Magnitud-y-dinamica-de-la-erosion-integrada-de
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DEPARTAMENTO DE GEOLOGÍA
BIOBÍO
GEOLOGÍA
PROFESORA GUÍA:
PROFESOR CO-GUÍA:
SÉBASTIEN CARRETIER
MIEMBROS DE LA COMISIÓN:
SANTIAGO DE CHILE
2015
Resumen
140 − 24000 km2 ) en Chile Centro-Sur, particularmente en la Cuenca del Río Biobío, sus
subcuencas principales y la zona de ruptura del terremoto del Maule. Las metodologías utili-
zadas son el análisis de series de tiempo de sedimentos suspendidos (Qs ) y Caudal (Q) de la
10
Direción General de Aguas y la tasa de erosión de cuenca derivada de concentraciones de Be
en sedimentos uviales. Comprender los factores que controlan la erosión y sus variaciones
espaciales a las escalas utilizadas (decenas a miles de años) permite incorporar una mejor
la vegetación. A través del análisis de Qs y Q y sus variaciones espaciales, en esta tesis se ob-
tuvieron tres resultados principales: (1) Se demostró que en un sistema Montaña-Piedemonte
es imprescindible separar Q entre la fracción que tiene una corta residencia en la cuenca,
llamada Caudal Directo (Qd ) y la fracción que es retenida en diversos compartimientos hi-
drológicos, llamada Flujo Basal (Qb ) para poder comprender la dinámica de movilización de
sedimentos y sus variaciones espaciales. En el río Biobío esta separación mostró que Qs es
años del terremoto del Maule no hay una respuesta erosiva de gran envergadura que permita
cuanticar una tasa de denudación mayor que la variabilidad habitual del ujo de sedimentos
suspendidos en los ríos de la zona de ruptura y (3) al abordar la variabilidad inter e intra
anual del porcentaje de vegetación verde en las cuencas y compararla con la variabilidad de
Qs , se observó que cada año los máximos de Qs coinciden con los mínimos de vegetación
signicado una disminución de la erosión. A través de las tasas de erosión de cuenca de largo
plazo (miles de años) y su comparación con las de corto plazo, que pueden obtenerse desde
Qs (decadales), se obtuvieron dos resultados principales: (1) Las tasas de erosión de largo
(0,01 a 0,17 mm/a) y corto (0,005 a 0,04 mm/a) plazo crecen con la pendiente y (2) las tasas
de erosión de corto plazo (décadas) son ca. tres veces menores que las de largo plazo.
i
ii
Al Wallmapu, a las aguas que uyen por él y a la Gente de la Tierra que lo habita.
A las mujeres desde las que provengo (Graciela, María, Leonor y Ana) y a las pequeñas
gigantes que nacieron de nosotras (Emilia, Matilde, Aylén y Amaya).
iii
Agradecimientos
Esta tesis ha sido nanciada mediante la Beca de Doctorado Nacional y la Beca de apoyo
la Embajada de Francia en conjunto con la Universidad de Chile para una estadía corta en
Toulouse.
cambio de dirección en mi tesis, por haber sido un guía excepcional en este proceso y por
conar en mí en momentos que yo misma no creía posible continuar con esta tarea. Agradezco
el apoyo y los consejos siempre certeros de Luisa Pinto y a Christo Andermann, quien guió a
quienes entendieron que mi rumbo tenía que cambiar y a quienes me permitieron comenzar
buenos consejos y colaborando con terrenos: María Mardones, Andrea Andreoli y Diego Caa-
maño. También a quienes me recibieron de vuelta en Santiago, las y los compañer@s del
postgrado con quienes compartí y aprendí continuamente durante muchas jornadas. Espe-
cialmente quiero agradecer a Pablo Sanchez, Felipe Tapia y Fernanda Álvarez, con quienes
Álvaro González y Francisco Ortega y a quienes agregaron una justa y necesaria cuota de
relajo: Sergio, Vladimir, Diego, Laura y vari@s más con quienes me distraje en el camino.
Agradezco el inconmensurable amor de Aylén Antai, la gran maestra que parí, la ayuda
amiga Tamara, sin quienes esta tesis no sería posible. Agradezco inmensamente a las amigas
gran Futaleufu Biobío, objeto de este estudio y fuente de vida de nuestro Wallmapu.
iv
Tabla de contenido
Índice de guras x
Introducción General 1
Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
Geomorfología y geología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
tos rutinarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
1.4. Discusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
1.5. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
v
3.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68
3.5. Resultados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
4.2.1. Vegetación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
4.3. Resultados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90
cuenca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
Conclusión 120
7. Bibliografía 123
Apéndice 150
vi
A. Tabla de abreviaciones 151
vii
Índice de tablas
Capítulo 1
grada y rutinaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
Capítulo 2
Upstream . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
Catchments . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
Rating Exponents and 1σ Condence Intervals for Power Law Fits Between the
Rating Coecients and 1σ Condence Intervals for Power Law Fits Between the
Capítulo 3
3.1. Estaciones sedimentométricas con datos después del terremoto del Maule . . 74
viii
3.2. Promedio de la concentración de sedimentos suspendidos y coecientes de la
Capítulo 5
5.3. Morfometría de las cuencas calculada sobre máscaras de acuerdo a su litología. 110
ix
Índice de guras
Introducción General
1. Uso histórico de suelo en Europa media y tasas de erosión teórica en el tiempo
10. Reconstrucción anual (abril-marzo) del caudal para el río Biobío entre 1500 y
Capítulo 1
x
1.6. Diagramas de correlación entre datos integrados y rutinarios . . . . . . . . . 36
Capítulo 2
catchments . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
Capítulo 3
de estudio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72
Capítulo 4
xi
4.9. Caminos forestales en cuenca del río Vergara (estación Tijeral) . . . . . . . . 96
Capítulo 5
5.3. Comparación entre tasas de erosión de largo plazo y las derivadas de la des-
Capítulo 6
xii
Introducción General
Prefacio
La supercie de la tierra constituye una frontera entre sistemas que se encuentran en con-
son la litósfera, la atmósfera y la biósfera. En y entre ellos ocurren procesos tanto continuos
como discretos, cuya interacción determina las formas de un paisaje que es altamente di-
puedan alcanzar ciertos elementos del paisaje es, por lo tanto, transiente y sujeta a continuas
perturbaciones de diferente magnitud y recurrencia. Uno de los mayores desafíos para la geo-
Hace solo 25 años se cambió el paradigma de que los efectos de la tectónica sobre el clima
entre procesos tectónicos y climáticos (e.g., Willett, 1999; Molnar, 2003; Farías et al., 2008;
evolution models, LEM) y a través de métodos empíricos para medir tasas y edades de procesos
superciales que han sido desarrollados progresivamente en las últimas décadas.
cias de procesos tectónicos y climáticos sobre la conguración del drenaje y sobre la erosión
(e.g., Howard, 1994; Tucker y Slingerland, 1997; Tucker, 2004; Carretier et al., 2009a). Por
1 La erosión integra todos los procesos que remueven masa desde la tierra y la hacen transportable. Incluye
1
su parte, los métodos empíricos para medir procesos superciales permiten estimar tasas de
erosión a escalas de tiempo muy diversas, como la termocronología, que puede narrar una
historia de denudación a escalas de 106 − 108 años (e.g., Reiners y Brandon, 2006), el uso de
isótopos cosmogénicos in situ, que permite medir edades y tasas de procesos geomorfológicos
que ocurren a escalas de 102 −106 años (e.g., von Blanckenburg y Willenbring, 2014), la carga
sedimentaria de los ríos, que permite observar la erosión de cuenca de escalas subdiarias a
decadales (e.g., Summereld y Hulton, 1994). El desarrollo reciente de estos métodos está
dinámica geomorfológica.
al clima (e.g., Reiners et al., 2003; Burbank et al., 2003), a cambios en la vegetación (e.g.,
Vanacker et al., 2007; DiBiase y Lamb, 2013), a la sismicidad (e.g., Dadson et al., 2004) y a
las actividades antropológicas (e.g., Hooke, 2000; Syvitski et al., 2005) es fundamental para
nuestra adaptación (e.g., Milly et al., 2008) y para, eventualmente, ser capaces de cuanticar
el estado actual del planeta respecto a los límites de la biósfera (Rockstrom et al., 2009) y
la supercie de los continentes es también una potencial herramienta para cuanticar el rol
(e.g., Raymo y Ruddiman, 1992) y para comprender mejor el impacto del uso de suelo y otras
actividades humanas sobre la cantidad (e.g., Little et al., 2009) y la calidad del agua en las
cuencas, así como sobre la pérdida de nutrientes, como el nitrógeno y fósforo (e.g., Oyarzún
et al., 2007).
En una cuenca uvial, tanto los procesos que ocurren en las laderas como en el lecho del
río tienen implicancias en el total de masa que es transferida fuera de ella. El sistema uvial
puede ser descrito como un integrador natural de los procesos de transferencia de agua (e.g.,
Kirchner, 2009) y de sedimentos (e.g., Hovius, 1998) que en él ocurren, cargando en particular
con dos señales que pueden medirse en un mismo punto del río para medir tasas de erosión
• Una señal de corto plazo, obtenida desde la carga sedimentaria suspendida. Si bien esta
carga constituye sólo una fracción de la carga total, es normalmente la fracción más
2
signicativa en términos de masa total transportada por el río (Turowski et al., 2010).
Además, es relativamente fácil de medir y constituye una señal continua del ujo de
durante el período en que se monitorea el río. Por esta razón, ha sido ampliamente
erosión de cuenca (e.g., Milliman y Syvitski, 1992; Hovius, 1998; Dadson et al., 2003;
Aalto et al., 2006; Hovius et al., 2011; Andermann et al., 2012; Carretier et al., 2013).
• Una señal de largo plazo, que puede obtenerse desde el contenido de isótopos cosmo-
génicos almacenado en los sedimentos que exporta la cuenca. Estos elementos han sido
adquiridos lentamente por los minerales desde que comenzaron a recibir radiación cós-
velocidad con que ocurre la erosión en la cuenca (von Blanckenburg, 2005, y referencias
ahí contenidas). Una cuenca que se erosiona lentamente (rápidamente) adquiere una
los sedimentos que exporta. Esta señal se adquiere en el largo plazo, denido como un
período mucho más largo que el necesario para que ocurra la erosión de los primeros 60
2
100 cm de la supercie , lo cual ocurre a escalas de 102 − 104 años, dependiendo de la
erosión de más corto plazo, como aquellas inducidas por el uso de suelo antropológico
(Fig. 1, von Blanckenburg, 2005), con él pueden obtenerse tasas de erosión prístinas
para la cuenca.
Utilizando estos métodos es posible delinear la dinámica de la erosión de una cuenca uvial,
de sedimentos en sí misma (e.g., Hovius et al., 2000; Andermann et al., 2012) y/o a la
frecuencia-magnitud de otros procesos que pueden controlar el grueso del ujo de sedimentos,
como tormentas intensas (Mohr et al., 2014) o terremotos (Dadson et al., 2004). Idealmente,
el período de observación debe ser lo sucientemente largo como para registrar un amplio
espectro de los eventos que potencialmente gobiernan la erosión. Luego, la denición del largo
3
de este período de observación dependerá de la variabilidad de estos eventos (e.g., Eagleson,
1000
Deforestation during
industrial revolution
100
10
Figura 1: Modelo numérico teórico ilustrando el efecto de amortiguación de cambios seculares reales en la
tasa de denudación (línea continua) en tasas de erosión derivadas de isótopos cosmogénicos en sedimentos
uviales (línea segmentada). Esta amortiguación es debido a la integración de la erosión sobre escalas de
cosmogénicos en el material movilizado a través de la supercie con cambios en la velocidad que se basan en
La segunda pregunta apunta a proponer qué procesos especícos puedan explicar la mo-
sedimentos desde una cuenca uvial, que puede tener extensiones incluso continentales, de-
pende de una sumatoria de procesos superciales locales que actúan a escalas de pocos metros
(e.g., Hovius, 1998). Además, el tiempo de residencia de los sedimentos en la cuenca pue-
de ser ampliado tanto por la vegetación (e.g., DiBiase y Lamb, 2013) como por geoformas
inundación, barras y bancos (Fryirs, 2013), dicultad que posiblemente se acrecienta con el
tamaño de la cuenca (e.g., Milliman y Syvitski, 1992; Summereld y Hulton, 1994; Hovius,
1998). Dado que los sedimentos se movilizan mediante agua, su exportación también depende
de la ruta que siga el agua por distintos compartimientos hidrológicos (Andermann et al.,
2012), lo cual es resultado tanto de una supercie como de una subsupercie heterogénea. A
pesar de todas estas dicultades, la cuenca completa puede ser considerada como un sistema
dinámico simple (Kirchner, 2009), cuyas características generales pueden ser estudiadas a
4
Fryirs (2013) propone abordar la cascada de sedimentos de cuenca considerando a ciertos
elementos del paisaje como enlaces o bloqueos que generan (dis)conectividad en la moviliza-
ción de sedimentos. Estos elementos pueden ser descritos como interruptores que conectan o
desconectan ciertas porciones de la cuenca con la red uvial principal (Fig. 2, Fryirs, 2013),
los cuales determinan cual es el área efectiva que contribuye a la exportación de sedimen-
tos. Estos interruptores tienen diferentes umbrales de activación, que denen la frecuencia y
Figura 2: Interruptores de conectividad en cuencas. El área efectiva de la cuenca es denida como el área
espacial que contribuye directamente sedimentos a través de la red uvial. La escala de tiempo efectiva está
expresada como la magnitud del evento requerido para sobrepasar los bloqueos. El área efectiva aumenta con
Sin embargo, además de los elementos que pueden actuar como bloqueadores o enlazadores
ciales, el área efectiva por la que se movilizan sedimentos también puede estar condicionada
por:
5
la mayor proporción de agua proveniente de las precipitaciones es conducida bajo la
supercie, el área efectiva puede ser más limitada que en regiones donde la mayor parte
eventos tienen una alta componente endógena, como los terremotos (e.g., Hovius et
al., 2011; Sepúlveda et al., 2010), mientras que otros tienen una mayoritaria inuencia
exógena, como por ejemplo, las tormentas intensas de verano (e.g., Sepúlveda et al.,
2015).
escorrentía en las laderas. Esto puede ocurrir a partir de incendios forestales (e.g., Lamb
hacia la red uvial, como la ocurrencia de deslizamientos que generan oclusión de ríos
mica de los condicionantes mencionados puede tener grandes variaciones espaciales determi-
nadas por la topografía. Para observar estas variaciones espaciales abordando las preguntas
cuencas uviales (> 140 km2 ) situadas en el anco oeste del orógeno andino. El principal
sistema uvial analizado corresponde a la cuenca del río Biobío (∼ 24000 km2 ), situado en
una serie de cuencas > 350 km2 situadas en la zona de ruptura del terremoto del Maule
La siguiente hipótesis de trabajo integra las motivaciones de los estudios especícos que
6
Piedemonte.
grada de cuenca (∼ 140 − 24000 km2 ) considerando la variabilidad temporal y espacial del
Montaña-Piedemonte.
teorológicos que constituyan señales integradas de las mismas cuenca (caudal, caudal de base,
Los métodos utilizados para constreñir la erosión de cuenca son (1) el análisis de la dis-
in situ (
10
Be) en sedimentos uviales a un modelo de producción de cuenca. La descarga de
Aguas (DGA). Mediante su análisis en esta tesis se estudió: (i) la calidad de la base de datos
(capítulo 1), (ii) la movilización del agua disponible en una cuenca a través de diferentes
(Mw 8,8, capítulo 3) y (iv) posibles relaciones entre el porcentaje de cobertura vegetal y la
10
movilización de sedimentos (capítulo 4). Mediante el análisis de concentraciones de Be en
7
¾Por qué el río Biobío?
En el alto gradiente climático y topográco del margen chileno, una región que es parti-
cularmente interesante como laboratorio para estudiar la erosión es la cuenca del río Biobío.
Actualmente, esta cuenca se sitúa en medio de la transición entre un clima mediterráneo, cá-
lido y con limitada disponibilidad de agua, hacia el norte y un clima templado, frío y húmedo,
posiblemente controlada tanto por El Niño como por la Oscilación Antártica (Christie et
al., 2011), es mucho más limitada que hacia el norte, en regiones áridas a mediterráneas, lo
cual se ve reejado en una baja diferencia en las tasas de erosión en cuencas de montaña,
al comparar la magnitud en miles de años versus décadas (Fig. 3, Carretier et al., 2013).
Además, aunque las partes altas de esta región fueron afectada por procesos glaciares y pe-
riglaciares durante el último máximo glaciar, es parte del segmento con mayor densidad de
haya mantenido densa a pesar de la variabilidad en las especies vegetales, fuertemente aco-
(Abarzúa y Moreno, 2008). Por lo tanto, en esta cuenca es posible asumir un mayor grado
de estabilidad en la erosión en plazos de 102 − 103 años que en otras regiones de Chile y una
0.1
0.2
0.3
0.0
0.5
1.0
1.5
2.0
2.5
100 km
27
39
0.3
0.4
0.5
0.6
10
Slope (m/m)
Be
28
19
29
15
25
30
30°S
6
18
31
22
13
South Latitude
32
11
33
4
3
Santiago
34
4
5
10
35
35°S
Be catchments
36
8
susp. load
Susp load catchments
40 37
38
39
10
20
30
0
factores de control a lo largo de Los Andes. Se destacan en amarillo los resultados de la cuenca del Biobío.
8
En su contexto de baja variabilidad climática, la cuenca del río Biobío ofrece una excep-
incluye una buena muestra de los eventos hidrológicos que ocurren en el largo plazo, lo que
a otros ríos de Chile (Carretier et al., 2013) y el mundo (Lague, 2014). En la cuenca del río
sedimentos en distintos contextos topográcos (Fig. 4). Estas estaciones han sido monito-
la cuanticación de sus tasas permite la obtención de niveles de referencia prístinos con los
37°S
DGA
Puente
Perales
Río Laja Laguna
RI
Sedimentadores
de la
O
Lagos
I O B Rio Duqueco Laja
B
Mega represas
Tijeral ÍO
Pangue (1996)
30°S Rucalhue
Ralco (2004) Rio
Ve
Embalses de rga
38°S
centrales de pasada ra
Abanico (1962)
Toro (1973)
Rucue N (1998) Llanquen
Rucue S (1998)
Las Juntas (2000) Estaciones DGA
40°S El Trinte (2000) Estación
Rucacura (2000) sedimentométrica
Volcán
Depresión
Central
Cordil
50°S
le
ra de
la Cos
N
75°W 70°W 65°W
ta
Figura 4: Red de estaciones sedimentométricas de la DGA. (A) Ubicación de la red nacional, posición de la
cuenca del río Biobío (linea roja) y de la zona de ruptura del terremoto del Maule (línea azul). (B) Estaciones
en la cuenca del río Biobío. Se muestran las áreas drenadas y la posición de lagos y embalses. (C) Distribución
La variabilidad en la erosión a escalas de 101 − 102 años es, probablemente, mayor. Las
9
mentos lacustres, comenzaron hace ca. 5 ka (Abarzúa et al., 2014). Sin embargo, la mayor
(Lara et al., 2012). A partir de entonces comenzaron los cambios más dramáticos en el uso
de suelo, los cuales se acrecentaron fundamentalmente en los últimos dos siglos a partir de la
deforestación y la expansión del cultivo de cereales (Armesto et al., 2010). Desde principios
del siglo XX, pero con una alta aceleración a partir de 1974, ha ocurrido una expansión de
de estas plantaciones afecta de manera general al régimen hidrológico de las cuencas, lo cual
repercute más especícamente en (1) la magnitud de la erosión física del suelo, debido a
Huber y Iroume, 2001; Huber et al., 2010; Mohr et al., 2013), (2) la erosión química del suelo,
que produce pérdida de nutrientes (e.g., Oyarzún et al., 2007) y (3) la disponibilidad de agua
durante la estación seca (e.g., Huber et al., 2010; Little et al., 2009). Estos procesos han
sido descritos principalmente en micro cuencas (<0,1 km2 ) dentro o cerca de la cuenca del
Biobío; sin embargo, la rápida expansión de las plantaciones forestales hace posible que estos
al., 2009). De hecho, en una cuenca lacustre (∼ 4,5 km2 ) del borde oeste de la Cordillera de
la tasa de sedimentación en la segunda mitad del siglo XX, que puede asociarse directamente
al aumento del polen de P. Radiata (Fig. 5). Observar la dinámica del ujo de sedimentos
en cuencas de áreas mucho mayores, como las cuencas monitoreadas por la DGA, abre la
posibilidad de estudiar los efectos de gran escala del uso de suelo forestal en esta región.
Figura 5: Perl de testigo lacustre de 20 cm en la Laguna Chica de San Pedro de la Paz (Cisternas y Araneda,
2001)
10
Finalmente, la ocurrencia de un mega terremoto de subducción durante el período de
monitoreo de las cuencas, abre la posibilidad de comprender mejor las dinámicas de la su-
aceleración en supercie muy alta y un clima muy agresivo (terremoto supercial de Chi-
Chi y tifones en los años siguientes), se ha mostrado que la sismicidad puede ser un gran
desencadenante de ujos sedimentarios (Dadson et al., 2004; Hovius et al., 2011), lo cual ha
cuenca (Fig. 6, Hovius et al., 2011). No sabemos aún si esta misma respuesta erosiva puede
observarse con otro tipo de terremotos y bajo otras condiciones climáticas. Esta interrogante
8
1510H071
have quantified both, using landslide maps obtained from SPOT an
NORMALIZED κstorm
7 1510H049 50 Formosat satellite images, and air photos with spatial resolutions o
6 1510H057
40 12.5, 8.0, and 0.5 m, respectively (cf. Lin et al., 2003), and hydrometr
5
data collected at gauging stations of the Taiwan Water Resource
4 30
Agency (W.R.A., 1970–2008). These data comprise hourly wate
3 20 discharge from stage recorders, and suspended sediment concentra
2 tions measured intermittently using USDH-48 samplers. Bedloa
10
1 measurements are not available. Our study is limited to the epicentra
0 0 Choshui River catchment, 2800 km2, covering the full width of th
84 86 88 90 92 94 96 98 00 02 04 06 08
zone affected by earthquake surface deformation (Fig. 1).
TIME
Fig. 2. Hydrometric data for the Choshui River. A) Water discharge (Qw, m3 s− 1) and 3. Fluvial sediment export
suspended sediment concentration (C, ppm) measured between 1987 and 2006 at the
Figura 6: Datos hidrometeorológicos del río
station 1510H057 on theChoshui, Taiwan
main stream. Measurements (Hovius
before and after theet al., 2011).
Chi-Chi (A) Descarga de agua
Because we do not have a robust landslide area–volume relatio
earthquake are shown as open and grey filled circles, respectively. The grey dashed line
for the area affected by the Chi-Chi earthquake (cf. Yanites et a
(Q) y concentración de sedimentos
is thesuspendidos Cs ) medidos
best-fit power law to all(measurements entre
prior to the 1987 y
Chi-Chi earthquake 2006.2010),
(1987– Medidas antes y después del
and because we are primarily interested in the erosiona
1999), of the form C = κQbw, with b = 0.78 and κ = 47 ppm obtained with a least-squares
loss function (R2 = 0.45). The solid grey line is the best power law to all post- removal of material from that area, we start our calculation of th
terremoto de Chi-Chi representadas con círculos blancos y grises, respectivamente. Medidas representadas
earthquake measurements, with b = 0.82 and κ = 59 ppm (R2 = 0.55). Filled and open earthquake mass budget by considering the sediment load of th
squares and filled circles show data for floods in 2001, 2004, and 2005, respectively, and Choshui River at station 1510H057, located at the mountain front. A
con cuadrados corresponden a tres crecidas
are subsets especícas
of the post-Chi-Chi measurementocurridas después
series. Data for individual del terremoto. Estos datos fueron
floods have
been fit by a power law with a fixed b = 0.78. B) Time evolution of the unit sediment
in most rivers, the suspended sediment concentration C (ppm)
b in the Choshui catchment related to water discharge Q (m3 s− 1) by a power law, C = κQbw
ajustados a una ley de potencias concentration
de la forma in major storm floods, κstorm, at 4 stations
s storm C =κ
mediante optimización de mínimos wcuadrados
(error bars show 1σ range). For direct comparison, values have been normalised to the
∗Q
where the exponent b is determined by the availability an
mean of values prior to September 1999 at a station. The linear least squares best fit to mobilisation of sediment, and κ is the suspended sediment concen
(B) Series de tiempo de storm en κ
cuatro estaciones
the post-earthquake data (R2 = 0.54)de showsla relaxation
cuenca del
of the unitrío Choshui, normalizadas respecto al
sediment
tration at unit discharge (Fig. 2A). The least squares best fit t
concentrations from a peak after the earthquake in 6 ± 0.8 yr (1σ shown in grey).
measurements made before the earthquake (1987–1999) ha
valor medio pre-sísmico. Los resultados
Non-linear models post-sísmicos
do not have a significantlyfueron ajustados
better fit. Water a un
discharge, normalised to modelo lineal que muestra el
3 −1
the average of 1984–2007 (~ 150 m s ), is shown in the background. b = 0.78, κ = 47 ppm. The large range of measured suspende
sediment concentrations at a given discharge, R2 = 0.45 for the leas
descenso de κstorm tras 6 ±0,8 años del terremoto. De fondo se muestra la descarga de agua normalizada
squares best fit, reflects the natural variability of the timing, locatio
and magnitude of sediment supply to river channels with exces
respecto al promedio 1984-2007.
basin and older continental margin sediments. Its three principal transport capacity (Hovius et al., 2000). Post-earthquake data show
faults, which take up an estimated 30 mm yr− 1 of shortening (Simoes similar trend, but sediment concentrations were, on average, higher a
et al., 2007) are traced by topographic ridges with up to two all discharges, implying that the entrainment of suspendabl
kilometres of relief, underlain by moderately consolidated, clastic sediment has remained efficient at the higher post-seismic suppl
sediments, and dissected by rivers linking the high mountains of the rates. By fitting power laws to data for selected time slices, whils
Central Range with the Taiwan Strait (Fig. 1). These faults merge at keeping the exponent, b, fixed at the pre-earthquake best fit value t
depth into an east-dipping detachment, on which aseismic slip is permit direct comparison of sediment transport, we have tracked th
thought to occur below the Central Range (Dominguez et al., 2003). evolution of the unit sediment concentration κ to reveal the erosiona
The Chi-Chi earthquake ruptured the Chelungpu thrust fault in impact of the earthquake.
west Taiwan over a length of ~100 km. It had a focal depth of ~ 8 km, Because most erosion occurs during typhoon floods (Dadson et a
and a rupture plane dipping ~ 30°, merging eastward into a shallow 2005; Kao and Milliman, 2008), we have determined a unique κstor
11
detachment (Kao and Chen, 2000; Shin and Teng, 2001). The (cf. Milliman and Kao, 2005) for each typhoon flood with three o
earthquake was the largest in Taiwan for over 60 yr, but since 2 ka more suspended sediment measurements (Fig. 2A), to resolve th
five similar events have occurred on the Chelungpu fault (Streig et al., fluvial response to the earthquake in maximum detail. During 12 y
Caracterización regional de la cuenca del río Biobío
La cuenca del río Biobío (∼ 24000 km2 ) se ubica en el anco oeste de los Andes Centrales
o
Australes (37-39 S) y drena hacia el Océano Pacíco. El segmento del antearco andino que
drena esta cuenca consiste en dos cordones montañosos de orientación NS (la Cordillera
Principal y la Cordillera de la Costa) separados por la Depresión Central (Fig. 4C y 7). Estas
pleistocenos (Fig. 7). Las principales cumbres de la Cordillera Principal tienen glaciares de
montaña. Además, se observan una serie de lagunas embalsadas por depósitos morrénicos,
de las cuales la más grande es la laguna de la Laja (Fig. 4C). La Depresión Central es una
región de piedemonte con una pendiente promedio de ∼ 5o y una red de drenaje subparalela.
rre la subducción de la placa oceánica de Nazca bajo la placa Sudamericana a una tasa de
su historia (e.g., Charrier et al., 2007, y referencias ahí contenidas), lo cual explica la alta
heterogeneidad litológica de su antearco (Fig. 7): luego de una sucesión de colisiones durante
la Costa, de las cuales, la Serie Oriental se encuentra intruida por el Batolito Costero, de
edad Carbonífero Superior-Pérmico (Hervé et al., 2007). La formación Santa Juana, de edad
Triásico Superior, sobreyace en discordancia sobre estas rocas. Esta unidad es una sucesión
de depósitos clásticos terrígenos, con al menos una breve ingresión marina, acumulados en
una cuenca activamente subsidente (Nielsen, 2005). Esta unidad, que aora en la Cordille-
ra de la Costa de la cuenca del Biobío, es parte de una serie de cuencas triásicas descritas
en Chile y Argentina, para las cuales se ha propuesto un ambiente tectónico con convergencia
12
##
#
N. de Chillán #
70 W Antuco
Sierra Velluda
##
Callaqui #
° # Copahue
30°S
Tolguaca # #
Lonquimay
Llaima# #
Sierra Nevada
#
Sollipulli
Depósitos morréni-
cos, fluvioglaciares y Fosa
glaciofluviales
Depósitos de avalancha
pleisto-holoceno
volcánica cuaternarios
Depósitos piroclásticos
pleistocenos
Sedimentos lagunares y fluviales
Secuencias marinas, con intercalaciones de
litorales o de estuario arcillolitas y tobas*
pleistocenas a miocenas
Secuencias y centros vol-
Sedimentos marinos
cánicos básicos a intermedios
miocenos a paleocenos
parcialmente erodados
Secuencias sedimentarias pleistoceno a oligoceno
de abanicos aluviales, pedi- Granitoides miocenos
mento o fluviales miocenas
Secuencias volcano-
sedimentarias oligo-
Sedimentos continentales miocenas
parálicos eocenos
Secuencias sedimentarias
marinas de plataforma, li- Granitoides cretácicos
torales o transicionales Secuencias volcánicas Gabros y granitoides
jurásicas y cretácicas continentales y marinas jurásicos
jurásicas
Secuencias sedimentarias
continentales aluviales, fluviales
y lacustres en parte transicionales
triásicas superior
Secuencias sedimentarias
marinas y transicionales
triásicas superior
Granitoides carbonífero- Complejos meta-
pérmico mórficos paleozoicos a-
triásicos
Figura 7: Mapa geológico simplicado de la región del Biobío. Esquema tridimensional de las principales
unidades litológicas del antearco de la región del Biobío y las principales estructuras. Modicado de SER-
13
muy lenta o ausente (e.g., Charrier et al., 2007). Sin embargo, a partir del Jurásico y hasta
la migración hacia el Este del arco volcánico. Esto último se registra en la distribución de
Nevados de Chillán (640 85? ka - presente), Antuco (130 ka - presente), Sierra Velluda (600
- 150 ka), Copahue (1230 ka - presente), Callaqui (146 - 77 ka), Tolhuaca (280 - 12 ka),
Lonquimay (132 75? ka - presente), Sierra Nevada (500 - 20 ka) y Llaima (132 75? ka -
presente).
(cuenca del Biobío) son continentales y tienen ∼700-2000 m de espesor, a diferencia de los
depósitos marinos de la misma edad descritos hacia el sur, en la cuenca de Temuco (Elgueta
El alzamiento de Los Andes en Chile Central (e.g., Farías et al., 2008) y en los Andes
Patagónicos (e.g., Blisniuk et al., 2005) ocurrió principalmente durante el Mioceno. Sin em-
o
bargo, entre los 36 y los 39 S, el acortamiento (que se concentra en la vertiente oriental de los
al., 2014). A esta latitud, el acortamiento es menor que más al norte y fue calculado en 27 a
por lo tanto las variaciones latitudinales en el acortamiento habrían sido adquiridas durante
el Neógeno.
4 Edades compiladas por Diego Aravena a partir de las siguientes publicaciones: González-Ferrán (1995);
Dixon et al. (1999); Thiele et al. (1998); Linares et al. (1999); Moreno et al. (1984, Inédita); Muñoz (2011);
14
A
X
B
Isla Santa María
X’
Solución de modelo termal de Spikings et al. (2008) para las muestras del río Biobío. La echa blanca es la
interpolación lineal de tiempo-temperatura desde datos Ar/Ar. (B) Resumen esquemático de resultados de
exhumación para Chile Centro-Sur de (Glodny et al., 2008). Se indica en rojo la cuenca del río Biobío, en
verde la ubicación de las muestras de Spikings et al. (2008) y en azul la franja de los perles de C y D. (C-D)
la franja, distribución de edades de AFT y ZFT de (Glodny et al., 2008) y de elevación de paleo líneas de
costa. (E) Resultado de historia termal a partir de modelo inverso de largo de trazas (AFT) en la Cordillera
15
deberse tanto a exhumación como a relajamiento termal post intrusión magmática (Spikings
et al., 2008). Sin embargo, el modelo de enfriamiento de Glodny et al. (2008) (Fig. 8B) resulta
en una exhumación de largo plazo a tasas bajas de ∼ 0,07 mm/a o incluso menos entre el
et al., 2008), lo cual ha sido interpretado como consecuencia del gradiente latitudinal de la
erosión glaciar.
o
La Cordillera de la Costa entre los 36 y los 42 S habría sido exhumada de manera uni-
forme entre el Triásico Tardío (∼ 200 Ma) y el Mioceno Tardío, a tasas muy bajas, de
0,03 − 0,04 mm/a (Glodny et al., 2008). Con la excepción de la Cordillera de Nahuelbul-
Cenozoica en la Cordillera de la Costa habría sido muy lenta (Fig. 8B y C, Glodny et al.,
la rápida exhumación de su núcleo desde hace 4±1,2 Ma (Fig. 8, Melnick et al., 2009): tanto
de secciones que atraviesan este domo, mientras que las edades de trazas de sión en circón
son homogéneas. El alzamiento local relacionado a esta deformación es uno de los posibles
la cuenca del Biobío (Rehak et al., 2010). A partir de marcadores geomorfológicos, datos
libro del perl de los ríos, Rehak et al. (2008) proponen que, además de la Cordillera de
cia de más de 1,5 km entre los 10,9 y 3,6 Ma sería la responsable de la acumularon de facies
costeras a marinas bentónicas (Melnick y Echtler, 2006; Encinas et al., 2008). En el Plioceno
medio habría ocurrido la inversión de estas cuencas, lo que habría sido desencadenado por
el mayor ujo de sedimentos desde el continente producida por la expansión glaciar (Mel-
16
la isla Santa María (a 2 m/ka), que habría emergido hace ∼ 31 ka (Melnick et al., 2006).
(Melnick et al., 2009). Tanto la isla Santa María (Melnick et al., 2012b) como la península
1514 D. A. Christie et al.: Aridity changes in the Temperate-Mediterran
de Arauco (e.g., Melnick et al., 2012a) fueron deformadas co-sísmicamente por el terremoto
del Maule. forcings we first performed monthly and seasonal Pearson Winter Spring Summer Autum
correlations between the instrumental PDSI, the sea surface J J A S O N D J F M A
temperature (SST) from the Niño-3.4 region (N3.4), and 0.4 N3
Marco hidroclimático e hidrogeológico
the Antarctic Oscillation Index (AAO) for their common AA
0.2
1950–2001 period. The N3.4 SST is the mean monthly SST
La cuenca del Biobío anomalies
es parte delthemargen
from N3.4 region oeste
of thede los Andes
east-central tropicalextra-tropicales,
0.0 que tiene
Pacific at 5°N–5°S, 170°–120°W and was used as an -0.2
un régimen de precipitaciones dominado por sistemas frontales (Garreaud, 2007), los que
indicator of ENSO behavior (Trenberth 1997). The AAO -0.4 A
afectan de manera simultánea index is the a leading
la franjaprincipal componentde
completa of 850 hPa geo- al oeste de la Cordillera
territorio
potential height anomalies south of 20°S and is the prin- Spring
2 o
Principal. La banda latitudinal
cipal mode deofmáxima precipitación
variability of the atmospheric en verano
circulation in está entre los 45 y 55 S y
the osouthern hemisphere extratropics (Thompson and 0
en invierno entre los 35 y 45 S. Las precipitaciones aumentan hacia el Este, ya que las masas
Wallace 2000; Trenberth et al. 2007). Positive values in the -2
de aire se ven forzadas aAAO are associated
ascender. Este with decreased
ascenso geopotential
orográco height precipitaciones anuales
produce -4
PDSI
over the Antarctica, increased geopotential height over the
o
∼ 6000 mm a los 45 S. Al cruzar laa divisoria
mid-latitudes, poleward shift hacia
of theArgentina, la humedad
storm track, and a 2 del aire es escasa
strengthening of the polar vortex. The opposite conditions
y las precipitaciones decrecen a menos de 100 mm (Garreaud, 2009). La0 cuenca del Biobío
occur during negative AAO phases (Thompson and
Wallace 2000;latitudinal
Fyfe 2003). All correlations were assessed -2
se sitúa en la zona de transición entre un clima mediterráneo y uno templado
after the red noise was removed from the N3.4 and AAO -4 B Summer
(TMT), en que las precipitaciones
time series, byaumentan
prewhitening de the ∼time1000
seriesmm
using en el norte a ∼ 3000 mm en el
an AR 1950 1960 1970 1980 1990
model where the order was estimated by means of AIC Year
sur. Cerca del 70 % de las precipitaciones anuales ocurren entre el otoño e invierno australes
(Akaike 1974), in order to prevents the adjustment of
Fig. 10 Comparisons of PDSI and large-scale syno
(marzo-septiembre). La degrees-of-freedom
transición de veranos for the serial persistence
secos seen in the
a húmedos ocurre abruptamente
a Sliding monthly correlations a la of PDSI with prew
original data to properly test correlation significances (e.g., anomalies of Niño-3.4 region (N3.4) and the prewhite
o
latitud del río Biobío. AlDawdynorte andde los 37
Matalas S hay tres meses secos, que Oscillation
1964). concentran menos
index (AAO) for the del
common 1950–2001 pe
Correlation results indicate that moisture variability o in horizontal lines indicate statistical significance at the 95
5 % de la precipitación anual, mientras que al sur de los 40 S no hay meses
level. secosof(Miller,
b Comparisons mean spring (SON) PDSI a
the TMT of the Andes is significantly and positively related
anomalies and mean summer (DJF) PDSI and AAO for
1976). En la TMT, una to N3.4 SST during de
reconstrucción spring
la with October and climática
variabilidad November desde 1950–2001 1346,
period. a partir over
Correlations de prewhitened (AR(
reaching the highest values, which indicates that El Niño ?0.42 for N3.4 and -0.57 for AAO, respectively (P \
anillos de crecimiento de(La árboles, muestra
Niña) conditions un severo
are related aumento
to wet (dry) conditionsdein la recurrencia
that the AAO indexde haseventos
been inverted to facilitate th
our study region (Fig. 10a). These results are in agreement with the PDSI record. Indices colors are similar in (a)
de sequía extrema, que permiten caracterizar al último siglo como el más seco de los últimos
with previous studies that demonstrated that in our study
600 años (Fig. 9, Christie region the ENSO
et al., 2011). influence over precipitation occurs during characterized by a relatively weak subtropical
spring, with circulation anomalies during El Niño events in the southeastern (SE) Pacific, positive SST a
the central tropical Pacific, a warmer than-ave
6.3 sphere over the tropical Pacific, and strengthen
flow in the subtropics off the coast of central Ch
Droughts recurrence
8.3
and Aceituno 2003; Garreaud et al. 2009). Intere
12.5 positive relationship between ENSO and PDSI
spring season vanishes in summer and the AA
25.0 significant and negatively correlated with mo
ability in the TMT of the Andes (Fig. 10a). Se
relations between the N3.4 SST and AAO in
1400 1500 1600 1700 1800 1900 2000 they are not intercorrelated during any month
Year
(P [ 0.05, n = 52). If we compare at the intera
Fig. 9 Occurrence rate (year) of severe and extreme late spring–early scale the spring and summer PDSI with sprin
Figura 9: Tasa de ocurrencia summer
(anual) de eventos
droughts de sequía extrema transition
in the Temperate-Mediterranean de nalofde theprimavera-principio
summer AAO, we de findverano
that correlations are
Andes for the 1346–2002 period (solid black line) using a Gaussian reaching ?0.42negra)
during usando
spring for N3.4 and -
en la transición templada-mediterránea de Los Andes para el período 1346-2002
kernel technique with 90% confidence interval (shaded) from 2,000 (línea sólida
summer for the AAO (P \ 0.01, n = 52; Fig
bootstrap simulations. The extreme event dates are defined by means
una técnica de kernel Gaussiano con intervalo de conanza de 90 % (sombreado) parain2000
of a threshold which represent severe and extreme droughts change the simulaciones
relationship during spring an
bootstrap (tomado de Christie et B
(PDSI al.,
-3).2011).
See Table 2 for definition of PDSI levels between PDSI and N3.4 and AAO is r
123
17
El régimen hidrológico del río Biobío es mixto. Se alimenta de precipitaciones y deshielo
la Cordillera de la Costa. Sin embargo, la descarga del río Biobío está más dominada por
o
la lluvia que por el deshielo, como ha sido descrito para los ríos ubicados al sur de los 35 S
(Cortés et al., 2011). A escala de decenas a cientos de años, el patrón de variabilidad anual
del caudal del Río Biobío se asemeja más al de los ríos ubicados hacia el Sur, como el Puelo
o o
(41,6 S), que al del Maule (35,5 S) , a pesar de la cercanía geográca de este último (Muñoz,
o
2012). En el segmento al sur de los 37,5 S, tanto en el registro instrumental (Rubio-Alvarez
una signicativa reducción del ujo de agua en la segunda mitad del siglo XX (Fig. 10), que
1.5 A 1O B
es consistente con la tendencia observada
observed para las precipitaciones (Rubio-Alvarez y McPhee,
30.5 5.8 2.7 2.1
Anomalies
reconstructed
Coherence
1
0.5 2 o
2010). Por estos antecedentes se interpreta que la región entre los 37,5 y los 40 S tiene mayor
R adj = 0.45
O.1
intervención
-0.5 de forzantes australes, como la oscilación O.O1
antártica, que la de El Niño, la cual
O.OO1
domina en el segmento mediterráneo de Chile (Rubio-Alvarez y McPhee, 2010; Christie et
-1.5
1945 1955 1965 1975 1985 1995 2005 O O.1 O.2 O.3 O.4 O.5
al., 2011; Muñoz, 2012).
Years Frequency
Calibration
1.5 C period
1.0
Departures
0.5
0
ï 0.5
ï1.0
ï1.5
1500 1550 1600 1650 1700 1750 1800 1850 1900 1950 2000
Years
de error estándar ±1. Para enfatizar variaciones de baja frecuencia la línea roja muestra un spline cúbico
departures for the Biobío watershed during the calibration period (1943-2003)
que remueve el 25 % de la varianza en una onda sinusoidal de 25 años (tomado de Muñoz, 2012)
(A), Spectral coherence calculated () between the observed and reconstructed
records using the Multi-Taper Method (MTM;), significant year cycles (95%
confidence)
Los antecedentes arehidrogeológicos
indicated withnumbers
de la cuenca del(B), and han
río Biobío annual streamflowy/o
sido compilados
reconstruction
levantados (April-March)
en un documento of the
inédito Biobío River from
de vulnerabilidad 1500-2003 (C).deLight
a la contaminación gray
los acuíferos
presents
(Iriarte a ± 1 2004),
y Aguirre, standardde error
escala band. To emphasize
1:250.000, low frequency
y en un estudio variations
hidrogeológico thepor
realizado
red line
privados, pordisplays
encargo dea cubic
la DGA smoothing
(DGA, 2012).spline designed to remove 50% of the
variance in in a sine wave of 25 years.
El mapa de vulnerabilidad (Iriarte y Aguirre, 2004) clasica el territorio de la región del
!
Biobío en dos unidades principales: (1) depósitos no consolidados y (2) rocas. Lo anterior
debido a la inexistencia de datos de pozo en las unidades de roca. Esto es debido a que los
18
que rellenan los valles y resulta más económico construir pozos en sedimentos. Sin embargo,
depósito: (1) muy alta para los cauces uviales y el sector adyacente a la costa, que tienen
niveles estáticos muy someros (0-10 m), (2) alta para los depósitos de abanicos aluviales
constituidos por gravas y arenas y niveles estáticos <30 m, (3) moderada a alta para la parte
alta de los depósitos aluviales, donde hay acuíferos locales de nivel estático somero y (4)
de las unidades litológicas, separadas en 4 categorías: (1) moderada a alta para las unidades
paleozoicas, graníticas o plutónicas desde el Paleozoico al Jurásico (3) moderada a baja para
rocas volcánicas, graníticas y sedimentarias con edades entre el Cretácico y el Mioceno y (4)
(2) Transmisividad estimada por pruebas de bombeo de gasto variable en 192 pozos.
19
140.000 180.000 220.000 260.000 300.000
®
0 5 10 20 Km
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5.900.000
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5.860.000
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0 10 20 Km
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5.850.000
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Límite Cuenca Río Bio-Bío
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Ciudades
5.790.000
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Límites Administrativos
Límite Costero
Límite Regional
Límite Internacional
20
La caracterización hidrogeológica se realizó midiendo o encuestando niveles estáticos en
200 pozos durante agosto y septiembre de 2012. A partir de estos antecedentes se identicaron
que resultó en 105,751 m3 /s, que es menor que la obtenida por el mismo consultor para la
cuenca del río Itata (123,575 m3 /s). El balance de masa realizado por DGA (2012) resulta en
166 m3 /s de diferencia entre el caudal anual en la desembocadura y las precipitaciones anua-
les estimadas para la cuenca. Finalmete, DGA (2012) realizaron un modelo hidrogeológico
de régimen permanente mediante Visual Modow 4.2 para diferentes escenarios, cuyos
principales resultados son (1) que existiría una relación lineal entre el caudal de explotación
y el descenso del nivel estático; (2) que las zonas más sensibles a las variaciones de nivel
estático son (a) la subcuenca del río Laja bajo, cercano a Yumbel, Cabrero y Monte Águila
y (b) la parte central del acuífero, en la subcuenca del río Duqueco y la subcuenca del río
Biobío entre los ríos Vergara y Laja (cercano a Los Ángeles y Quilleco); (3) se estableció que
torno al 5 %. La tabla con los volúmenes estimados para el acuífero se muestra junto a los
®
5.925.000
SIMBOLOGÍA
Red Hidrográfica
Rango Profundidad
0-5m Ripio
5 - 10 m Límites
10 -25 m Costero
25 - 50 m Internacional
5.775.000
> 50 m Regional
Sin Información
Figura 13: Niveles estáticos y volúmenes modelados para el acuífero de DGA (2012)
21
La cabecera del río Biobío y sus tributarios han sido afectadas por la construcción de obras
al año 2013 (datos usados en esta tesis) incluye centrales de pasada con pequeñas represas
(Abanico, El Toro, Rucúe norte, Rucúe sur, Las Juntas, Rucacura y El Trinte), un central
de pasada sin represa (Quilleco), una central que usa a la laguna de la Laja como embalse
(El Toro) y dos mega-represas (Ralco y Pangue) (ver detalles en Tolorza et al., 2014). El
5
año 2014 fue inaugurada una nueva represa en el Biobío, la central Angostura . La irrigación
agrícola se hace a través de bocatomas y una red de canales de regadío articiales. De acuerdo
a García et al. (2011), durante la estación seca, ∼ 160 m3 /s serían extraídos del río Biobío
primavera-verano en la desembocadura.
22
Capítulo 1
1.1. Introducción
La red de monitoreo de la Dirección General de Aguas (DGA) tiene 111 estaciones sedi-
mentométricas (Fig. 4), en las cuales se han registrado valores de concentración de sedimentos
1
suspendidos Cs (mg/l) y/o caudal Q (m3 /s) durante períodos que van de 1 a 48 años .
Los registros de concentración incluyen una muestra supercial diaria (muestreo rutina-
supercial se realiza con una botella, mientras que el muestreo integrado suele realizarse en
profundidad con un escandallo para muestreo (D-48, D-49 o D-59), aunque eventualmente es
realizado en supercie desde un carro de aforo con una botella (Solar, 1999). Los registros
Q son simultáneos a los de Cs y se realizan diariamente con una medida de altura del agua.
Debido a que la red de estaciones se distribuye a lo largo del alto gradiente climático
y topográco de Los Andes, recientemente los datos rutinarios han permitido el estudio de
(Carretier et al., 2013; Pepin et al., 2010). Además, debido a que se cuenta con mediciones
durante décadas, esta base de datos contiene un registro del desarrollo de la erosión que
23
estos datos es similar al de las tasas de erosión de largo plazo (miles de años) desde la cuenca
del río Maipo hacia el sur (Fig. 3) (Carretier et al., 2013), lo cual sugiere que en la región
húmeda de Los Andes este registro es representativo del ujo de sedimentos presente.
La resolución temporal de la base de datos rutinaria (un dato diario) es óptima para el
de agua a escala de cuencas de más de 1000 km2 . Algunos de estos procesos son las variaciones
estacionales en el ciclo hidrológico (e.g., Andermann et al., 2012), la sismicidad (e.g., Hovius
et al., 2011) y las variaciones en la cobertura vegetal de las cuencas (e.g., Vanacker et al.,
Aunque existen estaciones de aforo en la mayoría de los ríos del mundo con igual o mejor
Cs con resolución diaria y realizadas durante décadas. Las primeras publicaciones son de ríos
norteamericanos (Wolman y Miller, 1960; Syvitski et al., 2000) y europeos (Asselman, 2000).
Recientemente han sido descritas en Taiwan (Dadson et al., 2003; Fuller et al., 2003) y en los
Himalayas de India (Wulf et al., 2012) y Nepal (Andermann et al., 2012). Algunos muestreos
ellas para evaluar la utilización de una o ambas bases de datos para su análisis
estadístico.
cuenca del río Biobío, que es la que se analiza con mayor detalle en esta tesis. Particularmente
24
1.2. Base de datos rutinaria en la cuenca del río Biobío
su cabecera (Estación Llanquén), en su nivel medio, inmediatamente aguas abajo del fren-
Desembocadura).
La cronología completa de caudal (Q) y ujo sedimentario suspendido (Qs ) de estas esta-
2
ciones se encuentra en el material suplementario de Tolorza et al. (2014) . Los períodos de
medición en la cuenca del Biobío van de 8 a 26 años (tabla 1.1), pero existe un hiatus común
cerca de una zona del escurrimiento con ujo paralelo a la dirección principal (plenamen-
ubicándose mirando hacia aguas arriba con el brazo extendido hacia el centro del ujo. La
botella es sostenida inclinada en un ángulo que le permita la salida de aire sin burbujeo.
Eventualmente, este muestreo puede realizarse con un canastillo metálico desde un puente
2 http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/2014JF003105/suppinfo
3 Comunicación escrita de funcionarios de la DGA
25
a Muestreos integrado y rutinario año 2000 en estacion Rucalhue
QR 3300
QI
Q prom integrado = 385.39 m3/s Prom. 3 dias QR 2475
Caudal (m3/s)
Q prom S3_rutinario = 425.63 m3/s
1650
1140 825
Concentracion (mg/l)
0 447
CR
C prom integrado = 11.91 mg/l CI 298
C prom rutinario* = 57.52 mg/l Prom. 3 dias CR
149
E F M A M J J A S O N D
b Muestreos integrado y rutinario año 1987 en estacion Tijeral
700
QR
Q prom integrado = 45.71 m 3/s QI
525
Caudal (m3/s)
Q prom S3_rutinario = 41.36 m 3/s Prom. 3 dias QR
350
120 175
Flujo sedimentario (kg/s)
90 0
Concentracion (mg/l)
0 159
E F M A M J J A S O N D
450
120 225
Flujo sedimentario (kg/s)
90 0
0 231
C prom integrado = 30.46 mg/l
CR C prom rutinario* = 17.89 mg/l 154
CI
Prom. 3 dias CR 77
E F M A M J J A S O N D
Figura 1.1: Ejemplo de la base de datos de tres estaciones sedimentométricas. Serie de tiempo de un año de
mediciones rutinarias de caudal (rojo), ujo sedimentario (verde) y concentración (marrón). Las mediciones
del muestreo integrado se muestran con cruces. Los círculos son el promedio de las medidas rutinarias de
los días antes, durante y después del aforo. a. Estación Rucalhue año 2000. b. Estación Tijeral año 1987. c.
Estación Puente Perales año 1997. Los recuadros en a y b muestran casos en que la concentración de la base
de datos integrada (CI ) es mucho menor que la de la base de datos rutinaria (CR).
26
y se saca al observar que ha alcanzado 3/4 de su volumen. Posteriormente estas muestras son
Al realizar el muestreo rutinario se registra la altura del limnímetro. Con esta medida de
altura se calcula un valor de Q[m3 /s], aproximado desde las curvas de descarga generadas
Con el dato puntual de Cs [mg/l] y Q[m3 /s] se puede calcular el ujo sedimentario sus-
Gasto Diario [kg/d], asumiendo que el valor puntual de Cs y Q son representativos del día
completo.
El operador que realiza el muestreo rutinario y registra la altura del limnímetro suele
estaciones se ubican en zonas poco pobladas, por lo cual el operador suele ser la misma
persona durante largos períodos. El operador es instruido por la DGA a realizar el muestreo
todos los días, incluyendo domingos y festivos, dándole especial importancia al muestreo en
estaciones.
Las tres variables son consistentes en su cronología diaria, visualizándose asensos y des-
censos en las magnitudes de la curva rutinaria que progresan durante varios días (o algunas
Tanto Cs como Qs crecen en conjunto con Q, pero no lo hacen de manera regular (Fig.
1.2). La relación entre estas variables presenta histéresis, lo que es abordada en detalle en el
27
a Llanquen Rucalhue Tijeral PuentePerales Desembocadura
100 1000 1000
CR vs QR
Concentracion (mg/l)
500 200 500 500
50
CI vs QI 200 100 200 200
100 100 100
20 50 50 50
50
10 20 20 20
20 10
10 10
5 5 10 5
5
2
2 5 2
2 1
1 1 0.5
20 50 100 200 500 100 200 500 1000 2000 2 5 10 20 50 100 200 2 5 10 20 50 100200 500 100 200 500 10002000 5000
b
1000
Flujo sedimentario (kg/s)
QsR vs QR 1000
100
QsI vs QI 100
10
10 100
10
10 1
1 1 10
1 0.1
0.1 1
0.1
0.1
20 50 100 200 500 100 200 500 1000 2000 2 5 10 20 50 100 200 2 5 10 20 50 100200 500 100 200 500 10002000 5000
3 3 3 3 3
Caudal (m /s) Caudal (m /s) Caudal (m /s) Caudal (m /s) Caudal (m /s)
sedimentos suspendidos (Qs ). Los círculos representan los datos del muestreo rutinario tomados el mismo
∗
día que el muestreo integrado (QR , CR∗ y Qs R∗ ) y las cruces a los datos del muestreo integrado (QI , CI
y Qs I ).
y sedimentos rutinarios
variabilidad en magnitud de un sistema natural, como por ejemplo la sismicidad (e.g., Gu-
tenberg y Richter, 1956), el largo de las fallas (e.g., Davy, 1993), las crecidas de los ríos (e.g.,
Turcotte y Greene, 1993) o el tamaño de los deslizamientos (e.g., Hovius et al., 1997; Stark
y Hovius, 2001; Malamud et al., 2004a,b; Antinao y Gosse, 2009; Stark y Guzzetti, 2009).
entre x y x + dx.
Z x+dx
P [x 6 X 6 x + dx] = pdf (x)dx (1.1)
x
28
En una distribución discreta, la pdf empírica es el número de eventos n(xi ) dentro de un
n(xi )
pdf (xi ) = ; 4xi = xi − xi−1 (1.2)
4xi
El rango 4xi suele calcularse usando un ancho de banda equi-espaciado en escala logarít-
mica. Esto permite integrar los eventos de mayor magnitud a pesar de ser infrecuentes.
Las pdf de Q (Lague et al., 2005; Carretier et al., 2013; Lague, 2014) y Qs (Hovius et
al., 2000; Andermann et al., 2012) generalmente describen dos tendencias. Para los eventos
pequeños, la frecuencia aumenta con la magnitud. Para los eventos grandes, la frecuencia
disminuye con la magnitud describiendo una ley de potencias. En este caso, la distribución
∗
de las crecidas normalizadas por su promedio (Q ) sería:
mediante el parámetro k =α−2 (Fig. 1.3 a y b, Lague et al., 2005), el cual también puede
obtenerse desde la distribución de probabilidad acumulada (Fig. 1.3c, e.g., Molnar et al.,
2006). Mientras mayor es k, menor es la variabilidad del parámetro estudiado (Figs. 1.3 y
rango de Q∗ mediante la función gamma, Γ (Crave y Davy, 2001; Lague et al., 2005; Carretier
et al., 2013):
k k+1 k
pdfQ,k (Q∗ ) = exp(− ∗ )Q∗−(2+k) dQ∗ (1.4)
Γ(k + 1) Q
que tiene dos componentes principales: (1) una distribución gamma inversa de los eventos
29
a
pdf
Q
b c
log Q log Q
Figura 1.3: Representación esquemática de la pdf en un contexto de baja variabilidad climática (línea con-
tinua) y alta variabilidad climática (línea segmentada). (a) Representación de las pdf de Q en escala lineal,
mostrando una distribución estrecha de Q para el contexto de baja variabilidad climática (línea continua)
y amplia para el contexto de baja variabilidad climática (línea segmentada). (b) Representación de las pdf
en escala log/log. El exponente de la regresión de la parte potencial (−α) es un indicador de la variabilidad
climática. (c) Este exponente también puede obtenerse desde la distribución acumulada (P(Q>Q)), que es la
La ecuación 1.4 está lejos de ser universal. De hecho, ciertas distribuciones de precipita-
ciones (Eagleson, 1978; Tucker y Bras, 2000) y de caudal (Benson, 1968) se ajustan mejor
potencial aparece frecuentemente en las distribuciones de caudal (e.g., Molnar et al., 2006)
modelos numéricos de erosión (e.g., Lague, 2014; Carretier et al., 2013, 2014).
Biobio
river
Figura 1.4: Tasa de incisión (modelada) versus coeciente k obtenido desde pdf de Q (Lague et al., 2005). Se
destaca valor de k obtenido para los caudales del río Biobío (Fig. 1.5).
30
Las guras 1.5 a y b muestran las pdfs de Q y Qs de las cinco estaciones normalizados por
el promedio con el objetivo de escalar el valor de las variables por el tamaño del sistema. Las
igual a 0,05. En el caso de Q (Fig. 1.5a) los eventos grandes (mayores a 1,5 veces el promedio)
se ajustan a una potencial inversa de pendiente −α = 3,77 para todas las estaciones, excepto
Tijeral. Esto signica un parámetro k = 1,77, que es un valor grande comparado con otros
ríos en el mundo (Fig. 1.4), mostrando una baja variabilidad del caudal en esta cuenca.
a b
14.7%
10.2%
10.7%
10.9%
12.5%
10.4%
10.7%
10.4%
12.5%
11.8%
10.9%
11.2%
11.6%
10.9%
10.4%
Llanquen
6.5%
9.9%
13%
10.1%
10.9%
12.6%
10.4%
12.9%
10.3%
10.1%
11.2%
10.6%
11.8%
11.4%
10.6%
12.3%
10.6%
10.7%
Rucalhue
0.2%
0.4%
12%
10%
10%
13.1%
11.1%
14.3%
10.5%
10.4%
12.4%
10.4%
11.5%
11.6%
11.8%
11.6%
11.3%
10.7%
11.1%
10.6%
10.1%
Tijeral
5.9%
0.7%
10%
10.7%
11.2%
13.3%
10.6%
15.2%
11.8%
12.4%
10.9%
10.5%
10.3%
11.4%
13.1%
11.8%
10.1%
P_Perales
3.3%
8.3%
13%
11%
10.3%
10.6%
10.3%
10.3%
10.5%
14.3%
11.2%
10.2%
10.2%
12.3%
10.9%
10.5%
10.4%
11.3%
10.4%
Desembocadura
9.9%
2.4%
12%
11%
0.001 0.01 0.1 1 10 0.0001 0.001 0.01 0.1 1 10 100 1000
10 100
y=1.899*x−3.77
y=0.07*x−1.71
y=0.357*exp(−0.57*x) 10
1
1
0.1
0.1
>70% QR 0.01
>70% QsR
pdf
0.01 0.001
0.0001
0.001
Diagrama de caja QI** 1e−05 Diagrama de caja QsI**
1e−06
0.0001
1e−07
1e−05 1e−08
0.001 0.01 0.1 1 10 0.0001 0.001 0.01 0.1 1 10 100 1000
Q/meanQ Qs/meanQs
100 100
1 1
10 10
0.1 0.1
P(Q>Q)
1 1
T(y)
0.01 0.01
0.1 0.1
0.001 0.001
0.01 0.01
0.0001 0.0001
0.001 0.001
0.001 0.01 0.1 1 10 0.0001 0.001 0.01 0.1 1 10 100 1000
Q/meanQ Qs/meanQs
Figura 1.5: pdfs, probabilidad acumulativa y tiempos de retorno de QR y Qs R para las cinco estaciones de
∗∗
la cuenca del Biobío. Valores normalizados por su promedio (QR y Qs R∗∗ ) y agrupados en segmentos de
ancho creciente en escala logarítmica (ancho de banda 0,05). Arriba se muestran límites de segmentos que
agrupan ∼10 % de las magnitudes medidas para cada estación. Los colores de las curvas de pdf de QR∗ y
∗ ∗∗ ∗∗
Qs R y diagramas de cajas de QI y Qs I representan a las 5 estaciones. Se destaca en gris la región
del diagrama que agrupa un ∼70 % de las magnitudes registradas. Diagramas de caja construidos con los
∗∗
cuantiles de base de datos integrada (QI y Qs I ) normalizados por QR y Qs R∗∗ , respectivamente.
31
Las guras 1.5 c y d muestran las distribuciones de probabilidad acumulativas de Q∗ y
Q∗s , denidas como la probabilidad de que un evento xi de tener un valor mayor a x∗i . Debido
a que el tiempo de retorno es el inverso de la probabilidad acumulativa (líneas verdes en Fig.
1.3c), se espera que la ocurrencia de eventos extremos (por ejemplo, aquellos mayores a 10
veces el promedio) sea menos frecuente en ríos con baja variabilidad de Q (bajo k ), respecto a
los climas más variables (Fig. 1.5). Dado lo anterior, esta base de datos, que tiene un período
eventos climáticos que afectan a esta cuenca (Carretier et al., 2013, 2014).
La única estación que presenta una distribución diferente de los eventos grandes de Q
es Tijeral. Para ella, los caudales mayores a ∼2 veces el promedio se ajustan a una curva
las otras estaciones y, por lo tanto, un menor tiempo de retorno para estas magnitudes de
entre 0,02 y 2 veces el promedio (área gris en gura 1.5a). Los eventos medianos y
grandes disminuyen su ocurrencia respecto a su magnitud de acuerdo a una ley de potencias
de exponente −1,71. Las pdf de Qs son consistentes con las observaciones de Wolman y Miller
el grueso de la erosión ocurre en
(1960) y Andermann et al. (2012), que muestran que
velocidad de ujo. Se toman varias muestras en verticales elegidas de tal forma que entre ellas
32
no escurra más del 10 % del caudal total. Sin embargo, cuando no hay condiciones apropiadas
para este muestreo, se toman tres muestras en la sección en que regularmente se hace el aforo
con un canastillo metálico desde el carro de aforo con la misma metodología del muestreo
4
rutinario . De acuerdo a lo establecido en Solar (1999), esto ocurre en ríos con profundidad
superior a 6 metros o en ocasiones de caudales muy altos, que no permitan la realización del
aforo en la estación.
La base de datos del muestreo integrado tiene sólo un valor por día de medición. La me-
todología descrita por Solar (1999) no especica si este valor es un promedio de las muestras
treador ocupado. Por otra parte, Pizarro et al. (2014) plantean que los valores de esta base
de datos consisten tanto en medidas de muestreo supercial, realizado con una botella, como
de muestreo integrado (en profundidad). Por lo tanto, es probable que la base de datos inte-
El aforo es la medición del volumen de agua que pasa por la sección transversal del río
por unidad de tiempo. Se realiza usualmente con un molinete que mide la velocidad de ujo
a lo largo de varias verticales en la sección del río (DGA, 1991). El número de verticales por
sección se determina tomando en cuenta cambios en la pendiente del lecho del río y que no
pase más del 10 % del ujo entre ellas. La profundidad de la vertical se obtiene midiendo el
cable con que se sumerge el molinete. Este valor se corrige geométricamente cuando ujos
o
altos arrastran al molinete con un ángulo de desviación mayor a 8 . El caudal se calcula
vertical. La curva de descarga construida de esta manera permite relacionar la altura del
limnímetro con Q, relación que cambia al ocurrir cambios en la geometría del lecho del río.
Por esta razón, las estaciones de aforo se ubican en secciones del río lo más estable posible
(DGA, 1991).
Ya que se cuenta con mediciones de los mismos parámetros mediante dos metodologías
distintas, se espera que exista correspondencia entre las medidas realizadas simultáneamente
En el caso del caudal (Q), las curvas de descarga son construidas a partir de las medidas de
aforo (QI ). Estas curvas de descarga son las que permiten asignarle un valor de caudal a las
33
se espera una buena
lecturas del limnímetro realizadas rutinariamente (QR). Por lo tanto,
turbulentos de los ríos, puede asumirse que las variaciones de Cs en supercie responden a
variaciones de la carga suspendida de toda la columna de agua. Por esta razón, se espera
que exista correlación entre los datos integrados y rutinarios, aun cuando la concentración
dependiendo de la velocidad del ujo de agua (e.g., Lupker et al., 2011; dos Santos Pinheiro
et al., 2013). Sin embargo, dependiendo del procedimiento del operador, la muestra integrada
puede tomar porciones variables de cada segmento de la columna de agua, incluyendo parte
de la carga de fondo (bedload ). Además, aunque la base de datos integrada contiene los resul-
tados de medidas que integran la sección completa del río, puede también incluir resultados
de medidas superciales, sin que esto se encuentre especicado en la base de datos. Dado lo
Los valores de caudal de los días de aforo (QI ), realizados el mismo día del muestreo
integrado, tienen una buena correlación con los valores limnimétricos (QR), realizados los días
la periodicidad
de muestreo rutinario (Fig. 1.1 y 1.6 , tablas 1.2 y 1.3), lo cual signica que
de los aforos es suciente para corregir los cambios que pueden producirse en la
curva de descarga, lo cual le da robustez a la serie de tiempo de QR.
registrar los eventos de mayor caudal (Fig. 1.1 y 1.5), lo cual repercute en que el promedio
de caudal integrado (QI ) sea, en la mayoría de los casos, menor que el promedio de toda la
∗∗ ∗∗
base de datos rutinaria (QR en la tabla 1.3). Los diagramas de caja de QI (Fig. 1.5a)
magnitudes de QI y QR).
CI ) presentan una alta dispersión respecto a los valores de la base de datos rutinaria (Qs R
34
2
Tabla 1.2: Coecientes de determinación (R ) y valor p para modelo lineal entre valores de caudal de aforo
R2
Caudal rutinario QR 0,99 0,97 0,92 0,96 0,95
Caudal rutinario
Caudal rutinario
Prom 3 días
p − val
Caudal rutinario QR <2,2E-16 <2,2E-16 <2,2E-16 <2,2E-16 <2,2E-16
Caudal rutinario
Caudal rutinario
Prom 3 días
consistencias entre las medidas integradas (CI ) y rutinarias (CR). En todas las estaciones,
excepto Puente Perales, se observan frecuentes alzas de CR que se mantienen por varios días,
a las que se asocian valores de CI cercanos al mínimo (recuadros en Fig 1.1). Este resultado
contradice el comportamiento esperado. En Tijeral y Puente Perales (Fig. 1.1c y d) los valores
de CI y CR son dispares en la mayoría de los casos en que una de ellas supera al promedio.
Estas diferencias se reejan en promedios contrastantes entre los datos rutinarios e integrados
tanto para Cs como Qs (tablas 1.6 y 1.7). Por ejemplo, los promedios de la concentración
entre las variables integradas y las medidas rutinarias en torno al día de aforo (día antes,
día después y promedio de tres días de medidas rutinarias, tablas 1.2, 1.4 y 1.5), pero la
35
Tabla 1.3: Promedios de caudal con medidas de aforo y rutinarias.
Q Q∗ Q∗∗
aforo rutinario rutinario
3 3 3
Nombre estación (m /s) (m /s) (m /s)
Llanquen 134,18 140,23 142,22
400 18.0 80
R 2 =0.921 5 de 164 datos omitidos 10 de 164 datos omitidos
Estación Tijeral
R 2 =0.29 R 2 =0.386
Qs Integrado (kg/s)
C Integrado (mg/l)
Q Integrado (m3/s)
300 13.5 60
200 9.0 40
100 4.5 20
0 0.0 0
0 100 200 300 400 0.0 4.5 9.0 13.5 18.0 0 20 40 60 80
Q Rutinario (m 3/s) Qs Rutinario (kg/s) C Rutinario (mg/l)
Estación Llanquen
R 2 =0.996 4 de 49 datos omitidos 5 de 49 datos omitidos
R 2 =0.819 R 2 =0.23
Qs Integrado (kg/s)
C Integrado (mg/l)
Q Integrado (m3/s)
0 0.0 0.0
0 150 300 450 600 0.0 3.5 7.0 10.5 14.0 0.0 7.5 15.0 22.5 30.0
Q Rutinario (m 3/s) Qs Rutinario (kg/s) C Rutinario (mg/l)
R 2 =0.322 R 2 =0.263
Qs Integrado (kg/s)
C Integrado (mg/l)
Q Integrado (m3/s)
1050 22.50 80
525 11.25 40
0 0.00 0
0 525 1050 1575 2100 0.00 11.25 22.50 33.75 45.00 0 40 80 120 160
Q Rutinario (m 3/s) Qs Rutinario (kg/s) C Rutinario (mg/l)
Figura 1.6: Diagramas de correlación entre datos integrados y rutinarios. Valores de caudal (rojo), ujo
sedimentario (verde) y concentración (marrón). Se indica el número de datos omitidos del total por registrar
36
al caudal, los resultados para las medidas integradas no son signicativamente diferentes de
las medidas rutinarias tomadas el mismo día en Llanquén, Rucalhue y Tijeral (Fig. 1.2). En
Puente Perales y Desembocadura, los valores integrados (CI y Qs I ) son mayores que los
2
Tabla 1.4: Coecientes de determinación (R ) y valor p entre valores de ujo sedimentario del muestreo
Qs rutinario
Qs rutinario
Prom 3 días
p − val
Qs rutinario Qs R 3,78E-04 4,01E-07 1,17E-11 6,02E-06 5,01E-07
Qs rutinario sin Qs Rsva <2,2E-16 <2,2E-16 2,78E-13 2,20E-16 4,09E-11
valores atípicos
datos omitidos 4 de 49 13 de 193 5 de 164 3 de 161 46 de 187
Qs rutinario
Qs rutinario
Prom 3 días
1.4. Discusión
temporal, es una buena herramienta para comprender los procesos que afectan al ujo de
Si bien las muestras analizadas son superciales, todas las estaciones de la cuenca del
37
Biobío, excepto Desembocadura, se ubican en segmentos turbulentos del río (Fig. 4). Además,
los ríos situados en el anco oeste de Los Andes son cortos y tienen una alta pendiente
se puede asumir que existe una buena mezcla en la columna de agua y por tanto, que la
concentración en supercie es representativa de la sección, tal como se ha hecho con
otras bases de datos sedimentométricas de orógenos activos (e.g., Wulf et al., 2012).
Debido en esta región húmeda de Los Andes existe similitud entre las tasas de erosión
10
de cuenca calculadas con Be (> 103 años) y las derivadas del Qs rutinario (∝ Qs R) para
las estaciones situadas al pie de la Cordillera Principal (Fig. 3)(Carretier et al., 2013, 2014)
en esta tesis se considera que el Qs R sobre décadas de mediciones es representativo del ujo
total de sedimentos en las estaciones que drenan las montañas y que tienen baja variabilidad
climática.
Los datos de la base de datos rutinaria tienen una progresión temporal que no es aleato-
Además, si las uctuaciones diarias Qs se escalan por su valor promedio, las densidades de
probabilidad de todas las estaciones tienen la misma distribución (Fig. 1.5b), lo cual sugiere
plazo pueden observarse con la base de datos rutinaria, aún cuando su magnitud
total pueda ser subestimada al considerar muestras superciales, sobretodo en las
estaciones que se encuentran en segmentos poco turbulentos del río.
Esto puede deberse (1) a errores metodológicos en uno o ambos muestreos, (2) a la poca
Para resolver las interrogantes recién planteadas, se requeriría una mayor resolución en
permitirían estimar con mayor precisión la magnitud del ujo sedimentario. También mejo-
raría la comprensión de ciertos procesos para establecer las líneas de base ambientales de los
38
ríos (e.g., FCFM, 2008; Arcadis, 2008), lo cual es crucial para que los organismos guberna-
mentales chilenos evalúen de manera certera el impacto que pueden tener obras civiles, cómo
por ejemplo las centrales hidroeléctricas. Sin embargo, con la resolución presente de los datos
integrados, su baja correlación con los datos rutinarios y las incertidumbres existentes sobre
el método de muestreo, en esta tesis se optó por no usar la base de datos integrada.
2
Tabla 1.5: Coecientes de determinación (R ) y valor p entre valores de concentración de sedimentos del
C rutinario
C rutinario
Prom 3 días
p − val
C rutinario CR 1,02E-02 1,87E-04 9,27E-01 1,01E-02 3,95E-01
C rutinario sin CRsva 1,12E-03 6,16E-14 <2,2E-16 8,26E-07 1,37E-03
valores atípicos
datos omitidos 5 de 49 5 de 193 10 de 164 9 de 161 65/187
C rutinario
C rutinario
Prom 3 días
La comparación de las curvas integrada y rutinaria entre Qs y Q han sido utilizadas el el río
Maipo para calibrar una base de datos respecto a la otra (Sanhueza et al., 2007). De acuerdo
al análisis de Sanhueza et al. (2007), en el río Maipo los valores integrados y rutinarios sí
total puede ser afectada por histéresis (ver capítulo 2), por lo cual establecer correcciones de
las medidas rutinarias respecto a las integradas a través de su relación con el caudal total no
39
la escorrentía supercial, como se muestra en el capítulo 2 o un modelo basado en árboles de
1.5. Conclusiones
muestra el análisis del ujo sedimentario suspendido utilizando sólo la base de datos rutinaria.
la supercie del río durante décadas, lo cual permite el estudio de los procesos involucrados
en la dinámica del ujo sedimentario, aún cuando su magnitud total pueda ser subestimada.
40
Es un registro completo porque el tiempo de retorno máximo obtenido a partir del análisis
movilizado en eventos medianos, que tienen un tiempo de retorno de menos de un año (Fig.
1.5b) y su pdf decrece con la magnitud siguiendo un ajuste potencial empinado. Es decir,
mediana magnitud. Por otra parte, la variabilidad climática caracterizada a partir de la pdf
de Q (Fig. 1.5a) es baja, comparada con otros ríos del mundo.
las incongruencias observadas entre la base datos rutinaria e integrada y (2) a la falta de
antecedentes sobre la sistemática de muestreo, cuyos resultados tienen una fuerte dependencia
41
Capítulo 2
42
Journal of Geophysical Research: Earth Surface
RESEARCH ARTICLE Contrasting mountain and piedmont dynamics of sediment
10.1002/2014JF003105 discharge associated with groundwater storage
Key Points: variation in the Biobío River
• The routing of rainfall-derived water
controls sediment exportation Violeta Tolorza1 , Sébastien Carretier2 , Christoff Andermann3 , Francisco Ortega-Culaciati4 ,
• Separation of base/direct flows Luisa Pinto1 , and María Mardones5
is fundamental to interpret
suspended sediments 1 Departamento de Geología, Universidad de Chile, Santiago, Chile, 2 Geosciences Environnement Toulouse, OMP, UPS,
• The whole Biobío catchment CNRS, IRD, Université de Toulouse, Toulouse, France, 3 German Centre for Geosciences GFZ, Helmholtz Centre Potsdam,
mobilizes sediments proportional
Potsdam, Germany, 4 Departamento de Geofísica, Universidad de Chile, Santiago, Chile, 5 Centro de Ciencias Ambientales
to surface runoff
EULA, Universidad de Concepción, Concepción, Chile
Supporting Information:
• Readme Abstract Supply and transport of sediment in catchments involve processes with fundamental
• Figure S1a
• Figure S1b consequences for river management, land use, and the prediction of climate-driven sediment fluxes. In the
• Figure S1c present study we addressed spatial variability in the water routes through the surface and subsurface of a
• Figure S1d catchment and the suspended sediment discharge (Qs ) over a mountain-piedmont system. We analyzed
• Figure S1e
• Figure S2 daily suspended sediment concentration (Cs ) and water discharge (Q) measurements at stations located
• Figure S3a in different topographic settings (mountain and piedmont) in the Biobío River basin (southern central
• Figure S3b Andes, 37–39◦ S). In steep catchments, the Q versus Qs relationship has a marked seasonal hysteresis. In
• Figure S4a
• Figure S4b the piedmont, Qs is proportional to Q, with no seasonal hysteresis. The contrast in the hysteresis pattern
• Figure S5 between catchments with different topographies is explained by differences in the routing of
rainfall-derived water. In the piedmont, most of the rainfall is converted into surface runoff because the
Correspondence to:
water table is near the surface. In the mountains, groundwater storage results in large seasonal variations
V. Tolorza, in the proportion of Q that flows at the surface and transports sediment from the hillslopes, producing
vtolorza@cec.uchile.cl hysteresis. By separating the total Q into two components (direct discharge, Qd and base flow, Qb ), we
observed the response of Qs to the fraction of water that quickly leaves the catchment after a rainfall
Citation: event (Qd ). Similar results between the mountain and piedmont and the absence of hysteresis simplify the
Tolorza, V., S. Carretier, C. Andermann, behavior of Qs into a linear relationship with Qd over the entire catchment and lead us to propose that
F. Ortega-Culaciati, L. Pinto, and
M. Mardones (2014), Contrasting
sediment mobilization to the river along the Biobío catchment is primarily controlled by overland flow.
mountain and piedmont dynamics of Our findings highlight the importance of an adequate hydrological model for understanding the erosion
sediment discharge associated with and transport processes of a catchment, and which can be applied to other natural and modeled
groundwater storage variation in the
Biobío River, J. Geophys. Res. Earth
mountain-piedmont systems.
Surf., 119, doi:10.1002/2014JF003105.
Qs = aQb (1)
Cs = aQb−1 , (2)
Figure 1. Representation of base flow separation after a rainfall event. The area under the discharge curve is the volume of water carried by the river. The
continuous blue line represents the position of the water table. Dashed blue lines indicate the previous positions of the water table. (a) In the absence of
precipitation, the total volume of water corresponds to the base flow. (b) After a rainfall event, the direct discharge (Qd ) quickly increases due to surface runoff.
(c, d) The base flow (Qb ) increases after a time lag in the transfer of water from the aquifer, whereas Qd diminishes as surface runoff decreases. (e, f ) As the
surface runoff stops, the hydrograph reaches its inflection point. From that point on, the entire volume of water is considered as Qb . Terminology is taken from
the COMET program (http://comet.ucar.edu/).
principally groundwater, ice, and snow. This flow corresponds to the “base line” of the water discharge. By
using hydrograph separation theory (Figure 1), the components are approximated as the direct discharge
(Qd ) and the baseflow (Qb ) [Eckhardt, 2005; Andermann et al., 2012a]. In a region of steep slopes and high
rainfall variability, Andermann et al. [2012a] showed that Q and Qs exhibit a strong clockwise seasonal
hysteresis. After separating the river discharge between Qd and Qb , the hysteresis effect disappears when
Qb is ignored and only Qd is compared against Qs , allowing analysis of the relationship between erosion and
the portion of water that effectively contributes sediments.
Because water transfer cycles vary through time, and differ between steep mountains and in adjacent
plains, we hypothesized that the relationship between Q and Qs might change across a mountain-piedmont
system. Specifically, we addressed the following questions: (1) Does the seasonal relationship between Q
and Qs vary according to the topographic setting (mountain and piedmont)? (2) If so, do the different water
routing characteristics explain the differences? Also, by isolating Qd , our aim was to capture the periods
during which a large fraction of the catchment area contributes water and sediments to the river. The
fact that erosion processes vary with hillslope gradient poses a third specific question: (3) How does the
relationship change between Qd and Qs from the mountains to the piedmont?
We tested the influence of three different water discharge components (total, direct, and base) on the
suspended sediment discharge on the western flank of the southern central Andes in Chile (Biobío River
basin). We chose this river because previous work on catchment-scale erosion rates compared long-term
(>100 years) cosmogenic 10 Be-derived rates with those from suspended sediment data in central Chile
[Carretier et al., 2013]. The rates are similar in the relatively wet catchments south of 34◦ S, suggesting
that the suspended sediment database provides a good estimate of the decennial sediment efflux in
wetter regions of the Andes. In addition, this catchment has five gauging stations (Figure 2) across different
topographic settings, that can be used to analyze sediment discharge from various terrains, including the
moderate to steep mountain slopes in the Principal Cordillera and an alluvial plain in the piedmont of
gentle soil-mantled slopes. Our analysis suggests that (1) storage variability controls sediment exportation
and (2) the entire catchment mobilizes sediments in proportion to the amount of surface runoff.
Figure 2. Location of the Biobío River catchment. (a) Annual precipitation in the south central Andes and location of the
Biobío River catchment (red line). Interpolation of the rainfall data (1960–1990) from Hijmans et al. [2005]. (b) Plan view
of the gauging stations (red circles), their drainage area (gray lines), and natural (lakes) and artificial (dams) sediment
traps (squares), rainfall stations (blue diamond), and temperature stations (outlined in pink). The sediment supply areas
(continuous gray lines) exclude areas where the sediments generated upstream from lakes and mega dams are blocked
(dashed gray lines). Red triangles show the present position of the volcanic arc. (c) NNE view of the sediment supply
areas highlighting the topography. The position of the gauging stations and main geomorphological units are shown.
(d) Slope map from Shuttle Radar Topography Mission (SRTM) data.
2. Study Region
The study region is the Biobío River basin (∼24,000 km2 ). This basin is located on the western flank of the
southern central Andes (37–39o S) and drains into the Pacific Ocean. This segment of the Andean forearc
consists of two N-S oriented belts (the Principal Cordillera and Coastal Cordillera) separated by the Central
Depression (Figures 2c and 2d).
The headwaters of the Biobío River basin are in the Principal Cordillera, where the active volcanic arc is
located. The basin reaches elevations up to 3511 m. From north to south there is a morpho-lithological
gradient: the northern head of the Biobío River (the Laja, Queuco, and Duqueco tributary catchments) has
a high relief and average slopes of > 20◦ . The lithology primarily consists of three N-S strips (from west to
east) of Miocene granitoids, Miocene volcanic complexes, and Pliocene to Quaternary volcano-sedimentary
deposits [Thiele et al., 1987]. The southern head of the Biobío River basin (upstream of the Llanquén station,
Figure 2b) has moderate relief and an average slope of 14◦ , resulting from the predominance of
Plio-Pleistocene basaltic plateaus.
The Central Depression is a piedmont region with a mean slope of ∼5◦ and a subparallel drainage network.
The lithology consists mainly of Quaternary pyroclastic deposits, volcanic avalanches, and fluvio-alluvial
deposits and minor Oligo-Miocene basaltic deposits [SERNAGEOMIN, 2002]. Most of the Tijeral watershed
and half of the Puente Perales watershed lie within that piedmont region (Figures 2b and 2c).
Figure 3. Representation of the analyzed data and the base flow separation. Daily time series for 2005 at the Llanquen
station for rainfall (blue), monthly temperature (max, min, and mean, purple), total water discharge (red), and
suspended sediment discharge (green). Days with missing rainfall data are indicated in black along the X axis. Snow
and melt months in the Principal Cordillera are indicated with the temperature curve. Under the water discharge curve,
several possible base flow separation curves are shown (dark blue lines). Separation was carried out using Eckhardt’s
[2005] method. Each curve is calculated using a different BFImax . The curve that we chose by observing the rainfall over
the drainage area is highlighted in light blue. In this example, during the melt period, the frequency of the hydrograph
changes, and we change the selected BFImax from the orange to the light blue line. The inset shows the sediment
supply area, in green, for the Llanquén station (red point) and the position of the meteorologic station 8301001 (purple
diamond). The same analysis for the whole database and all of the stations is displayed in Figures S1a–S1e in the
supporting information.
The Coastal Cordillera has a maximum width of ∼60 km and reaches elevations up to 1525 m. The western
limit of the Biobío catchment is in a particularly high portion of the Coastal Cordillera, called the Nahuelbuta
Range. It comprises a Silurian-Carboniferous metamorphic complex and a Carboniferous-Permian batholith
that dominate the western and eastern flank of the range, respectively [SERNAGEOMIN, 2002]. The area
of the Coastal Cordillera that drains into the Biobío catchment is close to 4700 km2 and has an average
slope of 12◦ .
The rainfall regime of the region is dominated by frontal systems affecting the entire strip of land located on
the western side of the Andean margin [Garreaud, 2007]. The southward increasing intensity and frequency
of the westerly winds [Garreaud et al., 2009] infers a latitudinal precipitation gradient (Figure 2a). The Biobío
River catchment is situated in the Temperate-Mediterranean Transition zone (TMT) [Christie et al., 2011] of
the western Andes, where rainfall increases from ∼1000 mm in the north to ∼3000 mm in the south. The
TMT separates the semiarid Mediterranean climate (32–35.5◦ S) from the Temperate Rainforest (39.5–55.5◦ S),
one of the wettest extratropical regions of the world [Miller, 1976]. In the TMT, ∼70% of the annual rainfall
Figure 4. (a–f ) Hydrological annual cycle in the Biobío subcatchments. Seasonal variability is showed by plotting the daily averages of Q and Qs (normalized by
the mean, Qs ) and monthly averages of precipitation and headwater max, min, and mean temperature. The stations are ordered from left to right according to
the topography of their sediment supply areas. Stations affected by dams were plotted twice to analyze the database in the predam and postdam periods. The
monthly mean precipitation was calculated for the rainfall station with the most complete register during the period for each plot. The maps show the sediment
supply areas (in green). Red points are the outlets for the drainage areas, and diamonds indicate the location of the precipitation (blue) and temperature
(purple) stations.
occurs during the austral autumn and winter (March–September). The transition from dry to humid
summers occurs abruptly at the latitude of the Biobío River. There are three dry months (less than 5% of the
annual rainfall between December and February) north of 37◦ S, whereas no dry periods occur south of 40◦ S
[Miller, 1976]. In the eastern Coastal Cordillera, 95% of rainfall intensities of more than 30 min of duration are
lower than 23.2 mm/h [Mohr et al., 2013].
The freezing line in Central Chile is typically between 1500 and 2500 m [Garreaud, 2013]. During the rainy
season (May to July), when temperatures decrease, the precipitation in the Principal Cordillera is mainly in
the form of snow. With increasing temperatures in August, snow melt occurs in the headwater of the Biobío
River (Figure 3). Therefore, the hydrological regime of the Biobío River is a mix of rainfall and snowmelt in
the headwaters of the Principal Cordillera and exclusively rainfall in the Central Depression and Coastal
Cordillera. The maximum Q is observed during the austral winter (June–July). Due to snowmelt, a second
discharge peak (August–December) occurs in the higher elevations (Figures 4d–4f ), which attenuates
downstream. However, the discharge from the Biobío River is dominated by rain rather than by snowmelt,
as seen in other rivers located south of 35◦ S [Cortés et al., 2011].
The Biobío River basin is part of the Valdivian Rainforest Ecoregion (35–43.5◦ S). It has been affected by
intense replacement of native forest with pasturelands, shrublands, and agriculture land since the Spanish
colonization (XVI century) and forest plantations of fast-growing exotic species since 1974 [Armesto et al.,
2010; Lara et al., 2012]. In recent years, tree plantations have rapidly expanded and replaced native forest
habitats and agriculture areas [Echeverría et al., 2006; Aguayo et al., 2009] (Table 1). This expansion has been
particularly intense in the Coastal Cordillera. The species involved and the forest management practices
affect the hydrological regime of the catchments and the magnitude of soil erosion, due to their impact
on evapotranspiration, soil hydraulic properties, and suspended sediment export [e.g., Huber and Iroumé,
2001; Huber et al., 2010; Mohr et al., 2013]. Historically, land use in this region includes practices that increase
erosion by overland flow, such as the cultivation of sloping land and clear cutting [e.g., Oyarzún and Peña,
1995; Iroumé et al., 2006].
Table 1. Land Use From Landsat Image Classification [Aguayo et al., 2009]a
The headwaters of the Biobío River and its tributaries are affected by the construction of hydroelectricity
facilities and agricultural irrigation. Hydroelectric development includes mega dams as well as
run-of-the-river facilities (Figure 2b). Some of these run-of-the-river facilities operate without water
pondage, while others have small dams at their upstream intakes. Available information concerning
reservoirs volumes is summarized in Table 2.
The most affected headwaters are those of the Laja and Biobío Rivers: on the Laja River (Puente Perales
drainage area), four hydroelectric plants were constructed between 1948 and 2007. They operate using
four small dams and the Laja Lake as a reservoir. Before hydroelectric development, the outflux of this
natural lake was by subsurface flow only. Therefore, Laja Lake only has an artificial surface connection with
the Laja River. Between 1972 and 1999, an average drop of 27 m in the level of Laja Lake was reported
and attributed to hydroelectric activity [Mardones and Vargas, 2005]. On the Biobío River, two mega dams
Table 2. Hydroelectric Plants and Their Reservoirs in the Biobío River Catchment
Retention
Plant Start-Up Reservoir Reservoir Volume (106 m3 ) Efficiency Location
Name Year Description Name Initiala 2004 Yeara (%)a Latitude Longitude Source
Abanico 1962 Run of the river Abanico ND ND ND −37.362 −71.497 Observed in satellite
with pondage images
El Toro 1973 Conventional with Laja Lake 7500 ND ND −37.374 −71.369 Mardones and Vargas [2005]
natural reservoir El Toro ND ND ND −37.291 −71.489 Observed in satellite
and pondage images
Pangue 1996 Conventional with Pangue 175 ND ND −37.924 −71.593 http://www.endesa.cl/
mega dam
Rucue 1998 Run of the river Rucue N ND ND ND −37.315 −71.689 Observed in satellite
1998 with pondage Rucue S ND ND ND −37.374 −71.740 images
Mampil and 2000 Run of the river Las Juntas 0.51 0.43 55 −37.571 −71.487 Abdala [2004]
Peuchen with pondage Rucacura 0.32 0.27 30 −37.514 −71.732 Abdala [2004]
El Trinte 0.05 0.01 ND −37.536 −71.707 Abdala [2004]
Ralco 2004 Conventional with Ralco 1222 ND ND −38.117 −71.435 http://www.endesa.cl/
mega dam
Quilleco 2007 Run of the river - - - - −37.336 −71.956 http://www.colbun.cl/
without pondage
a ND: No data available.
Table 3. Location of the Gauging Stations, Measurement Periods, and Dams Constructed Upstream
were built between the Rucalhue and Llanquén stations. The Pangue mega dam was constructed in 1996,
producing a substantial drop in the Rucalhue hydrograph (Figure 1.2.12 in the supporting information 1.2).
The Ralco mega-dam was constructed in 2004 upstream from the Pangue mega-dam. These mega-dams
have two impacts on the flow regime: (1) an alteration and flattening of the annual flow regime as a
consequence of storage management and (2) a shift in the flow variability from a monthly to a daily level.
The latter occurs because both dams are used for hydropeaking, and thus, they produce strong daily
fluctuations [Goodwin et al., 2006; García et al., 2011].
Agricultural irrigation is carried out via water intake and an irrigation channel network. This results in an
anthropic diversion of the river flow. It is estimated that ∼22% of the Laja River discharge is bypassed to the
lower catchment for irrigation purposes [Mardones and Vargas, 2005]. During the dry season, ∼160 m3 /s is
extracted from the Biobío River and its tributaries for irrigation purposes [García et al., 2011]. This represents
∼24% of the average spring/summer discharge at the Desembocadura station.
[Tustison et al., 2001]. Because of the sparse numbers of rainfall stations, we did not use a catchment-scale
precipitation approach. Rather, we chose representative stations located at different elevations within each
drainage basin. The monthly temperatures shown in Figures 3–5 and in the supporting information were
measured at the DGA meteorological stations indicated in Figure 2b and at the Abanico hydroelectric plant.
Table 4. Coefficients Used to Calculate the Base Flow, the Mean Suspended Sediment Discharge (Qs ), and the Morphometry of the Studied Catchments (the
Sediment Supply Areas Only)a
BFImax value is high, a higher volume of rainfall-derived water is transferred to the aquifer and a smaller
proportion is converted into Qd .
We carried out the hydrograph analysis using continuous daily Q measurements. Measurements from
the postdam periods were excluded because the artificial variability of the hydrograph did not provide a
satisfactory fit for the base flow curves. As a result, we obtained Qd and Qb values for the Rucalhue and
Desembocadura stations until 1995, but did not obtain Qd and Qb values for the Puente Perales station,
where the dams had been built before measurements began. The Tijeral measurements were valid until
Table 5. Rating Exponents (Numbers in Italic) and 1𝜎 Confidence Intervals for Power Law Fits Between the Daily
Values of Three Components of Water Discharge Versus Suspended Sediment Discharge (See Notations)a
Q Qd dry Qb
Station Name b bmin bmax b bmin bmax b bmin bmax
Bayesian Inversion (L1 Norm)
Llanquen 1.48 1.44 1.52 0.78 0.74 0.81 1.59 1.46 1.72
Rucalhue 1.52 1.47 1.57 0.86 0.82 0.89 1.77 1.62 1.93
Tijeral 1.18 1.16 1.20 0.92 0.90 0.93 1.04 1.00 1.08
Puente Perales 1.10/2.51 1.05/2.42 1.15/2.60
Desembocadura 1.62 1.57 1.66 0.82 0.78 0.85 1.61 1.45 1.78
Optimization Least Squares (L2 Norm)
Llanquen 1.51 1.46 1.55 0.69 0.66 0.72 1.57 1.44 1.71
Rucalhue 1.59 1.53 1.65 0.77 0.73 0.80 1.83 1.65 2.01
Tijeral 1.20 1.18 1.22 0.81 0.79 0.83 1.04 0.99 1.09
Puente Perales 1.04/2.62 0.99/2.52 1.10/2.72
Desembocadura 1.67 1.61 1.73 0.72 0.69 0.76 1.54 1.34 1.73
Optimization Least Absolute Valuesb (L1 Norm)
Llanquen 1.48 0.78 1.59
Rucalhue 1.52 0.86 1.77
Tijeral 1.18 0.92 1.05
Puente Perales 1.10/2.51
Desembocadura 1.62 0.82 1.61
a Different approach to fit the data are explained in Figure S4a.
b Iteratively reweighted least squares (IRLS) algorithm.
Table 6. Rating Coefficients (Numbers in Italic) and 1𝜎 Confidence Interval for a Power Law Fit Between the Daily Values
of Three Components of Water Discharge Versus Suspended Sediment Discharge (See Notations)a
Station Q Qd dry Qb
Name a amin amax a amin amax a amin amax
Bayesian Inversion (L1 Norm)
Llanquen 0.08 0.07 0.10 12.56 11.39 13.74 0.05 0.02 0.08
Rucalhue 0.05 0.03 0.06 15.75 13.52 17.98 0.01 0.003 0.02
Tijeral 0.63 0.59 0.66 5.73 5.50 5.97 0.96 0.84 1.07
Puente Perales 0.3/0.0003 0.24/0.0002 1.15/0.0004
Desemb. 0.02 0.01 0.02 22.73 19.36 26.11 0.03 0.004 0.04
Optimization Least Squares (L2 Norm)
Llanquen 0.08 0.07 0.10 18.26 17.02 19.60 0.06 0.03 0.11
Rucalhue 0.03 0.02 0.04 21.44 18.95 24.26 0.01 0.00 0.02
Tijeral 0.61 0.56 0.65 7.54 7.24 7.85 0.96 0.83 1.10
Puente Perales 0.39/0.0002 0.31/0.0001 0.49/0.0003
Desemb. 0.01 0.01 0.02 37.79 32.79 43.55 0.03 0.01 0.11
Optimization Least Absolute Valuesb (L1 Norm)
Llanquen 0.08 12.61 0.05
Rucalhue 0.04 15.16 0.01
Tijeral 0.63 5.72 0.95
Puente Perales 0.30/0.0003
Desemb. 0.02 22.73 0.01
a Different approach to fit the data are explained in Figure S4a.
b Iteratively reweighted least squares (IRLS) algorithm.
2009. From the Qd and Qb time series, we also calculated dry Qb as the base flow for days when Qd = 0, i.e., the
periods when overland flow does not occur.
4. Results
4.1. Annual Cycle of Water Discharge and Suspended Sediment Discharge
Figures 4 and 5 show the annual hydrograph, annual cycle of suspended sediment discharge, and monthly
mean precipitation distribution for each station. The day-to-day Q and Qs averages were calculated for
the entire database or for the predam and postdam periods when applicable (see section 3). The stations
were classified by the position of their sediment supply areas between the High Andes, Principal Cordillera,
Piedmont, and River Mouth.
All of the stations had a Qs maximum in the months with the highest rainfall but had large differences in
terms of their magnitude and seasonal cycles. In the High Andes (Llanquén station, Figure 4f ), the first
major pulse of Qs occurred in late autumn. In April, only 2.2% of the annual Qs occurred, whereas 44.7%
of the annual Qs occurred from May to June. Q also increased significantly starting in May. During winter,
the total Q continued, increasing while the mean monthly precipitation decreased. Of the annual Qs , 21%
occurred from July to September. The spring flood pulse, which extended through most of the summer
period (the annual recession started in January) produced a significant increase in Qs for approximately
1 month, between October and November. During these months, 27% of the annual Qs occurred. The
average Qs for this station (Qs ) was 571 ton/d (Table 4).
When considering the entire Principal Cordillera (Rucalhue station before the dams were built, Figure 4d),
the first period of high Qs extended throughout autumn, growing in conjunction with Q. Between April
and June, 52% of the Qs occurred. During winter, Qs decreased rapidly, maintaining moderate values even
when Q remained high: 14.4% of the annual Qs occurred in July, 6.4% in August, and 4.7% in September.
As in the High Andes, there was a spring Qs rise lasting approximately 1 month (November–December),
representing 13.6% of the annual Qs . Qs for the period before the dam was built (1985–1995) was
1288 ton/d, more than twice that for the high mountains (Llanquén station), but their values normalized by
area (Qs *) were similar (Table 4).
After the construction of the Pangue dam, the sediment source area for the Rucalhue station was restricted
to the steeper part of the drainage area (Table 3 and Figures 2b, 2c, and 4e). Fewer Qs events occurred after
Figure 6. Mountain catchments sediment dynamics: bilogarithmic correlation diagrams for three water discharge components (Q, Qd , and dry Qb ) versus
suspended sediment discharge (Qs , Qsd , and dry Qs ) for the stations that monitor only the mountain drainage (see notations). The color scale is in an annual
sequence. White circles represent the monthly mean values (the numbers are the months), and error bars represent the 5th and 95th percentiles of the monthly
distribution. The dashed black line is the regression of the daily values using the Bayesian inversion solutions illustrated in Figure S4b. Hysteresis is observed in
the (a) Q versus (d) Qs diagrams. No hysteresis is observed in either the (b) Qd versus (e) Qsd diagram or in the (c) dry Qb versus (f ) dry Qs diagram. The insets in
Figures 6a and 6d enlarge a superimposed hysteresis loop during the snowmelt months (austral spring).
the dams were built than before, but these events were of higher magnitude. The postdam Qs (1996–2006)
reached 1733 ton/d, ∼34% more than in the period before the dams were built (Table 4). The first local
maximum occurred during the first floods in autumn (April). Between April and June, 47.8% of the annual
Qs was concentrated. During winter (July to September), 41.7% of the annual Qs occurred. No spring peak
was observed.
The Puente Perales station (Figures 4b and 4c) monitors drainage from both the mountain and piedmont
regions. The Qs was almost the same before and after the construction of the small Rucúe Norte and Rucúe
Sur dams (504 compared to 496 ton/d). Also, the annual patterns of the Q and Qs curves were similar in both
periods. The annual hydrograph increased simultaneously with rainfall during autumn and remained high
during winter. The recession beginning in spring showed no significant impact from snowmelt. The first
large Qs event occurred at the end of autumn (May–June); most of the high Qs values were coupled with
high Q values. In these months, 74% and 81% of the annual Qs occurred during the predam and postdam
period, respectively. At the end of winter (August–September), Qs represented only 16.7% and 11.4% of the
annual Qs during the predam and postdam periods, despite high Q values.
In the piedmont (Tijeral station, Figure 4a), Qs was strongly coupled to Q. Qs peaked during the first floods
of the hydrological year (May–June), when 50% of the annual Qs was concentrated. Q remained high during
winter as the rainfall decreased. Between July and September, 39.6% of the annual Qs occurred. The
average Qs at this station was 121 ton/d. In 1999, the first floods of the year were linked with extremely
high Qs values (∼800% of the maximum value, excluding the year 1999). As these values were three orders
of magnitude higher than the long-term tendency (Figure S3b), we suspected sampling errors, and these
records were excluded from the analysis and are not shown in Figure 4a.
Figure 8. Piedmont sediment dynamics: Bilogarithmic correlation diagrams for three water discharge components (Q, Qd , and dry Qb ) versus suspended sediment
discharge (Qs , Qsd , and dry Qs ) for the station that mostly monitors the piedmont (a–c) Tijeral station and the entire Biobío River basin (d–f ) Desembocadura
station (see notations). The color scale is in an annual sequence. White circles represent the monthly mean values (the numbers are the months) and the error bars
represent the 5th and 95th percentiles of the monthly distribution. The dashed black line is the regression of the daily values using the Bayesian inversion
solutions illustrated in Figure S4b.
ranging between 1.4 and 1.6. At the Puente Perales station, the daily Q versus Qs correlation diagram shows
a similar dispersion. However, two different trends can be observed for the values below and above a Q
threshold of ∼110 m3 /s (Figure 7). Below this threshold, the trend is a power law with exponent 1.1 to 1.2,
while above this value, the exponent is between 2.4 and 2.6.
Diagrams of the correlation between Qd and the sediment discharge with Qd > 0, Qsd (Figures 6b and 6e) do
not show any hysteresis. The regression exponents for the Llanquén and Rucalhue stations range between
0.7 and 0.9. Correlation diagrams for those days without Qd (Figures 6c and 6f, see notations) show that
sediment mobilization during low flow conditions does not indicate a hysteresis effect. The fit exponents are
between 1.5 and 1.9 for the Llanquén and Rucalhue stations.
4.2.2. Correlation Diagram at the Piedmont and River Mouth
Figure 8 shows the relationship between the water discharge components together with the suspended
sediment discharge for Tijeral station monitoring the piedmont drainage and Desembocadura station which
monitors the entire mountain and piedmont catchment of the Biobío River.
At the Tijeral station (Figure 8a), the Q versus Qs plot does not show a hysteresis effect, unlike the mountain
catchments. Qs is related to Q by a power law with an exponent of ∼1.2. Thus, Qs increases slightly faster
than Q, maintaining the same behavior on the rising and falling limb of the annual hydrograph. The adjusted
BFImax used to separate Qb and Qd for the Tijeral station is the lowest of all the analyzed catchments (0.7,
Table 3) and the Qd versus Qsd plot (Figure 8b) does not exhibit any hysteresis. The corresponding power
law fit has an exponent ∼0.9. For the dry periods, Figure 8c illustrates that Qs is directly proportional to dry Qb
(exponent between 1 and 1.1).
At the Desembocadura station, as at the Tijeral station, the Q versus Qs plot does not show a hysteresis
effect, and it can be fit with a power law with an exponent of 1.6 to 1.7. The Qb separation, using a BFImax of
0.9, results in the Qd −Qsd diagram shown in Figure 8e. The exponent of the power law regression is between
5. Discussion
5.1. Sediment Mobilization
at the Mountain
Our results show that the variations
in Qs from the mountain catchments
are strongly controlled by the annual
hydrological discharge cycle. We
summarize these processes and
controls in Figure 11. The annual cycle
produces a pronounced clockwise
hysteresis between Qs and Q,
evidence that discharge is not
the sole controlling parameter for
sediment mobilization. When Qb is
extracted from Q, the hysteresis is
significantly reduced, revealing an
almost linear scaling between Qsd
and Qd (b ∼ 0.8 to 0.9) in all the
topographic settings.
Figure 10. Log-binned probability density function of Qs normalized by
During the first months of autumn
mean for all studied catchments. According to this distribution, ∼70%
of transported mass (totalQs ) is concentrated in the gray segment, i.e., (April–May), at the beginning of the
between 0.02 and 2 times the mean value (Qs ). Maximum likelihood fit for annual hydrological cycle (the rising
power law tail (𝛼 = 2.14, xmin = 3.15, p = 0.24) is carried out applying the limb of the annual hydrograph),
method of Clauset et al. [2009]. The goodness-of-fit procedure generates Qs increases more rapidly than the
a p value to test the hypothesis of low distance between the empirical
total Q (Figures 6a, 6d, and 7). This
data and synthetic power law distributions. According to this definition, a
large p (close to 1) means a low difference between the empirical and the behavior might be explained by the
modeled the fit, while if p is low, the model is not a plausible fit to the data temporary storage of material during
and is ruled out if p ≤ 0.1 [Clauset et al., 2009]. the dry seasons in different segments
5. Discussion
5.1. Sediment Mobilization
at the Mountain
Our results show that the variations
in Qs from the mountain catchments
are strongly controlled by the annual
hydrological discharge cycle. We
summarize these processes and
controls in Figure 11. The annual cycle
produces a pronounced clockwise
hysteresis between Qs and Q,
evidence that discharge is not
the sole controlling parameter for
sediment mobilization. When Qb is
extracted from Q, the hysteresis is
significantly reduced, revealing an
almost linear scaling between Qsd
and Qd (b ∼ 0.8 to 0.9) in all the
topographic settings.
Figure 10. Log-binned probability density function of Qs normalized by
During the first months of autumn
mean for all studied catchments. According to this distribution, ∼70%
of transported mass (totalQs ) is concentrated in the gray segment, i.e., (April–May), at the beginning of the
between 0.02 and 2 times the mean value (Qs ). Maximum likelihood fit for annual hydrological cycle (the rising
power law tail (𝛼 = 2.14, xmin = 3.15, p = 0.24) is carried out applying the limb of the annual hydrograph),
method of Clauset et al. [2009]. The goodness-of-fit procedure generates Qs increases more rapidly than the
a p value to test the hypothesis of low distance between the empirical
total Q (Figures 6a, 6d, and 7). This
data and synthetic power law distributions. According to this definition, a
large p (close to 1) means a low difference between the empirical and the behavior might be explained by the
modeled the fit, while if p is low, the model is not a plausible fit to the data temporary storage of material during
and is ruled out if p ≤ 0.1 [Clauset et al., 2009]. the dry seasons in different segments
Figure 11. Schematic representation of the distribution of the suspended sediment discharge in the Biobío River basin
and the relationship between Q, Qd , and Qs in the mountain and piedmont. The length of the arrows represents the
average Qs in the period before (green) and after (blue) the construction of the dams (1996/1998). The Q versus Qs
diagram presents a clockwise hysteresis in the mountain catchments showing intra-annual cycles for water and/or
sediment mobilization from the hillslopes. The Qd versus Qsd diagram does not present hysteresis and can be expressed
as a power law with an exponent close to 1, suggesting that there is a common process governing sediment discharge.
of the catchment. After a first peak in sediment discharge, most of annual Qs is observed as rainfall increases
in the remaining weeks of autumn, between May and June (Figure 4). As rainfall gradually decreases in
winter (June to September), Qs diminishes rapidly relative to Q, but in proportion to Qd . During this season,
Qb constitutes most of the total Q. This portion of Q is transferred from the subsurface and does not
mobilize the sediments from the hillslopes. Thus, the purging of the stored groundwater in this way explains
why Qs decreases more rapidly than the total Q in the falling limb of the annual hydrograph, before the
spring snowmelt.
Snowmelt together with spring rainfall produce the second rising limb of the annual hydrograph from
August onward. Qs rises briefly for about a month. Qs during the spring peak constitutes 27% and 13.6% of
the annual Qs at the Llanquén and Rucalhue stations, respectively (Figures 4f and 4d). These proportions
suggest that snowmelt drives a significant portion of the sediment discharge from the headwaters. The
impact of snowmelt on sediment discharge decreases downstream, as the proportional contribution of the
area above the freezing elevation lessens. It is possible that a large fraction of the snowmelt is converted
into surface runoff: frost in the surficial porous topsoil layer may reduce its capacity for snowmelt water to
infiltrate, thereby increasing surface runoff [Dunne and Black, 1971]. If this is the case, then a combination
of snowmelt and small rainfall events in the spring may mobilize sediments that are transported over short
distances and then temporarily stored during the dry season. Sediments that do not reach the principal
channel during the snowmelt season (August–December) may account for some fraction of the sediment
load mobilized at the beginning of the next wet season (April) after connectivity is established with the first
runoff episodes, explaining the first Qs peaks of autumn.
This discontinuous sediment mobilization process between the snowmelt period and the beginning of
autumn can explain part of the hysteresis pattern. However, because a high proportion of the annual Qs is
mobilized in the wet season and after one month of rain (May), we conclude than the principal control of
the hysteresis is the nonuniform contribution of groundwater to Q [Andermann et al., 2012a].
Overlooking hysteresis in the Q − Qs diagram, the exponents b of the power law fitted to the Q − Qs are
between 1.4 and 1.6 for two mountain catchments. The value of the exponent b derived from long-term
databases usually ranges between 1.3 and 3 [e.g., Asselman, 2000; Syvitski et al., 2000; Morehead et al., 2003;
Yang et al., 2007]; therefore, the results from the Biobío subcatchments are near the lower bound. The
exponent b ∼ 1.4–1.6 means that the suspended concentration (Cs ) increases slightly with the quantity
of water available for transport (Cs ∝ Q∼ 0.4–0.6). Hence, this trend may be indicative of a weak increase
in sediment discharge with a rising water level [Asselman, 2000]. This exponent is partly controlled by
processes acting on the river bed. Indeed, when there is no mass transfer from the hillslopes (days without
Qd , Figures 6c and 6f ), the relationship between Qb and dry Qs follows a power law with a higher exponent
of ∼ 1.7–2.8 and no hysteresis. However, the concentrations are much smaller overall and represent a
relatively small part of the whole data set. Thus, the explanation for the low b value in the Q − Qs fits must
also be related to hillslope processes and to the combination of processes that produces the hysteresis.
high values observed in 1999 are due to strong changes in vegetation (for example, clear cutting). However,
a detailed evaluation of the land use changes over the peak period is necessary to test this hypothesis.
5.3. Sediment Mobilization Along the Biobío River Catchment
A first-order result of our analysis is the absence of hysteresis in the Qd − Qsd relationship and a similar b
exponent of ∼0.8–0.9 in the power law fit between these parameters for all of the stations. By assuming that
Qd is primarily surface runoff, and given that the Biobío regime is mostly controlled by rainfall, the analysis
of Qd leads us to simplify the Cs − Q analysis to a simple model based only on a discharge fraction that is
valid for the entire Biobío catchment (both mountain and piedmont). This is a surprising result given the
contrasting lithologies and relief of both areas. It would be expected that in the mountains, large-scale mass
wasting would cause Qsd to behave differently and increase more than linearly with Qd . Without separating
Qd from the base flow, the b ∼ 1.4–1.6 between Qs and Q in the mountain would be erroneously interpreted
as reflecting these additional sediment sources.
The probability density distribution of Qs (Figure 10) shows that most of the total suspended mass is
mobilized during low- to medium-sized events (0.02 to 2 times the mean value for each station, Qs ) and
that characteristic is consistent across all stations. The steep slope observed for large events means that
their recurrence interval is long, and they do not control the statistical average. Therefore, this supports the
findings of Wolman and Miller [1960] and Andermann et al. [2012a] who suggested that most of the erosional
work is done by moderate events. However, at much smaller spatial scales, Mohr et al. [2014] found that in
unlogged forest plantations, Qs is dominated by extreme-rare runoff events. In contrast, after clear cutting
the frequency-magnitude distribution of Qs shifts toward a control of more moderate runoff events.
The low b ∼1 value and the consistent Qsd ∝ Qd relationship in both the mountain and piedmont settings
suggest that sediment transport along the entire catchment is characterized by a more or less constant
suspended sediment concentration. Although the scatter in the Qd − Qsd diagrams is high and there are
large variations in the Cs observations, all catchments show the same main trend. Similar results using
different algorithms for fits (Table 5) and the absence of hysteresis strengthen the idea that sediment
dynamics can be characterized by a constant Cs . Additionally, the similarity of the magnitude-frequency
distributions for sediment discharge in both the mountain and piedmont suggests that a unique
catchment-scale erosion process governs sediment exportation. This process may be overland flow. Indeed,
the wet climate and presence of vegetation favor the formation of soil in both the mountain and piedmont,
so that overland flow almost linearly transports sediment over the whole distribution of rainfall events.
Overland flow is controlled by the surface connectivity associated with vegetation [Mohr et al., 2013].
Forestry plantations have increased in both the mountains and piedmont over the last several decades,
although the land use conversion has been more intense in the piedmont (Table 1) [Aguayo et al., 2009]. An
increase in surface connectivity by forestry roads and clear cutting may increase the role of overland flow in
sediment transport [Mohr et al., 2013], resulting in the observed similarities in Qd − Qsd scaling and in the
frequency-magnitude distribution in the piedmont and in the mountains.
In the mountains, it is possible that landslides play a minor role in delivering sediment to the river network
because vegetation prevents mass wasting-derived sediments from reaching the rivers [e.g., DiBiase and
Lamb, 2013] and can act as a slope stabilizer [e.g., Vanacker et al., 2007; Wu, 2013; Jeffery et al., 2014],
although this depends on root architecture [e.g., Reubens et al., 2007] and hillslope gradient [Vorpahl et al.,
2013]. During a rainfall event, the proportion of exported sediment coming from such different sources as
the detached material from previous or contemporary landslides, gullies, or weathered soil varies with the
magnitude of Qs [Smith et al., 2013]. Nevertheless, in our case the total amount of Qs , regardless of source
or topographic setting, are on scales in proportion to Qd . Therefore, we interpret that this scaling is mainly
controlled by overland flow rather than by the contemporaneous production of landslides.
The only significant difference between the mountain and piedmont is the lower specific sediment gained
in the piedmont, reflected by the lower Qs from the Tijeral catchment compared to the other catchments
of similar size draining the steep Andes. The difference of specific sediment discharge (Qs *) between the
highland and the lowland stations is best illustrated in Figure 9, where Qs * plotted against the catchment
area produces a 5 times lower Qs * for similar drainage areas at Tijeral than at the mountain stations. This is
explained by the lower yield from the hillslopes due to lower relief energies in the Tijeral catchment and/or
to the major sediment storage capacity along cut and fill terraces buffering the hillslope contribution of
sediment toward the river.
6. Conclusions
We have demonstrated significant differences between the sediment mobilization dynamics in mountain
and piedmont regions of the Biobío River basin in Chile. In the mountains, the suspended sediment
discharge Qs cannot be parameterized as a function of Q due to seasonal hysteresis. However, Qs follows
a power law trend with a slope ∼ 0.8–0.9 with respect to Qd , that is, to the fraction of water that has a
short residence time in the catchment. In the piedmont, Qs does not show hysteresis with respect to Q
and can be parameterized as a function of both Q and Qd through a power law with exponents 1.2 and
∼0.9, respectively.
The presence or absence of hysteresis seems to be controlled by the difference in the routing of
rainfall-derived water. When a significant portion of this water is routed through the subsurface, the
relationship between Q and Qs shows hysteresis. Opposed to that, if rainfall water is quickly routed over
and near the surface, the suspended sediment discharge and the water discharge do not exhibit hysteresis
(Figure 11). The scaling between Qs and Q varies between the mountains and the piedmont; however, when
Qb is separated from Qd , the same scaling between Qsd and Qd is observed in both terrains, which means
that the suspended sediment concentration is constant with respect to Qd . This also suggests that the
separation of Qb from Qd is necessary for interpreting this scaling relationship in terms of erosion-transport
processes for steep and low-slope catchments. Moreover, this separation can be used to simplify the
sediment discharge dynamics as a function of quick-response rainfall-derived water, which in most cases
must be related to surface runoff. Therefore, surface runoff is likely to be the principal process that mobilizes
sediment from the hillslopes [Andermann et al., 2012a; Mohr et al., 2014].
The average Qs during the 10 years before the construction of the Pangue mega dam was lower than that
in the 10 years following its construction. This could be a consequence of increased discharge variability
imposed by the management of the dams, leading to overall higher transport capacities and/or temporal
variations in the other factors, mainly land use, that determine erosion.
Notation
𝛼 Exponential recession constant for water discharge
BFImax Long-term ratio between the base flow and total discharge
Q Total water discharge (m3 /s)
Qd Direct water discharge (m3 /s)
Qb Baseflow (m3 /s)
dry Qb Baseflow when Qd = 0 (m3 /s)
Qs Suspended sediment discharge (ton/d)
Qsd Suspended sediment discharge when Qd > 0 (ton/d)
dry Qs Suspended sediment discharge when Qd = 0 (ton/d)
Qs Mean suspended sediment discharge at each station (ton/d)
Qs * Qs normalized by the area downstream mega dams and lakes (ton/d/km2 )
Cs Suspended sediment concentration (mg/L)
totalQs Total Qs calculated as the area under the probability density function
Qsout Mean suspended sediment discharge at the river mouth (ton/d)
Acknowledgments Qsin Mean suspended sediment discharge at a subcatchment (ton/d)
This study has been supported by
the Institute de Recherche pour
S Groundwater storage per unit area (mm)
le Dèveloppement (IRD) and the
Comisión Nacional de Ciencia y References
Tecnología (CONICYT AT-24124632 and
PhD grants). It is also a contribution Aalto, R., T. Dunne, and J. Guyot (2006), Geomorphic controls on Andean denudation rates, J. Geol., 114(1), 85–99, doi:10.1086/498101.
to the LMI Copedim. The authors Abdala, J. (2004), Estudio del problema de sedimentación en el contraembalse Rucacura, Master’s thesis, Faculty of Engineering,
would like to thank A. Crave, S. Bonnet, Universidad de Concepcion, Concepción, Chile.
and the Geosciences Environnement Aguayo, M., A. Pauchard, G. Azócar, and O. Parra (2009), Cambio del uso del suelo en el centro sur de Chile a fines del siglo xx:
Toulouse (GET, Université de Toulouse, Entendiendo la dinámica espacial y temporal del paisaje, Rev. Chil. Hist. Nat., 82, 361–374, doi:10.4067/S0716-078X2009000300004.
CNRS, IRD, France) for feedback and Ahnert, F. (1970), Functional relationships between denudation, relief, and uplift in large, mid-latitude drainage basins, Am. J. Sci., 268(3),
scientific collaboration during a visit 243–263, doi:10.2475/ajs.268.3.243.
and to D. Caamaño (UCSC, Chile), Andermann, C., A. Crave, R. Gloaguen, P. Davy, and S. Bonnet (2012a), Connecting source and transport: Suspended sediments in the
M. Aguayo, A. Andreoli, and C. Maier Nepal Himalayas, Earth Planet. Sci. Lett., 351–352, 158–170, doi:10.1016/j.epsl.2012.06.059.
(UdeC, Chile) for their feedback and Andermann, C., L. Longuevergne, S. Bonnet, A. Crave, P. Davy, and R. Gloaguen (2012b), Impact of transient groundwater storage on the
cooperation. We are grateful for discharge of Himalayan rivers, Nat. Geosci., 5(2), 127–132, doi:10.1038/NGEO1356.
the reviews of A. Densmore and Armesto, J., D. Manuschevich, A. Mora, C. Smith-Ramírez, R. Rozzi, A. Abarzúa, and P. Marquet (2010), From the Holocene to the
N. Gasparini and the comments Anthropocene: A historical framework for land cover change in southwestern South America in the past 15,000 years, Land Use Policy,
of the anonymous reviewers who 27(2), 148–160, doi:10.1016/j.landusepol.2009.07.006.
substantially improved this Armijos, E., A. Crave, P. Vauchel, P. Fraizy, W. Santini, J. S. Moquet, N. Arévalo, J. Carranza, and J. L. Guyot (2013), Suspended sediment
manuscript. We are also grateful for dynamics in the Amazon river of Perú, J. South Amer. Earth Sci., 44, 75–84, doi:10.1016/j.jsames.2012.09.002.
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(GFZ, Germany). The entire database doi:10.1016/S0022-1694(00)00253-5.
has been compiled with support from Benda, L., and T. Dunne (1997), Stochastic forcing of sediment routing and storage in channel networks, Water Resour. Res., 33(12),
the Chilean Government. We thank 2865–2880, doi:10.1029/97WR02387.
A. Aguilar (DGA, Chile) for detailed Blume, T., E. Zehe, and A. Bronstert (2007), Rainfall-runoff response, event-based runoff coefficients and hydrograph separation, Hydrol.
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3.1. Introducción
Descifrar el efecto neto de los grandes terremotos (Mw >8) sobre la dinámica del relieve es
un desafío mayor para la geomorfología, ya que la sismicidad tiene tanto efectos constructivos
incluye tanto alzamiento como subsidencia de la supercie (e.g., Farías et al., 2010). Por otra
reducir el relieve (Malamud et al., 2004b; Meunier et al., 2007). Además, perturba la movili-
zación de agua en subsupercie, modicando el caudal de los ríos (e.g., Montgomery y Manga,
2003; Mohr et al., 2012, 2015) y desencadenando subsidencia volcánica (e.g., Pritchard et al.,
2013).
En la última década, diversos estudios tratan el impacto del movimiento sísmico sobre
la erosión de orógenos activos (e.g., Malamud et al., 2004b; Meunier et al., 2007, 2008;
68
Antinao y Gosse, 2009; Hovius et al., 2011). Debido a que el fuerte movimiento del suelo
los sismos, el área total que puede ser afectada por deslizamientos co-sísmicos (Keefer, 1994;
zonas epicentrales (Malamud et al., 2004b). Además, la erosión de las laderas desencadenada
por un sismo puede modicar los procesos de erosión uvial y transporte en las cuencas por
períodos de varios años(e.g., Dadson et al., 2004; Hovius et al., 2011), incluso cientos (Korup,
2005). Esta modicación puede ser un alza en los sedimentos transportados (Hovius et al.,
2011; Dadson et al., 2004) si las remociones en masa tienen conectividad con la red uvial,
pero también puede ocurrir una disminución si se produce la oclusión de un río (Korup, 2005).
Dado que el sistema uvial actúa como un integrador de los procesos de erosión sobre la
cuenca, las tasas de sedimentos exportados pueden ser usadas para constreñir la erosión neta
producida por un evento sísmico en particular, si es que este la tiene. Por ejemplo, tras el
(área drenada de 2800 km2 ) superó en más de cinco veces la tasa pre-sísmica, retornando a
su valor histórico tras seis años, lo cual resultó en una reducción del 35 % del alzamiento local
gatillado por el sismo (Fig. 6, Hovius et al., 2011). Luego, esta señal integrada puede revelar
elementos que son clave para comprender mejor la dinámica de alzamiento y denudación
A pesar del impacto que se podría esperar de un mega terremoto sobre los procesos
nitud. Factores cómo la amplicación topográca de las ondas sísmicas (e.g., Sepúlveda et
al., 2005b,a, 2010; Meunier et al., 2008), el tipo (e.g., Gorum et al., 2014) y la profundidad
de la falla (e.g., Antinao y Gosse, 2009) pueden ser determinantes en la eciencia erosiva de
un terremoto. Algunos factores que pueden frenar la respuesta erosiva de laderas inestables
son la presencia de cobertura glaciar (e.g., Gorum et al., 2014) o una limitada disponibilidad
de agua. De esta forma, aunque la sismicidad supercial ha sido propuesta cómo el principal
factor que desencadena grandes desprendimientos de roca en los Andes Centrales Australes
(e.g., Sepúlveda et al., 2008, 2010; Antinao y Gosse, 2009), se considera que la sismicidad
interplaca de gran magnitud produce principalmente pequeñas caídas de roca y debris slides
(Antinao y Gosse, 2009). Sin embargo, si se desencadenan numerosas remociones en masa
pequeñas, su efecto conjunto sobre la erosión puede ser de gran envergadura y al mismo
tiempo más difícil de detectar mediante catastros sobre grandes zonas de ruptura.
69
magnitud (Mw 8,8), cuya área de ruptura se extiende por ∼500 km (Fig. 3.1A). Hasta la
fecha sólo existen catastros parciales de remociones en masa desencadenadas por su ocurrencia
86 88 90 92 94 96 98 00 02 04 06 08 10 12 14 Q [m3/s]
0 100 200 Km
(
A B
(
4.5 486 10000
"
)
Valparaiso
4 3.0 1000
Cs [mg/l]
(
324
a
3
")"
)"
)
" )"
) 1.5 100
Santiago
"
) 10
( 8"
"
))))76 "
"" ) 162
) )"
0.0
" "
) 1
-34° "
) −1.5 0
(
9
86 88 90 92 94 96 98 00 02 04 06 08 10 12 14 Q [m3/s]
10
4 1012
"
) ") 12 10 100 1000
"
) 3 12 Teno_D.J.R.Claro
"
) 759
(
14 10000
13 1000
2
"
)
Cs [mg/l]
-36° 506 100
a
(
Concepcion ^") 20
1916 15
1
0 253
10
1
(
24 18
0.1
23 17
−1 0 0.01
(
-38°
"
)22 86 88 90 92 94 96 98 00 02 04 06 08 10 12 14 Q [m3/s]
27
26 28 18 13 Sauzal
29 255 1000
(
30
32 12 100
Cs [mg/l]
31
170
a
33 10
-74° -72° -70° 6
(
"
) 85 1
0 0.1
−6 0 0.01
Maule Eartquake 86 88 90 92 94 96 98 00 02 04 06 08 10 12 14 Q [m3/s]
Cs [mg/l]
0.03-0.10 900 100
a
slip 2
0.11-0.12 10
0.13-0.14 0 450
1
0.15-0.16 >10 m slip −2 0
0.17-0.20
0.21-0.50 86 88 90 92 94 96 98 00 02 04 06 08 10 12 14 Q [m3/s]
Co-seismic
Cs [mg/l]
430
a
100
Monitoring stations 8.5 10
215 1
1 Gauge site 0.0 0.1
−8.5 0 0.01
Catchment area 86 88 90 92 94 96 98 00 02 04 06 08 10 12 14 Q [m3/s]
Water discharge [m3/s]
62.0 288 1 10 100
Catchments area
46.5 25 Lumaco
of stations at B plots 216 10000
31.0 1000
Cs [mg/l]
144
a
15.5 100
72 10
0.0
1
−15.5 0
Figura 3.1: Visión general del área de estudio y serie de tiempo de caudal. A. Epicentro (Vigny et al., 2011),
zona de ruptura (Moreno et al., 2012), aceleraciones máximas horizontales medidas (Boroschek et al., 2012)
y modeladas (USGS) para el terremoto del Maule, remociones en masa co-sísmicas (Escobar, 2013) y red de
estaciones hidrometeorológicas con datos post-sísmicos y sus áreas drenadas. B. Series de tiempo 1985-2014
de seis estaciones. Caudales diarios (gris oscuro), promedio (cuadrados) y mediana (triángulos) de cada año
hidrológico. Los círculos coloreados representan el coeciente a de la regresión potencial entre Q y Cs para
cada año hidrológico usando el mismo patrón de colores de la Fig. 3.5. La línea segmentada horizontal es el
70
(Escobar, 2013; Moya et al., en prensa, y las referencias ahí contenidas), pero los sucientes
para mostrar que las hubo. Por otra parte, incrementos post-sísmicos en el caudal, como
los descritos por Mohr et al. (2012) y otras posibles perturbaciones en la red de drenaje
los posibles cambios en la dinámica del ujo sedimentario en varios ríos chilenos tres años
3
Los datos de concentración de sedimentos suspendidos (Cs , mg/l) y caudal (Q, m /s)
analizados corresponden a las estaciones de la DGA cuyas áreas drenadas (35024000 km2 )
se ubican en torno a la zona de ruptura (Tabla 3.1, Fig. 3.1), a lo largo del alto gradiente
topográco y climático de Chile Centro-Sur (Fig. 3.2). Para cada cuenca asumimos una
toda la base de datos pre- y post-sísmica y sobre cada año hidrológico. Además, comparamos
remociones en masa desencadenadas por este terremoto que han sido reportados hasta ahora
(Escobar, 2013; Moya et al., en prensa). La baja respuesta erosiva puede relacionarse tanto
con las características del terremoto (ubicación y profundidad de la zona de ruptura) como
a una limitada disponibilidad de agua causada por bajas precipitaciones (2008-2014), cuya
La zona de ruptura del terremoto del Maule se sitúa en el anco oeste del orógeno andino,
una región de alto gradiente climático y topográco (Fig. 3.2). Las principales unidades
Depresión Central. En la Fig. 3.2 se muestran las áreas drenadas de las estaciones que han
sido monitoreadas antes y después del terremoto del Maule y las variaciones espaciales de la
pendiente (desde el DEM SRTM) y del porcentaje de cobertura vegetal verde (FCOVER),
71
o
El clima de Chile CentroSur (32 38 S) es del tipo mediterráneo, con una concentración
estivales secas, de muy bajas precipitaciones. La variabilidad del clima en la región está fuer-
temente modulada por la actividad interanual producida por el fenómeno del Niño (ENSO)
y la variación estacional del anticiclón del Pacíco (Aceituno, 1988). Además de estos for-
zantes, las condiciones climáticas están asociadas al paso de sistemas frontales provenientes
del Océano Pacíco, los cuales entregan humedad y producen precipitaciones desde la costa
hacia altas elevaciones de los Andes (Garreaud y Aceituno, 2007). En la Cordillera Principal,
durante la estación seca se producen eventos aislados de lluvias convectivas, que al norte de
o
los 36 S concentran menos del 10 % de las precipitaciones anuales (Viale y Garreaud, 2014)
seca. Lo mismo ocurre con la réplica del 2 de enero de 2011, mientras que los eventos del
11 de marzo de 2010 ocurrieron al nal de la estación seca. Además, a partir del año 2008
1
comenzó una sequía que se prolonga hasta la fecha , cuyo efecto sobre el peak de caudal anual
C D
−30
Degree 0 - 7.2 Qs mean Ratio Cs mean Ratio
A 7.3 - 16.4
B
0
16.5 - 27.2
0 - 3 2 2
27.3 - 38.4
2 2
−32
3 -8 1 1
−32
38.5 - 49.2
1 1
8 - 15 4 49.3 - 59.6 4
15 - 24
3 59.7 - 69.2 3 4 4
3 3
24 - 35 8 76 69.3 - 78 8 76
7 8 7
−38
8
−34
78.1 - 87.2 5 6 5 6
−34
Outlet latitude
35 - 82
9 87.3 - 100 9
10 9 9
10
12 12 10 10
12
11 12 11
1314 1314
−36
−36
1314
−36
13 14
20 16 15 20 16 15
19 19
24 18 24 18 20
16 19 15 20
16 15
19
23 17 23 17 18 24 18 24
2317 17 23
22 22
−34
−38
−38
25 21 25 22 22
21
27 27 25 21 2521
26 28 26 28 27
29 29 27
26 28 2628
32 30 32 30 29
31 150 Km 31 150 Km 30 29 32 30 32
33 33 31 31
33 33
−40
−40
Figura 3.2: Variabilidad latitudinal de A. pendiente (SRTM) y B. porcentaje de vegetación (FCover) del 21
de febrero de 2010 en la región de estudio. Se muestra la razón entre los valores pre- y post-sísmicos para el
promedio de Qs (C) y el promedio de Cs (D). En A y B se destacan en celeste las cuencas de la gura 3.6
72
3.3. El terremoto del Maule
ancho y movimiento inverso se produjo en la zona de contacto entre las placas convergentes
Las aceleraciones superciales máximas (PGA) correctamente registradas por la red sis-
mológica nacional (Fig. 3.1) son ≤ 0,93 g en Angol (componente horizontal) y ≤ 0,7 g en
Talca (componente vertical) (Boroschek et al., 2012). Además, la estación Cauquenes registró
una aceleración máxima horizontal de 1,25 g antes de saturarse debido al cruce de sus com-
ponentes (Saragoni y Ruiz, 2012). Sin embargo, todas estas estaciones se encuentran sobre
2
sedimentos , por lo cual su alto registro puede deberse a un efecto de sitio. Los registros de
aceleración muestran la larga duración del evento (∼ 2,5 minutos), lo que concuerda con la
longitud de ruptura de 500 km. La intensidades sísmicas determinadas por Astroza et al.
(2012) tienen una distribución más controlada por la distancia a las zonas de mayor desli-
zamiento (asperezas) que al hipocentro. Sólo fue determinado un valor de intensidad igual a
enero de 2011 a una profundidad de 24 km, con PGA estimadas de 0,08 a 0,32 g (Terremoto
(Mw 6,9 y 7,0) de una secuencia de sismos corticales de mecanismo focal normal cerca de la
et al., 2011). Estos eventos tuvieron PGA estimadas de hasta 0,24 g (catálogo NEIC).
La mayor parte del área de ruptura del terremoto del Maule se encuentra sumergida, lo cual
explica que los principales daños sean consecuencia del tsunami. En la supercie continental,
los principales efectos descritos hasta ahora son el alzamiento y subsidencia co-sísmicos de
la región costera (e.g., Farías et al., 2010), la subsidencia del arco volcánico (Pritchard et
al., 2013), aumento del caudal post-sísmico de micro cuencas, en algunos casos precedidos
de una breve disminución del caudal (Mohr et al., 2012, 2015), alzas del caudal estival de
73
Tabla 3.1: Estaciones sedimentométricas con datos después del terremoto del Maule
2 Las Burras Illapel 608 13600 13897 13600 667 667 667
4 Resg. los Patos Putaendo 964 6628 6726 6367 973 1040 972
7 Los Almendros Mapocho 625 11652 13251 11652 546 723 544
8 Rinconada de Maipu Mapocho 4141 12645 13228 12645 665 854 664
9 Pte. Termas de Cauquenes Cachapoal 2471 2037 7169 2037 949 1095 917
10 Bajo los Briones Tinguiririca 1448 4756 5020 4756 825 1099 815
11 Los Quenes Claro 354 10884 10924 10884 1325 1467 1324
12 D.J.C. Claro Teno 1208 11269 11546 11269 1077 1350 1076
14 Las Brisas Loncomilla 10380 7770 7979 7770 1276 1350 1275
15 San Fabian 2 Nuble 1630 3346 3586 3346 1259 1493 1258
16 Camino a Conuencia Chillan 766 6187 7666 6187 1387 1494 1386
19 Balsa Nueva Aldea Itata 4621 6910 7674 6910 1006 1494 1005
23 Puente Perales Laja 3589 6339 6365 6339 748 1489 747
30 Los Laureles Allipen 1661 7070 7218 7006 1350 1433 1349
31 A.R. Llafenco Trancura 1365 8725 8810 8725 1276 1449 1275
74
grandes cuencas (Fig. 3.3) y pérdida de ujo en auentes montañosos con duración de varias
3
semanas .
2009 2010
3044
Maule Earthquake
2283
Q(m3/s)
1522
761
01 02 03 04 05 06 07 08 09 10 11 12 01 02 03 04 05 06 07 08 09 10 11 12
Figura 3.3: Hidrograma estación Coelemu (río Itata) en el período 2009-2010, mostrando el alza de la descarga
de agua desencadenada por el terremoto del Maule. El recuadro muestra el área drenada del río Itata.
El primer inventario de remociones en masa desencadenadas por el sismo del Maule, que
cubre la Cordillera de la Costa dentro de la zona de ruptura (Escobar, 2013), resultó en 290
eventos. El área total de supercie deslizada se estimó en ∼0,11 km2 . Las remociones en masa
se distribuyen en un área total de ∼120.000 km2 , que se encuentra bajo las curvas empíricas
establecida por Keefer (1984) y Rodríguez et al. (1999). La mayoría de los eventos corresponde
a deslizamientos superciales (41 %), caídas de rocas (19 %) y extensiones laterales (18 %),
o o o
que se concentran en laderas ente 16-25 , >60 y <15 , respectivamente. Las remociones en
Nahuelbuta (∼ 36,5 − 38o S). La primera región coincide con el área de mayores intensidades
de Astroza et al. (2012), pero la segunda se encuentra entre las isosistas VI y VII. No hay
alta de las laderas, por lo cual Escobar (2013) descartó la amplicación topográca como
o
un proceso relevante en este sismo. En la península de Arauco (37,1-37,8 S), la región de
75
El número total de remociones en masa considerando ambos inventarios es de 377, lo
cual se encuentra muy por debajo de los inventarios publicados para terremotos de menor
magnitud, pero intraplaca superciales, como Chi-Chi (Mw 7,6, mecanismo inverso a 8-10 km
de profundidad, >20.000 deslizamientos, Dadson et al., 2004) o Aysén (Mw 6,2, mecanismo
2010). Sin embargo es consistente con los reportes compilados por Erikson y Högstedt (2004)
para las remociones en masa de Valparaíso el año 1985, que no fueron muy numerosas y
hasta 0,13 g, según el catálogo NEIC). Además de este ejemplo, Antinao y Gosse (2009)
plantean que los eventos de Valparaíso de 1906 (Mw 8,4) e Illapel de 1943 (Mw 8,2 y 35 km
de roca. Sin embargo, no existen catastros completos de remociones en masa para ninguno
de estos eventos.
Los valores de caudal de agua (Q [V/T]) son calculados a partir de variaciones diarias de
altura del agua y curvas de calibración establecidas por la DGA (descripción de métodos
cual permite conocer la variabilidad decadal de ambos parámetros antes de la ocurrencia del
terremoto. El número total de muestras pre- y post- terremoto del Maule se especica en la
tabla 3.1. Con estos datos también es posible estimar para cada día la descarga sedimentaria
1
P
Utilizando estos datos se calculó el promedio de Cs , Cs = n
Csi y el promedio de Qs ,
1
P
Qs = n
Qi ∗ Csi para todo el período pre- y post- sísmico y la razón entre los resultados
Cs y Q a través de una ley de potencias (e.g., Hovius et al., 2000; Syvitski et al., 2000) de la
forma:
Cs = aQb (3.1)
76
aunque la variabilidad de Cs para cada valor de Q puede ser de varios órdenes de magni-
tud (e.g., Morehead et al., 2003), lo cual se discute en profundidad en el capítulo 2. Esta
variabilidad se debe en parte a una histéresis estacional causada por el retardo del ujo de
agua a través de diferentes compartimientos hidrológicos, que puede corregirse mediante una
separación del ujo basal (Andermann et al., 2012; Tolorza et al., 2014). Sin embargo, en el
presente estudio se analiza directamente la ecuación 3.1 con el objetivo de realizar una com-
después del terremoto del Maule, tal como fue analizado el caso del terremoto de Chi-Chi en
A partir de la ecuación 3.1, fueron calculados los valores de los coecientes a y b con-
siderando (1) todos los registros pre- y post-sísmicos (tabla 3.2, Fig. 3.4) y (2) los datos
contenidos en cada año hidrológico (Fig. 3.1B y 3.5). La denición de cada año hidrológico
3.5. Resultados
La gura 3.2C muestra que en todas las estaciones Qs es menor para los datos post-sísmicos
que para las décadas anteriores, lo mismo ocurre con Cs en la mayoría de las estaciones (Fig.
3.2D).
En las guras 3.1B y 3.5 se muestran resultados de seis estaciones cuyas áreas drenadas
de la Costa y cercanas a las estaciones del Servicio Sismológico Nacional que registraron los
más altos valores de PGA (Fig. 3.1A). Tanto para el parámetro a (Fig. 3.1B) como para el
parámetro b (Fig. 3.5) de la ecuación 3.1, la variabilidad interanual sobre todo el período
de mediciones pre-sísmica es mayor que las variaciones que se observan en el período post-
sísmico.
En los diagramas de correlación de la gura 3.4 se trazaron los datos post-sísmicos con
una escala de colores de acuerdo a su fecha. En ellos se aprecia que el registro post-sísmico es
completo, en cuanto a que existen datos de todos los días del año hidrológico. Sin embargo, los
valores máximos de Q comparados con el registro pre-sísmico son menores, como consecuencia
de la sequía. Los valores máximos de Cs post-sísmicos también son menores que el registro
77
3 Chacabuquito Lat −32.8475 Long −70.5095
10000
100
Fit pre-quake
Fit post-quake
10
Cpre = 5.84769*Q0.73 npre = 6314
Pre-quake 1 Cpost = 3.95236*Q1.25 npost = 1074
Julian day
10 100
Post-quake
Water Discharge [m3/s]
120
150
180
210
240
270
300
330
360
30
60
90
10000
1000
Sediment Concentration [mgr/l]
1000
100 100
10 10
10
1000
1
100 Cpre = 0.901097*Q0.58 npre = 7271
0.1 Cpost = 1.02275*Q0.45 npost = 1275
10 10 100
Water Discharge [m3/s]
Cpre = 22.5838*Q0.14 npre = 8537
1 Cpost = 14.0025*Q0.22 npost = 1118
1 10 100
Water Discharge [m3/s]
Figura 3.4: Diagramas de correlación Q vs. C para cinco estaciones. Los datos post-sísmicos son trazados
78
histórico para la mayoría de las estaciones, excepto para Chacabuquito y El Manzano. Estas
período post-sísmico que se destacan dentro del registro histórico (Fig. 3.6). Las dos primeras
también tienen un Cs mayor en el período post-sísmico. Las áreas drenadas de estas estaciones
tienen las menores estimaciones de PGA de las cuencas estudiadas, pero se caracterizan por
tener altas pendientes y bajos porcentajes de cobertura vegetal (Fig. 3.2A y B). El año 2012,
en conjunto con el peak de caudal del año hidrológico, ocurrieron máximos históricos de Cs
en Chacabuquito, Termas de Cauquenes y San Fabian 2, mientras que en El Manzano el año
2011 ocurrió el máximo registro de Cs desde 1993, sin corresponder a un año particularmente
lluvioso. Hasta el momento son escasas las remociones en masa atribuidas al sismo del Maule
que han sido catastradas en estas cuencas (Fig. 3.2A y B Escobar, 2013).
menor en los años posteriores al terremoto del Maule que en el registro histórico en la mayoría
de las estaciones monitoreadas (Fig. 3.2). Ya que la variabilidad inter anual histórica de la
ecuación 3.1 es mayor que la observada después del terremoto (Fig. 3.5), el posible efecto
en mejorar la precisión del modelo, encontraron que el terremoto es una variable de baja
cercanas a la zona de ruptura del sismo del Maule. Aún cuando ciertas cuencas han tenido
del ujo sedimentario. Estos resultados son consistentes con el bajo número de remociones en
masa atribuidos a este terremoto (Escobar, 2013) y demuestran que no todos los sismos de
gran magnitud tienen una gran respuesta erosiva inmediata. Esto signica que no se puede
79
86 88 90 92 94 96 98 00 02 04 06 08 10 12 14 Q [m3/s]
Cs [mg/l]
8694
b
1 100
4347 10
0
1
−1 0
86 88 90 92 94 96 98 00 02 04 06 08 10 12 14 Q [m3/s]
4 16868 10 100 1000
3 12 Teno_D.J.R.Claro
12651 10000
2 1000
Cs [mg/l]
8434 100
b
1 10
4217 1
0 0.1
−1 0 0.01
86 88 90 92 94 96 98 00 02 04 06 08 10 12 14 Q [m3/s]
Cs [mg/l]
1306
b
0.5 10
653 1
0.0 0.1
−0.5 0 0.01
86 88 90 92 94 96 98 00 02 04 06 08 10 12 14 Q [m3/s]
2.0 2436 10 100 1000
1.5 15 San_Fabian_2
1827
1000
1.0
Cs [mg/l]
1218 100
b
0.5
10
0.0 609
1
−0.5 0
86 88 90 92 94 96 98 00 02 04 06 08 10 12 14 Q [m3/s]
Sed. Concentration [mg/l]
2.0 1 10 1001000
1.5 22 Tijeral
10000
1.0 1000
Cs [mg/l]
b
100
0.5 10
1
0.0 0.1
−0.5 0 0.01
86 88 90 92 94 96 98 00 02 04 06 08 10 12 14 Q [m3/s]
Sed. Concentration [mg/l]
3530
b
0.5 100
1765 10
0.0
1
−0.5 0
Figura 3.5: Series de tiempo 1985-2014 de Cs para seis estaciones. Cs diario (gris oscuro), promedio (cuadra-
dos) y mediana (triángulos) de cada año hidrológico. Los círculos coloreados representan el coeciente b de la
regresión potencial entre Q y Cs para cada año hidrológico. La línea segmentada horizontal es el coeciente
b para toda la base de datos pre-sísmica. A la derecha se muestra el diagrama de correlación entre Q y Cs
de toda la base de datos (gris) y las curvas de regresión potencial usando un color diferente para cada año
80
Algunas razones que pueden explicar la limitada a nula respuesta atribuible a este sismo
sobre del ujo de sedimentos, pueden ser (1) una baja ocurrencia de remociones en masa,
que hayan generado nuevas fuentes de sedimentos, (2) una baja conectividad entre nuevas
fuentes de sedimentos en las laderas y la red de drenaje (lateral blockages, Fryirs, 2013) y/o
(3) una limitada capacidad de movilizar nuevos sedimentos que hayan alcanzado el lecho de
Dos características especícas del terremoto del Maule permiten explicar tanto una baja
ocurrencia de remociones en masa como una baja movilización de sedimentos durante los tres
años posteriors:
(Moya et al., en prensa). El deslizamiento >10 m (Fig. 3.1) afectó a la región costera
et al., 2012) afectaron a la región al oeste del frente montañoso, en su límite con la
horizontal) <0,48 g (medido, Boroschek et al., 2012) y <0,24 g (modelado según NEIC).
• La baja disponibilidad de agua en las cuencas. El peak anual de caudal está disminu-
yendo desde el año 2008, lo cual se observa a lo largo de toda la zona de ruptura. Las
condiciones de sequía pueden tener dos consecuencias sobre la respuesta erosiva de este
terremoto: (1) luego de dos años de bajas precipitaciones (2008-2009) y varios meses de
recesión (el terremoto ocurrió en la estación seca), las laderas de mayor pendiente po-
siblemente almacenaban poca agua el día del terremoto, lo cual limita la inestabilidad
(2) la baja disponibilidad de agua en los años posteriores al terremoto, que puede ha-
material removido desde las laderas hacia los ríos. Este problema (el almacenamiento
81
generados a partir de pequeñas remociones en masa se encuentran almacenados en pe-
queñas vertientes, es posible que su salida de las cuencas ocurra cuando un evento de
La gura 3.6 muestra que sí han ocurrido eventos de alta evacuación de sedimentos que
podrían tener relación con el sismo del Maule, ya que podrían corresponder a la ocurren-
cia de remociones en masa en laderas que quedaron inestables después del terremoto o
dad con las precipitaciones del año 2012. Los inventarios de remociones en masa dispo-
estaciones de la gura 3.6 tienen sus áreas drenadas en la Cordillera Principal, por lo
que es posible que existan remociones en masa co-sísmicas no incluidas en los inventario.
Las cuencas que muestran un aumento signicativo del ujo de sedimentos post sísmico
están lejos del epicentro y de la zona de ruptura, por lo tanto alcanzaron bajas aceleraciones
co-sísmicamente, pero tienen altas pendientes y bajo porcentaje de vegetación (Fig. 3.2). Esto
sugiere que las alzas observadas en la exportación de sedimentos, de estar condicionadas por
la idea de que la denudación causada por un evento sísmico no es función su magnitud, sino
del estrecho vínculo entre el clima y la tectónica. Además, permiten caracterizar al terremoto
82
86 88 90 92 94 96 98 00 02 04 06 08 10 12 14
P(mm)
72
108 108
144 54
20001
0
3 Chacabuquito
C s [mg/l] 13334
6667
0
86 88 90 92 94 96 98 00 02 04 06 08 10 12 14
44
66 324
88 162
17388
0
6 El_Manzano
C s [mg/l]
11592
5796
0
86 88 90 92 94 96 98 00 02 04 06 08 10 12 14
52
78 312
104 156
0
14108 9 Pte.T._de_Cauquenes
C s [mg/l]
7054
0
86 88 90 92 94 96 98 00 02 04 06 08 10 12 14
Water discharge [m3/s]
0 1800
53 Rain gauge CARACOL 1350
P(mm)
106
159 900
212 450
2433
0
15 San_Fabian_2
C s [mg/l]
1622
811
0
86 88 90 92 94 96 98 00 02 04 06 08 10 12 14
Figura 3.6: Series de tiempo diarias de precipitaciones (celeste), caudal (azul) y concentración de sedimentos
suspendidos en las estaciones que registraron valores peak de Cs más altos que lo habitual en el período
post-símico.
83
Tabla 3.2: Promedio de la concentración de sedimentos suspendidos y coecientes de la inversión potencial
84
Capítulo 4
4.1. Introducción
De los sistemas que interactúan en la supercie de la tierra, uno de los que más ha tar-
dado en ser abordado por la geología es la Biósfera (Dietrich y Perron, 2006), aunque en
comienza a ser estudiada (e.g., Dosseto et al., 2010). Gracias al desarrollo de nuevas técnicas
para medir la erosión de cuenca sobre miles y decenas de años, en Sri Lanka se ha podido
ujo de sedimentos respecto a un nivel base caracterizado por una lenta erosión en el largo
plazo (Hewawasam et al., 2003). En Los Andes ecuatorianos, se ha concluido que la restau-
ración de una vegetación densa puede reponer los niveles de erosión de cuenca a su magnitud
natural (Vanacker et al., 2007). Estos ejemplos muestran la importancia de conocer mejor el
tipo y densidad de la vegetación y del uso de suelo, para poder interpretar adecuadamente sus
similitudes o diferencias con la erosión sobre plazos mayores. Desde las ciencias ambientales
al., 2010; Schuller et al., 2013; Mohr et al., 2013) pero no necesariamente estas observaciones
85
escalan homogéneamente con el tamaño del sistema.
en grandes cuencas (>1000 km2 ) y sus variaciones espaciales es una potencial herramienta
para mejorar nuestra comprensión de los procesos involucrados, los que pueden incorporarse
fundamental para estimar tasas globales de meteorización y su efecto en el ciclo del carbono
tanto orgánico como mineral (proveniente de las rocas, e.g., Smith et al., 2013). También es
relevante para la predicción de los posibles efectos de incendios forestales sobre la exportación
de sedimentos (e.g., Lamb et al., 2013) o el efecto del uso de suelo antropológico sobre la
Sin embargo, esta interacción es difícil de abordar, principalmente porque ciertos procesos que
sedimentos en laderas incluso muy empinadas (e.g., DiBiase y Lamb, 2013), la protección
que ejerce la vegetación sobre el suelo, disminuyendo el impacto de la lluvia (e.g., Geddes y
Dunkerley, 1999) o la acción estabilizadora de las laderas que en general ejercen las raíces
de los árboles (e.g., Wu, 2013), pero otros procesos potencialmente incrementan la erosión,
a cierto umbral (e.g., Vorpahl et al., 2013) que facilita la ocurrencia de deslizamientos, o el
incremento de las tasas de meteorización con la actividad biológica (e.g., Lucas, 2001). Sin
embargo, para que la pérdida de masa de la cuenca sea efectiva, el factor clave es que se
establezca conectividad entre las laderas y la red uvial a través de la escorrentía (Mohr et
al., 2013).
a templada en el anco oeste de Los Andes centro-sur (e.g., Christie et al., 2011) y su
densidad de vegetación está controlada por el uso antropológico del suelo (Aguayo et al.,
2009; Lara et al., 2012) y por variaciones intra anuales de las precipitaciones y de las especies
caducifolias (Fig. 4.1). La serie de tiempo analizada utiliza datos disponibles derivados de
86
3
2013) y la base de datos diaria de caudal (Q[m /s]), concentración de sedimentos suspendidos
(Cs [mg/l]) y precipitación (P [mm]) de la DGA para el período 1999-2006.
2007
a 1979
Km b 50
Km
100
Desembocadura
-36°
Puente
Perales
-37°
Tijeral Rucalhue
Llanquen -38°
-38°
2000
-40° c 50
Km
Desembocadura
-74° -72°
Puente
Perales
-37°
Land use
Rucalhue
Native forest Tijeral
Figura 4.1: Variaciones temporales de la cobertura vegetal. (a) Uso de suelo en Chile centro-sur en 2007
(modicado de Lara et al., 2012). (b, c) Uso de suelo en parte de la cuenca del río Biobío en 1979 y 2000
(modicado de Aguayo et al., 2009). (d, e). Porcentaje de cobertura vegetal desde FCover para dos imágenes
del año 2000. Los cambios intra anuales en FCover pueden deberse a la presencia de especies caducifolias.
Se han superpuesto las estaciones hidrométricas usadas en este capítulo (círculos rojos) y sus áreas drenadas
(líneas negras).
87
4.2. Base de datos y métodos
4.2.1. Vegetación
en el nadir calculada por el proyecto CYCLOPES (Baret et al., 2007, 2013). Los productos
SPOT5. La serie de tiempo de FCOVER está compuesta por una imagen cada 10 días. El
algoritmo que genera cada imagen utiliza los datos de sensores de vegetación sin nubes para
estándar de los pixeles con datos válidos de FCOVER dentro de un área especíca (el área
fechas del año para observar la distribución del porcentaje de vegetación dentro de la cuenca
a partir de los diagramas de caja de FCOVER y su variación interanual entre 1999 y 2006
(Figs. 4.34.7).
(Qsf ), valores utilizados en la Fig. 4.2. Los datos de la estación Tijeral de mayojunio de
1999 tienen un valor anómalo, tres órdenes de magnitud más altos que la tendencia de los
últimos 30 años (suplemento 3.2 del capítulo 2) que se interpretan como errores de muestreo,
88
a 99 00 01 02 03 04 05 06
0
184 Llanquen station 41 100
P(mm)
138 82 80
FCover[%]
Qs[kg/s]
60
92 123
40
46 164 20
0 0
b 99 00 01 02 03 04 05 06
0
412 Rucalhue station 48 100
P(mm)
309 96 80
FCover[%]
Qs[kg/s]
60
206 144
40
103 192 20
0 0
c 99 00 01 02 03 04 05 06
0
48 Tijeral station 42 100
P(mm)
36 84 80
FCover[%]
Qs[kg/s]
60
24 126
40
12 168 20
0 0
d 99 00 01 02 03 04 05 06
0
160 PuentePerales station 38 100
P(mm)
120 76 80
FCover[%]
Qs[kg/s]
60
80 114
40
40 152 20
0 0
e 99 00 01 02 03 04 05 06
0
1228 Desembocadura station 23 100
P(mm)
921 46 80
FCover[%]
Qs[kg/s]
60
614 69
40
307 92 20
0 0
Figura 4.2: Series de tiempo de descarga sedimentaria (Qs , en rojo), precipitaciones (celeste) y porcentaje
de vegetación (FCover, verde) dentro de las áreas drenadas de cada estación de monitoreo. La línea verde
continua representa el promedio del porcentaje de vegetación sobre la cuenca y la línea segmentada verde la
desviación estándar. Los máximos de Qs ocurren siempre en condiciones de mínima cobertura vegetal verde.
(a) Llanquén, (b) Rucalhue, (c) Tijeral, (d) Puente Perales y (e) Desembocadura
89
Autumn Winter
80
80
● ●
% valid data within basin % valid data within basin
16
16
0 25 50 75 100 0 25 50 75 100
14
14
60
60
Annual mean Qs [kg/s]
12
12
FCOVER [%]
FCOVER [%]
●
● ●
● ●
●
●
●
●
●
●
40
40
10
10
● ●
●
●
8
● ● ● ● ●
● ●
●
● ●
● ● ● ●
20
20
● ● ●
● ●
● ●
● ●
●
● ●
6
●
● ●
●
● ●
●
●
● ●
●
● ● ● ●
4
● ●
0
0
1999 2001 2003 2005 1999 2001 2003 2006
Spring Summer
80
80
● ●
% valid data within basin % valid data within basin
16
16
0 25 50 75 100 0 25 50 75 100
14
14
60
60
Annual mean Qs [kg/s]
12
FCOVER [%]
FCOVER [%]
40
40
● ●
10
10
●
● ●
● ● ●
● ● ●
●
●
●
●
●
●
●
●
● ●
● ●
● ● ● ●
● ● ● ●
● ● ● ●
● ● ● ● ●
● ● ● ●
● ● ● ● ●
8
8
● ● ● ●
● ● ● ●
● ● ● ●
● ● ● ●
● ● ● ●
20
20
● ● ●
● ●
● ●
● ●
● ●
● ●
●
6
6
● ● ●
●
●
● ●
● ●
4
4
● ●
0
Figura 4.3: Diagramas de caja con distribución de valores de FCover en la cuenca de Llanquén para cuatro
fechas del año (25 de marzo, 25 de junio, 25 de septiembre y 25 de diciembre). Los puntos negros son los
4.3. Resultados
La gura 4.2 muestra la variabilidad intra anual del porcentaje promedio de vegetación
verde en las cuencas, P y Qsf . En ella se observa que los sedimentos suspendidos son ex-
condiciones de bajo porcentaje de vegetación. Además, se observa que FCOVER tiene ciclos
muy regulares cada año, los cuales son diferentes en cuencas con distintos tipos de vegetación.
90
Autumn Winter
80
80
● ●
% valid data within basin % valid data within basin
50
50
0 25 50 75 100 ● 0 25 50 75 100
●
● ●
60
60
●
40
40
● ●
● ●
● ● ●
● ●
● ●
FCOVER [%]
FCOVER [%]
● ●
●
●
● ●
●
●
●
40
40
●
30
30
● ●
●
● ●
● ● ●
● ● ●
●
●
●
● ●
●● ● ●
●
● ● ●
●
● ● ●
● ● ● ● ● ● ●
20
20
●
●
20
20
● ●
●
●
●
● ●
●
● ●
● ● ●
● ● ● ●
● ●
10
10
●
● ●
0
0
1999 2001 2003 2005 1999 2001 2003 2005
Spring Summer
80
80
● ●
% valid data within basin % valid data within basin
50
50
0 25 50 75 100 ●
0 25 50 75 100
● ●
60
60
●
40
40
● ● ●
● ●
● ● ● ●
● ●
● ● ●
●
FCOVER [%]
FCOVER [%]
● ●
●
40
40
30
30
●
●
● ●
● ● ●
● ●
● ● ●
20
20
●
20
20
● ●
●
● ●
●
● ● ● ●
● ●
10
10
●
●
●
● ●
0
● ●
Figura 4.4: Diagramas de caja con distribución de valores de FCover en la cuenca de Rucalhue para cuatro
fechas del año (25 de marzo, 25 de junio, 25 de septiembre y 25 de diciembre). Los puntos negros son los
diagramas de caja para una imagen al año en la misma fecha. Se escogieron las imágenes de
todas las cuencas. Se utilizaron diagramas de caja para observar variaciones temporales en la
supercie total de baja vegetación, que podrían indicar la ocurrencia de tala rasa. En efecto,
en primavera y verano las cuencas con un mayor porcentaje de uso de suelo forestal (Tijeral
91
Autumn Winter
1.8
1.8
80
80
● ●
% valid data within basin % valid data within basin ●
●
●
● ● ● ●
1.6
1.6
0 25 ● 50 75 100 ●
●
●
●
●
0 25 ●
50 75 100 ●
● ● ●
● ●
● ● ●
60
60
● ●
1.4
1.4
● ● ●
FCOVER [%]
FCOVER [%]
● ● ●
● ● ● ●
● ●
● ●●● ●
●
●
●
●
●
●
● ●
● ● ●
●
● ●
● ●
● ●
40
40
● ●
● ● ●
● ●
●
●
1.2
1.2
●
● ●
● ●
●
●
● ●
●
● ● ●
●
● ●
●
●
●
20
20
1.0
1.0
●
●
●
●
● ●
0.8
0.8
●
●
● ●
0
0
● ●
Spring Summer
1.8
1.8
80
80
● ●
●
% valid data within basin % valid data within basin ●
● ● ●
● ●
● ● ●
● ● ●
● ● ● ● ●
● ● ● ●
● ● ● ● ●
1.6
1.6
0 ●
●
●
25 ●
●
●
50 75 100 ●
●
●
●
●
●
●
●
●
●
●
0 25 50 75 100
● ● ● ● ● ●
● ● ● ● ●
● ● ● ● ● ● ●
60
60
● ● ●
1.4
●
FCOVER [%]
FCOVER [%]
● ● ●
●
●
●
●
40
40
● ● ●
● ● ●
1.2
1.2
● ● ● ●
●
● ● ● ●
● ●
20
20
1.0
1.0
●
● ●
● ● ● ●
● ● ● ● ●
● ● ● ● ●
● ● ● ●
● ● ● ● ● ●
● ● ● ●
● ●
●
●
●
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●
●
●
●
●
●
●
●
●
● ● ●
●
●
●
● ● ● ●
● ● ●
● ● ●
0.8
0.8
●
●
●
●
●
● ●
0
● ● ● ● ● ● ● ● ● ● ● ● ● ● ●
Figura 4.5: Diagramas de caja con distribución de valores de FCover en la cuenca de Tijeral para cuatro
fechas del año (25 de marzo, 25 de junio, 25 de septiembre y 25 de diciembre). Los puntos negros son los
Como el grueso de Qsf se observa durante el otoño e invierno austral (Fig. 4.2) y consi-
derando la mayor área de datos válidos en las imágenes de otoño que de invierno en la serie
de FCOVER, para evaluar una posible correlación entre la vegetación presente en la cuenca
las dos cuencas de montaña (Llanquén y Rucalhue) que tienen una mayor pendiente y un
quén no hay sucientes datos para proponer alguna inversión (sólo 4 puntos) y en Rucalhue
el modelo lineal tiene pendiente −0,04, R2 = 0,02 y p = 0,7. Para las cuencas con menor
92
0,3 (R2 = 0,6, p = 0,03).
Autumn Winter
80
80
● ●
14
14
% valid data within basin % valid data within basin
0 25 50 75 100 ● 0 25 50 75 100 ●
12
12
60
60
Annual mean Qs [kg/s]
10
FCOVER [%]
FCOVER [%]
● ●
8
40
40
●
●
● ●
● ● ● ●
6
● ● ●
● ●
● ● ●
20
20
●
● ●
4
● ● ●
● ●
●
●
● ●
2
● ● ● ●
0
0
●
Spring Summer
80
80
● ●
14
14
% valid data within basin % valid data within basin
0 25 50 75 100 ● 0 25 50 75 100 ●
12
12
60
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Annual mean Qs [kg/s]
10
FCOVER [%]
FCOVER [%]
● ● ●
●
8
8
40
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● ● ●
● ● ● ●
● ●
6
6
●
● ●
●
● ● ● ●
● ● ●
20
20
4
4
● ●
2
2
● ● ● ●
0
● ● ●
Figura 4.6: Diagramas de caja con distribución de valores de FCover en la cuenca de Puente Perales para
cuatro fechas del año (25 de marzo, 25 de junio, 25 de septiembre y 25 de diciembre). Los puntos negros son
Las principales observaciones realizadas en el presente capítulo son (1) que durante el
cuencas (2) que cada año, el período de mayor volumen de Qs exportado desde las cuencas
coincide con los días de menor porcentaje de vegetación verde y (3) que el aumento en el
93
Autumn Winter
80
80
● ●
% valid data within basin ●
% valid data within basin ●
120
120
● ●
●
● ●
● ●
● ● ● ● ● ● ●
0 25 ● 50 75 100
●
● ●
●
●
●
●
0 ●
●
25 ●
●
50 75 100 ●
● ● ● ●
● ● ● ●
● ● ● ● ● ●
60
60
● ● ● ● ● ●
100
100
Annual mean Qs [kg/s]
FCOVER [%]
FCOVER [%]
● ● ● ● ● ●
● ● ● ● ● ●
● ● ● ● ● ● ●
● ● ● ● ● ●
● ● ●
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● ● ● ●
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● ● ●
● ●
● ●
● ● ●
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20
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●
● ● ●
● ● ●
20
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● ● ● ●
●
●
●
● ● ●
● ●
0
0
● ● ●
Spring Summer
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80
● ●
% valid data within basin ●
●
% valid data within basin
120
120
● ●
● ● ●
● ● ●
● ● ● ●
● ● ● ● ●
● ● ● ● ●
● ● ● ● ● ●
0 ●
●
●
25 ●
●
●
50 75 100 ●
●
●
●
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●
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●
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●
0 25 50 75 100
● ● ● ● ●
● ● ● ● ●
● ● ● ● ● ●
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60
● ● ● ● ●
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Annual mean Qs [kg/s]
FCOVER [%]
● ● ● ●
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● ●
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● ●
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● ●
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40
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● ● ● ● ● ● ●
● ● ● ● ● ● ● ●
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20
20
●
●
● ●●●●● ●
● ●●
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● ●
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● ● ● ● ● ● ● ● ● ● ● ●
● ●
0
● ● ● ● ● ● ● ● ● ● ● ● ● ● ●
Figura 4.7: Diagramas de caja con distribución de valores de FCover en la cuenca de Desembocadura para
cuatro fechas del año (25 de marzo, 25 de junio, 25 de septiembre y 25 de diciembre). Los puntos negros son
región del Biobío por Aguayo et al. (2009). Las especies plantadas (Pinus radiata D. Don y
Eucalyptus spp ) y el manejo forestal (ciclos de rotación cortos, i.e., árboles en etapa de creci-
miento con altas tasas de evapotranspiración) demandan una gran cantidad de agua y varios
estudios recientes han demostrado que tienen un efecto muy signicativo en la reducción de
la humedad del suelo y el caudal base durante la estación seca a diferentes escalas espaciales
(∼1100 km2 , Lara et al., 2009; Little et al., 2009; Huber et al., 2010). Si el incremento de
te demanda de agua puede tener un efecto de gran escala sobre la hidrología e hidrogeología
94
3.0
Llanquen
Rucalhue
2.0
P_Perales
Desemb.
1.0
0.0
15 20 25 30 35
Autumn FCover [%]
∗
Figura 4.8: Diagrama de correlación entre el porcentaje de vegetación al comienzo del otoño y Qs a . Los
símbolos vacíos son de las dos estaciones con mayor vegetación nativa. Los símbolos sólidos tienen una mayor
regional. Recientes desarrollos metodológicos sobre imágenes LANDSAT (Braun et al., 2014)
constituyen potentes herramientas para abordar las altas tasas de expansión de plantaciones
forestales (e.g., Echeverría et al., 2006; Little et al., 2009). Ya que FCOVER parece seguir un
de alta resolución temporal de cambios de uso de suelo que permita cuanticar su impacto
hidrológico e hidrogeológico.
El hecho de que los peak anuales de Qs coincidan temporalmente con los mínimos de ve-
getación sugiere que la relación entre ambos parámetros es estrecha, pero no necesariamente
hay una causalidad entre ellos, ya que los ciclos intra anuales de las especies caducifolias
disminuyen el porcentaje de biomasa verde en el otoño e invierno sin que necesariamente dis-
de vegetación de las guras 4.3 a 4.7 claramente no ha disminuido el ujo de sedimentos. Por
el contrario, la Fig. 4.8 muestra correlaciones de muy baja pendiente pero positivas entre el
∗
porcentaje de vegetación en otoño y Qs a en las tres de las cuencas con mayor uso de suelo
forestal y agrícola.
95
sólo no es un buen parámetro para explicar la erosión de una cuenca en esta región. Un
mismo rango de FCOVER agrupa diferentes tipos de vegetación y, por lo tanto, diferentes
usos de suelo, en particular, bosques y plantaciones forestales, que tienen distintos efectos
sobre la exportación de sedimentos (e.g., Oyarzún et al., 2011). En los bosques, las dinámicas
biofísicas de los ecosistemas varían con las especies vegetales, modicando la distribución del
agua disponible en las cuencas en el tiempo y en el espacio (e.g., Lara et al., 2009). Por lo
tanto, el tipo de vegetación y el manejo antropológico del uso de suelo son determinantes
forestales el ujo de sedimentos depende mucho del manejo que se haga de ellas (e.g., Mohr et
al., 2014), sin embargo, en todas ellas hay caminos forestales que conectan áreas desprovistas
de vegetación (Fig. 4.9), que facilitan la conectividad entre las laderas y la red uvial (Mohr
et al., 2013) y que difícilmente son detectadas mediante FCOVER. Sin embargo, FCOVER
muestra variaciones intra e inter anuales del total de vegetación verde, lo cual es una poten-
Figura 4.9: Caminos forestales en cuenca del río Vergara (estación Tijeral). Vista en planta modicada de
imagen de google.
cualitativas de la erosión, que proponen una erosión no aparente en todas las zonas que tienen
vegetación, sin distinción del manejo forestal de ellas (e.g., CIREN, 2010).
96
Capítulo 5
Resumen
establecer los niveles de referencia con que ha operado el sistema geomorfológico. Estos nive-
les de referencia pueden usarse para ser comparados con la erosión de cuenca en períodos más
recientes, de manera de constreñir las variaciones en el tiempo de los procesos que la contro-
10
lan. A partir de concentración de Be en arenas uviales y concentraciones de sedimentos
suspendidos en el río Biobío, se presentan tasas de erosión milenarias (0,01 a 0,17 mm/a) y
decadales (0,005 a 0,04 mm/a) para varias subcuencas situadas en distintos contextos topo-
grácos de Chile centro-sur. A partir de los resultados obtenidos se proponen cuatro posibles
97
5.1. Introducción
una cuenca y los cambios en la movilización de sedimentos inducidos por ciclos glaciares
actúan a escalas de 104 − 106 años (e.g., Dosseto et al., 2010). Otros procesos, como los
de recurrencia cuya escala es de órdenes entre 101 y 103 años (e.g., Comte y Pardo, 1991;
Abarzúa y Moreno, 2008). Además, ciertos procesos pueden ser descritos como continuos y
lecho aluvial, mientras que otros son de naturaleza episódica. Por lo tanto, la distribución
ción relativa de eventos moderados y estables versus los grandes y catastrócos. También
una perturbación sobre las condiciones climáticas o tectónicas (e.g., Carretier et al., 2014).
Una vez conocida la distribución de la erosión es posible proponer e investigar qué factores
la controlan (e.g., Burbank et al., 2003; Dadson et al., 2003). Sin embargo, la tasa de erosión
qué procesos están involucrados en su observación y cuales son los dominantes en términos
de volumen de material exportado por las cuencas. Por ejemplo, las grandes diferencias en
tasas de erosión que integran distintas escalas de tiempo entre 101 y 106 años en cuencas
montañosas fueron interpretadas por Kirchner et al. (2001) como el resultado de un ujo
mentos en la supercie de la tierra (Hooke, 2000), particularmente en zonas con altas tasas
desde los continentes hacia los océanos (Syvitsky y Milliman, 2007). Una forma de compren-
la cuanticación de tasas de erosión largo plazo. Actualmente, es posible cuanticar este ni-
vel de base de la erosión midiendo isótopos cosmogénicos en la arenas de los ríos (e.g., von
Blanckenburg, 2005). Este método permite estimar una tasa de erosión integrada sobre un
periodo de miles de años que puede compararse con cuanticaciones de la erosión de escalas
más breves (e.g., Hewawasam et al., 2003; Vanacker et al., 2007; Carretier et al., 2013).
En Chile centro-sur el cambio de uso de suelo ha ocurrido a altas tasas desde hace 0,5 ka
98
(Armesto et al., 2010; Lara et al., 2012). El efecto de algunos de estos cambios sobre la erosión
ha sido cuanticado en una cuenca lacustre de ∼ 4,5 km2 situada en el anco oeste de la
Cordillera de la Costa (Fig. 5): Cisternas y Araneda (2001) calcularon la tasa de sedimenta-
210 137
ción entre 1883 y 1996 en base a la geoquímica de un testigo de 20 cm ( Pb y Cs), su
ciles de movilizar) a partir de los años sesenta y una tendencia creciente a la sedimentación
durante la segunda mitad del siglo XX. El hecho de que durante el mismo período no haya
argumentos a favor de una causalidad entre el reemplazo de bosque nativo por plantaciones
forestales y la erosión. Esto es posible ya que las prácticas forestales tienden a aumentar la
En los capítulos anteriores de esta tesis se abordó la variabilidad en el tiempo del ujo
sedimentario y los factores asociados sobre un período <30 años en la cuenca del Biobío,
situada en una región húmeda y de baja variabilidad climática (si se compara con zonas
áridas e hiperáridas del mismo margen andino, Carretier et al., 2013). Uno de los principales
resultados es que el grueso del ujo sedimentario está dominado por eventos de mediana
esta cambia ¾puede una mayor contribución de eventos extremos, pero infrecuentes, explicar
la distribución espacial de la erosión? Procesos como el uso antropológico del suelo en los
(εQs ). Además, debido a que algunos parámetros morfométricos pueden explicar el primer
tardío, se proponen algunas perspectivas de investigación futuras para comprender mejor los
procesos involucrados.
99
0 20 40 km Bbd2
72°W 71°W
37°S Mi2
LC1
C3
C1VC1 Ca1
D1
Bbm1 H1
38°S R1
70°W Qaf
Qg
QPvbi
Qm
QPva
30°S
PMvbi
Maf MOv-s MOvb Mig
KsPav-s
Kig
Jm Jv-s Jig
Structures
Trafl
CPg Pzm
Figura 5.1: Ubicación y geología regional de la zona de estudio (modicado de SERNAGEOMIN, 2002).
Depósitos y rocas sedimentarias Qaf: Depósitos uviales, aluviales, coluviales y de remociones en masa cua-
ternarios; Qg: Depósitos morrénicos, uvioglaciares y glaciuviales; Qm: Depósitos litorales cuaternarios;
Maf: Secuencias sedimentarias de abanicos aluviales y uviales miocenas; Jm: Secuencias sedimentarias ma-
rinas litorales o de plataforma jurásicas; Tra: Secuencias sedimentarias continentales aluviales, uviales
Secuencias volcánicas continentales y marinas jurásicas; Rocas volcánicas QPvbi: Basaltos, andesitas ba-
riolitas plio-cuaternarios; PMvbi: Depósitos volcánicos piroclásticos, andesitas, andesitas basálticas y dacitas
mio-pliocenas; MOvb: Brechas, depósitos volcánicos piroclásticos y basaltos oligo-miocenos; Rocas intrusivas
Mig: Granitoides miocenos; Kig: Granitoides cretácicos; Jig: Gabros y granitoides jurásicos; CPg: Granitoides
100
a b
!
Erosion Rates [mm/a] 50
<0.01 km
0.01 - 0.02
0.02 - 0.03
0.03 - 0.04
0.04 - 0.05
0.05- 0.06
0.06 - 0.07
0.07 - 0.08
0.08 - 0.09
0.09 - 0.10
0.10 - 0.11
0.11 - 0.12
0.12 - 0.13
0.13 - 0.14
0.14 - 0.15
0.15 - 0.16
50
0.16 - 0.17 km
0.00 0.00 0.05 0.05 0.10 0.10 0.15 0.15
rate [mm/a]
● ● ● ●
Be Samples
rate [mm/a]
rate [mm/a]
Bbm1
Erosion
Erosion
●
●
VC1
● ●
LC1
Erosion
Erosion
●
● ● ●
● ●
●
●
● ● Bbd2
D1
● ● ● ● ●
Small catch.
● ● ● ●
● ●
Lithology mask
4 6 8 10 12 14 16 18 100 200 300 400 500
Qz in rocks
4 6 8Mean
10slope
12[Deg]
14 16 18 100 200 300mean
Catchment 400 500
incision ! Qz perc
Mean slope [Deg] Catchment mean incision Only granitoids
e f
0.00 0.00 0.05 0.05 0.10 0.10 0.15 0.15
● ● ● ●
rate [mm/a]
rate [mm/a]
● ● ● ●
rate [mm/a]
rate [mm/a]
Erosion
Erosion
● ●
● ●
● ● ● ●
Erosion
Erosion
● ●
● ● ● ●
● ● ● ●● ● ● ●
● ●
● ● ● ● ● ● ● ●
● ●
● ●
0.2 0.4 0.6 0.8 1.0 1.2 6 8 10 12 14 16 18
obtenidas para la máscara litológica 2. Las cuencas con contorno rojo son las que drenan principalmente
rocas graníticas. (b) Distribución de pendientes en las cuencas estudiadas, calculadas desde el modelo de
elevación SRTM. (c-f ) Diagramas de correlación entre cuatro parámetros morfométricos y las tasas de erosión
de largo plazo. Los símbolos distinguen los tres modelos de producción que usan distintas máscaras litológicas
y los colores distinguen las cuencas que drenan principalmente rocas graníticas (rojo) y las que drenan áreas
similares a las estaciones hidro-meteorológicas para las que se calcularon tasas de erosión de corto plazo.
101
5.2. Métodos
grada de cuenca
La radiación cósmica secundaria, generada por una cascada de reacciones entre la radiación
cósmica y la atmósfera, produce isótopos cosmogénicos en los minerales terrestres (TCN, Lal,
inducidas por muones rápidos (e.g., Gosse y Phillips, 2001). Los neutrones son partículas de
alta energía, responsables de una alta producción de TCN, pero cuya acción se atenúa en
pocos metros bajo la supercie, mientras que los muones son partículas de baja reacción con
la materia y por tanto, baja producción, pero capaces de penetrar profundamente la supercie
de la tierra y producir TCN durante largos períodos. Por lo tanto, la producción del isótopo
en profundidad tiene asociado un largo de atenuación diferente para cada partícula (Λn , Λµs
y Λµf [g/cm2 ] para neutrones, muones negativos y muones rápidos, respectivamente) (e.g.,
La tasa de producción de TCN, P [atomosg −1 a−1 ] depende del ujo de radiación cósmica,
la cual aumenta con la latitud, ya que el campo magnético terrestre la desvía hacia los polos
(Lal, 1991; Gosse y Phillips, 2001), aumenta con la elevación, ya que disminuye la atenuación
atmosférica (Lal, 1991; Stone, 2000) y disminuye con la sombra topográca (e.g., Dunne et
al., 1999).
Si se asume una radiadión cósmica continua en el largo plazo, desde que un mineral
−1
terrestre comienza a recibirla, la concentración de sus isótopos cosmogénicos (C[atomosg ])
es función del tiempo y la tasa de erosión (ε[mm/a]) hasta alcanzar estabilidad isotópica. A
sintegración del isótopo. En esta aproximación, el largo plazo se dene como un período
t >> Tef f , donde Tef f es el tiempo necesario para remover un largo de atenuación efectivo
∗
Z = Λn /ρ ∼ 60cm y es inversamente proporcional a ε.
calcularse una aproximación a la tasa de erosión de cuenca (e.g., Brown et al., 1995; Granger
et al., 1996; Schaller et al., 2001; von Blanckenburg, 2005) que asume que los minerales
102
presentes en los sedimentos constituyen un agregado de granos provenientes de toda el área
En una cuenca en equilibrio, aunque esta sea grande, la adquisición de TCN en un clasto
durante su transporte por el río es despreciable respecto a la concentración que fue adquirida
por sus minerales durante su exhumación en las laderas. Si la cuenca está en agradación,
respecto a su tamaño de clastos (Carretier et al., 2009b). Por esto y para asegurar que la
muestra de sedimentos constituye una buena mezcla de material proveniente de toda la cuenca
el volumen medio de material erodado por unidad de tiempo normalizado por el área de la
cuenca que contribuye con sedimentos. Esta denición implica una simplicación del sistema
Esta aproximación se valida considerando una escala de tiempo que es mucho mayor que
erosión tiene que ser estable y uniforme en cada punto de la cuenca (Yanites et al., 2009).
Una de las suposiciones que suele asumirse en el cálculo de tasas de erosión de cuenca
con TCN es que el mineral blanco (en este trabajo, cuarzo) se encuentra homogéneamente
distribuido en las diferentes litologías de la cuenca y todas las litologías se erosionan en igual
proporción (e.g., von Blanckenburg, 2005, y referencias ahí contenidas). Esta condición es
del Biobío (Fig. 5.1). Se escogieron estaciones de muestreo cuyas áreas drenadas pueden
clasicarse en dos tipos (Fig. 5.2) (1) cuencas grandes (∼1.00024.000 km) cuya distribución
es comparable con las áreas que drenan a las estaciones sedimentométricas de la DGA y (2)
103
cuencas pequeñas (∼140740 km2 ) que drenan principalmente rocas graníticas y tienen áreas
similares pero pendientes variables. Todas las cuencas tienen un área superior a 100 km2 ,
permitiendo una adecuada representación de los procesos de ladera en cuencas cuya erosión
En cada estación de muestreo se tomaron c.a. 5 kg de arenas del lecho del río en diferentes
zonas del río separadas por varios metros entre sí. En los casos en que no se consiguieron
muestras secas, estas fueron secadas en hornos del EULA (Universidad de Concepción).
por von Blanckenburg et al. (1996) y calibrados con el material de referencia estándar 4325
10
La tasa de producción de Be de cuenca fue calculada como el promedio de P obtenida en
cada píxel del modelo digital de elevación SRTM usando el modelo de producción de Stone
(2000). P fue ponderada por un factor de corrección por sombra topográca entre 0 y 1 usando
el método de Codilean (2006). Se utilizaron tres aproximaciones para disminuir el sesgo por
todas las litologías que contienen cuarzo, máscara 2, calculando la proporción relativa de
Pn
cuarzo de cada píxel dada por χi / 1 χi , donde χi es el porcentaje de cuarzo en el píxel iyn
es el número de pixeles (Safran et al., 2005) y máscara 3, considerando sólo rocas graníticas
(tabla 5.1). Para la máscara 2 se utilizó la siguiente proporción de cuarzo por litología:
Una vez obtenidas las tasas de producción de cuenca, se calcularon las tasas de erosión
104
Tabla 5.1: Ubicación de estaciones de muestreo y descripción de las tres máscaras litológicas utilizadas para
el área drenada.
105
donde N [atomos/g] es la concentración medida de 10 Be por masa de cuarzo y Λn = 160 g/cm2 ,
fn = 0,9785, Λµs = 1500 g/cm2 , fµs = 0,0015, Λµf = 5300 g/cm2 y fµf = 0,0065 son los largos
de atenuación y proporciones de producción en supercie de neutrones, muones negativos y
cuenca a partir de los datos diarios de concentración de sedimentos suspendidos (Csi [mg/l])
3
y caudal (Qi [m /s]) de las estaciones de la DGA indicadas en la Fig. 5.3, promediando la
1
Pn
descarga diaria de sedimentos suspendidos Qs [M/T ] = n 1 Qi ×Csi , donde n es el número de
registros previo a la construcción de las represas Pangue y Ralco (1996) para Desembocadura
y Rucalhue y antes de la represa Rucúe (1998) para Puente Perales (tabla 2, Tolorza et al.,
2014). La tasa de erosión de corto plazo (8-26 años) se calcula mediante la siguiente explesión:
Qs
εQs = (5.3)
Aρ
donde A[km2 ] es el área que drena a las estaciones de monitoreo situada aguas abajo la
laguna de la Laja. Los datos de Cs con que se calcula estas tasas son superciales y no nece-
sariamente son representativos de la concentración total de la sección del río (ver descripción
del muestreo en capítulos 1 y 2). Por otra parte, el lecho del río Biobío en su trayecto a través
del piedemonte (aguas abajo de la estación Rucalhue) y buena parte del lecho del río Laja
(estación Puente Perales) tienen abundantes barras en las que se almacenan sedimentos, que
en el caso del río Laja tienen una alta componente de avalanchas volcánicas (Fig. 5.1). En
cuestionado (e.g., Warrick et al., 2014). Por estas razones, las tasas de erosión presentadas
106
a 10
Be derived
c
Bbd2 Erosion rates
0.08
10Be
Susp. Sed
LC1
0.06
Erosion rate [mm/a]
VC1 D1
Bbm1
0.04
0.02
6 8 10 12 14 16
Mean slope [Deg]
Llanquen
Figura 5.3: Comparación entre tasas de erosión de largo plazo y las derivadas de la descarga de sedimentos
suspendidos.(a) Distribución espacial de las tasas de erosión de largo plazo. (b) Distribución espacial de las
tasas de erosión de corto plazo. (c) Diagrama de correlación entre la pendiente promedio de las cuencas y
10
las tasas de erosión obtenidas. Tanto los resultados de largo ( Be) como de corto (sedimentos suspendidos)
plazo tienen similar distribución respecto al gradiente topográco promedio, pero la magnitud de la erosión
metros morfométricos de las cuencas sobre las mismas áreas utilizadas para el cálculo de la
10
erosión. En las cuencas de las estaciones de Be se consideraron las áreas cuyas litologías
contienen cuarzo para las máscaras 1 y 2 y las áreas de granitoides para la máscara 3. Para
las cuencas de las estaciones de sedimentos suspendidos, se utilizó toda el área drenada aguas
Las pendientes medias se calcularon promediando el valor de la pendiente sobre cada píxel
La pendiente del drenaje (drainage mean slope ) y la pendiente de las laderas (hillslope mean
107
gradient ) fueron calculadas deniendo un área crítica de drenaje de 8,1 km2 . La incisión
una envolvente. Esta envolvente corresponde a una supercie obtenida mediante un spline
de tensión a partir de la función de GRASS s.surf.tps (parámetro de tensión de 60). Las
diferencias de elevación entre esa supercie y las elevaciones de la cuenca son promediadas y
divididas por el área de las cuencas. El valor resultante tiene dimensiones de largo.
5.3. Resultados
10
A partir del modelo de producción en la cuenca y las concentraciones de Be medidas, se
obtuvieron tasas de erosión de cuenca entre 0,01 y 0,17 mm/a. Los resultados de concentra-
10
ción de Be, tasas de producción en las cuencas y tasas de erosión se resumen en la tabla 5.2.
para borrar un largo de atenuación, las cuales tienen valores variables entre 51 y 4 ka. Los
resultados de tasas de erosión en el corto plazo tienen valores entre 0,005 y 0,04 mm/a y
también se muestran en la tabla 5.2 Los resultados de morfometría de las cuencas están en
la tabla 5.3.
La Fig. 5.2 muestra la distribución espacial de los resultados de tasas de erosión de lar-
go plazo y su relación con los parámetros morfométricos calculados para sus cuencas. Los
consistente aumento de la tasa de erosión con todos los parámetros morfométricos calculados.
Las diferencias entre los resultados usando distintas máscaras de litología sólo son signicati-
vas (>10 %) para LC1 y D1, que son las cuencas con mayor área de rocas volcánicas básicas.
La comparación entre las tasas de erosión obtenidas para el largo (0,01 a 0,17 mm/a) y el
corto (0,005 a 0,04 mm/a) plazo se muestra en la Fig. 5.3. Los valores para la tasa de erosión
10
derivada de Be corresponden a la máscara 2. En su conjunto, los resultados de largo plazo
son ∼3 veces más grandes que los de corto plazo, aunque estos últimos son valores mínimos
para la erosión.
108
10
Tabla 5.2: Concentraciones de Be, tasas de producción de acuerdo a cada máscara de litología, tasas de
erosión después de Braucher et al. (2003) y tasas de erosión presente derivadas de sedimentos suspendidos.
Sample Catchment 10
Be/Qz d10 Be/Qz Production Erosion dE Time
110
5.4. Discusión
Al comparar los resultados de εBe y εQs (Fig. 5.3) se observa una magnitud de la erosión
ca. tres veces mayor en el largo que en el corto plazo. Aunque en la literatura existen diversos
ejemplos que muestran una erosión mayor en el largo que en el corto plazo (e.g., Kirchner
et al., 2001; Wittmann et al., 2011), en cuencas altamente intervenidas situadas en zonas
tropicales se han obtenido tasas menores en el largo plazo (Hewawasam et al., 2003; Vanacker
et al., 2007). En el caso de las cuencas estudiadas, cuatro posibles explicaciones para los
está controlado por eventos poco frecuentes de gran magnitud (Kirchner et al., 2001).
Sin embargo, Tolorza et al. (2014) muestran que la variabilidad del ujo sedimentario
de estas cuencas es baja durante las últimas dos décadas y que el grueso de la erosión se
concentra en eventos de mediana magnitud, mientras que los eventos menos frecuentes
pero de gran magnitud no modican en mayor medida el total del ujo sedimentario
(Fig. 10, Tolorza et al., 2014). En cualquier caso, las dinámicas de ujo de sedimentos
de los últimos 20 años posiblemente están controladas (1) por las bajas precipitaciones
del último medio siglo (Rubio-Alvarez y McPhee, 2010) y (2) por el uso antropológi-
co del suelo. Una erosión concentrada en los eventos de mediana magnitud puede ser
las laderas y la red de drenaje, lo cual ha sido demostrado a escala de micro cuencas
(<0,1 km2 , Mohr et al., 2014). A escalas espaciales mayores se registra una tendencia
2001), pero bajo las mismas condiciones de bajas precipitaciones. Para testear la varia-
bilidad en la erosión durante periodos más largos, es decir, si la erosión era controlada
sedimentos que abarquen un plazo más amplio, como (Abarzúa et al., 2014).
• La erosión fue mayor en el pasado, en períodos más largos que los tiempos de referencia
durante el Pleistoceno Tardío hasta los 15 ka, que directamente erosionaron la Cor-
desarrollo de la vegetación, aunque la latitud del Biobío es parte del segmento con ma-
111
o
yor concentración de especies vegetales, entre los 36-40 S (Villagrán y Hinojosa, 1997).
puede haber limitado algunos procesos de erosión, pero también aumentó la recurrencia
Moreno, 2008), lo cual también puede haber mantenido altas tasas de erosión.
• La erosión pudo haber sido mayor en un pasado reciente (∼ 50 − 500 años) durante un
décadas. La historia de uso de suelo de Chile centro-sur incluye una rápida deforestación
desde la ocupación española, que se aceleró durante el siglo XIX con una coetánea
Unidos durante la ebre del oro. Cuando a nes del siglo XIX se abrió el comercio a
través del Canal de Panamá, el mercado de cereales chileno colapsó y los suelos agrícolas
problema nacional a principios del siglo XX (ver revisión en Armesto et al., 2010).
Una vez ocurridos eventos de erosión de gran magnitud, se requiere tiempo para que el
• Las tasas de erosión de corto plazo pueden estar subestimadas debido a que (1) las
concentraciones suspendidas Csi son muestreadas en la supercie del río, por lo tanto,
si no hay buena mezcla de la columna de agua, Csi puede representar una fracción de
la concentración de sedimentos suspendidos total y/o (2) en el trayecto de los ríos por
zonas de baja energía pueden almacenarse sedimentos, disminuyendo las tasas de ero-
sión si los períodos en que se monitorea el río son menores que el tiempo de residencia
de los sedimentos en el lecho del río. Esta característica puede acentuarse con algunas
siglo XX, que crecen en las barras de los ríos inmovilizándolas por largos períodos (A.
dura y Puente Perales. En el río Vergara (estación Tijeral), a pesar de su bajo gradiente
Tijeral. Las estaciones Rucalhue y Llanquén son drenadas por cuencas de mayor pen-
112
además es difícil de medir (Turowski et al., 2010). La representatividad de la descarga
DGA, sino a muchas bases de datos en el mundo. En el caso del Biobío, para conocer
mejor Qs se requiere medir de manera más acuciosa Csi durante la estación completa de
del ciclo hidrológico anual. De esta manera se podrá obtener estimaciones más robustas
Los resultados de εBe a través de la cuenca del Biobío crecen con los cuatro parámetros
morfométricos estudiados (Fig. 5.2). Si sólo se consideran las cuencas pequeñas que drenan
la Cordillera Principal. Las cuencas de la Cordillera de la Costa son parte del bloque de
tasas promedio de 0,2 mm/a (Fig. 8, Glodny et al., 2008; Melnick et al., 2009), produciendo
perles de desequilibrio en los ríos (Rehak et al., 2008), rápida incisión (a tasas de 0,43
mm/a) e inversión de drenaje antes de los 80 ka (Rehak et al., 2010). Sin embargo, εBe en
estas cuencas es al menos un orden de magnitud menor (<0,04 mm/a). Si bien las pendientes
promedio de las cuencas son bajas, la cuenca de la muestra C1 tiene abundantes pendientes
o
locales cercanas a 30 , y en respuesta a un rápido alzamiento podría esperarse una alta tasa
La relación entre la pendiente de las laderas y εBe escala rápidamente para las cuencas
o
graníticas cuando estas incluyen sectores de pendientes mayores a 38 (Fig. 5.2). Una posible
cierto umbral. Por ejemplo, en los Andes ecuatoriales se ha encontrado que el umbral sobre
o
el cual la capa orgánica produce inestabilidad de ladera es de 37,9 (Vorpahl et al., 2013). Sin
embargo, es posible que estas cuencas no hayan tenido una cobertura densa de vegetación
durante etapas de bajas temperaturas, como puede deducirse de Villagrán y Hinojosa (1997),
aunque durante esos mismos períodos, las cuencas de la Cordillera Principal, situadas a mayor
113
5.5. Conclusiones
miles (0,01 a 0,17 mm/a) y decenas (0,005 a 0,04 mm/a) de años en varias subcuencas del
10
río Biobío. Interpretar tasas de erosión a partir de concentraciones de Be requiere realizar
varias aproximaciones, que simplican a las cuencas como una unidad espacial cuya erosión en
el largo plazo se reeja en la concentración de TCN de los sedimentos que exporta. A pesar
en cuanto a litología y área drenada, en este estudio todas las tasas de erosión calculadas
con diferentes modelos de producción de acuerdo a la litología tienen resultados que son
sistemáticamente más grandes que las tasas estimadas con medidas diarias de la descarga
sedimentaria durante décadas. Ambos set de datos aumentan con la pendiente promedio, así
como con otros parámetros morfométricos, lo que le da robustez a los resultados obtenidos.
10
Las tasas obtenidas con Be constituyen el primer nivel de referencia de largo plazo (miles de
años) para la erosión de estas cuencas uviales, cuyas diferencias con la erosión de corto plazo
(decadales) pueden tener relación con (1) la historia pleistocena de glaciación y deglaciación
50 años) de erosión de suelo, cuya magnitud pudo haber sido lo sucientemente severa como
para limitar la producción de sedimentos en las décadas más recientes y/o (3) con una
114
Capítulo 6
Las principales preguntas que motivaron el desarrollo de esta tesis tuvieron como objetivo
ampliar el estado del arte respecto a temas especícos relacionados con la movilización de
sedimentos y la erosión integrada de cuenca en ciertos ríos en particular, pero que pueden
En primer lugar, se abordó la variabilidad espacial del efecto del enrutamiento del agua
Syvitski et al., 2000; Yang et al., 2007; Hovius et al., 2011), suelen presentar una gran dis-
persión que es en parte producida por el retardo del agua retenida en diferentes comparti-
sis puede reducirse (Andermann et al., 2012). Dado que los ciclos de transferencia de agua
varían en el tiempo y son diferentes en las regiones montañosas y en los planos adyacentes
pero no en el piedemonte, lo cual puede explicarse por las grandes variaciones estacionales
en las cuencas montañosas, lo cual no ocurre en el piedemonte. Dos resultados que fueron
equivalentes tanto para las cuencas de montaña como en el piedemonte son (1) la relación
115
entre el agua que tiene una corta residencia en la cuenca, Qd , y los sedimentos que moviliza,
Qs , además de no presentar histéresis estacional, presenta la misma escala casi lineal al ser
sedimentos normalizado por su promedio, la cual mostró que en estas cuencas la mayor parte
del ujo total de sedimentos movilizado en las últimas décadas ha sido registrado en eventos
de magnitud mediana. Estos dos resultados fueron interpretados como el producto de una
piedemonte.
del Maule, Mw 8,8). Este evento sísmico (el quinto en magnitud registrado con instrumental
geofísico) tuvo varias repercusiones en los procesos superciales que ya han sido estudiadas.
Farías et al., 2010; ?). Perturbaciones en la circulación de uidos desencadenadas por ondas
sísmicas generaron alzas en los caudales de los ríos, que pueden haber sido producidos por la
consolidación de materiales saturados en agua (Mohr et al., 2012) o por la expulsión de agua
desde los suelos (Mohr et al., 2015). Además, se produjo subsidencia en el arco volcánico,
una serie de remociones en masa (Escobar, 2013), aunque los catastros de remociones en
masa aún no cubren toda la zona de ruptura. En otras regiones del mundo se ha cuanticado
la denudación neta producida por un terremoto durante períodos de varios años (Dadson
evento? ¾cuál será la respuesta erosiva global de las cuencas uviales afectadas
por un mega-terremoto de subducción? Al observar series de tiempo de Cs y Q para
todas las estaciones con datos post-sísmicos de la zona de ruptura, no se observaron cambios
dos años después del terremoto en estaciones cuyas áreas drenadas tienen baja densidad de
vegetación. Los años posteriores al terremoto han sido secos, pero el año 2012 los peak de
Cs están asociados a las precipitaciones más altas registradas después del terremoto, por lo
cual podrían estar vinculadas con (1) la ocurrencia de deslizamientos en laderas que quedaron
116
ocurridos co-sísmicamente y la red de drenaje gracias a las mayores precipitaciones. Estos
resultados muestran que el terremoto del Maule no ha tenido una respuesta erosiva de gran
magnitud que pueda medirse a escala de tres años. Por lo tanto, la capacidad de un terremoto
de su magnitud.
El tercer factor que ejerce un control sobre la movilización de sedimentos que fue estu-
la actividad biológica que ocurre en los suelos (Lucas, 2001), juega un papel fundamental
en la modulación de la erosión física, aunque tiene efectos positivos como negativos sobre
ella. Por una parte, puede disminuir la erosión protegiendo al suelo del impacto directo de
las precipitaciones (Geddes y Dunkerley, 1999), sosteniendo los sedimentos disponibles en las
laderas (DiBiase y Lamb, 2013) e incrementando la estabilidad de ladera (Wu, 2013). Sin
embargo, sobre cierto umbral de pendiente, la presencia de una capa orgánica puede aumen-
el establecimiento de conectividad, que es un factor clave para que puedan movilizarse sedi-
mentos hacia a la red uvial (Mohr et al., 2013). El manejo antropológico de la vegetación
puede permitir que exista conectividad a través de caminos forestales, aunque se observe una
porcentajes de biomasa verde. El resultado interanual muestra que hay un aumento sostenido
del porcentaje de vegetación, que no se ve reejado en una disminución sostenida del ujo de
decadal a una reducción de las precipitaciones y el caudales. Además, considerando las clasi-
caciones de tipo de uso de suelo disponibles, es posible proponer que la vegetación que está en
aumento corresponde a plantaciones forestales. Para que este porcentaje de vegetación pueda
ser usado de manera más precisa en el estudio de la erosión, debe considerarse también una
uviales. Las tasas de erosión siempre son relativas a una escala especíca de tiempo en la
cual esta se observa. Tasas de erosión mayores al integrar períodos más largos han sido inter-
pretadas como el resultado de una erosión controlada por eventos catastrócos e infrecuentes
(Kirchner et al., 2001). Sin embargo, también han sido observadas tasas de erosión mayores a
escala de décadas que a escalas mileniales (Hewawasam et al., 2003; Vanacker et al., 2007), las
117
cuales han sido directamente asociadas al uso antropológico del suelo. A lo largo del margen
chileno, las tasas de erosión de cuencas situadas en las cabeceras de los ríos, que tienen altas
pendientes y una menor intervención antropológica que los planos adyacentes, son mayores a
escala milenial que decadal (Carretier et al., 2013, 2014), pero la diferencia decrece hacia el
al., 2013). En la cuenca del Biobío, las tasas de erosión decadales, que pueden aproximarse a
partir de los sedimentos suspendidos analizados previamente son bajas, a pesar de la enorme
intervención antropológica de las cuencas, que incluye una historia de intensa deforestación,
principalmente en los últimos 200 años (Armesto et al., 2010; Lara et al., 2012). Al ampliar el
veces mayores que en las últimas décadas. Aún cuando es posible que eventos infrecuentes
(esto es, con un intervalo de recurrencia mayor que el período de medición de sedimentos
ta en esta tesis es baja. Otras tres posibles explicaciones para este resultado son (1) que la
erosión haya sido mayor sobre plazos geológicos debido a procesos glaciares y periglaciares
de incendios forestales que acompañó al incremento de las temperaturas holocenas (2) que
la erosión haya sido mucho mayor en un pasado reciente, previo al inicio del monitoreo de
los ríos, dejando las cuencas con limitada disponibilidad de sedimentos para transportar en
las últimas décadas o (3) que las tasas de ersoión decadales estén subestimadas por una baja
Los resultados obtenidos y las discusiones propuestas abren camino a nuevas interrogantes
y a la formulación de futuras investigaciones que pueden ser desarrolladas a partir del trabajo
que ha sido realizado hasta ahora y la integración de nuevas metodologías. En particular, sería
118
distribución de nutrientes en la columna de agua.
observada para las últimas décadas. Las series de tiempo de Cs , Qs y Q deben ser
completadas con series de tiempo de uso de suelo con una mejor resolución temporal. En
particular, sería interesante desarrollar series de tiempo de vegetación para las cuencas
situadas en la Cordillera de la Costa que han tenido una mayor intervención en las
últimas décadas, como Sauzal (Fig. 6.1). En esta estación se observan a escala interanual
obras civiles. Para desarrollar series de tiempo de vegetación, se puede hacer uso de
imágenes Landsat y metodologías que han sido bien descritas recientemente (Braun
et al., 2014), las cuales se pueden automatizar en Grass. Además, usando Fcover, se
18
255 255
12
170 170
a
6
85 85
0
−6 0 0
Sediment Concentration [mg/l]
1 1
653 0.1
0
0.01
−1 0
0.01 0.1 1 10 100
Water Discharge [m3/s]
Figura 6.1: Serie de tiempo de descarga de agua y concentración de sementos en la estación Sauzal, ubicada
en la Cordillera de la Costa de la región del Maule. Se ha superpuesto la serie de tiempo de los parámetros
que los años 1993 y 1995 tuvieron altas concentraciones a pesar de no ser años particularmente caudalosos.
En el período posterior no hay grandes concentraciones en los años en que se observan los mayores peak de
caudales.
119
• Las variaciones en la distribución de frecuencia-magnitud tanto del ujo de agua como
del ujo de sedimentos pueden ser estudiadas en todas las cuencas con datos sedimen-
en las cuencas con datos sedimentométricos que todavía no tienen resultados de largo
las cuencas. Estos procesos pueden ser la ocurrencia de deslizamientos, caídas de roca,
del paisaje, como CIDRE (Carretier et al., 2009a) que considere además el caudal di-
recto en las laderas y el caudal total en el lecho del río. A esta aproximación numérica
caudal abre la inquietud de estimar el balance de agua de largo plazo de estas cuencas.
horarios nocturnos, podría realizarse hidrología hacia atrás (Kirchner, 2009). Aún sin
• Para comprender mejor las tasas de erosión observadas a distintas escalas de tiempo, en
desde la región del Maule hacia el sur y generar colaboración con investigadores que
tienen testigos de lagos. En las mismas cuencas, pueden muestrearse sedimentos uviales
10
para conocer las tasas de erosión derivadas de Be. Mediante el registro continuo de
cientos y miles de años, los efectos de eventos sísmicos en particular, como el terremoto
120
Conclusión
pendiente media de las cuencas es determinante en cuanto a (1) la variabilidad intra anual
en la fracción del agua que circula cerca o a través de la supercie (Qd ), (2) el alza de
ujo de sedimentos con posterioridad al sismo del Maule, que sólo fue observada en algunas
cuencas de alta pendiente y (3) la distribución de la erosión de cuenca, tanto milenaria como
decadal, que es mayor en las cuencas de mayor pendiente. Sin embargo, uno de los factores
ción, la ruta que sigue el agua tiene diferentes trayectos y tiempos de residencia. Para analizar
la movilización de sedimentos en una cuenca uvial, estas diferencias deben ser consideradas
función de la porción del agua que efectivamente contribuye a su movilización en las laderas,
es decir, el agua que tiene una trayectoria cercana a la supercie y, por lo tanto, una cor-
ta residencia en la cuenca. Esta porción del caudal, la descarga directa, puede relacionarse
que la movilización de sedimentos en esta cuenca está controlada por la escorrentía, lo cual
121
probablemente está controlado por un uso de suelo que facilita la conectividad entre las
- A tres años de la ocurrencia del terremoto del Maule (Mw 8,8), la concentración de
décadas, a excepción de eventos particulares ocurridos dos años después en cuencas alejadas
de la zona de ruptura, pero con alta pendiente y bajo porcentaje de vegetación. Estos resul-
tados muestran que no todos los grandes terremotos tienen asociada una respuesta erosiva
inmediata.
uso de suelo permite que haya conectividad aún cuando hay vegetación presente, principal-
mente a través de caminos forestales. Aunque las series de tiempo intra anuales mostraron
que la descarga sedimentaria ocurre siempre en momentos en que la vegetación verde pre-
los procesos relacionados, hay que conocer mejor cómo varía en el tiempo el uso de suelo.
- Los resultados de tasas de erosión de cuenca milenarias (0,01 a 0,17 mm/a) con consis-
tentes con el análisis morfométrico del área fuente de los sedimentos muestreados. Las tasas
de erosión decadales (0,005 a 0,04 mm/a) obtenidas a partir del ujo de sedimentos son ca.
tres veces menores que en el largo plazo, pero se requiere conocer con mayor precisión el
error asociado a su estimación para poder concluir respecto a esta diferencia. Las posibles
explicaciones para una mayor erosión en el largo que en el corto plazo son (1) procesos gla-
el Holoceno, (2) una gran magnitud de la erosión durante el período de conversión del bosque
nativo en suelo agrícola y su posterior abandono, cuyo efecto puede signicar limitación al
suministro de sedimentos desde estas cuencas, hasta que el suelo vuelva a regenerarse y/o (3)
122
Capítulo 7
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doi: 10.1029/2008JF001088.
http://dx.doi.org/10.1029/2008JF001088
149
Apéndice
150
Apéndice A
Tabla de abreviaciones
151
Parametro Unidades Descripción
α (Cap. 2) - Exponential recession constant of water discharge
BFImax - Long-term ratio between the baseow and the total discharge
3
Qd L /T Direct water discharge
3
Qb L /T Baseow
3
dry Qb L /T Baseow when Qd =0
Qsd M/T Suspended sediment ux when Qd > 0
dry Qs M/T Suspended sediment ux when Qd =0
Qsout M/T Mean suspended sediment ux at the river mouth
152
Apéndice B
A continuación se muestran los hidrogramas anuales de las 33 estaciones analizadas en el capítulo 3. Para
3
toda la base de datos entre los años 1985 y 2014, se ha superpuesto la serie de tiempo de caudal [m /s] en
base a su día juliano y en rojo se destaca el promedio interanual para cada día. A la izquierda se muestra el
diagrama en año calendario. Para cada una de las estaciones se ha denido un inicio y n del año hidrológico,
de manera de agrupar los datos de caudal y concentración de sedimentos suspendidos que pertenecen al
mismo ciclo de crecida intra anual. Cada año hidrológico se muestra en los diagramas de la derecha. También
99 99
66 66
33 33
0 0
J F M A M J J A S O N D J A S O N D J F MA M J
153
2. Las_Burras Cod 04721001 Lat −31.5103 long −70.8147
72 72
Sum. Aut. Wint. Spring
36 36
18 18
0 0
J F M A M J J A S O N D A S O N D J F MA MJ J
108 108
54 54
0 0
J F M A M J J A S O N D MJ J A S O N D J F M A
87 87
58 58
29 29
0 0
J F M A M J J A S O N D MJ J A S O N D J F M A
154
5. Col._A.J.R.Maipo Cod 05707002 Lat −33.5908 long −70.3692
140 140
Sum. Aut. Wint. Spring
70 70
35 35
0 0
J F M A M J J A S O N D MJ J A S O N D J F M A
324 324
162 162
0 0
J F M A M J J A S O N D J J A S O N D J F MA M
123 123
82 82
41 41
0 0
J F M A M J J A S O N D MJ J A S O N D J F MA
155
8. Rinc._de_Maipu Cod 05737002 Lat −33.4981 long −70.8194
1016 1016
Sum. Aut. Wint. Spring
508 508
254 254
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
312 312
156 156
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
396 396
264 264
132 132
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
156
11. Los_Quenes Cod 07103001 Lat −35.0016 long −70.8117
464 464
Sum. Aut. Wint. Spring
232 232
116 116
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
506 506
253 253
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
255 255
170 170
85 85
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
157
14. Las_Brisas Cod 07359001 Lat −35.6169 long −71.7674
7608 7608
Sum. Aut. Wint. Spring
3804 3804
1902 1902
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
900 900
450 450
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
492 492
328 328
164 164
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
158
17. Cholguan Cod 08123001 Lat −37.1576 long −72.0684
964 964
Sum. Aut. Wint. Spring
482 482
241 241
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
736 736
368 368
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
2202 2202
1468 1468
734 734
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
159
20. Coelemu Cod 08141001 Lat −36.4634 long −72.6936
6052 6052
Sum. Aut. Wint. Spring
3026 3026
1513 1513
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
800 800
400 400
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
645 645
430 430
215 215
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
160
23. P._Perales Cod 08383001 Lat −37.2331 long −72.5364
2068 2068
Sum. Aut. Wint. Spring
1034 1034
517 517
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
6876 6876
3438 3438
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
216 216
144 144
72 72
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
161
26. Cholchol Cod 09116001 Lat −38.6071 long −72.8469
1592 1592
Sum. Aut. Wint. Spring
796 796
398 398
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
346 346
173 173
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
1131 1131
754 754
377 377
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
162
29. Quepe Cod 09135001 Lat −38.8626 long −72.5981
1252 1252
Sum. Aut. Wint. Spring
626 626
313 313
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
622 622
311 311
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
732 732
488 488
244 244
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
163
32. Gorbea Cod 09434001 Lat −39.1180 long −72.6779
396 396
Sum. Aut. Wint. Spring
198 198
99 99
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
474 474
237 237
0 0
J F M A M J J A S O N D A MJ J A S O N D J F M
164
Apéndice C
Artículo de coautoría
165
Downloaded from http://sp.lyellcollection.org/ at Universidad de Chile on June 16, 2014
Abstract: The effect of mean precipitation rate on erosion is debated. Three hypotheses may
explain why the current erosion rate and runoff may be spatially uncorrelated: (1) the topography
has reached a steady state for which the erosion rate pattern is determined by the uplift rate pattern;
(2) the erosion rate only depends weakly on runoff; or (3) the studied catchments are experiencing
different transient adjustments to uplift or to climate variations. In the Chilean Andes, between
278S and 398S, the mean annual runoff rates increase southwards from 0.01 to 2.6 m a21 but the
catchment averaged rates of decadal erosion (suspended sediment) and millennial erosion (10Be
in river sand) peak at c. 0.25 mm a21 for runoff c. 0.5 m a21 and then decrease while runoff
keeps increasing. Erosion rates increase non-linearly with the slope and weakly with the square
root of the runoff. However, sediments trapped in the subduction trench suggest a correlation
between the current runoff pattern and erosion over millions of years. The third hypothesis
above may explain these different erosion rate patterns; the patterns seem consistent with, although
not limited to, a model where the relief and erosion rate have first increased and then decreased in
response to a period of uplift, at rates controlled by the mean precipitation rate.
To what extent does the mean precipitation rate or tectonic uplift is predicted to generate erosion, the
tectonic uplift rate control the erosion rate in moun- amplitude of which varies according to a timescale
tain ranges? Recent models suggest that climate, called the response time (Kooi & Beaumont 1996;
through its effect on erosion, plays a determinant Whipple 2009). The response time is thought to
role in localizing deformation, and in controlling be modulated by climatic conditions (Bonnet &
mountain elevation and uplift rate (Whipple 2009). Crave 2003; Stolar et al. 2006; Whipple & Meade
In addition, variations in palaeoerosion rates (Char- 2006; Tucker & vanderBeek 2013). Consequently,
reau et al. 2011) and in palaeosedimentation rates the relationship between erosion and precipitation
(e.g. Metivier et al. 1999; Clift 2006; Uba et al. rates is predicted to depend on the timescale over
2007) potentially record variations in the mean which the erosion rate is analysed. In the simplest
precipitation rate (Castelltort & van den Driessche ideal case of non-glaciated mountain ranges where
2003). The role of climate in driving mountain the uplift is held constant, the cumulative erosion
erosion has become a central question in tectonics, at a given time (the time integral of the erosion
geomorphology and sedimentology (Allen 2008). rate since the onset of the uplift) is greater where
Because it is difficult to reconstruct the evolution the climate is wetter simply because the response
of the erosion rate in mountains over 100 ka to Ma, time is less and the slopes are smaller in this case
the evolution of the sediment outflux from mountain (Bonnet & Crave 2003). In some circumstances,
ranges has been studied using numerical and phys- decadal or millennial erosion rates can be greater
ical modeling (e.g. Kooi & Beaumont 1994; where the climate is drier. This is predicted when
Tucker & Slingerland 1996; Bonnet & Crave 2003; the drainage network grows slowly, leading to
Whipple & Meade 2006; Stolar et al. 2007). A steep hillslopes, deep valleys (high fluvial relief or
From: Sepúlveda, S. A., Giambiagi, L. B., Moreiras, S. M., Pinto, L., Tunik, M., Hoke, G. D. & Farı́as, M. (eds)
Geodynamic Processes in the Andes of Central Chile and Argentina. Geological Society, London,
Special Publications, 399, http://dx.doi.org/10.1144/SP399.16
# The Geological Society of London 2014. Publishing disclaimer: www.geolsoc.org.uk/pub_ethics
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S. CARRETIER ET AL.
mean incision), and high catchment mean erosion either because the erosion rate balances the rock
rates exceeding the uplift rate (Carretier et al. uplift rate (Burbank et al. 2003), or because the
2009). In the case of a topography responding to a slopes and erosion decrease to near zero in declining
pulse of uplift, the erosion response is predicted to reliefs (Frankel & Pazzaglia 2006). In both cases,
first increase and then to decrease, as illustrated by differences in precipitation rates have been com-
Figure 1 (e.g. Kooi & Beaumont 1996). While the pensated by differences in hillslope angle or river
mean erosion rate of a dry catchment reaches its width (e.g. Riebe et al. 2001; Burbank et al. 2003;
maximum, the erosion rate of a wetter catchment von Blanckenburg et al. 2004; Stolar et al. 2007).
may already be decreasing because its response Finally, the absence of a correlation between the
time is shorter. This is another situation where the catchment mean erosion rate and the mean precipi-
current erosion rate of a dry catchment may be tation rate may also be explained by a weak rela-
greater than a wet catchment (e.g. Barnes & Pelle- tionship between both parameters. This has been
tier 2006). Recent studies document that catchment suggested by a correlation analysis between the sus-
mean erosion rates increase non-linearly with slope, pended sediment yields in rivers and the mean pre-
so that high transient slopes in dry catchments can cipitation rates or runoff (e.g. Dadson et al. 2003;
lead to high erosion rates (e.g. Binnie et al. 2007; Aalto et al. 2006; Syvitsky & Milliman 2007;
Roering et al. 2007; Carretier et al. 2013). A Pepin et al. 2010). The influence of other erosion
decadal or millennial catchment mean erosion rate controls such as the mean slope, lithology or veg-
may not depend significantly on the precipitation etation may be stronger (e.g. Summerfield &
rate once the topography has reached a steady state, Hulton 1994).
Input: Response:
uplift rate
mean erosion rate,
mean slope, cumulative
mean incision erosion
response time
cumulative
erosion
mean
incision
mean
slope
Time
Fig. 1. Conceptual model of the co-evolution of the hillslope gradient (mean slope), mean incision, cumulative erosion
and current erosion rate of an initial surface in response to an uplift. The time needed by erosion and relief to reach
a maximum defines a response time. We hypothesize that the studied Andean catchments of Central Chile correspond
to different steps of this evolution, for which the response time depends on the mean annual precipitation rate.
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In this paper, we analyse the catchment mean averaging the daily water discharge over the mea-
decadal and millennial erosion rates for central surement period. The mean annual runoff (m a21)
Chile (but include two sites in Argentina) between was calculated by dividing the mean annual water
278 and 398S with respect to the long-term evolution discharge by the catchment area (Pepin et al. 2010).
of the topography over Ma. These data include pre- The mean annual sediment discharge at each
viously published catchment mean decadal and mil- station was calculated by Pepin et al. (2010), by
lennial erosion rates (Pepin et al. 2010, 2013; averaging the daily suspended sediment discharge
Aguilar et al. 2014; Carretier et al. 2013) and new over the measurement period. The mean annual
data in the Biobı́o catchment (37 –398S). Along catchment erosion rates were obtained by dividing
this range, the precipitation rate increases from the mean annual sediment discharge by a rock
north to south, with a catchment mean annual run- density of 2700 kg m23 and by the catchment area
off ranging between 0.01 and 2.6 m a21 (Pepin determined from the Shuttle Radar Topography
et al. 2010). The topography also shows significant Mission (SRTM) digital elevation model. For the
variations (Rehak et al. 2010). Decadal and millen- Rucalhue station in the Biobı́o River (37–398S),
nial erosion rates are anticorrelated to mean runoff affected by the building of the Pangue Dam in 1996,
south of 328S (Pepin et al. 2010; Carretier et al. two mean annual erosion rates and correspond-
2013). We discuss the three explanations cited ing geomorphic parameters were recalculated. One
above for this anticorrelation, namely, that the topo- set of values corresponds to the pre-dam period
graphy and erosion have reached a steady state con- and the other to the post-dam period (excluding the
trolled by a spatially variable uplift rate, that the area above the dam: see Table 1). For the Puente
functional relationship between the mean erosion Perales station in the Lara River, new data between
rate and the mean runoff is weak, and that the stud- December 2006 and August 2010 were added,
ied catchments are experiencing different evol- which decrease the mean erosion rate calculated
utions after an uplift period that occurred Ma ago. by Pepin et al. (2010) by 8%. For this catchment,
In the latter case, we hypothesize that the mean geomorphic parameters were calculated without
precipitation rate may have controlled the erosion considering the area that is above the natural lakes.
response time of these catchments, and thus the The uncertainties affecting the mean annual ero-
pattern of the decadal and millennial erosion rates. sion rates include hourly variations in the sediment
This region may provide a space-to-time conver- concentration, variable and unknown proportions
sion framework that permits the analysis of erosion of bedload, periods with missing data, and the
response to uplift under different climates. potential differences between the survey practices.
In order to analyse the functional relationship These uncertainties are difficult to estimate and
between the erosion rate and other parameters, we may vary from one station to another. A global 1s
explore the correlation between the decadal and mil- of +5% for mean runoff and of +30% for sediment
lennial erosion rates, vegetation, runoff, lithology discharge was assumed by Pepin et al. (2010).
and topographic parameters. Then we compare the In order to estimate the millennial erosion rates,
north–south pattern of these erosion rates with cumu- we used the 10Be concentrations published by Carre-
lative erosion estimates over Ma and with structural tier et al. (2013), two samples published by Pepin
and thermochronological data in order to explore the et al. (2013) from the Las Tunas catchment in
possibility that the erosion pattern mimics the uplift Argentina and two new samples in the Biobı́o catch-
rate pattern or that it corresponds to different stages ment in the south of the zone studied by Carretier
of the erosion response to ancient uplift. et al. (2013) (Table 2). For the new Biobı́o data,
the area used for the following calculation excludes
the area above natural lakes of glacial origin. These
Methodology data correspond to the 10Be concentration analyses
of river sand quartz sampled at the outlet of 15
In order to document the north –south pattern of catchments (Fig. 1). From these concentrations,
decadal erosion, we used the average annual flux the mean catchment erosion rates were calculated
of suspended sediment leaving the mountain front following the same procedure, assuming that the
10
at the gauging stations of the Chilean Direccion Be concentration has reached a steady state on
General de Aguas (DGA, www.dga.cl) located at the hillslopes, and allowing the use of a model link-
the foot of the main Cordillera, and previously pub- ing the mean 10Be concentration with the mean
lished in Pepin et al. (2010). These fluxes represent a catchment erosion rate, modified from the initial
low estimate of the total sediment flux because the models given by Brown et al. (1995) and Granger
bedload has not been quantified. The station et al. (1996) (Table 3). In this model, a catch-
records span periods of 3–42 years (Table 1). The ment mean 10Be concentration production rate P
mean annual water discharge (m3 a21) at each gaug- (atoms g21 a21) is calculated by averaging the
ing station was calculated by Pepin et al. (2010) by surface 10Be production rate of each catchment
Table 1. Data corresponding to catchments with suspended sediment measurements (from Pepin et al. (2010))
Jorquera Vertedero 228.04 269.96 1250 227.75 269.47 1967– 2006 11017 4169 664 3790 0.30 559 1.20 6.30E-03 1.70E-03
Pulido Vertedero 228.09 269.94 1310 228.20 269.68 1967– 2006 11374 2018 1041 3567 0.37 598 1.50 2.50E-02 4.60E-03
Huasco Algodones 228.73 270.50 600 229.10 270.12 1994– 2006 4519 7189 3585 3396 0.41 711 1.40 3.50E-02 4.00E-03
Turbio Huanta 229.84 270.39 1195 229.99 270.12 1972– 1986 4462 2787 989 3619 0.43 766 1.00 6.90E-02 1.10E-02
Claro Montegrde 230.09 270.49 1120 230.28 270.36 1972– 1986 4439 1249 1010 3332 0.45 854 1.70 8.80E-02 8.50E-04
Hurtado Angostura de 230.44 271.00 485 230.45 270.58 1967– 2006 10419 1876 712 2501 0.36 621 2.40 5.40E-02 5.20E-03
Pangue
Grande Puntilla San 230.71 270.92 420 230.88 270.58 1964– 2006 10471 3541 1538 2476 0.40 607 3.40 9.50E-02 1.20E-02
S. CARRETIER ET AL.
Juan
Cogoti Embalse Cogoti 231.03 271.04 670 231.17 270.80 1967– 2006 7804 741 206 2094 0.34 707 4.00 1.00E-01 1.10E-02
Illapel Las Burras 231.51 270.81 1079 231.43 270.67 1965– 2006 12301 608 607 3130 0.39 658 1.70 1.40E-01 2.90E-03
Choapa Salamanca 231.81 270.93 500 231.85 270.67 1974– 1986 2973 2228 604 2622 0.38 682 3.70 2.20E-01 2.80E-02
Putaendo Resguardo Los 232.50 270.58 1218 232.43 270.43 1966– 2006 12803 964 108 2868 0.40 686 2.50 2.70E-01 4.30E-02
Patos
Colorado Colorado 232.86 270.41 1062 232.66 270.27 1965– 1994 8045 834 93 3253 0.44 739 2.10 4.00E-01 8.70E-02
Aconcagua Rio Blanco 232.91 270.30 1420 232.96 270.18 1966– 1998 5204 890 73 3428 0.53 894 1.60 8.00E-01 1.10E-01
Maipo El Manzano 233.59 270.38 850 233.81 270.13 1965– 2006 11645 4863 239 3185 0.48 898 2.20 7.40E-01 2.40E-01
Cachapoal Puente Termas 234.25 270.57 700 234.33 270.31 2003– 2006 1299 2472 175 2627 0.45 746 4.10 5.40E-01 1.70E-01
de Cauquene
Tinguiriri Bajo Los 234.71 270.82 518 234.77 270.49 1989– 2006 4042 1449 231 2537 0.43 735 5.80 1.20E + 00 1.80E-01
Briones
Teno D.J. Claro 234.99 270.82 900 235.04 270.59 1976– 2006 10383 1208 49 2191 0.44 645 7.70 1.60E + 00 1.20E-01
Claro Los Quenes 235.00 270.81 900 235.15 270.72 1977– 2006 9754 354 15 1856 0.42 832 10.70 2.10E + 00 1.00E-01
Nuble San Fabien 2 236.58 271.52 420 236.68 271.23 1985– 2006 5353 1630 286 1620 0.38 541 15.40 2.10E + 00 2.80E-02
Laja* Puente Perales 237.23 272.54 65 237.28 271.66 1988– 2010 6389 2622 519 1021 0.24 397 24.70 1.70E + 00 2.50E-02
Bio Bio* Rucalhue 237.71 271.90 245 237.93 271.47 1985– 1995 2460 6795 505 1383 0.26 435 16.90 1.80E + 00 2.60E-02
Bio Bio* Rucalhue 237.71 271.90 245 237.93 271.47 1996– 2006 5271 1818 429 1210 0.32 439 23.90 1.80E + 00 9.50E-02
Cautin Rari Ruca 238.43 272.00 400 238.49 271.41 1985– 2006 6666 1291 43 1153 0.23 391 24.90 2.20E + 00 4.10E-02
Trancura A.J. Rio 239.33 271.82 386 239.32 271.55 1985– 2006 6544 1365 513 1141 0.31 477 25.80 2.60E + 00 1.80E-02
Llafenco
*Recalculated.
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10
Sample Lat. (8) Long. (8) Mass of Be/9Be +1s 9
Be 10
Be +1s
quartz (g) (atoms g21) (atoms g21)
pixel using the production model of Stone (2000), where r ¼ 2700 kg m23; Ln ¼ 160 g cm2, Lms ¼
and a sea-level high-elevation production rate of 1500 g cm2, and Lmf ¼ 5300 g cm2 are the effec-
4.5 atoms g21 (Balco et al. 2008). The production tive apparent attenuation lengths for neutrons, nega-
rate at each pixel was multiplied by an estimate of tive muons, and fast muons, respectively; and
the topographic shielding factor ranging between 0 fn ¼ 0.9785, fmf ¼ 0.0015 and fmf ¼ 0.0065 (Brau-
and 1 using the method of Codilean (2006), and cher et al. 2003). The 1s uncertainty for the erosion
by the relative proportion of quartz in the underly- rates were calculated by propagating the analytical
ing lithology in order to limit the bias due to uncertainty of the 10Be concentration and a 15%
lithological variations (Safran et al. 2005). This uncertainty assumed for the production rate (Table
relative proportion is given by xi / n1 xi where xi 2). Note that erosion rates of Carretier et al. (2013)
is the percentage of quartz in the lithology of pixel were recalculated by adding the effect of fast
i and n is the number of pixels (Safran et al. 2005). muons, which leads to erosion rates c. 10% lower.
Catchment lithologies were obtained from the The calculated mean erosion rate applies for a
1:1 000 000 geological maps of Chile, from which an time period, or integration time. The integration
estimate of the proportion of quartz minerals was time depends inversely on the calculated erosion
determined, as follows: granitoid rocks, 25%; rhyo- rate and reaches several thousands to tens of thou-
litic volcanic rocks, 5%; undifferentiated detritic sands of years in this study. It is defined as the
rocks, 5%; ignimbrites, 2%; other lithologies, 0%. time necessary to erode 0.6 m, a value close to the
We also calculated the mean surface 10Be produc- neutron mean free path in rocks.
tion rate without correcting for the quartz content In order to calculate the topographic parameters,
(‘Ptotal’ in Table 3), and the relative difference we used the SRTM digital elevation model. The
is 15% on average. Then, the mean catchment mean hillslope gradient corresponds to the average
erosion rates 1 [L/T] were calculated using the fol- of the slopes calculated in the steepest direction,
lowing equation: excluding pixels from the drainage network. The
network is defined for the drainage area above a
Ln f n P Lms fms P Lmf fmf P
1= + 10 + 10 (1) critical drainage area of 8.1 km2. This area was
r[10 Be] r[ Be] r[ Be] chosen via a visual inspection to exclude the
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S. CARRETIER ET AL.
pixels of deep valleys. Other slope calculations were et al. 2013), with two new 10Be concentrations
investigated by Carretier et al. (2013) (Data Reposi- and recalculated decadal erosion rates in the
tory) and show a difference of less than 10%. The Biobı́o catchment. Then we evaluate the scaling
catchment mean incision is obtained by calculating relationship between the catchment mean erosion
a tensile surface draped over the divide of a catch- rate and runoff, and other parameters.
ment (s.surf.tps function of GRASS with a ten- Figure 2 displays maps of decadal and millennial
sion parameter of 60). The elevation differences erosion rates. Millennial erosion rates calculated
between this surface and the catchment elevations by Walcek & Hoke (2012) for three catchments of
are averaged and divided by the catchment area. the Argentine Precordillera are also shown for
The resulting value has the dimension of a length comparison, bearing in mind that these catchments
that we call the mean incision. In the simplest case are two to three orders of magnitude smaller than
of a block uplift with relicts of the uplifted peneplain the others. The erosion rates vary between 0.17 +
(e.g. Walcek & Hoke 2012), the mean incision is 0.05 1022 mm a21 and 0.32 + 0.06 mm a21. The
10
an estimate of the volume of sediment eroded Be-derived erosion rate is at its maximum
below the envelope surface normalized by the catch- near 33 –348S (c. 0.25 mm a21 in Chile and c.
ment area. The studied catchments probably do not 0.3 mm a21 in Argentina), in a region where the
correspond to this simple situation. The mean catchments are steep, the precipitation rates are
incision is the same as the Rva index used by moderate (at the transition between the arid north
Frankel & Pazzaglia (2006), except for the details and wet south in Chile and between the arid south
regarding the calculation of the envelope surface and wet north in Argentina), and the vegetation
(by selecting divide pixels around the local cover is low. Antinao & Gosse (2009) obtained
maximum in a circular moving window with a similar values (c. 0.3 mm a21) in the Chilean
5 km radius in their case). These authors proposed Maipo valley at these latitudes from the analysis
Rva as a key metric to quantify the morphological of rockslides produced by short-term (20-year) seis-
differences between growing and decaying reliefs micity. In Chile, this peak corresponds to catch-
(see fig. 9 in Frankel & Pazzaglia (2006)). A ments where the proportion of granitic rocks is the
plateau incised by canyons corresponds to a small lowest. The other rocks are mainly volcano-detritic
mean incision value (a large part of the surface is rocks, which suggests that these rocks may be
not incised), a topography with a dentritic river eroded more easily. Although this lithological con-
network and deep valleys has a large mean incision trol on erosion is possible, it is difficult to prove
value, and a topography with a dentritic network of here, as already pointed out by Carretier et al.
shallow valleys has a small mean incision value. (2013): the sector with small granitoid areas cor-
The percentage of green vegetation cover responds to a steep zone where the precipitation
FCOVER is derived from the VEGETATION sensor rates increase sharply. Another argument seems to
aboard SPOT4 and SPOT5, providing a spatial reso- moderate the lithological effect (Fig. 3): the
lution of approximately 1.15 km (Baret et al. 2007). maximum millennial erosion-rate value occurs for
The CYCLOPES products and associated detailed two catchments (338S) sharing the same high
documentation are available at http://postel.medias mean hillslope gradient (c. 0.5 m m21) but with
france.org. We used data from December 2003 in different lithologies that are mostly volcanic on
order to minimize the snow cover (summer). the western side and mainly granitic or gneissic on
The geology underlying the studied catchment is the eastern side (Polanski 1963). The hillslope gra-
mainly composed of granitoid rocks and volcano- dient seems to exert a primary control: the erosion
detritic rocks. We hypothesize that these two cat- rates increase non-linearly when the mean hillslope
egories erode differently. Carretier et al. (2013) gradient is close to a critical slope of 0.53 m m21
found an inverse relationship between the erosion (Fig. 4), as noted by Carretier et al. (2013) and
rates and the proportion of granitoid rocks. We rea- Walcek & Hoke (2012) in this region or nearby,
nalysed this relationship, adding new data from and confirming previous observations in other
Pepin et al. (2013) and from the Biobı́o basin. The mountain ranges (Montgomery & Brandon 2002;
proportion of area occupied by granitoid rocks was Binnie et al. 2007; Roering et al. 2007; Ouimet
quantified in each catchment using the 1:1 000 000 et al. 2009; DiBiase et al. 2010; DiBiase &
geological map of Chile (Carretier et al. 2013). Whipple 2011).
The new millennial erosion rate values in the
south are similar to the decadal erosion rates
Patterns of erosion rates and control factors (Fig. 2). This similarity extends to a wetter region
as per the observations made by Carretier et al.
In this section we combine the erosion rates (2013), and further suggests that the contribution
obtained from data published in previous studies of rare and unrecorded extreme hydrological
(Pepin et al. 2010; Carretier et al. 2013; Pepin events to erosion (Kirchner et al. 2001) decreases
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Fig. 2. (a) Decadal catchment erosion rates derived from suspended sediment at gauging stations (from Pepin et al.
(2010) except for the two rates recalculated here). Note the same scale in A and B indicated by the maximum value.
Studied catchments are in white. JFR is Juan Fernandez Ridge. (b) Millennial catchment mean erosion rates derived
from 10Be concentrations of river sand (data source indicated on the graph). The data for three erosion rates given by
Walcek & Hoke (2012), corresponding to actively incising catchments (mean upstream slopes between 0.27 and
0.38 m m21), are shown for comparison. Note that these catchments are two to three orders of magnitude smaller than
the other catchments, and hence are not visible.
toward wetter climates (see discussion in Carretier assumed model combines a non-linear function of
et al. (2013)). the mean hillslope gradient, and power laws of the
The vegetation is significantly correlated with other parameters:
runoff, so that the effect of the former is difficult
to establish. The increase of vegetation cover may b
contribute to the erosion rate decrease to the south HSlope a Areag
of 348S, by stabilizing the hillslopes. As suggested E=C Runof f (2)
1 − (HSlope/Sc )2 Area
by Langbein & Schumm (1958), erosion may
increase with precipitation rate until the vegetation
cover begins to protect the hillslopes from erosion, where C is a constant. As an alternative to the power
implying a decrease in erosion rate while precipi- law function for the slope or relief used in other ana-
tation rates continue to increase. lyses (e.g. Aalto et al. 2006; Syvitsky & Milliman
In order to analyse the scaling relationship 2007), we introduced a mean hillslope gradient
between the erosion rates and some possible con- function suggested by the hillslope erosion model
trols including the catchment mean annual runoff, presented by Roering et al. (1999), where Sc is a
we carried out a multivariate analysis of variance, critical slope equal here to 0.53 m m21 (Fig. 4).
assuming a model for erosion rates E and selecting The power law function for runoff is suggested by
the control parameters: the mean hillslope gradient the analysis of a large suspended sediment yield
(HSlope), the runoff, and a lithological parameter database (e.g. Syvitsky & Milliman 2007). In
represented by the ratio between the granitoids order to carry out the analysis of variance, we
area and the catchment area Areag/Area. The moved the slope term to the left-hand side and
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S. CARRETIER ET AL.
Fig. 3. (a) Local steepest-descent slope (%) from the SRTM digital elevation model. The maximum catchment mean
slopes are located near 338 –348S. (b) Mean annual precipitation rates from Matsuura & Willmott (2011) world database
with a resolution of 0.58, interpolated with a resolution of 0.18 here. (c) Granitoids from the 1:1 000 000 geological map
of Chile. (d) Percentage of green vegetation cover from the FCOVER index (Baret et al. 2007). Data from December
2003 are shown here.
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0.4
10Be catchments
Susp. sed catchments
2)
201
ke (
d Ho
0.3
an
cek
Wal
0.2
0.1
R2=0.52
p-value=7.7 10-8
0.0
0.2 0.3 0.4 0.5 0.6
Fig. 4. Erosion rate v. mean catchment slope. The solid line is a model on the form erosion rate a (Slope/1 2
(Slope/Sc)2) with Sc ¼ 0.53. R 2 and p-value apply to squares and circles but do not consider the point with the slope
equal to Sc (surrounded by a square). Millennial erosion rates of three small catchments studied by Walcek & Hoke
(2012) (grey diamonds) and their erosion-slope model are plotted for comparison. These catchments are two to three
orders of magnitude smaller than the other ones.
take the logarithm of this modified equation: predictor in either case (b ¼ 20.52 + 0.26,
p-value ¼ 0.06 for the decadal erosion rates and
HSlope b ¼ 0.03 + 0.16, p-value ¼ 0.82 for the millennial
ln [E/ ] erosion rates). The overall model fit was R 2 ¼ 0.65
1 − (HSlope/Sc )2
for the decadal erosion rates and R 2 ¼ 0.77 for the
Areag millennial erosion rates. This model suggests that
= ln (C) + a ln (Runoff) + b ln . (3)
Area the control of runoff on the erosion rates is weaker
(less-than-linear dependence with Runoffc.0.5) than
A regression analysis was then carried out using the the control of slope, which is consistent with other
decadal erosion rates on the one hand, and the mil- databases (e.g. Aalto et al. 2006; Syvitsky & Milli-
lennial erosion rates on the other hand, for E. The man 2007).
data of Walcek & Hoke (2012), which correspond
to much smaller catchments, are not included in
this analysis. In both cases, the results indicate Comparison with geological features
cases in which only ln(C) (ln(C) ¼ 24.14 + 0.58,
p-value ¼ 2.9E-7 for the decadal erosion rates and Figure 5 displays the latitudinal variations of some
ln(C) ¼ 0.9 + 0.4, p-value ¼ 0.04 for the millen- parameters: the thickness of sediment in the trench
nial erosion rates) and ln(Runoff) (a ¼ 0.57 + (drawn schematically after Bangs & Cande (1997)),
0.14, p-value ¼ 6.0E-4 for the decadal erosion runoff, the catchment mean incision, the erosion
rates and a ¼ 0.50 + 0.08, p-value ¼ 7.6E-6 for rates (a square for the decadal erosion rates; a
the millennial erosion rates) were significant predic- circle for the millennial erosion rates; the numbers
tors of the left-hand side of the modified equation. are shown as an integration time in ka), and a
The logarithm Areag/Area was not a significant crustal profile based on the mean elevation of the
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S. CARRETIER ET AL.
(m a–1)
(mm a–1)
Fig. 5. From top to bottom: schematic sediment thickness in the trench after Bangs & Cande (1997), runoff, mean
catchment incision, decadal (squares) and millennial (circles) erosion rates, crustal section after Tassara et al. (2006)
(from Farı́as (2007)). Between 378 and 388S, the millennial erosion rates are new data and the decadal erosion rates were
recalculated from Pepin et al. (2010) to account for new measurements between 2006 and 2010 (Puente Perales station,
Table 1) and for the periods before and after the dams were built (Rucalhue station).
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Discussion
Previous results have shown a weak relationship
between the decadal and millennial erosion rates
with the mean annual runoff. Is this observation suf-
ficient to explain that the pattern of mean erosion
rates and mean annual runoff are uncorrelated to
the south of 338S? Does this imply that the mean
precipitation rate has a minor effect on the topo-
graphic evolution over Ma? In the following, we
investigate three hypotheses that could explain the
difference between the decadal, millennial and
longer timescale erosion rates and the mean
annual runoff, replacing these data in a temporal
frame of several Ma (Fig. 6). We define three
sectors which may correspond to different evol-
utionary stages of erosion in response to a Mio-
Pliocene surface uplift (Fig. 6): the northern sector
corresponds to latitudes between 278 and 338S, the
central sector between 338 and 348S and the
southern sector between 358 and 398S.
Hypothesis 1: The topography has reached a
dynamic equilibrium between the erosion rate and
the rock uplift rate, so that the decadal and millen-
nial erosion rates reflect the spatial differences in
the rock uplift rates (Fig. 6a). The crustal thickness
and the mean elevation decrease southwards
(Fig. 5). If the tenfold increase in the erosion rates
between the north and central sectors represents
differences in the uplift rates, we would expect a Fig. 6. Three hypotheses were investigated to explain
southward increase in both the topography of the the patterns in Figure 5. The north refers to latitudes
range and in the crustal thickness. The mean between 278 and 338S, the centre to latitudes between
annual runoff increase between the north and 338 and 358S and the south to latitudes between 358 and
central sectors seems too small to explain the 398S. (a) In hypothesis 1, the Andes reached a dynamic
observed decrease in crustal thickness. Alterna- equilibrium with different uplift rates, yielding different
tively, the decrease in the crustal thickness and in erosion rates. (b) In hypothesis 2, uplift occurred more
the erosion rate to the south of 348S may be con- recently in the centre than to the north and south, so that
erosion rates are higher in the centre. (c) In hypothesis 3,
sistent with a decrease in the uplift rate. At these uplift occurred at the same period but the difference in
latitudes, a southward decrease of Neogene shorten- the precipitation rates brought the topography to
ing and shortening rate of the upper crust is observed different evolution stages, determining the differences in
in Argentina (Giambiagi et al. 2012). According to the erosion rate.
Arriagada et al. (2013), this decrease in the Neogene
shortening is consistent with the change in the may be consistent with a southward decrease in the
palaeomagnetic rotation angle that they observe bet- rock uplift rate on the Chilean side. This possibility
ween the north and south of 338S. Both observations requires additional thermochronological data to be
Table 3. Data corresponding to catchments with 10Be samples
Sample Lat. Long. Catch. Granitoid Hillslope Mean Green Runoff P Ptotal (10Be) +1s Integr.
(m a21)
SAN1* 227.05 269.60 3788 335 0.23 433 2.1 1.58E-02 32.5 30.8 1.9E-02 3.9E-03 39
HUA12* 228.80 270.24 7834 3735 0.41 680 3.8 3.47E-02 37.4 37.7 3.7E-02 5.7E-03 20
HUA10* 228.76 270.13 7245 3567 0.42 711 3.8 3.47E-02 39 40 3.9E-02 6.0E-03 19
HUA7* 229.48 270.20 2914 1193 0.43 713 3.5 3.47E-02 41.5 42.6 2.9E-02 4.8E-03 25
HUA1* 229.00 270.09 3176 1886 0.43 813 3.6 3.47E-02 41 43.9 5.0E-02 7.7E-03 15
ELK2* 229.85 270.19 2921 1172 0.47 919 2.7 6.94E-02 38.6 45.8 1.2E-01 2.1E-02 6
ELK1* 229.85 270.19 2921 1172 0.47 919 2.7 6.94E-02 38.6 45.8 1.3E-01 2.6E-02 6
S. CARRETIER ET AL.
HUR1* 230.53 270.37 1119 521 0.42 593 4.1 5.36E-02 42.9 37.2 4.3E-02 7.0E-03 18
CHO0823S* 231.65 270.95 5998 2129 0.32 581 12.8 7.57E-02 17 20.2 4.6E-02 7.2E-03 13
ILL1* 231.53 270.79 1231 360 0.36 679 10.8 7.57E-02 22.9 24.7 2.9E-02 4.4E-03 22
CHO0820* 231.47 270.88 1985 725 0.33 673 11 7.57E-02 15.2 18.7 3.8E-02 6.0E-03 13
CHO0822S* 231.71 270.90 5903 2119 0.32 586 12.8 7.57E-02 17.2 20.4 5.1E-02 7.8E-03 12
CHO1* 231.85 270.83 3757 1310 0.32 623 13.4 6.62E-02 18.9 21.9 5.7E-02 8.8E-03 11
ACO1* 232.87 270.28 2123 218 0.51 1031 7.3 5.14E-01 33 37 1.9E-01 2.9E-02 4
MAI1* 233.50 270.14 4935 247 0.49 1002 6.9 7.38E-01 36.8 39.9 2.5E-01 4.0E-02 3
CAC1* 234.29 270.26 2163 168 0.50 903 7.7 5.42E-01 29.9 30.6 1.9E-01 3.7E-02 4
TIN1* 234.70 270.51 1465 240 0.47 878 16.2 1.19E + 00 26.3 27.5 1.6E-01 2.5E-02 5
TEN1* 235.09 270.61 1225 66 0.45 711 20.7 1.61E + 00 20.4 19.9 1.6E-01 1.1E-01 4
LON1* 235.33 270.73 1789 77 0.33 525 32.5 1.90E + 00 12.5 17.3 1.1E-01 5.5E-02 6
MAU1* 235.81 270.68 2693 508 0.39 671 16.6 1.90E + 00 18.9 21.8 8.6E-02 1.6E-02 8
D1-1† 237.60 271.60 1099 285 0.20 273 69 1.79E + 00 9.9 8.4 6.8E-02 1.5E-02 9
Bbm1-2† 237.93 271.47 7616 942 0.25 473 43 1.79E + 00 11.1 10.7 5.6E-02 9.5E-03 11
CLA2‡ 233.25 269.60 258 258 0.49 678 1.8 Not avail. 58.1 58.1 3.2E-01 6.0E-02 2
CLA4‡ 233.27 269.50 311 311 0.49 672 2.8 Not avail. 53.7 53.7 2.8E-01 5.0E-02 2
tested. Nevertheless, the following arguments con- Fernandez Ridge (Fig. 2) that reached its current
tradict a near-dynamic equilibrium between uplift position 10 Ma ago (Yañez et al. 2002, and refer-
and erosion. ences therein). The proximity of the southern edge
Between 278 and 338S on the western side of the of the flat slab and the decadal and millennial
Andes, there are remnants of palaeosurfaces (Morti- erosion-rate peak suggest an influence of the south-
mer 1973; Farı́as et al. 2008; Riquelme et al. 2008; ward migration of the flat slab. This would also be
Bissig et al. 2002; Bissig & Riquelme 2009; Rehak consistent with the idea that the subduction of
et al. 2010; Aguilar et al. 2011) showing that the oceanic plateaus drives some rock uplift in the Cor-
topography is transient and thus has not reached a dillera (Martinod et al. 2010), but which has not
dynamic equilibrium. In particular, this is the case occurred in the southern sectors. However, a
where the erosion rate is the highest, near 338S post-10 Ma uplift is also proposed for the north of
(Farı́as et al. 2008). This precludes interpretation Chile and south of Peru, not influenced by the flat
of erosion rates in terms of uplift rates in the north slab, which suggests another cause (e.g. Garcia &
and central sectors. North of 248S, outside the Hérail 2005; Thouret et al. 2007; Schildgen et al.
studied area, Barnes & Ehlers (2009) and Jordan 2009; Rodrı́guez et al. in review). Because the topo-
et al. (2010) concluded that the Neogene surface graphic response time to uplift is of the order of Ma
uplift of the western central Andes has been in this sector, as shown (for Chile) by Farı́as et al.
rather progessive. In contrast, several authors have (2008) and (for the Argentine Precordillera) by
argued that uplift has been discontinuous between Walcek & Hoke (2012), then the mean erosion
278 and 338S. In the extreme north sector, Bissig rate may have just reached the peak illustrated in
et al. (2002) and Bissig & Riquelme (2009) pro- Figure 1. Between 358 and 388S, the AFT data pro-
posed a renewed uplift in the late Miocene based vided by Spikings et al. (2008) suggest that a first
on supergene copper mineralization ages. Between tectonic exhumation event occurred between 18
298 and 328S, apatite fission-track (AFT) and (U– and 15 Ma. As in the northern sector, this event
Th)/He-apatite thermochronological data indicate may be associated with the tectonic inversion of
a progressive exhumation, but with a main cooling the Abanico basin (Charrier et al. 2007). The large
event between 20 Ma and 15 Ma (Cembrano et al. erosion rate observed near 338 and 348S may thus
2003; Rodrı́guez et al. 2012a, Rodrı́guez et al. in reflect a younger uplift pulse and a rapid erosion
review), which may be associated with the tectonic response (due to higher slopes) compared to an
inversion of the Abanico basin (Charrier et al. 2007) older uplift to the north of 328S and to the south of
during the same period further to the south. Another 358S. However, an older uplift in the southern
cooling event occurred at c. 8 Ma in the north sector sector is not clearly established. Although exhuma-
(Rodrı́guez et al. 2012a). In the central sector, tion or provenance data between 328 and 398S are
Farı́as et al. (2008) proposed that rock and surface sparse, they suggest that the main exhumation
uplifts have not been continuous and have mainly associated with the tectonics and erosion occurred
occurred between c. 10 and 4.6 Ma near 338S in between c. 10 and 3 Ma in the Santiago region
the main Cordillera (see also Maksaev et al. (Farı́as et al. 2008; Maksaev et al. 2009; Rodrı́guez
(2009)), although some uplift may have occurred et al. 2012a, b), and around 8 to 5 Ma between 358
earlier during the tectonic inversion of the and 388S (Spikings et al. 2008), with a large range of
Abanico basin (Charrier et al. 2007) and during AFT and (U-Th)/He ages between 20 and 6 Ma.
the Pleistocene (Lavenu & Cembrano 2008; This is synchronous with, or slightly after, the
Armijo et al. 2010). peak of the upper-crust deformation in the Argen-
Hypothesis 2: Uplift did not occur at the same tina slope (15 –7 Ma, Giambiagi et al. 2012). Conse-
time along the studied area, implying that the quently, differences in the timing of the uplift do not
decadal and millennial erosion rates reflect different seem to explain the erosion rate pattern between
stages of the topographic evolution, with a minor 328 and 398S.
influence from the mean annual precipitation rate Hypothesis 3: A period of surface uplift
(Fig. 6b). As mentioned above, surface uplift bet- occurred in the Mio-Pliocene and the mean precipi-
ween 298 and 328S seems to pre-date the main tation rate controlled the erosion response time.
surface uplift that affected the Chilean Andes near Modern erosion rates correspond to different stages
Santiago (33–348S) (Farı́as et al. 2008). Neverthe- of the topographic evolution (Fig. 6c). In this
less, the similar, post c. 10 Ma uplift event identified hypothesis, the short-term erosion pattern (decadal
near 298S (Bissig et al. 2002), around 318S (Rodrı́- or millennial) reflects different stages of humped
guez et al. 2012a; Rodrı́guez et al. in review) and erosion curves such as those displayed in Figure 1.
near 33 –348S (Farı́as et al. 2008) shows some syn- It is assumed that the erosion response time is
chronism in the north and central sectors. This event shorter under a wetter climate: the catchments in
might be consistent with the southward migration of the northern sector correspond to the growing
the flat-slab segment associated with the Juan stage of topography and the erosion rate
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S. CARRETIER ET AL.
(moderate-to-high incision and slope but low erosion erosion response. In addition, the thermochronolo-
rate); those in the central part have reached the gical ages given by Thomson et al. (2010) at 388
erosion rate peak (high incision, slope and erosion to 398S (the southernmost extremity of the region
rate); while those in the southern sector are in the covered by our data) are mainly distributed
decreasing stage (low incision, slope and erosion between 1 and 5 Ma for U –Th/He on apatite and
rate). Latitudinal variations in the incision and between 1 and 15 Ma for AFTs. These Mio-Pliocene
erosion rates are consistent with this model (Fig. ages suggest an exhumation associated with an
5). Large slope variations are expected during the uplift pulse. The young ages between 1 and 5 Ma
topographic adjustment shown in Figure 1. The suggest much higher erosion rates than those deter-
strong correlation of the erosion rate with the mined with 10Be, the former being probably associ-
slope and the weaker correlation with the runoff, ated with glacial erosion (Thomson et al. 2010) and
as suggested by the correlation analysis, implies consistent with Pliocene trench sediment. It is poss-
that the erosion rate should vary significantly ible that the succession of glacial and interglacial
during this slope adjustment (Fig. 5). Across the periods rendered the erosion rate highly variable
entire dataset, there is also a good correlation during the Plio-Pleistocene, so that the decadal
between the mean catchment slope and the mean and millennial erosion rate represents a ‘pause’
catchment incision, which is consistent with the in this evolution at these latitudes. Alternatively,
evolution model shown in Figure 1. Although the this apparent inconsistency between the Plio-
uplift of the northern sector may have occurred Pleistocene thermochronological ages and the low
10
earlier than in the central and southern sectors, the Be-derived erosion rates may be consistent with
topography seems less evolved. The northern catch- a rapid response to uplift in the Plio-Pleistocene
ments present large remnants of perched Miocene enhanced by glacial erosion, and then a rapid
palaeosurfaces (Bissig et al. 2002; Aguilar et al. decrease in the erosion rate leading to low millen-
2011; Rodrı́guez et al. 2014). The averaged ero- nial and modern erosion rates.
sion rate calculated from the incision of these sur- Finally, these three hypotheses correspond
faces is similar to the millennial and decadal to end-member models and are not mutually exclu-
erosion rates, which is consistent with a slow sive. It remains possible that differences in the
increase in the erosion rate and a long response response time (hypothesis 3) is the main explanation
time of erosion to surface uplift (Aguilar et al. for the difference between the northern and central
2011, 2014). In the central sector, Farı́as et al. sectors, whereas a difference in the magnitude
(2008) showed that the retreating river incision, (hypothesis 1) and the timing of the uplift (hypoth-
driven by the 10 to 4.6 Ma uplift, reached the esis 2) accentuates the differences between the
catchment head in the Pleistocene. This situa- central and southern sectors. Yet, only hypothesis
tion corresponds to the peak in Figure 1 and, as 3 seems to be consistent with the available infor-
expected, the largest erosion rates are located in mation. Future exhumation and structural data as
these catchments. Finally, this explanation requires well as dating of palaeosurfaces should help to
that the total erosion (exhumation) over millions of clarify the relative weight of the other hypotheses.
years is higher in the southern sector than in the
central and northern sectors (illustrated by the
grey surface below the curves in Fig. 6c). Thermo- Conclusion
chronological data are lacking to verify this point,
in particular between 338 and 398S (see the data pre- The decadal and millennial erosion patterns
sented by Spikings et al. (2008)). Nevertheless, the between 278 and 398S span two orders of magnitude
volume of sediment trapped in the trench clearly and do not fit the current precipitation rate pattern,
increases southwards (Bangs & Cande 1997), with which increases monotonically southwards. The
a sharp gradient in the central sector (Fig. 5). erosion pattern is well correlated and increases non-
Although the age of the sediment is not well con- linearly with the mean slope or the mean incision
strained, the larger volume of sediment deposited pattern and scales with the square root of the mean
in the south strongly suggests that there has been annual runoff. In contrast, sediment trapped in the
more cumulative erosion in the south than in the subduction trench suggests a correlation between
north. The increase in the sedimentation rate in the the current runoff pattern and erosion over Ma.
trench of the southern sector from the Pliocene The differences between these erosion patterns and
(Melnick & Echtler 2006), leading to c. 1.5 km of the runoff pattern may be explained by a simple
sediment thickness, is consistent with a rapid model of growing and relaxing topography after a
erosion response after the Mio-Pliocene rock uplift period of Mio-Pliocene surface uplift, whose
of the southern sector. The increase in glacial response time is controlled by the mean annual pre-
erosion from 6 Ma, as suggested by Melnick & cipitation rates. According to this model, catch-
Echtler 2006, may be responsible for this rapid ments in the north may be in the growing stage
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(low erosion rate), the catchment in the central Balco, G., Stone, J., Lifton, N. & Dunai, T. 2008. A
sector may have reached its peak (high erosion complete and easily accessible means of calculating
rate), and the southern catchments may be in the surface exposure ages or erosion rates from Be and
relaxing phase (low erosion rate). Differences in Al measurements. Quaternary Geochronology, 3,
174– 195.
the timing and magnitude of the uplift may also Bangs, J. & Cande, S. 1997. Episodic development of
play a role but more exhumation and structural a convergent margin inferred from structures and
data are needed to evaluate their influence, in par- processes along the southern Chile margin. Tectonics,
ticular between 338 and 398S. Overall, this contri- 16, 489 –503.
bution suggests that even if the modern erosion Baret, F., Hagolle, O. et al. 2007. LAI, fAPAR and
rate is decoupled from the precipitation rate, cli- fCover CYCLOPES global products derived from
mate may still play a fundamental role in the cumu- VEGETATION. Remote Sensing of Environment,
lative erosion of a mountain range by accelerating 110, 305– 315, http://dx.doi.org/10.1016/j.rse.2007.
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Barnes, J. & Ehlers, T. 2009. End member models
for Andean Plateau uplift. Earth and Planetary Sci-
This study was funded by the Agence Nationale pour la
ence Letters, 97, 105– 132, http://dx.doi.org/10.
Recherche (#ANR-06-JCJC0100) and Institut de Recher-
1016/j.earscirev.2009.08.003
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the IGCP-UNESCO 586-Y Project awarded to L. Pinto
denudation in the evolution of the Bolivian Andes.
(Universidad de Chile) and L. Giambiagi (CONICET,
American Journal of Science, 506, 1 –31.
Argentina), to the FONDECYT projects #11085022
Binnie, S. A., Phillips, W. M., Summerfield, M. A. &
and #1120272 to the Laboratoire Mixte International
Fifield, L. K. 2007. Tectonic uplift, threshold hill-
COPEDIM. We thank G. Hoke and O. Korup for detailed
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Bissig, T. & Riquelme, R. 2009. Contrasting landscape
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