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TEMA 1 Grandes Etapas y Escuelas Historiográficas

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TEMA Nº 1:

GRANDES ETAPAS Y ESCUELAS


HISTORIOGRAFICAS EN EL
MUNDO CONTEMPORÁNEO
Metodología histórica

Máster Universitario en Análisis Histórico del


Mundo Actual

Docente
Emilia Martos Contreras
Emilia Martos Contreras. Grandes etapas y
escuelas historiográficas.
Metodología histórica
Máster en Análisis Histórico del Mundo Actual

PERFIL DEL PROFESOR

Emilia Martos Contreras es Licenciada en Humanidades y Doctora por


la Universidad de Almería, especializada en Historia Contemporánea. Sus
trabajos de investigación se centran en cuestiones sociales de la historia
reciente, prestando especial atención a colectivos marginados, tal como las
personas con diversidad funcional. Otra de sus líneas de análisis son los
Medios de Comunicación y su uso como fuente histórica, siendo en la
actualidad coordinadora del Máster en Comunicación Social de la Universidad
de Almería, institución donde ejerce como profesora de Historia
Contemporánea. Ha realizado estancias de investigación en diversas
universidades extranjeras y es autora de numerosos artículos y capítulos de
libros. De sus últimas ediciones podemos destacar Legado de una dictadura.
Problemas sociales desde una perspectiva local (2021) y La transición desde
otra perspectiva. Democratización y mundo rural (2019).

Línea de investigación: Problemas sociales y colectivos marginados; Medios


de Comunicación e Historia del Tiempo Presente

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Emilia Martos Contreras. Grandes etapas y
escuelas historiográficas.
Metodología histórica
Máster en Análisis Histórico del Mundo Actual

INTRODUCCIÓN

En este capítulo se plantea un repaso de la evolución historiográfica


occidental, desde principios del siglo XIX hasta el segundo tercio del siglo XX.
En dicho recorrido se señalarán los principales rasgos de las líneas
historiográficas más influyentes, reseñando su discurso y sus metodologías, y
seleccionando a sus representantes y obras más destacadas. Por lo tanto, se
trata de un tema introductorio fundamental, que actúa de base a los próximos
capítulos, en los que se hará un acercamiento más profundo a las líneas
historiográfico más recientes y al crecimiento exponencial de propuestas
metodológicas en los estudios históricos.

El tema tiene un desarrollo diacrónico tradicional, estando dividido en


seis apartados que coinciden con los principales tendencias de la
historiografía contemporánea. En el primero de ellos nos dedicaremos al
positivismo, corriente historiográfica hegemónica durante el siglo XIX,
considerada la primera de la ciencia moderna. A continuación, pasaremos a
ver los principales rasgos del historicismo, la línea que consolidaría a la
historia como ciencia. A continuación, dedicaremos algo de espacio al
materialismo histórico que, surgido a mediados del siglo XIX, se convertirá en
clave del desarrollo historiográfico del siglo XX. En los siguientes apartados
veremos, consecutivamente, las dos grandes escuelas del siglo XX: la
francesa de los Annales y la historia social británica. En un último apartado
haremos un breve repaso de otras corrientes significativas de mediados del
siglo XX.

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Metodología histórica
Máster en Análisis Histórico del Mundo Actual

CONTENIDOS

La Historia como oficio tiene su origen en el mismo nacimiento de la


escritura. Desde la antigüedad nos han llegado restos que demuestran el
interés por recopilar diferentes sucesos y eventos, y situarlos en el tiempo. La
evolución socio-ideológica de occidente va a tener un constante reflejo en el
desarrollo de este ejercicio de escritura histórica, adquiriendo especial
impulso en los periodos de desarrollo académico, tal como fue a inicios de la
Edad Moderna, con el Humanismo y la invención de la imprenta. Sin
embargo, como ocurrirá con el resto de las disciplinas científicas, será con las
ideas ilustradas y con el intenso desarrollo ideológico y político del siglo XIX,
que la Historia se configurará como un área de conocimiento académico
independiente.

1. El positivismo histórico

El pensador francés Augusto Comte, considerado el padre de la


filosofía científica moderna, planteó con sus estudios los principios del
pensamiento positivista, basado en el convencimiento de que todo
conocimiento se debía basar en hallazgos “positivos”, es decir, en hechos
sensorialmente perceptibles y verificables. Con ello el filósofo introdujo los
principios de la objetividad en la ciencia, que extrapoló al conocimiento de la
sociedad y al estudio de la historia. Este ejercicio supuso el primer intentó de
dotar a la disciplina histórica de una metodología, es decir, de un proceso de
investigación pautado que asegurase la “veracidad” de los resultados.

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Metodología histórica
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Según las teorías positivista el investigador debía tener una distancia


temporal y anímica con el objeto de estudio, y no debía interpretar, sino solo
acumular datos para poder describir “objetivamente los sucesos”. La intención
era encontrar el “dato puro” y “construir leyes históricas”.

En cuanto al marco teórico que defendían los historiadores positivistas,


hay que señalar la idea central de “progreso” como definición del desarrollo de
las sociedades. Según esta interpretación la historia estaba formada por
diferentes etapas que llevaban a la humanidad desde la “barbarie hacía el
desarrollo”. Se trataba de una constante “evolución positiva”, en la que los
tiempos posteriores siempre eran mejores a los anteriores, proponiendo un
claro desarrollo unilineal. No podemos obviar que esta fe en el progreso tenía
su claro fundamento a la luz de la revolución industrial y del extraordinario
desarrollo técnico que estaba cambiando las bases económicas y sociales de
occidente. Con el tiempo, esta interpretación determinista y evolucionista de la
humanidad conectaría con los planteamientos ideológicos supremacistas que
se cogerían de la mano del neocolonialismo de la segunda parte del siglo XIX.

El método científico propuesto por el positivismo tuvo una gran


aceptación y desarrollo durante gran parte del siglo decimonónico, siendo
especialmente relevante los trabajos que surgieron en lo que sería la actual
Alemania, con autores como Leopold von Ranke (Historia de los
Papas,1834-1836) o los trabajos franceses encabezados por historiadores
como Jules Michelet (Historia de Francia, 1833-1867).

No será hasta el último tercio de siglo, cuando se consolide una nueva


generación de historiadores que pondrán en entredicho los postulados del
positivismo, conformando una nueva disciplina histórica conocida como el
historicismo.

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2. El historicismo

Entre finales del siglo XIX y principios del XX, una serie de
historiadores reaccionaron frente a los principales postulados del positivismo,
proponiendo un acercamiento metodológico renovado y poniendo en
entredicho sus principales postulados. Si el positivismo había trabajado en
torno a una historia unidireccional, con una clara evolución estructural, el
historicismo va a introducir la idea de singularidad de la realidad humana, y
por tanto, de su historia. De hecho, mientras que para el positivismo la historia
era una subdisciplina al servicio de la ciencia social general, para los nuevos
pensadores la disciplina histórica adquiría un papel preponderante, ya que
consideraban que la realidad humana solo se podía explicar en función de su
historia.

Este desarrollo de la historia particular, que se entiende fácilmente al


calor de las corrientes nacionalistas de finales de siglo, impuso un nuevo
acercamiento metodológico. Mientras el positivismo había trabajado con un
aproximación hipotético-deductiva, basándose en principios generales para
llegar a explicaciones específicas, el historicismo puso sobre la mesa una
investigación inductiva-interpretativa, con la cual estudiaba premisas
particulares para llegar a interpretaciones generales. Este sistema colaboró
con la puesta en valor de la historia localizada y dio un impulso importante al
uso de fuentes, sistematizando su acercamiento e interpretación. En ese
sentido, esta corriente historiográfica dio lugar a trabajos narrativos y
episódicos, que en su mayoría profundizaron en historias nacionales,
poniendo el interés principal sobre el desarrollo político y las hazañas de
figuras particulares.

Por otra parte, la aceptación de la singularidad de cada historia,


refiriéndose esencialmente a la historia nacional, también llevaría a la
reflexión sobre la subjetividad de la disciplina. Frente a la objetividad

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proclamada por el positivismo, el historicismo argumento la subjetividad


inherente al investigador, sentenciando que “toda historia es historia
contemporánea”, ya que siempre tiene una relación inherente con la persona
y el momento en el que se escribe.

Entre los principales representantes de esta corriente podemos citar al


pensador alemán William Dilthey (Hermenéutica y los estudios de historia,
1860-1900) defensor de la “ciencia subjetiva de las humanidades”, en
confrontación con la objetividad de las Ciencias Naturales. También el filósofo
italiano Benedetto Croce (Teoría e historia de la historiografía¸1917), quién
reflexionó en profundidad sobre la importancia de la historiografía y la historia,
que no debía desarrollarse como un conocimiento abstracto, sino como el de
hechos y experiencias precisas.

Por lo tanto, el historicismo supuso un salto cuantitativo y cualitativo en el


avance historiográfico, ya que colaboró con el desarrollo del método histórico
e impulsó la institucionalización de la historia en los países occidentales, junto
al desarrollo de la archivística y la museística. Sin embargo, las limitaciones
de sus planteamientos también lastraron el avance historiográfico,
esencialmente, por el estancamiento que supuso su negación de las teorías
sociales, pero, también, por su colaboración con la exaltación nacionalista.

3. El materialismo histórico

El materialismo histórico fue planteado por Carlos Marx y Federico


Engels (Manifiesto del partido comunista, 1848) a mediados del siglo XIX, con
relación a sus reflexiones filosóficas, políticas y militantes sobre la realidad
sociopolítica del momento. En el planteamiento materialista vemos la clara
influencia del liberalismo ilustrado y, por ende, del positivismo y su concepción
evolutiva de la historia. Sin embargo, su visión crítica del capitalismo y el

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interés por la realidad del mundo obrero dieron pie a los fundamentos
esenciales del materialismo histórico.

Uno de sus principios fundamentales es que la historia no se debe


entender solo por la evolución ideológica y política, sino que hay que tener en
cuenta las relaciones sociales de producción, consideradas la guía que
diferencia las distintas etapas históricas. Por lo tanto, los periodos de la
historia se debían discernir en función de los distintos modos de producción
(comunismo primitivo, esclavismo, feudalismo y capitalismo). Las
contradicciones inherentes de cada uno de esos periodos desencadenaban la
disolución de este y la entrada en el siguiente. Esta lógica justifica el
surgimiento de la lucha de clases y el cercano fin del capitalismo en pro de
una nueva sociedad comunista.

Por lo tanto, según esta interpretación, la economía y las relaciones


sociales adquirían un papel preponderante en el estudio de los
acontecimientos históricos, añadiendo nuevas claves interpretativas, pero
también nuevos actores históricos a la historiografía. Sin embargo, Marx y
Engels no estaban interesados en crear una nueva teoría económica o
histórica, ya que sus esfuerzos estaban centrados en reformular el análisis de
la realidad histórica occidental para transformarla. Esto justifica, en parte, que
el materialismo histórico no tuviera una verdadera influencia sobre la
historiografía hasta mucho más tarde. De hecho, los primeros trabajos que se
harán utilizando este marco teórico tendrán un claro sesgo mecanicista,
simplificando la propuesta de sus creadores y cayendo en el mismo
determinismo del positivismo. Sin embargo, ya en el siglo XX, la revisión del
materialismo histórico será la base para la renovación de la historiografía, que
se convencerá de la clara limitación que presentaba un relato histórico basado
exclusivamente en la narración de hazañas personalistas, e impulsará el
interés por las teorías sociales.

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2. La nueva historia de Annales

En el segundo tercio del siglo XX, se forjó desde Francia una nueva
aproximación a la historia. Esta corriente historiográfica tomó su nombre de la
revista Annales d’historie économique et sociale, fundada en 1929 por los
prestigiosos historiadores Marc Bloch (La sociedad feudal, 1939-1940) y
Lucien Fevbre (Historia del Franco Condado, 1912), profesores de la
Universidad de Estrasburgo. La publicación, con un claro sesgo
multidisciplinar, recogió el espíritu del periodo entreguerras, caracterizado por
la sensación de crisis de la civilización, el rechazo a la política tradicional y el
interés por lo social. En ese sentido, la renovación historiográfica se inspiró en
el dinamismo y el espíritu combativo de las ciencias sociales, encabezado por
Durkheim, así como por los propios movimientos sociales de la época.

El viraje historiográfico propuesta por estos nuevos investigadores


desarrolló una concepción comprometida con la historia con una cierta base
materialista, pero aportando importantes novedades tanto el aspecto
metodológico, como el temático. En el aspecto metodológico hay que
destacar el uso de nuevas fuentes, que en gran medida se vio influenciado
por los nuevos intereses temáticos. En ese sentido, desde Annales se
presentó una atención fundamental a la dimensión social y económica, frente
al tradicional interés por el desarrollo político e institucional.

En el aspecto teórico se reconsideraron conceptos como el espacio


geográfico, que dejó de ser un mero “escenario de actuación” para ser
entendido como un ambiente que determina, y es determinado, por el ser
humano. Según esta concepción, el ser humano no podía entenderse sin su
espacio, ni al espacio sin el ser humano.

Otro aspecto novedoso de sus planteamientos teóricos tuvo que ver


con la división de la historia en planos temporales superpuestos. Según esta

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interpretación, se puede hablar, en primer lugar, de los periodos de larga


duración, las eras, con movimientos muy lentos pero constantes. En un
segundo plano, con una duración media, se encontrarían los acontecimientos,
que perduran varias generaciones y pueden dividir el tiempo en etapas. Por
último, la duración más corta, la conformarían los periodos coyunturales,
donde se percibe el movimiento y las rupturas rápidamente, ya que se dan en
el lapso de una generación. Según Annales, el historiador debía tener en
cuenta estos diferentes planos para situar sus investigaciones.

La escuela francesa mantuvo un liderazgo claro en el ámbito


historiográfico durante todo el segundo tercio del siglo XX, aunque pasó por
diferentes etapas, en función de su situación institucional y de los preceptos
impulsados por sus principales representantes. En ese sentido, debemos
señalar, tras los primeros años de Bloch y Febvre, un segundo periodo, entre
1941-1956, marcado por la evolución historiográfica del propio Lucien Febvre
(Combates por la historia, 1952). En estos años la escuela de los Annales se
institucionalizó, mientras que se revelaba como uno de sus periodos más
productivos desde el punto de vista de la innovación metodológica. Se
reivindicará a la historia como “ciencia total”, habiendo una puesta clara por el
discurso científico, buscando “más método que teoría”. Además, también fue
propia de este periodo la vocación interdisciplinar y, con ello, la ampliación del
campo de trabajo.

Entre 1956 y 1968 se habla de una nueva etapa que estará


caracterizada por la influencia del historiador Fernand Braudel (El
mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, 1949).
Durante estos años, en un contexto de guerra fría y relativamente lejos de sus
orígenes más reivindicativos, el centro se va alejaría de las cuestiones
sociales, para prestar mayor atención a los condicionantes ambientales,
demográficos y económicos, siguiendo la estela de los principales trabajos de
Braudel. De hecho, el trabajo de este historiador se debe entender como una

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respuesta a las teorías estructuralistas que estaban desarrollando en Francia


la sociología y la antropología. Braudel (Civilización material, economía y
capitalismo: siglo XV y XVIII, 1979) propuso lo que se conoce como el
estructuralismo geo-histórico, que se basa en un ejercicio de historia global,
en el que desarrollo histórico no sigue una teoría, es decir, no es causal, pero
si tiene una clara relación ambiental. Estas interpretaciones conllevaron una
clara renovación conceptual, en torno a términos como el propio “tiempo
histórico”.

A partir de los años sesenta se considera que la historia de Annales


entró en un nuevo periodo que, ya sin la influencia polarizadora de Braudel,
se caracterizó por un nuevo gran giro metodológico. Bajo la clara influencia de
las ideologías postmodernistas, se hizo una crítica abierta a los grandes
relatos historiográficos y a las interpretaciones deterministas, a la vez que se
tendió hacía lo que se ha definido como la fragmentación del objeto
historiográfico, “la historia de migajas”, característica propia de finales del
siglo XX hasta la actualidad.

Una de las líneas más importantes que desarrollará esta tercera


generación de Annales, será la Historia de las Mentalidades y la Historia de la
Cultura. En realidad, los antecedentes de estas líneas los debemos situar
fuera de esta escuela historiográfica, esencialmente, en los novedosos
trabajos de Philippe Ariès (El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen,
1960) y Michel Foucault (Historia de la locura en la época clásica, 1961). Sin
embargo, en los años setenta los historiadores de Annales van a sentar los
postulados de lo que llamaron la Nueva Historia Cultural o, simplemente, la
Nueva Historia. Sus principales impulsores fueron Pierre Nora y Jacques Le
Goff (Hacer la Historia, 1973).

El principal objeto de estudio de esta nueva corriente fue la cultura, en


un sentido amplio, entendiendo su heterogeneidad e incluyendo el concepto

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de “subculturas”. La evolución de estas investigaciones conllevó una


renovación metodológica claramente detectable en la microhistoria propuesta
por Carlo Ginzburg (El queso y los gusanos, 1976). Estas metodologías más
recientes se desarrollarán con mayor profundidad en capítulos posteriores.

5. La Historia Social británica

La otra gran corriente que marcó el desarrollo de la historiografía en el


siglo XX fue la llamada Historia Social británica. El momento álgido de esta
corriente lo podemos situar a mediados del siglo XX, cuando un grupo
heterogéneo de historiadores, vinculados por su militancia comunista,
revolucionaron la disciplina histórica al reincorporar el materialismo histórico,
creando una escuela cuya influencia sigue siendo notable.

En realidad, ya desde finales del siglo XIX y en el primer tercio del XX,
encontramos investigadores sociales que habían incluido la perspectiva
materialista en su análisis históricos. Entre ellos podemos destacar, por
ejemplo, al francés Jean Juarés (Historia socialista de la revolución francesa,
1901), al húngaro Georg Luckács (Historia y conciencia de clase, 1923), el
australiano Ver Gordon Childe (Los orígenes de la civilización, 1936),
Antonio Gramsci (Cuadernos desde la cárcel, 1929-1935) o el economista
Maurice Dobb (Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, 1946). Todos
estos pensadores colaborarán con la renovación del materialismo histórico,
reaccionando ante una lectura puramente economicista, oponiéndose al
creciente dogmatismo y conservadurismo estalinista y revalorizando los
aspectos culturales del análisis social.

Sin embargo, fue después de la Segunda Guerra Mundial cuando se


consolidó lo que conocemos como Historia Social, en torno a un grupo de
militantes comunistas que entenderán su ejercicio profesional como una

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continuidad de su activismo político. Entre sus filas podemos destacar


especialmente a Eric Hobsbawm (trilogía sobre las tres edades: La era de la
revolución: Europa 1789-1848 (1962), La era del capital (1975), La era del
imperio: 1875-1914 (1987) y Edward Thompson (La formación de la clase
obrera en Inglaterra,1963). Los trabajos de la escuela tuvieron una estrecha
relación con las corrientes ideológicas y políticas del periodo, influyendo
claramente en la izquierda europea, gracias, en gran parte, al interés puesto
en la divulgación, así como el gran carisma y activismo de sus
representantes.

Entre las propuestas de esta línea historiográfica, cabe destacar el


interés puesto en los aspectos sociales y en los cambios estructurales y
procesos. Además, hay que reseñar su interdisciplinaridad, especialmente
notable en relación con la antropología y la sociología. Estos planteamientos
conllevaron la apertura a nuevas temáticas y renovados enfoques, que
buscaban alejarse de una historia basada en el relato político de una minoría
dirigente. Así, entre sus objetos de estudio más explorados se encuentran la
historia del trabajo y la de las ideas y organizaciones socialistas, que
constituyeron la piedra angular sobre la que desarrollaron la llamada “Historia
desde Abajo”. Esta historia, nombrada también por Hobsbawm como “historia
de la gente corriente”, expandiría sus objetos de estudios en décadas
posteriores, recogiendo el interés hacia otros colectivos marginados, tal como
el de las mujeres o las minorías étnicas.

6. Otras corrientes historiográficas de mediados del siglo XX

Como vemos, la evolución historiográfica del siglo XX, tanto en el caso


de la Historia Social británica como en la Escuela de Annales, se ha
caracterizado por la constante apertura hacía nuevas temáticas y

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perspectivas. Además, podemos constatar un continuo interés por reconectar


la historia con el resto de las disciplinas sociales, creando, con el tiempo,
nuevas corrientes historiográficas híbridas, en clara conexión con otras
materias. Entre estas podemos destacar, por ejemplo, la Historia Urbana, que
tuvo un importante precedente en el trabajo de Lewis Mumford (La ciudad en
la historia, 1966). Sin embargo, su verdadero desarrollo metodológico se debe
a investigaciones posteriores, destacando las del historiador británico Harold
J. Dyos (Explorando el pasado urbano: ensayos de Historia Urbana, 1982).

Otro claro ejemplo de interdisciplinaridad lo representa la Sociología


Histórica, una propuesta teórica que surgió de la rama de la sociología
norteamericana y que, con gran influencia del marxismo británico, se ha
centrado en el desarrollo de las sociedades a través de la historia. La unión
de ambas disciplinas a demostrado ser de gran productividad, pues al cruzar
las variables “macro-sociológicas” con la perspectiva histórica de la dinámica,
se ha conseguido reinterpretar la evolución de algunos periodos históricos,
siendo de especial relevancia los estudios hechos en torno al desarrollo del
estado capitalista y su relación con los estados nacionales y el despliegue de
la acción colectiva. Como principal precursor de esta línea podemos citar al
estadounidense Charles Tilly (Cuando la sociología se encuentra con la
Historia, 1981), investigador prolífero que a lo largo del último tercio del siglo
XX y principios del siguiente publicó numerosos trabajos reflexionando sobre
el desarrollo de los movimientos sociales y la expansión de las democracias
(Los movimientos sociales, 1768-2008. Desde sus orígenes a Facebook,
2010).

Por último, no podemos concluir este repaso general a las principales


corrientes historiográficas occidentales sin hacer una referencia expresa a las
escuelas alemanas. Nos referimos especialmente a los trabajos surgidos tras
la Segunda Guerra Mundial y que aportan ciertas novedades a partir de su
particular interés en reflexionar sobre el nazismo. De hecho, estas reflexiones

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más que a una corriente unitaria llevaron a interpretaciones contrapuestas


que han enriquecido el panorama historiográficos por su diversidad de
enfoques. En realidad, el punto álgido del debate llegó más adelante, tras la
caída del muro de Berlín, en la conocida “Polémica de los Historiadores”.

Friedrich Meinecke (La Catástrofe alemana, 1946), considerado el


principal precursor de una visión conservadora de la historia alemana, centró
sus esfuerzos en determinar la singularidad alemana en su contexto europeo,
con una modernización incompleta que llevaría, de forma inevitable, hacia el
nazismo. Esta teoría fue recogida por el historiador Fritz Fischer (La guerra
de las ilusiones, 1967), quién ahondó en la idea del “desarrollo anacrónico
alemán” para analizar la responsabilidad del gobierno alemán en la Primera
Guerra Mundial.

No obstante, la verdadera renovación historiográfica alemana llegó a


finales de los años sesenta, desde la llamada Escuela de Bielefeld. Sus
principales precursores fueron Ulrich Wehler (La historia como ciencia social-
histórica, 1973) y Jürgen Kocka (Clases sociales en la guerra. Historia social
alemana 1914-1918, 1978). Desde este centro se fundó lo que se llamó la
“Nueva Historia Social”, una revisión de la Historia Social británica, en la que
se puso un gran interés en las instituciones y se planteó como objetivo de
estudio fundamental la evolución estructural, poniendo especial interés en el
análisis de los macro-procesos.

Todos estos trabajos históricos realizados desde Alemania, la mayoría


de ellos centrados en un periodo temporal reciente, colaboraron con el
asentamiento de otra línea historiográfica de gran importancia a finales de
siglo, la llamada “Zeitegeschichte” equivalente a la Historia del Tiempo
Presente o Historia Actual. Esta corriente, por su clara relación con el Máster
que nos ocupa, se verá con mayor detenimiento en capítulos posteriores.

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IDEAS CLAVE

- El positivismo es considerado la primera corriente historiográfica


moderna, que intenta aplicar un método y un cuerpo teórico a la
disciplina histórica, considerandola una ciencia.

- Para el positivismo la evolución histórica era única y seguía la dirección


del progreso, hacía el capitalismo y el liberalismo.

- A finales del siglo XIX, surgió el historicismo, la segunda gran corriente


historiográfica moderna, que supuso la institucionalización de la
historia.

- Con los planteamientos historicista se introdujo la idea de la


particularidad histórica, así como el dilema en torno a la subjetividad y
la “presencialidad” en la investigación histórica.

- El materialismo histórico se planteará a mediados del s.XIX, pero fue


en el próximo siglo cuando influyó decisivamente en el desarrollo
historiográfico.

- En el siglo XX las corrientes historiográficas van a iniciar un proceso


imparable de diversificación, tendente a la incorporación constante de
nuevas temáticas y enfoques y hacia una creciente interdisciplinaridad.

- La dos principales escuelas historiográficas del siglo XX van a ser la


escuela francesa de Annales y la Historia Social británica.

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- Desde los Annales se reflexionó, entre otras cuestiones, sobre la


influencia del espacio geográfico y sobre la evolución de la cultura.

- La Historia Social británica, con clara relación con el marxismo político,


se planteó las bases de una Historia desde Abajo, con el interés
puesto, esencialmente, en los movimientos obrero.

- La historiografía alemana, con su reflexión e torno al fenómeno del


nazismo, ha colaborado significativamente en el desarrollo
historiográfico del último siglo, proponiendo interesantes metodologías
para el estudio de periodos recientes.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Fontana, Josep. Historia. Análisis del pasado y proyecto social, Crítica, 1982.

Forcadell Álvarez, Carlos y Peiró Martín, Ignacio (coord.). Lecturas de la


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Hernández Sandoica. Elena, Los caminos de la historia: cuestiones de


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Iggers, George G. La ciencia histórica en el siglo XX: aspectos teóricos e


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Kaye, Harvey J. Los historiadores marxistas británicos, Universidad de


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Moradiellos, Enrique. Las caras de Clío, Siglo XXI, 2009.

Ruiz Torres, Pedro. “La historia como concepto histórico: historia erudita,
historia filosófica e historia científica en los siglos XVIII y XIX”, Studia
Historica-Historia Contemporánea, vol. X-XI, 1992-93, pp. 152-159.

OTROS MATERIALES COMPLEMENTARIOS

Revista de Historiografía, accesible en:


https://e-revistas.uc3m.es/index.php/REVHISTO/index

“Eric Hobsbawm: The Consolations of History”, documental dirigido por


Anthoyn Wisk (2021). Accessible en:
https://www.youtube.com/watch?v=wVQ4dfC34TI&ab_channel=LondonRevie
wofBooks%28LRB%29

“Talking history”, documento audiovisual que sigue una conversación entre los
historiadores E.P. Thompson y C.L.R. James (1983). Accesible en:
https://www.youtube.com/watch?v=hykW-wix-
dc&ab_channel=AdamantCritique

“Marc Bloch”, documental difundido por France 3, (2001). Accesible


en:https://www.youtube.com/watch?v=tKDLg_O1nTA&ab_channel=LocBloch

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