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La Cooperación Internacional como posible solución a la problemática del Cambio

Climático

International Cooperation as a possible solution to the problem of Climate Change

Resumo
El Cambio Climático es un problema fundamental que tiene soluciones a largo plazo,
soluciones que se deben desarrollar en un tiempo limitado y que la Cooperación
Internacional tiene que privilegiar. La necesidad de encontrarle una solución a esta
problemática se enmarca principalmente en la transformación de las formas de vida y de
relacionarnos con el medio ambiente. Todo ello se comprende desde una causa – efecto y
la economía capitalista ha globalizado la necesidad de consumir deliberadamente y sin
pensar las circunstancias. Cómo instrumento de recolección de información se usó el
análisis documental de fuentes primarias en este caso paginas oficiales y de fuentes
secundarias como medios de comunicación. Dentro de los principales hallazgo y
conclusiones se logra vincular el problema del cambio climático como un asunto de
sociológico, es decir, la manera de vivir y por ende la manera de relacionarnos con el
espacio, comprendidas como las formas de alimentación, de transporte y de
comunicación; además de los modelos para satisfacer nuestras necesidad.

Palabras clave: Cooperación Internacional, Corea, Colombia, Cambio Climático,


financiación y formas de vida.

Summary
Climate Change is a fundamental problem that has long-term solutions, solutions that
must be developed in a limited time and that International Cooperation must privilege.
The need to find a solution to this problem is mainly framed in the transformation of
lifestyles and to relate to the environment. All this is understood from a cause - effect and
the capitalist economy has globalized the need to consume deliberately and without
thinking the circumstances. Documentary analysis of primary sources was used as a tool
for collecting information, in this case official pages and secondary sources such as
media. Among the main findings and conclusions, it is possible to link the problem of
climate change as a sociological issue, that is, the way of living and therefore the way of
relating to space, understood as the forms of food, transport and communication; in
addition to models to meet our needs.

Keywords: International Cooperation, Korea, Colombia, Climate Change, financing and


lifestyles.
La Cooperación Internacional como posible solución a la problemática del Cambio
Climático
Dentro de este documento se encuentran diversas contrariedades y desacuerdos sobre el
problema, así como sobre cómo el cambio climático se ha visto envuelto en una serie de
posturas políticas y económicas con un fin establecido en la Cooperación Internacional.
Se debaten aspectos convencionales como las actitudes y aportes de los organismos
internacionales, las legislaciones nacionales y las posibles soluciones desde la
comprensión del problema como un asunto económico y cultural. Este ensayo también
aborda posturas propias del concepto de desarrollo, considerándolo como una
apropiación socioeconómica y hegemónica de la explotación marginal de los recursos,
con la financiación como un aspecto principal para el desarrollo de una problemática
mundial. No se olvida que muchas de las consecuencias derivan del aprovechamiento
económico del territorio desde el punto de vista físico, químico, económico, social y
minero, todo ello resultado de un consumismo exorbitante e insostenible para el planeta.
Es necesario comprender primero qué es el cambio climático. Desde el punto de vista
geográfico e histórico, la Tierra ha experimentado diversos tipos de cambios climáticos
en su historia, muchos de ellos naturales. Sin embargo, debemos tener en cuenta que la
Convención Marco sobre el Cambio Climático (1992) define el cambio climático como
una transformación en el clima atribuida directa o indirectamente a la actividad humana.
Por lo tanto, este cambio climático es significativamente diferente a los ocurridos en
milenios pasados. Esta transformación altera la composición de la atmósfera mundial y
se suma a la variabilidad natural del clima, poniendo en riesgo la subsistencia agrícola y
alimenticia del ser humano en la Tierra. Esta alteración está vinculada a las emisiones,
entendidas como la liberación de gases de efecto invernadero o sus precursores en la
atmósfera en un área y período de tiempo específicos. Estos vapores son componentes
gaseosos de la atmósfera, tanto naturales como antropogénicos, es decir, tanto del
sistema biológico de la naturaleza como de la actividad humana. Varios gases absorben y
emiten radiación infrarroja, creando una barrera en la Tierra.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en su Informe de Desarrollo
Humano 2007-2008 (2007), enmarca el cambio climático como un problema
determinante para el desarrollo humano, lo que implica que evitar un aumento de un
grado en la temperatura del planeta es el mayor desafío. El cambio climático es un hecho
comprobado por el mundo científico, aunque sea difícil predecir el impacto de las
emisiones. Sin embargo, hoy sabemos lo suficiente para reconocer que los riesgos que
enfrentamos son grandes y potencialmente catastróficos. Algunos de los cambios
sustanciales incluyen el derretimiento de los mantos de hielo de Groenlandia y la
Antártida Occidental, fenómeno que dejaría a muchas naciones bajo el agua. Asimismo,
se prevén transformaciones en las Corrientes del Golfo, lo que afectaría especialmente a
Europa con inviernos más rigurosos, mientras que América se enfrentaría a inundaciones
más frecuentes en las costas y en algunas zonas y ciudades cercanas a fuentes hídricas
importantes.
Antes de adentrarnos en los detalles de las políticas y los sistemas económicos y culturales,
es crucial determinar inicialmente cuáles son los tres gases contaminantes más importantes.
Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia (2020), los óxidos
de nitrógeno, el dióxido de carbono y el gas metano son corresponsables del calentamiento
global. El calentamiento global se refiere al aumento de temperatura de la Tierra, una
conclusión basada en la observación sistemática de la temperatura media del planeta,
medida a través de la temperatura del aire, la superficie y los océanos. Aproximadamente,
la temperatura ha aumentado en 0.1° C por década, pero desde 1980 estas cifras han ido en
aumento, con una variación de 0.5° C por década.
Para ilustrar mejor el tema, usaré un ejemplo cotidiano en la vida de cualquier padre: ¿qué
sucede cuando un hijo tiene fiebre? Cuando la temperatura alcanza los 37.6° C, se toman
medidas de precaución para evitar que suba más, como administrar remedios caseros y
baños. Sin embargo, si la fiebre alcanza los 38° C, se procede a quitarle la ropa y
administrar medicamentos para bajar la fiebre. Si la temperatura sigue aumentando y llega
a 39° C, el padre decide llevarlo al médico para iniciar un tratamiento y tomar medidas
para reducir la fiebre. De manera similar, con la Tierra, estamos en un momento en el que
debemos tomar medidas de precaución para evitar que la temperatura continúe aumentando
y se mantenga dentro de lo normal para los seres humanos.
Para comprender mejor el problema ambiental, es crucial examinar estos gases
contaminantes. En primer lugar, analizaremos el monóxido de carbono, uno de los gases
más peligrosos. Varios estudios han demostrado que a bajas concentraciones y con una
exposición breve, puede ser mortal para los seres humanos. Se produce principalmente por
los procesos de combustión de gas natural, gas propano, gasolina, petróleo, madera o
carbón (Comisión de Seguridad de Productos del Consumidor de Estados Unidos, 2008).
El dióxido de carbono es el principal gas de efecto invernadero producido por el hombre.
Las principales fuentes de emisiones de CO2 son el uso de combustibles fósiles en el
transporte, la industria y la generación de electricidad. Según la Red Española del Pacto
Mundial (2017), las grandes empresas han mantenido reservada la información sobre la
producción de CO2 en sus industrias. Solo el 18% de los informes investigados por la Red
informan sobre las grandes industrias y su manejo, mientras que el 82% corresponde a
pequeñas empresas y otras entidades. Por último, el metano es otro gas con un impacto
significativo. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático -
IPCC- (2018), tiene hasta 72 veces más potencial de calentamiento global que el dióxido
de carbono. Sus principales fuentes de generación son las actividades agropecuarias, la
generación y tratamiento de residuos sólidos, el tratamiento de aguas residuales y la
producción o distribución de gas natural y petróleo (Benavides Ballesteros & León
Aristizábal, 2007).
Todo esto nos lleva a analizar las políticas y su diseño, tanto en el caso de Corea del Sur
como en el de Colombia. Bajo estos términos, sin duda debemos analizar las emisiones
de CO2. Según la plataforma 'Base de datos de emisiones para la investigación
atmosférica global' de la Unión Europea, la República de Corea del Sur emitió cerca de
12.07 toneladas de CO2 en el año 2020, lo que representa aproximadamente el 1.73% del
total de emisiones en el mundo. En comparación, Colombia produjo apenas 1.8 toneladas
de CO2, lo que equivale al 0.25% de las emisiones mundiales. En cuanto a las emisiones
de metano, Colombia destaca como uno de los mayores productores, aunque no
comparable con otros países, pero sí con Corea. Colombia produjo cerca de 1.65
toneladas de metano en 2018, mientras que Corea apenas produjo 0.825 toneladas para el
mismo año. En términos de dióxido de carbono, Colombia también lidera, con 0.409
toneladas en 2018, mientras que Corea emitió alrededor de 0.284 toneladas para el
mismo año. Todo esto está estrechamente relacionado con las exportaciones, ya que
Colombia es un gran productor de carne, lo que contribuye al aumento de las emisiones
de metano debido a la agricultura y la ganadería.
En cuanto a la 'Cooperación Internacional', se refiere a las herramientas necesarias para
abordar las desigualdades y es un medio para lograr mejoras, principalmente en la
reducción de la vulnerabilidad y la adaptación de nuestras formas de vida (González,
2017). Una perspectiva más realista se aplica en el Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo, que lo vincula a una relación entre dos o más países, organismos u
organizaciones de la sociedad civil, con el objetivo de alcanzar metas de desarrollo
sostenible (Fundación Siemenpuu, 2016), en este caso, la reducción de los gases de
efecto invernadero y la mitigación del cambio climático. En este sentido, la Cooperación
Internacional se describe como todas las acciones y actividades dirigidas a contribuir con
el proceso de desarrollo de las sociedades de aquellos países en vías de desarrollo
(Correa, 2008). Esta visión está influenciada por el modelo económico capitalista, ya
que, como señala Walt Whitman Rostow (2003), los países en transición son naciones
que abandonan sus formas de vida tradicionales y adoptan un estilo de vida moderno, a
menudo comparado con la revolución industrial en Inglaterra.
El cambio climático representa una de las principales amenazas a las que se enfrenta la
humanidad en el Siglo XXI, y esto no es ajeno a nadie. Es por eso que debemos
abordarlo no como algo local, sino como una crisis y un desafío global. En este contexto,
la Agenda 2030 desempeña un papel importante en este diálogo, en primer lugar, porque
plantea la necesidad de nuevos modelos que aborden el debate común y las posturas
políticas y económicas de todos. Sin embargo, esto es bastante difícil de lograr, ya que
llegar a un acuerdo con más de 30 países por un propósito común es arduo, como se
evidencia en casos como los Acuerdos de Kioto y de París.
Como afirma Farinós (2008), la Agenda 2030 permite una gobernanza supuesta en la
aparición de nuevas prácticas de gobierno innovadoras que contribuyan a superar las
limitaciones de los modos tradicionales y a enfrentar mejor los nuevos desafíos. Sin
embargo, la realidad ha demostrado que esto no es posible en tan solo 15 años, tal vez ni
siquiera en 20.
El año pasado presenciamos un hecho histórico con la realización de la COP26, no solo
debido a la pandemia que ya estábamos viviendo, sino también porque se llevaron a cabo
importantes discusiones sobre el cambio climático. El gobierno del Reino Unido planteó
avanzar en cuatro áreas clave: carbón, automóviles, efectivo y árboles (Carbon Brief,
2021). Los dos primeros se centran en la reducción de uno de los combustibles más
contaminantes y en garantizar una transición rápida de los automóviles alimentados con
combustibles fósiles a vehículos eléctricos, objetivos que se están logrando en algunos
sectores. Los dos últimos se centran en asegurar los recursos para que los países más
pobres puedan adaptarse y mitigar el cambio climático. Sin embargo, estas soluciones
son vistas desde un aspecto económico más que medioambiental (Smith, 2022). Por lo
tanto, es crucial que cada país pueda acceder a realizar acciones que impacten y logren
alcanzar el objetivo de cero emisiones netas de gases de efecto invernadero.
Durante la COP26, Colombia y Corea del Sur experimentaron avances significativos en
materia de compromisos climáticos y financiación para la lucha contra el cambio
climático.
En el caso de Colombia, durante su visita a Glasgow, uno de los principales logros fue en
materia de financiación. Se anunció un fondo de $33 millones de dólares provenientes de
Reino Unido, Alemania y Noruega destinados a la lucha contra la deforestación,
específicamente para la región amazónica. Además, Reino Unido anunció la creación de
un fondo exclusivamente destinado a la Amazonía, del cual Colombia tendrá acceso, con
un monto aproximado de $300 millones de dólares. También se destacó la
implementación de la estrategia '30-30', que busca proteger el 30% de las áreas
marítimas, un esfuerzo que tuvo un mayor impacto del esperado, especialmente por
países como Ecuador, Panamá y Costa Rica, convirtiéndose en el corredor marino
protegido más grande del mundo. Por último, se logró la mayor financiación de la
historia para proyectos de sostenibilidad, con un monto total de $1.200 millones de
dólares.
Por otro lado, Corea del Sur firmó un pacto histórico durante la COP26. El presidente
Moon Jae-in concretó el Compromiso Mundial del Metano, un acuerdo para reducir las
emisiones de metano en un 30%, y también se comprometió a reducir las emisiones de
gases de efecto invernadero en un 40% (Agencia de Noticias Yonhap, 2021), superando
lo comprometido en 2019. Además, se comprometió a abandonar paulatinamente el uso
del carbón e impulsar la plantación de árboles. Este compromiso es significativo para
Corea del Sur, dado que ocupa el octavo lugar en el Ranking de 2020 de países más
contaminantes, según la Revista Forbes (Solís, 2021).
Para abordar la reducción de la temperatura y brindar soluciones prósperas, es evidente la
necesidad de articular fuerzas a nivel global. Una de estas fuerzas implica la reducción
del uso del carbón y de los automóviles de combustión. Un paso importante sería
negociar acuerdos comerciales, como un Tratado de Libre Comercio (TLC), para reducir
las importaciones de motores de combustión y fomentar la producción de motores más
sostenibles. Esto podría ser una solución viable para cerrar la brecha entre diferentes
niveles de desarrollo tecnológico.
Este enfoque pondría a Corea del Sur en una posición importante, dado que sus
exportaciones a Colombia ascendieron a $676.375 millones de dólares en 2020 (Revista
Legislación Económica - Legis -, 2021). Entre estos productos se encuentran navíos de
guerra, reactivos de diagnóstico o de laboratorio, productos químicos industriales como
alquilbencenos y alquilnaftalenos, vehículos con motor de pistón y de encendido con
chispa, y productos laminados en acero. En contraste, las exportaciones de Colombia a
Corea alcanzaron $571 millones de dólares en productos como café, banano, flores,
insecticidas, crustáceos, papeles y cartones. En el sector no minero, los aceites crudos de
petróleo fueron la principal categoría adquirida por Corea de Colombia, además de gas
natural, aceites livianos y preparaciones, y algunos procesadores y controladores según la
Asociación de Comercio Internacional de Corea (2016).
Es importante reconocer el potencial agroindustrial de Colombia, pero también es
fundamental asegurar una explotación sostenible de estos recursos para evitar daños y
catástrofes ambientales. Por otro lado, se debe reconocer la capacidad tecnológica de
Corea, que puede ser de gran utilidad en la lucha contra el cambio climático. En
resumen, es crucial encontrar un equilibrio entre el desarrollo económico y la
sostenibilidad ambiental para garantizar un futuro próspero para todas las naciones.
Es momento de ajustar las medidas de cooperación desde el ámbito político y jurídico, y
para ello es importante comprender las acciones legislativas que han tomado países como
Corea del Sur y Colombia en relación con el cambio climático.
En Corea del Sur, se aprobó la Ley Marco sobre Neutralidad en Carbono y Crecimiento
Verde en 2021, estableciendo así una base legal para lograr el objetivo nacional de
neutralidad en carbono para el año 2050. Esta ley es fundamental para iniciar acciones
concretas y prácticas que involucren al gobierno, las empresas y las personas, ya que son
esfuerzos conjuntos los que pueden cambiar el futuro en términos de sostenibilidad
ambiental.
En Colombia, existe un conjunto de leyes relacionadas con el cambio climático, siendo la
Ley 1931 de 2018 un ejemplo significativo. Esta ley establece la Gestión del Cambio
Climático y tiene como objetivo proporcionar directrices para la gestión de este
fenómeno en las decisiones públicas y privadas (Directrices para la Gestión del Cambio
Climático, 2018). Esta ley consagra principios orientadores como la corresponsabilidad y
la autogestión, lo que evidencia que la gestión del cambio climático no es solo
responsabilidad del Estado, sino de todas las partes interesadas, implicando un esfuerzo
mutuo para abordar este desafío global.
Estas acciones legislativas fortalecen el Sistema de Información Nacional sobre Cambio
Climático en Colombia (Universidad Externado de Colombia, 2019), el cual ayuda y
establece un conjunto de actores tanto políticos (leyes, legislaciones, normas, etc.…),
procesos, recursos, planes, estrategias, instrumentos, mecanismos, así como información
útil para atender el cambio climático.
Varias medidas de cooperación efectiva no solo se centran en el ámbito económico, sino
también en una perspectiva política. Por lo tanto, una de las principales medidas que el
gobierno colombiano debe tomar, con la ayuda de Corea y una visión particular y
regionalizada, es la neutralización del carbono. Esto implica cerrar sitios mineros como
El Cerrejón, lugar que la Organización de las Naciones Unidas recomienda detener las
operaciones mineras, no solo por la violación de derechos humanos y medioambientales
que se vive en esa zona debido a las empresas de explotación, sino también porque afecta
a las minorías indígenas que han construido un territorio en la zona.
Corea juega un papel fundamental en alinear sus intereses económicos hacia la transición
energética, y el carbón debe ser una prioridad para ambos gobiernos, especialmente dado
que el país asiático ha inaugurado una política de neutralidad. Colombia debe acoplarse a
esta política y generar nuevos espacios de formación social, educativa y cultural.
Continuando con las conclusiones, la aplicación de la eficiencia y conservación
energética es uno de los pilares más fundamentales, con el potencial que tienen espacios
como el desierto en La Guajira. Sin embargo, es crucial no repetir los errores del pasado
en estos territorios. No se trata de usurpar y desplazar a las comunidades indígenas que
los habitan, ya que su participación en la toma de decisiones es fundamental. La
ubicación de estos parques eólicos amenaza la subsistencia de una comunidad
históricamente abandonada; por lo tanto, el gobierno de Corea debe velar no solo por la
conservación y transformación energética, sino también por el bienestar de las
poblaciones. Esto no se trata de acumular capital, sino de mejorar las condiciones
socioambientales, evitando un capitalismo ambiental.
Además, es necesario reducir la demanda energética mediante el uso de la energía solar.
El aumento de la eficiencia energética debe enfocarse en el aprovechamiento del sol, por
ejemplo, para reducir la utilización de la luz durante el día.
La segunda medida propuesta se relaciona con los biocombustibles, una opción que
implica sustancialmente la ciencia y que en Colombia no es viable sin el apoyo de un
país como Corea del Sur. Esta opción no se basa únicamente en la inteligencia de los
connacionales, sino en los presupuestos en materia de investigación y desarrollo
tecnológico, los cuales son limitados en Colombia. Mientras que en otras naciones se ha
comprendido que el "desarrollo" se logra mediante el apoyo a la educación y la ciencia
desde temprana edad, una necesidad que carece Colombia y que Corea podría apoyar.
Esto implica la creación de alianzas que involucren universidades tanto del sector
público como del privado, tanto en zonas urbanas como rurales (dando prioridad a estas
últimas, debido a la necesidad de potenciar la educación rural como fuente de
conocimiento descentralizado), y donde se aporte no solo financieramente, sino también
con conocimientos teórico-prácticos sobre los biocombustibles. Esta apuesta
seguramente generaría impactos internacionales y avanzaría hacia la puesta en marcha de
una nueva industria automovilística, de la cual Corea del Sur forma parte.
La última medida se centra en la captura y almacenamiento del CO2, para lo cual es
fundamental crear entornos geológicos adecuados para inyectar el CO2 capturado. Esta
es una solución costosa y poco desarrollada, pero que puede implementarse
principalmente en grandes centrales eléctricas o plantas industriales que son las
principales fuentes de contaminación en ciertas zonas. Además de esto, es necesario
acompañar el territorio inyectado con programas de reforestación. Esta idea se contempla
principalmente para su implementación en Corea, como país desarrollado que necesita
reducir sus emisiones debido a sus importantes fuentes. Sin embargo, Colombia
contribuiría en la visualización y difusión de esta tecnología, siendo un país en vías de
desarrollo y resultaría esencial representar un cambio conjunto entre lo tecnológico y lo
ambiental.
Llegamos a un punto delicado del debate, uno que nos lleva a analizar cómo reducir las
emisiones de gas metano, especialmente en Colombia, un país con una intensa actividad
ganadera. Es evidente afirmar que el metano no solo proviene de prácticas
agroindustriales, pero ciertamente estas tienen un protagonismo más alto que otras
industrias. Una estrategia para reducir las emisiones del ganado es implementar dietas
más equilibradas. Reducir el consumo de carne y algunos lácteos sin duda alguna
contribuiría a la reducción de las emisiones de gases en el sector agrícola. Corea
consume 3 millones de toneladas anuales de carne y Colombia, para el año 2020, 1
millón de toneladas; esto sin contar las que se producen en el país y se exportan hacia
otros lugares. Corea y Colombia deben considerar repensar la dieta alimentaria de su
población, generando proyectos de seguridad alimentaria y sostenibilidad alimenticia.
Además, la ganadería no solo afecta directamente la alimentación, sino también provoca
la deforestación para el pastoreo, un proceso que destruye el hábitat de diferentes
animales. En este aspecto, Colombia tiene cifras alarmantes, ya que solo en 2021 la
deforestación para uso ganadero alcanzó cifras incalculables en la Amazonia, lo que
contradice los propósitos de la COP26 y la financiación que recibió Colombia por ello.
Las heces están cargadas de un alto porcentaje de metano, el cual puede ser aprovechado
como medida para generar gas natural en comunidades apartadas y en fincas. Estos
proyectos son necesarios y tienen un gran potencial si se implementan de manera masiva
y con los recursos suficientes en un país con una fuerte presencia agrícola como
Colombia. Además del impacto directo en la generación de gases en los campos, el
transporte de alimentos contribuye significativamente a las emisiones. En Colombia, este
transporte implica, en promedio, cuatro viajes desde los campos hasta el matadero y
luego a los supermercados.
Las desigualdades que surgen son otro problema importante. La producción en masa
enriquece a las industrias pero empobrece a la población campesina, especialmente. Si se
intensifica el trabajo en el campo y se exportan hacia Corea productos alimenticios con
altas cantidades de proteínas, como arroz, maíz, papa, hortalizas (como espinacas y
brócolis) y legumbres como lentejas, podría generarse un impacto positivo. Además, es
crucial potenciar el cuidado del agua, ya que la producción de un kilogramo de carne
requiere entre 5 y 20 mil litros de agua para diversos procesos que afectan directamente
las fuentes hídricas. Por lo tanto, se debe apostar por la sostenibilidad alimentaria con un
enfoque primordial en el cuidado de las cuencas colombianas de agua. En este sentido,
Corea podría desempeñar un papel importante en la garantía de este proceso, dado su
poder económico y social ante el mundo.
Es esencial generar conciencia sobre el cambio climático desde la educación, tanto en
Colombia como en Corea, y comprender el papel del capital económico en este
problema. Además, debemos repensar el territorio y la territorialidad desde múltiples
dimensiones: social, política, cultural y ambiental. El cambio climático es un desafío
global del cual las grandes industrias y economías desarrolladas son responsables en gran
medida. Por lo tanto, es fundamental que los países desarrollados cambien sus estilos de
vida, sus intereses económicos y sus formas de convivencia, priorizando la vida sobre
cualquier otra consideración.
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