13 Kant
13 Kant
13 Kant
1. Vida y obras.
2. Conceptos básicos.
3. El problema de la ciencia y el problema de la metafísica.
4. Los juicios de la ciencia.
5. La Crítica de la Razón Pura: Estética Trascendental – Analítica Trascendental – Dialéctica
Trascendental.
6. Ética: Postulados de la Razón Práctica.
7. Contexto
8. “Contestación a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración”
Kant se encuentra en el cruce de las cuatro grandes corrientes de pensamiento que atraviesan el siglo
XVIII. Su filosofía es el intento de dar solución a los problemas que ese cruce plantea:
- En la primera etapa de su vida, que se conoce con el nombre de periodo precrítico y cuyo fin se suele colocar
alrededor de 1770, Kant se encuentra de lleno dentro del espíritu de la Ilustración. Newton es para él la
figura de máximo prestigio en el terreno de las ciencias físicomatemáticas.
- Desde el punto de vista filosófico, los autores que dejan más huella en el Kant del periodo precrítico son los
racionalistas Leibniz y Wolff, en cuya filosofía fue educado.
- La tercera corriente que influye en su pensamiento es la que proviene de Rousseau (autor anterior a Kant,
pero que nosotros veremos más adelante para no romper el hilo del problema del conocimiento iniciado por
Descartes): la confianza ilustrada en que el progreso científico conllevaría un progreso moral y un aumento en
la felicidad de los hombres, empezó a ser puesta en duda por Kant tras leer a Rousseau.
- Y, por último, el pensamiento que influye de modo decisivo en Kant, dando origen al periodo crítico de su
filosofía, es el de Hume, cuya lectura le despierta, según confiesa él mismo, de su sueño dogmático
(=racionalista) y le lleva a formular su filosofía trascendental.
1. VIDA Y OBRAS
Nace en la ciudad de Königsberg (Prusia oriental) en 1724 y muere en la misma ciudad
ochenta años más tarde (1804). Königsberg es la ciudad donde vive toda su vida, no
apartándose de ella más que algunos kilómetros, por necesidades de trabajo. Su padre fue un
pastor pietista. El pietismo es una orientación religiosa protestante que presenta dos
ideas-clave: rechazo de toda pretensión de conocer racionalmente a Dios y defensa de una
moral rigurosa e interiorista basada en la buena voluntad individual.
Kant fue profesor ordinario de la Universidad de Königsberg hasta 1770, año en que pasa a ser
catedrático de Lógica y Metafísica en la misma Universidad. El año de 1770 (y debido a la
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lectura de la filosofía de Hume) marca el paso del periodo precrítico (=racionalista) al periodo
crítico, en el que sucesivamente va publicando sus tres conocidas críticas: Crítica de la Razón
Pura (1781), Crítica de la Razón Práctica (1788) y Crítica del Juicio (1791).
La obra más representativa del periodo crítico es la Crítica de la Razón Pura. En ella Kant se
plantea los límites y capacidades de nuestra facultad de conocer, preguntándose si la
Metafísica (= “conocimiento especulativo de la razón...que se levanta enteramente por encima
de la experiencia, con meros conceptos”) puede ser construida como una ciencia más.
2. CONCEPTOS BÁSICOS:
(Idealismo Trascendental, giro copernicano kantiano, las cuatro preguntas kantianas y la
estructura de la CRP). (solo leer)
Antes de iniciar la exposición de su teoría del conocimiento, vamos a explicar estas dos
expresiones.
Idealismo Trascendental. Es la postura que presta atención prioritaria al sujeto que tiene la
idea antes que al objeto. El conocimiento es un proceso en el que participan dos elementos: 1)
el sujeto que conoce y 2) el objeto conocido.
El idealismo da el papel principal y activo al sujeto, que con sus “formas a priori” estructura
los datos sensibles procedentes del mundo exterior. Nuestro conocimiento no se limita a
reproducir la realidad exterior tal y como es, sino que, al conocerla la modifica. No podemos
conocer la verdadera realidad (noúmeno o “cosa en sí”) sino la realidad modificada por nuestra
forma de conocer (fenómeno o “realidad aparente”).
Por ello se llama idealismo: porque no conocemos las cosas tal como son en sí, sino que el
sujeto que conoce construye el objeto conocido. Por último, se llama trascendental porque en
este idealismo el papel fundamental en la construcción de la realidad está en las formas a priori,
que son independientes de la experiencia, lo que Kant denomina “trascendental” (trascendental
= independiente de la experiencia o a priori.
Giro copernicano. Esta forma de concebir el conocimiento en Kant origina un cambio o giro
de 180º respecto a la postura que antes se sostenía en la filosofía: el papel activo en el conocer
está ahora en el sujeto y no en el objeto. Anteriormente, el sujeto era pasivo o mero receptor de
datos. Así, al igual que Copérnico explica el mundo cambio el paradigma de la “tierra al sol”
haciendo que todo gire en torno al sol, Kant cambia el paradigma del “objeto al sujeto”
haciendo que todo gire en torno al sujeto.
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contesta en la mayor parte de sus obras, en especial en la Antropología y en la Idea de la
Historia Universal.
Estructura de la CRP.
A partir de esta forma de entender su tarea, la CRP trata de resolver el problema de la
posibilidad de la Metafísica como ciencia. Para llegar a ello Kant analiza los requisitos que se
necesitan para que el conocimiento sea científico. La CRP está estructurada en tres partes:
o Introducción: el problema de la ciencia y el problema d ela metafísica.
o Estética Trascendental. Analiza la facultad de la SENSIBILIDAD (trata de los
conocimientos sensibles y de las condiciones que lo hacen posible). Al mismo tiempo
analiza si existen juicios sintéticos a priori en las MATEMÁTICAS.
o Analítica Trascendental. Analiza la facultad del ENTENDIMIENTO (trata de los
conocimientos inteligibles y de las condiciones que lo hacen posible). Al mismo tiempo
analiza si existen juicios sintéticos a priori en la FÍSICA.
o Dialéctica Trascendental. Analiza la RAZÓN como facultad en la que surge el pensar y
analiza si existen juicios sintéticos a priori en METAFÍSICA (analiza su naturaleza)
Por tanto, toca responderse a la pregunta: ¿es posible la metafísica como ciencia? Para
responderse a esta pregunta podemos observar dos notas en la ciencia de las que carece la
metafísica:
1) La ciencia progresa. En todos los campos científicos vemos cómo avanza la ciencia,
construyéndose sobre lo que otros ya han hecho. Sin embargo, en la metafísica se siguen dando
los mismos problemas sin avanzar que los que plantearon Platón y Aristóteles. Después de
tantos siglos aún no se han aclarado las cuestiones planteadas por los griegos.
2) Los científicos se ponen de acuerdo en lo fundamental. Se basan en juicios objetivos,
universales y necesarios. Sin embargo, en la metafísica los filósofos se contradicen
constantemente y no se ponen de acuerdo.
Por tanto, en la metafísica ni hay progreso ni hay acuerdo entre filósofos. Toca entonces aclarar
si la metafísica es o no es ciencia. Si fuera ciencia deberá tener el rigor de las ciencias como las
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matemáticas. Si no fuera ciencia, habría que abandonar la pretensión de hablar de estas
cuestiones de forma científica.
El camino que toma Kant es analizar las condiciones que hacen posible el conocimiento
científico para comprobar si también se dan en la metafísica.
Sobre las condiciones trascendentales. Al conocimiento que no contiene nada empírico Kant lo
llama puro. A esta noción de “razón pura” es a la que Kant somete a crítica. Kant opone a su
“razón crítica” la actitud dogmática del racionalismo que afirma que la razón puede, sin acudir
a la experiencia, conocer la realidad por “meros conceptos”.
En la época de Kant, dos son las posturas existentes en torno a la Metafísica:
⮚ El dogmatismo -racionalista- defendido por Wolff: afirma que nuestra razón es capaz de
construir la Metafísica como una ciencia a partir de ciertas ideas innatas (=que no proceden
de la experiencia).
⮚ El escepticismo -empirista- de Hume: que negó el carácter de ciencia a la Metafísica,
tachándola de falso saber y especulación engañosa.
Tipos de juicios en la ciencia. Veamos qué tipos de juicios o conocimientos hay en la ciencia:
▪ Juicios analíticos o a priori: son aquellos en los que el predicado está contenido en el
sujeto. Ejemplos: “el todo es mayor que cualquiera de sus partes”, “el gato es un felino”,
“el triángulo es un polígono de tres lados”, “todos los cuerpos son extensos” (la extensión
está contenida en la corporeidad). Estos juicios, siguiendo a Hume, son universales y
necesarios y no dependen de la experiencia pero sin embargo, sólo son explicativos ya
que solo explicitan o aclaran una característica del sujeto; por tanto no son extensivos o
tautológicos (es decir, no amplían nuestro saber) y por tanto no son científicos ya que para
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que un juicio sea científico debe además de ser universal y necesario debe avanzar en el
conocimiento.
Conclusión: ni los analíticos ni los sintéticos sirven la ciencia. Los primeros, porque no son
extensivos; los segundos, porque no son universales y necesarios. Se requiere encontrar un
juicio que sea extensivo, universal y necesario: los juicios sintéticos a priori.
A este respecto, Kant se plantea las siguientes preguntas: ¿son posibles los juicios sintéticos a
priori en Matemáticas? La respuesta es positiva: los juicios de la Matemática son sintéticos a
priori y, por tanto, las Matemáticas son una ciencia. ¿Son posibles esos mismos juicios en
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Física? La respuesta es también afirmativa: la ciencia física contiene juicios sintéticos a priori
como principios de la naturaleza. Pero, ¿qué ocurre en la Metafísica? Este el problema cuya
crítica (=clarificación) se propone Kant en la Crítica de la Razón Pura.
El análisis trascendental que Kant lleva a cabo en la Crítica de la Razón Pura tiene como objetivo
poner de manifiesto cuáles son los elementos a priori o condiciones trascendentales que nuestra
subjetividad pone en el acto de conocer. Tales elementos son a priori, pues no proceden de la
experiencia, sino, muy al contrario, la preceden, haciéndola posible: son las condiciones que
cumplirá de antemano cualquier objeto que se nos presente a la intuición sensible para que sea
posible conocerlo.
En la Crítica, Kant dedica una parte a cada una de las tres facultades de conocimiento que él
distingue en el ser humano:
o En la Estética Trascendental analiza los a priori de la Sensibilidad. Matemáticas.
o En la Analítica Trascendental, los a priori del Entendimiento. Física
o En la Dialéctica Trascendental, los a priori de la Razón. Metafísica.
En esta parte Kant se ocupa de las condiciones sensibles del conocimiento. La palabra
“estética” se deriva del vocablo griego “aisthesis” que significa “sensación. En la obra Kant
analiza los elementos puros de la sensibilidad.
La sensibilidad es la capacidad de recibir las representaciones; por tanto es una facultad
pasiva, ya que consiste en recibir las impresiones que nos llegan del exterior o del interior. El
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resultado de recibir impresiones son las intuiciones. La intuición es un modo de conocer por el
que captamos inmediatamente algo.
Hay dos tipos de intuiciones: intuiciones empíricas e intuiciones puras.
▪ Las intuiciones empíricas son aquellas que proceden de la experiencia. Ejemplo: “mesa”,
“ordenador”, “libro”, “caballo”, es decir, la diversidad de fenómenos que percibes. Al
provenir de la experiencia son particulares y contingentes.
▪ Las intuiciones puras son aquellas que están previamente en el sujeto, en tanto que son sus
estructuras de conocer. Son universales y necesarias. Las intuiciones puras son dos: espacio
y tiempo. Bajo las intuiciones puras percibimos toda la diversidad de fenómenos
particulares que captamos mediante las intuiciones empíricas.
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Conclusión: la sensibilidad es la primera fuente del conocer: recibe pasivamente el elemento
material (=empírico=las sensaciones o impresiones), pero lo organiza para poderlo conocer
mediante su propio elemento formal (=a priori=espacio y tiempo, que son condiciones
trascendentales de nuestra sensibilidad).
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Con las categorías es posible la objetividad, es decir, unificar y entender la multiplicidad de
fenómenos que recibe la sensibilidad.
Veamos brevemente qué quiere decir que las categorías o conceptos puros del entendimiento
hacen posible la objetividad o conocimiento de los objetos por nuestra parte:
- Son formas a priori del entendimiento: es decir, son los modos más generales que nuestro
entendimiento tiene de pensar / entender / juzgar cualquier objeto, antes incluso de que le
sea dado a la sensibilidad. Cualquier fenómeno objetivo, sea el que sea, al tratar de pensarlo
y entenderlo lo incluiremos en alguna de las mencionadas categorías: será “una”
“sustancia”, o estará compuesta de alguna “pluralidad” de partes, o será “causa” de otra, o
será una “realidad” “posible o imposible”, cuya “existencia o inexistencia” será “necesaria
o contingente”, etc.
- Las categorías no pertenecen a lo que son las cosas en sí mismas, a su realidad esencial
(esto fue lo que afirmó Aristóteles), pero no son únicamente subjetivas, es decir,
mecanismos psicológicos o mentales con los que cada ser humano agrupa los fenómenos
según su experiencia individual subjetiva (esto fue lo que afirmó Hume).
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algo objetivamente. No se trata pues de condiciones del pensar mío o de Luis, sino del
pensar los objetos para cualquier sujeto humano con independencia de su individualidad.
Nuestro conocimiento sólo capta los fenómenos de las cosas tal como nos aparecen, pero no
llegamos a conocerlos tal como son en sí. La naturaleza del sujeto, con sus formas a priori
(espacio y tiempo) y las categorías, determina al objeto. Por tanto, cuando el sujeto se enfrenta
al objeto, lo transforma. Esto significa que cualquier conocimiento de la realidad es siempre
una “interpretación” de la realidad.
El noúmeno siempre queda incognoscible. De ahí que para Kant la verdadera realidad es el
noúmeno mientras que el fenómeno es sólo una apariencia de la realidad, de manera que la
verdadera realidad es incognoscible.
Análisis de la Razón.
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Kant, además de la facultad de la sensibilidad y del entendimiento, habla de la razón. El
entendimiento era la facultad con la que se formulaban juicios. La razón lo que hace es
conectar unos juicios con otros formando razonamientos.
La razón en su afán de conocer toda la realidad elabora juicios cada vez más generales de
manera que alcancen a una mayor comprensión de la realidad. Los juicios cada vez más
generales servirían de fundamento a una multiplicidad de juicios particulares.
Tomemos un ejemplo, utilizado por el mismo Kant: Todos los hombres son mortales; todos los
investigadores son hombres; luego todos los investigadores son mortales. Este sencillo silogismo nos
muestra cómo la conclusión, el juicio «Todos los investigadores son mortales”, tiene su fundamento en
un juicio más general, la premisa “todos los hombres son mortales”. Nuestro razonamiento puede ir,
sin embargo, más lejos: cabría preguntarse por el fundamento de la premisa mayor y así cabría el
siguiente silogismo: Todos los animales son mortales; todos los hombres son animales; luego todos los
hombres son mortales.
El juicio que en el primer silogismo está como fundamento de la conclusión aparece en el segundo
fundado en un juicio más general aún: “todos los animales son mortales”. Nuevamente podemos ir en
busca de un juicio más general aún, que sirva de fundamento a la premisa mayor, y puesto que los
animales son una parte de los vivientes, podemos establecer el siguiente silogismo: Todos los
vivientes son mortales; todos los animales son vivientes; luego todos los animales son mortales.
¿Qué hemos hecho en este ejemplo? La respuesta es sencilla: la razón busca encontrar juicios
cada vez más generales, que abarquen y sirvan de fundamento a una multiplicidad de juicios
particulares: el juicio “todos los animales son mortales” sirve de fundamento a muchos juicios (“los
hombres son mortales”, “los perros son mortales”, etc.); el juicio “todos los vivientes son mortales”
abarca juicios más generales aún, sirviéndoles de fundamento (“los animales son mortales”, “las
plantas son mortales”, etc.).
La razón es, pues, de tal naturaleza que tiende a encontrar juicios, leyes, hipótesis cada vez
más generales, que abarquen y expliquen un mayor número de fenómenos. Así se
construye la ciencia. Éste es el funcionamiento de la razón como consecuencia de su tendencia
natural a buscar condiciones cada vez más generales y, en último término, “lo
incondicionado”1 (o fundamento último de todo conocimiento).
El problema se encuentra cuando la tendencia de la razón, de buscar juicios cada vez más
generales (por otra parte es un tendencia inevitable), le lleva a la razón a traspasar las
barreras de los datos sensibles, en busca de lo llamado por Kant “lo incondicionado”. De esta
manera:
- La razón pretende UNIFICAR Y EXPLICAR los fenómenos físicos por medio de
teorías metafísicas acerca del MUNDO (la sustancia material del racionalismo), lo que
da lugar a antinomias;
- La razón pretende UNIFICAR Y EXPLICAR los fenómenos psíquicos por medio de
teorías metafísicas acerca del ALMA (la sustancia pensante del racionalismo), lo que
da lugar a paralogismos;
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Lo incondicionado: se refiere al fundamento último de todo lo conocim
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- la razón pretende UNIFICAR Y EXPLICAR los fenómenos físicos y los fenómenos
psíquicos por medio de teorías metafísicas acerca de una CAUSA SUPREMA DE
AMBOS O DIOS (la sustancia infinita del racionalismo, Dios), lo que constituye el
ideal de la razón.
-
Dios, alma y mundo son, según Kant, tres ideas de la razón que juegan un papel muy
peculiar dentro de nuestro sistema cognoscitivo.
¿Y cuál ha sido el problema? El problema está en que Alma, Mundo y Dios no son fuente de
conocimiento y que están más allá de la experiencia: son puros entes pensados, no tienen valor
en el mundo de los fenómenos. Es decir, la razón aplica las categorías más allá de los
fenómenos. Está aplicando las categorías en el noúmeno, incurriendo en la ILUSIÓN
TRASCENDENTAL.
Alma. Todas los juicios sobre el alma incurren en paralogismos (= falacias o falsos
razonamientos). Se pretende conocer la naturaleza del alma prescindiendo de la experiencia e
identificándola como una “sustancia en el tiempo” (sustancia que permanece). Pensar en un
alma intemporal es superar las intuiciones puras (espacio/tiempo). se trata de una forma
subjetiva de nuestra sensibilidad.
Mundo. Todos los juicios sobre el mundo incurren en antinomias (= dos tesis contradictorias:
se puede afirmar algo y su contrario). La razón incurre en cuatro antinomias.
Primera antinomia.
Tesis. El mundo tiene un comienzo en el tiempo y también es limitado en cuanto
al espacio.
Antítesis: El mundo no tiene principio ni límites en el espacio; es infinito tanto
en el tiempo como en el espacio.
Segunda antinomia.
Tesis. Todas las sustancias compuestas del mundo están formadas por partes
simples, y no existe nada en ningún lugar excepto lo simple o lo que se compone
de lo simple.
Antítesis. Ninguna cosa compuesta en el mundo está hecha de partes simples, y
no existe nada simple en ningún lugar del mundo.
Tercera antinomia.
Tesis. La causalidad de acuerdo con las leyes de la naturaleza no es la única
causalidad de la cual pueden derivarse todas las apariencias del mundo. Para
explicar estas apariencias es necesario asumir que también existe otra causalidad,
la de la espontaneidad.
Antítesis. No hay espontaneidad; todo en el mundo ocurre únicamente de acuerdo
con las leyes de la naturaleza.
Cuarta antinomia.
Tesis. Pertenece al mundo, ya sea como su parte o como su causa, un ser que es
absolutamente necesario.
Antítesis: Un ser absolutamente necesario no existe en ninguna parte del mundo,
ni existe fuera del mundo como su causa.
Dios. Todos los juicios sobre Dios son el Ideal de la razón, pero no es más que una ilusión.
Kant critica todos los argumentos sobre la existencia de Dios demostrando sus errores.
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Sobre el argumento ontológico. De la idea de Dios como ser perfecto no se deriva su
existencia, ya que la existencia no es un tributo sino un concepto puro o categoría del
entendimiento.
Sobre el argumento cosmológico. De comprobar que existen los seres contingentes no se
puede concluir la existencia de un ser necesario ya que se da un paso ilegítimo al aplicar la
categoría causa/efecto más allá de la experiencia.
Sobre el argumento teleológico. Este argumento podría probar como mucho que hay un cierto
orden en el mundo pero de ahí no se deduce que haya un creador.
Pero si esta aplicación de las categorías es lógicamente ilegítima, es también una tendencia
inevitable de acuerdo con la naturaleza misma de la razón. Como veremos enseguida, la razón
tiende inevitablemente a la búsqueda de lo incondicionado, a extender su conocimiento más
allá de la experiencia, a hacerse preguntas y formular respuestas acerca de Dios, del alma y del
mundo como totalidad.
Por tanto, el conocimiento que podamos tener de Mundo, Alma y Dios, no son más que
ilusiones de la Razón en su búsqueda del conocimiento absoluto de la realidad. Son debidas a
la inclinación natural e inevitable de la razón humana a buscar lo incondicionado. Y este es el
motivo del continuo fracaso (“el andar a tientas”, que dice Kant) de la Metafísica, a saber: en
ella las categorías del entendimiento (causa, sustancia, necesario, contingente, etc.) son
aplicadas a “objetos” (Dios, Alma, Mundo) que están más allá de la experiencia, o dicho de
otro modo, en la Metafísica las categorías del entendimiento no son aplicadas a intuiciones
empíricas, por lo que quedan vacías de conocimiento alguno.
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En la Crítica de la Razón Pura Kant responde a la pregunta “¿qué puedo conocer?”. Y en la
Crítica de la Razón Práctica responde a la pregunta “¿qué debo hacer?”.
No es que haya dos clases de facultades racionales, sino que la misma y única Razón puede
tener un uso teórico (=se ocupa de conocer cómo son las cosas) y un uso práctico (=se ocupa
de determinar cómo debe ser la conducta humana).
Kant no se propone aportar reglas morales concretas ni decirnos qué es lo que debemos hacer,
sino hallar el fundamento de la moral, es decir, hallar los principios por los cuales juicios
moral o reprochable una acción.
Kant sostiene que para encontrar el fundamento de la moral hay que buscarlo en los elementos
a priori de la razón ya que los juicios morales son universales y necesarios, y estos caracteres
siempre los aporta el a priori.
Kant sostiene que los filósofos a lo largo de la historia han tratado de fundamentar la moralidad
en algún aspecto a posteriori: Aristóteles en la felicidad, Epicuro en el placer, Tomás de
Aquino en Dios, etc. Considera nuestro filósofo que todas estas posiciones son propias de las
éticas materiales ya que están formadas por elementos a posteriori y no a priori. Rechaza
todas estas éticas porque son materiales, heterónomas y formulan mandatos o imperativos
hipotéticos.
▪ Heterónomas: porque derivan las normas y los deberes morales desde campos ajenos
(como la religión, las costumbres sociales, la autoridad, etc.) a la propia dimensión racional
de las personas.
▪ Materiales: porque una acción es calificada como buena o mala moralmente en función del
fin perseguido por ella, sea la felicidad, el placer, lo útil, etc. Por esto mismo, tales éticas no
son universales (=válidas para todos), únicamente obligan a aquellos cuyos fines coinciden
con el propuesto por la teoría ética.
▪ Formulan imperativos hipotéticos: es decir, las normas morales se expresan en juicios
condicionales o hipotéticos, del tipo “Si quieres que te respeten, respeta tú a los demás”.
Normas que sólo obligan a quien acepta la condición puesta por ellas, pero no en sí
mismas, por su validez racional a priori.
El formalismo moral.
Kant se propone construir una ética pura, desligada de todo elemento empírico y particular. Se
trata de una ética formal, vacía de contenido, que no nos dice qué debemos hacer sino cómo
debemos hacerlo. El fundamento lo encuentra en el concepto de DEBER. Se trata de que la
determinación de la voluntad está en la actuación por respeto al deber. “El deber por el deber”.
El deber es universal y necesario; el interés es particular y contingente.
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- Acciones por deber. Son acciones desinteresadas.
El valor moral no está en el fin sino en la intención: actuar por deber. Esta es la única ley que la
voluntad se da objetivamente a sí misma.
Kant, en cambio, defendió una ética autónoma, formal y basada en imperativos categóricos
(=absolutos, no condicionados):
▪ Autónoma: porque, según la ética kantiana, las normas morales no han de proceder de
ninguna instancia ajena a nuestra propia razón, pues sólo de este modo nuestros actos serán
auténticamente libres.
▪ Formal: porque ninguna acción concreta es buena o mala, sólo la “forma” con que se hace
la convierte en buena o mala; y la “forma” de una acción no es sino la intención o voluntad
(buena o mala) con que se hace. Por eso, la ética kantiana no formula mandatos o normas
que digan qué hay que hacer, sino cómo hemos a priori de actuar siempre, sea cual sea la
acción particular que llevemos a cabo: hemos de actuar por deber.
▪ Imperativo categórico: porque una acción sólo es buena cuando se realiza por el puro
deber de hacerla, no por las consecuencias que reporte hacerla. La exigencia de obrar
moralmente (=por deber, tal es el a priori de la razón) se expresa en un imperativo
categórico
El imperativo categórico. Se trata de una “ley práctica”, la única ley práctica. Es un
imperativo que obliga incondicionalmente, por sí mismo, y desde dentro de la persona. Se
formula de cuatro maneras diferentes, destacamos la 2º y 4º formulación.
Segunda formulación: “Obra según máximas que puedan al mismo tiempo tenerse por objeto a
sí mismas, como leyes naturales universales”. En esta formulación presenta una razón
autolegisladora, es decir, es la razón la que sabe cómo debe actuar.
Cuarta formulación: “obra de tal manera que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la
persona de cualquier otro, siempre como fin y nunca como medio” En esta formulación se
destaca la dignidad del ser humano, que en toda acción debe ser respetado.
Si la voluntad humana llegara a ser buena, la humanidad podría esperar ver realizarse una
auténtica comunidad ética (=de “santos felices”, dice Kant). Ahora bien, para que tal
comunidad sea algo esperable racionalmente, hay que admitir, dice Kant, tres postulados que
no pueden demostrarse, y que constituyen una “fe racional” o “metafísica de la razón práctica”,
necesaria para hablar de la dimensión moral del hombre y de lo que humanamente cabe esperar
como especie:
▪ La Libertad: hay que postularla porque sin ella no cabría hablar de la moralidad de
nuestros actos. Y no se puede demostrar, porque cualquier fenómeno (incluidos nuestros
actos) está para nuestro entendimiento sometido a priori a la categoría de la “causalidad”,
es decir, tiene necesaria y universalmente una causa, por lo que no hay ninguno que pueda
ser conocido como libre. Ahora bien, aunque en cuanto fenómeno el hombre no puede ser
conocido como libre, en cuanto noúmeno (=en sí mismo) podemos pensarlo, aunque no
conocerlo, como tal.
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▪ La Inmortalidad del Alma: dada la brevedad de la vida humana y la dificultad de
conseguir en ella la plena adecuación de nuestra voluntad al mandato del “imperativo
Categórico” (o a priori de la “razón práctica”) de obrar únicamente por deber, se hace
necesario postular la existencia de otra vida más allá de ésta y, por tanto, que nuestra alma
es inmortal, para que la moralidad humana pueda llegar a verse algún día realizada
íntegramente.
▪ La existencia de Dios: hay que postularla como garantía de que moralidad y felicidad
habrán de coincidir finalmente. Es decir, que actuar por deber conllevará el premio de la
felicidad. Kant no rechaza, pues, que la felicidad sea una consecuencia de la acción moral;
lo que rechaza es que la consecución de la felicidad, y no el actuar por deber, sea el motivo
que me impulse a realizar una acción.
Así pues, la Metafísica no es posible como ciencia (es decir, como conocimiento de objetos
que están más allá de la experiencia), pero tampoco es posible eliminarla de la razón humana,
que por naturaleza se orienta en su uso práctico (=moral) hacia lo que está más allá de la
experiencia y debe ser realizado como producto de la libertad humana.
7. CONTEXTO DE KANT.
Immanuel Kant (Königsberg 1724-1804) no sólo es –con Hume– el más importante filósofo
del siglo XVIII, y, por tanto, un filósofo ilustrado, sino que además abrió nuevos caminos al
pensamiento y determinó toda la filosofía posterior, especialmente en Alemania.
Kant participó plenamente en los ideales de la época, sobre todo si tenemos en cuenta que es en
1781 cuando comienza la etapa más importante, el llamado periodo crítico. Algunas de sus
obras desde ese año hasta 1790 son: Crítica de la razón pura, Fundamentación de la metafísica
de las costumbres, ¿Qué es ilustración?, Crítica de la razón práctica, Crítica del juicio, La
Religión dentro de los límites de la mera razón, Antropología desde el punto de vista
pragmático, etc. En todas ellas rezuma un espíritu moderno comprensible si analizamos los
acontecimientos históricos.
Todas las obras de Kant pueden resumirse en un propósito que les da unidad: realizar una
crítica radical de la razón humana. La razón es la gran protagonista de la cultura europea del
siglo XVIII, y Kant considera que ha llegado el momento de examinar a fondo sus alcances y
límites, para evitar que se pierda en inútiles discusiones sin sentido.
Dos grandes obras tratan de cada uno de los dos usos posibles de la razón: la Crítica de la
Razón Pura ( 1781) se ocupa del uso teórico de la razón, tal y como se emplea en las ciencias;
la Crítica de la Razón Práctica ( 1788) examina su uso práctico, tal y como se expresa en la
experiencia moral. Estos son los dos grandes temas de los que se ocupa la razón: conocer la
naturaleza y dirigir moralmente las acciones humanas.
Contexto histórico.
La vida de Kant llena buena parte del siglo XVIII y que, por ello, sus preocupaciones son las
propias de la cultura europea de su tiempo. Desde el punto de vista político, se agudizan los
conflictos que ya se habían planteado en el siglo anterior y se incuba la Revolución Francesa
de 1789: la sociedad sigue siendo aristocrática y la nobleza se aferra a sus privilegios. Pero la
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burguesía va acumulando cada vez más poder real ante la tendencia absolutista de muchas
monarquías europeas. La situación es cada vez más explosiva, porque la estructura política
cada vez se corresponde menos con la distribución real del poder. En Prusia, donde nació y
vivió Kant, así como en Austria y Rusia, por ejemplo, se desarrollan los llamados
“despotismos ilustrados” cuyo lema, “todo para el pueblo pero sin el pueblo”, choca
frontalmente con las pretensiones de una nueva clase social en pujante ascenso.
Desde el punto de vista económico también hay novedades. Si bien la economía sigue siendo
básicamente agraria, se empieza a desarrollar (sobre todo en Inglaterra) la revolución
industrial, que cambiaría radicalmente el modo de producción en el siglo siguiente. La
población, después del estancamiento del siglo XVII, experimenta un considerable
crecimiento, hasta el punto de que también se habla en este sentido de “revolución
demográfica”.
El mundo europeo se amplía a finales del siglo con la aparición en escena de los Estados
Unidos, cuya Constitución es la primera de la historia y que en poco tiempo se convertiría en
la primera potencia industrial. Como se ve, el siglo XVIII es un siglo de revoluciones, sobre
todo a partir de su segunda mitad, período que coincide con la vida activa de Kant.
Especialmente significativa fue la Revolución Francesa (1789) que, en un primer momento,
expandió desde Francia los deseos de cambio y, posteriormente, presa de sus propias
contradicciones, acabó polarizando a Europa entre los partidarios de los cambios y los que,
aferrados a la tradición, veían en la sangre derramada por el espíritu revolucionario una prueba
más de su carácter cruel e innecesario.
Contexto cultural.
La razón es la gran protagonista de las profundas transformaciones que se van produciendo a lo
largo del siglo XVIII. Pero se trata de un modelo de razón distinto al de los griegos o al
racionalismo de Descartes. Entre otros motivos, porque se ha forjado teniendo en cuenta el
influjo de la revolución científica iniciada en el siglo anterior (sobre todo, por obra de
Newton). Entre los intelectuales de la época existe la convicción de que no existen límites para
transformar el mundo guiados por la fuerza crítica de la razón.
Aparece con fuerza la idea de progreso: la Humanidad ha abandonado definitivamente la
oscuridad de una Edad Media cargada de supersticiones y se prepara para resolver todos sus
problemas a la luz de la razón. De hecho, suele llamarse a este siglo como el “siglo de las
luces” o de “la ilustración”: en palabras de Kant, se ha llegado a “la mayoría de edad de la
razón” y se trata ahora de aplicar un nuevo programa: “sapere aude!”.
Pocas veces la filosofía ha estado tan “de moda”: hasta los monarcas absolutistas se rodean de
filósofos como educadores. Si bien es verdad, por otro lado, que también hay autores, como
Rousseau, que se desmarcan de este clima de optimismo generalizado.
Desde el punto de vista ideológico, se abre paso el liberalismo, tanto en la economía como en
la política, manteniendo un largo conflicto con las posturas absolutistas y proteccionistas.
La religión sigue presente (el ateísmo es aún una actitud minoritaria) pero se transforma
profundamente, al menos entre los intelectuales de la época. Se propone un modelo de
“religión natural”, desprovista de dogmas y abierta a la tolerancia y al respeto a las opiniones
ajenas. Kant, en este sentido, realiza agudos análisis del hecho religioso y comparte con el
resto de los ilustrados su oposición crítica a la nefasta influencia del modelo de religión
tradicional, que fomenta todo tipo de supersticiones y ancla a los hombres en la minoría de
edad. Se asiste, pues, a un proceso de “secularización”: el mundo ya no es considerado como
un producto misterioso de lo divino sino como el campo de acción idóneo para la razón
humana, que se basta a sí misma para comprenderlo y transformarlo.
Contexto filosófico.
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Filosóficamente hablando, la postura de Kant representa, en este contexto, la síntesis más
madura del siglo de la Ilustración. Así, el pensamiento kantiano está fuertemente influenciado
por los planteamientos racionalista y empirista, así como por la física newtoniana; pero
Kant no se decanta unilateralmente a favor de ninguno de ellos. A través de la obra de Newton
llega a la conclusión de que la filosofía, al igual que la ciencia, debe dirigir su mirada a la
experiencia. Indudablemente, Kant no toma a la experiencia en el sentido en el que se la
planteó Hume, sino que, con Locke, admitirá que la razón no puede ir más allá de los límites
de la experiencia. Es decir, Kant no concluirá, como Hume, que del análisis de la experiencia
sensible debamos llegar a la conclusión de que no puede haber leyes de carácter general que
rijan o expliquen esa misma experiencia. Partiendo de este supuesto, Kant reflexiona sobre el
método de investigación que la filosofía ha de seguir, si es que realmente aspira a ser una
ciencia. Desde este planteamiento se cuestiona Kant cómo es posible el conocimiento. Este
problema será uno de los presupuestos fundamentales de su propuesta filosófica.
No es posible entender bien tal planteamiento sin comprender, por un lado, el cuestionamiento
que hace de la metafísica de corte racionalista (concebida como la ciencia de todos los
objetos posibles en cuanto que son posibles); por otro, su concepción de la filosofía, que
comparte con Wolf y Baumgarten, como un saber cuyo único tribunal es la razón misma, en
su relativa independencia respecto a lo empírico y en su facultad de establecer leyes; y, por
último, su concepción de la experiencia sensible como límite de aplicación válido de la razón,
y en consecuencia, como límite del conocimiento mismo ( contribución fundamental que Kant
aceptó del empirismo británico).
Cómo hacer compatibles estas premisas será la tarea que Kant emprende y que desemboca en
lo que se denomina “filosofía crítica”. Finalmente, cabe destacar asimismo la revisión que,
con respecto al sujeto del conocimiento, realiza Kant frente al papel que se le había otorgado
en el modelo racionalista. En efecto, piensa Kant que el sujeto es el que, activamente, ordena el
material que nos suministra la experiencia sensible y que todo principio de síntesis proviene de
su propio modo de conocer, pero no hasta el extremo de que esa labor se confunda con una
concepción innatista, es decir, la realidad empírica no se deduce de nuestro yo, sino que es
entendida y comprendida desde nuestras estructuras de conocimiento. Así, el “yo puro” del
racionalismo da paso al “yo trascendental”, las cosas se amoldan a nosotros, pero las cosas
existen, tienen una entidad independiente del sujeto que las conoce de un único modo posible:
el suyo propio.
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A quiénes benefician los tutores:
- A ellos mismos. Tres tipos de beneficios: razones económicas, influencia sobre los
hombres o influencia social y dominio político.
- Al Estado. Consiguen transmitir las normas a través de los tutores y controlan la
sociedad.
Época de Ilustración, época ilustrada. Kant afirma que vivimos en una época ilustrada,
pero aún no en una etapa de ilustración.
▪ Época de Ilustración. comienzan a darse las libertades para que el ser humano piense
por sí mismo y así ir saliendo de la minoría de edad.
▪ Época ilustrada: el ser humano ha salido de su minoría de edad. Ya piensa por sí
mismo.
Crítica a la religión.
El Estado de Federico II no trata a sus súbditos como menores de edad en artes y en
ciencias. Sin embargo, la religión sí lo hace con sus fieles. Esta minoría de edad es de las
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más nocivas ya que atañe a la salvación de mi alma, por lo que se incita más fácilmente a
permanecer en minoría de edad. Por ello, las cuestiones religiosas han provocado conflictos
bélicos en la historia moderna.
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