El Retorno de Los Barbaros
El Retorno de Los Barbaros
El Retorno de Los Barbaros
La partida
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El primer horizonte
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El segundo horizonte
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El estilo
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EL ATRIO
Donde se comenta el andar de estas palabras y se da un salto al vacío
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LOS INDIOS
Donde se ensayan algunos mitos de la diferencia oral construida desde
esta muy particular narración
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LA MIRADA CHOLA
Donde se ensaya la interculturalidad andina entre indianidad y
modernidad, y sus riesgos
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LA MODERNIDAD FICCIONAL
Donde se cuentan algunas urbanidades ilustradas y se afirma que la
belleza es una material ‘cuestión de fe’
63
EL PATRIARCADO Y DESPUÉS
Donde se comentan las perversiones del poder y se postula la
feminización de la vida
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UN MUNDO NECESARIO
Donde se utopiza. Y algo más. Y algo menos.
147
BIBLIOGRAFÍA
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El arte no es político antes que los mensajes y los sentimientos que
transmite sobre el orden del mundo. No es político tampoco por
la manera por la cual representa las estructuras de la sociedad, los
conflictos o las identidades de grupos sociales. Es político por la
distancia misma que toma en relación con esas funciones, por el tipo de
tiempo y de espacio que instituye, por la manera mediante la cual corta
este tiempo y puebla ese espacio.
Jacques Rancière
Judith Butler
Está la belleza y están los humillados. Por difícil que sea la empresa
quisiera no ser nunca infiel ni a los segundos ni a la primera.
Albert Camus
Tejedora de Qaqachaka
ribundos. Tenemos ágoras indignadas en las calles y
La crisis las plazas, pero la obsesión por el poder las convierte
en lugar para la gestión de los votos, el ocultamiento
Este trabajo comenzó cuando abandoné mi del conflicto, la fabricación de una sociedad, dicen,
casa literaria junto a mis dogmas políticos y empecé del consenso. En demasiados momentos la política
a caminar para saber a dónde iba. La abundancia de de la pasarela contemporánea es solo el desfile de un
las letras y las artes, las consignas del hombre nuevo, drama humanitario que bloquea la acción, esteriliza
ese peso de los años que llaman experiencia, ya no la conciencia de la exclusión, hace de la participa-
me eran suficientes. Sin embargo, el magisterio de la ción una peste, convierte al ciudadano en un adorno
palabra cada día me decía que una palabra nunca es urbano.
la negación de los hechos ni el reflejo de los hechos En estas montañas y en estos bosques, sin
ni la trascendencia desde los hechos, sino todas sus embargo, alguna política persiste en la belleza, in-
posibilidades, todas sus reciprocidades y todas sus siste en romper los límites de la representación artís-
memorias antes de seguir siendo hecho. Solo así el tica, trabaja en la fe estética. Quizá podría llamarse,
hecho es hecho con sentido; no solo roca, sino roca cuando suceda cotidianamente, política ciudadana.
que golpea y fundamenta, no solo árbol, sino árbol Todavía no existe, todavía no es imaginación públi-
que germina y argumenta. No estaba abandonando ca, todavía la gente sigue dividiendo realidad y sub-
las ruinas de un desengaño falaz, estaba ingresando jetividad. Pero cada vez más se hace sentido común,
al mundo de la realidad transficcional. Una de las en esos momentos privilegiados en que la masa se
realidades que nos alimenta cada día. convierte en cristal, como dice Canetti, en que los
La persistente despolitización contemporá- invisibles se revelan necesarios, en que la política
nea impide que nos contemos nuestras vidas, nues- ciudadana se transforma en ficción performativa.
tras memorias, nuestros días siguientes. Tenemos En aquella subjetividad que es belleza compartida,
mucha información, pero la muerte de un niño mi- o no es. En aquella realidad que imagina un mundo
grante ahogado en el mar o el linchamiento per- justo, pero sobre todo un mundo hermoso.
petuo como herramienta política es apenas espec- Porque en el principio eran el diablo y el su-
táculo de un día, no es una tragedia de Edipo, no pay. La escritura sagrada y el aullido imposible y el
somos nosotros arrancándonos los ojos porque nos gemido entre ambos. El mundo de todas las ficcio-
están robando el alma. Tenemos mucha inversión nes en la región andino-amazónica, desde la que ha-
educativa, pero el terremoto del vecino es apenas blo, y cuyas palabras nacidas desde esta perspectiva
una alarma estadística y una declaración diplomá- y esta sensibilidad quisieran charlar con el mundo.
tica; no es un aullido que nos desgarre, no es un Los diablos modernos que nos han enseñado que la
oído para escuchar gentes y bosques y animales mo- responsabilidad estética y la vocación política con-
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sisten no solo en testimoniar la ceguera, sino, sobre no es cómo se interprete o las consecuencias de esta
todo, en producir libertad y belleza. Los supay indí- interpretación, sino cómo formula su cuestiona-
genas que nos han conmovido desde esa condición miento visibilizando las formas a través de las cuales
colonial que nos demanda un reiterado acto liberta- el imaginario ejerce su sujeción. Nuestra encrucija-
rio porque si no se quiere lo imposible, no se quiere.1 da, por tanto, consiste en conservar las subjetivida-
Y esas otras, las anfibias, aquellas que nos mutan, las des anteriores o en construir nuevas explicaciones
ficciones cholas camaleónicas que han hecho de esa y renovadas representaciones. Esta es la encrucija-
identidad espectral el refugio de la ficción, y solo de da en la que estamos y propongo que la encaremos
la ficción más allá de sí misma, como promesa de por la vía de la reinvención y el debate, porque creo
que el gemido utópico se hará palabra, pan de cada que esa es nuestra responsabilidad: ser agentes de
día, lluvia que nos riega. una educación estética de emancipación de la gente
común. Rancière lo formuló en términos distintos,
afirmando que lo ordinario es bello porque es la
huella de la verdad.
La partida El horizonte de lo posible, que es también
el espacio de visibilidad que nos otorga la cultura,
Los imaginarios nos hacen lo que somos, determina nuestro pan de cada día. Colectiviza
consiguen que cada uno de nosotros interiorice la rutinas de socialización, espacios de coexistencia,
experiencia subjetiva de una colectividad. Esa ex- expectativas de futuro, aceptación de las desigual-
periencia construye nuestras identidades sociales y dades; el horizonte de lo posible es el territorio del
su valoración. Precisamente ese momento –que son sentido común. Por eso, el modelo nacional de la
todos los momentos desde que hay sociedades e ins- cultura solo admite la redistribución de las obras o,
tituciones–, ese conjunto de experiencias comparti- en el mejor de los casos, la producción de sentidos.
das se convierten en la institución imaginaria de la Pero la desigualdad en la apropiación de la cultura
sociedad: normas, sentidos, valores, es decir, institu- no puede subsanarse con esa lógica económica de la
ciones. Pero cuando a la institución imaginaria de distribución equitativa de sus textos ni con la lógica
la sociedad le viene la crisis, como nos sucede ahora democrática de la igualdad de oportunidades en el
–crisis de la autonomía del sujeto, crisis de la unici- proceso de producción de esos discursos. Con ac-
dad del objeto, crisis de la referencia del signo, crisis ceso igualitario a los instrumentos de lectura podrá
del historicismo lineal, crisis de la crítica como juicio redistribuirse la mirada sobre las obras, pero no la
canónico, qué sería lo mejor, qué sería lo peor–, el comprensión de sus sentidos. Con posibilidad equi-
imaginario ya no debiera responder solo explicando tativa de producción de sentidos, estos permanece-
cómo el individuo o la comunidad interiorizan con- rán como persistencia de la memoria en el rostro
tenidos externos, sino también cómo los reelabora fragmentado de la nación, y harán de la democracia
en nuevas formas subjetivas, o cómo resiste/sub- una estructura de apatía. Si solo sabemos leer y sa-
vierte un orden subjetivo previo. El imaginario pue- bemos escribir habremos aprendido a producir sen-
de ser instituyente además de constituyente porque tidos, pero no necesariamente podremos renovarlos,
el individuo y la comunidad no solo se conservan y transformarlos, revolucionarlos, anarquizarlos.
se reproducen, sino también se transforman. Ciertamente, entonces, el modelo de la
Pero mientras a la institución imaginaria le igualdad es valioso, pero, cuando menos, insuficien-
sucede la crisis, a algunos intelectuales (esos ornito- te. Saramago insistía: “Creo que no nos quedamos
rrincos de academia y vida pública) de este rincón ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven,
del mundo nos sucede la encrucijada. Los discur- ciegos que, viendo, no ven” (1995: 329). Propongo,
sos se disuelven y dispersan y el imaginario ya no por consiguiente, la otra comprensión: una cultura
es nuestro patrón de conocimiento. La teoría, por democrática radical que dramatiza un escenario de
tanto, no tiene un rol crítico porque lo importante guerra simbólica donde los sentidos disputan terri-
1 Lo dijo el poeta argentino Antonio Porchia, para radi-
torios, y también un escenario de mediación y tra-
calizar la tibieza del 68 francés. ducción donde los sentidos dialogan sus diferencias.
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Esta propuesta de una democratización cultural Somos indios modernos, claro, no indios
demanda que la práctica ficcional encarnizada- ancestrales. Aunque cada día preservamos casi
mente produzca realidad como crisis del sentido nada de lo mejor de nuestra indianidad y fortale-
único, como práctica de la diseminación y simul- cemos casi todo de lo peor de nuestra modernidad.
táneamente de la comunidad de sentidos. Ofrezco Aunque los ancestrales que aún perviven en los in-
una comprensión particular, planteo una propuesta tramuros y los extramuros de la modernidad nos
que deseo compartida, pero, sobre todo, confieso recuerdan cada día lo mejor de un costado de no-
una pasión densamente territorializada. Se trata de sotros mismos. Y no se trata de su sacralidad o de
vivir la pluralidad de identidades como crisis y de- su pureza o de su autenticidad o de sus lenguas. Se
safío permanentes para preservar la diferencia; que trata de su enseñanza.
la diferencia no sea distorsión, no sea defecto, no Su primera enseñanza fue la ritualidad que
sea carencia; que no sea la inevitable semilla de un narraban desde los tejidos; de ahí que carecieran de
Estado fallido. escritura –no era necesaria. Su segunda enseñanza
Se trata, entonces, de preservar la alteridad, fue la economía de la necesidad; de ahí que el exce-
pero ante todo de trabajar para el desarrollo sos- so y la reproducción ampliada para la expansión del
tenible de la diferencia, para la materialización de consumo fueran inimaginables –aunque siempre la
una ecología estética desde los andes amazónicos. curiosidad por la manzana de ese árbol de la tecno-
De aquí su potencia, de aquí su disponibilidad para logía, inventada y reinventada, los llevaba a comerla
la invención de realidades. Al fin y al cabo, si no nos una y otra vez. Su tercera enseñanza fue la demo-
inventamos cada día, corremos el riesgo de acos- cracia comunitaria contada en los mitos de destino,
tumbrarnos a lo que somos. el gobierno del pueblo al que todos somos responsa-
Este libro, por tanto, quiere compartir algu- bles de servir alguna vez en la vida; de ahí que el Es-
nos gestos que me permitan comunicar esa ecología tado como monopolio del poder y de la fuerza fuera
estética, aquello que definiré como desarrollo soste- absurdo –aunque la guerra, como degradación del
nible de la diferencia, recorriendo la distancia entre conflicto, tantas veces los haya destrozado.
belleza moderna y belleza indígena con los pies en La ritualidad nos provee el camino para ha-
la tierra de los cholos letrados desde una perspec- cer de la vida cotidiana, vida colectiva. La economía
tiva, ojalá, feminista. Así terminará mi viaje para de la necesidad nos otorga la vía para no quedar
performar una moral de la palabra. Mejor, de las alienados por el fetichismo de la mercancía. El mito
palabras de todas mis sangres. de la democracia comunitaria nos entrega la humil-
dad del bien común. Esas son las herramientas le-
gadas para exorcizar lo que nos mata: el poder y la
adoración al poder, a cualquier poder.
El primer horizonte Todos fuimos indios. Éramos guerreros,
pero no exterminadores. No tuvimos a Leopoldo II
Todos fuimos indios. Y cuando digo to- o a Stalin o a Hitler. Porque éramos sociedad, pero
dos, digo todos los habitantes de este mundo. Sin no Estado, no fetiche del poder. Podríamos hoy, que
embargo, este es solo un ensayo a propósito de la tanta falta nos hace, devolvernos lo mejor de esa in-
condición colonial en América Latina mirándola dianidad.
desde Bolivia. Menos aún, un ensayo concentrado, Todos fuimos tribu. Comunidad sin Estado.
particularmente, en la condición colonial sentida Porque el poder era responsabilidad que nos llega-
durante el siglo XX. Porque es un ensayo que pre- ba a todos por turno, por responsabilidad ciudada-
tende extraer esa lección histórica y mítica que es na; servir al interés colectivo era una obligación de
la indianidad. Por eso está escrito desde mi rincón todos, no privilegio de pocos. Porque distribuir las
del mundo. Pero quisiera hablar a todo el mundo. cosechas era compartir el trabajo común; acumular
Porque, además, todos somos, todavía, nuestra raíz era trabajar lo justo, no adorar al fetiche.
india. Y todos podríamos ser, mañana, el follaje in- Todos fuimos demócratas, instintivos, ele-
dio del mundo. mentales. Cuando la división del trabajo estaba
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determinada por la recolección y por la cacería, y primera afirmación machista del expresidente boli-
cuando la sociedad se imaginaba desde sus mitos de viano; seguramente es la milésima y no será la últi-
origen y sus mitos de destino. Cuando la reproduc- ma. Seguramente, también, no impedirá que tantas
ción ampliada era absurda; cuando la historia y la mujeres voten por él hasta casi el fin de los tiempos.
política eran innecesarias. Porque los gobernantes No en vano el patriarcado está tan profundamente
eran quienes narraban nuestros caminos y la tribu naturalizado que demasiadas mujeres resultan sus
escuchaba, porque los nuevos gobernantes eran más fervientes defensoras y demasiados hombres sus
quienes nos volvían a contar. Un mundo que era más tenaces beneficiarios.
inevitablemente justo tenía que desarrollarse soste- Hay que recordar que, siendo el patriarca-
niblemente hermoso en las palabras que nos memo- do el cimiento emocional del presidente huido, se
raban y nos orientaban y nos soñaban. Y esto no es ha convertido también en su estructura política y su
romanticismo. Es, simplemente, memoria genética. certeza social. O sea, nuestro expresidente es muy
En este país alucinado desde el que entraño macho: porque ha nacido y vive patriarcalmente;
al mundo, la comunidad habla y se hace escuchar: porque la mujer es un objeto de conquista desecha-
si una carretera invasora atravesara el Territorio In- ble; porque entiende y practica la política como una
dígena y Parque Nacional Isiboro Sécure, no trae- guerra de aniquilación del enemigo; porque el presi-
ría desarrollo, nos transformaría en pobres. Hoy, dente debiera ser sujeto de adoración. Su machismo
sin camino, los indios que todavía existen y que nos emocional ha contaminado su conducta política y
recuerdan que todos fuimos indios y todos podría- su práctica social.
mos ser indios nos dicen: “nosotros no somos po- En el muy próximo futuro –en su impotente
bres, tenemos lo que necesitamos porque somos esa jubilación–, delirará con seguir siendo el más ma-
abundancia. Mañana, con camino, seremos pobres, cho. Porque ese será el momento en el que afirma-
necesitaremos cada vez más”.2 En este país, a ratos, ciones como “Cuando voy a los pueblos, quedan to-
a raptos, a arrebatos, todavía somos tribu. Y la tribu das las mujeres embarazadas y en sus barrigas dice
que somos nos habla, y la escuchamos. Aún si solo Evo cumple”, se revelarán como lo que son: una
la escuchamos espantados, esperanzados, delirantes. contradicción entre la fertilidad física y la esterili-
Narrar el mito de la tierra sin mal es con- dad política. Porque ese será el momento en el que
tar la belleza que nos habita. No la que deseamos. su excitación voyerista –“¿Saben por qué no he bai-
La que inspiramos, aunque, sobre todo, expiramos. lado? [Porque] las hermanas cholitas estaban con
Esa es la enseñanza de la tribu de los bárbaros que calza, está mal eso. Hermano diputado, hermano
todavía nos habita: producir belleza para hacer un alcalde, la próxima, si quieres hacerme bailar, [las
mundo justo, pero sobre todo, un mundo hermoso. cholitas] sin calza por si acaso”– será la revelación
de su impotencia.
Por eso, desesperado ante la contaminación
que degrada la política gubernamental, su profeta
El segundo horizonte particular advierte:
“Desde la creación del mundo, Dios era Papá, mamá, no lo abandones al presidente Evo,
hombre. No quiero pensar porqué todos los líderes no lo dejes solo. No lo abandonen. El presiden-
son del sexo masculino; compañeros, no piensen te Evo, si tiene apoyo, construye colegios, si no
mal de la mujer ya que no todas, pero casi todas, las tiene apoyo, regresarán los gringos, regresarán
mujeres son inferiores a los hombres”.3 Esta no es la los vendepatrias, regresarán los asesinos y a las
wawas les van a quitar todo y no va a haber des-
2 Declaración de un marchista indígena del TIPNIS du-
rante la IX Marcha por la defensa de la vida y la dignidad, tino. Va a haber llanto y el sol se va a esconder,
los territorios indígenas, los recursos naturales, la biodi- la luna se va a escapar y todo va a ser tristeza
versidad, el medio ambiente y las áreas protegidas, cum-
para nosotros.4
plimiento de la CPE y el respeto a la democracia, en 2012.
mi.
3 Evo Morales. 14 de enero de 2019. Municipio de Colo- 4 Álvaro García Linera. 26 de noviembre de 2015. Uni-
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Si Evo es el más macho –“virtud” a la que
aspiran todos los déspotas que en el mundo hubo y El estilo
hay–, ese machismo debiera alcanzar el paroxismo
para intentar eternizarse cuando todo anuncia su La opresión. Colonial y patriarcal. Es una
desaparición. palabra con una genealogía de siglos. Es un concep-
El más macho entre los machos no debe to altamente complejo cuya comprensión ha corri-
ser humano, sino divino. Porque si no fuera dios, do paralela a los siglos de la palabra que la convoca.
siempre aparecería alguna competencia en algún Pero, sobre todo, es una experiencia paradójica por-
país africano o en los EEUU –Trump, por ejemplo, que es la experiencia de la seducción. Una experien-
quisiera ese título para sí mismo–. Para asegurarse cia que vive y ha vivido gran parte de la humanidad
ese “privilegio”, Evo debe ser divinizado. Ahora lo a lo largo de toda su historia.
sabemos por obra y desgracia de cierto alcalde cha- Este libro no habla de la compleja historia de
pareño: “El presidente Evo es mandado por Dios la palabra. Poco del concepto. Quisiera, más bien,
y, como Dios [lo] mandó a esta Tierra para gober- que me acompañen en un recorrido por la sensación
nar… yo entiendo [que] se va a quedar con nosotros existencial de la colonialidad y el patriarcado, por la
definitivamente”.5 moral performativa de esas palabras. Por cómo se
Pero como no hay mal que dure cien años las vive, claro, pero sobre todo por cómo se las sien-
ni pueblo que lo soporte, y el más macho lo huele y te. Y pocas vivencias se prestan a padecer y explicar
sus adoradores lo saben, pretenden la inmortalidad y trascender este calvario como su experiencia des-
para no perderse como grano de arena en el desier- de las “artes”. Porque su experiencia estética es la
to de su propio despotismo. Ya tiene un museo, un experiencia patriarcal: cómo dios padre nos seduce
himno y después quizo rezos: “Pedí a la ministra de con su conjuro del paraíso y cómo esa revelación del
Comunicación que haga un librito de todas las poe- poder nos coloniza y cómo, voluntaria y placente-
sías que hemos escuchado, algunas son composición ramente, hincamos la rodilla ante la promesa de la
de los mismos estudiantes. Felicito esa iniciativa”.6 redención. Pero la experiencia estética es, al mismo
El culto a la personalidad ha sido transformado en tiempo, la experiencia de nuestros pocos momentos
narcicismo por el propio dios con pies de barro. de alegría. Así los patriarcas colonizados encontra-
Sí. Evo es el más macho. Esa conducta pa- mos la emancipación. Ahí radica mi fe.
triarcal, despótica y narcisista ha contaminado todo. ¿Cómo hablar de la experiencia que nos se-
Y aunque ahora está terminando de cavar duce? ¿Deberé optar por la épica de la denuncia?
con sus propias manos su propia sepultura, tomar ¿Por la tragedia de la confesión? ¿Por el drama de la
consciencia, tan brutalmente, de la naturalización historia? No puedo. No quiero. Este mundo del que
del régimen patriarcal y que ese sentido común sea vengo exige un traductor; claro, no un traductor ar-
el sentido más íntimo del primer presidente “‘in- queológico, sino un traductor poético. Mi tierra me
dio” de Bolivia, obliga a sentir al patriarca en las pide que honre ese compromiso a la altura de sus
entrañas. Ninguna de esas declaraciones y ninguna montañas, de sus wakas, de esas divinidades que nos
de esas conductas nos son ajenas. Podemos sonreír, suspenden en la región más transparente. Y aunque
podemos despreciarlas, podemos avergonzarnos, sé que vivir en la montaña no implica vivir a la altu-
podemos criticarlas, pero sentimos que el machismo ra de la montaña, confío en que pueda darme oxíge-
nos habita. Como el poder, nos constituye. Como no suficiente para atreverme a respirar en lenguaje
al poder, no basta con resistirlo, es imprescindible de montaña. Y aunque también sé que vivir en la
renacer, feminizar la vida. Porque para cuidar la selva no conlleva vivir como ese organismo disemi-
vida necesitamos ser madres. Y para ser madres de nado que es la naturaleza, espero que pueda darme
la vida necesitamos feminizarnos. agua suficiente para saber que el camino es el río.
¿Cómo hablar desde mí? ¿Cómo hablar,
dad Educativa de Viliroco. simultáneamente, desde un nosotros colonizado y
5 Asterio Romero, alcalde de Villa Tunari. 6 de abril de
2016. Villa Tunari.
patriarcal? ¿Cómo hablar, desde tantos otros no-
6 Evo Morales. 30 de junio de 2016. La Paz.
sotros –nosotros los indios, nosotros los modernos,
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nosotros los intelectuales, nosotros los trabajadores,
nosotras las mujeres– sin que todos esos nosotros,
escritos por mi mano, no se hundan en la impostura
política o en la soberbia académica? He apostado a
la esquizofrenia, claro. Hablaré como un sujeto que
se metamorfosea: singular, plural, femenino, mascu-
lino, ancestral, contemporáneo, desde la experien-
cia o desde la ilustración. Pero, reitero, hablaré para
performar una moral de la palabra, de aquella pa-
labra enraizada en la belleza. Porque confío en que
esta brújula me retorne al sur de mi vida. Y nos lleve
a todos nosotros a cada una de nuestras tierras sin
mal. Para que el cielo no se caiga7.
12
El atrio
DonDe se comenta el anDar De estas palabras y se
Da un salto al vacío
A veces pienso que todo esto es, antes que nada, un problema
estético. Repugna a cualquiera de las formas de la percepción la
grosería de personas poseyendo, desperdiciando sin vergüenza lo
que otras necesitan a los gritos. Ya no es cuestión de justicia o de
ética; es pura estética. La humanidad debería tener por lo que
hizo con sí misma esa desazón que tiene el creador cuando da el
paso atrás, mira su obra, y ve una porquería. La conozco. Llevo
años escribiendo un libro sobre la fealdad más extrema que puedo
concebir. Un libro sobre el asco –que deberíamos tener por lo
que hicimos y que, al no tenerlo, deberíamos tener por no tenerlo.
Callado, el asco se acumula, se amontona. Como el hambre.
Martín C aparrós
13
La academia no sabe del abismo. Ni de la se la estaría trascendiendo porque no se combaten
caída ni del borde ni de la contemplación insomne las jerarquías racializadas desde la historia oficial.
de la sima. La academia no sabe del abismo porque Porque cuando se opta por la vía política tradicional
no se atreve a la política. A la suciedad del pan de para combatir la colonialidad, se defiende el reco-
cada día. A las alas que nos da la lucha contra el po- nocimiento de la igualdad; solo de la igualdad.
der del Estado. Porque no sabe de sí misma, porque Pero sabemos que la igualdad no es suficiente.
se resiste a la crítica, porque se niega a la autocrítica. Y ni siquiera esa igualdad se ha alcanzado
La academia, sobre todo la apolítica, no se atreve a –la brecha de igualdades concretas es hoy más pro-
dar el salto al vacío porque ha perdido la cualidad funda que nunca-. El siglo XVI había que convertir
de enterrar las manos en la masa y volar con la fe a los salvajes, convertirlos en creyentes del occiden-
en sus alas. La academia vaciada de est(ética) que te. En los siglos XVIII y XIX el hombre blanco se
en nuestro mundo andino amazónico es la concien- impuso la misión civilizadora de alfabetizar y mer-
cia existencial de la colonialidad, y su pareja en la cantilizar e industrializar a los mismos salvajes que
lógica del poder, el patriarcado. Esa academia que antes había convertido. El siglo XX pretendió desa-
no reconoce y no trasciende el racismo –no solo el rrollar a los subdesarrollados mediante intervencio-
racismo, claro, tampoco el machismo– que sustenta nes militares que iban a construir democracia desde
esa colonialidad. el autoritarismo. El siglo XXI ha traducido esas su-
El racismo no es una realidad biológica, cesivas misiones en la ola de los derechos humanos.
sino una realidad política o, puesto de otra manera, Pero en todos estos siglos, la academia, salvo
la raza es una operación y una condición para el la excepción de los pocos convertidos en intelectua-
ejercicio del poder. Como el poder la banaliza ha- les (académicos que intervienen en la vida pública),
cia una opción identitaria, convierte todas las ‘razas’ no ha contribuido a construir, al mismo tiempo,
en opciones culturales. La identidad racial no es la igualdad y diferencia: igualdades entre humanos,
misma cosa que la identidad étnica o la identidad diferencia entre visiones.
cultural o la identidad sin más; la identidad racial Porque Tupi, or not Tupi, that is the question (An-
es el soporte ideológico de la colonialidad. Racia- drade, 1928: 1) –¿podría añadirse Tupi and not Tupi?-
lizada la colonialidad del poder, su discurso agrede Para la academia, la occidental y la occidentalizada,
los derechos fundamentales. Aun si la racialización en cambio, no era esa la encrucijada. Porque como
de una sociedad que padece la condición colonial se éramos gente sin escritura, sin historia, sin civiliza-
estuviera superando por la vía de las identidades, no ción, sin desarrollo, sin democracia, sin derechos, la
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cuestión era adquirirlos y así vivir en la opacidad inferiorizado: moreno, negro, indígena. No es sufi-
del adorno de la diversidad. Porque en la división ciente expandir la sexualidad hetero hacia lo homo
internacional del trabajo, o en la subalternización o lo trans. El plusvalor material gobierna al valor.
centro/periferia o en la colonialidad del poder, la El inconsciente no se ve, pero reprime el cuerpo. La
producción del conocimiento y la jerarquía estética colonialidad no se ve, pero ordena el poder. Por esto
corresponden a la academia, a esa academia. Lo de- no se trasciende las jerarquías del poder aboliendo
más, a nosotros los colonizados. Nos corresponde la o expandiendo etnicidades, culturas y sexualidades.
naturaleza, no la ecología; el campo, no la ciudad; Un mundo de identidades igualitarias podría llegar
la procreación, no el placer; el trabajo simple, no a ser un mundo justo, pero solo eso. Y eso no basta.
la reproducción ampliada; las herramientas, no la Nos han convertido en una región patologizada; an-
tecnología; la raza, no la identidad; la localidad, no tro de la basura autoritaria, rincón de los miserables,
la globalidad; el folklore, no la belleza. Por tanto, fuente de lo horrible, o peor, refugio de la autentici-
nos corresponde someternos al patrón: al patrón ra- dad exótica (gracias, sobre todo, a los cómplices, a
cializado del poder colonial. La colonialidad del po- los hijos de la chingada, a los llunkus, a los amarra-
der es el principio organizador de nuestra vida y de huatos). Porque aún si el poder fuera cancelado por
nuestra academia. Esta estrategia simbólica impreg- una profunda democracia radical, por la hermosa
na y constituye la raíz del proceso de acumulación tradición moderna de la libertad /igualdad /frater-
capitalista, de las relaciones centro/periferia entre nidad /búsqueda de la felicidad, arrastraría consigo
naciones, de la jerarquía patriarcal pública y priva- la memoria de la epopeya subalterna, pero no hon-
da, de la producción de belleza y de la producción raría una memoria que nos ha enseñado a ser lo
de conocimiento. que somos: todas las resistencias pero, sobre todo, la
La academia no se contamina de desgracia. pulsión libertaria. Para poder construir un mundo
Ni del hambre o la miseria o la agonía impotente. sin colonialidad, sin represión, sin plusvalor. Para,
Porque no sabe del radicalmente otro; porque se re- más allá, construir un mundo hermoso.
siste a la negación de la singularidad de sí misma. Entre la igualdad y la diferencia y la belleza
La academia no se atreve a quitarse edipianamen- hay un entrelazamiento cuántico. Entre sus nega-
te los ojos de la letra porque ha perdido la fe en la ciones, claro, también. Sus distribuciones de proba-
oralidad. O en cualquier otra manera de producir bilidad están íntimamente entrelazadas. Lo que le
conocimiento que no sea el racionalismo a ultranza. ocurre a una, muy probablemente y de inmediato,
Claro que mira las artes literarias –las viejas de los les sucede a las otras. La expansión compleja de la
griegos, las maduras de la narración y la poesía–; las alegría o, en uno de los extremos, el naufragio en el
artes visuales –las viejas de caballete, las maduras de agujero negro del fetichismo de los consumos, suce-
la cinematografía, las jóvenes del diseño–; las artes de simultáneamente en todos los ámbitos de la vida
de la performatividad: la danza, el teatro; las artes y de la muerte de los sujetos. De ahí que sea cues-
musicales; las artes digitales; las tantas invenciones tión de opción, no porque los agujeros negros sean
estetizantes de la vida cotidiana: la cocina, la ropa, evitables, sino porque la expansión de la alegría es
las plantas. Pero mirar las artes no es lo mismo que deseable para ser capaces de enfrentar todas las se-
vivir desde las artes, que vivir artísticamente para quías con una sonrisa húmeda.
intervenir políticamente. La academia no sabe la desgracia que causa
Hoy ya sabemos que no habría moderni- cuando no se atreve a la belleza como vida diaria. A
dad sin colonialidad. ¿Cómo sería nuestro mundo la agonía y la alegría de inventarse cada día. Al hori-
si la conciencia de Rigoberta Menchú y las pala- zonte hasta al que hay que caminar perpetuamente
bras de Domitila Barrios fueran la perspectiva local mutando para no degradarse en la costumbre del
de enunciación de un enjambre de localidades sin que ha recibido todo hecho. Pero precisamente por-
globalidad? ¿Acaso nuestra subjetividad no hubiese que tenemos la memoria y la experiencia de la colo-
hecho imposible la desigualdad y hubiese metamor- nialidad, podemos, podríamos.
foseado cada día la diferencia? Sin embargo, no es suficiente cantar con
No basta, por consiguiente, abolir el color Violeta o bailar con Copeland o llorar con Kuro-
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sawa o gemir con Vallejo. No basta gozar cada día ¿Es posible abolir/trascender la coloniali-
de un instante en el paraíso. Nuestro mundo mo- dad, el capital y el patriarcado? ¿Es imaginable sus-
derno nos provee de belleza, pero no del saber para tituirlos por un ecofeminismosocialismoindianismo
digerirla y alimentarnos de ella. Sobre todo cuando sustentado en la belleza? ¿O será esta utopía otra
se trata de otras bellezas: los tejidos, las narraciones forma mesiánica de parálisis política? Los fetichis-
orales, ciertas danzas, ciertas músicas. Ni el goce es mos de la raza, de la mercancía, de la jerarquía
suficiente. Porque aun si gozamos la belleza, solo go- masculina no fueron criticados por ilusorios, sino
zarla transparentaría únicamente la porquería con- por su materialidad seductora. No requirieron, casi,
tra la que nace, la porquería desde la que nos em- oprimir o reprimir o explotar. Construyeron un fe-
bellecemos. Para construir un mundo hermoso sin tichismo como forma de apariencia objetiva que no
necesidad de Photoshop, necesitamos belleza que solo distorsiona o disimula el ejercicio de su poder,
no esconda la porquería transformada. Un mundo sino que constituye el fundamento y la condición de
hermoso que aun inseminado de basura la trasmu- esos tres modos de autosujeción. Para que los huma-
ta por su fuerza creadora. De nuestra interacción nos nos sometamos, nosotros mismos, al entramado
con las realidades sucias nace nuestra producción de hegemónico de los consumos: consumo de opresión,
realidades hermosas. No podemos pensar al mundo consumo de mercancía, consumo de represión; al
sin nacerlo, ni podemos cantarlo sin musicalizarlo, consumo de todas las reproducciones ampliadas de
sin mirarlo, sin escribirlo. El mundo no es indepen- los imaginarios del Estado.
diente de nuestro más mínimo gesto; una mínima Ya no hay dialéctica del amo y del esclavo
opción por la alegría en el último de sus refugios –quizá nunca la hubo. Hay sujeción del sujeto al
tiene siempre un efecto mariposa en todas las costas trabajo con finalidad productiva para profundizar
de la miseria. Por esto, la belleza de la diferencia no el poder del capital, no hay liberación del trabajo
se esconde en el aura ensimismada, se hunde en la liberado de finalidad. Ahora amo y esclavo son una
política de ese aleteo metafórico y existencial. misma persona, un trabajador que se explota a sí
Semejante introducción es un atrevimiento mismo, una lucha de clases al interior, una anorexia
tan insomne que ni siquiera hace honor a la actitud política. Como denuncia Walter Benjamin: la con-
anarquista de la que proviene. Y tampoco alcanza ciencia de culpa que no sabe cómo expiarse, recurre
a rendir su homenaje al ecofeminismosocialismoin- al culto para hacerla universal.
dianismo al que aspira. El colonialismo y el capita- La perspectiva del ojo de ese dios es pode-
lismo y el patriarcado han depredado tan profunda- rosa. Podría fetichizar cualesquiera de las cuatro po-
mente el mundo que casi la única política posible es siciones (ecofeminismosocialismoindianismo) y po-
el consuelo con el mal menor. Y casi la única belleza dría fascinar su existencial actitud estetizante. Si la
que se anhela es la encarcelada en la ilustración; y la unidad de análisis, si el objeto ontológico fuera otra
única academia a la que se aspira es a la que rinde vez el mundo totalizado, su agujero negro será el
pleitesía al refugio del padecimiento. Pero la utopía totalitarismo, la caída del paraíso que fue. O la otra
todavía persiste y la belleza radical todavía existe y trampa; hay que prever la revelación de un nuevo
son más íntimas y pacientes de lo que muchos aca- cautiverio, de ese evangelio que es la democracia de
démicos creen. Su raíz está en esa desconocida his- espectadores en el mundo del big data donde el fu-
toria de la que nos dotan los pueblos, felizmente, sin turo es predecible y controlable. Una permanente
historia y sin Estado; aquellos cuyas relaciones polí- cautela para que los tres ‘eco’ (feminismosocialis-
ticas, sin el vicio del poder, hacen posible sus relacio- moindianismo) sustentados en la belleza no se hun-
nes económicas de solidaridad y sus articulaciones dan en el pantano de ningún evangelio con ambi-
culturales entre mitos de origen y mitos de destino. ción global que tenga vocación por la irrelevancia
Los pueblos sin Estado. Esa tradición es la que hace del entretenimiento. Como lo hacen sospechar las
posible una intervención política sustentada en la promesas light de reinstauración “etno” de la Pacha-
belleza. Y, simultáneamente, bebiendo la otra tradi- mama o de cualesquiera de sus folklóricas versiones
ción, la de las artes modernas: la creatividad contra neotribales. Pero que tampoco se esterilicen ante la
y sin el Estado. potencia del Estado, del capital, del patriarca. No se
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trata apenas de extirpar los fetiches y las fascinacio- ocupada por la indeterminación de si la palabra que
nes de nuestras estructuras y nuestros imaginarios, nace del diccionario preserva la costumbre o si se
sino, sobre todo, de nuestros organismos, de nuestra da existencia a algo que no existía antes de que se
experiencia vital. hablara desde la lengua de la belleza.
Si la costilla subalterna de la diferencia co- El imaginario es la construcción simbólica y
lonial descoloniza al obrero, al oprimido, a la mujer, el debate entre distintas narrativas mediante el cual
a todos los trans, a los antis de toda laya, lo hará una comunidad se define a sí misma o un Estado
produciendo política estetizada. Aunque el mundo pretende totalizarse. La pugna entre aquellos que
sea el ambicioso objeto de análisis, la promesa de nos imaginaban y quienes nos imaginábamos puede
este nuevo espectro que lo recorre es vivir desde el sintetizarse en que la colonialidad del poder fue y
presente local, doméstico, comunitario. Porque esa es una disputa estratégica entre la misión civiliza-
promesa no pretende ser sino un significante vacío, dora y la visión emancipadora de la modernidad
no un evangelio. Un significante vacío por cuyo sig- desde el siglo XVI. La experiencia global tiene poco
nificado hay que luchar a cada momento, al que hay que enseñar al trabajo por la emancipación porque
que expandir, hay que emanciparlo de cualquier la mayoría de los Estados priorizaron la ganancia
tentación totalitaria o de culto al espectáculo. Un ilimitada bajo las condiciones de la concentración
significante que no busca hegemonizar el discurso o del capital y los poderes. Quizá, entonces, la libe-
totalizar la cadena de equivalencias o sobredetermi- ración de esa desgracia moderna, que es su misión
nar su articulación. Un significante cuyo significado civilizadora, sería posible secularizando las promesas
provisional no dependa de la representación, sino mesiánicas. La herencia que la humanidad moder-
del plusvalor metafórico: la poética de la política es- na nos deja como tradición –con una excepción, la
tetizada. construcción de instituciones– tiene que ver con al-
La política estatal contemporánea radica su guna verdad fundamentalista y, ahora, sobre todo,
poder en su capacidad de domesticación del lengua- con desarrollo tecnológico: la agricultura y la consi-
je. Como la ideología es un espacio flotante donde guiente “domesticación” de la naturaleza, la rueda
los significados no se anclan de manera definitiva, el y la invención de las maquinarias para productivizar
discurso trabaja para inscribirlos como nudos en su la naturaleza, la moneda como fuente de financia-
red depredadora y así estabilizarlos cuando su con- ción de casi todos los intercambios, la vacuna y el
veniencia lo requiera. Saben de la ductilidad me- antibiótico como principios para blindarnos contra
tafórica, pero la degradan a metonimia, a que una las amenazas naturales, la computadora con inter-
parte designada por el poder llene el vacío vaciado net para compartir nuestras conquistas –sobre todo
por la metáfora. Así, la ambigüedad, la movilidad y epistemológicas– a nivel global. Estas herencias son
la polivalencia de los discursos de la diferencia re- tecnológicas. Pero el lenguaje humano y la escritura
sultan sujetas por la estructura del discurso del po- no son revelación sagrada ni únicamente tecnolo-
der y recluidas en la diversidad. La alteridad queda gía. Por eso han convertido ese costado de nuestra
atrapada en la metonimia estatal y no es agente del herejía y de nuestra creatividad en nuestros mitos de
acontecimiento metafórico. Pero ese borramiento origen. Y así, reuniéndose con todas las artes, en la
operado por la estructura representacional del dis- promesa de todos los mesías.
curso estatal que extirpa la agencia del sujeto puede Pero hoy, los mesías, las promesas del paraí-
ser disputado por una acción que introduzca inde- so, ya no son suficientes. Demasiados siguen creyen-
cibilidad. Esas grietas pueden recomponer la ca- do en ellos, claro. Pero hay una novedad radical: las
pacidad de intervención política de ese sujeto por artes, la belleza, ya no están a su servicio. Ahora son
medio de su agencia metafórica. Indeterminación, cosa nuestra. Ahora los oprimidos queremos mucho
disrupción, dislocamiento, ruptura del significante más. Ahora queremos un mundo hermoso, el de la
y, por tanto, innovación semántica radicada en la li- manzana que comeremos todos los días. Porque no
beración estética. Ya no es la decisión política la que nos basta un mundo justo.
prevalece, es la acción artística; la distancia entre la Algunos arqueólogos afirman que la base
estrategia política y la interrogación estética queda del intercambio, incluso en el mundo inca, era el
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trabajo, no la mercancía. El excedente estaba defi-
nido por su cualidad de redistribución del valor. Y,
encima, los bienes, la papa o los tejidos, formaban
parte simultánea del cuerpo individual y del ritual
colectivo. Por consiguiente, justicia/producción/
belleza eran simultáneas y trillizas. De ahí que esas
categorías se valoraran de acuerdo a su responsabili-
dad performativa y no a su referencialidad ontológi-
ca. Este es solo un modesto ejemplo de cómo, inclu-
so una sociedad compleja, una sociedad con Estado
que no se había desprendido todavía de su fuente
tribal, no requiere inevitablemente de mercancía.
Quizá sea ya hora de desprendernos de ese fetichis-
mo. Y de las otras colonizaciones que lo acompa-
ñan. Quizá así pueda profanarse la colonización
más allá de solo negarla. Negarla podría implicar
dejar intacto al poder; sustituir un poder por otro.
Profanar, en cambio, requeriría restituir la lucha y
la alegría a la vida diaria. De aquí la opción por la
barbarie estetizante de la política para indianizar el
mundo y feminizar la vida, y no la mesura del argu-
mento ontológico. De aquí el salto al vacío.
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Los indios
DonDe se ensayan algunos mitos De la
Diferencia oral construiDa DesDe esta muy
particular narración
Constantino Cavafis
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solo tienen que esperar. No deben acercarse al lugar donde voy
ENTRADA a descansar y por ningún motivo, por ningún motivo van a
destaparme y llevarse mi sangre.
Después de que el Inka dijo esto subió al
cerro con el jilakata y cuatro hombres más. Se aco-
modó con su cabeza y su sangre dentro de la fosa y
La muerte del Inka esperó a que la cerraran. Ese fue el último día que
Narración oral de doña María Chura, isla el Inka vio el cielo.
de Suriqui. Solo quedaba esperar, esperar el momento
Recopilación y traducción de Lucy Jemio (1993). del despertar. Pero los habitantes de la isla no obe-
decieron al Inka. No podían aguantar la pena de ha-
Ya estaba decapitado pero seguía caminan- berlo visto así. Su paciencia se les acabó y decidie-
do. Traía su cabeza entre las manos. Ya no brota- ron abrir la tapa de la fosa para ver qué ocurría con
ba sangre de su cuello porque se había separado de el cuerpo del Inka. Alguien movió la vasija donde
ella para poder regresar pronto a la vida: porque él estaba la sangre del Inka y de inmediato el resto de
y su mundo iban a volver con la fuerza necesaria su cuerpo y la sangre misma se hicieron polvo, polvo
para poder continuar la obra que los primeros inkas que el viento se llevó y esparció entre los cerros.
habían construido. Pero antes debía ser enterrado, El Inka hasta ahora no ha despertado. Es-
antes tenía que volver a la tierra, al lago de sus an- perar era lo único que el Inka pidió, y después de
cestros, debía adentrarse en la tierra para poder vol- haberlo desobedecido, lo único que queda es seguir
ver a surgir de su sangre, de su tierra, de sus ruinas. esperando.
El Inka, el hijo de los primeros y de los últi-
mos inkas, caminaba hasta el lugar donde debía ser
enterrado: la isla de Suriqui. Ahí despertaría, desde
ahí recomenzaría todo una vez más.
MOVIMIENTO
Había caminado desde el Cusco y mientras
caminaba, mientras recorría las montañas, los ce-
PRIMERO: LOS
rros y las pampas, recordaba la aparición de esos
extraños hombres de piel clara. No podía creer
INDIOS SALVAJES
cómo terminaron por apresarlo y matarlo a pesar Los diarios de Colón permiten redescubrir,
de que les había dado todo el oro que aparentemen- desde la perspectiva de la oralidad, el gesto colonial
te querían. Recordaba con rabia y se reprochaba el de la escritura. Uno estaría tentado de enfatizar,
no haberlos matado cuando pudo hacerlo. Mientras desde un punto de vista militar y económico, la
caminaba solo podía pensar en que cuando volviera actividad de la conquista. O, con alguna sutileza
a despertar podría volver a poner todo en su lugar. mayor, poner el acento en la obsesión ideológica
Cuando el Inka llegó por fin a la orilla del que constituye la evangelización. Pero parece que
lago lo contempló con nostalgia. Abordó una balsa desde la situación contemporánea, las razones
que estaba en la orilla y cruzó el lago. En las orillas militares, económicas e ideológicas de la coloniza-
de la isla lo estaban esperando. Se habían enterado ción no alcanzan a explicar la colonización misma.
que venía a ser enterrado y lo estaban esperando; las Porque, ¿acaso esta colonización no es en primera
mujeres llorando, los hombres cabizbajos y los niños y en última instancia la colonización de la palabra
confundidos. El Inka entonces le habló al jilakata8 y oral, la colonización de aquello que se representa
a todos los habitantes de la isla y les dijo: y de aquello que es representable; acaso no se ha
Ahora me van a enterrar en la fosa que está en lo colonizado lo que debíamos leer y lo que podíamos
alto del cerro, van a cubrirme con una tapa, me van a enterrar imaginar?
con mi sangre porque de mi sangre he de revivir. Ustedes no Ciertamente, los diarios de Colón expresan
van a hacer nada, solo tienen que esperar, no intenten nada, la necesidad que tiene de encontrar oro y de recu-
8 Primera autoridad de la comunidad (nota mía). rrir a todos los aparatos militares para tal efecto.
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Pero ese oro está destinado, diríamos, a satisfacer el actos del despojo. Ciertamente, antes de Colón hay
ejercicio de un poder imperial. Un poder imperial textos –egipcios, romanos o griegos, por ejemplo–
que no tiene otra lógica que la conquista para no en los que la llamada barbarie es nominada para
morir de inanición. Un poder imperial que está conquistarla o exorcizarla. Pero solo en la conquis-
incapacitado, por razones de nacimiento, a recono- ta de América se tuvo que plantear la imperiosa
cer la existencia del otro, la existencia de la diferen- necesidad de usar el poder de la palabra para colo-
cia radical. Un poder imperial que no puede ha- nizar una diferencia radical; es decir, para incorpo-
blar porque la palabra oral conlleva comunicación; rarla, subordinadamente, al interior de su propio
un poder imperial que solo puede escribir porque horizonte de representación. Porque así como la
solo puede hablarse a sí mismo. conquista y la alienación solo pretenden destrozar
La evangelización, por su parte, tampoco o inviabilizar esa diferencia, la colonización necesi-
tiene la posibilidad de colonizar. La evangelización ta seducirla, necesita conocerla, necesita imaginarla
no es sino la imposición de una ideología porque para hacerla suya y, entonces, poder nombrarla con
¿acaso no implica la inevitable necesidad de bauti- sus propias palabras. De aquí, por consiguiente, la
zarse, es decir, de renacer ideológicamente? ¿Está, obsesión de Colón por nombrarlo todo, por poner-
acaso, teológicamente permitido dudar de la fe y, le nombre a todo, por escribir la oralidad.
por consiguiente, democratizarla, de tal manera Como la colonización no es una práctica
que cuando a uno le convenga crea en un dios y al que pueda limitarse a ignorar al otro que descono-
día siguiente en otro? La evangelización, entonces, ce, como debe ser una voluntad de conocimiento,
tampoco admite el conocimiento de la diferencia. no puede ser sino una política cultural. Así como
Y aunque está obligada a reconocer su existencia, la conquista fue militar y económica; así como la
solo trabaja para cancelarla. evangelización fue ideológica; la colonización espa-
La conquista militar y la ideología de la ñola fundó una nueva práctica cultural: la escritura
evangelización son gestos narcisistas. Demuestran de la oralidad. Porque en la oralidad radicaba esa
la impotencia innata de un imperio, militar, eco- diferencia excesiva; no en las distancias entre modos
nómico o religioso, de aceptar la existencia de algo de producción económicos, no en los usos y formas
ajeno a él. Pero, sobre todo, demuestran la imposi- de las armas, no en las religiones, no en las organi-
bilidad del diálogo, del reconocimiento del otro y zaciones sociales. Se puede conquistar territorios y
su diferencia radical. subordinar sociedades, se puede vencer ejércitos e
Pero lo que llamaron América era radi- imponer rituales; es imposible hacer que una cultu-
calmente diferente. Ni la conquista, ni el extrac- ra cambie su universo de representaciones y su ho-
tivismo, ni la evangelización podían alcanzar a rizonte imaginario si no es colonizándola. Lo cual,
incorporar en el imperio esa diferencia. Tuvieron en el caso de América, requería domesticar la raíz
entonces que inventar, por primera vez en la de esa diferencia que no era otra que la oralidad. De
historia de la humanidad a pesar de lo que pueda aquí, otra vez, que Colón se dedicara a nombrarlo
afirmarse en contra, la colonización. El objetivo todo: para colonizar la diferencia americana era im-
de la colonización, claro, no se limita a esquilmar, prescindible escribir su oralidad.
conquistar o evangelizar; no se limita a anular la
diferencia. La colonización pretende darle un nom-
bre a esa diferencia para, entonces, poder hablar CÓMO NOS HA CONSUMIDO DE ASOMBRO
de y sobre ella, para seducirla, para representarla. ESA SU DISTANCIA IMPENETRABLE. SEGU-
Para que sean los indios mismos, no los conquista- RAMENTE POR ESO EL PRIMER GESTO
dores, quienes deseen y se sometan a los vidrios de DE LA CIVILIZACIÓN HA SIDO ESCRIBIR
colores por voluntad propia. LA BARBARIE. ESCRIBIRLA EN EL CUER-
Los diarios de Colón son el primer docu- PO DE LA PRIMERA COMPRENSIÓN MO-
mento de la humanidad donde la práctica de la DERNA DE LA BARBARIE: LOS SALVAJES.
colonización se descubre como la necesidad de PORQUE LOS BÁRBAROS, ESOS DEFINITI-
un ejercicio escrito; su letra no solo daba fe de los VAMENTE LEJANOS, ESE HORIZONTE IN-
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ALCANZABLE, DEBÍAN SER CONTENIDOS oralidad produce sujetos distintos a los producidos
EN ALGUNA PALABRA SIMPLE, FAMILIAR, por el modo de producción cultural de la escritura,
ESTADÍSTICA. LOS BÁRBAROS DEBÍAN SER era obviamente insuficiente explotarlos, someterlos
REBAUTIZADOS COMO SALVAJES PARA y oprimirlos, era imprescindible colonizarlos: suje-
PODER APRISIONAR SU DIFERENCIA. tos a su oralidad, debían ser sujetados a la escritura.
DE AHÍ QUE EL RECONOCIMIENTO DE Esos sujetos, como todos, sujetados por sí mismos,
LA DIVERSIDAD HAYA SIDO LA AGENDA debían ser sujetados por el otro.
PRIMERA DE LA CIVILIZACIÓN CONTEM- Porque no se trata, por supuesto, de la
PORÁNEA. COMO ESOS SALVAJES SON oposición entre alfabeto y habla. Se pretende pos-
OTROS HAY QUE CONSTRUIR SU ACCESO tular como sustento de la condición colonial de los
A LOS DERECHOS; ASÍ SERÁN, AUNQUE indios latinoamericanos la oposición entre modo
SALVAJES, PRECISAMENTE POR SALVAJES, de producción cultural de la escritura y modo de
IGUALES QUE NOSOTROS. producción cultural de la oralidad. Incluso si ahora
ya no puede hablarse de modos mutuamente exclu-
yentes, sino relativamente complementarios, afirmo
que, en tanto modos de producción cultural, la
MOVIMIENTO escritura y la oralidad no son solo ‘tecnologías de la
palabra’ sino lógicas de representación discursiva y
SEGUNDO: LOS producción de imaginarios.
La teoría cultural latinoamericana contem-
INDIOS OPRIMIDOS poránea, incluso a veces sin saberlo o sin quererlo,
ha escrito para mantener la diferencia oral, para
La oralidad no se restringe a sistema comu- reiterar que la producción oral es colectiva y no
nicativo o herramienta de conocimiento; la orali- individual, para recordar que la verdad comunica-
dad, como la escritura, es un modo de producción tiva del testimonio es la verdad de una comunidad
cultural que determina todos los procesos simbóli- y no un capricho, para resistir con la fiesta, con los
cos de apropiación social de la naturaleza y de la tejidos, con la danza, pero también con la poesía
historia. Más allá, sin embargo, tiene componentes o la pintura. No se trata exclusivamente de haber
de una práctica fundamentalmente comunitaria por confiado en que donde hay poder hay resistencia,
su énfasis performativo, dialógico y testimonial. como si esta última fuera automática, sino de haber
El modo de producción cultural de la ora- preservado y construido, gota a gota, una ética
lidad asume que la palabra interviene directamen- postcolonial de la diferencia antagónica. Como
te en la vida social narrando la historia comunal a no hay una posición que permita observar desde
través de testimonios colectivos. Pero, además de fuera la relación colonial, los teóricos decoloniales
preservar y reproducir valores y sujetos de su prác- latinoamericanos enfatizaron que la alteridad no
tica cultural con una eficacia equivalente a la de la solo es un dato ontológico, sino histórico, que las
escritura, la oralidad también es una ‘tecnología’ culturas son permeables, son zonas de control o
que cree en la memoria comunal y la significación resistencia, que, finalmente, son territorios de lucha
como proceso testimonial y representacional. Pro- por la hegemonía representacional. Que cuando la
duce sentidos colectivos que son fundamentalmente escritura se hace comunitaria, se oraliza.
mitos de origen y mitos de destino, cualitativamente Colón y la colonia escribieron la oralidad;
distintos a lo que podríamos llamar la autoría indi- pudieron, entonces, domesticarla y colonizar nues-
vidual de ficciones. tro horizonte imaginario. Ahora, desde el discurso
Podría también afirmarse que el modo de latinoamericano postcolonial, la oralidad está
producción cultural de la oralidad es una forma de recuperando el territorio de su palabra.
conocimiento que se sustenta en una gnoseología
por empatía, donde la experiencia, la subjetividad CÓMO NOS HA REVELADO NUESTRO
y la afectividad son fundamentales. Por tanto, si la ROSTRO ESA SU MIRADA INEFABLE. SE-
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GURAMENTE POR ESO EL SEGUNDO GES- podemos hacerla nuestra aquí y ahora, contándo-
TO OCCIDENTAL HA SIDO CONTAR LA nos nuestra memoria y nuestros deseos, usando
BARBARIE. NARRARLA EN LA SEGUNDA la escritura para mantener la vigencia de la orali-
EXPLICACIÓN, LA POSTMODERNA, DE LA dad. Usando la escritura para convertir los mitos
BARBARIE: LOS OPRIMIDOS. PORQUE LOS en historia, la historia en presente, el presente en
BÁRBAROS, ESOS OJOS QUE NOS ACUSAN, mitos historizados. Porque si algo sabemos ahora es
QUE NOS DEVELAN, QUE NOS DESNUDAN, que la historia es la historia desde el presente y que
DEBÍAN SER CONFESADOS DE SU CULPA la lucha simbólica, desde una perspectiva postcolo-
INCONFESABLE DE PERSISTIR BÁRBAROS nial, es la que trabaja para refundar –con rupturas
A PESAR DE TANTO DESARROLLO HUMA- y continuidades– un territorio mítico destruido por
NO. el terremoto cultural de la conquista.
DE AHÍ QUE LA VISIBILIZACIÓN DE LAS Parte, entonces, de la causa de la crisis de
IDENTIDADES HAYA SIDO LA AGENDA la modernidad metropolitana radica en la identi-
SEGUNDA DE LA CIVILIZACIÓN DEL dad que la alteridad ha obtenido de sí misma; lo
SIGLO XX. COMO LOS OPRIMIDOS NOS subalterno y lo postcolonial alcanzaron una arti-
REVELAN NUESTRO GESTO DE AMOS culación culturalmente subversiva que ya no podía
HAY QUE CONSTRUIR EL EJERCICIO DE ser operada como un suplemento, como algo que
SUS DERECHOS; ASÍ TENDRÁN IGUALDAD se producía para llenar los vacíos creados por el
DE OPORTUNIDADES CON NOSOTROS. monopolio cultural de la metrópoli. Las relaciones
IDÉNTICOS A SÍ MISMOS NO SERÁN IDÉN- discursivas entre el centro y la periferia adoptaron,
TICOS A OCCIDENTE. SERÁN DEMOCRÁ- entonces, la naturaleza de la guerra entre iguales
TICAMENTE OPRIMIDOS POR SU PROPIA culturales y, por tanto, la periferia ignoró toda
IDENTIDAD. centralidad para asumir la posición de la regionali-
dad: guerra entre regiones culturales, lucha por la
hegemonía de la autorrepresentación.
Sin embargo, así como la periferia mo-
MOVIMIENTO derna no podía ser representada desde el centro
sino como suplemento, privada de la visibilidad
TERCERO: LOS INDIOS de su propia subordinación cultural; la moderni-
dad regional latinoamericana se constituye con la
INDIGENIZADOS autocrítica de su propia tradición, pero todavía no
concluye en la estrategia postcolonial de su repre-
Si en la escritura radican las huellas de la sentación como diferencia y antagonismo. Incluso
colonia, con su propio instrumento alfabético nos la cultura popular continúa asumiéndose como
liberaremos del ejercicio de su opresión. La escri- algo que se produce para llenar los vacíos creados
tura fabrica realidades, construye representaciones, por el monopolio cultural de la nación homogénea
delimita imaginaciones. Con la escritura de nuestra y para rechazar sus paradigmas fundamentales. La
tradición oral podemos, entonces, exorcizar la hue- cultura popular no se plantea transformar esos sen-
lla colonial, representarnos nuestra memoria, ima- tidos nacionales, se construye predominantemente
ginar nuestros deseos, reconstruir nuestra dignidad para negarlos o para pluralizarlos. No en vano la
oral destrozada por el alfabeto. Porque incluso si plurinacionalidad se desea postcolonial cuando es,
la escritura ha marcado los más íntimos recovecos apenas, postmoderna.
de nuestra memoria; incluso si ha determinado las Por otra parte, habrá que preservar crítica-
formas y modalidades de conocimiento de nuestra mente las categorías de la diferencia y de la centrali-
historia; incluso si, noche a noche, nos representa dad del margen y su casi automática filiación popu-
la conquista, el genocidio, el desprecio y las dia- lar, postcolonial y contramoderna. La diferencia y la
rias pesadillas de una memoria insomne; a pesar marginalidad no han sido trabajadas exclusivamen-
del propio carácter colonial de nuestra escritura, te como populares y democráticas; pueden también
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ser reaccionarias, regresivas o meramente contesta- LA CIVILIZACIÓN HA SIDO EXPERIMEN-
tarias, autolimitándose, así, a la lógica del amo y del TAR LA BARBARIE. EXPERIMENTARLA EN
esclavo. Son muchos los ejemplos de obras y políti- LA CONVIVENCIA CON LA BARBARIE: LOS
cas culturales que permitirían demostrar los varios INDIOS. YA NO MÁS ETNOGRAFÍA, SINO
caminos a través de los cuales la homogeneidad de TESTIMONIO; YA NO MÁS DESARROLLO,
la modernidad y el complejo colonizador del centro SINO TERRITORIO; YA NO MÁS PARTIDOS
permean las mejores intenciones de la democracia POLÍTICOS, SINO AUTODETERMINACIÓN.
de los sentidos. Ejemplos, claro, en el conjunto de DE AHÍ QUE LA EXPANSIÓN DE LA DIFE-
América Latina que muestran cómo la diferencia se RENCIA HAYA SIDO LA AGENDA TERCERA.
degrada al adorno exótico y la marginalidad a la DE AHÍ QUE EL ELOGIO DE LA DIFEREN-
práctica artesanal o al gesto contestatario. Y basta- CIA SE HAYA CONVERTIDO EN LA NUEVA
ría mencionar la abrumadora presencia conceptual FE Y COMO TODA FE MUTADA A DOGMA.
y cotidiana de todos los neotribalismos y pachama- COMO LOS DIFERENTES NOS OTORGAN
mismos para demostrar que el camino al infierno EL DON DEL DESARROLLO SOSTENIBLE
está empedrado con las mejores intenciones. DEL QUE SIEMPRE CARECIMOS HAY QUE
En las prácticas populares políticas y cultu- HACER POSIBLE LA EXPANSIÓN DE SUS
rales, en la preservación de la oralidad, están apare- DERECHOS: ASÍ PODRÁN GOBERNARNOS.
ciendo propuestas que sustituyen, en su articulación ASÍ TENDREMOS UN PRESIDENTE INDIO.
representacional, la lucha política por el poder con ASÍ EL INDIO DEJARÁ DE SER INDIO PARA
la traducción cultural para preservar la diferencia. SER PRESIDENTE. PRESIDENTE DEL DOG-
De muchas maneras, la lucha política se había ca- MA DEL DESARROLLO SOSTENIBLE. PAPA
racterizado por una lógica de las armas donde pre- DE LA INFALIBILIDAD. ADORNO DEL MU-
dominaban las exclusiones, las jerarquías polares, SEO DE SÍ MISMO.
las hegemonías homogeneizadoras. Desde el campo
de la cultura, en cambio, las propias estrategias po-
líticas se vieron transformadas y han tenido que ir
adaptando y adoptando la lógica del sentido. Pero MOVIMIENTO
una cosa es la determinación de una estrategia de-
mocrática radical y otra muy distinta que esa estra- CUARTO: EL INDIO
tegia se hubiera, ahora, convertido en hegemonía
de la diferencia y en centralidad del margen. Nos POSTCOLONIAL
falta, todavía, un largo camino.
Aun si los modernos se han vuelto locos y La teoría regional postcolonial en la región
dicen que son indios –algunos pocos, quizá, la ma- andina comienza ahí: en el reconocimiento y, al
yoría seguramente no– todavía no se ha visto a un mismo tiempo, en la inmediata distancia. Porque
blanco comerse a otro blanco; por eso los más astutos reivindica la diferencia del carácter inevitablemen-
dicen que son indios, se dicen indios para comerse te colonial de nuestra escritura y del modo invaria-
a los indios. Prudencia, entonces. Hay blancos que blemente subversivo de la oralidad. Porque en la
son indios. También hay indios que son blancos. El propia lectura del discurso radica la constitución
largo camino hacia todas las sangres iguales pero di- del sujeto postcolonial, porque es la lectura orali-
ferentes, necesita alianzas, necesita distinción, pero, zada de la escritura colonial. Así, pasamos de una
sobre todo, necesita hegemonía seductora de la di- primera razón comunicativa a la razón pragmáti-
ferencia. ca, a la razón lectora, que establece la identidad de
la diferencia, de la otredad, de la alteridad. Y, sin
embargo, no basta. No puede ignorarse el riesgo
CÓMO NOS HA CONTAMINADO DE PIEL de caer en el adorno de la diferencia del reducido
ESA SU EXPERIENCIA INAGOTABLE. SEGU- momento carnavalesco, en la trivialización de la
RAMENTE POR ESO EL TERCER GESTO DE otredad hacia formas híbridas del mercado arte-
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sanal, en la banalización de la alteridad archivada posibilidad de que la institucionalización de la ora-
en el museo. No puede, por consiguiente, preten- lidad no sea sino la institucionalización de los de-
derse hacer de la diferencia un gesto sonriente de seos reprimidos del colonizado; así, el riesgo cierto
bienvenida al imperio del fetichismo como si fuese de que la resistencia oral no sea sino una subver-
la democracia de los sentidos. El discurso de la sión complaciente del esclavo liberto, forman parte
diferencia necesita estar complementado con el de la raíz descolonizadora de la oralidad. Pero su
discurso del antagonismo. follaje practica una particular y radical estrategia
No solo no somos iguales; somos, además, de la diferencia: la democracia de los sentidos.
enemigos de esos otros: enemigos de las fuerzas co- Porque la alteridad no termina en el pasado, por-
lonizadoras del discurso globalizador, enemigos de que sabemos que tampoco es allí donde comienza,
las fuerzas mercantiles de la banalización de nues- porque la diferencia es un trabajo cotidiano. Es la
tra diferencia, enemigos de los patriarcas sonrien- historia mitificada del presente.
tes. La bandera del antagonismo, la certeza de que La cultura es necesaria para enfrentar
las contradicciones culturales no se han cancelado, democráticamente las contradicciones, para hacer
son el último componente de esa razón comunita- de la vida social un drama de representaciones
ria que trabaja por construir una identidad global, en conflicto, una densidad de significaciones que
diferente y antagónica: la identidad oral de nuestra disputan, deconstruyéndolos, proyectos de vida.
escritura, su identidad postcolonial. Aunque estemos atravesando un momento que
Lo que en términos y conceptualización, iguala por lo bajo cultura con burocracia para
que pertenecen a la tradición occidental, estoy ignorar eficientemente nuestra pobreza de senti-
denominando el paso de la razón comunicativa a dos o para anclarnos en el mero espectáculo de la
la razón pragmática, para culminar en la razón otredad como artesanía, se puede intervenir desde
comunitaria, podría reformularse como epistemo- la cultura porque se reflexiona sin la pesadez del
logía del tinku. El tinku, ritual andino en el cual cálculo político ni la horizontalidad de la eficien-
dos comunidades se enfrentan, no para resolver cia económica. Y esta perspectiva cultural tiene
simbólicamente sus contradicciones, sino para pre- mucho en común con aquella esperanzadora visión
servar sus diferencias –identidades, coexistencia y histórica que propone la estetización de la política.
contradicciones–, es la figura y la práctica social de Porque no se trata solo de negar o denunciar las
una epistemología que hace de la crisis y el conflic- promesas del capital y el patriarcado y su inevitable
to una forma de vida. No se trata, por consiguien- división del trabajo productivo, sino de responder,
te, exclusivamente de un razonamiento abstracto, desde la cultura oralizada, con una estrategia de
sino de la puesta en escena de una práctica ritual la diferencia que abarque las concreciones y las
que ha hecho posible la preservación de la alteri- subjetividades de la vida social. Porque no se trata
dad como diferencia antagónica. solo de luchar por un país justo, también se trata
La diferencia oral, obviamente, no es de luchar por un país hermoso.
una esencia que pueda ser expresada por alguna
receta descolonizadora; esa diferencia, que no es
solo ontológica sino histórica, es una diferencia LES DIMOS EL ACCESO, LES OTORGAMOS
que hay que producir permanentemente, para EL EJERCICIO, LES DONAMOS LA EXPAN-
que su intervención constituya escenarios críticos, SIÓN DE LOS DERECHOS. NOS DIJERON
escenarios de duda, escenarios de sospecha contra QUE NO LES DIMOS LOS DERECHOS, QUE
cualquier intento de homogeneización. Aunque, LOS CONQUISTARON. NOS GRITARON
claro, fisurar, transgredir, romper, no es suficiente. QUE NOS LES OTORGAMOS LA IDENTI-
Al imperio del adorno, de la variedad electoral, de DAD, QUE LA CONSTRUYERON SOLOS EN
la diversidad meramente mercantil del modo pre- DEMASIADOS AÑOS. NOS AULLARON QUE
dominante de producción cultural de la escritura, NO LES DONAMOS LA LIBERTAD, QUE SE
solo puede respondérsele con la democracia de los LA EXTIRPAMOS Y AHORA LA COMIEN-
sentidos que produce la oralidad. Así, la evidente ZAN A REFUNDAR.
28
PERO COMO ENTRE INDIOS Y MODER- don, nuestra marginación de los procesos de globa-
NOS ESTAMOS LOS CHOLOS, NO SE TRA- lización. Se trata de cambiar la perspectiva, se trata
TA DE HUNDIR LA CABEZA EN EL FANGO de escribir oralmente desde América Latina.
DE LA INVIABILIDAD O DE DELEITARSE La cultura democrática radical es un es-
CÍNICAMENTE EN LOS BLOQUEOS DE cenario de guerra simbólica donde los sentidos
NUESTRA HISTORIA. “POLVO SOMOS, disputan territorios y un escenario de mediación y
MÁS POLVO ENAMORADO”. INDIOS SO- traducción donde los sentidos dialogan y también
MOS, MÁS INDIOS INTERCULTURALES. debaten sus diferencias. La democratización cultu-
AHORA LOS INDIOS BÁRBAROS SON DUE- ral es la práctica que concibe la cultura como crisis
ÑOS DE SUS DERECHOS Y PUEDEN CONS- del sentido único, como práctica de la democracia
TRUIR SU PROPIO DESTINO. LA PARADOJA de los sentidos. Se trata, entonces, de vivir la plurali-
–DOLOROSA, TERRIBLE, CIERTA– ES QUE dad de identidades como crisis y desafío permanen-
SU DESTINO SOMOS NOSOTROS: LOS IN- tes para preservar la diversidad, no como distorsión,
DIOS MODERNOS. SE HAN CONVERTIDO no como defecto, no como carencia. De aquí su ri-
EN NOSOTROS. LOS COLONIZADOS SE queza, de aquí su disponibilidad para la invención
HAN DESCOLONIZADO COLONIZANDO A de realidades. Al fin y al cabo, si no nos inventamos
LOS COLONIZADORES. ¿PODREMOS SER cada día, corremos el riesgo de acostumbrarnos a lo
MODERNOS SIN DEJAR DE SER INDIOS? que somos.
La todavía precaria tradición crítica y
decolonizadora de la oralidad, a pesar de haber
construido sus proyectos como disponibilidades
CIERRE TEÓRICO de la comunidad popular, a pesar de haber vivido
sus deseos como prácticas discursivas libertarias,
La razón moderna siempre osciló entre nos ha enseñado que esos proyectos pueden ser,
el deseo de una emancipación racional que elimi- sobre todo, estrategias de representación. A saltos y
nara la explotación y la práctica del utilitarismo y tropiezos, las ha ido imaginando y fundando hasta
el pragmatismo como formas legítimas de acción instalarlas en una democracia que se asume inter-
social; la razón moderna hizo de su esquizofrenia cultural, una democracia en la que conviven las
entre razón utópica y razón instrumental una para- tradiciones representativa, participativa y comuni-
dójica coexistencia pacífica. taria. Hoy podemos asumir la crítica cultural como
Pero si algo ha demostrado nuestra mo- crítica democrática y popular, como estrategia
dernidad es que la modernización es un proceso oralizante para la construcción de la diferencia.
inacabable, que el desarrollo latinoamericano Uno de los aspectos fundamentales para ini-
concebido en torno a los objetivos de calidad de ciar el debate sobre políticas culturales es la redefini-
vida europea o norteamericana estará siempre un ción del concepto de cultura para que sea posible su
paso más atrás, que la contemporaneidad latinoa- articulación con las políticas descolonizadoras. Ob-
mericana consiste en su subalternidad. El intelec- viamente ya no puede entenderse ni su reducción a
tual postcolonial, entonces, es sobre todo una toma bellas artes ni su gigantismo a todo lo producido por
de posición que cambia de paradigma, mejor, que el ser humano; pero tampoco ese tipo de definicio-
sustituye el paradigma moderno del desarrollo por nes que optan por la generalización de los procesos
el paradigma postcolonial de la reconstitución de culturales sin lograr abstraer sus operaciones y sus
identidades y comunidades locales. No se trata, producciones más importantes. Como, por otra par-
claro está, de pretender negar la importancia de te, la crisis de los paradigmas de desarrollo ha gene-
desarrollos tecnológicos, no se trata de posar como rado interrogantes radicales sobre los sentidos socia-
revolucionario para digerir la neocolonización con les y sobre cómo articular los intereses individuales
una sonrisa irónica que no puede ocultar la repre- con los colectivos, se requiere una comprensión de
sión de otra risa imposible: no se puede, así simple- cultura que nos permita usarla para la democratiza-
mente, reivindicar, como si fuese una virtud o un ción de la sociedad entendida como el ejercicio ple-
29
no de la penúltima generación de derechos huma- refundaciones orales.
nos: los derechos culturales. Quizá, así, sea posible, Es necesario plantear unas políticas cul-
en un próximo futuro, articular los derechos de las turales que interroguen desde la traducción entre
personas, de los pueblos y de la naturaleza. culturas para cuestionar al sujeto homogéneo y ex-
Nuestro modo de producción cultural, hoy, poner un sujeto pluralizado pero con una posición
no puede sino reconocerse en la memoria colonial intelectual específica; unas políticas culturales que
que nos constituye. En esa totalidad contradictoria, revaloricen al sujeto local con su propia memoria
en esa coexistencia guerrera, en esa convivencia de discursiva de resistencia y oposición. Una política
gritos y abrazos entre oralidad y escritura. Porque la cultural, que llamo popular a pesar de lo valorati-
conquista de nuestra diferencia no puede limitarse vamente anacrónico del adjetivo, pero matizando el
a la coexistencia contradictoria con la globalidad y calificativo no por una serie de rasgos internos o por
a la lucha por la hegemonía cultural; esa conquista, un repertorio de contenidos tradicionales premasi-
como cualquier conquista, requiere de seducción y vos, sino por una posición, por una reivindicación
de sangre, requiere de identidad. Pero nuestro modo de la barbarie: la que construye su territorio comu-
de producción cultural, hoy, no puede sino conocer- nitario local frente a lo hegemónico global. Porque
se en el horizonte postcolonial que nos hace legibles. lo tradicional o lo arcaico, en cambio, son solo el eco
En la representación de la diferencia indígena como de lo hegemónico o del lugar que el poder asigna a
estrategia cultural, en el culto a la naturaleza como las visiones subalternas.
fuente de otro modo de desarrollo, en el imaginario Las dos políticas culturales propuestas, la
de la democracia radical como conducta política, en instalación como respuesta al fetiche colonial y la
la construcción de mundos feminizados, en la ne- intervención como alternativa al artificio neoco-
cesidad de territorios de la equidad y la igualdad lonial, se encuentran en el momento en el que la
de oportunidades, en la defensa intransigente del reflexión teórica se transforma en acción política.
derecho más cultural de los derechos humanos: los
derechos culturales como producción del sentido de
la diferencia. Y SIN EMBARGO, ¿CÓMO HA SIDO POSIBLE
QUE LA HISTORIA DEL ACCESO, DEL EJER-
CICIO Y DE LA EXPANSIÓN DE LOS DERE-
CIERRE POLÍTICO CHOS CULTURALES, NOS NARRE LA EPO-
PEYA DE LA DESCOLONIZACIÓN PERO, AL
Este es el momento de iniciar una acción MISMO TIEMPO, SU CULMINACIÓN TRÁ-
contra la situación colonial que convierte sus prác- GICA? PORQUE LOS DERECHOS NOS HAN
ticas culturales en fetiches del sentido y a sus agen- PRIVADO DE LA BARBARIE. O LO QUE ES
tes en portadores de palabras determinadas por el LO MISMO PERO NO IGUAL, DEL DESA-
centro. Una primera respuesta, entonces, se plan- RROLLO SOSTENIBLE DE LA DIFERENCIA.
tea como la construcción de instalaciones culturales PORQUE LA HAN CIVILIZADO, PORQUE LA
que por su precariedad y su fluidez resistan todas HAN DOMESTICADO. PORQUE LOS BÁR-
las tentativas de incorporación subordinada: la ins- BAROS YA NO SON LOS OTROS. AHORA
talación que resiste la fetichización de las mercan- LOS BÁRBAROS SON IGUALES QUE NOSO-
cías. Más aún, como la colonia, en tanto práctica TROS, TIENEN LAS MISMAS OPORTUNIDA-
de determinación de imaginarios sociales, ha mu- DES QUE NOSOTROS, SON NUESTROS GO-
tado en neocolonia como globalización capaz de BERNANTES.
despojar de especificidad a los sujetos locales, ya no ¿QUÉ VA A SER AHORA DE NOSOTROS?
puede responderse solo con la resistencia sino con ¿AHORA QUE TODOS SOMOS UNO Y, CASI,
la reorientación. Pasar de la defensa que protege a EL MISMO? ¿QUÉ VA A SER DE NOSOTROS
la alternativa que refunda mediante intervenciones SIN BÁRBAROS?9
culturales generadas por las identidades locales: la 9 Según Jürgen Golte, en 1780, la población del Vi-
intervención que democratiza la escritura mediante rreinato de Lima era de alrededor de 1.800.000. 60% in-
30
cerros recuperen su voz y caminen de nuevo, que las
SALIDA rocas avancen con la fuerza de su voz, con la fuerza
de su chicote, solo un poco (aún no tiene toda la
fuerza del Inka). Golpea la enorme roca con el chi-
Si el Inka regresara cote del padre: avanza, grita y su voz se entremezcla
con los ladridos del perro que, emocionado, corre
Narración oral de don Luis Quispe, isla de
de un lado para otro dando saltos. Pasan las horas
Suriqui.
y el niño cansado se queda sentado, contemplando
Recopilación y traducción de Lucy Jemio (1993).
la roca majestuosa que no se ha movido ni un solo
centímetro. El niño, con la mirada perdida en el
horizonte, piensa que si el Inka regresara los cerros
El perro que mira al niño que mira el cerro
volverían a caminar y las grandes rocas temblarían
olfatea el viento que atraviesa la pampa [sic]. El niño
ante el eco de su voz. El perro, que recostado a su
que, pensativo y ansioso, se ha pasado la mañana
lado se ha quedado dormido sueña plácidamente
entera contemplando los inmóviles cerros baja la
que arrea las rocas con la fuerza de su ladrido.
cabeza resignado. Voltea para ver al perro que pre-
Más antes de los Inkas todos los animales, como los
suroso levanta las orejas al escuchar el imperceptible
cerros, hablaban. Recuerda que había dicho don Va-
silbido del niño.
lentín mientras llama al perro que corre alegre de
Ya había escuchado el relato antes; era pe-
un lado a otro. Se acaban las horas de luz, el niño
queño entonces. El achachila10 que contaba histo-
mira fijamente al perro que nervioso mueve los ojos
rias a los niños le había dicho aquella vez:
de un lado al otro. Pasan los minutos, uno tras otro.
Tienes que crecer fuerte y alto para ser como el Inka,
El niño frustrado, molesto, grita:
para cortar en dos a la gran serpiente si se le ocurre volver,
Ya pues… hablá.
para mover las grandes rocas con tu voz, para arrear a los
El grito de la madre, más fuerte que el suyo,
cerros con tu látigo, para castigarlos si se portan mal y pelean
hace que el perro se levante de un salto y salga al
entre sí. Cuando vos seas mayor igualito como yo te estoy con-
encuentro de la mujer que grita enojada:
tando les vas a contar.
¡Qué pasa pues, Luis, hasta qué rato no vas
El niño no había comprendido aquellas pa-
a volver, mira sin abrigarte estás. Ya che, apurate, vamos a
labras inmediatamente pero tampoco había logrado
la casa, tu papá molesto está, bien te va a pegar!
olvidarlas nunca. Ahora ya es casi un hombre, pien-
Ya es de noche, el niño sueña que ya es an-
sa él, y se ha hecho fuerte, casi tanto como el Inka.
ciano: de los cerros y del Inka contanos pues, don Luis, le
El fuerte bramido de su voz estremece el cielo y la
pide un grupo de personas que vienen de la ciudad
tierra cuando grita y sus pasos son pesados y pode-
a escuchar sus relatos.
rosos, capaces de aplastar al gran sapo que quiso
tragarse toda el agua del lago.
Corre por la pampa y el viento aúlla espan-
tado al chocar contra él. Contempla los grandes ce-
rros estáticos; no caminarán ni pelearán más como
los hombres. Cuando el Inka se marchó los cerros
quedaron paralizados, pero sus voces aún resuenan
en el pecho de los hombres. Pero ahora que ya es casi
un hombre, casi como el Inka, podrá hacer que los
dígenas, 21% mestizos, 12% blancos, 5% negros, y otros
cruzamientos. Según Konetzke, en 1633, los indios no
yanaconas –que no hacían trabajo doméstico– de las 16
provincias mitayas eran 40 millones, en 1662 bajaron a 10,
a fines del siglo XVIII llegaban apenas al millón. En el otro
extremo, por el año 1770, habían 2.300 curacas, el 1% de
indios tributarios que casi no tributaban (Golte, 1980: s.p.).
10 Divinidad asociada a los cerros (nota mía).
31
Pasionaria
de la ficción
andina
Donse se cuenta algo, muy poco, De la
belleza inDígena en el munDo anDino
El estatuto del lenguaje sugiere con una fuerza singular esta conversión
del estado de signo al de valor: el discurso del jefe indígena –de una
jefatura sin poder coercitivo, de un gobierno con sólo autoridad moral–,
en su soledad, recuerda a la palabra del poeta para quien las palabras
son valores más que signos.
pierre Clasters
33
posibilidad de anclaje en esa palabra ficcional que
ENTRADA es inevitablemente mítica.
Quebrados por los extremos, pero también
La belleza no aparece en el mundo andino articulando las diferencias, los ángeles arcabuceros
como un ensimismamiento ajeno al sobrevenir hu- y los tejidos jalka y la Virgen cerro leen el destino
mano ni como un autismo indiferente al acontecer de la escritura y escriben la casualidad de su lectura
del mundo, sino como una responsabilidad con el al modo del yatiri: tirando unas hojas de coca para
bien común: producir una articulación entre dos revelar nuestros sentidos. Los sentidos de la belleza
términos contrarios, o alejados, o que mutuamente que son los sentidos de la política, claro. O, desde
se desean trascendiendo su distancia. Esa articula- otra perspectiva, una condición estética –sustenta-
ción, claramente, es un trabajo arriesgado y de ahí da en la sensibilidad– en debate con la condición
la belleza de esa obra. Arriesgado porque supone ideológica –que emerge de la razón– reiterando el
honrar un mandato comunal y no solo una inicia- tinku del wayruru.13 Porque solo el wayruru, solo la
tiva individual; arriesgado porque la articulación experiencia de “la cosa más hermosa”,14 puede es-
puede ser la resolución de las contradicciones, pero tetizar la política.
también –a veces simultáneamente– puede soste-
ner la diferencia.11 Arriesgado, sobre todo, porque
producir belleza en el mundo indígena es producir
política, es intervenir en la vida diaria y en el bien
LA SOSPECHA DE LA
común.
Asumir ese riesgo revela que la condición
MARIPOSA
ética de cualquier lectura radica en permitir un ac- LA SEDUCCIÓN PATRIARCAL MAQUI-
ceso, por ejemplo, al mito trágico que se difunde por LLADA DE UTOPÍA. PORQUE LA COLO-
todo el linaje de algún relato pero que culmina en la NIALIDAD ES MASCULINA. AUN SI FUESE
profecía del retorno12 o a la mediación k’isa que al- ARQUEOLÓGICAMENTE CIERTO QUE LOS
gún tejido opera entre partes en discordia. Ese riesgo HOMBRES ÉRAMOS SOBRE TODO CA-
puede repetir, fatalmente, la misma palabra o puede ZADORES Y LAS MUJERES SOBRE TODO
abrirse al gesto de su propia disolución en miles de AGRICULTORAS; AUN SI ESE ORIGEN
palabras. Ese riesgo puede desear constituir una ley CONDICIONA NUESTRO MASCULINO
para condenarnos a todos a repetir su herencia mo- ÉXTASIS CON EL PODER Y EL FEMENINO
noteísta, o puede intentar trascender la imposibili- CUIDADO CON EL BIEN COMÚN; LA EX-
dad del goce del otro a través del juego poético: una PLICACIÓN DE LA RAZÓN COLONIAL Y SU
palabra esquiva y poliforme que en cada instante va FRATERNIDAD CON LA SEDUCCIÓN PA-
hasta las últimas consecuencias porque hay una im- TRIARCAL NO SON JUSTIFICACIÓN ALGU-
11 En los tejidos aymara, esta belleza estaría concentra- NA PARA QUE LA OPRESIÓN AL MUNDO
da en la k’isa: una continuidad cromática entre la sombra FEMENINO SEA UNA DE LAS RAÍCES DEL
y la luz y/o un enlace entre formas abstractas y formas EJERCICIO MODERNO DEL PODER. QUI-
figurativas elaboradas como una articulación entre tér-
minos awka. Awka, según Ludovico Bertonio en su Vo- ZÁ POR ESTO, LA SEDUCCIÓN COLONIAL
cabulario de la lengua aimara: “Enemigo. Todas aquellas TUVO TAMBIÉN SU ROSTRO, DIGAMOS,
cosas que no pueden estar juntas” (1612: 523). “UTÓPICO”. LAS MISIONES JESUÍTICAS
12 El mito de la conquista relatado por Martín de Murúa
derivado de un khipukamayoq (lector de khipu), que se
inicia con la enfermedad del inca ante la profecía y cul- 13 Dice Bernabé Cobo en su crónica de 1653: “Estiman
mina con la seducción de las culebras en un manantial en mucho estas pepitas los indios, afirmando valer contra
denominado Mana Wañunka –no morirá–. “...ellos no tu- el mal de corazón y melancolías, tomando de sus polvos
vieron letras ni las conocieron, ni historia mas de sus qui- en vino y agua de azahar… Demás de esto dicen que traí-
pos que son cordeles donde con nudos asientan y ponen da una sarta de ellas al cuello que caiga sobre el pecho,
memoria todas las cosas que quieren de los qua/es cons- aprovechan contra las tristezas de corazón, y que confor-
ta lo que digo y dire en todo el discurso de esta historia” tan la vista y el cerebro” (2000: s.p.).
(Murúa, 1610: 28). Historia general del Perú. Escrita entre 14 Una de las definiciones que Ludovico Bertonio hace
1580 y 1610. de wayruru (1612: 866).
35
PRETENDIERON QUE EL INDIO SE ENA- de la conquista? ¿Por qué el homenaje visual de los
MORARA DEL PARAÍSO PARA QUE DEJARA jesuitas a su propia obra de misioneros se detiene en
DE SER INDIO, PARA QUE FUERA ÁNGEL. estos ángeles tan terrestres y no se atreve a asaltar
PARA QUE ESA TRÁGICA MATERIALIDAD el cielo?
DE LA CONQUISTA TRINE COMO MÚSICA Es que los diez ángeles de Calamarca ya no
BARROCA, COMO PÁJAROS PARLANTES. son guerreros misioneros; posan únicamente con
PORQUE SI LOS INDIOS SE ANGELIZABAN, la nostalgia de las armas convertidas en un adorno
LAS MUJERES QUEDABAN INVISIBILIZA- más de la moda evangelizadora victoriosa, exhi-
DAS. SE TRATABA, CLARO, DE MATAR DOS biéndose en la pasarela de la historia. Gabriel Dei
PÁJAROS DE UN TIRO. es el ángel abanderado de la compañía de arcabu-
ceros evangelizadores de Calamarca. Pero su ban-
Los seres alados fueron desde siempre dera no es la de los jesuitas ni la del Vaticano, sino
habitantes de los imaginarios civilizatorios. Cómo la wiphala. Barroco mestizo, claro. Legitimación de
no desear ser anfibios de aire y tierra. Cómo no la conquista a través del traje de ceremonia militar,
delirar con ser nómadas de la vida. Cómo no eroti- también. Ángeles que denuncian en el derrotado la
zarse con la bisexualidad andrógina de los ángeles celebración de la victoria, obligándolo a contem-
barrocos. Pero eso requeriría mirar la compañía plar su sumisión en el nombre de Dios, finalmente.
de ángeles arcabuceros de Calamarca desde una Pero no. Estos no son ángeles guerreros tomando
perspectiva global de la cultura, cuando ese dis- al cielo por asalto. Estos son militares imberbes
curso fundacional del travestismo local denunciaba vestidos de encaje, andróginos de soldado y don-
las astucias de la colonización, contrastando ese cel(la) exhibicionistas. ¿O conquistadores travestis,
ambiguo vuelo de mariposas con la humillación o guerreros afeminados?
terrena de nuestras más delirantes aspiraciones. ¿O En estas obras maestras de la ambigüedad,
será mirar demasiado en unos angelitos disfrazados la narración del Evangelio es un alarde de para-
con el atuendo militar de la guardia real española dojas entre la conquista terrenal y la colonización
que existió durante el reinado de Carlos II, varian- espiritual: ángeles arcabuceros los jesuitas. Quién lo
te acomplejada, a su vez, de los trajes de las tropas hubiera creído: sentir el Evangelio como el cuenti-
francesas? to del guerrero travestido en sacerdote mensajero
Siglos después de su vigencia y aún trope- alado modelo de pasarela que, como en el princi-
zando con disposiciones teológicas encubiertas por pio era el verbo y el verbo era Dios, el verbo debía
los escritos apócrifos de Enoc o anacrónicamente penetrar elegantemente con la sangre de la cruz y
recuperando la obra de Dionisio Areopagita, los de la espada.
jesuitas –orden militar al fin y al cabo– batallan la La colonización, entonces, no acababa de
sustitución de la idolatría indígena por la idolatría ser sin pecado concebida en la entraña jesuita; la
cristiana. El Maestro de Calamarca legitima esa es- idolatría indígena no terminaba de ser expurgada
trategia pintando, en 1684, una compañía de án- ni siquiera en esa celebración que son los ángeles;
geles arcabuceros que celebra la conquista de los la idolatría cristiana no culminaba en la certeza
territorios también espirituales; después de todo, los porque vacilaba, todavía, ante el horror de la
ángeles tuvieron la misión de guardaespaldas del extirpación definitiva. De aquí la ambivalencia: la
cielo cristiano para preservarlo de la presencia de extirpación de las idolatrías podía convertirse en
la religiosidad andina. Pero, muy pronto, los indí- extirpación de la religiosidad y, por consiguiente,
genas vestidos de ángeles, durante una insurrección en exilio definitivo de los reinos del cielo y de la
fallida en 1750, se levantan contra los españoles. Y tierra; por otra parte, no podía correrse el riesgo
Tupaj Amaru, pocos años después y encubierto por de la contaminación panteísta en una doctrina tan
la cofradía de servidores del arcángel Miguel, arma abstracta como la cristiana. En la ambigüedad de
su rebelión. ¿Cómo ha sido posible que la celebra- las órdenes misioneras, precisamente ahí, radica la
ción de la colonización sea, al mismo tiempo, el es- ambigüedad de los ángeles.
tablecimiento de su ambigüedad ante la violencia Ellos, los indios, los radicalmente otros,
36
debían ser redimidos, sí, pero sobre todo de ellos fica corresponde al siglo XVII. Ese siglo de la coloni-
mismos. Para que ya no sean tan definitivamente zación fue la escritura que estableció definitivamen-
otros, tan enteramente ajenos, tan abrumadora- te la victoria de la fascinación, el gesto culminante
mente extraños. Al fin y al cabo, no eran asuntos del primer tratado de libre comercio. Un comercio
del cielo, sino sujetos que debían ser sujetados en la de almas que embalaba un comercio de plata. Una
tierra. Los ángeles católicos son mensajeros entre colonización que no se atrevió a renunciar a la am-
Dios y los humanos, mensajeros de la dominación bigüedad de su discurso religioso para no tener que
y la protección divinas. Era sencillo, entonces, que comprometerse con el fundamentalismo de sus dog-
el culto indígena a la naturaleza facilitara la tras- mas de fe ni enfrentarse a los requerimientos del es-
posición de los nombres y funciones de los ángeles: tómago europeo. Optaron, entonces, por declararse
príncipe de la rueda del sol, de la rueda de la luna, guerreros afeminados y conquistadores travestis. Así
del rayo, de la lluvia. Espectáculo para los indios y no parecían amenaza para los indios ni competen-
vigilancia para los colonizadores. Así nos civiliza- cia para los virreyes.
ban. El renacentista templo de Calamarca fue
Pero el debate sobre el sexo de los ángeles declarado monumento nacional en 1943. Solo tres
no es un debate cualquiera que pueda resolverse siglos y medio después pudimos reconocer que los
con pan y circo. En uno de sus sentidos, metoni- afanes civilizatorios de la colonización espiritual ve-
miza la disputa sobre la humanidad de los radical- nían enmascarados con un rostro angelical. Pobres
mente otros y, por consiguiente, la legitimidad de de nosotros. Indios vestidos de mariposas. Y como
la evangelización que debiera estar orientada a la ellas, con una vida sospechosamente voladora de
salvación. ¿Pero acaso los radicalmente otros son 24 horas. Pero el resto del tiempo, gusanos ficciona-
merecedores de la redención de la carne por el es- les preparándonos para el vuelo. Algún día llegará.
píritu? No sabemos si los levantamientos indígenas Pero entonces nos levantaremos un monumento a
pretendían, entre sus reivindicaciones, la redención nuestro icárico fracaso; al son del Taqi Onqoy bai-
de la carne, aunque el Taqi Onqoy nos lo haga laremos en las tierras del cielo.
deliciosamente sospechar; sí sabemos, en cambio,
que la extirpación de idolatrías intentaba depu-
rar al indio de su alteridad para, quizá entonces, EL CANTO DE LA
redimirlo.
La ambigüedad de la colonización, por SIRENA
consiguiente, se concentra en estos angelicales mi-
sioneros andróginos. Debían redimirnos de nues- COMPRENDER LA COLONIALIDAD. SIN
tra otredad para mayor gloria de Dios. Pero era ESTA MIRADA AL MONSTRUO DEL QUE ES-
prudente hacerlo con la cautela del adorno y la su- TAMOS SIEMPRE EMBARAZADOS Y PARI-
tileza del encaje: así, el día del Juicio Final, que es MOS CADA DÍA, NADA SE RAZONA Y NADA
el día de la igualdad, ellos podían presentarse bien SE SIENTE. SIN ESTA MIRADA, LA COLO-
vestidos y sentarse a la diestra del Padre, mientras NIALIDAD SERÍA APENAS UNA CONDICIÓN
nosotros, indios al fin y al cabo, acostumbrados a POLÍTICA O MILITAR, O ECONÓMICA. LOS
contemplarlos, solo podríamos hacerlo a su lu- COLONIZADOS, EN CAMBIO, SON CAPACES
ciferina siniestra. Más aún, ellos, los andróginos DE MIRAR AL COLONIZADOR DESDE LA
autosuficientes, primera camada de autogestiona- NEGACIÓN DE SU ‘DESTINO’. HAN APREN-
rios sexuales del espíritu, podrían reproducirse sin DIDO A CUESTIONAR LA HEGEMONÍA Y,
necesidad de mezclarse con la oscura piel desnuda POR TANTO, A DUDAR DE LA INEVITABI-
de los otros. LIDAD DE SU SUMISIÓN. HAN OBLIGADO
Los soportes de todos los cuadros de la igle- A QUE LA COLONIALIDAD HAGA USO DE
sia de Calamarca son telas reutilizadas que primero LA FUERZA Y, POR TANTO, CANCELE SU
constituyeron lienzos de embalajes de productos del PROPIO ENAMORAMIENTO PERVERSO.
comercio internacional. La caligrafía que los identi- HAN NEGADO AL PARAÍSO COMO CONS-
37
TITUCIÓN DE LA COLONIALIDAD Y, POR Nada tiene de extraño, entonces, que el virrey Tole-
TANTO, HAN RECUPERADO LOS VALORES do, en 1572, determinara que
UTÓPICOS DE LA ANCESTRALIDAD.
LA VIVENCIA NARRADA EN LOS TEJIDOS por cuanto dichos naturales también ado-
JALKA, ESOS TEJIDOS ELABORADOS DU- ran algún género de aves y animales y para
RANTE LOS PRIMEROS AÑOS DESPUÉS el dicho efecto los tejen en los frontales y
DE LA CONQUISTA, SON LA PRUEBA DE doseles de los altares... ordeno y mando que
UN TRABAJO POR COMPRENDER LA EX- los que hallareis los hagais raer y quitar y
PERIENCIA DEL CAOS COLONIAL. UNA prohibireis que tampoco los tejan en la ropa
VIOLACIÓN QUE TE EMBARAZA, UN que visten. (Gisbert, 1987: cap. 4).
MONSTRUO QUE NO PUEDES ABORTAR,
UN CHINGADO QUE NO PUEDES ODIAR. Aun si al mismo tiempo necesitaban recaudar im-
TEJIDOS HIJOS DE LA MALINCHE QUE IN- puestos, paradójicamente preservando la distribu-
VIERTEN LA SEDUCCIÓN COLONIAL: SON ción territorial representada en los diseños de la
SIRENAS QUE LE CANTAN A LA MODERNI- ropa indígena. De esta tensión de prohibiciones y
DAD PARA QUE PIERDA SU RUMBO. AUN- necesidades del dominador, peleando con una hon-
QUE, POR OTRA PARTE, NO SON NADA MÁS da memoria de identidades tejidas, surge el estilo
QUE ESO: NEGAR QUE LA CONDICIÓN CO- jalka. O no, o lo hizo en el siglo XX, urgido por la
LONIAL SEA EL INEVITABLE DESTINO DEL nueva colonia, por la postmodernidad nacional y su
MUNDO INDÍGENA NUNCA PODRÍA SER importación de dragones chinos. Casi no importa
SUFICIENTE. cuándo; importa sobre todo para qué.
Existe una tradición según la cual cuando
Aquellos que asumen estar privados de de- las mujeres jalka llegan a la edad de hacerse tejedo-
seo no pueden sino desear monstruosamente. En sus ras deben ir a cierta cueva a pasar la noche donde
obras, por tanto, no hay figuras entre las que está a hacen el amor con el amo del caos. Del parto de esa
punto de suceder algo, sino el caos que cuenta un unión nacen esos animales indómitos. No parece
cierto relato de lo definitivamente inaccesible pero, posible asimilar estos seres al mundo quechua ni al
al mismo tiempo, imprescindible. Porque el tejido aymara; mundos ordenados, al fin y al cabo. ¿Será
jalka es un inventario de lo monstruoso como epi- necesario remontarse a culturas tan antiguas como
fanía: la profecía de una memoria comunitaria. Si Tiahuanacu o Chavín para encontrar esa trasposi-
la modernidad, ese lenguaje de la apropiación que ción de partes que recomponen los seres y que de
niega lo absurdo, debe narrar su epopeya de conti- la combinación de cóndor, puma y reptil producen
nuidades, lo indio, ese lenguaje radicalmente ajeno esos animales mitológicos? ¿Serán reminiscencias
que se duele de su memoria de tragedias sociales, de aquella que se llama a sí misma etnia chullpa,
se teje para dejar paso a las eróticas represiones del los chipaya, aquellos que nacieron de la sombra del
caos libertario. Así, los deseos monstruosos no son mundo cuando no había Sol? ¿Serán las representa-
limitados por este mundo, se deslizan en cantos de ciones intolerables de los siempre derrotados que se
sirena para seducir al orden moderno. vengan de su historia tejiéndola como ficción? ¿Se-
Uno de los cronistas cuenta que: rán derivaciones asombradas de los dragones chi-
nos en las cajas de té importadas por la revolución
el criador formó de barro en Tiaguanacu nacional y moderna? Sea la primera ola colonial o
las naciones todas que hay en esta tierra; la segunda, la fuente de los motivos es secundaria.
y que unos salieron de los suelos, otros de Los tejidos jalka revelan la represión de las mujeres
los cerros, otros de fuentes... a los cuales co- que aman al demonio colonial, denunciada en esas
menzaron a venerar, cada provincia el suyo huellas tejidas que diseñan el éxodo del cautiverio
como guacas principales y así cada nación amoroso a la seducción de la modernidad.
vestía con el traje que a su guaca pintaba. Las representaciones visuales de cualquier
guerra muestran momentos de agonía, discontinuos
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con respecto a todos los demás, a fin de provocar
un máximo de inquietud en la memoria para que LAS DIOSAS
no se amodorre en la comodidad de la resignación.
Esta discontinuidad formal revela una inadecuación HUBO UNA MUJER QUE DEVINO DIOSA.
moral. Distorsiona la apariencia ordenadora de la CINCO SIGLOS DESPUÉS DE SER MADRE
colonización restituyendo, en esa distorsión, la na- DE JESÚS DE NAZARET EL CONCILIO DE
rración del caos que impone. Los diseños en los teji- ÉFESO LA PROCLAMÓ MADRE DE DIOS.
dos, por eso, no son solo una mímesis del testigo de ALGO QUE LOS PRIMEROS CRISTIANOS
la condición colonial, sino una verdadera huella de YA SENTÍAN –COMO LO PRUEBA ESA ORA-
este. El testigo es tan importante como el testimonio: CIÓN DEL SIGLO III: BAJO TU AMPARO NOS
por eso esta precisión es existencial, la experiencia ACOGEMOS, SANTA MADRE DE DIOS, NO DES-
del testigo individual concuerda con la experiencia ECHES LAS SÚPLICAS QUE TE DIRIGIMOS EN
de la comunidad. Vengarse de su historia, entonces, NUESTRAS NECESIDADES; ANTES BIEN, LÍBRA-
es cantarla con cantos de sirena, con aquel deseo NOS SIEMPRE DE TODO PELIGRO, OH VIRGEN
monstruoso de encarcelar al carcelero. Con aquel GLORIOSA Y BENDITA– O, VISTO CON ALGO
deseo desnudo de cuerpo entero que seduce al or- DE CINISMO, QUE NECESITABAN COM-
den impuesto para perderlo en el caos. Porque aun PENSAR ANTE LA PRESENCIA EQUITATI-
si en el principio el caos colonial era una tragedia, VA DE FIGURAS FEMENINAS EN TODAS
hoy los cuerpos desnudos lo desean libertario. LAS RELIGIONES POLITEÍSTAS PREVIAS
Solo aquellos que son capaces de narrar la Y CONTEMPORÁNEAS A LA CRISTIANA.
ficción de sí mismos pueden hacernos comprender, HUBO, EN CAMBIO, UNA DIOSA QUE FUE
no el tiempo histórico de la memoria derrotada, DESDE SIEMPRE MATERIA FEMENINA: LA
sino el tiempo ficticio que profetiza la lucha. No el TIERRA, LA NATURALEZA, LA FECUNDI-
tiempo original de la colonización, sino el tiempo DAD, LA FERTILIDAD. LA COMUNIÓN CON
narrado de los deseos rebeldes. Y como el espectá- ELLA SE REALIZABA CON ACCIONES, NO
culo diseñado por su relato crea un presente peren- CON ORACIONES. LAS ACCIONES ESTA-
ne, la memoria adolorida deja de ser inevitable. Con BLECEN UN VÍNCULO DE RECIPROCIDAD;
la transgresión de esa memoria trágica se desnudan, LAS ORACIONES, EN CAMBIO, UNA JERAR-
asimismo, las continuidades modernas del significa- QUÍA DE SOMETIMIENTO. ESTE ENSAYO
do y el juicio. Al contrario de la frialdad histórica NARRA EL ENAMORAMIENTO DE LAS DOS
que ordena el tiempo de la condición colonial como DIOSAS.
imposición de la modernidad; en estos tejidos caóti-
cos vivimos apasionadamente la profecía del retor- En 1720, por encargo de un cacique indí-
no comunal. gena, un pintor todavía anónimo entrega un cua-
La condición colonial es tejida existencial- dro –del que existen dos versiones mayores y varias
mente como movimiento desde un cautiverio hacia menores– en el que reúne, en una misma imagen,
una liberación. Aun si esa liberación pretende solo a la Pachamama y a la Virgen María. Un ejemplo
tramar al caos, el tejido se revela como la trasgresión notable de ese componente sustantivo de las aristo-
del deseo. El deseo moderno es una prohibición, cracias de todos los tiempos que fue su capacidad de
prohibición de ir más allá de un límite en el goce. entender el lugar que ocupan los símbolos del poder
Por eso, este otro goce, el monstruoso, es en la racionalidad de los gobiernos y en el corazón
una trasgresión del deseo: metaforiza el nombre de los pueblos. En una aristocracia derrotada esa ca-
impronunciable de la libertad ausente, cantándole pacidad debía convertirse en virtud, solo así podrían
para que se exilie de su límite colonial. Ella, la con- conservar sus privilegios y diseñar el camino de su
dición colonial seducida en un tejido: sirena que le emancipación.
canta a la modernidad para que pierda su rumbo. Para los cristianos de los siglos XVI y XVII,
obsesionados por la existencia del diablo, los cultos
indígenas no podían ser sino una señal de la influen-
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cia de Satanás. De ahí que la extirpación de las ido- tras el Occidente la peleaba con armas cristianas,
latrías deseara culminar en la erradicación de la re- los indios la peleaban con armas panteístas.
ligiosidad andina. Pero mientras el pueblo indígena Así se entiende el interés de ese cacique por
hacía de sus invocaciones –no de sus oraciones– una entrelazar a la Virgen María con la Pachamama.
cultura clandestina ligada al mundo interior de la Porque si su sometimiento y su conveniencia radi-
tierra, la aristocracia indígena negociaba la presen- caban en la Virgen, su lealtad estaba umbilicada a
cia de entidades femeninas que, para los extirpado- la Pachamama. En esos cuadros, ciertamente, Dios
res, podrían ser menos subversivas mientras fuesen Padre, Dios Hijo y el Espíritu Santo están en la mi-
visibles en el mundo de arriba. El orden colonial, tad superior; el papa y el rey en la mitad inferior. La
así, tenía asegurada su visibilidad. La resistencia Virgen pachamamizada está en el centro: coronada
indígena, así, se refugiaba en la oscuridad. Aunque por las fuerzas espirituales y adorada por las fuerzas
ambos se reunían en el claroscuro vespertino. materiales. Y, casi irrelevantes, el cacique y el pintor
Las iglesias de los pueblos están llenas de están, pequeños, en el cerro mismo. Esos cuadros
Vírgenes y ángeles y de un par de santos. Las mon- nos permiten comprender la estrategia de los ven-
tañas cercanas a los pueblos están llenas de wakas. cidos y la condescendencia de los vencedores. Pero
Las iglesias aseguraban a la Iglesia la visibilidad be- hay algo, en la materialidad visual de esos mismos
névola de su poder; las wakas, sobre todo aquellas cuadros, que permanece invisible. Ese algo se llama
que eran representación de la Pachamama, asegu- sajra.
raban al pueblo indio la protección y el sustento. De Las sociedades estatales andinas, como to-
ahí la rápida identificación de la Virgen María con dos los Estados, debían distinguirse de las socieda-
la Pachamama: la conquista masculina era depre- des sin Estado, de los bárbaros, de las sociedades sin
dadora, la colonización femenina era fecundadora. preceptos imperativos. Pero a diferencia de cristia-
Claro que fecundaba el poder colonial, aunque lo nos, islamistas o hinduistas, la religiosidad andina
hacía por la vía de la protección, no de la extirpa- gozaba de la ambigüedad porque la fertilidad pro-
ción. viene del mundo de abajo, de aquellas fuerzas que
¿Pero la mina? Era parte del mundo de arri- conservan su barbarie. Era necesario preservar la
ba porque aseguraba el poder colonial; era parte del comunicación con la humanidad de la edad de las
mundo de abajo porque protegía la religiosidad y tinieblas, con los ancestros, con las tierras no culti-
la autonomía de la resistencia indígena; pero era, vadas, con las fuerzas interiores de las minas. Por
además, un puente. Era ese extraño vínculo de pri- eso la Pachamama era ambigua, era waka sagra-
vilegios entre españoles y aristócratas indígenas; da y simultáneamente sajra maligna; podía proveer
ese extraño vínculo de entraña entre aristocracia y y también podía castigar. ¿Acaso una inundación,
pueblo indio; esa extraña esquizofrenia simbólica. una sequía, una plaga, no son naturales? De ahí que
A la mina llegaban anualmente cuotas obligadas de la religiosidad andina exigiera un trato humilde con
indígenas plebeyos, encargados a los caciques para las fuerzas sajra y con el costado sajra de la Pacha-
extraer la plata y entregarla a los españoles; varios mama; ella nos fecunda, pero requiere reciprocidad,
siglos de mita concluyeron, dicen los historiadores, ella nos provee, pero demanda humildad.
en el genocidio de seis millones de indígenas mi- En la mina gobierna el supay, la fuerza de
neros. Esos mismos indígenas plebeyos retornaban las profundidades de la Pachamama interior. A él
anualmente a sus comunidades para sembrar la tie- hay que rendirle pleitesía y pagarle un permanente
rra y entregar a sus caciques una buena parte de la tributo de sangre –preferentemente con llamas em-
cosecha. Lo único que ganaban esos indios mine- barazadas. Pero cuando el mineral sale del interior
ros era mínimos de autonomía, era la división del de la tierra, hay que reconocer la benevolencia de la
territorio en tierra de indios y tierra de españoles, Pachamama del mundo de arriba y también rendir-
era la siempre precaria conservación de su mundo le pleitesía y también pagarle un tributo. No de san-
simbólico. Perdida la batalla militar, perdida la ba- gre guerrera y masculina, sino de humildad agrícola
talla económica, perdida la batalla política, solo la y femenina. Un rito festivo agradeciendo la cosecha
batalla simbólica era territorio compartido. Mien- y alimentándola puede ser suficiente. Para los indios
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plebeyos y rebeldes, claro, no para la aristocracia materialidad simbólica del poder colonial. Es una
ni para el ojo atento de los españoles. Por eso fue prueba de aquella historia construida por la primera
necesaria la conjunción de Pachamama con Virgen experiencia colonial de la humanidad.
María: el costado benévolo de una fuerza sagrada
obtenía, así, una imagen visible, reuniendo en un
cuadro y en las muchas esculturas plantadas en las
entradas a la mina todas las condiciones de sosteni-
bilidad de la condición colonial. Los indios plebeyos SALIDA
dialogaban con una Pachamama waka y sajra preser-
vando su capital simbólico, aunque eran mano de La sequía es algo que se va ahondando,
obra gratuita; los españoles estaban satisfechos con que va dejando heridas, que va esterilizando el
la plata y su patriarcal Dios Padre; los aristócratas amor de la tierra. La tierra resiste, se hunde dentro
mediadores conservaban sus privilegios reuniendo de sí misma, se alimenta de sus más íntimas aguas.
a las divinidades femeninas. Pacientemente, los ca- La sequía se expande, penetra, lastima. La tierra se
ciques aseguraban la fertilidad de la tierra y la fe- raja, se rompe, se quiebra, se duele.
cundidad del ganado para los indios, plata para el La sequía tiene una larga paciencia. La
imperio y fe para los jerarcas de la Iglesia, y, claro, tierra tiene, para preservarse, una más larga ter-
preservación de sus privilegios mediadores. Toda la nura. ¿Qué puede suceder, sin embargo, cuando
paciencia de una larga historia colonial condensada la sequía cae como una peste de la razón que se
en un cuadro de la tierra que logró convertir a dos protege, o como esa vieja plaga de las cobardías
diosas en una. ante el amor? ¿Cómo puede cuidarse el corazón
Este cuadro es otra prueba más de que la de la tierra si no tiene tiempo para acopiar todas
dogmática religión cristiana supo someterse a las las aguas de sus rincones y todas las sangres de sus
conveniencias del poder. Es otra prueba de que la refugios?
resistencia indígena fue tempranamente seducida La tierra convertida en desierto es el último
por la colonia por medio de sus propios aristócra- refugio del agua. El desierto solo necesita de sí
tas. Y es la demostración de que religiosidades tan mismo al haber convertido la necesidad del agua
antagónicas pueden dialogar si lo hacen desde una en la virtud de su carencia. El agua amada por el
perspectiva fecundante, es decir, desde una perspec- desierto no necesita sino gozar de su libertad. Aun-
tiva femenina. Pero, sobre todo, es una obra de las que su última gota sabe que su hogar es el desierto,
artes, no de los poderes religiosos ni políticos ni eco- porque es el único que la esperará hasta el final de
nómicos, sino de las artes, la que sienta la base de la los días.
historia andina. Mientras bailo en las tierras del cielo y le
El Dios cristiano impuesto para extirpar los canto a la modernidad para devolverla a sus uto-
ritos indígenas dedicados al Cerro Rico de Potosí pías de igualdad, libertad, fraternidad, búsqueda
se somete a dos diosas. Una de ellas cede el dogma de la felicidad, esa india que era mi abuela vas-
de su virginidad para asociarlo a la fecundidad de ca-aymara-quechua se metamorfoseaba sin fin para
la mina; la otra margina su costado sajra para fer- enseñarme el camino de retorno a la casa de todos.
tilizar de plata a la colonia. Porque aun si las dos No sabes, abuela amada, cuánto necesito tu cariño
diosas pueden explicarse como parte de una táctica de desierto. Te bastaba una gota de mirada para
indígena de resistencia que no halló otra forma de reverdecer toda entera; era suficiente un abrazo de
hacer respetar su panteón sino asimilándolo al cris- agua para que entregues sueños tranquilos por las
tiano y como parte de una estrategia española de noches de las noches. Tú has sido ese desierto que
extirpación de politeísmos, panteísmos y sumisión cobijaba a mis tristezas de la sequía; tú has sido esa
a un dios patriarcal, la virgen Pachamama es un ar- arena en la que me acurrucaba ante las tormentas
gumento catequizador y una herramienta política. de los buitres.
Este cuadro es otra prueba más de que la No sabes cuánto necesito que me enseñes
abstracta religión cristiana supo someterse a la tus caminos de desierto para que, desde hoy, sepa
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proteger mi corazón de tierra de las pestes de
la razón que solo se mira en el espejo. No sabes
cuánto necesito que me muestres los nidos de tu
arena para acurrucarme ante las embestidas de mis
propias cobardías. No sabes cuánto necesito que
me ames hoy.
Pero sé que no vas a venir y me deshago.
Sé que no me vas a abrazar y me destrozo. Que no
me vas a besar y me caigo como las hojas otoñales
de todos los árboles del mundo. Por eso me levanto
del polvo en que tu muerte me ha convertido y te
busco aunque esté seco, árido, estéril, para en-
contrarte como mi última gota de agua, para que
mañana en la batalla tu memoria me resguarde.
Para que pueda seguir amando no solo como he
amado hace tanto tiempo, viviendo la luz como la
vive el ciego de nacimiento, sino para que ame con
la luz de tus ojos.
Tú te resignaste al amor del desierto por
la lluvia; una gota te hacía feliz. Yo no me resigno;
soy un beduino que solo puede navegar en todas
las aguas de todas las lluvias, un marinero que
se juega por el agua, no por el desierto. Por eso
mismo hoy te necesito más que nunca. Mis mares
y mis lluvias se han secado. Solo me queda apren-
der tus caminos de desierto para darle refugio a mi
última gota de agua.
Voy a volver a la casa. La casa de la ficción.
Nuestra casa libertaria. Nuestra casa de ficciones.
Nuestros cuerpos iluminados de soles musicales,
oscurecidos de lunas de poesía, mojados de lluvias
de tejidos, cobijados de fríos pintados, respirados de
aires de bailes. La piel. Nuestra sangre. Nuestra casa
de poemas ávidos y tejidos suaves.
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La mirada
chola
Los colonos llevaban consigo ideas sólidas sobre los indígenas, ideas
intensamente ambivalentes, en las que estos eran vistos a la vez como
superhombres y como infrahumanos, como dioses y demonios, como
hombres sabios y como borrachos, perezosos y buenos para nada. Esta
ambivalencia permitió llegar hasta la ferocidad genocida y, a la vez,
estimuló el poder de los chamanes para curar a los mismos colonos.
MiChael taussig
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la misma existencia de un “nosotros” opuesto. Por
ENTRADA ello, el reto de la mediación no está referido solo
al ámbito cultural diferenciado, sino a la creación
Lo popular andino, lo cholo, aquel sujeto de espacios institucionales donde los múltiples otros
que puede ser moderno sin dejar de ser indio, no puedan debatir hasta generar las condiciones para
tendría que definirse por una serie de rasgos inter- alcanzar la igualdad de condiciones para construir
nos esenciales o por un repertorio de contenidos un mundo nuevo.
tradicionales, sino por una posición: la que cons- Mientras lo popular andino es una posición
truye –cuando lo hace desde su ancestral memoria que resiste la hegemonía simbólica, lo nacional es
comunal– frente a lo hegemónico. Esa posición, esa una de las políticas representacionales posibles para
extraordinaria mirada chola sobre cualquier objeto, la reconstitución de un sentido postcolonial. La na-
busca reencantar aquello que la densidad cotidiana ción se convierte ahora en el espacio de repatriación
oscurece. de la diferencia al mismo tiempo que en el lugar
Que no podamos escapar a la indigencia de traducción ante la uniformización de efectos de
simbólica o que no podamos subvertir las opresio- la globalización. Por esto, la nación contemporánea
nes culturales, no nos impide conocerlas, porque no es la modernidad, aquella que nos uniformaba a
en su revelación se evidencia la fijación del destino todos haciéndonos mestizos que celebraban su com-
colectivo. Y aunque el colonizado no pueda cons- plejo colonial; ahora la nación es el lugar que revela
truir una mirada inédita de su propia imagen en ese nuestra condición subalterna, nuestra condición co-
umbral donde habitan tanto la iluminación como lonial y nuestra condición patriarcal. Pero, al mismo
la extinción, en ese corazón de las tinieblas, eso no tiempo y con la misma intensidad, la existencia que
lo inhabilita para representarse su condición, para revela nuestras diferencias.
encontrarse revelado en sus propios ojos.
Esa posición, además, no es fija ni es úni-
ca. Esa posición es la perspectiva de un sujeto que
fluye porque su objeto cambia. Ese objeto es la fu-
PO/ÉTICA CHOLA
sión de capital, democracia y patriarcado, ese obje- Las danzas cholas son una prueba de cómo
to llamado modernidad. Cambia de lugar, de for- las poblaciones subalternas pueden incorporar con-
ma, de volumen, de actitud, de pasado, de futuro. ceptos dominantes para que su voz sea entendida
Y el sujeto se mueve, no como reacción, claro, sino y escuchada. Aunque también es una demostración
como adecuación y adaptación, y otras veces como de cómo la colonización supo ser simbólicamente
innovación. Porque el sujeto intercultural es así. Es flexible para desarrollarse con la complicidad de los
aquel que imagina un nuevo mundo. Un mundo, colonizados. Mientras algunas fuerzas simbólicas
por ejemplo, en el que haya una renta básica univer- explicaban el proceso colonial como expoliación y
sal suficiente para una vida digna. Porque el mundo genocidio (el pishtaco andino que mitifica la diversi-
cholo se desea así, inconcebiblemente igualitario, dad de seres sobrenaturales blancos que deambulan
aunque preserve la diferencia de sus identidades y por las comunidades para robar a los indígenas su
de sus memorias. fuerza vital o introducir en sus cuerpos individuales
La concepción de la existencia de un “otro” y sociales sustancias patógenas), la católica Virgen
cultural es tan antigua como el nacimiento de la an- Pachamama cuenta cómo su historia fue una res-
tropología. Sin embargo, la manera en que la aca- puesta –no solo una denuncia– a la violencia colo-
demia ha abordado este tema ha variado a través nial.
del tiempo. El otro no es más el indígena aislado Por esto el mundo cholo es fundamental-
y subordinado a una cultura occidental dominante, mente una presencia cultural: aquel imaginario
el otro, o mejor dicho, los otros son representados social que ha demostrado el anacronismo de se-
por múltiples grupos sociales diferenciados por cul- guir ambicionándonos mestizos homogéneos, pero
tura, religión o nacionalidad, que en la actualidad también aquel que ha construido la legitimidad de
comparten espacios físicos o virtuales y relativizan la polivalencia simbólica y de la anfibiedad de las
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prácticas culturales, conocida ahora como intercul- la condición colonial misma en la ausencia de iden-
turalidad. Porque, claro, la importancia de lo cholo tidad autodeterminada?
deriva de su dedicación a la preservación del imagi- El concepto de interculturalidad es un ins-
nario nacional. Aunque habría que añadir, para que trumento de conocimiento, una guía para la acción,
no haya lugar a malos entendidos, la preservación el principio de un viaje cultural hacia un nuevo tipo
perversa del imaginario nacional. de identidad y la condición estética de la ética co-
La colonización no se combate con guerra; lectiva de la diferencia. Sobre todo porque la inter-
así se la reproduce. La colonización no se trascien- culturalidad no es una protesta ante la condición
de con resistencia; así se la disimula. La coloniza- colonial, sino, fundamentalmente, una respuesta a
ción no se ignora con religión; así se la perpetúa. esa misma condición. Una propuesta para fundar
La colonización se conoce y se combate con políti- nuevas normas de convivencia.
ca. Pero se la trasciende con cultura, con las artes,
con aquellos sueños de los pueblos que construyen Interculturalidad epistemológica
su libertad. Porque todos queremos un mundo más Es inevitable vernos cada día. Pero no es
justo, claro, pero sobre todo queremos un mundo sencillo. Por una parte, el horizonte de visibilidad
más hermoso. social determina los límites de la mirada colectiva;
Los cholos pintados o bailados o narrados, por otra, nos exige trascenderla. Por eso, aun siendo
no son una identidad desarraigada; son una identi- conscientes de lo inalcanzable de las estrellas, pode-
dad carnavalera que planta su raíz viajera allí donde mos construir constelaciones para apoderarnos de
la pesca la conveniencia de la noche sin hacerse nin- su distancia. Así, al modo de la paradoja, diseñamos
gún problema. Duerme en un hotel intercontinental nuestros mapas de los sistemas de representación. Y
de cinco estrellas con la misma facilidad que encima entonces viajamos munidos de una brújula que nos
de un cuero de oveja en una choza; navega en in- remite a la tierra estable de nuestra memoria, pero
ternet con la misma naturalidad que reitera el rito que también nos da alas para lanzarnos al abismo.
de sus tradiciones orales; maneja el dinero plástico La interculturalidad epistemológica es el
con la misma convicción que las obligaciones de la mapa del conocimiento de nosotros mismos, de
reciprocidad; challa su cholet financiado a 25 años nuestros modos de representación. En ese mapa nos
plazo; requiere cirugía plástica como solicita mesas imaginamos, con ese mapa traducimos nuestra lo-
blancas y negras a los callawayas de Curva. El cho- calidad a la globalidad, incorporamos la globalidad
lo ha hecho de las máscaras de identidad el único a nuestra localidad. Pero es el mapa el que traduce,
rostro que conoce, el único rostro que ama, el rostro nuestro mapa, nuestro instrumento de conocimien-
anfibio de la interculturalidad. De esa interculturali- to. Porque este mapa no ordena, este mapa emocio-
dad que consiste, simultáneamente, en la capacidad na al territorio.
de traducir lo global a lo local y en la persistencia
de articular las identidades locales en torno a sus Interculturalidad política
propias autodeterminaciones. Cada mañana, al despertar, luchamos con(-
tra) las noches de la pasión. Cada noche, al dormir,
peleamos con(tra) los amaneceres de la razón. No
EPISTEMOLOGÍA podemos sino luchar: para explicar nuestra cadena
de argumentos, nuestro camino de consistencias, y
CHOLA para interpretar nuestra encrucijada de intuiciones,
nuestro sendero de locuras. Así, al modo de la pa-
En cualquier caso en que el despojo de la radoja, luchamos por el poder de la interpretación.
autodeterminación es condición de la vida cotidiana Una lucha de fuerzas de la cual fluye la regenera-
en una comunidad, ¿quién podría quedarse sentado ción de los sentidos sociales. Y entonces nos mira-
y documentar el desastre? ¿Es que acaso la condi- mos diferentes: a ratos contrarios, a ratos comple-
ción colonial en que vivimos no es precisamente la mentarios, a ratos antagónicos, a ratos solidarios.
condición del despojo de la identidad? ¿No consiste Pero siempre renovando los sentidos.
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La interculturalidad política es la lucha por mos guitarras desgarradas y percusiones apasiona-
el poder de la palabra, por el poder de dotarnos de das. Nos hundimos en el barro y nos celebramos en
sentido para combatir la sordera política o la pereza las gredas. Cada día, a plan de ficciones, nos libera-
social. Esas pestes de arrogancia monológica. Con mos del caos colonial. Así, al modo de la paradoja,
ese poder recreamos nuestro imaginario; con el po- trabajamos la po/ética de los imaginarios. Las ar-
der de nuestra palabra, paso a paso, nos movemos mas de las artes.
entre la noche y el día, conservamos la explicación La interculturalidad estética produce la di-
y potenciamos la interpretación de la comunidad ferencia como desarrollo sostenible de la metamor-
de sentidos que nos preña. Nuestra palabra, nues- fosis, porque la alteridad, como todo lo demás, ha
tra acción cotidiana, acción que trabaja con valores caído bajo la ley de la oferta y la demanda, se ha
comprometidos, no con operaciones neutrales. convertido en un producto escaso. Cada día ado-
cenan nuestras ficciones. Pero cada día ficcionaliza-
Interculturalidad existencial mos la costumbre. Porque la ficción es el pan nues-
La condición colonial. Cómo a ratos nos tro de cada día.
arranca aullidos de venganza. Cómo a momentos
nos postra en gestos de perdón. Cómo nos convier- Interculturalidad educativa
te en todo lo que odiamos. Cómo nos seduce hasta Es inevitable que la semilla de cualquier
desearnos otros, los otros que despreciamos. Cada proyecto de democracia radical y refundación na-
día, ante el espejo, del rictus a la sonrisa. Sí. La con- cional nazca de los sueños del pueblo. Por tanto,
dición colonial. Cómo nos hace invulnerables al la- hacemos de la educación nuestro patrimonio com-
mento; no andamos lloriqueando en cada esquina partido para que el enamoramiento entre Estado y
o acusando al empedrado; nos lamemos, silenciosos sociedad sea sentido común. Esa pasión nos dota-
y juntos, las heridas. Cómo nos hace invulnerables rá de autodeterminación para que todos forjemos
ante el hambre; no mendigamos cooperaciones ni nuestro propio destino colectivo.
payaseamos exportaciones; nos alimentamos, altivos La interculturalidad educativa nos constitu-
y solidarios, de la basura de los colonizadores y de ye como saberes que dialogan, como mundos que se
la memoria utópica de nuestros mitos. Así, al modo traducen, como visiones que debaten. Para que ten-
de la paradoja, construimos nuestra libertad desde gamos la certeza de que el poder que les heredamos
la entraña misma de la condición colonial. a nuestros hijos tiene límites éticos. Para que tenga-
La interculturalidad existencial nos dota de mos la confianza de que la palabra que les dejamos
la sensibilidad para conmovernos ante la experien- sea una fiel compañera en su camino de dudas y
cia de los hechos comunitarios y nos provee de las en su viaje con preguntas nuevas. Para que sepamos
armas para combatir la ceguera social ante la alteri- que la escuela es un lugar donde caminamos con
dad. Podemos, entonces, comprender la densidad y ellos, como una sombra amable en la que pueden
la relevancia de lo local, particular y variable. Nun- acurrucarse tibiamente. Porque así podremos reco-
ca más un rostro fijo, una huella dactilar que nos rrer la distancia que nos separa de lo mejor de no-
ancle a la costumbre colonial. Podemos diseñarnos sotros mismos.
una identidad que sea un carnaval de máscaras: un
rostro distinto para cada necesidad, una cara nueva Por consiguiente:
para cada oportunidad. la interculturalidad es un proyecto de re-
constitución de los sentidos sociales como reforma
Interculturalidad estética intelectual de la nación: condición de la soberanía
Tejemos los monstruos que nos acechan a nacional como ética de la igualdad a partir de la
cada paso y las alegrías más remotas. Pintamos los experiencia de redistribución constante del poder;
colores más amargos y las líneas más inverosímiles. la interculturalidad es un ejercicio de de-
Bailamos a pasos de cadena y a vuelos de pájaro. mocracia participativa a través de los consejos ciu-
Escribimos cien años de soledad y la oveja negra y dadanos: condición de la profundización de la de-
demás fábulas. Deliramos con Martín Fierro. Toca- mocracia como ética de la equidad a partir de la
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experiencia de la vida comunal; La mirada moderna fue, entonces, el terri-
la interculturalidad es un proyecto de poder torio simbólico fundacional de la plástica bolivia-
postcolonial por medio de la construcción perma- na que nos persigue hasta ahora amparada en esa
nente de una identidad social por inclusión tensio- ilusión que es la redención por la cultura. Por una
nada de las diferencias, ya no por exclusión de la parte, el barroco mestizo es una práctica pictórica,
diversidad, ya no por armonización del conflicto; que se somete a los medios, soportes y criterios de la
la interculturalidad es una estetización de occidentalización estética. Por otra, es un concepto
la ética colectiva, porque intensifica la preservación que permitió mostrarnos participando de los mis-
cultural de la tensión entre las diferencias. mos códigos simbólicos de la modernidad, de modo
La interculturalidad es, por tanto, el desa- que la incorporación de elementos que no pertene-
rrollo sostenible de la diferencia. cían a esa modernidad a la que nos sometíamos no
resultasen intraducibles.
Además, así como desde el siglo XIX y has-
CIERRE: ESOS TUS ta después de mediados del XX, la literatura tuvo
demasiado que ver con la formación de los Estados
OJITOS nacionales; con las vanguardias y la postmoderni-
dad, la plástica tuvo demasiado que ver con la for-
En nuestro país hemos producido un sólo mación de los imaginarios urbanos modernos. Las
concepto con poder explicativo relativo a las artes élites artísticas nos enseñaron lo que debíamos mi-
plásticas15. Ese solitario concepto, el barroco mes- rar y lo que podíamos imaginar. La importancia de
tizo, es una prueba más de que nuestra autonomía nuestras maneras de representarnos, ese modo de
intelectual está lejos de haberse alcanzado cuando construir colectivamente nuestro capital simbólico,
se trata de construir instrumentos para entender es, por consiguiente, de gran importancia cuando
nuestra producción de sentidos. Por otra parte, sin se trata de comprender los horizontes de visibilidad
embargo, es el único que ha hecho posible que las social dentro de los cuales convivimos en esta urba-
miradas de la crítica y la historiografía del arte en nización dislocada.
Bolivia no sean copias fotostáticas de los criterios de Y la paradoja es que gran parte de nuestra
la crítica internacional de arte. producción plástica contemporánea sigue atrapada
El barroco mestizo nos permite compren- en ese delirio aunque ahora proponga miradas que
der cómo una sola política de representación ha deconstruyen los mitos modernos. La experiencia
condicionado gran parte de nuestra producción de esta fragmentación de miradas sobre la imagen
plástica. Desde el anónimo “Virgen del Cerro” de moderna genera poéticas individuales y ahí encon-
1730, pasando por ese autoretrato que es el “Cristo tramos, entonces, la que podríamos llamar pintura
indio” (1939) de Guzmán de Rojas, y hasta “Saja- tradicional boliviana, aquella que es sólo el eco de lo
ma” (1978) de Maria Luisa Pacheco, “Laberinto” hegemónico o del lugar que el poder central asigna
(1975) de Enrique Arnal o “Políptico” (1984) de a los imitadores periféricos. Aunque hagan alarde de
Lorgio Vaca, la obsesión radicó en la construcción técnicas nuevas, de materiales renovados, de puesta
de una sola mirada: la mirada moderna. La dispu- al día; en el mejor de los casos, las poéticas indivi-
ta entre figurativos y abstractos, por eso, es banal: duales no pretenden disputar el poder interpretativo
nadie escapaba al paisaje andino de la alienación. del centro sino únicamente exhibir su oficio como
Porque si se entiende el barroco mestizo como la celebración del margen.
representación de la nación homogénea y única, el Los ejemplos por excelencia de esta afir-
paisaje tendría que interpretarse como el imagina- mación lo constituyen la obra de Roberto Valcar-
rio de esa modernidad deseada. cel en su paseo desde un “Campo de alcachofas”
15 Obviamente, el barroco mestizo comenzó siendo (1980) que panfletea su mensaje de denuncia hasta
una descripción de la incorporación en las iglesias colo- un “Mickey cubista” (1996) sexualizado que decora
niales de elementos indígenas. Pero terminó siendo una
explicación del sincretismo arquitectónico y plástico. Ver
la transgresión; la obra de Gastón Ugalde desde
obra completa de Teresa Gisbert. sus “Caballos sin héroes” (1985) que convierten en
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cuadritos de historietas la desolación de un proyecto institucionalización de la trasgresión.
político derrotado, hasta las “Marchas por la vida”
(1987 - 1996) que folkloriza la pobreza; la “Hora La mirada
cívica” (1995) que diversifica las patrióticas derro- Reitero: lo popular no puede definirse por
tas melancólicas de Giomar Mesa. Claro que de la una serie de rasgos internos esenciales o por un re-
referencia y de los temas modernos apenas quedan pertorio de contenidos tradicionales premasivos,
una suerte de citas, de huellas, sometidas a un nuevo sino por una posición: la que construye frente a lo
régimen de expresión: el ejercicio de una postmo- hegemónico. Una mirada chola sobre cualquier ob-
dernidad de los rastros que renueva experimental- jeto tiene “la intención de dejar al descubierto aquello que en
mente los pasos modernos pero que no cambia sus la espesa cotidianidad nuestra se hace invisible” (Wiethüch-
caminos. Porque ese complejo provinciano de estar ter: 1997, 29) porque en su revelación se evidencia
al día nos condena a una modernización folklóri- la fijación del destino colectivo.
ca que recodifica lo nacional en el discurso social Los Arcángeles Arcabuceros del Maes-
como parte de un patrimonio histórico, pero ya no tro de Calamarca (1680) son el primer trabajo de
como una forma de vivir relevante para el presente apropiación de lógicas de representación coloniales
social. Por tanto, nos exilia de nosotros mismos y nos para modificar sus fines de sujeción y sustituirlos por
condena a navegar sin autodeterminación dentro de las formas de la duda para subvertir la costumbre
una globalización que nos desdeña y nos humilla. de la mirada. Tuvimos que esperar dos siglos hasta
Cierto que en las obras de Valcarcel y Ugal- El Yatiri (1918) de Arturo Borda para que la nación
de y Mesa el arte se desmaterializa, y que como di- se reencuentre en sus deseos de autodeterminación
ría Benjamin, además pierde su aura de autorefe- simbólica. Porque nuestro realismo no es la míme-
rencialidad, de inaccesibilidad. Cierto también que sis de las cosas sino el develamiento de su valor de
logran incorporarse al espacio público, sea éste de uso. El Maestro de Calamarca y Borda fueron re-
lo político o de lo masivo, para desafiar las mira- alistas porque narraron el uso de los instrumentos
das acostumbradas al repetido espectáculo del po- usados para la colonización de nuestro imaginario.
der pequeñito y profundamente corrupto de este Ricardo Pérez Alcalá es realista por la misma ra-
nuestro país tan acomplejadamente colonizado. En zón: el también cuenta la indigencia, la cotidiana
eso radica algo de su novedad y algo de su irreve- y la simbólica, y él, como sus antecesores, tampoco
rencia. Pero cierto también que el gesto autoral se la celebra. Porque se trata, claro, de que podamos
magnifica en esa típica política representacional de conocer nuestra condición a través de su represen-
la vanguardia que somete la vida social a la brújula tación reiterada.
autosuficiente del arte. Por consiguiente, aunque el La obra de Pérez Alcalá es el itinerario de
arte haya dejado de ser inaccesible, reconstruye su la pasión nacional por las cosas vividas y por eso
singularidad estetizando lo social, recupera su lugar sus bodegones narran el uso de las cosas cotidianas.
de vanguardia y profecía convirtiéndose en la tribu- Que en Ropas en la sombra (1989) la luz se ensañe con
na axiológica desde cuya altura de timonel dirige a los harapos limpios, o que en Los huacales (1986) la
las masas a su redención por el arte. Claro que los basura nos alimente, o que en La cama del molinero
valores que proclaman nuestros autodenominados (1995) durmamos sobre un catre desvencijado; no
artistas post, ya no son los políticos y colectivos de pretenden inscribir la miseria en nuestra mirada,
las vanguardias modernas, sino los mercantiles e in- sino únicamente realizar un inventario de nuestra
dividuales de las ciudades postmodernas. Algo así condición.
como el gesto vomitivo del dadaísmo banalizado a La pura circulación de signos sin referentes
gesto extravagante de la estrella de cine. obliga a que la comprensión industrial de la mer-
Las obras de Valcarcel, Ugalde y Mesa in- cancía como fetiche sea sustituida por el valor pos-
vierten el aura de autosuficiencia del arte, pero no tindustrial como artificio. El artificio neocolonial no
para subvertir su onanismo vanguardista, sino para se limita, como el fetiche, a expropiar al sujeto del
devolverle al autor la propiedad privada de la inicia- poder de su mirada para construir su imaginario y
tiva axiológica. Así, su obra está haciendo posible la su pertenencia cultural; ese artificio ha expandido
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y profundizado su incorporación en el imaginario ceso histórico. Frente a las concepciones maniqueas
global y ahora dota al colonizado individual de un o a las fragmentarias, la identidad es vista hoy como
rincón en la aldea global de las identidades neutras. un campo nomádico donde se truecan valores y
Pérez Alcalá, sin embargo, no ha renuncia- donde se juegan poderes. Por esto, no basta reco-
do a construir la imagen de nosotros mismos. Con nocer la diversidad. Por eso, los caminos de nuestra
un dominio exquisito del oficio, que es su ética de representación plástica nunca se limitaron a la ob-
trabajo, está reorientando la propuesta de Bartolo- sesión moderna de las vanguardias por reconciliar
mé de las Casas de devolver a los indios -hoy diría- la vida a través del arte o a la reunificación del suje-
mos a los cholos- su destino. Hoy, la globalización to fragmentado estetizando su proyecto de vida o a
respondería negociando nuestra diferencia porque la neoliberalización del proyecto emancipatorio de
sabe que la alteridad no es exterminable. Y esta es la esa misma modernidad; sino siempre celebraron la
versión más sutil del exterminio porque no permite apertura subvertora que implica trabajar para do-
otra solución que el suicidio o el museo. Pero Ricar- tarnos de sentido.
do nos recuerda nuestra voluntad de sobrevivencia. Si lo popular es una posición ante la hege-
monía simbólica, lo nacional es una de las políticas
“El cuadro “El camión” muestra una fila de ve- representacionales posibles para la reconstitución
hículos en la desolada cumbre, camino hacia Los de un sentido intercultural. La nación es ahora el
Yungas. El camión en particular está lleno de espacio de repatriación de la diferencia tanto como
bultos y de gente; alrededor de ellos, perros ham- el lugar de traducción ante la uniformización de
brientos. Por encima, vuelan pájaros, también efectos de la globalización. Por esto ahora la nación
hambrientos. Lo insólito no radica en el camión, no es la misma, aquella que nos uniformaba a todos
ni en los bultos, ni en el grupo de campesinos so- haciéndonos mestizos que celebraban su complejo
bre los bultos sobre el camión, ni siquiera en los colonial; ahora la nación es el lugar que revela nues-
perros mendigos. Lo insólito es la escena misma, tra condición colonial.
que en su composición describe la manera increí- Raúl Lara es el pintor de esa nación, más
ble en la que la gente realiza los viajes. La múltiple precisamente, de los sujetos que la han inventado
carga posterior del camión sobrepasa el resguardo con su mirada. Los indios urbanos, adinerados y
de las rejas de madera, y así, los viajeros, casi flo- educados, han sido los protagonistas principales de
tando, casi volando, propiamente al aire, quedan la que seguramente ha sido la última revolución de
expuestos a una doble intemperie: no sólo a la del nuestro siglo. Desde 1975 Lara nos ha dotado de
paraje desnudo, a la de la tierra yerma de las mon- una nueva mirada, la mirada que se metamorfosea,
tañas que nos informa sobre la miseria, sino tam- la que utiliza el arte para transmitir experiencias co-
bién a la de su coincidente condición de viajeros lectivas, la que a través de medios sobrecargados y
sobrevivientes. No existe para ellos otra forma de distorsiones compositivas y figurativas, nos revela la
traslado posible. El hambre animal, tan frecuen- multitud urbana.
te en nuestras carreteras, no hace sino reiterar la
indigente condición de todo lo vivo en el paisaje. Nada teme más el hombre que ser tocado por
Para ningún boliviano resulta una imagen extra- lo desconocido. ..... Todas las distancias que el
vagante. He ahí lo insólito. (Pero) Pérez Alcalá ..... hombre ha creado a su alrededor han surgido
no busca en el objeto su condición miserable ..... de ese temor a ser tocado. ..... En esta densidad,
la realidad urbana se le aparece al pintor de una donde un cuerpo se oprime contra otro, uno se
forma más misteriosa, abandonada de todo ángel, encuentra tan cercano al otro como a sí mismo.
menos de aquél, revelador del amor implacable Así se consigue un enorme alivio. En busca de
por la vida” (1997: 29, 30, 42). ese instante feliz, en que ninguno es más, ningu-
no mejor que otro, los hombres se convierten en
Obviamente, la descripción de una situación de masa. (Canetti: 1977, 9).
convivencia asimétrica entre las diferencias no al- Gracias a la obra de Lara ahora podemos
canza a explicar los complejos resultados de un pro- tocarnos; como gracias a la obra de Pérez Alcalá
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ahora podemos mirarnos.
Lo importante en un texto postcolonial,
como en los bodegones de Pérez Alcalá o en los car-
navales de Lara, no es la aceptación de lo que con-
cede en los límites del lienzo canónico, sino lo que
imagina y lo que, al imaginar, nos representa como
otros, como nosotros. Ya no los colonizados que en
la celebración postmoderna de su marginalidad re-
fuerzan la seducción del centro; sino colonizados
que reconstruyen su secreto cada día: el secreto que
sólo nosotros conocemos y que no es sino el conoci-
miento de nuestra condición colonial. Y el sueño de
la libertad soñado cada día.
51
Cuerpos del
aire
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o maquillando de usos y costumbres la informalidad
ENTRADA y el contrabando; o dedicándose al culto evangelista
para justificar su naufragio en los vidrios de colores
Voy a bailar en tres figuras. Voy a comen- y las promesas del paraíso inmediato.
zar con la figura del ensayo, así me enfrento a la También su vida cotidiana es profundamen-
tensión de la tragedia. Voy a continuar con la figura te utilitaria; ahí están sus cholets, sus motivos chinos
del discurso académico, así respeto la condición de incrustados en cuanto plástico exhiben desafora-
la epopeya. Voy a terminar con la figura del relato, damente, su fanatismo reguetonero, sus minibuses
así juego con el rigor del drama. Sobre todo, claro, ajustados a la máxima enanez de los usuarios, sus
porque así bailo por interpósita escritura. camiones sin frenos, sus buses interdepartamentales
Voy a bailar porque la potencia del mundo challados hasta la saciedad en el negocio católico de
cholo boliviano solo se comprende si se baila, solo se Copacabana, o sus frazadas, sus toallas, sus ferias
explica si se baila, solo se mira si se baila. Claro que que impregnan de baratijas chinas hasta a las Alasi-
el cholo no solo baila. También come, generalmen- tas, a Urkupiña, al Carnaval cruceño. Todo trabajo
te grasas trans. También toma, generalmente ga- se denigra hasta el utilitarismo más interesado en
seosas. También se emborracha, siempre que pue- la urgencia individualista de hoy a costa del sentido
de sin medida ni clemencia. También su ambición, colectivo de mañana, y cargando sobre las espaldas
densamente capitalista, no tiene límites; explota, se de sus mujeres el peso de su frustración.
explota, nos explota; contrabandea mañana, tarde Toda esa decadencia hace evidente que el
y noche. También su moral es mucho más que rela- racismo colonial, la violencia patriarcal, la explo-
tivista: todo vale. También su delirio con el capital tación de clase han contaminado de impotencia
revela su autocolonización. la promesa intercultural del mundo cholo. Toda
En su rostro rural, es campesino que celebra esa imagen estereotipada de cultura no metropoli-
la propiedad privada de la tierra. Una tierra a la tana, sustentada en una supuesta exterioridad ra-
que degrada hasta sus últimas consecuencias y a la dical, usufructúa del discurso de la reserva moral
que, en el escenario más infame del capitalismo más cobrando por la foto turística. Toda esa fuga de la
salvaje enmascarado con el discurso de la “sagrada” formalidad –como si la fuerza de trabajo no inclu-
hoja de la coca, cocaliza para doblar la rodilla ante yera al ejército de reserva de los desocupados que
el narcotráfico. Una tierra en la que ha suplantado no pierden su condición de sujetos productivos, po-
el control vertical de los pisos ecológicos por la doble tencialmente capaces de transformar la naturaleza y
o la triple residencia (casa y comercio en la perife- transformarse a sí mismos, aunque carezcan de em-
ria urbana, cato de coca para el narcotráfico en el pleo– les permite gozar de las promesas del Banco
Chapare, sayaña en el ayllu). Pero rinde pleitesía a la Mundial de atención a los vulnerables y aprovechar
Pachamama, disimulando la farsa de la convenien- de la caridad estatal. Toda esa hibridez, que es ma-
cia con palabras en sus lenguas que han perdido el teria rentable de sujetos supuestamente resistentes
sentido. al mestizaje multicultural –porque América Latina
En su rostro proletario, celebra al sindicato seguiría siendo un espacio preteórico, sin historia,
más clientelar y menos solidario con el bien común; lugar de la subalternidad–, los ofrece a la voracidad
lejos ha quedado la leyenda minera como hundida teórica y a la apropiación económica de la metró-
está la ética del trabajo. Rinde pleitesía al Tío de la poli.
mina o a Marx, porque le conviene la consigna re- Pero todo lo mencionado, que es demasia-
iterada hasta su agotamiento de salario mínimo vi- do, que ocupa 23 horas de cada 24, se diluye en el
tal con escala móvil, aunque esa vitalidad solo sirva momento de la fiesta. Cuando el cholo se yergue y
para su consumo y condene a la miseria al vecino. baila su aporte a la humanidad.
En su rostro urbano, se dedica a privatizar
cualquier servicio público, denigrando al Estado con
calificaciones patronales; o apropiándose de cuanto
espacio público existe con el pretexto de su pobreza;
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ha hecho posible la condición moderna y que no
HASTA LA somos una excrecencia de la modernidad? ¿Hemos
revelado que los caudillos bárbaros son la norma en
DIFERENCIA RESULTA el mundo y que la ciudad de Dios es la excepción,
o la ilusión, o la mendacidad? ¿Será que la mate-
FETICHIZADA CASI rialidad de la cultura constituye la base de nuestra
convivencia y la brújula de nuestro horizonte, y que
SIEMPRE el trabajo, los movimientos sociales, el cuerpo, son
apenas la vida diaria? Estas preguntas y varias más
Bolivia era, apenas, un rincón exótico en de complejidad similar han emergido a la superfi-
el mapa del imperio. Un país convenientemente cie porque Bolivia tiene un presidente indio. Porque
autoritario, pero extrañamente revoltoso; una le- Bolivia encarna, hoy, la diferencia cultural y la alte-
yenda de plata y un sospechoso sindicato de esta- ridad política. (En el mundo del norte, claro, porque
ño; un territorio de narcotraficantes, pero también ese mundo todavía no sabe de la impostura ni de la
una reserva ecológica. En el mundo del norte, solo apariencia ni de la complicidad).
existíamos cuando descuartizábamos a Tupaj Kata- Aunque las perspectivas académicas postco-
ri, teníamos un presidente analfabeto como Melga- loniales han sido básicas para deconstruir y superar
rejo, matábamos a Butch Cassidy y Sundance Kid, los sesgos orientalistas y coloniales en las ciencias
nacionalizábamos las minas, asesinábamos al Che sociales y humanas, la forma en que se han desarro-
o nacionalizábamos el petróleo, es decir, cuando in- llado es problemática porque no toman en conside-
troducíamos algo de arritmia o algo de espectáculo ración ni la alteridad ni las asimetrías. Que esto sea
a su vida política. La única regularidad visible eran así se debe, probablemente, al hecho de que donde
las cifras de la pobreza y la única sospecha invisible más ha triunfado el llamado “postcolonialismo” es
era la presencia abrumadora de los indios. en países anglosajones con una larga tradición de-
No es, por consiguiente, extraño que una mocrática liberal y donde los indígenas que han
revista como National Geographic y una reconocida sobrevivido al genocidio perpetrado por el colonia-
cronista mexicana –Alma Guillermoprieto– conti- lismo de poblamiento han sido asimilados o neutra-
núen repitiendo los lugares comunes del exotismo lizados por el sistema de saber-poder hegemónico.
cultural y la marginalidad política. “Con una re- Sin embargo, los otros indígenas, aquellos de la
cepción como de estrella de rock, el presidente Evo Amazonía o aquellos de la región andina con una
Morales llega a la provincia rural de Chapare”, o larga tradición política de resistencia, quienes viven
“Tras siglos de humillación y desafiando a la ley de en contacto más cercano con la pobreza estructural,
las probabilidades…”, o “En diciembre de 2005, la dictadura, las violaciones de derechos humanos,
como si repentinamente los indígenas bolivianos se los procesos de modernización despiadados, pero,
percataran del poder de sus números…”, o “Bolivia al mismo tiempo, sosteniendo su alteridad cultural,
carecía de experiencia sobre la vida cívica moder- están en una posición mejor para ofrecer visiones al-
na”. Y que la perspectiva fotográfica del altiplano ternativas y críticas a algunas de las cuestiones post-
sea, como lo afirma un pie de foto, “Este paisaje pri- coloniales clave –cuestiones que tienen que ver con
migenio” (2008: 88-103). la diferencia, el poder y el conocimiento.
El imperio continuaba mirándonos como El colonialismo tradicional puede que, ge-
objeto de etnografía porque no era capaz de conce- neralmente, ya no exista, pero la realidad etnográ-
birse solo como parte del mundo. fica es que son todavía las antiguas metrópolis las
Hasta que sucedió un accidente. Hasta que que van a investigar a las antiguas colonias. La ini-
aconteció un presidente indio. ciativa del Otro, en el mejor de los casos, consiste en
Bolivia, desde 2005, es una incertidumbre solicitar la colaboración de la academia occidental
global. ¿Es la consolidación de la identidad étnica para estudiar su pasado: esto no es, ni de lejos, sufi-
y la marginalidad de la lucha de clases? ¿Estamos cientemente simétrico ni igualitario como para que
finalmente entendiendo que la condición colonial consideremos que la colonialidad del poder es ya
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cosa del pasado y que nuestras relaciones son igua- Otro no es nostalgia imperialista de nativos prístinos
litarias. Todavía no hay indios estudiando el pasado cuya cultura ha sido destruida por Occidente. Si he-
occidental. Por esto, quizá, aun si se puede seguir mos de identificar esa nostalgia en algún lado, está
hablando de colonialismo de conquista por el mi- en el deseo por una diferencia domesticada llamada
litarismo imperial, ciertamente, sí se debe enfatizar multiculturalismo, que confunde la naturaleza de
la colonialidad todavía vigente del poder político, la alteridad (cultural, política, ética y ontológica) y
cognitivo, cultural. niega lo peor del daño causado por imperios, los de
El primer discurso del colonialismo fue el ayer y los de hoy. Dado que el criterio de la continui-
de la civilización: necesitaba al Otro como inferior. dad y la autenticidad son fundamentales, los multi-
El Otro podía mejorar hasta el punto de convertirse culturalistas se ven obligados a demostrar que las
en un trabajador obediente, pero no más que eso. historias de exterminio y destrucción de comunida-
Para ello, el Otro debía verse privado de su pasa- des indígenas han sido muy exageradas. El discur-
do, que resultaba incompatible con la civilización so aceptable ahora es decir que no todo el mundo
occidental. Un colonialismo de transformación. Un indígena fue exterminado y que las culturas loca-
indígena transformado en mestizo. les no desaparecieron bajo el empuje de la cultura
El segundo discurso del colonialismo es el hegemónica occidental, sino que se modificaron y
del multiculturalismo. No necesita crear una copia se hibridizaron, enriquecidas por los aportes de la
inferior del europeo. Lo que tiene que crear es un modernidad.
Otro dócil y que pueda ser consumido. Ya no es ne- Este mismo discurso, que hoy pasa por
cesario un sirviente ni un esclavo, sino una mercan- progresista y postcolonial en el indigenismo, sería
cía que sea atractiva. Necesitamos un Otro amable, considerado neonazi si lo aplicáramos al exterminio
que dialogue con nosotros, que sea pintoresco y ten- de los judíos europeos (“si los nazis no mataron a
ga sus costumbres locales (preferiblemente danzas y tantos”, “la cultura europea se enriqueció con los
plumas), pero que sea suficientemente cosmopolita aportes del nazismo”). Y si un investigador pone el
para valorar la ciencia, la ética occidental y las ideas acento en las prácticas aniquiladoras de la coloniali-
políticas liberales. Un colonialismo de conversión. dad, se le acusará de que está privando de su agen-
Por eso, además de preguntas fundamen- cia histórica a los grupos indígenas y de sus vínculos
tales para el mundo, la presencia india también con el pasado a los que hoy día se declaran descen-
da lugar a una nueva estrategia política y cultural dientes de los grupos originarios. Así, pues, lo polí-
desde las élites modernas: la multiculturalidad y el ticamente correcto es afirmar que las comunidades
exotismo étnico. La estrategia no es nueva –viene han sabido mantener sus culturas vivas y dinámicas,
sucediendo desde la desaparición de las últimas co- en conexión con el pasado y con la naturaleza. Lo
lonias africanas, cuando menos, aunque lo hacía que cuenta es que la gente se sienta indígena. Lo
desde el costado ilustrado y occidental–, pero ahora importante, por tanto, al más puro estilo postmo-
tiene como protagonista a un presidente indio en la derno, es la identidad, la emoción y el discurso, no
política. la política ni la realidad material.
Mientras los procesos políticos latinoameri- Se acusa a los que insisten en los extermi-
canos que tienen algún protagonismo indígena no nios coloniales de “nostalgia imperialista”, nostal-
pongan en el centro la diferencia radical y la con- gia por aquellas comunidades previas al contacto
siguiente interculturalidad postcolonial como sus- contaminador de los blancos, o se los considera
tento de su intervención, el contragolpe multicultu- marxistas trasnochados, incapaces de entender las
ral continuará usufructuando la ingenuidad de los complejidades y matices del cambio cultural. Re-
derechos y las identidades. Por esto, la idea de una sulta, sin embargo, que hasta el presidente indígena
diferencia limitada y domesticada encaja bien con boliviano es cómplice del multiculturalismo, del ex-
los intereses del capitalismo avanzado: neutraliza el tractivismo, del consumismo. Se ha convertido en
conflicto político, limpia un pasado sucio y produce mercancía exótica del capital. Claro que es indio,
una mercancía apta para el consumo. dicen, pero indio de rasgos civilizados y conducta
El reconocimiento de la otredad radical del mercantilmente antiimperialista. Con él se puede
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dialogar y es ejemplo de capitalismo verde. Pero, so- DE LA RESIGNACIÓN INDÍGENA ANTE LOS
bre todo, es ejemplo Disney de buena conducta. Si- VIDRIOS DE COLORES.
gue las reglas. Con cierto humor ambientalista, con
cierto aire guevarista, con cierta retórica antiimpe- Ellos las conquistan. Ellas parece que se
rialista. Y con cierta materialidad racista, capitalista rinden. Ellos bailan su victoria. Ellas parece que la
y patriarcal. Porque ya no es empleado doméstico. celebran. Ellos en celo. Ellas en burla. Esta es una de
Es empleado de las multinacionales. las historias de esa paradoja.
Este fue siempre el riesgo de las luchas an- La cultura afroamericana en Bolivia es ya
ticoloniales. Sabían, en el mejor de los casos, lo que cuestión de museo. Ni siquiera margen del margen,
no querían. Pero no sabían en qué consistía un mun- sino apenas color del margen. En un par de pue-
do postcolonial, un mundo en el cual las relaciones blos diminutos todavía se escucha la saya, se baila
coloniales sean inimaginables. No sabían qué era ni la saya, se canta la saya. Sin posibilidad alguna de
cómo se construía un indio moderno, un indio inter- desarrollo sostenible o, como se hubiese dicho va-
cultural. Lo confundieron tantas veces con un indio rios años atrás, de reproducción ampliada. De esa
multicultural; ese que cierta academia denominó un saya, de esa memoria de esclavos, unos jóvenes de
sujeto híbrido. Ese que hoy vive en cholets, exhibe clase media de La Paz derivaron la sensualidad de la
su ropa en Nueva York, baila caporales en Suecia. conquista amorosa, de la conquista del macho. Los
Ese que hoy adorna la colonia postmoderna. caporales, desde entonces, constituyen otro aporte
paceño al herbolario nacional de danzas.
¿Qué mejor representación del colonizador
CUERPOS QUE que el capataz de esclavos, el caporal? Refugiado en
su ornamento, se aproxima al objeto de su conquista
BAILAN porque ya no le basta dominarla, pero no puede ce-
der ante la tentación de mostrarse, de lucir su fuer-
Tupaj Katari cometió una paradoja cuan- za, de exhibir su poder. Ella, el objeto, así animada,
do, muriendo, dijo: volveré y seré millones. En ver- lo incita, lo excita, lo esquiva. Cada uno representa
dad estaba diciendo: viviré porque soy millones. Mi- para el otro lo que no puede poseer, pero también lo
llones que bailan su condición colonial. Y bailando que desea, perversamente, devenir.
celebran su condición libertaria. ¿Qué mejor narrativa de la situación co-
lonial que la seducción? Él quiere apoderarse del
Caporales: los pasos del placer cuerpo de ella, hacerlo bailar a su antojo. Confía en
EN 1974 SE INSTITUCIONALIZA LA ENTRA- su fuerza. Ella quiere conducir al cuerpo de él, ha-
DA DEL GRAN PODER EN LA PAZ. LO QUE cerlo bailar para ella. Confía en su contoneo. Lucha
NO ERA SINO UNA IMITACIÓN DEL CARNA- desigual y combinada: él conquista, ella se hace la
VAL DE ORURO CORTA SU CORDÓN UM- conquistada. Mientras tanto, ella gana tiempo, en
BILICAL. AUNQUE MANTIENE LOS LAZOS cada gesto de soslayo, para renovar los sentidos de
POR UN NATURAL RESPETO FILIAL –SE SI- sus mil y un pasos que él quiere únicos, reiterados,
GUE BAILANDO MORENADA, DIABLADA Y homogéneos. Al final, ella, seduce al conquistador,
LLAMERADA–, PRODUCE SU PRIMER GES- lo hace celebrar la permanente dilación de su fra-
TO DE AUTODETERMINACIÓN. LOS CAPO- caso.
RALES REPRESENTAN ESE GESTO. ESE MO- Parecer conquistada tiene, claro, sus venta-
MENTO EN EL CUAL LOS CHOLOS SIGUEN jas. También, sin embargo, su impotencia. Parecer
SIENDO CHOLOS PERO DEMASIADOS CO- requiere dejar de ser. Ella, entonces, no tiene identi-
MIENZAN A SER MESTIZOS; EL MOMENTO dad; su paso depende de la iniciativa del otro, de su
DEL ADORNO MULTICULTURAL, DE LA potencia. Ella, al final, aunque seduce al otro, baila
CASA EN UN BARRIO BIEN, DEL PRIMER nomás al ritmo de la conquista.
HIJO UNIVERSITARIO, DEL INGRESO A LA Los caporales no son la saya. Esa extraor-
CLASE MEDIA MUY MEDIA. EL MOMENTO dinaria renovación formal ha omitido los cuerpos
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desgarrados de los que ha nacido y que todavía nos guerra interminable.
son contemporáneos. Los caporales no son sino un Todos los bolivianos hemos oído hablar de
recorrido exótico por los museos del genocidio. Un esos combates milenarios entre comunidades donde
recorrido que baila sobre los cadáveres de sus ene- a veces hay muertos; aunque cada vez se oye hablar
migos muertos para exorcizar nuestra propia culpa menos y a susurros. ¿Acaso no es una vergüenza
de ayer, nuestra propia ceguera de hoy. para nuestra avergonzada modernidad? Algunos
Los caporales. Qué extraordinaria prueba los hemos visto de lejos, no sea que una piedra nos
de que también la cultura chola puede degradarse alcance. Pero nadie, ningún moderno, jamás, ha lu-
hasta ser solo el adorno de la diferencia. chado el tinku.
El ritual del tinku es cosa seria. Quién sabe
hace cuántos siglos viene sucediendo. Uno de sus
Tinku: los saltos del desafío componentes es la danza, la representación secular
EN 1988, A LOS TRES AÑOS DE DERROTA- del conflicto, de eso que ahora los ecólogos, como
DA, EN BOLIVIA, LA OPORTUNIDAD HIS- si hubiesen descubierto la pólvora, llaman biodiver-
TÓRICA DEL SOCIALISMO TRADICIONAL, sidad. Ellos, los indios, lo supieron siempre. No po-
LA UNIVERSIDAD INVENTA LA ENTRADA dían conocerse de otra manera que no sea luchan-
UNIVERSITARIA, INCORPORANDO UNA do. Y entonces luchaban hasta bailando (pero, ¿es
CONDICIÓN BASTANTE PECULIAR: CUAN- que acaso todo baile no es lucha?).
DO MENOS ALGUNOS DE LOS GRUPOS La danza, aún despojada del ritual, con-
DANZANTES TENÍAN QUE RECUPERAR serva esa extraordinaria densidad local que solo es
DANZAS INDÍGENAS. FRACASADA LA MI- posible sentir en las comunidades que mantienen
SIÓN ANTIIMPERIALISTA DE UNA DE LAS preñada su historia de memoria cotidiana. La pre-
TRES INSTITUCIONES QUE LA ASUMIE- sencia de una identidad bailada que se resiste al des-
RON –JUNTO CON LOS SINDICATOS MINE- arraigo de esa memoria. Una identidad local que,
ROS Y LAS COMUNIDADES ECLESIALES DE aun comprendiendo todas las sangres, solo baila la
BASE–, SE INTUYÓ QUE UNA DE LAS PO- suya.
CAS VÍAS DE RENOVACIÓN PODÍA VENIR Aquí no hay exotismo, aquí el tinku nos ha
DE ESTABLECER UNA ALIANZA ESTRATÉ- robado el ánima, y nosotros, los indios urbanos, los
GICA CON EL ÚNICO NÚCLEO POLÍTICO cholos, tenemos que bailar desesperados para devol-
QUE SEGUÍA RESISTIENDO LOS EMBATES vernos nuestras raíces, para seguir mirando el hori-
COLONIALES: EL INDÍGENA. SE DEJÓ DE zonte. Peleamos contra el olvido, bailamos contra
HABLAR DE CENTRALIDAD PROLETARIA; el olvido, con gritos, con gemidos, con voluntades
SE COMENZÓ A GRITAR LA CONDICIÓN que sudan diez kilómetros de persistencia. Porque el
COLONIAL; SE VIAJABA DE LA POLÍTICA tinku es esa guerra interminable de la memoria por
DE CLASE A LA POLÍTICA DE LA IDENTI- recordarse.
DADES. NO ERA LA PRIMERA VEZ EN EL Cómo celebramos el conflicto, ese ritual
PAÍS; EN LA UNIVERSIDAD SÍ. POR FIN inimaginable para nosotros, los modernos, que solo
COMENZABA A DUDAR DE SUS DOGMAS deseamos la suave armonía neutral de la música de
OBREROS, LE LLEGABA LA HORA DE MI- hotel. Cómo bailamos la lucha, ese gesto imposible
RAR MÁS ALLÁ DE SUS MUROS Y DEJAR DE para nosotros que solo negociamos los consensos
CONTEMPLAR, EMBELESADA, SU PARAÍSO gentiles de la buena educación. Cómo rememora-
FUNDAMENTALISTA. mos la batalla de la vida con la muerte, para recibir-
las con los brazos abiertos de alegría.
Los brazos abajo marcan el territorio; los El tinku. El momento de la pasión de la di-
pasos lo sellan. Los brazos arriba rompen la fron- ferencia consigo misma.
tera; los pasos la invaden. Dos cuerpos colectivos,
cada uno con sus dos mitades –masculina y feme-
nina–, se desafían. Esta es una de las historias de su Morenada: las matracas coloniales
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EL RITO PARA PASAR A SER PERSONA, EN masa cualquiera que se toca solo por coincidencia
LA COMUNIDAD AYMARA, SE DA A TRA- afectiva; esta es una multitud de colonizados que
VÉS DEL MATRIMONIO. UNA PERSONA bailan la conquista y bailando la subvierten. Esta es
SOLTERA NO TIENE DERECHOS NI OBLI- una multitud transformada en una organización je-
GACIONES POLÍTICOS NI PUEDE TENER rarquizada en la que cada cual, siendo masa, ocupa
TRATOS NI CONTRATOS CON OTRAS PER- exactamente su lugar. Como quien nada hace, bai-
SONAS PORQUE NO REPRESENTA UNA GA- lan como si fueran lacayos africanos del siglo XVIII,
RANTÍA POR SÍ MISMA. EL MATRIMONIO, vestidos como tales, se enmascaran como si estuvie-
POR ESO, SE CONSIDERA LA CONDICIÓN ran pisando coca desde el siglo XVII, pero sonríen
PARA PERPETUAR EL AYLLU. QUIZÁ ASÍ vanidosos porque saben cuánto valen. Saben su
PUEDA ENTENDERSE LA VIGENCIA DE LA prestigio comunitario, exhiben su paso señorial.
MORENADA. UN INDIO ES SOLO UNO. UN Nosotros, los cholos de la morenada, no
MODERNO ES SOLO UNO. CASADOS SON contamos nada. No somos ni diablos ni tinkus ni ca-
INDIOS MODERNOS. PODRÍAN, ASÍ, PER- porales. No somos cholos ilustrados con argumentos
PETUAR EL AYLLU EN LA CIUDAD. éticos o políticos o sociales. Nosotros somos cholos
de puras formas pesadas. Estética de migrantes que
La matraca parece trueno. El trueno pare- conquistan la ciudad, que se quedan en los bordes
ce arcabuz. El arcabuz es el arma de la conquista informales para que nadie indague sus hábitos con-
de Santiago Matamoros y de Santiago Mataindios; trabandistas, que invaden los centros para que nadie
pero el trueno es el arma de Illapa, el dios aymara ignore el lugar de su poder. Somos los morenos en-
del rayo y de la memoria andina de la anticolonial cubiertos, jamás descubiertos.
serpiente Katari. El ritmo reiterativo de la matraca, La morenada baila la colonia. Para que nin-
entonces, es el ritmo repetido de todas las conquis- gún cholo olvide la conquista. Para que todos los
tas, el peso de su memoria. Y al mismo tiempo, es el cholos celebremos el poder. Para que todos ocupe-
arma de la subversión para el retorno de las almas mos nuestro nuevo lugar en nuestro “ayllu” urbano.
conquistadas como cuerpos libertarios. No en la ciudad del neocriollo. Para que la diferen-
Pero casi ninguno de los ricos aymaras ur- cia fluya, fluya lenta pero segura.
banos que bailan con el peso de 15 kilos durante 10
kilómetros cree lo que la historia sabe. Están con-
vencidos de que la danza rememora el peso de las SALIDA
cadenas de los esclavos africanos que llegaron para
trabajar en las minas, aunque senegaleses, congole- Porque la interculturalidad es siempre cultura local,
ños y angoleños eran demasiado caros y demasiado en el caso boliviano, la interculturalidad encuentra
exóticos para morir rápido, destrozados por la si- su lugar de enunciación en la cultura chola, aquella
licosis y el azogue. Están convencidos de que bai- cultura que elabora la po/ética puruma,16 la po/ética
lando recuerdan las cadenas, pero sobre todo están de los márgenes, de los subalternos, de los desechos
seguros de que las rompen. Que su ostentación eco- simbólicos, de aquellas representaciones que igno-
nómica rompe la pobreza; que su exhibición social ran todo proceso de homogeneización para sostener
rompe la discriminación; que su cuerpo cholo rom- la especificidad de su identidad particular.
pe un disfraz de lacayo y un rostro moreno. Que Porque nuestra interculturalidad es siempre tensión
fueron indios y que ahora son señores. Por eso las simbólica que no se resuelve jamás, la figura fun-
matracas no se detienen, porque si dejaran de bailar, damental de nuestros lenguajes interculturales es la
los señores palidecerían de memoria y temblarían paradoja, aquel lenguaje que desarrolla la po/ética
ante el retorno colonial. awka, la po/ética del conflicto, del agonismo, de las
Cree Canetti que solo inmerso en la masa formas que no se resuelven, que no armonizan la
puede el humano redimirse de su temor a tocarse,
16 Puruma, awka y taypi son tres nociones del pensa-
que se trata de la única situación en la que este te- miento aymara que explican los tipos posibles de relacio-
mor se convierte en su contrario. Pero esta no es una nes entre cualquier categoría de cosas.
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diferencia, de la estética –en metamorfosis siempre–
de aquellos lenguajes que traducen para preservar
la diferencia.
Porque nuestra interculturalidad tiene siempre mu-
chas voces narrativas, su narrador se ha construido,
cuando menos, polifónico; porque nuestra intercul-
turalidad inventa mundos postulando imaginarios,
la narración asume siempre la misión de contar las
memorias de ayer y los sueños de mañana desde la
perspectiva del presente; aquellas narrativas que
preservan la po/ética taypi, la po/ética de la con-
junción, de la mediación, aquellas narrativas que
construyen los imaginarios –únicos siempre– que se
sitúan en el medio y hacen posible el desarrollo sos-
tenible de la reciprocidad.
Nuestra interculturalidad es, por fin, la po/ética de
la diferencia. De aquella diferencia incansable que
baila sus metamorfosis sin fin.
61
La
modernidad
ficcional
DonDe se cuentan algunas urbaniDaDes
ilustraDas y se afirma que la belleza es una
material ‘cuestión De fe’
JaCques ranCière
63
Pero construir una costumbre no es tarea fácil, por-
LA CONVOCATORIA que equivale a construir una cultura nacional. Y en
este territorio cultural, si en algo hemos fracasado
¿No es acaso este el momento ficcional por –al margen del juicio de valor que ese fracaso nos
excelencia? ¿No es acaso este el momento en el que merezca–, es en la construcción de esa cultura na-
la invención de mundos y lenguajes imposibles es, cional, en la construcción de una identidad homo-
más que imprescindible, inevitable? ¿No es acaso génea, de una referencia estable donde los sentidos
esa la responsabilidad de la intervención ficcional en disputen sus territorios y cuenten con un juez que
el mundo: convocarlo a la reinvención de sí mismo? dirima las diferencias.
En la vida diaria del sentido común, la fic- Bolivia era el centro vacío del mundo co-
ción es solamente una parte de nuestro aliento. Pero lonial. Para que la abundancia de la plata potosina
en situaciones extraordinarias, la ficción debiera ser no invadiera la precariedad de la Corona española,
una vocación nacional. Esa pasión que establezca resolvieron el entuerto haciendo de esta centralidad
las condiciones para que todos forjemos nuestro económica una marginalidad política. Fueron tres
propio destino colectivo. Esa ética que haga inevi- virreinatos políticos rodeando a una Audiencia eco-
table que la semilla de cualquier proyecto de demo- nómicamente rica, pero sin poder de decisión –si
cracia radical y refundación nacional nazca de los algún historiador de la economía hiciese una genea-
sueños del pueblo y no de las consignas, no de las logía de nuestro rentismo, podría encontrar ahí la
ambiciones, no de los cálculos. Esa estética del aire semilla de nuestra conducta pedigüeña. Así, lo que
libertario. ¿No es este, entonces, el momento en el hoy se llama Bolivia no podría convertirse en una
cual la ficción debiera apoderarse de todos noso- corte paralela. Dividir para reinar se hizo carne en
tros? ¿El momento en el cual ficción y política se en- los Habsburgo, casi al mismo tiempo que se hiciera
cuentran? ¿El momento de la política ficcional? Por- palabra en Maquiavelo.
que para reinventar el enamoramiento entre Estado Mucho más tarde, Andrés de Santa Cruz no
y sociedad, para hacer de nuestra vida cotidiana y logró renovar el territorio del Virreinato del Perú.
de nuestra realidad política una voluntad colectiva, Nuevamente, lo que habían sido los virreinatos de
tenemos que ficcionalizar nuestra política. Tenemos Nueva Granada, Perú y La Plata coincidieron en la
que ser capaces de diseñar en el presente un mundo necesidad de mantener el equilibrio político y eco-
hoy imposible y de refundarnos como ciudadanos y nómico entre los tres, manteniendo a Bolivia como
como comunidad. Tenemos que recorrer la distan- un vacío geopolítico. Se trataba, entonces, de dividir
cia que nos separa de lo mejor de nosotros mismos. para gobernar.
Es un asunto de pasión más que de razón. Es un Cuando la insurrección de 1952 quiso ser
asunto de poética más que de política. revolución nacional convirtiendo a los indios en
Si bebemos ficción, nuestra subjetividad se campesinos, a los mitayos en proletarios, a los capa-
vivirá expandida. Se podrá transitar sin aduanas taces en comerciantes/artesanos y a los aristócratas
entre distintos regímenes de expresión. Porque ese decadentes en ciudadanos emergentes, se encontró
es uno de los más importantes efectos estéticos: la con la presencia insuficiente del puente cholo en-
representación de cada una de las identidades, las tre la república de indios y la república de blancos,
diversas y también las diferentes, hablan entre sí pero con la presencia abrumadora de la traducción
porque sueñan de manera compartida. Eso hace la chola entre tradición y modernidad. Resultó, enton-
ficción. Nos hermana la subjetividad. Nos hace co- ces, que todo el siglo XX no era un siglo político ni
munes. Nos memoriza. Nos reinventa. Nos politiza. económico. Cegados por la reputación de la plata
y el estaño, paralizados por el prestigio del Esta-
do nacional, no comprendíamos el eje imaginario.
BOLIVIA Nuestra marginalidad geopolítica había construido
la centralidad cultural. La tradición indígena había
La cultura del poder es la cultura de la cos- resistido. La modernidad blanca había emergido.
tumbre. Horizonte de lo posible y límite del deseo. La traducción chola ya no era solo una necesidad,
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era un vínculo imprescindible en ese ménage à trois metropolitana toma la palabra en representación de
cultural que siempre fuimos. Éramos una nación la periferia para fantasear con el Otro. Podríamos
cultural, no un Estado económico ni político, éra- decir, más bien, que comenzamos a responder con
mos una mutación en la historia. nuevos instrumentos de conocimiento a los desliza-
Hemos entrado al nuevo siglo. ¿Será que mientos, tantas veces fascinantes y tantas otras teóri-
además de la acumulación de los años, en ese tiempo camente mortales, entre lo dominante y lo subalter-
que para Bolivia fue la centuria de la modernidad, no, lo culto y lo popular, lo central y lo periférico, lo
hemos también entrado a la agonía de la moderni- global y lo local. Y que comenzamos a hacerlo con
dad? ¿Será que la modernidad que asumimos como la experiencia del lugar desde el que luchamos, para
destino nacional no pudo ser sino un destino colo- terminar construyendo la representación autodeter-
nial? ¿Somos, en este principio, indios modernos, o minada del lugar al que aspiramos.
somos una identidad de cuya historia abjuramos y Parece necesario comenzar, apasionada-
ante cuyo horizonte nos resignamos? mente, a razonar sobre nuestra historia y nuestro
En este nuevo siglo no podemos repetir de horizonte para poder construir nuestro propio des-
memoria ni rendir culto a la costumbre del rito; es tino. Seguramente tenemos algo que decir sobre lo
necesario atreverse a dudar del orden recibido. La que hemos hecho de nosotros mismos y los pasos al
duda de las verdades, la pregunta indiscreta ante las vacío que continuaremos dando para no convertir-
legitimidades asumidas, el cuestionamiento al poder, nos en estatuas de sal. Porque las tradiciones, como
la sospecha de la historia; en este nacimiento que no las herencias, hay que refundarlas cada día para
puede sino dar cuenta de sí mismo, las definiciones no degradarse en la costumbre del que ha recibi-
se borran, los sentidos se mezclan, las búsquedas se do todo hecho. Así, sí se puede asumir la identidad
confunden. heredada, hacerla propia, construirla contemporá-
La proliferación de los márgenes ha creado nea. Así, no recibiremos una identidad como quien
múltiples discontinuidades en la superficie de repre- recibe una jaula de melancolía. Así, el nuevo siglo
sentación del poder cultural y ahora la imagen del no tomará la forma de una caída que nos anuncia
centro es una imagen fragmentada y disgregada. La el aliento de la renovación, sino el carácter de esa
contraposición geocultural entre centro y periferia, subversión silenciosa que es tomar conciencia de los
como puntos radicalmente separados por una dis- límites que nos hemos construido y de las posibilida-
tancia irreversible entre dos extremos, se ha rear- des que todavía deseamos.
ticulado de un modo fluido y transversal. Pero aun Ese nuevo siglo nos requiere recorrerlo vo-
si el centro se desterritorializa, sus estrategias de re- luptuosamente, pensando concentradamente desde
presentación se legitiman construyendo una condi- su viejo cuerpo centenario, vigilando sus fracasos,
ción diseminada del poder. Si cabe, una condición cantando sus alegrías, deseando su derrotero, sin
todavía más poderosa. sustraernos a los olores, los sabores, los colores de
La autoridad teórica del centro ya no radica su historia y del destino que queremos inventarle.
tanto en su capacidad de concentración del poder Requiere que lo celebremos y devoremos en muchas
simbólico, que todavía conserva, sino, fundamental- palabras, para que en este nuevo siglo reencontre-
mente, en la diseminación del poder de representa- mos el cuerpo de nuestra propia obra, el más ho-
ción, según la cual, representar significa controlar los llado, el más invaginable y el más impenetrable de
medios discursivos subordinando los saberes a una nuestros cuerpos.
sola y misma gramática conceptual. Ahora ya nos
permiten hablar, pero para que nos quedemos sin
aliento. Para nosotros, para los marginales teóricos, LO QUE QUISIERA
por consiguiente, no basta incorporar las figuras de
la otredad, de la alteridad, de la subalternidad peri- HACER
férica a nuestro nuevo discurso antihegemónico. Ni
tampoco deleitarnos ante el espejo postmoderno de Somos hijos huérfanos de padres conocidos.
la marginalidad y la diversidad con que la academia Otra vez. Somos hijos huérfanos de padres conoci-
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dos. En esta paradoja extrema radica nuestra tensión al Estado. No todavía un bien común de alientos
existencial. Porque en tanto huérfanos somos solo interculturales.
gente de carne. Una carne diaria despojada, des- En cada uno de nosotros habitan tres suje-
de el principio, de armonía con el origen; invadida, tos: el indio, el cholo, el blanco. En cada día de esta
hasta el final, de destino compartido. Pero en tanto tensa colonia libertaria vivimos tres comunidades:
hijos de padres conocidos somos gente de hueso. Un la comunidad del origen mítico, la comunidad de
hueso diario agraviado, desde el principio, por las los derechos oprimidos y las libertades excluidas
demandas mesiánicas; agredido, hasta el final, por del presente y la comunidad del destino ciudadano.
globalizaciones imposibles. Como gente de carne y No nos equivoquemos, el indio que nos habita no
hueso, entonces, nuestra comunidad de origen está es solo el agricultor que sobrevive en la montaña o
quebrada: son tantos y tan otros los orígenes, aje- el cazador que vichea en la encrucijada de los ríos.
nos entre sí, sospechando de reojo los gestos de cada Es también la prostituta ayorea, el contrabandista
uno. Como gente de carne y hueso, por tanto, nues- aymara, el mendigo tacana, el traficante quechua. Y
tra comunidad de destino está fragmentada: son tan es también el dirigente sindical, la autoridad muni-
profundas las diferencias que ningún aparapita po- cipal, el guía del turismo exótico, el cuidador de las
dría coser nuestros abismos (aunque nunca se sabe, almas de las plantas. No nos confundamos, el cholo
los aparapitas son capaces de casi cualquier cosa, que nos habita no es solo el artesano, comercian-
incluso de persistir después de su extinción). Por te, funcionario público de bajísimo rango, miss de
todo esto, porque somos hijos huérfanos de padres un barrio perdido, migrante al mundo del norte. Es
conocidos, nuestras identidades tienen tres rostros también el contrabandista, el politiquero prebendal,
siempre como el Jesús del Gran Poder. el transportista de baratijas, el encantador de ser-
Vivimos en el campo de batalla de esta gue- pientes. Y es también el microempresario que tra-
rra interminable. Ninguna diferencia ha logrado baja de sol a sol, la pareja de morenos enjoyados, la
seducirnos para compartir mil y una noches tra- magnífica más aindiada, el presidente de un club de
duciendo nuestras perspectivas. Algún momento la Primera A, el modesto militante partidario o pro-
sí, por supuesto, porque el reposo del guerrero no fesor de la escuelita, el que tiene su pequeña cuenta
es ajeno a un momento de himnos y de mieles na- en dólares, el traductor de nuestras lenguas. No nos
cionales. Ninguna sencilla diversidad ha alcanzado engañemos, el blanco que nos habita no es solo el
siquiera una apasionada hegemonía más allá de una hijo del vecino que vive en la casa de un barrio tra-
generación; lo “plurimulti” nos hurgaba las entra- dicional por generaciones, el bachiller de un colegio
ñas. Aun si la tregua en la batalla con nuestros pa- inconfundible que habla inglés, el socio del club de
dres ha sido muchas veces necesaria para lamernos tenis, el gerente dueño de algo grande, el que es-
bailando las heridas, ha sido siempre parca y breve cribe en alguna columna de un periódico nacional.
como flor de un día. Ninguna complementariedad Es también el vendepatria, el huele-caca, el miami-
nos ha reunido en el abrazo fraterno, al contrario, zado. Y es también el exportador no tradicional, el
insistíamos en la república de indios y la de blancos, ecologista-feminista-socialista-democrático, el cien-
nos pongueábamos y nos enseñoreábamos. A pesar tífico doctor, el que nos comunica con el mundo.
de embelesarnos en el delirio de diseños heredados Por todo esto, nosotros, los hijos huérfanos
y reinventados, levantando orgullosos la vista por- de padres conocidos, solo en nuestros mejores mo-
que somos casi los únicos tejedores artesanales del mentos entrañamos esta guerra de pasiones esteti-
planeta tejiendo indios hermosos imposibles para zando la política. Indios tejiendo el retorno de las
ojos de turista, enterrábamos esos tejidos en los mu- almas. Cholos bailando la comunidad de magnífica
seos. Diferencias literarias, diversidades bailadas, hermosura. Blancos poetizando la diferencia. Qui-
complementariedades tejidas. Todas batallando siera que contemos solo eso: nuestros tejidos de vi-
por ocupar un territorio en el imperio de la cegue- cuña, nuestros bailes magníficos, nuestros poemas
ra compartida. Porque, para nosotros, la nación es apasionados. Porque todo lo demás, porque todo
una guerra de gritos y abrazos. Porque tenemos un lo mediocre, porque todo lo peor, lo padecemos en
sentido común de tribus guerreras que desprecian cada anochecer de la vergüenza repetida acudiendo
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a la pornomiseria como un recorrido turístico por el vuelo, aunque tantas veces nos hayamos hundido
los territorios de la pobreza –la contemplamos, pero en la caída. Como dice Ricardo Piglia: “la verdad
no la explicamos, la exponemos, pero no la comba- tiene la estructura de una ficción donde otro habla.
timos, la usufructuamos, pero no la resolvemos. La Hay que hacer en el lenguaje un lugar para que el
pornomiseria se ha convertido en una droga con- otro pueda hablar” (2005: 24).
ciencial y política que nos invade y nos hace adictos
a la impotencia y la caridad. Para qué desgraciar-
nos. Mejor delirar en el vuelo más alto, mejor res- LO QUE ESTOY
pirar el aire más transparente, mejor hermanarnos.
Por todo esto, quiero compartir cómo nues- HACIENDO
tras tres comunidades nos conviven. En nuestra na-
ción, que es un campo de batalla, respiramos, por Sí, ya sé que suena incomprensible. Arti-
supuesto, violencia simbólica. Ese poder que trabaja cular las diferencias parece una convocatoria a la
por imponer la significación y la legitimidad de uno, sordera. Pero si me acompañan en el camino, com-
y solo uno, de los muchos campos culturales que nos partirán el asombro de cómo nuestras mejores obras
atraviesan. Pero respiramos, sobre todo, deseo sim- no solo coquetean con la libertad, sino que jamás se
bólico. Ese deseo que libera la vida de resultados y la acuestan con la tiranía.
inunda de procesos que producen sentidos y valores. Algunos textos del presente, que viven en
Nuestras tres comunidades, entonces, también nos esa frontera heterogénea, iluminan el proceso de
comunican. Porque debemos nuestra extraordinaria pérdida de aura y las consecuencias institucionales
apertura cultural a las condiciones de vacío hege- que eso produce. Se cancelan las batallas entre his-
mónico. La nación boliviana, en términos geopolíti- toricismo y formalismo, entre realismo y vanguar-
cos, era necesaria como un vacío de poder, como un dia, entre literatura pura y literatura social, entre
territorio económicamente, políticamente y subjeti- tejidos auténticos y tejidos turistas, entre danzas de
vamente neutral, y que no estuviese en condiciones la fe y danzas de la ostentación. Se superan las lu-
de disputar presencia a los otros virreinatos; desde chas entre campos disciplinarios, entre esferas del
entonces seguimos siendo ese agujero negro que no conocimiento. Se trasciende el corte entre realidad y
debe ser llenado por ninguna hegemonía. Por consi- ficción. Se desestiman las luchas por el poder acadé-
guiente, no puede ser la agricultura, digamos, orgá- mico especializado. Esa lucha de clases y de linajes
nica, ni el poder político, digamos, ultrademocráti- en las artes es sustituida por un flujo de identidades
co ni la matriz energética, digamos, generosamente ficcionales. Y en ese momento, esas identidades que
solar quienes nos constituyan, fuerzas inerciales al también son políticas de escritura y éticas de lectu-
fin y al cabo; tendría que ser el deseo cultural: la ne- ra, dramatizan otra narrativa de la ficción. Ya no la
cesidad de procesos simbólicos. De aquí que nues- lucha por el poder textual –esas aristocracias de los
tras identidades y nuestros territorios perpetúen la géneros y esas oligarquías de la academia–, sino el
puesta en abismo. Sí, precisamente, la puesta en debate en la democracia ficcional.
abismo. Esa manera de contar desde el contraste y La ficción produce presente desde la expe-
la paradoja, no desde la plenitud ni la certeza. Mu- riencia cotidiana. No lo hace acudiendo a la refe-
chas narraciones dentro de otras narraciones, mu- rencialidad y la verosimilitud. Lo hace desde la re-
chas danzas dentro de otras danzas, muchos tejidos presentación de la experiencia. Absorbe y fusiona
dentro de otros tejidos dialogando y debatiendo. toda la mímesis del pasado para constituir las ficcio-
Nuestra visión dependerá de la distancia nes del presente. Una ficción que es la realidad. La
que nos separe de las otras identidades, y nuestra narración clásica, canónica, trazaba fronteras níti-
perspectiva dependerá de la posición respecto de las das entre lo histórico, como real, y lo literario, como
otras narrativas. De ahí que un acontecimiento, en símbolo, mito, alegoría, y producía una tensión en-
la vida o en el relato, tenga tantos puntos de vista tre los dos: la ficción deseaba consistir en esa tensión
sobre lo mismo. Nuestro gesto cultural consiste, por entre la pura subjetividad del aura y la pura realidad
eso, en seducir todos los abismos para mirarnos en de la masa. Creo que hoy necesitamos un funda-
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mentalismo estratégico distinto: una ficción que sea cia del tiempo y de otros tejidos de palabras. Tex-
la realidad de la experiencia del presente. Un senti- tos que ponen en escena minúsculas singularidades
do común que sea una imaginación pública. para producir, en un relato, los sentidos sociales de
Las diferentes identidades ficcionales del una época. Por esto creo que hoy nuestras palabras
presente se distancian abiertamente de la ficción nos representan cuando hablan desde ese puente en
clásica y la moderna. Propongo, entonces, que ese movimiento que comunica oralidad con escritura,
gesto sea nuestro. En la realidad cotidiana que pro- o que nos obliga a recordar cuando pluralizan den-
duce esa ficción contemporánea no se oponen su- samente, cuando ponen en duda las certezas de su
jeto imaginario e historia colectiva, verosimilitud propia tradición. Si, por ejemplo, los tejidos subsu-
y realidad. Esta realidad del presente es producida men palabras y helicópteros, si las danzas insumen
intercambiando experiencias ficcionales desde al- caporales gestos de conquista, si los poemas asumen
gún lugar entre literatura, música, artes visuales, canciones de las pastoras a sus ovejas. Tejidos vivos
performances, video, arte digital, cine, etc. El me- que sostengan la paradoja de una poética social que
dio, soporte o formato ya es secundario, porque el practique una ética de la palabra.
trabajo ficcional ya no produce sentido estructurado La certeza de que venimos careciendo y es-
por sus especificidades, desde dentro de ellas. La fic- tamos necesitando lenguajes definidores de nuestra
ción trabaja con esos medios, no desde esos medios. identidad ficcional, de formas de textualidad que
Porque hoy necesitamos restituir las cosas al libre permitan intervenir en las exigencias del presente,
uso de las palabras. no solo en términos artísticos o filosóficos, sino tam-
Una de las vías es localizar la escritura. La bién en términos políticos, es una confianza en que
ficción se hace nacional si su voz se calibaniza. Para todos nuestros textos anfibios, más que la disolución
comenzar, requiere de transculturación y de hibri- de los géneros, son su articulación. Las concepcio-
dación, es decir, de escritura. Para terminar, exige nes subjetivistas de la obra de arte pueden definir-
oralidad, es decir, heterogeneidad. se por su voluntad de reducción a la condición de
Otra de las vías es acudir a algún fundamen- expresión o revelación del artista. Las concepciones
talismo estratégico: restablecer la experiencia comu- objetivistas de la obra de arte subrayan su vocación
nitaria de la oralidad o metamorfosear la tradición representacional capaz de producir sentidos y no
subjetiva de la escritura. Estas políticas simbólicas solo de expresarlos o revelarlos. Nuestra identidad
son las que hacen de la ruptura una tradición y ficcional, hoy, ya no se destroza en el debate de esa
también las que nos permiten metamorfosis soste- esquizofrenia, más bien, conjuga sus rostros, pero
nibles. Abren incertidumbres, construyen preguntas para valorar sus diferencias, no para diluirlas en al-
nuevas, y al mismo tiempo, son las que desde una guna neutralidad migrante incapaz de atreverse al
comunidad de origen –como la colonialidad– nos nomadismo.
exigen una pluralidad de destinos –como la centra- Por eso, hay que luchar contra el aura, con-
lidad de los márgenes. tra la institucionalización del privilegio, que es una
La ficción moderna era la realidad histórica operación política que tiene que ver con el ejercicio
–política y social– tamizada por un mito, una fábula, del poder para asegurarlo mediante la referencia a
una subjetividad. Nos dotaba de esos héroes que nos un modelo sagrado: un fenómeno de sustracción de
acompañaban en el desastre y en la alegría de las las cosas del ámbito común de los humanos para
vanidades cívicas. La ficción del realismo cotidiano, ponerlas a disposición de algunos de ellos. Nuestra
en cambio, se nutre, por un lado, de la ritualidad: la identidad ficcional, en cambio, es todo lo que cir-
regularidad de las comidas, la entrada a la escuela, cula con una vocación de realidad, los textos que
la salida de la oficina. Y por otro, del instante, del nos tejen en su sentido más amplio como un tra-
accidente, del acontecimiento; la gente común que bajo social, anónimo y colectivo, pero densamente
un día se entera de que tiene cáncer, o que vende imaginario porque desea materializarse en las ins-
la casa, o que se divorcia: esos momentos que divi- tituciones. Un trabajo que nos otorga un lugar en
den la vida en dos o esos territorios vitales que nos todos los imaginarios: aquella imaginación que nos
tatúan las fronteras. Esto nos habla de otra viven- ha educado, la historia de nuestros imaginarios, la
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comunidad imaginada de nuestros orígenes y de hace posible cualquier discurso preña la distancia
nuestros destinos. Un imaginario que produce reali- con el objeto social observado y con el objeto tex-
dad porque produce experiencia del presente. tual producido. No es sino un delirio con las encru-
cijadas, pretender una armonía dependiente entre
letra y realidad. Y, sin embargo, tantos de nuestros
“OTROS SERÁN LOS historiadores la siguen persiguiendo enamorados, y
tantos de nuestros escritores sonríen desdeñando su
QUE GOCEN DE LOS propia esquizofrenia. Porque no es la ‘realidad’ la
que determina a la letra; ha sido siempre la letra la
FRUTOS DEL ÁRBOL que diseña nuestra percepción de la realidad.
La primera pregunta, entonces, a la que
DE LA LIBERTAD” quiero sugerir una respuesta, nace de la fe en el do-
cumento que hace posible a la historiografía. Sin esa
UN ENSAYO SOBRE UNA DE NUESTRAS fe en la autenticidad y veracidad del documento, la
NARRACIONES MÁS ‘REALISTAS’ ES IN- historia, por lo menos la positivista, no sería posible.
EVITABLE. PERO, EN VERDAD, ES IMPRES- ¿Cómo nos representamos históricamente y cuál es
CINDIBLE. PORQUE A ESTAS ALTURAS el sustento de esa representación? ¿A través de qué
DE LA TEORÍA Y DE LA CRÍTICA LITERA- mediaciones hemos convertido a los documentos en
RIAS SABEMOS QUE LA INTERVENCIÓN archivos y a los archivos en territorio de la veraci-
SUBJETIVA EN LA SOCIEDAD NO ES SINO dad?
LA FUENTE DE NUESTROS IMAGINARIOS. La narración histórica ha pretendido igno-
POR ESTO, AUNQUE NO SOLO POR ESTO, rar su carácter narrativo para poder evadir cual-
ESTE ENSAYO A PROPÓSITO DE CÓMO quier tipo de control sobre sus métodos etnográfico
LA OBRA DE UN POLÍTICO ESCRITOR SE o paleográfico,17 como si esos mismos métodos fue-
HACE VIDA COTIDIANA. ran garantía de transparencia y demostraran sufi-
cientemente la ausencia del autor. Hayden White
Para la historiografía positivista, la historia afirma que, dado el carácter siempre fragmentario
es un objeto de inquisición, un pasado definitivo e insuficiente de los datos históricos, el historiador
sobre el cual se actúa coercitivamente para repre- no puede sino relacionar los elementos con los que
sentarlo en el presente. Pero esa historia se escapa, cuenta a partir y dentro de una estructura narrati-
tiene una fuerza que no permite que la poseamos: va para dotarlos de sentido: la narración histórica
como si no quisiera tener nada que ver con los vi- opera, por tanto, como un artefacto literario. Los
vos. Escribir la relación de la pública realidad social elementos y las secuencias son organizados de dis-
pareciera no poder ser sino una tarea de recolector tintas maneras, de modo tal que permitan la elabo-
de aquellos chismes fundacionales, uno por uno, ración de diferentes interpretaciones de una misma
para convertir la historia en concurso de nombres y narración. Esta es, claro está, una operación litera-
acontecimientos como única posibilidad. ria que desenmascara la inevitabilidad metafórica y,
No deja de asombrarme que todavía sea po- en general, el uso de técnicas del lenguaje figurativo
sible considerar un libro de historia o una etnografía en cualquier discurso que pretenda representar la
como si fueran realidad, como si no fueran escritura; memoria social caracterizando su objeto y determi-
o peor, como si esa escritura fuera transparente. O nando estrategias que constituyan el proceso de las
como textos sin autor, porque serían científicamente transformaciones de ese mismo objeto.
autosuficientes, porque sus afirmaciones no reque- No se trata, obviamente, de que los docu-
rirían prueba, porque su anonimato garantizaría su mentos sean falsos; se trata de que el trabajo histó-
verdad. Los textos etnográficos no pueden sino ser 17 Uso los conceptos ‘etnográfico’ y ‘paleográfico’ como
autobiográficos; la relación observador/observa- extremos teóricos de la paradójica fe en la observación y
en el documento. Tanto la observación etnográfica como
do no es menos conflictiva que la relación autor/ la lectura paleográfica deberían permitirnos acceder
texto, y en ambos casos, el testimonio personal que transparentemente al objeto de estudio.
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rico consiste en construir su verosimilitud, se trata nes de existencia de esa novela del siglo XIX, sino
de fabricarlos ciertos y que por serlo pongan en sus- explicar su proceso de construcción textual. Pre-
penso cualquier grado de incertidumbre. Más allá, viamente, sin embargo, es preciso señalar muy bre-
sin embargo, el discurso histórico no puede limitar- vemente que esta primera novela boliviana narra,
se a la recopilación y transcripción de documentos; como su subtítulo sugiere, las memorias del último
requiere, imprescindiblemente, reunirlos en una soldado de la independencia desde la perspectiva
narración, una narración que se desea documen- del guerrillero, ya retirado, que recuerda algunos
tal pero que se realiza literaria. Una narración que, acontecimientos vividos en su niñez. Sería un acto
como cualquier otra narración, es obra de un autor, de banalidad leer Juan de la Rosa como un monu-
de sus pasiones, de sus prejuicios, de sus limitacio- mento discursivo o como un museo de la nación li-
nes; una narración que libera, con su estructura y beral; esta obra sigue actuando en el presente y su
su especificidad, la ficcionalidad del documento, su lectura deberá respetar su especificidad y diferencia
carácter imaginario. Es precisamente ese carácter históricas, pero, al mismo tiempo, abrirla en su soli-
imaginario el que constituye nuestra forma de ocu- daridad con los debates y procesos inconclusos de la
par la memoria social con un sentido colectivo. El modernidad contemporánea. Porque las obras cul-
modo narrativo de la historia hace posible la elabo- turales son actos sociales con consecuencias sociales.
ración del imaginario; demuestra que la narración La nación es, usualmente, una operación
es el modo a través del cual la historia produce su ideológica que va siendo construida con herramien-
conocimiento. tas históricas. Las herramientas son las acciones so-
Creemos, todavía, que nos apoderamos de ciales documentables. Pero la operación, el uso de
la historia confiando, como en un fetiche, en el ar- esas herramientas, es la proyección de los conflictos,
chivo. En el archivo escrito, en el único y último re- de las contradicciones, de las imposibilidades y los
ducto que garantiza la posesión que del pasado rea- deseos de esa herramienta en su trabajo por cons-
liza el presente. Sin embargo, nuestras lecturas del truir una totalidad nacional hipotética. En otras pa-
pasado dependen vitalmente de nuestra experiencia labras, la ideología es el trabajo de autoconstitución
del presente, de cómo reconocemos nuestras raíces de los sujetos, esa estructura de representaciones
y de cómo delimitamos nuestros horizontes. Por eso, que permite al individuo imaginar sus relaciones
también, nuestras lecturas dependen de nuestra es- con realidades transpersonales como la sociedad y
critura, de cuánto confiamos y cuánto dudamos de la historia. Nosotros, los sujetos, necesitamos un
ella, de si la usamos como instrumento paleográfi- proyecto de sociedad con cuya construcción nos
co en un extremo, o como aparato de dudas. Por identifiquemos y cuya identidad nos constituya.
eso, entre otras cosas, voy a comenzar proponiendo Es tentador acercarse a Juan de la Rosa asu-
una particular lectura de la historia de nuestro siglo miendo el bagaje teórico y metodológico de la teoría
XIX: la lectura de su invención a través de textos de la ideología entendida como representación –fal-
que se siguen asumiendo como aquellos que cons- sa o politizada– o como alegoría. Se podría, para
tituyeron al sujeto nacional moderno; mostraré el dar todavía más argumentos a Benedict Anderson,
lugar que la ficcionalidad ocupa en el trabajo del mostrar cómo un héroe solitario sirve de mediación
fundador de la Nación. entre el mundo novelesco y el, digamos, mundo
No quisiera comenzar describiendo, como “real”.19 Podría fácilmente demostrarse cómo Juan
quien nada hace, la evidente presencia de la nación de la Rosa representa y reproduce un particular pro-
y de lo nacional en Juan de la Rosa18 como condicio- yecto de nación con todas las sutilezas del caso.
18 Nataniel Aguirre, Juan de la Rosa.La primera nove- Sin embargo, creo que es más interesante
la boliviana estaba planificada en cuatro partes: “Cocha- demostrar que Juan de la Rosa constituye un imagi-
bamba”, “Los porteños”, “Hayopaya” y “Los colombianos”.
En 1885, en dos formatos –folletín y libro–, se publica la 19 Comentando la primera novela mexicana, El periqui-
primera parte: “Cochabamba”, consignándose como au- llo sarniento, Benedict Anderson considera que el ima-
tor a Juan de la Rosa y no a Nataniel Aguirre. El nombre ginario nacional trabaja en la subjetividad de un héroe
del autor y el título de la novela recién se consignaron en solitario por medio de un paisaje sociológico de modo
1909, en la edición póstuma de París de las obras literarias que logra fusionar el mundo interior de la novela con el
de Nataniel Aguirre. mundo externo.
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nario nacional y no es construido por este. Obvia- Si cuestionar el esencialismo del documen-
mente, no en el sentido de que la memoria social to constituye una condición necesaria para abrir la
y personal sea un texto, una fabricación, sino en obra de la duda, la condición suficiente se realiza
ese otro sentido, teórica y metodológicamente más a través de la carta inicial que presenta el trabajo
complejo, de que nuestro acceso al inconsciente o a histórico como trabajo ideológico por medio de la
la historia es inevitablemente indirecto, que ambos figura prologal del magisterio: comienza la novela
existen como una causa ausente cuya realidad pasa con el discurso didáctico de Juan como juicio sobre
por su previa textualización, por su conversión en lo el incumplimiento del proyecto nacional que, su-
único que nos comunica: el discurso. Lacan plantea puestamente, se habría iniciado en 1825 pero que a
que lo real es aquello que resiste absolutamente a la fecha de su diario –1884– se encuentra frustrado.
ser simbolizado; si la memoria y la historia son ‘rea- La íntima relación existente entre política y
les’, entonces nuestra relación con ellas es inevita- ficción, en la construcción de las naciones latinoa-
blemente indirecta, mediada por el imaginario que mericanas, se demuestra a través de lo que podría
cotidianamente construimos. llamarse el recurso a la alegoría en aquella narrativa
Para abrir aún más esta pregunta es necesa- latinoamericana que trabaja la relación entre his-
rio construir, cuando menos, tres posibilidades: toria e imaginario cultural. Los ejemplos clásicos20
• que a través de una operación (con)textual, son historias de amantes o familias que represen-
Juan de la Rosa transforma la concepción de la histo- tan regiones o clases en conflicto social, político o
ria como documento en historia como ideología; económico, conflicto que en el desarrollo narrativo
• que a través de una operación textual, se resuelve simbólicamente. En este caso, claro, se
transforma la historia como ideología en historia está trabajando a partir de una política del erotismo
como narración; y/o de una política del parentesco que han hecho
• que a través de una operación pragmática posible relacionar y resolver planteamientos opues-
–tal como está definida por las teorías de la lectura–, tos; la alegoría ha permitido otorgar una retórica
transforma la narración en ideología. consistente a aquellos proyectos hegemónicos que
El primer cuestionamiento a la veracidad conquistan al sujeto antagónico por razón y pasión
de la historia como documento público se realiza antes que por coerción. La legitimidad de la nación
demostrando que las afirmaciones del historiador emergente, por tanto, estaba siendo construida tan-
español Torrente Ballester son rebatidas por el cro- to por una ficción histórica que alegorizaba los pro-
nista cochabambino Eufronio Viscarra. Lo funda- yectos nacionales como por una historia ficticia que
mental de esta primera operación, sin embargo, no alegorizaba las raíces de esos proyectos.
radica en la sustitución de una ‘mentira’ por una Desde que el imperio español intentó re-
‘verdad’; se trata, en un gesto autoral radicalmen- primir la imaginación colonial prohibiendo la im-
te novedoso para la época, de afirmar el carácter portación y la publicación de novelas en América
ideológico de la historia, la determinación que la Latina en 1532, 1543 y 1571, hizo de los vacíos dis-
perspectiva política impone sobre el documento. cursivos inevitables puntos de partida. Pero Améri-
Complementariamente, a través del propio relato, ca Latina necesitaba ser nombrada; la alegoría, por
también se cancela la posibilidad de trabajar la his- consiguiente, se constituyó en la herramienta por
toria como documento privado, es decir, como testi- excelencia; esta remite a un determinado modo de
monio. La novela simplemente cambia la perspecti- lectura que se basa en la aceptación de dos niveles
va del narrador, pasando de Juan (casado en familia de codificación que se plantean como un sistema
nuclear) a Juanito (huérfano mestizo y bastardo de
familia mayorazgal), usando ambas relaciones de 20 José Joaquín Fernández de Lizardi, El periquillo sar-
niento (México DF: 1830); Gertrudis Gómez de Avellaneda,
parentesco como metonimias de situaciones nacio- Sab. (La Habana: 1841); Bartolomé Mitre, Soledad (Buenos
nales, es decir, demostrando las transformaciones Aires: 1847); José Mármol, Amalia (Buenos Aires: 1851);
de las relaciones de dependencia y de las relaciones José de Alencar, O Guaraní (Rio de Janeiro: 1857); Alberto
Blest Gana, Martin Rivas (Santiago de Chile: 1862); Jorge
sociales con el paso de la monarquía a la nación re- Isaacs, María (Bogotá: 1867); Manuel de Jesús Galvan, En-
publicana. riquillo (Santo Domingo: 1882).
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de relación entre historia y ficción. La narrativa del de lucha y, al margen de una autobiografía del co-
siglo XIX pudo, así, ofrecer modelos de nación y mandante Padilla de la republiqueta que ocupaba
narración desde la ficción y sin tener que pasar por el territorio entre los ríos Grande y Pilcomayo, solo
complejas mediaciones. la guerrilla de Ayopaya tuvo su crónica a través del
Sustituida la concepción de la historia como diario de un guerrillero casi iletrado: Diario histórico
documento en historia como ideología a través de de todos los sucesos ocurridos en las provincias de Sicasica
meras operaciones textuales, y convertida la historia y Ayopaya durante la guerra de la independencia america-
ideológica de Juan de la Rosa en un acto narrativo a na desde el año 1814 hasta el año 1825. Escrito por un
través del recurso a la alegoría, resta mostrar cómo comandante del partido de Mohosa, ciudadano José Santos
esa narración construye un efecto de sentido para Vargas.21
dotar a una ficción de resultados sociales. El tambor mayor Vargas fue un mestizo,
Juan de la Rosa está presentada como un dia- huérfano muy tempranamente de padre y madre,
rio. Ahora bien, la forma diario, por ser una parti- con pocos años de educación formal y que a los die-
cular versión del testimonio, se apoya en su propia ciocho años inició su vida de guerrillero. Terminada
‘naturaleza’ verosímil que constituye a la historia la guerrilla, se dedica a las faenas agrícolas, por lo
personal en historia épica de una nación –la me- que pasa a convertirse, jurídicamente, en indio ori-
moria popular de una guerra épica–, y a la política ginario empadronado como tal con tierras del Esta-
personal en política épica de un pueblo –la memo- do en el registro del cantón Mohosa el año 1832, a
ria popular de un proyecto utópico. Al restaurar, sus 36 años.
así, la calidad del testimonio personal como repre- El comandante Vargas se autocalifica de
sentación de la memoria popular, está haciendo de “fervoroso boliviano”, compartiendo con la novela
ese diario la escritura de la historia del sujeto na- Juan de la Rosa y con la obra de Gabriel René More-
cional-popular como agente de la independencia. no –a pesar de la impronta racista del fundador del
Claro está, no se trata de que el testimonio sea ab- Archivo Nacional– la necesidad de la construcción
solutamente cierto, sino, en un registro diferente, de nacional. Cree que las montoneras de esos valles
que el testimonio, como cualquier otro producto del fueron los primeros hombres de la nación boliviana
imaginario representacional, apunte a ser ejemplar que buscaron la libertad. La novela concentra en el
más que a describir, a deconstruir una historia he- soldado de la independencia al fundador de la na-
gemónica para, así, sustituirla por otra. De aquí, en- ción como metonimia social del lugar privilegiado
tonces, que pueda afirmarse que Juan de la Rosa está del mestizaje, y resuelve simbólicamente las contra-
escribiendo historia desde la literatura. dicciones históricas e ideológicas de la fundación
La historia como narración es posible me- nacional no integrando a los indios y manteniendo
diante la fusión de la forma diario con la memoria la lógica de las “dos repúblicas”. Y el tambor mayor
popular, ambas integran la historia épica y la políti- Vargas subsume a los indios dentro de una misma
ca utópica en una novela. La subjetivación de la his- unidad con todo el resto del ejército guerrillero,
toria y la ideología no solo las convierte en verosími- planteando la determinación de la independencia
les, sino que construyen un lector identificado con militar y política por sobre la lógica de las identida-
la ‘epopeya’ de la independencia. Complementa- des culturales. Afirma, sin embargo, que los guerri-
riamente, la narración como ideología se desarrolla lleros fieles a la libertad y adictos al general Lanza
transformando un diario privado en alegato público eran mestizos y no indios.
a través de su publicación como novela testimonial: La presencia india en el Diario se mantiene
un registro imaginario que produce ‘realidad’.
En el actual territorio boliviano, se inicia 21 “El Diario es único en el sentido de que no hay otro
equivalente ni en América Latina ni en Europa, ni en nin-
la guerra de independencia de España en 1809 y guna guerra de independencia de ningún país” (entre-
se mantiene durante 16 años con gran predominio vista a Gunnar Mendoza, director de la Biblioteca y Archi-
de la forma guerrillera, que incluso dio origen a la vo Nacional de Bolivia, Raúl Paredes, De la ‘Memoria’ en
Juan de la Rosa [La Paz: Tesis de Licenciatura, 1990]). José
formación de lo que se conoció como las seis repu- Santos Vargas, Diario de un comandante de la indepen-
bliquetas. Se sabe poco de esta tan particular forma dencia americana. (México DF: siglo xxi, 1982).
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dentro de una lógica militar estratégica: se trata de lidad expresamente histórica (las obras de los his-
utilizar recursos humanos y logísticos de acuerdo a toriadores Torrente Ballester y Eufronio Viscarra),
los intereses de la guerra, no de acuerdo a los inte- se estructura, ficcionalmente, sobre la base del Dia-
reses de la ideología. El autor del Diario está plena- rio. Los narradores de la novela y el testimonio son
mente consciente de que los indios no tienen com- excombatientes de la guerra de la independencia,
promiso definitivo con ninguno de los bandos y que ambos se dedican a las faenas agrícolas después de
la relación entre patriotas, realistas e indios depende 1825, ambos pretenden que una institución pública
de las ofertas de los primeros y las necesidades de los imprima los textos presentados como diarios, am-
segundos. bos son huérfanos sometidos a una tutela despóti-
Un ejemplo notable, en el Diario, de la in- ca que escapan de sus hogares en fechas similares,
certidumbre nacional respecto a los indios puede ambos son tambores, ambos intercalan proclamas
encontrarse en la transcripción del planteamiento y bandos en el texto, un familiar religioso induce a
que uno de ellos hace a sus dos compañeros: “¿Aca- ambos narradores a plegarse a la lucha por la inde-
so no quedan patriotas que nos persigan hasta arru- pendencia, ambos utilizan términos iguales y poco
ynarnos enteramente con nuestras vidas e intereses? usuales en esa época –país por ciudad o poblado.
Y el rey sus medallas y demás títulos que nos ofrecen Lo más significativo, sin embargo, no se encuentra
¿nos harán resucitar?... Yo me retiro en este acto”. en las demasiadas similitudes entre ambos textos, ni
El Diario ofrece una enorme riqueza para el siquiera en la intención ideológica y didáctica que el
análisis del uso de fuentes orales y de lo que podría personaje Juan de la Rosa y el tambor mayor Vargas
llamarse, muy provisionalmente, ‘creencias popula- plantean explícitamente en la presentación de sus
res políticas’. Sin embargo, y a pesar de que una lec- obras,22 sino en el carácter narrativo que ambos pri-
tura del Diario desde una perspectiva estrictamente vilegian para imaginar a la Nación. Porque, si bien
historiográfica podría recuperar elementos para ela- para el pensamiento liberal del XIX el mundo indí-
borar una historia del imaginario popular republi- gena era sinónimo de degeneración, la narración de
cano, su énfasis, como diario de campaña, evidencia la historia nacional republicana confiesa también su
la obsesión con la imagen de una nación moderna impotencia para incluir de manera subordinada al
que no alcanza a incluir al indio. Dicho desde otro indio, que se le escapa como agua entre los dedos.
ángulo, la estrategia de adaptación en resistencia Quizás nada expresa de manera tan evi-
de los indios habría logrado, por lo menos en el si- dente la alteridad indígena ante la emergencia re-
glo XIX, y hasta 1952, su exclusión de las políticas publicana como una obra anónima de 1830.23 El
de modernización. El Diario, transparentemente, autor, que se denomina a sí mismo un aldeano que
muestra que en la homogeneización nacional no se “vive en un triste cantón aislado” y que acusa al
planteaba la desindianización –la nacionalización y “comercio libre extranjero” de haber cortado los
homogeneización– de una población que hasta muy brazos productivos a la República en su extraordi-
entrado el siglo XX conservaba rasgos de una iden- nario análisis de la situación económica boliviana
tidad cultural ajena al rostro mestizo que el discurso después de la guerra de la independencia, no puede
hegemónico ensalzaba: sino reconocer la necesidad de la vigencia continua
del sistema colonial de las dos repúblicas aunque lo
Algunos [indios] decían que por su rey y haga desde una perspectiva civilizatoria.
señor morían y no por alzados ni por la Pa-
22 “Puedo ya pedir a la juventud de mi querido país que
tria, que no saben qué es tal Patria, ni qué recoja alguna enseñanza provechosa de la historia de mi
sujeto es, ni qué figura tiene la Patria, ni na- propia vida” (Aguirre, 2016: 52). “Para ser transmitido a la
posteridad, mucho más para que sepa ésta cuánta san-
die conoce ni se sabe si es hombre o mujer,
gre, cuántos esfuerzos, cuánto valor y heroísmo cuesta a
lo que el rey es conocido, su gobierno bien la Patria su libertad, para saberla apreciar mejor, conser-
entablado, sus leyes respetadas y observadas varla y respetarla” (Santos Vargas, 2016: 112).
puntualmente. (2016, s.p.) 23 Anónimo, Bosquejo del estado en que se halla la ri-
queza nacional de Bolivia con sus resultados, presentado
al examen de la Nación por un Aldeano hijo de ella. Año
Juan de la Rosa, además de su intertextua- de 1830. (versión digitalizada propia s/p)
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Nadie ignora que Bolivia acaba de salir de vivieron, durante el primer siglo de la República,
un estado de barbarie. Sus ideas, sus actitu- su impotencia militar, política, jurídica y social para
des, sus maneras y estilos, todo es salvaje... constituirse como un proyecto nacional alternativo.
Es por esto que la Nación en general debe Porque el efecto perverso de su exclusión dentro de
llamarse bárbara y los sabios deben consi- la construcción nacional, durante el siglo XIX, fue
derarla en la infancia de su carrera política. el marginamiento para decidir su propio destino en
Es el indígena tan entusiasta en la conserva- el siglo XX, que no podía sino estar atrapado por
ción de sus costumbres, tradiciones, ritos y las lógicas de modernización que destrozaron los úl-
ceremonias que es casi imposible allanarlo timos espacios de resistencia del imaginario cultural
a observar esta práctica [el cumplimiento indígena de tierras altas, convirtiéndolos en cam-
de las leyes] y hacerle marchar por otra ve- pesinos. Los indios pagaron su resistencia contra la
reda. No digo por esto que esta casta debe Nación republicana del XIX con su propia esterili-
permanecer eternamente en su estado de zación para reproducirse como cultura en el XX.
barbarie... Lo que digo es que como la re- Sin embargo, donde hubo fuego, brasas quedan.
generación y civilización de un pueblo no Es obvio, entonces, que Juan de la Rosa cons-
es obra del momento, debe instruírsele y tituye el imaginario nacional liberal porque:
civilizársele con la lentitud que exigen las • establece un horizonte de representación:
circunstancias... ¿cuál debe ser la conducta la nación culturalmente criolla y socialmente mesti-
que debe observarse con el indígena? Ello za que preserva la existencia del doble Estado de la
es cierto que estos ciudadanos necesitan en República de indios y la República criolla;
sí de un código separado de leyes. (1994: sp). • constituye un sujeto nacional: el soldado
de la independencia como fundador de la nación
La narración histórica del siglo XIX ha po- y como metonimia social del lugar privilegiado del
sibilitado que las políticas coloniales de exclusión del mestizaje;
indio, manteniendo sus efectos sociales, incluyan en • resuelve simbólicamente las contradiccio-
el imaginario social a un sujeto ajeno a la Nación. nes históricas e ideológicas de la fundación nacional
Por eso, aunque la comunidad nacional imaginada no integrando a los indios y manteniendo la lógica
razona sus exclusiones para poder seguir pensán- de las “dos repúblicas”.
dose como una unidad homogénea, la comunidad La narrativa boliviana del siglo XIX –justa-
nacional cotidiana no puede sino asumir su esqui- mente representada por la excepcionalidad narra-
zofrenia como raíz inevitable, que ya anunciaba el tiva de Juan de la Rosa– ha establecido las condicio-
genocidio contemporáneo de que solo podremos ser nes de visibilidad de nuestros discursos nacionales
modernos si dejamos de ser indios. contemporáneos. Los ha explicado y ha extendido
En el siglo XIX, la política estatal fue de su poder al hacer legibles los instrumentos de sus
marginamiento y exclusión de los indios porque de- operaciones textuales que, de otra manera, serían
cidió sacrificar el mercado interno para la supervi- solo alegoría. Esa narrativa ha hecho de la tradición
vencia del país como proyecto de modernización. literaria un recurso vital para la supervivencia de
Las exportaciones mineras, las importaciones ge- nuestra alteridad discursiva, conectando esa parti-
neralizadas y, fundamentalmente, la privatización cular política representacional con distintas éticas
de la propiedad agraria comunal y la creación de colectivas, y de esta manera, el pasado ha deveni-
un mercado de tierras que fueron ocupadas por do una provocación antes que una trampa. Porque,
la mano de obra familiar mestiza que habitaba en aunque el límite de la alteridad de esta ‘otra’ letra
los pueblos y que se adueñó de los mecanismos de que cuestiona la norma escrita de las constituciones
comercio e intercambio, gradualmente destrozó el está establecido por su propio carácter de tentativa
pacto de reciprocidad entre indios colonizados y letrada democrática, no deja de ser significativo que
Estado colonial. Los derechos de las comunidades el esfuerzo por democratizar la escritura provenga
indígenas a la propiedad colectiva de la tierra y al del territorio del imaginario y no de los espacios ju-
control vertical de un máximo de pisos ecológicos rídicos del poder. Al fin y al cabo, ¿acaso la moder-
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nidad nacional no fue un trabajo intelectual antes soberanía, la permanente construcción del poder
que una experiencia social? nacional desde el Estado, los flujos subjetivos de
La construcción de la nación es aquella ta- identidad al interior del pueblo.
rea interminable de nuestra modernidad que siem- La correlación de fuerzas de estas tensiones
pre nos ha puesto frente al reto de definir estrategias marca el nuevo derrotero de la modernidad: ni la
imposibles. Comenzando con el complejo colonial fuerza ni el capital son suficientes para contener la
que marca la impotencia independentista, desde la insurgencia de la subjetividad. No cabe, por tanto,
política liberal de sustitución de importaciones de el lamento ante el declive del proletariado o el eclip-
principios de siglo XX, pasando por el capitalis- se del mundo indígena de tierras altas; estos sujetos
mo de Estado del nacionalismo del 52, llegando al han heredado sus condiciones materiales y su his-
neoliberalismo de la democracia restringida del 85 toria de resistencia, transformadas en subjetividad
y terminando en la máscara indígena del gobierno ritual, al ciudadano. La acumulación de valor, no de
populista del MAS, hemos respondido y hemos fra- riqueza ni poder, revela hoy que la tensión humanis-
casado. Desde los planteamientos de una educación ta originada en el Renacimiento europeo está más
nacional, pasando por la urbanización de las cos- vigente que nunca. El ciudadano ha alcanzado ese
tumbres y del lenguaje y llegando a una cotidiani- estado de conciencia que es la conciencia para sí.
dad indignamente miserable, pero satisfechamente Debe enfatizarse, sin embargo, que ese gra-
globalizada, hemos intentado y hemos fracasado. do de conciencia, en este rincón del mundo, no opta
Claro, no se ha tratado nunca de ignorar el desafío por la subjetividad ‘misionera’ de la cultura ilustra-
de la contemporaneidad latinoamericana y occiden- da, sino por la subjetividad ‘mendicante’, de la cul-
tal del siglo XX que nos demanda ser nacionales y tura chola. No nos interesan las verdades reveladas
modernos; pero, quién sabe si, feliz o desgraciada- al modo jesuita, sino las seducciones cariñosas al
mente, nosotros, los bolivianos sin nación, simple- modo franciscano. Quizá por eso, el ciudadano, ese
mente no hemos podido ser nacionales y modernos, indio moderno, elige la belleza de la fiesta, aunque
no hemos podido ser homogéneos, no hemos podi- demasiadas veces deba optar por la tragedia de la
do ser mestizos solamente. Hemos querido, hemos lucha por la justicia.
tratado, hasta nos hemos convencido de la necesi- Si el olvido es la única muerte que mata
dad y de la importancia, pero no hemos podido. de verdad, la memoria es la condición de la vida.
Nosotros, los latinoamericanos, no olvidamos a
nuestros muertos de ayer ni a los que hoy día están
LA MODERNIDAD muriendo. No solo a aquellos a los cuales algunas
historias todavía persisten en olvidar, sino tampoco
MULTITUDINARIA a aquellos a los cuales muchas políticas insisten en
excluir. La memoria, en aquel sentido casi testimo-
Para pensar la nación, la nación no es su- nial de la historia que pone su acento en el trabajo
ficiente. El imperio –el imperialismo globalizado para recordar, en la celebración de la vida no solo
por desterritorialización– ha desarrollado un sujeto hacia el horizonte sino también hacia las raíces, no
cada vez más difuso, anónimo, fluido, que se disuel- se limita a recoger rastros viejos o huellas borrosas.
ve en el hábito del consumo o que intenta resistir La memoria es aquel privilegiado instrumento de
desde la democratización de la cultura. Como ni la lucha contra los nuevos dogmas, como aquel de que
soberanía ni la clase ni la ciudadanía son suficientes hoy tiene razón el que puede pagar más. La historia,
para contener la nación, las identidades que fluyen y entonces, es un arma que nace de nuestra memoria.
las fronteras que se disuelven narran el nuevo prin- Pero la memoria no basta como no basta el testi-
cipio dislocado. Aquel de la fuerza ‘monárquica’ –la monio.
supremacía militar–; aquel del poder ‘aristocrático’ Hemos aprendido de nuestra literatura y
–la concentración de la riqueza–; aquel de la legi- de nuestros mejores historiadores a confiar en nues-
timidad ‘popular’ –la democracia de las decisiones tra historia, en su poder arqueológico; pero hemos
en la red-. En otros términos: la preservación de la aprendido también a dudar de ella, de su otro po-
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der, del poder de su máscara. Hemos aprendido a regional, genérico o generacional. Esas quince no-
usar nuestra historia como instrumento ‘paleográfi- velas son fundamentales porque, desde sus diversos
co’ para exorcizar nuestra memoria, en un extremo, sentidos estéticos y posibilidades de mundo, repre-
o como aparato de dudas, en el otro. Porque para sentan nuestros horizontes compartidos. Eso, claro
combatir la noche no solo le disputamos el territorio está, es democracia.
de la memoria o aquel otro de la dignidad encarni- Las quince novelas reúnen nuestras necesi-
zada. Para combatir la noche hemos escrito, cada dades y nuestras proyecciones educativas. En ellas
día, que la historia es el aprendizaje de la resistencia encontramos lo que fuimos y lo que queremos ser,
civil, para que –como dijera Galeano– no haya de- lo mejor de nuestras pasiones y lo peor de nuestras
rrota que llegue ni muerte que pueda. perversiones, nuestros límites racionales y nuestros
Estamos aprendiendo, con ella, a contarnos sueños imposibles. En esas novelas nos aprendemos,
nuestra memoria extendiéndonos las manos en la con esas novelas nos educamos, porque con esas no-
noche, agarrándonos las manos para caminar jun- velas nos preguntamos. Eso también es democracia.
tos sabiendo y sintiendo que no estamos solos, que Las quince novelas revelan nuestros ritos
estamos acompañados en Nuestra América que es sociales. Los modos cautelosos de la mirada o las
una morada compartida. Estamos aprendiendo que maneras abiertas de la sonrisa con las cuales cons-
para combatir el olvido es necesaria la memoria y es truimos modernidad y renovamos comunidad. Los
necesaria la dignidad. Pero estamos aprendiendo, gestos de la sospecha y de la confianza en aquellas
sobre todo, que es necesaria la solidaridad. Y oja- tradiciones que nos atraviesan cada día. Los brazos
lá nunca olvidemos que para caminar tenemos que que abrazan y las manos que golpean y las espaldas
agarrarnos de las manos. En todo caso, la utopía de que trabajan de todas las gentes que habitan nues-
la historia como construcción de la memoria social tras calles y nuestros bosques y nuestros sembradíos.
y como invención de la comunidad de los sentidos Todas nuestras convivencias están en nuestras nove-
sociales estará aquí para recordárnoslo. las. Eso es democracia.
Todo esto es demasiado, pero no suficiente.
Este momento en la reflexión, el momento de la mo-
UN PAÍS DE NOVELA dernidad, exige, entonces, la reiteración.
Los imaginarios nos hacen lo que somos,
El 23 de agosto de 2009 es, para nuestra ins- consiguen que cada uno de nosotros interioricemos
titución literaria y el ámbito cultural, el homenaje a la experiencia subjetiva de una colectividad. Esa ex-
una de nuestras confianzas fundamentales. Nosotros periencia construye nuestras identidades sociales y
lo supimos desde recién nacidos. Ahora lo sabe el su valoración. Precisamente, ese momento –que son
país. Esa confianza consiste en que siempre valora- todos los momentos desde que hay sociedades e ins-
mos la diversidad literaria como representación de tituciones–, ese conjunto de experiencias comparti-
la diversidad nacional, pero, al mismo tiempo, como das se convierten en la institución imaginaria de la
el espacio de reunión de todos sus horizontes. Esa sociedad: normas, sentidos, valores, es decir, institu-
certeza también implica que nosotros hacemos lo ciones. Pero cuando a la institución imaginaria de
que decimos, que académicos, escritores, periodis- la sociedad le viene la crisis, como nos sucede ahora
tas culturales, editores, vivimos la diversidad y prac- –crisis de la autonomía del sujeto, crisis de la unici-
ticamos el consenso. Ambas certidumbres no son dad del objeto, crisis de la referencia del signo, crisis
poca cosa; ambas demuestran que el lugar literario, del historicismo lineal, crisis de la crítica como juicio
y por extensión, el lugar de la cultura, es el lugar que canónico, qué sería lo mejor, qué sería lo peor–, el
construye un país profundamente democrático. imaginario ya no puede responder explicando cómo
Las quince novelas fundamentales de Boli- el individuo o la comunidad interioriza contenidos
via han sido seleccionadas porque representan, si- externos, sino también cómo los reelabora en nue-
multáneamente, quince proyectos de país compar- vas formas subjetivas, o cómo resiste/subvierte un
tiendo una misma necesidad de nación. No han sido orden subjetivo previo. Es decir, el imaginario pue-
seleccionadas por escondidas agendas de equilibrio de ser instituyente además de constituyente porque
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el individuo y la comunidad no solo se conservan y Ofrezco una comprensión particular, planteo una
se reproducen, sino también se transforman. propuesta que deseo compartida, pero, sobre todo,
Mientras a la institución imaginaria le suce- confieso una pasión densamente territorializada.
de la crisis, a nosotros nos sucede la encrucijada. Los Se trata de vivir la pluralidad de identidades
discursos se disuelven y dispersan y el imaginario ya como crisis y desafío permanente para preservar la
no es nuestro patrón de conocimiento. La teoría, diversidad, no como distorsión, no como defecto, no
por tanto, no tiene un rol crítico porque lo impor- como carencia. No como si fuéramos la inevitable
tante no es cómo se interprete o las consecuencias semilla de un Estado fallido. Se trata, entonces, de
de esta interpretación, sino cómo formula su cues- preservar la diversidad, pero, ante todo, de trabajar
tionamiento visibilizando las formas a través de las para el desarrollo sostenible de la diferencia, para la
cuales el imaginario ejerce su sujeción. Nuestra en- materialización de una ecología ficcional desde los
crucijada, por tanto, consiste en conservar la subje- andes amazónicos. De aquí su potencia, de aquí su
tividad anterior o en construir nuevas explicaciones. disponibilidad para la invención de realidades. Al
Esta es la encrucijada en la que estamos y nuestra fin y al cabo, si no nos inventamos cada día, corre-
academia literaria la está encarando por la vía del mos el riesgo de acostumbrarnos a lo que somos.
cuestionamiento y el debate porque cree que esa es Por todo eso, el concepto de archipiélago
nuestra responsabilidad: formar parte de una tarea cultural ha sustentado el modelo con el cual todos
ética de emancipación. seleccionamos las novelas que mejor representan
El horizonte de lo posible, que es también el nuestras diferencias bicentenarias. Un archipiéla-
espacio de visibilidad que nos otorga la cultura, de- go supone que en las novelas bolivianas no habría
termina cuál es nuestro pan de cada día. Colectiviza ninguna genealogía, es decir, ninguna raíz o tronco
rutinas de socialización, espacios de coexistencia, principal que reúna a todas. Adicionalmente, no ha-
expectativas de futuro, aceptación de las desigual- bría ninguna hegemonía, es decir, ninguna narra-
dades; el horizonte de lo posible es el territorio del ción ordenaría o articularía las diferencias de todas.
sentido común. Por eso, el modelo nacional de la Por consiguiente, nuestras narraciones serían como
cultura solo admite la redistribución de las obras. un archipiélago en el cual cada una sustenta su pro-
Pero la desigualdad en la apropiación de la cultu- pia existencia aislada. Pero si es así, ¿cómo elegimos
ra no puede subsanarse con esa lógica económica las más representativas? Asumiendo que las narra-
de la distribución equitativa de sus textos ni con la ciones fundacionales son aquellas que han produci-
lógica política de la igualdad de oportunidades en do un sentido que sería el sustento de un imagina-
el proceso de producción de esos discursos. Con ac- rio: la nación, la comunidad de origen, la clase, el
ceso igualitario a los instrumentos de lectura podrá género, un proyecto de país, una tradición literaria o
redistribuirse la mirada sobre las obras, pero no la cultural, la democracia, un espacio urbano, la expe-
comprensión de sus sentidos. Sin posibilidad equita- riencia estética, alguna vocación educativa, etc. Aun
tiva de producción de sentidos, estos permanecerán si ese imaginario no se desea ni se ha construido ge-
como identidades ajenas en el rostro fragmentado nealógico ni hegemónico. Aun si ese imaginario es
de la nación. Ciertamente, entonces, el modelo na- apenas una identidad narrativa.
cional es valioso pero, cuando menos, insuficiente. Algunos textos del presente que viven en esa
Propongo, por consiguiente, la otra com- frontera heterogénea iluminan el proceso de pérdi-
prensión: una cultura democrática radical que dra- da de aura y las consecuencias institucionales que
matiza un escenario de guerra simbólica donde los eso produce. Se cancelan las batallas entre histori-
sentidos disputan territorios, y también un escenario cismo y formalismo, entre realismo y vanguardia,
de mediación y traducción donde los sentidos dialo- entre literatura pura y literatura social, entre tejidos
gan sus diferencias. Esta propuesta de una democra- auténticos y tejidos turistas, entre danzas de la fe y
tización cultural demanda que la práctica ficcional, danzas de la ostentación. Se superan las luchas entre
encarnizadamente, produzca realidad como crisis campos disciplinarios, entre esferas del conocimien-
del sentido único, como práctica de la diseminación to. Se trasciende el corte entre realidad y ficción. Se
y, simultáneamente, de la comunidad de sentidos. desestiman las luchas por el poder académico espe-
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cializado. Esa lucha de clases y de linajes en las artes
es sustituida por un flujo de identidades ficcionales.
Y ese momento, esas identidades que también son
políticas de escritura y éticas de lectura, dramatizan
otra narrativa de la ficción. Ya no la lucha por el po-
der textual –esas aristocracias de los géneros y esas
oligarquías de la academia–, sino la fe en la pasión
ficcional.
La ficción produce presente desde la expe-
riencia cotidiana. No lo hace solo acudiendo a la
crítica y la verosimilitud. Lo hace desde la represen-
tación de la experiencia. Absorbe y fusiona toda la
mímesis del pasado para constituir las ficciones del
presente. Una ficción que es la realidad. La narra-
ción clásica canónica trazaba fronteras nítidas entre
lo histórico como real y lo literario como símbolo,
mito, alegoría, y producía una tensión entre los dos:
la ficción deseaba consistir en esa tensión entre la
pura subjetividad del aura y la pura realidad de la
masa. Hoy necesitamos un distinto fundamentalis-
mo estratégico: una ficción que sea la realidad de la
experiencia del presente. Un sentido común que sea
una imaginación pública.
Las diferentes identidades ficcionales del
presente se distancian abiertamente de la ficción clá-
sica y moderna. Proponemos, entonces, que ese ges-
to sea nuestro. En la realidad cotidiana que produce
esa ficción desde todas nuestras letras no se oponen
sujeto imaginario e historia colectiva, verosimilitud
y realidad. Esta realidad del presente es producida
intercambiando experiencias ficcionales desde al-
gún lugar entre literatura, música, artes visuales, te-
jidos, performances, video, arte digital, cine, etc. El
medio, soporte o formato ya es secundario porque el
trabajo ficcional ya no produce sentido estructurado
por sus especificidades, desde dentro de ellas. La fic-
ción trabaja con esos medios, no desde esos medios.
Porque hoy necesitamos restituir las cosas al
libre uso de las palabras. Porque con estas quince
novelas reiteramos que la democracia construida
por la vida literaria y la práctica cultural es una de-
mocracia profunda. Diversa pero unida; nos cues-
tiona y nos responde; demanda derechos y asume
deberes. Por eso las quince novelas son nuestras
palabras cariñosas y responsables. Porque no solo
queremos un país justo. Queremos también un país
hermoso. Un país de novela.
79
El
patriarcado
y después
DonDe se comentan las perversiones Del
poDer y se postula la feminización De la viDa
rita segato
81
tidad gay y lesbiana por encima y en contra de su
GÉNEROS Y SEXOS aparente opuesto, la heterosexualidad, esta política
cultural culmina, paradójicamente, atribuyendo un
DE LA ESCRITURA estatuto monolítico a la heterosexualidad y apenas
‘negativo’ a la homosexualidad. Por consiguiente,
La crónica es un animal cae en la lógica de exclusión mutua que empodera
cuyo equilibrio biológico depende de no ser al heterosexismo. No hay ningún motivo ineludible
como los siete animales distintos que podría ser. para que la identidad del sujeto se oponga al deseo
–complejo, paradójico, ambivalente–; esto es válido
Juan Villoro para la heterosexualidad como para la homosexua-
lidad y para cualquier forma de bisexualidad. La
lógica polar de la exclusión nos vuelve frágiles y nos
Teoría de la crónica hace débiles, mientras que la ontología de la com-
plejidad y la ambigüedad nos dota de un lenguaje
Paul Beatriz Preciado afirma que la mas- dramático –el de la crónica– con que imaginarla y,
culinidad es a la sociedad lo que el Estado es a la así, representarla.
nación: quien detenta y usa legítimamente la vio- La escritura asentada en la norma de los gé-
lencia. “En el seno de este régimen, la masculinidad neros y en su diversidad supone coherencia y conti-
se define necropolíticamente (por el derecho de los nuidad. Los patrones de la matriz ‘genérica’ –infor-
hombres a dar muerte), mientras que la feminidad mación es esto, ficción es esto otro, la hibridación es
se define biopolíticamente (por la obligación de las algún grado de combinación subordinada– exigen
mujeres a dar vida)” (Preciado, 2018: 1). Paralela- una autoidentificación identitaria. El género acep-
mente, la escritura latinoamericana predominante table debe ser resultado de esa identidad definida
en el siglo XX ha sido un ejercicio de violencia so- desde el pacto entre escritura y lectura. El régimen
bre la palabra. Narrativa heroica y poesía vanguar- de la heteroescritura, entonces, se ha naturalizado,
dista con todas las variantes de un régimen masculi- forma parte de nuestro sentido común, y condena
no que opera polarizando el lenguaje. Una escritura con el desprecio del canon y la invisibilización edi-
hetero. Una epistemología que divide la palabra en torial cualquier disidencia. Y lo hace de manera vio-
información y ficción para reprimir una teoría del lenta, como lo hace siempre el ejercicio del poder de
conocimiento que, desde fuera de ese régimen, vive la norma.
la crónica como un animal en mutación perpetua: La metafísica de los géneros de la escritura
una escritura trans. parte del supuesto de que la información y la ficción
La escritura trans, como lo hace la teoría son las sustancias naturales y su combinación una
queer, no reconoce ni acepta la ontologización de serie de accidentes al interior de esas sustancias. Un
las identidades ni de los géneros. La escritura que texto, entonces, asume una identidad de género –
produce crónica la produce como una disidencia más hacia allá, más hacia acá– en tanto correlato de
ante la ontología de los géneros. No solo porque los alguno de los géneros hegemónicos. La prescripción
géneros definidos desde el polo informativo hasta el ‘genérica’, entonces, esconde su régimen hetero ar-
polo ficcional –incluso con sus grados y sus matices– bitrario y coercitivo debajo de la afirmación de su
se asientan en gestos esencialistas, sino porque el re- naturalidad. Los actos de escritura, por tanto, deben
conocimiento de su carácter sociohistórico deman- limitarse al canon, contribuir a su reproducción so-
da disensión con la norma y, además, con el adorno cial, institucional y subjetiva, experimentarse como
de la diversidad. acto constituyente del deseo cotidiano de apropia-
Hay momentos, sin embargo, en los que el ción de la palabra. El poder quisiera que aquella es-
proceso de formación de la identidad gay y lesbiana critura que nos hace vivir una nueva experiencia no
contradice esa ontologización cuando niega su rela- salte hacia aquella lectura que nos haga conocer
ción constitutiva con la heterosexualidad. Aunque una nueva simbolización de lo real.
existe la necesidad política para especificar la iden-
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Política de la crónica (2009: 335). Por esto, la performance de la meta-
morfosis no puede ser controlada por la arquitectu-
El género (el rol social femenino o mascu- ra de la prisión vigilante.
lino) es claramente un artefacto político; en tanto La industria editorial castiga con la invisi-
resultado de determinadas condiciones sociales, bilización las infracciones de la crónica, y la cultura
consiste en repetir una serie de comportamientos del canon las vigila para corregir sus desviaciones.
culturales ritualizados. La sexualidad (los modos de Estos instrumentos son el soporte de un programa
producción de placer sexual), en cambio, sería toda- político que, al perder su hegemonía, acude a la do-
vía expresión de una identidad sexual ‘natural’. Paul minación. El régimen hetero de la lengua que ha
Beatriz Preciado demuestra a través de sí mism@ producido una escritura estandarizada y una lectura
que el sexo responde también a una decisión políti- sumisa las reproduce en los talleres de tecnocreativi-
ca y, por tanto, que seamos hombre o mujer ya no es dad. La disidencia de la crónica como género trans,
resultado necesario de la biología, sino consecuen- en cambio, performa una identidad en metamorfo-
cia del libre albedrío. El sexo, en la transmoderni- sis permanente.
dad, ya no es el destino. ¿Cómo construir la experiencia de la pala-
Trascender y transgredir la epistemología bra del otro dentro de uno mismo ? ¿Cómo evitar
binaria de la escritura hetero requiere, claro, bajar que los vampiros y los ventrílocuos conviertan su
del ‘espíritu’ del conocimiento a la materia del deseo. identidad particular en alguna identidad general?
La responsabilidad de las escrituras del siglo XX se ¿Será la sexualidad trans la acción complementaria
asumía como una estética de la anatomía y no como de la lengua trans? Quizá Paul Beatriz Preciado lo
una estética de las identidades. Sin embargo, aun esté revelando: “Yo hablo como tránsfuga del géne-
trascendiendo la anatomía con la identidad, esas es- ro, como fugitivo de la sexualidad, como disidente
crituras todavía se regían por una matriz binaria, (a veces torpe, ya que faltan códigos preestablecidos)
según la cual se asignaban, clasificaban y regulaban del régimen de la diferencia sexual” (2018: 1).
las identidades de la palabra (ficción/información)
en las sociedades occidentales. La disidencia con Ejercicios de escritura
la naturalización de esa morfología del sexo y de la
escritura requiere –parafraseando a Butler– una su- eJerCiCio priMero
cesión de actos de género, porque sin esos actos no Las máscaras de la diablada de Oruro
habría género alguno, sexual o de escritura. Actos Este último Carnaval ha incorporado una
que, obviamente, confiesan que el deseo sexual y el novedad en el diseño de las máscaras. Ya no llevan
deseo de la escritura no son la construcción de una la tradicional serpiente orureña, sino un dragón que
identidad plena, sino la relación con una falta: la parece provenir de la influencia oriental. Además de
estéril experiencia con la palabra del otro, el delirio tener un tamaño mayor y de haber obligado a una
con la palabra onanista. mayor profusión de colores, el dragón ha añadido
Las epistemologías foucaultianas de la feu- peso al ya considerable de este elemento fundamen-
dalidad (el cuerpo social) y la modernidad (los dere- tal del disfraz de la diablada. Por consiguiente, se-
chos sociales) no alcanzan a comprender la potencia gún indican algunos orureños, los saltos y las figuras
transgenérica de la crónica. Su disciplinamiento grupales han perdido fuerza.
canónico y editorial logra, ciertamente, regular la Durante los últimos cien años, cinco fami-
plusvalía de la crónica, pero no puede capturar su lias (ojo, los apellidos varían según las fuentes, con-
metamorfosis. En los sistemas disciplinarios, los gé- sultar con el jefe) han detentado el monopolio en la
neros de la lengua eran naturales y trascendentales; elaboración de máscaras. A la manera de maestros
en el régimen trans, el género aparece ahora como y aprendices, pero siempre dentro de grupos fami-
sintético, maleable, variable. Metaforizando los tér- liares, los estilos de máscaras se han sucedido con un
minos de Judith Butler: “la realidad de género es orden bastante regular. Han respetado siempre el
performativa, lo cual significa, muy simplemente, sello personal impuesto por el primero, como pue-
que solo es real en la medida en que es performada” de apreciarse haciendo un sencillo seguimiento de
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las constantes y las variaciones de diseño. (Incorpo- eJerCiCio terCero
rar diez fotografías, de frente y de perfil, con fondo Delirios enmascarados
blanco. En el pie de foto resaltar las diferencias). Me pesa. Como la culpa de cinco siglos de
Parece haber surgido alguna protesta de complicidad colonial. Como la vergüenza de cinco
parte de cuatro de los cinco grupos, acusando a la siglos de esquizofrenia cultural. Aunque eso es mu-
familia Colque de desviarse de la tradición. La fami- cho decir. Mucha soberbia pretender representar
lia Colque ni siquiera ha respondido. En todo caso, la culpa y la vergüenza del peso colectivo de todas
los dos mayores grupos de danzantes han solicitado estas máscaras poniéndome una máscara, aunque
a Maximiliano Colque 348 máscaras con dragones haya sido solo este febrero. Y todo para quedarme
más grandes para el siguiente Carnaval. La econo- sin rostro, sin esa trágica identidad moderna que te
mía, como siempre, tendrá la última palabra a la degrada a un único gesto para toda la vida. Alguna
hora de la renovación de nuestras más importantes vez tenía que intentar vivir asumiendo lo que siem-
tradiciones. pre ha sido reprimido en la más recóndita cueva del
cholaje andino. ¿O será que mi represión no era tal
eJerCiCio segundo sino exhibicionismo andino, eso de andarse mos-
Confesiones a mi hijo trando solo de ladito, mirando de reojo, caminando
Cómo mi falda se levanta persiguiendo sal- de perfil?
tos y rugidos. Cómo me desgarro de deseo. Cómo Las máscaras de los diablos del Carnaval
mis piernas tiemblan, pavorosas, al paso de la tierra orureño ya forman parte de nuestro sentido común.
que retumba. Todos suponemos que la historia de su diseño es
Mi hermana, la que me antecedió en la fe, irrelevante, siempre han sido las mismas en la me-
me susurra al oído, me consuela al oído, me recuer- moria de nuestros rostros. Suponemos también que
da la tranquilidad de la piedra en la que descanso. es cuestión de ponérselas solo por un rato, como
Pachamama, le digo, protégeme de mi deseo, hasta quien se pone un calzoncillo, aun si sospechamos,
la roca de mi fe baila de ardores, danza de sudores. en nuestras entrañas, que estamos totalmente equi-
Otra vez ella, la de esta tierra, me calma de gemi- vocados. Pero si la libertad de suposición (más fun-
dos. damental que la libertad de expresión, pero menos
Mi hijo, el que amamanto, me mira tierno. que la libertad de entraña) nos inunda de confianza
Mis cabellos, mis serpientes ondulantes, mi- en esos sentidos cotidianos, compartidos con nues-
ran llegar, ellas también, a sus hermanas. Por cien- tros vecinos más íntimos, no podemos evitar un ges-
tos se acercan con la confianza de su tragedia. Mis to de cautela al ponernos la máscara. Como quien
ojos crecen, gigantescos, reviento de colores, rebalso no quiere la cosa y a modo de acomodarla, nos la
de contorsiones. Olas en rompientes los gestos de ponemos y nos la sacamos para asegurarnos que no
mi lengua. vamos a ser poseídos por ese rostro. Yo, por lo me-
Mi hijo, el que amamanto, me mira com- nos, no pude evitar sospechar que esa máscara me
prensivo. miraba, desde adentro, hacia adentro, cambiando
Las máscaras llegan. Me desafían. Tormen- sin cambiar memorias de aires antiguos en olores
tas de danza en mis piernas. Fijan sus ojos en los modernos y contemporáneos.
míos. Me invitan, altivas, las serpientes. Me sedu- Hoy, tantos entrañables meses después, sigo
cen, suaves, los colores. Las máscaras ríen. Me erizo sin poder sacármela. Sigo bailando poseído por to-
de deseo. dos nuestros rostros de rasgos mutantes.
Mi hijo, el que amamanto, me sonríe. El Supay ha encarnado la clandestinidad
Ahora sé que tengo tiempo. Agradezco a las de la resistencia política y la vocación andina por la
máscaras su complicidad. Se hincan, prometen vol- ambigüedad. El ejercicio colonial debiera dar gra-
ver al año siguiente. Yo, una vez más, espero. Virgen cias a esa vocación. Como el Supay no es un dog-
como ayer. Virgen como el año que viene. ma moral que obligue al cumplimiento de diez o de
Mi hijo, el que amamanto, me mira. cinco preceptos imperativos, como el Supay no es
el diablo que concentra el mal y el pecado, como el
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Supay no es el infierno que nos habita por debajo y máscara (como el resto de esos otros cholos andinos
por adentro, el Supay se convirtió en la divinidad de que tanta mala fama de pueblo enfermo nos han
los siempre conquistados. De los urus conquistados dado), sino por este rostro anfibio al que la máscara
por los aymaras, de los aymaras conquistados por le presta otro gesto más y otro gesto menos. ¿Será
los quechuas, de los quechuas conquistados por los así? ¿O este afán de especificidad no será más bien
españoles. Por eso la danza Supay no está inspirada parroquialismo? ¿O simplemente cursilería andina:
en un cálculo moral o en una vocación política, sino manta de vicuña adornada con piedritas artificiales
en una necesidad simbólica de reciprocidad, aun- de colores chillones? ¿No seremos nosotros los cho-
que esa reciprocidad no sea equitativa. los que cholibiris nunquam bonus e sim bonus nunquam per-
El Supay, como los conquistados, necesita fectus e sim perfectus semper cholibiris? Sin embargo, mi
alimentarse; pero debe alimentarse compartiendo la cara tiene ahora la identidad nómada de varios ros-
escasez y la cerviz humillada. Si las ofrendas de los tros. Convivientes, amantes, celosos, apasionados,
danzantes de la diablada fueran insuficientes –por- despechados, envidiosos, resentidos, todos juntos y
que no supieron compartir–, el Supay se los come revueltos, gozando su diferencia de semper cholibiris.
enfermándolos o matándolos, o si el baile de los Al fin y al cabo, se trata de ser responsable
danzantes pecara de poco entusiasmo –porque no de la identidad gozosa que uno se ha construido y
supieron agradecer–, el Supay les esconde la veta. no de vivir como la masoquista víctima propiciatoria
En cambio, si la diablada celebra la vida del traba- que llora, hecha la desgarrada, sobre el empedrado
jo proletario, el Supay anuncia la modernidad: la de su sufrimiento que, claro está, no es el causante
migración, la urbanización, la economía asalariada, de sus tropiezos. Todos sabemos que nuestros ojos
la disolución de las identidades tribales, es decir, la satánicos miran perfectamente bien cada uno de los
semilla de la emancipación. Así, el Supay condensa pasos danzantes de ese cuerpo nacional de china su-
la transformación social de poblaciones indígenas pay que nos enardece con los últimos amores. Por-
agropecuarias a proletarias mineras, pero, al mismo que nosotros, los diablos enmascarados de cholos,
tiempo, prueba que el mundo andino es, sobre todo, nos inventamos cada día para no acostumbrarnos a
un mundo cholo, un mundo que desarrolla soste- lo que somos.
niblemente la diferencia como propuesta ante su
historia y no solo reacción ante la explotación. La eJerCiCio Cuarto
leyenda minera lo prueba. La diablada: los gestos de la seducción
En 1904 se institucionaliza la Gran Tradi- Un ejército de diablos desea derrotar al án-
cional Auténtica Diablada Oruro –que representa, gel que los guía a su sumisión. Alcanzar a la diabla
simultáneamente, la rebelión y la sumisión de la que los levanta de su precaución. Ignorar a los tes-
religiosidad andina ante la religiosidad cristiana–, tigos –el oso y el cóndor– de su derrota. Esta es una
cuyos orígenes indígenas pueden rastrearse hasta las de las historias de ese deseo.
danzas uru chipaya del siglo I d.C. y cuya influencia Los autos sacramentales andaban por ahí.
cristiana se remonta al Ball de diables catalán del siglo Los ritos indígenas también. Quién sabe de cuál
XII. El tiw uru, el supay aymara, el sajra quechua, combinación perversa, de cuál combinación de ritos
han sobrevivido. Y bailan su resistencia. Aun si los agrícolas con ritos cristianos, con ritos de mercado,
supay indios se arrodillan ante la agustina Virgen de comenzaron los mineros a tratar de comprender el
La Candelaria, la indianizan como Virgen del Soca- terremoto cultural en el que vivían cada día bajo
vón minero. Ninguna orden misionera pudo impo- tierra. Mineros que ayer nomás eran agricultores;
ner, más allá de las formas, su fe de inquisidores en mineros que ayer adoraban a la tierra convertidos,
un solo dios verdadero. De ahí que la danza haga desde la codicia moderna, en profanadores de esa
evidente la inevitable presencia del otro, del radical- misma tierra.
mente otro, por encima de aquellos que predicaban En 1898, Simón Patiño descubre su mina
la propiedad de la palabra única. La Salvadora y se salva del desastre. Pero convierte
Pero yo, como tantos otros auténticos e in- en mineros a miles de indios aymaras y quechuas.
mortales cholos paceños, no estoy poseído por la Largo crepúsculo ese de los indios, casi campesinos,
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entrando a la mina durante casi todo el siglo XX, Los ejercicios de escritura que acabo de ex-
haciéndose dirigentes sindicales, convirtiéndose en poner delatan tres fronteras y confiesan tres ambi-
epopeya, vueltos leyenda precisamente por el traba- ciones. La primera es la del autor; la segunda, del
jo que los degrada a las profundidades de la tierra. relato; la tercera, del sentido.
En 1952, los mineros hacen suyas las minas, En los cuatro ejercicios, el autor emerge,
conscientes de que el diablo no iba a perdonarles la aun si lo hace con fuerza diferente. En el ejercicio
soberbia de pretender ser sus amos. Quieren gober- primero, se anula en ese peculiar anonimato que da
narlo, pero él se venga y los vuelve ciegos ante las la carencia de firma de los periódicos, pero, paradó-
maniobras del mercado internacional de minerales. jicamente, se refuerza con el peso de esa otra firma
En 1987, los mineros han triunfado. Han colectiva que son el nombre, el estilo y la marca del
agotado al diablo del estaño. Han matado a su alia- medio. En el ejercicio segundo, el autor solo confía
do. Desde ese momento, la diablada se convierte en sí mismo, pero se pierde diluyéndose en la capa-
en producto de exportación. Con algo había que cidad de seducción del relato. En el ejercicio tercero
compensar la falta de divisas. Un siglo artesanal de y en el cuarto, autor y relato se enfrentan debatien-
máscaras de diablo se convierte en un precio para do sus legitimidades.
turistas. Un siglo de coreografías para burlar el La frontera del autor de la nota de prensa es
hambre y el desprecio es, ahora, apenas un carnaval nomás el sentido colectivo de la información que a
de televisión. todos nos atraviesa y nos permite traducir nuestras
Ángeles arcabuceros los mineros. Dicen miradas a una compartida. Su ambición es hacer
que perdonan, pero matan. Dicen que son indios, evidente, en cada nota, su dominio, su control, su lu-
pero quieren salario mínimo vital con escala móvil. cidez ante esos sentidos colectivos que nos constitu-
Dicen que respetan al diablo, pero lo encadenan al yen como sujetos sociales. En ambos casos, el autor
socavón. Y todo por la diablada. Por ese baile en el colectivo es el que triunfa. La frontera del autor del
que, gracias a las tretas del débil, conocen las astu- cuento es la seducción del relato; todas sus cartas ju-
cias del capital. gadas a una sola mano, apostando a que nos atrapa.
Bailando la diablada se quitan esta costra de Su ambición, en cambio, es inventarnos, o inventar
sumisión y de costumbre que ha profanado la con- con nuestra complicidad un nuevo sentido imagi-
fianza en la lucha. Con cada figura coreográfica, en nario. En ambos casos, la invención es la que nos
cada mar de movimientos, envuelven de vergüenza arrastra. En el caso de los autores de la crónica y del
al angelito soso que apenas camina con su espada de ensayo, frontera y ambición son una y misma cosa,
pacotilla. Hasta cuando, postrados ante la Virgen, porque de lo que se trata es de resaltar la tensión, la
parecen reconocer su lugar humillado, lo hacen solo paradoja, la ambigüedad, entre el autor colectivo,
mostrando su cara asalariada, no su máscara luju- en el que todos convivimos, y el autor imaginario,
riosa con que convocan la sensualidad de la china que a todos nos reinventa.
supay que los enardece con los últimos amores. Mi primera hipótesis, entonces, es que la
Aun si la diablada se pierde en la memoria, crónica instala el debate en la cotidianidad del su-
como los mineros que la bailaban se diluyen en la jeto social. El autor informativo y el autor literario
informalidad, no importa. Ha dejado su huella. Y son lugares polares de enunciación que desafían y
como todo lo que hacemos los cholos, mañana va expanden la democracia simbólica. Los autores de
a renacer porque no podríamos sino sostener la di- la crónica y del ensayo, por su parte, nos invitan a
ferencia. luchar por el poder simbólico para preservarnos de
La diablada. Para que a nadie nunca más le las arrogancias monopólicas, aquellas del mutismo
den gato por liebre, el momento de la celebración, ciudadano o las del aullido ininteligible. Así, pode-
humilde, de la diferencia. mos hablar como autores de nuestro propio destino,
queriéndolo colectivo y deseándolo imaginario.
Los relatos de la información se alimentan
La crónica de nuestros mitos fundacionales, los reiteran, los re-
piten, los refuerzan. Al fin y al cabo, ninguna socie-
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dad puede vivir sin cimientos. Su límite, entonces, es La crónica es el relato trans de nuestra cos-
la costumbre. Su ambición es hacer, de esa costum- tumbre social, convierte ese imaginario en un senti-
bre, una costumbre legítima. Los relatos literarios do ordinario. En el otro extremo, si solo la vislum-
producen, entre otras cosas, nuevos mitos funda- bramos por medio de una escritura en sus relatos
cionales. Así, nos sacan de quicio, nos pierden en de la reinvención de nosotros mismos, la crónica
la incertidumbre. Su límite, por tanto, es la incom- se hace sentido extraordinario. Ambas formas del
prensión, la indiferencia; qué me podría importar sentido, en metamorfosis permanente, que América
vivir de otra manera la máscara del diablo que me Latina necesita para trascender las tiranías estéticas
habita. Pero su ambición es que me la ponga, que y políticas.
baile mi futuro al son del deseo de renovar mis pasos
saltando al abismo. El relato del ensayo y la narra- Cierre: un género trans
ción de la crónica, en cambio, muestran las ambi-
güedades de la fundación y las subversiones de la El ensayo antes, la crónica después, como
refundación, tanto la vergüenza de su marginalidad algunas otras emergencias imprevisibles hasta hace
como la epopeya de su persistencia. Y nos desafían, poco tiempo, es hoy el género transficcional por ex-
nos exigen tomar una posición ante la máscara. celencia. Ha dado carta de ciudadanía a los saberes
Mi segunda hipótesis, por consiguiente, es locales, a las narrativas que subvierten la costumbre
que la crónica tiene esa inevitable necesidad de re- y a las culturas nacionales que cuestionan los valo-
forzar nuestra memoria crítica. Nos hace dudar de res de la uniformización global. Ni lo nacional ni
nosotros mismos, y al hacerlo, nos obliga a mover- lo popular pueden definirse por una serie de rasgos
nos, a caminar, a cambiar de perspectiva, a mirar- internos o por un repertorio de contenidos preglo-
nos enfermos y perversos, y fuertes y generosos. Los bales o antimodernos, sino por una posición: la que
relatos del periodismo literario recogen y restable- construyen frente a lo hegemónico. Y si entendemos
cen la duda social a través de la tensión de la lengua que, hoy, lo hegemónico es la globalización, tam-
para que no nos acostumbremos a lo que somos. bién habrá que asumir que la crónica es el transgé-
La máscara del ejercicio primero nos dota nero que hace visible lo local, lo popular, lo nacio-
de unos ojos colectivos y de un lenguaje compartido; nal, lo subversivo. La crónica, por consiguiente, se
su sentido, así, se neutraliza, pero también constru- ha convertido en la herramienta de escritura más
ye lugares de encuentro. La máscara del ejercicio poderosa para preservar la democracia simbólica de
segundo nos seduce a vivir su carnaval como acto tal modo que nadie pueda ejercer el monopolio de
único, restaura el deseo de su origen subversor. La la invención de nuestro futuro.
máscara tercera y la máscara cuarta transcurren El saber local instala la duda en la cotidia-
anfibiamente entre todos los sentidos, los ordinarios nidad social. El autor colectivo de ese saber local
y los extraordinarios, los colectivos y los individua- desafía los límites de la democracia simbólica y nos
les, los aceptados y los inaceptables. Así, la máscara invita a luchar por el poder discursivo para preser-
del ensayo y la máscara de la crónica nos mueven a varnos de las arrogancias monopólicas del Estado,
danzar con todos los sentidos. que solo ordena, o de la masa, que únicamente de-
Mi tercera hipótesis, entonces, es que la manda. Así, luchando por la profundización de la
fuerza del periodismo literario radica en la capa- democracia simbólica, podemos hablar como auto-
cidad de rememorar y de reinventar un sentido res de nuestro propio destino.
común que a todos nos convoque. Tensionando Las diferencias subversoras, por su parte,
los límites del sentido ordinario, claro está, con los contribuyen desde esa su inevitable necesidad de re-
horizontes que abre el sentido extraordinario. Y es forzar nuestra memoria crítica. Reitero, nos hacen
ese contraste, esa complejidad, esta ambigüedad, la dudar de nosotros mismos y de nuestros horizon-
revelada por el sentido subversivo del ensayo o por tes, y al hacerlo, nos obligan a movernos, a cami-
el vaciamiento de sentido de la crónica, que hacen nar, a cambiar de perspectiva, a mirarnos enfermos
bailar ambas ficciones para postular un otro sentido y perversos, y fuertes y generosos. Los relatos de la
común de la máscara. subversión recogen y restablecen la memoria crítica
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para que sostengamos la guerra de movimientos de que lo desterritorializan todo sin cesar, borrando las
toda nuestra historia como individuos y como colec- subordinaciones y desdibujando las desigualdades.
tividades: las cambiantes posiciones frente a la uni- En otra de sus vertientes, la crítica feminista
formidad hegemónica de la globalización. ha puesto un énfasis notable en la construcción au-
Las culturas nacionales construidas por la todeterminada de subjetividades. Adorno sostiene
crónica contemporánea apoyan la capacidad de que mientras más sedimentada está la norma social
rememorar y de reinventar un sentido común que en la subjetividad, más involuntariamente se crista-
a todos nos convoque. Tensionando los límites del lizará por sí misma dicha norma incluso en las obras
sentido ordinario, claro está, con los horizontes que más subversivas. Así, hasta esas obras pueden ter-
abre el sentido extraordinario. Y es esa paradoja, minar representando nuestro sentido común bajo
esa complejidad, esa metamorfosis, las que revelan el modelo del estereotipo, aquel discurso donde la
la dolorosa refundación nacional relatada por la tranquilidad de la costumbre se hace posible por la
crónica. estabilidad de los sentidos y por el placer del reco-
La crónica latinoamericana nos cuenta, así, nocimiento, por la reiteración de un imaginario de
cómo nos estamos reinventando. Cómo, en este tan aguas estancadas.
difícil trabajo de imaginarnos de nuevo, el centro de Esas tentaciones liberales que nos conven-
hoy lo ocupan los márgenes de ayer. Cómo, a pesar cían de la conveniencia de tolerar una identidad
de tan difícil trabajo de parto, estamos naciendo con anclada y oprimida y una subjetividad estática y re-
cuerpos –locales, populares, subversores y naciona- primida, han concluido en procesos de negociación
les– nuevos. Cómo nuestra escritura, tantas veces cuyos frutos rara vez han sido éticamente satisfac-
paradójicamente alejada de la dureza cotidiana, torios, aunque usualmente han sido políticamente
asume su tarea de acariciar las cicatrices. Y segura- convenientes. El recurso a la sospecha ante ese prag-
mente es posible porque esta imposible crónica del matismo resignado, sin embargo, se ha sostenido a
suicidio y el renacimiento apuesta por nosotros. través del debate y la práctica de relacionar íntima-
mente los dos polos epistemológicos de la tradición
crítica feminista. Así, la costumbre de las conce-
EL CUERPO DE LA siones, impuesta por la lógica del poder central al
dividir las reivindicaciones en campos categoriales
OBRA y sociales separados para reinar sobre esa totalidad
debilitada, está siendo sustituida por la complemen-
Porque sabemos que lo privado es público, que lo tación e, incluso, por la integración de los dos polos
privado es político, que la belleza es política. Por esto, aunque de la lucha. Cierta crítica francesa ha enfatizado los
no solo por esto, este ensayo a propósito de cómo la obra se efectos de la represión inconsciente para concluir
hace cuerpo para culminar el aporte de la belleza moderna al haciendo posible una teoría corporal de la escritura
mundo imposible postcolonial y transmoderno. pública. Cierta crítica norteamericana acentúa la
opresión social para construir una teoría política de
La crítica feminista, en una de sus vertientes, la escritura privada. Para nosotros, los colonizados,
se ha construido haciendo evidente el lugar desde el sin embargo, ni una teoría sobre la opresión ni sobre
que habla. En varios momentos, sin embargo, su én- la represión podrían ser suficientes para explicar la
fasis en la identidad femenina, más como un fin que corporalidad de la obra.
como una lucha por romper una identidad que in- Ha sido la experiencia del cuerpo de la mu-
terioriza la opresión, ha servido para perpetuar los jer en América Latina, que a través de su propia
procesos que causan esa misma opresión. Por eso, el obra se representa, el mecanismo que ha permitido
conocimiento y la solidaridad con la condición del producir teoría de un modo contingente y situacio-
oprimido, o de la alteridad, que tanto ha contribui- nal. Si en el cuerpo se condensa el modo como se
do a construir, ha concluido, en demasiadas obras experimenta la representación de la mujer y de lo
de esa crítica, propiciando el juego indiferenciado femenino, pero de lo femenino colonizado, y si en
de las identidades. Esos nomadismos postmodernos los sentidos que produce la obra se encuentran los
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efectos de esa representación sobre los cuerpos, la polos de lo subalterno en una teoría figurativa de la
teoría corporal de la escritura pública y la teoría marginalidad. La experiencia de nuestra subalter-
política de la escritura privada podrían matizarse nidad, por consiguiente, ha logrado muchas veces
integrando experiencia y representación, subjetivi- ser una experiencia heterogénea, porque incluye lo
dad individual e identidad social. Mi primer plan- femenino para pluralizar y multiplicar las estrate-
teamiento, por consiguiente, parte del cuerpo de la gias de lucha contra las economías y gramáticas de
obra como el espacio de lucha por los derechos de la colonización.
la representación y de la interpretación de esa re- La obra es la confluencia de varios discur-
presentación. El segundo parte del deseo de la obra sos: el discurso de la escritura o del lugar de enun-
de seducir a su cuerpo que es siempre el cuerpo del ciación que resulta de la experiencia, y el discurso
otro. de la lectura o del lugar de la posición que produce
Si pudiera reducirse la experiencia del cuer- la representación. Pero, además, es la confluencia de
po a la representación del cuerpo, estereotipando corrientes fragmentarias, contradictorias, subjetivas,
las sensaciones a vivencia sin pensamiento y ha- parciales. La escritura produce al sujeto del discur-
ciéndose cómplices de esa extraña jerarquía de lo so y puede optar o puede testimoniar su condición
simbólico sobre lo real, el cuerpo real se negaría el genérica; en esa medida, produce una diferencia,
derecho a representarse, a obrar sobre sí mismo, y porque hasta la diferencia sexual es también un pro-
renunciaría a construir un lenguaje propio. Por eso, ducto de esa escritura. La lectura, por su parte, no
la crítica feminista ha trabajado dentro de los pa- podría reducirse a describir la experiencia, ni siquie-
rámetros establecidos para desestructurarlos y ha ra la específicamente genérica; la lectura produce la
utilizado sus armas para subvertirlos. El discurso representación de lo femenino. Por consiguiente, si
feminista reescribe la obra social para desarrollar la la obra inscribe en su cuerpo su condición genérica,
diferencia con que el cuerpo interviene en la mo- lo hace porque es el lugar donde opera el discurso
derna producción de sentido; para que ese cuerpo y la práctica del poder. Porque escribir sobre el po-
siempre siga siendo otro burlando la fijación de la der es leer el control de los cuerpos. De los cuerpos
obra. La pregunta ontológica de la mujer, en tanto reales, de los cuerpos imaginarios y de los cuerpos
sujeto, no podría ser del tipo falocéntrico: ¿qué soy simbólicos; de los cuerpos anatómicos, de los cuer-
yo, qué es mi cuerpo, cuál es mi sentido?, sino, ex- pos artísticos y de los cuerpos discursivos.
pandiendo su alteridad para incorporar incluso al La realidad no es un dato natural, sino un
otro que la ignora, ¿qué somos, cómo obra mi cuer- efecto de significación, de ahí la importancia de los
po, cuál es nuestro sentido? códigos de estructuración del sentido. Como la rela-
La obra de algunas mujeres en América La- ción de lo femenino con el sentido no es nunca tota-
tina nos permite recorrer el camino por el que trans- lizadora porque se ha ido construyendo como mar-
curre la diferencia entre el cuerpo natural y el cuer- ginal ante los códigos masculinos, esa marginalidad
po social. Obrar o nombrar los cuerpos los despoja es un déficit simbólico o un excedente pulsional.
de su presencia natural como cosa para convertirlos Ante el mapa de las configuraciones de identidad,
en la presencia cultural del lenguaje. Aunque gran esa marginalidad opera conjuncionando subjeti-
parte del ensayo latinoamericano se ha quedado vidad y representación, subvirtiendo la economía
trabado en las polaridades de civilización o barba- patriarcal del discurso que tiende al privilegio de la
rie, racionalidad o irracionalidad, lo conceptual o representación racional y al desprecio de la expe-
lo instintivo, lo artificial o lo natural, vinculándose riencia subjetiva.
colonialmente a los despojos de modernidad que Parafraseando a Butler a partir del supues-
nos tocaba, o ilusionándose con milenarismos o to de un cuerpo impuro al modo de Juan de Dios
fundamentalismos o esencialismos de alguna iden- García: el cuerpo es un nudo donde lo simbólico,
tidad que nos encarcelaba en los ritos del tropiezo lo imaginario y lo melancólico se materializan en
con la misma piedra, la diferencia con que intervie- una realidad claramente impura. El cuerpo es, por
ne el lenguaje entre el cuerpo del sentido y la obra tanto, como intuyeron muchas de las feministas de
del sentido está permitiendo convertir a todos los finales del siglo XX, un campo de batalla, no algo
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a reconocer, sino algo a construir, algo a conquistar. desesperadamente un empleo? Una de las luchas
Gracias a la politización del cuerpo femeni- del feminismo sigue siendo la batalla por poner lí-
no, entonces, los mecanismos de la representación mites, para que cualquier versión del patriarcado no
colonial están pudiendo ser explicados y derrotados pueda decir: es que ella consintió).
a través de esa extraordinaria estrategia de la gue- La obra (narradora + texto + lectora) no es
rrilla simbólica. Moviéndose entre sitios de enuncia- un referente inmediato. Es más bien una categoría,
ción dentro de las políticas culturales, cambiando un complejo de atributos conceptuales y tensiones
de posiciones con más rapidez que los procesos de existenciales que existe al mismo tiempo que el
fijación social, el cuerpo politizado se representa a sí cuerpo discursivo que produce y por el que es pro-
mismo y a su lugar siempre en alianza con los otros ducido. Así, los polos del antagonismo entre cuerpo
márgenes. Teorizar el cuerpo, tanto como corpori- y obra no se resuelven, sino que se tensionan con
zar la teoría, pasa por afirmar el valor táctico de un el polo de la complementación: una diferencia en-
conocimiento situado; al fin y al cabo, lo marginal tre el discurso concreto y la estrategia narrativa en
también es la posición que se asume contra la he- permanente proceso de realización. Los rasgos opo-
gemonía. Así, a partir de la subversión con que los sitivos de la llamada escritura femenina: procesos
márgenes operan sobre el centro, la identidad puede narrativos deconstructivos y de puesta en abismo,
imaginarse y puede construirse como un identidad lenguaje sin eufemismos, narración de los espacios
que integra las diferencias, ya no como una identi- interiores, no constituyen el canon de una escritu-
dad que excluye las alteridades. ra, sino el efecto de sentido buscado para señalar
Por otra parte, el secreto diseño de la ínti- la desigualdad de los discursos y la centralidad de
ma arbitrariedad que subyace en la lógica de toda los márgenes en la historia cultural latinoamericana.
construcción intelectual, aunque nos obliga a exa- Ni la literatura ni ninguna otra práctica cultural po-
minar la tradición de un lenguaje en sus supuestos drían ser construidas como un bloque homogéneo
ontológicos y a denunciarlo en sus efectos políticos, con unidad orgánica; esos rasgos opositivos de la es-
también puede mostrarnos su deseo de seducción. critura femenina han establecido la legitimidad del
La conciencia de sus efectos políticos nos conduce a conflicto de las tradiciones críticas y la dispersión de
no seguir trabajando con los lugares desde los que las concepciones culturales y estéticas.
se habla como si fueran objetos de análisis pero no La obra es una productividad de sentido
sujetos de la discusión. ¿Acaso el lugar de la auto- porque en su cuerpo textual tiene lugar el juego de
ridad no es el lugar del que sabe leer los vacíos y las representaciones. Por eso, el cuerpo es la primera
las debilidades del otro para seducirlo e inducirlo a superficie que la obra erotiza para inscribir el de-
obrar según la lógica del poder? Pero, si uno se que- seo de un lenguaje que represente la experiencia de
da atrapado en los límites de una ética cultural que ese mismo cuerpo. Experiencia no siempre gozo-
solo puede concebir posiciones igualitarias o elitis- sa, representación no siempre placentera, pero en
tas, uno termina paralizado en la lucha por el poder cualquier caso, construcción erótica del cuerpo del
y concluye olvidando que también pueden existir la sentido.
voluntad de explicar o el deseo de amar al lengua- Lo real, lo imaginario y lo simbólico son un
je. De estas otras maneras, la obra se convierte en entramado, antes que una sucesión de procesos de
una ética apasionada de valores, no en un objeto construcción de la identidad. En toda representa-
de dominio. Así, aunque el cuerpo de la obra es un ción se filtra un código cultural que potencia ciertos
espacio de lucha, es también un sujeto de deseo. rasgos, margina sus contrarios, oculta los peligrosos
(Entre paréntesis, sostengo que debe per- y anula los subversivos; por tanto, la representación
sistir, reiterando un núcleo duro en el feminismo o fluctúa entre lo privilegiado y lo prohibido. Por eso,
un fundamentalismo estratégico: la universalización la revolución debe tomar, de aquello que desea des-
de la condición humana. Y eso no nace de la libre truir, la imagen misma de aquello que quiere poseer,
elección porque esta ha legitimado una estructura diría Barthes. Si el discurso del hombre se encuentra
de desigualdad entregando el poder a los poderosos. en la metáfora de la mujer, si la obra falocéntrica
¿Qué no va a consentir una persona que necesita se consuma despojando al cuerpo de materialidad,
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habrá que deconstruir la parábola de esa metáfora que instaura al sujeto, en sentido transitivo, otorgán-
para llegar a ese cuerpo. Para reconocer al cuerpo dole existencia; por tanto, el sujeto es él mismo un
disciplinado por la abstracción y para recuperar al lugar de ambivalencia, eclipsa al poder mediante el
cuerpo deseante de su propio deseo de represen- poder. Digámoslo, finalmente, con Paul Beatriz Pre-
tación autodeterminada. Se trata de devolverle al ciado: “Si en el sistema disciplinario decimonónico,
cuerpo el derecho a la metáfora, al juego de los sen- el sexo era natural, definitivo, intransferible y tras-
tidos, a la politización de su deseo. cendental; el género aparece ahora como sintético,
maleable, variable, susceptible de ser transferido,
imitado, producido y reproducido” (2008: 134). Las
MAÑANA, LA OTRA perspectivas de la identidad, de la solidaridad, de los
grados de libertad de la simbolización, comparten el
VIDA gesto de la resiliencia.
El patriarcado, entonces, no es un acci-
y nadie existe en soledad; dente. Se asemeja, por un lado, a una enfermedad
el hambre no deja opción genética, a aquella condición que es efecto causal
al ciudadano ni a la policía; de anomalías en la función de los genes y/o de los
debemos amar al prójimo o morir. cromosomas. El patriarcado es una condición que
padece la sociedad moderna: todos los seres huma-
W. H. Auden nos vivimos bajo la condición patriarcal; los hom-
bres como aquellos que ejercemos el poder, las mu-
El patriarcado, como todo sistema de opre- jeres como aquellas sometidas a ese poder. Al mismo
sión, es una cuestión de poder. Quién y qué sujeta a tiempo, sin embargo, el patriarcado es un acto de
quién y qué. Y cómo, claro, cómo lo hace. La suje- voluntad. Y, por consiguiente, existe la posibilidad
ción, por tanto, es ese proceso paradójico de devenir de trascenderlo y no estar sujetos a esa condición.
subordinado al poder y, simultáneamente, el proce- La sujeción es siempre paradójica. El poder
so de devenir sujeto potencialmente autónomo. que ejerce la condición patriarcal nos sujeta, nos
En paráfrasis, digámoslo a partir de Louis somete, nos subordina; terminamos internalizando
Althusser: la reproducción de las relaciones sociales sus operaciones y sus valores; nos comprometemos
supone la reproducción del sometimiento. Digámos- con el mismo poder que nos degrada. Podemos, sin
lo con Nietzsche: la sujeción no es solo la subordina- embargo, cancelar esa presencia en nuestra subje-
ción del sujeto a una norma, sino la constitución del tividad, rechazar su condicionamiento esclavizador
sujeto, precisamente, a través de la subordinación. que nos enamora del amo y nos conduce a imitar-
Digámoslo con Foucault: el poder no solo actúa so- lo, podemos expulsarlo, sin llorarlo, porque no tuvo
bre el cuerpo, sino también dentro del cuerpo; el nunca el derecho a la existencia. Un duelo sin muer-
poder produce las fronteras del sujeto y también to. Un duelo que no deja huella. No le debemos
impregna su ‘interioridad’. Las perspectivas del sub- nada, no hay deuda de gratitud ni de melancolía en
alterno, del oprimido, del explotado, comparten el el escenario imaginario de la simbolización.
drama de la inferioridad. Si los seres humanos encarnamos la condi-
Digámoslo, en cambio, con Mladen Dolar: ción patriarcal a través de su reproducción ritual,
para Althusser, el sujeto es lo que hace que funcione si introyectamos esa creencia y esa práctica en ac-
la ideología; para el psicoanálisis, el sujeto emerge tos repetidos, esa condición se materializa. Pero, si-
donde fracasa la ideología porque el residuo produ- multáneamente, a pesar y por encima del ritual que
cido por la subjetivación es invisible a la interpela- vuelve inseparables creencia y práctica, podemos
ción. Digámoslo con Jacqueline Rose: el inconscien- romper la cadena reproductiva deconstruyendo esa
te revela constantemente el ‘fracaso’ de la identidad subjetividad. Negándonos, incluso, a simbolizar esa
porque hay una resistencia a la identidad en el cen- condición “real”.
tro mismo de la vida psíquica. Digámoslo con Judith Necesitamos, sin embargo, atrevernos a di-
Butler: el poder no solo actúa sobre el sujeto, sino señar un nuevo mundo en el que la condición pa-
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triarcal sea inimaginable y ya no algo ante lo cual na, pero enfatizando, ahora, en el predominio de
solo quepa la resistencia que confronta o la genera- la condición patriarcal, el componente femenino: la
ción de significantes vacíos. Quizá sea posible par- empatía.
tiendo de un debate que vaya más allá de la reduc-
ción del género y la ética a los protocolos del poder En un contexto patriarcal, el cuidado es una éti-
y del deseo. ca femenina. Cuidar es lo que hacen las mujeres
buenas, y las personas que cuidan realizan una
Siempre que nos encontramos ante una cons- labor femenina; están consagradas al prójimo,
trucción binaria del género –ser hombre signi- pendientes de sus deseos y necesidades, atentas
fica no ser mujer ni parecerlo (y viceversa)– y a sus preocupaciones; son abnegadas. En un
una jerarquía de género que privilegia «lo mas- contexto democrático, el cuidado es una ética
culino» (la razón, la mente y el Yo) sobre «lo fe- humana. Cuidar es lo que hacen los seres hu-
menino» (las emociones, el cuerpo y las relacio- manos; cuidar de uno mismo y de los demás es
nes), sabemos que se trata de un patriarcado, se una capacidad humana natural. La diferencia
llame como se llame. Como orden vital basado no está entre el cuidado y la justicia, entre las
en la edad y el sexo, donde la autoridad y el po- mujeres y los hombres, sino entre la democracia
der emanan de un padre o unos padres en la y el patriarcado. (2013: 31)
cumbre, el patriarcado es incompatible con la
democracia, la cual se sustenta en la igualdad Si, como afirma Carol Gilligan, y lo enfati-
de la voz y en una presunción de equidad. Pero zo, en un contexto patriarcal el cuidado es una ética
también se encuentra en conflicto con la misma femenina, entonces, en un contexto democrático,
naturaleza humana. En el patriarcado, al bifur- el cuidado es una ética humana. Necesitamos, por
carse las cualidades humanas en «masculinas» o tanto, un debate nuevo sobre el género y la natu-
«femeninas», se producen cismas en la psique, raleza, y otro también nuevo sobre la ética. Ahora
pues se separa a todos los individuos de partes sabemos que los marcadores habituales del desarro-
de sí mismos y se socavan sus capacidades hu- llo –la educación, la clase, la etnia– no constituyen
manas básicas. (Gilligan, 2013: 21) barreras contra la atrocidad. Sin embargo, incluso
en las sociedades totalitarias que apuntan al control
Dado que el biopoder es el conjunto de ac- monopólico de la simbolización en su ataque, siem-
ciones a través de las cuales el Estado hace de la pre hay gente que denuncia el daño moral generado
vida, y en particular del cuerpo, su principal objeto por el poder.
de ritualización, la biopolítica gestiona los procesos Parafraseo a Gilligan comentando al neuro-
biológicos, estatiza la vida. ¿Cómo, entonces, tras- biólogo António Damásio, que explica que nuestros
cender esa estatización y esa internalización? ¿Es sistemas nerviosos están configurados de modo que
posible reactualizar el poder constituyente, el poder conectan pensamientos y emociones: si separamos
anterior al poder? ¿Cómo reinventar comunidad, la mente del cuerpo y el pensamiento de las emo-
aquella red de comunes donde resulte inútil hablar ciones, podremos razonar de forma deductiva y re-
de pertenencia o exclusión, donde el ser no tenga solver problemas lógicos, pero perderemos la habi-
que cumplir requisito alguno, ser justificado o repa- lidad de darnos cuenta de nuestra experiencia y de
rado, sino solamente ‘ser tal cual es’, amado, perte- relacionarnos a través de la empatía. La intuición de
neciente, tal cual es? Pascal (“El corazón tiene sus razones, que la razón
Si la naturaleza humana es transexual y la desconoce”) tiene, ahora, explicaciones neurológi-
sexualidad misma es una decisión del poder y del cas.
deseo en cada uno de los grandes momentos histó- Trascender nuestros límites modernos, en-
ricos de la humanidad, podríamos hoy trascender tonces, no es una propuesta de una comunidad que
todos los binarismos; no ignorarlos, claro, sino, re- vendrá, sino de una comunidad que siempre está
itero, trascenderlos. Y hacerlo asumiendo nuestra en devenir, que nunca acaba de llegar; tal estado de
naturaleza simultáneamente masculina y femeni- devenir es necesario para evitar la contradicción: la
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división entre un adentro y un afuera, entre lo pro- evitar el instrumentalismo, sino también puede
pio y lo extraño. proporcionar un fundamento apropiado para una
consideración del yo ecológico, el yo en relación
Una comunidad de diferentes que jamás termi- no instrumental con la naturaleza. Como un movi-
na de llegar porque nunca está lo suficientemen- miento más allá del dualismo yo/tú, el concepto del
te acabada, porque está compuesta por un ser yo relacional también implica el rompimiento con
amable, un ser digno de ser amado en tanto el el dualismo medios/fines, viendo los medios como
amor… no está nunca dirigido a esta o aquella fines obligatorios, y viceversa.
propiedad del amado (ser rubio, ser pequeño,
ser tierno, estar lisiado), pero tampoco significa La ética del cuidado no es una ética femenina,
olvidar las propiedades a favor de una generali- sino feminista, y el feminismo guiado por una éti-
dad insípida (amor universal). El amante quiere ca del cuidado podría considerarse el movimien-
al amado con todos sus predicados, en su ser tal to de liberación más radical –en el sentido de que
cual es. (Agamben, 1993: 85). llega a la raíz– de la historia de la humanidad. Al
desprenderse del modelo binario y jerárquico del
¿Podría darse un paso adicional? ¿Podría la género, el feminismo no es un asunto de muje-
ética del cuidado, además de trascender al patriar- res, ni una batalla entre mujeres y hombres, sino
cado como relación de poder, trascenderlo como el movimiento que liberará a la democracia del
modelo civilizatorio? patriarcado.
Val Plumwood identifica el dualismo hom- Los hallazgos empíricos en los distintos campos
bre/naturaleza como uno de los más importantes de las ciencias humanas convergen en un mismo
de una serie de dualismos, como varón/mujer, hu- punto convincente: somos, por naturaleza, homo
mano/animal, cuerpo/mente, razón/emoción, ci- empathicus en vez de homo lupus. (Gilligan, 2013: 65)
vilizado/primitivo. Este paradigma de la identidad
ha sido construido históricamente y ciertamente El costado visible de la identidad del pa-
instituye muchas categorías del pensamiento occi- triarca es, por tanto, el yo de la incorporación, la
dental. Este sistema de dualidades traduce como totalización y la colonización, que solo reconoce al
inferiores todos los términos que son asociados con otro como parte del mismo imperio, como coloni-
la naturaleza más que con la razón –mujeres, clases zado o asimilado. Este yo es insensible hacia el otro,
obreras, colonizados, indígenas y, por consiguiente, no tiene consciencia de los límites de las pasiones
legitima la dominación de los grupos sociales subyu- y no puede verse a sí mismo a través de los ojos de
gados. Esta es la razón por la que el ambientalismo los otros. Trascenderlo requiere, por tanto, también
y la lucha por la equidad no pueden estar separados trascender la instrumentalización de la naturaleza
uno del otro. y la otra condición de la historia humana: la condi-
Vandana Shiva añade, además, que la so- ción colonial.
ciedad industrial hace inviable las aportaciones de Una ética basada en la virtud –una ética
las mujeres y de las culturas de subsistencia, a las de la amistad, cuidado y responsabilidad– parece
que equipara al principio femenino, a la diversidad, extenderse mucho menos problemáticamente al
a compartir, reciclar, renovar, a las necesidades lo- mundo no humano que los conceptos impersonales
cales, a la equidad y a la ecología, sosteniendo en que son utilizados como centrales, y también pare-
contra de esto que la economía de mercado trata a ce capaz de proveer una mejor base que la de los
la naturaleza como mercancía, llevando al planeta conceptos universalizados. El ser ecológico puede
al endeudamiento y a la destrucción de la biosfera. ser interpretado como una forma de individualidad
La consecuencia de todo lo anterior, y las mutua en que el ser hace conexiones esenciales con
respuestas a la probable limitación de la ética del los otros y, por lo tanto, como un producto de un
cuidado ante la complejidad de las relaciones huma- cierto tipo de identidad relacional. El ser relacional
nas, radica en la visión de Plumwood del yo como y el valor intrínseco son, por lo tanto, complementos
“yo-en-relación”, que puede no solo explicar cómo teóricos esenciales de una consideración moral de la
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identidad ecológica. Aun si el homo homini lupus permanece arraigado en
Sin embargo, existe aquí un margen para uno de nuestros costados más íntimos, la solidari-
una consideración diferente de la universalización dad está programada en nuestros sistemas nervio-
que no esté basada en la devaluación de lo personal sos; nuestros cerebros generan más energía cuan-
y de lo particular. Se consideraría de una forma más do optamos por estrategias cooperativas en vez de
amplia la cuestión de la comprensión o la visibilidad competitivas. Por tanto, en vez de plantearnos cómo
de las relaciones entre estos acuerdos particulares adquirimos la capacidad de cuidar, nos pregunta-
y situaciones locales y los otros globales. Se puede mos: ¿cómo perdemos nuestra humanidad? Y, sobre
entender las relaciones entre los desastres propios todo, nos desafiamos: ¿cómo podemos expandirla?
y aquellos de los otros, la degradación de su pro- La ética del cuidado revela, aquí, sus lími-
pio ecosistema local y el del ecosistema global, el tes. Porque aun si el patriarcado ha atravesado la
empobrecimiento de las formas de vida sociales y historia de la modernidad y la alternativa ética se
naturales y de su propia vida y la de todos los próji- construye como una alternativa, no es suficiente
mos cercanos. Estas formas más amplias de cuida- para enfrentar la tragedia de los comunes (Hardin,
do pueden ser expresadas en consciencia política y 1968). Es necesario combinar la ética con la política
acción social con mayor fuerza y validez que en las y, en este sentido, con otra visión de mundo.
relaciones personales. La implicación de estas for- La teoría del decrecimiento parece ser un
mas de generalización empática, en contraste con la conjunto de conceptos que convierte la ética del
universalización, es que cuanto más fuertemente te cuidado en política del cuidado. Paul Ariès sostiene
sientes cerca de tus propios compromisos y afectos, que el decrecimiento no requiere una disminución
más base tienes para expandirlos a los otros. Esto en calidad de vida, basta una diferente concepción
cambia el énfasis moral de las relaciones entre cui- de lo que es calidad de vida, una que da más impor-
dado particular y general, y podría hacer posible tancia a las experiencias sensoriales, a las relacio-
que las condiciones de vida sociales y políticas ya no nes, a la convivencia, al silencio o a la belleza que
dificulten la empatía. al consumo (2013: entrevista). Porque, claramente,
El feminismo del cuidado permite combi- los tiempos de la naturaleza van más rápido que los
nar y articular los valores de la vida pública y los de tiempos políticos y, por tanto, es imprescindible una
la privada. La vida pública exige justicia y recipro- democracia cada vez más horizontal, cada vez más
cidad, mientras que la vida privada incluye el amor democrática y cada vez más ecológica. Por eso, la
y el cuidado. En este sentido, la ética del cuidado tragedia política consiste, paradójicamente, no en la
resulta ser una parte de la ética de la virtud. La ma- conquista del poder de algunos iluminados, sino en
yoría de las filósofas feministas lo están proponiendo cómo cancelarlo, en cómo deshacerse de él para que
así. La generalización de la ética del cuidado depen- dentro de 30 o 40 años no nos encontremos con una
derá, en última instancia, de la viabilidad de la ética catástrofe irreversible causada por la cancelación de
de la virtud, algo que, a su vez, no puede existir sin lo que George Orwell llamaba la decencia ordinaria.
un nuevo pacto social y ecológico. Al dejar de con- O, muy particularmente, el programa de gobierno
siderarse al patriarcado solo como una condición para Francia que propuso Serge Latouche en 2007:
social, trascenderlo a través de la ética del cuidado apostar por una huella ecológica sostenible, reducir
se reconoce como lo que es: fundamental para la el transporte con ecotasas, relocalizar las actividades
supervivencia humana. económicas, restaurar una agricultura altamente
Gilligan nos cuenta existencialmente que productiva pero ecológica, reducir el tiempo de tra-
ahora sabemos que el patriarcado deforma la na- bajo, invertir en ‘bienes relacionales’ como el amor,
turaleza tanto de las mujeres como de los hombres, la amistad o el conocimiento, reducir el derroche
aunque de maneras distintas. También sabemos de energía y los espacios publicitarios, reorientar la
cuándo, cómo y por qué lo hace. Los hallazgos em- investigación tecnocientífica y recuperar la gestión
píricos en los distintos campos de las ciencias huma- pública del dinero trabajando menos horas. A esos
nas convergen en un mismo punto convincente: so- planteamientos para los países ‘metropolitanos’,
mos, por naturaleza y por inconsciente, empáticos. Latouche añadió matices y medidas para los países
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que vivían bajo la condición colonial: romper con la poder encontrar al prójimo a la vez como a un
dependencia económica y cultural con respecto al semejante y como a alguien absolutamente di-
Norte, reanudar el hilo de una historia interrumpida ferente, no como a un número, ni como a una
por la colonización, el desarrollo y la globalización, rama asomada a otro escalón (inferior o superior,
reencontrar la identidad propia, recuperar las técni- poco importa) de la jerarquía de las rentas y de
cas y saberes tradicionales, conseguir el reembolso los poderes. Deseo poder verlo, y que me pueda
de la deuda ecológica y restituir el honor perdido. ver, como a otro ser humano, que nuestras rela-
Hasta que, hace relativamente poco tiem- ciones no sean terreno de expresión de la agre-
po –en una resolución aprobada el 19 de julio de sividad, que nuestra competitividad se quede en
2011–, la ONU comunicó lo siguiente: los límites del juego, que nuestros conflictos, en
la medida en que no pueden ser resueltos o su-
La Asamblea General de la ONU aprobó hoy perados, conciernan a unos problemas y a unas
una resolución que reconoce la búsqueda de la posiciones de juego reales, arrastren lo menos
felicidad como un objetivo humano fundamen- posible de inconsciente, estén cargados lo menos
tal, e invita a los Estados miembros a promover posible de imaginario. Deseo que el prójimo sea
políticas públicas que incluyan la importancia libre, pues mi libertad comienza allí donde co-
de la felicidad y el bienestar en su apuesta por mienza la libertad del otro y que, solo, no puedo
el desarrollo. Se busca que la comunidad inter- ser más que un «virtuoso en la desgracia». Pero
nacional reconozca la necesidad de que se apli- sé cuánto la cultura actual agrava y exaspera su
que al crecimiento económico un enfoque más dificultad de ser, y de ser con los demás, y veo
inclusivo, equitativo y equilibrado, que promue- que multiplica hasta el infinito los obstáculos a
va el desarrollo sostenible, la erradicación de la su libertad. Si incluso debiésemos, yo y los de-
pobreza, la felicidad y el bienestar de todos los más, encontrarnos con el fracaso en esta vía,
pueblos. prefiero el fracaso en un intento que tiene sen-
tido a un estado que se queda más acá incluso
La mayoría de los indicadores tipo PIB con- del fracaso y del no fracaso, que queda irrisorio.
tabiliza como crecimiento todo lo que es producción La simple conciencia de la mezcla infinita de
y gasto, incluidas las agresiones medioambientales, contingencia y de necesidad que condiciona lo
los accidentes de tráfico, la fabricación de cigarri- que somos, lo que hacemos y lo que pensamos,
llos, los fármacos y las drogas, o el gasto militar. Esos está lejos de ser libertad. Pero es la condición
mismos indicadores omiten el trabajo doméstico, la de esta libertad, condición requerida para em-
preservación objetiva del medio ambiente, la calidad prender las acciones que pueden llevarnos a la
de los sistemas educativo y sanitario o el incremento autonomía efectiva tanto en el plano individual
del tiempo libre. Por tanto, puede afirmarse que la como en el plano efectivo. (1997: 287).
ciencia económica dominante solo presta atención a
las mercancías –lo que se tiene o no se tiene– y no a
los bienes que hacen que alguien sea valioso. CARTA AL FUTURO
La economía del crecimiento, entonces, lo-
gra el desarrollo sostenible de la sociedad patriarcal. Hermosa:
Pero la propuesta de una ‘sociedad de decrecimien- Era otro tiempo, pero también era otro
to’, a su vez, está sustentada por una ética del cuida- mundo. Supongo que cualquier generación diría lo
do. Vandana Shiva lo ha sintetizado en una oración: mismo, pero no quiero que recibas esta carta como
“Bajo la máscara del crecimiento se disimula, de he- un sermón ni como un homenaje a la nostalgia de
cho, la creación de la penuria” (Shiva, 1993: 63). mí mismo. Era otro mundo, como lo fueron el de
Pero quien lo ha planteado más compleja- mis padres y el de mis abuelos, porque creíamos en
mente ha sido Cornelius Castoriadis: visiones más allá de nuestras propias alas. Por esto,
Tengo el deseo, y siento la necesidad, para vivir, porque era otro mundo, te escribo esta carta para
de otra sociedad que la que me rodea. Deseo acompañar tus pasos en este mundo. Tu brújula,
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claro, no es la misma, pero seguramente servirá desgarrada. Una tregua para el cambio de piel in-
para lo mismo: faro, luz y guía en todas las tormen- evitable cada vez que mueras.
tas y en todos los desiertos. Te escribo, por tanto, para caminar contigo
Te escribo desde mi madre, desde el lugar como una sombra amable en la que puedas acurru-
de mi reencuentro. Posiblemente no el reencuentro carte. Hoy, mañana y siempre.
conmigo mismo, pero sí con la memoria más profun-
da de mi vida. También te escribo desde mi muerte, Tu tata
de la que renací gracias a la guía de tus ojos y al
aliento de tu mama. Te escribo, finalmente, desde la
pasión con la que siempre he vivido, arrastrándome
en tantas derrotas, pero aferrado a la confianza ética
del amor que me alimenta con la misma certeza de
la lluvia que cae para todos. Te escribo porque hoy,
cuando comienzas a caminar tu propio camino, es
cuando más necesitas contemplar este cordón um-
bilical que nos ama y que nos une.
No tengo nada que enseñarte. ¿Acaso no
me has caminado durante estos 16 años amándote
cada día incondicionalmente? Esa es mi única he-
rencia para tus pies que hoy se atreven a la pasión
de la libertad. No tengo, tampoco, nada que recor-
darte. ¿No me has visto desnudo de cuerpo entero,
renaciendo tantas veces aferrado a tu presencia?
Esa es mi herencia para tus ojos que hoy solo miran
el camino que no termina porque están llenos del
asombro de nosotros mismos. No tengo, finalmente,
ningún consejo que darte. ¿Es que mi ombligo, que
es el tuyo, que es el nuestro, no está lleno de todas
las historias? Esa es mi herencia para tu vientre que
hoy, y desde siempre y para siempre, nos vive de hu-
manidad.
Puedo, eso sí, acompañarte. Sobre todo
cuando las tormentas del amor, que son las únicas
respuestas que te destrozan el alma, te dejen, náu-
fraga, en los riscos de la traición o el abandono. Ahí,
en esos riscos, tendré para ti una manta de vicuña.
O cuando el último de tus alientos no tenga otra
pregunta que el desierto, pregunta que te vacíe has-
ta de la última gota de ti misma, tendré para ti agua
del lago.
Ya sé hoy, porque finalmente también tengo
quemaduras de tormentas y cicatrices de desierto,
que ni toda la paciencia del lago ni toda la ternura
de la vicuña sirven para algo más que una tregua.
Una tregua que ni siquiera cura las heridas, por-
que esas solo las podrás amamantar tú misma. Una
tregua, en cambio, que te dará el tiempo necesario
para lamerte cuando estés quemada o cuando estés
97
Acta de
nacimiento
Está la belleza y están los humillados. Por difícil que sea la empresa
quisiera no ser nunca infiel ni a los segundos ni a la primera.
albert CaMus
99
toria política es la reiteración de esa omisión sus-
ACTA DE NACIMIENTO tantiva. Que el despotismo de las dictaduras no fue
el resultado de una recaída en un salvajismo ances-
Incluso nuestra comprensión del siglo XX tral, sino que, al contrario, su violencia revelaba,
boliviano –el de nuestra modernidad felizmente fa- más bien, la aparición de un salvajismo moderno
llida– debería partir de la constatación de la con- para enmascarar el salvajismo colonizador. Que el
dición colonial. Porque así como la modernidad marxismo positivista de la Segunda y Tercera In-
es una persistente modernización, la colonialidad ternacional, que consideraba el socialismo como
es una permanente colonización (o digámoslo asá: una batalla ganada de antemano, ineluctablemen-
indios y blancos disputando sus miradas). Y entre te inscrita en el “progreso de la historia’” y cien-
estas dos pulsiones, la choledad debate sus encruci- tíficamente asegurada por la fuerza de sus “leyes”,
jadas entre las violencias de la opresión y las ilumi- haya sido desmentido radicalmente en el siglo XX,
naciones de la emancipación. Claro que, frecuente- comprueba que la izquierda estaba ciega ante la
mente, nos sumerge en el horizonte colonial que es condición colonial, como estuvo ciega siempre ante
la reconstitución continua de estructuras coloniales la condición patriarcal. Que el liberalismo presen-
de hegemonía diseñadas desde la conquista. Claro, tado como el horizonte único de nuestra época no
también, que solo en nuestros tan escasos momen- es inocente y su memoria es curiosamente selectiva
tos épicos ha logrado proponer líneas de fuga de ese porque, aterrorizadas por el comunismo o por cual-
horizonte, reuniendo en una misma poética ritual quier proyecto político que olía a pueblo, las élites
tejidos/danzas/novelas –nuestras tres diferencias–, liberales apoyaban, en nombre de la lucha contra
constituyendo otro horizonte. El de la politización el totalitarismo, las dictaduras más sanguinarias, es
de la vida cotidiana en tanto alegría. De vivir bien a decir, la continuidad de la colonización. Que el na-
vivir en la alegría de la belleza. cionalismo, aquel bolero lleno de traumas que pre-
Aunque en su mejor momento intelectual, para las dictaduras del Estado, alimenta los vicios
no político, la revolución del 52 apuntaba a hacer del mercado y promueve la globalización militariza-
del recuerdo de los vencidos de la historia la palanca da del mañana, ya que solo se preocupaba de una
de una teoría crítica de la sociedad y de un com- “terapia” nacional que nos uniformiza con falaces
bate contra la opresión del presente, esa memoria épicas maniqueas y nos despoja de nuestra más ínti-
se convirtió rápidamente en mausoleo de los héroes ma diversidad. Es decir, como nuestra vida política
caídos el 9 de abril. Aunque en su mejor momento no comprende la dimensión de la condición colonial
político, no intelectual, la revolución nacional quiso en la constitución estatal y en la configuración de la
hacernos nacionales, solo lo logró como parodia de cotidianidad, nuestra historia política no es capaz de
sí misma el día del partido de fútbol Bolivia-Alema- traducirse a vida diaria. Ni una comprensión desde
nia en la inauguración del Mundial 2004; nos sen- las clases ni una visión desde las instituciones ni una
timos bolivianos mediados por una ambición futbo- emoción identitaria desde la historia simbólica de la
lera, no por un horizonte común, no por una visión cultura popular harían posible mirar con amplitud
compartida. La condición colonial fue, es y podría intelectual y con generosidad ética el camino reco-
seguir siendo la segregación indígena desde el Estado rrido.
moderno y el desprecio / menosprecio / paternalis- Entiendo que semejante afirmación pueda
mo / caridad / etnofagia / folklorización / museo del parecer reduccionista. ¿Acaso la historia política y
indígena desde la convivencia social. (Quizá aquí ra- la memoria social, durante 500 años, no han incor-
dica la paradoja raigal del primer presidente “indio”: porado en nuestros ‘genes’ también modernidad,
ordenó construir un museo a sí mismo desde sí mis- también contemporaneidad con el mundo? ¿Acaso
mo). La condición colonial nos ha convertido, simul- no hay energía eléctrica y rueda y computadoras y
táneamente, en colonizadores y colonizados, como televisión y escritura? ¿Acaso no hay clases que mar-
vivencia existencial y como construcción estatal. can las relaciones sociales, instituciones que definen
Desde esta perspectiva podría decirse que reglas de juego, capital simbólico que nos dota de
todo lo demás es secundario, que toda nuestra his- identidades? No hay duda alguna, o sí, pero no im-
101
porta. Pero si no hay duda, ¿acaso la colonialidad, y nico, se hayan degradado hasta el punto del mero
la racialidad implícita con la que mi interpretación folklore? ¿Será que la rueda, el cero y la escritura
está preñada, no son la lógica desde la que toda la son, sobre todo, colonización y que las miradas indí-
historia es comprendida o el punto de partida de genas todavía no puedan vivirlas plenamente como
cuanto horizonte político es concebible? ¿Acaso la conquista de la humanidad? Debo responder que,
colonización no hace de la modernidad una mo- en última instancia, así es. Que la colonialidad es
dernidad colonial –e inevitablemente patriarcal? Sí, una lógica estructurante y un origen epistemoló-
somos modernos y también somos indios, pero no gico; pero, sobre todo, que la colonialidad es una
somos, todavía, o quizá nunca seamos, indios mo- vivencia. La colonialidad es el desarrollo sostenible
dernos. Somos una esquizofrenia en la que ambos de la negación de uno mismo y en esa medida no
mundos viven partidos, enfrentados, desconfiados, potencia la institucionalidad soberana del Estado
mutuamente racializados. Por tanto, si la condición desde nuestra especificidad, ni define la expansión
colonial es el eje ordenador, si la segregación esta- del conocimiento de nosotros mismos desde la vida
tal y la opresión social desde la modernidad hacia social, ni hace posible que sintamos al capital sim-
los mundos indígenas organizan las relaciones en- bólico de la humanidad como propiedad colectiva.
tre clases, instituciones e identidades, no podemos Nos vacía de futuro, nos esteriliza de certezas, nos
sino vivir desde el trauma. La condición colonial, vemos en el espejo y solo vemos un presente que
entonces, no es una afirmación reduccionista, es repite la memoria y la reitera en el mañana.
una comprensión sistémica del tormento cultural La herencia del último siglo de salvajismo
que causa una alteración permanente del equilibrio en el mundo –de las masacres coloniales al Holo-
político a raíz de la vivencia profunda y dolorosa de causto judío, a las fosas comunes de Srebrenica y
la conquista y la colonialidad consiguiente. de Ruanda– está hecha de millones de víctimas sin
Y va más allá. Como el capitalismo no ha nombre y sin rostro. Estos recuerdos son de una
sido capaz de valorizar el trabajo inmaterial y lo que importancia vital porque los distintos genocidios
esto representa en términos de una mayor opresión –aquellos más francamente etnocidas o esos otros
sobre el conjunto de la vida humana, sostener, como más hipócritamente etnofágicos– perseguían borrar
Negri y Hardt, que el trabajo de la multitud puede las huellas del crimen, desaparecerlo, asesinar su
desplazar la producción del trabajo hacia la produc- memoria: en otras palabras, el crimen perfecto, el
ción inmaterial no solo requiere de una reflexión asesinato sin pruebas contra el culpable porque no
más pausada desde el mundo occidental –porque existe el cuerpo del delito. Reconocer que la desco-
excede la reducción a las clases sociales como de- lonización está cargada de memoria significa tam-
terminantes–, sino que demanda, desde este mundo bién que hay conquistas que deben ser defendidas
andino amazónico, pensar el capitalismo como un y profundizadas. Esto nos conduce a considerar la
componente de la colonialidad y no viceversa. Exis- democracia no como una simple norma de pro-
ten dimensiones de la subjetividad que no se pueden cedimiento, sino, sobre todo, como una conquista
reducir al mundo del trabajo, ni siquiera a las trans- histórica indispensable para preservar un horizonte
formaciones de los modos de vida asociadas a los de emancipación más allá de las limitaciones de la
cambios en la organización de la producción. modernidad. No una democracia amnésica, frágil,
Sin embargo, ¿no sería la colonialidad una apenas electoral, un lujo que no podemos permitir-
obsesión únicamente con lo peor de nuestros dos nos quienes vivimos el genocidio casi en todas sus
mundos? ¿Acaso es pensable siquiera que la mo- formas, menos en la extinción, sino una democracia
dernidad, en tanto proyecto estatal, esté siempre potente, extraordinaria, profundamente liberadora.
tan alejada de su voluntad de emancipación que es, Una democracia capaz de inventar un mundo nue-
precisamente, una de sus voluntades fundaciona- vo, un mundo en el cual la condición colonial que
les? ¿Es posible que la reciprocidad económica, la nos constituye sea inimaginable.
complementariedad política y la ritualidad cultural Una democracia que recorra los itinerarios
del mundo indígena andino, o la tierra sin mal del del silencio de los sujetos que han quedado fuera de
mundo indígena guaraní, y generalmente amazó- la historia. Porque no se trata solo de deconstruir el
102
discurso colonial, lo cual podría no ser sino otra ma- partida y desarrollo humano y sostenibilidad eco-
nera de reforzarlo, sino de mostrar sus ángulos cie- lógica, y todas las soberanías y todos los derechos,
gos, su propia opacidad, para permitir nuevas vías claro que sí. Pero, por encima de todo, deseamos
de negociación y de crítica. En otro momento, en un país hermoso. Un país en el cual la alegría sea el
otra circunstancia, la condición colonial sería asun- pan de cada día porque su gente esté enamorada de
to de políticos, o de intelectuales. Hoy, su compren- sí misma. De sí misma como gente. No de sí misma
sión y emancipación es responsabilidad de todos los como Narciso.
ciudadanos, porque si no la asumimos, seguiremos
repitiéndonos, continuaremos haciendo del círculo
vicioso una “virtud” de impotentes. EL NACIMIENTO
Hoy, por un lado, debemos sustraer la me-
moria del genocidio de su cosificación porque le Un país, cuyos intelectuales y cuyos políticos
impide ser un aguijón para la crítica del presente; fuimos incapaces de reconstruir el enamoramiento
por otro, es necesario salvar el núcleo de esperanza entre Estado y sociedad del 52, sesenta y ocho años
del que fueron portadores el indigenismo y el socia- más tarde, es un país triste, un país de costumbres
lismo, limpiándolos de las ruinas del pragmatismo avejentadas y nostalgias heroicas. Un país con una
que los degradó y del fundamentalismo ideológico y democracia apenas pequeñita, que es precisamen-
racializado con el cual se los practica actualmente. te la que tuvimos durante una cuarta parte del si-
Finalmente, es también imprescindible recuperar y glo XX. Pero como nadie vive alimentado de nos-
renovar las vocaciones emancipatoria y estética de talgias, a la sociedad le da por la impotencia y al
la modernidad; ellas también nos han enseñado el Estado por la esterilidad. Y no nos encontramos, y
valor de la alegría y el derecho a la felicidad. Dere- dejamos de querernos, y nos mordemos, aullándo-
chos humanos que constituyen el fundamento del nos entre nosotros que el sueño era tan grande..., y
asalto al cielo para que no nos sea ajeno ni limitado apenas comemos el pan de cada día comprobando,
a vivirlo post mortem. cada día, que el pan no es sueño. Ni socialistas ni
Por esto, afirmar que la descolonización es indigenistas tuvimos la estatura. Aunque sabíamos
la mitad crítica de la política fundamental es una que si no se quiere lo imposible, no se quiere; no
afirmación sustantivamente existencial, innegable, quisimos, no pudimos. Una vez más nuestros muer-
inevitable, y afirmar que la descolonización no es to- tos nos lo revelan. Y ya ni llorar podemos, porque
davía el nuevo mundo es una verdad de Perogrullo. nos desgarramos en nuestra propia impotencia.
Por esto, construir una interculturalidad estetizante El sistema político boliviano había perdido
que sea la otra mitad emancipadora de una política la capacidad de recoger las demandas de la socie-
indigenizante es una confianza refundacional, aun- dad y traducirlas en políticas y estrategias de Esta-
que desconfiar de su tan reiterado uso como adorno do. Esta pérdida, sin embargo, no se limitaba a esa
sea igualmente necesario. Por esto mismo, confiar en tradicional concepción por la cual se afirma que el
que la práctica que podría hacer inimaginable la con- Estado enfrenta un obvio proceso de erosión de su
dición colonial es la educación en la belleza, es tener legitimidad. No se trataba fundamentalmente de
la certeza apasionada de que el nuevo mundo será una pérdida del sentido del oído, sino, creo, de una
intercultural. Un mundo donde los saberes dialoguen pérdida de la mirada, porque la mirada es siempre
desde su diferencia radical. Un mundo donde la po- dos actitudes: la interior, la que nos dice lo que so-
lítica empodere al pueblo y haga del gobierno una mos, y la visionaria, la que imagina el horizonte, la
ética colectiva. Y un mundo para el cual el desarrollo que interpreta el destino que queremos ser. Perder el
sostenible de la diferencia, no la uniformidad ni la oído es, por supuesto, dramático, sobre todo porque
hegemonía, sea la apasionada razón de Estado y la sin oído no se puede conocer los problemas de todos
confianza social en la liberación permanente. y se pierde el sentido de pertenencia. Pero perder
Los bolivianos, pero creo que no solo los la mirada es trágico, es ser incapaces de producir
bolivianos, necesitamos un país justo, cómo no. el horizonte para una colectividad, es quedar impo-
Queremos un país que nos asegure confianza com- tentes de visión de futuro.
103
La pérdida de la visión nacional, por con- vas de la democracia. La ausencia de una visión de
siguiente, no se limitaba al Estado. Aunque es el país pretende legitimarse con el discurso del fin de
primer y último responsable, su ceguera contamina las ideologías. La pérdida partidaria del vínculo me-
al pueblo y este, desesperado, camina tropezando y siánico con el pueblo intenta justificarse con el ar-
dando manotazos en el vacío. Debemos reconocer, gumento de la modernización formal. La carencia
entonces, que la retirada de la sociedad ante las ta- de participación y de interés social en las políticas
reas de Estado, bajo la forma de bloqueos a toda ini- públicas, que nos afectan a todos, trata de disimu-
ciativa de ordenamiento o innovación, es una conse- larse con la sustitución mediática de los partidos. La
cuencia forzada e inevitable de esa ceguera. Lo cual pérdida de representatividad del Estado, la desilu-
no disculpa la carencia propositiva de instituciones sión social con la esfera pública y la mediatización
e intelectuales, pero explica la impotencia de ambas del sistema político nos convirtieron en un país de
partes, Estado y pueblo, cuando de caminar se trata. coyunturas forzadas, de pliegos petitorios absurdos,
Las reacciones, sin embargo, son abismalmente dis- de abusos de fuerza, porque son las únicas acciones
tintas. El Estado ciego exacerba su cara dominante que se convierten en noticia. Un país en el que la
hasta degradarla a represión pura, justificada por el política se ha degradado a noticia y el Estado a mez-
retorno de las lógicas salvajes. El pueblo ciego ex- quindades disputándose el mismo territorio.
pande su tradición insurreccional hasta estallarla en ¿Cómo, entonces, encaramos esa encruci-
gesta trágica exigida por su propia impotencia, sin jada histórica? ¿Cómo logramos que el Estado se
poder convertirla en gesta fundacional. reinvente y la sociedad se reconstituya para que jun-
La contradictoria reacción social ante la tos refunden la nación? ¿Puede revertirse esa pér-
pérdida de representatividad de los partidos con- dida de fe en la democracia y ese desprecio por lo
siste, precisamente, en cuestionar la necesidad de político democratizando al Estado y politizando al
intermediación estatal; que se lo haga mediante blo- pueblo? Quién sabe. Lo cierto, sin embargo, fue que
queos, huelgas o gestos federalizadores, es cuestión la intención nacional se avergonzó de sí misma en
de caracteres. La condición colonial de ciertas etnias las minas y en el campo. Porque fue en las minas
opta por los bloqueos; la condición de clase de los donde se parió al 52, y fue en las minas donde se
trabajadores de todo tipo opta por la huelga; la con- lo sepultó: la tradición colonial ganó las elecciones
dición regionalizada del distinto grado de desarrollo del 85 precisamente en las minas, y clausuró la se-
humano de las regiones opta por la federalización; milla nacional en 1990, concediendo migajas a la
en todos los casos, se opta por la mezquindad de Marcha por el Territorio y la Dignidad. Porque esa
intereses particulares como reacción ante la incapa- misma tradición colonial, en su rostro de cacique
cidad estatal de representar e integrar esos intereses colonizador, ganó las elecciones el año 2005, desde
particulares en un interés general. el Chapare cocalero, para culminar el sueño nacio-
La contradictoria reacción estatal ante la nalista de unir minas, petróleo y agroindustria, re-
inicial indiferencia y posterior anomia de la socie- tirando las migajas con la represión en Chaparina.
dad pasa por un elemental mecanismo de defensa: Desde entonces, la nación única ya no fue posible.
convertirse en un aparato administrativo desprovis- Desde entonces pataleamos por inventar una nueva
to de visión de una nación de diferentes. De ahí, democracia y una nueva nación: ya no basta algo
entonces, esos gestos impotentes y absurdos de pre- que represente el interés general, es imprescindible
tender llenar el vacío con la fuerza y la burocracia. construir algo que haga dialogar y debatir distintas
Como si las balas y las pegas pudieran devolvernos visiones de mundo.
la visión de un horizonte colectivo.
Lo cual, claro, nos lleva a describir un sín- HOY, CAMINANTE, NO
toma: la pérdida de la fe. Expresada en el divorcio
entre sistema político y sociedad civil, entre repre- HAY CAMINO
sentación y participación, entre Estado y ciudada-
nos. El espacio de lo político se ha convertido en un Lo decía Machado y lo cantaba Serrat.
agujero negro que absorbe todas las energías creati- Eran los años 60, los de la confianza en el pueblo,
104
los de la utopía. Y eran los años 70, los de la victoria Cambio de guardia: el entierro de Lechín
contra las dictaduras encarnada en las canciones de
Wara, Luis Rico, Savia Nueva, Jenny Cárdenas, Je- Eran cerca de las 7 de la noche del 29 de
chu Durán. El crepúsculo del Movimiento Naciona- agosto. La plaza Villarroel de la ciudad de La Paz
lista Revolucionario. Todo era alegría en el costado olía a flores, todavía se escuchaba el eco de las mul-
de la insurrección que resistía a las dictaduras. Todo titudes y nosotros seguíamos suspendidos en nuestra
era una larga rendición en el costado de la revolu- propia perplejidad. Dos horas antes, este lugar fue
ción moderna. escenario de un hecho sin precedentes en la historia
Era también el tiempo del ELN, del kataris- boliviana. Fue la primera vez que el pueblo ente-
mo, de los socialismos. El amanecer de la democra- rraba, en una tierra que sentía propia, a uno de sus
cia. Todo era epopeya a pesar de muertos, desapa- héroes, y casi 50 años después de aquel hecho que
recidos y exiliados. Todo era, también, fanatismo; inauguraría definitivamente el rostro moderno de
ausencia de matices, de grados, de reconocimiento Bolivia: la Revolución de abril de 1952. En el Mau-
de la complejidad republicana. soleo y Museo de la Revolución descansaba el cuer-
Pero inmediatamente después llegó el tiem- po de Juan Lechín Oquendo, el Maestro, dirigente
po de la cautela, de la ambivalencia, de la negocia- indiscutible, desde 1944, de la Federación Sindical
ción, el tiempo del ajedrez democrático. Y el otro de Trabajadores Mineros de Bolivia, y desde 1946,
tiempo, el de las varias concesiones, rendiciones, de la Central Obrera Boliviana.
traiciones. Y otro más, finalmente, llegó el tiempo Ninguno de los protagonistas fundamenta-
del indio, el tiempo del que parecía indio y no había les de abril había tenido el privilegio de un entierro
sido tal. de estas características. Siles Zuazo, Paz Estenssoro,
¿Cómo contar las sensaciones de este lar- Walter Guevara, Carlos Montenegro, Augusto Cés-
go proceso de todos los que nacimos cuando na- pedes, descansan ahora lejos de este panteón, como
cía la modernidad boliviana y que ahora vivimos si el territorio simbólico de la Revolución no hu-
su clausura? Podría hacerlo al modo del cansancio biera tenido un reconocimiento pleno, no hubiese
racional, con argumentos y descripciones y juicios sido sentido por el pueblo como suyo. Parecía que la
de legitimidad. Podría. ¿Valdrá la pena, el esfuer- conspiración de los fantasmas de la oligarquía hu-
zo, el trabajo? Creo que no. Sobre todo porque ese biera articulado su alejamiento, y los líderes intelec-
lenguaje de la modernidad es hoy un lenguaje ave- tuales del 52 fueron enterrados en el espacio que fi-
jentado. Cierto que lo entienden y lo comparten mis nalmente les correspondía, el espacio de lo privado.
contemporáneos; cierto también que nuestros hijos Al fin y al cabo, el pueblo solo entierra, en
no lo sienten suyo. Y este es un momento en el cual la tierra que nos pertenece a todos, a los héroes que
lo que importa, o lo que me importa, es dialogar con han nacido de él mismo. Cuando los líderes mue-
el presente que será futuro, no con el presente que ren, las élites se conmueven. Cuando mueren los
será enterrado. héroes, el pueblo se desgarra. Y como si el proceso
Comparto, entonces, una crónica del reco- revolucionario de la nación moderna no hubiera es-
rrido de la modernidad boliviana hasta su cambio tado del todo cerrado sin la presencia del cuerpo
de guardia a través de un momento que la conden- de Lechín, el pueblo se apropió de su único héroe
sa. Comparto, después, varios ensayos blogueros y moderno y lo enterró en la única tierra urbana que
feisbuqueros que van revelando, uno a uno, cómo el siente comunitariamente suya. Ese extraordinario
indio que no había sido indio va revelando su ros- proceso modernizador que terminó privatizando la
tro camuflado. Y cierro con un gesto epistolar: una muerte de nuestros líderes, no pudo sino agachar la
carta a mi gente (hubiese deseado, tanto, decir una cabeza ante la apropiación pública del único héroe
carta a mi pueblo), dos cartas ciudadanas (ojalá las del pueblo. Algún manipulador de las sensibilida-
plataformas las lean con el mismo cariño con el que des ‘delicadas’ podría decir que este pueblo bárbaro
las envío), y una carta a mi nieto (una carta que es no respeta siquiera el dolor de sus deudos, y algún
un deseo impotente). Así hice camino en mi andar fundamentalista dueño de sus verdades de petimetre
estos años extraordinarios y así lo cuento. dice que este pueblo de “imbéciles” se deja engatu-
105
sar por quienes han vivido traicionándolo. Pero aun confianza en la lucha. Con cada loa, en cada mar de
si únicamente en esos momentos la voz del pueblo movimientos, restablecían su memoria de insurrec-
es la voz del pueblo, esa voz enterró al Maestro en su ciones. Hasta cuando postrados todos ante el viaje
propio museo y esa voz cantó su muerte. sin retorno de su héroe parecían reconocer la inevi-
Dicen que la muerte iguala a todos, quizá tabilidad de la derrota, no lo hacían mostrando su
por eso el acompañamiento al féretro rebalsó de cara de pobres oficiales, sino su rostro épico con que
anécdotas reveladoras de cierto gesto altiplánico convocaban la sensualidad de la dinamita que los
que, cuando venera a sus muertos, busca una recon- enardecía con los últimos amores. Aun si el Maestro
ciliación con su pasado. Juan Claudio, el hijo, reci- se pierde en el Museo de la Revolución como los
bió el abrazo de decenas de personas que estuvie- mineros y el pueblo que lo cantaban se diluyen en
ron con su padre o se vincularon con un pedazo de la informalidad, no importa. Ha dejado su huella.
nuestro pasado. Allí estuvo presente, habiendo lle- Y como todo lo que hacemos los cholos, mañana va
gado de Potosí, la nuera de María Barzola. “Cómo a renacer porque no podríamos sino sostener nues-
no iba a venir Juanito”, le dijo abrazándolo y con los tra memoria de insurrecciones más allá de todas las
ojos llenos de recuerdos. U otra, “soy la hija de Luis muertes.
Gayán Contador, vengo a darte mis pésames”. Ga- ¿Será así? ¿Renacerá la pulsión moderniza-
yán Contador, una de las figuras tristes de la repre- dora? ¿O será que la epopeya moderna del siglo XX
sión movimientista que en algún momento se opuso se ha enterrado en el cuerpo de uno de sus pocos
a Lechín, estuvo presente a través de su hija, como héroes, precisamente en el momento en que el Es-
un reconocimiento más allá de la revancha políti- tado nacional está siendo definitivamente sustituido
ca. O Freddy Marqués, el único sobreviviente de la por la comedia del “Estado” global? ¿No será, más
pandilla Los Marqueses, que en julio de 1971 había bien, que la era de los héroes intangibles, la era de
dirigido la toma de la Universidad Mayor de San los mitos sociales, ha sido definitivamente cerrada
Andrés al frente de un grupo fascistoide, opositor por la era de los líderes igualitos que nosotros, la era
de la Asamblea Popular que dirigía Lechín. Cuánta de los imaginarios colectivos y de los movimientos
gente más, con una historia en la espalda, buscó ese sociales? ¿Será que el cambio de guardia en la po-
momento para exorcizar su pasado, para calmar, re- lítica es el cambio en su manera de relatarse: de la
cordar, reconciliar, ampliar sus voces internas, sus epopeya de los pueblos a la comedia de los vecinos?
ecos, sus recuerdos, su conciencia intranquila. Dos cachorros de dinamita anunciaron la
Pero la muerte igualaba, sobre todo, a los llegada del cortejo a la plaza Villarroel a las 5 de la
vivos. Allí también estuvieron, desde sus ventanas tarde. Cómo no, las dinamitas. Cómo no, un mine-
y con pañuelos blancos, con la amargura desampa- ro con las dinamitas en bandolera, anunciando la
rando sus rostros, niños y ancianas, beneméritos y entrada de este hombre a su morada definitiva. El
estudiantes universitarios, comerciantes minoristas cuerpo de Lechín ya no le perteneció a su familia. El
y empresarios. Cuando el féretro del Maestro pasa- féretro fue insurreccionalmente asaltado, junto a los
ba por el mercado Yungas, cerca de una veintena de mineros, por el pueblo mismo que se agolpó inme-
vendedoras salieron de sus puestos y le rindieron su diatamente alrededor de él para enterrar un proceso
homenaje echando flores y uniéndose a las glorias. trascendental de nuestra historia. Lo subieron por
Necesitaban convocar el mito de un proletariado las gradas del mausoleo y lo depositaron en su inte-
anacrónico que había sido profanado por los mo- rior, donde los murales de Alandia Pantoja y Walter
vimientos sociales identitarios: “Gloria a Lechín”, Solón se convirtieron, más que en una escenografía,
“Viva la Federación de Mineros”, “Abajo los ca- en una imagen viva e instantánea, en un repaso con-
chorros de la rosca”, “Viva la Central Obrera Boli- densado de la historia del Maestro.
viana”. Era la memoria de los momentos heroicos; Juan Claudio esperó que el pueblo le rin-
era también la inevitable evidencia de su pérdida diera homenaje a su padre. Parado en la puerta tra-
definitiva. sera del mausoleo, recibió cientos de condolencias.
Cantando sus glorias se quitaban esa costra Cuando llegó Mónica Medina, su hija putativa, lle-
de sumisión y de costumbre que ha mancillado la gó también la memoria de las pasiones del Maestro.
106
Si don Juan estuvo tanto tiempo con nosotros, fue guardia. ¿Cuándo los militares se cuadraron ante
también por ese apego a la vida y a sus placeres. Esa los mineros? ¿Cuándo los mineros aceptaron las in-
energía que le da sentido a nuestras pasiones y que tenciones de los militares? Ahí se pudo comprender
nos hace humanos, y a la vez, como lo reconocería que el mito de un hombre como Lechín, fundado
él mismo, esa fuerza que, en la vida de un político, lo en la generosidad personal y política, pudo más que
traiciona. Mónica le hizo rememorar esas pasiones, sus maniobras de dirigente sindical. De haber esta-
y con su compañía, le recordó que era, sobre todo, do vivo en ese momento y de no haber aceptado un
un hombre que resistía. minero ese cambio de guardia, con seguridad Le-
009 era su número de carnet de identidad. chín le habría espetado: “Oye, no seas crudo. ¿No
Nació en Corocoro, un 19 de mayo de 1912, y de ves que este es otro mundo?”.
profesión minero. No sabemos si ese año es el co-
rrecto. Muy probablemente sea 1914 el año verda-
dero de su nacimiento, pero al final qué importa esa
clase de verdad de calendario en la vida de un políti- LA TEA ENCENDIDA
co como Lechín. Lo que importa es lo que queda en
la memoria del pueblo, porque sobre eso construi- MEMORIA DEL NAUFRAGIO:
mos nuestra historia. ENSAYOS PARA COMPRENDER EL
Porque para combatir contra la cobardía PADECIMIENTO
del tiempo de las cosas pequeñas no solo le dispu-
tamos el territorio de la política o aquel otro de la El fin de nuestra historia
pasión encarnizada. Para combatir esa cobardía, el Las revoluciones modernas europeas co-
Maestro nos ha enseñado cada día que la política menzaron como delirios. El horizonte de la Revo-
es el aprendizaje de la resistencia civil, para que – lución francesa y de la Revolución Industrial inglesa
como dijera Galeano– no haya derrota que llegue deseaban alcanzar al conjunto de la humanidad.
ni muerte que pueda. Con su vida hemos aprendido Más tarde, lemas como tomar el cielo por asalto o
a contarnos nuestra memoria, extendiéndonos las la sociedad sin clases permearon el siglo XX. Las
manos en la noche, agarrándonos las manos para tres revoluciones de América Latina (México, Boli-
caminar juntos, sabiendo y sintiendo que no esta- via, Cuba), en cambio, diseñaron sus caminos como
mos solos, que estamos acompañados en esta nues- promesas modestamente locales.
tra América, que es una morada compartida. Nuestro nacionalismo revolucionario, en
Estamos aprendiendo que, para combatir el el extremo, no nació con sueños, sino con planes
olvido, es necesaria la memoria y es necesaria la pa- y acciones. Y, sin embargo, la reforma agraria, la
sión. Pero estamos aprendiendo, sobre todo, que es nacionalización de las minas, el voto universal y la
necesaria la solidaridad. En todo caso, la democra- educación para todos se transformaron en sueños
cia minera estará aquí para recordárnoslo. Aun si la materiales: en nuestro certificado de nacimiento
epopeya moderna estuviera siendo sustituida por la ante la modernidad. Nuestros padres, aquellos que
comedia global, aun si estuviéramos pasando de la hicieron el 52; nosotros, quienes hicimos la demo-
era de la dominación a la era de la hegemonía, aun cracia el 82, y nuestros hijos, aquellos que todavía
si estuviéramos cambiando el valor de la resistencia están diseñando su camino, todos somos los sujetos
por el gesto de la conveniencia. de este proceso hegemónico. Pero el proyecto de país
El cortejo fúnebre había partido de la plaza que diseñó y gestionó este proceso no pudo trascen-
Murillo a las tres y quince de la tarde. Cerca de las der su trauma colonial, patriarcal y depredador.
siete de la noche la guardia de trabajadores mine- Esta sociedad boliviana siempre estuvo
ros todavía custodiaba el ataúd. En ese momento, atravesada por la violencia que buscaba la elimi-
ingresa al mausoleo otra guardia de honor. Era la nación simbólica del otro: primero de los pueblos
guardia de la Policía Militar. Se cuadran ante los indígenas, después de los mineros, después del mun-
mineros y dan parte sobre su intención de reem- do cholo. Su base fue el vaciamiento del diferente
plazarlos. Estos aceptan y se produce el cambio de
107
como persona. Por eso, el largo trabajo por implan- pueblo y lo mejor del pueblo es ahora el Estado, y
tar la democracia tenía que ver, sobre todo, con la como ese Estado es finalmente suyo, es enteramente
cancelación de la comprensión de la política como justo usar los bienes públicos en beneficio privado.
guerra. Así, las alternativas políticas serían alterna- Esos reaccionarios están saltando del autoritarismo
tivas, no enemigas, y la resolución de los conflictos al fascismo como resultado de una autorización po-
no apelaría a la eliminación física o simbólica, sino lítica que hace del derecho al odio y a la eliminación
al diálogo, al debate y a la elección que comparte del otro un sentido común: estoy autorizado a matar
espacios de poder. a aquel que es diferente a mí. Simbólica, jurídica y
El 2005 comenzó, supuestamente, el fin de políticamente, hoy. Mañana, físicamente.
nuestra historia, de la única que vivimos, el fin del Pero hay más. Y más es la pérdida final, la
largo ciclo del nacionalismo revolucionario. Pero el caída al abismo. Ama sua, esa reserva moral de la
2005 no pudo ser el inicio de un fin. Los viejos y los nación, es ahora otro vulgar latrocinio. Ama quella,
nuevos movimientistas son ahora una sola y misma esa leyenda del trabajo, es ahora la máscara del trá-
cosa. Los nuevos viven y perpetúan el mundo pro- fico. Ama llulla, esa fuente de autenticidad, es ahora
ducido por los viejos casi sin ninguna de sus virtu- la estafa, la manipulación y la amenaza. Porque el
des, asumen el poder del voto y no la legitimidad de proceso de cambio no fue jamás proceso de cambio,
la democracia, afirman que la alternativa política es sino proceso de restauración colonial, capitalista y
un pueblo enfermo que solo roba, miente y engaña. patriarcal. Quizá porque tantas revoluciones termi-
Pretenden que su discurso y su vocación por la ame- nan así, los pretendidos enterradores del 52 habían
naza –no las acciones ni la visión– sean la fuente de sido, apenas, nuestros qharisiris. Como dirían ciertos
la eterna juventud partidaria. ancestros: muertos en vida que vagan devorando se-
La nueva Constitución quiso ser mítica (de res humanos.
ahí el carácter –penosamente mal escrito y conce-
bido– de su introducción), el nuevo mito de origen La política como guerra
del país y de la comunidad. Pero las declaraciones El 13 de agosto de 2014, el presidente Evo
del régimen y sus acciones electorales han termina- Morales afirmó:
do por demostrar que, desde su perspectiva, cuando
el pueblo los derrota, ese pueblo se convierte en un Hay dos diferencias, dos caminos, somos antiim-
pueblo enfermo. Evo Morales y Álvaro García son perialistas o somos proimperialistas, no hay otro
las dos caras del Alcides Arguedas del siglo XXI. Ya camino. Cuando a mí me dicen, centro-dere-
no somos la tradición Katari, la tea encendida de la cha, centro-izquierda, no entiendo cómo va a
emancipación, la leyenda minera socialista. Ahora haber centro, aquí es como decimos, macho o
somos el pueblo enfermo, el enemigo al que hay que hembra, no hay maricón en temas ideológicos y
exterminar transformando su territorio político en en temas políticos partidarios en una lucha anti-
campo de concentración. imperialista, no, así entiendo.
El nacionalismo revolucionario enfrentó un
proceso de restauración despótica durante las dic- Al margen de los términos elegidos para
taduras militares y otro de restauración oligárquica ilustrar su concepción de la política como guerra,
durante el neoliberalismo. El 2005 parecía que iba aquí, lo fundamental es precisamente identificar la
a suceder un nuevo momento constitutivo, ese de la genealogía y las consecuencias de esa afirmación.
democracia participativa, de la economía comunita- Porque si uno se concentra en los términos entre
ria, del desarrollo ecologista, de la feminización de biológicos y discriminatorios, corre el riesgo de ig-
la sociedad, de la cultura de la belleza. Pero no. Esos norar lo sustantivo. Aquí lo importante es reconocer
reaccionarios que hoy han hecho de la repetición el énfasis militar: blanco o negro, macho o hembra,
de la historia una farsa tenían la idea asombrosa de conmigo o contra mí, con la patria o vendiendo la
que su partido tenía el derecho y la obligación de patria.
robar al Estado como si fuese su propiedad, porque, Pareciera el renacimiento de Hegel –aquel
claro, si los revolucionarios representan lo mejor del filósofo que Marx descalificara por idealista– en su
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máximo entusiasmo guerrero: la guerra es bella, buena, Después de tantos años luchando contra la
santa y fecunda; crea la moralidad de los pueblos y es indis- cultura política de la guerra hemos aprendido que
pensable para el mantenimiento de su salud moral. Es en la la democracia es un proceso permanente de amplia-
guerra donde el Estado se acerca más a su ideal porque es ción y ejercicio de derechos bajo principios de li-
entonces cuando la vida y los bienes de los ciudadanos están bertad e igualdad que siempre pueden ser reformu-
más estrechamente subordinados a la conservación de la en- lados. Acá, por tanto, expandir la política debiera
tidad común. O la reiteración de Clausewitz: la guerra entenderse como radicalizar la democracia, como
constituye un acto de fuerza que se lleva a cabo para obligar profundizar la ciudadanía, como ejercer todos los
al adversario a acatar nuestra voluntad. Evo Morales apli- derechos. Acá, expandir la política es construir una
cando Hegel y Clausewitz a la vida social boliviana. democracia directa, comunitaria, participativa y
Aunque el contexto era otro, la vocación representativa simultáneamente. Por eso, siempre
política de la Guerra Fría era la misma. Por eso los es posible desafiar una hegemonía. Aun aquella
dos bloques cancelaron la política y se dedicaron a la que, pretendiéndose libertaria, nos quiere machos
guerra, arrastrando al mundo detrás de su daltonis- y hembras, no mujeres y hombres. Aun aquella po-
mo ético. Hoy, en Bolivia, predomina la más fría de lítica que es apenas guerra. No aquella política que
las guerras y la oposición se deja anular por la lógica es bien común.
oficialista de machos y hembras. Han caído bajo la
tentación de la impotencia, esa de que “la guerra El indio oligarca
es la continuación de la política por otros medios”, ¿Cuándo sucedió que el prebendalismo so-
esa de que la guerra interna se define en la toma del cial, la resignación económica, la cobardía política,
aparato del Estado. Pero Gandhi y Mandela –para degradaron al sueño? ¿Será que sucede siempre que
solo mencionar a los dos líderes más mediáticos– es- el poder corrompe un nuevo proyecto de país? ¿Será
tuvieron construyendo, con su acción política, una que entonces ese poder se obsesiona con su espejo y
represa moral contra la guerra. Hasta la Iglesia Ca- decide convertirte en su esclavo regalándote vidrios
tólica pasó del colaboracionismo de Pío XII a la lu- de colores; esas estafas que ahora se llaman reduc-
cidez de Juan XXIII: resulta un absurdo sostener que la ción de la pobreza, ampliación de la frontera agríco-
guerra es un medio apto para resarcir el derecho violado. la, industrias minera, petrolera, nuclear, educación
Reducir la política a la guerra es ignorar mi- pública?
les de años de desarrollo del Estado, desde sus formas Hoy, los miserables han ascendido a pobres.
más precarias hasta su culminación como bien co- Pero esa pobreza no se ha convertido en justicia, en
mún institucionalizado en la modernidad. Más im- igualdad de oportunidades, en empleo formal. Esos
portante aún, es desconocer que la guerra interna, pobres son consumidores de bonos, son sujetos de la
la librada entre connacionales, es la más terrible de caridad estatal. Ese 80% de trabajadores informa-
todas porque nace del odio fraterno: debo derrotar les (gremiales, contrabandistas, cooperativistas) son
definitivamente al hermano traidor, al que nos vende pobres que viven al día y que no contribuyen a los
al enemigo, al que canibaliza nuestros recursos. Y, so- servicios públicos. Es decir, gente que vota a cambio
bre todo, reducir la política a la guerra es estar ciego de vidrios de colores. Los autos chutos son apenas
ante la vida social; la sociedad no está compuesta por un botón.
machos y hembras, está compuesta por hombres y Hoy, la ampliación de la frontera agríco-
mujeres, es decir, por la infinita diversidad de rela- la y de la frontera extractivista sirve para explota-
ciones de género, políticas, económicas, culturales, ción cocalera, maderera, minera, petrolera, soyera,
ecológicas, artísticas, que nos reúnen. Y por sus pro- transgénica. Hoy, el extractivismo no es solo saqueo
yectos civilizatorios: patriarcado, feminismo, equidad de materias primas, es extracción de naturaleza.
de género; autoritarismos, democracias, autogobier- Más grave aún, el extractivismo se ha convertido en
nos; mercantilismos, capitalismos, comunalismos; ca- un proceso permanente de despojo de territorios, es
nonizaciones, tradiciones plurales, rupturas; extracti- decir, en un genocidio del mundo indígena comunal
vismo, desarrollo sostenible, energías renovables; y la y tribal desde el Estado y con la legitimidad del Es-
creatividad permanente de todas las artes. tado. El TIPNIS es apenas un botón.
109
Hoy, la “industrialización” es la alianza en- nanciero: discursos ecologistas que niegan la gestión
tre el Estado y la lógica más depredadora del ca- ambiental; se cita a Marx pero se firman contratos
pital, es decir, alianza con el capital financiero y el con corporaciones imperiales, se alaba la industria-
agronegocio. La alianza con el capital financiero lización pero prevalece el extractivismo, se declara
profundiza la brecha entre ricos y pobres; la alian- obedecer al pueblo pero se prebendaliza a los movi-
za con el agronegocio divorcia al Estado del mundo mientos sociales, se consagra a los indígenas pero se
indígena. La consecuencia es la construcción de la invade sus tierras.
fraternidad indisoluble entre endeudamiento, co- Ese indio victorioso no es el indio comunal
rrupción, contrabando y blanqueo del narcotráfico. ni es el indio tribal; ese indio depredador no es el
Al mismo tiempo, esa “industrialización” exige una indio en el que radica la posibilidad de un nuevo
alianza prebendal con la lógica represiva para mili- mundo postcapitalista, postcolonial, postpatriarcal.
tarizar el territorio. Los contratos de los autócratas Ese indio privilegiado es el indio mutado en coca-
y las 30.000 hectáreas de coca son apenas un botón. lero, en cooperativista, en gremialista, en transpor-
Hoy, la educación pública es el proceso de tista, en contrabandista, en bachiller que no sabe
legitimación de esa acumulación salvaje a través de leer. El indio que ha renegado de su corazón natural
la alienación. El Estado convierte a la educación en para vivir con un corazón postmoderno. El indio
un discurso propagandístico que repite sus dogmas. que ha renunciado a la rebeldía plebeya para poder
Un discurso que dice que defiende los derechos ciu- ser bien recibido en los salones de las aristocracias
dadanos pero naturaliza su privatización; un discur- orientales. El indio apoltronado en el poder rega-
so que dice que defiende los derechos de los pueblos lando los vidrios de colores de la Alianza para el
pero anula la experiencia del bien común; un dis- Progreso. El indio privilegiado que ya no quiere ser
curso que dice que defiende los derechos de la mujer indio soñador. El indio oligarca. El indio voraz.
pero practica su degradación. Convierte a la lucha
contra el patriarcado, contra el capitalismo, contra El tirano voraz
la colonización, en adornos discursivos. Y encima Shakespeare, en Ricardo III, nos convocaba
decreta que los sujetos oprimidos por esas plagas de a resistir al tirano porque este era alguien criado en
la modernidad alaben a la nueva Alianza para el sangre, y en sangre asentado. No solo criado en la sangre
Progreso del siglo XXI. Los sindicatos vendidos y material de los asesinados por el despotismo de su
los dirigentes machistas son apenas un botón. pretendida razón estatal, sino, y sobre todo, asen-
Vivimos los resultados de la mayor acu- tado en la sangre política de un pueblo que resiste.
mulación por despojo de toda la historia boliviana. Como la sangre que no se resigna a la sumisión es
Aquella izquierda clásica que criticaba radicalmen- la raíz de un pueblo político, el tirano se ve obligado
te esa práctica de acumulación y las bases concep- a trabajar para extirpar todos los derechos y, muy
tuales del capitalismo, el patriarcado y la coloniza- enfáticamente, los derechos con los que un pueblo
ción, ha sido derrotada por un enemigo inesperado: construye su libertad, que son, claro, los derechos
el indio. Pero no un indio cualquiera. No aquel su- políticos. Pero, y aquí radica la sutileza de un tirano
jeto político del que se espera mayor conciencia por astuto, su voracidad no se alimenta sobre todo de la
su lugar en el proceso productivo contemporáneo, represión de esos derechos, sino de la sumisión de
por su conocimiento vital de la tierra y el territorio. un pueblo amedrentado.
No aquella tradición de opresión –los condenados ¿Cuál es la cantidad de muertos que un
de la tierra– que prueba cotidianamente su capa- pueblo tolera? Hasta hoy, los asesinados por los pre-
cidad de resistencia. No aquel modelo civilizatorio textos de Estado parecen insuficientes para justificar
de complementariedades e incorporación de la dife- una rabia que vaya más allá del quejido. Años atrás
rencia –ecologismo, interculturalidad, igualdad de denunciábamos las muertes como masacre. Pero
derechos– que tiene todavía rasgos vitales no mu- hoy, Porvenir, o el hotel Las Américas, o Huanuni, o
seificados. Caranavi, o Panduro, o El Alto, o tantos otros muer-
Porque esta es la hora de la Alianza para tos anónimos, se diluyen con el silencio del tiempo
el Progreso entre el indio aristócrata y el capital fi- que nos recorre. ¿Cuál es la calidad de derechos
110
extirpados que un pueblo admite? Hasta hoy, ni son la prueba de nuestra degradación. Todos los
el TIPNIS ni el narcotráfico ni el Fondo Indígena pocos –campesinos marginados, obreros excluidos,
ni Potosí ni los discapacitados ni la amenaza a los microempresarios desesperados, intelectuales en la
pocos medios independientes ni la extorsión a las sombra–, en cambio, acorralados, somos la prueba
ONG demuestran ser algo más que una fuente de la de nuestra impotencia. Mientras tanto, los patrones,
protesta popular y una confirmación de su impoten- orgullosos de haber reinventado el pongueaje, se re-
cia. Pero si este pueblo ha sido tantas veces un pue- lamen en su incontinencia. Se alimentan de pueblo
blo que resiste, ¿cuál es, entonces, la fortaleza del con avidez desenfrenada. Devoran codiciosamente
tirano? ¿Dónde radica el misterio que acalla la voz sus libertades. Con avidez insaciable banalizan sus
popular? ¿Dónde canta la sirena que nos embruja derechos. Y reciben, voraces, sus alabanzas.
con sus melodías populistas? Mientras tanto, los pocos seguiremos exilia-
En la despolitización. Aquella que comenzó dos de la vida política porque no hay nadie que
aprobando una Constitución que servía para la ven- reinvente la proclama de la República de 1809:
ganza de los condenados de la tierra, pero no para
la trabajosa construcción de sus libertades. Aquella Hasta aquí hemos tolerado una especie de des-
que continuó inventando un enemigo que más que tierro en el seno de nuestra Patria. Hemos visto
derrotado estaba, sobre todo, avergonzado, porque con indiferencia por más de tres siglos sometida
ya no tenía ningún evangelio vendepatria que predi- nuestra primitiva libertad al despotismo y la ti-
car. Aquella que convocó reiteradamente al pueblo ranía de un usurpador injusto que degradándo-
para darle, una y otra vez, la manzana de su perdi- nos de la especie humana, nos ha reputado por
ción bajo la forma de los espejos de colores de los salvajes y mirado como esclavos; hemos guarda-
bonos, la estafa de las promesas siempre incumpli- do un silencio bastante análogo a la estupidez…
das, las prebendas a las bases, la corrupción institu-
cionalizada a los dirigentes. Aquella despolitización El tirano colonial
que, finalmente, conduce al pueblo a su sumisión: Nada es más tirano que decirle al otro que
a la renuncia a la libertad. A la libertad de pensa- él no es lo que él decide que es. Como si fuera legí-
miento, de expresión, de visión, de crítica, de deci- timo, democrático, justo, ético, que alguien, fuera
sión, de acción. Es decir, la renuncia a la política. El de mí, decida qué y quién soy. Pero esa lucha es una
retorno del pongueaje. de las luchas fundamentales de hoy. Pareciera que
Cuando un pueblo renuncia a la política en- tiene que ver con las identidades. Claro, pero no es
tendida como bien común y se resigna a padecerla lo más importante. Pareciera, también, que tiene
como la simple reproducción del poder, la sociedad que ver con los derechos. Pero tampoco se limita a
ingresa a la naturalidad del pongueaje. Porque no los derechos. Decidir quién soy es hoy la lucha por
son solo demasiados dirigentes de las organizaciones la sobrevivencia. Individual, obvio, pero sobre todo
sociales los que declaran su devoción y demandan colectiva.
la reelección del tirano. No son solo tantos grandes Hay una ofensiva de aniquilación desde los
empresarios financieros, petroleros y agroindustria- Estados coloniales. Y no me refiero a los tradiciona-
les los que sonríen su satisfacción y subterráneamen- les, a los de hace quinientos años. Me refiero a los
te financian su permanencia. No son solo muchos de hoy, a los nuestros, a los latinoamericanos, a los
migrantes que bailan su orgullo recobrado y votan neocoloniales. Pretenden ser los que tienen la legi-
su reencarnación katarista. No son solo amplias timidad porque tienen el voto (justamente aquellos
clases medias urbanas que calmadamente apelan a que sabían que la democracia no se reduce ni se li-
un sórdido equilibrio de juicios: pero hay esto, se mita al voto). Intentan ser los que poseen la verdad
ha hecho lo otro. No son solo cocaleros, contraban- (precisamente ellos, los que sabían de la mentira, del
distas y cooperativistas mineros haciendo su Potosí engaño, de la estafa, de la manipulación). Quieren
mientras Potosí, tardíamente, se desgarra. Son todos ser la encarnación de la libertad auténtica y verda-
ellos juntos y revueltos atando los cordones del za- dera (ellos, los que renegaban de los dogmas, los
pato izquierdo al patrón del siglo XXI. Todos ellos que reivindicaban la duda como principio de cono-
111
cimiento). Sí, me refiero a aquellos que se traiciona- de seducir al mundo indígena para que deje de ser
ron a sí mismos. indígena. Porque así los pobres serán pobres con bo-
Nuestros Estados neocoloniales nos están nos y los pueblos indígenas ya no se pertenecerán a
aniquilando, encerrando en un nuevo Gulag, ase- sí mismos. Así, ellos serán eternos. Ya no reyes, sino
sinando en un nuevo holocausto. Pero ese Gulag dioses. Aquellos que nos devolvieron al paraíso para
no es un terreno con policías, alambres de púas y que los sirvamos por los siglos de los siglos.
prisiones colectivas. Ese holocausto no es un horno
para hacer jabón. Porque hoy la aniquilación es mu- La tentación del linchamiento
cho más sofisticada. El 15 de marzo de 2016 algunos fanáticos
Hay quienes creen que la obsesión extrac- seguidores de un club holandés de futbol cometie-
tivista y el retorno al populismo son la raíz de la ron un horrible acto de racismo. La gente que anda-
contradicción, o de la traición a sí mismos de los ba por la plaza mayor de Madrid, como desgracia-
Estados neocoloniales. Cierto que estos Estados pro- damente sucede tan a menudo, miraba ese obsceno
mueven la expansión de las fronteras del capital y espectáculo sin reaccionar. Hasta que apareció este
la exportación masiva de commodities. Cierto que su anónimo profesor de filosofía jubilado que increpó a
populismo condena la narrativa indígena y ecolo- los racistas y que al día siguiente contó porqué hizo
gista –particularmente la crítica indígena al culto a lo que hizo: “Las estaban degradando, las deshuma-
la personalidad y la ecológica a la cancelación de nizaban, las estaban tratando como animales. Pero
la biodiversidad. Hay quienes, más sofisticados, ha- no quiero que se piense: lo hace porque enseña éti-
blan de “acumulación por desposesión”, es decir, ca. No, lo hice porque hay cosas que todo ser huma-
las leyes neocoloniales que legalizan el despojo y la no tiene que hacer”.
invasión de territorios indígenas para cultivos trans- Ese mismo día, en Huanuni, el senador
génicos o explotación minera, forestal, petrolera es- Pedro Montes añadía, si cabe, agravio y ultraje al
tatales. También cierto y mejor argumentado. Hay crimen estatal en El Alto, cuando refiriéndose a la
otros, además, que nos informan cómo el 1% de la quema de la Alcaldía de El Alto, el 17 de febrero de
población posee el 50% de la riqueza y cómo, por 2016, que ocasionó la muerte de seis personas, dijo:
consiguiente, nuestros Estados son cómplices de esa
neocolonización. Pero todos esos razonamientos no “Compañeros, el Gobierno Municipal es la primera au-
alcanzan a explicar la reproducción del poder y la toridad acá para buscar soluciones, y esa carajito debía
legitimidad democrática de estos Estados y de sus haber buscado la solución para El Alto y no, compañeros,
neotiranos. hacer asesinar a seis. Ella es la única responsable y desde
Porque la explicación no es económica o aquí le decimos que no tenemos miedo”.
tradicionalmente democrática. Es emocionalmente
política. La nueva ofensiva es el despojo de la políti- Hace demasiado tiempo ya que el gobierno
ca como derecho individual y colectivo. Es castrar- pretende convertir la mentira en una vida cotidiana
nos el derecho a la duda: a la crítica, a la pregunta, que acepte la falsificación como arma política legí-
a la información, a la transparencia. Es esterilizar- tima. Siguen creyendo que su masa de adoradores,
nos ante el derecho a la utopía: a la libertad, a la que hoy todavía grita su fe, no gritará, muy pronto,
solidaridad, a la reciprocidad. Pero, sobre todo, es su linchamiento. Claro que lo hará. Pero eso añadi-
monopolizar la responsabilidad por el bien común, rá mayor degradación todavía a la caja de Pandora
por el debate y la acción política. Como si solo ellos que ya está rebalsando.
supieran cuál es el mapa de navegación de nuestros La mentira convertida en fraude transfor-
sueños comunitarios. mada en farsa. Aquellos, como Montes, que todavía
Para el capital neocolonial, lo ideal sería gritan su fe, su mala fe, son los que mañana lincha-
transformar a todos en pobres, beneficiarios de la rán al que llamarán traidor para salvarse de su pro-
caridad del Estado de bienestar. Para el Estado neo- pia inmundicia. Así se pasará del despotismo guber-
colonial, mucho más vil, se trata de convencer a los namental al salvajismo de la venganza. Ojo por ojo,
explotados para su caída al paraíso del consumo y dirán, y podríamos quedar todos ciegos. Evo fue
112
nuestro padre, dirán, él nos redujo a hijos tutelados, Los desalmados
renunciamos a ser ciudadanos libres porque creímos Podría haber dicho insensibles. O indiferen-
en su palabra, pero nos ha mentido, todo era una tes, o impasibles, o inconmovibles. O pervertidos, o
farsa, merece ser linchado por la justicia popular. Y depravados, o envilecidos. Pero no. Todas estas pa-
los Montes procederán. labras están referidas al carácter y a la moralidad.
Ese es el despeñadero al que este gobier- Por consiguiente, no son suficientes cuando se trata
no nos conduce. Ha demandado obediencia, no de calificar las acciones y no solo las sensibilidades
ha construido libertad. Ha exigido adoración, no y los valores.
ha trabajado por el bien común. Y así como hace El diccionario define ‘desalmado’ como in-
“justicia métanle nomás” amparado en la fe de sus humano. Digamos, alguien que fue humano y que,
amarrahuatos, más temprano que tarde la masa como resultado de la crueldad de sus acciones con-
desengañada le cobrará la factura de su desengaño. tra otros seres humanos, ya no forma parte de la
El escenario se desmorona, la fe de su masa de hi- humanidad. Se ha degradado a tal punto que ha
jos se corroe, y el gobierno ha caído en la tentación dejado de ser lo que fue.
fascista de los amigos y los enemigos. Aun así no Los mitos de origen nos cuentan esas defi-
podemos siquiera mirar condescendientemente, o niciones de humanidad. En el mundo occidental es
con una sonrisa escondida, esa tentación del lincha- el mito de Caín –digamos el primer Estado: aquel
miento. que mató a su hermano, digamos, la sociedad, para
No hubo inversión en educación, el prin- despojarlo de todo el poder que este representaba-.
cipal instrumento de emancipación de un pueblo, El mito sumerio –esa cultura que dio origen al mun-
porque se cayó en el infierno del acceso al consu- do occidental porque inventó el Estado y la escri-
mo. No se optó por el desarrollo de la ciudadanía, tura–, a su vez, cuenta que Gilgamesh (metáfora
sino de la masa. Se cultivó la ceguera nuclear, más del Estado) buscó la inmortalidad –la deshumani-
criminal aún porque vivimos en tiempos de cam- zación– para redimirse de la muerte de su amante
bio climático y de la sexta extinción. Se hizo de la Enkidu (la sociedad). Una lectura del mito de origen
política una fe de cómplices en el crimen y en el aymara podría decirnos que Wiracocha crea el Es-
latrocinio. Aun así, hay que resistir al linchamiento. tado y lo establece sobre la Pachamama –la socie-
Porque debajo del linchamiento está el retorno de dad. Estos mitos de origen narran dos paradojas: el
los privilegios racistas y de todas las otras estirpes. despojo de la representación directa que la sociedad
Porque al lado del linchamiento está la emergencia ejercía sobre sus derechos y el intento imposible de
del fascismo. Y porque a eso pretende conducirnos reconstruir la igualdad humana destrozada por la
este gobierno de fanáticos del poder. emergencia del Estado. Lo fundamental en los tres
No vamos a botar el agua sucia de la co- casos es que se trata de actos que definen la huma-
rrupción, el crimen y la deshumanización junto con nidad restrictivamente (es solo humanidad aquella
la wawa de la democracia. “Hay cosas que todo ser que encarga la gestión de sus derechos al Estado) y,
humano tiene que hacer”. Una de ellas es el cultivo por tanto, que expulsan de ese modelo civilizatorio
de la democracia. Una de ellas es no caer en la ten- a todos aquellos que no se someten a aquello que,
tación del linchamiento. Una de ellas será juzgarlos desde entonces, se llamará la ley.
dándoles el derecho universal a la defensa. Incluso Pero lo que no cuentan esos mitos es la de-
a Pedro Montes. Incluso a todos los cómplices del gradación del Estado. Esa institución que, bajo el
fanatismo. Incluso a los que construyen diariamente manto del bien común, usurpa los derechos socia-
esa iglesia de padres machistas, rateros y asesinos. les en beneficio propio. Ese Estado tirano que des-
Porque no vamos a caer en su tentación stalinista poja de sus derechos fundamentales, de su humani-
de que el sol se ocultará con su derrota. El sol nos dad, a la sociedad que le entregó la administración
seguirá alumbrando porque este pueblo es una tea de esos derechos y que renunció al ejercicio de la
encendida. fuerza para defenderlos. Un Estado que pierde su
legitimidad porque abandona al pueblo que se la
entregó. Lo afirma el chamán Davi Kopenawa
113
contando el mito de destino yanomani en “La caí- nidad de la identidad indígena no sea usurpada. Y
da del cielo”. el tirano, desenmascarado, revelada su piel imperial
Este Estado intenta convencernos de que y su conciencia colonizadora, respondió con la re-
él encarna al bien común, a la humanidad, y todo presión en Chaparina e inmediatamente después,
aquel que se opone lo hace porque es inhumano – otra vez con lágrimas de cocodrilo, les dijo que era
neoliberal, imperial, subvertor, mentiroso, colonial, indio, que cómo los iba a traicionar, que ahí estaba
blanco, etc. Pero sabemos que todos los despotismos la ley para asegurar la intangibilidad del TIPNIS.
que hemos padecido siempre pretenden expulsar- Los indios, que querían seguir siendo indios, le cre-
nos de la humanidad que usurpan. Y no es la pri- yeron; pero los indios que, como él, querían dejar de
mera vez. Uno de los anteriores –caminarán con el ser indios para convertirse en colonizadores comen-
testamento bajo el brazo– era precisamente un acto zaron a demandar, ellos también, sus piedritas de
de extrema crueldad. No cedimos, como tampoco colores. Entonces el tirano los incluyó en el saqueo
nos resignamos a la degradación muchas veces an- del Estado y así logró que muchos indios de tierras
tes en nuestra historia. Porque no hay despotismo bajas, y casi todos los campesinos de tierras altas,
que dure cien años. Siempre y cuando defendamos gocen de las piedras de colores. Ahora el sentido co-
nuestra humanidad de los desalmados. Siempre y mún finalmente sabe que un indio no nace indio,
cuando mantengamos encendida la tea. sino que un indio se hace indio. Que el tirano se
deshizo indio y, bajo él, siglos de lucha anticolonial
Cómo liberarnos de un tirano se convirtieron en la paradoja del racismo invertido,
1o Recordando que un tirano no aparece de para alegría del tirano y discursos victimizados de
la noche a la mañana. los pobrecitos indios pachamamistas de la Cancille-
Que comenzó desde el primer día de su go- ría, para asombro de la cooperación internacional y
bierno cuando recibió la banda presidencial con lá- de un par de gringos folkloristas que nunca faltan.
grimas de cocodrilo para que todos juntos compar- 3o Sabiendo que un tirano es un usurpador;
tiéramos la emoción de tanta democracia. Por fin, el no importa que parezca democrático.
indio presidente que todos esperábamos. Un indio Entonces se cayó el precio del gas. Enton-
que por haber vivido la opresión colonial tenía dere- ces se supo del engolosinamiento del tirano por las
cho a vengarse, a sancionar, a insultar, a perseguir a Zapata. Entonces la corrupción, aquí y allá y más
los colonizadores, como si eso fuera justo. Y todos, a allá, nos ahogaba en su inundación incontenible. Y
explicar la tiranía de la víctima; pobrecito, es que no la sostenibilidad de este capitalismo de consumo se
sabe, es que tiene que aprender, hay que darle tiem- reveló burbuja de colores. Piedras de colores para
po, buenas intenciones tiene. Y todos, a hacernos de los indios, burbujas de colores para la clase media
la vista gorda ante el narcoestado que nacía de la urbana. Pero el tirano contraatacó, seguro de su ti-
mano del patriarca; la coca es sagrada, los cocaleros ranía de colores, nos desafió a jugar en su cancha de
son el símbolo de la lucha contra el imperio, el indio elecciones a votar en el referéndum de febrero de
presidente es el indio liberador. Y todos, a confiar en 2016. Y entonces perdió. Y como tirano que toda-
esa Constitución, con una introducción de pacotilla, vía guardaba las formas, prometió que se retiraría a
escrita para hacernos creer que habíamos retornado su chaco de quinceañeras para que le creyéramos.
al paraíso perdido. Un tirano no aparece de la no- Como no lo hicimos, preparó públicamente sus ar-
che a la mañana, estaba ahí desde el principio. Pero mas y anunció una violación a cielo abierto con el
dos tercios estaban ciegos y un tercio quería seguir servilismo de sus órganos de poder. Al fin y al cabo,
creyendo que todo tiempo pasado fue mejor. era él el tirano, el más macho, nosotros lo habíamos
2o Sabiendo que un tirano es un tirano; no elegido, no debíamos demandarle divorcio. Preparó
importa que parezca indio. el escenario durante un año y nos violó el martes 28
Hasta que los indios, que son indios, dijeron de noviembre de 2017.
que querían seguir siendo indios y que no querían 4o Sabiendo que un tirano es solamente un
convertirse en cocaleros, y marcharon el año 2011 tirano; no importa que parezca inmortal.
por tierra y territorio y, sobre todo, para que la dig- Trece años de tiranía no se superan fácil-
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mente, al fin y al cabo, hemos elegido a nuestro ti- decisión para que el representante sea un delegado
rano a nuestra propia medida. Por nuestros propios que planifique y realice lo que todos decidimos (hoy
traumas. Históricos, políticos, subjetivos. Porque podemos hacerlo, que las redes sociales sirvan, sobre
cada cual cava su propia sepultura. Pero en esta todo, para lo importante). La unidad, entonces, será
sepultura democrática radica nuestra propia libe- buena si es una unidad política, no solo una unidad
ración. Porque la estamos reinventando. Ya no una electoral ni solo una unidad de huelgas y bloqueos
democracia resignada a la representación, sino una ni solo una unidad de rebeldías juveniles ni solo una
democracia abierta a la participación. unidad de políticas públicas. La unidad política es la
5o Expulsando al tirano de nuestras entra- unidad de la decisión colectiva y la responsabilidad
ñas, no solo b/votándolo del Palacio. ciudadana sobre nuestra vida.
No todo tiempo pasado fue mejor. La de- 7.o No es fácil liberarnos del tirano, pero es
mocracia que nosotros construimos el 82 fue insufi- posible.
ciente y deficiente. No se trata de suponer que este Expulsándolo de nuestras entrañas, res-
tirano es un dictador cualquiera al que se puede tableciendo la vida política como responsabilidad
derrotar en las calles y en las urnas, eligiendo un cotidiana, construyendo una buena unidad política
presidente respetuoso, cuando menos, de la for- para reconquistar y reinventar nuestra democra-
malidad del Estado de derecho. Mientras vayamos cia, y mirando lejos, muy lejos, desde este rincón
derrotándolo en las urnas y en las calles, tenemos del mundo. Para que nuestros hijos nos perdonen
que expulsarlo de nuestras entrañas; tenemos que por nuestros errores. Pero, sobre todo, para que nos
entender que la democracia no se reduce a la elec- quieran y nos respeten, porque nunca renunciamos
ción, sino que se extiende a la vida política cotidia- a trabajar junto con ellos por un mundo maravilloso
na. Que todos tenemos que hacer política cada día, para todos.
en nuestras casas, con nuestra familia, en la escuela,
en el mercado, en el trabajo; que el bien común es ELOGIO DE LA FORTALEZA: ENSAYOS
responsabilidad de todos y que no lo podemos dejar PARA COMPRENDER LA RESISTENCIA
solo en manos de un presidente. Elegimos un tirano
porque renunciamos a la política. No lo debemos ¿De qué otra cosa sino de la mar podemos
volver a hacer. Todos debemos ser políticos y respi- hablar los náufragos?
rar política mañana, tarde y noche. Un comentarista, anónimo como yo, dice
6o Construyendo unidad, pero no una uni- que lo urgente nos ha hecho imbéciles. Lo dice a
dad cualquiera. propósito de ese extraordinario libro de Martín Ca-
No toda unidad es buena. Una unidad elec- parrós “El hambre”. Creo que también nos ha he-
toral, solo para más elecciones, no sirve de nada cho inmorales. “El hombre que amaba a los perros”
porque repite los vicios del pasado. Una unidad de lo reitera en cada página. Porque, sencillamente, si
bloqueos y huelgas, solo para expulsar al tirano, el hambre profetiza el desierto que nos espera a la
tampoco sirve porque no hay con quien sustituirlo vuelta de la esquina, el asesinato de Trostky reme-
y el remedio puede perfectamente ser peor que la mora su nacimiento en el siglo XX. Somos incapa-
enfermedad. Una unidad de resistencia para más y ces de mirar más allá de nuestras narices; estamos
mejor democracia no es suficiente, porque fueron impotentes para recordar más allá de antes de ayer.
precisamente esos traumas los que nos condujeron a Si dedicáramos algo de tiempo cotidiano a mirar
este tirano. Necesitamos una unidad para diseñar y más lejos podríamos confiar en que la memoria y el
construir otra democracia. Una democracia que sea horizonte de los viejos conserva lo sustantivo y que
más democrática: que elijamos todos todo y siempre, esa paciencia sabe que la gula y el poder revolucio-
aunque tantas elecciones nos agoten. Una demo- nario duran lo que dura la perversión de la utopía.
cracia que sea mejor: que no elijamos, sobre todo, Caparrós:
personas, sino, sobre todo, proyectos y programas.
Una democracia que sea otra democracia: que no “A veces pienso que todo esto es, antes que nada, un pro-
elijamos representantes, sino una red de canales de blema estético. Repugna a cualquiera de las formas de
115
la percepción la grosería de personas poseyendo, desperdi- cadáver ¡ay! siguió muriendo. Se le acercaron dos y repi-
ciando sin vergüenza lo que otras necesitan a los gritos. tiéronle: «No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!» Pero el
Ya no es cuestión de justicia o de ética; es pura estética. La cadáver ¡ay! siguió muriendo. Acudieron a él veinte, cien,
humanidad debería tener por lo que hizo con sí misma esa mil, quinientos mil, clamando: «Tanto amor, y no poder
desazón que tiene el creador cuando da el paso atrás, mira nada contra la muerte!» Pero el cadáver ¡ay! siguió mu-
su obra, y ve una porquería. La conozco. Llevo años escri- riendo. Le rodearon millones de individuos, con un ruego
biendo un libro sobre la fealdad más extrema que puedo común: «¡Quédate hermano!» Pero el cadáver ¡ay! siguió
concebir. Un libro sobre el asco –que deberíamos tener muriendo. Entonces, todos los hombres de la tierra le ro-
por lo que hicimos y que, al no tenerlo, deberíamos tener dearon; les vio el cadáver triste, emocionado; incorporóse
por no tenerlo. Callado, el asco se acumula, se amontona. lentamente, abrazó al primer hombre; echóse a andar.”
Como el hambre.”
Nuestros escritores nos reiteran que debe-
Padura: mos luchar por un mundo justo. Pero también, cada
día, que debemos construir un mundo hermoso.
“Llegado el momento en que las masas dejaban de creer, Esa, precisamente esa, es su lección de vida. Que
se impuso la necesidad de hacerlas creer por la fuerza. Y nos echemos a andar. Pero juntos. Que nos echemos
aplicaron la fuerza. En Kronstadt –Liev Davidovich bien a andar. Hacia la belleza.
lo sabía- la Revolución había comenzado a devorar a sus
propios hijos y a él le había correspondido el triste honor La victoria de los discapacitados: discreto
de haber dado la orden que inauguró el banquete.” “Y homenaje a la caravana de 2016
estoy seguro de que entre los sacrificados en el matadero La discapacidad es una consecuencia regu-
estalinista estará Bujarin, que tuvo tanto miedo que pre- lar de la pobreza y ciertamente un efecto inevitable
firió la certeza de la muerte al riesgo de tener que mostrar de la miseria. Por eso en Bolivia los discapacitados
valor para vivir cada día.” son, en verdad, cientos de miles, no sólo los 82 mil
“censados” en 2010. Pero los movilizados, los que
Caparrós nos anuncia que nos estamos con- quisieron movilizarse pero no pudieron, inclusive
virtiendo en seres humanos sin asco de lo peor de los judas de siempre que negociaron a las primeras
nosotros mismos. Padura nos cuenta cómo lo mejor de cambio, fueron pocos. Estos pocos movilizados,
de nosotros se pervierte y no tenemos la valentía de entonces, ¿representan algo sustantivo o apenas una
mirarnos de frente y encarar la vergüenza que co- demanda marginal? ¿Son nuestra alma más entris-
rrompe nuestra traición. “El hambre” y “El hombre tecida por la vida que les tocó, o son esos invisibles
que amaba a los perros” son la crónica de cómo he- necesarios para recordarnos nuestros privilegios, o
mos llegado a la cobardía. Como humanidad, como son la última brasa de rebeldía de la tea que no se
país, como personas. apagará?
Pero en el otro extremo está “Cien años de El gobierno de Evo Morales Ayma -que de
soledad”. Ese mito de origen de una libertad que se indígena no tiene nada excepto una imagen falaz-
construye encarnizadamente. ganó las elecciones el 2005 porque el primer mo-
mento de nuestra democracia había perdido la más
“- ¿Qué dice? -preguntó. importante de las batallas: la batalla moral. La gente
- Está muy triste –contestó Úrsula- porque cree que te dejó de creer que los gobiernos anteriores trabaja-
vas a morir. ban por el bien común y se cansó de entregar su
- Dígale –sonrió el coronel- que uno no se muere cuando confianza como una inversión sin retorno. Esa mis-
debe, sino cuando puede”. ma rebeldía que convirtió el pasado en el lugar de
una reiterada frustración depositó en el futuro toda
O César Vallejo: su esperanza. Pero hasta ahí llegamos. Los indígenas
del TIPNIS reprimidos cruelmente en su marcha
“Al fin de la batalla, y muerto el combatiente, vino hacia de 2010; el referéndum convocado por el Gobier-
él un hombre y le dijo: «No mueras, te amo tanto!» Pero el no para eternizarse en el poder que fue derrotado
116
por la conciencia democrática; los seis funcionarios del ser humano. Amar, aprender, dialogar. Virtudes
municipales de El Alto asesinados por mercenarios menores en todas las épocas imperiales y coloniales
protegidos por el mismo Viceministro de Gobierno –que son casi todos los tiempos de la historia-, vir-
en 2016, son algunos de los hechos que profetizaron tudes de aquellos de quienes la historia no registra
a los discapacitados. Los pocos que creímos que lle- los nombres, esas virtudes cotidianas que revelan lo
garían arrastrando 500 km. los recibimos abiertos mejor de nosotros.
mientras el gobierno encarcelaba su propio retazo Porque lo que el gobierno no sabe es que
de legalidad detrás de rejas acorazadas de policías ninguna represión podrá ahogar a los discapacita-
en la plaza de Gobierno. dos. Aunque su movilización haya sido derrotada
Los discapacitados no son invisibles. por la inmoralidad del poder y por la cultura del le-
¿Cómo podrían serlo si uno de cada diez bolivia- prosario, los discapacitados saben respirar aire lim-
nos inevitablemente padece algún grado de disca- pio hasta con la cabeza hundida en cualquier mar
pacidad? Sin embargo, los vemos cada día pero de podredumbre. Ellos son los que verdaderamente
nos negamos a mirarlos. Son una presencia que no tienen nada que perder. No sólo porque aún si
revela aquello que, en última instancia, son privile- pierden el último retazo de vida estarán heredándo-
gios en un país con una miseria tan arraigada: son- nos la más grande lección moral.
reír cuando el hijo nace sano; abrazar a la pareja Aún si hundidos en el fondo del fondo del
que vuelve agotada para compartir el pan, aunque naufragio de su movilización que es la de todos
sea duro, del día; caminar recorriendo nuestros quedan diez parapléjicos bailando y diez ciegos mi-
caminos desgraciados, pero caminar; poder mirar rándonos cara a cara y diez downs sonriéndonos,
la última hierba sobreviviendo en la sequía. Los habrán honrado como nadie y como nunca nuestra
discapacitados nos revelan esos privilegios, con su historia de teas libertarias. Y gracias a los discapa-
simple presencia, aún si se los vive como a los le- citados sabremos que aún con la espalda del alma
prosos contemporáneos. Aquellos a los que no hay rota, hoy, gracias a ellos, somos más libres.
que tocar ni con la mirada.
Entonces llegaron. Y llegaron juntos. Y se ELOGIO DE LOS CIUDADANOS: ENSAYOS
reconocieron nuevamente. Y poco a muy poco sa- PARA CELEBRAR LA REBELDÍA
limos a tocarlos. La solidaridad con la movilización
se convirtió en un abrazo, seguramente escaso, a sus #21Fdiadelademocracia
140 días de rebeldía. El abrazo tuvo que transfor- Porque ha comenzado la hora del fascismo.
marse en llamados musicales y en gritos políticos Los derechos son para el MAS y los deberes
para sacar del ahogo a los náufragos. Los gasifica- para nosotros; los privilegios son para los gobernan-
ron, los golpearon, los “neptunearon” y siguieron tes y la poquedad para nosotros; la arbitrariedad
resistiendo porque vinieron para quedarse. motiva sus acciones y el escrúpulo sustenta nuestra
Su movilización todavía confiaba en el ori- conducta; la mentira es de ellos y las verdades son
gen moral del gobierno sin darse cuenta que ese nuestras. Por consiguiente, ellos son cada vez menos
origen se había derrumbado más allá del fondo de ciudadanos y nosotros cada vez más y mejores ciu-
su propia corrupción. Porque desde entonces el go- dadanos.
bierno fue sólo una horda de politiqueros intentan- Porque continúa el tiempo del despotismo.
do sacar la cabeza de ese mar de podredumbre en Ellos declaran públicamente que están por
que han convertido al Estado y en el que necesitan encima de la ley, pero el pueblo debe estar someti-
hundir al país para convertirnos a todos en cómpli- do a todos sus caprichos. Ellos pueden hacer uso y
ces del latrocinio. abuso de la fuerza, pero el pueblo no debe siquie-
Aún en su ingenuidad social, aún en su de- ra protestar. Ellos hacen de la tiranía una práctica
rrota política, la movilización de los discapacitados diaria, pero el pueblo debe hincar la rodilla ante su
es el lugar de una victoria imposible. Esta batalla corona. Por consiguiente, ellos usurpan el Estado de
antigua y de siempre nos revela que quienes la lu- Derecho en beneficio propio y nosotros defendemos
chan lo hacen para sostener las virtudes elementales su legalidad y legitimidad.
117
Porque han profundizado la condición co- de América Latina. Pero esconden esa información
lonial. para sostener su estrategia de convertirnos en pará-
Están convirtiendo el vivir bien en una bur- sitos. Somos un país que no tiene un digno seguro
la a la mayor tradición comunitaria del bien común universal de salud. Pero afirman que su presupuesto
y la autodeterminación. Están convirtiendo el ge- no alcanza. Por consiguiente, son un gobierno ge-
nocidio de lenguas y culturas en inevitable. Están nocida.
convirtiendo al racismo y al racismo inverso en Porque han destrozado las instituciones.
actitudes y valores deseables. Están convirtiendo a Los derechos fundamentales, nos dicen, no
buena parte de la dirigencia indígena y a gran parte se pueden ejercer porque atentan contra sus inte-
del mundo campesino en sirvientes del poder mo- reses personales y partidarios. La Constitución, nos
nárquico. Están convirtiendo los símbolos indígenas dicen, no ha sido concebida para limitar el poder
en rasgos folklóricos. Están convirtiendo los mitos del Estado sino para expandir sus privilegios mo-
de origen en falacias de destino. Por consiguiente, es nárquicos. Las libertades, nos dicen, sólo debieran
imperioso desenmascarar la estafa discursiva y ética servir para alabar al Supremo. Por consiguiente,
de un gobierno “indígena”. hay que devolver a las instituciones su finalidad sus-
Porque identifican desarrollo con capitalis- tancial: preservar y asegurar la buena convivencia y
mo extractivo. el ejercicio de derechos y libertades.
La construcción de megaobras y la compra Este gobierno ha optado por la ilegalidad y se ha
desenfrenada de baratijas, presentadas en nombre convertido en un gobierno casi de facto. Este gobier-
del interés general, procuran la extracción y apro- no ha convertido al Estado en su propiedad privada.
piación de riqueza en beneficio de esa minoría que Este gobierno ha imposibilitado la representación y
son ellos. La conservación estructural del empleo la fiscalización de los ciudadanos. Este gobierno ha
informal, presentado como estrategia de sobrevi- secuestrado derechos y libertades.
vencia, está haciendo de los pobres, mendigos de Por tanto, los ciudadanos establecemos que:
los bonos. Promueven el consumo chatarra en todos No nos representa,
los sentidos como modelo de integración al mundo Atenta contra nuestros derechos,
moderno. Por consiguiente, porque están profundi- Es un gobierno ilegítimo.
zando los peores rasgos del capitalismo, es necesario Por tanto, los ciudadanos decidimos:
revelar su carácter vendepatria. Organizar una Asamblea Ciudadana para au-
Porque celebran el machismo. torepresentarnos,
No luchan contra el feminicidio. No luchan Organizar una Asamblea Ciudadana para pre-
contra el patriarcado. No luchan contra las desigual- servar nuestros derechos y los derechos de la
dades por razón de género. No legalizan el abor- naturaleza,
to. Aplauden al más macho. Aplauden al abusivo. Organizar una Asamblea Ciudadana para de-
Aplauden al embarazador. Por consiguiente, habrá fender la libertad y la democracia.
que referirse a ellos y ellas como lo que son: machos. #lapatriaestaenlascalles
Porque atentan contra los derechos de la
naturaleza. La escuela, la niña y el tirano
Quieren energía nuclear. Quieren megare- Los 397 habitantes de Chapimayu fueron
presas. Quieren capitalismo transgénico, cocalero, testigos de su propia ignominia. Y ninguno pudo
maderero. No quieren ser guardabosques. No quie- responder a la altura mientras el canal oficial pedía
ren ser guardanimales. No quieren ser vegetarianos. aplausos a la niña que, dijeron, “con lágrimas en los
No quieren conservar la diversidad. Por consiguien- ojos por ver a nuestro presidente” se había arrodi-
te, son agentes del cambio climático y el antropo- llado.
ceno. Una niña, estudiante de una de las 37 es-
Porque han convertido la educación y salud cuelas que existen en el municipio de Monteagudo,
en ignorancia y enfermedad. Chuquisaca, se arrodilló el martes 21 de junio ante
Somos el país con peor calidad educativa el presidente Evo Morales durante la inauguración
118
de una obra para pedirle la construcción de una es- demandar que lo adoren. La escuela y la niña lo
cuela en su comunidad. “Mi escuelita querida, ol- saben y obran en consecuencia. No en vano nuestro
vidada, la más viejita de todas, pero siempre será penoso tirano lo exigió hace bastante tiempo: “Pedí
recordada. Con más de 50 años de vida, pero no a la ministra de comunicación que haga un librito
perderemos la esperanza de que los sueños sí existen de todas las poesías que hemos escuchado, algunas
y que algún día nos la construirán”. De rodillas ante son composición de los mismos estudiantes, felicito
el mandatario, le dijo: “Señor presidente Evo Mora- esa iniciativa”. No en vano, con un gesto, hizo que
les Ayma, te pido con mucha tristeza… reclamo mi le amarraron los huatos. No en vano, porque todos
escuelita”, y rompió en llanto. sus acólitos así se lo hacen saber y, sobre todo, se lo
El Presidente, intuyendo -después de tanto hacen sentir: él, Evo Morales, es infalible.
culto a sí mismo- que podría enfrentar un nuevo Todos los tiranos son tiranos. Abusan del
vendaval de humillaciones la tomó de la mano iz- poder; construyen las condiciones para reproducirlo
quierda e intentó levantarla. Pero continuó sentado por encima de la ley; demandan el culto a su per-
mientras a su derecha y a su izquierda sus acólitos sona; hacen saber que son infalibles. Pero no todos
aplaudían la humillación. Cuando la niña se puso los tiranos son iguales. La diferencia no tiene que
de pie, entregó el proyecto de construcción de la ver sobre todo con cuestiones de carácter o con su
escuela y aún con lágrimas abrazó a Morales. extracción social o con el uso del populismo. La di-
Antes de que la niña empezara con esa ferencia tiene que ver con el cariño o con el respeto.
penosa puesta en escena se oyó decir a una mujer Hay tiranos a los que el pueblo, por encima de su
mediante un altavoz: “Bienvenido señor Presiden- humillación, quiere porque siente su paternalismo.
te a Monteagudo, la gente de Chapimayu te pide Hay tiranos a los que el pueblo respeta porque, por
la construcción de un aula educativa”. Después de encima de su vergüenza, los teme.
la humillación de la niña, el Presidente respondió: Parece una contradicción que a un tirano se
“Seguramente faltan atenciones pequeñas, media- lo quiera o se lo respete, pero es algo que suele su-
nas, como hace un momento pedían una escuela ceder al principio de la tiranía porque el tirano tuvo
en Chapimayu. Seguramente faltan, pero también la capacidad de responder alguna íntima demanda
estamos con grandes inversiones, no sé cuantas popular largamente ignorada. Sucede, sobre todo,
unidades educativas hemos construido en Montea- cuando el tirano se hace querer apelando a la mítica
gudo, muchas vamos a seguir construyendo”. Pero figura del padre. Es el caso de Evo Morales. Se ha
no pudo consigo mismo y reiteró su acostumbrada construido como padre. Será derrotado porque fue
tiranía: “Esperamos hermano alcalde terminar el un mal padre.
estadio. Voy a venir a jugar. Si pierden, ni una obra Para esa niña el futuro que deseaba prome-
más; si ganan, primero empezamos con la escuelita sa, se reveló como amenaza. Quizá por eso al verla
en Chapimayu”. tan de cerca encarnada en el tirano su puso a llorar.
Una semana después la dirección distrital De terror, abrazada a su terror.
de educación anunció que sancionaría al director
y a la profesora que armaron el espectáculo. Pero, Nosotros, los conspiradores
obviamente, no mencionaron al canal gubernamen- Los conspiradores debieran ser una orden
tal, al muy alegre gobernador, al repetido delito de secreta de ciudadanos maquiavélicos manipulando
utilizar niños en su campaña política, ni al tirano planes para destrozar al gobierno del pueblo más
que, como tantísimas veces, hace ostentación de un pueblo. Pero como nuestro gobierno es tan sagaz
dinero que no es suyo. Claro, el daño, además reite- y sus servidores públicos tan extraordinariamente
rado, ya estaba hecho. Y el culto a la personalidad eficientes descubriendo inclusive las conspiraciones
expandía una vez más su idolatría en el canal públi- mejor escondidas, Bolivia es el primer país del mun-
co de televisión. do en el que todos los conspiradores son personajes
Un tirano es aquel que cree que encarna la públicamente conocidos. Somos subcampeones en
verdad. Y que, por ese dogma de fe otorgado ‘teo- corrupción, pero campeones en la develación de las
lógicamente’ a sí mismo, se asigna el derecho de máscaras.
119
Estos inútiles conspiradores han embaraza- de Alasitas que los dirigentes simulaban recibir para
do a Gabriela Zapata y lograron convencer al pre- demostrar la mala fe de los conspiradores vendepa-
sidente de que el hijo era suyo. Recién años después trias.
el presidente se dio cuenta que el niño nunca existió. Los conspiradores han fabricado millones
Pero algunos Ministros –los más astutos- publicaron de votos y han convencido a cuatro gatos ciudada-
la historia de esa extraordinaria saga detectivesca y nos a que voten por el NO a la reelección. Como
seguramente aspirarán al premio a la mejor tarea viven engañándose a sí mismos, los conspiradores
represiva del mundo. creen que el Presidente ha reconocido su derrota.
Los conspiradores asesinos lograron que Eso es imposible. El Presidente ha hecho creer al
seis ciudadanos alteños y cuatro mineros se suiciden país y al mundo que ha reconocido su derrota. Pero
reconociendo su culpa subversiva. No los mataron no. Como los conspiradores son mentirosos, nuestro
los militantes azules movilizados ni los policías, en magnánimo Presidente ha revelado esa mentira y su
ambos casos respondiendo a instrucciones de las presentará a su segura reelección.
autoridades. Es notable la enorme capacidad que Los conspiradores son tan extraordinaria-
tuvieron los conspiradores para convencer hasta el mente perversos que han llevado a volar en alfom-
límite de la autodestrucción a esos diez bolivianos. bras mágicas a nuestro austero Ministro de Econo-
Pero nuestros Ministros los condenaron a la hoguera mía. Han convencido a las autoridades de YPFB de
demostrando que los asesinos fueron los conspira- no vender gas a la Argentina neoliberal. Han hecho
dores. producir coca a los chapareños para que la convier-
Los conspiradores lograron convertir la fé- tan en cocaína. Han dotado de una legión de som-
rrea personalidad vicepresidencial en una débil es- breros a la Ministra de Comunicación. Pero la sa-
quizofrenia. Hoy soy licenciado, mañana no. Hoy gacidad de nuestros Ministros, la lucidez de nuestro
soy un preocupado profeta que anuncia que el sol vicepresidente, la palabra faro, luz y guía de nuestro
se ocultará, ayer fui un comandante guerrillero con- presidente, los han descubierto. Los conspiradores
vencido portador de la iluminación. Pero nuestro nunca son sus propios errores, ni sus delitos, ni su
excelso vice se ha levantado inmediatamente del despotismo, ni sus mercenarios, ni sus comisarios,
polvo de la estafa académica y sigue siendo el más ni sus traficantes. Los conspiradores siempre son los
lúcido intelectual del socialismo del siglo XXI y más imperialistas. Y, claro, nosotros. Nosotros el pueblo.
allá.
Los conspiradores lograron transformar la El presidente de las cenizas
más importante inversión para el fortalecimiento de Marco Antonio Gandarillas lo dijo con pre-
nuestras gloriosas fuerzas armadas –puestos milita- cisión: Evo, el presidente de las cenizas. El que, en-
res invisibles para el enemigo, motores de avión de carnado en sus cómplices, quiere quemar Bolivia.
ultimísima generación que sólo los bolivianos tene- El que quemó 5,3 millones de hectáreas. El
mos- en 33 camiones contrabandistas hace años y que pretende decretar la perpetuidad de la trage-
en modestos recursos extra para nuestros tan espar- dia climática. Ofrendó -qué ofensa a palabra tan
tanos generales hoy. Pero eso no fue nada; Ministros sagrada- el bosque seco chiquitano a los dioses del
y generales ya les han quitado la máscara amarra- progreso y del consumo. A sus acólitos ganaderos y
huatos con la que se escondían. soyeros y cocaleros.
Los conspiradores lograron introducir cien El que, al modo Melgarejo, intenta entre-
millones de dólares en los bolsillos de la incorrupti- gar los parques nacionales y las reservas naturales a
bilidad absoluta, en la autoridad moral de nuestros la voracidad colonial de sus acólitos cocaleros y sus
más preclaros, transparentes, pobrísimos, históricos cómplices depredadores. El TIPNIS le dijo no y los
dirigentes originario campesinos. Precisamente esos reprimió en Chaparina. Tariquía resiste, el Madidi
dirigentes que habían demostrado la obtención de resiste, pero el neoMelgarejo agrede, embiste, atra-
la soberanía alimentaria y la conversión de todos ca, asalta.
sus cultivos en la más avanzada agricultura orgáni- El que quemó la alcaldía de El Alto. Y la
ca. Pero ahora ya se conoce la verdad. Eran billetes vida de seis bolivianos. Por venganza, por resenti-
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miento, por mezquindad. Porque una mujer lo de- de merecer la adoración, veneración, fervor, éxtasis
safió y lo derrotó. Y él, el más macho, no pudo tra- de nosotros, sus fieles. Dios con pies de barro; dei-
garse su vanidad y agachar la cabeza. dad de la farsa; divinidad de la superchería. El tercio
El que quemó el gas. El gas que consumi- que todavía lo vota habita la ceguera urgido por el
mos está subsidiado en un 50%. El gas que produ- memorial del desastre y la tragedia del trauma. Po-
cimos es cada vez menor en cantidad y mayor en lítica, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
precio. Y falta relativamente poco para que todo el El presidente de las cenizas quiere hacer de
gas que producimos debamos destinarlo al consu- sus tripas corazón de todos. Pero esas tripas son vís-
mo interno. El gas que se hace gas. Quemándose ceras de la inmundicia. Esas tripas son una horda
en las veleidades del museo en un pueblo destinado de saqueadores de ese mar de podredumbre en que
a guardar la memoria olvidada de aquel que quiso han convertido al Estado y en el que necesitan hun-
ser el supremo y apenas fue una confusión en la his- dir al país para convertirnos a todos en cómplices
toria de las pequeñas cosas diminutas, minúsculas, del latrocinio.
irrisorias. Pero todos vivimos cada día la movilización
El que quemó la soberanía alimentaria. de la democracia como el lugar de una victoria im-
Ahora importamos 25.000 tn de papa, 12.000 tn de posible. Esta batalla antigua y de siempre nos revela
tomate, 5.000 tn de tomate, 53.000 tn de fruta. Im- que quienes la luchan lo hacen para sostener las vir-
portamos un tercio de lo que comemos. Pero él no tudes elementales del ser humano. Amar, aprender,
sabe nada de eso, claro, porque no come, porque se dialogar. Virtudes menores en todas las épocas impe-
alimenta de la vanidad ostentosa de la pompa, de la riales –que son casi todos los tiempos de la historia-,
fatuidad, de la gloria vana. De las flatulencias de su virtudes de aquellos de quienes la historia no registra
espejo. los nombres, esas virtudes cotidianas que revelan lo
El que quemó la coca al convertirla en co- mejor de nosotros. Porque somos el fuego que rena-
caína. El enviado del dios de la blanca para enviciar ce. La tea encendida. Morir antes que esclavos vivir.
a los débiles, banales, triviales, insustanciales adora- Siempre de pie, nunca de rodillas. O mejor; resolana
dores del proveedor del vacío. debajo la piel, resolana de la vida diaria.
El que quemó lo poco de honestidad que
alguna vez habitó esa voluntad de poder. El que Memoria de la tea encendida
convirtió los raudales de moneda en raudales de ¿Por qué hoy, ante de una nueva encrucijada, la ob-
ambición y codicia y avidez y apetencia obesa con- sesión por la memoria invade nuevamente nuestros ojos? ¿Los
virtiéndose en el gobierno más corrupto de la histo- ojos de nosotros, los viejos, los que luchamos contra las dicta-
ria de este nuestro país que jamás mereció semejan- duras y construimos esta tan precaria democracia? ¿Esos ojos
te cacareo de idolatrías de crecimiento falaz. nuestros que han aprendido a mirar lejos; lejos hacia atrás y
El que quemó lo poco de economía formal lejos hacia adelante? ¿Ojos que no solamente miran sino que
que estábamos construyendo con más empeño que también escuchan el ruido de fondo de tantas derrotas y tan
talento. Éramos pobres pero altivos. Tupaj Katari, pocas victorias; aquel sonido musical de la historia; ese crepi-
Pedro Domingo Murillo, Marcelo Quiroga Santa tar de las brasas de la tea encendida?
Cruz, lo prueban. Ahora él, el presidente que se va- Nuestros padres parieron una revolución
nagloria de un país de trabajadores informales for- pero, al día siguiente, la crucificaron. Y nosotros, hi-
zados al contrabando, al comercio, al alijo, al frau- jos de ese acto fallido, padecimos el trauma de esa
de, es sólo alguien que cree que porque vuela de su deserción como el instante glorioso mutado a resig-
helipuerto a su cancha de pasto sintético lleva con- nación. Por eso pudimos explicarnos las dictaduras
sigo el sudor de nuestra frente que sobrevive contra como un acto pasajero pero, al mismo tiempo, como
viento y marea. No lo hace. No nos representa. Es resultado de la renuncia de nuestros padres al sue-
apenas un forúnculo, una pústula, un absceso, en ño. Comprendimos su pena ante el espejo; compar-
nuestras madrugadas de mañaneras del trabajo. timos su frustración y su vergüenza. Y nos prometi-
El que quemó la voluntad democrática. Ig- mos a nosotros mismos, en la más honda de nuestras
noró un referendum convocado por él mismo seguro entrañas, que no íbamos a renunciar al sueño.
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Las dictaduras lo supieron inmediatamen- tades. Porque este es el momento de reunir lo mejor
te. Y procedieron, también, inmediatamente. Golpe de nuestra historia, aún si la fuerza de nosotros los
tras golpe nos golpearon hasta que nuestra piel ro- viejos a veces no responda a la inmensidad de la ta-
mántica supo transformarse en cuero democrático. rea, aún si los ojos de nuestros hijos persistan en mi-
Por eso las dictaduras fueron una experiencia abru- rarse a sí mismos y no a la república, aún si nuestros
madora, intensa, y cortísima aunque nos pareciera nietos sigan caminando a tropezones. Hoy, a un mes
que había durado toda una interminable vida. Has- de la encrucijada, necesitamos creer que volveremos
ta que en 1982 fue sencillo. La violencia, la pura a encender la tea.
violencia, tuvo que saber que era solo un impulso
trasnochado. Y nosotros, la generación de la demo- El déspota arrodillado
cracia, comprendimos que la política era esa impo- El delirio de un déspota es gobernar sobre
sible combinación entre la fuerza, los intereses y los un pueblo arrodillado. Ese pueblo puede ser todo
sueños. Comprendimos que era una palabra sagra- un pueblo y entonces el déspota adquiere la dimen-
da pero, simultáneamente, un acto profano. Por eso, sión mítica de tirano. O ese pueblo puede ser, ape-
quizá no solamente por eso pero también por eso, nas, un grupo cautivo al que el déspota llama ‘mi
confiamos en que la gota democrática horadaría la gente’ o ‘mi base’. Pero sea ese pueblo o ese pueblito
piedra autoritaria. Pero no sucedió. el que sea, el delirio del déspota es el mismo: con-
La tiranía resulta siempre de una voluntad templarlo arrodillado por obra y gracia de su propia
colectiva, una voluntad que nace de un trauma. resignación.
Lleva tiempo asumirlo, por eso cuando nos dimos De acá, entonces, la paradoja. Todo déspo-
cuenta de que la lenta gota democrática no se con- ta gobierna a partir de una promesa de liberación;
vertía en un río de libertades y derechos, estábamos promete al pueblo, a su pueblo, liberarlo de alguna
atrapados en una tiranía. (Que, encima, usurpaba sumisión fundamental. Las cadenas obreras, el pon-
el nombre del socialismo, el nombre que había re- gueaje campesino, la violencia patriarcal, el pecado
unido -lo sigo creyendo- lo mejor de la ética demo- original, el fetichismo consumista. Mientras mejor
crática). La tiranía que nos repite, cada uno de los definida esté la sumisión, más sólida es la prome-
días de estos catorce años, que es la dueña de los que sa y más fuerte el despotismo. Y, por consiguiente,
fueron nuestros sueños. la promesa de liberación siempre se posterga hasta
Por eso la tiranía es tan potente, por eso to- convertirse en cualquier tipo de paraíso después de
davía representa a tanta gente, por eso tantos viejos la muerte para que el déspota siga siendo déspota
y tantos jóvenes siguen confiando en que esa tiranía durante toda la vida.
es apenas el exceso de la libertad que está llegando. Pero hay déspotas que quieren ser tiranos.
Por eso la tiranía nos susurra y nos grita que no es Aquellos que pretenden la inmortalidad, el despo-
tiranía, que es la fe que construyó el 52, el compro- tismo perpetuo, la reelección permanente. Aquellos
miso que hizo posible el 82. Por eso, precisamente el que se creen mesías y demandan la fe en su infalibi-
mundo cholo y la tradición campesina, por eso algu- lidad. Aquellos que exigen el culto a su imagen y la
na gente del mundo medio, aquellos que celebraron erección de museos en vida porque intuyen que a su
la nación y la democracia bailándolas con el Gran muerte no tendrán sino un par de buitres sobrevo-
Poder o en la Fiesta Grande, se resisten a aceptar lando sus deshechos.
que el padre de esa fe y de ese compromiso es un En esto andamos. Nuestro déspota parti-
feminicida que cada día asesina a nuestras madres cular ha comenzado a delirar. Y bastantes de sus
libertarias. Por eso el MAS es nuestro enemigo más esclavos lo alientan. Pero otros, bastantes también,
íntimo, nuestro trauma más hondo. Por eso debe- le hacen creer que ya ha alcanzado la mítica di-
mos expulsarlo de nuestras pesadillas. mensión de tirano para seguir chupándole la san-
Para volver a dormir confiando en que va- gre de sus promesas. Sin embargo, esas promesas
mos a despertar creyendo en nosotros mismos, en ya no tienen, o están a punto de no tener, alimento
las dos generaciones que soñaron nación y demo- para esos vampiros. Y entonces llegará el momento
cracia y en la que hoy está rompecabezando liber- de la verdad.
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Los ciudadanos seremos testigos, una vez lucidez emocional- que cada mañana que amaneces
más en nuestra historia, de cómo los vampiros que te miras al espejo porque no tienes ojos para nadie
convirtieron al déspota en tirano le chupan hasta la más que tu propia cara conocida. Nunca, pero nun-
última gota de su sangre. Y cuando a ninguna pro- ca, miraste a mi viejita -que es tantas- que estos días
mesa de su evangelio momificado le sobre algo de te ha llorado con tres lágrimas.
discurso, con la última palabra perdida en el desier- ¿Será el delirio contigo mismo otra expli-
to, el déspota recordará que alguna vez fue pueblo. cación de tu huida? Tus estafadores estridulantes
Pero será tarde. Tendrá que perderse arrodillado te convencieron de que eras el héroe de Vietnam
ante sus propios pies de barro. Sus vampiros lo ha- y el abanderado de la Pachamama, mientras el so-
brán abandonado y estarán encontrando otro dés- cialismo del siglo XXI y el vivir bien servían para
pota del cual alimentarse. (Porque eso sí, los déspo- enmascarar el tráfico de cocaína desde Chimoré y
tas no faltan, renacen de las cenizas de la cucaracha el tráfico de oro desde la serranía San Simón y el
de la noche anterior). tráfico de tierras en la Chiquitania. Mientras tú y tu
Los ciudadanos, entonces, tendremos otro espejo, sucio del cerco contra mi propia viejita que
instante para recuperar la esperanza y reinventar- te lloraba -traidor, ojalá te pudras en el noveno cír-
nos como pueblo que no necesita de ningún paraí- culo del infierno-, tomabas vodka con naranja ame-
so. Aunque como tantas veces antes, seguramente nazando, impotente, a tus espectros en la entrevista
no querremos perder la cómoda costumbre de vivir con Gerardo Lissardy. Mientras tú, obsesionado con
arrodillados. Contemplaremos el aleteo de los bui- tu espejo, ordenabas a Faustino Yucra cercar a mi
tres alejándose del último cadáver, nos miraremos viejita que reunía en su primera lágrima la perdi-
desamparados, y buscaremos entre nosotros al nue- da esperanza de un mundo que no supo volver a
vo déspota. Seguramente será así. Aunque quién encender la tea porque tú negociabas tu presunta
sabe. Los milagros suceden. Muy rara vez. Pero su- indianidad con nuestro sudor.
ceden. ¿Será el soborno del cordero -lo cuentas sin
vergüenza, desalmado, ojalá te devores para siem-
Resolana para un hombre cobarde pre en el noveno círculo del infierno- la razón de
Todos sabemos que has huido. Incluso los tu huida? El amauta narcotraficante que te coronó
pocos que persistían enamorados. Incluso mi vieji- sabía, como tú, que para ser emperador isleño ten-
ta que lloró con una primera lágrima desgarrada, drías que asaltar el cuartel Moncada para resultar
una segunda triste, una tercera traicionada. Esta, la absuelto por la historia. Pero lo único que asaltaste
tercera, es la que más duele. Porque aún los pocos fueron las arcas del Estado para llenar tu zoológico
que sabíamos que jamás habrías podido encarnar de elefantes azules que jugaran futbol mientras tú
a la hija predilecta -los que, sin embargo, como el volabas a los mundiales. Y sobornabas a diestra y
Filipo, quisimos creer que era posible sabiendo que siniestra, al capital financiero y a los movimientos
no era necesario-, cerrábamos los ojos, mirábamos sociales. Mientras mi viejita, en su segunda lágrima,
a un lado, contemplábamos cómo la chompa a ra- entristecida porque nunca serías Maradona con bar-
yas le daba la mano al rey de España fuera de todo ba, miraba de muy lejos el museo de tu extinción.
protocolo. Difícil no hacerlo si finalmente éramos ¿O serás simplemente tú, Evo, el presidente
iguales siendo nosotros mismos. de las cenizas, el huido, el después de mí el abismo?
Tus grillos -esos que son, apenas, insectos ¿El que pretendió decretar la perpetuidad de la tra-
bulliciosos que se han deseado profetas del éxodo gedia climática destruyendo el bosque chiquitano?
a la tierra prometida de las monarquías perdidas, ¿El que, al modo Melgarejo, entregó los parques na-
también huidos bajo tus polleras- te han estafado. cionales y las reservas naturales a la voracidad colo-
Nadie odiaba al indio. Ni nadie te amó -¿es acaso nial de sus acólitos cocaleros y sus cómplices empre-
posible amar a quien se hace amarrar los calzados?-, sarios depredadores desde aquí hasta la China? ¿El
pero fueron muchos los enamorados. Por eso, cuan- que quemó la alcaldía de El Alto? ¿El del TIPNIS, el
do insistes en que racistizamos al indio presidente del Hotel Las Américas, el de Porvenir, el de los es-
estás apenas confesando -en tu único momento de posos Andrade? ¿Por venganza, por resentimiento,
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por mezquindad, por cobardía? ¿Porque una mujer Estado: el leñoso, el resinoso, el de especias? Por eso,
material, concreta, y otra, y otra, y todas reunidas la metáfora de los olores y su enorme complejidad
en la matria, te desafiaron y te derrotaron en la más es más próxima a las sensaciones de la convivencia
extraordinaria resistencia ciudadana desde la Co- política contemporánea. Nos permite explicar los
ronilla? ¿Y tú, el más macho, no pudo tragarse su límites de la representación y las posibilidades de la
vanidad y agachar la cabeza y pedir perdón y atado participación, hace posible entender que los meca-
a tus caballos te descuartizaras como Tupaj Katari nismos de control del poder son importantes pero
porque sólo así la tercera lágrima de mi viejita te más importante es la expansión de derechos y liber-
podría perdonar y entonces todos juntos, al son del tades. Y, sobre todo, nos muestra que la democracia
Taki Oncoy, hubiésemos bailado en las tierras del es la existencia pública que excede las fronteras del
cielo? Estado y, por tanto, que la política es vida diaria.
Ojalá, tú, cobarde, traidor, desertor de la El siglo XXI ha hecho posible que apre-
vida, te quedes congelado en el noveno círculo del ciemos el valor de la democracia por encima de las
infierno. No mereces la resolana que mi viejita te ideologías. La caída del muro de Berlín y las prima-
canta desde mi más honda memoria. veras árabes –a pesar de sus fracasos- así lo prue-
PD Escuchen, por favor, esta canción. ht- ban. Cierto modelo que mide la democracia nos
tps://www.youtube.com/watch?v=Szk70Hy4oIg clasifica como régimen híbrido, apenas encima del
autoritario. Otro de los modelos contemporáneos,
La democracia que respiramos más complejo, nos dice que somos apenas democrá-
La democracia es como el aire. Sólo la apre- ticos. Parece que el régimen boliviano que todavía
ciamos cuando nos falta. A veces ni siquiera. Quizá padecemos camina orondo por el autoritarismo,
porque para algunos inclusive el aire encarcelado es más cercano a los fundamentalismos que a la duda,
bueno; total, si de respirar se trata….. Para otros, a la pregunta, a la participación ciudadana. Creo,
en cambio, el único aire que vale es el salvaje, el sin embargo, que nuestra convivencia todavía no
aire del bosque o el de la calle abierta o el de las es medida. Creo que lo que nos salva del vampiro
estrellas. Sólo respiras si el aire te ahoga, te inunda, estatal de hoy es cierta tradición convertida en iden-
si ese aire es aire universal. Yo prefiero el modesto tidad: cuna de libertad, tumba de tiranos. Puesto de
aire democrático de tu cocina con olor a cilantro, o otra manera: la democracia boliviana radica hoy en
el aire discreto de la paciencia. Pero es que el aire no la ciudadanía, no en el Estado.
es aire, es sobre todo aromas. Como la democracia Hay muchas virtudes en la protesta ciuda-
no es únicamente votar; es elegir, decidir, debatir, dana. Pero debe reconocerse que la rebeldía se di-
vivir alegrando los días y padeciendo las miserias. suelve si no encuentra un cauce para intervenir en
Cierto que a veces, demasiadas veces en este las decisiones. Corremos el peligro de que la raíz
nuestro rincón del mundo, nuestro aire democráti- ciudadana de nuestra democracia se degrade al nar-
co ha sido brutal. Tan pocas veces lo hemos vivido cisismo creyendo que estamos inventando el agua
como aroma. Tan muchas, en cambio, como el aire tibia. Que caiga en el delirio de creer que todo lo
derrotado que te asfixia o el otro, el que te sofoca. que surge de una asamblea popular o un cabildo es
Al aire lo conocemos como vivimos la democracia, capaz de convertir la indignación en reinvención del
excesivamente. Ya es hora de respirarlo, de aman- país. Esa falta de modestia y, en el otro extremo, esa
sarlo, de cautivarlo. falta de lucidez son una coartada para que los po-
Nuestra democracia, entonces, tiene que ser deres de la fuerza y la moneda y los tráficos –la su-
como el aire aromado. ¿Serán diez sus más básicos ciedad de todos los tráficos- asalten la democracia.
matices como diez parecen ser los olores elemen- Ellos son el enemigo, la política no. Por eso nuestra
tales? ¿Es nuestro aroma democrático más cercano larga tradición libertaria ha creado una opción po-
al olor podrido o al rancio o al quemado; o en el lítica combinándola con nuestra potencia ética. He-
otro extremo nuestro aroma será floral o frutal; o mos vuelto a confiar en nosotros mismos, en nuestra
esos otros aromas más complejos describirán mejor comunidad de valores, de certezas, de horizontes.
cómo nos olemos los ciudadanos y cómo olemos al En nuestra comunidad ciudadana.
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La generación que luchó contra las dictadu- lo mismo; todos tenían una vocación hegemónica;
ras militares tuvo la fuerza suficiente para construir todos querían apoderarse del alma ciudadana. A
la democracia del agua tibia. Esa que cruzaba ‘ríos momentos les concedimos nuestra mano; cómo no
de sangre’. Esa que nos condujo, irremediablemen- hacerlo si nos conquistaban por el costado de la uni-
te, a la agenda de los fundamentalismos porque la formidad enmascarada de igualdad cuando pade-
tumba de tiranos no fue capaz de concebir la cuna cíamos tanta injusticia. Hoy, sin embargo, sabemos
de libertades y por eso los tiranos han renacido. Hoy que esas epopeyas no nos hicieron buenos. Apenas,
hemos aprendido la lección. Por esto, las últimas pa- eso sí, nos hicieron heroicos en nuestros mejores
labras de Marcelo Quiroga Santa Cruz iluminan el momentos, o autoritarios en los peores. Pero vivía-
camino: “Mucho más temible que ese enemigo que mos al borde del pan y moríamos boqueando que
está buscando la manera de anularnos aún física- nuestros hijos no nos repitan.
mente es una conciencia culpable. Y no podríamos Necesitamos un poco de alegría cotidiana.
soportarnos a nosotros mismos si no cumpliéramos Ya no un gran poder paceño o un carnaval cruceño
nuestro deber”. que apenas nos convoquen a una alegría de comuni-
Hoy, además, sabemos que ese deber no es dad una semana al año. Necesitamos algo de sonrisa
sólo moral, es también un deber de seducción. El cada mañana. Ya no revoluciones que nos acongo-
enemigo no es sólo el tirano; el enemigo es también jen. Necesitamos esa sonrisa en el abrazo que cada
nuestra tan limitada experiencia democrática. Por noche nos acune para que no nos invadan las pesa-
tanto, aún si tendremos que respirar democracia a dillas liberadoras de los traumas ni las apariencias
pulmón lleno, también deberemos apreciar sus aro- magníficas que nos maquillan de curvas plásticas.
mas, sus complejidades, sus contradicciones. Demo- Esa confianza en el otro, cada madrugada y
cratizar el Estado, claro. Pero, sobre todo, democra- cada puesta de sol, es el centro.
tizarnos, ciudadanizarnos, dejarnos seducir por las Ese piso republicano que se llama declara-
libertades y los derechos de la democracia. Porque el ción universal de los derechos humanos con la cual
deber, ahora, es construir un partido de ciudadanos, nos demos la mano confiando en que nos sosten-
un gobierno de ciudadanos y un país de ciudadanos. drá sin el golpe de la venganza, sin la vergüenza
del racismo, sin la desgracia de la explotación, sin
La promesa la impunidad del narcotráfico. Ese techo nacional
La responsabilidad política fundamental de que se llama interculturalidad, por la cual queramos
los primeros cinco años del Gobierno Ciudadano – vernos y escucharnos con alegría, porque cobijará y
porque sucederá, definitivamente sucederá- es, sin traducirá nuestras diferencias sin condenarlas, por-
duda alguna, la construcción del centro. Del valor, que recuperará nuestra diversidad sin encanallarla.
de la idea, de la acción, de aquello que nunca hemos Esa casa del desarrollo humano y del índice de la
conocido: el punto de equilibrio. Porque como siem- felicidad cada día ciertamente mejor –más humana,
pre fuimos un país imposible, siempre hemos vivido más ecológica, más participativa, más transparente-
al borde del abismo. Hemos convertido esa inevita- en la que podremos vivir con la certeza de la noche
bilidad en virtud y esa desgracia en epopeya. Pero tibia y de que al día siguiente habrá pan y habrá
después de haber padecido toda esa gama de gestos sueños realizables.
épicos que desafiaban orgullosamente las tragedias El centro no es la nación uniforme que nos
cotidianas y los dramas estratégicos de cada una de somete a algún designio autoritario enmascarado de
las visiones de país que fue capaz de incorporarse en igualdad según unos o de consumo según otros. El
nuestra entraña, hoy estamos peor que ayer. centro es el archipiélago de diferencias que se arti-
Esa última afirmación parece absurda. culan. El centro es un conjunto de puentes de gritos
¿Acaso ese siglo que comienza con 1899, 1952, y abrazos. El centro es el equilibrio de derechos re-
1982, y termina con 2005, podría ser calificado publicanos con deberes nacionales. El centro es el
como una ceremonia que se solaza en la repetición? diálogo de la diversidad que se desarrolla, que se
Efectivamente así es. Todos esos momentos críticos respeta, que se ilumina. El centro es el predominio
de nuestra vida política eran, en última instancia, de la sociedad sobre el Estado. Porque nosotros, los
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ciudadanos, la gente de carne y hueso, la necesidad se dedican a hacer cirugía plástica a las maniobras
de pan y el sueño de los hijos, somos el centro. Por arrugadas del supremo y que todos sus diputados
eso nosotros debemos inventar un mundo a nuestra se encargan de encubrir los tráficos millonarios, y
medida: tribus con normas. Ni un Estado que nos que todos sus senadores juran que sus mentiras y sus
aplaste; ni un padre social que nos avasalle. corruptelas y sus abusos son anécdotas, ministros y
Claro que sé que es remar contra la corrien- representantes son los cínicos falderos.
te; oler a tufillo anarquista o a complejo de bárbaro Ahora que el Fondo Indígena es el fondo
en época de autoritarismos y delirios consumistas. de los nuevos ricos, los indígenas y los campesinos
O, como decía mi abuela cuando pretendía expresar se callan. Ahora que asesinan en El Alto, los movi-
su impotencia, ‘más peor aún’: querer bailar cuando mientos sociales de El Alto, dizque de pie nunca de
el gobierno vuelve a convocar al látigo de la tiranía. rodillas, se callan. Ahora que ciertas empresas públi-
Hoy, sin embargo, está siendo posible; dos cas quiebran y el Estado las maquilla o bota a 800
son las promesas: Gobierno Ciudadano, Partido trabajadores, la COB se calla. Ahora que nos enve-
Ciudadano. Si no se quiere lo imposible, no se quie- nenarán con los desechos radioactivos, los transgé-
re. A seguir luchando por un país justo. A seguir nicos y las represas, los académicos se callan. Los
construyendo un país libre. Pero sobre todo, a seguir movimientos sociales, los que eran la reserva moral
trabajando por un país hermoso. Esta es la promesa. de la nación, y la academia, la voz de los pocos que
en este país conocen nuestro infortunio, se callan.
TESTIMONIOS EPISTOLARES: CARTAS El poder en Bolivia tiene ahora, como es-
DESDE LA IGNOMINIA PARA RESTAURAR trategia de reproducción, al cinismo. Pero eso es po-
LA HONRA sible porque gran parte del pueblo se ha convertido
en cómplice de ese cinismo. Ni siquiera el espejo de
Carta a mi gente: un pueblo cara conocida nuestra historia, que lo refleja leproso y cobarde, es
Demasiados parecen creer, o directamente capaz de obligarlo a recuperar la memoria de su
creen, que la causa de esta lepra que nos impide to- rebeldía. Aquellos que hasta ahora eran los peores
carnos, que nos carcome esa solidaridad que forma- de todos, aquellos que nos dijeron que andáramos
ba parte de nuestra sangre, es el cinismo del poder. con el testamento bajo el brazo, supieron inmedia-
Ahora somos un pueblo de leprosos que no se toca tamente que estábamos dispuestos a caminar con
para no contaminarse, que no se toca para que el el testamento bajo el brazo porque no nos iban a
poder no nos descubra solidarios. Con los discapa- prohibir caminar. Hoy, estos, que son definitivamen-
citados, con el TIPNIS, con los perseguidos, con los te peores que aquellos, nos dicen que no nos han
periodistas independientes, con los que denuncian, estafado, que no nos han robado, que no nos han
con los que se atreven a protestar, con los que votan agredido, que no nos han asesinado, que no nos en-
NO y lo dicen. venenan nuclearmente. Y casi todo el pueblo, aun-
Por supuesto que este poder se ha vuelto cí- que a escondidas vote NO, agacha la cabeza y les
nico. Era abusivo desde siempre, desde el 2005, y amarra públicamente los huatos. Por eso este poder
antes. Se inventó que la coca es sagrada. Que Evo se sostiene. Porque la mayoría del pueblo admite ser
era el último Inka reloaded. Que Álvaro era el profeta llamado “cara conocida”. Y no se cabrea.
del leninismo siglo XXI. Ahora que ya no hay ma- No formo parte de los que creen que es
nera de disimular que toda la coca del Chapare y sobre todo el abuso de poder el que nos ha vuelto
parte de la coca yungueña son para el narcotráfico, cobardes, mudos, caras conocidas, amarrahuatos.
la coca ya no es sagrada, pero no importa, la coca, Por supuesto que este poder canalla ha hecho todo
los cocaleros y su secretario ejecutivo perpetuo son para que nos resignemos, para que hagamos de la
los cínicos de la coca. Ahora que Álvaro se revela un impotencia nuestra nueva vocación nacional. Pero
calculador y no un matemático, que no sabía de de- la causa de esa mutación de rebeldes a cómplices
masiados contratos ni del título que nunca tuvo pero no es solo el abuso de poder; este gobierno canalla
ostentaba, el vicepresidente es el cínico del sol que es apenas el motivo, no la causa profunda. La causa
no saldrá, pero sale. Ahora que todos los ministros es que habíamos sido fáciles de comprar, que ha-
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bíamos sido baratos. Que nos enorgullecemos con iguales. Desde entonces comenzamos a luchar nues-
el auto transformer nuevo, con la basura de contra- tra propia lucha. Porque eso sí sabíamos. Éramos
bando que llega a nuestra antena parabólica, con los últimos invisibles. Dependía de nosotros que nos
las telas acrílicas de colores en cuanta entrada car- miren. Dependía de nosotros ser iguales. Dependía
navalera podemos lucir, con la hija bachiller que no de nosotros conquistar las mismas oportunidades.
sabe leer, pero bachiller. Nos enorgullecemos osten- Nadie nos iba a regalar una mirada. Nadie nos iba
tando que hemos sido estafados y ahora exhibimos a regalar el derecho a ser iguales. Dependía de no-
nuestras piedritas de colores con que han comprado sotros.
nuestra epopeya que hemos convertido en baratija. Lo que no nos imaginamos, ni en la peor
Éramos un pueblo rebelde y ya no lo somos. Ahora de nuestras pesadillas, y conste que estamos acos-
somos un pueblo de cómplices. Y de consumidores tumbrados a las pesadillas, es que este Gobierno no
de piedritas de colores. quiera mirarnos, que el Gobierno se esconda de no-
Excepto unos cuantos indígenas del TIP- sotros, que el Gobierno se encarcele en su poder. Y
NIS. Excepto unos cuantos discapacitados. Excepto lo que tampoco nos imaginamos, ni en el mejor de
unos muy pocos periodistas. Excepto unos muy po- nuestros sueños, es que la gente común nos mire,
cos intelectuales. Excepto casi ningún político. Ex- que los vecinos nos ayuden, que los jóvenes nos
cepto un par de anarquistas. Y algunos miles de ciu- quieran. Porque como nosotros creíamos que un
dadanos comunes que todavía conservan el fuego de gobierno que sabía lo que era ser invisible nos iba a
la tea que dejó encendida la indomable rebeldía de comprender, esperábamos esa ayuda. Y como noso-
nuestra historia. tros estábamos acostumbrados a que hasta nuestra
familia nos esconda, no pensamos que la gente iba a
Carta de la caravana de los discapacitados a venir, nos venga a hablar, nos mire, nos quiera.
nuestros hermanos bolivianos Estábamos equivocados. Nuestra lucha no
La mayor lección de la caravana es su victoria mo- era sobre todo por una renta del Gobierno, nues-
ral. Pero la otra lección, quizá políticamente la más impor- tra lucha es por el derecho a ser iguales. Ahora ya
tante, es la vigencia del gobierno. ¿Cómo es posible que un sabemos que el poder vuelve ciegos y parapléjicos y
gobierno desalmado mantenga todavía un alto grado de legi- retardados; ya sabemos que el poder te convierte en
timidad? ¿Por qué este pueblo que alguna vez fue tumba de discapacitado. Ahora también sabemos que nuestra
tiranos se ha convertido en un pueblo cara conocida y agacha lucha transforma la discapacidad en una capacidad
la cabeza ante la soberbia gubernamental? ¿Qué necesitamos diferente. Hay tantas cosas que solo nosotros valo-
para transformar los 21F en conciencia ciudadana? Hoy, que ramos: no vemos colores y formas, pero miramos
es más tarde que ayer, los discapacitados nos recuerdan, un la energía de la solidaridad; no nos movemos, pero
año después, esta impotencia compartida, esta discapacidad apreciamos la fuerza de la vida; no entendemos,
política. Queridos hermanos, vuelvan. Queridos maestros, los pero comprendemos la maravilla de una sonrisa.
escuchamos. Parece que todavía no hemos aprendido lo que Porque esas son las virtudes elementales del ser hu-
ustedes nos enseñaron. mano. Amar, aprender, dialogar. Y nosotros, que te-
Siempre supimos que éramos invisibles. Es- nemos esas capacidades diferentes, valoramos como
tábamos acostumbrados a que nuestras familias nos nadie la importancia de esas virtudes.
escondan y a que nuestros vecinos nos desprecien. Ahora sabemos que nuestra lucha ha con-
Nosotros mismos creíamos que, por alguna razón quistado algo mucho más importante que una
desconocida, merecíamos esa condena. Incluso los renta. Claro que vamos a seguir demandando esa
que no nacimos discapacitados, nos convertíamos renta, porque también necesitamos condiciones
en invisibles de la noche a la mañana. Así sobrevivi- mínimas para vivir con dignidad. Pero, sobre todo,
mos, ocultos hasta de nosotros mismos. vamos a seguir luchando porque hemos aprendido
Pero cuando un indígena, medio parecido que nuestra lucha es una lucha de todos los bo-
a nosotros porque era medio invisible, se convirtió livianos. Todos los bolivianos tenemos el derecho
en presidente, nos miramos y creímos que íbamos fundamental a contar con igualdad de oportuni-
a tener el derecho a ser mirados, el derecho a ser dades. No solo nosotros, no solo los indígenas, no
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solo los obreros, no solo las mujeres, no solo los MAS fue otro ejemplo extremo de cómo pueden
homosexuales. Todos. pervertirse las ideas más hermosas.
Por eso, la lucha es de todos. No solo de En mi curso tuvimos que aprender a resol-
nosotros. Por eso, ahora le decimos a toda la gente ver, por ejemplo, los problemas que tiene que en-
que nos ha apoyado, que nos ha mirado, que nos frentar una sociedad colonial para construir una
ha querido: vamos a honrar esa responsabilidad. sociedad libertaria; entonces algo sé de ese primer
Ustedes han luchado antes. Ahora también cuentan presidente indio, pero, por lo contado, no lo sufi-
con nosotros. Y ustedes saben que cuando nosotros ciente. Mi abuelo me dijo que Evo declaró varias
prometemos que vamos a seguir luchando, esa pro- veces cosas como: “Hay que servir al pueblo, no vi-
mesa es sagrada y vamos a respetarla. Porque ahora vir del pueblo, sí, esa es la política. Hay que vivir
que tenemos su solidaridad y su cariño, no vamos a para la política y no vivir de la política. Hermanas
perder eso que es lo más valioso. y hermanos, nuestras autoridades originarias saben
La renta para aliviar nuestras discapaci- exactamente que cuando uno asume ser autoridad,
dades es importante. La igualdad es mucho más es para servir al pueblo”. A mí me parece obvio, así
importante. Pero su solidaridad y su cariño son im- vivimos ahora, pero parece que entonces no era así
prescindibles. Y para cultivarlos vamos a sembrar y que en eso debía radicar lo sustantivo de lo que
la semilla de los derechos fundamentales en todo llamaron un proceso de cambio. También me contó
el país. Por eso nos estamos llevando muchas teas cómo comenzó el final, el momento en que la gente
pequeñitas. Cuando volvamos a fin de año, vamos común se dio cuenta de la estafa. Ese momento de
a reunirlas y prender una tea enorme, la tea de la confesión, de impotencia y de racismo del vicepre-
igualdad, todos juntos. Y si no alcanza, no importa, sidente que llegó a decir: “No lo abandonen, el pre-
vamos a seguir, vamos a volver. Hasta que la tea de sidente Evo, si tiene apoyo, construye colegios, si no
la igualdad sea la tea de todos los bolivianos. tiene apoyo, regresarán los gringos, regresarán los
vendepatrias, regresarán los asesinos y a las wawas
Carta a mi nieto: la renuncia de Evo Mora- les van a quitar todo y no habrá destino. Habrá llan-
les en clave pretérita de deseo ficcional to y el sol se va a esconder, la luna se va a escapar y
Hoy cumplo 21 años y mi abuelo decidió todo va a ser tristeza para nosotros, no se olviden”.
regalarme un recuerdo. Me dijo que uno de los mo- Si ese vicepresidente hubiera ido a mi escuela y nos
mentos más importantes de su vida fue cuando el hubiera dicho eso, nos hubiéramos reído, aunque
primer presidente indio, Evo Morales, renunció, y quizá algunos se hubiesen enojado, porque es un
que yo debería saber lo que pasó porque ahí comen- insulto al sentido común. (Prefiero no imaginarme
zó a ser posible la vida que ahora vivimos. la reacción de algunos indígenas de esa época ante
En la escuela en la que estuve hasta hace esa agresión tan racista. Solo de mirarlo a mi abuelo
algunos años aprendimos a través de la experien- cuando repetía furioso esas palabras me asusté).
cia, de la creatividad, de la empatía, y la historia No puedo compartir con ustedes todos los
de una nación con fronteras como alambres de detalles de la decadencia que mi abuelo compartió
púas y odios entre la gente es algo lejano para mí. conmigo. Me ha impresionado cómo lloraba cuan-
Mi abuelo me dijo que, cuando era joven, creía do me contaba cómo se iba desmoronando, basura
que lo peor que le podía pasar a una sociedad era a basura –corrupción, tráfico de influencias, nar-
una dictadura. Pero que fue durante el gobierno cotráfico, abuso de poder, injusticia–, todo lo que
del primer presidente indio, precisamente un go- su generación había construido desde 1982. Sobre
bierno que por su naturaleza política debía ser el todo eso de cómo se corrompió lo que llamaron re-
más democrático de todos, el momento en que se serva moral; porque no solo era asunto de robo, era
convenció de que el autoritarismo no se reduce a cuestión de cómo ese gobierno convertía la resisten-
la ausencia de voto y la represión sistemática, sino cia y las libertades por las que se luchó demasiados
que puede suceder incluso cuando una mayoría años en espejitos de colores. Pero también cómo
elige su propia desgracia. El nazismo y el estali- sonreía, con cuánto orgullo, cuando me contó el día
nismo son un excelente ejemplo. Y el gobierno del de la renuncia del presidente Evo. Me dijo que en
128
ese discurso se juntaron la fuerza de Gandhi, la ge-
nerosidad de Mandela, la convicción de Martin Lu-
ther King y la humildad del subcomandante Mar-
cos. Me dijo también que fue la primera vez que en
Evo se reunieron la memoria de lo mejor de Bolivia
y la valentía para dejar una herencia que no nos
haga repetirla, sino trascenderla.
Este mi abuelo es medio grandilocuente,
pero esas frases que él le atribuye al presidente se
me han quedado: no levantaremos un monumento
a nuestro fracaso, no haremos un museo de nuestro
gobierno, nosotros tenemos la obligación de asumir
que hemos estafado al pueblo del que venimos y que
hemos traicionado la tea encendida que nos trajo
hasta acá. Ahora nosotros mismos nos ataremos a
los caballos para descuartizarnos como Tupaj Kata-
ri porque solo así nuestro pueblo nos podrá perdo-
nar y entonces todos juntos, al son del Taqi Onqoy,
bailaremos en las tierras del cielo.
Tengo la impresión de que no fue para
tanto, pero no quise desencantarlo. En todo caso sí
parece cierto que la ruta que seguimos después de
esa encrucijada nos ha traído aquí. Porque hemos
vuelto a tener un presidente indio, aunque este pre-
sidente vive en mi barrio y va a su trabajo en el bus
municipal.
Le he agradecido por su regalo. En mi es-
cuela he aprendido que nuestra historia se la cono-
ce, se la pone en escena, se la performa y se la siente.
Seguramente por eso comparto su emoción. Yo la
hubiera contado con cuentos y con música, con te-
jidos y un video experimental. Pero ese soy yo. Mi
abuelo tiene sus limitaciones de hombre antiguo que
cuenta las cosas solo con palabras. Quizá en algún
momento yo pueda reconstruir su memoria con las
herramientas de todas las artes.
129
Los gestos
de la
metamorfosis
DonDe se ensaya la herramienta
para revelar las aporías De la moDerniDaD
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cultura que trabaja a través del rito –esa práctica es-
SOBRE LA CULTURA tética que produce cohesión social– es el puente en-
tre mundos de sentido –indígenas, cholos, mestizos.
¿Cuál es el espacio privilegiado de consti- Sentidos de la subversión, claro, que se dis-
tución de la cultura? ¿El Estado o la comunidad, la tinguen de los sentidos de la norma porque su so-
subsistencia del pan de cada día o el horizonte de porte no radica en la institucionalidad de la ley, sino
la utopía, la conciencia individual o la ley colectiva, en los vínculos de la fiesta. Para evidenciar los vacíos
el imaginario cotidiano o el espacio de los símbolos de la hegemonía.
del poder? A veces estos dilemas son trampas de la Si la cultura es necesaria para enfrentar
esterilidad en las que caemos cuando intentamos democráticamente las contradicciones de la cons-
fomentar la aristocracia teórica de una definición trucción social del sentido con ese “ogro filantró-
esencialista, cuando la necesidad clama por un ins- pico”, es también imprescindible para refundar las
trumento de trabajo. La cultura, entonces, no es; la solidaridades que cuestionan y los gestos que sub-
cultura produce. Produce sentido común, pero tam- vierten. Las políticas culturales pueden convertirse
bién instituciones; sujetos socializados, pero también en el modelo para escribir la historia del presente
utopías; historia, pero también silencio. Produce como una compleja situación estratégica, porque
marcos de interpretación de los sentidos sociales a esas mismas políticas culturales son modos de
través de prácticas que permanentemente expanden articulación de todas las representaciones posibles.
el horizonte de lo posible, aunque, al mismo tiempo, Aunque uno de sus objetos es realizar el testimo-
celebren su propia tradición. nio del poder, tratan de comprender y cambiar los
Por una parte, colectiviza rutinas de socia- sentidos del presente poniéndolos en una nueva si-
lización, espacios de coexistencia, expectativas de tuación respecto al pasado. Las políticas culturales,
futuro, aceptación de las desigualdades: institucio- por tanto, también realizan, desde el trabajo de la
naliza el sentido común que se traduce en la vida sociedad civil por preservar su derecho a la produc-
diaria, en la legitimidad de un proyecto hegemónico ción de sentidos, el desafío permanente a los límites
que hace de la normalidad la seducción cotidiana. de la representación. Buscan lo que hace diferente
Es la cara cultural del ejercicio del poder sobre los a nuestro tiempo, asunto que la reflexión tradicio-
sujetos, del Estado sobre la sociedad civil, que con nal parecía no observar ya que buscaba esencias y
sus símbolos, sus leyes, sus placeres, constituye los no acontecimientos ni experiencias.
discursos: lo que puede decirse, pensarse, hacerse. El ejercicio del poder democrático desde el
Así, la cultura del poder es la cultura de la costum- Estado hace casi imposible que el pueblo conozca
bre, el horizonte de lo posible. las estrategias de la hegemonía, porque el pueblo
La normalidad, claro, tiene que organizarse mismo es protagonista y víctima de esa hegemonía.
para perseverar. Escuelas, universidades, medios de El saber más secreto de ese poder democrático –
comunicación, museos, secretarías de Estado, igle- que, seguramente, producirá un otro saber todavía
sias, y claro, sus agentes, públicos o privados, pro- más ingenioso en el futuro inmediato para poder
fesionales o voluntarios. De esta manera, la institu- vernos mejor, como diría el lobo– es la representa-
cionalización de la cultura establece los parámetros ción del mundo como la construcción de su propio
simbólicos que permitirán reproducir el consenso. deseo de ser uno y completo y, por consiguiente,
Sin embargo, la cultura también se consti- el sujeto de la democracia tiene que ser capaz de
tuye con prácticas subvertoras, con discursos impo- interpretar toda la realidad como una totalidad
sibles. Desde la cultura de las calles marginales, o la relacionada a su propia plenitud. El pueblo que
oralidad de los rincones étnicos, o las formas de aso- asume la democracia política asume también la
ciación comunitaria, o las identidades locales, o las democracia cultural como si existiera una corres-
luchas por la equidad de género, todas son prácticas pondencia acabada. Porque para la democracia
de la cultura popular que se originan e intervienen política no existen otredades que no sean sus
desde los espacios de negación, de contestación, de negaciones: los fundamentalismos y los autori-
transformación, de diferencia. Este costado de la tarismos son las perversiones de un horizonte de
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visibilidad que no admite la existencia de utopías. (irrelevante para el común de la gente), no
Para la democracia de los sentidos, paralelamente, solo contemplación (irrelevante para nue-
solo existen la censura, la vigilancia, la inquisición, vas formas de deseo y subjetividad); la ima-
como sus propios lados oscuros. Así, el sentido se ginación es ahora un campo organizado
convierte en un fetiche o en un artificio, sometido de prácticas sociales, una forma de trabajo
al poder interpretativo del Estado. Para preservarse (como valor agregado y como institución)
de la hegemonía, entonces, el sujeto democrático y una forma de negociación entre sitios de
se retira estratégicamente al silencio o se abre al sujeto y campos de posibilidad de produc-
exceso. ción de sentido. (Chakravorty, 2010: 50)
Al mismo tiempo, sin embargo, la visibili-
dad de la cultura, la evidencia del territorio de los La economía cultural de la globalización es
sentidos colectivos producidos cada día, es abru- un orden caótico. No puede ser entendida en tér-
madora porque no ha perdido su capacidad de minos de centro(s)-periferia(s), atracción y rechazo
construir preguntas para las que incluso el Estado (teoría de migración), ganancias y pérdidas (balan-
más democrático no puede fabricar respuestas ces comerciales), consumidores y productores (teo-
inmediatas. El propio pueblo, sujetado por las rías neomarxistas del desarrollo). La globalización
reglas hegemónicas de su propia democracia, se como translocalidad nos obliga a cuestionar la perti-
renueva, se reforma y se transforma, ensanchan- nencia de teorías duales porque, cuando una narra-
do el horizonte de lo que la cultura puede ayudar tiva, digamos, periférica –que también tiene su cen-
a construir como renovado ejercicio de libertad. tro dominante–, es invadida por un intertexto de un
Porque las políticas culturales trabajan, sobre todo, centro diferente de esa misma periferia, la alegoría
contra la costumbre, aunque esa costumbre sea la se modifica de ‘la tierra y sus satélites’ a un sistema
de sí misma. Porque para la cultura, las tradicio- específicamente cultural con ‘varias tierras’ relacio-
nes, como las herencias, hay que refundarlas cada nadas, a una constelación, a la circunstancial narra-
día para no degradarse en la costumbre del que tiva de un imaginario. El paso a un orden caótico
ha recibido todo hecho. Así, no recibiremos una tiene que ver con disyuntivas fundamentales entre
tradición como quien recibe una jaula de oro. Así, ámbitos de economía, política y cultura. Los hori-
sí se puede conquistar la libertad heredada, hacerla zontes en movimiento, étnicos, mediáticos, técnicos,
propia, construirla contemporánea. financieros e ideológicos, no son relaciones dadas,
sino construcciones profundamente perspectivistas
que dependen del lugar que ocupa quien recibe sus
SOBRE LA efectos y quien elabora sus sentidos. Los flujos, por
tanto, no suceden principalmente entre los ámbitos,
GLOBALIZACIÓN sino en las disyuntivas entre ámbitos.
El objeto de análisis del capital simbóli-
Si definimos la globalización como proceso co contemporáneo es el sujeto humanista, con sus
translocal y no como sistema mundial, los circuitos esencialismos y sus verdades históricas manipula-
culturales no serían aldeas globales, sino comunida- das, su unidad y su presencia trascendental. Como
des de sentidos nómadas sin pertenencia ni sensa- la cultura nacional moderna ya no puede contener
ción de territorialidad. La imagen, la comunidad lo social, lo público es ahora constituido por la co-
imaginada y los imaginarios sociales están produ- municación masiva y el consumo cultural. La in-
ciendo nuevos procesos culturales resumibles en la dustria cultural no requiere trabajar por alienación,
imaginación como práctica social dominante. como si fuera una conspiración permanente ante un
sujeto inerte, sino por seducción, como un juego de
No fantasía (opio de los pueblos cuyo gratificaciones inmediatas sin efecto en las relacio-
trabajo real está en otra parte), no simple nes de poder porque todos seríamos iguales, todos
escapismo (de un mundo definido por es- seríamos poseedores del mismo lenguaje simbólico
tructuras concretas), no pasatiempo de élite en la aldea global. El modo cultural de la política
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postmoderna hace posible la neocolonización del siguiente, el sufijo ‘post’ tiene las limitaciones de su
imaginario social. Por consiguiente, los derechos función gramatical.
ciudadanos se construyen y cambian en relación a Lo segunda distancia ya no radica en las
las prácticas y discursos culturales que constituyen estrategias postmodernas que llegan del norte
su comprensión inmediata de la calidad de vida, ya epistemológico, sino en el discurso neocolonial que
no en relación a reivindicaciones ligadas a las con- intenta deslegitimar la narrativa postcolonial desde
diciones de trabajo. Hoy, el poder político, no solo el su misma entraña. Utiliza un gesto representacio-
simbólico, se disputa en la cultura, porque la cultura nal a través del cual el centro globalizado produce
es el diseño de los sentidos sociales. conocimiento sobre la periferia y pretende que ese
¿Cómo puede revalorizarse la política dual conocimiento establezca la norma desde la que
de la relación entre centro y periferia sin caer en se habla. Los textos del imperio son capaces de
versiones esclavas de la lógica colonial que desean penetrar su propio margen y construir un ejercicio
lo que el amo es y lo que el amo tiene, sin hundirse legítimo de su poder. El discurso postcolonial, por
en el rechazo o la asimilación? ¿Cómo pueden in- otra parte, a pesar de compartir la estrategia de la
corporarse los saberes propios, no generados ni si- diferencia con otras prácticas ‘post’, es una crítica
quiera por estrategias de apropiación de los saberes que denuncia las formas como la modernidad ha
centrales? ¿Cómo puede hacerse del conocimiento constituido su otredad. Pero, sobre todo, es una
local el sustento de una democracia cultural radical apuesta estratégica que construye, a través de una
sin reducir la diferencia a la diversidad humanista? indudable violencia epistemológica, discursiva y
¿Cómo, finalmente, puede reconstituirse el sentido cultural –aunque sobre todo estética–, el cuerpo
utópico de las luchas emancipatorias sin resbalar al histórico y mítico postcolonial de la diferencia.
monopolio discursivo como si el discurso fuera el La recuperación de la historicidad desde
único instrumento de lucha? las culturas colonizadas no podría comenzar con la
memoria de su diacronía, dado que esta dimensión
está permeada por la lógica colonial, sino con los
SOBRE LA actos sincrónicos de las interpretaciones locales de
los eventos históricos. En las sociedades de Amé-
DIFERENCIA rica Latina no se produjo una decisiva autonomía
de las esferas de valor porque la modernidad no se
Tanto los esfuerzos postmodernos por institucionalizó independientemente de los factores
diluir la diferencia latinoamericana en un juego culturales que lograron preservar las identidades
de alteridades, sin consecuencias que vayan más locales. La recuperación de la historia, entonces,
allá del turismo de la otredad, como los traba- es la recuperación de la diferencia cultural y esta
jos postcoloniales por reconstituir identidades y última marca la frontera definitiva entre los dos
perspectivas locales y/o regionales enfatizando mundos. Desde una política postcolonial, la cultura
las contradicciones y antagonismos desde sus es la clave de la identidad autodeterminada porque
especificidades y sus posiciones de sujetos locales, la cultura articula posiciones de enunciación loca-
comparten la certeza de que las profecías épicas les y performa imaginarios imposibles.
nacionales y regionales son inviables y que la ho- Una precisión más. El colonizador no
mogeneización impuesta por el desarrollo moder- solo quiere poseer al otro, o seducirlo o, casi en el
no es inalcanzable. La postmodernidad hace de la último resquicio, hacerse querer. Quiere forzar su
diferencia un adorno exótico y la postcolonialidad secreto (lo dijo Gayatri Chakravorty cuando afirmó
hace de la diferencia una estrategia de resistencia que el subalterno no puede hablar desde sí mismo
y de reformulación de identidades; para ambas porque está condenado a la ilegibilidad). No se
conductas teóricas ‘post’, la clave es la diferencia. trata, entonces, de que el colonizado hable por sí
Este acuerdo, sin embargo, es más resultado de la mismo, sino de que hable desde los silencios de su
coincidencia de escenarios históricos que efecto de memoria histórica larga y por las fracturas produci-
una voluntad teórica y política común y, por con- das por sus intervenciones políticas. Lo importante
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de un texto postcolonial es lo que dice, pero lo fun- Como ya es obvio, mi interés en este parti-
damental es lo que calla; lo que calla es el sentido cular debate teórico se debe a las implicaciones po-
no neocolonizado, lo que rehúsa decir es el sentido líticas de los proyectos académicos que contrae la
colonizado que resiste. Lo fundamental de un dis- reflexión postcolonial y no al revés. La producción
curso postcolonial, entonces, es que ya no produce de conocimiento sobre la situación colonial como
horizontes de visibilidad, como si solo pudiéramos una entidad geocultural, y, sobre todo, la reflexión
movernos entre límites de diversidad, sino hori- enunciativa sobre las acciones postcoloniales está
zontes de invisibilidad o de inefabilidad para que guiada por una pasión ética y un horizonte estético.
podamos movernos entre flujos de diferencias. Y, como no podía ser de otra manera, ese interés
La situación colonial no corresponde a esa también pretende construir una acción política
afirmación de que donde hay poder hay resistencia, que pasa, centralmente, por la reflexión sobre la
como si la oposición fuese automática y como si historia, básicamente reciente, de mi país. ¿Acaso a
no existiese una tradición de sujeción inscrita en el estas alturas no es ya obvio que las políticas cul-
cuerpo colonial; la resistencia es resultado y pro- turales de las instalaciones y de las intervenciones
duce un efecto de sentido que incorpora al sujeto solo se pueden realizar en una situación concreta
colonizado en debate con su situación colonial y y a partir de la estrategia diseñada para esa y solo
lo constituye dentro de esa lógica. Pero, al mismo para esa situación concreta? Porque solo nuestra
tiempo, aunque su resistencia lo condena a cumplir vida puede seducirnos y dotarnos de la pasión ética
con el rol de la subalternidad en la situación neoco- necesaria para producir belleza. Solo en nuestras
lonial, su silencio, su inefabilidad, le permite jugar identidades encontraremos la fuerza para renacer;
el rol constitutivo de una situación postcolonial: su no para repetir de memoria ni rendir culto a la
alteridad radical. Como cuenta Verónica Cereceda: costumbre del rito, sino para refundar las recipro-
cidades y las solidaridades y las empatías que nos
La mamita Trinidad Challapa de la comu- hicieron posibles como identidades culturales.
nidad de Enquelga, en el ayllu Isluga, estaba
hilando una tarde mientras yo la molestaba
con preguntas sobre el significado de algunos SOBRE LA MEMORIA
diseños de los textiles que se amontonaban en
su casa. De pronto interrumpió su trabajo y me Si la Revolución del 52, en Bolivia, generó
pegó con su huso en la cabeza. Entre enojada a los pobres y a todo ese grupo de conceptos aso-
y jocosa me dijo “¿Por qué no lees? Ahí está ciados como “Estado benefactor”, “redistribución
todo escrito”. Sí, ahí estaba todo ‘escrito’ entre del ingreso”, “dependencia”, “planificación estraté-
formas, colores y líneas. (2017: 3) gica”, hizo también posible la aparición de esa ex-
traordinaria nueva “etnia”, el cholo, el ciudadano
La política cultural, en una situación neoco- moderno que no quiere dejar de ser indio, el indio
lonial, entonces, podría adquirir la forma de la inter- urbano, adinerado y educado, con su otra red de
vención. Una intervención es un acto que surge ne- conceptos tutoriales como “desarrollo humano”,
cesariamente de una perspectiva local y que altera el “calidad de vida”, “postmodernidad” y, fundamen-
curso de la globalización. Mientras las instalaciones talmente, “ejercicio de los derechos de ciudadanía”.
culturales en una situación colonial ponen obstácu- Si la desgracia colonial fue la esquizofrenia social de
los, las intervenciones en una situación neocolonial tener que construir una convivencia imposible en-
cambian direcciones. Lo fundamental en ambos ca- tre las dos repúblicas –la de indios y la de blancos–,
sos, sin embargo, no es la respuesta, sino la iniciativa la desgracia moderna no pudo sino consistir en un
autodeterminada que, en el primer caso, se enfrenta otro sistema de discriminación más sofisticado, más
y, en el segundo, reorienta. Por este motivo, las inter- ambiguo, más difícil de sostener. Un régimen esta-
venciones generadas por identidades locales tienen la mental tiene mecanismos simples; el régimen del 52,
capacidad de rearticular con objetivos propios, que en cambio, no pudo sino ser un régimen fluido don-
son los que alteran los flujos globales. de el pobre podía no ser pobre siempre, un régimen
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donde el dinero blanqueaba, un régimen que hizo nio de que el último de los muros de la modernidad
posible que el indio se convierta en indio adinera- caía; y esa que alcanzó su culminación simbólica el
do, entonces cholo, después mestizo. Se pasó de la día del partido inaugural del campeonato mundial
estigmatización étnica a la estigmatización econó- de fútbol de 1994, cuando los bolivianos (al fin el
mica, pero esta última tuvo solo una duración de sueño de la Revolución Nacional, pero realizado
tres décadas, el tiempo que la generación de uno por la televisión) alentábamos al equipo de todos.
de los protagonistas de la revolución necesitó para Esta extraña revolución de doce años ha tenido un
adaptarse a su nuevo entorno, el tiempo que el indio protagonista fundamental, pero callado: el cholo.
necesitó para apoderarse de la ciudad practicando No un protagonista político, aunque algu-
una nueva estrategia de guerra que sustituyó el cer- nos cholos se deleitaban con la sensualidad del po-
co de Katari por el caballo de Troya del rito festival der imaginada en un partido del que eran dueños y
del Gran Poder. que contribuía a la ampliación del sistema político;
La estigmatización económica fue eficaz no un protagonista económico, aunque grandes ca-
mientras esa paradoja que fueron los blancos mo- pitales y diminutos contrabandos hormiga sostenían
dernizados pudo mantener su dominio sobre los la cotidianidad de esa nuestra economía; no un pro-
pobres. Pero no pudieron construir una hegemonía tagonista social, aunque su abrumadora presencia
capaz de seducir a los pobres para que se deseen demográfica podría fácilmente exigirlo. El cholo es
pobres. El régimen de desigualdad cotidiana fue mi- fundamentalmente una presencia cultural: aquel
nado por la misma fuerza que lo mantenía: la fuerza sentido social que ha demostrado el anacronismo
del dinero, porque el dinero blanqueaba. Los indios de seguir imaginándonos mestizos homogéneos, y
se convirtieron, entonces, en indios urbanos y en aquel imaginario que ha construido la legitimidad
indios adinerados. Y en 40 años, además, algunos de la polivalencia simbólica desde la intercultura-
en indios universitarios, que aún si siguen usando el lidad y la hibridización de la diversidad exótica de
aymara o el quechua, o alguna otra lengua indígena prácticas culturales.
para hablar de penas, alegrías, ritos y comida, usan Porque, claro, incluso asumiendo la im-
el castellano para hablar de negocios, de política y portancia de su presencia definitiva en la reconsti-
de fútbol. tución estatal, los procesos de ciudadanización, la
No desearse pobres y ser bachilleres, sin liberalización del mercado y la urbanización de la
embargo, no es suficiente para combatir la inter- convivencia social, es decir, su papel protagónico en
nalización de la inferioridad. Desde Frantz Fanon las pautas fundamentales del ingreso de Bolivia a la
ya se sabe que asumir la inferioridad es inscribirse globalización, la importancia de lo cholo deriva de
en discursos ajenos, incluidos aquellos que buscan su dedicación a la preservación del imaginario na-
la redención de los oprimidos pero no la emancipa- cional. Aunque habría que añadir, para que no haya
ción desde ellos mismos. De aquí la enorme dificul- lugar a malos entendidos, la preservación perversa
tad para narrarse, para contar la relación coloniza- del imaginario nacional. Es esa comunidad imagi-
dor-colonizado rompiendo la dualidad, imaginando nada la coartada que permite al cholo transgredir
un mundo en el que los esclavos no sean amos, un las fronteras modernas de la nacionalidad a través,
mundo en el que ninguna de esas dos desgracias por ejemplo, del contrabando y la economía infor-
exista. mal que no respetan soberanía alguna y que nos
Los indios, urbanos, adinerados y educados, incorporan a los flujos financieros y comunicacio-
han sido los protagonistas principales de la que, se- nales globales como quien no quiere la cosa; pero, al
guramente, ha sido la última revolución del siglo de mismo tiempo, ese mismo imaginario nacional hace
la modernidad. Esa que comenzó en 1982 con las posible transgredir las fronteras internas de las re-
elecciones democráticas; continuó el 85 con el De- giones, de las ciudades y el campo, de las religiones,
creto Supremo 21060, que desde ese 29 de agosto de los roles sociales, de las buenas costumbres, de las
reconstituyó el Estado y abrió el mercado; esa que conductas democráticas. La comunidad nacional es
en 1993 miró estupefacta el encuentro entre indí- vivida como coartada por el cholo, porque formal-
genas orientales e indígenas andinos como testimo- mente es boliviano, pero informalmente nómada.
137
No solo económico, político y social, sino, reitero, haber comprendido la revolución moderna que
nómada cultural. Aquel sujeto que desterritorializa intentó el borramiento de la memoria colonial
todos los sentidos sociales para usarlos como más- durante el proceso del nacionalismo revolucionario
caras de identidad en todas las situaciones imagina- o, en 1985, no haber comprendido que estábamos
bles. El cholo no es una identidad desarraigada; el inmersos en una recomposición general del impe-
cholo es una identidad nómada que planta su raíz rio conocida ahora como proceso neocolonial de
viajera allí donde lo pesca la conveniencia de la no- globalización, o, en 2005, no haber visto que el
che sin hacerse ningún problema. Reitero: duerme indio presidente no era indio porque no se nace
en un hotel intercontinental de cinco estrellas con la indio sino se deviene indio, es solo la continuación
misma facilidad que encima de un cuero de oveja en de una mala costumbre. Que para esos sectores de
una choza; navega en internet con la misma natura- la clase política conocida como izquierda socialista
lidad que reitera los mitos de sus tradiciones orales; clásica, o indigenismo o liberalismo o socialde-
maneja el dinero plástico con la misma convicción mocracia, su ceguera haya significado una lenta
que las obligaciones de la reciprocidad; requiere ci- agonía, tiene importancia para los arqueólogos de
rugía plástica como solicita mesas blancas y negras la política. Pero para la sociedad civil que solo ha
a los callawayas de Curva. El cholo ha hecho de las podido encontrarse pensada en la obra de muy
máscaras de identidad el único rostro que conoce, pocos intelectuales bolivianos, no casualmente, sino
el único rostro que ama, el rostro maleable de la in- trágicamente socialistas, indigenistas, ecologistas,
terculturalidad. De esa interculturalidad que consis- feministas, la ceguera ante la condición colonial es
te, simultáneamente, en la capacidad de traducir lo un drama histórico.
global a lo local y en la persistencia de articular las Pero algunos pocos intelectuales llevaron
identidades locales en torno a sus propias autode- sobre sus hombros los elementos de su propia
terminaciones. (Aunque tantas veces sucumba a las crítica para volver a situar nuestras interrogantes.
tentaciones exotizantes del espectáculo multicultu- Han trabajado para conquistar esa heterogeneidad
ral como durante los últimos años viene sucediendo boliviana en una estructura común, pero, al mismo
con su insistente degradación hacia los tráficos). tiempo, han sido seducidos por las preguntas
siempre nuevas de la incertidumbre nacional. Han
contribuido a construir el sentido de la identidad
SOBRE EL AMANECER nacional para mantener la memoria de su diferen-
cia.
La autodeterminación chola combate per- Ellos han ido pensando, desde el lado de
manentemente la tentación de convertirse en es- la cultura, lo que desde el lado de la política era
pectáculo. La emancipación desde sí mismos no imposible; ellos han pensado la diferencia, la reci-
vendrá de la “autenticidad originaria” o la pureza procidad, la solidaridad, y solo eso los ha librado
endógena, sino de la apropiación libre de todos los de compartir la sepultura con su otro yo político.
patrimonios del capital simbólico. Siempre y cuan- Como Estado y como sociedad todavía no lo admi-
do, claro, esa apropiación conserve la memoria de timos, ellos ya lo aceptaban desde la investigación
la resistencia y sea capaz de proyectarla como una obsesiva sobre lógicas comunitarias de poder, sobre
narrativa libertaria. historias mitificadas, sobre democracias radicales
Una cosa, sin embargo, es intentar ex- en los sindicatos, sobre economías ecológicas de
plicar la propuesta teórica por la cual uno puede reciprocidad coexistiendo y debatiendo con econo-
concluir que la sociedad civil boliviana necesita la mías clásicas de maximización de utilidades, sobre
democracia para explicar y demandar la diversi- rescoldos de igualdad entre hombres y mujeres,
dad de proyectos nacionales o populares, y otra, sobre rituales, tejidos, música, comida. Pudieron
algo distinta, es proponer algunos cauces por los conocer la comprensión de la democracia como
que el movimiento popular podría discurrir para ética y práctica de la diferencia, pero no han podi-
levantarse de las cenizas contando, como instru- do hacerla reconocer socialmente, no han podido
mento privilegiado, con las políticas culturales. No atravesar fronteras políticas –como las estrategias
138
de supervivencia de los pueblos tanto se los han o el carnaval que festeja la insurgencia chola o la
demostrado–, desde las homogeneizaciones mo- tea libertaria del mestizo Murillo, es necesaria para
dernas a la heterogeneidad de una nación que está enfrentar democráticamente las contradicciones,
perdiendo su complejo colonial. Ellos han repre- para hacer de la vida social un drama de represen-
sentado la renovación de la mirada, ellos nos han taciones en conflicto, una densidad de significacio-
representado en todos los sentidos de la palabra. nes que disputan, deconstruyéndolos, proyectos de
Reitero: la ética de la diferencia, obvia- vida. Aunque estemos atravesando un momento
mente, no es una esencia que pueda ser expresada que iguala, por lo bajo, política con burocracia
por alguna práctica descolonizadora; esa diferen- para ignorar eficientemente nuestra pobreza de
cia, que no es solo ontológica sino histórica, es una sentidos o para anclarnos en el mero espectáculo
diferencia que debe producirse permanentemente, de la alteridad como artesanía, se puede intervenir
para que su intervención constituya escenarios desde la reflexión teórica porque se trabaja sin la
críticos, escenarios de duda, escenarios de sospe- pesadez del cálculo de la correlación de fuerzas
cha contra cualquier intento de homogeneización. ni la horizontalidad de la eficiencia económica. Y
Aunque, claro, fisurar, transgredir, romper, no esta perspectiva tiene poco en común con aquella
podría bastar. Al imperio de la trivialidad, de la desesperanzada visión que propone la espectacu-
variedad, de la diversidad meramente mercantil de larización de la política. Porque no se trata solo de
la globalización, solo puede respondérsele con la negar o denunciar las promesas de la democracia
comunidad de sentidos democráticos que produce y su inevitable división del trabajo productivo, sino
la reconstrucción de nuestra historia política. Así, de responder, desde la política como necesidad
la evidente posibilidad de que la institucionaliza- popular, con una estrategia de la diferencia que
ción de la democracia representativa no sea sino abarque las concreciones y las subjetividades de la
la institucionalización de los deseos reprimidos del vida social.
colonizado; así, el riesgo cierto de que la resistencia La política cultural de la interculturalidad –
popular no sea sino una subversión complaciente digamos, en cualquier situación postcolonial– preser-
del esclavo liberto, forman parte de la raíz descolo- va el debate de las representaciones, el conflicto social
nizadora de la autodeterminación de la masa. Pero por la vigencia de los territorios simbólicos de cada
su follaje practica una particular estrategia demo- una de las identidades. Articula la representación de
crática radical: la solidaridad de la diferencia en la los sentidos sociales poniendo énfasis en su propie-
práctica y los sentidos de la misma democracia. dad de ser autodeterminados, no en su capacidad de
Es imprescindible, sin embargo, enfatizar traducir solo la diversidad global. La política cultural
que la diferencia no debe servir de coartada a chola puede traducir y puede traducirse porque pue-
las desigualdades. La unidad nacional incluye las de imaginarse como idéntica a sí misma. En términos
diferencias; la igualdad de derechos y oportunida- específicamente culturales, podría decirse que en lo
des reconoce las diferencias; la pluralidad política cholo coexisten, conflictivamente –sin armonizar ni
y cultural preserva las identidades en la diferencia. cancelar ni ignorar sus contradicciones–, el modo de
En otras palabras, la ética de la diferencia requiere producción cultural de la escritura (la cultura moder-
ser politizada para no convertirse en adorno de la na de élite y la cultura postmoderna de masas) y el
diversidad ni para ser confundida con una dádiva modo de producción cultural de la oralidad (la cul-
que el Estado estaría otorgando a algunas islas tura no moderna indígena –tejidos, tradición oral,
de la sociedad civil. Al fin y al cabo, la diferencia ritos– y la cultura “popular” contemporánea –carna-
requiere de igualdad de oportunidades para ser val, prestes, rebeliones). Es esta coexistencia conflicti-
producida sosteniblemente y no cosificarse en el va la que forma la base de cualquier política cultural
fetichismo. que pretenda ser un marco que posibilite y estimule
Más allá, la práctica cultural y su conver- la lucha democrática por el poder interpretativo. Por
sión en cosa, en belleza material, la de las identi- todo esto, la política cultural chola –dada la historia
dades locales y la de la interculturalidad, la del rito boliviana– se condensa en ser modernos sin dejar de
que reitera la celebración campesina de la cosecha ser indios.
139
La desigualdad en la apropiación del poder
no puede subsanarse solo con una distribución ANTE LA POLÍTICA
equitativa, sino con una igualdad de oportunidades
en el proceso productivo de la memoria y del futu- El animal político del siglo XXI no será
ro. Por eso, aunque ningún discurso pueda esca- un depredador. No será fundamentalista, no am-
par a su destino de poder real y deseo de utopías, bicionará convertirse en el único poseedor de la
puede escoger su acento histórico. Concibiendo la verdad, no se degradará al culto al caudillo. El ani-
democracia como crisis del sentido homogéneo y mal político del siglo XXI será un animal anfibio.
como autodeterminación de las masas, se la piensa Tendrá la cualidad de la metamorfosis: conservará
como comunidad de los sentidos para contrarres- algunos fundamentos ideológicos del siglo XX pero
tar la lógica del imperio de las armas militares o los impregnará con los valores y las causas de las
financieras. Esta concepción y esta práctica cons- epopeyas identitarias imprescindibles para el desa-
tituyen la estrategia de la diferencia vivida por rrollo sostenible de la humanidad en el siglo XXI;
nuestra historia. Para que la democracia radical se transformará del momento social de la resisten-
sea la memoria colectiva y la invención solidaria de cia al momento estatal del gobierno, sin perder sus
realidades imposibles. principios. Tendrá un proyecto de poder y un pro-
Su banalización política, entonces, es una grama de gobierno, por supuesto, pero, sobre todo,
tragedia nacional. Para la derecha, porque ha per- subordinará el poder y el programa a la ética y al
dido la fuente de los cuestionamientos más lúcidos. conocimiento, a un código de ética que determinará
Para la izquierda, porque la deja sin dudas ni pregun- su conducta en todo tiempo y lugar y al mejor cono-
tas nuevas sobre su rumbo en un territorio intelectual cimiento disponible. Al mismo tiempo, sin embargo,
que, ahora, es imperio del cinismo. Para la emergen- será profundamente realista, porque nacerá de la
cia de las identidades, porque las limita al adorno. vida de la gente y, por consiguiente, será profunda-
Pero, sobre todo, para el pueblo ciudadano. Porque mente democrático, porque sus decisiones nacerán
cualquiera de los asombros que el humano se niega a de las necesidades de la gente común, aunque se
asumir es una frontera más contra sí mismo. formalizarán inevitablemente en las propuestas pro-
En el devenir de sus obras, en esa silencio- gramáticas de la comunidad ciudadana organizada.
sa hazaña que es trabajar por mantener vivo nues- Un partido ciudadano es, también, una pa-
tro asombro, nuestros intelectuales han descifrado radoja en el ejercicio del poder. ¿Cómo inventar hoy,
nuestras tradiciones e inventado nuestro futuro. Han cuando las agonías autoritarias del siglo XX luchan
avanzado a tientas o clamando apasionados, pero desesperadamente por su sobrevivencia imponien-
han sostenido nuestro asombro. Aunque acecha- do regímenes fundamentalistas, un partido en el que
ba la costumbre de lo viejo conocido, ellos hicieron la vida política sea una virtud reconocida y una ne-
de esa herencia raíz de nuevas libertades. Aunque cesidad imperiosa sin la cual no se pueda siquiera
vigilaba policial la otra costumbre, la de que más respirar? Quizá la respuesta sea el predominio de
vale pájaro en mano que cien volando, ellos vola- un código de ética y un cuerpo de conocimientos
ron, asombrados. Abrir bien los ojos, conocernos, cuidado y vigilado por un Consejo de ancianos que
reconocernos, autoconocernos, nos llena de asom- esté por encima éticamente pero no políticamente
bro. Pero el asombro no cae del cielo, es obra del de cada uno de los niveles de gobierno. Un código
trabajo contra las fronteras y contra las costumbres. de ética y un cuerpo de conocimientos cuya con-
Es obra del trabajo de ellos para esculpir una esta- creción formal podría ser asumir la tarea y meta de
tura digna. Es a esas obras, las que han mantenido preservar la visión de país y lograr la transparencia
vivo nuestro asombro, a las que los rasgos cholos de estatal. Un código de ética que promueva la cultura
autodeterminación rinden homenaje resaltando su de la consulta política de toda la ciudadanía sobre la
obra postcolonial. A la hazaña silenciosa y al trabajo base del mejor conocimiento disponible en el dise-
público de esos nuestros intelectuales y de esos nues- ño de las políticas públicas sustanciales. (El sustento
tros políticos que nos han permitido seguir dudando legal del Código de Ética podría radicar en las dis-
de las certezas acostumbradas. tintas generaciones de derechos humanos, los Pacto
140
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y Pac- Un partido ciudadano toma decisiones; si
to Internacional de Derechos Económicos, Sociales no lo hiciera tendría que dedicarse literalmente a la
y Culturales –ambos aprobados por las Asambleas verbigracia. Las decisiones mayores las toma la red
de la Organización de las Naciones Unidas–, com- de ciudadanos; las menores, la red del partido. Lo
plementados por la Declaración Universal de los importante es que las decisiones sean siempre con-
Derechos Humanos Emergentes). sultadas a través de las redes sociales. Porque esa es
Este vínculo entre partido y Gobierno ten- la infraestructura de la democracia contemporánea
dría que darse, casi obviamente, estableciendo que cuando de decidir se trata. Y porque la concepción
el Poder Legislativo radique en delegados del parti- que del poder tiene el partido ciudadano no es sobre
do ciudadano, mientras que el ejercicio del gobier- todo su posesión ni su ejercicio, sino, fundamental-
no quede a cargo de los partidos de la democracia mente, la consulta que decide.
representativa. De esta manera, el poder será un El partido ciudadano promueve el diálogo
ejercicio, no una posesión. Porque el código de ética creativo. Porque hay que inventarse cada día para
y el mejor conocimiento académico del momento no degradarse a la costumbre. El Consejo Ciudada-
en manos del Consejo de ancianos están por enci- no convocará al conjunto de la ciudadanía a propo-
ma de la legislación; porque la legislación que di- ner políticas públicas, a realizar, con la frecuencia
seña la visión de país y fiscaliza su realización en necesaria, asambleas y cabildos, y a denunciar, con
manos del partido está por encima del Gobierno; las garantías adecuadas, los malos manejos, las defi-
porque el Gobierno gestiona el programa y, dado ciencias y las irregularidades en la gestión de gobier-
que está sometido al Concejo y al partido, no puede no. Más allá y más al fondo, la inevitable tendencia
sino conservar la humildad. a la reproducción del poder será siempre contrarres-
Un partido ciudadano cultiva la igualdad, tada por esa visión de mundo que sabe que debemos
pero, al mismo tiempo, necesita la jerarquía. Hay construir un mundo justo, pero que ni un mundo
líderes, por supuesto, pero todos ellos trabajan en equitativo ni un mundo de iguales es suficiente. Ne-
equipo y en red, porque el equipo está por encima cesitamos un mundo en el que los derechos huma-
de la jerarquía y en la red radica la igualdad. La je- nos y los derechos de la naturaleza complementen
rarquía, por tanto, es la otra cara de la medalla que sus virtudes. Porque queremos un mundo justo, pero
se fundamenta en el reconocimiento de los méritos sobre todo, queremos un mundo hermoso.
y en la cuidadosa norma de la rotación. Porque los El partido ciudadano reúne la tradición
líderes se eligen por su cualidad propositiva, por su de la democracia representativa con la innovación
capacidad de articulación y su calidad de gestión, de la democracia participativa. Por esta razón su
y, adicionalmente, porque saben incorporar las composición nace de la diversidad y la pluralidad,
equidades: de género, de generación, de etnia, de sus decisiones surgen de la consulta permanente, y
región. Pero los líderes rotan; no solo por obligación sus valores y principios establecidos en un código
ni solo por necesidad, sino por el mejor funciona- de ética rigen su vida política. Al mismo tiempo, se
miento del equipo. Como una manera de honrar su considera un articulador, no una vanguardia, trans-
compromiso, su aporte y sus resultados. formando de esta manera todas las tradiciones par-
Un partido ciudadano se organiza sobre la tidarias. Por todo esto, el partido ciudadano es la
base de un liderazgo colectivo y diverso compues- herramienta imprescindible para la reinvención de
to por tendencias, por plataformas ciudadanas que la democracia. Es una organización de ciudadanía
conservan algún grado de autonomía y por agru- ‘diferenciada’ que previene el monopolio de la re-
paciones territoriales –fundamentalmente juntas de presentación, promueve la rotación en los liderazgos
vecinos y comunidades indígenas y campesinas–. y vocerías, y construye mecanismos de participación
(Las tendencias, considerando la historia nacional, para todos. El partido, por tanto, es pluralista y su
podrían ser cinco: socialismo, liberalismo, ecolo- único límite es el totalitarismo.
gismo, feminismo e indigenismo). El liderazgo, por El norte del partido ciudadano es el Estado
tanto, no es solo rotativo, es también ‘ideológica y Ciudadano que se origina pero trasciende al Estado
culturalmente’ plural en su renovación. de Derecho. El Estado Ciudadano se diseña para
141
gestionar los bloqueos y trascender las ‘huellas’ -los damental de un discurso al cual no elegimos pero
impactos perniciosos- de la modernidad: la huella que, paradójicamente, inicia y sustenta nuestra ca-
ambiental y la huella ecológica con el desarrollo pacidad de emancipación como sujetos autónomos.
verde; la huella digital con el desarrollo de la inteli- El poder actúa desde afuera sobre el sujeto; esto
gencia artificial y ‘general’; la huella patriarcal con implica que, para que haya subordinación y depen-
el desarrollo del cuidado; la huella colonial con el dencia, debe haber un sujeto discursivo que acepte
desarrollo ético e intercultural; la huella de la re- la sumisión o que se oponga a ella. No obstante, si
presentación política con el desarrollo de la parti- se toman en cuenta los planteos foucaultianos, el po-
cipación democrática. Por consiguiente, un partido der también forma al sujeto, es decir, es condición
ciudadano no es un partido; es un movimiento, un previa de la cualidad resiliente de ese sujeto. Esta
permanente flujo de democracia. paradoja pone de manifiesto cómo el poder mismo
Esta es, parcialmente, una voluntad de pro- es condición de posibilidad de la resistencia. Por
fundización de la democracia que no es resultado, otra parte, precisamente por su radical minoridad,
en verdad, de experiencia exitosa alguna en el ám- el movimiento queer ha diseñado, exitosamente,
bito internacional. Excepto muy relativa y aislada- una estrategia de alianza entre diversas minorías “a
mente en situaciones locales, generalmente muni- través de la diferencia”, es decir, que conseguir “una
cipales. Pero como en términos generales todos los alianza fuerte de la izquierda” pasaba por combatir
procesos de participación política –más allá de los políticas favorables a las opresiones y no precisa-
sistemas de representación– se encuentran vincula- mente por compartir orientaciones ideológicas y ni
dos a procesos de politización del ciudadano común, siquiera causas identitarias comunes.
los procesos participativos forman parte íntima de El partido ciudadano, entonces, reúne la
la sociedad educativa a la vez que son mecanismos tradición de la democracia representativa con la
para la consecución de tareas de interés colectivo. innovación de la democracia participativa. Por esta
No es posible, por tanto, que el concepto de partici- razón su composición nace de la diferencia, la di-
pación ciudadana sea resultado de lecciones apren- versidad y la pluralidad, sus decisiones surgen de
didas sino muy local o reducidamente; sí es necesa- la consulta permanente y del mejor conocimiento
rio, en cambio, que ante el evidente agotamiento de académico disponible, y sus valores y principios
la democracia representativa en tantas situaciones están establecidos en un código de ética y en nor-
tan disímiles durante el siglo XXI se requiera cons- mas sustantivas que rigen su vida política. Al mismo
truir una ‘institucionalidad’ complementaria que se tiempo, se considera, simultáneamente, un articu-
denomine democracia participativa, y que tendría lador democrático y una vanguardia cognoscitiva,
como sujeto político, precisamente, al movimiento transformando de esta manera todas las tradiciones
ciudadano. Algo así como la siguiente etapa evolu- partidarias. Por todo esto, el partido ciudadano es la
tiva después de Mahatma Gandhi, Martin Luther herramienta imprescindible para la reinvención de
King, la transición que hizo posible la caída del la democracia. Y tendría que hacerlo construyendo
Muro de Berlín –el sindicato polaco Solidaridad di- un Estado ciudadano que trascienda la modernidad.
rigido por Lech Wałęsa–, Nelson Mandela, la Pri-
mavera Árabe. Algo así como el Ejército Zapatista
sin ser ejército ni ruralista. ANTE LOS INDIOS
Aunque esta voluntad de profundizar la de-
mocracia, en esa dimensión, todavía no forma parte Bolivia encarna, hoy, la diferencia cultural y
estructural de ningún Estado, sí nace de reflexiones la alteridad política. O, cuando menos, ha reabier-
teóricas y de intervenciones de causas radicales. Mi- to esa posibilidad como hace treinta años lo hizo el
chel Foucault deconstruyó y mostró los mecanismos movimiento zapatista.
mediante los cuales el poder forma las subjetivida- Pero aun así, y precisamente por eso, no de-
des; Judith Butler dio un paso más e hizo posible bemos dejar de afirmar que somos un país pobre
pensar cómo los sujetos se resisten al mismo: la suje- cada vez más pobre y cada día más injusto, y que
ción consiste precisamente en esa dependencia fun- eso no se resuelve con la caridad de los bonos redis-
142
tributivos ni con el clientelismo del latrocinio. Un ajenos a esa presencia global de la modernidad. Y
país cuyo horizonte no cambia, pero que, por eso que puede hacerlo con alegría, sin complejos, son-
mismo, quiere desesperadamente cambiar y va de riendo de nuestras propias obsesiones. Como lo
tumbo en tumbo, de fe en fe, de abismo en abismo. hacen, todavía, tantos pueblos tribales a pesar de
Un país que no llega a fin de mes sino al fin de la resistir encarcelados en las ruinas infligidas por los
vida como quien nada hace. Un país para el que la Estados. Mientras, en comprensible contraste, nues-
huelga dura, la crucifixión, el tapiado, las caminatas tras tres costillas indígenas bolivianas políticamente
de cientos de kilómetros con los pies desnudos no relevantes insisten con descolonizaciones amargas;
son medidas extraordinarias, sino inevitables. Que mientras nuestras tradiciones mestizas reiteran sus
sabe que la causa de su desgracia está en la medio- modernizaciones acomplejadas; mientras nuestras
cridad de sus élites y el fatalismo de su gente. Que emergencias cholas se reducen a la cultura y no se
precisamente porque no es totalmente miserable ni atreven a una política radical, original, innovadora.
horrorosamente injusto, puede ser cuna de liberta- Ninguno de nuestros aymaras o quechuas
des y tumba de tiranos. Un país que en su bicente- o guaraníes vive como vivieron esos 350 pirahas –
nario como nación sabe que ha cultivado sus pro- que pudieron resistir al mercado durante siglos pero
pios soldados de Salamina. fueron invadidos finalmente por la escuela–, profun-
Aquellos de quienes la historia no registra damente tribales, profundamente no modernos, del
los nombres. Aquellos que batallan cada día para amazonas brasileño. Todos están implacablemente
alimentar en nosotros esas virtudes menores que re- contaminados de modernidad. Ninguna de nuestras
velan lo mejor que tenemos: “no equivocarnos en el tradiciones mestizas vive la modernidad a plenitud;
único momento en que de veras importa no equivo- la imitan, la planifican, jamás la alcanzan. Ninguna
carse” (Cercas, 2001: 148). Aquellos que nos recuer- de nuestras emergencias cholas ha podido traducir
dan, todos los días, que tenemos dos deudas largas, ni convertir ni anfibiamente mutar de gusano co-
larguísimas, que debemos honrar con todos aquellos lonizador/colonizado a mariposa indiamoderna.
indígenas anónimos que resistieron la colonización Estamos dolorosamente atrapados en la reiterada
y con todos aquellos ciudadanos modernos que nos experiencia de la impotencia. De aquí nuestra pa-
hicieron más libres. Aquellos que nos hicieron pre- sión por los límites, a ver si el borde del abismo nos
guntas. Aquellos que dialogaron. Aquellos que nos otorga algo de potencia creadora. O si de una buena
quieren. Aquellos que nos recuerdan que debemos vez nos suicida.
honrar esas deudas largas, larguísimas, con todos Nuestra alteridad, de la que tan orgullosa-
esos héroes anónimos que nos han hecho llegar al mente nos pavoneamos, es también una diversidad
día de hoy capaces de resistir lo peor que tenemos y degradada, empobrecida, colonizada. Una diversi-
dispuestos a respirar lo mejor que somos. dad que casi no es diferencia. Aun así, todavía la
Un pueblo indígena que vivía hasta hace conservamos, aunque sea a retazos, con el poco
muy poco en la Amazonia brasileña –y ahora lo aliento de futuro que permite que nos respiremos,
hace en el margen más etnofágico del Estado– po- que nos miremos, que nos oigamos. Quizá porque
dría obligar a lingüistas y psicólogos cognitivos a re- intuimos que esa diferencia es nuestra única oportu-
visar sustantivamente el lugar de la cultura en los nidad de reinvención, quisiéramos construir un país
procesos de adquisición del lenguaje y los patrones que sea una red de tradiciones y de visiones: una
de conocimiento. Un pueblo que ha resistido toda red de ritos. Ya no una comunidad de orígenes, sino
influencia modernizadora, cuyo lenguaje no tiene una comunidad de destinos. Un Estado que ya no
recursividad, cuyo tiempo no tiene historia, cuya sea impotentemente nacional, sino profundamen-
inteligencia lógica rehúsa las cantidades, cuya eco- te postnacional, es decir, intercultural. Claro está,
nomía no acumula, pero cuya vida comunitaria complicado, difícilmente gobernable, imposible-
vive profundamente en el presente inmediato, nos mente Estado.
demuestra que este mundo no es el único. Que su Pero es probable que nos quedemos como
cultura, que su visión de mundo, que su conviven- pregunta. Como encarnación de una posibilidad y
cia, que sus valores, pueden persistir radicalmente no como revelación de que la seducción del imperio
143
ha fracasado desde siempre. Como prueba general Cornelius Castoriadis, en sus últimos años,
de que la fascinación con el secuestrador de la his- tuvo la lucidez de ir, y no solo de mirar, más allá:
toria puede ser trascendida desde la memoria de las
tradiciones, aunque esta no sea capaz de diseñar la En cuanto a la distinción entre lo poético y lo
brújula de un horizonte intercultural. Se puede con- funcional, no es difícil dar cuenta de ella. Lo
frontar la condición colonial desde el horizonte lo- funcional es todo lo que obedece a necesida-
cal, actuando desde este horizonte para emancipar des vitales o físicas y a limitaciones lógicas. La
al mundo, para revertir su control del imaginario. producción como tal pertenece, en general, a lo
Pero es muy probable que el presidente indio inte- funcional. Pero los objetivos últimos de la pro-
rrogue al mundo pero no responda al país. ducción nunca son funcionales, ya que no hay
Para todos los ‘localizados postcoloniales’, sociedad humana que produzca solamente para
la cuestión es cómo –es decir, ética pública con esté- conservarse. Los cristianos construyeron iglesias,
tica del presente– y no quién –porque ni los pobres los primitivos a menudo se pintan el cuerpo o
ni los oprimidos son los dueños de la verdad. De la cara. Estas iglesias, pinturas o dibujos no tie-
hecho, todos los sistemas retóricos de los populismos nen ninguna utilidad, pertenecen a lo poético.
necesitan la pobreza y el monopolio de su uso polí- Por cierto, sirven para mucho más que el hecho
tico para su perdurabilidad. Por esto, hoy, la razón de servir para algo: sirven para algo mucho más
cínica sirve de comodín y reproductor del poder. Por importante que todo el resto, el hecho de que los
esto, hoy, la tarea fundamental en la postcoloniali- humanos puedan otorgar un sentido al mundo
dad sigue siendo la profundización de la democra- y a su vida. En esto consiste el rol de lo poético.
cia y la identidad entre ética, estética y política. Para (2008: 134)
no terminar convertidos en otra acción eclesiástica,
es decir, dogmática, es decir, autoritaria; solo revela-
ción “divina” dado que no acción humana. ANTE LAS MUJERES
Y en esto consiste nuestra tragedia contem-
poránea. En la impotencia constructiva de un plan Solo ante la tragedia se sabe del cuidado. De la ética
que no se piensa maravillosamente ambicioso ni se del cuidado, del cariño del cuidado, de la alegría del cuidado.
concreta cotidianamente ejecutable, en la esterili- Sirvan estas cartas como testimonio del cuidado.
dad laboral de una gestión de Estado que no tiene la
estatura para ir más allá de la costumbre populista, Isa:
en la mediocridad conspirativa de una práctica polí- Tú has sido generosa con la vida de todos
tica que no se atreve a la utopía porque se resigna al tus amigos incluso en el momento de tu dolor más
racismo invertido. Por todas estas fracturas, el presi- insondable. ¿Dónde has encontrado la fuerza para
dente indio es solo una pregunta. Y el pueblo indio caminar abiertamente con la lluvia si todo lo que te
apenas un horizonte difuminado que no se traduce rodeaba te secaba? ¿Cómo podías cosechar en aquel
en la gestión pública de un nuevo mundo. desierto del cual no queríamos sino huir, atenazados
Como ya sabemos que esperando que de la por el terror de ser los siguientes cómplices involun-
imagen del nativo se revele el evangelio de una voz tarios de la muerte? Tú, separada definitivamente
auténtica reescribiremos interminablemente Godot, del amor de tu vida, nos sacabas del pozo, nos abra-
voy a afirmar que desde el discurso oral de esos sub- zabas, nos hablabas suave.
alternos radicalmente diferentes hay una esencial Este pequeño grupo de gente que se niega
intransitabilidad con el discurso imperial y colonial. a la derrota de las utopías, de la cual ambos forma-
Pero también voy a preguntar dónde vive, dónde se mos parte, no estuvo a la altura de la solidaridad
expande, dónde duerme, dónde se contradice, dón- que salía de tus manos. Mientras colgábamos de ti
de lucha, la diferencia. Si es que todavía es inmune como harapos, nos levantabas con ternura; mientras
a la ceguera. Si es que todavía la belleza no es una te llorábamos separada para siempre de tu amado,
excepción iluminada, sino lo que nos hace libres nos cantabas al oído; mientras queríamos quererte
todo el tiempo. desgarrados, nos querías entera. Todos creímos que
144
la vida cotidiana iba a ayudarnos a vivir por ti y por Hermosa:
nosotros; todos nos resignábamos al más ínfimo de La violencia, no sé cómo decirlo, es la plaga
los destinos para no tener que arrancarle flores al mayor. La violación, el robo, el asalto. El golpe por
rencor que nos carcomía. Pero tú nos comprendías la espalda que te asalta el equilibrio construido con
y no te entregabas en pedazos para no obligarnos a la paciencia de cada día. El robo en las noches que
cobijarte. te amarra a la paranoia para que te quedes parali-
Creo que, a momentos, nadie quería tocar- zada. La mueca del cuchillo en la garganta con que
te el corazón por temor al contagio. Al fin y al cabo, pretenden esquilmarte la dignidad y la alegría. La
sin decirlo de frente, sentíamos que la plaga conti- violencia, ya sé cómo decirlo, es la herramienta del
nuaba y que lo mejor era pretender ignorarla, mi- miedo que te quiere secuestrar el alma.
rarte solo de reojo pretendiendo estar ahí, a tu lado. No se lo permitas, hermosa, no se lo per-
Te abrazábamos con miedo, llorábamos solos y no mitas. Ten todo el cuidado necesario, pero no te es-
contigo, te dábamos un bastón para no entregarte el condas detrás de una muralla china. Ten todas las
hombro. En otros momentos saltábamos contigo al justas precauciones, pero no te protejas en las esqui-
abismo y nos ahogábamos de pena. Corríamos más nas de la sombra. Ten las cautelas adecuadas, pero
rápido que la desesperación para que no te alcance. no te enanezcas ante la amenaza. Porque esa sería
Recorríamos minuciosamente tus lágrimas para ex- la victoria del miedo que te quiere impotente, que
traerles la sal de la vida y devolverte el ajayu. Pero te necesita adormecida, que te pretende encogida.
tú, siempre abierta, vulnerable, con la piel quebrada Ahora es cuando. Ahora es cuando convier-
por la desgracia, no dudabas de la vida. tes al asalto en fuerza para tomar el cielo por asalto.
Te has quedado sin ojos, pero nos has en- Ahora es cuando transformas al robo en la alegría
señado a seguir mirando más allá de nosotros mis- con que alimentas a tu gente. Ahora es cuando tras-
mos. Tu piel está quemada, pero nos has enseñado ciendes la violación y contagias dignidad a todas las
a abrazarnos sin rencores ni temores. Has hecho de mujeres del universo. Ahora es cuando miras al mie-
la muerte de tu amado canción de cuna para todos. do de frente y lo ignoras, le das la espalda, caminas
Ojalá podamos, todos, ser tu hijo. sonriendo. Con el gas pimienta en una mano y la
Porque ahora llega, despaciosamente, la pasión por la vida en la otra.
vida diaria. Las verdaderas, innumerables caren- Porque tienes que crecer hasta tu estatura
cias. Los vacíos que llenan de espanto. La memoria mayor. Hasta tener todos los tamaños con los que
de su sonrisa tranquila. La música con que llenaba radiografiar al miedo como lo que es: apenas un gu-
de pasos seguros el camino. Ahora llega el desafío de sano que te pone el cuchillo en la garganta. Para
querer a la vida más que antes. nunca mendigarle piedad. Para jamás humillarte.
Tú sabes, nos lo has dicho tantas veces, Para aprender a conservar la dignidad en la peor
cuando juntos tropezábamos y caíamos a nuestros tormenta con que esas basuras del mundo te inun-
pozos, a los profundos o a los sin fondo. Es cues- dan.
tión de darse la mano, de confiar en lo que hemos Si asaltan tus cosas y no te queda sino enco-
hecho de nosotros mismos, de querernos sin condi- gerte, dáselas y dales la espalda. Si roban tu trabajo
ciones. En momentos en que la historia y la gente se y no puedes resistirlos, `dónaselo` pero no dejes que
niegan a mirar los pasos hacia adelante, has vuelto te arrebaten la alegría. Si violan tu cuerpo y no pue-
a abrir el camino de la solidaridad. Calladamente, des combatirlos, entrégaselo pero devuéveles asco y
en el momento de tu dolor más insondable, nos has míralos de frente sonriendo.
cantado una canción de cuna para renacer a la ge- Porque aún si de vuelta a ti misma necesitas
nerosidad de la lluvia que llueve para todos. Ahora un baño interminable y no son suficientes los abra-
vamos a creer en la vida más que antes. zos de tu mundo, tú ya habrás dado el primer paso
Guillermo en un nuevo mundo extraordinario. Ese donde toda
la basura del mundo ya no podrá tocarte. Ese donde
nos das la mano, donde caminamos juntos, donde
nos contagias alegría. Un mundo maravilloso por
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obra y gracia de la sonrisa con que respondes a la la batalla tu memoria me resguarde. Para que pueda
violencia. seguir amando no sólo como he amado hace tanto
tiempo, viviendo la luz como la vive el ciego de na-
Tu tata cimiento, sino para que ame con la luz de tus ojos.
El hombre que no es el hombre de la vida
Mama: de la mujer de su vida no puede sino morir su vida.
La sequía es algo que se va ahondando, que Tú te resignaste al amor del desierto por la lluvia;
va dejando heridas, que va esterilizando el amor de una gota te hacía feliz. Yo no me resigno; soy un
la tierra. La tierra resiste, se hunde dentro de sí mis- beduino que sólo puede navegar en todas las aguas
ma, se alimenta de sus más íntimas aguas. La sequía de todas las lluvias, un marinero que se juega por
se expande, penetra, lastima. La tierra se raja, se el agua, no por el desierto. Por eso mismo hoy te
rompe, se quiebra, se duele. necesito más que nunca. Mis mares y mis lluvias se
La sequía tiene una larga paciencia. La tie- han secado. Sólo me queda aprender tus caminos de
rra tiene, para preservarse, una más larga ternura. desierto para darle refugio a mi última gota de agua.
¿Qué puede suceder, sin embargo, cuando la sequía
cae como una peste de la razón que se protege, o Tu bambino
como esa vieja plaga de las cobardías ante el amor?
¿Cómo puede cuidarse el corazón de la tierra si no
tiene tiempo para acopiar todas las aguas de sus rin-
cones y todas las sangres de sus refugios?
La tierra convertida en desierto es el último
refugio del agua. El desierto sólo necesita de sí mis-
mo al haber convertido la necesidad del agua en la
virtud de su carencia. El agua amada por el desier-
to no necesita sino gozar de su libertad. Aunque su
última gota sabe que su hogar es el desierto porque
es el único que la esperará hasta el final de los días.
No sabes cuánto necesito tu cariño de de-
sierto. Te bastaba una gota de mirada para rever-
decer toda entera; era suficiente un abrazo de agua
para que entregues sueños tranquilos por las noches
de las noches. Tú has sido ese desierto que cobijaba
a mis tristezas de la sequía; tú has sido esa arena que
me acurrucaba de las tormentas de los buitres.
No sabes cuánto necesito que me enseñes
tus caminos de desierto para que desde hoy yo sepa
proteger mi corazón de tierra de las pestes de la ra-
zón que sólo se mira en el espejo. No sabes cuánto
necesito que me muestres los nidos de tu arena para
acurrucarme de las embestidas de mis propias co-
bardías. No sabes cuánto necesito que me ames hoy.
Pero sé que no vas a venir y me deshago.
Que no me vas a abrazar y me destrozo. Que no me
vas a besar y me caigo como las hojas otoñales de
todos los árboles del mundo. Por eso me levanto del
polvo en que tu muerte me ha convertido y te bus-
co aunque esté seco, árido, estéril, para encontrarte
como mi última gota de agua, para que mañana en
146
Un mundo
necesario
Jürgen riester
147
Abigail Canaviri es un personaje extraordi- cualquier perspectiva en solo dos opciones simpli-
nario. Alguien que a sus 14 años dice cosas como: fica los valores que la sustentan hasta el límite del
fundamentalismo. Vivir el mundo en blanco y ne-
Se habla mucho de los derechos de los ni- gro no solo es insensato, sino imposible. Pero aun
ños. Pero en Potosí esos derechos no existen. si los extremos –religiosos, políticos, artísticos– no
Nos maltratan. Y queremos que las autori- agotan los colores, eso no implica que esos extremos
dades nos expliquen por qué nadie protege no existan. O, peor aún, que los extremos no dirijan
nuestros derechos, por qué no vienen a visi- el destino y no sean la base de la “argumentación”
tar nuestras casas en la bocamina. Nosotros de tanta gente que mata y se mata por expandir el
tenemos miedo. Pero ellos están muy ocu- territorio de su verdad absoluta. Por otra parte, sin
pados. (Izaguirre: 2010, s/p). embargo, la miseria es un extremo, ante la opulen-
cia, los dogmas, los autoritarismos. Ha dado lugar a
Alguien que ya sabe que si no alcanza su explicaciones económicas, posiciones políticas, des-
sueño de estudiar medicina, “para darles medicinas cripciones sociales que han revelado el racismo per-
a los niños pobres y curarlos gratis”, va a quedar sistente y los matices dentro del mismo mundo indí-
atrapada en la miseria y quedará enterrada en algún gena.25 Y, claro, ha sido motivo del trabajo artístico.
socavón porque la desgracia no se resuelve indivi- 25 “A nivel regional, los indígenas que viven en entor-
dualmente.24 Porque es la lucidez de Abigail la que nos urbanos tienen 1,5 veces más acceso a electricidad y
1,7 veces más acceso a agua corriente que sus contrapar-
revela los trasfondos de la tragedia: la precariedad tes rurales. Asimismo, la culminación de la educación pri-
del trabajo en casi todas las minas de Bolivia y, sobre maria entre indígenas urbanos es 1,6 veces mayor que en
zonas rurales, la educación secundaria es 3,6 veces mayor
todo, la condena a la sobrevivencia de los niños tra- y la terciaria 7,7 veces mayor. Por otra parte, el espacio ur-
bajadores. Pero la enorme distancia en el tratamien- bano puede ser un medio para reducir la discriminación
to de esa lucidez y de ese personaje demuestra que de género y promover nuevas formas de participación
política y expresión cultural. Si bien la migración rural/ur-
la reflexión que nace de la miseria puede iluminarla bano no afecta únicamente a los pueblos indígenas, los
o puede degradarla. distingue el alto grado en el que las disparidades entre
Es indudable que dividir tajantemente ambos medios los afectan. No obstante, los entornos ur-
banos también se caracterizan por grandes disparidades
24 “El número de indígenas que vive en la pobreza ha entre los habitantes indígenas y los no indígenas en tér-
disminuido en la última década, pero la brecha que los minos del acceso a los servicios públicos y las oportunida-
separa de otros latinoamericanos se ha estancado o se des económicas. El porcentaje de indígenas que vive en
ha ampliado. En efecto, la pobreza afecta al 43% de los barrios pobres o favelas es casi el doble de la proporción
hogares indígenas de la región –más del doble de la pro- de habitantes urbanos no indígenas. El 36% de todos los
porción de no indígenas– y el 24% de todos los hogares indígenas urbanos vive en lugares inseguros, insalubres
indígenas vive en condiciones de pobreza extrema, es y contaminados. En las ciudades, los indígenas acceden
decir 2,7 veces más frecuentemente que la proporción principalmente a empleos precarios y mal remunera-
de hogares no indígenas. Esto incluye al 49% de indíge- dos. En países con grandes poblaciones indígenas, como
nas urbanos y al restante 51% que vive en ámbitos rurales” Perú, Ecuador, Bolivia y México, el porcentaje de indíge-
(Banco Mundial, 2016). nas que tiene un empleo calificado y estable es entre dos
149
La pornomiseria es ahora el turismo por los tecnocrático al que aspira, sin alcanzarlo, el socialis-
territorios de la pobreza. La contemplamos pero no mo latinoamericano del siglo XXI. Porque es pre-
la explicamos. La exponemos pero no la combati- cisamente esa corriente la que descalifica el aporte
mos. La usufructuamos pero no la resolvemos. La indígena al mundo desde su propia visión mesiánica
pornomiseria se ha convertido en una droga con- que, como todo mesianismo, es profundamente au-
ciencial y política que nos invade y nos hace adictos toritario.27 Porque son ellos, los leninistas millennial,
a la impotencia y la caridad porque el mundo indí- los que reproducen día a día el patriarcado más sutil
gena tiene limitaciones impuestas por la moderni- y de los que Abigail tendrá que sospechar cuando
dad colonial para construir su emancipación desde se acerquen con su lengua bífida. Más grave aún, la
ellos mismo.26 Este libro, además, ha sido escrito que adjetiva como ingenua28 la persistencia de siglos
para combatirla. por preservar algo de lo mejor de la humanidad y,
Pero también para combatir el neoleninismo quizá, la única posibilidad de trascendencia de los
vicios de la modernidad.
y tres veces menor que el porcentaje de no indígenas. Los Pero, sobre todo, ha sido escrito para que
datos de hogar indican que, independientemente de los
antecedentes académicos, el género, la edad, el número
Abigail confíe en las herramientas de las artes para
de personas a su cargo y el lugar de residencia, un indíge- su inevitablemente temprana y bienaventurada-
na suele ganar un 12% menos que un no indígena en las mente larga vida política. Como la de Filemón Es-
zonas urbanas de México, y alrededor del 14% menos en
las zonas rurales. En Bolivia, un indígena tiene una proba-
cóbar. Como la de Domitila Barrios. Como la de mi
bilidad de ganar 9% menos en los entornos urbanos y 13% abuela desheredada. Como la del subcomandante
menos en las zonas rurales; en Perú y Guatemala gana Marcos que dijo lo que Abigail siempre supo:
alrededor de 6% menos. En el caso de las mujeres indí-
genas, sin embargo, la brecha salarial es mucho mayor
que para los hombres indígenas. Las indígenas bolivianas Les enseñamos a los niños que hay tantas pa-
ganan alrededor de 60% menos que las mujeres no indí- labras como colores, y que hay tantos pensa-
genas por el mismo tipo de trabajos. Al mismo tiempo, la
brecha en educación entre hombres y mujeres indígenas mientos porque de por sí el mundo es para que
aumentó” (Banco Mundial, 2016). en él nazcan palabras. Que hay pensamientos
26 “La ampliación del sistema escolar no ha estado diferentes y que debemos respetarlos... Y les en-
acompañada por una mejora significativa de la calidad
señamos a hablar con la verdad, es decir, con el
o una adaptación que les permita a los niños indígenas
desarrollar su pleno potencial, ni como ciudadanos del corazón. (2003: 1)
Estado ni como miembros de su cultura. A pesar de la
existencia generalizada de leyes y reglamentaciones que
protegen los idiomas y las culturas indígenas, junto con 27 “Los nuevos movimientos sociales que han surgi-
el reconocimiento de la importancia de impartir educa- do desde el final de la Guerra Fría y que desde 2008 han
ción intercultural bilingüe (EIB) a niños y niñas indíge- experimentando un resurgimiento han sido igualmente
nas, la educación formal está fuertemente asociada a la incapaces de concebir una nueva visión ideológico-polí-
pérdida de idiomas nativos y conocimiento tradicional. tica. Por el contrario, estos movimientos consumen una
Existen abundantes pruebas de que la EIB podría rever- gran cantidad de energía en los procesos internos de de-
tir esta tendencia, pero debe implementarse adecuada- mocracia directa y en la autocomplacencia afectiva por
mente, lo que no sucede con frecuencia. También están delante de la eficacia estratégica, y con frecuencia pro-
rezagados en cuanto a acceso a Internet y posesión de pugnan una variante de localismo neoprimitivista, como
computadoras. La brecha digital refuerza formas preexis- si para luchar contra la violencia abstracta del capital glo-
tentes de exclusión, pues el acceso a nuevas tecnologías balizado fuese suficiente la ‘autenticidad’ frágil y efímera
se ha convertido en un aspecto fundamental del capital de la inmediatez comunal” (Williams y Srnicek, 2013: 2).
social en sociedades latinoamericanas cada vez más glo- 28 Lenin, en “El izquierdismo, enfermedad infantil del
balizadas (aunque debe hacerse notar que, como afirma comunismo” escribió: “El socialismo es inconcebible sin la
Renato Ortiz, un niño de clase media con computadora gigantesca maquinaria capitalista basada en los últimos
está más cerca de un niño del ‘primer mundo’ que de un avances de la ciencia moderna. Es inconcebible sin una
niño pobre o indígena de su propio país). En síntesis, la organización estatal planificada que someta a decenas
primera década del milenio dejó a los pueblos indígenas de millones de personas al más estricto cumplimiento de
de la región con dos historias contrastantes: una de ob- una norma única de producción y distribución. Nosotros,
tención de beneficios importantes, como la ampliación los marxistas, hemos hablado siempre de esto, y no me-
sin precedentes de su capacidad para expresar y decidir rece la pena gastar siquiera dos segundos en conversar
qué tipo de futuro desean colectivamente, y otra de per- con gente que no comprende ni siquiera eso (los anar-
sistente exclusión, que todavía limita su capacidad para quistas y una parte considerable de los revolucionarios
contribuir y beneficiarse del Estado sin renunciar a sus de la izquierda socialista)” (en Williams y Srnicek, 2013: 4).
culturas e identidades” (Banco Mundial, 2016).
150
ginalidad, la sombra de la alteridad, el consuelo de
INDIANIZAR EL la diferencia. Suponen aprovechar las oportunida-
des de la diferencia en la identidad, rechazando los
MUNDO / FEMINIZAR mecanismos de la banalización. Pero descolonizar y
despatriarcalizar todavía no es inventar un mundo
LA VIDA –hermoso y no solo justo– donde nos reconozcamos
sujetos de un vínculo de reciprocidades y de una red
Só a ANTROPOFAGIA nos une. de solidaridades manteniendo nuestras identidades.
Socialmente. Economicamente. Filo- Yo soy una perspectiva parcial del otro. Yo
soficamente. Única lei do mundo. Ex- no soy nada, no solo nadie, sin el otro. Los antropó-
pressão mascarada de todos os indivi- fagos comen al otro, pero se hacen otro. Los coloni-
dualismos, de todos os coletivismos. De zadores, en cambio, se comen al otro; los patriarcas,
todas as religiões. De todos os tratados en cambio, se comen a la otra. Por eso la antropo-
de paz. Tupi, or not Tupi, that is the fagia moderna es colonizadora; comen al otro y lo
question. convencen de que la alimentación es mutua por la
vía del consumo de piedras de colores. La antropofa-
Oswald de Andrade gia postcolonial, en cambio, es rito de perpetuación
de la diferencia. Claro que hay confrontación, pero
esa confrontación se la vive de costado, no de frente;
claro que hay lucha de poderes, pero esa lucha no
Aun asumiendo que los escenarios de eman- es por un cetro, es para saber quién y cómo se ame-
cipación de los colonizados están estructuralmente naza mejor al poder. Dice Clasters que la primera
limitados por la estrategia de sostenibilidad de la división no es económica, sino política: “no separa
condición colonial, los colonizados son capaces de a los que tienen de los que no tienen, sino a los que
mirar al colonizador desde la negación de su “des- mandan de los –y las– que obedecen” (1978: 11).
tino”. Han aprendido a cuestionar la hegemonía y, El poder, hoy, nos seduce con el crecimiento
por tanto, a dudar de la inevitabilidad de su sumi- material, con la diversidad formal y con el consumo
sión. Han obligado a que la colonialidad haga uso fetichista: con la abundancia. Pero, ¿si imaginamos
de la fuerza y, por tanto, a cancelar su propio ena- una sociedad austera que no deseche el desarrollo
moramiento perverso. Han negado el paraíso como tecnológico para sustentar un bienestar suficiente,
fuente de la colonialidad y, por tanto, han recupe- una sociedad con crecimiento ecológico que no su-
rado los valores utópicos de la ancestralidad. Claro pere los límites biofísicos de asimilación de residuos,
que negar que la condición colonial y la condición una sociedad con reproducción simple cuya huella
patriarcal sean el inevitable destino del mundo indí- ecológica no supere la capacidad de regeneración
gena y del mundo femenino no es suficiente. Resistir natural y social, una sociedad que module moral-
es algo, pero transformar es lo fundamental. mente la conservación de valores concretos de uso
Descolonizar no supone reconstituir la cul- para la valoración del trabajo, una sociedad justa
tura ancestral. Despatriarcalizar no supone concen- donde todos accedamos dignamente a los derechos
trarse exclusivamente en la empatía. Suponen cono- y los servicios públicos sean muy buenos, una socie-
cer la opresión desde la perspectiva del subalterno, dad que desfeminice la casi exclusiva tarea de ellas
revelando los estragos epistémicos del colonialismo de reproducir la vida doméstica, una sociedad que
y del patriarcado mientras se vive ese encuentro in- fomente la creatividad y la responsabilidad compar-
telectual y existencial. Suponen denunciar concep- tida? ¿Si imaginamos una indígena sociedad comu-
tos y prácticas como el proceso civilizatorio de los nitaria? ¿Si imaginamos una sociedad del cuidado?
extirpadores y la razón instrumental de los patriar- ¿Y si hacemos de esa realidad imaginada un rito
cas que han degradado otros como emancipación y antropofágico, un rito que nos alimente permanen-
liberación. Suponen construir discursos y narrativas temente de diferencia? ¿Un rito para democratizar
libertarias que no se sumerjan en la moda de la mar- la democracia?
151
Un rito es, inevitablemente, una acción co- básicos en demasiados centros urbanos.
lectiva. Por esta razón, un rito hace posible sentir Para cientos de miles se aplica la molestia
que se interviene en el mundo y no que el mundo te existencial de Gayatri Spivak:
determina. Hace del individuo un ciudadano, una
persona moral, una razón pública. Si la vida política Mire, todo eso está muy bien. Pero yo vengo de
se condensara en un código de ética, una serie de la India. El mío es un país donde millones de
performances rituales bastarían para hacer de la de- personas no solo viven en la calle, sino que allí
mocracia una constancia deliberativa y no una ex- duermen, comen y hacen sus necesidades. Y
cepción procedimental. Su base estaría constituida después que las hacen, las escrutan muy atenta-
por la persuasión y la disuasión en la red de decisio- mente, porque su color les indica cuánto tiem-
nes y debates, no por el poder de las jerarquías ni de po de vida les queda. Ese es el límite del texto.
las instrucciones. (Chakravorty, 2009: 104)
Vivir la vida política sobre la base de un
repertorio ritual antropofágico en el que todos nos Y es con esta historicidad de la materia que se hace
alimentemos de diferencia y no en el que todos nos imprescindible un esencialismo estratégico del fe-
reduzcamos al instante del voto es ritualizar la polí- minismo más fundamental como instrumento de
tica. Convertirla en una vivencia sagrada. El mundo defensa y crítica ante los etnocidios y feminicidios.
indígena ha hecho del rito la articulación entre lo El fetichismo de la mercancía y de las identidades
humano y lo natural. El mundo femenino ha hecho ha desmaterializado tanto la producción como la
del cuidado de la vida la articulación entre las dife- palabra que también es imprescindible responder a
rencias de la vida. Esos son sus legados. Porque si ese fetichismo con materialidad política: “Tú me
la naturaleza y la vida son lo ‘real’ inimaginable y quieres virgen, tú me quieres santa, tú me
la política saber que si no se quiere lo imposible no tienes harta” (graffiti en La Paz).
se quiere, solo nos queda la ritualidad para trans- Pero, también, es necesario caminar hacia
formar nuestras certezas y nuestras costumbres en mañana trabajando hoy con la resiliencia de la ética
una democracia de la diferencia, en una tradición del cuidado. Creando una disonancia que sea una
festiva, en una experiencia que un sujeto tiene del alternativa al imaginario “armónico” del patriar-
común. En una democracia sin fin. cado, poniendo en crisis las fronteras étnicas, na-
Indianizar el mundo, hoy, es hacer del rito cionales, sexuales, genéricas, subjetivas. No en vano
el sustento de la vida en común. En Bolivia –porque incluso la ciencia más positivista ya ha demostrado
finalmente solo de esta cueva podrían emerger las que la empatía forma parte de nuestra historia evo-
palabras de este libro–, los ritos cholos nos conviven. lutiva.
Quizá en ellos radica la posibilidad de ser indios. (Ya Por esto, los ritos de la indianización del
lo dije, indios transmodernos, claro, no indios an- mundo y la feminización de la vida son el sustento
cestrales). Uno de ellos, el del Gran Poder, persiste ético de la resiliencia ante el daño moral. Y ante la
en la vida diaria. No para bailar la colonialidad ni tragedia de los comunes.
celebrar la modernidad, aun si la gran mayoría de
danzas así lo desean, sino como la alegría que nos
reúne para transformarnos en nuestra mayor posi-
bilidad: una sociedad solidaria. Aun si solo sucede
en el instante de la metamorfosis en la sociedad in-
dia transmoderna.
Feminizar la vida, hoy, es hacer del rito la
performance de un día de empatías y una noche
sin patriarcas. En Bolivia –porque finalmente solo
de esta tribu podrían emerger las palabras de este
libro–, los ritos modernos nos conviven. Pero lo ha-
cen en la cotidianidad de la carencia de servicios
152
la ilustración no es igual a construir una alternativa.
ESTETIZAR LA De ahí que la celebración de Baudelaire se limite
a ser un homenaje a la negatividad como actitud y
POLÍTICA como posición desde la que se narra. Nuevamente,
sin embargo, la lógica del mercado del capital se ali-
¿Si el canibalismo, en verdad, mentó de las buenas intenciones y las retornó al in-
fuera una manera de salir de fierno. Celebrar la denuncia, rendir su homenaje al
sí mismo, de transformarse en pensamiento crítico, sitúa al artista como fetiche: el
Otro, y no de transformar al intercambio se impone a la producción, el valor de
Otro en sí? cambio al valor del trabajo. El artista es, entonces,
apenas el sujeto del fetichismo de la mercancía ar-
Eduardo Viveiros do Castro tística. Puede concebir morbosamente el apocalipsis
en cualquiera de sus variantes, incluido el adorno
Para disputar el esteticismo de la política perpetuo de la forma, pero no puede crear un mun-
fascista, Walter Benjamin propuso la politización do imposible. Y se despolitiza, se consuela con la
liberadora del arte. Cancelando el aura, anulando intimidad de su cueva, asumiendo su impotencia de
la autonomía de la obra, el arte purgaría su origen concebir ese otro mundo imposible pero necesario,
aristocrático y sus residuos místicos. La recepción transfiriendo su voluntad al consumo y al mercado,
masiva, hecha posible por la reproductibilidad téc- y se somete al flujo del círculo vicioso.
nica, popularizaría el arte. Sin embargo, el mercado A pesar de sus contradicciones, Benjamin
del capital, como en tantas otras situaciones, ganó hace posible observar el riesgo de que el arte que-
la pelea a la política. Efectivamente, canceló ideo- de disuelto en la intemperie. Desgarrado entre la
lógicamente la autonomía del arte, pero las indus- producción cultural globalizante que da de comer
trias culturales y los medios masivos convirtieron pero que te atrapa en la liviandad de la mercancía y
en mercancía lo que se deseaba arma combatiente. el esteticismo crítico que da pensamiento pero que
Más aún, la mejor mercancía cultural, la recono- te reduce al concepto sin experiencia colectiva, el
cida por los premios más prestigiosos, restablece el arte moviliza la contemplación pero no conduce a
aura difiriendo su goce popular y convirtiéndose en la acción. Cierto, pero también cierto que cuando el
hueco negro del deseo: aquello que quisiéramos que arte no está reservado al juicio de los expertos ni a la
nos dote de sentido se esconde como promesa, no contemplación exclusiva de las élites, la masa tiene
se alcanza como realización. El mercado es ahora la oportunidad de acceder a Chaplin y saber que la
el creador. Hasta en las artes no puede haber otra ciudad, ya no el castillo vanguardista ni la ruralidad
cosa que acumulación; cuando las artes son apenas romántica, es el nuevo escenario en el que se reúnen
entretenimiento, se invaden los sueños, se planifi- la periferia, la fragmentación, el residuo, es decir, el
can, se jerarquizan y se organizan. Entonces la po- nuevo lugar de los sentidos populares.
lítica, como si nada, se exilia de la vida. Porque los Aun si este escenario contemporáneo no
humanos ya no tenemos nada en común que nos permite consistencia en la emancipación ni en la
convoque, excepto la amenaza de la sexta extinción crítica, tampoco se trata de celebrar o denigrar la
cosmológica; la primera causada por ese virus de- cultura de masas o la cultura de élites. No es esa
predador en que nos hemos convertido demasiados la alternativa, no es la opción dualista ni la mani-
seres humanos. Por esto otro mundo es necesario. quea. Pareciera, en todo caso, que podemos asumir
El otro costado de la propuesta benjaminia- la posterior tesis benjaminiana planteada en su libro
na quisiera caracterizar al artista como trabajador, sobre la filosofía de la historia, donde plantea que
no como iluminado. El artista no tendría el don de cada época debe intentar arrancar la tradición del
redimirnos para cumplir ese encargo de la cultura conformismo que está a punto de someterla, asu-
ilustrada, sino apenas de resistir la barbarie del capi- miendo que siempre es posible revelar las potencia-
talismo salvaje y afirmar la posibilidad de la eman- lidades libertarias a través de su incorporación en
cipación. Pero claro, contemplar los escombros de una dimensión colectiva que nos pueda conducir a
153
la acción. Porque incluso dentro de los polos exclu- La razón instrumental contemporánea ha
yentes del valor de culto de la cultura de élite, o al deseado demostrar que es posible democratizar las
interior del valor de resistencia de la cultura popular, artes si ‘democratización’ se entiende por acceso: el
existirán posibilidades radicales de democratización aura pasteurizada delicadamente por el mercado.
y/o de emancipación. Siempre y cuando estemos En el otro extremo, la acción ritual que persiste en
plenamente dispuestos a enfrentar las complejas y los tejidos indígenas, o en las danzas cholas o en las
ambiguas disputas por la gestión de los sentidos so- artes performáticas, ha demostrado que el aura pue-
ciales para disputar la implicación benjaminiana de de no ser excluyente sino raigalmente popular. Po-
que el aura es un obstáculo para la democratización pularizar el aura del museo, aun si es de un museo
de las artes. que se vive cada día. Porque en las sociedades triba-
El aura ya no es el aura. La anomia política les que persisten, el modo de simbolización diferen-
no puede ser combatida con más política, sino con cial es la regla, por eso no hay un arte separado de la
utopía: una sociedad que gestione el poder pero sin vida cotidiana; pero en las sociedades “civilizadas”,
un Estado que lo monopolice; una sociedad sin his- el modo de simbolización diferencial se reconoce
toria desde el poder pero con mitos de origen des- solo como “excepción necesaria”, relegándose, con
de la cotidianidad; una sociedad con reproducción el arte, a momentos íntimos o exclusivos separados
simple del valor de uso pero sin reproducción am- de la vida cotidiana.
pliada del consumo; una sociedad sustentada en una Incluso si el aura es un obstáculo, puede
economía de la necesidad, no en una economía del simultáneamente ser una condición de acción crí-
consumo; una sociedad con innovación tecnológica tica. El aura puede ser una pedagogía liberadora:
de desarrollo sostenible pero sin depredación de la creación con experiencia vital. Ni condición ilus-
naturaleza; una sociedad sin religiones instituciona- trada ni celebración del analfabetismo, aura que se
lizadas pero con paraísos en la tierra; una sociedad expone al extrañamiento del pan nuestro de cada
de veganos; una sociedad fluidamente trans; una día. No está aquí como si nada, pero tampoco está
sociedad de iguales y diferentes. Claro, una socie- allá como ilegibilidad. El aura que hoy importa es
dad inconcebible, una sociedad imposible. Porque aquella que se atreve a dotar de dimensión públi-
el camino sin salida del productivismo, de la com- ca a la belleza. Y, por tanto, aquella que trabaja en
petitividad, de la sujeción al consumo por encima el escenario donde la política se atreve a asumirse
de la emancipación del poder nos ha hechizado y como estética: un sentido común que sea la imagi-
ha hecho inviable crear una retórica del valor de la nación pública de la belleza. O, en otros términos:
belleza. Por eso, una sociedad de iguales en el poder estetizar la política. Claro, desde otra estética, desde
pero diferentes en la experiencia de vida es inaudita. la postbelleza de la condición colonial o patriarcal o
Pero si no se quiere lo imposible, no se quiere. Por- capitalista trascendidas. Y desde otra política, desde
que la alternativa es lo que llaman paraíso global la postpolítica que desdeña al Estado y expande los
neoliberal: el mundo zombi. En serio. derechos de los pueblos a sus diferencias, sobre todo
epistémicas y estéticas. Así, sí. Así, estetizar la políti-
Producir rupturas en el tejido sensible en las per- ca construye un efecto de sentido, un efecto de belle-
cepciones y en la dinámica de los afectos. Ese es za. Porque contra una lógica férrea y unívoca, se da
el trabajo de la ficción. La ficción no es la crea- libre curso a la interpretación; porque frente a una
ción de un mundo imaginario opuesto al mun- política monolítica y vertical del partido, se apoya a
do real. Es el trabajo que produce disensos, que los movimientos sociales trasversales; porque frente
cambia los modos de presentación sensible y las a la soberbia de la vanguardia artística, se recupera
formas de enunciación cambiando los marcos, un arte popular y plural.
las escalas o los ritmos, construyendo relaciones Descolonizar no es solo romper las cade-
nuevas entre la apariencia y la realidad, lo sin- nas de la opresión. Descolonizar es estetizar el ho-
gular y lo común, lo visible y su significación. rizonte de la seducción postcolonial. Descolonizar
(Rancière, 2010: 25) es estetizar la diferencia. Descolonizar es estetizar
la nación. Así comienza el parto: desde el museo
154
de la liberación y el memorial de agravios hacia la Estetizar la política, hoy, es hacer del mito el
interculturalidad descolonizadora, hacia el feminis- diseño de un horizonte común. En Bolivia –porque
mo despatriarcalizador, hacia la expansión de los finalmente solo en este rincón podrían pretender
derechos descapitalizadores de las identidades y de algo las palabras de este libro–, los mitos cholos nos
la ecología. La permanente pregunta de qué hacer, diseñan. Uno de ellos, el de la tierra sin mal, per-
hoy se responde así: estetizar la política. siste en la vida diaria. No como el restablecimiento
Si no se quiere lo imposible, no se quiere, de la tribu ni como el paraíso en la tierra, aun si
postula Antonio Porchia. Esa es mi definición de la gran mayoría de versiones así lo establece, sino
arte, o de estética, o de belleza; porque la belleza, como la palabra que conglomera a los nómadas que
en general –como la magia o ciertos ritos chamáni- migramos para transformarnos en nuestra mayor
cos, o ciertos poemas, en particular–, es una inter- posibilidad: una sociedad en la que predomine la
vención inimaginable en un mundo dado para que reciprocidad, la empatía y el cuidado. Una sociedad
en ese mundo dado vivamos más felices. (No solo hermosa.
representación de la intencionalidad de los agen-
tes ni solo las redes colectivas construidas por esa
representación tal como las artes contemporáneas
comprenden su acción estética). Claro que a esa vo-
luntad de imaginar un mundo imposible hay que
complementarla con el sentido o dirección de esa
intervención: performar una moral de la palabra.
Performar es actuar, performar una moral es actuar
consistentemente con esa definición de belleza; por
tanto, la escritura moderna se oraliza cuando tra-
baja para ser una intervención bella en ese sentido:
imaginar un mundo imposible.
Eso es estetizar la política. O, como dicen
los zapatistas, “preguntando caminamos” para ha-
cer de la incertidumbre una buena costumbre. “To-
dos los seres ven el mundo de la misma manera;
lo que cambia es el mundo que ven” (Viveiros de
Castro, 2011: 53). Así, la política, como el arte, es
un don, su consumo no la agota, no es necesario po-
seerla para disfrutarla, como afirma Marcel Mauss.
Así, la belleza del mito se desliza hacia la política en
una alianza contra natura porque el mito político
es un mito menor: instrumento del simulacro, de la
alucinación y de la mentira, precisamente por eso,
imprescindible. Aunque al mismo tiempo la políti-
ca deviene mito mayor: una acción imaginaria con
delirios reales. Según Marianne Moore, jardines
imaginarios con sapos reales dentro. Claro que los
sapos, como es sabido, con frecuencia resultan ser
príncipes, aunque hay que saber besarlos, respon-
de Eduardo Viveiros de Castro. Estetizar la política,
entonces, es vivirla en una máscara. Una máscara
que no es lo que representa, sino lo que transforma,
lo que elige no representar. Lévi-Strauss lo supo en
el Mato Grosso.
155
máticas. Una tradición cultural que constantemente
LA METAMORFOSIS se deconstruya y deconstruya su camino.
El archipiélago, en tanto herramienta, lee
El texto describe las capacidades de para revelar los sentidos propuestos y lee para pro-
la Amazonía en su estado natural: el ducir tradiciones. Es una alegoría de la lectura como
Océano Verde del bosque y su relación servicio pedagógico, pero también como expansión
con el océano gaseoso de la atmósfera de las escrituras. Exige un compromiso con la fic-
–con el que intercambia gases, agua y ción. Una vivencia de la transficción. Así, inmersos
energía– y con el Océano Azul de los en esa experiencia, nos convertimos en ficción inter-
mares –fuente primaria y repositorio nalizada. En las artes que dan carta de ciudadanía
final del agua que irriga los continen- a los saberes locales, a las narrativas que subvierten
tes–. la costumbre y a las culturas nacionales que cuestio-
Antonio Donato Nobre nan los valores de la uniformización global.
Reitero. Ni lo nacional ni lo popular pueden
En un país de analfabetos –que es un terri- definirse por una serie de rasgos internos o por un
torio indianizado, que es una región modernizada– repertorio de contenidos preglobales o antimoder-
solo la metamorfosis es necesaria. Y solo podemos nos, sino por una posición: la que construyen fren-
escribirnos, oírnos, bailarnos, tejernos, en archipié- te a lo hegemónico. Y si entendemos que, hoy, lo
lago. En una red sin genealogía, sin ningún tron- hegemónico es la globalización, también habrá que
co que reúna a todos; sin hegemonía, sin ninguna asumir que la escritura oralizada es el género me-
narración que llene los vacíos entre todos. Nuestras tamorfoseado que hace visible lo local, lo popular,
narraciones son un archipiélago en el cual cada isla lo nacional, lo subversivo. Esa escritura oralizada
sustenta su propia diferencia articulada. Pero si es es la crónica, la crónica en todas sus variantes, que
así, ¿cómo elegir las más representativas? como algunas otras emergencias imprevisibles has-
Las narraciones fundacionales son aquellas ta hace poco tiempo es hoy el género ficcional por
que han producido un sentido que sería el sustento excelencia. El género que se ha convertido en el ins-
de un imaginario: la nación, la comunidad de ori- trumento ficcional más poderoso para preservar la
gen, la clase, el género, un proyecto de país, una tra- democracia simbólica, de tal modo que nadie pueda
dición literaria o cultural, la democracia, un espacio ejercer el monopolio de la invención de nuestro fu-
urbano, la experiencia estética, la vocación educa- turo.
tiva, etc. Aun si ese imaginario no se desea ni se ha Cualquier saber fuertemente local instala la
construido genealógico ni hegemónico. Aun si ese duda en la cotidianidad social. El autor colectivo de
imaginario es apenas una identidad narrativa. ese saber local desafía los límites de la democracia
Un archipiélago –este es el concepto– cons- simbólica y nos invita a luchar por el poder discur-
truye narrativamente esa tradición: ese gesto poéti- sivo para preservarnos de las arrogancias monopó-
co de alteridades y esa opción ética de elegir la di- licas del Estado que solo ordena, o de la masa que
ferencia. Un archipiélago, por consiguiente y claro únicamente demanda, o de los fundamentalismos
está, no conlleva una pretensión de exhaustividad, que reducen la diferencia a una sola revelación de
sino un acto de fe. Un archipiélago de narraciones la verdad. Así, luchando por la profundización de la
que pertenezca al área más culta de la tradición mo- democracia simbólica, podemos hablar como auto-
derna en nuestras culturas, a las regiones más escon- res de nuestro propio destino.
didamente oralizadas y a todo, lo mucho, de belleza Esas diferencias subversoras contribuyen
que cabe en el medio. Y, al mismo tiempo, narra- desde esa inevitable necesidad de reforzar nues-
ciones que reivindiquen la pluralidad de realidades, tra memoria crítica. Nos hacen dudar de nosotros
realidades narrativas que oralicen la escritura, na- mismos y de nuestros horizontes, y al hacerlo, nos
rraciones que imaginen mundos imposibles, cuentos obligan a movernos, a caminar, a cambiar de pers-
que cuenten experiencias de vida que nos revelen lo pectiva, a mirarnos enfermos, perversos, fuertes y
mejor y lo peor de nosotros mismos: realidades rizo- generosos. Los relatos de la subversión recogen y res-
156
tablecen la memoria crítica para que sostengamos la
guerra de movimientos de toda nuestra historia y de RECORRER ESTA
todos nuestros mitos de destino, como ciudadanos, y
nuestros ritos de cohesión, como colectividades: las DISTANCIA
cambiantes posiciones frente a la uniformidad hege-
mónica de la globalización. Estoy separado de mí por la
Las culturas nacionales construidas por la distancia en que yo me encuentro;
crónica contemporánea apoyan la capacidad de el muerto está separado de la muerte
rememorar y de reinventar un sentido común que por una gran distancia.
a todos nos convoque. Tensionando los límites del Pienso recorrer esta distancia
sentido ordinario, claro está, con los horizontes que descansando en algún lugar.
abre el sentido extraordinario. Y es ese contraste, De espaldas en la morada del deseo,
esa complejidad, esta ambigüedad, las que revelan sin moverme de mi sitio –frente a la
la dolorosa refundación nacional relatada por la puerta cerrada,
crónica. con una luz de invierno a mi lado.
La crónica –y sus variantes del documen-
tal, la etnografía, las intervenciones, las performan- Jaime Saenz
ces, etc.–, en los rostros modernos, o en los costa-
dos bárbaros, los tejidos, las danzas, los ritos, los No suelen ser muchas las ocasiones en las
mitos, nos cuentan, así, cómo los latinoamericanos que un país y un poema convergen. Pero cuando
nos estamos reinventando. Cómo, en este tan difícil ambos se encuentran en la misma encrucijada se
trabajo de imaginarnos de nuevo, el centro de hoy iluminan mutuamente como pocos diálogos pueden
lo ocupan los márgenes de ayer. Cómo, a pesar de hacerlo. El poema de Jaime Saenz que me presta
tan difícil trabajo de parto, estamos naciendo con este título es el motivo que da cimiento a la indis-
cuerpos –locales, populares, subvertores y naciona- pensable reflexión para relacionar algunas apuestas
les– nuevos. Cómo las escrituras latinoamericanas, personales con la política colectiva precisamente en
tantas veces paradójicamente alejadas de la dureza estos años. Años de concepción.
cotidiana, asumen su tarea de acariciar las cicatri- En términos coloquiales, Recorrer esta distan-
ces. Y seguramente es posible porque contando este cia dramatiza el camino que el poeta debe atrave-
imposible relato del suicidio y el renacimiento, esas sar para cubrir la distancia entre realidad y ficción.
escrituras –alfabéticas, visuales, musicales, perfor- Pero dado que esa tan particular distancia no se la
mativas– apuestan por nosotros, hijos huérfanos de puede cubrir con acercamientos graduales y sucesi-
padres conocidos: archipiélago de lecturas y escritu- vos, el poema plantea que el poeta debe morir ante
ras, constelaciones de nosotros mismos. la realidad para renacer en la ficción. Baste, por el
momento, este tan anecdótico planteamiento para
establecer una analogía.
En términos también coloquiales, el proce-
so utópico debiera recorrer la distancia que separa
al viejo país que somos del nuevo mundo que nece-
sitamos. Las viejas formas de hacer las cosas son vie-
jas y no sirven, pero el mundo imposible no ha sido
aún inventado. Y lo tendríamos que crear mutando
desde los vicios económicos, las impotencias demo-
cráticas y las esterilidades coloniales hasta el sueño
densamente intercultural para generar las condicio-
nes del renacimiento.
En ambos casos, la distancia no es una dis-
tancia cualquiera. Mutar de la realidad a la ficción,
157
o de las revoluciones insurreccionales modernas a democracia radical y refundación nazca de los sue-
la transformación del ecosocialismo / ecofeminismo ños del pueblo y no de las consignas ni sus intereses.
comunitario, no son acciones que requieran, sobre ¿No es este, acaso, el momento en el cual la ficción
todo, concertaciones éticas y contrabandos políti- debiera apoderarse de todos nosotros? ¿El momento
cos. Son acciones que exigen mutaciones literarias y en el cual ficción y política se encuentran? ¿El mo-
políticas, pero mutaciones. Cambios auténticamen- mento de la política ficcional? ¿El momento para
te radicales. Pero hay más. recorrer la distancia hasta querer lo imposible? ¿El
Morir ante la realidad cotidiana o ante la momento en el que convirtamos a las envilecidas
realidad política previa es algo que requiere sobre huellas de la modernidad en impotencias inimagi-
todo lucidez y pasión. No podría suponerse que es nables?
cuestión de poder. Porque ciertamente el poder po- Porque, para reinventar el enamoramien-
drá, en el mejor de los casos, cortar definitivamente to entre Estado y sociedad, para hacer de nuestra
la continuación de esas realidades. Pero lo que el vida cotidiana y de nuestra realidad política una vo-
poder no puede hacer, ni siquiera acudiendo a sus luntad colectiva, tenemos que ficcionalizar nuestra
mejores galas, que nunca son bellas ni muchas, es política. Tenemos que ser capaces de diseñar, para
recorrer esa distancia entre esas realidades en nues- mañana, un mundo hoy imposible, y de refundar-
tra intimidad y en nuestra conciencia y en las otras nos como ciudadanos y como comunidad. Tenemos
realidades. Porque las malas costumbres no solo se que recorrer la distancia que nos separa de lo me-
resisten, como cualquier vida, a morir; finalmente jor de nosotros mismos. Es un asunto de pasión más
nos hemos alimentado de ellas y les tenemos cariño, que de razón de Estado. Es un asunto de poesía más
y nos dotan de certezas. que de política. Reitero, como dogma de profecía:
Este es precisamente el momento en que porque queremos un país más justo, pero sobre todo
debemos acudir al poema y no a la sublevación. Por- queremos un país más hermoso.
que la sublevación es solo el poder; aquel que pone Pero, desgraciadamente, lo demostramos
límites. El poema, en cambio, es el que nos dota de cada día, no somos poetas. Quizá porque ya no so-
lucidez; aquel que abre el horizonte de las palabras mos indios. Quizá porque no nos haremos indios.
que son valores. Es la vanguardia de nuestra pere- Quizá porque no somos un femenino mundo del
grinación histórica explorando y articulando viejos cuidado.
y nuevos modos de convivencia; y la educación que
nace de la creatividad es la que pone a disposición
de toda la humanidad ese viaje. Solo si nos reinven-
tamos, si nos refundamos, si renacemos como mi-
rada ficcional y como voluntad política, estaremos
trascendiendo lo peor de nosotros mismos: aquello
que nos llevó a apuñalar en la espalda a nuestro
conciudadano, a nuestro hermano; aquello que nos
encarcela en el rasero de los beneficios instantáneos;
aquello que nos humilla detrás de rejas acorazadas
de nación para proteger lo que sentimos como nues-
tros privilegios.
Estos años, la generación política de la de-
mocracia está demostrando que no recorrerá esa
distancia. En esta situación extraordinaria, todos los
ciudadanos debiéramos ser una vocación postcapi-
talista /postcolonial /postpatriarcal. Esa pasión que
establezca las condiciones para que todos forjemos
nuestro propio destino colectivo. Esa ética que haga
inevitable que la semilla de cualquier proyecto de
158
EL PARTO
Los he visto contemplando, con la paciencia de la gota de agua
que horada la piedra, el polvo de nuestros caminos. Cómo la renuncia
de nuestras pasiones los hace más oscuros. Cómo nuestros gestos sumi-
sos los hace más intensos. Y entonces el polvo no solo se levanta y nos
envuelve cuando caemos en el lamento. Nos abraza como manto de se-
pelio, nos erige en pira funeraria, nos acurruca en la ceniza de nuestras
muertes. Hasta seducirnos con su tibieza, hasta cobijarnos con el aroma
de esa costumbre tranquila de no hacer nada. Nos decimos: polvo serás,
más polvo enamorado. Ellos nos contemplan con cien años por delante
mientras nos engatusan con el susurro de la esperanza: no hay mal que
dure cien vidas, ni siquiera las de ustedes, hechos los inmortales.
Porque ahora nos hemos hecho una casa. La casa liberada. Ese
lugar donde sabes que, pase lo que pase, habrá siempre una luz en algu-
na ventana para iluminar el camino de retorno. Aun si el viaje ha sido
duro. Aun si ha dolido distancias. Aun si ha desgarrado resentimientos.
El abrazo en medio de la oscuridad espera inconmovible.
159
A veces estamos en la casa cotidiana desesperados por salir de
la jaula, pero sabiendo que estará ahí, siempre, sin darnos la espalda.
Otras, displicentes, la recorremos de paso, como quien no quiere la
cosa, sentándonos en los pasillos para que no nos amodorre la costum-
bre. Sin embargo, siempre, en el momento de la verdad, en el de la
vida nueva que nos inunda de horizontes o en el de la muerte que nos
desafía de límites, hacemos de la casa el hogar de nuestro cuerpo. Para
que siga fluyendo la sangre, fuerte, como río de deshielo. Para que siga
acariciando la piel, paciente, como hoja húmeda. Para que nuestros
ojos miren, desde todas sus alturas, paso a paso, cómo nos habitamos
de nuestra casa.
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