PFB 1 - Tsoknyi R. - Bodhichitta
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Tsoknyi Rinpoche
Abre tu corazón, abre tu mente. Despertar al poder del amor
Editorial Sirio S.A. España, 2012
Fragmento: “Bodhichitta”
Sobre el autor
Nacido en 1966 de una familia tibetana de tulkus, Tsoknyi Rinpoche es hijo de Tulku
Ugyen, hermano de Yongey Mingyur Rinpoche y otros tulkus. Su renacimiento es
reconocido como un sostenedor del linaje Kagyu y Nyingma. Tsoknyi Rinpoche dejó el
camino monástico, formó una familia y encabeza su propia comunidad internacional de
practicantes.
El amor ilimitado es otro paso más en la dirección correcta para lograr todo nuestro
potencial. El último paso consiste en llegar a estar completamente despiertos,
completamente capaces de hacer lo que podamos para parar las terribles discusiones que
conducen a guerras, tanto mundiales como personales y establecer el comienzo de una era
de paz y de satisfacción que la mayoría de nosotros consideramos una fantasía lejana.
Este estado despierto incondicional se denomina en sánscrito bodhichitta, una palabra
compuesta de otras dos. La primera es bodhi, que, como mencioné anteriormente, es un
término sánscrito y pali derivado de la raíz budh. A menudo bodhi se traduce como
“despierto” o “despertado”, un estado alerta profundo y vibrante que se abre camino a
través de todos los residuos mentales y emocionales que tienden a ensombrecer nuestra
conciencia normal. Es un estado de conciencia en el que vemos con bastante claridad las
distintas estrategias que adoptamos habitualmente para vivir.
Todos experimentamos pequeños despertares de este tipo; los podemos denominar
“momentos búdicos”. Por ejemplo, cuando estamos en un atasco y nos descubrimos
insultando a otros conductores puede que experimentemos un reconocimiento iluminador
de lo afortunados que somos de tener un coche o de ir a algún sitio a visitar a alguien.
Cuando refunfuñamos por los niños que necesitan atención –por la razón que sea, los
deberes, la comida, su rendimiento en el colegio–, de repente nos damos cuenta de lo
afortunados que somos de que esas personitas brillantes y capaces formen parte de nuestra
vida.
Puede que a veces los momentos búdicos sean incómodos en la superficie, pero al final
resultan bastante liberadores. Nos ofrecen la oportunidad de conocer los pensamientos y
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sentimientos de irritación que guían nuestro comportamiento, recibirlos como amigos
que nos enseñan zonas de pensamientos y sentimientos limitados más que desecharlos
como enemigos. Si prestamos atención a esos momentos búdicos, poco a poco
podremos empezar a crecer hacia un modo de vida mayor, más brillante y más amplio.
EL FONDO DE LA CUESTIÓN
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entienden como los centros de nuestras ideas, nuestros juicios de valor, nuestras opiniones,
etc. De modo que ya estemos hablando de bodhichitta como de “mente despierta” o
“corazón despierto”, en realidad estamos hablando de la misma experiencia de algo
esencial que se despierta y grita para llamar la atención.
Cuando mis hijas se despertaban a medianoche, o bien mi mujer y yo corríamos a su
habitación, las cogíamos en brazos, las acunábamos y – dependiendo de la situación– les
cambiábamos los pañales o dábamos el biberón –o ambas cosas–. Era una respuesta
instantánea del corazón o de la mente para tranquilizar y consolar a un ser afligido.
A veces acunar a mis hijas, darles el biberón o cambiarles los pañales no era suficiente
para que dejaran de llorar, pero hacíamos todo lo posible, de palabra –repitiendo los
mantras tranquilizadores que todo padre conoce en cualquier lengua– o de modo no verbal,
cogiéndolas en brazos, dándoles palmaditas y acunándolas, acciones físicas que aliviaban
su aflicción.
Para mí este es el verdadero sentido de bodhichitta: despertar al oír un grito en la
oscuridad y responder del modo que mejor sabemos.
La única diferencia es que, en el caso de la bodhichitta, nosotros mismos somos a
menudo los que estamos gritando en la oscuridad. Desafortunadamente, en los conflictos a
los que nos enfrentamos en la vida solemos estar dormidos. Hacemos caso omiso de
nuestros momentos búdicos y no permitimos que despierten nuestro corazón. No logramos
ver que reconocer, admitir y comprender claramente los patrones que experimentamos en
nuestras vidas, puede tener un efecto transformador en la forma en la que funcionamos en
el mundo y en el modo en el que nos relacionamos con los demás.