Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

pueblo sacerdotal

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 6

PUEBLO DE DIOS, PUEBLO SACERDOTAL

Construyendo el nuevo perfil de la Iglesia para el siglo XXI

Carlos Ceballos, en Misioneros del Espíritu Santo Vida


religiosa: Reflexiones en camino, México, 2004, 82-89.
Al iniciar esta reflexión me topé con una serie de preguntas que considero importante
compartir, y que sirven de contexto para hablar hoy de la Iglesia como “pueblo sacerdotal”.
¿Qué imagen de la Iglesia ha aparecido últimamente en los medios? ¿con todos estos hechos,
qué ha ido pasando con el patrimonio de credibilidad que tenemos como Iglesia? ¿Nuestra propuesta
de vida, qué lugar tiene frente a las otras que presenta la cultura imperante? ¿Qué piensa la mayoría de
la gente de nuestra Iglesia y de sus representantes? ¿Qué ha ido pasando con los “cristianos
comprometidos” cuestionados por la cultura reinante de este cambio de época? ¿Cuántos han
permanecido, y cuántos se han alejado de la “iglesia institucional,” aunque están de corazón con el
Evangelio? ¿Quiénes integran los cuadros de nuestra pastoral, son los más activos en la transformación
de la sociedad, o son personas que encuentran un “refugio” en la Iglesia? ¿Cuál será la edad promedio
de los agentes de pastoral de la Iglesia? ¿qué tanto le interesa a los jóvenes la vida eclesial? ¿Frente a
la gama tan amplia de propuestas que oferta nuestra sociedad, quiénes y por qué razones quieren
permanecer en la comunión eclesial?
1.- Los "nuevos tiempos"
Estamos en el umbral de un nuevo siglo que trae varios retos y preguntas a la propuesta
cristiana. Estamos frente una sociedad con una cultura fundamentalmente secular. La persona actual
pareciera no contar con la religión a la hora de pensar y tomar decisiones: en la familia, en el trabajo,
en la profesión, en la elaboración de nuevas leyes, en el comercio, en el arte y en general en la vida
cotidiana. Esto, contrariamente a lo que piensan algunos grupos al interno de la Iglesia, no significa
que no haya valores auténticamente humanamos, y por lo mismo valores cristiánanos. Más bien
expresa que, al menos como tendencia, ya no tiene relevancia la Iglesia y su discurso, quizá porque a la
Iglesia nos ha faltado audacia para dialogar con nuestro tiempo.
Los obispos han reconocido que existen una serie de megatendencias1, que son como un marco
de referencia que define el rumbo (camino) - aunque no necesariamente el arribo (la meta final) - de
la sociedad actual. Se trata del contexto vital dentro del cual se realiza la acción humana. Estas
megatendencias nos pueden servir de referencia esencial para una correcta hermeneútica de los
acontecimientos y su significado en medio de los profundos cambios culturales de nuestro tiempo.
El primer hecho ineludible es la globalización cultural. Los medios de comunicación están
proliferando rápidamente, de tal manera que las formas simbólicas y culturales que transmiten están
cruzando con facilidad fronteras lingüísticas y culturales, y están contribuyendo a la fijación de
significados de una cultura de masas global que pretende la homogeneización, y tiende a absorber
diferencias culturales, dentro de un marco general que es, en esencia, una concepción norteamericana
del mundo. La cultura tiende cada vez más a estar conducida por la lógica de la ganancia y de la
competencia por consumidores, impuesta por las megacorporaciones que controlan el mercado
mundial de las comunicaciones. Se observan procesos de identidades fragmentadas por el impacto de
esta cultura global, que en muchos casos son negativos y ponen en crisis de las instituciones
tradicionales como la familia, los partidos políticos, la escuela y también la Iglesia. Sin embargo, es

1
Me refiero al Informe que preparó la CELAM en el año 2000. CELAM El tercer milenio como desafió pastoral, Santa Fe
de Bogotá, DC, 2000, nos. 33-158
posible advertir las reacciones y las formas de resistencia que surgen en todas partes. Las culturas
locales están adquiriendo un nuevo valor.
La segunda megatendencia es la globalización económica, y la imposición de una economía
neoliberal. Durante los últimos quince años, los países en desarrollo han sido orillados a orientar sus
metas hacia el progreso técnico y la apertura económica para buscar la integración al comercio
internacional. Esto ha provocado el crecimiento del monopolio de corporaciones multinacionales y de
los países más desarrollados, haciendo crecer el problema de la imaginación y del endeudamiento, y
por lo mismo, agravando la situación de pobreza en la que viven las mayorías.
A nivel político, ciertamente, podemos observar, que la transición pacífica del poder a través de
elecciones competitivas parece un proceso irreversible. Sin embargo, crece la dependencia de los
sistemas financieros y bancarios supranacionales, que son más poderosos que los Estados. Los
partidos políticos se vuelvan cada vez más dependientes del apoyo empresarial (para obtener recursos)
y de los medios de comunicación social (para lograr difusión y apoyo electoral). Además, la
corrupción y la privatización de lo público, han llevado a una grave crisis de legitimidad de muchos
gobiernos, y, en general, al descrédito de la política. En este contexto, la sociedad civil cobra más
importancia como un actor social relevante y protagónico. El cambio de siglo ha traído consigo la
organización de diferentes grupos de interés al interior de las sociedades (étnicos, mujeres, jóvenes,
etc.) que han pasado a ser el nuevo interlocutor del Estado y en general de las instituciones. Podemos
observar como tendencia, el creciente anhelo de una verdadera democracia al interno de las
instituciones (incluida la Iglesia), una democracia que no sea sólo representativa sino verdaderamente
participativa.
La familia latinoamericana también está sujeta a profundos cambios. Los procesos de
industrialización y, consecuentemente, de urbanización implican un cambio de perspectiva sobre la
familia y sus relaciones. Así, antes la situación de la familia estaba configurada por lo grande (en
tamaño) y lo jerarquizado (en roles). Ahora, la familia tiende a reducirse, la pareja y los hijos que
forman la llamada familia nuclear. El rol de la mujer se ha modificado profundamente hoy se
incorpora al mundo del trabajo, y las tareas domésticas y de reproducción se aligeran. Además la
familia se hace móvil y busca asegurar su autonomía. Antes el apoyo y la seguridad estaban en los
círculos concéntricos de la parentela. Hoy el acento está puesto en la inevitable separación con
respecto a la familia de origen. La forma de sociabilidad ha cambiado en la sociedad moderna de un
modelo comunitario (relaciones espontáneas y directas basadas en sentimiento de unidad y de
solidaridad, de consanguinidad, de localidad, de amistad, de creencias religiosas y morales) a un
modelo de sociedad de relaciones basadas en lo funcional y en lo individual, buscando el propio
interés antes que los que son comunes. Además resulta de particular importancia en este contexto la
tendencia actual al matrimonio a prueba, aumentando el índice de divorcios y las parejas sucesivas.
Todo esto provoca una crisis en la identidad de la familia y en la transmisión de los valores (incluido el
religioso).
La irrupción de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad crece progresivamente. Las
mujeres comienzan a tener mayor participación en la construcción de la sociedad civil y política. Los
cambios a nivel socio-político, económico y cultural han abierto más espacios de participación para
ellas. Se percibe una búsqueda de redefinición de la identidad de la mujer. La mujer comienza a ejercer
su derecho a decidir y busca una participación igualitaria en la vida de la sociedad y de todas las
instituciones (incluida la Iglesia).
Por último a nivel religioso podemos observar la pérdida de legitimidad del catolicismo como
religión predominante y el surgimiento cada vez mayor de nuevas expresiones religiosas. La Iglesia
católica tiende a perder credibilidad y afiliación cuando se presenta como una estructura jerárquica y
autoritaria con dogmas y reglas inamovibles; pero conserva respeto cuando se involucra con la
promoción y la defensa de los derechos humanos, se compromete con la justicia social y da testimonio
de lo que dice creer. Un número creciente de católicos no se identifica con la Iglesia jerárquica y su
magisterio. Es el fenómeno de los cristianos sin Iglesia. El cristianismo pasa a ser más un grupo de
referencia, que uno de pertenencia. Las iglesias evangélicas crecen día a día, y los nuevos
movimientos religiosos, comúnmente llamados sectas, se extienden y se multiplican.
La creciente urbanización y las megaciudades presenta varios retos a la pastoral puramente
territorial-parroquial. Los campesinos, los grupos étnicos y las poblaciones populares han ido
abandonando los comportamientos rurales. La Iglesia va perdiendo presencia física y el carácter de
cercanía que tenía en los espacios más pequeños y "familiares" frente a la extensión y la
impersonalidad de lo urbano.
Los procesos de secularización en las clases medias y altas han llevado a una re-definición y
una re-significación de las prácticas devocionales y al surgimiento de nuevas expresiones religiosas.
Hay una búsqueda de nuevos referentes religiosos. El fenómeno del New Age se extiende cada día más.
Esta nueva religión, nueva espiritualidad o nuevo paradigma, se presenta como una religión
planetaria, con la pretensión de dar respuesta de manera integral a los diversos enigmas humanos
(vida, dolor, convivencia, muerte y vida futura).
Toda esta realidad, descrita mediante estas megatendencias nos interpela profundamente y nos
ponen sobre aviso de la necesidad de cambios urgentes al interno de la Iglesia. Requerimos entrar en
un proceso de renovación, de no hacerlo iremos quedando paulatinamente fuera de la sociedad de estos
nuevos tiempos. Necesitamos ir construyendo un nuevo perfil de Iglesia, que esté a la altura de las
exigencias de nuestro tiempo. Considero que en esta tarea un elemento que puede de esencial urgencia,
es volver a la eclesiología de “pueblo de Dios” (para nosotros traducida carismáticamente como
“pueblo sacerdotal”).

2.- Pueblo de Dios, Pueblo sacerdotal (I Pe 2,4-10).


Para ir delineando los rasgos de este nuevo perfil, nos puede ayudar volver los ojos a la experiencia
fundante de la Iglesia. Para esta reflexión nos fijaremos en particular en la experiencia de la comunidad a la que
se dirige la primera carta de Pedro. Se trata de una comunidad atribulada (1,6; 2,19) que sufre (2,19.20: 3,14.17;
4,1.19; 5,10) por ser injuriada (4,14) y quizás perseguida (cf. 4,12) por el nombre de Cristo (4,16). Se trata de
una Iglesia testimonial y comprometida cuya fe está siendo probada (1,7). Una comunidad de contraste con el
comportamiento de la sociedad de su tiempo, (cf. 4,4) que vive la tentación de echar marcha atrás, y perder la
alegría y la esperanza en el seguimiento de Jesús (4,6).
Veamos el texto:
Acercaos a Él, que es la piedra viva, desechada por los hombres, pero escogida y estimada por Dios.
También vosotros como piedras vivas entráis en la construcción de una casa espiritual y formáis un sacerdocio
santo, que ofrece sacrificios espirituales, aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Pues se lee en la
Escritura: Mirad, que yo pongo en Sión una piedra angular, escogida y preciosa: quien se apoya en ella no
fracasará. Es preciosa para vosotros que creéis; en cambio para los que no creen, la piedra que desecharon los
arquitectos es ahora piedra angular y piedra de tropiezo, roca de escándalo. En ella tropiezan los que no creen
en la palabra: tal era su destino. Pero vosotros sois estirpe escogida, sacerdocio real, nación santa y pueblo
adquirido para que proclame las proezas del que os llamó de las tinieblas a su maravillosa luz. Los que en un
tiempo erais No-pueblo, ahora sois pueblo de Dios; los No-compadecidos ahora sois compadecidos.
En medio de esta situación de tribulación y prueba que vive la comunidad, recibe una exhortación
fundamental, una invitación a regresar a las raíces de su fe: si habéis gustado qué bueno es el Señor... acercaos
a él (2,3b-4). Este acercaos no se refiere sólo a la proximidad, sino que tiene un sentido más amplio en el
contexto; se refiere a tomar partido a optar, de manera decidida por Jesús. Al recordar la bondad de Dios, y
haber gustado de ella, es invitada a tomar fuerza en medio de la contradicción y el sufrimiento, y a renovar su
opción fundante por Jesús. Sólo desde esta opción, podrá dar una respuesta a los retos que presenta su tiempo y
podrá permanecer fiel a su vocación.
Para mostrar la centralidad de Jesús en esta opción, el autor de esta carta, se sirve de la imagen de la
piedra que tiene un claro arraigo veterotestamentario. Utiliza esta imagen en varios sentidos: la piedra como
cimiento (Is 28,16) en el que se apoya el hombre para la fe; como piedra angular (Sal 118,22, Zac 4,7) y como
piedra viva. Además, en un sentido profético, habla de Jesús como piedra de choque, roca de escándalo (2,8a).
Usando la misma imagen de la piedra, pero ahora referida a la comunidad, el autor juega con un
paralelismo entre la comunidad y Jesús; pidiendo a los creyentes: entrad también vosotros, como piedras vivas,
en la construcción de una casa espiritual...(2,5a). La comunidad es conminada a ser también ella, como Cristo,
piedra viva, y a entrar decididamente en la construcción de una casa espiritual, es decir en la construcción de un
pueblo nuevo, cuya cohesión y solidez dependen de la acción del Espíritu. Se trata de una tarea de toda la
comunidad y no sólo de unos cuantos. Además, esta tarea la coloca también como a Jesús, como piedra de
choque, roca de escándalo, haciendo de ella comunidad profética, que permanece en tensión por no amoldarse a
los comportamientos de su tiempo (1,14) y por ser fiel al Señor; adquiriendo un carácter, que hoy podríamos
catalogar como contracultural..
Con estos dos referentes: Jesús como principio y fundamento, y la comunidad como nuevo pueblo,
aparece el tema de pueblo sacerdotal (hieráteuma), que recoge y expresa el mensaje de toda la perícopa, en un
tono de cumplimiento de la promesa hecha a Israel en Ex 19,5-6. El autor de esta carta recuerda a los creyentes
que son linaje escogido, casa real, sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para anunciar las proezas de
aquel que os ha llamado....(1Pe 2,9).
Es expresión de pueblo sacerdotal ha servido de referencia a la Iglesia a lo largo de su historia, sobre
todo después del Vaticano II,2 por lo que es importante aclarar su sentido, para entender la riqueza de su aporte.
Hay tres dimensiones indisolubles detrás de esta noción:
 Una dimensión, que podríamos llamar FUNDANTE: expresada con el hecho de ser pueblo escogido,
llamado por el Señor y que se refiere a la nueva alianza inaugurada por Cristo, piedra viva, piedra
angular, cimiento de la fe. Dios que ha decidido acercarse salvadoramente (sacerdotalmente) a la
historia, en Jesús, y en este acercamiento se constituye un pueblo.
 Una dimensión COMUNITARIA que se refiere a la realidad de ser pueblo de Dios, casa real, es decir
comunidad. Lo sacerdotal (hieráteuma) se aplica por igual a todos los creyentes, con un carácter
orgánico; así, sólo el concierto de los dones se realiza la misión sacerdotal. Esta misión le es
confiada no individualmente, sino formando un pueblo, con lo que queda también de manifiesto el
carácter comunitario de la dimensión sacerdotal (contra el clericalismo que ha invadido a la Iglesia
por tantos años).
 Una dimensión MESIÁNICA. Se trata de un pueblo adquirido para anunciar... Un pueblo que tiene
una misión. Como afirma el Concilio, se trata de un pueblo mesiánico, puesto en el mundo como
germen segurísimo de unidad, de esperanza y salvación e instrumento de redención universal; es decir
como, "luz del mundo y sal de la tierra” (LG 9). Este nuevo pueblo mesiánico, como portador de la
misión sacerdotal de Jesús, está llamado a hacer histórico el acercamiento salvador de Dios en el
mundo.
La manera de realizar este sacerdocio, según expresa nuestro texto, es siendo piedras vivas, en la
construcción de una casa espiritual y ofreciendo sacrificios espirituales. Para entender adecuadamente estas
expresiones debemos romper con el dualismo propio de nuestra cultura occidental, y acercarnos al sentido bíblico de
lo espiritual. Espíritu, designa a la persona -en su totalidad- considerada bajo el punto de vista de la acción de
Dios sobre ella. Espíritu y sus derivados designarán a la vida según a voluntad de Dios. Así al hablar de lo
espiritual no se refiere a una entidad fuera de la historia, sino a la totalidad de la historia dimensionada desde
Dios.
En este sentido, hacer del mundo casa espiritual tiene connotaciones muy importantes, se trataría de ir
transformando el mundo para que sea más conforme con la voluntad de vida, justicia y dignidad que Dios quiere
2
Cf. LG 9. 34; SC 14; AA 3; PO 2; AG 15.
de él. De la misma manera ofrecer sacrificios espirituales conlleva la exigencia de entregar la vida toda en la
dinámica del Espíritu. Haciendo la entrega de toda la existencia, una ofrenda viva en favor de la vida. Por lo
mismo el lugar por excelencia para realizar la dimensión sacerdotal de la vida cristiana será la historia real y no un
lugar separado de la historia, porque Dios ha querido acercarse salvadoramente al hombre desde la historia. El
servicio sacerdotal no se reduce sólo al ámbito religioso, ni sólo al culto, aunque pueda y deba ser religioso y
expresarse en la liturgia (entendiendo liturgia como celebración de la vida). El servicio sacerdotal implica la
transformación del mundo desde la dinámica del Espíritu, ya que toda la existencia cristiana, desde la perspectiva
sacerdotal, debe estar al servicio de la expresión histórica del acercamiento salvador de Dios en todos los ámbitos
de la vida humana.
Así la historia real será el espacio de verificación de la dimensión sacerdotal. Ya no podemos
hablar de dos historias: la historia de salvación y la historia profana, sino de una sola historia donde Dios
quiere hacer presente su salvación. En Jesús, por su encarnación ha quedado rota la división entre lo sacro
y lo profano, entre el culto y la vida; queda superada la tentación de convertir al cristianismo en un
espiritualismo desencarnado e intimista.
De esta manera toda la existencia cristiana, desde la perspectiva sacerdotal, debe estar al servicio
de la expresión histórica del acercamiento salvador de Dios en todos los ámbitos de la vida humana. Y
no hay que olvidar que este acercamiento requiere signos concretos y mediaciones históricas; aunque no
son éstas la realización absoluta del plan salvador de Dios, son indispensables para hacerlo histórico.
Se trata en el fondo de trabajar incansablemente por todo aquello que sea salvador y liberador del
hombre; de luchar por y en favor de la vida y de luchar contra todo lo que signifique muerte, sabiendo
que en esta lucha el garante es Dios mismo y que en definitiva la salvación que ofrece es gratuita.

3.- Cómo seguir construyendo el nuevo perfil de la Iglesia para el siglo XXI

Opciones concretas en cada contexto, en toda ocasión....


El encuentro con Jesucristo Vivo (Cf. I.A. 8-25; 66-67) en la Palabra, en el hermano y en especial en el
pobre.
Para ser
 Una Iglesia en permanente conversión (Cf. I.A. 26-32) verdadera conversión, personal
comunitaria y pastoral (S.D. 30)
 Una Iglesia comunión (Cf. I.A. 33-51) Una Iglesia abierta a cada persona y cada pueblo, decidida a
establecer los lazos más profundos del amor con todos los que habitan en el Continente de la
Esperanza y a superar sus fronteras en la misión ad gentes, haciéndonos cargo de los que viven
espiritual o geográficamente más lejos de nosotros (Cf. I. A. 74)..
 Una Iglesia solidaria (Cf. I.A. 52 – 65) Su mejor expresión se encuentra en la Parábola del Buen
Samaritano que responde magistralmente a la pregunta sobre el prójimo. ¡ Es el mismo Dios quien
se ha hecho prójimo de la humanidad para que todos nosotros descubramos el camino de la
compasión ! Si así nos ha amado Dios… ¡ Anda y haz tú otro tanto ! (Cf. 1 Jn 4,10; Lc 10,25-37 ).
 Una Iglesia inculturada (I.A. 70) que proclama al Dios de la vida defensora y promotora de la
cultura de la vida.
 Una Iglesia misionera, fiel y creativa
 Una Iglesia cercana al Evangelio

También podría gustarte