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Revista Cubana de Cirugía.

2019;58(4):e798

Artículo de revisión

La tecnología como amenaza creciente a la relación médico-paciente y


al método clínico
Technology as a growing threat to the doctor-patient relationship and the
clinical method

Rafael Orlando Pinilla González1* https://orcid.org/0000-0003-0003-166X


Magda Elena Pinilla Pérez2 https://orcid.org/0000-0002-3546-1611

1
Hospital Clínico Quirúrgico Provincial “Joaquín Albarrán”. La Habana, Cuba.
2
Escuela de Estomatología “Raúl González Sánchez”. La Habana, Cuba.

*
Autor para la correspondencia: pinilla@infomed.sld.cu

RESUMEN
El avance de las ciencias médicas en la segunda mitad del siglo XX se ha debido a
progresos de la terapéutica, las ciencias básicas y la tecnología aplicada al diagnóstico.
El objetivo del estudio es ofrecer una valoración del papel que juega el método clínico en
la práctica médica. El método científico y clínico, son una unidad inseparable y funcionan
en plena armonía. El método clínico es una guía de trabajo aplicable al trabajo médico,
con el objetivo de llegar a un diagnóstico contextualizado de la enfermedad que afecta a
un individuo. La tecnología no sustituye al método clínico y el deterioro de la relación
médico-paciente, la subvaloración del interrogatorio, del examen físico y la
sobrevaloración de la tecnología son los aspectos que más afectan su uso y correcta
aplicación en la práctica médica.
Palabras clave: método clínico; proceso diagnóstico; tecnologías.

ABSTRACT
The advancement of medical sciences in the second half of the 20th century has been due
to advances in therapeutics, basic sciences, and technology applied to diagnosis. The
objective of the study is to offer an assessment of the role that the clinical method plays

1
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Revista Cubana de Cirugía. 2019;58(4):e798

in medical practice. The scientific and clinical method are an inseparable unit and work
in full harmony. The clinical method is a work guide applicable to medical work, with
the aim of reaching a contextualized diagnosis of the disease that affects an individual.
Technology does not replace the clinical method and the deterioration of the doctor-
patient relationship, the undervaluation of interrogation, physical examination and the
overvaluation of technology are the aspects that most affect its use and correct application
in medical practice.
Keywords: clinical method; diagnostic process; technologies.

Recibido: 15/01/2019
Aceptado: 16/02/2019

Introducción
A finales del siglo XVIII se enfatiza en el hombre enfermo.(1) Virtuosos semiólogos del
siglo XIX toman de cada enfermedad sus disímiles manifestaciones mediante el
perfeccionamiento de las técnicas de interrogatorio y exploración física.(2) El estudio de
los enfermos permitió hacer generalizaciones de carácter teórico que nutren el cuerpo de
conocimientos de la semiología, la patología, la clínica, la terapéutica y otras disciplinas
afines.(2)
El avance de las ciencias médicas en la segunda mitad del siglo XX, que ha sido los
progresos de la terapéutica, de las ciencias básicas y de la tecnología aplicada al
diagnóstico, parecen haber arrojado a un lado los atributos seculares del médico y los
principios que guiaron al médico en el ejercicio de su profesión.(2, 3) El origen del método
clínico está indisolublemente ligado al de la relación médico-paciente, y constituye su
esencia más profunda. Es a partir de esta relación y pautado este método, donde queda
definido el papel del médico como sujeto del conocimiento y el papel del enfermo o
paciente como objeto de ese conocimiento.(4) La unidad dialéctica de sujeto-objeto resulta
imprescindible para el desarrollo de cualquier tipo de conocimiento humano.(4)
La crisis del método clínico se profundiza y genera consecuencias preocupantes en el
ejercicio de la medicina, con repercusiones cada vez mayores en los países

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subdesarrollados. El tratamiento de tal crisis comprende aspectos sensibles de la práctica


médica que se introducen desde el inicio de la formación de los futuros médicos: el
deterioro de la relación médico-paciente, el menosprecio por el valor del interrogatorio y
del examen físico, la sobrevaloración de la función de la tecnología y el desinterés
creciente por la medicina interna y la atención primaria de salud.(5)
Comenzamos preguntándonos si el título era una pregunta o una afirmación, porque en
estos tiempos con frecuencia se oye como interrogante o como pronunciamiento ominoso.
El objetivo de este estudio fue ofrecer una valoración del papel que juega el método
clínico en la práctica médica.

Desarrollo
Cada persona produce una serie de pensamientos a partir de sus contactos con las
personas, las cosas y los fenómenos, este tipo de pensamiento cotidiano es sencillo,
natural, espontáneo, es el llamado sentido común. El pensamiento científico permite calar
más profundamente en la realidad material, es sistemático, metódico y se ajusta a ciertos
principios, posee métodos que permiten penetrar en la esencia de los fenómenos; que
permiten detectar como falsas premisas lo que el sentido común daría como ciertas,
precisar cuándo los fenómenos coinciden y cuándo existe relación de causa-efecto;
gracias a él se producen conocimientos valederos y objetivos, cuyo resultado es un
conocimiento sistemático y además fundamentado que se llama ciencia. De aquí la
aseveración "Si la apariencia y la evidencia coincidieran, no habría que hacer ciencia".(2,6)
El método científico como medio de conocer la verdad se fue elaborando en las ciencias
durante siglos. Las ciencias que tienen que ver directamente con el estudio del hombre,
se ven en la necesidad de usar el método científico. La aplicación de este en la profesión
médica en la vida cotidiana, debe sufrir adecuaciones. Con razón dijera Aristóteles que el
método de estudio de la realidad debía ser congruente con el objeto estudiado.(7)
Las etapas fundamentales del método científico son las siguientes:(7,8)

1. La existencia de un problema, de una situación que no ha podido tener solución por


el pensamiento ordinario o sentido común, y que se presenta en la vida diaria del
hombre como una necesidad.

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2. Búsqueda, recolección y análisis de toda la información existente hasta ese momento


acerca del problema o cualquier conocimiento o experiencia acumulada previamente
por la ciencia relacionada directa o indirectamente con el problema.
3. La formulación de hipótesis o conjeturas, que, de modo aparentemente lógico y
racional, dan solución al problema, o explica la esencia de lo que no se conoce.
4. Las hipótesis o conjeturas son sometidas a contrastación, a prueba, para conocer si
son o no ciertas. De acuerdo a la hipótesis, se planean y diseñan diversos procederes,
experimentos, técnicas u observaciones que deben realizarse con una metodología y
ser interpretadas de manera que quede excluida o minimizada la introducción de
errores en las diversas conclusiones parciales. La negación de la hipótesis es también
un avance del conocimiento científico; si la hipótesis se comprueba, debe darle
solución parcial o total al problema y definir en qué terreno vale la hipótesis
comprobada.
5. La comunicación a la comunidad científica internacional del resultado de la
investigación, cualquiera que sea el resultado alcanzado, es un deber de cada
investigador que permitirá reproducirla en su totalidad si las condiciones son
similares. El método científico debe ser aplicado en todos los casos sin violaciones de
la ética vigente.

La aplicación del método científico a la clínica define el método clínico. La clínica se


refiere al estudio de los enfermos. La enfermedad es una abstracción conceptual derivada
del estudio de muchos enfermos, en los cuales se descubrieron regularidades, similitudes
semiológicas, clínicas, evolutivas y de pronóstico que permitieron conocer e identificar
un proceso morboso común para cada paciente. Este concepto de enfermedad o entidad
nosológica se consolidó con el progreso de la anatomía patológica, que permitió aislar e
identificar con mayor certeza tales afecciones.(6)
El estudio de los enfermos permitió hacer generalizaciones de carácter teórico que hoy
forman parte del cuerpo de conocimientos de la semiología, la patología y la clínica. Al
mismo tiempo que se identificaban estas regularidades que permitían asegurar que varios
enfermos tenían la misma enfermedad, los clínicos observaban que, en cada uno de los
enfermos, la afección, siendo la misma, tenía una expresión clínica diferente, peculiar; se
describió entonces lo que se denominó formas clínicas de la enfermedad. De estas

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observaciones, de esta contradicción dialéctica de lo que es similar, pero a la vez distinto,


surgió el aforismo de que no existen enfermedades sino enfermos.(2,6)
Cada persona es igual a las demás, pero es a la vez diferente, puesto que su constitución
genética es diferente (excepto los gemelos univitelinos) y su medio ambiente tiene
siempre peculiaridades individuales, cada persona es única, y no ha existido ni existirá
otra igual. Por esta razón, la expresión clínica y evolutiva es diferente para cada enfermo,
aun cuando tienen la misma afección. Se trata en cada caso de un experimento nuevo de
la naturaleza, de la evaluación integral del paciente y de decisiones que tienen que ver
con algo tan preciado como la salud y aún con la propia vida(6). El método clínico y el
epidemiológico son muy similares, solo cambia el objeto de estudio. En el primero se
estudian las particularidades del hombre enfermo, mientras que para el epidemiológico el
objeto serán los problemas de salud y enfermedades de las colectividades humanas.(7)
Coincidimos con Ilizástigui Dupuy y Rodríguez Rivera al afirmar que el método clínico
es el método científico aplicado al trabajo con pacientes, donde el objeto de estudio es
una unidad biopsicosocial, que le da una particularidad y complejidad diferente.(6)
Es esencial una relación cordial para aplicar eficazmente el método clínico, el aspecto
más sensible y humano de la medicina y uno de los binomios de relaciones humanas más
complejos.(9)
La comunicación entre ambos puede establecerse de forma verbal, en general, el primer
acto suele ser la mirada, que no sea desagradable, acusadora o prejuiciosa, aunque sí se
acepta que sea perceptiva, inquisidora, objetiva, y hasta si es posible, acogedora, que
garantice la búsqueda correcta de los signos de la enfermedad. En ocasiones, también son
necesarios los silencios, que en muchos casos no constituyen un momento vacío en la
comunicación; sino por el contrario, espacios llenos de sentido expresivo.(9) Se reconoce
que un gran número de los problemas que enfrentan los médicos en la actualidad en su
quehacer profesional se deben fundamentalmente a causas como el ejercicio hegemónico
de la práctica médica, la tecnificación excesiva de la profesión médica y la
despersonalización a la que se somete al enfermo por algunos profesionales,(5)
problemática vieja pues hace más de 60 años el insigne profesor español Carlos Jiménez
Díaz expresaba: “¿Cuál es la causa de la creciente imperfección con que se maneja la
exploración clínica por los médicos hoy? Es doble, en primer término porque no se acierta
a valorar lo mucho que puede dar de sí, en el camino del conocimiento de la enfermedad
del paciente, pero también por lo arduo de su aprendizaje”. Es más fácil mandar hacer
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análisis, hacer un electrocardiograma, poner en marcha el aparato de rayos X, etc., que


saber tocar el bazo y saber preguntar que sintetiza perfectamente lo que significa la
personalización del acto médico.(10) La exploración clínica se incorpora pronto al espíritu
del médico o no se incorpora nunca; el vicio de actitud es prácticamente incorregible, el
médico debe bajarse del pedestal que la tradición le otorgaba para "acercase" cada vez
más al enfermo.(9) Hace ya más de 100 años Osler lo dijo: “la buena medicina clínica
siempre mezclará el arte de la incertidumbre con la ciencia de la probabilidad”; pero la
incertidumbre existe en todos los fenómenos de la naturaleza y en todas las ciencias.
Algunos sustituyen la clínica por la indicación de análisis de todo tipo, olvidando que la
incertidumbre existe también en todos ellos.(2)
La relación médico-paciente ha variado a lo largo de la historia, en la Grecia antigua la
medicina obedecía a una mentalidad mágica religiosa, hoy predomina una mentalidad
técnico-científica, y la medicina depende de la tecnología.(1)
Uno de los primeros médicos eminentemente clínicos de los que se reconoce han existido,
fue Hipócrates. Nacido hace 25 siglos, fundó una escuela médica que contribuyó a
emancipar a la medicina de la religión y también la liberó de las exageradas
especulaciones filosóficas. Destacó en su tiempo el valor supremo de la observación del
enfermo y la acumulación de experiencias por parte del médico para poder realizar un
diagnóstico correcto de las enfermedades, y fue también el primero en confeccionar
historias clínicas.(9)
El conocimiento científico propio de las ciencias médicas utiliza una forma de razonar
para lo cual aplica un método, el método clínico, o método científico aplicado a la práctica
clínica, es el orden recorrido para estudiar y comprender el proceso de salud y de
enfermedad de un sujeto en toda su integridad social, biológica y psicológica. Al aplicar
el método clínico se elabora y construye el conocimiento médico. Ni la mejor tecnología
puede sustituirlo en esta función, de lo cual debe estar consciente todo profesional de la
salud que desee brindar una atención esmerada a los pacientes.(7)
El acto médico es la esencia de la relación médico-paciente, es el encuentro, en un
contexto determinado, entre 2 personas: una: el enfermo (aunque cada vez con mayor
frecuencia también el sano) que viene a solicitar ayuda o consejo y otra: el médico, que
está dispuesto a brindarle su asistencia, lo que constituye un modelo singular de
comunicación humana y sirve de marco a la interacción intelectual y afectiva conocida
comúnmente como relación médico-paciente.(10) Existen 3 vertientes que son
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imprescindibles en el médico: la ética, el arte y la ciencia. La ética, dependiente de una


vocación de servicio humanista y solidaria; el arte expresado por la maestría clínica en
sentido amplio del facultativo y la ciencia, cuya máxima expresión es la práctica de un
método clínico de excelencia, donde se expresan los conocimientos, las habilidades y los
valores del que lo lleva a cabo, a la hora de establecer un diagnóstico integral, un
pronóstico y tomar decisiones adecuadas a cada persona individual.(10)
La historia clínica es una de las formas de registro del acto médico, cuyas cuatro
características principales se encuentran involucradas en su elaboración y son:
profesionalidad, ejecución típica, objetivo y licitud. La profesionalidad se refiere a que
solamente el profesional de la medicina puede efectuar un acto médico, pues en esencia
son los médicos quienes están en capacidad de elaborar una buena historia clínica. La
ejecución es típica debido a que la medicina siempre se ejerce de acuerdo con las normas
de excelencia de ese momento, a pesar de las limitaciones de tiempo, lugar y entorno. El
objetivo de ayuda al enfermo se traduce en aquello que se transcribe en la historia. La
licitud se debe a que la misma norma jurídica respalda a la historia clínica como
documento indispensable.(9)
Diagnosticar es reconocer y es una actividad cognoscitiva del médico que debe ser
abarcadora e integral y comienza tan pronto como se encuentra con el paciente. El
paciente debe ser visto en lo biológico, psicológico y social. Por lo tanto, cada exploración
médica tiene figura y contenidos propios que le otorgan una singularidad.(11)
El medio diagnóstico considerado como equipo o aparato tecnológico, no hace
diagnóstico por sí solo, este es un proceso cognitivo que requiere la unidad dialéctica
sujeto-objeto. Es realizado por el sujeto que interacciona con el equipo sobre el
paciente.(4)
El origen y desarrollo de estos medios no puede verse al margen del método clínico, como
algo que se agrega externamente para desplazarlo en su papel cognoscitivo fundamental.
Por el contrario, están íntimamente vinculados, como una unidad dialéctica de contrarios
que interaccionan enriqueciéndose el nivel primario perceptivo del proceso cognitivo del
médico y facilita el ulterior desarrollo de todo el proceso diagnóstico, dotándolo así de un
contenido más objetivo.(4)
El médico atiende a pacientes que presentan diferentes enfermedades que condicionan
reacciones psíquicas y biológicas particulares, complejas, que exigen dominio y
perfeccionamiento continuo de habilidades clínicas, enseñadas primeramente en la
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carrera de medicina, pero que en realidad se aprenden y desarrollan plenamente solo


durante la práctica asistencial. La interrelación dialéctica médico-paciente es fuente del
desarrollo del método clínico.(12)
Cuando comenzó la Revolución Industrial en Inglaterra en los siglos XVIII y XIX con la
aparición de las primeras máquinas para fabricar textiles, el hombre las vio como una
competencia que lo dejaría sin empleo. Luego, se desarrollaron otras máquinas para el
transporte, las comunicaciones, el entretenimiento; así, lo que fuera una separación o
antagonismo entre la naturaleza humana y la mecánica se transformó en continuidad.(1)
Hoy el hombre convive con las máquinas, que están omnipresentes en su devenir diario,
y que realmente son amplificadoras de las capacidades físicas e intelectuales del ser
humano, y lejos de desalojarlo del empleo, lo amplifican, fábricas, distribuidores,
vendedores y operadores son algunos ejemplos entre muchos otros.(1)
La tecnología ha tenido y tendrá una función fundamental en el mundo de la medicina.
Su evolución ha abierto un amplio abanico de posibilidades, ya no solo a la hora de tratar
y dar una mejor respuesta a los pacientes, sino también para mejorar la gestión
hospitalaria y de esta forma tener un mayor control sobre los enfermos y sus historias
clínicas.(9)
La tecnología biomédica ha avanzado vertiginosamente, tal vez, el primer instrumento
para la exploración clínica que tuvo el médico fue el estetoscopio primitivo de René
Laennec (1781-1815). Hoy disponemos de una amplia gama de instrumentos que hacen
más certero el diagnóstico y el tratamiento. A la cirugía ha llegado la robótica, que permite
la tele cirugía. La computadora, es un amplificador de la capacidad intelectual del
hombre, y la informática ya no puede ser vista solo en términos de la tecnología de la
información, sino más bien como la metafísica de la informática, y nos ha llevado al
desarrollo de la inteligencia artificial.(1) En el proceso de la evolución aparece ahora la
machina sapiens, el robot humanoide, que muchos científicos predicen habrá de
reemplazar al homo sapiens sobre la faz de la tierra antes de 50 años, por lo que existe un
nuevo complejo biosociomecánico, dado por la sinergia e integración entre el hombre, la
sociedad y la máquina. Hace falta que los médicos del presente y del mañana se adapten
dinámicamente a los cambios, definiendo lo que debe perdurar para que los demás puedan
cambiar, sin perder los principios básicos de la clínica.(1)
Afortunadamente, el modelo educativo actual promueve la tendencia creciente a
abandonar los modelos clásicos, centrados en el profesor y en la clase magistral, para
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hacer un progresivo énfasis en la necesidad de que el estudiante no solo adquiera


conocimientos, sino que se entrene en habilidades y adquiera actitudes idóneas para su
ejercicio profesional. El desarrollo actual de la ciencia se caracteriza, en primer lugar, por
su estrecha vinculación con la práctica social, que llega a considerarse como una fuerza
productiva, y en segundo lugar, por su desarrollo a ritmos acelerados, con la acumulación
de una enorme cantidad de datos científicos, la rapidez en el cambio de estos y su
obsolescencia.(12,13)
La clínica tiene un componente práctico superior al teórico en el sentido de que es
imposible lograr una sistematización rígida al ver a cada paciente individualmente. De
ahí que la teoría que se imparte sea relativamente menos eficiente que la educación en el
trabajo. La práctica clínica tiene una alta carga afectiva que influye en la vinculación de
lo teórico y lo práctico en cada encuentro entre médico y paciente. Desconocer o
subvalorar el método clínico, subordinándolo a los dictados de los resultados obtenidos
por los medios diagnósticos, creer que estos últimos en el futuro podrán sustituir al
médico como sujeto del conocimiento e implementador de los procedimientos clínicos,
se convierte en un estado de opinión que gana terreno en muchos escenarios, en
detrimento del ejercicio científico de la asistencia médica y en esos mismos escenarios es
necesario luchar contra semejante error. Al priorizar las investigaciones médicas por
sobre el interrogatorio y el examen físico se sustituye la relación médico-paciente por la
relación médico-máquina-paciente, perdiéndose uno de los eslabones más valiosos del
método clínico.(11)
Observamos que ha disminuido la calidad en la recogida de los datos clínicos,
aumentando el síndrome de hipocompetencia clínica que no es más que la pérdida de
habilidades clínicas para recoger los datos primarios (síntomas y signos, deterioro de la
entrevista, las observaciones, el juicio clínico y la acción psicoterapéutica); que los
errores de diagnóstico dependen en su gran mayoría de exámenes incompletos,
precipitados o insuficientemente repetidos, por otro lado tenemos un incremento de las
pruebas tecnológicas (complementarios), con el consiguiente incremento de los falsos
negativos y positivos (síndrome de la neblina informativa, no “ver” lo que hay, “ver” lo
que no hay). Todo esto genera atenciones médicas inadecuadas, insatisfacciones de
nuestros pacientes y familiares, y elevación de los costos de salud.(2,7) Si nos preguntamos
¿Asistimos a una crisis del método clínico? La respuesta es positiva como han asegurado
otros.
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¿Se deteriora la relación médico-paciente como consecuencia de tantos aspectos y cada


día hay más médicos galénicos que hipocráticos? Rodríguez Rivera con aportes de
Moreno, han caracterizado a los médicos clínicos de nuestros días en dos grupos
fundamentales: "hipocráticos" y "galénicos", en alusión a las diferencias en sus enfoques
de la práctica clínica que identificaron a esos dos grandes de la antigüedad, en la práctica
se pudieran identificar muchos tipos intermedios.(10,14)
"El médico hipocrático se caracteriza por emplear el tiempo necesario con el enfermo,
escucharle con atención, obtener de manera precisa su historia clínica, examinarlo
cuidadosamente e interesarse por él no solo como paciente, sino como persona. Una vez
que ha obtenido toda la información posible utiliza sus conocimientos y experiencias para
usar la tecnología médica de manera racional. Aunque llega a una conclusión, se
caracteriza por tener flexibilidad para efectuar un cambio de enfoque clínico si las
evidencias así lo indican(14). Ya Hipócrates había establecido que un médico debía de
reunir cuatro cualidades: conocimientos, sabiduría, humanidad y probidad.(2) y de esa
manera trata de incorporar las enseñanzas que recibe en la práctica con sus enfermos y
cree en el valor de la experiencia que cada caso le aporta en su búsqueda de un alto
profesionalismo; evita la polifarmacia; reconoce sus errores; mantiene un sano
escepticismo y al comprender que el ejercicio de la clínica conlleva una determinada y
permanente incertidumbre, ello lo convierte en un hombre modesto".(10,14)
"El médico galénico muestra más afición por los libros, las revistas e internet que por los
enfermos, le interesan más las explicaciones fisiopatológicas, las teorías en boga y los
nuevos medicamentos, rinde un mayor culto a la tecnología moderna; su contacto con el
enfermo es peligrosamente breve, se interesa sobre todo por los datos biológicos; si el
paciente es poco preciso, recoge datos diferentes a la realidad y al elaborar sus hipótesis
diagnósticas introduce al enfermo en su archivo mental de acuerdo con el resultado de
una abundante batería de análisis complementarios,(14) tiende a asimilar mucho menos la
experiencia clínica que le aportan los pacientes, esquematiza en vez de individualizar; es
impersonal en su trato, manejo y seguimiento de los enfermos, gusta de las normas y
protocolos para casi todo, se inclina más a la polifarmacia, sus registros en las historias
clínicas son pobres, no reconoce los errores porque se cree infalible y no duda porque
tiene una respuesta para todo. Es autosuficiente(10) se olvida que los médicos tienen en el
interrogatorio la herramienta más poderosa para el diagnóstico, capaz de hacerlo por si
solo en la mayoría de los casos(2) y se olvida también que los enfermos evalúan las
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habilidades interpersonales por encima de su propia competencia científica, que desean


explicaciones claras, que el médico demuestre paciencia, cortesía, privacidad,
confidencialidad y lo ayude no solo desde el punto el vista médico, sino también
psicológico y social.(15) Sucede en ocasiones que antes de interrogar y examinar al
paciente, o después de un breve y superficial interrogatorio le indican a este la llamada
"batería" de exámenes, en los cuales se "tira" hacia todas partes para ver luego cual "dio
en el blanco".(11)
El prestigioso clínico español, Agustín Pedro Pons afirmaba, hace algo más de 40 años:
Hay que conseguir médicos cultos, antes que eruditos. La cultura es un conocimiento
profundo y consciente formado de vivencias. La erudición constituye un saber de
información, de raíz superficial, falta del control de la experiencia y del hecho aprendido
que se ofrece diariamente durante toda una existencia. Son los eruditos, aquellos que, por
falta de experiencia personal, se amparan en la de los demás, recogida en la literatura y
están siempre prestos a rectificar a los que desconocen el texto de las últimas revistas y
el avance, muchas veces prematuro y abocado a una pronta caducidad, de una nueva
técnica.(10)
Lamentablemente, cada vez se constata que aumenta el número de médicos "galénicos"
y "eruditos", que se alejan de los enfermos y confían de manera creciente en los nuevos
exámenes complementarios para sus diagnósticos. El profesor Ricardo González citado
por Espinosa Brito(10) nos alerta de una tendencia a formar profesionales cada vez más
actualizados, técnicos, entrenados, equipados, automatizados, capaces de “hacer”, pero
menos sensibles, involucrados, disponibles, integrales, humanizados, capaces de "estar",
"sentir" y "apoyar".
Osler decía que el médico tiene 2 oídos y 1 boca para escuchar el doble de lo que habla.
Sin embargo, el estilo médico actual en la entrevista es de un alto control. El médico habla
más que el paciente y realiza un interrogatorio muy dirigido sobre la base de preguntas
directas, mientras que el paciente con frecuencia se limita a decir sí o no. De ahí que las
entrevistas no obtengan datos primarios de valor, la información para el diagnóstico sea
incompleta, se dejen de abordar problemas activos y, al final, se cometan errores en el
diagnóstico.(15)
Patricia Numan, de la Universidad de Nueva York, ha señalado que la mayoría de los
pleitos judiciales contra los médicos son por la pobre comunicación con los enfermos.

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Digamos de paso que exactamente lo mismo es lo que sucede con las quejas,
insatisfacciones y demandas en nuestro país.(16)
Hay otro factor muy importante que ha señalado el profesor mexicano Hinich, el clima
económico y social de la medicina actual en el mundo admira y paga con creces al médico
que hace procedimientos técnicos y desprecia y paga mal al que interroga y escucha. (15)
En esencia muchos médicos hoy día apenas interrogan y examinan a sus pacientes, y
muchos incluso apenas piensan, olvidando que la palabra médico proviene de una raíz
latina que significa "meditar", "pensar", ya Hinich, en 1990 afirmaba que “el médico
moderno, cual aprendiz de brujo, ha dejado de ser el amo de la tecnología para convertirse
en su servidor”.(2)
El método clínico le concierne al internista tanto como al cirujano, al pediatra, al obstetra
y otras especialidades derivadas de ellas. La investigación clínica es consustancial a la
aplicación del método clínico, así como a su enseñanza, como ha afirmado Atchley "En
la enseñanza de la clínica cotidiana, el concepto de que el diagnóstico es investigación y
la terapéutica es experimento, debe estar implícito de modo constante en la atención del
enfermo".(17)
¿Qué valor tiene este método? Está bien establecido que los médicos obtienen de la
historia clínica la mayor parte de la información para el diagnóstico. Los trabajos de
Bauer, Hampton, Sandler, Young, Rich y otros investigadores en los Estados Unidos e
Inglaterra muestran que el interrogatorio hace por sí solo el diagnóstico en el 56 al 62 %
de los enfermos; el examen físico añade del 9 al 17 % y la tecnología aporta del 20 al 23
% restante.(15) La importancia del interrogatorio y del examen físico son determinantes.
Hoy estamos asistiendo al derroche en el uso de medios diagnósticos sin una base
científica para su indicación, que surge unas veces por "lo nuevo", la mayoría de las veces
por desconocimiento y poca habilidad para orientar una conducta, también por
orientaciones administrativas relacionadas con la preocupación por determinados índices
o tasas que crean confusión, elevan los costos y hacen que los pacientes se conviertan en
un objeto y no en lo que debe ser, un sujeto que merece una explicación detallada de cada
proceder, capaz de tener su autonomía, una unidad biopsicosocial.
Una historia clínica correcta nunca podrá ser hecha por un ordenador; un examen físico
no puede ser sustituido por ninguna máquina; la inteligencia humana nunca será igualada
por la inteligencia artificial; ningún sistema computadorizado es capaz ni remotamente
de realizar un acercamiento a la capacidad racionalizadora e integradora de un médico
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preparado, y finalmente, un enfermo imaginario en el display de una computadora se


parece a uno real como un cadáver a un vivo.
Los análisis, de cualquier tipo que sean, no solo confirman unos diagnósticos y rechazan
otros, también rastrean enfermedades ocultas, revelan posibilidades diagnósticas allí
donde la clínica no llega, asisten al médico en el tratamiento de enfermedades ya
definidas, proveen ayuda pronóstico y tienen el valor de tranquilizar tanto al enfermo
como al médico. Son una ayuda inapreciable; los usamos a diario y nos beneficiamos a
diario de ellos si son empleados racionalmente. El error está en considerar que la
tecnología sustituye y hace obsoleta la clínica. La tecnología extiende, pero nunca
remplazará las habilidades clínicas.(15) Según el Dr. Moreno “la confianza en la capacidad
de la tecnología ha sido absurdamente hipertrofiada por algunos que preconizan entregar
el razonamiento médico a equipos automáticos y delegar el estudio clínico a
computadoras, consideran que la función del médico es ordenar procedimientos técnicos
e interpretar sus hallazgos”.(15)
El problema del sobreuso de la tecnología es complejo. Por un lado, muchos generalistas
en el mundo han desarrollado una dependencia de los análisis de laboratorio, radiografías
y electrocardiogramas para incrementar sus ingresos, derivando del 25 al 30 % de sus
ganancias de estos procederes en otras latitudes, aquí por complacencia o cuidar sus
espaldas. Por otro lado, muchos médicos están colonizados por la técnica (que es lo que
sucede entre nosotros), han atrofiado sus habilidades de observación y razonamiento,
desconfían de la clínica, creen que solo hay ciencia en el laboratorio y lo que hacen es
clasificar a los pacientes, que solo exige un razonamiento muy elemental.(15)
El abuso o mal uso de la tecnología médica ha sido y es un factor que ha contribuido a la
insuficiente e ineficiente aplicación del método clínico, por profesionales de la salud que
han tenido una actuación médica muy superficial y rinden culto al médico de corte
galénico.(3) Concluyamos con Feinstein: La complejidad del ser humano solo puede ser
apreciada íntegramente por el único aparato astuto, versátil, perceptivo y suficientemente
adaptable para examinar al hombre como hombre: un observador humano.(15)
Nuevas tecnologías médicas de incuestionable eficacia diagnóstica o terapéutica, se
incorporan progresivamente a los servicios asistenciales. En su momento, fueron
novedades la anestesia o la penicilina. El diagnóstico por imagen comenzó con el
descubrimiento de los rayos X, y fue revolucionado cuando se introdujo el tomógrafo en
la década de los años 70. Desde entonces, han aparecido la angiografía por sustracción
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digital, la resonancia magnética y la tomografía por emisión de positrones. El diagnóstico


de laboratorio, en bioquímica, microbiología, hematología, inmunología y genética ha
avanzado considerablemente con los autoanalizadores, que procesan más muestras, con
mayor precisión y en menor tiempo. En la vertiente terapéutica, la litotricia extracorpórea,
aplicaciones del láser, técnicas endovasculares innovadoras y modernos sistemas para el
tratamiento con radioterapia, la cirugía mínimo invasiva y robótica entre otras, configuran
el advenimiento de una familia de potentes tecnologías médicas con gran potencial para
mejorar o reemplazar algunos procedimientos invasivos.(15)
El concepto de tecnología médica se ha forjado a partir de las definiciones suministradas
por la Office of Technology Assessment (OTA) de los Estados Unidos de Norteamérica
a principios de los años setenta. Según la OTA, los medicamentos, los aparatos, los
procedimientos médicos y quirúrgicos utilizados en la atención médica y los sistemas
organizativos con los que se presta la atención sanitaria conforman lo que es conocido
como tecnología médica; esta no es solo máquinas y medicamentos, sino también la
propia práctica clínica y el modo en que esta se organiza.(15)
A todas luces, procede promover una utilización racional y crítica de la tecnología en
congruencia y no como sustituto de la clínica, como medio y no como un fin, perfeccionar
las habilidades clínicas de comunicación, exploración y compresión multidimensional del
paciente, garantizar tanto la calidad científico-técnica como la calidad humana de la
atención (recordando que la una refuerza a la otra), neutralizar el desenfreno tecnológico
con un refinamiento clínico y una reafirmación de los valores éticos y humanos de la
profesión; Ilizástigui alertaba sobre el “fetichismo tecnocrático” al referirse al médico que
queda eclipsado por la tecnología y no tiene en cuenta sus limitaciones.(6)
La medicina clínica no se aprende en las aulas, laboratorios, bibliotecas y computadoras,
que desempeñan una importante función complementaria o de apoyo al núcleo de su
aprendizaje, ha sido, es y será en la implicación o participación de los educandos en el
proceso de atención de salud a las personas en su contexto natural y social que es lo que
deben buscar los nuevos modelos pedagógicos. La medicina en su doble condición, como
ciencia y arte, se aprende en la implicación de los educandos en los procesos de atención
médica, en los escenarios reales donde transcurre. El profesor puede transmitir
información, no así conocimientos los cuales, a partir de la información que obtiene, han
ser construidos por el sujeto, mediante su acción sobre el objeto de conocimiento. El
profesor asume la función paradigmática de servir de modelo profesional a los estudiantes
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y también de orientación y dirección de su aprendizaje. La educación en el trabajo


definida por Ilizástigui como "el principio rector de la Educación Médica Cubana"
constituye la llave maestra de nuestra didáctica para concretar la enseñanza-aprendizaje
de las ciencias médicas centrada en la interacción de profesores y alumnos con el
paciente.(13)
Debemos enseñar a nuestros educandos a aplicar todos los adelantos de la ciencia y la
técnica en aras de preservar y restaurar la salud del ser humano, considerado este como
persona no objetiva, con necesidades emocionales y afectivas; a utilizar la tecnología
racionalmente sobre el principio de que es sierva de la clínica y no a la inversa; a utilizar
el método científico traspasado a una concepción humanística y ética,(13) prepararlos para
asumir correctamente esa responsabilidad, para que puedan enfrentar diferentes matices
entre los extremos penales y morales, para que los resultados de su conducta siempre
resulten en un evento perfeccionador del ejercicio.
Cada vez, son menos los médicos que se interesan por la medicina interna, y de atención
primaria, pienso que tampoco por la Cirugía, Pediatría y Obstetricia y Ginecología. En
los Estados Unidos, las plazas de las dos primeras residencias mencionadas se ocupan
solo en un 50 al 60 %; casi el 30 % de los que inician la residencia la abandonan en el
segundo año y hasta el 60 % de los que finalmente la concluyen se derivan a la larga a
otra especialidad. Hoy tenemos por delante un reto que atañe en particular a los
profesores, restablecer todos los valores del método clínico y sembrar permanentemente
sus principios en todos los médicos en formación.(15)
Oponerse a la tecnología es irracional, porque su aparición y desarrollo constituye un hito,
tratar de convertir la práctica de la medicina y la relación médico-paciente en una
deshumanizada e impersonal relación "médico-aparato" o "paciente-aparato", altamente
tecnificada y deslumbrante, pero despojada en gran medida de sus atributos humanos es
un grave error al que asistimos en la actualidad, debemos luchar por alcanzar en estas
cosas su justa medida.

Consideraciones finales
Sin método científico no hay ciencia y sin ciencia no hay método clínico, se dan como
una unidad inseparable y funcionan en plena armonía. El método clínico no ha perdido

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su vigencia, menos aún en las condiciones actuales de nuestro país y otros del tercer
mundo.
El método clínico es una guía de trabajo elaborada por el profesional médico, aplicable a
su trabajo, que tiene entre sus pilares básicos la relación médico-paciente y una
herramienta de registro, la historia clínica, con el objetivo de llegar a un diagnóstico
contextualizado de la enfermedad que afecta a un individuo.
La tecnología es parte integrante del método clínico, no lo sustituye. En el último siglo
gracias a la implementación y modernización de la tecnología, la medicina ha sufrido una
gran mejoría, lo que se refleja en la calidad de vida de las personas.
El deterioro de la relación médico-paciente, la subvaloración del interrogatorio y del
examen físico y la sobrevaloración de la tecnología son los aspectos que más afectan o
deterioran el uso y correcta aplicación del método clínico, en relación con el ejercicio de
la práctica médica. Su rescate es una prioridad.

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Conflicto de intereses
Los autores declaran que no existe conflicto de intereses.

Contribuciones de los autores


Rafael Orlando Pinilla González: Autor principal, redacción del artículo.
Magda Elena Pinilla Pérez: Gramática, ortografía, revisión bibliográfica.

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