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Resumen Hechos Delos Apostoles

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El evangelio de Lucas y el libro de los hechos de los Apóstoles eran

primitivamente las dos partes de una única obra. El segundo libro empezó a conocerse
bajo el título “Hechos de los Apóstoles” o “Hechos de Apóstoles”. En el canon del
Nuevo Testamento está separado del evangelio de Lucas por el evangelio de Juan, que
se ha intercalado. La relación original de estos dos libros del Nuevo Testamento, viene
indicada por sus respectivos Prólogos, así como por su parentesco literario. El Prólogo
de los Hechos que, como el evangelio de Lucas (Lc 1, 1-4), se dirige a un tal Teófilo
(Hch 1,1), remite a este evangelio como a un “primer libro”, resumiendo su propósito y
recogiendo los últimos sucesos (apariciones del Resucitado y Ascensión) para empalmar
con ellos la continuación del relato. El otro vínculo que une estrechamente a estos dos
libros es la lengua. Las características (de vocabulario, gramática y estilo) que aparecen
a todo lo largo de los Hechos, y que confinan la unidad literaria de esta obra, las
encontramos también en el evangelio de Lucas; lo que apenas permite dudar de que
ambos libros sean obra de un mismo autor.

La tradición de la iglesia es unánime en reconocer que es autor es san Lucas.


Nunca, ni en la antigüedad ni en nuestros días, se han propuesto seriamente otro
nombre.

Hacia el año 175, el conjunto de las iglesias, como lo manifiesta la conformidad


existente entre el documento romano llamado Canon de Muratori, y el Prólogo
“antimarcionita”, San Irineo, los Alejandrinos y Tertuliano. Según los escritos el autor
parece ser un cristiano de la generación apostólico, judío muy helenizado, griego de
amplia instrucción y conocedor a fondo así de las cosas judías como en la Biblia griega.
Lo que sabemos de Lucas por las epístolas paulinas cuadra a la perfección con estos
datos. El Apóstol lo presenta como un compañero muy querido que está a su lado
durante su cautiverio, (Col 4,14); (Film 24). Según (Col 4,10-14), Lucas es de origen
pagano (de Antioquia de Siria) y médico, lo que comportaría una cierta cultura, aun
cuando esté lejos de ser cierto que Lucas, emplee en sus escritos un vocabulario
específicamente médico.

Los Hechos terminan con la prisión romana de Pablo, posiblemente entre los
años 61-63, y es posterior al evangelio de Lucas (¿antes del 70 o hacia el 80?), estaría
compuesto en Antioquía y Roma.

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El autor de los Hechos de los Apóstoles declara “haber investigado
diligentemente todo desde los orígenes sumándose a los que ya habían intentado narrar
ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros (Lc 1, 1-4), que
constituyen el prólogo general de la obra completa. Tales expresiones hacen suponer
que se han buscado informaciones precisas y, por otro lado, que han aprovechado
relatos ya existentes. Se puede distinguir también sin dificultad algunas corrientes
principales en las tradiciones recogidas por Lucas. Los doce primeros capítulos del libro
de los Hechos refieren la vida de la primera comunidad reunida en torno a Pedro
después de la Ascensión, (1-5), y los comienzos de su expansión a raíz de las iniciativas
misioneras de Felipe (8,4-40), de los “helenistas”, (6,1-8), (11,19-30) y en fin del
mismo Pedro 9, 32-11,18. Para la segunda parte de los Hechos el autor habría utilizado
relatos de la conversión de Pablo, sus viajes misioneros, y de su viaje por mar a Roma
como prisionero. Lucas parece haber tenido a mano las cartas paulinas y podía haber
pedido datos al mismo Pablo.

Lucas emplea la primera persona del plural. Algunos exegetas siguiendo a san
Irineo han querido ver en estos pasajes que redactándose en estilo nosotros, de que
Lucas acompañó a Pablo en su segundo y tercer viaje misionero y en su viaje por mar a
Roma. Pero Pablo no menciona nunca Lucas como compañero de su obra de
evangelización, por lo que la utilización de este nosotros parece ser más bien el vestigio
textual de un diario de viaje hecho por un compañero de Pablo (¿Silas?) y utilizado por
el autor de los Hechos. Reunido este rico material, Lucas lo organizó hábilmente y lo
distribuyo de la mejor manera los diversos elementos y uniéndolos unos con otros por
medio de estribillos redacionales.

El valor histórico de los Hechos de los Apóstoles no es uniforme, las fuentes de


que disponía Lucas no eran homogéneas y por otro lado se movía con bastante libertad
según el espíritu de la historiografía, subordinando los datos históricos a su plan
literario y sobre todo a sus intereses teológicos.

Los relatos de los viajes de Pablo nos reflejan el mundo del Mediterráneo
oriental en el primer siglo: administración romana, ciudades griegas, cultos rutas,
geografía política y topografía local. Lucas establece cierto paralelismo en los milagros
de Pedro y Pablo:(3,1-10 con 14,8-10); (5,15 con 19,12).

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Algunos de los relatos tienen sus paralelos en los evangelios (Hch 3,6-7) con (Lc
4, 39 y Mc 1, 31), es evidente en las últimas palabras de Esteban (Hch 7, 59-60) se
asemejan a las de Jesús, (Lc 23,34-36).

Es de suponer que Lucas no ha recibido estos discursos tal como los reprodujo,
sino que los compuso, utiliza algunos temas esenciales de la predicación primitiva
apoyados con argumentos que se habían hechos tradicionales. Lucas habría conocido,
primero por tradición cristiana y luego por experiencia, estos esquemas de la primera
predicación cristiana, y esto es lo que le permitió, con su finísimo sentido psicológico,
impregnar estos discursos de una enseñanza de valor autentico e importancia capital.

La objetividad del libro de los Hechos ha sido atacada, planteando la cuestión de


su finalidad. La escuela de Baur ha querido ver en él un escrito de compromiso
compuesto siglo II, para conciliar las tendencias opuestas del petrismo y del paulinismo.
Tiene el mérito de señalar la existencia innegable de tensiones en la iglesia primitiva;
pero supone una fecha demasiado tardía. Otros denuncian con frecuencia esta obra de
un alegato, con todo lo que esto puede implicar de deformación de los hechos. Lucas
haría en ella una apología de Pablo, destinada a convencer a las autoridades romanas de
que él no era culpable de ningún delito político. No se puede negar que Lucas subraya el
carácter puramente religioso del conflicto que enfrenta a los judíos con Pablo y la
indiferencia de las autoridades romanas ante tal conflicto. El libro de los hechos de los
apóstoles es cosa muy distinta de un memorial para presentar ante el tribunal de Roma.
Lo que persigue con el libro de los Hechos de los Apóstoles, es nada menos que referir,
por si misma, la historia de los orígenes cristianos.

En el plan de Lucas se ve plasmada la aseveración inicial de Cristo: “Seréis mis


testigos de Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra” (Hch
1,8). La fe se implanta primero sólidamente en Jerusalén, donde la primera comunidad
crece en gracia y número (1,5). Enseguida comienza la expansión, preparada por la
tendencia universalista de los convertidos al judaísmo helenístico y por su expulsión a
raíz del martirio de san Esteban, (6,1-8); se llega hasta Samaría y a la llanura costera
hasta Cesárea, donde entran por primera vez los gentiles en la iglesia, (8,26-40), al
tiempo que la conversión de Pablo nos informa de que ya hay cristianos en Damasco,
pone de relieve la difusión de la fe. Continua por Antioquia que recibe el mensaje de
Jesús(11,19-26)y que se va a convertir en un foco de irradiación, no sin guardar con

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Jerusalén, contactos en los que se toman acuerdos sobre los principales problemas
misioneros, (11, 27-30), (15,1-35). Se trata de que el evangelio llegue a los gentiles. A
partir de la conversión de Cornelio, Pedro que pasara a ocupar el lugar en el relato de
Lucas. Después de un viaje a Chipre y Asia Menor antes de la asamblea de Jerusalén,
dos viajes más le llevarán hasta Macedonia y Grecia, (15,36-18,32) y a Éfeso (18,23-
21,17). Siempre regresa a Jerusalén y su arresto en esta ciudad, seguido de su
encarcelamiento en Cesárea (21,18-26,32), le permitirán ser conducido preso, pero
siempre misionero, hasta Roma donde, aun sin librarse de las cadenas, anuncia a Cristo,
(27-28). Vista desde Jerusalén, esta capital del imperio representa perfectamente “los
confines de la tierra”, puede poner fin a su libro Lucas.

No dice nada de la actividad de los otros apóstoles, ni de la fundación de ciertas


iglesias, como la de Alejandría o la de Roma, donde la fe cristiana se había llegado
antes de la llegada del apóstol. Tampoco nos dice nada del apostolado de Pedro fuera de
Palestina, y eso que la figura de Pedro ocupa toda la segunda mitad. Lucas ha querido
darnos una exposición de la fuerza de la expansión espiritual del cristianismo y la
enseñanza teológica que ha sabido deducir de los hechos de que disponía posee un valor
universal e insustituible, que constituye el valor autentico de su obra.

Su aportación doctrinal es múltiple. Lo que nos expone en su obra es la fe en


Cristo. Los principales textos escriturísticos que sirvieron, bajo la guía del Espíritu, para
la formulación de la cristología y los argumentos ante los judíos los temas del Siervo (3,
13,26) y de Jesús el nuevo Moisés (3,22ss), el nuevo Elías (1,9-11). La Resurrección se
prueba por el Salmo (16,8-11). La historia del pueblo elegido debe poner en guardia a
los judíos contra la resistencia a la gracia (7,2-52). Se recure a argumentos de teología
más general para los gentiles. Los apóstoles son los testigos.

El problema crucial de la Iglesia naciente tenía que ser el acceso de los gentiles a
la salvación y el libro de los Hechos nos brinda alguna luz, sin descubrirnos toda la
envergadura de las dificultades y de las controversias ocasionadas por esta cuestión en
la Iglesia, incluso entre sus dirigentes. Los hermanos de Jerusalén, agrupados en torno a
Santiago, siguen fieles a la Ley judía (1,1-5, 1.5) y los helenistas agrupados en torno
Esteban, sienten la necesidad de romper con el culto del Templo, Pedro y después Pablo
hacen triunfar en la asamblea de Jerusalén el principio de la salvación por la fe en
Cristo, que dispensa a los gentiles de la circuncisión y de las observancias mosaicas.

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Lucas nos muestra a Pablo siempre dirigiéndose a los judíos, para volverse
después a los gentiles sólo cuando se ve rechazado por sus hermanos de raza. Nos va
describiendo las dudas de la vida de las comunidades, la vida de oración y reparto de
bienes en la joven iglesia de Jerusalén, administración del bautismo de agua y del
bautismo en el Espíritu, celebración de la Eucaristía (2, 42), y como se va organizando
la iglesia en los profetas, los doctores y presbíteros que presiden la iglesia de Jerusalén y
Pablo establece en las iglesias que él funda. Todo ello impregnado, dirigido, impulsado
por un soplo invencible del espíritu Santo.

Al Espíritu Santo Lucas lo presenta en acción incesante en la expansión de la


Iglesia, es lo que da a este libro el aroma de alegría espiritual de maravilla sobre natural
de la que sólo podrán extrañarse los que no comprenden el nacimiento del cristianismo.
Este libro único en su género en el Nuevo Testamento, representa un tesoro cuya falta
hubiera empobrecido notablemente nuestro conocimiento de los orígenes del
cristianismo.

El texto llamado occidental y copto es más conciso que el alejandrino, pues


contiene también detalles concretos y pintorescos que el otro desconoce.

Los Hechos de los apóstoles nos hacen ver lo Pedro vio, sintió y experimento
con Pablo que experimento su vivencia cristiana y su encuentro con Jesús cumpliéndose
así lo que Jesús dijo que ser seguidor de él iba a pasar lo mismo que él. Así como
también las dificultades de las primeras comunidades cristianas, las dificultades con las
que se iban encontrar. También nos hacen ver que al igual que Jesús los motivos de
encarcelar a Pedro y pablo iban a ser los mismo que los de Jesús motivos religiosos y no
políticos

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