Proverbios
Proverbios
Proverbios
VALLÈS ORIENTAL
1998 / 1999
PROVERBIOS
Sabios en un mundo necio
Pedro Gelabert
1) El objetivo fundamental:
Ir aprendiendo a ser sabios más que ir aprendiendo sabiduría: discípulos, más que
alumnos.
2) Otros objetivos:
a) Ir aprendiendo a aprender.
b) Ir aprendiendo a ser.
c) Ir aprendiendo a compartir
Metodología
En las once ocasiones en que vamos a encontrarnos tendremos que considerar, entre
otras cuestiones que bien pudieran suscitarse a lo largo del Curso, los siguientes asuntos.
1. Expectativas personales.
5. La sabiduría personificada.
6. El principio de la Sabiduría.
Se trata de saber qué es lo que cada uno de nosotros está esperando de este Curso, y qué
comprensión personal tenemos del Libro de los Proverbios. Así que responde a las
siguientes preguntas.
“Al intentar interpretar los diversos proverbios y aplicarlos a la vida, uno debe
tener en mente que son generalizaciones. Aunque se enuncian como declaraciones
absolutas, como lo exige su forma literaria, deben aplicarse en situaciones específicas y no
en forma indiscriminada. Saber cuándo era el momento correcto para usar un proverbio
resultaba parte de ser sabio” (William Sanford y otros).
“La sabiduría que Proverbios encierra no es la del profeta o del sacerdote, sino
de la experiencia humana en sus múltiples aspectos. Es particularmente destacable por el
modo en que muestra que aun los aspectos más pequeños y aparentemente insignificantes
de la vida son realmente una experiencia religiosa importante cuando se viven a la luz de la
sabiduría divina” (R. K. Harrison).
- La Ley (Torá)
- Los Profetas.
- Los Escritos.
Son trece libros. Seis de ellos son de índole histórica y narrativa (y por eso en nuestras
Biblias aparecen como “históricos”: Rut, 1 y 2 Crónicas, Esdras, Nehemías y Ester. Otros seis
son poéticos: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los cantares y Lamentaciones. El
otro es Daniel. Nosotros tenemos Lamentaciones después de Jeremías y entendemos que
Daniel, además de su contenido histórico, es de carácter profético y apocalíptico.
Hemos de tener en cuenta que los géneros literarios de los libros que integran los
Escritos se presentan entremezclados. Como sucede también con otros libros de la Biblia: por
ejemplo, las formas poéticas en pasajes de los libros proféticos o del Pentateuco: Is 40 a 55
(que un comentarista denomina “joya de la poesía del antiguo Oriente) y Gn 49:2-27 y Éx 15:2
a 18.
En Los Escritos está muy presente el género sapiencial (del latín sapientia = sabiduría),
especialmente en Job, Proverbios y Eclesiastés, pero también en algunos salmos y en pasajes
de otros Libros.
Otros dos libros sapienciales, reconocidos por los judíos pero que no forman parte de
su canon, aunque en las Biblias católicas sí aparecen, son Eclesiástico (o Ben Sirá) y
Sabiduría. A pesar de su carácter deuterocanónico, es muy recomendable leerlos
detenidamente porque nos amplían la visión de la importancia de este género literario.
2) La sabiduría
a) Definición.
El término “sabiduría” designa, más que la capacidad para resolver cuestiones teóricas
y especulativas, el hábito de desenvolverse correctamente en la vida cotidiana, entre las cosas
y entre las personas.
De ahí que se reconozca como “sabiduría”:
Se trata, en este sentido, de “un saber de experiencia”. Pero queda claro que la
iniciativa es divina. La sabiduría genuina viene de arriba, del solo y sabio Dios.
b) Términos hebreos.
a) Su antigüedad.
Según los resultados de la investigación más seria, parece que no puede haber
discusión en cuanto a que la literatura sapiencial tuvo un origen antiquísimo en la historia de
Egipto, que se remonta por los menos a Ipuwer, en la VI Dinastía (2.500 a.C.). En cuanto a la
bíblica, resulta también evidente que hubo en Israel una larga tradición de sabios
presalomónicos. 1 R 4:30 y 1 S 24:13, aunque es en los días de Salomón cuando se desarrolla
más ampliamente.
Como resultado de la localización central de Israel entre las culturas de Mesopotamia,
Siria, Fenicia, Arabia del Norte y Egipto, era inevitable que hubiera una extensa relación cultural
recíproca desde los comienzos de la carrera de Israel como nación. Al igual que sus vecinos
babilonios, cananeos, edomitas y egipcios, Israel contaba con gente muy reconocida por su
sabiduría desde el principio mismo de su toma de conciencia nacional.
Como ya citamos en el pasado encuentro, un autor ha escrito: “Al almacenar sus
dichos, los sabios no supieron de limitaciones culturales o nacionales. De hecho, un distintivo
de la literatura sapiencial es su carácter internacional los proverbios de una sociedad fácilmente
pueden ser aprovechados por otra, porque su mismo carácter de observaciones basadas en el
estudio o la reflexión sobre la vida les da una universalidad que no siempre se encuentra en los
escritos épicos o históricos”.
Pero, para señalar claras diferencias ente literatura sapiencial hebrea y la de otros
pueblos y culturas, hay que tomar muy en cuenta que el concepto de sabiduría en la
antigüedad con muy poca frecuencia se relacionaba con consideraciones morales y era usada
preferentemente con referencia a tradiciones mágicas y a ritos cúlticos, aunque han llegado
hasta nosotros documentos que muestran que en sus mejores momentos también en esas
culturas paganas había preocupación por las cuestiones éticas. También para esas culturas la
sabiduría venía de arriba, de los dioses. Existe un himno dedicado al dios babilonio Marduk que
comienza así: “Alabaré al Señor de la Sabiduría”, aunque luego resulta que esa “sabiduría”
hacia referencia a la habilidad de ese dios en los ritos de exorcismo. Y para los antiguos
egipcios, la divina Thoth era la fuente acreditada de la sabiduría y a él se atribuía el liderazgo
de la humanidad.
La literatura sapiencial no es, pues, algo específico de Israel, sino común al mundo
oriental. Como veremos en su momento, el propio Libro de los Proverbios atribuye a
extranjeros las compilaciones de Proverbios: 30:1 y 31:1. Algunos comentaristas han llegado a
suponer que existe una relación muy estrecha entre Pro 22: a 31:1 y el libro egipcio titulado
Sabiduría de Amenemope, aunque reconoce un fondo teológico en el libro bíblico que nada
tiene que ver con la obra egipcia. En este sentido, no basta sólo con simplemente suponer que
los sabios hebreos dependieron de otras fuentes sapienciales del Antiguo Oriente para su
inspiración, sino que hay que preguntarse también sobre la medida en que las expresiones
culturales hebreas contribuyeron al acervo sapiencial de Mesopotamia y Egipto. Es interesante
reflexionar en lo importante que fue en la vida de un hombre tan sabio como Moisés el haber
sido “enseñado en toda sabiduría de los egipcios” (Hech.7: 22).
Un modo de explicarnos esta muy lógica y posible interrelación de los sabios hebreos y
los de otros países bien pudiera ser reconocer que “Proverbios es sabiduría oriental en su
expresión isrealita-judía”.
b) Los autores y editores
Como ha dicho alguien, “el origen del proverbio se pierde en la bruma preliteraria de la
antigüedad, pero los caminos de la vida debieron haber contribuido a su desarrollo”. Aquellas
personas que se dedicaban a recoger o componer y coleccionar reflexiones sabias sobre el
modo de vivir que agrada al Señor eran buscadas por sus contemporáneos para recibir consejo
sobre muchos aspectos de la vida. Utilizaban los proverbios para enseñar a sus “hijos” (¿sus
discípulos, tal vez?) a andar sabiamente frente a Dios y frente a los hombres. Como ya vimos
en Jer. 18:18, los sabios, junto a profetas y sacerdotes, estaban llamados a cumplir un
ministerio fundamental para la vida de la nación. Los siguientes textos pueden ayudarnos a
entender mejor quiénes eran y cuál era su función.
1 R 4:29 a 34.
Jer 8:8 y 9; Job 32:6 a 11
Pr 22:17 y ss.; 24:33 y 25:1.
5) A modo de conclusión
I. Qué es un “proverbio”
a) Definición.
En el Diccionario de María Moliner leemos que el proverbio es “la frase con forma fija
en que se expresa un pensamiento de sabiduría popular”
La palabra hebrea masal, que nosotros traducimos por “proverbio”, proviene de una
raíz que significa “paralelo” (o “similar”). Algunos autores prefieren “ser semejante” o
“parecerse”. Otros optan por “representar” o “ser como”. Así que bien puede aceptarse que un
proverbio es esencialmente “una descripción a manera de comparación”. Es equivalente a lo
que conocemos como “máxima”, con sinónimos como “precepto”, “sentencia”, “refrán” y otros.
Un autor nos llama la atención al hecho de que es paradójico que esta expresión bíblica
“mínima” de la narrativa que es el proverbio pueda ser llamada también “máxima”; en su
opinión, se debe a que “el proverbio contiene en germen toda la verdad”.
Sobre el proverbio como “máxima”, otro comentarista ha escrito que “en esto se
compara con nuestra palabra “refrán”, en que la experiencia de la raza se resume en algún
dicho breve, fácil de recordar, fraseado hábilmente, quizá con elegancia, que después muchos
años han llegado a ser, por fuerza de repetición, una parte de la herencia literaria del pueblo,
citado a menudo, que tiene una aplicación apropiada a muchas situaciones”.
También se nos dice que masal tiene el significado de dominar; y, en este sentido, un
proverbio es una palabra que domina. Es, pues, por todo esto, “la palabra del sabio que
entiende, discierne, explica y domina la situación”.
Es curiosa la desviación del sentido original de esta palabra que nos ofrece Casares,
en su segunda acepción: “Superstición que consiste en creer que ciertas palabras, oídas
casualmente, anuncian la dicha o desdicha de quien las oye”. Nada más lejos de la intención
de los sabios de Israel, desde luego. Nos suena a magia y superstición.
- Lo “proverbial”.
b) Figuras de lenguaje.
Hay una gran riqueza literaria en los proverbios, propia de las formas rítmicas de la
poesía hebrea. Los hay en forma dística (o pareado), compuestos por una estrofa de sólo dos
versos; tetrásticos (de tres versos); pentásticos (de cinco) y hexásticos (de seis); y presentan,
cuando menos, las siguientes figuras de lenguaje:
- La sentencia. Proverbios que expresan en forma gráfica hechos de la vida real: 20:14.
En esta clase de proverbios aparece a menudo el “principio de la retribución”: se presenta en
ellos el destino como una consecuencia de la propia conducta: 26:27; 11:2, 17, 25.
c. El “masal” ampliado.
Aunque el propio libro nos dice que los autores fueron varios, ha recibido desde
siempre el nombre del más grande de los sabios, el rey Salomón, quien, como ya
consideramos, escribió mucho proverbios. Son varios los comentaristas que entienden que el
hecho de atribuirle a Salomón la autoría del libro se corresponde con una práctica cultivada en
Israel por la que se pretendía honrar a hombres famosos. El libro mismo no pretende engañar a
nadie, ya que sólo en la introducción (1:1) y quinta (25:1) aparece el nombre de Salomón como
autor. Se le atribuye también la autoría de otros dos libros sapienciales: Eclesiastés y Cantar de
los cantares.
Todos los intentos de demostrar que Salomón no pudo ser autor de este libro, y que su
contenido es muy posterior a su reinado –incluso se ha querido relacionar mucha de la
literatura proverbial con el pensamiento de Grecia-, se han ido viniendo abajo a medida que se
ha descubierto que ya antes de Salomón proliferaba una amplísima literatura sapiencial, con
alguna de las cuales está bastante relacionado Proverbios. Así que, lejos de demostrarse la
teoría evolucionista del pensamiento hebreo, según la cual Proverbios debe ser aceptado como
una obra reciente, que ha quedado bien patente que el modo de pensar de los antiguos
hebreos era exactamente el que refleja nuestro libro.
Posiblemente, el mejor modo de entender esta cuestión sea considerar lo que de
Salomón nos dice la propia Escritura: fue el más sabio de todos los sabios de su tiempo,
porque el Espíritu de Dios estuvo en él, que se dedicó a compilar proverbios, propios y ajenos,
dejando en ellos la impronta de su propia personalidad; y, en este sentido, bien puede ser
considerado el autor del libro.
b) Los sabios.
Los capítulos 25 a 29 son obra de un grupo de varones escogidos por Ezequías, que
copiaron, y posiblemente editaron, todos estos proverbios atribuidos a Salomón. El segundo
Libro de las Crónicas nos narra que el buen rey Ezequías promovió una reforma en la vida
religiosa de Judá. Proverbios nos demuestra que también consideró de gran importancia
recuperar la obra sapiencial de aquel gran rey, hijo de David. Debió de pensar Ezequías que
sondear la sabiduría del más grande los sabios que Dios había dado a su pueblo era
fundamental en la reforma que se había propuesto.
Los “consejos” de la madre de este rey que aparecen al final del libro (cap. 31)
tampoco pertenecen a ningún sabio israelita. Por la misma razón de que “profecía” puede
traducirse por “massá” (en la Biblia de Jerusalén lo traducen así: “Palabras de Lemuel, rey de
Massá”, y lo mismo hacen otras versiones), lo único que puede saberse es que parece que era
el rey de aquella tribu.
Varios comentaristas insisten en que “no estamos obligados a suponer que Lemuel sea
el autor del magnífico poema a la esposa perfecta (vs. 10 a 31). Su redacción en forma de
acróstico alfabético varía mucho de la otra parte de este capítulo. De cualquier modo, si
formara parte de los “consejos” de la madre del rey, estaríamos ante la descripción de la nuera
ideal.
Por lo interesante que puede resultarnos para una mejor comprensión del tema de la
antigua sabiduría, reproduzco aquí unos pasajes que ilustran paralelos entre nuestro libro y la
obra egipcia.
Mira la copa que está ante ti,
Amenemope Y deja que sirva a tus necesidades.
(cap. XXIII).
Entrega tu oído, escucha lo que se dice,
Entrega tu corazón para entenderlos. Proverbios
Ponerlos en tu corazón vale la pena...
(cap. I). Inclina tu oído y oye las palabras de los
No lleves los mojones sabios.
en los límites de la tierra cultivable, Y Plica tu corazón a mi sabiduría;
Ni molestes la posición del cordel de Porque es cosa deliciosa, si las
medir; guardares dentro de ti;
No seas avaro por un codo de terreno, Si juntamente se afirmaren sobre tus
Ni sobrepases los límites de la viuda. labios ... (22.17 s.)
(cap. VI) No traspases el lindero antiguo,
...ellas [ las riquezas ] se han hecho alas Ni entres en la heredad de los huérfanos; (23.10)
como los gansos Porque se harán alas
y se vuelan a los cielos. (cap. VIII)
No comas pan ante un noble,
Ni te tires de boca desde el principio. como alas de águila, y volarán al cielo. (v5b)
Si estás satisfecho con masticar en falso,
Serán un pasatiempo para tu saliva.
Cuando te sientes a comer con algún señor, Si tienes gran apetito.
Considera bien lo que está delante de ti, No codicies sus manjares delicados,
Y pon cuchillo a tu garganta, Porque es pan engañoso.(vv. 1-3)
9. ¿Apéndice? 31:10 a 31
VI. Cuáles son sus temas
Aporto la presentación de los temas que nos ofrece uno de los comentarios
consultados, como material orientativo.
1. El clamor de la Sabiduría
Comencemos con lo que hay que comenzar siempre todo estudio serio de la
Biblia: leyendo los pasajes : 1:20 a 33 y 8:1 a 9:6.
Sigamos con lo que todo aquel que quiera entender el texto debe hacer:
examinarlo todo lo detenidamente que sea posible. Vamos a usar para ello una
de las recomendaciones más usuales en los tratados de hermenéutica:
plantearnos preguntas.
Clama en :
2. A quiénes clama:
Clama a:
8:4
8:32
1:22
1:24-25
1:32
1:29-30
8:5
3. Qué clama:
Clama:
9:1 a 6
Preguntas adicionales:
2. La identidad de la Sabiduría
Quién clama
Quien clama es la sabiduría, está claro. Pero especialmente lo que se dice de ella en
8:22 a 31 es lo que ha llevado a pensar a muchos comentaristas, y desde muy atrás, que aquí
tenemos alguna cosa más de lo que sería de esperar en una literatura que no es esencialmente
profética. Se opina que esta personificación de la Sabiduría prepara el pensamiento de las
personas para algo más fundamental: la manifestación del Verbo eterno encarnado, el Verbo
que es presentado en el Nuevo Testamento como plenitud de Dios y sabiduría de Dios. Pero,
¿es realmente así? Vayamos paso a paso.
a) La Sabiduría y el Creador.
Por otro lado, los sabios nos presentan a la Sabiduría como una persona que subsiste
en sí misma y aparentemente actúa independientemente de Dios; sale de él, en él tiene su
fundamento y principio y a él está ligada, pero a la vez es distinta. Algunos comentaristas, lejos
de ver en esta poética personificación una manifestación del Cristo preexistente – que incluso
parece abonar la idea de la enseñanza de la doctrina de la Trinidad en las páginas del Antiguo
Testamento --, prefieren opinar que, teniendo en cuenta el contexto literario en que se
encuentra, es mejor tomarlo como una personificación del atributo divino que Dios ejerció en la
creación de todas las cosas, y que además esperar impartir a los hombres para guiarlos a una
vida de rectitud.
Otros entienden que lo que esencialmente tenemos aquí es un recurso literario, muy
propio de la literatura sapiencial, tan amiga de usar metáforas cargadas de poesía. Se
argumenta que igual que tenemos en el cap. 7 la personificación del adulterio, en el cap. 8 se
personifica la Sabiduría, que, en contraste con la adúltera, no va ocultándose por las calles
buscando su presa, sino que anuncia públicamente las virtudes que ella ofrece a las personas.
Según esta manera de interpretar, la Sabiduría de 8:1-2 y 9:1-6 (algunos traductores prefieren
Sensatez en lugar de Sabiduría) está tan lejos de ser una persona divina como su antagonista,
la Insensatez, que seduce a los hombres y los lleva a la muerte (9:13 a 18).
La cuestión de la “hipóstasis”.
El contexto más inmediato parece más bien señalar a esto último; y quienes defienden
esta interpretación argumentan que no sólo en el capítulo siguiente se procede inmediatamente
a describir de otra manera a la Sabiduría, en un nuevo disfraz (como una gran señora: 9:1 a 6)
cuyo rival (13 a 18) no es precisamente una hipóstasis, sino que, además, el pasaje en
consideración tiene un excelente sentido como metáfora; es decir, como una poderosa manera
de decir que si nosotros no debemos hacer nada sin la Sabiduría, Dios mismo no ha hecho
nada sin ella. Visto así, la Sabiduría por la cual el mundo ha de ser correctamente corregido y
enseñado, no es otra que la Sabiduría por la cual el mundo existe.
De ahí que algunos vean peligroso encontrar aquí un caso de hipostación; es decir, la
situación en que la Sabiduría adquiere una existencia independiente. Como ya estuvimos
considerando, los hebreos pensaban y escribían en términos concretos, no teóricos. Se
resistían a especular, y de ahí que sus poetas y sabios dieran personalidad a cosas e ideales.
Por otro lado, esta manera de personalizar era bastante habitual en el mundo antiguo: hay
ejemplos en Egipto y en Mesopotamia, que datan del tercer milenio a.C., en que se solía
personificar cualidades como la Verdad, la Justicia y la Inteligencia.
Además, en la misma Biblia aparecen otros atributos de Dios personificados: su
Palabra, su Clemencia, su Verdad, su Justicia y otros. Y es precisamente este hecho lo que
demuestra lo infundado que está el que, desde posiciones claramente críticas, se haya
pretendido demostrar que los autores bíblicos imitaron las formas del pensamiento oriental y
helenístico. Está claro, por el testimonio de las mismas Escritures, que para explicar la
personificación de la Sabiduría no les fue necesario a los sabios hebreos recurrir a la imitación
de otras religiones o corrientes filosóficas.
Pero la Sabiduría no parece estar descrita en Proverbios como una entidad por
derecho propio, aunque esta descripción poética la pinta como si realmente tuviera una
existencia independiente. De ahí que cuando se argumenta que en esta personificación de la
Sabiduría hemos de ver algo más que un atributo del mismo y único Dios, se pueda entrar en
cierto conflicto a nivel teológico.
Visto así, no aparece como fuera de lugar la afirmación de que en los pasajes de
Proverbios tengamos la anticipación de una verdad preciosa que habría de hallar su
demostración definitiva en las enseñanzas novotestamentarias, una vez que la Palabra misma
del solo y sabio Dios se hubiera manifestado a los hombres en la persona del Señor Jesucristo
como el Creador y el Sustentador de todas las cosas.
Es significativo que, según se nos dice, el judaísmo también intuyera que estos textos
de Proverbios tenían una segunda lectura, y extrajesen de ellos la preexistencia de la Ley (así
en Eclesiástico 24:9 y 23) y también la acción que todo lo impregna del Espíritu de Dios (en
Sabiduría 1.6 y 7 con 7:22 ss.), considerado como mediador entre el Dios trascendente y su
mundo. Muchos de aquellos estudiosos trataban de interpretar el pensamiento hebreo en
términos griegos, para demostrar que lo mejor del pensamiento helenístico ya estaba en las
Sagradas Escrituras. Por ejemplo, Filón (sobre el 20 a. C.) hizo uso del concepto de la
Sabiduría, o más exactamente de la Razón (Logos en griego, que también significa Palabra),
como mediadora cósmica.
A la luz de todo esto, pues, no parece que al considerar las palabras de Proverbios en
el contexto amplio de la enseñanza bíblica esté fuera de lugar encontrar alusiones a esos
pasajes en textos de Nuevo Testamento como:
Jn 1:1 a 14.
1 Co 1:24 a 30.
He 1:1 a 4.
Ap 3:14.
5. El principio de la sabiduría
En la historia bíblica, Dios se manifiesta a veces a los suyos en forma terrible, para
instarles a recapacitar sobre su majestad y poder, y tomarse muy en serio las consecuencias
de vivir sin temerle. Algunos ejemplos:
Cuando Dios constituye a los descendientes de Abraham como pueblo suyo, les invita
a experimentar una vida particular y nacional asumida desde la aceptación de quién es su Dios.
Y esa experiencia es la que debería de haber marcado la diferencia entre Israel y los demás
pueblos de la tierra: Dt. 10:12 a 22.
Desde luego Dios siempre tuvo en su pueblo “temerosos” (su remanente fiel), pero la
nación como tal no anduvo en el temor del Señor, pese a las continuas advertencias de juicio
por su necedad que dios puso una y otra vez en boca de sus profetas.
No todos, ni mucho menos, asumieron la dimensión “moral” del temor de Dios. Para la
mayoría, poco dispuesta a obedecer los mandamientos del Señor, la religiosidad cúltica se
erigió en justificación de sus maldades. Y Dios les dijo bien claro que estaba harto de sus
ceremonias y de sus sacrificios, que lo que él esperaba de su pueblo era una conducta justa,
fiel y misericordiosa: Miq 6:6 a 8.
Entre quienes sí entendieron qué cosa era el temor de Dios, se destaca la figura de
José: Gen 39:9. En sus palabras está la esencia misma del genuino temor de Dios: no se trata
de evitar el mal para evitar sus consecuencias. Sino de evitarlo porque ofende al Dios cuya
persona y voluntad amamos. Alguien lo ha definido como un “temor purificador”.
Job 28.
Sal 111:10.
Los primeros siete versos del capítulo primero de nuestro libro muestran un interesante
paralelismo con Is 11: a 5. Después de lo considerado sobre la Sabiduría personificada,
tampoco resulta tan extraño que un pasaje profético en el que se describen las características
del Mesías se asemeje tanto a lo que los sabios enseñan como necesario para vivir de acuerdo
con la voluntad de Dios. ¿ Acaso el Verbo encarnado no es aquel Hijo amado de quien el Padre
dice “en él me he complacido”?
b) Sobre el “principio”.
La sentencia del v 7 provee el tema de todo el libro y es la mejor síntesis del mismo,
porque sin contar con el conocimiento y el temor del único Dios verdadero, nadie puede adquirir
la sabiduría que ha de servir como norte a la vida. Los especialistas en filología hebrea
adelantan varios sentidos de la palabra “principio”.
Para ser sabio hay que ser bueno. Los autores de Proverbios están interesados en
mostrar que para ser realmente bueno hay que ser sabio, pero que esta sabiduría la da el
Señor a quienes buscan honrarle y respetarle. Por eso, la “bondad” y la “sabiduría” no son dos
cualidades que puedan separarse, sino dos aspectos de un todo: a más bondad, más
sabiduría; a más sabiduría, más bondad. Desde luego, la iniciativa siempre es divina. Pero está
claro que aquellos que, por el temor que le tienen, pueden ir creciendo en sabiduría. Le viene a
uno a la mente aquella promesa: “La senda de los justos (¿los sabios?) es como la luz de la
aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto”.
Temor y obediencia.
Nuestro libro nos recuerda vez tras vez que la sabiduría consiste esencialmente en
obedecer los mandamientos del Señor, no por miedo a las consecuencias que nos pudiera
reportar el no hacerlo, sino por el temor reverente que le tenemos. Se nos invita a escapar del
mal y obrar el bien. Porque temerle no es solamente una manera correcta de pensar, sino una
manera correcta de vivir delante de aquel que nos observa: 5:21; 15: 3; 17:3; 21:2.
Temor y reverencia.
Temor y amor.
El temor de Dios es, esencialmente, amor; hasta el punto –como escribió Juan—que el
que no ama no ha conocido a Dios. Y como no se puede ser sabio sin conocer a Dios, ni
siquiera vivir realmente sin ese conocimiento, entonces el amor es la razón fundamental del
genuino temor y la única posibilidad de vivir como sabios en un mundo necio.
Temor y conocimiento.
Ese temor es esencial para el conocimiento. En Pr 2:1 a 5, como ejemplo, se deja bien
claro que la sumisión a los mandamientos del Señor es la clave para recibir más conocimiento,
que nos haga más sabios. Y uno recuerda aquí que el propio Jesús dijo: “El que quiera hacer
la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta” , y
también: “Si supiereis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis”. También Pablo lo
entendió del mismo modo y rogaba por sus hermanos en Colosas del siguiente modo: “ . . . y
de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia
espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en
toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios”. La cuestión está bien clara: 1)
conocimiento de la voluntad divina; 2) obediencia a esa voluntad; 3) conocimiento de Dios
mismo. Y todo esto no es posible sin el temor de Dios del que nos hablan los sabios en
Proverbios.
Considerad también los siguientes textos: Job 28; Sal 111:10; Sal 112; Is 33:5-6.
6. Del temor en el Nuevo Testamento
Aunque va más allá de lo que nos hemos propuesto, os sugiero que examinéis el
concepto del “temor de Dios” está recogido en el Nuevo Testamento con referencia a nuestra
relación con el Señor en tanto que hijos suyos y discípulos del Maestro. Os aporto algunos
textos, para “abrir boca”. Existe una voz griega que los autores usan para describir ese temor
santo: eulabeia. Otra voz griega es phobos, que se traduce por “temor”, “respeto”,
“reverencia”, pero también está relacionada con el “miedo”; de ella deriva nuestra palabra
fobia. . .
Hch. 9:31; 2 Co 7:1; Ef 5:21; Fil 2:12; 1 P 1:17; He 12:28. Y un texto impresionante
para entender siquiera un poco lo que la Cruz y la muerte supusieron para el Señor Jesucristo
lo tenemos en He 5:7 a 9: su temor reverente del único Hombre que ha sido el perfecto
“temeroso de Dios” (Jn 9:31).
7. La felicidad de los sabios
1. Reflexiones felices
Derek Kidner ha escrito que la función de la Escritura es “vestir la piedad con ropas de
trabajo”, y esto es particularmente cierto en la literatura sapiencial.
James Draper escribe que “la Palabra de Dios es una verdad viviente que entra en
nuestras mentes y corazones, para expresarse en la forma que vivimos”. Y también que “la
sabiduría es la capacidad de vivir de una manera que agrada a Dios. No es solamente
información acumulada en nuestro cerebro. Es información traducida en obras en donde
vivimos, donde trabajamos, donde jugamos”. En cuanto a Proverbios, opina que en ellos “se
nos expone la verdad de una manera que nos obliga a pensar y reflexionar mientras se abre
paso y se introduce en nuestros corazones”.
Adolfo Muñoz Alonso ha escrito que la sabiduría “es un saber con sabor, un
conocimiento en el que participa el sentido del gusto. Convendrá decir a renglón seguido que la
sabiduría no es uno de los posibles géneros de conocimiento. No es tampoco una adquisición
científica. Es una forma de conocimiento que trasciende los demás, ya que intervienen en ella
la virtud de la voluntad en tal grado como la virtud de entendimiento. Sabio, es decir, dotado de
sabiduría, no es el que posee grandes, extensos o profundos conocimientos de la Naturaleza o
de sus enigmas, sino aquel que entiende, y vive, y saborea, la vida y lo que en ella aparece y
se esconde; aquel que penetra en el misterio de ser hombre. Científicos, artistas,
investigadores afortunados y esforzados han existido muchos. Sabios han sido pocos en el
mundo”.
a) Opiniones académicas.
Casares define la felicidad como “estado placentero del ánimo: goce completo.
Satisfacción, contento. Suerte feliz”. De los muchos sinónimos que aporta, me alegra
particularmente el que la define como “ver el cielo abierto”. Y eso porque la felicidad cristiana
arranca de que de esos cielos abiertos descendió el Cristo, y de que permanecen abiertos para
nosotros y lo serán de manera majestuosa y gloriosa cuando el Señor regrese de nuevo.
En cuanto a la alegría, dice esta autora que es el “sentimiento que produce en alguien
un suceso favorable o la obtención de algo que deseaba o que satisface sus sentimientos o
afectos”; lo que nos muestra, cuando menos, cómo podemos alegrar a quienes nos rodean.
Cuando se habla de la alegría de vivir se hace referencia al “estado de ánimo de la persona
que se siente satisfecha en la vida”. Si para el cristiano el vivir es Cristo, entonces la “alegría de
vivir” debiera estar garantizada; pero lo cierto es que no siempre es así. La Biblia nos ha de ir
enseñando a ser felices y a estar alegres . . .
b) Opiniones populares.
Una actriz ha dicho que “la felicidad consiste en tener una buena salud y memoria”. Un
pintor cree que “es una estación de parada entre lo poco y lo demasiado”. Un humorista dijo
que “hay dos maneras de conseguir la felicidad: una, hacerse el idiota; otra, serlo”; y en este
sentido, dice un proverbio persa: “Yo soy feliz’, dijo. Naturalmente se trataba de un necio”. Para
cierto escritor, escritor cínico, “ser feliz consiste en no darse cuenta de que uno está viviendo”;
y para una escritora, la “felicidad es una palabra desprestigiada y mal usada, porque todas las
felicidades son pequeñas y porque la felicidad completa no existe. ¿Cómo puede existir si
tenemos que morir y lo sabemos?”.
Una joven de 16 años me dijo que “ser feliz es poder hacer cada vez aquellas cosas
que piensas que te harán feliz”; y un joven de 20 me preguntaba: “¿Se es feliz o se está feliz?”.
Los de habla inglesa, con su to be, no tienen este problema: vale lo mismo para “ser” que para
“estar”. Entre nosotros es diferente. Otro joven me confesaba que “se es feliz cuando uno se
siente realizado, sea o no esta realización grande, aunque tan sólo haya sido un
descubrimiento interno”, y también que “ser feliz es descubrir algo bueno de ti . . . o dentro de
otro ser”, e incluso “puedes ser feliz porque descubres una batalla dentro de ti. ¡Ya era hora!”.
c) Opiniones filosóficas.
No es que las populares no lo sean, pero aporto algunas de los filósofos reconocidos.
Miguel de Unamuno creía que “una de las ventajas de no ser feliz es que no se puede
desear la felicidad”. Para Augusto Renan, “solo hay un medio de encontrar la vida feliz;
buscando el bien y la verdad. Estaréis contentos de la vida si hacéis buen uso de ella”. Para
Joubert, “sólo son felices los buenos, los sapientes y los santos; pero los santos lo son más que
los demás, en tal forma la naturaleza humana está hecha para la santidad”.
Spinoza creía que “la felicidad no es premio ala virtud, sino la virtud misma”; y
Aristóteles enseñaba que “la felicidad consiste en hacer el bien”. En la misma dirección
apuntaba Amiel al decir que “dar la felicidad y hacer el bien; he aquí nuestra ley, nuestra ancla
de salvación, nuestro faro, nuestra razón de ser “; y Bernard Shaw escribió: “Dadle a un
hombre salud y una dirección en que avanzar, y jamás se detendrá a ocuparse de si posee o
no la felicidad”, y también que “tan poco derecho tenemos a consumir felicidad sin producirla,
como a consumir riqueza sin haberla producido”. Y hay mucha sabiduría en estas palabras
suyas: “la verdadera alegría de la vida es ésta: que nos utilicen para un fin que reconozcamos
nosotros como grande, poderoso, sublime; que agoten nuestras posibilidades todas antes de
descartarnos; ser una fuerza de la Naturaleza en lugar de una piltrafa egoísta y febril, manojo
de indisposiciones y agravios que se queja sin cesar de que el mundo no quiere dedicarse a
hacernos felices”.
Obsesionarse por ser feliz constituye, la mayoría de las veces gran obstáculo para
serlo. Si nos preocupara más la felicidad de quien está a nuestro lado, comenzaríamos a
sentirnos realmente felices... Y aunque estas notas resulten más extensas de lo que
posiblemente fuera conveniente, no me resisto a transcribir unos párrafos sobre la felicidad del
libro De vita beata, del cordobés Séneca:
“Todos los hombres, hermano Galio, quieren vivir felices: pero al ir descubriendo lo que
hace feliz la vida, van a tientas; y no es fácil conseguir la felicidad en la vida, ya que se aleja
uno tanto más de ella cuando más afanosamente la busque, si ha errado el camino; si éste
lleva en sentido contrario, la misma velocidad aumenta la distancia. Hay que determinar, pues,
primero lo que apetecemos; luego, se ha de considerar por dónde podemos avanzar hacia ello
más rápidamente, y veremos por el camino, siempre que sea bueno, cuánto se adelanta cada
día y cuánto nos acercamos a aquello a que nos impulsa un deseo natural . . . Hay que decidir,
pues, adónde nos dirigimos y por dónde, no sin ayuda de algún hombre experto que haya
explorado el camino por donde avanzamos, ya que aquí la situación no es la misma que en los
demás viajes; en éstos hay algún sendero, y los habitantes a quienes se pregunta no permiten
extraviarse; pero aquí el camino más frecuentado y más famoso es el que más engaña. . .”.
3. La felicidad en Proverbios
13:
14 a 17 a:
17b:
18:
8:32 a 35
32 y 34:
33:
35:
( Dios bendice a los que son lo suficientemente sabios como para buscar su sabiduría:
el hallazgo de la sabiduría es en sí mismo la bendición que le hace a uno bienaventurado).
12:20
20:
Este texto hay que enriquecerlo con otras traducciones. Aporto un par de ellas:
Nueva Biblia Española: “Taimada es la mente que maquina el mal, el que aconseja la
paz vive contento”. Lo de “pensar el bien” se traduce en “aconsejar la paz”. Por lo menos,
aprendemos que el pensamiento que no se traduce en acción vale para bien poco.
Dios Habla Hoy: “En los planes de los malvados hay mentira; en los consejos del
hombre de paz, alegría”.
Nuestro Maestro nos habla también de la bienaventuranza de los pacificadores, que lo
son no sólo en el sentido de que “piensan” en la paz y la aman, sino en el de que “laboran a
favor de ella”. El pacificador feliz es el que hace cuanto puede por la paz de quienes le rodean,
incluso cuando, como el Maestro, haya de “traer espada”. No debemos olvidar que la paz que
gozamos se ganó en la batalla del Gólgota.
14:21
21:
¿Cómo no tener presentes aquí las palabras del Señor: “Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”?
15: 13
Lo que nos pasa dentro se percibe afuera. Somos confrontados con el Ministerio de la
Alegría en un mundo muy triste. La alegría y la tristeza son contagiosas: se extienden a otros,
les afectan. Como alguien dijo una vez. “Un cristiano triste es un triste cristiano”; por lo menos,
con el ánimo encogido no le va a ser fácil al tal compartir el Evangelio gozoso de la salvación.
15:15
Suele decirse que “la procesión va por dentro” cuando uno quiere aparentar que todo
parezca que va bien; pero también se podría decir “la cabalgata va por dentro”, aunque las
circunstancias no sean las mejores.
15:23
23:
Nueva Biblia Española: “¡Qué alegría saber responder, qué buena es la palabra
oportuna!”.
Dios Habla Hoy: “¡Qué grato es hablar la respuesta apropiada, y aún más cuando es
oportuna!.
Parece bastante claro que esta felicidad es patrimonio de quienes leen y meditan la
Biblia al tiempo que mantienen una sabia comunión con el Señor; esto es, los que, como el
buen escriba, pueden sacar del corazón palabra oportuna, ¿sazonada con sal?
15:30
Nueva Biblia Española: “Mirada serena alegra el corazón, buena noticia da vigor a los
huesos”.
Otros traducen mirada acogedora o también ojos radiantes. Si hay luz en el interior,
también habrá serenidad en la mirada; si hay reposo interior, también habrá mirada acogedora.
Dime como miras, y casi te podré decir cómo eres.
16:20
Biblia de las Américas: “El que pone atención a la palabra hallará el bien, y el que
confía en el Señor es bienaventurado”. En una primera lectura, podría entenderse que ese
“poner atención” tiene que ver con la Palabra de Dios; pero no parece ser el sentido de este
proverbio.
Nueva Biblia Española: “Al que mide sus palabras le irá bien, dichoso el que confía en
el Señor”. Bien pudiera ser que de lo que se está hablando aquí es de la felicidad de decir lo
que hay que decir, como hay que decirlo. Y sin duda alguna, hace falta una gran confianza en
el Señor para dar siempre la palabra adecuada, que es fuente de felicidad para el que la
pronuncia y para el que la recibe.
17:22
Nueva Biblia Española: “Corazón alegre, cuerpo sano; ánimo abatido seca los huesos”.
Aquella antigua máxima: “Mente sana en cuerpo sano”. La alegría interna es esencial, pero esa
alegría, curiosamente, depende de saber “ofrecer nuestros cuerpos en sacrificio vivo”. ¿Acaso
mucho abatimiento no es fruto de la desobediencia?
21:15
La Biblia de las Américas: “El cumplimiento de la justicia es gozo para el justo, pero
temor a los que obran la iniquidad”.
Este proverbio recuerda aquellas palabras del Señor sobre la felicidad que les espera a
los que tienen hambre y sed de justicia. Aunque hemos de esperar a que el Señor vuelva para
que se haga justicia, ya ahora cualquier evidencia de justicia, en la vida propia, en la de los
seres cercanos o en la de la sociedad es fuente de alegría para los sabios.
24:23 a 25
23
24
25
Para los hijos de aquel que “no hace acepción de personas” es esencial tomar en
cuenta estas enseñanzas. Si hay que reprender, se reprende a quien sea, porque también de
eso depende la alegría interior y porque, además, acarrea bendición: posiblemente la de
aquellos que han sido defendidos.
28:14
Otras traducciones no incluyen a Dios en este texto, aunque el sentido está claro. La
Biblia de las Américas dice: “Cuán bienaventurado es el hombre que siempre teme”, y la Nueva
Biblia Española traduce “que está siempre alerta”. Ya hemos considerado que, en el contexto
de la literatura sapiencial, el temor está asociado a Dios; pero el énfasis aquí está más bien en
la expresión “siempre”; es decir, no en determinadas circunstancias ni en según qué lugares,
sino “siempre”.
29:2
Como traduce la Nueva Biblia Española, “cuando gobiernan los honrados, se alegra el
pueblo; cuando mandan los malvados, el pueblo se queja”. Al menos, se nos recuerda que
hemos de orar para que gobiernen los honrados o, al menos, los menos malvados. Se lo
debemos a la sociedad, de la que somos sal. También podría despertar en nosotros el
sentimiento de que hemos de ser muy honrados en el ejercicio de cualquier tipo de gobierno:
en la casa, en el trabajo, en la congregación. Si los que “sufre” nuestro gobierno se quejan,
algo anda mal en nuestras maneras. . .
29:6
Es interesante esta expresión de la felicidad del justo que es la canción. La Biblia de las
Américas lo traduce así: “El justo canta y se regocija”, y la Nueva Biblia Española: “El honrado
canta de alegría”. Así que si es cierto que “quien canta, su mal espanta”, también debe serlo
que “quien canta, su bien escampa”.
29:18
La Nueva Biblia Española traduce así: “Donde no hay profeta, el pueblo se desmanda;
el que guarda la ley es feliz”. Dios Habla Hoy traduce: “Donde no hay dirección divina, no hay
orden; ¡feliz el pueblo que cumple la ley de Dios!”. La felicidad de los pueblos, y en particular la
del pueblo de Dios, depende de su obediencia a la voluntad divina. Pero para que esa voluntad
sea conocida por el pueblo, se hace necesario que haya hombres y mujeres de visión que la
muestren: son los “profetas de hoy”, que ven más allá.
Proverbios está lleno de consejos sobre las relaciones que el sabio ha de mantener con
Dios (ya hemos considerado el tema del “temor”), consigo mismo (en cuanto a la honestidad de
verse tal cual es) y con su entorno: sus semejantes. Algunos comentaristas entienden que la
práctica totalidad de estas recomendaciones están dirigidas a los varones jóvenes. Porque a
las mujeres, aparte la hermosa descripción de la esposa ideal en el último capitulo (que quizá
fue dictada por una mujer) y algunas breves referencias a las madres, se dice poco de bueno
de ellas; antes al contrario, se avisa a los jóvenes que tengan cuidad con las mujeres y, en
general, se las trata muy peyorativamente. Es significativo la de veces que aparecen palabras
como “guárdate” o “está atento”. En esto, también el libro pertenece a una época muy
determinada de la historia, y algunos quieren ver en estas adúlteras y prostitutas serios avisos
para poder escapar de las prácticas idolátricas tan vinculadas con la perversión sexual.
Sea como sea, desde su introducción misma, Proverbios explica que uno de los
objetivos de haber editado el libro es " dar a los jóvenes inteligencia y cordura “ (1:4). Buena
falta les hacía, como a los jóvenes de hoy, tomarse muy en serio tan sabios consejos.
Entre todas las relaciones buenas que el sabio ha de mantener, he escogido la que
tiene que ver con el hogar. En la cultura hebrea, las enseñanzas de la tradición y de la Ley eran
patrimonio de los padres y de los abuelos, a quienes desde el mismo desierto ya se les había
ordenado que deberían contar a sus hijos y a sus nietos todo lo que el Señor había hecho.
Cuando estuvimos considerando el tema de la Sabiduría personificada, ya notamos que los
hogares no se señalan cono lugares en los que la Sabiduría clamaba, posiblemente como
lugares en los que la Sabiduría clamaba, posiblemente porque en ellos la enseñanza de la
sabiduría seguía ocupando un lugar importante; y si no fuera así, quienes oyeran el clamor de
la Sabiduría en las calles y las plazas, los caminos o las veredas, podrán volver a sus casas
con alguna lección aprendida de las que quizá se hubiera olvidado.
De cualquier modo, la labor de los padres y de los abuelos era –y es muy lamentable
que no siga siéndolo hoy en los hogares—muy fundamental en la reformación de los niños y los
jóvenes. El propio libro recomienda “instruye al niño en su camino, y ni aun de viejo se apartará
de él” (22:6).
Como dice otro proverbio, “la gloria de los jóvenes es su fuerza; la belleza de los
ancianos, su vejez” (20:29). Nuestro libro tiene mucho que enseñarnos a unos y a otros, pero
mayormente a los más jóvenes. Y antes de considerar lo que Proverbios nos enseña sobre las
buenas relaciones de padres e hijos, os invito a examinar algunas otras consideraciones sobre
el tema que encontramos en otras partes de la Biblia. Y sería muy positivo que, en la medida
que nos fuera posible, tratásemos de ir aplicando estas enseñanzas a las relaciones de
mayores y jóvenes en todas las demás áreas de nuestra vida, y muy particularmente en
nuestra relación congregacional, siquiera sea por aquello de que una iglesia es una familia de
familias.
2. Del valor que la Biblia conceda a las buenas
relaciones entre los mayores y los jóvenes
Cuando Pablo les está explicando a los cristianos de Roma las consecuencias que
la necedad de los hombres trajo sobre sus relaciones menciona, junto con la soberbia y
la altivez, la “desobediencia a los padres” de aquellos que, en su necedad, se muestran
desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia (Ro 1:28 a 32).
Dios expresa en el Decálogo cuán esencial es que en su pueblo los mayores sean
respetados y cuidados: Éx 20:12 con Dt 5:16. El castigo sobre los que lo olvidaran es
terrible: Éx 21:17 con Lv 20:9. Es el mandamiento que conlleva promesa de bendición
para los que lo cumplen.
En el último libro del Antiguo Testamento, se anuncia que la llegada del precursor
del Mesías iniciará una restauración de las relaciones generacionales: Mal 4:5 a 6.
Esta profecía está recogida en Lc 1:13 a 17.
El Maestro mostró cómo, bajo una apariencia de piedad, se escondía una clara
desobediencia a los mandamientos del Señor, y cómo ciertos mandamientos de
hombres llegan a ocupar el lugar que les corresponde exclusivamente a la Palabra de
Dios: Mt 15:1 a 9 con Mr 7:9 a 13. Pablo recoge la misma enseñanza en Ef 6:1 y 2.
a) De unos y de otros.
Unos pocos proverbios sobre lo que cada cual es en relación con los demás. Me
parece que aquí tenemos a las “tres generaciones”: 17:6; 19:20; 20:29 y 22:6.
1:8 y 9.
31:1 a 9.
6:20 a 23.
13:1.
10:1.
15:20.
17:21.
23:15 a 25.
27:11.
29:3. (La parábola del hijo pródigo es una buena “ampliación” de este proverbio).
d) Del desprecio y sus consecuencias.
24:20. (Con 13:9; 1R 11:36 y 15:4; Job 21:17 y 18:5 y 6; Jer. 25:120-11).
23.22.
19:26.
28:24.
30:11 a 14 y 17.
22:28.
(Sin caer en el error de aquellos tradicionalistas que respetan más lo que dicen sus
mayores que lo que dice Dios, es evidente que valorar y respetar lo que han hecho
quienes nos preceden es señal inequívoca de cariño y de respeto).
Ya que lo que nos viene interesando es, más que aprender cosas acerca de la
sabiduría, ir siendo cada vez más sabios, mostraríamos hasta dónde hemos
comprendido el tema cambiando aquellas actitudes hacia los mayores que no sean
todo lo correctas que el Señor nos pide y que son dignas de la gente sabia. Y Esto
tanto en lo que se refiere a la familia de cada cual como a esa otra “gran familia” que
constituimos todos los hermanos y hermanas.
Por otro lado, nuestros hijos y nietos aprenderán a tratar a los mayores –incluidos
nosotros mismos—por la manera como nosotros les estemos tratando.
Las palabras de los sabios
Vamos a ocuparnos de la relación tan estrecha que existe entre el corazón y las palabras
en Proverbios, lo que no ha de sorprender a quienes, como nosotros, hemos sido enseñados
por el Maestro de los maestros que “de la abundancia del corazón habla la boca”.
Es decir, para ser sabio en el decir, es menester también ser sabio en el escuchar. La
diferencia fundamental entre el sabio y el necio es precisamente ésta: aquél prepara su
corazón para atender y entender lo que el Dios al que teme le quiera enseñar, mientras que al
necio le importa bien poco la voluntad de Dios. Ya Séneca dijo que “la palabra es el índice del
pensamiento”. En el hablar del uno y del otro se evidencia lo que hay en el corazón.
Nuestro libro está lleno de llamamientos a escuchar con atención las palabras de los sabios
si es que se pretende llegar a serlo. Nos lo demuestra claramente la proliferación de palabras
como ”escucha”, “atiende”, “recibe”, “no olvides”, “guarda”, ”no abandones”, “está atento”, “
atesora” y otras parecidas.
Lo que Dios piensa de las palabras malas y engañosas, es otra de las grandes lecciones
de nuestro libro. Entre las seis cosas y aun siete que Dios aborrece, tres tienen que ver con las
palabras: 6:16 a 19; y, además, se menciona también “el corazón que maquina pensamientos
inicuos”.
Por eso, en el libro no sólo se nos invita a escuchar lo que puede enriquecer nuestro
corazón, sino que también se nos exhorta a no escuchar a los malvados: sean adúlteras,
rameras, borrachos, pendencieros, chismosos y otra gente de mal vivir y de mal decir:
exactamente el vivir de los necios que, sin ningún temor de Dios van por la vida haciendo todo
el daño de que son capaces y tendiendo trampas a los que no van con ellos. Es decir, a
palabras necias, oídos sordos.
Como ejemplo de esa incuestionable relación entre el corazón y las palabras que estamos
considerando, tenemos, entre otros, este bello proverbio: “El corazón del sabio hace prudente
su boca, y añade gracia a sus labios” (16:23).
Este mismo pensamiento aparece expresado en una oración de David; “¿Quién podrá
entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo
de las soberbias; que no se enseñoreen de mí. Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran
rebelión. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti,
oh Jehová, roca mía, y redentor mío” (Sl 19:11 a 14).
Corazón y palabras; o, como hemos adelantado en el título de este apartado: ”De las
palabras del corazón”. Porque en estas cosas la Biblia es muy clara; no se trata de lo que se
dice, sino de la sinceridad con que se dice: “Este es mi pueblo de labios me honra, pero su
corazón está lejos de mí” (Is 29:31).
Nosotros sabemos que la bienaventuranza es “para los limpios de corazón, porque ellos
verán a Dios”. Y eso porque nuestro Dios no mira lo que mira el hombre, éste mira lo que está
delante de sus ojos, sino que “nuestro Dios mira el corazón”. Por eso, las palabras que Dios
acepta son las palabras sabias de corazones sabios. Un texto muy hermoso sobre este
particular es 22:17 a 19.
5. Del “corazón”.
¿En qué sentido hemos de entender la palabra “corazón” en Proverbios y en otros lugares
de la Biblia? Por ejemplo, cuando Dios pide; “Dame, hijo mío, tu corazón”, ¿qué es lo que nos
está pidiendo?. Cuando decimos a alguien que le hablamos con el corazón en la mano,
estamos diciéndole que lo hacemos con total sinceridad, con grandeza, sin hipocresía. O
cuando hablamos de levantar el corazón, ¿acaso no estamos intentando levantar el ánimo de
alguien, o el nuestro propio? Y si sentimos muy honda y sinceramente lo que estamos diciendo,
advertimos que nos sale del corazón. Así que sabemos que esta entrañable palabra sirve para
más cosas que para designar una víscera, por transcendental que ésta sea para nuestra
supervivencia.
Tal vez, estas consideraciones nos ayuden a entender mejor lo que el Señor dijo de
cambiar los corazones de piedra de su pueblo por corazones de carne, en los que escribirá sus
leyes. Cambiar el corazón de una persona es cambiar a la persona enteramente: su manera de
pensar, su modo de sentir, su voluntad. Y siempre la iniciativa ha partido de Dios, en su Gracia
y Sabiduría, y siempre ha apelado a nuestro dejarnos en sus manos en una actitud de fe
agradecida.
Lo que pretendo al titular así este apartado es que nos acerquemos a los proverbios que
hablan del valor de las palabras intentando percibir en ellas su corazón: es decir, no
solamente lo que decimos, sino también el cómo lo decimos, el porqué, el cuándo, el a
quién, el para qué, y cualquier otra cosa que se nos ocurra.
a) Palabras ofensivas;
10:6.
10:14.
10:18.
11:9.
11:13.
12:5 y 6.
12:13.
12:17.
12:19 y 20.
12:22.
15:26.
16:28.
17:4.
17:20.
28:2.
18:6 y 8.
29:5.
19:9.
19:28.
25:18.
25:23.
26:26 a 28.
29:5.
Estos proverbios sobre el modo de hablar que ofende a Dios me recuerdan unas de
Necker Saussurre: “Las palabras ofenden más que las acciones, el tono más que las palabras,
y el aire más que el tono”.
b) Palabras prudentes.
Un proverbio árabe dice que “luego que has soltado una palabra, ésta te domina; pero
mientras no la has soltado, eres su dominador”. Este consejo tan prudente viene bien para
tener delante los muchos consejos sobre la prudencia a la hora de hablar de la que ha de hacer
gala el sabio.
10:13.
10:19.
12:23.
13:3.
15:28.
16:20.
16:21.
1623.
17:27 6 28:
18:13.
20:15.
20:25.
29:20.
30:32.
Ya Miguel de Cervantes escribió que “más vale una palabra a tiempo que cien a
destiempo”, y uno de los llamados “siete sabios de Grecia”, Cleóbulo, estaba convencido de
que “la abundancia de las palabras y de la ignorancia predominan en la mayor parte de los
hombres; si quieres sobresalir de la mayoría inútil, cultiva tu conocimiento y envuélvete en
nubes de silencio”. Guardar silencio en algunas ocasiones es otro de los sabios consejos a los
que quieren vivir sabiamente.
Y ya que hemos mencionado el silencio, los sabios de Proverbios también tienen cosas
muy sustanciosas que recomendarnos. Carlyle escribió que, a veces, “el silencio es más
elocuente que las palabras”; y se dice que fue él quien también escribió aquello de “la palabra
es plata, el silencio es oro”. Dios mismo ha usado más de una vez “la elocuencia del silencio”:
en algunos momentos disciplina sobre su pueblo, ordenó a algunos de sus profetas que
permanecieran callados.
11.12.
12:23.
15:28.
17:9.
17:27.
17:28.
21:23.
23:9.
27:2.
27:14.
30:5 y 6.
También lo dijo Francis Bacon: “La discreción en las palabras vale más que la
elocuencia”.
d) Palabras sanadoras.
Una palabra de ánimo de su médico puede ser para el enfermo más eficiente que
cualquier medicamento. Estas verdades, de las cuales se habla hoy como si se tratara de un
nuevo descubrimiento, ya están recogidas en Proverbios. La “terapia de las palabras”, como “la
de la risa”, son usadas cada vez más en el mundo del psicoanálisis. Los sabios de nuestro libro
ya sabían mucho del beneficio de las palabras.
10: 11.
10:21.
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12:18.
12:25.
13:14.
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15:4.
15:23.
16:24.
18:4.
24:26.
25:13.
25:25.
27:9.
e) Palabras verdaderas.
Lo de decir una cosa por otra, salga quien salga perjudicado, ha sido un “deporte”
practicado por los seres humanos en todos los “estadios” de este loco mundo nuestro. Es la
veracidad y la honestidad lo que caracteriza a los sabios.
4:24.
10:20.
13:5.
14:5.
16:13.
19:1.
21:28.
22:11.
31:8 y 9.
31:26.
Víctor Hugo escribió que “las palabras fuertes y ásperas indican una causa débil”; y a
mí se me ocurre pensar que, por el contrario, las palabras suaves y dulces son las
propias de quienes están seguros de estar defendiendo una causa justa.
f) Palabras enriquecedoras.
Si un proverbio declara que “las palabras vanas empobrecen” (14:23), también los hay
que dicen todo lo contrario: las palabras de los sabios enriquecen.
15:2.
125:7.
25:13.
En esta cuestión de las palabras que enriquecen, algunos proverbios parecen adelantar
la idea de que algunos sabios –se entiende los que se dedicaba a la sabiduría
profesionalmente, que debió de haberlos- era lógico que se alimentaran de su trabajo. Aunque
tal vez sea posible que se trate de una figura de lenguaje para decir que uno se alimenta de
aquello que da, o algo así.
12:14.
13:2.
18:20.
g) Palabras de advertencia.
6:1 a 5.
22:26 y 27.
25: a 10.
15:22.
14:3.
14:22.
15:1.
17:14.
22:10.
15:8.
15:29.
16:1.
21:13.
28:8.
23:6 a 8.
26:4 y 5.
26:6 a 16: los proverbios no son para los necios.
No encuentro mejor manera de cerrar nuestra consideración sobre las palabras de los
sabios que los dos textos siguientes:
“La muerte y la vida están en poder de la lengua; el que la ama, comerá de sus frutos”
(18:21).
“Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del
corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas yo os
digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del
juicio. Porque por tus palabras serán justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mt.
12:34 a 37).
24:30 a 34, especialmente la frase “Miré y lo puse en mi corazón; lo vi, y tomé consejo”:
La versión Dios habla hoy traduce: “Al ver esto, lo grabé en mi mente; lo vi, y aprendí la
lección”. Y la traducción de la Nueva Biblia Española lo traduce así: “Al verlo, reflexioné; al
mirarlo, escarmenté”.
James Draper ha escrito: “Dios quiere que descubramos antes de que sea demasiado
tarde que somos perezosos”.
“El perezoso es un hombre común –dice Draper--. No es una rareza. Tiene el mismo
aspecto que todos los demás. Pero debido a su permanente fabricación de excusas, a la
continua postergación de sus tareas y a su rechazo de cuantas oportunidades se le presentan,
su vida se desgasta en una lamentable pérdida de tiempo. Y poco a poco el perezoso va en
camino de ser un inservible. . . Y para colmo de males, es el último en darse cuenta de qué
clase de persona es. Todos los demás lo saben, pero él no. Es demasiado egocéntrico para
verlo”.
Para este autor, “un holgazán, en el ámbito físico, con sus absurdas excusas e
increíble egoísmo, es una tragedia andante. Pero más trágico es ver a una persona afectada de
pereza espiritual. ¡Qué tremendo es contemplar a una persona que conoce la verdad, pero no
actúa de acuerdo con ella, que conoce la Palabra, pero no vive según ella ni le entrega su
vida!”.
Con estas consideraciones, estamos bien apercibidos de lo necia mente que
actuaríamos si no nos tomásemos este asunto seriamente. Vamos a encontrar lecciones muy
prácticas para nuestra vida.
Estemos avisados de que la depresión no es la pereza. Puede haber razones muy
íntimas, y difíciles de resolver para quienes no conocen la mente humana, que sumergen a
personas en estados de apatía total; y entonces pudiéramos llegar a pensar que son
perezosos, y ayudarles bien poco.
3. Abordando la cuestión sin pereza.
A la pereza hay que vencerla, pero es enemigo poderoso y bien armado. Sus armas
son el abandono, la apatía, la abulia, la blandeza, la cansera, la dejadez, la indolencia, la
vagancia, la malicie y la ociosidad, entre otras. Entregarse a la pereza es aplatanarse,
apoltronarse, dejarse, permitir que se nos peguen las sábanas. Acerca de estas cosas
encontraremos proverbios muy sabrosos.
El ocioso, entonces, aquel que no se aplica a aquello a que está destinado. Es, por
tanto, un inútil; alguien que vaguea; es decir, que anda sin dirección o destino fijos, que no
sabe adónde va. Es un negligente, alguien que no pone el cuidado o el interés debido en las
cosas que hace; un descuidado, incluso de su propia persona. Y la cuestión de la pereza se
complica porque, como alguien ha dicho, “lo peor de los vagos no es su vagancia, sino la
necesidad en que se ven de llenar su espíritu de tonterías, necedades o barbaridades”. Va a
resultar que, después de todo, el perezoso es un gran trabajador: tiene que estar esforzándose
continuamente para no hacer nada. No cabe duda ninguna; ¡es un necio!
a) La pereza empobrece.
“Perezoso” y “pobre” son palabras casi sinónimas en las enseñanzas de los proverbios.
Leyéndolos, uno recuerda la fábula de la cigarra y la hormiga. Los sabios bíblicos asocian la
pereza al sueño, a la modorra, a dar cabezadas en lugar de ocuparse responsablemente de las
tareas asumidas:
6:6 a 11.
La Nueva Biblia Española traduce así 10-11: “Un rato duermes, un rato das cabezadas,
un rato cruzas los brazos y descansas y te llega la pobreza del vagabundo y la indigencia del
mendigo”. La idea que dan otras versiones es que la miseria llega como llega un bandolero, un
salteador de caminos que se hace con todo lo que tienes y te deja en la miseria. Sea cual sea
el sentido original, dormirse es una tragedia, aunque se “sobre los laureles”. Draper comenta
que “la hormiga no necesita que la empuje; al perezoso sí. Hay que empujarlo y dirigirlo
constantemente”. Me atrevo a escribir que en la Obra de Dios, aparentemente, “pocos son los
llamados y muchos los encogidos” . . ..
23:19 a 21 (La pereza en el trabajo está asociada a la atareada vida de los que no
piensan más que en comer y beber, tal vez por aquello de que piensan que se van
a morir mañana mismo. Tiene mucho que ver con el hedonismo.)
23:29 a 24:2. (Un texto que amplía el anterior que hemos comentado. Una
descripción tremenda de los borrachos.)
b) La pereza avergüenza.
10: 4 y 5. (No sólo empobrece, sino que trae vergüenza sobre el que es pobre
porque es gandul. Algunas versiones son realmente clarificadoras: “aquel que
ronca en tiempo de la siega es hijo que causa vergüenza”, “qui dorm a la sega és
un poca-pena”. La BJ añade un matiz interesante: “la palma indolente”, que lleva
implícita la idea de una mano que cuelga displicentemente.
c) La pereza decepciona.
d) La pereza entontece.
12:11 con 28:19. (La versión de la Fundació Bíblica Catalana traduce así este
último versículo: “El qui traballa la seva terra s’atipa de pa, però el qui persegueix
quimeras és curt de gambals”.)
e) La pereza esclaviza.
12:24. ( Los gandules tienen todos los números para ser esclavos de los que no lo
son. La BLA dice: “la mano de los diligentes gobernará, pero la indolencia será
sujeta a trabajos forzados”, con lo que parece confirmarse que el castigo de los
perezosos es ponerles a trabajar para los demás. Otros traducen que el gandul
“cae bajo tributo”, “paga servidumbre”, “es tributario” y otras lindezas. La NBE
traduce: “Mano diligente mandará, mano negligente servirá”.)
f) La pereza frustra.
13:4. (La frustración es el peaje que han de pagar los que circulan por la autopista
de la ociosidad. Traduce la BJ: “Desea el perezoso, mas no se cumple su deseo”.
Es decir, se agota deseando aquellas cosas que su holgazanería le impide
conseguir.)
21:25 y 26. (Este texto parece añadir a la frustración cierta suerte de suicidio. Ser
vago, pues, puede llegar a ser suicida.)
g) La pereza duele.
15:19. (Aunque el vago pretenda andar de puntillas por la vida, para que no le
molesten, su caminar es doloroso. La idea es que vive “flanqueado de espinos”.
¿Tal vez sus remordimientos? Si el hombre ha sido creado a imagen de un Dios
que trabaja, debiera de tener serios problemas de conciencia cuando no lo hace.)
h) La pereza destruye.
18:9. (Este texto contiene un aviso solemne. La FBC traduce: “Aquell qui és gandul
en la feina s’agermana amb el qui destrueix”. Otra versión reza: “El que deja sin
terminar un trabajo es pariente cercano del que lo destruye”. En este sentido,
alguien ha comentado muy acertadamente que “dejar de hacer una cosa que había
que hacer es como destruir una de hecha, porque el resultado es que ni la una ni la
otra existen.)
i) La pereza agota.
19:24 con 26:15. (El quietismo es la vocación del vago. ¿Incluso cuando el
alimento es la Palabra de Dios?)
j) La pereza acobarda.
20:4 (Si pueden aparecer dificultades, mejor no moverse. Hay quienes parecen
vivir siempre en esta estación del año.)
k) La pereza ridiculiza.
22:13 con 26:13-14 ( Puestos a justificar la vagancia, cualquier cosa vale, por
ridícula que sea. Es la ridiculez de los cobardes.)
l) La pereza ensoberbece.
26:16. (El “yo sé más que nadie” de los necios; porque eso de “siete que sepan
aconsejar” significa que nadie tiene capacidad de hacerlo: no hay peor necio que el
que no quiere dejar de serlo. Debe de ser porque habría que esforzarse. . . Los vs
11 y 12 lo dicen todo.)
A modo de resumen, cito a Derek Kidner, para quien el perezoso es aquel que “no
comienza nada, no termina nada y no hace frente a nada”. Por lo tanto, es “un indolente, un
inconstante y un cobarde”.
Este pasaje final de Proverbios nos muestra, a modo de contraste, que no hay nada
mejor que estar muy ocupado para ser virtuoso. El cuadro de esa mujer que literalmente “no
para” es un reconocimiento elogioso de la virtud del trabajo que contrasta con la pereza que
hemos considerado. Ese “dadle del fruto de sus manos, y alábenla en las puertas sus hechos”
es la merecida recompensa del sabio; de la sabia, en este caso.
2 P 1:3 a 11.
2. AUTORES
Derek Kidner: PROVERBIOS. Introducción y Comentario.
Comentarios Didaqué. Ediciones Certeza –Editorial Escatón.
Buenos Aires, 1.975.
Dr. Gleason L. Archer (Jr): Reseña Crítica de una introducción al Antiguo Testamento (págs.
512 a 522). Editorial Libertador.
Werner H. Schmidt: Introducción al Antiguo Testamento. (págs 394 a 400). Editorial Sígueme.
3. DICCIONARIOS
Diccionario Ilustrado de la Biblia.
Editorial Caribe, 1974.
Diccionario de la Biblia.
Editorial Herder. Barcelona, 1963.
Evaluación
Me ayudaría mucho que con total honestidad me explicaras en qué medida esos cuatro
objetivos, o algunos de ellos, han afectado tu vida durante este Curso. E incluso me atrevo a
sugerirte que aportes, si esa fuera tu experiencia, algún otro objetivo que no nos planteamos
pero que has alcanzado por ti misma/o.
1º) Leyendo el libro en busca de aquellos textos que tengan que ver con el tema que
hayas elegido.
3º) Cotejando esos textos con otras traducciones: cuantas más, mejor.
4º) Aportando texto que traten el mismo tema en otros libros de la Biblia.
5º) Compartiendo tu propia comprensión de cada uno de esos textos y redactando una
evaluación final del tema elegido.