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HEMATOLOGÍA

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HEMATOLOGÍA

La hematología es una rama de la medicina que estudia la morfología de la


sangre y los tejidos que la producen. Permite generar diagnósticos, y trata
las enfermedades de la sangre y de sus componentes celulares. Cubre la
composición celular y sérica de la sangre, el proceso de coagulación, la
formación de células sanguíneas, la síntesis de la hemoglobina y todos los
trastornos relacionados.

La hematología estudia los hematíes, leucocitos y plaquetas, analiza sus


proporciones relativas, el estado general de las células y las enfermedades
provocadas por los desequilibrios entre ellas.
En este contexto, por ejemplo, la anemia consiste en la falta de hematíes,
un trastorno provocado por diversos factores. La leucemia es una
enfermedad en la que la médula ósea produce demasiados leucocitos
anómalos, de modo que reemplazan la eritropoyesis y la trombopoyesis y
provocan síntomas peligrosos. La trombocitopenia es una enfermedad
adquirida grave o el síntoma de una enfermedad subyacente.

La hematología identifica dichos desequilibrios. Una de las pruebas de


laboratorio más importantes, es el hemograma completo, un análisis de
sangre con un recuento y análisis de los diferentes tipos de células que
forman la sangre. Un hemograma puede contribuir al diagnóstico de estos
trastornos para facilitar la prescripción de tratamientos adecuados.

La hematología abarca diferentes actividades en el ámbito


hospitalario:

Gestión y diagnóstico biológico en laboratorio de determinaciones


hematológicas básicas o especiales (análisis de sangre).
Diagnóstico biológico y clínico de trastornos que causan
hemorragia o trombosis.
Atención médica a pacientes con enfermedades hematológicas en
todas las fases del proceso.
Realización de los trasplante de médula ósea.
Control de los bancos de sangre, de la producción de productos
derivados de la sangre (hemoderivados) y de la seguridad de las
transfusiones.
Investigación y desarrollo de nuevos procedimientos para el control
de enfermedades hematológicas.
Entre las numerosas enfermedades de que se ocupa la hematología
cabe destacar las siguientes:

Enfermedades oncológicas:
- Leucemia.
- Linfomas.
- Mielomas.
Trombosis.
Enfermedades hemorrágicas, como la hemofilia.
Síndrome mielodisplásico.
Anemia.
Neutropenia.
Trombocitopenia.

Otro de los procedimientos que forman parte de la hematología es la


determinación de hemoglobina, una hemoproteína que se encarga de las
siguientes tareas, entre otras:

* transportar el dioxígeno (lo que en el habla cotidiana se conoce con el


nombre de oxígeno) partiendo de los órganos respiratorios y llegando a los
tejidos;

* tomar el dióxido de carbono en los tejidos y transportarlo hacia los


pulmones, donde se elimina;

* regular el pH de la sangre.

La hemoglobina está presente en los vertebrados y también en ciertos


invertebrados. Su estructura es cuaternaria, o sea que está formada por
cuatro unidades. Dado que tiene un grupo hemo en cada una de estas
subunidades, se considera perteneciente a la familia de las hemoproteínas.

SANGRE Y COMPOSICIÓN

La sangre es tejido vivo formado por líquidos y


sólidos. La parte líquida, llamada plasma,
contiene agua, sales y proteínas. Más de la
mitad del cuerpo es plasma. La parte sólida de la
sangre contiene glóbulos rojos, glóbulos blancos
y plaquetas.
Los glóbulos rojos suministran oxígeno desde los pulmones a los tejidos y
órganos. Los glóbulos blancos combaten las infecciones y son parte del
sistema inmunitario del cuerpo. Las plaquetas ayudan a la coagulación de la
sangre cuando sufre un corte o una herida. La médula ósea, el material
esponjoso dentro de los huesos, produce nuevas células sanguíneas. Las
células de la sangre constantemente mueren y su cuerpo produce nuevas.
Los glóbulos rojos viven unos 120 días y las plaquetas viven cerca de seis.
Algunos glóbulos blancos de la sangre viven menos de un día, pero otros
viven mucho más tiempo.

Hay cuatro grupos de sangre: A, B, AB y O. Asimismo, la sangre es Rh


positivo o Rh negativo. Así, si su tipo de sangre es A, es A positivo o A
negativo. Su tipo de sangre es importante si necesita una transfusión de
sangre. Y su factor de sangre puede ser importante si usted queda
embarazada, ya que la incompatibilidad entre su tipo de sangre y el de su
bebé puede crear problemas.

Los análisis de sangre como las pruebas de conteo sanguíneo ayudan a los
médicos a analizar ciertas enfermedades y afecciones. También ayudan a
comprobar la función de los órganos y muestran qué tan bien están
funcionando los tratamientos. Algunos problemas de la sangre pueden
incluir problemas de coagulación, coágulos sanguíneos y desórdenes
plaquetarios. Si pierde mucha sangre, usted puede necesitar una
transfusión.
La sangre es una mezcla de líquido y células que circula por los vasos
sanguíneos del sistema circulatorio. La parte líquida es el plasma, y las
células son los glóbulos rojos responsables de transportar oxígeno y dióxido
de carbono, los glóbulos blancos que forman parte del sistema inmunitario,
y las plaquetas, responsables de la coagulación sanguínea.

Los componentes de la sangre.

Plasma
Es la porción líquida de la sangre y el principal componente,
conforma el 55% de la sangre humana.
Es más denso que el agua, tiene un gusto salado y su color es
amarillento traslúcido.
Su composición es compleja. La mayor parte es agua y el resto es una
mezcla de iones, nutrientes, desechos y proteínas plasmáticas, entre las
que están el fibrinógeno y las globulinas.

Glóbulos rojos
También conocidos como eritrocitos o hematíes, son las células más
numerosas de la sangre.
Su función es transportar oxígeno gracias a la hemoglobina, proteína que da
el color rojo característico de la sangre.
Transportan el oxígeno a los tejidos corporales y lo intercambian por dióxido
de carbono, que es transportado a los pulmones para su eliminación.

Glóbulos blancos
También llamados leucocitos, se encuentran tanto en la sangre como en los
tejidos linfáticos.
Son menos numerosos que los glóbulos rojos.
Son células que forman parte del sistema inmunitario del cuerpo y cuya
función principal es combatir infecciones, y otras enfermedades.
Su número aumenta en caso de infección para mejorar las defensas.
Ayudan a curar heridas ingiriendo células muertas, restos de tejido y
glóbulos rojos dañados.
Existen varios tipos de glóbulo blanco:
Granulocitos:
Neutrófilos
Eosinófilos
Basófilos

Monocitos
Linfocitos
Células T
Células B
Células NK

Plaquetas
Son las células sanguíneas más pequeñas.
Ayudan a cicatrizar las heridas interviniendo en la formación de coágulos
sanguíneos y en la reparación de vasos sanguíneos.
Se aglutinan donde se está produciendo el sangrado para formar el tapón
plaquetario que sellará el vaso sanguíneo dañado. Al mismo tiempo liberan
sustancias que favorecen la coagulación.
Si el tapón no detiene la hemorragia, intervienen los factores de
coagulación.

LEUCOCITOS
Los leucocitos, también llamados glóbulos blancos, son células incoloras o
blanquecinas que se encuentran en la linfa y en la sangre. Tienen la función
de defender al organismo de diversas clases de antígenos.

Encargados de ejecutar la respuesta inmunitaria, los leucocitos son


producidos en el tejido linfático y en la médula ósea. La cantidad que se
detecta en el cuerpo a través de un análisis de laboratorio puede revelar la
existencia de diferentes enfermedades cuando los valores no son los
normales.

Se considera que un ser humano debe tener entre 4.000 y 11.000 leucocitos
por microlitro de sangre. Cuando el nivel es inferior, se registra un trastorno
conocido como leucopenia; en cambio, si el nivel es superior, se trata de un
caso de leucocitosis. Tanto la leucopenia como la leucocitosis pueden ser
síntomas de distintos problemas de salud, como infecciones o
intoxicaciones.

De la misma manera, tenemos que establecer que, por regla general, unos
resultados anormales de leucocitos vienen a dejar patente que la persona
que se ha sometido al análisis sanguíneo puede presentarse diferentes
problemas de salud. Así, en concreto, puede sufrir desde una artritis
reumatoide hasta tiroiditis pasando por estrés agudo, gota, leucemia, fiebre
reumática o un traumatismo, por ejemplo.

No obstante, esos resultados anormales pueden deberse también a que ese


individuo se está sometiendo a un tratamiento de quimioterapia o
radioterapia, por ejemplo.

Cabe destacar que a los componentes celulares de la sangre se los llama


elementos formes o figurados. Estos componentes son las plaquetas, los
hematíes o eritrocitos (glóbulos rojos) y los leucocitos (glóbulos blancos).
Al carecer de pigmentos, los leucocitos son blancos. Estas células presentan
núcleo y mitocondrias, entre otros orgánulos, y pueden desplazarse gracias
a sus pseudópodos.

A través de la diapédesis, en tanto, los leucocitos extienden su contenido


citoplasmático y pueden escapar de los vasos sanguíneos. De esta forma
entran en contacto con los tejidos que se hallan en el interior del cuerpo.

Funciones de los glóbulos blancos


Sin darnos cuenta, en la clasificación anterior hemos descrito todas las
funciones esenciales de los leucocitos. De todas formas, un repaso general
nunca viene mal. Como ya hemos dicho en líneas anteriores, los glóbulos
blancos se encargan de promover respuestas inflamatorias, fagocitar
agentes patógenos y reconocerlos y aislarlos, entre otras muchas funciones.

Todo esto forma parte de la respuesta inmunitaria tanto innata como


adquirida, un excelente mecanismo de defensa que nos permite
desarrollarnos en un entorno repleto de microorganismos potencialmente
perjudiciales.

CLASIFICACIÓN DE LEUCOCITOS
GRANULOCITOS:
Neutrófilos:

Los neutrófilos son leucocitos de tipo granulocito


también denominados polimorfonucleares (PMN).
Miden de 9 a 12 μm y es el tipo de leucocito más
abundante de la sangre en el ser humano,
representando en torno al 50-60 % de los mismos. Su
periodo de vida media es corto, durando horas o
algunos días. Su función principal es la fagocitosis de
bacterias y hongos.
Es una célula muy móvil y su consistencia gelatinosa
le facilita atravesar las paredes de los vasos sanguíneos para migrar hacia
los tejidos, ayudando en la destrucción de bacterias y hongos y
respondiendo a estímulos inflamatorios. A este fenómeno se le conoce como
diapédesis.
Los neutrófilos se caracterizan por tener un núcleo lobulado y una gran
cantidad de gránulos citoplasmáticos que contienen enzimas y proteínas.
Estos gránulos son esenciales para la fagocitosis y la degradación de los
microorganismos invasores.

Existen dos tipos principales de neutrófilos: los neutrófilos segmentados y


los neutrófilos inmaduros o bandas. Los neutrófilos segmentados son células
maduras que se encuentran en la sangre en un porcentaje normal del 50%
al 70%. Por otro lado, los neutrófilos inmaduros o bandas son células
jóvenes que se liberan a la sangre en respuesta a una infección y su
presencia indica una respuesta inflamatoria activa.

La principal función de los neutrófilos es detectar y destruir


microorganismos invasores, como bacterias, hongos y virus. Para lograrlo,
estos glóbulos blancos tienen la capacidad de migrar a través de los tejidos
infectados y fagocitar o «comer» a los microbios, eliminándolos del cuerpo.

Además de su función en la defensa contra infecciones, los neutrófilos


también tienen un papel importante en la respuesta inflamatoria del cuerpo.
Cuando una lesión o infección ocurre, los neutrófilos son uno de los
primeros tipos de células en llegar al sitio de la inflamación y liberar
sustancias químicas que atraen a otras células del sistema inmunológico
para ayudar a combatir la infección.
MORFOLOGÍA:
Constituyen el 40-75% del
total de
leucocitos
Diámetro entre 10-15 um
Citoplasma acidofilo (rosa
pálido)
Abundante granulación (tonalidad
parda)
Núcleo polilobulado, cromatina
densa( violeta-purpùra)

EOSINÓFILOS:
Los eosinófilos son uno de los distintos tipos celulares que forma parte del
sistema inmunitario. Estas células participan en la respuesta inmune ante
infecciones, pero pueden estar implicadas en variedad de patologías, como
procesos inflamatorios o alergias.
Los eosinófilos se producen en la médula ósea a partir de células madre y
migran hacia la sangre, desde donde suelen dirigirse a órganos como el
timo, el tracto gastrointestinal, las glándulas mamarias o el útero. No
obstante, pueden llegar también a otros tejidos durante una respuesta
inflamatoria. Estas células pueden ser activadas por diferentes moléculas,
principalmente por citoquinas y quimiocinas como la interleuquina

FUNCIONES DE LOS EOSINÓFILOS


Los eosinófilos son especialmente importantes en la
defensa del organismo ante infecciones por
helmintos, también llamados gusanos parásitos.
Durante estas infecciones, los eosinófilos liberan
diferentes sustancias que ayudarán a destruir el
patógeno. Estas sustancias están contenidas en unos
gránulos en el interior celular. También se ha
sugerido su implicación en la respuesta contra algunos virus.

Además, son capaces de activar los linfocitos T o inducir a la producción de


anticuerpos IgM en las células B, participando así en la respuesta inmune
adaptativa.

Los eosinófilos miden entre diez y doce micrómetros y suelen representar


del 1% al 4% del total de los leucocitos que circulan en la sangre. Entre sus
funciones, se encuentra la regulación de reacciones de hipersensibilidad y
de las respuestas alérgicas y la defensa ante el accionar de ciertos
microorganismos. Esto los convierte en actores importantes para cuidar al
organismo de infecciones, procesos inflamatorios y alergias en general.

Cuando, en un análisis de sangre, la cantidad de eosinófilos detectada


resulta inferior al 1% o superior al 4% respecto al total de glóbulos blancos,
se considera que el valor es anormal y que, por lo tanto, podría revelar un
problema de salud.

MORFOLOGÍA
Los eosinófilos son células redondeadas de unos 15 µm
de diámetro, más grandes que otras células de la sangre
como los eritrocitos, los linfocitos o los basófilos. En
humanos, a microscopía óptica se observa un núcleo
bilobulado con un fino puente nuclear uniendo ambos lóbulos (Figura 1). La
morfología del núcleo puede cambiar según las especies. Por ejemplo, en el
caso de la rata el núcleo se presenta en forma de anillo. El citoplasma
contiene gran cantidad de granos muy patentes, denominados gránulos
específicos, que con los colorantes ácidos como la eosina se tiñen de color
rojo anaranjado.

Cuando se observan con el microscopio electrónico los granos específicos


muestran una estructura central cristalina característica dispuesta en
láminas paralelas, rodeada por una matriz menos densa a los electrones
(Figura 2). Esta estructura es muy notable en los roedores, en gatos y en la
especie humana. Además, con el microscopio óptico se observa en el
citoplasma una pequeña cantidad de granos azurófilos, denominados
inespecíficos. Son en realidad lisosomas que contienen hidrolasas ácidas y
otros enzimas hidrolíticos que contribuyen a la función de los eosinófilos.
También en el citoplasma hay cuerpos lipídicos y estructuras túbulo-
vesiculares denominadas EoSV (Eosinphyl Sombrero Vesicles).

BASÓFILOS:

Los basófilos son células del sistema inmune,


similares a los mastocitos. Se engloban dentro los
granulocitos, un grupo de células llamadas así por
contener gránulos en su interior. Dentro de este
grupo, se encuentran también otros leucocitos
como los neutrófilos o los eosinófilos.
Los basófilos forman parte del conjunto de células
que forman el sistema inmune. Concretamente se
trata de un tipo de glóbulos blancos, que junto con los eosinófilos y los
neutrófilos forman parte de los granulocitos.

Se forman en la médula ósea y se liberan posteriormente a la circulación


sanguínea para actuar donde el organismo lo considere necesario. Se
activan como parte de la respuesta inflamatoria.
Los basófilos fueron descritos por primera vez en 1879 por Paul Ehrlich.
Como otras células del sistema inmune, se generan en la médula ósea,
constituyendo alrededor del 1% del total de leucocitos1. A diferencia de los
mastocitos, que maduran en la circulación sanguínea, los basófilos maduran
en la médula ósea, aunque ambos tipos celulares producen prácticamente
las mismas sustancias.
¿Cuál es la función de los basófilos?
Los basófilos se encuentran en la sangre y solo en ciertas ocasiones, como
en el caso de infecciones parasitarias, se acumulan en los tejidos
(principalmente mucosa pulmonar, nasal y piel). Una vez ahí, liberan el
contenido de sus gránulos, que son pequeños compartimentos que
contienen sustancias que facilitan la puesta en marcha del proceso
inflamatorio (por ejemplo la histamina) y la eliminación del patógeno.
Si bien los basófilos son un pequeño subgrupo de
leucocitos, cumplen una función importante en el
sistema inmune. Ya no se considera que los
basófilos llevan a cabo exactamente las mismas
funciones que los mastocitos, sino que regulan
ciertas respuestas inmunes y alérgicas que otras
células no pueden controlar.

Valores normales de los basófilos


Los valores normales de los basófilos en la sangre están indicados de
acuerdo con la cantidad total de leucocitos en la sangre, representando
cerca de 0 a 2% de los leucocitos totales. También se considera normal
cuando se encuentran 20 a 100 basófilos por microlitro de sangre.

Los valores de referencia para los basófilos no varían entre hombres y


mujeres adultos, sin embargo, puede variar de acuerdo al laboratorio en
que se realiza el examen de sangre
Basófilos altos (basofilia)
El aumento de los basófilos en la sangre, conocido como basofilia,
normalmente ocurre cuando hay alguna inflamación en el organismo,
estando acompañada por otras alteraciones del leucograma. Algunas
situaciones en las que puede haber aumento de los basófilos son:

Colitis ulcerativa, que es la inflamación del intestino;


Asma, que es la inflamación crónica de los pulmones, en que la persona
presente dificultad para respirar;
Sinusitis y rinitis, que corresponde a la inflamación de los senos
paranasales, que se encuentran en las vías respiratorias y suelen estar
asociadas a infecciones;
Artritis, que es la inflamación de la articulaciones del cuerpo, produciendo
dolor y malestar;
Insuficiencia renal crónica, principalmente en los casos de mal
funcionamiento de los riñones, como nefrosis;
Anemia hemolítica, en la cual los eritrocitos son destruidos, habiendo
compromiso del transporte de oxígeno y nutrientes para el organismo;
Leucemia mieloide crónica, que es un tipo de cáncer en el que ocurre una
alteración en la producción de células por la médula ósea debido a una
mutación;
Después de tener sesiones de quimioterapia o extirpar el vaso.

MORFOLOGÍA
Los gránulos de los basófilos son gruesos pero escasos. Son células de unas
10 μm de diámetro y su núcleo tiene una forma que recuerda a una S. Se
originan en el mismo lugar que el resto de los granulocitos (médula ósea), y
son los menos numerosos, ya que constituyen sólo el 0,5% del total. Tienen
una activa participación en la respuesta inmunitaria, a través de la
liberación de histamina, serotonina en bajas concentraciones, y otras
sustancias químicas.

AGRANULOCITOS:
LINFOCITOS:
Los linfocitos son células que circulan en la
sangre y son parte del sistema inmunológico. Hay
dos tipos principales de linfocitos: células T y
células B. Las células B producen anticuerpos los
cuales se unen y destruyen los virus o las
bacterias invasoras. Las células T son
combatientes directos de los invasores extraños y
también productoras de citoquinas, las cuales son
sustancias biológicas que ayudan a activar otros componentes del sistema
inmunológico, uno de los cuales son los macrófagos. Dichos macrófagos
actúan limpiando los restos de los invasores y el tejido muerto después de
una respuesta inmune.

Los linfocitos son una clase de leucocitos: células también conocidas como
glóbulos blancos, que se encargan de la respuesta inmunitaria del
organismo. En el caso específico de los linfocitos, son células linfáticas
producidas por la médula ósea y el tejido linfoide.
Cada linfocito presenta un núcleo de gran tamaño y forma esférica que se
encuentra rodeado de una cantidad generalmente reducida de citoplasma.
En dicho citoplasma, por otro lado, se hallan ribosomas libres, mitocondrias
y el aparato de Golgi.

Los linfocitos regulan la respuesta inmunitaria específica o adaptativa. De


este modo, reaccionan frente a antígenos como células tumorales o
microorganismos. Es posible diferenciar entre los linfocitos T, los linfocitos B
y las denominadas células NK.
Al proceso de desarrollo de los linfocitos se lo denomina linfopoyesis. Este
procedimiento se inicia en una célula madre hematopoyética de tipo
pluripotente.

Cuando el nivel de linfocitos resulta elevado en


comparación a los valores de referencia, se trata de un
caso de linfocitosis. Por el contrario, cuando la cantidad
es inferior, se habla de linfocitopenia. Cabe destacar
que el valor considerado normal es de entre un 20% y
un 40% de linfocitos en el total de los glóbulos blancos:
un porcentaje mayor refleja la linfocitosis, mientras que
un porcentaje menor revela la linfocitopenia.
Para conocer el nivel de linfocitos es necesario realizar
un análisis de sangre. El hemograma se lleva a cabo en
un laboratorio y permite diagnosticar diferentes trastornos. La alteración de
las cifras normales de linfocitos puede deberse a una infección o una
inflamación, por ejemplo.

Células B de memoria

Las células B de memoria circulan en el cuerpo para iniciar una respuesta


rápida de anticuerpos cuando encuentran una sustancia extraña.
Permanecen en el cuerpo durante décadas y se convierten en células de
memoria, que recuerdan antígenos que previamente encontraron y ayudan
al sistema inmune a responder más rápido a futuros ataques.

Células B de regulación
Las células B de regulación o Bregs
constituyen alrededor del 0.5 por ciento de
todas las células B en personas sanas.
Aunque no son numerosas, tienen un papel
vital que desempeñar.

Las Bregs tienen efectos antiinflamatorios


que protegen al cuerpo y detienen los
linfocitos que causan inflamación. También
interactúan con otras células inmunes y favorecen la producción de células
T de regulación o Tregs.

Células T de regulación o Tregs


Las Tregs controlan o suprimen otras células del sistema inmunitario.
Tienen efectos útiles y perjudiciales.
Mantienen la tolerancia a los gérmenes, previenen las enfermedades
autoinmunes y limitan las enfermedades inflamatorias. Pero también
pueden impedir que el sistema inmunitario haga su trabajo contra ciertos
antígenos y tumores.

Células T de memoria
Las células T de memoria protegen el cuerpo contra antígenos que han
encontrado previamente. Viven mucho tiempo después de que una
infección ha terminado, ayudando al sistema inmunitario a recordar
infecciones pasadas.
Si el mismo germen entra en el cuerpo por segunda vez, las células T de
memoria lo recuerdan y se multiplican rápidamente, ayudando al cuerpo a
combatirlo más rápido.

Células T citotóxicas naturales


Las células T citotóxicas naturales o asesinos naturales son un grupo mixto
de células T que comparten características tanto de células T como de
células citotóxicas naturales. Pueden influir en otras células inmunitarias y
controlar las respuestas inmunitarias contra sustancias en el cuerpo que
desencadenan una respuesta inmunitaria.

Estructura de los linfocitos


Generalmente los linfocitos son pequeños, pero tienen un rango de tamaño
más amplio que el de otros leucocitos. Los linfocitos que se encuentran en
el tejido linfático pueden caracterizarse como pequeños o grandes, con un
diámetro entre 6 y 30 µm. Los linfocitos maduros que circulan por la sangre
suelen ser pequeños, con un tamaño similar a los eritrocitos (glóbulos rojos)
entre 6 y 15 µm de diámetro.

En la microscopía de luz, los linfocitos pequeños tienen un gran núcleo


esférico con cromatina condensada. El núcleo se encuentra rodeado por un
delgado halo azul pálido que representa una pequeña cantidad de
citoplasma. Generalmente no contienen orgánulos citoplásmicos (también
conocidos como organelos citoplasmáticos) a excepción del gránulo
azurófilo ocasional.

MONOCITOS

Un monocito es un leucocito que tiene un único


núcleo. Los leucocitos o glóbulos blancos, por su
parte, son células de la linfa y de la sangre que
desarrollan un rol defensivo, desplazándose por
diferentes zonas del organismo.
Los monocitos son los leucocitos más grandes.
Aproximadamente entre el dos y el diez por ciento de
los glóbulos blancos que están en la sangre pertenecen a este grupo de
células. En números más gráficos, podemos decir que por cada microlitro de
sangre encontramos entre 200 y 600 monocitos.

El núcleo del monocito suele tener forma de lóbulo o riñón con una
depresión. Este núcleo se encuentra rodeado por una gran cantidad de
citoplasma de tonalidad azulada o grisácea con vacuolas de color blanco.

La médula ósea se encarga de producir los monocitos. Una vez liberados en


la sangre, pueden llegar a múltiples órganos y tejidos, como huesos, los
pulmones o el hígado. Los monocitos permanecen cerca de un día en el
torrente sanguíneo y luego acceden al tejido conectivo al atravesar el
endotelio de los capilares.

La tarea más importante que llevan a cabo los monocitos es fagocitar restos
de células o microorganismos. Para esto los rodean con sus pseudópodos y,
si advierten que se trata de un antígeno, los “comen”.
Debido a este funcionamiento, los monocitos son considerados fagocitos.
Así se llama a las células que se apoderan de elementos inservibles o
dañinos para el organismo incorporándolos a su citoplasma y finalmente
digiriéndolos. Gracias a su accionar, los monocitos consiguen la
estimulación de respuestas inmunitarias.

Es importante señalar que la vida de los monocitos ronda los tres días.
Cuando completan su labor, fallecen de manera automática.

En resumen, podemos afirmar que los monocitos nos ayudan de una forma
indispensable en la lucha contra ciertas infecciones y que colaboran con
otros leucocitos en la eliminación de tejidos dañados o muertos, en la
destrucción de células cancerosas y en la regulación de la inmunidad contra
sustancias extrañas.

Cuando los monocitos salen de la sangre y


pasan a los tejidos se transforman en
macrófagos, las células más importantes
en la tarea de limpieza del sistema
inmune. Algunas anomalías de tipo
genética impiden el correcto
funcionamiento de los monocitos y de los
macrófagos, a través de la acumulación de
lípidos (desechos grasos) dentro de la
estructura de las células. Como resultado
surgen diversas enfermedades, entre las que se encuentran la de Niemann-
Pick y Gaucher.

MORFOLOGÍA:
Los Monocitos son un tipo de glóbulos blancos agranulocitos. Es el leucocito
de mayor tamaño, su tamaño varía entre 7 y 15 μm, y representa del 4 a
8% en la sangre. Presenta un núcleo arriñonado (forma de riñón), que se
tiñe de color violeta-azulado con una proporción 2:1 con respecto al resto
de la célula
El citoplasma es abundante y de color gris azulado pudiendo estar
acompañado de vacuolas blanquecinas.

Los monocitos se generan en la médula ósea y después viajan por la


sangre, para luego emigrar a diferentes tejidos como hígado, bazo,
pulmones, ganglios linfáticos, hueso, cavidades serosas,
TIPOS DE INMUNOGLOBULINAS
IgA:
La inmunoglobulina A (IgA) es la primera línea de
defensa frente a la infección, mediante la inhibición de
la adhesión bacteriana y viral a las células epiteliales y
la neutralización de las toxinas bacterianas y víricas,
tanto intra- como extracelulares. La IgA también elimina
patógenos o antígenos a través de la vía excretora
mediada por IgA, donde los complejos inmunitarios
formados con IgA son transportados a través de un
proceso mediado por receptores poli-inmunoglobulina.

La inmunoglobulina A secretora (SIgA) tiene un


importante papel en la respuesta adaptativa (antígeno-
específica) humoral (basada en anticuerpos), en las
superficies mucosas del tracto gastrointestinal, respiratorio y urogenital. Las
superficies mucosas son el portal de entrada de muchos patógenos, por lo
que la SIgA es producida en grandes cantidades y es la clase predominante
de inmunoglobulina encontrada en las secreciones externas y lágrimas.

Las IgA son glicoproteínas séricas y constituyen una de las cinco clases de
anticuerpos. Estas clases se definen por: 1) el número de subunidades
(cada una compuesta por cuatro polipéptidos; 2 cadenas pesadas y 2
cadenas ligeras idénticas) y 2) el tipo de cadena pesada (en el caso de la
IgA, una cadena α). La IgA puede ser oligomérica, formada de 2 a 4
monómeros de IgA
Las IgA tiene siempre una estructura oligomérica, inicialmente dimérica, y
los polímeros se encuentran ligados gracias a cadenas polipeptídicas
adicionales, como la cadena de unión de 15 kDa (cadena J) y un
componente secretor de 70 kDa producido en las células epiteliales e
involucrado en el transporte transcelular de la SIgA para su incorporación a
las secreciones
En humanos, tras la presentación antigénica a las células T helper (Th) y su
diferenciación a células Th2, las citocinas interleucina-10 (IL-10), IL-4 y el
factor de crecimiento transformante beta (TGF-β) están involucradas en la
maduración preferencial de las células B (cambio de isotipo y
diferenciación) compro-metidas en la producción de IgA. En humanos
existen dos subclases de IgA, principalmente IgA1, que se encuentra en el
suero y se deriva de la médula ósea y la IgA2, la forma secretada de la IgA.
Inmunoglobulina G
Es la inmunoglobulina más abundante y representa
más del 70 % de las Igs séricas totales. Las diferentes
subclases se presentan en proporciones muy
diferentes, así la IgG1 es la subclase más frecuente
seguida de la IgG2. Esta Ig posee capacidad
neutralizante, precipitante, de fijar complemento, de
unirse a células NK y a macrófagos (opsonización) y es
capaz de atravesar activamente las membranas
biológicas, incluida la placenta materna.

La propiedad de atravesar activamente las membranas biológicas es de


sumo interés, especialmente la de atravesar la placenta desde la madre al
feto.

Como el feto sólo sintetiza pequeñas cantidades de inmunoglobulinas,


adquiere de este modo la posibilidad de defensa, no solamente mientras se
encuentra en el seno materno, sino después del nacimiento, durante la
lactancia, período durante el cual todavía no sintetiza inmunoglobulinas en
cantidades significativas.

Sin embargo, este paso de IgG desde la madre al feto no siempre es


beneficioso para el feto. Cuando hay incompatibilidad del tipo Rh entre la
madre y el feto, se puede desarrollar el síndrome de eritroblastosis fetal
como consecuencia de la destrucción de glóbulos rojos fetales, pudiendo
ocasionar nefastas consecuencias si no se trata a tiempo.

Inmunoglobulina M
Los anticuerpos del tipo IgM son los que más
rápidamente se forman en respuesta a un estímulo
antigénico (Respuesta primaria). Esta Ig se
caracteriza también por poseer capacidad
neutralizante, precipitante, aglutinante, fijar
complemento, activar la respuesta inmune, sin
embargo no atraviesa activamente las membranas
biológicas. Esta última propiedad hace que esta
inmunoglobulina ejerza su acción, normalmente en los espacios
intravasculares. Representa del 5 al 10 % de las Igs séricas totales y junto a
la IgD es la más encontrada en la superficie de los linfocitos B como
inmunoglobulina de membrana.

IgE
. Los anticuerpos IgE se encuentran sobre todo en las
células de los tejidos, pero también se encuentran
pequeñas cantidades en la sangre. Hacen que el cuerpo
reaccione contra sustancias extrañas como el polen, las
esporas de hongos y la caspa de los animales. También
protegen al cuerpo de las infecciones parasitarias. Los
niveles de anticuerpos IgE suelen ser elevados en las
personas con alergias. son anticuerpos que, si bien
inicialmente se liberan al plasma por las
células plasmáticas, son integrados en la membrana de otras células
(mastocitos), participando en las reacciones de hipersensibilidad

IgD.
Los anticuerpos IgD se encuentran en la superficie de
algunas células inmunitarias del cuerpo. Son poco comunes
y rara vez se encuentran en la sangre. No está claro cómo
funcionan.
es una inmunoglobulina asociada a la membrana de los
linfocitos B. Su función primaria de las es la de servir como
detectores de antígenos para las células B. Se detecta
marginalmente en el plasma.

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