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ANTROPOLOGÍA

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PLATÓN (427-347 a.C.

TEORÍA ANTROPOLÓGICA

Es muy posible que, así como Protágoras establecía el relativismo y la evolución para
justificar la democracia existente, Platón condenara la evolución para condenar mejor la
democracia. No se trata tanto de un retorno al pasado como de la definición de un
régimen que escape al devenir. No se trata de escoger el régimen que más plazca, sino
de definir las condiciones en las que un régimen es perfecto e indestructible. De esta
forma, el problema central de la República es el de la Justicia, individual o colectiva. La
referencia a la Justicia permite excluir los puntos de vista de la utilidad, el interés o la
conveniencia. La política se mide en relación con la idea misma de Justicia, que no es
sino la Verdad o el Bien aplicados al comportamiento social. Platón funda la política
como ciencia deduciéndola de la Justicia.

Ahora bien, la política va dirigida al hombre; por lo tanto, es necesaria una concepción
del hombre. El hombre, según Platón, es triple, compuesto de razón, de pasiones
generosas y de deseos inferiores, pero en proporción variable. En cada uno de los
diferentes regímenes (diferentes formas de gobierno) predominan una o dos de las
últimas categorías, bajo el control y la soberanía de la razón. A cada régimen
corresponde, pues, un tipo de hombre: de forma que construir la Ciudad ideal y realizar
tipos de hombres acabados es un mismo y único asunto: para obtener un hombre justo
es preciso construir una ciudad justa.

Platón, para responder a estas preguntas, establece una analogía entre 1) la salud y la
enfermedad del cuerpo y 2) la salud y la enfermedad del alma. De la salud del cuerpo se
encarga el médico, gracias al hecho de poseer una técnica especial, a saber, el “arte” de
la curación. Por “arte” se traduce el término griego téchne, (en griego antiguo: τέχνη)
El ejecutante de una téchne es un individuo competente, un experto que, en principio,
no puede equivocarse en el ejercicio de su arte, debido precisamente a que éste se basa
en conocimientos, y un conocimiento es necesariamente verdadero; si no fuera así, se
trataría de una simple opinión: Platón hace hincapié en que no hay conocimientos
falsos.

La medicina es un arte y su ejecutor es el médico; el ejercicio de su profesión se basa en


conocimientos; el campo propio de la medicina es la salud y la enfermedad del cuerpo,
y su meta específica es el restablecimiento de la salud de un enfermo, esto es: el médico
no busca la ventaja propia, sino el bien del otro, el del paciente

Este aparato teórico es trasladado al alma. La salud del alma es concebida como la
bondad moral (posesión de las virtudes: moderación, piedad, valentía, justicia), y la
política debería encargarse de la salud del alma, siendo el ejecutante de la política el
gobernante y quien aspira a serlo. La función que debería desempeñar la política es
vigilar por la bondad moral de los hombres, debería servir, pues, para fines morales.
Esta conexión indisoluble entre moral y política es típica para Platón, a su juicio, el
político debería preocuparse más de la salud del alma que de los bienes exteriores

La teoría antropológica de Platón (dualista y espiritualista) se inspira en los órficos y los


pitagóricos1: el hombre se compone de alma inmortal y cuerpo mortal, aunque la primera tiene
predominio sobre el segundo. El alma es considerada como una realidad intermedia entre el
Mundo de las Ideas y el Mundo de las cosas.

a) El cuerpo humano. Platón mantiene una concepción bastante peyorativa del cuerpo
humano: éste es una cosa sensible más, que se genera y corrompe al morir y, por tanto, es
mortal. Es la cárcel del alma, un estorbo para el alma, la arrastra con sus pasiones y le impide
la contemplación de las Ideas. Por eso, lo mejor que le puede pasar al filósofo es morir, y l a
filosofía no es sino una “preparación para la muerte”. En el Fedro la unión del alma con el
cuerpo se presenta como castigo por algún pecado, y es concebida como una unión puramente
accidental (como el piloto en la nave o el músico con su instrumento). En el Timeo el cuerpo, en
cambio, es concebido menos peyorativamente, y Platón afirma que puede estar en perfecta
armonía con el alma.

b) El alma humana. En La República Platón establece una división tripartita del alma,
expresión de los conflictos éticos y psíquicos que el hombre experimenta en sí mismo. Las tres
partes o funciones del alma son: a) la parte racional, inmortal, inteligente, de naturaleza
‘divina’ y situada en el cerebro; b) la parte irascible, fuente de pasiones nobles (valor, deseos de
bien, de justicia, de belleza), situada en el pecho e inseparable del cuerpo (por tanto, mortal); c)

1
El orfismo es un movimiento religioso de salvación –así llamado por su legendario fundador, Orfeo-
que ya existía en el siglo VI a.C. y que habla sobre la inmortalidad del alma y su salvación. El
pitagorismo (siglo VI a.C.) defiende la doctrina de la transmigración de las almas (como el orfismo) y,
en consecuencia, de que existe un parentesco entre todos los seres vivos (Pitágoras creyó en la posibilidad
de reencarnarse en una planta, y no solamente en animales). De ahí que los pitagóricos se abstuvieran de
comer carne por el parentesco entre los seres vivos.
la parte concupiscible, fuente de las pasiones innobles (comida, bebida, sexo), situada en el
abdomen y también mortal. A cada función del alma le corresponde un comportamiento
adecuado a su naturaleza, al cual denomina Platón virtud. Así, la virtud correspondiente a la
racional es la prudencia, la de la irascible es la fortaleza, y la de la concupiscible es la
templanza. Cuando cada parte del alma cumple con su función surge la virtud de la justicia,
que consiste en el equilibrio y armonía entre las tres partes.

Estas tres funciones del alma están simbólicamente expuestas por Platón en el mito del carro
alado (Fedro): el alma es semejante a un carro tirado por dos caballos alados y dirigido por un
auriga –‘conductor de carros’- (la parte racional del alma). De los caballos, uno es bueno, bello
y de pelo blanco (la parte irascible del alma). Otro malo, feo, de pelo negro (la parte
concupiscible del alma). El carro tirado por los caballos viaja por las regiones celestiales hasta
que el caballo negro se rebela, pierde entonces las plumas de sus alas y, por su culpa, se
desequilibra el carro y cae con los caballos desde el mundo celestial al mundo sensible,
quedando encerrados en un cuerpo. A partir de entonces, el deseo de todo el conjunto será
dominar y purificar al caballo negro para que así le broten de nuevo las plumas de las alas y
puedan volver a la mansión celestial de la que salieron, y que es su lugar natural.

Platón demostró la inmortalidad del alma mediante los siguientes argumentos(Fedón):

a) Sucesión de contrarios. A cada cosa le sucede su contrario. Lo mismo ocurre con la


vida y la muerte, a la vida debe sucederle la muerte, y a ésta la vida.
b) Participación del alma en la Idea de Vida. Cada cosa imita a una Idea y no puede
acoger en sí a la Idea contraria. El alma participa de la Idea de Vida, por lo que no
puede participar o imitar a la Idea de Muerte, por tanto, el alma es inmortal.
c) Semejanza con las Ideas. El alma es semejante a las Ideas (es inmaterial) y, por tanto,
no se puede descomponer ni corromper; es, pues, inmortal.
d) Conocer es recordar. Antes de encarnarse en el cuerpo el alma ha permanecido en el
mundo de las Ideas y ha conocido la verdadera realidad, que recuerda luego, al unirse a
él. Si puede existir sin el cuerpo ha de ser inmortal.
e) Por justicia universal. i el alma fuese mortal, aquellos que han cometido maldades no
expiarían sus culpas. Así pues, el alma ha de ser inmortal para que sea posible premiar
con la contemplación del mundo de las Ideas a los justos y castigar a los que han sido
arrastrados por las pasiones innobles a que sus almas se reencarnen indefinidamente en
otros cuerpos (influencia pitagórica).

c) El destino del alma. Platón trató este problema en el ‘mito de Er’ (República, X)2 y en la
Ley de Adrastea (Fedro). Según el mito de Er, tras la muerte, el alma se separa del cuerpo y su
vida es juzgada por los dioses: si ha llevado una vida justa es premiada con mil años de
2
Véase TEXTO 2. El mito de Er cuenta cómo Er, el guerrero armenio, cae herido de muerte en la
guerra. Al cabo de doce días, sin embargo, regresa a la vida para narrar cuanto había visto en el reino del
Hades. Y así explica que su alma, después que se separó del cuerpo, se encontró en un lugar maravilloso
(pradera) donde se estaba llevando a cabo un juicio. Los jueces premiaban con mil años de goce en
mundo celestial de las Ideas a las almas justas, y castigaban con terribles tormentos durante mil años en el
mundo subterráneo a las almas injustas. Al cabo de ese tiempo se reencontraban en la pradera todas las
almas debían elegir una nueva existencia terrenal de entre un lote posible de vidas: de tiranos
todopoderosos, de animales, de héroes deportivos, de personas comunes, etc. Por ejemplo, se nos cuenta
que el alma del aventurero Ulises (Odiseo) “buscaba, dando vueltas durante largo rato, la vida de un
hombre común y desocupado”. Todo este proceso de elección se concluye, finalmente, con la bebida del
agua del olvido (Leteo) que les disponía al nacimiento.
contemplación en el mundo de las Ideas; si ha sido injusta es castigada con terribles tormentos
en el mundo subterráneo del Tártaro. Pasado ese tiempo el alma debe elegir una nueva
existencia terrenal de entre un lote posible de vidas (de personas o animales), beben del agua del
olvido y se reencarnan de nuevo. Según la Ley de Adrastea, después de tres periodos de
elecciones acertadas consecutivas (durante un período máximo de diez mil años), el alma
regresa definitivamente al mundo de las Ideas.

d) Reflexión crítica. La antropología dualista y espiritualista de Platón ha influido en


filósofos como Descartes y en la antropología cristiana (San Agustín) en varias ideas: 1) La
inmortalidad del alma. El cristianismo la acepta, pero niega su preexistencia y las
reencarnaciones. 2) La actitud de huida del mundo. La vida es un período de purificación y
preparación para la existencia posterior a la muerte en el Cielo (para Platón, en el Mundo de las
Ideas). 3) El juicio al alma después de la muerte. Para el cristianismo hay un juicio personal
(Platón), y otro universal al final de los tiempos. 4) La vida después de la muerte. Para Platón
sobrevivirá sólo el alma, y para el cristianismo resucitará el hombre entero, con cuerpo y alma
purificados.

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