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ENSAYO
UNIÓN DE NACIONES SURAMERICANAS Y SU REACTIVACIÓN
I.- INTRODUCCIÓN.
La Unión de Naciones Suramericanas es una organización intergubernamental
dotada de personalidad jurídica internacional, integrada por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela, cuyo principal objetivo es construir, de manera participativa y consensuada, un espacio de integración y unión en lo cultural, social, económico y político entre sus pueblos, otorgando prioridad al diálogo político, las políticas sociales, la educación, la energía, la infraestructura, el financiamiento y el medio ambiente, entre otros, con miras a eliminar la desigualdad socioeconómica, lograr la inclusión social y la participación ciudadana, fortalecer la democracia y reducir las asimetrías en el marco del fortalecimiento de la soberanía e independencia de los Estados. El Tratado constitutivo de UNASUR (TCU) fue firmado el 23 de Mayo de 2008 en el marco de la Reunión Extraordinaria de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno, realizada en la ciudad de Brasilia, Brasil. Desde el 11 de marzo de 2011 el referido Tratado entro en vigencia después de que Uruguay hiciera entrega del documento de ratificación al Gobierno de Ecuador, depositario del referido Tratado. Actualmente los doce Estados firmantes han ratificado el Tratado por sus Congresos Nacionales. La UNASUR es la sucesora institucional de la Comunidad Suramericana de Naciones. Nace como un intento de superar las simples fórmulas de integración económica y busca coordinar las acciones políticas de los 12 países independientes de América del Sur en cuanto a los asuntos culturales, sociales, políticos y, por supuesto, sobre cuestiones económicas.
II.- DESARROLLO.
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La Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), fueron integradas bajo los siguientes preceptos. APOYADAS en la historia compartida y solidaria de nuestras naciones, multiétnicas, plurilingües y multiculturales, que han luchado por la emancipación y la unidad suramericana, honrando el pensamiento de quienes forjaron nuestra independencia y libertad a favor de esa unión y la construcción de un futuro común; INSPIRADAS en las Declaraciones de Cusco (8 de diciembre de 2004), Brasilia (30 de septiembre de 2005) y Cochabamba (9 de diciembre de 2006); AFIRMAN su determinación de construir una identidad y ciudadanía suramericanas y desarrollar un espacio regional integrado en lo político, económico, social, cultural, ambiental, energético y de infraestructura, para contribuir al fortalecimiento de la unidad de América Latina y el Caribe; CONVENCIDAS de que la integración y la unión suramericanas son necesarias para avanzar en el desarrollo sostenible y el bienestar de nuestros pueblos, así como para contribuir a resolver los problemas que aún afectan a la región, como son la pobreza, la exclusión y la desigualdad social persistentes; SEGURAS de que la integración es un paso decisivo hacia el fortalecimiento del multilateralismo y la vigencia del derecho en las relaciones internacionales para lograr un mundo multipolar, equilibrado y justo en el que prime la igualdad soberana de los Estados y una cultura de paz en un mundo libre de armas nucleares y de destrucción masiva; RATIFICAN que tanto la integración como la unión suramericanas se fundan en los principios rectores de: irrestricto respeto a la soberanía, integridad e inviolabilidad territorial de los Estados; autodeterminación de los pueblos; solidaridad; cooperación; paz; democracia; participación ciudadana y pluralismo; derechos humanos universales, indivisibles e interdependientes; reducción de las asimetrías y armonía con la naturaleza para un desarrollo sostenible; ENTIENDEN que la integración suramericana debe ser alcanzada a través de un proceso innovador, que incluya todos los logros y lo avanzado por los procesos de MERCOSUR y la CAN, así como la experiencia de Chile, Guyana y Suriname, yendo más allá de la convergencia de los mismos.
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CONSCIENTES de que este proceso de construcción de la integración y la unión suramericanas es ambicioso en sus objetivos estratégicos, que deberá ser flexible y gradual en su implementación, asegurando que cada Estado adquiera los compromisos según su realidad.
RATIFICAN que la plena vigencia de las instituciones democráticas y el respeto
irrestricto de los derechos humanos son condiciones esenciales para la construcción de un futuro común de paz y prosperidad económica y social y el desarrollo de los procesos de integración entre los Estados Miembros.
En el año 2000, con el marco de la conmemoración del 500º aniversario del
descubrimiento de Brasil y bajo la invitación del presidente de aquel país, Henrique Cardoso, se realiza en Brasilia la Primera Cumbre Sudamericana de Presidentes. Brasil, con serias diferencias respecto de los planteos realizados por Estados Unidos en la negociación del Área de Libre Comercio de las Américas, convoca a los países del subcontinente para discutir posturas acerca de comercio, democracia, infraestructura, drogas ilícitas y delitos relacionados. Es así que se llega a diferentes acuerdos, como el reconocimiento de la democracia representativa como único fundamento de la legitimidad de los sistemas políticos, la necesidad de impulsar una zona de libre comercio entre el Mercosur y la Comunidad Andina de Naciones, y la creación del Plan de Acción para la Integración de la Infraestructura Regional en América del Sur (IIRSA), entre otros (Granato y Oddone, 2008). Es menester aclarar que los objetivos de Brasil eran instalar en la agenda sudamericana las prioridades políticas relacionadas con el comercio (preeminencia de las mercaderías brasileñas y fácil acceso de ellas a los mercados de la región), y el desarrollo de la infraestructura física, por lo que podemos apreciar que fue una cumbre exitosa para el país de habla portuguesa (Regueiro y Barzaga, 2012).
La Segunda Cumbre de Presidentes se realizó en Guayaquil durante 2002. Con
la excusa de un nuevo aniversario del encuentro de San Martin y Bolívar en aquella ciudad, los presidentes fueron invitados de nuevo. Hubo coincidencias en puntos similares a la primera cumbre. Por ejemplo, ratificaron su compromiso
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con la democracia a través del pleno apoyo a la Carta Democrática suscripta en el marco de la Organización de los Estados Americanos en 2001 en Lima, Perú. Así también revalidaron el consenso sobre la necesidad de impulsar la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) como una medida para evitar el socavamiento de las bases de cualquier sistema democrático. En cuanto a las disputas y/o conflictos en la región, adoptaron la Declaración sobre la Zona de Paz Sudamericana, la cual se basa en la cooperación y la consulta permanente en las áreas de la seguridad, la defensa, así como en la transparencia y la limitación gradual en la adquisición de armamentos para la generación de confianza entre los Estados (Regueiro y Barzaga, 2012). Este es uno de los puntos más importantes, ya que es la primera cumbre de presidentes posterior al ataque del 11 de septiembre de 2001, lo cual provocó un cambio en la política exterior de Estados Unidos, estableciendo la guerra preventiva. A su vez hay que mencionar también la tensión existente entre el principio de no injerencia y la responsabilidad de proteger que había sido tan comentada en la década de 1990 debido al conflicto de los Balcanes y la crisis en Ruanda. La creación de esta zona de paz apunta a evitar conflictos entre los Estados de la región, pero al mismo tiempo tiene el propósito de evitar la intervención extranjera no deseada en todo el territorio sudamericano mediante la cooperación regional para encarar cualquier situación que atraviese uno o más países. Otro de los puntos importantes en la Segunda Cumbre de Presidentes Sudamericanos fue la integración de la infraestructura regional con vistas a darle el impulso necesario al plan IIRSA, con especial énfasis en las cuestiones energéticas y la situación de Paraguay y Bolivia, dos países mediterráneos.
La Tercera Cumbre Presidencial Sudamericana marcó un antes y un después, y
esto se debió a que en ella nació la Comunidad Sudamericana de Naciones. Los consensos alcanzados hasta ese momento entre los jefes de Estado y de gobierno en las dos cumbres presidenciales anteriores, especialmente la creación de la zona de paz y el plan IIRSA, habían sentado las bases de un diálogo que dio como fruto, en 2004 en Cusco y Ayacucho, la posibilidad de crear este nuevo organismo (Amoroso Botelho, 2008). El principal razonamiento que da sentido a la fundación de esta comunidad, según la Declaración de
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Cusco, es la historia compartida y el potencial regional para enfrentar desafíos comunes y fortalecer su capacidad negociadora. También se sostiene la necesidad de la integración de la infraestructura regional, el libre comercio entre el Mercosur, la Can, Surinam, Guyana y Chile como eje, y la concertación política como objetivo
III.- CONCLUSIONES.
La reactivación de las Naciones Unidas Suramericanas (UNASUR) permitirá
retornar al camino de la hermandad, de la solidaridad, de la reciprocidad, de la relación justa y equitativa con reconocimiento de nuestra diversidad, a fin de promover los pueblos del sur desde nuestras identidades, con propias expresiones. UNASUR es una verdadera expresión de esperanza para lograr la unidad del sur.
La reactivación de UNASUR y su fortalecimiento permitirá integrar a los países
comprendidos en esta organización, a un mundo multipolar llevando como estandarte el principio de solidaridad desde la trasformación política y social contribuyendo de manera colectiva al multilateralismo a partir de la fuerza de nuestros Estados y de la diplomacia de los pueblos por la vida, por la paz, por los derechos humanos y por la madre tierra.
La UNASUR ofrece un espacio ideal para alcanzar la integración económica y
monetaria; además que es necesaria una integración comercial eliminando las barreras que traban la integración de América Latina y el Caribe, por lo que el uso de una moneda común como alternativa al dólar, sigue siendo una propuesta de respuesta real y posible ante las crisis que atravesamos.