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Serrania de Jirajaras Def

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Serranía de jirajaras

y afrodescendientes
Memorias colectivas
1.a edición, Fundación Editorial El perro y la rana, 2024

©Fulvia Magdalena Polanco


©Juan Ramón Lugo
©Reina Álvarez
©Wuilian Peraza
© Fundación Editorial El perro y la rana, 2024

Edición y corrección
Álvaro Trujillo
Luis Enríquez

Diagramación
Sonia Velásquez

Diseño de portada
Roberto Chávez Pabón

Imagen de portada
Fotografía cortesía de Fulvia Magdalena Polanco

Hecho el Depósito de Ley:


ISBN: 978-980-14-5650-6
Depósito legal: DC2024002092

impreso en la república bolivariana de venezuela


Fulvia Magdalena Polanco
Juan Ramón Lugo
Reina Álvarez
Wuilian Peraza

Serranía de jirajaras
y afrodescendientes
Memorias colectivas
PRESENTACIÓN DE LA COMISIÓN

Si bien es cierto que, al día de hoy, se tiene una noción distinta


acerca de las nefastas consecuencias de carácter histórico, antro­
pológico, económico, social, cultural y espiritual que nos dejó
la invasión europea y su violento proceso de colonización, no es
menos cierto que todavía hace falta generar múltiples espacios
que permitan el análisis, discusión, debate y reflexión permanente
sobre aspectos que, a la luz de nuevas interpretaciones, permitan
conocer elementos poco estudiados, o nada valorados, de lo que
representa nuestro complejo pasado colonial.
Bajo esta premisa, el 25 de enero de 2022, el ciudadano
presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás
Maduro Moros, juramentó a la Comisión Presidencial para el
Esclarecimiento de la Verdad Histórica, Justicia y Reparación
sobre el Dominio Colonial y sus Consecuencias en Venezuela,
instancia integrada por investigadoras e investigadores de la aca­
demia, activistas, líderes y lideresas de las comunidades indígenas
y afrodescendientes, quienes han dedicado su vida y trayectoria
profesional al estudio y difusión de esa otra mirada a la historia,
contribuyendo con sus aportes a la descolonización de la memoria

7
colectiva y la reconstrucción de una memoria plural, una identidad
múltiple y una historia insurgente.
Como parte del plan de trabajo de esta comisión presi­
dencial, se definió un proyecto editorial que ha sido materia­
lizado con la publicación de la Colección Insurgencias Históricas
y Afroepistemologías Cimarronas, una selección de textos que,
además de promover el diálogo entre las diversas contribuciones
que tanto la sabiduría popular como la rigurosidad científica han
brindado para el enriquecimiento de las epistemologías cimarronas,
también contribuye con la valiosa misión de sacar a la luz aquellos
hechos que, intencionalmente, han permanecido ocultos o se les
ha restado importancia en la historiografía tradicional.
Ha sido desde la Comisión Presidencial para el Esclarecimiento
de la Verdad Histórica, Justicia y Reparación sobre el Dominio
Colonial y sus Consecuencias en Venezuela que se impulsa este
proyecto editorial en alianza con el Centro Nacional del Libro
(CENAL) y la Fundación Editorial El Perro y la Rana, con el firme
propósito de continuar aportando nuevos datos y elementos que
permitan contrarrestar todos los esfuerzos de quienes se valen de
organismos internacionales, academias, medios de comunicación
y redes sociales marcadamente colonialistas e imperiales, para
mantenernos en la absoluta ignorancia.
Por ello, la Colección Insurgencias Históricas y Afroepis­
temologías Cimarronas pone al alcance de espíritus insurgentes,
libros que van desde investigaciones inéditas, investigaciones ac­
tualizadas, manuales, poesía y otros géneros literarios que brindan
la posibilidad de decodificar, reconceptualizar y construir nuevo
conocimiento. Ya lo dijo el Presidente Nicolás Maduro Moros
durante la conmemoración del Día de la Resistencia Indígena,

8
el 12 de octubre de 2021, que esta comisión presidencial para el
esclarecimiento de la verdad histórica tiene el deber de generar
aportes en función de:

Reconstruir toda la historia del genocidio, de la resistencia, de


la victoria y de la esperanza en estas tierras venezolanas y dar
un aporte. Una comisión por la verdad, por la vida, por la repa­
ración… y reconstruir toda la historia de cómo fue el colonialismo
en estas tierras, vamos a dar el ejemplo y a dar el primer paso en Ve­
nezuela. (…) porque el que no conoce su historia, el que no encara
sus valores, el que no sabe de dónde viene, es muy difícil que pueda
estar parado en esta tierra del siglo XXI, es muy difícil que pueda
avanzar en este tiempo del siglo XXI, cuando nos acechan nuevos
colonialismos.

COMISIÓN PRESIDENCIAL PARA EL


ESCLARECIMIENTO DE LA VERDAD
HISTÓRICA, JUSTICIA Y REPARACIÓN
SOBRE EL DOMINIO COLONIAL Y SUS
CONSECUENCIAS EN VENEZUELA.

9
PRÓLOGO

Serranía de jirajaras y afrodescendientes. Memorias colectivas, es un


ensayo en clave de resistencia cultural, frente al olvido histórico de
las comunidades de nuestra serranía, descendientes de las etnici­
dades originarias y de origen africano, en Falcón, racializadas por
el colonialismo, la esclavitud y su pensamiento letrado, anclado en
perspectivas etnocéntricas, portadoras de dominaciones, opresiones,
desarraigos, falta de valores e identidades ancestrales en el devenir
de quinientos años. En razón de ello, es fundamental conocer
y sentir nuestras raíces históricas milenarias, en comunión con la
vida no racista, no endorracista.
Desde este posicionamiento y a contracorriente, Juan Ramón
Lugo, Fulvia Magdalena Polanco Bravo, Wuilian Antonio Peraza
y Reina Marina Álvarez Colina, unen su humanidad vitalidad y
reconocen importantes aportes de los afrodescendientes a la con­
formación del pueblo de Falcón y de Venezuela. En colectivo, van
juntando la humanidad vitalidad de nuestra genealogía, parida
y criada en la ancestría cultural: originaria y afrodescendiente.
De este modo, subvierten asimetrías heredadas, con un gentío,
pobladores de nuestros territorios, pueblos y comunidades,
parientes, descendientes, sabias y sabios, cultoras y cultores.

11
Así, con la participación de nuestra gente, reconocen y resig­
nifican: territorios, historias, memorias y tradiciones culturales,
las cuales presentan en cuatro momentos, en los siguientes
cuatro cuadernos:
Momento I: Divulgación histórica, literaria y cultural del estado
Falcón (2001). Juan Ramón Lugo y Fulvia Polanco Bravo.
Momento II: Divulgación histórica, literaria y cultural del estado
Falcón (2005). Juan Ramón Lugo y Fulvia Polanco Bravo.
Momento III: Divulgación histórica, literaria y de cultura po-
pular del estado Falcón (2005). Fulvia Polanco Bravo y Wuilian
Antonio Peraza.
Momento IV: La interculturalidad en el estado Falcón (2012).
Fulvia Polanco Bravo y Reina Marina Álvarez Colina.
Este palabreo en el horizonte cimarrón, es pensamiento co­
lectivo, junto al pueblo y para el pueblo, en existencia colectiva
y andanzas creadoras.
Sobre nuestros territorios, caracterizan a las etnicidades origina­
­rias: jirajaras, ajaguas, ayamanes, caquetías y también las etnici­
da­des originarias de África, en Falcón. En este sentido, dan cuenta
de sus orígenes, poblamiento, valores, relaciones comunitarias,
identidades, conocimientos, prácticas sociales, historias, culturas
y economías, desde el pensamiento letrado y sus pervivencias
hegemónicas, así como desde el pensamiento oralizado, comu­
nicado intergeneracionalmente y narrativizado por las memorias
vivas. Nos toca, en convite, seguir repensando nuestro proceso
histórico, conocerlo en su complejidad y transformarlo, en el
contexto que vivimos.
En torno a nuestra historia originaria y afrovenezolana, con­
frontan olvidos centenarios y pedagogizan la importancia de la

12
enseñanza de la Historia Regional y la Historia Local en el sistema
educativo venezolano, en la educación básica, media diversificada
y universitaria, también en la educación no escolarizada. Para
las investigadoras y los investigadores y también para el pueblo
afrofalconiano son importantes las historias negadas, las historias
vividas y contadas por los pueblos.
Sobre las memorias de la africanía, la asumen como memoria
colectiva oralizada, portadora del conocimiento de nuestros
orígenes y procesos históricos milenarios y contemporáneos.
En lo concerniente a las tradiciones culturales, valoran el pa­
trimonio cultural viviente originario y afrodescendiente en Falcón
y Venezuela, asumen la importancia de las tradiciones culturales
que perviven por el empeño de cultoras y cultores, herencias cons­
titutivas, de nuestros territorios, pueblos y comunidades. En la
Serranía de jirajaras y afrodescendientes, hemos vivido esclavitudes,
colonizaciones y opresiones. También, hemos parido procesos
libertarios, en resistencia cultural, espiritual, filosófica, política,
económica y social.
En consideración, Juan Ramón, Fulvia, Wuilian y Reina, en
militancia de vida en la Red de Organizaciones Afrovenezolana, la
Asociación Cultural José Leonardo Chirino, la Red Afrocarabobeña
y la Asociación Civil Afroserranía, inscritos en sus banderas de
luchas, han promovido importantes acciones y proyectos entre
los cuales, en este espacio tiempo, resaltamos:

• El proyecto de “Divulgación histórica, literaria y cultural”


en comunidades de las parroquias Curimagua (municipio
Petit) y Guzmán Guillermo (municipio Miranda), mediante
talleres de recuperación de la Historia Local.

13
• Los reencuentros de comunidades serranas, en busca de
nuestros orígenes, recorriendo el territorio comunitario,
reconociendo geohistorias, patrimonio natural y patrimonio
cultural, en el contexto.
• Nacimiento y apertura de la Casa de la Cultura de Macanillas.
• Organización y desarrollo del Festival de la Décima Serrana
a José Leonardo Chirino, en Macanillas.
• La Fiesta de San Juan y el Encuentro de Salveros
Afrodescendientes en La Chapa, cada 24 de junio.
• La Ruta Heroica José Leonardo Chirino: proyecto edu­
cativo, cultural y geohistórico de la Asociación Cultural José
Leonardo Chirino, orientado a enfatizar la importancia del
conocimiento histórico José Leonardo Chirino y del pro­
yecto insurreccional de 1795 y su enseñanza en el sistema
educativo y su representación visual en Caujarao, La Toma,
Arenales, La Negrita, El Llano de la Cabezona, Macuquita,
La Quebrada de Morenos Libres, vía Santa María, La Chapa,
la Cueva del Cacique Morano, La Juvita, La Cumbre de Uria,
el Hondo de Uria, El Pardillo, vía las Cuevas de Acarite.
Importantes infografías, inauguradas en el año 1997 con el
apoyo del Consejo Nacional de la Cultura.

Esta aproximación, y la que nos cuentan en el libro que ahora con­


sultamos, es siembra y cosecha, para continuar preservando los legados
culturales que nuestros ancestros nos han legado, importante poder y
fuerza vital de raíces civilizatorias, constitutivas de la venezolanidad.

Nereyda del Rosario Ferrer de Bravo


Reina Marina Álvarez Colina

14
A mis hermanos y hermanas descendientes de
los ancestros loangos que hallaron en Macuquita
una tierra parecida a su lejana África.
MOMENTO I
DIVULGACIÓN HISTÓRICA, LITERARIA
Y CULTURAL DEL ESTADO FALCÓN1

En el año noventa y seis


unos versos escribí
dedicados a un pueblo
que con Lugo conocí.
De los loangos descendientes,
etnia indomable y bravía
que acompañaron al Zambo
en aquella Serranía.
Cuando hablaba con su gente
en especial los ancianos,
veía sus ojos tristes
y la frustración de años.

Contaban esos Salveros:


cada quinquenio subían
aspirantes a un cargo
o curul en la Alcaldía.
Y mientras tanto su pueblo
continuaba en la pobreza:
agricultor sin apoyo
y salud sin asistencia.
Pero en el siglo veintiuno
este pueblo al fin salió
un tanto de aquel olvido.

1 Juan Ramón Lugo y Fulvia Polanco Bravo, Divulgación histórica,


literaria y folclórica del estado Falcón. Cuaderno No 1. Coro,
Asociación Cultural José Leonardo Chirino. CONAC. 2001.

17
que a su gente sometió.
Macuquita declarada
Patrimonio como tal
Para orgullo del poblado,
Histórico y Cultural.

Fulvia Polanco
Composición inédita

Amigos lectores, quienes les presentamos el siguiente ensayo, sobre


la serie “Divulgación histórica, literaria y folclórica del estado
Falcón”, no somos científicos, ni historiadores, pero sí somos
incansables investigadores de nuestros orígenes, raíces históricas.
Y nos preocupa el desconocimiento que existe en muchos niños
y jóvenes falconianos relativo a esos orígenes, ese glorioso pasado
que debe llenarnos de orgullo. Nos preocupa detalles que parecieran
insignificantes como, por ejemplo, si alguien venido de otro estado
nos pregunta por la etnia caquetía, o por el levantamiento de José
Leonardo Chirino, tal vez venga a nuestra memoria la figura del
Diao Manaure tallada en piedra que desde siempre hemos visto en
el paseo que lleva ese mismo nombre; posiblemente también recor­
demos a Juan de Ampiés y la fundación de Coro; y si se refiere a
José Leonardo Chirino, quizás solo mencionemos La Sierra de Coro
como escenario de esa rebelión… Luego de esto tal vez no logremos
recordar nada más… y esto ocurrirá –a menos que sea alguien en­
tendido en la materia histórica falconiana– porque no tenemos esos
conocimientos referidos a nuestro pasado, orígenes, raíces.
Los pueblos poseemos una identidad, una memoria colectiva
y hoy existe el peligro de que esa identidad, esa memoria se pierdan.

18
Es necesario revivir esa memoria, para observarla, analizarla a la
luz de los acontecimientos actuales.
Una de las maneras a través de la cual lograríamos reforzar
nuestra identidad regional y valores del pueblo falconiano, pu­
diera ser incluyendo dentro del pénsum de estudios de Educación
básica y media diversificada, y también en la educación informal,
la asignatura Historia Regional.
Durante varios años, hemos realizado investigación documental,
bibliográfica, de campo y trabajo de recopilación, para finalmente
presentar el primer cuaderno. Al escribir, pensamos en los destina­
tarios: niños, jóvenes, escolarizados y no escolarizados; docentes,
amas de casa, agricultores, ancianos; es decir, falconianos que
desean saber un poco más acerca de ellos mismos, sus raíces como
seres producto de toda una mezcla, pero que mantiene intacta su
esencia original.

La Sierra de los jirajaras

Toda la región montañosa desde los llanos de Carora y el Lago de


Maracaibo fue ocupada por los jirajaras y allí enfrentaron a Diego
Martínez en los inicios de la conquista, y es de suponer que en esa
misma zona estaban entremezclados con ajaguas. Discurre por allí
el río que se llama Jirajara; y en Maracaibo en el siglo XVI llamaban
Sierra de los jirajaras a la serranía con que, al desprenderse de los
Andes de Trujillo en la misma región, comienza el sistema de la
cordillera de Coro hasta el Chimborazo, Siruma y El Empalado.
En Carora los cerros que quedan al este conservan el nombre de
Sierra de los jirajaras. Por el este de la misma cordillera seguían los
jirajaras ocupando comarcas de sierra y valles, correspondientes al

19
actual estado Falcón, y al sur de este habitaban buena parte del hoy
municipio Urdaneta (Siquisique y quizá Baragua) del estado Lara.
Por las referencias históricas al parecer los chipas y los caquetíos
establecieron una barrera entre el núcleo de los jirajaras a los que
se refiere el historiador Arcaya2 y los que moraban en la cordillera
de la costa de Venezuela, al este del río Yaracuy, en territorio de los
actuales estados Yaracuy, Carabobo y Lara, sobre todo, en Nirgua.
En la opinión de algunos historiadores, esos dos grandes núcleos
jirajaras debían de mantener las relaciones naturales entre tribus
de una misma nación.
En sus estudios sobre el pueblo de los jirajaras, Arcaya sostiene
que a pesar de los diferentes territorios ocupados por estos: los
de Yaracuy y Coro en el norte de Venezuela hasta los de Casanare de
Colombia, estos pueblos tenían un mismo origen. Esta aseveración,
la hace apoyándose en la comunidad del nombre y también en los
rasgos de su carácter y costumbres.
La esclavización de indígenas en la antigua provincia de Coro
se convirtió en una empresa formal desde la llegada de Alfinger.
Durante algún tiempo Coro se convirtió en el mercado de esclavi­
zados más importante de tierra firme. En el caso de los caquetíos
no los vendían pero los utilizaban como bestias de carga para las
incursiones al interior. Los jirajaras de la Sierra de Coro tampoco
fueron esclavizados en los primeros años, pero posteriormente los
alcaldes que gobernaban a Coro, así como también el licenciado
Navarro, dieron su permiso para la captura de estos indígenas.

2 Pedro Manuel Arcaya, Historia del estado Falcón. Caracas, Gráficas


Río Orinoco,1977.

20
Jirajaras, ayamanes y ajaguas

Jirajaras: como ya se indicara anteriormente, los jirajaras habitaban


la mayor parte de la región montañosa de Falcón, especialmente La
Sierra, o sea, la alta de San Luis, que por eso se llamó en el siglo XVI
“Sierra de los jirajaras”, el sur de Churuguara. También la región
meridional de los actuales municipios Buchivacoa y Democracia
(montañas de Cacicure y Pedregal); la totalidad de los municipios
Bolívar y Petit; la parte meridional montañosa de Miranda y Colina,
y las montañas sur-occidentales de Zamora y Acosta.
Ayamanes: los que habitaban una parte del sur de Falcón per­
tenecían al grupo que tenía su asiento principal en el territorio
larense. Allí ocupaban las montañas de Parupano (que hoy co­
rresponde al municipio Urdaneta del estado Lara). El historiador
Arcaya hace referencia a lo indicado por Federman –el primer
europeo que los visitó– que eran un pueblo grande, de consi­
derable valentía; habían sido capaces de enfrentarse al alemán
y a sus hombres. Este pueblo ayamán permaneció en los mismos
territorios que habitaban desde la época originaria, pudiendo
salvarse de la devastación del proceso de conquista. Del territorio
falconiano, solo habitaban la parte sur del municipio Federación
y el extremo occidental del hoy municipio Silva. Provenían de la
familia nuarhuaca.
Ajaguas: estaban establecidos en la zona meridional de los
municipios Buchivacoa y Democracia, y algo de la occidental de
Federación. En todas esas regiones sus pueblos estaban interca­
lados con otros de los jirajaras. Los ajaguas habitaban sobre todo
en las montañas de Pedregal. Algunos historiadores coinciden en
señalar que los ajaguas eran de presencia garbosa y firme, pero

21
afables, abundante cabellera. Y tenían más viveza y capacidad que
otros pueblos.

Caquetíos

De acuerdo a lo señalado por algunos historiadores, los caquetíos


habitaban en toda la región que va desde los límites de Falcón y Zulia
hasta La Vela; en la península de Paraguaná, y en el litoral oriental
del estado, desde La Vela hasta la Boca de Yaracuy. Atendiendo
a la división actual del territorio falconiano, la etnia caquetía ha­
bitaba la parte septentrional y llana de los municipios Buchivacoa,
Democracia y Miranda; todo el municipio Falcón, la mitad norte
del municipio Acosta, y todo el litoral del municipio Silva.
Indica el Dr. Adrián Hernández Baño, al referirse a los caquetíos:

…vivían cerca de las playas y a veces en el interior buscando los


recursos alimenticios que necesitaban; llegaron a ocupar tal vez,
una superficie de unos 13.000 km²… El agua no era abundante,
pero ellos construían represas y jagüeyes para almacenarla. Solo
en época de lluvias, los ríos y quebradas la traían en cantidad. El
litoral marino proporcionaba pesca y moluscos en abundancia…3

Los aborígenes de las islas de los Gigantes (isla de Coquibacoa)


y regiones de Curiana y Cacicure, procedían de un tronco arawaco
que provenía quizá de las altiplanicies andinas.
El Dr. Hernández Baño señala que:

3 Adrián Hernández Baño, Los caquetíos de Falcón (modos de vida).


Coro, INCUDEF, 1984, p. 17.

22
… el padre de familia quien fija los objetivos de la producción
y reparte estos con arreglo a las necesidades de la masa.
La propiedad de la tierra es comunitaria al grupo familiar, y el
posible excedente sería considerado solamente en casos muy ex­
cepcionales dentro de las diferentes comunidades chaquetías como
un instrumento de cambio o trueques mas que en prevención de
escasez de alimentos, que se supone, rara vez se daría.4

El Diao Manaure era el jefe supremo del pueblo caquetío.


Era la figura más relevante. En cuanto a su organización social,
era igualitaria; la participación en la producción y consumo era
idéntica para todos, no existían las rivalidades sociales; el parentesco
se constituía en el elemento de enlace entre las unidades tribales.
En cuanto a la mujer dentro de la sociedad caquetía, le co­
rrespondía llevar a cabo las tareas del bohío y la preparación de
alimentos; los conucos eran sembrados por ella, y también lograr
la producción de rubros como: ajíes, auyama, maíz, patata, piña,
tabaco, yuca, etc.; de igual forma cubría la parte de cestería y tejía
hamacas de algodón y guayucos; era una experta en la fabricación de
cerámica. Toda la producción tanto del hombre como de la mujer,
tenía un carácter utilitario y estaba determinado para su empleo.
En los pueblos caquetíos existía el intercambio de unos pro­
ductos por otros; esta era la base de su comercio. Ellos no conocían
la moneda como uso. Entre los productos que intercambiaban
estaban: el pescado, la carne ahumada o tasajo, las hamacas,
el tabaco y la sal. Para estos intercambios o trueques se establecieron
mercados fijos entre los indígenas; hasta cierto punto esto consti­
­tuía una división del trabajo en productos, ya que determinados

4 Ibid.

23
pueblos aportaban unas mercancías que necesitaban sus vecinos
den­tro de aquella economía naciente. En lo que se refiere a los ca­
quetíos recibían, a cambio, sobre todo maíz, oro de chafalonía,
adornos, etcétera.5

La Sierra de Falcón

La Sierra está ubicada al sur de la ciudad de Coro; por su agra­


dable clima que llega a los 17 °C en su cumbre, contrasta grande­
mente con el resto de la región. Es una zona de hermosos parajes,
bosques húmedos y pintorescos pueblos llenos de historia, belleza
y tranquilidad.
La sierra falconiana comprende los municipios Bolívar, Petit,
Sucre, Federación, Unión y la serranía norte del municipio
Miranda. La mayoría de sus atractivos son, según su categoría, sitios
naturales. Tiene una población aproximada de 79. 416 habitantes
(de acuerdo al Censo de Población año 2011) en una extensión de
4.219 km². En el subsuelo de La Sierra discurre el lago subterráneo
más grande de Venezuela y Latinoamérica. La cuenca hidrográfica
que conforma dicho lago abastece a más del 70% de la población
falconiana a través de sus afluentes: Hueque, Mitare, Caridad,
Cariagua, San Pablo, Acurigua, Ricoa, San Antonio, Meachiche.
En La Sierra son comunes los paisajes bellos y aromáticos
y plenos de frescura. Pintorescos pueblos: Curimagua, Uria,
Macanillas, Los Patiecitos, Cabure, San Luis, Pecaya, Churuguara,
Maparari, Santa Cruz de Bucaral… dibujan los rastros de

5 En el Momento IV ampliaremos el tema sobre jirajaras, ayamanes,


ajaguas y caquetíos.

24
legendarios pueblos. Uno de los mayores atractivos lo constituye
las Cataratas de Hueque y las mismas son majestuosas y caudalosas.
En el municipio Petit está Cabure, de agradable clima, fundada
el 28 de octubre de 1769. En sus montañas se produce la fruta
típica falconiana, la urupagua, de exótico sabor. Luego está San
Luis, capital del municipio Bolívar, fundada el 25 de agosto de
1600. De topografía accidentada, señoriales casas coloniales.
Otro poblado es Curimagua, el cual fue testimonio de aquel
acontecimiento protagonizado por africanos, loangos, zambos,
indígenas, mulatos y también pardos, quienes se levantaron para
dar así el primer grito de libertad preindependentista, comandados
por José Leonardo Chirino. En este poblado se encuentra el cerro
Galicia (1.500 mts s.n.m.) ubicado a 55 kilómetros de la ciudad
de Coro. Desde su cumbre se pueden apreciar diversos paisajes de
La Sierra y de la capital falconiana.
Otro poblado es Santa Cruz de Bucaral. Muy cerca de esta
comunidad está la Cueva de la Quebrada de El Toro, en donde
existe un lago subterráneo y pájaros guácharos. Allí se encuentra
la sima más profunda descubierta en Venezuela: la sima Elda.
Las tradiciones y costumbres de La Sierra son grandiosas
e interesantes: Danzas de Las Turas, en Mapararí; las salves y dé­
cimas serranas, la pavana, los pasacalles, la parranda serrana; sus
instrumentos: la tambora serrana, el pandero, el tambor, el cinco
y media; los rosarios de Cruz de Mayo, el culto al Niño, a San
Miguel Arcángel, a la Virgen de Las Mercedes, a la Virgen del
Rosario, a San Antonio.

25
Coro

La ciudad Santa Ana de Coro fue fundada el 26 de julio de 1527.


A comienzos de la década del año 2000, algunos autores discutían
acerca de si fue Juan de Ampíes o su yerno quienes fundaron
la primera capital de Venezuela. Por la documentación que los
historiadores han revisado, se ha llegado a la conclusión de que
Coro fue fundada por el yerno o hijo político de Juan de Ampíes.
Santa Ana de Coro fue la primera capital de la Provincia de
Venezuela (cuya titularidad se le otorgó a Caracas en 1578) y sede
del primer obispado fundado en la América del Sur en 1531. En
la actualidad es capital del estado Falcón. Santa Ana de Coro fue
cuna de uno de los primeros movimientos en contra del sistema
de esclavitud que imperaba en aquel entonces, liderado por José
Leonardo Chirino en 1795.
Los antepasados caquetíos concurrieron a toda una mezcla
en el juego de la génesis de esta población colonizada por los
españoles. Para algunos autores, Coro significa viento y quienes
la nombraron primero, supieron del áspero soplo del vapor de la
tierra, del aliento cálido que la cruza entre vigilia silenciosa, cujíes,
cardones y tunas. Por Coro comenzó la marcha para hacer
Venezuela, de ella partieron recios contingentes al desconocido
y abrupto territorio interior a fundar ciudades.
Coro tiene, contradictoriamente, una presencia temprana y una
participación tardía en el proceso de la independencia. Como ya se
indicara antes, una mañana de mayo de 1795, bajó con el frío de
La Sierra la noticia de la sublevación de José Leonardo Chirino en
la hacienda Las Macanillas. Ese primer movimiento de liberación
de los esclavizados proclamaba, además de la reivindicación clasista,
un proyecto de lucha contra la dominación colonial.

26
En diciembre de 1993 Coro y el Puerto de La Vela fueron
declarados “Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la
Unesco. Las antiguas casas y templos coloniales construidos
en barro son testimonios de ese patrimonio. Toda una riqueza ar­
quitectónica que nos llena de orgullo: Iglesia de San Clemente, la
Casa del Sol, el Balcón de los Arcaya, la Casa de las Ventanas de
Hierro, la Casa de la Familia Soto, la Casa del Tesoro, el Club Bolívar.

El Tinglado de Güide

A cuatro kilómetros al sur de lo que hoy es la población de La


Negrita, parroquia Guzmán Guillermo y por el antiguo camino real
que conduce a Curimagua, cerca del Pasito de Los Sandiegueros,
y a orillas del río Güiito, se encuentra El Tinglado6. Allí hubo una
hacienda llamada Las Bejuqueras. También hubo un hato pertene­
ciente a los amos que vivían alrededor de El Tinglado. Este lugar
fue un depósito de esclavizados. Allí vivió doña Rosa del Castillo
y de La Colina, esposa de don Juan de La Colina, “amo y señor”
de La Sierra de Coro.
El Tinglado fue un fortín, semejante en funciones al ergástulo
romano y a la cárcel de los lamentos para esclavizados africanos
en Judea. Fueron los africanos y sus descendientes de La Sierra
quienes dieron el nombre de El Tinglado.
Esta estructura fue hecha de piedra, cal y barro cocido. Presenta
las siguientes medidas: doscientos metros de largo por cien de
ancho; cuatro metros con cincuenta centímetros de alto y el grosor

6 Juan Ramón Lugo, A propósito de doscientos años de olvido. Maracaibo.


UNEFM- LUZ,1995.

27
de sus paredes es de ochenta centímetros. No tiene techo; tenía un
portón de madera (dos metros de ancho por tres de alto).
En El Tinglado se asoleaba el oro proveniente de la venta de
esclavizados, de la venta de lana de ovejas, del cacao y el café de Las
Macanillas; de las pieles de ciertos animales. También del cocuy 56
traído desde un sitio denominado Los Alambiques. Esta bebida
era envasada en barricas de roble y trasladada a “lomos” de los
esclavizados al puerto de Taratara, cercano a La Vela (siglo XVII).
La abundancia de agua en los ríos El Limón, San Antonio, Río
Seco, Quebrada de Camargo, Meachiche, Güiito, el fácil acceso
a La Vela desde Coro y la existencia del Camino de Los Indios
–Camino Real–, es decir, la vía que conducía a Angoleta, hoy
centro de la represa El Isiro, pasando por Guaibacoa hasta llegar
a La Vela, permitió a los blancos construir El Tinglado, donde
instalan un comando de operaciones. Desde allí era fácil llegar
a La Sierra, a los ríos, las tierras bajas y la ruta al mar.
Más tarde, don Juan de La Colina al llegar a esta zona como
militar, logra convertirse en un hombre fuerte y muy rico, ex­
portador de cacao, azúcar, pieles y aguardiente blanco. Se hace
dueño de toda La Sierra y buena parte del actual estado Falcón.
Colina dominó el comercio de esclavizados, fue dueño de grandes
haciendas utilizando la fuerza de trabajo esclavizada. Supo explotar
el negocio esclavista, siendo punto importante para el mismo la
isla de Curazao. Llevó a cabo numerosos negocios con las tierras
de las que se apropiaba.
Señala el señor Carlos Álvarez, nativo de Santa María y tata­
ranieto de Antuén Sánchez, que, de acuerdo con la información
que le dieron a conocer sus abuelos y tatarabuelos, en El Tinglado
“se le colocaba el sello, el carimbo a los esclavos”. Al igual que

28
Carlos Alvarez, lo afirman otros ancianos de la zona: Simón Quero
–hoy fallecido–, Justo Lugo –también fallecido–, Tomás Chirino,
Claudio Lugo.
Patrimonio histórico que debe ser preservado: El Tinglado de
Güide, el Camino Real que conduce a Los Alambiques y pasa por
la Cruz de “con quemao”, la casa de la familia Diez y Falcón. Es
importante recordar que los patrimonios no son propiedad privada.
Patrimonio natural: la cuenca del río Güide, cuyas aguas pasan
cerca de El Tinglado; la Piedra de Campana: marca los límites entre
la posesión de los Diez y la comunidad de La Chapa. En esa zona
aún existe una rara especie vegetal: el palo de Brasil.

Santa María

La fundación de Santa María7 se produce a través de los blancos


criollos, de los morenos libres (hijos de negros y blancos) y algunos
cimarrones fugados de Curazao. Algunos autores que han estu­
diado el tema de la llegada de africanos a la antigua Provincia de
Coro, coinciden en señalar que para el siglo XVIII los esclavizados
que huían de Curazao atravesaban el mar en canoas, llegaban a la
costa oriental falconiana, formada por el cantón costa arriba de la
provincia de Coro donde formaban cimarroneras que después se
desplazaron hacia la serranía. En Coro, los llamados negros loangos
(porque hablaban solamente africano), también los denominaban
minas, convirtiéndose muchos de ellos, a la religión católica.

7 Ibid.

29
Estos africanos fugados de Curazao se convirtieron en la fuerza
de trabajo de los hacendados blancos. Durante muchos años los
africanos y sus descendientes fueron explotados por no ser dueños
de la tierra. Surgieron así haciendas, ingenios, fincas; grandes
fortunas que llevaron a los amos a convertirse con los años en
arrendadores, siendo esta una nueva forma de explotación.
La parroquia Guzmán Guillermo del actual municipio Miranda,
así como el país y América toda sufrió la opresión del “terratenien­
tismo”. Luego de la independencia, los morenos libres continúan
manteniendo la tierra como el único medio de producción de
La Sierra de Coro. En Santa María y durante muchos años, los
terratenientes cobraron piso a los menos pudientes, basándose en
documentos redactados en España, otros en Caracas y algunos
aparecen en Coro; aunque la mayor parte de las pruebas de esta
opresión fue quemada en el Cabildo de Coro.
En el año 1920 empieza la lucha y hasta el año 1936 estuvieron
los campesinos oprimidos por no poder pagar las cuotas asignadas.
Los amos soltaban caballos y ganado dentro de los conucos de
aquellos campesinos que no podían pagar la renta de la tierra
donde trabajaban para producir el sustento de la familia.
Gracias a un señor de nombre Juan Perozo (quien era asesorado
por un abogado) se fueron organizando las comunidades, y en
el año 1936 se logró el fallo en contra de los amos por no pagar
los derechos al fisco y se sentenció a favor del pueblo organizado.
A Santa María y Macuquita se les extiende un documento unificado
con el nombre de Santa María y Consolao.
La comunidad de La Chapa tuvo que recaudar fondos con
muchas penurias, ya que era difícil conseguir la moneda; los pobla­
dores colaboraban con lo poco que tenían. Lograron así recabar lo

30
suficiente y pudieron comprar esas tierras a una señora de nombre
doña Ana, quien habitaba en Uria. El caserío donde ella habitaba
aún conserva el nombre de “Doñana”. Aparecen los documentos de
propiedad en el Registro Subalterno de Coro, todavía sin ningún
gravamen.

La Chapa

La Chapa8, población de la parroquia Guzmán Guillermo, está


ubicada al sur de Coro y aproximadamente a unos 30 kilómetros
de la misma. Algunos historiadores al mencionar esta población
y a la montaña en donde está enclavada hablan de La Frontera.
Este pueblo fue fundado con una hacienda de nombre San
Juan de Dios, siglo XVII. Esta hacienda pertenecía a descendientes
de españoles. A finales de ese siglo la compró otro descendiente de
español de apellido Lugo; cambió de dueño y así mismo cambió
de nombre el pueblo por San Juan de Lugo. El pueblo estuvo
ubicado en un sector llamado Mateito, entre Santa Ana y
La Ciénega de Las Casas, al este de lo que hoy es La Chapa.
El nombre de Juan de Lugo lo mantuvo por muchos años. En este
sitio aún existe una cruz y también un fundo con dicho nombre.
Los que primero habitaron esta región fueron los esclavizados
procedentes de pueblos africanos llamados Mandinga. Este es un
grupo de pueblos melanoafricanos, divididos en tres grupos según
sus diferentes dialectos: Malinke que habita sobre todo, en Malí.
Estos africanos traídos a La Chapa procedían de El Tinglado

8 Ibid.

31
–trasladados allí desde Curazao– y eran obligados a trabajar en
la Hacienda San Juan de Lugo. La casa de los amos cerca de la
hacienda estaba situada en un lugar llamado La Juvita. Más tarde
esta casa fue llamada “La Casa Grande del Pueblo”.
La Chapa estuvo constituida por muchas aldeas, entre las que
estaban: La Palmita, La Ciénega de Agua, El Palo de Agua (llamada
también Chorros Clocos), El Mamón, El Paují, Los Quemados,
Santa Ana, La Madera (fundada por Valentín Medina). El Paují
y Los Quemados eran y aún lo son zonas de cría de ganado caprino.
Esta zona se extiende hasta El Verde y la Quebrada de Jamuga.

María Anastasia Perón

Algunos autores falconianos que han estudiado a héroes y heroínas


de Falcón coinciden en afirmar que María Anastasia Perón nació el
10 de junio de 1837 en La Vela de Coro, señalan que era una niña
bella, educada, enérgica, se interesaba en conocer lo que acontecía
a su alrededor y se rebelaba ante las injusticias. También conoció
de las luchas independentistas, por los relatos de su tío Panchón
Perón. En su juventud, se interesó por la política y se sumó a las
luchas federales en Coro, junto al capitán León Colina y participó
como soldado en la Federación.
María Anastasia, participó como voluntaria en la Guerra
Federal, ya como enfermera, ya como miliciana por su dominio
con las armas en los campos de batalla, en los cuales concurría con
gran valor. Según Tito José Tadeo Guerra Miquilena9, el coronel

9 Tito José Tadeo Guerra Miquilena, “María Anastasia Perón, La


Capitana de la Federación”. La ciudad es su gente. Coro, 20 de marzo

32
Mencías, le escribió al coronel Tirso Salaverría que María Anastasia
asistía como soldado, con gran fuerza y valentía. El capitán León
Colina le dio el título de La Capitana de la Federación. María
Anastasia murió el 20 de marzo de 1859, en la batalla de El Palito.
Murió combatiendo por los ideales de la Revolución Federal, en
contra de las opresiones, por la libertad y la paz de la Patria. Por
ello, entregó su vida.

Batalla de Mapararí

En el municipio Federación tuvo lugar la batalla de La Peñita,


combate decisivo ocurrido en Mapararí en 1862, en el cual fue
derrotado el general Facundo Camero, jefe de los dictatoriales10.
Este combate fue el último esfuerzo del gobierno para destruir al
general Falcón y sirvió para reforzar su posición como jefe de la
Guerra Federal. A partir de aquí, “los jefes dictatoriales empiezan
a federarse”, como llamaban al pasarse a las filas federales. Así lo
hacen el coronel Lorenzo Rivas, en Carabobo; el coronel Manuel
Paredes, en Barquisimeto y así en todas partes. En esta forma, el
municipio ayudó a propugnar una “nueva Venezuela”, la cual llevó
a razón de ser su nombre: Federación, nombre que se le dio para
rendir homenaje de gloria sus méritos.
El día 02 de abril de 1862 se desarrolla desde horas de la mañana
hasta el atardecer, la batalla en el sitio denominado “La Peñita”,

(2021). En: https://www.facebook.com/LaciudadEsSuGente/


10 El municipio Federación, 27 de septiembre de 2008. En: https://
cbitfederacion.blogia.com/2008/092702-el-municipio-federacion.
php

33
una especie de portachuelo entre cerros y precipicios al sureste de
Churuguara, en la hoy parroquia de Mapararí.
Ante el avance de Camero, Falcón se replegó desde las posi­
ciones que ocupaba entre El Portachuelo de La Ceibita y la sabana
de Churuguara y fue a establecerse en los cerros de La Peñita, po­
sición reputada como inaccesible. Allí fue atacado por Camero con
mil efectivos apoyados por una pieza de artillería, pero su ataque
resultó infructuoso. Camero se retiró después de haber perdido
el 50% de sus efectivos. Esta batalla fue una total victoria para el
ejército del general Falcón.

Cabure

En la sierra de Falcón se localiza el pueblo de Cabure, capital del


municipio Petit. Se encuentra a 80 km al sur de Coro y tiene una
altitud de 640 msnm, región con atractivos naturales de gran
belleza y agradable clima.
Cabure fue un antiguo asentamiento de indios jirajaras. A la
llegada de los españoles era comandada por los caciques Cahure
y Bacoa, que se rebelaron contra los españoles que gobernaban
la provincia.11
En honor a uno de estos caciques le colocaron a la población
“Cahure” por error de escritura se escribió “Cabure”.
Al hablar de Cabure es importante mencionar a sus grandes
e insignes hijos: hombres de letras, de ciencia, educación, po­
lítica. Agustín García, sus hermanos, el poeta Rómulo García, el

11 En: https://es.wikidat.com/info/cabure

34
jurista Ibrahim. Es necesario nombrar también al padre de estos
ilustres hombres, el General Manuel Antonio García. Así mismo al
precursor de la aviación en Venezuela: Carlos Rivero.
Carlos Rivero se dedicó a estudiar hasta donde más pudo, las
leyes de la aerodinámica y la gravitación. Él mismo fabricó unas
grandes alas con tirantes y ganchos para sujetarlas al cuerpo. Y un
día, en 1868, convocó a sus amigos y vecinos para que lo vieran
volar desde una montaña de aproximadamente unos 70 metros
de altura. Desde lo más alto de la cima, por la ladera más recta,
cubierto con las enormes alas, dio el salto. Por breves segundos sus
planos sustentadores lo sostuvieron en el aire, pero no había otro
apoyo y por eso se desplomó y cayó sobre un frondoso bucare.

Cuevas de Acarite

Señala el científico Dr. Eugenio De Bellard Pietri –hoy extinto–,


al hablar acerca de las cuevas de Acarite:

A pesar de que nuestras primeras incursiones espeleológicas en


tierras del Estado Falcón se remontan a junio de 1956, solo tuvimos
conocimiento de la existencia de la Cueva El Rito de Acarite el 9 de
febrero de 1967, fecha en la cual visitamos durante la 4ta campaña
de exploraciones que dedicamos a la citada entidad federal 14.
Se trata de una gruta de apariencia poco impresionante, la cual
se abre a la segunda de las tres enormes depresiones que están ali­
neadas de este a oeste sobre el extraordinario sinclinal de Uria. A la
mencionada cueva se puede llegar por un camino de tierra que des­
prendiéndose del ramal carretero que une a Curimagua con Uria,
se dirige hacia el sur. Este camino viable para vehículos de doble
tracción, atraviesa un bello “hondo” arbolado, donde los conucos

35
de los campesinos se reclinan de los farallones calizos que forman el
límite meridional de la depresión.
A mitad del camino entre la cueva y el ramal carretero Curima­
gua-Uria, pudimos ver el viejo sendero empedrado colonial
o camino real que una vez unió, siglos atrás, a Coro con Cabure.
Bellamente trazado y ejecutado, muy probablemente por esclavos,
la hermosa cinta de toscos adoquines de roca caliza serpentea entre
flores, naranjos, bucares y aguacates, para luego saltar a una pro­
funda quebrada con la recia arquitectura de un hermosísimo puente
colonial de piedra. Más allá de esta obra de los conquistadores his­
panos y a la derecha, aparece un modesto arroyo, el Rito de Acarite.
El mismo emerge de la cueva, une sus aguas a la quebrada que pasa
por debajo del puente colonial y finaliza en un sumidero al pie de
un alto risco enmontado.
La entrada a la cueva se hace vía una especie de puente de cemento,
el cual fue construido toscamente por los campesinos con el fin de
permitir mayores facilidades para las mujeres dedicadas al lavado
de la ropa. Este “puente” se encuentra en la propia entrada. La boca
está adornada con varias gruesas estalactitas, cubiertas en parte de
musgo y coronadas con las lianas y plantas que cubren el cerro
de la gruta. Ya dentro del vestíbulo se observa la presencia de una
gran roca sobre la cual se implanta el puente, detrás de la cual se
extiende, durante todo el año, la superficie inmóvil de una laguna
de aguas bastante frías (unos 16°).
En este sitio tuvimos que despojarnos de nuestra ropa durante la
visita de 1967 y, con casco protector, fotóforos, botas y traje de
baño, nos aventuramos a nado gruta adentro auxiliándonos con
una tripa de automóvil inflada. A los veinte metros nos topamos
con un obstáculo impasable: un sifón. En este lugar la bóveda del
fondo se comba y la pared de roca se hunde en las frías aguas sin
permitir el paso…
Fue en agosto de 1973, en la oportunidad en que explorábamos
junto con los espeleólogos ingleses de la Universidad de Lancaster,
invitados a Venezuela por el suscrito para descender los enormes
haitones (simas) de la Sierra de San Luis, cuando por primera vez

36
se pudo conocer el secreto de la cueva… La sequía de ese verano
era espantosa… Al avanzar por la laguna de la entrada notamos que
el agua había bajado considerablemente. Y fue entonces cuando
vimos que sobre la superficie inmóvil de la laguna, al pie de la pared
del fondo, se había abierto una pequeña ventana que permitía el
paso con el agua a nivel de la nariz. ¡El sifón había desaparecido!
Pasamos al otro lado de la estrechísima abertura. Los ingleses,
preparados para una larga permanencia en las heladas aguas de la
gruta, se habían provisto, en su campamento base de Curimagua,
de gruesos trajes aislantes de caucho y de aqualung’s, mientras que
los hermanos Ramón y Jesús Adolfo Hernández y el suscrito, lejos
de suponer este éxito, apenas contábamos con tripas de automóvil
y una enorme voluntad. Así equipados, ingleses y venezolanos, nos
lanzamos cueva adentro chapoteando en el río de la caverna, el
cual a poco se hizo tan profundo que no tocamos fondo. De aquí
en adelante tuvimos que nadar sin hacer fondo la mayor parte del
trayecto. A medida que penetrábamos nos dimos cuenta de la im­
portancia del descubrimiento, ya sospechada por el autor desde sus
primeras visitas a Curimagua en 1967. Se trata de un ancho túnel
inundado cuyas bóvedas sucesivas bajan con inquietante frecuencia
casi a nivel de la laguna, obligando al espeleólogo a hundirse o a
pasar con la nariz a ras del agua para poder penetrar en nuevos
salones inundados. Desde luego, a poco se hizo evidente que el
peligro de extraviarse era constante y que había que redoblar las
precauciones. El conjunto de salones contiguos, de 15 metros de
ancho por hasta 45 metros de largo, conforman un lago continuo
con bancos de arena intercalados, con un total de algo más de 400
metros de largo (la cueva tiene un desarrollo de 450 metros).
Entumecidos llegamos finalmente al fondo de la última galería
practicable, una angosta nave. Aquí, a 450 metros de la boca, las
negras y estrechas paredes se hundieron definitivamente tres metros
por debajo de la fría superficie de las aguas, para formar un nuevo
y peligroso sifón, esta vez estrecho e impracticable. Era espeleológi­
camente hablando, el final de la cueva.

37
A casi una hora de exploración, los Hernández y el autor apenas
provistos de botas, trajes de baño y sendas tripas como medio de
flotación, empezamos a sentir la peligrosa somnolencia y embota­
miento cerebral que trae el frío intenso prolongado.
Conclusiones: el descubrimiento de esta considerable masa de agua
en la Cueva el Rito de Acarite, confirmó plenamente la teoría ade­
lantada por el autor en numerosas conferencias y escritos, de que
la Sierra de San Luis se comporta geológicamente como una gigan­
tesca esponja de piedra, la cual se colma de agua durante la época
de las lluvias para luego desprenderse poco a poco de ese enorme
volumen hídrico a través de grandes manantiales o surgencias.
Estas surgencias son muy numerosas y se encuentran tanto al norte
como al sur de la sierra. Al norte son famosas: Siburúa, Meachiche,
San Antonio, las cuales alimentan al embalse El Isiro. Al sur se
abren al exterior las enormes surgencias de La Caridad, Hueque
y Mitare, y otras. Para el autor el Rito de Acarite funciona espeleo­
lógiamente hablando, como un thalweg y “trop plein”, como una
resurgencia que solo funciona a plena capacidad cuando las preci­
pitaciones han saturado la inmensa esponja caliza y elevado la masa
de agua hasta el nivel del puente de cemento o algo más.12

12 Eugenio De Bellard Pietri, Investigaciones espeleológicas en Falcón.


1980.

38
MOMENTO II
DIVULGACIÓN HISTÓRICA, LITERARIA
Y CULTURAL DEL ESTADO FALCÓN13

La montaña te acoge y altiva se alza,


cobijo y fuerza le dio a tus ancestros
que llenos de miedo un día escalaron,
buscando el alivio, buscando el consuelo,
escapando siempre de aquel que oprimía.
Eran tierras fértiles, manantiales claros
lo que aquellos hombres allí encontraron.

En barcos traídos, remontaron mares,


a grandes distancias quedó su país.
Maltratos, castigos sufrieron ayer
en su tierra madre y también aquí,
travesía larga y sin esperanzas
de volver a ver lo que allá quedaba.

Pero muchas veces el penoso viaje


terminaba en muerte para cientos de ellos.
los que a tierra firme lograban llegar
tratados cual piezas al amo vendidos.
No hubo hacia ellos palabra alguna
que les demostrase solidaridad.
Solo el sufrimiento sobrevino entonces,
lacerando carnes, dignidad matando.

13 Juan Ramón Lugo y Fulvia Polanco Bravo, Divulgación histórica,


literaria y cultural del estado Falcón. Cuaderno No 2. Coro, Asociación
Cultural José Leonardo Chirino. Red de Organizaciones
Afrofalconianas, 2005.

39
Postrar de rodillas, siempre castigando
hasta hacer sumisos y sin libertad.

Fulvia Polanco Bravo


Dale a tu alma unas alas

En el año 2000 realizamos la publicación de la serie “Divulgación


Histórica, Literaria y Cultural del Estado Falcón”, hoy les presen­
tamos la prosecución de la misma. Decíamos en ese momento
y lo reiteramos: no somos científicos ni historiadores, pero sí somos
incansables investigadores de nuestros orígenes, raíces históricas
y culturales.
Pretendemos con esta serie de divulgación dar a conocer la
riqueza cultural de la que somos poseedores como falconianos, así
como también los inmensos aportes de los afrodescendientes a la
conformación del pueblo de Falcón y Venezuela entera; y sobre
todo, aspiramos llegar a los niños y jóvenes porque en ellos está la
generación de relevo de este país, a fin de evitar que el desarraigo,
la falta de valores, de identidad, haga presa de ellos.
Y hoy como ayer y siempre, repetimos que los pueblos poseemos
una identidad, una memoria colectiva, un cúmulo de “sabidurías”
que los ancianos nos han legado a través de la oralidad, pero existe
el peligro de que se pierdan. Es necesario revivir esa memoria para
observarla, analizarla a la luz de los acontecimientos actuales.
En el caso concreto de nuestros cultores afrodescendientes, es
impostergable que se reconozca en ellos los valores que identifican
a las comunidades rurales y de la vigencia de los mismos.
De la misma forma, siempre hemos sostenido que una de las
maneras a través de la cual lograríamos reforzar nuestra identidad

40
regional y valores de este pueblo, debe ser incluyendo dentro del
pénsum de estudios de Básica, Media Diversificada, en la educación
informal, y a nivel universitario, la asignatura de Historia Local.
Desde el año 2000 la Asociación Cultural “José Leonardo
Chirino”, viene ejecutando el proyecto de “Divulgación histórica,
literaria y cultural” en comunidades de las parroquias Curimagua
(municipio Petit) y Guzmán Guillermo (municipio Miranda),
mediante talleres de Recuperación de la Historia Local dirigidos
a niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad.

Caminos reales, antiguo Camino de los Españoles

El día 19 de septiembre de 1999, bien temprano en la mañana,


y previa convocatoria cursada por Reina Álvarez, pobladores de La
Negrita, La Chapa, Uria, Macanillas, Los Patiecitos, Coro y Punto
Fijo, nos dimos cita a la entrada de Santa Lucía, rumbo a las Cuevas
de Acarite, con el propósito de llevar a cabo el Tercer Reencuentro
de Comunidades Serranas en busca de nuestros orígenes. Una
jornada con fines de investigación histórica, culturales y esta vez
con un aspecto de suma importancia: el científico-conservacio­
nista, ya que tendríamos la oportunidad de conocer lo relativo
a las Cuevas de Acarite, una de las entradas al lago subterráneo, el
cual forma parte de la cuenca hidrográfica más grande de Falcón:
la Cuenca Hoya de Curimagua.
La caminata que tendría como término El Bucaral de Cabure,
dio inicio en el Puente de los Españoles, sobre el Rito de Acarite,
puente que tiene aproximadamente 450 años. Este patrimonio
histórico debe ser conservado y respetado. Se sigue por el antiguo
camino de los españoles. Se recorren 20 varas, se cruza a la derecha

41
y se llega a las Cuevas de Acarite. Contamos con la presencia del
Grupo de Rescate “Los Halcones”, de Cabure, cuyos integrantes ya
nos estaban esperando en el sitio. Este grupo es dirigido por el jefe
de operaciones Wilfredo Borges, quien dio las recomendaciones de
rigor, tanto a los “baquianos” como a los que visitábamos la zona
por primera vez. A estas orientaciones se unieron las del presidente
de la Asociación Cultural, señor Juan Ramón Lugo, hombre nativo
de La Sierra y gran conocedor de todos estos caminos: “Tengamos
cuidado, no se sabe donde está un ‘boca fría’ o un ‘cabeza de sapo’,
estamos en el espacio de los mapanares”.
Al llegar a una de las cuevas, el señor Lugo señala:

Fíjense en la cantidad de estalactitas. Aquí se ha cometido más de


un crimen: han tronchado más de una de estas estalactitas. Son
de enorme importancia, ya que le permite a los científicos deter­
minar cuántos millones de años tiene por ejemplo, la cueva, o
si estuvo sumergida en el mar. Monumentos naturales como las
Cuevas de Acarite deben ser respetados.

Luego de esta explicación, aclaró a qué se debe el nombre


de Acarite:

Lleva el nombre de un fruto (lengua aborigen) con el cual hacían


chicha. Es el fruto de la chirimoya. Los aborígenes batían bien
la chirimoya, la colaban (con una planta llamada colador); luego
de colada le echaban leche de danta. Esta chicha era blanquísima,
y los aborígenes pronunciaban “Aka-rri-ti”, que significaba chicha
blanquísima.
La chirimoya sirvió para brindar, para llevar a cabo quién sabe
cuántas ceremonias, fiestas rituales, bailes. Mientras que en Ma­
pararí se brindaba con la chicha de maíz, y se danzaba –y se

42
danza– las turas, para dar gracias a la naturaleza por la cosecha; acá
(en Acarite) se hacía otro ritual para dar gracias a los dioses por toda
la naturaleza divina que aquí nos provee a cambio de nada.

Ante las Cuevas de Acarite, la Dra. Egdy Sangronis explica:

Lo que estamos observando es un tipo de roca que funciona como


una esponja, que absorbe toda la humedad que va desprendiéndose
de cada hojita, de cada nube. Esa agua percola, es decir, filtra
a través de esa piedra, y es la que se va depositando en el lago sub­
terráneo. Nosotros estamos sobre el lago subterráneo. Recordemos
la importancia estratégica de esta parte de La Sierra: estas mon­
tañas albergan la cuenca hidrográfica más grande de Falcón. Bajo
nuestros pies está el mayor reservorio de agua. Sin este vital líquido
no podríamos vivir…
Especialistas del ambiente vienen afirmando desde hace tiempo
que, a partir del tercer milenio, las guerras, las luchas en el mundo
no serán por el petróleo, los viajes espaciales, poder económico,
armas nucleares, ni nada por el estilo, sino que serán por el agua.
El agua potable hoy escasea en forma alarmante en todos los
países. Recordó a los excursionistas una verdad muy vieja, pero que
estamos olvidando:

La cantidad de agua disponible en un ecosistema es directamente


proporcional a la cantidad de vegetación existente en el mismo.
Falcón es una muestra de ello, sin embargo, las precipitaciones que
caen en La Sierra de San Luis, deben abastecer a 13 municipios
del estado.

Recalcó así mismo lo referido a un fenómeno que está ocu­


rriendo en el mundo: la temperatura a nivel mundial cada día
aumenta más; Falcón cada vez es más caliente. El planeta se está
recalentando vertiginosamente. El hombre está acabando con miles

43
de diversas especies vegetales y animales. El hombre diariamente
comete un crimen: deforesta extensas áreas de bosques y selvas.
Ante tanta destrucción y contaminación, la alternativa está en la
conservación de la vegetación.
Refiriéndose al antiguo Camino de los Españoles, uno de los
presentes formuló una pregunta a la que el señor Lugo respondió:

Los jirajaras y otros pueblos pasaban por este camino real. Este
camino fue primero de los aborígenes y después de los españoles.
Los españoles probablemente aprovecharon la fuerza de trabajo es­
clavizada e hicieron que los africanos cargaran piedra, quien sabe
de cuántos ríos para engastar este camino en piedra (es de suponer
que la gente y las bestias se atollaban en el barro).

Interviene luego el señor Jacobo Sánchez, agricultor de Uria,


haciendo referencia a:

La importancia de conocer la trayectoria de las aguas, en caso que


–Dios no lo quiera– una persona fuese arrastrada por las aguas de esta
zona. Esta agua entra en el consumidero del trapichito y “revienta” aquí
(en las cuevas). Luego se hunde aquí y va a “reventar” en un hondo que
está cerca de que Juan Castro. Después –cerca de que Juan Castro–
se hunde. Se hace una tremenda laguna, se vuelve a hundir y va a
“reventar” a una parte de San Joaquin que nosotros llamamos Puente
de Piedra”. En este sitio se hunde otra vez y va a salir a donde llaman
“El hueco de los pescados”. De allí el agua lleva una trayectoria por
encima; se hunde en una casa de piedra que nosotros llamamos “El
pozo de Hueque”. Luego allí se hunde y ya no vuelve a salir, sino que
uno baja a una hondonada donde llaman “El Hoyo de Cornelio”
–que es parte de “El muerto”–, de ahí sigue… se pierde y va
a trancar a Hueque y a otros ríos más.

Luego Jacobo, refiriéndose a La Sierra señaló:

44
No hay persona más conservacionista que el conuquero y el pe­
queño productor, y no hay personas más destructoras que el
ganadero y el contratista que trabaja con cemento. Esta Sierra de­
bemos cuidarla porque de ella dependemos todos; depende nuestra
vida, la vida de los falconianos. En ella está la riqueza más grande:
el agua.

Continúa:

¿Recuerdan ustedes las perforaciones del año pasado? Nos opu­


simos a esas perforaciones porque los primeros que nos íbamos
a quedar sin agua éramos nosotros, pero también la gente de allá
abajo. Debemos recordar que este es un ecosistema muy frágil.
Y hoy las grandes perforaciones, tanto en tierras bajas como en
otras zonas de La Sierra, están afectando seriamente las aguas.

Prosigue la caminata y los excursionistas pasan por el sector


denominado La Cruz de Acarite. Uno de los baquianos explica que
cuando se realizaban los rosarios de La Cruz de Mayo, se festejaba
en casa de Enrique Colina, a unos 50 metros de la cruz. La fiesta
de La Cruz duraba todo el día y parte de la noche.
Luego nos detuvimos en el sitio donde están los “tambores”.
Estos “tambores” son de acero puro, y luego de 400 años per­
manecen intactos. Los mismos eran utilizados en el Trapiche del
Diablo, en La Caridad de Hueque, para las masas del trapiche
que era halado por bueyes, para exprimir la caña, cuyo jugo sería
llevado a los fondos y ser convertido en dulce. Se le llamaba del
“Diablo” porque dejaba muchos esclavizados muertos debajo
de dichos “tambores”. Habiendo recorrido ya unos 600 metros,
llegamos al cerro de “Los Tambores”, y empezamos a subir el
mismo (está engastado en piedras lisas), rumbo a El Guarataro.

45
Este camino todavía se utiliza porque la comunidad de Acarite se
surte de alimentos en Cabure.
Ya estamos llegando al Hondo del Guarataro, donde tomaban
aliento todos los que habían subido y bajado el cerro de Los
Tambores. En este hondo se produce mucho la guanaina, con la
cual se obtiene música: el riqui-riqui. Hace tiempo fue zona donde
se produjo el capacho. Uno de los “baquianos” –señor Piñere– ex­
plica que le sacaban el jugo; tomaban la harina para hacer atol de
capacho; hacían arepa: le echaban panela, amasaban y obtenían
una sabrosa arepa.
Pasamos así por una zona plana a la que dan el nombre de “El
meadero de los burros”, porque aquí los burros orinaban, tanto los
que subían como los que bajaban. A poca distancia de este sitio
está un sector al que denominan “El ánima de Juvenal”, llamado
así porque precisamente en ese sitio “aguaitaban”, esperaban a una
persona, y resulta que quien pasó fue aquel señor de nombre Juvenal.
Él se detuvo a encender un cigarrillo o tabaco; le apuntaron desde
el monte, le dieron un “lamparazo” y quedó muerto. Hay allí un
nicho y una cruz.
Llegamos luego a El Alto de Guarataro; en la cumbre aparece
una cruz que lleva el nombre del “Descansadero” o “Las Crucecitas”.
Si una persona termina de subir, venga al “revés” o al “derecho”,
es decir, venga de Acarite o de El Bucaral, allí descansa, coge un
poquito de aire. Estando en este sitio, ocurrió un incidente un tanto
desagradable: una culebra “tigrera” pasó por encima del pie de una
las niñas de la Dra. Egdy Sangronis. Luego del susto, continuamos.
Hemos recorrido ya seis kilómetros, y los excursionistas pro­
venientes de las tierras bajas ya muestran signos evidentes de can­
sancio, no así los nativos de La Sierra. Después de pasar la peña,

46
llegamos al sitio llamado “Los caras sucias”. El origen del nombre
tiene su breve historia: algunas personas que vivieron acá o habi­
tantes de este lugar. Luego de pasar el Cerro El Guarataro, donde
cualquiera pasaba y pedía agua, se la daban en una totumita de
tapara de palo (ese era el vaso). Estas personas que vivían allí jamás
se lavaban la cara, tampoco se bañaban porque hacía mucho frío.
Aquí llovía durante ocho meses consecutivos, y era muy difícil
“zumbarse” un totumazo de agua en el cuerpo, y por eso ni siquiera
la cara se la lavaban.
El próximo sector al que nos acercamos, siguiendo por el an­
tiguo camino, se denomina “Los Pocitos” (empezando a bajar
hacia El Bucaral). Se llama así porque había unos nacimientos
que siempre tenían agua. La gente hacía su totumita con hoja de
guanaina y con ella tomaba agua fresquita del manantial.
Los excursionistas ya empezaban a impacientarse, cuando pa­
samos por El Boquerón de Cabure. Bajando se observan dos matas
de mango en el sitio donde un hermano mató a otro. El muerto
se llamaba Serafín Molleda. Cuenta la gente que el asesino quería
hacer ver que su hermano se había caído sobre una estaca, y que
esa era la razón de su muerte, pero cuando el médico examinó el
cuerpo no encontró ninguna estaca, sino una bala. Así se descubrió
que su propio hermano era quien había dado muerte a Serafín.
En el lugar hay un gran jobo que le hace sombra al sitio donde
cayera Serafín.
Aproximadamente a la 1:20 p.m. llegamos a la Posada “El
Duende” ubicada en El Bucaral de Cabure. Algunos se notaban
cansados, otros no. Pero todos aprovechamos para descansar
antes de subir al transporte que nos llevaría a la Casa de la Cultura
de Macanillas, en donde compartiríamos las incidencias de esta

47
maravillosa excursión. Mientras permanecimos en la posada, recor­
damos un hecho importantísimo y motivo de orgullo para Cabure y
Falcón: en nuestro estado nació el pionero de la aviación en Venezuela.
En el año 1868, en el caserío El Naranjito –a un kilómetro de Cabure–
un ciudadano de nombre Carlos Rivero S., conocido por su genialidad
e inventiva, había diseñado y construido un artefacto parecido a lo
que hoy se conoce como “ícaro”. Se lanzó al vacío desde una colina
(El Farallón) con el propósito de conquistar alturas volando como ave.
Al llegar a la Casa de Cultura de Macanillas, pudimos disfrutar
de momentos muy agradables como los que nos brindaron los
señores Ignacio Sánchez, Luis Antonio Molleda y Pedro Molleda,
de Los Patiecitos, quienes accedieron a contarnos viejas historias de
duendes y encantos, en diversos sitios de esta hermosa sierra. Al
finalizar la jornada, el grupo de “Santos y sus Muchachos” hicieron
bailar a los presentes con varios merengues serranos.

Ruta Heroica de José Leonardo Chirino

La Ruta Heroica de José Leonardo Chirino es un proyecto que


nació en agosto del año 1995 e inició en 199714. Tiene como
propósito fundamental dar realce a la gesta libertaria de Chirino,
cuyos restos simbólicos hoy reposan en el Panteón Nacional. José
Leonardo Chirino comandó la insurrección de esclavizados en La
Sierra de Coro el 10 de mayo de 1795. Este movimiento insu­
rreccional es una de los más importantes ocurridos en Venezuela

14 Juan Ramón Lugo y Fulvia Magdalena Polanco Bravo, Proyecto


Ruta Heroica de José Leonardo Chirino. Coro, Asociación Cultural
José Leonardo Chirino, 1997.

48
y América durante la colonia. Así mismo el proyecto de la Ruta
Heroica pretende hacer vigente la acción de este cimarrón, en el
escenario de la realidad de Falcón, de nuestro país, y también de
América y el Caribe, pero sobre todo, que sea conocida dicha acción
en las escuelas falconianas y venezolanas. La autoría del mismo
corresponde a la Asociación Cultural “José Leonardo Chirino”,
miembro de la Red de Organizaciones Afrovenezolanas.
Esta Ruta Heroica se programó inicialmente con dieciocho
estaciones, a las cuales hubo que hacerle algunos cambios por
disposiciones y decretos gubernamentales relativos a las carreteras
de Falcón. La primera estación se inicia, para quienes habitan
las tierras bajas, y/o para el visitante (que va a subir a La Sierra),
en la población de Caujarao. Esta estación se subdivide en tres.
Caujarao es un sitio de gran importancia histórica. Allí funcionó
durante mucho tiempo la alcabala en donde Juan Manuel Iturbe
–recaudador de impuestos durante la colonia– cometía abusos
contra aborígenes, africanos, zambos, mulatos, pardos, cobrándoles
excesivos impuestos. Además, fue en Caujarao el sitio donde se
produjo el enfrentamiento entre milicianos blancos y los insurrectos
el día del levantamiento. Y el otro elemento histórico de impor­
tancia está en el hecho de que en esta población fue colocada una
de las manos del héroe Chirino, luego de ser ejecutado el 17 de
diciembre de 1796, previa sentencia de morir en la horca el día
10 de ese mismo mes y año, por la Real Audiencia de Caracas.
La cuarta estación está ubicada en el sector La Toma, sitio
donde se encontraría José Leonardo Chirino con sus oficiales
Juan Cristóbal Acosta, Juan Bernal Chiquito, Juan de Jesús Lugo,
Pedro Toyo el día 11 de mayo. Hoy en ese sector existe una
plaza y hubo una estatua del héroe Chirino, la cual fue robada.

49
La quinta estación está a la entrada que conduce a la población de
Arenales, ruta seguida por Juan Cristóbal Acosta, luego que bajara
de Macanillas por Los Patiecitos y Quiragua, rumbo a Caujarao.
La sexta está localizada en la población de La Negrita, y su impor­
tancia consiste en el hecho de que a unos cinco kilómetros hacia
el sur se encuentra El Tinglado de Güide, al mayor depósito de
esclavizados durante la colonia.
Luego tenemos la estación séptima: Camino de los Morenos
Libres (Llano de la Cabezona) que empalma con el de los negros,
al pie del cerro. La octava estación está a la entrada de Macuquita,
pueblo de guineos y loangos, y conduce a la aldea de Guanare, lugar
al que se dirigió José Leonardo Chirino en busca de refuerzos el
11 de mayo de 1795. Las tierras de Macuquita fueron defendidas
por José Caridad González ante las Cortes de Madrid. Luego está
la estación novena: la Quebrada de los Morenos Libres: vía que
conduce al pueblo de Santa María, fundado por morenos libres
(siglo XVIII).
Así llegamos a La Chapa, o estación décima. Pueblo fundado
por malíes. Se llamó San Juan de Lugo hasta el siglo XVIII.
Siguiendo por la vía, y a unos trescientos metros contados a partir
de la orilla de la carretera (frente a la Escuela Bolivariana “Juan
Ramón Lugo”), se encuentra la Cueva de Morano, o estación
decimaprimera. Según la tradición, el cacique Morano y su pueblo
utilizaron esta cueva para escapar del dominio de los españoles.
La estación decimasegunda está ubicada en La Juvita. Aquí
funcionó la Casa Grande del Pueblo (habitación de los coloni­
zadores); a 400 metros se halla la Cruz de San Juan de Lugo.
La estación decimatercera está en El Acortadero (La Cumbre):
a La Cumbre se le llamó de esta forma porque hace muchos años

50
quien pasaba con los arreos, recortaba la gurupa, el “arristranco”,
la cincha a la bestia, ya que al subir se alargaban los implementos
del apero. Antes de llegar al Acortadero está el Caño de Güide,
por donde bajó un grupo de insurrectos que venían del Partido
de San Diego, rumbo a Caujarao el 11 de mayo.
Estación decimacuarta: Hondo de Uria. Pueblo fundado por
loangos y quienes fueron expulsados por los milicianos blancos
en nombre de los amos. Este grupo de loangos se asentó luego en
tierras de Macuquita.
Estación decimaquinta: sector El Pardillo. Entrada al Camino
de los Españoles, el cual lleva a Cabure. A dos kilómetros se lo­
caliza Las Cuevas de Acarite (gran nacimiento de agua y una de
las entradas al lago subterráneo más grande de América Latina).
También encontramos el puente de piedra de los españoles, cons­
truido durante la colonia.
Estación decimasexta: Macanillas, antigua hacienda que debe
su nombre a la palmera de la Macana. En este sitio se gestó el
movimiento insurreccional de José Leonardo Chirino.
La Ruta Herorica fue inaugurada el 10 de mayo de 1997 y las
primeras estaciones se pudieron realizar con el apoyo del Consejo
Nacional de la Cultura. Hoy en día las estaciones han desapa­
recido, ya que en su mayoría fueron fabricadas en metal, salvo las
de Macuquita y Santa María.

51
Música tradicional serrana:
Salveros de San Hilario

Los Salveros de San Hilario constituyen una agrupación de larga


trayectoria dentro de la música tradicional serrana y fueron de­
clarados “Patrimonio viviente del estado Falcón”, por el entonces
gobernador del estado Lic. Jesús Montilla A., el 23 de septiembre
de 2002 en la población de Cabure. Los integrantes del grupo
son en su mayoría humildes cultores de más de 70 y 80 años.
El señor Juan Eleuterio Chirino lo fundó en el año 1986, aunque
desde la edad de 15 años –año 1928– ya cantaba salves por toda
la parroquia. Actualmente la directora es su hija, la señora María
Chirino, cantautora y excelente tamborera.
El grupo está conformado por: Juan Eleuterio Chirino: toca el
pandero, y hoy por su avanzada edad es el asesor de la organización;
María de Los Santos Chirino M.: cantante, compositora y tam­
borera; Albonio José Chirino: cuatrista; Dionisio Sangronis: cua­
trista y maraquero; Aurelio Rodríguez: toca el pandero; Eustiquio
Rodríguez: compositor y declamador; Alexander González: cua­
trista; Vicente Paúl Paz: cuatrista. Los Salveros son una de las pocas
agrupaciones serranas que mantienen vivas tradiciones como las
salves, “rosarios por fuera”, pago de promesas, velorios de angelitos,
velorios de cruz, y así como también la interpretación de décimas,
romances, pasacalles, pavanas, estribillos y otros ritmos.
Cuenta María Chirino15 que empezó a seguir los pasos de su
padre cuando ella tenía 17 años. Su papá le pidió que lo acompañara

15 Juan Ramón Lugo y Fulvia Magdalena Polanco Bravo, Entrevista


a María Chirino Medina. San Hilario, abril de 2000.

52
cantando la décima La Arigua. El señor Juan Eleuterio no encon­
traba quién hiciera “el pujío” al cantar esta décima. María aceptó
acompañar al grupo a Cabure durante la I Feria de la Urupagua.
María aclara lo que es un pujío, diciendo: “Es un sonido como
ahogado en la garganta (con los labios apretados), pero se expira
el aire por la nariz”. Para aquel momento el grupo formado por:
Juan Eleuterio Chirino, Magin Medina, Manuel Lorbes, Jesús
Colina, Perfecto Carache e ingresaba la hija de Juan Eleuterio.
María recuerda lo que su papá realizaba como salvero (década
de los años 20, 30): los “velorios de cruz” (o pago de promesas) se
llevaban a cabo en Pueblo Aparte, Caritupe, El Cantón, Cabure,
San Hilario. Durante los mismos se cantaban salves como: la de
la Paz, Salve Regina, Salve de la Pasión. En San Hilario, la cruz
era vestida por Carmen Parménides Medina y María Chirino.
El velorio, por lo general, se iniciaba a las 8 am. y finalizaba a las
7 de la noche.
“Velorios de angelitos”: algunas veces un niño nacía muerto
o moría luego de nacer; se acostumbraba, por ejemplo, que el
padre “sacara” al niño con salves. Existía la creencia de que los
ángeles del cielo vendrían a encontrarlo porque iba acompañado
de salves. Se interpretaban salves como: Salve de la Virgen María,
Salve de los enfermos, el Niño Jesús.
“Promesas”: si, por ejemplo, alguien se enfermaba, entonces un
familiar u otra persona le pedía a la cruz (en el sector Las cruces)
por la salud del enfermo. Hacía la promesa, que luego era pagada
a través de las salves interpretadas por el Grupo de Salveros el
día 3 de mayo. A este grupo se le contrataba y le cancelaban una
cantidad de dinero que más bien era simbólica. Ocurría muchas
veces que eran tantas las promesas, que no alcanzaba el día 3,

53
y se tomaba el día de la “octavita” para pagar la promesa (ocho días
después). Señala María: “Cuando uno le debe una promesa a un
santo, tiene que pagarla, porque ellos –los santos– cobran como
si uno le debiera a una persona”.
En cuanto a los “Rosarios por fuera” (procesión), recuerda
María que los mismos se realizaban en honor a algún patrono. Así
por ejemplo, en Hueque, se celebraba –y aún se celebra– las fiestas
de San Antonio el día 13 de junio. Esta tradición la ha mantenido
la señora Eliana Chirino. En El Ramonal, los días 30 y 31 de
agosto se celebraban las fiestas de San Ramón Nonato (año 1928).
Esta tradición la mantuvieron familias como: Chirino, Colina,
Ortiz, Zárraga. En San Hilario –21 de octubre– los rosarios por
fuera eran realizados por las familias Chirino, Rivero, Castellano
y Morales. En Pueblo Nuevo de La Sierra, se hacían en honor
a Santa Bárbara. Es la familia de la señora Eva Chirino quien ha
mantenido viva esta tradición en ese sector.

Décima La rebelión de Chirino

Interpreta: Grupo Salveritos de San Hilario16

En el Quinto Festival
de la Décima Serrana,
le canto a José Leonardo
al despertar la mañana.

16 Eustiquio Rodríguez, Décima La rebelión de Chirino, interpretada


por el Grupo Salveritos de San Hilario, en Macanillas, Quinto
Festival de la Décima Serrana, 2002.

54
José Leonardo Chirino
fue hombre de valentía,
hizo la revolución
por toda la serranía.

Un glorioso diez de mayo


dio su grito de libertad,
para liberar su gente
y al tirano derrotar.

José Leonardo Chirino


un negro de mucha fama,
que se pudo enfrentar
a la tiranía de España.

El Zambo de Macanillas
dirigió gran movimiento
por su raza esclavizada
que vivió duros tormentos.

Aquí termino la décima


La rebelión de Chirino,
por su valor demostrado
emprendió el buen camino.

55
Salves, pavanas, pasacalles, romances, estribillos

Señala Juan Ramón Lugo en su obra A propósito de doscientos años


de olvido, al referirse a los ritmos que los esclavizados cultivaron en
la parroquia Guzmán Guillermo del actual municipio Miranda:

De España llegó el verso y la oración cristiana, que luego el


africano unió a la música del cinco y media, la tambora, la cha­
rrasca, el pandero. Utilizando el verso octosílabo (presente en los
primitivos romances que los conquistadores trajeron a América)
los esclavizados y sus descendientes alegraban y aún lo hacen, sus
fiestas patronales, la Navidad, año nuevo, novenarios (de santos y
de muertos, velorios de angelitos y otros). Salves: se canta en las
fiestas patronales como saludo al santo patrono y como rito en
los novenarios, se saluda y se le canta a la Virgen, a los santos: San
Miguel Arcángel, San Rafael.17

Aclara el cronista Juan Ramón Lugo, que las salves pueden


cantarse a lo humano o a lo divino. Es a lo humano cuando por
ejemplo, se le canta una salve a una persona con el propósito
de desearle felicidad, bienestar, que salga con bien de una enfer­
medad, tal es el caso de la Salve de los enfermos: Salve Reina. Es
a lo divino cuando la salve se le canta al Espíritu Santo, al Niño
Jesús de Atoche, a la Virgen, a cualquier santo. Se interpreta con
el acompañamiento de: el cinco y media, la tambora, el pandero,
las maracas.

17 Juan Ramón Lugo, A propósito de doscientos años de olvido, Maracaibo,


Unefm-LUZ, 1995.

56
Pavanas: los descendientes de africanos asocian este ritmo al látigo que
le echaban los amos a sus siervos y esclavizados. En esta región se le
llama “monda”, pavana, “una pela”. Es una música lenta y grave. Para
su interpretación se utilizan los instrumentos antes mencionados.
Pasacalle: es un ritmo lento (solo se toca en Navidad) que se
atribuye al paso de la parihuela, ejecutado por cuatro hombres,
quienes llevan en hombros a un enfermo, un muerto, al amo; y van
al mismo paso, guiando este un pujido que lleva el movimiento.
Romance: composición que presenta la misma estructura de las
traídas por los españoles (número indeterminado de versos octo­
sílabos, rima asonante en los versos pares y libre los impares), se
canta en diciembre y tiene como motivo la celebración de las fiestas
en esa fecha.
Estribillo: se canta luego de cualquiera de estos ritmos: pavanas,
pasacalles y romances.18

Cantora Lucía Colina

Conversando con la señora Lucía Colina19 de la comunidad de Los


Patiecitos, uno descubre a la cantora, pero también a la madre de
familia descontenta, inconforme con lo que está pasando en La
Sierra. Descontento e inconformidad que siempre ha existido en los
serranos por la forma en la cual se ha marginado esta importante
zona del estado Falcón.
Las palabras de la señora Lucía son pocas, no se extiende
mucho al hablar, pero en su voz es posible notar ese sentimiento
de frustración que se ha hecho como “una constante” de quienes

18 Ibid.
19 Juan Ramón Lugo y Fulvia Magdalena Polanco Bravo, Entrevista
a Lucía Colina. Macanillas, abril de 2000.

57
nacimos en La Sierra, y vemos pasar gobiernos y más gobiernos
–como quien ve pasar la caravana– sin que se observen cambios en
las condiciones de vida de estos pobladores. En cierto modo ha
sido “una caravana”, pero de politiqueros que solo se acuerdan de
Macanillas y Los Patiecitos en época de elecciones y luego se les
olvida que estas comunidades existen. Lucía Colina, una decimista
que le canta a José Leonardo, pero también al olvido en el que se
encuentran esos pueblos serranos, antiguas haciendas, escenario
del alzamiento de los esclavizados.
Lucía cuenta cómo aprendió a componer y a cantar décimas:

Aprendí a cantar décimas de mi mamá. Ella se llamaba Ana Isabel;


tenía un hijo adoptivo, lo había criado desde chiquito junto con
todos nosotros. Él se llamaba Juan Colina y aprendió con mi
mamá. En casa de mi abuela los dos cantaban; él tocaba el cuatro,
mi mamá cantaba. Yo estaba pequeña, los oía; así fui aprendiendo.
Ella cantaba salves, décimas, estribillos… cantaba de todo.20

Lucía recuerda una décima que con frecuencia le escuchaba


a su progenitora: La décima al soldado:

Ayer en el Dividive/ se oyó una voz que en enero/ reclutaban los sol­
teros/ los hombres mozos y libres/. El casarme es imposible/ porque
no tengo esposa/; una mujer llevé hasta la fosa/. Yo fui casa del Pre­
sidente/ como hombre varón que soy/ y a sus órdenes estoy/ donde
quiera que me encuentre/. De servirle humildemente/ cuando
se llegue la hora/. Yo no me aflijo ni lloro/ servirle a la capital…

20 Ibid

58
Lucía Colina ha participado en las dos últimas ediciones del
Festival de la Décima Serrana a José Leonardo, en Macanillas. Tanto
en el año 2001 como en el 2002 obtuvo el primer lugar en la categoría
Calidad Interpretativa con hermosas décimas dedicadas al Zambo
Chirino. Es importante destacar que para el momento de la impresión
de este cuaderno, Lucía ha escrito más de treinta y siete décimas.
Lucía Colina, ama de casa, madre de familia, decimista…
mujer serrana que al igual que muchos de sus coterráneos, sufre y
espera… Quisiera ver hechas realidad las múltiples promesas que
durante todos estos años y meses atrás han hecho los políticos
que han llegado a Macanillas, Los Patiecitos, San Vicente, San
Juan de Ulúa, Los Peladares… a buscar votos… votos-escalera.

Décima Con el permiso de Dios21

Autora: Lucía Colina


(Composición interpretada en el V Festival
de la Décima Serrana)
I
José Leonardo Chirino
hoy te he venido a cantar
con el permiso de Dios
ya podemos empezar.
Hoy por ser tu aniversario
te vengo a felicitar.

21 Lucía Colina, Décima Con el permiso de Dios, interpretada por


Lucía Colina, en Macanillas, Quinto Festival de la Décima Serrana.
(2002).

59
II
José Leonardo Chirino
fue un hombre muy
luchador.
Hombre que con gran valor
a su tierra defendió.

III
Por eso es que a este negro
con honor le canto yo;
y mientras exista en la tierra
nunca lo voy a olvidar
para con eso pagar
toda su inmensa bondad.

IV
Que se dispuso a morir
y quiso darnos libertad.
La plaza Las Macanillas
su nombre debe llevar
para honrar con su memoria
y la siembra cultivar.

V
Este pueblo se merece
su cultura popular,
con el nombre de este Zambo
no más para comenzar,

60
para remover las raíces
que pensaban olvidar.

VI
Hoy los afrodescendientes
venimos a investigar
el origen de nosotros
para aprender a luchar.

VII
A los negros pelo duro
nos miran de medio lado,
pero este negro nos dio
lo que otros no nos han dado;
que fue nuestra descendencia
y dejarnos liberados.

VIII
Para mí José Leonardo
es un segundo Jesús;
que cuando cargó la cruz
para morir por nosotros

IX
Otra esclavitud, señores,
jamás se puede aceptar,
lo que Leonardo quitó
y con su vida pagó.

61
X
Y Bolívar que siguió
su ejemplo, nos libertó;
pero José fue el primero
que los caminos abrió.

Fiesta de San Juan. Encuentro de Salveros


Afrodescendientes

El origen de la Fiesta de San Juan, señala el profesor Jesús “Chucho”


García22, es el resultado de la imposición religiosa que la Corona
española hizo en los tiempos coloniales en zonas como Barlovento,
La Sierra de Falcón y otras zonas, cuando los africanos y sus des­
cendientes fueron obligados a rezarle y rendirle pleitesía a San
Juan Bautista como santo patrón, y la palabra patrón significa
autoridad, de manera que no olvidaran que hasta en la religión
tenían un patrón espiritual equivalente al amo explotador terrenal.
Pero los africanos y sus descendientes, como tenían sus creencias,
mitología, simbologías y amplios conocimientos del mundo reli­
gioso, introdujeron en esta festividad sus instrumentos musicales,
sus cantos, danzas y concepción de lo espiritual como elemento
de liberación de energía acumulada por la explotación intensiva
en el trabajo de las haciendas de cacao, café y también como vía
para romper las cadenas de la esclavitud a que fueron sometidos.
En nombre de San Juan Bautista, la Iglesia y los amos de las
haciendas insistían en la resignación para la continuidad de la

22 Jesús García, Afrovenezuela: una visión desde adentro. Caracas,


Editorial Apicum, 1992.

62
esclavitud, pero también en nombre de San Juan los africanos y sus
descendientes aprovechaban estas fiestas para buscar su libertad.

Festividad de San Juan en La Chapa

En el caso de La Chapa, indica el cronista oral Juan Ramón Lugo,


el mes de junio se ha llamado mes de San Juan (al igual que el mes
de julio es llamado de Santa Ana). Pero junio también era llamado
el mes del hambre porque en estos pueblos tocaba el “aporco” de
la siembra. Escaseaba en este tiempo la alimentación, recibiendo
algún “alivio” por la cosecha de urupagua.
Señala el decimista de la tercera edad, Claudio Lugo, en una
de sus composiciones: “Un veinte de junio fui/ a un rosario e’
devoción/ donde nunca me creí/ tener una discusión…”. Estos
versos del señor Claudio nos indican que se celebraba fiestas de
San Juan. San Juan era el santo del nombre de Juan Zavala, José
de Los Santos, Ramón Gómez, José Amalio Zavala. Juan de Los
Santos Zavala murió “de repente” en un rosario de devoción en
La Chapa, cuando tocaba el violín.
Es de destacar que el señor Valentín Medina y su señora
Filomena hacían la noche de San Antonio el día 13 en La Madera,
y de allí “se desprendían” todas las noches de San Juan. Así mismo,
Domingo Álvarez, Cirilo Álvarez, Rafaela Zavala, Anselmo Álvarez
también realizaban las nueve noches (novenario) de San Juan en
La Chapa (una noche para cada vecino).
Hace muchos años, el culto a San Juan lo llevaban a cabo,
entre otros, Reimundo Castro, Simón Chirino, Eduvigida Colina,
Eulalio Colina, Eusebio Colina, Bartolo Marte, Inés Colina, Julia
Álvarez, Sótera Álvarez, Cándida Sangronis y actualmente las

63
familias Sangronis Ortiz, Sangronis Dirinot y Sangronis, continúan
con la tradición de “sacar” el Rosario. La tradición de la festividad
de San Juan había quedado relegada en el rincón del olvido, hasta
hace poco, cuando la comunidad ha retomado esta fiesta como
parte importante de preservación en el pueblo de La Chapa.
En la comunidad de La Chapa sus pobladores trabajan la tierra
con sentido conservacionista. Hombres mayores y algunos adultos
suben en sus bestias a la montaña a cultivar algunos frutos…
Hombres y mujeres curtidos por el sol, quienes al igual que nuestros
ancestros conservan intactas sus costumbres y creencias: Francisco
Colina, José Amalio Quero, José Ángel Álvarez, Ramón Colina,
José Ángel Colina, Félix Colina, José Amalio Álvarez, los hermanos
Saúl, Regino González, María Quero, Alberto Sangronis.
Ha sido tesonera la labor llevada a cabo por el señor Francisco
Colina, la señora Juana Álvarez, la Familia Zavala, Claudio Lugo,
el hoy desaparecido “Maestro” Justo Lugo, en mantener vivas las
tradiciones y creencias religiosas.
En el trabajo por lograr las reivindicaciones sociales para la
comunidad, encontramos a la Dra. Egdy Sangronis, a la señora
Ruth de Sangronis, al señor Francisco Sangronis, al señor Ignacio
Colina, al Dr. Pedro D’Armas, la enfermera Valentina González.

II Encuentro de Salveros Afrodescendientes

En los tres últimos años viene destacándose en la comunidad de


La Chapa una agrupación de jóvenes y adultos, quienes muestran
gran interés por la preservación de los valores culturales de la
parroquia Guzmán Guillermo y de La Sierra de Coro, como es
la Asociación Civil Afroserranía Norte de Coro, presidida por

64
Reina Álvarez C., a quien preocupa mucho la sustitución de va­
lores, tan característico de esta época y que tanto daño causa en
las nuevas generaciones. Esto ha llevado a esta Asociación Civil
a organizar el “Encuentro de Salveros Afrodescendientes”, hasta
ahora en sus dos ediciones, en el marco de la Festividad de San
Juan, el día 24 de junio.
Es de destacar que en el trabajo de preservación cultural, el
cultor Francisco Colina ha sido un baluarte. El señor Colina se
inicia como salvero a la edad de 16 años (año 1945). Fue dis­
cípulo de Valentín Medina. Aprendió a preservar las tradiciones
religiosas de su pueblo no solo del señor Medina, sino también de
José de Jesús Colina y Perfecto Colina. Aprendió de ellos lo relativo
a las salves, los rosarios por fuera, los decenarios de ánimas y lo
referente a las fiestas patronales de Santa Ana, de San Antonio, de
la Virgen del Carmen. Siempre es invitado especial en las fiestas
patronales de algunas comunidades de la parroquia Guzmán
Guillermo, como Siburúa, en el sitio denominado caquetío; en
“Llenemo”, Macuquita, Santa María, La Ciénega. El señor Colina
siempre ha interpretado las salves a “lo divino” (rosarios por fuera,
en el templo). Es el señor Colina un hombre de vida espiritual
concentrada en la devoción de las ánimas. Por otra parte, es muy
respetado en las comunidades de la parroquia Guzmán Guillermo,
por sus conocimientos clericales. Hablando de la devoción del
Niño, patrono de La Chapa, indica: “Cuando yo era un niño, ya
el culto al Niño Jesús era una costumbre arraigada en La Chapa”.

65
VIII Festival de la Décima Serrana

En un esfuerzo por dar fortalecimiento a las tradiciones que


aún perviven en la sierra falconiana, la Asociación Cultural José
Leonardo Chirino viene realizando cada año el Festival de Décima
Serrana en Macanillas, siempre en el marco de los actos conme­
morativos de la Gesta Libertaria del Zambo Chirino, y como
una forma de continuar realzando su figura heroica y acción
sin precedentes en la historiografía venezolana. El Festival de la
Décima es el único escenario –junto con el “Encuentro de Salveros
Afrodescendientes”, en la comunidad de La Chapa– con el cual
cuentan los decimistas afrodescendientes para preservar la música
tradicional serrana. Conscientes estamos de que son muchos los
factores y circunstancias que hoy influyen en las comunidades
afroserranas y que han venido permeando la resistencia cultural
existente en hombres y mujeres que cultivan esta música.
Como parte de la programación previa a la realización de este
evento y, como todos los años, la Asociación Cultural planificó
una serie de charlas y talleres a ser impartidos en escuelas de La
Sierra como una forma de profundizar el trabajo de recuperación
histórica local. Esta octava edición del Festival de Décima Serrana,
la llevamos a cabo en el marco de los 210 años de la Gesta Libertaria
de José Leonardo Chirino y de la Declaratoria del 10 de Mayo
como “Día Nacional de la Afrovenezolanidad”. Declaratoria esta
a cargo de la Asamblea Nacional.
Las notas más resaltantes de esta edición estuvieron en la pre­
sencia de once agrupaciones de niños decimistas provenientes de
diferentes escuelas bolivarianas y comunidades de La Sierra de
San Luis: “Cantores de Macanillas” de la Escuela Bolivariana

66
de Macanillas; Grupo de Salveritos de la Unidad Educativa “Pedro
Pablo Rodríguez”, de Uria; “Salveritos de San Hilario”, de la comu­
nidad de San Hilario; “Salveritos de El Bucaral” de Cabure; “Niños
Cantores” de la Escuela Bolivariana Las Puentes; Niños Cantores
Escuela Bolivariana de San Pablo; “Salveritos de San Juan” de la
comunidad de La Chapa; “Salveritos de San Miguel Arcángel” de
la comunidad de Macuquita; Niños Cantores de la Escuela Básica
de La Negrita y “Salveritos de La Pitahaya” del municipio Falcón,
península de Paraguaná. Como invitados especiales se hicieron pre­
sentes “Salveros de San Hilario”, “Salveros de Baracara”, “Salveros
de La Pitahaya”, la cantora Lucía Colina, de Macanillas.
El Festival de Décima Serrana a José Leonardo Chirino se
ha convertido en un proyecto para la preservación, difusión
y divulgación de los valiosos aportes de los afrodescendientes en
la conformación del pueblo falconiano, ya que los niños, además
de cantarle al héroe Zambo Chirino, van apropiándose a través de
los talleres anuales, de esos valores, con lo cual se busca afianzar la
identidad local, el sentido de pertenencia y arraigo en los niños.

¿Cómo se fabrican los instrumentos de percusión


con los cuales se ejecuta la música
tradicional serrana?

Fabricación de tambores, tamboras y panderos


Artesano Víctor Castro. San Hilario
Conversando con el señor Víctor Castro, en su casa de habitación,
en la comunidad de San Hilario, sobre la fabricación de instru­
mentos de percusión, señala:

67
Entre las mejores maderas para la fabricación de instrumentos de
percusión está el aguacate, el aguacatillo, el aceituno y el cedro. La
cocuiza y la guarura no son buenas. La cocuiza no da sonido. Hay
quien la usa pero no es buena, además no tiene durabilidad. Si se
le pasa lija o cepillo queda en el bagazo. En cuanto a la guarura no
tiene resistencia, es un palo débil y se puede “ir”. En cambio las otras
mencionadas al principio, tienen resistencia, aguantan golpes.23

Con respecto a la madera del aguacate, es necesario señalar que


la misma es buena, pero el rolo tiene que estar bien “jecho”, porque
sino se ladea. Tiene que estar bien seco y que no esté “cocoso” por
dentro. El único problema está en que el aguacate no se puede estar
cortando por ser un árbol frutal. Y si el aguacate se seca por su
cuenta es porque el hueco que tiene por dentro es muy ordinario
y hay que escoger bien los trozos. A veces da quehacer (cuando
está muy acabado por dentro).
En cuanto al cedro, la obra queda mejor, más bonita y tiene más
rendimiento. La madera para fabricar instrumentos de percusión
(y de otro tipo) debe ser cortada en menguante. Un palo cortado
en creciente lo acaba el coco de la madera en muy poco tiempo.

Elaboración del instrumento

Cuando se trabaja la madera para hacer un tambor, uno se lleva


hasta cuatro días haciendo el hueco del rolo, hasta el punto de
que suene bien, y dejarle un espesor adecuado: ni muy grueso ni
muy fino. Muy grueso no da sonido, y muy fino puede quebrarse.

23 Juan Ramón Lugo y Fulvia Magdalena Polanco Bravo, Entrevista


a Víctor Castro. San Hilario, abril de 2000.

68
Luego de tallar el rolo en su parte interior, se procede a cepillarlo,
lijarlo y pulirlo. Una vez que ya está trabajado de esta forma, se procede
a “armarlo”. En el caso de la tambora, se hacen unos aros de bejuco
–para empezar–, luego se le monta un aro de tabla, que se hace con
una madera verde para que pueda dar la forma ovalada y redonda.
Se monta un bejuco sobre el cuero, el cual puede ser de picure
o de chivo. El de picure es escaso y produce mejor sonido que el
cuero de chivo. Luego de montado el cuero y el aro, se le pone una
cabuya fuerte (en forma de triángulo vertical). Debe ser resistente,
que no se parta cuando se hale para apretar. Así mismo se le hace
unas “gasas” (horizontales) y se pone a “secar” la tambora. Las
gasas sirven para apretar y aflojar sin que sea preciso desbaratar.
El artesano Víctor Castro hace la siguiente observación: en re­
lación a la temperatura del lugar en donde se fabrica una tambora
o tambor, debe ser en el frío, porque este no afecta al cuero, en
cambio si se fabrica en un sitio de calor, al llegar al frío, el tambor
“se apaga” o se afloja.
Explica el artesano: si se hiciera una tambora al mediodía, se le
pone al sol y ya para la tarde estaba sonando, pero en la noche no
suena, es decir, se “se secó a juro”. Y si por el contrario, se elabora
y se pone a “secar”, por ejemplo, en donde haya una temperatura
baja, posteriormente el frío no lo afecta.
El cuero: para limpiar y secar el cuero se usa ceniza o cal; cuando
ya esté seco, se vuelve a mojar (con agua) y se le echa la cal por
fuera (por donde está la piel).
La ceniza se le pone por dentro (donde estuvo la carne del
animal). Para que el cuero suelte el pelo y quede blando, se mete
en cal unos cinco o seis días. Cuando el pelo se ablande, se raspa
el cuero con un cuchillo (como raspar un cochino).

69
El cuero trabajado con cal o ceniza se diferencia del trabajado
con sal, porque el primero es duro, en cambio, el segundo queda
muy flojo y no da sonido en frío. Dice el señor Castro que si uno
fabrica un tambor o tambora cuyo cuero haya sido trabajado con
sal, siempre que “venga” el frío, se pone flojo. Si el cuero tiene sal,
el instrumento no queda bien; se ve y suena bien en caliente, pero
no en frío. El frío resume la sal y el cuero no se pone tenso. La sal
penetra y aun cuando se lave, no sale de ahí.

¿Cómo promocionar y vender estos instrumentos


de percusión?

Señala Víctor Castro: “A La Sierra llegan muchos visitantes y tu­


ristas, y pienso que si se pudiera exhibir en algunos sitios y de esa
manera, si un turista se lleva uno, ese instrumento es la misma
propaganda, y así sucesivamente…”.24
Con respecto a este punto, añade Juan Ramón Lugo:

Se podría hacer como un centro de acopio en La Sierra de Coro.


Los visitantes u turistas podrían ver y adquirir los instrumentos
y otros productos artesanales. Por ejemplo, al Valle de Curimagua
llega mucha gente, y logramos construir algunas “paradas” turís­
tico-artesanales, que sirvan para que tanto propios como visitantes
puedan comprar estos productos… También se debe hacer con­
tactos con casas de comercio especializadas en estos instrumentos,
ubicadas en Coro, Punto Fijo, Aruba y Curazao.25

24 Ibid.
25 Fulvia Magdalena Polanco Bravo, Entrevista a Juan Ramón Lugo.
La Chapa, marzo de 2000.

70
Cinco y media

El instrumento de cuerdas denominado cinco y media, es la “gui­


tarra típica” del estado Falcón. Su fabricación data de la época de
los colonizadores. Hoy se dice que el único país que lo posee es
Venezuela, y en nuestro país solo se conoce y toca en La Sierra,
y también en Tocuyo de Lara.
En La Sierra los salveros siempre utilizaron el cinco y media para
la interpretación de salves, décimas, pavanas, pasacalles, romances
y estribillos26. En esta parte de Falcón siempre fue costumbre fa­
bricar este instrumento con la madera de cedro, es una guitarra,
solo que con la particularidad de que presenta un cuello torcido,
que la hace parecida a un número cinco; en su “garganta” tiene
atravesada una clavija de donde se sostiene una media cuerda a la
que se da el nombre de “tiple”, la cual se toca con el dedo meñique.
Por esa cuerda esta guitarra recibe el nombre de cinco y media. Por
cierto, existe una simbología en la denominación de esta guitarra
por el valor místico del número cinco.
La primera cuerda (superior) recibe el nombre de “bordón”, la
cual produce un sonido grave, ronco. A las tres cuerdas siguientes,
los músicos de La Sierra nunca le dieron un nombre especial. Sin
embargo, la quinta recibe precisamente la denominación de la
“quinta”, y se caracteriza por presentar un color diferente a las tres
anteriores (aunque es de alambre como el bordón). La última, ya
se dijo, es una media cuerda y se denomina “tiple”.

26 Ibid.

71
Desde siempre los serranos le han atribuido al juego de cuerdas
el símbolo de una familia: la primera, el bordón, es el padre (sonido
grave), las tres siguientes, son hijos mayores de la cuerda llamada
“quinta”, la cual asocian con la figura de la madre; y el “tiple”
o media cuerda, es el hijo “natieco” de esa familia.
Como se indicara líneas arriba, esta media cuerda se toca con
el dedo meñique produciendo un sonido más fino que las cuerdas
restantes.
Los salveros, decimistas y coristas cantan en número de cuatro:
el solista con una voz bastante grave, se adecúa al sonido del bordón.
El que secunda al solista se adapta al sonido de la “quinta” con
una voz más aguda; los dos restantes repiten lo interpretado por
los dos primeros. Al tocar los ritmos serranos, el cinco y media es
acompañado por la tambora, el pandero, las maracas y una charrasca
de cacho de toro. Hoy esta charrasca ha sido sustituida por un
güiro de acero inoxidable.

Artesanía. Tejido en bejuco

En la parroquia Curimagua existe un gran número de artesanos


dedicados a la artesanía de tejido en bejuco, quienes elaboran con
los bejucos denominados “moreno” y “morrocoy”, productos de
utilidad en los hogares y ornamentales. Dentro de estos productos
destacan: cestas, lámparas, cofres, papeleras, sombreros, revisteros,
portalápices, muñecas, centros de mesa.
Dos de estos excelentes artesanos son: la señora Carmen
Romelia Borges de Escalona, de Los Patiecitos, y el joven Erardo
Martínez, de Los Peladares, quienes junto a otros artesanos de
la zona mantienen una exposición permanente en la Casa de la

72
Cultura “Mario Briceño Perozo”, de Macanillas. Es de destacar que
en el caso concreto de la señora Carmen Romelia Borges27, desde
el año 2000, ha sido instructora en los talleres de artesanía dirigido
a niños, jóvenes y adultos, dentro del Proyecto de divulgación
histórica, literaria y cultural y del Intercambio cultural infantil,
que la Asociación Cultural José Leonardo Chirino y la Casa de la
Cultura hemos implementado.
El tejido en bejuco data de nuestros antepasados aborígenes
jirajaras, ayamanes y ajaguas; y así se ha ido trasmitiendo de una
generación a otra; hasta el punto de que aún permanece viva esa
tradición. Antiguamente se realizaba el tejido con técnicas tradicio­
nales, ya que solo se cortaba el bejuco y luego se procedía a tejerlo.
En la tradición agrícola de La Sierra está el origen del tejido
del canasto, por ejemplo, para recoger el café. El canasto es una
cesta grande que se utiliza para la recolección de la cosecha: maíz,
caraota, café, etcétera. Es una tradición tan extendida que en el
rincón de cada casa en la serranía se puede observar un canasto.
Para la elaboración de otros productos (muñecas, sombreros,
cofres, lámparas, etc.) el trabajo es más laborioso, con más cuidado
y consume más tiempo del artesano, ya que elabora pensando en
los clientes que puedan adquirirlos.

Técnicas básicas para el tejido en bejuco:


1. Ir a la montaña y sacar el bejuco (cortarlo) en tiempo de luna
menguante.

27 Juan Ramón Lugo y Fulvia Magdalena Polanco Bravo, Entrevista


a Carmen Romelia Borges de Escalona. Los Patiecitos, marzo
de 2000.

73
2. Raspar con un cuchillo toda la corteza del bejuco.
3. Se procede luego al tejido de la forma siguiente:
a. Se cortan ocho bejucos de acuerdo al tipo de objeto que se
va tejer (canasto, cesta, panera, soles, etc).
b. Con un bejuco más fino se entrecruza de tal manera que
cuatro hebras queden hacia arriba y cuatro hacia abajo.
c. Después se va cruzando el bejuco de tal manera que se
vayan alternando arriba-abajo, hasta formar un redondel
que será el fondo del objeto del tamaño deseado.
d. Al llegar a este punto se doblan los ocho bejucos que con­
forman la base para dar forma de cilindro y se continúa
tejiendo, dando la forma y la altura que se quiera.
Finalizado el tejido, se procede a barnizar. En el caso de los
soles, cestas y paneras, se suele adornar con algunas flores hechas
con hojas de jojoto y mastuerzo disecadas.
El bejuco moreno, se utiliza para tejidos rudimentarios y el
bejuco morrocoy, se utiliza para tejido fino.

Artesana María Prudencia de Loiz. Tejido de hamacas

En la comunidad de Macanillas vive una señora de la tercera


edad, de nombre María Prudencia de Loiz, quien toda su vida
ha compartido su tiempo como madre de familia, ama de casa y
agricultora, con el de la artesanía del tejido de hamacas. Cuenta
la señora Prudencia que también se ha dedicado a un oficio
ya poco ejercido en La Sierra, como es la elaboración de las cinchas
de los burros.

74
Al conversar con esta excelente artesana28, nos enteramos que
aprendió a tejer hamacas siendo apenas una niña, con solo ver
a una prima; indica la señora Prudencia que ella todos los días se
dirigía a la escuela y la veía tejer. Una tarde de regreso a su casa,
ella misma construyó un pequeño telar, y se dispuso a tejerle una
hamaca a su muñeca. Al cabo de pocos días había elaborado su
primera hamaca. Hoy, luego de los años transcurridos, y siendo aún
una abuela muy laboriosa, la señora Prudencia ha sido instructora
en la Casa de la Cultura Mario Briceño Perozo en el Taller de Tejido
de Hamacas dirigido a las comunidades aledañas a esta Casa.
La señora Prudencia es también una persona profundamente
religiosa y muy colaboradora. Forma parte de la Asociación Civil
de Macanillas, cuyos miembros organizan en el mes de mayo los
actos conmemorativos de la Gesta Libertaria del Zambo Chirino;
en el mes de junio las fiestas patronales de esta comunidad en honor
a San Antonio, y como estas, otras actividades más. Así mismo,
ha brindado su colaboración en los proyectos llevados a cabo por
las Asociaciones Civiles José Leonardo Chirino y Asociación Civil
Casa de la Cultura Mario Briceño Perozo.

Tejido de hamacas. Materiales y procedimiento

Materiales:
02 palos de madera de 2 mts. de largo y de 10 cm. de grosor.
02 palos de madera de 1,20 mts. de largo y 10 cm. de grosor.
Pabilo (unicolor o de muchos colores). 4 varillas.

28 Juan Ramón Lugo y Fulvia Magdalena Polanco Bravo, Entrevista


a María Prudencia Polanco de Loiz, Macanillas, marzo de 2000.

75
Procedimiento: se arma un telar con los palos de madera: los
más largos en forma vertical y los cortos en forma horizontal,
amarrados con un cordel.
Se arma la hamaca de acuerdo al tamaño deseado, de la forma
siguiente: en la parte superior se pasa el pabilo por encima del
telar, y en la parte inferior va por debajo y siempre debe ser none
(impar). La hebra que queda sola es la guía.
Se va entrecruzando de atrás y de adelante, y se pasan dos varillas
de tal forma que una va hacia arriba y la otra hacia abajo. Luego se
vuelve a entrecruzar y se pasan dos varillas más y se llevan arriba
y abajo, y se sacan las anteriores, y así sucesivamente hasta que el
tejido llegue al centro de la hamaca. En este punto se le pasa un
cordón llamado tripa que se hace del mismo pabilo.
Posteriormente se coloca la cabuyera, como ya sabemos, en el
extremo superior e inferior de la hamaca. Para ello se suele poner
dos púas clavadas en el suelo, de una distancia de 90 cm. aproxi­
madamente y se dividen los cabos de la hamaca en partes iguales
y se va atravesando el cordel, entrecruzándolo en las dos púas y al
final se le hace un remate para que no se suelte.

Artesana Reina Álvarez Colina. Tejido de alpargatas

Reina Álvarez Colina29 es nativa de la comunidad de La Chapa. Es


una mujer de sólidos principios y profundamente católica. Como
toda afrodescendiente serrana, proviene de un hogar humilde. De
su mamá aprendió no solo el arte de tejer alpargatas, sino lo más

29 Fulvia Magdalena Polanco Bravo, Entrevista a Reina Marina Álvarez


Colina. La Chapa, marzo de 2000.

76
importante: el amor inconmensurable hacia Dios todopoderoso,
a la familia y hacia nuestros semejantes. Un día, en el año 1998,
se acercó al señor Juan Ramón Lugo, presidente de la Asociación
Cultural José Leonardo Chirino, y le manifestó su deseo de incor­
porarse al trabajo de preservación de las manifestaciones culturales,
que desde hace largos años venimos realizando.
En ese trabajo de animación cultural llevado a cabo en La Sierra,
a través de los reencuentros de comunidades, Reina Álvarez se des­
cubrió como una gran compositora lo que le permitió en los años
2000 y 2001 participar en el III y IV Festival de Décima Serrana,
obteniendo en ambas oportunidades el primer lugar en la categoría
Mejor Letra. Con sus orientaciones logró incentivar a jóvenes
de su comunidad a fin de que se conformaran como agrupación de
música tradicional serrana: “Los Parranderos de La Chapa”, cuyos
integrantes participaron en el V Festival de Décima Serrana el
5 de mayo de 2002. Así mismo, Reina Álvarez ha impartido en la
Casa de la Cultura de Macanillas talleres de tejido de alpargatas
y también de dulcería criolla.
La Red de Organizaciones Afrovenezolanas ha organizado desde
el año 2001 una serie de Encuentros Nacionales, y Reina Álvarez
ha intervenido en los mismos, lo cual le ha permitido un mayor
crecimiento personal, la reafirmación de los valores que le han
inculcado desde pequeña y la adquisición de una clara conciencia
acerca de los derechos de los afrodescendientes.

77
Tejido de alpargatas. Materiales y procedimiento

Materiales:
Triángulo, agujas (grande, pequeña y punta roma), pabilo de
diferentes colores, suela, navaja, hormas, cordel.
Señala la artesana Reina Álvarez:

el primer paso es armar la capellada con pabilo sobre el triángulo,


de acuerdo al tamaño o número de la alpargata a tejer; gene­
ralmente se utilizan los números 1, 2 y 3, lo que indica que, si
la capellada es número 1 es el más grande, y así sucesivamente.
Es importante destacar que las hebras de pabilo deben ser par.30

Una vez armada la capellada, se procede al tejido de la siguiente


forma: se van entrecruzando las hebras de pabilo con la aguja más
grande, de tal manera que las de abajo vengan arriba y viceversa,
y se atraviesa la primera hebra de pabilo, luego se ejecuta el mismo
paso cuatro veces.
Al llegar a este punto, se coloca la obra o dibujo (llamado en
La Sierra, moda) que se va sacando de acuerdo al corte o las hebras,
por encima sin tocar las de abajo dos veces seguidas, y después se
entrecruza como al principio, y se va alternando de acuerdo a la
creatividad. Como la parte superior del triángulo es más aguda, es
lógico que cierre primero, por lo que cuando quede un centímetro
se deja hasta allí y se prosigue sucesivamente dejando la abertura de
un centímetro para luego, con la aguja pequeña, pasar el cordón
que consiste en el paso inicial.

30 Ibid.

78
Para tejer la talonera se procede de igual forma que la capellada,
solo que esta debe ir armada en el triángulo por la parte más ancha
de la capellada hacia atrás. Por lo general se hace de doce pares de
hebras de pabilo. Una vez terminadas estas dos piezas, se colocan
en la horma llamada tabla, para hacerle las piezas.
Las piezas deben armarse con la aguja punta roma para no
romper la capellada ni la talonera (Nota: el tejido siempre será
el mismo).
Para colocarle la suela, esta debe cortarse de acuerdo al tamaño
de la capellada ya terminada y con una navaja se le hacen taladros
por donde debe pasar el cordel y el extremo de la capellada.

79
MOMENTO III
DIVULGACIÓN HISTÓRICA, LITERARIA Y DE
CULTURA POPULAR DEL ESTADO FALCÓN31

Toma tu cayado, emprende el camino.


El camino es largo, no te desanimes.
Yo sé que tus años te pesan un poco.
Trae a tu memoria recuerdos del Zambo.

Recuerdos del Zambo que a pedirles vino


unirse a la causa: una causa justa:
La de toda una etnia y aún inconclusa.
¿Por qué no recuerdas esa hermosa gesta
de hombres de temple y con gran firmeza?

Si hasta ti llegara el recuerdo claro


de José Leonardo con machete en mano,
tal vez el camino se haría más corto,
pesaría menos tu montón de años.

El Zambo valiente tomó las banderas


de la libertad buscando aliciente,
para ser izadas en la serranía
rompiendo así las crueles cadenas.

A todo esclavizado instó a luchar,


que arrimara el hombro, que saliera ya

31 Fulvia Polanco B. y Wuilian Peraza, Divulgación histórica, literaria


y de cultura popular del estado Falcón. Cuaderno No 3. Coro,
Asociación Cultural José Leonardo Chirino. Red de Organizaciones
Afrofalconianas, 2005.

81
de la mansedumbre que esclavizado lo hacía
y sin tregua alguna buscara igualdad.

Fulvia Polanco Bravo

Los siguientes testimonios son producto de entrevistas a per­


sonas en comunidades de municipios de la costa oriental
y occidente del estado Falcón, por el profesor Wuilian Peraza
de la Red Afrocarabobeña –como una forma de apoyo a la Red
Afrofalconiana– y de la profesora Fulvia Polanco B. de la ROA-
Falcón, y así continuar la publicación de la serie de cuadernos de
divulgación histórica, literaria y cultural.
A las entrevistas se añade la investigación documental de estos
dos miembros de la Red Afrovenezolana, en un trabajo sostenido
por conocer nuestras raíces aborígenes y afrodescendientes, tal
como siempre lo hiciera el cultor Juan Ramón Lugo.

Sabaneta

Sabaneta es una parroquia del municipio Miranda. Límites: por


el norte, con las parroquias Río Seco y Mitare; por el este, con las
parroquias Santa Ana, San Antonio y Guzmán Guillermo; por el
sur, con las parroquias La Peña (municipio Bolívar) y Agua Clara
(municipio Democracia), por el oeste, con la parroquia Urumaco
(municipio Democracia).

82
Indica el Dr. Cruz A. Graterol Roque32, al referirse a Sabaneta
que es una sabana pequeña rodeada de colinas de poca elevación que
la hacen parecer un valle. Dice además que esta comunidad fue en
sus inicios un terreno para criar ganado que luego se embarcaba
con destino a la isla de Curazao. Está ubicada cerca de la vía que
va de Coro a Maracaibo, y a unos 45 kilómetros de la ciudad de
Coro. Pero hace mucho tiempo esta población estuvo ubicada
a las orillas de un río llamado Sabaneta (en su origen se llama
Los Mitares).
Para la época de la colonia (1601) los aborígenes caquetíos
–en gran número– habitaban el litoral occidental entre Coro
y Maracaibo. Este pueblo caquetío empezaba a poblar el pueblo
hoy llamado Mitare; es de suponer que estos grupos estuviesen en
las cercanías de lo que hoy es Sabaneta.
Entre los centros poblados de la parroquia Sabaneta están: Agua
Viva, Barrialito, El Limoncito, Picacho, Ojo de Agua, Las Lajas,
Carazao, El Jebito, El Palmar, Santa Rita, San Pedro, Los Cubiros.
Entre los primeros habitantes llegados a Sabaneta a partir de
1817, están: don Graciliano Sierra, la familia Domínguez, María
Josefa Añez Barroso, José de la Rosa Ramírez, Presentación Cuartín
de Ramírez, familia Zárraga, Australacio Garvet, José Gregorio
Graterol, General Felipe Sierra, Antonio Calles, don Guillermo
Cuartin, Concepción Fuguet, don Pedro Gil, don Gabriel Trompiz,
doña Josefa Cuartín de Calles y otros.
Sabaneta ha sido cuna de insignes falconianos, tal es el caso
de Virginia Gil de Hermoso, nacida en el año 1856. Fue una de

32 Cruz A. Graterol Roque, Sabaneta. Mi patria chica. Caracas.


Ediciones M & D C.A., 1984, p. 10.

83
las mujeres más preclaras de la intelectualidad falconiana; es una
de las fundadoras del movimiento cultural que se inició en Coro en
las últimas décadas del siglo XIX. Autora de las novelas Incurables,
Sacrificio, y El Recluta. Presidió la Sociedad “Alegría”; colaboró
con las revistas El Cojo Ilustrado, Flores y Letras, Armonía Literaria.
Murió en Caracas el 8 de septiembre de 1913. Nativo también de
Sabaneta fue el hermano de esta novelista, el Dr. José María Gil,
quien destacó como político y periodista combativo. Otro ilustre
falconiano nacido en Sabaneta es el Dr. Rafael Calles Sierra.
Sabaneta desempeñó un papel de gran significación en la co­
municación telegráfica entre los estados Lara, Falcón y Zulia.
La Oficina de Telégrafos era denominada intermedia, y como
tal le correspondía hacer los enlaces con las estaciones de Coro,
Barquisimeto y Los Puertos de Altagracia (Zulia). El telégrafo de
Sabaneta fue creado el 1 de octubre de 1885 por disposición del
presidente de la República general Antonio Guzmán Blanco.
Antes del advenimiento del vehículo a motor, Sabaneta era muy
conocida por los arrieros, los que conducían las bestias de carga, que
se encargaban del traslado de la sal de las Salinas de Mitare hacia
los pueblos del estado Lara (Baragua, Carora y Barquisimeto). A su
regreso del estado vecino, estas recuas traían como carga artículos
variados que vendían al comercio de Coro. Sabaneta era un punto
de parada obligada en el itinerario establecido por los arrieros.
En diciembre del año 1826, Mitare pueblo vecino de Sabaneta,
vivió un acontecimiento de gran importancia: recibió la visita de
El Libertador Simón Bolívar, quien venía de Lima y se dirigía
a Caracas.

84
En cuanto al aspecto religioso, la patrona del pueblo de Sabaneta
es la Virgen del Inmaculado Corazón de María, a quien se venera
desde el 28 de mayo de 1888.

Borojó

Borojó es la capital de la parroquia Borojó del municipio


Buchivacoa, en el occidente del estado Falcón. Son varios los his­
toriadores que coinciden en afirmar que para principios del siglo
XVI, el territorio estaba primeramente poblado por caquetíos,
localizados al norte del centro poblado del Borojó actual.
Según las investigaciones de Adrián Hernández Baño y de
Ignacio Antonio Bello Miquilena, en el siglo XVI, hacia el año
1537, llegaron procedentes de Pueblo Viejo de Capatárida, los
caquetíos “hostigados por las huestes hispano/alemanas y se estable­
cieron en la margen derecha del río Borojó hacia su desembocadura
en el mar en la zona de La Boca y Caracubana”.33
De los diferentes grupos que pasaron a través del tiempo, por
lo que hoy es la parroquia Borojó, solamente quedaron los funda­
dores, o sea, los caquetíos que, como se indicó, provenían de Pueblo
Viejo de Capatárida, dado que lo que hoy es Borojó no era apto
para un largo y definitivo poblamiento humano en aquella época.
Según Hernández y Bello:

En el año 1715 fue extendido el pregón de que, a los naturales


de Borojó, les fueran devueltas las siguientes posesiones de tierras:

33 Adrián Hernández B. e Ignacio Antonio Bello Miquilena,


Buchivacoa. Raíces históricas. Capatárida. Editorial Buchivacoa,
1997, p. 92.

85
La Boca de Borojó y Quebrada de Acudure con su Sierra de Canapo
y Borojó, los cazadores, abrevaderos y pesqueros, toda la orilla que
corre hasta el Seque, Sabana de la Escoba, Sabana de Sigua y las
tierras de labor de Canepe y Buhadia y el Ojo de Agua de Cuguo
y Barabara…34

En relación a las prácticas económicas y culturales, son im­


portantes los aportes de Hernández y Bello, quienes así lo
contextualizan:

Agricultura: los principales cultivos fueron a través del tiempo, el


algodón, caña, maíz, patilla y yuca. Los terrenos más productivos
son: Las Vegas del río Borojó; la falta eterna del agua ha sido lo
que ha impedido un fructífero desarrollo agrícola. Comercio: pro­
ductos como almidón, hamacas y quesos, durante muchos años
se llevaban a Maracaibo y Aruba; también se exportaba: cueros,
maíz y burros. Cuando el mal estado de la carretera que conduce
a Capatárida no permite el comercio, este se hace con Dabajuro
y Maracaibo. En cuanto a la ganadería, el desarrollo de este sector
se centra hoy en día en el ganado caprino.
Pesca: desde tiempos remotos, los caquetíos pescaron con redes en
la Boca de Borojó, Canapo y Conejal. Hoy se da la pesca artesanal
en la playa de Antúnez, donde se consigue muy buena producción
de curvina y pargo.35

En entrevista realizada al profesor Cruz Ferrer, director del


Museo de Arte de Borojó, indicó entre otras cosas al referirse
a este pueblo del occidente de Falcón que su fundación fue el 7 de

34 Ibid., p. 96.
35 Ibid.

86
abril de 1715. En cuanto al tipo de actividades que los caquetíos
realizaban, dice que para ese siglo los aborígenes trabajaban el barro.
Esta tradición aún es cultivada por ancianos y jóvenes. Al
referirse a la Casa de la Cultura, antigua casona donde estuvo
El Libertador, señaló que la misma fue declarada Patrimonio
Municipal por la Alcaldía de Buchivacoa.
Así mismo, la talla de madera es una tradición muy antigua.
En el caso de la iglesia de Las Mercedes, posee tallas de madera
que datan de principios del siglo XVIII. Esta iglesia fue declarada
Patrimonio Histórico de la Nación en 1960. Las fiestas patronales
son en honor de la Virgen de Las Mercedes el día 24 de septiembre.
Por las investigaciones llevadas a cabo por el profesor Hernández
Baño, en cuanto al trabajo artesanal en Borojó, pudo determinar
que tanto en el siglo XIX como en el XX, en esta comunidad han
existido muy buenos artesanos. En el pasado fueron los excelentes
tejidos de “maure”, algodón, hechos por reconocidas matronas; y sus
célebres chinchorros de hisopo de múltiples flecos que tenían fama
en todo Falcón. Hoy su artesanía en madera está muy desarrollada
a través de una gran familia: los Ferrer; destacándose entre ellos el
artesano Abraham Ferrer, artífice, maestro de todos sus hijos; sus
tallas multicolores son un mosaico de poesía en madera, sus perso­
najes famosos, así como sus animales, han traspasado las fronteras
de Venezuela y existen muestras en los mejores museos del mundo.
Caminos aborígenes: también llamados de los conquistadores,
siglos XV, XVI y XVII, por lo general van por la orilla de la playa
y los ríos. Es de suponer que fueron utilizados para conseguir
alimento. También fueron muy conocidos los caminos de recuas:
llamado Real, siglos XVII, XVIII y XIX, van por la llanada en línea
recta: Capatárida/Juncalito; orilla derecha del río Borojó/Bariro.

87
Mene Mauroa

Mene Mauroa se encuentra ubicada en el occidente del estado


Falcón, es la capital del municipio Mauroa, limita con el municipio
Miranda del estado Zulia. Esta ciudad fue fundada en 1918, en
el contexto de las explotaciones mineras y petrolíferas, tiene una
altitud de 120 metros sobre el nivel del mar. Indica el Dr. Alirio
Navarro Alemán, en su obra Historia de Mene Mauroa, que antes
de constituirse en municipio se le llamó distrito: “perteneció a
Buchivacoa, cuya capital es Capatárida. Esta fue capital del estado
Falcón en los años comprendidos entre 1881 y 1890”36. Mene
Mauroa fue elevado a municipio en el año 1928.
Los expertos en geología de la compañía Brithish Control Oil File
Limited37, la cual al cabo de 3 años llegó a los 3.000 trabajadores,
realizaron exploraciones en los menes o rezumaderos naturales de
petróleo de la zona; ya en 1918 fundan el campamento Mene
de Mauroa y realizaron las primeras perforaciones exploratorias,
y para el año 1921 obtienen la confirmación de acumulaciones
de hidrocarburos en escala comercial. En noviembre de 1923 es
embarcada en el Terminal de La Estacada (estado Zulia) la primera
exportación de petróleo crudo del campo de El Mene de Mauroa.38
Este campo se cuenta entre las diez primeras acumulaciones pe­
trolíferas de importancia descubiertas en Venezuela y permitió atraer
la atención de la industria petrolera mundial hacia Venezuela. La

36 Alirio Navarro Alemán, Historia de Mene Mauroa. Tomo I (1918-


1960). Coro, Linográficas López, 2002, pp. 18 y 48.
37 En: https://www.wikiwand.com/es/Municipio_Mauroa.
38 Alirio Navarro Alemán, Historia… Op. Cit., p. 19.

88
incipiente industria en Mene de Mauroa fue una fuente de trabajo
importante para la población local, pero a la vez atrajeron población
y recursos hacia esta localidad, mas no para los poblados vecinos.
A Mene Mauroa comenzaron a llegar pobladores de las comu­
nidades vecinas, atraídos por la explotación petrolera. Llegaban
de San Félix, Corralito, Casigua, Maticora, Dabajuro, Capatárida,
Pedregal y Coro, del estado Falcón. También de Quisiro, Los
Puertos de Altagracia, Cabimas y Maracaibo, del estado Zulia.
La crisis de la industria del petróleo, que comenzó en 1940,
hizo que la población emigrara. La explotación minera dio paso a
la explotación agrícola y ganadera que es la base económica de la
actualidad. Hoy Mene de Mauroa es una zona de gran actividad
agropecuaria y sus pobladores gente honesta y trabajadora.

Cumarebo

Para el siglo XVI Cumarebo era un poblado de aborígenes, quienes


desarrollaban la agricultura, también la caza y la pesca; se localizaba
a orillas del mar. Construían sus viviendas utilizando madera,
fibras, paja, palmeras, las cuales sostenían con maderas, paredes de
barro y techos de madera. donde echaban pequeñas embarcaciones
construidas por ellos, de troncos de madera.
En relación al nombre de Cumarebo, el profesor Adrián
Hernández B.39 indica: Ch’umay./ Ripu/ dejar escurrir el agua.
Se pierde. Frase: Dejar escurrir el agua. Se pierde.

39 Adrián Hernández Baño, Transcripción toponímicos indígenas


quechuas en el estado Falcón (Venezuela). Coro, Fundación Hernández
Baño, 1998.

89
En el contexto colonial, los colonizadores se establecieron en
Joropo (hoy pueblo Cumarebo) y constituyeron allí el poder político
y administrativo, basados en las condiciones climáticas, aunado a los
rasgos distintivos de las etnias aborígenes que ocupaban el territorio,
conformado por lo que hoy es el municipio Zamora.
Es importante destacar a insignes hombres que han enaltecido
el gentilicio cumarebense. Manuel Vicente Cuervo R. –el maestro
Chento Cuervo–, de una existencia llena de glorias y satisfacciones;
de grandes valores intelectuales, morales, éticos y de enorme calidad
humana; fue un verdadero “maestro de maestros”. Su imaginación
creativa impulsada por su inquieto y evolucionado intelecto lo llevó
a desarrollar sus propias innovaciones y métodos para la enseñanza
pedagógica moderna en todas las expresiones de la docencia. Una
de ellas es su método práctico y simplificado para el aprendizaje de
las matemáticas.
Luis Arturo Domínguez40, nacido en Cumarebo. Cursó es­
tudios en la Escuela Federal que regentaba su sabio padre, don
Ángel Salvador Domínguez. Al igual que su padre, es pedagogo,
escritor, poeta, novelista, cuentista, ensayista. En el campo de las
investigaciones folclóricas, este zamorano ha realizado estudios que
constituyen un valioso aporte de cooperación al conocimiento y
la divulgación de la sabiduría popular.
Otros destacados hombres de Cumarebo son: Francisco José
Faraco López, Castor Curiel Couthno, Juan Rafael Ocando Juliá,
Mario Jacobo Penso Juliá.

40 Luis Arturo Domínguez, Antología del estado Falcón. Coro, 1955.

90
Tambor coriano, veleño y cumarebero

Señala el percusionista Gustavo Ricaurte41 que es posible diferenciar


el tambor coriano, veleño y cumarebero de la siguiente manera:
Tambor coriano: se dice que el tambor coriano tiene tres toques
que se establecieron en Coro, y eso lo hizo un señor de nombre
Victoriano. A la “tumba” curazoleña este señor le agregó tres toques:
el golpe seco, el repique y el quiebre. Es un tambor más pausado
(es característico de Coro). Se tocaba con un solo tambor, un furro,
una güira o un cacho de vaca.
Tambor veleño: en entrevistas realizadas a la familia Guanipa
–es la familia que más lo cultiva– ellos dicen que sus abuelos afir­
maban que el tambor veleño les llegó de Carabobo por el agua, es
decir, por lancha. Cuando esto ocurre, los Guanipa le introducen
un golpe a ese tambor llamado “golpe tres filos”, que es un golpe
base que dan ellos. Es un tambor más rápido que el coriano y más
rápido que el cumarebero en su ejecución.
Tambor cumarebero: tiene otra particularidad, ya que se toca
con cuatro o cinco tambores. Los tambores hacen una base rítmica
todos iguales cuando el cantante está haciendo de solista, pero
cuando entran los coros, hay un tambor cantante, que el tambor
repica o adorna y los demás hacen la base.
Los instrumentos siguen siendo los mismos: el tambor de barril,
el furro. El tambor de barril parchado con cuero de chivo, al igual
que el furro.

41 Fulvia Magdalena Polanco Bravo, Entrevista a Gustavo Ricaurte.


Coro, Barrio La Guinea, febrero de 2005.

91
En Cumarebo se tocaba una escardilla, que era el instrumento
agudo. En Coro se tiene una tendencia muy zuliana como es la
de incluirle el furro y el güiro metálico.
En cuanto al tambor coriano (baile), en el grupo de la señora
Olga Camacho siempre es ejecutado por mujeres. Sin embargo,
ese fue un disfrute entre hombre y mujer, es decir, los hombres
también pueden bailar. En el veleño hay una particularidad: en la
primera parte del tambor antes del golpe “tres filos”, es decir, antes
de que el tambor repique, se bailaba “agarrao”, o sea, “valsiao”.
Representantes: en Coro, Olga Camacho y su Camachera,
con más de 37 años cultivando el tambor coriano. En La Vela,
Los Guanipa (“La Guanipera”). En Cumarebo, Guaro Cayama,
también el profesor Amador Musset.

Mirimire

Mirimire es la capital del municipio San Francisco. Este municipio


está ubicado en la costa oriental falconiana. San Francisco está
constituido fundamentalmente por un gran valle de abundante
vegetación, comprendido entre la montaña de Jacura por el sur,
las pequeñas elevaciones de El Mancillar al oeste y el cerro de
San Gil y la montaña de Mirimire al norte, prolongándose esta
última hacia el este para formar un solo cuerpo con la llamada
montaña de Capadare. Hace muchos años atrás, San Francisco
era una parroquia del municipio Acosta, se ubica a unos 130 km
al sureste de Coro.
Surgió a principios del siglo XIX. En esta zona se fueron agru­
pando familias de productores agrícolas procedentes de la Sierra
de Avaria, quienes, atraídos por la fertilidad de las tierras y la

92
abundancias de las aguas, se asentaron en ella. A mediados del
siglo XIX perteneció al cantón Costa Arriba, con sede en Tocuyo
de la Costa. se ubica al oriente de la entidad a unos 130 km al
sureste de Coro.42
De acuerdo a las investigaciones realizadas por algunos estu­
diosos de la historia falconiana, de todo el actual territorio del
municipio San Francisco, solamente algunos puntos estaban
poblados antes de la llegada de los españoles. Uno de estos era
Santa Bárbara, donde todavía se encuentran restos de la cerámica
y agricultura originaria.
En cuanto al grupo de aborígenes que poblaba este sector, no
está muy claro. En entrevista que le hiciera el profesor Wuilian
Peraza a la licenciada Josefina Barroso en Mirimire, ella destacó
lo siguiente: “en las cuevas que existen en el sector Mirimirito,
específicamente en las instalaciones del antiguo mirador, se han
localizado petroglifos… así mismo se ha descubierto restos de
cerámica y alfarería…”.43
En cuanto a las tradiciones del pueblo, indica el señor José
Barroso, que él recuerda los velorios de Cruz; también la visita
del Niño Jesús:

… de aquí salían para Jacura, y de Jacura para otra parte… eso


fue hasta hace poco…. El niño iba de casa en casa, los cantores
improvisaban… en la noche del 24 de diciembre se hacía una fiesta
que llamaban el “Altar del Niño”, para la cual se recogía entre los

42 En: https://es.wikidat.com/info/mirimire.
43 Wuilian Peraza, Entrevista a Josefina Barroso. Mirimire, enero de
2005.

93
pastores que eran los que cargaban al niño… Otra tradición en
Mirimire es la Fiesta de Los Locos el 28 de diciembre…44

Mirimire es hoy un pueblo de gran importancia agropecuaria


por sus excelentes tierras, clima y abundancia de agua.

Píritu

De acuerdo a lo señalado por el señor Lisandro Lugo45 en la


comunidad de Píritu, la fundación de este pueblo data de 1775.
Añade que este tipo de fundaciones era más bien religiosa. Mucho
antes de esa fecha, indican algunos cronistas que desde 1499
con la llegada de los primeros españoles a esta zona, ya existían
poblaciones aborígenes.
Con respecto al origen del nombre Píritu, el señor Lisandro
Lugo difiere del cronista Elis Lastra –quien considera que
el nombre del pueblo deriva de una palmera–, ya que para él el
origen de este nombre es aborigen. Para hacer esta aseveración,
se apoya en que siempre fue costumbre colocar nombre de lí­
deres aborígenes a los sitios donde habían habitado, ejemplo:
Cumarebo, Caujarao, etc.
Existen en el municipio Píritu, específicamente en el sector
Ojo de Agua, unas cuevas y vestigios de una población aborigen,
pero esto ha sido poco investigado, está como en “bruto” y es
necesario hacer las investigaciones respectivas con arqueólogos
y antropólogos, que determinen de dónde proceden esos restos.

44 Idem., Entrevista a José Barroso. Mirimire, enero de 2005.


45 Idem., Entrevista a Lisandro Lugo. Píritu, enero de 2005.

94
Un cronista de la zona considera que entre los antiguos pobla­
dores de Ricoa –poblado cercano a Píritu– están los ayamanes,
los jirajaras; de allí que no es descabellado pensar que los piriteños
tengan su origen en esos grupos étnicos.
Píritu es uno de los asentamientos más jóvenes de Falcón. En
cuanto a la presencia de los afrodescendientes, indica el señor
Lugo que los primeros llegaron por Coro a finales del siglo XVII;
procedían de Guinea. Hay relatos en los que se cuenta que los es­
clavizados se fugaban de Curazao en canoas y llegaban a las costas
falconianas, a Cumarebo, para luego buscar un refugio.
En relación con algunas manifestaciones culturales que aún
se mantienen está, por ejemplo, la Fiesta de Los Locos. Están
también los cantos de Cruz de Mayo con salves. Otra tradición es
la Quema de Judas.
En cuanto al trabajo artesanal, se elaboran sillas de madera
y cuero, chinchorros, bateas, atarrayas. Todavía hay ancianos que
tejen alpargatas.
Al tocar el plano histórico, los piriteños tienen el orgullo de que
en diciembre de 1826 Píritu formó parte de la ruta seguida por
el Libertador, a su paso por la antigua Provincia de Coro, rumbo
a Caracas, procedente de Lima.
Píritu también tiene el orgullo de haber sido la cuna de un
personaje muy conocido en Falcón: el Bachiller Amaya, quien fue
uno de los mejores maestros que tuvo este pueblo.

95
Jacura

En entrevista que le hiciera el profesor Wuilian Peraza de la Red


Afrocarabobeña al profesor Alirio Mendoza 46, de la Unidad
Educativa de Jacura, al referirse al origen de esta comunidad,
indica, entre otras cosas, que para el momento de la llegada de
los españoles se encontraban allí básicamente dos etnias: caquetíos
y gayones; al parecer este era un lugar de encuentro, de cruce, de
enlace… los españoles lo llamaron pueblo de indios.
Para explicar la presencia de caquetíos y gayones en el origen
poblacional de Jacura, el profesor Mendoza indica dos posibles
formas:

1)…cuando se produce el desplazamiento de los aborígenes desde


las islas que hoy se llaman Las Antillas (Cuba, Puerto Rico, Santo
Domingo…) básicamente se venían desplazando hacia territorio
continental; es de comprender entonces que Venezuela está en
ese cruce, ese paso, viajando hacia el sur, y que muchos de esos
grupos que se asentaron en el oriente del país tuvieron cierto des­
plazamiento hacia el occidente; y 2) de acuerdo con las investiga­
ciones del profesor Miguel Acosta Saignes, hay una porción de los
caribes occidentales que se establece en el oriente de lo que hoy es
Falcón…47

Algunos investigadores falconianos, entre ellos el profesor


José Manuel Trujillo48, señalan que el poblamiento de Jacura está
entre finales del período prehispano y comienzos del hispano.

46 Idem., Entrevista a Alirio Mendoza. Jacura, febrero de 2005.


47 Ibid.
48 José Manuel Trujillo, Jacura. Coro, Ediciones J.M.T., 1995.

96
De acuerdo a documento fechado en 1768 (que trata sobre la
antigua Provincia de Coro y aportado por Altoaguirre) se men­
ciona a Jacura como un pueblo de indios con 366 almas y algunos
esclavizados.
Jacura está ubicado en la parte sur-oriental del estado Falcón
y lo integran tres parroquias: Jacura, Agua Linda y Araurima.
Se convirtió en municipio en 1989.
Antes de esa fecha pertenecía al municipio Acosta, y el concejo
municipal estaba ubicado en San Juan de Los Cayos. El muni­
cipio Jacura limita por el norte con el municipio Zamora y el
municipio Píritu; por el este con el municipio San Francisco y
la parroquia Araurima de Jacura; por el sur con Araurima y las
parroquias Las Vegas del Tuy y el Charal del municipio Unión.
Entre los caseríos o centros poblados se destacan: Jacura (capital),
Buena Vista, El Juso, Maicillal de la Vaca, Origuaza, Pinchare,
Piritupano, Cueparo, San Antonio, Las Brisas, Camumuria (parroquia
Jacura); Araurima, Agua Salada, El Bachacal, Cogollar, La Guacharaca,
Riecito, La Tabla, Santa Lucía (Araurima); Agua Linda, La Ciénega,
La Paloma, Tacamire (en la zona baja), La Cruz del Medio, La
Montaña, El Paray, Las Morochas, El Chinchorro, Palmasola, San
Miguel –en la vía a Unión–, El Pantano, Río Claro (zona alta).
De acuerdo a las investigaciones del profesor José Manuel
Trujillo49, la serranía de Jacura está compuesta por una cadena
montañosa cubierta por extensas zonas boscosas donde predominan
las especies comerciales, tales como: cedro, jabillo, apamate, ceibas,
etc. En esta cordillera se encuentra la urupagua, fruto típico de

49 Ibid.

97
La Sierra de Falcón. Los suelos son aptos para el cultivo de hor­
talizas. También se cultiva el aguacate, naranja, limones y otros.
En cambio, en la zona baja (El Toro) con la aplicación de la tec­
nología dan buenos resultados las hortalizas como cebolla, tomate,
pimentón; así como lechoza, melón, patilla, auyama. Todas las
producciones son de autoconsumo y los excedentes en algunos casos
(que no son abundantes) son comercializados en poblaciones del
municipio Unión, en el estado Lara, y en algunos casos, en Coro.
En esta zona, al igual que en muchas comunidades rurales de
Falcón, los canales de comercialización son deficientes, debido al
mal estado de las vías de comunicación, y eso trae como conse­
cuencia que los productores perciban muy pocos ingresos porque
los intermediarios les pagan muy barato sus cosechas.
En cuanto a la producción pecuaria: es notoria la producción
de queso, el cual se comercializa principalmente en el municipio
Unión y, en algunos casos, con la parroquia Jacura y Mirimire. La
explotación ovina y caprina también está presente en poblaciones
como Tacamire y en los alrededores de Agua Linda.
Tradiciones: durante la entrevista al profesor Mendoza50 de la
Unidad Educativa de Jacura, por parte del profesor Wuilian Peraza,
este manifestó que en años anteriores sostuvo conversaciones con
abuelos de Jacura, y que algunos de ellos señalaban que antigua­
mente allí se cultivaba el ritual de Las Turas, pero en los actuales
momentos esa tradición había desaparecido. Agrega Mendoza que
entre las manifestaciones culturales que aún se realizan, están: Día
de Los Inocentes, que algunos llaman de “Los Locos”. El día 28 de

50 Wuilian Peraza, Entrevista a Alirio Mendoza. Jacura, enero


de 2005.

98
diciembre las personas que participan se colocan una vestimenta
adecuada o disfraz para salir a la calle a celebrar. Hasta la década
de los años 50 estas fiestas tenían gran esplendor.
Velorio de Cruz: el profesor Mendoza señala que tiene conoci­
miento que en la localidad de La Cruz de Aroa, el día 3 de mayo
aún se realizan los velorios de cruz. Allí van los cantores a entonar
décimas, salves, estribillos. Añade que en los actuales momentos
se está llevando a cabo un trabajo de rescate con un grupo de
jóvenes para lograr que diversas manifestaciones culturales como
salves, décimas, estribillos, romances, velorios de cruz y otras no
desaparezcan, ya que esa es la tendencia que se observa: solo las
cultivan los ancianos y estos van desapareciendo.

Tucacas

En entrevista que le hiciera el profesor Wuilian Peraza al señor


Ronald Villalba, en la población de Tucacas, se pudo obtener la
siguiente información:

De acuerdo a documentos que datan de la colonia e investi­


gaciones que se han realizado, la historia de estos pueblos de la
Costa Oriental se remonta al año 1499. En esa fecha se produjo
la primera incursión española en estas tierras, dirigida por Alonso
de Ojeda y Juan de la Cosa, pero fue repelido por los aborígenes,
quienes lanzaron sus flechas, y los españoles tuvieron que tomar
hacia el occidente. De acuerdo a esos documentos, es a Alonso de
Ojeda a quien se debe la denominación de “Puerto Flechado” al
lugar donde fue repelido por los nativos.51

51 Idem., Entrevista a Ronald Villalba. Tucacas, febrero de 2005.

99
Añade el señor Villalba:

…Al parecer los primeros pobladores fueron aborígenes chipas


y cyparicotos del grupo de los caribes. Estos formaron dife­
rentes familias a lo largo del río Aroa y Cueva del Cerro, al que
luego llamaron Buena Vista, por ser este usado como mirador al
horizonte…52

Tucacas es la capital del municipio Silva. Presenta los siguientes


límites: por el norte, el municipio Monseñor Iturriza; por el sur,
el río Yaracuy, que lo separa de los estados Carabobo y parte de
Yaracuy, por el este, el Mar Caribe, y por el oeste, el municipio
Palmasola y parte del municipio Monseñor Iturriza.
Centros poblados: Boca de Aroa, Sanare, Santa Bárbara, Las
Lapas, Felipito, Buena Vista, Anselmito, Caracara, Morrocoy, El
Tuque, Las Delicias. El nombre del municipio se debe al general
José Laurencio Silva, héroe de la Independencia. Nació en Tinaco,
estado Cojedes.
El señor Villalba indica que sobre el origen del nombre de
Tucacas existen dos versiones:

Una es la del historiador Magallanes, quien señala que el nombre


deriva del árbol del tuque, muy popular por esta zona, y ese nombre
fue cambiando con el transcurrir del tiempo. La otra versión es la
del cronista de Tucacas, Luis Enrique Otero, apoyándose en una
leyenda: Tucanca era hija de Urumacán, asesor de confianza del
cacique Cumarebo. A los 16 años se une sentimentalmente a un
aborigen de la región, de más de 40 años y abandona su comarca
(Cumarebo) y se radica en la zona de los valles de Tucacas; conciben

52 Ibid.

100
cinco hijos, a quienes ella da los nombres de Aroa, Aragüita, Izate,
Suanche y Payclás.53

Se cuenta que con la llegada de los españoles se produce un


enfrentamiento. Tucanca no se encontraba y al regresar descubre
que han dado muerte a su esposo y herido a sus hijos. Esto marcó
en ella una desconsolada decisión de irse. También cuentan que
se internó en las montañas del cerro La Misión y nunca volvió
a saberse nada de ella.
Muestras de la cultura aborigen: en Tucacas existen vestigios de
la cultura de las civilizaciones aborígenes. En el caserío Morrocoy,
un señor de apellido Velásquez, junto a un grupo, participó hace
aproximadamente unos 40 años, en una excursión en el cerro La
Misión –hoy llamado San Rafael–, y localizaron piezas de arcilla
elaboradas por los aborígenes, que es de suponer se radicaron en
esa zona hace aproximadamente unos 3.000 años.
El señor Velásquez posee algunas de esas piezas. Existen otras
muestras que han sido encontradas por otras personas de la zona.
Algunas de esas muestras están en el Ateneo de Tucacas. También
existen petroglifos en las montañas de Mallorquines y, de acuerdo
a los estudios que se han hecho, datan de unos 3.000 a 3.500 años.
Presencia africana: indica el señor Villalba:

La mayor densidad de población de origen africano se encuentra


en Boca de Aroa y en el sector Las Delicias. A lo largo del tiempo,
esta población se ha mezclado bastante. Es en los descendientes
de esta etnia en quienes más se han arraigado tradiciones como

53 Ibid.

101
“El Buchiluca”. Tienen además, como patrono a San Juan. El día
24 de junio celebran la Fiesta de San Juan con baile de tambor, un
ritual y una misa.54

Velorios de Cruz: hasta la década de los 60 y 70 esta tradición


estuvo muy arraigada, luego de esos años ha ido desapareciendo de
la zona. Son muy pocas las personas que incentivan en las nuevas
generaciones el cultivo de esta tradición.
El Buchiluca: el señor Villalba señala que de esta tradición
existen dos versiones: Primera: en la época de la colonia a mediados
de 1700 era un ritual que practicaban los negros esclavizados prove­
nientes del norte de África y a quienes se les obligaba a trabajar en
las minas de Aroa. Esta tradición consiste en lo siguiente: cuando
moría uno de los esclavizados se le colocaba en una hamaca. Los
compañeros lo lloraban llevándolo en la hamaca; lo llevaban al mar
–o al río– y lo lanzaban a las aguas; ese era su funeral. Pero con el
pasar del tiempo, los esclavizados empezaron a utilizar esta práctica
como una manera de escaparse de sus amos. Ellos se hacían los
muertos, los colocaban en la hamaca, les hacían sus funerales,
los lanzaban al mar, y así lograban escapar de sus patronos.
Segunda versión: se dice de un negro que vivió en la zona hacia
finales de 1700. Él tenía a “su cargo” cinco o seis mujeres, pero
ninguna de las mujeres sabía que las demás estaban relacionadas
con él. Cuando el negro muere, se le hace el velorio y empiezan
a llegar una por una las mujeres y comienzan a llorar, y así hasta
que aparece la última; entonces con sorpresa descubren que están

54 Ibid.

102
llorando a la misma persona; se formó así una “sampablera”, una
pelea por este señor.
Así pues, el tradicional baile de “Buchiluca” es una danza, un
ceremonial, una hamaca. De acuerdo a la segunda versión es
un ritual de pelea.

Tocuyo de la Costa

Al hablar sobre la fundación de Tocuyo de la Costa, el señor José


A. Zambrano, entrevistado por el profesor Wuilian Peraza, hace
mención a algunas versiones que surgen del mismo pueblo, y así
señala lo que da a conocer el señor Horacio León:

Debido a que el río en sus crecientes más o menos cíclicas ane­


gaban toda la zona próxima a su desembocadura, estas tierras eran
sumamente fértiles en casi toda la época del año; aun en épocas
de verano fuerte, quedaban las maravillosas playas a orillas del
río, frescas y cultivables. Los aborígenes aprovechaban esta zona
para cosechar ñame, yuca, cambur, etc. y precisamente en los al­
rededores del río tenían especie de rancherías permanentes. Poste­
riormente, hombres de otras zonas y viajeros durante la colonia,
se fueron estableciendo en esos lugares y muy lentamente se fue
formando el pueblo.55

La otra versión es contada por el señor Eladio A. Ramírez:

Se cuenta que el fundador del pueblo fue don Juan de la Colina, quien
traficaba desde la ciudad mariana (Coro) hacia Aroa y Barquisimeto

55 Wuilian Peraza, Entrevista José A. Zambrano. Tocuyo de la Costa,


febrero de 2005.

103
con arreos de mulas que transportaban artículos, tabaco y café.
Siempre traficaban por la población de Capadare… Luego llegaba
al paso de Luciano Secuencia cerca de la finca de los Egurrola (La
Alegría). De allí seguía hacia un camino real a la misión de los indios
Mapubares, para llegar al paso de Aroa. En una época muy lluviosa,
el río había inundado toda la zona.
Este señor desvió su camino y cogió la costa del mar, siguiendo la
vía del actual San Juan de Los Cayos, pasando por el punto llamado
El Mangle. Siguió un rastro de animales que bajaban a beber agua
en el río Tocuyo, donde acampó. Como los tomó la noche, fabri­
caron una “bora en tierra” (choza en forma de pirámide) para pasar
allí la noche. Como el camino les resultó más corto y había cerca
del río, caña y cambur silvestres y pasto para los animales, resolvió
hacer un rancho y realizar todos sus viajes por el nuevo camino. En
otro de sus viajes venía la señora del caporal del arreo, que estaba
embarazada y por coincidencia le tocó dar a luz en ese sitio, ese
caporal era don Juan de la Colina.56

José A. Zambrano, autor de Raíces de mi pueblo dice que la


segunda versión nombra la misión de los Mapubares, la caña y el
cambur, aparentemente silvestres, que es casi seguro eran remi­
niscencias de las siembras aborígenes. Esta narración afianza en
parte a la anterior.
En un discurso de orden redactado por Francisco Urquía L.,
y pronunciado por Gladis Urquía el 24 de septiembre de 1976,
se dice:

…La antigüedad de San Miguel de Río Tocuyo puede deducirse


que data del año 1560 en adelante y ello por hechos como los si­
guientes: cuando se construyó la Catedral de Coro, la madera que

56 Ibid.

104
se utilizó para ello, fue tomada en nuestras montañas circunvecinas,
las tiraban al río, para luego más tarde con las corrientes marinas,
llevarlas a las cercanías de La Vela o a los médanos de Coro…57

Zambrano también habla de las primeras incursiones de los


españoles al referirse a la fundación de los pueblos de la costa
oriental, y señala que hacia el año 1499 llega una expedición de
españoles comandada por Alonso de Ojeda… Después de atravesar
el Golfo Triste, los expedicionarios llegan a una hermosa bahía…
y al acercarse a tomar la costa los sorprende un ataque con flecha
y dardos por parte de los aborígenes que los rechazan… Ojeda
bautizará el lugar con el nombre de Puerto Flechado.
De acuerdo a las investigaciones de Zambrano, para el año
1594 la Corona española confirmará en los repartos de tierra al
hijo de don Martín de Arteaga –teniente Juan de Arteaga–, por
los servicios a la misma, las sabanas situadas a ambas márgenes
del río Tocuyo, cerca de su desembocadura; y tenía su hato entre
el estero y el río Tocuyo (asiento central de su posesión).
Ya para el año 1620, existe un pueblo llamado Río Tocuyo y
los Arteaga para esas fechas (también estaba Francisco Arteaga,
nieto de Martín Arteaga) mantenían su dominio a medias en las
tierras que le fueron concedidas en propiedad; tienen allí dentro de
lo suyo un pueblo con autoridades oficiales, civiles y eclesiásticas.
Hay mucha gente trabajando en las montañas de las riberas del
Río Tocuyo y ellos tienen que compartir espacio con los demás.
Además existen otros propietarios de haciendas que explotan cacao,

57 José Antonio Zambrano, Raíces de mi pueblo. Tocuyo de la Costa,


2000.

105
caña de azúcar, ganado, y todo lo que allí se pueda dar. Al frente,
hacia el mar, tienen un excelente puerto, Chichiriviche, que le
propicia sacar a otros mercados los productos de la zona, y al fin
terminan por ser unos hacendados más entre los otros.
El autor Zambrano indica que el pueblo de San Miguel del
Tocuyo o Tocuyo de la Costa (su nombre actual) fue, sin duda, el
de mayor importancia en la costa oriental del hoy estado Falcón
para principios del siglo XVIII. En todo su alrededor se daba
alguna actividad importante qué hacer, bien fuera agrícola, de
cría, de explotación de madera o comercial. La ciudad de Coro,
así como las islas de Curazao y Bonaire, se beneficiaron bastante
con los productos de esta zona.
Indica Zambrano que el pueblo ha estado situado siempre en
la margen derecha del río Tocuyo, como a seis kilómetros de su
desembocadura. Se cuenta que el río en sus frecuentes crecidas,
inundaba el pueblo. Cuando la creciente era muy grande se llevaba
las casas, y árboles enormes enteros pasaban flotando por las calles.
Antiguamente se llamaba parroquia San Miguel de Río Tocuyo,
como capital del hoy municipio Silva hasta que el general Arvelo se
llevó los títulos para Tucacas. San Miguel de Río Tocuyo perteneció
al estado Lara hasta 1910 cuando fue cambiado por Siquisique hoy
municipio Urdaneta. Para el año 1950, el pueblo estaba dividido
por nombre solamente en dos secciones llamadas Monte Oscuro
y Guallebo. Se desconoce la razón y origen de los nombres.
Tradiciones: al consultar a personas de Tocuyo de la Costa
sobre las tradiciones, esto señalaron en cuanto a la gastronomía:
La arepa de indio: la cual se hacía con cambur verde picado en
tajadas, asoleado y molido. Con esta harina se hacían las arepas.

106
Malarrabia: el cambur se muele bien fino luego de cocido. Esta
pasta se pone a hervir con agua y papelón y resulta un dulce color
grisáceo muy usado para brindar a las visitas en Semana Santa. El
cambur representa lo típico en comida para el tocuyano de la costa.
Arepa campeche: el maíz semitierno se molía sin cocinar y la
masa en forma de arepa, pero un poco más delgada, se ponía sobre
un budare hasta cocinarla, no se le llevaba a la brasa.
Mazamorra: se hacía con el maíz tierno o jojoto. Se molía el
maíz, la masa flojita se colaba con un trapo y después se le echaba
agua. Luego de colada se ponía a hervir y cuando comenzaba a
espesar, se le echaba papelón. Al rato estaba lista la mazamorra.
En cuanto a la música: entre los instrumentos utilizados están
las maracas, la marimba, la tambora, el furruco, el “carángano” (se
tocaba únicamente en Semana Santa), flautas, piticos de hierba.
Dentro de los ritmos se pueden nombrar: los aguinaldos, el con­
trapunteo, décimas, baile de San Juan (ya no se realiza), versos de
la Cruz de Mayo. Durante el velorio de cruz se cantaban salves,
romances, estribillos y guarapos. También celebran la Fiesta de
Los Locos.

107
MOMENTO IV
LA INTERCULTURALIDAD EN EL
ESTADO FALCÓN58

Tus ojos de tigre, tus ojos ahumados


expresan tristezas, expresan pesares.
Quiero a Dios pedirle humilde deseo:
que al cielo se eleven, que se tornen vivos.
Alejar por siempre lo que en ellos veo:
terrible amargura, inmensa agonía.

¿Alguna vez rieron? Me atrevo a dudar.


Que el semblante hosco cambie por ternura.
Quiero tantas cosas al cielo pedir.
Pedir que tu voz al cantar la salve,
pavana, estribillo, repique, repique
hasta ensordecer a todos aquellos
que niégante siempre un poco de amor.

Insensible está la piel de tus dedos,


tocan el pandero y hasta el cinco y media.
No es música que a otros invite a bailar,
es música triste y esperanzadora,
que ofrenda a la Virgen sus más bellas notas.

Le cantas al Niño que lleva en sus brazos


pidiendo constante te traiga la paz.
Fulvia Polanco Bravo

58 Fulvia Polanco Bravo y Reina Álvarez C., La interculturalidad en el estado


Falcón. Cuaderno No 4. Coro, Asociación Cultural José Leonardo Chirino.
Red Afrodescendiente de Venezuela, Capítulo Falcón, 2012.

109
Amigos docentes del estado Falcón:
Este cuarto cuaderno de divulgación histórica, literaria y cul­
tural del estado Falcón va dirigido a ustedes, quienes día a día en
las aulas de las escuelas falconianas, trabajan en una de las labores
más elevadas que tenemos: educar, formar a los nuevos ciudadanos
del país, lo cual lleva inmerso también, el inculcar valores relativos
a nuestra identidad como pueblo.
La bravía tierra falconiana, pueblo de costumbres y tradiciones,
en donde convergen tres elementos civilizatorios característicos,
los cuales nos permiten reflexionar sobre la importancia que tiene
para nosotros lo que se ha llamado interculturalidad. La presente
compilación es una breve muestra del legado ancestral que repre­
senta parte del patrimonio inmaterial de nuestra entidad, y el cual
nuestros niños, adolescentes y comunidad toda debemos conocer.

La Sierra de San Luis: asentamiento de comunidades


indígenas y afrodescendientes

La serranía de San Luis –llamada en el pasado “Sierra de los ji­


rajaras”– está ubicada al sur de la ciudad de Coro, y en la zona
central del estado Falcón. Forma parte del sistema montañoso
coriano que cubre un área de 390.000 hectáreas. Comprende los
municipios Bolívar, Petit, Sucre, Federación y Unión.
Se le describe como montañas que van desde los 200 metros
sobre el nivel del mar, hasta cimas escarpadas que llegan a los 1.500
m.s.n.m. Parte de este sistema se encuentra arropado en formas
especiales de administración, como es el caso del Parque Nacional
Juan Crisóstomo Falcón, que abarca 20.000 hectáreas.

110
En este parque se preservan importantes bosques húmedos
y nublados que garantizan el recurso hídrico de la zona. Constituye
un área de vital importancia para el estado, ya que es allí donde
se encuentran las nacientes de los ríos Mitare, Acurigua, Hueque,
Ricoa, que alimentan las represas de Hueque, Barrancas y El Isiro,
asegurándose así el agua para la supervivencia de las poblaciones
de los municipios Miranda, Colina, Zamora, Tocópero, Urumaco,
Carirubana, Falcón, Los Taques, y de las refinerías más grandes de
América Latina: Amuay y Cardón.
Dentro de sus linderos también se encuentra la microcuenca
de Curimagua (hoya de Curimagua), caracterizada por una agreste
topografía donde se observan cuevas en las cuales se han desarro­
llado grandes salones y sinuosas galerías por efecto de la acción
de las aguas sobre las rocas calizas. Esta dinámica hidrogeológica
ha traído como consecuencia la formación de grandes lagos sub­
terráneos, entre los que se encuentra el Rito Acarite, el mayor
lago subterráneo que se conoce en Venezuela. Las tierras del valle
de Curimagua se caracterizan por su enorme fertilidad. Ya desde
la época de la colonia, los españoles eran dueños de grandes ex­
tensiones de tierra (trabajadas por la mano de obra esclavizada),
excelentes para el cultivo de café, cacao, naranja y otros rubros.
Son muchos los pueblos de origen aborigen y afrodescendiente
ubicados en La Sierra de San Luis, entre los afro se puede men­
cionar: Macuquita, Santa María, La Chapa, La Ciénega de Las
Casas, La Soledad de Uria, San Joaquin, San Diego, Santiago, Acarite,
Santa Lucía, El Trapichito, La Cañada, San Lorenzo, Curimagua,
Macanillas, Los Patiecitos, San Juan de Ulúa, El Carmen, Los
Peladares; La Ciénega, Cabure, San Hilario, El Ramonal, y cerca
del cerro Iracara: Pueblo Nuevo, San Pablo, Macuare.

111
Jirajaras

El territorio que constituye hoy el estado Falcón estaba poblado


en tiempos de la conquista por numerosos pueblos indígenas que
pertenecían en su mayoría a las naciones de los caquetíos, jirajaras,
ayamanes y ajaguas. Los jirajaras que moraban en las montañas
de Falcón eran los mismos con sus vecinos de igual nombre que
ocupaban la parte del propio sistema orográfico, comprendida
entre los llanos de Carora y el lago de Maracaibo.
Los jirajaras habitaban la mayor parte de la región montañosa
de Falcón, especialmente La Sierra, o sea la alta de San Luis
–que por eso se llamó en el siglo XVI “Sierra de los jirajaras”–, al
sur de Churuguara, también la región meridional de los actuales
municipios Buchivacoa y Democracia (montañas de Cacicure y
Pedregal); la totalidad de los municipios Bolívar y Petit; la parte
meridional montañosa de Miranda y Colina, y las montañas sur-
occidentales de Zamora y Acosta.
Para algunos historiadores falconianos, los jirajaras pertene­
cieron a la familia betoye, cuyo dialecto hablaron, y formó parte
de los hábitos y costumbres que caracterizaron la unidad lingüística
y geográfica de esta civilización. Fueron hombres de constitución
robusta, recios estructuralmente, de notable resistencia física, há­
biles para los asaltos a aldeas vecinas, de marcadas inclinaciones
guerreras por lo cual fueron muy temidos, principalmente por los
caquetíos, cuyas aldeas saqueaban, tratando también y algunas veces
lo lograron, de invadir a Coro. Los cronistas señalan el carácter
belicoso de los jirajaras, indicando entre sus características la viveza,
alegría, laboriosos y de valor extraño… inclinados a la guerra.
No siempre los jirajaras dieron estabilidad a sus asenta­
mientos, teniendo fuerte inclinación por la vida nómada. Buenos

112
cazadores, expertos agricultores, muy favorecidos por la fertilidad de
sus tierras. Los jirajaras no tuvieron tendencia a la adoración
de ídolos, pero existen opiniones, como la del historiador Pedro M.
Arcaya, quien dice que creían en la existencia de dos deidades, una
mayor, creadora del mundo y otra menor, que bajó del cielo a la
tierra a transmitir el linaje humano que desapareció en el diluvio.59

Ajaguas

Los ajaguas estuvieron regados por la zona meridional de los ac­


tuales municipios Buchivacoa, Democracia y Federación, con
cierto predomino en las montañas de Pedregal.
De acuerdo a la investigación de algunos historiadores, los
ajaguas formaron parte de la rama nuarhuaca. Siempre enemigos
de los vecinos, los cuyones, respetándose y estando pendientes,
con una desconfianza tal que caminaban generalmente por los
arroyos para no dejar huellas. Se dedicaban a la agricultura y a la
pesca. Carácter turbulento; fueron montaraces, agresivos y astutos.
No tuvieron caciques definidos ni costumbres ni religiones propias.
El historiador Alfredo Jahn en su obra Los aborígenes del occidente
de Venezuela60, menciona al padre Rivero (Historia de las Misiones),
quien de los ajaguas señala: “Son personas bien proporcionadas
y apuestas; robustas, su cabello es abundante y muy largo. Se
puede observar esto tanto en las mujeres como en los hombres”.

59 Pedro Manuel Arcaya, Historia del estado Falcón. Caracas, Gráficas


Río Orinoco, 1977.
60 Alfredo Jahn, Los aborígenes del occidente de Venezuela. Su historia,
etnografía y afinidades lingüísticas, 2012. En: https://es.scribd.com.

113
Más adelante agrega que los achaguas (ajaguas) son afables y su­
misos, y con más capacidad y viveza que otras naciones; y se pudo
constatar esta verdad con el hecho de que de los pueblos que están
en las reducciones han sido más en número los adultos que se
han bautizado, no obstante tener vicios formidables que hacen
dificultosísimas sus conversiones, siendo una de ellas la poligamia.

Ayamanes

El territorio de los aborígenes ayamanes se extendía a los actuales


municipios del estado Falcón, Democracia, Sucre, Federación,
Unión y Silva; y en lo que corresponde al estado Lara estaban
desde Río Tocuyo y Atarigua vieja (donde se conservó durante
mucho tiempo la costumbre de tocar la guarura con las manos).
La movilidad en su territorio era una de las características prin­
cipales de los ayamanes, lo cual le confirió una extraordinaria
relación con su medio, con la naturaleza: flora, fauna, caminos,
aguas, tierra y hombre conformaron una unidad vital, armoniosa
y fecunda, entre el ayamán y la naturaleza. Esa relación del in­
dígena ayamán con su mundo vegetal fue muy estrecha y rica en
posibilidades de uso con la fibra del cocuy (dispopo) y del sisal,
de las cuales hacían chinchorros; de varias maderas se construían
el cañón para el techo, las trojas y barbacoas para guardar el maíz
y otros frutos. De madera también elaboraban taburetes, bateas,
cucharas, herramientas para la cacería y la guerra: arcos flechas y
macanas. De algunas plantas utilizaban sus raíces, cortezas, semillas,
frutos y hojas para las medicinas.
Con la fibra de algunas plantas elaboraban sombreros. También
obtenían tintas para teñir los hilos de sus tejidos y para adornos

114
del cuerpo. Frutos para la protección contra peligros de la tierra
o sobrenaturales. De carrizos construían instrumentos musicales
(flautas). Sus viviendas eran de poca altura, construidas cerca de
las aguadas de corriente naturales o pozos. Con la llegada de los
españoles llegó la incorporación del ganado menor a su economía,
al agregarle a su casa un pequeño corral para la cría de cabras. Ellos,
además de ser prósperos agricultores, se ejercitaban también para
las artes de la guerra y poseían para ello una cierta organización
y hábitos: entre algunas de sus expresiones culturales destacaba el
Baile de las Turas.
Este grupo étnico conservó con tenacidad su idioma aun después
de colonizado y sometido, de modo que entre sus descendientes se
conservaron frases y términos que sirvieron de base para el estudio
lingüístico de aquel dialecto, que nos lleva a la conclusión de que
los ayamanes hablaban una lengua que correspondía a la familia
tupí, afín, por consiguiente, del guaraní del Paraguay y el Brasil.

Caquetíos

Los caquetios poblaban la parte llana y estéril, próxima a la costa


del mar, desde las orillas del lago, frente a Maracaibo, hasta poco
más al este de la boca del Yaracuy, incluyendo la península de
Paraguaná; de modo que esta nación aborigen habitaba los an­
tiguos distritos Miranda del estado Zulia y en el estado Falcón,
Buchivacoa, Democracia y Miranda en su parte baja, todo Falcón
(Paraguaná), gran parte de Colina, las costas y parte de Zamora,
hasta la boca de Ricoa y más al este, el resto del mismo, es decir,
sus grandes sabanas, la sección norte de Acosta y todo el litoral

115
de Silva. Procedían de un tronco arawaco que proviene quizás de
las altiplanicies “andinas”.
Los indígenas, adoctrinados en los principios de la religión ca­
tólica, jugaron un importante papel en la consolidación de Coro en
época colonial. Fueron dispersados, exterminados en gran medida,
durante la contienda emancipadora, quedando desolados casi
por completo sus antiguos pueblos, sin contar con las penas que
padecieron por la sed de oro del blanco que vio al indígena como
objeto de explotación.
Utilizaban el algodón y otros productos fibrosos para la ves­
timenta y los chinchorros. Elaboraban casi todos los utensilios
domésticos con barro cocido. De la cultura caquetía todavía se
encuentran los nombres en los distintos pueblos como son: Miraca,
Jurijurebo, Cayeruba, Guacuira, Sicaname, Machuruca, Matividiro,
Maitiruma, Misaray, entre otros.
Se han encontrado restos de cerámica, alfarería, conchas ma­
rinas que señalan la cultura, política y economía de los caquetíos;
estos fragmentos se hallaron en donde existieron asentamientos
indígenas. Actualmente, la mayoría de los pueblos conservan
topónimos indígenas como nombres y los habitantes, en parte,
sus tradiciones.
En cuanto a lo social: la familia es considerada como la unidad
económica de este pueblo. Se adapta la producción a las necesi­
dades del clan, con el padre como autoridad; el grupo familiar
era mucho más grande que el actual en nuestra sociedad, ya que
incluye a todas las personas con un antepasado común.
A los caquetíos les agradaba usar muchos zarcillos en sus orejas,
boca y tabique nasal, los lucían combinándolos con collares de

116
conchas marinas muy finas y hasta de oro, lo que despertaba los
sentimientos ambiciosos de los conquistadores.
El cacique adornaba su cabello con llamativos plumajes. Los
caquetíos vivían en chozas pequeñas, con una sola entrada, dentro
tenían hamacas que fabricaban perfectamente; algunas de estas
comunidades alcanzaban la denominación de ciudad o villa, las
cuales han desaparecido, pero muchas reaparecieron con el mismo
nombre y en el mismo lugar.
La población caquetía tenía rasgos característicos que, gracias
a los historiadores, hoy en día son conocidos: los hombres eran
de cuerpo fuerte, bien desarrollados, robustos, de mediana es­
tatura, aunque se podían encontrar de tallas muy grandes. Los
españoles conocieron algunos de ellos en Curazao, es por ello
que la denominaron la Isla de los gigantes. Las mujeres eran
muy hermosas, con largos cabellos y uñas fuertes, eran ágiles y
resistentes a las jornadas diarias, con colores de piel bronceada
y cara sin vello.
Los caquetíos reservaban, para la época de lluvia, trajes
y trueques, pescado salado y carne ahumada, entre otras; luego
eran repartidas de acuerdo a las necesidades del grupo. Cambiaban
maíz y oro por sal y tabaco.
En excavaciones realizadas se han encontrado figuras talladas
y collares de conchas y cuarcitas, lo que muestra que sus objetos
personales eran enterrados junto al cadáver.
Entre las cualidades morales de los caquetíos se destacan:
amistad, generosidad y hospitalidad, respeto, obediencia pacífica;
despreciaban el engaño y la traición, ya que eran muy leales en
todo. Siendo estos defectos castigados con azotes y hasta con la

117
muerte. Durante las cacerías no era permitido disparar o atacar
a un animal dormido, pues era considerado como traición.
Los caquetíos no tuvieron códigos formales, pero sí se regían por
ciertas normas que conducían su vida y se resumen en: no matar
a otro de la misma casta, no negar los bienes que se le pidan, no
tomar las cosas ajenas, no desear las mujeres de los demás, tener
paz y amistad con los otros, dar de comer a los visitantes.
Organización territorial: su capital fue Todariquiva, era el
nombre histórico de la comunidad del territorio y estaba situada
al noreste de la recién fundada Coro.
Aldeas: de Todariquiva hacia el norte, isla de Coquivacoa
(hoy península de Paraguaná), existían: Chamuriana (Santa
Ana), Miraca, Cayerúa, Humaque y Hurihurebo. Hacia el este
Cumarebo, Carora, Sauca, Paraguachoa, Río Tocuyo, Martiníco
y Xaraguas o Xaraxaraguas. Hacia el oeste Cacicure, Mitare,
Caracho, Zazárida y Capatárida. Hacia el sur Sierra de los jira­
jaras (Sierra de San Luis), en el pie de monte existía: Guaybacoa,
Tomodare y Caujarao.
Actualmente en su mayoría están abandonados. La capital era
la más grande, seguida de los inmensos pueblos de Miraca en la
península de Parguaná y Caicure en la vía hacia Maracaibo, el
resto son aldeas pequeñas en población.
Alfarería: era un oficio propio de la mujer, confeccionaban
siguiendo el método del enrollado; existen vasijas con bases anu­
lares caladas abiertas y cerradas; vasijas, esfingies, ollas con cuellos
acintados, apéndices geométricos y zoomórficos; y otras con ele­
mentos incisos, punteados, semirelieve; las pintas son de negro
y rojo sobre blanco. Hay uso de línea recta paralela, rectangular y
triangular, y figuras curvilíneas.

118
Cerámica: la herencia que nos dejaron los indígenas se basó en el
barro de loza que era utilizado para moldear tejas, tinajas, budares,
jarros, olletas, platos, pocillos. Los centros donde se producía era
en Miraca y Pizarral, el primero fue una de las aldeas caquetías.
Viviendas: eran por lo general de forma cónica y muy espa­
ciosas. También existieron los palafitos, aquellos que fueron vistos
por Alonso de Ojeda en 1499 cerca de la Punta de Macolla en
Paraguaná. Los palafitos eran hechos con un armazón de madera
y con palma sus costados y techo; el caquetío al abandonar su
asentamiento destruía sus viviendas o bohíos prendiendo fuego.
Las viviendas comunales tenían paredes rodeadas de horconcetes
de nueve o diez pies sobre la tierra y luego eran cercadas de cañas
atadas con un bejuco, con gran cantidad de paja larga se cubre.
Curanderos: al curandero le designaban el nombre de boratío el
cual estaba encargado de sacarles del cuerpo el mal que los aquejaba.
Cuando un caquetío estaba enfermo se llamaba al boratío; este
se iba hacia la hamaca donde estaba el enfermo y le preguntaba
qué le dolía; le recomendaba que tuviera confianza en que él lo
iba a sanar.

¿Cómo llegaron a la Sierra de San Luis


los esclavizados(a) procedentes de África?

Macuquita

Indica el cronista oral Juan Ramón Lugo en su obra A propósito


de doscientos años de olvido, al referirse al origen de este pueblo,
primer asentamiento de africanos en Falcón, lo siguiente.

119
A finales del siglo XVI naufragó un barco cerca de la isla de Cu­
razao, procedente de África. Su capitán se llamaba Gil Dirinot; él
logró salvarse. Al llegar a tierras curazoleñas y pasados algunos días,
preparó una fuga con un grupo de esclavizados. Para ello robaron
unas embarcaciones a los amos y tomaron rumbo al sur.
Luego de navegar, desembarcaron en costas venezolanas, específi­
camente en lo que hoy es el municipio Zamora. Al pisar tierra
firme, continuaron nuevamente rumbo al sur. Al cabo de varios
días llegaron a un riachuelo que en la actualidad se conoce con el
nombre de la quebrada de Consolao. Es de suponer que la travesía
desde Zamora a Consolao resultó penosa para esta gente, si se toma
en cuenta las características topográficas de la región, ya que eran
selvas intrincadas, además, la presencia de animales salvajes.
Al sur de este riachuelo fundan un caserío al que le dieron el nombre
de Consolao, conocido actualmente como Macuquita. Allí se insta­
laron. Este pueblo creció con los guineos y los loangos de África; y
así se formaron diversas aldeas, entre las que estuvieron: La Sabana,
el Ojo de Agua, La Sibucara, El Charal, El Puyoso.
Para el siglo XVIII Macuquita contaba con numerosas aldeas: El Arco,
fundada y habitada por loangos; La Canoa, creada por Domingo
Guzmán Guillermo, nacido en una aldea vecina llamada Guanare,
la cual también fue fundada por los loangos. Este grupo de loangos
fue devastado por los blancos; se les persiguió por considerarlos in­
volucrados en el movimiento insurreccional de los esclavizados en
el año 1795. Otras aldeas fueron: Marache, Maguaray, Caguapana,
El Cedro, Los Rolos, Agua Clara, Las Tablas. De todas estas aldeas la
única que queda en esta zona es La Guinea (Macuquita).
Los africanos(as) instalados en Nueva Guinea supieron de otros que
estaban en un sitio denominado El Tinglado; de estos esclavizados,
unos eran encadenados, otros encerrados como bestias. Los de más
confianza asoleaban el oro de los Colina. Los encadenados estaban
para la venta y también se les adiestraba para que sirvieran a sus

120
amos (en haciendas del Valle de Curimagua, y en haciendas de otras
zonas como Cabure, San Luis).61
Los africanos instalados en La Guinea no fueron formados en
El Tinglado para servir al amo como si lo fueron los demás: los
seguidores de Gil Dirinot no fueron objeto de compra. Y ello se
explica porque los esclavizados fugados de Curazao eran libres
al llegar a costas venezolanas, es decir, ellos eran cimarrones.
Hoy Macuquita –primer asentamiento afrodescendiente del
estado Falcón– es un pueblo ubicado en la parroquia Guzmán
Guillermo, municipio Miranda. Se encuentra a 28 kilómetros
(unos 45 minutos) de la ciudad de Coro; ubicado en la vertiente
norte de la Sierra de San Luis. Posee una altura que oscila entre los
350 a 500 m.s.n.m., con una temperatura según la época del año,
que varía entre 16 y 31 ºC; y de topografía 100% accidentada.

Macanillas

Antigua hacienda donde se gestó el movimiento insurreccional


de esclavizados liderados por el zambo José Leonardo Chirino.
Macanillas sirvió de escenario para las reuniones de los esclavizados
comandados por Chirino, quienes en forma sigilosa, preparaban
el alzamiento contra los amos desde meses atrás. La hacienda per­
tenecía a la familia Chirino, y estaba abandonada debido al litigio
entre familias por la tenencia de la misma. Esto fue aprovechado
por Chirino y así llevar a cabo los preparativos de la insurrección.
Macanillas y los caseríos aledaños a esta antigua hacienda,
como son El Palenque, Los Patiecitos, San Vicente, San Juan de

61 Juan Ramón Lugo, A propósito… Op. Cit.

121
Ulúa, El Carmen, Los Peladares, están ubicados en la parroquia
Curimagua, municipio Petit, Sierra de San Luis. Se caracterizan
por presentar rasgos de bosque deciduo y selva nublada. Están
localizados entre las cimas montañosas ocupadas por vegetación
autóctona como ipiro, guamo, naranja, café.
La mayor parte de sus pobladores son descendientes de los es­
clavizados de las antiguas haciendas del Valle de Curimagua. Una
buena parte de esta población (adulta y de la tercera edad) aún se
ocupa de cultivar la tierra y trabajar los conucos, donde siembran
maíz, caraotas, quinchoncho, cambures, y algunas verduras como
el apio, ñame, auyama, y otros.

Cimarronaje, héroes y heroínas afrodescendientes

Para el investigador Jesús “Chucho” García, el cimarronaje fue


una actitud de los y las africanas esclavizadas para luchar contra
el sistema esclavista. El cimarronaje se caracterizaba por una lucha
frontal contra los esclavizadores, por parte de los y las esclavizadas
para lograr su libertad.62
Las personas esclavizadas huían de los sistemas carcelarios lla­
mados haciendas de cacao u otras unidades productivas. Algunas
veces, la fuga, la huida o el enfrentamiento era individual, otras
veces en pareja o en colectivos.
Cuando los esclavizados huían al monte, los esclavistas le co­
locaron el nombre de cimarrones. Al estar alejados de la hacienda

62 Jesús “Chucho” García, Aprendamos de la historia y la cultura


afrovenezolana. Caracas, Red de Organizaciones Afrovenezolanas-
Fondo de Canadá para Iniciativas Locales (FICL), 2004, pp. 15-16.

122
construían espacios liberados llamados cumbes. Existieron cumbes
como La Chapa (La Sierra-estado Falcón), Taguaza y Ocoyta
(Barlovento-Miranda), La Troja (La Guajira-Zulia).
Hombres y mujeres sometidos al calvario de la esclavización
se levantaron para recobrar su libertad, su derecho a ser persona,
a tener una familia, una sociedad más justa e igualitaria. Vemos
algunos ejemplos:

Miguel de Buría

Asimismo, “Chucho” García, sostiene que Miguel de Buría era


un africano esclavizado en Puerto Rico y trasladado a las minas de
Buría (entre Barquisimeto y Nirgua) para trabajar en las Minas de
Oro. El 22 de diciembre de 1552 se levantó contra la explotación
a que era sometido por el sistema colonial. Miguel formó una
alianza con los jirajaras y gayones, aborígenes que estaban en las
mismas condiciones de esclavitud.63
Estableció alianza con los indígenas jirajaras y gayones de la
zona del estado Lara y con los africanos esclavizados para exigir su
libertad ante el intenso trabajo a que eran sometidos en el trabajo
de las Minas de Oro en el pueblo de Buría. Este hecho es con­
siderado el primer levantamiento contra la explotación colonial
en Venezuela.
Miguel de Buría marcha hacia Barquisimeto y allí muere en un
enfrentamiento ante la superioridad bélica de los españoles. Este fue

63 Ibid., pp. 16-17.

123
el primer gesto libertario de los y las africanas y sus descendientes
en territorio venezolano.

Juan Andrés López del Rosario “Andresote”

Igualmente, “Chucho” García expone que Andrés López del


Rosario, conocido como Andresote64, fue un afrodescendiente
de Nirgua que se levantó contra el monopolio de la compañía
Guipuzcoana que comenzó funcionar en el país en 1728. Los vascos
eran dueños de esta compañía que contrató la Corona española para
combatir el contrabando y al mismo tiempo comenzaron aplicar
un sistema de terror contra los africanos y sus descendientes que
habían logrado su libertad. Esta compañía azotaba a comerciantes
y a la población en general para apoderarse de toda la producción
cacaotera y otros rubros.
Andresote, conjuntamente con otras personas de la región,
se levantó en 1732 y comienzó a sabotear las acciones de la
Compañia Guipuzcoana. Su radio de acción era el río Yaracuy
que desembocaba en Aroa, la zona que es hoy el municipio Veroes,
San Felipe, entre otros sitios.
Andresote, nunca fue apresado, y su movimiento constituyó
el primer alzamiento antimonopolista en la historia de Venezuela.

64 Ibid., p. 17.

124
La rebelión de los congos y loangos

De la misma manera, según “Chucho” García, en 1749 se planificó


desde los Valles del Tuy y la ciudad de Caracas una rebelión para
combatir el colonialismo español y construir una sociedad distinta
a la sociedad colonial que se sustentaba sobre la esclavitud.65
Los esclavizados aprovecharían las celebraciones del día de
Corpus Christie y el día de San Juan. El epicentro era San Francisco
de Yare y puntos estratégicos del centro de la ciudad de Caracas
como la Esquina La Pelota. Esta rebelión fue desmontada por los
organismos de seguridad del régimen colonial. En caso de que
esta rebelión hubiese triunfado el cuadro del poder quedaría así:
Francisco Loango (teniente general), Manuel Loango (alcalde),
Simón Loango (procurador).

Los cimarrones en Barlovento

Barlovento es una subregión del estado Miranda donde existían


muchas haciendas de cacao y al mismo tiempo los esclavizados
que trabajaban esas haciendas eran sometidos a humillaciones
y duros trabajos. Un día uno de los esclavizados llamado Guillermo
Rivas se sublevó y con su compañera Manucha Algarín decidieron
escaparse desde el pueblo de Capaya hasta las montañas del Mango
de Ocoyta (municipio Acevedo). En ese lugar construyeron el
llamado Cumbe de Ocoyta, es decir un lugar bien apartado donde
podían reconstruir su familia y vivir en libertad.66

65 Ibid., p. 18.
66 Ibid.

125
Guillermo Rivas junto con otros cimarrones visitaban otras
haciendas y liberan a los esclavizados de lugares como Panaquire,
El Limón. Esta gesta libertaria de Guillermo Rivas permaneció tres
años, es decir, desde 1768 hasta 1771, cuando el ejército español
los enfrentó con armas muy superiores a los de ellos y los derro­
taron. Este es el primer grito de libertad en Barlovento de las y los
africanos y sus descendientes. En Barlovento, a finales del siglo
dieciocho, otro cimarrón llamado Miguel Gerónimo Guacamaya
huyó de Mamporal y estableció el Cumbe de Taguaza (ubicado
hacia la vía de Aragüita) conjuntamente con su compañera llamada
Josefina Sánchez.

José Leonardo Chirino

José Leonardo Chirino, hijo de un esclavizado de los terrate­


nientes Chirino y de una aborigen libre, nació en la Casa de los
Cueros, calle de la Iglesia (hoy Paseo Talavera, en Coro), en la
vivienda de don Juan Manuel Chirino, gran exportador de pieles.
El padre de José Leonardo, de nombre Juan Cruz –“Goatú”–
llevaba también el apellido de su amo. Su madre, una caquetía,
se llamaba Cándida Rosa.
José Leonardo era un afroaborigen que trabajaba como jornalero
y colono arrendatario en las haciendas de los dueños de su padre
y en las de José de Tellería, propietario este último de la esclavizada
María Dolores, con quien Chirino había contraído matrimonio.
Sus hijos/as tenían por nombres: María Biviana, José Hilario y
Rafael María. En razón del principio esclavista “vientre esclavo
engendra hijos esclavos”, eran propiedad de la familia Tellería.

126
A partir de 1790 los representantes del estado colonial co­
menzaron a cobrar en dinero, y no en especies, el tributo pagado
por los aborígenes demorados; los agentes del fisco se esforzaron
igualmente en cobrar por anticipado el impuesto de alcabala sobre
los frutos de la tierra cultivada por los esclavizados. Por esa misma
fecha llegó a Coro como recaudador de impuestos Juan Manuel
Iturbe, quien cometía abusos al cobrar los mismos. El derecho de
alcabala debía extenderse a todas las transacciones, por pequeñas
que ellas fuesen. Luis Bárcenas, administrador de la Aduana de
Caujarao, recibió órdenes de cobrar anticipadamente el derecho
de alcabala a todos los que bajaran de La Sierra.
Las declaraciones rendidas por José Leonardo Chirino ante la
Real Audiencia de Caracas durante su juicio, demuestran que
la lucha por la supresión de los tributos, directos o indirectos,
compartida por la masa general de la población, constituían una
de las reivindicaciones más importantes de la insurrección:

Allá hacia Curimagua hay muchos alcabaleros, y si uno va a


comprar una resecita a Baragua u otra parte, paga la alcabala allá,
y en cuanto pasa por el pueblo de San Luis, aunque no venda en
él la res, se la aforan y vuelve a pagar la misma alcabala, luego trae
la resecita a Curimagua y la vende por panelas, porque allí no hay
dinero y baja con las panelas, y cuando llega a Caujarao le quitan
una prenda y le dan una papeleta, y ha de traer otra de la adminis­
tración, y si no la trae en aquel día, porque tal vez no pudo vender
o se dilató por otro motivo que no pudo venir, el alcabalero de

127
Caujarao vende la prenda y se queda con ella aunque valga más
que la alcabala.67

Ya desde marzo de 1795 empezaron los esclavizados –coman­


dados por José Leonardo– a reunirse en las haciendas El Socorro
y Macanillas. El 10 de mayo estalla la rebelión de los esclavizados
en Macanillas… da comienzo la insurrección. Había que acabar
con la esclavitud. El fuego de la sublevación se desplaza por las
tierras de los amos. Enarbolaron su bandera de la revolución: una
tela morada. Acordaron la marcha hacia Coro partiendo de la
hacienda Macanillas –como a las cuatro de la tarde del día once
de mayo– José Leonardo ordenó a su oficial Juan Cristóbal Acosta
que avanzara hasta Coro.
Acosta emprendió su marcha por la cumbre de Quiragua como
con doscientos hombres. Se le incorporaron luego como sesenta
hombres que bajaron del partido de San Diego por el caño de
Güide, y todos juntos llegaron a la Aduana de Caujarao, aproxima­
damente a las dos de la madrugada. Mientras tanto José Leonardo
se quedó en la serranía, y por su modo de obrar, es de suponer que
él confiaba o esperaba algún apoyo de gente hacia las montañas de
Santa María y Macuquita…68 De acuerdo a los estudios realizados
por los entendidos en este tema, José Caridad González brindó
apoyo a los insurrectos. Fue muerto por los españoles al sospechar
su intervención en el alzamiento. En años anteriores había jugado

67 Josefina Jordan, Documentos de la insurrección de José Leonardo Chirino.


Caracas, CONAC. Fundación Historia y Comunicación, 1994.
68 Diario de Manuel de Carrera, 02 de junio de 1795, Hacienda
El Socorro.

128
papel importante en la defensa de las tierras de Macuquita, lo­
grando liderar el grupo de loangos que labraba esas tierras, hasta
el punto de conseguir en España, una Real Cédula favorable a la
causa o reclamo.
La Toma era el sitio en donde el Zambo Chirino había acordado
se encontraría con sus oficiales… por el Camino Real que sigue
la orilla del río Grande… Caujarao: sitio de la primera batalla por la
libertad en América. Luego de la muerte de los esclavizados en una
lucha desigual en el Cerro de Buena Vista, le fue puesto precio
a la cabeza de José Leonardo. Hacia el mes de agosto de ese mismo
año fue apresado en Baragua al traicionarlo un amigo. El 10 de
diciembre de 1796, la Real Audiencia de Caracas declaró que:

el zambo libre José Leonardo Chirino es reo principal y confeso


de la expresada sublevación, y le condenaban a muerte de horca…
veri­ficada su muerte, se le cortará la cabeza y sus manos, y se
pondrá aquella en una jaula de hierro sobre un palo de veinte pies
de largo en el camino que sale de esta misma ciudad por tierra, para
Coro, y pasa por los valles de Aragua; y las manos serán remitidas
a Coro, para que una de ellas se clave en un palo de la propia altura
y se fije en la inmediación de la Aduana de Caujarao… y la otra en
los propios términos en la altura de La Sierra, donde fue muerto
D. José de Tellería…

La sentencia se ejecutó el día 17 del mismo mes y año.


Esta rebelión es catalogada, según la historia oficial, como la
primera rebelión preindependentista. Hoy los restos simbólicos de
José Leonardo Chirino reposan en el Panteón Nacional.

129
José Caridad González

El cultor ya fallecido Juan Ramón Lugo, en su obra A propósito


de doscientos años de olvido69, al referirse a González señala que
hacia 1790 surge un representante de Macuquita, de nombre José
Caridad González, traído de las costas de África a Curazao y quien
se fugó muy joven y llegó a Coro. Tomó a su cargo José Caridad
la defensa del grupo loango que labraba las tierras de Macuquita,
pero que les impedían cultivar los terratenientes don Juan Antonio
Zárraga y su yerno don José Zavala de Coro, quienes aseguraban
ser los dueños de aquellas fértiles tierras. Aconsejado por el doctor
Pedro Chirino, González se dirigió a España, de donde logró traer
una Real Cédula en sentido favorable a su causa o reclamo. Con
esta acción aumentó la influencia de González sobre los loangos
y adquirió renombre entre ellos; y se propuso sustituir a Domingo
Rojas en la capitanía que este desempeñaba, mas no lo consiguió.
Lo que si ocurrió fue la conformación de dos compañías: una al
mando de Rojas y la otra, al de González.
Al referirse a la personalidad de González, Josefina Jordán en
su compilación sobre los documentos acerca de la insurrección de
Chirino, cita a Manuel de Carrera, indicando que era un loango
de genio vivaz, ágil y activo, hablaba varias lenguas: el español, el
loango, el papiamento de Curazao y algo de francés. Contribuyó
en gran medida a la fuga de otros loangos de la isla de Curazao70.
Estas acciones que permitieron que numerosas partidas de

69 Juan Ramón Lugo, A propósito… Op. Cit.


70 Josefina Jordán, Documentos… Op. Cit., p. 45.

130
esclavizados fugitivos alcanzaran la libertad, le hicieron ganar el
respeto de sus hermanos de etnia. Indica más adelante Josefina
Jordan:

…era un representante legítimo de la pobrecía negra coriana y sin


duda alguna era un sujeto del cambio social… visto a la luz del
conocimiento de experiencias actuales, su vida tiene un tinte muy
parecido a los revolucionarios de hoy día…71

El hecho de que José Caridad González lograra enfrentarse


a los terratenientes Zárraga y Zavala de Coro, se constituyó en el
inicio de las luchas contra el latifundio en nuestro país (antigua
Provincia de Coro), sin embargo jamás ha sido dado a conocer
a los niños, ni a los jóvenes en las escuelas y liceos venezolanos.
Es de destacar que Juan Ramón Lugo también indica en su
obra la importante participación de José Caridad González en la
insurrección de José Leonardo Chirino, a través de un buen número
de loangos de Macuquita, pero a quien las autoridades de Coro
dieron muerte al sospechar su participación en el levantamiento.

Antonio Maceo: “El Titán de Bronce”

Señala el doctor Mario Briceño Perozo que hacia 1827 parte de


Venezuela Marcos Maceo y llega con su madre –Clara Maceo–
y sus tres hermanos a Santiago de Cuba:

…con el ánimo de perdurar, de asirse con amor a una nueva


patria. Ellos eran mulatos libres nacidos y criados en Acarigua, una

71 Ibid.

131
comarca de labriegos, plena de bosques, situada en jurisdicción de
La Vela, en la antigua Provincia de Coro. La faena agrícola en que
habían templado sus fuerzas en la aldea coriana, la emprenderían
igualmente, en tierra cubana; y ya para 1830, Marcos, el mayor de
la familia, adquiere una finca –Granada– situada en Majaguabo,
jurisdicción de San Luis, oriente.72

Marcos Maceo estuvo unido primero a Amparo Téllez –quien


le da varios hijos–, luego se junta con Mariana Grajales. De dicha
unión nacen: Antonio de La Caridad (14 de junio de 1845),
Maria Baldomera, Rafael, Miguel, Julio, Domingo de la Calzada y
Marcos. Caracterizábanse los Maceo Grajales y también los Maceo
Téllez por estar identificados con el ideal libertador y dispuestos
irrevocablemente a morir por la patria en los campos de la guerra.
Los Maceo eran gente de color, y los españoles dominantes
los llamaban “gente de piel oscura”; mulatos libres, salvajemente
hostilizados por la autoridad colonial. Los Maceo, como hombres
libres procedentes de otro país, sufrieron en carne propia la atroz
represión del gobernador y capitán general Leopoldo O’Donnell
(1844-46). Al cultivo de la tierra, a la que extraen tabaco y otros
frutos, los Maceo unen la actividad mercantil. Antonio Maceo
y Grajales ayuda a su padre de la mejor manera. Viaja por toda
la isla, se hace de amistades, lee copiosamente y poco a poco se
va interesando por la política. Piensa en la igualdad a que tienen
derecho todos los hombres. Piensa asimismo, en que Cuba puede
y tiene que ser independiente; no más esclavitud y no más comercio

72 Mario Briceño Perozo, Antonio Maceo: La voz del huracán. Caracas,


Editorial Talleres de Italgráfica, 1991.

132
negrero. Contrae matrimonio con María Magdalena Cabrales el
16 de febrero de 1866.
En 1867 las ideas revolucionarias comienzan a germinar en
surco cubano; la mente y el corazón de los Maceo Grajales con
tierra abonada para la más “sublime vendimia: la de la libertad”.
El año siguiente (12 de octubre de 1868) la familia Maceo se
enrola en la revolución. Padres e hijos, mujeres y niños: Maceo
Téllez, Maceo Grajales y Regüeiferos Grajales, todos son una sola
voluntad combatiente. A esa familia de ejemplar heroísmo bien
se le llamará en Cuba “La tribu heroica”, y dentro de la misma, la
figura sobresaliente es Antonio Maceo y Grajales.
El año 1868, con el inicio de la guerra de los diez años,
comienza la carrera militar de Antonio Maceo.

Su arrojo en el combate, sus dotes extraordinarias de guerrero, su


habilidad de jinete, tan diestro y seguro, su inteligencia para pre­
parar la acometida, su espíritu de disciplina, ya como subalterno,
ora como jefe, y el carisma singular con que magnetiza a sus se­
guidores, lo llevan a escalar todas las alturas: soldado, sargento,
teniente, capitán, comandante, teniente coronel…73

Indica el Dr. Mario Briceño Perozo, al hablar de Maceo, que


las cualidades de Maceo eran prácticamente señeras, excepcionales.
Un negro hercúleo, de elevada estatura, con la grave apostura
de los gigantes de las leyendas españolas de caballería. Además,
inteligente, perspicaz y con la estatuaria frialdad de los valientes.
Más de veinte heridas recibió en combate. Varias veces se atentó

73 Ibid.

133
contra su vida. Siempre salió airoso de los peores trances. Parecía
que la misma muerte se acobardaba en su presencia74. Inspirado
en las ideas bolivarianas, Maceo tuvo un preciso concepto de la
independencia. Todos los patriotas cubanos estuvieron iluminados
por el numen de El Libertador Simón Bolívar. Se explica así que
muchos años antes, cuando comenzaron a formarse los primeros
grupos de conspiradores, apareció con la fuerza de un ariete, la
sociedad política de los Soles y Rayos de Bolívar, que fue descubierta
por los sabuesos españoles.

Danza de las Turas

De acuerdo a lo sostenido por José Chirinos, la Danza de las Turas


es una vieja práctica mágico religiosa, un rito agrario proveniente
de los aborígenes ayamanes establecidos al sur del estado Falcón,
específicamente en el municipio Federación, y al norte del estado
Lara, en lo que es hoy el municipio Urdaneta. La Danza de las Turas
o Ritual de las Turas, como lo han catalogado algunos escritores, se
ha conservado casi intacto, a pesar de los años que han transcurrido
desde los tiempos de los aborígenes ayamanes, hasta nuestros días.75
Los campesinos que han conservado la Danza de las Turas,
se sienten orgullosos de mantener esta práctica o manifestación
religiosa porque creen en la bonanza de la naturaleza, razón por la
cual hay que rendirle tributo, por la abundancia de las cosechas.
De aquí se desprende la idea y la creencia que, con la acción de

74 Ibid.
75 José Chirinos, La Danza de las Turas. Mapararí, Casa de la Cultura
de Mapararí, 2001.

134
gracias por la abundancia de los frutos, habrá mejores tiempos
para mejores mazorcas, nunca faltará la lluvia para que cuaje el
grano de maíz, caraota, frijoles, cambures, auyamas y otros frutos
que da la madre tierra para el sustento del hombre.
En la Danza de las Turas hay dos elementos humanos que juegan
un papel importantísimo, ellos son: primero los danzantes y se­
gundo, los músicos. Los danzantes los integran hombres y mujeres
que forman una rueda grande alrededor de lo que se denomina el
palacio, que a su vez es el centro donde se expone una cruz y frutos
ofrendados por los conuqueros. De estos productos el principal
es el maíz, material primordial para la elaboración de la chicha.
Los danzantes entrelazados, al son de los cachos, flautas de carrizo
y maracas de decoritos, dan tres pasos hacia adelante y tres hacia
atrás. Los músicos son los que soplan los cachos, flautas o turas, y
en su mano derecha llevan una maraca hecha de tapara o decoritos.
Con movimientos especiales dan vueltas alrededor del palacio.
Antes de empezar o iniciarse la Danza de las Turas en el patio,
los tureros acostumbran a ir a una aguada, donde realizan una
ceremonia para pedir permiso a los espíritus tureros, para realizar
dicho baile. Siempre los acompaña una reina, que con su corona
adornada con vainas de frijoles y caraotas, representa una autoridad
en el patio; ella se encarga de prender y colocar las siete velas frente
a la cruz del palacio y acompañará siempre a los tureros a donde
vayan a tocar y bailar Las Turas.
Los instrumentos son: cachos, flautas y maracas. Los cachos se
clasifican así: cachos pequeños, que son de venado matacán, solo
tiene dos puntas, y dos cachos grandes de cabeza de venado cara­
merudo y suelen tener cinco, siete y hasta ocho puntas. Quienes
tocan los cachos pequeños o de matacán se denominan cacheros

135
menores; los que tocan los cachos de tres o cuatro puntas, se llaman
cacheros medianos, y los que soplan los cachos de cinco y hasta
ocho puntas, se llaman cacheros mayores.
Hay muchos sitios en el municipio Federación donde anual­
mente se bailan Las Turas; también hay varios patios de Turas en
el municipio Urdaneta del estado Lara. Hay que resaltar y hacer
saber que si en otras partes de la geografía nacional, que no sea al
sur del estado Falcón y norte del estado Lara, que se bailen Las
Turas, es porque en algún momento o época los tureros tuvieron
que emigrar, y se llevaron la tradición o costumbre religiosa de la
Danza de las Turas como algo propio, y que no podían olvidar ya
que la consideran parte de sus vidas, de su identidad y sus raíces.

Tejido en fibra y trabajo de la madera: herencia


de la cultura de origen indígena y afro

En La Sierra de Falcón, parroquias Curimagua del municipio Petit


(Macanillas, Curimagua, Los Patiecitos, Los Peladares), Cabure
y Colina (también del municipio Petit), Guzmán Guillermo del
municipio Miranda, los afrodescendientes desde hace más de
cuatro siglos desarrollan un trabajo artesanal basado en la herencia
aborigen, africana y europea. Por una parte, la artesanía de bejuco
(aborigen). Con los bejucos “moreno” y “morrocoy” fabrican di­
versos productos de utilidad en el hogar, en el conuco y ornamen­
tales: sombreros, paneras, papeleras, cestas, canastos (para recoger
café, caraotas y otros rubros), muñecas, y diversidad de objetos.76

76 Fulvia Magdalena Polanco Bravo, Entrevista a Reina Marina Álvarez


Colina. La Chapa, agosto de 2011.

136
Están además los artesanos en tejido de hamacas y en tejido
de alpargatas. En la parroquia Cabure existen artesanos que se
dedican también a fabricar instrumentos de percusión: tamboras
serranas, tambores, panderos; e instrumentos de cuerdas: cinco y
media (solo se fabrica en La Sierra), cuatro y media, cuatro normal.
En la comunidad de La Chapa, parroquia Guzmán Guillermo,
también hay buenos artesanos en el tallado de madera.

Gastronomía

Los serranos tienen entre sus costumbres culinarias, la elaboración


de: arepa pelada, la cual se prepara con el maíz “en concha” (luego de
haberlo “pelado”). Preparan también las sopas de quinchoncho;
la de caraotas negras, a las cuales le agregan verduras y hierbas
traídas del conuco: cambur verde, ñame, ocumo, apio, culantro
esposo, cilantro.77
Una herencia culinaria de los afrodescendientes es la llamada
“pira verde”, la cual se prepara solo con cogollos muy tiernos de
las verduras y hierbas antes mencionadas. En la época del jojoto,
preparan con el maíz recién cortado, y luego de molerlo, la arepa
“jojota” horneada o en brasas (no es cachapa) y la envuelven en
hoja de cambur. Al moler el jojoto, se obtiene la leche, con la cual
elaboran un dulce al que le dan el nombre de mazamorra de jojoto.
Preparación: a la leche le agregan papelón (o azúcar), la cocinan
revolviendo constantemente, luego de hervir, la ponen a enfriar,
y se sirve en trozos.

77 Ibid.

137
Otro de los elementos típicos de las comunidades afrodes­
cendientes es la elaboración del queso de cabra. Entre los dulces
criollos están: dulce de naranja, de apio, de chayota (parroquia
Curimagua), dulce de leche de cabra (comunidad de La Negrita,
parroquia Guzmán Guillermo, municipio Miranda).

Plantas medicinales

En las plantas medicinales, son fundamentales los aportes de la


docente e investigadora Reina Marina Álvarez Colina. En este
sentido, destaca los siguientes usos:78
Ajenjo: es una planta herbácea, siempre verde que alcanza un
metro de altura. Sus tallos y hojas son de color grisáceo, cubiertas
de fino vello. La infusión de la misma mejora la digestión, ya que
aumenta la producción de bilis y ácidos estomacales, mejorando
así la absorción de los nutrientes. Sirve además, para eliminar lom­
brices a través de la expulsión intestinal. Aplicada en cataplasma
cura contusiones e inflamaciones locales.
Cardón santo: es una planta espinosa de hojas verdes con al­
gunas venas blancas. Utilización: las semillas cocidas sirven para
curar el hígado; también se usa para detener hemorragias.
Cardil: tomado en infusiones sirve para mejorar secuelas después
de los partos.
Eucalipto: árbol de hojas alargadas; es buen expectorante
y descongestiona las vías respiratorias.
Barba de maíz: la infusión es muy buena para eliminar
la hinchazón.

78 Ibid.

138
Romero: es un arbusto casi siempre verde. Se coloca en aceite
o alcohol y sirve para fricciones que calman dolores.
Ruda: planta de tronco leñoso y grisáceo, sus hojas y flores to­
madas en infusión son eficaces para calmar los dolores menstruales.
Salvia: es una planta de hojas rugosas y se utiliza para problemas
digestivos. Se prepara como té.
Flores de sauco: tomadas con leche sirven para hacer brotar
el sarampión.
Berbena: como baño es excelente relajante muscular; en
infusión, baja los niveles de azúcar en la sangre.
Orégano orejón: tomado en infusión es excelente diurético.

Festividades tradicionales y religiosas (afrocatólicas)

En lo concerniente a las festividades tradicionales y religiosas,


la docente e investigadora, nativa de la comunidad de La Chapa,
Reina Marina Álvarez Colina, expone que en la comunidad de La
Chapa son tradicionales las fiestas patronales en honor al Niño Jesús.
Esta festividad se celebra el último fin de semana del mes de enero.
Allí concurren todos los devotos y “promeseros” para celebrar ese día.
Asimismo, destaca que la Fiesta de Cruz de Mayo (fiesta afro­
católica), se realiza en muchas poblaciones de La Sierra. En la
comunidad de La Chapa, el día 3 de mayo, esta fiesta se celebra
en el antiguo Oratorio de Lugo, al pie de la montaña. Allí asisten
todos los coristas, quienes recibieron el asesoramiento del hoy
fallecido cultor Francisco Colina; luego llevan el rosario cantado
al pie de Las Crucecitas.
Además, contextualiza, la Fiesta de San Juan - Encuentro
de Salveros (fiesta afrocatólica) se celebra el 24 de junio en la

139
comunidad de La Chapa. Aquí se mezcla lo popular con lo re­
ligioso, ya que después del rosario cantado, llamado también
rosario por fuera, se le da apertura al espectáculo donde los sal­
veros, venidos de una gran parte de La Sierra, le rinden homenaje
a San Juan.
También, visibiliza las fiestas religiosas en la comunidad de
Santa María. La Fiesta Patronal se celebra el 24 de octubre en
honor a San Rafael Arcángel.
Fiesta a la Virgen del Carmen: es una tradición de la familia
Díaz. Se celebra el día 16 de julio.
Festividad en honor a San Miguel Arcángel: esta festividad se
celebra en la comunidad de Macuquita el día 29 de septiembre.
Rosarios de promeseros: estos ocurren cuando alguna persona
debe una promesa y paga al santo con un rosario cantado, por fuera
o llanito. Esto varía de acuerdo al ofrecimiento de la promesa.79

Conmemoraciones

El día 10 de mayo en Macanillas (La Sierra) se congregan fal­


conianos y venezolanos, para rendir su homenaje al héroe José
Leonardo Chirino, por haber liderado el primer movimiento in­
surreccional de esclavizados más importante durante la colonia en
Venezuela y América. También en Caujarao (municipio Miranda)
se realizan actos en honor a Chirino ese mismo día.

79 Ibid.

140
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Testimoniales

Colina, Lucía. (2002). Décima Con el permiso de Dios, Macanillas,


Quinto Festival de la Décima Serrana.
Lugo, Juan Ramón. (2000). Entrevista a Fulvia Magdalena Polanco
Bravo realizada en La Chapa.

143
Lugo, Juan Ramón y Polanco Bravo, Fulvia Magdalena. (2000).
Entrevista a Carmen Romelia Borges de Escalona, realizada
en Los Patiecitos.
Lugo, Juan Ramón y Polanco Bravo, Fulvia Magdalena. (2000).
Entrevista a Lucía Colina, realizada en Macanillas.
Lugo, Juan Ramón y Polanco Bravo, Fulvia Magdalena. (2000).
Entrevista a María Chirino Medina, realizada en San Hilario.
Lugo, Juan Ramón y Polanco Bravo, Fulvia Magdalena. (2000).
Entrevista a María Prudencia Polanco de Loiz, realizada en
Macanillas.
Lugo, Juan Ramón y Polanco Bravo, Fulvia Magdalena. (2000).
Entrevista a Reina Marina Álvarez Colina, realizada en
La Chapa.
Lugo, Juan Ramón y Polanco Bravo, Fulvia Magdalena. (2000).
Entrevista a Víctor Castro, realizada en San Hilario.
Peraza, Wuilian. (2005). Entrevista a Alirio Mendoza, realizada
en Jacura.
Peraza, Wuilian. (2005). Entrevista a Lisandro Lugo, realizada
en Píritu.
Peraza, Wuilian. (2005). Entrevista a José Barroso, realizada en
Mirimire.
Peraza, Wuilian. (2005). Entrevista a Josefina Barroso, realizada
en Mirimire.
Peraza, Wuilian. (2005). Entrevista a José Zambrano, realizada
en Tocuyo de la Costa.
Peraza, Wuilian. (2005). Entrevista a Ronald Villalba, realizada
en Tucacas.
Polanco Bravo, Fulvia Magdalena. (2005). Entrevista a Gustavo
Ricaurte, realizada en La Guinea.

144
Polanco Bravo, Fulvia Magdalena. (2000). Entrevista a Juan
Ramón Lugo, realizada en La Chapa.
Polanco Bravo, Fulvia Magdalena. (2011). Entrevista a Reina
Marina Álvarez Colina, realizada en La Chapa.
Rodríguez, Eustiquio. (2002). La rebelión de Chirino, interpretada
por el Grupo Salveritos de San Hilario en Macanillas, Quinto
Festival de la Décima Serrana.

145
SOBRE LOS AUTORES

Juan Ramón Lugo (La Chapa, 1927)


Fundador y militante de la Red de Organizaciones Afrovenezolanas
en Falcón y Venezuela, cofundador y presidente de la Asociación
Cultural José Leonardo Chirino. Ha publicado los siguientes
libros: A propósito de 200 años de olvido (1995). Reflexiones sobre
el zambo José Leonardo y tradiciones de la sierra (1998), junto
a Fulvia Magdalena Polanco Bravo.

Fulvia Magdalena Polanco Bravo (Cabure, 1954)


Promotora cultural y profesora de Castellano y Literatura (UPEL).
Fundadora y militante de la Red de Organizaciones Afrovenezolanas
en Falcón. Cofundadora de la Asociación Cultural José Leonardo
Chirino. Autora de las siguientes publicaciones: Dale a tu alma
unas alas (1996), Divulgación histórica, literaria y folclórica del
estado Falcón. Cuaderno No 1 (2001), junto a Juan Ramón Lugo;
Divulgación histórica, literaria y cultural del estado Falcón. Cuaderno
No 2 (2005), junto a Juan Ramón Lugo; Divulgación histórica,
literaria y de cultura popular del estado Falcón. Cuaderno No 3
(2005), junto a Wuilian Antonio Peraza; La interculturalidad en

147
el estado Falcón. Cuaderno No 4 (2012), junto a Reina Marina
Álvarez Colina.

Reina Marina Álvarez Colina (La Chapa, 1967)


Profesora en Educación Integral (UPEL). Maestra Honoraria de
Venezuela (UNEARTE). Magister en Educación (UBV). Cursante
de doctorado en Educación (UBV). Estudiante en la Escuela
Venezolana de Planificación. Militante de la Red de Organizaciones
Afrovenezolanas y del Cumbe Nacional Afrovenezolano Falcón. En
la actualidad coordinadora del Centro de la Diversidad Cultural,
Delegación Falcón.

Wuilian Antonio Peraza (Morón, 1955)


Poeta, actor de teatro, fabricante de instrumentos de percusión
y promotor cultural de Morón y del estado Carabobo. Licenciado
en Educación, mención Desarrollo Cultural (UNESR). Docente
en la Universidad Nacional Experimental “Francisco de Miranda”,
Núcleo Carabobo. Investigador cultural en el ámbito de la afrove­
nezolanidad. Fundador y militante de la Red de Organizaciones
Afrovenezolanas. Participante de los Encuentros Afrodescendientes
realizados a nivel nacional.

148
ÍNDICE

PRESENTACIÓN DE LA COMISIÓN7
PRÓLOGO 11

Momento I
Divulgación histórica, literaria y cultural
del estado Falcón17
La Sierra de los jirajaras 19
Jirajaras, ayamanes y ajaguas 21
Caquetíos22
La Sierra de Falcón 24
Coro26
El Tinglado de Güide 27
Santa María 29
La Chapa 31
María Anastasia Perón 32
Batalla de Mapararí 33
Cabure34
Cuevas de Acarite 35

149
Momento II
Divulgación histórica, literaria y cultural del
estado Falcón39
Caminos reales, antiguo Camino de los Españoles 41
Ruta Heroica de José Leonardo Chirino 48
Música tradicional serrana: Salveros de San Hilario 52
Décima La rebelión de Chirino 54
Salves, pavanas, pasacalles, romances, estribillos 56
Cantora Lucía Colina 57
Décima Con el permiso de Dios 59
Fiesta de San Juan. Encuentro de Salveros
Afrodescendientes62
Festividad de San Juan en La Chapa 63
II Encuentro de Salveros Afrodescendientes 64
VIII Festival de la Décima Serrana 66
¿Cómo se fabrican los instrumentos de percusión
con los cuales se ejecuta la música tradicional serrana? 67
Fabricación de tambores, tamboras y panderos
Artesano Víctor Castro. San Hilario 67
Elaboración del instrumento 68
¿Cómo promocionar y vender estos instrumentos
de percusión? 70
Cinco y media 71
Artesanía. Tejido en bejuco 72
Artesana María Prudencia de Loiz. Tejido de hamacas 74
Tejido de hamacas. Materiales y procedimiento 75
Artesana Reina Álvarez Colina. Tejido de alpargatas 76
Tejido de alpargatas. Materiales y procedimiento 78

150
Momento III
Divulgación histórica, literaria y de cultura popular
del Estado Falcón81
Sabaneta82
Borojó85
Mene Mauroa 88
Cumarebo89
Tambor coriano, veleño y cumarebero 91
Mirimire92
Píritu94
Jacura96
Tucacas99
Tocuyo de la Costa 103

Momento IV
La interculturalidad en el estado Falcón 109
La Sierra de San Luis: asentamiento
de comunidades indígenas y afrodescendientes 110
Jirajaras112
Ajaguas113
Ayamanes114
Caquetíos115
¿Cómo llegaron a la Sierra de San Luis
los esclavizados(a) procedentes de África? 119
Macuquita119
Macanillas121
Cimarronaje, héroes y heroínas afrodescendientes 122
Miguel de Buría 123
Juan Andrés López del Rosario “Andresote” 124

151
La rebelión de los congos y loangos 125
Los cimarrones en Barlovento 125
José Leonardo Chirino 126
José Caridad González  130
Antonio Maceo: “El Titán de Bronce” 131
Danza de las Turas 134
Tejido en fibra y trabajo de la madera: herencia
de la cultura de origen indígena y afro 136
Gastronomía137
Plantas medicinales 138
Festividades tradicionales y religiosas (afrocatólicas) 139
Conmemoraciones140

BIBLIOGRAFÍA 141
SOBRE LOS AUTORES 147

152
Fundación Editorial El perro y la rana

Correos electrónicos
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Páginas web
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Serranía de jirajaras y afrodescendientes. Memorias colectivas
se imprimió en la Imprenta Bicentenario de Carabobo
de la Fundación Editorial El perro y la rana
Caracas, Venezuela,
en el mes de noviembre de 2024

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