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La Asamblea General Adopta La Agenda 2030 para El Desarrollo Sostenible

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ODS

La Asamblea General adopta la Agenda 2030 para el Desarrollo


Sostenible
La Asamblea General de la ONU adoptó hoy la Agenda 2030 para el Desarrollo
Sostenible, un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad,
que también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la
justicia.

Los Estados miembros de la Naciones Unidas aprobaron una resolución en la que


reconocen que el mayor desafío del mundo actual es la erradicación de la pobreza
y afirman que sin lograrla no puede haber desarrollo sostenible.

La Agenda plantea 17 Objetivos con 169 metas de carácter integrado e indivisible


que abarcan las esferas económica, social y ambiental.
La nueva estrategia regirá los programas de desarrollo mundiales durante los
próximos 15 años. Al adoptarla, los Estados se comprometieron a movilizar los
medios necesarios para su implementación mediante alianzas centradas
especialmente en las necesidades de los más pobres y vulnerables.

«Estamos resueltos a poner fin a la pobreza y el hambre en todo el mundo de aquí


a 2030, a combatir las desigualdades dentro de los países y entre ellos, a construir
sociedades pacíficas, justas e inclusivas, a proteger los derechos humanos y
promover la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y las
niñas, y a garantizar una protección duradera del planeta y sus recursos
naturales”, señalaron los Estados en la resolución.»
Los 17 Objetivos de la Agenda se elaboraron en más de dos años de consultas
públicas, interacción con la sociedad civil y negociaciones entre los países.

La Agenda implica un compromiso común y universal, no obstante, puesto que


cada país enfrenta retos específicos en su búsqueda del desarrollo sostenible, los
Estados tienen soberanía plena sobre su riqueza, recursos y actividad económica, y
cada uno fijará sus propias metas nacionales, apegándose a los Objetivos de
Desarrollo Sostenible (ODS), dispone el texto aprobado por la Asamblea General.

Además de poner fin a la pobreza en el mundo, los ODS incluyen, entre otros
puntos, erradicar el hambre y lograr la seguridad alimentaria; garantizar una vida
sana y una educación de calidad; lograr la igualdad de género; asegurar el acceso
al agua y la energía; promover el crecimiento económico sostenido; adoptar
medidas urgentes contra el cambio climático; promover la paz y facilitar el acceso
a la justicia.
Objetivo 1: Poner fin a la pobreza en todas
sus formas en todo el mundo

A nivel mundial, el número de personas que viven en situación de extrema pobreza


disminuyó desde un 36 % en 1990 hasta un 10 % en 2015. No obstante, el ritmo al
que se produce este cambio está disminuyendo, y la crisis de la COVID-19 pone en
riesgo décadas de progreso en la lucha contra la pobreza. Una nueva
investigación publicada por el Instituto Mundial de Investigaciones de Economía del
Desarrollo de la Universidad de las Naciones Unidas advierte de que las
consecuencias económicas de la pandemia mundial podrían incrementar la
pobreza en todo el mundo hasta llegar a afectar a 500 millones de personas más, o
lo que es lo mismo, a un 8 % más de la población total mundial. Esta sería la
primera vez que la pobreza aumente en todo el mundo en 30 años, desde 1990.

Más de 700 millones de personas, o el 10 % de la población mundial, aún vive en


situación de extrema pobreza a día de hoy, con dificultades para satisfacer las
necesidades más básicas, como la salud, la educación y el acceso a agua y
saneamiento, por nombrar algunas. La mayoría de las personas que viven con
menos de 1,90 dólares al día viven en el África subsahariana. En todo el mundo,
los índices de pobreza en las áreas rurales son del 17,2 %; más del triple de los
mismos índices para las áreas urbanas.

Para los que trabajan, su puesto de trabajo no les garantiza una vida digna. De
hecho, el 8 % de los trabajadores de todo el mundo, y sus familias, vivían en
situación de extrema pobreza en 2018. Uno de cada cinco niños vive en situación
de extrema pobreza. Garantizar la protección social de todos los niños y otros
grupos vulnerables resulta crucial para reducir la pobreza.

Objetivo 2: Poner fin al hambre, LOGRAR LA SEGURIDAD


ALIMENTARIA, LA MEJORA DE LA NUTRICION Y PROMOVER
LA AGRICULTURA SOSTENIBLE.

Tras décadas de una disminución constante, el número de personas que padecen


hambre (medido por la prevalencia de desnutrición) comenzó a aumentar
lentamente de nuevo en 2015. Las estimaciones actuales indican que cerca de 690
millones de personas en el mundo padecen hambre, es decir, el 8,9 por ciento de
la población mundial, lo que supone un aumento de unos 10 millones de personas
en un año y de unos 60 millones en cinco años.

El mundo no está bien encaminado para alcanzar el objetivo de hambre cero para
2030. Si continúan las tendencias recientes, el número de personas afectadas por
el hambre superará los 840 millones de personas para 2030.

Según el Programa Mundial de Alimentos, alrededor de 135 millones de personas


padecen hambre severa , debido principalmente a los conflictos causados por los
seres humanos, el cambio climático y las recesiones económicas. La pandemia de
COVID-19 podría duplicar ahora esa cifra y sumar unos 130 millones de personas
más que estarían en riesgo de padecer hambre severa a finales de 2020.

Con más de 250 millones de personas que podrían encontrarse al borde de la


hambruna , es necesario actuar rápidamente para proporcionar alimentos y
ayuda humanitaria a las regiones que corren más riesgos.
Al mismo tiempo, es necesario llevar a cabo un cambio profundo en el sistema
agroalimentario mundial si queremos alimentar a más de 820 millones de personas
que padecen hambre y a los 2000 millones de personas más que vivirán en el
mundo en 2050. El aumento de la productividad agrícola y la producción
alimentaria sostenible son cruciales para ayudar a aliviar los riesgos del hambre.

Objetivo 3: Garantizar una vida sana y


promover el bienestar para todos en todas
las edades

Garantizar una vida sana y promover el bienestar en todas las edades es esencial
para el desarrollo sostenible.

Actualmente, el mundo se enfrenta a una crisis sanitaria mundial sin precedentes;


la COVID-19 está propagando el sufrimiento humano, desestabilizando la economía
mundial y cambiando drásticamente las vidas de miles de millones de personas en
todo el mundo.

Antes de la pandemia, se consiguieron grandes avances en la mejora de la salud


de millones de personas. En concreto, estos grandes avances se alcanzaron al
aumentar la esperanza de vida y reducir algunas de las causas de muerte comunes
asociadas con la mortalidad infantil y materna. Sin embargo, se necesitan más
esfuerzos para erradicar por completo una gran variedad de enfermedades y
abordar un gran número de problemas de salud, tanto constantes como
emergentes. A través de una financiación más eficiente de los sistemas sanitarios,
un mayor saneamiento e higiene, y un mayor acceso al personal médico, se
podrán conseguir avances significativos a la hora de ayudar a salvar las vidas de
millones de personas.

Las emergencias sanitarias, como la derivada de la COVID-19, suponen un riesgo


mundial y han demostrado que la preparación es vital. El Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo señaló las grandes diferencias relativas a las capacidades
de los países para lidiar con la crisis de la COVID-19 y recuperarse de ella. La
pandemia constituye un punto de inflexión en lo referente a la preparación para las
emergencias sanitarias y la inversión en servicios públicos vitales del siglo XXI.

Objetivo 4: Garantizar una educación


inclusiva, equitativa y de calidad y
promover oportunidades de aprendizaje
durante toda la vida para todos

La educación permite la movilidad socioeconómica ascendente y es clave para salir


de la pobreza. Durante la última década, se consiguieron grandes avances a la
hora de ampliar el acceso a la educación y las tasas de matriculación en las
escuelas en todos los niveles, especialmente para las niñas. No obstante, alrededor
de 260 millones de niños aún estaban fuera de la escuela en 2018; cerca de una
quinta parte de la población mundial de ese grupo de edad. Además, más de la
mitad de todos los niños y adolescentes de todo el mundo no están alcanzando los
estándares mínimos de competencia en lectura y matemáticas.

En 2020, a medida que la pandemia de la COVID-19 se propagaba por todo el


planeta, la mayor parte de los países anunciaron el cierre temporal de las escuelas,
lo que afectó a más del 91 % de los estudiantes en todo el mundo. En abril de
2020, cerca de 1600 millones de niños y jóvenes estaban fuera de la escuela .
Igualmente, cerca de 369 millones de niños que dependen de los comedores
escolares tuvieron que buscar otras fuentes de nutrición diaria.

Nunca antes habían estado tantos niños fuera de la escuela al mismo tiempo, lo
que altera su aprendizaje y cambia drásticamente sus vidas, especialmente las de
los niños más vulnerables y marginados. La pandemia mundial tiene graves
consecuencias que pueden poner en peligro los avances que tanto costaron
conseguir a la hora de mejorar la educación a nivel mundial.
Objetivo 5: Lograr la igualdad entre los
géneros y empoderar a todas las mujeres y
las niñas

La igualdad de género no solo es un derecho humano fundamental, sino que es


uno de los fundamentos esenciales para construir un mundo pacífico, próspero y
sostenible.

Se han conseguido algunos avances durante las últimas décadas: más niñas están
escolarizadas, y se obliga a menos niñas al matrimonio precoz; hay más mujeres
con cargos en parlamentos y en posiciones de liderazgo, y las leyes se están
reformando para fomentar la igualdad de género.

A pesar de estos logros, todavía existen muchas dificultades: las leyes y las
normas sociales discriminatorias continúan siendo generalizadas, las mujeres
siguen estando infrarrepresentadas a todos los niveles de liderazgo político, y 1 de
cada 5 mujeres y niñas de entre 15 y 49 años afirma haber sufrido violencia sexual
o física a manos de una pareja íntima en un período de 12 meses.

Los efectos de la pandemia de la COVID-19 podrían revertir los escasos logros que
se han alcanzado en materia de igualdad de género y derechos de las mujeres. El
brote de coronavirus agrava las desigualdades existentes para las mujeres y niñas
a nivel mundial; desde la salud y la economía, hasta la seguridad y la protección
social.

Las mujeres desempeñan un papel desproporcionado en la respuesta al virus,


incluso como trabajadoras sanitarias en primera línea y como cuidadoras en el
hogar. El trabajo de cuidados no remunerado de las mujeres ha aumentado de
manera significativa como consecuencia del cierre de las escuelas y el aumento de
las necesidades de los ancianos. Las mujeres también se ven más afectadas por
los efectos económicos de la COVID-19, ya que trabajan, de manera
desproporcionada, en mercados laborales inseguros. Cerca del 60 % de las
mujeres trabaja en la economía informal, lo que las expone aún más a caer en la
pobreza.
La pandemia también ha conducido a un fuerte aumento de la violencia contra las
mujeres y las niñas. Con las medidas de confinamiento en vigor, muchas mujeres
se encuentran atrapadas en casa con sus abusadores, con dificultades para
acceder a servicios que están padeciendo recortes y restricciones. Los nuevos
datos muestran que, desde el brote de la pandemia, la violencia contra las mujeres
y las niñas (y, especialmente, la violencia doméstica) se ha intensificado.

Objetivo 6: Garantizar la disponibilidad


de agua y su gestión sostenible y el
saneamiento para todos

Si bien se ha conseguido progresar de manera sustancial a la hora de ampliar el


acceso a agua potable y saneamiento, existen miles de millones de personas
(principalmente en áreas rurales) que aún carecen de estos servicios básicos. En
todo el mundo, una de cada tres personas no tiene acceso a agua potable
salubre, dos de cada cinco personas no disponen de una instalación básica
destinada a lavarse las manos con agua y jabón, y más de 673 millones de
personas aún defecan al aire libre.

La pandemia de la COVID-19 ha puesto de manifiesto la importancia vital del


saneamiento, la higiene y un acceso adecuado a agua limpia para prevenir y
contener las enfermedades. La higiene de manos salva vidas. De acuerdo con la
Organización Mundial de la Salud, el lavado de manos es una de las acciones más
efectivas que se pueden llevar a cabo para reducir la propagación de patógenos y
prevenir infecciones, incluido el virus de la COVID-19. Aun así, hay miles de
millones de personas que carecen de acceso a agua salubre y saneamiento, y los
fondos son insuficientes.

Objetivo 7: Garantizar el acceso a una


energía asequible, segura, sostenible y
moderna
El mundo está avanzando hacia la consecución del Objetivo 7 con indicios
alentadores de que la energía se está volviendo más sostenible y ampliamente
disponible. El acceso a la electricidad en los países más pobres ha comenzado a
acelerarse, la eficiencia energética continúa mejorando y la energía renovable está
logrando resultados excelentes en el sector eléctrico.

A pesar de ello, es necesario prestar una mayor atención a las mejoras para el
acceso a combustibles de cocina limpios y seguros, y a tecnologías para
3000 millones de personas, para expandir el uso de la energía renovable más allá
del sector eléctrico e incrementar la electrificación en el África subsahariana.

El informe de progreso en materia de energía proporciona un registro mundial del


progreso relativo al acceso a la energía, la eficiencia energética y la energía
renovable. Evalúa el progreso conseguido por cada país en estos tres pilares y
ofrece una panorámica del camino que nos queda por recorrer para conseguir las
metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030.

Objetivo 8: Promover el crecimiento


económico inclusivo y sostenible, el empleo
y el trabajo decente para todos

Un crecimiento económico inclusivo y sostenido puede impulsar el progreso, crear


empleos decentes para todos y mejorar los estándares de vida.

La COVID-19 ha alterado miles de millones de vidas y ha puesto en peligro la


economía mundial. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé una recesión
mundial tan mala o peor que la de 2009. A medida que se intensifica la pérdida de
empleo, la Organización Internacional del Trabajo estima que cerca de la mitad de
todos los trabajadores a nivel mundial se encuentra en riesgo de perder sus
medios de subsistencia.

Incluso antes del brote de la COVID-19, era probable que uno de cada cinco países
(en donde habitan miles de millones de personas que viven en situación de
pobreza) vieran sus ingresos per cápita estancarse o reducirse en 2020. A día de
hoy, las perturbaciones económicas y financieras derivadas de la COVID-19 (como
las alteraciones en la producción industrial, la caída de los precios de los productos
básicos, la volatilidad del mercado financiero y el aumento de la inseguridad) están
desbaratando el ya de por sí tibio crecimiento económico y empeorando los riesgos
acentuados de otros factores.

Objetivo 9: Construir infraestructuras


resilientes, promover la industrialización
sostenible y fomentar la innovación

La industrialización inclusiva y sostenible, junto con la innovación y la


infraestructura, pueden dar rienda suelta a las fuerzas económicas dinámicas y
competitivas que generan el empleo y los ingresos. Estas desempeñan un papel
clave a la hora de introducir y promover nuevas tecnologías, facilitar el comercio
internacional y permitir el uso eficiente de los recursos.

Sin embargo, todavía queda un largo camino que recorrer para que el mundo
pueda aprovechar al máximo este potencial. En especial, los países menos
desarrollados necesitan acelerar el desarrollo de sus sectores manufactureros si
desean conseguir la meta de 2030 y aumentar la inversión en investigación e
innovación científicas.

El crecimiento del sector manufacturero a nivel mundial ha ido disminuyendo


constantemente, incluso antes del brote de la pandemia de la COVID-19. La
pandemia está afectando gravemente a las industrias manufactureras y está
provocando alteraciones en las cadenas de valor mundiales y en el suministro de
productos.

La innovación y el progreso tecnológico son claves para descubrir soluciones


duraderas para los desafíos económicos y medioambientales, como el aumento de
la eficiencia energética y de recursos. A nivel mundial, la inversión en investigación
y desarrollo (I+D), como porcentaje del PIB, aumentó de un 1,5 % en el 2000 a un
1,7 % en el 2015, y continuó casi en el mismo nivel en el 2017. Sin embargo, en
las regiones en desarrollo fue inferior al 1 %.

En términos de infraestructura de comunicaciones, más de la mitad de la población


mundial está ahora conectada y casi toda la población global vive en un área con
cobertura de red móvil. Se estima que, en 2019, el 96,5 % de la población tenía
cobertura de red, como mínimo, 2G.

Objetivo 10: Reducir la desigualdad en y


entre los países

Reducir las desigualdades y garantizar que nadie se queda atrás forma parte
integral de la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

La desigualdad dentro de los países y entre estos es un continuo motivo de


preocupación. A pesar de la existencia de algunos indicios positivos hacia la
reducción de la desigualdad en algunas dimensiones, como la reducción de la
desigualdad de ingresos en algunos países y el estatus comercial preferente que
beneficia a los países de bajos ingresos, la desigualdad aún continúa.

La COVID-19 ha intensificado las desigualdades existentes y ha afectado más que


nadie a los pobres y las comunidades más vulnerables. Ha sacado a la luz las
desigualdades económicas y las frágiles redes de seguridad social que hacen que
las comunidades vulnerables tengan que sufrir las consecuencias de la crisis. Al
mismo tiempo, las desigualdades sociales, políticas y económicas han amplificado
los efectos de la pandemia.
En el frente económico, la pandemia de la COVID-19 ha aumentado
significativamente el desempleo mundial y ha recortado drásticamente los
ingresos de los trabajadores.

La COVID-19 también pone en riesgo los escasos avances que se han


conseguido en materia de igualdad de género y derechos de las mujeres durante
las últimas décadas. Prácticamente en todos los ámbitos, desde la salud hasta la
economía, desde la seguridad hasta la protección social, los efectos de la COVID-
19 han agravado la situación de las mujeres y las niñas simplemente como
consecuencia de su sexo.

Las desigualdades también están aumentando para las poblaciones vulnerables en


países con sistemas sanitarios más deficientes y en países que se enfrentan a
crisis humanitarias existentes. Los refugiados y los migrantes, así como los pueblos
indígenas, los ancianos, las personas con discapacidad y los niños se encuentran
especialmente en riesgo de ser excluidos. Además, el discurso de odio dirigido a
los grupos vulnerables está en aumento.

Objetivo 11: Lograr que las ciudades sean


más inclusivas, seguras, resilientes y
sostenibles

El mundo cada vez está más urbanizado. Desde 2007, más de la mitad de la
población mundial ha estado viviendo en ciudades, y se espera que dicha cantidad
aumente hasta el 60 % para 2030.

Las ciudades y las áreas metropolitanas son centros neurálgicos del crecimiento
económico, ya que contribuyen al 60 % aproximadamente del PIB mundial. Sin
embargo, también representan alrededor del 70 % de las emisiones de carbono
mundiales y más del 60 % del uso de recursos.

La rápida urbanización está dando como resultado un número creciente de


habitantes en barrios pobres, infraestructuras y servicios inadecuados y
sobrecargados (como la recogida de residuos y los sistemas de agua y
saneamiento, carreteras y transporte), lo cual está empeorando la contaminación
del aire y el crecimiento urbano incontrolado.

El impacto de la COVID-19 será más devastador en las zonas urbanas pobres y


densamente pobladas, especialmente para el mil millón de personas que vive en
asentamientos informales y en barrios marginales en todo el mundo, donde el
hacinamiento también dificulta cumplir con las medidas recomendadas, como el
distanciamiento social y el autoaislamiento.

El organismo de las Naciones Unidas para los alimentos, la FAO, advirtió de que el
hambre y las muertes podrían aumentar de manera significativa en las zonas
urbanas que no cuentan con medidas para garantizar que los residentes pobres y
vulnerables tengan acceso a alimentos.

Objetivo 12: Garantizar modalidades de


consumo y producción sostenibles

El consumo y la producción mundiales (fuerzas impulsoras de la economía


mundial) dependen del uso del medio ambiente natural y de los recursos de una
manera que continúa teniendo efectos destructivos sobre el planeta.

El progreso económico y social conseguido durante el último siglo ha estado


acompañado de una degradación medioambiental que está poniendo en peligro los
mismos sistemas de los que depende nuestro desarrollo futuro (y ciertamente,
nuestra supervivencia).

Estos son algunos hechos y cifras:

 Cada año, se estima que un tercio de toda la comida producida (el


equivalente a 1300 millones de toneladas con un valor cercano al billón
de dólares) acaba pudriéndose en los cubos de basura de los
consumidores y minoristas, o estropeándose debido a un transporte y
unas prácticas de recolección deficientes.
 Si todo el mundo cambiase sus bombillas por unas energéticamente
eficientes, se ahorrarían 120 000 millones de dólares estadounidenses al
año.
 En caso de que la población mundial alcance los 9600 millones de
personas en 2050, se podría necesitar el equivalente a casi tres planetas
para proporcionar los recursos naturales necesarios para mantener los
estilos de vida actuales.

La pandemia de la COVID-19 ofrece a los países la oportunidad de elaborar planes


de recuperación que reviertan las tendencias actuales y cambien nuestros
patrones de consumo y producción hacia un futuro más sostenible.

El consumo y la producción sostenibles consisten en hacer más y mejor con


menos. También se trata de desvincular el crecimiento económico de la
degradación medioambiental, aumentar la eficiencia de recursos y promover
estilos de vida sostenibles.

El consumo y la producción sostenibles también pueden contribuir de manera


sustancial a la mitigación de la pobreza y a la transición hacia economías verdes y
con bajas emisiones de carbono.

Objetivo 13: Adoptar medidas urgentes


para combatir el cambio climático y sus
efectos

El 2019 fue el segundo año más caluroso de todos los tiempos y marcó el final de
la década más calurosa (2010-2019) que se haya registrado jamás.

Los niveles de dióxido de carbono (CO2) y de otros gases de efecto invernadero en


la atmósfera aumentaron hasta niveles récord en 2019.

El cambio climático está afectando a todos los países de todos los continentes.
Está alterando las economías nacionales y afectando a distintas vidas. Los
sistemas meteorológicos están cambiando, los niveles del mar están subiendo y
los fenómenos meteorológicos son cada vez más extremos.
A pesar de que se estima que las emisiones de gases de efecto invernadero caigan
alrededor de un 6 % en 2020 debido a las restricciones de movimiento y las
recesiones económicas derivadas de la pandemia de la COVID-19, esta mejora es
solo temporal. El cambio climático no se va a pausar. Una vez que la economía
mundial comience a recuperarse de la pandemia, se espera que las emisiones
vuelvan a niveles mayores.

Es necesario tomar medidas urgentes para abordar tanto la pandemia como la


emergencia climática con el fin de salvar vidas y medios de subsistencia.

El Acuerdo de París, aprobado en 2015, aspira a reforzar la respuesta mundial a la


amenaza del cambio climático manteniendo el aumento global de la temperatura
durante este siglo muy por debajo de 2 grados Celsius con respecto a los niveles
preindustriales. El acuerdo también aspira a reforzar la capacidad de los países
para lidiar con los efectos del cambio climático mediante flujos financieros
apropiados, un nuevo marco tecnológico y un marco de desarrollo de la capacidad
mejorado.

Objetivo 14: Conservar y utilizar


sosteniblemente los océanos, los mares y
los recursos marinos

El océano impulsa los sistemas mundiales que hacen de la Tierra un lugar


habitable para el ser humano. Nuestra lluvia, el agua potable, el tiempo, el clima,
los litorales, gran parte de nuestra comida e incluso el oxígeno del aire que
respiramos los proporciona y regula el mar.

Una gestión cuidadosa de este recurso mundial esencial es una característica clave
de un futuro sostenible. No obstante, en la actualidad, existe un deterioro continuo
de las aguas costeras debido a la contaminación y a la acidificación de los océanos
que está teniendo un efecto adverso sobre el funcionamiento de los ecosistemas y
la biodiversidad. Asimismo, también está teniendo un impacto perjudicial sobre las
pesquerías de pequeña escala.
Proteger nuestros océanos debe seguir siendo una prioridad. La biodiversidad
marina es vital para la salud de las personas y de nuestro planeta. Las áreas
marinas protegidas se deben gestionar de manera efectiva, al igual que sus
recursos, y se deben poner en marcha reglamentos que reduzcan la sobrepesca, la
contaminación marina y la acidificación de los océanos.

Objetivo 15: Gestionar sosteniblemente los


bosques, luchar contra la desertificación,
detener e invertir la degradación de las
tierras, detener la pérdida de
biodiversidad

El brote de la COVID-19 resalta la necesidad de abordar las amenazas a las que se


enfrentan las especies silvestres y los ecosistemas.

En 2016, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA)


alertó de que un aumento mundial de las epidemias zoonóticas era motivo de
preocupación. En concreto, señaló que el 75 % de todas las enfermedades
infecciosas nuevas en humanos son zoonóticas y que dichas enfermedades están
estrechamente relacionadas con la salud de los ecosistemas.

«Con la COVID-19, el planeta ha enviado su mayor alerta hasta la fecha indicando


que la humanidad debe cambiar», ha explicado la Directora Ejecutiva del PNUMA,
Inger Andersen.

En Trabajar con el medio ambiente para proteger a las personas, el PNUMA detalla
cómo «reconstruir mejor», mediante una base científica más sólida, políticas que
contribuyan a un planeta más sano y más inversiones verdes.

La respuesta del PNUMA se ocupa de cuatro áreas:


1. Ayudar a las naciones a gestionar los desechos médicos de la
COVID-19.
2. Producir un cambio transformativo para la naturaleza y las
personas.
3. Trabajar para garantizar que los paquetes de recuperación
económica creen resiliencia para crisis futuras.
4. Modernizar la gobernanza ambiental a nivel mundial.

Para prevenir, detener y revertir la degradación de los ecosistemas de todo el


mundo, las Naciones Unidas han declarado la Década para la Restauración de los
Ecosistemas (2021-2030). Esta respuesta coordinada a nivel mundial ante la
pérdida y degradación de los hábitats se centrará en desarrollar la voluntad y la
capacidad políticas para restaurar la relación de los seres humanos con la
naturaleza. Asimismo, se trata de una respuesta directa al aviso de la ciencia, tal y
como se expresa en el Informe especial sobre cambio climático y tierra del Grupo
Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, a las decisiones
adoptadas por todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas en las
convenciones de Río sobre cambio climático y biodiversidad y a la Convención de
las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación.

Se sigue trabajando en un nuevo y ambicioso Marco mundial de diversidad


biológica posterior a 2020.

Mientras el mundo responde a la actual pandemia y se recupera de ella, necesitará


un plan sólido destinado a la protección de la naturaleza, de manera que la
naturaleza pueda proteger a la humanidad.

Objetivo 16: Promover sociedades justas,


pacíficas e inclusivas

Los conflictos, la inseguridad, las instituciones débiles y el acceso limitado a la


justicia continúan suponiendo una grave amenaza para el desarrollo sostenible.
El número de personas que huyen de las guerras, las persecuciones y los conflictos
superó los 70 millones en 2018, la cifra más alta registrada por la Oficina del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en casi 70 años.

En 2019, las Naciones Unidas registraron 357 asesinatos y 30 desapariciones


forzadas de defensores de los derechos humanos, periodistas y sindicalistas en
47 países.

Por otro lado, los nacimientos de alrededor de uno de cada cuatro niños en todo el
mundo con menos de 5 años nunca se registran de manera oficial, lo que les priva
de una prueba de identidad legal, que es crucial para la protección de sus
derechos y para el acceso a la justicia y a los servicios sociales.

Objetivo 17: Revitalizar la Alianza


Mundial para el Desarrollo Sostenible

Los ODS solo se pueden conseguir con asociaciones mundiales sólidas y


cooperación.

Para que un programa de desarrollo se cumpla satisfactoriamente, es necesario


establecer asociaciones inclusivas (a nivel mundial, regional, nacional y local)
sobre principios y valores, así como sobre una visión y unos objetivos compartidos
que se centren primero en las personas y el planeta.

Muchos países requieren asistencia oficial para el desarrollo con el fin de fomentar
el crecimiento y el comercio. Aun así, los niveles de ayuda están disminuyendo y
los países donantes no han respetado su compromiso de aumentar la financiación
para el desarrollo.

Debido a la pandemia de la COVID-19, se espera que la economía mundial se


contraiga fuertemente, en un 3 %, en 2020, lo que constituiría su peor recesión
desde la Gran Depresión.
Ahora más que nunca es necesaria una sólida cooperación internacional con el fin
de garantizar que los países que poseen los medios para recuperarse de la
pandemia reconstruyan mejor y consigan los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Objetivo 11: Lograr que las ciudades sean más


inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles
El mundo cada vez está más urbanizado. Desde 2007, más de la mitad de la
población mundial ha estado viviendo en ciudades, y se espera que dicha cantidad
aumente hasta el 60 % para 2030.

Las ciudades y las áreas metropolitanas son centros neurálgicos del crecimiento
económico, ya que contribuyen al 60 % aproximadamente del PIB mundial. Sin
embargo, también representan alrededor del 70 % de las emisiones de carbono
mundiales y más del 60 % del uso de recursos.

El organismo de las Naciones Unidas para los alimentos, la FAO, advirtió de que el
hambre y las muertes podrían aumentar de manera significativa en las zonas
urbanas que no cuentan con medidas para garantizar que los residentes pobres y
vulnerables tengan acceso a alimentos.

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