiera dado salida a la cosecha anterior.

La vivienda campesina
La casa campesina disponía de un fuego, el del hogar. Las di-
 Tinaja, Museo de San Isidro. mensiones aproximadas de las casas eran de unos 20 metros

[ 104 ]
por 6 o 10, construidas en de madera, piedra seca o mampos-
tería con un hogar que servía de calefacción e iluminación.
Las cubiertas eran unas armaduras de madera. En el mismo
espacio se dormía, se cocinaba y se trabajaba.
Los objetos cotidianos de la cultura material permiten
acercarse al nivel socioeconómico del propietario. La casa
agraria era tanto la residencia de la familia y sus sirvientes,
así como el lugar donde vivían los animales y se guardaban
las reservas de cereales y aceite y los utensilios de las labores
agrícolas. Las estancias principales eran la cocina y los dor-
mitorios, pero en el ámbito rural otros espacios se destinaban
a la bodega, la almazara, el molino o el lagar.
En las cocinas había una mesa de madera con uno o dos
bancos, varias sillas, poyos, estantes de madera o espeteras para
colgar embutidos. En la cocina el fuego solía ser abierto, sin
chimeneas ni hogares construidos. Entre los objetos de ilu-
minación existían candiles de hierro y estaño, velas, candela-
bros y lámparas que se encendían con cirios de sebo, cera o
aceite. Los fogones podían ser de estaño, cobre o hierro y se
completaban con un espetón donde se colgaba la carne del  Escudilla con decoración verde y manganeso, Museo Arqueológico
animal para asarlo; otros utensilios de hierro servían para sacar Regional de la Comunidad de Madrid.
la carne de la olla, remover el fuego y recoger la ceniza. En el
comedor se apilaban armas, balanzas, piezas de vajilla o toallas.
Los propietarios de ganado vivían en aldeas o villas ru-
Las propiedades campesinas rales, ocupaban las regidurías o puestos de poder local e in-
La documentación recoge campesinos que compraban tierras cluso desempeñaban algún cargo cortesano. Como ejemplos
o ganado y muestran datos sobre sus propiedades o sus explo- los casos del contador Sánchez de Santa María, en el Real
taciones agrarias. Los campesinos poseían derechos de pro- de Manzanares, de Antonio Férnandez, hijo del regidor de
piedad y diversos tipos de bienes agrarios. Estos derechos se Manzanares Aparicio Fernández, o de Juan González, escri-
afirmaban en los pleitos contra los grandes propietarios ex- bano del rey y vecino de Manzanares, entre otros. En la zona
ternos o al recurrir contra las sentencias de derribo de cercas. de la sierra de Guadarrama también se documentan hasta 27
Lo habitual era la propiedad individual, aunque hay propietarios de cercas en Lozoya, 16 en Manzanares y 12 en
ejemplos de posesión a través del grupo familiar conyugal. Colmenar Viejo. Con frecuencia se recogen apelaciones de
Suelen aparecer expresiones como «herederos de» o «hijos vecinos contra el derribo de sus cercas, como varios vecinos
de» para señalar a los poseedores de una explotación agraria. de Cereceda y El Boalo.
Los «hijos de Antonio González» son citados como dueños Sobre la propiedad de tierras labradas cereales, viñas y pro-
de una cerca en Manzanares. Un caso en que aparece un gru- ductos hortícolas hay gran cantidad de testimonios relaciona-
po familiar es el de los hijos y herederos de Alonso Sánchez dos con las aldeas del territorio madrileño. La información es
de Santa María, contador, y de su mujer Elvira Sánchez, ricos diversa sobre la compraventa de tierras y majuelos y su capa-
propietarios ganaderos de la villa de Manzanares. cidad, demandas por entradas del ganado en sotos privados
Los campesinos de la Transierra madrileña poseían de- o deudas de alquileres, entre otras. Así, a modo de ejemplo,
terminados bienes agrarios, bien relacionados con la activi- Pedro Jiménez, hijo de Juan Jiménez, vecino de Getafe, debía
dad ganadera, como rebaños de ovejas, pastos, prados, vacas pagar a Pedro de Luzón, maestresala del rey, 263 fanegas de
y cercas, bien con el trabajo agrícola, como heredades, tierras pan, 10 gallinas y 10 jergas de paja anuales, por el arrendamien-
de pan, viñas y linares. to durante 10 años de media yunta de tierras de pan llevar.

[ 105 ]
Las mujeres
Las mujeres del Madrid medieval, aunque participaron de condicionantes de vida comunes, nunca fueron
un grupo homogéneo. Las mujeres tenían diferencias determinadas por la clase social, el grupo religioso
de pertenencia, el ciclo de vida y el estado civil.

¿Solo tareas domésticas? Las musulmanas y judías se regían por las normas y há-
Ser mujer presentaba un mosaico de diferencias determinadas bitos culturales de sus comunidades de pertenencia. Estas
los grupos sociales

por la clase social, las creencias religiosas –cristianas, musul- comunidades que habitaban en sus respectivos barrios, la al-
manas o judías–, el ciclo de vida y el estado civil –niñas donce- jama de moros o la de los judíos, se integraban en la villa de
llas, casadas, viudas–. También la opción de la toma de hábito Madrid como minorías religiosas sujetas a los poderes públi-
como monjas o beatas ampliaba este arco de diferencias. Los cos. Estrictas normas de endogamia prohibían los matrimo-
nombres y actividades de todas ellas aparecen recogidos en las nios mixtos entre los miembros de las distintas comunidades,
fuentes documentales en una proporción muy inferior a la de de modo que era improbable que un cristiano se casara con
sus padres, esposos, hijos o hermanos, implicados en oficios y una mora o judía o que un judío o morisco entablara relación
ocupaciones de proyección pública. Hubo, eso sí excepciones, con una cristiana o mujer de otra minoría que no fuera la
lo que nos permite conocer su historia. suya. Inmersas en las tareas domésticas y reproductivas, estas
mujeres participaron también en las actividades económicas
familiares.
Durante siglos, los tratadistas defendían, división muy
compartimentada de los espacios y funciones a desempeñar
por hombres y mujeres en la sociedad. Fray Martín de Cór-
doba en su tratado Jardín de nobles doncellas afirmaba que,
según los filósofos, se repartían los oficios del varón y de la
mujer en el regimiento doméstico y casero. El marido había
de procurar lo de fuera de casa y la mujer lo de dentro, pues
es cosa natural a la mujer estar siempre en casa.
La realidad, sin embargo, se mostró mucho más flexible
en sus expresiones cotidianas y las mujeres pudieron pro-
yectarse en otras actividades más allá de la procreación, la
crianza y el cuidado del grupo familiar, tareas que, sin duda,
ejercieron de forma dominante.

Los espacios laborales femeninos


Las mujeres madrileñas fueron también agentes económicos
en la villa y su entorno. Se empeñaron en actividades eco-
nómicas y laborales condicionadas por su clase social y por

 Monumento a Beatriz Galindo. Salvador Amaya, Navalcarnero.


 Sepulcro de Beatriz Galindo, Hernán Pérez de Alviz, Museo
de San Isidro.

[ 106 ]
el propio marco de actividades de una villa de rango medio, podían ocuparse de la cría de animales domésticos para la
cuyo dinamismo económico fue más modesto que el de otras venta en el mercado. A este fin destinaba cuarenta pares de
ciudades castellanas de mayor peso demográfico, económico. conejos la mujer de Alonso Dávila.
Las mujeres de las clases populares participaron en diver- Otro oficio feminizado fue el de las triperas. Se encarga-
sas actividades relacionadas con la producción y distribución ban de suministrar a los candeleros el sebo que extraían de
de objetos de consumo. Los Libros de Acuerdos del Concejo las vísceras de los animales sacrificados para el consumo, ma-
recogen alusiones no profusas, pero significativas a mujeres teria que empleaban la realización de velas. Las taberneras y
ejerciendo diversas actividades laborales. Las noticias más mesoneras, mencionadas a menudo con sus maridos, con las
insistentes tienen que ver con las panaderas, encargadas de regatonas, figuras habituales en el bullicio de las calles que el
la elaboración de este alimento, básico en la dieta diaria. Se Concejo intentaba siempre controlar, completaban este pa-
las nombra en ocasiones, Inés la Triguera, Juana López de la norama.
Higuera, «la de Benito de la Vaqueriza» o «Isabel del Andrés Se les sumaban, dentro ya del ámbito doméstico aquellas
Rodríguez». mujeres se emplearon en el servicio doméstico de familias
Sabemos también de la presencia vendedoras de frutas y más acaudaladas. Esta relación de servicio, a veces iniciada a
hortalizas. El Concejo aprobaba que los hortelanos de la villa temprana edad, permitía anudar vínculos estrechos que du-
y sus tierras pudieran tener vendedores y vendedoras siempre raban toda una vida y se prolongaban por más de una gene-
que no dieran sus productos a regatones que lo vendieran ración. También estuvo expuesta a abusos y violencias. Y las
a regate. En 1501 instaba a las fruteras que no vendieran en lavanderas que acudían al río u otros arroyos de la villa.
medio de la plaza, al sol, con el consiguiente deterioro de sus En el año 1500 actuaba en Madrid una ensalmadora, mu-
productos. Se ordenó pregonar que «todas y todos» los que jer experta en componer fracturas de huesos, cuyos saberes se
vendiesen fruta lo hicieran debajo de los soportales. combinaban con el uso de ensalmos y oraciones para curar.
Encontramos mujeres en negocios de base familiar. Así El Concejo instruía gestiones, con la aquiescencia del doctor
en 1482 la pescadería de la villa la tenían en arriendo la Fran- Lorenzo de Solis, físico y cirujano, para conseguir la licencia
ca y su hijo. Por estas fechas Garudio y su mujer se obligaban real que le permitiera ejercer su actividad, reconociendo que
a tomar el abastecimiento de aceite en su tienda. Las mujeres su oficio de ensalmar era útil y necesario para la villa.

[ 107 ]
La proyección social de las mujeres
Las mujeres pertenecientes a las clases acomodadas dejaron memoria de sí en sus fundaciones funerarias.
Algunas como Beatriz Galindo o Constanza de Castilla, entre otras, son referentes sociales y culturales
en el Madrid bajomedieval.

Vías de proyección social de las mujeres les concedieron rentas, algunas de las cuales sirvieron la do-
de las élites urbanas tación de sus fundaciones religiosas.
Las mujeres de las clases medias y dirigentes de la villa se in- Las mujeres pertenecientes a las clases acomodadas deja-
los grupos sociales

tegraron en el cuerpo social como madres y esposas, también ron memoria de sí en sus fundaciones funerarias. Son reco-
como detentadoras de recursos y gestoras de patrimonios, gidas por los cronistas de la villa, cuando repasan las capillas
sobre todo durante la viudedad. Con sus dotes afianzaron fundadas por las familias pudientes en las parroquias y con-
patrimonios familiares y mediante alianzas matrimoniales ventos del Madrid medieval. Estos lugares les sirvieron como
contribuyeron a cohesionar como grupo de poder las élites espacios de enterramiento participando es esta forma de los
sociales de Madrid. En ocasiones entraban al servicio de la mecanismos de consolidación de memoria y de prestigio.
Corona, marco en el que se concertaba su matrimonio for- Algunas de estas mujeres destacaron como fundadoras
mando con su marido una pareja de trabajo en los círculos de de conventos femeninos. Catalina Núñez, viuda de Alonso
la Corte. A este modelo respondieron algunas de las familias Álvarez de Toledo, Contador Mayor de Enrique IV, fundó
de la oligarquía de la villa. De esta vinculación personal de el convento de la Visitación de Nuestra Señora. A la acción
los fundadores con la monarquía se derivarían importantes de fundar conventos de monjas se enfrentaron también ma-
consecuencias económicas, pues los reyes, en agradecimiento trimonios, a veces sin descendencia como Pedro Zapata y
a los servicios prestados, y acaso como «pago de jubilación», su esposa Catalina Lando, que levantaron una comunidad

[ 108 ]
de clarisas en Rejas (1469-1479) Y no están ausentes en esta Pedro I de Castilla vivió en el convento de Santo Domingo
tipología de fundadores hombres, como Alvar Garci Díez de desde 1416 a 1478. En él ejerció el cargo de priora de la comu-
Ribadeneira, maestresala de Enrique IV, fundador del con- nidad a lo largo de cuarenta años. Acometió un importante
vento de Vallecas (1473) en el que, además de otras religiosas, programa de edificaciones en la iglesia, en las dependencias
entrarían mujeres de su familia. destinadas al uso de la comunidad y en una serie de estan-
Hacia el año 1500, Beatriz Galindo, camarera de Isabel la cias reservadas para su uso personal. Constanza tuvo intensas
Católica, viuda de Francisco Ramírez, secretario de los Re- relaciones con la corte, como tía y aya de Juan II y de En-
yes Católicos, hizo de Madrid su morada. Acometió en la rique IV, por lo que gozó de importantes privilegios. Desde
villa un magno programa de fundaciones, consistente en dos esta posición de poder culminó la tarea de restauración de
monasterios y un hospital, dedicados los tres a la Inmaculada la memoria de su abuelo, el rey asesinado en Montiel, cuyos
Concepción de María, en el que trabajó con dedicación y es- restos mortales condenados al ostracismo logró sepultar en el
fuerzo hasta la fecha de su muerte en 1535. La célebre «criada» monasterio, revestidos de un rico túmulo funerario, dotando
de la reina, conocida ya en su tiempo con el sobrenombre de una importante capilla y capellanía con la aquiescencia de
La Latina, con el que se resaltaba su extensa cultura erudita, Juan II, que cerró el proceso de la reconciliación dinástica.
realizó una de las intervenciones urbanísticas más importan- A mediados del siglo XV doña Constanza gobernaba con
tes del Madrid del primer tercio del siglo XVI, cuyas huellas notable autonomía una comunidad de ochenta monjas. Para
permanecen vivas en el Madrid actual. ellas escribió un libro destinado a regular los rezos y liturgias
comunitarias, tarea propia de su profesión religiosa. Con esta
Constanza de Castilla, el convento, la corte y la autoría obra, en la que Constanza de Castilla se proclama orgullosa
La vida religiosa amplió el arco ocupacional de las mujeres su autoría, la priora dominica se convirtió en una las pri-
ofreciendo un lugar de retiro en la viudedad o alternativas meras escritoras conocidas en lengua castellana, junto a su
al matrimonio para las jóvenes. Para algunas fue un escena- coetánea Teresa de Cartagena.
rio de proyección social. Durante siglos Santo Domingo el
 Dibujo del sepulcro de Constanza de Castilla en el Convento
Real acogió a mujeres de condición social elevada. Destaca de Santo Domingo el Real.
entre todas Constanza de Castilla. La que fuera nieta del rey  Sepulcro de Constanza de Castilla, Museo Arqueológico Nacional.

[ 109 ]
La comunidad mudéjar madrileña
Con el traspaso de la medina a manos castellanas arranca la historia de la población mudéjar madrileña.
Las familias musulmanas, que hasta entonces habían vivido en una ciudad que formaba parte del Dar al
Salam, pasaban entonces a ser súbditos de un rey cristiano. En sus manos tenían la continuidad de una
tradición islámica que, poco a poco, se fue sincretizando con el cristianismo local.

La continuidad islámica en un Madrid tre este tipo de oficios destacaría su presencia en la herrería,
de transición actividad que monopolizarían a finales de la Edad Media y
los grupos sociales

Las primeras referencias explícitas documentales a la comu- que quizá ya controlaban. Por tradición, también tendrían un
nidad mudéjar madrileña aparecen en el Fuero sancionado en papel destacado en la industria textil, quizá en las primeras
1202. En varias ocasiones encontramos referencias a «moros». tenerías que conoció Madrid, y, sobre todo, en la construc-
En la ley Vocem de iudex aparecen, al igual que la comunidad ción. El oficio de aguador pudo ser ejercido por mudéjares.
judía, como propiedad del monarca, que se erigía así como su Es probable que la mayoría de estos oficios fueran espacios
principal defensor. En otra de sus leyes, De moros cum furto, masculinos, donde la presencia de la mujer mudéjar era mí-
se establecen diferentes categorías en la población mudéjar. nimo. Las actividades económicas habitualmente ejercidas
Por un lado, esclavos, posiblemente presos de guerra obteni- por estas estarían vinculadas al hogar y la familia: limpieza,
dos en alguna campaña militar contra al-Ándalus. Por otro, cuidados, asistencia en partos, cocina y transporte de agua.
antiguos esclavos redimidos y liberados, cuyas condiciones No obstante, es posible que regentaran algún negocio o tien-
habrían mejorado con respecto a su situación anterior. Y, por da dedicada a la alimentación.
último, mudéjares libres, sobre quienes se aplicaban las mis- En cuanto a la vivienda, es probable que la población mu-
mas leyes que al resto de la población de la ciudad, aunque déjar de entonces viviera dispersa por toda la ciudad, aunque
con algunas restricciones y condiciones, lo que confirmaba su quizá hubiera cierta concentración de familias en torno al
situación de inferioridad jurídica con respecto a la población actual barrio de Las Vistillas (dentro de la colación de San
cristiana. No obstante, se dejaba la puerta abierta a la con- Andrés), principal arrabal en época islámica y que alberga-
versión de mudéjares a la fe de Cristo («qui moro torna- ría la antigua población del interior de la medina, obligadas
ret xiano»), lo que significaría una mejora en a dejar sus viviendas. Siglos más tarde, esta
sus condiciones. ¿Estas familias libres zona se conocería como la morería vie-
eran descendientes de la comunidad ja y hoy la plaza de la Morería re-
originaria de Mayrit que decidió cuerda ese pasado. Allí se abrirían
quedarse o lo eran de inmigrantes diferentes negocios, algunos de
musulmanes que, por alguna u otra ellos de uso exclusivo para la pobla-
razón, habrían acabado por instalarse ción musulmana, como la carnicería,
en Madrid? Otra duda, también sin que seguiría presente en la zona a
resolver, es si constituían ya por en- finales del siglo XV.
tonces una minoría o más bien se Sin embargo, encontramos va-
trataba de una mayoría minorizada. rios testimonios de familias mudé-
Buena parte de la comunidad jares viviendo en las colaciones de
mudéjar se dedicaría a la agricultura, San Salvador, San Miguel o Santa
trabajando bien sus propias tierras bien
la de algún propietario cristiano, quizá a  Anafre y olla de escotadura,
la ganadería y, sin duda, a la artesanía. En- Museo de San Isidro.

[ 110 ]
Cruz, por lo que no se puede hablar de un apartamiento total
de esta comunidad. De hecho, a finales del siglo XV se detecta
un segundo punto de concentración de población mudéjar
en torno a la actual plaza de Puerta Cerrada, que algunos
autores han denominado morería nueva y que posiblemente
ya estuviera habitada desde tiempo atrás. En época andalusí,
la zona había albergado el segundo gran arrabal, cerca de las
fuentes del que surgía el arroyo matriz.

La minoría mudéjar en la Baja Edad Media


La existencia de una segunda morería nos podría hacer pen-
sar en una comunidad mudéjar grande todavía durante la
Baja Edad Media. Sin embargo, los datos permiten afirmar
que ya se trataba de una marcada minoría con respecto a la
población cristiana. Se ha calculado en torno a 250 el número
de mudéjares de los aproximadamente 15.000 habitantes del
Madrid de finales del periodo medieval, lo que suponía entre
un dos y un tres por ciento. No obstante, esta exigua cantidad
convertía a la comunidad mudéjar madrileña en una de las
más importantes de Castilla.
La información con la que contamos para los últimos si-
glos medievales nos permite conocer mejor la vida cotidiana
de esta minoría. Entre los principales oficios que ejercía esta
comunidad, aparecen profesionales en la fabricación y repa-
ración de herramientas para el campo, y en la construcción,
ocupando todo tipo de oficios, incluidos los más cualificados:
 Aljama de Madrid en la baja Edad Media.
el cargo de alarife municipal, el encargado de dirigir las obras
del Concejo, estuvo monopolizado por miembros de unas
pocas familias mudéjares, llegando en ocasiones a convertirse rías religiosas en toda Castilla: reclusión en barrios específi-
en un cargo prácticamente hereditario. cos, prohibición de ejercer determinados oficios u obligación
Sobre la presencia de mujeres mudéjares en la vida laboral de llevar ropa distintiva. No obstante, en Madrid las medidas
madrileña tampoco poseemos documentación salvo la men- que pretendían establecer los Reyes Católicos con el respaldo
ción a una tal doña Xançi, encargada de los baños públicos del Concejo no quedaron exentas de contestación por parte
a mediados del siglo XIV, y que podría ser la confirmación de la comunidad musulmana. Como respuesta al intento de
de la posibilidad de estas mujeres de regir algunos negocios. cerrar sus tiendas en la plaza del Arrabal para trasladarlas a
Precisamente, la presencia de los hamman es uno de los pocos las morerías, los herreros mudéjares llevaron a cabo una huel-
indicios sobre las prácticas religiosas de la comunidad mudé- ga que obligó al Concejo a negociar una solución. También
jar, pues su presencia nos habla de una continuidad del gusl. ofrecieron resistencia ante la decisión definitiva: el bautizo
Otra pervivencia de la herencia islámica tiene que ver con obligatorio en 1502. Lograron arrancar a las autoridades mu-
la muerte: en el cementerio hallado en un solar de la calle nicipales una serie de contrapartidas por el bautismo, desde
Toledo se han encontrado tumbas pertenecientes al periodo exención de determinados impuestos hasta quedar libre de
entre los siglos XI y XV en posición de decúbito lateral, propio las pesquisas del tribunal de la Inquisición durante diez años.
del rito islámico de enterramiento. A partir de entonces, comenzaría el progresivo bautizo de
La situación empeora en las últimas décadas del siglo XV, la comunidad mudéjar madrileña, lo que conllevaría, poco a
cuando se multiplican las medidas represivas contra las mino- poco, su integración en la comunidad cristiana.

[ 111 ]
Los judíos
Hoy, ocho siglos largos tras la primera presencia judía cierta en Madrid, sigue en cuestión la existencia
de una judería medieval separada de los restantes barrios madrileños. Es probable que las medidas de
segregación nunca llegaran a cumplirse totalmente y, en general, los judíos vivieran mezclados con los
demás vecinos de la villa, si bien cada época pudo tener su patrón de asentamiento peculiar.

Periodo inicial: hasta 1391 cierta fiabilidad. El castillo de los judíos estuvo arrimado a
El Fuero de Madrid de 1202 confirma ya la presencia de ju- la muralla y ocupando la esquina sudeste del recinto emiral,
los grupos sociales

díos en la villa, y es a lo largo de dicho siglo XIII cuando donde la mitad norte del actual palacio de los Consejos. Sólo
habría terminado de consolidarse la aljama madrileña. está documentado en 1447 (Haym Françes), 1463 y 1464, pero
En este primer periodo, tres documentos sitúan a judíos es probable su existencia anterior, quizá incluso en época is-
en las colaciones de San Andrés (1203, nietos de Daroch, quizá lámica, coincidiendo acaso con el propio castillo musulmán;
ascendiente de mosé Adaroque), Santa María (1220, mosé ben en 1385 estaba ya muy deteriorado, con dos torres caídas, y a
Alperriel) y San Miguel de los Octoes (1380, don Jacob Çaban, mediados del siglo XV habría perdido toda funcionalidad y
hijo de don Abrahen de Alcoçer, su mujer doña Hermosa, y los documentos lo citarían como simple referencia urbana.
don Abrahen Guafaj), y un resto arqueológico (siglo XIII, po- A principios del siglo XV la sinagoga se situaba en la co-
sible mezuzá en la plaza de la Armería) los localiza de nuevo lación de Santa María, contigua al Campo del Rey, hacia el
en Santa María. No hay razón fundada, pues, para suponer un extremo oriental de las Caballerizas de 1556, y allí continuaba
barrio judío primitivo ubicado en la antigua almudena. en 1481. Pero pudo haber existido un edificio anterior, quizá
arruinado antes de 1385 ó destruido en 1391, sobre el que no
La dispersión: 1391-1480 existen datos.
En 1391, en un marco de revueltas antisemitas generalizadas,
la aljama de Madrid fue violentamente atacada, producién- La judería nueva: 1481-1492
dose robos y muertes. A falta de un barrio propio confir- En las Cortes de Toledo de 1480 se ordenó que en dos años
mado, el asalto pudo afectar al castillo de los judíos y a la todos los judíos y moros quedaran apartados en barrios pro-
sinagoga, quizá situada dentro de aquél. Los malhechores, al pios separados de los cristianos. En el caso de Madrid, se
mando de Ruy Sánchez de Orozco, escaparon por la puerta señaló en julio de 1481 una judería localizada alrededor de
de Valnadú y se refugiaron en Barajas y La Alameda. la sinagoga, sector noroeste de la colación de Santa María y
Nuestra aljama quedó maltrecha, y los judíos que sobre- llegando casi hasta la puerta de la Vega; el Concejo cercaría
vivieron se dispersaron a lo largo del eje oeste-este del case- este apartamiento con una tapia que se cerraría por la noche.
río, por las colaciones de San Nicolás (1449, Mosé Abençafir), Consta en septiembre de ese año la presencia de judíos en di-
San Salvador (1403, Samuel aben Salom; 1444, Çag Çarça), San cho lugar (Mosé Adaroque, don Çag Majagallos y el físico Rabí
Miguel de los Octoes (1443, Abrahem Françés; 1471, Yudá Ler- Jacob), pero también que el 31 de octubre el apartamiento es-
ma), San Ginés (1449, Menahem Çidré) y Santa Cruz (1449, taba sin concluir. El 9 de noviembre se permitió al citado
Pedro García Adaroque, Fraym aben Xuxen de Toledo y Me- Rabí Jacob vivir fuera de la judería para poder atender a los
nahen Çidré). No consta, en cambio, habitación judía en las enfermos por la noche, y en 1482 se autorizó a los judíos para
colaciones del norte (San Miguel de la Sagra, San Juan, San- tener sus tiendas en las plazas, donde las tenían de antaño.
tiago y San Martín), en las del sur (San Andrés y San Pedro) Sin embargo, dos documentos de 1482 y 1483 afirman que
y en la de Santa María. la judería estaba muy lejos de la villa y arrabales y apartada
Por fortuna, los dos elementos característicos de la alja- de los lugares de trato, lo cual obliga a pensar que a finales
ma madrileña, castillo y sinagoga, sí pueden localizarse con de 1481 o principios de 1482 fue señalada una nueva judería

[ 112 ]
en el exterior de la villa, distinta a la de 1481 del Campo del Oficios judíos
Rey y en un paraje bastante más apartado. La localización La participación judía en la economía madrileña se centró en
más plausible es la de Lavapiés/Barrionuevo, pero en lugar el sector terciario. Abundaron los recaudadores y prestamis-
menos remoto que el Lavapiés actual: extramuros y arrimado tas, destacando Menahem Çidré, arrendador de rentas entre
por el sudeste a la cerca del arrabal, entre las calles de Atocha 1438 y 1461. Hay también datos acerca de latoneros (Yuçaf
y Duque de Alba-Magdalena, zona ya conocida en época de Carrión), traperos (Hayn Lerma, Mair de Curiel y Juçaz
medieval como Lavapiés. Dicho apartamiento pudo estar re- Barbaza, entre otros) y carniceros (Simón, hijo de Garrido).
lacionado con el significativo Barrio Nuevo existente justo en Sin embargo, la documentación más abundante se refiere
esa frontera del arrabal de Santa Cruz con Lavapiés. a los que ejercieron la medicina –llamados «físicos» en Casti-
De todos modos, los datos confirman que ninguno de lla–, actividad desarrollada casi en exclusiva por judíos, sien-
estos apartamientos se respetó con rigor, ni el primero del do Rabí Jacob el más eminente de ellos. Fue físico y cirujano
Campo del Rey ni el hipotético segundo de Lavapiés/Ba- de la villa, trabajo que ejerció junto al bachiller Lorenzo de
rrionuevo. Solís, cristiano. Gozó siempre de privilegios por parte del
Concejo: en 1481, exención de llevar señales distintivas en
La expulsión: de 1492 en adelante la ropa, y en 1483, permiso para abandonar la judería y vivir
El 31 de marzo de 1492 se promulgó el edicto de expulsión, dentro de la villa. Tuvo sus casas junto al Campo del Rey,
obligando a los judíos a salir de los reinos hispanos si no se pegadas a la muralla y próximas a la sinagoga; murió hacia
convertían al cristianismo; así, quedó definitivamente extin- finales de 1488 y le sucedió en el oficio su hijo rabí Oçe. Fue-
guida la aljama madrileña, cuya población habría fluctuado a ron también físicos rabí Mo, don Hudá y el maestre Zulema.
lo largo de toda su historia entre los cien y los doscientos in- En 1494 regresaron a la villa, ya convertidos, seis de estos
dividuos. A partir de este momento se pierde en buena medi- físicos del Concejo, que fueron acogidos con gran alegría por
da su rastro, pues los que se bautizaron para poder continuar el vecindario al recuperar de este modo a cualificados profe-
en la villa hubieron de castellanizar sus nombres. sionales cuya ausencia se había hecho notar.

 Localización documentada de viviendas judías,


castillo de la judería y sinagoga.

Verde: Hasta 1391


Amarillo: Periodo 1391-1480
Rojo: Periodo 1481-1492

[ 113 ]
�ViI�
la vida cotidiana
Es muy interesante conocer la vida cotidiana de las so-
ciedades del pasado porque ofrecen bosquejos del día a
día en aspectos que, en ocasiones, han pasado desaper-
cibidos en algunas obras históricas. Así, conoceremos la
indumentaria de hombres y mujeres, la higiene y el aseo
diario, el mobiliario de una vivienda urbana, la escuela
de gramática donde estudiaban los hijos de la oligarquía
concejil o las costumbres y festividades –cortesanas y
populares– que se celebraban.
La indumentaria:
estética e identidad medieval
La Edad Media constituye un periodo con importantes cambios en la indumentaria y con fuertes
influencias de otras culturas, como la bizantina y la musulmana. La vestimenta sirve para etiquetar
a los individuos y para diferenciar los estratos sociales.

La época visigoda, entre la conservación cerrado y algo más corto por delante que por detrás, con ca-
y los cambios culturales puchón, y para las mujeres el alkasses (alquicel), con el que se
la vida cotidiana

El traje cristiano tendrá elementos de la cultura romana, cubrían la cabeza. El calzado era de tejido o de cuero, algunos
bizantina y germánica. La prenda básica será la túnica con muy finos que podían cubrir los tobillos. El tocado que usa-
mangas estrechas, tanto de debajo, como de encima; las ha- ban los hombres era uno con forma de cono y una banda lar-
brá talares, es decir, que llegaban hasta los pies (origen bi- ga de lino llamada almaysar (almaizar), se llevaba a modo de
zantino) y túnicas cortas, llamadas pectoralis. Una prenda turbante (imamā) o para envolver otros tocados. Las mujeres
militar sería la armilausa, más o menos corta que se cerraba usarán varias telas para cubrirse la cabeza: una que cubría el
a la altura de los hombros y estaba partida delante y detrás, pelo y se anudaba a la nuca, otra que pasaba alrededor del
posiblemente su origen fuera germano. Los sobretodos más cuello bajo la barbilla y una cinta estrecha que se colocaba a
usados fueron el chlamys, corto, semicircular, que se anudaba modo de corona.
sobre el hombro y el manto hispánico que cubría hasta las
manos. El pallium era rectangular y lo llevaban los sirvientes. La evolución de la indumentaria en el mundo
Las mujeres usarán todavía la palla romana y el amiculum. cristiano
Los tubrucos, especie de pantalón largo, serán introducidos Las vestiduras cristianas básicas eran la camisa y la saya, esta
por los hombres germánicos, así como las bragas, que envol- última era más o menos holgada y con mangas estrechas, la
vían también parte de los muslos. El peinado masculino que gente trabajadora las llevaba más amplias; en los hombres es
destaca es la melena larga que acaba en un bucle a la altura corta y en las mujeres larga hasta los pies. En el siglo XIII, la
de las orejas. Las mujeres podían cubrirse la cabeza con el saya encordada, con cordones para ajustarla completamente
capitulum o cappa y las doncellas irán en cabello. al cuerpo, fue novedad hispana entre la gente distinguida y
perduró hasta el siglo XV. Otra novedad fueron las mangas de
La indumentaria musulmana y su huella quita y pon o mangas cosedizas: se cortaban las mangas aparte
El traje musulmán del siglo IX al XI será de corte sencillo del resto de la prenda y se unían con cordones. El brial era
y, en general, talar. Con la introducción de la sericultura se una prenda talar confeccionada con telas ricas y con adornos.
extenderá el uso de seda trabajadas con bandas y bordados. También los cristianos llevaron almejías y aljubas. Las calzas
El vestuario básico es el qamīs. (camisa), principalmente de o medias calzas cubrían las piernas o llegaban hasta lo alto de
lino. Sobre él iba la yûbba (aljuba), prenda suelta, de longitud los muslos, sujetándolas con cintas a un braguero o la braga.
variable, con mangas estrechas desde el codo hasta el puño, Un calzado rústico eran las abarcas. Los hombres irán desto-
confeccionada según el estatus social con lana, algodón o cados, luciendo una melena más o menos larga y un estrecho
seda. Las clases altas podían ponerse encima la almexia (al- flequillo en el centro de la frente. Las mujeres se cubrían con
mejía), cerrada, amplia y con mangas también amplias, con- varios tipos de tocas, destacamos el almaizar, estrecho y alar-
feccionada con tejidos ricos. Para cubrir las piernas llevaban gado que se enrollaba en forma de turbante (perduró hasta
el sarāwīl (zaragüelles), especie de calzón abombado. El el siglo XV) y las bandas rizadas que encuadraban el rostro y
manto más destacado en hombres es el burnus (albornoz), pasaban bajo la barbilla, solían formar conjunto con un «bo-

[ 116 ]
netillo». Las mujeres casadas y de cierta edad usaban una creto las prendas de encima, se llenan de pliegues, y a partir
toca de estilo bizantino que enmarcaba el rostro cubriendo de los años 30 son de una regularidad perfecta. La saya pasa
completamente cabeza, cuello y hombros. En el siglo XIII te- a ser el vestido de la gente modesta, mientras que las clases
nemos que destacar el pellote, original de la península Ibéri- pudientes usaron otra prenda que se confeccionaba con una
ca, que era holgado, largo, cerrado, sin mangas y con grandes costura en la cintura y con otra longitudinal en la espalda;
escotaduras a los laterales. en las mujeres se mantuvo el término saya, mientras que en
Entre los sobretodos están la capa con cuerda, de corte los hombres fue el sayo. Como sobretodos se siguen usando
semicircular que llegaba hasta los pies; se cerraba por delante mantos y capas, y aparece el capuz, que era cerrado y con
por medio de cordones o cintas, el redondel, manto abierto capilla. El tocado más usado por los hombres es el bonete,
en un lado, con cuello y con abertura para sacar el brazo iz- con formas y tamaños variados, a destacar uno con forma de
quierdo, y el tabardo, que perdurará hasta dos siglos después, bolsa, y el capirote que había llegado a transformarse en una
holgado, cerrado y con mangas colgantes. El capirote era un especie de turbante, con la punta estrecha y alargada que se
tocado de la cabeza que terminaba en punta; se llegó a poner enrollaba en la cabeza. El cabello lo llevaban
metiendo la cabeza directamente por la abertura destinada ahuecado. Las mujeres se cubrían la ca-
a encuadrar el rostro, será el punto de partida, entre la gente beza con un manto, con velos y tocas, y
pudiente, para las innumerables transformaciones durante las damas lucían el tocado de cuernos,
los dos siglos posteriores. Se estilaba ir afeitado y con me- formado por dos elementos armados
lena corta, rematada en un bucle. La cofia y la crespina era llamados trufas que se recubrían a su
una tela y una red circular, respectivamente, que cubrían el vez con velos o tocas.
cabello y se sujetaban con cintas bajo la barbilla. Las muje-
res seguirán llevando tocas y velos, y se estilaba un tocado La joyería Alkasses (alquicel),
velo para cubrir
muy original entre las clases altas de Castilla formado por un Las joyas se usaron, principal- la cabeza

cuerpo cilíndrico y rígido forrado con una banda de tela. El mente, para adornar los tejidos,
calzado era similar al musulmán, incluso la moda de la punta en general, eran cenefas y ri-
ligeramente levantada. betes con piedras preciosas o
Qamīs
Del siglo XIV destacaremos la importancia de los boto- botones de plata, oro o perlas, (camisa de lino)

nes, la gran variedad de tipos de mangas, los cuellos altos y para adornar tocados y para
envolviendo completamente el cuello, los torsos embutidos cerrar mantos y capas (joye- Almexia (almejía),
cerrada y amplia
rellenos de algodón o de borra, los entretallados de los bor- les, fíbulas). Para los cintu-
des de las telas y el aumento exagerado de la punta del ca- rones, hebillas con esmaltes.
pirote. En sayas y briales, el escote se ensancha; las mujeres Para las orejas, zarcillos y
mostraban parte de los hombros y de los senos y el pecho arracadas. Para el cuello, sar-
quedaba fuertemente marcado. Aparece el jubón (prenda se- tales. Para las muñecas, mani-
miinterior) y la jaqueta, que dieron al hombre una silueta llas. Y para los dedos, sortijas.
recortada y estirada. Eran cortas hasta las caderas (siendo
la jaqueta ligeramente más larga), ajustadas y abombadas al
torso y entalladas en la cintura. Las piernas enfundadas en
las calzas quedaban completamente descubiertas, pudiendo Sarāwīl (zaragüelles),
especie de calzón
ser cada pierna de dos colores distintos, y se unirán al jubón abombado. Para
cubrir las piernas
por medio de agujetas. A finales de siglo las mujeres lucían
la cofia de tranzado (en el siglo XV será un tocado genuina-
mente español), que llevaba una funda recubierta con cintas
trenzadas envolviendo el cabello.
En el siglo XV aumenta el número de prendas y los cam-
bios en las formas serán más rápidos. Ciertas ropas, en con-  La indumentaria musulmana.

Babuchas (calzado), era


de tejido o de cuero [ 117 ]
El cuidado del cuerpo.
Higiene personal y baños
La higiene corporal durante la Edad Media no solo fue una necesidad básica, sino también una
preocupación relacionada con la salud. El agua se valoraba no solo como un elemento para limpiarse
el cuerpo, sino también como fuente de vida, regeneración, purificación y limpieza del espíritu.

El aseo personal y las Etimologías de San Isidoro También menciona el uso de ungüentos, de una planta jabo-
la vida cotidiana

Los complejos termales usados en el Madrid visigodo son nera (struthios) y de la orina (lotium) para lavar la ropa. En
difíciles de rastrear, pero tenemos, por ejemplo, Complu- la Comunidad de Madrid crece en las riberas de los ríos la
tum para poder afirmar la permanencia, el mantenimiento Saponaria sp., planta que contiene saponina, sustancia similar
y el uso de estas instalaciones. El proceso de ruralización y al jabón. Las pilas o lavabos de piedra, pero sobre todo los
la disminución del número de villae en la península Ibéri- barreños cerámicos de diferentes tamaños que se han encon-
ca llevarán a desmantelar muchos de estos establecimientos, trado en yacimientos arqueológicos se han relacionado con
reutilizando las piezas para otras construcciones, y a reducir el aseo. Algunos de estos recipientes son lo suficientemente
las dimensiones de aquellos que se mantuvieron. En algunos grandes como para permitir que una persona se sentara en su
se levantaron pequeñas iglesias y basílicas con su correspon- interior. En otros, elevados sobre una base o pie central, se
diente baptisterio. tomaba el agua con pequeños barreños para echársela sobre
Los baños domésticos se solían donar para la creación el cuerpo. Por tanto, podemos decir que la higiene personal
de capillas. Las aguas de las fuentes o de las piscinas se uti- en las urbes se haría en el propio hogar, pero también se acu-
lizaban para las purificaciones, los ritos litúrgicos y para los día a los baños públicos. La población pastoril utilizaría las
bautismos de inmersión. Gracias a las Etimologías de San Isi- correntías de agua y las pozas. Por último, se ha de indicar
doro de Sevilla (siglo VI) sabemos cómo serían estos baños y que cerca de aquellos lugares donde continuaron las creencias
los objetos y productos que usaron los visigodos para el aseo de carácter mágico (aguas milagrosas), se levantaron ermitas.
personal:
Los hammames
Las termas se llaman así porque calientan, […] El apodyterium Durante la época musulmana, los baños o los hammames
es el lugar donde depositan sus vestidos los que van a lavarse eran lugares para los rituales de purificación, la higiene y las
[…] Propina (taberna) […]. Es un local próximo a los baños relaciones sociales. En general estos baños eran públicos. Un
públicos en el que, después del baño, se reponen los bañistas de arrendador se encargaba de su funcionamiento y contrataban
su hambre y su sed. Al barreño (labrum) se le llama así porque al personal necesario para su mantenimiento. Algunos esta-
en él se acostumbra a bañar a los niños; […]. Se llama también ban formados por el al-bayt al maslaj, un vestuario donde se
albeum porque en él suelen hacerse las abluciones. Se denomina recibían los útiles para el aseo y que también servía como sala
así al pelvis porque es donde uno se lava los pies. La navajilla de reunión, seguido de tres salas abovedadas: cuarto frío (al-
(novacula) [se llama así porque nos deja el rostro como nuevo bayt al-barid), el templado (al-bayt al-wastani) donde se po-
(innovare)]. Los peines (pectines) se denominan de esta manera día recibir masajes, y el caliente (al-bayt as-sajun), que era la
porque dejan los cabellos bien peinados (pexi) y compuestos. sala de vapor. El suelo de esta última estancia era hueco y se
El scyphus (aguamanil) es donde nos lavamos las manos. Con calentaba a través de la boca de un horno (al-burma); sobre
el nitro se elaboran medicinas y se lavan las manchas de los el suelo se derramaba agua para la producción de vapor. Las
cuerpos y de los vestidos. letrinas se emplazaban en un patio al principio del hammam.

[ 118 ]
El lavado en la mayoría de los baños no se realizaba por in- talecimiento y blanqueamiento de los dientes, para limpiar
mersión del cuerpo en las piletas, simplemente se extraía el el cabello o teñirlo, elaborar jabones y lejías, así como para
agua con un balde, mezclando caliente y fría, y se la echa- elaborar cosméticos y perfumes. Estos textos son recopila-
ban por encima; después se enjabonaban. Las familias con ciones de los saberes orales transmitidos por las mujeres de
alto poder adquisitivo se construían baños privados donde sí generación en generación. Los conocimientos botánicos, a lo
podían sumergirse. El jabón que se producía era el llamado largo de toda la Edad Media, no solo se fueron orientándose
prieto o blando, siendo monopolio real desde el siglo XIII tras hacia la salud, también hacia la estética o mejora del aspecto
la conquista por Fernando III. Dicho jabón se usaba en toda personal. En el siglo XV el sapo castilliensis (jabón castellano)
la Península y fuera de ella. era tan valorado que se exportaba a otros países de Europa.

Los baños cristianos y el aseo cotidiano


Con la llegada de los cristianos, los baños públicos islámicos
se mantuvieron, otros fueron remodelados y otros se cons-
truyeron de nueva planta. La salubridad del cuerpo segui-
rá relacionándose con el agua. Como ejemplo tenemos los
que mandó rehabilitar y volver a poner en funcionamiento
Alfonso X en 1263, cediendo al Concejo el solar donde esta-
ban ubicados: «Damosles nuestro solar, que fue bannos que
es dentro en Madrit, en tal manera que ellos fagan aquellos
bannos que son derribados a su cuesta e a su misión, e que la
renda que dent [...] ». Hacia mediados del siglo XIV se docu-
menta otro baño en Madrid cerca de la fuente de San Pedro,
y en el siglo XV hay datos de baños en Alcalá de Henares. A
ellos acudían no solo cristianos, sino también musulmanes
y judíos. Los Fueros regulaban el buen servicio y quiénes y
en qué momentos del día y de la semana los podían usar.
Al igual que en los baños musulmanes, el lavado también
se hacía por partes ya que las piletas no eran profundas. En
ellas se podían realizar las pertinentes abluciones religiosas.
La disposición de las salas de los baños de nueva construc-
ción será más o menos idéntica a la de los musulmanes. En
general constarán de tres estancias abovedadas: cuarto frío,
intermedio y caliente.
La higiene doméstica, tanto del cuerpo, de la casa, de los
utensilios, así como de la ropa del hogar y de las prendas de
vestir, será una preocupación habitual como lo es hoy en día.
Se utilizaban tinas, algunas cubiertas con toldillos de lienzo,
para bañarse. Para el aseo por partes usaban elementos por-
tátiles: barreños de madera de diferentes tamaños, de barro
cocido, aguamaniles o lavamanos, lebrillos, calderos, cubos,
bacines, etc. También se usaban esponjas, toallas y paños de
lino de diferentes calidades, siendo el de cañamazo el más
áspero y exfoliante. Ya desde el siglo XIV, con mayor frecuen-
cia en el siglo XV, se publican recetas para quitar manchas
de la piel y de la ropa, para el cuidado de la boca y el for-  Baños cristianos.

[ 119 ]
Una vivienda urbana
En la villa de Madrid se apreciaban viviendas más amplias y espaciosas de los linajes nobiliarios y la
oligarquía concejil frente a una mayoría de casas humildes de artesanos o comerciantes. Aunque a veces
las cifras no son representativas, en torno a un hogar medieval urbano se reunían de 4 a 5 individuos.

El mobiliario de plumas confortables. La ropa de cama variaba de la sarga


Los hogares de la burguesía comerciante contaban con usos al lino. La mesa sobre caballete se desmontaba al acabar de
específicos de los espacios y se ponían cerrojos en las puer- comer o se adosaba a la pared. La altura óptima de la mesa
la vida cotidiana

tas. Los objetos y utensilios se guardan en cajones y arcones era de tres palmos y los bancos debían alcanzar dos palmos
cerrados. El mobiliario es variado y se utilizan instrumentos anchura y uno y medio o dos de altura. Las arcas servían
para iluminar las estancias. Para combatir el frío se utilizan para guardar enseres, vestidos o utensilios, incluso alimentos
braseros de carbón o leña, por lo que se forraron suelos y o libros. En cambio, no había armarios, sino que los objetos
paredes con gruesos paños. de mayor valor se guardaban en cofres. Otros posibles obje-
Las camas eran de gran tamaño y a veces dormían hasta tos del mobiliario eran variados: braseros, esteras, alfombras,
seis personas. En ocasiones, como en las viviendas rurales, era utensilios de cocina, ruecas, atriles, jaulas, etc., aunque lo ha-
simplemente un mueble desmontable compuesto por una se- bitual eran espacios poco amueblados.
rie de bancos o tablas donde se colocaban almadraques y col- El interior de la vivienda se alumbraba con el fuego de la
chas. Otras, una estructura de madera adornada con un dosel. lumbre y candelabros y en el exterior se portaban teas o
Los colchones se rellenaban de paja o, si había posibilidad, candiles. La tea era un palo con algo de fibra engrasada en
un extremo, que era difícil de controlar y también de apagar,
aunque era la más generalizada. El candil utilizaba aceite
de semillas como la linaza o el cáñamo. La vela de cera, más
cara, se reservaba para ocasiones especiales.

La estructura de una vivienda urbana


En la ciudad los muros de las viviendas solían ser de adobe,
con una estructura o armazón de madera que sostuviese la
fachada, aunque se prefería la piedra. El tejado se cubría de
tejas o pizarra. Se edificaba en altura con voladizos super-
puestos que a veces chocaban con la vivienda de enfrente.
Los pisos superiores se sostenían con vigas de madera que
descansaban sobre pilares. Las casas eran de una sola estancia
y si eran artesanos lo utilizaban como taller, ya que trabaja-
ban a la vista de las personas. Las puertas se cerraban con
postigos de madera; estos servían de puesto al levantar el su-
perior que hacía de tejadillo. Las viviendas urbanas contaban
con un sótano que servía de bodega o de refugio y un patio
donde se podía colocar toneles, carpas, cultivar hortalizas,
 Banco, Museo Nacional de Artes Decorativas. Madrid. apilar herramientas o dejar la basura o el contenido de los
orinales, ya que el retrete se ubicaba al exterior.

[ 120 ]
Desván

Sala de estar

Habitación

Cocina

Despensa

Entrada

 Interior y exterior de una vivienda popular.

Las viviendas en el mundo urbano eran poco espaciosas y un huerto. Los corrales podían tener un pozo para el agua
y solían disponer de varias plantas. La planta baja acogía el de lluvia que atendía necesidades de varios vecinos. En la
taller o tienda, era la parte pública de la vivienda. Esta parte planta superior se desarrollaba la vida de las familias en torno
se prolongaba hacia la calle o bajo soportales para mostrar los a la cocina, los dormitorios y una sala. En las mansiones de
productos que se vendían en tablas. Se accedía a las habita- nobles y grandes mercaderes se añadían otras estancias y las
ciones por una escalera interior, mal reparada. La parte pos- viviendas eran más espaciosas, con alcobas y estancias para el
terior de la planta inferior podía disponer un patio o corral estudio o el regocijo.

[ 121 ]
La educación bajomedieval
La villa de Madrid tuvo un estudio al que acudían los hijos de la oligarquía concejil, cuya participación
en los gobiernos municipales posibilitaba el pago de salarios a los maestros. Detrás de este interés de los
poderes laicos está la oligarquía de caballeros y mercaderes-artesanos que demandan educación para sus
hijos. Fue concedido por Alfonso XI el 7 de diciembre de 1346 «para que los hijos de los omnes buenos
porque oviese en Madrid omnes buenos e sabidores». Su maestro de gramática recibía como salario anual
200 maravedíes a cargo del Concejo.

Las escuelas de gramática castellanas


la vida cotidiana

En el ámbito castellano el estudio de la oratoria y la lógica


se documentan desde finales del siglo xii en algunas ciuda-
des episcopales, en las que un maestrescuela designaba un
maestro para que enseñase gramática a los mozos del coro y a
otros clérigos de la ciudad y diócesis. Los legados pontificios
concedían en el siglo xiii constituciones a los cabildos cate-
dralicios castellanos, aunque no hay certeza que impartieran
docencia pese a su formación. Hasta el xiv no se hallan per-
sonas con el título de bachiller que regentaban escuelas de
gramática.
El Concilio de Valladolid de 1322, que serviría de refe-
rencia a los sínodos castellanos del siglo xiv y xv en materia
de enseñanza y formación del clero, reiteraba que hubiese un
maestro en gramática en dos o tres núcleos importantes de
cada diócesis y que se facilitase a los que tuvieren un bene-
ficio eclesiástico en alguna iglesia la asistencia a escuelas o
universidades durante tres años. Dejaba entrever una reali-
dad escolar más compleja en cuanto a los programas escola-
res, ya que diferenciaba a los maestros de lógica del resto, solo
las villas importantes deberían disponer de tales maestros.
A partir de mediados del siglo xiv las referencias a los
docentes de las escuelas de gramática dependían de los ca-
bildos catedralicios, contratados por el mecenazgo privado.
En las escuelas de gramática había un maestro, bachiller, lec-
tor, repetidor o regente de la cátedra de gramática. Durante
el siglo xv algunos gobiernos municipales se implicaron en
la financiación de los maestros y la fundación de escuelas o
«Estudios» que ofrecían un programa de estudios similar al
de las facultades de Artes de las universidades.
En ciudades como Burgos, Segovia, León o Sevilla, el Es-
tudio de gramática poseía dimensiones considerables y de-
pendía del cabildo catedralicio. Las casas servían para alojar

[ 122 ]
en alquiler a los estudiantes y maestros, y poseían una cámara lum de los Studia humanitatis se percibe en la denominación
con los corredores para impartir la docencia. El maestro de de las escuelas documentadas: el Estudio de gramática, lógi-
gramática cobraba 1.000 maravedíes de salario y el bachiller ca y poesía de Madrid.
200, provenientes de rentas eclesiásticas de la sede capitular Otros géneros escritos que asociaban la enseñanza gra-
o de la diócesis. matical y la adquisición de las virtudes cívicas fueron la his-
toria y los tratados políticos. La historia había sido desde la
¿Cómo era la organización de los estudios? Alta Edad Media la fuente de formación moral hacia la vida
El programa y el método de enseñanza de las escuelas de cívica y los humanistas la percibieron como un depósito de
gramática o de Artes entre los siglos xiv y xv partían de la ejemplos y de elocuencia para los hombres con responsabi-
evolución gradual de la enseñanza medieval a la humanis- lidad pública.
ta de la gramática y la retórica, orientada a las necesidades
de las oligarquías urbanas y los nacientes Estados moder- El Estudio de la Villa
nos. El análisis de glosas y comentarios en manuscritos de El Concejo de Madrid obtuvo de Alfonso XI en 1346 merced
uso escolar demostrarían una enseñanza de la gramática para disponer de una cantidad de 200 maravedíes destinada
en sus niveles elemental y medio, más filológica que mo- al salario anual del maestro que enseñase en el Estudio de
ralizante. gramática a los «fijos de los omes buenos».
Los alumnos se dividían en niveles de aprendizaje, dis- El bachiller Pedro Hurtado es el primer nombre cono-
tinguiéndose entre mayores, medianos y menores. En los cido como maestro del Estudio, al que sustituyó, en el año
estudios grandes un catedrático y varios repetidores leerían 1488, Fernando de Loranca. Durante esta época el «Estu-
cuatro lecciones, excepto el repetidor de medianos que leería dio de la Villa» era la única institución con capacidad para
tres lecciones desde octubre hasta el 24 de junio. El método impartir clases, ya que Isabel la Católica había prohibido el
didáctico de la disputa o debate consistía en la formación de establecimiento de cualquier otra escuela en 1481. En el año
dos bandos colocados en lados opuestos de los bancos supe- 1544 inició su etapa más brillante con el maestro Alejo de
riores del aula. El cabeza de cada bando, ante los puntos de Benegas, que vino expresamente desde Toledo para reanimar
mayor polémica, acusaba, corregía y provocaba a los del ban- el Estudio. En el año 1568, sucediendo a Francisco del Bayo,
do contario. Por supuesto, maestros y estudiantes deberían fue nombrado maestro el presbítero Juan López de Hoyos,
hablar en latín. En la argumentación era importante haber al que se le pagaba el salario acostumbrado entonces de 2500
memorizado el conocimiento como sustrato imprescindible maravedíes, más dos reales cada mes por cada uno de los
del progreso de aprendizaje. estudiantes y un cahiz anual de trigo. Parece que en un prin-
Las obras de contenido moral servían en el nivel medio cipio estuvo instalado en la calle de los Mancebos, trasladán-
y superior para avanzar en el dominio de la gramática y del dose en el siglo XVI al nº 2 de la calle de la Villa.
resto de las Artes del Trivium. Por tanto, la lógica forma par- Con la fundación de los estudios de la Compañía de
te esencial del programa, junto a la gramática, lógica y filoso- Jesús en la calle Toledo, en 1569, el declive del Estudio de la
fía moral o natural, que seguía las directrices de la Física de Villa se aceleró. El maestro López de Hoyos, para recom-
Aristóteles. Bajo el concepto de gramática se incluye la re- pensarle por la disminución de alumnos y de ingresos eco-
tórica, especialmente la redacción epistolar y la composición nómicos, se le nombró cura párroco de San Pedro y luego
poética. La importancia que la poesía adquiere en el currícu- de San Andrés.

[ 123 ]
La caza
La caza era una actividad lúdica o entrenamiento paramilitar propia de los grupos nobiliarios y de los cortesanos,
incluidos los monarcas. La caza era idónea para garantizar la buena salud y generaba alegrías y placeres. En Madrid
los monarcas pasaron largas estancias y practicaron la caza de forma habitual en los siglos bajomedievales. El cronista
castellano Enríquez del Castillo señala que el rey Enrique IV edificó «una casa suya de bosque, que se dise El Pardo,
lugar deleytoso e dispuesto, asy para la espesura de los montes que alrededor avía, como por los muchos animales que
dentro del sytio estavan, que es a dos leguas de Madrid».

7 8 9

3 6

  
1 La montería era propiamente la caza de jabalíes, osos y ciervos los montes de Valsaín se encargaba a monteros de a caballo por un salario
(englobados bajo el vocablo venado): era la caza mayor frente a la caza de mensual de 600 maravedís. Se llevaban a cabo monterías bimensuales en los
pequeños venados como zorros o liebres.    2 Las tipologías de montería montes de Robledo, San Martín de Valdeiglesias, Escalona y Adrada, donde
eran el correcán, la muerte de los venados por acción de los canes (galgos, se cazaban jabalíes, osos, ciervos, cabras montesas y gamos.    5 El montero
podencos); el monte de noche, más popular y económico; y el monte real, mayor dirigía las batidas de caza de los monarcas en las que preparaban
práctica más organizada –concierto, vocerío, búsqueda y armada– a caballo las redes y aparejos para la cacería. El salario por el oficio eran 6.120 mrs.
y destinada a nobles cortesanos, con caballeros y criados.    3 «[A los perros] anuales como ración (17 mrs. diarios) y 23.880 mrs. anuales como quitación.
denles a comer en la otoñada, et en el invierno, una vez cada día, cuando En época de Juan II quedó regulada su figura: «Ordenamos y mandamos,
fuere el sol puesto, o ante un poco; ca si madrugasen con ellos a caza, non que para nuestros deportes y ejercicios de montería haya doscientos y
les faciendo esto, serían flacos et tristes, et non cazarían bien […]. Pues seis monteros, que sean hombres espertos, acostumbrados en el oficio e
conviene que les den a comer en el verano [a los perros], et en el estío tres suficientes, y non sean de los que tratan oficios de sastres, zapateros, nin
veces o cuatro al día, et esto porque los días son luengos et calientes; et mercaderes, nin otros semejantes, nin sean labradores, y sean puestos y
denles el pan remojado con agua fría, et non le den mucho, ca el caminar los tomados en las tierras donde Nos acostumbramos usar monte».    6 «[Los
enmagresce, et los face de mudar. Et si les dieren leche a beber o en migas, monteros] han de madrugar más en el tiempo de verano que en el del
seerles ha bueno» (Libro de la Montería de Alfonso XI, siglo XIV).   4 Enrique invierno, porque es tiempo caliente, et con el rocío de la mañana llevará la
IV tuvo predilección por los bosques de Valsaín y El Pardo, donde se ida mejor el montero, et levantará mejor el can. Otrosí, partir más buscas que
levantaron edificios tapiados para descanso en las cacerías. La guarda de en el invierno, porque fallen más aina; et buscar el venado a las aguas, et a
Cómo el Rey deue ser mañoso en caçar.
«La caça da salud, ca el trabajo que en ella toma, si es con mesura, faze comer, e dormir bien, que es la mayor cosa
de la vida del ome. E el plazer que en ella recibe, es otrosi grande alegria, como apoderarse de las aves, e de las
bestias brauas… Por alongar su vida e salud, e acrescentar su entendimiento, e redrar de si los cuidados e pesares, que
son cosa que embargan mucho el seso…».
«La caça es arte, e sabiduria de guerrear e de vençer, de lo que deuen los Reyes ser mucho admiradores».
Partida II, título V, ley XX (ca. 1265)

4
10

las ombrías, et mandar a cada una de las buscas, que donde entiendan que siglo XIV).   
9 Alfonso X ordenó una época de veda general de varios
podría yacer, que tomen siempre el viento, porque en este tiempo del verano meses, aunque permitió siempre la caza con aves. El comienzo de la veda
es el tiempo seco, et es muy malo de fallar el rastro» (Libro de la Montería de se fijaba con el de la Cuaresma, el día de Carnestolendas, lo que coincidía
Alfonso XI, siglo XIV).   
7 La duración de las monterías oscilaba entre cinco parcialmente con el primero de marzo. En las Cortes de Alcalá de 1348 se
y diez días y suponían una gran movilización de personas y operaciones dictó una disposición, que ya había tenido versiones muy anteriores, para
previas, como las rozas del terreno. Los monteros se contrataban entre los prohibir el armar cepos grandes en los montes, destinados a atrapar osos,
habitantes de los pueblos cercanos por un salario diario de 8 maravedís. ciervos y jabalíes, por el peligro que significaban para personas y caballerías.
Enrique IV gastó una suma total de 162.000 maravedís por monterías reales En las Cortes bajomedievales y las ordenanzas municipales se muestran
en 1462.    8 «Decimos en esta manera que los meses que fallamos que son las artes de caza ilícitas, tanto por el daño y mortandad excesivos que se
mejores para correr monte en invierno, que son octubre, et noviembre et hacía con ellas a las especies menores –perdices, liebres, conejos, palomas–
deciembre […]. Et la razón porqué, es porque en estos tres meses también como por la competencia excesiva que planteaban a la caza hecha con
los puercos como los osos fallan bien de comer, et andan gordos et pesados, buenas artes.   10 El halconero mayor también participaba en las actividades
et por la mucha vianda que fallan son muy buenos de fallar. Et naturalmente cinegéticas y era otro de los oficios cortesanos. En ellas también se
huelen mejor los canes en este tiempo que en otro, porque es el tiempo más realizaban actividades de cetrería con halcones, cuyo objetivo eran las aves
frío […]; et en los meses de enero, et febrero et marzo si son los osos, yacen pequeñas. «Era bien que hobiese homes sabidores en tal arte, que sopiesen
echados lo más de este tiempo, et cuando salen, andan mucho, et son muy tomar de las aves bravas, et las asegurasen et amansasen, et las ficiesen
malos de fallar, et son muy magros […]» (Libro de la Montería de Alfonso XI, amigas et familiares del home» (Canciller Ayala, Libro de la caza con aves).
Las costumbres y festividades populares
El Madrid festivo solo alcanzaría verdadero esplendor a partir de la década de 1560, con el
establecimiento en la villa de la Corte y todo cuanto la rodeaba, pero ya en estos siglos medievales
conseguía aflorar de cuando en cuando, salpicando con distracciones todavía sencillas su quehacer
cotidiano: fiestas sacras y profanas, procesiones, romerías, recibimientos a los reyes, albricias por las
victorias sobre los moros...
la vida cotidiana

Juegos populares a demostrar periódicamente su condición de tales, es decir,


Los madrileños fueron siempre aficionados a diversos juegos: su posesión de armas y caballo, ambos en buen estado. Así,
las tablas, los chitos, los birlos, los dados, los naipes, la pelo- en ceremonia que se llevaba a cabo una o dos veces al año,
ta..., algunos de ellos ya documentados en el Fuero de 1202. generalmente en el Campo del Rey, frente al alcázar, y en
El Concejo se mostraba siempre vigilante ante el peligro fí- presencia de la justicia, el procurador de pecheros y dos re-
sico que en ocasiones podían representar –castigándose, por gidores, estos caballeros eran llamados a realizar el alarde,
ejemplo, las heridas que se causaran a terceros cuando se lan- mostrando en ese acto sus armas –coraza, espada, capacete,
zaba el tejo en el juego del chito–, y solía prohibir las apues- lanza– y caballo –que no valiera menos de 6.000 maravedís–,
tas en «dinero seco» –en metálico–, o, cuando menos, limi- para que los oficiales presentes pudieran comprobar que todo
taba por ordenanza la cantidad máxima diaria que se podía ello estaba en regla.
apostar, «porque se halla jugar en mucha forma y despojarse
unos a otros». Los más prudentes, no obstante, se limitaban Festividades religiosas
a apostar vino, fruta o viandas. Si bien las celebraciones religiosas no alcanzarían en la villa
su máximo esplendor hasta bien entrada la segunda mitad
El alarde de los caballeros del siglo XVI, ya en la Edad Media festejaba Madrid de ma-
No podían considerarse festejos en sentido estricto, pero sí nera habitual y con el mayor lucimiento que podía determi-
ceremonias civiles bastante curiosas que sin duda desperta- nadas fechas del santoral católico; las documentadas son las
ban expectación y producía asombro al vecindario. Se trata cinco siguientes:
del alarde, demostración pública que periódicamente debían
realizar los por ello llamados caballeros de alarde –o caba- • 20 de enero, fiesta de San Sebastián. Ayuno en la vís-
lleros villanos en otros lugares–, condición que les reportaba pera, misa en la iglesia de Santiago y procesión que co-
privilegios y exenciones fiscales. Su origen estaba en aquellos menzaba y finalizaba en dicho templo.
primeros repobladores que en el pasado habían alternado • 25 de abril, fiesta de San Marcos. Abstinencia en la vigi-
el trabajo de los campos con el ejercicio de las armas para lia y procesión a la iglesia de San Miguel de los Octoes.
defender las tierras fronterizas que se iban ocupando, y que Tiempo después, esta fiesta se convertiría en la castiza
desde el siglo XIII pasaron a constituir las milicias concejiles, romería «del Trapillo».
primero para proteger el territorio y ganado municipales y • Mayo-junio, festividad del Corpus Christi. Fue la más
más adelante, ya en el siglo XV, para engrosar los principales lucida de las fiestas anuales que se celebraban en la vi-
contingentes de choque en los combates contra los musul- lla, con misa, procesión, juegos y danzas. La procesión
manes. discurría desde la iglesia de Santa María –con recorrido
Pero estos guerreros eventuales, para hacerse merecedo- por su claustra– hasta la plaza del Arrabal, a lo largo
res de los beneficios de que disfrutaban, estaban obligados de la actual calle Mayor, y la encabezaban los regidores

[ 128 ]
con sus varas y los demás oficiales concejiles; detrás iba encabezada por los regidores, que portaban con la solemni-
el Cuerpo de Nuestro Señor sobre andas y bajo palio, dad requerida una cama con ataúd, custodiada en sus esqui-
portado por seis vecinos principales y precedido por seis nas por cuatro reyes de armas ataviados con lobas de luto
hijos de familias ilustres con hachas de cera. Además, se y capuces, y rodeada por veinticuatro hijos de caballeros y
realizaban juegos y danzas organizados por los distintos pajes con hachas de cera. Tras la celebración de las honras,
oficios y por los moros y judíos de la villa. Asegura la se guardaba luto obligado durante el tiempo que tuviera por
tradición que la propia reina doña Isabel contempló la bien el Concejo.
procesión en 1482 desde un balcón de las casas de los
Lujanes; pero yerra en este caso, pues, aunque doña Isa- Los toros
bel sí pasó por la villa en dicho año, lo hizo a primeros Fueron sin duda el festejo popular más frecuente del Madrid
de abril y sin apenas detenerse en su rápido camino des- medieval, adoptando la forma de los actuales encierros: los
de Medina del Campo hacia Córdoba, donde había de participantes corrían a los toros por circuitos marcados para
reunirse con su esposo don Fernando. ello y protegidos con talanqueras. En cada ocasión se corría
• 23 de junio, fiesta de San Juan. probablemente la de ori- un número variable de reses, tres o cuatro como mínimo y
gen más remoto: Se corrían tres toros –uno que pagaba hasta doce como máximo, dos de ellas costeadas por los car-
el Concejo y otros dos que proporcionaban los carnice- niceros de la villa y el resto pagadas por el Concejo de sus
ros–, cuya carne y cuero se obsequiaba luego a los algua- propios. El corral donde se encerraban los toros estaba situa-
ciles por su trabajo de colocar las talanqueras; el juego do en la cuesta de la Vega, desde donde subían al Campo del
se solía realizar en la plaza del Arrabal, que se limpiaba Rey o eran conducidos a la plaza del Arrabal. Las reses no
y regaba al efecto. se solían matar, y si algún vecino las acosaba con cuchillos,
• 8 de diciembre, fiesta de la Concepción. Ayuno en la garrochas, lanzas o palos era multado severamente.
vigilia y fiesta con procesión a la iglesia de Santa María Se corrían toros en la fiesta de San Juan, el día de Santia-
de la Almudena. go, el lunes de Pascua, el día de Santa Ana y en cuantas otras
ocasiones se terciaba.
Celebraciones cortesanas
Además de las de naturaleza religiosa, también se organiza-
ban fiestas para celebrar tanto las victorias militares como los
nacimientos, bodas, fallecimientos o visitas a la villa de per-
sonajes notables, soberanos y príncipes. Tales festejos atraían
a muchos vecinos del alfoz y lugares comarcanos, producién-
dose enormes aglomeraciones y escaseando por ello los víve-
res y el alojamiento. Y todos los vecinos –regidores, oficiales
del Concejo y cabildo eclesiástico incluidos– sacaban sus
mejores galas para lucirlas a tal efecto.
En los recibimientos a personajes relevantes de la Corte
–en no pocas ocasiones, los propios monarcas– las entradas
al recinto amurallado se solían hacer por la puerta de Gua-
dalajara, habiendo pasado previamente por la del Sol y por
el primer tramo de la calle Mayor actual, que se engalanaba
expresamente para el evento. Los visitantes entraban bajo
palio, cortejados por gran cantidad de gente a caballo, que
había de vestirse con paños de colores para mostrar más a las
claras su alegría.  Vecinos madrileños jugando a los bolos o al chito en el Campo
En el caso de las honras fúnebres, se llevaba a cabo una del Rey (Fragmento de Le Chasteau de Madrid, 1534, Metropolitan
Museum of Art, Nueva York).
procesión por las plazas de San Salvador y del Arrabal: iba

[ 129 ]
El Corpus Christi
La celebración del día del cuerpo del Señor data del milagro de la misa de Bolsena, oficiada por el papa Urbano
IV, en la que brotó sangre de la hostia consagrada. La festividad fue reconocida en el concilio de Viena de 1311. En
ella todas las parroquias debían celebrar procesiones que pasearan la hostia consagrada por las calles con el fin de
poder admirarla y las representaciones honraban y exaltaban la Eucaristía. Hasta finales del siglo XV no hay datos
fehacientes sobre la organización de la fiesta del Corpus en Madrid, aunque es posible que se celebrara ya en el
siglo XIV como en otras ciudades castellanas. Esta fiesta quedó como paradigma institucional y económico en
los siglos de la Edad Moderna.

6
5

  
1 Los actos conmemorativos son comunes al desarrollo urbano bajomedieval de entrar en juego, marcando la jerarquización del orden social.    3 Junto
y los cargos concejiles, la justicia, los regidores y caballeros honrados habían al palio del Corpus los hijos de los principales linajes oligárquicos de la villa
de ir a las procesiones del Corpus Christi. Estas personas, dirigidas por el con hachones encendidos.    4 Los regidores que estuvieran en la villa y dos
mayordomo mayor del Concejo, llevaban las varas de paños sobre el cuerpo leguas alrededor debían acudir a la procesión, so pena de pérdida del salario
de Nuestro Señor.    2 El palio se llevaba en dos grupos de seis regidores y anual.   5 Los religiosos, ataviados con ropajes litúrgicos, portaban velas,
caballeros que se turnaban desde la iglesia de Santa María hasta la plaza pero desconocemos si existían algún orden de prelación entre ellos.    6 Los
del Arrabal y el recorrido inverso. El Concejo organizaba las normas de oficios debían participar bajo pena de 3.000 maravedís y sacaran sus juegos
representación de sus miembros, los regidores, con sus ropajes y varas de sus honradamente: el juego era una escenificación plástica de los misterios del
cargos, y la monarquía se encargaba de los elementos simbólicos que habían Corpus, con alusión a pasajes bíblicos o motivos hagiográficos. Estos oficios se
Ese día se acordó por los dichos corregidor y regidores que todas las fiestas del cuerpo de nuestro Señor que de aquí
en adelante se fiçieren, que de todos los ofiçios de la Villa saquen cada ofiçio sus juegos con representación honrosa,
lo mas honradamente que pudieren, y si algún oficio fuere pequeño, se junten dos ofiçios para sacar un juego, e
cualquier oficio que no sacare su juego aquel día santo, perpetuamente para siempre jamás en cada año pague de
pena tres mil maravedís para la costa de la mesma fiesta […]. E mandaron que todos los cabildos de la dicha Villa
sean tenidos de venir el dicho día a la procesión general, con candelas o syn ellas como ellos quisieren, so pena de
que cada cofrade que no viniere pague sesenta maravedís de pena […]. E mandaron al mayordomo del concejo que
desde agora faga trece varas de dardos pastoriles, largas para los regidores para rregir la proçiçion e que faga otras
dos varas gordas, con las otras cuatro que tienen los abades para leuar el paño sobre el cuerpo de nuestro Señor.
22 de junio 1481, Libro de Acuerdos del Concejo de Madrid, I, 103-104.

11
10

3
2

relacionaban con las actividades artesanales (traperos, taberneros, corambres, deterioraban. En el acuerdo de 1491 el acta concejil señala que es una sinrazón
curtidores, zapateros, cereros, pellejeros, etc.). Los moros y judíos debían que no se haga por la fiesta del Corpus no se haga por la villa alguna memoria
participar en la procesión con sus juegos y danzas bajo la misma pena.   El 7 en su honra, como en otras ciudades principales del reino, por lo que su
resto de la población de la villa y de los arrabales actuaba como comparsa, verdadero esplendor se produciría a partir del siglo XVI.   
10 La ciudad se había
como espectadores y receptores de los mensajes sociales y religiosos de la de proveer de paños de brocado para hacer el recibimiento bajo palio, con
representación de la fiesta.   
8 El Concejo velaba por la limpieza de las calles vestiduras de colores alegres.   
11 Finalizada la procesión se oficiaba misa en la
por las que discurría la procesión. El mayordomo buscaba cuatro o cinco iglesia de Santa María de la Almudena.
peones para retirar el estiércol.   
9 Los vecinos empleaban colchas y telas para
ornamentar, a veces con resignación porque después no las podían quitar y se
�ViIi�
la cultura y el patrimonio
La cultura del periodo medieval tiene su reflejo en un
rico patrimonio documental, artístico y militar. Descri-
biremos los principales documentos escritos que se con-
servan, como el Fuero de Madrid, las iglesias y los edi-
ficios civiles más representativos, así como los ejemplos
de arquitectura militar islámica y cristiana que existen
en toda la región. Recogemos una serie de testimonios
de la ciudad de Madrid que sintetizan la importancia
cultural de la huella de la civilización medieval y tam-
bién los principales yacimientos, museos y archivos que
custodian nuestro legado cultural.
El patrimonio documental
Madrid posee un rico patrimonio documental generado a lo largo de los siglos desde la Edad Media.
La ley sobre patrimonio documental y bibliográfico de la Comunidad de Madrid (Ley 4/1993, de 21
de abril) señala en su artículo 7 que dicho patrimonio está formado por todos aquellos documentos
generados por personas o instituciones públicas y privadas en el ejercicio de sus funciones a lo largo
la cultura y el patrimonio

del tiempo, con una antigüedad superior a 100 años.

La documentación en Madrid teriores al siglo XII y 3. Leyes concejiles de distintas épocas


Para la Edad Media podemos distinguir dos tipos de forma- aprobadas para el gobierno de la villa.
tos. Los de carácter librario, es decir, aquellos encuadernados
en forma de códice y los documentos en sí mismos, enten- El códice de los milagros de San Isidro
didos como uno o varios folios escritos. En ambos casos, el Se trata de uno de los códices más populares por tratarse del
soporte escritorio es el pergamino y el papel textil, escritos santo patrón de Madrid. Estuvo custodiado por el cabildo
en latín o castellano, con letra gótica cursiva y tinta negra catedral de Madrid y en la actualidad se expone en el Museo
o de colores metaloácida, característica de la Edad Media. de la Catedral de la Almudena. Carece de fecha y autor, aun-
Este patrimonio documental, cuya antigüedad se remonta que los estudios paleográficos y codicológicos lo sitúan en
al siglo XII, aparece repartido por diversos archivos locales y una fecha entre 1271 y 1284. Su autoría y contenido han estado
algún archivo estatal como el Archivo Histórico Nacional de plagados de errores que se han ido perpetuando con el tiem-
Madrid. De entre los locales destacan el Archivo de Villa, los po. Sobre el autor se ha dicho que fue un tal Juan, diácono.
archivos de unas cuantas parroquias de origen medieval y al- Sin embargo, dicho personaje no es más que un clérigo de la
gunos archivos municipales. Todo este patrimonio constituye parroquia de Santa María de la Almudena. En el siglo XIX el
una fuente histórica de enorme valor para conocer la historia historiador Fidel Fita atribuyó su posible autoría a Juan Gil
medieval madrileña. de Zamora, un erudito franciscano, colaborador de la corte
de Alfonso X el Sabio.
El Fuero de Madrid No es un relato hagiográfico, pues los datos sobre el san-
Actualmente se conserva en el Archivo de Villa como una to labrador son muy escasos, a excepción de que se llamaba
de sus joyas documentales más preciadas. Formalmente tiene Isidorus (Isidro es el apócope), que trabajaba en la hacienda
unas medidas de 275 x 195 mm, está escrito en latín medieval de un caballero de Madrid y que estaba casado y con un hijo.
y letra gótica libraria y contiene 32 folios de pergamino, en En realidad, se trata de una compilación de siete milagros
donde aparecen 108 leyes. A los 23 folios iniciales, que con- realizados en vida del santo y procedentes de una tradición
tienen las leyes del llamado fuero viejo, se añadieron en 1202, oral, mientras el resto son milagros que se le atribuyen.
por Alfonso VIII, cuando se le presenta para su confirma-
ción y sellado, dos folios de un otorgamiento jurídico y otros Los registros notariales de Madrid
7 folios más, que son preceptos de derecho procesal, penal Se trata de la documentación generada por la escribanía ma-
y civil y algunos ordenamientos municipales del reinado de yor del Concejo de Madrid entre los años 1441 y 1525 y que se
Fernando III. conserva en el Archivo de Villa, con el título de «Minutas y
El Fuero, en realidad, es un aluvión de varias cosas: 1. Pre- actuaciones de escribanos del Ayuntamiento de Madrid». Su
ceptos, mandatos y privilegios concedidos por los distintos importancia radica en que son uno de los registros notariales
monarcas castellanos a Madrid desde el siglo XII. 2. Leyes más antiguos de Castilla. Son 5 volúmenes encuadernados
antiguas orales castellanas, llamadas consuetudinarias, es en piel, cuyos autores son Alonso González de Madrid, es-
decir, basadas en la tradición y la costumbre y que son an- cribano del rey y del Concejo de Madrid entre 1441 y 1477,

[ 136 ]
y sus sucesores al frente de la escribanía mayor, su hijo Juan
González de Madrid desde 1477 hasta 1484, en que su sobri-
no Antón Dávila es nombrado nuevo escribano mayor, cuya
saga ejerció lo largo del siglo XVI.
Constituyen una fuente primordial para la historia social,
económica y política de Madrid durante la baja Edad Media.
Los documentos están relacionados con el comercio y la pro-
ducción, como cartas de pago, de deuda, de abasto, de trueque
o de venta. Así mismo, arrendamientos, censos, alquileres y
contratos de aprendizaje y de trabajo. Son abundantes los de
carácter familiar, como testamentos, donaciones, tutorías y
cartas de dote y arras. Como la escribanía mayor se ocupaba
también de los asuntos administrativos del Concejo y de la
justicia, hallamos algunos ordenamientos municipales y nu-
merosas procuraciones, poderes, demandas y sentencias del
tribunal local de los alcaldes.

Los Libros de Acuerdos del Concejo


Se trata de las actas donde el escribano mayor del Concejo
iba recogiendo las decisiones y asuntos de carácter político y
administrativo acordadas por el corregidor, los regidores y el
resto de oficiales municipales, que se reunían al menos tres
o más veces por semana en la iglesia de san Salvador, como
hemos visto en un capítulo anterior.  Primer folio del Códice de la vida y milagros de San Isidro,
Es una documentación miscelánea donde podemos en- siglo XIII, Museo Catedral de la Almudena.

contrar ordenanzas municipales, temas de abastos, arrenda-


mientos de bienes comunales y de propios, nombramientos
de oficiales y asuntos económicos de la contabilidad del sacramentales muy posteriores. Estas dos parroquias son las
Concejo, entre muchos otros. También se utilizaron para co- que conservan algo de documentación medieval.
piar los documentos reales enviados a Madrid, así como las En formato documento disponemos de un elenco varia-
peticiones a la Corona sobre asuntos diversos. do, destacando en el Archivo de Villa el primer privilegio de
Alfonso VII de 1152, así como el privilegio rodado de Alfonso
Documentación varia VIII de 1176 sobre el pleito que en el siglo XII enfrentó a
En formato librario podemos señalar el libro de cédulas y Madrid y Segovia por la posesión de las tierras del Real de
provisiones del Archivo de Villa, también conocido como Manzanares. Para los siglos XIII y XIV la documentación real
libro horadado, por el orificio a través del cual se iban encua- en forma de privilegios, mandatos, cartas y provisiones sobre
dernando los folios con el registro o copia de la documen- diversos asuntos es abundante, lo mismo que a partir del si-
tación real enviada a Madrid. También se conservan algún glo XV con más provisiones, cédulas, albalaes, apeos, poderes,
apeo e inventario de bienes comunales de mediados del si- procuraciones y documentos judiciales.
glo XV, así como padrones municipales y fiscales del periodo Por último, sobresale el fondo documental del monaste-
de los Reyes Católicos. rio de santo Domingo el Real que fue desamortizado en el
Debemos señalar la documentación eclesiástica de parro- siglo XIX y que se conserva en la sección de clero del Archivo
quias y monasterios de la villa que, aunque escasa, es im- Histórico Nacional, siendo prácticamente inexistente, o muy
portante. Se conservan los libros de bautismos de finales del escasa, la documentación medieval del resto, como el caso del
siglo XV de san Andrés y san Ginés, siendo el resto de libros monasterio de san Francisco.

[ 137 ]
El patrimonio artístico
El patrimonio artístico religioso de época medieval que conserva Madrid es prácticamente testimonial
en lo que se refiere al románico pero más generoso en lo mudéjar; por el contrario, los restos de
construcciones civiles, más modernos, muestran ya una arquitectura de estilo gótico y renacentista.
Sin embargo, unos y otros continúan siendo poco conocidos para buena parte de los madrileños.
la cultura y el patrimonio

IGLESIA DE SAN NICOLÁS


Iglesia edificada en los siglos XII-XIII en estilo mudéjar toledano:
es, con la de San Pedro, el resto de arquitectura no militar más
antiguo que conserva Madrid. Tenía ábside, presbiterio, tres naves
y una pequeña torre campanario que se conserva casi íntegra
(excepto el cuerpo de las campanas), con tres pisos de arquerías
ciegas con arcos de herradura y polilobulados en cada fachada.
También se conserva del edificio primitivo la pared del presbiterio a
la que se une la torre, con dos arcos ciegos de herradura apuntada
trasdosados por otros polilobulados. El ábside es poligonal, y toda
la cabecera se cubre con bóveda de crucería gótica tardía, de
finales del siglo XV o inicios del XVI. Son también notables el arco
triunfal, de herradura apuntada, y la armadura de madera de la
nave central.

IGLESIA DE SAN PEDRO


Esta iglesia, quizá algo menos antigua que la de San Nicolás,
conserva como elemento distintivo una torre mudéjar que ha
mantenido su fábrica original casi íntegra a lo largo de los siglos:
tiene en tres de sus lados pequeñas saeteras, enmarcadas por
arcos apuntados de herradura recuadrados con un rectángulo, y
el cuerpo de campanas muestra en cada cara un doble vano de
medio punto inserto en un recuadro y rematado por un friso de
esquinillas iguales a las de las fachadas de la nave mayor. Son
también notables la portada renacentista del siglo XVI existente
a los pies del templo, con columnas de piedra rematadas por
capiteles toscanos, y la capilla de Nuestra Señora del Perpetuo
Socorro, primera de la Epístola, que se cubre con bóveda gótica
de crucería del siglo XV.

[ 138 ]
IGLESIA DE SANTA MARÍA DE LA ALMUDENA
Fue la iglesia matriz de la villa, construida a finales del siglo XI sobre
la que había sido mezquita del recinto emiral.

El edificio románico primitivo tenía tres naves, cabecera semicircular


y pórtico de entrada a los pies; probablemente dispuso de
espadaña. Al norte del templo se adosaba el claustro colegial,
documentado en 1377.

En 1436-1562 se realizaron importantes reformas, destacando


entre ellas la construcción por el secretario Juan de Vozmediano
de la muy notable Capilla de Santa Ana, la erección de la torre
campanario sobre los cimientos del antiguo alminar y el traslado del
pórtico, ampliándolo, a la fachada meridional.

En 1638 se acometió una importante remodelación del viejo edificio:


nuevo ábside rectangular con camarín para la Virgen, sustitución de
la techumbre de madera por otra de cantería y restauración global
de todas las dependencias.

En 1777 Ventura Rodríguez labró la nueva portada neoclásica.

Y en 1868-1869, con el fin de regularizar el trazado de la calle de


Bailén, se decidió derribar definitivamente el templo. Actualmente,
bajo una ventana arqueológica abierta en la calle de la Almudena,
pueden contemplarse restos de las distintas cabeceras del templo.

 Evolución hipotética del edificio a lo largo del tiempo.

ERMITA DE SANTA MARÍA LA ANTIGUA


El templo, único edificio de la Comunidad que mantiene
prácticamente intacta su arquitectura mudéjar rural de comienzos
del siglo XIII, tiene una sola nave, con cuatro pilares exentos de
apoyo para las dos vigas maestras que soportan la techumbre de
madera. El arco triunfal es triple y de perfil apuntado, con el arco
central lobulado, y descansa sobre nacelas. Los modillones sobre
los que se apoya el emparrillado de madera del coro mantienen
restos de su policromía medieval. Bajo el coro se conserva un
pozo que se ha relacionado con San Isidro. La notable portada,
enteramente de ladrillo, se abre mediante un arco triple de medio
punto, lobulado el intermedio, que arranca sobre nacelas; queda
enmarcada por un doble alfiz adornado con hiladas de ladrillos a
sardinel y en esquinilla. El ábside tiene una única ventana, formada
por un arco de herradura apuntado y hueco ciego en el que se
abre una saetera vertical con derrame al interior. La torre, casi una
espadaña, queda perforada arriba por seis vanos rematados con
un falso arco.

[ 139 ]
la cultura y el patrimonio

CASAS DE LOS LUJANES


Las casas antiguas pertenecieron desde 1450 al camarero Pedro de Luján, que las reedificó; la torre ya
estaba construida en 1499. La mitad norte se vinculó al mayorazgo de Juan de Luján «el Bueno», y la sur
pasó a pertenecer a su hermano Álvaro. El edificio tiene una portada principal de piedra con dintel lobulado,
ornamentación gótica y escudos nobiliarios del linaje, así como otros dos vanos con arco de herradura
apuntado, uno de ladrillo a la plaza de la Villa, y otro de piedra a la calle del Codo, únicos en su género en
Madrid.

MURALLA DE TALAMANCA
La muralla de Talamanca del Jarama se edificó en el siglo XIII y tiene siete torreones.

[ 140 ]
NUESTRA SEÑORA DE ATOCHA
Es la efigie mariana más antigua que se conserva
en Madrid: con 60 centímetros de altura, representa
a la Virgen sentada sobre un pequeño asiento sin
respaldo, con el torso erguido, el rostro hierático
y el Niño sobre su pierna izquierda; los vestidos
están tallados en el mismo bloque de madera, y
las dos figuras van tocadas con una tosca corona;
ella sostiene una manzana en su mano derecha, y
él un libro cerrado en la izquierda. La talla, de estilo
románico, se realizó en el siglo XII y se conserva en la
basílica de Atocha.

NUESTRA SEÑORA DE LA FLOR DE LIS


Pintura al fresco de la segunda mitad del siglo XIII
que ocupaba el testero de la iglesia primitiva de
Santa María, y que apareció en 1623 tras el retablo,
al trasladar allí la imagen actual de la Almudena: la
Virgen, que sostiene un lirio en su mano derecha,
está enmarcada bajo un arco ojival angrelado y a sus
pies aparece una cruz de Calatrava. Se encuentra en
la cripta de la catedral de la Almudena.

PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN E IGLESIA DE POLVORANCA


Polvoranca pertenecía ala jurisdicción señorial y pleiteó con Madrid por usurpaciones de términos.
La iglesia de Nuestra Asunción de Móstoles se edificó en el siglo XIII y su ábside es de estilo mudéjar.

[ 141 ]
El patrimonio militar islámico
Antropológicamente la necesidad de protección forma parte de la esencia misma del ser humano. Las
sociedades han generado edificios concebidos con la finalidad esencial de garantizar la seguridad de sus
ocupantes, por encima de otras consideraciones de habitabilidad. Esa arquitectura militar o defensiva
ha tomado diversas formas, ha empleado distintos recursos y se ha enfrentado a cambiantes escenarios
la cultura y el patrimonio

técnicos a lo largo del tiempo. En Madrid sus vestigios los podemos identificar en las huellas que esta
actividad constructiva dejó durante los siglos medievales: la época de los castillos.

Poblados fortificados visigodos Castillos islámicos


La monarquía visigoda apenas si tuvo capacidad para orga- Durante el dominio islámico de la península, Madrid se en-
nizar la defensa del reino de Toledo desde las preexistentes contraba en el sector central de la Marca Media, y en torno
ciudades bajoimperiales. En el territorio madrileño Complu- a la fortificación de esta frontera se identifican diferentes
tum y su recinto amurallado sufrió un progresivo abando- esfuerzos constructivos que evidencian la preocupación cor-
no, aunque pervivió como única referencia administrativa dobesa por guarnecer determinadas poblaciones, por vigilar
urbana y episcopal en la región. No presentaron defensas pasos y caminos transitados e, igualmente, por transmitir a
las numerosas aldeas y granjas que formaban el mayoritario súbditos y rivales que ese territorio pertenecía a los omeyas.
poblamiento rural. Y solo en las estribaciones de la Sierra Paralelamente, en buena parte de al-T - agr al-Awsat. comuni-
encontramos lugares como Cancho Confesionario (Manza- dades rurales, fundamentalmente beréberes, contribuían a la
nares) o el Cerro de la Cabeza (La Cabrera), donde se iden- defensa mediante la erección de sencillas fortalezas o torres
tifican sendos poblados fortificados de cronología tardoanti- de refugio, aunque es muy probable que una de las primeras
gua/altomedieval. fortalezas islámicas en la región fuera Qal‘at ‘Abd al-Salām/
Alcalá la Vieja, junto a la citada Complutum, que formaría
parte de la nómina de intervenciones emirales tempranas en
al-Ándalus inmediatas a la conquista islámica del reino vi-
sigodo.
Durante el gobierno del emir Muh.ammad I, por otro
lado, el poder omeya ordenó la (re)construcción de las forta-
lezas de Peñafora, Talamanca, Madrid, Talavera y Calatrava.
Las cinco formaban un perímetro a distancia de la sediciosa
ciudad de Toledo, para cuyo sometimiento estaban concebi-
das en origen formando una suerte de «frontera interior». No
cabe duda de que, además, las primeras se dispusieron en tor-
no a las rutas más transitadas hacia el otro lado de la frontera.
Estos caminos también se refortificaron en época cali-
fal, particularmente los que iban en paralelo a los ríos de la
margen derecha del Tajo, en los que se edificaron atalayas
de señales y observación que se prolongaban hasta los pasos
de la Sierra: entre ellas, la de El Vellón, El Berrueco o Arre-
batacapas –Torrelaguna–, en el curso alto del Jarama; las de
Torrelodones y Torrecilla de Hoyo, sobre el Guadarrama y
 Infografía del castillo de al-Qalá. el Manzanares, respectivamente; o la de Peña Muñana, en

[ 142 ]
Fortalezas islámicas en Madrid

Atalaya del Berrueco


Atalaya de Arrebatacapas
Torrelaguna
Atalaya del Venturada
Atalaya del Vellón
Talamanca del Jarama
Atalaya del Molar

Torrecilla de Hoyo
Atalaya de Torredolones
Malsobaco
Santorcaz
MADRID Alcalá la Vieja
Atalaya de Cervera
Peña Muñana Calatalifa Ribas

Valderradela
Alarilla
Alboer

 Mapa de fortalezas islámicas en Madrid, atalaya de Torrelodones y murallas de Buitrago de Lozoya.

el valle del Alberche. Además, se levantaron o reconstruye- cundarios de la importante arteria de comunicación trazada
ron fortalezas como Olmos y Canales en Toledo, Calatali- entre Toledo y Zaragoza. Asimismo, parapetados por el foso
fa (Villaviciosa de Odón), Cervera (Mejorada), Malsobaco natural que constituía el río Tajo, en su margen izquierda
(Paracuellos) o Ribas, reforzando así las rutas que conducían surgieron otros enclaves fortificados: Oreja (Toledo), Alboer
a los puertos del Sistema Central, así como los caminos se- (Villamanrique) o Alarilla (Fuentidueña).

[ 143 ]
El patrimonio militar cristiano
El castillo cristiano representaba una muestra del poder nobiliario, servía de centro desde el que ejercer
los derechos fiscales, jurisdiccionales y políticos adquiridos por los señores, además de configurarse como
espacios residenciales y palaciegos en los que los elementos defensivos pasaron a tener, en ocasiones, un
aspecto más decorativo que funcional.
la cultura y el patrimonio

Fortalezas de titularidad regia y eclesiástica siglo XII y principios del XIII. Fue entonces cuando se levantó
Las tierras madrileñas se dividieron en varias jurisdicciones, el segundo perímetro amurallado de Madrid, con sus carac-
cuyos responsables se convirtieron en artífices de diferentes terísticas torres de flanqueo cilíndricas, habituales en otras
castillos y murallas urbanas. En primer lugar, el rey conser- obras del reinado de Alfonso VIII.
vaba cierto poder en las ciudades de realengo de Buitrago y El arzobispo de Toledo recibió extensas donaciones en
Madrid, y también en los extensos términos de la comunidad Madrid, en torno a la villa de Alcalá de Henares (al este de
de villa y tierra de Segovia, que traspasaban la Sierra para la antigua Complutum), que también se amuralló en su tota-
ocupar buena parte del oeste y el sureste de la región. La lidad y donde los prelados edificaron un palacio fortificado.
concesión de un fuero a estos municipios y la consideración Durante los siglos XIII y XIV en las tierras de la archidióce-
jurisdiccional que ello significaba, iba asociada a la construc- sis fueron construidos además los recintos de Torrelaguna y
ción de sus recintos amurallados respectivos, entre finales del Santorcaz, así como el castillo de Perales de Tajuña; se re-
formaron las defensas de la antigua Talamanca islámica; e
Fortalezas cristianas en Madrid incluso se llevaron a cabo algunas obras en Alcalá «la Vieja»,
aunque la población progresivamente abandonó el lugar en
beneficio de la ciudad complutense.
Buitrago del Lozoya Por último, la orden de Santiago fue beneficiada con do-
naciones a lo largo del valle del Tajo o en sus proximida-
Torritón
des, entre las que destacan las antiguas fortalezas islámicas
Torrelaguna de Oreja, Alarilla, Alboer y, sobre todo, la villa amurallada
Talamanca
y el castillo de Fuentidueña, con su gran torre del homena-
del Jarama je de tapial que fue erigida por orden de los maestres en el
siglo XIII, y que los Libros de Visita de la orden denomi-
Alcalá
naron «Torre de los Piquillos», por los tejados puntiagudos
de Henares que durante un tiempo remataban sus borjes y torres. Poste-
MADRID Santorcaz
riormente, además, los santiaguistas también fortificaron la
villa de Colmenar de Oreja (cuyo recinto amurallado ha des-
aparecido) y levantaron el castillo de Villarejo de Salvanés,
Cadalso de Villarejo de
Los Vidrios Salvanés con su gran torreón flanqueado por ocho torreones de planta
circular, protegido por su correspondiente camisa artillera.
Fuentidueña
de Tajo
Castillos señoriales
En el contexto del ascenso de la dinastía Trastámara, los pro-
motores de la arquitectura militar pasaron a ser los nobles,
beneficiados por merced regia con derechos, tierras y lugares
 Fortalezas cristianas en Madrid. en los que erigieron sus castillos como símbolo de autoridad.

[ 144 ]
Muchas de estas fortificaciones señoriales contaron con re-
cintos dobles precedidos de fosos, cubos circulares para de-
fender sus ángulos, troneras para alojar primitivas piezas de
artillería y características torres del homenaje, que destaca-
ban sobre el perfil de los edificios a modo de último refugio
en caso de peligro, y como simbólicos emblemas del poder
ejercido por sus dueños.
En las tierras madrileñas, dentro del juego de bandos y de
alianzas de nobles que buscaban el favor regio o compitieron
en las frecuentes luchas sucesorias bajomedievales, destaca-
ron los Mendoza, titulares de las antiguas tierras de realengo
de Buitrago y del Real de Manzanares, para acabar así con las
rivalidades entre Segovia y Madrid por dichas posesiones. El
impulso de esta familia patrocinó la construcción de los dos
castillos de Manzanares. El «viejo», cuyas obras comenzaron
a finales del siglo XIV, pero posiblemente no se llegaron a re-
matar. Y el «nuevo», que inició hacia 1475 Diego Hurtado de  Castillo de Aulencia.
Mendoza, I Duque del Infantado y II Marqués de Santillana,
pero finalizó su hijo primogénito, Íñigo López de Mendoza,
con la participación del arquitecto de los Reyes Católicos,
Juan Guas, quien dio un aire palaciego al conjunto.
Otros grandes magnates contribuyeron a engrandecer el
patrimonio militar a finales de la Edad Media. Nos referi-
mos, por ejemplo, al condestable don Álvaro de Luna, que
levantó en San Martín de Valdeiglesias el llamado castillo
de la Coracera, siguiendo el arquetípico modelo de planta
cuadrangular con torre del homenaje en una de sus esquinas,
torres cilíndricas en el resto y barrera perimetral.
Podemos hablar también del mayordomo y contador ma-
yor de los Reyes Católicos, Gonzalo Chacón, dueño desde
1478 del castillo de Arroyomolinos, del que destaca su torre
de 20 m de altura levantada en ladrillo, originalmente rodea-
da de una camisa y un profundo foso, además de contar con
otras dependencias de servicio, descubiertas tras una inter-
vención arqueológica.
 Castillo de la Coracera.
O cabría mencionar a los Álvarez de Toledo, quienes des-
de mediados del siglo XV fueron los señores del castillo de
Aulencia o de Villafranca, en Villanueva de la Cañada, cen-
tro de un pequeño señorío a orillas del Guadarrama. soportar mejor los impactos de esas mismas piezas artilleras.
Hasta el final de la Edad Media se levantaron otras mu- Pese a todo, todavía en el siglo XVI se levantaron dos nuevos
chas fortalezas en la región (Pinto, Torrejón de Velasco, Ca- castillos en sustitución de sendos edificios destruidos duran-
sasola, Batres, etc.) pero los tiempos modernos y el desarrollo te la guerra de las Comunidades: el de Villaviciosa de Odón y
de la artillería de pólvora cambiaron el concepto de la forti- el de Chinchón, dentro del recién fundado condado que lleva
ficación y, por consiguiente, la forma de esa arquitectura, que el nombre del último lugar, epígonos del rico patrimonio mi-
se adapta al reto de alojar bocas de fuego y se transforma para litar medieval madrileño que hemos descrito.

[ 145 ]
Fortaleza de la Orden Militar de Santiago
Castillo de Fuentidueña de Tajo
la cultura y el patrimonio

Torre de
Muro perimetral del Flanqueo SE
recinto secundario
Forro del ábside de
la Iglesia y Torre
Torre del
Homenaje

Torre de
Flanqueo NE
1 Iglesia
Posible Torre
del Berrio Foso interior

Lienzo del 5 Muro flanqueando


muro el foso
3

Torre de
Flanqueo del
antemuro

2
Antemuro 4

Forro de sillarejo
de la Torre

Patio del pozo

N *Propuesta de reconstrucción del Castillo


Foso Muro perimetral del
recinto principal
Torre de
Flanqueo NO

[ 146 ]
3
4
MADRID 3
4
MADRID
Fuentidueña 1
de Tajo
Fuentidueña 1
de Tajo 2
N
2
Torre de N Frente septentrional del castillo
Flanqueo SO
Pueblo
Frente septentrional del castillo

Planta del castillo

Planta del castillo 110 metros

110 metros N

50 metros
N

Torre perdida
50 metros

Área de las línea de ronda (cuerpo principal).


Puerta bajo
1ª línea de ronda
torre
2ª línea de ronda
3ª línea de ronda
Área de las línea de ronda (cuerpo principal).
1ª línea de ronda
5 2ª línea de ronda
3ª línea de ronda
1 1 1. Barreras
2. Albacar
2 3 3. Cuerpo principal
5 6
4 4. Contraescarpa
5
1 1 1.5.Barreras
Nivel profundo del
1 1 2. Albacar
foso interior
2 3 3.6.Cuerpo
Segundoprincipal
nivel del
2 6 3
4 foso interior (superior)
4. Contraescarpa
5
5
5. Nivel profundo del
1 1
foso interior
2 3 6. Segundo nivel del
Foso interior (propuesta de esquema)foso interior (superior)
5

Foso interior (propuesta de esquema)


[ 147 ]
Las creencias populares:
de San Isidro a las hechiceras
Las creencias populares de los hombres y mujeres del Madrid medieval se insertan en las coordenadas
mentales de la época, circunscritas sobre todo al mundo religioso: la veneración de santos, la devoción
la cultura y el patrimonio

popular y la actitud ante la muerte. Algunas actuaciones fueron condenadas desde las instituciones civiles
y religiosas, como la práctica de la hechicería.

San Isidro Labrador


La veneración popular de San Isidro se recoge en testimo- constata en numerosas poblaciones peninsulares. La Virgen
nios hagiográficos del siglo xiii. De origen humilde y dedi- auxiliaba en todo tipo de causas y entuertos mundanos.
cado a labores agrícola y serviles, la figura de Isidro se asocia La organización se centraba en un cabildo o cofradía in-
a una serie de milagros bajo la caracterización piadosa de los tegrada por «clérigos, letrados, caballeros, escuderos y otras
franciscanos. nobles personas», grupos de mayor preeminencia social. Las
Una de las peticiones que se hacían a San Isidro era el ordenanzas municipales establecían un pregón público por
ritual propiciatorio de lluvia, un recurso utilizado ante la las calles de Madrid en el que se anunciaba la obligación del
amenaza de sequía. La vinculación de Isidro con el agua ayuno «a conducho quaresmal» durante las vísperas. El día de
se reforzó en los siglos modernos, cuando se configuró su la celebración se cantaba una misa y se desfilaba en procesión
imagen de «pocero». Otras rogativas eran la curación de en- en la iglesia de la Almudena, en el caso de la Concepción,
fermos (ciegos, paralíticos y mudos), la petición de favores y en la iglesia de Santiago, donde tenía su retablo, para la
para la concepción o la liberación de cautivos. Los devotos, fiesta de San Sebastián. El desfile era asistido por el clero
a cambio, se obligaban a realizar vigilias junto al sepulcro, parroquial y el de las órdenes religiosas.
oraciones o ayunos. Los cofrades eran quienes más directamente se implica-
Unos cuarenta años después de la muerte del santo se ban en el ayuno y la asistencia a las vigilias, las misas y las
trasladaron sus restos a un lugar honorable de la iglesia de procesiones con candelas encendidas en sus manos. Asimis-
San Andrés. Su cuerpo incorrupto y un suave olor indicaban mo, rezaban y rogaban la intercesión divina devotamente. En
las señales de santidad de Isidro, cuyas reliquias comenzaron segundo lugar, figuraban los clérigos y religiosos de la villa,
a ser visitadas y dieron paso al ciclo piadoso de su veneración que oficiaban las celebraciones litúrgicas y las procesiones
a escala local. con la solemnidad debida. Por último, los habitantes de la
villa y sus arrabales acudían a honrar la fiesta. Solo quedaban
Las fiestas votivas exentos los menores de veinte años, los mayores de sesenta,
Entre las fiestas votivas, la Concepción (8 de noviembre) y las mujeres embarazadas y otras personas con legítimo im-
San Sebastián (20 de enero) conmemoraban la mediación de pedimento; aquel que trabajara durante la procesión, debía
la Virgen en la erradicación de la peste que asoló a la villa, pagar doce maravedís.
mediante la perpetuación de un voto. Un documento de 1348
recoge información sobre los elementos sociales movilizados, La hechicería
los aspectos organizativos y litúrgicos y algunas notas de la La práctica de la hechicería y la brujería se asociaba a las
religiosidad de la época. El patronato de San Sebastián como comadronas, transmisoras de una cultura popular arraigada,
un abogado divino contra la peste y todo tipo de plagas se convertidas en representantes de la superstición frente a los
hombres de ciencia. El corregidor de la villa de Madrid se

[ 148 ]
informaba de los pecados del lugar donde se hubiera apresa- realizar misas el día del enterramiento y se repetían periódi-
do a alguna pàrtera acusada de practicar la brujería, porque camente o a perpetuidad –capellanías y aniversarios– y se es-
«quando paría así alguna mujer, yncaba vn clabo en la sangre tipulaba la cuantía a percibir por los clérigos de la parroquia
que caía en el suelo y hazía otras hechicerías». o frailes del convento onde solicitaban ser sepultados.
La condena por delito de hechicería suponía la cárcel, de Las capellanías consistían en celebraciones periódicas de
donde la acusada era sacada de la cabellera en un asno, ata- misas por uno o varios sacerdotes a cambio de una suma que
da de pies y manos. Mientras su delito era pregonado, se la servía para obtener rentas. Las memorias se celebraban en
conducía por las calles hasta la picota, «donde esté puesta a días concretos del calendario litúrgico, como la Concepción,
la vergüença por tiempo e espacio de vna ora», como muestra la Natividad, la Encarnación o la Asunción. Los aniversa-
de castigo para ella y ejemplo para otras personas de no co- rios coincidían con el día del fallecimiento del difunto. La
meter «semexantes echicerias e delitos». Después del escar- intención de acumular misas en las fechas cercanas al deceso
nio público, acusada por una sociedad donde la superstición indica la arraigada creencia en el purgatorio, como etapa del
era delito y la ignorancia acusación, la sentencia última para alma errante del cristiano antes de acceder a través del juicio
la mujer fue el destierro, so pena de 200 azotes públicos. final al reino de los cielos.
El difunto era envuelto en un sudario, bajo determinados
La actitud ante la muerte hábitos –como el de San Francisco o el de Santo Domingo,
En los testamentos las personas reflejaban, además de su vo- solo para las mujeres– o con un simple vestido de lienzo de
luntad sobre sus bienes materiales, su disposición a la hora lino. El funeral mostraba viejos ritos de la liturgia cristiana
de abandonar la vida terrenal, para lo que preparaban una en el tránsito a la vida del más allá: se realizaban con respeto
minuciosas mandas religiosas-piadosas. Las misas serán el sacramental la vigilia, la ofrenda de alimentos o la elección
instrumento principal de salvación de los testadores, casi to- de la sepultura. Por último, la documentación recoge alguna
dos vinculados a los grupos sociales pudientes. Se solicitaban alusión a ataúdes de madera a comienzos del siglo xvi.

 Arca de San Isidro, Catedral de la Almudena.

[ 149 ]
Huellas en la ciudad
La configuración actual de la Comunidad de Madrid en el periodo medieval estaba fragmentada en
distintos ámbitos y jurisdicciones. Pero la huella de las civilizaciones islámica y cristiana es patente
en algunas cuestiones relativas al desarrollo urbano, la organización administrativa y espacial, las
instituciones de poder o la producción económica.
la cultura y el patrimonio

Casa de la Villa.
El nombre de Madrid y su alcázar Ayuntamiento de Madrid Los viajes de agua
Los dos posibles orígenes que se aceptan La muralla, además de defender su Los mudéjares madrileños fueron artesanos
son el romano/visigodo y el islámico. Por perímetro, otorgaba a las ciudades y destacaron dos importantes oficios
ello el nombre, Madrid puede derivarse de romanas un extraordinario valor simbólico. en los que lograron fama. Uno era el de
la palabra «matrice» que hace referencia Sus puertas se monumentalizaban con fontaneros o constructores de conducciones
a un arroyo matriz o de la palabra árabe esculturas e inscripciones, a modo de arcos de agua, qanats, que fueron conocidos
«mayrit» que viene de «mayra» o viaje de triunfales representativos de la vida civil y posteriormente como viajes de agua.
agua. Oliver Asín se inclinaba por el origen religiosa de la ciudad.
latino y lo vinculaba a un asentamiento de Estas conducciones se beneficiaban de
época visigoda en la zona del Pozacho por Desde sus orígenes, la ciudad de Madrid la riqueza hidráulica del suelo madrileño,
el que discurría el arroyo de San Pedro. La contó con sucesivas cercas o murallas captaban el agua gracias a la proximidad
teoría filológica de Joan Coromines tiene que revelan la continua expansión de su del nivel freático y la llevaban gracias a estas
mayor fuerza porque los restos materiales perímetro. Tanto el lienzo como las puertas y conducciones subterráneas y perfectamente
encontrados en esa misma zona se portillos de las diferentes épocas se conocen construidas a largas distancias. Un qanat se
relacionan con un primitivo asentamiento de fundamentalmente por la documentación encontró en la actual plaza de los Carros en
época islámica. textual ya que, en muchos casos, su huella la excavación de 1983.
ha desaparecido como la Puerta del Sol o ha
Muhammad I construyó un alcázar con el sido reemplazada por otra nueva. El sistema hidráulico de abastecimiento
que se vincula la fundación de Madrid. Su gracias a los viajes de agua es una de las
objetivo, al acompañarlo de un espacio La monumentalización de los accesos de más importantes herencias del Madrid
rodeado de murallas, la almudayna, era Madrid se observa especialmente a partir islámico, pues se perpetuó como forma
albergar la población militar que debía de los siglos XVII y XVIII, cuando se adopta única hasta la creación del Canal de Isabel II
atender a la defensa y al control de posibles un modelo similar al de las puertas y arcos (1851).
entradas cristianas por los puertos de triunfales romanos, como la Puerta de
Guadarrama o por el camino de Toledo. Alcalá, emulando así un ceremonial cada vez
El alcázar cristiano bajomedieval subsistió más digno y simbólico como corresponde a
hasta la dinastía de los Austrias y en el la capital de un gran imperio.
siglo XVIII se construyó el Palacio Real de
los borbones en el mismo emplazamiento
que sus predecesores.

[ 150 ]
El emblema heráldico
Los gremios Las parroquias de la villa de Madrid
Los gremios eran asociaciones de artesanos Las circunscripciones parroquiales El oso que aparece en el escudo de la
y trabajadores dedicados a una misma organizaban los barrios de la villa de Madrid. villa de Madrid hace referencia a un oso
actividad en una ciudad, caracterizadas por La vida de cada collación se organizaba pardo que cazó Alfonso XI en los montes
una disciplina colectiva, la jerarquización en torno a la parroquia: la elección de los de alrededores de Madrid. El emblema
social y profesional y el control de la mano cargos concejiles, el mercado diario o heráldico de Madrid se utilizó en las
de obra y el mercado de la producción semanal, las cofradías religiosas, etc. campañas contra los musulmanes.
reflejados en la regulación de su actividad.
Esa distribución ha permanecido hasta El madroño, aunque no es un árbol muy
El callejero de la villa de Madrid refleja el la Edad Contemporánea, en la que las común en las tierras madrileñas puede hacer
lugar donde se asentaban estas actividades: grandes ciudades de subdividen en distritos. referencia al uso de sus hojas para combatir
vinateros, tintoreros, pellejeros, cuchilleros, No obstante, muchas de las parroquias la peste, aunque otr os autores señalan su
curtidores, etc. originarias del periodo medieval fueron simbología etimológica con el nombre de
derribadas en el siglo XIX, como las de San Madrid.
Juan y de San Salvador.

[ 151 ]
Yacimientos arqueológicos
La Comunidad de Madrid cuenta con diversos enclaves arqueológicos de época medieval, algunos
abiertos al público y otros en fase de estudio. Los lugares seleccionados corresponden fundamentalmente
a los restos visigodos, mudéjares y cristianos hallados en la región madrileña, como castillos
y asentamientos rurales que configuran el paisaje medieval.
la cultura y el patrimonio

1. Necrópolis medieval de Sieteiglesias 3. Yacimiento visigodo de La Cabilda


(Lozoyuela-Navas-Sieteiglesias) (Hoyo de Manzanares)

En el conjunto arqueológico de Sieteiglesias está el área de los restos La Cabilda, yacimiento ubicado en la cuenca alta del Manzanares,
de una necrópolis rupestre medieval. Está datada entre los siglos IX era una aldea rural de modestas dimensiones, activa los siglos
y XI, y su utilización pudo muy bien perdurar varios siglos después. VI y VII. Se han identificado ambientes domésticos, productivos,
Se localiza en una zona de afloramientos graníticos, denominado el funerarios y posiblemente de culto. Las unidades domésticas se
Berrocal de la Iglesia, junto a la ruta del Jarama, importante vía de situaban en torno a espacios productivos de carácter comunitario
comunicaciones en la Alta Edad Media que unía Talamanca del Jarama en los que se desarrollarían actividades propias de una economía
con Buitrago de Lozoya para acceder a los pasos de Somosierra. agropecuaria, además del aprovechamiento de la caza, la recolección
y la explotación de los recursos líticos, además del comercio con otros
espacios.

2. Necrópolis visigoda de Remedios y yacimientos


visigodos de Navalvillar y Navalahija
(Colmenar Viejo)

Las excavaciones arqueológicas realizadas en los yacimientos


de Navalvillar y Navalahija plasman las transformaciones
socioeconómicas, políticas y religiosas en la ocupación de la cuenca
alta del Manzanares. A partir del siglo VI se inició una nueva estrategia
de explotación del territorio, más allá de la actividad agropecuaria,
y desarrollando una fuerte impronta de carácter minero-metalúrgico
basada en la obtención de hierro a partir del mineral denominado
magnetita. La necrópolis de Remedios, por su parte, fue el primer
referente espiritual de la comarca.

4. Iglesia del Buen Suceso (Madrid)

Espacio museístico en la estación de Cercanías de Puerta del Sol que


muestra los cimientos tardomedievales del templo del Buen Suceso,
hallados en 2006. Se puede apreciar un fragmento del pórtico, los
contrafuertes de la fachada occidental y el arranque del muro norte de
la primitiva iglesia madrileña del Buen Suceso. Su evolución posterior
la convirtió en una de las principales iglesias hasta su desaparición en
la reforma de 1853 de la plaza.

[ 152 ]
5. Plazuela de los Caños del Peral (Madrid) 9. Iglesia visigoda de Santa María de la Aldea
de Valcamino (El Berrueco)
El conjunto arqueológico de los Caños del Peral se encuentra bajo
la Plaza de Isabel II o Plaza de Ópera y se compone de diversos La ermita de Santa María de la Aldea de Valcamino tuvo un origen
sistemas de captación, almacenaje y redistribución de agua a Madrid. visigodo, aunque fuera reconstruida después del año 1000 en
Se han documentado restos del viaje de agua de Amaniel, como estilo mozárabe. Se dividía en tres naves y el edificio central era de
elemento de captación, la Fuente de los Caños del Peral, ejemplo de planta rectangular, cerrado en ambos lados por un ábside oriental y
redistribución, y la alcantarilla principal y la alcantarilla de la calle de un anteábside occidental donde se realizarían ofrendas a santos o
los Caños del Peral como sistema de evacuación de aguas residuales. mártires. El altar, donde se guardarían las reliquias, es de piedra caliza
Históricamente, la presencia de arroyos y manaderos en esta zona procedente de la cantera de Redueña.
propició la proliferación de huertas y actividades artesanales como
tenerías, alfares o carnicerías, que resultaban insalubres.

6. Iglesia mudéjar y necrópolis de La Mezquita


(Cadalso de los Vidrios)

La denominación de La Mezquita corresponde más a una creencia


popular de que anteriormente a la iglesia cristiana existió una
mezquita, lo que no está atestiguado. El yacimiento está compuesto
por los restos de una iglesia de origen románico-mudéjar del siglo XI,
conservados junto a los restos de una torre caída. También conserva
un cementerio que alberga tumbas de diversas épocas, desde la Edad
Media hasta el siglo XVII, donde han sido documentados los restos de
una iglesia que conserva parte de los alzados y que presenta asociada
una necrópolis de época medieval y moderna.

10. Ciudad fortificada de Alcalá la Vieja


7. C
 astillo medieval (Arroyomolinos) (Alcalá de Henares)
El señor del castillo de Arroyomolinos –comenzado a construir a El castillo de Abd-al-Salam es una fortaleza islámica del siglo X
mediados del siglo XV– fue Gonzalo Chacón, mayordomo mayor de que solo mantiene en pie una torre restaurada, restos de nueve
la reina Isabel. En 1469 recibió las propiedades de Casarrubios y de torreones, un aljibe y parte de una puerta de entrada. Levantado en
Arroyo de los Molinos. El castillo era de planta cuadrada con esquinas un promontorio arcilloso, en el valle del Henares, esta fortaleza era
redondeadas y estilo gótico mudéjar. La fortaleza estaba compuesta cercana a las ruinas de Complutum. Además de la guardia militar,
por una torre del homenaje central, el Torreón que se conserva en la pudo haber población civil en el cerro contiguo.
actualidad, alrededor del que se construyó un antemuro rodeado de
un foso. En su interior había un patio interior compuesto de una plaza
de armas y de una barbacana con torres defensivas.
11. Tramo norte de la muralla de Talamanca del Jarama

Las investigaciones arqueológicas promovidas en 2016 por la


8. C
 astillo de La Alameda (Madrid) Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid
confirmaron la existencia de un tramo de muralla con siete torreones
La residencia fortificada de los señores de Barajas se construyó hacia cuadrangulares bajo la tapia norte de La Cartuja. Probablemente
1475. Los Zapata prosperaron notablemente hasta recibir el título se pueda adscribir este gran tramo de muralla de Talamanca del
de Condes de Barajas en 1575. El castillo de La Alameda es uno de Jarama, de más de 100 metros de longitud, a partir del siglo XII.
los escasos vestigios de la arquitectura militar del siglo XV y ha sido
restaurado recientemente para convertirlo en museo.

[ 153 ]
Museos y archivos
En la Comunidad de Madrid destacan tres museos que albergan las principales colecciones del periodo medieval de nuestra
región y del territorio peninsular. También son significativos tres archivos que custodian documentos del periodo medieval.
la cultura y el patrimonio

Museo Arqueológico Nacional (MAN)


Fundado a finales del reinado de Isabel II, el Museo Arqueológico Nacional acoge diversas
colecciones arqueológicas de la época medieval. En la primera planta se encuentra la colección
de arte visigodo dentro de la «Antigüedad tardía» (sala 23) y el «Mundo medieval: al-Ándalus»
(salas 24, 25 y 26); en la segunda planta se halla el «Mundo medieval: los reinos cristianos» (sala
27). Aunque la procedencia de los objetos expuestos no es de origen madrileño, del catálogo
de arte visigodo destacan las coronas de Recesvinto, conocidas como tesoro de Guarrazar, y
piezas de orfebrería (brazaletes, fíbulas, broches de cinturón, anillos, pendientes, collares, hebillas).
Del arte andalusí sobresalen las vitrinas de cerámica califal decorada con motivos vegetales o
zoomorfos, así como capiteles, vasijas, cuencos, anillos y, entre otros objetos científicos, un
astrolabio de latón de la escuela de Toledo. También hay muestras del arte mudéjar, que combinó
la carpintería con la yesería. De las manifestaciones artísticas cristianas hay ejemplos de orfebrería
religiosa, como el crucifijo de don Fernando y doña Sancha, tallas de la Virgen María, libros,
sepulcros y capiteles, además de construcciones arquitectónicas de algunos monasterios.

Museo Arqueológico Regional (MAR)


El Museo Arqueológico de la Comunidad de Madrid tiene su sede en el Convento Dominico
de la Madre de Dios (Alcalá de Henares) y alberga la principal colección de piezas medievales
de la región. La exposición permanente permite al interesado contemplar y comprender
el «Madrid medieval», con objetos procedentes de diferentes yacimientos madrileños. Se
conservan monedas de oro y adornos de metal de la sociedad hispanovisigoda aparecidos en
las excavaciones de necrópolis (broches de cinturón, fíbulas), como la de Gózquez de Arriba
en San Martín de la Vega. De época andalusí destacan los objetos de alfarería decorados,
juguetes y piezas de ajedrez. Las cerámicas presentan diversas técnicas de decoración, como
la de verde y manganeso y la de cuerda seca. Estas piezas presentan textos breves de valor
simbólico, pues permitían a la población analfabeta conocer su significado. De la época cristiana
se conservan numerosas cerámicas que mantienen la tradición andalusí y probablemente fueron
elaboradas por mudéjares.

Museo de San Isidro. Los Orígenes de Madrid


El Museo de San Isidro tiene su sede en la Plaza de San Andrés y alberga piezas del
desaparecido Instituto Arqueológico y del Museo Municipal de Madrid. La colección permanente
muestra la historia de la ciudad desde la prehistoria hasta el establecimiento de la Corte a través
de piezas arqueológicas, maquetas y grabados. Del Madrid medieval se plantea la evolución
urbanística islámica y cristiana a través de las sucesivas murallas y cercas. Las piezas recogen
objetos cotidianos de sus habitantes relacionados con el ocio, el adorno o las creencias
religiosas. Destaca la reconstrucción de un arco del claustro primitivo del monasterio de Los
Jerónimos y los cenotafios de Francisco Ramírez de Madrid «El Artillero» y Beatriz Galindo «La
Latina», además de un ámbito de dedicado a San Isidro, incluido el pozo de los milagros.

[ 154 ]
Archivo Regional de la Comunidad de Madrid
El Archivo Regional de la Comunidad de Madrid es el centro que custodia los documentos
generados por el Gobierno y la Administración de la Comunidad de Madrid, por sus instituciones
antecesoras, por municipios madrileños y por particulares que se encuentran en las fases de
archivo intermedio y de archivo histórico. Custodia actualmente un volumen aproximado de
57.000 metros lineales de documentos, cuyas fechas extremas abarcan un período cronológico
muy amplio, que se inicia en el siglo XIV.

Archivo de Villa
El Archivo de Villa, conocido también como Archivo General de la Villa de Madrid, es el archivo
histórico del Ayuntamiento de Madrid, que guarda los documentos generados y recibidos por el
Concejo madrileño desde 1152. Sus documentos, diplomas medievales, libros de actas, cuentas,
expedientes de obras, fiestas, milicias, acopios, beneficencia, etcétera, ocupan hoy 20 kilómetros
lineales de estanterías.

Archivo Histórico Nacional


El Archivo Histórico Nacional desde su fundación se constituyó como «archivo histórico del reino
de España», con carácter de archivo público. Se crea para recoger la documentación producida
por los órganos de la Administración del Estado que ya no tiene valor administrativo pero si tiene
valor histórico. Actualmente a sus depósitos se deben transferir los documentos calificados como
históricos, porque han superado las eliminaciones racionales y preceptivas que establece la Ley
de Patrimonio Histórico Español en su artículo 58.

[ 155 ]
Lecturas recomendadas
Para el estudio de las fuentes documentales de época medie- En cuanto al análisis del territorio madrileño y su organiza-
val publicadas se pueden consultar las siguientes obras: ción política, social, económica y cultural en época medieval,
se podrían mencionar numerosos trabajos y artículos cientí-
CAYETANO MARTÍN, M. C. y GÓMEZ IGLESIAS, A. (1970). Libros ficos. Se presenta a continuación una selección:
de Acuerdos del Concejo Madrileño. Madrid, vol. II (1486-
1492). CARRASCO TEZANOS, A. (1996). La sociedad campesina en la
CAYETANO MARTÍN, M. C. (1991). La documentación medieval Sierra de Guadarrama a finales de la Edad Media. Madrid.
en el Archivo de Villa. Madrid. CASTELLANOS OÑATE, J. M. (1991). El regimiento madrileño
HUERTAS VÁZQUEZ, E. (Ed.) (2002). Fuero de Madrid. Ma- (1464-1515). Anales del Instituto de Estudios Madrileños.
drid. XXX. 439-463.
MILLARES CARLO, A. y ARTILES RODRÍGUEZ, J. (1932). Libros de CASTELLANOS OÑATE, J. M. (1991). El Madrid de los Reyes Ca-
Acuerdos del Concejo Madrileño. Madrid, vol. I (1464-1485). tólicos. Madrid: El Avapiés.
PÉREZ BUSTAMANTE, R. (1995). Los registros notariales de Ma- CASTILLO GÓMEZ, A. (1989). Alcalá de Henares en la Edad Me-
drid (1441-1445). Madrid. dia: territorio, sociedad y administración (1118-1515). Alcalá
PUÑAL FERNÁNDEZ, T. (2005). El registro de la documentación de Henares.
notarial del Concejo de la villa y tierra de Madrid (1449- DE ANDRÉS, G. (1986). Actas de la visita al arcedianazgo de
1462). Madrid: Comunidad de Madrid. Dirección Gene- Madrid en 1427. Hispania Sacra. Vol. XXXVIII. 77. 153-245.
ral de Museos, Archivos y Bibliotecas. DE MIGUEL RODRÍGUEZ, J. C. (1989). La comunidad mudéjar de
RUBIO PARDOS, C. y otros (1979). Libros de Acuerdos del Con- Madrid: un modelo de análisis de aljamas mudéjares castella-
cejo Madrileño. Madrid, vol. III (1493-1497). nas. Madrid.
RUBIO PARDOS, C. y otros (1982). Libros de Acuerdos del Con- DE MIGUEL RODRÍGUEZ, J. C. (coord.) (1990). El Madrid me-
cejo Madrileño. Madrid, vol. IV (1498-1501). dieval. Sus Tierras y sus Hombres. Madrid: A. C. Al-Mu-
SÁNCHEZ GONZÁLEZ, R. y CAYETANO MARTÍN, M. C. (1987). dayna.
Libros de Acuerdos del Concejo Madrileño. Madrid, vol. V FRADEJAS LEBRERO, J. (2007). León V de Armenia. (Primero y
(1502-1515). único) señor de Madrid. Madrid.
URUBURU COLSA, J. M. (2006). La vida jurídica en Madrid a GÓMEZ NIETO, L. (1991). Ritos funerarios en el Madrid medie-
fines de la Edad Media. Madrid: Dykinson. val. Madrid: Asociación Cultural Almudayna.
JIMÉNEZ RAYADO, E. (coord.) (2010). La villa de Madrid en los
albores de la capitalidad (siglos XIV-XVI). Madrid: Asocia-
Se han realizado varias recopilaciones bibliográficas sobre la ción Cultural Almudayna.
época medieval: JIMÉNEZ RAYADO, E. (2011). El agua en el origen y desarrollo de
Madrid en la Edad Media. Madrid: Asociación Cultural
FERNÁNDEZ LÓPEZ, O., VERA YAGÜE, C. M. y CARRASCO TEZA- Almudayna.
NOS, A. (2001). Recopilación bibliográfica para el estudio de la LORENZO ARRIBAS, J. (ed.) (1997). Organización social del espa-
Historia Medieval de Madrid. Madrid. cio. II. Madrid: Asociación Cultural Almudayna.
SÁNCHEZ AYUSO, I. (ed.) (2011). Una reflexión historiográfica LOSA CONTRERAS, C. (1999). El concejo de Madrid en el tránsito
sobre la Historia de Madrid en la Edad Media. Madrid: de la Edad Media a la Edad Moderna. Madrid: Dykinson.
Asociación Cultural Almudayna. MARÍN BARRIGUETE, F. (1987). Madrid y la Mesta: privilegios
locales y privilegios cabañiles (siglos XIV-XVI). Cuadernos
de historia moderna y contemporánea. 8. 13-30.

[ 156 ]
MAZZOLI-GUINTARD, C. (2009). Madrid. Petite ville de l’Islam SEGURA GRAÍÑO, C. (ed.) (1992). Los espacios femeninos en el
médiéval (ixe-xxie siècles). Rennes: Presses Universitaires Madrid medieval. Madrid: Asociación Cultural Almu-
de Rennes. dayna.
MENDO CARMONA, C. (1990). La industria del cuero en la villa SEGURA GRAÍÑO, C. (ed.) (1994). Caminos y caminantes por las
y tierra de Madrid a finales de la Edad Media. Espacio, tierras del Madrid medieval. Madrid: Asociación Cultural
Tiempo y Forma. Serie III (Historia Medieval). 3. 181-211. Almudayna.
MONTERO VALLEJO, M. (1987). El Madrid medieval. Madrid. SEGURA GRAÍÑO, C. (ed.) (1995). Orígenes históricos de la actual
MONTERO VALLEJO, M. (1993). Madrid antiguo y medieval. Comunidad de Madrid. La organización social del espacio en
En A. Fernández García (Dir.). Historia de Madrid. Ma- la Edad Media. Madrid: Asociación Cultural Almudayna.
drid: Editorial Complutense. 87-119. SEGURA GRAÍÑO, C. (2000). Madrid en la Edad Media. Géne-
MUÑOZ FERNÁNDEZ, A. (2002). Madrid en la Edad Media. sis de una capital (873-1561). En S. Juliá, D. Ringrose y C.
Análisis de una comunidad urbana y su entorno rural en sus Segura. Madrid, historia de una capital. Madrid: Alianza
relaciones con el hecho religioso. Madrid. Editorial. 11-151.
NIETO SÁNCHEZ, J. A. (2006). Artesanos y mercaderes. Una his- SEGURA GRAÍÑO, C. (coord.) (2016). Los conflictos sociales en
toria social y económica de Madrid (1450-1850). Madrid: Ed. el Madrid medieval. Madrid: Asociación Cultural Almu-
Fundamentos. dayna.
PALACIOS ONTALVA, j. s. (2006). Fortalezas santiaguistas. La SEGURA GRAÍÑO, C. y GONZÁLEZ LÓPEZ, J. (coords.) (2008).
orden en la ribera del Tajo (siglos xii-xvi). Cuenca. Organización social del espacio. III. Madrid en el tránsito de
PÉREZ DE TUDELA Y VELASCO, M. I. (1989). Madrid, Castillos y la Edad Media a la Edad Moderna. Madrid: Asociación
plazas fuertes. Alicante: Rembrandt ed. Cultural Almudayna.
PORRAS ARBOLEDAS, P. A. (1996). Francisco Ramírez de Ma- VERA YAGÜE, C. M. (1999). Territorio y población en Madrid y su
drid. Primer madrileño al servicio de los Reyes Católicos. tierra en la Baja Edad Media. La señorialización del espacio
Madrid: Consejería de Educación y Cultura. madrileño y la repoblación concejil «antiseñorial» en los siglos
Puñal Fernández, T. (1992). El mercado de Madrid en la xiv a xvi. Madrid: Asociación Cultural Almudayna.
Baja Edad Media. Estructura y sistemas de abastecimiento VERA YAGÜE, C. M. (2007). El concejo y la villa de Madrid
de un concejo medieval castellano (siglo xv). Madrid: Caja como centros de poder y las consecuencias en la ordena-
de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid. ción del territorio de los cambios políticos en época Tras-
Puñal Fernández, T. (1994). La producción y el comercio támara. En B. Arízaga y J. A. Solórzano (eds.). La ciudad
de vino en el Madrid medieval. En la España Medieval. medieval y su influencia territorial. Logroño: Instituto de
17. 185-212. Estudios Riojanos. 55-79.
PUÑAL FERNÁNDEZ, T. (1998). La ganadería lanar en Madrid VIÑUELAS FERREIRO, G. (2002). Los judíos de Madrid en el
y su tierra durante la Edad Media. Espacio, Tiempo y For- siglo XV: las minutas de los escribanos. Espacio, Tiempo y
ma. Serie III (Historia Medieval). 11. 331-381. Forma. Serie III (Historia Medieval). 15. 287-305.
PUÑAL FERNÁNDEZ, T. (2000). Los artesanos de Madrid en la VV. AA. (1990). Madrid del siglo ix al xi. Madrid: Comunidad
Edad Media (1200-1474). Madrid: UNED. de Madrid.
RÁBADE OBRADÓ, M. P. (2001). Orígenes del notariado madri- VV. AA. (2004). Testimonios del Madrid medieval. El Madrid
leño: los escribanos públicos en el siglo xv. Madrid: Consejo musulmán. Madrid.
General del Notariado.
ROMERO FERNÁNDEZ-PACHECO, J. R. (2000). El monasterio de
San Jerónimo el Real de Madrid (1464-1510). Madrid.
SÁEZ LARA, F. (1993). Castillo, fortificaciones y recintos amu-
rallados de la Comundiad de Madrid. Madrid.
SÁNCHEZ AYUSO, I. y JIMÉNEZ RAYADO, E. (eds.) (2013). El
paisaje madrileño. De Muhammad I a Felipe II. Madrid:
Asociación Cultural Almudayna

[ 157 ]
Glosario
Alarife: maestro de obras o arquitecto en época andalusí. Gremio: asociación de artesanos que reglamentaban un ofi-
Alcabala: impuesto castellano que gravaba en todas las tran- cio y normativizaban los horarios, los precios, la calidad
sacciones el diez por ciento del valor de los bienes ena- de la producción, etc.
jenados. Hidalgo: nivel inferior de la nobleza, transmitido por el lina-
Alcalde: magistrado designado por elección que encabezaba je y con privilegios fiscales.
la justicia de los concejos. Insaculación: proceso seguido en la elección de cargos mu-
Alfoz: amplio territorio que recibían algunas villas o ciuda- nicipales de algunas ciudades en el que se sorteaba a los
des de realengo, cuyas aldeas pertenecían a su jurisdic- aspirantes, metiendo sus nombres en un «saco».
ción. A veces se dividía en sexmos. Maravedí: moneda de distinto valor y composición utilizada
Alhóndiga: edificio donde se almacenaba el grano de cereal en la Baja Edad Media en Castilla; en su origen se acuñó
de la ciudad. en oro y después se convirtió en moneda de cuenta.
Almorávides: pueblo norteafricano que formó un imperio Mayordomo: oficial de mayor rango de los servicios pala-
entre los siglos XI y XII y se extendió por la mitad sur de la tinos del rey, ocupado de las finanzas, y también en las
Península Ibérica. Realizaban una interpretación rigorista ciudades.
del islam. Mesta: asociación de ganaderos trashumantes que obtenían
Arrabal: viviendas extramuros de la ciudad. privilegios y protección de la corona castellana.
Arrendamiento: contrato entre el propietario y el compra- Parias: impuestos que los reinos cristianos cobraban a los
dor por el que se cede la explotación de un oficio o in- territorios musulmanes a cambio de protección militar.
mueble por un tiempo a cambio de una cantidad pactada. Peste negra: originaria de Asia, enfermedad contagiosa que
Bagaudas: grupos de campesinos, colonos, libertos y escla- se transmitía por contacto o por la vía aérea, y provocaba
vos que protagonizaron revueltas contra el poder roma- vómitos y convulsiones y un elevado número de falleci-
no en Hispania y la Galia entre los siglos III y V, como dos. Se extendió en la Península ibérica por la llegada de
reacción al proceso de concentración de la propiedad, la mercaderes italianos.
corrupción administrativa y el aumento de la carga im- Portazgo: peaje de entrada en la puerta de la muralla de una
positiva. ciudad.
Cofradía: asociación laica de hombres y mujeres con fines Regimiento: sistema de estructuras administrativa e insti-
de solidaridad que respetaban unas normas de comporta- tucional de los núcleos urbanos castellanos implantado
miento, obedecían a las autoridades elegidas y cumplían en el reinado de Alfonso XI. Los regidores conformaban
las obligaciones de la misma. una oligarquía gubernativa que muchas veces adquiría
Collación: parroquia en las que se dividía administrativa- carácter hereditario y tenían responsabilidades judiciales,
mente la villa. económicas, financieras, de vigilancia y de orden público.
Común: sector social heterogéneo que conformaba la mayor Veedor: inspector que velaba por el buen funcionamiento
parte de la población urbana, sujeto al pago de impuestos de los oficios artesanos conforme a las ordenanzas mu-
y con escasa presencia en el gobierno concejil. nicipales.
Concejo: órgano de representación política de la comunidad
de una villa o ciudad.
Fuero: normativa jurídica concedida por los monarcas sobre
la organización de la vida concejil con determinados pri-
vilegios y franquezas para atraer población.

[ 158 ]
6

Madrid, territorio medieval


El territorio de la actual Comunidad de Madrid fue poblado por visigodos, musulmanes y cristianos
entre los siglos VI y XV. Las huellas del periodo medieval han persistido en la configuración urbana de algunas locali-
dades, en la toponimia o en el callejero que refleja las actividades económicas de los oficios artesanales. También se
percibe en la institución concejil, la célula de gobierno de las villas y aldeas cristianas. O en el sistema de abastecimien-
to de agua de la ciudad.

A través de los distintos capítulos de este libro, asistiremos a la configuración de las diversas jurisdicciones de su terri-
torio y los conflictos generados. Observaremos el bullicio del mercado o de los talleres artesanales de la villa de Madrid.
Conoceremos los principales edificios religiosos y civiles. Seremos testigos de una montería regia y de una procesión
del Corpus Christi.

¿Cómo se repobló el territorio madrileño tras la conquista de la taifa toledana por el rey Alfonso VI? ¿Qué importancia
tiene el Fuero de Madrid? ¿Cómo vestían las mujeres y los hombres? ¿Cómo cuidaban la higiene corporal? ¿Qué obje-
tos tenía una vivienda medieval? ¿Qué fiestas religiosas y juegos celebraban?

También podría gustarte