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XLIV Concurso Municipal de Poesía León A Soto.

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1

“XLIV Concurso Municipal de Poesía León A. Soto”,

Dirección de Cultura y Turismo

Título de la obra:

CAMINO DE REGRESO

Autor: Forastero.
2

Índice

Perder un mango.............................................................................................................3

Tío Orlando......................................................................................................................6

Tillandsia.........................................................................................................................10

El año que fuimos realeza..............................................................................................13

Pesadilla del que te busca..............................................................................................16

Equipajes........................................................................................................................18

Nostalgia tropical/Reciclaje/Paraíso...............................................................................20

Diario de memoria..........................................................................................................21

Camino de regreso.........................................................................................................23
3

Perder un mango.

Se me escurre entre los dedos,

Las tardes de verano,

Los cantos de cigarras,

la pulpa amarillenta de un mango maduro.

Chorrea por la comisura de los labios

Como un secreto

un beso robado

la pulpa viscosa de un mango recién cosechado.

Comes el mango

con los ojos

Luego,

la boca.

Inmediatamente, la memoria.

Te veo entrecerrar los ojos

Tus papilas te cuentan de casa.

De la brisa del mar, de las tardes jugando al escondite,

De las mañanas junto a la abuela Pancha.


4

Cuando los mangos aporreaban el techo e interrumpían los cuentos.

Quizás no,

Quizás no te dice nada.

Un mango para ti no es más que una fruta.

Como tantas otras.

No encierra la infancia, los amigos, la casa de abuela, las tardes con los primos, las

risas con los

tíos,

los que nos verás más, los que nunca conociste.

El mango te llena la boca.

Sabe bien.

Pero no sabe a casa.

Tu casa es otra. Lejana a la mía. Desconocida.

Tu casa tiene arándanos y fresas.

Tu casa tiene nieve en vez de arena.

Te amo

Mientras te veo crecer

desde la distancia.

Me pregunto
5

con temor.

¿Puede un mango transmitir la tibia brisa de abril? ¿El sol de medio día? ¿El olor a

tierra mojada? ¿Las tardes de viernes cuando tía Emma cocinaba para todos? ¿Las

hamacas?, ¿los marañones?

Lo dudo.

El mango ahora cubre toda tu cara,

Tus manos,

Tu ropa.

El mango te abraza como yo quiero hacerlo.

¿Te gusta?

Yo sé la respuesta. Me lo dicen tus ojos antes que tu boca.

Te abrazo y esa mezcla viscosa nos une por un instante.

¿Puede un mango decirte cuanto te amo?


6

Tío Orlando.

Al tío Orlando le faltaba una pierna,

un dedo

y sentido del orden.

Las dos primeras habían sido arrebatadas por una diabetes mal cuidada

la tercera venía de nacimiento.

Mi tío Orlando me legó mucho.

Mi segundo nombre

gusto por extrañas comidas

su sentido del orden.

Me dejaba entrar a escondidas a su casa

sucia

desquiciada

El escondite perfecto.

Oasis del libertinaje.

Encender el viejo televisor

acomodar la antena,

cambiar los canales


7

clac clac clac

Se movía el dial.

Yo

Entraba a lo prohibido.

Paladeaba todos los programas ilícitos en casa.

“Te secarán el cerebro” aseguraba mi madre.

Yo huía a la casa del tío

A deshidratar mi cerebro.

A las 4 en punto.

Todas las tardes.

A fuego lento.

“¿Dónde andabas?”

Preguntaba mamá cuando yo llegaba a casa.

La retina repleta de caricaturas.

El cerebro casi convertido en polvo.

“Jugando con Joel”

Mentía descaradamente.

Mi tío era todo lo clandestino


8

Era mi libertad.

Tío fumaba con desparpajo en mi cara.

“Nunca fumes” me decía

Nunca lo hice.

“Fumar mata”

Me aseguró.

Fumar lo mató.

Lo consumió como a un cigarro.

Tío Orlando era bueno dando consejos.

No así llevándolos a cabo.

Me enseñó el balance de la vida.

“Todo en exceso es malo”

Dijo una tarde.

“Eso incluye ser bueno, a veces hay que ser un poco malo”

Él no era malo.

Era libre.

Hace dos años se liberó de su cuerpo.

Se mudó a mis recuerdos.


9

Aún me aconseja.

Algunas noches le veo.

Con su cigarro

Que ya no le hace daño.

Sin su pierna.

Me sonríe

Sigue siendo libre.


10

Tillandsia

…llamados vulgarmente plantas del aire o parasitas son plantas que crecen

enlazadas por las raíces a los árboles. Las raíces les sirven únicamente como

sujeción, tomando el agua y los nutrientes literalmente del aire, a través de las

hojas.

Mudarse es como morir.

No,

exagero.

Mudarse es como trasplantar un árbol. Los resultados son inciertos. El árbol puede

arraigarse y

prosperar o simplemente encontrar la nueva tierra y el nuevo ambiente

insatisfactorio para sus

necesidades.

Morir.

Algunas personas son robles. Sus raíces se adentran profundamente en la tierra.

Se nutren,

se abrazan a ella.

Otros, en cambio, producto casi siempre de decisiones ajenas, nos convertimos en

Tillandsias.
11

La Tillandsias se aferran al tronco de un árbol, una piedra, un muro de concreto.

Cualquier cosa

que le permita pensar que están en casa. Siempre de viaje. Nunca en casa. ¿Dónde

queda la casa?

Algunas noches y otras tardes, envidiamos a los robles. Lo confieso. ¿Qué se

sentirá estar en casa? Tener raíces que te nutran, que te aferren a la vida. Que te

digan con certeza:

¡Perteneces aquí!

Nos trasplantamos una, dos, mil veces. Morimos y resucitamos a paso tan

vertiginoso que nadie

lo nota. Estamos bien. Eso parece.

En las fotos, sonreímos. Cuando pasamos por donde viejos conocidos, llevamos

recuerdos.

Prometemos tomarnos un café. La próxima vez. Cuando vengas. Cuando pases por

la ciudad.

Y seguimos hacia lo próxima vida o hacia la próxima muerte.

Quizás esta sea la definitiva. Quizás esta vez eche raíces. Quizás esta vez deje de

ser Tillandsia.

Posiblemente, me convierta en un árbol de mango.


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Frondoso. Con tronco y ramas. Con nidos de pájaros. Con raíces aferrándome a un

lugar. Con

fruta jugosa.

Pero soy Tillandsia. Por ahora, hasta nuevo aviso. Otra mudanza. Otras maletas.

Mudarse es como morir.


13

El año que fuimos realeza.

Tal y como le lo contó papá con sus silencios.

La ganadora se decidía por quien vendiera más

tamales.

Tía Ester vendió cincuenta y uno.

La abuela Victoria

compró cuarenta y dos.

Tu tía Esther fue reina de la feria del tamal.

El año era mil novecientos…

no me acuerdo

Yo

tenía cabello en aquel entonces

Iba a la escuela.

Tercer grado,

creo.

Tu tía era la reina.

En esas épocas no se ganaba por votos

Ni belleza.
14

El abuelo Mosuco se sentía tan orgulloso.

Pagó rondas enteras

Alcohol de contrabando.

(Ese que se hacía en casa dejando fermentar el maíz)

(El prohibido por los gringos)

Por el que mataron a Al Caponé.

El abuelo Musuco era pícaro.

Metía contrabando en la zona del Canal.

En la mera cara

de los gringos.

Ganaba muy bien.

El dinero era para la abuela Victoria.

Para comprar comida,

Para cuidar la casa.

Aquel mes

abuela compró cuarenta y dos tamales.

Nos cuidó a todos.

Hizo a tu tía reina.


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Comimos tamales por semanas.

Incluso agrios.

Rancios.

Me enfermé.

No importaba.

Tu tía fue la reina de la escuela.


16

Pesadilla del que te busca

Este campo esconde algo.

Yo lo sé.

Mi cuerpo,

No obedece.

Mi boca no grita.

Mis piernas no corren.

Traidores.

La calle está oscura otra vez

Más oscura que ayer.

Los busco.

No los encuentro.

Otra vez…

Alguien grita mi nombre.

¿Eres tú abuela?

No puede ser.

Abuela se ha ido hace tiempo. No ha querido volver.

-así son los viejos- Comenta tía, ella también hace tiempo se fue
17

Esta noche todos han querido aparecer.

-Estás loco- aporta tío mientras me ofrece una taza de café.

Amargo. Como la distancia.

Ajenjo. Como el olvido que nos persigue.

Se han ido. ¿Para siempre?

Vuelvan.

Los buscaré mañana. En las fotos, en las memorias, en este campo.

Otra vez.
18

Equipajes.

Cuando se viaja,

se empaca de dos formas:

Consciente:

La Biblia y el bate al fondo de la maleta.

Inconsciente:

La fe y el ocio jugando a los naipes.

Apostando sin pudor.

Consciente:

Un revolver por si acaso, medicinas por si “Dios no quiera”

Inconsciente:

Temor a los desconocidos, temor a lo que no soy yo.

¿Qué soy?

Consciente:

La foto de la amada, las vasijas de la abuela, la vieja pipa de papá.

Inconsciente:

La nostalgia envuelta en trapos, la ilusa idea de repetir todo lo que tenemos aquí,

pero allá.

Y siempre en las maletas, en los bultos,


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Polizones,

Viaja lo invisible.

Credos, amores, temores, certezas y dudas

Cuales plantas invasivas

Llegan.

Se expanden.

Tragan todo lo que hay a su alrededor.

Crean nuevas realidades.

Y el mundo

Ya no es el de ayer

No porque él haya cambiado

Cambiamos nosotros

Sin darnos cuenta.


20

Nostalgia Tropical.

Óxido devorando hojas, besa el piso, fermenta.

En tazas de lata, café frío, lágrimas heladas.

Reciclaje

La vieja lata de cerveza ha estado allí.

Durante la pelea, durante el beso, hoy, ayer.

Paraíso

Demasiado madura la fruta, gotea viscoso néctar

Las moscas, los huevecillos, los gusanos, las moscas, la fruta.


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Diario de la Memoria.

Nadie me aviso.

Era rico con canicas en los bolsillos.

Todos los mundos encerrados en pequeños globos de cristal. Yo miraba a los

muchachos grandes lanzar las canicas. ¡Clac! Hacían al chocar. ¡Tomp! Sobre la

suelta tierra. Abuelo tenía una jícara llena de esféricas.

No son para jugar, me decía.

¿Para qué son entonces?

Para la suerte.

Yo las contemplaba embobado. Abuelo enfermo. Quizás las bolas no estaban

haciendo su trabajo. Abuelo se recuperó. Las canicas volvían a funcionar. Tengo

una cajita llena de canicas. No son para jugar, le digo a mi hijo.

¿Para qué son?

Para recordar.

Pescar requiere paciencia

Pero sobre todo suerte.

Si de aquello hubiera dependido nuestra subsistencia. Habríamos muerto. Amarrar

el fino hilo en la lisa piedra. Una vuelta, dos, tres, se ha soltado, empezar otra vez.

Lanzar la piedra con el fino garfio y la diplomática ofrenda. Dejar que se hunda.

Esperar. Esperar más. ¡Algo! Nada Las cañas de pesca solo las veíamos en
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televisión. Cosa de gringos pensábamos. El hilo traslúcido enrollado en la vieja

botella de Cloro nos servía de carreta, la piedra de corcho, la pesca de excusa para

estar juntos. Nunca pesqué nada. Y, aun así,

Fui feliz.
23

Camino de Regreso.

Volveré un día

Con las manos vacías

El corazón lleno

Justo como me fui

Pero a la inversa.

ya te habrás ido

No importa

Nos encontraremos en otras tierras

En otros tiempos.

Otros me habrán olvidado.

Seré un extraño.

Un turista extraviado.

No perteneces aquí

Me dirán sus ojos.

Tendrán razón,

A medias.
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Nunca me he ido.

Siempre estoy regresando.

Nosotros

Nos habremos diluido

en la cotidiana rutina

la furia del caos.

Volveremos,

Lo prometemos,

Cruzando los dedos

Sabiendo que no es cierto.

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