Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

PLACENTA

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 9

TRABAJO DE ANATOMIA

PLACENTA

ALUNOS: de Siqueira Levandoski José Pedro

Gauna Cargneluti Tifany

Henrique Pereira Junior Alexsandro

PROFESSOR: Baroni Julian

COMISSION: 12

FECHA: 13/08/2024

La placenta es uno de los órganos más fascinantes y complejos del cuerpo


humano, desempeñando un papel fundamental en el embarazo. Este órgano, a
menudo considerado una "maternidad biológica", establece una conexión crítica
entre la madre y el feto, asegurando que este último reciba los nutrientes esenciales
y el oxígeno necesario para su desarrollo. La placenta no solo sirve como
intermediario en el intercambio de sustancias entre la madre y el feto, sino que
también contribuye a la regulación hormonal y la defensa inmunológica, protegiendo
al bebé contra posibles amenazas y patógenos.

Además de su función vital durante la gestación, la placenta puede


proporcionar ideas valiosas sobre la salud reproductiva y el desarrollo fetal.
Anomalías y disfunciones placentarias pueden llevar a una variedad de
complicaciones, incluyendo abortos espontáneos, problemas de crecimiento y
trastornos como la placenta previa y el síndrome de restricción del crecimiento
intrauterino. Por lo tanto, la investigación sobre la placenta es crucial para
comprender mejor estos desafíos y mejorar las prácticas clínicas y los resultados del
embarazo.

Este trabajo pretende ofrecer un análisis exhaustivo de la placenta,


abordando su anatomía, fisiología e importancia clínica. Exploraremos cómo se
desarrolla la placenta, sus funciones esenciales y las implicaciones de las
alteraciones patológicas en este órgano.

La placenta es un órgano materno-fetal temporal que se desarrolla


progresivamente durante los tres primeros meses del embarazo, que se encuentra
dentro del útero y es un órgano transitorio que se forma en los mamíferos
placentarios durante la gestación. Su principal función es proporcionar nutrientes y
oxígeno al feto, además de eliminar residuos y dióxido de carbono. Además, la
placenta produce hormonas esenciales para el adecuado progreso del embarazo.
Siendo así, es el "punto de encuentro" entre los sistemas circulatorios de la madre y
del feto.
La placenta es un órgano con forma discoide, pesando alrededor de 450 a
500 gramos al final del embarazo, y su grosor es proporcional a la etapa del
embarazo. Generalmente se encuentra en la pared anterior o en la pared posterior
del útero, pudiendo expandirse a las regiones laterales a lo largo del desarrollo
gestacional.
La estructura de la placenta está formada por dos caras diferentes, siendo
ellas: la superficie fetal (placa coriónica) y la superficie materna (placa basal). La
superficie fetal de la placenta (placa coriónica) está revestida por la membrana
amniótica, la apariencia brillante de esta superficie de la placenta es resultado de la
secreción del líquido amniótico por la membrana amniótica. Este líquido amniótico
desempeña una función esencial en la protección del feto durante la gestación.
Además de actuar como un amortiguador que protege al feto contra golpes e
impactos, el líquido amniótico facilita los intercambios de nutrientes, gases y
residuos entre la madre y el feto, creando un ambiente fluido y estable que
promueve el desarrollo saludable del bebé. La presencia continua y adecuada de
este líquido es vital para la salud fetal y para la mantención de las condiciones
ideales para el crecimiento y desarrollo intrauterino.
Debajo de la membrana amniótica se encuentra el corion, una membrana
más gruesa y resistente, que está continuamente en contacto con el revestimiento
de la pared uterina. El corion está permeado por vasos sanguíneos, denominados
vasos coriónicos, que se conectan a los vasos del cordón umbilical. En las primeras
etapas del desarrollo de la placenta, la superficie del corion está completamente
cubierta por vellosidades coriónicas, que son proyecciones finas que aumentan la
zona de intercambio entre la sangre materna y la fetal.
A medida que avanza el embarazo, las vellosidades que están en contacto
con la decidua capsular (la capa de decidua que recubre al embrión) empiezan a
degenerar, formando el corion liso. En cambio, las vellosidades próximas a la
decidua basal (la parte de la decidua que está en contacto directo con el tejido fetal)
siguen desarrollándose y aumentan en número y tamaño. Estas vellosidades forman
el corion frondoso, que constituye la parte fetal de la placenta y es esencial para el
intercambio eficaz de sustancias entre la madre y el feto.
En la placenta madura, las vellosidades coriónicas están densamente
vascularizadas y contienen una compleja red de capilares fetales. Esta red capilar
maximiza el contacto con la sangre materna, lo que permite un intercambio eficaz de
nutrientes, oxígeno y residuos metabólicos. El proceso de intercambio tiene lugar en
el espacio intervelloso, donde la sangre materna fluye y se encuentra con los
capilares de las vellosidades coriónicas.
El cordón umbilical sirve de conexión principal entre la placenta y el feto y se
inserta en posición ligeramente excéntrica en la placa coriónica. Está formado por
una vena umbilical y dos arterias umbilicales. La vena umbilical transporta oxígeno y
nutrientes de la placenta al feto, mientras que las arterias umbilicales conducen los
productos metabólicos de desecho del feto de vuelta a la placentadonde son
procesados y eliminados por la circulación materna.
La placenta se desarrolla en la cavidad uterina, adherida a la pared interna
del útero. El útero está revestido por una capa especial de tejido llamada
endometrio, que cambia durante el embarazo para formar la decidua. La placenta
puede situarse en distintas regiones del útero, y su posición puede influir en el curso
del embarazo y el parto.
La superficie materna de la placenta, también conocida como placa basal, es
una zona visible sólo después del parto, cuando la placenta se separa de la pared
uterina. Esta superficie está formada por la decidua, que es el endometrio
modificado en preparación para el embarazo. La decidua, a su vez, se divide en tres
partes diferenciadas: Decidua basal: Esta región es la parte de la decidua que se
integra directamente en la placenta y es la responsable de formar la base de la
placenta, donde se producen los intercambios entre la madre y el feto. Decidua
capsular: Esta parte recubre el embrión y se extiende sobre la superficie fetal de la
placenta. Decidua parietal: Es la parte restante de la decidua que recubre el resto de
la cavidad uterina y está en contacto con la pared uterina no implicada en la
formación de la placenta.
En la superficie materna de la placenta se observan entre 10 y 40 regiones
ligeramente elevadas denominadas lóbulos o cotiledones, que están separadas por
surcos. Estos surcos corresponden a estructuras internas denominadas septos
placentarios. Cada cotiledón visible en la superficie materna de la placenta refleja la
localización de los árboles vellosos, que son estructuras ramificadas que emergen
de la placa coriónica y participan en el intercambio de nutrientes y gases. Estas
vellosidades coriónicas son esenciales para el funcionamiento de la placenta, por lo
que cada cotiledón es una unidad funcional que contribuye a la eficacia de la
placenta en el intercambio entre la circulación materna y la fetal.
El desarrollo de la placenta comienza en cuanto el embrión se implanta en el
útero. Cuando el blastocisto se adhiere al epitelio endometrial, las células
trofoblásticas comienzan a diferenciarse en dos capas distintas: el citotrofoblasto,
que constituye la capa interna, y el sincitiotrofoblasto, que forma la capa externa.
El sincitiotrofoblasto, por su parte, se caracteriza por la fusión de células
trofoblásticas, formando una masa celular multinucleada. Esta masa secreta
enzimas que degradan parte de la capa endometrial, creando brechas en el tejido. A
medida que las células citotrofoblásticas proliferan e invaden estos huecos, se
forman las vellosidades coriónicas primarias, que son proyecciones que comienzan
a extenderse hacia el interior del endometrio.
Al mismo tiempo, el mesodermo extraembrionario, que es una capa de
células mesodérmicas que se desarrolla fuera del embrión, invade las vellosidades
primarias, transformándolas en vellosidades secundarias. La transformación de las
vellosidades secundarias en terciarias se produce con la formación de vasos
sanguíneos dentro de estas estructuras. Las vellosidades terciarias se caracterizan
por la presencia de capilares sanguíneos fetales y representan una fase más
avanzada del desarrollo de la placenta.
Los vasos sanguíneos de las vellosidades terciarias conectan con los vasos
embrionarios procedentes de la alantoides, una estructura embrionaria que participa
en la formación del sistema circulatorio fetal. Este proceso establece la circulación
fetal, en la que los vasos sanguíneos fetales entran en estrecho contacto con los
vasos endometriales maternos, lo que permite un intercambio eficaz de nutrientes,
gases y residuos metabólicos entre la sangre de la madre y la del feto. La
integración de estas circulaciones da lugar a la formación de la placenta, que
desempeña un papel crucial en el mantenimiento y apoyo del desarrollo fetal
durante el embarazo.
En torno a las 16 semanas de embarazo, la placenta y el feto tienen
aproximadamente el mismo tamaño. Sin embargo, hacia el final del embarazo, el
bebé puede pesar hasta seis veces más que la placenta. La placenta se expulsa
durante el parto, ya sea vaginal o por cesárea. En un parto vaginal, la placenta
puede expulsarse entre 30 minutos y una hora después del nacimiento del bebé. En
una cesárea, el médico extrae la placenta junto con el bebé durante el mismo
procedimiento quirúrgico. Durante la expulsión de la placenta, es frecuente sentir
calambres leves, parecidos a los dolores menstruales. Estos calambres están
provocados por las contracciones uterinas que ayudan al útero a recuperar su
tamaño normal después del parto.
La placenta es un órgano altamente especializado que desempeña funciones
vitales para el desarrollo del feto durante el embarazo. Su principal responsabilidad
es suministrar al feto los nutrientes y el oxígeno necesarios para su crecimiento y
desarrollo, así como eliminar los residuos metabólicos y el dióxido de carbono
producidos por el feto. Este proceso de intercambio de sustancias tiene lugar a
través de la barrera placentaria, una estructura que separa las circulaciones
materna y fetal, garantizando que la sangre materna y fetal no se mezclen
directamente, pero permitiendo un intercambio eficaz de gases y nutrientes.
Además de sus funciones nutricionales y respiratorias, la placenta también
desempeña un papel crucial en la protección del feto. Actúa como barrera
inmunológica que ayuda a proteger al feto frente a infecciones y agentes patógenos
que puedan estar presentes en la sangre de la madre. La placenta también
contribuye al desarrollo del sistema inmunitario fetal, aportando factores
inmunológicos que ayudan al feto a prepararse para la vida fuera del útero.
Otra función importante de la placenta es su actividad endocrina. Este órgano
segrega diversas hormonas esenciales para el mantenimiento del embarazo y el
desarrollo fetal. Entre estas hormonas se encuentra la gonadotrofina coriónica
humana (hCG), que es esencial para mantener el embarazo temprano, regular el
metabolismo materno, el crecimiento fetal y el inicio del parto. Además de la hCG, la
placenta también produce hormonas como la progesterona y el estrógeno,
necesarias para mantener el embarazo y preparar el cuerpo de la madre para el
parto.
La placenta también participa en la regulación del sistema inmunitario de la
madre para garantizar que el embarazo pueda progresar sin rechazo del feto, que
es genéticamente diferente de la madre. La placenta es, por tanto, un órgano
multifuncional, esencial para sostener y proteger al feto durante el embarazo.

Algunas alteraciones que pueden producirse en la placenta, que se


consideran enfermedades, son: Placenta previa, también conocida como placenta
baja, se produce cuando la placenta se implanta parcial o totalmente en la parte
inferior del útero, cubriendo el cuello uterino, lo que puede obstruir el canal del parto
e impedir el parto vaginal. Este trastorno es relativamente frecuente al principio del
embarazo y no suele ser motivo de preocupación. A medida que el útero se
expande, la placenta puede desplazarse a una posición más elevada, permitiendo
un parto normal. Sin embargo, si la placenta previa persiste en el tercer trimestre,
puede ser necesario practicar una cesárea, ya que un parto vaginal no sería seguro.
Este problema es más frecuente en mujeres que esperan gemelos, que tienen
cicatrices uterinas de cirugías anteriores, que tienen más de 35 años o que han
tenido placenta previa en un embarazo anterior. La presencia de una placenta baja
puede detectarse mediante ecografías realizadas durante el control prenatal, en las
que el médico evalúa la posición de la placenta a lo largo del desarrollo del
embarazo. Si se confirma la presencia de placenta previa, es fundamental que la
mujer acuda inmediatamente al médico cuando se produzca una hemorragia
vaginal. De este modo, el obstetra podrá controlar la situación, identificar la causa
de la hemorragia y tomar medidas para reducir el riesgo de parto prematuro y otras
complicaciones durante el embarazo.
El desprendimiento prematuro de placenta se produce cuando la placenta se
separa de la pared uterina, provocando hemorragias vaginales y fuertes calambres
abdominales. Esta separación reduce el flujo de nutrientes y oxígeno al bebé, lo que
puede afectar negativamente a su desarrollo. El desprendimiento de placenta es
más frecuente a partir de la semana 20 de embarazo y puede provocar un parto
prematuro.
El último ejemplo es la placenta adherida, también conocida como placenta
accreta, que se produce cuando la placenta se adhiere excesivamente a la pared
uterina, dificultando enormemente su expulsión tras el parto. Esta afección es más
frecuente en mujeres mayores de 35 años, que tienen antecedentes de cesáreas
previas, que padecen miomas uterinos o, sobre todo, que sufren placenta previa. La
placenta accreta puede diagnosticarse durante el embarazo mediante ecografía.
Esta afección es una causa importante de hemorragia posparto y, en casos graves,
puede requerir una histerectomía, que es la extirpación quirúrgica del útero, para
controlar la hemorragia y tratar adecuadamente la afección.
Hoy en día, la práctica de consumir la placenta después del parto, conocida
como placentofagia, se ha asociado a varios beneficios potenciales. Entre ellos, la
prevención de la depresión posparto, un aumento del peso del bebé y una mejora
de la concentración de lactosa y proteínas en la leche materna, así como un posible
aumento de la producción de leche. Sin embargo, el consumo de placenta después
del parto, ya sea cruda, asada, hervida, deshidratada, en vitaminas, tinturas o
cápsulas, está desaconsejado por los médicos. Esto se debe a la falta de estudios
que demuestren sus beneficios. Además, consumir la placenta después del parto
puede aumentar el riesgo de infecciones bacterianas, como la causada por el
estreptococo del grupo B, tanto para la madre como para el bebé. También existe el
riesgo potencial de transmitir otras infecciones que pueden estar presentes durante
el embarazo, como la sífilis, la hepatitis A, el Zika y el VIH.
La placenta desempeña un papel crucial durante el embarazo, ya que
funciona como una glándula endocrina temporal. Produce hormonas esenciales
para el mantenimiento del embarazo, como la gonadotropina coriónica humana
(hCG), la progesterona y los estrógenos. Estas hormonas, como ya se ha dicho,
ayudan a mantener el cuerpo lúteo, favorecen el desarrollo del feto y preparan el
cuerpo de la madre para el parto. Además de sus funciones endocrinas, facilitan el
intercambio de nutrientes, oxígeno y residuos metabólicos entre la madre y el feto.
Por tanto, la relación entre la placenta y la "glándula maestra" (hipófisis) es que
ambas producen hormonas esenciales para el organismo, pero la placenta asume
esta función temporalmente durante el embarazo.
En conclusión, la placenta es un órgano extraordinariamente complejo y
esencial que desempeña funciones cruciales durante el embarazo. Actúa como
interfaz vital entre la madre y el feto, facilitando el intercambio de nutrientes, oxígeno
y residuos metabólicos. Además, la placenta tiene importantes funciones
inmunológicas y endocrinas, contribuyendo a la protección del feto y a la regulación
hormonal necesaria para mantener el embarazo.
El seguimiento médico regular y los exámenes apropiados durante el
embarazo son esenciales para controlar la salud de la placenta e identificar posibles
problemas a tiempo. Comprender las funciones de la placenta y las posibles
complicaciones asociadas permite a los profesionales sanitarios ofrecer una
atención más eficaz e informada, garantizando la seguridad y el bienestar de la
madre y el bebé.
En resumen, la placenta es una estructura vital que sustenta la vida del feto y
contribuye significativamente al éxito del embarazo. Un seguimiento adecuado y una
gestión cuidadosa de cualquier afección relacionada con la placenta son esenciales
para promover un embarazo sano y un parto seguro.

Referencias:
Placenta. (2022,agosto11).
Kenhub. disponivel em: <https://www.kenhub.com/pt/library/anatomia/a-placenta>

Placenta - Função e anatomia - O que é placenta? (2018, setembro 17). anatomia-


humana. disponivel em: <https://www.anatomiaemfoco.com.br/sistema-reprodutor-
genital/sistema-reprodutor-feminino-aparelho-genital/placenta/>

Sedicias, D. S. (2023, novembro 6). Placenta: o que é, funções e possíveis


alterações. Tua Saúde. disponivel em: <https://www.tuasaude.com/a-placenta/>

Sozza, N. F. (2008, julho 1). Placenta. Mundo Educação. disponivel em:


<https://mundoeducacao.uol.com.br/biologia/placenta.htm>

Placenta. (sem data). Brasil Escola. disoinivem em:


<https://brasilescola.uol.com.br/biologia/placenta.htm>

También podría gustarte