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Nutrición y Patologías

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Nutrición y patologías

Una alimentación saludable, variada, equilibrada y suficiente mejora la salud y favorece la


recuperación de algunas patologías. Aunque en algunos casos se requiere de una dieta
específica como en el caso de la diabetes, la hipertensión, la hipercolesterolemia, el
estreñimiento, la colelitiasis, ferropenia, etc.

¿Qué es la alimentación?

Es un acto voluntario que tiene como objetivo nutrir nuestro cuerpo para que funcione
adecuadamente y pueda sobrevivir.

¿Qué es la nutrición?

Es un acto involuntario que realiza nuestro organismo para transformar y asimilar las
sustancias nutritivas que se encuentran en los alimentos que hemos ingerido previamente,
mediante la digestión, la absorción, la utilización y la eliminación de los mismos.

En caso de enfermedad se pueden ver afectados uno o varios de los procesos anteriormente
citados afectando así el estado nutricional de la persona que la padece.

Principales enfermedades relacionadas con la nutrición

La obesidad y el sobrepeso

La obesidad y el sobrepeso son dos de las enfermedades relacionadas con la alimentación más
preocupante debido a su alta incidencia. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud
(OMS), han alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial y, cada año, causan el
fallecimiento de al menos, 2,8 millones de personas en el mundo.

Cuando se ingieren alimentos que aportan más energía de la que se quema mediante el
metabolismo basal y el ejercicio, esta se acumula en exceso dando lugar a un aumento de peso
que puede derivar en obesidad.

Además del desequilibrio entre el consumo de calorías y el gasto de energía, hay otros factores
que influyen en el desarrollo del sobrepeso y la obesidad como el metabolismo basal, la
presencia de trastornos endocrinos y factores genéticos.

El índice de masa corporal (IMC)

El índice de masa corporal (IMC) se obtiene dividiendo el peso en kilogramos entre el cuadrado
de la estatura en metros, de acuerdo con la siguiente fórmula: IMC = peso [kg]/ estatura [m2].

Para la OMS existe sobrepeso cuando el IMC obtenido es igual o superior a 25, y obesidad si es
igual o superior a 30.

Debemos ser conscientes de que antes de llegar a un valor asociado con obesidad, podemos
tomar preventivas cuando la persona tiene sobrepeso, para evitar consecuencias mayores.
Por ello, es fundamental poner todos los esfuerzos en la prevención, ya que una vez se tiene
obesidad el tratamiento es complicado y no siempre exitoso. Las personas que han sido obesas
tienen dificultades para mantener un peso adecuado a largo plazo.

Tanto la prevención como el tratamiento del sobrepeso y la obesidad se fundamentan en dos


pilares: la actividad física moderada y una nutrición apropiada. En estos casos es necesario
trabajar con profesionales que pauten hábitos de alimentación y ejercicio, adecuándolos a las
condiciones físicas y de salud de cada individuo.

La diabetes

La diabetes es una patología que se da cuando los niveles de azúcar o glucosa en sangre están
por encima de lo normal. Si esto ocurre es necesario un tratamiento para evitar que dicha
condición genere lesiones en diversos órganos del cuerpo, como el riñón, los ojos, el corazón o
el sistema nervioso central, o que pueda derivar en enfermedades cardiovasculares o
derrames cerebrales.

La diabetes se clasifica en dos tipos principales:

Tipo 1 o insulina dependiente: a menudo comienza en etapas tempranas de la vida, entre los 8
y los 14 años, de ahí que también se le denomine diabetes juvenil.

Tipo 2 o no insulina dependiente: suele comenzar a una edad más avanzada que la anterior, y
es más común.

Es frecuente observar varios miembros de una familia que padecen diabetes. Esto se debe
principalmente al componente genético y en parte también al hecho de que comparten
patrones de alimentación y hábitos de vida.

La diabetes tipo 1 es una enfermedad con un fuerte componente genético, en la que el propio
organismo destruye las células productoras de insulina del páncreas, motivo por el cual no
puede prevenirse y requiere tratamiento de por vida.

Por otro lado, la diabetes tipo 2 es multifactorial y está fuertemente asociada a malos hábitos
de vida como la obesidad y el sedentarismo, además de tener un componente genético. Con
cambios en el estilo de vida puede observarse mejoría en las personas con este tipo de
diabetes.

Signos que aparecen antes de saber si tienes diabetes

Algunos de los signos y síntomas que pueden aparecen son:

 Aumento de la sed y necesidad de miccionar con frecuencia


 Incremento del hambre con pérdida de peso inexplicable
 Fatiga e irritabilidad
 Visión borrosa
 Infecciones frecuentes en las mucosas y aparición de llagas de cicatrización lenta

Diagnóstico y tratamiento de la diabetes

La diabetes tipo 1 se diagnostica de forma rápida ya que los síntomas aparecen de forma
repentina. Por el contrario, la diabetes tipo 2 muchas veces comienza por una prediabetes que
pasa inadvertida ya que los síntomas no son tan claros y aparecen gradualmente. El
diagnóstico para ambos tipos de diabetes se realiza mediante un análisis de sangre que ponga
de manifiesto los niveles elevados de glucosa.

El tratamiento de la diabetes tipo 1 y de las formas más graves de la tipo 2, generalmente


implica inyecciones periódicas de insulina u otros medicamentos. No debemos olvidar la
importancia de la supervisión médica ya que el tratamiento puede variar en función del estado
de salud general.

Independientemente del tipo de diabetes, las personas que padecen esta enfermedad deberán
prestar especial atención a los hábitos de vida, siguiendo una alimentación sana y sin dejar de
lado la actividad física.

La presión arterial alta o hipertensión

Distinguimos dos tipos de tensión arterial (TA):

Sistólica: presión que ejerce la sangre en los vasos sanguíneos cuando se contrae los
ventrículos del corazón. Popularmente conocida como “la alta”.

Diastólica: presión que ejerce la sangre en los vasos sanguíneos cuando se relajan los
ventrículos del corazón. Popularmente conocida como “la baja”.

La presión arterial no es constante, puesto que varía en función de muchos factores: actividad
o reposo, comidas, nerviosismo, temperatura, etc.

Existe un rango numérico considerado como seguro, que se sitúa en 120 / 80 mm Hg, aunque
puede oscilar en función de la edad y el sexo. Valores por encima de este rango se considera
hipertensión y se asocia con un riesgo de enfermedad coronaria y de accidentes
cerebrovasculares.

Entre los factores que influyen en el desarrollo de la hipertensión encontramos los


psicológicos, la obesidad y ciertos factores genéticos. Además, un elevado consumo de sodio
(sal) también se ha asociado con la hipertensión.

Para tratar la hipertensión hay que reducir el consumo de sal. Si también se padece obesidad
será necesario bajar de peso y evitar la ingesta de alcohol. Si la dieta no mejora la condición,
puede ser necesario un tratamiento farmacológico específico.
El cáncer

Como indica la OMS, el cáncer se encuentra entre las primeras causas de muerte hoy en día y
en muchos casos su incidencia va en aumento. Por este motivo es una de las enfermedades
que más preocupa a la sociedad.

Cada vez más evidente el vínculo de la dieta con la aparición de ciertos tipos de cáncer. Los
países industrializados han sufrido un cambio en los patrones de alimentación, priorizando una
dieta rica en grasas y pobre en fibra, fruta y verdura. En el caso del cáncer colorrectal, su riesgo
aumenta con dietas basadas en ácidos grasos saturados y ricas en carnes rojas, embutidos y
alcohol. Además, la grasa abdominal incrementa el riesgo de sufrir este tipo de cáncer.

Por otro lado, un reciente estudio llevado a cabo por el Instituto de Salud Carlos III y el grupo
GEICAM han relacionado el desarrollo del cáncer de mama con dietas hipercalóricas y la
restricción de calorías como factor protector. También se ha observado que las madres que
amamantan a sus hijos durante más de 12 meses, presentan una reducción del riesgo en
comparación con las que no lo hacen.

En cuanto al cáncer de hígado, el consumo excesivo de alcohol puede causar cirrosis, que está
asociada a su vez con un mayor riesgo de padecer cáncer de hígado.

La importancia del ejercicio para prevenir enfermedades relacionadas con la alimentación

Como hemos explicado en los apartados anteriores la dieta es básica para la prevención de
enfermedades y el fomentar la salud. Sin embargo, no es suficiente. También es necesario
mantener un nivel adecuado de actividad física. Gracias a ella gastamos energía que, de otro
modo, se acumularía en nuestro cuerpo en forma de grasa, pudiendo dar lugar al sobrepeso y
todas las enfermedades asociadas a él.

Influencia de la genética en las enfermedades relacionadas con la alimentación

Nuestra genética nos predispone a ciertas enfermedades (como algunos tipos de cáncer), a
determinados niveles de colesterol, a la obesidad, a algunas lesiones deportivas e, incluso, a la
preferencia por los alimentos dulces, o a picotear entre horas.

La nutrición y la genética son dos ciencias que en el siglo XXI comienzan a trabajar de forma
conjunta y, de este hecho, surgen disciplinas como la nutrigenética y la nutrigenómica, ambas
bajo el paraguas de la genómica nutricional, cuyo objetivo, explicado de forma sencilla, es
comprender cómo influyen los genes de cada individuo en las distintas reacciones que pueden
tener a los alimentos.

La genómica nutricional

El desarrollo de la genómica nutricional ha sido posible gracias a la integración de los


conocimientos del campo de la nutrición y de los derivados de la secuenciación del genoma
humano. Proponer dietas personalizadas se contempla como un factor clave para prevenir y
tratar las enfermedades, ya que en función de sus genes, las personas pueden procesar los
alimentos de manera distinta. Por ejemplo, en el desarrollo de la obesidad intervienen dos
tipos de factores: genéticos y ambientales. Entre los primeros se encuentran las alteraciones
en genes relacionados con esta enfermedad, como los implicados en la lipólisis (movilización
de lípidos permitiendo utilizarlos como energía en los tejidos donde se necesiten), mientras
que en los segundos están la dieta, el ejercicio físico, o hábitos como el tabaquismo.

La jarra del Buen beber

La temporada de calor ya está a la vuelta de la esquina, y es común que durante este periodo
nuestro organismo se encuentre propenso a sufrir malestares a causa de las altas
temperaturas ambientales. Para evitar contratiempos de salud se deben reponer los líquidos
corporales que se pierden a lo largo del día a través del sudor, la orina y la respiración, y una
estrategia que es útil para mantenerse bien hidratado, considerando una buena nutrición, es
conocer la jarra del buen beber.

Esta consiste en una guía que indica las cantidades adecuadas de bebidas que es conveniente
ingerir en la dieta para el correcto desempeño de nuestras funciones metabólicas. La jarra del
buen beber establece que el agua es primordial y ocupa el primer nivel, ya que el ser humano
se compone de dos tercios de este elemento; es por ello que una porción de seis a ocho vasos
entre comidas es suficiente para garantizar la correcta transportación de nutrientes y oxígeno
a las células.

Un consejo para aumentar la fuente de líquidos en la dieta es integrar de manera habitual


alimentos que tienen alto contenido de agua, como sopas y caldos, frutas y verduras. Además,
se debe evitar tomar agua solo cuando se tiene sed; lo recomendable es llevar siempre consigo
una botella de agua y dar pequeños tragos constantemente.

¿Qué hay con los lácteos y el café?

En el segundo nivel se encuentra la leche semidescremada y descremada, así como las bebidas
de soya sin azúcar adicionada, pues son alimentos ricos en proteína y con bajo contenido de
grasa, que pueden disminuir el riesgo de osteoporosis, hipertensión y cáncer de colon. De
estos se debe consumir un máximo de dos vasos por día, debido a que aunque todavía no se
cuenta con suficientes evidencias científicas, existen estudios que indican que su abuso podría
incrementar el riesgo de padecer cáncer de próstata o de ovario.

Una alternativa saludable para beber entre comidas son el té y el café (sin cantidades excesivas
de azúcar, edulcorantes o crema),puesto que sus altos contenidos de polifenoles tienen una
acción antioxidante que fortalece el sistema inmune, previene el envejecimiento, mejora la
memoria y reduce el riesgo de padecer Alzheimer. En el tercer nivel de la jarra del buen beber
se sugiere tomar cuatro tazas de té como límite, debido a que pudiera afectar a personas que
padecen de hipertensión.
Los mitos de los edulcorantes

En el cuarto nivel de la jarra se colocan las bebidas no calóricas con edulcorantes artificiales,
como el aspartamo, sucralosa, acesulfamo K, sacarina y neotamo, que por ser bajos en calorías
pueden resultar de utilidad para conservar un peso adecuado y para mantener niveles de
glucosa moderados, sin embargo, en comparación con el azúcar natural, proporcionan menos
energía al cuerpo, por lo que se establece una porción máxima de dos vasos diarios. Dichos
edulcorantes pueden identificarse porque se enlistan en la información nutrimental que
aparece en el etiquetado de los envases.

Existe la creencia popular de que los jugos elaborados con base en extractos de frutas son un
alimento saludable; no obstante, a pesar de que algunos de ellos están enriquecidos con
vitaminas y minerales, además de fibra que contribuye al buen funcionamiento del sistema
digestivo, la realidad es que estos contienen mucha azúcar añadida. Por lo tanto, medio vaso
de este tipo de bebidas al día es la mejor opción para satisfacer el antojo.

Cuidado con el exceso de azúcares

Otra elección de bebidas saludables con una gran diversidad de sabores son los smoothies y
los licuados caseros, que permiten combinar leche o yogur con diferentes frutas e ingredientes
naturales como avena, germen de trigo, amaranto, chía, nueces, almendras, canela, cocoa,
etcétera; siempre y cuando las cantidades de azúcar o jarabe sean moderadas para evitar
exceder su carga de calorías. De estos se aconseja no rebasar medio vaso diario.

Cuando se trata de integrar alimentos nutritivos que tengan un efecto favorable en nuestro
organismo, debemos descartar el consumo de refrescos. Diversos estudios han comprobado
que carecen de aportaciones benéficas al organismo, y que contrario a esto, incrementan el
riesgo de desarrollar enfermedades como diabetes mellitus tipo 2, enfermedades
cardiovasculares, hipertensión, triglicéridos elevados y síndrome metabólico.

Una porción de 600 ml de refresco contiene más de sesenta gramos de azúcar, lo que rebasa
en un 20% la cantidad máxima tolerable de este ingrediente para un solo día fijada por la
Organización Mundial de la Salud (OMS). Además, su alto contenido de fósforo ocasiona una
menor asimilación de calcio, lo que implica un desgaste de los huesos que pudiera provocar
osteoporosis;lo cual se suma a una larga lista de motivos por los cuales la “jarra del buen
beber” pide evitar su consumo.
Referencias Bibliográficas:

Nutrición y càncer. (s/f). Mutuaterrassa.com. Recuperado el 24 de febrero de 2024, de


https://www.mutuaterrassa.com/blogs/es/endocrinologia/nutricion-cancer

Procuraduría Federal del Consumidor. (s/f). La jarra del buen beber. gob.mx. Recuperado el 24
de febrero de 2024, de https://www.gob.mx/profeco/es/articulos/la-jarra-del-buen-beber?
idiom=es

De Prensa y Colaboradores, O. (2016, abril 15). HIDRATARSE TIENE SU CIENCIA. CONOZCA LA


‘JARRA DEL BUEN BEBER’. Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD).
https://www.ciad.mx/hidratarse-tiene-su-ciencia-conozca-la-jarra-del-buen-beber

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