pueblo sacerdotal
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Me refiero al Informe que preparó la CELAM en el año 2000. CELAM El tercer milenio como desafió pastoral, Santa Fe
de Bogotá, DC, 2000, nos. 33-158
posible advertir las reacciones y las formas de resistencia que surgen en todas partes. Las culturas
locales están adquiriendo un nuevo valor.
La segunda megatendencia es la globalización económica, y la imposición de una economía
neoliberal. Durante los últimos quince años, los países en desarrollo han sido orillados a orientar sus
metas hacia el progreso técnico y la apertura económica para buscar la integración al comercio
internacional. Esto ha provocado el crecimiento del monopolio de corporaciones multinacionales y de
los países más desarrollados, haciendo crecer el problema de la imaginación y del endeudamiento, y
por lo mismo, agravando la situación de pobreza en la que viven las mayorías.
A nivel político, ciertamente, podemos observar, que la transición pacífica del poder a través de
elecciones competitivas parece un proceso irreversible. Sin embargo, crece la dependencia de los
sistemas financieros y bancarios supranacionales, que son más poderosos que los Estados. Los
partidos políticos se vuelvan cada vez más dependientes del apoyo empresarial (para obtener recursos)
y de los medios de comunicación social (para lograr difusión y apoyo electoral). Además, la
corrupción y la privatización de lo público, han llevado a una grave crisis de legitimidad de muchos
gobiernos, y, en general, al descrédito de la política. En este contexto, la sociedad civil cobra más
importancia como un actor social relevante y protagónico. El cambio de siglo ha traído consigo la
organización de diferentes grupos de interés al interior de las sociedades (étnicos, mujeres, jóvenes,
etc.) que han pasado a ser el nuevo interlocutor del Estado y en general de las instituciones. Podemos
observar como tendencia, el creciente anhelo de una verdadera democracia al interno de las
instituciones (incluida la Iglesia), una democracia que no sea sólo representativa sino verdaderamente
participativa.
La familia latinoamericana también está sujeta a profundos cambios. Los procesos de
industrialización y, consecuentemente, de urbanización implican un cambio de perspectiva sobre la
familia y sus relaciones. Así, antes la situación de la familia estaba configurada por lo grande (en
tamaño) y lo jerarquizado (en roles). Ahora, la familia tiende a reducirse, la pareja y los hijos que
forman la llamada familia nuclear. El rol de la mujer se ha modificado profundamente hoy se
incorpora al mundo del trabajo, y las tareas domésticas y de reproducción se aligeran. Además la
familia se hace móvil y busca asegurar su autonomía. Antes el apoyo y la seguridad estaban en los
círculos concéntricos de la parentela. Hoy el acento está puesto en la inevitable separación con
respecto a la familia de origen. La forma de sociabilidad ha cambiado en la sociedad moderna de un
modelo comunitario (relaciones espontáneas y directas basadas en sentimiento de unidad y de
solidaridad, de consanguinidad, de localidad, de amistad, de creencias religiosas y morales) a un
modelo de sociedad de relaciones basadas en lo funcional y en lo individual, buscando el propio
interés antes que los que son comunes. Además resulta de particular importancia en este contexto la
tendencia actual al matrimonio a prueba, aumentando el índice de divorcios y las parejas sucesivas.
Todo esto provoca una crisis en la identidad de la familia y en la transmisión de los valores (incluido el
religioso).
La irrupción de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad crece progresivamente. Las
mujeres comienzan a tener mayor participación en la construcción de la sociedad civil y política. Los
cambios a nivel socio-político, económico y cultural han abierto más espacios de participación para
ellas. Se percibe una búsqueda de redefinición de la identidad de la mujer. La mujer comienza a ejercer
su derecho a decidir y busca una participación igualitaria en la vida de la sociedad y de todas las
instituciones (incluida la Iglesia).
Por último a nivel religioso podemos observar la pérdida de legitimidad del catolicismo como
religión predominante y el surgimiento cada vez mayor de nuevas expresiones religiosas. La Iglesia
católica tiende a perder credibilidad y afiliación cuando se presenta como una estructura jerárquica y
autoritaria con dogmas y reglas inamovibles; pero conserva respeto cuando se involucra con la
promoción y la defensa de los derechos humanos, se compromete con la justicia social y da testimonio
de lo que dice creer. Un número creciente de católicos no se identifica con la Iglesia jerárquica y su
magisterio. Es el fenómeno de los cristianos sin Iglesia. El cristianismo pasa a ser más un grupo de
referencia, que uno de pertenencia. Las iglesias evangélicas crecen día a día, y los nuevos
movimientos religiosos, comúnmente llamados sectas, se extienden y se multiplican.
La creciente urbanización y las megaciudades presenta varios retos a la pastoral puramente
territorial-parroquial. Los campesinos, los grupos étnicos y las poblaciones populares han ido
abandonando los comportamientos rurales. La Iglesia va perdiendo presencia física y el carácter de
cercanía que tenía en los espacios más pequeños y "familiares" frente a la extensión y la
impersonalidad de lo urbano.
Los procesos de secularización en las clases medias y altas han llevado a una re-definición y
una re-significación de las prácticas devocionales y al surgimiento de nuevas expresiones religiosas.
Hay una búsqueda de nuevos referentes religiosos. El fenómeno del New Age se extiende cada día más.
Esta nueva religión, nueva espiritualidad o nuevo paradigma, se presenta como una religión
planetaria, con la pretensión de dar respuesta de manera integral a los diversos enigmas humanos
(vida, dolor, convivencia, muerte y vida futura).
Toda esta realidad, descrita mediante estas megatendencias nos interpela profundamente y nos
ponen sobre aviso de la necesidad de cambios urgentes al interno de la Iglesia. Requerimos entrar en
un proceso de renovación, de no hacerlo iremos quedando paulatinamente fuera de la sociedad de estos
nuevos tiempos. Necesitamos ir construyendo un nuevo perfil de Iglesia, que esté a la altura de las
exigencias de nuestro tiempo. Considero que en esta tarea un elemento que puede de esencial urgencia,
es volver a la eclesiología de “pueblo de Dios” (para nosotros traducida carismáticamente como
“pueblo sacerdotal”).
3.- Cómo seguir construyendo el nuevo perfil de la Iglesia para el siglo XXI