Alejandra Pizarnik SElENE
Alejandra Pizarnik SElENE
Alejandra Pizarnik SElENE
exactitud racional, eran piezas sin énfasis a veces incluso sin forma como anotaciones y
alusiones de un diario personal, ventanas metafóricas, espacios para la reflexión.
Pizarnik estuvo muy influenciada en su lirismo por Antonio Porchia, los simbolistas franceses,
en especial Rimbaud y Mallarmé. Sin embargo, en parte de su obra suele destacarse el espíritu
romántico y las tendencias surrealistas que marcaron su trabajo poético.
Alejandra Pizarnik fue una de las voces más singulares e importantes de la poesía argentina y
de la poesía contemporánea en general. Además, una de las voces más representativas de la
generación del 60. Es considerada como una de las poetas que marco las posteriores
generaciones de ese país, además de abrir una puerta para las nuevas generaciones de mujeres
poetas. Fue portadora además de un itinerario poético muy vinculado a su tragedia personal
según afirman algunos críticos que han estudiado su obra.
Desde el punto de vista formal la escritura de Pizarnik es libre, transgresora, y escueta. Ella no
guarda fidelidad con la métrica clásica, más bien se podría decir que viola los parámetros
establecidos por los poetas de su generación. Sus versos, casi siempre sostenidos en espacios
en blancos, prosa poética y poesía en prosa se entrecruzan para dar lugar a una voz personal e
íntima ajena a cualquier tipo de formalidad. En su estructura se mezclan la realidad
autobiográfica de sus sentimientos de expresión onírica, de sus palabras y de sus adjetivos
sorprendentemente contradictorios, y repeticiones. Su vocabulario está también cargado de
señales recurrentes, palabras como cansancio, mar, infancia, luz, sangre, pájaro, ser, tiempo y
espejo. Utiliza como metáforas el suicidio, viaje, irse.
Respeto a los temas explorados por Pizarnik es posible detectar tres: los dobles, la perdida de
la infancia y la muerte. El tema de los dobles, del otro yo, es recurrente en la literatura de la
segunda mitad del siglo XX y es una constante en la poética de la autora.
“El árbol de Diana” nos remite a la diosa de la mitología, la cazadora, según algunas
tradiciones. Ella, es hija de Démeter (diosa de la fertilidad), a quien presentan muchas veces
con una gran belleza y desnuda. Diana, tenía habilidad como cazadora y se mantuvo
eternamente virgen y joven por lo que siempre fue un emblema de las doncellas jóvenes. Ella
nunca conoció la dependencia hacia los hombres y andaba siempre armada con un arco, con el
que cazaba y perseguía a sus víctimas. Era muy propicia a la cólera y extremamente vengativa.
Se ha identificado a la diosa Diana, con la luna errante corriendo por las montañas y también
con la libertad. Además, se le ha reconocido como la diosa de los humildes, los plebeyos, o el
sector popular.
El mito de la diosa Diana puede inscribirse en este álbum de Pizarnik. Puede verse reflejado en
las voces fragmentadas y las metáforas que pueblan algunos de sus poemas como también en
pequeños fragmentos que muchas veces se identifican con esa “ella” que remite la voz poética.
Quizás la voz poética trata de alegorizar el mito de Diana o como bien expresa Juan Gerpí,
“Pizarnik acude a la mitología para buscar fragmentos poetizables.”. Más bien pienso, que
Pizarnik en su trayectoria poética, se identifica con la figura de Diana por ser esta una diosa
rebelde, fuerte, a veces, un tanto irreverente a los principios que gobiernan el mundo poético
como veremos en su poemario “El árbol de Diana”.
La poética de Alejandra Pizarnik se distingue por una variedad de temas que se repiten a lo
largo de su vida tales como: el amor, la infancia, la naturaleza fuerte, el lenguaje, el silencio, así
como las distintas maneras que utiliza la voz poética para tratar el yo enunciativo. Es decir, la
manera en que ella se auto refiere en el texto poético. Por otro lado, distingue en su trabajo,
una diferencia de tonos y sobre todo el uso del color.
Iniciamos con el análisis del poema 17 de “El Álbum de Diana” en el que podemos observar
desde su entrada al plano fónico, que en el poema no existe la rima entre un verso y otro. Se
trata de un poema que más bien se acerca a una prosa poética, en el que se dan cita una serie
de metáfora que describen al yo poético que habla. Es en ese espacio en el que la voz poética,
“ella”, “la hermosa” “se canta y se cuenta” y se encanta”: “Nido de hilos rígidos” donde me
danzo y me lloro en mis numerosos funerales”. Ella es su espejo incendiado, su espera en las
hogueras frías, su elemento místico, su “fornicación de nombres”” creciendo solo en la noche
pálida”. Aquí vemos el juego de palabras, la enumeración de adjetivos: incendiado, frías, pálida.
Pizarnik juega con las palabras, con los opuestos, “me danzo y me lloro,” “hogueras frías”.
La prosa en este poema, nos permite acercarnos a un análisis a nivel semántico y fónico y a
través de el mismo, entender con más claridad las preocupaciones de la voz lírica percibibles
en estos versos. Como vemos el primer sintagma ya explica el tema “Días en que una palabra
lejana se apodera de mi”. Se le imprime poder a una palabra distante, que ejerce dominio
sobre el hablante. El sujeto de enunciación, un yo que habla. En el segundo sintagma “Voy por
esos días sonámbula y transparente. La voz pone el énfasis en la consecuencia de esa llegada
de la palabra, que la lleva a la descripción de un estado anímico que implicaría estar alejada de
la realidad (sonámbula, media dormida) pero a la vez nos muestra que está abierta a otras
situaciones, y lo vemos en el adjetivo “transparente”, apuntando con esta visión que connota
con lo fantasmal de otro mundo, como algo que difiere de la realidad del sentido común de lo
cotidiano.
La voz poética toma distancia de sí misma, para proyectarse en su doble, o en la otra, que será
“ella”, “contándose y cantándose”, “encantándose con casos y cosas”.
Notamos, que aquí el ritmo se mantiene igual y que hay equivalencia entre los niveles fónico y
semántica. El autómata se ve reforzada en los acentos que recaen siempre en un fonema que
empieza con el sonido k. Casos, cosas, encantándose, contándose, cantándose. Por otro lado
encontramos en el poema una serie de oposiciones que se mantendrá como una constante en
la poética de Pizarnik. “me danzo y me lloro”, es un juego de oposiciones que nos lleva a
meditar sobre el sujeto que habla. “Ella”, su persona en la fase pronominal del poema, será
cada vez más compleja y veremos que el yo cambia constantemente sin autodefinirse. La voz
poética en este poema juega con los tres pronombres para autodefinirse o explicarse. Ella es su
espejo incendiado su espera en hogueras frías/ su elemento mítico.
Por otro lado, el espejo con su connotación de frialdad esta incendiado. Es el doble reflejado en
el símbolo del espejo, la otra cara, sus diferentes mascaras. Por otro lado, “su espera en
hogueras frías”, “su lado mítico”. Así mismo aparecen en el poema figuras contrarias
sinestesias; calor y frialdad, fragmento de palabras, collage de imágenes que a veces suele ser
difícil descifrar en el poema. Sin embargo, podemos percibir por los elementos simbólicos en
este poema. Se trata, de un poema erótico con una carga lúdica muy marcada desde el inicio
del mismo. La palabra ajena se apodera de la voz poética y lo observamos cuando la voz
poética nos remite ese momento en que “ella va sonámbula como dormida” como si fuera un
fantasma, “ella danza y llora sus funerales”, “sus distintas muertes”, que se constituyen en el
tema recurrente de la poética de Pizarnik. Ella es su espejo incendiado. que sería a la
metáfora de la manifestación de pasión, erotismo de ese yo que se proyecta al espejo.
Ese ser que espera en las “hogueras frías”, y que vemos reflejado en el poema como algo que
está aparentemente apagado, que ha llorado en los funerales antes mencionados. Esa misma
“ella” que se proyecta en el espejo queda desdoblada en una variedad de nombres que crecen
solos en la noche pálida y que podría remitirnos a la muerte, a la noche de luna en que se dan
cita los enamorados entre las sombras de la noche misteriosa.
Todo el poema desemboca al final en la enumeración de las características de ese yo. “la
hermosa autómata”, “la que se cuenta cosas”, la que habla consigo misma a través un conjunto
de voces que fluyen de esa conciencia poética, que se entrecruzan en un diálogo polifónico
desembocando al final, en una noche pálida, que podría relacionarse con la muerte o como
una luz tenue, en el momento en el que se encuentran los amantes.
Por otro lado, sabemos que la voz poética matiza sus versos de elementos surrealistas y esto lo
vemos constantemente en la variedad de adjetivos destructores: palabras mutiladas, lilas
rompiéndose, paredes que tiemblan, rostros doblados, pájaros petrificados, lila caliente
En el poema número 6, la voz poética nos habla de esa otra que se desdobla en una tercera
persona, “ella”. la que se desnuda en el paraíso”. En un segundo verso que parece ser parte del
primero verso y parece truncado, “de su memoria” la voz poética nos pone a reflexionar en el
porqué de esta fragmentación. Creemos que la voz se vale de este juego para dejarnos sentir
que ese paraíso al que alude en el primer verso está en el consciente de esa: - “ella”, la
memoria donde están guardados los recuerdos y las historias de un pasado o de ese presente
inconcluso.
En el tercer verso, nos dice que ella desconoce el feroz destino por lo que nos habla de un
futuro por llegar en el que la voz poética distanciada nos asegura que en el devenir de esa
“ella”, el destino será feroz, terrible no muy placentero como en el primer verso. En el cuarto
verso nos dice que ese destino también se encuentra sumergido en el interior de la mente de
esa ella. Luego nos dirá en el próximo verso que esa ella tiene miedo de no saber nombrar y se
nos deja en suspenso para luego dejarnos saber que ese algo no existe. Es un verso
ambivalente, lo que no existe. Podemos ver en estos versos un fluir de emociones, conflictos
y temores de la voz que se desdobla a algo, que finalmente solo está en su mente porque no es
real.
Un acercamiento al texto desde la perspectiva teórica de Jakobson nos permitirá ver la manera
como se articula este poema. En primer lugar, notamos que entre los versos existe un
paralelismo en el plano temporal de los verbos que se mencionan en el poema. Ella se
desnuda, ella desconoce, ella tiene miedo. En cada uno de estos verbos hay envuelto una
acción que indica movimiento en un presente. Se desnuda que puede ser un acto en que ese
yo lírico, se libera en un lugar paradisíaco, hermoso, donde no existen los juicios, donde todo es
aceptado porque no existe el pecado, donde no existe el dolor, si lo fuéramos a entender
desde una perspectiva bíblica. Ella desconoce, es inocente, y ella tiene un sentimiento de
temor al no saber nombrar algo que no existe. Todos estos, son verbos en presente pero en el
tercer verso el verbo, está atado a una metáfora “feroz destino” que nos remite a un futuro
que la voz no conoce. Un futuro que no es como ese paraíso en el que ella esta viviendo en los
primeros versos. Por otro lado, en el poema se da la enumeración sucesiva, la fragmentación
y en el final del poema vemos como la voz poética, rompe con el orden lógico de las cosas y
termina en un “lo que no existe.”
Según Jakobson una de las características útiles de la metáfora es que le permite al poeta
establecer un juicio de valores en el poema. En este poema Pizarnik nos presenta en primer
lugar el paraíso como la metáfora de un lugar ideal, hermoso, donde no existen juicios y el
individuo vivirá o vivió en libertad y en paz. el sujeto de este poema vive esto solo en su
conciencia interior.
Por otro lado, la metáfora “feroz destino” yo lo relaciono con un futuro no muy halagador más
bien perturbador de esa “ella”, lleno de inquietudes que nos remite a pensamientos que
preocupan al yo poético. Finalmente, todo estas visiones y esta desnudez que ocurren en la
memoria de esa “ella”, que se nos narra, finaliza con la manifestación de emociones de temor,
de incapacidad , de no saber nombrar algo que esta simplemente sucediendo en ese
subconsciente, algo que no existe en la realidad externa.
Alejandra Pizarnik es una poeta que nos invita a pasear por el interior de sus otros Yo, sus otros
dobles que caminan con ella a lo largo de su poética. Ellos recorren los versos de sus poemas y
se desdoblan según la experiencia que la poeta proyecte en los versos de cada poema. El
poemario El árbol de Diana, es un viaje profundo en el que la voz poética refleja sus tantas
“ellas “, manifestándonos sus miedos, sus emociones, sus confidencias y la fortaleza de esta
gran poeta que lamentablemente murió muy joven.
Por otro lado el espejo es un elemento recurrente que ya antes había sido utilizado como
símbolo en la poesía surrealista y que Pizarnik retoma en muchos de sus poemarios de manera
repetitiva, como si el espejo le sirviera para destacar ese otro lado de ella, ese mismo ella que
tanto se repite en sus versos.
En los silencios de esos espacios en blancos entre un poema y otro y la fragmentación del
poema, también parece existir una relación. Respecto a esto pienso, que en esta etapa de la
vida de la poeta, ello puede estar vinculado a sus estados de ánimo, a su deterioro
psicológico. Esos silencios que expresan tanto de su propia persona, como sus miedos infantiles
reflejado en esa niña que transita por muchos de sus poemas.