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Materiales Docentes de Derecho Procesal I

Prof. José María Ruiz Moreno


Curso 24/25

Segunda Parte
DERECHO PROCESAL CIVIL: Proceso declarativo y proceso
de ejecución
(Lecciones 8ª a 18ª)

Lección 8ª. JURISDICCIÓN Y COMPETENCIA DE LOS


TRIBUNALES CIVILES (I)

1. La jurisdicción como (primer) presupuesto del proceso.- 2. La jurisdicción por razón del territorio (o
“competencia” judicial internacional). 3. La jurisdicción por razón del objeto o materia.- 4. Atribuciones de
los tribunales del orden jurisdiccional civil por razón de la materia u objeto.- 5. Los conflictos de competencia
y las cuestiones de competencia.

1. La jurisdicción como (primer) presupuesto del proceso.


En temas anteriores ya me he referido a la jurisdicción, ya sea como potestad o
como función; y también se ha dicho que la ejercen por igual todos los Jueces y
Tribunales españoles que integran el Poder Judicial y que ostentan el monopolio de la
Administración de Justicia (arts. 117.3 CE; 2.º y 3.º LOPJ). Pero en las leyes procesales 1
se incluye también una perspectiva procesal de la jurisdicción, es decir se hace referencia
a la jurisdicción como presupuesto del proceso o, si se quiere, como presupuesto
de la sentencia de fondo, y de ahí que la jurisdicción sea un presupuesto procesal.

Tal como se ha visto en el tema anterior, los presupuestos procesales son aquellos requisitos
formales, establecidos por la ley procesal, que necesariamente deben concurrir en el proceso para
que el tribunal pueda dictar una resolución cualquiera (ya sea favorable o desfavorable) sobre el
fondo del asunto sometido a su consideración. Tales presupuestos hacen referencia tanto a las
partes como al órgano judicial. Los presupuestos procesales relativos al órgano judicial
son: la jurisdicción por razón del territorio (o competencia internacional); jurisdicción por razón
del objeto o de la materia, y la competencia objetiva, la competencia territorial y la competencia
funcional. Por lo que respecta a los presupuestos relativos a las partes procesales, los analizaremos
en otro tema.

Cuando se contempla la jurisdicción como (primer) presupuesto del proceso se quiere


decir que, desde esta nueva perspectiva, la jurisdicción ahora ya no es una cualidad
predicable por igual de todos los Jueces y Tribunales, ya que solamente la podrán ejercer
en aquellos casos en que les venga expresamente atribuida por la LOPJ u otra Ley.
Precisamente por ello, si por ej., el Sr. X presenta una demanda ante un determinado
órgano judicial, la primera condición para que pueda ser examinada es que vaya dirigida
a un órgano del Estado investido de jurisdicción, y más en concreto, un órgano
jurisdiccional que tenga jurisdicción por razón del territorio y por razón de la
materia para conocer de esa demanda. En caso contrario, el tribunal ante quien dicho
Sr. X presentó la demanda, no podrá resolver sobre ella (esto es: sobre el fondo del
asunto), y precisamente por faltarle jurisdicción. Como puede comprobarse, bajo esta

1 1 Cfr. arts. 9.1 y 6, 50.1 y 238.1º LOPJ; 36 a 39, 63 a 66, 225. 1º, 404 (…) LEC; 5 y 204 a) LRJS; 5.2, 51.1,

69.1.a), 88.1.a) LJCA.


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nueva perspectiva de la jurisdicción que ahora estudiamos, la jurisdicción ya no es una


cualidad predicable por igual de todos los tribunales. Dicho de otro modo, aun cuando
en teoría todos los tribunales pueden juzgar, solo y exclusivamente uno de ellos la puede
ejercer en el supuesto particular y concreto. Se entenderá, por lo tanto, que la
jurisdicción constituye un presupuesto del proceso o de la sentencia de fondo, y además,
el primero de tales presupuestos. De ahí que, el muy importante art. 9.1 LOPJ haya
señalado que:
“Los Juzgados y Tribunales ejercerán su jurisdicción exclusivamente en aquellos
casos que le venga atribuida por esta u otra Ley”.

A lo anterior hay que añadir el hecho de que, en muchas ocasiones, en nuestras leyes
se hace un uso indiscriminado del término jurisdicción como sinónimo del de
competencia. Esto es, se habla de jurisdicción cuando debería utilizarse el de
competencia, del mismo modo que se emplea éste último cuando se debería hablar de
jurisdicción, y lo que contribuye a crear una gran confusión. El problema podría
resolverse fácilmente, si se precisara a qué se refiere cada uno de ellos y se unificara la
terminología de modo convencional, cosa que desgraciadamente no hacen las leyes
procesales, ni la jurisprudencia.

IMPORTANTE: La jurisdicción y, más concretamente: la competencia,


contribuyen a determinar el órgano jurisdiccional al que se atribuye el conocimiento del
proceso (o si se prefiere: el juez predeterminado por ley), pero son conceptos diferentes
en naturaleza y grado. (…). Con la jurisdicción se atribuye a un conjunto de tribunales,
pertenecientes a un determinado orden, la potestad de conceder o denegar la tutela
jurisdiccional solicitada en el caso concreto. Así pues, si por ej., para un caso determinado
“X” la jurisdicción puede corresponder al orden jurisdiccional civil, y de esta manera
cualquier juzgado, sección o sala de este orden jurisdiccional, tendrá jurisdicción para
conceder o denegar la tutela jurisdiccional solicitada en ese supuesto concreto.
Obviamente no la tendrá, un Juzgado de lo Social al no pertenecer a ese orden
jurisdiccional.
Por su parte la competencia expresa los asuntos o materias (pero atención: ahora
lo hace, dentro de un determinado orden jurisdiccional) sobre los que un Juzgado, Sala
o Sección ejerce por ley la potestad y la función jurisdiccional 2. Esto quiere decir que,
para distribuir el ejercicio de la potestad jurisdiccional entre los Jueces y Tribunales de
un determinado orden jurisdiccional –en nuestro ejemplo el orden civil–, la ley no utiliza
más que reglas y criterios de competencia. Así pues, la competencia es la proyección de
la jurisdicción en un caso concreto. En efecto como ya expliqué en otro tema 3, la
competencia es la exacta medida en que se atribuye la jurisdicción a un tribunal. De
hecho, se puede decir que la competencia es la parte de la jurisdicción que corresponde
a cada tribunal, y por ello todos los tribunales tienen por ley la misma
jurisdicción (pero solo entendida esta como función); pero NO todos los
tribunales pueden ejercerla del mismo modo (puesto que NO tienen la

2
Es decir, nos dice, por ejemplo, si dentro del orden jurisdiccional civil el asunto u objeto litigioso
corresponde al Juzgado de Primera instancia o por el contrario al Juzgado de lo Mercantil.
3
Tema 3; epígrafe 2.
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misma competencia). Por si fuese poco, las reglas de competencia son también un
presupuesto procesal de la máxima importancia, puesto que permiten fijar con toda
precisión cual es el juez legal o natural predeterminado por ley y al que le corresponde
el conocimiento de un determinado asunto, de entre los cientos posibles que forman
parte de la jurisdicción ordinaria.
De ahí que en los próximos epígrafes nos ocupemos de analizar cuáles son los criterios
y reglas que establece el legislador para, de una manera exacta, determinar el tribunal
encargado de conocer del asunto (o demanda) que le someten las partes procesales, y en
la medida que un juez o tribunal con falta de jurisdicción (y/o competencia) no puede
resolver.
A continuación, enumero estas reglas o criterios, bien entendido que en la mayoría de
los supuestos que se presentan en la práctica, será suficiente normalmente con aplicar
tan solo una o dos de estas reglas.
• La jurisdicción por razón del territorio (o “competencia” judicial
internacional): Se trata de averiguar, una vez que se constata la existencia de un
elemento de extranjería, de qué Estado es el órgano judicial que debe conocer de un
asunto concreto o, en nuestro caso, en qué supuestos deben conocer los tribunales
españoles, en lugar de los tribunales pertenecientes a otro Estado.
• La competencia por órdenes jurisdiccionales (o jurisdicción por razón del
objeto): Es el criterio o regla que determina el orden jurisdiccional concreto que debe
hacerse cargo del asunto litigioso. Es decir, nos señala si son los tribunales del orden
civil los llamados a conocer, o por el contrario los del orden laboral, por poner un
ejemplo.
• La competencia objetiva: Nos sirven para determinar (dentro de un orden
jurisdiccional concreto, por ej. el civil), cuáles son los órganos encargados de conocer
de la primera instancia del proceso.
• La competencia funcional: Señala, dentro de un determinado orden
jurisdiccional, los tribunales que conocen de aspectos secundarios o distintos de la
cuestión de fondo, y como puede ser el conocimiento de la segunda instancia o de los
recursos.
• La competencia territorial: Hay veces que hay una pluralidad de órganos
judiciales de idéntico grado y clase, de tal forma que todos ellos pueden tener igual
competencia objetiva o funcional, en ese caso no hay más remedio que determinar el
órgano a conocer en virtud del territorio o circunscripción sobre el cual conoce.
• El reparto de asuntos: Estrictamente hablando, el reparto de asuntos o negocios
no es una regla de competencia pero, a efectos didácticos, no hay mayor problema en
incluirlo entre estas, pues permiten individualizar el órgano jurisdiccional concreto
que debe dictar sentencia sobre un asunto determinado.

Seguidamente vamos a estudiar estas reglas de competencia y de jurisdicción 4 si


bien hay que advertir previamente sobre tres aspectos fundamentales. En primer lugar,
e insisto una vez más, la jurisdicción y competencia son presupuestos procesales
imprescindibles que, de no concurrir, impiden que el tribunal pueda resolver sobre la
cuestión de fondo; de esta manera el legislador debe articular un instrumento o
expediente procesal que permita denunciar (de oficio por tribunal o también a instancia
de parte interesada), la falta de algún presupuesto procesal y, que es lo que técnicamente

4
Por cuestiones didácticas, la competencia objetiva, funcional y territorial, al igual que el reparto de
asuntos, se analizan en el tema siguiente.
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se llama: tratamiento procesal de la competencia. En segundo lugar, que todas


estas reglas sobre jurisdicción y competencia son normas imperativas (normas de ius
cogens), y por tanto excluidas del ámbito de autonomía de la voluntad de las partes que
no tienen poder de disposición sobre las mismas 5. De ahí la rotundidad del art. 9.6
LOPJ al decir que: “La jurisdicción es improrrogable”.
IMPORTANTE: La expresión: “improrrogable” quizá no sea la más acertada, pero en
cualquier caso significa que las partes no tienen la posibilidad de hacer competente al órgano
judicial que deseen, sino el que les corresponda legalmente. Y por otro lado, aun cuando el
legislador aquí habla sólo de jurisdicción, es perfectamente posible e, incluso conveniente desde
un punto de vista didáctico, incluir también a la competencia. Esto es: la jurisdicción y la
competencia (las dos) son improrrogables.

Y en tercer lugar y, como consecuencia de lo anterior, si no obstante hubiese un


órgano judicial que conociese con falta de jurisdicción y/o competencia en un
procedimiento concreto, todo lo actuado en él no valdría de nada, esto es: seria nulo de
pleno derecho. En efecto, según los arts. 238.1 LOPJ y 225.1 LEC: “Son nulos de pleno
derecho los actos producidos con falta de jurisdicción”.

2. La jurisdicción por razón del territorio (o “competencia” judicial


internacional)
Habida cuenta que cada vez son más frecuentes las transacciones comerciales y
relaciones personales entre los nacionales (personas físicas o jurídicas) de diferentes
países, lo primero que debemos examinar es si son competentes para resolver los
tribunales de nuestro país o de otro Estado, y para lo que se tiene que partir de la
existencia de un elemento de extranjería (por ej. el domicilio o nacionalidad de alguna
de las partes; el lugar de celebración o de cumplimiento del contrato; o incluso, de
cumplimiento de la sentencia). Por eso mismo las normas de jurisdicción o competencia
internacional son las que contienen los criterios por los que se atribuye el conocimiento
de un asunto a los tribunales de una determinado Estado 6. A estas reglas o criterios se
les conoce con la expresión de foros o fueros, y por medio de ello se trata de buscar el
punto de conexión necesario entre el litigio y el Estado a cuyos tribunales se atribuye la
jurisdicción para resolverlo.

Desde un punto de vista práctico, podríamos pensar que lo más fácil sería que los tribunales
españoles (o de cualquier otro país) conociesen de todos aquellos asuntos, sin limitación, con tal
de que el actor haya presentado ante ellos su demanda, y con total independencia de cualquier
otra consideración. Sin embargo, tal sistema aparte de grandes dosis de ingenuidad, pecaría de
un imperialismo jurisdiccional nada conveniente, y en la medida que un excesivo celo en una
mala interpretada “justicia universal” conduciría a aislar del concierto internacional al Estado que
obrase de esta manera, dado que la contrapartida sería que dificultaría el reconocimiento de sus
resoluciones en otros Estados y fundamentalmente de cara a su ejecución.

5
Tan solo hay una pequeñísima excepción en el ámbito de la competencia territorial, como se verá en el
próximo tema.
6
Seguimos a Cubillo López.
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Es por ello que los Estados han preferido establecer ciertos límites razonables a la
competencia internacional de sus tribunales, y por esa razón nos encontramos con que
el art. 21 LOPJ limita la jurisdicción de los tribunales españoles a lo establecido “en los
tratados y convenios internacionales en los que España sea parte, en las normas de la
Unión Europea y en las leyes españolas”, excluyéndolas en todo caso en los supuestos
de “inmunidad de jurisdicción y de ejecución de conformidad con las legislación
española y las normas de Derecho Internacional Público”. Esto último significa que no
se puede demandar en nuestro país a los demás Estados o sus agentes diplomáticos, ni
solicitar frente a ellos la ejecución forzosa, conforme se dispone en los Convenios de
Viena de 1961 y 1963, de los que España es parte.
Teniendo en cuenta lo anterior, vamos a ver a continuación los puntos de
conexión o fueros entre el objeto del proceso y el ámbito territorial del Estado, y para lo
que es necesario distinguir entre: las normas supranacionales (Tratados y Convenios
Internacionales o las propias normas de la U.E.), y por otro lado las normas internas7
de las que se ha dotado nuestro ordenamiento, y que se aplican cuando ante un elemento
de extranjería, no resulte aplicable una norma supranacional.
• Normas supranacionales:
En primer lugar, los Tratados multilaterales suscritos por el Estado Español, que se refieran
a materias en las que es frecuente encontrarse con la presencia de elementos internacionales
(como transporte terrestre, el abordaje de buques, etc.); y los Convenios bilaterales que suelen
referirse a las circunstancias para que se puedan reconocer en un país las sentencias dictadas en
el otro Estado firmante del compromiso. España tiene suscritos muchos Convenios de este tipo
con la inmensa mayoría de países sudamericanos y del Magreb.
Respecto de las normas de la U.E., es sobradamente conocido que las autoridades europeas
tienen potestad para dictar normas de aplicación directa y obligatoria en los Estados miembros
(art. 81 TFUE). Unas de estas normas de la UE, y que además tiene una enorme repercusión
práctica es el Reglamento UE 1215/2012, de 12 de diciembre, sobre Reconocimiento y
ejecución de resoluciones judiciales en materia civil y mercantil en la UE 8.
• Normas internas (el art. 22 LOPJ):
Cuando no resulte aplicable una norma supranacional de las enunciadas, y por supuesto haya
un elemento de extranjería, el punto de conexión entonces debe localizarse en alguna de las letras
de que consta el extenso art. 22 LOPJ. A título de ejemplo, algunos de los criterios allí establecidos
para determinar la competencia de los tribunales españoles, son los siguientes: a) Que el
demandado tenga su domicilio en España; b) Cuando se trate de establecer medidas provisionales
o de aseguramiento respecto de personas o bienes que se hallen en nuestro territorio, etc.

En resumidas cuentas, si una relación jurídica contiene elementos españoles y


extranjeros, puede surgir la duda de si son competentes los tribunales españoles o los del
otro Estado y es ahí donde deben aplicarse las normas sobre competencia judicial
internacional. Del mismo modo según el art. 21 LOPJ, estas normas son las establecidas
en la LOPJ y asimismo en la normativa de la UE y en los Tratados bilaterales o
multilaterales en los que España sea parte (excepción hecha de los supuestos de
inmunidad de jurisdicción y de ejecución). Finalmente, si no fuesen de aplicación ni la
normativa comunitaria, ni ningún Tratado internacional, entonces tendrá que entrar en
juego la normativa interna española por medio de las letras de que consta el art. 22 LOPJ.

7
Ubicadas en el art. 22 LOPJ.
8
Sobre su contenido puede consultarse a Cubillo López.
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Finalmente, ¿qué ocurre cuando se infringe una norma sobre


competencia judicial internacional? Pensemos por ejemplo que se presenta la
demanda ante un tribunal español, cuando por ley corresponde a uno de otro Estado; o
bien se ha planteado ante un tribunal una solicitud de ejecución sobre un determinado
inmueble, cuando existe una norma de inmunidad que lo excepciona de la ejecución.
Lógicamente en este caso no se ha respetado un presupuesto procesal fundamental, dado
que el tribunal español es manifiestamente incompetente para conocer, y todo lo actuado
en esas circunstancias es radicalmente nulo aparte de que ha sido una pérdida de tiempo.
Es por ello que el legislador español es consciente de la importancia que tiene que el
proceso se inicie, desarrolle y finalice en ausencia de obstáculos o defectos que puedan
hacer inútil su desenvolvimiento; a eso hay que unir el hecho ya sabido de que la
jurisdicción y la competencia son normas imperativas y de orden público. Con lo cual no
nos debe extrañar que el legislador haya articulado toda una batería de mecanismos para
vigilar o poder denunciar la falta de algún presupuesto procesal, en lo que ahora interesa:
la competencia judicial internacional.

MUY IMPORTANTE: La cuestión que acabo de exponer no es en absoluto baladí, puesto que
si la LEC no establece algún tipo de control o filtro que detecte, lo antes posible, la defectuosa
constitución de la relación jurídico-procesal 9 (esto es, que se ha incurrido en algún error
relativo a los presupuestos procesales), se corre el riesgo de que la actividad desplegada en el
proceso no haya servido para nada; o dicho de otra forma: que el tribunal no otorgue la tutela a
ningún litigante y, en consecuencia, deje imprejuzgado el objeto del proceso. Como se puede
comprender, esa situación no es aceptable puesto que a nadie satisface. Desde luego, no satisface
a ninguna de las partes puesto que al no resolverse la cuestión litigiosa (esto es, sin efecto de cosa
juzgada) el actor ninguna ventaja obtiene, y el demandado en todo caso está expuesto a que el
actor vuelva a plantear su reclamación en cualquier otro momento. Pero tampoco es satisfactorio
para la buena marcha de la administración de justicia, puesto que en definitiva es una vieja
aspiración legal que cuando se inicia un litigio, al final del mismo el tribunal termine otorgando
la razón a alguna de las partes con efecto de cosa juzgada, y con lo que de esta manera se cierra de
una vez por todas el estado de incertidumbre que existía entre ellas antes de comenzar el proceso.
Si, por el contrario, no sucede nada de esto, nos daremos cuenta que entonces los costes
económicos, materiales y temporales, para los litigantes y el Estado (que es quien sostiene la
Administración de Justicia) no han servido absolutamente para nada. De ahí que, como decía al
principio, sea fundamental ubicar cierto control lo más próximo al inicio del proceso para detectar
y denunciar la falta de algún presupuesto procesal. Ese control lo hace la LEC por medio de lo que
la doctrina denomina: tratamiento procesal (del correspondiente presupuesto procesal). Se
entiende por tratamiento procesal, el conjunto de mecanismos dispuestos por el legislador para
controlar el cumplimiento de los presupuestos procesales. Esos mecanismos pueden activarse a
un doble nivel, bien de oficio (por iniciativa del órgano judicial), bien a instancia de parte
interesada (normalmente el demandado). Veamos brevemente a continuación ese doble control.

Tratamiento procesal de la jurisdicción por razón del territorio:


a) Control de oficio: En este caso el tribunal ante el que se presentó la demanda o
formuló la ejecución, oídas las partes y el MF, acordará de oficio abstenerse de
conocer del asunto planteado, y ”tan pronto como sea advertida la falta” (art. 38
LEC). Esto último significa que el órgano judicial puede abstenerse en cualquier

9
Expresión jurisprudencial.
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momento del proceso (incluso con ocasión de un recurso. Vid. arts. 240. 2 LOPJ
y 227.2 LEC); no obstante, lo deseable es que dicha abstención se produzca lo
antes posible (lo más alejado del pronunciamiento de fondo), y a fin de evitar
actuaciones procesales inútiles que son nulas de pleno derecho (vid. arts. 238.1º
LOPJ y 225.1º LEC).
b) Control a instancia de parte: En este caso la denuncia de la inexistencia de este
presupuesto procesal lo realiza la parte demandada por medio de lo que se llama
la declinatoria. Sin embargo, como quiera que la declinatoria sirve para que el
demandado denuncie también la falta de jurisdicción por razón de la materia y
de falta competencia (en principio,de cualquier clase), dejaremos su estudio para
el siguiente tema.

3. La jurisdicción por razón del objeto o materia


Ya se ha visto como según el art. 9.1 LOPJ, “los Juzgados y Tribunales ejercerán su
jurisdicción exclusivamente en aquellos casos en que les venga atribuida por esta u otra
Ley”, y que la división del ordenamiento en ramas jurídicas y la tutela jurisdiccional del
Derecho objetivo por los Jueces y Tribunales, origina la creación de órdenes
jurisdiccionales, cuyos órganos se especializan en el conocimiento de materias
exclusivas. Así, por ejemplo, los Jueces de lo Social no pueden ejercer la potestad
jurisdiccional en materia de causas penales; del mismo modo que los Jueces del orden
penal no pueden ejercer la potestad jurisdiccional en materia laboral.
Cuando hacemos referencia a las atribuciones de los órdenes jurisdiccionales
por razón del objeto o de la materia, es porque se pretende averiguar a qué orden
jurisdiccional (a sus Juzgados y Tribunales) corresponde conocer exclusivamente de un
asunto o causa. En la práctica no suelen presentarse problemas a la hora de determinar
cuál es el orden jurisdiccional competente para el conocimiento de una materia; sin
embargo hay veces que la especial complejidad de la misma presenta zonas grises o de
incertidumbre, donde se duda entre dos órdenes próximos, como son el civil o el
laboral10.
En los apartados dos a cinco del art. 9º de la LOPJ se determinan las materias
exclusivas propias de cada orden jurisdiccional. Veamos de forma resumida las que son
propias de los órdenes: social, contencioso-administrativo y penal, mientras que se hará
un estudio más profundo (y en apartado específico) en relación al orden jurisdiccional
civil.

A. Orden jurisdiccional social (lectura necesaria)


El art. 9.º.5 LOPJ determina cuáles son los asuntos que se atribuyen a los Jueces y Tribunales
del orden social, distribuidos en tres bloques de materias:
a) Pretensiones que se promuevan dentro de la rama social del Derecho, tanto en conflictos
individuales como colectivos (vid. Art. 1.º LRJS).
b) Reclamaciones en materia de Seguridad Social.
c) Reclamaciones contra el Estado cuando le atribuya responsabilidad la legislación laboral.
Este precepto se complementa con un sistema de lista de materias concretas incluidas (art. 2.º
LRJS: «conocerán de las cuestiones litigiosas») o excluidas (art. 3.º LRJS: «no conocerán los

10
Pensemos por ejemplo en la interpretación de un contrato (o unas de sus cláusulas), donde la
incertidumbre se presenta a la hora de determinar si se trata de una prestación laboral por cuenta ajena, o
un arrendamiento de servicios.
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órganos jurisdiccionales del orden social»), expresamente, del ámbito jurisdiccional de estos
tribunales.
La alusión a la «rama social del Derecho» es una referencia tradicional en las leyes procesales
laborales, algo superflua y matizada por auténticas «zonas grises». Pero tiene el mérito de atraer
hacia ella las pretensiones que tengan relación con la prestación de trabajo por cuenta ajena y las
materias conexas, como la sindical. En cualquier caso, la tarea de establecer el significado de
aquella expresión legal ha perdido hoy gran parte de la relevancia que tenía en las anteriores leyes
procesales laborales, sobre todo tras la minuciosa relación llevada a cabo por la vigente LRJS de
las materias litigiosas incluidas y excluidas del ámbito objetivo del orden social.
B. Orden jurisdiccional administrativo (lectura necesaria)
Los Jueces y Tribunales del orden Contencioso-Administrativo conocerán de las pretensiones
que se deduzcan en relación con:
a) La actuación de las Administraciones públicas sujeta al Derecho Administrativo.
b) Las disposiciones generales de rango inferior a la Ley y con los Decretos legislativos en los
términos previstos en el artículo 82.6 de la Constitución, de conformidad con lo que establezca la
LJCA.
c) La inactividad de la Administración.
d) Las actuaciones materiales que constituyan vía de hecho (arts. 9.º.4/I LOPJ, 1.º LJCA).
En definitiva, los órganos jurisdiccionales administrativos conocen de cualquier pretensión
dirigida contra una disposición general, un acto administrativo o contra la inactividad o la vía de
hecho de la Administración pública de cualquier clase (Cfr. art. 1.º.2 y 3 LJCA) que esté sujeta al
Derecho Administrativo.
C. Orden jurisdiccional penal (lectura necesaria)
Los Jueces y Tribunales del orden Penal (art. 9.º.3 LOPJ: «Los del orden jurisdiccional penal
tendrán atribuido el conocimiento de las causas y juicios criminales, con excepción de los que
correspondan a la jurisdicción militar.»), tienen atribuido el enjuiciamiento de los delitos
tipificados como tales por el Código penal o por las leyes penales especiales, con exclusión de los
que correspondan a los Juzgados y Tribunales de la jurisdicción militar, y de la responsabilidad
civil engendrada por la comisión del hecho punible salvo que el titular de la acción civil
expresamente renuncie a ella o reserve expresamente el ejercicio de esa acción para un proceso
civil posterior.
D. Orden jurisdiccional civil (estudio imprescindible)
El ámbito del orden jurisdiccional civil lo trataremos en el epígrafe nº. 4 de este tema.

Finalmente, y por lo que respecta al Tratamiento procesal de la jurisdicción por razón


del objeto o materia, y del mismo modo que se ha visto antes para la jurisdicción por
razón del territorio, cabe también aquí un doble control:
a) Control de oficio: El art. 37 LEC ordena a los tribunales civiles abstenerse de
conocer cuando estimen que carecen de jurisdicción ratione materiae. Esto es,
cuando consideren que la materia sometida a su consideración corresponde a
otro orden jurisdiccional. Esta abstención, según los arts. 38 LEC Y 9.6 LOPJ, se
acordará de oficio, con audiencia de las partes y del MF. En todo caso es
importante precisar que la resolución del tribunal civil declarando su falta de
jurisdicción ratione materiae, y consiguiente abstención, debe ser fundada o
motivada mediante auto, y se ha de efectuar “indicando siempre el orden
jurisdiccional que se estime competente o ante qué órgano las partes han de usar
de su derecho.”
b) Control a instancia de parte: Mediante la declinatoria (remisión al siguiente
tema).
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4. Atribuciones de los tribunales del orden jurisdiccional civil por razón


de la materia u objeto
A los Jueces y Tribunales del orden civil les corresponde según el art. 9.2 LOPJ el
conocimiento de las materias que les son propias y las que no estén atribuidas
a otro orden jurisdiccional.
En relación con la primera parte del precepto [«conocimiento de las materias que
les son propias»], la LOPJ no dice cuáles son esas materias. Con todo, las materias
propias del orden civil deben ser las de Derecho privado, todas aquellas calificables como
civiles o mercantiles, salvo exclusión expresa (Cfr. art. 9.2/II LOPJ), y aquellas que se les
atribuya expresamente por Ley (vgr. demandas de responsabilidad civil dirigidas contra
determinados cargos públicos [Vid. arts. 56.2.º, 73.2.a) LOPJ] por hechos realizados
durante el desempeño del cargo.
Como puede comprobarse, pese a su transcendencia, resulta un tanto frustrante que
el Ordenamiento no establezca un listado de las materias que corresponden al orden civil
de la jurisdicción; sin embargo puede acudirse al catálogo que refieren los arts. 22 LOPJ,
y 249.1 y 250. 1 LEC (vgr. obligaciones y contratos, derechos reales; sociedades,
sucesiones, familia, marcas, patentes, etc.), que si bien no son preceptos dedicados a
tratar la jurisdicción por razón del objeto, si aportan bastante claridad a la hora de saber
cuáles son los principales asuntos correspondientes a los tribunales civiles.
En segundo lugar, los Jueces y Tribunales civiles también conocerán de materias «que
no estén atribuidas a otro orden jurisdiccional». Esto quiere decir que los Tribunales
del orden civil poseen vis atractiva, pero de carácter residual, para conocer de todas las
materias no incluidas —de modo expreso o en caso de duda sobre la naturaleza civil o de
otra clase de una determinada materia, salvo las de naturaleza penal porque «el orden
jurisdiccional penal es siempre preferente» (art. 44 LOPJ)— en otro orden
jurisdiccional 11.

Finalmente, el art. 10.1 LOPJ contiene una importante declaración que es la


siguiente: “a los solos efectos prejudiciales, cada orden jurisdiccional podrá conocer
de asuntos que no le estén atribuidos privativamente”. Es decir, se trata de una
importante excepción a la anteriormente mencionada regla del 9.2 LOPJ que como se ha
visto veda el conocimiento de los tribunales civiles sobre las materias atribuidas a otros
órdenes; por lo tanto, ahora dicha excepción consiste en que los tribunales del orden civil
también podrían conocer de materias no civiles, pero, en todo caso, conexas con
la civil que deben resolver. Tan singular característica la estudiaremos en el apartado
6º del tema 9.

11
No obstante, este criterio de la LOPJ es una herencia del Derecho común y de la vieja Ley provisional
sobre la organización del Poder Judicial de 1870. Entonces, la real jurisdicción ordinaria estaba integrada
únicamente por tribunales civiles y penales, mientras los demás tribunales formaban parte de jurisdicciones
especiales. A los tribunales civiles se les atribuían los asuntos con carácter general y abstracto, poseían la
plenitud jurisdiccional, de forma que sólo quedaban fuera de su ámbito jurisdiccional los asuntos atribuidos
expresamente a otros tribunales.
En el momento actual, aunque el legislador de la LOPJ piense que los auténticos tribunales ordinarios son
los civiles, esta interpretación carece de sentido, pues los cuatro órdenes jurisdiccionales son todos tan
ordinarios como el orden civil y cada uno de ellos posee la plenitud de la jurisdicción dentro de su ámbito.
El sentido que cabe darle al art. 9.2 LOPJ es el propio de una norma de cierre que constituye un criterio de
resolución de conflictos y evita que se produzca la denegación del derecho a la tutela judicial efectiva.
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5. Los conflictos de competencia y las cuestiones de competencia


En el tema 2 12 de estos Materiales me refería a las posibles colisiones o zonas de
fricción que se podían producir entre la jurisdicción y la Administración Pública, y entre
la jurisdicción ordinaria y la especial, planteándose en cualquiera de estos dos casos un
conflicto de jurisdicción, y asimismo comenté que esa denominación no era la más
adecuada. Ahora trataremos dos realidades jurídicas nuevas que tienen que ver con los
conceptos analizados en este tema, y como son los conflictos de competencia y las
cuestiones de competencia. Los conflictos de competencia se dan entre tribunales
pertenecientes a distintos órdenes jurisdiccionales, esto es se plantea por las dificultades
que surgen en ciertas ocasiones para determinar con precisión la naturaleza sustantiva o
material de una concreta relación o situación jurídica, de tal manera que no está claro, a
priori, a qué orden o rama jurisdiccional corresponde la resolución del asunto. Pensemos
por ejemplo, en un supuesto de solicitud de indemnización a propósito del
incumplimiento de un contrato, pero sin embargo se duda si se trata de un
arrendamiento de servicios (de naturaleza civil), o bien el contrato tiene sustento en una
relación por cuenta ajena (naturaleza laboral); o si por ejemplo al reclamar el dominio
sobre un bien inmueble se dudase sobre si el mismo es titular la Administración
Pública13. Estos conflictos, después de haber sido formalmente planteados, los resuelve
una Sala especial del Tribunal Supremo (art. 42 LOPJ), Sala de Conflictos (arts. 47 y 50)
compuesta por el Presidente del Tribunal Supremo y dos Magistrados, uno por cada
orden jurisdiccional en conflicto, designados anualmente por la Sala de Gobierno de este
Tribunal. Los conflictos entre órganos pertenecientes a distinto orden jurisdiccional,
tanto positivos como negativos, podrán ser promovidos de oficio o a instancia de parte o
del Ministerio Fiscal en cualquier estado del proceso y, en su caso, durante la ejecución
de la sentencia, si de ella conoce un Juez que podría carecer de jurisdicción.
Por su parte, las cuestiones de competencia se dan entre tribunales
pertenecientes al mismo orden jurisdiccional; esto es, tiene lugar cuando dos órganos del
mismo orden jurisdiccional se consideran competentes sobre el asunto en cuestión.
Normalmente se dan entre tribunales (del orden civil) que tienen la misma competencia
objetiva o grado para conocer. Por ejemplo, cuando sobre cierta materia se duda si es
competente un Juzgado de primera instancia o un Juzgado de lo Mercantil. Las
cuestiones de competencia no se pueden plantear entre órganos subordinados entre sí
(vgr Juzgado de primera instancia y Audiencia provincial), y son resueltos por el superior
común a los órganos en contienda (vid. art. 51 LOPJ).

12
Epígrafe 2.2.
13
El ordenamiento excluye la posibilidad de plantear estos conflictos frente al orden penal, que siempre
tendrán preferencia para conocer (vid. art. 44 LOPJ).
Materiales Docentes de Derecho Procesal I
Prof. José María Ruiz Moreno
Curso 24/25

El siguiente cuadro resum0 lo explicado:

Conflictos de Conflictos de Cuestiones de


Jurisdicción competencia competencia

Entre un órgano de la Entre órganos Entre órganos


¿Entre Jurisdicción y otro de la jurisdiccionales de jurisdiccionales del
quiénes Administración. distinto orden mismo orden
surge? jurisdiccional. El penal jurisdiccional y categoría,
es siempre preferente. pero con diferente
competencia territorial.

¿Cómo Positivos y Negativos Positivos y Negativos Positivos y Negativos


son?
¿Cómo se
Por el Tribunal de Por una Sala especial Por el superior jerárquico
resuelven? Conflictos de de TS común.
Jurisdicción
incardinado en el TS

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Código QR: Cuestión de competencia


(Fuente: Editorial La Ley)

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