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Era una fría madrugada y la rubia se encontraba recostada

en el camión a la espera de indicaciones, mientras tanto,
le daba una profunda calada a su cigarrillo, realmente se
le hacía placentero sentir el humo tibio recorrer por su
garganta hasta llegar a sus pulmones y expulsarlo
suavemente por la nariz.

Fijó su mirada hacia al frente, admirando el enorme

edificio blindado, las luces azules danzaban entre la
estructura. Quien iba a creer que se encontraría en esta
situación y todo gracias a unos padres despreocupado que
prefirieron dejar abandonada a una niña de 4 años en las
mal olientes calles de National City, justo en el barrio más
peligro.

Allí fue encontrada por un señor vestido extravagante,

desde entonces es criada por la mafia Trébol, una de las
bandas con mayor poder en esa ciudad, siendo la familia
Luthor quien la encabeza, le enseñaron todo lo que
actualmente conoce en ese mundo.

No fue que hace unos meses fue escogida para guiar a la

hija del gran Lionel Luthor, heredera de toda esta cadena
de mafioso. Lena Luthor, mujer con habilidades
extraordinarias y gran mente brillante con una belleza
mortal, aparte de su explosivo y limitado carácter.

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Se ganó la confianza con rapidez, comenzó a enseñarle
detalladamente todo lo que debía de saber para que el
negocio del sr. Luthor sea manejado correctamente, y
todas las redes accesibles que debe usar para seguir
estando en lo alto. Claro, no había que olvidar los trucos
para burlarse de las autoridades, los ilusos siempre
buscando la manera de terminar la comuna, si supieran
aquellos idiotas uniformados que es más grande lo que
ellos se imaginan.

Ahora debían de recoger a unas mujeres de la

penitenciaria femenina, al norte de la ciudad, habían
planificado con detalle cada estrategia para que la fuga se
haga correctamente, los hombres al mando estaban
infiltrados con uniforme iguales a los soldados que
custodiaban el lugar.

-¡Vamos, prende ese motor que allí vienen las

damiselas- sonrió con ironía mientras ordenaba para que
todos tomaran su respectivos puesto y poder dejar el
lugar.

Un grupo de uniformados corrían hacia el camión, o más

bien eran las mujeres vestidas con la ropa militar de unos

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pobres soldados que habían encontrado casi al comienzo.
Rió recordando cómo fue fácil acabar con esos hombres.

-Solo falta salir de aquí y lograremos nuestro objetivo-

dijo de manera seria la pelinegra quien se encontraba
detrás de todo este grupo de mujeres camufladas,
ayudando a subirlas en el camión y sosteniendo una gran
arma en sus brazos. –¡Vamos ZorEl, debemos
apresurarnos y salir de este basurero! –

El único problema de todo este rollo es que, por error del

destino, o más bien por apostar idioteces, Lena piensa que
soy hombre, supongo que, por mis anchos hombros y mi
cabello corto hasta la altura del cuello, este lo llevaba
siempre recogido de manera desordenada dándome un
aspecto un tanto varonil. Y mi estilo de vestir, que era ropa
ancha, no ayudaba a su credibilidad.

Maldita sea la hora que Maggie me presentó como hombre

por simple diversión y nunca corrigió este mal entendido.
Ahora no puedo hacerlo ya que tampoco quiero
arriesgarme a los hechos, he escuchado que nadie ha
sobrevivido cuando quieren corregir a la gran y perfecta
Lena Luthor.

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El carro comienza acelerar cuando la gente ya estaba
acomodada en el camión y en posición “militar” con la
cabeza gacha cubriendo su rostro con la gorra para pasar
desapercibidos.

-Chequeo de rutina, solo veremos que todo esté en

orden- militares se acercan a nuestro vehículo con las
linternas encendidas, la luz moviéndola por toda la cajuela
revisando cualquier cosa, se queda mirándome fijamente y
solo asiento la cabeza en un saludo sosteniendo con
firmeza mi arma. –Todo en orden- afirma el militar y
nuestro chofer comienza andar alejándose de la garita.

Ya cuando íbamos a unos metros de la penitenciaria,

escuchamos fuertes sirenas de alarmas y los altavoces
alertando algún comunicado. Estoy sonriendo mirando por
la ventanilla el alboroto que se arma mientras nuestro
vehículo se aleja sin prisas.

-¡Lo logramos!- dice con emoción Lena y en el camión se

escucha el grito de celebración de la ojiverde, las reclutas
festejan bailando en su mismo puesto, claro estábamos

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paradas y entre el movimiento la ojiverde estaba
perdiendo estabilidad.

-Colóquese aquí mi señora- con voz profunda y ronca le

hago un espacio entre la pared del vehículo y mi cuerpo
para así proteger a la pelinegra, quien a pesar de que tiene
su apariencia toda ruda y seria, puede llegar a ser un poco
frágil, además parte de mi trabajo es protegerla.

La ojiverde se coloca donde le dije, y para estabilizarse

pone una mano en la pared del vehículo y la otra en mi
hombro poniéndonos en una posición un tanto
comprometedora. Sin embargo, trato de esfumar
cualquier pensamiento que no sea el correcto y peor en mi
posición, debo hacer las cosas bien porque ya con mi
identidad estoy en la mira.

-¡uuuuuhhhhhhh!

-¡eso es, hágale allí!

-¡nuestra jefa se lleva al galán, lo mejor para ella!-

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Y así un montón de comentarios sugerente vitoreaban las
reclusas, mientras la ojiverde reía de las ocurrencias y
trataba de calmar la euforia de las chicas, tal parece que
nuestra jefa andaba de buen humor.

Me moví un poco cohibida ocultando mi sonrojo, hasta que

siento una mano en la parte baja de mi espalda, me
asombro, sin más trato de moverme alejándome un poco,
tal vez fue un accidente de alguna recluta, así que me
coloco hacia un lado, sin embargo, al rato de nuevo siento
esta mano un poco más abajo e incluso un pellizco en mi
trasero. Mi cuerpo se estremece y se sobresalta por tal
arrebato, no podía creer lo que pasaba, mis ojos
reflejaban lo cuan asombrada me encontraba.

La pelinegra sintió mi inquietante movimiento, ya que ella

estaba recostada en mi hombro a punto de dormirse, me
mira interrogativamente, pero niego con la cabeza,
entonces vuelve a poner mi cabeza en mi hombro cerrando
los ojos con el fin de descansar.

Todo era tranquilidad hasta que luego de un rato siento de

nuevo aquel acoso, sobresaltándome y esta vez giro la
cabeza –Señorita, creo que accidentalmente está
chocando su brazo en mi pantalón- pido amablemente
para no causar conflicto,

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-yo sé que quieres, no te hagas el difícil guapo- la
recluta me sonríe descaradamente enseñándome su
dentadura con tres dientes de oro, sus ojos estaban rojos,
era claro que había consumido y estaba volada.

Mierda, maldigo en mi mente y miro seriamente a la

recluta enseñándole mi desacuerdo y negando con la
cabeza en silencio.
-uyyy, me encanta que se nieguen al principio- seguía
insinuándose y de nuevo me mandó mano, en un intento de
alejarme hago que la pelinegra se levante. -Eso me pone
demasiado…-

Lena mira fijamente sobre mi hombro con el ceño fruncido

a la recluta, diablos, eso era una mala señal –Traté de ser
paciente y a pesar que mi guardia quiso manejar la
situación- me reprende con una mala mirada, solo tragué
y puse mi mejor cara de arrepentida –odio cuando alguien
es irrespetuoso con lo que es mío- de la pretina del
pantalón saca una pistola y la apunta entre la frente de la
recluta, de golpe el bullicio fue reemplazado en un silencio
sepulcro–y lo que más odio es que interrumpa mis
momento de descanso- sin parpadear aprieta el gatillo y
la bala sale disparada entre el cejo de la recluta,
salpicando la sangre a los que estaban cerca y unas cuantas
gotas caen en el rostro de la ojiverde–¡Ustedes, tomen a

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esa basura y tírenla por la ventana!- ordena al grupo de
la izquierda limpiándose con repudio la sangre –¡Y tú!- me
apunta –Más te vale que no me vuelvas a mentir cuando
te pregunte algo, peormente si se te va mal mentir-
solo asiento incrédula.

Luego de aquel suceso y que las reclusas se movieran

rápida para lanzar el cadáver, la pelinegra se acomoda
como si nada, reposando su cabeza en mi hombro cerrando
los ojos, fijo por la ventanilla como el cuerpo tirado rueda
por la carretera. Las reclutas decidieron parar con toda
la euforia que se encontraba y se acomodaron lo más
silenciosas posible para no molestar a la ojiverde, aquel
silencio me permitía escuchar las suaves respiraciones de
la pelinegra.

Ya entrando a la ciudad muy cerca del lugar que debíamos

llegar, un punto en específico de reunión para
desembarcar a las reclutas, ellas no lo saben, pero serán
enviadas a Tailandia, nos dieron un buen dineral por ellas
y quien mejor enviar a aquellas quien la sociedad repugna.

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Nuestro destino, la parte sur de la ciudad, eso hasta que
se escucha sirenas de policía con frecuencia, el chofer
acelera un poco para poder perder a los oficiales y tratar
de pasar desapercibidos, pero tal parece que estos no se
quedarán con los brazos cruzados. El copiloto del camión
le explica una ruta alterna que puede tomar, entrando por
unos callejones hasta encontrar el indicado.

-¡Apresuren, bajen rápido!- el camión se estaciona y con

rapidez comenzaron a bajar a cada recluta, –Ya saben el
punto, nos vemos allí, no quieran pasarse de lista
porque ya saben que al Trébol nadie le ve la cara.-
ordena la ojiverde.

-¡Si señora!- las mujeres se dispersaron yendo en

diferente direcciones pero todas con un mismo destino.

-¡Ven…!- siento un tirón en mi brazo y Lena comienza a

correr llevándome con ella y atrás sus otros dos guardias,
Maggie y un tipo alto llamado James.

Unos policías pasan del otro lado de la cuadra en la que

íbamos, menos mal no nos vieron ya que pasaron de largo–
Mi señora ¿y si entramos en algún hotel para
resguardarnos un rato? - sugiere Maggie.

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-Excelente, igual merecemos un descanso- sonríe con
soberbia mientras nos dirigíamos hacia un gran edificio,
esquivando a la agitada población que se dirigían a sus
respectivos trabajos, dimos con un hotel lujoso, entramos
y la pelinegra se iba acercar a recepción, pero
rápidamente la detengo.

-Mi señora, déjeme a mi registrarnos, yo paso

desapercibido y nadie sospechará de mi- Sonríe
afirmando y dándome una caricia en mi brazo antes de
dejarme, son esos pequeños detalles que hacen acelerar
mi corazón, ¿será que la gran Lena tiene interés hacia mí?,
descarto la idea rápidamente y me acerco, doy una fuerte
cantidad a la chica de recepción, una sonrisa aquí para
conversarla de registrarnos como huésped que pasaron allí
la noche, me da la llave de la suite y me dirijo al grupo –
Listo, está todo en orden, ahora podemos pasar a la
suite, nos llevarán ropa cómoda y comida-

-Muy bien pensado ZorEl, tengo a la mejor mano

derecha del mundo, está en todas- admiró Lena
dándome una de esas endiabladas y seductoras sonrisa
caminando hacia el ascensor, me quedo embobada mirando
el movimiento de sus caderas en ese pantalón camuflado,
uff… le queda súper bien.

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-Sécate la baba- Maggie me da un empujoncito para
sacarme de mis pensamientos y siguiera al grupo que ya se
encontraba en el ascensor.

-¡Ups!, olvidé un pequeño detalle- sonríe con fingida

inocencia Lena, llevándose la mano entre unos de los
bolsillos de su pantalón sacando un pequeño aparatito, el
timbre del ascensor suena, indicando que llegamos a
nuestro piso -creo que dejé sin seguridad nuestro
coche- comenta con fingida inocencia y luego aprieta una
codificación y un “pip” se escucha al final.

-¿Qué era eso, mi señora?- pregunta James con

curiosidad

La pelinegra tiene una gran sonrisa y se dirige por al final

del pasilla, en un ventanal gigante quedando frente a el –
es nuestra seguridad de nuestro pequeño coche- le
responde a James con la mirada fija hacia el exterior, de
fondo se ve una nube negra de humo y llamas
extendiéndose por aquel callejón. –la ciudad está
ardiente… ¡es hermoso! - suspira alejándose del ventanal
para luego dirigirse a la suite, pasando la tarjeta en la
cajita digital.

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-Solo tienes que pararte detrás de la persona- la
morena da la indicación, caminando hacia atrás de la joven
–luego debes de esperar al momento perfecto, justo
cuando tengas el objetivo te lanzas hacia delante como
si te estuvieras tropezando y allí aprovechas esa
distracción para quitarle lo que tiene en su bolsillo. -
realiza los movimientos tratando de enseñarle a la joven.
– y ya luego te disculpas, no ha pasado nada-

-umh..., creo que lo he pillado. - asiente la joven

mirando a su instructora.

-ahora practícalo hasta que puedas hacerlo

perfectamente y sin errores. – la morena se aleja de la
joven rubia para dirigirse a otro grupo que espera también
las indicaciones para poder practicar.

-Maldita sea Maggie, debemos decirle la verdad a

Lena- reclamaba la rubia con frustración, se encontraban
en las duchas del gimnasio, a Kara la situación se le estaba

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saliendo de las manos y más aún con el evidente interés de
la pelinegra hacia ella.

-ya sé que debemos decirle la verdad- replica con el

ceño fruncido –pero no es fácil como “ey mira,
estábamos bromeando y sorpresa, ZorEl es en realidad
una chica”- agitaba sus brazos explicando
exageradamente la ironía –Además valoro mi vida aún
como para enfrentarme a la jefa- miró seriamente a la
rubia –esa tipa está locaa...- susurró haciendo una
mueca entre burla y miedo.

La rubia se llevó las manos a la cara con frustración, no

sabía qué hacer en estas circunstancias y no quería que el
tiempo siga pasando con aquel detallito, más aun con las
“sutiles” muestras de interés que la ojiverde le envía. Sí
que estaba siendo fuerte para no perder la cordura y
corresponder a sus insinuaciones.

-¿Estas segura de aquella carta?- sonríe

maliciosamente, se sentía la tensión en el ambiente y no
era para más ya que Maggie siempre le ganaba.

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-Muy segura, no me vas a engañar está vez- sonríe
igualmente con la mirada de superioridad, sin embargo,
por dentro estaba con los nervios.

Se encontraban custodiando la bodega en donde tenían la

mercancía y para pasar el tiempo el par se puso a jugar
naipes. El problema es que por mala fortuna la rubia
siempre perdía, ella estaba segura que Maggie siempre le
hacía trampa, no tenía dudas pero tampoco pruebas.

Para hacer más divertido el juego se ponían apostar algo

grande, la última vez Kara tuvo que despedirse de su
hermosa cabellera rubia. –ummh… ahora mírala- Maggie
mira triunfante a la rubia, para la morena era divertido
molestar de ese modo a la pobre rubia.

-Te odio… - masculló entre dientes Kara mirando su

carta, se levanta de su asiento con frustración tirando su
silla en el proceso –¡siempre es lo mismo, admite de una
vez que eres una tramposa! - señala con frustración a la
morena.

-Cálmate ZorEl- se partía de risa Maggie –No es para

tanto…- abanica su mano al aire quitándole importancia al
asunto.

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- ¡Tú! - Kara avientas los naipes al piso para luego
lanzarse hacia la morena

- ¡Ustedes! - retumba una voz profunda, llamando la

atención del par –llegó la srta. Luthor y ahora estarán
a cargo de ella, vallan al salón a presentarse- el
hombre miró seria al dúo y antes de salir agregó –más le
vale que no le pase nada a la jefa, ya saben lo que les
espera –

Afirmaron con la cabeza mientras se dirigían al salón

principal –ya sé que es lo que harás… - sonríe burlesca
hacia Kara y la rubia sabía que nada bueno saldría de ese
pequeño ser llamada “amiga”.

-¿Tienen algo entre Maggie y tú?- preguntó ausente la

ojiverde, teniendo el ceño ligeramente fruncido

A Kara le tomó por sorpresa y solo un -¿disculpe..? –

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-Bueno, no es que me interese mucho- esquiva la mirada
–pero he visto que son muy cercanos y me dio
curiosidad- encoge los hombros en muestra del “poco
interés”.

-¡oh!... es eso….- Kara aún estaba procesando la

información, no sabía que responder, aunque la respuesta
era fácil pero cualquier palabra mal puesta podría traer
problema, o simplemente eran los nervios que la
traicionaban y estaba exagerando.

-¡Aquí están mis personas favoritas!- un hombre en ropa

interior y un cuerpo bronceado cubierto ligeramente en
una bata blanca de algodón, entra al lugar interrumpiendo
el ambiente.

Kara enserio estaba agradecida.

-Mike- el semblante de Lena cambia a uno serio, era su

fachada cada que iba hacer negocios y no se dejaba llevar
por las insinuaciones asquerosas de sus proveedores que
nunca perdían tiempo para intentar algo con ella.

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-Querida Lena, porque el semblante serio… mira este
paraíso- alega el hombre extendiendo los brazos y dando
vuelta demostrando el lugar.

-Eso es lo de menos, ya sabes a lo que hemos venido-

lo corta Lena.

-De eso no te preocupes, ya el barco está llegando y

en… - mira su gran y patético reloj de oro, enserio que
ese sujeto lo odiaba por ser arrogante y presumido. –al
caer al sol, por allí a las 6 ya la mercancía estará
desembarcada y lista para ser llevaba al punto. -

-Bien, lleva también los maletines que eso es mi

interés-

-Claro que sí jefecita, claro que sí… - cantarea el

sujeto estrechando su mano, Lena se suelta sin sutileza
demostrando su desagrado

-Salgamos de aquí, Zor-El-

-¿Ahora para dónde iremos?-

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-Jack nos está esperando, seguro que está ya
impaciente en recibir su recompensa- sonríe con
entusiasmo y solo quedo mirándola

-¿Ese sujeto no es el que nos traicionó?- pregunto con

cautela.

-Ese mismito, los chicos se andan divirtiendo y no

quiero ser excluida-

-Correcto. – estoy empezando a ya tenerle un poco de

miedo a este hermoso ser que tengo de copiloto, tal vez
Maggie tenga razón y de verdad nuestra querida pelinegra
está perdiendo la razón volviéndose loca y macabra.

Miro al retrovisor derecho para poder ir al otro carril,

pero me percato de un carro que está detrás de nosotros,
miro el otro retrovisor que está alado mío y también está
un carro siguiéndonos –Señorita Lena, asegure bien su
cinturón que tenemos un percance. - informo con
seriedad y preocupación en mi voz, me da una mirada
interrogante y le señalo al espejo haciendo que entienda a
los segundos.

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Agarro fuerte el volante, tanto que los nudillos se ponen
blanco, y acelero, viendo cada tanto a los espejos,
pensando en alguna estrategia para salir de esta situación.
–Debimos traer a Maggie y James con nosotros-
comenta Kara.

-Los mandé hacer otra cosa, no te preocupes que

hemos salido de peores- la ojiverde está tan tranquila,
acostumbrada a estos arranques –ahora trata de ir a la
siguiente avenida que allí podemos circunvalar por los
callejones hasta perdernos.

-Como ordene mi señora.- y siguiendo las instrucciones,

después de un rato pudimos perderlo de vista pero no por
mucho tiempo, allí fue cuando parqueo cerca de un centro
comercial y nos bajamos casi al vuelo.

-Ingresaremos y nos perderemos entre los locales,

estate pendiente al celular para mantenernos en
contacto por cualquier cosa. - indica Lena mientras se
acomodaba el arma en la pretina y guardaba el celular
dentro de su bota –nos reuniremos en dos horas Zor-El,
cuida tu pellejo- con seguridad la ojiverde se acerca a
Kara tomándole el rostro y plantarle un casto beso en los
labios. –¡Nos vemos al rato! - Camina sin prisa entrando
a la plaza, dejando a una rubia aturdida.

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Solo reacciona la rubia cuando escucha el rechineo de las
ruedas, escondiéndose entre los carros del parqueadero y
caminando con cautela hasta también adentrarse a la
plaza, pero por una puerta secundaria. Pero no tuve tanta
suerte ya que uno de los hombres alcanza a verla y
comienza a correr hacia su dirección.

Entonces corre tanto como sus pies lo permiten, subiendo

por las escaleras y esquivando a la gente que recorría el
lugar, los hombres iban muy atrás así que tenía ventaja o
eso pensaba. Da la vuelta en los pasillos y se arriesga a
entrar a un local, echándose entre detrás de una vitrina,
parecía una bodega de ropa.

Agitada, trata de regular la respiración mientras mira por

una hendidura afuera del local para fijarse que los
hombres están buscándola. Por el momento en aquel lugar
parece estar a salvo.

-Disculpe… - una mano se posa en su hombro, haciéndola

sobresaltar y al voltear se fija que es una anciana.
-Yo..oo.. – guarda el arma que inconsciente había sacado
y apuntado a la anciana –disculpe, en serio, esos hombres
que están allí no son gente agradable y solo estoy a la

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espera que se aburran – menciona en baja voz con el
miedo de ser escuchada.

La anciana mira hacia afuera y afirma con la cabeza

comprendiendo la situación –no te preocupes jovencita,
mi nieto murió por culpa de gente como ellos- recuerda
con nostalgia la anciana y Kara no sabe qué hacer en esa
situación. –Acompáñame- menciona la mujer guiándola
hacia un cuarto del local, allí había mucha ropa, prendas
femeninas, cualquier mujer se volvería loca en ese cuarto,
había de todo tipo. –Si quieres sacártelos de encima,
debes de cambiarte porque ellos ya te ficharon con tu
vestimenta, ademas apuesto a que son tan bobos que
ni se fijaron que eras chica- menciona con gracia la
anciana y Kara la ve consternada.

-¿sabe que soy mujer? – pregunta sorprendida la rubia.

-No trates de engañar a la voz de la vida, niña- palmea

el hombre de Kara amablemente –tengo muchos años y he
visto de todo- Kara le sonríe cohibida y agradecida, así
que este era lo que sienten los nietos al tener a una abuela
agradable, trata de no ablandarse y mira a las prendas de
ropa que están a su costado, elije un hermoso vestido
ligero –muy buena elección mi niña… - aprueba la anciana
con entusiasmo y Kara menciona un gracias.

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Al mirarse al espejo, es como si fuera otra persona
diferente, había olvidado su propio reflejo, la parte
blanda de ella, en todo este tiempo ha tenido que crear un
gran caparazón para poder sobrevivir en este mundo que
el destino le otorgó, ahora mirándose en el espejo, su
reflejo es simplemente irreconocible. Se mira con
nostalgia y está en duda en salir de aquel cubículo.

-¡Te dije que te iba a quedar estupendo!- vitorea la

anciana al mirar salir a Kara –Enserio eres otra persona,
es como si fueras supergirl- alaga con broma, haciendo
que la rubia se ruborizara y le entrega un pequeño bolso –
Adentro está tu ropa, se ve un poco cara y sería una
pena votarla, con un lavado quedará bien-

-Enserio señora, muchas gracias y disculpe por lo de

antes-

-Ni lo menciones mija, fue un placer haberte ayudado-

-Tenga señora, espero esto le pueda ayudar un poco-

Kara le entrega un bulto de dinero, aunque costándole un
poco ya que la anciana se niega al principio y con un poco
de convencimiento acepta. La rubia enserio aprecia el ser
maravilloso que es la anciana, asi que después de

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despedirse salió del local cerciorándose de los tipos, que
parecen que se cansaron de buscarla.

Ahora debía de buscar a su jefa, se ruborizo al recordar

aquel corto beso que le dio hace un rato, los pensamientos
llegan a invadirla haciéndose cuestiones de todo tipo,
sentía que no era correcto, no por no corresponderle, sino
por el hecho que aún no le dice quién es de verdad y ahora
más que nada debe de arriesgarse a ser valiente y
afrontar la verdad.

Mientras caminaba por los pasillos del centro comercial

entretenida en el celular, buscaba el contacto de Lena
para poder comunicarse y cerciorarse que esté bien, con
nervios escribe un mensaje a su jefa para ya reunirse.

-¿Zor-El?-

Era imposible no reconocer esa voz, asi que alzó la cabeza

para mirar al frente y sonreír –¡Mi señora, parece que el
peligro pasó!- informa con orgullo la rubia pero se fija
que la ojiverde no le ha quitado la mirada, incluso el rostro
de la Lena era indescriptible, recordaba que la vena de su
frente se brotaba de estrés o de cólera, algunas veces el
rostro de Lena se enrojecía y ahora era el mismo rostro
que estaba presenciando. Con duda voltea la vista hacia su

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derecha y mira su reflejo en el cristal, dándose cuenta del
porque la actitud de la ojiverde.

-yo..oo…- los nervios invaden a Kara y ahora no sabe qué

hacer -yo puedo explicarlo- sin embargo, Lena aun la
sigue mirando sin decir nada, y realmente era aterrador
no tener respuesta.

La ojiverde realmente no sabía que decir, abría la boca

para reclamarle, pero de esta no salía nada, hace contacto
fijamente hacia los ojos de la rubia y sin importarle el
lugar saca lentamente de la pretina del pantalón su amada
arma dorada, alza la cabeza con orgullo y apunta hacia al
frente

Hay decisión en sus ojos y nadie le hará cambiar de

opinión, Kara tiene una cara abatida con el ceño caído de
la preocupación.

Hasta que el ruido de un disparo se dispersa en aquel

lugar, haciendo que fuertes y desordenados gritos se
escuchara.

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