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II Informe de Lectura 2020. Estudiante Carlos Guédez

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SEMINARIO REFORMADO LATINOAMERICANO

INFORME DE LECTURA 2

CARLOS ENRIQUE GUÉDEZ HERNÁNDEZ

HERMENÉUTICA BÍBLICA

BARQUISIMETO, 05 DE AGOSTO DE 2020


INFORME DE LECTURA 2

1. Datos Bibliográficos
Título: La Hermenéutica.
Capítulos: Primera Parte: 4 y Segunda Parte: 22
Páginas: 156
Autor: M. S. Terry
Editorial: No se indica.
Ciudad: Uruguay
Año de Publicación: 1924. Es un resumen de la obra en inglés.

2. Bosquejo del contenido

 PRIMERA PARTE:

CAPÍTULO 1: Cualidades del Intérprete


CAPITULO 2: Métodos de Interpretación
CAPITULO 3: La Hermenéutica En General
CAPITULO 4: El Punto De Vista Histórico

 SEGUNDA PARTE:

CAPITULO 1: Hermenéuticas Especiales


CAPITULO 2: La Poesía Hebrea
CAPITULO 3: Lenguaje Figurado
CAPITULO 4: Símiles y Metáforas
CAPITULO 5: Interpretación De Parábolas
CAPITULO 6: Interpretación de Alegorías
CAPITULO 7: Los Proverbios y La Poesía Gnómica
CAPITULO 8: Interpretación de tipos
CAPITULO 9: Interpretación de Símbolos
CAPÍTULO 10: Acciones Simbólico-Típicos
CAPITULO 11: Sueños y Éxtasis Proféticos
CAPITULO 12: La Profecía Y Su Interpretación
CAPITULO 13: Profecías Mesiánicas
CAPITULO 14: Apocalípticos Del Antiguo Testamento
CAPITULO 15: El Apocalipsis de Juan
CAPITULO 16: Ningún Doble Sentido En La Profecía
CAPITULO 17: Citas Bíblicas En La Biblia
CAPITULO 18: El Falso Y El Verdadero Acomodamiento
CAPITULO 19: Acerca De Las Discrepancias Bíblicas
CAPITULO 20: Armonía Y Diversidad En Los Evangelios
CAPITULO 21: Progresos En Doctrina Y Analogía De La Fe
CAPITULO 22: Empleo Doctrinal y Práctico de las Escrituras

3. Resumen

En primer lugar, el intérprete de las Escrituras debe poseer una mente sana y bien
equilibrada; ésta es condición indispensable, pues la dificultad de comprensión, el
raciocinio defectuoso y la extravagancia de la imaginación, son cosas que pervierten el
raciocinio y conducen a ideas vanas y necias.

La Biblia viene a nosotros en la forma del lenguaje humano, apela a nuestra razón y
juicio; invita a la investigación y condena una incredulidad ciega. Debe ser interpretada
como cualquier otro volumen, mediante una rígida aplicación de las mismas leyes del
lenguaje y el mismo análisis gramatical.

Pero es conveniente que el expositor de la Palabra de Dios cuide de que todos sus
principios y sus procedimientos de raciocinio sean sanos y tengan consistencia propia.
No debe colocarse sobre premisas falsas. Debe abstenerse de dilemas que acarrean
confusión. Sobre todo, debe evitar el precipitarse a establecer conclusiones faltas del
debido apoyo. El intérprete también debe ser capaz de exponer a otros, en forma vívida
y clara, lo que él entiende.

El intérprete debe tener un deseo sincero de alcanzar el conocimiento de la verdad y de


aceptarla cordialmente una vez alcanzada. El amor de la verdad debiera ser ferviente y
ardiente, de modo que engendre en el alma entusiasmo por la Palabra de Dios.
Finalmente, el expositor de la Biblia necesita gozar de una comunión viva con el
Espíritu Santo.

La historia de la exposición bíblica nos muestra los diversos métodos que han
prevalecido en varios períodos. Las antiguas exposiciones judaicas del Antiguo
Testamento exhiben numerosos métodos absurdos de interpretación entre otros.

El método alegórico de interpretación obtuvo prominencia, desde temprano, entre los


judíos de Alejandría. A menudo se trataron las narraciones bíblicas como los mitos
griegos. No extrae el significado legítimo del lenguaje del autor sino que introduce en él
la fantasía del intérprete. En bastante estrecha alianza con la Interpretación Alegórica
hallamos a la Mística, según la cual deben buscarse múltiples profundidades y matices
de significado en cada palabra de la Biblia.

Clemente de Alejandría sostenía que las leyes de Moisés contienen un cuádruplo


significado, el natural, el místico, el moral y el profético. Orígenes sostenía que como la
naturaleza humana consiste en cuerpo, alma y espíritu, así también las Escrituras tienen
un correspondiente triple sentido: el corporal o literal, el psíquico o moral y el espíritu,
al que él, más tarde distingue como alegórico, tropológico y anagógico.

Algo semejante al místico es el modo de exposición Pietista, según el cual el intérprete


pretende ser guiado por "una luz interna". Las reglas de la gramática y el significado y
el uso común se abandonan, sosteniéndose que la Luz interna del Espíritu es el
Revelador permanente e infalible.
Un método de exposición es la Teoría del Acomodamiento. Según ella, las enseñanzas
bíblicas acerca de los milagros, el sacrificio vicario y expiatorio, la resurrección, el
juicio eterno y la existencia de ángeles y demonios, deben considerarse como
acomodamientos a las ideas supersticiosas, las preocupaciones y la ignorancia de la
época. De esta manera se hacía a un lado todo lo sobrenatural.

Aunque sea de paso, debemos mencionar lo que generalmente se llama la Interpretación


Moral, y que debe su origen al célebre filósofo Kant. La prominencia que da a la razón
pura y al idealismo mantenido en su sistema metafísico, conducen, naturalmente, a la
práctica de hacer inclinar las Escrituras a las exigencias preconcebidas de la razón. De
aquí que cuando del sentido literal e histórico de un pasaje no pueda extraerse ninguna
lección moral provechosa que se recomiende a la razón práctica, estamos en libertad de
hacerla a un lado y de dar a las palabras un significado compatible con la religión de la
razón. Rechaza toda agencia sobrenatural en los asuntos humanos y explica los milagros
de Jesús ora coma actos de bondad, ora como demostraciones de pericia médica, o como
ilustraciones de sagacidad y tacto personales.

El Método Naturalista de interpretación fue seguido por el Mítico. La idea de Dios y del
absoluto no brota milagrosamente ni se revela en el individuo, sino que se desarrolla en
la conciencia de la humanidad. La idea mesiánica se desarrolló gradualmente en las
expectativas y anhelos de la Nación Judía y en la época en que Jesús apareció ella
estaba alcanzando su completa madurez.
El Cristo de los evangelios fue la creación mítica de la Iglesia primitiva. Unos
adoradores entusiastas revistieron la memoria de aquel hombre, Jesús, con todo lo que
pudiera engrandecer su nombre y su carácter como el Mesías del mundo.

Distinguiéndose de todos los métodos de interpretación mencionados podemos


referirnos el Histórico-Gramático como el método que más se recomienda al criterio y a
la conciencia de los estudiantes cristianos. Su principio fundamental consiste en
conseguir de las Escrituras mismas el significado preciso que los escritores quisieron
dar aplicando el mismo proceso gramatical y el mismo proceso de sentido común y de
razón que aplicamos a otros libros. A estos principios generales se les designa con el
nombre de Hermenéutica General.

Un principio fundamental de la exposición histórico gramatical es que las palabras o


sentencias no pueden tener más que un solo significado en una misma conexión.

Un buen canon de interpretación, debe tomar muy en consideración la persona y las


circunstancias del autor, la época y el sitio en qué escribió y la ocasión y los motivos
que le movieron a escribir. Y no debemos omitir el hacer investigaciones análogas
acerca del carácter, condiciones e historia de aquellos para quienes se escribió el libro
que estudiamos y de aquellos a quienes el libro menciona.

La Biblia abarca una gran diversidad de literatura y la mayor parte de ella exige
hermenéutica especial en su interpretación. Es parte notable del oficio de la
Hermenéutica Especial enseñar la distinción entre el pensamiento esencial de un escritor
y la forma con que está revestido. Una parte tan grande de la Biblia está formada por
poesía y profecía y contiene tanto ejemplos de parábola, alegoría, tipo y símbolo, que es
muy propio, al tratar de la ciencia de interpretación bíblica, consagrar mayor espacio a
la Hermenéutica Especial que a la General.

El aspecto distintivo de la poesía hebrea consiste en el paralelismo de miembros. Esto


constituiría una forma muy natural para sentencias tan cortas y vívidas como son las que
caracterizan a la sintaxis hebrea. Las formas más comunes y regulares del paralelismo
hebreo las clasifica Lowth bajo tres divisiones generales, que denomina: Sinónima (las
diferentes líneas o miembros presentan el mismo pensamiento con ligeras alteraciones
en la forma de expresión), Antitética (contraste u oposición de pensamiento presentado
en las diferentes sentencias.) y la Sintética que es una forma de construcción, en la que
una palabra no responde a otra ni una sentencia a otra sentencia, como equivalentes u
opuestas; pero hay una correspondencia e igualdad entre diferentes proposiciones con
respecto a la forma y giro de toda la sentencia y de las partes constructivas.
Aquellas partes de las Santas Escrituras escritas en lenguaje figurado exigen especial
cuidado para su interpretación. Cuando se emplea una palabra en otro sentido que el que
originariamente le pertenece o aplicándola a algún objeto diferente de aquél en que se la
usa comúnmente, se la designa con el nombre de tropo. Las metáforas, alegorías,
parábolas, metonimias, la personificación, el apóstrofe, la ironía y símbolos son formas
divinamente escogidas para presentar los oráculos de Dios y no debemos suponer que su
significado sea tan vago e incierto que se haga imposible el describirlo.

Entre las formas figuradas del lenguaje bíblico la parábola ocupa un sitio preeminente.
La parábola, una vez entendida, revela e ilustra los misterios del reino de los cielos. El
intento general de la parábola, como de todo lenguaje figurado, es el de embellecer y
presentar las ideas y las enseñanzas morales en forma atractiva e impresionante.

Los principios hermenéuticos que debieran guiarnos para entender todas las parábolas
son, principalmente: 1) determinar la ocasión histórica y el propósito de la parábola; 2)
hacer un análisis muy cuidadoso del asunto de que trata y observar la naturaleza y
propiedades de las cosas empleadas como imágenes en la similitud; y 3) interpretar las
varias partes con estricta referencia al objeto y designio general del conjunto, de manera
que se conserve una armonía de proporciones, se mantenga la unidad de todas las partes
y se haga prominente la verdad central.

La alegoría generalmente se define como una metáfora extendida. La alegoría contiene


dentro de sí misma su interpretación y la cosa significada está identificada con la
imagen. Debemos, ante todo, determinar el pensamiento principal envuelto en la figura
y luego interpretar los puntos menores con constante referencia a dicho punto.

Los proverbios, propiamente dichos, son declaraciones breves y enérgicas mediante las
cuales se expresa en forma memorable algún consejo sabio, lección moral o experiencia
sugestiva. A causa de su agudeza y su forma y fuerza sentenciosa, frecuentemente se les
denomina gnómicos es decir aforismos. Hay Proverbios que al principio parecen
contradictorios y que nos obligan a detenernos para estudiar y ver si el lenguaje es
literal o figurado. Donde faltan otros auxilios hay que apelar de manera especial al
sentido común y al sano juicio para guardarnos contra la interpretación de todos los
proverbios como proposiciones universales.

Los tipos y símbolos no son figuras de lenguaje. Son figuras de pensamiento en las que,
por medio de objetos materiales, se ofrecen a la mente vívidos conceptos espirituales. El
símbolo difiere del tipo en ser un signo sugestivo más bien que una imagen de aquello
que está destinado a representar. La interpretación de un tipo nos obliga a mostrar
alguna analogía formal entre dos personas, objetos o acontecimientos; la de un símbolo
nos obliga, más bien, a señalar las cualidades particulares, marcas, aspectos o señales
mediante los cuales un objeto, real o ideal, indica e ilustra a otro.

Aparte de estas distinciones formales entre tipos y símbolos, existe la diferencia más
radical y fundamental de que, en tanto que un símbolo puede representar una cosa, sea
éste presente, pasada o futura, el tipo, esencialmente, prefigura algo en el futuro. Es una
persona, institución, oficio, acción o acontecimiento, mediante el cual se predijo, bajo
las disposiciones del A. Testamento, alguna verdad del Evangelio. Cualquier cosa así
prefigurada se llama anti-tipo. Por otra parte, el símbolo no tiene en sí mismo referencia
esencial al tiempo. Su objeto es más bien el de representar algún carácter, oficio o
cualidad.

Los principios hermenéuticos para usarse en la interpretación de tipos, son


esencialmente los mismos que los empleados para la interpretación de parábolas y
alegorías. Sin embargo, en vista de la naturaleza y el propósito especial de los tipos
bíblicos hay que ser cuidadosos en la aplicación de los siguientes principios: 1) Ante
todo debe descubrirse claramente el verdadero punto de semejanza entre el tipo y el
antitipo y con igual esmero debe evitarse toda analogía rebuscada y recóndita. 2) Notar,
los puntos de diferencia y de contraste entre el tipo y el antitipo y 3) Los tipos del A.
Testamento no son susceptibles de completa interpretación sino a la luz del Evangelio.
Aceptamos lo siguiente como tres principios fundamentales del simbolismo: (1) Los
nombres de los símbolos han de entenderse literalmente; (2) el símbolo siempre denota
algo distinto de sí mismo y (3) alguna semejanza, más o menos minuciosa, puede
descubrirse entre el símbolo y lo que simboliza. Por consiguiente, la gran preocupación
del intérprete de símbolos debe ser: ¿Qué probables puntos de parecido existen entre
este signo y la cosa que se quiere que represente?

Una interpretación acabada de las porciones proféticas de las Escrituras Santas depende
grandemente del dominio de los principios y leyes del lenguaje figurado y del de tipos y
símbolos. También requiere algún conocimiento de la naturaleza de las visiones, éxtasis
y ensueños. De acuerdo con las Escrituras, el profetizar no significa, primariamente, una
predicción de acontecimientos futuros. La palabra hebrea nebi significa uno que habla
bajo la presión del fervor divino; y debe considerarse al profeta, especialmente, como
portador de un mensaje divino y que obra como porta-voz del Topoderoso.

La profecía mesiánica tiene por su magno objeto el glorioso reinado de Dios entre los
hombres, el consiguiente derrocamiento del mal y la exaltación y bienaventuranza de un
pueblo que le obedece y ama la justicia. La profecía mesiánica debe estudiarse bajo sus
dos aspectos, el divino y el humano. Contemplada como parte del propósito y plan
divinos de redención, aparece en el curso de la historia sagrada como una serie
progresiva de revelaciones especiales, desarrollándose gradualmente en más y más
claridad a medida que transcurren los siglos.

"Apocalíptico" es un término teológico de origen moderno en cuanto a su oficio de


designar una clase de escritos proféticos referentes a juicios inminentes o, por lo menos,
futuros, y a la gloria final del reino mesiánico. El gran tema de todas estas Escrituras es
el santo reino de Dios en su conflicto con las potencias impías y perseguidoras del
mundo -conflicto en el cual está asegurado el triunfo final de la justicia.

Ninguna parte de la Biblia ha sido objeto de tanta controversia y tan variadas


interpretaciones como el Apocalipsis de Juan. Sin embargo, los principales sistemas de
exposición pueden reducirse a tres: Preterista (la mayor parte de la profecía se cumplió
con la caída de Jerusalén y de la Roma pagana.), Continuo-histórica (la mayor parte de
estas profecías se hallan cumplidas en la historia del Imperio Romano y de la Europa
moderna.), y Futurista (se refiere especialmente a acontecimientos que aún están por
producirse y que deben cumplirse literalmente al final del mundo).

En otro orden de ideas, a1 comparar Escritura con Escritura y rastrear los pasajes
paralelos y análogos de los varios escritores sagrados, el intérprete continuamente
tropieza con citas, más o menos exactas que un escritor hace de otros. Las variantes
verbales de muchas de estas citas, las fórmulas y métodos para citar y las ilustraciones
que suministran de los propósitos y maneras de las Santas Escrituras, son todos asuntos
de gran importancia para el exegeta bíblico.

La teoría del Acomodamiento consiste en que por cuanto los escritores del Nuevo
Testamento se apropian de muchos pasajes del A. T. para usarlos como ilustración o por
vía de aplicación especial, muchos han sostenido que todas las citas traídas del Antiguo
Testamento, aun las profecías mesiánicas, han sido aplicadas en el Nuevo Testamento
en un sentido que difiere, más o menos ampliamente, de su significado original.
Semejante teoría debe ser repudiada por todo exegeta sobrio y reflexivo. Con ello se
enseña, virtualmente, que Cristo propagaba falsedades y acusaría a cada escritor del N.
T. de una especie de ilusión, dolo mental y religioso.

Al comparar las Escrituras del Antiguo y el Nuevo Testamento, así como al examinar
las declaraciones de los diversos escritores de uno y otro Testamento, a veces atrae la
atención del lector alguna declaración que parece hallarse en pugna con otras que
existen en otros libros o pasajes. Una atenta consideración a la posición que ocupa el
escritor u orador, la ocasión, objeto y plan de su libro o discurso, junto con un análisis
crítico de los detalles, generalmente demostrarán que no existe contradicción real.

Cada uno de los cuatro evangelios nos presenta un retrato al natural del Señor Jesús y se
propone decirnos lo que dijo e hizo. Pero aunque narran muchas cosas en común, estos
cuatro testigos difieren mucho entre sí. Un estudio inteligente y provechoso de los
evangelios, requiere que se preste especial atención a tres cosas: 1) Su origen; 2) el plan
claro y el propósito de cada evangelio; y 3) las características notables de los varios
evangelios.

El intérprete de la Biblia no debe olvidar jamás que la Biblia, tal cual hoy la poseemos,
es el producto lento y gradual de muchos siglos de revelación divina. Para interpretar
bien las Escrituras y emplearlas eficazmente es necesario prestar considerable atención
a este carácter progresivo de las revelaciones divinas. La analogía de la fe es un auxilio
en la exposición de las Escrituras. Denota aquella armonía general de doctrina
fundamental que corre a través de toda la Biblia. Presume que la Biblia se interpreta a sí
misma y que lo que es oscuro en un pasaje puede ser iluminado por otro. Los textos
obscuros han de interpretarse a la luz de los claros, sencillos y positivos. Exhibe la
unidad interna y la armonía de toda la Revelación divina.

Estos varios usos de los sagrados registros pueden distinguirse como doctrinales y
prácticos. El instructor cristiano apela a ellos como a expresiones autorizadas de la
verdad divina y desarrolla sus lecciones como declaraciones teóricas y prácticas de lo
que su divino Autor quiere que los hombres crean. No puede haber aplicación correcta
ni apropiación provechosa a nuestras propias almas de una lección bíblica mientras no
nos demos clara cuenta de su significado y referencia original. Por consiguiente, en el
discurso homilético el predicador está obligado a fundar sus aplicaciones de las
verdades y lecciones de la Palabra Divina sobre una comprensión correcta del
significado de las palabras que pretende explicar y encarecer.

4. Evaluación

Aunque este libro es un resumen de la obra original, constituye un excelente


material sobre la hermenéutica bíblica. La información tal cual como está mostrada no
es visualmente agradable pues aparecen párrafos muy largos y los ejemplos se
presentan aglomerados y no bien separados y enumerados con lo cual se dificulta la
lectura. Pero al enfocarnos en el contenido del libro encontramos una valiosa
información sobre la teoría de la interpretación.

El autor se adentra en el tema de una manera clara empezando por un punto muy
lógico: la mente del intérprete que se apresta a leer la Biblia debe estar sana, esto es en
el uso apropiado de sus facultades mentales que permita una comprensión correcta del
texto. Esto en contraste a una mente que razone defectuosamente, con falacias que
lleven a conclusiones interpretativas erróneas de lo leído. Al poseer estas competencias
intelectuales, el libro indica al mismo tiempo que el intérprete necesita sumar un criterio
sano y sobrio a su bagaje para poder analizar, examinar y comparar. Con esto- y en un
mismo hilo de pensamiento- nos hace comprender que la Biblia como cualquier otro
libro hace uso del lenguaje y por tanto la interpretación amerita nuestras cualidades
mentales ejercitadas mediante el idioma, sus leyes y análisis gramatical. Con esto ya nos
está introduciendo en la Hermenéutica general que desarrollará mas adelante pero que
desde ya hace una conexión importante.

Una acotación importante que hace el autor es que el intérprete debe ser capaz de
exponer a otros lo que entiende de una manera verídica y hacerse entender para ello.
Este planteamiento debe considerarse un axioma en el caso del estudio bíblico pues se
interpreta para llevar la verdad a otros pero esta tiene que afectar al intérprete en primer
lugar. Con esto entramos en las cualidades espirituales creando una base cardinal para
entrar con buen pie en el terreno de la hermenéutica. El corazón que interpreta ha de
buscar con amor la verdad de la Escritura que genera entusiasmo por ella. Al decir esto,
se da por hecho una comunión viva con el Espíritu Santo que hace posible el pleno
conocimiento de Cristo que lleva a otros conocimientos que guarda la Escritura entre
ellos las riquezas de la gloria de su herencia entre los santos y el poder de Dios que obra
en su creación.

Una vez establecida la base cardinal mencionada arriba, el autor empieza a


desarrollar la teoría de la hermenéutica haciendo un recorrido histórico para mostrarnos
cómo han ido apareciendo distintas formas de interpretación hasta alcanzar la categoría
de métodos: iniciando con el método alegórico y pasando por los métodos naturalista y
racionalistas llega hasta el Histórico-gramatical el cual hay que distinguir de todos los
demás pues se trata un método que busca proporcionar el significado preciso del texto
usando el mismo proceso que se aplica a otros libros en cuanto a razón y sentido común.

En esta dirección establece un punto muy concreto y es que las palabras solo tienen
un significado lo cual es muy importante de tener en cuenta a la hora de enfrentarnos al
texto bíblico pues la tendencia es dar varios significados. Sumado a este aspecto nos
hace considerar que conocer al autor del libro, el contexto histórico de los lectores
originales y su situación personal, socioeconómica y espiritual son muy valiosos a la
hora de interpretar el texto. Con el sincero objetivo de ser lo mas preciso en la
interpretación nos llama a ponernos en los zapatos de aquellos lectores para no perder
ningún detalle en lo posible. Este énfasis como otros que menciona, hace de este libro
un texto importante para guiarse en la tarea de la interpretación pues es común caer en
realizar esta tarea de manera rutinaria, quedándonos muy acá sin percibir cómo vivieron
los primeros lectores el haber escuchado la Palabra de Dios.

El autor es profuso en detalles de origen de los hechos, representantes, y postulados


teóricos de los métodos al mismo tiempo que ofrece ejemplos y con esto hace muy
entendible sus explicaciones. En esto logra captar el interés. Esta característica la va a
mantener a lo largo del todo el libro permitiendo que podamos captar muy bien el
asunto que explica. Asimismo no pasa por alto mostrar falsos postulados, posiciones
contrarias y efectos distorsionantes que han aparecido en la historia de la hermenéutica.
Al hacer esto, nos está dando un cuadro completo que nos permite argumentar y
defender la hermenéutica bíblica contra los enemigos de la Biblia.

En la segunda parte del libro, se desarrolla las hermenéuticas especiales donde se


aclara que la Biblia requiere de una hermenéutica concreta pues a pesar de que es un
libro como los demás, también es cierto que difiere de todos. Para esta tarea, el autor
muestra una vez mas que está muy bien documentado pues es extenso en la explicación
y ejemplos que ofrece. El nivel con que aborda la hermenéutica es técnico, no se trata de
una introducción al tema sino que trabaja sobre presupuestos teóricos que el lector ya
debe manejar en cuanto a teóricos de esta rama. Pero al mismo tiempo no hace del tema
algo complicado sino que con los ejemplos se hacen claros sus argumentos.

El libro apunta a profundizar mas en la hermenéutica especial porque la Biblia


contiene mas de un tipo de literatura. El autor nos lleva a considerar y estar de acuerdo
en que un escritor bíblico pudo escribir de una manera muy diferente a la esencia del
pensamiento que tenía en ese momento. Su pensamiento quedó reflejado en alguna de
las de las figuras literarias o tipos de literatura como la poesía y la profecía que
ameritan de un preciso estudio para dar con una correcta interpretación.

Ante lo anteriormente mencionado, el autor aborda todas las formas en que se


presenta el texto bíblico: poesía, lenguaje figurado, símiles y metáforas, parábolas,
alegorías, proverbios, tipos, símbolos, acciones simbólicas, sueños y éxtasis, profecías,
la apocalipsis. Al tratar cada forma literaria logra determinar lo que es verdad y realidad
de lo que es figurado pero también de lo que es mentira, suposición, prejuicio,
imaginación, y distorsión. Se hace uso de ejemplos para ilustrar también cómo aplicar
la teoría de la interpretación a un texto bíblico. Y al hacer esto demuestra que su
posición es bíblica, que se habla lo que la biblia dice, una vez se interpreta siguiendo un
método límpido, imparcial, sin forzamientos ni manipulaciones del texto bíblico.

El autor cierra el libro considerando otros temas como no dar doble sentido a la
profecía, las citas bíblicas en la misma Biblia, discrepancias bíblicas, armonía y
diversidad en los evangelios, el progreso en doctrina y analogía de la fe, y termina con
el empleo doctrinal y práctico de las Escrituras. De esta manera trata otros aspectos muy
importantes que hay que tener en cuenta a la hora de hacer hermenéutica, ya que se
trata de no perder de vista la unidad de la Biblia y cómo la revelación es progresiva.
Finalmente nos recuerda que hacer interpretación bíblica implica llevarnos a ser
prácticos al vivirla pues el alma se alimenta del consuelo y verdades del evangelio. Esa
es la aplicación de la Palabra de Dios sobre el corazón que ha interpretado con acierto y
guía del Espíritu Santo.

En definitiva, estoy de acuerdo con el contenido del libro, en primer lugar porque es
bíblico, muestra las falacias y errores de un ejercicio interpretativo deficiente y
distorsionante y al mismo tiempo ofrece un método concreto como lo es el Histórico
gramatical para hacer verdadera hermenéutica que se concentra en buscar la verdad del
texto bíblico al tratar con la biblia misma en conexión con el Espíritu Santo. También
estoy de acuerdo con el libro porque ofrece explicaciones sólidas y muchos ejemplos
claros sobre la hermenéutica bíblica. No trata de convencer por vías sentimentales,
dando recetas, huyendo de los argumentos y asi por el estilo. Y por último me ha
gustado también porque no pierde de vista que la tarea de interpretación es un asunto
del Espíritu Santo, de la fe, de vidas transformadas, de la búsqueda de Dios y no de
aumentar en erudición y reconocimientos personales.

5. Aplicación Personal

Esta segunda lectura me ha afectado de una manera positiva en el sentido de que he


visto la importancia que el intérprete debe dar a sus cualidades naturales y por tanto he
de cuidarlas. Estas se minimizan muchas veces frente a las espirituales como si Dios las
diera solo para la educación y trabajo y las espirituales para la Escritura. Ahora veo que
esto es una dicotomía no bíblica. Las cualidades naturales son muy importantes porque
Dios nos dotó con ellas para darle la gloria en todas las áreas de nuestra vida. Entonces
hay que cultivarlas y hacernos conscientes de ellas. Al mismo tiempo las cualidades
espirituales son vitales porque es lo que le da sentido a buscar el texto bíblico para
interpretarlo. Esto es: el Espíritu Santo guiándonos a toda verdad, llenándonos de sed de
la Palabra, convirtiéndonos en unos apasionados con amor por la Escritura para
alimentarnos y nutrir a otros. Esta visión de la hermenéutica me ayuda a no
concentrarme solo en la tarea de la interpretación pues descuido estos detalles esenciales
que le dan sentido a esta tarea.

El libro por otra parte profundiza en cómo aplicar la teoría de la interpretación,


ofrece conceptos claros y explica qué errores hay que evitar una vez que muestra las
diferentes posiciones erróneas de otros. Con esto puedo mejorar mis esfuerzos en hacer
una interpretación válida a la luz de la biblia. Debo decir que hasta el momento no le
había sacado el jugo a un texto bíblico. Pensaba que lo investigado era suficiente para
dar una interpretación aceptable. Ahora veo que siempre falta mas y ya cada vez mas
voy sabiendo cómo hacerlo con mas acierto.

Esta lectura me refuerza la lectura realizada anteriormente sobre el mismo tema. No


hay contradicción en los principios tratados sino que afirma que el método propicio es el
histórico-gramatical que puedo concluir que es el que busca dar la gloria a Dios pues
busca solamente decir lo que el texto bíblico dice.

Al mismo tiempo puedo observar que asi como hay hermenéuticas que atacan a la
bíblica; asi también han surgido en la misma iglesia tendencias interpretativas
incorrectas. Me impresiona que así como hombres temerosos de Dios querían hacer una
buena interpretación y cayeron en errores, yo también pueda caer. Es lamentable que
haya fallas en mi exposición de la escritura pero al mismo tiempo es consolador tener
estos materiales para ser guiado hacia lograr una interpretación correcta de la Escritura.

En cuanto a las diferentes formas literarias que presenta la Biblia, este libro me
ayuda porque aparecen todas las formas y muestra cómo enfrentarse a ellas. La
tendencia es no entrar en algunos textos, caer en alegorías, no saber cómo explicar los
paralelismos de la poesía hebrea, tratar el lenguaje figurado bíblico como lo aplicamos
hoy en día entre otros. Con esta tendencia no hay seguridad a la hora de exponer la
Palabra de Dios, se pierde en dar todo el contenido de la Biblia y se pierde en ofrecer
interpretación de calidad. Ahora puedo enfrentar los diferentes textos, dándoles a cada
uno su lugar, su método y extraer los tesoros que guarda la Escritura.

A esto hay que agregar que se suele dar el mismo tratamiento a toda la Biblia y llega
un momento que ya “como se sabe todo” que hay que centrarse en las aplicaciones. Pero
a la luz de este libro alcanzo a ver que es falso, que siempre hay algo que extraer, que
siempre hay algo que ver y que solo así se logra llegar a aplicaciones mas consistentes.

En otro orden de ideas el libro trata otros aspectos que ameritan una sabia respuesta
como lo son las interpretaciones proféticas, cómo tratar con las citas bíblicas en la
misma Biblia, las aparentes “discrepancias bíblicas”, el siempre tema de la armonía y
diversidad en los evangelios, no ver el progreso en doctrina y analogía de la fe, cuál es
el punto de vista (no solo el exegético) de la hermenéutica sobre empleo doctrinal y
práctico de las Escrituras. Fue muy agradable ver el tratamiento de estos temas en un
texto enfocado en la hermenéutica. Sin pretender agotar el tema (aunque el traductor
recomienda buscar la obra en inglés que amplía estos puntos) el autor nos habla
sucintamente de estas cosas y me ayuda porque da claves hermenéuticas que pueden
guiarme en esos asuntos tan controvertidos.

A pesar de que la información aparece abultada en el texto, por lo menos se gana en


la profusión de explicaciones y ejemplos. De tal manera que no hay discrepancias
bíblicas sino aspectos de la lengua del texto, de la traducción, de la cultura, de la
intención del autor que el neófito no tiene en cuenta. Asimismo ocurre con la armonía
de los evangelios donde hay que tener en cuenta su punto de vista y a quienes
escribieron y por qué.

La obra me devuelve al punto de no perder de vista el uso y aplicación del estudio


hermenéutico. Que se trata de hacer un empleo doctrinal y práctico de la Biblia en la
vida del creyente. Me ha dejado reflexionando porque es mucho lo que se explica (y sin
hermenéutica menos vale de algo las explicaciones) y poco lo que se llama a aplicar en
la vida. Con ello lo que se hace es multiplicar cristianos que ni escudriñan (porque ya se
conocen las historias bíblicas) ni saben cómo usar esas verdades en sus vidas.

Este libro me llama a hacer una verdadera examinación de las Escrituras, y ayudar a
que los creyentes hagan uso de su “razón y su criterio en el estudio de las Escrituras”
aun cuando ciertamente el autor aclara que hay pasajes difíciles de entender, que tal vez
nunca se descifren (es válido porque nuestra mente es finita) o tal vez no sean para
nuestro tiempo el saberlas (es válido por la revelación progresiva o Dios no decidió
revelarlas porque con lo que ha revelado es suficiente para nuestra paz y salvación).
Pero el quid de todo estudio bíblico que ahora emprenda (gracias a la dirección de este
libro) es que sus conclusiones provengan de la aplicación de los principios correctos de
hermenéutica que luego lleven a la edificación espiritual de los hermanos una vez que se
ha comprendido correctamente el texto y al escritor sagrado.

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