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Fierce (Yoonmin)

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⁞⁞※FIERCE ※⁞⁞ [YOONMIN]

KooKbear

Published: 2023
Source: https://www.wattpad.com
•Guía Omegaverse•

¿Que es Omegaverse?
Temática inspirada por los hombres lobos(también llamado licántropos) y
creada por los mismos fandoms de este. Se hizo conocer mediante novelas y
fanfics, de ahí poco a poco se comenzó a expandir bastante.
Alfas
Suelen ser el dominante, el que esta arriba de las demás jerarquías, en otras
palabras, asume el papel del jefe por ser el primero en la clasificación, Pero
son pocas las excepciones, ya que se le considera como en la mayoría de
veces que sí o sí es el activo en toda relación.
• Se caracteriza por ser muy territorial, agresivo y posesivo. En algunas
circunstancias suele ser sumamente violento, por ejemplo, cuando su omega
está en celo, en peligro o cuando está en etapa de gestación. Por tales motivos
es hasta capaz de matar a su oponente y así mantener su orgullo en alto. Pero
actualmente este tipo de esteriotipo esta cambiando, ya que también el alfa
puede ser sereno y hasta un poco sumiso.
• Mayormente en el físico, son altos y fuertes con el fin de lucir
intimidantes.
• Respecto a su aroma, se toma en cuenta que son esencias fuertes o muy
llamativas, con el fin de atraer a su pareja potencial.
• Se dice que si un alfa quiere que su futuro o su ya compañero, no le
hagan daño o se acerquen a él, inconscientemente restriega su olor en él.
•Los alfas poseen la VOZ DE MANDO, o también conocida como la de
comando. Lo suelen utilizar para dar órdenes y con el fin de que el contrario
obedezca. En la mayoría de veces, el omega es el más fácil en caer ante
aquello, pero no mucho en omegas que tiene un lazo, ya que estos deben
acatar órdenes de su alfa y por ello no recaen otalmente, y para los betas
aquello no hace casi nada de efecto. Se dice que si es un alfa puro, puede que
hasta los de su misma jerarquía sucumbirán ante el uso de la voz de mando.
•A las mujeres alfas se les teme más, ya que en sí suelen ser el doble de
posesivas y agresivas. Suelen hasta atacar a cualquiera por considerarlo una
amenaza para su compañera(o). Pero pocas veces se ve a una mujer alfa y por
ello suele ser idolatrada por poder fecundar y mandar.
Betas
Considerado como la mano derecha del alfa por ser de gran apoyo cuando
este se encuentre en apuros.
•Mayormente se le conoce como "un humano común u ordinario", por no
presentar alguna característica en particular. A lo que es un poco falso, ya que
dicen que algunos betas poseen caninos como los del alfa y pueden tener
algún período de celo.
• Para algunos esta jerarquía no posee olor alguno y para otros, si lo tiene,
pero su esencia es muy débil.
•Se caracteriza por ser muy calmado y mantener un equilibrio entre las
demás jerarquías.
•Pueden asumir dos papeles, es decir, o desean ser el activo o pasivo.
•Pueden presentar varias características físicas, así como también cambios
en su genética.
Omegas
• En esta jerarquía tanto el varón como la mujer poseen órganos
reproductores
femeninos (útero y ovarios).
•Respecto a su personalidad, lo caracterizan por ser sumiso y pacífico. Pero
actualmente, de igual manera que los alfas, ese tipo de esteriotipo ya no es
muy válido, ya que el omega puede ser posesivo con su alfa, dominante, entre
otras actitudes. Pero eso no significa
que pierda tanto el rol de pasivo, por así decirlo. Hasta en su mayoría los
omegas restriegan su olor para que no se acerquen.
•Se dice que si un omega huele el aroma de otra persona en su
compañero(a), estos se sienten traicionados. Y es ahí donde su compañero(a)
debe recuperar su confianza.
•Referente a lo físico, poseen una complexión frágil, pequeña y, en la
mayoría de veces, delgada. Obtuvieron tales características ideales para así
poder procrear y atraer a su compañero potencial. Pero en la actualidad,
pueden tener cualquier tipo de talla, figura, entre otros.
•La esencia de ellos suele ser muy dulce y fuerte.
•Cuando se encuentra en algún tipo de peligro, este genera algún tipo de
chillido muy agudo que solo su alfa puede escucharlo claramente para ir a
socorrerlo.
•Ellos pueden poseer un cargo sumamente importante en un lugar y es el
de "OMEGA CRÍA", que trata en que ellos, ya un poco mayores, deben
cuidar de los demás omegas menores que él.
Celos
Etapa en la que tanto los alfa y omegas, aunque también se dice que los
deltas y gammas, sufren algún tipo de calor en un cierto tiempo, buscando
algún compañero para satisfacer su apetito sexual. En otras palabras, dan
mayor prioridad a sus instintos que su parte racional. Se dice que hay betas
que también lo presentan, ya sea por herencia o cambio genético.
•Tanto alfas y omegas, se dice que también deltas y gammas, emanan
olores y secretan feromonas, que bien pueden ser fuertes, llamativos o muy
dulces, para atraer a su contrario y avisar que están en una temporada en la
cual puedan procrear.
•Si una pareja llega a acoplarse muy bien, el celo de ambos va a
sincronizar y esa etapa aparecía en el mismo tiempo.
[Si los/las omegas no tienen celo, significa que son infértiles], los omegas
crean su propio lubricante y son más frecuentes a embarazarse en su celo, el
celo llega cada 3 o 2 meses, dura entre 5 días o una semana. El nudo es donde
se acumula el semen del alfa cuando está dentro del omega.
Lazos y Marcas
•El lazo, también llamado enlace, unión, entre otros.
•¿Cómo se realiza el lazo? Pues actualmente solo se ha visto que tanto el
alfa como el omega presentan tal acto. Trata cuando el omega acepta formar
una unión con el alfa, dejando
que este lo muerda(también conocido como marca), muy profundo en el
cuello o clavícula. Este acto mayormente se da cuando ambos tienen coito ya
que se dice que el omega es más propenso a aceptar a su pareja.
•También están las famosas "marcas temporales", que trata en que el alfa
realiza una marca no tan profunda que puede durar semanas o hasta 1 mes
para tratar de ayudar a los omegas en alejar a los alfas, o puede que al no
estar preparad@, decide iniciar con este temporal paso.
•El omega al ser marcado, produce un tipo de sustancia química, que hace
que el olor cambie para tratar de alejar a los demás alfas.
•Ya hecha esta acción, literal se vuelve uno con su pareja, en otras
palabras, podrá sentir todo tipo de emociones, sentimientos, entre otros, de su
compañer@ a pesar de estar a largas distancias.
•En las versiones más conocidas, se dice que tal acción es irreversible, es
decir, que es de por vida. Y solo se puede romper cuando uno de ellos
fallezca, pero se dice que por pena puede que su pareja muera poco tiempo
después.
•Si los dos aceptan romperlo, o bien el alfa muerde a otro omega, o el
omega acepta ser mordido por otro alfa. Pero en el omega se dejará ver una
pequeña cicatriz por la antigua marca de su ex compañer@.
•Si el alfa no llega a reclamar seguidamente a su pareja o se mantiene
alejado de él/ella. Pues la marca se irá despareciendo conforme pasa el
tiempo aclarando que también se formará una pequeña cicatriz.
•Cuando el omega es marcado, este debe estar al lado de su alfa, ya que
sino este sufrirá de estrés y ansiedad. En los peores casos puede morir por
depresión. Tampoco debe tener
impregnado el olor de nadie, solo el de su pareja ya que puede que el omega
lo rechace y se rebele contra su pareja.
●●●
Fuente:https://aminoapps.com/c/omegaverse-amino/page/blog/006-las-
presentaciones-lazos-y-
marcas/KWWB_qPMcMu0aeo18nkwbPaD8XR17d5jRdVFm

La historia le pertenece a inAcacia y me ha dado el permiso de adaptarla.


Espero que lo disfruten mucho. ☆*: .。. o(≧▽≦)o .。.:*☆
❖Capítulo 01❖

*╔═══❖•◌ೋ° °◌ೋ•❖════╗*
La luna brilló como el sol mientras extraía las almas de los
desgraciados aquella noche. Hubo silencio, pero muchos gritos.
*╚═══❖•◌ೋ° °◌ೋ•❖════╝*

Hoy sería el gran día, tal y como su padre le había dicho.


La primavera ya había llegado y junto con ella también una unión que él
jamás pidió.
Su piel parecía arder de tan solo pensar en lo que se aproximaba. Su padre
había sido certero en ese tema, él no tenía voto u opinión, solo debía
obedecer.
¿Pero qué omega tiene opinión en algo?
Él no sería la excepción.
Jimin, nombrado como la madre luna. Un bello omega de ojos zafiro
hermosos como el azul del cielo antes del atardecer. Jimin había sido bien
dotado de todo menos melodía.
Una noche en invierno, antes de la muerte de su madre, el pequeño omega
caminaba por los largos pasillos de aquel palacio que lo tenía enclaustrado.
Nadie sabe que le pasó o que fue lo que vio, lo único que se sabe es que su
voz, esa hermosa melodía había desaparecido de su interior.
Esa noche cuando la luna resplandeciente los veía desde lo alto, esa noche
cuando los dioses decidieron el fin de la reina, dejando un palacio vacío en la
penumbra. También un niño había sido llevado, pero no en cuerpo o espíritu.
Se habían llevado su voz, nadie supo quién o qué, pero desde esa noche nadie
jamás volvió a oír la voz del niños castaño de ojos azules, nadie nunca más
volvió a escuchar al príncipe hablar.
Malditas sean las sombras de aquel palacio que se llevaron lo que no le
pertenecía. Dejaron un palacio desolado con un rey con el corazón roto.
Un rey que con los años de volvió despiadado e injusto. Regocijándose en
poder y lastimando a su pueblo, a su gente a aquellos que se suponía debía
proteger.
═══❖═══
—Se ve hermoso, príncipe. No este triste —le dijo su nana. Aquella mujer
que cabellos opacos y ojos cansados por los años.
Jimin se limitó a verse en el grande espejo de su habitación.
La túnica blanca que vestía no parecía para nada una de unión, parecía más
una de noche, con sus tirantes delgados, sus hombreras descubiertas y tela
transparente, tapando apenas su cuerpo, solo lo debido de lo adecuado.
Las joyas doradas en forma de serpientes que adornaban sus brazos, cuello
y cabello, se veían hermosas, mostrado una máscara de lo que sentía ahora.
Era hermoso claro, igual y como había sido su madre, pues sino no le haría
peso a su madre. Poco u nada recordaba de ella, pero las grandes pinturas de
ella en los salones, le rememoraban sus hermosos momentos.
Sus caderas delineadas y sus piernas proporcionadas, con delgados brazos
y rostro embellecedor, no le habían batalla a ningún omega del reino.
—Dicen que el alfa es un buen hombre —volvió a hablar su nana.
Jimin simplemente asintió con su cabeza, ajustando con sus nerviosos
dedos, la túnica en su cintura.
Su nana se acercó a él, acariciando su cabello.
—Es por un bien mayor —le dijo. —serás un buen esposo, ¿Verdad?
Jimin volvió a asentir.
—Dicen que al rey no le importara que seas mudo.
Mudo...
—¡¿La ramera está lista?! —Escuchó a su padre.
Su nana rápidamente se puso erguida al igual que él y arregló los últimos
detalles de su túnica.
—¡Sí, mi rey! —grito su nana. —Todo estará bien —le susurró, intentando
darle confianza.
Él simplemente agachó su cabeza.
═══❖═══
—¡La ramera será mía! —gritó el alfa de ojos esmeralda, montado en su
imponente bayo¹. Su cabello salvaje, se removía mostrando sus bellas mechas
ensortijadas que brillaban de un castaño intenso por los rayos del sol.
[Bayo¹: Caballo blanco.]
Sus hombres, en la mayoría alfas gritaron algo indescifrable a su eco.
Todos montados en caballos.
Se encontraban al exterior del palacio, donde la empedradura del suelo se
hallaba y una hermosa textura cementada mostraba el camino.
—Es un trato —dijo el pequeño hombre parado frente a las bestias que
parecían ser los hermosos caballos. —Dejaras mis tierras en paz.
El alfa sonrió superior, desafiando al infame rey con su mirada.
—Un trato será —dijo.
Como si de un rayo celestial se tratara, una hermosa figura apareció a
espaldas del rey de aquel palacio.
Definitivamente esa hermosa criatura no se parecía en nada a ese pequeño
y regordete rey que miraba con desafío a los salvajes.
La sonrisa del alfa ojiverde se ensanchó, mostrado dos bellos hoyuelos.
—¿Esta es mi puta? —dijo para si mismo y sus hombres.
—Se ha ganado un buen dote —le dijo su amigo, al lado suyo, montado
también en un caballo.
—El mejor —dijo el alfa, pareciendo un salvaje por su vestimenta.
El pequeño omega que se habría comino hacía él, ni siquiera lo miraba o
alzaba su cabeza que permanecía agachada.
—Adornado especialmente para usted —le dijo el hombre aun parando
frente suyo. El alfa lo ignoro.
—Ven —llamo al omega que permanecía cerca de la fiera.
El omega se acercó más.
El alfa desmontó su caballo, acercándose al omega castaño.
—Levanta tu cabeza, quiero verte —dijo con su gruesa y tranquila voz.
El omega no tardo en levantar su cabeza, cruzando mirada con el apuesto
alfa frente a él.
—Hermoso —dijo el alfa, levantando su brazo, tocando el mentón del
contrario con sus dedos. —¡Quédese tranquilo por ahora! —le gritó al rey
detrás del omega.
—¿Por ahora? —cuestionó el rey.
El alfa ojiverde atento al omega frente suyo, simplemente soltó una
carcajada e inmediatamente tomó de las caderas al omega para montarlo al
caballo junto con él.
—¡Nos veremos pronto! —gritó burlesco mientras tomaba las riendas del
caballo, sobre las caderas del omega que parecía temblar.
No sé escucho las quejas del rey detrás suyo una vez su caballo comenzó a
galopar y trotar consecutivamente, seguido por los demás caballos de los
alfas de su tribu.
═══❖═══
✰✰No te olvides dejar tu estrellita ✰✰
⋆.◌ೃCapítulo 02࿔*:・

Sus muslos dolían ante el constante movimiento del galope del caballo, y
su cabeza retumbaba ante el constante ruido que parecía martirizarlo.
Su pequeño cuerpo no pudo ante tanta presión. Con el aliento del alfa por
su cuello y la mano de este sobre su cintura, atrayendo sus curvas hacia atrás.
No supo en qué momento, pero cayó dormido sobre el pecho de aquel
extraño alfa, que por lo que sabía, sería ¿su alfa? No, él sería el omega de ese
alfa.
Pasaron interminables horas ante los frecuentes ruidos y palabras que se
oían ante tanto alboroto.
—Comparte la puta —escuchó aun manteniendo sus ojos cerrados,
intentando ignorar las palabras de los hombres.
—¡Sí! Lo que es de rey es del pueblo —gritó otro. Parecían bromear, pero
también parecían hablar con verdad.
—¡Cállense! ¡No dudaré en cortar sus manos si es que alguno se atreve a
tocar lo que no es suyo! —escucho el fuerte grito del alfa. Sintiendo la
vibración del pecho del contrario regirse.
Se resignó a llorar en silencio, pero su aroma delator no pudo esconderse
de las fosas nasales del alfa que ignorando de ello aún seguía con la frente en
alto dirigiendo su vista a su camino.
Aunque se limitó a acariciar el muslo del omega que sollozaba en un
silencio aplacador, haciendo estresar a su alfa. Librero algunas cuantas
feromonas para el omega.
Yoongi sabía que el omega era mudo, el rey se lo había dicho. ¿Cómo
había aceptado una tregua por un omega mudo?
Pero... Ese día, antes de primavera cuando se dirigió por primera vez al
palacio de Verme para hablar con el rey, lo vio en el jardín, era el pequeño
omega de ojos azules como el cielo y cabello de cobre. Lo vio sonreír
mientras que con movimientos delicados acariciaba una flor.
Su alfa rugió, lo reclamó y obviamente lo tendría.
No pasó mucho tiempo para que el omega cayera en un sueño profundo.
⋆.◌ೃ࿔*:・
El campamento se divisó a lo lejos, dando por hecho que el largo viaje
había acabado. Diez horas a caballo. El amanecer se sentía llegar, ya con el
cielo azulado y amarillento por su espera.
Habían seguido su camino toda la tarde y noche, sin parar.
Jimin abrió sus cansados párpados al dejar de sentir el calor que lo
rodeaba.
—Hemos llegado —escuchó la gruesa y profunda voz que había
memorizado ante la oscuridad del viaje.
Frotó sus ojos con sus delicadas manos, mostrándose tierno ante al
imponente alfa que parecía verlo como una presa.
Las mismas manos que había estado en sus caderas por largas horas,
volvieron a su posición, bajándolo del caballo, pero sus pies no tocaron el
suelo porque el alfa aún lo cargaba.
Sus temerosos ojos se dirigieron hacia el rostro del alfa, definiendo por
primera vez la belleza del hombre ojiverde que, con grandes hebras de
cabellos de castaño intenso, trenzados de a par por ciertos lugares, se
mostraba indiferente ante él.
Por instinto se sostuvo del cuello del alfa, pasando sus delgados brazos por
este. Al alfa ni siquiera pareció importarle aquel gesto. Simplemente dirigió
su camino al interior de uno de los muchos campamentos del lugar; al más
grande para ser específicos.
Cerró sus azulados ojos, dejándose llevar, mientras sentía el viento
matutino sobre su rostro.
—La ceremonia se hará más tarde, es temprano para ahora —escucho que
el alfa decía, sentía más personas a su alrededor que aunque la curiosidad
quiso traicionarlo, no se permitió abrir sus afables zafiros.
Se adentraron al interior de aquella gran carpa roja, donde una gran
variedad de almohadas y pieles lo esperaban.
El alfa en un silencio penumbre que atormentaba al omega; lo dejó sobre
estas.
—Este será tu hogar desde hoy —dijo el alfa.
Jimin no pudo seguir con los ojos cerrados.
Asintió tímidamente con su cabeza.
—¿Es cierto que no puedes hablar? —preguntó el alfa ojiverde con ojos
igual de cansados que los suyos.
Jimin miró su cabello, aquel que en ondas se ceñía sobre los hombros
gruesos del alfa.
Asintió una vez más con su cabeza, pues no había otra manera para
responder a las preguntas del ojiverde.
El alfa se arrodilló sobre pieles de colores en el suelo, quedando a su
altura.
—Lástima —le dijo.
El rojo se adueñó de las mejillas de omega al instante, mostrando
vergüenza, desviando sus ojos zafiro de las esmeraldas del alfa.
Su corazón parecía querer salir de su pecho. El aroma del alfa se
encontraba impregnado en aquellas suaves pieles debajo él que nimiamente
lo calmaron.
No hubo más palabras cuando el alfa levantó su brazo, mostrando su
musculatura, dirigiendo sus gruesos dedos hacia la cabeza castaña del omega.
Quitando las joyas en esta. Jimin le dejó.
Tomó de forma delicada el brazo del omega una vez quitó las joyas
doradas de la cabeza de este. Quitando esta vez las joyas en forma de
serpientes de sus brazos.
"No", pensó al instante Jimin, tapando con su brazo su pecho, para que la
túnica blanca transparente no cayera, pues los tirantes de la túnica eran
sostenidas por las joyas.
—Déjame verte —dijo el alfa.
Jimin negó con la cabeza.
"Nana dijo que esto pasaría", se dijo a sí mismo, pero aún así no movió sus
brazos de su pecho.
El alfa frente suyo quiso moverlos, pero solo tironeó un poco; sin éxito.
—Omega —gruñó el alfa.
Jimin no hizo caso.
Volvió a tironear de él.
—Como tú quieras —dijo el alfa ya molesto.
Jimin quiso llorar. Todo parecía tranquilidad, pero se volvió en tormento
ante aquello.
El alfa se paró bruscamente y se fue, ignorándolo por completo.
Jimin se molestó consigo mismo por eso.
"Nana..."
Lloro el omega. Dulces lágrimas salieron de sus ojos.
"Eres hermoso, Jimin. No debes dejar que el alfa te controle, tú debes
controlarlo", se dijo a sí mismo. Recordando lo que su nana le había
enseñado.
Se recostó sobre las pieles de colores. Aspirando el aroma del alfa en estas.
Sentía tanta tranquilidad al hacerlo que enredó sus dedos en estas, llevando
los pelajes a su rostro, mientras unas cuantas lágrimas salían de él.
"—Te mataré si es que te devuelven."
Su padre no lo quería y simplemente lo había usado.
Él tampoco quería volver.
"Controla al alfa..."
Definitivamente eso haría.
No era un alma pura después de todo.
⋆.◌ೃ࿔*:・
—¿Los rumores de la ramera, son ciertos? —preguntó su amigo,
sentándose en el gran tronco a su lado.
—¿Qué dicen los bastardos? —pregunto Yoongi, bebiendo de su gran vaso
de cerveza.
—Que es lindo, que supera la belleza de cualquier omega —dijo el alfa
pelinegro. Delineando sus gruesas cejas.
—Es una ramera y ya, Namjoon —dijo el alfa, intentando quitarle
importancia al tema.
El otro alfa carcajeó.
—¿Vale la pena perder territorio por esa ramera?
—Si que lo vale —dijo su líder, sonriendo. —Valdrá la pena para tener al
menos un cachorro.
Ambos alfas rieron.
—¿La ceremonia comenzará, ya?
—Si.
⋆.◌ೃ࿔*:・
Las trompetas sonaron fuertemente. La melodía ensordecedora golpeó de
seco a Jimin.
Era momento...
Se había quedado dormido sobre las grandes pieles, no tomó atención a su
alrededor y no se percató cuando un par de omegas se adentraron en la carpa.
—Yhar, despierte —escucho la voz de una mujer. —Yhar —volvió a
llamar.
Jimin abrió sus orbes oceánicos con desdén.
Yhar... Jimin sabía que le hablaban a él. Pues su padre le había obligado a
leer sobre la que sería ahora su gente y cultura. "Yhar" era el nombre que se
le daba a la esposa o esposo del líder.
Jimin miró a las mujeres paradas frente a él con un poco de impresión,
pues la vestimenta que estas vestían era muy exótica, al menos para él. En su
reino las prendas eran muy distintas, prácticamente se dedicaban a cubrir todo
el cuerpo, con túnicas largas, de cuellos y mangas largas y altas, pero al
parecer aquí era muy distinto. Su vestimenta era más salvaje, más
descubierta, solo cubriendo pecho y caderas, con telas bruscas y gruesas o
con pieles y cuero.
Mientras él vestía una túnica de tela fina y transparente. No era muy
distinto, pero era completamente diferente.
—Yhar —bajaron la cabeza las mujeres. Sus cabellos castaños estaban
adornados por gruesas y pequeñas trenzas que Jimin observó a detalle. —
Nuestro Yher ha ordenado que lo preparemos para la ceremonia —dijo una
de ellas.
Jimin asintió.
Las mujeres sin aroma alguno, probablemente betas, de seguro sabían de
su condición.
Jimin prestó mucha atención a los comentarios de las betas, mientras lo
vestían y peinaban.
—El Yher suele ser impaciente y brusco. Es un buen alfa para la tribu,
pero eso no significa que sea un buen alfa para todo.
⋆.◌ೃ࿔*:・
Su vestimenta no había cambiado mucho, aunque prácticamente se exhibía
demasiada piel.
⋆.◌ೃ࿔*:・
La ceremonia comenzó como si nada, simplemente fue el alfa ojiverde
mostrando a su hembra a todos. Diciendo cosas amenazantes a todo alfa y
beta de su tribu.
Tomándolo de la cintura con una mano, mientras que con la otra sostenía
un gran vaso de madera, que tenía un brebaje anaranjado que Jimin tuvo
mucha curiosidad de saber a qué sabía.
La ceremonia parecía ser más una fiesta para el pueblo que para el líder,
pues la música no tardó en ser oída y los bailes tampoco tardaron el llegar.
Mientras algunas y algunos omegas se encargaban de prender llamas de
fuego en un círculo de piedras negras. La temperatura estaba a favor de
cualquiera ese día, no hacía demasiado calor ni demasiado frío.
El alfa lo tomó de las caderas, hundiendo sus dedos en su piel. Llevándolo
a una de las grandes mesas para sentarse en los largos troncos.
—¿Tienes hambre? —preguntó el alfa.
Jimin negó.
El alfa rió, mientras atraía más al omega.
Jimin no se sintió incómodo. Por más estúpido que sonara, su omega se
negaba a repudiar a ese alfa que ni siquiera conocía.
—Siéntate en mi regazo —ordenó el alfa. Jimin volteo a verlo,
obedeciendo lentamente, temiendo ser descortés. —Mi nombre es Yoongi —
dijo el alfa una vez que el omega estuvo sobre su regazo.
Jimin asintió, jadeando al instando al sentir la cabeza del alfa posicionarse
en su cuello.
El alfa aspiró su aroma sin vergüenza.
—No —dijo Jimin. Sorprendiéndose él mismo ante su palabra.
Diez años, desde hace diez años que no había dicho ninguna palabra, desde
que su melodía se había cerrado.
—¿Hablas? —cuestionó el alfa sin alejarse de su cuello.
Jimin no dijo nada.
—Ah —jadeo una vez más el omega al sentir las manos del salvaje sobre
su muslo. —Si —dijo luego, queriendo más, pues no se negaba en lo absoluto
en ser poseído por el alfa. Desde muy pequeño se le había enseñado a
siempre estar reprimido, incluso en su primer celo y demás. Por ser omega se
le negaba tener deseo sexual, el cual nació en él desde la vez que vio por los
jardines de su palacio a ciertos sirvientes, en el acto profanoso. —¿Va a
tomarme? —se vio a sí mismo preguntando.
—El rey me dijo que no hablabas —el alfa no le respondió.
—No hablo con él —jadeo al sentir los dedos del alfa acariciar su piel. —
Ni con nadie.
—¿Y conmigo? —el alfa sonrió con superioridad.
—Usted es mi esposo —dijo Jimin apartando su cuello del rostro del alfa
para verlo fijamente. —¿No quiere oírme? —le preguntó mientras sus orbes
azules miraban las esmeraldas del contrario con intensidad.
—¿Quién te enseñó a coquetear? —el alfa marcó más sus hoyuelos.
—Mi nana —respondió Jimin, odiando no tener respuestas del alfa.
Se sonreían, ambos, algo distraídos de cierto animal siendo degollado
frente de ellos.
Hasta que cierto omega de cabello rojo como el fuego se acercó a ellos.
Era hermoso, de cuerpo delgado y sensual.
—Yhar —le dijo al alfa castaño, acercándose más. Jimin mataba con la
mirada al omega que parecía verlo con desprecio, hasta que este mismo, besó
al alfa.
¡En su cara!
Jimin simplemente vio como el ojiverde aceptaba el beso como si ya de
costumbre fuera, mientras ese omega lo veía con ¿superioridad?
¿Quién se creía que era?
Jimin estaba molesto.
—Jisung —dijo el alfa, para luego hablar sobre el oído de este, como si
Jimin no pudiera oírlo. —Te busco en tu campamento.
El omega asintió y se fue, torneado sus caderas al caminar.
Jimin... o Dioses. Jimin no era alguien con quien tratar así.
—¿Te has molestado? —preguntó el alfa.
Jimin no respondió.
—Responde —ordenó el líder.
Tampoco hubo respuesta.
El omega ignoró las palabras de este, viendo a su alrededor.
—Omega.
Jimin no volvió a decir palabra alguna.
⋆.◌ೃ࿔*:・
Jimin se negó a levantarse del regazo del alfa, incluso comió ahí mismo,
disfrutando de las carnes del banquete. Recibiendo halagos de la tribu del que
ahora era segundo.
"El omega da equilibrio y da paz a una tribu".
Su mirada recorrió todo el gran mesón. Había muchos sentados, claro que
no todos los de la tribu. Su vista curiosa se dirigió hasta cierto alfa de
cabellos azabache y piel morena que compartía intensas miradas con cierto
omega rubio, sentado no muy lejos de él.
—¿Qué ves? —Escuchó la gruesa voz del alfa ojiverde.
—A un alfa —respondió. Inmediatamente dijo eso, unos gruesos dedos lo
tomaron del mentón para voltear su vista hasta donde el alfa lo veía con
molestia.
—No seas una ramera —le advirtió. —Recuerda quién tiene poder aquí.
—No he dicho nada malo —dijo fingiendo inocencia.
⋆.◌ೃ࿔*:・
La noche cayó ante el banquete y los bailes, dejando mostrar las numerosas
estrellas que adornaban el cielo. Antorchas fueron prendidas a lo largo del
campamento, iluminando la tribu.
La noche parecía tranquila, más de lo que en realidad se encontraba.
Jimin estaba en una batalla interna. No sabía con exactitud qué debía hacer,
sabiendo lo básico. Su nana se lo había enseñado, desde como menear sus
caderas hasta cómo hablar para complacer a un alfa.
Jimin era un omega exigente, celoso, posesivo, altanero, con todos los aires
de un príncipe omega. Amando tener autoridad.
—Omega, levántate... —le dijo el alfa ojiverde sobre el oído de Jimin. El
Yhar se encontraba con ansias de pasar la noche con siento omega de cabello
rojo. Descarado como siempre, sin importarle tener un esposo.
—No —respondió Jimin, terco.
—Omega...
—No. No tienes porqué pasar la noche con una remera si tienes a tu omega
frente a ti —dijo, volteando su cuerpo con lentitud. Siendo sus muslos ahora
quienes se encontraban en posición contraria. Cara a cara con el alfa, siendo
sus ojos los protagonistas de una batalla.
—Tu-
—Yo —lo cortó el omega. —Soy tu esposo —masculló, pasando sus
delgados brazos sobre los hombros del alfa.
Los orbes verdes del alfa, se iluminaron. Ladrando una sonrisa.
—No me entregaron una oveja, me entregaron un lobo —dijo el líder de la
tribu. Tomando de la cintura al omega. —Estas en lo cierto, eres mi esposo...
—acercó su rostro hacia el oído del ojiazul. —Pero no mi omega —susurro
con malicia.
Jimin tragó grueso, sintiendo una aplacación en su pecho. Aquellas
palabras lo habían lastimado. Si el alfa era su esposo, también debía ser su
alfa... él obviamente era su omega.
—En-entonces —habló Jimin con la voz temblorosa, recuperándose al
instante. —¿Puedo dejar que otro, además de mi esposo, sea quien me
marque y sea mi alfa? —pregunto.
—No —respondió con voz gruesa el Yhar. —No es lo mismo.
—Si, lo es.
—Recuerda tus límites —gruñó el alfa.
—Entonces, recuerda quien es tu esposo, ahora.
El alfa apretó más su manos en la cintura del omega, atrayendo más a
Jimin a su cuerpo. Dejándole sentir su fornido cuerpo. El omega seguía con
sus brazos alrededor del alfa, acariciando la espalda de este, dejando subir su
mano izquierda a los rizos del alfa. Siendo sus rostros quienes se encontraban
a una distancia amenazadoramente cerca.
El alfa ladeo nuevamente su sonrisa. Dejando un casto beso sobre la
mejilla del omega.
—¡Ahg! —Las manos del alfa bajaron sin descaro hacia el trasero del
omega. Dejando brillar sus ojos esmeralda.
—Te poseeré aquí, si no te levantas ahora —susurró Yoongi, amasando
con sus dedos el trasero regordete entre estos, sintiendo la humedad entre la
tela. El omega lubricaba.
—¡Mhg! —Jimin no podía describir como era que su corazón latía ante lo
excitante que era sentir las manos del alfa en su cuerpo, como era que esas
palabras descaradas dejaban su cuerpo suelto y queriendo más. —S-si... —no
se levantó, sintiendo el bulto duro que se contraía en su trasero. Su nana le
había enseñado sobre esa reacción, era el pene del alfa. —Llevam-me —
jadeo.
—¿A dónde? —preguntó el alfa, besando la comisura de su mejilla.
—Adentro... —Jadeo más fuerte. Liberando feromonas con fiereza,
llamando la atención de muchos alfas cerca de la pareja.
El poder gruño ante las miradas en su esposo.
—Procura gemir alto para que mañana todo alfa aquí sepa quién te tomó
esta noche —susurro sobre su oído, pasando su rapera y lascivia lengua sobre
el entorno sensible de su rostro.
El alfa se levantó con el omega entre sus brazos, abrazando los muslos del
ojiazul, que con sus manos sobre el trasero de este.
Las mejillas del omega se encontraban rojas del carmín más claro, por la
vergüenza que le provoca su propio comportamiento, pero regocijado en su
excitación. Sintiendo el deseo de su ahora esposo.
Su nana le había dicho que hacer y cómo hacerlo. Prácticamente había sido
criado o más bien preparado, para la satisfacción de su esposo y aquello no
era algo que le sentara tan mal.
Su belleza podía dejar a cualquiera ante sus pies y esperaba que el alfa no
fuera la excepción.
Su padre quería al reino estable y lejos de los salvajes de las tribus, y Jimin
debía calmar la sed del líder la tribu de ir a su reino y destruirlo. Ese era su
propósito.
—Alfa... —gimió.
—Descarado —le dijo el alfa, caminando hacia las telas rojas de su
campamento.
Jimin miró sobre el hombro del alfa, divisando al omega pelirrojo y sonrió
con altanería y descaro, justo como el mismo omega había hecho con él.

⋆.◌ೃ࿔*:・

✰✰No te olvides dejar tu estrellita ✰✰


ϳ༢࿔Capítulo 03◌ુ࿔ྀ

Él era Park Jimin, príncipe de Verme, hijo del rey y legítimo primogénito,
esposo del líder de la tribu más grande y peligrosa de toda una región. No
tenía por qué rebajarse al nivel de un simple omega corriente, pero lo hizo.
Lo hizo cuando mostro cuán grande era ante ese pelirrojo.
Jimin sabía que había hecho mal en contraatacar, pero ¿Quién se creía él
para verlo de esa manera? ¿Con qué derecho?
Jimin era receloso de lo suyo, posesivo con todo lo que consideraba querer.
No le gustaba compartir, amaba la envidia sobre él, desde pequeño se crio de
esa manera. Amaba ser el más bonito de todos los niños en su palacio, amaba
los elogios hacia su cuerpo y rostro, claro que no lo confesaba, porque los
ojos de cualquiera siempre estaban en él. No tenía que pedir o aclamar
atención, eso era algo con lo que ya había nacido.
Despertó apenas su conciencia llegó a él, sentándose rápido sobre las
suaves sábanas y pieles debajo y encima de él, percatándose de la ausencia de
su esposo, sintiendo su pecho picar. Estaba molesto.
Casi automáticamente toco su cuello y la decepción llegó a su ser. No
había marca, su esposo y quien se suponía era su alfa no lo había marcado.
¿Por qué?
La luz entraba por las aberturas de su tienda. Iluminando el lugar. Estaba
solo y por el momento prefería eso, pero como al parecer la paz no es algo
que le perdure, las sirvientes que lo atendieron el día anterior entraron a su
tienda.
—Buenos días Yhar —saludaron las sirvientas, acercándose a él.
Jimin gruño. Sorprendiéndose él mismo ante su acción. Él no solía gruñir,
de hecho, eso era algo vulgar sabiendo que él es un príncipe.
—Perdón —se disculpó casi inmediatamente, cubriendo su boca con las
palmas de su manos.
—No es nada Yhar, es normal. Esta en su nido —dijo la sirvienta rubia,
sonriendo con comprensión.
El ojiazul se compuso inmediatamente. Sabia de lo nidos y sus
significados, lo habia leído. Aunque no sabía si realmente tenía uno, ¿lo
tenía?
—Oh —estaba un poco sonrojado. Se aclaró la garganta. —¿Dónde está mi
esposo? —preguntó.
—El Yher suele salir temprano a sus deberes. Hoy partieron a Verme,
llegaran al anochecer.
¿Verme? ¿Su reino?
Oh, no... ¿Acaso el pacto no se había cerrado ya? ¿Iba a devolverlo? ¿No
le gusto? Su padre iba a matarlo...
—Traigan mis ropas —ordeno. Las sirvientas obedecieron
inmediatamente.
ϳ༢࿔ྀ
—¿No tienen un espejo? —preguntó molesto. Necesitaba saber cómo se
veía y al parecer en toda la maldita tribu no había un solo espejo.
—No, mi Yhar.
Jimin estaba frustrado, nada salía como el quería. Primero su esposo
prácticamente lo había abandonado después de desvirgarlo sin descaro y
ahora no sabía cómo era que las horribles prendas salvajes le sentaban en su
cuerpo.
—Yhar, debe tranquilizarse —pidió la sirvienta rubia.
Jimin se molestó más.
—No me digas que hacer —gruño nuevamente.
—N-no, mi Yhar. No malinterprete mis palabras. Se lo digo porque su
humor puede perjudicar su tiempo de creación.
Jimin deambuló por la tienda. Trazando sus pasos de un lado a otro.
—¿Qué es eso? —pregunto. Comenzando a morder sus uñas. —
¡Responde! —elevo la voz ante el silencio de la sirvienta.
—Tal vez haya un bebé en su vientre —dijo la sirvienta.
Jimin paró de seco, dejando de morder sus uñas.
—¿Que? —sonrió. No lo había pensado, claro. Podría estar en espera,
pero... —¿No es muy pronto para eso?
—Si el Yher y usted pasaron la noche juntos como es debido, es lo más
probable. La noche de bodas es bendecida por la luna. Significa fertilidad —
le explico la rubia.
—¿Fertilidad? —Su humor había cambiado radicalmente. Podría estar
embarazado, eso era... ¡era maravilloso! Pero... inmediatamente su sonrisa
cayó. —¿Y si no quedé embarazado? ¿Que haré? —se preguntó a sí mismo,
ignorando a la sirvienta frente suyo.
—Debe pasar más noche con el Yher —respondió la rubia.
ϳ༢࿔ྀ ુ
(Verme)
—¡Mi rey! ¡Mi rey! —grito su consejero, corriendo hacia él. Pasando todo
el salón real.
El rey frunció el ceño, molesto ante la interrupción de su consejero.
—¿A que se debe este alboroto? —pregunto el soberano molesto.
El consejero llegó hasta él, agitado y con la respiración entre coartada.
—L-los... —tomo aire. —L-los —su aire se acabo, volviendo a respirar
colocado su mano sobre su cuello, intentando calmarse.
—¡Habla! —grito el rey.
—Los salvajes están de vuelta —Dijo el consejero.
Los ojos del rey se abrieron con asombro y miedo. No... Jimin había
fallado.
—No...
ϳ༢࿔ྀુ
Los salvajes entraron al salón real. Con torsos desnudos, mostrando la
musculatura de su cuerpo, sonriendo con altanería y a paso lento por el salón
dorado, se dirigieron hacia el rey sentado en su gran trono de oro. Con
cuerpos fornidos y casi vibrantes de cacería.
—¿A-a que me debo esta visita? —pregunto el rey.
—¿Acaso no soy bien recibido en el reino de mi omega? —pregunto el
líder de la tribu, ladrando una sonrisa socarrona al sentir el miedo en los ojos
de todo ser en el salón real.
—Oh, no. No quise decir eso. Claro que eres bienvenido —dijo eso rey
inmediatamente. —Solo me preguntaba porque esta visita tan inesperada.
—Vengo a darle los presentes de mi tribu a su reino. Mi omega está
encantado de sus nuevas tierras —mintió, realmente no sabía cómo era que el
omega ojiazul se sentía en su tribu. Pero que más daba, debía acostumbrarse
de todas maneras.
—¿Presentes? —pregunto el rey.
—Así es. Regalos de mi tribu en honor a mi luna y a la misma —dijo.
Levantado los brazos en señal de que sus hombres trajeran las cajas de
presentes a los pies del trono del rey.
—N-no era necesario —dijo el soberano asqueado por aquel olor floral y
silvestre que emanaban aquellos hombres.
ϳ༢࿔ྀ ુ
(Tribu)
—Mi Yhar, coma algo —pidió su sirvienta.
—No quiero —dijo caprichoso el omega ojiazul. Peinando por milésima
vez su cabello, esperando que los palos diminutos de manera que le había
dado la rubia le sirvieran de algo. Odiaba que su cabello estuviera
completamente lacio, así que lo ondulada levemente con pedazos de tela o al
menos eso hacía antes, ahora había ondulado su cabellos en palos de madera
delgados, esperando que resultará bien.
La sirvienta rubia, un poco mayor que él. Sonrió ante el omega.
—Se ve hermoso Yhar, no es necesario que se arregle más. La noche caerá
y pasará otra noche con el Yher —dijo con calma.
—¡Lo se! —dijo frustrado Jimin. —Pero... ¿Y si no me veo lindo para él?
Se irá con la ramera de cabellos rojos —gruño, poniéndole más esmero a su
cabello.
—Es normal que sienta celos —lo calmó la rubia. —Pero igualmente
puede hacer que su alfa lo prefiera a usted por encima que cualquiera —le
aconsejo.
—Pareces mi nana —sonrió Jimin ante las palabras de la sirvienta. No por
nada había no había salido de su tienda en todo el maldito día. —Primero que
nada —miro a la sirvienta. —¿Cómo te llamas? —pregunto desde de horas
sin intereses en el nombre de quien le servía.
—Wheein —la rubia le devolvió la sonrisa.
—¿Vas a ayudarme? ¿Serás mi confidente en todo lo que haga? —
pregunto Jimin con cautela.
—Si, mi Yhar.
—¿Sin ninguna palabra a el Yher? —preguntó de nuevo.
—Así será si gusta usted, mi Yhar.
—Esta bien —Jimin se sentó una vez más sobre las pieles de su nido,
tomando el peine de madera, levantándolo hacia la rubia. —péiname.
La rubia tomó el peine.
ϳ༢࿔ྀુ
La noche llegó con su intenso frío, aquel de la estación que tanto torturaba
a aquellos amantes del calor. Las antorchas de la tribu se colgaron en sus
callejones. Alumbrando sus senderos adornados de telas finas y gruesas,
procurando no acentuar las antorchas cerca de los hilos, para no provocar
desgracias.
Los caballos se escucharon llegar. Mientras la tribu descansaba ante su
atenta luna que los protegía de cualquier mal que se les atravesara, su líder
caminaba tranquilo hacia su tienda, aquella que era más grande que las otras
y era de un rojo vino intenso.
Yoongi caminó con lentitud hacia su tienda, suspirando al entrar en esta.
Sintiendo su alfa inquieto por el aroma que se extendía por toda la tienda,
perfumado cada esquina. El omega había perfumado su tienda, sonrió al
imaginarse al omega soltar feromonas en esa cantidad, no era mentira que
algunos omegas solían ser posesivos y celosos tanto como los propios alfas.
—Alfa... —Escuchó. La tienda estaba apenas alumbrada por algunas velas,
que se acentuaban cerca del nido, mostrando a un omega desnudo sobre las
pieles y sábanas que adornaban el sector.
Yoongi se oyó a sí mismo tragar grueso ante tal imagen.
—Omega... —susurro, hipnotizado por la figura que tenía ante él.
—Me he preparado para ti... —susurro el omega, arrodillado sobre las
pieles y sábanas, con su torso rígido y hombros altos, con su rostro angelical
viéndolo fijamente. Esas mejillas carmín lo llamaban, y aquella piel lechoso y
pecosa alumbrada por el naranja de las velas, lo atentaban. Con el aroma del
omega a flote.
—Luna... —Yoongi se dejó caer de rodillas sobre las pieles y sábanas del
nido de su esposo. El nido que él mismo había rehecho una noche antes de su
unión. —Luna —repitió, extendiendo sus brazos hacia el omega desnudo
delante de él. Acariciando sus clavículas.
—Me he preparado para ti —dijo el ojiazul, acariciando el rostro del alfa,
viendo como el ojiverde se relajaba ante su toque, cerrando con lentitud sus
orbes esmeralda. —¿Te gusta?
—Oh, omega —el alfa aspiró su aroma, acercando su rostro a la muñeca
del omega. —Me encanta —sus ojos brillaron.
—¡Ah! —Jimin jadeo ante las manos del alfa en su cintura desnuda. —
Tómame, tómame como anoche y márcame —dijo.
El alfa beso su cuello, aspirando su aroma sin descaro, aspirando su piel.
—Gime para mí —dijo el alfa, jadeando ante las feromonas descontroladas
del omega. Bajando sus manos hasta el esponjoso trasero del ojiazul.
Jimin enredo sus brazos en el alfa.
—¡Yoongi! —gimió, abriendo su boca al sentir los dedos del ojiverde
tocar su entrada ya húmeda y excitada. Podía sentir la dura hombría del alfa
en su muslo, comenzando a menear sus caderas para tener más fricción de su
alfa.
Si, su alfa.
—Vas a volverme loco —Yoongi besaba donde podía y quería, pasando
sus afilados dientes y gruesos labios por doquier. Disfrutando el deleite del
omega.
—Bájame los pantalones —ordenó con su voz gruesa y profunda, sobre el
oído del omega.
—S-si...
El osado omega bajo sus manos hacía su pantalón, desabrochando y
desamarrando los nudos, bajando la tela.
Yoongi en un movimiento quitó su prenda de su cuerpo, no quería que
nada lo estorbara.
Igualmente, arrodillado que el omega. Noto como el castaño, arrugando su
pequeña narizita roja al igual que sus mejillas, tragando al ver su hombría
expuesta.
—Me gusta... —dijo Jimin. Extendiendo su mano hacia la hombría de su
alfa, tocando la gruesa extensión que tenía para él.
Sus orbes azules se alzaron hacia Yoongi que sonreía.
Jimin bajó su cabeza con lentitud, abriendo sus dulces labios rosas.
Lamiendo la punta de la hombría del alfa.
—Omega —jadeó Yoongi, cerrando sus ojos, apretando su mandíbula al
sentir la lengua del omega en su pene. —Metelo...
—Mhmm —El omega sonrió. Tenía al alfa donde quería. —No te has
portado bien, no te despediste de mí al salir esta mañana... —Habló con su
dulce voz.
—Jimin...
—Cuando te portes mejor, voz a comerte tanto como quieras —habló
sobre la hombría del alfa.
Levantando su cabeza. Acercándola a la del alfa.
—Tómame... —se recostó sobre las pieles suaves que se encontraban
perfumadas no solo por su aroma. Abrió las piernas.
—Rogarás por tener mi pene en tu linda boca —dijo Yoongi, acariciando
los labios del omega con su pulgar, mientras se adentraba entre los muslos de
este.
Jimin chupo con fervor el dedo del alfa cuando este decidió meterlo en su
boca. Su corazón ya no martirizaba como hace unos minutos, ahora su omega
ronroneaba ante la atención que recibía de su alfa.
—¡Ahg! ¡Ah! ¡Ah!
Yoongi entre de una estocada en el omega, agarrando sus caderas.
Casi sintiendo el delirio al sentir la humedad del omega alrededor de su
puro pene. Amaba esa sensación.
Amaba ver al omega con los ojos cerrados y apretados, mientras sus labios
estancieros soltando gemidos fuertes y altos, con su entrecejo arrugado.
Siendo las pieles arugadas por las manos del omega que apretaban con
fervor estas.
Se agachó ante el cuerpo del omega, besando su cuello. No quería que las
marcas que dejaba desaparecieran nunca.
Su alfa ronroneaba.
Las manos del omega se sostuvieron de su espalda, mientras él aumentaba
sus embestidas, llegando más profundo, tocando ese delicioso lugar que tanto
hacía gemir a su omega.
Porque ahora era suyo.
Porque mientras las manos del ojiazul rasguñaban su espalda, dejando
pequeñas heridas, sus encías habían aprovechado para enterrarse en el cuello
ladeado del omega.
—¡Ah!
Yoongi lamió la marca recién hecha, viendo con ternura al ahora su
omega, lloriquear por más.
—Más...
—Mhmm —Yoongi lamió las lágrimas en las mejillas de Jimin, con
delicadeza y ternura. Procurando ser cuidadoso. Ahora era su alfa protector
quien tomaba el control de sus acciones, cuidando a su omega.
—¡Alfa! —el nudo se formó.
—Shh... —Yoongi acunó el rostro de su omega, podía sentir el remolino
de emociones en él. —Shh...
Su nudo era grande, sabía que le dolería al omega. El no era cualquier alfa,
era el alfa bendecido por la luna y las estrellas.
—Alfa... —Jimin enredó sus brazos alrededor del cuello de este.
Acercando el cuerpo de Yoongi hacia él.
Yoongi besó con delicadeza los labios del ojiazul.
—Shh. Eres muy caprichoso.
—Mhg —Jimin acercó más el rostro del alfa hacia él, pidiendo más besos,
más atención. Mientras los fluidos de semen salían y entraban en él.
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❁۪Capítulo 04 ུ°

Su marca se había formado, claro no estaba cicatrizada, pero la conexión


única y potente que solo podía sentir con su compañero estaba en su pecho,
en su cuerpo. Jimin estaba feliz, satisfecho. Amaba ser mimado y más si era
por su alfa.
Sentía que la autoridad se le resbalaba de su cuerpo, sentado en el regazo
de su alfa al aire libre, donde todos los podías ver, incluso ese omega
pelirrojo.
Toda la tribu desayunaba. La gran mesa de madera no acaparaba a todos
los integrantes, por lo que había más mesas de madera alrededor, donde
niños, omegas, betas y algunos alfas comían. Pues los alfas comían en la
mesa principal donde su Yher se encontraba junto a su Yhar, lo cual no era
común, ¿un omega sentado en la mesa principal?
Las delicias en la mesa eran variadas, desde la miel hasta los panes recién
horneados que esparcía un olor delicioso. Jimin disfrutaba de las frutas, tenía
una preferencia particular a las fresas y más si estas tenían miel.
Llevando fresa por fresa a sus labios, comiendo lentamente y mirando con
altanería al omega pelirrojo que se veía desde la otra mesa.
—Alfa —gimio Jimin, cuando el alfa alejó el tazón de fresas del alcance de
sus manos.
El alfa lo miró y apretó su agarre en su cintura.
—Come el pan que prepararon —dijo estoico.
—No quiero.
—Omega...
Jimin levantó su rostro, enojado. Con su frente en alto, mirando otro lugar.
Los niños corrían y jugaban. Todos eran de diferentes edades. Había risas
y juguetes de madera tallados, diversos animales y formas. Jimin los
vislumbró con dulzura, era un lindo paisaje que observar.
—Jimin —dijo su esposo. El castaño lo ignoró.
Yoongi miró el cuello extendido del omega, donde su linda marca
cicatrizaba. Su alfa se sentía posesivo, sobreprotector, queriendo gruñir a
cualquier alfa, beta e incluso omega que postrara sus ojos en su omega.
Sabía que el ojiazul amaba llamar la atención, lo había notado. Amaba su
delicadeza y su belleza, toda parte del omega era espléndida digna de un ser
celestial.
Pero lo que lo conflictuaba era lo caprichoso que este era. Quería las cosas
que pedía al instante o ponía esa expresión que tanto carcomía a su ser,
¿cómo no darle todo lo que pedía?
Yoongi suspiro.
Este no era su palacio ni mucho menos su reino, era su tribu y el omega
debía acostumbrarse a no tener todo lo que pedía.
—Come el maldito pan —le ordenó, llevando sus dedos al mentón del
omega para voltear su cabeza. —Jimin.
—Eres un idiota —le dijo el omega antes de tomar un pedazo de pan
cortado y llevarlo a su boca, esparciendo migajas de este por la manera en la
que magullaba el pan con sus dedos. —Sabe horrible —dijo alto, con sus
cejas fruncidas.
Yoongi decidió que era el colmo al ver la expresión de los presentes y de
las omegas y betas que habían horneado muy temprano.
Tomo al omega de las caderas fuertemente, levantándose.
—¡Oye! —Yoongi ignoró las palabras y quejas del omega, dirigiéndose a
paso rápido a su tienda. —¡Suéltame! ¡Salvaje! —le gritó Jimin cuando esté
prácticamente lo tiró a su nido.
—Recuerda que te casaste con este salvaje —le dijo el alfa, acercándose al
nido, sin adentrarse a este, aún parado.
Jimin estaba más que indignado.
—No me importa. Eso no te quita lo salvaje —volvió a decir el omega
caprichoso.
El pecho de alfa subía y bajaba ante la desobediencia del omega.
Sus ojos esmeralda brillaron con indignación, dilatándose por la rabia.
—Cállate —masculló. —No probaras ni un solo bocado de comida hasta
que te arrepientas de tus palabras —le dijo.
Tirando con rabia los palos diminutos que se encontraban sobre uno de sus
muebles de madera de nogal.
—¡No lo haré! —dijo Jimin más indignado por la acción del alfa. —Eres
un salvaje y nadie te quita eso —le dijo con repudio, levantándose de su nido.
Mirando fijamente al alfa frente suyo.
—¿Crees que me importan tus palabras? —el alfa le gruño. —Debes
disculparte con las omegas que prepararon tu jodida comida esta mañana —
las palabras del alfa se elevaron.
El rostro de Jimin estaba rojo, sus mejillas carmín indignadas, estaba a
nada de llorar. Él no solía discutir con nadie, de hecho no solía hablar, pero
nadie lo contradecía en absolutamente nada.
Sus labios temblaron sin poder decir nada y sus ojos se humedecieron.
Yoongi se arrepintió de haberle hablado de esa manera.
Sintió las emociones de su omega a través del lazo.
Mierda...
Quiso extender sus brazos y abrazar a su omega, realmente quiso hacerlo,
pero lo detuvo el repentino empujón del omega al pasar por su lado.
Jimin salió de la tienda. Yoongi lo siguió rápidamente.
—¡¿Quién hizo el horrible pan esta mañana?! —grito al salir de la tienda.
Los omegas y betas se miraron entre sí, sin saber que pasaba.
—¡¿Quien lo hizo?! —grito una vez más.
—Y-yo, mi Yhar —dijo un omega rubio, con la vista baja y apenado.
Jimin se dirigió a él, horneando sus caderas haciendo enfurecer a su alfa
detrás suyo.
—Perdón por decir que ese horrible pan que hiciste sabía asqueroso —le
dijo el ojiazul una vez estuvo frente al omega rubio que parecía estar muy
avergonzado.
—Descuida, mi Yhar, es mi culpa —le respondió el omega.
Jimin sonrió victorioso.
Volteando para ver a su alfa.
Yoongi tenía la mandíbula tensa y sus ojos realmente emanaban rabia.
—Listo, mi querido esposo —dijo el castaño.
Pero algo que nadie se esperaba pasó. Un gruñido se escuchó, era fuerte y
potente casi como el del Yher.
Un alfa había gruñido a Jimin. Uno específicamente que lo veía con la
misma mirada que su esposo, pero más peligrosa. Era un alfa moreno y de
cabello negro fino.
Yoongi salió de su cabales.
Jimin se alteró, no había sentido el gruñido de un alfa hasta ese momento.
Su omega sintió peligro, llamando por su lazo a su alfa.
Yoongi no dudó en atenderlo, llegando a paso rápido donde su paralizado
esposo. Abrazando su cuerpo.
Gruño igual, mirando al alfa que había gruñido a su omega.
—Namjoon —le dijo al pelinegro. —Vete, antes que te mate —masculló
peligroso. Sosteniendo la cabeza de su omega con las palmas de sus manos.
El otro alfa no pudo hacer más que tirar del omega rubio igual de
paralizado que el Yhar.
—Shh... —calmo el llanto de su omega, volteando nuevamente, levantando
al ojiazul para llevarlo a su tienda.
—Alfa —su omega pidió más atención, llevando su rostro a su cuello.
Yoongi liberó feromonas.
—No debiste hacer eso —le dijo el ojiverde.
—No es mi culpa —sollozó su pequeño esposo. —El pan estaba rancio.
Su alfa lo llevó hasta su nido, dejándolo aún sobre su regazo mientras se
sentaba sobre las pieles con él en brazos.
—El pan hubiera sabido a mierda y eso no te daba el derecho de hablar de
esa manera —le dijo su alfa, haciendo vibrar su pecho, mientras el omega se
calmaba.
—Lo siento, alfa —susurró.
Yoongi sonrió, besando las mejillas de su irrespetuoso omega.
—Vas a quedarte aquí hasta el anochecer —dijo.
—¡No! —el omega quiso separar su cuerpo del alfa. —No quiero estar
encerrado.
Sus labios se fruncieron.
—Omega... —Yoongi los detuvo. —Compórtate Jimin —masculló,
apretando su agarre en él.
—¡Me lastimas!
—Te dije que te comportaras —le dijo el alfa.
Yoongi debía volver a calmar a su caprichoso omega.
。゚❁ུ۪ °
—¡Eres un idiota! —le grito el rubio, golpeando el pecho del pelinegro. —
¿Quieres que te destierren? —dijo mientras miraba alrededor del lago.
Estaban debajo del gran árbol que adornaba el lago cerca de la manada.
—Él no tenía porque...
—Él es el esposo de nuestro Yher —le reprendió molesto. —Y tampoco
eres mi alfa para...
El alfa lo tomó de las caderas.
—¿Que no soy tu alfa? —le pregunto igualmente molesto. —Si aceptaras
mi estupido cortejo, serías mi omega, pero prefieres moverles el trasero a los
demás —le habló con rabia.
El omega se entristeció por las palabras del alfa, empujándolo sin lograr
alejarlo.
—Eres un idiota —le dijo. —Si realmente quisieras ser mi alfa no pasarías
tus malditos celos con otro —le gruño.
—Seokjin, sabes muy bien que esa vez no pude...
—¿Qué? ¿Qué vas a decir? —volvió a empujar al alfa con más rabia. —
¡Suéltame!
El alfa lo soltó sin otra opción.
El rubio omega sentía que todo se le desmoronaba. Su omega está
dormido, lastimado y sobre todo roto.
¿Cómo era que quien se suponía era su alfa, lo había engañado?
Eso no tenía perdón ni de la misma luna.
¿Cómo le explicaría a su padre que estaba esperando el hijo de un alfa que
lo había traicionado?

。゚❁ུ۪ °
—Mi Yhar, alguien quiere verlo —le informo Wheein.
Jimin que hacía su mayor esfuerzo por peinar su cabello pues había una
festividad más tarde y debuta estar listo. Paró su trabajo para atender a esa
persona. Era muy raro, él no conocía a nadie de la tribu.
—Déjalo pasar —dijo mientras arreglaba su túnica.
—Buenas noches, mi Yhar. He venido a darle este queque, se que esta
mañana no hice mi mayor esfuerzo por el pan y lamento haberle causado un
conflicto —dijo un omega rubio al adentrarse a su tienda por las telas rojas,
con un plato en mano.
—Buenas noches —dijo Jimin, viendo de pies a cabeza al omega rubio
frente a él. —Descuida —le dijo con sinceridad, se sentía apenado por su
comportamiento. —No soy de aquí y digo cosas tontas, no se como es aquí,
tuve un mal comportamiento contigo —se disculpó, recibiendo con una
sonrisa el queque.
。゚❁ུ۪ °
La fiesta dio comienzo, con música y danza. La tribu reía y cantaba. Todo
con sus mejores prendas, libros para dar la bienvenida a su luna nueva.
Las flautas tocaron junto con la sarna, haciendo armoniosa su noche.
Todo alfa emparejado, sostenía a su omega o familia, séneca de ellos,
mientras la carne se asaba y el banquete se formaba.
Era una noche de fiesta.
El Yhar, el omega, la representación de la luna en su tribu, era el omega
más hermoso en esta, se vio una vez salió de su tienda, luciendo bien vestido,
con ropas que se le debían al cuerpo. Sus ojos azules eran brillantes por el
reflejo azul de la misma luna y cielo oscuro. Llevaba la tiara de Yhar, esa que
había pasado por todas las lunas de la tribu. Aquella linda tiara de plata y
piedras preciosas.
Su omega, el omega de la tribu, aquel que traería descendientes y futuros
gobernantes.
El omega significa esperanza, fruto y paz.
Todos bajaron su cabeza ante su Yhar que llegó a su Yher. A pasos lentos
y con una leve sonrisa. Un poco avergonzado por los ojos en él.
Jimin no había leído mucho de este festín, así que sabía poco.
—Alfa —le dijo al ojiverde al llegar ante él.
Yoongi tomó sus manos, llevando sus labios a sus nudillos.
—Precioso —le dijo.
El Yher tomó su mano, llevándolo hasta donde él se sentaría, sentándolo
en su regazo y besando sus labios se dio inicio al festín.
La música sonó.
。゚❁ུ۪ °
Jimin se entretenía de más, había cosas que nunca en su vida había visto,
cómo la magia. Muchos animadores se habían acercado frente al rey para
entretenerlos y que este les tirara monedas. Era una tradición de la fiesta.
Un beta se había acercado con un pañuelo y una Módena para hacerla
desaparecer en sus manos y confundir a la gente con su pañuelo. Sacando la
moneda del cuello del omega ojiazul que se encontraba muy entretenido en el
regazo de su alfa.
El alfa le había lanzado tres monedas de oro al beta solo por dejarlo ver la
hermosa sonrisa que su omega tenía.
Así pasaron más y más personas, intentando entretener a sus líderes.
Risas y juegos, había de todo y por encima de ellos se encontraba la gran
luna llena. Hermosa y resplandeciente como el Yhar.
Pero aquello que quitó la paz fueron las tres omegas que se habían
presentado.
Estaban bien vestidas y con ropas cortas. Eran muy lindas.
La música fluyó y las omegas con miradas coquetas comenzaron a bailar,
horneando sus caderas mirando fijamente al Yher.
Jimin realmente se molestó, volteando a ver a su alfa que miraba atento a
Aldea omega bailar sonriendo.
Jimin miró atento los pasos eróticos de las omegas y como estas se movían
y tornaban su cuerpo, atrayendo la mirada de muchos.
Quitó el bolso de monedas de las manos de su esposo, evitando que este le
lanzara monedas a las omegas. Pues no había podido ignorar como las
omegas lo habían visto a él. Su alfa solo se río, sabiendo de sus celos por el
lazo.
Su pecho quemaba de la rabia, sentía como si alguien le clavaba algo en su
cuerpo, Jimin definitivamente estaba molesto. Su alfa con ojos para otra
persona lo molesto. Yoongi miraba sin descaro los cuerpos de esas omegas,
en su propia cara.
Sinvergüenza.
Las omegas se fueron indignadas sin recibir ni una sola moneda.
—Rameras —susurró Jimin, siendo su cintura bien apretada por las manos
de su alfa que ante su intento de pararse, lo evitó.
—¿Qué haces? —le susurró Yoongi a su esposo.
—No es nada malo —dijo. —Quiero pararme.
Yoongi le dejó pararse sin saber lo que este haría.
—Ahora me toca a mí —dijo Jimin antes de pararse enfrente a él. En
medio del círculo que su tribu había formado para ver lo que hacían los
demás.
La música fluyó y con él, el cuerpo del omega. Repitiendo los pasos de las
omegas y con la mirada fija en su esposo.
Yoongi tragó grueso.
Mierda...
Jimin movió sus caderas, manos y torso. De una manera casi celestial, sus
mejillas estaban un poco rojas, pero no le importo.
Yoongi se sintió complacido al tener a su omega así, frente a él, pero se
percató de un detalle. Había más ojos en su omega, en su cuerpo, en sus
caderas, en su trasero...
No.
Se levantó imponente de su asiento, gruñiendo.
La música paró.
Atrayendo a su omega hacia él, lo jaló de su brazo.
—¡Oye! —le gritó Jimin.
—No me hagas enojar, Omega. Te comportas como una ramera.
El vaso de agua se había formado.
Jimin empujó a su esposo, alejándose de él.
—Imbécil —dijo antes de alejarse del festín, con la mirada de todos en él.
Se adentró a su tienda, molesto, tirando todo lo que veía frente a él.
Pero...
Él omega pelirrojo estaba en su nido, desnudo y ¿preparado?

。゚❁ུ۪ °
—Sigan —dijo el Yher. Aún con la mandíbula tensa y molesto por lo
caprichoso que era su omega.
Había sentido sus celos, pero claro que todos los omegas son celosos, pero
no pensó que el ojiazul llegaría a ese límite.
Mostrar sus encantos a los demás, frente a él.
Le había faltado el respeto.
Había traído a un omega muy diferente al resto a su lado.
Su alfa había gruñido desde que lo había visto, desde ese día en Verme, en
el jardín. Ese lindo omega castaño ya era suyo, pero no sabía cómo domarlo.
Era un fiera, era su fiera.
Se calmó, sentándose nuevamente en su asiento de madera fina.
La música se volvió a escuchar, todo comenzaba a calmarse, pero...
—¡Mi Yher, su esposo!
Unos gritos se escucharon.
Su pecho vibró.
Había dejado que su omega fuera sólo a su tienda...
Mierda.
Rugió, alguien se había atrevido a tocar a su omega.

。゚❁ུ۪

✰✰No te olvides dejar tu estrellita ✰✰


✿*:・。Capítulo 05.:*✧゚

—¡Ahh! ¡Auxilio!
Jimin tenía el ceño fruncido, haciendo iluminar el azul de su mirada
fiereza, mientras arrastraba de los cabellos al omega pelirrojo, no le
importaba si este no podía sostenerse de sus pies o si quiera como este
gritaba. Nada importaba en ese momento más que sacar a esa ramera de su
nido y de su tienda.
¿Cómo se atrevía a poner su asqueroso cuerpo en su nido?
Jimin sintió como su pecho ardió por aquello, cómo cada parte de su ser se
molestaba por ver a otro omega en donde su alfa le había hecho su marca, lo
había tomado, donde se suponía tendría sus cachorros. ¿Cómo era eso
posible?
No le importaría si el omega estuviera desnudo y a merced de rasguños. A
pasos firmes se dirigió hacia donde él se encontraba, no podía soportar el
nudo que se había formado en su pecho y garganta.
Su nido.
—¡Ah! —Jimin lo sacó de su tienda, tomándolo del cabello y jalando de él
con la fuerza de un alfa y con la furia que solo un omega podía emitir.
Soltaba gruñidos de a par mientras caminaba lento por los jalones del omega
para soltarse, pero le fue imposible.
No dijo ni una sola palabra hasta ese momento donde su sirvienta vino.
—¡Yhar!
—Auxilio —sollozo el omega pelirrojo, siendo arrojado hacia las tierras de
afuera.
La luna brillaba intensamente, mientras el omega ojiazul abofeteaba al
omega en el suelo que como podía se cubría, mientras mas servidores del
omega del Yher, llegaban en salvación de éste, sin imaginarse que era él
quien era el que repartía los golpes.
—¡¿Como osas?! ¡En mi nido! —grito Jimin, mientras la cólera le subía
por su garganta. Quería matar a ese omega, quería hacerlo con todas sus
fuerzas. —¡¿Entras desnudo a mi nido y no esperas un castigo?! ¡¿Eh?! —lo
abofeteó nuevamente.
Las llamaradas en sus ojos y su pecho ardiendo, lo hacían más peligroso de
lo que se veía.
Su rostro estaba rojo por la rabia.
Parecía una amenaza mientras tomaba nuevamente al omega pelirrojo de
sus cabellos, levantando su rostro magullado.
Le gruño, haciéndolo estremecer como solo un omega furioso podía
hacerlo.
—¡Jimin!
Esa voz...
Los orbes zafiro de Jimin soltaron espesas lágrimas, sintiéndose
desprotegido, ofendido e insultado...
Necesitaba a su alfa.
Gimió. Soltando un desolador chillido. Haciendo tapar a los presentes sus
orejas. Dolía, el chillido era tan agudo que lastimaba a cualquiera que lo
oyera, haciendo actuar a su alfa inmediatamente.
El alfa ojiverde que había presenciado la escena de su omega golpeando a
otro que por lo que veía no podía protegerse o rebatir los golpes.
Jimin corrió hacia su pecho, abrazándolo y chillando con desesperación.
Su pecho aún era un remolino de emociones por sentir a su omega.
¿Qué había pasado?
Su omega no podía contener el llanto que parecía torturar a su alfa de tan
solo escucharlo.
—Omega...
—Mi nido... N-nuestro nido fue infestado por esta ramera... —sollozo más
el omega. Encajando su rostro hacia el cuello del alfa, pidiendo atención,
pidiendo que los orbes esmeralda que veía atónito al omega en el suelo, lo
mirasen. —¡No lo mires!
—No, no. Omega. No lo estoy mirando —su alfa podía sentir la furia de su
omega.
Repentinamente el omega se apartó de su tacto, zafandose de su agarre.
Jimin lo miraba ahora con rabia, mordiendo sus labios con fuerza. Su
aroma no era nada bueno.
—Tu lo llamaste, ¿verdad? —Soltó el indignado omega. —¡Batardo!
Ahora si que Yoongi estaba más que confundido por las palabras de su
omega, podía sentir su rabia y desesperación, pero no comprendía nada.
—Yher... —susurro Wheein, la sirvienta de su esposo. —El omega ha sido
encontrado desnudo en su nido, el Yhar se ha molestado por eso. —le
informo.
Jimin pisoteaba el suelo como si estuviera haciendo un berrinche, pero
realmente era un omega dañado, nadie en la faz de la tierra que estuviera
consciente de un omega recién emparejado se atrevería a meterse con algo tan
preciado que es su nido.
Yoongi tragó grueso sabiendo lo peligroso que estaba su omega en esos
momentos.
—Llevenselo —ordenó a las demás omegas que los veían, intentando
ignorar la miradas de los demás miembros de la tribu detrás suyo, viendo el
espectáculo que su omega hacia.
El magullado omega pelirrojo, soltaba sollozos por el dolor de su cabeza y
rostro, mientras una de las sirvientas cerca lo cubría con una manta.
—Entra, Jimin —señaló su tienda.
—¡No! —gruñó el omega una vez su alfa quiso acercarse.
—Mi luna, por favor. Entra —le susurro con lentitud y dulzura para calmar
la fiera que tenía delante suyo.
Jimin aún soltaba lágrimas de rabia por el ardor interno que sentía, la rabia
crecía más y más, quería matar a ese omega, a ese sucio omega.
Sollozo.
—¡Váyanse! —ordenó el Yher a su gente. —¡Sigan la fiesta!
Todos se alborotaron ante los gritos de su Yher. Caminando regreso al
patio de la fiesta.
—Omega... —habló con dulzura nuevamente.
Jimin sorbió su pequeña nariz, roja por la lagrimas y el enojo.
Adentrándose a su tienda. Su aroma se descontroló más al sentir el aroma del
otro omega, apurándose en liberar más de sus feromonas para cubrir todo su
alrededor.
—Quiero que lo destierres —habló una vez sintió los brazos de su alfa
detrás suyo. —No quiero a ese omega cerca mío.
Yoongi lo abrazó por detrás, ciñendo sus brazos en las caderas del omega,
besando su marca, mostrando su cabeza en el hombro de este, intentando
tranquilizarlo. Su alfa estaba tan molesta como el omega. También podía
sentir el aroma del otro omega.
—Ya no quiero esas pieles, quiero que las quemes —dijo Jimin, más
tranquilo y dócil, mirando su nido en la tienda. Donde las pieles y sábanas de
colores, suaves y largas, estaban revueltas con brusquedad.
—Si, mi omega. Todo lo que pidas, mi luna —susurro su alfa sobre su
oído, mientras besaba su marca.
Su omega sollozo por más atención, no podía con tantas emociones a la
vez.
—Shh... Shh, aquí estoy. No mande a llamarlo, omega —acaricio su
cintura. —Él hizo mal, pero no puedo desterrarlo...
Jimin quiso apartarse del toque de su alfa, pero su omega se negaba.
—Debes hacerlo —protesto.
—No lo haré —beso la marca de su omega una vez más. —Será un omega
desamparado, vagando por el bosque. Yo no haría eso... mi luna, no haré eso,
pero si le daré un castigo.
Jimin gruñó.
✿*:・。.:*✧゚
Las luciérnagas de la noche eran las más hermosas de las praderas verdes
finas de la tribu. Donde los sonidos de los animales se oían tranquilos por
doquier, donde la naturaleza se floreaba ante sus ojos. Jimin amaba eso.
No faltó mucho para que su alfa consiguiera más pieles para su nuevo nido
que hasta el momento solo era una gran piel de oso que Jimin había decidido
conservar, lavándole el mismo para quitar ese horrible aroma de ramera.
Yoongi había ido a cazar sin falta varios días, quitando el mismo las pieles
de los animales para que los betas que eran expertos en curtir las pieles para
su uso, se dedicaron a prepararla.
Jimin hasta ese entonces había estado molesto, con furia flotante por todas
partes, mientras caminaba alrededor de su tribu y conversaba leves palabras
con los omegas o alfas de esta, aunque los alfas por lo general eran cortantes
y jamás lo miraban a los ojos.
—Alfa... —gimió Jimin, mientras se esforzaba para dar forma a todas las
pieles que su alfa le había traído. Todas de distintos animales, suaves y
limpias, sin ningún aroma que detestar. —¡Mira! —se enorgulleció de su
propio trabajo, recostándose sobre el nido para esparcir su aroma, por todos
los bordes.
Yoongi lo miró desde su silla, sentado al lado del nido que su omega había
tardado dos horas en hacer.
—Es hermoso, omega —habló el alfa mientras se acomodaba entre las
pieles.
El ojiazul se trepó encima su pecho, mostrando su cabeza en cerda de su
rostro, abrazándolo. Su alfa comenzó a emanar calor para el omega y a
ronronear, mientras besaba su cabellera castaña.
—Alfa... —su omega comenzó a trazar figuras con su dedo índice por
encima de su piel, donde sus tatuajes de tinte negro se mostraban. —Me gusta
la flor —dijo Jimin, mientras delineaba el tatuaje con su dedo.
—Tu eres la flor —le dijo Yoongi.
El omega inmediatamente se irguió sobre él, poniéndose a horcajadas
sobre su cintura.
—¿De verdad? —preguntó posando sus manos en el cuerpo de su alfa.
El alfa sintió, mientras llevaba sus manos hacia la cintura de su omega.
—Desde que vi a mi hermosa flor en ese jardín del palacio, no pude dejar de
pensarte —le confesó Yoongi. —Tome tanto cuando llegue a la tribu que
cuando desperté esa mañana, tenía este tatuaje en mi abdomen. —Dicen que
insistí en que me lo hicieran.
—¿Dolió? —le pregunto Jimin, acariciando el tatuaje. Estaba hecho gota
por gota con el mazo de aguja que se adentraba a la piel como si esta fuera
apuñalada, pues Jimin había visto como la hacían en el pueblo de su reino.
Amaba escaparse de su palacio y conocer aquello que su padre le prohibía,
disfrutando de las vistas negadas donde quiera que fuera, a hurtadillas y con
miedo de que lo descubrieran.
—Mhmm —El alfa asintió. —Pero me dolería mas no tenerte en mi piel.
Las mejillas de Jimin se tiñeron de un carmín leve, feliz de tener su nuevo
nido y a su alfa en él.
—Mmm... —ronroneó el omega, bajando su rostro hacia el pecho del alfa,
besando el pecho fornido de este. —Alfa... Te has portado tan bien...
Las manos del ojiverde, apretaron su trasero, mientras recorrían sus
muslos.
—Demasiado diría yo —jadeo el alfa, ante los besos que bajaban hasta su
abdomen desnudo. Donde aquello que daba acceso hacia más abajo era su
pantalón.
—Alfa...
—Hazlo ...
Las manos del omega no dudaron en desabrochar el pantalón de su alfa,
rápidamente. Dejando salir la gran extensión que tenía frente a él.
Los ojos del ojiazul se iluminaron al ver la hombría de su alfa, amaba tener
a su merced, amaba lo larga, gruesa y grande que era, amaba como esta lo
satisfacía y le daba todo lo que su omega podía pedir en el placer, desde
cuando tocaba su lugar dulce hasta como se hinchaba para asegurar su
cachorro.
Los labios de Jimin se dirigieron al pene su alfa, besando la punta del este,
viendo lo roja que se encontraba, deseando que todo lo que su nana le había
indicado hacer antes de llegar a la tribu, resultara. Pues no había teoría sin
práctica y Jimin ya sabía toda la teoría.
Metió la hombría de su alfa a su boca, asegurándose de tener buena saliva
acumulada, para dar más placer a su alfa, claro que no podía adelantar toda la
extensión dentro de su boca, por lo que tuvo que acariciar con sus manos la
base de este, para dar más placer a su alfa, mientras su lubricante se escurría
por su trasero, que se respingada al aire por su postura, liberando su aroma
para su alfa que cerraba los ojos y jadeaba, mientrasas abrazaba con sus
dedos las hebras de su cabello, pidiendo mas, bajando hacia más abajo su
cabeza y sacándola. Jimin amaba el sabor de su alfa.
Su trabajo fue acabado una vez la esencia de su alfa fue liberada en su
interior, saciando su sed de lo que no sabía estaba sediento. Con la boca
entreabierta y los ojos húmedos por las lágrimas soltados, no hubo tiempo de
recomponerse cuando las fuertes manos de su alfa lo atacaron nuevamente,
feroz y exótico.
Besando su boca y cuello, volteándolo para tenerlo bajo él, su alfa tomó el
control, susurrando palabras que para ese entonces Jimin ni pudo comprender
por el repentino cambio en sus sentimientos. Deseando más placer para su
cuerpo, deseando tener más de su alfa en él.
Gimió y gimió alto, estrenando su nido, su hermoso nido que con esfuerzo
y berrinches había hecho. Sonriendo sobre los labios de su esposo cada que
este lo besaba y manoseaba más profundo de su cuerpo, tocando más y
atrayendo más.
No sabía cuantas veces su alfa lo había anudado, parecía estar poseído al
estar dentro suyo, liberando su esencia, embistiendo y rompiendo los pedazos
que ahora eran sus prendas.

✿*:・。.:*✧゚
—¡Bastardo! —Su padre lo abofeteó. —¿No tienes vergüenza? Vas a
deshonrar mi nombre con ese bastardo que tienes en tu vientre.
El omega rubio solo podía llorar sin decir ni una palabra, era hora de que
su padre supiera aquello que había ocultado por meses.
—No...
—¡Ahora verás lo que es deshonrarse! —el alfa amyor tomó un palo de los
tantos recolectados para la leña de su tienda.
El omega rubio cerró sus ojos, esperando lo peor, solo pudiendo cubrir su
pequeño vientre con sus brazos.
Pero...
Un gruñido descolocó a todos los presentes en la tienda, incluso a su madre
que no paraba de llorar en una esquina.
Era Namjoon.
—No te atrevas... —masculló el alfa moreno al alfa mayor, parándose
frente al omega que lloraba desesperado.

✿*:・。.:*✧゚
༊*˚·Capítulo 06·˚*༊

Yoongi podía ser rudo cuando quisiera y más si era cuando estaba dentro
de su omega.
Embistió con fuerza, sacando un jadeo fuerte de los dulces y brillosos
labios de su omega que se encontraban hinchados por los besos que se habían
dado sin pudor.
Entre más fuertes y constantes eran los gemidos del pequeño omega, su
alfa más se regocijaba dentro suyo. Sintiendo el control en su ser, aquel que
poco a poco desaparecía como los caprichos y el control del omega en él.
Definitivamente el pequeño castaño de ojos azules como el cielo y mar había
llegado a su vida para romper todas sus reglas.
Él que había jurado jamás marcar a un omega después de su pérdida, se
encontraba arrodillado frente a una de sus más dichosas deidades vivas. Su
omega, el que llevaba su marca y muy pronto su hijo. Yoongi alfa, líder, hijo
de líderes. Era liderado por un omega, por la criatura de esa casta que tan
poco valor tenía en su tribu.
—¡Alfa! —el omega jalo de sus cabellos, mientras se corría en su torso,
manchando su abdomen plano.
—Así, si... así omega —jadeó Yoongi mientras su omega movía sus
caderas circularmente.
—¡Nudo!
༊*·
El alfa pelinegro gruñó mostrando sus afilados caminos, mientras atraía al
omega rubio hacia él.
—No te metas —masculló el alfa mayor, amenazando con golpearlo con
su palo. —Son las leyes de Emjke¹. Se deben cumplir —dijo el padre del
omega, mostrando también sus caminos gastados. —Él me ha deshonrado.
[¹: Es el nombre de la tribu.]
Namjoon gruñó, sosteniendo mejor al omega entre sus brazos.
—Es mi omega.
—No ha aceptado tu cortejo.
Volvió a gruñir.
—Respeta la ley, Namjoon y deja a mi hijo cumplir con su castigo.
El omega rubio no podía sostener su llanto, no podía. Sabía que no había
vuelta atrás. Las leyes de la tribu estaban en contra de él, era un omega sin un
alfa y está embarazado, merecía que lo apedrearan.
—No —masculló el pelinegro, gruñendo con más potencia al alfa mayor,
sosteniendo el cuerpo del omega para salir de la tienda de quienes él pensaba
en un futuro serían sus suegros.
—¡No puedes hacer eso! —el alfa mayor grito ante el escape del alfa con
su hijo.
La noche no era piadosa ante sus lágrimas y arrepentimiento. Su omega, el
mismo que había sufrido tanto por él, estaba embarazado de su cachorro. Lo
sabía, claro que era suyo, Seokjin no se había entregado a nadie más que a él.
Bendita era la luna por animarlo a ir a la casa del omega en medio de la
noche, su alfa le habían rasgado internamente para que esté saliera corriendo
de su tienda, aquella que había construido para su omega.
༊*·˚
—Tengo sed —susurro el omega sobre su pecho, mientras besaba la
extensión de su piel. —Alfa...
—Si... —Yoongi abrió sus ojos un momento para luego cerrarlos
nuevamente, el sueño no era buen partidario en ese momento.
—¡Alfa!
El alfa ojiverde se despertó nuevamente, su omega lo veía con una
expresión de enfado.
—Sirve agua tú mismo —le dijo antes de volver a cerrar sus ojos.
Jimin lo miró con el ceño fruncido, levantándose de su pecho. Yoongi
acarició su cadera desnuda...
Jimin se paró por completo, sin tapar su curvilíneo cuerpo.
Yoongi escuchó como el omega se movía hacia el exterior...
¿Qué?
—¡Jimin!
Sus ojos se abrieron rápidamente, su alfa grupo. Jimin había salido de la
tienda, desnudo.
No le importo levantarse sin ropa también. El omega aún no había salido
de la tienda.
—No te atrevas —le dijo el alfa al ver al omega al borde de la puerta que
daba acceso al exterior.
—No quisiste traerme agua —dijo el ojiazul, sosteniendo una taza vacía.
—Iré ahora mismo —habló Yoongi, apresurandose a acercarse hacia él.
—No, alfa —dilo el omega, mientras sonreía. —Si sales así, te juro que no
volveré a usar una prenda afuera nunca más —amenaza.
Yoongi cayó en cuenta de que también estaba desnudo.
—Mierda.
—Si, mierda —asintió Jimin, mientras dejaba la taza a un lado para
caminar hacia él lentamente. ahora debes traer una jarra de agua.
Yoongi terminó de vestir susborendas, para besar los labios del omega que
sin antes de que este se fuera, lo abrazó del cuello para amasar su cabeza en
su hombro, marcándolo con su aroma.
༊*·˚
Yoongi había perdido por completo el sueño, mientras caminaba por la
tribu en busca del maldito pozo, sosteniendo la jarra entre sus manos.
Pero claro que no faltan los alborotos en su reino.
—¡Detente! —escuché los gritos de un anciano, mientras los pasos de
otros se podían oír. Las antorchas a esa hora se encontraban apagadas y pocas
iluminaban la tribu, pero su mirada pudo divisar bien a su amigo corriendo
con un omega en brazos.
¿Qué mierda estaba pasando?
No estaba muy lejos de su tienda, por lo que las antorchas alrededor de su
asentamiento aún iluminan su lugar.
—¡Yher! —grito el alfa corriendo hacia él con un lloroso omega.
Mierda...
Una horda de antorchas detrás de su amigo lo alteraron.
—¡Ese alfa está rompiendo la ley! —escucho a alguien gritar.
—¡Yher, castiguelo! —escucho a otro.
—¿Namjoon? —Yoongi estaba confundido.
—Yher, Yoongi por favor... —suplico al alfa ya frente a él.
—¿Alfa? —escucho la voz de su omega.
—¡No salgas Jimin! —habló rápidamente, tirando la jarra de barro al
suelo, provocando que se rompiera. —¿Qué es todo este alboroto? —
pregunto el Yher con molestia por interrumpirlo. —Namjoon, habla.
—Querían castigar a Seokjin... yo... —el alfa pelinegro estaba tan alterado
como él. —Me lo lleve.
—Mierda...
—¿Yoongi?
—Que no salgas, Jimin —Yoongi suspiró pesadamente.
—¡Mi hijo me ha deshonrado! —grito un alfa mayor. —¡Merece un
castigo y este alfa lo ha secuestrado!
—¡Se debe cumplir la ley! —grito otro alfa.
Yoongi detuvo con una seña al alfa que intentó golpear a la pareja con una
piedra.
—Basta —masculló molesto.
—Yoongi... —Jimin había salido de su tienda.
—¡Te dije que no saliera! —regaño el ya molesto alfa ojiverde,
volteandose al escuchar a su omega.
—¡No me grites! Hacen mucho ruido, quiero dormir y tengo sed —se
quejó el omega castaño ya vestido.
—Entra —ordenó el Yher.
Jimin lo ignoró.
—¿Qué pasó? —pregunto, los demás presentes fuera de la tienda, habían
bajado su cabeza ante el omega del Yher, pero inmediatamente comenzaron a
hablar.
—Este omega ha deshonrado a la tribu —dijo una alfa. —Se le debe
castigar.
Jimin no comprendía, ¿castigar?
Camino hacia su esposo, ante la mirada asesina que recibía de parte de
este.
—¿Castigo?
—Se le debe apedrear.
Jimin jadeo.
—¿Qué? —dirigió su mirada al omega rubio que sollozaba con miedo en
los brazos de un alfa pelinegro. —No...
—Jimin no te metas —habló su alfa.
—¿Van a apedrear a un omega y dices que no me meta?
—Jimin...
—¡No harán eso!
—Mierda, ¡Jimin! —el alfa ojiverde no pudo detener a su omega cuando
este se dirigió paso rápido donde los alfas presentes, quitándoles las piedras
en sus manos y tirando las al suelo.
—Suelten estas cosas. No harán nada.
—Jimin —lo volvió a llamar su esposo. —No interfiera.
El omega gruño, volteando hacia su esposo.
—¿Dejarás que lo golpeen? —pregunto molesto, Jimin. Sintiendo
indignación de su alfa ante su silencio. —¡Pues yo no! ¡Larguense! ¡A sus
tiendas! —grito a los alfas presentes.
—Yhar...
—¡Largo! —se puso en frente de la pareja amenazada. —¡Yoongi, diles
que se vayan!
El alfa suspiro.
—¡A sus tiendas!
Los alfas presentes no rechistaron, volteando rápidamente ante la orden de
su Yher.
—¿Ese omega quien se cree para ordenarle? —dijo el alfa mayor de
cabello rubio, mientras sostenía su palo.
Yoongi lo volteó a ver con molestia.
—No hables de mi omega —masculló. —Y lárgate que su palabra vale
tanto o más que la mía.
༊*·˚
—¿Cual es tu nombre? —preguntó Jimin, mientras limpiaba las heridas de
las manos del omega rubio. Le había rogado mucho a Yoongi para que los
dejara entrar a su tienda ya que el alfa estaba irritado.
—S-Seokjin —dijo el tembloroso omega.
—Umm... muy bonito —dijo Jimin con una sonrisa. —¿Estas de mucho?
—pregunto nuevamente señalando el vientre pequeño de omega.
—Más de tres lunas...
—Oh... Descuida, no dejaré que te hagan nada —le susurró con empatía.
No muy lejos de ellos se encontraban los dos alfas, con duras molestas.
—Namjoon —hablo con voz dura el Yher. —Sabes que rompiste las leyes,
¿verdad? —dijo el ojiverde, mirando duramente a su amigo de la infancia.
—No podía hacer otra cosa, iban a golpearlo —susurró el alfa pelinegro.
—Debiste venir antes conmigo...
—Era en ese momento, no podía dejar pasar más tiempo.
—Aún así no está bien lo que hiciste. No te hablo como tu amigo, te hablo
como tu Yhar —dijo.
—Ponte en mi lugar, ¿qué hubieras hecho si tu omega estuviera en peligro?
¿Te detendrás a pensar en lo que es lo correcto?
Yoongi volteo un poco su rostro hacia donde su omega se encontraba;
Jimin sonreía con sus mejillas carmín y pestañas revoloteantes, con esas
arruguitas en sus bordes... él sabía que jamás dejaría a alguien tocar a su
omega.
—Deben casarse lo más antes posible, sin cortejo —hablo firme aún
mirando a su omega.
—Gracias, gracias, mi Yhar —Namjoon por fin sentía paz.
༊*·˚
—¡Esas leyes son una mierda! —grito enfurecido el omega.
—Jimin, basta-
—¿Acaso los omegas no tienen derecho por su cuerpo? ¿Eh? —dijo
rotando de los papeles que tenía en sus manos. Había leído todas las leyes de
la tribu, quería saber sobre cómo era que gobernaba su esposo, pero solo
sintió decepción al leer que todo era en contra de la libertad de los omegas,
como si en su reino las cosas fueran distintas. —¿Acaso no tengo derecho a
opinar?
—Jimin esas son leyes hechas por mi abuelo y mis antepasados no puede
hablar as-
—Soy omega, alfa y me ofende toda esta mierda. ¿Era por eso que querían
apedrearlo? —pregunto indignado.
El alfa no respondió.
Jimin se levantó de su nido, tirando los papeles al suelo.
—¿Eso es lo que crees? —dijo molesto el ojiazul, señalando las pujas en el
suelo. —Soy omega, probablemente tu madre fue omega y ¿así es como nos
ves?
—Jimin...
El omega estaba alterado.
—¿Y si doy a luz a un omega? ¿Si tu hijo fuera omega, pensarías así?
—No es lo mismo.
—¡Si lo es! ¡No quiero un alfa que crea que tenga más poder o voz que yo!
El alfa de Yoongi sintió una picazón.
—No digas cosas de las cuales te puedes arrepentir.
—No seas un estupido —escupió el omega sin miedo.
Yoongi quiso gruñir.
—Jimin —advirtió.
—No volveré a decir una sola palabra más, si es que esas leyes siguen en
pie. Si voy a ser tu omega y omega de esta tribu, futuro madre de tus
cachorros, no pienso hacerlo con el miedo de que si es que doy a luz a un
omega, lo desprecien —sentenció.
༊*·

✰✰No te olvides dejar tu estrellita ✰✰


༊Capítulo 07༊

Sus palabras eran nulas cuando se encontraba frente a su alfa, sellaba sus
labios rojizos para no volver a abrirlos hasta que el ojiverde se iba.
Era cruel, lo sabía y su omega le regañaba por hacer tal cosa, pero qué más
daba. Había estado muchos años en silencio, sin dejar sacar ni el más ligero
sonido de sus labios, con lágrimas en silencio y sin tentativas de nada. Se
acostumbró a ello, desde que había visto a su madre con cierto siervo en
condiciones bastante comprometedoras.
El alfa frente suyo lo miraba con intensidad mientras comía de los platos
frente a él, con sus dedos y sentando en el suelo, donde la pequeña mesa de
mesa frente a ellos, sentados en las grandes y esponjosas almohadas.
Mirándose el uno al otro mientras comían. Jimin no apartó la mirada
tampoco, se fijó en sus propósitos. Bebiendo del jugo de naranja y lamiendo
sus labios como si de miel se tratara, cada que comía del arroz y de la carne.
—¿Qué hiciste hoy? —preguntó el alfa, bebiendo del jugo.
El omega castaño no respondió, quedando en silencio, sin importarle
menos las palabras del alfa.
—Jimin.
El ojiazul lo ignoró, comiendo más arroz.
—Omega —el alfa suspiró. —Deja tu maldito berrinche.
Jimin siguió ignorándolo, causando la rabia del alfa que, levantándose de
golpe del suelo, se dirigió hacia el exterior.
Era de noche...
—No —hablo Jimin.
El ojiverde volteo ante la palanca de su omega.
—¿Qué?
—¿A dónde vas? —pregunto con molestia el omega, con la furia flotante
que su alfa expresaba.
—¿Ahora si hablaras? —preguntó burlesco el alfa.
—Si me entero de que has estado haciendo cosas indebidas que puedas
ofenderme como tu omega, tomaré todas mis cosas y me iré —dijo con rabia
el omega castaño, levantándose del suelo, limpiando sus manos.
El alfa quiso gruñir.
—¿Te irás? —Yoongi río con su corazón en la garganta, sin gracia de
mofe. —Inténtalo.
—No necesito intentarlo, lo haré —volvió a amenazar el omega, mirando
desafiante a su alfa. —Si sales de la tienda no olvides quien es tu omega y su
posición —lo desafío. —Llego a oler siquiera un rastro del aroma de otro
omega en tu cuerpo, juro que no dudaré en largarme de aquí sin que lo sepas
y no me encontrarás ni en mi reino.
—No te atre-
El omega se volteó, volviendo a ignorarlo.
—Jimin —gruñó el alfa sin respuesta, saliendo de la tienda ante lo osado
que era el omega.
Jimin no se dejaría dominar por Yoongi, por más que él fuera su alfa, no
tenía derecho. Él jamás soportaría una traición o un engaño, no le importaría
sus sentimientos si es que eso sucedía porque no dudaría en largarse de allí, él
no era un juguete al que podías usar y luego desechar y su alfa debía saberlo.
Aunque su pecho se calentaba al tener a su alfa cerca suyo, su estómago
hormigueaba al igual que sus manos y su necesidad de atención, de mimos,
de todo que le pudiera dar su alfa. Él no era cualquiera, era un príncipe y el
segundo en gobernar después que su esposo, no podía limitarse a
conformarse con todo.
Se sentó sobre su nido, a aquel que no había dejado que su alfa entrará en
varias noches, provocando sus gruñidos y soledad. Sabía que Yoongi se
contentaba con la gente, que trataba de tratarlo y complacerlo, pero él sabía lo
que quería y si eso no cambiaba, no volvería a decir una sola palabra. Tenía
miedo de que el ser que hacía su corazón latir rápidamente lo lastimara y
engañara. Porque si él lo hacía, Jimin tal vez no le pagaría con la misma
moneda, pero no dudaría en irse para no volver.
Toco su vientre, imaginando una vida en esta. Un bebé, un hijo que fuera
lo que fuera él protegería, pero no podría soportar que alguien llegara a
tratarlo mal, eso jamás.
༊*·
—¡Mierda! —el Yher camino por la tribu, intentando distraer su mente. Si
Jimin quería un puto cambio, pues se lo daría.
Las tiendas de los consejeros de la tribu estaban cerca y qué importaba si
era muy pronto o muy radical los cambios, se darían igualmente, Jimin tenía
razón después de todo, él había sido testigo de esas leyes en su madre, de ver
como uno de los seres más importantes en su vida era arrebatada de su vida
de la manera más horrible posible y jamás dejaría que alguien volviera a
hacer algo así en su tribu, no en su orden.
༊*·˚
Estaba realmente preocupada con miedo de lo que podía hacer su alfa,
sabía que Yoongi no iba a traicionar, lo sabía dentro suyo. Sentía a su alfa
rugir dentro suyo, calmando a su omega y haciéndolo sentir seguro, amado y
con todo lo que podía desear.
El era caprichoso y odiaba perder, eso no cambiaría claro que no lo hiciera
y mucho menos por un alfa. Siempre le dieron lo que quería, cuando quería,
como quería y en donde lo quería, había sido criado así, ¿por qué cambiar?
—Mi Yhar —hablo Wheein.
—¿Hay buenas noticias?
—Muy buenas, mi señor —la beta estaba tan sonriente que Jimin supo a
qué se debía. —El Yher ha acatado su orden.
Jimin centenario sus labios sin poder decir nada. No había pasado mucho
tiempo para que lo que quería se volviera realidad.
—¿Qué?
—Lo que escucha, mi Yhar. Han hecho nulas las leyes de dominio.
Jimin quiso saltar de alegría, tal vez llorar, pero tuvo que detener su
arrebato de felicidad por su alfa entrando a su tienda.
—Yoongi —jadeo cuando el ojiverde fue a paso directo hacia donde él,
tomándolo de las caderas. —Yoon- —el alfa estampó sus carnosos labios
sobre los suyos, apoderándose de su cavidad bucal.
La beta rubia que se encontraba dentro salió con lentitud sin hacer ruido
para no interrumpir a los amantes.
—Alfa... —jadeo Jimin.
—Voy a entrar al nido —Yoongi habló sobre los labios de su omega,
mientras desvestía las ropas del omega. Estaba pidiendo permiso.
—Si... —Jimin sin darse cuenta autorizó la entrada de su alfa a su nido,
como si vencerlo este necesitará de su aprobación. Yoongi lo postró
lentamente sobre las suaves pieles y sabanas del nido que su omega había
hecho con sus manos, procurando entrar en este sin ofender a su afligido
omega que con labios hinchados y piernas abiertas lo recibía una vez más.
Jimin era como el agua para él. Era quien calmaba su sed y refrescaba su
calor. Era aquel líquido donde se podía adentrar y deshacer, aquel que no se
ensuciaba por sus manchas. Era su omega. A todo pronóstico su corazón y
cuerpo habían caído.
—Me retiraré, padre. Cuando sea el momento de mi liderazgo. Me iré —
Hablo firme el joven alfa de ojos esmeralda. —No pienso convertirme en ti.
—Eres como tu madre, débil —hablo con veneno el alfa mayor sin mirar a
su hijo.
—Y tú eres un cobarde.
Los látigos en la espalda del joven muchacho llegaron nuevamente. Con la
boca cerrada duramente, siendo sus encías magulladas por él mismo y sus
labios abiertos por la resistencia, pudo soportar.
La sangre se escurría por su espalda, llegando con lentitud al suelo,
mientras los bruscos golpes seguían.
—Mi luz... —jadeo el alfa sobre su omega, mientras acariciaba el desnudo
cuerpo bajo suyo, con suavidad y amor. Procurando no ser brusco.
Quien diría que complacer a un omega le constaría el respeto de su gente y
de los más sabios de su tribu, pero eso qué importaba, mientras tenía todo lo
que jamás había querido, pero anhelaba, en sus manos.
—Mi alfa...
Ya ni había noches de delirios, ni noches donde buscaba los brazos de
cualquiera en él, quien sea que pueda complacerlo, ya no será así. Ahora sino
había unos brazos que podía hacerlos sentir lleno y eran aquellos delgados
que se ceñian a su cuerpo cada que podían y lo hablaban hacia abajo para
dejarse robar besos. Esos que tanto lo acariciaban por las noches, aquellos
que reinaban su cabello y elegían sus prendas. No eran cualquiera.
Ahora su alfa le gruñía y le rugía por dentro, paz. Aquello que había
anhelado desde hace mucho. Tenía que hacerlo, no tenía por qué cambiar
aquella decisión ya tomada desde hace años, esa que le había prometido a su
madre entre lágrimas y más ahora que el aroma de su revoltoso esposo se
endulzaba más en sus fosas nasales.
༊*·˚
—Nos cansaremos mañana —dijo el alfa, intentando liberar al omega
rubio de sus crueles pensamientos. —No te harán nada, no nos harán nada.
—Pero nos dirán cosas, van a discriminarnos, que importa si nos casamos
nada va a cambiar —susurro con voz gastada el omega ojiceleste. Intentando
no llorar.
—Seokjin...
—No es lo mismo. Tu no tendrás que lidiar con nada, soy yo quien tendrá
consecuencias con perdón o sin perdón —Seokjin estaba fastidiado.
—Pero serás mi omega. Voy a marcarte y si quieres, nos iremos. Pediré
permiso a el Yher y claro que nos lo dará, podremos...
—¿Y mi padre, y mis hermanos? Tú jamás entenderás que se siente ser
rechazado por tu propia familia, solo por un maldito error —Quiso gritar,
quería hacerlo, pero su cansado cuerpo no se lo permitió.
—¿Un error? Le llamas a nuestro hijo un error.
—No, Namjoon. Mi hijo jamás sería un error. Tu eres mi error.
Namjoon no admitió que aquellas palabras se sintieron como puñalada en
su cuerpo. Su omega lo rechazaba.
Se aclaró la garganta, parpadeando rápidamente para no dejar en vista sus
emociones.
El silencio perduró algunos segundos.
—Fuiste lo mejor que pasó en mi vida, Seokjin. Desde que éramos niños,
desde esa vez en el lago, jamás intenté dañarte —confesó el ojimiel.
—Es un pecado mentir.
—Pero no lo es, amar.
༊*·˚
(Reino de Verme)
—Los citadinos no paran de llegar, mi señor. Es hora de tomar las tierras
del sur. No podemos pararnos por esos salvajes —habló el ministro. —Ya
está todo listo para la unión del príncipe Jimin, después de tomar las tierras
de los salvajes. El príncipe Taemin ha aceptado la unión.
—Esperemos que mi hijo no tenga una sorpresa en su cuerpo. No puede
estar más tiempo con esos salvajes o lo mancharan —dijo el rey, comiendo
las uvas en la charola que el esclavo delante suyo acercaba a sus manos.
—La estrategia de unión ha resultado perfecta. Pronto tendremos alianzas
y nuevas tierras por acentuar —dijo el consejero real, contento por su triunfo.
—Debemos hablar con los feudales, para la venta de las tierras.
El vino fue repartido entre los hombres del consejo y el rey. Todos
brindaron por su nueva jugada. A sabiendas de su victoria.
༊*·˚
—Alfa... —habló Jimin, sobre la piel del pecho de su esposo aun con
sueño, intentándolo retener cerca suyo.
—Debo salir, omega. Tengo deberes... —intentó convencer Yoongi a su
caprichoso omega, que gruñía mientras se alejaba.
—Alfa —grupo suave el ojiazul, mostrando sus pequeños caninos. —No
me abandones...
—No lo hago. Jimin...
—Es como si lo hicieras.
Estará más pegado y mimando, muy pronto. Pensó Yoongi, liberando de
sus feromonas para calmar al castaño que comenzaba a arañar su piel.
—Vuelve antes de que el sol baje porque si nos voy a dejarte entra al nido
—amenazó el omega, abrazando la prenda de su alfa en sus manos, esa
misma que Yoongi había llevado a su nido por él.
Beso la marca en la dermis del cuello de su omega, antes de irse,
acariciando con sutileza el vientre aún plano del castaño.
—Les diré que preparen carne.
—Si... —Jimin festejó alargando la 'i', aún con los ojos cerrados, el sueño
lo consumía cada vez más, pero... —Espera —dijo rápidamente deteniendo a
su alfa, mientras se levantaba de su nido para tomar el peine de madera que
tanto apreciaba.
Yoongi lo miró con curiosidad.
—Ven aquí —llamó Jimin, señalando su nido. —Siéntate, alfa.
Yoongi obedeció.
El omega arrodillado sobre las pieles suaves de su nido, inmediatamente se
arrodilló detrás de su alfa, para con sus manos peinar el cabello fresco que
tanto amaba alisar.
—Mi alfa no puede ir tan despeinado a liderar toda una tribu —susurro el
ojiazul con un pequeño puchero en sus labios mientras desenredaba las
hebras del cabello de su alfa.
Yoongi ladeó una sonrisa.
—Amas peinarme —le dijo a su esposo.
—Amo tu cabello peinado —soltó una risilla cómplice. —¡Listo!
El alfa se paró, tocando su cabello.
—Peina el mío.
—¿Qué?
—Alfa, por favor —rogó su esposo, tendiéndole el peine. —Amas jalarlo,
pero no peinarlo. Es injusto —ronroneo.
—Es distinto —Yoongi estaba consciente de que sonreía como un
estúpido, pero qué más daba. Esa mañana ya se había enterrado y había dado
por cuerpo la sospecha del día anterior, no había más felicidad y dicha en su
cuerpo que lo hicieran sentir como se sentía ahora.
Tomó el peine, procediendo anodinas las hebras castañas de su omega,
paños el peine por los costados y centro de la cabeza de su pequeño esposo,
que con mejillas carmín sonreía.
—No hay omega más hermoso que tú —le dijo Yoongi, sin poder
contenerse.
—Lo sé —respondió su dulce omega, soltando una de esas risillas que
hacían latir más su corazón salvaje.

༊*·˚

✰✰No te olvides dejar tu estrellita ✰✰


⊱✿Capítulo 08✿⊰

Aún era muy pronto, demasiado para ser sinceros. Solo era su alfa quien
sabía, por aquello mismo de la marca que los unía y lo protector que podía
ser. No era un simple alfa, así que no era sorpresa para él que su olfato fuese
incluso más potente que el de cualquier cazador de su tribu, que aquellos que
se encargaban de rastrear y formar caminos por los olores.
-Quiero una reunión con los demás líderes. Las fronteras deben estar
unidas independientemente de que los rumores sean ciertos -ordenó firme el
Yher, mientras afirmaba más su acuclillaje frente a los ancianos sabios.
-Una reunión en estos momentos traería vulnerabilidad a sus tribus en estos
momentos, mi Yher, así que debemos esperar -habló el anciano con voz
tranquila.
Yoongi sí bien no estaba del todo preocupado, había una gran parte en su
ser que lo llevaba incluso a desesperarse. Sus deberes habían incrementado y
con ello su tribu, ahora abundaban los niños y niñas corriendo por el bosque y
por doquier, risas, gritos y llantos. Era una atmósfera apacible que antes no se
veía mucho. Desde que había entrado como líder había asumido la
responsabilidad de proteger a todo ser de su tribu desde el más mísero
anciano hasta el bebé que recién nacía, ese deber se le había impuesto desde
pequeño, pero no de la manera correcta.
Había visto innumerables veces la injusticia en su propia justicia, incluso
en su madre. Aquella que una de las tantas noches gélidas de dolor en su
corazón, había sido cruelmente asesinada por la misma gente de su tribu, solo
por amar a quien no debía y soñar con ser libre donde no podía.
Yoongi había sido la marioneta de su padre toda su vida, pero también
había sido la luz de su madre. La esperanza en la devastación, pero no fue
suficiente. No para una omega.
•| ⊱✿⊰|•
-Y luego quiso golpearme, ¡¿puedes creerlo?! ¡A mí! -se quejó el ojiazul,
mientras contaba algunos recuerdos ya pasados en su vida. Mientras se
encontraba sentado en una pequeña banca, con su alfa tras él peinado su liso
cabello. -Mi padre lo mandó a castigar por eso -dijo.
El alfa soltó una sonora carcajada, pasando el peine de madera una vez más
por los costados de la cabeza castaña que tenía ante él.
-¿Por intentar corregirte? -se burló. -Hubiera sido mejor que te regañara
más.
El sonrojo en las mejillas carmín del omega no se hicieron esperar, salgan
de inmediato sobre sus pequeñas alrededor de su respingada y pequeña nariz.
-¿Tú acaso dejarías que un hombre cualquiera regañe a nuestro hijo? -
refutó Jimin.
-¿De dónde sacas eso? No es lo mismo, omega. Mi hijo jamás hablaría tan
altaneramente -contraatacó con diversión, sintiendo su pecho calentar. Su
omega había dicho "nuestro hijo". Jimin pensaba hacer crecer su unión y eso
hacía contentar más a su alfa.
-Claro -dijo sarcástico el omega, mientras se levantaba de su asiento. -
Nuestro hijo, no sólo "tu hijo" -corrigió, postrando sus manos en el pecho del
ojiverde.
-Mhm -Yoongi dejó el peine de madera por alguna parte del mueble
cercano a ellos. -Debo decirte algo -sus anchas palmas llegaron al trasero del
omega inmediatamente. Sí que tenía una obsesión con aquella parte del
cuerpo de su fiera.
-Deberías atenderme primero, antes de decirme lo que sea -dijo con voz
dulce el castaño, sonriendo, besando el mentón de su alfa.
-Es sobre la tribu -acarició la masa sobre sus dedos, enterrando más sus
manos.
-¿Mhm? -gimió Jimin.
-Nos iremos -informó su alfa. -Nos acentuaremos más el sur.
-¿Qué? -Jimin se alejó del cuello del alfa. -No, sería muy lejos. No podré
visitar a mi padre-
-No lo harán nunca -habló tosco Yoongi.
Jimin se apartó por completo del alfa, desatando los fornidos brazos del
contrario de su trasero.
-¿Qué dices? Claro que lo visitaré, voy a-
-Jimin, ya está dicho. No volverás a tocar el suelo de ese maldito reino.
-¿Qué estupideces dices? ¿Te oyes? Estás hablando de mi padre, no puedes
prohibirle verlo. Sea cruel o lo que sea, yo lo quiero igual -protesto el
castaño.
-No puedo confiar en un hombre que piensa fielmente que su hijo es mudo
y que lo entregó como si nada a mis manos sin saber lo que podría pasarle.
-Eres un idiota -Yoongi se estaba hartando de que Jimin repitiera siempre
esa frase, sin respeto alguno por él. -¿Crees que él no me consultó? -espetó el
omega.
-Jimin, calla-
-¿Crees que no te vi, también? Ese día cuando llegaste a mi palacio por
primera vez a amenazar a mi padre, te vi y me juré a mi mismo tener tu
maldita marca en mi cuello -espetó con rabia. -No soy tonto, te vi mirándome
en el jardín. Y créeme que no me agache de espaldas a ti solo para que me
veas recoger una maldita rosa ni destape mis hombros solo por el calor.
Yoongi recordaba esa escena con claridad. Jimin descubriendo sus
hombros, agitando su desgana mano sobre sus rostro mientras se reflejaba al
sol... había tantos guardias ahí, tantos que estaban viendo a su omega...
Cuando este se agachó y mostró la hermosa figura que tenía en su trastrasera
y el viendo recogió las puntas de su túnica.
Mierda.
-Le dije a mi padre que aceptara que me llevaras -concluyó el omega,
estaba tan molesto como Yoongi.
-¿Así que estaban a nada de desnudarte en el jardín mientras más alfas que
yo te miraban y te deseaban? -acusó. -¿O solo estabas desesperado por tener
un-...?
Jimin abofeteó su rostro antes de que pudiera terminar de hablar, sabiendo
que era lo que Yoongi diría.
-Estás ofendiéndome, Yoongi -susurro con voz afilada, mientras se alejaba
más del cuerpo de su esposo. Quería llorar.
Mierda...
Yoongi pudo sentir la pinchazón de decepción en su pecho. ¿Qué había
dicho? ¡Carajo! Si que era un complemento idiota.
-No-
-Yo no soy quien se besuqueo con otro en frente de su esposo el día de mi
unión.
Yoongi quería gruñir.
-Sabes que las leyes de mi tribu no son como las de tu reino -se burló con
malicia. -Puedo acostarme con cualquier omega de mi tribu y puedo-
Otra bofetada.
-No soy como los demás omegas, Yoongi. Ya te lo dije, no dejaré pasar
ningún desliz tuyo. No voy a aceptar nada de eso si decides hacerlo. Sabes lo
que haré.
Jimin no quería darle el lujo de verlo llorar, pero ya era demasiado tarde
cuando sus acuosas lágrimas rescataron de sus ojos hasta sus mejillas,
haciendo una línea lenta por toda la extensión.
Si había alguien a quien culpar Yoongi sabía perfectamente que era a él.
No pudo controlar su sed de autoridad, su alfa lo regañó, pero también se
molestó ante la osadía del omega. ¿Como no podía siquiera respetarlo?
Definitivamente no quería tratar a Jimin como su padre solía tratar a su
madre. Él se juró jamás ser una copia de él y así iba a ser.
Suspiro, abrazando lentamente al omega entre sus brazos.
-Solo respeta esa decisión, Jimin. Esto se quedará así porque ya lo decidí -
el ojiazul entre sus brazos, gruño bajo, pero aun así su omega se sometió ante
las palabras cariñosamente sobrias de su omega. -Nos iremos muy pronto de
estas tierras, nos acentuaremos en otro sector lejos de aquí, cruzando el
océano. Pero no podrás volver a tu reino, no podrás ver a tu padre. Eso...
Jimin quiso removerse entre sus brazos, pero Yoongi se adelantó
posteando el rostro lagrimiento del castaño entre su cuello y mentón.
-Eso es algo que ya decidí. Podremos tener muchos cachorros ahí, podrán
crecer libremente y sin preocupaciones de un ataque, Jimin. No quiero
discutir sobre esto.
-Pero... mi padre... Yo quiero verlo -susurro su omega con voz dulce.
-Antes de irnos te llevaré a verlo -le prometió. -Por última vez, omega.
-Júralo.
-Lo juró.
Si es que por cada arrebato de emociones y cada discusión que tenían iban
a terminar en un revoltijo de sábanas y sudor, realmente Jimin estaría
complacido de provocar cuantas veces sea a su alfa. Sean palabras suaves o
malvadas, él podría lastimarlo, podría destruir a Yoongi si quisiera, pero
sabía perfectamente que si lo destruía a él, se estaría destruyendo a sí mismo
también.
-Así que deseabas mi marca -susurro Yoongi sobre su oído, mientras
bajaba sus manos hacia la parte baja de su espalda.
•| ⊱✿⊰ |•
-Wheein, yo también quiero hacer eso -se quejó un muy aburrido Jimin,
sobre su nido el cual había arropado más y más con prendas de su esposo. -
¿Cómo lo haces?
-Mi Yhar, es algo complicado, descuide -dijo la amable beta, sonriéndole
al omega, mientras seguía con su tejido.
-Enséñame -dijo Jimin, sentándose mejor en su nido, por alguna extraña
razón su omega e incluso él mismo se negaban a dejar el lugar.
La beta río ante el intento del Yhar de tomar su tejido.
-Por favor -rogó, haciendo una cara apenada.
La beta se levantó de su banca, acercándose al nido del omega que un leve
asentimiento dejó que la rubia entrara a su sector. Algo que no le gustaba
mucho admitir, era lo posesivo que era con su nido o sus cosas. Era Wheein
la única persona que dejaba que lo arreglara o ordenara su tienda, no solo por
ser beta sino también porque ya tenía cierta confianza con ella, lo que le daba
tranquilidad y una buena compañía con quien charlar, aunque la beta no era
alguien de muchas palabras.
-Umm -la beta tomó entre sus manos los dedos delgados del omega,
acariciando el dorso de su mano. -Son muy suaves -dijo. -Van a dolerte los
dedos si lo haces, no tienes práctica.
-Pero puedo comenzar a practicar ahora -Jimin estaba más emocionado que
compareciente de sus delicadas manos. -Puedo tejer algo para mi alfa -dijo
más emocionado.
-Está bien -accedió la rubia con ternura ante los orbes azules iluminados
del omega.
•| ⊱✿⊰ |•
(Verme)
El plan del reino había resultado como se lo habían esperado. Despistar a
un salvaje de esos que eran de tribu era algo complicado y por las costumbres
de esto, que poco se parecían a los del reino o de cualquier lugar civilizado y
democrático. El rey si bien se había preocupado en demasía por su pequeño
hijo omega, sabía que Jimin no se dejaría dominar por ningún salvaje en
aquel lugar de mala muerte donde seguro se encontraban. Pronto iría a por su
hijo nuevamente, si bien había sido una carnada segura, tenía sus riesgos los
cuales estaba seguro de que no sucederían.
"-Mi rey, mire esto -había dicho la nana de los príncipes, entregándole un
papel que contenía escrita una nota con una caligrafía hermosa, digna de un
príncipe.
Él no dudó en tomar el pedazo de papel para leer el contenido de la hoja.
"Padre, yo puedo unirme a ese salvaje. Así una guerra podrá ser evitada.
Por favor déjeme ayudarle en esto". Decía la nota.
En las puertas de la alcoba real se encontraba su hijo menor, a quien menos
había tenido ojos. Su hijo omega, aquel que para la corona había sido una
deshonra, no sólo por su casta, sino también por su legitimidad. Si bien no era
sangre de su sangre por cierto amorío que había tenido su esposa con algún
coronel, no había podido no encariñarse con el pequeño omega que corría por
los pasillos del palacio y por naturalidad de la corona lo llamaba "papá".
No tenía otra opción que aceptar.
Ahora que el plan había resultado, debía traerlos de vuelta para casarlo con
el príncipe Taemin de las tierras del norte. El mismo iba a hacer una alianza
bélica con Verme para poder tener la suficiente armaduría para combatir y
destruir a aquellos salvajes de tribus y aldeas radicales que rodeaban el reino
y no dejaban una prosperidad en la región.
El pequeño Jimin era la distracción, mientras que los demás llegaban con
tiempo.
•| ⊱✿⊰ |•
(Tribu)
Corrió entre los árboles. Con la respiración a medias y con la rapidez que
solo un alfa podría tener, mientras el sudor por su frente volteaba hasta sus
ojos, haciendo salada una pequeña ceguera momentánea.
El verde y café a su alrededor se distorsionaba por su velocidad, mientras
seguía los rastros que su olfato guiaba. Estaba cerca.
Corrió más, mientras el azul celeste del cielo se hacía más oscuro y el sol
bajaba ante el atardecer tardío.
Escuchó una rama romperse muy cerca de él y sin importar el acelerado
latir de su corazón por el cansancio, se irguió sobre el torso del árbol más
cercano a él, saltando sobre su tamaño superior.
La miró, su inocente presa comía del pasto que recién florecía por debajo
de los árboles de verano. Ahí, ante el atardecer y a merced de tantos salvajes
a su alrededor. El siervo seguía comiendo, con sus ojos negros inquietos,
sabiendo que algo estaba cerca.
Las aves alrededor del sector salieron volando sobre los altos árboles ante
el ataque del alfa.
•|✿⊰|•
-Tomen -dijo un cansado Yher, que caminaba a paso medio hasta donde
los cazadores tenían su parada, a las afueras de la tribu. Tenía sobre sus
hombros un gran y masivo siervo, que por lo que se podía ver había sido un
trabajo complicado.
Los demás cazadores ayudaron a su líder a bajar el animal de sus hombros.
Mientras el Yher sonreía con victoria. Había manchas de sangre en su pecho
desnudo y su rostro, haciéndolo ver como un alfa condecorado y digno de ser
el Yher de una tribu en ascenso. La carne para los tres días restantes estaba
lista, los encargados de realizar los corte su separación de carne con cuero
estaba preparándose para su arduo trabajo de toda la noche.
-Quiero la piel del siervo -anunció. -Es maltón, así que debe ser dura,
perfecta para una tapicera.
El cabello enmarañado con trenzas diminutas y delgadas a su alrededor
hacían ver la cabellera del Yher envidiable y con admiración. Muchos solían
decir que la belleza única e inigualable de alfa que poseía el alfa era por su
hermosa madre, como solían contar. Era una omega de ojos verdes y una
sonrisa amable, que tenía un cabello tan largo que llegaba hasta su espalda
baja, que era adornado también con delgadas trenzas e hilos de colores.
Siendo el cabello castaño ante la luz como la miel y ante la oscuridad del café
del sol antes de descender a su siguiente luna.
Incluso el mismo Yher recordaba a su madre esa vez en cuando, a ella y
ese hermoso rostro y voz dulce que lo acompañaban por las noches y
clamaban su llanto. Esos labios que decían dulces palabras y a esas manos
que acariciaban y reinaban su cabello que ahora era peinado por su omega,
que era trenzado por él y era también decorado con hilos por él.
Beso los labios delgados de su omega mientras este se ceñía a su cuerpo
como siempre solía hacerlo después de llegar a su tienda.
-Alfa... -gimió el castaño, mientras se quejaba. -Necesitas un baño -arrigo
su respingada nariz, frunciendo sus pecas alrededor de esta.
-Por eso mismo iremos al río-le informo el alfa, besando los cabellos de su
omega.
-Pero es de noche.
-Y hace demasiado calor, mi luna.
•| ⊱✿⊰ |•
Si Jimin no hubiera insistido en quedarse en su tienda, Yoongi estaba
seguro de que podría haberlo dejado ahí, pero no tuvo más otra que llevarlo
sobre su espalda, cargándolo para que él accediera y lo acompañará.
Mientras él seguía su camino al río, con un omega bastante sonriente
encima suyo. Jimin sostenía el farol que los iluminaba, pues la noche era
calurosa ya espera, pero también oscura y un poco ventajosa.
-¿Es aquí? -preguntó Jimin, mientras bajaba de la espaldera su alfa, dando
un corto saltito y acomodando el farol en la rama del árbol cerca suyo.
Había luciérnagas que también los iluminaban ante la luz de la luna en su
azul brillante. El agua del río se reflejaba la gran luna llena que los
acompañaba esa noche.
Sus ojos azules, curiosos y distraídos, comenzaron a inspeccionar todo el
lunar. Pasando sus descansos piel por el suave pasto mientras las luciérnagas
se unían en el cielo, acercándose al farol colgado.
Su alfa había empezado a desnudarse y Jimin estaba tan distraído que no
tuvo tiempo de percatarse que su esposo estaba tras suyo. Ajustándose
cuando los protectores brazos lo rodearon por su cintura. Mientras el cuerpo
caliente y desnudo se ceñía a sus espaldas. Sintiendo el aplacador cuerpo y
bulto en su trasero. El aliento caliente de Yoongi chocaba en su cuello,
llenando su vaho en este.
-Yoongi...
-No sé cuántas veces en el día debo tomarte para sentirme saciado de tu
cuerpo, omega -susurro sobre el oído de su pequeño esposo que se deshacía
entre sus brazos.
-Alfa... N-nunca podrás saciarte de mí -dijo, desabrochando los broches de
su túnica con lentitud, liberando sus hombros la tela morada.
Mientras las lascivias manos de Yoongi, bajaba hacia sus muslos,
adentrándose a la tela para amasar mejor la piel del sector bajando y subiendo
con excitación, mientras el revoltijo de omega entre sus brazos friccionaba su
trasero en él.
Lo desnudo, los desnudo con lentitud y pasión. Mientras besaba la espalda
lechosa del ojiazul y llevaba sus caderas más hacia atrás y llegaba hacia su
trasero, de empuje a empuje.
Bajo la túnica con cuidado y dejó que cayera al suelo, mientras volteaba a
su omega. Que entre jadeos y gemidos entreabría su boca, que lamió con
avidez, pasando su lengua húmeda por la mejilla de este.
Así lo guio hasta el agua, el cual con marea baja dejó que caminara sobre
esta. Enrollando los pies del castaño a su alrededor, amasando la piel de sus
muslos de arriba a abajo. Dejando las marcas de sus dedos en la lechosa
extensión de lunares.
-¡Ah!
Su hombría ya erecta por la excitación que le provocaba el tan solo ver a su
omega en aquella posición, con sus mejillas rojas, ojos húmedos y labios
entreabiertos pidiendo más.
El agua llegaba a sus caderas, moviendo el trasero de su omega, mientras
con rapidez y sin control por el aroma de su omega y los jadeos en su oreja,
se adentró de una estocada en el anillo rosa del cuerpo lascivo de su esposo,
adueñándose de cuerpo.
Sus cuerpos y el ritmo al que iban se sincronizando, arriba a abajo. Sus
labios no dudaron en besar, chupar y morder el pecho de su omega, mientras
los pezones rosas ya erguidos de Jimin, eran magullados entre sus dedos,
frotando más y más. Sus labios llegaron a esa zona al igual que su hombría a
aquel puntos dulce que hacía jadear y gemir de desesperación por más a su
dulce criatura. Lamió y chupó del pezón rosa de su omega, aspiró y enterró
sus manos debajo del agua, llegando a la cintura delgada del castaño,
moviendo más su cuerpo.
-¡Yoongi!
•| ⊱✿⊰ |•

✰✰No te olvides dejar tu estrellita ✰✰


❖•Capítulo 09•❖

A veces creía que todo lo que ahora le estaba pasando no era real, a veces
su mente se rehusaba a creer que algo tan bueno y duradero estaba en su vida.
Era triste en cierto modo, pero era su realidad, desde muy pequeño le habían
enseñado que nada era para siempre. Claro, podía tener lo que quería, pero no
significaba que eso aseguraría que si lo obtenía eso duraría.
Pero esto era distinto, tenía unos brazos alrededor de su cuerpo que no
querían soltarlo, tenía una marca en su cuello y tenía un ligero afán por el pan
que hacían aquellos que según le servían. No quería más y no pedía mucho,
era como si aquello único que necesitaban para completarse había llegado.
Amaba el aroma de su alfa en él y amaba dejar el suyo en su alfa. Amaba
peinar su cabello y hacer delgadas trenzas con hilos de colores y adornos de
oro, amaba ver cómo era el macizo cuerpo de su alfa, envuelto de tinta y
mechas se ceñía hacia él y le mostraba que no le faltaba nada para sentirse
completo.
Su cabello castaño había crecido dos dedos, llegando sus mechas delgadas
hasta atrás de su oreja, ahora podía hacer trenzas más largas con hilos de su
preferencia. Amaba como es que aquellos adornos lo hacían ver y como era
que silenciosamente su esposo le había tirado una gran variedad de adornos
para su cuerpo y los había puesto en su baúl. Quiso agradecerle, pero no lo
hizo, Yoongi hacía como si no lo hubiera hecho y seguían en su rutina de
regalos silenciosos en su tienda.
Había cosas en él que simplemente no podía cambiar. Era soberbio y a
veces no controlaba sus palabras y mucho menos frente a su esposo. Odiaba
que las cosas que quería no se hicieran como él quería y cuando él quería.
Odiaba esperar y Yoongi lo hacía esperar. Amaba esa posesividad con la que
su alfa lo trataba, el recelo de él y sus acciones. Amaba como era que su alfa
se ponía al verlo con vestimentas reveladoras. Lo protector que se ponía y
como era que no le reclamaba, solo lo regañaba con la mirada y se dedicaba a
adorarlo.
Si el alfa había caído a sus pies, sin duda Jimin también lo había hecho.
—¿Has visto en el mercado esos espejos largos y angostos? —preguntó
intentando parecer distraído comiendo fresas, acostado en su nido.
—Eso creo —respondió su alfa, tallando figuras de madera sentado en una
banca baja. Su pecho estaba descubierto por la falta de una camisa. —¿Por
qué?
Jimin sonrió, no iba a decirle que quería uno de ese envés del pequeño que
le había traído una tarde después de ir al mercado azar de las afueras del
reino.
—Son muy lindos, unos tienden adornos de madera a sus costados y
vienen con muebles —le dijo.
—Los muebles los hacemos nosotros, no necesitamos comprarlos —habló
nuevamente sin interés Yoongi. —Tenemos suficiente madera.
—Pero no saben cómo hacer espejos —insistió Jimin, tapando sus muslos
desnudos con la túnica de su alfa, acomodando su pocillo de fresas.
—Eso es innecesario.
—Yo tenía muchos en mi palacio.
—Que bueno.
Al parecer Yoongi no comprendía qué quería decir.
—Una vez cuando un alfa vino al palacio para cortejarme —comenzó a
contar, percatándose de la rigidez del cuerpo de su esposo al decir aquellas
palabras. —Me trajo como regalo uno espejo de cuero completo, tenía los
bordes adornados con una madera muy lisa y tallados con formas de rosas...
—Una mierda —susurro el ojiverde.
—Dijo que era para que apreciara más mi belleza, yo le hubiera aceptado
el cortejo—
—Pero no lo hiciste, fin —interrumpió Yoongi, retomando su tallado en la
madera de sus manos.
—Pero mi padre no lo quiso —corrigió el omega viendo atentamente cómo
era que la mandíbula de su esposo se encontraba apretada y el ceño del alfa se
acentuaba más. No sabía a exactitud así había logrado su objetivo.
Igualmente comió feliz de sus fresas restantes. Levantándose para dejar el
último en los labios de su alfa con un dulce beso.
Esa noche su alfa no lo tocó más allá como quiso, sus manos se acentuaron
en sus caderas, hubo roces, pero al terminar sus labios rosados e hinchados
por cómo era que los labios de su alfa devoraban los suyo, pero su esposo no
llegó a más haya como quiso él y no supo si era porque lo había molestado o
había algo más.
Así fueron las siguientes noches, las siguientes tres noches para ser
exactos.
—Wheein, cierra esto por favor —pidió apresurado por los cordones de su
túnica. —Gracias —dijo cuando la omega acabó con su vestimenta.
La rubia rió despacio ante la desesperación del omega, que se apresuraba a
estar listo para cuando el Yher llegará. Después de una no tan larga discusión
sobre los actuares de su líder, habían llegado a la conclusión de que estaba
estresado y era por eso que Jimin había estado siendo ignorado esos días, y si
ese fuera su caso, su omega debía quitar el estrés de su alfa de la mejor
manera.
—Odio esos aromatizantes —se quejó el ansioso Yhar, una vez todo estaba
listo, quería que todo estuviera perfecto, tal y como lo había planeado.
—Tenga una buena noche —se despidió Wheein al ver todo ya listo.
Desde el nido y las velas rojas.
—La mejor —le sonrío Jimin antes de que la rubia saliera de su tienda.
Las galletas en la pequeña mesa al lado del velero eran unas que él mismo
había horneado gracias a la ayuda de cuerpo omega rubio que se había vuelto
cercano a él en esos días, tampoco faltaban los aperitivos, como los dulces y
las frutas.
Arregló una vez más su túnica al descubierto, sobre su pecho con la tela
transparente y sus muslos apenas cubiertos con un cinto delgado en su
cintura.
—Dioses por favor que esto no sea un desastre —dijo antes de sentarse
sobre su nido que se veía en un expansión de ropas y pieles con sábanas y
almohadas.
Pasó media hora, media hora en la que Jimin había maldecido a su esposo
en el único idioma que conocía y en las únicas groserías que se permitía
decir.
Sintió el chistar de los caballos y su galope.
Sabía que su esposo había llegado por cómo era que su omega se había
removido dentro suyo y un gran remolino de emociones llegaron a él.
Los laterales de su tienda fueron abiertas, mostrando a un cansado alfa sin
camisa llegando a sus aposentos.
—Alfa —susurro Jimin, saludándolo.
El Yher lo miro, expandiendo su morada alrededor del sector y en el
cuerpo de su omega.
—Jimin—su voz quiso flaquear. —Es muy tarde para estar despierto.
El ojiazul se paró del nido, mostrando la extensión de su cuerpo con
lencería.
—Pero alfa, yo te estaba esperando.
¿Por qué Yoongi parecía tan molesto?
—Eso no importa, debes descansar —dijo su alfa sin parpadear.
¿Acaso Yoongi no lo deseaba?
Pasó sus manos por sus muslos y le sonrió al ojiverde, caminando descalzo
hacia él.
Pero...
Sus ojos azules parpadean rápidamente al sentir este aroma. Su cuerpo se
detuvo y miró expectante a su esposo.
Sentía el aroma de un omega.
—¿Qué? —pudo decir ante el impacto.
Caminó rápidamente hacia el alfa, ante su mirada atenta y sin afán de verse
seductor.
Acercó más su nariz y aspiró el aroma en la ropa del cuerpo de su alfa.
—¿Dónde estabas? —preguntó con la voz débil. Su cuerpo y omega
estaban desconcertados. —Hijo de perra —alcanzó a decir antes de volver a
su nido sin una respuesta de parte de su esposo.
—¿Qué dices? —respondió el alfa ante las repentinas acciones del omega.
—He estado viendo donde vamos a llevar la tribu todo el maldito día, ¿para
qué hables así?
—Callate.
—¿Ahora vas a callarme? —El alfa parecía desconcertado y molesto.
—¿Sabes que? No me importa con qué puta has estado —dijo
repentinamente Jimin. Alejándose de su nido. Su omega se sentía furioso.
—¿Ahora de qué hablas? —el alfa seguía con su ceño fruncido.
Jimin se acercó al plato de galletas en la pequeña mesa y las tira al suelo y
así siguió con todo a su paso, mientras sostenía una bolsa de tela y metida lo
que había en su baúl.
Yoongi llegó detrás suyo, sosteniéndolo de la cintura para que se detuviera.
—No se que clase de berrinche estás haciendo ahora, pero detente.
—Estupido —dijo bruscamente Jimin, sintiendo un picor en su garganta.
El alfa suspiro.
—Si, lo se, hay un aroma de omega en mi —dijo sabiendo el porqué de las
acciones de su omega. —No hice nada de en lo que tu pequeña cabeza puede
caber —aclaró despreocupado.
Jimin se removió en sus brazos, intentando zafarse de su agarre.
—Apestas —refunfuño.
Yoongi lo soltó, estoico. Caminando hacia la bandeja en el suelo,
recomiendo las frutas y las galletas.
—Estaba donde alguien importante —le dijo al ojiazul. Mientras este se
quedaba parado en medio de la habitación, con su respiración irregular y con
la furia recorría su cuerpo. —Era una omega —su omega soltó un gruñido. —
Fui a visitar a la mujer que me crió, ella vendrá aquí a conocerte. El aroma
que percibes en mi cuerpo es el de quien considero mi madre. No hagas un
desastre por eso.
Las mejillas del castaño se tiñeron de un carmín intenso.
—Estoy cansado, omega. No quiero pelear contigo ahora —realmente el
alfa se veía cansado, con largas ojeras y un rostro decaído.
—Porque no me dijiste a dónde irías —se quejó Jimin.
—Jimin —advirtió el alfa, recogiendo de las prensas del omega en el
suelo, metiéndolas nuevamente al baúl de este. Sabía que el omega iba a
llorar. —No lo hagas —dijo. —No llores cada que no tienes la razón. Es—
—Es ¿qué? —exigió saber, ya con lágrimas en sus mejillas.
—Es frustrante para mi alfa no poder controlar a su omega —termino
diciendo Yoongi, acercándose al ojiazul. —Mi sol, sabes lo mucho que te
adoro —comenzó a decir, condenado el cuerpo de su omega con sus brazos.
—Mi alfa me tortura cada que ven salir lágrimas de tus hermosos ojos —
enterró su rostro en el cuello del omega, donde su marca se encontraba.
—Ya no me deseas —susurró Jimin. —No me tocas...
—¿Es por eso que estás así? —susurro igual el alfa sobre la piel del
omega. Besando la zona. —Mi sol...
Jimin ladeo más su cabeza por instinto.
—Hay un bebé en tu vientre que debo proteger —le dijo, mientras los ojos
azules del omega se cerraban ante el susurro en su oído y los besos en su
mejillas, mientras los brazos de su alfa le proporcionaban calor. —Estas
estresado, piensas cosas que no son y lloras por todo.
La palma del alfa, agarró la delgada mano cerca suyo, para cubrirla con la
suya, mientras dirigía las manos al abdomen de su esposo.
—Estas en cinta.
Jimin se hubiera impresionada, hubiera alejado al alfa de él y
probablemente se hubiera desmayado, pero el tacto en su cuerpo era
innegable en él. Estaba necesitado.
—¿Por eso no me tocas? —opto por decir con los ojos cerrados, siendo su
cuerpo acunado por el de su alfa.
—Siempre te toco, no dejo de tocarte cada que estás conmigo, mi sol, pero
no puedo seguir follándote como tú quieres.
Esas palabras descolocaron a Jimin.
—No—
—Eres un adicto a—
—Cállate —masculló el ya muy sonrojado omega.
—No podemos hacerlo todos los días y más cuando hay un bebé en tu
vientre que necesita descansó para crecer.
Jimin cayó en cuenta de las palabras de su esposo.
—Estoy embarazado —dijo tapando sus labios con sus dedos temblorosos.
El alfa asintió aun besando su cuello.
—Y tu cuerpo está cambiando, y por eso —chupo la piel del omega. —
Estas tan molesto e irritante.
—Pero—
—Voy a imaginar que no hiciste este desastre —señaló su alrededor. —Te
llevaré a nuestro nido y voy a mimarte. ¿Está bien?
La mañana siguiente Jimin vio el espejo largo y estrecho, del que había
estado hablando por días en su tienda al despertar.
❖•◌ೋ° °◌ೋ•❖
(Verme)
Las alianzas jamás habían sido fáciles de conseguir y más en un sector
donde el declive era algo diario. Si es que no se sabía gobernar y no se tenía
el control de las personas no había otra opción más que conformarse con lo
que tu autoridad durará. Así era la realidad del rey de Verme, que ante su
incapacidad de brindar un buen liderazgo ante uno de los reinos más
prestigiosos del sector, su derrota estaba ya dictada y con desesperación no
hubo otra más que obedecer sus últimos recursos dados.
Una unión de linaje era lo único que podía hacer su caída menos dolorosa
y si esa era su única opción, claro que la tomaría. El príncipe Taemin sería su
yerno y futuro esposo de su hijo. Del que al menos tenía control y era el
único omega.
Ante las amenazas de los salvajes no tuvo opción más que acceder ante el
requerimiento de reunión entre ese asqueroso líder y su pequeño hijo. Lo que
trajo su paz momentánea antes de su declive. Verme ya no estaba en amenaza
de los salvajes y ahora tenían una unión con estos, lo que había traído una
gran variedad de comercio y gente a las afueras del reino. Eso claro que no
era negativo para un reino que no tenía una economía estable y su comercio
era precario, pero ese solo era un trato fantasma.
Lo que se requería era tiempo y a toda costa era eso lo que se conseguiría,
si se trataba de enviar a un príncipe en sacrificio por el reino, así sería y así
fue.
—Me han dicho que el príncipe de ojos azules es toda una belleza —
comentó el príncipe Taemin, bebiendo del vino en su copa de cristal. La gran
mesa de tela roja, oscura como la sangre en su putrefacción. Estaba extendida
ante la gran variedad de platillos que para ese entonces solo el rey podía darse
el lujo de consumir.
—Así es —dijo el rey, sentado en el mando de la gran mesa. —La fortuna
tocó al linaje real.
—Mi hermano es la luz de nuestro reino —comenzó el príncipe sentado al
lado izquierdo del rey, el alfa de cabellos castaños miró atento al príncipe
frente a él.
—Espero verlo pronto, que su resfrío no se prolongue.
—Así será, por el momento se encuentra débil, pero sin duda está feliz de
su compromiso.
El príncipe ojimiel sonrió, mientras vertía más del vino copal. No podía
notar el movimiento de los pies del rey ante la presión frente a él.
—Espero sepa respetar a mi hermano —dijo repentinamente el príncipe
alfa sin importarle la mirada afilada de su padre. —Él es algo particular.
—Así será, no dude de mi palabra — dijo con una risa nerviosa el príncipe
de las tierras del norte oscuro.
❖•◌ೋ°◌ೋ•❖
Las lunas eran veloces ante esos tiempos donde el frío parecía querer llegar
a toda costa. Las nubes ya se juntaban con rapidez en las cimas de las
montañas de las praderas para formar esa sombra que se unía con el ventaje
helado de las mañanas y las noches.
Sus ropas se habían más gruesas y su abdomen se endurecida con el
tiempo. Y por fin era el día del que su alfa le había hablado. Ahora las cosas
se distinguían por particularidad, pues tener a su alfa rodeándolo por dos
minutos era algo que hacía estallar a su omega de goce, pero también era algo
cansador, porque desde aquella "pelea" no había lugar a donde Jimin no fuera
con Yoongi. Sentado en su regazo o abrazado a su cuerpo, ahí estaba él. El
cualquier lugar donde su esposo fuera.
—La conoceré, Wheein —dijo con nervios el ojiazul, mientras sus uñas
eran devoradas por sus dientes ansiosos por lo que se venía.
La rubia siguió peinando el cabello del omega, mientras este no podía
contener sus emociones. Sonriendo por cómo era que el Yhar estaba
emocionado por conocer a la mujer que tenía el respeto de toda la tribu.
—He visto muy pocas veces a la señora Gena, pero por lo que se es una
mujer con buenos hábitos y un temperamento agradable, no se sienta
intimidado —alentó al omega castaño.
—Yoongi dijo que era como su madre, pero no su madre —susurró. —
¿Por qué la considera su madre si no lo es? —no quería que su esposo que se
encontraba por esos lugares cerca de su tienda lo escuchara. Yoongi había
sido muy reservado de su pasado con él y eran muy pocas las cosas que sabía
de su esposo, lo que a veces en medio de la curiosidad solía preguntarle a su
esposo, pero jamás obtuvo respuesta.
—No se habla de esas cosas —dijo simple la rubia, haciendo las pequeñas
trenzas en los costados de la cabeza castaña frente a ella. —Está prohibido.
—¿Por qué—...?
—Mi luz. Es hora —interrumpió el alfa, entrando a la tienda, seguido del
alfa que Jimin conocía como Namjoon.
Jimin inmediatamente se paró, dejando a medio hacer una trenza que se
disimulaba bien en su cabeza. Wheein se retiró cautelosa.
—Buenos días, Yhar —saludo el alfa pelinegro.
—Buenos días —respondió Jimin, mientras acomodaba disimuladamente
su túnica y se acercaba a su esposo. —Alfa.
Yoongi se agachó, besando la frente de su esposo. Antes de tomar sus
manos.
—Puede entrar —dijo el alfa en voz alta, mientras el alfa pelinegro se
erguía mejor y una figura aparecía entre la entrada de la tienda.
Era una mujer mayor, de cabellos castaños carnosos y rostro levemente
arrugado. Era alta y por lo que Jimin percibió, era alfa.
Su omega se sintió ansioso, conocería a alguien importante para su alfa y
no sabía si se encontraba presentable para ella.
—Buenos días —saludo la alfa sonriendo. Sus ojos marrones se dirigieron
a Jimin que se encontraba muy apegado al líder de la tribu, con sus mejillas
levemente rojas y con una linda túnica azul de mangas medianas. —Pero que
hermosa criatura —dijo la mujer, acercándose a la pareja y mirando al ya
líder, orgulloso. —Yoongi, me habías dicho que era hermoso, pero no dijiste
que era un deleite para mí mirada.
El ojiverde río.
—Namjoon, debes presentarme a tu omega también. ¿Por qué no vino
contigo?
—No se encuentra bien últimamente.

❖•◌ೋ° °◌ೋ•❖
El desayuno fue servido en la tienda del Yher. Entre las almohadas
coloridas y los bellos decorativos que tenía por las cosas que Yoongi solía
comprarle a su esposo.
Jimin no pudo decir ni una palabra hasta ese entonces por su nerviosismo.
—Hay noticias, madre —dijo en medio de las habladurías el ojiverde.
Acercó su mano al abdomen de su esposo. Jimin quería morir. —La luna me
ha bendecido más rápido de lo que he pensado.
La mujer sonrió más, felicitando al omega ojiazul que asintió tímido y con
una leve sonrisa.
—¿Y es que acaso no tienes más omega a los que debas presentarme? —
preguntó repentinamente la alfa.
Jimin rápidamente levantó la mirada soltando la carne entre sus dedos.
—Madre—
—Esta tienda se ve vacía, Yoongi. ¿Dónde están tus otros omegas?
Jimin aclaró su garganta, bebiendo rápidamente del jugo en la pequeña
mesa. Si decía algo había una gran posibilidad de que terminaría diciendo
algo desagradable.
—Madre, no hay más omegas que deba presentarle —dijo el Yher,
acariciando el muslo de su omega con lentitud, sabiendo de sus emociones.
La alfa inmediatamente dirigió su mirada al alfa pelinegro, pudiendo saber
sin palabras si es que eso era real.
Namjoon asintió.
Jimin no quería mirar con desprecio a la alfa, pero aún así su ceño
levemente fruncido se dirigió hacia la mujer.
—¡Oh! ¿Enserio? ¿Y Jisung?
Fue cuando Jimin gruñó.
Yoongi inmediatamente apretó su agarre en el muslo de su omega.
La alfa aprecia sorprendida, cayendo en cuenta de la marca que el omega
ojiazul portaba en su cuello.
—Yoongi no es adecuado que enlaces con un prostituto —dijo la mujer
con la mirada clavada en la marca ya cicatrizada en el omega castaño.
Namjoon se atragantó con el maíz en su boca y Yoongi no pudo disimular
su rostro de impresión.
Y Jimin...
Jimin se levantó de la mesa rápidamente. No dijo nada. Apartó con rabia la
mano de su alfa y con rabia se dirigió hacia su nido, cubriéndose con la gran
sábana de pelusa que tenía como cobertor.
Mierda...
El Yher, suspiro cerrando levemente sus ojos.
—Es malcriado —volvió a decir la alfa.
Yoongi iba a refutar, pero la voz de su amigo casi hermano intervino.
—Y—yo voy a salir un momento —sonrió incómodo. —Que tenga un
buen dia madre —se despidió.
—Madre—
—No me dijiste que lo marcaste —habló la alfa.
Yoongi inmediatamente se irguió, mirando de soslayo su nido, donde su
omega lo llamaba.
—Es algo que iba a decírselo hoy —hablo el ojiverde. —Es repentino —su
alfa lo regañó. —Como usted sabe, no aprecio mucho lo que hacía mi padre.
—No es excusa para esto —señaló el nido.
Yoongi quiso gruñir.
—Madre, es mejor que salgamos. La tribu espera por usted y por mí.
La alfa disimuló una mirada de fastidio, pero asintió.
Nada había salido como lo había planeado.

❖•◌ೋ°◌ೋ•❖

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ϳCapítulo 10༢ુ

Mierda, mierda, mierda.


Eso no debería haber salido de esa manera. Jimin no debería haber
reaccionado así y su madre no debía haber preguntado aquello.
Eran muy pocas las veces que había podido completar las expectativas que
aquella alfa tenía sobre él, que si bien no era alguien a quien le debía algo, era
alguien a quien respetaba con su ser, no solo era su tía, sino quien había
logrado hacer feliz a su madre en la oscuridad, en la traición, pero ella había
sido feliz. Aunque ahora todo era distinto, ella aún tenía un pedazo en su
corazón.
Salieron de la tienda con la tensión del ambiente aún en ellos. Elsa aún lo
miraba con cierta incógnita calcada en su rostro, como si quisiera descifrar a
Yoongi y por qué no arremetía ante el comportamiento de su omega.
—Eso no está bien visto para el líder —dijo con cautela la alfa. —No es
adecuado que el omega del Yher se comprime de esa manera y mucho menos
te cele.
Yoongi hubiera dicho muchas cosas en ese momento, pero sus labios
callaron una vez aquel omega que en su momento llamo "mamá", se paraba
gente a él con aquel aire alegre y feliz con el que se dirigía a todos. Ahí
estaba quien había calcado su aroma días antes. Ese omega quien había
protegido de él.
—Mamá —dijo, sin avanzar más para abrazar aquellos cálidos brazos que
siempre solían revivirlo con aquella ternura incondicional ya que cariño que
amaban su corazón y podían comprender cada mirada que podía dar.
—Mi niño —habló el menudo omega de cabellos negros. —Apresúrate
que quiero conocer a tu omega —dijo separándose de él, mientras sonreía
avivaz.
Yoongi lo hubiera sembrado de inmediato adentro la tienda, pero no en ese
momento, no cuando los ojos cautelosos de a quien también consideraba su
madre se encontraban sobre él.
—Es preferible esperar un poco más. Debemos desayunar con la tribu —
anuncio el Yher, con aquella actitud que amaba tener frente al omega que lo
había criado.
Su pecho se removió un poco, sabiendo a que se debía, su omega lo
llamaba.
Jimin...
—Vamos —dijo entonces el omega de cabellos negros y ojos amarillentos
tan claros como el sol, tomando del brazo de su alfa que se encontraba al
margen de lo que se daba en medio del día que parecía enfriarse más. —¡Oh!
Yoongi trae a tu omega —ánimo el omega, antes de impartir sus pasos hacia
el sector convivencial de la tribu. Ahora las pieles arropadas en su tallaje en
prendas era lo que se podía usar para el invierno que se acercaba, por lo que
acomodo su capa sobre sus hombros y guiño con cuidado su ojos derecho
hacia Yoongi, suponiendo saber a qué se debía esa actitud.
Yoongi sonrió en respuesta y dio media vuelta para volver a su tienda.
Jimin.
Su pecho lo llamaba y con esa destreza que solo su omega podía hacerle
sentir y temer, entró, abriendo los apares de las telas laterales y se adentró a
aquel lugar tan preciado que se había vuelto en su corazón.
—Omega... —intento llamando primero. No obtuviste respuesta.
Se acercó a su nido, viendo aquel culto en medio, cubierto por esa sabana
que su omega tanto amaba. Se sentó al lado de esta.
—Jimin...
—Fuera —gruñó el omega cuando sintió la mano del alfa tocar la sabana
encima suyo. No le había permitido adentrarse a su nido.
—Jimin. Debemos salir, la tribu nos espera.
—Te espera, porque desde el día de hoy no tienes omega —dijo antes de
que el silencio se adueñaba del ambiente. Destapo su rostro de la sabana,
bajándola con cautela, mirando a su alfa. Sus ojos conectaron como solo ellos
podían hacerlo. —Me dijiste que tu madre era omega y por eso era que tenías
esa mierda de aroma en ti —mascullo, sus ojos estaban húmedos y rojos.
Yoongi se culpó. —Me mentiste —afirmo.
Yoongi suspiro una vez más, la mañana era larga.
—No —reprendió lento. —No vuelvas a crear esas cosas en tu mente,
Jimin. Mi madre omega está afuera, esperándote. Ella era mi madre alfa —
aclaró.
Jimin, su Jimin.
Las lágrimas en los ojos azulados de su omega lo dañaban como si fueran
los suyos en su propio remordimiento extraño.
Tomo a Jimin, alzándolo del nido, besando sus mejillas, párpados, nariz,
labios y rostro en general. Limpiando esas lagrimas que no debían estar ahí.
—Todo está bien, no te preocupes —le susurró mientras lo necia sobr sus
regazo. Acariciando sus muslos por donde lo sostenía.
Jimin se sonrojo evidentemente.
—Lo siento... —se disculpó, sabiendo lo ridículo que había sido. —Ella
dijo que yo-
—Y no se repetirá —le aseguro su alfa, besando sus labios.
Así permanecieron un par de minutos, en silencio, en su comodidad, uno
sobre el otro y dejando su esencia en ellos. No había incomodes, no podía
haber cuando ellos habían dejado tanto de sí mismos en sus propios rastros.
—Alfa —dijo en su susurro vacilador el omega, mientras fijaba sus zafiros
en los jade de su alfa, atrayéndolo a él. —Tu eres mi alfa —proclamó. Sus
labios se torcieron, al igual que esa pequeña nariz respingada que tenía de
arrugo al par de sus pecas. —De ningún otro, solo mío.
Yoongi comprendió, siempre lo hacían cuando se trataba de su omega.
Sus manos inquietas por tocar a quien pertenecía su ser y corazón
acariciaron las mejillas del castaño, con tal ternura que cualquiera que viera
aquel acto se negaría a aceptar que aquel alfa era el poderoso y despiadado
rey de toda una tribu.
—Solo tuyo, mi luz —dijo, sonriendo, dejando a ver sus hoyuelos que
tanto su omega besaba cada que estaba sobre él y cerca de él.
Eran amantes en su anhelante corazón. Pocos comprenderán lo que un
tulipán podía hacer en medio de una guerra. Un príncipe y un bárbaro, seres
incompatibles por sus diferencias y detalles poco tolerantes, quien diría que
aquellas dos almas se encontrarían en aquella danza eterna en su sendero.
Alfa y omega.
ϳ༢࿔ྀ

Su unión no había sido nada grata, no había sido como Seokjin había
soñado desde siempre, no había flores lindas ni su túnica era hermosa. Solo
fue un día en medio de las lágrimas y el pudor de la verdad para su salvación
innata. Solo fue el líder parado frente a ellos en medio de su tienda,
aceptando su unión y el omega de este como espectáculo aplaudiendo feliz
por la unión detrás de ellos. Esa noche solo hubo lágrimas.
Aunque el Yhar le había dicho que era un omega fuerte, que estaría todo
bien, que nos dejaría que pasase nada. No era lo mismo. No era su Namjoon
y no era su omega el que quería estar ahí, aunque su omega se había
removido feliz en su momento al igual que su cachorro en su vientre.
Namjoon no le había dicho nada, solo se había limitado a tocar su vientre y
él no se lo negó, anhelando su tacto.
Quería esto, pero no está manera.
—Madre ha llegado a la tribu esta mañana —anuncio Namjoon, casi bajo,
como si supiera que el omega no quería escuchar su voz. —Ha pedido verte.
—No quiero ir —respondió simple.
—No es una pregunta.
Claro que no lo era.
ϳ༢࿔ྀુ
La tribu estaba lista en las grande mesas que se unión en patio ya helado
por la época. Todos con ropas abrigadoras y los niños repartidos en diferentes
mesas, había llantos de bebés y el carcomido calor de los alfa en el sector.
Cada uno con sus familias.
—¡El Yher! —gritaron a todos, incluso pequeños niños alzaron su voz
cuando su líder apareció frente a ellos, con su omega en brazos. —¡El Yhar!
—gritaron también, esta vez más bajo, por el omega del Yher.
Ahí estaba el otro omega al que amaba tanto. Wooyoung.
—Que hermoso —dijo el omega al que consideraba su mamá.
—Madre, mamá —saludo nuevamente, sentándose en la cabezada de la
gran mesa de madera, donde a esta alturas no solo había alfas sentados.
Jimin estaba sonrojado, sus mejillas carmín y la pinta de su nariz roja no
solo por el frío, sino por la vergüenza que sentía. Él mismo sabía que no
debió haberse comportado así, no era propio de él.
Yoongi solía sentarlo en su regazo y siempre era así, cada desayuno con la
tribu. Ellos dos en su mundo, mientras no se imprimían de ser poco cariñosos
o calurosos, pero había límites y era que de la preciosa boca del omega no
saliera ni un solo gemido o jadeo que pueda dejarlos en visto.
Jimin miró al omega sentado al lado de Yoongi por lo tanto a su lado. Era
mayor, de cabello negro y ojos amarillentos. Era lindo. Le estaba sonriendo.
—Hola —saludo el dicho omega. —Eres más hermoso de lo que te
describió Yoongi —susurro el omega, mientras sonreía. Su cintura era
rodeada por la alfa que lo había insultado. Eso significaba que él era de quien
Yoongi le había hablado.
—Hola —dijo bajo. Alzo la mirada y encontró a su alfa besando su cabeza,
cariñoso, como lo había sido desde que su corazón se había abierto a él. Su
alfa salvaje, su todo.
Desayuno, comió feliz, con su corazón caliente y su cuerpo junto al de su
alfa.
Su cuerpo estaba descontrolado, si bien sabía el porqué, aún era algo que
su mente no procesaba, no había rastro de ello más que sus emociones y
acciones descontroladas, la posesividad con la que trataba a su alfa y lo
receloso que era con él, aunque siempre lo había sido. No esperaba el
momento en el que su vientre crezca y por fin, poder ver aquellos que en
palabras su alfa le había dicho. Siempre había deseado tener una familia,
hijos y todo lo que eso conllevaba, quería tener la vida de un plebeyo simple,
sin miedo o deberes, sin un cargo, pero hasta donde sabia aún cargaba con su
alfa líder de una tribu y su título como príncipe. Sus hijos heredarán ese título
u su carga y él no deseaba ese sentimiento para ninguno.
Yoongi le había prometido una vida pasible y sin preocupaciones, en las
tierras de sur, a aquellas lejanas donde nadie podía arruinar su grato sueño.
Comió, lo hizo mientras su alfa partía en pequeños pedazos su manzana y
ponía encima de esta la miel que el tanto amaba, y en un sutil silencio, estaba
alimentándolo, preparándole su tan duchado desayuno como él solía hacerlo
cada que comían en su tienda.
Al final no había hecho mal al entregarse a ese despiadado alfa.
"Te amo", dijo internamente al acariciar el dorso de la mano de su alfa en
su cintura.
ϳ༢࿔ྀુ
(Verme)
Su estadía en el palacio era pasible, poco incomoda. Eso era bueno y más
si le agradaba cada minuto más el hecho de que aquel palacio proto sería
suyo, tal y como lo había planeado. No había hecho mal para nada aceptar
este horripilante compromiso.
El rey era débil y se podía ver de lejos aquel hecho. Eso era un paso
adelante para Taemin, por fin después de una vida a oscuras siendo el hijo
menor del rey de Prada, como aquel príncipe sin herencia que vivían en las
faldas de su madre. Por fin tendría un título más haya que el de un príncipe
sin nada, ahora lo tendría todo.
Primero era la dichosa boda y luego como consecuente sería el golpe de
estado. No sería difícil armar uno con las precarias formas de gobernar de ese
hombre desgastado. ¿Quién le confiaría a cualquiera las manos del reino?
Camino alrededor de la gran habitación que se le había designado, era
linda, bien decorada y con unas ventanas agradables en su tamaño y vista. Era
agradable.
Sonrió.
ϳ༢࿔ྀ ુ
—Yoongi —hablo el omega, haciendo un mohín de que ya estaba
satisfecho, pero el alfa aparecía no escucharlo, poniendo más comida en su
plato. —No quiero.
El alfa lo ignoró.
—Descuida, así suelen ser. Aman ver nuestros estómagos llenos he
hinchados —dijo el omega mayor, a su lado.
Jimin volteo y sus mejillas se sonrojaron.
—Descuida —le sonrió amable el omega.
Jimin tal vez quiso morir en ese momento, pero se reprimió a asentir y
disimuladamente apretar el brazo de su alfa, sonriéndole mientras este lo
miraba extraño de su acción.
—Basta —susurro sonriendo.
Yoongi ignoro sus acciones, metiendo un pedazo de fruta a su boca.
Jimin solo podía morir de la vergüenza en ese instante.
ϳ༢࿔ྀુ
No supo en qué momento fue que se encontraba solo con el omega
pelinegro y de extraños tonos frente a él. Sentados en la esponjosa alfombra
de su tienda, mientras su alfa había salido junto a aquella alfa que había
odiado en tan poco tiempo.
—Yoongi me ha dicho que amas las frutas dulces, he traído algunas de mis
tierras para ti, justo antes de que comience el invierno —el omega se
enorgulleció de aquello. Era tan alegre como un joven.
—Gracias —dijo sin saber que más decir.
—Yoongi dijo que eras todo un hablador, pero al parecer me ha mentido.
—Oh, no, no, no. Es verdad, solo que... Ehm- no sabría que decirle —
Jimin estaba orando, no quería dar una mala impresión, no aquella que había
dado a la alfa esa.
—No es mucho lo que debes decirme, solo quiero saber algo —dijo el
omega pelinegro, sonriente como siempre.
—Esta bien —susurró.
—Yoongi es un alfa complicado como lo sabrás, pero por lo poco que he
visto es muy impresionante. Aunque debo saber algo importante —el omega
parecía serio.
—Dígame...
—¿Lo amas? —pregunto sin titubear, Jimin tal vez quiso reír en ese
momento.
—Lo amo —no dudo en responder también, no podía no amarlo. —Lo
amo con todo mi ser, madre —llamo con respeto. —Amo a mi alfa desde que
supe que su corazón solo me pertenecería a mí, como el mío a él.
Hubo silencio y eso lo incomodó un poco, pero después de removerse un
poco incómodo, el menudo hombre habló.
—No dudo que él te hará tan feliz como tú a él —sonrió nuevamente el
omega mayor. —Espero serán uno.
Jimin sonrió, claro que lo serían.
—No dude de mi palabra —replicó. Quería dejar claro su posición. —Él es
mi alfa y yo soy su único omega, jamás habrá otro para él como jamás sabrá
otro para mí. Espero me acepte —bajo la cabeza.
El pelinegro levantó su rostro con su delicada mano, mirándolo fijamente,
tranquilo y estoico con una sonrisa plasmada en su hermoso y un poco
arrugado rostro.
—Él ya te ha aceptado, mi opinión es irrelevante ahora, pero si gustas
saberla, sin duda te acepto.
ϳ༢࿔ྀ

El camino estaba guiado, los planos estaban bien diseñados, con los
senderos y caminos por recorrer. El lugar no era alejado, pero tampoco era
cercano. Aunque sonara tonto era mejor haberse rumbo en invierno que
cualquier otra estación, pues si bien el frío podría ser arrasador, también sería
beneficioso, pues las probabilidades de tener ataques de feroces animales en
su recorrido a sus tierras nuevas serían prácticamente nulas por la invernacion
de muchas de estas fieras, y eso era lo que los beneficiaría más que nada.
Yoongi sabía que sería complicado con los niños y ancianos, pero se las
arreglarían.
Había visto carruajes en el mercado cerca de la cuidad. Debía comprarlos o
en su debida consecuencia "tomarlos prestados", así sería mejor llevar a los
niños pequeños y ancianos. Sin duda ningún ser de su tribu se quedaría atrás.
Sería un nuevo sendero, nuevo camino y sin duda una nueva vida.
Había escuchado a su madre hablar de esas tierras tantas veces que casi
cada que cerraba sus ojos podía ver las montañas, praderas, árboles y ríos.
Sin duda el camino estaba siendo trazado.
ϳ༢࿔ྀુ
Los días se daban término con premura al igual que aquel aroma que se
hacía más fuerte en su omega, sabía que entre muchos él era el único que
podía percibir ese aroma desde sus inicios de vida, porque ninguno otro alfa
tendría ese poder más que él.
Su cachorro estaba creciendo y sin duda su omega lo sentiría pronto. Tal
vez aun faltaban muchas lunas para que se dejara ver, por la premura con la
que él lo había percibido, desde la vez que lo anido y sintió como era que su
esencia se funcionaba con la de su omega y aquella roma dulzón nacía recién
en el particular aroma de su esposo, aquel que ahor tenía encima suyo.
—Alfa —jadeo.
Yoongi sabía lo que quería.
—¿Mhm?
El omega siguió moviendo sus caderas, sintiendo en la dura longitud entre
estas. Las ropas a esta altura eran un estorbo.
—Alfa —se quejó, mientras seguía sus movimientos. —Por favor...
—No-
Jimin lo besó, tomó entre sus labios los suyos he hizo aquello que tanto
amaba hacer; someterlo ante él. Ver como se doblegaba por él.
—Agh
Sus manos no dudaron en ir a parar en el ya inquieto trasero de su omega,
agarrando cuanto quería y moviendo a su gusto.
—Jimin-
La lengua del omega parecía no querer parar, bajando desde sus labios
hasta su cuello.
—Te necesito dentro mío, alfa-Ahh
Yoongi no podía negarse, permitiendo que su omega lo desistiera de a
poco y encima suyo hiciera lo que quisiera. Saltando sobre, haciendo chocar
sus pieles, haciendo que aquel sonido apreciado al de unas palmas, se hiciera
constante y que aquel líquido dulzón que salía de él se manchara en su piel.
—Sigue así. Así, mi luz... —jadeo, mientras las manos del ojiazul se
encontraban sobre su pecho.
El nudo no se formó, no podía formarse, mucho menos cuando su
trabajado ya estaba hecho. En estos días debería a ver sido su celo, pero tanto
su alma y alfa, sabían que su omega no podría atenderlo, y mucho menos
quería dañarlo.
Esas hierbas eran horribles, pero al parecer sí que eran eficaces.
—Te dejaré tantas marcas, alfa... —su esposo, su hermoso esposo. Ahora
se dedicaba a aspirar y lamer su piel, de costado a costado. Dejando su cuello
ocupado por su menuda cabeza.
Amasó el trasero de Jimin entre sus manos, definitivamente tenía algo con
el tarsero de su omega.
—Eres tan grande —jadeo el ojiazul sobre su oído.
—Jimin...
—Ta-Ahh-n, pero tan grande-Ahh...
Yoongi definitivamente se descontroló en ese momento.

ϳ༢࿔

✰✰No te olvides dejar tu estrellita ✰✰


༊*˚·Capitulo 11·˚*

La sangre de todo un linaje corría por sus venas junto con una nueva vida,
sabía lo valioso que era. Había sido educado para ese momento, casarse y
tener hijos y ahora estaba en ello, no era algo que realmente le avivara el
corazón, pero sin duda era aquello que lo aferraba a sí mismo.
Ya no eran las mismas palabras las que escuchaba todos los días. No podía
acostumbrarse a ese rebalse de emociones que llegaban a su cuerpo y no lo
dejaban en paz. Los ecos aún seguían, pero el tormento se había parado.
—Tengo hambre —dijo al despertar, aún era muy temprano, el sol ni
siquiera se hacía ver. —Yoongi... —murmuro.
Si el tiempo pasaba rápido como las lunas y su vientre se mostraba cada
vez más. La curvatura en su vientre dejaba bien en claro su estado y con ello
un vuelco en la tribu.
Los planes para el largo viaje que se haría, seguía en pie y las
preparaciones se alarmaban, los ancianos habían aconsejado al Yher que sería
mejor que su futuro hijo naciera en tierras nuevas, para así dejar en herencia
su futuro lugar, por lo que debían apresurarse con las preparaciones de
traslado. No sería un viaje corto.
—Mmm... —el Yher presionó su brazo al rededor suyo, atrayendo más el
cuerpo del omega. —Duerme... —susurro sobre el oído de Jimin.
Su voz era cálida como su cuerpo en esos instantes, pero no saciaba lo que
su lengua pedía sentir.
—Alfa —dijo Jimin, sin querer alarmar a su esposo, pero desesperado por
su atención. —Yoongi...
—Jimin, el sol no ha salido —se quejó el alfa, acomodado su mano libre
en el vientre de su Omega. —Por favor, no ahora —dijo para su hijo.
—Es ahora —dijo firme Jimin. Su Omega debía ser atendido por su alfa y
sin duda eso era algo que Yoongi no podía negarle, no hubo si quiera un
cortejo como para sentirse mimado, si bien ese hecho jamás cambiaría eso era
algo que jamás iba a parar. Era un omega caprichoso y necesitado, un poco
tenaz, pero era la adoración de esas esmeraldas que no se atrevían a negarle
nada.
—¿Qué es lo que este espeluznante ser te pide? —pregunto sonriente sobre
el cuello de su omega.
—Tu hijo quiere pan con mermelada —dijo su esposo, sobre su revoltoso
cabello, besando sus rizos. —Y un poco de jugo de-
—No puedes tomar jugo tan temprano — interrumpió el Yher,
levantándose. —Te traeré agua.
—No.
—Si —sus labios llegaron a los delgados y rosados del ojiazul para
sonreírle y besar su vientre antes de ir por lo que su amado pedía.
Tenía miedo de que todo esto que había construido se esfumara, sin duda
esto que Yoongi había construido era solo de ellos y de aquello que poco a
poco crecía en ese vientre que tanto amaba besar y acariciar.

—Malditos rituales de mierda, jodido alfa, jodida tribu, jodid-
—Mi Yhar, deténgase se está alterando demasiado —dijo el omega rubio
que pintaba las figuras de la tribu en su rostro.
Jimin están molesto y demasiado. Odiaba todo lo que tenía que ver con las
tradiciones de la tribu, primero un festejo por su embarazo, luego otro por su
primera luna y ahora uno para bendecir a el futuro Yher, ¿qué era todo esto?
—Seokjin, tu no lo comprendes, esto es una mierda. —se quejó Jimin aún
más molesto.
—Le comprendo perfectamente, también pase por esto, claro que no toda
la tribu me lo festejo y fue un poco tarde, pero se a qué se refiere.
— A veces olvidó que también estás embarazado —sonrio, tocando el
vientre del omega rubio a través de su túnica gruesa. El invierno se había
asentado con rapidez. —Crece rápido —susurro.
—Tres lunas más —dijo contento el omega. Terminando de pintar las
líneas en el rostro del Yhar. —así que no se agobie que solo por esta luna
deberá comer solo carne.
Jimin hizo un puchero con sus labios.
—Odio la carne.
—Pero es buena para su hijo.
—No me importa, comerla todos los días me hará morir.
El rubio rio y con ello contagio al ojiazul.
Los dos omegas llevaban una buena comunicación, lo que no le hacía del
todo gracia a Wheein que había dejado de peinar el cabello del Yhar porque
al parecer al omega del Yher, le gustaba más los peinados del omega rubio
que cada mañana venía a acompañar al castaño.

Ya estaba listo y tuvo que salir dónde los banquetes que, si bien no tenían
un olor detestable, no le agradaban. El humo del fuego debajo de la carne
siendo asada corría por todo el alrededor, mientras muchos se encontraban
concentrados en los preparativos para la noche, porque claro que todo sería
para la noche porque todo tenía que ver con la luna.
Sus ojos solían ser inquisitivos todo el tiempo, aún no se acostumbraba a
las costumbres que ante sus dioses no podía acatar, pero por su matrimonio
seguía. No era común para él ver a un animal ser degollado frente suyo para
luego ser faenado.
Sus mirada azulada se cruzó con aquellas afables esmeraldas que tanto
amaba en su ser y hacía retumbar su corazón al compás de una dulce melodía
que llegaba a él al solo sentir el aroma de su esposo, protector y vivaz.
El cielo azul se unía junto con las nubes que formaban figuras asimétricas
y revueltas por lo alto.
Una suave caricia llegó a su mejilla, departe del alfa ya frente suyo que lo
acariciaba con lentitud, ante el tibio contacto de su piel tibia y suave.
—Mi luna —sonrió el alfa, dejando ver esos hoyuelos que sin duda
enloquecían su corazón. —Es hora de comer.
—Si, mi amor —dijo íntimamente, como solo él podía.
Su mano fue guiada por otra más grande que la suya.
Sus ojos recorrieron el lugar, nada era igual a Verme y eso le encantaba.
Vio cierto cabello rojo y mirada grisácea que tanto detestaba. Acerco su
cuerpo al de su alfa, pero claro que eso no era suficiente para dejar en caldo
su presencia y lugar.
Sin pedirlo, la atención del Yher estuvo sobre él cuando esté esparció de
sus feromonas para hacerle conocer a su alfa que quería algo.
Las esmeraldas de su esposo llegaron de inmediato a los suyo, y en un sutil
movimiento, ligero y rápido a la vez, sus labios se juntaron. Lo beso, ahí en
medio de todos como si los pinceles del destino siguieras pintando su camino.
El viento helado soplo, pero no impidió que la lengua lascivia del omega
delineaba los gruesos labios de su esposo y dejara su aroma impregnado en
este.
El alfa solo le sonrió, le sonrió como siempre y su aroma llegó rápido a su
omega, dejando la más deliciosa fusión de ellos en el aire y en sí mismos.
Porque mientras las lunas pasaban sin parar, su amor creció como el
tiempo que los llevaba a ellos a ser uno y un poco más. Sin duda ellos no
serían del olvido para una tribu que vino del dolor y la presión. Ellos
quedarían para cualquiera que los viera. Y quién diría que un omega más
caprichoso que una hiena con su presa, conquistaría a un león salvaje, ante el
comando del viento.

(Verme)
Las tropas que poco favor hacían al frío ambiente del invierno dejaban su
cascabel sonar fuerte ante la bienvenida de un cruce próximo entre la
revelación que se acercaba. Una destrucción próxima y sangre en las espadas.
Sería el destino de muchos.
El fino rostro que comandaba aquella batalla no iba ser compasiva.
Traición.

El principe de la corona se levantó de un salto, su ropa estaba embarrada y
llevaba una herida en su abdomen, pero nada le impidió seguir luchando. Sus
ojos azules brillaban junto con su espada que se levantaba tan alto como su
espíritu.
Podía ver al príncipe Taemin a lo lejos, comandado ataque a su persona,
levantando también su espada.
Mientras el palacio de Verme se convertía en un campo de batalla las
campanas de lo alto de la torre principal fueron tocadas. El sonido atraso con
el oído de cada soldado y sirviente, eso solo significa a una cosa; habían
matado al rey.
El principe Minho, de la corona de Verme era el heredero a ascenso, pero
en medio de una batalla y sin coronación segura todo se desbordaba.

(Tribu)
Sintió una fuerte presión en su pecho, mientras un centenar de pinchazos
dolorosos se adornaban en su cuerpo.
En medio de la gente y al lado de su alfa, cayó al suelo.
—¡Luna!

—Esto es un mal augurio, Yher. Lo mejor es partir lo más antes posible —
le dijo uno de los tantos ancianos sabios que se encargaban de guiarlo por el
bien camino.
Yoongi lo miro con disgusto, sin protestar. Su alfa apenas podía soportar
ver a su omega tendido en su nido, con los ojos cerrados y una expresión de
dolor. El frío del invierno no iba a ser piadoso con ellos. Debían partir.

—Alfa, ¡mira! —dijo el omega contento al tocar la nieve del suelo. —
¡Nieve!
El ojiverde le sonrió, besando sus labios antes de limpiar con delicadeza
las manos de este antes de que algo peor le sucediera.
—No debes tocar la nieve directamente —le regaño. —Puedes lastimarte.
Jimin le sonrió más, mostrando toda su dentadura blanca, mientras sus ojos
se cerraban un poco dejando ver su picardía.
—Jamás había tocado nieve.
Cosa de príncipes, pensó Yoongi acomodando las ropas gruesas del
omega. El abrigo de piel marrón le quedaba hermoso sin duda, esa piel le
pertenecía a un oso que tal vez le había dejado cicatrices en sus brazos al
cazarlo, pero no había sido un desperdicio de pelea por conseguir esa suave
piel.
—Mi dulce luna —acarició sus mejillas. Mimar a Jimin era algo sin falta
en sus acciones. Su omega necesitaba de él y más cuando no había podido
consentir al omega como lo hubiera querido antes de que quedará en cinta. —
Debo ir dónde los ancianos —le dijo suave. —Ve con Seokjin y Wheein.
Jimin hubiera gruñido en negación, pero sabía que no podía irrumpir en los
asuntos de Yoongi cuando se encontraba ocupado.
—Te amo, alfa —le dijo cómo cada pequeña despedida que tenían, antes
de dirigirse dónde el omega rubio se encontraba.

El viento frío digno de un invierno despiadado corría por la tribu, las
tiendas eran reforzadas con madera, las chimeneas eran prendidas y la leña
era recolectada. Los árboles se teñían de un blanco helado y los animales
cambiaban su cálido color al pálido que ahora los protegía.
El río no se había congelado aún, pero se sabía que eso solo era cuestión de
tiempo, antes de que la helada incrementará. Era hora de recolectar el agua
fresca por los muelles y las cascadas goteantes.
Jimin caminó por los muelles que llevaban al río que desde lejos resaltaba
su color azul plomaceo intenso. Sus ojos zafiro empequeñecieron su tamaño,
brillando mientras sonreía. Amaba el aire fresco del frío y amaba el paisaje,
aquel que en sus días encerrado se le negó.
—Me gusta este clima —dijo cerrando sus ojos hacia el cielo nublado. —
Extrañaré este lugar.
—Sin duda, Yhar. Yo tampoco podré olvidar fácil la tierra en la que nací
—dijo Wheein a su lado.
El ojiazul suspiro, delineando sus delegados labios en una sonrisa inocente.
—Yoongi no quiere cambiar de opinión, dijo que había jurado irse de aquí
y aún no comprendo porque, no quiere decírmelo —. Eso era algo que
realmente lo frustraba, quería saber más de su alfa, saber todo lo que fuera
posible, pero no podía cuando tenía unas barreras tan grandes frente a él.
—El Yher tal vez necesita tiempo —le dijo el omega rubio en su otro
costado. —Los alfas son muy orgullosos cuando se trata de doblegarse.
—Son unos estúpidos —terminó por decir la beta rubia.
Jimin frunció su pequeña nariz de disgusto.
—Concuerdo con Wheein —murmuró. —Los alfas piensan con su nudo —
se mofó. —Pero cuando lo tienes bien sostenido, no necesitas que piense por
ti.
Rieron por lo ridículo que aquello sonaba.
—Seokjin, vuelve a tu tienda, no es bueno para ti exponerte a este frio
cuando tu hijo parece querer salir de ti en cualquier momento.
— El Yher estará molesto si es que no vuelve conmigo también —le
recordó su amigo.
— Es un alfa gruñón se molesta de todo —refunfuño el castaño.
—Debemos Yhar, su alfa amenazara con asesinarnos-
—De nuevo —añadió el omega rubio.
Sin duda Jimin estaba indignado. No podía tener un paseo libre por un
minuto, todos en la tribu lo vigilaban y "cuidaban". A cualquier lugar a donde
fuera tenía que estar con Wheein y Seokjin o las alarmas se prenderían y
tendría otra larga charla con su alfa de porque era peligroso que caminara
solo en estado.
—Mi hijo necesita de aire libre, por favor...
—Yhar, muy pronto vendrán a recolectar agua, todos estarán caminando
de aquí para allá haciendo ruido y eso no le gusta, es mejor volver.
—No quiero —volvió a negarse el ojiazul, caminado por la nieve,
fingiendo distraerse, mientras acomodaba mejor sus gruesas ropas.
—Pronto lloverá... —la beta intentó convencerlo. —Su cabello va a
mojarse...
Jimin parecía más indignado.
—Su hij-
—¡Está bien! —cedió. —Volvamos.

Los caballos cabalgaban sin piedad, rápido y como podían, mientras el
grueso lazo de cuero era golpeado con dureza en su trastrasera. El frío o la
nieve no los hacían parar, entre el barro y el agua del suelo regresando su
malicia, seguían galopando.
Era la mejor época del año para la casería. El frío y la nieve impedían que
fueran perseguidos, sus huellas quedaban, pero no hacía falta poco para que
la lluvia llegará y las borrará tan pronto y rápido como se marcaron.
Estaban cerca de una de las tribus más numerosas de todo el norte y no
podían dejar pasar la oportunidad de tener nueva mercancía.

—¡Alfa! —corrió el omega ojiazul hacia los brazos del Yher.
Yoongi no tardó en acorralar con sus brazos el cuerpo de su omega.
—Gracias, pueden irse —dijo con voz fría hacia el omega y la beta que
estaban encargados de cuidar de su esposo. —Mañana hablaré con ustedes.
—El verde frío en la mirada de su líder hizo temblar a Omega y beta en la
entrada de su tienda, que inmediatamente se retiraron.
—Jimin, entra al nido —ordenó rápido Yoongi.
—¿Alfa? —Jimin no comprendió la molestia de su esposo. Alargó su
cuello y se puso de puntillas para besar a su alfa, pero solo se encontró con la
mejilla de este sobre sus labios.
—A tu nido y quítate ese abrigo.
—Yoongi... —Jimin estaba tan confundido que no pudo oponerse a la
orden de su esposo.
—Voy a acercar el brasero.
—Yoongi, ¿qué pasa? —pregunto preocupado por el comportamiento de
su alfa y por el aura amenazante que se extendía por toda su tienda.
—Tu puta familia —masculló con desprecio de repente Yoongi.
—¿Qué?
—Y tu puto prometido.
Jimin definitivamente estaba confundido y más.
—¿Prometi-..?
Sus palabras fueron interrumpidas por el estruendo de sus pinturas, hilos,
telas y más siendo arrastradas desde la superficie de su mesa hasta el suelo.
—¡Yoongi!
El dedo del ojiverde lo señaló con rabia, la mandíbula del alfa estaba tan
tensa como sus canales en ese momento.
—Callate, Jimin. Te creí, creí en la puta palabra de tu padre.
Jimin iba a comenzar a llorar en cualquier momento.
—Alfa...
Sus emociones se estaban desbordando por todas partes, no comprendía
absolutamente nada y su garganta se había secado de repente con un nudo
que le dolía.
—Mañana nos iremos y no quiero reclamos, Jimin.
Sin más y sin explicaciones el alfa salió de su lecho, dejándolo solo y
confundido. Sus lágrimas no tardaron en salir, el dolor lamentoso del rechazo
salió de sus labios sin descuido y su alfa no llegó.
¿Que había hecho su padre? ¿Por qué Yoongi estaba tan molesto? ¿Dónde
había ido Yoongi?
Acarició con premura su vientre ya hinchado y pequeño. Se aferró a este y
se recostó sobre su nido, aquel que conservaba el aroma de su alfa.
Necesitaba salir del nido e ir por su alfa o por quien sea que le explicará
porqué era que la tribu entera estaba en apuros y con esa aura que lo asustaba
cada vez más y hacia su pecho presionar contra su piel.
༊*˚·

✰✰No te olvides dejar tu estrellita ✰✰


Capítulo 12 ⚔

El omega meneaba sus caderas al compás de la fogata sobre el suelo,


mientras la melodía de la arpa se escuchaba tierna y feroz en la tienda. Su
cabello pelirrojo un poco más largo que la última vez que se vieron se movía
de un lado para otro, mientras seguía bailando frente al alfa que ni siquiera
tenía sus ojos puestos en él.
—Yher... — susurro para llamar la atención del alfa, pero no obtuvo
respuesta.
Meneó sus caderas con más fuerza, tarareando la melodía que era tocada.
Captando la atención inmediata del líder de su tribu, viendo cómo esos ojos
esmeraldas ahora miraban su cuerpo con pocas prendas a pesar del frío que
había afuera de esa tienda, pero acorde al calor de la fogata detrás suyo.
El Yher le sirvió, bebiendo de su gran vaso de madera.
Yoongi lo miró y detalló el sensual cuerpo de su antiguo amante, pero no
sintió nada. Por qué no había nada que sentir, no con él y no ahí. Era noche
de luna llena y eso significaba otra luna en las diez que su omega debía
cumplir para que su hijo naciera.
El pelirrojo se acercó más hacia donde se encontraba acuchillado y
comenzó nuevamente a bailar.
Una punzada de las muchas llegó a su pecho nuevamente diciéndole de la
tristeza de su omega solo en su tienda, no podía soportarlo.
El pelirrojo tomó sus manos y las postró en sus piernas para que esté las
acariciara, pero no lo hizo, de hecho, decidió que debía irse de la tienda. Era
la última celebración antes de partir al día siguiente.
Sentía una total decepción en su ser por lo que se había enterado por la
mañana. La traición de su omega de un trato cerrado con una unión, le
molestaban. Había dañado su honor, era el líder una gran tribu y se habían
cansado de atacar un reino putrefacto, fácil de tener en sus manos solo por un
omega... Un omega que lo había traicionado y el mismo que ahora tenía su
marca en él.
—Me retiro —anuncio a los sabios de la tribu que disfrutaban de los bailes
de la noche antes de mañana. Hubo palabras de molestia departe del pelirrojo
que pudieron haberlo hecho voltear para golpearlo, pero decidió seguir hacia
donde su lastimero omega se encontraba.
—Seguro va por ese golfo que lo tiene engatusado.
No protesto, no tenía tiempo para encarar lo que ya muchos habían dado
por hecho con las últimas noticias de los hechos en el reino de Verme. Su
corazón se sentía más que decepcionado.
─━━━━━━⊱✿⊰━━━━━━─
(Verme)
El nuevo rey de Verme sonrió ante la multitud, mientras presumía la
corona que ante su cabeza anunciaba una nueva orden para un reino caído.
Sus ojos marrones se fruncieron al sonreír, la maldad se podía ver en su
expresión.
—Mi primera orden como rey, es que se me cumpla con lo prometido.
Quiero a mi omega aquí — ordenó mientras se sentaba sobre el trono real que
daba comienzo a un salón blanco dorado, que en medio su presencia
acorralaba al guardia real y su tropa. —Lo quiero aquí a más tardar mañana.
— sonrió como si no fuera una amenaza destellante de sus ojos.
—Nuestra lealtad está con el verdadero rey, no con un usurpador que cree
que por llevar la corona tiene el control del reino. De un simple niño-
Una filosa espada salía del abdomen del comandante, la sangre ahora
chorreante ante el espléndido sueño blanco tenía de carmín las manos del
comandante que una expresión que decía más que las palabras que no podías
salir de su boca.
—Insolente —dijo con desprecio el rey, con una expresión despreocupada,
apuntando a las tropas que presenciaban aquella escena. —¿Qué esperan para
ir por mi omega?
─━━━━━━⊱✿⊰━━━━━━─
(Tribu)
Las lágrimas en su sonrosado rostro resbalaron por sus mejillas mientras se
cubría el rostro con una manta que su esposo había perfumado para él, el día
anterior.
Sabía que su padre no tenía buenas intenciones cuando lo comprometió
con el "salvaje", pero jamás dió por hecho que todo era solo una mentira para
traicionar a la que ahora era su tribu.
Había sido tan feliz acostumbrándose a las que ahora serían las tradiciones
de su futuro hijo y jefe de la tribu. Había iniciado cosas que jamás pensó que
haría, su pequeña escuela en su campamento para los niños, para que
aprendieran a leer y escribir. Su reunión con omegas de la tribu para
enseñarles de perfumes y peinados, su juego de ajedrez hecho de madera,
todo lo que había traído a la tribu que se había convertido en su hogar.
Mientras sus pensamientos y emociones se habían dueño de su cuerpo, sus
feromonas no tardaron en rodear todo el campamento. Sus cosas tiradas en el
suelo, su espejo roto por el desequilibrio en las bruscas acciones de su alfa no
solo lo lastimaron, lo dañaron.
—Alfa...
—Omega — obtuvo respuesta. Yoongi había llegado.
Jimin se levantó del nido, descubriendo su rostro de la mata en la que se
enrollaba. Sus ojos llorosos y rojos hicieron que el pecho de Yoongi punzara.
—Jimin — casi corrió hacia él, mientras se arrodillaba y sostenía entre sus
manos el rostro de su omega.
—Yoongi, te juro que no sé nada, jamás he querido engañarte, eres mi alfa,
yo no-
Yoongi lo abrazó, enrollando sus brazos alrededor de él, callando sus
palabras.
—No... no tienes por qué darme explicaciones, yo soy quien se equivocó
— sus ojos verdes ardían de rabia, por su corazón acelerado al sentir el daño
que había hecho en su omega.
La mezcla de olores hizo que Jimin arrugará su nariz mientras se frotaba en
la ropa de su alfa, buscando marcarse con el aroma de este.
—Alfa, yo jamás-
—Jimin, quiero que me escuches — Yoongi volvió a sostener su rostro
entre sus manos. — Lo sé, eres mi omega. Siento lo que sientes y sé que no
estás mintiendo.
Los ojos jade de su alfa hicieron que Jimin lo mirara con rabia, mientras
paraba de llorar.
—¡Sí lo sabías por qué me dejaste solo! — golpeó con rabia el pecho de su
alfa, intentando empujarlo, pero no tuvo éxito al apartarlo. —¡¿Por qué?! —
siguió empujándolo. —¡El aroma en tu cuerpo, tu olor a cerveza...!
—El solo hecho de pensar que podrías haberme engañado me quito de todo
sentido común, Jimin —el ojiazul lo ignoro. —¡Jimin! —Yoongi lo tomó por
los hombros, parando sus acciones.
—No quiero irme mañana, quiero ver a mi padre antes, quiero que sepa
que me quedaré contigo sin importar que pase, él tendrá un niet-
—No, no podemos...
—No puedo apartarlo de mi vida, así como si nada...
—¡No lo haremos!
El grito de Yoongi aturdió tanto a Jimin cómo a la atmósfera que los
rodeaba, junto a sus feromonas que no hicieron más que incomodar el vientre
del omega.
Los ojos del alfa inmediatamente se compadecieron ante su omega que
parecía estremecerse ante su toque.
—Jimin, tu padre... —el omega había empezado a llorar nuevamente. —Tu
padre fue asesinado. Tomaron tu reino, atacaron el castillo en la madrugada y
el príncipe con el que supuestamente estás comprometido se ha tomado la
corona como suya.
—¿Qué? —la voz de Jimin salió casi como un susurro, tan suave y frío
lento que apenas se escuchó, mientras su mirada se dirigía a la nada misma,
apenas procesando lo que le decía su alfa.
El frío del exterior parecía haber calado sus huesos sin siquiera haber
entrado a su campamento. No importó cuánto su alfa estuviera diciendo su
nombre, Jimin no pudo reaccionar, simplemente selló sus labios y no pudo
decir nada.
El lugar en dónde había nacido y había sido destruido y su familia había
sido asesinada, era como un ardor fatal en su pecho que no solo lo hacía
llorar más de lo que había hecho por su alfa, si no arrepentirse del rencor que
guardo por años a su padre solo por no aceptarlo como tal, por encerrarlo,
aun cuando él sabía porque lo hacía.
Él jamás podría escuchar su voz... Jamás escucharía de sus labios lo que
había en el exterior ni las alocadas cosas por las que había pasado en la tribu
que ya era su hogar.
—Él siempre creyó que era mudo... — comenzó a decir lentamente. —Él
siempre dijo que era un omega incompleto, pero aún así me protegió por
años... Yo no tengo nada que reprocharle sin importar cuántas cosas hizo
mal...
—Mi sol... —Yoongi lo abrazó nuevamente, dejando que se derrumbara en
sus brazos, dejando que las lágrimas de su omega se penetraran en la piel
desnuda de su pecho.
Con las lágrimas del ojiazul y las palabras del ojiverde llegó el amanecer y
sus colores que iniciaron su partida.
La tienda del Yhar fue la última en ser desmontada. La tribu dejaba
muchas cosas atrás que no podían llevar consigo, la nieve que los rodeaba
hacía imposible la movilización de muchos artefactos que habían fabricado
para su día a día, como los hornos y cocinas del exterior, también las mesas,
sillas y corrales de los ganados, incluso algunos dejarían parte de sus
animales en los terrenos de la tribu, probablemente en un futuro se
convertirían en animales silvestres, claro si es que sobrevivían al invierno.
Yoongi se había encargado de vestir a Jimin, le habia puesto un abrigo de
piel que cubría casi todo su cuerpo a excepción de sus pies que eran cubrimos
por botas peludas que casi llegaban hasta la mitad de sus pies. Caminar por la
nieve tria grandes desgastes al calzado que usaban comúnmente en la tribu.
El vientre del omega que ya tomaba una forma de curvatura abultada, aún
era pequeño, por lo que cubrirla era más fácil por su tamaño.
Al pasar ya la tercera luna de gestación, significaba que su embarazo era
seguro y ya se daba por hecho que el próximo líder de la tribu nacería a
inicios del verano.
—Yoongi, no quiero comer... —dijo Jimin mientras le daba la carne seca
que le habían dado como su desayuno.
El alfa ojiverde rechazó la carne, diciéndole silenciosamente que la
comiera igualmente.
—Yoongi...
—No, luna. Sube a la carroza —le dijo Yoongi en cambio. Mientras abría
la puerta del carruaje. Jimin quiso ignorarlo. —Entra, debo organizar la
partida, irás tú primero en el carruaje de guía. Yo los seguiré a todos por
detrás. Tengo que asegurarme que no hay peligro. — Besó los labios de su
omega, arrodillándose sobre la nieve para besar también el vientre de este.
—Está bien, alfa —Jimin lo besó nuevamente.
Todos los omegas y niños fueron enviados en los primeros carruajes, con
algunos alfas para protegerlos y registrarlos. Los demás alfas irían por detrás
para hacer guardia a su partida del peligro que ya sabían que probablemente
se acercaba.
─━━━━━━⊱✿⊰━━━━━━─
Las tropas de Verme se dirigían con una velocidad casi espeluznante, el
golpe en la tras trasera de los caballos era constante para que su galope fuera
más veloz como ellos querían. Les había llegado la información que la tribu
de los salvajes iría por el norte hacía nuevas tierra que no eran de
conocimiento de ellos, pero si sabían por dónde serían sus pasos, así que
aprovecharon la noche para adelantar su camino.
Todos vestidos con la misma armadura y con espadas que brillaban ante la
luz del sol, sentían como se acercaban poco a poco.
Entre medio de los arbustos y árboles, en un camino casi secreto en los
más escondido de los arbustos tapados por la nieve blanquecina. Un carruaje
se acercó, después de muchos más.
Atacaron.

─━━━━━━⊱✿⊰━━━━━━─
—¡Yher! —Yoongi volteó ante la voz preocupada de Namjoon. —
¡Atacaron! Debemos ir por el frente.
Yoongi no tardó más, no dijo nada y se apresuró a tomar su caballo.
Jimin...
Sentía su desesperación.

─━━━━━━⊱✿⊰━━━━━━─
Jimin sintió como el carruaje paró de repente, haciendo que ante la bruja
acción, cayera al suelo junto a Seokjin y Wheein.
El sonido del metal rebotó ante sus oídos junto con los gritos del exterior.
La puerta del carrusel fue abierta bruscamente, mostrando a un alfa muy
alterado.
—Salga, debe esconder-
Los ojos azules de Jimin se abrieron ante el miedo y la sorpresa.
El alfa que había ido en ayuda por ellos, cayó al suelo. Una espada había
atravesado su abdomen.
Jimin grito, llamó por el lazo a su alfa. Sentía el miedo calar su piel.
Instintivamente cubrió su vientre.
El soldado que había apuñalado al alfa de su tribu vestía una armadura que
Jimin conocía muy bien.
Era de Verme.
Seokjin se apresuró a abrir la puerta contraria, jalando a Jimin para salir. El
soldado quiso entrar al carruaje, pero Wheein lo pateó, haciendo que este
cayera al suelo.
Salieron del carruaje para correr por la nieve, debían escapar.
—¡Ahí va el príncipe!
Escuchó el grito de uno de los soldados.
Su desesperación estaba a tope al igual que su miedo, aun así siguió
corriendo. La nieve hacía difícil su paso por la profundidad en la que se
sumergía ante sus pies.
No era el único que corría.
No eran rápidos.
Sintió como era empujado contra la dura textura de la nieve ante su piel
pálida a diferencia de cómo era con sus errados pasos.
—¡Jimin!

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✰✰No te olvides dejar tu estrellita ✰✰


❊Capítulo 13❊

Y cuando el tiempo voló por encima del dolor en el que se les vio
sometidos. Ambos seres se rebobinaron en la negación.
—¡Jimin!
⊰ ⊱┈──╌❊╌──┈⊰ ⊱
¡Jimin!
Su corazón destiló temor como solo una vez sintió.
Peleó como pudo, en medio de la nieve y con el frío quemando su piel, pero
sin lastimarlo realmente, porque en esos momentos no se podía permitir
sentir más dolor del que sentía en su pecho.
Lanzas, flechas, espadas que por el frío parecían duplicar su peso como su
filo.
Debía llegar a su omega.
La batalla se tornaba cada vez más brutal. Había gritos y lamentos por
todas partes, las espadas chocaban y las flechas volaban por el aire. Los
cuerpos yacían esparcidos por el campo de batalla y la sangre manaba de las
heridas. El sonido del hierro chocando había alcanzado un todo tan alto que
incluso el suelo parecía temblar. Por ello había preparado emboscadas, había
liberado a las fieras y había hecho casi lo imposible por dejar en claro que su
omega debía tener seguridad por encima de cualquier otro ser vivo.
La daga que había puesto en el abrigo de su omega también sería de algo
de ayuda.
Sus latidos aumentaron más y más sintiendo la desesperación y el llamado
de su omega.
Los leones de ahora pelaje blanco aparecieron sobre las montañas nevadas,
no muy lejos del campo de batalla. El sol aún reflejaba lastimeramente el
blanco que al mirar
tanto lastimaba su vista.
Rugieron y por fin pudo sonreír.
—¡Yėbra! —grito en el lenguaje antiguo que le habían enseñado desde
pequeño, aquel que
solamente él como líder de su tribu podía usar.
Las fieras de pelaje blanco no dudaron en atacar.
La naturaleza que aún lo hacía uno más del lugar de donde provenía, como
el destilaje de su linaje aun fuera tan poderoso como lo fue aquellos años
antes del mestizaje que los manchó de por vida, pero les fue obstáculo para
seguir con sus tradiciones a pesar de haber perdido mucho. No solían llamar
muy seguido a las fieras, no era algo que se podía sobrellevar como cualquier
cosa. La comunicación con los animales siempre estuvo en sus primeras
prioridades, era una bendición que pocos tenían y habían desarrollado.
Comúnmente se les enseñaba desde muy pequeños a comunicarse con las
demás vidas, pero el lenguaje al igual que el linaje se fue perdiendo,
quedando en el intento de algunos esta comunicación vital entre dos especies
de completa indiferencia.
El carmín de la sangre se tiñe en el blanco de la nieve. El suelo estaba
repleto de una variedad de rojos que lo preocupaba, temía cada vez más
sintiendo más presente el llamado de su omega.
—¡Jimin!
Gritó, intentando liberar su aliento hecho vapor por los aires alguna señal
de su esposo.
Corrió en medio de ataques, pero su adrenalina no le daba más que unos
segundos con sus rivales antes de seguir y seguir.
Su ropa tenía manchas de sangre al igual que el suelo que tanto juzgaba
con sus miradas y su rostro llevaba salpicado el color carmín como sello de
su pelea. El cuello era su punto de ataque. Las armaduras de los soldados le
hacían casi imposible atacar más allá, por lo que los puntos descubiertos eran
su oportunidad de dañar al enemigo. Tuvo que ser certero.
Los leones blancos casi caminaban detrás suyo, atacando con rugidos y
saltos, mordiendo y rasgando. Los rugidos hacían estremecer a todos, el
miedo seguía a pesar de ser de la tribu. No todos podían liderar animales de
esa fiereza y más cuando no todos sabían el lenguaje antiguo.
—¡Brujos! —gritaron varios soldados de Verme.
No era común ver aquello; tales bestias sometiéndose a obedecer a simples
y sucios salvajes.
A Yoongi no le importó.
Había niños, omegas, alfas en el suelo, cubiertos por el líquido carmín que
les había puesto fin.
Irá, frustración, dolor...
Tenía que proteger a su tribu, pero... su omega.
No veía a Jimin. Los carruajes estaban en un completo desastre, unos
caídos, otros intactos, pero completamente abiertos de puerta en puerta.
El carruaje que llevaba la cabecera, dónde se suponía su omega debía estar,
pero al igual que otros; se encontraba con las puertas abiertas y el caballo que
lo guiaba no se encontraba, no parecía haber sido liberado es más, parecía
haber sido forzado por el estado en el que la soga se encontraba. Lo más
seguro era que el animal se hubiera estresado lo suficiente como para
desatarse.
Su pulso aumentó, casi asfixiándolo.
Sangre...
Había sangre.
Corrió tirando de su lanza al suelo.
El cuerpo de Wheein estaba en el suelo. Había sangre en su cuello y
abdomen. Estaba repleta del rojo carmín que tanto odiaba. No solo la habían
degollado, sino también la apuñalado varias veces alrededor de su cuerpo.
Parecía una pintura en medio de las nueve, de esas que había visto colgadas
en el castillo de Verme y en las tiendas de cambio.
—¡Seokjin! —llegó Namjoon tras suyo.
—Se los llevaron —dijo Yoongi, de rodillas en el suelo, tocando el cuerpo
inerte de la mujer que cuidaba a su omega.
⊰ ⊱┈──╌❊╌──┈⊰ ⊱
—¡Jimin!
El ojiazul escuchó la voz de Wheein tras suyo, tan desesperada como su
corazón en esos momentos. No podía correr, la nieve parecía querer
arrastrarlo hasta sus verdugos, como si los dioses hubieran decidido
abandonarlo en esos momentos.
Seokjin estaba a su lado. Ambos envueltos en una desesperación sofocante.
Los árboles estaban cada vez más cerca.
—Ya no puedo — escuchó el quejido del omega rubio a su lado. Al igual
que él, también acurrucaba su vientre entre sus manos como si su simple piel
fuera suficiente protección para que el peligro que los perseguía se fuera.
Los árboles...
Jimin no podía dejar que se rindieran. Él podía ser tan cruel como leal.
—¡Seokjin! ¡Por favor!
—Ya no siento mis pies, ya no puedo...
—Seokjin...
El viento helado de la mañana les calaba cada vez más la piel de sus
rostros que por el frío y la adrenalina se pintaban de un carmín leve.
Los árboles...
Jimin jalo de la mano del omega rubio para animarlo a seguir con él, los
soldados estaban cada vez más cerca. La nieve los detenía tanto que les daba
ventaja de seguir huyendo.
Wheein estaba detrás suyo igualmente corriendo, pero en cambio a ellos,
ella se detenía de a poco para arrojar con sus manos desnudas de la nieve que
pisaban aun cuando esta rajaba su piel hasta el punto de que ya no era un rojo
si no un guindo casi violeta, sus dedos sangraban y la palma de su mano
parecía hincharse cada vez más.
Ella quería detenerlos o distraerlos a toda costa incluso si eso significaba
perder sus dedos.
Los árboles...
—Por favor...
—¡Ahh!
Jimin volteo al escuchar el grito, Seokjin pudo respirar un poco más. Era
Wheein quien ahora se encontraba con una espada en su cuello y un corte en
su abdomen. La habían atrapado.
—¡No!
—¡Corran! —grito contrario Wheein. Jimin aun la miraba sin creer lo que
sus ojos presenciaban. —¡Corra! —volvió a gritar la rubia.
Se había sacrificado.
Los árboles...
Para ese momento tanto Seokjin como él se encontraban envueltos en un
lío de lágrimas y jadeos. Habían llegado a la zona boscosa.
¿Dónde estaba Yoongi?
Su lazo dolía.
Habían podido perderlos. Los soldados que los seguían se habían quedado
lo suficientemente atrás como para tomar un respiro.
—Seokjin, por favor resiste un poco más. —rogó para sí mismo el ojiazul
mientras miraba como el rubio sostenía su vientre jadeando del cansancio y
dolor.
—Mi señor, creo que daré a luz... —Su voz salía en un hilo de dolor que se
sentía por el vago de su boca.
Jimin estaba entrando en pánico cada vez más
Su lazo...
—No, no, no, no... Esto no puede estar pasando... Así no...
Sangre...
Había sangre en la entrepierna del rubio. Seokjin levantó las palmas de sus
manos mirando el líquido carmín escurrirse entre sus dedos.
⊰ ⊱┈──╌❊╌──┈⊰ ⊱
—Se los llevaron...
Los rastros dispersos en la nieve que daban a camino y guiaban a muchos
supuestos lugares donde su omega podría encontrarse, lo alarmó. Muchas de
las huellas llevaban al bosque.
—¡Yėbra! —grito nuevamente el Yher, sabiendo que las consecuencias no
eran de las más positivas. —¡Yėbra!
—Yoongi... —el alfa pelinegro intentó pararlo.
—¡Yėbra!
Más bestias de pelaje blanco...
Fuego...
El cielo nublado...
La niebla llegando...
—Van a desear jamás haberme conocido...
Namjoon lo miró con la misma furia que el alfa ojiverde miraba a su
alrededor, agarrando de sus seaxs que se encontraban en el cinturón de su
abrigo para luego empuñarlos en la mira a la altura de su pecho.
Las vestían eran tantas como el fuego que ahora era dueño del frío de sus
adentros que los torturaban.
Las bestias blancas parecían estar más furiosas, ahora no sólo jugueteaban
con los soldados, ahora los partían a la mitad sin juego alguno, ahora la
sangre se derramaba cómo un río espeso.
—Si no devuelven a mi omega, juro que haré arder su castillo y rodar sus
sucias cabezas.
⊰ ⊱┈──╌❊╌──┈⊰ ⊱
Caminaron cómo podían, la noche se acercaba cada vez más y sus cuerpos
débiles casi se desvanecían en el suelo con cada paso.
—Resiste —dijo el castaño como si eso fuera posible.
—Aún no tienes síntomas de parto. La sangre es por el estrés... no estés
asustado... —sus palabras salían más para calmarse a sí mismo que al rubio
que tenía una expresión neutra.
—Tal vez ya perdí a mi hijo. Está muerto dentro mío —dijo Seokjin sin
expresión.
—¡No digas eso! —Jimin comenzó a llorar nuevamente. Tocó su vientre,
como si de él fuera dueño de la sangre de la que sus dedos estaban
manchados. —Todo estará bien, todo estará bien, todo estará bien... —tapó
sus orejas rojas por el frío con sus manos frías y casi inmóviles.
⊰ ⊱┈──╌❊╌──┈⊰ ⊱
No había ningún aliento vermense en las tierras de los Emjke.
Verdaderos salvajes eran los que ahora se dirigían a Verme, hacían mérito
a su apodo.
La luna que ahora se encontraba por lo alto de ellos, grande y redonda
como brillante era tan sagrada como su omega.
Cabalgaban a tierras verdes.
—¡Argh! —grito el Yher en señal de preparación. —¡Traigan a mi omega!
⊰ ⊱┈──╌❊╌──┈⊰ ⊱
Oscuridad, sollozos y sangre...
El silbido de la noche casi los aturdía.
—Seokjin, por favor no te duermas... por favor —rogó Jimin.
La daga que su alfa le había dado aún se encontraba en su mano, de vez en
cuando la apretaba para darse fuerzas, pero a esas alturas casi era imposible
seguir.
Hasta que lo escuchó...
Era una carreta.
Luces.
Risas.
—¡Ayuda! ¡Aquí! —grito sentado en el suelo, aún sin levantarse. —
Seokjin, levántate. ¡Aquí!
—¡Hey, miren! Aquí hay alguien —escuchó no muy lejos.
Había una campanilla constante que se acercaba cada vez más, junto con la
luz de lo que suponía era una lámpara.
Jimin los miro a través de la luz de la lámpara que ahora está frente suyo.
Mercaderes...
—¡Son omegas!
⊰ ⊱┈──╌❊╌──┈⊰ ⊱
A través de los ojos de Yoongi solo se podía ver fuego y sangre justo como
se sentía su corazón.
El mismísimo infierno se había armado en las puertas de la ciudad de
Verme y eso no era nada en comparación a lo que los salvajes harían si no se
les devolvía lo que se les había quitado.
Lástima que no era allí donde el infierno latente se encontraba.
⊰ ⊱┈──╌❊╌──┈⊰ ⊱
—¡No le hagan nada! ¡Por favor! —rogó el omega. —Vendanme si
quieren, pero no lo hagan...
—Ruega más, hermosura. No sabes cómo me calienta.
⊰ ⊱┈──╌❊╌──┈⊰ ⊱
Las campanas del reino tocaron, las puertas de la ciudad fueron abiertas y
las torres vacías no lanzaron ninguna flecha en son de "paz". Los ciudadanos
temblaron, se ocultaron y muchos intentaron huir.
Los salvajes se dieron pasó por las calles de Verme.
El cielo nublado con la nieve cayendo los hizo más temerosos por la
desnudez de sus pechos, cubriéndose solo con pantalones que parecían
mojados e incluso congelados en su piel.
Sus cabellos salvajes y largos con trenzas poco comunes, con las pinturas
negras de sus rostros. Los seaxs en sus manos, los os y las lanzas con los
gritos que representaban melodía de guerra, solo les mostraba el rojo que se
convertiría el cielo, suelo y manos una vez ellos ataquen.
⊰ ⊱┈──╌❊╌──┈⊰ ⊱

✰✰No te olvides dejar tu estrellita ✰✰


✥Capítulo 14✥

Los gritos se oían por toda la carretera, el carruaje era lento en su avance por,
además de la nieve que parecía querer detenerlos a toda costa.
El frío nocturno era tan helado que los caballos que guiaban en carruaje se
detenían de a poco por la falta de una capa que detuviera la nieve que caía al
animal ya convaleciente de una nutrición escasa y casi mortal.
—Tenemos más mercancía —dijo uno de los mercaderes que estaba en la
carpa del carruaje junto a un par de omegas que parecían estar al borde del
colapso.
—Solo un poco más —dijo desesperado el omega ojiazul.
—¡Son tan ruidosos! —grito otro. —¡Maldita sea! —el hombre se paró,
acercándose a los omegas que en un rincón hacían lo que podían mientras una
nueva vida aparecía y lloraba.
La odisea no se había acabado.
—Cúbrelo —susurro apenas el rubio. —Por favor.
Jimin cubrió al bebé que lloraba a cantaros con su abrigo, el que tenía el
perfume de su alfa impregnado en él.
—¡Cállense! ¡Callen a esa cosa o juro que lo tírate a la carretera!
Jimin dejó de llorar para poner atención a su amigo y al bebé que de a poco
se calmó una vez su madre lo abrazó en medio del cansancio y el sudor.
࿇ ══━━━━✥◈✥━━━━══ ࿇
(Verme)
El reino que ya era cenizas se sometía a un mártir rey que creía que podía
ser lo que ningún rey hasta ahora había sido, pero era difícil de comentarlo
como un fácil palabrerío de algunos aldeanos sin que tu lengua fuese
arrancada primero.
Noches de fomento fueron las que pasaron los vermenses en su mártir
desafino junto a un impostor que se hacía llamar rey y había cerrado toda
librería, plaza y escuela del reino sometiéndolos a un encierro hambriento de
falta de comida y agua por la privacidad de aquellos privilegios que ya no
eran la gente "común", como decía el usurpador de la corona.
Verme ya no era un reino dichoso en flora y valles, ahora era un reino
sufriente y lamentos, con un aura que parecía quemar cada planta y flor del
reino una vez más puertas fueron cerradas.
La mañana del tercer día después de que sonarán las campanas del reino un
alfa de cabello largo, fornido y montado en un caballo, con muchos más de
ellos, con el pecho descubierto y apenas un pantalón, apenas del frío de la
temporada se hizo presente en las puertas del palacio.
Sus flechas con fuego desafiando el viento helado fueron lanzadas desde
un triángulo de salvajes, todos llegando al pecho de los guardianes de las
puertas. No se hizo más y la puerta principal se abrió mostrando un muy
asustado beta que apenas abría la puerta ante la presencia de los alfas, betas y
algunos omegas que con manchas de sangre seca en su piel se hacían
presentes con un único objetivo.
—¡Salve al reino, mi señor! —pidió el beta, desde su casi destrozado
cuerpo.
El alfa de ojos verdes se río tan fuerte que el beta dejó de llorar. Su caballo
avanzó dentro del reino.
—Este reino me importa una mierda —dijo el jefe de la tribu con tanto
desprecio como el de un vivo enemigo. —Quiero a mi omega.
Antes de que el beta dijese algo una lanza atravesó su pecho dejándolo
inmóvil en el suelo, manchando la nieve.
࿇ ══━━━━✥◈✥━━━━══ ࿇
La niebla perfumó el aire húmedo por una fuerte nube de frío que
congelaba todo a su alrededor, la noche no se compadeció y mucho menos
aquellos mercaderes.
El amanecer llegó apenas.
—¡Dije que lo callarán! —grito el hombre a su lado, golpeando la madera
de la vagoneta.
—Lo siento, los siento, espere un poco —dijo el omega ojiazul una vez
más, intentando calmar al hombre. Seokjin estaba tan agotado que el sudor de
sus mejillas y frente aún se encontraban presentes en su rostro, resbalando
con lentitud.
—¿Esperar? —el hombre se paró frente a ellos. —¿Quién te crees para
decirme que hacer?
El llanto del bebé aumentó con intensidad ante los gritos del hombre que
en ningún caso parecía querer comprender la situación.
—Una sucia ramera como tu —hablo con desprecio. El aliento putrefacto
que salía de su boca y de esos dientes negrecinos y amarrillos, llegó hasta
Jimin, que, sosteniendo apenas al bebe, entre su estrés y su amigo en el suelo
no tuvo más opción que hacer lo que se había prohibido desde que estaba con
su alfa.
—Por favor, hace frío… —intento rogar.
—La mercancía no habla-
Una navaja se asemejó en las manos del mercader.
Seokjin ya había caído desmayado, ante tal remolino de sensaciones.
Jimin calmo al bebé, meciéndolo con cuidado como si el hombre que estaba
frente a él no fuese a hacerle daño.
—Shuhh —susurró antes de besar la frente del pequeño que ante la
liberación de las feromonas del ojiazul se había calmado completamente.
Seokjin en el suelo, siendo cubierto con el abrigo de piel que Yoongi le había
dado a Jimin, fue el único sector netamente protector para el bebé. Jimin lo
postró en el suelo junto a Seokjin.
El nivel de sus feromonas aumentó.
—¿Qué mierda crees que estás haciendo? —El mercader estaba alterado.
Al mismo tiempo que el lento avance del carruaje se detuvo.
Jimin le sonrió con descaro.
—Intenté ser amable, quise mostrar un poco de agradecimiento por
sacarnos de ese lugar, sin embargo no soy una persona paciente —sus
palabras eran soltadas con tal filo, que parecía que el helado ambiente venía
de él que del exterior.
El mercader comenzó a temblar hasta el punto de soltar la navaja por el
descontrol de su cuerpo.
Comenzó a convulsionar.
Las feromonas del aire eran tan intensas que parecían querer quemar cada
pedazo de la piel del hombre que ahora se encontraba inerte en el suelo.
—Jimin —escuchó el leve susurro del rubio en el suelo.
Las feromonas estaban afectando a Seokjin.
Los ojos azules de Jimin parecían cada vez más intensos, hasta el punto de
que parecían resplandecer como el sol.
—¿Quién les ordenó que pararan? —dijo con el filo tinto de su lengua.
Sus feromonas llegaron al exterior, envolviendo con su aroma al par de
alfas que se encargaban de guiar el carruaje con su nueva "mercancía".
El llanto del bebé que había parado de a poco, comenzó nuevamente como si
llamara a su madre a gritos, como la cría que era. Necesitando de más calor,
de más atención…
—Jimin —llamó nuevamente Seokjin.
—Solo un poco más…
—¿Eres un omega dominante? —Seokjin parecía estar más consciente.
࿇ ══━━━━✥◈✥━━━━══ ࿇
(Verme)
El campo de batalla de Verme era todo lo contrario a lo que Yoongi había
creído. No había hombres armados que tercamente querían acabar con su
gente, había hordas de hombres desgastados, con armaduras a medio colocar,
ojos llorosos y rojos no solo por el frío, si no por algo más que Yoongi no
podía detectar. Había hombres arrodillados frente a él y para él.
¿Qué mierda?
—¿Qué es esto? —Yoongi estaba desconcertado por los hombres que
rogaban por sus vidas frente a él.
—Han robado la corona del rey —dijo uno de los ancianos con armadura a
medias.
—¿Y eso que me importa a mí? —habló Yoongi con frialdad.
La nieve ya se encontraba teñida de carmín, como si un batallón ya había
pasado por ahí, antes de que él mismo jefe de una de las tribus más grandes y
salvajes de la región se encontrara pisando el mismo suelo.
El hombre que temblaba de frío ante las telas que usaba como ropa debajo
de su armadura, cayó al suelo.
—Han tomado el reino —hablo otro. —No queremos luchar por un
usurpador sin corazón como lo es ese hombre que ahora se hace llamar
nuestro rey.
—¿Usurpador? —Yoongi se confundía cada vez más.
Levantó en alto la espada que estaba en su cinturón, aquella espada que
había robado de los soldados con los que ya había combatido.
—Cortaré sus lenguas si lo que me están diciendo son mentiras solo para
salvar sus vidas —dijo el jefe de la tribu.
Más alfas se arrodillaron en la nieve, bajando sus cabezas ante el salvaje.
Cosa que jamás se había visto antes.
—Le juro, mi señor que no es más que la verdad desesperada de nuestro
reino —dijo un alfa más joven, este si se encontraba con toda la armadura
puesta. En cambio, de vestir una armadura plateada como el resto, vestía una
armadura roja.
Yoongi lo miró de pies a cabeza, luego levantó la vista ante el castillo no
muy lejano a las puertas del reino.
Ladeó su sonrisa.
El dorso desnudo y su piel tatuada como la de sus demás hombres, hacían
el aura temible y acechador para todos ahí.
—Nuestras familias se encuentran encerradas, los niños y bebés se mueren
de hambre. Los soldados del reino del usurpador pasan y hacen lo que
quieren, violan de nuestros omegas y ultrajan a nuestros niños —dijo en
medio de un mar de llanto el caballero de armadura roja, no era un anciano ni
tampoco un adolescente.
Yoongi lo inspeccionó con una mirada neutra, no mostraba emoción
alguna más que el frío de su aura.
—He dicho que solo vengo por mi omega. ¡Sus problemas que me importa
sus problemas!
El alfa de armadura roja se arrodilló.
—Jimin no se encuentra aquí —dijo.
El corazón de Yoongi latio fuerte al escuchar el nombre de su esposo.
Levantó su espada hacia el cuello del alfa, levantando con el filo de este el
mentón del caballero.
—¿Quién crees que eres para nombrarlo?
—Para sorpresa suya-
El filo de la espada se empuño más contra el cuello del alfa contrario,
rasgando la piel. Una línea roja se hizo en el cuello del caballero y una gota
gruesa de sangre se deslizó por el metal hasta la nieve.
—No me hables con esa mierda cortéz-
—Es mi hermano menor.
El firme agarre a la espada que lo apuntaba se calmó una vez esas
palabras salieron de la boca de ese alfa.
—Soy Park Minho.
La sonrisa del líder de la tribu volvió a su rostro después de una ligera
sorpresa.
࿇ ══━━━━✥◈✥━━━━══ ࿇
El carruaje avanzó a través de la nieve, lento pero seguro.
Se solía decir que los omegas eran peligrosos, se les temían hasta el punto
de que tuvieron que encerrarlos por su agresividad contra los alfas. Su control
era mayor de la que se conoce ahora con los alfas, pero era diferente. La
forma en la que hablaban y como con simples pronunciaciones podían
demandar frente a los alfas. No todos los omegas eran así, había algunos que
se suman en lo que su naturaleza les demandaba, pero también estaban estos
otros que se suman en su naturaleza dominante, más dominante que un alfa.
Los alfas les eran más fieles que un perro y tan leales como un lobo, pero los
repudiaron tanto hasta el punto de reprimir a todo niño omega nacido de su
naturaleza, encerrando los y criándolos con esa creencia de que no eran nada
en comparación a los alfas.
No eran omegas comunes y Jimin era uno de esos niños nacidos de la
naturaleza.
Un omega dominante, tan poco común como la nieve en el verano.
Jimin era un omega dominante.
Llegaron a una villa por la tarde. Tenían mucha hambre y frío.
Seokjin estaba completamente cubierto por el abrigo de Jimin junto a su
bebé. El niño que por ahora no tenía nombre, llevaba una cabellera rubia
como su madre.
Por la noche habían intentado que el bebé amamantara, fue un proceso
doloroso para un Seokjin casi moribundo, pero fuerte ante su pequeño hijo.
Un varón.
La villa era pequeña, pero fueron bien recibidos en la casa de una anciana
que parecía saber de su desgracia, una vez llegaron a la villa la mujer ya los
esperaba.
—Su majestad —dijo la anciana de cabello escaso y completamente
blanco.
Jimin la miró extrañado del conocimiento de esta mujer.
—¿Me conoce? —susurró Jimin, mientras los mercaderes bajaban a
Seokjin de la carreta.
—Llévenlo a la cama de la primera habitación —dijo la anciana. —El bebé
no puede pasar más frío o enfermara gravemente.
Los mercaderes que ahora eran sus esclavos obedecieron de inmediato.
—¿Me conoce? —pregunto de nuevo el ojiazul.
Seokjin estaba durmiendo.
—No —respondió la mujer. —Pero he conocido a alguien igual que tú
hace mucho tiempo. Tenía los mismos ojos y la misma nariz, los labios, el
mentón, las pecas-
—¿Por qué me esperaba, entonces? —La voz de Jimin carecía de
amabilidad.
¿Acaso es una trampa? ¿Quieren encerrarme? Pensó Jimin, temeroso de lo
que pueda pasar. Protegió su vientre con sus manos, no le hacía frío por la
chimenea de la casa.
—Ya dejamos al omega en la cama, su bebé…
—Están bien los dos —habló la anciana—Váyanse.
Jimin miró a la mujer con rabia, pero permitió que los mercaderes
descarados se fueran.
—Respóndeme —demandó Jimin.
—Me llamo Jihyo —comenzó a decir la anciana. —Viajo de aquí para allá,
no soy un ser especial, su majestad, pero se me otorga información que a
pocos se les da.
Jimin no tenía nada con que protegerse, no había nada filoso cerca. No
podía ser rápido, su cuerpo estaba cansado y el temor seguía. Llamaba a su
alfa desesperado, pero no hubo respuesta.
—¿Quién eres?
—La verdadera pregunta es ¿Que soy?
Los ojos azules de Jimin brillaron.
—Te conocí antes, jamás lo recordarás, pero no temas. Ya me voy, Jimin.
El llanto del bebé se escuchó fuerte.
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(Verme)
La nieve significaba dolor y paz, dos cosas muy diferentes el uno al otro,
pero complementarios. Porque, así como hay paz, hubo dolor atrás.
Comenzó a nevar nuevamente. La caída era lenta y suave sobre la piel
desnuda de muchos ante su devastación, pero así con la misma suavidad con
la que caía, se derretía y congelaba la tersa piel de muchos; lastimándolos.
Hay historias que muy poco se cuentan en los destinos de las personas, hay
secretos infinitos como personas únicas.
El doliente y el violento. Unidos como un imán.
Yoongi había conocido a su persona, una persona que creyó jamás llegaría.
Había visto tanto y pasado por tanto que creía que su vida había pasado en su
niñez, no había rastro de inocencia en él, pero muy por dentro era alguien
indefenso buscando donde aferrarse.
Jimin, ese omega que lo domo como ninguno y le dijo cosas como ninguno.
Un descarado omega, mimado y malcriado que creía que todos debían estar a
su disposición y así era. De una belleza única y de una esencia celestial.
Nadie jamás había peinado el cabello de Yoongi más que sus nanas,
aquellas que llamaba madres. Nadie se había preocupado por sus detalles más
que por su persona.
De repente sintió que alguien realmente lo quería, en todo sentido y en
todo detalle.
Había tenido a tantos omegas, los había sometido de muchas formas y lo
habían satisfasido de variadas formas, pero era solo eso: satisfacción.
Nunca "emoción".
Cuando sintió eso, jamás pensó realmente en esos detalles, pero luego
surgió.
Amor…
Su omega.
Su vida.
Su luna.
Su todo.
Y ahora no estaba a su lado, no estaba protegiéndolo. Era su
responsabilidad, era su error.
Rabia, esa era la única emoción que podía sentir.
Guerra. Una guerra era lo que estaba dispuesto a hacer.
Su tribu confronto.
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☆No te olvides dejar tu estrellita☆


◈Capítulo 15◈

Sus caballos fueron veloces al igual que sus lanzas y arcos.


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—¡Mi rey, nos están atacando!
El menudo hombre que corría en medio del salón principal, llegó hasta los
pies del "rey", casi ahogado por lo agitado de su respiración.
—¡Son los salvajes! —grito nuevamente.
El usurpador que se encontraba sentado en el trono del salón, se paró
inmediatamente intentando escapar del estruendoso sonido del exterior, aquel
que venía en olas y se acercaba cada vez más.
Sus guardias lo rodearon, justo en el instante en que el gran protón real fue
derribado y un montón de gritos en una lengua que no conocía se hicieron
presentes en el salón, junto con unas bestias de pelaje blanco.
Comenzó una fuerte ola de gritos.
Tanto los sirvientes como los guardias del usurpador se separaron en
montones, corriendo para salvar sus vidas.
—¡Taemin! —gritó uno de los guardias que era atrapado por uno de los
salvajes.
El guardia omega que estaba siempre a su lado. Su omega.
—¡Jin-ki!
La corona en su cabeza cayó al final suelo de cerámica. El estruendo atrajo
a una de esas bestias que parecerían querer devorar todo a su alrededor.
Devastación.
La bestia corrió hacia él, en saltos, pero se detuvo una vez lo tuvo
acechado.
Detrás de la criatura salió una figura más temibles que la misma bestia.
—Mi omega no está aquí, pero un perro como tú sí.
El líder de la tribu.
El miedo se apoderó de su ser.
Habían pasado tantas cosas, él había hecho tantas cosas. La mayoría se
basaban en maldades, siempre fue un desligado, un tercero en su reino. Era
un príncipe, pero no era importante. Los ojos de todos estaban puestos en el
príncipe heredó, siempre fue así. Pero ver un reino desesperado por dinero y
él teniéndolo de sobra era excusa suficiente para hacer y deshacer lo que
quisiera.
Un omega bastardo, pero hermoso. Valdría la pena para por fin tener algo
suyo, no el omega sino el poder que él le otorgaría. Un príncipe despojado,
sería un rey coronado. Eso era lo que quería, pero no esperaba que en su
engaño él sería el engañado.
El alfa de ojos verdes como el jade, lo miraba de una manera tan frívola,
como si él no fuera nada, como si el hecho de haber estado en el trono hace
menos de cinco minutos no significa nada.
—Con que el prometido de mi omega...
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La anciana no se encontraba por ninguna parte. ¿Dónde se había ido esa
mujer?
Jimin estaba confundido y asustado. No sabía realmente cómo es que esa
mujer lo conocía, es más. Ella le había dicho que él no la recordaría y por
más que intentaba, la memoria de Jimin se negaba a recordar a esa mujer y no
era para menos. Realmente jamás la había visto.
"Mensajera de los dioses."
—Loca —susurró Jimin, no había otra palabra para describir a esa mujer.
Los mercaderes ya se habían ido, no parecían estar por ninguna parte al
igual que la anciana. Jimin se permitió dar un respiro y conocer un poco más
la casa donde se encontraba en ese momento.
La chimenea conservaba un fuego vivaz y acogedor. Ya no sentía el frío de
afuera y su corazón se despreocupo de a poco, dejando de tensar su cuerpo
tan tenas.
Tenía que ver cómo se encontraba Seokjin.
El bebé dejó de llorar de a poco una vez Jimin lo cargo.
—Shh, shh, shh...
El bebé tenía el cabellito como el otro y se calmaba cada que liberaba unas
cuentas feromonas. Ante la ausencia de las feromonas de su madre, le hacía
falta las de un omega y ahí estaba él para ello. Necesitaba sentirse protegido,
aún era un ser indefenso, necesitado de un sostén para seguir.
Un alma inocente, sin fuerzas para protegerse por sí mismo, apenas había
abierto sus ojos y ya era una crueldad su primer día de vida.
—Eres tan hermoso, bebé —dijo Jimin con tanta dulzura. —Tu mamá está
cansado, tuvo mucho frío.
Acarició el rostro del bebé con delicadeza, con delicadeza, su dedo lado
bajo de arriba a abajo. La piel era tan tersa y suave, lechosa y única...
—Eres muy bonito —le dijo con una sonrisa.
Lo cubrió con más sábanas, enrolló su pequeño cuerpecito en las mantas
arriba del mesón en medio de la casa.
Verificó una vez más el estado de Seokjin, igualmente envuelto en muchas
sábanas para que obtuviera calor. Decidió cambiar su ropa y hacer como suya
esa casa con descaro, caminando de un lugar a otro como si no tuviera un
dueño y usando lo que se le dé la gana.
Ya había cambiado la vestimenta de Seokjin, se había tardado mucho, pero
era necesario ya que la ropa se había hecho húmeda ante el frío de afuera y la
nieve.
Encendió velas alrededor de la casa, busco en cajones un poco de comida.
Encontró pan y mantequilla, su estómago rugió y se apresuró a comer del pan
que no se veía delicioso ante sus ojos, pero su hijo necesitaba de alimento.
Pan rancio.
Lloro y rio al mismo tiempo al recordar cuando se quejó por el pan esa vez
de sus primeros días en la tribu. Se burlaba de su mismo y su desgracia, sabía
exactamente a ese pan.
Su hijo se lo agradeció.

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Sangre...
Gritos...
Lanzas...
Yoongi que en su vestimenta llevaba manchas de sangre por la dureza en la
que su día había pasado. En sus manos había sacrificado la vida de muchos
sin pena y sin descaro. Rabia era lo que sentía y no podía poner fin a ese
sentimiento, quería a su omega.
A su hijo.
A su todo.
Ahí, parado frente al hombre que había arruinado la poca paz que había
podido obtener en años. Quitándole su felicidad.
Ese avaro alfa de ojos cafés que lo veía con el mismo temor que él había
tenido al no ver a su omega en la carreta donde lo había resguardado.
—Miedo... —carcajeo. —¿Sientes miedo? ¿De qué?
Bajo su espada hacia ese alfa en el suelo, arañando su piel con el filo de la
punta, como si acariciara el pelaje de algún animal.
La bestia sentada al lado suyo lo hacía más atemorizante.
—¿Qué es lo que temes perder? ¿Lo que no es tuyo? —pateo la corona de
oro y piedad preciosas del sueño. —¡¿Qué mierda crees que vas a perder?!
La lanza en la mano del ojiverde se clavó en el pecho agitado del castaño.
Mientras los pájaros se comenzaron a oír y una melodía tranquilizante se
hizo presente en sus oídos, sonrió.
—¡¿De qué mierda crees que te ríes?! —grito Yoongi.
Rabia, había tanta rabia en su ser que este alfa descarado se mofara de su
desgracia incluso cuando esté lo hacía ver la desgracia, lo hacía sentir más
miserable de lo que era.
Taemin aún sumido en la punta de su final, lo sintió. Había hecho tantas
cosas mal, que no se apenaba en lo absoluto por cómo era que se sentía.
Dolor, se lo merecía, se merecía esa sensación. Se merecía eso y más. Había
dejado tanto por tan poco.
Había sacrificado lo más valioso de su vida; su omega. Lo tenía todo, una
buena vida, libertad, lujos, dinero, un omega que lo amaba, pero él quería
más y ese fue su error. Querer más de lo que podía alcanzar.
Caso a su omega con el comandante de sus soldados, convenciendo a su
padre que el plebeyo no era bueno para su vida, por ello era necesario que se
enlazará con cualquier otro para no frenar su vida. Casó a Jin-ki con alguien
que no conocía solo porque creía que era un obstáculo en su vida. Dejó que él
pasará la noche de bodas con ese alfa, dejó que lo marcará y dejó que lo
hiciera suyo por encima de todo. Él mismo hizo su desgracia y aún así tenía
el descaro de creer que la desgracia ya venía de antemano. Pero su desgracia
fue querer lo que no debía.
Sintió cómo la lanza salía una y otra vez de su cuerpo. Ya no le dolía y él
merecía que le doliera más.
—¡Hijo de puta! —su verdugo.
—¡Taemin! —La voz de Jin-ki.
—Perdón — no había más palabras que decir. No con todo lo que ya había
hecho.
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Tenía que llegar donde Yoongi. Jimin estaba claro en eso, pero no sabía
cómo.
Los mercaderes habían huido por el miedo, había mostrado su naturaleza
como omega dominante, Seokjin había dado a luz y el bebé ahora parecía no
querer separarse de él y sobre todo... Seokjin no despertaba.
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(Verme)
El castillo fue liberado al amanecer.
Las campanas fueron tocadas quince veces seguidas.
El viento venía y se iba, la nieve era ligera y volátil y el sol apenas
calentaba.
El banco de afuera estaba más alto que el día anterior. Los caballos fueron
los más perjudicados, muchos estaban tiesos por la noche anterior y los
cuerpos de la batalla ya pasada se arrastraban dejando un rojo intenso en el
suelo.
La ciudad fue liberada por completo con la muerte del usurpador y los
comedores se abrieron ante la comunidad. El heredero a la corona se hizo
presente, ahora no vestía la armadura roja que tanto incomodaba la visita de
Yoongi.
Pero eso no era lo más importante. El latir de su corazón se había calmado,
sentía su lazo tranquilo y eso lo despreocupo un poco.
Él estará bien, se repetía una y otra vez. Tenía que convencerse a sí mismo
que su falta en su omega no lo atemorizaba tanto, pero el temor seguía.
Si moría en ese instante no necesitaba del celestial camino, ya había
conocido lo celestial en su omega. Lo había conocido antes de morir.
—Las tropas están listas para buscar a mi hermano —dijo el ahora nuevo
rey de Verme.
Yoongi no dijo nada, montó su caballo y lo arreo. Sus hombres siguieron
sus actos e igualmente se fueron a toda velocidad de la ciudad.
—Gracias — dijo Minho, viendo partir a su cuñado. Era más temible de lo
que creía.
Había un buen gran desastre que debía corregir.
Esa mirada fría en los ojos verdes del alfa salvaje lo impactaron. No espero
siquiera un agradecimiento después de hacer todo lo que hizo, no espero
palabras, solo espero que se acabe. Había destrozado el cuerpo del usurpador
junto con esas bestias
Esas bestias que por más irreal que fuera le hacían caso en todo.
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Seokjin abrió sus ojos casi al amanecer.
—Jimin —dijo apenas.
El omega ojiazul que apenas parecía conciliar el sueño, se despertó
rápidamente.
—¡Seokjin! —fue a su lado con el bebé en sus brazos.
—Mi hijo...
—¡Aquí está! Míralo... —ánimo Jimin rápidamente. —Es hermoso.
¿Quieres cargarlo?
Seokjin se sentó en la cama y por fin después de tiempo pudo apreciar bien
el rostro de su hijo.
—Mi amor...
El cansancio se reflejaba en el rostro de Seokjin, sus ojeras, su palidez y el
sudor en su cabeza.
Sus sentimientos habían sido dados miserablemente por mucho tiempo, por
fin después de mucho podría decir que era un poco suficiente.
—Eres tan bello, mi amor —acarició la cabeza pequeña de su hijo. Sus
cabellitos labios y cortos, del mismo amarillo que del suyo.
Libero feromonas para su hijo y se apresuró a amamantarlo. Lloro un poco
por el dolor, aún se estaba acostumbrando, pero ver a su hijo succionar su
pezón con tanto esmero y fuerza, amasando con sus manitos su pecho para
sacar más de su brebaje natural.
—Míralo —dijo —Tenía mucha hambre.
Seokjin parecía desorientado. No preguntó por dónde estaban o porque
estaban ahí, ni le cuestionó a Jimin su naturaleza dominante, sólo se preocupó
por su hijo.
—Te traeré agua —dijo Jimin. —Hay pan y mantequilla...
—Está bien —dijo distraído Seokjin.
—Pronto vendrán por nosotros, estoy seguro que Yoongi y Namjoon
vendrán por nosotros. Nuestros alfas jamás nos dejarían desamparados.
—Lo sé.
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(Verme)
—Hay una villa cerca, debemos pasar por ahí. Puede que hayan escapado
ahí. Hay muchos mercaderes acechando...
—Vayamos a la villa —habló rápidamente Yoongi, la idea de que algún
mercader haya atrapado a su omega lo atemoriza fuertemente. No lo
soportaría.
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✰✰No te olvides dejar tu estrellita ✰✰


Capítulo 16 || Final

Todo pasó rápido. El nuevo amanecer llegó y se escuchó el galope de los


caballos en el exterior. La nieve no detuvo su galope y siguieron más y más.
Lo sintió. Su omega.
Su corazón se lo dijo y su alfa parecía ya saberlo.
—Están cerca —dijo el jefe de la tribu a un alfa muy estresado. Namjoon
parecía un muerto viviente. Su aspecto lo decía todo, su alfa estaba tan
inquieto que parecía que su parte salvaje saldría en cualquier momento.
—Que así sea, Yher.
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—Seokjin abrígate mejor, usa mi abrigo, yo estoy bien. No siento tanto frío
—dijo Jimin.
Seokjin cojeó al caminar hacia él.
Su bebé estaba en brazos de Jimin, no podría sostenerlo, aunque quisiera,
pero estaría en peligro y eso era lo último que quería.
—Ya pasará todo, solo aguanta un poco más —alentó Jimin.
Y llegaron...
Cómo la luz. Así fue.
—¡Jimin!
—¡Alfa!
El bebé lloró.
El bebé en su vientre se removió en su vientre, como si supiera que su
padre estaba ahí para ellos.

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Fue largo, fue tenebroso, fue doloroso, fue un alivio, fue libertad. Fue
muchas cosas.
Primavera.
La primavera llegó con la décima luna.
La primavera se caracteriza por ser una época de renacimiento y
rejuvenecimiento en la naturaleza. Durante la primavera, los campos se
vuelven verdes, los árboles reverdecen y se llenan de hojas nuevas y los
jardines se llenan de color con flores de todo tipo, desde tulipanes y narcisos
hasta rosas y margaritas. Los animales también salen de su letargo invernal y
empiezan a reproducirse y a buscar alimento para sus crías.
La primavera también es una época de renovación y esperanza, que marca
el final del frío invierno y el comienzo de días más cálidos, de vida y de
crecimiento.
—¡Ahhh! —el grito de Jimin se escuchó por lo lejos. Yoongi estaba
desesperado fuera de la cabaña. —¡Ahh!
—Debo entrar —dijo Yoongi, pero un Namjoon algo agraciado lo detuvo.
—Contrólate, tu hijo está naciendo y puedes alterar a tu omega.
—Escúchalo. No puedo soportarlo.
—¡Ahh! ¡Me voy a morir!
Yoongi estaba más desesperado, podía sentir mucho a través del lazo.
Había una conjugación de dolor y alegría, algo indescriptible.
—¡Yoongi eres una mierda por hacerme esto! ¡Es tu hijo también! ¡Ahh!
¡¿Por qué no eres tú el que está dando a luz?! ¡Maldito!
Yoongi iba a entrar, abrió la puerta con tanta fuerza que apenas se dió lado
a él, lo escuchó.
El llanto de su hijo.
—¡Ahh!
Sus ojos se iluminaron de una manera irreal.
Pero...
Su omega.
Jimin estaba llorando, tenía los ojos rojos y estaba sonrojado con las
piernas abiertas en medio de su nido, mientras la partera cubría a su bebé en
con mantas y lo limpiaba.
Corrió hacia Jimin.
—Mi luna...
Jimin ya más consciente lo vio arrodillado al borde del nido, tomando su
mano y lo hizo, lo que quiso hacer desde el minuto uno.
Lo tomó del cabello y jaló.
—¡Ahh! —Esta vez fue Yoongi quien gritó. —¡Jimin!
—¡Es tu culpa! ¡Tú me embarazaste!
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Jimin no paraba de llorar al ver a su hijo. La pequeña criatura en sus brazos
que lo veía con ojos atentos mientras amamantaba, parecía detallar bien el
rostro de su madre.
—Es tan hermoso, alfa —lloro más. —No puedo creer que hayamos hecho
esto.
Yoongi al igual que su omega, estaba sentado junto a él en su nido.
Abrazando el cuerpo del ojiazul.
—Lo estás haciendo bien, mi amor.
Jimin lagrimeo más.
—Llama a Seokjin, quiero verlo. Hoseok tiene que conocer a su mejor
amigo.
—Hoseok es un bebé, Luna —Yoongi no podía evitar estar molesto ante
las palabras de su omega. —¿Quién dice que será su amigo?

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Hacer un asentamiento para la tribu desde cero no fue difícil, pero se
complicó un poco.
Ahora ya no serían tiendas los hogares de los nuevos integrantes de la
tribu, ahora serían cabañas, próximamente casas más grandes.
La madera se las proporcionó la naturaleza al igual que todo. Había una
villa cerca de ellos, pero no suficiente para ser una molestia. Hacían compras
de comida ahí, compraron granos y supieron de las fuentes de agua.
Ahora el campo era más grande y la libertad que se sentía era más amplia
para todos. El amanecer de todos los días los hacía sentir más satisfechos día
con día.
Nuevas leyes se formaron al igual que la madera que cortaron y formaron.
El viento y la brisa fresca del rejuvenecimiento de la primavera los hacía
sonreír día a día. Los omegas de la tribu hicieron un huerto, plantaron muchas
flores, de diferentes colores y olores. Amaban cuidar ese huerto y el principal
guardián era el Yhar. Jimin cuidaba las flores día con día, también había
formado nuevamente la escuela y había mandado a comprar libros a la villa.
Muchas cosas para su tribu, su gente y los omegas en su respaldo.
Las nuevas leyes no lo hacían más que su alfa, ni a su alfa más que él.
Alfas y omegas tenían mismos castigos y mismas consecuencias de las
mismas maneras. Se borraron las leyes de muerte a excepción de violación o
acesinsto. Se creó el "juzgado" y Jimin era el titular para dar las sentencias.
Adiestró a más omegas y castigó a muchos alfas.
Su alfa estaba a su lado o mejor dicho, detrás suyo. Porque por más
hipócrita que sonara, él se había hecho más que los alfas y así mismo había
hecho a los omegas.
Su hijo nació alfa. Esto alivió a muchos del consejo, pero Jimin se ofendió.
¿Qué hubiera pasado si hubiera sido un omega?
Así que mintió a la tribu, les dijo que el heredero del jefe de la tribu era un
omega y esto enmarco más su respeto. Pero la verdad salió a la luz pocos días
después del nacimiento del pequeño Yher.
Los alfas crearon su "carpintería", amaban construir cosas. Al descubrir el
arte de armar fue difícil distraer a la mayoría de lo que habían creado. Por
otra parte, otros, amaron la cacería y su rol en perseguir a bestias. Otros
fueron amantes de mejorar las cabañas, mientras otros hacían mesas, sillas,
tablones, juegos, etc. Ellos hacían palets para el sostén de las paredes de lo
que se estaba convirtiendo en sus hogares.
Comerciantes. Se habían convertido en comerciantes.
Vendían flores, muebles, perfumes y tablas.
La tribu experimentaba en su asentamiento nuevo, algo que nunca antes
habían experimentado.
La tribu creció demasiado y si bien había conflictos de vez en cuando. Las
soluciones estaban dictadas.
Jimin era un omega ocupado durante el día, cuidaba de su hijo y del orden
de la tribu y durante la noche dedicaba su tiempo a su alfa.
—Pareces más Yher que Yhar, luna —dijo Yoongi sobre su oído, besando
su cuello.
—Hay mucho que hacer, alfa. Todos los días —beso a su alfa, acariciando
su cabellera que estaba más larga que antes. —Mañana llegan las ovejas y
cabras —detuvo el beso de su alfa.
El alfa ojiverde desató la túnica del omega, desnudándolo.
—¿Y eso que tiene que ver con que vas a mamarmela?
Jimin que gemía sutilmente en los brazos de su alfa se calló.
—No lo voy a hacer —su expresión cambió por completo. —Te hablo de
mi día a día y solo parece importarte embarazarme de nuevo.
—Eso no es verdad, luna.
No pasó un segundo más y en sus manos ya no tenía el cuerpo desnudo de
su omega.
—¡Siempre es lo mismo contigo!
—¡Chúpatela solo!
Jimin dejó el nido.
—Iré a ver a mi hijo en vez de desperdiciar mi tiempo contigo.
—Omega...
Otra noche con los caprichos de su omega.
Pero esta vez se detuvieron a tiempo porque el llanto de su bebé se oyó
desde la otra habitación. Jimin fue a tiempo.
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Seokjin no lo volvió a comentar nuevamente, no hablaron más del tema.
Jimin era un omega dominante y así iba a quedarse, era peligroso que los
demás se enteraran eso del Yhar de la tribu. Rompería más que estigmas,
rompería leyes. Era sabido que en muchos reinos los omegas dominantes eran
ejecutados por considerarse una amenaza y Seokjin lo sabía bien. Guardaría
bien el secreto de ahora su mejor amigo.
—Hoseok ya se durmió —dijo Namjoon detrás suyo. —Me preocupa que
no llore mucho.
—Es un niño tranquilo —dijo Seokjin.
—Seokjin...
—Te perdonó —dijo de repente el rubio. —Pero no lo olvidaré. No dejaré
pasar nada parecido. Me fuiste infiel y es lo que es.
—Yo-
—No te excuses, Namjoon. Está bien así. Eres mi alfa y me engañaste,
pero ya no lo volverás a hacer —dijo lentamente Seokjin. Acercándose al alfa
pelinegro.
—Jamás. Nunca.
—A cambio...
La luz de las velas en su cabaña hacía una hermosa aura alrededor de ellos.
Su cocina era amplia y más porque a Seokjin le gustaba mucho cocinar,
Namjoon le había hecho todos los muebles y le había comprado todo lo
necesario para tener una panadería.
—Haré lo que sea.
—Arrodíllate.
—¿Qué?
—Hoseok no tardará en despertar de nuevo porque será su hora de comida.
Apresúrate y arrodíllate, Namjoon.
El alfa de ojos almendra no lo dudo más. Se arrodilló. Estaba a los pies del
omega, de su omega.
—Pase un tormento cuando di a luz, me mal dije porque creí que mi bebé
se había muerto en mi vientre, llore y me maldije más por no dejar que me
marcarás adecuadamente y tú no estabas ahí.
—Seokjin...
—Quiero que Hoseok crezca feliz. Que sea un alfa de bien.
—Y lo será.
—Claro que lo será, Namjoon. Porque yo soy su madre.
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Ki-bum.
El pequeño Ki-bum corría por los alrededores de la tribu ahora un pueblo,
que se convertiría en una nación.
Era un pequeño alfa de cabello castaño como su padre y ojos azules como
su madre. Su nariz era respingada como la de su madre y había heredado
también sus pecas, su tez morena la había sacado de su padre en vez de la
lechosa de su madre.
Crecía día con día y demandaba más.
Jimin estaba orgulloso de su pequeño bebé, orgulloso de verlo sonreír.
Orgulloso de su alfa, de su familia, de él...
Podía sentir la paz en su ser, aquella paz que jamás había sentido antes. La
satisfacción de haber sido lo que jamás creyó que podría. De haber podido, de
haber dado tanto como pudo.
No volvió a Verme, no pudo despedirse de su padre, no pudo enseñarle su
voz a su hermano y aún así sentía paz.
—Te amo, mi luna.
—Te amo, salvaje.
—¡Mabi! —Ki-bum saltó sobre su padre y besó el rostro de su madre. —
Mabi lindo.

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✰✰No te olvides dejar tu estrellita ✰✰


•Epílogo•

¿Qué les falto?


¿Lo hicieron bien?
¿Era está su paz?
Sonrió melancólico. No había mucho que podía pedir. La vida y los dioses
habían sido tan buenos con él que no podía estar más que satisfecho.
La tribu a la que había llegado había pasado de ser una de las más
peligrosas de la región a una de las tribus bautizadas como "burguesas".
Jimin estaba tan contento de que aquel vistazo que le daban a la que ahora se
había convertido en su casa que esa misma noche lloro al ver todo lo que se
había logrado en un lugar donde parecía que todo se destruía y cambiaba.
Tenía en sus brazos uno de los seres más hermosos que jamás creyó tener.
Un bebé de cabello castaño igual que su padre y ojos azules, con una nariz
de botón y piel lechosa como su madre. Lo habían nombrado Ki-bum por
consejo de los chamanes de la tribu. Yoongi se negó al inicio, pero no sé
opuso al saber que a Jimin le había gustado aquel nombre.
Era un niño alfa.
•°•°°•°•°•
—¡Ki-bum! —llamo Jimin atrapando entre sus brazos el pequeño
cuerpecito del niño que corría entre su cabaña.
—¡No! ¡Ma! —grito el pequeño, riendo y gritoneando mientras intentaba
seguir corriendo. —¡Pa! —llamo a su padre.
El líder de la tribu que los veía sentado en el suelo entre almohadas
mientras comía del desayuno que él había preparado para su omega.
—Papá no puede ayudarte —dijo Jimin a su hijo mientras le hacía
cosquillas. —¡Bhuuu! —dijo besando la mejilla del pequeño. Vestía un
pequeño vestido blanco que Yoongi le había comprado en el mercado.
°•°•°•°•°•°•
Pov Yoongi.
Me negué a creer que podía caer de esta manera por un omega que ni siquiera
me respetaba, pero al final no había nada que negar, solo aceptar los hechos.
Y el hecho de tener a ese omega me hacía sentir tan vivo como jamás creí
sentirme algún día.
Crecí rodeado de todo lo que me formó. Vi como mi padre condenó a mi
madre a muerte solo por mirarlo a los ojos, vía como ella sufrió en medio de
la tribu mientras la apedreaban. Sentí los latigazos de mi padre sobre mi
espalda solo por no ser tan fuerte como él hubiera querido. Fui abandonado
en medio del bosque por tres días como una prueba para ser merecedor de mi
puesto en la tribu y claro que lo era. Pero solo era un niño, aunque no lo
suficientemente niño como para no envenenar a mi padre. Ese hombre que lo
último que podía ser, era padre.
Vi como asesinaron a mis hermanas y hermanos bastardos solo para que el
poder de la tribu solo me perteneciera a mi, aún cuando yo jamás di orden a
ello.
Derrame lágrimas en vanas por seres a los que jamás se me permitieron
amar.
Dirigí una tribu como se me ordeno hacerlo, pero el tiempo cambio y mi
naturaleza se apoderó de lo que quería. Me faltaba tanto y me había quedado
con tan poco y nada de lo que creía que era mío, era realmente mío.
Hasta que lo ví.
Ese sentimiento que mi alfa jamás había experimentado se volvió
constante cada vez que iba al palacio de Verme y me escabullía entre sus
muros para acosar a cierto omega que parecía coquetear hasta al jarrón del
agua solo con su mirada, nunca en aquel lapso pude oír su voz, pero no me
hacía falta. Tenía suficiente con tenerlo frente mío.
Pero las telas de seda, perlas y piedras preciosas que él usaba, eran todo lo
contrario a las pieles y cuero que yo vestía. Su piel lechosa y pecosa,
hombros descubiertos y delicadeza tersa, eran todo lo contrario a mi piel
tostada y tatuada.
Pero por él...
Lo sentí tanto como sé que él lo sintió.
Lo exigí como mío y lo obtuve.
Jimin, sonaba tan hermoso como él mismo.
Caí. Caí de rodillas por un omega.
Ese mismo omega que había hecho de mi tribu un hogar y me dió una
familia.
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No falto que pasará medio año para que el omega del jefe de la tribu
anunciará su nuevo embarazo.
Yoongi no podía estar más feliz por la noticia que levanta al omega del
suelo y lo sostuvo en brazos para girar con este.
—Tengo un pene rápido —le dijo sobre el oído de su omega que se
sonrojó ante aquello.
—¡Alfa! No puedes decir cosas sucias enfrente de nuestro hijo —reclamo
el omega ojiazul que acaricio su vientre aún plano.
—Ki-bum tendrá un hermano y luego te embarazare de nuevo.
Jimin carcajeo al pensar en eso. Agradecía internamente que su hijo
estuviera con Hoseok jugando afuera. Confiaba en que Seokjin lo cuidara.
—¿Tan rápido planeas llegarme de hijo? —se burló Jimin acariciando el
cabello del ojiverde que caía por su frente.
—Planeo llenarte de mí semen —dijo en cambio Yoongi, tan lascivo como
siempre.
—Hablando así parece que estás en celo —el omega tocó la mejilla de su
alfa.
—Yo siempre estoy caliente.
Tomo las caderas de Jimin y lo atrajo a su cuerpo.
—Ki-bum no está —dijo sobre la mejilla de su omega para después
comenzar a bajar la falda del ojiazul.
Jimin no resistió más para besarlo.
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Emjke; la tribu de la luna y sus estrellas.
Sin duda Jimin era la luna.
Cómo luna de su tribu se esperaba que diera a un alfa y que ya no se
embarazara nuevamente. Pero él había cambiado todo en la tribu.
Dio a luz a un alfa, seguido de dos mellizos omega, seguido de otro alfa,
seguido de un pequeño beta y por último un alfa.
Ki-bum, Seung-cheol y Junhui, SeokMin, Mínghào y Wonwoo.
Seis hijos de la luna, aunque no esperaron un par más que llegaron
inesperadamente. Un par de mellizas alfa; ChaeYoung y JiHeon.
Sin duda el Yher de la tribu no bromeó al decir que amaba llenar a su
omega.
Muchos se sorprendían al ver la hermosura del omega de la tribu de Emjke
que a pesar de tener una camada de cachorros y un alfa que aprecia no dejarlo
dormir, era una belleza aún. Desde sus ojos azules hasta sus piernas largas y
bien formadas.
No parecía de nada un omega que había dado a luz cinco veces y que tenía
ocho hijos. Parecía más el líder d ella tribu que su propio alfa y aquellas
menciones jamás molestaron a su esposo. Ambos compartían aquel puesto y
si para ellos estaba bien, para la tribu también lo estaba.

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✰✰No te olvides dejar tu estrellita ✰✰

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