Historia Italia
Historia Italia
Historia Italia
Historia de Italia
• Italia Prehistórica
(Terramaras · Villanovianos)
• Italia prerromana
• Resurgimiento (1814-1861)
Por tema
• Historia militar
Tras la caída del Imperio romano de Occidente, Italia quedó en manos del
general Odoacro, y luego de los ostrogodos, cuyo reino perduró hasta la llamada guerra
gótica desencadenada por los bizantinos, que se hicieron con el poder en Italia en su
intento de Recuperatio Imperii, logrando mantener toda la península bajo su control
hasta la llegada de los lombardos, que fueron luego derrotados por los francos y
la parte septentrional de su reino anexada al Imperio carolingio; mientras el sur
peninsular quedaba subdividido entre thémas bizantinos y ducados lombardos, y la isla
de Sicilia invadida por los sarracenos, que posteriormente lograron establecer en ella
un emirato. Roma, sede del papado y fuente de legitimidad imperial, fue en esos
tiempos un foco que atrajo a figuras como el emperador Justiniano antes,
y Carlomagno después.78
Posteriormente, el Reino de Italia, junto con las demás potencias europeas, llevaría a
cabo políticas imperialistas que conformarían el Imperio italiano y que la llevaron a
participar en la Primera Guerra Mundial del lado de la Entente, a desarrollar
el fascismo de Benito Mussolini, a la invasión de Albania y Abisinia, y a participar en
la Segunda Guerra Mundial con las Potencias del Eje junto a la Alemania nazi y
al Imperio del Japón. Después de la derrota en la Segunda Guerra Mundial, la
monarquía sería derrocada mediante referéndum y se instauró la actual república, que
tuvo una excelente recuperación, colocando a Italia entre las mayores economías
desarrolladas y entre los países más industrializados del mundo.
Definición de Italia
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El nombre de Italia ha sido usado desde antiguo, al menos desde el siglo VIII a. C.,
inicialmente para designar a las regiones del sur y del centro de la que se conoce
como península itálica, haciendo referencia a los pueblos itálicos, hablantes de
las lenguas llamadas igualmente. La etimología del nombre es
incierta: Pallottino defiende que deriva del gentilicio de uno de los pueblos itálicos
nativos de la región de Calabria, los (v)itàlii, el cual mutua su nombre de su animal
sagrado: el ternero (viteliú en idioma osco, vitulus en latín y vitello en italiano); y que
fue usado por los antiguos griegos como término general para designar a los habitantes
de toda la península.10
Tras la caída del Imperio romano de Occidente, la palabra Italia, además de hacer
referencia al Reino ostrogodo de Italia y al Exarcado bizantino de Italia, siguió, en el
curso de los siglos, designando al conjunto de Estados, reinos y repúblicas que
poblaban el antiguo territorio de la Italia romana y que compartían una cierta afinidad
cultural, histórica y lingüística, además de geográfica, destacando especialmente un
mismo conjunto de dialectos del latín, las lenguas italorromances (y el subgrupo de
las lenguas galoitálicas), que darían origen al idioma italiano; mientras, siempre en la
alta Edad Media, el antiguo gentilicio de itálico se convirtió en italiano, quedando el
primero como referencia para todos los habitantes de la Italia romana y prerromana,
hablantes antiguos idiomas itálicos (como el latín), y el segundo como referencia para
todos los habitantes de Italia hablantes lenguas neolatinas contemporáneas (como el
italiano), es decir, desde la época medieval en adelante. Siglos después,
el nacionalismo romántico, así como pasó en muchas otras partes de Europa (como,
por ejemplo, en Alemania o en Grecia), basó en esta unidad cultural, geográfica,
histórica y lingüística su búsqueda de una unidad política y estatal, que desembocaría
en el moderno Estado italiano.2
Algunos territorios que bajo esos mismos baremos podrían ser llamados italianos, por
diferentes cuestiones históricas, no entraron a formar parte del Estado italiano
moderno, como es el caso de regiones limítrofes con Eslovenia (o de parte de la
península de Istria en Croacia, ver Cuestión Adriática y foibe), con Suiza (la Suiza
italiana: el Tesino y la parte italoparlante de los Grisones) y con Francia (Niza y sus
alrededores, y la isla de Córcega), así como Mónaco, Malta y el micro-Estado de San
Marino, el cual constituye un enclave dentro del Estado italiano.
Un caso aparte, único en el mundo y mucho más sui generis, es el resultante tras los
pactos entre el entonces Reino de Italia y la Santa Sede (conocidos como Pactos de
Letrán), donde, en 1929, se concedía a la Santa Sede soberanía política sobre una
minúscula parte de la ciudad de Roma, la que constituye el llamado Estado Vaticano,
para que el papa, en calidad de obispo de Roma y, al mismo tiempo, jefe espiritual de
todos los católicos, pudiera ejercer su poder temporal sobre de un territorio físico sin
depender políticamente de Estado alguno, y obteniendo así una entidad religiosa
estatalizada dentro de la ciudad de Roma.
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Primeros pobladores
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La población del territorio italiano sube durante la prehistoria, época de la cual muchos
testimonios arqueológicos importantes han sido encontrados. Italia ha sido habitada
por lo menos a partir del Paleolítico. Varios yacimientos arqueológicos de esta época, y
entre los más importantes al mundo, se sitúan en Italia.
El sitio de Monte Poggiolo, que data del Paleolítico, e Isernia-La Pineta, son unos de los
sitios más antiguos donde el hombre utilizó el fuego (quizás los más viejos en
absoluto). En las Cuevas de Addaura se encuentran unos complejos vastos y ricos de
grabados, datables entre el Paleolítico superior y el Mesolitico, grabados únicos al
mundo de hombres y animales. Cuando el hombre se sedentariza y pasa de cazador a
pastor y agricultor, deja en Italia unos de los rastros más importante de toda la
prehistoria, constituyente el más grande conjunto de petroglifos del mundo, sobre una
duración de 8000 años, conocido como Arte rupestre de Val Camonica.
Las primeras culturas más o menos estudiadas en lo que hoy en día es Italia, incluyen a
los ligures, un enigmático pueblo que habitaba el noroeste de Italia. Durante la Cultura
de la Cerámica Impreso-Cardial crearon las primeras sociedades en Italia, con
conocimientos muy adelantados de agricultura y navegación. Se sabe relativamente
poco de estos pueblos, presuponiéndolos preindoeuropeos y, por ende, antecedentes
a los indoeuropeos, los cuales fueron asimilados pronto por las subsiguientes culturas.
Primeras civilizaciones
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Con la Edad del Hierro llegaron a Italia los pueblos indoeuropeos, principalmente en
cuatro grandes migraciones desde el norte. 2021
Hacia el final del II milenio y la primera mitad del I milenio a. C., se da la cuarta y
principal oleada asociada a la Cultura de los campos de urnas, es la de los
pueblos osco-umbrios (pertenecientes al mismo grupo itálico de los latino-faliscos), así
como de leponcios y de vénetos. Se trata de contemporáneos al florecimiento de la
preindoeuropea cultura de Villanova, así llamada por uno de sus principales
yacimientos arqueológicos. Se sabe, además, que practicaban
la cremación e incineración de sus muertos, caracterizándose sus necrópolis por unas
urnas típicas de forma cónica. Hablaban las lenguas itálicas, de origen indoeuropeo. Se
asentaron principalmente al norte, junto al Po, en Emilia, y en el centro de la península
(Umbría, Lacio y Abruzos). Más al sur, aunque la práctica general era la inhumación, se
han encontrado también enterramientos de esta cultura desde Capua, en Campania,
hasta Calabria.
De estas culturas provienen la mayoría de los pueblos que habitarían el centro, el norte
y el sur de Italia de forma hegemónica desde entonces. Los latinos, cuya principal
ciudad era Alba Longa, darían con el tiempo lugar a Roma. Los sabinos, que dieron
nombre a la región Sabinia, habitaban cerca, en ciudades cercanas
como Reate (Rieti), Interocrea (Antrodoco), Falacrinum (Cittareale), Foruli (Civitatomass
a), Amiternum y Nursia (Norcia). Los oscos, que incluyen a los samnitas, se asentaron
en Campania y en el resto del sur de Italia, así como a los lucanos, entre otros.
Los umbros dan nombre a Umbría y habitaron en el centro de Italia, en ciudades
como Perugia, Interamna Nahars (Terni), Fano, Osimo, Fermo y San Severino Marche,
entre otras.
Los etruscos
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Los etruscos fueron un pueblo de lengua preindoeuropea cuyo núcleo histórico fue
la Toscana, a la cual dieron su nombre (eran llamados Τυρσηνοί (tyrsenoi) o Τυρρηνοί
(tyrrhenoi) por los griegos y tuscii y luego etruscii por los romanos; ellos se
denominaban a sí mismos rasena o rašna).
Por mucho tiempo los orígenes de los etruscos se creían desconocidos, debido a ello
surgieron tres teorías que trataban de explicar dicha problemática:
1. La teoría orientalista, propuesta por Heródoto, que cree que los etruscos
llegaron desde Lidia hacia el siglo XIII a. C. Para demostrarlo se basa en las
supuestas características orientales de su religión y costumbres, así como en
que se trataba de una civilización muy original y evolucionada, comparada con
sus vecinos.
Sin embargo, las modernas investigaciones sobre el origen de los etruscos, llevadas a
cabo por un grupo de genetistas y coordinadas por Guido Barbujani, miembro del
departamento de Biología y Evolución de la Universidad de Ferrara (Italia), llegaron a la
conclusión que, genéticamente, el origen de los etruscos corresponde a la segunda
teoría, es decir, la de Dionisio de Halicarnaso, confirmando así el origen autóctono de la
península itálica de este pueblo.22
Su derrota definitiva, por los romanos, se vio facilitada por tales enfrentamientos y por
el hecho de que, los rasena (o etruscos), nunca formaron un Estado sólidamente
unificado, sino una especie de débil confederación de ciudades de mediano tamaño.
Algunas de sus principales ciudades
fueron: Veyes, Chiusi, Tarquinia, Caere, Valathri, Felsina (Bolonia), Aritim (Arezzo), Volsi
nios (Orvieto) y Vetulonia, entre otras.
A partir del siglo IV a. C., Etruria (nombre del territorio de los etruscos), fue
gradualmente conquistada y absorbida por la República romana y, los etruscos, al igual
de los demás itálicos, federados por los romanos, volviéndose así parte integrante de
la Italia romana.
Celtas e ilirios
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Los taurinos se asentaron en la zona de lo que hoy es Turín, que fue su capital. Una de
las ramas de la gran tribu de los boyos llegó hasta a la actual Bolonia, cuyo topónimo es
de raíz celta, acompañados por lingones y senones (que dan nombre a Senigallia).
La Llanura Padana y la parte norte de la actual región de Marcas serían llamados por
ello Ager Gallicus. Otras tribus incluyen a los insubrios, que se asentaron en la parte
oeste de Lombardía y a los cenómanos, asentados en la parte oriental de la misma
región. En muchos casos se produjo una asimilación o amalgamación entre los celtas y
los pueblos ligures preexistentes, dando vida así a una cultura celto-ligur.
De forma similar, los ilirios, empujados por los anteriores, se vieron desplazados hacia
el sur, poblando algunas zonas de Véneto (cuyo nombre viene del pueblo itálico de
los vénetos), Istria (por los istrios) y las costas meridionales del mar Adriático. Algunos
defienden que los mesapios, que ocupaban Apulia, son de origen ilirio, aunque otros
les dan un origen helénico o itálico ilirizado.
Magna Grecia
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Desde el siglo VIII a. C. la zona sur de la península itálica recibió una fuerte
influencia griega. El descontento con la clase dirigente, el aumento demográfico, la
falta de tierras y el deseo de crear nuevas factorías comerciales, llevó a los antiguos
griegos a crear numerosas colonias en el extranjero. Su cercanía, así como su relativa
poca resistencia a este fenómeno, hizo del sur de Italia una de las principales zonas de
asentamiento griegas.
Varias de las principales polis (ciudades) griegas se ubicaron entre el arco que forma
el Golfo de Tarento (donde destacaban ciudades griegas
como Taras, Síbari, Metaponto, Kalípolis, etc) y el Golfo de Nápoles (donde se
encontraban colonias griegas como Parténope, Pitecusas, Cumas, Poseidonia, etc), en
la parte oriental de Sicilia y, en menor medida, en determinadas zonas de la
costa adriática. El conjunto de estas poderosas polis griegas del sur de Italia era
conocido como Magna Grecia (Gran Grecia) y a sus habitantes peninsulares se les
conocía como italiotas (esto es, griegos del sur de Italia o itálicos de lengua y cultura
griega y, de la misma manera, a los habitantes de las polis griegas de Sicilia se les
conocía como siciliotas).
Esta colonización supuso el primer contacto de los pueblos itálicos con la cultura clásica
griega. Las colonias no fueron meros enclaves comerciales, sino que también fueron
hitos de la naciente civilización helénica: Pitágoras residió
en Crotona, Arquímedes y Teócrito eran nativos de Siracusa, Parménides era natural
de Elea... No en vano, los griegos conocían a la región como Magna Grecia. Supusieron
además las primeras democracias de Italia. El contraste con las poblaciones locales
favoreció en muchos casos una aculturación de los itálicos cercanos a las colonias.
La colonización griega llegó a sus límites en los territorios insulares que rodean la
península. En el caso de Sicilia, los griegos se asentaron en la zona norte, cerca del
Estrecho de Mesina, y en la costa oriental, donde ciudades como Siracusa tuvieron un
papel importante en el mundo griego. Chocó ahí, sin embargo, con el
imperialismo cartaginés. Las Guerras Sicilianas entre griegos y púnicos no tuvieron un
vencedor, aunque la isla terminó dividida en dos esferas de influencia:
• La zona oriental, con Siracusa, Agrigento, Mesina... quedó bajo control griego.
Algo parecido ocurrió con los intentos griegos de establecer colonias frente al mar
Tirreno. Aunque los comienzos en Córcega y Cerdeña fueron prometedores, con la
fundación de Alalia y el establecimiento de una base en Olbia (Cerdeña), la derrota
frente a etruscos y púnicos en la batalla de Alalia dejó Córcega y Cerdeña en manos
cartaginesas. Los nuevos amos del Mediterráneo occidental se concentraron en el sur
de Cerdeña, naciendo las colonias púnicas de Cagliari, Nora, Sulcis y Tharros.
Roma
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Orígenes
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En el 753 a. C. se fundó, a orillas del río Tíber, en la parte central de la región de Lacio,
en el centro de Italia, una ciudad clave para la historia de la humanidad: Roma.
Posteriormente, su hijo Iulo, fundaría Alba Longa, ciudad de cuya familia real
descenderían los gemelos Rómulo y Remo, hijos de Rea Silvia y del dios Marte, los
cuales, después de haber sido abandonados en el río Tíber por su madre, salvados y
amamantados por una loba llamada Luperca, y criados por los pastores Fáustulo y Acca
Larentia, se asentaron entre las colinas del Palatino y del Aventino, donde tuvieron una
violenta discusión y, tras el asesinado de Remo por manos de su hermano Romulo, este
último, en el día 21 de abril del año 753 a. C, fundó Roma.
La Monarquía romana
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Artículo principal: Monarquía romana
La monarquía romana (en latín, Regnum Romanum) fue la primera forma política de
gobierno de la entonces ciudad-Estado de Roma, desde el momento legendario de su
fundación, el 21 de abril del 753 a. C., hasta el final de la monarquía, en el 510 a. C.,
cuando el último rey, Tarquinio el Soberbio, fue expulsado, instaurándose la República
romana.
Los orígenes de la monarquía son imprecisos, si bien parece claro que fue la primera
forma de gobierno de la ciudad, un dato que parecen confirmar la arqueología y
la lingüística. Mitológicamente, se enraíza en la leyenda de Rómulo y Remo. De
cualquier manera, tras Rómulo y el sabino Numa Pompilio, llegó al poder Tulio Hostilio,
que expandió el puerto de escala de Roma en la ruta costera de la sal, a costa de sus
vecinos, transformando Roma en la más influyente ciudad de Lacio.
Tras el reinado de Anco Marcio, ascendió al poder una dinastía de origen etrusco, los
Tarquinios, bajo la que Roma amplió aún más su poder en la región. Sin embargo, los
excesos de Tarquinio el Soberbio fueron origen de disputas internas, a las que se
sumaron la coalición de etruscos y latinos amenazados por la ciudad, desembocando
en la expulsión del rey gracias a la intervención de Lucio Junio Bruto y Lucio Tarquinio
Colatino. Roma perdió la mayor parte de su poder frente a los etruscos liderados por el
rey de Chiusi, Lars Porsenna, a lo que se sumó la humillación de un saqueo
por celtas liderados por Breno, que asolaron varias ciudades italianas.
La República romana
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La República (509 a. C.-27 a. C.) fue la siguiente etapa de la antigua Roma en la cual la
ciudad de Roma y sus territorios mantenían un sistema republicano de gobierno. En
circunstancias históricas poco claras, la monarquía romana fue abolida, en el 509 a. C.,
y sustituida por la República.
Una característica del cambio fue que la administración de la ciudad y sus distritos
rurales quedó regulada en el derecho de apelar al pueblo contra cualquier decisión de
un magistrado concerniente a la vida o al estatuto jurídico.La administración ejecutiva
quedó dotada de Imperium o poder omnímodo el cual tenía un origen religioso que
arrancaba del propio dios Júpiter. Los magistrados dotados de imperium eran
los cónsules, pretores y, eventualmente, los dictadores. Sin embargo, el imperium sólo
se ejercía extra pomoerium, es decir, fuera de las murallas de Roma. En consecuencia,
tenía un carácter esencialmente militar. En la ciudad, y en sus funciones civiles, los
magistrados estaban sometidos a limitaciones legales y controles mutuos.
Con esto Roma completó la conquista de la intera Italia peninsular que, de este
momento en adelante, quedará como extensión ampliada del antiguo Ager Romanos,
es decir, como territorio metropolitano de la misma Roma, políticamente diferenciado
de cualquier otro territorio fuera de ella, los cuales serán las provincias.25
El rearme cartaginés, liderado por Amílcar Barca, llevó a la ocupación púnica de buena
parte de la península ibérica y a un nuevo periodo de rivalidad con Roma. Con la excusa
del asedio a los aliados romanos de Sagunto, el hijo y sucesor de Amílcar, Aníbal,
invadiría Italia a través de los Alpes. Durante esta segunda guerra púnica, Aníbal infligió
históricas derrotas a los Romanos, culminando en Cannas, pero finalmente se impuso
la victoriosa campaña de Publio Cornelio Escipión, en Iberia, que terminó trasladando
la guerra al norte de África y llevó a la victoria definitiva de los romanos en Zama.
Las herencias del rey Átalo III en Asia y de Nicomedes en Bitinia, le dieron nuevos
territorios en Anatolia, que llevaron a otra guerra con Mitrídates VI del
Ponto y Tigranes I de Armenia, con las que su dominio se amplió a Siria y Turquía,
mientras conquistaba a sus antiguos aliados númidas, liderados por Yugurta, que se
habían vuelto contra Roma. Lo mismo ocurriría con el reino de Cirene, junto a Egipto,
legado a Roma por su último rey, Ptolomeo Apión. La necesidad de mantener las rutas
que conectaban estos territorios llevó a campañas contra piratas y a ocupar Cilicia, a
aliarse y realizar pactos de protección con ciudades como Marsella o Rodas y a la
conquista de la Galia Narbonense. Publio Clodio Pulcro dirigiría con el tiempo la
ocupación de Chipre, una alejada provincia egipcia sometida a los vaivenes de la
política mediterránea. La construcción de calzadas romanas facilitó las comunicaciones,
tanto en Italia como en las provincias.
Este incombustible expansionismo de la República tuvo importantes consecuencias
sociales, sobre todo debidas al hecho de que el ejército romano no estaba concebido
para las largas campañas de ultramar. La ausencia de sus hogares tenía duras
consecuencias para los confederados itálicos que componían la base del ejército
romano, tanto entre los itálicos provistos de ciudadanía (que integraban las legiones)
como, y sobre todo, entre los itálicos socii (los aliados, todavía desprovistos de
ciudadanía y que conformaban las alae sociorum, la base mayoritaria del ejército
romano).
Esto llevó a la rebelión itálica de los socii (aliados), descontentos por no haber aún
recibido la ciudadanía a pesar de la fundamental contribución ofrecida para la
conquista de las provincias, así como por las rencillas con los demás itálicos ya
ciudadanos, desencadenando la guerra Social (o guerra de los aliados), es decir, la
guerra entre Roma y las demás ciudades itálicas ya provistas de ciudadanía contra sus
aliados itálicos desprovistos de ciudadanía, la cual llevó al otorgamiento de la plena
ciudadanía romana para todos los itálicos, a través de la Lex Plautia Papiria;
acontecimiento que remarcó aún más la diferenciación de estatus entre Italia (ya
territorio metropolitano de Roma exento de los impuestos provinciales y, tras la
susodicha guerra Social, habitada en su totalidad por ciudadanos romanos de pleno
derecho) y las provincias (los restantes territorios fuera de Italia). 26
En el mismo periodo, el ejército de Metelo había sido asignado al cónsul sénior, Lucio
Casio Longino, para expulsar a los cimbrios, que volvían a amenazar a Italia desde los
Alpes. Cayo Mario introdujo una serie de importantes reformas.
La enemistad entre el político y general que había conquistado las Galias y reunido un
poder sin precedentes, y la mayor parte de la aristocracia, desembocaron en una
cruenta sucesión de guerras civiles cuando se le trató de desposeer del mando de sus
tropas, previa alianza con su otrora aliado Pompeyo. César cruzó entonces el río
Rubicón, imponiéndose en Italia, y persiguiendo a los que se le opusieron por los
dominios de Roma. Venció en la clave batalla de Farsalia y logró finalmente el poder
absoluto, pero fue asesinado por un complot liderado por Marco Junio Bruto que
reinició la lucha partidista.
El Imperio romano
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El nacimiento del imperio viene precedido por la expansión de su capital, Roma, que
extendió su control en torno al mar Mediterráneo, y la larga sucesión de conflictos
internos que marcaron el final de la República.
Tras la victoria final de Augusto, se estableció por fin una paz perdurable, caracterizada
por la concentración del poder en manos del susodicho, primero como Princeps y
luego como Domine. Paralelamente, se continuó con la pacificación interna y la
expansión exterior, buscando la conocida como Pax Romana, un largo periodo de
estabilidad y paz que vivió Europa, el norte de África y Oriente Medio bajo el yugo
romano. Augusto buscó consolidar y racionalizar las fronteras y crear una
administración que permitiera gestionar los ya extensos territorios bajo el poder
romano. Para ello contó con el apoyo de leales colaboradores como el acaudalado Cayo
Mecenas o el general Marco Vipsanio Agripa.
Sucedido por Tiberio, hijo adoptivo de Augusto, comenzó la transmisión del poder
imperial en una única familia, si bien muchas veces se dieron sucesiones a hijos
adoptivos, como los mismos Augusto y Tiberio. Tiberio resultó un emperador duro y
eficaz, aunque algo inestable con una temporada ausente en la isla de Capri. Fue
sucedido por su hijo adoptivo Calígula, hijo natural del gran general Germánico.
Inicialmente aclamado por todos, fue pronto famoso por su megalomanía, sus locuras y
sus excesos. Finalmente asesinado por un complot en el que intervino la Guardia
Pretoriana, fue sucedido por su tío Claudio, que era considerado incapaz pero se ganó
reputación de buen gobernante por su hacer. En sus últimos años se vio marcado por
su esposa y probable asesina, que logró colocar a Nerón, hijo adoptivo de Claudio.
Nerón resultó ser un nuevo Calígula, y a su muerte, en otro golpe de Estado, se produjo
el año de los cuatro emperadores, que muestra hasta que punto la dinastía imperial
podía ser frágil frente al ejército. Vespasiano, hábil general y político, finalmente se
impondría, sustituyéndose la dinastía Julio-Claudia por la Flavia.
Le sucedieron sus hijos, primero el querido Tito y luego el cruel Domiciano, que murió
en otra conspiración. Tras él llegaron los conocidos como cinco buenos emperadores,
que llevaron Roma a su culmen territorial, económico y de poder: Nerva; Trajano, que
extendió las fronteras del Imperio; Adriano, querido emperador que realizó grandes
reformas y visitó numerosas provincias; Antonino Pío y Marco Aurelio, pensador a la
par que defensor de la fronteras. A este último le sucedió su hijo natural, Cómodo, con
el que reaparecerían muchos de los problemas previamente presentes en cuanto a
sucesiones e inestabilidad.
El año de los cinco emperadores fue seguido de la nueva dinastía Severa, con
emperadores de extracción provincial como Septimio Severo, el cual fue un capaz
general que restableció el imperio tras la dejadez de Cómodo. Le sucedió su
hijo Caracalla, de costumbres militares y buen general aunque impopular por haber
matado a su hermano Publio Septimio Geta, y que murió asesinado en campaña.
Durante un par de años ocuparon el poder el general que le había asesinado, Macrino,
con su hijo, pero se impuso finalmente la dinastía Severa con Heliogábalo, un polémico
adorador del Sol. Tan polémico resultó que su propia familia apoyó a su primo y
respetado general Alejandro Severo. El nuevo emperador, tranquilo y pacífico,
terminaría abandonando el poder en manos de su madre y abuela, que se dedicaron a
reparar los errores cometidos durante la administración de Heliogábalo. Acabó siendo
asesinado. Fue el último gobierno civil de Roma y el final de la dinastía Severa: con su
muerte, en el 235, se inician cincuenta años de anarquía militar en el Imperio. Es la
llamada Crisis del siglo III.
Roma tomó el relevo de la cultura griega. Destacan autores como Virgilio (autor de
la Eneida, principal poema épico romano), los historiadores Plinio el Joven, Plinio el
Viejo, Tácito, Tito Livio y Suetonio, el poeta Horacio, el comediante Plauto o el filósofos
y orador Cicerón. La romanización de los territorios ocupados, tanto por la
superioridad cultural, la conquista militar y la creación de colonias, llevaron a expandir
el latín por toda Europa y siendo el germen de las lenguas romances.
La capital de Italia y de todo el Imperio, Roma, se convirtió en la mayor urbe del mundo
de su época, y en la primera metrópolis de la historia, con habitantes venidos de todas
las provincias romanas y numerosos arcos triunfales, como los de Tito, Augusto o el
de Trajano, columnas como las de Trajano y Constantino y templos votivos por las
victorias militares; se trajeron numerosos obeliscos de Egipto.
Bajo la etapa imperial los dominios de Roma siguieron aumentando. Augusto, después
de que las guerras que le llevaron al trono le enfrentaran a Cleopatra, conquistó Egipto,
incorporó el antiguo protectorado romano de Galacia y, en su intento de crear un
imperio cohesionado. terminó la conquista de Hispania contra cántabros y astures, la
de Nórico y Rhetium al norte de los Alpes, y la cuenca
del Danubio (Panonia, Moesia y Tracia). Tiberio incorporaría como provincia Capadocia,
que desde los tiempos de la República había dependido de Roma para sobrevivir entre
los imperios de la región. Calígula, en uno de sus excesos, asesinó al rey
de Mauritania y se anexionó el país. Claudio, tratando de ganarse la fama,
invadió Britania, que sería conquistada finalmente tras varias campañas. Tito es famoso
por haber conquistado Judea, desde tiempos de César aliado o protectorado romano.
La lucha con Roma marcó muchos hitos nacionales en dichos países, como la rebelión
de la reina britana Boudica, las campañas contra los pictos de Cneo Julio Agrícola o la
última resistencia judía en Masada. El imperio llegó a su máxima extensión durante el
reinado de Trajano, conquistador de Dacia (actual Rumanía) tras las guerras dacias,
de Petra y de Asiria, de Mesopotamia y Armenia tras una guerra con los persas.
El Imperio romano abarcaba desde el Océano Atlántico, al oeste, hasta las orillas
del mar Negro, el mar Rojo y el golfo Pérsico, al este, y desde el desierto del Sahara al
sur, hasta las tierras boscosas a orillas de los ríos Rin y Danubio y la frontera
con Caledonia al norte. Su superficie máxima estimada sería de unos 6.14 millones
de km².
Con el tiempo las fronteras se fueron estabilizando. La derrota ante los germanos
de Arminio en Teotoburgo, en tiempos de Augusto, arruinó la conquista de Germania
proyectada por el emperador. Las constantes guerras con el Imperio parto en el este
marcaron el límite final por Oriente, teniéndose que librar muchas guerras con persas o
Estados levantiscos como Palmira para conservar lo conquistado. Las dificultades para
gestionar el ya inmenso territorio imperial llevaron a la construcción de limes, o
fronteras fortificadas, para defender un imperio que comenzaba a dar señales de
agotamiento.
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Artículos principales: Bajo Imperio romano y Caída del Imperio romano de Occidente.
El período conocido como Bajo Imperio (284-395) comienza con Diocleciano, que fue
emperador de Roma desde 284 hasta 305. Diocleciano, para facilitar la administración
del Imperio, ideó la Tetraquía, dividiendo el Imperio entre Occidente y Oriente. Él
inaugura la dinastía Constantiniana (305-363), llamada así en honor al más relevante
de sus emperadores. Tras ella, se sucedieron la dinastía Valentiniana (364-395) y
la dinastía Teodosiana.
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El Reino ostrogodo
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Los ostrogodos eran un grupo de godos que habían sido sojuzgados por los hunos. Tras
su liberación de aquellos, eligieron a Teodomiro como rey y se asentaron bajo
protección bizantina en Panonia, en el cauce del Danubio. A este le sucedió su
hijo Teodorico el Grande, que con la bendición del emperador de Oriente condujo a su
pueblo a Italia en 488.
Sin embargo, en 526, la muerte de Teodorico acabó con esta etapa de paz, heredando
Italia su nieto, Atalarico. El Reino Ostrogodo de Italia se desmoronó, con un sobrino de
Teodorico, Teodato, asesinando a Atalarico, nieto y heredero del gran rey e iniciando
una guerra civil. Los excesos de Teodato rompieron con el apoyo del Imperio Romano
de Oriente al dominio ostrogrodo y propició una invasión bizantina paralela a las luchas
nobiliarias.