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Unidad 4 F

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Nombre:

Joel Alejandro
Apellido:
Figuereo Marrero
Matricula:
100720409
Materia:
Introduccion a la Filosofia
Profesor:
Juan Rafael Serrano Nuñez
Seccion:
L1
Tema:
El pensamiento capitalista
Fecha:

20/10/2023
El pensamiento capitalista.

4.1. El racionalismo continental en Europa.


Es una corriente filosófica que se desarrolló durante los siglos XVII y XVIII, y que se
caracterizó por defender el papel de la razón como fuente principal del conocimiento.
Los principales representantes de esta corriente fueron René Descartes, Baruch
Spinoza y Gottfried Wilhelm Leibniz, quienes defendieron la existencia de ideas
innatas, la intuición intelectual y el método matemático como medios para alcanzar la
verdad. El racionalismo continental se opuso al empirismo británico, que sostenía que
todo el conocimiento procede de la experiencia sensible. El racionalismo continental
también influyó en el desarrollo de la ciencia moderna, la filosofía de la religión y la
ética racionalista.

4.1.1. Contexto socio-político.


El contexto socio-político en el que surgió el racionalismo fue el de la consolidación de
la Europa de los Estados, marcado por la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), que
enfrentó a dos bloques con distintas concepciones económicas, políticas y religiosas: la
burguesía protestante y el feudalismo católico. Esta guerra supuso un cambio en el
equilibrio de poder en Europa y una crisis de la autoridad de la Iglesia. Además, se
produjo un auge del comercio, del mercantilismo y de la monarquía absoluta, que se
apoyaba en teóricos como Hobbes y Bossuet. El racionalismo se opuso a la tradición
escolástica, que basaba el saber en la autoridad de Aristóteles y la Biblia, y buscó
establecer un método científico que garantizara la certeza y la evidencia de las
verdades.
El iniciador del racionalismo fue René Descartes, que afirmó que solo se podía confiar
en la razón y en las ideas innatas, y que a partir de ellas se podía deducir todo el
conocimiento. Descartes tomó como modelo las matemáticas, que consideraba la
ciencia más segura y universal. Otros representantes del racionalismo fueron Spinoza y
Leibniz, que desarrollaron sistemas filosóficos basados en principios racionales y
demostraciones lógicas. El racionalismo tuvo influencia en diversos ámbitos, como la
ética, la religión, la política y el arte. El racionalismo defendió una moral basada en la
razón y no en las pasiones o las costumbres, una religión natural que no dependiera de
la revelación o los dogmas, una política basada en el contrato social y los derechos
naturales, y un arte que expresara el orden, la claridad y la armonía. El racionalismo
fue criticado por el empirismo, que sostenía que todo el conocimiento procedía de la
experiencia sensible, y por el escepticismo, que negaba la posibilidad de alcanzar
verdades universales y necesarias.

4.1.2. Los racionalistas más determinantes: René Descarte, Wilhen


Leibniz, Baruh de Spinoza.
Los racionalistas más determinantes fueron René Descartes, Wilhen Leibniz y Baruh de
Spinoza, quienes desarrollaron una filosofía basada en la razón como fuente de
conocimiento y de verdad. Estos filósofos se opusieron al empirismo, que afirmaba que
el conocimiento provenía de la experiencia sensible.
Descartes fue el fundador del racionalismo continental y el padre de la filosofía
moderna. Su obra más importante fue los Principios de la Filosofía, donde expuso su
método de duda metódica, su famoso cogito ergo sum (pienso, luego existo), la
existencia de Dios como garante de la verdad y la distinción entre la sustancia
pensante (res cogitans) y la sustancia extensa (res extensa). Descartes buscaba un
principio absolutamente cierto del que no fuera posible dudar, y lo encontró en el acto
mismo de dudar, que implica pensar y existir. Descartes también se interesó por las
ciencias naturales y las matemáticas, y defendió una visión mecanicista del universo.

Leibniz fue un filósofo, matemático y lógico, que continuó el racionalismo de Descartes


y lo llevó a sus últimas consecuencias. Su obra más conocida fue la Monadología,
donde expuso su teoría de las mónadas, que son las unidades básicas e indivisibles de
la realidad, dotadas de percepción y apetición. Leibniz afirmó que cada mónada refleja
el universo entero desde su propio punto de vista, y que existe una armonía
preestablecida entre todas las mónadas, ordenada por Dios. Leibniz también desarrolló
el cálculo infinitesimal y el principio de razón suficiente.

Spinoza fue un filósofo judío holandés, que rompió con la tradición religiosa y propuso
una filosofía panteísta y racionalista. Su obra más relevante fue la Ética, donde expuso
su concepción de Dios como la única sustancia que existe, que se manifiesta en
infinitos atributos, entre los cuales solo conocemos el pensamiento y la extensión.
Spinoza sostuvo que todo lo que existe es una expresión necesaria de la naturaleza
divina, y que los seres humanos solo pueden alcanzar la felicidad si comprenden las
leyes que rigen el universo y se liberan de las pasiones que los esclavizan. Spinoza
también defendió la libertad de pensamiento y la democracia.

4.1.3. Descartes y el origen problemático de su filosofía.


Descartes fue el fundador del racionalismo continental y el padre de la filosofía
moderna. Su filosofía tuvo un origen problemático, ya que se basó en la duda metódica,
que consiste en poner en cuestión todo lo que se cree saber, hasta encontrar un
principio indubitable del que se pueda deducir el resto del conocimiento. Descartes
aplicó este método a las ciencias, a la religión y a la metafísica, y encontró muchas
dificultades para justificar sus afirmaciones.
Por ejemplo, Descartes dudó de la existencia del mundo externo, de los sentidos y de
su propio cuerpo, y solo admitió como cierto el hecho de que pensaba y existía (cogito
ergo sum). Sin embargo, para pasar de este principio a la existencia de Dios y del
mundo material, tuvo que recurrir a argumentos poco convincentes, como el argumento
ontológico o el argumento de las ideas claras y distintas. Estos argumentos fueron
criticados por otros filósofos, como Spinoza, Leibniz o Kant, quienes señalaron las
contradicciones y los presupuestos ocultos de Descartes.
Otro problema que tuvo Descartes fue el de explicar la relación entre la mente y el
cuerpo, que él consideraba como dos sustancias distintas e independientes (dualismo
sustancial). Descartes afirmó que la mente y el cuerpo interactuaban a través de la
glándula pineal, situada en el cerebro, pero no pudo dar una explicación satisfactoria de
cómo se producía esta interacción. Además, su visión mecanicista del cuerpo humano
y del resto de los seres vivos fue cuestionada por los avances de la biología y la
fisiología.

Finalmente, Descartes tuvo que enfrentarse a las críticas de la Iglesia Católica, que no
aceptaba su método de duda ni sus conclusiones sobre Dios y el alma. Descartes tuvo
que exiliarse en Holanda y Suecia para evitar la persecución religiosa, y su obra fue
incluida en el Índice de Libros Prohibidos. A pesar de estos problemas, Descartes fue
un filósofo muy influyente y original, que abrió nuevos caminos para el pensamiento
moderno.

4.1.4. Obras más importantes de este autor.


Las obras más importantes de Descartes son las siguientes:

Discurso del método: Es una obra escrita en francés, dividida en seis partes, donde
Descartes expone su método de duda metódica, su famoso cogito ergo sum, la
existencia de Dios, la distinción entre mente y cuerpo, y algunos principios de física y
geometría. Es considerada una obra fundacional de la filosofía moderna y el
racionalismo continental.
Meditaciones metafísicas: Es una obra escrita en latín, compuesta por seis
meditaciones, donde Descartes profundiza en los temas de la duda, el conocimiento,
Dios, el alma, la verdad y el error. Es una obra de gran rigor lógico y argumentativo,
que fue sometida a la crítica de varios filósofos contemporáneos de Descartes, a los
que él respondió en varias objeciones y respuestas.
Principios de la filosofía: Es una obra escrita en latín, dividida en cuatro partes,
donde Descartes expone de forma sistemática y ordenada los fundamentos de su
filosofía. La primera parte trata de los principios del conocimiento humano, la segunda
de los principios de la naturaleza material, la tercera de la naturaleza del hombre y la
cuarta de la naturaleza de Dios. Es una obra que pretende ser una alternativa a la
filosofía escolástica basada en Aristóteles.
Tratado de las pasiones: Es una obra escrita en francés, dividida en tres partes,
donde Descartes analiza las pasiones humanas desde una perspectiva psicológica y
ética. La primera parte trata de la naturaleza de las pasiones y su relación con el alma y
el cuerpo, la segunda de las pasiones particulares y sus efectos, y la tercera de la
moral y el uso correcto de las pasiones. Es una obra que muestra el interés de
Descartes por el estudio del ser humano y su felicidad.

4.1.5. La duda metódica y sus niveles de aplicación.


La duda metódica es un método filosófico propuesto por René Descartes para alcanzar
el conocimiento verdadero. Consiste en poner en cuestión todo lo que se cree saber,
hasta encontrar un principio indudable del que se pueda deducir el resto del
conocimiento. La duda metódica tiene cuatro niveles de aplicación:

El primer nivel es la duda de los sentidos, que consiste en desconfiar del conocimiento
aportado por los sentidos, ya que estos pueden engañarnos muchas veces,
produciendo ideas oscuras y confusas. Por ejemplo, cuando vemos una vara en el
agua, nos parece que está torcida, pero sabemos que no es así.
El segundo nivel es la duda de la realidad, que consiste en cuestionar la existencia del
mundo externo, ya que no podemos distinguir entre el sueño y la vigilia. Los sueños
nos parecen tan reales como la realidad, y podríamos estar soñando todo lo que
creemos vivir.
El tercer nivel es la duda de Dios, que consiste en plantear la hipótesis de que Dios nos
ha creado de tal manera que nos engañamos siempre, incluso en los razonamientos
más evidentes. Aunque los principios matemáticos parecen tener validez universal,
quizá Dios nos ha hecho creer falsamente que son verdaderos.
El cuarto nivel es la duda del genio maligno, que consiste en suponer que existe un
espíritu malvado que se divierte haciéndonos errar cada vez que razonamos. Aunque
Dios no pueda engañarnos, porque es bondadoso, podría existir otro ser más poderoso
que Dios que nos engañara constantemente.

4.1.6. La salida de la crisis escéptica.


La crisis escéptica es un problema filosófico que surge cuando se cuestiona la
posibilidad y el fundamento del conocimiento humano. Los escépticos sostienen que no
podemos tener certeza de nada, ni siquiera de nuestra propia existencia, y que todo lo
que creemos saber se basa en opiniones, costumbres o hábitos. La crisis escéptica se
ha planteado en diferentes épocas y contextos, y ha tenido diversas respuestas por
parte de los filósofos.
Una de las primeras manifestaciones de la crisis escéptica se dio en la antigua Grecia,
con los sofistas y los escépticos académicos y pirrónicos. Estos filósofos negaban la
existencia de una verdad objetiva y universal, y afirmaban que todo depende del punto
de vista de cada uno, de las circunstancias o de las convenciones sociales. Su actitud
era la de suspender el juicio sobre todo (epoché) y buscar la tranquilidad del alma
(ataraxia).
Otra época en la que se planteó la crisis escéptica fue el siglo XVII, con el surgimiento
del racionalismo continental y el empirismo británico. Estas corrientes filosóficas
intentaron darle un nuevo fundamento al conocimiento humano, basado en la razón o
en la experiencia, respectivamente. Sin embargo, también se encontraron con
dificultades para justificar sus principios y para explicar la relación entre el sujeto y el
objeto, entre la mente y el cuerpo, entre el mundo interno y el externo. Algunos filósofos
que expresaron su escepticismo fueron Montaigne, Descartes, Berkeley y Hume.
Finalmente, otra época en la que se planteó la crisis escéptica fue el siglo XX, con el
desarrollo de la filosofía analítica y la filosofía continental. Estas corrientes filosóficas
cuestionaron los presupuestos de la metafísica tradicional, el lenguaje como medio de
expresión de la verdad, el papel de la ciencia como fuente de conocimiento y el sentido
de la existencia humana. Algunos filósofos que expresaron su escepticismo fueron
Wittgenstein, Popper, Heidegger y Sartre.
La salida de la crisis escéptica no es fácil ni única. Algunas posibles respuestas son las
siguientes:
Aceptar el escepticismo como una posición válida y coherente, y adoptar una actitud de
humildad, tolerancia y relativismo frente a las distintas opiniones y creencias.
Rechazar el escepticismo como una posición absurda e inconsistente, y defender la
existencia de una verdad objetiva y universal, basada en principios racionales,
empíricos o religiosos.
Superar el escepticismo como una posición parcial e insuficiente, y buscar una síntesis
entre las distintas fuentes y formas de conocimiento, reconociendo sus límites y sus
posibilidades.

4.2. Los sensualistas y empiristas ingleses.


Los sensualistas y empiristas ingleses fueron dos corrientes filosóficas que se
desarrollaron en el siglo XVII y XVIII, y que se caracterizaron por defender el papel de
la experiencia sensible como fuente de conocimiento. Ambas corrientes se opusieron al
racionalismo continental, que sostenía que el conocimiento se basaba en la razón y en
las ideas innatas.
Los sensualistas fueron los más radicales en su defensa de la experiencia sensible, y
afirmaron que todas las ideas procedían de las sensaciones, y que no había ninguna
otra facultad cognitiva superior a la sensibilidad. Los principales representantes de esta
corriente fueron Étienne Bonnot de Condillac, quien usó el ejemplo de una estatua a la
que se le iban añadiendo los sentidos para mostrar cómo se formaban las ideas, y
Claude-Adrien Helvétius, quien negó la existencia de una naturaleza humana universal
y defendió el hedonismo como principio moral. El sensualismo tuvo una gran influencia
en la Ilustración francesa, y también en algunos pensadores españoles como José de
Jesús Muñoz Capilla.
Los empiristas fueron más moderados en su defensa de la experiencia sensible, y
admitieron que además de las sensaciones, había otras operaciones del entendimiento
que contribuían al conocimiento, como el juicio, la comparación o la abstracción. Los
principales representantes de esta corriente fueron John Locke, quien distinguió entre
las ideas simples y las complejas, y entre las cualidades primarias y secundarias de los
objetos, George Berkeley, quien negó la existencia del mundo material y afirmó que
todo era percepción mental, y David Hume, quien cuestionó la validez de los principios
de causalidad y sustancia, y propuso una ética basada en los sentimientos. El
empirismo tuvo una gran influencia en la ciencia moderna, la filosofía política y la
religión.

4.2.1. La reacción antirracionalista.


es un término que se usa para describir una corriente arquitectónica que surgió en
Argentina en la década de 1950, y que se opuso al racionalismo y al funcionalismo que
dominaban la arquitectura moderna. Los arquitectos que formaron parte de esta
reacción buscaron recuperar los valores tradicionales, históricos y regionales de la
arquitectura, y se inspiraron en las casas coloniales blancas que se encontraban en el
norte del país. Algunos de los representantes más destacados de esta corriente fueron
Rafael Iglesia, Amancio Williams, Clorindo Testa y Jorge Moscato.

La reacción antirracionalista se manifestó principalmente en el diseño de viviendas


unifamiliares, que se caracterizaron por el uso del color blanco, las formas geométricas
simples, los techos planos, las ventanas pequeñas y los muros gruesos. Estas casas
buscaban integrarse al paisaje natural y cultural, y expresar una identidad nacional
propia. Algunos ejemplos de estas obras son la Casa Curutchet de Le Corbusier y
Amancio Williams, la Casa del Puente de Amancio Williams, la Casa Di Tella de
Clorindo Testa y la Casa Iglesia de Rafael Iglesia.
La reacción antirracionalista tuvo una gran repercusión en el ámbito académico y
cultural, y fue difundida por revistas como Nuestra Arquitectura y Zodiac. También tuvo
algunos vínculos con otras experiencias latinoamericanas que cuestionaron el
racionalismo, como el organicismo brasileño de Oscar Niemeyer y Lúcio Costa, el
neocolonialismo mexicano de Luis Barragán y Mario Pani, y el brutalismo chileno de
Emilio Duhart y Sergio Larraín.
4.2.2. El conocimiento sensorial y la experiencia como base
epistemológica.
El conocimiento sensorial y la experiencia como base epistemológica son los
fundamentos del empirismo, una corriente filosófica y epistemológica que sostiene que
todo conocimiento proviene de la experiencia sensorial y que la razón no puede
generar conocimiento por sí sola. El empirismo se desarrolló en el siglo XVII en Gran
Bretaña y fue defendido por filósofos como John Locke, George Berkeley y David
Hume.
Según el empirismo, la mente humana es como una tabla rasa, es decir, una hoja en
blanco que se va llenando con las impresiones e ideas que provienen de los sentidos.
No hay ningún conocimiento innato o a priori, sino que todo se deriva de la observación
y la experimentación. El único criterio de verdad es la evidencia empírica, que se puede
verificar y contrastar con la realidad. El empirismo también influyó en el desarrollo de la
ciencia moderna, la filosofía política y la religión.
El empirismo se opuso al racionalismo continental, que sostenía que el conocimiento se
basaba en la razón y en las ideas innatas. Los racionalistas, como Descartes, Spinoza
y Leibniz, afirmaban que había verdades universales y necesarias que se podían
deducir mediante el uso de la lógica y la matemática. Los racionalistas también
defendían la existencia de Dios, la sustancia y la causalidad como principios
metafísicos.

4.2.3. Los sensualistas y empiristas más representativos.


Los sensualistas fueron una corriente filosófica que defendió que todas las ideas
procedían de las sensaciones, y que no había ninguna otra facultad cognitiva superior a
la sensibilidad. El principal representante de esta corriente fue Étienne Bonnot de
Condillac, quien usó el ejemplo de una estatua a la que se le iban añadiendo los
sentidos para mostrar cómo se formaban las ideas. Otros sensualistas fueron Claude-
Adrien Helvétius, quien defendió el hedonismo como principio moral, y Pierre-Jean-
Georges Cabanis, quien redujo la mente a las funciones del cerebro2. El sensualismo
tuvo una gran influencia en la Ilustración francesa, y también en algunos pensadores
españoles como José de Jesús Muñoz Capilla.
Los empiristas fueron una corriente filosófica que admitió que además de las
sensaciones, había otras operaciones del entendimiento que contribuían al
conocimiento, como el juicio, la comparación o la abstracción. El principal
representante de esta corriente fue John Locke, quien distinguió entre las ideas simples
y las complejas, y entre las cualidades primarias y secundarias de los objetos. Otros
empiristas fueron George Berkeley, quien negó la existencia del mundo material y
afirmó que todo era percepción mental, y David Hume, quien cuestionó la validez de los
principios de causalidad y sustancia, y propuso una ética basada en los sentimientos.
El empirismo tuvo una gran influencia en la ciencia moderna, la filosofía política y la
religión.

4.2.4 John Locke, Berkeley y Hume.


John Locke, Berkeley y Hume fueron tres filósofos británicos que defendieron el
empirismo, una corriente filosófica que sostiene que todo conocimiento proviene de la
experiencia sensible y que la razón no puede generar conocimiento por sí sola. Estos
filósofos se opusieron al racionalismo continental, que afirmaba que el conocimiento se
basaba en la razón y en las ideas innatas. A continuación, te presento un breve
resumen de sus principales ideas:

John Locke
John Locke (1632-1704) fue el fundador del empirismo moderno y uno de los padres
del liberalismo político. Su obra más importante fue el Ensayo sobre el entendimiento
humano, donde expuso su teoría del conocimiento, basada en la distinción entre las
ideas simples y las complejas, y entre las cualidades primarias y secundarias de los
objetos. Locke negó la existencia de ideas innatas y afirmó que la mente humana era
como una tabla rasa, que se iba llenando con las impresiones e ideas que provienen de
los sentidos. Locke también defendió los derechos naturales del hombre, el contrato
social y la separación de poderes en su obra Dos tratados sobre el gobierno civil.
George Berkeley
George Berkeley (1685-1753) fue un obispo anglicano y un filósofo idealista. Su obra
más conocida fue el Tratado sobre los principios del conocimiento humano3, donde
expuso su teoría de la inmaterialidad de la realidad. Berkeley negó la existencia del
mundo material y afirmó que todo era percepción mental. Para él, ser es ser percibido
(esse est percipi). Berkeley también defendió la existencia de Dios como la causa de
nuestras percepciones y como el garante de su orden y coherencia.
David Hume
David Hume (1711-1776) fue un filósofo, historiador y economista escocés. Su obra
más relevante fue el Tratado de la naturaleza humana4, donde expuso su teoría del
conocimiento, basada en la distinción entre las impresiones y las ideas, y entre las
relaciones de ideas y las cuestiones de hecho. Hume cuestionó la validez de los
principios de causalidad y sustancia, y propuso una ética basada en los sentimientos.
Hume también se interesó por la religión, la política y la historia.

4.2.5. El nominalismo y la crítica empirista a los universales.


Son dos temas relacionados con la filosofía del lenguaje y la epistemología. El
nominalismo es una postura que niega la existencia de los universales, es decir, de los
conceptos o ideas que se aplican a múltiples individuos de una misma clase. Por
ejemplo, el nominalismo rechaza que haya una esencia común a todos los hombres, y
afirma que solo existen los nombres o las palabras que usamos para referirnos a ellos.
El nominalismo se opone al realismo, que sostiene que los universales son entidades
reales y objetivas, ya sea en las cosas mismas o en un mundo aparte.
La crítica empirista a los universales es una forma de nominalismo que se basa en el
principio de que todo conocimiento proviene de la experiencia sensible y que la razón
no puede generar conocimiento por sí sola. Los empiristas, como John Locke, George
Berkeley y David Hume, afirmaron que las ideas generales o abstractas no son más
que el resultado de operaciones mentales sobre las impresiones particulares y
concretas que recibimos de los sentidos. Los empiristas también cuestionaron la
validez de los principios metafísicos, como la sustancia, la causalidad y la identidad, y
propusieron una ética basada en los sentimientos.

4.2.6. La crítica de Hume al nominalismo clásico.


Es un tema que se refiere a la posición de Hume sobre la naturaleza y el origen de los
conceptos generales o abstractos, como los de sustancia, causa, identidad, etc. El
nominalismo clásico es una postura que niega la existencia de los universales, es decir,
de los conceptos o ideas que se aplican a múltiples individuos de una misma clase.
Según el nominalismo clásico, solo existen los nombres o las palabras que usamos
para referirnos a los individuos, y no hay ninguna realidad objetiva que corresponda a
esos nombres.

Hume, como buen empirista, también rechaza la existencia de los universales, pero lo
hace desde una perspectiva diferente a la del nominalismo clásico. Hume no se limita a
afirmar que los conceptos generales son solo nombres, sino que intenta explicar cómo
se forman esos conceptos a partir de la experiencia sensible. Según Hume, las ideas
generales o abstractas no son más que el resultado de operaciones mentales sobre las
impresiones particulares y concretas que recibimos de los sentidos. Estas operaciones
son la asociación por semejanza, contigüidad y causalidad, y la separación por
abstracción. Así, por ejemplo, cuando vemos varios objetos redondos y blancos,
asociamos sus impresiones por semejanza y formamos la idea general de bola. Luego,
separamos por abstracción las cualidades comunes de las particulares y asignamos un
nombre a esa idea general.

Hume critica al nominalismo clásico por ser insuficiente y poco riguroso para explicar el
origen y el uso de los conceptos generales. Hume considera que el nominalismo
clásico no puede dar cuenta de cómo pasamos de las impresiones particulares a las
ideas generales, ni de cómo aplicamos estas ideas a nuevos casos. Además, Hume
cree que el nominalismo clásico no puede resolver el problema de la vaguedad y la
ambigüedad del lenguaje, ya que no ofrece ningún criterio para determinar el
significado y la extensión de los nombres. Por estas razones, Hume propone su teoría
del conocimiento basada en la experiencia sensible y en las operaciones mentales
como una alternativa más satisfactoria al nominalismo clásico.

4.3. Movimiento de la Ilustración. (Francia y Alemania).


Fue una corriente cultural e intelectual que se desarrolló en Europa durante los siglos
XVII y XVIII, y que se caracterizó por darle un papel primordial a la razón humana como
fuente de conocimiento y de progreso. La Ilustración se opuso al oscurantismo, al
fanatismo y a la tiranía que dominaban la época, y propuso reformas sociales, políticas
y científicas para construir un mundo mejor. La Ilustración también se conoce como el
Siglo de las Luces, y tuvo una gran influencia en la Revolución francesa y en la
independencia de Estados Unidos.

Francia y Alemania fueron dos de los países más activos e importantes en el


movimiento ilustrado. En Francia, la Ilustración tuvo como principales representantes a
Voltaire, Montesquieu, Rousseau, Diderot y D’Alembert, quienes escribieron sobre
filosofía, política, religión, literatura y ciencia. Estos pensadores defendieron la libertad
de pensamiento y de expresión, la tolerancia religiosa, el contrato social, la separación
de poderes y la enciclopedia como medio de difusión del saber. La Ilustración francesa
también contó con el apoyo de algunos monarcas ilustrados, como Luis XV y Luis XVI,
quienes intentaron aplicar algunas reformas inspiradas en las ideas ilustradas.

En Alemania, la Ilustración tuvo como principales representantes a Kant, Lessing,


Herder y Schiller, quienes escribieron sobre filosofía, estética, historia y cultura. Estos
pensadores defendieron el uso de la razón crítica y el deber moral, la autonomía del
arte y la literatura, el valor de la diversidad cultural y el ideal de la educación integral.
La Ilustración alemana también contó con el apoyo de algunos príncipes ilustrados,
como Federico II de Prusia y José II de Austria, quienes intentaron modernizar sus
estados mediante reformas administrativas, jurídicas y religiosas.

4.3.1 Ilustración en Francia. Denis Diderot, Jean Jacques Rousseau.


fue un movimiento cultural e intelectual que se desarrolló en el siglo XVIII y que se
caracterizó por darle un papel primordial a la razón humana como fuente de
conocimiento y de progreso. Los pensadores ilustrados, también llamados filósofos, se
preguntaban acerca del mundo que los rodeaba a través del uso de la razón, que era
considerada la luz que iluminaba el conocimiento y que podía terminar con la
ignorancia. La Ilustración francesa influyó en la política, la economía, las ciencias, el
arte, la religión y otros aspectos de la cultura occidental, y tuvo una gran repercusión en
la Revolución francesa.
Entre los filósofos franceses más destacados se encuentran Denis Diderot y Jean
Jacques Rousseau, quienes aportaron ideas originales y revolucionarias a la
Ilustración. A continuación, te presento un breve resumen de sus principales obras e
ideas:
Denis Diderot
Denis Diderot (1713-1784) fue un escritor, filósofo y enciclopedista. Su obra más
importante fue la Enciclopedia1, una monumental obra compilada por él y por Jean le
Rond D’Alembert que contenía textos sobre diversos temas escritos por filósofos
ilustrados. La Enciclopedia pretendía difundir el saber de su época y criticar los
prejuicios y las supersticiones. Diderot también escribió obras de teatro, novelas,
ensayos y diálogos filosóficos, donde defendió el materialismo, el ateísmo, el
determinismo y el hedonismo. Algunas de sus obras son Jacques el fatalista2, El
sobrino de Rameau3 y La religiosa.
Jean-Jacques Rousseau
Jean Jacques Rousseau (1712-1778) fue un escritor, filósofo y pedagogo. Su obra más
influyente fue el Contrato social, donde expuso su teoría política basada en la
soberanía popular y el pacto social. Rousseau afirmó que los hombres nacen libres e
iguales, pero que la sociedad los corrompe y los somete a la desigualdad y a la tiranía.
Por eso, propuso una forma de gobierno democrático donde los ciudadanos
participaran activamente en la elaboración de las leyes. Rousseau también escribió
obras sobre educación, religión, música y autobiografía. Algunas de sus obras son
Emilio o De la educación, Confesiones y Julia o La nueva Eloísa.

4.3.2. Ilustración en Alemania. El pensamiento de Emmanuel Kant.


Fue un movimiento cultural e intelectual que se desarrolló en el siglo XVIII y que se
caracterizó por darle un papel primordial a la razón humana como fuente de
conocimiento y de progreso. Los pensadores ilustrados, también llamados filósofos, se
preguntaban acerca del mundo que los rodeaba a través del uso de la razón, que era
considerada la luz que iluminaba el conocimiento y que podía terminar con la
ignorancia. La Ilustración alemana influyó en la política, la estética, la historia y la
cultura, y tuvo una gran repercusión en la Revolución francesa.
El pensamiento de Emmanuel Kant (1724-1804) fue el más destacado y original de la
Ilustración alemana. Kant fue un filósofo, matemático y lógico, que intentó darle un
nuevo fundamento al conocimiento humano, basado en la crítica de la razón. Kant se
propuso responder a cuatro preguntas fundamentales: ¿qué puedo saber?, ¿qué debo
hacer?, ¿qué puedo esperar? y ¿qué es el hombre? Para ello, escribió tres obras
principales: Crítica de la razón pura, Crítica de la razón práctica y Crítica del juicio.
En la Crítica de la razón pura1, Kant analizó los límites y las condiciones del
conocimiento teórico, es decir, el que se refiere a los objetos de la ciencia y la
metafísica. Kant distinguió entre los juicios analíticos y los sintéticos, y entre los juicios
a priori y los a posteriori. Los juicios analíticos son aquellos cuyo predicado está
contenido en el sujeto, como “todo soltero es soltero”. Los juicios sintéticos son
aquellos cuyo predicado añade algo nuevo al sujeto, como “todo soltero es feliz”. Los
juicios a priori son aquellos que se basan en la razón y no en la experiencia, como
“todo cambio tiene una causa”. Los juicios a posteriori son aquellos que se basan en la
experiencia y no en la razón, como “el sol sale por el este”. Kant afirmó que el
conocimiento científico se basa en los juicios sintéticos a priori, que son posibles
gracias a las formas a priori de la sensibilidad (espacio y tiempo) y las categorías a
priori del entendimiento (como sustancia, causa, cantidad, etc.). Estas formas y
categorías son las que estructuran nuestra percepción y nuestro pensamiento, pero no
nos permiten conocer las cosas en sí mismas (noumenos), sino solo como se nos
aparecen (fenómenos).
En la Crítica de la razón práctica2, Kant analizó los principios y las condiciones del
conocimiento práctico, es decir, el que se refiere a la acción moral. Kant distinguió entre
los imperativos hipotéticos y los categóricos. Los imperativos hipotéticos son aquellos
que expresan una obligación condicionada por un fin o un interés, como “si quieres
aprobar el examen, estudia”. Los imperativos categóricos son aquellos que expresan
una obligación incondicionada por ningún fin o interés, como “actúa de tal manera que
puedas querer que tu máxima se convierta en una ley universal”. Kant afirmó que el
imperativo categórico es el único principio válido de la moralidad, que se basa en la
autonomía de la voluntad y no en las consecuencias o las emociones. Kant también
defendió la existencia de Dios, la libertad y la inmortalidad como postulados de la razón
práctica.

En la Crítica del juicio, Kant analizó los principios y las condiciones del conocimiento
estético y teleológico, es decir, el que se refiere al arte y a la naturaleza. Kant distinguió
entre los juicios determinantes y los reflexionaste. Los juicios determinantes son
aquellos que aplican una regla general a un caso particular, como “este triángulo tiene
tres ángulos”. Los juicios reflexionaste son aquellos que buscan una regla general a
partir de un caso particular, como “esta flor es bella”. Kant afirmó que el juicio estético
es un tipo de juicio reflexiónate que se basa en el sentimiento de placer o displacer que
produce una obra de arte o un objeto natural, sin depender de ningún concepto o
interés. Kant también afirmó que el juicio teleológico es un tipo de juicio reflexiónate
que se basa en la idea de finalidad o propósito que se atribuye a los seres vivos o al
universo, sin pretender demostrar la existencia de un diseñador inteligente.

4.3.3. ¿Cuál fue el objetivo del pensamiento de Kant?


El objetivo del pensamiento de Kant fue darle un nuevo fundamento al conocimiento
humano, basado en la crítica de la razón. Kant se propuso responder a cuatro
preguntas fundamentales: ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?, ¿qué puedo
esperar? y ¿qué es el hombre? Para ello, escribió tres obras principales: Crítica de la
razón pura, Crítica de la razón práctica y Crítica del juicio.

En la Crítica de la razón pura, Kant analizó los límites y las condiciones del
conocimiento teórico, es decir, el que se refiere a los objetos de la ciencia y la
metafísica. Kant distinguió entre los juicios analíticos y los sintéticos, y entre los juicios
a priori y los a posteriori. Kant afirmó que el conocimiento científico se basa en los
juicios sintéticos a priori, que son posibles gracias a las formas a priori de la
sensibilidad (espacio y tiempo) y las categorías a priori del entendimiento (como
sustancia, causa, cantidad, etc.). Estas formas y categorías son las que estructuran
nuestra percepción y nuestro pensamiento, pero no nos permiten conocer las cosas en
sí mismas (noumenos), sino solo como se nos aparecen (fenómenos).
En la Crítica de la razón práctica, Kant analizó los principios y las condiciones del
conocimiento práctico, es decir, el que se refiere a la acción moral. Kant distinguió entre
los imperativos hipotéticos y los categóricos. Los imperativos hipotéticos son aquellos
que expresan una obligación condicionada por un fin o un interés, como “si quieres
aprobar el examen, estudia”. Los imperativos categóricos son aquellos que expresan
una obligación incondicionada por ningún fin o interés, como “actúa de tal manera que
puedas querer que tu máxima se convierta en una ley universal”. Kant afirmó que el
imperativo categórico es el único principio válido de la moralidad, que se basa en la
autonomía de la voluntad y no en las consecuencias o las emociones. Kant también
defendió la existencia de Dios, la libertad y la inmortalidad como postulados de la razón
práctica.
En la Crítica del juicio, Kant analizó los principios y las condiciones del conocimiento
estético y teleológico, es decir, el que se refiere al arte y a la naturaleza. Kant distinguió
entre los juicios determinantes y los reflexionasteis. Los juicios determinantes son
aquellos que aplican una regla general a un caso particular, como “este triángulo tiene
tres ángulos”. Los juicios reflexionaste son aquellos que buscan una regla general a
partir de un caso particular, como “esta flor es bella”. Kant afirmó que el juicio estético
es un tipo de juicio reflexionaste que se basa en el sentimiento de placer o displacer
que produce una obra de arte o un objeto natural, sin depender de ningún concepto o
interés. Kant también afirmó que el juicio teleológico es un tipo de juicio reflexionaste
que se basa en la idea de finalidad o propósito que se atribuye a los seres vivos o al
universo, sin pretender demostrar la existencia de un diseñador inteligente.

4.3.4. La epistemología como preocupación.


Es una expresión que se refiere al interés y la reflexión que los filósofos han tenido
sobre la naturaleza, el origen, los límites y la validez del conocimiento humano. La
epistemología es una rama de la filosofía que se ocupa de estos temas, y que también
se conoce como teoría del conocimiento o gnoseología. La epistemología siempre se
ha preocupado por asuntos como la naturaleza, las fuentes y la legitimidad del
conocimiento. En el curso de la filosofía occidental, los filósofos siempre se
concentraron en uno o dos de estos temas, excluyendo a los demás.
La epistemología como preocupación se puede rastrear desde los orígenes de la
filosofía en la antigua Grecia, donde los presocráticos se preguntaban por el principio o
arjé de todas las cosas. Platón y Aristóteles desarrollaron sus propias teorías sobre las
ideas, las formas, las categorías y la lógica. En la Edad Media, los filósofos
escolásticos intentaron conciliar la fe y la razón, y distinguieron entre el conocimiento
natural y el sobrenatural. En la Edad Moderna, los racionalistas y los empiristas
debatieron sobre el papel de la razón y de la experiencia en el conocimiento. En la
Edad Contemporánea, los filósofos analíticos y continentales cuestionaron los
fundamentos de la ciencia, el lenguaje, la ética y la cultura.

4.3.4. Resumen entre racionalistas y empiristas. Entre dogmáticos y


escépticos.
Los racionalistas y los empiristas son dos corrientes filosóficas que se diferencian en su
concepción del origen y el fundamento del conocimiento humano. Los racionalistas
sostienen que el conocimiento se basa en la razón y en las ideas innatas, que son
verdades universales y necesarias que se pueden deducir mediante la lógica y la
matemática. Los empiristas sostienen que el conocimiento se basa en la experiencia y
en las sensaciones, que son impresiones particulares y contingentes que se pueden
verificar mediante la observación y la experimentación.
Los dogmáticos y los escépticos son dos actitudes filosóficas que se diferencian en su
grado de confianza o de duda respecto al conocimiento humano. Los dogmáticos son
aquellos que afirman que es posible tener certeza de algo, ya sea por la razón o por la
experiencia, y que aceptan sin cuestionar los principios o las autoridades que sustentan
su creencia. Los escépticos son aquellos que niegan que sea posible tener certeza de
algo, ya sea por la razón o por la experiencia, y que ponen en cuestión todo lo que se
cree saber, buscando la suspensión del juicio o la relativización de las opiniones.

4.3.4.1. El juicio como estructura del pensamiento.


Es un tema que se refiere a la naturaleza y el funcionamiento de una de las
operaciones lógicas del pensamiento humano. El juicio es el pensamiento en el que se
afirma o se niega algo de algo, es decir, en el que se establece una relación entre dos
conceptos o ideas. Por ejemplo, “el cielo es azul” o “los gatos no son perros” son
juicios.
El juicio se compone de tres elementos principales: el sujeto, el predicado y la cópula.
El sujeto es el concepto del cual se afirma o se niega algo, el predicado es la idea que
se afirma o se niega del sujeto, y la cópula es el verbo que une al sujeto con el
predicado, expresando una afirmación o una negación. Por ejemplo, en el juicio “el
cielo es azul”, el sujeto es “el cielo”, el predicado es “azul” y la cópula es “es”.
El juicio se puede clasificar según diferentes criterios, como la cantidad, la cualidad, la
relación y la modalidad. La cantidad se refiere al alcance del sujeto, que puede ser
universal (todo), particular (alguno) o singular (uno). La cualidad se refiere al sentido de
la cópula, que puede ser afirmativa (es) o negativa (no es). La relación se refiere al tipo
de predicado, que puede ser atributivo (expresa una cualidad del sujeto) o copulativo
(expresa una identidad entre el sujeto y otro concepto). La modalidad se refiere al
grado de certeza del juicio, que puede ser problemático (posible), asertórico (real) o
apodíctico (necesario).
El juicio es una operación fundamental del pensamiento humano, ya que nos permite
formar proposiciones, razonamientos y argumentos. El juicio también es la sede de la
verdad o la falsedad, ya que podemos contrastar lo que afirmamos o negamos con la
realidad. El juicio ha sido estudiado por diferentes corrientes filosóficas y
epistemológicas, como el racionalismo, el empirismo, el idealismo y el pragmatismo.

4.3.4.2. El juicio científico. Importancia de cada tipo.


El juicio científico es el proceso de formular, evaluar y aplicar el conocimiento científico
a un problema o una cuestión específica. El juicio científico implica el uso de la razón,
la evidencia, la creatividad y la ética para llegar a una conclusión o una decisión
basada en el método científico. El juicio científico tiene una gran importancia en
diversos ámbitos, como la ciencia, la tecnología, la medicina, el derecho, la educación y
la política.
Existen diferentes tipos de juicio científico, según el objetivo, el contexto y los criterios
que se emplean. Algunos de estos tipos son:
El juicio hipotético-deductivo, que consiste en formular una hipótesis o una conjetura a
partir de observaciones o datos previos, y luego deducir sus consecuencias lógicas y
contrastarlas con la realidad mediante experimentos o pruebas. Este tipo de juicio se
usa para generar y comprobar teorías científicas que expliquen los fenómenos
naturales.
El juicio inductivo, que consiste en inferir una generalización o una ley a partir de casos
particulares o de hechos observados. Este tipo de juicio se usa para descubrir
regularidades o patrones en los datos empíricos y para ampliar el conocimiento
científico a partir de la experiencia.
El juicio abductivo, que consiste en proponer una explicación o una solución plausible a
un problema o una cuestión que no se puede resolver con los conocimientos
disponibles. Este tipo de juicio se usa para generar hipótesis creativas e innovadoras
que puedan ser sometidas a verificación posterior.
El juicio clínico, que consiste en aplicar el conocimiento científico a un caso individual o
concreto, teniendo en cuenta las características específicas del paciente, del contexto y
de las circunstancias. Este tipo de juicio se usa para diagnosticar, pronosticar y tratar
enfermedades o problemas de salud.
El juicio judicial, que consiste en valorar el conocimiento científico como prueba o como
argumento en un proceso legal, teniendo en cuenta las normas y los principios jurídicos
que rigen el caso. Este tipo de juicio se usa para resolver conflictos o controversias que
involucran aspectos científicos.

4.3.4.3. Relevancia de las matemáticas.


Son una ciencia que estudia las propiedades y relaciones de las entidades abstractas,
como los números, las figuras, los símbolos y las operaciones. Las matemáticas tienen
una gran relevancia en la vida cotidiana, ya que se usan para resolver problemas,
medir, contar, calcular, razonar, comunicar, crear y descubrir. Las matemáticas también
son fundamentales para el desarrollo de otras ciencias, como la física, la química, la
biología, la informática y la ingeniería. Además, las matemáticas contribuyen a la
formación de valores y habilidades en las personas, como la lógica, la creatividad, la
crítica y la abstracción.
Algunas razones por las que las matemáticas son importantes son las siguientes:
Las matemáticas nos ayudan a entender el mundo que nos rodea, a descubrir sus
leyes y sus patrones, y a explicar los fenómenos naturales.
Las matemáticas nos permiten realizar actividades cotidianas, como administrar el
dinero, planificar el tiempo, comprar, cocinar o jugar.
Las matemáticas nos facilitan el aprendizaje de otras disciplinas, como la música, el
arte, la historia o la literatura.
Las matemáticas nos proporcionan herramientas para innovar y crear nuevas
tecnologías, productos y servicios que mejoran nuestra calidad de vida.
Las matemáticas nos estimulan a pensar de manera ordenada, rigurosa y sistemática,
a buscar soluciones y a demostrar su validez.
Las matemáticas nos desafían a ser creativos e imaginativos, a explorar diferentes
posibilidades y a generar nuevas ideas.
Las matemáticas nos enseñan a ser críticos y reflexivos, a cuestionar lo que se da por
hecho y a fundamentar nuestras opiniones.
Las matemáticas nos preparan para ser autónomos y responsables, a tomar decisiones
informadas y a actuar con ética.
Las matemáticas nos abren la mente y nos hacen más tolerantes y respetuosos con la
diversidad de pensamientos y culturas.
Las matemáticas nos hacen disfrutar del conocimiento y del placer de aprender.

4.3.4.4. Importancia del A priori.


Es un tema que se refiere al valor y al papel que tiene el conocimiento que se adquiere
de forma independiente de la experiencia, es decir, mediante la razón, la intuición o las
ideas innatas. El a priori es una expresión latina que significa “previo a” y se opone al a
posteriori, que significa “posterior a” y se refiere al conocimiento que se basa en la
experiencia.

El a priori ha sido una preocupación de la filosofía y la epistemología desde sus


orígenes, ya que plantea cuestiones como: ¿qué podemos saber sin recurrir a la
experiencia?, ¿cómo se justifica el conocimiento a priori?, ¿qué tipos de conocimiento
son a priori?, ¿qué relación hay entre el conocimiento a priori y el conocimiento a
posteriori?, ¿qué ventajas y desventajas tiene el conocimiento a priori?
El a priori ha sido defendido por diferentes corrientes filosóficas, como el racionalismo,
el idealismo, el apriorismo y el intuicionismo. Estas corrientes sostienen que el
conocimiento a priori es posible, necesario y superior al conocimiento a posteriori, ya
que es más universal, más seguro y más profundo. Algunos ejemplos de conocimiento
a priori son las verdades lógicas, las verdades matemáticas, las verdades morales y las
verdades metafísicas.
El a priori también ha sido criticado por otras corrientes filosóficas, como el empirismo,
el pragmatismo, el escepticismo y el relativismo. Estas corrientes niegan o cuestionan
la existencia, la validez o la relevancia del conocimiento a priori, y afirman que todo
conocimiento depende de la experiencia, de la utilidad, de la duda o del contexto.
Algunos ejemplos de críticas al conocimiento a priori son las paradojas lógicas, los
problemas matemáticos irresolubles, los dilemas morales y las contradicciones
metafísicas.

4.3.4.5. La ciencia y su compromiso con el A posteriori.


La ciencia y su compromiso con el a posteriori es un tema que se refiere a la relación
entre la ciencia y el conocimiento que se basa en la experiencia, es decir, en la
observación y la experimentación de los fenómenos naturales. El a posteriori es una
expresión latina que significa “posterior a” y se opone al a priori, que significa “previo a”
y se refiere al conocimiento que se adquiere de forma independiente de la experiencia,
es decir, mediante la razón, la intuición o las ideas innatas.
La ciencia se puede definir como el conjunto de conocimientos objetivos y verificables
sobre la realidad natural, que se obtienen mediante el uso del método científico. El
método científico es un proceso sistemático y riguroso que implica las siguientes
etapas: observación, formulación de hipótesis, deducción de consecuencias,
contrastación empírica y elaboración de teorías. La ciencia busca explicar los hechos
observados mediante leyes generales y universales, que pueden ser sometidas a
prueba y falsación.
La ciencia tiene un compromiso con el a posteriori, ya que su conocimiento se basa en
la evidencia empírica, que se puede verificar y reproducir por otros investigadores. La
ciencia no acepta como válidos los conocimientos que se basan en la autoridad, la
tradición, la revelación o la intuición, sino que los somete a un examen crítico y
racional. La ciencia también tiene un compromiso con el progreso, ya que busca
ampliar y mejorar el conocimiento humano mediante el descubrimiento de nuevos
hechos, el planteamiento de nuevos problemas y el desarrollo de nuevas soluciones.

La ciencia y su compromiso con el a posteriori tienen una gran importancia para la


sociedad, ya que contribuyen al desarrollo de la tecnología, la medicina, la educación y
otros ámbitos que mejoran la calidad de vida de las personas. La ciencia también tiene
una importancia cultural, ya que fomenta el espíritu crítico, la curiosidad y la
creatividad. Además, la ciencia tiene una importancia ética, ya que implica unos valores
como la honestidad, la responsabilidad y el respeto.

4.3.4.6. El problema de la dicotomía Amplitud-Seguridad.


Es un tema que se refiere al dilema que enfrentan los sistemas de seguridad social
entre ofrecer una cobertura amplia y garantizar una protección adecuada. La amplitud
se refiere al número y la diversidad de las personas que tienen acceso a los beneficios
de la seguridad social, como la salud, la jubilación, la invalidez, el desempleo, etc. La
seguridad se refiere al nivel y la calidad de los beneficios que se otorgan, así como a la
sostenibilidad financiera del sistema.
El problema de la dicotomía amplitud-seguridad surge porque hay una tensión entre
ambos objetivos, ya que ampliar la cobertura implica aumentar el gasto y reducir la
seguridad, mientras que garantizar la seguridad implica restringir el acceso y disminuir
la amplitud. Por lo tanto, los sistemas de seguridad social deben buscar un equilibrio
entre ambos objetivos, teniendo en cuenta las necesidades y las capacidades de cada
país.
Algunos factores que influyen en el problema de la dicotomía amplitud-seguridad son:
El grado de desarrollo económico y social del país, que determina los recursos
disponibles y las demandas de la población.
El tipo de sistema de seguridad social que se adopta, que puede ser contributivo
(basado en las cotizaciones de los trabajadores y los empleadores), no contributivo
(financiado por el Estado con impuestos generales) o mixto (que combina ambos
mecanismos).
El diseño y la gestión de los programas de seguridad social, que incluyen aspectos
como los requisitos de elegibilidad, los montos y las modalidades de los beneficios, las
fuentes y los mecanismos de financiamiento, la administración y el control de los
recursos, etc.
El contexto político e institucional del país, que afecta a las decisiones y las reformas
que se toman en materia de seguridad social, así como a la participación y el consenso
de los actores sociales involucrados.

4.3.5. Las tres críticas y sus contenidos.


son un tema que se refiere a las principales objeciones que se han planteado al
psicoanálisis, una corriente teórica y terapéutica fundada por Sigmund Freud, que se
ocupa de estudiar el inconsciente y sus manifestaciones en la conducta humana. El
psicoanálisis ha sido criticado desde diversos ámbitos, como la salud mental, la ciencia,
la filosofía, la cultura y la opinión pública. Estas críticas se pueden resumir en tres:
La primera crítica es que el psicoanálisis es largo, es decir, que requiere de un tiempo
prolongado y de un número elevado de sesiones para lograr resultados terapéuticos.
Esta crítica se basa en la idea de que el psicoanálisis es un proceso lento y costoso,
que no se adapta a las demandas y necesidades actuales de la sociedad. Sin embargo,
esta crítica no tiene en cuenta que el psicoanálisis no busca una solución rápida y
superficial, sino un cambio profundo y duradero, que implica un trabajo personal y una
implicación del sujeto en su propio análisis. Además, el tiempo y el ritmo del
psicoanálisis dependen de cada caso y de cada persona, y no se pueden establecer de
forma arbitraria o estandarizada.
La segunda crítica es que el psicoanálisis es costoso, es decir, que implica un gasto
económico elevado para acceder a sus servicios. Esta crítica se basa en la idea de que
el psicoanálisis es un lujo reservado para unos pocos privilegiados, que excluye a las
personas con menos recursos o con dificultades sociales. Sin embargo, esta crítica no
tiene en cuenta que el psicoanálisis no es solo una cuestión de dinero, sino también de
deseo y de compromiso. El dinero tiene un valor simbólico en el psicoanálisis, que
representa el interés y la responsabilidad del sujeto en su propio análisis. Además,
existen diversas formas de facilitar el acceso al psicoanálisis, como las instituciones
públicas, las asociaciones profesionales o las modalidades de pago adaptadas a cada
situación.
La tercera crítica es que el psicoanálisis no es efectivo, es decir, que no produce los
efectos terapéuticos esperados o deseados. Esta crítica se basa en la idea de que el
psicoanálisis no tiene una base científica o empírica que lo sustente, que no se puede
medir ni evaluar su eficacia, y que no ofrece garantías ni resultados comprobables. Sin
embargo, esta crítica no tiene en cuenta que el psicoanálisis no se rige por los mismos
criterios que otras disciplinas o terapias, sino por su propia lógica y metodología. El
psicoanálisis no busca una cura o una adaptación al medio, sino una transformación
subjetiva y una mayor libertad del sujeto. Además, existen diversas formas de verificar
los efectos del psicoanálisis, como los testimonios clínicos, los estudios de casos o las
investigaciones cualitativas.

4.3.5.1. La crítica de la razón pura, su estructura.


La Crítica de la razón pura es la obra principal del filósofo alemán Immanuel Kant,
publicada por primera vez en 1781 y revisada en 1787. En ella, Kant intenta responder
a la pregunta de qué podemos saber y cómo podemos saberlo, mediante una
investigación sobre las condiciones y los límites de la razón humana. La obra tiene una
estructura compleja y detallada, que se puede resumir de la siguiente manera:
La obra comienza con una Introducción, donde Kant expone el problema de los juicios
sintéticos a priori, es decir, aquellos que amplían el conocimiento sin depender de la
experiencia. Kant afirma que estos juicios son posibles y necesarios para la ciencia y la
metafísica, y que su objetivo es descubrir cómo se originan y se justifican.
La primera parte de la obra es la Doctrina trascendental de los elementos, donde Kant
analiza los elementos que constituyen el conocimiento humano: la sensibilidad, el
entendimiento y la razón. Esta parte se divide en dos secciones: la Estética
trascendental y la Lógica trascendental.
En la Estética trascendental, Kant estudia las formas a priori de la sensibilidad, es
decir, el espacio y el tiempo. Kant sostiene que el espacio y el tiempo no son
propiedades de las cosas en sí mismas, sino condiciones subjetivas que nos permiten
percibir los fenómenos. Por lo tanto, no podemos conocer las cosas como son en sí
mismas (noumenos), sino solo como se nos aparecen (fenómenos).
En la Lógica trascendental, Kant estudia las formas a priori del entendimiento y de la
razón, es decir, los conceptos y los principios. Esta sección se subdivide en dos partes:
la Analítica trascendental y la Dialéctica trascendental.
En la Analítica trascendental, Kant examina las categorías a priori del entendimiento, es
decir, los conceptos puros que nos permiten pensar los objetos. Kant distingue doce
categorías, agrupadas en cuatro clases: cantidad, cualidad, relación y modalidad. Kant
también explica cómo las categorías se aplican a los fenómenos mediante los juicios
sintéticos a priori, que son posibles gracias al esquematismo trascendental y a los
principios del entendimiento puro.
En la Dialéctica trascendental, Kant analiza las ideas a priori de la razón, es decir, los
conceptos que trascienden los límites de la experiencia posible. Kant distingue tres
ideas: el alma, el mundo y Dios. Kant demuestra que estas ideas no pueden ser objeto
de conocimiento teórico, sino solo de ilusión trascendental. Sin embargo, Kant
reconoce que estas ideas tienen una función regulativa para el uso de la razón.
La segunda parte de la obra es la Doctrina trascendental del método, donde Kant
expone las reglas y las condiciones para el uso correcto de la razón pura. Esta parte se
divide en cuatro capítulos: el Canon, el Arquitectónico, el Disciplinario y el Polémico.
En el Canon, Kant trata del uso práctico de la razón pura, es decir, del ámbito moral.
Kant afirma que las ideas de libertad, inmortalidad y Dios son postulados de la razón
práctica, que sirven para fundamentar el imperativo categórico y la ley moral.
En el Arquitectónico, Kant trata del plan general de la razón pura, es decir, de su
organización sistemática. Kant distingue entre filosofía dogmática (que pretende
conocer lo incondicionado) y filosofía crítica (que examina las condiciones del
conocimiento).
En el Disciplinario, Kant trata de las normas para el ejercicio de la razón pura, es decir,
de su método científico. Kant establece cuatro reglas: definir con claridad los
conceptos; dividir con orden las materias; argumentar con rigor las pruebas; exponer
con sencillez los resultados.
En el Polémico, Kant trata de las controversias entre las diferentes escuelas filosóficas
respecto al uso de la razón pura. Kant critica tanto al dogmatismo (que afirma la
posibilidad de un conocimiento trascendente) como al escepticismo (que niega la
posibilidad de un conocimiento seguro).

4.3.5.2. La crítica de la razón práctica.


Es una obra del filósofo alemán Immanuel Kant, publicada por primera vez en 1788. En
ella, Kant trata sobre su filosofía moral, y continúa en la línea de la Crítica de la razón
pura. Kant se propone responder a la pregunta de qué podemos hacer y cómo
podemos hacerlo, mediante una investigación sobre las condiciones y los límites de la
razón humana práctica, es decir, la que se ocupa de la acción y el deber.
La obra tiene una estructura compleja y detallada, que se puede resumir de la siguiente
manera:
La obra comienza con una Introducción, donde Kant expone el problema de los juicios
sintéticos a priori prácticos, es decir, aquellos que determinan la voluntad sin depender
de la experiencia. Kant afirma que estos juicios son posibles y necesarios para la
moralidad y la libertad, y que su objetivo es descubrir cómo se originan y se justifican.
La primera parte de la obra es la Doctrina trascendental de los elementos, donde Kant
analiza los elementos que constituyen el conocimiento humano práctico: el hecho
moral, el imperativo categórico y la ley moral. Esta parte se divide en dos secciones: la
Analítica de la razón pura práctica y la Dialéctica de la razón pura práctica.
En la Analítica de la razón pura práctica, Kant estudia el fundamento supremo de la
moralidad, que es el imperativo categórico. Este es un principio que ordena actuar de
tal manera que puedas querer que tu máxima se convierta en una ley universal. Kant
distingue entre imperativos hipotéticos (que expresan una obligación condicionada por
un fin) e imperativos categóricos (que expresan una obligación incondicionada por
ningún fin). Kant también explica cómo el imperativo categórico se aplica a los casos
concretos mediante las fórmulas del fin en sí mismo, de la autonomía y del reino de los
fines.
En la Dialéctica de la razón pura práctica, Kant analiza las ideas trascendentales de la
razón práctica, que son: el alma, el mundo y Dios. Estas ideas no pueden ser objeto de
conocimiento teórico, sino solo de ilusión trascendental. Sin embargo, Kant reconoce
que estas ideas tienen una función regulativa para el uso de la razón práctica, y que
sirven para fundamentar los postulados de la libertad, la inmortalidad y la existencia de
Dios.
La segunda parte de la obra es la Doctrina del método de la razón pura práctica, donde
Kant expone las reglas y las condiciones para el uso correcto de la razón humana
práctica. Esta parte se divide en cuatro capítulos: el Canon, el Arquitectónico, el
Disciplinario y el Polémico.
En el Canon, Kant trata del uso práctico de la razón pura en relación con el bien
supremo, que es el fin último de toda acción moral. El bien supremo consiste en la
unión entre virtud y felicidad, que solo puede realizarse bajo las condiciones del orden
moral del mundo.
En el Arquitectónico, Kant trata del plan general de la razón pura práctica, que consiste
en su organización sistemática según los principios morales. Kant distingue entre
filosofía moral (que expone los principios universales) y antropología moral (que aplica
los principios a las condiciones humanas).
En el Disciplinario, Kant trata de las normas para el ejercicio de la razón pura práctica,
que consisten en su método científico. Kant establece cuatro reglas: definir con claridad
los conceptos; dividir con orden las materias; argumentar con rigor las pruebas;
exponer con sencillez los resultados.
En el Polémico, Kant trata de las controversias entre las diferentes escuelas filosóficas
respecto al uso de la razón pura práctica. Kant critica tanto al dogmatismo (que afirma
la posibilidad de un conocimiento trascendente) como al escepticismo (que niega la
posibilidad de un conocimiento seguro).

4.3.5.3. El problema moral en el capitalismo.


Es un tema que se refiere a la cuestión de si el capitalismo, como sistema económico y
social, es compatible o no con los valores morales y éticos que rigen la convivencia
humana. El capitalismo se caracteriza por el predominio del mercado y de la propiedad
privada, y por el incentivo de la ganancia como motivación principal de la actividad
económica. El capitalismo ha sido objeto de diversas críticas y defensas desde
diferentes perspectivas filosóficas, políticas, religiosas y culturales.
Algunos de los argumentos que se han planteado en contra del capitalismo desde el
punto de vista moral son los siguientes:
El capitalismo genera desigualdad, pobreza y exclusión social, al favorecer la
concentración de la riqueza y el poder en unas pocas manos, y al dejar a la mayoría de
la población sin acceso a los recursos básicos para una vida digna.
El capitalismo fomenta el individualismo, el egoísmo y la competencia desleal, al
promover una cultura del consumo, del éxito material y de la satisfacción inmediata,
que desprecia los valores de la solidaridad, la cooperación y el bien común.
El capitalismo destruye el medio ambiente, al explotar los recursos naturales de forma
insostenible, sin tener en cuenta los límites ecológicos ni las consecuencias para las
generaciones futuras.
El capitalismo corrompe la moral, al someter todas las esferas de la vida humana a la
lógica del mercado, que reduce todo a mercancía y a precio, y que no respeta los
derechos humanos ni los principios éticos.
Algunos de los argumentos que se han planteado a favor del capitalismo desde el
punto de vista moral son los siguientes:

El capitalismo respeta la libertad, la dignidad y la responsabilidad individual, al permitir


que cada persona elija su propio proyecto de vida, según sus preferencias,
capacidades e intereses, sin imponerle ninguna restricción o coacción externa.
El capitalismo estimula el progreso, la innovación y la creatividad, al ofrecer incentivos
para el desarrollo científico, tecnológico y cultural, que mejoran las condiciones de vida
y amplían las oportunidades de las personas.
El capitalismo promueve la paz, la tolerancia y la diversidad, al facilitar el intercambio
comercial, cultural y social entre diferentes países y regiones, que favorece el
entendimiento mutuo y el respeto por las diferencias.
El capitalismo reconoce la moralidad, al admitir que existen valores morales y éticos
que regulan la convivencia humana, y que deben ser respetados por todos los agentes
económicos y sociales.

4.3.5.4. El Recurso kantiano a la lógica.


Es un tema que se refiere a la forma en que Kant utiliza la lógica como una herramienta
para fundamentar y delimitar el conocimiento humano. Kant considera que la lógica es
una ciencia racional, a priori y formal, que estudia las leyes necesarias del
pensamiento, sin tener en cuenta los contenidos particulares de los objetos. La lógica
es, para Kant, el instrumento que permite analizar y criticar el uso de la razón en sus
diferentes ámbitos: teórico, práctico y estético.
Kant recurre a la lógica en sus principales obras, como la Crítica de la razón pura, la
Crítica de la razón práctica y la Crítica del juicio. En estas obras, Kant distingue entre
dos tipos de lógica: la lógica general y la lógica trascendental.
La lógica general es la que se ocupa de las formas universales y necesarias del
pensamiento, sin considerar su relación con los objetos. La lógica general se divide en
dos partes: la analítica y la dialéctica. La analítica es la parte positiva de la lógica, que
expone las reglas del entendimiento para formar conceptos, juicios y razonamientos
correctos. La dialéctica es la parte negativa de la lógica, que muestra los errores y las
ilusiones que se producen cuando se pretende aplicar el entendimiento más allá de los
límites de la experiencia posible.
La lógica trascendental es la que se ocupa de las formas específicas y condicionadas
del pensamiento, según su relación con los objetos. La lógica trascendental se divide
en tres partes: la estética, la analítica y la dialéctica. La estética es la parte que trata de
las formas a priori de la sensibilidad, es decir, el espacio y el tiempo. La analítica es la
parte que trata de las formas a priori del entendimiento, es decir, las categorías y los
principios. La dialéctica es la parte que trata de las formas a priori de la razón, es decir,
las ideas y los postulados.
El recurso kantiano a la lógica tiene una gran importancia para su filosofía, ya que le
permite establecer los fundamentos y los límites del conocimiento humano, así como
criticar las pretensiones dogmáticas y escépticas de otras corrientes filosóficas.

4.3.5.5. El problema de los imperativos y la ética puritana.


Es un tema muy interesante y complejo, que ha sido abordado por diversos autores
desde diferentes perspectivas. A continuación, te presento algunos de los aspectos
más relevantes que he encontrado en mis búsquedas:
La ética de trabajo puritana es un concepto que se refiere a la idea de que el trabajo
duro y la diligencia son una forma de agradar a Dios y de demostrar la propia salvación.
Este concepto tiene su origen en la teología calvinista, que enfatiza la soberanía de
Dios y la predestinación de los elegidos. La ética de trabajo puritana se hizo popular
entre los protestantes europeos y americanos después de la Reforma, y fue analizada
por el sociólogo Max Weber como un factor que contribuyó al desarrollo del
capitalismo.
Los imperativos kantianos son principios de racionalidad práctica que nos indican cómo
debemos actuar según la ley moral. Kant distingue entre dos tipos de imperativos: el
categórico y el hipotético. El imperativo categórico es un mandato incondicional que se
aplica a todos los seres racionales, sin importar sus fines o circunstancias. El
imperativo hipotético es un mandato condicional que se aplica solo a aquellos que
tienen ciertos fines o circunstancias.
El problema del deber en la ética de los valores de Max Scheler es una crítica a la
concepción kantiana de la moral como una mera obediencia al imperativo categórico.
Scheler propone una ética fenomenológica y axiológica, basada en la intuición
emocional de los valores objetivos y en el amor como motivación fundamental. Scheler
rechaza el formalismo, el universalismo y el rigorismo de Kant, y afirma que la moral
debe ser personalista, situacional y flexible.
Moral y puritanismo son dos conceptos que a menudo se relacionan de forma negativa,
como si el puritanismo fuera una forma de moralidad excesivamente estricta,
intolerante y represiva. Sin embargo, algunos autores han defendido el valor positivo
del puritanismo como una forma de moralidad comprometida, responsable y coherente.
Así, por ejemplo, Fernando Savater afirma que el puritanismo es una actitud moral que
busca la perfección en uno mismo y en los demás, sin caer en el fanatismo o en el
cinismo.

4.3.5.6. El imperativo categórico y la ética puritana.


El imperativo categórico es el principio ético más importante en la filosofía de Immanuel
Kant, un filósofo alemán del siglo XVIII. Según Kant, el imperativo categórico es un
mandato incondicional y universal que nos dice cómo debemos actuar según la ley
moral, sin importar nuestros fines o circunstancias. El imperativo categórico se expresa
así: Actúa únicamente sobre esa máxima mediante la cual puedes al mismo tiempo
querer que se convierta en una ley universal.
La ética puritana es un concepto que se refiere a la idea de que el trabajo duro y la
diligencia son una forma de agradar a Dios y de demostrar la propia salvación. Este
concepto tiene su origen en la teología calvinista, que enfatiza la soberanía de Dios y la
predestinación de los elegidos. La ética puritana se hizo popular entre los protestantes
europeos y americanos después de la Reforma, y fue analizada por el sociólogo Max
Weber como un factor que contribuyó al desarrollo del capitalismo.

Existe una relación entre el imperativo categórico y la ética puritana, ya que ambos
plantean una exigencia moral basada en la razón y en la voluntad. Sin embargo,
también hay diferencias, ya que el imperativo categórico es un principio formal y
abstracto, mientras que la ética puritana es un conjunto de normas concretas y
históricas. Además, el imperativo categórico se basa en el respeto a la dignidad
humana, mientras que la ética puritana se basa en el temor a Dios.

4.3.5.7. Fenómeno y El Noúmeno.


El fenómeno es lo que percibimos a través de nuestros sentidos y nuestra experiencia,
es decir, la forma en que se nos presenta la realidad. El fenómeno depende de las
condiciones de nuestra sensibilidad y de nuestro entendimiento, que nos permiten
ordenar y comprender lo que observamos. El fenómeno es el objeto de la ciencia
empírica y de la experiencia posible.
El noúmeno es lo que existe independientemente de nuestra percepción, es decir, la
realidad en sí misma. El noúmeno es lo que no podemos conocer directamente, sino
solo inferir o suponer. El noúmeno es el objeto de la razón pura y de la metafísica.
Estos conceptos fueron desarrollados por el filósofo alemán Immanuel Kant (1724-
1804), quien los usó para fundamentar su sistema de idealismo trascendental. Según
Kant, el espacio, el tiempo y las categorías son formas a priori de nuestra sensibilidad y
de nuestro entendimiento, que nos permiten construir los fenómenos a partir de los
datos sensibles. Sin embargo, estas formas no son propiedades reales de las cosas en
sí mismas, sino solo condiciones de posibilidad de nuestro conocimiento.
Kant distinguió entre dos usos del concepto de noúmeno: uno negativo y otro positivo.
El uso negativo se refiere a la cosa en sí misma como algo que no puede ser conocido
por medio de la intuición sensible, sino solo pensado como un límite de nuestro
conocimiento. El uso positivo se refiere al objeto que puede ser conocido por medio de
una intuición intelectual, que no depende de los sentidos, sino solo de la razón. Sin
embargo, Kant afirmó que nosotros no tenemos esa intuición intelectual, y que por
tanto solo podemos conocer los fenómenos y no los noúmenos.

4.3.5.8. El sujeto trascendental en Kant.


Es el principio fundamental de todo conocimiento, la primera y más radical condición de
posibilidad de la experiencia, supuesto de todo conocer. Sólo desde la unidad de
conciencia de un sujeto es posible llegar a conocer objetos. Lo denomina también «yo
trascendental», «apercepción pura» o «unidad sintética de la conciencia», lo describe
como un «yo pienso», y es la conciencia que acompaña a toda «representación», esto
es, a todo conocimiento.
El sujeto trascendental no debe confundirse con el yo psicológico o empírico, que es el
sujeto de toda percepción, que tiene una existencia temporal y espacial, y que está
sometido a las leyes causales de la naturaleza. El sujeto trascendental tiene un
carácter lógico y formal, no tiene una existencia real ni puede ser objeto de
conocimiento. Es un concepto límite que sirve para explicar cómo es posible el
conocimiento científico.
El sujeto trascendental es el fundamento del idealismo trascendental de Kant, que
sostiene que la realidad no se nos da tal como es en sí misma (el noúmeno), sino tal
como se nos aparece a través de nuestras formas a priori de sensibilidad (el espacio y
el tiempo) y de entendimiento (las categorías). Estas formas son las que hacen posible
los juicios sintéticos a priori, que son los que expresan las leyes científicas. El sujeto
trascendental es el que «impone» sus estructuras a priori al material sensible recibido y
constituye el objeto de conocimiento, ya que las condiciones a priori que hacen posible
la experiencia de objetos son las mismas que hacen posible los objetos de la
experiencia.

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